LA LÁPIDA HEBREA DE ÉPOCA EMIRAL DEL ZUMBACÓN. APUNTES SOBRE ARQUEOLOGÍA FUNERARIA JUDÍA EN...

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ANEJOSde anales dearqueologíacordobesaAnAAC [ 2 ] 2009-2010

Córdoba, 2010

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Foto de portada:Triclinio, zona media de la pared de la domus del parque infantil de tráfico de Córdoba,decoración figurada, sátiro (Fotog. Á. Cánovas, © Convenio GMU-UCO).

D. L. CO: 857/2010I.S.S.N.: 1888-7449

CONFECCIÓN E IMPRESIÓN:

Imprenta San Pablo, S. L. - Córdobawww.imprentasanpablo.com

COMITÉ DE REDACCIÓN

DIRECTORES

Desiderio VAQUERIZO GIL (Universidad de Córdoba)Juan Fco. MURILLO REDONDO (GMU, Ayto. de Córdoba)

SECRETARIOS

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VOCALES

Alicia ARÉVALO JIMÉNEZ (Universidad de Cádiz)Silvia CARMONA BERENGUER (Convenio GMU-UCO)Isabel FERNÁNDEZ GARCÍA (Universidad de Granada)Eduardo FERRER ALBELDA (Universidad de Sevilla)Bartolomé MORA SERRANO (Universidad de Málaga)Dolores RUIZ LARA (GMU, Ayto. de Córdoba)Nuria de la O VIDAL TERUEL (Universidad de Huelva)

EVALUADORES EXTERNOSAgustín AZKÁRATE GARAI-OLAÚN (Universidad del País Vasco)Julia BELTRÁN DE HEREDIA BERCERO (Museu d'Historia de la Ciutat, Barcelona)Gian Pietro BROGIOLO (Università di Padova)Juan M. CAMPOS CARRASCO (Universidad de Huelva)Teresa CHAPA BRUNET (Universidad Complutense de Madrid)Patrice CRESSIER (CRNS, Université Lyon 2)Simon KEAY (University of Southampton)Paolo LIVERANI (Università di Firenze)Francisco REYES TÉLLEZ (Universidad Rey Juan Carlos, Madrid)Joaquín RUIZ DE ARBULO BAYONA (Universitat de Lleida)

CORRESPONDENCIA E INTERCAMBIOSÁrea de Arqueología, Facultad de Filosofía y LetrasPlaza de Cardenal Salazar, 3. 14003 CÓRDOBATel.: 957 218 804 - Fax: 957 218 366E-mail: [email protected]

Revista publicada por el Grupo de Investigación Sísifo (P.A.I., HUM-236), de la Universidad de Córdoba, y la Gerencia Municipal de Urbanismo de Córdoba, en el marco de su convenio de colabora-ción para la realización de actividades arqueológicas en Córdoba, entendida como yacimiento único.

www.arqueocordoba.com

La dirección de AnAAC no se hace responsable de las opinioneso contenidos recogidos en los textos, que competen en todo caso a sus autores

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ÍNDICE

Pág. 11 / 18 GARRIGUET MATA, José Antonio: “Samuel de los Santos Gener y los inicios de la Arqueología Urbana en Córdoba”.

Arqueología Clásica

Pág. 21 / 44 RODRÍGUEZ, M.ª Carmen: “El poblamiento rural del Ager Cordubensis: Patrones de asentamiento y evolución diacrónica”.

Pág. 45 / 72 LEÓN PASTOR, Enrique: “Portus Cordubensis”.

Pág. 73 / 86 CÁNOVAS UBERA, Álvaro; CASTRO DEL RÍO, Elena; VARGAS CANTOS, Sonia: “Intervención arqueológica preventiva en la nueva sede de EMACSA (Avda. Llanos del Pretorio, Córdoba)”.

Pág. 87 / 102 GUTIÉRREZ, M.ª Isabel; MAÑAS ROMERA, Irene: “Los pavimentos del Convento de Jesús Crucificado, Córdoba”.

Pág. 103 / 120 GARCÍA, Begoña; PIZARRO, Guadalupe; VARGAS, Sonia: “Evolución del trazado urbanístico de Córdoba en torno al Eje Tendillas-Mezquita. Hallazgo de una cisterna romana de abastecimiento de agua”.

Pág. 121 / 140 CASTRO, Elena; CÁNOVAS, Álvaro: “La domus del Parque infantil de Tráfico (Cór-doba)”.

Arqueología Medieval

Pág. 143 / 182 CASAL, M.ª Teresa; MARTÍNEZ, Rafael; ARAQUE, M.ª del Mar: “Estudio de los vertederos domésticos del arrabal de !aqunda: Ganadería, alimentación y usos derivados” (750 - 818 d.C.) (Córdoba).

Pág. 183 / 230 MURILLO, Juan F.; RUIZ, Dolores; CARMONA, Silvia; LEÓN, Alberto; RODRÍGUEZ, M.ª Carmen; LEÓN, Enrique; PIZARRO, Guadalupe: “Investigaciones Arqueológi-cas en la Muralla de la Huerta del Alcázar (Córdoba)”.

Pág. 231 / 246 PIZARRO, Guadalupe: “El alcantarillado árabe de Córdoba II. Evidencia arqueoló-gica del testimonio historiográfico”.

Pág. 247 / 274 ARNOLD, Felix: “El edificio singular del Vial Norte del Plan Parcial RENFE. Estudio arquitectónico”.

Pág. 275 / 288 LEÓN PASTOR, Enrique; DORTEZ, Teresa; SALINAS, Elena: “Las áreas industriales en los arrabales de al-Yanib al Garbi de Qurtuba. El alfar del Cortijo del Cura”.

AnAAC N.º 2 CÓRDOBA 2009-2010 ISSN 1888-7449

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Pág. 289 / 302 SALINAS, Elena; VARGAS, Sonia: “Un pozo tardoalmohade en el Hospital de Santa María de los Huérfanos de Córdoba”.

Pág. 303 / 326 MARTAGÓN, María: “Qurtuba y su territorio: una aproximación al entorno rural de la ciudad islámica”.

Pág. 327 / 342 LARREA CASTILLO, Isabel; HIEDRA RODRÍGUEZ, Enrique: “La lápida hebrea de época emiral del Zumbacón. Apuntes sobre arqueología funeraria judía en Córdo-ba”.

Pág. 343 / 362 CÁNOVAS, Álvaro; SALINAS, Elena: “Excavaciones Arqueológicas en el entorno de la Iglesia de Santa Marina de Córdoba”.

Publicaciones

Pág. 365 / 382 Convenio GMU-UCO. Publicaciones y actividades 2008-2010.

Normas de redacción y presentación de originales

Pág. 383 / 386 Normas de redacción y presentación de originales.

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LA LÁPIDA HEBREA DE ÉPOCA EMIRAL DEL ZUMBACÓN. APUNTES SOBRE ARQUEOLOGÍA FUNERARIA JUDÍA EN CÓRDOBA.

