La novela histórica de Carrera

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La Novela Histórica de Carrera Javier Velasco

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Relato de Ficción de Javier Velasco

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La Novela Histórica de Carrera

Javier Velasco

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“La Novela Histórica de Carrera” de Javier Velasco, es un texto que se desarrolla sin tropiezos,

en rítmicas quinientas y tantas páginas. El texto se centra en la distopia de una sociedad en la

que José Miguel Carrera, uno de los próceres del proceso independentista chileno, gana la

pugna por el poder de la naciente República en contra de Bernardo O’Higgins (militar que en la

historia regular efectivamente triunfó) quedándose con la comandancia en jefe de los terrenos

recién conquistados.

Carrera; iluminatti y budista, camarada de los founding fathers norteamericanos (a diferencia

de O’Higgins, que tan solo formaba parte de una célula proscrita de la masonería) impulsa

junto a sus correligionarios un proceso independentista federal y de libre mercado a escala

continental que termina produciendo una guerra contra Inglaterra por el control de la

economía mundial. Los cuarenta años de guerra desencadenan una escalada de desarrollo

tecnológico que adelanta en gran medida los procesos industriales de la primera y segunda

guerra mundial; el posicionamiento de Chile en el concierto global, de la mano de

estadounidenses y neozelandeses (otros aliados federales propios de la distopia) arroja a la

naciente república a la cabeza de un capitalismo feroz.

José Miguel Carrera, de 64 años, manda iniciar, junto con una siniestra organización ocultista

alemana, una serie de expediciones a la antártica en los buques blindados más avanzados de la

época, mezcla de hidroaviones y submarinos. La paz entre Europa y América es la fachada

para una guerra encubierta de la que la potencia sudamericana parece desentenderse; en

medio del silencio, Carrera desaparece.

La primera crisis cíclica del capitalismo, fijada en 1896, bajo el gobierno de José Manuel

Balmaceda, es el escenario del alzamiento de grupos revolucionarios que defienden la

fundación de una unión de repúblicas socialistas que reemplace al gobierno federal; en medio

de los disturbios, el sonido de las sirenas desata el pánico, y por entre las humaredas

reaparece Carrera, joven nuevamente y rodeado de soldados de gran estatura y blancos

cabellos, que siembran a su alrededor la muerte a destajo. El nuevo gobierno se instala con el

homicidio masivo de los miembros de los grupos contrarios a la restauración del nuevo

gobierno militar de Carrera. La masonería, nueva religión oficial, nombra a Carrera capitán

general permanente, mientras la lucha se desata a nivel global por encontrar la fuente de la

eterna juventud; Alemania se alza en Europa, y en América, los Estados Unidos no son capaces

de hacer frente a la superioridad tecnológica de los sudamericanos; para 1926, existen seis

gobiernos independientes en el globo, mientras todos los demás dependen de una u otra

potencia. Chilenos y norteamericanos firman un tratado de paz y plantan cara al

expansionismo eurásico, que para ese momento engloba a todos los antiguos países europeos

con excepción de Inglaterra, y que se extiende hasta las estepas siberianas. En el lejano

oriente, chinos y japoneses se declaran neutrales siguiendo el ejemplo de la federación de

Oceanía; aislados, los países árabes convierten su cotidianidad en una yihad anacrónica de

piedras y palos contra los vehículos armados que traspasan sus fronteras.

El ministro del interior chileno, Arturo Alessandri, un sombrío personaje que sobrevive a

terribles dolencias físicas mediante la implantación de partes cibernéticas, paga

clandestinamente por una nueva expedición a la Antártica, que permanece cercada por

buques de la coalición secreta chileno-alemana. Solo un hombre vuelve de la expedición, y lo

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hace en un vehículo volador, único en un mundo en que el desarrollo del aeroplano no

sucedió; es un platillo, y viene a anunciar únicamente, que a nuestro mundo no le queda más

tiempo, y que desde dentro no vendrá nadie a ayudarnos.

La guerra parece eterna, las décadas pasan y los gobiernos mundiales son mafias altamente

burocratizadas; un capitalismo salvaje depreda a los hombres y a la tierra misma, y los cielos

nublados por los vapores del carbón ven pasar perplejos a los zepelines que transportan a las

élites en su eterno turismo aéreo, escapando de una suerte de Londres industrial globalmente

extendido. Es 1958 y el ministro de salud chileno, Salvador Allende, va en busca del hijo de

Alessandri, quien, apresado en la cárcel de Rancagua, con una población de decenas de miles

de personas, le cuenta que existe un mundo bajo la tierra al que puede accederse por los

polos, y desde el que se producen masivamente copias de Carrera para reemplazarlo cada vez

que uno de sus clones adquiere consciencia de su existencia individual y se suicida. Le dice

además que en este mundo bajo tierra, la paz se alcanzó hace siglos, pero que un grupo de

disidentes quiere alzar al mundo exterior contra sus pares intraterrestres, para lo cual han

instalado a una serie de mandatarios marionetas, como en el caso chileno. Allende comprende

que las guerras y los pactos son sucesivas mascaradas para posicionar mandatarios inmortales

clonados que establezcan una religión y un gobierno mundial; viajando a Norteamérica,

comprueba que no existen gobiernos independientes a los conspiradores de la tierra interna.

