La materia del alma

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10 al 23 de julio de 2008 16 / CULTURA Retrospectiva de Danielle Caillet La materia del alma Alfonso Gumucio Dagron * No es una exageración decir que Danielle nació al arte en nuestro país. Aunque francesa de origen, fue en Bolivia donde se hizo artista. Llegó en 1966, como “la esposa francesa de…” pero muy poco tiempo después estableció su propia personalidad artística con su trabajo fotográfico, sus películas y sus esculturas. E nvidio a los escultores porque son capaces de hacer chillar a la materia. Pueden en un pedazo de piedra expresar los sentimientos más nobles y en una pieza de frío metal la sensualidad más acogedora. Pueden armar una idea, un concepto, con una flecha y dos manzanas. Danielle Caillet era de esa categoría. La retros- pectiva de escultura que se exhibe entre junio y agosto en el Centro Simón I. Patiño de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz resume muy bien su vida artística. Me alegra que al cumplirse diez años de su muerte Antonio Eguino –quien fue su pareja tantos años– haya mon- tado esta muestra de homenaje que rescata sus valores artísticos como escultora, pero también como fotógrafa y como cineasta. Desde que Danielle falleció el 1 de noviembre de 1999 (antes de tiempo, la vida es injusta para algunos y la muerte injusta para otros), no había- mos vuelto a tener noticias de ella pero ahora tenemos la oportunidad de verla de cuerpo entero, espiritual- mente hablando. Tan francesa como boliviana Recuerdo a Danielle con ese rostro dulce de ojos claros, una expresión apacible y risueña que ofrecía a los demás, y una sonrisa con un dejo de ironía. Pocas veces la vi alterada o enojada, y una de las pocas fue cuando no le gustó lo que escribí sobre “Chuquiago” (tampoco le gustó a Antonio y al “Cacho” Soria). Por lo demás, Danielle tenía para los amigos un carácter llevadero y suave. En alguna de mis anteriores reencarnaciones de pareja tuve un par de pequeñas esculturas de Danie- lle, de la serie de amantes. Esas esculturas en bronce de Danielle me gustaron desde que las vi la primera vez porque me maravilló la capacidad de la artista de transmitir sensualidad en un material tan duro como el bronce. Claro que si uno lo piensa bien, las obras más sensuales de la escultura en el mundo es- tán hechas en materiales duros, piedra (o mármol) y metal. No es una exageración decir que Danielle nació al arte en nuestro país. Aunque francesa de origen (naci- da en Romans-sur-Isere) fue en Bolivia donde se hizo artista. Llegó en 1966, como “la esposa francesa de…” pero muy poco tiempo después estableció su propia personalidad artística con su trabajo fotográfico, sus películas y sus esculturas. La obra escultórica de Danielle atravesó varias etapas, claramente reconocibles en la exposición re- trospectiva. Luego de un primer intento que le debe demasiado a Marina Núñez del Prado, “Warmi” (1972), Danielle empieza a volar con alas propias. Su obra de los años setenta ya tiene los rasgos de sensua- lidad y ternura que, a mi juicio, son lo esencial de su obra. A mediados de los años 1980 explora otros ca- minos, superficies más rugosas y menos táctiles, y lue- go formas geométricas y abstracciones que no dejan de ser frías, como si quisiera tomar distancia consigo misma. Esta etapa es de una búsqueda formal, alejada de la alegría estética. Luego regresa a fines de esa misma década y los primeros años de los 1990 con figuras humanas, muy humanas, en continuidad con su primera obra de los años 1970. Otra vez esa mezcla de superficies muy lisas, tersas como la piel, con breves espacios de sombra y texturas rugosas en contraste; sus maternidades, aman- tes y mujeres son para mí lo mejor de su obra. Escultura conceptual A partir de 1992 la escultura de Danielle se hace conceptual, sin dejar el naturalismo. Sus referencias son concretas pero cruzadas con elementos simbólicos. La representación de la flecha adquiere diferentes sentidos según atraviese una cabeza humana, una manzana o dos pájaros. Danielle busca traducir refranes en volumen, materia y forma: “le costó un ojo” de la cara, o “gato encerrado”, o “dos pájaros de un tiro”, o “le entró por una oreja” y le salió por otra… Una serpiente le sirve para evocar tentaciones. A partir de allí hay como un retorno a la que fue su segunda época de superficies rugosas y figuras humanas sumidas en el bronce, apenas distinguibles porque en el borde aparece una mano que indica un abrazo. Su etapa final es de ruptura y de dolor. Utiliza superficies planas, metal recortado en ángulos agu- dos y punzantes, para reclamar “espacio vital” y re- presentar algunos temas religiosos, un arcángel o un Cristo. Fotos, películas y videos Mientras hacía todo lo anterior en sus 25 años de actividad como escultora, Danielle hizo también cine y fotografía. Sus fotos en blanco y negro se interesan sobre todo en los pequeños pueblos del Altiplano, con una mirada de nobleza y solidaridad pero en ningún momento miserabilista, ni tampoco de exaltación turís- tica. Es una mirada apacible sobre un universo rural tan ajeno al mundo urbano. Sus películas y videos constituyen una propues- ta decidida de rescatar las figuras de mujeres que han aportado en la historia y en la cultura del país. “Warmi” (1978) fue su primera aproximación (hay que notar la coincidencia del título con una de sus primeras escul- turas). Siguieron otros trabajos, como los realizados para la televisión sobre figuras clave de nuestra cultu- ra: Marina Núñez del Prado, Maritza Wilde, Francine Secretan, Matilde Casazola, Guiomar Mesa… Y docu- mentales como “María Luisa Pacheco” (1988), “Nacer hombre” (1992) y “Los fantasmas de Juana Azurduy” (1994). A lo largo de su vida de artista Danielle realizó una decena de exposiciones individuales y participó en varias muestras colectivas. Obtuvo premios y men- ciones en eventos nacionales e internacionales por su escultura, fotografía, cine y video. En suma, Danielle aportó con amor y creatividad al arte en Bolivia. *Escritor, cineasta, periodista y fotográfo.