ISABEL LARREA CASTILLOArqueóloga

[email protected]

ENRIQUE HIEDRA RODRÍGUEZHistoriador del Arte

[email protected]

R E S U M E NEl reciente hallazgo de una lápida funeraria hebrea del S. IX en el sector nororiental de Córdoba nos invita a realizar un recorrido por la historia de la arqueología funeraria judía en Córdoba a partir de la cual podamos llevar a cabo una revisión de la misma.

PALABRAS CLAVE: lápida hebrea, epigrafía funeraria, periodo emiral, topografía funera-ria judía.

A B S T R A C TRecent discovery of a IX C. Hebrew gravestone in northeastern Cordoba invites us to travel through the history of Jewish funerary archaeology in the city, from which a revision of this history could be carried out.

KEYWORDS: Hebrew gravestone, funerary epigraphy, emiral period, Jewish funerary to-pography.

INTRODUCCIÓN

El interés por la arqueología hispano-judía medieval, se ha visto revitalizado gra-cias a una serie de congresos y encuentros1 que han tenido lugar en los últimos meses y que han servido para poner en común los resultados de excavaciones recientes, como las de Tárrega, Lucena o Lorca, así como para habilitar un foro apropiado desde el que impulsar la reflexión acerca de esta ya de por si proble-mática cuestión. Tal panorama constituye un contexto inmejorable para la apari-ción de la lápida hebrea hallada recientemente en Córdoba que presentamos en este artículo.

Antes nos proponemos realizar un recorrido histórico por la arqueología fu-neraria hebrea en nuestra ciudad, que nos servirá para elaborar un contexto que

1 Lucena (Octubre 2008), Barcelona (Enero 2009), Murcia (Febrero 2009).

AnAAC N.º 2 CÓRDOBA 2009-2010 PÁG. 327 / 342 ISSN 1888-7449

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nos permita situar mejor el hallazgo de la lápida, así como para llevar a cabo una puesta al día del estado de la cuestión.

1. FONSARIO DE HUERTA DEL REY

Parte nuestro itinerario desde la Puerta de Almodóvar, conocida también bajo el topó-nimo de Fonsario de los Judíos y en cuyas inmediaciones se ha situado tradicional-mente el cementerio judío de la Huerta del Rey (SANTOS GENER, 1955, Lám. 1).

Entre las escasas y poco pre-cisas referencias documentales a la existencia de este cementerio desta-caremos la que recoge Nieto Cum-plido en sus notas sobre la judería de Córdoba, que sitúa el fonsario de la aljama fuera de las murallas de la ciudad, junto a una haza de tierra con higueras (NIETO, 1978,113). Ramírez de Arellano por su parte se hace eco de cómo el nombre de fousario de los judíos aparece en los títulos de algunas casas de la calle Judíos al señalar sus linderos (RA-MÍREZ, 1973, 460).

En su intento de corroborar ar-queológicamente estas sucintas refe-

rencias documentales2, Enrique Romero de Torres obtuvo una pequeña subvención de la Junta de Excavaciones de Madrid que le permitió excavar la Huerta del Rey con resultado negativo. Un año más tarde, en 1931, Romero de Torres tiene oca-sión de excavar finalmente dicha necrópolis. Rescatamos aquí un extracto de una nota de prensa3 que daba a conocer la excavación:”En un promontorio existente en las proximidades del cementerio de la Salud, entre las puertas de Almodóvar y Sevilla, unos obreros que se dedican a la extracción de arena, hallaron una sepultura antigua. Se dio cuenta de ello al señor Romero de Torres, quien in-mediatamente comenzó a hacer investigaciones en el terreno y ordenó que se practicaran algunas excavaciones. En el lugar de referencia han sido halladas numerosas sepulturas que ofrecen la particularidad de que todas están mirando a oriente. Estas sepulturas están a escasa profundidad. En alguna de ellas se han encontrado huesos, trozos pequeñitos de maderas y clavos de hierro. La parte que correspondía al cuerpo está recubierta de sillares, sin que aparezcan estos a la cabecera ni a los pies. Son las primeras sepulturas de este carácter que se encuentran en Córdoba y no ha podido precisar aún a que época pertenecen. Se cree posible que estuviera instalado en dicho sitio el cementerio judío por la proximidad del barrio que los israelitas ocupaban en nuestra ciudad”.

Habría que esperar hasta diciembre de 1934 para que se llevara a cabo la segunda campaña. A ésta corresponde el artículo que José Andrés Vázquez llevó

2 En el archivo de la Catedral, Romero de Torres encontró un testimonio documental en el que se lee que “el fonsario de los judíos estaba a la Puerta de Sevilla”. Recogido por Vázquez, J. A. (1935) p. 16.

3 Nota de prensa de 16 de diciembre de 1931 en Diario de Córdoba.

Lam. 1. Plano firmado por Santos Gener de los Barrios de Occidente donde precisa la ubicación del Fonsario Judío.

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a cabo para la revista “Algo. Ilustración Popular” bajo el nombre La necrópolis hebraica de Córdoba; una escueta crónica de apenas dos páginas que se ha convertido en la única referencia que han podido manejar los especialistas a la hora de estudiar los resultados de la excavación. En esta crónica se describen con más precisión los resultados de esta primera campaña. Habla de veinte se-pulturas de forma trapezoidal orientadas a levante; algunas de ellas formadas con sillarejos de piedra franca con cuñas de tejas y ladrillos árabes fragmen-tados, y cubiertas con grandes sillares labrados de piedra semejante. Entre estas sepulturas se encontraron dos unidas con rosca de ladrillo en forma de bóveda y también en dirección a oriente. Junto a los restos humanos que contenían estas tumbas se hallaron numerosos clavos algunos de ellos con adherencias de madera. Alrede-dor de las tumbas había trozos de cerámica mudéjar (VÁZQUEZ, 1935, 15-16). Tiempo después, Romero de Torres retomará los tra-bajos de excavación unos veinte metros más arriba del lugar donde realizó los anteriores hallazgos. En esta ocasión se excavaron unos cuarenta y dos sepulcros de tipo idéntico a los anteriores, igual orientación y los mismos materiales constructivos. Otras sepulturas más pobres están excavadas en la tierra y señalado su contorno con cantos rodados (VÁZQUEZ, 1935, 16). Se hace referencia también a un aljibe árabe dentro del cual aparecieron diez esqueletos mezclados con clavos todos ellos y colocados en dirección a oriente (VÁZQUEZ, 1935, 16, Lám. 2).

