LA INTUICIÓN DEL INSTANTE

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LA INTUICIÓN DEL INSTANTE Traducción de Jorge Ferreiro GASTÓN BACHELARD

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GASTÓN BACHELARD Traducción de Jorge Ferreiro www.elcuerpoabierto.blogspot.com

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LA INTUICIÓN DEL INSTANTE

Traducción de Jorge Ferreiro

GASTÓN BACHELARD

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BREVIARIOS del

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA

435

LA INTUICIÓN DEL INSTANTE

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Traducci ón deJORGE FERREIRO La intuición

del instante

por GASTÓN BACHELARD

FONDO DE CULTURA ECONÓMICAMÉXICO

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Traducci ón deJORGE FERREIRO La intuición

del instante

por GASTÓN BACHELARD

FONDO DE CULTURA ECONÓMICAMÉXICO

Page 6: LA INTUICIÓN DEL INSTANTE

Título original:

© 1932, Éditions StockPublicado por Éditions Gonthier, París.

Impreso en México

INTRODUCCIÓN

Cuand o un alm a sensibl e y cult a recuerd a sus esfuer -zos por trazar , segú n su propio destin o intelectual , la sgrande s línea s de l a Razón , cuand o estudia , por me -dio de l a memoria , l a histori a de su propia cultura , seda cuent a de que en l a bas e de sus certidumbre s ínti -ma s qued a aú n e l recuerd o de una ignoranci a esen -cial . En e l rein o del conocimient o mism o hay as í unafalt a original , l a de tener un origen ; l a de perders e l aglori a de se r intempora l ; l a de no desperta r siend ouno mism o par a permanece r como uno mismo , sinoespera r del mundo oscuro l a lecció n de l a luz .

¿En qué agu a lustra l encontraremos , no sólo l a re -novació n de l a frescur a racional , sino ademá s el dere -cho a l regres o eterno del acto de Razón ? ¿Qué Silo épondrá orden suficient e en nuestr o espírit u par a per-mitirno s comprende r e l orden suprem o de la s cosas ,marcándono s con e l sign o de l a Razó n pura ? ¿Quégraci a divin a nos dar á e l poder de acopla r e l princi -pio del ser y el principi o del pensamient o y , empezán -donos en verda d a nosotros mismo s en un pensamien -to nuevo , e l de retoma r en nosotros, pa r a nosotros y sobre nuestr o propio espíritu , l a tare a del Creador ?Esa fuente de l a juventu d intelectua l es l a que , comobuen hechicero , busc a Roupne l en todos los campo sdel espírit u y del corazón . Tras él , poco hábile s pornuestr a par t e en e l manej o de l a var a de avellano ,nosotros si n duda no encontraremo s todas la s agua sviva s ni sentiremo s todas la s corriente s subterránea sde un agu a profunda . Pero a l menos quisiéramo s de-

7

D. R . © 1987 , FOND O D E CULTUR A ECONÓMICA , S . A . D E C . V .D. R . © 1999 , FOND O D E CULTUR A ECONÓMIC ACarretera Picacho-Ajusco 227; 14200 México, D. F.ISBN 968-16-6033-1 (segunda edición)ISBN 968-16-2385-1 (primera edición)

Primera edición en francés, Primera edición en español, Segunda edición, Segunda reimpresión,

1932198719992002

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Título original:

© 1932, Éditions StockPublicado por Éditions Gonthier, París.

Impreso en México

INTRODUCCIÓN

Cuand o un alm a sensibl e y cult a recuerd a sus esfuer -zos por trazar , segú n su propio destin o intelectual , la sgrande s línea s de l a Razón , cuand o estudia , por me -dio de l a memoria , l a histori a de su propia cultura , seda cuent a de que en l a bas e de sus certidumbre s ínti -ma s qued a aú n e l recuerd o de una ignoranci a esen -cial . En e l rein o del conocimient o mism o hay as í unafalt a original , l a de tener un origen ; l a de perders e l aglori a de se r intempora l ; l a de no desperta r siend ouno mism o par a permanece r como uno mismo , sinoespera r del mundo oscuro l a lecció n de l a luz .

¿En qué agu a lustra l encontraremos , no sólo l a re -novació n de l a frescur a racional , sino ademá s el dere -cho a l regres o eterno del acto de Razón ? ¿Qué Silo épondrá orden suficient e en nuestr o espírit u par a per-mitirno s comprende r e l orden suprem o de la s cosas ,marcándono s con e l sign o de l a Razó n pura ? ¿Quégraci a divin a nos dar á e l poder de acopla r e l princi -pio del ser y el principi o del pensamient o y , empezán -donos en verda d a nosotros mismo s en un pensamien -to nuevo , e l de retoma r en nosotros, pa r a nosotros y sobre nuestr o propio espíritu , l a tare a del Creador ?Esa fuente de l a juventu d intelectua l es l a que , comobuen hechicero , busc a Roupne l en todos los campo sdel espírit u y del corazón . Tras él , poco hábile s pornuestr a par t e en e l manej o de l a var a de avellano ,nosotros si n duda no encontraremo s todas la s agua sviva s ni sentiremo s todas la s corriente s subterránea sde un agu a profunda . Pero a l menos quisiéramo s de-

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D. R . © 1987 , FOND O D E CULTUR A ECONÓMICA , S . A . D E C . V .D. R . © 1999 , FOND O D E CULTUR A ECONÓMIC ACarretera Picacho-Ajusco 227; 14200 México, D. F.ISBN 968-16-6033-1 (segunda edición)ISBN 968-16-2385-1 (primera edición)

Primera edición en francés, Primera edición en español, Segunda edición, Segunda reimpresión,

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INTRODUCCIÓN88 ÓICCUDORTNI N INTRODUCCIÓN 9

ci r en qué puntos de Siloé recibimos los impulsos má seficace s y qué tema s enterament e nuevos aporta Roup-nel a l filósof o que quier e medita r en los problema s deltiemp o y del instante , de la costumbre y de la vida .

Antes que nada , en esa obra arde un hoga r secreto .No sabemo s lo que le da su calo r ni su claridad . No po-demos determina r el momento en que el misteri o seaclar ó lo suficient e par a enunciars e como problema .Mas , ¡qu é importa ! Proveng a del sufrimient o o de la di -cha , todo hombre tiene en su vid a esa hora de luz , l a ho-ra en que de pronto comprende su propio mensaje , l ahora en que , aclarand o l a pasión , e l conocimient o re -vel a a la vez la s regla s y la monotonía del Destino, elmomento verdaderament e sintétic o en que , a l da r con-cienci a de lo irracional , el fracas o decisiv o a pesa r de to-do es el éxit o del pensamiento . All í se sitú a la diferenci adel conocimiento , la fluxió n newtonian a que nos permit eaprecia r cómo de la ignoranci a surg e el espíritu , la in-flexió n del geni o human o sobre la curv a descrit a por elcorrer de l a vida . El valo r intelectua l consist e en man-tener activ o y viv o ese instant e del conocimient o na -ciente , de hace r de él l a fuente sin cesa r brotante denuestr a intuició n y de trazar , con la histori a subjetiv ade nuestros errores y de nuestra s faltas , el model o ob-jetiv o de una vid a mejo r y más luminosa . El valo r de co-herenci a de esa acció n persistent e de una intuició n filo -sófic a ocult a se sient e de principi o a fin en la obra deRoupnel . Aunqu e el autor no nos muestr e su origen , nopodemos equivocarno s sobre la unida d y la hondura desu intuición . El lirismo que guí a ese dram a filosófic o quees Siloé es signo de su intimidad , pues , como escrib eRenán , 'lo que decimo s de nosotros mismo s siempr e espoesía". 1 Por ser enterament e espontáneo , ese lirismo

1S o u v e i i i i s d ' e n f a n c e e t d e j e u n e s s e , m p r e f a c i o .

ofrece una fuerza de persuasió n que sin duda no podría -mos transporta r a nuestro estudio . Habrí a que volve r a vivi r el libr o entero, seguirl o líne a por líne a par a com-prender toda la clarida d que le agreg a su carácte r esté -tico. Por lo demás , par a lee r convenientement e Siloé esprecis o dars e cuenta de que es obra de un poeta , de unpsicólogo , de un historiado r que aún nieg a ser filósof oen el momento mism o en que su meditació n solitari ale entreg a l a má s bell a de la s recompensa s filosóficas :la de orienta r el alm a y el espírit u haci a una intuició noriginal .

En los estudio s siguientes , nuestr a tare a principa lconsistir á en arroja r luz sobre esa intuició n nuev a y en mostra r su interé s metafísico .

Antes de adentrarno s en nuestr a exposició n será n úti -le s alguna s observacione s par a justifica r e l métodoque hemos escogido .

Nuestra finalida d no es resumi r el libr o de Roupnel .Siloé es un libr o donde abunda n el pensamient o y loshechos . Má s que resumirse , deberí a desarrollarse .Mientra s que la s novela s de Roupne l está n animada spor una verdader a alegrí a del verbo , por una profusavida de la s palabra s y de los ritmos, es sorprendente queRoupne l hay a encontrad o en Siloé l a frase condensa -da , recogid a por entero en e l fueg o de l a intuición .Desde ese momento , nos pareci ó que , aquí , explica rera explicitar . Por tanto, retomamo s la s intuicione s deSiloé lo má s cerc a posibl e de su orige n y nos esforza -mos por segui r en nosotros mismo s l a animació n queesa s intuicione s podía n da r a l a meditació n filosófica .Durante vario s mese s hicimo s el marc o y el armazó nde nuestra s construcciones . Por l o demás , una intui -ción no se demuestra , sino que se experimenta . Y seexperiment a multiplicand o o inclus o modificand o la s

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INTRODUCCIÓN 98 ÓICCUDORTNI N INTRODUCCIÓN 9

ci r en qué puntos de Siloé recibimos los impulsos má seficace s y qué tema s enterament e nuevos aporta Roup-nel a l filósof o que quier e medita r en los problema s deltiemp o y del instante , de la costumbre y de la vida .

Antes que nada , en esa obra arde un hoga r secreto .No sabemo s lo que le da su calo r ni su claridad . No po-demos determina r el momento en que el misteri o seaclar ó lo suficient e par a enunciars e como problema .Mas , ¡qu é importa ! Proveng a del sufrimient o o de la di -cha , todo hombre tiene en su vid a esa hora de luz , l a ho-ra en que de pronto comprende su propio mensaje , l ahora en que , aclarand o l a pasión , e l conocimient o re -vel a a la vez la s regla s y la monotonía del Destino, elmomento verdaderament e sintétic o en que , a l da r con-cienci a de lo irracional , el fracas o decisiv o a pesa r de to-do es el éxit o del pensamiento . All í se sitú a la diferenci adel conocimiento , la fluxió n newtonian a que nos permit eaprecia r cómo de la ignoranci a surg e el espíritu , la in-flexió n del geni o human o sobre la curv a descrit a por elcorrer de l a vida . El valo r intelectua l consist e en man-tener activ o y viv o ese instant e del conocimient o na -ciente , de hace r de él l a fuente sin cesa r brotante denuestr a intuició n y de trazar , con la histori a subjetiv ade nuestros errores y de nuestra s faltas , el model o ob-jetiv o de una vid a mejo r y más luminosa . El valo r de co-herenci a de esa acció n persistent e de una intuició n filo -sófic a ocult a se sient e de principi o a fin en la obra deRoupnel . Aunqu e el autor no nos muestr e su origen , nopodemos equivocarno s sobre la unida d y la hondura desu intuición . El lirismo que guí a ese dram a filosófic o quees Siloé es signo de su intimidad , pues , como escrib eRenán , 'lo que decimo s de nosotros mismo s siempr e espoesía". 1 Por ser enterament e espontáneo , ese lirismo

1S o u v e i i i i s d ' e n f a n c e e t d e j e u n e s s e , m p r e f a c i o .

ofrece una fuerza de persuasió n que sin duda no podría -mos transporta r a nuestro estudio . Habrí a que volve r a vivi r el libr o entero, seguirl o líne a por líne a par a com-prender toda la clarida d que le agreg a su carácte r esté -tico. Por lo demás , par a lee r convenientement e Siloé esprecis o dars e cuenta de que es obra de un poeta , de unpsicólogo , de un historiado r que aún nieg a ser filósof oen el momento mism o en que su meditació n solitari ale entreg a l a má s bell a de la s recompensa s filosóficas :la de orienta r el alm a y el espírit u haci a una intuició noriginal .

En los estudio s siguientes , nuestr a tare a principa lconsistir á en arroja r luz sobre esa intuició n nuev a y en mostra r su interé s metafísico .

Antes de adentrarno s en nuestr a exposició n será n úti -le s alguna s observacione s par a justifica r e l métodoque hemos escogido .

Nuestra finalida d no es resumi r el libr o de Roupnel .Siloé es un libr o donde abunda n el pensamient o y loshechos . Má s que resumirse , deberí a desarrollarse .Mientra s que la s novela s de Roupne l está n animada spor una verdader a alegrí a del verbo , por una profusavida de la s palabra s y de los ritmos, es sorprendente queRoupne l hay a encontrad o en Siloé l a frase condensa -da , recogid a por entero en e l fueg o de l a intuición .Desde ese momento , nos pareci ó que , aquí , explica rera explicitar . Por tanto, retomamo s la s intuicione s deSiloé lo má s cerc a posibl e de su orige n y nos esforza -mos por segui r en nosotros mismo s l a animació n queesa s intuicione s podía n da r a l a meditació n filosófica .Durante vario s mese s hicimo s el marc o y el armazó nde nuestra s construcciones . Por l o demás , una intui -ción no se demuestra , sino que se experimenta . Y seexperiment a multiplicand o o inclus o modificand o la s

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INTRODUCCIÓN1010 INTRODUCCIÓN

condicione s de su uso. Samue l Butle r dic e con razón:"S i una verda d no es l o suficientement e sólid a pa rasoportar que se le desnaturalic e o se le maltrate , no esde especi e muy robusta". 2 Por la s deformacione s quehemos hecho sufri r a la s tesi s de Roupne l ta l vez sepueda medi r su verdader a fuerza . Por tanto, con en-tera l iberta d nos hemos valid o de la s intuicione s deSiloé y , finalmente , má s que una exposició n objetiva,lo que ofrecemo s aqu í es nuestr a experienci a del libro.

Si n embargo , s i nuestros arabesco s deforma n de-masiad o e l dibuj o de Roupnel , siempr e ser á posiblerestitui r l a unida d volviend o a la fuente misterios a dellibro . Como trataremo s de demostrar , en ell a se halla-rá siempr e l a mism a intuición . Además , Roupne l nosdice 3 que el extrañ o títul o de su obra sólo tiene verda-dera inteligenci a por s í mismo . ¿No es eso invita r allecto r a poner tambié n en el umbra l de su lectura , supropia Siloé , el misterios o refugi o de su personalidad?Así se recib e de l a obra una lecció n extrañamenteconmovedor a y persona l que confirm a su un ida d enun nuev o plano . Digámosl o de una vez : Siloé es una lección de soledad. Es la razó n por la cua l su intimi-dad es tan profunda , es l a razó n por l a que , má s alláde la dispersió n de los capítulo s y pese tambié n al jue-go demasiad o holgad o de nuestros comentarios , estásegur a de conserva r l a unida d de su fuerza íntima .

Tomemos pues a l punto la s intuicione s rectora s sinsujetarno s a segui r el orden del libro . Son esa s intui -cione s la s que nos dará n la s clave s má s cómoda s par aabri r la s perspectiva s múltiple s en que se desarroll a l aobra.

2Butler, La vie et Vhabitude, p. 17, trad. de Larbaud. 3 Siloé, p.8.

I. EL INSTANTE

El presente virgen , vivo y bello .MALLARM É

Habremos perdido hasta la memori a denuestro encuentro.. . y sin embarg o nosreuniremos , para separarno s y reunimosde nuevo, all í donde se reúnen los hom-bres muertos: en los labio s de los vivos .

SAMUEL BUTLER

I

LA IDEA metafísic a decisiv a del libr o de Roupne l es lasiguiente : El tiempo sólo tiene una realidad, la del Instante. En otras palabras , e l t iemp o es una realidadafianzad a en e l instant e y suspendid a entre dos na -das . No hay duda de que e l t iemp o podrá renacer ,pero ante s tendrá que morir . No podrá transporta r suser de uno a otro instant e par a hace r de él una dura -ción . Ya el instant e es soledad. . . Es l a soleda d má sdesnud a en su valo r metafísico . Pero una soleda d deorden má s sentimenta l confirm a el aislamient o trági -co del instante : mediant e una especi e de violenci acreadora , e l t iemp o l imitad o a l instant e nos aisl a nosólo de los demás , sino tambié n de nosotros mismos ,puesto que rompe con nuestro má s car o pasado .

Allí , desde e l umbra l de su meditació n —y l a me -ditació n en e l t iemp o es tare a prel imina r de todametafísica — está as í el filósof o ante la afirmació n deque el t iemp o se present a como el instant e solitario ,

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condicione s de su uso. Samue l Butle r dic e con razón:"S i una verda d no es l o suficientement e sólid a pa rasoportar que se le desnaturalic e o se le maltrate , no esde especi e muy robusta". 2 Por la s deformacione s quehemos hecho sufri r a la s tesi s de Roupne l ta l vez sepueda medi r su verdader a fuerza . Por tanto, con en-tera l iberta d nos hemos valid o de la s intuicione s deSiloé y , finalmente , má s que una exposició n objetiva,lo que ofrecemo s aqu í es nuestr a experienci a del libro.

Si n embargo , s i nuestros arabesco s deforma n de-masiad o e l dibuj o de Roupnel , siempr e ser á posiblerestitui r l a unida d volviend o a la fuente misterios a dellibro . Como trataremo s de demostrar , en ell a se halla-rá siempr e l a mism a intuición . Además , Roupne l nosdice 3 que el extrañ o títul o de su obra sólo tiene verda-dera inteligenci a por s í mismo . ¿No es eso invita r allecto r a poner tambié n en el umbra l de su lectura , supropia Siloé , el misterios o refugi o de su personalidad?Así se recib e de l a obra una lecció n extrañamenteconmovedor a y persona l que confirm a su un ida d enun nuev o plano . Digámosl o de una vez : Siloé es una lección de soledad. Es la razó n por la cua l su intimi-dad es tan profunda , es l a razó n por l a que , má s alláde la dispersió n de los capítulo s y pese tambié n al jue-go demasiad o holgad o de nuestros comentarios , estásegur a de conserva r l a unida d de su fuerza íntima .

Tomemos pues a l punto la s intuicione s rectora s sinsujetarno s a segui r el orden del libro . Son esa s intui -cione s la s que nos dará n la s clave s má s cómoda s par aabri r la s perspectiva s múltiple s en que se desarroll a l aobra.

2Butler, La vie et Vhabitude, p. 17, trad. de Larbaud. 3 Siloé, p.8.

I. EL INSTANTE

El presente virgen , vivo y bello .MALLARM É

Habremos perdido hasta la memori a denuestro encuentro.. . y sin embarg o nosreuniremos , para separarno s y reunimosde nuevo, all í donde se reúnen los hom-bres muertos: en los labio s de los vivos .

SAMUEL BUTLER

I

LA IDEA metafísic a decisiv a del libr o de Roupne l es lasiguiente : El tiempo sólo tiene una realidad, la del Instante. En otras palabras , e l t iemp o es una realidadafianzad a en e l instant e y suspendid a entre dos na -das . No hay duda de que e l t iemp o podrá renacer ,pero ante s tendrá que morir . No podrá transporta r suser de uno a otro instant e par a hace r de él una dura -ción . Ya el instant e es soledad. . . Es l a soleda d má sdesnud a en su valo r metafísico . Pero una soleda d deorden má s sentimenta l confirm a el aislamient o trági -co del instante : mediant e una especi e de violenci acreadora , e l t iemp o l imitad o a l instant e nos aisl a nosólo de los demás , sino tambié n de nosotros mismos ,puesto que rompe con nuestro má s car o pasado .

Allí , desde e l umbra l de su meditació n —y l a me -ditació n en e l t iemp o es tare a prel imina r de todametafísica — está as í el filósof o ante la afirmació n deque el t iemp o se present a como el instant e solitario ,

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EL INSTANTE12

12 EL INSTANTE EL INSTANTE 13

como concienci a de una soledad . A continuació n ve -remos cómo se volverá n a formar el fantasm a del pa -sad o o l a ilusió n del porvenir ; pero, par a comprende rbie n a bie n l a obra que explicamos , ante s que nad a esnecesari o empapars e en l a igualda d total del instant epresent e y de l a real idad . ¿Cóm o escaparí a lo que esrea l a l a marc a del instant e presente , pero, recíproca -mente , cómo podrí a e l instant e present e no imprimi rsu huell a sobre l a realida d ? S i mi se r sólo toma con-cienci a de sí en el instant e presente , ¿cóm o no ve r queese instant e es el únic o terreno en que se pone a prue -ba l a realidad ? Aunqu e hubiéramo s de elimina r nues -tro ser, en efecto es precis o part i r de nosotros mismo spar a demostra r e l ser. Por consiguiente , tomemos pri -mero nuestro pensamient o y lo sentiremo s borrars esin cesa r con el instant e que pasa , sin ningú n recuerd opara lo que nos acab a de abandonar , ni tampoco espe -ranza , y a que estamo s inconscientes , para lo que el ins -tante que vien e nos entregará . "Tenemos concienci adel present e y sólo del presente" , nos dic e Roupnel .

El instante que se nos acab a de escapa r es la mismamuerte inmensa a la que pertenece n los mundos abolidosy los firmamentos extintos . Y, en las propias tiniebla s delporvenir , lo ignoto mismo y temibl e contiene tanto el ins-tante que se nos acerc a como los Mundos y los Cielo s quese desconocen todavía. 1

Y Roupne l agreg a un argument o que vamo s a con-tradeci r con l a únic a intenció n de acentua r má s supensamiento : "No ha y grado s en esa muert e que e s ala vez el porveni r y el pasado" . Par a reforza r el aisla -mient o del instante , inclus o nos atreveríamos a deci rque hay grado s en l a muert e y que aquell o que está

1 Siloé, p. 109.

má s muert o que l a muert e es l o que acab a de desapa -recer. . . Y en efecto , l a meditació n del instant e nosconvenc e de que e l olvid o es tanto má s clar o cuant oque destruy e un pasad o má s cercano , igua l que l a in-certiclumbr e es tanto má s conmovedor a cuant o que sele sitú a en el eje del pensamient o por venir , en el sue -ño que se solicit a pero a l que y a se sient e engañoso .Por efect o de una permanenc i a enterament e forma lque habremo s de estudiar , del pasad o má s remoto ta lvez pued a volve r y revivi r un fantasm a un tanto co-herente y sólido , pero el instant e que acab a de sona rno podemos conservarl o con su individualidad , comoa un ser completo . Asimismo , el luto má s crue l es l aconcienci a del porveni r traicionad o y cuand o lleg a eldesgarrado r instant e en que un ser querid o cierr a losojos, a l punto se sient e con qué noveda d hosti l el ins -tante siguient e "asal ta " nuestro corazón .

Ese carácte r dramátic o del instant e tal vez pueda ha -cernos presenti r l a realidad . Lo que quisiéramo s subra -ya r es que , en esa ruptura del ser, la ide a de lo discon -tinuo se impone sin la menor sombra de duda . Tal vezse objete que esos instante s dramático s separa n dos du-racione s má s monótonas . Pero l lamamo s monótona y regula r a toda evolució n que no examinamo s con aten -ción apasionada . S i nuestro corazó n fuera suficiente -mente vast o par a ama r l a vid a en e l detalle , veríamo sque todos los instante s son a la vez donadores y expo-liadores , y que una noveda d jove n o trágica , repentin asiempre , no deja de ejemplifica r la discontinuida d esen -cia l del Tiempo .

II

Pero esa consagració n del instant e como element oprimordia l del t iemp o evidentement e sólo pued e ser

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EL INSTANTE 1312 EL INSTANTE EL INSTANTE 13

como concienci a de una soledad . A continuació n ve -remos cómo se volverá n a formar el fantasm a del pa -sad o o l a ilusió n del porvenir ; pero, par a comprende rbie n a bie n l a obra que explicamos , ante s que nad a esnecesari o empapars e en l a igualda d total del instant epresent e y de l a real idad . ¿Cóm o escaparí a lo que esrea l a l a marc a del instant e presente , pero, recíproca -mente , cómo podrí a e l instant e present e no imprimi rsu huell a sobre l a realida d ? S i mi se r sólo toma con-cienci a de sí en el instant e presente , ¿cóm o no ve r queese instant e es el únic o terreno en que se pone a prue -ba l a realidad ? Aunqu e hubiéramo s de elimina r nues -tro ser, en efecto es precis o part i r de nosotros mismo spar a demostra r e l ser. Por consiguiente , tomemos pri -mero nuestro pensamient o y lo sentiremo s borrars esin cesa r con el instant e que pasa , sin ningú n recuerd opara lo que nos acab a de abandonar , ni tampoco espe -ranza , y a que estamo s inconscientes , para lo que el ins -tante que vien e nos entregará . "Tenemos concienci adel present e y sólo del presente" , nos dic e Roupnel .

El instante que se nos acab a de escapa r es la mismamuerte inmensa a la que pertenece n los mundos abolidosy los firmamentos extintos . Y, en las propias tiniebla s delporvenir , lo ignoto mismo y temibl e contiene tanto el ins-tante que se nos acerc a como los Mundos y los Cielo s quese desconocen todavía. 1

Y Roupne l agreg a un argument o que vamo s a con-tradeci r con l a únic a intenció n de acentua r má s supensamiento : "No ha y grado s en esa muert e que e s ala vez el porveni r y el pasado" . Par a reforza r el aisla -mient o del instante , inclus o nos atreveríamos a deci rque hay grado s en l a muert e y que aquell o que está

1 Siloé, p. 109.

má s muert o que l a muert e es l o que acab a de desapa -recer. . . Y en efecto , l a meditació n del instant e nosconvenc e de que e l olvid o es tanto má s clar o cuant oque destruy e un pasad o má s cercano , igua l que l a in-certiclumbr e es tanto má s conmovedor a cuant o que sele sitú a en el eje del pensamient o por venir , en el sue -ño que se solicit a pero a l que y a se sient e engañoso .Por efect o de una permanenc i a enterament e forma lque habremo s de estudiar , del pasad o má s remoto ta lvez pued a volve r y revivi r un fantasm a un tanto co-herente y sólido , pero el instant e que acab a de sona rno podemos conservarl o con su individualidad , comoa un ser completo . Asimismo , el luto má s crue l es l aconcienci a del porveni r traicionad o y cuand o lleg a eldesgarrado r instant e en que un ser querid o cierr a losojos, a l punto se sient e con qué noveda d hosti l el ins -tante siguient e "asal ta " nuestro corazón .

Ese carácte r dramátic o del instant e tal vez pueda ha -cernos presenti r l a realidad . Lo que quisiéramo s subra -ya r es que , en esa ruptura del ser, la ide a de lo discon -tinuo se impone sin la menor sombra de duda . Tal vezse objete que esos instante s dramático s separa n dos du-racione s má s monótonas . Pero l lamamo s monótona y regula r a toda evolució n que no examinamo s con aten -ción apasionada . S i nuestro corazó n fuera suficiente -mente vast o par a ama r l a vid a en e l detalle , veríamo sque todos los instante s son a la vez donadores y expo-liadores , y que una noveda d jove n o trágica , repentin asiempre , no deja de ejemplifica r la discontinuida d esen -cia l del Tiempo .

II

Pero esa consagració n del instant e como element oprimordia l del t iemp o evidentement e sólo pued e ser

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definiti va habiendo confrontado antes la noción deinstan te y la noción de tiempo. Desde ese momento,aunque Siloé no tenga ni rastro de pensamien to polé-mico, el lector no puede dejar de recordar algun astesis bergsoniana s. Puesto que en este trabajo nos he-mos impues to la tarea de confiar todos los pensamie n-tos de un lector atento, debemos habl ar de todas lasobjeciones que nací an de nuestros recuerdos de los te-mas bergsonianos. Por lo demás, oponiendo la tesis deRoupnel a la de Bergs on tal vez se comprenda mejorla intuici ón que aquí presentamos.

Este es entonces el plan que habremos de segu ir enlas páginas siguiente s:

Recordarem os la esencia de la teoría de la duraci óny desarrollarem os lo más claramen te posible ambostérminos de la oposici ón: —La filosof ía de Berg son esuna filosof ía de la duració n. —La filosofía de Roup-nel es una filosof ía del instante.

Luego trataremos de indic ar los esfuerzos de conci-liaci ón que personalmen te hemos desplegad o; pero nodaremos nuestra adhesi ón a la doctrina intermed ia quenos ha retenido un momento. Si la recordamos, es por-que, a nuestro parece r, acude naturalmen te al espíritude un lector eclécti co y puede retardar su decisió n.

En fin, tras un rela to de nuestros propios debates, ve-remos que, en nuestra opinión, la posición más cla ra y más prudente, la que corresponde a la concienc ia másdirec ta del tiempo sig ue siendo la teoría roupnelian a.

Estudiemos pues, primero, la posici ón bergsonian a.Segú n Bergson, tenemos una experienc ia íntima y di-

recta de la duración. Ésta es inclu so anteceden te inme-dia to de la conciencia. Sin duda, luego puede elabora r-se, objeti varse y deformarse. Por ejempl o, entregad ospor entero a sus abstraccione s, los físic os hacen de ella

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un tiempo uniforme y sin vida, sin término ni disconti-nuidad. Luego entregan el tiempo enteramente deshu-maniza do a los matemátic os. Penetrando en el campo deesos profetas de lo abstracto, el tiempo se reduce a míasimple variable algebraic a, la variable por excelenci a,en lo sucesi vo más adecua da para el anális is de lo posi-ble que de lo real. En efecto, la continuidad es para elmatemáti co más bien el esquema de la posibilid ad pu-ra que el caráct er de una realida d.

De ese modo, ¿qué es el instante para Bergson? Yano es sino una ruptura artifici al que ayu da al pensa-miento esquemáti co del geómetr a. En su fal ta de ap-titud para segu ir lo vita l , la inteligenc ia inmovili za eltiempo en un presente siempre factici o. Ese presente esuna nada pura que ni siquie ra logra separar realme n-te el pasa do y el porvenir. En efecto, parecer ía que elpasa do lleva ra sus fuerzas al porvenir, y también pa-recer ía que el porvenir fuera necesar io para dar sal i-da a las fuerzas del pasa do y que un solo y único im-pulso vital solidariza ra la duració n. Como fragmen tode la vida, la duraci ón no debe dictar sus regl as a lavida. Entregada por entero a su contemplaci ón del serestático, del ser espacia l, la inteligenc ia debe cuidar sede desconocer la reali dad del devenir. Finalment e, lafilosof ía bergsonia na reúne indisolublemen te el pasa-do y el porvenir. A parti r de entonces, es preci so to-mar el tiempo en bloque para tomarlo en su realida d.El tiempo está en la fuente misma del impul so vita l .La vida puede reci bir explicacion es instantánea s,pero lo que en verdad expli ca la vida es la duració n.

Una vez recordada la intuici ón bergsonian a, veamosde qué lado se acumular án las dificultade s en su contra.

Antes que nada , he aquí cómo reacci ona la críti cabergsonia na contra la reali dad del instante.

En efecto, si el instan te es una fal sa cesura, el pa -

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definiti va habiendo confrontado antes la noción deinstan te y la noción de tiempo. Desde ese momento,aunque Siloé no tenga ni rastro de pensamien to polé-mico, el lector no puede dejar de recordar algun astesis bergsoniana s. Puesto que en este trabajo nos he-mos impues to la tarea de confiar todos los pensamie n-tos de un lector atento, debemos habl ar de todas lasobjeciones que nací an de nuestros recuerdos de los te-mas bergsonianos. Por lo demás, oponiendo la tesis deRoupnel a la de Bergs on tal vez se comprenda mejorla intuici ón que aquí presentamos.

Este es entonces el plan que habremos de segu ir enlas páginas siguiente s:

Recordarem os la esencia de la teoría de la duraci óny desarrollarem os lo más claramen te posible ambostérminos de la oposici ón: —La filosof ía de Berg son esuna filosof ía de la duració n. —La filosofía de Roup-nel es una filosof ía del instante.

Luego trataremos de indic ar los esfuerzos de conci-liaci ón que personalmen te hemos desplegad o; pero nodaremos nuestra adhesi ón a la doctrina intermed ia quenos ha retenido un momento. Si la recordamos, es por-que, a nuestro parece r, acude naturalmen te al espíritude un lector eclécti co y puede retardar su decisió n.

En fin, tras un rela to de nuestros propios debates, ve-remos que, en nuestra opinión, la posición más cla ra y más prudente, la que corresponde a la concienc ia másdirec ta del tiempo sig ue siendo la teoría roupnelian a.

Estudiemos pues, primero, la posici ón bergsonian a.Segú n Bergson, tenemos una experienc ia íntima y di-

recta de la duración. Ésta es inclu so anteceden te inme-dia to de la conciencia. Sin duda, luego puede elabora r-se, objeti varse y deformarse. Por ejempl o, entregad ospor entero a sus abstraccione s, los físic os hacen de ella

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un tiempo uniforme y sin vida, sin término ni disconti-nuidad. Luego entregan el tiempo enteramente deshu-maniza do a los matemátic os. Penetrando en el campo deesos profetas de lo abstracto, el tiempo se reduce a míasimple variable algebraic a, la variable por excelenci a,en lo sucesi vo más adecua da para el anális is de lo posi-ble que de lo real. En efecto, la continuidad es para elmatemáti co más bien el esquema de la posibilid ad pu-ra que el caráct er de una realida d.

De ese modo, ¿qué es el instante para Bergson? Yano es sino una ruptura artifici al que ayu da al pensa-miento esquemáti co del geómetr a. En su fal ta de ap-titud para segu ir lo vita l , la inteligenc ia inmovili za eltiempo en un presente siempre factici o. Ese presente esuna nada pura que ni siquie ra logra separar realme n-te el pasa do y el porvenir. En efecto, parecer ía que elpasa do lleva ra sus fuerzas al porvenir, y también pa-recer ía que el porvenir fuera necesar io para dar sal i-da a las fuerzas del pasa do y que un solo y único im-pulso vital solidariza ra la duració n. Como fragmen tode la vida, la duraci ón no debe dictar sus regl as a lavida. Entregada por entero a su contemplaci ón del serestático, del ser espacia l, la inteligenc ia debe cuidar sede desconocer la reali dad del devenir. Finalment e, lafilosof ía bergsonia na reúne indisolublemen te el pasa-do y el porvenir. A parti r de entonces, es preci so to-mar el tiempo en bloque para tomarlo en su realida d.El tiempo está en la fuente misma del impul so vita l .La vida puede reci bir explicacion es instantánea s,pero lo que en verdad expli ca la vida es la duració n.

Una vez recordada la intuici ón bergsonian a, veamosde qué lado se acumular án las dificultade s en su contra.

Antes que nada , he aquí cómo reacci ona la críti cabergsonia na contra la reali dad del instante.

En efecto, si el instan te es una fal sa cesura, el pa -

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sad o y el porveni r será n sumament e difícile s de dis -tinguir , puesto que siempr e se le s separ a de maner aartificial . Entonces es necesari o tomar l a duració n enuna indestructibl e unidad . De ah í todas la s conse -cuencia s de l a filosofí a bergsoniana : en cad a uno denuestros actos , en el menor de nuestros ademane s sepodría aprehende r entonces el carácte r acabad o de loque se esboza , el fin en el principio , el se r y tocio sudeveni r en el alient o del germen .

Ma s admitamo s que se pueda n mezcla r de maner adefinitiv a el pasad o y el porvenir . De acuerd o con esahipótesis , nos parec e que se present a una dificulta d pa -ra quie n quier a lleva r hast a sus última s consecuencia sl a utilizació n de l a intuició n bergsoniana . Lueg o detriunfa r probando l a irrealida d del instante , ¿cóm o ha -blaremo s del principi o de un acto? ¿Qué fuerza sobre-natural , situad a fuera de l a duración , gozar á entoncesdel favo r de marca r con una seña l decisiv a una horafecund a que , par a durar , a pesa r de todo debe empe -zar ? ¡Qué oscura debe de permanecer , en una filosofí aopuesta que nieg a el valo r de lo instantáneo , esa doctri -na de los principio s cuy a importanci a veremo s en l a fi -losofí a roupneliana ! Si n duda , de tomar l a vid a por enmedio , en su crecimient o y en su ascenso , se tiene ca -ba l ocasió n de mostrar , con Bergson , que la s palabra santes y después sólo poseen un sentid o de referencia ,poiqu e entre el pasad o y el porveni r se sigu e una evo-lució n que , en su éxit o general , parec e continua . Perosi nos trasladamo s a l terreno de los cambio s bruscos ,en que el acto cread o se inscrib e abruptamente , ¿cóm ono comprende r que una nuev a era se abre siempr e me-diant e un absoluto ? Pues bien , en la medid a en que esdecisiva , toda evolució n está marcad a por instante screadores .

¿Dónde encontraremo s ese conocimient o del ins -

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tante creado r con mayo r segurida d que en e l surgi -mient o de nuestr a conciencia ? ¿No es all í donde esmá s activ o el impuls o vital ? ¿Po r qué trata r de volve ra ciert a fuerz a sorda y oculta , que má s o menos haperdid o su propio impulso , que no lo ha acabado, ' queni siquier a l o ha continuado, cuand o ante nuestrosojos y en el present e activ o se desarrolla n los mi l acci -dentes de nuestr a propia cultura , la s mi l tentativa s derenovarno s y de crearnos ? Volvamo s pues a l puntode part id a idealista , aceptemo s tomar como camp o deexperienci a nuestr o propio espírit u en su esfuerz ode conocimiento . El conocimient o es una obra tempora lpor excelencia . Tratemos entonces de desliga r nuestroespírit u de los lazo s de l a carne , de la s prisione s ma -teriales . En cuant o lo liberamo s y en l a proporción enque lo liberamos , nos damos cuent a de que recib e mi lincidentes , de que l a líne a de su sueñ o se quiebr a enmi l segmento s suspendido s de mi l cimas . En su obrade conocimiento , el espírit u se presenta como una fil a deinstante s separado s con claridad . Escribiend o su his -toria , artificialment e como todo historiador , el psicólo -go pone en ello s el víncul o de la duración . En el fondode nosotros mismos , donde l a gratuida d posee un senti -do tan claro , no captamo s l a causalida d que darí a fuer-za a l a duración , y es un problem a docto e indirect obusca r causa s en un espírit u en que sólo nace n ideas .

En resumen , piénses e lo que se piens e de la duració nen sí , aprehendid a en la intuició n bergsonian a cuy a re-visió n no pretendemo s habe r hecho en una s cuanta spáginas , junto a la duració n al menos es necesari o con-cede r a l instant e una realida d decisiva .

Por lo demás , y a habr á ocasió n de retoma r e l deba -te contra l a teorí a de una duració n considerad a comoantecedente inmediato de la conciencia . Para lo cual ,valiéndono s de la s intuicione s de Roupnel , mostrare -

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sad o y el porveni r será n sumament e difícile s de dis -tinguir , puesto que siempr e se le s separ a de maner aartificial . Entonces es necesari o tomar l a duració n enuna indestructibl e unidad . De ah í todas la s conse -cuencia s de l a filosofí a bergsoniana : en cad a uno denuestros actos , en el menor de nuestros ademane s sepodría aprehende r entonces el carácte r acabad o de loque se esboza , el fin en el principio , el se r y tocio sudeveni r en el alient o del germen .

Ma s admitamo s que se pueda n mezcla r de maner adefinitiv a el pasad o y el porvenir . De acuerd o con esahipótesis , nos parec e que se present a una dificulta d pa -ra quie n quier a lleva r hast a sus última s consecuencia sl a utilizació n de l a intuició n bergsoniana . Lueg o detriunfa r probando l a irrealida d del instante , ¿cóm o ha -blaremo s del principi o de un acto? ¿Qué fuerza sobre-natural , situad a fuera de l a duración , gozar á entoncesdel favo r de marca r con una seña l decisiv a una horafecund a que , par a durar , a pesa r de todo debe empe -zar ? ¡Qué oscura debe de permanecer , en una filosofí aopuesta que nieg a el valo r de lo instantáneo , esa doctri -na de los principio s cuy a importanci a veremo s en l a fi -losofí a roupneliana ! Si n duda , de tomar l a vid a por enmedio , en su crecimient o y en su ascenso , se tiene ca -ba l ocasió n de mostrar , con Bergson , que la s palabra santes y después sólo poseen un sentid o de referencia ,poiqu e entre el pasad o y el porveni r se sigu e una evo-lució n que , en su éxit o general , parec e continua . Perosi nos trasladamo s a l terreno de los cambio s bruscos ,en que el acto cread o se inscrib e abruptamente , ¿cóm ono comprende r que una nuev a era se abre siempr e me-diant e un absoluto ? Pues bien , en la medid a en que esdecisiva , toda evolució n está marcad a por instante screadores .

¿Dónde encontraremo s ese conocimient o del ins -

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tante creado r con mayo r segurida d que en e l surgi -mient o de nuestr a conciencia ? ¿No es all í donde esmá s activ o el impuls o vital ? ¿Po r qué trata r de volve ra ciert a fuerz a sorda y oculta , que má s o menos haperdid o su propio impulso , que no lo ha acabado, ' queni siquier a l o ha continuado, cuand o ante nuestrosojos y en el present e activ o se desarrolla n los mi l acci -dentes de nuestr a propia cultura , la s mi l tentativa s derenovarno s y de crearnos ? Volvamo s pues a l puntode part id a idealista , aceptemo s tomar como camp o deexperienci a nuestr o propio espírit u en su esfuerz ode conocimiento . El conocimient o es una obra tempora lpor excelencia . Tratemos entonces de desliga r nuestroespírit u de los lazo s de l a carne , de la s prisione s ma -teriales . En cuant o lo liberamo s y en l a proporción enque lo liberamos , nos damos cuent a de que recib e mi lincidentes , de que l a líne a de su sueñ o se quiebr a enmi l segmento s suspendido s de mi l cimas . En su obrade conocimiento , el espírit u se presenta como una fil a deinstante s separado s con claridad . Escribiend o su his -toria , artificialment e como todo historiador , el psicólo -go pone en ello s el víncul o de la duración . En el fondode nosotros mismos , donde l a gratuida d posee un senti -do tan claro , no captamo s l a causalida d que darí a fuer-za a l a duración , y es un problem a docto e indirect obusca r causa s en un espírit u en que sólo nace n ideas .

