LA MUJER SEGÚN EDITH STEIN, HANNA-BARBARA

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    LA CUESTIN DE LA MUJER SEGN EDITH STEINH A N N A - B A R B A R A G E R L - F A L K O V I T Z

    This article presents Edith Stein's visin of wom anhood, from the pointof view of theology, pedagogy, and psychology. Edith Stein means tooffer the most complete visin possible on the question of womanhood,one that will be faithful to the scope of its dimensions: social, political,anthropological, philosophical, ecclesiastic, canonical, and even theo-logical.

    I. MUJER Y TEOLOGA: UNA ACLARACIN TERICA.Es urgente, precisamente en el cambio de la imagen de la mujeren la Iglesia, volver al perfil espiritual de una pensadora que ha

    preferido la mirada sobre lo verdadero a las dems vinculaciones.Con todo, la lectura no ejercer necesariamente una fascinacinintuitiva; la caracterstica de este pensamiento es la objetividad.Pero el que aprecia el espritu caracterizado por la sobriedad, encontrar en Edith Stein una racionalidad bienhechora. Esto es tambin vlido para su concepcin prudente de la cuestin feminista.Con este tema todava no sosegado hasta la fecha quisiera abrir laaproximacin a la obra de su vida; en ello tiene la palabra la filsofa, no de modo abstracto sino en unidad activa con la pedagoga ypsicloga de observacin aguda que era.Edith Stein ha pronunciado en los aos 1928 a 1933, ao en elque se cort violentamente su actuacin pblica, una serie de conferencias reunidas en la miscelnea Die Frau. hre Aufgabe nachNatur und Gnade {La mujer. Su tarea segn la naturaleza y lagracia). All se revela una penetracin atenta e independiente de lacuestin de la mujer y ciertamente en la amplitud real del problema: poltica, social,filosfico-antropolgica, ncluso eclesistica,cannica yfinalmente ambin teolgica. La voz de Edith Stein esAnuario Filosfico, 1998 (31), 753-784 753

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    particularmente digna de ser oda, dado que no se haba formadodesde el principio en las concepciones catlicas. Antes bien, dadasu procedencia, junt una cosmovisin burguesa y liberal con unasevera formacinfilosficade la conceptualidad, y as realiz suentrega al cristianismo con una posesin amplia e inacostumbradadel patrimonio extracristiano. As, sus tomas de postura van connaturalidad ms all del vocabulario usual, en particular su periciade ir hasta el fondo evita la mera repeticin de lo ya sabido y ofrece una percepcin de la mujer sistemticamente ordenada.El que con ello no est dicha la ltima palabra se entiende pors mismo, teniendo en cuenta el carcter tan polifacticamenteentramado de esta cuestin. Pero el siglo 20 -com o los siglos ante-rioresr- no conoce tantas mujeres, menos an del mbito catlico,tan disciplinadas en su pensar y tan apasionadas en la bsqueda dela fe y que hayan hecho avanzar la cuestin de la mujer de un modo expresamente terico, precisamente por motivos cristianos. Esms, las palabras de Edith Stein han adquirido un carcter particularmente testimonial a travs de su vida y ms an por sumuerte forzosa pero aceptada. Y de este modo se espera con raznms de una verdad existencialmente testimoniada que de las verdades aprendidas y ledas.

    1. Dificultades acumuladas.Despus del bautismo, retada por su actividad docente en SantaMagdalena en Espira, pero tambin por los viajes de conferenciasen Alemania, Austria y Suiza, Edith Stein se preocupa por la educacin especfica de las nias en un sistema de educacin con claraimpronta masculina. As es capaz de observar con claridad histrica y sin polmicas: "La lucha se lleva a cabo contra una educacinde las nias que casi exclusivamente descansaba en manos dehombres y cuyos objetivos y caminos fueron determinados porhombres. Los hechos fueron aceptados por la gran masa comoalgo inalterable. Y sin embargo, ha sido algo producido en el devenir histrico y ni siquiera tena su origen en la prehistoria, sinoque era una conquista de la modernidad; algo que de ninguna manera era igual en todo el mundo, sino que se haba implantado

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    precisamente en Alemania y tampoco se aplicaba en toda Alemania. Los pases catlicos desde los albores de la cultura cristianatenan sus instituciones educativas en los monasterios cuidados y amenudo incluso dirigidos por monjas"1.La clarividencia pedaggica propia de Edith Stein desarrolla,ms all del fallido enfoque masculinizado del s. XIX, normaspara una educacin escolar moderna y adecuada a la "esencia de lamujer", que pretenda perseguir sistemticamente el objetivo mltiple: "Desarrollo de la formacin general con particular referenciaa las tareas tpicamente femeninas, introduccin en la vida social yestatal, formacin para una profesin particular y educacin parala deontologa correspondiente"2.La "grotesca simplificacin pequeoburguesa" de la imagen dela mujer en el s. XIX, el "ideal del adorno del hogar"3, es superadaahora por la tesis que Edith Stein sostiene con Helene Lange sosteniendo "que la naturaleza femenina desenvuelta y debidamenteformada es capaz de prestaciones culturales propias, prestacionesque exige nuestro iempoporque es apta para compensar los daosmanifiestos de la cultura occidental masculina; apta para una formacin autntica del hombre y para la asistencia caritativa"4.

    As es que Edith Stein no se convierte tanto en pionera por sucurriculum y su talento npues para la lucha era demasiado serena yobjetiva, con todo el ardor de su naturaleza-, sino en una pensadora prematura de la cuestin femenina, cuyo transcurso histricoestudi5, y contribuy lo suyo a la aclaracin cristiana del fenmeno.Metdicamente se basar en el tema de una educacin femenina6 autnoma -tema que profesionalmente le resultaba urgente-E. Stein, Die Frau. Ihre Aufgabe nach Natur und Gnade, en ESW, XVIQ,(citF ), 111.2 E. Stein, F, 115.3 E. Stein, F, 112.4 E. Stein, F, 113s.5 E. Stein, F, 110-119.Aparte de la actividad como profesora en Espira (1923-31) vivi un aoescaso en M nster en el "Institu fr wissenschafliche Pdagogik", donde dabacursos acerca de Probleme der neueren Madchenbildung {Problemas de la

    reciente educacin de nias), Pascua de 1932 hasta enero de 1933. 755

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    fundada sobre una argumentacin que destacara las particularidades de la mujer, por tanto, vinculando la pedagoga directamentecon las ciencias de la experiencia, particularmente lafisiologay lapsicologa. Con claridad caracteriza aqu la necesaria fundamenta-cin de todas las observaciones particulares mediante una cienciadirectriz. Partiendo del criterio de la razn propone la "antropologa filosfica"que se preocupa de la pregunta por la esencia o laidiosincrasia del varn y de la mujer. Este intento (fenomenolgi-co) parte del cuerpo para sacar conclusiones sobre el alma, el espritu y la "configuracin interna", pero tropieza con una misteriosaindeterminacin del hombre. Ello obliga a una transgresin de loslmites del mtodo: "Lo que supera las posibilidades naturales dela razn humana se lo puede revelar la luz sobrenatural de la Revelacin. [...] As, la antropologafilosficaexige por s misma uncomplemento que le suministra la antropologa teolgica, es decir,una descripcin de la imagen del hombre contenido en la doctrinade nuestra fe"7.Para penetrar en el pensamiento todava no explorado de EdithStein pretendemos tomar ahora el camino inverso: desde las afirmaciones bblicas acerca de la mujer (y el hombre) al deslindefilosfico y hasta la traduccin vivencial en la pedagoga.2. Contradicciones y su solucin: la mujer en la Biblia.

