La Inserción Social y Laboral de Las Mujeres Españolas en El Mundo Rural

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Importancia de la mujer en el mundo rural. Mujer y mundo rural; binomio indisoluble.

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  • La insercin socialy laboralde las mujeres espaolas en el mundo rural:

    problemas y perspectivasMara Teresa DOMINGo SEGARRA *

    Una buena parte de los problemas que caracterizan la insercin de lasmujeres en el mercado laboral de forma general, es tambin aplicable a larealidad de lo que sucede en el mundo rural.

    As, hay que hablar de baja participacin, discriminacin en el acceso alempleo, diferencias salariales, falta de formacin, escasa promocin y femini-zacin de las actividades peor retribuidas y valoradas.

    Pero ademas, en el contexto del mundo rural se dan una serie de caracte-rsticas especificas que merecen una reflexin particular sobre el trabajo delas mujeres en ese mareo.

    A lo largo de la exposicin, el concepto ruralidadva a ser entendido en susentido funcional y no solo por tamao de municipio. Se considera que unamujer habita en una zona rural en la medida en que para acceder a una ofertade empleos diversificada, servicios educativos y sanitarios, variedad comer-cial, y equipamientos sociales y culturales, debe desplazarse en transporteprivado o pblico durante un perodo superior a los 30-45 minutos.

    Dicha definicin nos ha parecido til porque permite distinguir entre pe-queos pueblos que se han ido incorporando a las grandes reas urbanas yque por la fcil accesibilidad a los servicios que en ellas se concentran nopuede hablarse en sentido estricto de zona rural, mientras que otros ncleosaparentemente grandes; como capitales de provincia, en realidad podran serconsiderados medio rural.

    Ello tiene especial incidencia en el anlisis del mercado laboral. Si lasmujeres residen a una distancia desde la cual se pueden desplazar con ciertafacilidad de horarios y coste diariamente a los ncleos urbanos, su nivel deformacin y sus posibilidades de acceder a un empleo, pueden ser compara-bles a las de las mujeres urbanas.

    * Profesora Tilular. Facultad de Ciencias Econmicas y Empresariales. Universidad deValencia. Ex-Vicepresidenus de la Comisin de Derechos deja Mujer del Parlamento Europeo.

    O U A ~ m 1< o 9 DE RELACIONES LABORALES, nY 6. Servicio de Publicaciones.universidad Complutense. Madrid, 1995

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    Un primer rasgo a sealar es que en las zonas consideradas rurales des-taca una fuerte invisibilidad de la aportacin de las mujeres al sistema pro-ductivo que no se da con igual intensidad en el mundo urbano. Ello res-ponde tanto a la escasez de estadsticas que aporten datos sobre lacontribucin del trabajo femenino en el mundo rural, como a las propiascaractersticas de los trabajos que realizan y que en muchas ocasiones estnen el lmite de la contabilidad econmica: temporalidad, economa sumer-gida, y fundamentalmente, la colaboracin en la explotacin agraria.

    Limitaciones estadsticas

    No resulta una novedad, la insuficiencia de datos estadsticos queofrezcan informacin desagregada por genero y permitan por tantoconocer con cierto rigor las caractersticas de la relacin entre mujer y eco-noma, si bien en este caso se une a la dificultad del gnero la de la desa-gregacin espacial. Persiste la falta de acuerdo sobre el concepto de rurali-dad a la hora de definir las estadsticas en los organismos oficiales, pero ylo que es ms grave, sigue sin haber conciencia de la necesidad de conocerde forma diferenciada lo que sucede en el medio rural.

    La mayor parte de la informacin disponible sc refiere a las caractersticasde la oferta laboral a travs de la Encuesta de Poblacin Activa (EPA) y la En-cuesta de Ganancias Salariales (FOS), en el caso de la agricultura hay que aa-dir el Censo Agrario (CA), la Encuesta de Estructuras Agradas (EFA) y el Di-rectorio de Explotaciones Agrarias (DEA), en la industria la EncuestaIndustrial (El), y deforma global, la informacin del Padrn Municipal (PM).

