LA LIBERTAD EN EL MUNDO ANTIGUO - Universidad de …

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LA LIBERTAD EN EL MUNDO ANTIGUO Tácito concluye su obra GERMANIA, hablan- do a sus lectores sobre los FENNOS: esta pobla- ción vive en condiciones de miseria indescriptible, sin conocimiento alguno de la civilización. No tie- nen armas ni caballos; se alimentan de hierbas, se visten con pieles, la desnuda tierra tienen por lecho y su morada la encuentran debajo de las plantas. Y sinembargo prefieren esta clase de vida. Ellos, segu- ros en las relaciones de los hombres y de los dioses, han logrado una cosa muy difícil: no tienen ni siquiera necesidad de rezar. De esta manera los Fennos son libres.diciendo no a todo el progreso del género humano, refutan- do usar las facultades que son propias de todo hombre. Las palabras de Tácito, el gran historiador de Roma imperial, de la Roma que ha llevado a cabo el imperio universal: Securi adversus homines, se- curi adversos deos, rem difficilliman consecuti sunt, ut illis ne voto quidem opus esset! ¿tienen acasovalor de cierto mensaje? Los Fennos son los últimos seres humanos; más allá de ellos, según el decir de Tácito, están los Elusos y Osiones, que ciertamente tienen bocas y rostros humanos, pero cuerpos y miembros bestia- les. Ya que de parte de los Fennos se hace oír una voz que condena las conquistas de la civilización y proclama la felicidad hacíéndola consistir en la lí- béraci6n de las necesidades, ¿deberá acaso la hu- manidad retroceder en el recorrido de la vía los Dr. Francisco Vindas Ch. siglos, para volver a encontrar la ansiada pureza de vida en la libertad de todo vínculo? A la mente del historiador, que ha vivido per quindecim annos, grande mortalis aevi spatiurr¡2 en condición de esclavitud política y de construcción' moral, el espléndido imperio que se extiende sobre casi toda la oll<ovJl.€vr¡, aparece como una enor- me prisión. El podía repetir las severas palabras amonestado ras referidas por lo menos medio siglo antes por el autor del Sublime: " Nosotros hombres del mundo actual he- mos crecido, como parece, en la escuela de una esclavitud legítima que con sus costumbres e instituciones nos ha estruja- do en un haz por así decir/o, desde el primer momento que comenzamos a te- ner uso de razón; y no hemos saboreado el agua 'de aquella fuente que es la más bella y fecunda de la elocuencia: la liber- tad, quiero decir, ri¡v €Aev(Jepú:xv AÉ'yW. Toda esclavi- tud, aun la más legítima, se podría definir jaula y prisión publica del alma 3 •" De esta prisión no se permite salir a fin de reconquistar la libertad si no es deseando un ut6pi- co retorno a la naturaleza. Tácito no cree que la libertad pueda realmente instaurarse en Roma; esta desconfianza suya lo ss

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LA LIBERTAD

EN EL MUNDO ANTIGUO

Tácito concluye su obra GERMANIA, hablan-do a sus lectores sobre los FENNOS: esta pobla-ción vive en condiciones de miseria indescriptible,sin conocimiento alguno de la civilización. No tie-nen armas ni caballos; se alimentan de hierbas, sevisten con pieles, la desnuda tierra tienen por lechoy su morada la encuentran debajo de las plantas. Ysinembargo prefieren esta clase de vida. Ellos, segu-ros en las relaciones de los hombres y de los dioses,han logrado una cosa muy difícil: no tienen nisiquiera necesidad de rezar.

De esta manera los Fennos son libres.diciendono a todo el progreso del género humano, refutan-do usar las facultades que son propias de todohombre.

Las palabras de Tácito, el gran historiador deRoma imperial, de la Roma que ha llevado a caboel imperio universal: Securi adversus homines, se-curi adversos deos, rem difficilliman consecutisunt, ut illis ne voto quidem opus esset! ¿tienenacasovalor de cierto mensaje?

Los Fennos son los últimos seres humanos;más allá de ellos, según el decir de Tácito, están losElusos y Osiones, que ciertamente tienen bocas yrostros humanos, pero cuerpos y miembros bestia-les. Ya que de parte de los Fennos se hace oír unavoz que condena las conquistas de la civilización yproclama la felicidad hacíéndola consistir en la lí-béraci6n de las necesidades, ¿deberá acaso la hu-manidad retroceder en el recorrido de la vía los

Dr. Francisco Vindas Ch.

siglos, para volver a encontrar la ansiada pureza devida en la libertad de todo vínculo?

A la mente del historiador, que ha vivido perquindecim annos, grande mortalis aevi spatiurr¡2 encondición de esclavitud política y de construcción'moral, el espléndido imperio que se extiende sobrecasi toda la oll<ovJl.€vr¡, aparece como una enor-me prisión. El podía repetir las severas palabrasamonestado ras referidas por lo menos medio sigloantes por el autor del Sublime:

" Nosotros hombres del mundo actual he-mos crecido, como parece, en la escuelade una esclavitud legítima que con suscostumbres e instituciones nos ha estruja-do en un haz por así decir/o, desde elprimer momento que comenzamos a te-ner uso de razón; y no hemos saboreadoel agua 'de aquella fuente que es la másbella y fecunda de la elocuencia: la liber-tad, quiero decir, ri¡v €Aev(Jepú:xvAÉ'yW. Toda esclavi-tud, aun la más legítima, se podría definirjaula y prisión publica del alma3 • "

De esta prisión no se permite salir a fin dereconquistar la libertad si no es deseando un ut6pi-co retorno a la naturaleza.

Tácito no cree que la libertad pueda realmenteinstaurarse en Roma; esta desconfianza suya lo

ss

vuelve un tanto pesimista y lo induce a aconsejarobsequium et modestia hacia los tiranos, ya que élbien sabe que aún bajo príncipes malvados se pue-de ser gran hombre": y lo induce también a juzgarcon severidad excesiva aquellos espíritus nobles,que en un régimen de esclavitud, "por vana osten-tación de libertad, despreciaron la vida y adquirie-ron gloria con muerte ambiciosa, sí, mas de ningu-na utilidad para el estado?". A Peto Trasea desa-prueba que por no condividir la infamia en las adu-laciones proferidas por el senado a favor del matri-cida Nerón, "salió del senado y esto fue para élcausa de peligro en su seguridad personal sin quecon esta actitud rocurara a los otros un principiode libertad.?".