En resumen , piénses e lo que se piens e de la duració nen sí , aprehendid a en la intuició n bergsonian a cuy a re-visió n no pretendemo s habe r hecho en una s cuanta spáginas , junto a la duració n al menos es necesari o con-cede r a l instant e una realida d decisiva .

Por lo demás , y a habr á ocasió n de retoma r e l deba -te contra l a teorí a de una duració n considerad a comoantecedente inmediato de la conciencia . Para lo cual ,valiéndono s de la s intuicione s de Roupnel , mostrare -

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mos cómo con instante s si n duració n se pued e cons -trui r l a duración , lo que en esta ocasió n constituir á l aprueba , creemo s que de una maner a enterament e po-sitiva , del carácte r metafísic o primordia l del instant ey , en consecuencia , del carácte r indirect o y mediat ode l a duración .

Ma s tenemos pris a por volve r a una exposició n positi -va . De ta l suerte , e l método bergsonian o nos autoriz aa usa r en lo sucesiv o el exame n psicológico . Fuerz a esconclui r entonces con Roupnel :

La idea que tenemos del presente es de una plenitu d y deuna evidenci a positiv a singulares . En él nos encontramosa nosotros mismos con nuestra personalida d completa .Sólo allí , por él y en él , tenemos la sensació n de existir .Y hay identida d absolut a entre el sentimient o del presen-te y el sentimient o de la vida. 2

Por consiguiente , desd e e l punto de vist a de l a vid amisma , ser á precis o t ra ta r de comprende r e l pasad omediant e el presente , lejo s de esforzars e si n cesa r porexplica r el presente mediant e el pasado . Si n duda , lue -go habr á de esclarecers e l a sensació n de l a duración .Entretanto, tomémosl a como un hecho: l a duració n esuna sensació n como la s otras , ta n complej a como la sotras . Y no tengamo s empach o en subraya r su carác -ter a l parece r contradictorio : l a duració n está hechade instante s sin duración , como l a rect a de puntos sindimensión . En el fondo, par a contradecirs e es necesa -rio que la s entidade s actúe n en l a mism a zona del ser.S i dejamo s establecid o que l a duració n es un elemen -to relativ o y secundario , má s o menos factici o siem -pre, como la ilusió n que de ell a tenemos , ¿contradiría -

2 Siloé, p. 109.

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mos as í nuestr a experienci a inmediat a del instanteF Todas esa s reserva s se expone n aqu í par a que no senos acus e de círcul o vicios o formal cuand o tomamosla s pa labra s en su sentid o vago , si n apegarno s a susentid o técnico . Una vez tomada s esa s precauciones ,podemos deci r con Roupnel :

Nuestros actos de atenció n son episodio s sensacionale sextraído s de esa continuida d llamad a duración . Pero latrama continua , en que nuestro espírit u borda dibujosdiscontinuo s de actos , no es sino la construcció n labo-riosa y factici a de nuestro espíritu . Nada nos autoriz a a afirma r la duración . Todo en nosotros contradic e su sen-tido y estropea su lógica . Por lo demás , nuestro instintoestá mejor informado al respecto que nuestra razón. Elsentimient o que tenemos del pasad o es el de una nega -ción y de una destrucción . El crédito que nuestro espírit uconcede a una supuest a duració n que ya no existirí a y donde él no existirí a es un crédito sin fondos.3 ..

De paso hay que señala r el luga r del acto de atenció nen la experienci a del instante. Y es que , en efecto , ver -daderament e sólo hay evidenci a en l a voluntad , en l aconcienci a que se tensa hast a decidi r un acto .

La acció n desarrol lad a tra s e l act o entra y a en e lrein o de la s consecuencia s lógica s o físicament e pasi -vas . Lo cua l es un mati z important e que distingu e l afilosofí a de Roupne l y la de Bergson : La filosofía berg-soniana es una filosofía de la acción; la filosofía roup-neliana es una filosofía del acto. Par a Bergson , unaacció n siempr e es un desarroll o continuo que , entre l adecisió n y l a finalida d —una y otra má s o menos es -quemáticas— , sitú a una duració n siempr e origina l y real . Par a un seguido r de Roupnel , un act o es ante

3 Siloé, p. 109.

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mos cómo con instante s si n duració n se pued e cons -trui r l a duración , lo que en esta ocasió n constituir á l aprueba , creemo s que de una maner a enterament e po-sitiva , del carácte r metafísic o primordia l del instant ey , en consecuencia , del carácte r indirect o y mediat ode l a duración .

Ma s tenemos pris a por volve r a una exposició n positi -va . De ta l suerte , e l método bergsonian o nos autoriz aa usa r en lo sucesiv o el exame n psicológico . Fuerz a esconclui r entonces con Roupnel :

La idea que tenemos del presente es de una plenitu d y deuna evidenci a positiv a singulares . En él nos encontramosa nosotros mismos con nuestra personalida d completa .Sólo allí , por él y en él , tenemos la sensació n de existir .Y hay identida d absolut a entre el sentimient o del presen-te y el sentimient o de la vida. 2

Por consiguiente , desd e e l punto de vist a de l a vid amisma , ser á precis o t ra ta r de comprende r e l pasad omediant e el presente , lejo s de esforzars e si n cesa r porexplica r el presente mediant e el pasado . Si n duda , lue -go habr á de esclarecers e l a sensació n de l a duración .Entretanto, tomémosl a como un hecho: l a duració n esuna sensació n como la s otras , ta n complej a como la sotras . Y no tengamo s empach o en subraya r su carác -ter a l parece r contradictorio : l a duració n está hechade instante s sin duración , como l a rect a de puntos sindimensión . En el fondo, par a contradecirs e es necesa -rio que la s entidade s actúe n en l a mism a zona del ser.S i dejamo s establecid o que l a duració n es un elemen -to relativ o y secundario , má s o menos factici o siem -pre, como la ilusió n que de ell a tenemos , ¿contradiría -

2 Siloé, p. 109.

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mos as í nuestr a experienci a inmediat a del instanteF Todas esa s reserva s se expone n aqu í par a que no senos acus e de círcul o vicios o formal cuand o tomamosla s pa labra s en su sentid o vago , si n apegarno s a susentid o técnico . Una vez tomada s esa s precauciones ,podemos deci r con Roupnel :

Nuestros actos de atenció n son episodio s sensacionale sextraído s de esa continuida d llamad a duración . Pero latrama continua , en que nuestro espírit u borda dibujosdiscontinuo s de actos , no es sino la construcció n labo-riosa y factici a de nuestro espíritu . Nada nos autoriz a a afirma r la duración . Todo en nosotros contradic e su sen-tido y estropea su lógica . Por lo demás , nuestro instintoestá mejor informado al respecto que nuestra razón. Elsentimient o que tenemos del pasad o es el de una nega -ción y de una destrucción . El crédito que nuestro espírit uconcede a una supuest a duració n que ya no existirí a y donde él no existirí a es un crédito sin fondos.3 ..

De paso hay que señala r el luga r del acto de atenció nen la experienci a del instante. Y es que , en efecto , ver -daderament e sólo hay evidenci a en l a voluntad , en l aconcienci a que se tensa hast a decidi r un acto .

La acció n desarrol lad a tra s e l act o entra y a en e lrein o de la s consecuencia s lógica s o físicament e pasi -vas . Lo cua l es un mati z important e que distingu e l afilosofí a de Roupne l y la de Bergson : La filosofía berg-soniana es una filosofía de la acción; la filosofía roup-neliana es una filosofía del acto. Par a Bergson , unaacció n siempr e es un desarroll o continuo que , entre l adecisió n y l a finalida d —una y otra má s o menos es -quemáticas— , sitú a una duració n siempr e origina l y real . Par a un seguido r de Roupnel , un act o es ante

3 Siloé, p. 109.

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todo una decisió n instantáne a y esa decisió n es l a quellev a toda l a carg a de l a originalidad . Habland o en unsentid o má s físico , e l hecho de que , en mecánica , e limpuls o se present e siempr e como l a composició n dedos órdenes infinitesimale s distinto s nos conduc e a estrecha r hast a su límit e puntiform e e l instant e quedecid e y que sacude . Por ejemplo , una percusió n se ex -plic a por una fuerza infinitament e grand e que se des -arroll a en un tiemp o infinitament e breve . Por lo demás ,serí a posibl e analiza r el desarroll o consecutiv o a unadecisió n en los propios término s de decisione s subal -ternas . S e verí a que un movimient o variad o —el únic oque , con toda razón, Bergso n consider a real — continúasiguiend o los mismo s principio s que lo hace n empezar .Sól o que la observació n de la s discontinuidade s del des-arroll o es cad a vez más difíci l a medid a que la acció nque sigu e a l acto se confí a a automatismo s orgánico smenos conscientes . Por eso , pa r a senti r e l instante ,nos es precis o volve r a los actos claro s de la conciencia .

Cuand o lleguemo s a la s última s página s de este en-sayo , par a comprende r la s relacione s del t iemp o y delprogres o nos será necesari o insisti r en esa concepció nactua l y activ a de l a experienci a del instante . Enton-ces veremo s que l a vid a no se puede comprende r enuna contemplació n pasiva ; comprenderl a es má s quevivirla , es verdaderament e propulsarla . No corre poruna pendiente , en el eje de un tiemp o objetiv o que la re-cibirí a como un canal . Es una forma impuest a a l a fil ade instante s del t iempo , pero siempr e encuentr a surealida d primordia l en un instante . Desde ese mo-mento, si l a llevamo s a l centro de l a evidenci a psico -lógica , a l punto en que l a sensació n y a no es sin o elreflej o o la respuest a siempr e complej a del acto volun -tari o siempr e simple , cuand o l a atenció n condensad aestrech a l a vid a en un solo elemento , en un element o

EL INSTANTE 21

aislado , nos damos cuent a de que el instant e es el ras -go verdaderament e específic o del tiempo . Cuant o máshondo penetr e má s mengu a nuestr a meditació n delt iempo . Sól o l a perez a es duradera , el acto es instan -táneo . ¿Cóm o no deci r entonces que , recíprocamente ,lo instantáne o es acto? Tómese una ide a pobre, estré -chesel e en un instant e e i luminar á e l espíritu . Encambio , el reposo del ser es y a l a nada .

¿Cóm o no ve r entonces que , mediant e un singula rencuentr o verbal , l a naturalez a del act o es ser actual ?¿ Y cómo no ve r lueg o que la vid a es lo discontinu o delos actos ? Ésa es l a intuició n que Roupne l nos presen -ta en término s part icularment e claros :

Se ha llegad o a deci r que la duració n era ]a vida . Si nduda; pero cuando menos es precis o situa r la vida dentrodel marco de lo discontinu o que la contiene y en la formaacometedora que la manifiesta . Ya no es esa (luid a conti-nuidad de fenómenos orgánico s que corría n unos en otrosconfundiéndose en la unidad funcional . Como extraño lu-ga r de recuerdos materiales , el ser no es de suyo sino unhábito. Lo que el ser puede tener de permanente es la ex-presión, no de una caus a inmóvi l y constante , sino de unayuxtaposició n de resultado s fugace s e incesantes , cadauno de los cuale s tiene su base solitari a y cuy a ligadura ,que es sólo un hábito, compone a un individuo. 4

Si n duda , escribiend o l a epopey a de l a evolución ,Bergso n tení a que olvidars e de los accidentes . Comohistoriado r minucioso , Roupne l no podí a desconoce rque cad a acción , por simpl e que sea , rompe necesa -riament e l a continuida d del deveni r vital . S i se consi -dera l a histori a de l a vid a en detalle , se ve que es unahistori a como la s demás , llen a de repeticiones , llen ade anacronismos , llen a de esbozos , de fracaso s y de

4 Siloé, p. 109.

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todo una decisió n instantáne a y esa decisió n es l a quellev a toda l a carg a de l a originalidad . Habland o en unsentid o má s físico , e l hecho de que , en mecánica , e limpuls o se present e siempr e como l a composició n dedos órdenes infinitesimale s distinto s nos conduc e a estrecha r hast a su límit e puntiform e e l instant e quedecid e y que sacude . Por ejemplo , una percusió n se ex -plic a por una fuerza infinitament e grand e que se des -arroll a en un tiemp o infinitament e breve . Por lo demás ,serí a posibl e analiza r el desarroll o consecutiv o a unadecisió n en los propios término s de decisione s subal -ternas . S e verí a que un movimient o variad o —el únic oque , con toda razón, Bergso n consider a real — continúasiguiend o los mismo s principio s que lo hace n empezar .Sól o que la observació n de la s discontinuidade s del des-arroll o es cad a vez más difíci l a medid a que la acció nque sigu e a l acto se confí a a automatismo s orgánico smenos conscientes . Por eso , pa r a senti r e l instante ,nos es precis o volve r a los actos claro s de la conciencia .

Cuand o lleguemo s a la s última s página s de este en-sayo , par a comprende r la s relacione s del t iemp o y delprogres o nos será necesari o insisti r en esa concepció nactua l y activ a de l a experienci a del instante . Enton-ces veremo s que l a vid a no se puede comprende r enuna contemplació n pasiva ; comprenderl a es má s quevivirla , es verdaderament e propulsarla . No corre poruna pendiente , en el eje de un tiemp o objetiv o que la re-cibirí a como un canal . Es una forma impuest a a l a fil ade instante s del t iempo , pero siempr e encuentr a surealida d primordia l en un instante . Desde ese mo-mento, si l a llevamo s a l centro de l a evidenci a psico -lógica , a l punto en que l a sensació n y a no es sin o elreflej o o la respuest a siempr e complej a del acto volun -tari o siempr e simple , cuand o l a atenció n condensad aestrech a l a vid a en un solo elemento , en un element o

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aislado , nos damos cuent a de que el instant e es el ras -go verdaderament e específic o del tiempo . Cuant o máshondo penetr e má s mengu a nuestr a meditació n delt iempo . Sól o l a perez a es duradera , el acto es instan -táneo . ¿Cóm o no deci r entonces que , recíprocamente ,lo instantáne o es acto? Tómese una ide a pobre, estré -chesel e en un instant e e i luminar á e l espíritu . Encambio , el reposo del ser es y a l a nada .

¿Cóm o no ve r entonces que , mediant e un singula rencuentr o verbal , l a naturalez a del acto es ser actual ?¿ Y cómo no ve r lueg o que la vid a es lo discontinu o delos actos ? Ésa es l a intuició n que Roupne l nos presen -ta en término s part icularment e claros :

Se ha llegad o a deci r que la duració n era ]a vida . Si nduda; pero cuando menos es precis o situa r la vida dentrodel marco de lo discontinu o que la contiene y en la formaacometedora que la manifiesta . Ya no es esa (luid a conti-nuidad de fenómenos orgánico s que corría n unos en otrosconfundiéndose en la unidad funcional . Como extraño lu-ga r de recuerdos materiales , el ser no es de suyo sino unhábito. Lo que el ser puede tener de permanente es la ex-presión, no de una caus a inmóvi l y constante , sino de unayuxtaposició n de resultado s fugace s e incesantes , cadauno de los cuale s tiene su base solitari a y cuy a ligadura ,que es sólo un hábito, compone a un individuo. 4

Si n duda , escribiend o l a epopey a de l a evolución ,Bergso n tení a que olvidars e de los accidentes . Comohistoriado r minucioso , Roupne l no podí a desconoce rque cad a acción , por simpl e que sea , rompe necesa -riament e l a continuida d del deveni r vital . S i se consi -dera l a histori a de l a vid a en detalle , se ve que es unahistori a como la s demás , llen a de repeticiones , llen ade anacronismos , llen a de esbozos , de fracaso s y de

4 Siloé, p. 109.

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reanudaciones . Entre los accidentes , Bergso n sólo hatomado en cuenta los actos revolucionario s en que seescindí a el impuls o vital , en que se dividí a el árbol ge-nealógic o en rama s divergentes . Para pintar ese fres-co no necesitab a dibuja r los detalles . Vale deci r que nonecesitab a dibuja r los objetos. Por tanto, tenía quellega r a ese lienz o impresionist a que es el libro de laEvolution créatice. Esa intuició n ilustrad a es la ima -gen de un alma más que el retrato de las cosas .

Pero el filósofo que quiere describi r átomo por átomo,célul a por célula , pensamient o por pensamiento , la his-toria de las cosas, de los seres vivos y del espíritu , ha depoder desliga r los hechos unos de otros, porque los he-chos son hechos, porque hechos son actos, porque si nose acaba n o si se acaba n mal , unos actos al menos de-ben por necesida d absoluta empezar en el absoluto delnacimiento . Por eso es preciso describi r la historia eficazcon principios ; de acuerdo con Roupnel , es precis o ha-cer una doctrina del accidente como principio.

En una evolució n verdaderament e creadora no haysino una ley general , y es que un accident e está en elorige n de toda tentativ a de evolución .

Así , en esas consecuencia s relativa s a la evolució n dela vida , como en su primera forma intuitiva , vemosque la intuició n temporal de Roupnel es exactament elo contrario de la intuició n bergsoniana . Antes deavanza r más lejos , resumamo s mediant e un doble es-quema la oposición de ambas doctrinas .

Para Bergson , la verdader a realida d del tiempo es suduración; el instante es sólo una abstracción , sin ningunarealidad . Está impuesto desde el exterio r por la inteli -genci a que sólo comprende el deveni r identificand o es-tados móviles . Por tanto, representaríamo s adecuada -mente el tiempo bergsonian o mediant e una recta negra ,

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en que, para simboliza r el instante como una nada, co-mo un vací o ficticio , pusiéramo s un punto blanco.

Para Roupnel , la verdader a realida d del tiempo esel instante ; la duració n es sólo una construcción , sinninguna realida d absoluta . Está hecha desde el exte-rior, por la memoria , fuerza de imaginació n por exce -lencia , que quier e soñar y revivir , pero no compren-der. Por tanto, representaríamo s adecuadament e eltiempo roupnelian o mediant e una recta blanca , todaell a de fuerza , de posibilidad , en que, de pronto, comoun accident e imprevisible , fuera a inscribirs e un pun-to negro, símbol o de una opaca realidad .

Por lo demás , es precis o señala r que esa disposició nlinea l de los instante s sigu e siendo, tanto para Roupnelcomo para Bergson , un artifici o de la imaginación .Bergso n ve en esa duració n desplegad a en el espaci o unmedio indirect o de medi r el tiempo. Pero la longitu d deun tiempo no representa el valo r de una duració n y ha-bría que remontarse desde el tiempo extensibl e hasta laduració n intensiva . Donde, una vez más , la tesis dis -continua se adapta sin dificultad : se analiz a la inten-sida d mediant e el número de instante s en que la vo-luntad se esclarec e y se tensa , tan fácilment e como elenriquecimient o gradua l y fluid o del yo. 5

Abramos ahora un paréntesi s antes de precisa rmás el punto de vista de Siloé.

Línea s arriba decíamo s que, entre las dos intuicione santeriores , personalment e habíamo s vacilad o larg otiempo, buscando inclus o por los camino s de la con-

5 Cf. Bergson , Essai sur les données immédiates de la conscien-ce, p. 82.

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reanudaciones . Entre los accidentes , Bergso n sólo hatomado en cuenta los actos revolucionario s en que seescindí a el impuls o vital , en que se dividí a el árbol ge-nealógic o en rama s divergentes . Para pintar ese fres-co no necesitab a dibuja r los detalles . Vale deci r que nonecesitab a dibuja r los objetos. Por tanto, tenía quellega r a ese lienz o impresionist a que es el libro de laEvolution créatice. Esa intuició n ilustrad a es la ima -gen de un alma más que el retrato de las cosas .

Pero el filósofo que quiere describi r átomo por átomo,célul a por célula , pensamient o por pensamiento , la his-toria de las cosas, de los seres vivos y del espíritu , ha depoder desliga r los hechos unos de otros, porque los he-chos son hechos, porque hechos son actos, porque si nose acaba n o si se acaba n mal , unos actos al menos de-ben por necesida d absoluta empezar en el absoluto delnacimiento . Por eso es preciso describi r la historia eficazcon principios ; de acuerdo con Roupnel , es precis o ha-cer una doctrina del accidente como principio.

En una evolució n verdaderament e creadora no haysino una ley general , y es que un accident e está en elorige n de toda tentativ a de evolución .

Así , en esas consecuencia s relativa s a la evolució n dela vida , como en su primera forma intuitiva , vemosque la intuició n temporal de Roupnel es exactament elo contrario de la intuició n bergsoniana . Antes deavanza r más lejos , resumamo s mediant e un doble es-quema la oposición de ambas doctrinas .

Para Bergson , la verdader a realida d del tiempo es suduración; el instante es sólo una abstracción , sin ningunarealidad . Está impuesto desde el exterio r por la inteli -genci a que sólo comprende el deveni r identificand o es-tados móviles . Por tanto, representaríamo s adecuada -mente el tiempo bergsonian o mediant e una recta negra ,

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en que, para simboliza r el instante como una nada, co-mo un vací o ficticio , pusiéramo s un punto blanco.

Para Roupnel , la verdader a realida d del tiempo esel instante ; la duració n es sólo una construcción , sinninguna realida d absoluta . Está hecha desde el exte-rior, por la memoria , fuerza de imaginació n por exce -lencia , que quier e soñar y revivir , pero no compren-der. Por tanto, representaríamo s adecuadament e eltiempo roupnelian o mediant e una recta blanca , todaell a de fuerza , de posibilidad , en que, de pronto, comoun accident e imprevisible , fuera a inscribirs e un pun-to negro, símbol o de una opaca realidad .

Por lo demás , es precis o señala r que esa disposició nlinea l de los instante s sigu e siendo, tanto para Roupnelcomo para Bergson , un artifici o de la imaginación .Bergso n ve en esa duració n desplegad a en el espaci o unmedio indirect o de medi r el tiempo. Pero la longitu d deun tiempo no representa el valo r de una duració n y ha-bría que remontarse desde el tiempo extensibl e hasta laduració n intensiva . Donde, una vez más , la tesis dis -continua se adapta sin dificultad : se analiz a la inten-sida d mediant e el número de instante s en que la vo-luntad se esclarec e y se tensa , tan fácilment e como elenriquecimient o gradua l y fluid o del yo. 5

Abramos ahora un paréntesi s antes de precisa rmás el punto de vista de Siloé.

Línea s arriba decíamo s que, entre las dos intuicione santeriores , personalment e habíamo s vacilad o larg otiempo, buscando inclus o por los camino s de la con-

5 Cf. Bergson , Essai sur les données immédiates de la conscien-ce, p. 82.

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ciliación reuni r baj o un mism o esquem a la s ventaja sde amba s doctrinas . A l final , no hallamo s satisfacciónen ese idea l ecléctico . Si n embargo , puest o que nosimpusimo s como tare a estudia r en nosotros mismo sla s reaccione s intuitiva s inspirada s en la s intuicione smaestras , debemos a l lecto r l a revelació n detallad a denuestro fracaso .

En prime r luga r habríamo s querid o da r a l instant euna dimensión , hace r de é l una especi e de átomo tem-poral que conservar a en sí ciert a duración . Nos decía -mos que un acaecimient o aislad o debí a tener una bre-ve histori a lógica referent e a sí mismo , en el absolut ode su evolució n interna . Comprendíamo s bie n que sucomienzo podía vincularse a un accident e de orige n ex -terno; pero par a brillar , y lueg o declina r y mori r pe -díamos que , por aislad o que estuviera , se dier a al ser suparticipación en el tiempo . Aceptábamos que el idea lde l a vid a fuera l a vid a ardient e de lo efímero , pero dela auror a a l vuel o nupcia l reclamábamo s par a lo efí -mero su tesoro de vid a íntima . Queríamo s por tantoque l a duración fuera una riquez a profunda e inme -diat a del ser. Ésa fue nuestr a primer a posició n por loque toca a l instante que entonces hubier a sido un pe-queño fragment o de l a continuida d bergsoniana .

Esto es lo que tomábamo s en seguid a del tiemp oroupneliano . Imaginábamo s que los átomos tempora -les no pudiera n tocars e o, antes bien , que no pudieranfundirs e uno en otro. Lo que detendrí a siempr e esa fu-sión era l a imprescriptibl e noveda d de los instantes ,cuy a doctrina del accident e abrevad a en Siloé nos ha-bí a convencido . En una doctrina de l a sustancia , quepor lo demá s no está lejo s de ser tautológica , si n difi -culta d se llevará n de uno a otro instant e la s cualidadesy los recuerdos ; nunca se har á que lo permanent e ex-pliqu e el devenir . S i por tanto l a noveda d es esencia l

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par a el devenir , se tiene todo por gana r poniendo esanoveda d en l a cuent a del propio Tiempo : lo nuev o enun tiemp o uniform e no es el ser, sino el instant e que ,renovándose , transporta el ser a la libertad o a la suer -te inicial del devenir . Además , con su ataque , el ins -tante se impone de una vez por todas , por entero; es elfactor de la síntesi s del ser. Segú n esa teoría , el instan -te por necesida d reserv a entonces su individualidad .En cuant o a l problem a de sabe r s i los átomos tempo-rale s se tocaba n o estaba n separado s por la nada , el he-cho nos parecí a secundario . O , antes bien , en cuant oaceptábamo s l a constitució n de los átomos temporales ,nos veíamo s inducido s a pensarlo s aisladament e y , pa -ra l a clarida d metafísic a de l a intuición , nos dábamo scuenta de que era necesari o un vací o —aunqu e en ver -dad exist a o no— a fin de imagina r correctament e elátomo temporal . Por eso nos parecí a ventajos o con-densa r el tiemp o en torno a núcleos de acción en que elser se encontraba en parte , tomando a l mism o tiemp odel misteri o de la Siloé lo que se precis a de invencióny de energí a par a ser y progresar .

Finalmente , comparand o amba s doctrina s llegába -mos entonces a un bergsonism o parcelado , a un impul -so vita l que se quebrab a en impulsiones , a un plura -lism o tempora l que , aceptand o duraciones diversas ,tiempos individuales , nos parecí a presenta r medio s deanálisi s tan flexibles como ricos .

Pero es muy rar o que la s intuicione s metafísica sconstruida s con un idea l ecléctic o tenga n fuerz a du-radera . Ante s que nada , una intuició n fecund a debeda r prueba s de su unidad . No tardamo s en compren-der que , mediant e nuestr a conciliación , habíamo sreunid o la s dificultade s de la s dos doctrinas . Habí aque escoger , no a l términ o de nuestro s desarrollos ,sino en l a bas e mism a de la s intuiciones .

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ciliación reuni r baj o un mism o esquem a la s ventaja sde amba s doctrinas . A l final , no hallamo s satisfacciónen ese idea l ecléctico . Si n embargo , puest o que nosimpusimo s como tare a estudia r en nosotros mismo sla s reaccione s intuitiva s inspirada s en la s intuicione smaestras , debemos a l lecto r l a revelació n detallad a denuestro fracaso .

En prime r luga r habríamo s querid o da r a l instant euna dimensión , hace r de é l una especi e de átomo tem-poral que conservar a en sí ciert a duración . Nos decía -mos que un acaecimient o aislad o debí a tener una bre-ve histori a lógica referent e a sí mismo , en el absolut ode su evolució n interna . Comprendíamo s bie n que sucomienzo podía vincularse a un accident e de orige n ex -terno; pero par a brillar , y lueg o declina r y mori r pe -díamos que , por aislad o que estuviera , se dier a al ser suparticipación en el tiempo . Aceptábamos que el idea lde l a vid a fuera l a vid a ardient e de lo efímero , pero dela auror a a l vuel o nupcia l reclamábamo s par a lo efí -mero su tesoro de vid a íntima . Queríamo s por tantoque l a duración fuera una riquez a profunda e inme -diat a del ser. Ésa fue nuestr a primer a posició n por loque toca a l instante que entonces hubier a sido un pe-queño fragment o de l a continuida d bergsoniana .

Esto es lo que tomábamo s en seguid a del tiemp oroupneliano . Imaginábamo s que los átomos tempora -les no pudiera n tocars e o, antes bien , que no pudieranfundirs e uno en otro. Lo que detendrí a siempr e esa fu-sión era l a imprescriptibl e noveda d de los instantes ,cuy a doctrina del accident e abrevad a en Siloé nos ha-bí a convencido . En una doctrina de l a sustancia , quepor lo demá s no está lejo s de ser tautológica , si n difi -culta d se llevará n de uno a otro instant e la s cualidadesy los recuerdos ; nunca se har á que lo permanent e ex-pliqu e el devenir . S i por tanto l a noveda d es esencia l

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par a el devenir , se tiene todo por gana r poniendo esanoveda d en l a cuent a del propio Tiempo : lo nuev o enun tiemp o uniform e no es el ser, sino el instant e que ,renovándose , transporta el ser a la libertad o a la suer -te inicial del devenir . Además , con su ataque , el ins -tante se impone de una vez por todas , por entero; es elfactor de la síntesi s del ser. Segú n esa teoría , el instan -te por necesida d reserv a entonces su individualidad .En cuant o a l problem a de sabe r s i los átomos tempo-rale s se tocaba n o estaba n separado s por la nada , el he-cho nos parecí a secundario . O , antes bien , en cuant oaceptábamo s l a constitució n de los átomos temporales ,nos veíamo s inducido s a pensarlo s aisladament e y , pa -ra l a clarida d metafísic a de l a intuición , nos dábamo scuenta de que era necesari o un vací o —aunqu e en ver -dad exist a o no— a fin de imagina r correctament e elátomo temporal . Por eso nos parecí a ventajos o con-densa r el tiemp o en torno a núcleos de acción en que elser se encontraba en parte , tomando a l mism o tiemp odel misteri o de la Siloé lo que se precis a de invencióny de energí a par a ser y progresar .

Finalmente , comparand o amba s doctrina s llegába -mos entonces a un bergsonism o parcelado , a un impul -so vita l que se quebrab a en impulsiones , a un plura -lism o tempora l que , aceptand o duraciones diversas ,tiempos individuales , nos parecí a presenta r medio s deanálisi s tan flexibles como ricos .

Pero es muy rar o que la s intuicione s metafísica sconstruida s con un idea l ecléctic o tenga n fuerz a du-radera . Ante s que nada , una intuició n fecund a debeda r prueba s de su unidad . No tardamo s en compren-der que , mediant e nuestr a conciliación , habíamo sreunid o la s dificultade s de la s dos doctrinas . Habí aque escoger , no a l términ o de nuestro s desarrollos ,sino en l a bas e mism a de la s intuiciones .

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Vamos pues a habla r ahora de cómo llegamo s a laatomización del tiempo en que nos habíamo s deteni -do, hasta la aritmetizació n temporal absolut a tal co-mo Roupnel la afirma sin desmayo .

Primeramente , lo que nos había seducido , lo que noshabía empujad o al callejó n sin salid a donde acabába -mos de tropezar era una fals a concepció n del orden delas entidade s metafísicas : conservand o el contacto conla tesis bergsoniana , queríamos poner la duració n en elespaci o mismo del tiempo. Si n discutir , tomábamos esaduració n como la única cualida d del tiempo, como si-nónimo del tiempo. Reconozcámoslo : no es más queun postulado. No debemos juzga r su valo r sino en fun-ción de la claridad y de la envergadura de la cons-trucción que favorece ese postulado . Pero aún tenemosel derecho a priori de parti r de un postulado distinto y de probar una nueva construcció n en que la duraciónse deduzca en vez de postularse .

Pero esa consideració n a priori naturalment e nohabría bastado para llevarno s de nuevo a la intuició nde Roupnel . En efecto, a favor de la concepció n de laduració n bergsonian a estaba n todaví a todas las prue-bas que Bergso n ha reunido sobre la objetivida d de laduración . Sin duda, Bergso n nos pedía senti r la dura-ción en nosotros, en una experienci a íntima y personal .Pero no se limitaba a eso. Nos mostraba de maneraobjetiva que éramos solidarios de un solo impulso , quea todos nos arrastrab a a un mismo raudal . S i nuestrohastío o nuestra impacienci a alargab a la hora, si laalegrí a acortaba el día , la vida impersonal , la vida delos demás nos hací a volve r a la justa apreciació n de laDuración. Bastab a ponernos ante una experienciasimple : un terrón de azúca r que se disuelv e en unvaso de agua , para comprender que a nuestro senti -

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miento de la duració n correspondí a una duración ob-jetiv a y absoluta . Con ello , el bergsonism o pretendíaentonces alcanza r el campo de la medida , conser-vando al mismo tiempo la evidenci a de la intuicióníntima . Teníamos en nuestra alm a una comunicació ninmediat a con la cualida d temporal del ser, con laesenci a de su devenir ; mas , por indirecto s que seannuestros medios de estudiarlo , el reino de la cantida ddel tiempo era la reserv a de la objetivida d del deve-nir. Así , todo parecí a proteger la primitividad de laDuración: la evidenci a intuitiv a y las pruebas dis -cursivas .

Ahora veamo s cómo se alter ó nuestra propia con-fianza en la tesi s bergsoniana .

Fuimos sacado s de nuestros sueños dogmáticos porla crític a einstenian a de la duració n objetiva .

Muy rápidament e nos pareci ó evident e que esa crí -tica destruy e lo absoluto de lo que dura, al tiempo que,como hemos de ver, conserva lo absoluto de lo que es,en otras palabras , lo absoluto del instante .

Lo que el pensamient o de Einstein afecta con la re-latividad es el lapso de tiempo, es la "longitud " deltiempo. Longitu d ésta que se muestra relativ a a sumétodo de medición . Se nos cuenta que, haciendo unviaje de ida y vuelt a por el espacio a una velocida d losuficientement e grande , de regreso a la Tierra la en-contraríamos envejecid a unos siglos cuando nuestropropio reloj llevado durante el recorrido habrí a mar-cado sólo unas horas. Mucho menos largo sería el viaj enecesario para ajustar a nuestra impaciencia el tiem-po que Bergso n postula como fijo y necesario para di-solve r el terrón de azúca r en el vaso de agua .

Por otra parte, es precis o señala r que no se trata devanos juegos de cálculo . En lo sucesivo, la relatividaddel lapso de tiempo para sistemas en movimiento es

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Vamos pues a habla r ahora de cómo llegamo s a laatomización del tiempo en que nos habíamo s deteni -do, hasta la aritmetizació n temporal absolut a tal co-mo Roupnel la afirma sin desmayo .

Primeramente , lo que nos había seducido , lo que noshabía empujad o al callejó n sin salid a donde acabába -mos de tropezar era una fals a concepció n del orden delas entidade s metafísicas : conservand o el contacto conla tesis bergsoniana , queríamos poner la duració n en elespaci o mismo del tiempo. Si n discutir , tomábamos esaduració n como la única cualida d del tiempo, como si-nónimo del tiempo. Reconozcámoslo : no es más queun postulado. No debemos juzga r su valo r sino en fun-ción de la claridad y de la envergadura de la cons-trucción que favorece ese postulado . Pero aún tenemosel derecho a priori de parti r de un postulado distinto y de probar una nueva construcció n en que la duraciónse deduzca en vez de postularse .

Pero esa consideració n a priori naturalment e nohabría bastado para llevarno s de nuevo a la intuició nde Roupnel . En efecto, a favor de la concepció n de laduració n bergsonian a estaba n todaví a todas las prue-bas que Bergso n ha reunido sobre la objetivida d de laduración . Sin duda, Bergso n nos pedía senti r la dura-ción en nosotros, en una experienci a íntima y personal .Pero no se limitaba a eso. Nos mostraba de maneraobjetiva que éramos solidarios de un solo impulso , quea todos nos arrastrab a a un mismo raudal . S i nuestrohastío o nuestra impacienci a alargab a la hora, si laalegrí a acortaba el día , la vida impersonal , la vida delos demás nos hací a volve r a la justa apreciació n de laDuración. Bastab a ponernos ante una experienciasimple : un terrón de azúca r que se disuelv e en unvaso de agua , para comprender que a nuestro senti -

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miento de la duració n correspondí a una duración ob-jetiv a y absoluta . Con ello , el bergsonism o pretendíaentonces alcanza r el campo de la medida , conser-vando al mismo tiempo la evidenci a de la intuicióníntima . Teníamos en nuestra alm a una comunicació ninmediat a con la cualida d temporal del ser, con laesenci a de su devenir ; mas , por indirecto s que seannuestros medios de estudiarlo , el reino de la cantida ddel tiempo era la reserv a de la objetivida d del deve-nir. Así , todo parecí a proteger la primitividad de laDuración: la evidenci a intuitiv a y las pruebas dis -cursivas .

Ahora veamos cómo se alter ó nuestra propia con-fianza en la tesi s bergsoniana .

Fuimos sacado s de nuestros sueños dogmáticos porla crític a einstenian a de la duració n objetiva .

Muy rápidament e nos pareci ó evident e que esa crí -tica destruy e lo absoluto de lo que dura, al tiempo que,como hemos de ver, conserva lo absoluto de lo que es,en otras palabras , lo absoluto del instante .

Lo que el pensamient o de Einstein afecta con la re-latividad es el lapso de tiempo, es la "longitud " deltiempo. Longitu d ésta que se muestra relativ a a sumétodo de medición . Se nos cuenta que, haciendo unviaje de ida y vuelt a por el espacio a una velocida d losuficientement e grande , de regreso a la Tierra la en-contraríamos envejecid a unos siglos cuando nuestropropio reloj llevado durante el recorrido habrí a mar-cado sólo unas horas. Mucho menos largo sería el viaj enecesario para ajustar a nuestra impaciencia el tiem-po que Bergso n postula como fijo y necesario para di-solve r el terrón de azúca r en el vaso de agua .

Por otra parte, es precis o señala r que no se trata devanos juegos de cálculo . En lo sucesivo, la relatividaddel lapso de tiempo para sistemas en movimiento es

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un dato científico . S i a ese respect o se pensar a tene rderech o a recusa r la lecció n de la ciencia , se necesita -rí a permitirno s duda r de l a intervenció n de la s condi -cione s física s en l a experienci a de l a disolució n delazúcar y de la interferenci a efectiv a del t iemp o con la svariables experimentales . Por ejemplo , ¿est á todo e lmund o de acuerd o en que esa experiencia de disolu -ción pone en juego l a temperatura ? Pues bien , par a l acienci a moderna igualment e hac e interveni r l a relati -vidad del tiempo . No se toma l a cienci a sólo en parte ,es preciso tomarl a por entero.

Así , con l a Relatividad , de pronto qued ó estropead otodo lo que se vinculab a a la s prueba s externas de unaDuración única , principi o clar o de ordenació n de loselementos . El Metafísico debí a replegarse haci a sutiemp o local , encerrarse en su propia duración íntima .Al menos de maner a inmediata , e l mundo no ofrecí agarantí a de convergenci a para nuestra s duraciones in -dividuales , vivida s en la intimida d de la conciencia .

Pero , ahora , he aqu í l o que merec e observarse : enla doctrina de Einstein, el instante bien precisado sigue siendo un absoluto. Par a darl e ese valo r de ab -soluto , bast a considera r e l instant e en su estad o sinté -tico , como un punto del espacio-tiempo . En otras pa -labras , ha y que considera r a l se r como una síntesi sapoyada a la vez en el espaci o y en el t iempo . Está enel punto en que concurre n el luga r y el presente : hic et nunc; no aqu í y mañana , ni tampoc o all á y ahora .En esta s dos última s fórmulas , e l instant e se dilatarí aen el eje de la s duraciones o en el eje del espacio ; es -capand o por un lad o a una síntesi s precisa , esa s fór-mula s dar ía n pábul o a un estudi o enterament e relati -vo de l a duración y del espacio . Pero en cuant o seacept a solda r y fundi r los dos adverbios , he aqu í queel verbo ser recib e a l fin su poder de absoluto .

EL INSTANTE 29

En este mism o lugar y en este mismo momento, ah íes clara , evident e y precisa la simultaneidad ; ah í se or-dena la sucesión sin desmay o y sin oscuridad . La doc-trina de Einstei n nos nieg a la pretensión de considerarclar a en sí l a simultaneida d de dos acaecimientos loca -lizados en puntos diferentes del espacio . Par a estable -cer esa simultaneida d serí a preciso una experienci a enque pudiéramos basarnos sobre el éter fijo . El fracas ode Michelson nos prohibe l a esperanza de realizar esaexperiencia . Por tanto, es necesari o poder definir indi-rectamente la simultaneida d en lugare s diversos y , porconsecuencia, hay que ajusfar l a medid a de l a duraciónque separ a instantes diferentes a esa definición aú n re-lativa de l a simultaneidad . No hay concomitanci a se-gur a que no vay a acompañad a de una coincidencia .

Así , volvemos de nuestr a incursión por e l camp odel fenómeno con la certez a de que la duració n sólo seaglomera , de maner a facticia, en una atmósfer a deconvencione s y de definicione s previas , y que su uni -da d sólo procede de l a general ida d y de l a perez a denuestro examen . En cambio, e l instant e se muestr acapa z de precisión y de objetividad , y nosotros senti -mos en él la marc a de la fijez a y de lo absoluto .

¿Vamos ahora a hacer del instante el centro de con-densació n en torno a l cua l plantear íamos una du-ració n evanescente , lo que se necesit a exactament e decontinuida d para hace r un átomo de tiemp o aislad o enreliev e sobre l a nad a y da r en profundida d a l a Nadasus dos figura s engañosa s segú n que miremo s haci a e lpasad o o que nos volvamos haci a el porvenir ?

Ésa fue nuestr a últ im a tentativa , ante s de adopta ra l fin , si n compromis o alguno , e l punto de vist a clara -mente marcado de Roupnel .

Hablemos entonces de l a razó n que ha puesto tér-mino a nuestr a conversación .

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EL INSTANTE 2928 EL INSTANTE

un dato científico . S i a ese respect o se pensar a tene rderech o a recusa r la lecció n de la ciencia , se necesita -rí a permitirno s duda r de l a intervenció n de la s condi -cione s física s en l a experienci a de l a disolució n delazúcar y de la interferenci a efectiv a del t iemp o con la svariables experimentales . Por ejemplo , ¿est á todo e lmund o de acuerd o en que esa experiencia de disolu -ción pone en juego l a temperatura ? Pues bien , par a l acienci a moderna igualment e hac e interveni r l a relati -vidad del tiempo . No se toma l a cienci a sólo en parte ,es preciso tomarl a por entero.