Antes de morir, perseguido por el mundo tras ser descubierto en su investigación indebida,

envía una carta al hijo de su mejor amigo, en la que describe la oculta verdad de la tierra

interna, el complot mundial y la clonación sucesiva de líderes.

Velasco discurre, luego del ejercicio de contextualización arduo y consistente, en la historia de

un aprendiz de vidriero que se enamora de una de las hijas ilegítimas de Carrera (Carrera 72)

con la esposa de su ministro de justicia, Enrique Silva Cimma. Se llaman Alejandro y Javiera, y

juntos tratan de escapar a Europa, puesto que su amor es castigado por el régimen carrerista.

En el viaje, Javiera muere y Alejandro, ofuscado y lleno de dolor, comienza a trabajar como

detective privado en Eurasia, enfrentando a la muerte sin reverencia. En pocos años, consigue

hacerse de un nombre, y es contratado por una organización secreta germana para dar con la

carta enviada por Allende a finales de los años sesenta. Alejandro descubre en el proceso de

búsqueda, que la carta contiene las claves para dar con un secreto silenciado a nivel mundial, y

termina por inmiscuirse con un colectivo revolucionario francés formado completamente por

niñas de entre 14 y 18 años, que al alcanzar la mayoría de edad o perder la virginidad, se

quitaban la vida. Profesan el catolicismo salvaje y el comunitarismo más animalista, y

Alejandro termina por verse seducido en esa maraña de esperanzas que despiertan

nuevamente su deseo de vivir.

La repentina desaparición de Alejandro parece dejar a la novela sin protagonista por unas

cuantas decenas de páginas, pero reaparece en esencia a través de Dominique, la hija que tuvo

con una de las revolucionarias antes de partir a Chile con el fin de encontrar al destinatario de

la carta perdida. Margarite, la joven revolucionaria con la que el chileno tiene un amorío,

escapa de su propio grupo político al momento de presentar signos de embarazo; enemiga de

todos, da con una suerte de colectivo agrario en Inglaterra, donde Alejandro tenía algunos

amigos produciendo drogas herbales. Dominique crece entre las orgías y el uso de

psicotrópicos, y finalmente termina por convertirse en un símbolo cultural de la rebeldía, que

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vive una doble vida como funcionaria pública de la monarquía absolutista británica de día, y

activista del amor libre y el ácido lisérgico por las noches. A los treinta y tantos años termina

por abandonar su mitad pública y dedicar su vida a la causa revolucionaria; su madre le

entrega los papeles que dejó Alejandro, tras referirle la verdadera historia de su padre.

Desde este punto, el desarrollo de los acontecimientos comienza una caída en picada de

retorcidas vueltas en torno a la tensión entre el abandono de la vida social por la revolución y

el abandono de los ideales por la tranquilidad personal y la vida familiar. Dominique se

contacta con líderes del budismo radical de la federación asiática, y tras escalar las montañas

del Tíbet, ingresa a la tierra hueca, donde lamentablemente, da con los grupos rebeldes, cuyos

dirigentes la someten a vejaciones y torturas inconcebibles, en las que, lamentable e

innecesariamente, Velasco se detiene de manera lata. La protagonista no consigue escapar

sino después de varios meses; y debilitada y mentalmente trastornada por los

acontecimientos, termina siendo detenida por mendicidad y demencia por los habitantes de

Shambalá, quienes la internan y no dan crédito a sus palabras. Dominique, sedada y

completamente desprovista de cordura, pasea por las calles de Shambalá amarrada a otra

serie de pacientes, como parte de los tratamientos que se dan al interior de la tierra a los

orates. En las calles de la capital intraterrestre, el autor refleja el estado actual del mundo,

recoge a manera de paisaje turístico los diferentes componentes estéticos del capitalismo

tardío y su manifestación en la primera década del siglo XXI. En el balcón de un enorme

departamento con vista a la plaza central, Allende y Carrera comparten unas copas mientras

ven pasear a los enfermos; Alejandro, que ingresa desde la cocina con una botella de whiskey

en la mano, saluda con un beso en los labios a cada uno de sus compañeros y con una sonrisa,

les señala que esa de en medio es su hija bastarda. Todos ríen; no existen rebeldes bajo la

tierra, no existe un mundo material bajo la tierra. Existe solamente un nirvana donde todo es

humor, y en estos últimos dos siglos, han construido seres físicos a imagen y semejanza de sus

pasadas formas arcaicas, les han agregado falsas memorias de un pasado simplón y lleno de

guerras, y los han soltado para un gran acto circense. Los que escapan del juego son recibidos

con los más altos estándares de placer de la tierra interna, y quienes lo resisten son

incorporados a la sociedad sodomita del interior del globo. Los que no, pasean eternamente,

incapaces de distinguir entre las muchas versiones coexistentes del programa que consideran

el mundo real, y las muchas realidades paralelas que componen el alegre mundo inmaterial de

Shambalá.

Cariñosamente, consideramos a “La novela histórica de Carrera” un texto digno de dos

estrellas; regular pero prometedor. Mucho ánimo Velasco, el tiempo trae madurez y algún día

quizás escribas el nuevo “100 años de soledad”. SRC.