La nueva evangelización

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1 La propuesta Misionera de Aparecida y la Nueva Evangelización (2007). De Evangelii Nuntiandi (1975) y Puebla (1979) al Sínodo de la Nueva Evangelización (2012) Pbro. Dr. Carlos María Galli Facultad de Teología - UCA Pontificia Universidad Gregoriana 1. Agradezco la invitación a la Pontificia Universidad Gregoriana, querido centro universitario de la Compañía de Jesús, donde enseñan profesores amigos, y casa de formación de latinoamericanos, entre ellos muchos argentinos. Agradezco al Rector Magnífico P. Francois-Xavier Dumortier SJ, la delicadeza de la invitación y la acogida cordial de sus palabras, junto con el apoyo de los padres Mario López Barrio, Miguel Yañez y Alexander Zatyrka, y mi gran amigo Juan C. Scannone en Argentina. Provengo de la Facultad de Teología de la Pontifica Universidad Católica Argentina, con sede en Buenos Aires, donde enseñan profesores de distintas generaciones que estudiaron aquí. Agradezco que reciban a un profesor que ejerce la teología desde el sur del Sur y que hablará en castellano, Estoy convencido que en Roma, corazón de la catolicidad, siguiendo el modelo de Pentecostés, hay que proclamar y pensar las maravillas de Dios en todas las lenguas. En lo posible, cada uno (debe oirlas) en su propia lengua (Hch 2,6) Quienes vivimos en la América Latina de tradición hispanoamericana debemos creer, pensar, decir, enseñar y escribir la teología en castellano para aportar a la Catholica. 2. Esta conferencia es parte de un Ciclo promovido por el el Colegio Sacerdotal Argentino en Roma que cumple su décimo aniversario y tiene varios estudiantes en esta institución. Agradezco esta feliz iniciativa a su Rector, Pbro. Dr. Antonio Grande. Mi presencia está destinada a fomentar los vínculos teológicos entre nuestras iglesias, naciones e instituciones, llamadas a un “admirable intercambio” al servicio de la fe en Jesucristo, Vida plena para nuestros pueblos. Es muy alentador que se generen nuevas actividades que fortalezcan los intercambios entre las universidades pontificias a ambos lados del Atlántico y se refuerce la identidad eclesial y cultural de los estudiantes de iglesias iberoamericanas que estudian en Roma, para que sigan insertos en nuestra tradición teológica y vida pastoral. El Ciclo quiere contribuir a pensar la Nueva Evangelización, en camino al próximo Sínodo, desde la mirada de la Iglesia latinoamericana y caribeña, expresado en Aparecida. El tema de hoy, la propuesta misionera de Aparecida y la nueva evangelización, de carácter histórico y sistemático, nos ubica en el ámbito disciplinar de la teología pastoral, que piensa desde la fe la acción pastoral de la Iglesia en la historia. 1 El subtitulo evoca la historia pastoral reciente, universal y latinoamericana, porque la exhortación Evangelii nuntiandi de Pablo VI (1975) y su recepción en la III Conferencia de Puebla (1979), reactualizada en la Aparecida (2007), irradian su luz sobre el próximo Sínodo. 3. La divulgada frase misión continental y permanente refleja una eclesiología misionera y una línea pastoral promovida por la Quinta Conferencia General del Episcopado de América Latina y el Caribe celebrada en 2007 en el santuario de Nossa Senhora da Imaculada Conceiçâo Aparecida, Brasil, de la que tuve la gracia y la alegría de participar como perito teológico nombrado por el Santo Padre. Esta misión se está realizando en varios de nuestros países, iglesias, diócesis y ciudades, como reconoció el Papa en el último libro - entrevista, Luz del mundo. 2 Hace poco, en la homilía en la Misa por el 1 “Por tanto, es necesario el estudio de una verdadera y propia disciplina teológica: la teología pastoral o práctica, que es una reflexión científica sobre la Iglesia en su vida diaria, con la fuerza del Espíritu, a través de la historia... La pastoral no es solamente un arte ni un conjunto de exhortaciones, experiencias y métodos; posee una categoría teológica plena, porque recibe de la fe los principios y criterios de la acción pastoral de la Iglesia en la historia...” (PDV 57d). 2 Cf. BENEDICTO XVI, Luz del mundo. El Papa, la Iglesia y los signos de los tiempos, Barcelona, Herder, 2010, 140.

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La propuesta Misionera de Aparecida y la Nueva Evangelización (2007). De Evangelii Nuntiandi (1975) y Puebla (1979) al Sínodo de la Nueva Evangelización (2012)

Pbro. Dr. Carlos María Galli Facultad de Teología - UCA

Pontificia Universidad Gregoriana 1. Agradezco la invitación a la Pontificia Universidad Gregoriana, querido centro universitario de la Compañía de Jesús, donde enseñan profesores amigos, y casa de formación de latinoamericanos, entre ellos muchos argentinos. Agradezco al Rector Magnífico P. Francois-Xavier Dumortier SJ, la delicadeza de la invitación y la acogida cordial de sus palabras, junto con el apoyo de los padres Mario López Barrio, Miguel Yañez y Alexander Zatyrka, y mi gran amigo Juan C. Scannone en Argentina. Provengo de la Facultad de Teología de la Pontifica Universidad Católica Argentina, con sede en Buenos Aires, donde enseñan profesores de distintas generaciones que estudiaron aquí. Agradezco que reciban a un profesor que ejerce la teología desde el sur del Sur y que hablará en castellano, Estoy convencido que en Roma, corazón de la catolicidad, siguiendo el modelo de Pentecostés, hay que proclamar y pensar las maravillas de Dios en todas las lenguas. En lo posible, cada uno (debe oirlas) en su propia lengua (Hch 2,6) Quienes vivimos en la América Latina de tradición hispanoamericana debemos creer, pensar, decir, enseñar y escribir la teología en castellano para aportar a la Catholica. 2. Esta conferencia es parte de un Ciclo promovido por el el Colegio Sacerdotal Argentino en Roma que cumple su décimo aniversario y tiene varios estudiantes en esta institución. Agradezco esta feliz iniciativa a su Rector, Pbro. Dr. Antonio Grande. Mi presencia está destinada a fomentar los vínculos teológicos entre nuestras iglesias, naciones e instituciones, llamadas a un “admirable intercambio” al servicio de la fe en Jesucristo, Vida plena para nuestros pueblos. Es muy alentador que se generen nuevas actividades que fortalezcan los intercambios entre las universidades pontificias a ambos lados del Atlántico y se refuerce la identidad eclesial y cultural de los estudiantes de iglesias iberoamericanas que estudian en Roma, para que sigan insertos en nuestra tradición teológica y vida pastoral. El Ciclo quiere contribuir a pensar la Nueva Evangelización, en camino al próximo Sínodo, desde la mirada de la Iglesia latinoamericana y caribeña, expresado en Aparecida. El tema de hoy, la propuesta misionera de Aparecida y la nueva evangelización, de carácter histórico y sistemático, nos ubica en el ámbito disciplinar de la teología pastoral, que piensa desde la fe la acción pastoral de la Iglesia en la historia.1 El subtitulo evoca la historia pastoral reciente, universal y latinoamericana, porque la exhortación Evangelii nuntiandi de Pablo VI (1975) y su recepción en la III Conferencia de Puebla (1979), reactualizada en la Aparecida (2007), irradian su luz sobre el próximo Sínodo. 3. La divulgada frase misión continental y permanente refleja una eclesiología misionera y una línea pastoral promovida por la Quinta Conferencia General del Episcopado de América Latina y el Caribe celebrada en 2007 en el santuario de Nossa Senhora da Imaculada Conceiçâo Aparecida, Brasil, de la que tuve la gracia y la alegría de participar como perito teológico nombrado por el Santo Padre. Esta misión se está realizando en varios de nuestros países, iglesias, diócesis y ciudades, como reconoció el Papa en el último libro - entrevista, Luz del mundo.2 Hace poco, en la homilía en la Misa por el

1 “Por tanto, es necesario el estudio de una verdadera y propia disciplina teológica: la teología pastoral o práctica,

que es una reflexión científica sobre la Iglesia en su vida diaria, con la fuerza del Espíritu, a través de la historia... La pastoral no es solamente un arte ni un conjunto de exhortaciones, experiencias y métodos; posee una categoría teológica plena, porque recibe de la fe los principios y criterios de la acción pastoral de la Iglesia en la historia...” (PDV 57d).

2 Cf. BENEDICTO XVI, Luz del mundo. El Papa, la Iglesia y los signos de los tiempos, Barcelona, Herder, 2010, 140.

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bicentenario de la independencia de países latinoamericanos (12/12/2011), Benedicto XVI animó

“el afán apostólico que actualmente impulsa y pretende la misión continental, promovida en Aparecida, para que la fe cristiana arraigue más profundamente en el corazón de las personas y los pueblos latinoamericanos como acontecimiento fundante y encuentro vivificante con Cristo (A 13)”.3

Por mi dedicación a la eclesiología y la teología pastoral, durante el ciclo de Aparecida contribuí al diálogo previo,4 serví como perito,5 luego estudié su cristología,6 y su teología pastoral.7 En 2011 publiqué un ensayo sobre la pastoral urbana en el horizonte de Aparecida, que resume la propuesta misionera. El libro Dios vive en la ciudad comienza así: Esta obra desea pensar la pastoral urbana, a la luz de la Conferencia de Aparecida, centrada en la presencia de Dios con rostro humano y urbano.8 Desarrollaré el tema siguiendo dos grandes pasos. I) Interpretaré varios itinerarios, aspectos y textos acerca de la nueva evangelización siguiendo los ciclos y aportes de los pontífices, con el trasfondo del Concilio Vaticano II, el gran don del Espíritu a la Iglesia del siglo XX y la brújula segura para la evangelización del siglo XXI (NMI 57). II) Presentaré el proyecto evangelizador planteado por la Conferencia de Aparecida, que llama todo el Pueblo de Dios y a las iglesias particulares a entrar en un movimiento permanente de misión. En ese contexto, indicaré alunos posibles aportes de la Iglesia latinoamericana al Sinodo, cuyo tema es: Nova evangelizatio ad christianam fidem tradendam. En camino al Sínodo conocemos los Lineamenta enviados para consultar a las iglesias particulares.9 4. Deseo que la futura exhortación postsinodal sea una actualización –en fidelidad creativa- de ‘Evangelii nuntiandi’ para el siglo XXI, asumiendo las enseñanzas de los pontífices, recogiendo los aportes de las iglesias locales y continentales, y discerniendo los nuevos signos de los tiempos. Esquema I – Itinerarios de la nueva evangelización en la Iglesia posconciliar 1. El ciclo de Pablo VI: la teología de la evangelización de Evangelii nuntiandi a Puebla 2. El ciclo de Juan Pablo II: la nueva evangelización de Redemptoris missio a Novo millennio ineunte 3. El ciclo –abierto- de Benedicto XVI, la alegría de la fe de Aparecida al Sínodo de 2012 II – Panorama del proyecto misionero de Aparecida 1. Un proyecto misionero para la nueva evangelización 2. Un nuevo estado o movimiento permanente de misión 3. Algunos posibles aportes de la Iglesia latinoamericana al Sinodo 2012

3 BENEDICTO XVI, “Nueva vocación a la esperanza. Homilía en la Misa por el bicentenario de la independencia de

los países de América Latina y del Caribe”, L’Osservatore romano, 18/12/2011, 6-7, 7. 4 Cf. C. M. GALLI , “Comunicar el Evangelio del amor de Dios de Dios a nuestros pueblos de América Latina y El

Caribe para que tengan vida plena en Cristo”, en: V. M. FERNÁNDEZ; C. M. GALLI , Discípulos misioneros, Buenos Aires, Agape, 2006, 7-85; “Discípulos misioneros para la comunión de vida en el amor de Cristo promoviendo la integración de los pueblos de América Latina y El Caribe”, Medellín 129 (2007) 113-163; “La Iglesia de América Latina en camino hacia Aparecida”, Teología 94 (2007) 627-666.

5 Cf. C. M. GALLI , “Aparecida, ¿un nuevo Pentecostés en América Latina y el Caribe? Una primera lectura entre la pertenencia y el horizonte”, Criterio 2328 (2007) 362-371. Este primer artículo, que escribí unos días después de Aparecida y antes de que saliera su edición definitiva, fue citado por distintos autores: cf. G. GUTIÉRREZ, “La opción preferencial por el pobre en Aparecida”, Páginas 206 (2007) 6-25; J. C. SCANNONE, “Primeros ecos de la Conferencia de Aparecida”, CIAS 568/9 (2007) 343-363; P. HÜNERMANN, “Kirchliche Vermessung Lateinamerikas: theologische Reflexionem auf das Dokumente von Aparecida”, Theologische Quartalschrift 188/1 (2008) 15-30.