Así , con l a Relatividad , de pronto qued ó estropead otodo lo que se vinculab a a la s prueba s externas de unaDuración única , principi o clar o de ordenació n de loselementos . El Metafísico debí a replegarse haci a sutiemp o local , encerrarse en su propia duración íntima .Al menos de maner a inmediata , e l mundo no ofrecí agarantí a de convergenci a para nuestra s duraciones in -dividuales , vivida s en la intimida d de la conciencia .

Pero , ahora , he aqu í l o que merec e observarse : enla doctrina de Einstein, el instante bien precisado sigue siendo un absoluto. Par a darl e ese valo r de ab -soluto , bast a considera r e l instant e en su estad o sinté -tico , como un punto del espacio-tiempo . En otras pa -labras , ha y que considera r a l se r como una síntesi sapoyada a la vez en el espaci o y en el t iempo . Está enel punto en que concurre n el luga r y el presente : hic et nunc; no aqu í y mañana , ni tampoc o all á y ahora .En esta s dos última s fórmulas , e l instant e se dilatarí aen el eje de la s duraciones o en el eje del espacio ; es -capand o por un lad o a una síntesi s precisa , esa s fór-mula s dar ía n pábul o a un estudi o enterament e relati -vo de l a duración y del espacio . Pero en cuant o seacept a solda r y fundi r los dos adverbios , he aqu í queel verbo ser recib e a l fin su poder de absoluto .

EL INSTANTE 29

En este mism o lugar y en este mismo momento, ah íes clara , evident e y precisa la simultaneidad ; ah í se or-dena la sucesión sin desmay o y sin oscuridad . La doc-trina de Einstei n nos nieg a la pretensión de considerarclar a en sí l a simultaneida d de dos acaecimientos loca -lizados en puntos diferentes del espacio . Par a estable -cer esa simultaneida d serí a preciso una experienci a enque pudiéramos basarnos sobre el éter fijo . El fracas ode Michelson nos prohibe l a esperanza de realizar esaexperiencia . Por tanto, es necesari o poder definir indi-rectamente la simultaneida d en lugare s diversos y , porconsecuencia, hay que ajusfar l a medid a de l a duraciónque separ a instantes diferentes a esa definición aú n re-lativa de l a simultaneidad . No hay concomitanci a se-gur a que no vay a acompañad a de una coincidencia .

Así , volvemos de nuestr a incursión por e l camp odel fenómeno con la certez a de que la duració n sólo seaglomera , de maner a facticia, en una atmósfer a deconvencione s y de definicione s previas , y que su uni -da d sólo procede de l a general ida d y de l a perez a denuestro examen . En cambio, e l instant e se muestr acapa z de precisión y de objetividad , y nosotros senti -mos en él la marc a de la fijez a y de lo absoluto .

¿Vamos ahora a hacer del instante el centro de con-densació n en torno a l cua l plantear íamos una du-ració n evanescente , lo que se necesit a exactament e decontinuida d para hace r un átomo de tiemp o aislad o enreliev e sobre l a nad a y da r en profundida d a l a Nadasus dos figura s engañosa s segú n que miremo s haci a e lpasad o o que nos volvamos haci a el porvenir ?

Ésa fue nuestr a últ im a tentativa , ante s de adopta ra l fin , si n compromis o alguno , e l punto de vist a clara -mente marcado de Roupnel .

Hablemos entonces de l a razó n que ha puesto tér-mino a nuestr a conversación .

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EL INSTANTE30

30 EL INSTANTE

Cuand o todaví a teníamos fe en l a duración bergso -nian a y par a estudiarla nos esforzábamo s por depu -ra r y por consiguient e por empobrece r el antecedente ,nuestros esfuerzo s siempr e encontraba n e l mism oobstáculo : nunca lográbamo s vence r e l carácte r depródig a heterogeneidad de l a duración . Como es na -tural , sólo acusábamo s a nuestr a incapacidad de me -ditar , de desligamos de lo accidental y de l a noveda dque nos asaltaba . Nunca lográbamo s perdernos l o su-ficient e par a volve r a encontrarnos , nunca llegábamosa tocar y a segui r esa corrient e uniforme en que la du-ració n desarrollarí a una histori a si n historias , una in-cidenci a si n incidentes . Nosotros habr íamo s querid oun deveni r que fuera un vuel o en un ciel o l ímpido , unvuel o que no desplazar a nada , a l que no se opusier ael menor obstáculo , e l impulso en el vacío ; en poca spalabras , el deveni r en su purez a y en su simplicidad ,el deveni r en su soledad . ¡Cuánta s vece s buscamo s en eldeveni r elemento s ta n claro s y t a n coherente s comolos que Spinoz a observab a en l a meditació n del ser !

Pero en nuestr a impotenci a por encontra r en nos-otros mismo s esa s grande s línea s lisas , esos grande srasgo s simples mediant e los cuale s el impuls o vita l de-be dibuja r e l devenir , de maner a enterament e naturalnos veíamos inducido s a busca r la homogeneida d de laduració n limitándonos a fragmentos cad a vez menosextensos . Pero siempr e era el mism o fracaso : ¡l a dura -ción no se limitab a a dura r sino que vivía ! Por peque -ño que fuera el fragment o considerado , bastab a unexamen microscópic o par a lee r en él una multiplicida dde acaecimientos ; siempr e bordados , nunca l a tela ;siempr e sombra s y reflejo s en el espej o móvi l del río,nunca l a coment e límpida . Como l a sustancia , l a du-ració n no nos enví a sino fantasmas . Duració n y sus -tanci a inclus o representan , una respect o a otra , en una

EL INSTANTE 31

desesperant e reciprocidad , l a fábul a del burlado r bur-lado : el deveni r es el fenómeno de la sustancia , la sus -tanci a es el fenómeno del devenir .

¿Po r qué entonces no aceptar , como má s prudenteen lo metafísico , iguala r el t iemp o al accidente , lo queequival e a iguala r el t iemp o a su fenómeno? El tiem -po sólo se observ a por los instantes ; l a duració n —y averemo s cómo— sólo se sient e por los instantes . Es unpolvo de instantes , mejo r aún , un grup o de puntos enque un fenómeno de perspectiv a solidariz a de maner amá s o menos estrecha. 6

Pues clarament e se sient e que ahora es preciso baja rhast a los puntos temporale s si n n ingun a dimensiónindividual . La líne a que reúne los puntos y esquema -tiza l a duració n es sólo una funció n panorámic a y re -trospectiva , cuy o carácte r subjetivo e indirect o de-mostraremo s a continuación .

Sin quere r desarrolla r largament e prueba s psicoló -gicas , indiquemos ta n sólo aqu í e l carácte r psicológi -co del problema . Démonos cuent a entonces de que l aexperienci a inmediata del t iemp o no es l a experienci atan fugaz , ta n difíci l y tan docta de l a duración , sinoantes bie n l a experienci a despreocupad a del instante ,aprehendido siempr e en su inmovilidad . Todo lo quees simple , todo lo que en nosotros es fuerte , todo lo que esinclus o durable , es el don de un instante .

Par a lucha r a l punto en e l terreno má s difícil , su-brayemos por ejempl o que e l recuerd o de l a duraciónestá entre los recuerdos menos durables . S e recuerd ahabe r sido , pero no se recuerd a habe r durado . El ale -jamiento en el tiemp o deforma la perspectiv a de la lon-gitud , pues l a duració n siempr e depende de un punto

6 Desde un punto de vist a ciertament e más psicológic o que elnuestro, Guyau decía : "La idea del tiempo.. . se reduce a un efectode perspectiva" . (Prefaci o a La genes e de l'idée du temps.)

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Cuand o todaví a teníamos fe en l a duración bergso -nian a y par a estudiarla nos esforzábamo s por depu -ra r y por consiguient e por empobrece r el antecedente ,nuestros esfuerzo s siempr e encontraba n e l mism oobstáculo : nunca lográbamo s vence r e l carácte r depródig a heterogeneidad de l a duración . Como es na -tural , sólo acusábamo s a nuestr a incapacidad de me -ditar , de desligamos de lo accidental y de l a noveda dque nos asaltaba . Nunca lográbamo s perdernos l o su-ficient e par a volve r a encontrarnos , nunca llegábamosa tocar y a segui r esa corrient e uniforme en que la du-ració n desarrollarí a una histori a si n historias , una in-cidenci a si n incidentes . Nosotros habr íamo s querid oun deveni r que fuera un vuel o en un ciel o l ímpido , unvuel o que no desplazar a nada , a l que no se opusier ael menor obstáculo , e l impulso en el vacío ; en poca spalabras , el deveni r en su purez a y en su simplicidad ,el deveni r en su soledad . ¡Cuánta s vece s buscamo s en eldeveni r elemento s ta n claro s y t a n coherente s comolos que Spinoz a observab a en l a meditació n del ser !

Pero en nuestr a impotenci a por encontra r en nos-otros mismo s esa s grande s línea s lisas , esos grande srasgo s simples mediant e los cuale s el impuls o vita l de-be dibuja r e l devenir , de maner a enterament e naturalnos veíamos inducido s a busca r la homogeneida d de laduració n limitándonos a fragmentos cad a vez menosextensos . Pero siempr e era el mism o fracaso : ¡l a dura -ción no se limitab a a dura r sino que vivía ! Por peque -ño que fuera el fragment o considerado , bastab a unexamen microscópic o par a lee r en él una multiplicida dde acaecimientos ; siempr e bordados , nunca l a tela ;siempr e sombra s y reflejo s en el espej o móvi l del río,nunca l a coment e límpida . Como l a sustancia , l a du-ració n no nos enví a sino fantasmas . Duració n y sus -tanci a inclus o representan , una respect o a otra , en una

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desesperant e reciprocidad , l a fábul a del burlado r bur-lado : el deveni r es el fenómeno de la sustancia , la sus -tanci a es el fenómeno del devenir .

¿Po r qué entonces no aceptar , como má s prudenteen lo metafísico , iguala r el t iemp o al accidente , lo queequival e a iguala r el t iemp o a su fenómeno? El tiem -po sólo se observ a por los instantes ; l a duració n —y averemo s cómo— sólo se sient e por los instantes . Es unpolvo de instantes , mejo r aún , un grup o de puntos enque un fenómeno de perspectiv a solidariz a de maner amá s o menos estrecha. 6

Pues clarament e se sient e que ahora es preciso baja rhast a los puntos temporale s si n n ingun a dimensiónindividual . La líne a que reúne los puntos y esquema -tiza l a duració n es sólo una funció n panorámic a y re -trospectiva , cuy o carácte r subjetivo e indirect o de-mostraremo s a continuación .

Sin quere r desarrolla r largament e prueba s psicoló -gicas , indiquemos ta n sólo aqu í e l carácte r psicológi -co del problema . Démonos cuent a entonces de que l aexperienci a inmediata del t iemp o no es l a experienci atan fugaz , ta n difíci l y tan docta de l a duración , sinoantes bie n l a experienci a despreocupad a del instante ,aprehendido siempr e en su inmovilidad . Todo lo quees simple , todo lo que en nosotros es fuerte , todo lo que esinclus o durable , es el don de un instante .

Par a lucha r a l punto en e l terreno má s difícil , su-brayemos por ejempl o que e l recuerd o de l a duraciónestá entre los recuerdos menos durables . S e recuerd ahabe r sido , pero no se recuerd a habe r durado . El ale -jamiento en el tiemp o deforma la perspectiv a de la lon-gitud , pues l a duració n siempr e depende de un punto

6 Desde un punto de vist a ciertament e más psicológic o que elnuestro, Guyau decía : "La idea del tiempo.. . se reduce a un efectode perspectiva" . (Prefaci o a La genes e de l'idée du temps.)

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EL INSTANTE3232 EL INSTANTE

de vista . Por lo demás , ¿qu é es el recuerd o puro de lafilosofí a bergsonian a sino una image n considerad a ensu aislamiento ? S i en una obra má s larg a tuviéramo stiemp o de estudiar el problem a de la localización tem-poral de los recuerdos , no nos serí a difíci l demostra rhast a qué grado se sitúa n mal , hast a dónde encuentra nartificialment e un orden en nuestr a histori a íntima . Ellibr o entero de Halbwachs sobre "los marco s socialesde l a memoria " nos probarí a que nuestr a meditaciónno dispone en absolut o de una t ram a psicológica sóli -da , esquelet o de l a duración muerta , donde pudié -ramos natural , psicológicament e y en l a soledad denuestr a propia concienci a fijar e l lugar del recuerd oevocado . En el fondo, nos es preciso aprende r una y otra vez nuestr a propia cronologí a y , par a este estudio ,recurrimos a los cuadro s sinópticos , verdaderos resú -menes de la s coincidencias más accidentales . Y as í escomo en los corazone s má s humildes vien e a inscribir -se la histori a de los reyes . Ma l sabríamo s nuestr a pro-pia histori a o cuand o menos nuestr a propia histori a es-tarí a llena de anacronismos , s i estuviéramo s menosatentos a la histori a contemporánea . Mediant e la elec -ción tan insignificant e de un president e de l a Repúblic alocalizamos con rapide z y precisión ta l o cua l recuerd oíntimo : ¿no es prueba de que no hemos conservad o elmenor rastr o de la s duraciones muertas ? Guardian adel tiempo , l a memori a sólo guard a el instante ; no con-serv a nada , absolutament e nad a de nuestr a sensacióncomplicad a y fictici a que es la duración .

La psicologí a de l a volunta d y de l a atenció n —vo-lunta d ésta de l a inteligencia — nos prepar a tambié npara admiti r como hipótesi s de trabaj o l a concepciónroupnclian a del instant e si n duración . En esa psicolo -gía , es y a muy seguro que l a duració n sólo podrí a in-terveni r de maner a indirecta ; fácilment e se ve que no

El, INSTANTE 33

es condición primordial : con l a duración ta l vez sepueda medi r l a espera , pero no l a atenció n mism a querecib e su valo r de intensidad en un solo instante .

El problem a de l a atención se nos presentó natura l -mente en el nive l mismo de la s meditacione s que lle -vamo s adelante sobre l a duración . En efecto , y a quepersonalment e no podíamo s fija r por much o t iemp onuestr a atención en esa nad a idea l que represent a e ly o desnudo , debíamos vernos tentados a romper l a du-ració n en el ritmo de nuestros actos de atención . Y unavez más , allí , ante e l mínim o de imprevisto , t ratand ode encontra r el reino de la intimidad pura y desnuda , depronto nos dábamo s cuent a de que esa atenció n par anosotros mismo s ofrecí a por su propio funcionamient oesa s deliciosas y frágile s novedade s de un pensamien -to si n historia , de un pensamiento sin pensamientos .Estrechad o por entero contra el cogito cartesiano , esepensamiento no dura . Sól o obtiene su evidenci a de sucarácte r instantáneo , sólo toma concienci a clar a de símism o porque es vací o y solitario . Entonces aguard ae l a taqu e del mund o en una duració n que no es sinol a nad a del pensamiento y por consiguient e una nadaafectiva . El mund o l e da un conocimiento , y una vezmás , en un instant e fecundo , l a concienci a se enrique -cerá con un conocimiento objetivo .

Por otra parte , puesto que l a atención sient e l a ne-cesida d y tiene l a faculta d de recobrarse , por esencia ,está del todo en sus recuperaciones . La atención estambié n una seri e de comienzos , está hecha de los re -nacimiento s del espírit u que vuelv e a l a concienci acuand o e l t iemp o marc a instantes . Además , s i llevá -ramos nuestro exame n a ese estrech o camp o en que l aatención es decisión , veríamos cuánt o tiene de fulgu -rante una voluntad donde viene n a converge r l a evi -denci a de los motivo s y l a alegrí a del acto . Entonces

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de vista . Por lo demás , ¿qu é es el recuerd o puro de lafilosofí a bergsonian a sino una image n considerad a ensu aislamiento ? S i en una obra má s larg a tuviéramo stiempo de estudiar el problem a de la localización tem-poral de los recuerdos , no nos serí a difíci l demostra rhast a qué grado se sitúa n mal , hast a dónde encuentra nartificialment e un orden en nuestr a histori a íntima . Ellibr o entero de Halbwachs sobre "los marco s socialesde l a memoria " nos probarí a que nuestr a meditaciónno dispone en absolut o de una t ram a psicológica sóli -da , esquelet o de l a duración muerta , donde pudié -ramos natural , psicológicament e y en l a soledad denuestr a propia concienci a fijar e l lugar del recuerd oevocado . En el fondo, nos es preciso aprende r una y otra vez nuestr a propia cronologí a y , par a este estudio ,recurrimos a los cuadro s sinópticos , verdaderos resú -menes de la s coincidencias más accidentales . Y as í escomo en los corazone s má s humildes vien e a inscribir -se la histori a de los reyes . Ma l sabríamo s nuestr a pro-pia histori a o cuand o menos nuestr a propia histori a es-tarí a llena de anacronismos , s i estuviéramo s menosatentos a la histori a contemporánea . Mediant e la elec -ción tan insignificant e de un president e de l a Repúblic alocalizamos con rapide z y precisión ta l o cua l recuerd oíntimo : ¿no es prueba de que no hemos conservad o elmenor rastr o de la s duraciones muertas ? Guardian adel tiempo , l a memori a sólo guard a el instante ; no con-serv a nada , absolutament e nad a de nuestr a sensacióncomplicad a y fictici a que es la duración .

La psicologí a de l a volunta d y de l a atenció n —vo-lunta d ésta de l a inteligencia — nos prepar a tambié npara admiti r como hipótesi s de trabaj o l a concepciónroupnclian a del instant e si n duración . En esa psicolo -gía , es y a muy seguro que l a duració n sólo podrí a in-terveni r de maner a indirecta ; fácilment e se ve que no

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es condición primordial : con l a duración ta l vez sepueda medi r l a espera , pero no l a atenció n mism a querecib e su valo r de intensidad en un solo instante .

El problem a de l a atención se nos presentó natura l -mente en el nive l mismo de la s meditacione s que lle -vamo s adelante sobre l a duración . En efecto , y a quepersonalment e no podíamo s fija r por much o t iemp onuestr a atención en esa nad a idea l que represent a e ly o desnudo , debíamos vernos tentados a romper l a du-ració n en el ritmo de nuestros actos de atención . Y unavez más , allí , ante e l mínim o de imprevisto , t ratand ode encontra r el reino de la intimidad pura y desnuda , depronto nos dábamo s cuent a de que esa atenció n par anosotros mismo s ofrecí a por su propio funcionamient oesa s deliciosas y frágile s novedade s de un pensamien -to si n historia , de un pensamiento sin pensamientos .Estrechad o por entero contra el cogito cartesiano , esepensamiento no dura . Sól o obtiene su evidenci a de sucarácte r instantáneo , sólo toma concienci a clar a de símism o porque es vací o y solitario . Entonces aguard ae l a taqu e del mund o en una duració n que no es sinol a nad a del pensamiento y por consiguient e una nadaafectiva . El mund o l e da un conocimiento , y una vezmás , en un instant e fecundo , l a concienci a se enrique -cerá con un conocimiento objetivo .

Por otra parte , puesto que l a atención sient e l a ne-cesida d y tiene l a faculta d de recobrarse , por esencia ,está del todo en sus recuperaciones . La atención estambié n una seri e de comienzos , está hecha de los re -nacimiento s del espírit u que vuelv e a l a concienci acuand o e l t iemp o marc a instantes . Además , s i llevá -ramos nuestro exame n a ese estrech o camp o en que l aatención es decisión , veríamos cuánt o tiene de fulgu -rante una voluntad donde viene n a converge r l a evi -denci a de los motivo s y l a alegrí a del acto . Entonces

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EL INSTANTE3434 E L INSTANTE EL INSTANTE 35

podríamo s habla r de condicione s propiament e instan -táneas . Condiciones ésta s rigurosament e preliminareso, mejo r aún , preiniciales , por se r antecedente s de loque los geómetras l lama n la s condicione s iniciale s delmovimiento . Y por ell o son metafísic a y no abstracta -mente instantáneas . Contemplando el gat o a l acecho ,ver á usted el instante del mal inscribirs e en la reali -dad , mientra s que un bergsonian o pas a de all í a con-sidera r l a trayectori a del mal , por ajustad o que sea elexame n que hag a de l a duración . Si n duda , e l salt odesarroll a al iniciars e una duració n acorde con la s leye sfísica s y fisiológicas , leye s que rige n conjuntos com-plejos . Pero ante s ha habid o e l complicad o proces odel impulso , el instant e simpl e y crimina l de la decisión .

Además , si enfocamo s esa atenció n en el espectácu -lo que nos rodea , si en vez de ser atenció n par a el pen-samient o íntim o l a consideramos como atenció n par al a vida , a l punto nos damo s cuent a de que nac e deuna coincidencia . La coincidenci a es el mínimo de no-veda d necesari a par a lija r nuestr o espíritu . No po-dríamo s poner atenció n en un proces o de desarroll oen que l a duració n fuera el únic o principi o de ordena -ción y de diferenciació n de los acontecimientos . Se ne-cesit a alg o nuev o par a que interveng a el pensamiento ,alg o nuevo para que la concienci a se afirm e y par a quela vid a progrese . Pues bien , en su principio , l a nove-dad a todas luces siempr e es instantánea .

Finalmente , lo que mejo r analizarí a la psicologí a dela voluntad , de la evidencia , de la atención , es el pun-to del espacio-tiempo . Desafortunadamente , par a queese análisis sea clar o y probante , serí a precis o que ellenguaj e filosófico , o incluso el lenguaj e común , hay aasimilad o la s doctrina s de la relatividad . S e sient e y aque esa asimilació n ha empezado, aunqu e esté lejo sde habers e terminado . Si n embargo , creemo s que por

ese camino se podrá realiza r l a fusió n del atomismoespacia l y del atomismo temporal . Cuant o má s íntim asea esa fusión , mejo r se comprender á el preci o de l atesi s de Roupnel . De ese modo se captar á mejo r su ca -rácte r concreto . El complej o espacio-tiempo-concien -ci a es el atomism o de tripl e esencia , es l a mónad aafirmad a en su tripl e soledad , si n comunicació n conla s cosas , si n comunicació n con el pasad o y si n comu-nicació n con la s almas extrañas .

Ma s todas esa s presuncione s parecerá n tanto má sdébile s cuant o que tiene n en su contra muchos hábi -tos de pensamiento y de expresión . Por otra parte ,clarament e nos damos cuent a de que l a convicció n nose obtendrá de un solo golp e y de que el terreno psico -lógic o puede parecer a muchos lectore s poco propici opara esa s investigacione s metafísicas .

¿Qué hemos esperad o acumulando todas esa s razo -nes? Sól o demostra r que , de ser necesario , aceptaríamosel combate en los terrenos má s desfavorables . Pero l aposició n metafísic a del problem a es má s fuerte en re -sumida s cuentas . A ell a dedicaremo s ahora nuestr oesfuerzo . Consideremo s pues l a tesi s en toda su clari -dad . La intuició n tempora l de Roupne l afirma :

1. El carácte r absolutamente discontinu o del tiempo .2. El carácte r absolutamente puntiforme del instante .Por tanto, l a tesi s de Roupne l realiz a l a aritmetiza -

ción más complet a y más franca del tiempo . La duració nno es sino un númer o cuy a unida d es el instante .

Par a mayo r clar idad , enunciemo s además , comocorolario , l a negació n del carácte r realment e tempora le inmediat o de la duración . Roupne l dice que "el Espa-cio y e l Tiemp o sólo nos parece n infinito s cuand o noexisten". 7 Baco n habí a observad o y a que "no hay nad a

7 Siloé, p. 126.

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podríamo s habla r de condicione s propiament e instan -táneas . Condiciones ésta s rigurosament e preliminareso, mejo r aún , preiniciales , por se r antecedente s de loque los geómetras l lama n la s condicione s iniciale s delmovimiento . Y por ell o son metafísic a y no abstracta -mente instantáneas . Contemplando el gat o a l acecho ,ver á usted el instante del mal inscribirs e en la reali -dad , mientra s que un bergsonian o pas a de all í a con-sidera r l a trayectori a del mal , por ajustad o que sea elexame n que hag a de l a duración . Si n duda , e l salt odesarroll a al iniciars e una duració n acorde con la s leye sfísica s y fisiológicas , leye s que rige n conjuntos com-plejos . Pero ante s ha habid o e l complicad o proces odel impulso , el instant e simpl e y crimina l de la decisión .

Además , si enfocamo s esa atenció n en el espectácu -lo que nos rodea , si en vez de ser atenció n par a el pen-samient o íntim o l a consideramos como atenció n par al a vida , a l punto nos damo s cuent a de que nac e deuna coincidencia . La coincidenci a es el mínimo de no-veda d necesari a par a lija r nuestr o espíritu . No po-dríamo s poner atenció n en un proces o de desarroll oen que l a duració n fuera el únic o principi o de ordena -ción y de diferenciació n de los acontecimientos . Se ne-cesit a alg o nuev o par a que interveng a el pensamiento ,alg o nuevo para que la concienci a se afirm e y par a quela vid a progrese . Pues bien , en su principio , l a nove-dad a todas luces siempr e es instantánea .

Finalmente , lo que mejo r analizarí a la psicologí a dela voluntad , de la evidencia , de la atención , es el pun-to del espacio-tiempo . Desafortunadamente , par a queese análisis sea clar o y probante , serí a precis o que ellenguaj e filosófico , o incluso el lenguaj e común , hay aasimilad o la s doctrina s de la relatividad . S e sient e y aque esa asimilació n ha empezado, aunqu e esté lejo sde habers e terminado . Si n embargo , creemo s que por

ese camino se podrá realiza r l a fusió n del atomismoespacia l y del atomismo temporal . Cuant o má s íntim asea esa fusión , mejo r se comprender á el preci o de l atesi s de Roupnel . De ese modo se captar á mejo r su ca -rácte r concreto . El complej o espacio-tiempo-concien -ci a es el atomism o de tripl e esencia , es l a mónad aafirmad a en su tripl e soledad , si n comunicació n conla s cosas , si n comunicació n con el pasad o y si n comu-nicació n con la s almas extrañas .

Ma s todas esa s presuncione s parecerá n tanto má sdébile s cuant o que tiene n en su contra muchos hábi -tos de pensamiento y de expresión . Por otra parte ,clarament e nos damos cuent a de que l a convicció n nose obtendrá de un solo golp e y de que el terreno psico -lógic o puede parecer a muchos lectore s poco propici opara esa s investigacione s metafísicas .

¿Qué hemos esperad o acumulando todas esa s razo -nes? Sól o demostra r que , de ser necesario , aceptaríamosel combate en los terrenos má s desfavorables . Pero l aposició n metafísic a del problem a es má s fuerte en re -sumida s cuentas . A ell a dedicaremo s ahora nuestr oesfuerzo . Consideremo s pues l a tesi s en toda su clari -dad . La intuició n tempora l de Roupne l afirma :

1. El carácte r absolutamente discontinu o del tiempo .2. El carácte r absolutamente puntiforme del instante .Por tanto, l a tesi s de Roupne l realiz a l a aritmetiza -

ción más complet a y más franca del tiempo . La duració nno es sino un númer o cuy a unida d es el instante .

Par a mayo r clar idad , enunciemo s además , comocorolario , l a negació n del carácte r realment e tempora le inmediat o de la duración . Roupne l dice que "el Espa-cio y e l Tiemp o sólo nos parece n infinito s cuand o noexisten". 7 Baco n habí a observad o y a que "no hay nad a

7 Siloé, p. 126.

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EL INSTANTE3636 E L INSTANTE

más vast o que la s cosa s vacías" . Inspirándonos en esa sfórmulas , creemo s poder decir , si n deforma r e l pen-samient o de Roupnel , que en verda d no exist e sin ola nada que sea continua.

IV

Conocemos de sobra l a réplica que provocaremos es -cribiendo esa fórmula . S e nos dir á que l a nad a delt iemp o es precisament e e l interval o que separ a losinstante s en verda d marcado s por acontecimientos .De ser necesari o y par a vencernos mejor , se nos con-ceder á que los acontecimiento s tiene n nacimient o ins -tantáneo , s i es preciso que incluso son instantáneos ,pero par a distingui r los instantes se reclamar á un in-tervalo con una existenci a real . S e nos querr á hace rdeci r que ese interval o es en verda d el t iempo , el tiem -po vacío , e l t iemp o si n acaecimientos , e l t iemp o quedura , l a duración que se prolong a y que se mide . Peroinsistimos en afirmar que el t iemp o no es nad a si en élno ocurre nada , que no tiene sentid o l a Eternida d an-tes de l a creación ; que l a nad a no se mid e y no podríatener tamaño .

Si n duda nuestr a intuición del t iemp o totalment earitmetizad o se opone a una tesi s común , por tantopuede choca r con idea s comunes , pero es convenienteque nuestr a intuición se juzgu e en s í misma . Esa in-tuició n puede parece r pobre, pero fuerza es reconoce rque , en sus desarrollos , hast a aqu í es coherente consi -go misma .

S i por otra parte ofrecemo s un principio que dé piea un sucedáneo de l a medid a del t iempo , habremo sfranqueado , o eso creemos , un momento decisivo , sinduda el último en que nos aguard e l a crítica .

EL INSTANTE 37

Formulemo s esa crítica de l a maner a má s bruta lposible .

En l a tesi s de usted , se nos dirá , no pued e aceptaruna medid a del t iemp o como tampoc o su divisió n enparte s al ícuotas ; y si n embargo , dic e como todo elmundo que l a hora dura 60 minuto s y que e l minut oequival e a 60 segundos . Por tanto, cree uste d en l aduración . No puede habla r si n emplea r todos los ad -verbios , todas la s palabra s que evocan lo que dura , loque pasa , lo que se espera . En su propia discusión , seve obligad o a decir : much o tiempo , durante , entre -tanto. La duració n está entonces en l a gramática , tan-to en la morfologí a como en la sintaxis .

Sí , la s palabra s está n all í ante s que el pensamiento ,ante s que nuestr o esfuerz o por renova r un pensa -miento . Pero, ¿n o es l a funció n del filósof o deforma rlo suficient e el sentid o de la s palabra s par a obtener loabstract o de lo concreto , par a permiti r a l pensamien -to evadirs e de la s cosas ? ¿No debe , como el poeta ,"da r un sentid o má s puro a la s palabra s de l a tr ibu" ?(Mallarmé) . Y si se quier e reflexiona r en el hecho deque todas la s palabra s que manifiesta n la s caracterís -tica s temporale s está n implicada s en la s metáforas ,puesto que toma n una par t e de sus radicales de losaspecto s espaciales , se ver á que en el terreno de l a po-lémic a no estaríamo s desarmados y si n duda se nosdispensar á de esa acusació n de círculo vicioso entera -mente verbal .

Ma s el problem a de l a medid a sigu e intact o y evi -dentemente es all í donde l a crític a debe parece r deci -siva ; puesto que l a duración se mide, es porque tieneuna magnitud . Por tanto, llev a e l signo evident e de surealidad .

Veamo s entonces si ese sign o es en verda d inmedia -to. Tratemos de demostra r cómo, en nuestr a opinión ,

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más vast o que la s cosa s vacías" . Inspirándonos en esa sfórmulas , creemo s poder decir , si n deforma r e l pen-samient o de Roupnel , que en verda d no exist e sin ola nada que sea continua.

IV

Conocemos de sobra l a réplica que provocaremos es -cribiendo esa fórmula . S e nos dir á que l a nad a delt iemp o es precisament e e l interval o que separ a losinstante s en verda d marcado s por acontecimientos .De ser necesari o y par a vencernos mejor , se nos con-ceder á que los acontecimiento s tiene n nacimient o ins -tantáneo , s i es preciso que incluso son instantáneos ,pero par a distingui r los instantes se reclamar á un in-tervalo con una existenci a real . S e nos querr á hace rdeci r que ese interval o es en verda d el t iempo , el tiem -po vacío , e l t iemp o si n acaecimientos , e l t iemp o quedura , l a duración que se prolong a y que se mide . Peroinsistimos en afirmar que el t iemp o no es nad a si en élno ocurre nada , que no tiene sentid o l a Eternida d an-tes de l a creación ; que l a nad a no se mid e y no podríatener tamaño .

Si n duda nuestr a intuición del t iemp o totalment earitmetizad o se opone a una tesi s común , por tantopuede choca r con idea s comunes , pero es convenienteque nuestr a intuición se juzgu e en s í misma . Esa in-tuició n puede parece r pobre, pero fuerza es reconoce rque , en sus desarrollos , hast a aqu í es coherente consi -go misma .

S i por otra parte ofrecemo s un principio que dé piea un sucedáneo de l a medid a del t iempo , habremo sfranqueado , o eso creemos , un momento decisivo , sinduda el último en que nos aguard e l a crítica .

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Formulemo s esa crítica de l a maner a má s bruta lposible .

En l a tesi s de usted , se nos dirá , no pued e aceptaruna medid a del t iemp o como tampoc o su divisió n enparte s al ícuotas ; y si n embargo , dic e como todo elmundo que l a hora dura 60 minuto s y que e l minut oequival e a 60 segundos . Por tanto, cree uste d en l aduración . No puede habla r si n emplea r todos los ad -verbios , todas la s palabra s que evocan lo que dura , loque pasa , lo que se espera . En su propia discusión , seve obligad o a decir : much o tiempo , durante , entre -tanto. La duració n está entonces en l a gramática , tan-to en la morfologí a como en la sintaxis .

Sí , la s palabra s está n all í ante s que el pensamiento ,ante s que nuestr o esfuerz o por renova r un pensa -miento . Pero, ¿n o es l a funció n del filósof o deforma rlo suficient e el sentid o de la s palabra s par a obtener loabstract o de lo concreto , par a permiti r a l pensamien -to evadirs e de la s cosas ? ¿No debe , como el poeta ,"da r un sentid o má s puro a la s palabra s de l a tr ibu" ?(Mallarmé) . Y si se quier e reflexiona r en el hecho deque todas la s palabra s que manifiesta n la s caracterís -tica s temporale s está n implicada s en la s metáforas ,puesto que toma n una par t e de sus radicales de losaspecto s espaciales , se ver á que en el terreno de l a po-lémic a no estaríamo s desarmados y si n duda se nosdispensar á de esa acusació n de círculo vicioso entera -mente verbal .

Ma s el problem a de l a medid a sigu e intact o y evi -dentemente es all í donde l a crític a debe parece r deci -siva ; puesto que l a duración se mide, es porque tieneuna magnitud . Por tanto, llev a e l signo evident e de surealidad .

Veamo s entonces si ese sign o es en verda d inmedia -to. Tratemos de demostra r cómo, en nuestr a opinión ,

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EL INSTANTE38

38 EL INSTANTE

se deberí a plantea r l a apreciación de l a duració n en l aintuició n roupneliana .

¿Qué da a l t iemp o su aparienci a de cont inuidad ? Alparecer , e l hecho de que , imponiendo un corte dondequeramos, podemos designa r un fenómeno que mues -tre e l instant e designad o arbitrar iamente . As í estaría -mos seguros de que nuestr o act o de conocimient o seentreg a a una cabal l ibertad de examen . Dicho de otromodo, pretendemo s situa r nuestros actos de l ibertaden una líne a continu a puesto que en cualquier mo-mento podemos experimentar la eficacia de nuestros actos. Estamos seguro s de todo ello , pero es todo de loque estamo s seguros .

Expresaremo s e l mismo pensamiento en un lengua -j e un tanto distint o que , por lo demás , a pr imer a vist adebe parece r sinónimo de l a primer a expresión . Dire-mos lo siguiente : podemos experimentar la eficacia denuestros actos todas las veces que queramos.

Ahora , una objeción . ¿No supone tác i tament e l apr imer a maner a de expresarno s l a cont inuida d denuestro ser y no es esa continuida d supuest a como porsu propio peso l a que transportamo s a carg o de l a du-ración ? Pero , ¿qu é garant í a tenemos entonces de l acontinuidad atr ibuida as í a nosotros mismos ? Basta -rí a que e l r im o de nuestr o ser deshi lvanad o corres -pondier a a un r i tm o del Cosmos par a que nuestroexamen sea siempr e satisfactori o o, má s sencillamen -te, par a probar l o arbitrario de nuestro corte bastarí aque nuestr a ocasió n de acció n ínt im a correspondier aa una ocasió n del universo ; en poca s palabras , que seafirm e una coincidenci a en un punto del espacio -tiempo-conciencia . Siend o así , y ése es nuestro argu -mento principal , todas las veces nos parec e entonces ,segú n la tesi s del t iemp o discontinuo , sinónim o exac -

EL INSTANTE- 39

to de l a pa labr a siempre considerad a en l a tesi s delt iemp o continuo . S i se acept a permit irnos esta tra -ducción , todo el lenguaj e de lo continuo se nos trans -mite mediant e el uso de esa clave .

Por otra par te , l a vid a pone a nuestr a disposició nuna r iquez a ta n prodigios a de instante s que , ante l acuenta en que los tenemos , ell a parec e sumament e in-definida . Nos percatamo s de que podríamos gasta rmuch o má s y de ah í l a creenci a de que podríamosgasta r sin contar . En ell o resid e nuestr a impresió n decontinuidad íntima .

En cuant o comprendemo s l a importanci a de unaconcomitanci a que se expres a mediant e una concor-danci a de instantes , l a interpretació n del sincronismoes evident e en l a hipótesi s de l a discontinuida d roup-nelian a y , una vez más , hay que establece r ciert o pa -ralelism o entre la s intuicione s de Bergson y la s intui -cione s de Roupnel :

Dos fenómenos son sincrónicos , dir á el filósof obergsoniano , s i concuerda n siempre . Es cosa de ajus -ta r devenires y acciones .

Dos fenómenos son sincrónicos , dirá el filósof o roup-neliano , s i cad a vez que el primer o está presente tam -bién lo está el segundo . Es cuestió n de ajusfa r reanu -dacione s y actos . ¿Cuá l es l a fórmul a má s prudente ?

Decir , con Bergson , que el sincronismo correspondea dos desarrollo s paralelo s equival e a rebasa r un pocola s prueba s objetivas , a ensancha r el camp o de nues -tra verificación . Recusamo s esa extrapolación metafí -sic a que afirm a una continuidad en sí, cuand o quenunca estamo s sino ante l a discontinuidad de nuestr aexperiencia . El sincronismo entonces aparec e siempr een una numeració n concordant e de los instante s efi -caces , nunca como una medid a en ciert o modo geo -métric a de una duració n continua .

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se deberí a plantea r l a apreciación de l a duració n en l aintuició n roupneliana .

¿Qué da a l t iemp o su aparienci a de cont inuidad ? Alparecer , e l hecho de que , imponiendo un corte dondequeramos, podemos designa r un fenómeno que mues -tre e l instant e designad o arbitrar iamente . As í estaría -mos seguros de que nuestr o act o de conocimient o seentreg a a una cabal l ibertad de examen . Dicho de otromodo, pretendemo s situa r nuestros actos de l ibertaden una líne a continu a puesto que en cualquier mo-mento podemos experimentar la eficacia de nuestros actos. Estamos seguro s de todo ello , pero es todo de loque estamo s seguros .

Expresaremo s e l mismo pensamiento en un lengua -j e un tanto distint o que , por lo demás , a pr imer a vist adebe parece r sinónimo de l a primer a expresión . Dire-mos lo siguiente : podemos experimentar la eficacia denuestros actos todas las veces que queramos.

Ahora , una objeción . ¿No supone tác i tament e l apr imer a maner a de expresarno s l a cont inuida d denuestro ser y no es esa continuida d supuest a como porsu propio peso l a que transportamo s a carg o de l a du-ración ? Pero , ¿qu é garant í a tenemos entonces de l acontinuidad atr ibuida as í a nosotros mismos ? Basta -rí a que e l r im o de nuestr o ser deshi lvanad o corres -pondier a a un r i tm o del Cosmos par a que nuestroexamen sea siempr e satisfactori o o, má s sencillamen -te, par a probar l o arbitrario de nuestro corte bastarí aque nuestr a ocasió n de acció n ínt im a correspondier aa una ocasió n del universo ; en poca s palabras , que seafirm e una coincidenci a en un punto del espacio -tiempo-conciencia . Siend o así , y ése es nuestro argu -mento principal , todas las veces nos parec e entonces ,segú n la tesi s del t iemp o discontinuo , sinónim o exac -

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to de l a pa labr a siempre considerad a en l a tesi s delt iemp o continuo . S i se acept a permit irnos esta tra -ducción , todo el lenguaj e de lo continuo se nos trans -mite mediant e el uso de esa clave .

Por otra par te , l a vid a pone a nuestr a disposició nuna r iquez a ta n prodigios a de instante s que , ante l acuenta en que los tenemos , ell a parec e sumament e in-definida . Nos percatamo s de que podríamos gasta rmuch o má s y de ah í l a creenci a de que podríamosgasta r sin contar . En ell o resid e nuestr a impresió n decontinuidad íntima .

En cuant o comprendemo s l a importanci a de unaconcomitanci a que se expres a mediant e una concor-danci a de instantes , l a interpretació n del sincronismoes evident e en l a hipótesi s de l a discontinuida d roup-nelian a y , una vez más , hay que establece r ciert o pa -ralelism o entre la s intuicione s de Bergson y la s intui -cione s de Roupnel :

Dos fenómenos son sincrónicos , dir á el filósof obergsoniano , s i concuerda n siempre . Es cosa de ajus -ta r devenires y acciones .

Dos fenómenos son sincrónicos , dirá el filósof o roup-neliano , s i cad a vez que el primer o está presente tam -bién lo está el segundo . Es cuestió n de ajusfa r reanu -dacione s y actos . ¿Cuá l es l a fórmul a má s prudente ?

Decir , con Bergson , que el sincronismo correspondea dos desarrollo s paralelo s equival e a rebasa r un pocola s prueba s objetivas , a ensancha r el camp o de nues -tra verificación . Recusamo s esa extrapolación metafí -sic a que afirm a una continuidad en sí, cuand o quenunca estamo s sino ante l a discontinuidad de nuestr aexperiencia . El sincronismo entonces aparec e siempr een una numeració n concordant e de los instante s efi -caces , nunca como una medid a en ciert o modo geo -métric a de una duració n continua .

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EL INSTANTE4040 EL INSTANTE

Aqu í sin duda se nos detendrá par a hace r otra objeción :se nos dirá que , incluso admitiendo que el fenómeno engeneral se pueda somete r a un exame n sobre el esque -ma tempora l exact o de l a toma de perspectiva cinema -tográfica , no puede uste d desconoce r que , en realidad ,sigu e siend o posibl e una divisió n del tiemp o y que in-clus o sigu e siend o deseabl e si se quier e segui r el des -arroll o del fenómeno en todas sus sinuosidades ; y senos citar á tal o cua l ultracinematógrafo que describ e eldeveni r en diezmilésimas de segundo . ¿Po r qué enton-ces habríamos de detenernos en la divisió n del tiempo?