Enrique Pérez Herrero, se servirá de este artículo para introducir los sepul-cros de Córdoba dentro del cuadro tipológico4 que prescribe para las necrópolis judías. Así pues los sepulcros de la necrópolis de Córdoba aparecerán citados en el apartado de sepulturas contorneadas con cantos rodados y en el de sepulturas trapezoidales (PÉREZ, 1978, 351), pasando por alto la referencia a las dos se-pulturas unidas con rosca de ladrillo en forma de bóveda cuya descripción pare-ce corresponderse con la tipología de lucillos5 (CASANOVAS, 2003, 518) propia de las necrópolis hebreas de Toledo y Sevilla. Todas las crónicas tienen en común la mención a la aparición de clavos dentro de los enterramientos, relacionados con los ataúdes o parihuelas con que debieron ser enterrados los difuntos. Por el modo en que algunos de estos clavos atraviesan determinadas estructuras óseas de ciertos individuos6, la necrópolis de Córdoba ha sido relacionada tradicional-

4 Sepulcros en cueva, sepulcros antropomorfos, sepulturas contorneadas con cantos rodados, sepulturas trapezoidales, lucillos y sepulturas con ataúdes de madera, a esta clasificación tipológica se añadirá más tarde la de fosa y cámara lateral (CASANOVAS, 1987, p. 50), a la que corresponden gran parte de los enterramientos excavados recientemente en la necrópolis ronda sur de Lucena.

5 Pequeñas bóvedas de medio cañón fabricadas en ladrillo que cubrían al féretro del difunto. 6 En la cuenca del ojo derecho de uno de los esqueletos aparece un alfiler o clavito fino de

bronce de centímetro y medio; en insertados en la tercera costilla del mismo lado y en la rótula de la pierna izquierda sendos clavos de hierro. Otro esqueleto apareció con la primera falange del dedo índice atravesada por un clavo. Y, por ultimo, en otro esqueleto se advirtió el antebrazo izquierdo perforado por otro clavo de hierro de unos siete centímetros (VÁZQUEZ, 1935, 16).

Lám. 2. Tumba del Fonsario Judío excavada bajo la dirección de Romero de Torres.

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mente con otros cementerios judíos en los que han aparecido cráneos atravesa-dos por clavos, siendo el caso más representativo el de Deza (Soria) (TARACENA, 1933). Pérez Herrero, por su parte, debido al más que deficiente rigor científico con que fueron publicados los resultados de la excavación de Romero de Torres (una breve crónica publicada en una revista de generalidades), prefiere no incluir el caso de Córdoba en este enigmático capítulo (PÉREZ, 1978, 348).

Cantera Burgos, que años después tuvo ocasión de visitar el terreno y aún de percibir el hueco de alguna tumba (CANTERA 1953, 362), no dispone de más información que la que incluye la crónica de José Andrés Vázquez. Nos habla sin embargo de un estudio inédito de Romero de Torres que incluiría los resultados de la excavación, que éste estaría completando para ser publicado en la revista Sefarad. No tenemos noticia de que dicho estudio llegara a ver la luz.

D. Samuel de los Santos Gener nos ofrece otro valioso testimonio acerca de esta intervención. En su calidad de Director del Museo Arqueológico de Córdoba, también recoge en su registro de hallazgos arqueológicos7 una breve reseña con los resultados de esta segunda campaña de excavación en la necrópolis, que, según apunta, parece ser del S. XIV, por encontrarse “aprovechando el aljibe árabe”8. En ella se habla de numerosas sepulturas construidas con sillarejo, al-gunas mezcladas con tejas árabes orientadas de Este a Oeste y a juzgar por los clavos contenidos en ellas debieron estar encerrados los cadáveres en ataúdes de madera. También indica tal como apuntaba Andrés Vázquez que la cerámica de los alrededores, si bien escasa, es de tipo mudéjar. Habla también de una atarjea posiblemente moderna en medio de la cual estaría el aljibe, así como de un trozo de pavimento de patio o de alberca árabe (SANTOS GENER, inédito) (Lám. 3). Resulta interesante comprobar que en ningún momento se refiere a esta necrópolis como de adscripción judía.

7 Esta y otras noticias se recogen en un cuaderno de registro de hallazgos arqueológicos de la Provincia de Córdoba inédito firmado por Don Samuel de los Santos Gener, cuya copia ha puesto en nuestras manos el Profesor D. Ángel Ventura Villanueva gracias al cual ha sido posible sacar a la luz estas notas, valiosísimas para la arqueología cordobesa, que Don Samuel realiza, en muchos de los ejemplos, a pie de campo sobre las excavaciones que visita.

8 Santos Gener hace una breve descripción del aljibe del que señala queda revestido de estuco, con bóveda de medio cañón parecida a la descubierta en la arruzafilla con la caña del pozo situada en una de las cabezas de la bóveda

Lám. 3. Croquis de Santos Gener donde registra la ubicación de la excavación y los resultados de la misma.

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A partir de aquí nuestro itinerario por el mundo funerario judío en Córdoba se enredaba en una maraña de referencias vagas, de dudas razonables y alguna pieza descontextualizada que difícilmente llevaba en dirección alguna. Así pues, bien podría decirse que aquí se cerraba el capítulo de la arqueología funeraria judía en Córdoba hasta que el pasado abril de 2008 se producía el hallazgo de la Lápida he-brea del Zumbacón, en torno a la cual parece que las piezas empiezan a encajar.

2. LÁPIDA DE YEHUDAH BAR AKON9

El hallazgo tiene lugar durante la actividad ar-queológica preventiva desarrollada en un solar del sector nororiental de Córdoba, más concre-tamente en la zona conocida como el Zumba-cón10. La lápida en cuestión se encuentra com-pleta y su texto, escrito en hebreo, recoge el nombre del fallecido, el año del óbito y una ora-ción. Fechada en el año 845, constituye una de las lápidas funerarias de esta cultura más antigua hallada en España11 (Lám. 4).

Centrándonos en la descripción formal de la pieza debemos apuntar que en la cara inscrita, originalmente pulida, fue preparado un campo epigráfico de 17 x 29’5 cm., donde se redacta el texto en altorrelieve muy tosco, en 6 líneas. José Ramón Ayaso Martínez12 transcribe y traduce:

Ésta es la sepultura de YehudahBar Akon de bendita memoriaSea su espíritu con los justos

Murió el día sexto de la semana, día tresdel mes de Kislev del año [4]606

Descanse su alma en el haz de los vivientes(Año 845 d.C.)

En cuanto al soporte diremos que se trata de una placa de mármol tasio13 blanco-amarillento de cristales medio-grandes con espejuelo y muy traslúcido, sin vetas de color. Su tamaño es de 21 cm. de altura, 32 cm. de anchura y 2’5 cm. de espesor. Originariamente era un arquitrabe romano parietal (para ir sobre

9 La similitud entre las grafías de bet 2 y kaf 3, hace difícil precisar si se trata de Akon o Abon.10 A. A. Pre. del Estudio Detalle del SC3 Zumbacón. 11 La pieza ingresó en el Museo Arqueológico y Etnológico de Córdoba el día 30 de Abril de

2008, quedando expuesta desde el día 7 de Septiembre del mismo año. Asimismo fue presentada al público como pieza del mes por Isabel Larrea Castillo y José Ramón Ayaso Martínez en Septiembre de 2008.

12 El Profesor José Ramón Ayaso se encuentra actualmente preparando un artículo en el que recoge los resultados obtenidos de su estudio sobre ésta y otras inscripciones epigráficas hebreas de Córdoba y Lucena.