Pero la suerte quiso que los Anales de Tácitose interrumpieran precisamente con la narracióndel fín de Trasea, el cual, habiéndose abierto lasvenas y cayendo la sangre hasta el suelo, y llaman-do al cuestor que le había llevado la orden de mo-rir, le dice: "Nosotros libamos en honor de JúpiterLibertador; tú, oh joven, mira ... ,,7

La civilización clásica cuando llegó al máximopunto de desarrollo, ¿no tiene, pues, que ofrecermás esperanza de libertad a los hombres con ex-cepción de la, alcanzada en la muerte?

Siendo vana la utopía de retornar a la natura-leza e inútiles los esfuerzos para conferir al Estadola antigua libertad, no quedaba más que morir talcomo lo realizaron entre otros T. Labieno, Cremu-cio Cardo, Séneca, Trasea y tanto otros; o tal vezpasar de la juventud a la vejez y de ésta al umbralde la muerte en el silencio, per silentiumi .

El último coloquio de Trasea, que escucha laorden de morir, se desenvuelve con Demetrio, ma-estro de la escuela cínica; y Séneca, el gran filóso-fo, después de haberse retirado sin más ilusionesdel gobierno, exalta al mismo Demetrio como per-fecto sabio.

"que la naturaleza concedió a nuestros tiempospara demostrar que ni él puede ser corrompi-do por nosotros, ni nosotros podemos ser co-rrompidos por alguno ".9

Se trata de un mundo que no tiene ningunaesperanza de liberación: está llegando a su ocaso y

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éste es el aspecto dramático de su condición, y deesto tiene clara conciencia.

Pero no, aún existe una esperanza de libera-ción: ¿Por qué no instaurar el reino de los filósofos? En tiempos de la conjura de Pisón huboquien pensó confiar el imperio a Séneca en virtuddel esplendor de sus virtudes 1o; Y J uvenal mástarde llega a exclamar:

"Si al pueblo se le concedieselibertad de voto=libera suffragia- ¿quién sería tan descritera-do en dudar de anteponer Séneca a Ne-

• ?" 1 1ron.

También la Grecia del siglo IV. a C. en la épo-ca en la cual la libertad va lentamente pero inexo-rablemente disolviéndose, arihela la república delos filósofos como Platón primeramente llegóamanífestarlo! 2; o bien acoge con simpatía la pro-paganda cínica que tiende a conceder la liberaciónespiritual y por ende la libertad efectiva, a los indí-viduos que viven en ciudades sometidas.

Mientras los habitantes de Corinto se aprestana defenderse de Filipo, que se dirige contra la-ciudad, Diógenes, el Cínico, mata su tiempo ha-ciendo rodar su barril para ser objeto de las befasde los coríntíos+".

He aquí COro0 los Cínicos alcanzan la libertad.

"Libres del placer que es propio del escl»vo,ellos aman a la inmortal reina de la liberotad"14

Así lo piensa Crates. y Luciano:

"Piensa que experimentan más neceside-des los niños que los adultos, más lasmu·jeres que los varones, más los enfermosque los sanos; en general quien tiene me-nos experimenta más necesidades que elque tiene más. Por esto los dioses no tienennecesidad de nada: y quien está más cercade los dioses tiene poquísimas necesid»des. "1 s .

Los Fennos, de quienes habla Tácito, están,por lo tanto, muy cerca de los dioses.

Pero esto significaría una condena sin apela-ción, de la sociedad, tanto de las leyes positivascomo también de la familia; tanto del Estado co-mo de la esclavitud: "El sabio se basta a sí mis-

" 16 "El" d d do Io constimo ;, uruco ver a ero esta o o constituyeel mundo entero"! 7; Interrogado Diógenes dedónde era, CIUDADANO DEL MUNDO, respon-d"18lO •

No hay posibilidad de sustraerse a la férrea leyde la necesidad ue consigo lleva corrupción ymuerte, si no es con la liberación de las necesida-des , Cuando el aristotélico Dicearco, escribeBjoc EAA~5o<; ,historia de la civilización huma-na, concentra su interés sobre Grecia y ve un pro-gresivo empobrecimiento del hombre en el pasajedesde la condición feliz de la mítica edad áurea ala infelicidad de los contemporáneos, que no obs-tante existen después de las conquistas de la civili-zación. El cielo aparece cerrado sobre los griegosdel siglo de Platón y Aristóteles y sobre los Roma-nos del siglo de Séneca y de Tácito, el cual nosdice:

"Yo no sabría juzgar si los acontecimien-tos humanos se desarrollan de acuerdocon el destino y la necesidad inmutable ode acuerdo con lo imprevisto 19".

No hay más lugar para la libertad: o el destino(identificado con la inexorable necesidad) o la cau-salidad rigen la suerte humana. Tácito, historiadory artista a la vez, constituye un punto de referen-cia o acercamiento en la Meditación del mundoantiguo en torno al problema de la libertad.

A quien vive en un estado regido por un tira-no, Séneca le dirige insistentemente la exhortaciónde que busque su libertad en la muerte:

"Nosotros demostraremos que en toda es-clavitud existe una senda expedita haciala libertad. ¿Por qué gimes, tonto? ¿Porqué esperas que un enemigo te venguecon la ruina de tu pueblo o que un reypoderoso venga en tu auxilio desde lejosA donde quiera que dirijas tu mirada, ahíestá el fin de los males. ¿ Ves aquel preci-picio? Por ahí se desciende a la libertad.

¿Ves el mar, aquel río, aquel pozo? Poresos lugares hay libertad: en el fondo.¿ Ves aquella planta, seca, pequeña, mor-tal? De ella depende tu libertad. ¿ Ves tugarganta, tu cuello, tu corazón? Son víasde escape de la esclavitud. ¿Son salidasdemasiado fatigosas éstas que te muestroy que exigen mucho valor y mucha-fuerza?¿Deseas saber' cuál es el camino queconduce a la libertad? ¡Cualquier vena

de tu cuerpo! ••20

Esta resuelta voluntad de sustraerse a la esclavi-tud no puede ser concebida sin convertirse en unaoposición al Estado. Es algo negativo, pasivo, aun-que nos parezca contradictorio y el propio Sénecanos advierte:

"La libertad no consiste en no sufrir. Se-ría grave equivocación. Es auténtica liber-tad colocar el alma por encima de las o-fensas y comportarse de tal manera quede sí mismo solamente se tengan motivos.de gozo; y apartarse de las cosas exterio-res para no vivir una vida inquieta con eltemor continuo de la risa y habladuríasde todo el mundo. "2 1

La civilización clásica debe reconocer la pro-pia incapacidad de satisfacer la necesidad de la li-bertad de los hombres; la sociedad organizada llegaentonces a considerarse como un obstáculo de lalibre expansión de la personalidad y del perfeccio-namiento espiritual de los individuos; así la liber-tad viene a ser entendida como libertad del Estado.En Roma fueron los Sestos quienes de primeros enla edad de César y de Augusto, afirmaron con ener-gía que el sabio tiene derecho de vivir libre, inde-pendiente del Estado. El sabio respeta el Estado,pero no participa de la vida política.

