La Magia de Los Amuletos y Talismanes

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Hoy en día sigue siendo popular, pero la costumbre de llevar talismanes y amuletos fue una práctica común en todas las grandes civilizaciones de la antigüedad, especialmente en Egipto, de donde procede la mayor parte de los fundamentos de la magia. Ahora se anuncia para su venta toda una serie de llamados “amuletos de la suerte”, y los joyeros muestran en sus escaparates atractivos pendientes y anillos portadores de una mayor o menor naturaleza mágica. Existen también muchas “piedras del Zodiaco”, relacionadas con el signo de cada uno. ¿Hay algo de verdad en estos legendarios dispensadores de buena suerte? ¿Es posible que una persona pueda atraer la buena suerte, o el infortunio, llevando un talismán o un amuleto? En cualquier caso, siglos de fe y experiencias mágicas avalan estas creencias. Igual que las virtudes ocultas de las piedras preciosas, la forma de muchos amuletos tradicionales, como la cruz ansada y la esvástica, se remonta a la más remota antigüedad. Aunque en general se considera que ambas palabras significan lo mismo, existe una diferencia esencial entre un talismán y un amuleto. El talismán posee cierto poder oculto y los antiguos libros de magia están llenos de diseños e instrucciones para fabricarlos. Se ha llegado a creer que uno poderoso es capaz tanto de atraer la buena suerte como de repeler el mal; en cambio, los amuletos se limitan a proporcionar protección, en especial contra los malignos poderes del mal de ojo. Muchas piedras preciosas se emplean tanto como amuletos como talismanes. Aparte de su belleza natural, rareza y valor, los magos y ocultistas del pasado afirmaron que poseían virtudes intrínsecas que podían agraciar a los que las llevaran. Esta creencia incluye la costumbre que tienen todas las monarquías de poseer sus joyas de la corona o galas reales, así como la de los obispos y otros dignatarios eclesiásticos que las llevaban en sus anillos.

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Hoy en día sigue siendo popular, pero la costumbre de llevar talismanes y amuletos fue una práctica común en todas las grandes civilizaciones de la antigüedad, especialmente en Egipto, de donde procede la mayor parte de los fundamentos de la magia. Ahora se anuncia para su venta toda una serie de llamados “amuletos de la suerte”, y los joyeros muestran en sus escaparates atractivos pendientes y anillos portadores de una mayor o menor naturaleza mágica. Existen también muchas “piedras del Zodiaco”, relacionadas con el signo de cada uno.

¿Hay algo de verdad en estos legendarios dispensadores de buena suerte? ¿Es posible que una persona pueda atraer la buena suerte, o el infortunio, llevando un talismán o un amuleto? En cualquier caso, siglos de fe y experiencias mágicas avalan estas creencias. Igual que las virtudes ocultas de las piedras preciosas, la forma de muchos amuletos tradicionales, como la cruz ansada y la esvástica, se remonta a la más remota antigüedad.

Aunque en general se considera que ambas palabras significan lo mismo, existe una diferencia esencial entre un talismán y un amuleto. El talismán posee cierto poder oculto y los antiguos libros de magia están llenos de diseños e instrucciones para fabricarlos. Se ha llegado a creer que uno poderoso es capaz tanto de atraer la buena suerte como de repeler el mal; en cambio, los amuletos se limitan a proporcionar protección, en especial contra los malignos poderes del mal de ojo.

Muchas piedras preciosas se emplean tanto como amuletos como talismanes. Aparte de su belleza natural, rareza y valor, los magos y ocultistas del pasado afirmaron que poseían virtudes intrínsecas que podían agraciar a los que las llevaran. Esta creencia incluye la costumbre que tienen todas las monarquías de poseer sus joyas de la corona o galas reales, así como la de los obispos y otros dignatarios eclesiásticos que las llevaban en sus anillos.