13 Se trata de un mármol importado de la Isla de Thasos (Grecia), blanco con cristales grandes y brillantes “de espejuelo”, cuya presencia es escasa en Córdoba, aunque se documenta, por ejemplo, en el sarcófago bajoimperial de la cacería del jabalí de Calidón encontrado en Madinat al-Zahra. Agra-decemos al Profesor Ángel Ventura Villanueva su aportación al estudio material de la pieza.

Lám. 4. Anverso de la lápida funeraria.

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una pilastra adosada a un muro). Se conser-van, a pesar del piqueteado consecuencia del reuso medieval, restos de las tres fasciae sepa-radas por cymas y dentículos, en el reverso de la inscripción (Lám. 5).

En su cara posterior, aún quedan vestigios de mortero relacionados con la colocación ori-ginal del epitafio, superpuestos al piqueteado de la decoración romana, así como la mortaja de una grapa o alcayata férrea en la esquina inferior derecha de la cara anterior, por lo que deducimos que la inscripción se colocó adosa-da o encastrada en un paramento vertical (un muro o algún tipo de monumento funerario).

2.1. Contexto Arqueológico del Hallazgo

Respecto al contexto arqueológico en que se documenta, diremos que la lápida es rescatada de entre el relleno que contiene la cámara de combustión de un horno alfarero, junto a abundante material de desecho. Y es que cuando cesa la actividad productiva del horno, parece probable, y así se constata en algunos casos, que la estructura de éste se reutilizara como escombrera donde arrojar la cerámica defectuosa y demás material de desecho procedente de otros hornos que siguen en activo, formándose así un potente relleno14 que recoge un nutrido material, entre el cuál, en el caso que nos ocupa, se encuentra nuestra lápida15. Aunque no sabemos cómo se desplaza hasta allí, es probable que fuera saqueada de un lugar no muy lejano.

Debemos subrayar que este horno queda inserto dentro de un complejo alfarero en el que registramos una zona de producción de amplias dimensiones formada por 98 hornos cerámicos, depósitos de selección de arcillas, pozos, se-caderos y grandes testares o escombreras donde se desechaba el material fallido. Asimismo se documenta un conjunto de estructuras que determinan otros usos de este espacio como funerario y doméstico.

El proceso evolutivo de esta intensa y variada actividad antrópica, enmarca-da entre los siglos IX y XIII, lo hemos simplificado en torno a cuatro fases. La fase más antigua (Fase I) se relaciona con esta importante actividad alfarera que se extiende por toda la superficie del solar, cuyo encuadre cronológico nos transpor-ta al S. IX (Subfase 1) y cuya actividad parece dilatarse hasta bien entrado el S. X (Subfase 2), momento en el que documentamos estructuras de habitación como fruto de la urbanización del espacio en época califal coincidiendo con el abando-no de las estructuras industriales (Fase II). Este proceso de urbanización deja en nuestro solar estructuras de tipo doméstico, identificándose al menos trece casas con distinto grado de conservación, que conforman un entramado perfectamente

14 Constituido generalmente por un elevado aporte de cenizas, cascotes de arcilla rubefacta, piedras, arena sílice, carboncillos y abundante material residual cerámico que definen la intensa actividad de productiva de este alfar.

15 El abandono de la escombrera podría datarse hacia la segunda mitad del S. X, momento en el que el espacio se urbaniza debiendo desplazar la actividad alfarera a un lugar más adecuado alejado de este nuevo arrabal.

Lám. 5. Reverso.

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organizado sobre ejes NW-SE y que pertenecerían a un arrabal periférico que será abandonado probablemente en el siglo XI con la caída del califato, momento en el que la ciudad vuelve a sus límites intramuros.

Tanto el uso industrial como el doméstico, conviven con el uso funerario. De este modo registramos una maqbara que mantiene, en líneas generales, las carac-terísticas tipológicas de los enterramientos islámicos de época medieval: superpo-sición de varios niveles de enterramientos, tumbas en fosa simple con cubierta de tejas, posición de los individuos decúbito lateral derecho, orientación SW (cabeza) - NE (pies), rostro mirando hacia el sur y una ausencia de ajuares general.

Tras el abandono del espacio urbanizado registramos una tercera fase que recoge tres hornos cerámicos de cronología postcalifal16 junto a una serie de en-terramientos que expanden el área cementerial hacia el sur amortizando el área de viviendas (Fase III). En una fase final de abandono (Fase IV) del solar se do-cumentan cuatro enterramientos puntuales dentro de estancias de las viviendas ya abandonadas.

Al margen de toda esta actividad propiamente islámica aparece, en la es-quina nororiental del solar, una tumba aislada, A-501, difícilmente adscribible a ninguna de las fases anteriormente descritas (Lám. 6). Dicha tumba queda separada de la maqbara islámica por un prolongado muro en dirección E-W, constituyendo el único elemento de nuestra excavación situado al otro lado del mismo. A diferencia de los enterramientos ampliamente documentados en la maqbara islámica contigua, este enterramiento presenta una cubierta a base de cuatro grandes lajas de pizarra dispuestas con orientación E-W. La posición de los restos óseos exhumados es decúbito supino, situándose la cabeza al Oeste y los pies al Este. La fosa, de forma rectangular, está excavada en el terreno geológico.

16 Este sector periférico de Córdoba ha mantenido una fuerte tradición alfarera que abarca el periodo andalusí y perdura hasta ya entrada la Edad Moderna. Ya en las fuentes historiográficas ubican las Alfarerías desde del Siglo X en esta zona periférica de la ciudad, donde los humos y olores no supondrían molestias a la población. Estos barrios mantienen los topónimos de Ollerías o Valdeo-lleros.

Lám. 6. Cubierta de Tumba A-501.

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Isabel Larrea Castillo / Enrique Hiedra Rodríguez

No obtenemos ajuar ni material alguno asociado al enterramiento. En cuanto a los restos óseos, sólo documentamos parte del cráneo y de las extremidades inferiores, y su deficiente estado de conservación nos indica que su proceso de descomposición debe haberse desarrollado en un ambiente vacío, lo cual podría llevarnos a pensar en la posible existencia de algún tipo de ataúd, del que como decimos, no quedan evidencias materiales.

Así pues, este solitario enterramiento y nuestra lápida, aparecen separados por apenas 24 metros y un muro (Lám. 7). Comoquiera que la lápida y este en-

terramiento aislado constituyen los dos únicos elementos ajenos al desarrollo genéricamente islámico del solar, parece inevitable intentar al menos ponerlos en relación. En primer lugar, parece poco probable que una lápida de esta importancia y calidad perteneciera a un ente-rramiento aislado. Por otra parte, a pesar de que es usual que los cementerios hebreos, una vez abandonados, fueran saqueados con el fin de reutilizar sus materiales (CASANOVAS, 1993, 298), no tiene mucho sentido que nadie aca-rrease la pieza una distancia demasiado grande tan sólo para arrojarla a una escombrera. Lo cual nos hace pensar que el cementerio al que debió pertenecer no podía hallarse demasiado lejos. Aún era pronto, no obstante, para aven-turarnos a suponer que nuestro enterramiento aislado pudiera formar parte del mismo.