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por Alfonso Gumucio-Dagron Envidio a los escultores porque son capaces de hacer chillar a la materia. Pueden en un pedazo de piedra expresar los sentimientos más nobles y en una pieza de frío metal la sensualidad más acogedora. Pueden armar una idea, un concepto, con una flecha y dos manzanas.

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10 al 23 de julio de 200816 / CULTURA

Retrospectiva de Danielle Caillet

La materia del almaAlfonso Gumucio Dagron*

No es una exageración decir que Danielle nació al arte en nuestro país. Aunque francesa de origen, fue en Bolivia donde se hizo artista. Llegó en 1966, como “la esposa francesa de…” pero muy poco tiempo después estableció su propia personalidad artística con su trabajo

fotográfico, sus películas y sus esculturas.

Envidio a los escultores porque son capaces de hacer chillar a la materia. Pueden en un pedazo de piedra expresar los sentimientos más nobles y en una pieza de frío metal la sensualidad más

acogedora. Pueden armar una idea, un concepto, con una flecha y dos manzanas.

Danielle Caillet era de esa categoría. La retros-pectiva de escultura que se exhibe entre junio y agosto en el Centro Simón I. Patiño de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz resume muy bien su vida artística. Me alegra que al cumplirse diez años de su muerte Antonio Eguino –quien fue su pareja tantos años– haya mon-tado esta muestra de homenaje que rescata sus valores artísticos como escultora, pero también como fotógrafa y como cineasta. Desde que Danielle falleció el 1 de noviembre de 1999 (antes de tiempo, la vida es injusta para algunos y la muerte injusta para otros), no había-mos vuelto a tener noticias de ella pero ahora tenemos la oportunidad de verla de cuerpo entero, espiritual-mente hablando.

Tan francesa como bolivianaRecuerdo a Danielle con ese rostro dulce de ojos

claros, una expresión apacible y risueña que ofrecía a los demás, y una sonrisa con un dejo de ironía. Pocas veces la vi alterada o enojada, y una de las pocas fue cuando no le gustó lo que escribí sobre “Chuquiago” (tampoco le gustó a Antonio y al “Cacho” Soria). Por lo demás, Danielle tenía para los amigos un carácter llevadero y suave.