    Todava sin los medios auxiliares de la exgesis histrico-crtica Edith Stein trabaja en el texto fuente de su conviccin, losdos Testamentos8. Habla a favor de su agudeza intelectual el hechode que aplique ya en la escucha atenta de la Escritura una de lasnormas ineludibles de la exgesis moderna: ordenar las afirmaciones segn su importancia en el contexto. Intenta sistemticamentedistinguir lo condicionado por la poca (como en algunas epstolas

    E. Stein, "Theoretische Begrndung der Frauenbildung" ("Fundamentacinterica de la educacin femenina"), Wochenschriftfiirkatholische Lehrerinnen,1932/33,136.Particularmente en: "Beruf des Marines und der Frau nach Natur- und Gna-denordnung" ("Profesin de la mujer y del hombre segn el orden natural y degracia"), E. Stein, F, 17-44.756

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    de San Pablo) de lo vlido y vinculante. Esto implica un criterio enel que debe comprobarse la distincin objetiva entre la palabra humana, incluso equivocada, y la palabra divina de la Escritura. Elloimplica adems una interpretacin poco medrosa de la Biblia y uncuestionamiento abierto de lo que preocupa actualmente en eltexto transmitido, para que se nos abra realmente en su profundidad y no permanezca escondido a la lectura usual, sin desprender.Naturalmente, la misma Edith Stein en algunos lugares nopermanece completamente inclume a las lecturas habituales de lahistoria de la cultura, por ejemplo, cuando ve fundamentada bblicamente la "normal" sumisin histrica de la mujer en algunospasajes. A la vez observamos un alientofrescoen la interpretacin,en cuanto que ya no considera vlida en lo decisivo esta sumisinque fcilmente se convierte en subestimacin.Con qu criterios se razona, pues? El criterio de Edith Stein esla voluntad originaria de Dios. Esta voluntad se revela dos vecesen forma pura: al principio de la creacin y en lafigurade Jess.Pero la creacin fixecorrompida por el hombre y lafigurade Jessslo fue concebida incompletamente por la historia del hombre,incluso rechazada. A pesar de todo, es vlido lo originario: comoexigencia a la que tiene que corresponder nuevamente el presente.As, el primer relato de creacin (Gen. 1, 26-29) segn EdithStein da expresamente un triple encargo comn al varn y a lamujer: "Ser imagen de Dios, ser fecundos y someter el mundo"9.Una distincin se efecta slo en el segundo relato de la creacin(Gen. 2, 18-23), donde se llama a Eva "ayuda" de Adn, eser ke-negdo -"una ayuda comofrentea l"-. Edith Stein interpreta estaayuda o bien como "imagen reflejada" de la propia naturaleza delhombre o como "pareja" en el sentido de complemento, no comosumisin bajo el dominio masculino10. Slo con el pecado original(cuya seduccin reside para Edith Stein en la sexualidad desordenada) 'Viene para la mujer como castigo la sumisin bajo el dominio del hombre"11 -por tanto, en estado corrompido-. A la vez sedeforman con la cada las tres tareas comunes iniciales y surgentres formas errneas del comportamiento originario: hacia s mis-9 E. Stein, F, 19.10 E. Stein, F, 19s.11 E. Stein, F, 21. 757

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    mo y Dios, hacia el hijo y la tierra. Con ello el estado cado esdislocado y de ninguna manera la norma. Al contrario: Dios mismo lo vuelve a "arreglar", en el doble sentido de rectificar y derecusar.Es precisamente esto lo que ocurre en la salvacin. Si quieresignificar algo preciso y no slo algo aproximativo e incompren-dido, entonces no significa otra cosa que la regeneracin del encargo originario, por tanto la coordinacin correcta de hombre ymujer, particularmente la superacin de la maldicin de la gnesis:de la sumisin femenina y de la depravacin masculina -de lasdos formas del dolor humano-. El equipamiento bsico divino yhumano comn no solamente se ha vuelto a renovar, est garantizado a largo plazo por lafigurade Jess.En los lugares de la Escritura que tratan de la relacin de lossexos Edith Stein distingue en cada caso la perspectiva segn lacual se hace la aseveracin: o bien con la mirada hacia la situacincada, desfigurada, o bien con la mirada puesta en la situacin originaria liberada de la dislocacin. Particularmente las prescripciones del Antiguo Testamento respecto de la posicin y el comportamiento de la mujer (p. ej. Moiss, 3), pero tambin prescripciones en las Cartas de los Apstoles; las considera escritas bajo lareserva de la naturaleza cada de la mujer y, por tanto, debidas a lapoca, quiz histricamente justificables, pero no vlidas a largoplazo. Las palabras de Jess y otras afirmaciones de los apstolesmuestran, sin embargo, claramente la realidad y la eficacia de lasalvacin precisamente tambin para la mujer (como tambin parael varn).Esta distincin es indispensable para poder hacer justicia a lasaparentes contradicciones de la Escritura. Slo se presentan si nose comprende esta dinmica fundamental de la creacin pasandopor la cada hasta la salvacin, es decir, cuando no se toma en seriola palabra de Dios en el drama de la historia. Y Edith Stein nodisimula que el orden del Evangelio es el que ahora es vlido ydigno de ser vivido y que deroga el orden de la ley antigua y debastantes prescripciones de los apstoles.Precisamente las polmicas epstolas de San Pablo a los Corintios, Efesios y a Timoteo le sirven como prueba de esta tesis (lasepstolas a los Efesios y a Timoteo ya no se atribuyen actualmentea San Pablo, lo que no cambia los hechos). Edith Stein distingue a758

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    Pablo de Pablo y esto preguntando permanentemente dnde hablaba sobre la base de su propia historia humana, vituperando deslices pastorales, o dnde hablaba sobre la base del orden salvfico.He aqu algunos ejemplos de su procedimiento:1 Co. 11, 3ss dice: "Sin embargo, quiero que sepis que la cabeza de todo hombre es Cristo; y la cabeza de la mujer es el hombre; y la cabeza de Cristo es Dios. [...] Y toda mujer que ora oprofetiza con la cabeza descubierta, afrenta a su cabeza; es como siestuviera rapada. [...] El hombre no debe cubrirse la cabeza, pueses imagen y reflejo de Dios, pero la mujer es reflejo del hombre.No fue creado el hombre por razn de la mujer, sino la mujer porrazn del hombre".Edith Stein interpreta: "No debemos criticar demasiado alapstol si decimos que en esta instruccin a los Corintios se mezcla lo divino y lo humano, lo temporal y lo eterno. El corte de peloy la vestimenta son asunto de la costumbre [ ...] . Si su decisin enla cuestin de cmo deban vestir las mujeres corintias en los servicios divinos era vinculante para la comunidad fundada por l, noquiere decir que lo fuera para todos los tiempos. De otro modo sedebe enjuiciar lo que l dice sobre la relacin fundamental entrehombre y mujer. [...] Pero uno tiene la impresin de que la interpretacin no refleja el orden originario puro y salvfico, sino queest influenciada por la acentuacin de la situacin de poder, eincluso en la suposicin de una posicin de mediador del hombreentre el Salvador y la mujer todava est bajo la influencia del orden de la naturaleza cada. Ni el relato de la creacin conoce unatal mediatez de la relacin con Dios, ni el Evangelio; pero s con laley de Moiss y el derecho Romano"12.Esta interpretacin valiente y libre se apoya en el mismo SanPablo, cuya proposicin "pues el marido no creyente queda santificado por su mujer" (1 Co. 7,14) es leda por Edith Stein como lamisma mediacin de hombre y mujer por Cristo. No la biologasino la fe permite esta mediacin: aqu San Pablo ha afirmado algovlido tambin contra su propia impronta caracterstica hasta entonces. O el pasaje (Ef. 5,22s.): "Sed sumisos los unos a los otrosen el temor de Cristo. Las mujeres a sus maridos, como al Seor,

    E. Stein, F,24s. 759

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    porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza dela Iglesia, el Salvador del Cuerpo".Edith Stein slo admite la significacin religiosa de la comparacin: Cristo como cabeza de la Iglesia. Pero la comparacincotidiana no es de ninguna manera vlida de la misma manera, esms, contradice la experiencia ms sencilla (esta observacin lahace la psicloga familiarizada con muchos problemas matrimoniales) "El hombre no es Cristo y no tiene la potestad de otorgardones. Pero tiene la fuerza de desarrollar dones existentes (o derefrenarlos). [...] Y como l mismo no es perfecto como Cristo,sino una criatura con algunos dones y muchos defectos puede ser

    su suprema sabidura hacer compensar sus defectos, con dones delmiembro complementario (tal como puede ser la suprema sabidura de gobierno del soberano dejar gobernar al ministro aventajado). Pero es esencial para la salud del organismo que ello se lleve acabo bajo la direccin de la cabeza"13.En Tim. 2,9ss, donde se trata de la prohibicin de la enseanzade la mujer, de estar en silencio y de la salvacin a travs de la procreacin, Edith Stein ve expresado solamente el orden de la naturaleza cada, de modo que "a travs del apstol habla todava eljudo determinado por el espritu de la ley. [...] Lo que se expresaaqu y que poda ser apropiadofrentea determinados abusos en lascomunidades griegas no puede considerarse vinculante para laconcepcin bsica de la relacin entre los sexos. Contradice demasiado las palabras y toda la prctica del Salvador, que tuvo mujeresentre las personas ms prximas de su confianza y demostr acada paso en su actividad salvfica que le importaba tanto el almade la mujer como la del hombre. Contradice tambin aquella palabra de San Pablo que expresa quiz de la forma ms pura el espritu del Evangelio: "No existe judo ni griego, ni esclavo ni libre:no existe hombre ni mujer. Pues todos sois uno en Cristo Jess"14.