Esta tradición de conservar piedras preciosas aparece en los anales de muchas herencias de familias históricas en la mayoría de las zonas celtas de las Islas Británicas, es decir, Escocia, Gales e Irlanda. Probablemente, la más famosa de esas herencias fue la del Lee Penny (“Penique de Lee”), transmitida por la antigua familia escocesa de los Lockharts de Lee. Se trataba de una piedra roja engarzada en el centro de una moneda de plata. Desde mucho tiempo atrás se creyó que poseía poderes curativos maravillosos para sanar las enfermedades del ganado. El método consistía en sumergir la piedra en agua y luego dar de beber al ganado. En su origen es posible que también se utilizara para curar a los seres humanos.

La leyenda dice que la piedra llegó a Escocia a manos de los antepasados de los Lockharts de Lee cuando volvieron de las Cruzadas, después de recibirla como rescate de un cautivo sarraceno de alto rango. Sin embargo, la moneda de plata en la que se engarzó la piedra roja pertenece al reinado de Eduardo IV, por lo que su origen real sigue siendo un misterio.

Entre las joyas de la corona inglesa hay una maravillosa gema que tiene las virtudes de un talismán, el rubí del Príncipe Negro. Actualmente puede verse engarzado en la

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corona imperial, entre los demás esplendores que se encuentran en el museo de las Joyas de la Corona en la Torre de Londres. El Príncipe Negro recibió la piedra de su aliado Pedro I el cruel, rey de Castilla y León, que al parecer se la robo al rey de Granada después de matarle. En el siglo siguiente, el rey Enrique V se apoderó de la piedra y la montó en una diadema que llevaba sobre su yelmo en la batalla de Agincourt.

La historia dice que esta diadema le salvó la vida porque en el curso de la batalla desvió un golpe dirigido a su real cabeza. Parte de la diadema, la pieza que tenía el rubí, se rompió. Puede que la historia sea cierta o que no sea más que una leyenda, pero todavía hoy puede contemplarse una marca en la gema que bien pudo haber sido hecha con una espada.

Al rey no le cupieron dudas de las virtudes de la joya como talismán y la escogió por esa razón. El rubí es una piedra de Marte, planeta que gobierna la guerra y concede protección y victoria en la batalla.

La tutela astrológica de las piedras preciosas es un factor importante para determinar sus virtudes. De ahí la idea de llevar una piedra del Zodíaco para beneficiarse de las mejores características del signo en que uno ha nacido. Cada signo del Zodíaco tiene su lado bueno y su lado malo, sus fortalezas y sus debilidades, puesto que ninguno es afortunado o desafortunado en sí mismo.

Hay que decir que algunas listas de piedras del Zodíaco que aparecen en los escaparates de las joyerías son algo engañosas, pues se refieren sólo al mes de nacimiento, sin mencionar el signo. El cambio de un signo a otro comienza el día 20 a 22 de cada mes. Varía un poco cada año, por lo que el momento preciso del cambio sólo puede asegurarse consultando una tabla astrológica, que suministran información de los movimientos planetarios, etc., para uso de los astrólogos.

Por eso, una persona que ha nacido en marzo, por ejemplo, puede pertenecer a Piscis o a Aries, dependiendo de que día del mes lo haya hecho.

Las listas de las piedras del Zodíaco convenida por los joyeros es como sigue:

Enero: Granate.Febrero: Amatista.Marzo: Heliotropo o aguamarina.Abril: Diamante.Mayo: Esmeralda.Junio: Perla o piedra lunar.Julio: Rubí.Agosto: Sardónice o peridoto.Septiembre: Zafiro.Octubre: Ópalo o turmalina.Noviembre: Topacio.Diciembre: Turquesa o Lapislázuli.

Poca gente se da cuenta de la antigüedad de esta lista su origen se encuentra en el famoso pectoral de piedras preciosas que llevaba el Sumo sacerdote de Israel, tal y

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como se describe en la Biblia (Éxodo, capitulo 28) Constaba de cuatro hileras de tres joyas cada una. Josefa, el gran historiador judío, autor de Antiquities of the Jews (Antigüedades de los judíos) en el siglo I, nos dice que las piedras del pectoral simbolizan los doce meses del año y los doce signos del Zodíaco, mientras que las dos grandes piedras de sardónice engarzadas en los broches de las hombreras del Sumo sacerdote representan el sol y la luna. La versión autorizada de la Biblia dice que las piedras del pectoral eran: sardónice, topacio y carbunclo: esmeralda, zafiro y diamante; ópalo, ágata y amatista; y berilo, ónice y jaspe. Sin embargo, los expertos actuales dudan de la exactitud de esta traducción. En general traducen la lista de gemas como cornalina, crisolita y esmeralda; granate, lapislázuli y jaspe (o posiblemente alguna forma de corindón); circón, ágata y amatista; y berilo, ónice y jade.