En alguna de mis anteriores reencarnaciones de pareja tuve un par de pequeñas esculturas de Danie-lle, de la serie de amantes. Esas esculturas en bronce de Danielle me gustaron desde que las vi la primera vez porque me maravilló la capacidad de la artista de transmitir sensualidad en un material tan duro

como el bronce. Claro que si uno lo piensa bien, las obras más sensuales de la escultura en el mundo es-tán hechas en materiales duros, piedra (o mármol) y metal.

No es una exageración decir que Danielle nació al arte en nuestro país. Aunque francesa de origen (naci-da en Romans-sur-Isere) fue en Bolivia donde se hizo artista. Llegó en 1966, como “la esposa francesa de…” pero muy poco tiempo después estableció su propia personalidad artística con su trabajo fotográfico, sus películas y sus esculturas.

La obra escultórica de Danielle atravesó varias etapas, claramente reconocibles en la exposición re-trospectiva. Luego de un primer intento que le debe demasiado a Marina Núñez del Prado, “Warmi” (1972), Danielle empieza a volar con alas propias. Su obra de los años setenta ya tiene los rasgos de sensua-lidad y ternura que, a mi juicio, son lo esencial de su obra. A mediados de los años 1980 explora otros ca-minos, superficies más rugosas y menos táctiles, y lue-go formas geométricas y abstracciones que no dejan de ser frías, como si quisiera tomar distancia consigo misma. Esta etapa es de una búsqueda formal, alejada de la alegría estética.

Luego regresa a fines de esa misma década y los primeros años de los 1990 con figuras humanas, muy humanas, en continuidad con su primera obra de los años 1970. Otra vez esa mezcla de superficies muy lisas, tersas como la piel, con breves espacios de sombra y texturas rugosas en contraste; sus maternidades, aman-tes y mujeres son para mí lo mejor de su obra.

Escultura conceptualA partir de 1992 la escultura de Danielle se hace

conceptual, sin dejar el naturalismo. Sus referencias son concretas pero cruzadas con elementos simbólicos. La representación de la flecha adquiere diferentes sentidos según atraviese una cabeza humana, una manzana o dos pájaros. Danielle busca traducir refranes en volumen, materia y forma: “le costó un ojo” de la cara, o “gato encerrado”, o “dos pájaros de un tiro”, o “le entró por una oreja” y le salió por otra… Una serpiente le sirve para evocar tentaciones.

A partir de allí hay como un retorno a la que fue su segunda época de superficies rugosas y figuras humanas sumidas en el bronce, apenas distinguibles porque en el borde aparece una mano que indica un abrazo.

Su etapa final es de ruptura y de dolor. Utiliza superficies planas, metal recortado en ángulos agu-dos y punzantes, para reclamar “espacio vital” y re-presentar algunos temas religiosos, un arcángel o un Cristo.

Fotos, películas y videosMientras hacía todo lo anterior en sus 25 años de

actividad como escultora, Danielle hizo también cine y fotografía. Sus fotos en blanco y negro se interesan sobre todo en los pequeños pueblos del Altiplano, con una mirada de nobleza y solidaridad pero en ningún momento miserabilista, ni tampoco de exaltación turís-

tica. Es una mirada apacible sobre un universo rural tan ajeno al mundo urbano.

Sus películas y videos constituyen una propues-ta decidida de rescatar las figuras de mujeres que han aportado en la historia y en la cultura del país. “Warmi” (1978) fue su primera aproximación (hay que notar la coincidencia del título con una de sus primeras escul-turas). Siguieron otros trabajos, como los realizados para la televisión sobre figuras clave de nuestra cultu-ra: Marina Núñez del Prado, Maritza Wilde, Francine Secretan, Matilde Casazola, Guiomar Mesa… Y docu-mentales como “María Luisa Pacheco” (1988), “Nacer hombre” (1992) y “Los fantasmas de Juana Azurduy” (1994).

A lo largo de su vida de artista Danielle realizó una decena de exposiciones individuales y participó en varias muestras colectivas. Obtuvo premios y men-ciones en eventos nacionales e internacionales por su escultura, fotografía, cine y video. En suma, Danielle aportó con amor y creatividad al arte en Bolivia.

*Escritor, cineasta, periodista y fotográfo.