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La Locura del Asesinato

Diagramación e ilustración: Laura Ximena Peña MartinezEdición: Adriana Villafañe

Impresión: AUROS copiasCalle 24n # 5bn – 446616914

Primera edición en Colombia 2010

©Todos los derechos reservados, ninguna parte de esta obra puede ser reproducida sin permiso escrito de su autor.

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Laura Ximena Peña Martínez, nació en Santiago de Cali, el 17 de julio de 1990. Realizo sus estudios de diseño grafico en la Fundación Academia de Dibujo Profesional, siendo la diagramación su tema de especialización.

Desde muy temprana edad se interesó por la caricatura, la literatura fantástica y de suspenso, comics y la animación.

Espera ser profesional en el área de la diagramación, y continuar sus estudios en otros campos del diseño como la animación (multimedia), ilustración y la publicidad.

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Para mi hermana Claudia “bruja”, que tengas muchos éxitos en esta nueva etapa

de tu vida.

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Un fuerte estruendo rompió el silencio de la tranquila noche, la pistola se encontraba a escasos centímetros de la mujer, que instintivamente llevo la mano a su pecho ensangrentado, sus ojos desorbitados mostraban la sorpresa y el dolor de aquel momento.

-¿Por qué?- Pregunto la mujer, mirando a su agresor.

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El hombre escondido detrás de la puerta y cuyo rostro no se alcanzaba a distinguir debido a la oscuridad de la habitación. Él acerco su cabeza a la de la mujer y empezó a susurrarle cosas en el oído, ella desconcertada lo aparto con todas sus fuerzas y él cayó al piso aturdido, ella aprovecho este momento para huir pero su condición era critica, se estaba mareando y perdía mucha sangre, hizo un último esfuerzo para llegar a la puerta de la habitación pero era demasiado tarde, su agresor ya se había incorporado, se abalanzo sobre ella y lucharon en silencio, tres proyectiles atravesaron el débil cuerpo de la mujer, estaba acabada, su cuerpo ya no le respondía.

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Al entender su situación, ella miro nuevamente al hombre, este se encontraba de pie al lado de ella, un vehículo paso con las luces encendidas y estas iluminaron la habitación.

-Adiós Ana- dijo el hombre con desdén y se dispuso a apretar el gatillo una última vez.

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Ella cerró los ojos y en ese momento unas frías lágrimas rodaron por sus mejillas.

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Gritó sobre exaltado, cogió su cabeza en sus manos y empezó a llorar, otra vez el mismo sueño, ya no sabía qué hacer todas las mañanas empezaban igual, él gritando fuera de sí tratando de buscarle significado a estas imágenes que lo atormentaban todas la noches, “quién era ese hombre que le había quitado a la persona más importante de su vida, quién era esa alma perversa que le había arrancado la existencia a aquella mujer que él tanto amaba” pensaba todas las mañanas.

Se dispuso a levantarse, su nuevo apartamento no era nada comparada a su antigua casa, una casa llena de recuerdos de su antigua vida, una vida llena de luz y esperanza en la cual él se sentía tan a gusto pero que por hechos trágicos tuvo que abandonar. Ana su adorada esposa era una mujer alta, rubia y de buen corazón, él no se explicaba que había visto ella en él, ya que era una persona muy común sin nada extraordinario, un hombre alto, desgarbado, de cabello negro y ojos verdes, un hombre sencillo y tímido, que disfrutaba de cada minuto que pasaba junto a ella. Pero hoy era un nuevo día, se había mudado a Lioma una ciudad diferente a todas en las que había estado, era pequeña pero acogedora. Ahí empezaría una nueva vida, dejaría el pasado atrás y construiría un nuevo hogar.

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Después de un agradable baño, vistió con su uniforme, para ir a su nuevo trabajo, su camisa tenía en la parte superior izquierda su nombre bordado, Roger, en letra cursiva y un poco torcida.

