La Leyenda Piadosa de Caudete, entre San Benito y San...

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1 La Leyenda Piadosa de Caudete, entre San Benito y San Agustín Miguel Requena Marco (Universidad Autónoma de Barcelona) 1. La Leyenda de los milagros La relación más antigua de la Leyenda Piadosa de Caudete, pero desgraciadamente muy concisa, es la contenida en dos hojas viejas que mosén Antonio Conejero Ruiz (1685-1762), archivero de la iglesia parroquial de Santa Catalina, consciente de su valor, agregó al Libro segundo viejo de la Mayordomía de la Virgen de Gracia, y que hoy se conservan entre los folios que se han salvado de dicho libro (APSC, CAU-49, fols. 96-97). También hizo una copia literal en un libro suyo manuscrito, incompleto, descubierto recientemente, por casualidad y en fotocopias, por su homónimo Antonio Conejero Rodríguez, libro que, por la diversidad de cosas que trata, llamaré Libro misceláneo, ya que carece de título concreto. Tiene esta relación la cualidad de que no está contaminada por la Comedia poética del doctor Almazán, como sí lo están las demás, incluida la otra relación antigua que yo llamo Leyenda municipal porque se conservaba en el archivo del Ayuntamiento, y que podemos conocer por haberla incluido mosén Antonio en el Libro

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La Leyenda Piadosa de Caudete, entre San Benito y San Agustín Miguel Requena Marco

(Universidad Autónoma de Barcelona)

1. La Leyenda de los milagros

La relación más antigua de la Leyenda Piadosa de Caudete, pero desgraciadamente muy concisa, es la contenida en dos hojas viejas que mosén Antonio Conejero Ruiz (1685-1762), archivero de la iglesia parroquial de Santa Catalina, consciente de su valor, agregó al Libro segundo viejo de la Mayordomía de la Virgen de Gracia, y que hoy se conservan entre los folios que se han salvado de dicho libro (APSC, CAU-49, fols. 96-97). También hizo una copia literal en un libro suyo manuscrito, incompleto, descubierto recientemente, por casualidad y en fotocopias, por su homónimo Antonio Conejero Rodríguez, libro que, por la diversidad de cosas que trata, llamaré Libro misceláneo, ya que carece de título concreto. Tiene esta relación la cualidad de que no está contaminada por la Comedia poética del doctor Almazán, como sí lo están las demás, incluida la otra relación antigua que yo llamo Leyenda municipal porque se conservaba en el archivo del Ayuntamiento, y que podemos conocer por haberla incluido mosén Antonio en el Libro

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misceláneo (fols. 137r-143r). En efecto, así lo afirma don Antonio en estas líneas de introducción de esta Leyenda municipal: “Tradición del origen, antigüedad, entierro y desentierro, o aparición, de la Sta. Imagen de María Sma. de Gracia que se venera en esta Villa de Caudete, sacada de los Autos poéticos que a este asumpto compuso el Sr. Juan Bautista Almazán, médico, año de 1586, axustados a los instrumentos públicos que tiene dicha Villa” (la cual comienza con el origen casinense de la imagen de la Virgen: “En el Campo Saguntino y partida de los Santos, término de la antiquíssima villa de Caudete, havía un célebre Monasterio de la Orden de S. Benito Abad, fundado en vida de dicho Sto. Patriarcha, el qual, previendo proféticamente…”). Tras la copia, pone esta nota D. Antonio, que fecha a 3 de febrero de 1745: “La presente relación de la Tradición y hallazgo de la Sta. Imagen de Ntra. Sra. de Gracia concuerda con la que estava en el Archivo de la Villa de Caudete, de la que tiene un translado el Sr. Bernardino Amorós y Samatheu, sacada de mano de Juan Francisco de Medina, notario y escrivano de dicha villa, que murió el año 1699”.

Tras el traslado de la Leyenda de los milagros en el Libro misceláneo, anota mosén Antonio con fecha de “24 de Mayo 1720 años”, que el original fue hallado por Bartolomé Mates de Salvador en octubre de 1719 “con los autos y testigos que recibió Juan Bautista Sánchez, Notario, en 2 de diziembre año 1620”, atribuyendo aquí su autoría, lo mismo que en el Libro segundo viejo, a mosén Bartholomé Benito, que fue vicario foráneo, y que aparece, además, en uno de los milagros narrados en la Leyenda (en el libro pondrá su hallazgo en 1722 por Bartolomé Mates Vañón “en el caso de que halló la sumaria información con decretos episcopales puesta en este libro a fol. 79, 80 y siguientes.”). Pero, cosa curiosa, antes de la copia de la Leyenda en el Libro misceláneo, afirma que “es letra del Secretario que traxo a la Visita Parroquial el Ilmo. Sr. Obispo D. Fray Andrés Valaguer, como se puede ver cotexándolo en el Libro 2.º de Visitas, 1612 en adelante”. Esto es más verosímil, ya que la Leyenda parece estar escrita por alguien que no es de Caudete, y fuera de Caudete (se refiere dos veces a Caudete con la expresión “aquella villa”, y a la Ermita dos veces con “aquella Casa”, y otras dos “aquella santa Casa”, si bien una vez con “desta casa”).

Veamos esta corta relación, que llamo Leyenda de los milagros por los ocho que relata, los dos primeros aprobados por el obispo D. Fray Andrés Balaguer.

En la Villa de Caudete ay dos Imágenes Stas., de las más devotas de

España, por quien Dios Ntro. Sr. obra muchos milagros, la una de la Virgen Sma., la otra de S. Blas Obispo y Mártir. Apareciose la Virgen a un pastor natural de Paracuellos, del Obispado de Cuenca, llamado Juan López, hijo de Pedro López y de María de la Paz, y le dixo la Virgen fuese a la villa de Caudete y dixese al cura y a los del govierno que cavasen en la retama donde él se quedase dormido en tal parte del término, que allí hallarían su Imagen y la de S. Blas. Todo sucedió como el pastor dixo, al qual curó la Virgen de una mano que tenía manca. El año que fue hallada no se sabe ni ay memoria. Sería sin duda luego que se ganó este Reyno.

La Imagen Sta. es morena y a vezes está tan arrebolada, que dio motivo al Ilmo. Sr. D. Jusepe Estevan, obispo de Origüela, para pensar si era sobrepuesto; y assí para desengañarse, lo quiso experimentar con un paño bañado, y tanto quanto que más quería limpiarle, tanto más se encendían los arreboles. Fueron halladas las dos Stas. Imágenes baxo de unos tabernáculos que oy se guardan y juntamente una Imagen de S. Martín

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obispo pintada en una tabla de cinco o seis palmos, que devía de ser el Sto. Titular del convento, que según las ruinas era grande Casa. Está situada la Casa en una vega de más de tres leguas de largo, muy llana, y de ancho en partes más de una legua. Se puede pensar que fue este el convento que dize S. Gregorio Turonense, que lo llama de S. Martín, y dize que está inter Saguntum et Cartaginem Spartariam, adonde sucedió aquello de Leovigildo, etc. Y si algunos entienden por campo de Xátiva a Xábea, que dista 20 leguas de ella, ¿por qué no se entenderá por Campo de Xátiva el sitio desta casa, pues está dos1 leguas más cerca della y siendo, como es cierto, convento de aquellos tiempos?

Hallose juntamente una cruz de madera de un palmo y un quarto, de un dedo y medio de ancho. Y después en nuestros días labrando un labrador en una viña que está al lado de la Hermita que oy ay, halló una lámina de plomo con letras, y sin mostrarlo a nadie lo hizo balas, que devía de ser memoria de lo que aquella Casa era.

Así se resume nuestra Leyenda, y a continuación se pasa a relatar los milagros, que es

su objetivo principal, pero que aquí dejamos de lado. Parece como si el autor hubiera resumido tan brevemente la Leyenda casi fiado de su memoria. En la frase “que cavasen en la retama donde él se quedase dormido en tal parte del término, que allí hallarían su Imagen y la de S. Blas” parece haber indicios que nos confirman esta suposición: eso de quedarse dormido en la retama parece una confusión del aparecimiento de la Virgen a Juan López en un sueño, mientras dormía en Paracuellos, como se nos relata en El Lucero de Caudete2 y en el Romance historial3 (notemos aquí que en un sermón publicado en 1603, predicado en Caudete por un predicador forastero, se relata la aparición de la Virgen junto a la retama bajo la cual estaba su imagen4). Y eso de poner “en tal parte del término”, y no poner el nombre del lugar como suele venir en la Leyenda (partida de los Santos), también denota que el autor no recuerda el nombre exacto, lo que significa que no es de Caudete. El agregar la Virgen en su mensaje la imagen de San Blas (“que allí hallarían su Imagen y la de S. Blas”) también aparece en la relación que yo llamo Leyenda

1 Caudete no dista “dos leguas” menos de Játiva que Jávea, que está a veinte leguas, sino

doce. Así escribe don Antonio en el folio 2v de CAU-49: “de Caudete a Xátiva, ocho leguas”.

Cuando don Antonio copia esta Leyenda en su Libro misceláneo no corrige el error. 2 Reza así la acotación sobre Juan López en la jornada III de la Parte II: “Quédase dormido;

se rasga una nube y baja Nuestra Señora y dos ángeles cantando”. 3 “A un pastorcillo muy puro / que guardando sus ovejas / se había quedado dormido / el

suceso le revela”, versos 145-148 del Romance historial del glorioso aparecimiento y hechos

milagrosos de Ntra. Sra. María Santísima de Gracia, Patrona de la Real, muy Noble y muy Leal

Villa de Caudete, y del bienaventurado Obispo y Mártir San Blas, cuyas imágenes se veneran

en dicha Villa. Seguido de varios villancicos, recitados, arias y estribillos para su solemne

Octavario. Editado por Raimundo Zalve y Salvador en Albacete, Imprenta y librería de Eduardo

Miranda, 1895. 4 “y fue que un pastorcillo natural del lugar de Paracuellos, sesteando el ganado de ovejas

que tenía, allegándose a una grande retama que había en aquella campiña, se le apareció la

Virgen Ntra. Sra.”. Así cita un sermón de D. Francisco Bayboa y Carrasco sobre la Virgen de

Gracia, impreso en 1603, el oriolano José Montesinos Pérez y Martínez de Orumbella en su

Compendio histórico-geográfico oriolano, fol. 851.

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del marqués de Villatorcas5 (“y dijese a los vecinos de la Villa como su Retrato y el de San Blas estaban ocultos en el término y partida de los Santos”).

Si está acertado mosén Antonio Conejero, también nos desconcierta que este secretario del obispo de Orihuela D. Fray Andrés Balaguer (que lo fue a partir de 1605) desconozca las actas del descubrimiento de las santas Imágenes, cuyo conocimiento había dejado consignado en el Libro I de Confirmaciones de la parroquia de Santa Catalina el 11 de octubre de 1568 Gonzalo Polanco, paje del primer obispo de Orihuela D. Gregorio Gallo de Andrade, a quien acompañaba en su primera visita pastoral a Caudete6. Pero más puede desconcertar que el mismo Antonio Conejero, probablemente en 1742, escriba lo siguiente: “Piadosamente se cree que la aparición de las Santas Imágenes de la soberana Madre de Dios con el título de Gracia y la de Señor San Blas fue en el año de 1414, poco más, o después de recuperada esta Villa de Caudete por el Sereníssimo Señor Don Jaime el Conquistador primero de este nombre en el año 1238”7, lo que contrasta con lo que escribe don Antonio en otras partes, por ejemplo en 1730 en la primera versión publicada de la Leyenda, que dio a la luz el jesuita Juan de Villafañe en 1940: “Pasados 172 años, corriendo ya el de 1414 (según la común tradición) María Santíssima se dignó aparecer a cierto pastorcillo de corta edad, llamado Juan López”8. Pero vemos que en El Lucero de Caudete se presenta la aparición de las Imágenes poco después de la reconquista de Caudete: Pedro López se ofrece como soldado en el asedio de Caudete, es capturado, pasa algún tiempo tras la toma de Caudete esclavizado por el moro Zulema, y su hijo Juan López llega a Caudete con la mensajería de la Virgen y su mano sana cuando él acaba de morir (¿licencia de anacronismo?).

Muy extraña es la fecha (como ocurre con otras) que consigna el oriolano José Montesinos Pérez y Martínez de Orumbella en su obra manuscrita Compendio histórico-geográfico oriolano cuando, hacia 1792, escribe una fecha que retrasa en un siglo su hallazgo: “Así corrieron las prosperidades de Caudete, hasta que se aumentaron por los años de 1513, en que .… sucedió el glorioso y muy feliz hallazgo de María Sma. de Gracia

5 Catálogo de todas las Santas Imágenes de N.ª Señora que dichosamente se veneran en la

Ciudad, Villas y Lugares, en el Reyno de Valencia, con una breve descripción del modo, sitio y

Lugares en donde se hallaron y tubieron el origen las Stas. Imágenes, con sus Invocaciones ,

escrito por el noble y erudito valenciano José de Castellví y Alagón, marqués de Villatorcas

(1653-1722), a finales del siglo XVII (Real Biblioteca del Palacio Real de Madrid, signatura

II/2012, pp. 292-295), p. 294. 6 "La Virgen de Gracia se apareció a XVI de Diciembre Anyo M CCCC XIIII baxo una

rethama entre las roínas del convento que ante havía en la vila de Capdet, aconpaniada de Sent

Blay. E yo vi los autos del hallazgo en Capdet. Oy XI de Otubre M D LXVIII.—Gonçalo

Polanco, Page del Senyor Obispo Gallo de Origüela” (fol. 0v). 7 Anotación 129, p. 168, del “bastardelo o ligaxo de memorias” de mosén Antonio Conejero,

fechado a su fin en 1761, que publicó Joaquín Roa y Erostarbe en la nota n.º 1, que se prolonga

al pie de las páginas 164-193 de la Crónica de la Provincia de Albacete. Tomo II, Albacete,

Imprenta y Encuadernación de la Viuda de J. Collado, 1894. 8 Juan de Villafañe: Compendio histórico de las milagrosas imágenes de María en los más

célebres santuarios de España, Madrid, 1740, 2.ª edición, p. 282. La Leyenda de la Virgen de

Gracia viene en las páginas 281-285 de esta segunda edición, ampliada (la primera, de 1726 en

Salamanca, no la trae). Sabemos que esta edición la escribió mosén Antonio porque él mismo lo

declara en el Libro segundo viejo (APSC, CAU-49, fol. 95v). La siguiente versión publicada

será la de la Historia verdadera de la Santa y Milagrosa Imagen de María Santísima de Gracia

y de la del Glorioso Obispo y Mártir San Blas, Alcoy, Imprenta de Francisco Cabrera, Julio de

1845.