    Aunque aparentemente hagamos referencia a un nmero significativo defuentes estadsticas, lo cierto es que en ellas no se incluyen series estadsticasdesagregadas por gnero y territorio suficientes para hacer un anlisis ex-haustivo, por lo que la mayora de los estudios realizados han tenido que re-currir a las encuestas propiaso para contar con un mnimo razonable de in-formacin sobre el tema.

    En el mejor de los casos, cuando se dispone de datos por gnero, surge lansuficiente desagregacion espacial, ya que habitualmente la informacinaparece agregada para el conjunto nacional, autonmico, provincial o secto-ral, lo que impide hacer una distincin entre las reas urbanas y el mundorural, y por tanto, disponer de datos diferenciados del comportamiento de lasmujeres teniendo en cuenta su accesibilidad al medio urbano.

    Consideraciones generales sobre la oferta de trabajo

    Si bien el componente de las mujeres agricultoras es uno de los mas ca-ractersticos del mundo rural, cada vez son mas mujeres las que van incorpo-

  • La insercin socialy laboral de las mujeres espaolas ene1 mundo rural 47

    rndose a otras actividades, o bien trabajan en la agricultura como asala-riadas.

    Cuadro 1EVOLUCIN DE LA POBLACIN Y DE LA ACTIVIDAD

    EN EL MUNDORURAL

    A) MUNICIPIOS MENORES DE 2.000 HABITANTES(miles de habitantes)

    970 1981 70/81 %

    Poblacintotal 8.718 7.588 13Poblacin activa 3.206 2493 22Pob. act. mascul. 2.666 1.978 26

    ~ Act. agrarios 1.504 845 44

    Resto activos 1.162 1.133 2,5

    Pob.act.femen. 540 514 4,8 Mt agrarias 237 i67 29

    Resto activas 303 347 +14

    B) MUNICIPIOS ENTRE 2.000 Y 10.000 HABITANTES(miles de habitantes)

    1970 1981 70/81 %

    Poblacin total 6.689 6.445 3.6Poblacin activa 2.246 2.065 8,1Pob. act. mascul. 1 .897 1.646 1 3

    Act. agrarios 702 416 40 Resto activos 1.194 1.229 +2,9

    Pob. act. temen. 348 4 t9 +20 Mt. agrarias 36 27 25

    Resto activas 312 392 +25

    luen,c.s: Censos de Poblacin. Elaboracin de Sampedro Gallego, Mi Rosario. Reestructa-mcta,, rural nucvas identidades laborales de la mujer una relectura del proceso ile desagrarizacionen Espaa. lesis Docoral (indita). Universidad Complulense, Madrid, 1994. Recogida enArea de Estudios del MAPA Situacin. sociaprofesiomd de la mujer en la agricultura. MAPA,Madrid, 1995,

    A la vista de los datos, se puede deducir que ha comenzado una impor-tante desagrarizacion de las mujeres en los pequeos municipios, aunque dcimportancia menor que en los hombres, destacando por el contrario el fuerteaumento de su participacin en otros sectores, tendencia que se agudiza en

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    los municipios de tamao mayor, donde la oferta alternativa a la agriculturaes ms numerosa.

    Datos sobre los niveles educativos, estn disponibles a partir de un traba-jo realizado para Andaluca y que puede servir de punto de referencia.

    Cuadro 2NIVELES EDUCATIVOS DE LAS TRABAJADORAS RURALES

    EN ANDALUCA POR GRUPOS DE EDAD, 1994

    Niveles Total 16-30 31-45 46-65

    Sin estudios 37 II 37 76Sin saber leer 6.6 0,8 3.9 18,4Sabenleer 31 II 33 57

    Estudios primarios 44 62 52 2Bachil. superior 2,7 4,5 2.5 0,3COU 2,6 5,6 1.5 0Hasta VP II 4,5 7.7 4 0.6Diplomadas 5.4 6,0 7.4 1.9Licenciadas 2,3 .9 4.4 0NC 0,3 0.3 0.3

    Como parece desprenderse de los resultados del trabajo para la Comuni-dad Andaluza, las mujeres residentes en zonas rurales tienen ms dificultadespara acceder a los niveles educativos ms elevados, pues todava ms del60% de las mujeres entre 16 y 30 aos tienen una formacin limitada a losestudios primarios, principalmente el BUP con un 40%.

