LA ISLA DE BENIDORM - francaisenricvalor.files.wordpress.com · LA LEYENDA DE LA REINA MORA En el...

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LA ISLA DE BENIDORM Dice la leyenda que hace muchísimos años había gigantes aquí en Alicante y vivían en nuestras montañas. Esas montañas son enormes para nosotros, pero para ellos eran pequeñas rocas, como piedras en el camino. Dicen que uno de los gigantes se enfadó tanto un día que le dio una patada, a una piedra para él, a una de nuestras montañas para nosotros. Y el trozo de montaña que falta tiene la misma forma que la piedra que fue a parar al mar, en una playa de Benidorm. Y ahora la llamamos la isla de Benidorm. Emma

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LA ISLA DE BENIDORM Dice la leyenda que hace muchísimos años había gigantes aquí en Alicante y vivían en

nuestras montañas. Esas montañas son enormes para nosotros, pero para ellos eran

pequeñas rocas, como piedras en el camino.

Dicen que uno de los gigantes se enfadó tanto un día que le dio una patada, a una piedra

para él, a una de nuestras montañas para nosotros. Y el trozo de montaña que falta tiene

la misma forma que la piedra que fue a parar al mar, en una playa de Benidorm. Y ahora la

llamamos la isla de Benidorm.

Emma

LA ISLA DE BENIDORM

Fernando

LA LEYENDA DE LA CASA CARBONELL Dice la leyenda que el empresario textil alcoyano Enrique Carbonell Antolí, pretendía

trasladarse a Alicante por motivos de salud, ya que el benévolo clima de nuestra ciudad

era beneficioso para curar la enfermedad de su hija.

En una ocasión, se desplazó hasta Alicante don Enrique, que sufrió un percance en el

camino, y dirigió al lujoso Hotel Palace para hospedarse y asearse. En el hotel, le

negaron alojamiento por su aspecto y, en venganza, el empresario mandó construir una

casa tan grande y lujosa que eclipsara al vecino hotel.

Así, sobre los solares que ocupaban las dos plazas del viejo mercado, se construiría la

llamada casa Carbonell, confiando al arquitecto Juan Vidal que levantara los planos. Y,

el seis de mayo de 1921, presentó la solicitud al Ayuntamiento. La casa Carbonell, de

acuerdo con los planos, ocupa una superficie de ochocientos ochenta y un metros

cuadrados y una fachada modernista rematada por varias torretas y cúpulas.

El año de su inauguración, un hidroavión, procedente de Argel, colisionó contra una

terraza en la cúpula del edificio, falleciendo los dos tripulantes y provocando la caída

del remate de una cúpula.

Ainhoa

Los pastores y el tesoro Cuenta la leyenda que las cuevas que hay alrededor de Puebla de Don Fadrique están llenas de tesoros escondidos por los musulmanes durante la Reconquista, antes de huir de esas tierras.

De vez en cuando, la gente del lugar encontraba el sombrero y el zurrón de algún pastor en la entrada de una cueva, del que jamás volvían a saber nada. Simplemente desaparecía...

Unos decían que habían entrado en busca de tesoros, pero se habían perdido por las laberínticas cuevas. Otros, en cambio, opinaban que, tras años de búsqueda, habían conseguido encontrar un tesoro y decidían dejar atrás su antigua vida de pastor para comenzar una nueva vida, lejos de familiares y conocidos que pudieran importunarles.

Sea como fuere, no se conoce a nadie que haya encontrado un tesoro en una de esas cuevas, ni a nadie que haya visto a alguno de los pastores desaparecidos.

Victoria

ORIGEN  DEL  NOMBRE  DE  ALICANTE  Esta  leyenda,  que  explica  el  nombre  de  Alicante  (o  sea,  que  por  qué  Alicante  se  llama  "Alicante"  y  no  de  otra  forma),  nos  viene  dado    en  forma  de  amor...  si,  esa  clase  de  amores  imposibles  en  los  que  normalmente  los  dos  suelen  morir  por  no  poder  reflejar  su  amor.  Y  en  este  caso,  Cántara  y  Alí,  amantes  desgraciados  donde   los  haya,   tuvieron  el   tardío  consuelo  de  ver  fundidos  sus  nombres  para  dar  denominación  al  lugar  que  fue  testigo  de  su  amor  imposible.  

