La Injusticia

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LA INJUSTICIA http:// padreleonardocastellani.blogspot.com.ar / Hoy le saqué al viejo (Castellani) un artículo que escribió sobre la injusticia, aunque el título que le puso, para adaptarse al temario, fue Reflexiones sobre la justicia. Lo escribió para un certamen o juegos florales que hicieron en Brescia, para conmemorar el centenario de la aparición de la Psicología y la Ética de Rosmini, los hermanos del Instituto de la Caridad. Contra todo lo que presumíamos ¡sacó un accessit! Estaba tan contento de este modestísimo triunfo que se daba por satisfecho del trabajo de escribirlo en la cárcel sin libros y de haberlo traducido al italiano sin diccionario. El accessit no comportaba ni una sola lira; la honra tan sólo. Lo publicaron los hermanos en una revistucha con el pseudónimo de Aureliano Martínez Robles. Aquí se ve lo que hubiera producido este viejo cascarudo de tener los incentivos normales que tiene un escritor en su vida; cuando en medio del desierto de hielo en que vive es capaz de sacar de sus entrañas, como una araña flaca, tal cual parsimoniosa tela. 1

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Leonardo Castellani

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LA INJUSTICIAhttp://padreleonardocastellani.blogspot.com.ar/

Hoy le saqu al viejo (Castellani) un artculo que escribi sobre la injusticia, aunque el ttulo que le puso, para adaptarse al temario, fue Reflexiones sobre la justicia. Lo escribi para un certamen o juegos florales que hicieron en Brescia, para conmemorar el centenario de la aparicin de la Psicologa y la tica de Rosmini, los hermanos del Instituto de la Caridad. Contra todo lo que presumamos sac un accessit! Estaba tan contento de este modestsimo triunfo que se daba por satisfecho del trabajo de escribirlo en la crcel sin libros y de haberlo traducido al italiano sin diccionario. El accessit no comportaba ni una sola lira; la honra tan slo. Lo publicaron los hermanos en una revistucha con el pseudnimo de Aureliano Martnez Robles.

Aqu se ve lo que hubiera producido este viejo cascarudo de tener los incentivos normales que tiene un escritor en su vida; cuando en medio del desierto de hielo en que vive es capaz de sacar de sus entraas, como una araa flaca, tal cual parsimoniosa tela.

Reflexiones sobre la JusticiaLa injusticia es el disolvente ms tenaz que existe.

Una injusticia no reparada es una cosa inmortal.

Provoca naturalmente en el hombre el deseo de venganza, para restablecer el roto equilibrio; o bien la propensin a responder con otra injusticia; propensin que puede llegar hasta la perversidad, a travs del afecto que llaman hoy resentimiento.

Es, pues, exactamente, un veneno moral.

Hay una sola manera de no sucumbir a sus efectos: ella consiste en aprovecharlos para robustecer en s mismo la decisin de no ser jams injusto con nadie. Ni siquiera consigo mismo!

Con ayuda de los dolores que provoca en el alma la injusticia sufrida que en los seres de gran temple moral son extremados-, hay que saber ver la fealdad y la deformidad de las propias injusticias-posibles, pasadas y futuras; y de la injusticia en s.

El que ha sufrido una gran injusticia en s mismo, y no ha respondido con otra, no necesita muchas consideraciones para contemplar el punto de San Ignacio de Loyola: considerar la fealdad del pecado en s mismo, aun dado caso que no estuviese prohibido. Vemos la fealdad del pecado ms fcilmente cuando otro nos lo inflige, que cuando nosotros lo inflingimos.

Devolver injusticia por injusticia, o golpe por golpe, no remedia nada. La venganza, que dicen es el placer de los dioses, es un placer solitario y estril. La vindicta es el placer de los dioses, as como el quijotismo es su deporte.

Nada ms comn en nuestra poca que la indignacin por la injusticia: es una de las caractersticas de ella. Esa indignacin es natural; y nadie dir que sea mala. Pero el remedio que se busca ordinariamente es malo, porque casi siempre implica otra injusticia.

Repartir la tierra a los campesinos: para eso hay que arrebatarla primero por la violencia y con injusticia en muchos casos- a los boyardos. Los boyardos cometan injusticias con los mujicks; sea: los tenan reducidos a un estado de primitivismo, les sustraan quiz el salario justo, pecado que segn el catecismo clama al cielo.

Pero el bolchevismo, que us como instrumento poltico el estribillo la tierra a quien la trabaja! ha acabado por socializar la tierra y convertir al Estado en el Gran Boyardo, de manos ms duras y corazn ms ptreo que todos los otros juntos.