    Es propio de la mirada aguda de Edith Stein ver tambin que elestado definitivo de la solucin de la injusticia antigua todava noest realizado en la historia, sino que est imponindose penosamente en el camino hacia l. Para la mujer y el hombre individuales ya se puede alcanzar naturalmente el "camino de la salvacin",13 E. Stein, F, 27 .14 E. Stein, F, 28 .760

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    a saber, a travs de la "vuelta a la crianza de los hijos"15. En el Antiguo Testamento este camino estaba deteiminado por la ley que asu vez significa todava castigo, pero que supera la cada a travsdel castigo: "Para las mujeres esto significaba sumisin humildebajo el dominio del hombre, custodia cuidadosa de la pureza, unadisciplina ms severa de los sentidos que la que se exiga del hombre, anhelo de descendencia, para ver en ellos su salvacin, y unesfuerzo fiel de educarlos en el temor de Dios. [...] En el NuevoTestamento el ser humano ienesu parte en la obra salvfica a travs del vnculo personal ms ntimo con Cristo (a travs de la fe, laesperanza, el amor, contemplacin de su vida, eucarista, liturgia).[...] Para el camino de la salvacin no hay diferencia de sexos.Desde aqu la salvacin llega para los dos sexos y para su relacinrecproca"16.Precisamente la historia cristiana obliga a dar forma a la verdadde esta exigencia. A finalesde los aos 20 de este siglo Edith Steinve un acercamiento al restablecimiento de la relacin entre lossexos en general: por lo menos a travs de la conciencia que se impone del equipamiento fundamentalmente idntico de hombre ymujer. La Escritura podra apoyar esta conciencia con autoridadexcepcional: descubriendo por encima de toda querencia subjetivael carcter de lo verdadero, garantizando el perfil divino en la mujer y en el hombre.

    3. Dios en la mujer, la mujer en Dios.Existen indicios del hecho de que Edith Stein ya ponder unaidea que ltimamente ha adquirido importancia, a saber, la de lamaternidad de Dios -lo que desde el punto de vista objetivo se insina, si se toma en serio la expresin del Gnesis acerca de laimagen y semejanza de hombre y mujer- De hecho el Gnesis hasido punto de partida e inspiracin de la pregunta por la imagen

    15 E. Stein, F, 34.16 E. Stein, Das Leben Edith Steins, Kindheit und Jugend, ESW, VE (cit. D\10.

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    originaria de la mujer, de la inmediata transparencia en ella delsoberano creador.Esta transparencia est abierta hacia los dos polos: del modelohacia el retrato y de nuevo hacia el modelo. La Escritura y la tradicin consideraban esta verdad presente en una medida muchomayor a como lo aprehende una conciencia "moderna" sepultadapor la Ilustracin. Edith Stein ya se haba preocupado antes de subautismo por los escritos de los padres, particularmente en SanAgustn; hacia elfinalde su vida se impregnar de la doctrina deSan Juan de la Cruz. San Agustn, al igual que despus de l SanJuan, evocan imgenes encantadoras de la "corporalidad" de Dios.San Juan es citado por Edith Stein en el siguiente lugar: La "graciasolcita y auxiliadora no tiene todava el carcter de Noche oscuraentre los principiantes. Dios los trata ms bien como los niospequeos son tratados por su madre que los lleva en brazos y losalimenta con leche dulce: [...] se les depara abundante alegra yconsolacin"17.Es significativo - y en ello se halla de acuerdo con una tradicinde pensamiento magnnimo- que Edith Stein ve particularmenteen el Espritu Santo el modelo arquetipo de la mujer. Pero aqu noacoge solo imgenes, se inspira ms bien en reminiscencias cariosas de su propia madre. A ella le uni el desprendimiento, laayuda, el ser sustentada naturalmente. Todo ello confluye en elauxilio por antonomasia, el Espritu. "Quin eres, luz que mellena e ilumina la oscuridad de mi corazn? Me guas como lamano de una madre y si me soltaras no sabra andar ni un pasoms"18.Y fundamentado con ms precisin en un tratado reflexivo:"No se manifiesta en esta femineidad, que es amor servicial, laverdadera imagen de la divinidad? El amor servicial es auxilio quesocorre a todas las criaturas para llevarlas a la perfeccin. Y ste esel ttulo que se da al Espritu Santo. As podramos ver en el Esp-

    E. Stein, Kreuzeswissenschaft, (cit. KW), 43. No debera hacerse caso omisode la madre superiora de la orden, Teresa de vila, que escribe en sus Moradasdel castillo interior. "De estos pechos divinos con los que Dios mantiene continuamente al alma mananrosde leche para el fortalecimiento de todos los hombres".E. Stein, Gedichte und Gebete aus dem Nachlafi, {Poemas y oracionespostumos), W. Herbstrith, ed., Munich, 21981,23.762

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    ritu Santo derramado sobre todas las criaturas el modelo arquetpi-co del ser femenino. Encuentra su imagen ms perfecta en la Virgen pursima [.. .], en su inmediata proximidad se hallan las vrgenes consagradas a Dios [...] pero su imagen son tambin las mujeres que estn al lado de un hombre, que es la imagen de Cristo yque a travs de la maternidad corporal y espiritual ayudan a construir su cuerpo que es la Iglesia"19.4. A la bsqueda de un nuevo amor correspondido: la mujeren la Iglesia.

    Edith Stein distingue en este tema actualmente tan neurlgicocuatro enfoques:1. No existe un pronunciamiento dogmtico de la Iglesia acerca"de la naturaleza de la mujer" (habra que aadir que estos pronunciamientos antropolgicos no pueden ser dogmatizados; contienen demasiadas facetas susceptibles de cambio). Pero s existenafirmaciones de la tradicin de la Iglesia con exigencia autoritaria.Entre ellas coloca Edith Stein la encclica sobre el matrimonio dePo XI, en la que "se declara como tarea primera y esencial de lamujer la de ser el corazn de la familia como esposa y madre y seadvierte contra el hecho de hacerse cargo de otras tareas en tantoen cuanto podran hacer peligrar la subsistencia de la familia"20.Esta imagen de la mujer no es contestada por Edith Stein, perode ninguna manera se considera exclusiva.2. Desde la perspectiva del derecho cannico Edith Stein seala clara y muy ampliamente en comparacin con los conocimientos de la poca que "sin duda no puede hablarse de una igualdad de mujer y hombre, dado que se le excluye de todos los oficios consagrados de la Iglesia" . Incluye la bibliografa recientesobre las diaconisas de la Iglesia temprana y describe la evolucinmoderna para enlazar con estos modelos. Se nota que en ello est19 E. Stein, F, 151.20 E. Stein, F, 106.21 E. Stein, F, 106. 763