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bajo el modo y circunstancias que quedan referidas, pues en cuanto a ellas, y en cuanto al año, nadie se opone”9.

Como secretario en Orihuela del obispo D. Fray Andrés Balaguer, es curiosa la anécdota, que solo por él nos llega, del anterior obispo “Sr. D. Jusepe Estevan” (D. José Esteve fue obispo de 1594 a 1603).

También tiene un recuerdo aproximado de la medida de la tabla con la pintura de San Martín: “de cinco o seis palmos”. Todas las versiones de la Leyenda traen “cinco palmos”, ya sea de altura unas, otras de anchura, y otras de altura “y en proporción de ancha” o “y ancha en proporción”. No menciona la caja de reliquias, la campana y la lámina de plomo que también aparecieron junto con las Imágenes. La “lámina de plomo” que nombra es otra encontrada “en nuestros días”, y que parece también muestra una inexactitud en esto: que “sin mostrarlo a nadie lo hizo balas”, si nos atenemos a la declaración de Úrsola Valera en la información que el obispo de Orihuela fray Andrés Balaguer, en 1620, mandó que tomara, bajo juramento, a don Juan Benito, cura párroco de Caudete, sobre el lugar en que fueron halladas las imágenes de la Virgen de Gracia y de San Blas, la cual, entre otras cosas, declaró: “y más hallaron una lámina de plomo, toda escrita de letras baziadas de plomo, la qual dieron a leer a diversas personas y nadi la entendió. La qual por no entenderla se la llevó Jayme de Algarra, vezino de la dicha villa, y la hundió [‘fundió’] y hizo balas y perdigones de ella”10. La testigo, no obstante, pretende hablar de la lámina que se encontró con la Virgen, pero esta desapareció, según mosén Antonio, por los años 167611, y, según la Historia de la Virgen de Gracia, años después, cuando también se destruyó el archivo de la Villa12.

Es muy interesante lo que se dice de la pretensión de identificar el convento caudetano

con el famoso de San Martín, del que habla San Gregorio de Tours en su obra De gloria confessorum. Entre los historiadores españoles había un gran interés por identificar este monasterio, de fecha tan temprana. Narraba San Gregorio que los monjes de ese convento, temiendo el asalto del ejército del arriano rey Leovigildo, que marchaba contra su hijo Hermenegildo, se embarcaron huyendo hacia una isla cercana. Así, es lógico que los lugares más probables no distaran mucho de la playa. Con argumentos más o menos fuertes, entre los lugares costeros que se lo disputaban, el que más consenso obtenía era el antiguo promontorio llamado Ferraria, después cabo Martín (o San Martín), no lejos de Jávea, que también se incluía dentro del campo de Játiva, en el que se enmarcaba dicho monasterio. Los eclesiásticos de Caudete, obviando la lejanía de la costa, lo reivindicaban para su villa, apelando a que también se encontraba Caudete dentro del campo de Játiva, y más cerca de esta ciudad que Jávea (también lo hace en 1604 el dominico fray Tomás

9 Tomo IX, cap. VI, fol. 879. El manuscrito es propiedad de la Caja Rural Central de

Orihuela. Las fotocopias me las ha cedido cortésmente Joaquín Mollá Francés. 10

APSC, CAU-49, fol. 82r. 11

APSC, CAU-49, fol. 85v. 12

“Trasladose la sobredicha lámina para su mayor custodia a la sala capitular de la villa, y

tan celosa determinación fue la causa de haber desaparecido; porque en las guerras, que por los

años 1706 ocurrían en estos reinos padeció saqueo varias veces Caudete, y los émulos (bien

conocidos) de sus glorias allanaron la casa de su Corte, y rasgaron maliciosamente los

documentos originales”, edición de 1922, p. 47.

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Maluenda para su natal Játiva, alegando que los monjes habrían podido huir en barca siguiendo el curso del río Júcar13).

Puede que debido a su excesiva brevedad, no se apunta que Caudete se encontraba precisamente en el punto medio entre Sagunto y Cartagena (aunque por las vías del interior), lo que sí se expresa en otras versiones de la Leyenda.

Y es de notar que en esta versión no se dice nada sobre a qué orden pertenecían sus monjes. Pero implícitamente parece que ya estaba hecha la elección a favor de los benedictinos, y por esto no se reivindica para Caudete también el monasterio Servitano, fundado por San Donato, ya que este se solía adjudicar a monjes que profesaban la Regla de San Agustín (sin este óbice, fray Tomás Maluenda sí atribuye a Játiva también el monasterio Servitano, que identifica con el de San Martín).

2. La construcción de la Leyenda en la Comedia poética Puéstose a escribir su comedia o autos de la historia de la imagen de la Virgen de

Gracia, el doctor don Juan Bautista Almazán ya tiene un marco histórico, recogido en las actas que se hicieron cuando el descubrimiento de las Imágenes de la Virgen de Gracia y de San Blas en 1414, donde se recogería la mensajería del pastorcillo paracuellano Juan López y la sanación de su mano o brazo por la Virgen, actas que, junto con todo el archivo municipal, desapareció por 1706.

Pero alrededor de este marco hay unos hechos que se creen históricos, y otros que pretenden serlo. Entre ellos, la creencia de que la Imagen de la Virgen de Gracia había sido enterrada ante el temor de su destrucción por los moros cuando su invasión de España a principios del siglo VIII, y el creer que las ruinas de lo que parecía un convento, era un monasterio del tiempo de los godos. Muy posiblemente también se creía que el convento era de frailes benitos, como había ocurrido con las ruinas entre las que apareció también milagrosamente la Virgen del Puig, cuando Don Jaime I se disponía a conquistar Valencia, tan famosa no solo en el reino de Valencia, al que pertenecía Caudete, sino en toda la Corona de Aragón. Sobre su aparecimiento escribía en 1584 el arcediano de Murviedro y canónigo de Valencia Bernardino Gómez Miedes: “Con la qual tabla y campana, y otras señales, tuvieron por muy cierto que en tiempo de los Godos fue aquel templo edificado en honor y gloria de la sagrada virgen nuestra Señora, y que los religiosos de san Benito, que en aquel tiempo florecían mucho, fueron los que allí tuvieron su convento y monasterio muy sumptuoso”14. Sobre la creencia de muchos historiadores de nota, hasta el siglo XVIII, de que “se había conocido la regla benedictina entre los monges y monasterios españoles en el siglo VI de la Iglesia”, véase A. de Siles15.

Y, como hemos visto en la Leyenda de los milagros, también estaba ya establecida la identificación del monasterio caudetano con el famoso monasterio de San Martín, del que habla San Gregorio Turonense.

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De Antichristo libri undecim. Roma. Apud Carolum Vulliettum, 1604. Véase el Libro VII,

Cap. XVI, p. 385: “Sucrone flumine secundo deuecti”. 14

La historia del muy alto e invencible Rey Don Iayme de Aragón. Valencia. Viuda de Pedro

de Huete, 1584, p. 214. 15

A. de Siles: «Investigaciones históricas sobre el origen y progresos del Monacato español

hasta la irrupción sarracena a principios del siglo VIII». Memorias de la Real Academia de la

Historia. Tomo VII. Madrid. Imprenta de I. Sancha, 1832, pp. 469-578, en las páginas 528-529.

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Sobre toda esta base que hemos visto, el doctor Almazán se dispuso a levantar el edificio de su Comedia, ideando un antiquísimo y noble origen para la Imagen de la Virgen de Gracia, que no desmereciera del de otras antiguas y veneradas imágenes marianas, valiéndose de los cánones de la comedia, que le permitían despegarse de la Historia. Un ejemplo de las licencias dentro del marco de la Historia, lo tenemos en la comedia La estrella de Europa y fénix de África, Nuestra Señora de la Regla, de Antonio Fajardo Acevedo. Dentro de la leyenda, la imagen fue descubierta en 1329, y en la comedia tiene lugar diez años después, en 1339, un año antes de la batalla del Salado, y, además, se hace asistir al desenterramiento al rey Alfonso XI, el cual atribuirá su triunfo a la Virgen de Regla, suplantando la atribución a otra advocación mariana, según las fuentes históricas16.

Y aquí parece que la leyenda de la famosa imagen de la Virgen de Regla, en Chipiona (Cádiz), ha dejado algún influjo en nuestro autor, muy probablemente por algún conocimiento más o menos directo que por escritos divulgadores (Fr. Nicolás de Santa María publica Origen y antigüedad de la Santísima Imagen de Ntra. Sra. de Regla en 1645). Los vándalos, echados de España por los godos, más bárbaros y más acérrimos arrianos que estos, habían pasado al África, sembrando la muerte y desolación, con persecución de la Iglesia. Poco antes de la muerte de San Agustín, ocurrida en el 430, habían asediado a Hipona, de la que era obispo. Para librar de su destrucción la imagen de una devota imagen que tenía en su oratorio, encomendó a los monjes de la orden que había fundado, que la trasladaran a España. Varios años después (hacia el 443) el diácono Cipriano, junto con otros monjes, la llevaron consigo a España, desembarcando, llevados por las corrientes, cerca de Chipiona, donde fueron recibidos por otros ermitaños que habitaban en un eremitorio que también seguía la Regla agustiniana y que había sido fundado, rayando el final del siglo IV, por San Paulino de Nola17 o por otros ermitaños venidos antes de África (también en Caudete será recibida la Virgen proveniente de Montecasino por otros monjes benedictinos). Cuando la invasión de los moros, fue enterrada en una cisterna, con todo lo necesario para decir misa y una luz encendida. Reconquistadas aquellas tierras, envió la Virgen a un canónigo regular de San Agustín de la Catedral de León, donde se veneraba a la Virgen de Regla, por ser custodia de la santa Regla de los agustinos, para que descubriera esa imagen escondida bajo tierra. Señalado el lugar mediante luces y una voz celestial, fue desenterrada la imagen debajo de una higuera, y al descubrirla hallaron la luz encendida con la que fue ocultada, la que fue llamada también Virgen de Regla, como la de León. Allí se le levantó una ermita, y los canónigos regulares de San Agustín cuidaron 70 años del culto de la Imagen, y a continuación, en 1399, la ermita fue traspasada a los Ermitaños de San Agustín, a los que D. Pedro Ponce de León, cuarto señor de Marchena, cedió, para fundar convento, una fortaleza muy cercana que D. Alonso Pérez de Guzmán había alzado tras su reconquista.

Partiendo de que el convento de Caudete era de benedictinos, el doctor Almazán habría remontado el origen de la Virgen hasta San Benito, que la tenía en su oratorio, y para librarla de la destrucción por los longobardos, manda que tras su muerte sea enviada

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Félix del Buey: La Estrella de Europa y Fénix de África. Comedia inédita del Maestro

Antonio Fajardo y Acevedo. Granada, 1989, p. 219. También en la comedia de Ambrosio de

Cuenca Nuestra Señora de Regla, la milagrosa Africana está presente el rey Alfonso XI en el

hallazgo de la imagen mariana. 17

Así se expresa en el panel de azulejos del lateral izquierdo del Humilladero, renovado en

1948: la nave que trae la Virgen a Chipiona es recibida por los Ermitaños, con el eremitorio

junto a la costa.

