1.FABIANA RODRIGUEZ MEDRANO_931_Inventario (Fabiana Rodríguez Medrano)
LA INTERVENCIÓN DEL TRABAJADOR SOCIAL EN EL CAMPO … · Cesaroni, Estela* y Mendoza, Fabiana**...
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LA INTERVENCIÓN DEL TRABAJADOR SOCIAL EN EL CAMPO DE LA SALUD MENTAL
Cesaroni, Estela* y Mendoza, Fabiana**
INTRODUCCIÓN
El presente trabajo es elaborado en el marco de desarrollo de experiencia profe-
sional dentro del Sistema de Residencias de Trabajo Social, en la Provincia de Bue-
nos Aires, dependiente del Ministerio de Salud Provincial.
La práctica profesional fue desarrollada en el Hospital Neuropsiquiátrico Dr. Ale-
jandro Korn, durante los años 1995 y 1998. Actualmente las autoras continúan traba-
jando como becarias Post-residentes, cumpliendo funciones en un Servicio de Sub-
Agudos Hombres y en la Casa de Pre-Alta.
La intencionalidad de este trabajo es intentar objetivar nuestra experiencia profe-
sional en una institución manicomial, como un modo de profundizar en el conocimien-
to de una problemática tan compleja como es el abordaje de la salud y enfermedad
mental.
*Licenciada en Trabajo Social. Becaria post-residente en el Hospital Neuropsiquiátrico “Dr. Alejandro Korn”. Ayudante diplomada en la Cátedra Estructura Social y Problemas Sociales Argentinos. Escuela Superior de Trabajo Social depen-diente de la Universidad Nacional de La Plata. **Licenciada en Servicio Social. Becaria post-residente en el Hospital Neuropsiquiátrico “Dr. Alejandro Korn”. Jefa de Trabajos Prácticos en la Cátedra Trabajo Social V. Escuela Superior de Trabajo Social dependiente de la Universidad Nacional de La Plata.
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FUNDAMENTACION
El escenario social de la Argentina a fines del siglo XX se presenta cada vez más
complejo y heterogéneo. Las transformaciones en el mercado de trabajo, en el rol del
Estado y el aumento de la deuda externa fueron factores que significaron un aumento
de la desigualdad distributiva de los ingresos, un deterioro de las cond iciones de
vida de la mayor parte de la población. Llevando a grandes sectores sociales a con-
diciones de exclusión, entendiendo por tal a los procesos de cambio estructural por
el cual diversos conjuntos sociales sufren el quebrantamiento de los vínculos sociales
y simbólicos, con impacto en lo económico, lo institucional y lo subjetivo. La exclusión
acarrea a la persona o grupos, el riesgo de quedar privada de intercambio material y
simbólico con el resto de la sociedad. Este cambio en la estructura provoca un tras-
torno en la identidad y en la ubicación personal y subjetiva en el mundo, una de las
razones por la cual la demanda en los servicios de salud mental es creciente. El suje-
to excluído es significado socialmente como aquel que no es útil a la sociedad, se lo
exime de su participación en ella.
Esta demanda no puede explicarse desde una mirada únicamente biológica, ya
que la trayectoria a partir de la cual un sujeto transita por dos polos dialécticamente
relacionados: Salud/Enfermedad, presupone un transito no lineal, caracterizado co-
mo un complejo campo problemático, que involucra todos los aspectos históricos y
sociales que particularizan a esa persona y que determinan su situación de exclu-
sión.
Además, las cuestiones relativas a la salud y enfermedad mental como valores
sociales, no tienen su génesis en la naturaleza misma sino en las normas sociales en
las cuales se producen estos valores. Como también la conformación de saberes
teorías y técnicas para el tratamiento de estas cuestiones, están construídas históri-
camente en una cultura determinada.
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La ambición última de todos aquellos que desempeñamos nuestras prácticas pro-
fesionales en el campo de la salud mental, debería tender a la resolución de aquellos
conflictos que en un momento determinado inhiben al sujeto para el logro de los valo-
res positivos de la salud, sabiendo que el objeto a abordar no es natural sino que es
una construcción socio-histórica donde el flujo de la demanda tendrá que ver con las
representaciones que acerca de “estar mal”, “estar loco” circulen en la sociedad.
Aunque la psiquiatría, como una de las disciplinas hegemónicas en este campo,
tanto desde su base epistemológica como desde el desarrollo de su práctica clínica,
pretende considerar los trastornos psicológicos como a las demás “enfermedades
del cuerpo”, naturalizando ciertos conflictos, aplicando un conocimiento objetivista y
neutral.