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    comprometido su propio corazn, que ve creciendo nuevamente ladescuidada vocacin de la mujer en el servicio de la Iglesia -nom bra Caritas, ayuda pastoral, actividades docentes22, tambin no porltimo su propia vocacin-. Considera estos signos del tiempocomo irrefrenables, insistentes, surgidos de la voluntad de Dios. Ydeja caer la observacin inteligente: "Normativas legales son porregla general lafijacin urdica posterior de formas de vida que sehan implantado en la prctica . Lo que significa, con otras palabras, que las nuevas configuraciones siempre se confirman a pos-teriori -y quiere alentar con ello valor para probar y paciencia paraesperar la "reaccin posterior" de la Iglesia^.Ante una ltima consecuencia, el sacerdocio de la mujer, todava retrocede, sin embargo, no en absoluto, sino, como subraya,por una ponderacin personal de los argumentos. Pero se adviertela cautela del tono y queda digno de notar que Edith Stein es unade las primeras que reflexionan sobre esta cuestin de un modo tanobjetivo y tan poco emocional. Basa su raciocionio en dos motivos: en el comportamiento del Seor mismo y en la prctica ecle-sial. Cristo ha invitado y designado slo a los doce a la ltimacena. Del mismo modo la Iglesia permiti ciertamente desde elprincipio una amplia eficiencia caritativa y apostlica de la mujer,incluso la virginidad litrgica y la ordenacin de diaconato, perono el sacerdocio de la mujer24. Por otro lado, el comportamiento dela Iglesia es para Edith Stein por principio modificable en la cuestin del oficio, es ms, no es fijado dogmticamente como ellamisma sabe y como lo confirma adems la transformacin delderecho cannico en aras de un empeoramiento de la posicin dela mujer en comparacin con la Iglesia primitiva. "Desde el ladofemenino existe el intento de volver a dar a esta confirmacin(religiosa) el carcter de un oficio consagrado por la Iglesia y podra ser que algn da se ceda a este postulado. Si esto ser entonces el primer paso de un camino que llevar finalmente al sacerdocio de la mujer, he aqu la pregunta. Dogmticamente me parece

    E. Stein, F, 106.E. Stein, F, 106.E. Stein, F, 42.764

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    que no hay obstculos que prohiban a la Iglesia realizar una innovacin hasta ahora inaudita de esta ndole .No obstante, permanece para Edith Stein un "sentimiento" personal y decisivo -y se cuida mucho de designarlo como argumento racional- que Cristo "quiso instaurar como representantessuyos en la tierra slo a varones"26. Esta disposicin que permanece en el mbito de lo "misterioso" nada afirma naturalmente acerca de la vocacin de hombre y mujer en la sucesin de Cristo,incluso en la superacin final de la unilateralidad del sexo."Cuanto ms (cada uno) avance en este camino, tanto ms sersemejante a Cristo y como Cristo encama el ideal de la perfeccin

    humana en el que se suprimen todas las unilateralidades y deficiencias, se unen las ventajas de la naturaleza masculina y femenina, se anulan las debilidades y sus sucesoresfielessern elevadoscada vez ms por encima de las limitaciones de la naturaleza. Porello vemos en hombres santos la dulzura y bondad femeninas y elcario materno para las almas que les estn confiados, en las mujeres santas temeridad, destreza y decisin masculinas27. As la unvoca vocacin unitaria de hombre y mujer por Cristo suprime lalimitacin de la funcin de la mujer en el derecho cannico y le daun rango secundario debido al tiempo y la tradicin.3. Los representantes oficiales de la Iglesia se sitan de un doble modofrenteal tema de la mujer: por un lado en "afirmacionesde aquella ndole patriarcal que ni siquiera consideraba ningunaactividad de la mujer fuera del hogar y contaba con la necesidad deuna tutela por el hombre en todos los mbitos"28. Por otro ladoexisten "telogos con amplitud de miras que se acercan sin prejuicios a los postulados del movimiento liberal de las mujeres paraexaminar hasta qu punto son conciliables con los fundamentos dela cosmovisin catlica y que se convirtieron as en pioneros delmovimiento catlico de las mujeres"29. Por esta razn Edith SteinZD E. Stein, F, 43.26 E. Stein, F, 42.27 E. Stein, F,4 3s .28 E. Stein, F, 107.E. Stein, F, 107; como representante de este tipo de telogos se nombra aJosefMausbach. 765

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    observa en la Iglesia contempornea un "fuerte respaldo"30 para lasmujeres; al parecer esperaba una iniciativa general de la Iglesia yuna creciente atencin a estas cuestiones.4. Finalmente, la actitud de Cristo mismo, que continuamentevuelve a ser criterio del verdadero valor de la mujer y criterio inequvocofrentea todos los intentos de nivelacin tambin de ndoleeclesial: "El Seor ha establecido distinciones alguna vez entrehombres y mujeres? [...] Y parece ser que actualmente llama amujeres en un nmero particularmente elevado a tareas especficasen su Iglesia"31.En el fondo, en afirmaciones de este tipo se halla naturalmentela propia vocacin de Ecth Stein y la seguridad de la experienciaregalada. Ella misma saba que era testigo de la inmediatez de laapelacindivina y de la misteriosa posibilidad de una conversacin con l. Por este motivo, los aadidos mediatos de la Iglesia leresultaron existencialmente secundarios.

    H. PROYECTOS DE VEDA FEMENINOS1. Existe una "idiosincrasia femenina"?La pregunta por la "idiosincrasia femenina" es la pregunta porlo que se mantiene constante a travs de los condicionamientos dela historia de la humanidad, de todas las manipulaciones, de todaslas ampliaciones o restricciones del mundo de la vida. Existenestas constantes? En su clebre trabajo El otro sexo (1949) Simonede Beauvoir defiende la tesis de que "la mujer" no existe, sino quecada mujer es "hecha" mujer. En cambio, Gertrud von Le Fortresume en el no menos clebre libro La mujer eterna (1934) susreflexiones en la temeraria definicin de que la esencia de la mujeres entrega32. Nos lleva a alguna parte la pregunta por la esencia de

    E. Stein, F, 108.E. Stein, F, 108.Gerturd von Le Fort, Die ewige Frau, Munich, 1963, partic. 11-29.766

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    la mujer o ya est equivocada en s misma como afirma Simone deBeauvoir?Edith Stein intenta aproximarse a la cuestin por un caminodistinto, a saber, fenomenolgicamente: intenta sacar de la apariencia extema de la mujer conclusiones cautelosas sobre el"interior" femenino. Como mtodo se sirve de la antigua mximaescolstica del anima forma corporis, del alma como forma delcuerpo y vincula con ello valores experimentales de la psicologa.Para determinar por lo menos aproximativamente la diferencia conel hombre las observaciones parten, por tanto, del cuerpo parallegar al alma y al espritu de la mujer. Naturalmente, la diferenciano es la totalidad; tanto para el hombre como para la mujer es decisiva en la misma medida la comunidad del encargo de la creacin: la semejanza, el don de la procreacin, el dominio del mundo. De ello ya hablamos, igualmente de la salvacin que aproximanuevamente al hombre y a la mujer en lo ms profundo. No obstante, en constantes intentos Edith Stein se esfuerza en hacer patente tambin la diferencia de los sexos para poder enfocar mejordesde all la realizacin particular de la mujer.Sistemticamente parte de la constante natural que define la

    femineidad del modo ms unvoco: la maternidad como capacidadcorporal. "La profesin primaria de la mujer es la procreacin yeducacin de la descendencia, se le ha dado al hombre como protector. [...] En la mujer (sobresalen) las capacidades de conservarlo que nace y crece, cuidarlo y fomentar su desarrollo: por ello eldon de vivir vinculado de modo corporalmente cercano y de reunirfuerzas en tranquilidad, y por otro lado, de aguantar dolores, derenunciar, adaptarse; anmicamente posee una actitud hacia loconcreto, lo individual y personal, la capacidad de concebirlo en suparticularidad y de adaptarse a ello, el afn de ayudarle en su desarrollo"33. Formulado de otro modo y oralmente: "Como configuracin anmica de la mujer he destacado la maternidad. No est vinculada a la maternidad corporal. No debemos separamos de estamaternidad estemos donde estemos. La enfermedad de la poca sedebe a que ya no hay maternidad"34.E. Stein, F, 59.E. Stein, A 9.