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a España, lo mismo que había dispuesto San Agustín para librar su imagen de las manos de los vándalos. Pero el doctor Almazán incluye la profecía que San Benito había hecho sobre la destrucción del Monasterio, la cual relata San Gregorio Magno en sus Diálogos. Lo mismo que el africano diácono Cipriano (tiene el nombre del santo africano San Cipriano, del siglo III, obispo de Cartago y mártir) trasladará la imagen de San Agustín por mar a España, otro diácono Cipriano, español, trasladará la de San Benito a España. El africano Cipriano desembarca en la costa cercana a Chipiona y allí se queda la Imagen, en un eremitorio agustino preexistente. Pero, ¿cómo hacer que la imagen de San Benito llegue al convento de benedictinos de Caudete? Aquí la imaginación del doctor Almazán tiene que trabajar un poco. El diácono Cipriano español recibirá el encargo de llevarla hasta el célebre monasterio benedictino de Sahagún (que a principios del siglo séptimo no existía, pero muchos historiadores, de entonces y posteriores, no solo benedictinos, creían que sí). Desembarca en Alicante, y puesta la imagen convenientemente sobre un mulo, emprende el diácono el camino para Sahagún. Al pasar por Caudete, el mulo no quiere proseguir el viaje hacia la villa, pero sí hacia la derecha, donde había cerca un monasterio de benedictinos, que, oh casualidad, también se llamaba de Sahagún. Sahagún es transformación de la expresión latina sancti Facundi (‘de San Facundo’), por estar aquel famoso monasterio dedicado a los santos hermanos mártires San Facundo y San Primitivo. Pero el de Caudete, por la pintura de San Martín, se supuso que estaba dedicado a San Martín. ¿Cómo, entonces, se llamaba también “de Sahagún”? Como hemos visto que, para ubicar el célebre monasterio de San Martín del que habla San Gregorio Turonense, se hacía constar que Caudete estaba entre Sagunto y Cartagena, inventa el doctor que el paraje se llamaba Campo Saguntino por una célebre batalla que en él hubo (punto intermedio convenido entre los dos bandos), batalla que debió quedar indeterminada en la Comedia poética, vistas las diversas interpretaciones que se dan a esta batalla mítica en las distintas versiones de la Leyenda. Así, se juega con la homofonía de las palabras sahaguntino y saguntino (de hecho, se ha usado mucho saguntino por sahaguntino, y de ese modo suena aún hoy día en la comarca leonesa), y, con algo de dificultad, con la de Sahagún (escrito Sahagunt y Sahagunth en algunas versiones) y Sagunto (“Sahagunto, hoy Murviedro” en APSC, CAU-49, p. 12), a no ser pronunciando Sagún o Sagunt por Sagunto, para lo que entonces no habría dificultad si se tiene en cuenta que Caudete era bilingüe. Al mismo tiempo que el paraje se ennoblece con una batalla (en Chipiona, en un aditamento de la tradición, el rey Don Rodrigo, tras la batalla de Guadalete, acude al eremitorio y asiste al enterramiento de la imagen, pasando después a Portugal). Pero también se pretende ennoblecer el lugar desde un punto de vista religioso, y se lo llama partida de los Santos por los fieles que allí sufrieron martirio bajo los emperadores romanos. Habiéndole pedido información el cronista fray Pedro del Campo (quien creía que San Paulino había fundado convento agustino en el lugar donde después se veneraría a la Virgen de Regla) sobre San Paulino, esto es lo que le dice el “señor Dotor Pedro de Ribera” en una carta: “En lo que toca a lo que vuesa Paternidad me dize de que tiene relación que uvo en Veger antiguamente Convento de su orden, aquí no saben otra cosa los ancianos, sino que con san Paulino vinieron de África muchos Monges Augustinos, i que el santo se quedó en una Ermita que llaman oy de S. Paulo, porque se deve de aver corronpido el nonbre de Paulino, aunque de anbos nonbres se usa: sus conpañeros se pusieron en otra parte, donde hizieron la Ermita que oy llaman san Anbrosio, de aquí dizen que algunos dellos pasaron a fundar junto a Medina Sidonia

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la Ermita que tiene por nonbre los Santos, porque dentro de pocos años predicando la fee a los Gentiles alcançaron todos corona de martirio”18.

Esto que hemos dicho es lo que nos gustaría decir sin más complicaciones; pero la cosa no es tan sencilla. Hay actas hechas por notario en 1630 en el santuario de Chipiona, en que, interrogada una endemoniada, dice por ella “el padre de la mentira”, obligado por exorcismo, que la imagen de la Virgen de Regla procedía de San Agustín19 y que había sido llevada a la costa gaditana por el monje Diácono Cipriano. Parece que lo del traslado por este diácono es un añadido a la tradición reglense a partir de esta declaración de la endemoniada en 1630, y la comedia del doctor Almazán se estrenó en la iglesia parroquial en 1618, doce años antes. La influencia en la Comedia poética es clara en este punto, pero su influjo tendría que ser posterior a esta fecha de 1630, que es cuando la fama de la Virgen de Regla llega a su esplendor (ya era famosa por milagros obrados desde el siglo XIV). No sabemos cuándo se añade este aditamento a la Comedia (ni si es por el mismo don Juan Bautista Almazán, aunque ya no residiera en Caudete), pero como hemos visto en la Leyenda de los milagros, y al final nos lo confirmará D. Antonio, el mandato de San Benito está presente en la Comedia poética.

El P. Nicolás Santa María dice que antes de las revelaciones del demonio a través de una posesa, mediante exorcismos, no se sabía nada del antiguo origen de la Virgen de Regla. En su Relación del origen y antigüedad de la Santísima Imagen de Nuestra Señora de Regla, Sevilla, 1645, escribe que “pudo en este caso presente ordenar el Señor que el demonio que estaba en esta mujer Francisca de la Roca, manifestase la santidad oculta y no sabida de San Cebrián, Diácono, fraile de nuestra Orden, y las demás cosas que dejamos dichas que declaró del origen y antigüedad de este gran Santuario de Nuestra Señora de Regla, que estaban ocultas y que no se sabían ni por tradición ni por escrituras ni por otro ningún camino, y, así, lo tenemos por muy posible y probable. Y entendemos piadosamente que fue milagro que obró el Señor para que supiésemos el origen y antigüedad desta santísima imagen de Nuestra Señora de Regla, por cuyo respecto ha obrado Dios y obra cada día tan grandes maravillas, portentos y milagros”, fol. 10r-v.

Fray Diego de Carmona, natural de Chipiona, sí que confirma tradición antigua de la leyenda (inédita, fechada en 1639), pero parece que no comprende el traslado por el monje Cipriano (aunque faltan 16 folios de su relato, que afectan los capítulos del 2 al 8, precisamente relativos a testimonios de la tradición y traslado de la imagen). Escribe en el folio 52r de su Historia sacra del insigne origen y raro aparecimiento de la antiquísima imagen de

18

Istoria general de los Ermitaños de la Orden de Nuestro Padre San Augustín. Primera

Parte. Por el Maestro Fray Pedro del Campo. Barcelona: Iayme Romeu, Año 1640, págs. 321-

322. 19

Las trae el agustino fray Diego de Carmona Bohórquez en el cap. 11 del libro I, fols. 59r-

64r, de su obra inédita Historia sacra del insigne origen y raro aparecimiento de la antiquísima

imagen de Nuestra Señora de Regla y sus admirables y maravillosas obras , del s. XVII,

conservada en la Biblioteca Nacional con la signatura Mss/1177. También refiere esas actas el

agustino Fray Pedro del Campo en el cap. XXXX de su Istoria general de los Ermitaños de la

Orden de Nuestro Padre San Augustín. Primera Parte. Barcelona: Iayme Romeu, 1640; y se

detiene en estas manifestaciones de la posesa Fr. Nicolás de Santa María en los fols. 3v-13v de su Origen y antigüedad de la Santísima Imagen de Ntra. Sra. de Regla, Sevilla, Juan Gómez de Blas, 1645.

Este hecho lo recogerá el presbítero setabense Esteban Dolz del Castellar en su famoso Año

virgíneo, para el día primero de julio, que comienza con estas palabras: “Este día, año 1630,

favoreció la Gran Reyna a toda la Provincia de Andalucía, sacándola de aquellas dilatadas

ansias, en que estaba más havía de docientos años, por no saber el origen de aquella prodigio-

síssima Imagen, llamada nuestra Señora de Regla”.

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Nuestra Señora de Regla y sus admirables y maravillosas obras: “Corría por el vulgo entonces, y hay quien lo diga agora, que había sido esta milagrosa Imagen una que trajo consigo el Apóstol S. Pablo en sus peregrinaciones, y que la había habido S. Augustín por revelación que della le hizo San Timoteo, dicípulo del mismo Apóstol. Esto lo hemos oído después acá decir muchas veces a diferentes personas antiguas y modernas, de los pueblos convecinos. Y aun si no me acuerdo mal, me lo dio por memoria para que aquí lo escribiese el ya nombrado Padre Fr. Gerónimo de Cavañas, que sea en gloria, religioso muy antiguo, y que tuvo (como queda advertido) compuesto un tratado desta historia. No hallo en esto nada por escrito, ni doy en ello más fundamento que haberlo oído a muchos ancianos así religiosos como seglares. Hago la salva a cosa tan grande; mas si ello fuese verdad, redunda en mayor aprecio y estimación desta nuestra santísima Imagen de Regla”. Y en fol. 54v: “La vulgar narración en que se fue dando las manos de una edad en otra esta noticia, hasta que yo la alcancé bien muchacho según, antes de ser fraile, se la oí a mis padres y abuelos (fuera de lo que escrito queda) fue una memoria que decía entre los habitantes de Rota, Chipiona y Regla, como unos ermitaños del instituto y orden de S. Augustín habían venido por la mar de estranjeras tierras a la nuestra con aquella imagen que hoy llama Santa María de Regla”.

Aunque el agustino Fr. Francisco de Ribera califica de “tradición immemorial” el traslado de la Virgen de Regla desde África por “Cypriano, Diácono”, parece que debe de fundarse también en las declaraciones de la posesa en 1630: “Por los años de quatrocientos y quarenta y tres, ay tradición immemorial de aver traído un Santo Ermitaño, llamado Cypriano, Diácono, con otros compañeros, un maravilloso Retrato de María Santíssima, desde Tagaste, muy venerado de San Augustín, a las Costas de España, entre San Lúcar y la Villa de Rota, adonde edificaron una Ermita, con advocación de nuestra Señora de Regla, y un Conventico, que permaneció hasta que los Moros se apoderaron de aquella Provincia. Dexaron enterrada la Santa Imagen, que, después de restaurada España, se manifestó milagrosamente a un Canónigo Reglar. Este le edificó Monasterio, que, passados algunos años, se restituyó a sus legítimos herederos, los Ermitaños de San Augustín”20.

Proseguimos con esta salvedad, con la suposición de que el mismo Almazán podría haber introducido alguna modificación en su Comedia, aunque, como hemos dicho, ya no residiera ya en Caudete.

Podríamos decir que la Comedia es incluso comedida en remontarse solo hasta el oratorio de San Benito. A la imagen de la Virgen de Gracia se le ha llegado a dar alguna vez un origen angélico. El oriolano José Montesinos Pérez y Martínez de Orumbella, que leyó a muchos autores para escribir sobre Caudete en su ya citada obra manuscrita Compendio histórico-geográfico oriolano, escribe lo siguiente: “Esta, pues, sagrada imagen, labrada sin duda o por ángeles o por el evangelista San Lucas (según la tradición) en el siglo primero de la Iglesia, y venerada por los santos Apóstoles, fue traída milagrosamente a esta villa, en la cual, con la fundación del religioso monasterio, recibiría muy notable culto”21.

Para escenificar esta trama, en la comedia se debe crear personajes. Uno, el diácono Cipriano, se toma prestado, por lo que parece, de la Leyenda de Regla (es problemático cuándo y por quién). Y como prueba inequívoca de que se quiere dejar constancia de que

20

Vida del admirable doctor de la Iglesia S. Augustín, fundador de la orden de los ermitaños

que por su nombre se llaman Augustinos. Madrid, 1684, p. 359. 21

Tomo IX, cap. VI, fol. 870.

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la trama no se ajusta al estricto campo de la Historia, sino que se mueve en el del arte de la comedia, se da el nombre de Gerundo al abad de Montecasino que dispone el traslado de la santa Imagen a España (nombre inventado, que, al creerse histórico, ha levantado admiración, pero nunca se ha tratado de corregirlo).

2.1 Benedictinos de San Bartolomé, de Valencia

Merece un apartado especial, en la construcción de la Comedia poética, la alusión a los benedictinos valencianos de San Bartolomé. En los Episodios caudetanos, en la Carta en prosa del Abad a Don Gonzalo (Día primero, tras el verso 76) el Abad menciona la intención de hacer un viaje a las Asturias los monjes de Caudete “juntos con los de San Bartolomé de Valencia”. En el Lucero también hay mención a un viaje conjunto a las Asturias cuando el Abad ordena a sus monjes que partan a las Asturias: “Y en estando todo a punto, / a las Asturias se partan; / que yo y los demás después, / si viéremos que se tardan / los de San Bartolomé, / nos iremos” (I, III). Ni en el Lucero ni en los Episodios se dice que sean benedictinos, aunque ello no deje de suponerse (en el manuscrito de Paracuellos, en los personajes de la Parte I aparece “Fr. Rodulfo, Monge Benito”). Si en el Lucero se dice escuetamente “los de San Bartolomé”, y en los Episodios, obra posterior, “los de San Bartolomé de Valencia”, parece lógico pensar que esta alusión a los monjes valencianos ya estaba en el Comedia poética, pero quizás no estuviera expresado con mucha claridad, por suponerse que el viaje era de los monjes caudetanos a Valencia (como ahora veremos), y en los Episodios, y sobre todo en el Lucero, se deja entender que son los valencianos quienes vendrán a Caudete para emprender juntos el viaje por tierra. Incluso en la Carta del Abad parece detectarse ese viaje a Valencia, pero ello queda envuelto en la nebulosa de la incomprensión. Escribe el Abad en la Carta: “Importa mucho que vos pongáis por obra los deseos que estando en este convento le conocí, para que conozcan también los religiosos el amparo que su devoción promete, con lo cual, juntos con los de San Bartolomé de Valencia, podrán llegar a las Asturias, donde estarán libres de los moros”. Lo que el Abad pediría a Don Gonzalo es su amparo para llegar a Valencia y poder emprender juntos el viaje con los monjes de Valencia el viaje a las Asturias por mar. Pero luego se ve que la protección que se ofrece a los monjes de Caudete es que se queden en el castillo.

Esta alusión a los monjes de San Bartolomé de Valencia está tomada de una mistificación del historiador valenciano Gaspar Escolano: “Los Muçárabes de Valencia, como se dirá más largo en el libro quarto y quinto, habitaron el quartel de la Parrochia de San Bartholomé, y tuvieron por Iglesia (según Mármol, Beuter y otros) la del santo Sepulcro, monasterio entonces de Basilios o Benitos, y agora parrochia de dicho Santo. De los que se huyeron fue un famoso Abad, por nombre Fromestano, con Máximo su sobrino, y otros Monges Benitos Valencianos, que se fueron por el mar a las Asturias”22.

Pero entonces surge un problema para la datación de la Comedia en 1588, o 1586, como dice mosén Antonio Conejero en dos lugares, pues la Década primera de Escolano fue publicada en Valencia en 1610. Bien es verdad que para esta alusión al viaje conjunto a las Asturias tuvo tiempo el doctor Almazán hasta el estreno de la obra en 1618 en el templo parroquial (no en 1617, como se suele decir)23.

22

Década primera de la historia de la Insigne y Coronada Ciudad y Reyno de Valencia .