6 Cf. C. M. GALLI , “Líneas cristológicas de Aparecida”, en: CELAM - SECRETARÍA GENERAL, Testigos de Aparecida, I, Bogotá, CELAM, 2008, 103-204; “El lenguaje de la bendición a Dios por el don de Jesucristo. De los himnos del Nuevo Testamento al Documento de Aparecida”, en: V. M. FERNÁNDEZ; C. M. GALLI (eds.), “Testigos y servidores de la Palabra” (Lc 1,2). Homenaje a Luis Heriberto Rivas, Buenos Aires, San Benito, 2008, 161-218.

7 Cf. C. M. GALLI , “Una misión para comunicar la vida digna y plena en Cristo”, Pastores 40 (2007) 42-54. 8 C. M. GALLI , Dios vive en la ciudad. Hacia una nueva pastoral urbana a la luz de Aparecida, Bs. As, Ágape,

2011, 11. 9 Cf. SÍNODO DE LOS OBISPOS. XIII ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA , La nueva evangelización para la transmisión

de la fe cristiana. Lineamenta, Roma, Secretaría General del Sínodo de los Obispos, 2011.

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I. ITINERARIOS DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN EN EL POSCONCILIO

1. En América Latina, la recepción del Concilio Vaticano II y la búsqueda de una nueva evangelización se dio en un proceso marcado por las cuatro conferencias posconciliares En el libro Cruzando el umbral de la esperanza, Juan Pablo II dijo que la nueva evangelización comenzó con el Concilio y tiene su carta magna en Evangelii nuntiandi.10 La exhortación de Pablo VI expresa una primera síntesis de teología pastoral en en el inmediato posconcilio y constituye el mejor documento pastoral de la toda la historia de la Iglesia. Tuvo una intensa y extensa repercusión en la Iglesia latinoamericana,11 en particular en la Iglesia argentina, como lo muestra la gran tesis del P. Antonio Grande.12 El proceso de fidelidad creativa al Concilio se dio por la recepción situada de Gaudium et spes en la Conferencia de Medellín (1968), de Evangelii nuntiandi en Puebla (1979), del magisterio de Juan Pablo II sobre la nueva evangelización en Santo Domingo (1992) y de aquel conjunto, sumado al ciclo jubilar y la nueva impronta de Benedicto XVI, ya presente en Aparecida (2007). Aquí no es posible –es tarea de todo un curso acaémico- seguir el proceso pastoral latinoamericano de los últimos 40 años.13 2. Hay muchos sentidos de la expresión nova evangelizatio (NE). Algunos han sido explorados, recientemente, en los Lineamenta para el Sínodo (Lin 1-10) y en obras diversas, con el trasfondo europeo.14 Desde mi punto de vista, tomando en cuenta sólo el magisterio de los pontífices, hay tres grandes sentidos de la expresión. 1) En Pablo VI: el nuevo impulso permite pensar las novedades en los componentes del acto evangelizador, 2) desde Pablo VI y en Juan Pablo II: indica una nueva etapa de la misión de la Iglesia en la historia, atendiendo suo modo a los continentes europeo y americano; 3) desde Juan Pablo II y en Benedicto XVI: señala una nueva pastoral misionera hacia los alejados. Aparecida recoge los sentidos indicados, recreando la propuesta desde, en y para América Latina. 1. El ciclo Pablo VI: la teología de la evangelización de Evangelii nuntiandi a Puebla a) Pablo VI y la Iglesia latinoamericana 15 1. En el postconcilio, la relación de la Iglesia con el mundo cultural y social se pensó a partir del horizonte global de la evangelización. La Iglesia en América Latina a partir de Medellín (1968), y en el nivel mundial desde el Sínodo sobre la Justicia en el mundo (1971), fue ampliando progresivamente el concepto de evangelización e incluyendo en él la acción por la promoción humana, la justicia social y

10 Cf. JUAN PABLO II - V. MESSORI, Cruzando el umbral de la esperanza, Barcelona, Plaza & Janés, 1994, 126.

11 Cf. G. CARRIQUIRY LECOUR, “La exhortación apostólica Evangelii nuntiandi en la Iglesia en América Latina. Significación y repercusiones”, en: ISTITUTO PAOLO VI, L’Esortazione apostolica di Paolo VI ‘Evangelii nuntiandi’. Storia, contenuti, ricezione, Colloquio internazionale 22-24/9/1995, Brescia, Istituto Paolo VI 19, 1998, 259.

12 La tesis del Pbro. Dr. Antonio Grande, defendida en nuestra Facultad de Teología, a la que dirigí y prologué en su edición, muestra esa comprensión de la acción evangelizadora y su influjo en la teología argentina: cf. A. GRANDE, Aportes argentinos a la teología pastoral y a la nueva evangelización, Buenos Aires, Ágape, 2011, 67-137 y 917-954.

13 Cf. A. METHOL FERRÉ, “El camino de la Iglesia latinoamericana”, Nexo 10 (1986) 43-73; E. DUSSEL, “La Iglesia latinoamericana de Medellín a Puebla”, SELADOC, Puebla. Panorama de teología latinoamericana V, Salamanca, Sígueme, 1981, 13-61; A. CADAVID , “Historia del Magisterio episcopal latinoamericano. Visión sintética de Río, Medellín, Puebla, Santo Domingo”, Medellín 74 (1993) 173-196; M. A. KELLER, “El proceso evangelizador de la Iglesia en América Latina. De Río a Santo Domingo”, Medellín 81 (1995) 5-43. J. JIMÉNEZ CARVAJAL, “Las cuatro conferencias generales del episcopado: Río, Medellín, Puebla, Santo Domingo. El camino recorrido”, Medellín 118 (2004) 177-218; A. CADAVID , “El camino pastoral de la Iglesia en América Latina y El Caribe”, Medellín 123 (2005) 331-374; A. BRIGHENTI, “Énfasis pastorales de la Iglesia en América Latina y El Caribe en los últimos 50 años”, Medellín 123 (2005) 375-398.

14 Cf. R. FISICHELLA, La nouva evangelizzzazione, Milano, Mondadori, 2011, 3-25; W. KASPER, “La nueva evangelización: un desafpio pastoral, teológico y espiritual”, en: G. AUGUSTIN (ed.), El desafío de la nueva evangelización. Impulsos para la revitalización de la fe, Santander, Sal Terrae, 2012, 19-37.

15 Cf. C. M. GALLI , “Pablo VI y la evangelización de América Latina. Hacia la nueva evangelización”, en: ISTITUTO

PAOLO VI, Pablo VI y América Latina, Brescia, Pubblicazioni dell’Istituto Paolo VI 24, 2002, 161-197.

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la liberación integral del hombre. El tema de la cultura, tratado de un modo inicial y emblemático por el Concilio (GS 53-62), reapareció en el Sínodo sobre la evangelización del mundo contemporáneo en 1974, por los aportes de obispos africanos y latinoamericanos. En 1975, Pablo VI lo reformula con la expresión “evangelización de la cultura y las culturas” (EN 18-20, 61-65), dando una impostación pastoral a la cuestión. En 1979, con ese acento, el tema ingresa definitivamente en la Iglesia latinoamericana a través del Documento de Puebla (DP 385-443).16 2. La figura pastoral de Pablo VI ha marcado profundamente América Latina, primer Papa que viajó a nuestro Continente visitando Colombia para inaugurar Medellín. La evangelización animó su ministerio y magisterio. Él confesó una especial solicitud por nuestra iglesia: “Nuestra solicitud pastoral por todas las iglesias se reviste de una especial atención cuando se proyecta hacia América Latina . Hay tres grandes etapas en su pontificado en relación a la evangelización latinoamericana. La primera se ubica en el horizonte del Concilio Vaticano II y abarca el primer posconcilio hasta Medellín (1968); la segunda gira en torno a esa II Conferencia y mira el intercambio entre nuestras iglesias y la Iglesia universal hacia el III Sínodo (1974); la tercera se concentra en Evangelii nuntiandi y en su influjo en América Latina hasta Puebla (1979). Evangelii nuntiandi es un jalón clave en el camino “hacia la nueva evangelización”. Su influjo marca dos grandes fases de recepción del Concilio en la iglesia latinoamericana con Pablo VI: la inmediata, centrada en Gaudium et Spes via Populorum progressio, simbolizada en Medellín; la segunda, mediada por Evangelii nuntiandi, simbolizada en Puebla.

3. Con Medellín nuestra iglesia irrumpe en la historia con una voz nueva e intensifica su contribución con toda la Iglesia. Entre Medellín y Puebla, fortalece su identidad, crece en autoconciencia y perfila su fisonomía.17 En el postMedellín, en una década turbulenta, hubo un interesante intercambio entre nuestra reflexión y el magisterio universal. En este proceso se destacan los aportes latinoamericanos en los Sínodos de 1971 y 1974.18 Si la relación entre la evangelización, la justicia y la liberación, es recogida ya en la declaración sobre La Justicia en el Mundo de 1971,19, otros aspectos resonaron en la asamblea de 1974, centrada en el tema “de evangelizatione mundi huius temporis. Posteriormente, hallan un mayor eco en su exhortación postsinodal. En ambos sínodos la Iglesia universal y otras iglesias se enriquecen con el aporte eclesial latinoamericano. Y, en el próximo ¿qué sucederá? Las intervenciones de nuestros obispos en el III Sónodo expresaron el camino recorrido desde la I Conferencia de Río de Janeiro y la creación del CELAM (1955), consolidado en el Concilio y Medellín (1968). Esta reunión significó la primera recepción a nivel continental del Concilio Vaticano II y el afianzamiento de la iglesia católica latinoamericana en un pueblo mayoritariamente creyente, pobre y mestizo. Dos textos permiten valorar los aportes latinoamericanos en el debate sinodal de 1974.20 Por un lado, las preocupaciones y reflexiones que hay en la respuesta del CELAM a los Lineamenta de 1973, preparada por su Equipo de reflexión teológico-pastoral: Algunos aspectos de la evangelización

16 Cf. L. GERA, “Evangelización y promoción humana. Una relectura del Magisterio latinoamericano preparando

Santo Domingo”, en: C. GALLI ; L. SCHERZ (comps.), Identidad cultural y modernización, Buenos Aires, Paulinas, 1992, 23-90.

17 Cf. los artículos de E. PIRONIO, “Hacia una Iglesia pascual” y “Latinoamérica: ‘Iglesia de la Pascua’”, en: Escritos pastorales, Madrid, BAC, 1973, 3-10 y 205-227.

18 Para tener una visión completa y sintética de las II y III asambleas sinodales ordinarias cf. M. ALCALÁ , Historia del Sínodo de los Obispos, Madrid, BAC, 1996: para el Sínodo de 1971 cf. ps. 71-115; para el de 1974 cf. ps. 115-159.

19 SÍNODO DE OBISPOS, La justicia en el mundo, Paulinas, Buenos Aires, 1971, Introducción: “La acción en favor de la justicia y la participación en la transformación del mundo se nos presenta claramente como una dimensión constitutiva de la predicación del Evangelio, es decir, la misión de la Iglesia para la redención del género humano y la liberación de toda situación opresiva”. Esta formulación es innovadora y sucita una interesante discusión en torno al tema.

20 Cf. CELAM, Evangelización, desafío de la Iglesia. Sínodo de 1974: documentos sinodales y papales, Consejo Episcopal Latinoamericano 24, Bogotá, 1976.