La razó n por l a cua l nuestros adversario s postulanuna divisió n si n términ o es que siempr e sitúan su exa -me n en e l nive l de una vid a general , resumida en l acurv a del impulso vital . Como vivimos una duraciónque parec e continu a en un examen macroscópico ,par a el examen de los detalle s nos vemos inducidos a aprecia r l a duración en fracciones cad a vez má s pe-queña s de nuestra s unidades elegidas .

Pero el problem a cambiar í a de sentid o si conside -ráramos la construcción rea l del t iempo a part i r de losinstantes en vez de su divisió n aú n factici a a part i r del a duración . Entonces veríamos que el t iempo se mul -tiplica de acuerdo con e l esquema de las correspon-dencias numéricas , lejo s de dividirse segú n el esque -ma de l a parcelación de una continuidad .

Por l o demás , l a pa l abr a fracció n es y a ambigua .Desde nuestro punto de vista , habr í a que evoca r aqu íl a teorí a de l a fracción ta l como l a habí a resumid oCouturat . Una fracció n es el agrupamiento de dos nú-meros enteros , en que e l denominador no divid e ver-daderamente a l numerador . Entre los part idar io s dela continuidad tempora l y nosotros, l a diferenci a so-bre ese aspect o aritmético del problem a es l a siguien -te: nuestros adversarios par ten del numerador que

EL INSTANTE 41

consideran un a cant idad homogénea y continu a —ysobre todo una cantidad dad a de manera inmediata —par a la s necesidade s del análisis ; dividen ese "dato"entre el denominador que de ese modo se entreg a a loarbitrario del examen , arbitrariedad tanto mayor cuan -to más suti l es el examen ; nuestros adversario s inclus opodría n teme r ' 'disolver " l a duración s i l levaran de -masiad o lejos el análisis infinitesimal .

Nosotros , en cambio, part imos del denominado rque es sign o de l a riqueza de instantes del fenómeno,bas e de l a comparación ; se l e conoce natura lmente ,con l a mayor sutileza . —Pretendemos , en efecto , queserí a absurdo tene r menos sutilez a en e l aparat o demedid a que en e l fenómeno por medir . —Apoyándo -nos en esa base , nos preguntamo s entonces cuántasvece s corresponde a ese fenómeno finament e escandi -do una actualización del fenómeno má s perezoso ; losaciertos del sincronismo nos dan a l fin el numeradorde la fracción .

La s dos fracciones constituida s de ese modo pue -den posee r el mism o valor . No se construyen de l amisma manera .

Ciertamente , entendemo s l a tácit a objeción : ¿n o espreciso , par a sacar cuent a de los aciertos , que un mis -terioso directo r de orquest a marqu e un compá s fueray por encim a de los dos ritmos comparados ? En otraspalabras , se nos dirá , ¿n o es de teme r que su análisisutilic e l a pa labr a "mientras" , aú n no pronunciadapor usted ? En efecto , en l a tesi s roupnel iana toda l adificultad estrib a en evita r la s pa labra s tomadas del a psicología habi tua l de l a duración . Pero, una vezmás , s i se acced e de buena gan a a ejercitars e en me -dita r yend o del fenómeno rico en instantes al fenómenopobre en ello s —de l denominado r a l numerador — y

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Aqu í sin duda se nos detendrá par a hace r otra objeción :se nos dirá que , incluso admitiendo que el fenómeno engeneral se pueda somete r a un exame n sobre el esque -ma tempora l exact o de l a toma de perspectiva cinema -tográfica , no puede uste d desconoce r que , en realidad ,sigu e siend o posibl e una divisió n del tiemp o y que in-clus o sigu e siend o deseabl e si se quier e segui r el des -arroll o del fenómeno en todas sus sinuosidades ; y senos citar á tal o cua l ultracinematógrafo que describ e eldeveni r en diezmilésimas de segundo . ¿Po r qué enton-ces habríamos de detenernos en la divisió n del tiempo?

La razó n por l a cua l nuestros adversario s postulanuna divisió n si n términ o es que siempr e sitúan su exa -me n en e l nive l de una vid a general , resumida en l acurv a del impulso vital . Como vivimos una duraciónque parec e continu a en un examen macroscópico ,par a el examen de los detalle s nos vemos inducidos a aprecia r l a duración en fracciones cad a vez má s pe-queña s de nuestra s unidades elegidas .

Pero el problem a cambiar í a de sentid o si conside -ráramos la construcción rea l del t iempo a part i r de losinstantes en vez de su divisió n aú n factici a a part i r del a duración . Entonces veríamos que el t iempo se mul -tiplica de acuerdo con e l esquema de las correspon-dencias numéricas , lejo s de dividirse segú n el esque -ma de l a parcelación de una continuidad .

Por l o demás , l a pa l abr a fracció n es y a ambigua .Desde nuestro punto de vista , habr í a que evoca r aqu íl a teorí a de l a fracción ta l como l a habí a resumid oCouturat . Una fracció n es el agrupamiento de dos nú-meros enteros , en que e l denominador no divid e ver-daderamente a l numerador . Entre los part idar io s dela continuidad tempora l y nosotros, l a diferenci a so-bre ese aspect o aritmético del problem a es l a siguien -te: nuestros adversarios par ten del numerador que

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consideran un a cant idad homogénea y continu a —ysobre todo una cantidad dad a de manera inmediata —par a la s necesidade s del análisis ; dividen ese "dato"entre el denominador que de ese modo se entreg a a loarbitrario del examen , arbitrariedad tanto mayor cuan -to más suti l es el examen ; nuestros adversario s inclus opodría n teme r ' 'disolver " l a duración s i l levaran de -masiad o lejos el análisis infinitesimal .

Nosotros , en cambio, part imos del denominado rque es sign o de l a riqueza de instantes del fenómeno,bas e de l a comparación ; se l e conoce natura lmente ,con l a mayor sutileza . —Pretendemos , en efecto , queserí a absurdo tene r menos sutilez a en e l aparat o demedid a que en e l fenómeno por medir . —Apoyándo -nos en esa base , nos preguntamo s entonces cuántasvece s corresponde a ese fenómeno finament e escandi -do una actualización del fenómeno má s perezoso ; losaciertos del sincronismo nos dan a l fin el numeradorde la fracción .

La s dos fracciones constituida s de ese modo pue -den posee r el mism o valor . No se construyen de l amisma manera .

Ciertamente , entendemo s l a tácit a objeción : ¿n o espreciso , par a sacar cuent a de los aciertos , que un mis -terioso directo r de orquest a marqu e un compá s fueray por encim a de los dos ritmos comparados ? En otraspalabras , se nos dirá , ¿n o es de teme r que su análisisutilic e l a pa labr a "mientras" , aú n no pronunciadapor usted ? En efecto , en l a tesi s roupnel iana toda l adificultad estrib a en evita r la s pa labra s tomadas del a psicología habi tua l de l a duración . Pero, una vezmás , s i se acced e de buena gan a a ejercitars e en me -dita r yend o del fenómeno rico en instantes al fenómenopobre en ello s —de l denominado r a l numerador — y

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EL INSTANTE4242 EL INSTANTE

no a l a inversa , se apreci a que se puede pasa r no sólode la s pa labra s que sugiere n l a ide a de duración , l ocua l no serí a má s que un aciert o verbal , sino en fi n del a ide a de duración misma , lo cua l demuestr a que , enese terreno en que reinab a como dueña y señora , sólose podrí a utiliza r como servidora .

Pero, par a mayor clar idad , demos un esquema del a correspondencia ; luego , de acuerd o con ese esque -ma , hagamos la s dos lecturas , l a que está en lenguajede duración y la que está en lenguaj e de instantes , a lmismo tiempo que en esa doble lectura permanece-mos, por lo demás, dentro de la tesis roupneliana. Supongamos que el fenómeno macroscópic o esté figu -rad o por l a primer a líne a de puntos:

1.

Colocamos esos puntos sin fijarnos en el interval opuesto que , par a nosotros, no es por ell o que l a dura -ción tiene un sentido , ni un esquema , puesto que paranosotros el intervalo continuo es la nad a y desde luegol a nada no tiene "longitud' 1 como tampoc o duración .

Supongamos que el fenómeno escandido finament eesté figurad o por l a segund a líne a de puntos, con la smisma s reserva s de antes .

Comparemo s los dos esquemas .S i ahora leemos a la maner a de los partidarios de la

continuidad , de arrib a abaj o —a pesa r de todo lectur aroupneliana — diremo s que mientras que el fenómeno1 se produce una vez , el fenómeno 2 se produce tres ve-ces . Apelaremos a una duració n que domine la s tres se-ries , duración en que nuestr a pa labr a ' 'mientras "

EL INSTANTE 43

cobrar á sentid o y se esclarecer á en campo s cad a vezmás vastos , como los del minuto , de l a hora , del día.. .

En cambio , si leemo s el sincronismo a l a maner a delos part idar io s absolutos de lo discontinuo , de abajoarriba , diremo s que una de cad a tres vece s correspon-de a los fenómenos de aparicione s numerosas (fenó-menos que se acerca n má s a l tiemp o real ) un fenóme-no de t iemp o macroscópico .

En e l fondo, amba s lecturas son equivalentes , perol a pr imer a se antoj a demasiad o imaginativa ; l a se-gund a está má s cerc a del texto primitivo .

Precisemos nuestro pensamiento mediant e una me -táfora . En l a orquest a del Mundo hay instrumento sque cal la n con frecuencia , pero es falso deci r quehay a siempr e un instrument o que toca . El Mund o estáregid o de acuerd o con una medid a musica l impuest apor l a cadenci a de los instantes . S i pudiéramo s oír to-dos los instante s de l a realidad , comprenderíamos quel a corche a no est á hech a con trozos de blanc a sinoque , ante s bien , l a blanc a repite l a corchea . De esa re -petició n nac e l a impresión de continuidad .

As í se comprende que l a r iquez a relativ a en instan -tes nos prepar a una especi e de medid a relativ a deltiempo . Par a hace r l a cuent a exact a de nuestr a fortu-na temporal , medi r en sum a todo lo que se repit e ennosotros mismos , serí a precis o vivi r en verda d todoslos instante s del t iempo . Dentro de es a total ida d seobtendrí a el verdader o despliegu e del tiemp o discon -tinuo y en la monotonía de la repetición se encontra -rí a l a impresió n de l a duració n vací a y , por consi -guiente , pura . Basado en una comparació n numéric acon la total ida d de los instantes , el concepto de rique -za tempora l de una vid a o de un fenómeno particula -res cobrarí a entonces un sentid o absoluto , de acuerd ocon l a maner a en que se utilic e es a r iquez a o, ante s

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EL INSTANTE 4342 EL INSTANTE

no a l a inversa , se apreci a que se puede pasa r no sólode la s pa labra s que sugiere n l a ide a de duración , l ocua l no serí a má s que un aciert o verbal , sino en fi n del a ide a de duración misma , lo cua l demuestr a que , enese terreno en que reinab a como dueña y señora , sólose podrí a utiliza r como servidora .

Pero, par a mayor clar idad , demos un esquema del a correspondencia ; luego , de acuerd o con ese esque -ma , hagamos la s dos lecturas , l a que está en lenguajede duración y la que está en lenguaj e de instantes , a lmismo tiempo que en esa doble lectura permanece-mos, por lo demás, dentro de la tesis roupneliana. Supongamos que el fenómeno macroscópic o esté figu -rad o por l a primer a líne a de puntos:

1.

Colocamos esos puntos sin fijarnos en el interval opuesto que , par a nosotros, no es por ell o que l a dura -ción tiene un sentido , ni un esquema , puesto que paranosotros el intervalo continuo es la nad a y desde luegol a nada no tiene "longitud' 1 como tampoc o duración .

Supongamos que el fenómeno escandido finament eesté figurad o por l a segund a líne a de puntos, con la smisma s reserva s de antes .

Comparemo s los dos esquemas .S i ahora leemos a la maner a de los partidarios de la

continuidad , de arrib a abaj o —a pesa r de todo lectur aroupneliana — diremo s que mientras que el fenómeno1 se produce una vez , el fenómeno 2 se produce tres ve-ces . Apelaremos a una duració n que domine la s tres se-ries , duración en que nuestr a pa labr a ' 'mientras "

EL INSTANTE 43

cobrar á sentid o y se esclarecer á en campo s cad a vezmás vastos , como los del minuto , de l a hora , del día.. .

En cambio , si leemo s el sincronismo a l a maner a delos part idar io s absolutos de lo discontinuo , de abajoarriba , diremo s que una de cad a tres vece s correspon-de a los fenómenos de aparicione s numerosas (fenó-menos que se acerca n má s a l tiemp o real ) un fenóme-no de t iemp o macroscópico .

En e l fondo, amba s lecturas son equivalentes , perol a pr imer a se antoj a demasiad o imaginativa ; l a se-gund a está má s cerc a del texto primitivo .

Precisemos nuestro pensamiento mediant e una me -táfora . En l a orquest a del Mundo hay instrumento sque cal la n con frecuencia , pero es falso deci r quehay a siempr e un instrument o que toca . El Mund o estáregid o de acuerd o con una medid a musica l impuest apor l a cadenci a de los instantes . S i pudiéramo s oír to-dos los instante s de l a realidad , comprenderíamos quel a corche a no est á hech a con trozos de blanc a sinoque , ante s bien , l a blanc a repite l a corchea . De esa re -petició n nac e l a impresión de continuidad .

As í se comprende que l a r iquez a relativ a en instan -tes nos prepar a una especi e de medid a relativ a deltiempo . Par a hace r l a cuent a exact a de nuestr a fortu-na temporal , medi r en sum a todo lo que se repit e ennosotros mismos , serí a precis o vivi r en verda d todoslos instante s del t iempo . Dentro de es a total ida d seobtendrí a el verdader o despliegu e del tiemp o discon -tinuo y en la monotonía de la repetición se encontra -rí a l a impresió n de l a duració n vací a y , por consi -guiente , pura . Basado en una comparació n numéric acon la total ida d de los instantes , el concepto de rique -za tempora l de una vid a o de un fenómeno particula -res cobrarí a entonces un sentid o absoluto , de acuerd ocon l a maner a en que se utilic e es a r iquez a o, ante s

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bien , de acuerdo con el modo en que falle su realiza -ción . Pero esa bas e absolut a se nos nieg a y debemoscontentarnos con balance s relativos .

He aqu í entonces que se prepar a una concepció n del a duración-riqueza , que debe presta r los mismo s ser -vicio s que l a duración-extensión . Puede vers e que nosolament e explic a los hechos sino también ante s quenad a la s ilusiones ; lo que , en término s psicológicos , esde impor tanc i a decisiva , pue s l a vid a de l espír i tues ilusión ante s de se r pensamiento . Comprendemo stambién que nues t ra s i lusione s constantes , encon -tradas si n cesar , no son má s que ilusió n pura y quea l medita r nuestr o error nos acercamo s a l a verdad .L a Fonta in e t ien e razó n cuando nos hab l a de la si lusione s "qu e j amá s se equivoca n mint i éndono ssiempre" .

Entonces puede reducirse e l duro rigo r de la s meta -física s sapiente s y nosotros podemos regresa r a la smárgene s de Siloé , donde se reconcilian , completán -dose , el espírit u y el corazón . Lo que constituy e el ca -rácte r afectivo de la duración , la alegrí a o el dolor deser , es l a proporción o la desproporció n de la s horasde vid a utilizada s como hora de pensamiento o comohora de simpatía . La materi a se olvid a de ser, l a vid ase olvid a de vivi r y el corazó n se olvid a de amar . Dur-miend o perdemos el Paraíso . Por lo demás , sigamos l aperspectiv a de nuestr a pereza : e l átomo irradi a y confrecuenci a existe , utiliz a gra n númer o de instante s y si n embarg o no utiliz a todos los instantes . La célul aviv a es y a má s avar a en sus esfuerzo s y utiliz a ta n sólouna fracción de la s posibil idades temporales que l eentreg a el conjunto de átomos que l a constituyen . Encuant o a l pensamiento, é l utiliz a l a vid a por relámpa -gos irregulares . ¡Tre s filtracione s a travé s de la s cua -les viene n a la concienci a demasiado pocos instantes !

EL INSTANTE 45

Entonces sentimo s un sordo sufrimiento cuand o va -mos en busca de los instantes perdidos. Recordamosaquella s horas ricas que se marcan con mi l repiquesde campanas de Pascua , de aquella s campanas de re-surrección cuyo s golpe s no se cuenta n porque todoscuentan , porque cad a cua l tiene un eco en nuestr aalm a despierta . Y ese recuerd o de dich a es y a remor-dimient o cuand o comparamo s con esa s horas de vid atotal la s horas intelectualment e lenta s por ser relati -vament e pobres , la s horas muer ta s por esta r vacía s—vacía s de intención , como decí a Carlyl e del fondode su tristeza— , la s horas hostile s interminable s por-que no da n nada .

Y nosotros soñamos con una hora divin a que lo die -ra todo. No con la hora plena, sino con la hora com-pleta. La hora en que todos los instante s del tiemp ofuera n utilizado s por l a materia , l a hora en que todoslos instante s real izado s en l a mater i a fuera n utiliza -dos por l a vida , l a hora en que todos los instante s vi -vos fuera n sentidos , amado s y pensados . Por consi -guiente , l a hora en que l a relatividad de l a concienci afuera borrada , puest o que l a concienci a estarí a a l amedid a exact a del t iemp o completo .

Finalmente , el tiempo objetivo es el tiempo máximo. el que contiene todos los instantes . Está hecho del con-junto denso de los actos del Creador .

V

Faltarí a ahora da r cuent a del carácte r vectoria l de l aduración , indica r aquell o que causa l a direcció n deltiempo , por qué una perspectiv a de instante s desapa -recido s puede llamars e pasado, por qué una perspec -tiva de esper a puede llamarse porvenir.

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bien , de acuerdo con el modo en que falle su realiza -ción . Pero esa bas e absolut a se nos nieg a y debemoscontentarnos con balance s relativos .

He aqu í entonces que se prepar a una concepció n del a duración-riqueza , que debe presta r los mismo s ser -vicio s que l a duración-extensión . Puede vers e que nosolament e explic a los hechos sino también ante s quenad a la s ilusiones ; lo que , en término s psicológicos , esde impor tanc i a decisiva , pue s l a vid a de l espír i tues ilusión ante s de se r pensamiento . Comprendemo stambién que nues t ra s i lusione s constantes , encon -tradas si n cesar , no son má s que ilusió n pura y quea l medita r nuestr o error nos acercamo s a l a verdad .L a Fonta in e t ien e razó n cuando nos hab l a de la si lusione s "qu e j amá s se equivoca n mint i éndono ssiempre" .

Entonces puede reducirse e l duro rigo r de la s meta -física s sapiente s y nosotros podemos regresa r a la smárgene s de Siloé , donde se reconcilian , completán -dose , el espírit u y el corazón . Lo que constituy e el ca -rácte r afectivo de la duración , la alegrí a o el dolor deser , es l a proporción o la desproporció n de la s horasde vid a utilizada s como hora de pensamiento o comohora de simpatía . La materi a se olvid a de ser, l a vid ase olvid a de vivi r y el corazó n se olvid a de amar . Dur-miend o perdemos el Paraíso . Por lo demás , sigamos l aperspectiv a de nuestr a pereza : e l átomo irradi a y confrecuenci a existe , utiliz a gra n númer o de instante s y si n embarg o no utiliz a todos los instantes . La célul aviv a es y a má s avar a en sus esfuerzo s y utiliz a ta n sólouna fracción de la s posibil idades temporales que l eentreg a el conjunto de átomos que l a constituyen . Encuant o a l pensamiento, é l utiliz a l a vid a por relámpa -gos irregulares . ¡Tre s filtracione s a travé s de la s cua -les viene n a la concienci a demasiado pocos instantes !

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Entonces sentimo s un sordo sufrimiento cuand o va -mos en busca de los instantes perdidos. Recordamosaquella s horas ricas que se marcan con mi l repiquesde campanas de Pascua , de aquella s campanas de re-surrección cuyo s golpe s no se cuenta n porque todoscuentan , porque cad a cua l tiene un eco en nuestr aalm a despierta . Y ese recuerd o de dich a es y a remor-dimient o cuand o comparamo s con esa s horas de vid atotal la s horas intelectualment e lenta s por ser relati -vament e pobres , la s horas muer ta s por esta r vacía s—vacía s de intención , como decí a Carlyl e del fondode su tristeza— , la s horas hostile s interminable s por-que no da n nada .

Y nosotros soñamos con una hora divin a que lo die -ra todo. No con la hora plena, sino con la hora com-pleta. La hora en que todos los instante s del tiemp ofuera n utilizado s por l a materia , l a hora en que todoslos instante s real izado s en l a mater i a fuera n utiliza -dos por l a vida , l a hora en que todos los instante s vi -vos fuera n sentidos , amado s y pensados . Por consi -guiente , l a hora en que l a relatividad de l a concienci afuera borrada , puest o que l a concienci a estarí a a l amedid a exact a del t iemp o completo .

Finalmente , el tiempo objetivo es el tiempo máximo. el que contiene todos los instantes . Está hecho del con-junto denso de los actos del Creador .

V

Faltarí a ahora da r cuent a del carácte r vectoria l de l aduración , indica r aquell o que causa l a direcció n deltiempo , por qué una perspectiv a de instante s desapa -recido s puede llamars e pasado, por qué una perspec -tiva de esper a puede llamarse porvenir.

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S i pudimos hace r comprende r el significad o primor -dia l de l a intuició n propuest a por Roupnel , se debeesta r dispuest o a admiti r que —como la duración — elpasad o y el porveni r corresponde n a impresione s enesenci a secundaria s e indirectas . Ni el pasad o ni elporveni r concierne n a l a esenci a del se r y aú n menosa l a esenci a primordia l del t iempo . Repitámoslo , par aRoupne l el tiemp o es el instante , y el instant e presen -te tiene toda l a carg a temporal . El pasad o es tan vací ocomo el porvenir . El porveni r está tan muerto como elpasado . El instant e no acog e en su seno ningun a du-ración ; no impel e ningun a fuerza en uno u otro senti -do. No tiene dos caras , es entero y solo . S e podrá me -dita r cuant o se quier a en su esencia , pero no halla r enél l a raí z de una dual ida d suficient e y necesari a par apensa r una dirección .

Por lo demás , cuand o baj o l a inspiració n de Roup-nel queremo s ejercitarno s en l a meditació n del Ins-tante , nos damos cuent a de que e l present e no pasa, pues un instant e sólo se dej a par a encontra r otro; l aconcienci a es concienci a del instante , y la concienci adel instant e es l a conciencia : dos fórmula s ésta s tancercana s que nos coloca n en l a má s próxim a de la s re-ciprocidade s y afirma n una asimilació n de la concien -ci a pura y de l a real ida d temporal . Una vez pres a enuna meditació n solitaria , l a concienci a posee l a inmo-vilida d del instant e aislado .

El t iemp o puede recibi r una homogeneida d pobrepero pura considerad o en e l aislamient o del instante .Por lo demás , esta homogeneida d del instant e no pruebanad a contra l a anisotropí a resultant e de agrupamien -tos que permite n encontra r l a individual ida d de la sduraciones , señalada s tan acertadament e por Bergson .En otras palabras , puesto que en e l propio instant e nohay nad a que nos permit a postula r una duración ,

EL INSTANTE 47

puest o que tampoc o ha y nad a que de maner a inme -diat a pued a da r razó n de nuestr a experiencia , sin em-barg o real , de lo que l lamamo s el pasad o y el porve-nir, nos es absolutament e necesari o trata r de construi rl a perspectiv a de instante s únic a que design a el pasa -do y el porvenir .

Ahora bien , escuchand o la sinfoní a de los instantes ,se siente n frase s que mueren , frase s que cae n y sonarrastrada s a l pasado . Mas , por el propio hecho de seruna aparienci a secundaria , esa huid a haci a e l pasad oes absolutament e relativa . Un ritmo se apag a respect ode otra part i tur a de l a sinfoní a que prosigue . Decre-cimient o relativ o éste que se representarí a de maner abastant e adecuad a mediant e e l esquem a siguiente :

Del tres por cinc o se constituy e en dos por cinco ,lueg o en uno por cinc o y lueg o en el silenci o de un serque nos dej a cuand o alrededo r e l mundo continú a re -sonando.

Con este esquem a se comprend e lo que tiene a l avez de potencia l y relativ o aquell o que , si n precisa rsus lindes , l lamamo s l a hora presente . Un r i tm o quecontinúa inmutabl e es un present e con duración . Ésepresente que dura está hecho de instante s múltiple sque , desde un punto de vist a particular , tiene n l a se -gurida d de una perfect a monotonía . Con esa s mono-tonías se hace n los sentimiento s perdurable s que de -termina n l a individualida d de un alm a particular . Porlo demás , la unificació n se puede establece r en medi ode circunstancia s sumament e diversas . Par a quie n si -gue amando , un amo r muert o es a l a vez present e y pasado ; es presente par a el corazó n fiel y pasad o par a

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S i pudimos hace r comprende r el significad o primor -dia l de l a intuició n propuest a por Roupnel , se debeesta r dispuest o a admiti r que —como la duración — elpasad o y el porveni r corresponde n a impresione s enesenci a secundaria s e indirectas . Ni el pasad o ni elporveni r concierne n a l a esenci a del se r y aú n menosa l a esenci a primordia l del t iempo . Repitámoslo , par aRoupne l el tiemp o es el instante , y el instant e presen -te tiene toda l a carg a temporal . El pasad o es tan vací ocomo el porvenir . El porveni r está tan muerto como elpasado . El instant e no acog e en su seno ningun a du-ración ; no impel e ningun a fuerza en uno u otro senti -do. No tiene dos caras , es entero y solo . S e podrá me -dita r cuant o se quier a en su esencia , pero no halla r enél l a raí z de una dual ida d suficient e y necesari a par apensa r una dirección .

Por lo demás , cuand o baj o l a inspiració n de Roup-nel queremo s ejercitarno s en l a meditació n del Ins-tante , nos damos cuent a de que e l present e no pasa, pues un instant e sólo se dej a par a encontra r otro; l aconcienci a es concienci a del instante , y la concienci adel instant e es l a conciencia : dos fórmula s ésta s tancercana s que nos coloca n en l a má s próxim a de la s re-ciprocidade s y afirma n una asimilació n de la concien -ci a pura y de l a real ida d temporal . Una vez pres a enuna meditació n solitaria , l a concienci a posee l a inmo-vilida d del instant e aislado .

El t iemp o puede recibi r una homogeneida d pobrepero pura considerad o en e l aislamient o del instante .Por lo demás , esta homogeneida d del instant e no pruebanad a contra l a anisotropí a resultant e de agrupamien -tos que permite n encontra r l a individual ida d de la sduraciones , señalada s tan acertadament e por Bergson .En otras palabras , puesto que en e l propio instant e nohay nad a que nos permit a postula r una duración ,

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puest o que tampoc o ha y nad a que de maner a inme -diat a pued a da r razó n de nuestr a experiencia , sin em-barg o real , de lo que l lamamo s el pasad o y el porve-nir, nos es absolutament e necesari o trata r de construi rl a perspectiv a de instante s únic a que design a el pasa -do y el porvenir .

Ahora bien , escuchand o la sinfoní a de los instantes ,se siente n frase s que mueren , frase s que cae n y sonarrastrada s a l pasado . Mas , por el propio hecho de seruna aparienci a secundaria , esa huid a haci a e l pasad oes absolutament e relativa . Un ritmo se apag a respect ode otra part i tur a de l a sinfoní a que prosigue . Decre-cimient o relativ o éste que se representarí a de maner abastant e adecuad a mediant e e l esquem a siguiente :

Del tres por cinc o se constituy e en dos por cinco ,lueg o en uno por cinc o y lueg o en el silenci o de un serque nos dej a cuand o alrededo r e l mundo continú a re -sonando.

Con este esquem a se comprend e lo que tiene a l avez de potencia l y relativ o aquell o que , si n precisa rsus lindes , l lamamo s l a hora presente . Un r i tm o quecontinúa inmutabl e es un present e con duración . Ésepresente que dura está hecho de instante s múltiple sque , desde un punto de vist a particular , tiene n l a se -gurida d de una perfect a monotonía . Con esa s mono-tonías se hace n los sentimiento s perdurable s que de -termina n l a individualida d de un alm a particular . Porlo demás , la unificació n se puede establece r en medi ode circunstancia s sumament e diversas . Par a quie n si -gue amando , un amo r muert o es a l a vez present e y pasado ; es presente par a el corazó n fiel y pasad o par a

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el corazón infeliz . Por tanto, es sufrimient o y consue-lo para el corazón que acepta al mismo tiempo el su-frimient o y el recuerdo . Lo que equival e a deci r queun amor permanente , sign o de un alm a durable , esotra cosa que sufrimient o y felicidad , y que, trascen -diendo la contradicció n afectiva , un sentimient o quedura adquier e un sentimient o metafísico . Un almaamante en verda d experiment a la solidarida d de losinstante s repetidos con regularidad . Recíprocamente ,un ritmo uniforme de instante s es una forma a priori de la simpatía .

Un esquem a opuesto al primero nos representarí aun ritmo nacient e y nos darí a los elemento s de la me-dida relativ a de su progreso . El oído musica l oye eldestino de la melodí a y sabe cómo acabar á la fraseempezada . Preoímos el porveni r del sonido como pre-vemos el porveni r de una trayectoria . Nos tendemoscon toda la fuerza haci a el porveni r inmediato ; y esatensión constituy e nuestra duració n actual . Comodice Guyau , es nuestra intenció n la que en verda d or-dena el proveni r como una perspectiv a cuy o centro deproyecció n somos nosotros. "Es precis o desear , es pre-ciso querer , es precis o alarga r la mano y anda r paracrea r el porvenir . El porveni r no es lo que viene haci anosotros, sino aquell o haci a lo cua l vamos/8 Tanto elsentido como el alcanc e del porvenir están inscrito s enel propio presente.

Así construimos tanto en el tiempo como en el es-pacio . En lo cual hay ciert a persistenci a metafóric aque habremos de aclarar . Reconocemo s entonces queel recuerdo del pasad o y la previsió n del porveni r sebasa n en hábitos . Y como el pasad o es sólo un recuer-do y el porveni r sólo una previsión , afirmaremo s que

8 Cuyau , La genése de l'irlée du temps, p. 33 .

EL INSTANTE 49

pasado y porveni r no son en el fondo sino hábitos . Porotra parte , esos hábitos se halla n lejos de ser inme-diatos y precoces . Finalmente , las característica s quehacen que el Tiempo nos parezc a durar , como aque -lla s que hacen que se defina segú n las perspectiva s delpasad o y del porvenir , no son, a nuestro entender,propiedade s de primer aspecto . El filósofo debe re-construirla s apoyándos e en la única realida d tempo-ral dada de manera inmediat a al Pensamient o sobrela realida d del Instante.

Ya veremos que en ese punto se condensa n todaslas dificultade s de Siloé. Mas éstas pueden proveni rde las idea s preconcebida s del lector . S i de buenagana se acepta sujeta r con fuerza los dos extremos dela cadena que vamos a fijar , en seguid a se compren-derá mejor el encadenamient o de los argumentos . És-tas son nuestra s dos conclusiones , al parece r opuestas ,que habremos de conciliar :

la. La duració n no tiene fuerza directa ; el tiemporeal sólo exist e verdaderament e por el instante aisla -do, está por entero en lo actual , en el acto, en el pre-sente.

2a. Si n embargo , el ser es un luga r de resonanci apara los ritmos de los instante s y , como tal , podríamosdeci r que tiene un pasado , como se dice que un ecotiene una voz. Pero ese pasad o es sólo un hábito pre-sente y ese estado presente del pasad o sigu e siendouna metáfora . Y en efecto, para nosotros el hábito nose inscrib e ni en una materi a ni en un espacio . Sólopuede tratarse de un hábito absolutament e sonoro que,así lo creemos , sigu e siendo en esenci a relativo . El há-bito que para nosotros es pensamient o result a dema-siado aéreo para registrars e y demasiad o inmateria lpara dormir en la materia . Es un jueg o que prosigue ,una frase musica l que debe repetirs e porque es parte

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el corazón infeliz . Por tanto, es sufrimient o y consue-lo para el corazón que acepta al mismo tiempo el su-frimient o y el recuerdo . Lo que equival e a deci r queun amor permanente , sign o de un alm a durable , esotra cosa que sufrimient o y felicidad , y que, trascen -diendo la contradicció n afectiva , un sentimient o quedura adquier e un sentimient o metafísico . Un alm aamante en verda d experiment a la solidarida d de losinstante s repetidos con regularidad . Recíprocamente ,un ritmo uniforme de instante s es una forma a priori de la simpatía .

Un esquem a opuesto al primero nos representarí aun ritmo nacient e y nos darí a los elemento s de la me-dida relativ a de su progreso . El oído musica l oye eldestino de la melodí a y sabe cómo acabar á la fraseempezada . Preoímos el porveni r del sonido como pre-vemos el porveni r de una trayectoria . Nos tendemoscon toda la fuerza haci a el porveni r inmediato ; y esatensión constituy e nuestra duració n actual . Comodice Guyau , es nuestra intenció n la que en verda d or-dena el proveni r como una perspectiv a cuy o centro deproyecció n somos nosotros. "Es precis o desear , es pre-ciso querer , es precis o alarga r la mano y anda r paracrea r el porvenir . El porveni r no es lo que viene haci anosotros, sino aquell o haci a lo cua l vamos/8 Tanto elsentido como el alcanc e del porvenir están inscrito s enel propio presente.

Así construimos tanto en el tiempo como en el es-pacio . En lo cual hay ciert a persistenci a metafóric aque habremos de aclarar . Reconocemo s entonces queel recuerdo del pasad o y la previsió n del porveni r sebasa n en hábitos . Y como el pasad o es sólo un recuer-do y el porveni r sólo una previsión , afirmaremo s que

8 Cuyau , La genése de l'irlée du temps, p. 33 .

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pasado y porveni r no son en el fondo sino hábitos . Porotra parte , esos hábitos se halla n lejos de ser inme-diatos y precoces . Finalmente , las característica s quehacen que el Tiempo nos parezc a durar , como aque -lla s que hacen que se defina segú n las perspectiva s delpasad o y del porvenir , no son, a nuestro entender,propiedade s de primer aspecto . El filósofo debe re-construirla s apoyándos e en la única realida d tempo-ral dada de manera inmediat a al Pensamient o sobrela realida d del Instante.

Ya veremos que en ese punto se condensa n todaslas dificultade s de Siloé. Mas éstas pueden proveni rde las idea s preconcebida s del lector . S i de buenagana se acepta sujeta r con fuerza los dos extremos dela cadena que vamos a fijar , en seguid a se compren-derá mejor el encadenamient o de los argumentos . És-tas son nuestra s dos conclusiones , al parece r opuestas ,que habremos de conciliar :

la. La duració n no tiene fuerza directa ; el tiemporeal sólo exist e verdaderament e por el instante aisla -do, está por entero en lo actual , en el acto, en el pre-sente.

2a. Si n embargo , el ser es un luga r de resonanci apara los ritmos de los instante s y , como tal , podríamosdeci r que tiene un pasado , como se dice que un ecotiene una voz. Pero ese pasad o es sólo un hábito pre-sente y ese estado presente del pasad o sigu e siendouna metáfora . Y en efecto, para nosotros el hábito nose inscrib e ni en una materi a ni en un espacio . Sólopuede tratarse de un hábito absolutament e sonoro que,así lo creemos , sigu e siendo en esenci a relativo . El há-bito que para nosotros es pensamient o result a dema-siado aéreo para registrars e y demasiad o inmateria lpara dormir en la materia . Es un jueg o que prosigue ,una frase musica l que debe repetirs e porque es parte

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de una sinfoní a en la que tiene una función. Al me-nos, así es como, mediant e el hábito , trataremos desolidariza r el pasad o y el porvenir .

Naturalmente , el ritmo es menos sólido por el ladodel porvenir . Entre las dos nadas , del aye r y del maña -na, no hay simetría . El porveni r es tan sólo un prelu-dio, una frase que se sugier e y que se ensaya . Una solafrase . El Mundo no se prolonga sino por una brevísi -ma preparación . En la sinfonía que se crea , el porve-nir se asegur a sólo por unas cuanta s medidas .

Humanamente , la disimetrí a del pasad o y del por-veni r es radical . El pasad o es en nosotros una voz queencontró eco. De ese modo damos fuerza a lo que noes sino una forma o, más aún, damos una forma úni-ca a la pluralida d de las formas. Mediant e esa sínte-sis , el pasado cobra entonces el peso de la realidad .

Mas , por extenso que sea nuestro deseo, el porvenires una perspectiv a sin profundidad . No tiene en ver-dad el menor nexo sólid o con la realidad . Es la ra-zón por la cua l nos decimo s que está en el seno de Dios.

Tal vez todo se aclar e si podemos resumi r el segundotema de la filosofí a roupneliana . Queremos habla r delhábito. Roupnel lo estudi a en primer lugar . Si hemostrastocad o el orden de nuestro exame n es porque lanegació n absoluta de la realida d del pasad o constitu-ye el temibl e postulado que se debe admitir , antes deaprecia r convenientement e la dificulta d que hay enasimilarl o a la s idea s corriente s sobre el hábito. Enpocas palabras , en el capítul o siguient e nos pregunta -remos cómo se puede concilia r la psicologí a usua l delhábito con una tesi s que nieg a al pasad o una accióndirect a e inmediat a sobre el instante presente .

EL INSTANTE 51

Si n embargo , antes de abordar ese capítulo , podría -mos, si tal fuese nuestra meta , busca r en el campo dela cienci a contemporánea razones para fortalece r laintuició n del tiempo discontinuo . Roupnel no ha de-jado de establece r una comparació n entre su tesis y ladescripció n moderna de los fenómenos de radiació nen la hipótesi s de los cuanta. 9 En el fondo, la contabi -lida d de la energí a atómic a se realiz a empleand o laaritmétic a más que la geometría . Esa contabilida d seexpres a con frecuencia s y no con duraciones , mientra sel lenguaj e del "cuánta s veces " suplanta poco a poco allenguaj e del "cuánto tiempo".

Por otra parte , en el momento en que Roupnel es-cribía , no estaba en posibilida d de prever toda la ex-tensión que habría n de cobrar las tesis de la disconti -nuida d temporal , tal como fueron presentada s en elCongreso del Instituto Solva y en 1927 . Leyendo tam-bién los trabajos modernos sobre las estadística s ató-micas , nos damos cuenta de que se vacil a en fija r elelement o fundamenta l de esas estadísticas . ¿Qué sedebe enumerar : electrones , cuanta , grupos de ener-gía ? ¿Dónde poner la raíz de la individualidad ? No esabsurdo remontarse hasta una realida d temporal mis -ma para halla r el element o movilizad o por el azar . Deese modo se puede pensar en una concepció n estadís -tica de los instante s fecundos , considerad o cada cua len su aislamient o y su independencia .

Tambié n habrí a interesante s relacione s que esta -blece r entre el problema de la existenci a positiv a delátomo y su manifestació n aún instantánea . En ciertosaspectos , se interpretaría n de manera bastante conve-

9 Cf. Siloé, p. 121 .

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50 EL INSTANTE

de una sinfoní a en la que tiene una función. Al me-nos, así es como, mediant e el hábito , trataremos desolidariza r el pasad o y el porvenir .

Naturalmente , el ritmo es menos sólido por el ladodel porvenir . Entre las dos nadas , del aye r y del maña -na, no hay simetría . El porveni r es tan sólo un prelu-dio, una frase que se sugier e y que se ensaya . Una solafrase . El Mundo no se prolonga sino por una brevísi -ma preparación . En la sinfonía que se crea , el porve-nir se asegur a sólo por unas cuanta s medidas .

Humanamente , la disimetrí a del pasad o y del por-veni r es radical . El pasad o es en nosotros una voz queencontró eco. De ese modo damos fuerza a lo que noes sino una forma o, más aún, damos una forma úni-ca a la pluralida d de las formas. Mediant e esa sínte-sis , el pasado cobra entonces el peso de la realidad .

Mas , por extenso que sea nuestro deseo, el porvenires una perspectiv a sin profundidad . No tiene en ver-dad el menor nexo sólid o con la realidad . Es la ra-zón por la cua l nos decimo s que está en el seno de Dios.

Tal vez todo se aclar e si podemos resumi r el segundotema de la filosofí a roupneliana . Queremos habla r delhábito. Roupnel lo estudi a en primer lugar . Si hemostrastocad o el orden de nuestro exame n es porque lanegació n absoluta de la realida d del pasad o constitu-ye el temibl e postulado que se debe admitir , antes deaprecia r convenientement e la dificulta d que hay enasimilarl o a la s idea s corriente s sobre el hábito. Enpocas palabras , en el capítul o siguient e nos pregunta -remos cómo se puede concilia r la psicologí a usua l delhábito con una tesi s que nieg a al pasad o una accióndirect a e inmediat a sobre el instante presente .

EL INSTANTE 51

Si n embargo , antes de abordar ese capítulo , podría -mos, si tal fuese nuestra meta , busca r en el campo dela cienci a contemporánea razones para fortalece r laintuició n del tiempo discontinuo . Roupnel no ha de-jado de establece r una comparació n entre su tesis y ladescripció n moderna de los fenómenos de radiació nen la hipótesi s de los cuanta. 9 En el fondo, la contabi -lida d de la energí a atómic a se realiz a empleand o laaritmétic a más que la geometría . Esa contabilida d seexpres a con frecuencia s y no con duraciones , mientra sel lenguaj e del "cuánta s veces " suplanta poco a poco allenguaj e del "cuánto tiempo".

Por otra parte , en el momento en que Roupnel es-cribía , no estaba en posibilida d de prever toda la ex-tensión que habría n de cobrar las tesis de la disconti -nuida d temporal , tal como fueron presentada s en elCongreso del Instituto Solva y en 1927 . Leyendo tam-bién los trabajos modernos sobre las estadística s ató-micas , nos damos cuenta de que se vacil a en fija r elelement o fundamenta l de esas estadísticas . ¿Qué sedebe enumerar : electrones , cuanta , grupos de ener-gía ? ¿Dónde poner la raíz de la individualidad ? No esabsurdo remontarse hasta una realida d temporal mis -ma para halla r el element o movilizad o por el azar . Deese modo se puede pensar en una concepció n estadís -tica de los instante s fecundos , considerad o cada cua len su aislamient o y su independencia .