3. EL CIPO FUNERARIO DE SAN MIGUEL

A este mismo cementerio debió pertenecer en cualquier caso la inscripción he-brea que se conserva integrada en una columna de la Iglesia de San Miguel. En palabras de Díaz Esteban, quién lo publicó en 1977, se trata de un cipo fune-rario procedente del desaparecido cementerio judío de Córdoba (DIAZ, 1977, 310). La inscripción comparte con nuestra lápida la fórmula funeraria final; des-canse su alma en el haz de los vivientes. Esta fórmula, que Díaz Esteban recono-ce como la más sencilla y antigua, tan sólo aparecía hasta entonces en otras dos inscripciones hebreas de la península; la lápida trilingüe de Tortosa (s. VI) y la lápida de Calatayud (circa 919). Es precisamente esta fórmula el único elemento de que dispone Díaz Esteban para datar la inscripción, y en virtud de la misma propone un arco cronológico amplio que va desde el siglo VII hasta el siglo X. La aparición de nuestra lápida con la misma fórmula y probablemente procedente del mismo cementerio, fechada en el 845 quizá sirva para cerrar más ese arco cronológico en torno a los siglos IX y X.

En cualquier caso, la cronología tan baja de ambas piezas hace improba-ble que ninguna de ellas perteneciera al fonsario de Huerta del Rey, asociado a la ocupación judía de la Judería que hoy conocemos, de la que sólo tenemos constancia en época bajomedieval cristiana. Así el desaparecido cementerio judío de Córdoba del que habla Díaz Esteban y el que nosotros mismos es-tamos buscando es el correspondiente a la aljama de época emiral y califal y quizá incluso anterior.

Lám. 7. Vista cenital del solar una vez concluida la excavación. Se indican las localizaciones del horno donde aparece la lápida y de la tumba A-501.

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4. BAB AL YAHUD

Las escasas referencias historiográficas a la población judía de la Córdoba del periodo emiral y califal desplazan nuestra atención a la zona norte de la Medina. Concretamente refieren a la actual Puerta de Osario (OCAÑA,1935, p. 149), que según la relación que hace Ibn Baskuwal, debió ser conocida en época musulmana con nombres tales como Bab Liyun (del león) o Bab Talabîra (de Talavera), aunque parece que el de uso más corriente debió ser el de Bâb al-Yahûd (puerta de los judíos) . Es ya en época de dominación almorávide o quizá almohade, debido a una menor tolerancia religiosa, cuando este nombre se transformará en Bab al Hudá (puerta de la recta dirección) precisamente para evitar la repugnancia que les suponía decir Bâb al-Yahûd (ZANÓN, 1989, 48). La importancia que esta puerta debió tener para la comunidad judía de la época queda en cualquier caso evidenciada en los versos de Ibn Suhayd “Al lado de la puerta de los judíos ellos alzaron un sol cuya belleza evi-taba su eclipse/ Viéndole a su puerta como un príncipe, los judíos piensan que es José”. (DICKIE, 1975, 182) La hipótesis de que la judería emiral y califal se encontrase en lo que posteriormente fue la collación de San Miguel ya ha sido ensayada en alguna ocasión (ARJONA, 2000). Esta judería estaría articulada en torno a la actual calle osario, que discurre entre la Iglesia de San Miguel y la Puerta de Osario. Así pues, esta idea encajaría perfectamente con la siguiente descripción que nos presenta Clara Bango García: algunas juderías, además de las puertas que comunicaban con los barrios cristianos inmediatos, también tenían otra puerta que permitía salir de la ciudad, puerta que recibía el nombre de «puerta de los judíos». Y prosigue: Ya las juderías en territorio musulmán tenían cerca. En Toledo residían fuera de la aglomeración musulmana y mozárabe, en una «ciudad de los judíos» (madinat al-yahud), que un cronista árabe nos informa que había sido cercada en el año 820 (BANGO, 2003, 64).

Levi Provençal, que creía poco probable que la puerta de Bâb al-Yahûd diera acceso por alguno de sus lados al barrio judío, pensaba sin embargo que en todo caso lo daba a una antigua necrópolis romana, utilizada por los musulmanes y sin duda también por los judíos (LEVI, 1957, 237).

Así, fuera de la puerta de Bâb al-Yahûd (hoy Puerta de Osario) situará Ibn Baskuwal el cemente-rio islámico de Umm Salama, no lejos de la Mashid Kawtar y cerca de un cementerio judío (TORRES BALBÁS, 1983, 176). Levi Provençal nos dice que para llegar a Quta Raso había que cruzar el ma-yor cementerio de la aglomeración cordobesa por un camino que, al parecer, daba también acceso a un cementerio judío (LEVI, 1957, 242). Dickie, siguiendo a Levi-Provençal, menciona también el ce-menterio del barrio judío al Este de la puerta de Bâb al-Yahûd, que él identifica como el de Quta Raso, e incluso nos da noticia del descubrimiento de algunas tumbas en dicho lugar (DICKIE, 1975, 60). El nombre de Quta Raso aparecerá pues relacionado a un cementerio judío en el plano esquemático en el que Lévi-Provençal recoge los nombres de los barrios y cementerios de la Córdoba en el Siglo X (LEVI, 1973: fig. 100), y que será reproducido por otros autores posteriormente. Ibn Baskuwal por su parte habla de Quta Raso como de un barrio de ubicación imprecisa conocido también como al fajjarin (alfareros) (MURILLO et alii, 1997, 56). En palabras de Levi-Provençal Quta Raso no parece haber sido mas que un anejo suburbano de mediana importancia, ocupado sobre todo por alfarerías y tejerías (LEVI, 1957, 242) Así pues la relación entre el cementerio del que procede nuestra lápida y el horno en el que apareció parece estrecharse cada vez más. (Lám. 11).

Hay que decir que a pesar de que las fuentes más antiguas hablan claramente de un cementerio judío en la zona norte, la tendencia más reciente ha sido a pensar que este supuesto cementerio judío junto a Umm Salama no sería más que un espejismo fruto de la confusión que se produce entre los diversos textos árabes al referirse al cementerio de Umm Salama, que por estar junto a la Puerta de los Judíos puede haber sido nombrado en ocasiones como cementerio de la puerta de los judíos o cementerio de los judíos sin más, de modo que la maqbarat al yahud no sería más que el apócope de maqbarat bab al yahud (PINILLA, 1997, 190). Asimismo Pinilla opina “que se hace difícil ima-ginar la existencia de un cementerio judío contiguo a la más importante almacabra de Córdoba, cuando habría muchos lugares para ubicarla y, al mismo tiempo, la preeminencia del Islam en Al-