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en América Latina.21 Por otro, la decisiva relación de Mons. E. Pironio, presidente del CELAM, en la primera parte del Sínodo, destinada a dar un panorama de la Iglesia en cada continente.22 Sus aportes versaron sobre la centralidad de la evangelización, la riqueza de la religiosidad popular, las aspiraciones de liberación, la evangelización de la juventud, las comunidades de base, los nuevos ministerios, la creatividad pastoral y la piedad mariana latinoamericana.23 Resalta su conciencia de que la iglesia latinoamericana está en el inicio de una nueva evangelización. En rigor, esta expresión ya había aparecido en Medellín (MD Men; MD VI, 8). Pironio, planteó la necesidad de “una nueva etapa en la evangelización”, empleó varias veces esta nueva frase y otras análogas, y llegó a afirmar, asumiendo un tema muy querido y trabajado por la teología pastoral argentina,24 que “la religiosidad popular es un punto de partida para una nueva evangelización”.25 Este aporte tuvo eco en EN 48, cuando Pablo VI valora la piedad popular o religión del pueblo, en un número que, a su vez, tiene su reflujo en la iglesia latinoamericana a partir de 1976 y hasta la madura reflexión de Puebla en 1979.26 b) Evangelli nuntiandi: crear tiempos nuevos de evangelización - la Iglesia existe para evangelizar 1. La exhortación postsinodal refleja el pensamiento maduro del Papa sobre la evangelización.27 Me concentro en resumir dos aspectos para entender su influjo en América Latina. El primero corresponde a una historia pastoral, porque Pablo VI está en las raíces de una nueva evangelización. El segundo es central para una teología pastoral articulada con la eclesiología: su doctrina sobre la misión evangelizadora de la Iglesia. Pienso que la nueva evangelización es una línea de fondo que une los pontificados de Pablo VI y Juan Pablo II, con continunidad en el cambio y cambio en la continuidad.28 2. La orientación pastoral del Concilio se prolonga en el posconcilio. Pablo VI traza las coordenadas de su nuevo texto en 1975: el final del Año Santo, a un año del III Sínodo episcopal, a 10 de la conclusión del Concilio Vaticano II y a 25 del siglo XXI. En EN 2-4, vincula, por primera vez, el Vaticano II, la “nueva” evangelización y el tercer milenio. Dice:

“Éstas preguntas desarrollan, en el fondo, la cuestión fundamental que la Iglesia se propone hoy día y que podrían enunciarse así: después del Concilio y gracias al Concilio, que ha constituido para ella una hora de Dios en este ciclo de la historia, la Iglesia, ¿es más o menos apta para anunciar el Evangelio y para insertarlo en el corazón del hombre con convicción, libertad de espíritu y eficacia?”

* La cuestión de la evangelización es puesta en relación con el “pasado” inmediato del Concilio. Pablo VI resume el objetivo del Concilio en hacer a la Iglesia más apta para evangelizar a la humanidad del siglo XX. Expresa que “la cuestión fundamental” es si la Iglesia, después del Concilio y gracias al Concilio -una hora de Dios- es más apta para anunciar el Evangelio e insertarlo en el corazón del hombre actual. La evangelización se revela como la cuestión posconciliar por

21 EQUIPO DE REFLEXIÓN TEOLÓGICO-PASTORAL DEL CELAM, Algunos aspectos de la evangelización en América

Latina, en CELAM, Evangelización, desafío de la Iglesia, op. cit., 169-220. 22 E. PIRONIO, La evangelización de América Latina, en CELAM Evangelización, desafío de la Iglesia, op. cit.,

113-125. 23 Cf. G. CAPRILE, Il Sinodo del Vescovi, La Civiltá Cattolica, Roma, 1975, 352-358. 24 Cf. J. C. SCANNONE, “Interrelación de realidad social, pastoral y teología. El caso de 'pueblo' y 'popular' en la

experiencia, la pastoral y la reflexión teológica del catolicismo popular en la Argentina”, Medellín 49 (1987) 3-17, reeditado en Evangelización, Cultura y Teología, Buenos Aires, Guadalupe1990, 244-262.

25 E. PIRONIO, La evangelización de América Latina n. 7, en CELAM Evangelización, desafío de la Iglesia, op. cit., 116. Agrega: la primera evangelización es “principio o invitación de una nueva evangelización más honda y comprometida”.

26 Cf. CELAM, Iglesia y Religiosidad Popular en América Latina, Bogotá, CELAM, 1977; J. ALLIENDE, “Religiosidad popular en Puebla”, en: CELAM, Puebla: grandes temas, Bogotá, Paulinas, 1979, 235-266; GALLI , “La religiosidad popular urbana ante los desafíos de la modernidad”, en: GALLI ; SCHERZ, Identidad cultural y modernización, 147-176.

27 Cf. PREFFETURA DELLA CASA PONTIFICIA, La Chiesa esiste per evangelizzare, Tipografia Vaticana, 2011. 28 Cf. C. M. GALLI , “La teología latinoamericana de la cultura en las vísperas del tercer milenio”, en: CELAM, El

futuro de la reflexión teológica en América Latina, Bogotá, Documentos CELAM 141, 1996, 242-362, espec. 323-347.

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excelencia.29 Pablo VI es el gran iniciador de este despertar de la vocación evangelizadora de la Iglesia.

* El desafío “presente” dar un nuevo impulso evangelizador o crear tiempos nuevos de evangelización, fórmulas pontificias que anteceden a la nueva evangelización. Estas formulaciones pertenecen al patrimonio del Sínodo de 1974, formado por aportes de los obispos y del mismo Papa. La declaración final de esa asamblea invita a encaminarse hacia el futuro con la esperanza que brota de Cristo crucificado, “de este modo, la Iglesia enraizada más profundamente en la perenne actualidad de Pentecostés, conocerá nuevos tiempos de evangelización”.30.Pablo VI, en su discurso final, dice que hay un hecho dominante: “la voluntad unánime de infundir en la Iglesia un nuevo impulso, universal, concorde, generoso, a la acción evangelizadora”.31 Esta nueva etapa es la consecuencia pastoral de la renovación conciliar. Al poner de relieve el valor magistral de Evangelii nuntiandi, dice que ella es “la interpretación del magisterio conciliar sobre lo que es tarea esencial de la Iglesia” (CUE 126). * La cuestión de la (nueva) evangelización es puesta en relación con el “futuro” inmediato del tercer milenio. Pablo VI sitúa la propuesta con una mirada prospectiva. En la vigilia del nuevo siglo dirige su atención el tercer milenio del cristianismo dejando una consigna a la Iglesia al final del Año Santo.32 “Que la luz del Año Santo, que ha brillado, en las Iglesias particulares y en Roma, para millones de conciencias reconciliadas con Dios, pueda difundirse igualmente después del Jubileo mediante un programa de acción pastoral, del que la evangelización es el aspecto fundamental y se prolongue a lo largo de estos años que preanuncian la vigilia de un nuevo siglo, y la vigilia del tercer milenio del cristianismo” (EN 81). En sus últimos años Pablo VI remarca la nueva etapa que abre este horizonte histórico.

“¿Sí, en vísperas del tercer milenio del cristianismo, podemos esperar legítimamente una nueva fase en el anuncio del Evangelio...” 33

3. El camino abierto por Juan XXIII y el Concilio, seguido por Pablo VI y los Sínodos, es continuado a nivel universal por Juan Pablo II y las iglesias locales encarnadas en las historias de sus pueblos (TMA 25). Este proceso, que surge de la visión conciliar de la Iglesia y busca una renovada relación salvífica y pastoral con el mundo, es el camino de la nueva evangelización. Como Pablo VI en 1975, Juan Pablo II en 1994 vincula al Concilio, la nueva evangelización y el tercer milenio. El Concilio Vaticano II “constituye un acontecimiento providencial, gracias al cual la Iglesia ha iniciado la preparación próxima del Jubileo del segundo milenio” (TMA 18). Juan Pablo II relee la historia posconciliar en la clave pastoral de la nueva evangelización, en continuidad con el Concilio y Pablo VI.

“En el camino de preparación a la cita del 2000 se incluye la serie de Sínodos iniciada después del Concilio Vaticano II: Sínodos generales y Sínodos continentales, regionales, nacionales y diocesanos. El tema de fondo es el de la evangelización, mejor todavía, el de la nueva evangelización, cuyas bases fueron fijadas por la Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi de Pablo VI, publicada en el año 1975 después de la tercera Asamblea General del Sínodo de los Obispos. Estos Sínodos ya forman parte por sí mismos de la nueva evangelización: nacen de la visión conciliar de la Iglesia, abren un amplio espacio a la participación de los laicos, definiendo su específica responsabilidad en la Iglesia, y son expresión de la fuerza que Cristo ha

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“L’ipotesi, largamente suggerita dalla Wirkungsgeschichte del Concilio è che l’evangelizzazione, se si vuole la ‘nuova evangelizzazione’, non è uno dei problemi, ma il problema della Chiesa postconciliare” (G. COLOMBO, I ‘Colloqui’ dell’Istituto Paolo VI, en ISTITUTO PAOLO VI, 20).

30 SÍNODO DE OBISPOS, Declaración final de los Padres sinodales sobre la evangelización n. 13, en: CELAM,

Evangelización, desafío de la Iglesia, 34. 31 PABLO VI, Discurso de clausura del Sínodo de Obispos, en CELAM, Evangelización, desafío de la Iglesia, 42. 32

“Paolo VI guardava con intelligente passione alla fine di questo secolo, al Giubileo del 2000, al terzo millennio del cristianesimo. Parole queste che oggi ci sono diventate familiari, ma che lui, ci ha lasciato in ereditá, per programmare il futuro della Chiesa del 2000” (B. GANTIN , L’Esortazione apostolica di Paolo VI ‘Evangelii nuntiandi’, en ISTITUTO

PAOLO VI, op. cit., 6; cf. el breve testimonio de C. MARTINI sobre EN 81 en ISTITUTO PAOLO VI, op. cit., 117). 33 PABLO VI, Messaggio del Papa per la giornata missionaria, 29/5/1977, Insegnamenti XV (1977) 540-541 (1978).

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dado a todo el Pueblo de Dios, haciéndolo partícipe de su propia misión mesiánica: profética, sacerdotal y real. Muy elocuentes son a este respecto las afirmaciones del segundo capítulo de la Constitución dogmática Lumen Gentium. La preparación del Jubileo del Año 2000 se realiza así con toda la Iglesia, a nivel universal y local, animada por una conciencia nueva de la misión salvífica recibida de Cristo. Esta conciencia se manifiesta con significativa evidencia en las Exhortaciones postsinodales dedicadas a la misión de los laicos, a la formación de los sacerdotes, a la catequesis, a la familia, al valor de la penitencia y de la reconciliación en la vida de la Iglesia y de la humanidad y, próximamente, a la vida consagrada” (TMA 21).

Los dos papas coinciden en que la evangelización es la cuestión posconciliar: “la cuestión fundamental” de EN 4 es “el tema de fondo” de TMA 21. El proceso sinodal, universal y particular, tiene un jalón decisivo en la Evangelii nuntiandi porque ella fija las “bases” de la nueva evangelización. Pero este proceso nace de la visión conciliar de la Iglesia, en especial de su autocomprensión como Pueblo de Dios evangelizador (LG 9-17), animado por una conciencia nueva de la misión salvífica recibida de Cristo. La nueva evangelización resume y simboliza el proceso de renovación evangélica trazado por el Concilio y la búsqueda de una nueva acción evangelizadora ante los desafíos de fines del siglo XX y el siglo XXI. La base y el centro de este proceso de renovación evangélica y evangelizadora es el Concilio Vaticano II, “el gran don del Espíritu a la Iglesia al final del segundo milenio” (TMA 36). Pablo VI dibuja el perfil de una Iglesia evangelizada y evangelizadora (EN 13-16), lo que Aparecida llama una Iglesia discipular y misionera. Un texto reza: “Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar” (EN 14). 4. En Evangelii nuntiandi, Pablo VI entrega una visión global acerca de la estructura y el proceso del acto evangelizador que incluye sus componentes esenciales y permanentes. Entiende esa “realidad rica, compleja y dinámica” (EN 17) de un modo envolvente, configurando tres círculos concéntricos: la descripción de la acción que hace el número 18,34 el desarrollo del capítulo II (EN 17-24),35 y la estructura articuladora de los siete capítulos.36 Un documento publicado treinta y dos años después, al citar el párrafo referido al proceso evangelizador (EN 24), dice que la evangelización, “en sentido amplio, resume toda la misión de la Iglesia… consiste en realizar la traditio Evangelii”.37 Para Pablo VI, la evangelización es una acción comunicativa (naturaleza) por la que la Iglesia – Pueblo de Dios, con la totalidad de sus miembros (agente/s) trasmite la Buena Noticia del Reino de Dios (contenido) a toda la humanidad / personas – pueblos - culturas (destinatario/s) para renovarlos con la fe en el Evangelio de la salvación (finalidad) mediante actitudes subjetivas (espíritu) y formas objetivas (medios). Esta estructura básica y dinámica articula a los agentes (capítulos I y VI) y los destinatarios (V) en una inter-acción (II) mediante los contenidos (III), las actitudes (VII) y los medios (IV). La misión de la Iglesia ha asumido en la historia formas y modalidades siempre nuevas según las

34 “Evangelizar significa para la Iglesia llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su

influjo, transformar desde dentro, renovar a la humanidad: ‘He aquí que hago nuevas todas las cosas’” (EN 18). 35 “En la acción evangelizadora de la Iglesia, entran a formar parte ciertamente algunos elementos y aspectos que

hay que tener presentes... Ninguna definición parcial y fragmentaria refleja la realidad rica, compleja y dinámica que comporta la evangelización, si no es con el riesgo de empobrecerla e incluso mutilarla. Resulta imposible comprenderla si no se trata de abarcar de golpe todos sus elementos esenciales...” (EN 17).