Esta forma de libertad podría mejor definirsecomo liberación, ésta aparece como cierta cosa ini-cial, como el primer paso dado sobre una sendacuya meta desconocemos. Sin embargo, bien lo sa-bía ya Cleante. maestro del Estoicismo, al cantar:

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"Gutame.oh Júpiter, y también tú, ohDestino, guíame hacia aquel punto queme habéis establecido; pronto seguiré;que si, para ser malvado, yo no lo desearacon todo debería seguiros" 22

Entonces, pues, para el hombre antiguo, ¿lalibertad no es más que simple aceptación del desti-no? ¿Tan triste y desteñida es la suerte del hom-bre? ¿No le queda más al hombre, cual anillo deacero bien remachado en la cadena irrompible dela sucesión de causas y efectos, sino aceptar, ple-garse de buen grado al de fino?

Parece no existir otra cosa más. Y Séneca bienlo sabe, cuando a los ya citados versos de Cleante,añade:

"ducunt ·volentem [ata, nolentemtrahunt,,23

Pero, ¡carambas! , ¿es entonces la historia delmundo clásico una simple historia de una siempremás consciente negación de la libertad? Y en pri-mer lugar, ¿el pensamiento clásico logró demostrarverdaderamente que el hombre es libre?

El hombre actúa en el tiempo; pero los anti-guos llegaron a concebir los acontecimientos comodesarrollados sobre un círculo. Dice al respecto A-ristóteles:

"Si la sucesión de los acontecimientos esun círculo y ya que el círculo no tiene ni"principio ni fin, no podemos nosotros,por una mayor cercanía al principio, seranteriores a aquellos, es decir a quien haexistido primero que nosotros, y éstos, i-gualmente, no pueden ser anteriores a no-sotros,,24

Cogido un punto sobre la circunferencia, nohay sentido en el hablar de anterioridad o poste-rioridad respecto a cualquier punto de la mismacircunferencia. Esto está declarado explícitamentepor Aristóteles mismo:

"En el movimiento rectilíneo se distin-

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guen el principio, fin y medio ... , peroen el circular no ... porque todo puntoes igualmente principio, mitad y [in; asíque todo punto está siempre en el princi-pio, en el medio y en el fin y no haymás. ,,25

De donde se sigue que la serie de los sucesosdebe fatalmente repetirse: se podría, con un pocode audacia hasta decirse que el tiempo debe nece-sariamente retornar a los mismos acontecimientos.Escuchemos a Virgilio, en la Egloga Cuarta:

"Un nuevo Ttfis entonces aparecerá y o-tra Argos, que lleve héroes escogidos: denuevo existirán aquellas guerras y de nue-vo con dirección a Troya será enviado elgran Aquiles'":"

El gran orden de las generaciones renace desdeun principio", proclama el poeta mantovano:"magnus ab integro saec/orum nascitur ordo":

"ya también la Virgen regresay regresan los reinos saturnios"? 7

y en el poema Anquises muestra al hijo quedesciende al Hades, "las almas, a quienes por des-tino les espera encarnarse otra vez", animae quibusaltera fato] corpora debenturH. desde Silvio, des-cendencia póstuma de Eneas, al joven Marcelo, nie-to de Augusto.

Este es el destino del Ciclo de los aconteci-mientos humanos; la paligénesis que desde las doc-trinas pitagóricas hasta las estoicas, domina lascreencias de los antiguos. Y se admitía que ya Pitá-goras así había .enseñado:

"Según ciertos pertodos lo que una vezsucede vuelve a presentarse; en realidadno hay nada nuevo ." 29

Después se pregunta el cristiano Orígenes:

"Sucederá de nuevo que Adán y Eva repi-tan lo que han hecho ya ... También Ju-das traicionará dos veces al Señor y porsegunda vez Pablo custodiará los vestidosde aquellos que apedreen a Esteban". 3o

Así creían los antiguos. "Por esto los hombresmueren -observaba Alcmeón-¡orque no puedensoldar el principio con el fin." 1; si pudieran veri-.ficaresto, tendríamos al círculo del tiempo, el cuales finito, pero que continúa siempre girando; esdecir, los hombres se identificarían con el tiempo,lo cual Claudian compara a la serpiente ~ue seenrosca y se muer e la cola íncesantemente ' .

Concibiendo así el tiempo, el actuar de loshombres resulta predeterminado, ya que no puedesino simplemente repetir exactamente esto que yaverificó aquel "yo", que en mí mismo he renacido,en el "gran año" precedente a éste; y así se recorrehacia atrás y se avanza hacia adelante, de manerainfinita, sin jamás encontrar un principio, un pun-to de partida. Yo, que en este momento existo, yaantes fui y lo que ahora realizo, ya antes lo hice; yno puede ser diverso de lo que soy y hacer otracosa de aquella que hago. Así como en el perpetuomovimiento circular de todas las cosas, yo un díaexistiré de nuevo y no podré no ser de nuevo aquelque ahora soy y ya una vez fui y no realizar denuevo esto que ahora hago y ya una vez realicé:

"idem semper erit, quoniam semper fuit i-dem"33

y Marco Aurelio así meditaba:

"{Cuántos Crisipos, cuántos Sócrates,cuántos Epitectos el tiempo ya se ha tra-gado! Debes también pensar que lo mis-mo sucede a todo otro hombre y a cual-quier otra cosa ... Por esta razón es lomismo investigar la vida humana por unespacio de cuarenta años, como por unespacio de diez mil: ¿qué podrias, en e-fecto, ver de más? Nada de nuevo: todolo acostumbrado y de breve duración. Losciclos del mundo son siempre los mismos,tanto arriba como abajo, de edad en e-dad34".

Las dificultades invencibles que el pensamien-to clásico encontró en el intento de fundar la liber-tad del hombre, nos son puestas muy en claro porCicerón, en un paso del libro De Fato:

"A mi me parece que los filósofos anti-guos siguieron dos doctrinas diversas; unos·retenían que todo sucede 'por decreto deldestino, de tal manera que este destinocomunica a todo una fuerza necesaria. A-sí pensaban Demócrito, Heráclito, Empé-docles, A ristóteles. Otros juzgaban queexisten movimientos voluntarios en el al-ma, independientes de todo destino. Cri-sipo, como árbitro honorario, ha queridoescoger un camino intermedio: él se apro-xima más bien a éstos que quieren que losmovimientos del alma estén libres de lanecesidad; pero, usando los términos quele son propios, se pierde en tales dificulta-des que llega a demostrar, aún contra suvoluntad, la necesidad del destino'P?

puede extrañar que entre los filósofos que so-meten todo al destino, Cicerón incluya tambiénnada menos que a Aristóteles: pero si bien se con-sidera que el primer motor inmóvil mueve todoslos seres, se comprende fácilmente como tambiénel hombre no pueda ser movido por el primer mo-tor inmovible.