La teoría que sustenta estas prácticas sociales, articulan determinadas concep-
ciones de sujeto y relaciones sociales, expresan valores morales, éticos, filosóficos y
políticos, con predominancia de unos sobre otros, en un momento histórico y social
determinado. Esto legitima un poder saber sobre los sujetos identificados como
enfermos, relación de poder determinado por objetivos y metas sociales.
Otra de las disciplinas que conforma un discurso sobre la locura y le da estatuto ju-
rídico a la misma, es el Derecho, que también desde una matriz positivista ejerce el
poder de sancionar y apartar (nos referimos al concepto de exclusión), a aquel que
se encuentra impedido de respetar las normativas jurídicas y sociales. (Art. 152
bis/Art.141, del Código Civil. Art.34, del Código Penal).
Lo que subyace, desde ambas perspectivas, es la posibilidad de intervención del
Estado en la vida cotidiana de las personas, dominando, apartando, estigmatizando
al sujeto, en caso de no responder a la racionalidad hegemónica de la sociedad ca-
pitalista/burguesa.
Si bien hemos nombrado dos prácticas disciplinares que ejercen este poder, con-
sideramos que el mismo excede dichas disciplinas, ya que los principios ideológicos
y políticos sobre los que se fundamentan, son compartidos por otros profesionales y
técnicos, que desarrollan su práctica en el campo de la salud mental (por ej. Psicólo-
gos, Trabajadores Sociales, Enfermeros).
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Consideramos importante y pertinente analizar la concepción de sujeto, que se re-
traduce desde este tipo de prácticas sociales; la persona es reducida a su enferme-
dad mental, entendida como un ser irracional, irresponsable, plausible de categori-
zaciones esquemáticas (esquizofrénico), sin capacidad de hacer ejercicio de poder,
del cual se espera que se adapte desde las limitaciones inherentes a su patología,
como un modo de encauzamiento a la “razón”.
Escenarios, donde estas prácticas sociales y discursos se concretizan, son las
instituciones neuropsiquiátricas, entendidas como dispositivos donde todos los as-
pectos de la vida se desarrollan en el mismo lugar y bajo la misma autoridad única,
donde todo lo que se entiende como reproducción tanto simbólica como material de
la vida acontece puertas adentro de la institución: alimentarse, dormir, relacionarse
socialmente, trabajar, etc.; existiendo un manejo de la totalidad de las necesidades
de los sujetos internados.
IDENTIFICACION DE LA PROBLEMÁTICA
Inmersos en ésta relación hegemónica, los agentes del Servicio Social se ubican
dentro de la estructura político administrativa de la institución, en un lugar de subor-
dinación. Sus tareas están guiadas por el objetivo de facilitar y contribuir a la direc-
ción del tratamiento psiquiátrico. El Servicio Social en respuesta a su función de cre-
ar las condiciones indispensables para la reproducción social, interviene a nivel intra
y extra-institucional; desplegando su conocimiento técnico sobre el manejo de algu-
nos instrumentos como realización de encuestas sociales, de visitas domiciliarias,
trámites de gestión, etc.; relevando información acerca de los causales de la interna-
ción, que es socializada con otros profesionales de manera acrítica, sin generar una
estrategia política para la intervención, reproduciendo una práctica mecanicista y
burocratizada.
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Esta modalidad de práctica profesional, devela la intencionalidad de “ajuste” o “a-
daptación” del sujeto, planteándose una estructura de pasos a seguir, donde el tra-
tamiento (término extraído de las construcciones discursivas de las ciencias médi-
cas), define la normatización del sujeto, invisibilizando la posibilidad de construcción
de ejes problemáticos desde la especificidad del Trabajo Social.
Creemos, en términos generales, que la especificidad del Trabajo Social se define
en las mediaciones teóricas/metodológicas, elaboradas a partir de la interpretación
del campo empírico, al cual el profesional se aproxima desde su referencialidad teó-
rica e ideológica, para intentar dar respuestas a los sujetos que se encuentran obs-
taculizados, para la producción y reproducción de condiciones de vida materiales y
simbólicas, en una sociedad capitalista, donde existen tensiones generadas por el
no acceso a la distribución de bienes sociales.