En la actualidad se piensa que la costumbre de llevar gemas del Zodíaco se originó en Polonia, probablemente entre el gremio judío de comerciantes de piedras preciosas que se interesó mucho por el misticismo de las piedras sagradas del pectoral. Es posible que la costumbre se extendiese por Europa cuando la polca Marie Leczinska ascendió al trono de Francia como mujer de Luis XV. Al ser la corte francesa el centro de la moda y de la alta sociedad europea, todo lo que llevase o lo que creyese la reina era copiado de inmediato.

He aquí una antigua lista polaca de gemas relacionadas con los meses, junto con las virtudes particulares o beneficiosas atribuidas a cada joya:

Enero: Granate. Constancia.Febrero: Amatista. Sinceridad.Marzo. Hematite. Valentía.Abril. Diamante. Inocencia.Mayo. Esmeralda. Éxito en el amor.Junio. Ágata. Salud y larga vida.Julio. Cornalina. Satisfacción.Agosto. Sardónice. Felicidad en el matrimonio.Septiembre. Crisólita. Antídoto contra problemas mentales.Octubre. Ópalo. Esperanza.Noviembre. Topacio. Fe.Diciembre. Turquesa. Prosperidad.

Si consideramos la hematite de marzo como el atributo evidente de Aries (hacia el 21 de Marzo a 21 de Abril), podemos interpretar el resto de las piedras continuando los signos del Zodíaco. A Tauro le corresponde el diamante; a Géminis, la esmeralda; a Cáncer, la ágata; a Leo, la cornalina; a Virgo, la sardónice; a Libra, la crisolita; a Escorpio, la turquesa; a Acuario, el granate y a Piscis, la amatista.

La razón de asociar la hematite a Aries es porque fue el talismán favorito de los soldados y por ello se la asoció con Marte, que es quien rige Aries. Además de otorgar bravura a su dueño, se creía que tenía poder para detener las hemorragias cuando se aplicaba a las heridas. La hematite es una piedra suave, opaca, verdosa con manchas rojas, como gotas de sangre. Los soldados llevaban grandes hematites, redondeadas y lisas, del tamaño adecuado para apretarlas contra las heridas. Se creía firmemente en sus

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virtudes y no se dudaba de que la frialdad de la piedra y un apretado vendaje detuvieran la hemorragia si la herida no era demasiado severa.

Otra piedra particularmente apropiada para Aries es el rubí, cuyo color resplandece como el fuego de Marte. Tauro (hacia el 21 de abril a 21 de mayo) puede arreglarse con un cuarzo brillante si los diamantes son demasiado caros, porque este cristal está regido por la luna, que es ensalzada en Tauro.

Para Géminis, la gema más apropiada es la esmeralda, una de las más hermosas, pero también desgraciadamente, una de las más caras. No obstante, las ágatas existen en tan gran variedad que suelen asociarse al versátil Mercurio, que gobierna Géminis (hacia el 21 de mayo a 21 de junio). Como amuleto de Cáncer (hacia el 21 de junio al 21 de julio) prefiero sin ninguna duda la perla o la adularia al ágata, porque este signo está regido por la luna. Una de las características más misteriosas de las ágatas son los sorprendentes dibujos y formas naturales que aparecen cuando son cortadas y pulidas.

La cálida y roja cornalina va bien con Leo (hacia el 21 de julio a 21 de agosto), como también, creo, el ámbar, con sus preciosos tonos rojos y dorados. Leo está regido por el sol. La sardónice es propia de Virgo (hacia el 21 de agosto a 21 de septiembre). Se trata de otra piedra preciosa que adquiere formas variadas, lo que también la asocia con Mercurio, que gobierna Virgo. Tiene bandas blancas y rojas que en el pasado se tallaban hábilmente para crear los camafeos; aprovechando la parte blanca para figuras y la roja para formar el fondo.

