La 'nevera' arbitral

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La “nevera” arbitral: cuando lo alegal se torna ilegal, consentido y contraproducente Javier Rodríguez Ten Con ocasión del arbitraje del colegiado cántabro Pérez Burrull en el partido Real Madrid CF – Atlético Osasuna CF del pasado domingo, diferentes medios de comunicación recogieron la noticia de que aquél había sido “sancionado” como consecuencia de las supuestas equivocaciones cometidas (bueno, más exacto sería decir que como consecuencia de la presión mediática ejercida al respecto, puesto que otras veces han existido errores similares y no ha pasado nada). Algunos fueron más allá y concretaron que había sido sancionado por el Comité arbitral de la competición profesional, cifraron el castigo en un mes e incluso lo hicieron extensible a sus dos auxiliares, siendo la primera consecuencia de ello la retirada de la designación del encuentro de Copa de S.M. El Rey de esa misma semana FC Barcelona – RCD Espanyol. La expresión utilizada unánimemente para definir dicha circunstancia es que se le había puesto en la “nevera”. Esta hipotética y más que probable decisión a la vista de lo acontecido, no negada por ninguno de los implicados (árbitros y Comités) nos obliga una vez más a incidir sobre la absoluta opacidad en que se mantiene la regulación interna del arbitraje español, tanto en el fútbol como en el resto de deportes, en lo que constituye un mal promovido e interesado por las Federaciones, soportado por los árbitros (si no quieren ser objeto de persecuciones de consecuencias irreparables) y objeto de total pasividad por las diferentes Administraciones Públicas que, a fin de cuentas, son las que delegan en las Federaciones la organización de las competiciones y el ejercicio de la potestad disciplinaria deportiva derivada muchas veces de las decisiones arbitrales. Como veremos a lo largo de esta breve reseña, desde un punto de vista jurídico y con independencia del trasfondo del asunto y de la existencia o no de motivos para actuar sobre el interesado (los errores arbitrales son inevitables por el factor humano del que derivan), nos encontramos ante una sanción ilegal, cuya propia imposición se ha visto agravada por la difusión pública de su existencia y de su manifestación inmediata de retirada de un partido al interesado, traducida en términos de desprestigio y perjuicio económico demostrable. En primer lugar, hay que aclarar que desde la desafortunada Sentencia que resolvió el caso “Hernanz Angulo”1 es criterio discutido pero hasta ahora inamovible que los árbitros no se encuentran vinculados laboralmente ni a la Federación ni a la Liga Profesional, por lo que no cuentan con un Convenio aplicable ni son destinatarios de régimen sancionador alguno de naturaleza laboral. En este sentido, y pese a que ejercen una función pública delegada ex Javier Rodríguez Ten es Doctor en Derecho y ha ejercido como asesor jurídico del Comité Técnico aragonés de árbitros de fútbol, como profesor asociado en la Facultad de Ciencias de la Salud y el Deporte de Huesca y como abogado en la firma especializada en Derecho deportivo Tebas & Coiduras. 1 Sentencia 608/1998, de 23 de octubre, del Juzgado de lo Social nº 3 de Pontevedra, posteriormente ratificada por el Tribunal Superior de Justicia de Galicia. 1

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La “nevera” arbitral: cuando lo alegal se torna ilegal, consentido y contraproducente

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La “nevera” arbitral: cuando lo alegal se torna ilegal, consentido y contraproducente Javier Rodríguez Ten