36 Cf. L. GERA “Comentarios introductorios a los capítulos de Evangelii nuntiandi”, en: V. R. AZCUY; C. M. GALLI ; - M. GONZÁLEZ (Comité Teológico Editorial), Escritos teológico-pastorales de Lucio Gera. I. Del Preconcilio a la Conferencia de Puebla (1956-1981), Buenos Aires, Agape - Facultad de Teología UCA, 2006, 745-813. Cf. E.

BRIANCESCO, “En torno a la Evangelii nuntiandi. Apuntes para una teología de la evangelización”, Teología 30 (1977) 101-134.

37 CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, “Nota doctrinal acerca de algunos aspectos de la evangelización” (3/12/2007), L’Osservatore romano, 21/12/2007, 11.

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personas, comunidades, lugares, momentos y situaciones. Un esquema comprende la nueva evangelización a partir de los componentes de la evangelización (EN 17, 24).38 Evangelizar entraña siempre una novedad porque es comunicar a Cristo, el Hombre Nuevo (Ef 2,15), quienrenueva todas las cosas (Ap 21,5), y trae el mundo nuevo del Reino de Dios (EN 18, 23, 75). La novedad de Jesús es, al menos, una triple novedad: la que trata de él; la que él trae, la que él es. Su novedad renueva completamente al ser humano: “el que está en Cristo es una nueva criatura… ¡He aquí lo nuevo!” (2 Cor 5,17).39 Una nueva evangelización requiere no sólo dar cuenta de la novedad permanente de Jesucristo para todos los hombres de todo tiempo y lugar, sino también y, sobre todo, descubrir las novedades que han de darse en un determinado momento histórico en torno a los sujetos interlocutores (agentes y destinatarios), el objeto del mensaje (contenido) y las mediaciones comunicativas (medios y actitudes) de la acción pastoral. Así lo hizo la IV Conferencia de Santo Domingo, en un valioso texto (SD 23-30). Esta “lógica” de la acción evangelizadora subyace a la propuesta que hiciera Juan Pablo II para procurar una evangelización nueva en los métodos (o medios, según EN 40), en el ardor (o fervor, según EN 80), y en la expresión (del contenido, según EN 25 y 29). 5. Una forma habitual de comprender la nueva evangelización supone captar los nuevos desafíos o retos en los destinatarios y los agentes, sabiendo que todo agente es destinatario (EN 15) y todo destinatario debe ser agente (EN 24). Son los nuevos escenarios (Lin 6-9), o mejor, los nuevos aréopagos. La Evangelii nuntiandi – un “coloquio” (EN 74)- mira la evangelización como una interacción dialogal. Esto se ve en el proceso de trasmisión (EN 23-24) y recepción del Evangelio (EN 23-24), y en la concepción del diálogo pastoral (EN 46) y el servicio a la verdad (EN 78) basados en la fuerza divina del mensaje (EN 18). De ES a EN Pablo VI pensó el diálogo como actitud y praxis pastoral. Unió esos documentos el 29/6/1978, en su última solemnidad de los santos Pedro y Pablo, al decir que ambos -al inicio y al fin de su magisterio- trazan las líneas de “la acción evangelizadora de la Iglesia”.40 c. Puebla: la evangelización de la cultura en el presente y en el futuro de América Latina 1. Evangelii nuntiandi ejerció un doble influjo en la evangelización latinoamericana. Por un lado, porque su contenido universal es objeto de una recepción particular entre nosotros. Por el otro, porque es la base inmediata de la convocatoria al nuevo impulso evangelizador a la III Conferencia de Puebla, que es la única recepción continental de la exhortación postsinodal de Pablo VI. Terminado el Año Santo de 1975 y después de Evangelii nuntiandi, Pablo VI vislumbra una nueva etapa eclesial y propone un renovado proyecto evangelizador para renovar la sociedad hacia la civilización del amor. En la catequesis del 7/1/1976 se pregunta: ‘ed ora che cosa si fa?’, y responde:

“un nuevo período de intensa actividad pastoral se abre súbitamente para todos nosotros, que queremos estar atentos a los ‘signos de los tiempos’ y que queremos aprovechar las gracias y los propósitos del Año Santo para dar impulso a una nueva y más fervorosa fase de la vida eclesial... Este documento deriva del Sínodo de Obispos de 1974, en él se resume y se consigna la idea de que la Iglesia entera empeñe el fervor

38 Cf. L. GERA; C. M. GALLI , “Eucaristía y nueva evangelización”, Criterio 2139 (1994) 435-439; P. TRIGO,

“Criterios de la nueva evangelización”, Christus 2 (1991) 14-23. 39 Cf. G. SÖDING, La Novedad de Jesús. Realidad y lenguaje en proceso pascual, Roma, Pontificia Universidad

Gregoriana, Facoltà di Teologia, 2009, 213-229. 40 PABLO VI, L’omelia del Papa nel XV anniversario dell’incoronazione, 29/6/1978, en Insegnamenti XVI (1978)

521.

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suscitado en el Año Santo para un renovado, orgánico e intenso esfuerzo de evangelización”. 41

El Papa alienta a todas las iglesias a forjar tiempos nuevos en la evangelización de todos los pueblos. Pero su aportación a América Latina no se reduce a la Evangelii nuntiandi ni a este estímulo universal. Él tiene un influjo directo y reiterado por exhortar a nuestros pastores e iglesias a que den un nuevo impulso a la evangelización en nuestro continente latinoamericano. Así dice la oración que compuso para preparar la Conferencia de Puebla-42 Un testimonio de este estímulo se halla ya el 3/11/1974, apenas concluido el Sínodo, cuando predica en la Misa final de la XV asamblea ordinaria del CELAM en Roma. Luego de evocar los 6 años de Medellín y los 20 del CELAM, embargado por el fervor espiritual y pastoral del Año Santo y de la Asamblea sinodal, conciente de vivir “en esta hora de gracia”, Pablo VI emplea para nosotros en particular el lenguaje que utiliza para toda la Iglesia:

“Nos conforta mucho saber que, en esta reunión en Roma, os habéis propuesto dar un nuevo impulso a la tarea evangelizadora, dentro del clima espiritual del Año Santo... Nuestro tiempo exige una intensificación de la conciencia evangelizadora que dé prioridad al anuncio explícito del Evangelio y a la virtualidad salvadora de su mensaje…” 43

La riqueza de la exhortación de Pablo VI y su recepción situada y creativa “prolonga y asume sintéticamente al Vaticano II y, a la vez, nos da una clave nueva para su lectura unificada total, nos ofrece una perspectiva que el Vaticano II no había alcanzado sobre sí mismo”.44 2. El 28 de enero de 1979 Juan Pablo II inauguró la Conferencia de Puebla. Su tema fue La evangelización en el presente y en el futuro de América latina, inspirado en la exhortación Evangelii nuntiandi que es, para mí, el mejor documento pastoral de la Iglesia latina. Juan Pablo II invitó a los obispos a tener como punto de partida tanto las conclusiones de Medellín como la enseñanza de Pablo VI. Su homilía en Guadalupe (HG) el 27/1/1979 ubica a la III Conferencia en continuidad con la de Medellín, cuyo décimo aniversario conmemora “en un nuevo momento histórico”. Dice que Medellín recogió los planteos esenciales del Concilio para orientar la situación concreta de la Iglesia latinoamericana con una clara “intencionalidad evangelizadora” y quiso ser “un impulso de renovación pastoral, un nuevo ‘espíritu’ de cara al futuro” (HG 4). Resume el mensaje de Medellín en su opción por el hombre latinoamericano, su amor preferencial por los pobres y su aliento a una liberación integral de hombres y pueblos. Exhorta a tomarla como punto de partida y dar un paso adelante. En su discurso inaugural en Puebla (DI) del 28/1/1979, el nuevo Papa llamó a EN testamento espiritual de Pablo VI y propuso asumirla como telón de fondo y punto de referencia obligatoria. Un estudio analítico de las fuentes del DP constata que EN fue ampliamente recibida.45 Exhortó a los obispos a ser maestros de la verdad sobre Cristo, la Iglesia y el hombre –adelantando su encíclica Redentor del Hombre, que se publicó en marzo de ese año–; constructores de la unidad; defensores de los derechos humanos, porque “la dignidad del hombre es un valor evangélico”. Así delineaba un rasgo peculiar de su magisterio: aunar la firme reafirmación doctrinal con el valiente compromiso social del amor. 3. La III Conferencia fue un acontecimiento marcado por tres presencias visibles: el pueblo, los obispos, el Papa. Animó la comunión y la participación en la Iglesia y en la sociedad, y promovió un

41 PABLO VI, Valersi delle grazie e dei propositi dell’anno santo per dare impulso ad una più fervorosa fase della

vita ecclesiale, en Insegnamenti XIV (1976) 17-18 (1977). 42 En su quinta estrofa, la oración de Pablo VI decía: “Ilumina, Señor, a nuestros Pastores, para que unidos a la Sede

de Pedro, den un nuevo impulso a la evangelización en nuestro continente latinoamericano”. 43 PABLO VI, La XV assemblea ordinaria del Consiglio Episcopale Latino-americano, Inseg. XII (1974) 1040. 44 A. METHOL FERRÉ, Puebla: proceso y tensiones, Documenta, Buenos Aires, 1979, 93-94. 45 Puebla contiene 103 citas de EN, 53 de GS, 44 de LG, 43 del DIP de Juan Pablo II. EN seguirá teniendo una

presencia importante en Santo Domingo (1992), que tiene 40 citas del DISD de Juan Pablo II, 20 de RMi y 17 de EN.

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nuevo impulso evangelizador. El Documento de Puebla (P) fue votado casi por una unanimidad, como en 2007 lo fuera el de Aparecida (A). Es una suma pastoral que centró a la Iglesia en Jesucristo y en la misión de evangelizar. Marcó a varias generaciones eclesiales en los años ochenta. Se difundió en toda la región, a nivel capilar, incluso en versiones populares. Fue convertido en un texto de enseñanza y orientación. Yo mismo, de 1979 a 1987, lo usé para enseñar cristología, eclesiología y antropología en cursos para laicos y catequistas. Suscitó interés en otras iglesias. Recuerdo que en el bienio 1987-88, cuando estudiaba en Tubinga, Alemania, el profesor de teología pastoral exigía su lectura a los estudiantes del bachillerato en teología. Incluso hubo un comentario españo de Puebla preparado por Olegario González de Cardedal, gran teólogo y gran amigo, a quien visité en Salamanca en la Navidad de 1987. 4. Puebla reafirmó la identidad cristiana y latinoamericana en una sociedad más plural. Recreó las enseñanzas de Pablo VI sobre la relación de la evangelización con la cultura (EN 18-20, 60-65) y con la liberación (EN 29-39). El trípode evangelización, cultura y liberación indica el influjo de Pablo VI, resume el camino pastoral latinoamericano y expresa algunos acentos de Puebla. Otras novedades suyas, en 1979, fueron contribuir a nuestra autoconciencia histórica; considerar a la Iglesia como comunión del Pueblo y la Familia de Dios; promover el ecumenismo; comprender de forma amplia a la cultura viendo la religión como su raíz; proponer esta “gran opción pastoral: la evangelización de la propia cultura en el presente y hacia el futuro” (P 394); buscar una nueva síntesis vital entre fe católica y cultura moderna; valorar la piedad popular como fuerza activamente evangelizadora; contemplar en el rostro mestizo de la Virgen de Guadalupe la originalidad latinoamericana. Puebla condenó todas las violencias políticas, sobre todo las dictaduras militares regidas por la ideología de la seguridad nacional que consagró la inseguridad de las personas hasta su desaparición; llamó a los laicos a asumir un compromiso social como parte integrante del seguimiento de Cristo; cuestionó la incoherencia entre los valores declamados de la fe y las estructuras generadoras de desigualdad y corrupción; hizo una opción preferencial por los jóvenes invitándolos a construir la Civilización del Amor, lo que en la Argentina se expresaba, desde 1975, en la peregrinación juvenil a Luján. Una marca registrada de Puebla fue impulsar la opción preferencial por los pobres. Ella surge del amor gratuito de Dios por los hijos más pequeños de su gran familia, como siempre lo ha enfatizado Gustavo Gutiérrez; destaca su carácter de sujetos activos; promueve la lucha contra la pobreza injusta. 4. Cultura. El acercamiento de la Iglesia al pueblo real, creyente y pobre, llevó a recuperar las raíces de la cultura y la religiosidad populares, retomando la tradición eclesial de América Latina y contribuyendo a su propia autoconciencia histórica. Puebla es un testimonio elocuente de aquel encuentro y de esta autoconciencia. Este fenómeno produjo efectos de sentido originales en la comprensión de temas como el Pueblo de Dios y la evangelización de la cultura. La Iglesia, comprendida teológica (DP 237), histórica (DP 4; 234) y pastoralmente (DP 400) como Pueblo de Dios universal y encarnado en la cultura de nuestros pueblos, recibe -en el capítulo Evangelización de la cultura (DP 385-443)-46 el tema conciliar de la cultura y la propuesta pontificia de evangelizarla, que allí se ha revelado como el englobante decisivo. Tal recepción interpretativa ve a la cultura como “la totalidad de la vida de un pueblo” (DP 387), al punto que puede decirse que lo que GS llamaba mundo es lo que EN y DP llaman cultura. Asume su evangelización como la gran opción pastoral (DP 394-396): “opción pastoral de la iglesia latinoamericana: la evangelización de la propia cultura en el presente y hacia el futuro” (DP 394).47 En este marco se consideran la piedad popular (DP 396) y la

46 Este capítulo es “la clave de articulación entre doctrina y pastoral, punto neurálgico dentro del clímax de Puebla”

(J. C. SCANNONE, Evangelización, Cultura y Teología, Buenos Aires, Guadalupe, 1990, 55). 47 Cf. C. GIAQUINTA , “Opción pastoral de Puebla: evangelizar la cultura de los pueblos latinoamericanos”, en

Despertar del sentido pastoral en América Latina, Bogotá, OSLAM-CELAM, 1985, 123-154.