La afirmación de la libertad es más bien unaexigencia práctica para el Estagirita, (¿De qué otromodo se podría hablar de responsabilidad y portanto de sanción para el hombre?) que no meraconsecuencia de las premisas y del desarrollo de supensamiento. Recuérdense las primeras páginas deLa Política aristotélica: Los hombres tienden albien o mejor dicho, a lo que les parece a ellos ser elbien; pero para alcanzarlo deben unirse ya que elhombre y la mujer no pueden vivir separados: y asíuniéndose el hombre con la mujer, se origina lafamilia. Para alcanzar un bien mayor, se unen entreellos más familias en la K·Wp:r¡ , caserío; muchoscaseríos dan origen a la 7TÓXt, , la cual existe pornaturaleza:

"Por esto es evidente -continúa Aristóte-les- que la ciudad existe por naturalezay

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que el hombre por naturaleza es un ani-mal destinado a vivir ell el Estado7rOALTtK.ÓV tWOV y Qué el hombre, quepor naturaleza y no por suerte, no vive enel estado- o OOroALC; es o un miserableo un ser superior al hombre'P"

He aquí, por qué la moral, según Aristóteles,establece normas en el actuar del hombre en cuan-to éste vive en la sociedad (no tiene sentido hablarde moral individual): el fundamento de esta morales la justicia. Y la aplicación de la justicia enconcreto, es el orden de la comunidad de la vidadentro del Estado.

Por esto también Arístóteles se ve obligado aafirmar que el hombre es libre: si el estado es unhecho natural, 'un resultado de la naturaleza, elhombre debe ser libre. Y 10 es efectivamente libre,cuando en sus acciones no experimenta violenciamaterial o moral y cuando no ignora las circuns-tancias en las cuales debe actuar. La Acción esvoluntaria cuando el individuo sabe perfectamentequé cosa hace, a quién lo hace, por qué lo hace.Entre las acciones voluntarias hay algunas que no-sotros realizamos sin verificar una escogencia entretodas las posibilidades que se nos ofrecen: en talcaso se trata ahora de un deseo irracional y en talcaso es mejor hablar de espontaneidad, que no estodavía libertad. Cuando en cambio el bien estárepresentado por la inteligencia, la acción quecumplimos depende de una. escogencia(7rPOOipÉOLC;) la cual es precedida por una delibe-ración ('~OÚAEVOLC;); solamente en este caso se.puede. hablar de acción verdaderamente libre y porconsiguiente, responsable; de hecho "~arece que elhombre es principio de sus accíones't ' .

Los estoicos fueron más coherentes que Aris-.tóteles: en efecto no limitaron el determinismo almundo físico, si bien 10 extendieron a toda la reali-dad. Zenón, fundador de la escuela, admite la con-catenación ininterrumpida de las causas: toda ac-ción es efecto de 'una causa, que la ha precedido ya su vez es causa de un acontecimiento que le se-guirá; esta cadena todo lo abarca; es la€ LIlCXPIllvr¡, "la potencia que mueve fa materia;él la llamó también providencia o naturaleza"3!!

A este ligamen, observa Crisipo, segundo fun-.dador de la escuela, nada se sustrae; aún aquelloseventos, que parecen contradecir a las leyes inmu-

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tables, están ya previstos y queridos por la,EiIlCXPIl€Vr¡. Ella es la divinidad suprema, a lacual todo está sometido, también los dioses y conmucha mayor razón los hombres. Nosotros, morta-les, no podemos menos de seguir la. Zenón y Crisi-po comparaban al hombre con un perro encadena-do a un carro en movimiento; quiera o no quiera,el perro debe seguir el carro, el hombre debe seguirla dllcxPIl€vr¡.

"La EiIlCXPIl€vr¡ es la razón del mundo; obien la razón de esto que en el mundoestá gobernado por la providencia; obien la razón según la cual lo que ha suce·dido sucedió, lo que ''Sucede, se realiza, loque sucederá, se verificará" 3 9

Ella es llamada también verdad, causa, natura-leza, necesidad y de otras maneras más.

Para ella todo está ya establecido: "Tam-bién las leyes y las exhortaciones y lassanciones y las disciplinas y toda otra co-sa del género, todo depende de condicio-nes fatales ... Semejante criterio es váli·do para las alabanzas, vituperios, castigos,premios. ,,40

El principio de toda la 'realidad es uno solo:Dios y el mundo, materia y espíritu son una solacosa e idénticos; nada puede estar fuera de la seriede causa y efecto. El destino no existe. La armoníadel todo excluye la posibilidad que cualquier cosase realice fuera del nexo causal.

Ahora podremos darnos mejor cuenta de laeterna cíclica realización de todas las cosas, la cualreferiremos con las palabras de Nemesio:

"Dicen los Estoicos que los astros errantes cuando retornan al mismo signo y se-gún la longitud y latitud, donde cada unode ellos estaba desde cuando el mundodesde un principio se constituyó, en losciclos prefijados de los tiempos, producenconflagración y destrucción de todo loque existe; y que de nuevo el cosma.tien.

de a ser' como era en un principio. Ydado que los astros de nuevo se muevendel mismo modo, cualquier acontecimien-to que hubiera ya sucedido en el cicloprecedente, tienden a cumplirse sin ningu-na- variación. En efecto existirá de nuevoSÓcrates y Platón y cualquiera de loshombres con los mismos amigos y con losmismos conciudadanos y a cada uno lesucederán las mismas cosas y encontrará alas mismas personas y hablarán de los mis-mos argumentos; y toda ciudad, villa ycampiña retornará en la misma forma. Yeste universal retorno al prístino estadoacontece no una sola vez, mas repetidasveces, al infinito y sin fin las mismas cosasretornan. .. nada de extraño habrá ex-cepto lo que ha acontecido antes, perotodo en el mismo modo e inmutablemen-te, hasta las mínimas cosas. .•41

Y, ¿la libertad?Ciertamente para los estoicos no puede existir

libertad, entendida como acción independiente decausas que necesariamente la determinen; el hom-bre, como todo otro ser, está rigurosamente deter-minado y no puede no ser aquello que es y no,puede no hacer esto que hace.