Pagar con una injusticia la injusticia aumenta la injusticia. El pndulo empujado de un extremo se va al otro; y comienza el movimiento interminable del mal, el abundar la iniquidad, que dijo Cristo destruira en los ltimos tiempos hasta la misma convivencia.

Esta actitud de digerir la injusticia resulta a la postre la mejor venganza. En efecto qu se propone el odio? El odio se propone o busca inconscientemente, pues hay odios inconscientes- esencialmente destruir. Qu es mejor venganza que ofrecerle el resultado contrario, el ensanchamiento del alma propia, la purificacin y mejora de la vitalidad interna?

Pero dnde est la alquimia que convierta ese veneno en medicina y alimento?

La ponzoa ms dura y obstinada

es la injusticia social...

Una injusticia que no es reparada

es una cosa inmortal....

Si dnde est el medio? Sneca deca: Si alguien te ofende no te vengues: si el ofensor es ms fuerte que t, tenle miedo; si es ms dbil, tenle lstima.

Esta consideracin, pronunciada a un hombre bajo el peso de una injusticia real y seria, tiene la virtud de ponerlo prodigiosamente furioso.

El medio de digerir la injusticia es un secreto del cristianismo. Es la actitud heroica, y aparentemente imposible a las fuerzas humanas, devolver bien por mal, de bendecir a los que nos maldicen.

El Evangelio contiene muchos secretos, muchos abismos de filosofa moral. El Evangelio asume a Sneca a las alturas de la eficacia total.

Las fuerzas psicolgicas del hombre son limitadas y pueden sucumbir a un gran dolor moral.

Consolar al triste... y eso no con palabras sino con ayuda verdadera, es la mayor de las obras de misericordia.

Un gran dolor moral no consiste en un conjunto de imgenes lgubres que se pueden espantar o apartar con reflexiones, distracciones o palabrera devota, como creen los santulones. Es pura y simplemente una herida, a veces una convulsin y una tormenta, que puede descuajar el alma y romperle sus races.

Un gran dolor no pasa nunca como un nublado tras del cual nace el sol, segn la manida metfora. Penetra en el alma, la cambia, se incorpora a ella y permanece ya para siempre. En que forma permanece, como veneno o como espuela? Ese es el problema.

Un golpe grande que carezca del adecuado lenitivo puede desmoralizar para siempre a un hombre, intimidarlo, anularlo y aun amargarlo y pervertirlo. se es su gran efecto natural. Recordemos al Sylas Marner de la gran novelista inglesa Mara Evans.

Todos los remedios de la filosofa, elaborados tan sabiamente por Sneca y Boecio, son de efecto local; y en los casos graves son del todo insuficientes. Slo el amor cura las heridas del alma. Y slo un amor sin medida las heridas desmedidas.

Cristo am a la humanidad de ese modo.

El amor del prjimo es el nico remedio de la injusticia social; pero el amor que trajo Cristo es un amor desmedido. l le seal caracteres enteramente excepcionales: tiene que ser de obras ms que de palabras, tiene que llegar hasta a amar al enemigo, y dar la vida por el amigo.

Y para diferenciarlo de la caridad farisaica, el Maestro seal su raz, que es la justicia, y su flor, que es la misericordia. Dais limosnas, pero habis abandonado lo fundamental de la Ley, que es la misericordia y la justicia....

En este gran remedio del veneno de la injusticia, que es ahogarla en el amor, se cumple quiz la promesa de Cristo a sus discpulos: Et si mortiferum quid biberint, nihil eis nocebit. Beberis venenos y no os harn ningn dao. El resentimiento es literalmente un veneno.

Esto no nos fue dicho, obviamente, para que bebamos cianuro a ver qu pasa, sino para que tengamos confianza cuando nos sintamos psquicamente envenenados.

ste es el milagro que dijo Cristo haran sus discpulos mayores de los que l hizo. Claro que l tambin lo hizo primero.

Pero qu gracia, l era l.

Amar a los enemigos parece imposible psicolgicamente; sobre todo cuando uno los tiene; y ms an cuando los tiene encima. No se puede aprehender a la vez a un hombre como enemigo y como amable; y nuestro amor depende de nuestra aprehensin. No puedo amar sino lo que es bueno para m.

Adems, parecera que eso de amar a todos destruye la actividad moral, paraliza la lucha contra el mal, infunde una apata y una inercia budista, convierte a la sociedad en una tropa de borregos silenciosos o dulzones.

Pero hay que advertir, al que hiciere estas objeciones tolstoyanas o gndhicas, tres cosas:

Jesucristo no dijo que no hay enemigos como Buda; al mandarnos amar an a nuestros enemigos, implica esa gran divisin entre los hombres, y no deroga el natural amor a los amigos, mayor que a los enemigos.