    Dos caracteristicas destacan en un principio de los datos anteriores. Poruna parte la tendencia a abandonar la actividad agraria de muchas de las mu-jeres que venan dedicndose a ella, por otra parte, un nivel de cualificacionque puede ser considerado un avance respecto periodos anteriores, pero queen comparacin con el grado de formacin que estn obteniendo las mujeresen el mundo urbano resulta claramente insuficiente, y las sita en condicio-nes de inferioridad dentro de su propio gnero a la hora de poder acceder aun puesto de trabajo en un sectordistinto de la agricultura.

    El mundo rural, ha tenido unas caractersticas sociocconmicas comple-jas, de manera que es muy difcil hablar en general para todas las situaciones,si bien se podra generalizar que salvo en los casos en que la minera es la ac-tividad casi exclusiva de la zona o en aquellas reas prximas a las ciudadesque hoy cuentan con industrias que se han desplazado desde los ncleos ur-banos, la actividad central ha girado en torno a la agricultura, ganadera, ri-queza forestal o pesca de manera directa o indirecta, y por tanto las condicio-nes laborales de las personas tambin.

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    Las mujeres colaboradoras en las explotaciones familiares

    Uno de los colectivos ms importantes tanto por su magnitud cuantitativacomo por ser especfico del medio rural lo componen las mujeres que convI-ven en el seno de la explotacin agraria familiar y que son de hecho cola-boradoras en la produccin de la empresa.

    Cuadro 3SITUACIN SOCIOPROFESIONAL EN LASEXPLOTACIONES

    AGRARIAS, 1989

    Trabajo familiar Titulares Cnyuges Otros familiares

    Mujeres 1.255.927 530.528 508.773 216.6261-lombres 2.375.648 1.687.879 143.672 544.997

    Fuenw Censos Agrarios 1989. MAPA, Madrid.

    Segn los datos del ultimo Censo Agrario (1989), el trabajo familiar se-gua siendo una pieza fundamental en el sector primario. Dentro del mismo,la participacin de las mujeres se sita aproximadamente en un tercio, cifrarelativamente similar a la de la tasa de actividad media, pero en este caso conla especificidad de que ms de medio milln dc mujeres son cnyuges en laempresa familiar lo que supone una relacin dcl 40%, mientras que para loshombres apenas alcanza el 1 0%.

    Resulta necesario distinguir entre titular y cnyuge por los efectos queello conleva dc carcter socioprofesional.

    Del total de mujeres titulares ms de un tercio son mayores de 65 aos yuna gran mayora han accedido a la titularidad como resultado de su viude-dado la jubilacin de sus maridos.

    Galicia tiene el 25% dc todas las nujeres que son titulares de explotacinrespecto al total nacional, y en Asturias cl 33% de todas las titulares son mu-jeres.

    Ambos ratios vienen a mostrar cmo las mujeres han alcanzado la visibi-lidad en la empresa familiar solo en las zonas donde la emigracin ha gene-rado una ausencia notable de hombres en el medio rural, o porque las explo-taciones son marginales y de niveles de renta bajos, y los hombres hanbuscado la compatibilizacion con los ingresos en otros sectores. Por tantoslo son titulares cuando su cnyuge no trabaja deforma principal en la ex-plotacion.

    En su mayor parte estas mujeres han tenido que afrontar en solitario lagestin y puesta en practica de la actividad agraria junto con la ganadera, enzonas donde las explotaciones familiares han generado por su pequeo tama-fl() ingresos mas propios de subsistencia que de rentas empresariales. Esta

  • SO Mara teresa Domingo Segarra

    situacin se ha traducido en cotizaciones mnimas a la Seguridad Social yfalta de formacin profesional incluyendo los temas de salud laboral.

    En cuanto a las agricultoras colaboradoras, la gran mayora pertenecena explotaciones dc carcter familiar donde prcticamente todo el trabajo esno asalariado, y por tanto las tareas productivas son realizadas fundamen-talmente por los miembros de la familia.