Roger era un enfermero muy reconocido en su ciudad natal, pero en esta nueva ciudad eso no importaba, por eso no le extrañó no conseguir empleo en el hospital central, en cambio había conseguido trabajo de conserje en un hospital psiquiátrico a las afueras de la ciudad llamado Tess Home, en este lugar se encontraban los enfermos mentales más peligrosos de la ciudadlos cuales habían sido condenados a pasar toda su vida ahí por crímenes cometidos en el pasado.

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Al llegar, observo que el lugar se encontraba abandonado, la enorme entrada hecha de metal se encontraba oxidada, una cámara a dos metros en donde él se encontraba lo señalaba, una voz profunda sonó por un comunicador al lado derecho de la puerta, escondido tras una maleza espesa.

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-Lo puedo ayudar en algo- dijo la voz.

-Hola, mi nombre es Roger Heckler, soy el nuevo conserje- dijo con desconfianza.

-Siga, por favor, Bienvenido a Tess Home-.

-Gracias-

En ese momento las puertas se abrieron lentamente con un sonido agudo y molesto, Roger se asomo por las grandes puertas y diviso un edificio alto, con aspecto colonial, como era de esperarse el edificio estaba más abandonado que la entrada, el miedo recorría todo su cuerpo, pero debía ser fuerte porque como estaba la situación era afortunado de tener un empleo estable.

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Un hombre pequeño y gordo lo esperaba en la entrada, era rosado y la edad le había tumbado casi todo su cabello, estaba vestido con unos pantalones lisos cafés y una cami-sa amarrilla escondida tras la bata de doctor, su carnet se encontraba colgado en su bolsillo izquierdo en donde se alcanzaba a distinguir una foto muy antigua en donde él no era calvo.

-Muy buenos días Roger, llegando tarde el primer día- dijo con tono sarcástico. – Soy el doctor Moore, y le mostrare el recinto-.

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-Lo puedo ayudar en algo- dijo la voz.

-Hola, mi nombre es Roger Heckler, soy el nuevo conserje- dijo con desconfianza.

-Siga, por favor, Bienvenido a Tess Home-.

-Gracias-

En ese momento las puertas se abrieron lentamente con un sonido agudo y molesto, Roger se asomo por las grandes puertas y diviso un edificio alto, con aspecto colonial, como era de esperarse el edificio estaba más abandonado que la entrada, el miedo recorría todo su cuerpo, pero debía ser fuerte porque como estaba la situación era afortunado de tener un empleo estable.

-Que pena señor este lugar queda bastante escondido jejeje no era….- pero el doctor Moore levanto la mano para que se callara.

-Sus escusas no me interesan señor Heckler- dijo sin mirarlo- muy bien sígame por favor-.

Roger asintió y empezaron a caminar, el lugar mostraba deterioro, la pintura de las paredes ya no era blanca, tenía un aspecto verdoso en las esquinas y la humedad había creado unas bombas de pintura en lo más alto de estas. El lugar era escalofriante.

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Entraron a un salón en donde se encontraba una anciana detrás de un escritorio, la señora se veía amable y cariñosa, Roger le coloco más de sesenta años, vestía colores pasteles que entonaban bien con el gris de sus cabellos, era delgada y con ojos desorbitados que se escondían detrás de unos antojos de marco grande y grueso.

-Le presento a la señora Carolina- dijo el doctor Moore y añadió – ella es nuestra empleada más antigua, sabe todo acerca de Tess Home, si tiene alguna inquietud puede comunicarse con ella-.

-Mucho gusto, Roger Heckler- dijo levantando la mano para saludarla con una sonrisa en la cara.

Ella no le estrecho la mano pero si le devolvió la sonrisa, Roger disimuladamente bajo la mano y la metió en el bolsillo del pantalón. No creyó que la señora fuera maleducada, seguro no quería parase de su silla. Carolina le paso una carpeta al doctor y este la examino durante un momento. Mientras tanto, Roger, examino mas la estancia, las ventanas eran gigantes y por ellas entraba mucha luz, por eso no le extrañó ver tan pocas lámparas en la habitación. El doctor Moore rompió el silencio aclarando su garganta.

