La Lectio Divina

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LECTIO DIVINA

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1.- ¿QUÉ ES LA LECTIO DIVINA?La Lectio Divina puede ser definida como Lectura orante de la Palabra de Dios. Es un ejercicio personal de lectura que se transforma en oración y que se desarrolla bajo la acción del Espíritu Santo. Es un diálogo con Dios, un encuentro íntimo con el Señor de la Vida, una profunda experiencia de amistad con Jesús y que constituye un privilegiado camino de crecimiento y maduración de la vida espiritual.

La Lectio Divina es una lectura reposada y meditada de la Escritura en el silencio de la intimidad de la criatura con su Padre. Es pasiva porque escucho y acojo la presencia y la palabra de Jesucristo, porque me otorga un descanso contemplativo al sumergirme en la misericordia del corazón de Dios. Es también activa, ya que despierta y motiva, estremece y compromete. Es desinteresada y gratuita, pues sólo se busca el estar con él Amado. Es libre y abierta, pues reconoce la vitalidad de la Palabra, que actúa creativa y misteriosamente (Hb 4,12-13). Nos renueva, pues ayuda a abrirnos al impulso del Espíritu Santo para recomenzar desde Cristo con el mismo ardor de los primeros discípulos de Jesús, formando una comunidad de fe, acogedora y misionera, que con fidelidad y entusiasmo anuncie a todos la certeza de una vida plena en Cristo.Es lectura de lo que Jesucristo dijo hace 2.000 años a sus contemporáneos, pero como él vive después de su muerte y resurrección, también vive y me habla hoy. Yo camino hoy en su presencia, Él me llama, me ama y me guía, hablándome hoy. Por eso la lectio no es sólo lectura y diálogo, es escuchar al Señor que me habla en el hoy de mi vida y mis circunstancias.

2.- UN POCO DE HISTORIALa Lectio Divina se remonta a los primeros cristianos. El primero en utilizar la expresión fue Orígenes, teólogo del siglo III. Afirmaba que para leer la Biblia con provecho es necesario hacerlo con atención, constancia y oración. Más adelante, la Lectio Divina se convirtió en columna vertebral de la vida religiosa. Las reglas monásticas de Pacomio, Agustín, Basilio y

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Benito harían de esa práctica, junto al trabajo manual y la liturgia, la triple base de la vida monástica.

La sistematización de la Lectio Divina proviene del siglo XII, cuando Güigo, un monje cartujo, escribió «La escalera de los monjes», donde exponía la teoría de «los cuatro peldaños»: la lectura, la meditación, la oración y la contemplación. Hay algunos, (que como en nuestro caso) muestran un peldaño más, el compromiso)En los últimos 40 años hay un nuevo impulso en toda la Iglesia tras la publicación de la constitución dogmática «Dei Verbum» del Concilio Vaticano II (18.11.65).Muchos santos han reflexionado sobre la Lectio Divina:

San Ambrosio: «A Dios hablamos cuando oramos; a Dios escuchamos cuando leemos sus palabras».

San Agustín: «Cuando lees la Escritura, te habla Dios; cuando oras, tú hablas a Dios».

San Jerónimo: «Desconocer la Biblia es desconocer a Cristo».

El Papa Benedicto XVI resalta: «Si se promueve la práctica de la Lectio Divina con eficacia, estoy convencido de que producirá una nueva primavera espiritual en la Iglesia… Es algo que tiene que tener en cuenta cada cristiano y aplicarse a sí mismo: sólo quien escucha la Palabra puede convertirse después en discípulo misionero» (16.09.05).