Entendida de esta manera a la especificidad profesional, nos permite pensar en
una ruptura epistemológica y política, que viabilice la identificación de nudos pro-
blemáticos, presentes en nuestra intervención, aunque muchas veces velados en la
impronta del hacer y la empiria.
En el desarrollo de nuestra práctica profesional y desde el marco de los concep-
tos antes referidos, hemos identificado como nudo problemático, que atraviesa nues-
tra intervención, el re-ingreso de sujetos a la institución hospitalaria.
Para su análisis y comprensión, se comienza a indagar sobre sus múltiples de-
terminaciones, pudiendo acotarlas en dos dimensiones, relacionadas dialéctica-
mente: la dimensión socio/estructural y la dimensión institucional.
La primera estaría constituída por las condiciones de vida en la cual los sujetos
producen y se reproducen socialmente, en contextos de incremento de la desocupa-
ción, salarios regresivos, inestabilidad laboral, inexistencia de cobertura social, au-
mento de la violencia; respuestas represivas, punitivas por parte del Estado (judi-
cialización de la pobreza), como única respuesta sostenida, con implementación de
políticas sociales de carácter clientelar e inmediatista; son elementos que carac-
terizan los procesos de vulnerabilidad de vastos sectores sociales.
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En la dimensión institucional, es necesario señalar en primer lugar, la representa-
ción social circulante acerca de la pobreza y, por lo tanto, del sujeto inmerso en la
misma. Se lo considera responsable de su condición, quién al ingresar al circuito de
los servicios públicos, debe aceptar pasivamente los lineamientos institucionales, en
términos de agradecimiento por la atención otorgada; no visualizando el ejercicio de
sus derechos de ciudadanía, entre otros: el acceso a la atención de su salud.
Desde esta perspectiva hegemónica, se reproducen prácticas sociales fragmen-
tadas, imposibilitando una visión crítica de la complejidad del fenómeno del re-
ingreso.
La delimitación de estas dimensiones se realiza a fines ana líticos, ya que no es
posible establecer divisiones tajantes en los hechos de la realidad, ambas se en-
cuentran en permanente interjuego, condicionándose mutuamente.
Situado en la intervención, el Trabajador Social, aborda ambas dimensiones, ya
que el dispositivo de la intervención no sólo involucra a los sujetos de la acción pro-
fesional sino además, al resto de los profesionales, personal técnico, etc., pertene-
cientes a la institución. La intervención no es un episodio “natural”, sino que se halla
construída y atravesada por discursos que se van construyendo a través del tiempo.
Además, la intervención se origina a partir de demandas, entendiéndola a ésta últi-
ma, como el espacio donde se concretiza y objetiva la representación social acerca
de la profesión, en relación a lo que se demanda, cómo se expresa y con qué motivo.
Como profesionales, si bien sabemos que existen condicionantes macro/estructu-
rales, que producen los procesos de vulnerabilidad y exclusión social, sobre los cuá-
les no es posible tener una incidencia directa para su transformación, sí cons idera-
mos que dentro de la especificidad del Trabajo Social y desde una definición éti-
co/política, es posible encontrar puntos de ruptura en ésta lógica hegemónica, que se
imprime en las prácticas profesionales.
Sostener que el re-ingreso es una problemática institucional, es un punto de ruptu-
ra con dicha lógica, ya que comienza a develar la contradicción existente entre los
objetivos latentes, es decir, en desocultar que la institución manicomial no cumple
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con el deber ser: rehabilitación e integración del sujeto que padece una enfermedad
mental, sino que se constituye en un depósito de excluídos.
Como estrategia operativa, para la argumentación de la existencia de esta pro-
blemática, se tomaron registros estadísticos a partir de la lectura de los archivos y
memorias institucionales.
Primeramente se expondrá en tablas la relación numérica entre cantidad de profe-
sionales de planta permanente y la cantidad de camas por sector. Como así también
se relacionarán la cantidad de personal hospitalario y la cantidad de pacientes que
compone la población hospitalaria.
Luego se realizará una exposición de los movimientos estadísticos de los secto-
res en números absolutos y en porcentajes, a fin de facilitar la lectura y el entrecru-
zamiento de datos.
Sólo se tomaron datos de los años 1995 y 1996, para el caso de la Sala José In-
genieros y de la Sala Ramón Carrillo y, los años 1996 y 1997 para el Sector de A-
gudos y Sub-agudos Mujeres y el Sector de Agudos Hombres. Esto se debió a las
dificultades encontradas por la ausencia, inexistencia de información registrada en
las Memorias institucionales. A pesar de ello se puede identificar el importante índice
de re-ingreso registrado, temática que nos interesa abordar desde nuestra especifi-
cidad como disciplina interviniente en el campo de la salud mental.