Cántara  era  musulmana  hija  del  Califa  de   la  ciudad   (la  actual  Alicante)  y,  además  de  su  posición  social,   tenía   a   su   favor   su   belleza   sobrehumana,   por   lo   que   no   fue   extraño   que   dos   jóvenes  musulmanes   se   enamoraran   locamente   de   ella.   El   Califa   decidió   que   uno  de   ellos   será   un  buen  marido  para  su  hija,  pero,  ¿cuál  de  ellos?  

El  Califa,  ante  el  gran  dilema  que  tenía,  tomó  una  decisión  salomónica:  los  pretendientes  deberían  llevar  a  cabo  una  tarea  concreta,  y  Alá  decidiría.  Por  tanto  Almanzor  (el  otro  pretendiente)  y  Ali  se  pusieron   manos   a   la   obra.   Almanzor   decidió   ir   a   las   Indias   a   traer   raras   especias   a   su   amada,  mientras  Ali  se  comprometió  ante  el  Califa  a  cavar  una  acequia  y  poder  traer  agua  a  Alicante  desde  Tibi.  

Dicen   las   crónicas   que,  mientras   Almanzor   iba   rápidamente   con   sus   barcos   a   las   Indias   a   traer  especias,  Cántara  no  se  tomó  tan  en  serio  su  trabajo.  Se  dedicó  más  a  escribir  poesías  a  su  amada  e  ir  hablando  excelencias  y  diciendo  que  le  amaba  por  todo  el  mundo.  Cántara  se  enamoró  de  él  locamente,   sin   esperar   siquiera   ver   finalizada   su   tarea   y   la   de   Almanzor.   La   elección   ya   estaba  hecha.  

Pero,  un  día,   llegó  Almanzor  con  sus  barcos  cargados  de  especias  y  el  Califa,  que  era  hombre  de  palabra,   le  concedió  la  mano  a  su  hija.  Ali,  desesperado,  se  tiró  al  vacío  por  un  barranco  (se  dice  que  sobre  el  lugar  se  construyó  algunos  siglos  después  el  Pantano  de  Tibi).  Cántara,  desesperada  también,  decidió  seguir  los  pasos  de  su  amor  y  se  tiró  al  mar  desde  el  risco  de  San  Juliá,  que  desde  entonces  vino  a  llamarse  "el  Salt  de  la  Reina  Mora".  

Dicen  que  el  Califa  murió  de  tristeza  y  que,  sorprendentemente,  su  efigie  apareció  grabada  en  el  mote  Benacantil.  

Cuenta   la   leyenda   que   la   corte,   impresionada   por   los   hechos,   decidió   llamar   a   la   ciudad  "Alicántara",  de  donde  viene  el  nombre  actual  "Alicante".  

María    

La cara del Moro una leyenda que da nombre a la La cara del Moro una leyenda que da nombre a la ciudad de Alicanteciudad de Alicante

Cuenta la leyenda que el Califa de Alicante quiso casar a su preciosa hija Cántara con uno de los dos

jóvenes musulmanes que estaban locamente enamorados de ella. Para escoger a uno de ellos, el Califa

tomó la decisión de que cada uno hiciera una tarea concreta, y el Califa decidiría. Uno, Almanzor tenía

que ir hasta las Indias a traer especias raras a su amada. El otro, Alí tenía que cavar una acequia para

traer a su amada el agua verde de Tibi hasta Alicante.