La crisolita o crisolito, que es la piedra adecuada para Libra (hacia el 21 de septiembre a 21 de noviembre) pueden cambiarla por la aguamarina, pues este signo es acuático. Otra alternativa es la serpentina, que literalmente quiere decir “parecida a la serpiente” por su semejanza con olas marcas de este reptil que es uno de los símbolos de Escorpio.

El hermoso topacio, con todos sus cálidos matices de oro pardo, no puede dejar de ser apreciado por los que pertenecen a Sagitario. No es excesivamente raro ni caro. Hay una variedad que se encuentra en Escocia conocida como cairngorm. Sin embargo, que Júpiter gobierne a los nacidos bajo este signo (hacia el 21 de noviembre al 21 de diciembre), les hace desear un talismán más rico, por lo que el azul celeste del zafiro parece ser el más apropiado, teniendo en cuenta que dentro de la mitología, el dios Júpiter o Zeus era el señor de los cielos.

La gema de Capricornio (hacia el 21 de diciembre al 21 de enero) es la turquesa, una piedra casi universalmente estimada como amuleto. Es particularmente valiosa para los tibetanos, que la utilizan mucho en joyería. Los indios de Norteamérica también la conocen, y la consideran una gema de virtudes mágicas. La leyenda dice que se vuelve pálida cuando su dueño está en apuros, sirviendo como aviso de que hay un peligro cerca.

Otras gemas de Capricornio son el ónice negro y el azabache. El azabache real tienen propiedades eléctricas similares al ámbar, de ahí su antiguo nombre de “ambar negro”. Es una de las piedras mágicas más antiguas, pues se han encontrado collares de azabache en cuevas prehistóricas. El comprador deberá tener cuidado porque se vende mucho lo que en realidad no es más que cristal negro.

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En cuanto al misterioso ónice negro se trata de una piedra que parece haber robado algo a la misma noche encerrándola en su brillante superficie. En tiempos antiguos se utilizaba una piedra cóncava de ónice negro muy pulido como espejo mágico inductor de clarividencia, más potente incluso que la bola de cristal. La famosa “show-stone” del mago isabelino John Dee era un espejo de este tipo, aunque los relatos difieren sobre el mineral de que estaba hecho. A veces el ónice negro tiene vetas blancas y puede cortarse y pulirse hábilmente para que parezca un ojo, otro poderoso amuleto contra el peligro del mal de ojo, tan temido por la gente de la antigüedad.

La piedra de Acuario (hacia el 21 de enero al 21 de febrero), el granate, es hermoso y razonablemente fácil de adquirir. Sin embargo, resulta más bien difícil comprender su pertenencia al signo de Acuario, gobernado por Saturno y Urano, por mucho que el fogoso brillo rojo del granate, como un ascua encendida, es bienvenido en los días más fríos del invierno, que coinciden con los que gobierna Acuario. El granate es más adecuado para Capricornio, el signo que exalta Marte.

Otras posibles piedras de Acuario son la calcedonia blanquiazul, que recuerda un cielo algo nubloso y el circón azul, que posee el brillante azul eléctrico de Urano. Con todo, quizá la piedra más “celeste” de todas las apropiadas para Acuario, el signo del aire, es el zafiro, que en sus profundidades pulidas de azul muestra la imagen perfecta de una estrella rodeada de los rayos de luz que la atraviesan. En oriente se cree que representa los poderes de la fe, la esperanza y el destino. Por eso es una de las gemas-talismán más maravillosas y potentes, atrayendo la buena fortuna y evitando el mal.

La amatista, talismán de Piscis (hacia el 21 de febrero a 21 de marzo), es una de las piedras regidas por Júpiter, el planeta que gobierna a los nacidos bajo este signo, por lo que resulta totalmente apropiada, y sus matices violetas y púrpuras encajan bien con las tendencias más bien míticas de Piscis. Es una de las gemas favoritas de los obispos y los altos cargos eclesiásticos, que la llevan en sus anillos. Su influencia es calmante y relajante, y una leyenda consagrada por el tiempo dice que protege a quienes la llevan de la embriaguez y las pasiones excesivas.