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-muy bien Carolina, déjanos pasar por favor y llama a la doctora Meras, dile que la espero en mi oficina-.

-sí, señor-.Carolina accionó un botón y las puertas atrás de ella se abrieron.

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Caminaron en silencio por el largo pasillo, el cual se veía que habían tratado de restaurarlo pero lo habían dejado a la mitad, los botes de pintura en un rincón afirmaron su teoría. Entonces empezaron a aparecer varias puertas cada una con su respectivo número, el doctor se detuvo en seco en la primera puerta, lo cual hizo que Roger chocara contra él.

-Perdón- se disculpo, pero el doctor Moore lo ignoro.habitación 101, paciente Peter Doyle, pirómano, se encuentra recluido por incendiar un edificio y matar a más de 100 personas-. Dijo sin interés alguno.- debo recordarle señor Perozo antes de continuar que estos pacientes son sumamente peligrosos asi que no trate de acercarse a ellos bajo ningún motivo-. Este último comentario asusto mucho a Roger que trago saliva sonoramente.

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Y así siguieron en todas las habitaciones, en donde el doctor Moore se detenía en cada puerta y le explicaba las condiciones de cada paciente, había tres pirómanos contando a Peter, cinco psicópatas esquizofrénicos que se encontraban en el segundo piso, una anciana que había envenenado a toda su familia y una mujer con trastorno de personalidad múltiple; estas últimas se encontraban ubicadas en el tercer piso.

-Como ve Roger, son pocos pacientes pero peligrosos- dijo caminando hasta la última puerta.- y con eso llegamos a ella-. Hizo una pausa y continúo mientras señalaba la habitación número 307. –nuestra paciente mas enigmática, Teresa Matews-.

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Roger se asomó por la pequeña ventana de la puerta como había hecho en las demás habitaciones, mientras el doctor leía la descripción del paciente, pero esta vez no hubo descripción, solo silencio.

Detrás de la ventana, para asombro de Roger se encontraba una joven mujer de unos 23 años de edad, era blanca como la nieve, su pelo rojizo caía sobre su rostro ocultándolo completamente; esta-ba sentada en el borde de la cama y sostenía su rodilla izquierda con sus manos. Había algo en ella que le parecía tan interesante, tan atracti-vo, que no podía dejar de mirarla. De pronto ella levanto la cabeza y miro fijamente a Roger como si lo estuviera analizando, pero no había ni una pizca de expresión en esos penetrantes ojos azules.

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-¿Y, que hizo ella?- pregunto volviéndose hacia el doctor Moore.

El aludido miro por un segundo a la paciente y luego respondió. – No esta-mos seguros-. Dijo mientras se rascaba la cabeza. –La encontraron al lado de una mujer con su hijo que fueron asesinados en un callejón, ella estaba

cubierta de sangre-. Hizo una pausa y prosiguió. –la policía le pregunto qué había ocurrido pero ella no respondió, los policías trataron de hablar con ella

pero no había respuesta, entonces un juez no tuvo más remedio que mandarla a este lugar, en donde espera que ella reaccione, pero ya ha pasado más de tres

meses y nada-.

-Vaya eso suena terrible-. Dijo sin apartar la mirada de ella.

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Alguien grito detrás de ellos, el doctor Moore dejo caer la carpeta con varios papeles, Roger giro bruscamente buscando de donde provenía aquel grito.

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Doctora Meras no tiene algo más productivo que hacer- dijo el doctor Moore mirando con desaprobación a su compañera de trabajo que reía fuertemente con sus brazos en su estomago mientras él recogía la montaña de papeles.

-Debieron ver sus caras jajajaja-. Dijo ella mientras secaba las lágrimas de sus ojos. –Hola chico nuevo soy la doctora Elizabeth Meras-. Y le extendió la mano para saludarlo.

-Mucho gusto, me llamo Roger y soy el nuevo conserje-. Contesto todavía pálido y se apresuró a estrecharle la mano.