Se cuenta que Almanzor puso mucho empeño en su labor, mientras Alí se dedicó a escribir poemas a

Cántara y a predicar su belleza, por lo que esta se enamoro de Alí. Cuando Almanzor volvió de su

aventura, el Califa le concedió la mano de su hija. Alí, desesperado, se suicidó lanzándose por un

barranco. Cántara optó por la misma acción. El Califa murió de tristeza y, sorprendentemente, su efigie

apareció grabada en el monte Benacantil. La corte, impresionada, decidió llamar a la ciudad

Alicántara, de donde viene el nombre de Alicante

Ariadna

LA LEYENDA DE LA REINA MORA

En el Castillo de Santa Bárbara, al parecer, cuando estas tierras las dominaban los musulmanes,

habitaba un califa con una hermosa hija. Ésta tenía dos pretendientes. Uno de ellos prometió abrir una

ruta comercial con Oriente para traerle sedas y especias. El otro, un joven de familia noble, quería

conquistarla abriendo una acequia que trajera agua a la ciudad.

La princesa se enamoró, día a día, de este último, pero su padre quería que fuese el hombre que partió

a las Indias quien la desposase. El joven, entonces, enloqueció y se tiró por un barranco. Allí mismo, la

tierra se abrió, de manera milagrosa, haciendo brotar el agua de la montaña llenando la actual presa de

Tibi. Sumida en la tristeza, la bella novia también se lanzó al vacío desde lo que se conoce como el

Salto de la Reina Mora.

RAÚL

 

LA  CARA  DEL  MORO    

Cuenta   la   leyenda   que   el   califa   de   Alicante   quiso   casar   a   su   preciosa   hija  Cántara   con   uno   de   los   dos   jóvenes  musulmanes   que   estaban   locamente  enamorados  de  ella.  Para  escoger  a  uno  de  ellos,  el  Califa  tomó  la  decisión  de  que  cada  uno  hiciera  una  tarea  concreta  y    Alá  decidiría.  Uno,  Almanzor,  tenía  que   ir  hasta   las   Indias  a  traer  especias  raras  a  su  amada.  El  otro,  Alí,  tenía  que   cavar  una  acequia  para   traer   a   su  amada  el   agua  verde  del   Tibi  hasta  Alicante.  Se  cuenta  que  Almanzor  puso  mucho  empeño  en  su   labor,  mientras  Alí  se  dedicó  a  escribir  poemas  a  Cántara  y  a  predicar  su  belleza,  por  lo  que  esta  se  enamoró  de  Alí.  Cuando  Almanzor  volvió  de  su  aventura,  el   Califa   le   concedió   la   mano   de   su   hija.   Alí,   desesperado,   se   suicidó  lanzándose   por   un   barranco.   Cantará   optó   por   la   misma   acción.   El   Califa  murió   de   tristeza   y,   sorprendentemente,   su   efigie   apareció   grabada   en   el  monte  Benacantil.    La   corte,   impresionada,   decidió   llamar   a   la   ciudad   "Alicántara",   de   donde  viene  el  nombre  actual  de  Alicante.      

Unai

LA CARA DEL MORO

Cuenta la leyenda que el Califa (rey musulmán) de Alicante

quiso casar a su preciosa hija, Cántara, con uno de los dos

jóvenes musulmanes que estaban locamente enamorados de ella.

Para escoger a uno de ellos, el Califa tomó la decisión de que

cada uno hiciera una tarea concreta, y Alá decidiría. uno,

Almanzor, tenía que ir hasta las Indias a traer espacias raras

a su amada. el otro, Alí tenía que cavar una acequia para

traer a su amada el agua verde de Tibi hasta Alicante. Se

cuenta que Almanzor puso mucho empeño en su labor, mientras

Alí se dedicó a escribirle poemas a Cántara y a predicar su

belleza, por lo que esta se enamoró de Alí. Cuando Almanzor

volvió de su aventura, el

Califa le concedió la mano de

su hija. Alí, desesperado, se

suicidó lanzándose por un

barranco. Cántara optó por la

misma acción. El Califa murió

de tristeza y, sorprendentemente, su rostro apareció grabada en

el monte Benacantil. La corte impresionada, decidió llamar a

la ciudad “Alicántara”, de donde viene el nombre actual de

Alicante. Aitana

Aitana

Leyenda del castillo de Santa Bárbara Se cuenta que, en los tiempos de dominación musulmana, vivía aquí un Califa árabe cuyo gran poder no nublaba su buen juicio y carácter magnánimo. Sus súbditos le amaban y él era muy dichoso por poseer una gran familia.