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    La dote corporal configura, por tanto, decisivamente lo anmicoy lo espiritual. En lo anmico est la empatia con lo ms dbil ocon lo grande atractivo, la adaptacin, ayuda para el desenvolvimiento, don de la compaa; expresado con una palabra predilectade Edith Stein, la delicadeza {das Gemt). Esto es la fuerza fundamental para entusiasmarse por todo lo humano, particularmentepor lo bello, igualmente por la verdad, a saber, por todo "lo queacta desde el ms all en esta vida con un poder y una atraccinmisteriosos"35. Aqu se halla tambin el motivo del rpido entusiasmo femenino por todo lo noble o por lo que se considera noble, un entusiasmo cuyo manejo y dosificacin es asunto de unaeducacin responsable .En estas conclusiones llaman tambin la atencin algunas frases arriesgadas que actualmente, con la veloz evolucin histricade la problemtica e investigacin de la mujer deben considerarseellas mismas condicionadas por la poca. Esto parece ser tambinuna seal de que no se deben sacar conclusiones demasiado amplias de un nico principio (corporal), el de la maternidad. Porejemplo, una tesis de 1932: "Si los logros revolucionarios de lasmujeres son relativamente raros y si ello puede ser debido a lanaturaleza femenina, en cambio, el don de la intuicin y adaptacin de la mujer pude capacitarla en gran medida para participaren la labor de otros de manera comprensiva y estimuladora comoayudante, intrprete, docente"37. Una conclusin tampoco comprobada, extrapolada exclusivamente de la corporalidad de la mujer, dice: "El cuerpo de la mujer est formado en s mismo para"ser carne" con otro y alimentar una nueva vida humana. Estotiene su correspondencia en el hecho de que el alma de la mujerest capacitada para estar sujeta a una cabeza en obediencia solcita y a la vez ser su apoyo fuerte, como un cuerpo bien disciplinado al espritu que le anima es herramienta dcil pero tambinfuente de fuerza para l y le da una posicin slida en el mundoexterior"38.

    E. Stein, F, 61.E. Stein, F, 55.E. Stein, CF, 198.E. Stein, F, 11.

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    Aqu Edith Stein ha entrado en un callejn argumentativo queen otras ocasiones intenta evitar. Las normas biolgicas e histricas se consideran normas y dato esencial -una conclusin equivocada que, por cierto, ha sido sacada a relucir hasta en la inmediataactualidad por muchos tericos de la antropologa femenina y deninguna manera est superada-.Tambin el intento de representar la forma especfica del espritu femenino resulta difcil. Lo define como "afn de dar y recibiramor y de ser elevada as de la angostura de su ser presente realhacia un ser y una actividad ms elevados"39. El proceso activo-pasivo de esta espiritualidad consiste tanto en la maduracin propia como en el hecho de "estimular y fomentar a la vez en los dems la maduracin hacia su perfeccin [...] anhelo femenino msprofundo que puede surgir con los ms diversos disfraces, tambincon deformaciones y degeneraciones. Corresponde [...] al destinoeterno de la mujer* .El que estas determinaciones resultaban demasiado generalesincluso demasiado abstractas a la misma Edith Stein se desprendedel hecho de que exigen mucha ms investigacin antropolgica ypsicolgica con la cual estaba familiarizada desde su especialidad.No resulta sin importancia el rasgo de que en su propia disciplina,lafilosofa,resultafinalmentedifcil distinguir realmente las dosespecies hombre y mujer en sus caractersticas espirituales. Lo quees fcil en la biologa resulta menos palpable en la averiguacindel alma, en la determinacin del espritu se presenta incluso comoartificial. En el fondo, la mayora de las veces Edith Stein planteapor este motivo preguntas o postulados metodolgicos41, as, porejemplo, el postulado de que en la ontologa deberan incluirsetambin conocimientos sobre la herencia.

    Edith Stein ha abandonado siempre el marco ontolgico-filosfico -que al parecer le resultaba demasiado angosto a ellamisma- cuando penetra en la historia real de las mujeres, o tambin cuando desarrolla principios de gran alcance de una nuevadoctrina educativa para mujeres. Por regla general, acentuar entonces el cambio de estos indicadores (demasiado) generales por laE. Stein, F, 51.E. Stein, F, 52.E. Stein, F, 131-134.

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    persona viva. Cada persona tiene que realizar en su propia idiosincrasia variaciones de lo preestablecido segn sus propias particularidades, es ms, es el arte (y tambin la amenaza de fracaso)deaprenderlo. A travs de la vivacidad de lo individual entra en elpatrn, en otro caso demasiado general, la verdadera tensin vital,la necesidad de reconocerse a s mismo y en los dems tambin loinconfundible, lo propio, incluso de dirigir los esfuerzos expresamente hacia ello.As es como Edith Stein encuentra acaso las afirmaciones msfuertes acerca de la particularidad de la mujer cuando subordina elser mujer a ser humano (personal, libre, idntico consigo mismo).Acerca del drama Nora de Ibsen observa: "Ella sabe que primerotiene que devenir hombre antes de que pueda intentar volver a seresposa y madre"42. O la inteleccin formulada "de paso" que deroga la "determinacin de la esencia" fenomenolgica: "lo fundamental es ser hombre, ser mujer lo secundario"43.El grado de dificultad con la que se relaciona la determinacinde lo "especficamente femenino" se manifiesta en una carta indita44 hasta ahora de Hedwig Conrad-Martius, la amiga ntima ymadrina de Edith Stein, en la que ella misma como fenomenlogaextraordinaria desarrolla el mbito problemtico y confuso de lasiguiente manera: "Su pregunta (por la particularidad de lo femenino) no se puede contestar tan fcil y sencillamente. En el hbridoque Ud. menciona se descubre que el tipo sexual incluso puedeconfundirse en lo biolgico. Con ms razn puede ocurrir esonaturalmente en los mbitos puramente anmicos y espirituales.Empricamente apenas habr jams una especie absolutamentefemenina o masculina. Opino que en cada hombre, as como en lapotencialidades para todas las razas [.. .], habr tambin las potencialidades para ambos tipos sexuales. Naturalmente, en un hombreque biolgicamente se ha convertido en hombre o mujer estarnconfigurados en grandes lneas tambin los mbitos anmicos yespirituales como 'masculinos' o 'femeninos'. Adems, existenhombres con un alma sensitiva femenina, mujeres con un enten-4 / E. Stein, F, 49.43 E. Stein, A 10.H. Conrad-Martius, Carta del 2-10-1961 a Hildegard Deppisch, Munich.Agradecemos a la Sra. Deppisch la cesin de la carta.770

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    dimiento masculino o tambin mujeres con una determinacin dela voluntad masculina, etc. Para aclararlo en el caso individual y demodo bsico necesitaramos, sin embargo, una determinacinfenomenolgica de la esencia de lo que se designa en un sentidogeneral como 'masculino' y 'femenino'. Pero esta determinacinse echa en falta en todas partes. Se puede hablar tambin de unaobra de arte tpicamente masculina o de una era cultural tpicamente femenina. Todo eso sera un tema para un gran estudio fe-nomenolgico de las esencias".De estas juiciosas observaciones de Hedwig Conrad-Martius sepuede deducir una vez ms que la determinacin de lo femeninoque haga justicia a la realidad tambin es compleja para un anlisisfenomenolgico y este siempre tendr que ser complementado ycorregido por la experiencia histrica. Precisamente aqu se encuentra la tarea de la investigacin diferenciada del futuro sobre lamujer. Para la agudizacin de la problemtica sirven sin duda lasideas de Edith Stein como escaln intermedio en un camino todava lejos de ser andado.