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opción preferencial por los pobres (DP 1134), destacando el carácter de sujeto activo y el potencial evangelizador del pueblo bautizado y humilde (DP 450, 1147), tema sobre el que volveré pensando en el próximo Sínodo. 5. Liberación. La cuestión de la relación entre la evangelización y la promoción, el desarrollo y la liberación del hombre, tratada tanto en Medellín como en el Sínodo de 1974, recibió una clarificación doctrinal importante en la exhortación de Pablo VI (EN 29-39), en especial cuando muestra sus nexos teológicos, antropológicos y evangélicos (EN 31). El capítulo de Puebla Evangelización, liberación y promoción humana (DP 470-506) retoma el “proceso dinámico de liberación integral” (DP 480) desplegado por Medellín y recibe la enseñanza de Evangelii nuntiandi (DP 479) realizando una recepción situada y creativa (DP 480-490) y elaborando fórmulas integradoras y jerarquizadoras, como “evangelización liberadora” (DP 485, 488) y “liberación cristiana” e “integral” (DP 475, 481, 489). Juan Pablo II asumió la opción preferencial por los pobres (Curia 1984, SRS 42-43, CA 57) y el núcleo de una auténtica teología de la liberación integral (SRS 46-47, CA 26). Invitó a “reafirmar la positividad de una auténtica teología de la liberación humana integral” (CA 26), porque el Evangelio de Jesucristo es un mensaje de libertad y una fuerza de liberación (LN 1, LC 1). La teología latinoamericana, en sus vertientes, es una teología que se realiza “desde una situación particular” (LC 70). 6. Inculturación. El Concilio Vaticano II promovió la renovación de la teología católica (DV 24, GS 44, 62, OT 14-18, GE 11, AG 22) y su inculturación en las iglesias locales para indagar “por qué caminos puede llegar la fe a la inteligencia teniendo en cuenta la filosofía o la sabiduría de los pueblos” (AG 22, FR 69 n. 92). La teología se nutre en la sabiduría teologal del Pueblo de Dios inculturado y piensa la ratio fidei respetando tanto la universalidad de la fe y de la razón, que descubren la verdad en la historia, como la tradición eclesial particular y el arraigo cultural situado donde se enraizan y desarrollan la filosofía y la teología comos saberes sapienciales, universales y situados. En 1996, en una reunión realizada en Vallendar, Alemania, por el Consejo Episcopal Latinoamericano y la Congregación para la Doctrina de la fe, presidida por el Cardenal Joseph Ratzinger, las autoridades de ambas instituciones y los participantes elaboramos un documento en el que consensuamos esta proposición: se debe proseguir en el camino de la inculturación de la reflexión teológica para que sea plenamente católica y latinoamericana.48 Nuestra teología argentina está respondiendo gradualmente a este desafío de integrar lo universal y lo particular en una figura teológica singular. 2. El ciclo de Juan Pablo II: la asunción de la propuesta de nueva evangelización, desde América Latina, de ‘Redemptoris missio’ a ‘Novo millennio ineunte’ 1. La frase evangelización nueva señala la renovación pastoral urgida por el Concilio Vaticano II y las conferencias episcopales latinoamericanas. Ha sido moldeada en la Iglesia latinoamericana. Ya Medellín pedía “una nueva evangelización y catequesis” (MD Men 13). Aunque casi no se sabe, el texto de Puebla empleó la expresión nueva evangelización años antes que Juan Pablo II la divulgara en 1983-84. Un relevamiento da cuenta de su uso en documentos previos al Papa polaco, lo que muestra la vitalidad pastoral impulsada por la renovación del Vaticano II en América Latina.49 Puebla, a la luz de la Evangelii nuntiandi y retomando un texto del Concilio (AG 6), afirmó que las “situaciones nuevas que nacen de cambios socioculturales requieren una nueva evangelización” (DP 366). Esa Conferencia

48 CELAM, El futuro de la reflexión teológica en América Latina, Bogotá, Documentos CELAM 141, 1996, 367. 49

A. GONZÁLEZ DORADO, “Historia de la nueva evangelización en América Latina”, Medellín 73 (1993) 35-62.

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reconoció que, sobre todo en la gran ciudad, que es el rostro de la cultura moderna, “la Iglesia se encuentra ante el desafío de renovar su evangelización” (DP 433). Ante el secularismo, una de las realidades que configura interiormente esta cultura presente, la Iglesia percibe que actualizar la fe popular es “uno de los fundamentales cometidos del nuevo impulso evangelizador” (DP 436). ¿Es casual o causal que unos meses después de Puebla, durante su segundo viaje pastoral y primero a Polonia, el 9/6/1979, Juan Pablo II utilice por vez primera la expresión nueva evangelización, al bendecir el santuario Santa Cruz de la ciudad de Nowa Hutta? Luego, el 12/10/1983, en la asamblea del CELAM en Haití, hace la primera convocatoria y lanza el lema “evangelización nueva en su ardor, en sus métodos y en su expresión”. En 1984 la retoma en Santo Domingo al iniciar la novena de años preparatoria al Quinto Centenario. Sigue una perspectiva histórica: en la huella de los evangelizadores (I) la Iglesia mira al pasado (II) para lanzarse al futuro (III). 50 Completa el enfoque conmemorativo, vuelto hacia el pasado, con la perspectiva programática, dirigida al futuro. Recuperando la metáfora de Pablo VI, se puede decir que no estamos sólo en el atardecer de cinco siglos, sino también en un tiempo de vigilia: en la gestación de una nueva aurora. 2. Desde el punto de vista histórico, la nueva evangelización puede ser entendida en un segundo sentido, complementario al de Pablo VI, a saber, como la realización pastoral de la renovación eclesial promovida por el Concilio Vaticano II. Juan Pablo II simbolizó en esa expresión el proceso de renovación evangélica que la Iglesia debe completar según el programa del Concilio Vaticano II y en la búsqueda de una nueva acción evangelizadora ante los desafíos del siglo XXI. El camino sinodal de la Iglesia posconciliar, en todos sus niveles y etapas, estuvo centrado en el “tema de fondo” de la evangelización, o mejor, la nueva evangelización (TMA 21). Al inaugurar la IV Conferencia de Santo Domingo, presentó el sentido y la novedad de una nueva evangelización.51 Años después recreó aquella propuesta en la Exhortación para la Iglesia en América (EIA 6).52 La nueva evangelización es un concepto histórico que indica la novedad que la Iglesia debe introducir en el presente para continuar la obra pasada y proyectar su acción futura. Si la dimensión histórica une lo temporal y lo espacial, una noción temporal de la evangelización relaciona la nueva etapa con la historia antigua. Pero, como lo temporal reclama lo geográfico, o mejor, lo geocultural, esa categoría incluye una dimensión espacial que nace como la nueva evangelización de América Latina (SD 23-30, EiA 1-7, 66), se extiende luego a Europa y termina incluyendo al mundo entero. En la exhortación Christifideles laici de 1988, Juan Pablo II incluyó en esa propuesta a América Latina y Europa, a las iglesias más jóvenes y los países de antigua cristiandad (ChL 34), e hizo un llamado a iniciar una nueva etapa histórica del dinamismo misionero del Pueblo de Dios en el mundo (ChL 35). 3. Juan Pablo II, siguiendo a Pablo VI, vincula teológica, histórica y pastoralmente el Concilio Vaticano II, la nueva evangelización y el Jubileo del milenio. En la Iglesia universal la nueva evangelización puede verse como la realización del pasado inmediato del Vaticano II, la respuesta a los nuevos desafíos del presente en la senda de E. nuntiandi 53, el ingreso en el futuro inmediato del tercer milenio cristiano y, también, como una nueva etapa de la historia misionera.54 La interpretación

50 JUAN PABLO II, “Las coordenadas de la evangelización en el pasado y en el futuro de América Latina. Discurso a

los Obispos del CELAM en el Estadio Olímpico del 12/10/1984” (DSD), L' Osservatore Romano 21/10/1984, 11-14. Cf. L.

GERA, “Conmemorar el pasado y preparar el futuro: decir, orar, ser y hacer”, SEDOI 93/94 (1987) 5-31. 51 Cf. JUAN PABLO II, “Discurso inaugural del Santo Padre. Nueva evangelización, promoción humana y cultura

cristiana”, en: Santo Domingo. IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Buenos Aires, CELAM - CEA, 1992, 5-31.

52 Cf. C. M. GALLI , Jesucristo: Camino a la dignidad y la comunión. La cristología pastoral en el horizonte del Bicentenario. De ‘Líneas pastorales’ a ‘Navega mar adentro’, Buenos Aires, Ágape, 2010, 251 49-58 y 84-88.

53 “Si desde Evangelii nuntiandi se repite la expresión nueva evangelización, es solamente en el sentido de los nuevos retos que el mundo contemporáneo plantea a la misión de la Iglesia” (CUE 126).