En la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, celebrada en Aparecida, Brasil (del 13 al 31 de mayo de 2007), nuestros pastores nos animan a fortalecer la práctica de la Lectio Divina:«Entre las muchas formas de acercarse a la Sagrada Escritura, hay una privilegiada a la que todos estamos invitados: la Lectio Divina o ejercicio de lectura orante de la Sagrada Escritura. Esta lectura orante, bien practicada, conduce al encuentro con Jesús-Maestro, al conocimiento del misterio de Jesús-Mesías, a la comunión con Jesús-Hijo de Dios, y al

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testimonio de Jesús-Señor del universo. Con sus cinco momentos (lectura, meditación, oración, contemplación y compromiso), la lectura orante favorece el encuentro personal con Jesucristo al modo de tantos personajes del evangelio: Nicodemo y su ansia de vida eterna (cf. Jn 3, 1-21), la Samaritana y su anhelo de culto verdadero (cf. Jn 4, 1-42), el ciego de nacimiento y su deseo de luz interior (cf. Jn 9), Zaqueo y sus ganas de ser diferente (cf. Lc 19, 1-10)... Todos ellos, gracias a este encuentro, fueron iluminados y recreados porque se abrieron a la experiencia de la misericordia del Padre que se ofrece por su Palabra de verdad y vida. No abrieron su corazón a algo del Mesías, sino al mismo Mesías, camino de crecimiento en “la madurez conforme a su plenitud” (Ef 4, 13), proceso de discipulado, de comunión con los hermanos y de compromiso con la sociedad». (Documento de Aparecida, Nº249).

3.- LA PALABRA DE DIOS NO SOLO ESTÁ EN LA BIBLIATenemos que tener en cuenta que la Biblia no es el único medio por el cual nos llega la Palabra de Dios; ya que Él se manifiesta también:

En la creación y en su historia. La creación no es Dios, pero si el lenguaje de Dios. Todo en ella nos remite a la creación. Pero no es estática, tiene su historia, pues es en los acontecimientos históricos donde Dios se ha dado a conocer.

La Biblia como la conocemos, es la Palabra de Dios puesta por escrito por personas inspiradas por el Espíritu Santo.Las tradiciones orales y escritas que recogían la revelación fueron puestas a disposición de las comunidades y reconocidas por ellas como norma para su fe y su estilo de vida.

Jesús es la Palabra de Dios hecha carne y como tal es la plenitud de la revelación; por tanto, es a un tiempo mediador y plenitud de toda la revelación (Dei Verbum 2).

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4.- SEIS PUNTOS A TENER EN CUENTA AL LEER LA BIBLIAPara que nuestro trabajo con la Palabra de Dios sea un verdadero “llevar la barca a la parte honda” (Lc 5,4), debemos de tener en cuenta los siguientes seis puntos:

La Biblia contiene muchos relatos, pero no quiere decir que todos ellos tengan pretensión de historicidad. Pero esto no quita que en algunas narraciones no haya un trasfondo histórico preciso.

La manera en que el pueblo de la Biblia pensaba el mundo no necesariamente era como lo vemos hoy. En consecuencia es un error querer apoyarse en la Biblia para contradecir planteamientos que la ciencia y la antropología de hoy proponen.Hay que tener mucho cuidado al trazar los puentes entre el ayer y el hoy.

La Biblia responde a los problemas vitales del hombre; pero no quiere decir con esto que tenga una respuesta para cada problema del mismo.

Los textos bíblicos que tenemos en castellano son traducciones del hebreo, del arameo y del griego. Y cuando uno traduce de una lengua a otra, sobre todo de una lengua muy antigua, podemos encontrarnos con formulaciones lingüísticas y literarias que no siempre son fáciles de expresar en nuestra lengua. Está también el hecho de que existen varias formas de decir lo mismo. Por eso debemos de apegarnos a la traducción como si fuera la inspirada.

Tal como ocurre en una conversación, tenemos que escuchar al otro atentamente y dejarlo que se exprese con su propio lenguaje para no mal interpretarlo. Lo mismo tenemos que hacer ante la escucha de la Palabra de Dios.

La sagrada escritura debe ser leída e interpretada en el mismo Espíritu en el que fue escrita. El mismo Espíritu que la inspiró, se nos comunica cada vez que la leemos con fe, desde una vivencia del Señor.

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5.- DISPOSICIÓN ANTE LA LECTIO DIVINAAntes de comenzar una Lectio Divina, es necesario prepararnos y disponernos en un ambiente adecuado.

Ambiente externo para el encuentro con el Señor en su PalabraProcurar un lugar tranquilo y cómodo, que permita un reposado encuentro con Dios.Favorece también el tener elementos litúrgicos: crucifijo, atril o mesa, cirio, etc.