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Andalus hace impensable que los alfaquíes cordobeses consintieran la proximidad y coexistencia de enterramientos pertenecientes a otras confesiones”. Casos como los de Toledo, Zaragoza, Palma o Villafranca de Penedés (CASANOVAS, 2003, 508) atestiguan que la contigüidad de cementerios de ambas confesiones no era algo especialmente extraordinario, no obstante debemos precisar que la aparición de la lápida, fechada en el 845, hace que cualquier cementerio al que pudiera pertenecer tuviera que ser anterior a la fundación de la maqbara de Umm Salama por Muhammad I (852/886) en honor a su esposa del mismo nombre (PINILLA, 1997, 187). Sería pues en todo caso el cemente-rio de Umm Salama el que en sus sucesivas ampliaciones se hubiese ido acercando a este cementerio hebreo que según es costumbre debió establecerse a una distancia considerable de la ciudad y pre-feriblemente en la ladera de un monte. (CASANOVAS, 1993, 293) Sabemos que la Mishná prescribe que determinadas actividades susceptibles de convertirse en focos de insalubridad, entre las cuales se encontraría la actividad funeraria, debían alejarse de los núcleos de población al menos cincuenta codos (CASANOVAS, 2003, 505). No obstante, la distancia entre la población y el cementerio podía llegar a ser mucho mayor17 dado que éste debe reunir otras condiciones, como la de estar sobre tierra virgen y a ser posible en un lugar elevado18. A todo lo anterior habría que añadir la importancia que para las comunidades hebreas tenía la seguridad19 de sus cementerios, dado que eran comunes las violaciones y expolios de los mismos. Esto condicionaría sin duda la elección del emplazamiento de los cementerios así como su aspecto, a menudo delimitado por un muro o a veces por una hilera de árboles (CASANOVAS, 2003, 510).

5. LOS SANTOS PINTADOS

El siguiente hito de nuestro viaje nos devuelve al registro de hallazgos arqueológicos de Santos Ge-ner. Concretamente a una entrada de enero de 1953 en la que se hace eco de la aparición de unos sepulcros judíos en las inmediaciones de los Santos Pintados. Según sus propias palabras se trata de una serie de “sepulcros formados por seis grandes losas de piedra caliza acuñadas verticalmente, a tres por banda en forma rectangular y cerrados por una sola losa para la cabeza y otra para los pies. Su altura es aproximadamente de 0´50 m y la longitud de 2 m. Lo más curioso de estos sepulcros es la forma de tapar con losas escalonadas que permiten que el agua de la lluvia penetre en el interior”20. Don Samuel, que había sido informado del hallazgo por Don Esteban García del Prado y el Ingeniero Don Aurelio Rodríguez, recela de la posible adscripción judía de estos sepulcros ya que en su opinión “por lo general los hebreos solían enterrar, según normas talmúdicas, en cuevas ex-cavadas en bancales de roca o en sepulcros trapeciales llamados coquim en la forma prescrita por la Mischna…” y a continuación pone como ejemplo de este tipo de enterramientos los de la Cuesta de los Hoyos (Segovia) en 1886, la necrópolis de “El Palomarejo” (Toledo) descubierta en 1887 o los excavados por D. Enrique Romero de Torres en el fonsario de la Huerta del Rey, al que ahora si parece reconocerle adscripción judía.

17 Refiriéndose al ámbito aragonés, Xavier Aguado, nos da una idea de cómo esta distancia podía oscilar entre los 200 mts en el caso de Biel y los 2 Km de Calatayud (AGUADO, 1999, 188).

18 Recordemos aquí que la nota de prensa de 1931 situaba la excavación de Romero de Torres en un promontorio existente en las proximidades del cementerio de la Salud.

19 Así los atestigua el siguiente párrafo de Casanovas: El cementerio judío responde a la necesidad que tiene la comu-nidad de disponer de un lugar inviolable donde el cuerpo pueda descansar en paz en espera de la resurrección. Grande era la importancia del cementerio para el judío cuando en muchos casos éste era adquirido incluso antes que la propia sinagoga. (CASANOVAS, 1993, 293).

20 FERNÁNDEZ CHICARRO publica el informe que le notifica Santos Gener del cementerio hebreo de Santos Pintados en el Noticiario de Actividades Arqueológicas de Andalucía, 1953, e indica que los sepulcros “están cubiertos con losas igua-les, y solo una de ellas difiere de las demás, con losas escalonando sus bordes, en forma que permite que el agua de las lluvias penetre dentro del sepulcro”.

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Hoy sabemos que las necrópo-lis judías admiten una amplia variedad tipológica en lo que a enterramientos se refiere, y los sepulcros que describe Santos Gener (que hace constar que no tuvo ocasión de revisar la necrópolis) en principio no son incompatibles con el rito hebreo. Así pues, si el recelo de Don Samuel era sólo tipológico, que-daría disipado. Del mismo modo, no es menos cierto que las necrópolis hebreas comparten buena parte de sus tipologías sepulcrales con otros ritos, lo cual hace que, a falta de referencias documenta-les, restos epigráficos o algún tipo de ajuar claramente judaico, sean a menu-do prácticamente inidentificables. Por esto resulta especialmente enigmático el hecho de que los informantes de Santos Gener sostuvieran la hipótesis hebrea basándose solamente en la tipología de los enterramientos.

El croquis que nos deja Santos Gener situaría esta posible necrópolis hebrea de los Santos Pintados al norte de nuestra excavación, mediando entre ambas el trazado de la vía férrea. (Lám. 8).

Otra entrada del registro de hallazgos arqueológicos de Santos Gener, en este caso del 12 de octubre de 1946, nos habla de una tésera o moneda hebrea encontrada por un obrero durante las obras de la fabrica de jabón de San Caye-tano (en el camino natural entre la puerta de Osario y los Santos Pintados). Dado que el obrero no quiso deshacerse de la moneda, Santos Gener tan sólo pudo conservar de ella la transcripción y una sucinta descripción: “El obrero Bienve-nido López que trabaja en las obras de una fábrica de jabón en San Cayetano me entrega para estudiarla una especie de tésera o moneda hebrea que tiene la imagen del dios Ammon con un manto en cuya orla parece llevar el nombre y en el reverso una inscripción. Debe ser una tésera quizá relativa al culto del dios Ammon implantada por los romanos en Palestina” (Lám. 9).

Cantera y Millás, que recogen la noticia en su libro Inscripciones hebraicas de España reconocen en la transcripción de Santos Gener el verso 3 de Ex 20: No tendrás dioses otros frente a mí. Asimismo deducen por la descripción que en lugar de Ammon se trata de Moisés con vestidura sacerdotal, tiara y cuernos (Lám. 10), y concluyen resolviendo que parece como una medalla de profesión de fe judía frente a otra religión. (CANTERA Y MILLAS, 1956, 383-384).

Esta medalla, que en principio interpretamos como rastro evidente de la presencia judía en las cercanías de nuestra excavación (LARREA E HIEDRA, 2009), ha sido recientemente reconocida por Shalom Sabar como perteneciente a unas series de medallas con motivos biblicos que gozaron de una gran popu-laridad en los siglos XVI y XVIII, siendo su uso muy extendido entre católicos y protestantes de toda Europa (FRIDENBERG, 1970) 21. Según parece las primeras tiradas procederían de Alemania y estarían en circulación desde la segunda mitad

21 Queremos agradecer nuevamente al Profesor D. José Ramón Ayaso Martínez el habernos brindado información acerca de esta pieza.

Lám. 8. Croquis de Santos Gener sobre tipologías y localización de la necrópolis hebrea de Los Santos Pintados.

