La leyenda del calafate
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LA LEYENDA DEL CALAFATE …
Los bosques de ñires, lengas y coihúes comienzan a tomar un
color característico anunciando el otoño y dando a los árboles una gama multicolor, desde el rojo intenso pasando por los
matices dorados y anaranjados.
En éste paisaje vivían los tehuelches, dueños originarios
de la tierra. Al llegar el invierno comenzaban a emigrar a pie
hacia el norte, donde el frío no era tan intenso y la caza no
faltaba. En relación con esas migraciones , la tradición patagónica conserva una
leyenda.
Se dice que cierta vez, Koonek, la anciana curandera de la tribu de Los Tehuelches, no podía caminar
más y sus piernas viejas y cansadas, estaban agotadas, pero
la marcha no se podía detener, Entonces Koonek, comprendió la
ley natural de cumplir con el destino. Las mujeres de la tribu
confeccionaron un toldo con pieles de guanaco
Juntaron abundante leña y alimento para dejarle,
despidiéndose de ella con el canto de la familia.
Koonek, fijó sus cansados ojos en la distancia, hasta que la gente
de su tribu se perdió tras el filo de una meseta.
Ella quedaba sola para morir. Todos los seres vivientes se
alejaban
El cielo multicolor se fue extinguiendo lentamente. Pasaron
muchos soles y muchas lunas, hasta la llegada de la Primavera.
Entonces nacieron los brotes, llegaron las golondrinas, los
chorlos, los alegres chingolitos ,las charlatanas cotorras … Volvía la
vida!!
Sobre los cueros del toldo de Koonek, se posó una bandada de avecillas cantando alegremente .
De repente, se escuchó la voz de Koonek que los reprendía por
haberla dejado sola.
Un chingolito tras la sorpresa, le respondió – “Nos fuimos porque en
otoño empieza a escasear el alimento y no tenemos lugar donde
abrigarnos”.
-”Los comprendo – respondió Koonek –por eso a partir de hoy
tendrán alimento en otoño y buen abrigo en invierno, ya nunca me
quedaré sola” …
Cuando una ráfaga, de pronto, volteó los cueros del toldo, en el
lugar que estaba Koonek, se hallaba un hermoso arbusto
espinosos, de perfumadas flores amarillas.
Al promediar el verano las delicadas flores, hicieron frutos y antes del
otoño comenzaron a madurar, tomando un color azul morado, de
exquisito sabor y alto valor alimenticio.
Desde aquel día, algunas aves no emigraron
Los Tehuelches también lo probaron, adoptándolo para
siempre .
Desparramaron las semillas por toda la región y, a partir de
entonces:
“El que
come calafa
te, siemp
re vuelve
Leyenda del sur argentino ( Provincia de Santa Cruz )
Música :”El país de la Libertad” León Gieco
Texto e imágenes Internet
25/05/10