Ambiente interno ante el alimento de la Palabra.Un corazón que escucha se prepara aquietándose, haciendo silencio previo, saliendo de los ruidos personales que estorban nuestro encuentro con Jesús vivo. Algunas disposiciones favorables del lector-orante:

Fe y apertura, consciente de que Dios me quiere hablar a mí, de manera personal, en este momento concreto de mi historia.

Pureza de corazón, desprendimiento y docilidad. Espíritu de oración y de conversión continua. Comunión con la Iglesia, pues «la Sagrada Tradición, la

Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia, están entrelazados y unidos de tal forma que no tiene consistencia el uno sin el otro» (Dei Verbum 10).

Conducidos por el Espíritu Santo, llegamos a entrar en el camino de la Lectio. Es la invocación al Espíritu Santo, pidiendo la luz necesaria para entender y acoger lo que el mismo Espíritu quiera decirnos.Solo quien entra en sintonía con el Espíritu puede conocer las riquezas contenidas en las Escrituras, la profundidad de la sabiduría de Dios.Esta invocación al Espíritu Santo produce una conciencia de humildad profunda, que nos hace ir al encuentro del texto con un sentido de lo sagrado, de reverente adoración frente al misterio.

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Al descubrir que la Palabra se dirige particularmente a cada uno de nosotros, la Lectio Divina nos ayudara a descubrir -y luego a desarrollar- un proyecto personal de vida basado en la Palabra de Dios y en los criterios de Jesucristo. Así creceremos en madurez humana y cristiana, fortaleciendo nuestra capacidad de discernimiento en el Espíritu y en la coherencia entre nuestra fe y nuestra vida, expresada en un mayor compromiso, pues el verdadero discipulado lleva siempre a la actitud solidaria y misionera.

6.- PASOS DE LA LECTIO DIVINAI.- LECTURA: (Lectio) ¿Qué dice el texto?Su objetivo es la interiorización de la Palabra, captar las ideas principales, profundizar, sentir y apropiarse del texto. Se trata de leer y releer atentamente, hasta que hayamos entendido bien su contenido principal.Nos ayudará el preguntarnos: ¿Cuál es el contexto en que se desarrolla la situación narrada? ¿Qué personas intervienen? ¿Cuáles son sus actitudes? ¿Cuál es el ambiente que se percibe? ¿Hay conflictos? ¿Cuál es el mensaje central?, Etc.

II.- MEDITACIÓN: (Meditatio) ¿Qué me dice el Señor con esta Palabra?La meditación busca actualizar el texto e insertarlo en el horizonte personal de mi vida concreta, en mi realidad.Que me dice «a mí, hoy, aquí y ahora esta Palabra…».Meditar es rumiar la Palabra intentando hacerla entrar poco a poco dentro de nosotros, confrontándola con nuestra vida, reconociendo las actitudes y los sentimientos que la Palabra de Dios nos transmite.Pueden ayudarnos preguntas como: ¿Con qué personaje(s) me identifico? ¿Por qué?¿Qué me dice a mí el mensaje fundamental del texto?, ¿cómo me interpela?, ¿Qué me sugiere en mi relación con Dios? ¿Qué me dice respecto a mi relación con los demás?

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III.- ORACIÓN: (Oratio) Esta Palabra, ¿qué me hace decirle al Señor?La oración es el fruto de lo que provoca en nosotros la Palabra escuchada y meditada.La Palabra se vuelve motivo de agradecimiento, de alabanza, de arrepentimiento, de suplica, de bendición, de calibración, pues todo se funde en un dialogo profundo con Dios.