    2. Maternidad corporal y espiritual.Edith Stein nos presenta tambin observaciones persuasivasacerca del tema de la maternidad "Que el alma humana est incrustada en un cuerpo corporal [...] no es un hecho indiferente"45.Este principio es aplicable tanto a la mujer como al hombre. Peroprecisamente porque es vlido, la vinculacin natural de la mujer ala corporalidad es ms configurativa: no slo experimenta los procesos corporales con ms regularidad, a un ritmoseguro, tambinest capacitada para la maternidad de un modo incomparable, esthecha para ello en su totalidad. "La tarea de acoger en s un serviviente en gestacin y crecimiento, cobijarlo y alimentarlo condiciona una cierta reclusin en s misma, y el proceso misterioso dela formacin de una criatura nueva en el organismo materno esuna unidad tan ntima de lo anmico y lo corporal que se entiende

    E. Stein, WeltundPerson, enESW, VI, 172. 771

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    perfectamente que esta unidad pertenezca a la impronta de toda lanaturaleza femenina"46.Edith Stein descubre en la concepcin de la maternidad unatensin: la tensin entre naturaleza (en un sentido todava estrechode biologa) y persona. Persona quiere decir fuerza responsableque dispone de s misma, que sabe por qu se vincula, que quierevivir desde la entrega -que no solamente deja transcurrir algo dadopor la naturaleza quedando ella misma sin despertar-. La maternidad podra malograr perfectamente esta claridad personal o nuncaser conducida hacia ella. En la novela de Sigrid Undset, Olav Au-dunssohn, este tipo de lo natural-animal es representado por In-

    gunn. Edith Stein la llamaba "dependencia lbrega y animal""campo por el cual nunca pas el arado"47. La naturaleza sola, ellado corporal, slo puede ser considerada dote, no posesin yaplenamente configurada.Todava existe otra maternidad malograda: no la sufrida instintivamente, sino la desdoblada en s misma. A saber, aquella que nopuede soportar la tensin entre naturaleza y persona, sino que seniega a la tarea que se otorga "naturalmente", los hijos, porque seexperimentan como productos de la casualidad que "no tienennada que ver conmigo". En estos casos el "y" de la mujer se hadesarrollado deficientemente por negligencia ajena o propia; nopreguntada nunca por su propia eleccin su propia libertad tampoco se puede abrir desde la libertad. Inmadura, ella misma no puedehacer madurar a los hijos: maternidad como traba de la mujer conun yo dbil. Edith Stein lo comenta basndose en el drama Norade Ibsen: "Ella era la mueca preferida de su padre y es ahora lamueca preferida de su marido, como sus hijos sern muecas"48.La maternidad precisa intensamente de una mujer con un yofuerte -tanto que para Edith Stein la maternidad corporal no tienela prioridad en caso de duda, sino la espiritual- Esto conlleva unaentrega que no haya degenerado en abandono porque slo haga deforma obligatoria lo que debera hacer como autoposesin Un talabandono lo pueden postular la naturaleza y la convencin de lamujer que ha sido madre contra su voluntad; si ser madre de ver-

    E. Stein, F, 53 .E. Stein, F, 48.E. Stein,/

    7,48.772

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    dad entonces debe serlo con su propio consentimiento. Y la sealconfirmativa por la cual ser reconocida inconfundiblemente es laentrega. La entrega est vinculada con la libertad y viceversa.Ante este fondo Edith Stein puede desarrollar la paradoja de lavirgen-madre, lo que hace a menudo. Este motivo bien conocidose traslada correctamente a la mujer moderna slo en el caso en elque -como Edith Stein en algunos sitios- se entiende por virgenaquella que vive desde la libertad y desde la libertad se decide aservir. Entonces la paradoja de la virgo mater adquiere no solamente sentido para la nica mujer Mara, sino para las mujeres quehan entendido el arco de tensin de naturaleza y libertad y quierenvivirlo. Por esto tambin la monja es materna, tambin la mujersoltera o aquella que nunca ha tenido nios. Si se hacen cargo detareas en beneficio de otros hombres que corresponden a sus fuerzas, representan "maternidad espiritual": entrega desde el propioser. Edith Stein trata de incluir tambin las mujeres solteras por indigencia o contra su voluntad o las que han quedado sin hijos-en varias observaciones se vislumbra el peso de su propio destino- tambin el modo que hall para superarlo. En la conversacinacerca de su escuela de Espira se esboza a s misma: "Yo hagovenir la clase una vez por semana. Entonces se realiza un trabajoformativo sistemtico, se juega, se canta, se lee. En estos momentos cae la barrera entre profesora y alumna, las chicas son propensas a incorporarse, encuentran la comprensin que no encuentranen casa. A veces me siento como si robara algo a las madres"49.Pero la imagen de la maternidad espiritual todava no estcompleta si no se aade que tambin la maternidad corporal incluye lo virginal: virginidad quiere decir ser libre del instinto, quieredecir acogida personal de los hijos, no como bien que se poseehasta la muerte, sino como prenda. "Ser libre de todas las criaturas,de falsas trabas en s mismo y respecto de otros, [...] esto es elsentido ms ntimo y espiritual de la pureza. Esta virginitas delalma tiene que poseerla tambin la mujer que es esposa y madre:es ms, slo mediante tal virginitas puede cumplir su tarea; amorservicial que ni es sumisin servil, ni prepotencia e imposicin,solo puede manar de esta fuente"50.

    E. Stein, A 7.E. Stein, F, 154.773

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    Por esto la significacin de la virgo mater es aplicable a todotipo de mujer: muestra exactamente los polos entre los cuales sedesarrolla y debe desarrollarse la vida concreta de una mujer.Pertenece a la amplitud de miras de Edith Stein tener en cuentala dureza de los destinos femeninos a los que se ha negado la vidaanhelada y da instrucciones prudentes y probadas personalmentepara la superacin de lo no vivido. Dicho de modo ms moderno:quiere conducir hacia la integracin de lo no conseguido. Estopuede ocurrir orientndose por otras vidas de mujeres que tuvieronque luchar con problemas semejantes y que, sin embargo, ganaronsu vida; puede ocurrir tambin en la entrega al viviente mismo. Elque exista tambin elfrutode lo estril no se puede afirmar desdeel escritorio, slo se puede verificar a travs de la experiencia.Las ideas de Edith Stein acerca de la maternidad se asientan enel suelo de una infancia rica. As debe aparecer todava la imagende la mujer fuerte, al menos de forma refrenada, de la cual habaaprendido antes de todo aprender: "La madre es la primera forma-dora. A m la vida y el ejemplo de mi madre me han formado apesar de que ella no tena un ideal de formacin"51.3. Hacia una formacin de mujeres diferente: integral y ade-cuada.

    "La formacin no es una posesin de saberes externa, sino laconfiguracin que adapta la personalidad humana bajo los efectos de m ltiples fuerzas ajenas"52 . Con esta definicin Edith Steinse aleja insistentemente del concepto de formacin de la Ilustracin que dej impronta en el siglo XIX, a saber del ideal "de unsaber a ser posible completamente enciclopdico" y del alma como de una "tabula rasa en la que se inscribe el mximo posible dedatos a travs de la recepcin racional y la grabacin memorsti-ca"53. La susceptibilidadfrenteal empollar mecnico se gener alparecer por su propia contrarreaccin de querer concebir las cosas

    E. Stein, D, 6.E. Stein, F, 74.E. Stein, F, 74.

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    a travs de la inteleccin del contexto: "Nunca se me haba ocurrido que se pudiera aprender de memoria una leccin"54.La formacin tiene que ver ms bien con la maduracin de lapropia configuracin esencial (un proyecto que Edith Stein comparte con la Grundlegung der Bildungslehre [Fundamentos de ladoctrina educativa] de Romano Guardini). As la "forma interna"de la mujer constituye el punto de partida y el objetivo de todaformacin especfica de las chicas, que ya por esa razn y contodas los aspectos en comn que pueda haber debera separarse dela formacin especfica de los chicos.De lo expresado acerca de la naturaleza, el alma la espirituali

    dad de la mujer resulta necesariamente como centro de toda formacin la formacin del corazn. Apunta a dos cosas: educar laspropias predisposiciones conducindolas a su ser propio y domarsus posibilidades peligrosas.Aqu Edith Stein logra algo de gran alcance porque no orientala educacin del corazn slo al fomento inmediato de los valoresafectivos, sino tambin a su aparente opuesto: la formacin delentendimiento. Si se renuncia al ejercicio de la racionalidad sereproducirn nuevamente los descuidos de dcadas anteriores quehan dado origen a un tipo de mujer "que lleva una vidaficticiaensueos y que fracasafrentea las tareas de la realidad o se entregasin defensas a los sentimientos y estados anmicos cambiantes, quepersigue sensaciones que excitan continuamente el corazn y queno consigue configurar su vida de un modo slido y trabajar fructuosamente"55. Precisamente la fuerza del corazn, su "intuicin"(["Einfhlung"], tema de la tesis doctoral de Edith Stein), se convierte fcilmente en la debilidad principal de no poder separar loautntico de lo falso, ni diferenciar la apariencia de la realidad.As, la capacidad de diferenciar56, el juicio de valor, el dominio delos instintos por el entendimiento son imprescindibles para que elcorazn permanezca l mismo.