    La sociedad rural en la que se inserta este tipo de actividad, no recono-ce la aportacin de las mujeres colaboradoras como un trabajo de merca-do, ms bien suele ser considerado como una simple extensin de su pro-duccin domestica. El hecho de que habitualmente, la casa este inmersa enla empresa familiar, hace que el cuidado de los animales, la ayuda en losinvernaderos, la recoleccin.., se consideren tareas domesticas y por tantocomo en nuestra economa no se asigna valor a la produccin domestica,no se les reconoce que estn realizando un trabajo de mercado.

    Sin embargo, estas mujeres ms all de su condicin dc amas de casason tambin trabajadoras en el sentido que la economa actual asigna alconcepto, ya que aportan trabajo a una actividad cuyo producto se inter-cambia en el mercado y produce ingresos y gastos. En sentido estricto sontrabajadoras, pero su estatus se limita a identificarlas como amas de casa.

    Como consecuencia, su aportacin econmica no aparece recogidacomo tal en las estadsticas, de manera que queda invisible para el con-junto de la sociedad y para la regulacin laboral.

    Esta situacin se ha querido subsanar, el menos en parte, al hacer quelos sistemas de Seguridad Social que regulan a los autnomos en el rgi-men agrario, incluyan la posibilidad de que tanto el marido como la muiercoticen como cotitulares de la explotacin y por tanto tengan sus propiosderechos a las prestaciones.

    En la prctica, se unen dos elementos que dificultan el xito de esta so-lucin. Por una parte, los ingresos de estas empresas, que suelen ser peque-as explotaciones familiares, no son suficientes para afrontar el pago dedos cotizaciones a la Seguridad Social, en cuyo caso, se paga slo la delmarido mientras la mujer ve definido su estatus por los derechos derivadosde su condicin de esposa.

    Pero adems, incluso cuando la renta de la explotacin permite asumirun pago adicional, es la cultura de la consideracin subsidiaria de las nece-sidades de la mujer, la que hace difcil que se abonen las dos cotizaciones.Se considera prioritario cualquier otro gasto en la empresa, que la cotiza-cin de la mujer.

    La gravedad del tema no radica por tanto, exclusivamente en la invisi-bilidad de este trabajo de las mujeres, sino en la vulneracin de sus dere-chos como trabajadoras. Al no ser reconocidas como tales, no tienen dere-chos tanto a las prestaciones econmicas: baja ILT, maternidad,accidentes, invalidez, vejez; como a los servicios de sustitucin, a la forma-cin e informacin profesional y de seguridad y salud laboral, y a su part-

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    cipacin en las organizaciones profesionales del sector: sindicatos, OEA,cooperativas...

    Dado que el problema iba ms all de nuestras fronteras, la ComunidadEuropea, escuchando las peticiones que se realizaban desde los sindicatosagrarios y asociaciones de mujeres, aprob la Directiva 86/613, que preten-de garantizar un estatuto jurdico que reconozca la aportacin de las agricul-toras colaboradoras, y por tanto su igualdad dc derechos con el resto de tra-bajadoras.

    Las Directivas de la CE, son normas jurdicas con rango de ley y por tan-to de obligado cumplimiento en cada uno de los Estados de la Comunidad.Hasta esa fecha, se haban aprobado las siguientes Directivas:

    1. Igualdad de retribucin entre trabajadores masculinos y femeninos(75/ii 7/CEE DO L 45/75,) que no slo aborda la discriminacin directa, sinoque segn las ltimas sentencias del Tribunal de Justicia, abarca tambin lapresuncin de discriminacin indirecta.

    2. Directiva sobre la igualdad de trato entre hombres y mujeres en lo quese refiere al acceso al empleo, la formacin y a lapromocin profesionales y a lascondiciones de trabajo (76/207/CEE DO L 39/7

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    Miembros, y en funcin de la misma proponer una modificacin de la Direc-tiva. La fecha limite era el 1 de julio de 1993.

    A pesar de las peticiones de la Coordinadora de Organizaciones de Pro-ductores Agrarios Europea (COPA), de organizaciones de mujeres como elLobby de Mujeres y del propio Parlamento Europeo, la directiva sigue sinser modificada, pero ya se disponen de varios estudios sobre el nivel de apli-cacin de la misma.