Relación de recursos humanos profesionales/pacientes internados por sector
PSIQ. PSICO. T.S. CAMAS
S.A.C. 4* 2 1 17
S.A.H. 3 2 (1) 30
S.A.M. 5 1 (1) 60
TOTALES 12* 5 2 107
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PSIQ. PSICO. T.S. CAMAS
Sala Ingenieros 1 1 1** 50
Sala Carrillo 2 1 1 50
TOTALES 3 2 2 100
Es necesario destacar que el Sector de Agudos y Subagudos Mujeres y el Sector
de Agudos Hombres sólo cuenta con una Trabajadora Social de planta permanente,
lo que implica que sólo una Trabajadora Social está interviniendo en las proble-
máticas que presentan 90 pacientes, lo cual condiciona la modalidad de abordaje en
la intervención, la imposibilidad de estar en dos sectores con una población con ca-
racterísticas diferentes desde una inserción que facilite el accionar cotidiano.
Relación entre cantidad de personal hospitalario/pacientes
internados (datos obtenidos al 20/01/98)
Cantidad de personal Cantidad de pacientes internados
1384 1451
Pabellón de Agudos Mujeres a 1996
Números absolutos Porcentajes
Ingresos 117
Reingresos 179 60,47
Total de ingresos 296
Remanente 31
Total general 327
Pases 75 23
Altas 183 55,96
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Pabellón de Subagudos Mujeres a 1996
Números absolutos Porcentajes
Ingresos 5
Reingresos 34 87
Total de ingresos 39
Remanente 11
Total general 50
Pases 19 38
Altas 12 54
Pabellón de Agudos Mujeres a 1997
Números absolutos Porcentajes
Ingresos 116
Reingresos 198 63,05
Total de ingresos 314
Remanente 53
Total general 367
Pases 88 28,02
Altas 224 71,33
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Pabellón de Subagudos Mujeres a 1997
Números absolutos Porcentajes
Ingresos 13
Reingresos 37 74
Total de ingresos 50
Remanente 8
Total general 58
Pases 14 24,13
Altas 33 56,89
Pabellón de Agudos Hombres a 1996
Números absolutos Porcentajes
Ingresos 84
Reingresos 89 51,45
Total de ingresos 173
Remanente 31
Total general 204
Pases 10 4,90
Altas 141 81,50
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Pabellón de Agudos Hombres a 1997
Números absolutos Porcentajes
Ingresos 68
Reingresos 113 62,43
Total de ingresos 181
Remanente 32
Total general 213
Pases 21 9,85
Altas 124 58,22
Sala José Ingenieros Subagudos Hombres a 1995
Números absolutos Porcentajes
Reingresos 49 44,54
Total de ingresos 110
Pases 14 12,72
Altas 39 35,45
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Sala José Ingenieros Subagudos Hombres a 1996
Números absolutos Porcentajes
Ingresos 25
Reingresos 49 67,12
Total de ingresos 73
Remanente 46
Total general 119
Pases 14 19,18
Altas 35 29,41
Sala Ramón Carrillo Subagudos Hombres a 1995
Números absolutos Porcentajes
Ingresos 142
Reingresos 120 45,80
Total de ingresos 262
Remanente 31
Total general 293
Pases 27 9,21
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Altas 195 66,55
Sala Ramón Carrillo Subagudos Mujeres a 1995
Números absolutos Porcentajes
Ingresos 25
Reingresos 13 34,21
Total de ingresos 38
Remanente 11
Total general 49
Pases 8 16,32
Altas 33 67,34
Sala Ramón Carrillo de Subagudos Hombres a 1996
Números absolutos Porcentajes
Ingresos 123
Reingresos 97 44,09
Total de ingresos 220
Remanente 40
Total general 260
Pases 20 7,69
Altas 168 65
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Sala Ramón Carrillo de Subagudos Mujeres a 1996
Números absolutos Porcentajes
Ingresos 16
Reingresos 19 54,28
Total de ingresos 35
Remanente
Total general 41
Pases 2 4,87
Altas 26 63,41
Cuadro comparativo en números absolutos del Pabellón de Agudos y Subagudos Mujeres (1996/1997)
1996 1997
Ingresos 122 129
Reingresos 213 235
Total de ingresos 335 364
Remanente 42 61
Total general 377 425
Pases 94 102
Altas 205 257
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Cuadro comparativo en porcentajes del Pabellón de Agudos y Subagudos Mujeres (1996/1997)
1996 1997
Reingresos 63,58 64,56
Pases 25 24
Altas 54,37 60,47
Del cuadro comparativo entre los años 1996 y 1997 del Sector de Agudos y Sub-
agudos Mujeres se puede inferir un crecimiento en el número de reingresos siendo
en 1996 de 213 pacientes aumenta en 22 pacientes en 1997.