Jesucristo no dijo: amad ms a vuestros enemigos o amadlos igual que a vuestros amigos Eso sera contra el orden de la caridad, cualesquiera sean las expresiones acaloradas de los santos, cuando tomados de la locura de la Cruz pareceran a veces expresar lo contrario.

Jesucristo dijo: Amad a vuestros enemigos: pero no dijo: Poneos en las manos de vuestros enemigos.

Cuando no hay jueces capaces de irrumpir contra la iniquidad cunde la injusticia, se propala el resentimiento y se vuelve casi imposible la convivencia. Esto profetiz claramente nuestro Redentor: Porque abund la iniquidad se resfri la claridad en la mayora. Como una de las partes de la claridad es la amistad cvica, que Aristteles explica es la base de la convivencia, se sigue que el resentimiento vuelto plaga endmica pone a la sociedad en condiciones casi invivibles. Eso es lo que esta pasando hoy.

El resentimiento esa especie de rencor abstracto ha sido bastante explicado por Nietzsche y Max Scheler para ser ignorado por nadie. Basta abrir los ojos, tropezamos con l a cada paso.

El resentimiento, as con comillas, no es vulgar rencor, odio o despecho; es indignacin reprimida mal o insuficientemente, por fuerza y no por razn, que se irradia concntricamente de objeto en objeto y de zona en zona anmica, hasta contaminar, cosa curiosa, el mismo entendimiento. Hay hoy da ideologas de resentidos expuestos en lenguaje cientfico y con las mayores apariencias de objetividad. Max Scheler ha descubierto el resentimiento en las ideologas socialistas, en muchas herejas medioevales, en la apostasa del emperador Juliano en lo cual le precedi la aguda observacin de San Gregorio- y hasta en el libro DE CONTEMPTU MUNDI del Papa Inocencio II.

Pero esta definicin del resentimiento y su anlisis en:

Indignacin por una ofensa

represin violenta,

tristeza,

ansia de vindicta o venganza,

desplazamiento concntrico a objetos lejanos

irradie sentimental

contaminacin intelectual

son cosas pedantes. Bergson lo definira rpidamente:

ira ulcerada o bien

rencor en septicemia.

Esta septicemia no tiene ms penicilina que una gran inyeccin de amor tan tremenda que slo es posible por la Fe y por la Gracia ayudados de intermediarios humanos, como suele Dios hacer sus cosas. Dios y ayuda como dicen en Espaa.

El amor a los enemigos no excluye la lucha contra la injusticia que est en ellos; antes a veces la impone.

Hay algunos que tienen la misin o el deber profesional de luchar por la justicia. Sea que ella nos alcance personalmente o no, la injusticia es un mal terrible, perceptible a los que poseen el sentido moral sexto sentido que diferencia al noble del plebeyo- y luchar contra ella es obra de procomn, aunque en ocasiones parezca como una locura. Don Quijote tuvo esa locura, que en el ideal caballeresco, creado por la Iglesia en Europa, no era locura.

Deca uno:

Dios que permitiste contra

m, la mayor injusticia

y vida nueva y caricia

me das para qu? Recontra!

Tu ley santa me confronta,

primero perdonar

y despus olvidar

y habiendo vida y milicia

luchar por la justicia

y un da veremos qu.

Hombres hay que la injusticia

no pueden tragar ni ver

pues los enferma, anoser

que luchen por la justicia

moriran de ictericia

si no luchan. Dejenls

quijotes los llaman los

emboscados, que son tantos

ellos son locos o santos.

a mi me hizo de ellos Dios.

Unos locos y otros santos

son; y otros entreverados

yo nac por mis pecados

de estos que hoy ya no son tantos.

Llena de lacras y espantos

esta poca no los pare

quien hallarlos deseare

no vaya a cortes de rey

porque ellos nacieron buey

y a dnde ir el buey que no are?...

Los que tienen el deber profesional de luchar por la justicia son los jueces (los juristas), los gobernantes (los pastores) y los soldados (los guerreros). Desgraciadamente la poca moderna ha transformado a los jueces en mquinas, a los gobernantes en economistas y a los soldados en militares; y padecemos una gran escasez de caballeros andantes.

Los caballeros andantes son los que tienen, ms que el deber profesional, la pasin, la mana y el vicio de la justicia. Esta disposicin natural sea temperamental, sea adquirida- de suyo debera coincidir con el deber profesional; de hecho hoy da andan los dos a veces separados. De suyo, as como sacerdotes deberan ser ordenados los que tienen carismas, as jueces deberan ser nombrados los que tienen quijotismo, como pide la ESCRITURA: (ECLI., VII-6) Noli quarere fieri judex, nisi valeas virtute irrumpere in iniquitates; ne forte extimescas faciem potentis, et ponas scandalum in cequitate tua. El juez dbil no slo no hace bien, pero causa escndalo: porque se espanta a la faz del potente; por lo cul, el hagigrafo pide al que quiere ser hecho juez o gobernante- que tenga fuerza para atropellar la iniquidad; y simplemente disuade a todos de buscar ser nombrados magistrados.