    Los resultados obtenidos, muestran un nivel muy bajo de aplicacin de lanorma, y por tanto subsiste su indefensin como trabajadoras, por lo que seha producido una importante sensibilizacin sobre el tema que ha llevado arealizar campaas de carcter nacional que han supuesto la movilizacin deamplsimos sectores de mujeres, y la definicin de plataformas conjuntas dereivindicaciones ante los diversos niveles institucionales.

    Entre las necesidades ms urgentes se pide: la definicin de un estatutojurdico de colaboradoras que les reconozca como titulares de los mismosderechos que sus maridos; la modificacin de la cotizacin de la explotacinfamiliar, la igualdad de derechos con las mujeres asalariadas (ello se traduci-ra en el derecho a la baja por maternidad e incluso a los servicios de sustitu-ciOn, bastante generalizados en otros paises de la CE), la valoracin social desu trabajo, su derecho a la formacin, informacin y participacin.

    La aprobacin de la Directiva de 19 de octubre de 1992 relativa a la aplica-cin de medidas para promover la mejora de la seguridady la salud en el trabajode la trabajadora embarazada, que haya dado a luz o en perodo de lacuancia(92/85/CE,), adelant el debate sobre la necesidad de garantizar a las agricul-toras este derecho, porque en la filosofa del texto se quiere reconocer la glo-balidad tanto del permiso de maternidad como dc La indemnizacin econ-mica para todas las mujeres que trabajen. Sin embargo, los aumentos de loscostes de Seguridad Social que ello podra suponer, la falta de prctica ennuestro pas de servicios de sustitucin y la escasa capacidad depresin, has-ta la fecha, dc las mujeres agricultoras en apoyo a estas reivindicaciones hanhecho que todava estos derechos mnimos no sean una realidad, y que lasmujeres colaboradoras sigan sin interrupcin sus trabajos en la explotacinagraria casi hasta la fecha prxima al parto con los problemas de esfuerzo f-sico y manipulacin de agentes peligrosos, al igual que se reintegran al traba-jo en las primeras semanas despus de dar a luz y en periodo de lactancia, loque supone riesgos tanto para la madre como para el nio.

    En algunos paises de la UE, los servicios de sustitucin sc estn utilizan-do incluso para que los agricultores puedan disponer de vacaciones, espe-cialmente cuando tienen animales a su cargo, y pueden estos servicios ser co-financiados con fondos comunitarios; de ah que parezca razonableestablecer un sistema similar para las agricultoras que dan a luz.

    Un segundo aspecto tambin importante es la falta de formacin e infor-macin. Estas mujeres precisan cursos especficos que abarquen todas lascuestiones implicadas en la produccin agraria y que cada vez resultan ms

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    complejas al integrar elementos de gestin empresarial. Igualmente la infor-macin es imprescindible para estar al da en la produccin de su empresay poder ser no solo cotitulares sino corresponsales del proceso de produe-cion.

    La reforma de la Poltica Agraria Comunitaria y los efectos de las nego-ciaciones del GAYE, estn imponiendo un modelo de actividad agraria im-plicado en el desarrollo rural integrado y en la diversificacin de actividadesen el seno de la explotacin. En ese nuevo mareo, las mujeres tendrn quepasar a desempear un papel activo en esas nuevas actividades como el agro-turismo, la artesana, la agricultura ecolgica. Pero para ello, deber modifi-canse su estatus con el reconocimiento jurdico dc sus derechos y el nuevo rola desempear en las asociaciones y sindicatos del sector.

    Hasta ahora, dicha participacin ha sido escasa y casi nula en los puestosde direccin. En los sindicatos de agricultores no ha habido sensibilizacinsobre el tema, y solo la entrada en el COPA, donde las agricultoras europeashan sabido ganarse una parcela en los rganos de decisin, ha mostrado lanecesidad de incorporar a las agricultoras espaolas a la toma de decisionesen las asociaciones que representan los intereses de las explotaciones familia-res. El mundo de los agricultores esta empezando a dejar de ser un mundo dehombres, y las agricultoras se sienten con capacidad y mayor flexibilidadpara romper esquemas del pasado y disear un nuevo comportamiento parasu empresa agraria.