Gaspar Escolano. Valencia: Pedro Patricio Mey, 1610 (Libro II, cap. XV, núm. 8). 23

A 23 de agosto de 1617 el obispo D. Fray Andrés Balaguer aprobó su representación en la

iglesia parroquial, y como ese mismo día aprobó también la conmutación de fechas para

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Por lo que respecta al personaje de Mireno, no sabemos si ya estaría presente en la Comedia, aunque es de suponer que sí por su presencia en Lucero y Episodios, aunque diferencias notables: en el Lucero es hermano de Don Gonzalo, ejemplo de maldad y enemigo de la Virgen y su Casa, convertido por milagro de la Virgen; en los Episodios es un bandolero que, llegada la hora de la amenaza de las tropas de Tarif, se despierta su espíritu de patriota y muere defendiendo el castillo caudetano.

¿Y el Lego? Este personaje caudetano, que representa el espíritu de Caudete: amor a la Virgen y a la Villa, asimismo presente en Lucero y Episodios, y que ejerce también de gracioso, personaje tan característico de la comedias del Siglo de Oro, es presumible que no faltara en la Comedia del doctor Almazán. En el brevísimo resumen de la Comedia que se hace en el Romance historial, nada se nos dice sobre estos dos personajes. Sobre la Leyenda de la Virgen de Regla hay dos comedias del período áureo, posteriores a la del Dr. Almazán, una de ellas con un lego gracioso (o, mejor dicho, tres legos con el mismo nombre ridículo de Fray Gazapo, uno para cada acto; las gracias de estos tres legos giran principalmente sobre el comer, beber, dormir y no fatigarse; el primero incluso se atreve a apartes graciosos a frases de San Agustín), pero que no tiene semejanza con nuestro Lego (esta es Nuestra Señora de Regla, de Ambrosio de Cuenca24; y la otra es de Antonio Fajardo Acevedo, que fue un tiempo ermitaño en la ermita de San Antonio de Padua en Carcagente; su título es La estrella de Europa y fénix de África, Nuestra Señora de la Regla, manuscrita hasta 1989, segunda parte de otra comedia que no nos ha llegado25).

2.2 Conclusión

Como el carmelita P. Simón Serrano señalaba en 197426, la Leyenda piadosa de Caudete no sufre un examen histórico. La orden benedictina no comienza a establecerse en España hasta comienzos del siglo X, y hasta este tiempo tampoco se usaban las imágenes religiosas en España, y en Montecasino hasta el siglo XV. El P. Simón consultó a don José G. Moya Valgañón, jefe superior del Servicio Nacional de Información Artística, Arqueológica y Etnológica, quien le comunicó por carta: “La antigua imagen de Santa María de Gracia, patrona de Caudete, parece, a juzgar por las fotografías que de ella se conservan, un ejemplar característico de la escultura gótica de la segunda mitad del siglo XIII, o incluso de comienzos del XIV”.

También hay dictámenes de expertos sobre estos dos objetos que aparecieron con las santas imágenes y que aún se conservan: la campana y una tabla donde figura San Martín

celebrar la fiesta de la Virgen desde el 25 de marzo al 5 de agosto, en coincidencia con la fiesta

de la Virgen de las Nieves, la primera representación de los Autos en la iglesia tuvo lugar los

días 5 y 6 de agosto del año 1618, y no, como comúnmente se dice, en 1617, pues en este año

ya se habían celebrado las solemnidades votivas en marzo. 24

Se publicó en Parte veinte y siete de comedias varias nunca impressas compuestas por los

meiores ingenios de España… Madrid: Andrés García de la Iglesia, 1667, pp. 226-256. Edición

modernizada en: Félix del Buey: La Estrella de Europa y Fénix de África. Comedia inédita del

Maestro Antonio Fajardo y Acevedo, Provincia Franciscana, Granada, 1989, pp. 435-512; y con

texto sin modernizar en: Antonio Fajardo y Acevedo: Comedias. Edición de Diego Símini.

Adriatica Editrice, Lecce, 2000, pp. 235-278. 25

Edición modernizada en: Félix del Buey: La Estrella de Europa y Fénix de África.

Comedia inédita del Maestro Antonio Fajardo y Acevedo, Provincia Franciscana, Granada,

1989, pp. 13-119. 26

Simón Serrano: «Origen de las Fiestas de Moros y Cristianos de Caudete», en Congreso

Nacional de Fiestas de Moros y Cristianos (Villena, 1974). Tomo II. Alicante, 1976, pp. 533-

557.

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compartiendo su capa con un pobre. El especialista Dr. Francesc Llop i Bayo fecha la campana hacia 138027. Sobre la tabla de San Martín dicen Francisco Gaspar Marco Sastre y Eva M.ª Gil Guerrero que “el estado de la obra, que presenta un importante deterioro y está repintada, no permite una datación muy precisa aunque, por sus características, se adscribiría al gótico internacional”, es decir, a caballo entre los siglos XIV y XV28.

Para defenderse de los ataques que sufrió la Mayordomía por la venta de la arqueta de reliquias que se creía era la que apareció con las santas Imágenes, publicó en 1913 el folleto Memoria de los hechos relacionados con la venta de una arquilla perteneciente a los bienes de Ntra. Sra. de Gracia de Caudete, en cuyas páginas 8 y 9 se dice que se consultó al experto jesuita P. Fidel Fita, Presidente de la Academia de la Historia, quien dijo que la arqueta pertenecía a la mitad del siglo XV.

La lámina de plomo, con inscripciones en letra gótica donde se creía que estaba expresado el origen de la imagen y la causa de su ocultación, desapareció antes de poder ser descifrada, por el año 1676, según mosén Antonio Conejero (APSC, CAU-49, fol. 95v), o algo más tarde, por 1706, según la Historia de la Virgen de Gracia29.

La cruz de madera no se sabe cuándo desapareció. Mosén Antonio Conejero aún la vio en el Camarín de la Virgen el 11 de noviembre de 176030.

Escribe el P. Simón que las ruinas entre las que se encontraron las santas Imágenes en 1414 corresponderían al convento-cuartel que los frailes de Calatrava edificaron en Caudete cuando Jaime I, a quien habían ayudado en la reconquista de esta zona, les encomendó Villena y pueblos comarcanos. La ocultación de las Imágenes habría tenido lugar cuando la sublevación de los moriscos murcianos en 1262, y en esa revuelta habría sido destruido el convento de los calatravos.

Añadimos de paso que tampoco la imagen de la Virgen de Regla es africana, sino quizás de origen leonés. Fue descubierta, según la tradición, por los años 1329-1330, y su datación más antigua correspondería al paso del siglo XII al XIII.

Como se ve, nuestra Leyenda no tiene encaje en la Historia. Pero para el P. Simón hay un culpable: «Está bien comprobado, como hemos repetido varias veces, que dichas “noticias” las inventó don Antonio Conejero en el año de 1730 y que están en oposición con los hechos de la historia».

Pero ya hemos visto cómo nace la Leyenda. Por sus escritos se ve que mosén Antonio Conejero era un sacerdote escrupuloso que no se inventa nada. Frente a las múltiples

27

Llop i Bayo, F.: Las campanas de Caudete. Estado actual y propuestas de restauración.

Valencia, 1997. Citado por Antonio Marco Albertos, “El museo del santuario de Ntra. Sra. de

Gracia de Caudete”. Revista de Moros y Cristianos. 2004, pp. 127-130. 28

Marco Sastre, F.G. y Gil Guerrero, E. M.ª: “Pintura valenciana desconocida o

desaparecida de la villa real de Caudete en los siglos XV y XVI”. Ars Longa, núm. 19, 2010,

pp. 63-72. 29

“Trasladose la sobredicha lámina para su mayor custodia a la sala capitular de la villa, y

tan celosa determinación fue la causa de haber desaparecido; porque en las guerras que por los

años 1706 ocurrían en estos reinos, padeció saqueo varias veces Caudete, y los émulos (bien

conocidos) de sus glorias allanaron la casa de su Corte, y rasgaron maliciosamente los

documentos originales, los que autenticaban sus privilegios reales y servicios de valor y lealtad

a las Majestades (y que obran en los archivos reales), antigüedades y títulos gloriosos del

milagroso hallazgo de las Santas Imágenes”. Historia verdadera de la Santa y Milagrosa

Imagen de María Santísima de Gracia y de la del Glorioso Obispo y Mártir San Blas (Valencia,

Renovación Tipográfica, 1922), p. 47. 30

Así lo declara en la anotación 171, pág. 190, en el legajo de memorias que publicó Roa y

Erostarbe en el tomo II de la Crónica de la Provincia de Albacete ya citada.

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declaraciones que hace don Antonio sobre el origen casinense de solo la imagen de la Virgen de Gracia, hay algunas con la ambigüedad de si al nombrar el “origen” incluye también la imagen de San Blas. Pero hay un lugar en que sí está expreso ese origen casinense común. Una versión corta de la Leyenda, la comienza así don Antonio Conejero: “En la Villa de Caudete, Reyno de Valencia del Cid, Obispado de Orihuela, y Governación de Xátiva se veneran las Santas Imágines de María Santíssima de Gracia, y del Glorioso Obispo y Mártir de Sebaste San Blas, las quales Imágines fueron traídas del Monte Cassino de Italia, del oratorio y retiro de S. Benedicto Abad por manos de un Diácono por nombre Cebrián, de nación castellano” (fol. 43v de AHMVG-1). Después, hay algunos raros casos, incluidos los Episodios caudetanos, en que se acepta este común uso casinense de ambas santas Imágenes de la Virgen y de San Blas31. A la Leyenda, desde luego, convenía que ambas imágenes hubieran llegado de Italia, ya que así quedaba el campo despejado para la titularidad del Convento a San Martín y no a San Blas (haciendo abstracción en ambos casos de que en Occidente la devoción a San Blas, sobresaliente en la Orden Benedictina, no comienza en Occidente hasta el siglo VIII).

Anotemos que hay que esperar a 1845, cuando se publica la primera edición de la Historia verdadera de la Virgen de Gracia, para que aparezca en la Leyenda la aparición de la Virgen al pastorcillo Juan López cuando este estaba “apacentando sus ovejas en la sierra de la Zafra, dos horas distante de la villa de Caudete”. Este episodio se afianza en la tradición con el largo parlamento de Juan López en los Episodios caudetanos, en el que describe esta aparición.

La Leyenda piadosa no es producto de una mistificación, sino que con el paso de los años se ha creído que la Comedia poética del doctor Almazán narraba la historia verdadera, hasta el punto de custodiarse, junto con los objetos que se hallaron con las santas Imágenes, en el Camarín de la Virgen. Así lo confiesa el mismo don Antonio Conejero: “Después en el año 1759 y parte del 1760, haviéndose perfeccionado el Camarín referido con faxas de oro batido, cristales en sus puertas, varios, y conformes, preciosos relicarios

31

En los Episodios, ante la pregunta de Don Gonzalo al Abad de si se lleva a las Asturias

“las imágenes benditas / de la Virgen y San Blas”, este responde: “Dios aquí las destinara, /

ocúltelas este suelo. / Así, cual no han perecido / de Italia en la inicua guerra, / que las libre

en esta tierra / al cielo yo le he pedido” (I, 503-506). Y al principio del Programa de Fiestas de

1907: “arribaron en el año 607 a las playas de Alicante unos pobres monjes de San Benito,

procedentes de Monte Casino y portadores de una Imagen de Nuestra Señora de Gracia y

otra de San Blas, que libraban con su huida de la invasión longobarda de Italia. Estas

Imágenes que veneró San Benito en su oratorio de Monte Casino, eran conducidas, por el

monje Cipriano, a España al Monasterio de Sahagún en Asturias; mas, por decreto providencial,

en el camino de Caudete y al llegar al partido de los Santos, el mulo que conducía las

Imágenes, se resistió a continuar el camino emprendido, y, puesto en libertad, dirigiose a un

monasterio cercano, llamado también de Sahagún, de la misma orden de San Benito”. También

el joven D. Manuel Martí Herrero, coautor con el canónigo D. Manuel Bañón Muñoz de la

última revisión de los Episodios caudetanos, en su recientemente descubierto librito poético

Nuestra Señora de Gracia, publicado en Villena en 1890, adscribe asimismo a la imagen de San

Blas el origen casinense, cuando en la estrofa XI del Canto I recuerda el Abad Fray Gerundo el

propósito de San Benito de que ambas sagradas Imágenes de María y de San Blas fueran

enviadas a España:

Que la Imagen sagrada de María

con San Blas, según era su propósito,

a los reinos de España partiría

y en Sahagún dejaría

tan preciadas reliquias en depósito.

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con un almario de escultura, y rexas, dentro del qual quedaron custodiados los dos Tabernáculos, de Nuestra Señora uno, y otro de Señor San Blas, Obispo y Mártir; la caxa de reliquias; el retablito de Señor San Martín, obispo, y demás del milagroso hallazgo; con otro libro y testimonio de la Sagrada Tradición verdadera de tan insignes Santas Imágenes, compuesto en dos partes poéticas por el Dr. Don Juan Bautista Almazán, vezino de esta dicha Villa”32. Nótese que aquí está declarando don Antonio que en el libro poético del doctor Almazán se contiene el excelso origen de la imagen de la Virgen de Gracia (y de San Blas), como también hemos visto al inicio en la nota de D. Antonio a la Leyenda municipal.

Así se da la paradoja de que la comedia poética que ha creado la leyenda del origen de la imagen de la Virgen de Gracia se tuvo como el libro que contenía su verdadera historia.

Lástima que esta Comedia poética no nos haya llegado, ni tampoco el libro que mosén Antonio Conejero confiesa que escribió sobre ella33.

3 Otra Leyenda posible

Dentro del mundo de las suposiciones, supongamos que el sacerdote historiador dianense Marco Antonio Palau (1543-1645) hubiera publicado en vida su libro Diana desenterrada34, y supongamos también que lo hubiera terminado y publicado antes de que Juan Bautista Almazán hubiera fraguado su hermosísima y legendaria historia sobre el origen de la imagen de Ntra. Sra. de Gracia. Es muy posible que la historia poética del doctor Almazán hubiera sido distinta, pero igualmente bella. Sobre este autor escribe el también sacerdote dianense don Roque Chabás en su Historia de la ciudad de Denia35: “Hacia últimos de 1615 pasó a Orihuela con el empleo de Pavordre, y llegó a ser Deán, primera dignidad de la catedral, examinador sinodal, visitador general, vicario general sede vacante de su obispado, y también del de Mallorca, subcolector de la cámara apostólica, examinador de aquella Universidad y rector en ella tres veces.”