54 C. GALLI , La teología latinoamericana de la cultura en las vísperas del tercer milenio, 323-347.

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que hace el Papa, desde su primera encíclica (RH 1), del Concilio (TMA 18) y del posconcilio (TMA 21), incluyendo su pontificado (TMA 23), tiene como clave hermenéutica el Jubileo (TMA 23), puerta de ingreso en el nuevo milenio. Esta clave hermenéutica le lleva a verlo como un “tiempo salvífico favorable” o una “oportunidad providencial única” para una evangelización que haga presente al Señor de la historia en los tiempos nuevos (TMA 38). La nueva evangelización configura una nueva etapa global de la historia misionera de la Iglesia; es “la tarea esencial e improrrogable de la Iglesia en este final del segundo milenio” (PDV 70). Así la presenta Juan Pablo II al resumir toda la historia pastoral en su carta preparatoria al Jubileo y declarar que, “ la Iglesia también en el futuro seguirá siendo misionera: el carácter misionero forma parte de su naturaleza” (TMA 57). 4. Redemptoris missio es el documento que desarrolla de forma sistemática la nueva evangelización. Su capítulo cuarto elabora esa noción ubicándola en el espacio intermedio que se abre entre la pastoral ordinaria y la missio ad gentes. La única misión de la Iglesia se diversifica en razón de la situación del destinatario, sobre todo, por su situación religiosa ante la fe católica. Ya el Concilio había distinguido tres tareas: la acción misionera con los no cristianos, la acción ecuménica con los que son no católicos y la acción pastoral con los católicos (AG 6). Juan Pablo II dice: “mirando al mundo desde el punto de vista de la evangelización, se pueden distinguir tres situaciones” (RMi 33). 5. Las tres situaciones son: (1) La misión ad gentes, actividad misionera, primera evangelización, misión en sentido estricto o ad extra se da con personas, comunidades y pueblos no cristianos. (2) La actividad pastoral, atención o cuidado pastoral, pastoral ordinaria, misión ad intra o acción pastoral en sentido estricto se realiza entre personas, comunidades y pueblos cristianos. (3) Entre ambas realidades surge una situación intermedia: la misión pastoral entre las personas, comunidades y pueblos que conocen a Cristo y en los que la Iglesia está implantada, pero donde la fe está puesta a prueba. La nueva evangelización se da en países europeos de antigua cristiandad y en jóvenes iglesias americanas (RMi 33). Esta situación tiene algo de “cuidado pastoral”, porque se refiere a cristianos, pero también algo de “misión estricta”, porque afronta una fe débil (EN 54). Las tres situaciones pueden darse simultáneamente por su unión, distinción y complementación. Una dimensión puede animar a las otras: “la misión ad intra es signo creíble y estímulo para la misión ad extra, y viceversa” (RMi 34). 6. En esa Encíclica, lo más típico de la nueva evangelización parece estar en continuar la evangelización de un sujeto destinatario -individual o colectivo- que ha recibido el Evangelio y tiene fe, religión, vida y cultura básicamente cristianas, pero sufre una “crisis global en la fe” (ChL 34) que lo pone en una situación de urgencia pastoral (DP 460). Si la misión ad gentes se dirige a los que están lejos (EN 51), la nueva evangelización consiste, sobre todo, en ir al encuentro de los que se han “alejado” o están “lejos” de la presencia sacramental de la Iglesia visible (EN 52, 54-56). El empleo de esta metáfora espacial debe hacerse con cautela. Como recordó el Papa en su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2011, hay muchos fuera que parecen estar dentro y hay muchos dentro que parecen estar fuera, pero, en la Iglesia católica, “el ´dentro´y el ´fuera’ están misteriosamente entretejidos” (n. 13). Por eso, si la misión en sentido estricto se dirige a los “todavía no son cristianos” y la pastoral en sentido estricto a “los que ya son cristianos”, la nueva evangelización o pastoral misionera parece dirigirse a “los todavía son cristianos pero corren el peligro de dejar de serlo” y no sólo, como dice una explicación un poco simplificada de la Encíclica, a “los que ya no son cristianos”.55 El texto pontificio original se refiere a los lugares “donde grupos (coetus) enteros de bautizados han perdido el sentido vivo de la fe o incluso ya no se reconocen como miembros de la Iglesia, llevando una existencia alejada (remotam) de Cristo y de su Evangelio” (RMi 33).

55 Cf. COMISIÓN EPISCOPAL DE M ISIONES, Manual para los grupos misioneros de Argentina, Buenos Aires, CEA - Oficina del Libro, 2005, 9.

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Al mismo tiempo, “en Redemptoris missio, Juan Pablo II desplazó decisivamente el centro de gravedad de la Iglesia hacia horizontes mundiales. Y, con sus viajes, el papa Wojtyla ‘acompañó’ ese desplazamiento de la acción evangelizadora a lo largo del eje norte-sur”.56 En este sentido, aquella encíclica formuló una clara línea para la nueva evangelización, al vincular una renovada pastoral urbana, la gestación de nuevas formas de cultura y la opción por los últimos (RMi 37). 6. El 6 de enero de 2001, Juan Pablo II regaló su testamento espiritual y pastoral, la Carta apostólica Novo millennio ineunte, que dio al concluir el Jubileo. Si la celebración del Jubileo terminaba, el “Año de Gracia” continuaba en la vida eclesial.57 La Carta inició la fase posjubilar de la nueva evangelización. Evocando el trigésimo quinto aniversario del Concilio Vaticano II, invita a la Iglesia a “interrogarse sobre su renovación para asumir con nuevo ímpetu su misión evangelizadora” (NMI 2). Juan Pablo II llamó a la Iglesia a remar mar adentro (Lc 5,4), recorrer una nueva etapa de su camino como pueblo peregrino (NMI 1) e impulsar un nuevo dinamismo pastoral (NMI 15).58 La Iglesia fue invitada a navegar con la confianza puesta en la compañía, la palabra y la fuerza de Cristo (NMI 38). Su promesa Yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo (Mt 28,20) es “la fuerza inspiradora de nuestro camino” (NMI 29). Así la barca de Pedro podrá caminar sobre las aguas del nuevo milenio, realizar la pesca de la nueva evangelización y avanzar con un rumbo hacia el puerto del Reino de Dios.

“ ¡Duc in altum! Esta palabra resuena también hoy para nosotros y nos invita a recordar con gratitud el pasado, a vivir con pasión el presente y a abrirnos con confianza al futuro: ‘Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y siempre’ (Hb 13,8)” (NMI 1).

La imagen del navegar en el mar se completa con la metáfora del caminar sobre la tierra. La navegación en un mar tumultuoso produce la inseguridad del andar sobre el agua inestable, con cierta sensación de amenaza. La caminata recorre un sendero conocido y da la seguridad de marchar sobre tierra firme, haciendo pie en una realidad sólida. Al final del capítulo segundo, se exhorta al Pueblo de Dios a retomar con alegría el camino de la santidad evangelizadora. Juan Pablo II dice:

“La Iglesia, animada por esta experiencia, retoma hoy su camino (riprende oggi il suo cammino) para anunciar a Cristo al mundo al inicio del tercer milenio: Él es el mismo ayer, hoy y siempre (Hb 13,8)” (NMI 28).

Al símbolo del viaje corresponde la metáfora de la brújula que orienta: “con el Concilio se nos ha ofrecido una brújula segura para orientarnos en el camino del siglo que comienza” (NMI 57). La Iglesia debe afrontar “la gran aventura de la evangelización” (NMI 58), encarar “una apasionante tarea de renacimiento pastoral” (NMI 29), reiniciar una “acción misionera confiada, emprendedora y creativa” (NMI 41). Las iglesias deben renovarse según el programa del Evangelio centrado en Cristo (NMI 29), orientado a la santidad (NMI 30), inspirado por el amor (NMI 42) y la comunión (NMI 43). 7. El título del primer capítulo considera el encuentro con Cristo, la principal herencia jubilar. La Carta tiene un eje cristológico transversal y otro capítulo, el segundo, que llaman a contemplar el rostro de Cristo. Esa contemplación es la alegría y el fruto del Jubileo (NMI 1, 59). La misma se vuelve, ante el futuro, la principal actitud posjubilar y el centro del programa pastoral (NMI 15, 16, 29). La principal invitación posjubilar se dirige a contemplar el rostro de Cristo. Este llamado (NMI 1, 15, 16, 59), se concentra en el decisivo capítulo segundo, que tiene una honda doctrina cristológica

56 DZIWISZ, Una vida con Karol, 184. 57 Cf. C. J. GIAQUINTA , “Meditación sobre el significado del año del gran Jubileo que acaba de concluir”,

Osservatore romano 19/1/2001, 11. 58 C. M. GALLI , “La Iglesia posconciliar y posjubilar: una nueva etapa de la peregrinación evangelizadora”, en

FERRARA - GALLI , Navegar mar adentro. Comentario a la Carta Novo millennio ineunte, op. cit., 16-46, 42. Este comentario completo tiene aportes de R. Ferrara, L. Gera, A. Marino, F. Ortega, V. Fernández y C. Galli.

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articulada a partir de la correlación entre la fe y la historia (NMI 16-28).59 Un acento nuevo aparece en el pedido insistente a la Iglesia para que contemple y refleje el rostro crucificado y glorioso de Cristo, marcando de este modo una honda unidad cristocéntrica entre la vida espiritual y la acción pastoral. Hay que señalar el número 29 de Novo millennio ineunte, un eje de su propuesta. El Papa invita, al concluir el segundo capítulo, a reiniciar el camino de la santidad y la misión desde Cristo. “La Iglesia, animada por esta experiencia, retoma hoy su camino para anunciar a Cristo al mundo, al inicio del tercer milenio” (NMI 28). Esa es la propuesta principal en el comienzo del tercero, titulado reiniciar el camino desde Cristo (ripartire da Cristo). El primer número de ese capítulo (NMI 29) reconoce que el Jubileo ha sido un tiempo extraordinario y que, concluido, las iglesias locales, renovadas por contemplar el rostro de Cristo y la celebración de su Encarnación redentora, deben avanzar por el camino de la pastoral ordinaria. Esta convocatoria se orienta a hacer renovados proyectos evangelizadores centrados en Cristo, centro permanente del Evangelio y la evangelización. El texto dice:

“No se trata, pues, de inventar un nuevo programa. El programa ya existe. Es el de siempre, recogido por el Evangelio y la Tradición viva. Se centra, en definitiva, en Cristo mismo, al que hay que conocer, amar e imitar, para vivir en él la vida trinitaria y transformar con él la historia hasta su perfeccionamiento en la Jerusalén celeste. Es un programa que no cambia al variar los tiempos y las culturas, aunque tiene cuenta del tiempo y de la cultura para un verdadero diálogo y una comunicación eficaz. Sin embargo, es necesario que el programa formule orientaciones pastorales adecuadas a las condiciones de cada comunidad...” (NMI 29).

Juan Pablo II propone a las agrupaciones de las iglesias particulares que renueven la tarea pastoral ordinaria (NMI 31; 34; 38; 45). Las iglesias locales deben establecer nuevas propuestas. El cristocentrismo trinitario debe regir la vida pastoral. El nuevo programa evangelizador “se centra en Cristo… para vivir en él la vida trinitaria” (NMI 29). El programa implica una doble dimensión, trinitaria y cristológica, tanto en la contemplación como en la acción. Un enunciado similar se advierte en Aparecida: “discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en él tengan vida”. En los dos textos coinciden las palabras Cristo y vida, que son las voces más empleadas en Aparecida.60 8. Juan Pablo II vinculó la nueva evangelización con una nueva inculturación de la fe en los pueblos.

“Hoy se ha de afrontar con valentía una situación que cada vez es más variada y comprometida, en el contexto de la globalización y de la nueva y cambiante situación de pueblos y culturas que la caracteriza. He repetido muchas veces en estos años la «llamada» a la nueva evangelización. La reitero ahora, sobre todo para indicar que hace falta reavivar en nosotros el impulso de los orígenes, dejándonos impregnar por el ardor de la predicación apostólica después de Pentecostés. Hemos de revivir en nosotros el sentimiento apremiante de Pablo, que exclamaba: «¡ay de mí si no predicara el Evangelio!» (1 Co 9,16)… Esta pasión suscitará en la Iglesia una nueva acción misionera, que no podrá ser delegada a unos pocos «especialistas», sino que acabará por implicar la responsabilidad de todos los miembros del Pueblo de Dios… El cristianismo del tercer milenio debe responder cada vez mejor a esta exigencia de inculturación. Permaneciendo plenamente uno mismo, en total fidelidad al anuncio evangélico y la tradición eclesial, llevará consigo también el rostro de tantas culturas y de tantos pueblos en que ha sido acogido y arraigado. De la belleza de este rostro pluriforme de la Iglesia hemos gozado particularmente en este Año jubilar. Quizás es sólo el comienzo, un icono apenas esbozado del futuro que el Espíritu de Dios nos prepara” (NMI 40)-

59 Cf. A. MARINO, “Contemplar el rostro de Cristo hoy”, y L. GERA, “El eje cristológico de la Carta Novo millennio

ineunte”, en FERRARA - GALLI , Navegar mar adentro, op. cit., 47-69 y 111-125. 60 Cf. Cf. V. M. FERNÁNDEZ, “Estructuras internas de la vitalidad cristiana”, Teología 94 (2007) 419-443; V.

RUANO, “Aproximación al documento final desde la categoría ‘Vida’”, Pastores 40 (2007) 53-64.

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* El próximo Sínodo y la posterior exhortación, ¿reflejarán este rostro pluriforme de la Iglesia inculturada e intercultural? ¿Serán un icono dell futuro del Espíritu para la nueva evangelización? 3. El ciclo –abierto- de Benedicto XVI: la alegría de la fe de Aparecida al Sínodo 2012 1. El ministerio cetrino del Papa Benedicto tiene una inmensa riqueza espiritual, teológica y pastoral. Aquí sólo se puede mencionar, brevemente, la asunción del desafío de la nueva evangelización. En continuidad con los aportes, iniciativas y documentos de los papas Pablo VI y Juan Pablo II, en la segunda mitad del año 2010, el Papa tomó varias decisiones para dar cauce a este desafío. Las más importantes fueron, en octubre de 2010, crear el Consejo pontificio para la promoción de la nueva evangelización,61 y convocar una nueva Asamblea general ordinaria del Sínodo para los Obispos para 2012, con el tema Nova evangelizatio ad christianam fidem tradendam.62 Pero no deben perderse de vista otras iniciativas, como la reflexión sobre la inclusión de este horizonte en la exhortación Verbum Domini (VD 95-96, 122), en la entrevista Luz del mundo y en los discursos a la Curia romana. 2. Hay que recordar el magnífico Discurso inaugural del Papa en Aparecida (14/5/2007), que no podemos estudiar aquí detenidamente, donde unió sus propios temas con nuestra tradición pastoral. Por ejemplo, la V Conferencia asumió creativamente el llamado de Juan Pablo II a reiniciar el camino desde Cristo y lo unió con la afirmación de Benedicto XVI, tan repetida en los últimos años, de que el inicio de la vida cristiana surge del acontecimiento del encuentro con Dios-Amor en Cristo.