IV.- CONTEMPLACIÓN: (Contemplatio) ¿Qué me produce interiormente este encuentro con el Señor?Después de acoger las palabras de Cristo y ser testigo de sus obras, nuestra mirada se vuelve hacia su persona con profunda admiración. El es el Emmanuel, Dios-con-nosotros, es la vida y la bondad y el poder de Dios que irrumpen en nuestro mundo, superan nuestras expectativas, nos llenan de asombro y sobrecogen.Cuando se ora y se ama mucho, las palabras llegan casi a sobrar. La contemplación es el fruto que se experimenta tras una prolongada oración desde la Palabra. La presencia del Señor suscita estupor y conversión, otorga paz, descanso y una fe serena. También nos regala una nueva mirada de la realidad: comenzamos a mirar con ojos de admiración y gratitud, de alegría y de esperanza, gozando del misterio de Dios-Padre, de Jesús y del Espíritu-Amor.La contemplación es la actitud de quien se sumerge en los acontecimientos de la vida cotidiana para descubrir y saborear en ellos la presencia bondadosa, activa y creativa de Dios. Contemplar es encontrarse con la Palabra más allá de las palabras.Es ver la Resurrección en la cruz, la Vida en la muerte. Es entrar donde están los tesoros invisibles del alma y, allí, descubrir al Dios que es Amor.También es saber estar en el desierto, cuando la Palabra no produjo frutos sensibles o visibles, sabiendo que por ser Palabra de Dios, siempre actúa (cf. Is 55,10-11).

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IV.- COMPROMISO: (Actio) ¿A qué me lleva a actuar la Palabra?¿Qué camino de vida me invita a tomar?En muchas ocasiones, después de escuchar al Señor y de admirarlo, la persona quiere imitarlo, y para ello decide o se propone acciones concretas. “Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la practican” (Lucas 11,28). Hay una estrecha y lógica relación entre fe y vida, entre acción y contemplación.

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7.- ACCIÓN Y FRUTOS DE LA LECTIO DIVINAPorque la Palabra de Dios “es viva y eficaz” (Hb 4,12), es natural que de la Lectio surjan propósitos y proyectos, que influya en la manera de pensar y de actuar. Algunas de las consecuencias naturales de la práctica sana y frecuente de la Lectio Divina son:

Vida Comunitaria y Solidaria: La Lectio Divina compartida se puede hacer en familia, entre amigos o en comunidades cristianas,

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donde el encuentro personal con Dios se comparte en comunidad a través de un eco personal, que se expresa en primera persona y que respeta la historia y el ritmo de Dios con cada persona. La práctica de compartir con otros esta experiencia profunda de la Lectio Divina, construye comunidades solidas y maduras, comprometidas con los demás, sensibles ante toda realidad Humana.

Vida Sacramental y de Santificación: La Palabra meditada se prolonga en la Eucaristía, estimula la Reconciliación e impulsa la vocación del bautizado y del confirmado, animando los carismas y la vocación específica de cada uno.

Vida Apostólica y Misionera: Desde la gratuidad de Dios que sale a mi encuentro con su Palabra, surge naturalmente el deseo de responder con la propia vida, de asumir las actitudes de Jesús, de amar como El ama, de acoger, de servir, de construir el Reino siendo servidores de la Vida, de anunciar por todas partes la Buena Noticia del Resucitado, haciendo propio el envió universal: “Vayan por todo el mundo...” (Marcos 16,16).

8.- MODALIDADES DE LECTIO DIVINASiendo Lectio Divina la experiencia de la lectura orante de la Palabra, existen diversas maneras de realizarla:I.- Texto entero: Se lee una o dos veces el texto completo, y se deja después un tiempo para meditar y rezar.Esta modalidad requiere de menos tiempo para su desarrollo y permite una mirada más amplia del texto.

II.- Por versículos: Se lee una vez el texto completo, y luego se va leyendo versículo por versículo, dejando tiempos de meditación y oración.Esta modalidad permite una atención más detallada de nuevos elementos que en la mirada global del texto no se habrían percibido tan bien.

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III.- Temática: Se escoge un tema y se prepara con lecturas bíblicas apropiadas.El número de lecturas es variable, debiendo concluir con algún Evangelio. Para preparar el tema se puede usar un diccionario que algunas Biblias traen al final, o uno de teología bíblica u otro texto similar. Esta modalidad permite hacer Lectio en torno a temas de interés específico. Puede ser utilizado para profundizar la propia vocación, para crecer en formación específica, para fortalecer el carisma personal, etc. Comunitariamente es de gran valor para enriquecer la vida común en torno a un tema.