De entre sus vástagos, adoraba, sobre todo, a su hija Cántara, una bellísima criatura a la que trataba con dulzura extrema. Cuando Cántara tuvo cierta edad, un gran número de pretendientes se acercaron a pedir su mano. La fama de su belleza había llegado bien lejos, pero también la de la dote que su padre entregaría al afortunado esposo.

De entre todos los mancebos que aparecieron ante las puertas del castillo, resaltaron dos : Almanzor, un famoso general llegado de Córdoba y Alí, menos dotado en las artes del combate pero de gran belleza y romántico corazón.

Cántara y su padre no conseguían elegir entre ambos, así que el Califa decidió someterles a una prueba. Tendrían que hacer una proeza que le impresionaría.

Almanzor decidió marcharse a la India para abrir una ruta de comercio y traer sedas y especias de allí. Mientras, Alí se propuso abrir un canal que trajese agua de la zona de Tibi.

Mientras Almanzor se encontraba muy lejos realizando su misión, Alí tenía otra propia mente. Su plan le mantenía cerca de Cántara y a ella dedicó todos sus encantos, hasta que ambos jóvenes quedaron profundamente enamorados.

Sin embargo, un día regresó Almanzor con un barco lleno, hasta los topes, de objetos valiosos.

El padre de Cántara quedó gratamente impresionado y concedió la mano de su hija al general. Esto supuso un drama para la bella joven y su amante. Alí, cuando se enteró, corrió hacia un precipicio y se lanzó. La tierra se abrió para acogerle en su seno y, por arte de magia, el agua comenzó a brotar, llenando el actual pantano de Tibi.

Cuando Cántara se enteró de lo sucedido, no pudo con la pena y saltó al vacío en la Sierra de San Julián. Desde entonces, a este lugar se le conoce con el nombre del Salto de la Reina Mora.

El padre de Cántara murió poco tiempo después, consumiendo la pena. Dicen que la montaña, asumió la forma del perfil de su cara, para asombro de todos los súbditos, que encontraron en este milagro un ligero consuelo para su aflicción. Conmovidos por toda la historia, decidieron aunar los nombres de los enamorados, Alí y Cántara, para dar nombre a su población y que su amor perdurara eternamente.

Clara Roselló

LA LEYENDA DE LA ISLA DE TABARCA

Se dice que, a finales del siglo XIX, una pareja de grandes lobos marinos llegó a una de las cuevas de Tabarca. La hembra estaba embarazada y eligieron este lugar para dar a luz a su cría. Los habitantes de la isla, que vivían de la pesca, pensaron que la presencia de los dos mamíferos podría suponer una pérdida importante de sus capturas, ya que romperían sus redes y se alimentarían de los peces atrapados en ella. Una noche, algunos pescadores se acercaron a la cueva y asustaron tanto a la hembra que dio a luz antes de tiempo. La cría murió al momento de nacer y la madre murió de pena. El macho quedó solo y profundamente triste. Durante tres días, aulló de dolor, día y noche, sin descanso. Finalmente, también murió, consumido por el dolor. Dicen los habitantes de Tabarca que su cuerpo aún se encuentra en las profundidades y, en los días de luna llena, se escucha el aullido de sus lamentos.