    E. Stein, D, 2. En esta discusin acerca de los Fundamentos de la formacinde la mujer Edith Stein rechaza insistentemente, respaldada por la propia experiencia de su inutilidad, "el viejo sistema escolar de la Ilustracin".55 E. Stein, F, 63.56 E. Stein, F, 61.775

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    Aqu se impone tambin la mencin del instinto sexual:

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    discurso sobre la misin de la mujer pronunciado en Graz que erasuficiente para la mujer amar y que no preguntara mucho tiempo:qu y para qu. Pero all se halla el grave peligro del error, de lafalta de objetivo y orientacin [...]. El entendimiento que existepuede y debe ser obligado a la actividad. Pues puede no ser demasiado claro y a g u d o .Con esta defensa no se habla naturalmente a favor de una formacin abstracta, sino integral. Esto se desprende tambin delhecho de que Edith Stein considera la educacin religiosa comouna transmisin de sentido de la vida, de modo que el entendimiento formal le debe su posibilidad de valoracin. La alta consideracin de lo religioso atraviesa todos los escritos y tiene queconsiderarse el afn pedaggico primordial de Edith Stein. Sinembargo, con esto no se aspira precisamente -como se sospechahoy bajo el signo de la crtica de la religin- a parapetarse trasconcepciones tradicionales y ciegamente copiadas de la mujer. Alcontrario, la educacin religiosa no sentimental har sensible parala "profesin especfica" tal como las caracteriza a las mujeres delAntiguo y del Nuevo Testamento y de la historia de la Iglesia (ycomo Edith Stein conoca por su propia historia extraordinaria, deun talento especfico). As, habla intensamente a favor de la obediencia a la propia individualidad (tanto respecto de s misma como del educador) al lado de todas las determinaciones generalesde la mujer: "Para que en la individualidad intacta se hagan realidad autentica la humanidad y la femineidad se hace necesaria unaflexible diversidad de medios y vas de formacin; adems es necesario sobre todo: la fe en el propio ser y el valor de aceptar elpropio ser; y con ello a la vez la fe en la vocacin individual respecto de una determinada actuacin personal, or la llamada ytener la disponibilidad de seguirla"62.

    Cuanto ms abierta es la aceptacin de la llamada de Dios tantoms claro es el desarrollo de lo propio: en esta paradoja desemboca el trabajo formativo de Edith Stein (por lo cual el pedagogo nodebe prestar slo una educacin de un rol). "As podemos designarViena. El 30 de mayo de 1892 naci en PreBbaum cerca de Viena y es una coetnea expresa de Edith Stein sin haber escrito desafortunadamente una biografa.61 E. Stein, F, 82.62 E. Stein, F, 153.

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    como objetivo del trabajo educativo individual al hombre que es loque l debe ser muy personalmente, que ande su camino y realicesu tarea. [...] El que quiera conducir al desarrollo puro de la individualidad tiene que conducir hacia la confianza en la providenciadivina"63. La particularidad de la individualidad en nuestro tiempopuede adaptar por tanto tambin formas que pasaban como irreconciliables con la vida de la mujer en tiempos pasados. El sigloXX ha liberado incluso para muchas mujeres formas de vida impensables hasta la fecha o -ms negativamente- las ha obligado aellas. Tanto ms la pedagoga y tambin el autoentendimiento dela poca tiene que adaptarse a estas nuevas formas del ser mujer,no de modo quejumbroso o resignado, sino afirmativo por principio.

    4. El trato con nuevos postulados: profesin, sociedad, poltica.Simpticamente imparcial y llena de experiencia, Edith Steinhabla de la mujer en la profesin o incluso con doble profesin

    tanto en la familia como en una tarea fuera de casa (que su madreenviudada tena que prestar durante aos). Aqu se deben realizardifciles reorientaciones espirituales tambin por parte del hombre,para no rebajar de antemano la profesin de la mujer. "Opinionesy juicios de numerosos hombres estn determinados en gran medida por lo que se piensa y se dice. Pero las opiniones y juiciostienen una fortsima influencia prctica. Porque hasta hace algunasdcadas se opinaba que la mujer debe estar en casa y no sirve paraotra cosa. Ha costado luchas largas y duras hasta que se pudo ampliar el mbito de actividades demasiado estrecho. Es difcil de * f 9 9 6 4averiguar quien es ese se .Detrs del establecimiento de la mujer en su casa y hogar puede haber -a l lado de motivos sinceros y objetivos- tambin motivos perjudiciales, cuya descripcin no est pasada de moda:'Todava existe una gran cantidad de desconsiderados que secontentan con las frmulas anticuadas del sexo dbil o tambin delE. Stein, F, 153.E. Stein, Fy 102.778

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    sexo bello y que no pueden hablar de este sexo dbil sin una sonrisa misericordiosa o a menudo cnica sin que jams hayan reflexionado ms detenidamente sobre la esencia de la mujer o sinhaberse esforzado en averiguar los logros realmente existentesconseguidos por mujeres. Todava existen tambin espordicosromnticos cuyo ideal de la mujer est pintado en colores suavessobre un fondo dorado y que por mor de este ideal quisieran evitara las mujeres cualquier contacto con la dura realidad. Esta concepcin romntica se revela en una relacin curiosamente contradictoria con aquella actitud brutal que valora a la mujer de modo puramente biolgico [...]. En parte sobre la base de la ideologa romntica en parte con vistas a la cra racista, finalmente apelando ala situacin econmica actual se efecta aqu una anulacin deldesarrollo de las ltimas dcadas y una limitacin de la mujer a lastareas domsticas y de familia. La esencia espiritual de la mujer setoma en cuenta tan poco como las leyes de la evolucin histrica"65.Las declaraciones presentarn tanto las fases del movimientoanterior "heredado" como las nuevas cuestiones contemporneas y-no sin severidad- tambin las pocas de estancamiento. Conestos estancamientos se inicia el anlisis: "El estudio de la mujerse ha convertido hoy nuevamente en un problema en una medidaque hace algunos pocos aos todava se hubiera considerado imposible. Se niega la justificacin a estos estudios con los argumentos de antes, que conocemos desde los inicios del movimientode la mujer, y detrs de estos ataques se encuentran grupos de poder potentes. La base ideal, sin embargo, que dio un gran empuje alos inicios del movimiento de la mujer, el idealismo alemn, elliberalismo, se ha venido abajo. No resiste al ataque de nuevasideologas, lo mismo aqu como en la vida poltica .En el fondo de esta observacin de 1932 se halla ya el nacientenacionalsocialismo con su nueva instrumentalizacin de la mujer.Lo que expone Edith Stein no slo est apoyado por el deseo dehacer patentes los viejos postulados en sus orgenes y en su nuevoderecho, sino tambin por el afn de sustituir los idealismos desmoronados por un raciocinio distinto y duradero. Para ello sirve la

    E. Stein, F, 103.E. Stein, F,XXXVm. 779

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    caracterizacin de la periclitada imagen de la mujer de la pocavictoriana y romntica, el esbozo de las preocupaciones actuales ysobre todo el concepto de una imagen de la mujer que se debe aargumentos bblicos y cristianos. De hecho no existe para EdithStein ninguna limitacin fundamental de la mujer a la familia o adeterminadas profesiones "femeninas", a pesar de que las ve ten-dencialmente en la mujer mdico o en la profesora. "Ningunamujer es slo mujer, cada una tiene sus particularidades y predisposiciones individuales como el hombre y en estas predisposiciones la capacitacin para sta o aquella actividad profesional dendole artstica, cientfica, tcnica, etc. Por principio la predisposicin individual puede remitir a cualquier mbito, tambin a losque estn alejados de las particularidades femeninas"67.Insistentemente Edith Stein aboga precisamente desde sus propios intereses poltico-sociales por la incorporacin de la mujer ala vida de estado, para lo cual la admisin era posible slo a partirde 1919, teniendo que crear laboriosamente una nueva imagenprofesional. "Necesitamos una formacin poltica y social generaly slida como preparacin para el cumplimiento de las obligaciones cvicas (por cierto, no solamente para mujeres, sino para todoel pueblo alemn, que ha sido arrojado en un estado terriblementeinmaduro a la forma de estado democrtica) y especialmente caminos de preparacin para los diversos puestos en el servicio delestado que piden el trabajo femenino . El hecho que destaqueuna y otra vez esta formacin muestra su profundo inters. Supropio talento histrico y su sensibilidad por la justicia social lahaban aproximado a ella misma a esta profesin, temporalmenteen 1919 incluso a la colaboracin con el Partido DemocrticoAlemn69. Y cuando redact sus reflexiones acerca del tema de lamujer el proceso al que haba aspirado en su juventud estaba gestndose desde haca tiempo: la colaboracin de la mujer en la po-