IV.- Escrutar: Partiendo de un texto inicial, se trata de recorrer la Escritura a través de citas al margen (textos paralelos o relacionados) y citas a pie de página que algunas Biblias tienen, como la Biblia de Jerusalén. También es muy recomendable en esta práctica el uso de un cuaderno, para registrar el curso de la meditación, que puede recorrer libre y ágilmente muchas lecturas bíblicas.Esta modalidad es de extraordinaria riqueza porque permite explorar, de la mano del Espíritu Santo, la inacabable riqueza de la Palabra, que puede conducir de un texto a otro, de un tema a otro, suscitando mociones inesperadas y novedosas, abriéndose a la aventura de “navegar” por los misteriosos caminos de la Escritura.

9.- LECTIO DIVINA EN COMUNIDADSe ha dicho que es posible y recomendable leer, meditar y orar la Palabra de Dios en comunidad. Ello no se contradice ni excluye la necesidad del encuentro personal con el Señor, pues lo esencial de la Lectio es precisamente el carácter personal de la experiencia del dialogo con Dios.Sin duda, hay diferentes maneras de hacer esta lectura orante comunitaria. De modo general, se siguen los mismos cinco pasos arriba

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descritos: Lectura, Meditación, Oración, Contemplación y Compromiso. También es necesario que cada persona tenga su propia Biblia.Se recomienda que para cada encuentro, uno de los integrantes de la comunidad asuma el papel de guiar la Lectio Comunitaria, de tal manera que alguien conduzca la experiencia, manejando prudentemente los tiempos, favoreciendo el adecuado ambiente y la tranquila fluidez de la actividad. A continuación se sugiere una estructura básica para un encuentro comunitario:I.- INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTOLuego de disponernos externamente, reuniéndonos en un lugar adecuadamente preparado, nos disponemos interiormente.Para la invocación al Espíritu Santo puede usarse un canto o alguna oración.

II.- ACTO PENITENCIALEs recomendable que, al igual que en la Eucaristía, nos preparemos interiormente reconociendo con humildad nuestra fragilidad y necesidad de la misericordia de Dios. Puede usarse cualquiera de las formulas penitenciales conocidas.

III.- LECTURAUn miembro del grupo lee pausadamente el texto. El resto sigue la lectura atentamente. Para favorecer la mejor comprensión del texto, dependiendo de las características de la comunidad, puede ser oportuno que se genere un momento para profundizar el contexto y los principales elementos del texto. Pueden usarse algunas preguntas.IV.- MEDITACIÓN PERSONALNos damos un momento tranquilo de silencio, para hacer una reposada meditación personal. Esta es la parte medular del encuentro comunitario, pues cada persona se pone de manera única y original en dialogo con el Señor. No hay que meditar pensando en lo que quisiera decir después, ni tratar de elaborar artificialmente ideas “inteligentes y correctas”. Se trata de ser muy libre y honesto, buscando solo el encuentro personal con el Señor. Es posible que mientras se medita, se pase naturalmente a una

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oración silenciosa muy espontanea hacia el Señor, para luego volver a meditar y aplicar la lectura a la propia vida. Así, dóciles al Espíritu Santo, se puede ir y venir de la meditación de descubrir lo que el Señor me dice, a la oración de mi respuesta a esa Palabra que me habla.

V.- COMPARTIR LO MEDITADOEn una atmósfera de recogimiento y silencio, de mucho respeto y sencillez, los que quieran pueden compartir algo de lo experimentado en su meditación.Para quien escucha, se trata de acoger, no de cuestionar ni dialogar. Para quien habla, se puede expresar en un comentario de algo significativo que se haya descubierto en la meditación, o simplemente en alguna oración en voz alta de lo que ha surgido del corazón (gratitud, alabanza, perdón, suplica, etc). Hay que evitar que el comentario se transforme en una prédica que busque enseñar a los demás, o en un listado de “lo que hay que hacer”. Más bien se busca compartir lo que ha pasado en el interior de una persona que ha tenido un encuentro íntimo con Dios, y que comparte con generosidad, y quizás hasta con pudor, esa experiencia a los demás. Por eso se habla en primera persona: “a mí el Señor me Dice...”, “yo te doy gracias, Señor...”Esta es una preciosa manera de descubrir el paso del Señor por los hermanos, enriqueciéndonos unos a otros con nuestras experiencias de fe, y escuchando con atención lo que Dios quiere decirnos a través de los demás.