Mireia

Leyenda de Tabarca Tabarca es una isla que forma parte de Alicante y está frente a Santa Pola. Desde Guardamar del Segura, el pueblo donde veraneo desde hace 15 años, se ve la isla y he ido varias veces, pero no conocía la leyenda: En el sur hay una pequeña gruta en la que el mar penetra en el subsuelo y hay muchas estalactitas. A finales del siglo XIX, a la gruta llegó una pareja de lobos marinos, que se quedaron en ella. Los habitantes de la isla, teniendo miedo de ellos y pensando que iban a terminar con la pesca de la zona, decidieron atacarlos. Una noche de luna llena entraron en la gruta, sorprendiendo a la pareja de lobos marinos. La hembra estaba preñada y tuvo a la cría. Ambas murieron y el macho estuvo lanzando aullidos de dolor hasta que murió, 3 días después. Según la leyenda y algunos habitantes de Tabarca, las noches de luna llena se escuchan aullidos de dolor procedentes de la gruta y los peces se ponen en fila, como haciendo una marcha fúnebre en honor al lobo marino. Desde entonces, esa gruta se conoce como la ``Cueva del Lobo Marino´´

Pedro

Aparició de la Mare de Deu de les Virtuts a Cox Diu la llegenda que, antigament, a la glorieta de Cox hi havia un hort d'oliveres. Un dia, un

moro va anar a agafar olives, però no va acabar d'omplir el seu cistell quan, en un moment

que es va donar la volta, va aparèixer bolcat. El moro, com si res, va tornar a omplir-la, però

novament, en un altre descuit, la canastra va aparèixer tornada i les olives escampades. Va

observar, llavors, que hi havia un nen per allà i, pensant que ell era el culpable, li va llançar

una pedra, donant no al nen sinó a una dona, que va resultar ser la Verge de les Virtuts. I el

nen, és clar, era el seu Fill.

Rocío del Río

LA DONA DE LA COVA

Un dia, una dona d’Albatana, estava treballant en el camp arreplegant fruits. Quan havia terminat de

arreplegar els fruits se’n va anar al poble a vendre-los.

Però se estava posant molt nuvolat. Quan anava per la meitat del camí, se l’ van caure els fruits i, en el

temps que va tardar en arreplegar-los, se’n va formar una tempesta. Va començar a ploure i a ploure i a

ploure... i més i més. La dona va veure un refugi, que era la cova agrícola i se’n va refugiar, però va

començar a explorar a dins i la cava es va omplir d’aigua. I, com no li va donar temps a escapar, va

morir ofegada.

I, des de que va passar això, eixa cova diuen que té una maledicció i ningú s’atreveix a entrar .

Candela

La leyenda del tesoro de Cúllar En el siglo XI reinaban en el sur de la península los nazaríes: un estado musulmán con capital en

Granada.

En Cúllar, localidad perteneciente a la provincia de

Granada, donde nacieron mis abuelos paternos, existe una

torre de aquella época: la Torre del Alabí, una torre

defensiva a cuyo cargo se encontraba un militar. Esta torre

tuvo una galería de comunicación con el propio pueblo.

Mientras estuvo encargado de la defensa en esta torre, el

militar fue acumulando riquezas y cuando la península

ibérica fue reconquistada y estuvo en peligro la defensa de

la torre, cogió sus riquezas y huyó a través de la galería en

dirección al pueblo.

Como la galería discurría bajo el río Cúllar, el techo de la

misma se hundió, con tan mala fortuna que atrapó al

militar, quedándose aislado con sus riquezas.

Han pasado diez siglos y nadie ha encontrado el tesoro.

Cuando algunos atrevidos han bajado a la galería (aún en

pie en parte de su recorrido), y han llegado al lugar dónde

se supone que se quedó atrapado el militar, las velas, las linternas y otros equipos de iluminación que

han llevado consigo han dejado de funcionar e iluminar dicha galería.

La leyenda dice que es el militar que, con un fuerte soplido, apaga la luz para que los osados que bajan

a la galería se queden a oscuras y no encuentren el tesoro que esconde.

Julia

!