Con ocasión del arbitraje del colegiado cántabro Pérez Burrull en el partido Real Madrid CF – Atlético Osasuna CF del pasado domingo, diferentes medios de comunicación recogieron la noticia de que aquél había sido “sancionado” como consecuencia de las supuestas equivocaciones cometidas (bueno, más exacto sería decir que como consecuencia de la presión mediática ejercida al respecto, puesto que otras veces han existido errores similares y no ha pasado nada). Algunos fueron más allá y concretaron que había sido sancionado por el Comité arbitral de la competición profesional, cifraron el castigo en un mes e incluso lo hicieron extensible a sus dos auxiliares, siendo la primera consecuencia de ello la retirada de la designación del encuentro de Copa de S.M. El Rey de esa misma semana FC Barcelona – RCD Espanyol. La expresión utilizada unánimemente para definir dicha circunstancia es que se le había puesto en la “nevera”. Esta hipotética y más que probable decisión a la vista de lo acontecido, no negada por ninguno de los implicados (árbitros y Comités) nos obliga una vez más a incidir sobre la absoluta opacidad en que se mantiene la regulación interna del arbitraje español, tanto en el fútbol como en el resto de deportes, en lo que constituye un mal promovido e interesado por las Federaciones, soportado por los árbitros (si no quieren ser objeto de persecuciones de consecuencias irreparables) y objeto de total pasividad por las diferentes Administraciones Públicas que, a fin de cuentas, son las que delegan en las Federaciones la organización de las competiciones y el ejercicio de la potestad disciplinaria deportiva derivada muchas veces de las decisiones arbitrales. Como veremos a lo largo de esta breve reseña, desde un punto de vista jurídico y con independencia del trasfondo del asunto y de la existencia o no de motivos para actuar sobre el interesado (los errores arbitrales son inevitables por el factor humano del que derivan), nos encontramos ante una sanción ilegal, cuya propia imposición se ha visto agravada por la difusión pública de su existencia y de su manifestación inmediata de retirada de un partido al interesado, traducida en términos de desprestigio y perjuicio económico demostrable. En primer lugar, hay que aclarar que desde la desafortunada Sentencia que resolvió el caso “Hernanz Angulo”1 es criterio discutido pero hasta ahora inamovible que los árbitros no se encuentran vinculados laboralmente ni a la Federación ni a la Liga Profesional, por lo que no cuentan con un Convenio aplicable ni son destinatarios de régimen sancionador alguno de naturaleza laboral. En este sentido, y pese a que ejercen una función pública delegada ex

∗ Javier Rodríguez Ten es Doctor en Derecho y ha ejercido como asesor jurídico del Comité Técnico aragonés de árbitros de fútbol, como profesor asociado en la Facultad de Ciencias de la Salud y el Deporte de Huesca y como abogado en la firma especializada en Derecho deportivo Tebas & Coiduras. 1 Sentencia 608/1998, de 23 de octubre, del Juzgado de lo Social nº 3 de Pontevedra, posteriormente ratificada por el Tribunal Superior de Justicia de Galicia.

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artículos 33.1.f, 74.2.a y 81.2.a de la Ley 10/1990, de 15 de octubre, del deporte (circunstancia que doctrinalmente es negada con carácter mayoritario, pero que jurisprudencialmente ha quedado afirmada y que se encuentra prevista en el artículo 24 del vigente Código Penal, Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre), tampoco son funcionarios públicos, aunque sí agentes colaboradores de la Administración en el ejercicio de funciones delegadas, lo que tampoco permite que pueda aplicárseles el régimen disciplinario previsto para los mismos. Consecuentemente, la “refrescante” decisión sólo puede tener como fundamento la sujeción de los árbitros a la potestad disciplinaria deportiva de las Federaciones a las que pertenecen, que se encuentra contemplada a nivel estatal en el artículo 74.2.c de la Ley 10/1990, de 15 de octubre, del deporte, y en el artículo 6.2.c del Real Decreto 1591/1992, de 23 de diciembre, de disciplina deportiva. Dicho modelo rige también sin excepción en las diferentes Comunidades Autónomas. Sin embargo, de un somero análisis resulta lo siguiente: 1.- No existe ninguna disposición con rango de Ley o de naturaleza reglamentaria que habilite la imposición de sanciones a los árbitros de fútbol por la comisión de la infracción consistente en “arbitrar mal”, ni en cometer “errores técnicos”, por lo que existe una total ausencia de tipo básico aplicable y vulneración del constitucional principio de reserva de ley. 2.- Aun considerando admisible la genérica (e irregular) desrreglamentarización efectuada por el Real Decreto 1591/1992 en su artículo 20, admitiendo la existencia de tipos disciplinarios deportivos carentes de habilitación legal e incluso sencillamente reglamentaria, basados en las reglas de juego de la modalidad (es decir, reemplazando en este caso al legislador por una asociación privada extranjera como FIFA), tampoco encontramos solución al problema: las reglas de juego del fútbol no contemplan la posibilidad de sancionar a los árbitros por arbitral mal ni por errores técnicos, por lo que malamente en base a ellas se puede castigar o articular dicha infracción. 3.- Pero, además, es que con independencia de la vulneración de la habilitación legal exigible (que como hemos visto tampoco es reglamentaria ni basada en las reglas de juego), a nivel federativo tampoco se encuentra tipificada, por lo que la sanción es ya del todo irregular, vulnerándose los principios de legalidad y seguridad jurídica. Lo más aproximado que podemos encontrar es el artículo 49.7 de los Estatutos de la Real Federación Española de Fútbol (que regula la organización arbitral), donde se habilita de manera extraña al Comité Técnico de árbitros para ejercer “facultades disciplinarias sobre sus miembros”, (sic) pero limitadas exclusivamente a los aspectos técnicos de la actuación de los colegiados (técnicos, no de apreciación). A ello hay que añadir que:

• La competencia sobre los árbitros de la competición profesional ya no la tiene en exclusiva el Comité Técnico, sino el Comité arbitral de la competición profesional2, que entre sus funciones estatutarias u objeto de Convenio con la Liga no contempla las disciplinarias.

• No existe desarrollo alguno del precepto en el sentido de establecer tipos infractores, sanciones aplicables, criterios de proporcionalidad ni procedimiento a seguir para la imposición de las mismas, con obvio respeto a las garantías constitucionales básicas (audiencia, defensa, recurso, etc.)

2 Constituido de conformidad con lo dispuesto en la Disposición Adicional Segunda del Real Decreto 1835/1991, de 20 de diciembre, de Federaciones deportivas españolas y registro de asociaciones deportivas, formado por un representante de la Liga Nacional de Fútbol Profesional, otro de la Real Federación Española de Fútbol y un tercero de común acuerdo, que designa el Consejo Superior de Deportes si éste no se produce.

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• Los dos penaltys supuestamente omitidos por Pérez Burrull no constituyen error técnico alguno, sino de apreciación, con independencia de su claridad o relevancia. Simplemente, entendió que no había penalty en dos acciones que para la mayor parte de la opinión pública merecían el citado castigo. Y en el segundo de ellos, a indicación de un auxiliar que se encontraba mejor situado que él. ¿Responsabilidad objetiva, proscrita en nuestro Ordenamiento? ¿Traslación de responsabilidad?

3.- Es cierto que se encuentra tipificada la sanción disciplinaria de suspensión de licencia federativa por un número determinado de partidos o por un período de tiempo, pero no hay correlación con ningún tipo infractor, por lo que resulta del todo improcedente, además de haberse aplicado sin seguir ningún procedimiento. 4.- La potestad disciplinaria atribuida a la Real Federación Española de Fútbol se materializa en la competencia sancionadora establecida estatutariamente a los diferentes órganos habilitados al efecto: Comités de competición, jueces únicos de competición, etc. El que la ostenta respecto de quienes militan en categorías profesionales es el Comité de competición y disciplina de la competición profesional. El Comité arbitral de la competición profesional carece de competencia disciplinaria, y en el supuesto de entender que asume la anteriormente referida del Comité Técnico de árbitros en las dos primeras categorías, se incurre en las mismas circunstancias inhabilitantes para la imposición de ninguna sanción. Por lo tanto, si el motivo de la misma es haber dicho a un jugador “si te tiras, al menos tírate bien”, nos parece desproporcionado, amén de que se trata de una expresión que, de considerarse constitutiva de infracción, lo es del régimen disciplinario federativo, por lo que lo procedente habría sido una sanción del Comité de competición previa incoación de expediente por el procedimiento extraordinario.

Obviamente, puede entenderse que la citada decisión no es disciplinaria sino organizativa, que queda fuera del ámbito administrativo para ser incardinable en lo privado, donde parece que las garantías personales son más fácilmente vulnerables. Sin embargo:

1.- Defender que la designación de árbitros no está sometida a ningún criterio reglado sino que queda a la libre elección del Comité arbitral de la competición profesional es ya sencillamente preocupante, si ello posibilita actuaciones discrecionales infundadas o sin soporte normativo. 2.- Entender que la retirada de un partido ya designado a causa de una mala actuación previa en otro encuentro no es una medida sancionadora es insostenible, máxime si se ha efectuado de manera directa y arbitraria, es decir, de plano. 3.- La no designación de encuentros durante un período de tiempo, sin causa justificada y en las condiciones anteriormente indicadas, es también una medida sancionadora. Sin embargo, habría que analizar si en términos anuales realmente los perjudicados sufren una reducción en el número de actuaciones, porque en caso contrario nos encontraríamos no ante una sanción ilegal, sino ante una actuación mediática reconducible a tomadura de pelo3. Habrá que verlo dentro de unos meses.