Se dice que ya escribía este libro por los años 1624, y que, aunque casi lo tenía acabado antes de 1640, no dio la última mano al manuscrito hasta 1643. El original se perdió, y se conservan dos copias del siglo XVIII, no excesivamente cuidadosas.

Este libro del sacerdote Marco Antonio Palau ha permanecido, extrañamente, inédito hasta nuestros días. Ya el trinitario fray José Rodríguez (1630-1703) decía en su Biblioteca valentina36 sobre este libro: “¡y haze admiración que la Ciudad de Denia se detenga en imprimirle, no teniendo otra Historia especial, y de hijo suyo, y cediendo tan

32 Anotación 137 del legajo que publicó Roa y Erostarbe en el tomo II de la Crónica de la

Provincia de Albacete ya citada, págs. 173-174. 33

Dice así en su Libro misceláneo, en una nota a la transcripción de la antigua versión de la

Leyenda piadosa que hemos llamado municipal: “Se hallará más limpia esta tradición en mi

libro de la obra poética de la Virgen”. 34

El título completo de la obra del dianense es este: Diana desenterrada. Antiguas memorias

y breve recopilación de los más notables sucesos de la ciudad de Denia y su famoso templo de

Diana, desde su antiquísima fundación hasta el estado presente. De esta obra manuscrita hizo

una edición facsimilar en 1975 la Diputación Provincial de Alicante, de una copia del siglo

XVIII, procedente de la biblioteca del ilustre villenero José María Soler García, quien en 1975

la donó a Denia. También ha sido publicada por la Biblioteca Valenciana Digital (BIVALDI),

igualmente en forma facsimilar, de la otra copia manuscrita, de 1763. 35

Tomo II. Denia, Imprenta y Librería de Pedro Botella, 1876. 36

Valencia, Joseph Thomás Lucas, 1747, p. 325.

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en su lustre y estimación!” (la Historia de la ciudad de Denia, de Roque Chabás, en dos tomos, aparecerá mucho más tarde, en Denia, en 1874 y 1876).

Veamos lo que nos dice Marco Antonio Palau sobre los monasterios de San Martín y el Servitano con relación a Caudete (Cap. 15, núms. 6 y 7, modernizada la grafía, con consulta de los dos manuscritos editados facsimilarmente):

El padre Maluenda afirma que el convento de San Martín y Servitano todo

fue uno, y que estaba cerca de Játiva, y que en él sucedió el saqueo de Leovigildo. Engaño notable. En efecto (aunque varón tan docto y célebre que fue honra de nuestro Reino por la monstruosidad de sus letras hebreas), dejose llevar del amor de su patria Játiva, sin reparar en la imposibilidad de su opinión, por lo que refiere Gregorio Turonense de que huyendo los monjes de aquel convento de la furia militar de Leovigildo, se escondieron en una isla del mar. Porque diciendo primero este autor que el monasterio estaba entre Sagunto y Cartagena, ¿quién dirá que no estaba en la misma costa del mar? Y diciendo que se escondieron en una isla dél, ¿quién concordará esto con Játiva, tan lejos de la mar?

7 Resuelvo este punto con decir asertivamente que este Convento Servitano (muy diferente del de San Martín) estuvo y se fundó "in agro setabitano", en un gran campo y llanura del término y jurisdicción de Játiva, muy cerca de donde está ahora la villa de Caudete. Y en dicho puesto, donde hay ahora una ermita y capilla, se descubren las ruinas de un grande convento, y están bien patentes los fundamentos de la iglesia, casa y claustro, grande y capaz para el número de religiosos que trajo San Donato. Y en aquella villa y lugares de su comarca se tiene por constante tradición de que aquel convento fue de religiosos de San Agustín, y que su fundador se llamaba Donato, y que hizo allí grandes milagros. Y sucede allí una cosa bien particular y rara: que a tiempos se oye debajo aquellas ruinas tocar una campana, como consta por algunas informaciones jurídicas y auténticas; y yo vi una de muchos testigos jurada, y contestes, en prueba del caso. La cual mandó recibir el Sr. Obispo de Orihuela Don Fray Andrés Balaguer, de buena memoria, y por ocasión de esto los vecinos de Caudete en muchas ocasiones han cavado en diferentes puestos de aquellas ruinas por buscar la campana que se oye tocar, y hasta hoy no se ha descubierto. Querrá Dios salga algún día a luz el tesoro que encubren aquellas ruinas, como lo dice la campana, que quizá debe ser el cuerpo de San Donato, o alguna imagen milagrosa. Y esto baste en cuanto al Convento Servitano.

Y más adelante, en el número 13 del mismo capítulo 15, vuelve a confirmar su

creencia: “Y quede también asentado que el Convento Servitano de San Donato era de religiosos eremitas de San Agustín, y se fundó in agro setabitano, en el territorio de Játiva, cerca de Caudete, que todo aquello era término de Játiva”.

Sobre esas “informaciones jurídicas y auténticas” que ordenó se recibieran el obispo de Orihuela fray Andrés Balaguer, y que Marco Antonio, como deán de Orihuela, habría visto en el archivo del obispado, tenemos también en Caudete testimonio en las dos cuartillas que contienen la Leyenda de los milagros: “En aquella Sta. Casa se oyen tocar campanas de tal suerte que muchos años an cavado baxo tierra muchos hombres por el contorno de la Hermita, y aun dentro de la Hermita, y jamás an hallado nada. An oído estas campanas muchas personas y dio motivo al Ilmo. y Rvdmo. Sr. Fr. D. Andrés

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Balaguer a que hiziese información jurídica por los años 1615 o 1616. Se hallaron muchos testigos averlo oído: mosén Juan Tallada, Cavallero Bayle de la Villa; Ángela Tallada, el capitán Gaspar Vañón, devoto de aquella Casa, que hizo la capilla maior nueva; mosén Gabriel Tallada, mosén Juan Conejero, Pedro Ortín, el Rvdo. P. Benito Gaitán, de la Orden de Sto. Domingo, Mateva García, Angelina Valera, Ginesa Vañón, Madalena Martínez, mosén Jusepe de Güesca y otras infinitas personas que no se nombran por evitar prolixidad, de que ay información en Caudete en casa del escrivano del Sr. Obispo”.37

De este subterráneo sonido de campana también se hace eco el presbítero oriolano Dr. Francisco Martínez Paterna, en su inédita Historia de la Ciudad de Orihuela y de sus pueblos oritanos, escribiendo sobre Caudete: "Tiene una hermita oy llamada de Nuestra Señora de Gracia, cosa de tres tiros de piedra de esta villa, que en tiempo de los godos tuvo por patrona a Ntra. Sra. la Virgen María y a San Blas obispo. Han hallado en nuestro tiempo las imágenes de la Virgen llamada de [Gracia] y de San Blas obispo, las quales tienen en el altar con grande devoción y hace muchos milagros, y entre otros ay un milagro que se oye una campana debajo de tierra muy dura y les pareze que está debajo de ella alguna grande reliquia"38. Del mismo Martínez Paterna trae esta cita José Montesinos Pérez y Martínez de Orumbella en su ya citado Compendio: “Recién hallada María Sma. de Caudete, con el especioso título de Gracia, por muchos años se oyó por los que iban a visitarla, bajo tierra tañerse una campana con una voz muy alegre y sonora, y los que la oían se arrodillaban y atemorizaban, por lo que se movían naturalmente a hacer oración”39.

Al mismo asunto, trae también más adelante el mismo José Montesinos Pérez esta otra cita de un sermón de Ntra. Sra. de Gracia, impreso en 1603, del Dr. D. Francisco Bayboa y Carrasco: “y es de advertir que dicen los de Caudete, y con relación cierta que se lo aseguraron al Ilmo. y Rvmo. Sr. D. Jusepe Estevan, obispo de esta diócesis, que me lo dijo y refirió dos años anteriores cuando vine por predicador de la Cuaresma a esta iglesia parroquial, y a otros particulares sermones que tengo predicados en esta misma Casa, que muchas veces, así de día como de noche, los hermitaños que están en ella y los que vienen a visitar y rezar a esta santa y divina imagen oyen bajo de tierra de dentro de la Iglesia tañer una campana con una voz muy sonante y sentida, y los que la oyen se espantan y atemorizan, y se arrodillan delante de la Virgen a hacer oración con mucha devoción”40.

Con los referidos supuestos, muy probablemente la Leyenda caudetana hubiera sido

distinta, pues don Juan Bautista Almazán habría encontrado ya construidos unos cimientos, con apariencia de históricos, sobre los que levantar el edificio de su comedia poética.

Con la Leyenda posible, la imagen de la Virgen no se hubiera relacionado con San Benito, sino con San Donato, que en tiempo de los godos vino huyendo de África, como dice San Ildefonso, con setenta monjes y numerosos libros, y fundó un monasterio

37

APSC, CAU-49, fol. 97v. 38

En Juan Bautista Vilar: Historia de la Ciudad y Obispado de Orihuela. III. Murcia.

Patronato A. García Rogel, 1977, pág. 872; cita tomada de Francisco J. Doménech Mira,

“Aproximación a la historia de la ‘M. I. Mayordomía y Cofradía de Ntra. Sra. de Gracia’ de la

Villa de Caudete. Siglo XVII (2)”, Revista de Moros y Cristianos, 1998, s.p. 39

Tomo IX, cap. VI, fol. 840. 40

Tomo IX, cap. VI, fol. 853.

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llamado Servitano, que generalmente los historiadores situaban en Játiva o en su campo (concretamente en Caudete, según Marco Antonio Palau).

De San Donato sabemos lo poco que nos dice San Ildefonso en el capítulo 4 de su libro De viris illustribus (continuación del de San Isidoro), que, en traducción de Marco Antonio Palau (núm. 4 del ya citado cap. 15 de su Diana desenterrada), es lo siguiente:

San Ildefonso (Lib. de viris illustrib.) dice que un insigne varón llamado Donato, que se entendía haberse criado a los pechos de un ermitaño en África, temeroso del bárbaro rigor con que acababan con todo aquellas bárbaras naciones, y con recelo de la ruina fatal de aquellos monjes de África, se metió en un navío con casi 70 compañeros de su regla y con una copiosísima librería, y dio con todo en España, donde, amparado y favorecido de una ilustre y religiosa señora llamada Minchea [Minicea], se cuenta haber fundado el Monasterio Servitano. Este Donato fue el que trujo a España e introdujo en ella el uso y regla de la observancia monástica, floreciendo, en vida y muerte, en milagros y santidad, por lo cual su santo sepulcro es muy venerado por los de aquella región". Hasta aquí son palabras de San Ildefonso. No nos dice este santo en qué año fue la venida de San Donato, ni de qué orden fuese, ni dónde se fundó el Convento Servitano. En cuanto a lo primero, dice Mariana que fue en el año 573, que sería reinando ya Leovigildo. Vaseo dice que fue en el año 569, reinando Loiva [Liuva]. Ambrosio de Morales pone la venida de San Donato en el año 567, que reinaba Atanagildo. Marco Antonio, que no cree que ambos monasterios fueran el mismo, pone solo el

Servitano en Caudete. La Leyenda caudetana, por el contrario, sitúa sólo el de San Martín en esta villa, bajo la regla benedictina, en contra de la opinión entonces más extendida entre los autores (incluido Marco Antonio Palau), que creían que seguía la de San Agustín, traída de África por San Donato.

No faltaban quienes, sosteniendo que ambos monasterios eran el mismo, creían que era San Donato el anciano abad del convento de San Martín en el que ocurrió el milagro de la muerte repentina del soldado que quiso matarlo, como cuenta San Gregorio de Tours en su libro De gloria confessorum, cap. XII.

Aunque este milagro se relata en la Historia de la Virgen de Gracia, lo vamos a traer aquí tomado de diverso lugar, porque queremos presentarlo juntamente con otro (el del falso ciego), con el que de alguna manera se relaciona. Así los trae el agustino fray Sebastián Portillo y Aguilar, en traducción no siempre literal, en su Chrónica espiritual augustiniana, obra escrita en 165141. Como no podemos por menos de esperar de un autor agustino, hay identificación entre el anciano Abad del monasterio de San Martín y San Donato, confesando que en esto sigue a los dominicos fray Tomás Maluenda y fray Francisco Diago, que creen que las denominaciones de Servitano y de San Martín se refieren a un mismo monasterio, y, con fray Tomás Maluenda, también lo sitúa junto a Játiva (fray Francisco Diago, cerca de Jávea). Dice así el agustino, en la narración de la vida de San Donato, cuyo día se celebra el primero de noviembre:

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Tomo IV, publicado en 1732 en Madrid, Impr. del V.P. fray Alonso de Orozco, pp. 161-

162.

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Pero San Gregorio Turonense, en su libro De la gloria de los Confesores, hablando del Monasterio de San Martín, que es el mismo que el Servitano, dice lo siguiente: Andando muy encendida la guerra entre los reyes Leovigildo y su hijo Hermenegildo (que después fue glorioso mártir de España), llegó la gente de guerra del ejército de Leovigildo al Monasterio de San Martín, entre Sagunto y Cartagena, y como los soldados eran herejes arrianos, determinaron de saquearle. Los religiosos, huyendo de su furor, desampararon el Convento, dejando solo en él al Abad, que estaba en edad decrépita, y no se podía mover de un lugar. Entraron los godos arrianos, y robaron todo cuanto pudieron descubrir. Encontrando con el santo abad Donato, que por sus muchos años estaba encorvado en el cuerpo, y por su mucha santidad levantado en el alma, uno de los soldados, más atrevido que los otros, metió mano a la espada para matarle; pero nuestro Señor se sirvió de castigarle al instante su atrevimiento, porque sin tocar al Santo, repentinamente cayó muerto en el suelo. Viendo los compañeros el suceso, con gran espanto y miedo huyeron luego del Monasterio. Vino a noticia del Rey Leovigildo este suceso, y no obstante que era hereje arriano, mandó restituir todo cuanto habían tomado al Monasterio.