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del s. XVI. Las medallas procedentes de estas primeras tiradas contendrían una leyenda con caracteres latinos de la que nuestra medalla carece. Así pues, nues-tra medalla parece pertenecer a una tirada posterior, llevada a cabo en Italia en los siglos XVII y XVIII. En cualquier caso la relación de esta medalla con nuestra lápida queda descartada.

Hecha esta aclaración, volvemos a considerar los enterramientos supues-tamente hebreos de los Santos Pintados; la proximidad entre estos y el enterra-miento aislado situado en el límite norte de nuestra excavación nos sugiere que quizá pudieron pertenecer a una misma unidad cementerial cuya continuidad espacial se habría visto interrumpida por el trazado de la línea del ferrocarril, cuya construcción alrededor de 1850 habría arrasado con cualquier evidencia arqueológica de dicha relación.

Tal hipótesis podría verse refrendada por los resultados de las diferentes excavaciones22 desarrolladas entre los años 2004-2005 en tres parcelas del Plan Parcial Renfe23 ubicadas a escasos metros al norte de nuestra tumba y práctica-mente anejas a la necrópolis judía de los Santos Pintados. Dada su contigüidad,

las tres parcelas comparten el contexto arqueológi-co, resultando de ellas un cementerio cuyas inhuma-ciones siguen un patrón prácticamente idéntico a la nuestra: posición de los individuos decúbito supino con variaciones en su orientación, aunque predomi-nan E-W, con la cabecera al Este y los pies al W. Abundan los enterramientos en cista, cuya fosa es a veces revestida por sillares de calcarenita con o sin

cubierta, formadas éstas, en su caso, por tres ó cuatro lajas de caliza bien can-teada. Las fosas presentan planta tanto rectangular como trapezoidal sin recoger-se ninguna de planta antropomórfica. Tampoco hay constancia de ajuar. Llama la atención la mala conservación en buena parte de las estructuras funerarias y sobre todo de los restos óseos, siendo frecuente la ausencia de éstos bajo algunas de las estructuras localizadas24. Este cementerio, que se encuentra prácticamen-te a la misma cota de nivel que nuestro enterramiento aislado, fue interpretado como de adscripción mozárabe. Lo cierto es que de un tiempo a esta parte, las dudas que Pinilla vierte sobre las fuentes árabes que situaban un cementerio judío al norte de la medina, junto a la ausencia de evidencias arqueológicas que pudieran haber disipado esas dudas (hay que recordar que tanto las tum-bas excavadas de las que habla Dickie, como el reticente testimonio de Santos Gener sobre los enterramientos de los Santos Pintados no son más que referen-cias bastante improbables) han hecho que en algunas publicaciones recientes, podamos encontrar el cementerio de Quta Raso como de adscripción mozárabe (ARJONA, 1997, MURILLO et alii 1997). Así pues, nos encontramos de bruces con una de las primeras dificultades que Pérez Herrero auguraba al estudio de

22 Se consultan en la Delegación Provincial de Cultura las Memorias Preliminares de las A. A. Pre. realizadas en el Plan Parcial Renfe, Manzanas 4.4, 4.6 y viales.

23 Entre estas parcelas de Plan Parcial RENFE y nuestro solar media una distancia de 100 metros, en cuyo terreno discurre la línea subterránea del ferrocarril. Esta obra se acometió en los años centrales del S. XIX y dudamos de que se recogiera alguna información ó registro de carácter arqueológico.

24 El cómputo total de tumbas es de 54. La deficiente conservación de los restos óseos difi-culta en más de la mitad de individuos la información que se pudiera obtener de las características de la inhumación.

Lám. 9. Transcripción y descripción que hace Santos Gener sobre una medalla hebrea encontrada en la huerta de San Cayetano.

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las necrópolis judías, y es que entre un cementerio altomedieval cristiano y un cementerio hispano-judio hay muy poca distancia. Las características y rasgos de unas y otras son tan similares que es difícil tal diferenciación. En cualquier caso se hace difícil concebir un cementerio mozárabe, que como sabemos se caracterizan por sus enterramientos ad santos (HIDALGO, 2002, 352) teniendo en cuenta la ausencia de martyria, basílicae o centro de culto cristiano alguno en todo el cuadrante nororiental de la ciudad durante la antigüedad tardía (SÁN-CHEZ, 2007, 193) así como en época medieval.

La hipótesis judía, sin embargo, contaría con el apoyo epigráfico de la lápi-da, si bien es cierto que no aparece in situ, el documental de las fuentes árabes, aunque hayan sido cuestionadas y el arqueológico, aunque nos encon-tremos con todos los problemas de diagnóstico propios de la arqueología judía. Este posible cementerio judío, cumpliría además con varios de los requisitos que comúnmente identifi-can a los cementerios de esta con-fesión; se encuentra a la salida de la posible judería de la época, guarda una cierta distancia respecto al nú-cleo urbano, está situado en un terre-no elevado y sus enterramientos se llevan a cabo sobre tierra virgen. Esta hipótesis nos permitiría además interpretar los restos del muro que separaba la intensa actividad industrial, doméstica y funeraria predominante en nuestro solar, de la tierra virgen en la que apareció el enterramiento aislado como el posible muro perimetral de este cementerio judío. La confluencia de estos dos cementerios debió ofrecer un clarificador ejemplo del contraste entre el cementerio judío, generalmente cerrado por un muro, y el musulmán, perfectamente integrado en el paisaje urbano (CASANOVAS, 1993, 294).

CONCLUSIÓN

Concluye aquí nuestro recorrido por la historia de la arqueología funeraria hispa-no-judía en Córdoba, que como hemos tenido ocasión de comprobar está edifica-da sobre más dudas que certezas y cuyos resultados han sido tradicionalmente poco estudiados, mal publicados y peor difundidos. Así ocurre por ejemplo con el cipo de San Miguel, una pieza excepcionalmente singular que permanece tan desconocida como inaccesible para los especialistas que quieren acercarse a estudiarla.

Si bien es cierto que resulta realmente difícil detectar la huella de la cultura judía a través de su registro material, no es menos cierto que la disciplina arqueo-lógica está llamada a desempeñar un papel principal a la hora de aportar datos sobre el paso de los judíos por Córdoba, tan fecundo como desconocido. Así, por ejemplo, la aparición de la lápida hebrea del Zumbacón, ha servido para despejar algunas dudas sobre la presencia judía en el norte de la medina en época emiral y califal, y ha rescatado del olvido un buen número de conjeturas y referencias inconexas que hoy nos permiten situar la necrópolis hebrea de la época en las inmediaciones de los Santos Pintados.

Lám. 10. Medalla hebrea con la figura de Moisés que podría ser idéntica a la encontrada en San Cayetano en 1946, a juzgar por la descripción que de la pieza hace Santos Gener.

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Lám. 11. Superposición del plano esquemático de Levi Provençal en el que se recoge la situación de barrios y cementerios de la Córdoba del S.X sobre un callejero actual en el que hemos señalado la ubicación de la posible necrópolis judía revisada. (VENTURA ROJAS, 2005).