LA HUELLA DEL CABALLO DE SAN JORGE Cuenta una de tantas leyendas que en Alcoy (pueblo natal de mi padre), un poco más arriba de la Venta Saltera, situada en la antigua carretera dirección a Alicante, hay una roca con la herradura del caballo de San Jorge. Dicha marca, se dice que fue de cuando apareció San Jorge para ayudar a los alcoyanos a defender su pueblo, junto al cura de entonces, Mosén Torregrosa. Lucharon contra las tropas de Al-Azrraq el Grande en el Barranco de la Batalla. De ahí el origen de las fiestas patronales de Alcoy en honor a San Jorge cada 21, 22, 23 y 24 de abril, rememorando dicha batalla.

Damián

Los animales y el fuego Hace mucho tiempo los animales hablaban y hacían cosas de personas. Pero no tenían

fuego y, como no se habían inventado los fósforos, los pobres tenían que comer su comida

cruda, que mucho no les gustaba, y en invierno pasaban bastante frío.

El Jaguar en esos tiempos no tenía manchas, sino que era todo lisito, amarillo.

Un día que estaba tomando calorcito en una montaña alta, al Sol le dieron lástima los

animales y lo llamó:

—¡Eh, Jaguar! Te voy a dar una cosa para que usen vos y los demás animales.

—¿Qué es? ¿Algo para comer? —dijo el Jaguar, que era bastante tragón.

—No, te voy a dar un poco de fuego. Haz un atadito de ramas y pasto seco y levántalo, que

yo te lo enciendo. Pero tenéis que convidarle a todos, ¿eh?

—Síii —dijo el Jaguar. Y preparó una antorcha, que el Sol prendió.

—Gracias, ahora les llevo a todos. Hasta pronto, Sol.

Y bajó de la montaña. Pero el Jaguar, no bien se alejó, dijo:

—¡Ja, ja! Ahora sí que voy a poder comer churrasquitos y asados y no todas esas

porquerías crudas. Y en invierno no voy a pasar más frío. Y a los demás no les doy nada,

porque al fin de cuentas la antorcha la preparé yo y me tomé el trabajo de bajarla.

Así que se fue a su casa, juntó ramas e hizo un lindo fuego, al que iba agregando a cada

rato leña para que no se apagara nunca. Y comió asado y se acostó a dormir al calor del

fogón.

Pero la Avispa, que era muy curiosa y siempre andaba escuchando las conversaciones de

los demás, había oído lo que el Sol había dicho, así que se fue volando a avisar a los

demás.

—¡No puede ser! —dijeron los otros—. ¡Nosotros también queremos fuego! Vamos a pedirle.

Entonces mandaron a la Lechuza, que sabía hablar muy bien, para que pidiera al Jaguar

una brasita. Pero cuando la Lechuza empezó a hablar el Jaguar le gritó:

—¡NOOO! ¡El fuego es MÍOOO! —y pegó tales rugidos que la pobre Lechuza se asustó

mucho y se escapó volando.

Entonces mandaron a la Vizcacha para ver si convencía al Jaguar. Pero no bien empezó a

hablar el Jaguar se enojó; se puso a rugir y la sacó corriendo.

Entonces mandaron al Loro, que empezó a dar charla al Jaguar, de cualquier cosa, para ver

si se ablandaba y le convidaba una brasita. Y habló tanto que el otro se quedó dormido,

medio mareado de escucharlo hablar tanto.

Entonces el Loro dijo:

—Bueno, vamos a aprovechar y a sacar un poquito de fuego.

Pero no se le ocurrió nada mejor que agarrar una brasa con el pico, y se quemó la lengua.

Pegó un grito y el Jaguar se despertó.

—¿Qué hacéis? ¡Loro sinvergüenza! ¡Te voy a dar! —Y se abalanzó sobre el Loro, que se

escapó volando.

Entonces los animales mandaron al Zorro, que era muy vivo. Cuando el Zorro llegó adonde

estaba el Jaguar le dijo:

—¿Cómo le va, don Jaguar? —y empezó a charlar haciéndose el distraído.

—¡Basta de charlas, que ya me cansó el Loro! —le contestó el otro.

—¡Huy, cuánto trabajo tiene para mantener este fuego! ¿No quiere que lo ayude trayendo

ramas?