7 Con este célebre milagro que obró el Señor a favor de S. Donato, y por otros que sucedieron por aquel tiempo, comenzó el ánimo de el Rey a vacilar, dudando mucho de la verdad de la secta arriana en que había estado; y, así, preguntó a cierto obispo arriano, que por qué causa los arrianos no ilustraban su secta con milagros, ni los hacían tales y tan grandes como aquel santo Abad y otros católicos. A esta pregunta respondió el obispo arriano: Oh Rey, si es lícito decir verdad, y blasonar a la manera de los enemigos de nuestra secta, digo que a muchos que eran sordos, hice que oyesen, y aun abrí los ojos a los ciegos, para que pudiesen ver. Pero las cosas que hasta aquí, por huir de ostentación, se han hecho sin testigos, quiero hacerlas públicamente, y probar con las obras la verdad de lo que digo. No paró en palabras, sino que se vino a la prueba.

8 Pasaba el Rey poco después por una calle donde cierto arriano, que a persuasión del obispo fingió estar ciego, pedía a grandes voces al obispo, que por él le fuese restituida la vista. Representaba el miserable la comedia delante del mismo que la había inventado. Tendía las manos, hincaba las rodillas, y hacía otros ademanes en que mostraba con humildad tener firme esperanza de recibir la vista por los merecimientos y santidad del obispo arriano. Estaban todos suspensos y esperaban ver alguna maravilla; y fue así, pero al revés de lo que entendían, porque el engañador malvado, luego que el obispo le tocó los ojos con sus manos, quedó de todo punto ciego, y sin la vista que antes tenía. Confesó el miserable su daño, y vencido del dolor de haber perdido la vista, que pudo más que la vergüenza, confesó luego la verdad, y descubrió toda la trama y engaño; con que el ánimo del Rey comenzó a inclinarse a la Fe Católica, y a desechar la arriana. Nuestra Leyenda podría haber identificado ambos monasterios en uno, como hacía

el dominico fray Tomás Maluenda (y esto sin despojar a Játiva de esta gloria, ya que Caudete estaría comprendida, como dice Marco Antonio Palau, “in agro setabitano”, es decir, “en el territorio de Játiva”, lo que también admite Maluenda: “Setabi, vel in agro setabitano”, ‘en Játiva o en el campo setabense’). Con esta identificación, Caudete habría podido gloriarse de poseer en su suelo, identificados en uno, los dos famosos

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monasterios. Lo del nombre de “partida de los Santos” podría haber seguido igual, y no habría habido necesidad del algo desajustado juego de palabras Sahagún/Sagunt(o) y sahaguntino/saguntino (pues el convento no habría sido benito). En vez de Campo Saguntino se podría haber usado Campo Bigerrense (después veremos por qué).

De hecho, no faltaron quienes aseguraron que el monasterio Caudete era el Servitano y seguía la Regla de San Agustín. En su ya citada obra, José Montesinos Pérez y Martínez de Orumbella, que cree que fue de monjes basilios, tiene como basada en falsos fundamentos (incluido un falso cronicón) esa opinión: “En fin, separando lo cierto de lo incierto, debemos suponer como cosa segura que el antiguo monasterio gótico que hubo en Caudete no fue de canónigos regulares de San Agustín. El primer fundamento de esta novedad fue que don Cristóbal Morón así lo afirmó en sus Manuscritos, Cap. 13, folio 112. El segundo fundamento fue que el antiguo monasterio gótico de Caudete fue el Servitano. Pruébase esto primeramente porque San Gregorio Turonense dijo: Que el monasterio Servitano estuvo situado entre Almansa, Sagunto y Cartago Espartaria, esto es Cartagena, en cuyo entremedio está Caudete. Pruébase segundariamente porque este nombre Securitano, que lo era también del Servitano, dice similitud con Almansa; de donde se infiere que como San Donato, según Marco Máximo, obispo de Zaragoza, fundó el monasterio Servitano en el campo Securitano, le fundó aquí en Caudete. Estos fundamentos pudieron inclinar a hombres graves a decir que el antiguo monasterio de Caudete fue de Canónigos Regulares de San Agustín”42.

La venida podría haber sido semejante a lo que escribe Fr. Diego de Santa Teresa

sobre la imagen de Ntra. Sra. del Niño Perdido, de Caudiel43:

Un Religioso nuestro, singular devoto de MARÍA y felizmente ocupado en sus Historias, nos dexó ciertos manuescritos de esta Santa Imagen, y la da un alto origen y antigüedad venerable. Dize que, quando San Donato con sus 70 Monges vino a España y le hospedó con tanta caridad Mincea, entonces traxo consigo este bello Simulacro, por que en tantas aflicciones como entre tan cruel persecución la cercavan, tuviesse con su ayuda respiración y consuelo. Añade que esta Santa Imagen se la entregó nuestro gran Padre San Agustín quando se salía de África, por no ver con sus ojos la total desolación de los Christianos, aviendo sido primero el centro de sus delicias y a quien en su oración comunicava nuestro Patriarca Fénix los encendidos deseos de su alma.

Prosigue que, aviendo fundado en Xátiva, la colocó con suma veneración en su Iglesia, donde perseveró visitada de los Fieles hasta la pérdida de España. En esta ocasión, por que no quedasse expuesta al ultrage de los Moros, la trasladaron los Monges a la Ciudad de Valencia, y depositaron en la que oy es Parroquia de San Bartholomé, donde, pagando su tributo, se conservaron siempre los Cathólicos. De aquí la conduxeron a un Hospital, y, aviéndose hospedado en él nuestros Descalzos, se la llevaron consigo (obtenida la permisssión de Urbano Octavo) quando se passaron a habitar en su Convento.

Confiesso que desearía esta relación más bien zanjada, para no excluirla de la Historia; pero embuelve tantas dificultades, que forman un nudo indissoluble.

42

Tomo IX, cap. VI, fol. 868. 43

Historia de la prodigiosíssima imagen de Nuestra Señora del Niño Perdido, venerada en

el religiosíssimo Colegio de Jesús de Nazareno de Agustinos Descalzos, en la Villa de Caudiel,

del Reyno de Valencia. Valencia, Joseph Th. Lucas, 1765, pp. 24 y 25.

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Naturalmente, la imagen no habría sido llevada a Valencia, sino que habría

permanecido siempre en Játiva, es decir, en Caudete, campo de Játiva, donde habría sido enterrada al tiempo de la venida de los moros. Y no habría interferencia con la Virgen del Niño Perdido de Caudiel, pues esta tiene también otra atribución poderosa y más cónsona con la historia, y es que provenía del Hospital fundado por San Vicente Ferrer, de la cual era muy devoto el santo predicador, de modo que, por ejemplo, en el ya citado Catálogo del Marqués de Villatorcas solo se relaciona la Virgen del Niño Perdido de Caudiel con San Vicente Ferrer.

También se relacionaba con San Agustín la Virgen traída por San Donato, a quien historiadores agustinos hacían vestir su propio hábito. Según esta posible Leyenda, el origen de nuestra venerada imagen, en vez de remontarse al oratorio de San Benito, habría podido descender del oratorio de San Agustín.

Y ya que estamos considerando una Leyenda que pudo ser y no fue, veamos también otro timbre de gloria que pudo haberse añadido al escenario de la aparición de la sagrada imagen de nuestra Patrona, que, por otra parte, parece como si, en cierta manera, estuviera levísimamente insinuado en la Leyenda, pero cuando ésta ya estaba configurada y recibida como invariable, sin que nadie se atreviera a introducir expresamente algo no relatado en ella. Nos referimos a la ubicación de la antigua y famosa ciudad prerromana de Bigerra, que podría haberse situado en Bogarra, y por ella haberse llamado en esta posible Leyenda Campo Bigerrense al Campo Saguntino de la Leyenda relacionada con San Benito.

3.1 La ciudad prerromana de Bigerra La Segunda Guerra Púnica, entre el 218 a. C. y el 201 a. C., comienza con la

declaración de guerra de Roma a Cartago tras la destrucción de Sagunto por los cartagineses, y termina con la capitulación de estos. El historiador romano Tito Livio escribe la historia de esta guerra, anotando los movimientos y acciones del ejército romano con noticias de los lugares principales del escenario bélico. Lo que ocurre es que, a pesar de todo, y aun valiéndose de otros geógrafos, los historiadores han tenido dificultades para ubicar con exactitud multitud de lugares, por haber desaparecido muchas ciudades citadas, y otras haber cambiado nombre. Relata Tito Livio que el año 536 de la fundación de Roma, cuando cae Sagunto, el general cartaginés Asdrúbal sitió a Iliturgi, pero fue socorrida por Gneo Escipión. Ante esto, los cartagineses levantaron el sitio de aquí y asediaron a Bigerra, de donde Escipión les hizo retirarse, y fue en su seguimiento. Esta antigua ciudad de Bigerra atrajo la atención de los historiadores, y fueron múltiples los lugares a los que asignaron su emplazamiento, entre ellos también la Bogarra, o Bugarra, de Caudete (a veces, de un modo genérico, en el paraje de Villena, o incluso cerca de Sétabis, lugares donde bien puede incluirse Bogarra). Es verdad que el señalamiento de esta ubicación se afianza después de establecida la Leyenda de Caudete, que queda invariable sin que esta atribución pudiera ser aprovechada pro domo.

Y aunque el pueblo albaceteño de Bogarra se haya ganado la palma, nuestro antiguo Bogarra (también citado como Bugarra) ha tenido bastantes partidarios.

Uno de los lugares que muchos autores han identificado con la antigua Bigerra, o Vigerra, ha sido Villena, desde que en Synonymia geographica (1578) Ortelius, entre varios pareceres de diversos autores, da también el de Clusius, partidario de Villena, al que seguirán muchos, de modo que en Villena se ha adoptado el término vigerrense como patronímico culto por villenero.

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Veamos algunos ejemplos de identificaciones: — “Bigerra, Hispaniæ civitas in Valentiæ regno, Ptolemæeo, cui vicina est Setabis urbs, lino tenuissimo nobilitata, unde sudaria Setaba a Catullo commemorata, hodie Béjar, aliis Villena” (Dictionarium historicum, geographicum, poeticum, de Charles Estienne, s.l., Apud Jacobum Crispinum, 1633), donde se dice que Bigerra estaba cercana a Játiva, que fue famosa por sus finos lienzos de lino (y que para algunos era Villena; lo de Béjar es dislate). — “Bigerra .... Hispaniæ civitas est, Sætabis contermina” (en el Dictionarium calepino aumentado por Passerat (1681). Es decir, que Bigerra limitaba con Sétabis (Játiva). — “y a otros les parece que es aora Villena en la Raya de Valencia, por algunas antiguas inscripciones; yo bien creo que era por aquel parage” (Juan de Ferreras, Synopsis histórica chronológica de España. Parte I. Madrid, por Francisco de Villa-Diego, 1700, p. 93). — Para el jesuita Juan Francisco de Masdeu en el tomo IV de su Historia crítica de España y de la cultura española en todo género (Madrid, De Sancha, 1787) estaba en el paraje de Villena: “Socorrida la plaza levantaron los Cartagineses el sitio, temiendo consumir inútilmente el tiempo delante de Iliturgi, y determinaron ponerlo a Bigerra situada en el parage donde está fundada la ciudad de Villena” (p. 38). — También se inclina por nuestra Bogarra Juan López en su Disertación o memoria geográfico-histórica sobre la Bastitania y Contestania (Madrid, Imprenta de la viuda de Ibarra, 1795), donde en las páginas 5-6 dice: “Flórez y Masdeu siguen el parecer común de los que colocan a nuestra Bigerra en Villena; yo mismo adopté por algún tiempo este dictamen; pero después de nuevas observaciones, di por succesor de Bigerra el pueblo Bugarra unido al de Caudete, que dista dos leguas de Villena y quatro de Almansa.” — En el tomo VI del Memorial literario, instructivo y curioso de la Corte de Madrid... (Madrid, Imprenta Real, 1794, p. 132) se dice: “Ciudad de Bigerra Bastitana, hoy Bugarra y Caudete”. — El canónigo de la Iglesia de Cartagena don Juan Lozano, en su obra Bastitania y Contestania del reyno de Murcia, con los vestigios de sus ciudades subterráneas (Murcia, Manuel Muñiz, 1794) dedica el §. I de la Disertación III a Bugarra: “Ciudad de Bigerra Bastitana, hoy Bugarra, y Caudete”, donde tiene frases tan positivas como estas: “es forzoso dar por sucesor de Bigerra el Pueblo Bugarra, unido al de Caudete en el día”, y “De todo se debe concluir, que Bugarra es la antigua Bigerra, y también Caudete por su proximidad, o por la extensión de aquella”. Citan a Lozano don Joaquín Roa y Erostarbe en el tomo II de su Crónica de la Provincia de Albacete (Albacete, 1894, p. 164) y don Jesús Sánchez Díaz en la p. 46 de su Historia de Caudete y su Virgen de Gracia. También repite esta misma identificación Juan Lozano en Historia antigua y moderna de Jumilla (Murcia, Manuel Muñiz, 1800, p. 75). — José Ortiz y Sanz, en el tomo I de su Compendio cronológico de la historia de España, desde los tiempos más remotos, hasta nuestros días (Madrid, Imprenta Real, 1795) también se inclina por Bogarra: “Bigerra suele reducirse a Billena, o más probablemente, a Bugarra cerca de Billena misma” (p. 81, nota 47). — En el tomo I de su Compendio de la historia de España (París, en la Librería Europea de Baudry, 1838), también Ascagorta se decanta por el paraje de Villena: “Este imprevisto rasgo de osadía frustró las esperanzas de los Cartagineses; levantaron el sitio, marcharon contra Bigerra, situada, según parece, en el parage en que hoy se ve la ciudad de Villena” (p. 21). — En la Crónica de la provincia de Albacete, de Narciso Blanch e Illa (Madrid, Ronchi y Compañía, 1868), después de una confusión de nuestra Bogarra con la actual población

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albaceteña de Bogarra, dice de la nuestra: “Esta villa se denominó antiguamente Bigerra bastitana. Se cree con fundamento que estaba unida con la villa de Caudete, a juzgar por la multitud de cimientos y argamasas, hormigones y gruesas paredes que se han descubierto desde una población a otra, formando en su consecuencia una gran ciudad”, dice con palabras similares a las de Juan Lozano (p. 11). — También la misma identificación con Bugarra y Caudete en Crónica y Guía de las Provincias Murcianas, de Ángel Oliver (Madrid, Espasa Calpe, S.A., 1975, pp. 361 y 441), y en la p. 29 de Geografía histórica del territorio de la actual provincia de Murcia desde la reconquista por D. Jaime I de Aragón hasta la época presente, de Abelardo Merino Álvarez (Murcia, Academia Alfonso X el Sabio, 1978, 2.ª ed.).