La doctora Meras era una mujer alta, morena, de pelo corto, le sobresalía un moño rosado que parecía estar ahí por error. Su cuerpo era robusto y se encontraba oculto bajo un vestido negro que le llegaba hasta las rodillas y su bata blanca que le quedaba un poco grande. Se veía que era una mujer divertida y activa, Roger no se explicaba porque una mujer como ella se encontraba trabajando en un sitio tan deprimente como ese.

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-Carolina me dijo que me estaba buscando-. Dijo mientras le guiñaba un ojo a Roger.

Al parecer ella estaba tan loca como los demás pacientes, el doctor Moore la miro con desprecio y le hizo señas para que fuera a su ofici-na, ella asintió y se despidió de Roger moviendo la mano derecha y con una ancha sonrisa. El doctor espero hasta que ella desapareció, después empezó a maldecir por lo bajo hasta que Roger aclaro su garganta para

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-Muy bien Roger, su trabajo consiste en que este lugar este impecable, recuerde que si tiene dudas hable con la señora Carolina-.

-No se preocupe señor, no lo defraudare-.

-Si eso han dicho muchos, pero bueno le deseo suerte-. Y le acerco el trapero, Roger extendió la mano para recibirlo pero el doctor lo volvió a coger y lo miro fijamente. –Y recuerde que está prohibido acercarse a los pacientes, me entendió a menos que quiera que algo malo le pase-.

Después de la inducción el día transcurrió lento, Roger que nunca había limpiado un piso en su vida o sacudido una ventana, trato de hacer su mejor esfuerzo, pero el lugar se encontraba tan sucio que tomaría varios días en dejarlo impecable como le había indicado el doctor Moore.

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Gritaba mientras corría por un pasillo oscuro, se encontraba en Tess Home, pero no había nadie, el lugar estaba más tenebroso que de costumbre. – ANAAAA POR FAVOR DIME ALGO-. Desesperado empezó a abrir todas las puertas, no le importo las especificaciones que le había dado el doctor Moore. Se detuvo para retomar el aliento, la desesperación invadía todo su cuerpo ya no sabía si gritar o llorar.

Se encontraba al final del pasillo del tercer piso, a escasos centímetros de la habitación 307. Sintió un extraño impulso de acercarse pero algo lo detenia, no se atrevía a entrar. Respiro profundo y empujo la puerta lentamente un viento helado acaricio su rostro, las cortinas ondeaban frenéticamente sobre las ventanas abiertas de par en par, Roger entro en la habitación con decisión, al caminar sintió que el piso se encontraba mojado, con cada uno de sus pasos salpicaba hacia su ropa una sustancia que parecía agua pero que se encontraba tibia. De pronto las luces se encendieron y dejaron ver lo que escondía esa extraña habitación, no era agua lo que él estaba pisando era sangre, esta se encontraba en el piso y en las paredes; tendida en la cama se encontraba Ana con un vestido azul manchado de aquel liquido rojo y espeso, ella no se movía y eso lo preocupo quería preguntarle que se encontraba haciendo ahí, porque lo había dejado solo todo este tiempo, pero lo único que hizo fue acercarse a ella.

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Mientras más se aceraba, ella iba cambiando, su cabello rubio se empezó a tornar rojizo y sus facciones em-pezaron a cambiar, esa no era su esposa, era Teresa Matews la paciente que ocupaba esa habitación. Cuando se encontraba a escasos centímetros de la mujer, esta despertó, sus ojos lo miraron con confu-sión y con rabia, los brazos de ella se envolvieron sobre su cabeza y lo acercó hacia su boca y dijo - ¿Por qué?-

Eran las cuatro de la madrugada cuando Roger despertó empapado en sudor y temblando de pies a cabeza, ¿que había sido ese sueño?, ¿porque aparecía Teresa Matews en él?, eran varios interrogantes que tenia y que no lo de-jaron dormir hasta que se tuvo que levantar para ir a trabajar.

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Las semanas pasaban rápidamente en la ciudad de Lioma, Tess Home ya contaba con un mejor aspecto, Roger había hecho un buen trabajo arreglando el lugar, había quitado la maleza de la entrada, las paredes volvían a ser blancas y los pisos parecían espejos.