Y con todo, el hombre cuando busca qué debedeliberar, delibera si debe hacer una cosa o bien elcontrario; y así se comporta también quien estáconvencido que todo sucede de acuerdo con el des-tino:

"la verdad, que existe en los hechos, con-futa las opiniones eiuivocadas relativas alos hechos mismos.' 2

observa Alejandro de Afrodisia, comentador de A-ristóteles, en el tratado nep i eluap J1ÉIJr¡C;. Tam-poco los estoicos pueden negar que la libertad esun hecho de conciencia. Crisipo se devana los sesospor salvar de cualquier modo la libertad; pero su.doctrina no le consiente más que admitir la espon-taneidad de ciertos actos humanos; pero esponta-neidad no es libertad. La acción del hombre eslibre si depende sólo de causas internas; no es libresi está determinada por causas externas. De acuer-do con esto Crisipo distingue causas perfectas y

principales o causas auxiliares y' próximas.

"Si todo acontece fatalmente observa elmencionado fílósofo+ se sigue que todoacontece por causas precedentes; que noson, sin embargo, 'causas principales y per-fectas, sino auxi/iadoras y próximas. Aho-ra si éstas no están en nuestro poder, nose sigue que tampoco la tendencia no estéen nuestro poder. ':-'-43

Esta distinción salva, según decir de Crisipo y.de los estoicos, la responsabilidad del hombre; enrealidad no salva sino la espontaneidad psicológica.Pero también esta espontaneidad es elemento nece-sario del universo y por esto reingresa en el proyec-to de la universal €LJ1CXP 1l€1Jr¡ ; se trata, pues, deuna espontaneidad puramente ilusoria.

Así con los estoicos el pensamiento antiguo haalcanzado un punto más allá del cual no avanzará.El estoicismo predica la resignación al destino, laaceptación de la propia condición; el hombre serepliega sobre sí mismo, para vencer dentro de símismo la batalla, para seguir de buen grado el des-tino, como el perro, que corre detrás del carro enmovimiento, al cual está amarrado y así evita serarrastrado. Ideal de vida para un mundo fatigado ydesilusionado; para un mundo que no concibe másgrandes esperanzas: es el mundo griego que ha per-dido la libertad política y, juntamente a ella, todopapel de importancia real en las vicisitudes de lahistoria.

Nada de extrañarse si estas doctrinas serán a-cogidas con favor y defendidas también por la sa-ciedad culta de Roma en tiempos del imperio,cuando entonces la libertad republicana estaba vivaen el recuerdo y aparecía como un bien perdidopara siempre.

Séneca proclama:

"No experimento constricción, no sufronada contra mi voluntad: no soy esclavode Dios, si bien doy mi consentimiento asu voluntad, tanto más porque sé que to-do pasa según una ley fija y establecidapor la eternidad. El destino nos guía y elpeligro del tiempo, que a cada uno afecta,está establecido desde la primera hora de

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existencia. De una causa viene la causa;una larga serie lleva consigo misma los a-contecimientos privados y públicos. Por.esto es necesario soportar todo con forta-leza, ya que nada acontece por casuali-dad, no obstante que todo llega a nasa-

. tros"44

Vuélvese norma de vida para ocasiones tristeso grises, el siguiente pensamiento:

"¿Por qué, pues, desdeñarse? ¿Por qué.lamentarse? Por esto hemos sido engen-drados ... ¿Cómo se comporta el bue-no? Se rinde al destino. Gran consuelo esel ser llevado lejos junto con todo el uni-verso. ,>45

Esta voluntad firme de aceptar el propio desti-no se resuelve en amarga resignación en las pala-bras del emperador filósofo:

"Cualquier cosa que te acaezca, estabadestinado para ti desde la eternidad: y laconcatenación de las causas hab ia ya des-de la eternidad entretejido aquel eventocon tu existencia'r'"

A esta doctrina, que se resuelve en la negaciónde toda efectiva responsabilidad de la acción hu-.mana, se contrapone la fe epicúrea en la libertadentendida como elegida no determinada.,por algunacausa, entre un sin número de posibilidades quetodas se ofrecen al hombre. Que precisamente elsistema de Epicuro, el cual cambia la física de De-mócrito, tenazmente propugne la libertad, es algoinexplicable. En efecto, ¿qué sentido tendría elpensamiento de Epicuro, si fuera y encima delhombre' existiese una providencia o un hado?

El alma do se podría sustraer a la ley de lanecesidad mecánica, reguladora de los átomos, yaque el alma misma es un agregado de átomos; deaquí la necesidad de introducir un principio deindeterminación, para Epicuro, el clinamen, graciasal cual la casualidad y la libertad no pueden distin-guirse el uno del otro. Y entonces aparece LUCRE-CIO explicándonos que para salvar la libertad del

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hombre, no quedaba otro remedio más que "rorn-per las leyes del destino ••47 Pero la doctrina de ladeclinación de los átomos suscitó fáciles críticas yCicerón llegó a afirmar que si, de verdad no existie-se otro medio, para salvar la libertad, de estas argu-mentaciones epicúreas quedaría demostrado no so-.lamente el destino sino también la necesídad'"!

También Carnéades se refirió contra el hadoestoico, preguntando cómo es que si todo obedecea una ley racional, en el mundo existe la ímperfec-ción y el mal, en una palabra lo irracional y lo queestá privado de la razón. Para él la libertad es unfundamento en la vida de los hombres que es nece-sario admitir, a fin de salvar, aún una vez más, lamoralidad, es decir la responsabilidad. Admitido elfatalismo, no tiene sentido la alabanza y el repro-che, la ley penal y la justicia, la plegaria a los dio-'ses y la religión, no existen más la virtud y el vicio.Con esta práctica demostración de las' gravísimasconsecuencias a las cuales conduce la negación de'la libertad, Carnéades cree conseguir postular lalibertad del hombre.

Como se ve, puntos de llegada de la reflexiónfilosófica con respecto al problema de la libertadson en el mundo clásico, o la negación sustancialde la libertad o bien la fe en ella como fundamentono elimínable de la sociedad humana.

Pero esta desconcertante parábola de la re-flexión filosófica sustancialmente coincide con lacurva que la libertad política describió en la histo-ria de Grecia y Roma.

Grecia tiende en su desarrollo histórico a afir-mar y a realizar formas de libertad siempre másaltas. Los griegos de Peric1es son conscientes de'que su propio destino tiene el nombre de libertad("Este es el nombre más bello: iOOVOJ.lír¡ proclama Heródoto, el historiador de la victoriosa resístencia al bárbaro invasor y que los otros pueblos,los bárbaros, están por naturaleza destinados a laesclavitud.