Otra piedra preciosa apropiada para Piscis es el coral, porque Neptuno también rige a los nacidos bajo este signo, que es acuático. Las conchas iridiscentes, con las que a veces se hacen joyas modernas, también armonizan con Piscis.

Otras gemas preciosas y de precio razonable son la crisopasa verde manzana, el cuarzo rosa y la crocidolita leonada de rayas doradas. El delicado verde de la crisopasa es el color de las cosas que crecen, de la nueva vida. Pienso que será apropiada a los virgo, por sus sugerencias de juventud y virginidad. El cuarzo rosa evoca a Venus, pues tiene el color del afecto y el amor, y por ello será apropiado para Libra, el signo regido por Venus (Venus también rige Tauro, pero el cuarzo rosa parece armonizar mejor con el aéreo Libra que con el terrestre Tauro). Los destellos dorados de la crocidolita la convierten en una elección natural para los nativos del signo del sol, Leo.

La sabiduría de las piedras preciosas supone un tema inagotable, que espero haber tratado aquí lo suficiente compara que a partir de ahora escoja una gema como talismán que encaje tanto con la fecha de su nacimiento como con sus posibilidades de compra.

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Además de las piedras preciosas y sus virtudes, existen otros amuletos y talismanes consagrados por el tiempo que consisten en objetos diseñados con presuntas propiedades mágicas. Por ejemplo, se fabrican muchas joyas y piezas de bisutería con forma de cruz ansada, de esvástica, de escarabajo, de Mano de Fátima, de herradura, de trébol de cuatro hojas, de estrella de David formada por los dos triángulos entrelazados, etc. Todo ellos son vagamente descritos como “amuletos de la suerte”, ¿pero cual es su verdadero significado?

Algunos como la cruz ansada y el escarabajo se remontan se remontan al antiguo Egipto. Otros, como la esvástica, pueden ser aún más antiguos. Es una lástima que la esvástica se haya hecho impopular desde que la adoptaron los fanáticos partidarios de Hitler, puesto que constituye uno de los símbolos más venerables y extendidos. Su distribución a ambos lados del Atlántico hizo pensar a muchos ocultistas que su origen debía encontrarse en el continente perdido.

La esvástica es conocida por los indios americanos, que la consideran un signo sagrado y mágico. También aparece entre las ruinas prehistóricas de México, sobre todo en muchas de las famosas tablillas de piedra descubiertas por William Niven y descritas por el coronel James Churchward en sus libros sobre otro continente hundido, Mu o Lemuria. Realmente, registrar todas las diversas manifestaciones de este misterioso símbolo exigiría un capítulo entero. Lo encontramos también en los tronos de los lamas tibetanos y en las campanas de los campanarios más antiguos de las iglesias inglesas. Tanto los pobladores de la antigua China como los habitantes de Troya veneraban este símbolo. Su nombre, esvástica, viene del sánscrito, la lengua sagrada de la India, y significa felicidad, buena suerte, sentirse bien.

En unos monumentos megalíticos de Escocia atribuidos a los pictos aparece una forma interesante de esvástica. Un ejemplo destacado es la Piedra Newton, encontrada en Aberdeenshire, que muestra una esvástica rodeada por una inscripción en un alfabeto desconocido.

Uno de los talismanes más famosos del antiguo Oriente fue el anillo sellar de Gengis Kan, un enorme anillo de oro con un magnífico rubí engarzado en el que estaba grabado el signo de la esvástica. Fue conservado con el mayor secreto y cuidado por los lamas budistas de Mongolia, y se creía que su posesión confería un gran poder y protección.

La gran ocultista del siglo XIX, Madame Blavatsky, describió la esvástica como una cruz de brazos iguales, un símbolo mucho más antiguo que el cristianismo. La línea

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vertical representa la influencia masculina y la horizontal la femenina. De la unión de los dos opuestos, femenino y masculino, positivo y negativo, proviene toda manifestación. Las líneas que se añaden a la cruz representan el movimiento, la Rueda de la Vida, o ley Cíclica. Así, los cuatro brazos de la esvástica simbolizan el nacimiento, la vida, la muerte y la inmortalidad al tiempo que sintetizan los cuatro vientos, las cuatro estaciones y los cuatro elementos.