Ciertamente no eran precisas tantas citas, pero son una muestra representativa para que se vea lo que la Leyenda habría ganado con la adscripción de la Bigerra bastitana a nuestro Bogarra, en vez de haber querido ennoblecer a Caudete con una batalla imprecisa, que a veces se atribuye a Leovigildo, sin más. En la versión de don Antonio para el P. Villafañe, este hace una salvedad al nombrarse esta batalla, sin aventurarse a decir nada sobre ella, muy posiblemente porque ve que San Gregorio no refiere ninguna batalla junto al monasterio de San Martín, sino sólo el saqueo del monasterio por el ejército de Leovigildo, que iría de paso hacia el sur, a enfrentarse con las fuerzas de su hijo Hermenegildo: “Y San Gregorio Turonense llama este Monasterio de San Martín, y que estaba colocado inter Sagunthum & Carthaginem Spartariam, donde refiere cierta batalla que allí dio el Rey Godo Leovigildo, que por no ser de mi intento, de propósito omito”.

Siguiendo al Biclarense, narra el dominico fray Francisco Diago en su obra Anales del Reyno de Valencia (tomo I, Valencia, Pedro Patricio Mey, 1613) que San Hermenegildo fue enviado preso a Valencia: “Y el año siguiente restauró y levantó los muros de la antigua y assolada ciudad de Itálica, a quatro passos de Sevilla, para assombrarla más. Saliose della entonces Hermenegildo; y hallándolo su padre de allí a poco tiempo en Córdova, le prendió, y privado del Reyno, lo embió desterrado a esta ciudad de Valencia, según el Abad de Valclara” (Libr. V, cap. 8, fol. 203r). A raíz de la misma cita del Biclarense, dice el P. Flórez en su España Sagrada: “Es muy creíble que [Mutto, obispo de la sede setabense] tratase y alentase al santo rey Hermenegildo, por decir el Biclarense que desde Córdoba le envió su padre desterrado a Valencia; y debiendo pasar por Sétabi, según el itinerario citado de Estrabón, es muy natural que el obispo de esta ciudad le tratase y confortase.” (Tratado XXI, cap. III, núm. 28). Y hay historiadores, entre ellos incluso valencianos, que, citando la Historia de Sevilla de Alonso Morgado, dicen que los valencianos alzaron por rey a Hermenegildo. Uno de estos historiadores valencianos es fray Francisco Diago, que titula así el capítulo 9 del libro V de su ya citada obra Anales del Reyno de Valencia (tomo I, fol. 203v.): “Que viniendo el Rey Leuvigildo contra el Príncipe san Hermenegildo, su hijo, porque los Valencianos le avían alçado por su Rey, saquearon los de su exército, en este Reyno, el Monesterio de san Martín, donde sucedieron dos grandes milagros; y que este Monesterio y el Servitano no fueron differentes, sino uno mismo. Y explícase dónde tuvo su assiento”. En efecto, dice Morgado en la citada obra (Sevilla, A. Pescioni y J. de León, 1587, fol. 16r-v.): “Leuvegildo quitó al Príncipe su hijo el Titulo de Rey, y lo embió desterrado a Valencia, adonde se tiene por tradición verda-dera, que los más de aquella ciudad le dieron libertad, y lo alçaron por su Rey”. Pero lo cierto es que tampoco en este supuesto hay rastro de batalla alguna en la vega caudetana, ni se puede justificar la denominación de Campo Saguntino.

En la versión de la Leyenda para los Predicadores, don Antonio Conejero, aun sin especificar los enemigos de Leovigildo, trata de justificar el nombre de Campo Saguntino:

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“(llamado Saguntino porque igualmente divide la distancia que ay desde Sagunto o Mulviedro, a Cartagena de España y en él partió la tierra el Rey Leovigildo con sus enemigos y les dio vatalla)”.

Y en otra versión, de un modo que no se compadece con la historia, y apoyándose en San Gregorio Turonense, dice don Antonio que Leovigildo dio la batalla contra “los Carthagineses del África“, y, en justificación de la denominación de Saguntino, añade lo siguiente: “Y teniendo Leovigildo a Mulviedro y en ella su mayor fuerza y prevención contra sus enemigos los Africanos, partió con ellos el camino para la vatalla, y admitida dieron en dicho campo de Caudete, según mencionó el Turonense, de donde a dicho campo le queda el renombre de Saguntino hasta nuestros tiempos” (APSC, CAU-49, 89r).

Según la Historia de la Virgen de Gracia, de un modo más verosímil aunque sin fundamento, en la batalla ya no interviene Leovigildo, sino que es entre saguntinos y cartagineses: “A este Campo glorioso llamado también de Sahagún o Saguntino por las batallas que en él tuvieron los saguntinos y cartagineses, esto es, los cartagineses de África y los cartagineses de España, que se convinieron en señalar para la lid el punto medio entre Sagunto, ahora Murviedro, y Cartago de España, ahora Cartagena, que es puntualmente la villa de Caudete” (pp. 17-18).

Y en el núm. 65 del manuscrito de mosén Antonio publicado por Roa y Erostarbe, ya se dice claramente que la batalla la dieron “los Romanos a los Cartaginenses” (donde ya está obviada la expresión de San Gregorio Turonense “inter Sagunthum et Carthaginem Spartariam”).

Echados los cartagineses de Bigerra, se asentaron en la celtivérica Munda (Montiel), de donde, vencidos por los Escipiones, se retiraron a Auringi (Jaén); aquí los vencieron de nuevo los Escipiones, y las tropas romanas se retiraron a Sagunto y a Túrbula (Teruel).

4 Consideración final

Con esta posible Leyenda, en vez de monjes benedictinos, habríamos tenido un monasterio de monjes agustinos, y en vez de provenir del convento italiano de Montecasino, la imagen de la Virgen de Gracia, nuestra Morenica, nos habría llegado de África, traída por San Donato, bastantes años antes del 607, en que la trajo a Caudete el monje diácono Ciprián. Se habría podido sostener que nuestro monasterio no sólo era el de San Martín, en que sucedió el milagro relatado por San Gregorio Turonense, sino también, y a la vez, el Servitano (sin tener que disputarle a Játiva esta doble gloria que le atribuye el dominico setabense fray Tomás Maluenda, pues Caudete se encuadraría “in agro setabitano”). Y en vez de tratar de establecer en Caudete un problemático “Campo Saguntino” (con un ingenioso aunque no completamente conseguido juego de palabras Sagunt/Sahagún y saguntino/sahaguntino), algunos apoyos había para establecer en la Bogarra de Caudete la antigua ciudad prerromana de Bigerra, también relacionada con las guerras púnicas, entre romanos y cartagineses (aunque si el lugar del aparecimiento de la imagen se quería ilustrar con un acontecimiento bélico, se hubiera podido hacer igualmente, pero con otro nombre, por ejemplo Campo Bigerrense, pudiendo también mantenerse la denominación de Partida de los Santos).

Con esta Leyenda agustina que pudo ser y no fue, comprendemos mejor cómo se originó la Leyenda benedictina que tenemos, que, como hemos visto, también tiene algún toque de la Leyenda agustina de la Virgen de Regla.

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También pudo ser que con esta posible Leyenda, en vez de confiar la población de Caudete en 1578 el santuario de la Virgen de Gracia a los carmelitas para que cuidaran de su culto, se lo hubiera ofrecido a los agustinos, como había hecho el Ayuntamiento de Villena con el de la Virgen de las Virtudes en 152644. Así, ambos santuarios habrían estado al cuidado de la Orden Agustina. No obstante, no dejó de tener Caudete alguna relación con los agustinos, pues, en 1909, su Provincia del Santísimo Nombre de Jesús de Filipinas compró el Palacio Episcopal (construido en 1770 por el obispo de Orihuela D. Juan Elías Gómez de Terán como retiro veraniego de los obispos de Orihuela) para destinarlo a residencia de los misioneros agustinos que regresaban ancianos y enfermos de Filipinas y de China. Y residieron en Caudete hasta 1936, en que la Comunidad fue martirizada.

Pero con una u otra Leyenda, lo más importante para Caudete es la predilección que por este pueblo tuvo la Virgen de Gracia cuando se apareció a Juan López y se nos ofreció por Patrona.

5 APÉNDICE Ponemos este apéndice para conectar también esta conferencia inaugural con el tema

de estas 8as Jornadas de Teatro de Frontera, dedicadas a nuestro entrañable personaje Fray Clemente, también llamado en las didascalias Lego (y Hermano en los manuscritos

de los Episodios), popularmente el Chuano, que aparece en el Lucero y en los Episodios, bien que con marcadas diferencias. Aunque no sea nada más que por la mayor extensión

de la primera parte del Lucero y el primer acto de los Episodios, en aquel tiene un campo mayor de actuación, y, por tanto, de pluralidad de matices y de ahondamiento en su caracterización: su papel de gracioso tiene más ocasiones y más variadas de lucimiento, e igualmente sus intervenciones serias son más numerosas, y, de una manera especial, resalta su carácter respondón e irreverente, que, a pesar de ser mucho menos marcado en

los Episodios, incluso se ve suavizado en la revisión que, según se dice, D. Manuel Martí Herrero y D. Manuel Bañón Muñoz operaron para la primera edición que se hace de esta obra en 1905, para darle un toque de dramatismo. El cambio fundamental de los dos Manueles consiste en este retoque de la personalidad del Lego de la tranca.

Pero lo que aquí nos interesa destacar ahora es su espíritu guerrero y combativo contra

el moro. En ambas obras se muestra insolente, deslenguado y faltón. Pero en el Lucero no solo blande el palo o espárrago, sino que incluso llega a formar una compañía con los frailes del convento, para asombro del Abad Fray Leopoldo:

Fray Leopoldo: ¡Deo gracias!

Fray Clemente, ¿qué es aquesto?

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Véase Máximo García Luján: Historia del Santuario de Nuestra Señora María de las

Virtudes. Villena, 1988, cap. VI y p. 61; para los carmelitas de Caudete, P. Rafael María López-

Melús: Cuarto centenario del Carmelo caudetano 1578-1978. Caudete, 1978.

* * *

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¿Qué invención es la que saca? Clemente: No son invenciones éstas. Una compañía es, guapa, que he juntado brevemente entre los monjes de casa. El capitán es vuecencia; el Padre, cabo de escuadra; fray Federique, sargento; yo, alférez; mi camarada es el paje de rodela; tambor, el Padre Guevara; pífano, fray Angelino; furriel, fray Pablo Tamaca; fray Lupercio, pagador; aposentador, fray Lara; y los demás, como son fray Clímaco, fray Andrada, fray Estéfano, fray Jorge, fray Pedro, fray Salamanca, como más prácticos, vienen los seis en la retaguardia. Fray Luquecio, fray Clemente, fray Cristóbal, fray Carranza, fray Sancho, fray Berenguer, fray Crisóstomo, fray Lana, con fray Marcos y fray Lucas, van siguiendo la vanguardia. Los novicios, los coristas, donados y gente que anda entre platos y escudillas, tienen cuenta con las cargas. Esta compañía he hecho por verle que se acobarda de cuatro moros descalzos. Ea, mi Padre, ¿qué aguarda? Déjese de cobardías; venga a ceñirse la espada, y no tema, que aquí estoy. Y porque la gente marcha sin orden, no me detengo. (Parte I, jornada II)

No sabemos ni siquiera si aparecía el emblemático personaje del Lego en la Comedia del doctor Almazán. Es pensable que sí, lo mismo que el de Mireno. Por tanto, menos podemos saber si también se lanzaba a formar una compañía de frailes, cosa que tan extraña nos puede resultar. Parece ser una extremosa salida, producto de una arrebato

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bélico del colérico Lego. Pero queremos hacer constar aquí lo que nos cuenta fray Diego

de Carmona Bohórquez, fraile agustino del siglo XVII, en su inédita Historia sacra del

insigne origen y raro aparecimiento de la antiquísima imagen de Nuestra Señora de Regla y sus admirables y maravillosas obras, de 1639, sobre lo que ocurría en el convento de la Virgen de Regla, en Chipiona (Cádiz), ya antes de que el doctor Almazán escribiera su obra. Lo mismo que hemos supuesto que el doctor Almazán pudo tener un conocimiento más o menos directo de la Leyenda de la Virgen de Regla, pudo haber tenido también noticias de las actuaciones defensivas de dichos frailes en caso de necesidad, ante los ataques de corsarios al convento, fundado en 1399 en una fortaleza a pie de playa, cerca del lugar del aparecimiento de esa venerada Imagen, y haber apuntado esta actuación del Lego, que el

Lucero habría desarrollado. Vamos a ver un suceso que nos cuenta el agustino en el capítulo tercero del libro

cuarto, capítulo que titula así: “De lo municionado de prevenciones de armas defensivas de tal Monasterio; lo que pasaba antiguamente y pasa hoy día con los moros en aquellos mares y playas, de lo cual se cuentan algunos succesos” (folios 213v-220r). Encadenaremos varios fragmentos. Dice fray Diego que la prevención de armas

nunca ha faltado hasta nuestros tiempos en tan santa Casa, y aunque hoy día no es tanta copia de armas como solía en los años pasados, conocí yo más artillería, pues había seis piezas en la torre, y hoy hay dos menores; quitáronse aquellas por ser gruesas y abrirse la torre al dispararlas, y quedaron estas, que le perjudican poco. Con todo eso, al presente se halla municionado tal castillo de algunas armas, como son picas, mosquetes, arcabuces, pólvora, balas y cuerda. Ha sido siempre su armería el camerín o retrete que ya dijimos está dentro de la celda prioral, menos las picas, que están en la sala principal del mayor dormitorio, puestas en sus estantes en la pared, para que allí las hallen a mano los religiosos en habiendo la ocasión. (…)

Y cierto que es no de pequeña importancia el que sepan los enemigos que hay allí esta defensa, para que los que no respetaren aquel lugar por lo que se le debe a la sacra Imagen, lo respeten por las armas que allí se manejan; y, así, suelen los religiosos, tomando cada cual su arcabuz, mosquete o pica, cerrar las puertas y ponerse en la torre o la muralla, que así parecen las almenadas paredes de los terrados de la parte de la mar y aun de la tierra, y desde allí disparan de manera a todo bajel de sospecha que le detienen a balazos, no consintiendo que llegue a la orilla, teniendo las noches, a tiempos que hay nueva de que andan por allí moros cosarios, su vela de centinela, que son tres frailes o seglares, que hacen sus postas por cuartos, tocando su campana, correspondiente a la del castillo de Chipiona, en que también se vela todo el verano, viniendo allí los atajadores y rondas de a caballo que corren entonces las playas, a dar aviso de lo que pasa en ellas.