Un día Roger se encontraba limpiando el piso de la entrada del edificio, cuando Carolina con su peculiar sonrisa se le acerco y le entrego un mensaje de Elizabeth.

-disculpe, señorita Elizabeth, Carolina me dijo que me estaba buscando-. Dijo mientras tocaba la puerta.

-sí, chico nuevo, necesito que me ayudes con algo-. Dijo mientras se asomaba debajo de una montaña de papel, la doctora Meras todavía lo llamaba como chico nuevo a pesar de que ya llevaba más de tres meses trabajando con ella.

-Bueno es lo siguiente, hoy vienen a interrogar a la paciente 307, creo que el doctor Moore te comento sobre ella-. Él asintió y ella continúo. – Bueno el hecho es que el doctor Moore no se encuentra y ellos no demoran en llegar-. El teléfono sonó y ella lo coloco en altavoz.

-Doctora Meras, aquí se encuentran unos oficiales, dicen que vienen a interrogar a la paciente-. Dijo con voz calmada.

-QUEEE-. Grito Elizabeth. – se suponía que llegarían a las tres, bueno no importa dígales que ya bajo, que voy con mi nuevo asistente-. Dijo señalando a Roger con un dedo.

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Eran tres oficiales los que se encontraban esperando en el salón, Elizabeth los saludo pero solo uno estrecho su mano, un hombre canoso, fornido y con grandes ojeras alrededor de sus ojos, parecía ser de más alto rango que los otros dos. Tras mirar a Roger como si fuera un insecto, se volvió hacia la doctora y le dijo.

-¿La mujer muestra algún tipo de colaboración?-.

-Oficial Roy los dos sabemos la respuesta a esa pregunta, la paciente cuando este lista hablara, asi que creo que deberíamos ser pacientes-. Dijo con un tono tranquilo en su voz.

-Ya he esperado suficiente, mi familia en donde sea que este merece justicia-. Ahora Roger lo entendía todo, aquel hombre no solo era un policía cualquiera era el esposo y el padre de las víctimas, por eso era que Elizabeth se mostraba tan comprensiva con él.

-Lo entiendo oficial pero…-.

-Quiere hacer el favor de llevarme hacia ella o tendremos que buscar el camino doctora-. La interrumpió el oficial ferozmente.

-Síganme, porfavor-.

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Cuando se iban acercando a la habitación 307, el recuerdo de su sueño lo hizo palidecer y temblar, no quería entrar a ese cuarto pero tampoco podía dejar sola a la señorita Elizabeth con esos policías, asi que reprimió su miedo y decidió afrontarlo.Elizabeth hizo girar la llave y la puerta se abrió, el cuarto estaba iluminado, la cama se encontraba ordenada y la habitación se sentía fresca. El primer oficial le hizo señas a Roger para que trajera unas sillas y una mesa, él se apresuro a colocar los objetos dentro del cuarto; ella se encontraba mirándolo mientras el acomodaba las sillas, el trato de no cruzar la vista con la de ella pero era algo

imposible, sus cabellos rojos y el azul de sus ojos lo atraían.

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Todos ocuparon sus sillas menos Roger que se quedo de pie atrás de ellos tratando de ser invisible y parecía que lo conseguía porque su presencia no molestaba a los presentes.

-Teresa estas personas quieren hacerte unas preguntas, trata de responderles con toda sinceridad por favor- dijo la doctora mirándola fijamente. Pero teresa no se movió ni cambio de expresión.

-Soy el oficial Roy y vengo a hacerle unas preguntas-. Hizo una pausa y siguió. - usted es estudiante de la universidad de Lioma según tengo entendido estudia psicología, ¿verdad señorita Matews?-.

Ella lo miro fijamente pero no dijo nada. Él prosiguió – ¿Que hacia usted la tarde del 17 julio en ese callejón a las 6 pm?-. Silencio.

El ambiente era tenso en esa habitación, Roger sentía pena por el oficial porque entendía el dolor por el que estaba pasando; pero también sentía pena por Teresa no sabía porque pero lo hacía.