Como el Jaguar era bastante vago le dijo que sí y el Zorro empezó a trajinar trayendo leña,

amontonándola y echándola al fuego. El Jaguar empezó a amodorrarse mientras vigilaba por

las dudas al Zorro. Entonces éste le dijo:

—El fuego se va a apagar si no acomodamos mejor la leña. Voy a usar un palo para

acomodar las brasas.

Agarró un palo y empezó a revolver el fuego, hasta que la punta se encendió bien; vio de

reojo que el Jaguar se distraía y bostezaba y salió corriendo con el palo encendido.

El Jaguar pegó un salto para atraparlo, pero el Zorro había dejado atravesados unos palos,

así que el Jaguar tropezó, se cayó y se ensució la piel con los carbones.

El Zorro corrió tanto que el Jaguar no lo pudo alcanzar.

—¡Ahora sí que me embromó el Zorro este! ¡Me sacó fuego y encima me caí y me manché

la piel, tan linda y lisita que la tenía!

Desde entonces todos tuvieron fuego para cocinar y calentarse en invierno y los jaguares

tienen manchas negras y andan siempre de malhumor.

Samira

Cantó y la Ven ida de la v i rgen, Elche. Cuenta la leyenda que, en diciembre del año 1370, un guardacostas, Francesc Cantó, encontró en la orilla de la playa del Tamarit, cercada por la corriente, un arca de madera, que en su cubierta llevaba una inscripción que ponía “Sóc per a Elx” (Soy para Elche). Al verlo, Cantó abrió la caja y descubrió una imagen de la virgen a la cual le acompañaba El Consueta, es decir, texto y música para la representación de la Asunción de María a los cielos (Misteri d’Elx).

Sorprendido por el descubrimiento, Cantó cabalgó hacía la ciudad de Elche con el fin de comunicárselo al cabildo, que publicó un decreto para que todos los ilicitanos fueran a la playa a recoger la imagen. Cuando los ilicitanos llegaron, observaron que un grupo de vecinos de Alicante y Orihuela pretendían llevársela a sus respectivos pueblos.

Para solucionar la disputa, montaron el arca en un carro tirado por bueyes con los ojos tapados que situaron en un cruce de caminos, para que eligieran el que más les pareciese, yendo, finalmente, para Elche.

Rocío Muñoz

El pájaro carpintero y el tucán Un día, se encontraba el tucán volando por los aires y se topó con un pájaro carpintero que estaba construyendo una casita para su familia. Se sorprendió mucho al ver tan buen trabajo y se quedó hablando con él. Le preguntó el tucán si podría construir una casita para él también, cuando terminara la de su familia. El pájaro le pidió algo a cambio, pero el trato se llevó adelante.

Al terminar la casita familiar, comenzó en el árbol de al lado con la casa para su nuevo amigo el tucán, quien, a cambio del trabajo, que quedó muy bello, le dio algunas plumas de su pelaje y las colocó, con cuidado, sobre la cabeza de este pajarillo, que fue feliz con este detalle que hoy en día tanto le gusta lucir, ya que antes, solamente, el negro y blanco cubría toda la extensión de su cuerpo.

La amistad no terminó aquel día entre estas dos aves de la naturaleza, ya que nunca más se ha visto a un tucán que no tenga dónde ir a dormir. Los pájaros carpinteros no se quedan por siempre en las casitas que arman dentro de los árboles y los tucanes, en cambio, vuelan hasta encontrar una nueva casa, sin nadie dentro, para poder habitarla y no estar en la intemperie, con lo peligroso que puede ser para un tucán.