“A todos nos toca recomenzar desde Cristo (cf. NMI 28-29), reconociendo que ‘no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva’ (DCE 1)” (A 12).

3. Al crear el Consejo para la nueva evangelización, Benedicto XVI citó a sus predecesores al señalar “el fenómeno del alejamiento de la fe” y al identificar a los destinatarios como aquellos que “se han alejado de la fe” (EN 52, 56; ChL 34: Rmi 33), Esta realidad incluye situaciones distintas según los países, tradiciones, culturas y procesos religiosos.63 Días después, en la homilía de la Misa conclusiva de la Asamblea sinodal para Oriente Medio, al anunciar el Sínodo sobre la nueva evangelización, indicó la finalidad y el destinatario: “proponer el Evangelio a las personas que lo conocen poco o que incluso se han alejado de la Iglesia… sobre todo en los países de antigua cristianización”.64 En 2011, en la primera plenaria del nuevo Consejo, expresó que la nueva evangelización es “una respuesta particular al momento de crisis de la vida cristiana que se está verificando en muchos países”.65 4. En esta línea, parece respetuoso y realista, a partir de mirada teologal de la fe, referirse a estos hermanos –personas, familias, pueblos- como quienes se han alejado visiblemente de la institución eclesial en el plano visible -lo que puede abarcar situaciones muy diversas- y no decir, simpliciter, que que ya no son cristianos, como si todos pudieran ser englobadas en el fenómeno occidental del post-cristianismo. Sin negar la parte de verdad de esa descripción, hay que analizar los procesos con una visión teologal – pastoral de la realidad para emitir juicios prudenciales y con amor pastoral. Sin negar la verdad que puede tener esa descripción, sabemos que la fe es un misterio. ¡Quién la mide?

61 Cf. BENEDICTO XVI, “’Carta Apostólica en forma de Motu proprio ‘Ubicumque et semper’”, L’Osservatore

romano (edición semanal en lengua española), 17/10/2010, 5 y 11. 62 Cf. BENEDICTO XVI, “La misión de transfigurar el mundo”, L’Osservatore romano, 31/10/2010, 7. 63 Cf. BENEDICTO XVI, Carta Apostólica en forma de Motu proprio ‘Ubicumque et semper’, 5. 64 BENEDICTO XVI, La misión de transfigurar el mundo, 7. 65 BENEDICTO XVI, “El Evangelio ante el drama de la fragmentación”, L’Osservatore romano, 5/6/2011, 3.

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Llama la atención que los Lineamenta sólo refieran la situación europea al hablar de nuevos modelos de ser Iglesia para la nueva evangelización (Lin 9) y no consideren el fenómeno de los alejados. 5. El magisterio latinoamericano, en Santo Domingo, llamó a vivificar la fe de los bautizados alejados (SD 129-131). Aparecida ha insistido en ir hacia todos los alejados o, mejor, hacia los abandonados del cuidado pastoral ordinario de la institución eclesial (A 173, 225-226). La nueva evangelización debe reconocer los nuevos desafíos que exigen renovarla en circunstancias difíciles. La Iglesia podrá introducir la novedad de Cristo en las cosas nuevas de los hombres, las culturas y las ciudades, extrayendo del Evangelio luces nuevas para los problemas nuevos (SD 24). Aparecida simboliza un acontecimiento / espíritu / proyecto / documento para promover ua nueva evangelización en sentido estricto, o sea, una Iglesia radicalmente misionera en un estado permanente de pastoral misionera.

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II –EL PROYECTO MISIONERO DE APARECIDA

El tema de la V Conferencia de Aparecida fue formulado con una expresión y un lema: “Discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida. ‘Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida’ (Jn 14,6)”. Otra frase de Jesús asumió el valor de una consigna: “He venido para que tengan Vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10). Aparecida (A) es una bendición para nuestras iglesias.66 Su enseñanza se expresa en un “documento de documentos”. Su espíritu anima la renovación misionera desde una identidad centrada en Cristo y abierta al diálogo evangelizador con los pueblos. Su tono denota un lenguaje nuevo, con alegría pascual, para “comunicar los valores evangélicos de manera positiva y propositiva” (A 497). La trama acontecimiento – texto – espíritu – estilo / tono / lenguaje - proyecto se inserta en la recepción que se va dando en conferencias episcopales e iglesias particulares. El acontecimiento, reflejado en su documento, incluye una decisión pastoral que comenzó a implementarse a partir de 2008 y que llevará décadas: una “misión continental”, que procura la “conversión pastoral” (A 368) para que toda la Iglesia entre en “un estado permanente de misión” (A 551). 1. Un proyecto misionero para la nueva evangelización 1. Aparecida es un jalón en el camino pastoral recorrido por las conferencias episcopales latinoamericanas en los últimos sesenta años. Se ubica en la tradición de aquellas (A 9, 16) y refleja el acontecimiento religioso, eclesial y evangelizador celebrado en el santuario mariano nacional del Brasil (A 1-3, 547). Río de Janeiro (1955), Medellín (1968), Puebla (1979) y Santo Domingo (1992) fijaron líneas comunes de un estilo eclesial y una praxis pastoral a escala sub-continental. Este es un rasgo original de la Iglesia de América Latina, porque otros continentes recién a fines del siglo XX llegaron a instancias similares con los Sínodos continentales durante el ciclo jubilar. Nuestras iglesias, por tantos factores que tienen en común en lo religioso, histórico, cultural, lingüístico, socioeconómico y geopolítico, se anticiparon al proceso del regionalismo o formación de regiones. La V Conferencia promueve la integración de América Latina y el Caribe (A 1-18, 127-128, 520-528). Aparecida afianza el “rostro latinoamericano y caribeño de nuestra Iglesia” (A 100h) que, en 2007 contaba con el 43% de los fieles del catolicismo actual (A 100a) en la región más desigual del mundo. Señala metas comunes fijadas con un altísimo consenso y a mediano plazo, para vivir la alegría de un nuevo Pentecostés que impulse una evangelización mucho más misionera (A 13) y promueva una misión continental permanente (A 213, 551). Con esa finalidad, fomenta la renovación discipular y misionera de la Iglesia y urge la conversión pastoral para comunicar la Vida plena en Jesucristo. 2. El acontecimiento de Aparecida irá aconteciendo si nuestras iglesias responden a los nuevos desafíos con una fuerte acción misionera. Con el realismo de la esperanza, la recepción efectiva y el influjo transformador dirán si la V Conferencia será realmente el símbolo de un nuevo Pentecostés.

“Esta V Conferencia, recordando el mandato de ir y hacer discípulos (Mt 28,20), desea despertar la Iglesia en América Latina y El Caribe para un gran impulso misionero. No podemos desaprovechar esta hora de gracia. ¡Necesitamos un nuevo Pentecostés! ¡Necesitamos salir al encuentro de las personas, las familias, las comunidades y los pueblos para comunicarles y compartir el don del encuentro con Cristo, que ha llenado nuestras vidas de sentido, verdad y amor, de alegría y esperanza! No podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos, sino urge acudir en todas las direcciones para proclamar que el mal y la muerte no

66 Cf. L. ORTIZ LOZADA, “El acontecimiento Aparecida paso a paso”, Medellín 130 (2007) 215-274; A. BRIGHENTI,

“Documento de Aparecida. O contexto do texto”, Revista Eclesiástica Brasileira 67/268 (2007) 772-800.

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tienen la última palabra, que el amor es más fuerte, que hemos sido salvados por la victoria pascual del Señor de la historia, que Él nos convoca en Iglesia y que quiere multiplicar el número de sus discípulos y misioneros en la construcción de su Reino en nuestro Continente” (A 548).

Es una fecunda irrupción del Espíritu que anima la dimensión misionera de la vida cristiana (A 150).

“Asumimos el compromiso de una gran misión en todo el Continente, que nos exigirá profundizar y enriquecer todas las razones y motivaciones que permitan convertir a cada creyente en un discípulo misionero. Necesitamos desarrollar la dimensión misionera de la vida en Cristo. La Iglesia necesita una fuerte conmoción que le impida instalarse en la comodidad, el estancamiento y en la tibieza, al margen del sufrimiento de los pobres del Continente. Necesitamos que cada comunidad cristiana se convierta en un poderoso centro de irradiación de la vida en Cristo. Esperamos un nuevo Pentecostés que nos libre de la fatiga, la desilusión, la acomodación al ambiente; una venida del Espíritu que renueve nuestra alegría y nuestra esperanza” (A 362).

La Iglesia colabora con la obra del Espíritu para comunicar el don del encuentro con Jesucristo.

“Aquí está el reto fundamental que afrontamos: mostrar la capacidad de la Iglesia para promover y formar discípulos y misioneros que respondan a la vocación recibida y comuniquen por doquier, por desborde de gratitud y alegría, el don del encuentro con Jesucristo. No tenemos otro tesoro que éste” (A 14).

3. La misión en el Espíritu vivificador es una clave que atraviesa el documento y un elemento determinante del proyecto. Tiene como fin comunicar la vida plena en Cristo. “La Iglesia tiene, como misión propia y específica, comunicar la vida de Jesucristo a todas las personas” (A 386).67 La Iglesia evangeliza para compartir el Reino de la Vida de Dios, vida nueva, plena, digna y feliz en Cristo. En la propuesta de Aparecida se da una unidad teológica, espiritual y pastoral entre el Reino de Dios, destacado por los Sinópticos, y la Vida eterna, resaltada por el evangelio de Juan.

“El proyecto de Jesús es instaurar el Reino de su Padre. Por eso, pide a sus discípulos: “¡Proclamen que está llegando el Reino de los cielos!» (Mt 10,7). Se trata del Reino de la vida. Porque la propuesta de Jesucristo a nuestros pueblos, el contenido fundamental de esta misión, es la oferta de una vida plena para todos” (A 361).

La misión comunica a Cristo, la Vida de Dios para el hombre, para que el hombre viva en, con y desde Dios. Las expresiones “discípulos misioneros” (sin la y) y “vida digna y plena”, fueron propuestas por Víctor Fernández y por mí en el libro Discípulos misioneros, publicado en la Argentina en 2006, antes de Aparecida.68 El Documento Conclusivo usa la primera expresión de forma indistinta, con y sin la conjunción “y”, pero entiende que el discipulado es misionero y la misión es discipular.

“Discipulado y misión son como las dos caras de una misma medalla: cuando el discípulo está enamorado de Cristo, no puede dejar de anunciar al mundo que sólo Él nos salva (cf. Hch 4, 12)’ (DI 3)...” (A 146).

La misión evangelizadora es un dinamismo esencial y permanente de la vida cristiana.

67 Cf. V. FERNÁNDEZ, “La Misión como Comunicación de Vida: un estado permanente de misión para la Plenitud de nuestros pueblos”, en: CELAM, Testigos de Aparecida, I, Bogotá, CELAM, 2008, 301-368P. SUESS, “Misión: el paradigma - síntesis de Aparecida”, en: AMERINDIA , Aparecida: renacer de una esperanza, Bogotá, Indoamerican Press, 2007, 187-201; J. COMBLIN , “O projeto de Aparecida”, Vida Pastoral 258 (2008) 3-10; F. ERRÁRZURIZ, “Misión continental, piedad popular y conversión pastoral”, en: PONTIFICIA COMISIÓN PARA AMÉRICA LATINA , La piedad popular en el proceso de evangelización de América Latina, Ciudad del Vaticano, LEV, 2011, 414-442.

68 Cf. V. M. FERNÁNDEZ; C. M. GALLI , Discípulos misioneros, Buenos Aires, Agape, 2006.

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“El discípulo, a medida que conoce y ama a su Señor, experimenta la necesidad de compartir con otros su alegría de ser enviado, de ir al mundo a anunciar a Jesucristo, muerto y resucitado, a hacer realidad el amor y el servicio en la persona de los más necesitados, en una palabra, a construir el Reino de Dios. La misión es inseparable del discipulado, por lo cual no debe entenderse como una etapa posterior a la formación, aunque se la realice de diversas maneras de acuerdo a la propia vocación y al momento de la maduración humana y cristiana en que se encuentre la persona” (A 278e).