Tambié n habrí a interesante s relacione s que esta -blece r entre el problema de la existenci a positiv a delátomo y su manifestació n aún instantánea . En ciertosaspectos , se interpretaría n de manera bastante conve-

9 Cf. Siloé, p. 121 .

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EL INSTANTE5252 EL INSTANTE

niente los fenómenos de radiació n diciend o que elátomo sólo exist e en el momento en que cambia . Si seagreg a que ese cambi o se opera bruscamente , se es pro-cliv e a admiti r que toda la realida d se condensa en elinstante ; se deberí a hacer la cuenta de su energí a va-liéndos e no de las velocidade s sino de los impulsos .

En cambio , mostrando la importanci a del instanteen el acontecimient o se harí a ver toda la debilida d dela objeción , repetida sin cesar , del carácte r supuesta -mente rea l del ''intervalo " que separ a dos instantes .Para la s concepcione s estadística s del tiempo, el in-terval o entre dos instante s es sólo un interval o de pro-babilidad ; cuando más se alarg a su nada , hay mayo rprobabilida d de que un instante veng a a terminarlo .Es esa acentuació n de probabilida d la que mide su ta-maño. La duració n vacía , la duració n pura sólo tieneentonces una medida de probabilidad . Cuando ya noirradia , el átomo pasa a una existenci a energétic a en-teramente virtual ; ya no gast a nada , la velocida d desus electrone s va no usa ninguna energía ; en ese esta-do virtua l tampoco economiza una fuerza que podríalibera r tras un larg o reposo. A deci r verda d es tan sóloun juguet e olvidado , y aún menos: tan sólo una regl ade jueg o enterament e formal que organiz a simple sposibilidades . La existenci a volver á al átomo con laprobabilidad ; en otras palabras , el átomo recibir á eldon de un instante fecundo, pero lo recibir á por azar,como una novedad esencial , segú n las leye s del cálcu -lo de probabilidades , porque fuerza es que tarde o temprano el Univers o tenga en todas sus partes lo quecorresponde de la realida d temporal , porque lo posi-ble es una tentació n que la realida d siempr e acabapor aceptar .

Por lo demás , el aza r oblig a sin ata r con una nece-sida d absoluta . Se comprende entonces que el tiempo

EL INSTANTE 53

que en verda d carec e de acció n real pueda dar la ilu -sión de una acció n fatal . Si un átomo permaneci ó in-activ o muchas veces mientra s que los átomos vecinosirradiaron , la ocasió n de actua r de ese átomo tantotiempo dormido y aislad o es cada vez más probable .El reposo aumenta la probabilida d de la acción , perono prepara ésta en realidad . La duració n no actúa "ala manera de una causa", 10 sino que actúa a la mane-ra de una probabilidad. Una vez más , el principio decausalidad se expresa mejor en el lenguaje de la nu-meración de los actos que en el lenguaje de la geome-tría de las acciones que duran.

Pero todas esas pruebas científica s caen fuera denuestra investigació n actual . En caso de desarrollar -las , apartaríamo s al lector de la meta que se persigue .Y efectivamente , no queremos emprender aqu í sinouna tarea de liberació n mediant e la intuición . Comola intuició n de la continuida d nos oprime con fre-cuencia , no hay duda de que result a útil interpreta rlas cosas con la intuició n opuesta . Independiente -mente de lo que se piense de la fuerza de nuestra s de-mostraciones , no es posibl e desconoce r el interés queexiste en multiplica r las intuicione s diferente s en labase de la filosofía y de la ciencia . Leyend o el libro de Roupnel , nosotros mismos nos hemos sentido impre-sionados por la lecció n de independenci a intuitiv aque recibíamo s desarrolland o una intuició n difícil .Por medio de la dialéctic a de las intuicione s llegare -mos a valemo s de las intuiciones , sin peligr o de que-dar deslumhrado s por ellas . Considerad a en su aspectofilosófico , la intuició n del tiempo discontinu o ayud a allectorque , por los terrenos más variado s de las cien-

"' Bergson , lEssai sur les données immediaté s de la conscience ,p. 117.

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niente los fenómenos de radiació n diciend o que elátomo sólo exist e en el momento en que cambia . Si seagreg a que ese cambi o se opera bruscamente , se es pro-cliv e a admiti r que toda la realida d se condensa en elinstante ; se deberí a hacer la cuenta de su energí a va-liéndos e no de las velocidade s sino de los impulsos .

En cambio , mostrando la importanci a del instanteen el acontecimient o se harí a ver toda la debilida d dela objeción , repetida sin cesar , del carácte r supuesta -mente rea l del ''intervalo " que separ a dos instantes .Para la s concepcione s estadística s del tiempo, el in-terval o entre dos instante s es sólo un interval o de pro-babilidad ; cuando más se alarg a su nada , hay mayo rprobabilida d de que un instante veng a a terminarlo .Es esa acentuació n de probabilida d la que mide su ta-maño. La duració n vacía , la duració n pura sólo tieneentonces una medida de probabilidad . Cuando ya noirradia , el átomo pasa a una existenci a energétic a en-teramente virtual ; ya no gast a nada , la velocida d desus electrone s va no usa ninguna energía ; en ese esta-do virtua l tampoco economiza una fuerza que podríalibera r tras un larg o reposo. A deci r verda d es tan sóloun juguet e olvidado , y aún menos: tan sólo una regl ade jueg o enterament e formal que organiz a simple sposibilidades . La existenci a volver á al átomo con laprobabilidad ; en otras palabras , el átomo recibir á eldon de un instante fecundo, pero lo recibir á por azar,como una novedad esencial , segú n las leye s del cálcu -lo de probabilidades , porque fuerza es que tarde o temprano el Univers o tenga en todas sus partes lo quecorresponde de la realida d temporal , porque lo posi-ble es una tentació n que la realida d siempr e acabapor aceptar .

Por lo demás , el aza r oblig a sin ata r con una nece-sida d absoluta . Se comprende entonces que el tiempo

EL INSTANTE 53

que en verda d carec e de acció n real pueda dar la ilu -sión de una acció n fatal . Si un átomo permaneci ó in-activ o muchas veces mientra s que los átomos vecinosirradiaron , la ocasió n de actua r de ese átomo tantotiempo dormido y aislad o es cada vez más probable .El reposo aumenta la probabilida d de la acción , perono prepara ésta en realidad . La duració n no actúa "ala manera de una causa", 10 sino que actúa a la mane-ra de una probabilidad. Una vez más , el principio decausalidad se expresa mejor en el lenguaje de la nu-meración de los actos que en el lenguaje de la geome-tría de las acciones que duran.

Pero todas esas pruebas científica s caen fuera denuestra investigació n actual . En caso de desarrollar -las , apartaríamo s al lector de la meta que se persigue .Y efectivamente , no queremos emprender aqu í sinouna tarea de liberació n mediant e la intuición . Comola intuició n de la continuida d nos oprime con fre-cuencia , no hay duda de que result a útil interpreta rlas cosas con la intuició n opuesta . Independiente -mente de lo que se piense de la fuerza de nuestra s de-mostraciones , no es posibl e desconoce r el interés queexiste en multiplica r las intuicione s diferente s en labase de la filosofía y de la ciencia . Leyend o el libro de Roupnel , nosotros mismos nos hemos sentido impre-sionados por la lecció n de independenci a intuitiv aque recibíamo s desarrolland o una intuició n difícil .Por medio de la dialéctic a de las intuicione s llegare -mos a valemo s de las intuiciones , sin peligr o de que-dar deslumhrado s por ellas . Considerad a en su aspectofilosófico , la intuició n del tiempo discontinu o ayud a allectorque , por los terrenos más variado s de las cien-

"' Bergson , lEssai sur les données immediaté s de la conscience ,p. 117.

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EL INSTANTE5454 EL INSTANTE

cia s físicas , quier e segui r l a introducció n de la s tesi ssobre l a discontinuidad . El t iemp o es lo má s difíci l depensa r en forma discontinua . Por consiguiente , es l ameditació n de esa discontinuida d tempora l real izad amediant e el Instante aislado la que nos abrir á los ca -minos má s directo s par a una pedagogí a de l a discon -tinuidad .

II. EL PROBLEMA DEL HABITOY EL TIEMPO DISCONTINUO

Toda alm a es una melodí a que se deberenovar .

MALLARMÉ

A PRIMERA vista , como indicábamo s antes , el proble -ma del hábi t o parec e insolubl e a par t i r de l a tesi stempora l que acabamo s de desarrollar . En electo , he-mos negad o l a existenci a rea l del pasado ; hemos de-mostrad o que e l pasad o estab a totalment e muert ocuand o el nuev o instant e afirmab a l a real idad . Y heaqu í que , de conformida d con l a ide a que en genera lnos hacemo s del hábito , nos veremo s obligado s a res -titui r a l hábito , legad o de un pasad o extinto , l a fuerzaque da al ser una figur a establ e baj o el deveni r en mo-vimiento . Por tanto es posibl e teme r que nos hayamo sadentrad o en un callejó n si n salida . Ya veremo s cómo,siguiend o a Roupne l con confianz a en ese difíci l terre -no, podremos encontra r nuevament e la s grande s vía sde la s intuicione s filosófica s fecundas .

Roupne l mism o indic a e l carácte r de su tarea :"Ahora nos es precis o investi r a l átomo de la s realida -des que hemos quitad o al Espaci o y ai Tiempo , y saca rpartid o de los despojo s arrancado s a esos dos expolia -dores del Templo". 1 Y es que , en efecto , el ataqu e di -

1 Siloé, p. 127 .

55

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cia s físicas , quier e segui r l a introducció n de la s tesi ssobre l a discontinuidad . El t iemp o es lo má s difíci l depensa r en forma discontinua . Por consiguiente , es l ameditació n de esa discontinuida d tempora l real izad amediant e el Instante aislado la que nos abrir á los ca -minos má s directo s par a una pedagogí a de l a discon -tinuidad .

II. EL PROBLEMA DEL HABITOY EL TIEMPO DISCONTINUO

Toda alm a es una melodí a que se deberenovar .

MALLARMÉ

A PRIMERA vista , como indicábamo s antes , el proble -ma del hábi t o parec e insolubl e a par t i r de l a tesi stempora l que acabamo s de desarrollar . En electo , he-mos negad o l a existenci a rea l del pasado ; hemos de-mostrad o que e l pasad o estab a totalment e muert ocuand o el nuev o instant e afirmab a l a real idad . Y heaqu í que , de conformida d con l a ide a que en genera lnos hacemo s del hábito , nos veremo s obligado s a res -titui r a l hábito , legad o de un pasad o extinto , l a fuerzaque da al ser una figur a establ e baj o el deveni r en mo-vimiento . Por tanto es posibl e teme r que nos hayamo sadentrad o en un callejó n si n salida . Ya veremo s cómo,siguiend o a Roupne l con confianz a en ese difíci l terre -no, podremos encontra r nuevament e la s grande s vía sde la s intuicione s filosófica s fecundas .

Roupne l mism o indic a e l carácte r de su tarea :"Ahora nos es precis o investi r a l átomo de la s realida -des que hemos quitad o al Espaci o y ai Tiempo , y saca rpartid o de los despojo s arrancado s a esos dos expolia -dores del Templo". 1 Y es que , en efecto , el ataqu e di -

1 Siloé, p. 127 .

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EL PROBLEMA DEL HÁBITO5656 EL PROBLEMA DEL IIABITO

rígid o contra l a realida d atr ibuid a a l espaci o continuono es menos viv a que e l a taqu e que liemo s descrit ocontra l a realida d atr ibuid a a l a duración , considera -da como una cont inuida d inmediata . Par a Roupnel ,el átomo tien e propiedades espaciales del mism omodo y de maner a tan indirect a como tiene propieda -des químicas . En otras pa labras , e l átomo no se sus -tantiv a tomando un trozo de espaci o que de ta l suert eserí a e l a rmazó n de l a real idad , todo lo que hac e esexponers e en el espacio . El pla n del átomo sólo orga -niz a puntos separados , como su deveni r organiz a ins -tantes aislados . No es el espaci o ni tampoc o el tiemp oel que porta en verda d la s fuerza s de solidarida d delser. En otra parte no actú a sobre aquí, como tampocoantaño actú a sobre ahora.

Vist o desde el exterior , el ser está doblement e blo-quead o en l a soleda d del instant e y del punto. A esasoleda d físic a redoblad a se agrega , como hemos di -cho, l a soleda d de l a concienci a cuand o se t ra ta decapta r a l se r por dentro. Cómo no ve r en ell o un re-forzamient o de la s intuicione s leibnizianas . Leibni znegab a la solidarida d direct a y activ a de los sere s dis -tribuido s en e l espacio . En cambio , l a armoní a prees -tablecid a suponí a en e l seno de cad a mónad a una ver -dader a cont inuida d real izad a por l a acció n de untiemp o universa l y absolut o a lo larg o del cua l se mos-traba l a perfect a concordanci a de todas la s mónadas .En Siloé encontramo s una negació n adicional , l a ne-gació n de la solidarida d directa del se r present e conel ser pasado . Pero, una vez más , si esa solidarida d delos instante s del t iemp o no es ni direct a ni está dada ;si , en otras palabras , no es l a duració n l a que lig a demaner a inmediat a los instante s reunido s en gruposde acuerd o con cierto s principios , es má s necesari oque nunca demostra r cómo una solidarida d no directa ,

EL PROBLEMA DEL HÁBITO 57

no temporal , se manifiest a en el deveni r del ser. En re-sumen , nos es precis o halla r un principi o par a reem -plaza r l a hipótesi s de l a armoní a preestablecida . Haci aeso se orientan , segú n nosotros, la s tesi s roupneliana ssobre el hábito .

Nuestro problem a consistir á entonces en demostra rantes que nad a que e l hábit o sigu e siend o concebibl eau n cuand o se l e separ e de su apoy o en un pasad opostulad o de maner a gratui t a y errónea como direc -tament e eficaz . Lueg o necesitaremo s demostra r queese hábito , definid o esta vez en la intuició n de los ins -tantes aislados , explic a a l mism o t iemp o l a perma -nenci a del ser y su progreso .

Pero ante s abramo s un paréntesis .

S i nuestr a posició n es difícil , en cambi o la de nuestrosadversario s es de una facilida d sorprendente . Veamo spor ejempl o cómo todo es simpl e par a el pensamient orealista , par a e l pensamient o que l o "realiza " todo.En prime r término , el ser es l a sustancia , l a sustanci aque , por graci a de la s definiciones , es a l mism o tiem -po soporte de la s cualidade s y soporte del devenir . Elpasad o dej a una huell a en l a materia , por tanto poneun reflej o en el present e y por tanto siempr e está ma -terialment e vivo . S i se habl a del germen , el porveni rparec e preparad o con l a mism a facilida d con que l acélul a cerebra l guard a e l recuerdo . En cuant o a l há -bito, inúti l es explicarl o puesto que es el que lo expli -ca todo. Bast e deci r que el cerebr o es la reserv a de losesquema s motores par a comprende r que e l hábit o esun mecanism o puesto a disposició n del ser por los an -tiguo s esfuerzos . Así , el hábit o diferenciar á la materi adel ser, a l grad o de organiza r l a solidarida d del pasa -do y del porvenir . ¿Cuá l es en el fondo la palabra-

fuerza que aclar a toda esa psicologí a realista ? Es l a

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56 EL PROBLEMA DEL IIABITO

rígid o contra l a realida d atr ibuid a a l espaci o continuono es menos viv a que e l a taqu e que liemo s descrit ocontra l a realida d atr ibuid a a l a duración , considera -da como una cont inuida d inmediata . Par a Roupnel ,el átomo tien e propiedades espaciales del mism omodo y de maner a tan indirect a como tiene propieda -des químicas . En otras pa labras , e l átomo no se sus -tantiv a tomando un trozo de espaci o que de ta l suert eserí a e l a rmazó n de l a real idad , todo lo que hac e esexponers e en el espacio . El pla n del átomo sólo orga -niz a puntos separados , como su deveni r organiz a ins -tantes aislados . No es el espaci o ni tampoc o el tiemp oel que porta en verda d la s fuerza s de solidarida d delser. En otra parte no actú a sobre aquí, como tampocoantaño actú a sobre ahora.

Vist o desde el exterior , el ser está doblement e blo-quead o en l a soleda d del instant e y del punto. A esasoleda d físic a redoblad a se agrega , como hemos di -cho, l a soleda d de l a concienci a cuand o se t ra ta decapta r a l se r por dentro. Cómo no ve r en ell o un re-forzamient o de la s intuicione s leibnizianas . Leibni znegab a la solidarida d direct a y activ a de los sere s dis -tribuido s en e l espacio . En cambio , l a armoní a prees -tablecid a suponí a en e l seno de cad a mónad a una ver -dader a cont inuida d real izad a por l a acció n de untiemp o universa l y absolut o a lo larg o del cua l se mos-traba l a perfect a concordanci a de todas la s mónadas .En Siloé encontramo s una negació n adicional , l a ne-gació n de la solidarida d directa del se r present e conel ser pasado . Pero, una vez más , si esa solidarida d delos instante s del t iemp o no es ni direct a ni está dada ;si , en otras palabras , no es l a duració n l a que lig a demaner a inmediat a los instante s reunido s en gruposde acuerd o con cierto s principios , es má s necesari oque nunca demostra r cómo una solidarida d no directa ,

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no temporal , se manifiest a en el deveni r del ser. En re-sumen , nos es precis o halla r un principi o par a reem -plaza r l a hipótesi s de l a armoní a preestablecida . Haci aeso se orientan , segú n nosotros, la s tesi s roupneliana ssobre el hábito .

Nuestro problem a consistir á entonces en demostra rantes que nad a que e l hábit o sigu e siend o concebibl eau n cuand o se l e separ e de su apoy o en un pasad opostulad o de maner a gratui t a y errónea como direc -tament e eficaz . Lueg o necesitaremo s demostra r queese hábito , definid o esta vez en la intuició n de los ins -tantes aislados , explic a a l mism o t iemp o l a perma -nenci a del ser y su progreso .

Pero ante s abramo s un paréntesis .

S i nuestr a posició n es difícil , en cambi o la de nuestrosadversario s es de una facilida d sorprendente . Veamo spor ejempl o cómo todo es simpl e par a el pensamient orealista , par a e l pensamient o que l o "realiza " todo.En prime r término , el ser es l a sustancia , l a sustanci aque , por graci a de la s definiciones , es a l mism o tiem -po soporte de la s cualidade s y soporte del devenir . Elpasad o dej a una huell a en l a materia , por tanto poneun reflej o en el present e y por tanto siempr e está ma -terialment e vivo . S i se habl a del germen , el porveni rparec e preparad o con l a mism a facilida d con que l acélul a cerebra l guard a e l recuerdo . En cuant o a l há -bito, inúti l es explicarl o puesto que es el que lo expli -ca todo. Bast e deci r que el cerebr o es la reserv a de losesquema s motores par a comprende r que e l hábit o esun mecanism o puesto a disposició n del ser por los an -tiguo s esfuerzos . Así , el hábit o diferenciar á la materi adel ser, a l grad o de organiza r l a solidarida d del pasa -do y del porvenir . ¿Cuá l es en el fondo la palabra-

fuerza que aclar a toda esa psicologí a realista ? Es l a

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EL PROBLEMA DEL HÁBITO5858 EL PROBLEMA DEL HABITO

palabr a que traduc e una inscripción . En cuant o sedic e que el pasad o o el hábi t o está n inscrito s en l amateria , todo está explicad o y no hay pregunta .

Debemos ser má s exigente s con nosotros mismos .Par a nosotros, una inscripció n no explic a nada . For-mulemo s ante s que nad a nuestra s objecione s contral a acció n materia l del instant e present e sobre los ins -tantes futuros, ta l como el germe n serí a capa z de ejer -cerl a en l a transmisió n de la s forma s vitales . Comoobserv a Roupnel , si n duda es

convenienci a de lenguaj e particularment e fáci l investi r elgermen con todas las promesas que realizar á el individu oy coloca r en él el patrimoni o reunido de los hábitos querealizará n para el ser sus formas y sus funciones . Perocuando decimos que el total de esos hábitos está conteni-do en el germen, es precis o estar de acuerd o sobre el sen-tido de la expresió n o, antes bien, sobre el valo r de laimagen . Nada serí a más peligros o que imagina r el ger-men como un continente cuyo contenido serí a un conjun-to de propiedades . Esa asociació n de lo abstract o y de loconcreto es imposible , y ademá s no explic a nada. 2

Es curios o vincula r con esa crític a una objeció nmetafísic a presentad a por Koyr é en su análisi s delpensamient o místico :

Quisiéramo s insistir , sin embargo , en la concepció n delgermen que, oculta o expresada , se encuentra en todadoctrina organicista . La idea del germe n es, en efecto, unmisterium. Concentra , por decirl o así , todas las particu -laridade s del pensamient o organicista . Es una verdader aunión de los opuestos, e inclus o de lo contradictorio .Podría decirs e que el germe n es lo que no es. Es ya lo queaún no es, lo que tan sólo habrá de ser. Lo es puesto

2 Siloé, p. 34.

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que, de otro modo, no podría llega r a serlo . Y no lo esporque, de otro modo, ¿cómo podría llega r a serlo? Elgerme n es al mismo tiempo la materia que evolucion a y la fuerza que lo hace evolucionar . El germe n actúa sobresí mismo. Es una causa sai; si no la del ser, cuando me-nos la de su desarrollo . El entendimient o al parece r no escapaz de capta r ese concepto: el cicl o orgánic o de la vidanecesariament e se transforma para la lógic a linea l encírcul o vicioso. 3

La razón de esa confusió n plen a de contradiccione sprovien e si n duda del hecho de habe r reunid o dos de-finicione s diferente s de l a sustanci a que a l mism otiemp o debe tener el ser y el devenir , el instant e rea l y la duració n pensada , lo concreto y lo construid o o, paradecirl o mejo r con Roupnel , lo concreto y lo abstracto .

S i en l a generació n de los sere s vivo s —cuand o sinembarg o es concebibl e un pla n normativo— : no se lle -ga a comprende r c larament e l a acció n del instant epresente sobre los instante s futuros , cuánt o má s pru-dente se deberí a se r cuand o se postul a l a inscripció nde los mi l acaecimiento s confusos y enredado s del pa -sado en l a mater i a encargad a de actualiza r e l tiemp odesaparecido .

En prime r término , ¿po r qué habr í a l a célul a ner-vios a de registra r cierto s acaecimiento s y no otros? Deuna maner a má s precisa , s i no hay una acció n norma-tiva o estética , ¿cóm o pued e el hábi t o conserva r unaregl a y una forma? En el fondo, es siempr e el mism odebate . Los part idar io s de l a duració n no se siente nculpable s de mult ipl ica r y de prolonga r la s accione stemporales . Quiere n beneficiars e a l mism o tiemp o dela continuida d de la acció n cad a vez má s cerc a y de la

-1 A. Koyré, Boélime, p. 131 .

EL PROBLEMA DEL HABITO

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EL PROBLEMA DEL HÁBITO 5958 EL PROBLEMA DEL HABITO

palabr a que traduc e una inscripción . En cuant o sedic e que el pasad o o el hábi t o está n inscrito s en l amateria , todo está explicad o y no hay pregunta .

Debemos ser má s exigente s con nosotros mismos .Par a nosotros, una inscripció n no explic a nada . For-mulemo s ante s que nad a nuestra s objecione s contral a acció n materia l del instant e present e sobre los ins -tantes futuros, ta l como el germe n serí a capa z de ejer -cerl a en l a transmisió n de la s forma s vitales . Comoobserv a Roupnel , si n duda es

convenienci a de lenguaj e particularment e fáci l investi r elgermen con todas las promesas que realizar á el individu oy coloca r en él el patrimoni o reunido de los hábitos querealizará n para el ser sus formas y sus funciones . Perocuando decimos que el total de esos hábitos está conteni-do en el germen, es precis o estar de acuerd o sobre el sen-tido de la expresió n o, antes bien, sobre el valo r de laimagen . Nada serí a más peligros o que imagina r el ger-men como un continente cuyo contenido serí a un conjun-to de propiedades . Esa asociació n de lo abstract o y de loconcreto es imposible , y ademá s no explic a nada. 2

Es curios o vincula r con esa crític a una objeció nmetafísic a presentad a por Koyr é en su análisi s delpensamient o místico :

Quisiéramo s insistir , sin embargo , en la concepció n delgermen que, oculta o expresada , se encuentra en todadoctrina organicista . La idea del germe n es, en efecto, unmisterium. Concentra , por decirl o así , todas las particu -laridade s del pensamient o organicista . Es una verdader aunión de los opuestos, e inclus o de lo contradictorio .Podría decirs e que el germe n es lo que no es. Es ya lo queaún no es, lo que tan sólo habrá de ser. Lo es puesto

2 Siloé, p. 34.

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que, de otro modo, no podría llega r a serlo . Y no lo esporque, de otro modo, ¿cómo podría llega r a serlo? Elgerme n es al mismo tiempo la materia que evolucion a y la fuerza que lo hace evolucionar . El germe n actúa sobresí mismo. Es una causa sai; si no la del ser, cuando me-nos la de su desarrollo . El entendimient o al parece r no escapaz de capta r ese concepto: el cicl o orgánic o de la vidanecesariament e se transforma para la lógic a linea l encírcul o vicioso. 3

La razó n de esa confusió n plen a de contradiccione sprovien e si n duda del hecho de habe r reunid o dos de-finicione s diferente s de l a sustanci a que a l mism otiemp o debe tener el ser y el devenir , el instant e rea l y la duració n pensada , lo concreto y lo construid o o, paradecirl o mejo r con Roupnel , lo concreto y lo abstracto .

S i en l a generació n de los sere s vivo s —cuand o sinembarg o es concebibl e un pla n normativo— : no se lle -ga a comprende r c larament e l a acció n del instant epresente sobre los instante s futuros , cuánt o má s pru-dente se deberí a se r cuand o se postul a l a inscripció nde los mi l acaecimiento s confusos y enredado s del pa -sado en l a mater i a encargad a de actualiza r e l tiemp odesaparecido .

En prime r término , ¿po r qué habr í a l a célul a ner-vios a de registra r cierto s acaecimiento s y no otros? Deuna maner a má s precisa , s i no hay una acció n norma-tiva o estética , ¿cóm o pued e el hábi t o conserva r unaregl a y una forma? En el fondo, es siempr e el mism odebate . Los part idar io s de l a duració n no se siente nculpable s de mult ipl ica r y de prolonga r la s accione stemporales . Quiere n beneficiars e a l mism o tiemp o dela continuida d de la acció n cad a vez má s cerc a y de la

-1 A. Koyré, Boélime, p. 131 .

EL PROBLEMA DEL HABITO

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EL PROBLEMA DEL HÁBITO6060 EL PROBLEMA DEL HABITO

discontinuida d de una acció n que permanecier a la -tente y esperar a a lo larg o de l a duració n el instant epropici o par a renacer . Segú n ellos , un hábi t o se re -fuerza tanto durand o como repitiéndose . Los part ida -rios del t iemp o discontinu o má s bie n se sorprende nante l a noveda d de los instante s fecundo s que da a lhábit o su flexibilida d y su eficacia ; quisiera n explica rsu funció n y su persistenci a sobre todo mediant e elataqu e del hábito , as í como l a acometid a del arc o de-cid e el sonido siguiente . El hábit o sólo puede utiliza rl a energí a s i ésta se desgran a siguiend o un ritmo par -ticular . Tal vez en ese sentid o pued a interpretars e l afórmul a roupnel iana : 'L a energí a es sólo una gra nmemoria ' . 4 Y en efecto , no es utilizabl e sino por la me-moria ; ell a es l a memori a de un ritmo .

Par a nosotros, e l hábi t o siempr e es entonce s unact o restituid o en su novedad ; la s consecuencia s y eldesarroll o de ese acto se entrega n a hábito s subalter -nos, sin duda menos ricos , aunqu e tambié n gaste n suenergí a obedeciend o a actos primordiale s que los do-minan . Samue l Butle r observab a y a que l a memori ase ve afectad a sobre todo por dos fuerza s de caracte -rística s opuestas : 'L a de l a noveda d y l a de l a rutina ,por los incidente s o los objetos que nos son má s o me-nos familiares". 5 En nuestr a opinión , ante esa s dosfuerzas , e l se r reaccion a má s bie n de maner a sintétic aque dialéctica , y nosotros de grad o definiríamo s el há-bito como una asimilació n rutinar i a de una novedad .Mas no introduzcamo s con esa noción de rutina una me-canizació n inferior , lo cua l nos expondrí a a una acu -sació n de relativida d de puntos de vist a y en cuant ose llev a e l exame n a l terreno de l a rut in a se da uno

4 Siloé, p. 10.5 Butler, op. cit.. p. 149. - :

EL PROBLEMA DEL HÁBITO 61

cuent a de que , igua l que los hábito s intelectuale s másactivos , ést a se benefici a con el impuls o dado por l anoveda d radica l de los instantes. Examínes e el jueg ode los hábito s jerarquizados ; se ver á que una aptitu dsólo sigu e siend o aptitu d si se esfuerz a por superarse ,si constituy e un progreso . S i el pianist a no quier e to-ca r hoy mejo r que ayer , se abandon a a hábito s menosclaros . S i est á ausent e de l a obra , sus dedos prontoperderá n el hábit o de corre r sobre el teclado . El alm aes en verda d l a que dirig e l a mano . Por tanto, es pre-cis o capta r l a costumbre en su crecimient o par a cap -tarl a en su esencia ; de ese modo, por el increment o desu éxit o es síntesi s de la noveda d y de la rutina , y esasíntesi s es lograd a por los instante s fecundos. 6

Desde ese momento se comprende que la s grande screaciones , por ejempl o l a creació n de un ser vivo , re-clam e a l principi o una materi a en ciert o modo fresca ,propia par a acoge r la noveda d con fe. Y ésa es la pa -labr a que sal e de l a p lum a de Butler :

En cuanto a trata r de explica r cómo la parcel a más pe-queña de materi a pudo impregnars e de tanta fe para quese deba considera r el principi o de vida, o a determina r enqué consiste esa fe, es cosa imposible , y todo lo que pode-mos deci r es que esa fe es parte de la esenci a misma de to-das las cosas y no se basa en nada. 7

Lo es todo, diríamo s nosotros, porque actú a en el ni -vel mism o de la síntesi s de los instantes ; pero sustan -cialment e no es nada, puesto que pretende trascende rla realida d del instante . Una vez más , l a Fe es aqu í es-pera y novedad . Nada menos tradiciona l que la fe en lavida . En su embriague z de novedad , el ser que se ofre-

6 Butler, op. cit., pp. 150-151 .7 Ibid, p. 128.

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EL PROBLEMA DEL HÁBITO 6160 EL PROBLEMA DEL HABITO

discontinuida d de una acció n que permanecier a la -tente y esperar a a lo larg o de l a duració n el instant epropici o par a renacer . Segú n ellos , un hábi t o se re -fuerza tanto durand o como repitiéndose . Los part ida -rios del t iemp o discontinu o má s bie n se sorprende nante l a noveda d de los instante s fecundo s que da a lhábit o su flexibilida d y su eficacia ; quisiera n explica rsu funció n y su persistenci a sobre todo mediant e elataqu e del hábito , as í como l a acometid a del arc o de-cid e el sonido siguiente . El hábit o sólo puede utiliza rl a energí a s i ésta se desgran a siguiend o un ritmo par -ticular . Tal vez en ese sentid o pued a interpretars e l afórmul a roupnel iana : 'L a energí a es sólo una gra nmemoria ' . 4 Y en efecto , no es utilizabl e sino por la me-moria ; ell a es l a memori a de un ritmo .

Par a nosotros, e l hábi t o siempr e es entonce s unacto restituid o en su novedad ; la s consecuencia s y eldesarroll o de ese acto se entrega n a hábito s subalter -nos, sin duda menos ricos , aunqu e tambié n gaste n suenergí a obedeciend o a actos primordiale s que los do-minan . Samue l Butle r observab a y a que l a memori ase ve afectad a sobre todo por dos fuerza s de caracte -rística s opuestas : 'L a de l a noveda d y l a de l a rutina ,por los incidente s o los objetos que nos son má s o me-nos familiares". 5 En nuestr a opinión , ante esa s dosfuerzas , e l se r reaccion a má s bie n de maner a sintétic aque dialéctica , y nosotros de grad o definiríamo s el há-bito como una asimilació n rutinar i a de una novedad .Mas no introduzcamo s con esa noción de rutina una me-canizació n inferior , lo cua l nos expondrí a a una acu -sació n de relativida d de puntos de vist a y en cuant ose llev a e l exame n a l terren o de l a rut in a se da uno

4 Siloé, p. 10.5 Butler, op. cit.. p. 149. - :

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cuent a de que , igua l que los hábito s intelectuale s másactivos , ést a se benefici a con el impuls o dado por l anoveda d radica l de los instantes. Examínes e el jueg ode los hábito s jerarquizados ; se ver á que una aptitu dsólo sigu e siend o aptitu d si se esfuerz a por superarse ,si constituy e un progreso . S i el pianist a no quier e to-ca r hoy mejo r que ayer , se abandon a a hábito s menosclaros . S i est á ausent e de l a obra , sus dedos prontoperderá n el hábit o de corre r sobre el teclado . El alm aes en verda d l a que dirig e l a mano . Por tanto, es pre-cis o capta r l a costumbre en su crecimient o par a cap -tarl a en su esencia ; de ese modo, por el increment o desu éxit o es síntesi s de la noveda d y de la rutina , y esasíntesi s es lograd a por los instante s fecundos. 6

Desde ese momento se comprende que la s grande screaciones , por ejempl o l a creació n de un ser vivo , re-clam e a l principi o una materi a en ciert o modo fresca ,propia par a acoge r la noveda d con fe. Y ésa es la pa -labr a que sal e de l a p lum a de Butler :

En cuanto a trata r de explica r cómo la parcel a más pe-queña de materi a pudo impregnars e de tanta fe para quese deba considera r el principi o de vida, o a determina r enqué consiste esa fe, es cosa imposible , y todo lo que pode-mos deci r es que esa fe es parte de la esenci a misma de to-das las cosas y no se basa en nada. 7

Lo es todo, diríamo s nosotros, porque actú a en el ni -vel mism o de la síntesi s de los instantes ; pero sustan -cialment e no es nada, puesto que pretende trascende rla realida d del instante . Una vez más , l a Fe es aqu í es-pera y novedad . Nada menos tradiciona l que la fe en lavida . En su embriague z de novedad , el ser que se ofre-

6 Butler, op. cit., pp. 150-151 .7 Ibid, p. 128.

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EL PROBLEMA DEL HÁBITO6262 EL PROBLEMA DEL HABITO

ce a la vid a inclus o está dispuest o a considera r el pre-sente como una promesa del porvenir . La fuerz a má sgrand e es l a ingentiidad . Y precisamente , Roupne l ha

señalado el estado de recogimiento en que se encuentra e l germe n de donde saldr á l a vida . Comprendi ó cuán -ta liberta d afirmad a habí a en un principi o absoluto . Elgerme n sin duda es un ser que en cierto s aspecto s imi -ta , que vuelv e a empezar , aunqu e en verda d no pued ahacerl o sino en l a exuberanci a de un principio . S u ver -dader a funció n es principiar . "El germen no llev a con-sig o otra cosa que un principi o de procreació n celu -lar." 8 En otras palabras , el germen es el principio de lacostumbre de vivir. S i en la propagació n de una especi eleemo s una continuida d es porque nuestr a lectur a esgrosera ; tomamos a los individuo s como testigo s de l aevolució n cuand o ello s son los actores . Con just a razón ,Roupne l descart a todos los principio s má s o menosmaterialista s propuestos par a asegura r una continui -da d formal de los sere s vivos .

Tal vez hayamo s parecid o razonar —dice — como si losgérmenes no constituyera n elemento s discontinuos .Hemos investid o al gamet o con la herenci a de las épocas ,como si hubier a estado presente . Pero de una vez portodas declaramo s que la teoría de las partícula s represen-tativa s nada tiene que ver con la teoría presente . No es enabsoluto necesari o introduci r en el gamet o elemento s quehubiera n sido legatario s constantes del pasad o y actoreseternos del devenir . Para desempeña r el papel que le atri -buimos , el gamet o no necesit a en lo mínim o de las mice-las de Naegeli , de las gémulas de Darwin , de las pange-nas de De Vries o del plasma germinativ o de Weissmann .Se basta a sí mismo, con su sustanci a actual , con su vir-tud actua l y con su hora; vive y mucre todo él como con-temporáneo. Sólo recibe del ser actua l la herenci a que le

8 Siloé, p. 33 .

EL PROBLEMA DEL H ÁBITO 63

es particula r y que recoge . Ese ser lo construy ó conapasionad o esmero , como si la s llama s de amor en quenaci ó lo hubiera n despojad o de todas sus servidumbre sfuncionales , restablecid o en su fuerza origina l y restitui -

do a sus pobrezas iniciales. 9IIn

Par a se r má s claros , formulemo s nuestr a tesi s opo-niéndol a a l punto a la s tesi s realistas .

Por lo genera l se dic e que el hábit o está inscrito enel ser. Nosotros creemo s que , empleand o el lenguaj ede los geómetras , má s valdrí a deci r que el hábit o estáexinscrito en el ser.

Ante s que nada , e l individu o corresponde a una si -mul tane ida d de accione s instantánea s en l a medid aen que es complejo ; sólo se sient e él mism o en la pro-porción en que se reanuda n esa s accione s simultáneas .Tal vez nos expresemo s convenientement e diciend oque un individu o considerad o segú n l a sum a de suscual idade s y de su deveni r corresponde a una armo -ní a de ritmos temporales . En efecto , mediant e e l rit -mo se comprender á mejo r esa continuida d de lo dis -continu o que ahora nos es precis o establece r par avincula r la s cima s del se r y dibuja r su unidad . El rit -mo franque a el silencio , as í como el se r franque a elvací o tempora l que separ a los instantes . El se r se con-t inú a mediant e e l hábito , tanto como e l t iemp o duramediant e l a densida d regula r de los instante s sin dura -ción . Al menos , en ese sentid o interpretamo s l a tesi sroupneliana :

9 Siloé, p. 38.

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ce a la vid a inclus o está dispuest o a considera r el pre-sente como una promesa del porvenir . La fuerz a má sgrand e es l a ingentiidad . Y precisamente , Roupne l ha

señalado el estado de recogimiento en que se encuentra e l germe n de donde saldr á l a vida . Comprendi ó cuán -ta liberta d afirmad a habí a en un principi o absoluto . Elgerme n sin duda es un ser que en cierto s aspecto s imi -ta , que vuelv e a empezar , aunqu e en verda d no pued ahacerl o sino en l a exuberanci a de un principio . S u ver -dader a funció n es principiar . "El germen no llev a con-sig o otra cosa que un principi o de procreació n celu -lar." 8 En otras palabras , el germen es el principio de lacostumbre de vivir. S i en la propagació n de una especi eleemo s una continuida d es porque nuestr a lectur a esgrosera ; tomamos a los individuo s como testigo s de l aevolució n cuand o ello s son los actores . Con just a razón ,Roupne l descart a todos los principio s má s o menosmaterialista s propuestos par a asegura r una continui -da d formal de los sere s vivos .

Tal vez hayamo s parecid o razonar —dice — como si losgérmenes no constituyera n elemento s discontinuos .Hemos investid o al gamet o con la herenci a de las épocas ,como si hubier a estado presente . Pero de una vez portodas declaramo s que la teoría de las partícula s represen-tativa s nada tiene que ver con la teoría presente . No es enabsoluto necesari o introduci r en el gamet o elemento s quehubiera n sido legatario s constantes del pasad o y actoreseternos del devenir . Para desempeña r el papel que le atri -buimos , el gamet o no necesit a en lo mínim o de las mice-las de Naegeli , de las gémulas de Darwin , de las pange-nas de De Vries o del plasma germinativ o de Weissmann .Se basta a sí mismo, con su sustanci a actual , con su vir-tud actua l y con su hora; vive y mucre todo él como con-temporáneo. Sólo recibe del ser actua l la herenci a que le

8 Siloé, p. 33 .

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es particula r y que recoge . Ese ser lo construy ó conapasionad o esmero , como si la s llama s de amor en quenaci ó lo hubiera n despojad o de todas sus servidumbre sfuncionales , restablecid o en su fuerza origina l y restitui -

do a sus pobrezas iniciales. 9IIn

Par a se r má s claros , formulemo s nuestr a tesi s opo-niéndol a a l punto a la s tesi s realistas .

Por lo genera l se dic e que el hábit o está inscrito enel ser. Nosotros creemo s que , empleand o el lenguaj ede los geómetras , má s valdrí a deci r que el hábit o estáexinscrito en el ser.

Ante s que nada , e l individu o corresponde a una si -mul tane ida d de accione s instantánea s en l a medid aen que es complejo ; sólo se sient e él mism o en la pro-porción en que se reanuda n esa s accione s simultáneas .Tal vez nos expresemo s convenientement e diciend oque un individu o considerad o segú n l a sum a de suscual idade s y de su deveni r corresponde a una armo -ní a de ritmos temporales . En efecto , mediant e e l rit -mo se comprender á mejo r esa continuida d de lo dis -continu o que ahora nos es precis o establece r par avincula r la s cima s del se r y dibuja r su unidad . El rit -mo franque a el silencio , as í como el se r franque a elvací o tempora l que separ a los instantes . El se r se con-t inú a mediant e e l hábito , tanto como e l t iemp o duramediant e l a densida d regula r de los instante s sin dura -ción . Al menos , en ese sentid o interpretamo s l a tesi sroupneliana :

9 Siloé, p. 38.

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EL PROBLEMA DEL HÁBITO6464 EL PROBLEMA DEL HABITO

ÜI individu o es la expresión , no de una causa constante ,sino de una yuxtaposició n de recuerdos incesante s fijado spor la materia , cuy a ligadur a no es en sí sino un hábitosobrepuesto a todos los demás . El ser es ya sólo un extra -ño luga r de los recuerdos y cas i se podría deci r que lapermanenci a de que se cree dotado no es sino expresió ndel hábito en sí. 10

En el fondo, l a coherenci a del ser no está hecha dela inherenci a de la s cualidade s y del deveni r de l a ma -teria, - es armónica y aérea. Es frágil y libre como una sinfonía . Un hábit o part icula r es un ritm o sostenido ,donde todos los actos se repite n igualand o de maner abastant e exact a su valo r de novedad , pero si n perde rnunca ese carácte r dominant e de ser una novedad . Ladilució n de lo nuev o puede ser ta l que el hábit o a ve -ces pued e considerars e inconsciente . Parecer í a que ,siend o tan intens a a l pr ime r intento , l a concienci a sehubier a perdid o compartiéndos e entre todas la s reite -raciones ; pero l a noveda d se organiz a economizándo -se ; invent a en el tiempo en vez de inventa r en el espacio .La vid a encuentr a y a l a regl a formal en una regulació ntemporal , el órgan o se construy e mediant e la función ; y par a que los órgano s sea n complejo s bast a con que la sfuncione s sea n activa s v frecuentes . Todo equival e en-tonces a utiliza r un númer o cad a vez mayo r de losinstante s que ofrece e l Tiempo . El átomo, que a l pa -rece r los utiliz a en mayo r cantidad , encuentr a en ello shábito s tan consistentes , tan durable s y ta n regulare sque precisament e terminamo s por toma r sus hábito spor propiedades . As í se considera n atr ibuto s de unasustanci a característica s hecha s de t iemp o bie n utili -zad o y de instante s bie n ordenados . No es entonce ssorprendente encontra r en Siloé' fórmula s que parece n

Siloé, p. 36.