Si bien entre la comparación de porcentajes (1996 = 63,58% - 1997 = 64,56%) el
crecimiento es de 1 punto, en ambos casos el número de reingresos supera am-
pliamente el número de ingresos por primera vez.
Se puede observar además la superación del porcentaje de reingreso en relación
a las altas en 9 puntos, para el año 1996 y en 5 puntos para el año 1997, lo que ind i-
ca que es mayor el número de reingresos que el de egresos, expresándose una re-
lación en 1996 de un alta cada 8 reingresos por ejemplo.
En referencia a los pases la relación que se encuentra es que a mayor número del
total de ingreso mayor número de pases en ambos años. Se puede inferir también
que el aumento del número de pases estaría revelando la complejidad de las pro-
blemáticas de los usuarios de los servicios, ya que las mismas inciden en la prolon-
gación de los tiempos de internación.
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Cuadro comparativo en números absolutos del Pabellón de Agudos Hombres (1996/1997)
1996 1997
Ingresos 84 68
Reingresos 89 113
Total de ingresos 173 181
Remanente 31 32
Total general 204 213
Pases 10 21
Altas 141 124
Cuadro comparativo en porcentajes
del Pabellón de Agudos Hombres (1996/1997)
1996 1997
Ingresos 48,55 37,57
Reingresos 51,45 62,43
Pases 4,90 9,85
Altas 81,50 58,22
Si tomamos para el análisis el sector de agudos hombres de los años 1996/1997
tendremos que en 1996 el ingreso total es de 173 pacientes ascendiendo a181 para
1997, si bien el remanente permanece casi estable, 31 pacientes en 1996, 32 pa-
cientes en 1997, se registra un incremento en el total de ingreso. Dicho incremento
no es justificado por el ingreso de pacientes por primera vez, dado que para 1996
los pacientes con ingreso por primera vez alcanzó el 48,55% del total de ingreso,
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disminuyendo en 1997 hasta alcanzar un valor de 37,57%, esto muestra a las claras
que el incremento de pacientes se debe a los reingresos que van de un 51,45% en
1996 hasta llegar a un 62,43% en el año 1997.
Correlativamente con este crecimiento los pases se incrementan en 1996 de un
4,90% a un 9,85% lo cual significa su duplicación, conjuntamente con una disminución de las altas
de un 81,50% en 1996 a un 58,22% en 1997 lo cual representa que la estabilidad del cálculo de
remanente no es sostenida por las altas sino por los pases.
Comparando los totales de ingresos de 1996 y 1997 se observa un aumento en el
ingreso de 4,42%.
Cuadro comparativo en números absolutos de la Sala de Subagudos Ingenieros (1995/1996)
1995 1996
Ingresos 24
Reingresos 49 49
Total de ingresos 73
Remanente 46
Total general 110 119
Pases 14 14
Altas 39 35
Cuadro comparativo en porcentajes de la Sala de Subagudos Hombres José Ingenieros (1995/1996)
1995 1996
Reingresos 44,54 67,12
Pases 12,72 19,18
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Altas 35,45 29,41
Cuadro comparativo en números absolutos de la Sala Ramón Carrillo (incluye pacientes hombres y mujeres) (1995/1996)
1995 1996
Ingresos 167 139
Reingresos 133 116
Total de ingresos 300 255
Remanente 42
Total general 342 301
Pases 35 22
Altas 228 194
Cuadro comparativo en porcentajes de la Sala Ramón Carrillo (pacientes hombres y mujeres) (1995/1996)
1995 1996
Reingresos 44,33 45,49
Pases 10,23 7,30
Altas 66,66 64,45
Es necesario señalar que en relación a la Sala Ingenieros y la Sala Carrillo sólo se
analizarán los porcentuales de reingresos, altas y pases para los años 1995 y 1996
por ser estos los únicos datos a los que pudimos acceder para la elaboración del
presente trabajo.