Muchos han sido los argumentos esgrimidos sobre la cuestión de hacia dónde deben apuntar los brazos de la esvástica, si hacia la derecha o hacia la izquierda. Algunos dicen que la primera es la más beneficiosa y la que atrae la mejor suerte; y otros dicen que la segunda. En el arte antiguo encontramos ambas formas, aparentemente consideradas igual de sagradas. Hitler prefirió la esvástica con los brazos apuntando hacia la derecha, pero Madame Blavatsky adoptó la de los brazos apuntando a la otra dirección para formar parte del emblema de la Sociedad Teosófica.

En la antigua civilización egipcia, la cruz ansada simbolizaba la vida y la inmortalidad, y muchos de sus dioses y diosas aparecen sosteniendo este emblema entre las manos, empuñándolo por el anillo como si fuera una llave, razón por la que a veces se llama “La Llave de la Vida”. En las inscripciones jeroglíficas es el símbolo que significa “vida” como por ejemplo, en la cartela real del faraón Tutankamon, cuyo nombre ha sido traducido por los egiptólogos como “La imagen viviente de Amón”.

Como la esvástica, la cruz ansada se remonta a una antigüedad desconocida. Algunos expertos creen que se trata de la figura de una estilizada correa de sandalia, que simboliza el poder de caminar hacia una meta, de seguir viajando hacia delante, expresando la idea del alma humana en su peregrinaje eterno. Lo más probable, quizá, es que simbolice la unión de lo femenino y lo masculino, los poderes creadores de la vida. La parte curva de la cruz, con su forma oval, representa la abertura de la vagina, mientras que la parte en forma de T representa la figura del pene y los testículos.

Muchos amuletos antiguos adoptan abiertamente la forma de los órganos genitales humanos. Eran símbolos de la vida y por tanto de la buena suerte. No obstante, el refinado y evolucionado arte del antiguo Egipto retrató en la cruz ansada una forma artística y jeroglífica de una idea primordial.

El escarabajo es otro amuleto extremadamente antiguo. Representa al dios Kephra, el sol por la noche, oculto bajo el horizonte todavía con poder para volver con fuerza y traer el amanecer. Se le representaba como un escarabajo a causa de los hábitos de este insecto, que los egipcios consideraban sagrado. Los escarabajos tienen unos hermosos e iridiscentes élitros que reflejan la luz como joyas; vuelan al anochecer, cuando el sol se está ocultando y, lo más importante de todo, el escarabajo pelotero pone sus huevos en bolas de estiércol de animales más grandes que ellos mismos.

Los egipcios vieron al pequeño insecto empujando esta bola con sus patas traseras y lo compararon con el misterioso poder que empujaba al sol en su curso aparente. Contemplaron cómo la bola era empujada en un agujero del suelo igual que cuando el sol desaparecía bajo el horizonte del oeste. Entonces, un día los huevos eclosionarán dentro de su cálida envoltura y brotará con fuerza una nueva vida, como hace el sol al renacer cada mañana.

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Por esa razón, el escarabajo no sólo se convirtió en un poderoso símbolo de la resurrección, de la vida eterna, y naturalmente, se encuentra con frecuencia enterrado junto a las momias egipcias, sino que también fue un amuleto popular entre los vivos.

Los fabricaban con piedras semipreciosas como la cornalina, o en piedra o arcilla coloreada con un barniz azul o verde. Las superficies inferiores plana de los escarabajos aparecen a menudo grabadas con palabras de poder mágico o con el nombre del faraón. Como muchos amuletos egipcios, a menudo tenían un agujero para poder llevarlo atado al cuello o engarzado en un anillo.