3 Cuestión diferente es que en el seno de un procedimiento disciplinario propiamente dicho se decrete la suspensión provisional del interesado.

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4.- La imposición de sanciones en las asociaciones privadas se rige por lo dispuesto en su reglamentación, debiendo realizarse una atribución expresa de potestad sancionadora, un procedimiento a aplicar, unas infracciones y unas sanciones expresas, lo que no concurre en el presente supuesto 5.- En el ámbito privado siguen rigiendo las garantías constitucionales.

Por lo que nuevamente debemos entender que nuevamente es una sanción ilegal. Obviamente, sería esperable que dicha actuación fuera objeto de impugnación por el interesado, pero es algo inviable. Al despropósito normativo anterior se une el insostenible procedimiento de clasificación arbitral vigente en un Estado democrático y en el Siglo XXI en la Real Federación Española de Fútbol, exclusivamente en manos de su Comité Técnico por atribución legal (sin participación efectiva alguna de la Liga Nacional de Fútbol Profesional ni de los propios interesados) y más concretamente de su presidente, Victoriano Sánchez Arminio. Éste, a final de temporada, añade a las puntuaciones de cada árbitro un “coeficiente corrector” que no se encuentra ni reglado ni habilitado a nivel normativo, y que es el que realmente determina la puntuación final de todos ellos y su puesto clasificatorio. En otras palabras, que a pesar de la existencia de puntuaciones realizadas a los árbitros en cada partido por Delegados-informadores (en otro trabajo podemos hablar de cómo se seleccionan, capacitan y designan, que también merece cierto detenimiento), la clasificación final de cada árbitro (y la de todos, claro) la decide el Presidente4, y frente a dicho argumento, estando en juego retribuciones millonarias sin un euro de indemnización caso de descender o tener que abandonar la organización arbitral por ello, ante cualquier arbitrariedad la única opción es no moverse. No vamos a poner antecedentes con nombres y apellidos, pero es sencillo acudir a las hemerotecas para ver cómo quienes han actuado sin seguir las directrices oficiales han sido objeto de casuales descensos, no ascensos, pérdidas de la internacionalidad, etc. Más aún, es claro que interesa mantener dicha potestad discrecional (si no arbitraria) para poseer el control absoluto sobre el colectivo, de modo que un gran árbitro no pueda ser crítico amparándose en la seguridad de sus buenas actuaciones y la asepsia de las puntuaciones, o que el riesgo de que en los procesos electorales federativos los representantes arbitrales voten a opciones alternativas sea mínimo. Otra circunstancia a añadir son las dificultades que tienen los árbitros para hablar con la Prensa, ante las directrices en contra del Comité. Posiblemente, en casos flagrantes, una disculpa pública del árbitro a la mañana siguiente posibilitaría, de una parte, la no imposición de sanciones injustas, y de otra, que la opinión pública pudiera valorar que los árbitros son personas que se equivocan, como los jugadores y técnicos, y que pueden hablar de ello como cuando se pregunta a quien falló un penalty, hizo un planteamiento táctico erróneo o marcó un gol en propia meta. Sin embargo, la política del silencio sigue siendo la opción valorada, criterio que no compartimos. ¿Recuerdan con qué contundencia las críticas de Cruyff tras un Real

4 Si se observan las clasificaciones arbitrales de cada temporada en la Primera División, veremos cómo los internacionales quedan siempre clasificados por delante de sus compañeros. Si tenemos en cuenta que la internacionalidad se propone en octubre y se concede en diciembre, y que la temporada finaliza en junio, sorprende la perfección del sistema, que sólo ha fallado con árbitros que cumplen la edad máxima y que en su última temporada quedan clasificados en posición de descenso (ello implica evitar descender a otro árbitro más, perjudicando un ascenso desde la categoría inferior) y con ocasión de implicados en determinados affairs relacionados con el poder arbitral o federativo.