El oficial se abalanzo sobre Teresa, la golpeo fuertemente en la cara para luego coger su cuello entre sus manos.

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- A quien proteges desgraciada, habla o te juro que te mato maldita-.dijo apretando cada vez más el cuello de la indefensa Teresa.

-Deténgase, la va a matar-. Le gritaba Elizabeth, mientras trataba de zafarle las manos.

31 Los otros oficiales en vez de detener al oficial Roy, se abalanzaron sobre Elizabeth quien daba puños a lo que se atravesara. Roger que estaba paralizado en la puerta del cuarto reaccionó y fue a ayudar a Elizabeth, quebró un palo de escoba en la cabeza de uno de los oficiales dejándolo inconsciente, el otro al ver que su compañero dio una patada en la cabeza que lo dejo semiinconsciente.

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En ese momento Roger miro hacia la puerta y observo que alguien mas había en la habitación, esta persona, que él no lograba distinguir bien debido a los golpes, era alta y acuerpada, era un hombre de cabello largo y ojos oscuros que vestía totalmente de negro, llevaba una gorra en la cabeza y unos guantes negros, se alcanzaba a distinguir una enorme cicatriz que recorría gran parte del costado izquierdo de su rostro.

Este misterioso hombre se aproximo al oficial Roy y lo golpeo por la espalda tan duro que este se desplomo al instante, el otro oficial que se encontraba en pie se abalanzo sobre el hombre, pero este fue más rápido y lo lanzo contra la pared.

-¿Quién es usted?-. Preguntó Elizabeth mientras se levantaba y se acercaba donde Roger, que se encontraba recostado en la pared con el labio partido y el ojo morado.

-Ya es hora-. Respondió con voz grave.

En ese momento Roger se desmayo.

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-Roger, Roger, Roger-. Al despertar observo al doctor Moore examinándolo, su cuerpo entero le dolía y vagos recuerdos llegaban a su mente delo que había ocurrido.

-Te encuentras bien muchacho-. Insistió el doctor.

-Sí, no se preocupe, ¿cómo esta Elizabeth y Teresa?-. Preguntó mientras se colocaba la camisa, haciendo gestos de dolor.

-Teresa quiere hablar contigo-.

34 Que Teresa quería hablar con él, pero que estaba pasando, al principio creyó que era una broma, pero al ver la seriedad del doctor Moore no tuvo más remedio que aceptarlo, mientras caminaba por el pasillo y escuchaba los gritos de “pirómano Pit” como lo había apodado Elizabeth, pensaba que querría hablar Teresa Matews con él, eso le comia el cerebro.

Al entrar en la habitación observo que todos estaban ahí, Carolina, Elizabeth, el doctor Moore, el hombre misterioso y Teresa. Extrañado entro y se sentó en la pequeña silla que se encontraba en medio de la habitación.

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-Has estado ignorándome mucho tiempo Roger Heckler-. Dijo Teresa con una voz angelical, había algo en ella que era diferente, algo maligno la rodeaba.

-Perdón, ¿cómo sabe mi nombre?-. Dijo confundido.

-La señora Teresa lo conoce todo -. Respondió Elizabeth.

-Gracias Elizabeth pero creo que el necesita oír toda la historia- dijo con voz dulce. –a ver por donde empiezo mmmmm si, había una vez una joven solitaria que le encantaba coleccionar juguetes, estampillas, todo lo que ella le parecía interesante lo coleccionaba, entonces cierto día se dio cuenta de que esto no le traía satisfacción que tendría que coleccionar cosas que tuvieran un pasado, algo que pudiera estar con ella para toda la eternidad-. Tomo aire y siguió mientras acariciaba la calva del doctor Moore-.los humanos le parecían criaturas interesantes.- Roger noto que su cuerpo estaba cambiando mientras hablaba, sus ojos azules se tornaron oscuros como esa habitación, ella no era humana-. sobre todo los que tenían un lado oscuro, como Carolina que enveneno a toda su familia por no seguir sus estándares de educación, Elizabeth que asesinó a mas de 100 niños para robarle su niñez o el doctor Moore que violaba y mataba a sus pacientes indefensos por diversión y las demás personas que habitan este lugar-.