En los países musulmanes de la actualidad al igual que en los siglos pasados, se usa mucho como amuleto una estilizada mano humana. Puede verse en la pared de las salas de estar o, una versión más pequeña, colgada alrededor del cuello. Suelen estar hechos de oro o plata en hermosos trabajos de filigrana y engarzados con piedras preciosas. Se llaman la Mana de Fátima, en consideración a Fátima la hermana de Mahoma, pero en realidad su utilización como amuleto es anterior a los días en que Mahoma fundó la religión del Islam.

Deriva del gesto natural de levantar la mano para rechazar el mal, especialmente el peligro del mal de ojo, para lo cual se suelen fabricar con brillantes turquesas azules. En todo el Oriente se cree que el color azul, del claro matiz del cielo, tiene el poder de evitar la influencia oculta del mal, como hemos visto ya en una lección anterior.

La figura de los triángulos entrelazados que forman la Estrella de David, símbolo de la religión hebrea, es otro famoso talismán. Esta estrella de seis puntas, formada por los dos triángulos equiláteros, también se llama Sello de Salomón. En el mundo antiguo se creyó que el bíblico rey Salomón fue un gran mago, capaz de gobernar poderosos genios, e incluso demonios, y obligarles a cumplir sus deseos. Dos de los grimorios o libros de magia ceremonial más famosos se llaman La Clave del Rey Salomón y La Goetia, o Clavícula del Rey Salomón. Resulta problemático asegurar si estos libros tienen algo que ver con el rey Salomón. Sin embargo, la forma básica de la estrella de seis puntas aparece una y otra vez en los antiguos libros de magia, y siempre como un poderoso amuleto que protege a los magos contra las fuerzas del mal.

Probablemente sea incluso anterior al tiempo del rey Salomón, porque también aparece en la muy antigua sabiduría mágica de la India. La forma india tiene el símbolo del sol en el centro de los triángulos entrelazados. Las versiones modernas judías a

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veces muestran en el centro las letras hebreas de la palabra Mazeltov, que significa “buena suerte”.

El triangulo que apunta hacia arriba es el símbolo elemental del fuego, y el que apunta hacia abajo el del agua. El fuego es considerado como un elemento masculino y el agua como femenino. De nuevo la idea de la unión de lo masculino y lo femenino, esta vez representada en la forma de triángulos entrelazados. Cuando el símbolo del sol aparece dibujado en el centro de la figura tenemos la presencia implícita de los otros seis cuerpos celestes visibles distribuidos alrededor de las puntas de la estrella; es decir, Saturno, Júpiter, Marte, Venus, Mercurio y la luna. Junto con el sol forman los siete astros sagrados cuya influencia fue tan importante en toda la magia antigua.

Otro importante símbolo oculto mágico es la estrella de cinco puntas, llamada el Pentagrama o Pentáculo, que también suele encontrarse en piezas de joyería mágica, aunque quizá sin tanta frecuencia como el Sello de Salomón. En tiempos medievales adquirió el curioso nombre de la Cruz de Goblins, así como el Nudo Sin Fin, porque puede dibujarse como una línea continua sin levantar el lápiz del papel. Como el Sello de Salomón, estaba considerado como un poderoso amuleto contra el mal, pero para ello había de dibujarse con una punta hacia arriba. Entonces representaba el poder del espíritu gobernando sobre los cuatro elementos del mundo material.

El pentagrama se dibujaba de esta forma o se colgaba en puertas y ventanas de las casas para evitar los malos espíritus. En la antigua canción popular “Green Grow the Rushes, O!” (OH, qué verdes crecen los juncos), se encuentra el verso “Cinco es el símbolo sobre tu puerta”, en referencia al tradicional uso del Pentagrama mágico.

Los tréboles de cuatro hojas de la buena suerte se llevan a veces guardados en un medallón, o su representación en oro o plata. No se sabe exactamente cómo esta pequeña planta adquirió semejante reputación mágica, pero el antiguo poema folclórico dice:

Una hoja para la fama,Otra para el dinero,Y otra por un amor verdadero,Y otra para que goces de una espléndida salud,Todas están en el trébol de cuatro hojas.