Eurípides canta:

"Es natural que los Helenos manden a lO!bárbaros, pero nunca que los bárbarosmanden a los Helenos; los bárbaros sonraza de esclavos, los Griegos raza de hombres libres. ". 49 .

y Aristóteles confirma:

"Causa de todo esto es el hecho de quelos bárbaros por naturaleza no están desti-nados a mandar "CCXtTLOV8É OTL TÓrpVOH OVx €XOVOLV) »s o

Heródoto suministra la prueba de que Ios.bár-baros han nacido para ser esclavos, cuando refierela supuesta deliberación en torno a los tres regíme-nes Cdemocrático, iligárquico, monárquico), soste-nida por los conjurados persas que habían elimina-do al falso Esmerdo; no obstante el elogio de lademocracia, valga decir de la, libertad, hecha porOtane, uno de los conjurados, los restantes de laconjuración escogen sin mayor discusión el régi-men monárquico.

Los griegos, por su parte, están hechos para lalibertad y deben por esto, tender a realizar aquellaconstitución que conceda a los individuos, en lamayor manera posible, la libertad. Esto se obtienecon la democracia, porque afirma Aristóteles:

"Fundamento de la democracia es la li-bertad: esto en efecto se suele decir comosi sólo en esta forma de gobierno los hom-bres tienen parte de la libertad; dicen, enverdad que a este fin tiende toda demo-cracia'? 1

Democracia significa igualdad fundada no so-bre el mérito, sino sobre el número; en ella la so-beranía reside en el pueblo en su totalidad ;¡elquererde la mayoría tiene fuerza de ley, porque todos losciudadanos son iguales.

La organización del estado democrático exige:

1) que los magistrados sean elegidos median-te sufragio universal.

2) que todos los ciudadanos puedan ser lla-mados a ejercer la magistratura.

3) que los cargos Ctodos o al menos aquellosque no requieran experiencia o capacidadtécnica) sean conferidos por suerte.

4) que como norma nadie ejerza dos veces elmismo cargo.

5) que todos los ciudadanos entren a formarparte de los tribunales.

6) que la asamblea de todos los ciudadanossea soberana.

Estas son más o menos, según Aristóteles, lascaracterísticas de la democracia; en el mismo mo-do:·ya·la había exaltado el mismo Heródoto porboca de Otane. s 2

También Eurípides escogió un himno a la de-mocracia ateniense, en Las Suplicantes, cuandopor boca de Teseo habla al heraldo tebano:

"Tú, oh extranjero, has comenzado tu discursoequivocándote, ya que aquí buscas un tirano:

e aquí no mandaun solo hombre: la ciudad es libre!El pueblo es soberano; todos los ciudadanos

por duración de un añotiene el gobierno; ninguna ventaja se da al

dinero;pues el pobre y el rico gozan de los mismos

derechos. " 53

y en el contraste con el heraldo, que sostienela superioridad de la forma monárquica, Teseo de-fiende apasionadamente la democracia, proclaman-do que la libertad consiste sobre todo en la posibi-lidad concedida a todos los ciudadanos de exponerlibremente el propio pensamiento.

El pinto-r Eufranor, interpretando también él elcomún sentimiento de los atenienses, representóen el Pórtico de la Libertad, que surgía en la ciu-dad de Atenas, a Teseo llevando la Democraciacomo esposa al pueblo de Atenas.

Igual elogio del 7TAf¡8oc; &pxoves la conocí-dísima oración por los caídos atenienses que Tucí-dides hace pronunciar a Pericles:

"Su nombre es democracia. Por ley todoslos ciudadanos participan de los mismosderechos (/lÉT€<JTL .•• 7T&Ot TÓ toov)en cuanto a las controversias privadas; yen cuanto a la vida del Estado, cada uno,según la-estimación de que goce, es honra-do más por su virtud que no por la clasesocial aquel pertenece »s 4

63

Pero esta libertad a la cual esencialmente mirala constitución democrática, no era realmente en-tendida como un valor absoluto; no se identificabacon la felicidad, es decir con el bien, que es elverdadero fin del hombre. De esto parece darsecuenta Aristóteles, cuando observa que el vivir co-mo cada uno quiere es considerado uno de los ca-racteres de la democracias s de esto se origina laconsecuencia que no existe sumisión; en el casomás favorable nadie se somete a ninguno; si estono acaeciera, la sumisión solamente existe en par-te. Otán, cuando su propuesta de instaurar la de-mocracia en el imperio persa no es-acogida, declaraa los otros: "Yo no quiero ni mandar ni ser manda-do; con esta condición me retiro del mando; que,ni yo ni mis descendientes tengamos que estar so-metidos a alguno de vosotros". Y comenta Heró-doto:

"también en nuestros tiempos aquel lina-je, entre los persas , continúa siendo librey obedece solo en la medida que quiere,sin transgredir, sin embargo, las leyes per-sas. "56

He aquí por qué la democracia ateniense nocontenía en sí gérmenes verdaderamente fecundosy capaces de desarrollo: con el curso de los dece-nios la misma se reveló como un programa egoístatendiente a exaltar al individuo y a favorecerlo enfrente de la sociedad; no significó apertura hacialos otros; antes bien la democracia griega insensi-blemente cayó en el peligroso error que tanto mássegura sería la libertad en cuanto menor fuese lasujeción del ciudadano al estado: e hizo coincidirsustancialmente el desarrollo y el perfeccionamien-to de la constitución política con el progresivo aflo-jamiento de los vínculos que unían el ciudadanocon el estado. Así se explica por qué Grecia noresistió el choque con la potencia macedónica ypor qué los griegos de la 1TÓA€L, en el siglo IVestaban listos para abrazar los ideales de vida inte-lectual de las nuevas escuelas ftlosóficas, valga de-cir, la estoica y la epicúrea.