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[ 342 ] Anejos de Anales de Arqueología Cordobesa [ AnAAC ] 2 / 2009-2010

Isabel Larrea Castillo / Enrique Hiedra Rodríguez

SANTANA FALCÓN, I. (2006): “Excavaciones arqueo-lógicas en el cementerio de la aljama judía de Sevilla (1992-2006)”. Anales de Arqueología Cordobesa, 17(2), Córdoba, pp. 317-330.

SANTOS GENER, S. (inédito): Registro de hallazgos arqueológicos en la Provincia de Córdoba, recogidos y croquizados diariamente, desde 1927 por el Di-rector del Museo Don Samuel de los Santos Gener. Comprende los hallazgos en la Provincia desde el año 1830 hasta 1953. Copia del Original. Biblioteca del Seminario de Arqueología de la Universidad de Cór-doba.

–––– (1955): Memoria de las Excavaciones del Plan Nacional, Realizadas en Córdoba (1948-1950). In-formes y Memorias de la Comisaría General de Exca-vaciones Arqueológicas, 31, Madrid.

SIERRA MONTESINOS, M. (2004): Memoria Prelimi-nar de la A. A. Pre. en la Manzana 4. 4. Plan Parcial Renfe. Delegación provincial de Cultura de Córdoba.

TARACENA AGUIRRE, (1933): “Cadáveres atravesa-dos por clavos en el cementerio judío de Deza, Soria”. Revista de Investigación y Progreso, 3, Año VII.

TORRES BALBÁS, L. (1954): “Mozarabías y Juderías de las ciudades hispanomusulmanas”. Crónica Ar-queológica de la España Musulmana, Obra dispersa recopilada por Manuel Casamar. Madrid, red. 1985.

–––– (1957): “Cementerios hispanomusulmanes”. Crónica Arqueológica de la España Musulmana, Ma-drid, red. 1985, pp. 144-207.

VÁZQUEZ, J. A. (1935): “La necrópolis hebraica de Córdoba”. Algo. Ilustración Popular, 299. Barcelona, pp. 15-16.

VENTURA ROJAS, J. M. (2005): Historia Ilustrada de Córdoba. Córdoba, pp. 52-96

ZANÓN, J. (1989): Topografía de Córdoba Almohade a través de las fuentes árabes. Madrid.

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Gerencia Municipal de Urbanismo Área de Arqueología

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CONVENIO DECOLABORACIÓN

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ÍNDICE Pág. 11 / 18 GARRIGUET MATA, José Antonio: “Samuel de

los Santos Gener y los inicios de la Arqueología Urbana en Córdoba”.

Arqueología Clásica

Pág. 21 / 44 RODRÍGUEZ, M.ª Carmen: “El poblamiento rural del Ager Cordubensis: Patrones de asentamiento y evolución diacrónica”.

Pág. 45 / 72 LEÓN PASTOR, Enrique: “Portus Cordubensis”.

Pág. 73 / 86 CÁNOVAS UBERA, Álvaro; CASTRO DEL RÍO, Elena; VARGAS CANTOS, Sonia: “Intervención arqueológica preventiva en la nueva sede de EMACSA (Avda. Llanos del Pretorio, Córdoba)”.

Pág. 87 / 102 GUTIÉRREZ, M.ª Isabel; MAÑAS ROMERA, Ire-ne: “Los pavimentos del Convento de Jesús Cru-cificado, Córdoba”.

Pág. 103 / 120 GARCÍA, Begoña; PIZARRO, Guadalupe; VAR-GAS, Sonia: “Evolución del trazado urbanístico de Córdoba en torno al Eje Tendillas-Mezquita. Hallazgo de una cisterna romana de abasteci-miento de agua”.

Pág. 121 / 140 CASTRO, Elena; CÁNOVAS, Álvaro: “La domus del Parque infantil de Tráfico (Córdoba)”.

Arqueología Medieval

Pág. 143 / 182 CASAL, M.ª Teresa; MARTÍNEZ, Rafael; ARA-QUE, M.ª del Mar: “Estudio de los vertederos domésticos del arrabal de !aqunda: Ganadería, alimentación y usos derivados” (750 - 818 d.C.) (Córdoba).

Pág. 183 / 230 MURILLO, Juan F.; RUIZ, Dolores; CARMONA, Silvia; LEÓN, Alberto; RODRÍGUEZ, M.ª Car-men; LEÓN, Enrique; PIZARRO, Guadalupe: “In-vestigaciones Arqueológicas en la Muralla de la Huerta del Alcázar (Córdoba)”.

Pág. 231 / 246 PIZARRO, Guadalupe: “El alcantarillado árabe de Córdoba II. Evidencia arqueológica del testi-monio historiográfico”.

Pág. 247 / 274 ARNOLD, Felix: “El edificio singular del Vial Nor-te del Plan Parcial RENFE. Estudio arquitectó-nico”.

Pág. 275 / 288 LEÓN PASTOR, Enrique; DORTEZ, Teresa; SALI-NAS, Elena: “Las áreas industriales en los arra-bales de al-Yanib al Garbi de Qurtuba. El alfar del Cortijo del Cura”.

Pág. 289 / 302 SALINAS, Elena; VARGAS, Sonia: “Un pozo tar-doalmohade en el Hospital de Santa María de los Huérfanos de Córdoba”.

Pág. 303 / 326 MARTAGÓN, María: “Qurtuba y su territorio: una aproximación al entorno rural de la ciudad islá-mica”.

Pág. 327 / 342 LARREA CASTILLO, Isabel; HIEDRA RODRÍ-GUEZ, Enrique: “La lápida hebrea de época emiral del Zumbacón. Apuntes sobre arqueología funeraria judía en Córdoba”.

Pág. 343 / 362 CÁNOVAS, Álvaro; SALINAS, Elena: “Excavacio-nes Arqueológicas en el entorno de la Iglesia de Santa Marina de Córdoba”.

Publicaciones

Pág. 365 / 382 Convenio GMU-UCO. Publicaciones y actividades 2008-2010.

Anejos de Anales de Arqueología Cordobesa emana

del Convenio de Colaboración entre el Área de Ar-

queología de la Universidad de Córdoba y el Ayunta-

miento de la ciudad, que coordinan desde 2001 el

Prof. Dr. Desiderio Vaquerizo (UCO) y el Dr. Juan Fco.

Murillo (GMU), y sostiene el Grupo de Investigación

del PAI HUM-236, dirigido también por D. Vaquerizo.

AnAAC surge como instrumento para dar a conocer a

la opinión pública, sometiéndolas de paso al juicio crí-

tico de la comunidad científica internacional, las no-

vedades que generan a diario nuestras intervenciones

arqueológicas de carácter urbano o en el territorio, sin

descartar colaboraciones de profesionales cordobeses

o de otras procedencias que compartan el interés por

la investigación arqueológica sobre Córdoba, entendi-

da como ciudad histórica y yacimiento único.

Imagen de portada:

Triclinio, zona media de la pared de la domus del parque infantil de tráfico de Córdoba, decoración figurada, sátiro (Fotog. Á. Cánovas, © Convenio GMU-UCO).