VI.- ORACIÓN CONCLUSIVALuego de que todos, los que han querido, han compartido su oración y/o el fruto de su meditación, se reza en voz alta, lenta y pausadamente, el Padre Nuestro.Posteriormente, mientras se persignan, se concluye con alguna fórmula que cierra formalmente el momento de la Lectio Comunitaria.

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10.- DISCERNIMIENTO COMUNITARIOUna comunidad que acostumbra a escuchar al Señor en la práctica frecuente de la lectura orante de la Palabra, crecerá en el discernimiento comunitario. Por ello no será extraño que al concluir una experiencia comunitaria de Lectio Divina compartida, o en encuentros posteriores, surjan preguntas que son valiosos frutos de esa actitud comunitaria de escucha, como por ejemplo: A partir de todo lo que hemos compartido hoy (o en nuestros encuentros anteriores) ¿Qué mensaje o que desafío nos está haciendo el Señor a nuestro grupo o comunidad como tal? ¿Cómo llevar a la vida comunitaria concreta la constante experiencia de escuchar al Señor que nos habla? ¿Qué implica para nosotros, como comunidad, ser verdaderos discípulos misioneros de Jesucristo, en nuestra realidad eclesial, cultural, familiar, del entorno de nuestros trabajos, de nuestro vecindario...?

11.- CONCLUSIÓNAl finalizar, hagamos nuestras las palabras de nuestros pastores, que al concluir el Mensaje Final del Sínodo de la Palabra del año 2008 nos invitan: “custodien la Biblia en sus casas, lean, profundicen y comprendan plenamente sus páginas, transfórmenla en oración y testimonio de vida, escúchenla con amor y fe en la liturgia. Creen el silencio para escuchar con eficacia la Palabra del Señor y conserven el silencio después de la escucha, porque ella continuara habitando, viviendo y hablándoles a ustedes. Hagan que resuene al comienzo de su día para que Dios tenga la primera palabra y déjenla resonar en ustedes por la noche para que la última palabra sea la de Dios”.El presente documento ha querido fortalecernos en esa familiarización con la Palabra de Dios en la Lectio Divina, para que, encontrándonos con el Dios de la palabra, seamos auténticos discípulos de Jesucristo, la Palabra encarnada para salvar y dar Vida al mundo, que quiere también en nuestro tiempo darnos de su Vida en abundancia (Juan 10,10).

12.- EJERCICIOS

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1. “El joven rico” (Mt 19,16-22)Un joven fue a ver a Jesús y le preguntó: Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para tener vida eterna?Jesús le contestó: ¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Bueno solamente hay uno. Pero si quieres entrar en la vida, cumple los mandamientos. ¿Cuáles? –preguntó el joven. Jesús le dijo: No mates, no cometas adulterio, no robes, no digas mentiras en perjuicio de nadie, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo. Todo eso ya lo he cumplido –dijo el joven–. ¿Qué más me falta? Jesús le contestó: Si quieres ser perfecto, ve, vende lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riquezas en el cielo. Luego ven y sígueme. Cuando el joven oyó esto, se fue triste, porque era muy rico.

Para reflexionar y compartir, a partir de la lectura se contestan en las siguientes preguntas:El fin que se propone este joven es muy alto: comprendió que no debía vivir sencillamente por el placer o por las satisfacciones terrenales, tan pasajeros, sino por la verdadera vida que es la que dura siempre, la vidaeterna. Este joven se entusiasmó de Jesús al oírle hablar del Reino, o quizás al verle obrar los milagros, o también al contemplar la imponente personalidad del Maestro, y como otros muchos quiso seguirle.Cristo le amó y le puso las condiciones para seguirle: una entrega irrevocable, un sentirse desprendido de todo, dejarlo todo, para poseerle a Él solamente. Aquí fue donde el joven retrocedió acobardado, temió dejar la comodidad, volvió la espalda a Cristo. Éste fue su fallo, pudo ser un apóstol al lado de Pedro, de Juan y Santiago,… y llevar la luz de Cristo a pueblos que no le conocían, y morir confesándole y ser hoy modelo de entrega. El joven rico se va triste y Jesús deja que se vaya porque sabe que sus palabras siempre son eficaces con independencia de la respuesta del momento. Si bien esta persona tenía el mérito de buscar la vida eterna, de ser un cumplidor de los mandamientos, quizás le faltó concretar ese amor

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y esa búsqueda de Dios. Porque vivir en plenitud la fe en Jesucristo es querer y saber decir sí.