Por otra parte, el más agudo estudioso de losproblemas políticos en el mundo clásico, el Estagi-rita, reconoció al Estado una tarea que es aquellade vivir bien, para realizar una vida perfecta y au-tosufícíente'' 7; pero consideró como medio idóneoy perfecto, en miras a tal fin, la 1TÓAL, , cuya

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población no debe ser muy numerosa, pues cuandoes así, difícilmente su gobierno puede ser bueno.Yla ciudad, cuyo gobierno es bueno, se preocupadel excesivo aumento del número de ciudadanos.En suma, la población debe ser tan numerosa quepueda consentir realizar la autarquía en cuanto alvivir bien se refiere.,Después, que el número deciudadanos no pueda ser grande resulta de la reco-mendación que Aristóteles dirige a los ciudada-nos: que se conozcan íntimamente el uno al otro,como es necesario que suceda teniendo en cuentalos juicios que han de ser pronunciados en los tribunales y de las magistraturas que deben atribuirsede acuerdo con los méritos. 58

Así Aristóteles ve el paso de la familia al case-río y de éste a la ciudad; pero en ésta puso laperfección. Porque si es verdad que todas las aso-ciaciones tienden a algún bien, aquella asociaciónque es de todas señora y a todas las otras abarca,deben tender el Bien que es el soberano de todoslos bienes; y esta asociación es aquella que se llama1TÓAL, y sociedad pohtíca'' 9

En el desarrollo de las formas de vida asocíada, no se puede ir más allá de la 1TÓAL, ; tambiénpor esta vía el mundo griego se encontró desarmado de frente a los grandes organismos estatales,como fue primero Macedonia y después Roma

En suma, en el mundo griego a la ímposibiiidad de demostrar convincentemente la libertad, enla cual no obstante se creía, corresponde la incapacidad de realizarse históricamente.

***

Si ahora pasamos a considerar la libertad enRoma, no se nos hace difícil constatar cómo lareflexión ftlosófica en torno al significado de lalibertad no haya rnínimamente progresado respeoto a los resultados obtenidos por el pensamientogriego.

Esto bien se explica si se considera que paralos romanos la libertad venía identificada con eldisfrute de los derechos civiles. Pero ya que bajoeldominio de uno solo los derechos civiles no songarantizados, esta libertad excluye el régimen mo-nárquico. Los embajadores romanos declaran aPorsenna:

"non in regno populum Romanum sed inlibertate esse'" o

El deseo de los romanos ..es éste: que la liber-tad se extienda hasta donde se extiende la Urbe;porque ésta sólo en la libertad puede ser salvada.El régimen republicano, instaurado después de laexpulsión de los reyes, tendió ante todo -al menosen la interpretación de los historiadores y políticosde roma que reflexionaron sobre aquellos aconteci-mientos- a permitir a todos los ciudadanos la frui-ción de los derechos civiles. De esta coincidencianació en la conciencia de los romanos la convic-ción de que el régimen republicano y la libertad seidentificaban.

Por este camino se procedía a dar un ulteriorahonde en la idea de la libertad; ésta venía ahora arevelarse como derecho y deber al mismo tiempo.En efecto ésta tenía su término de referimiento,nosimplemente en el arbitrio del individuo, sino en laley, en cuanto los derechos del ciudadano estabanfijados por la ley. Ser libre quería decir, ante todo,obedecer a las leyes. Los romanos eran conscientesque bajo este aspecto ellos habían progresado res-pecto a los griegos y Cicerón observaba precisa-mente que la antigua Grecia, después de haber bri-llado por sus riquezas, imperio, gloria, decayó porun único mal, por la inmoderada libertad y por lalicencia en los discursos'' 1 . Es necesario que la li-bertad sea templada: sólo así ésta es saludable,benéfica a los individuos y a los estados62 .

Libertad templada: ¿pero por parte de quién?¿Y de qué cosa? ¿Con quién y con qué cosa seconmensurará la libertad?

Responde Cicerón:

"lagun idcirco omnes servi sumus ut liberiesse possimus ••6 3

Por esto el romano se siente sujeto a la ley;pero las leyes son hechas por los hombres. Es de-cir, el límite a la libertad del ciudadano está pues-to, mediante la ley, por el ciudadano mismo.

y así la libertad se mantiene hasta que, en elequilibrio de poderes, cada ciudadano goza sustan-cialmente de los derechos inherentes a su calidadde ciudadano; pero cuando este equilibrio se rom-pe, la libertad está destinada a abismarse y a desa-parecer.

Polibio declara que la constitución Romana esla más perfecta casualmente porque es mixta, esdecir compuesta de la monarquía, aristocracia, de-mocracia; con el sistema de los controles y contra-pesos los poderes (legislativo, ejecutivo, judicial)se equilibran. He aquí porqué en Roma, aquellosque por méritos reales o por avidez de poder pare-cen poner en peligro o realmente ponen en peligrotal equilibrio (como por ejemplo el caso de TiberícGraco y Saturnino), pronto son acusados de aspírar al regnum (es decir de querer terminar conla libertad) y tiranías fueron juzgados los gobier-nos de Cinna y Sila.

Pero cuando, con el crecer siempre más y másla mole del estado, fue transformándose lentamen-te el régimen republicano en una república aristo-crática, el equilibrio fue poco a poco desaparecien-do, se habían puesto ya las premisas para el fin dela libertad.

Con todo, si la libertad es el disfrute de los dere-chos del ciudadanorésta no es un valor absoluto, alcual el hombre no pueda renunciar. Perdidos aque-llos derechos, el ciudadano no será más ciudadano,pero permanecerá siempre hombre, como era tam-bién antes.

Por esto se combatió tan ásperamente, paradefender lo que quedaba del antiguo régimen, con-tra César y contra los Triunviros; pero al fin eldominio de uno solo se instauró y pudo, éste úni-co, OCTAVIANO AUGUSTO, declarar con todatranquilidad ser el vengador de la libertad, haberrestaurado la libertad. haber conferido a los ciuda-danos sus derechos; pero estos derechos no eranmás, en sustancia, aquellos de un tiempo, aunquemuy semejantes o idénticos en la forma. Libertadbajo tutela no es libertad. Libertad que dependedel arbitrio de uno solo (el príncipe) no puede serllamada si no es por burla, libertad. La concepciónjurídica' de la libertad no bastó más a los romanos,cuando el régimen político, del cual aquell~. eraexpresión y casi símbolo, cayó. Para no admitirlo,sería necesario creer de verás que los romanos, apartir de la época de Augusto, no .se hubie~~ dadocuenta de que vivían entonces bajo otro regimen yque, para salvar el concepto de libertad, era necesa-rio dar a ésta un nuevo fundamento y sobre todoun nuevo contenido. Ha de creerse que así hayasucedido, tanto más que no son pocos ni tampocodespreciables las señales de la influencia del pensa-

6S

miento fílosófíco en particular estoico, por aquellaépoca.