EL PROBLEMA DEL HÁBITO 65

oscura s a quie n vacil a en hace r descende r hast a l amater i a la s instruccione s que recibimo s del exame nde nuestr a vid a consciente : "L a obra de los tiemposconcluido s est á por entero vigilant e en l a fuerz a y l ainmovilida d de los elemento s y se afirm a dondequier apor la s prueba s que l lena n el silenci o y componen l aatenció n de la s cosas". 1 1 Pues , par a nosotros comopara Roupnel , son la s cosa s la s que ponen mayo ratenció n en el Ser, y su atenció n par a aprenhende r to-dos lo s instante s de l tiemp o es su permanencia. . La .mater i a es as í el hábito de ser realizad o de la maner amá s uniforme , puesto que se forma en el nive l mism ode l a sucesió n de los instantes .

Pero volvamo s a l punto de par t id a del hábit o psi -cológico , puest o que all í radic a e l orige n de nuestr ainstrucción . Dado que los hábitos-r i tmo s que consti -tuye n tanto l a vid a del espírit u como l a vid a de l a ma -teri a se desarrolla n en registro s múltiple s y diferentes ,se tiene l a impresió n de que , por debaj o de un hábit oefímero , siempr e es posibl e encontra r un hábit o má sestable . Por tanto, pa r a caracteriza r a un individuo ,c larament e ha y una jerarquí a de los hábitos . Fácil -mente nos veríamo s tentados a postula r un hábit ofundamental . Éste corresponderí a a l simpl e hábit o deser, el má s sencillo , el má s monótono, y ese hábit o con-sagrarí a l a unida d y l a identida d del individuo ; apre -hendid o por l a conciencia , serí a por ejempl o el senti -mient o de l a duración . Pero creemo s que se debenconserva r a l a intuició n que nos ofrece Roupne l todassus posibil idade s de interpretación . Ahora bien , nonos parec e que e l individu o esté definid o de maner atan clar a como enseñ a l a filosofí a escolar : no se debehabla r ni de l a unida d ni de l a identida d del y o fuera

11 Siloé, p. 101.

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ÜI individu o es la expresión , no de una causa constante ,sino de una yuxtaposició n de recuerdos incesante s fijado spor la materia , cuy a ligadur a no es en sí sino un hábitosobrepuesto a todos los demás . El ser es ya sólo un extra -ño luga r de los recuerdos y cas i se podría deci r que lapermanenci a de que se cree dotado no es sino expresió ndel hábito en sí. 10

En el fondo, l a coherenci a del ser no está hecha dela inherenci a de la s cualidade s y del deveni r de l a ma -teria, - es armónica y aérea. Es frágil y libre como una sinfonía . Un hábit o part icula r es un ritm o sostenido ,donde todos los actos se repite n igualand o de maner abastant e exact a su valo r de novedad , pero si n perde rnunca ese carácte r dominant e de ser una novedad . Ladilució n de lo nuev o puede ser ta l que el hábit o a ve -ces pued e considerars e inconsciente . Parecer í a que ,siend o tan intens a a l pr ime r intento , l a concienci a sehubier a perdid o compartiéndos e entre todas la s reite -raciones ; pero l a noveda d se organiz a economizándo -se ; invent a en el tiempo en vez de inventa r en el espacio .La vid a encuentr a y a l a regl a formal en una regulació ntemporal , el órgan o se construy e mediant e la función ; y par a que los órgano s sea n complejo s bast a con que la sfuncione s sea n activa s v frecuentes . Todo equival e en-tonces a utiliza r un númer o cad a vez mayo r de losinstante s que ofrece e l Tiempo . El átomo, que a l pa -rece r los utiliz a en mayo r cantidad , encuentr a en ello shábito s tan consistentes , tan durable s y ta n regulare sque precisament e terminamo s por toma r sus hábito spor propiedades . As í se considera n atr ibuto s de unasustanci a característica s hecha s de t iemp o bie n utili -zad o y de instante s bie n ordenados . No es entonce ssorprendente encontra r en Siloé' fórmula s que parece n

Siloé, p. 36.

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oscura s a quie n vacil a en hace r descende r hast a l amater i a la s instruccione s que recibimo s del exame nde nuestr a vid a consciente : "L a obra de los tiemposconcluido s est á por entero vigilant e en l a fuerz a y l ainmovilida d de los elemento s y se afirm a dondequier apor la s prueba s que l lena n el silenci o y componen l aatenció n de la s cosas". 1 1 Pues , par a nosotros comopara Roupnel , son la s cosa s la s que ponen mayo ratenció n en el Ser, y su atenció n par a aprenhende r to-dos lo s instante s de l tiemp o es su permanencia. . La .mater i a es as í el hábito de ser realizad o de la maner amá s uniforme , puesto que se forma en el nive l mism ode l a sucesió n de los instantes .

Pero volvamo s a l punto de par t id a del hábit o psi -cológico , puest o que all í radic a e l orige n de nuestr ainstrucción . Dado que los hábitos-r i tmo s que consti -tuye n tanto l a vid a del espírit u como l a vid a de l a ma -teri a se desarrolla n en registro s múltiple s y diferentes ,se tiene l a impresió n de que , por debaj o de un hábit oefímero , siempr e es posibl e encontra r un hábit o má sestable . Por tanto, pa r a caracteriza r a un individuo ,c larament e ha y una jerarquí a de los hábitos . Fácil -mente nos veríamo s tentados a postula r un hábit ofundamental . Éste corresponderí a a l simpl e hábit o deser, el má s sencillo , el má s monótono, y ese hábit o con-sagrarí a l a unida d y l a identida d del individuo ; apre -hendid o por l a conciencia , serí a por ejempl o el senti -mient o de l a duración . Pero creemo s que se debenconserva r a l a intuició n que nos ofrece Roupne l todassus posibil idade s de interpretación . Ahora bien , nonos parec e que e l individu o esté definid o de maner atan clar a como enseñ a l a filosofí a escolar : no se debehabla r ni de l a unida d ni de l a identida d del y o fuera

11 Siloé, p. 101.

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EL PROBLEMA DEL HÁBITO6666 EL PROBLEMA DEL HÁBITO

de la síntesi s realizad a por el instante. Los problema s dela físic a contemporáne a inclus o nos incl ina n a cree rque es igualment e arriesgad o habla r de l a unida d y del a ident ida d de un átomo part icular . A cualquie r ni -vel que se le aprehenda , en la materia , en la vid a o enel pensamiento , e l individu o es una sum a bastant e va -riabl e de hábito s no contados . Como no todos los há -bitos que caracteriza n el ser , en cas o de ser conocidos ,disfruta n simultáneament e de todos los instante s quepodría n actualizarlos , l a unida d de un ser siempr e pa -rece afectad a por l a contingencia . En el fondo, e l in -dividu o no es y a sino una sum a de accidentes : pero ,además , esa sum a es de suy o accidental . A l mism otiempo , l a identida d del se r nunca está real izad a conplenitud , y adolec e del hecho de que l a riquez a de há -bitos no se ha regulad o con suficient e atención . Así , l aident ida d globa l está hech a de reiteracione s má s o menos exactas , de reflejo s má s o menos detallados . Elindividu o si n duda se esfuerz a por copia r e l hoy de layer ; y en esa copi a ayud a ademá s l a dinámic a de losritmos , pero no todos ello s se halla n en el mism o pun-to de su evolución , por lo que de ese modo se degrad aen semejanz a l a má s sólid a de la s permanencia s espi -rituales , de identida d deseada , afirmad a en un carác -ter. La vid a llev a entonce s nuestr a image n de espej oen espejo ; somos as í reflejo s de reflejo s y nuestro valo restá hecho del recuerd o de nuestr a decisión . Mas , porfirme s que seamos , nunca nos conservamo s cabalmen -te, porque nunca estuvimo s consciente s de todo nues -tro ser.

Por otra parte , se puede vacila r en cuant o a l senti -do en que se debe lee r una jerarquía . ¿Radic a l a ver -dader a fuerz a en e l mand o o en l a obediencia ? Poreso resistimo s finalment e a la tentació n de busca r loshábito s predominante s entre los má s inconscientes .

EL PROBLEMA DEL HABITO 67

En cambio , ta l vez l a concepció n del individu o comosum a integra l de l r i tm o pued a tene r una interpreta -ción cad a vez menos sustancialista , cad a vez má s ale -jad a de l a mater i a y cad a vez má s próxim a a l pensa -miento . Planteemo s el problem a en lenguaj e musical .¿Qué produce l a armonía , qué l e da verdaderament emovimiento ? ¿L a melodí a o el acompañamiento ?¿Pued e o no dars e fuerz a de evolució n a l a par t i tur amá s melodiosa ? Dejemos la s metáfora s y digamo s enuna palabra : el ser es dirigid o por el pensamiento . Lossere s se t ransmite n su herenci a mediant e e l pensa -mient o oscur o o luminoso , mediant e lo que se hacomprendid o y sobre todo mediant e lo que fue queri -do, en l a un ida d y en l a inocenci a del acto . Todo serindividua l y complej o dura as í en l a medid a en que seconstituy e una conciencia , en l a medid a en que su vo-lunta d se armoniz a con la s fuerza s subalterna s y en-cuentra n ese esquem a del gast o ecónomo que consti -tuy e un hábi to . Nuestra s arteria s tiene n l a eda d denuestros hábitos .

Por ese camin o vien e aqu í un aspect o finalist a a en-riquece r l a noción de hábito . Roupne l sólo da cabid aa l a finalida d rodeándos e de la s precaucione s má s mi -nuciosas . Evidentemente , serí a anorma l da r a l porve -ni r una fuerza de solicitació n real , en una tesi s en quese nieg a a l pasad o una fuerza rea l de causalidad .

Pero s i de grad o queremo s situarno s ante l a intui -ción primordia l de Roupne l y . poner con él la s condi -cione s temporale s en el mism o plan o de la s condicio -nes espaciales , cuand o que l a mayorí a de la s filosofía satr ibuye n a l espaci o un privilegi o de explicació n in -justificado , clarament e se ver á que alguno s problema sse presenta n baj o una luz má s favorable . Como ocu-rre con el finalismo . Y en efecto , es sorprendente queen el mundo de la materi a toda dirección privilegiada

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EL PROBLEMA DEL HÁBITO 6766 EL PROBLEMA DEL HÁBITO

de la síntesi s realizad a por el instante. Los problema s dela físic a contemporáne a inclus o nos incl ina n a cree rque es igualment e arriesgad o habla r de l a unida d y del a ident ida d de un átomo part icular . A cualquie r ni -vel que se le aprehenda , en la materia , en la vid a o enel pensamiento , e l individu o es una sum a bastant e va -riabl e de hábito s no contados . Como no todos los há -bitos que caracteriza n el ser , en cas o de ser conocidos ,disfruta n simultáneament e de todos los instante s quepodría n actualizarlos , l a unida d de un ser siempr e pa -rece afectad a por l a contingencia . En el fondo, e l in -dividu o no es y a sino una sum a de accidentes : pero ,además , esa sum a es de suy o accidental . A l mism otiempo , l a identida d del se r nunca está real izad a conplenitud , y adolec e del hecho de que l a riquez a de há -bitos no se ha regulad o con suficient e atención . Así , l aident ida d globa l está hech a de reiteracione s má s o menos exactas , de reflejo s má s o menos detallados . Elindividu o si n duda se esfuerz a por copia r e l hoy de layer ; y en esa copi a ayud a ademá s l a dinámic a de losritmos , pero no todos ello s se halla n en el mism o pun-to de su evolución , por lo que de ese modo se degrad aen semejanz a l a má s sólid a de la s permanencia s espi -rituales , de identida d deseada , afirmad a en un carác -ter. La vid a llev a entonce s nuestr a image n de espej oen espejo ; somos as í reflejo s de reflejo s y nuestro valo restá hecho del recuerd o de nuestr a decisión . Mas , porfirme s que seamos , nunca nos conservamo s cabalmen -te, porque nunca estuvimo s consciente s de todo nues -tro ser.

Por otra parte , se puede vacila r en cuant o a l senti -do en que se debe lee r una jerarquía . ¿Radic a l a ver -dader a fuerz a en e l mand o o en l a obediencia ? Poreso resistimo s finalment e a la tentació n de busca r loshábito s predominante s entre los má s inconscientes .

EL PROBLEMA DEL HABITO 67

En cambio , ta l vez l a concepció n del individu o comosum a integra l de l r i tm o pued a tene r una interpreta -ción cad a vez menos sustancialista , cad a vez má s ale -jad a de l a mater i a y cad a vez má s próxim a a l pensa -miento . Planteemo s el problem a en lenguaj e musical .¿Qué produce l a armonía , qué l e da verdaderament emovimiento ? ¿L a melodí a o el acompañamiento ?¿Pued e o no dars e fuerz a de evolució n a l a par t i tur amá s melodiosa ? Dejemos la s metáfora s y digamo s enuna palabra : el ser es dirigid o por el pensamiento . Lossere s se t ransmite n su herenci a mediant e e l pensa -mient o oscur o o luminoso , mediant e lo que se hacomprendid o y sobre todo mediant e lo que fue queri -do, en l a un ida d y en l a inocenci a del acto . Todo serindividua l y complej o dura as í en l a medid a en que seconstituy e una conciencia , en l a medid a en que su vo-lunta d se armoniz a con la s fuerza s subalterna s y en-cuentra n ese esquem a del gast o ecónomo que consti -tuy e un hábi to . Nuestra s arteria s tiene n l a eda d denuestros hábitos .

Por ese camin o vien e aqu í un aspect o finalist a a en-riquece r l a noción de hábito . Roupne l sólo da cabid aa l a finalida d rodeándos e de la s precaucione s má s mi -nuciosas . Evidentemente , serí a anorma l da r a l porve -ni r una fuerza de solicitació n real , en una tesi s en quese nieg a a l pasad o una fuerza rea l de causalidad .

Pero s i de grad o queremo s situarno s ante l a intui -ción primordia l de Roupne l y . poner con él la s condi -cione s temporale s en el mism o plan o de la s condicio -nes espaciales , cuand o que l a mayorí a de la s filosofía satr ibuye n a l espaci o un privilegi o de explicació n in -justificado , clarament e se ver á que alguno s problema sse presenta n baj o una luz má s favorable . Como ocu-rre con el finalismo . Y en efecto , es sorprendente queen el mundo de la materi a toda dirección privilegiada

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EL PROBLEMA DEL HÁBITO6868 EL PROBLEMA DEL HÁBITO

sea en última instancia un privilegio de propagación. A parti r de ese momento, podríamo s deci r en nuestr ahipótesi s que s i un acaecimient o se propag a con ma -yo r rapide z en determinad o eje de un cristal , es por-que en ese eje se utiliza n má s instante s que en cual -quie r otra dirección . Asimismo , s i l a vid a acept a l aafirmació n de los instante s siguiend o una cadenci aparticular , crece má s rápidament e en una direcció n de-terminada ; l a vid a se present a como una sucesió n li -nea l de célula s porque constituy e e l resume n de l apropagació n de una fuerza de generació n muy homo-génea . La fibra es un hábit o material izado ; está hechade instante s cuidadosament e escogido s y fuertement esolidarizado s mediant e un ritmo . De ese modo, s i nossituamo s ante l a enorme riquez a de posibilidade s queofrecen los instante s discontinuo s ligado s por hábitos ,se apreci a que podremos habla r de cronotropisinos correspondiente s a los diverso s r i tmos que constitu -ye n el ser vivo .

As í es como interpretamo s en l a hipótesi s roupne-lian a l a multiplicida d de la s duracione s que reconoceBergson . Desde su punto de vista , éste recurr e a unametáfor a cuand o evoc a un r i tm o y cuand o escribe :"No hay en l a duració n un r i tm o único ; podríamo simagina r muchos r itmos distinto s que , má s lentos o má s rápidos , midiera n el grad o de tensió n o de relaja -mient o de la s conciencia s y , con ello , fijara n sus sitio srespectivo s en la seri e de los seres". 12 Nosotros decimo sexactament e lo mismo , pero lo decimo s en un lengua -j e directo , manifestando , segú n creemos , de maner adirect a l a real idad . Y en efecto , hemos dad o l a reali -dad a l instant e v el grup o de instante s forma natural -mente par a nosotros e l r i tm o tempora l . No siend o e l

12 Bergson , Moliere el mémoire, p. 231 .

EL PROBLEMA DEL HABITO 69

instant e sin o una abstracción , par a Bergso n habr í aque hace r r i tmos metafórico s con los intervalo s "deelasticida d desigual" . La multiplicida d de duracione sse evoc a con toda razón , y si n embarg o no se explic amediant e esa tesi s de elasticida d temporal . Una vezmás , correspond e a nuestr a concienci a l a carg a detender sobre e l canev á de instante s una t ram a sufi -cientement e regula r par a da r a l mism o tiemp o l a im -presió n de l a continuida d del se r y de l a rapide z deldevenir . Como indicaremo s ulteriormente , tendiend onuestr a concienci a haci a un proyect o má s o menos ra -ciona l es como encontraremo s en verda d l a coheren -ci a tempora l básic a que , par a nosotros, correspondeal simpl e hábit o de ser.

Esa repentin a posibilida d de elecció n de los instan -tes creadores , esa liberta d dentro de su vinculació n enritmos distinto s ofrece n dos razone s bastante s apro -piada s par a hacerno s comprende r l a imbricació n dedevenire s de la s diversa s especie s vivientes . Desde hacey a much o tiemp o nos hemos asombrad o ante e l hechode que la s diferente s especie s animale s se encuentra ncoordinada s tanto históric a como funcionalmente . Elorden de sucesió n de la s especie s da el orden de los ór-gano s coexistente s en un individu o determinado . Lacienci a natura l es a nuestro antojo una histori a o unadescripción : el t iemp o es el esquem a que moviliza , l acoordinació n finalista , e l esquem a que l a describ e del a maner a má s clara . En otras palabras , l a coordina -ción y el finalism o en un solo ser particula r son la s dosrecíproca s de un solo y únic o hecho . El orden del de-veni r es a l punto el deveni r de un orden. Aquell o quese coordina en la especi e se encuentr a subordinad o enel tiemp o y viceversa . Un hábit o se produce con unaaltur a determinad a y con un t imbre particular . Es unhaz de hábitos lo que nos permit e segui r siend o dentro

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sea en última instancia un privilegio de propagación. A parti r de ese momento, podríamo s deci r en nuestr ahipótesi s que s i un acaecimient o se propag a con ma -yo r rapide z en determinad o eje de un cristal , es por-que en ese eje se utiliza n má s instante s que en cual -quie r otra dirección . Asimismo , s i l a vid a acept a l aafirmació n de los instante s siguiend o una cadenci aparticular , crece má s rápidament e en una direcció n de-terminada ; l a vid a se present a como una sucesió n li -nea l de célula s porque constituy e e l resume n de l apropagació n de una fuerza de generació n muy homo-génea . La fibra es un hábit o material izado ; está hechade instante s cuidadosament e escogido s y fuertement esolidarizado s mediant e un ritmo . De ese modo, s i nossituamo s ante l a enorme riquez a de posibilidade s queofrecen los instante s discontinuo s ligado s por hábitos ,se apreci a que podremos habla r de cronotropisinos correspondiente s a los diverso s r i tmos que constitu -ye n el ser vivo .

As í es como interpretamo s en l a hipótesi s roupne-lian a l a multiplicida d de la s duracione s que reconoceBergson . Desde su punto de vista , éste recurr e a unametáfor a cuand o evoc a un r i tm o y cuand o escribe :"No hay en l a duració n un r i tm o único ; podríamo simagina r muchos r itmos distinto s que , má s lentos o má s rápidos , midiera n el grad o de tensió n o de relaja -mient o de la s conciencia s y , con ello , fijara n sus sitio srespectivo s en la seri e de los seres". 12 Nosotros decimo sexactament e lo mismo , pero lo decimo s en un lengua -j e directo , manifestando , segú n creemos , de maner adirect a l a real idad . Y en efecto , hemos dad o l a reali -dad a l instant e v el grup o de instante s forma natural -mente par a nosotros e l r i tm o tempora l . No siend o e l

12 Bergson , Moliere el mémoire, p. 231 .

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instant e sin o una abstracción , par a Bergso n habr í aque hace r r i tmos metafórico s con los intervalo s "deelasticida d desigual" . La multiplicida d de duracione sse evoc a con toda razón , y si n embarg o no se explic amediant e esa tesi s de elasticida d temporal . Una vezmás , correspond e a nuestr a concienci a l a carg a detender sobre e l canev á de instante s una t ram a sufi -cientement e regula r par a da r a l mism o tiemp o l a im -presió n de l a continuida d del se r y de l a rapide z deldevenir . Como indicaremo s ulteriormente , tendiend onuestr a concienci a haci a un proyect o má s o menos ra -ciona l es como encontraremo s en verda d l a coheren -ci a tempora l básic a que , par a nosotros, correspondeal simpl e hábit o de ser.

Esa repentin a posibilida d de elecció n de los instan -tes creadores , esa liberta d dentro de su vinculació n enritmos distinto s ofrece n dos razone s bastante s apro -piada s par a hacerno s comprende r l a imbricació n dedevenire s de la s diversa s especie s vivientes . Desde hacey a much o tiemp o nos hemos asombrad o ante e l hechode que la s diferente s especie s animale s se encuentra ncoordinada s tanto históric a como funcionalmente . Elorden de sucesió n de la s especie s da el orden de los ór-gano s coexistente s en un individu o determinado . Lacienci a natura l es a nuestro antojo una histori a o unadescripción : el t iemp o es el esquem a que moviliza , l acoordinació n finalista , e l esquem a que l a describ e del a maner a má s clara . En otras palabras , l a coordina -ción y el finalism o en un solo ser particula r son la s dosrecíproca s de un solo y únic o hecho . El orden del de-veni r es a l punto el deveni r de un orden. Aquell o quese coordina en la especi e se encuentr a subordinad o enel tiemp o y viceversa . Un hábit o se produce con unaaltur a determinad a y con un t imbre particular . Es unhaz de hábitos lo que nos permit e segui r siend o dentro

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EL PROBLEMA DEL HÁBITO7070 EL PROBLEMA DEL HABITO

de l a multiplicida d de nuestros atributos , dejándono sl a impresió n de habe r sido , inclus o cuando , como raí zsustancial , sólo pudiéramo s encontra r en nosotros l arealida d que nos entreg a e l instant e presente . De ma -nera análoga , por ser e l hábit o una perspectiv a de ac -tos, fijamo s meta s y fine s a nuestro porvenir .

Esa invitació n del hábit o a ajustars e a l r i tm o de ac -tos perfectament e ordenado s constituy e en e l fondouna obligació n de naturalez a cas i raciona l y estética .Lo que nos oblig a entonces a persevera r en el se r sonmenos determinada s fuerza s que determinada s razo -nes . Y esa coherenci a raciona l y estétic a de los ritmossuperiore s del pensamient o es lo que constituy e l apiedr a angula r del ser.

S u unida d idea l aporta a l a filosofí a con frecuenci aamarg a de Roupne l un poco de ese optimism o racio -na l —mesurad o y valeroso — que hac e a l libr o incli -nars e haci a los problema s morales . De esa maner anos vernos inducido s a estudiar , en un nuev o capítu -lo , l a idea - de progres o dentro de sus relacione s con l atesi s del t iemp o discontinuo .

III. LA IDEA DEL PROGRESOY LA INTUICIÓN DEL TIEMPO

DISCONTINUO

[Si ] el ser que más amo en el mundo [vi -niera ] a preguntarm e lo que debía elegir ,y cuál es el refugi o más profundo, másinatacabl e y más dulce , le aconsejarí aabriga r su deslin o en el refugi o del almaque se supera .

MAETERLINCK

EN LA tesi s de Roupne l sobre el hábit o qued a una difi -culta d aparent e que quisiéramo s elucidar . Mediant eese esfuerz o de esclarecimient o nos veremo s inducido sa defini r de l a maner a má s natura l l a metafísic a delprogres o en relació n con la s intuicione s de Siloé.

Esa dificulta d es l a siguiente : par a penetra r en todoel sentid o de la idea de hábito, es precis o asocia r dosconceptos que a pr imer a vist a parecería n contradic -torios: la repetición y el principio. Ahora bien , la ob-jeció n se desvanec e si se logr a ve r que todo hábit oparticula r se mant ien e dependient e de ese hábit o ge -nera l —clar o y consciente — que es la voluntad . De talsuerte , con gust o definiríamo s e l hábi t o considerad oen su sentid o plen o mediant e esta fórmul a que conci -ll a los dos contrario s enfrentado s demasiad o prema -turament e por l a crítica : e l hábi t o es l a volunta d deempezar a repetirs e a sí mismo .

71

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70 EL PROBLEMA DEL HABITO

de l a multiplicida d de nuestros atributos , dejándono sl a impresió n de habe r sido , inclus o cuando , como raí zsustancial , sólo pudiéramo s encontra r en nosotros l arealida d que nos entreg a e l instant e presente . De ma -nera análoga , por ser e l hábit o una perspectiv a de ac -tos, fijamo s meta s y fine s a nuestro porvenir .

Esa invitació n del hábit o a ajustars e a l r i tm o de ac -tos perfectament e ordenado s constituy e en e l fondouna obligació n de naturalez a cas i raciona l y estética .Lo que nos oblig a entonces a persevera r en el se r sonmenos determinada s fuerza s que determinada s razo -nes . Y esa coherenci a raciona l y estétic a de los ritmossuperiore s del pensamient o es lo que constituy e l apiedr a angula r del ser.

S u unida d idea l aporta a l a filosofí a con frecuenci aamarg a de Roupne l un poco de ese optimism o racio -na l —mesurad o y valeroso — que hac e a l libr o incli -nars e haci a los problema s morales . De esa maner anos vernos inducido s a estudiar , en un nuev o capítu -lo , l a idea - de progres o dentro de sus relacione s con l atesi s del t iemp o discontinuo .

III. LA IDEA DEL PROGRESOY LA INTUICIÓN DEL TIEMPO

DISCONTINUO

[Si ] el ser que más amo en el mundo [vi -niera ] a preguntarm e lo que debía elegir ,y cuál es el refugi o más profundo, másinatacabl e y más dulce , le aconsejarí aabriga r su deslin o en el refugi o del almaque se supera .

MAETERLINCK

EN LA tesi s de Roupne l sobre el hábit o qued a una difi -culta d aparent e que quisiéramo s elucidar . Mediant eese esfuerz o de esclarecimient o nos veremo s inducido sa defini r de l a maner a má s natura l l a metafísic a delprogres o en relació n con la s intuicione s de Siloé.

Esa dificulta d es l a siguiente : par a penetra r en todoel sentid o de la idea de hábito, es precis o asocia r dosconceptos que a pr imer a vist a parecería n contradic -torios: la repetición y el principio. Ahora bien , la ob-jeció n se desvanec e si se logr a ve r que todo hábit oparticula r se mant ien e dependient e de ese hábit o ge -nera l —clar o y consciente — que es la voluntad . De talsuerte , con gust o definiríamo s e l hábi t o considerad oen su sentid o plen o mediant e esta fórmul a que conci -ll a los dos contrario s enfrentado s demasiad o prema -turament e por l a crítica : e l hábi t o es l a volunta d deempezar a repetirs e a sí mismo .

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LA IDEA DEL PROGRESO7272 LA IDEA DEL PROGRESO

Si , en efecto , comprendemo s bie n l a teorí a de Roup -nel , no debemos considera r e l hábit o como un meca -nism o desprovist o de acció n renovadora . Habrí a con-tradicció n entre los término s si se dijer a que el hábit oes una fuerza pasiva . La repetició n que lo caracteriz a esuna repetició n que construy e instruyéndose .

Por l o demás , l o que rig e a l se r son menos la s cir -cunstancia s necesaria s par a subsisti r que la s condi -cione s suficiente s par a progresar . Par a suscita r e l se res necesari o una just a medid a de novedad . Butle r dic econ razón :

La introducció n de elemento s ligerament e nuevos ennuestra manera de actua r nos da cierta s ventajas : lo nue-vo se funde entonces con lo antigu o y ell o nos ayud a a so-portar la monotonía de nuestra acción . Pero si el elemen -to nuevo nos es demasiad o ajeno , no se produce la fusiónde lo antigu o con lo nuevo, pues la Naturalez a parecesenti r igua l horror ante toda desviació n demasiad o gran -de de nuestra práctic a ordinari a que ante la ausenci a detoda desviación. 1

De ese modo, e l hábi t o se constituy e en progreso .De all í l a necesida d de desea r e l progres o par a conser -va r a l hábit o su eficacia . En toda reanudación , e l de -seo de progres o da el verdader o valo r del instant e ini -cia l que echa a anda r un hábito .

La ide a del eterno retorno si n dud a pas ó por l amente de Roupnel ; pero é l comprendi ó a l punto queaquell a ide a fecund a y verídic a no podí a ser un abso -luto . Renaciendo , acentuamo s l a vida .

¡Pue s no en vano resucitamos!.. . ¡L a repetició n no estáhecha en absoluto de un siempre eterno, siempre idénti -co a sí mismo!.. . ¡Nuestro s actos cerebrale s y nuestros1 Op. cit, p. 159.

LA IDEA DEL PROCRESO 73

pensamiento s se retoman segú n el rito de hábitos cadavez más adquirido s y se inviste n de fidelidade s física scada vez mayores !

S i nuestros errores agrava n sus funestos contornos,precisa n y empeora n sus formas y sus efectos.. . por suparte , nuestros actos útile s y benéfico s llena n de hue -lla s má s firme s el rastr o de los pasos eternos . A cad arepetición , toca en suert e a l acto algun a firmez a nue -va y , en los resultados , poco a poco aporta l a abun -danci a desconocida . No digamo s que e l act o es per -manente : si n cesa r se acrecient a con l a precisió n desus orígene s y de sus efectos . Vivimo s cad a vid a nue -va como l a obra que pasa : pero l a vid a leg a a l a vid atodas sus huella s frescas . Cautiv o siempr e de su rigor ,el act o vuelv e a pasa r sobre sus intencione s y sobresus consecuencias , y a l hacerl o complet a lo que noacab a jamás . ¡ Y la s generosidade s crece n en nuestra sobras y se multipl ica n en nosotros! . . . En los día s delos mundos pasados , ¿no s reconocerí a baj o los gran -des soplos aque l que nos ha visto , sensua l arcill a y ba -rro doliente , arras tra r por t ierr a un a lm a primit i -va? . . . Venimo s de lejo s con nuestr a sangr e t ibia. . . ¡ yhe aqu í que somos el Alm a con la s ala s y el Pensa -mient o en l a Tormenta ! . . . 2 Un destin o ta n larg o de-muestr a que , volviend o eternament e a los orígene s delser, hemos hallad o el valo r del vuel o renovado . Antesque una doctrin a del regres o eterno , l a tesi s roupne-lian a clarament e es por tanto una doctrina de, l a repe-tición eterna. Represent a la continuida d del valo r enla discontinuida d de la s tentativas, , l a continuida d delidea l pese a l a ruptura de los hechos . Cad a vez queBergso n habla 3 de una cont inuida d que se prolong a

2 Siloé, p. 186.3 Cf. Bergson, Durée et simultanéité, p. 70.

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LA IDEA DEL PROGRESO 7372 LA IDEA DEL PROGRESO

Si , en efecto , comprendemo s bie n l a teorí a de Roup -nel , no debemos considera r e l hábit o como un meca -nism o desprovist o de acció n renovadora . Habrí a con-tradicció n entre los término s si se dijer a que el hábit oes una fuerza pasiva . La repetició n que lo caracteriz a esuna repetició n que construy e instruyéndose .

Por l o demás , l o que rig e a l se r son menos la s cir -cunstancia s necesaria s par a subsisti r que la s condi -cione s suficiente s par a progresar . Par a suscita r e l se res necesari o una just a medid a de novedad . Butle r dic econ razón :

La introducció n de elemento s ligerament e nuevos ennuestra manera de actua r nos da cierta s ventajas : lo nue-vo se funde entonces con lo antigu o y ell o nos ayud a a so-portar la monotonía de nuestra acción . Pero si el elemen -to nuevo nos es demasiad o ajeno , no se produce la fusiónde lo antigu o con lo nuevo, pues la Naturalez a parecesenti r igua l horror ante toda desviació n demasiad o gran -de de nuestra práctic a ordinari a que ante la ausenci a detoda desviación. 1

De ese modo, e l hábi t o se constituy e en progreso .De all í l a necesida d de desea r e l progres o par a conser -va r a l hábit o su eficacia . En toda reanudación , e l de -seo de progres o da el verdader o valo r del instant e ini -cia l que echa a anda r un hábito .

La ide a del eterno retorno si n dud a pas ó por l amente de Roupnel ; pero é l comprendi ó a l punto queaquell a ide a fecund a y verídic a no podí a ser un abso -luto . Renaciendo , acentuamo s l a vida .

¡Pue s no en vano resucitamos!.. . ¡L a repetició n no estáhecha en absoluto de un siempre eterno, siempre idénti -co a sí mismo!.. . ¡Nuestro s actos cerebrale s y nuestros1 Op. cit, p. 159.

LA IDEA DEL PROCRESO 73

pensamiento s se retoman segú n el rito de hábitos cadavez más adquirido s y se inviste n de fidelidade s física scada vez mayores !

S i nuestros errores agrava n sus funestos contornos,precisa n y empeora n sus formas y sus efectos.. . por suparte , nuestros actos útile s y benéfico s llena n de hue -lla s má s firme s el rastr o de los pasos eternos . A cad arepetición , toca en suert e a l acto algun a firmez a nue -va y , en los resultados , poco a poco aporta l a abun -danci a desconocida . No digamo s que e l act o es per -manente : si n cesa r se acrecient a con l a precisió n desus orígene s y de sus efectos . Vivimo s cad a vid a nue -va como l a obra que pasa : pero l a vid a leg a a l a vid atodas sus huella s frescas . Cautiv o siempr e de su rigor ,el act o vuelv e a pasa r sobre sus intencione s y sobresus consecuencias , y a l hacerl o complet a lo que noacab a jamás . ¡ Y la s generosidade s crece n en nuestra sobras y se multipl ica n en nosotros! . . . En los día s delos mundos pasados , ¿no s reconocerí a baj o los gran -des soplos aque l que nos ha visto , sensua l arcill a y ba -rro doliente , arras tra r por t ierr a un a lm a primit i -va? . . . Venimo s de lejo s con nuestr a sangr e t ibia. . . ¡ yhe aqu í que somos el Alm a con la s ala s y el Pensa -mient o en l a Tormenta ! . . . 2 Un destin o ta n larg o de-muestr a que , volviend o eternament e a los orígene s delser, hemos hallad o el valo r del vuel o renovado . Antesque una doctrin a del regres o eterno , l a tesi s roupne-lian a clarament e es por tanto una doctrina de, l a repe-tición eterna. Represent a la continuida d del valo r enla discontinuida d de la s tentativas, , l a continuida d delidea l pese a l a ruptura de los hechos . Cad a vez queBergso n habla 3 de una cont inuida d que se prolong a

2 Siloé, p. 186.3 Cf. Bergson, Durée et simultanéité, p. 70.

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LA IDEA DEL PROGRESO7474 LA IDEA DEL PROGRESO

(continuida d de nuestr a vid a interior , continuida d deun movimient o voluntario ) podemos traduci r dicien -do que se t ra t a de una forma discontinu a que se re -constituye . Toda prolongació n efectiv a es una adjun -ción , toda identida d una semejanza . Nos reconocemo sen nuestro carácte r porque nos imitamo s a nosotrosmismo s y porque nuestr a personalida d es as í el hábi -to de nuestro propio nombre . Porque nos unificamo sen torno a nuestro nombre y a nuestr a dignida d —l anoblez a del pobre— podemos transporta r a l porveni rl a unida d de un alma . Por l o demás , l a copi a que re -hacemo s si n cesa r debe superarse , pues de otro modoel model o se empañ a y el alma , siend o ta n sólo persis -tenci a estética , se disuelve .

En cuant o a l a mónada , nace r y renacer , comenza ro recomenzar , equivale n siempr e a l a mism a acció nque intentamos . Pero la s ocasione s no siempr e son la smismas , como no todas la s repeticione s son sincrónica sni todos los instante s son utilizado s ni está n vincula -dos por los mismo s r i tmos . No siend o la s ocasione ssino sombra s de condiciones , toda l a fuerz a se guard aen el seno de los instante s que hace n renace r a l se r y reanuda n l a tare a empezada . En esa s repeticione s semanifiest a una noveda d que cobra forma de l iberta dy de ese modo, mediant e l a renovació n del t iemp o dis -continuo , una noveda d esencia l puede constituirs e enprogres o en toda l a acepció n de l a palabra .

La teorí a del hábit o se concili a as í en Roupne l conla negació n de l a acció n físic a y materia l del pasado .El pasad o indudablement e puede persistir , pero cree -mos que sólo como verdad , sólo como valo r racional ,sólo como un conjunto de armoniosa s solicitacione shaci a el progreso . El Pasad o es , s i se quiere , un terre -no fáci l de actualizar , pero sólo se actualiz a en l a pro-porción en que ha sid o un éxito . El progres o se asegu -

LA IDEA DEL PROGRESO 75

ra entonces mediant e l a permanenci a de la s condicio -nes lógica s y estéticas .

Esa filosofí a de l a vid a de un historiado r se aclar amediant e l a aceptació n de l a inuti l ida d de l a histori aen sí , de l a histori a como sum a de los hechos . Cierta -mente hay fuerza s histórica s que puede n revivir , peropa r a hacerl o debe n recibi r l a síntesi s del instant e y cobra r "el vigo r de los resúmenes" , l o que nosotrosmismo s l lamaríamo s l a dinámic a de los ritmos . Comoes natura l , Roupne l no separ a l a filosofí a de l a histo -ri a ni l a filosofí a de l a vida . En lo cua l una vez má s elpresent e lo domina todo; a propósito del orige n de la sespecies , Roupne l escribe :

Los tipos que se conserva n no lo son en proporción de su papel histórico , sino de su papel actual . Las formas em-brionaria s ya no pueden sino recorda r muy lejanament elas formas específica s adaptada s a las antigua s condicio -nes de vida histórica . La adaptació n que las ha realizad ono tiene ya títulos presentes . Si usted quiere , son adapta -ciones desafectadas . Son los despojos de que se apoderael raptor, pues son formas de tipos pasados al servici o dealguie n más . Su interdependenci a activ a reemplaz a suindependenci a abolida . Vale n en la medida en que sellaman... 4

De ese modo se vuelv e a encontra r siempr e l a su-premací a de l a armoní a present e sobre una armoní apreestablecid a que , de acuerd o con l a intuició n leib -niziana , descargarí a sobre el pasad o el peso del destino .

Finalmente , la s condicione s de progres o son la s ra -zones má s sólida s y má s coherente s par a enriquece r elser , y Roupne l resum e su punto de vist a en esta fór-mul a que tiene tanto má s sentid o cuant o que se inclu -

* Siloé, p. 55 .

• ^ » .

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(continuida d de nuestr a vid a interior , continuida d deun movimient o voluntario ) podemos traduci r dicien -do que se t ra t a de una forma discontinu a que se re -constituye . Toda prolongació n efectiv a es una adjun -ción , toda identida d una semejanza . Nos reconocemo sen nuestro carácte r porque nos imitamo s a nosotrosmismo s y porque nuestr a personalida d es as í el hábi -to de nuestro propio nombre . Porque nos unificamo sen torno a nuestro nombre y a nuestr a dignida d —l anoblez a del pobre— podemos transporta r a l porveni rl a unida d de un alma . Por l o demás , l a copi a que re -hacemo s si n cesa r debe superarse , pues de otro modoel model o se empañ a y el alma , siend o ta n sólo persis -tenci a estética , se disuelve .

En cuant o a l a mónada , nace r y renacer , comenza ro recomenzar , equivale n siempr e a l a mism a acció nque intentamos . Pero la s ocasione s no siempr e son la smismas , como no todas la s repeticione s son sincrónica sni todos los instante s son utilizado s ni está n vincula -dos por los mismo s r i tmos . No siend o la s ocasione ssino sombra s de condiciones , toda l a fuerz a se guard aen el seno de los instante s que hace n renace r a l se r y reanuda n l a tare a empezada . En esa s repeticione s semanifiest a una noveda d que cobra forma de l iberta dy de ese modo, mediant e l a renovació n del t iemp o dis -continuo , una noveda d esencia l puede constituirs e enprogres o en toda l a acepció n de l a palabra .

La teorí a del hábit o se concili a as í en Roupne l conla negació n de l a acció n físic a y materia l del pasado .El pasad o indudablement e puede persistir , pero cree -mos que sólo como verdad , sólo como valo r racional ,sólo como un conjunto de armoniosa s solicitacione shaci a el progreso . El Pasad o es , s i se quiere , un terre -no fáci l de actualizar , pero sólo se actualiz a en l a pro-porción en que ha sid o un éxito . El progres o se asegu -

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ra entonces mediant e l a permanenci a de la s condicio -nes lógica s y estéticas .