    Las trabajadoras asalariadas

    Las caractersticas socioceonmicas del medio rural explican que noexista un componente elevado de asalariadas en condiciones parecidas a lasde las zonas urbanas, bien sea en la industria o en el sector servicios; y portanto tampoco hay una conciencia parecida de derechos laborales, negocia-cin de convenios, etc. Ni el tipo de actividades los promueven, ni las traba-jadoras los reivindican, de manera que en comparacin con el mundo urba-no, el nmero de mujeres que son consideradas trabajadoras asalariadas depleno derecho es muy inferior, especialmente en el perodo anterior a la cri-sis y tiexibilizacin del mercado laboral.

    Las mujeres que trabajan como asalariadas estables, generalmente lo ha-cen en empresas que se han trasladado al mundo rural en busca de costes la-borales ms bajos o menor conflictividad laboral. Son empresas que utilizanintensivamente el trabajo y con bajos niveles de productividad, por ello, engeneral, el tipo de condiciones laborales que se ofrecen estn en los minmoslegales (bases de salario y cotizacin inferiores) pero dada la ausencia de em-pleos alternativos muchas mujeres se sienten incluso satisfechas de poderejercerlos.

    La ventaja de estos empleos, a pesar de todo, es que al ser legales en

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    todas sus clusulas, les dan a las trabajadoras todos los derechos laborales re-conocidos aunque sea en su cuanta mnima, lo que en el mundo rural (porejemplo cobrar el subsidio de desempleo), se considera un privilegio. En laszonas PER, como Andaluca y Extremadura, el cobro del subsidio ha hechoque el coste de oportunidad dc trabajar en la industria sea ms alto, de mane-ra que los trabajadores, y tambin las mujeres, aunentan su poder de ncgo-cacon.

    Como colectivo, resulta ms numeroso el de las asalariadas de carctertemporal. Las empresas que realizan este tipo de contratacin suelen estardedicadas a productos estacionales, tanto en agroindustrias como en la in-dustria o los servicios (turismo).

    Para las mujeres que trabajan bajo estas frmulas, sus derechos se ven se-riamente reducidos, pues no siempre pueden alcanzar el periodo dc cotiza-cin suficiente para cobrar las prestaciones de: maternidad, desempleo, bajaspor ILT y pensin de vejez o invalidez.

    Ms ala de sus efectos sobre la seguridad social, la temporalidad de loscontratos conleva la falta de profesionalizacion de estas mujeres y la consi-deracin de su trabajo como subsidiario en el seno de la familia, y por tantosin la motivacin para mejorar su fbrmacin o sindicarse y participar activa-mente en el medio rural.

    Las trabajadoras eventuales del campo, tienen condiciones diferentes se-gn vivan en zona PER o en las del Rgimen Especial Agrario. En el primercaso, Andaluca y Extremadura, les resulta relativamente ms fcil tener de-recho al cobro de las prestaciones, mientras que en el REA no se percibe in-demnizacin si no se esta trabajando en el momento de la baja, y no se tienederecho al subsidio por paro.

    La forma de demostrar que se esta trabajando es la firma del empleador,por [oque a veces basta conseguir esa firma, pero a cambio el poder de nego-ciacin de los trabajadoras/es queda muy mermado, porque de lo contrario,es difcil pensar en poder volver a pedir un favor en el futuro.

    En cuanto a lo que se conoce como la economa sumergidao, en el mun-do rural existe un amplio nmero de mujeres que trabajan dentro de la mis-ma, bien en su propio domicilio, o en locales de la empresa. Estas mujeres,carecen totalmente de derechos laborales pues las empresas no les dan de al-ta en la Seguridad Social y por tanto despus no pueden cobrar las prestacio-nes correspondientes.

    Este fenmeno no es particular del mundo rural, sino que tambin apare-ce en el mundo urbano y afecta a un nmero muy elevado de trabajadores,especialmente en momentos de crisis y cambios en el sector productivo. Sinembargo, en el mundo rural tiene la peculiaridad de que la falta de concien-cia como trabajadoras de muchas de las mujeres que estn en esa situacin,les hace poco reivindicativas para mejorar su estatus, de manera que cuandolas condiciones econmicas del sector podran legalizar su situacin estono siempre se produce, encontrndonos con mujeres que despus de trabajar

  • La insercin social y laboral de las mujeres espaolas en e/mundo rural 55

    durante una buena parte de su vida activa, carecen del derecho a cobrar porinvalidez o jubilacin, o mujeres que no reciben indemnizaciones en el pero-do posterior a dar a luz.