Las reinas de la Edad Media se hacan perdonar de los leprosos la pompa y la alegra de una poca quiz ms feliz que la nuestra pues tena reinas santas en lugar de estrellas de cine- besndoles las llagas. Hoy da los leprosos se tienen que contentar con autgrafos. Rita Hayworth ha visitado el Leprosario de Barcelona. Los diarios de hoy lo cuentan; y cuentan una ancdota. Dicen que la Rita (la Gilda) recorri el lazareto acompaada de una monjita joven y no mal parecida, que all presta sus servicios. Al salir se volvi a ella y le dijo:Hermana, yo no hara lo que usted hace aqu por un milln de dlares.

La espaola le contest muy templada:Yo tampoco.

Esta ancdota es muy vieja: me la contaba a m mi difunta abuela cuando yo era nio de teta.

La represin del natural deseo de venganza por razones intelectuales o por amor de Dios produce en alma esa hambre y sed de justicia a la cual se prometi la bienaventuranza. Ella es la sublimacin del rencor y de la natural pasin por la vindicta; pasin por el restablecimiento del equilibrio moral. El odio a la injusticia padecida se convierte en horror de la injusticia padecida por los otros. Los sentimientos heridos no se cicatrizan como pasa por el olvido en las heridas pequeas- sino que comienzan, como si dijramos, a sangrar hacia arriba. Por eso nuestro Salvador lo compar a una pasin tan pertinaz y luchadora como el hambre.

Esto que me ha pasado jams cicatrizar, se oye decir a veces: S que cicatrizar es la respuesta vulgar, a veces falsa. Tiene razn el herido muchas veces. La respuesta exacta es: Convirtete en un herido de Dios, deja atrs a los hombres. S msticamente cruel contigo mismo.

Esa herida siempre abierta nos hace solidarios del dolor del mundo; nos establece en comunidad con todos los que sufren; y hacerse solidario del dolor del mundo fruto del pecado fue la razn de tomar cuerpo y naturaleza humana el Verbo de Dios. Hombre sin pecado. San Pablo deca que llevaba en su cuerpo los estigmas del Cuerpo de Cristo: y que su vida real estaba escondida con Cristo en Dios. Hombre en medio de los hombres, capaz de interesarse por todo lo que era humano, lleno de virtudes sociales, o como dicen hoy, de humanismo, ganndose el pan con sus manos y predicando la salvacin con desinters sumo y en medio de riesgos y molestias indecibles, el Apstol de los Romanos, llevaba escondida su llaga secreta, que era la razn de su poder. Mi debilidad es la razn de mi fuerza. Cum infirmor tunc fortior sum (Cuando soy dbil es cuando soy ms fuerte).

Nunca fue ms fuerte que cuando atadas las manos, inclin el cuello a la segur del verdugo. Entonces fue saciada su sed de justicia y las palabras de sus cartas, pasadas de sangre, se volvieron eternas.

Todo esto es ms o menos sabido, pluguiera a Dios que fuese practicado. Que esta poca es dura e injusta, todos lo dicen. Que esta poca es la peor poca que ha existido, lo han dicho hombres parecidos a nosotros en todas las pocas.

Lo que interesa sera saber qu va a salir de todo esto.

Pues bien, no pueden salir ms que dos cosas, o una restauracin de la justicia o la ruina total de la convivencia.

O se produce una gran efusin de amor fraterno, que habr de tener caracteres casi milagrosos, por el cual sea restaurada la justicia en todas partes, arriba y abajo, en la Iglesia lo mismo que en el Estado, en la sociedad y en la familia, en la vida pblica, en el comercio y en el trabajo, en las leyes externas y en el corazn de los hombres que es de donde todo lo dems brota

O las actuales de condiciones de iniquidad campante y triunfante se continan y multiplican, prevalecen de ms en ms los sin corazn y sin ley sine afectione absque foedere, sine misericordia- se produce un universal e implacable slvese quien pueda y las masas egostas y atemorizadas caen bajo el poder de los tiranos violentos y mistificadores sutiles, o de esa mezcla de ambos que ha de ser el Gran Emperador Plebeyo; ese Hombre de la Iniquidad que hace ya dos mil aos la Cristiandad apoda con el dictado apostlico de Anticristo.

Texto: CASTELLANI, Leonardo: Los papeles de Benjamn Benavides. Bs. As., Dictio, 1978, Parte Cuarta, Cap. III.

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