Esa filosofí a de l a vid a de un historiado r se aclar amediant e l a aceptació n de l a inuti l ida d de l a histori aen sí , de l a histori a como sum a de los hechos . Cierta -mente hay fuerza s histórica s que puede n revivir , peropa r a hacerl o debe n recibi r l a síntesi s del instant e y cobra r "el vigo r de los resúmenes" , l o que nosotrosmismo s l lamaríamo s l a dinámic a de los ritmos . Comoes natura l , Roupne l no separ a l a filosofí a de l a histo -ri a ni l a filosofí a de l a vida . En lo cua l una vez má s elpresent e lo domina todo; a propósito del orige n de la sespecies , Roupne l escribe :

Los tipos que se conserva n no lo son en proporción de su papel histórico , sino de su papel actual . Las formas em-brionaria s ya no pueden sino recorda r muy lejanament elas formas específica s adaptada s a las antigua s condicio -nes de vida histórica . La adaptació n que las ha realizad ono tiene ya títulos presentes . Si usted quiere , son adapta -ciones desafectadas . Son los despojos de que se apoderael raptor, pues son formas de tipos pasados al servici o dealguie n más . Su interdependenci a activ a reemplaz a suindependenci a abolida . Vale n en la medida en que sellaman... 4

De ese modo se vuelv e a encontra r siempr e l a su-premací a de l a armoní a present e sobre una armoní apreestablecid a que , de acuerd o con l a intuició n leib -niziana , descargarí a sobre el pasad o el peso del destino .

Finalmente , la s condicione s de progres o son la s ra -zones má s sólida s y má s coherente s par a enriquece r elser , y Roupne l resum e su punto de vist a en esta fór-mul a que tiene tanto má s sentid o cuant o que se inclu -

* Siloé, p. 55 .

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y e en l a parte del libr o dedicad a a l exame n de tesi senterament e biológicas : "L a asimilació n avanz ó en l amedid a mism a en que avanz ó l a reproducción". 5 Loque persist e es siempr e lo que se regenera .

II

Natura lmente , Roupne l sinti ó toda l a holgur a que e lhábit o considerad o en su aspect o psicológic o da a l pro-greso .

La idea de progreso —dice con toda razón— se asoci a ló-gicament e a la idea de reanudació n y de repetición . El há-bito posee ya en sí la significació n de un progreso ; porefecto del hábito adquirido , el acto que se recomienz a sevuelv e a empeza r con mayo r facilida d y mayo r precisión ;los movimiento s que lo ejecuta n pierden su amplitu d ex-cesiva , su complicació n inútil ; se simplifica n y se acortan .Desaparece n los movimiento s parásitos . El acto reduce elgasto al mínimo necesario , a la energí a suficiente , al tiem-po mínimo . Y a la vez que el dinamism o mejora v se pre-cisa , se perfecciona n la obra y el resultado. 6

Todas esa s observacione s son suficientement e clási -ca s par a que Roupne l no insist a en ellas ; pero agreg aque su aplicació n a l a teorí a de la instantaneida d delser implic a dificultades . En el fondo, l a dificulta d deasegura r e l progres o por encim a de un pasad o cuy aineficaci a se ha demostrad o es l a mism a que l a difi -culta d encontrad a cuand o quisimo s fi ja r en ese mis -mo pasad o la s raíce s del hábito . Por tanto, es precis ovolve r incesantement e a l mism o punto y lucha r con-

5 Siloé, p. 74.6/6(c/.,p. 157.

LA IDEA DEL PROGRESO

tra l a fals a clarida d de l a eficaci a de un pasad o aboli -do, puesto que esa eficaci a es el postulad o de nuestrosadversarios . La posició n de Roupne l es part icular -mente franca . Postuland o esa eficacia , dic e él ,

siempr e nos dejamo s engaña r por la constante ilusió nque nos hace creer en la realida d de un tiempo objetivo ,y nos hace acepta r sus pretendidos afectos . En la vida delser, dos instante s que se sucede n tienen entre sí la inde-pendenci a que corresponde a la independenci a de los dosritmos moleculare s que ellos mismos interpretan . Esa in-dependencia , que desconocemos cuando se trata de dossituacione s consecutivas , se afirma cuando consideramo sfenómenos que no son consecutivo s de manera inmedia -ta. Pero entonces pretendemos atribui r a la duració n quelos aparta la indiferenci a que los separa . En realidad ,cuando empezamo s a reconocer a la duració n esa energí adisolvent e y esa virtud separativ a es cuando empezamosapena s a hace r justici a a su naturalez a negativ a y a suscualidade s de nada . Así se tome a pequeña s o fuertes do-sis , la duració n sólo es siempre una ilusión . Y la fuerza desu nada separa tanto los fenómenos en aparienci a menosconsecutivo s como los menos contemporáneos .

Entre fenómenos consecutivo s hay por tanto pasivida de indiferencia . Gomo ya hemos demostrado, la verdader adependenci a está hecha de las simetría s y de las referen-cia s entre situacione s homologas . Segú n esas simetría s y esas referencia s esculp e la energí a sus actos y moldea susgestos . Así , los verdadero s parentesco s de instante s esta-rían adaptados a los verdadero s parentescos de las situa -ciones del ser. Si a toda costa se quisier a construi r unaduració n continua , ésta serí a siempre una duració n sub-jetiva , y los instantes-vid a siempre se referiría n en ell a a las serie s homologas .

Un pas o má s y , habiend o part id o de esa homologí ao de esa s imetr í a de instante s en grupo , llegaremo s

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y e en l a parte del libr o dedicad a a l exame n de tesi senterament e biológicas : "L a asimilació n avanz ó en l amedid a mism a en que avanz ó l a reproducción". 5 Loque persist e es siempr e lo que se regenera .

II

Natura lmente , Roupne l sinti ó toda l a holgur a que e lhábit o considerad o en su aspect o psicológic o da a l pro-greso .

La idea de progreso —dice con toda razón— se asoci a ló-gicament e a la idea de reanudació n y de repetición . El há-bito posee ya en sí la significació n de un progreso ; porefecto del hábito adquirido , el acto que se recomienz a sevuelv e a empeza r con mayo r facilida d y mayo r precisión ;los movimiento s que lo ejecuta n pierden su amplitu d ex-cesiva , su complicació n inútil ; se simplifica n y se acortan .Desaparece n los movimiento s parásitos . El acto reduce elgasto al mínimo necesario , a la energí a suficiente , al tiem-po mínimo . Y a la vez que el dinamism o mejora v se pre-cisa , se perfecciona n la obra y el resultado. 6

Todas esa s observacione s son suficientement e clási -ca s par a que Roupne l no insist a en ellas ; pero agreg aque su aplicació n a l a teorí a de la instantaneida d delser implic a dificultades . En el fondo, l a dificulta d deasegura r e l progres o por encim a de un pasad o cuy aineficaci a se ha demostrad o es l a mism a que l a difi -culta d encontrad a cuand o quisimo s fi ja r en ese mis -mo pasad o la s raíce s del hábito . Por tanto, es precis ovolve r incesantement e a l mism o punto y lucha r con-

5 Siloé, p. 74.6/6(c/.,p. 157.

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tra l a fals a clarida d de l a eficaci a de un pasad o aboli -do, puesto que esa eficaci a es el postulad o de nuestrosadversarios . La posició n de Roupne l es part icular -mente franca . Postuland o esa eficacia , dic e él ,

siempr e nos dejamo s engaña r por la constante ilusió nque nos hace creer en la realida d de un tiempo objetivo ,y nos hace acepta r sus pretendidos afectos . En la vida delser, dos instante s que se sucede n tienen entre sí la inde-pendenci a que corresponde a la independenci a de los dosritmos moleculare s que ellos mismos interpretan . Esa in-dependencia , que desconocemos cuando se trata de dossituacione s consecutivas , se afirma cuando consideramo sfenómenos que no son consecutivo s de manera inmedia -ta. Pero entonces pretendemos atribui r a la duració n quelos aparta la indiferenci a que los separa . En realidad ,cuando empezamo s a reconocer a la duració n esa energí adisolvent e y esa virtud separativ a es cuando empezamosapena s a hace r justici a a su naturalez a negativ a y a suscualidade s de nada . Así se tome a pequeña s o fuertes do-sis , la duració n sólo es siempre una ilusión . Y la fuerza desu nada separa tanto los fenómenos en aparienci a menosconsecutivo s como los menos contemporáneos .

Entre fenómenos consecutivo s hay por tanto pasivida de indiferencia . Gomo ya hemos demostrado, la verdader adependenci a está hecha de las simetría s y de las referen-cia s entre situacione s homologas . Segú n esas simetría s y esas referencia s esculp e la energí a sus actos y moldea susgestos . Así , los verdadero s parentesco s de instante s esta-rían adaptados a los verdadero s parentescos de las situa -ciones del ser. Si a toda costa se quisier a construi r unaduració n continua , ésta serí a siempre una duració n sub-jetiva , y los instantes-vid a siempre se referiría n en ell a a las serie s homologas .

Un pas o má s y , habiend o part id o de esa homologí ao de esa s imetrí a de instante s en grupo , llegaremo s

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a esa ide a de que —aprehend id a siempr e de man e -ra ind i rec ta — l a durac ió n sól o t ien e fuerz a por suprogreso . Es

el perfeccionamiento , sin duda muy pequeño, pero queresult a lógicament e innegabl e y es suficient e para intro-duci r una diferenciació n en los instante s y , por consi -guiente , para introduci r el element o de una duración .Mas de ese modo nos percatamo s de que esa duració n noes otra cosa que la expresió n de un progreso dinámico .Y entonces , nosotros, que lo hemos reducid o todo al di-namismo , diremos simpl e y sencillament e que, de existir ,la duració n continua es la expresió n del progreso. 7

Entonces se comprende que se pued a aplica r direc -tament e a l grup o de los instante s reunido s mediant ecronotropismos activo s una escal a de perfección . Poruna extrañ a reciprocidad , se puede esta r segur o de l amarch a del Tiemp o po iqu e ha y un progres o en e l sen-tido estético , mora l o religioso . Los instante s son dis -tintos porque son fecundos . Y no son fecundo s porvir tu d de los recuerdo s que pueda n actualizar , sin oante s bie n por e l hecho de que a ello s se agreg a unanoveda d tempora l convenientement e adaptad a a l rit -mo de un progreso .

Pero es en los problema s má s simple s o má s simpli -ficado s donde ta l vez se reconozc a mejo r esa ecuació nentre la duració n pura y el progreso ; es all í donde secomprender á mejo r l a necesida d de asenta r en l a cuen -ta del tiemp o su valo r esencia l de renovación . El tiem -po sólo dura inventando .

Con objeto de simplifica r e l element o tempora l ,tambié n Bergso n parte de una melodía ; pero en vez desubraya r que una melodí a sólo tiene sentid o por l a di -

7 Siloé, p. 158.

LA IDEA DEL PROGRESO 79

versida d de sus sonidos , en vez de reconoce r que el so-nid o mism o posee una vid a diversa , e l iminand o esadiversida d entre los sonidos y en el propio interio r deun sonido , trata de demostra r que , en últ im a instan -cia , se lleg a a l a uniformidad . En otras palabras , qui -tando l a materi a sensibl e del sonido se encontrarí a l auniformida d del tiemp o fundamental . En nuestr a opi-nión, por esa ví a sólo se alcanz a l a uniformida d de l anada . S i examinamo s un sonido que objetivament e seal o má s sencill o posible , veremo s que subjetivament eese sonido llan o no es uniforme . Es imposibl e mante -ner un sincronism o entre el r i tm o de la excitació n y elr i tm o de l a sensación . A l a menor experienci a recono-ceremo s que l a perfecció n del sonido no es una simpl econminación , que la s vibracione s no puede n tener unpape l idéntic o puesto que no tiene n e l mism o sitio . Desuert e que un sonido prolongad o sin variació n es unaverdader a tor tura , como l o ha señalad o suti lment eOctave Mirbeau . En todos los campo s encontraríamo s • l a mism a crític a de lo uniforme , pues la repetició n puray simpl e tiene efectos similare s en el mundo orgánic o y en e l mund o inorgánico . Esa repetició n demasiad ouniform e es e l principi o de ruptura par a l a materi amá s dura que acab a por rompers e baj o cierto s esfuer -zos rítmico s monótonos. Desde ese momento, ¿cóm opodríamo s habla r con Bergson , siguiend o l a psicolo -gí a de l a sensació n acústica , "de una continuació n delo que preced e en lo que sigue" , de "l a transició n in-interrumpida , mult ipl icad a si n diversidad " y de l a"sucesió n sin separación" , cuand o bast a con prolon-ga r e l sonido má s puro par a que cambi e de carácter ?Pero inclus o si n considera r e l sonido que , por su pro-longación , constituy e un dolor, dejand o a l sonid o suvalo r musical , debemo s reconoce r que , en una pro-longació n medida , ¡s e renuev a y canta ! Cuant a má s

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a esa ide a de que —aprehend id a siempr e de mane -ra ind i rec ta — l a durac ió n sól o t ien e fuerz a por suprogreso . Es

el perfeccionamiento , sin duda muy pequeño, pero queresult a lógicament e innegabl e y es suficient e para intro-duci r una diferenciació n en los instante s y , por consi -guiente , para introduci r el element o de una duración .Mas de ese modo nos percatamo s de que esa duració n noes otra cosa que la expresió n de un progreso dinámico .Y entonces , nosotros, que lo hemos reducid o todo al di-namismo , diremos simpl e y sencillament e que, de existir ,la duració n continua es la expresió n del progreso. 7

Entonces se comprende que se pued a aplica r direc -tament e a l grup o de los instante s reunido s mediant ecronotropismos activo s una escal a de perfección . Poruna extrañ a reciprocidad , se puede esta r segur o de l amarch a del Tiemp o po iqu e ha y un progres o en e l sen-tido estético , mora l o religioso . Los instante s son dis -tintos porque son fecundos . Y no son fecundo s porvir tu d de los recuerdo s que pueda n actualizar , sin oante s bie n por e l hecho de que a ello s se agreg a unanoveda d tempora l convenientement e adaptad a a l rit -mo de un progreso .

Pero es en los problema s má s simple s o má s simpli -ficado s donde ta l vez se reconozc a mejo r esa ecuació nentre la duració n pura y el progreso ; es all í donde secomprender á mejo r l a necesida d de asenta r en l a cuen -ta del tiemp o su valo r esencia l de renovación . El tiem -po sólo dura inventando .

Con objeto de simplifica r e l element o tempora l ,tambié n Bergso n parte de una melodía ; pero en vez desubraya r que una melodí a sólo tiene sentid o por l a di -

7 Siloé, p. 158.

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versida d de sus sonidos , en vez de reconoce r que el so-nid o mism o posee una vid a diversa , e l iminand o esadiversida d entre los sonidos y en el propio interio r deun sonido , trata de demostra r que , en últ im a instan -cia , se lleg a a l a uniformidad . En otras palabras , qui -tando l a materi a sensibl e del sonido se encontrarí a l auniformida d del tiemp o fundamental . En nuestr a opi-nión, por esa ví a sólo se alcanz a l a uniformida d de l anada . S i examinamo s un sonido que objetivament e seal o má s sencill o posible , veremo s que subjetivament eese sonido llan o no es uniforme . Es imposibl e mante -ner un sincronism o entre el r i tm o de la excitació n y elr i tm o de l a sensación . A l a menor experienci a recono-ceremo s que l a perfecció n del sonido no es una simpl econminación , que la s vibracione s no puede n tener unpape l idéntic o puesto que no tiene n e l mism o sitio . Desuert e que un sonido prolongad o sin variació n es unaverdader a tor tura , como l o ha señalad o suti lment eOctave Mirbeau . En todos los campo s encontraríamo s • l a mism a crític a de lo uniforme , pues la repetició n puray simpl e tiene efectos similare s en el mundo orgánic o y en e l mund o inorgánico . Esa repetició n demasiad ouniform e es e l principi o de ruptura par a l a materi amá s dura que acab a por rompers e baj o cierto s esfuer -zos rítmico s monótonos. Desde ese momento, ¿cóm opodríamo s habla r con Bergson , siguiend o l a psicolo -gí a de l a sensació n acústica , "de una continuació n delo que preced e en lo que sigue" , de "l a transició n in-interrumpida , mult ipl icad a si n diversidad " y de l a"sucesió n sin separación" , cuand o bast a con prolon-ga r e l sonido má s puro par a que cambi e de carácter ?Pero inclus o si n considera r e l sonido que , por su pro-longación , constituy e un dolor, dejand o a l sonid o suvalo r musical , debemo s reconoce r que , en una pro-longació n medida , ¡s e renuev a y canta ! Cuant a má s

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LA IDEA DEL PROGRESO8080 LA IDEA DEL PROGRESO

atenció n se presta a una sensació n al parece r unifor-me, más se diversifica . Verdaderament e equival e a servíctim a de una abstracció n imagina r una meditació nque simplificar a un element o sensible . La sensació nes variedad , es la única memori a que uniforma . EntreBergso n y nosotros mismos siempre hay pues la mis -ma diferenci a de método; él consider a el tiempo ple -no de acaecimiento s en el nive l mismo de la concien -cia de los acaecimientos , lueg o borra poco a poco esosacaecimiento s o la concienci a de los acaecimientos ;segú n cree , llegarí a entonces al tiempo sin acaeci -mientos , o a la concienci a de la duració n pura . Encambio , nosotros sólo podemos senti r el tiempo mul -tiplicand o los instante s conscientes . S i nuestra perezarelaj a nuestra meditación , sin duda pueden queda rtodaví a suficiente s instante s enriquecido s por la vidade los sentidos y de la carne para que aún tengamo sel sentimient o más o menos vag o de que duramos ;mas si queremos aclara r ese sentimiento , por nuestraparte sólo hallamo s esa clarida d en una multiplica -ción de los pensamientos . Para nosotros la concienci adel tiempo es siempre una concienci a de la utilizació nde los instantes, siempre activa , nunca pasiva ; en re-sumen, la concienci a de nuestra duració n es la con-cienci a de un progreso de nuestro ser íntimo , por lodemás , aunque ese progreso sea efectivo , fingid o o in-clus o simplement e soñado. El complej o organizad oasí en progreso es entonces más clar o y más simple , elritmo muy renovado más coherente que la repetició npura y simple . Además , si en seguid a llegamo s —me-diante una construcció n sapiente — a la uniformida den nuestra meditación , nos parece que es entoncesuna conquist a más , pues hallamo s esa uniformida den un ordenamient o de los instante s creadores , porejemplo , en uno de esos pensamiento s generale s y fe-

LA IDEA DEL PROGRESO 81

cundos que tienen bajo dependenci a suy a mil pensa-mientos ordenados . La duració n es por tanto una ri-queza , no se encuentra por abstracción . Su trama seconstruy e poniendo uno tras otro —de nuevo sin quese toquen— instante s concretos , ricos en novedadconscient e y sumamente mesurada . La coherenci a dela duració n es la coordinació n de un método de enri -quecimiento . No se puede habla r de una uniformida dpura y simple , como no sea en un mundo de abstrac -ciones , en una descripció n de la nada . No es por ellado de la simplicida d sino por el de la riquez a pordonde hay que llega r al límite .

En nuestra opinión, la sola duració n uniforme real esuna duració n uniformement e variada , una duración

Si a estas altura s de nuestra exposició n se nos pidier amarca r con una etiquet a filosófic a la doctrina tempo-ral de Roupnel , diríamo s que esa doctrina correspon-de a uno de los fenomenismo s más claro s que existen .Y en efecto, deci r que, como sustancia , sólo el tiempocuenta para Roupnel equivaldrí a a caracterizarl a muydeficientement e pues , en Siloé, el tiempo siempre seconsider a al mismo tiempo como sustanci a y comoatributo . Así se explic a esa curios a trinida d sin sus-tanci a que hace que la duración , el hábito y el progre-so se halle n siempre en perpetuo intercambi o de efec-tos. Cuando se ha comprendido esa perfecta ecuació nde los tres fenómenos del devenir , se da uno cuenta deque serí a injusto lanza r aquí una acusació n de círcul ovicioso . Si n duda, si partiéramo s de las intuicione s co-munes , fácilment e se objetarí a que la duració n nopuede explica r el progreso puesto que el progreso re-

progresiva.

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LA IDEA DEL PROGRESO 8180 LA IDEA DEL PROGRESO

atenció n se presta a una sensació n al parece r unifor-me, más se diversifica . Verdaderament e equival e a servíctim a de una abstracció n imagina r una meditació nque simplificar a un element o sensible . La sensació nes variedad , es la única memori a que uniforma . EntreBergso n y nosotros mismos siempre hay pues la mis -ma diferenci a de método; él consider a el tiempo ple -no de acaecimiento s en el nive l mismo de la concien -cia de los acaecimientos , lueg o borra poco a poco esosacaecimiento s o la concienci a de los acaecimientos ;segú n cree , llegarí a entonces al tiempo sin acaeci -mientos , o a la concienci a de la duració n pura . Encambio , nosotros sólo podemos senti r el tiempo mul -tiplicand o los instante s conscientes . S i nuestra perezarelaj a nuestra meditación , sin duda pueden queda rtodaví a suficiente s instante s enriquecido s por la vidade los sentidos y de la carne para que aún tengamo sel sentimient o más o menos vag o de que duramos ;mas si queremos aclara r ese sentimiento , por nuestraparte sólo hallamo s esa clarida d en una multiplica -ción de los pensamientos . Para nosotros la concienci adel tiempo es siempre una concienci a de la utilizació nde los instantes, siempre activa , nunca pasiva ; en re-sumen, la concienci a de nuestra duració n es la con-cienci a de un progreso de nuestro ser íntimo , por lodemás , aunque ese progreso sea efectivo , fingid o o in-clus o simplement e soñado. El complej o organizad oasí en progreso es entonces más clar o y más simple , elritmo muy renovado más coherente que la repetició npura y simple . Además , si en seguid a llegamo s —me-diante una construcció n sapiente — a la uniformida den nuestra meditación , nos parece que es entoncesuna conquist a más , pues hallamo s esa uniformida den un ordenamient o de los instante s creadores , porejemplo , en uno de esos pensamiento s generale s y fe-

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cundos que tienen bajo dependenci a suy a mil pensa-mientos ordenados . La duració n es por tanto una ri-queza , no se encuentra por abstracción . Su trama seconstruy e poniendo uno tras otro —de nuevo sin quese toquen— instante s concretos , ricos en novedadconscient e y sumamente mesurada . La coherenci a dela duració n es la coordinació n de un método de enri -quecimiento . No se puede habla r de una uniformida dpura y simple , como no sea en un mundo de abstrac -ciones , en una descripció n de la nada . No es por ellado de la simplicida d sino por el de la riquez a pordonde hay que llega r al límite .

En nuestra opinión, la sola duració n uniforme real esuna duració n uniformement e variada , una duración

Si a estas altura s de nuestra exposició n se nos pidier amarca r con una etiquet a filosófic a la doctrina tempo-ral de Roupnel , diríamo s que esa doctrina correspon-de a uno de los fenomenismo s más claro s que existen .Y en efecto, deci r que, como sustancia , sólo el tiempocuenta para Roupnel equivaldrí a a caracterizarl a muydeficientement e pues , en Siloé, el tiempo siempre seconsider a al mismo tiempo como sustanci a y comoatributo . Así se explic a esa curios a trinida d sin sus-tanci a que hace que la duración , el hábito y el progre-so se halle n siempre en perpetuo intercambi o de efec-tos. Cuando se ha comprendido esa perfecta ecuació nde los tres fenómenos del devenir , se da uno cuenta deque serí a injusto lanza r aquí una acusació n de círcul ovicioso . Si n duda, si partiéramo s de las intuicione s co-munes , fácilment e se objetarí a que la duració n nopuede explica r el progreso puesto que el progreso re-

progresiva.

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LA IDEA DEL PROGRESO8282 LA IDEA DEL PROGRESO

clam a la duració n para desarrollarse , ademá s de ob-jetars e que el hábito no puede actualiza r el pasad opuesto que el ser no tiene modo de conserva r un pasa -do inactivo . Mas el orden no es ninguna prueba con-tra la unida d intuitiv a que vemos aclarars e al medita ren Siloé. Y en efecto, no se trata de clasifica r reali -dades , sino de hace r comprender los fenómenos re-construyéndolo s de múltiple s maneras . Como reali -dad, sólo hay una: el instante . Duración, hábito y progreso sólo son agrupamiento s de instantes , de losmás simple s de los fenómenos del tiempo. Ninguno deesos fenómenos puede tener un privilegi o ontológico .Por tanto, somos libre s de lee r su relació n en ambasdirecciones , de recorre r el círcul o que los vincul a enambos sentidos .

La síntesi s metafísic a del progreso y de la duració nconduce a Roupnel , al final del libro, a garantiza r la Per-fecció n inscribiéndol a en el corazón mismo de laDivinida d que nos dispens a el Tiempo. Roupnel per-manece larg o tiempo con un alm a en espera . Pero, alparecer , Roupnel hace de esa propia espera un cono-cimiento . En una fórmula sorprendente de humilda dintelectual , nos indic a que la trascendenci a de Dios semoldea en la inmanenci a de nuestro deseo: "Cuandopercibimos , lo inconocibl e ya no es fuera de nuestrosalcance s sino la causa que lo explic a o cuando menos laforma en que se oculta". 8 Nuestros deseos , nuestra sesperanza s y nuestro amor dibujaría n por tanto desdefuera al Ser supremo.. .

La luz pasa entonces de la razón al corazón: "¡ElAmor! ¿Qué otra palabr a podría veni r así a dar unaenvoltura verba l adaptad a de nuestra s espiritualida -

8 Siloé, p. 172.

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des a la íntima concordanci a que compone la natura-leza de las cosas , y al ritmo grav e y grande que rea-liz a el Univers o entero?" 9 Sí , para que los instante shaga n la duración , para que la duració n haga el pro-greso , sobre el propio fondo del tiempo se habrá deinscribi r al Amor.. . Leyend o esas página s amantes , sesiente al poeta de nuevo en marcha haci a el orige n ín-timo y misterios o de su propia Siloé...

Que cada cual sig a entonces su camino . Puesto quenos hemos permitid o tomar del libro lo que era paranuestro propio espírit u la ayud a más eficaz , indi -quemos pues que, por nuestra parte , antes bien per-seguimo s nuestro sueño haci a un esfuerz o dondeencontramos el carácte r raciona l del amor.

En nuestra opinión, los caminos del progreso íntimoson los caminos de la lógic a y de las leye s generales . Unbuen día nos percatamo s de que los grande s recuerdosde un alma , los que dan a un alma su sentido y su pro-fundidad , están en vía s de ser racionales. Sólo se pue-de llora r mucho tiempo a un ser al que es raciona l llo-rar. Entonces es la razón estoica la que consuel a alcorazón sin pedirl e olvido . En el amor mismo, lo sin-gula r siempre es pequeño, permanec e anormal y aisla -do: no puede tener cabid a en el ritmo regula r que cons-tituye un hábito sentimental . En torno a esos recuerdosde amor se podrá poner todo lo particula r que se quie -ra, el seto de espinos o el pórtico de flores , la noche deotoño o el amanece r de mayo . El corazón sincer o essiempre el mismo. La escena puede cambiar , pero elactor sigu e siendo idéntico . En su novedad esencial , laalegrí a de ama r puede sorprender y maravillar . Peroviviéndol a en su profundidad se le vive en su sencillez .Los caminos de la tristeza no son menos regulares .

"Siloé, p. 162.

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LA IDEA DEL PROGRESO 8382 LA IDEA DEL PROGRESO

clam a la duració n para desarrollarse , ademá s de ob-jetars e que el hábito no puede actualiza r el pasad opuesto que el ser no tiene modo de conserva r un pasa -do inactivo . Mas el orden no es ninguna prueba con-tra la unida d intuitiv a que vemos aclarars e al medita ren Siloé. Y en efecto, no se trata de clasifica r reali -dades , sino de hace r comprender los fenómenos re-construyéndolo s de múltiple s maneras . Como reali -dad, sólo hay una: el instante . Duración, hábito y progreso sólo son agrupamiento s de instantes , de losmás simple s de los fenómenos del tiempo. Ninguno deesos fenómenos puede tener un privilegi o ontológico .Por tanto, somos libre s de lee r su relació n en ambasdirecciones , de recorre r el círcul o que los vincul a enambos sentidos .

La síntesi s metafísic a del progreso y de la duració nconduce a Roupnel , al final del libro, a garantiza r la Per-fecció n inscribiéndol a en el corazón mismo de laDivinida d que nos dispens a el Tiempo. Roupnel per-manece larg o tiempo con un alm a en espera . Pero, alparecer , Roupnel hace de esa propia espera un cono-cimiento . En una fórmula sorprendente de humilda dintelectual , nos indic a que la trascendenci a de Dios semoldea en la inmanenci a de nuestro deseo: "Cuandopercibimos , lo inconocibl e ya no es fuera de nuestrosalcance s sino la causa que lo explic a o cuando menos laforma en que se oculta". 8 Nuestros deseos , nuestra sesperanza s y nuestro amor dibujaría n por tanto desdefuera al Ser supremo.. .

La luz pasa entonces de la razón al corazón: "¡ElAmor! ¿Qué otra palabr a podría veni r así a dar unaenvoltura verba l adaptad a de nuestra s espiritualida -

8 Siloé, p. 172.

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des a la íntima concordanci a que compone la natura-leza de las cosas , y al ritmo grav e y grande que rea-liz a el Univers o entero?" 9 Sí , para que los instante shaga n la duración , para que la duració n haga el pro-greso , sobre el propio fondo del tiempo se habrá deinscribi r al Amor.. . Leyend o esas página s amantes , sesiente al poeta de nuevo en marcha haci a el orige n ín-timo y misterios o de su propia Siloé...

Que cada cual sig a entonces su camino . Puesto quenos hemos permitid o tomar del libro lo que era paranuestro propio espírit u la ayud a más eficaz , indi -quemos pues que, por nuestra parte , antes bien per-seguimo s nuestro sueño haci a un esfuerz o dondeencontramos el carácte r raciona l del amor.

En nuestra opinión, los caminos del progreso íntimoson los caminos de la lógic a y de las leye s generales . Unbuen día nos percatamo s de que los grande s recuerdosde un alma , los que dan a un alma su sentido y su pro-fundidad , están en vía s de ser racionales. Sólo se pue-de llora r mucho tiempo a un ser al que es raciona l llo-rar. Entonces es la razón estoica la que consuel a alcorazón sin pedirl e olvido . En el amor mismo, lo sin-gula r siempre es pequeño, permanec e anormal y aisla -do: no puede tener cabid a en el ritmo regula r que cons-tituye un hábito sentimental . En torno a esos recuerdosde amor se podrá poner todo lo particula r que se quie -ra, el seto de espinos o el pórtico de flores , la noche deotoño o el amanece r de mayo . El corazón sincer o essiempre el mismo. La escena puede cambiar , pero elactor sigu e siendo idéntico . En su novedad esencial , laalegrí a de ama r puede sorprender y maravillar . Peroviviéndol a en su profundidad se le vive en su sencillez .Los caminos de la tristeza no son menos regulares .

"Siloé, p. 162.

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84 LA IDEA DEL PROGRESO

Cuand o un amor perdi ó su misteri o perdiend o su por-venir , cuand o cerrand o el libr o brutalment e el destin odetuv o la lectura , se reconoce en el recuerdo , baj o la svariacione s del lamento , e l tema tan claro , simpl e y ge -nera l del sufrimiento-humano . Con un pie en el sepul -cro, Guya u decí a aú n en un vers o de filósofo :

Le bonheur le plus doux est celui qu 'on espere. [La felicida d más dulce es la que se espera. ]

Al cua l responderemo s nosotros evocand o

Le bonheur le plus pur, celui qu 'on a perdu. [La felicida d más pura, la que se ha perdido. ]

Si n duda , nuestr a opinió n es una opinió n de filóso -fo y tendrá en su contra toda l a experienci a de losnovelistas . Pero no podemos evita r l a impresió n deque l a riquez a de caractere s singulare s y con frecuen -ci a heteróclito s coloc a a l a novel a en una atmósfer a derealism o ingenu o y fáci l que , en resumida s cuentas ,no es sin o una forma primit iv a de l a psicología . Encambio , desd e nuestr o punto de vista , l a pasió n estanto má s var iad a en sus efecto s cuant o que es má ssimpl e y má s lógic a en sus principios . Una fantasí anunc a tien e duració n suficient e pa r a total iza r todasla s posibilidade s del se r sentimental . Y precisament eno es sino una posibilidad , cuand o much o un ensayo ,un r i tm o jadeante . En cambio , un amo r profundo esuna coordinació n de todas la s posibil idade s del ser ,pues es en esenci a una referenci a del ser, un idea l dearmoní a tempora l en que e l present e se ocupa si n ce -sa r en prepara r el porvenir . Es a l a vez una duración ,un hábit o y un progreso .

Par a fortalece r e l corazón , es precis o auna r l a mo-

LA IDEA DEL PROGRESO 85

ra l a l a pasión , es necesari o halla r la s razone s genera -le s par a amar . As í se comprende el alcanc e metafísic ode la s tesi s que va n en busc a de l a fuerz a mism a decoordinació n temporal , en l a simpatí a y l a preocupa -ción . El tiemp o se prolong a y dura en nosotros porqueamamo s y sufrimos . Medi o sigl o ante s de la s tesi s hoycélebres , Guya u y a habí a reconocid o que 'l a memo -ri a y l a s impatí a t ienen. . . en el fondo el mism o ori -gen". 1 0 Habí a demostrad o que e l Tiemp o es en esen -ci a afectivo : "L a ide a de pasad o y porvenir" , decí ahondamente , "no sólo es condició n necesari a de todosufrimient o moral ; en ciert o modo es su principio". 1 1

Llenamo s nuestro tiemp o como llenamo s nuestro es -paci o mediant e e l simpl e cuidad o que tomamos ennuestro porveni r y mediant e el dese o de nuestr a pro-pi a expansión . De ese modo, en nuestr o corazó n y nuestr a razón , el ser corresponde a l Univers o y recla -ma l a Eternidad . Como dic e Roupne l en una frase queconsignamo s en su redacció n primitiva :

All í radic a el geni o de nuestra alm a ávid a de un espaci osin fin, hambrient a de una elucubració n sin límites , sedient ado Ideal , obsesionado, por el Infinito, cuy a vida es la in-quietu d de otro luga r perpetuo y cuy a naturalez a no essino el larg o tormento de una expansió n a todo el Uni-verso.

Así , por el propio hecho de, que vivimos , por el he -cho mism o de que amamo s y sufrimos , nos vemo sadentrado s por los camino s de lo universa l y de lopermanente . S i nuestro amo r qued a a vece s si n fuer-za , con frecuenci a es porque somos víctima s del rea -lism o de nuestr a pasión . Vinculamo s nuestro amo r a '

10 Guyau , La gertése de l'idée de temps, p. 80.1 1 Op'.cil., p . 8 2 .

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Cuand o un amor perdi ó su misteri o perdiend o su por-venir , cuand o cerrand o el libr o brutalment e el destin odetuv o la lectura , se reconoce en el recuerdo , baj o la svariacione s del lamento , e l tema tan claro , simpl e y ge -nera l del sufrimiento-humano . Con un pie en el sepul -cro, Guya u decí a aú n en un vers o de filósofo :

Le bonheur le plus doux est celui qu 'on espere. [La felicida d más dulce es la que se espera. ]

Al cua l responderemo s nosotros evocand o

Le bonheur le plus pur, celui qu 'on a perdu. [La felicida d más pura, la que se ha perdido. ]

Si n duda , nuestr a opinió n es una opinió n de filóso -fo y tendrá en su contra toda l a experienci a de losnovelistas . Pero no podemos evita r l a impresió n deque l a riquez a de caractere s singulare s y con frecuen -ci a heteróclito s coloc a a l a novel a en una atmósfer a derealism o ingenu o y fáci l que , en resumida s cuentas ,no es sin o una forma primit iv a de l a psicología . Encambio , desd e nuestr o punto de vista , l a pasió n estanto má s var iad a en sus efecto s cuant o que es má ssimpl e y má s lógic a en sus principios . Una fantasí anunc a tiene duració n suficient e pa r a total iza r todasla s posibilidade s del se r sentimental . Y precisament eno es sino una posibilidad , cuand o much o un ensayo ,un r i tm o jadeante . En cambio , un amo r profundo esuna coordinació n de todas la s posibil idade s del ser ,pues es en esenci a una referenci a del ser, un idea l dearmoní a tempora l en que e l present e se ocupa si n ce -sa r en prepara r el porvenir . Es a l a vez una duración ,un hábit o y un progreso .

Par a fortalece r e l corazón , es precis o auna r l a mo-

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ra l a l a pasión , es necesari o halla r la s razone s genera -le s par a amar . As í se comprende el alcanc e metafísic ode la s tesi s que va n en busc a de l a fuerz a mism a decoordinació n temporal , en l a simpatí a y l a preocupa -ción . El tiemp o se prolong a y dura en nosotros porqueamamo s y sufrimos . Medi o sigl o ante s de la s tesi s hoycélebres , Guya u y a habí a reconocid o que 'l a memo -ri a y l a s impatí a t ienen. . . en el fondo el mism o ori -gen". 1 0 Habí a demostrad o que e l Tiemp o es en esen -ci a afectivo : "L a ide a de pasad o y porvenir" , decí ahondamente , "no sólo es condició n necesari a de todosufrimient o moral ; en ciert o modo es su principio". 1 1

Llenamo s nuestro tiemp o como llenamo s nuestro es -paci o mediant e e l simpl e cuidad o que tomamos ennuestro porveni r y mediant e el dese o de nuestr a pro-pi a expansión . De ese modo, en nuestr o corazó n y nuestr a razón , el ser corresponde a l Univers o y recla -ma l a Eternidad . Como dic e Roupne l en una frase queconsignamo s en su redacció n primitiva :

All í radic a el geni o de nuestra alm a ávid a de un espaci osin fin, hambrient a de una elucubració n sin límites , sedient ado Ideal , obsesionado, por el Infinito, cuy a vida es la in-quietu d de otro luga r perpetuo y cuy a naturalez a no essino el larg o tormento de una expansió n a todo el Uni-verso.

Así , por el propio hecho de, que vivimos , por el he -cho mism o de que amamo s y sufrimos , nos vemo sadentrado s por los camino s de lo universa l y de lopermanente . S i nuestro amo r qued a a vece s si n fuer-za , con frecuenci a es porque somos víctima s del rea -lism o de nuestr a pasión . Vinculamo s nuestro amo r a '

10 Guyau , La gertése de l'idée de temps, p. 80.1 1 Op'.cil., p . 8 2 .

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LA IDEA DEL PROGRESO8686 LA IDEA DEL PROGRESO

nuestr o nombre , cuand o es l a verda d genera l de unalma ; no queremo s vincula r en un conjunto coherentey raciona l l a diversida d de nuestros deseos , aunqu esólo son eficace s si se completa n y se relevan . S i tuvié -ramo s l a prudenci a de escucha r en nosotros mismo sl a armoní a de lo posible , reconoceríamo s que los mi lritmos de los instante s aporta n en nosotros realidade sta n exactament e complementaria s que debemos com-prende r el carácte r finalment e raciona l de los dolore sy de la s alegría s puesta s en el orige n del Ser . Un sufri -mient o se vincul a siempr e a una redención , una ale -grí a a un esfuerz o intelectual . Todo se duplic a en nos-otros mismo s cuand o queremo s toma r posesió n detodas la s posibilidade s de l a duración :

S i usted ama —dice Maeterlinck— , ese amor no es partede su destino ; lo que modificar á su vida es la concien -cia de sí que habrá hallad o en el fondo de ese amor. Si lohan traicionado , lo que importa no es la traición ; es elperdón que la traició n hizo nacer en su alma y es la natu-raleza , más o menos general , más o menos elevada , más o menos pensada de ese perdón lo que orientará su existen -cia haci a el lado apacibl e y más clar o del destino, dondeusted se verá mejor que si lo hubiera n sido fieles . Pero sila traició n no aumentó la simplicidad , la confianza másalta , la extensió n del amor, entonces lo habrán traiciona -do inútilment e y podrá usted deci r que no ha pasad onada. 12

Cómo expresa r mejo r que el ser sólo puede conser -va r del pasad o lo que sirv e a su progreso , lo que pue-de entra r en un sistem a raciona l de s impat í a y deafecto . Sól o dura l o que tiene razone s par a durar . Laduració n es as í e l pr ime r fenómeno del principi o de

12 Maeterlinck , Sagesse et destinée, p. 27.

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razó n suficiente par a l a unión de los instantes . Enotras palabras , en la s fuerza s del mundo sólo hay unprincipi o de continuidad : l a permanenci a de la s con-dicione s racionales , de la s condicione s del éxit o mora ly estético . Esas condicione s rige n el corazón como rige nel espíritu . So n ella s la s que determina n l a solidarida dde los instante s en movimiento . La duració n íntim asiempr e es l a sensatez . Lo que coordina el mundo noson la s fuerza s del pasado , sino l a armoní a entera -mente en tensió n que ha de realiza r e l mundo. S e pue -de hab la r de una armoní a preestablecida , pero nopuede ser una armoní a preestablecid a en la s cosas ;sólo ha y acció n medíant e una armoní a preestablecid aen la razón . Toda la fuerza del t iemp o se condens a enel instant e innovado r en que l a vist a se abre , cerc a del a fuente de Siloé , baj o e l toque de un divin o redentorque nos da en un solo movimient o l a alegrí a y l a ra -zón, y el modo de ser eternos mediant e la verda d y labondad.