Lectio ¿Qué le pregunta el joven rico a Jesús? El joven rico está buscando un maestro, ¿cómo se manifiesta esa

búsqueda? Jesús le da dos respuestas, ¿cuáles son? ¿Qué entiendes de esas respuestas? Si el joven quiere ser bueno, ¿qué debe hacer? ¿qué responde

Jesús a la segunda pregunta? ¿Qué le falta al joven para ser perfecto? ¿cuál es la respuesta de

Jesús? ¿Cuál fue la respuesta del joven?

Meditatio ¿Quieres tener a Jesús como tu maestro? ¿por qué? ¿Qué pide Jesús a quienes quieren tenerlo como maestro? ¿Cuáles son las riquezas que debes dejar para seguir a Jesús como

su discípulo? ¿Qué impide que sueltes esas riquezas para seguir a Jesús?

Oratio ¿De qué manera Jesús está interpelando mi vida? ¿A qué me está invitando Jesús? ¿Cuál es la meta que Jesús tiene para mí?

2. “El anuncio del reino” (Mc 1, 14-15)Después que metieron a Juan en la cárcel, Jesús fue a Galilea a anunciar las buenas noticias de parte de Dios. Decía: “Ha llegado el tiempo, y el reino de Dios está cerca. Vuelvan a Dios y acepten con fe sus buenas noticias.”

Para reflexionar y compartir, a partir de la lectura se contestan en las siguientes preguntas:

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"Después que Juan fue preso, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; conviértanse y crean en la Buena Nueva" (Mc 1, 14-15). "Cristo, por tanto, para hacer la voluntad del Padre, inauguró en la tierra el Reino de los cielos" (Lumen Gentium 3). Jesús llama a la conversión. Esta llamada es una parte esencial del anuncio del Reino: "El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; conviértanse y crean en la Buena Nueva" (Mc 1,15). En la predicación de la Iglesia, esta llamada se dirige primeramente a los que no conocen todavía a Cristo y su Evangelio. Así, el Bautismo es el lugar principal de la conversión primera y fundamental. Por la fe en la Buena Nueva y por el Bautismo (cf. Hch 2,38) se renuncia al mal y se alcanza la salvación, es decir, la remisión de todos los pecados y el don de la vida nueva. En Jesús "el Reino de Dios está próximo" (Mc 1, 15), llama a la conversión y a la fe pero también a la vigilancia. En la oración, el discípulo espera atento a Aquél que "es y que viene", en el recuerdo de su primera venida en la humildad de la carne, y en la esperanza de su segundo advenimiento en la gloria (cf. Mc 13; Lc 21, 34-36). En comunión con su Maestro, la oración de los discípulos es un combate, y velando en la oración es como no se cae en la tentación (cf. Lc 22, 40. 46).Lectio:

Después que Juan fue encarcelado, Jesús realiza dos actividades, ¿cuáles fueron?

¿Cuál es el contenido de la Buena Noticia? ¿Qué es el Reino de Dios? ¿Qué exige el Reino de Dios?

Meditatio ¿He dejado que Dios reine en mi vida? De qué maneras concretas se transparenta el Reinado de Dios en

mi vida? El anuncio del Reino, ¿sigue siendo contundente en estos

tiempos? ¿por qué? ¿Qué puedo hacer yo para que el anuncio del Reino sea Buena

Noticia?Oratio

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¿De qué manera el Reino de Dios le da sentido a mi vida? ¿En qué circunstancias no dejo que Jesús reine en mi vida? ¿Cómo puedo incluir el anuncio del Reino en mi proyecto de vida?