Hugo

LA LEYENDA DEL MUSEO REINA SOFÍA Cuenta la leyenda, que las almas de los enfermos aún vagan por el museo Reina Sofía, Dicen que se oyen voces y gritos, que saltan las alarmas, sin motivo. Los mendigos y las personas sin recursos acudían a morir allí, cuando era un hospital. El número de cadáveres era tan elevado que muchos de ellos tuvieron que ser enterrados en el subsuelo del propio centro hospitalario. Fue una época en la que distintas pestes y epidemias asolaron Madrid. Este hecho hizo que durante el siglo XIX surgiesen historias sobre duendes y fantasmas que subían por las noches a las habitaciones de algunos enfermos para anunciarles que su muerte estaba próxima. En los primeros años de funcionamiento, miles de personas murieron. Por la noche, salen las almas de los que habitaban en el hospital y quedaron atrapados en los escombros al construir el museo. Durante las obras de acondicionamiento del museo, se produjo toda una serie de macabros hallazgos, entre los que se encontraban restos de esqueletos, calaveras o cadáveres de niños. En 1990, mientras se llevaba a cabo una segunda remodelación, aparecieron tres monjas momificadas enterradas en la antigua capilla del hospital, una zona que hoy día se utiliza como sótano y en la que algunos trabajadores del museo aseguran que se producen la mayor parte de actividades paranormales. De hecho, las tres momias permanecen enterradas bajo la puerta principal del Museo tras el permiso de la Iglesia.

Olga

LA  LEYENDA  DE  LAS  CRIATURAS  DE  SAN  ANDRÉS  

Los Strigoii son criaturas muy feas, sin pelo. Su columna vertebral acaba en una cola de

un animal y, en lugar de pies, tienen pezuñas. Se pueden parecer a los vampiros.

Odian el ajo y la cebolla y, para ahuyentarlos, la gente cuelga ajos en la puerta de la

entrada.

En la noche de San Andrés, aparecen en los cruces de los caminos. Salen de sus tumbas

para robar el alma de las personas. Están hasta que sale el sol y a veces aúllan a la Luna

llena.

Así que, si sales en la noche de San Andrés, más vale que te pongas un diente de ajo en

el bolsillo.

EL ALMA DE LAS COSAS Hacia los años cincuenta, había un personaje en Alicante llamado Cristòfol de Català. Jamás escribió

nada, pues no sabia escribir. Se nombraba a si mismo repartidor de versos, como repartía flores o

caramelos.

Este curioso, nombrado y conocido personaje de la época vivía en una humilde y destartalada casa al

pie de el Benancantil, es decir, en pleno barrio de Santa Cruz .

El despertar cotidiano de este poeta lo efectuaba en los bares pintorescos de la zona, desayunándose

con un licor de cantueso o cazalla. Así, iniciaba su jornada repartiendo versos por todos los barrios

alicantinos a cambio de unas monedas. Versos siempre inéditos. Por ejemplo:

No hay correspondencia exacta

entre el ayer y el mañana .

Cuando lo que no pasará jamás puede ser

que vendrá forzado mañana.

Una palabra y una nota de música

llega más allá del horizonte

pero puede desaparecer cuando nace

y puede volver a su pequeño nido.

En la destartalada casa de Critòfol destacaba un cartel que le identificaba y era: AL PIE DEL

CASTILLO VIVÍAN LOS DUENDES. La casa estaba repleta de objetos de todo tipo como por

ejemplo cuadros, botijos etc. Este cartel, fue un obsequio de un artista foguerer alicantino. Aquella

casa guardaba uno de esos ninots o muñecos que se libraron de las llamas en la Nit de Sant Joan. Este

objeto apreciado por Cristòfol estaba colocado en un

pedestal de madera y él lo llamaba Sant Ninot. Aparecía

con una bola del mundo en la mano izquierda y, en la

mano derecha, una calavera en la que crecían un sinfín de

objetos no significables que cobraban vida cuando Cristòfol

relataba su historia y procedencia.

Un 24 de Junio, ardió la casa de Cristòfol. Cuando llegaron

los bomberos solo encontraron a Sant Ninot ardiendo y

chispeando bajo del fuego sin consumirse. Si la historia

acabase aquí, lo que resulta incomprensible es que jamás

encontraron a Cristòfol. Pero lo que sí podemos creer es que existe el alma de las cosas

Clara Silvent

!