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Roger estaba confundido, no sabía si esto era un sueño y si lo era quería que terminara, sus instintos le decían que debía salir corriendo de ese lugar, pero su cuerpo no se movía, unas cadenas invisibles lo tenían atado a ese lugar.

-Quédate quieto- lo amenazó el misterioso hombre que se había materializado de la nada atrás de él y lo sujetaba de los hombros.

-¿Que quieres de mi?, ¿Por qué me dices todo esto?- Pregunto desafiante.

Ella lo miro fijamente con sus escalofriantes ojos y le respondió.- Te quiero a ti.

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-PERO TE EQUIVOCAS, YO NO HE MATADO A NADIE, POR LO TANTO NO ME PUEDES COLECCIONAR, TE SOY INÚTIL ASQUEROSA BRUJA- Grito Roger con todas sus fuerzas.

En ese momento Teresa estalló en carcajadas.

-¿Estás seguro? - dijo juntando sus pequeñas manos.-Porque yo creo que sí y esa persona te atormenta todas las noches cuando duermes, creo que sabes a quién me refiero-. El rostro de Roger se mostraba blanco como cal, sus ojos desorbitados mirando al vacio de su ser, esperando que ella dijera esas palabras tan dolorosas.

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-TU ESPOSA, ANA-

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La pistola temblaba en las manos de Roger, un hilo de humo salía del cañón y se disipaba en el aire.

-dime Ana, ¿Qué hice?- dijo secándose las lagrimas de las mejillas. -¿Por qué ya no me quieres?-.

Ella lo miraba con los ojos desorbitados, el miedo se reflejaba en todas su facciones, mientras una gran mancha de sangre se extendía en su pecho.

-QUE TIENE ÉL QUE NO TENGA YO, ANA- grito enfurecido mientras le apuntaba.

-¿de que… hablas…Roger?-. Dijo entrecortadamente.

40 Roger se acerco a ella y le susurro en el oído.-No te preocupes mi amor, pronto estará contigo, porque cuando termine, él será el siguiente-. Y una sonrisa se le dibujo en el rostro.

Ella desconcertada lo aparto con todas sus fuerzas y él cayó al piso aturdido, hizo un último esfuerzo para llegar a la puerta de la habitación pero era demasiado tarde, Roger ya se había incorporado, se abalanzo sobre ella y lucharon en silencio, tres proyectiles atravesaron el débil cuerpo de Ana, estaba paralizada.

Se paro al frente de ella y sosteniendo su cabeza con su mano izquierda empezó a reír, sus carcajadas resonaban por toda la casa, la pistola se sacudía en su mano derecha.

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-por…favor no…Roger yo te… quiero-. dijo Ana con su último aliento.

-Adiós Ana- dijo el Roger y apretó el gatillo.

Se paro al frente de ella y sosteniendo su cabeza con su mano izquierda empezó a reír, sus carcajadas resonaban por toda la casa, la pistola se sacudía en su mano derecha.

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Ahora Roger lo recordaba todo, cogió su cabeza entre sus piernas y rompió en carcajadas.-Ana era mia solo mia-.

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Sus brazos inmovilizados por las firmes costuras de su ropa, se movían al ritmo de su pecho mientras se reia, pronto los enfermeros llegaron para sedarlo, sus gigantes agujas resplandecían bajo la luz blanca del pequeño cuarto.

-Las alucinaciones continúan-. Dijo una mujer de cabello rojizo y ojos azules.-Pobre hombre-.

-Después de lo que le hizo a su esposa es lo mínimo que se merece-. Se apresuro a decir un enfermero mientras secaba el sudor de su frente.

-si usted lo dice-.dijo mirando a Roger.- quiero un reporte completo en mi escritorio del paciente Heckler.

-Como usted ordene doctora Matews-.

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