La herradura de la buena suerte tiene en realidad la forma de una luna creciente, de cuya diosa deriva su influencia benéfica. Ya se llame Isis, Diana, Artemisa, Tanith, Ishtar, Astarté, Hécate, Cerridwen, o cualquiera de la miríada de nombre por los que era conocida, la diosa de la luna fue la antigua dama del encantamiento y la magia. Las

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figuras del creciente lunar y el caballo aparecen en antiguas monedas británicas, sobre todo las acuñadas por los Iceni, la tribu de la reina celta Boadicea o Boudicca.

La herradura también lleva consigo la magia del herrero y su oficio. Se suponía que todos los buenos herreros eran magos naturales. Los antepasados se deleitaron con los cuentos de Wayland el Herrero y sus poderes mágicos. Durante la expansión del cristianismo se narraron leyendas del valeroso San Dunstano, que trabajó como herrero y mantuvo frecuentes batallas con el diablo. El hierro forjado, especialmente en forma de herradura, fue una protección contra las diabluras de las hadas, los duendes y toda clase de seres misteriosos.

La herradura que mejor suerte depara es la que se encuentra uno mismo, por accidente, tirada en el camino. Para que ejerza su influencia hay que clavarla sobre la puerta, pero asegurándose de colocarla con las puntas hacia arriba, pues de lo contrario la buena suerte se esfumará. Sólo el mismo herrero tiene el privilegio de poder clavar la herradura con las puntas hacia abajo para derramar la suerte sobre la fragua.

La piedra imán es un potente amuleto natural y un talismán de buena suerte. Se trata de mineral de hierro con propiedades naturales magnéticas, a veces llamado magnetita. Aunque no es tan fuerte como los imanes artificiales, atrae alfileres y agujas. Aparentemente es una piedra gris azulada rugosa con vetas metálicas. Existe un antiguo poema que rinde tributo a sus virtudes mágicas:

La piedra imán es la única de todas,Que merece ser elogiada, pues de las demás se desconocen sus virtudes.El resplandeciente diamante, el valiente zafiro, son piedras que ostentan su propio nombre,Pero sin adular, y diciendo verdad, la piedra imán se merece lo mismo.

Se creía que llevar magnetita atraía la salud, vigor y atractivo sexual. Fortalecía los poderes mágicos y evitaba los malos espíritus. Los magos adinerados llevaban su magnetita en un pequeño marco de filigrana de oro o de plata colgado de una cadena en el cuello. Los menos ricos la llevaban en una pequeña bolsa de cuero junto con algunas hierbas mágicas. Debía colgarse con una cuerda en el cuello, o llevarse pegada a la piel. A veces la bolsa contenía una pareja de pequeñitas magnetitas gemelas, pegadas por su propia fuerza magnética. Se consideraba que era un potente encantamiento para atraer el amor.

Se ven con frecuencia anillos, brazaletes y collares en forma de serpientes, o de dos serpientes entrelazadas. Es otro modelo de joyería originalmente mágico, aunque en la actualidad sólo se llevan como ornamento. La serpiente sagrada aparece sobre las coronas de los faraones de Egipto y en las tallas de los templos antiguos de la India. Hermes, el heraldo de los dioses griegos y patrón de la magia, aparece retratado llevando el caduceo, una vara con dos serpientes enlazadas.

En este último casos, las dos serpientes representan las dos fuerzas interactivas, positiva y negativa, que se manifiestan en la naturaleza, una idea básica que se ha visto frecuentemente repetida de muchas formas diferentes.

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La serpiente es también un símbolo de poder espiritual. En la antigüedad, la gente la consideraba como una criatura misteriosa no sólo por su forma de deslizarse sin patas. Cualquiera que viese una serpiente viajando sobre el terreno con sorprendente velocidad, tuvo que sentir algo de extrañeza. Además, la serpiente se renueva mudando por completo la piel y este hábito la convirtió en el emblema del renacimiento y de la inmortalidad.

Está muy extendida la creencia de que las serpientes pueden hipnotizar pájaros y pequeños animales para dejarlos en trance y devorarlos tranquilamente. Quizá por eso representan un poder oculto misterioso, y como tal aparecen muchas veces en la parafernalia de la magia. A la serpiente enroscada que se muerda la cola los griegos la llamaron Ouroboros y la consideraron un símbolo del infinito y la eternidad.