    Igualmente, el trabajo sumergido tiene efectos muy negativos sobre la sa-lud y la seguridad de estas mujeres, pues el no reconocimiento de su trabajohace que no estn preparadas para afrontar en las debidas condiciones sutrabajo (especialmente cuando conleva la manipulacin de productos txi-cos como los tintes o pegamentos), ni siquiera se produce la investigacin su-ficiente sobre los efectos de ciertos trabajos sobre estas mujeres.

    Un caso particular pero bastante abundante lo representan las mujeresque se dedican al marisquco o a la manipulacin del pescado que difcilmen-te tienen la cobertura de la Seguridad Social, y que ante los cambios en elsector y por las peculiaridades del sistema de cotizaciones, van a quedar sinningn tipo de derechos propios despus de haber trabajado durante muchosanos.

    Otra caracterstica especifica del mundo rural, el la escasez de olerta p-blica de empleo. Frente al incremento de los empleos pblicos en los ltimosaos, en los pequeos municipios o en las zonas del interior, la administra-cin y las empresas publicas apenas estn presentes. Dado que la oferta p-blica ha sido una de las salidas ms importantes para la integracin laboral delas mujeres, donde la objetividad del acceso ha permitido la entrada de mu-chas mujeres al mercado laboral, su carencia en el medio rural implica la in-ferioridad de condiciones en las que se han encontrado las mujeres que handecidido permanecer en el medio rural, bien de forma voluntaria o por con-dicionantes familiares.

    Especialmente la falta de oferta pblica se manifiesta de cara a las titula-das medias que pueden ser el componente a medio plazo ms importante enel mundo rural entre las generaciones ms jvenes.

    Equipamientos e infraestructuras

    Dada la divisin de roles que ha venido imperando en nuestra sociedad yque pervive con mayor fuerza en el mundo rural, la mujer sigue siendo la en-cargada dcl cuidado de los nios, enfermos, discapacitados y personas mayo-res.

    Por tanto, la incorporacin de las mujeres a la participacin social y labo-ral implica la posibilidad de acceder a unos servicios que permitan hacerlacompatible con su vida familiar.

    La dotacin de estos servicios suele ser insuficiente en todos los medios,pero esa escasez es dramtica en cl caso del mundo rural. Carecemos de in-formacin para poder hablar con exactitud, pues si slo existen algunos datossobre estos servicios en general, estos vienen agregados para la provincia o eltotal de la Comunidad Autnoma e incluso para las grandes ciudades, pero

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    ello no nos sirve para sacar conclusiones porque los servicios deben estar si-tuados en el medio en que se necesitan.

    Sin embargo, las informaciones directas a travs de las asociaciones demujeres, encuentros, sindicatos..., ponen de manifiesto que las mujeres siguenencontrando serios obstculos para acceder al mercado laboral cuando tie-nen familiares a su cargo, salvo que a su vez puedan contar con las mujeresmayores que son las encargadas de cuidar a los finos.

    El coste de estos servicios y el despoblamiento dcl mundo rural ha lleva-do a una concentracin de muchos centros a nivel comarcal. Si bien en algu-nos casos puede ser necesario, lo cierto es que en otros ha supuesto una nue-va dificultad a aadir a las mujeres.

    Adems, la presin cultural tradicional es ms fuerte en el medio ruraldonde en ocasiones se sigue penalizando a la mujer que abandona a su fa-milia por salir a trabajar en un pueblo prximo, o se va unos das para asistira cursos, jornadas o cuando accede a un puesto de responsabilidad en un sin-dicato o asociacin que implica desplazamientos fuera de su ncleo.

    No resulta fcil sintetizar conclusiones sobre la situacin particular de lasmujeres en el medio rural, si bien si quisiera finalizar recordando que muchasde ellas todavia no tienen garantizados muchos de los derechos que las muje-res del mundo urbano podemos practicar, con muchas dificultades, eso s,cotidianamente. Por ello, resultar necesario dedicar una buena parte de laspolticas de igualdad y de accin positiva hacia estas mujeres.