3. “El aprendizaje de la novedad del estilo de vida de Jesús” (Mc 2, 18-22)

En una ocasión estaban ayunando los seguidores de Juan el Bautista y los de los fariseos. Algunas personas fueron a Jesús y le preguntaron: Los seguidores de Juan y los de los fariseos ayunan: ¿por qué no ayunan tus discípulos? Jesús les contestó: ¿Acaso pueden ayunar los invitados a una boda mientras el novio está con ellos? Mientras está presente el novio, no pueden ayunar. Pero vendrá el momento en que se lleven al novio; entonces, cuando llegue ese día, ayunarán. “Nadie remienda un vestido viejo con un trozo de tela nueva, porque lo nuevo encoge y tira del vestido viejo, y el desgarrón se hace mayor. Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo hace que revienten los odres y que se pierdan tanto el vino como los odres. Por eso hay que echar el vino nuevo en odres nuevos.”

Para reflexionar y compartir, a partir de la lectura se contestan en las siguientes preguntas:Jesús no insiste en la práctica del ayuno. El ayuno es una costumbre muy antigua, practicada en casi todas las religiones. Jesús mismo la practicó durante cuarenta días (Mt 4,2). Pero él no insiste con los discípulos para que hagan lo mismo. Los deja libres. Por eso, los discípulos de Juan Bautista y de los fariseos, que estaban obligados a ayunar, quieren saber porqué Jesús no insiste en el ayuno. El novio, está con ellos, así que no precisan ayunar. Jesús responde con una comparación. Cuando el novio está con sus amigos, es decir, durante la fiesta de la boda, los amigos no precisan ayunar. Jesús se considera el

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novio. Los discípulos son amigos del novio. Durante el tiempo en que él, Jesús, estuvo con los discípulos, hay fiesta. Llegará el día en que el novio dejará de estar, y en ese momento, si ellos quieren, podrán ayunar. Jesús alude a su muerte. Remiendo nuevo sobre una tela vieja, vino nuevo en odre nuevo. Estas dos afirmaciones de Jesús, que Marcos coloca aquí, aclaran la actitud crítica de Jesús ante las autoridades religiosas. No se pone un remiendo nuevo sobre una tela vieja, porque a la hora de lavar la tela, el remiendo nuevo encoge, tira de la tela vieja y la estropea más aún. Nadie pone vino nuevo en un odre viejo, porque la fermentación del vino nuevo hace estallar el odre viejo. ¡Vino nuevo en odre nuevo!. No se debe querer combinar lo nuevo que trae Jesús con costumbres antiguas. No se puede querer reducir la novedad de Jesús a la medida del judaísmo. ¡O el uno, o el otro! El vino nuevo que Jesús trae hace estallar el odre viejo. Hay que saber separar las cosas. Jesús no está contra lo que es “viejo”. Lo que quiere evitar es que lo viejo se imponga a lo nuevo y, así, le impediría manifestarse.

Lectio: ¿Quiénes se acercan a Jesús para preguntar por el ayuno? ¿Cómo practican el ayuno los judíos? Jesús plantea una novedad en el estilo de vida de sus discípulos,

¿cuál es? ¿Cuándo ayunarán los discípulos de Jesús y para qué? ¿Qué simbolizan los ejemplos de Jesús?

Meditatio ¿Qué estilo de vida quiere darte Jesús? ¿Con qué tradiciones debes romper para empezar esa nueva vida? ¿Qué necesitas para lograr el nuevo estilo de vida como discípulo

de Jesús?Oratio

¿De qué manera Jesús está interpelando mi vida? ¿A qué me está invitando Jesús?

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Mi meta en la vida ¿coincide con la que Jesús tiene para mí?

”HAGAN LO QUE ÉL LES DIGA”

Dios nuestro, Padre de la luz, tú que has enviado al mundo tu palabra, sabiduría, salida de la boca que gobierna sobre todos los pueblos, envía sobre nosotros al Espíritu Santo, para que nos dé un corazón capaz de escuchar tu palabra. Permítenos encontrarte en ella y engendrarte en

nosotros. ¡Oh, Espíritu Santo!, aparta el velo de nuestros ojos, condúcenos a la verdad completa, danos inteligencia y perseverancia, por Cristo,

nuestro Señor.

Amén.