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Madrid – Barcelona quedaron desautorizadas por Díaz Vega cuando éste manifestó que el segundo no tenía clara la alineación ni diez minutos antes del encuentro? Pues eso. Finalmente, hemos de resaltar y agradecer que los posibles errores arbitrales de Pérez Burrull se produjeran perjudicando a un equipo cuyo presidente es proclive al actual dirigente de la Real Federación Española de Fútbol, beneficiando a otro en idéntica circunstancia, porque lo cierto es que el citado modelo de ascensos y descensos arbitrales tiene situados a todos los integrantes del colectivo arbitral en el punto de mira. Es obvio que, dado que los ascensos se producen finalmente por decisión presidencial, alcanzada una categoría profesional resulta interesante que quien ha confiado en el ascendido o mantenido siga en su puesto, ya que los cambios resultan siempre inciertos; en otras palabras, ¿quién perjudicaría a la persona que te ha encumbrado? Ciertamente, creemos que ningún directivo de la Federación o del Comité va a llamar a un árbitro para decirle lo que tiene que pitar, y también que ningún árbitro va a hacer caso de semejantes indicaciones, pero la existencia de equipos cuyos representantes son contrarios a los actuales dirigentes posibilita a los malpensados entender que, dado que los árbitros conocen perfectamente si los beneficiados o perjudicados por sus decisiones son afines o no a quienes deciden su continuidad en el arbitraje profesional, pueden producirse interferencias. Y lo más triste es que interesa al poder federativo mantener dicha duda, que se sustenta sobre la actual potestad discrecional clasificatoria y que desaparecería con un transparente y totalmente reglado sistema de calificaciones y clasificaciones, y no mantener un clima de temor a hipotéticas represalias arbitrales si se actúa en contra de la Federación o sus dirigentes. Acuérdense del Real Betis hace dos temporadas, cuando sus directivos denunciaron públicamente coacciones (el descenso del equipo, cuando estaba en una situación crítica) si no se realizaban determinadas actuaciones. ¿Qué habría pasado si el perjudicado por los errores de Pérez Burrull hubiera sido un equipo de los contrarios a Ángel María Villar? ¿Es necesario que la honradez de los árbitros pueda quedar en entredicho todas las semanas por dicha causa? Obviamente, no. Avanzado este artículo, sale a la luz la noticia de que uno de los árbitros asistentes de Undiano Mallenco, coloquialmente conocido como “Fermín”, ha sido también “congelado” por un hipotético grave error en el partido de Copa de S.M. El Rey Valencia CF SAD - Sevilla CF SAD5, dándose la circunstancia de que en este caso los asistentes no son designados, salvo error, por la Comisión Arbitral de la Competición profesional, sino por el Comité Técnico de Árbitros. Ello coincide con otro polémico arbitraje de Pérez Lasa en el partido FC Barcelona – Numancia, que no es objeto de decisión alguna hacia el árbitro y que ha generado un estéril debate sobre un posible trato de favor a los árbitros que se equivocan a favor del FC Barcelona respecto de los que lo hacen a favor del Real Madrid CF. Lo dicho: ¿cuándo procede la sanción y cuando no? ¿cuál es su extensión y cómo se gradúa? ¿quién la impone y con qué habilitación? ¿qué procedimiento se sigue? ¿cómo recurrirla? ¿merece un árbitro ser sancionado por uno o dos errores en el marco de un partido, que en el fondo son equivalentes a cuando un delantero falla dos ocasiones de gol? ¿en qué medida la presión de los medios de comunicación genera este tipo de decisiones?

5 Torpemente reconocido por el presidente del Comité Técnico de Árbitros al presidente del Valencia cerca de los medios de comunicación, que recogieron sus disculpas y la queja de este último, que lamentó nueve puntos perdidos en los últimos partidos de Liga sin respuesta del máximo mandatario arbitral. Se ha sembrado un viento para recoger la tempestad cuando el Valencia CF SAD se beneficie de algún error arbitral, que será achacado a la compensación por la eliminación de la Copa de S.M. El Rey. Ya lo verán. Contrasta la actuación presidencial con el criterio de que los árbitros no hablen…

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Entendemos que resulta necesario e imprescindible establecer tanto un procedimiento de calificaciones y clasificaciones arbitrales totalmente reglado y transparente como un reglamento disciplinario interno que recoja todo lo exigible legalmente para sancionar a los árbitros por sus errores, si es que se quiere seguir haciendo. Quedan cuatro años de mandato federativo; tiempo de hay de sobra, pero entendemos que intención ninguna, pese a que ello dignificaría y democratizaría el arbitraje español, terminando con dudas y acusaciones. Por cierto, la “nevera”… ¿no era un cruel castigo de los guardianes a los prisioneros que intentaban evadirse en el clásico del cine “La Gran Evasión”? Eso mismo, una sanción de plano... Al final va a resultar que “nevera” es un término del todo acertado…

© Javier Rodríguez Ten (autor)

© IUSPORT.ES (publicación) Enero de 2009

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