    0 / E. Stein, F, 7.68 E. Stein, F, 105.En el Partido Democrtico Alemn, cofundado en noviembre del 1918 porFriedrich Naumann, Edith Stein invirti temporalmente mucho trabajo; cf. Carta69 del 31-11-1918,/tf, 111.780

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    Mea, el parlamento, la legislacin, destacando precisamente aqulas mujeres cristianas70.Ella crey realmente que el pensamiento concreto de la mujeren la legislacin -para lo cual aduce un ejemplo71- podra constituir un contrapeso humano til contra el pensamiento partidista delos hombres. Aqu se halla el valor propio del trabajo profesionalde la mujer: precisamente en la aportacin de lo humano y concreto (detrs de lo cual se halla la idea tan importante para EdithStein de la maternidad inconfundible de la mujer)."El trabajo en la fbrica, en una oficina comercial, en el servicio administrativo estatal o municipal, en las corporaciones legislativas, en un laboratorio de qumica o un departamento dematemticas, todo ello requiere una fijacin en un materialmuerto o abstractamente ideolgico. Pero en la inmensa mayora de los casos se trata de trabajos que conducen al contactocon otros hombres que se realiza por lo menos en el mismo sitio, que a menudo se lleva a cabo en colaboracin con ellos. Ycon esto se da en seguida la oportunidad para desplegar lasvirtudes femeninas. Es ms, se puede decir que es precisamenteaqu donde cualquiera est en peligro de convertirse en una pieza de mquina, de perder su humanidad, y el despliegue de lasparticularidades femeninas puede convertirse en un contrapesobeneficioso. Para quien sabe que en su puesto de trabajo le espera solidaridad y simpata en su alma se mantendrn vivas ose despertarn muchas cosas que de otra forma se atrofiaran"72.A la inversa, tambin es ventajoso para la mujer mantenerseabierta para la vida profesional porque equilibra una de sus debilidades: la predisposicin a lo sensible no solamente se podr tener

    a raya a travs de la formacin en el trabajo objetivo, es slo ascomo se convierte en bien estimable. De este modo, no slo laDespus de las primeras elecciones libres, secretas y generales en la Asamblea Nacional en W eimar se hallaban en febrero de 1919 entre 423 parlamentarios 37 mujeres. Gertrud Bumer pronunci como primera mujer un discursoante el pleno. Ver tambin el volumen colectivo: E. Prgardier/A. Mohr (eds.),Politik ais Aufgabe. Engagement christlicher Frauen in der Weimarer RepublikAufsatze - Notizen - Bilder, Annweiler, 1989.71E. Stein, F, 216.72 E. Stein, F, 8.

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    mujer otorga a la vida profesional masculina una dimensin humana, sino que tambin la profesin "educa" a la mujer al dominiode sus capacidades."Cada trabajo de esta ndole, de cualquier tipo -tan to el trabajodomstico, los oficios, la ciencia o lo que sea - requiere que uno sesometa a las exigencias de la cosa en cuestin; el que uno tengaque hacer retroceder ante la cosa la propia persona, las preocupaciones por ella, los humores y caprichos. Y el que haya aprendidoesto se ha vuelto objetivo, ha perdido algo de su hiperpersonalidady ha alcanzado una cierta libertad de s mismo, a la vez ha alcanzado profundidad en un punto de la superficie, tiene algo sobre locual puede asentarse. Ya por este gran beneficio personal, haciendo caso omiso de cualquier premura econmica, cualquier chicadebera recibir una formacin profesional slida y despus de estaformacin tener una ocupacin que la llene completamente"73.Naturalmente una tal profesin depende en su cualidad liberadadel hecho de si corresponde a la vocacin y a las propias fuerzas.En ello Edith Stein tena presente perfectamente la "doble cargadel trabajo profesional que a menudo es solo trabajo retribuido ylas obligaciones familiares"74; describe sus formas alienantes. Noda consejos para esta forma de vida frecuentemente mpuesta, peropor ello desaconseja la vida profesional de la mujer. Es ms, ve unapoyo contra las exigencias excesivas de una vida religiosa profunda, cuya fuerza deriva del olvido de s y de la entrega de laspreocupaciones al "corazn divino"75.Se hace patente que Edith Stein observa las exigencias, inclusolas coacciones de la pocafrentea la mujer, no ve ninguna posibilidad de escapar, antes bien destaca con fuerza la proteccin verdadera en las carreras y profesiones femeninas. Es ms, el derechode intervencin de la mujer en la vida pblica le resulta un evidente postulado de la poca. Las tareas que muchas veces se aaden desde el exterior precisan, sin embargo, de una profundizacinms intensa en lo interior, de una actitud de afianzamiento.

    E. Stein, F, 210.E. Stein, F, 12.E. Stein, F, 14s.782

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    5. Cierre.No carece de importancia el hecho de que Edith Stein en supropio desarrollo haya tenido que emanciparse de expectativasajenas, de determinaciones ajenas, de estimaciones ajenas, hasta elpunto de que no se comprendi a s misma especficamente como"problema" femenino. "Como colegiala y joven estudiante he sidofeminista radical. Luego perd el inters por toda esta cuestin.Ahora busco, porque debo, soluciones puramente objetivas"76.En la forma precipitada de hablar actualmente podra decirseque en ello se expresa una falta de solidaridad femenina. Por otrolado, no se ha logrado en diz personalmente el objetivo del movimiento feminista, el de haberse hecho superfluo? Este objetivono se ha alcanzado hasta hoy, pero Edith Stein documenta con suvida, sus reflexiones y su propia actitud una fase intermedia importante. Leyendo atentamente slo muy pocas cosas se han convertido en pura historia.Las mujeres de hoy vern en Edith Stein en parte una "hermanadesde la historia", en parte una hermana superada por la historia.La orientacin incondicional de la cuestin de la mujer segn lasafirmaciones bblicas e incluso eclesisticas parecer innecesaria amuchos no creyentes. Pero precisamente aqu se muestra qu posibilidades innovadoras ha sabido encontrar Edith Stein en lasafirmaciones interpretadas convencionalmente, hasta qu punto suintelecto apoy el querer creer, cuan poco la tradicin est agotadaen su espritu. "Antes bien son posibles muchas ms cosas de loque se piensa comnmente desde el punto de vista autnticamentecatlico, es decir, libre y amplio"77. Curiosamente coinciden porejemplo Edith Stein y Simone de Beauvoir, que en lo dems estntan separadas, en el postulado de tomar en serio la personalidad

    femenina en sus predisposiciones individuales, en su propio proyecto de vida: en el cambio de la cuestin por lo femenino en shacia la atencin por la persona, por la mujer individual y nica, oms claramente, por lo humano en la mujer. Naturalmente el concepto de persona de Beauvoir permanece finalmente vaco, esE. Stein, Carta 100 del 8-8-1931 a Callista Kopf OP, SB 1,97.E. Stein, SB I, 97.

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    decir, llenado por poco ms que la autonoma abstracta del ser unomismo, mientras que Edith Stein concibe la persona desde susdisposiciones nicas en cada caso por su origen (divino) y experimenta los elementos genricos (corporales y anmicos) existentesen ella ya no de modo determinante, sino que los apoya, pero entodo caso de modo subordinado. "Es que ninguna mujer es solomujer".Edith Stein no es "actual", es ella misma. En ella se juntan doslibertades: la libertad de lafilsofaque piensa independientementey la libertad de una cristiana liberada por la Revelacin. Ante esteraro encuentro se impone la reflexin.Hanna-Barbara Gerl-FalkovitzLehrstuhl fir Religionphilosophieun d vergleichende RegionswissenschaftTechische Un iversitt DresdenPhilosophische Fakultt01062 Dresden Alemania