Sala Ingenieros:
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Del cotejo de datos en los años 1995 y 1996 hay un aumento de los reingresos,
de 22,58 puntos. Observándose además una disminución en el porcentaje de las
altas, en 1995 hubo un 35,45% y en 1996 disminuyó a un 29,41%, y también se vi-
sualiza un aumento de los pases en 6,46 puntos entre 1995 y 1996.
Sala Carrillo:
En esta Sala el ingreso de pacientes subió en 1,16 puntos entre 1995 y 1996,
descendiendo el número de altas en 2,21% en esos mismos años, en el marco deun
descenso de población de 28 pacientes con ingreso por primera vez y 17 pacientes
con reingresos, lo cual podría explicar el descenso en 2,93 puntos de los pases.
PROPUESTA METODOLOGICA A PARTIR DEL ANALISIS DE LA PROBLEMÁTICA DEL RE-INGRESO
La construcción de una metodología de intervención desde la especificidad del
Trabajo Social, no sólo está direccionada a la externación sino también a la evitabili-
dad de los re-ingresos.
La necesidad de establecer una metodología para la intervención, no responde
solamente a un plano de instrumentalidad operativa, sino que es concebida como
una construcción que posibilita la reflexión crítica y la conciencia de intencionalidad
en la elección de procedimientos técnicos y éticos/políticos, que dan sustento a
nuestra práctica.
Esta construcción metodológica, se encuentra sustentada en categorías concep-
tuales, que consideramos básicas en el proceso de intervención, como son:
Sujeto: determinado históricamente, obstaculizado para su producción y reproduc-
ción social, sin posibilidad de uso pleno de sus derechos y autonomías, con particu-
lares condiciones de existencia, sufriendo una doble exclusión social: desde el no
acceso al intercambio de bienes materiales y simbólicos, y en su condición de en-
fermo mental.
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Sociedad: construcción histórico/social, dinámica, en donde pugnan intereses con-
tradictorios, producto del sistema capitalista.
Demanda: espacio donde se concretiza y objetiva la representación social acerca
de la profesión, en relación a lo que se demanda, cómo se expresa y con qué motivo,
manifiesta las condiciones de vida del sujeto que demanda y como lo percibe y signi-
fica.
Institución psiquiátrica: creación social, caracterizada por los determinantes cultu-
rales e históricos de la sociedad, manifestándose en sus prácticas, las relaciones de
fuerza entre las distintas clases sociales.
Desde este marco conceptual, el sujeto es visualizado como el primer referente
para la construcción del dispositivo de intervención, desde la búsqueda de referen-
cias sociales propias, intentando comprender las significaciones que le otorga, esto
permite identificar conjuntamente la situación vivenciada como obstáculo.
De este modo, la demanda es problematizada, superando el ejercicio pragmático
de la acción como fin último de la intervención. Que el Trabajador Social complejice
el análisis conceptual de la demanda puntual y la referencie en una demanda social,
producto de las contradicciones del modo de producción capitalista, facilita com-
prender la relación dialéctica entre texto/contexto.
Otro elemento a tener en cuenta para el desarrollo de la metodología es el esta-
blecimiento de estrategias entendidas las mismas como el arte de combinar, coor-
dinar, distribuir y aplicar acciones para alcanzar un objetivo, como son los acuerdos y
alianzas con otros profesionales; desde una dimensión política e ideológica de la
intervención con el objetivo de incidir en las decisiones que involucren al sujeto de la
acción profesional intentando construir consensos en lo referente a la intencionali-
dad y direccionalidad de cada práctica disciplinar.
Lo que implica el establecimiento de estrategias metodológicas es poner en
tensión las diferentes concepciones sobre la interpretación de la realidad, diferen-
cias epistemológicas. Para lo cual el Trabajador Social debe sostener un discurso
argumentativo, con solidez teórica que le permitan el protagonismo en las decisiones
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y romper con la idea subyacente dentro del imaginario social como técnicos de la
acción .
Desde esta perspectiva metodológica las técnicas e instrumentos no difieren de
las que se usan en las demás disciplinas sociales, sino que dependen de las corrien-
tes teórico/ epistemológica en que se inscribe la práctica profesional, y de la resigni-
ficación en función de la especificidad profesional. Como dice Pierre Bourdieu, “las
técnicas son teorías en acto” y por lo tanto su selección y resignificación se inscribe
en el contexto teórico que guía la práctica profesional.
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BIBLIOGRAFÍA
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