Para el estoicismo los hombres son todos i-guales, no existen esclavos por naturaleza, no exis-ten diferencias de Estados homosacra res homini,como proclama Sénecav"; Y el rey, galanteado porlos estoicos, declara:

"Todos los hombres, desde el primerohasta el último, aunque falten de todo,por el solo nombre de hombre, gozan demi favor". 6S

Pero el dominio de uno solo viene a negar talderecho natural.Entonces.la oposición bajo el prin-cipado sustituye el concepto jurídico de libertad,válido en la edad republicana, el mito de la libertadnatural conculcada por el dominio de una sola per-sona. A esta fe revolucionaria la propaganda impe-rial buscaba contraponer el patriótico mito de lapax perpetua fundado sobre la fe en la eternidadde Roma

El conflicto se resolvió, como se sabe, a favorde los príncipes. Los hombres se resignaron a cam-biar la libertad por la paz: después de la batalla deAccio, nos dice Tácito:

"Fue útil a la paz que todo poder estuvie-se confiado a uno solo,>66

Así que César Augusto

"Dio leyes para que tuviéramos la paz yun principe'P"

Plinio, en el Panegírico a Trajano, se obstinaen proclamar que los romanos son libres. El dice:

"Es verdaaero que estemos gobernadospor ti (es decir por el Príncipe) y queseamos todos tus súbditos, pero nosotros

. l 1 ,>611te estamos sujetos como a as eyes.

y todavía, siempre dirigiéndose al príncipe:

66

"Tú nos mandas ser libres y nosotros loseremos; tú nos ordenas manifestar abie-tamente nuestro pensamiento y nosotroslo manifestaremos. "¡Este es el fin más triste de la libertad!

La ciudad estoica' del mundo permaneciósiempre como mera abstracción y fue solamenteun refugio ideal para el sabio más que todo parafavorecer y justificar el aislamiento de los otroshombres, que no por constituir la base sobre lacual fundar una nueva humanidad. Fue elementode .disgregación y no de cohesión. El mundo antiguo estaba ya encaminado hacia su inevitable fin,

***

Entre tanto ya se había difundido entre loshombres, que siempre más numerosos la seguían,una nueva doctrina por la cual "con la ayuda deDios Señor nuestro, nuestra razón manifiestamentedespedaza aquellos volubles ciclos del tiempo quela opinión imagina", como dice San Agustín'": Elcristianismo se representa el tiempo como unalínea recta, un rectum iter, en donde todo aconte-cimiento sucede una vez y una sola vez y por estoes irrepetible:

"Christus semel pro peccatis nos tris ma-tuus est;,70

La suerte de cada hombre se decide una vezyde una vez para siempre, en el tiempo: la historiatórnase antropocéntrica y teleológica; el mundo espara el' hombre y cada hombre es una persona,cuyo valor es infinito. El mundo ha sido creadopor Dios en el tiempo y por un acto libre de suvoluntad movida por el amor. Es inútil proponersela explicación de por qué es así como es. El hombre es creado libre por Dios, todos los hombres sonhijos de Dios y, por esto, somos los hombres her-manos. Sin embargo con el pecado original el hom-bre permanece esclavizado al pecado:

"pero cuando -dice el aposto; Pablo- lle-gó la plenitud de los tiempos, Dios enviósu Hijo nacido de mujer, nacido bajo laley, a {m de que rescatase a aquellos queestaban bajo la ley y para que fuésemosadoptados como hijos. Y ya que sois hi-jos, Dios mandó a nuestros corazones elEspiritu de su Hijo ... De tal manera nosois más siervos, sino hijos: ?'. si sois hijostambién herederos de Dios 7 "

Esta es la promesa de Cristo:' 17 (xr..:f¡Oeux€AWOepwOet VJ.l.&'c; 72

El ha traído la verdad para que el hombre sealibre; porque "El Señor es Espiritu: donde está elEspíritu ahi está la libertad "7 3

El cristianismo reconoce como una verdadaxiomática que la voluntad del hombre es libre ygracias a la inmolación del Hijo de Dios sobre elpatíbulo de la cruz.

"La criatura misma será libertada -dice SanPablo en la carta a los Romanos - de la esclavitudde la corrupción por la'libertad de la gloria de loshijos.de DiOS,,74

Escribió Lord Acton en su Historia de laLibertad.75 que "la nueva· ley, el nuevoespíritu, la nueva autoridad, daba a la li-bertad un significado y un valor, que éstano poseia en la filosofía o en la, constitu-ción de Grecia o de Roma antes que seconociese la verdad que nos hace libres".

y así el mundo antiguo lentamente se extin-guía y moría en las conciencias de los hombres,pero a su vez un nuevo mundo de hombres nuevoslenta y fatigosamerite nacía y crecía a la sombra dela Cruz.

NOTAS BmLlOGRAFICAS

1) Germ.,46.2) Agr., 33) 44,354) Agr., 42.5) Ibid.6) Ann., 14-127) Ann., 16,358) Agr., 3.9) De-benef., 7,8210) Ann., 15,65.11) 8.211-212) Resp.473.d:13) Lucian., 25,314) Crat. apud Clernent, Strom. 2,20, 121, 1 Sto15) Lucian.;Cyn.12.,'16) Diog. L., 6, 11~ .17) Diog. L., 6, 72.18) Diog. L., 6,63.19) Ann. 6,22.20) De Ira, 3,15; cfr. de prov., 5,8.21) De consto sap., 19,3.22) Epict., Man. 53.23) Epist., 107,11.24) Problem.,.17,3.

25) Phys., 8, 13,265.26) vv: 34-6:27) Ibd., 5-6.28) 6, 713-4.29) D.K., 14,8 a.30) Orig. 11, 3,4.31) D.K., 24 B 2.32) De eonsu!. Stilich., 11,43033) Mani!., Astron. 1.52134) VII, 19,49,135) 17,39.36) 1, 1,9.37) Eth. Nic., S, 1112 b 31.38) S.V.F.,l,17639) S.V.F. 11,91340) S.V.F., 11,94341) De nato hom., 38.42) 12,4043) S.V.F., 11,974 (Cic., De fato, 18-41)44) De prov., S, 7.45) Ibid.,8.46) 10,5.47) 11,254.48) 3,81.

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49) Iphig Aul., 1400-1.SO) Polit., i.r.s,Sl) 3,8()'3.S2) Polit.6,2,6,S3) 3,80.S4) 403-408.SS) 2, 37.S6) Polit., 6, 2, 7.S7) Polit. 3,S,13.S8) Polit, 7, 4,7S9) Id., 1,1,160) Liv., l1,lS.61) Cic., Pro Flacc0"7,1662) Liv., 34,49,8.

63) Pro Cluent., 146.64) Epist.,9S,33.6S) Senec., De clern., 1,1,3.66) Hist., 1,1,1.67) Ann., 3,28,3.68) 24,4.69) De civ. Dei 12,18 ,70) 1 Petr., 3,18; cfr. Ad Hebr., 9,12,28.

71) Ad Gal., 4,4-7.72) loann., 8,32.73) Ad, C017, 1L3,1774) 8,21.7S) Pág. 29.

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