Con esto al espíritu religioso se añade el militar, para pelear por la fe y defender a nuestra Señora. Por lo cual, aun sin salir a la ocasión, suelen allí de las puertas adentro, y a veces por el campo, cuando no hay gente, hacer sus alardes por ejercitarse en tirar, por ser el ejercicio en todas cosas toda la importancia de su destreza, y cuantos escriben del arte militar tienen al ejercicio por principio y fundamento dél. (…)

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Bien acreditan lo dicho los contenidos Padres de aquel castillo y Monasterio en varios reveses de la gente del gremio de Mahoma, que ya el día de hoy cursa mucho más esta costa, pues de el mismo muelle de Rota al tiempo que esto escribo se llevan un barco cargado de gente de Cádiz que venía de visitar la Virgen de Regla y pasan en navíos hasta la barra de Sanlúcar, donde con estratagemas de pedir pilotos para entrar disparando una pieza, que es la seña en llegando los barcos, con ellos tienen tras el navío las lanchas llenas de mosqueteros y los cautivan. Esto es cada día, que parece haber importado poco haber tomado nuestro Rey aquellas sus dos antiguas ladroneras de Alarache y Mamora, si de Salé, que está bien cerca, salen infinidad de enemigos en vasos mayores y menores que tienen bien afligidas estas costas sin haber quien se lo defienda por haber pasado a Italia días ha las galeras que del puerto de Santa María salían a limpiar la mar, y así pasan diferentes succesos con moros cada día a nuestros ojos. Esperimentaron los míos un día los ánimos notables de aquellos Padres de Regla que a la sazón moraban en aquel Santuario, en una ocasión en que me hallé siendo muchacho, sin pensamiento de ser fraile. Acuérdome muy bien del caso, que sería en el año de 1603, poco más o menos, y fue desta manera.

Amanecieron una mañana en tiempo de verano seis navíos de turcos enfrente desta santa Casa de Regla cuanto cerca podían llegarse, que no pueden mucho por el poco fondo y peñascosa costa que allí hay. Echaron diferentes lanchas de los mismos navíos al agua llenas de gente de guerra y buenos remeros y velas (lanchas son unos barcos ligeros como falúas, algo más anchas). Los religiosos, no dormidos en la defensa de su Casa y sanctísima Imagen, estando atentos a los designios de el enemigo, les pareció que era su intento echar turcos en tierra para asaltar el Monasterio. Entendiéndolo así, tocaron al punto a rebato según lo han de costumbre, repitiendo los ecos de una campana gruesa cuyo modo y son de golpes avisa por todo lo circunstante, que es oída por la tierra y el mar, de que hay moros en la playa o a la vista. Temiendo algún fracaso, hizo el Prior del Convento que con toda diligencia tomasen las armas todos los religiosos que las pudiesen manejar, haciendo a los demás que llevasen piedras y las subiesen a lo alto para poderlas arrojar a su tiempo cuando algo sucediese.

Por otra parte, luego que oyó la campana de Regla, tocó a rebato la villa de Chipiona, que en esta parte ha sido de gente alentadísima y presta en tales ocasiones, incluyendo en breve número de gente larga bizarría de ánimo, tan intrépido como arriscado a todo peligro por defender a la Virgen de Regla, como prenda más llegada y adorada de sus almas (…). Despachó luego al punto la villa, en reconociendo los enemigos, un hombre a caballo a dar aviso al Excmo. Sr. Duque de Medina Sidonia, que lo era entonces Don Alonso Pérez de Guzmán, séptimo Duque y esclarecido Príncipe, Argos vigilantísimo de aquellas costas y desta milagrosa casa de Regla, de cuya custodia con increíble devoción se mostró divino Atleta y defensor invencible, como lo hizo después aun con más afecto su gran hijo y prodigioso amparo nuestro Don Manuel Alonso, octavo Duque, y como lo muestra hoy día el que goza el estado, y goce mucha vida, el señor Don Gaspar Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, noveno Duque de aquella estirpe real.

Apenas tuvo el aviso el Duque, cuando a toda prisa mandó tocar a rebato en Sanlúcar, y haciendo juntar la gente de infantería en la playa de la dicha ciudad, despachó a toda diligencia seis compañías y algunas piezas de campaña que se llevaron por tierra en algunos de los carros que tiene palacio para traer leña, los cuales son largos y acomodados para esta facción. Mas antes que llegase todo este marcial

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aparato, ya estaba la gente de Chipiona en la playa de Regla bien ordenada, que entonces había buena copia de ella (es gran consumidor el tiempo de varias cosas, en particular de lo que mira sin valimiento de la fortuna). Guardaban el mar los hombres con sus armas, y las mujeres hacían en lo alto de los arenales cuerpo de mayor número de soldados, pues lo parecía el femenil escuadrón mirado de lejos, por tener casi todas puestos varios capotes y sombreros, advertencia del capitán ardidoso por que el enemigo viese bastante gente para resistirle, si quisiese saltar en tierra. Púsose toda la gente en hilera por la orilla del mar, caladas cuerdas, porque ya los turcos llegaban a tiro. Mostraron brío y aliento todos, y mucho mayor el capitán, por ser de natural avalentado y animoso por naturaleza y en las ocasiones hombre de porte para todo. Conocile muy bien. Fue mi padre, bien le conocería. Era, en propiedad, capitán de infantería, como ahora lo es mi hermano, y fuelo hasta su muerte. Por ser el contenido mi padre, callo bien conocidas hazañas de su ánimo en estas y otras ocasiones de reputación y peligro.

A esta sazón el Padre Prior de el Convento de Regla, que lo era entonces fray Joan de Quevedo, hombre de buena persona y mejor brío, hizo gallarda reseña de sus súbditos, saliendo a la playa con ellos, librando en una alabarda la jineta y capitaneando su escuadrón bien ordenado. (…)

Examen hacían en esta ocasión los religiosos de Regla de su arrestamiento en defensa de la Virgen. Había entonces algunos 40 frailes en Regla que tomaban armas. Las faldas en la cinta, cuál con el mosquete, cuál con el alcabuz, cuál con la pica, se plantaron en la playa; pareció galante y valerosa a todos esta demonstración, porque en tales ocasiones a nadie parece mal este despejo por ser permitido en tal tiempo tomar las armas la gente de la Iglesia contra infieles, cosa que anima grandemente a los seglares, como se vio en Cádiz los días pasados, saliendo el obispo armado con sus clérigos y los frailes que quisieron defender la ciudad y pelear por la fe contra ingleses luteranos en el año de 1626.

En esta ocasión que digo eché de ver cuán verdadero asilo o amparo se constituye esta divina Reliquia y Vara de Dios milagrosa desta santa Casa y de sus religiosos y aun de los vecinos de aquel pueblo, pues tanto en los infortunios navales como terrestres es defensa de todos. Acredítase esta calificación en este succeso (dejo la ocurrencia de otros muchos que referir pudiera). Volaban, pues, a tierra con celeridad, cuanta les era posible, dos barcos luengos de cristianos con algunas mujeres huyendo de cuatro de aquellas lanchas de moros o turcos que les venían dando caza. Imploraban los nuestros con lágrimas y con gritos y diligencia de remos el socorro de nuestra Señora, puestas las proas en su casa. Voceaban los enemigos con un alarido espantoso a su usanza por acobardar los nuestros a vueltas de flechas y balas, con que los apretaban más, cuando ya se anegaban los enemigos en su prisa y los nuestros se salvaban en su fe, con ayuda de la Virgen: llegaban casi a zabordar en tierra todos juntos, tan cebados y ciegos aquellos en su codicia como diligentes estos en su huida, por ser todos gente de Sevilla que, descuidada y sin armas, pasaba a Cádiz a la sazón que fueron asaltados de los enemigos, los cuales por caer a la parte donde estaban los frailes, dieron tan de veras en ellos que por no saber los contenidos de burlas, a balazos detuvieron las galeotas sin dejarles hacer presa ninguna, entrando algunos de los más alentados e impacientes sin poder ser detenidos con avisos y toda el agua a el pecho a dispararles cierta cantidad de colación de plomo para refrigerarlos en el trabajo que habían puesto por la presa, que aunque religiosos eran todos españoles, que basta para saber rendir bárbaros tales. (…)

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Por otra parte, los de la villa daban a entender a los moros que aun entre aquellas casi muertas cenizas de honradas familias resucitan en la ocasión vivas brasas de sus antiguos ardimientos en hazañas esforzadas, que aunque la pobreza desacredita el cuerpo, no deshonora el alma del valor que le acompaña para alientos generosos, hijos del noble ánimo en desacobardados pechos. (…)

A esta sazón llegaba el Excmo. Señor Duque de Medina con la gente que pudo de a caballo y parte de la infantería que alcanzó en el camino, el cual, viendo lo que pasaba, mandó a toda diligencia, como Capitán General de Mar y Tierra, que en los mismos barcos luengos que habían zabordado huyendo de los moros, se embarcasen los mejores soldados mosqueteros que pudiesen caber en ellos con buenos remeros y diesen caza a los moros de las lanchas, por que se viesen las suertes trocadas. Nadie fíe en las cosas de la guerra ni en las cosas de la fortuna, que todo lo trabuca al revés de su rueda. Esto se hizo con tanta brevedad que en espacio corto dieron a los moros larga pesadumbre, pasando por ellos el mismo aprieto y congoja que habían dado antes a los nuestros. Fueron apretados de manera que a ser mayor la distancia, fuera menos su ventura y más grande su arrepentimiento, pues a no llegar las cuatro lanchas al amparo de sus navíos, cuya artillería fue su defensa, fueran cautivos o muertos todos, haciendo dellos nuestras armas lo que pensaban hacer las suyas de nosotros (que esto es atreverse a desacatos en aquel mar, delante de la Virgen de Regla, y esto es, en fin, esperimentar que la fortuna en nada tiene estabilidad si no es en nunca tenerla). Asombrados del fracaso, y muertos muchos dellos, quedaron los enemigos al abrigo de sus bajeles, volviéndose los barcos con la gente de guerra, con que quedaron los nuestros ufanos y alegres, haciendo católicas admiraciones cuando a los ojos habían tenido tan notorio peligro. (…) Aunque no murió ningún cristiano ni fue herido ninguno, causa también para que todos atribuyesen a miraculoso el buen succeso, y más los religiosos, pues como tales, agradecidos, dieron gracias a la Virgen de Regla, señalando aquella por hazaña suya, pues había infundido tal brío en los suyos y tal miedo en los enemigos, prometiéndole de nuevo arriesgar mil vidas que tuviera cada cual en su defensa.

Que el Lego Fray Clemente forme una compañía frailuna nos puede parecer un

original recurso escénico para sorprender al espectador. Pero hemos visto que acciones bélicas de una comunidad de frailes (incluso más numerosa que la de Fray Clemente, que nombra 26 frailes, más los coristas, donados, novicios y “gente que anda entre platos y escudillas”, de servicio auxiliar) era una realidad en el tiempo en que el doctor Almazán

compuso su Comedia, y ello estaba vivo en la memoria cuando se compuso el Lucero, en las primeras décadas del siglo XVIII, según se cree. Y a pesar de ser el vehemente Fray Clemente quien forma la compañía, se atiene a la realidad, respetando la jerarquía conventual, y concede el grado de capitán al Abad, y reserva para sí, lego motilón, el de alférez.

Lo más probable es que sean coincidencias sin importancia, pero por su curiosidad las señalamos. Hemos visto que fray Diego de Carmona decía de Don Alonso Pérez de Guzmán que era “Argos vigilantísimo de aquellas costas y desta milagrosa casa de Regla, de cuya custodia con increíble devoción se mostró divino Atleta y defensor invencible”, y llama “divina Reliquia” a la Virgen de Regla. Pues bien, Mireno, tras su conversión, dice a la Virgen de Gracia: “Argos seré de tu templo, / de tus reliquias Atlante”

(final de la jornada I de la Parte I del Lucero), donde reliquias (en plural por causa del metro) debe interpretarse como la Imagen de la Virgen de Gracia.