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nuestr o nombre , cuand o es l a verda d genera l de unalma ; no queremo s vincula r en un conjunto coherentey raciona l l a diversida d de nuestros deseos , aunqu esólo son eficace s si se completa n y se relevan . S i tuvié -ramo s l a prudenci a de escucha r en nosotros mismo sl a armoní a de lo posible , reconoceríamo s que los mi lritmos de los instante s aporta n en nosotros realidade sta n exactament e complementaria s que debemos com-prende r el carácte r finalment e raciona l de los dolore sy de la s alegría s puesta s en el orige n del Ser . Un sufri -mient o se vincul a siempr e a una redención , una ale -grí a a un esfuerz o intelectual . Todo se duplic a en nos-otros mismo s cuand o queremo s toma r posesió n detodas la s posibilidade s de l a duración :

S i usted ama —dice Maeterlinck— , ese amor no es partede su destino ; lo que modificar á su vida es la concien -cia de sí que habrá hallad o en el fondo de ese amor. Si lohan traicionado , lo que importa no es la traición ; es elperdón que la traició n hizo nacer en su alma y es la natu-raleza , más o menos general , más o menos elevada , más o menos pensada de ese perdón lo que orientará su existen -cia haci a el lado apacibl e y más clar o del destino, dondeusted se verá mejor que si lo hubiera n sido fieles . Pero sila traició n no aumentó la simplicidad , la confianza másalta , la extensió n del amor, entonces lo habrán traiciona -do inútilment e y podrá usted deci r que no ha pasad onada. 12

Cómo expresa r mejo r que el ser sólo puede conser -va r del pasad o lo que sirv e a su progreso , lo que pue-de entra r en un sistem a raciona l de s impat í a y deafecto . Sól o dura l o que tiene razone s par a durar . Laduració n es as í e l pr ime r fenómeno del principi o de

12 Maeterlinck , Sagesse et destinée, p. 27.

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razó n suficiente par a l a unión de los instantes . Enotras palabras , en la s fuerza s del mundo sólo hay unprincipi o de continuidad : l a permanenci a de la s con-dicione s racionales , de la s condicione s del éxit o mora ly estético . Esas condicione s rige n el corazón como rige nel espíritu . So n ella s la s que determina n l a solidarida dde los instante s en movimiento . La duració n íntim asiempr e es l a sensatez . Lo que coordina el mundo noson la s fuerza s del pasado , sino l a armoní a entera -mente en tensió n que ha de realiza r e l mundo. S e pue -de hab la r de una armoní a preestablecida , pero nopuede ser una armoní a preestablecid a en la s cosas ;sólo ha y acció n medíant e una armoní a preestablecid aen la razón . Toda la fuerza del t iemp o se condens a enel instant e innovado r en que l a vist a se abre , cerc a del a fuente de Siloé , baj o e l toque de un divin o redentorque nos da en un solo movimient o l a alegrí a y l a ra -zón, y el modo de ser eternos mediant e la verda d y labondad.

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CONCLUSIÓN

El ser entregad o a l a razón encuentr a fuerza s en l asoledad . Posee en sí los medio s de corregirse . Tien epara sí l a eternida d de lo ciert o si n l a carg a ni l a cus -todia de l a experienci a pasada . Con toda razó n decí aJea n Guéhenno (Habla Caliban): "L a razón , esa ex-traña si n memori a y si n herencia , que siempr e quisie -ra recomenzarl o todo", pues en verdad , mediant e l arazón , todo puede empeza r de nuevo . El fracas o estan sólo una prueba negativa , e l fracas o es siempr eexperimental . En e l terreno de l a razón , bast a con re -laciona r dos tema s oscuros par a que se produzc a l aclarida d de l a evidencia . Entonces se hac e una nove-dad fecund a con lo antigu o ma l comprendido . De ha -ber un eterno retorno que sosteng a a l mundo, es e leterno retorno de l a razón .

No es por el lad o de esa inocenci a raciona l por don-de Roupne l busc a los camino s de la redenció n del ser.Roupne l encuentr a en e l Arte un medi o adaptad o má sdirectament e a los principio s mismo s de l a creación .Y de la s página s que llega n al centro mism o de la in-tuició n estética , nos tra e a esa frescur a del a lm a y delos sentido s que renuev a l a fuerza poética . Es

el Arte lo que nos liber a de la rutina literari a y artísti -ca.. . El nos cura de la fatig a socia l del alma y rejuvenec ela percepció n gastada . El restituy e a la expresió n envile -cida el sentido activ o y la representació n realista . El de-vuelv e la verda d a la sensació n y la probidad a la emo-ción. El nos enseña a valemo s de nuestros sentidos y denuestra s alma s corno si nada hubiera depravad o aún su

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CONCLUSIÓN9090 CONCLUSIÓN

vigor o estropeado su clarividencia . El nos enseña a ver y a escucha r el Univers o como si apenas tuviéramo s ahorala revelació n sana y repentina de sí. El trae ante nuestramirada la graci a de una Naturalez a que despierta . Él nosentrega los momentos encantadore s de la mañan a pri-migeni a resplandeciente s de creacione s nuevas . El nosdevuelve , por decirl o así , al hombre maravillad o que es-cuchó nace r la s voces en la Naturaleza , que asisti ó a laaparició n del firmamento y ante el cua l se levant ó elCiel o como un Desconocido. '

Pero, una vez más , si el Arte , como la Razón , es so-ledad , he aqu í que l a Soleda d es e l propio Arte .Después del sufrimiento , se nos devuelv e "a l a altiv asoleda d de nuestro corazón. . . y entonces , nuestr aa lma , que ha roto la s infame s cadenas , vuelv e a sutempl o subterráneo" . Y Roupne l agrega :

El arl e es la escuch a de esa voz interior . El nos trae elmurmull o escondido . El es la voz de la concienci a sobre-natura l que reside en nosotros sobre el fondo inalienabl ey perpetuo. El nos devuelv e al siti o primordia l de nues-tro Ser y al luga r inmenso donde estamos en el Univers oentero. Nuestra parcel a miserabl e cobra all í su gradouniversa ] v nos entrega la autorida d que él detenta .Triunfador sobre todos los temas discontinuo s que sepa-ran al Ser y componen al Individuo , el Arte es el sentidode Armonía que nos restituy e al suave ritmo del Mundo y nos devuelv e al infinit o que nos llama .

Todo en nosotros es entonces participante , del ritmoabsoluto donde se desarroll a el fenómeno completo delMundo. Entonces, todo en nosotros se somete a las supre-mas directivas , todo se aclar a para las clarividencia s ín-timas . Las luce s cobran su significad o mensajero . Las lí -neas despliega n la graci a de una asociació n misterios a a los acordes infinitos . Los sonidos desarrolla n su melodí a

1 Siloé, p. 196.

CONCLUSIÓN 91

en la voz interio r en que canta el Univers o entero. Unamor vehemente , una simpatí a universa l nos busca elcorazón y quier e vincularno s al alma que tiembl a en todacosa.

El Univers o que cobra su bellez a es el Univers o quecobra su sentido; y las imágene s en desuso que le atribui -mos caen del rostro absoluto que surge del misterio. 2

Creemo s que , en el orige n de esa redenció n contem-plativa , hay una fuerza que nos permit e acepta r en unsolo act o l a vid a con todas sus contradiccione s ínti -mas . Y s i tuand o l a nad a absolut a en los dos bordesdel instante , Roupne l tení a que se r llevad o a unaintensida d de concienci a ta l que , mediant e un súbit oresplandor , toda l a image n de un destin o era legibl een e l act o mism o del espíritu . La caus a profunda dela melancolí a roupnel ian a ta l vez obedezc a a esa ne-cesida d metafísica : En un mism o pensamient o debe -mos hace r cabe r el lament o y l a esperanza . Síntesi ssentimenta l de los contrarios , as í es el instant e vivido .Por lo demás , podemos inverti r el eje sentimenta l deltiemp o y situa r l a esperanz a en un recuerd o cuy a fres-cura restituimo s en nuestro ensueño . En cambio , con-templand o e l porveni r podemos desalentarno s por-que , en determinado s instantes , por ejempl o en l acúspid e de l a edad , nos damos cuent a de que no po-demos posponer má s par a e l mañan a l a custodi a denuestra s esperanzas . La amargur a de l a vid a es el la -mento de no poder esperar , de no oí r má s los ritmosque nos solicita n par a toca r nuestr a parl e en l a sinfo-nía del devenir . Es entonces cuand o el " lament o son-riente " nos aconsej a invita r a l a Muert e y aceptar ,como una canció n de cuna , los r i tmos monótonos dela Materia .

2 Siloé, y>. 198.

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CONCLUSIÓN 91

90 CONCLUSIÓN

vigor o estropeado su clarividencia . El nos enseña a ver y a escucha r el Univers o como si apenas tuviéramo s ahorala revelació n sana y repentina de sí. El trae ante nuestramirada la graci a de una Naturalez a que despierta . Él nosentrega los momentos encantadore s de la mañan a pri-migeni a resplandeciente s de creacione s nuevas . El nosdevuelve , por decirl o así , al hombre maravillad o que es-cuchó nace r la s voces en la Naturaleza , que asisti ó a laaparició n del firmamento y ante el cua l se levant ó elCiel o como un Desconocido. '

Pero, una vez más , si el Arte , como la Razón , es so-ledad , he aqu í que l a Soleda d es e l propio Arte .Después del sufrimiento , se nos devuelv e "a l a altiv asoleda d de nuestro corazón. . . y entonces , nuestr aa lma , que ha roto la s infame s cadenas , vuelv e a sutempl o subterráneo" . Y Roupne l agrega :

El arl e es la escuch a de esa voz interior . El nos trae elmurmull o escondido . El es la voz de la concienci a sobre-natura l que reside en nosotros sobre el fondo inalienabl ey perpetuo. El nos devuelv e al siti o primordia l de nues-tro Ser y al luga r inmenso donde estamos en el Univers oentero. Nuestra parcel a miserabl e cobra all í su gradouniversa ] v nos entrega la autorida d que él detenta .Triunfador sobre todos los temas discontinuo s que sepa-ran al Ser y componen al Individuo , el Arte es el sentidode Armonía que nos restituy e al suave ritmo del Mundo y nos devuelv e al infinit o que nos llama .

Todo en nosotros es entonces participante , del ritmoabsoluto donde se desarroll a el fenómeno completo delMundo. Entonces, todo en nosotros se somete a las supre-mas directivas , todo se aclar a para las clarividencia s ín-timas . Las luce s cobran su significad o mensajero . Las lí -neas despliega n la graci a de una asociació n misterios a a los acordes infinitos . Los sonidos desarrolla n su melodí a

1 Siloé, p. 196.

CONCLUSIÓN 91

en la voz interio r en que canta el Univers o entero. Unamor vehemente , una simpatí a universa l nos busca elcorazón y quier e vincularno s al alma que tiembl a en todacosa.

El Univers o que cobra su bellez a es el Univers o quecobra su sentido; y las imágene s en desuso que le atribui -mos caen del rostro absoluto que surge del misterio. 2

Creemo s que , en el orige n de esa redenció n contem-plativa , hay una fuerza que nos permit e acepta r en unsolo act o l a vid a con todas sus contradiccione s ínti -mas . Y s i tuand o l a nad a absolut a en los dos bordesdel instante , Roupne l tení a que se r llevad o a unaintensida d de concienci a ta l que , mediant e un súbit oresplandor , toda l a image n de un destin o era legibl een e l act o mism o del espíritu . La caus a profunda dela melancolí a roupnel ian a ta l vez obedezc a a esa ne-cesida d metafísica : En un mism o pensamient o debe -mos hace r cabe r el lament o y l a esperanza . Síntesi ssentimenta l de los contrarios , as í es el instant e vivido .Por lo demás , podemos inverti r el eje sentimenta l deltiemp o y situa r l a esperanz a en un recuerd o cuy a fres-cura restituimo s en nuestro ensueño . En cambio , con-templand o e l porveni r podemos desalentarno s por-que , en determinado s instantes , por ejempl o en l acúspid e de l a edad , nos damos cuent a de que no po-demos posponer má s par a e l mañan a l a custodi a denuestra s esperanzas . La amargur a de l a vid a es el la -mento de no poder esperar , de no oí r má s los ritmosque nos solicita n par a toca r nuestr a parl e en l a sinfo-nía del devenir . Es entonces cuand o el " lament o son-riente " nos aconsej a invita r a l a Muert e y aceptar ,como una canció n de cuna , los r i tmos monótonos dela Materia .

2 Siloé, y>. 198.

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CONCLUSIÓN9292 CONCLUSIÓN

En esa atmósfer a metafísic a es donde nos gust a si -tua r a Siloé; con esa interpretació n persona l nos gus -ta relee r esa obra extraña . Ell a nos habl a entonce sen la fuerza y la tristez a porque es verda d y valor . Y enefecto , en esa obra amarg a y t iern a l a alegrí a es siem -pre una conquista ; l a bonda d rebas a por sistem a l aconcienci a del mal , porque l a concienci a del ma l es y ael dese o de la redención . El optimism o es volunta d in-clus o cuand o el pesimism o es concienci a clara . ¡Asom -broso privilegi o de l a int imidad ! El corazó n human oes en verda d l a mayo r fuerz a de coherenci a en la sidea s opuestas . Leyend o Siloé, c larament e nos dába -mos cuent a de que , con nuestr o propio comentario ,aportábamo s nuestr a parte de grave s contradicciones ;pero a l punto l a s impatí a por l a obra nos a lentab a a tene r confianz a en la s leccione s que sacábamo s denuestros propios errores .

Por eso es Siloé un bell o libr o humano . En vez deenseñar , evoca . Como obra de l a soledad , es una lec -tu ra de sol itar io . Encon t r amos e l l ibr o como nosencontramo s entrand o en nosotros mismos . S i el lec -tor lo contradice , le responde . S i lo sigue , lo impulsa .Apena s cerrad o renac e va el dese o de volve r a abrirlo .No bie n ha cal lad o cuand o y a en e l a lm a que l o hacomprendid o l e responde un eco.

INSTANTE POÉTICO E INSTANTEMETAFÍSICO*

I

LA POESÍA es una metafísic a instantánea . En un brevepoema , debe da r una visió n del univers o y el secret o deun a lma , un ser y unos objetos , todo a l mism o tiem -po. S i sigu e simplement e el t iemp o de la vida , es me -nos que l a vida ; sólo puede ser má s que l a vid a inmo-vilizand o la vida , viviend o en el luga r de los hechos ladialéctic a de la s dicha s y de la s penas . Y entonces esprincipi o de una simultaneida d esencia l en que el sermás disperso , en que el ser más desunid o conquist a suunidad .

Mientra s todas la s demá s experiencia s metafísica sse p repara n en prólogo s interminables , l a poesí a senieg a a los preámbulos , a los principios , a los méto-dos y a la s p rueba s . S e nieg a a l a duda . Cuand omuch o necesi t a un pre ludi o de silencio . Ante s quenada , golpeand o contra palabra s huecas , hac e calla rl a prosa o e l canturre o que dejar ía n en e l a lm a dellecto r una continuida d de pensamient o o de murmu -llo . Luego , tra s la s sonoridade s huecas , produce suinstante . Y par a construi r un instant e complejo , par areuni r en ese instant e gra n númer o de simultaneida -

* Cómo complement o de La intuición del instante, se presentaeste texto de Bachelar d publicad o originalment e en 1939 , en el nú-mero 2 de la revist a Messages: Métaphysique el poésie, que pro-longa la meditació n del autor sobre el problema del tiempo.

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EL INSTANTE POÉTICO9494 INSTANTE POÉTICO

des , destruy e el poeta l a continuida d simpl e del t iem -po encadenado .

Así , en todo poema verdader o se puede n encontrar -los elemento s de un tiemp o detenido , de un tiemp o queno sigu e e l compás , de un t iemp o a l que l lamaremo svertical par a distinguirl o de un tiemp o común que co-rre horizontalment e con el agu a del río y con el vient oque pasa . De all í ciert a paradoj a que es precis o enun-cia r con claridad : mientra s que el t iemp o de l a proso-di a es horizontal , el t iemp o de la poesí a es vertical . Laprosodi a sólo organiz a sonoridade s sucesivas ; rig e ca -dencias , administr a fuga s y conmociones , ron frecuen -cia , ¡ay! , a contratiempo . Aceptand o la s consecuencia sdel instant e poético , l a prosodi a permit e acercars e a l a prosa , a l pensamient o explicado , a los amore s teni -dos, a la vid a social , a la vid a corriente , a la vid a quecorre , linea l y continua . Ma s todas la s regla s prosódi -ca s son sólo medios , viejo s medios . El fin es l a verti-calidad, la profundida d o la altura: , es el instant e es -tabil izad o en que , ordenándose , la s s imultaneidade sdemuestra n que e l instant e poétic o tien e perspect iv ametafísica .

El instant e poétic o es entonces necesariament e com-plejo : conmueve , prueba —invita , consuela— , es sor-prendente y familiar . En esencia , e l instant e poétic oes una relació n armónic a de dos opuestos . En el ins -tante apas ionad o del poeta ha y siempr e un poco derazón ; en l a recusació n razonad a qued a siempr e unpoco de pasión . La s antítesi s sucesiva s gusta n a l poe-ta . Ma s par a el encanto , par a el éxtasis , es precis o quela s antítesi s se contraiga n en ambivalencia . Entoncessurg e el instant e poético. . . El instant e poétic o escuand o menos concienci a de una ambivalencia . Peroes más , porque es una ambivalenci a excitada , activ a\ dinámica . El instant e poétic o oblig a a l se r a valua r

INSTANTE POÉTICO 95

o devaluar . En el instant e poético , el ser sube o baja ,si n acepta r e l tiemp o del mundo que reducirí a l a am -bivalenci a o la antítesi s y lo simultáne o a lo sucesivo .

Esa relació n de la antítesi s o de la ambivalenci a severificar á fácilment e si se está dispuest o a comulga rcon el poeta , quien , con toda evidencia , viv e en un ins -tante ambos términos de sus antítesis . Al segund o tér-min o no lo llam a el primero . Ambos términos naciero njuntos . Desde ese momento se encontrará n los verda -deros instante s poéticos de un poema en todos los pun-tos en que el corazón human o pueda inverti r la s antí -tesis . De una maner a más intuitiva , l a ambivalenci abie n urdid a se revel a por su carácte r temporal : en vezdel tiemp o masculin o y valient e que se lanz a y que rom-pe, en vez del tiemp o suav e y sumis o que lament a y quellora , he aqu í e l instant e andrógino . El misteri o poéti -co es un androginia .

II

Mas , ¿e s t iemp o todaví a ese plural ism o de aconteci -miento s contradictorio s encerrado s en un solo instan -te? ¿Es t iemp o toda esa perspectiv a vertica l que do-mina el instante poético? Sí, pues las simultaneidades acumulada s son s imultaneidade s ordenadas. Dan a linstant e una dimensió n puesto que l e da n un ordeninterno . Ahora bien , e l t iemp o es un orden v no otracosa . Y todo orden es un tiempo . El orden de la s am -bivalencia s en e l instant e es , por tanto, un tiempo .Y es ese t iemp o vertica l el que descubr e el poeta cuan -do recus a el t iemp o horizontal , es decir , el deveni r delos otros, el deveni r de la vid a v el deveni r del mundo.Estos son entonce s los tres órdenes de experiencia ssucesiva s que debe n desata r a l se r encadenad o en e ltiempo horizontal .

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des , destruy e el poeta l a continuida d simpl e del t iem -po encadenado .

Así , en todo poema verdader o se puede n encontrar -los elemento s de un tiemp o detenido , de un tiemp o queno sigu e e l compás , de un t iemp o a l que l lamaremo svertical par a distinguirl o de un tiemp o común que co-rre horizontalment e con el agu a del río y con el vient oque pasa . De all í ciert a paradoj a que es precis o enun-cia r con claridad : mientra s que el t iemp o de l a proso-di a es horizontal , el t iemp o de la poesí a es vertical . Laprosodi a sólo organiz a sonoridade s sucesivas ; rig e ca -dencias , administr a fuga s y conmociones , ron frecuen -cia , ¡ay! , a contratiempo . Aceptand o la s consecuencia sdel instant e poético , l a prosodi a permit e acercars e a l a prosa , a l pensamient o explicado , a los amore s teni -dos, a la vid a social , a la vid a corriente , a la vid a quecorre , linea l y continua . Ma s todas la s regla s prosódi -ca s son sólo medios , viejo s medios . El fin es l a verti-calidad, la profundida d o la altura: , es el instant e es -tabil izad o en que , ordenándose , la s s imultaneidade sdemuestra n que e l instant e poétic o tien e perspect iv ametafísica .

El instant e poétic o es entonces necesariament e com-plejo : conmueve , prueba —invita , consuela— , es sor-prendente y familiar . En esencia , e l instant e poétic oes una relació n armónic a de dos opuestos . En el ins -tante apas ionad o del poeta ha y siempr e un poco derazón ; en l a recusació n razonad a qued a siempr e unpoco de pasión . La s antítesi s sucesiva s gusta n a l poe-ta . Ma s par a el encanto , par a el éxtasis , es precis o quela s antítesi s se contraiga n en ambivalencia . Entoncessurg e el instant e poético. . . El instant e poétic o escuand o menos concienci a de una ambivalencia . Peroes más , porque es una ambivalenci a excitada , activ a\ dinámica . El instant e poétic o oblig a a l se r a valua r

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o devaluar . En el instant e poético , el ser sube o baja ,si n acepta r e l tiemp o del mundo que reducirí a l a am -bivalenci a o la antítesi s y lo simultáne o a lo sucesivo .

Esa relació n de la antítesi s o de la ambivalenci a severificar á fácilment e si se está dispuest o a comulga rcon el poeta , quien , con toda evidencia , viv e en un ins -tante ambos términos de sus antítesis . Al segund o tér-min o no lo llam a el primero . Ambos términos naciero njuntos . Desde ese momento se encontrará n los verda -deros instante s poéticos de un poema en todos los pun-tos en que el corazón human o pueda inverti r la s antí -tesis . De una maner a más intuitiva , l a ambivalenci abie n urdid a se revel a por su carácte r temporal : en vezdel tiemp o masculin o y valient e que se lanz a y que rom-pe, en vez del tiemp o suav e y sumis o que lament a y quellora , he aqu í e l instant e andrógino . El misteri o poéti -co es un androginia .

II

Mas , ¿e s t iemp o todaví a ese plural ism o de aconteci -miento s contradictorio s encerrado s en un solo instan -te? ¿Es t iemp o toda esa perspectiv a vertica l que do-mina el instante poético? Sí, pues las simultaneidades acumulada s son s imultaneidade s ordenadas. Dan a linstant e una dimensió n puesto que l e da n un ordeninterno . Ahora bien , e l t iemp o es un orden v no otracosa . Y todo orden es un tiempo . El orden de la s am -bivalencia s en e l instant e es , por tanto, un tiempo .Y es ese t iemp o vertica l el que descubr e el poeta cuan -do recus a el t iemp o horizontal , es decir , el deveni r delos otros, el deveni r de la vid a v el deveni r del mundo.Estos son entonce s los tres órdenes de experiencia ssucesiva s que debe n desata r a l se r encadenad o en e ltiempo horizontal .

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EL INSTANTE POÉTICO9696 INSTANTE POÉTICO

lo. Acostumbrars e a no referi r el t iemp o propio alt iemp o de los demás ; romper los marco s sociale s de l aduración .

2o. Acostumbrars e a no referi r el t iemp o propio alt iemp o de la s cosas ; romper los marco s fenoménico sde l a duración .

3o. Acostumbrars e —difíci l ejercicio — a no referi rel t iemp o propio a l t iemp o de l a vida : no sabe r si elcorazó n late , s i l a dich a surge ; romper los marco s vi -tale s de l a duración .

Entonces y sólo entonces se logr a la referenci a auto-sincrónica , en el centro de sí mism o y sin vid a perifé -rica . Toda l a horizontalida d llan a se borra de pronto.El tiemp o no corre . Brota .

III

Par a conserva r o, mejo r dicho , par a recobra r ese ins -tante poétic o estabil izado , ha y poetas , como Mallar -mé , que violenta n directament e e l t iemp o horizontal ,que invierte n l a sintaxis , que detiene n o desvía n la sconsecuencia s del instant e poético . La s prosodia s com-pleja s ponen guijarro s en el arroy o par a que la s ondaspulverice n la s imágene s fútiles , y par a que los remo-lino s quiebre n los reflejos . Leyend o a Mallarmé , depronto se tiene l a impresió n de un t iemp o recurrent eque vien e a acaba r instante s acabados . Entonces sevive n tard íament e los instante s que habr í a n tenidoque vivirse : sensació n ést a tanto má s extrañ a cuan -to que no particip a en ningú n lamento , en ningú n arre-pentimient o ni en ningun a nostalgia . Simpl e y senci -l lament e est á hech a de un tiempo trabajado que a vece s sabe poner el eco ante la voz y la negativ a antela confesión .

INSTANTE POÉTICO 97

Otros poeta s má s felice s c ap ta n na tura lment e e linstant e estabilizado . Como los chinos , Baudelair e vel a hora en el ojo de los gatos , l a hora insensibl e enque l a pasió n es tan complet a que desdeñ a realizarse :"En e l fondo de sus ojos adorable s veo s iempr e l ahora claramente , siempr e l a misma , es una hora vas -ta , solemne , grand e como el espacio , sin divisione s deminuto s ni de segundos , una hora inmóvi l que nomarca n los relojes.. . , , ] Par a los poetas que as í realiza nel instant e fácilmente , el poema no se desarroll a sinose t r ama , se tej e de nudo en nudo . S u d r am a no seefectúa . S u ma l es una flor tranquila .

En equilibri o a l a medianoche , sin espera r nad a delsoplo de la s horas , el poeta se despoj a de toda vid a in -útil ; sient e l a ambivalenci a abstract a del ser y del noser. En la s tiniebla s ve mejo r su propia luz . La sole -dad l e br ind a el pensamient o solitario , un pensamien -to si n desviación , un pensamient o que se elev a y seapasion a exaltándos e puramente .

El tiemp o vertica l se eleva . A vece s tambié n se hun-de. Par a quie n sabe lee r El cuervo, medianoch e nuncamás suen a horizontalmente . Suen a en e l a lm a ba -jando , ba jando. . . Rara s son la s noches en que teng oel valo r de baja r hast a e l fondo, hast a l a duodécim acampanada , hast a l a duodécim a herida , hast a e l duo-décim o recuerdo. . . Entonces vuelv o a l t iemp o llano ;encadeno, me reencaden o y vuelv o a l lad o de los vi -vos, vuelv o a l a vida . Par a vivi r es precis o traiciona rfantasmas.. .

A lo larg o de ese t iemp o vertica l —ba j ando — seescalona n la s peores penas , la s pena s si n causal ida dtemporal , la s pena s aguda s que traspasa n un corazó npor una nada , si n languidece r jamás . A lo larg o del

1 Baudelaire , Euvres, tomo l, Pleiade , p. 429 .

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lo. Acostumbrars e a no referi r el t iemp o propio alt iemp o de los demás ; romper los marco s sociale s de l aduración .

2o. Acostumbrars e a no referi r el t iemp o propio alt iemp o de la s cosas ; romper los marco s fenoménico sde l a duración .

3o. Acostumbrars e —difíci l ejercicio — a no referi rel t iemp o propio a l t iemp o de l a vida : no sabe r si elcorazó n late , s i l a dich a surge ; romper los marco s vi -tale s de l a duración .

Entonces y sólo entonces se logr a la referenci a auto-sincrónica , en el centro de sí mism o y sin vid a perifé -rica . Toda l a horizontalida d llan a se borra de pronto.El tiemp o no corre . Brota .

III

Par a conserva r o, mejo r dicho , par a recobra r ese ins -tante poétic o estabil izado , ha y poetas , como Mallar -mé , que violenta n directament e e l t iemp o horizontal ,que invierte n l a sintaxis , que detiene n o desvía n la sconsecuencia s del instant e poético . La s prosodia s com-pleja s ponen guijarro s en el arroy o par a que la s ondaspulverice n la s imágene s fútiles , y par a que los remo-lino s quiebre n los reflejos . Leyend o a Mallarmé , depronto se tiene l a impresió n de un t iemp o recurrent eque vien e a acaba r instante s acabados . Entonces sevive n tard íament e los instante s que habr í a n tenidoque vivirse : sensació n ést a tanto má s extrañ a cuan -to que no particip a en ningú n lamento , en ningú n arre-pentimient o ni en ningun a nostalgia . Simpl e y senci -l lament e est á hech a de un tiempo trabajado que a vece s sabe poner el eco ante la voz y la negativ a antela confesión .

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Otros poeta s má s felice s c ap ta n na tura lment e e linstant e estabilizado . Como los chinos , Baudelair e vel a hora en el ojo de los gatos , l a hora insensibl e enque l a pasió n es tan complet a que desdeñ a realizarse :"En e l fondo de sus ojos adorable s veo s iempr e l ahora claramente , siempr e l a misma , es una hora vas -ta , solemne , grand e como el espacio , sin divisione s deminuto s ni de segundos , una hora inmóvi l que nomarca n los relojes.. . , , ] Par a los poetas que as í realiza nel instant e fácilmente , el poema no se desarroll a sinose t r ama , se tej e de nudo en nudo . S u d r am a no seefectúa . S u ma l es una flor tranquila .

En equilibri o a l a medianoche , sin espera r nad a delsoplo de la s horas , el poeta se despoj a de toda vid a in -útil ; sient e l a ambivalenci a abstract a del ser y del noser. En la s tiniebla s ve mejo r su propia luz . La sole -dad l e br inda el pensamient o solitario , un pensamien -to si n desviación , un pensamient o que se elev a y seapasion a exaltándos e puramente .

El tiemp o vertica l se eleva . A vece s tambié n se hun-de. Par a quie n sabe lee r El cuervo, medianoch e nuncamás suen a horizontalmente . Suen a en e l a lm a ba -jando , ba jando. . . Rara s son la s noches en que teng oel valo r de baja r hast a e l fondo, hast a l a duodécim acampanada , hast a l a duodécim a herida , hast a e l duo-décim o recuerdo. . . Entonces vuelv o a l t iemp o llano ;encadeno, me reencaden o y vuelv o a l lad o de los vi -vos, vuelv o a l a vida . Par a vivi r es precis o traiciona rfantasmas.. .

A lo larg o de ese t iemp o vertica l —ba j ando — seescalona n la s peores penas , la s pena s si n causal ida dtemporal , la s pena s aguda s que traspasa n un corazó npor una nada , si n languidece r jamás . A lo larg o del

1 Baudelaire , Euvres, tomo l, Pleiade , p. 429 .

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tiemp o vertica l —subiendo — se consolid a e l consuel osin esperanza , ese extrañ o consuel o autóctono y si nprotector. En poca s pa l abras , todo aquel l o que nosdeslig a de l a caus a y de l a recompensa , todo aquell oque nieg a l a histori a ínt im a y e l dese o mismo , todoaquell o que devalú a a la vez el pasad o y el porveni restá allí , en ese instant e poético . ¿S e dese a un estudi ode un pequeñ o fragment o del t iemp o vertical ? Que setome el instant e poétic o del lamento sonriente, en elmomento mism o en que l a noche duerm e y estabiliz ala s t inieblas , en que la s hora s apena s respira n y enque l a soleda d por sí sol a es y a un remordimiento . Lospolos ambiva lente s de l lamento sonriente cas i setocan . L a meno r oscilació n sust i tuy e a l uno por e lotro. El lamento sonriente es por t an to una de la sambivalencia s má s sensible s de un corazó n sensible .Pue s bien , con toda evidenci a se desarrol l a en unt iemp o vertical , puest o que n ingun o de los dos mo-mentos , ni l a sonris a ni el lamento , es su antecedente .Aquí , e l sentimient o es reversibl e o, mejo r dicho , l arevers ib i l ida d del se r est á aqu í sentimentalizada: l a sonris a l ament a y e l l ament o sonríe , e l l ament oconsuela . Ningun o de los tiempo s expresado s sucesi -vament e es caus a del otro, y por lo tanto es prueba deque está n ma l expresado s en el t iemp o sucesivo , en elt iemp o horizontal . Pero au n as í ha y del uno a l otro undevenir , deveni r que no se puede exper imenta r sin overt icalmente , subiendo , con l a impresió n de que e llament o se aligera , de que el a lm a se elev a y de quee l fantasm a perdona . Entonces en verda d florec e l adesdicha . De ta l suert e que un metafís ic o sensibl eencont ra r á en el lamento sonriente l a bel lez a for-ma l de l a desdicha . En función de l a causalida d formalcomprender á el valo r de desmaterializació n donde sereconoc e e l instant e poético . Nueva p rueb a ést a de

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que l a causalida d forma l se desarroll a en el interio r delinstante , en e l sentid o de un tiemp o vertical , mientra sque l a causal ida d eficient e se desarroll a en l a vid a y en la s cosas , horizontalmente , agrupand o instante s deintensidade s diversas .

Naturalmente , dentro de l a perspectiv a del instant ese puede n experimenta r ambivalencia s de mayo r al -cance : "De mu y niño sent í en e l corazó n dos senti -miento s contradictorios : el horror por l a vid a y eléxtasi s ante l a vida". 2 Los instante s en que esos senti -miento s se experimenta n juntos inmoviliza n e l tiem -po, pues experimenta n juntos vinculado s por e l inte -rés fascinant e ante l a vida . Lleva n a l se r fuera de l aduració n común . Y esa ambivalenci a no se puede es -cribi r en t iempo s sucesivo s como un vulga r balanc ede alegría s y de pena s pasajeras . Opuestos tan vivo s y tan fundamentale s deriva n de una metafísic a inme -diata . S u oscilació n se viv e en un solo instante , me -diant e éxtasi s y caída s que inclus o puede n oponerse a los acontecimientos : e l mism o hastí o de l a vid a lleg aa invadirno s en el gozq tan fatalment e como el orgu -ll o en l a desgracia . Los temperamento s cíclico s que enla duració n habitua l y siguiend o a l a lun a desarrolla nestado s contradictorio s no ofrece n sino parodia s de l aambivalenci a fundamental . Sól o una psicologí a pro-funda del instant e podrá darnos los esquema s necesa -rios par a comprende r e l dram a poétic o esencial .

IV

Por l o demás , es sorprendente que uno de los poeta sque ha n captad o con mayo r fuerz a los instante s deci -

2 Baudelaire , Mon coeur mis á nu, p. 88.

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tiemp o vertica l —subiendo — se consolid a e l consuel osin esperanza , ese extrañ o consuel o autóctono y si nprotector. En poca s pa l abras , todo aquel l o que nosdeslig a de l a caus a y de l a recompensa , todo aquell oque nieg a l a histori a ínt im a y e l dese o mismo , todoaquell o que devalú a a la vez el pasad o y el porveni restá allí , en ese instant e poético . ¿S e dese a un estudi ode un pequeñ o fragment o del t iemp o vertical ? Que setome el instant e poétic o del lamento sonriente, en elmomento mism o en que l a noche duerm e y estabiliz ala s t inieblas , en que la s hora s apena s respira n y enque l a soleda d por sí sol a es y a un remordimiento . Lospolos ambiva lente s de l lamento sonriente cas i setocan . L a meno r oscilació n sust i tuy e a l uno por e lotro. El lamento sonriente es por t an to una de la sambivalencia s má s sensible s de un corazó n sensible .Pue s bien , con toda evidenci a se desarrol l a en unt iemp o vertical , puest o que n ingun o de los dos mo-mentos , ni l a sonris a ni el lamento , es su antecedente .Aquí , e l sentimient o es reversibl e o, mejo r dicho , l arevers ib i l ida d del se r est á aqu í sentimentalizada: l a sonris a l ament a y e l l ament o sonríe , e l l ament oconsuela . Ningun o de los tiempo s expresado s sucesi -vament e es caus a del otro, y por lo tanto es prueba deque está n ma l expresado s en el t iemp o sucesivo , en elt iemp o horizontal . Pero au n as í ha y del uno a l otro undevenir , deveni r que no se puede exper imenta r sin overt icalmente , subiendo , con l a impresió n de que e llament o se aligera , de que el a lm a se elev a y de quee l fantasm a perdona . Entonces en verda d florec e l adesdicha . De ta l suert e que un metafís ic o sensibl eencont ra r á en el lamento sonriente l a bel lez a for-ma l de l a desdicha . En función de l a causalida d formalcomprender á el valo r de desmaterializació n donde sereconoc e e l instant e poético . Nueva p rueb a ést a de

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que l a causalida d forma l se desarroll a en el interio r delinstante , en e l sentid o de un tiemp o vertical , mientra sque l a causal ida d eficient e se desarroll a en l a vid a y en la s cosas , horizontalmente , agrupand o instante s deintensidade s diversas .

Naturalmente , dentro de l a perspectiv a del instant ese puede n experimenta r ambivalencia s de mayo r al -cance : "De mu y niño sent í en e l corazó n dos senti -miento s contradictorios : el horror por l a vid a y eléxtasi s ante l a vida". 2 Los instante s en que esos senti -miento s se experimenta n juntos inmoviliza n e l tiem -po, pues experimenta n juntos vinculado s por e l inte -rés fascinant e ante l a vida . Lleva n a l se r fuera de l aduració n común . Y esa ambivalenci a no se puede es -cribi r en t iempo s sucesivo s como un vulga r balanc ede alegría s y de pena s pasajeras . Opuestos tan vivo s y tan fundamentale s deriva n de una metafísic a inme -diata . S u oscilació n se viv e en un solo instante , me -diant e éxtasi s y caída s que inclus o puede n oponerse a los acontecimientos : e l mism o hastí o de l a vid a lleg aa invadirno s en el gozq tan fatalment e como el orgu -ll o en l a desgracia . Los temperamento s cíclico s que enla duració n habitua l y siguiend o a l a lun a desarrolla nestado s contradictorio s no ofrece n sino parodia s de l aambivalenci a fundamental . Sól o una psicologí a pro-funda del instant e podrá darnos los esquema s necesa -rios par a comprende r e l dram a poétic o esencial .

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Por l o demás , es sorprendente que uno de los poeta sque ha n captad o con mayo r fuerz a los instante s deci -

2 Baudelaire , Mon coeur mis á nu, p. 88.

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EL INSTANTE POÉTICO100100 INSTANTE POÉTICO

sivo s del se r sea el poeta de la s correspondencias. Lacorrespondenci a baudela ir ian a no es , corno muy fre-cuentement e se ha manifestado , una simpl e transpo-sició n que dé un códig o de analogía s sensuales . Esuna sum a del ser sensibl e en un solo instante . Pero la ssimultaneidade s sensible s que reúne n los perfumes ,los colore s y los sonidos no hace n má s que prepara rsimultaneidade s má s lejana s y má s profundas . Enesa s dos unidade s de la noche y de la luz se encuentr ala doble eternida d del bie n y del mal . Por lo demás , loque tiene n de "vasto " l a noche y l a clar ida d no debesugerirno s una visió n espacial . La noche y l a luz no seevoca n por su extensión , por su infinito , sin o por suunidad . La noche no es un espacio . Es una amenaz ade eternidad . Noche y luz son instante s inmóviles , ins -tantes oscuros o luminosos , alegre s o tristes , oscuros y luminosos , alegre s v tristes . Nunca el instant e poéticofue má s complet o que en ese vers o donde se l e puedeasocia r a la vez con la inmensida d del dí a y de la no-che . Nunca se ha hecho senti r t a n físicament e l a am-bivalenci a de los sentimientos , el maniqueísín o de losprincipios .

Meditand o por ese camin o se lleg a pronto a estaconclusión : toda moralidad es instantánea. El impe -rativ o categóric o de l a mora l ida d nad a tiene que vercon l a duración . No tiene ningun a caus a sensible , noesper a n ingun a consecuencia . Va direct o y vertical -mente por el t iemp o de la s formas y de la s personas .El poeta es entonces guí a na tura l del metafísic o quequier e comprende r todas la s fuerza s de unione s ins -tantáneas , el ímpet u del sacrificio , sin dejars e dividi rpor l a dual ida d filosófic a burda del sujet o y del obje-to, si n dejars e detene r por el dual ism o del egoísm o y del deber . El poeta anim a una dialéctic a má s sutil . Enel mism o instante , revel a a la vez la solidarida d de la

INSTANTE POÉTICO 101

forma y de la persona . Demuestr a que la forma es unapersona y que l a persona es una forma . La poesí a esas í un instant e de l a caus a formal , un instant e de l afuerza personal . Entonces se desinteres a de lo querompe y de lo que disuelve , de una duració n que dis -persa "ecos. Busc a el instante . Sól o necesit a del instan -te. Cre a el instante . Fuer a del instant e sólo hay prosay canción . En e l tiemp o vertica l de un instant e inmo-vilizad o encuentr a l a poesí a su dinamism o específico .Hay un dinamism o puro de l a poesí a pura . Es e l quese desarroll a verticalment e en el tiemp o de la s formasy de la s personas .

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sivo s del se r sea el poeta de la s correspondencias. Lacorrespondenci a baudela ir ian a no es , corno muy fre-cuentement e se ha manifestado , una simpl e transpo-sició n que dé un códig o de analogía s sensuales . Esuna sum a del ser sensibl e en un solo instante . Pero la ssimultaneidade s sensible s que reúne n los perfumes ,los colore s y los sonidos no hace n má s que prepara rsimultaneidade s má s lejana s y má s profundas . Enesa s dos unidade s de la noche y de la luz se encuentr ala doble eternida d del bie n y del mal . Por lo demás , loque tiene n de "vasto " l a noche y l a clar ida d no debesugerirno s una visió n espacial . La noche y l a luz no seevoca n por su extensión , por su infinito , sin o por suunidad . La noche no es un espacio . Es una amenaz ade eternidad . Noche y luz son instante s inmóviles , ins -tantes oscuros o luminosos , alegre s o tristes , oscuros y luminosos , alegre s v tristes . Nunca el instant e poéticofue má s complet o que en ese vers o donde se l e puedeasocia r a la vez con la inmensida d del dí a y de la no-che . Nunca se ha hecho senti r t a n físicament e l a am-bivalenci a de los sentimientos , el maniqueísín o de losprincipios .

Meditand o por ese camin o se lleg a pronto a estaconclusión : toda moralidad es instantánea. El impe -rativ o categóric o de l a mora l ida d nad a tien e que vercon l a duración . No tiene ningun a caus a sensible , noesper a n ingun a consecuencia . Va direct o y vertical -mente por el t iemp o de la s formas y de la s personas .El poeta es entonces guí a na tura l del metafísic o quequier e comprende r todas la s fuerza s de unione s ins -tantáneas , el ímpet u del sacrificio , sin dejars e dividi rpor l a dual ida d filosófic a burda del sujet o y del obje-to, si n dejars e detene r por el dual ism o del egoísm o y del deber . El poeta anim a una dialéctic a má s sutil . Enel mism o instante , revel a a la vez la solidarida d de la

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forma y de la persona . Demuestr a que la forma es unapersona y que l a persona es una forma . La poesí a esas í un instant e de l a caus a formal , un instant e de l afuerza personal . Entonces se desinteres a de lo querompe y de lo que disuelve , de una duració n que dis -persa "ecos. Busc a el instante . Sól o necesit a del instan -te. Cre a el instante . Fuer a del instant e sólo hay prosay canción . En e l tiemp o vertica l de un instant e inmo-vilizad o encuentr a l a poesí a su dinamism o específico .Hay un dinamism o puro de l a poesí a pura . Es e l quese desarroll a verticalment e en el tiemp o de la s formasy de la s personas .

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