4. Aparecida se refiere a la nueva evangelización con claridad cuando propone prestar una atención a la iniciación cristiana y la catequesis kerigmática. Siguiendo esos caminos, dice, “asumiremos el desafío de una nueva evangelización, a la que hemos sido reiteradamente convocados” (A 287). Aparecida, como los Lineamenta (Lin 5, 9) emplea verbos con la preposición “re”: relanzar, renovar, revitalizar, recrear, reiniciar. La Introducción (A 1-18) llama a revitalizar la evangelización. Repiensa la misión para comunicar la novedad del Evangelio en este momento histórico (A 11,13, 14).

“La Iglesia está llamada a repensar profundamente y relanzar con fidelidad y audacia su misión en las nuevas circunstancias latinoamericanas y mundiales... Se trata de confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio arraigado en nuestra historia, desde un encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que suscite discípulos y misioneros” (A 11).

En esa línea, hace una hermenéutica situada, integradora y creativa de dos orientaciones pontificias. Por un lado, asume la propuesta de Juan Pablo II para recomenzar el camino de la santidad misionera desde Cristo (NMI 28/29); por el otro, toma la afirmación de Benedicto XVI de que el comienzo de la vida cristiana es el acontecimiento del don del encuentro con Cristo (DCE 1).

“A todos nos toca recomenzar desde Cristo (NMI 28-29), reconociendo que ‘no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva’ (DCE 1)” (A 12; cf. 41). “La Iglesia está llamada a repensar profundamente y relanzar con fidelidad y audacia su misión en las nuevas circunstancias latinoamericanas y mundiales... confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio arraigado en nuestra historia, desde un encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que suscite discípulos y misioneros” (A 11).

2. Un nuevo estado o movimiento permanente de misión 1. En Aparecida, la nueva evangelización promueve un despertar misionero para poner a toda la Iglesia de América Latina y El Caribe en estado permanente de misión (A 213, 551). Esta misión ya ha comenzado hace quinientos años y ha tenido sucesivos y nuevos puntos de inflexión en los acontecimientos del Concilio (1965), Medellín (1968), Evangelii nuntiandi (1975), Puebla (1979), la convocatoria a la nueva evangelización (1983), Santo Domingo (1992), Ecclesia in America (1998), el Jubileo (2000), la carta El nuevo milenio que comienza (2001), la Conferencia de Aparecida (2007) y tendrá otro en el acontecimiento y la exhortación del Sínodo sobre La nueva evangelización (2012). “Hoy, toda la Iglesia en América Latina y El Caribe quiere ponerse en estado de misión...” (A 213). La misión permanente y continental es una iniciativa novedosa para que el conjunto del Pueblo de Dios entre en un movimiento espiritual y pastoral misionero. El llamado a ponerse en estado de misión implica dos cualidades expresadas en dos adjetivos: continental, lo que acentúa su dimensión local, geocultural y eclesial en la región, sin que requiera una acción subcontinental coordinada; permanente, lo que acentúa su dimensión temporal, sucesiva, constante, en el inicio del siglo XXI.

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“Este despertar misionero, en forma de una Misión Continental, cuyas líneas fundamentales han sido examinadas por nuestra Conferencia y que esperamos sea portadora de su riqueza de enseñanzas, orientaciones y prioridades, será aún más concretamente considerada durante la próxima Asamblea Plenaria del CELAM en La Habana. Requerirá la decidida colaboración de las Conferencias Episcopales y de cada diócesis en particular. Buscará poner a la Iglesia en estado permanente de misión. Llevemos nuestras naves mar adentro, con el soplo potente del Espíritu Santo, sin miedo a las tormentas, seguros de que la Providencia de Dios nos deparará grandes sorpresas” (A 551).

2. El término misión tiene un marcado sentido móvil y movilizador, porque actualiza la propuesta misionera de Jesús que envía a ir hacia: “vayan... y evangelicen a toda la creación” (Mc 16,15). El lenguaje pastoral moderno, surgido en ambientes jesuitas y carmelitas de la primera evangelización de América, expresa en la palabra missio el traslado geográfico y temporal para ir a evangelizar. La peregrinación misionera caracteriza a una Iglesia en movimiento, centrada en Cristo y vertida al mundo, que sale a recorrer los caminos de los pueblos y acompaña a la humanidad en el siglo XXI. El estado de misión (status missionis) se convierte en un permanente movimiento de misión (motus missionis) conforme con la naturaleza peregrina de la Iglesia, que siempre está en un proceso de renovación (LG 8: ecclesia semper reformanda), evangelización y conversión.

“…evangelizadora, la Iglesia comienza por evangelizar a sí misma… (ella) siempre (semper) tiene necesidad de ser evangelizada, si quiere conservar su frescor, impulso y fuerza para anunciar el evangelio. El Concilio Vaticano II ha recordado y el Sínodo de 1974 ha vuelto a tocar insistentemente este tema de la Iglesia que se evangeliza a través de una conversión y una renovación constantes, para evangelizar el mundo de manera creíble” (EN 15).

Un “estado de misión” exige una pastoral mucho más misionera, que esté siempre (semper) en movimiento (in motu), en un permanente movimiento temporal (procesos) y espacial (desplazamientos) para buscar activamente a todos. A mediados del siglo XX surgió la expresión pastoral misionera, que se ha caracterizado por su oposición a la llamada pastoral conservadora, limitada a mantener lo existente mediante un pasivo esperar al que viene. Hay que pasar de la espera a la búsqueda.

“La conversión pastoral de nuestras comunidades exige que se pase de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera. Así será posible que el único programa del Evangelio siga introduciéndose en la historia de cada comunidad eclesial con nuevo ardor misionero, haciendo que la Iglesia se manifieste como una madre que sale al encuentro, una casa acogedora, una escuela permanente de comunión misionera” (A 370).

Sólo si la Iglesia ingresa en un permanente estado de conversión, renovación y evangelización, dejándose convertir, renovar y evangelizar por el Espíritu, puede ser una comunidad en estado de misión. Sólo una Ecclesia in statu conversionis o in statu renovationis puede ser una Ecclesia in statu missionis. La conversión pastoral es la renovación en y para una nueva evangelización misionera.69 La misión implica, entre otros elementos, el origen y el acto de envío, el encargo de llevar el mensaje, el traslado o movimiento para comunicarlo, el cumplimiento de la tarea asignada y el destinatario de esa misión. La Iglesia es enviada por Cristo, con su Espíritu, al mundo. Se inserta en la historia trinitaria de la misión, como enseña el Concilio (AG 2) en un texto citado por Aparecida.

69 Cf. V. SÁNCHEZ ESPINOZA, “El gran reto de la Misión Continental en América Latina”, en: PONTIFICIA COMISIÓN

PARA AMÉRICA LATINA , Aparecida 2007. Luces para América Latina, Roma, Vaticano, LEV, 2007, 275-294; M. DE

GASPERÍN GASPERÍN, “La exigencia de una conversión pastoral”, en: Aparecida 2007, 295-316; S. VALADEZ, “La conversión en la praxis pastoral, personal y comunitaria”, Medellín 134 (2008) 331-348.

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“’La Iglesia peregrinante es por naturaleza misionera’ (Ecclesia peregrinans natura sua missionaria est) porque toma su origen de la misión del Hijo y del Espíritu Santo, según el designio del Padre’ (AG 2). Por eso, el impulso misionero es fruto necesario de la vida que la Trinidad comunica a los discípulos” (A 347).

3. Aparecida impulsa un permanente movimiento misionero (motus missionis) que atraviese la evangelización. Eso implica pasar de una pastoral sedentaria y estática a otra abierta y extática para ir hacia todos y llegar a todos, lo que se verifica en la vocación, capacidad y urgencia por llegar a los últimos, a los olvidados que Dios nunca olvida “entre las casas de las periferias urbanas y del interior” (A 551). Hay que salir al encuentro de las personas, familias, comunidades y pueblos en los que Dios actúa para compartir la plenitud del encuentro con Cristo, porque “no podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos, sino urge acudir en todas las direcciones” (A 548). En base a esta orientación mueve una línea pastoral que se simboliza en la palabra periferia y está abierta a varios interlocutores urbanos del Evangelio: los pobres, sufrientes, alejados y migrantes. Aparecida habla de “la violencia común, sobre todo en la periferia de las grandes ciudades” (A 78); quiere llegar a “los habitantes de los centros urbanos y sus periferias, creyentes o no creyentes” (A 518) y hacer presente a la Iglesia “entre las casas de las periferias urbanas y del interior” (A 551). Por otra parte, si la nueva es “una pastoral misionera”, ¿por qué en los Lin no había una pregunta sobre los alejados? 4. El movimiento misionero debe atravesar todos los procesos pastorales. En el libro Dios vive en la ciudad muestro el dinamismo misionero para evangelizar la cultura urbana y suburbana. La pastoral urbana está llamada a concretar el proceso misionero, centrífugo, extático -no estático- que mueve a ir a todos. Si la nueva evangelización se caracteriza por tratar de llegar a los que se alejan, llama la atención que Lin nombra sólo una vez al alejamiento y no hace una pregunta sobre los alejados. En nuestras enormes parroquias latinoamericanas, “es inmenso el número de los alejados” (A 173). La lejanía implica una distancia donde ambas partes son corresponsables. Tiene muchas causas personales e históricas y cruza transversalmente los ambientes. La Iglesia debe salir al encuentro de los hombres de las ciudades y sus periferias para interpelarlos en el núcleo de su libertad personal y facilitar que se dejen atraer por la gracia de Jesucristo, sabiendo que Dios actúa en los corazones antes de que llegue el anuncio evangélico. El mensaje debe ir a los que se sienten más alejados para que puedan dejarse fascinar por el amor de Cristo (A 226d, 277). Requiere la voluntad de un acercamiento gratuito y de una cercanía cordial, tratando de llegar a todos sin excluir a nadie, porque la marginación religiosa y pastoral del pobre resulta ser la exclusión antievangélica e inhumana más hiriente. 5. Esta situación de ausencia, destrato y descuido se da en muchas periferias pobres de las grandes ciudades (A 179, 517, 550). Una pastoral misionera debería mover a la Iglesia a ir hacia los más alejados (A 199, 310) para reflejar el amor de Cristo que atrae a todos hacia sí, porque, como cen Benedicto XVI y Aparecida, “la misión no es proselitismo sino atracción” (A 159; cf. 268, 274, 277). La revitalización misionera de Aparecida no es una contraofensiva pastoral frente al éxodo de fieles hacia otros cultos y espiritualidades, ni una reconquista de la región para la tradición católica ante el auge de ciertas “sectas”, palabra que sólo aparece una vez (A 185). Los textos y el espíritu no avalan ningún proyecto de neo-cristiandad latinoamericana. Aparecida habla de la atracción por el testimonio del amor de Cristo y rechaza el proselitismo o el marketing, (Lin 5). La Iglesia bautiza a muchos hijos e hijas a los que luego no visita, ni acompaña, ni sigue, ni catequiza, ni socorre, y manifiesta su sorpresa de sentirse abandonada por ellos cuando, antes, los ha abandonado en el cuidado pastoral de su fe. Quiere acercarse a los bautizados para que redescubran el Fuego de Dios en el hogar materno. A nivel ecuménico propone diálogo y cooperación para “suscitar nuevas formas de discipulado y misión en comunión” (A 233) y fomenta “el diálogo intercultural, interreligioso y ecuménico” (A 95).

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6. La Iglesia está llamada a la conversión pastoral para formar una comunidad de amor que facilite a los hombres dejarse atraer por Cristo desde la cruz y por el Espíritu del Padre hacia su Hijo. Aparecida presenta una eclesiología teologal de comunión en el amor y una teología de la misión concebida como atracción de la gloria de Dios que brilla en el rostro del Crucificado - Resucitado. La asamblea sinodal podría pensar nuevos caminos para que la iglesia sea una comunidad atractiva por el amor (A 161).

“La Iglesia, como comunidad de amor (DCE 19), está llamada a reflejar la gloria del amor de Dios que, es comunión, y así atraer a las personas y a los pueblos hacia Cristo. En el ejercicio de la unidad querida por Jesús, los hombres y mujeres de nuestro tiempo se sienten convocados y recorren la hermosa aventura de la fe. ‘Que también ellos vivan unidos a nosotros para que el mundo crea’ (Jn 17, 21). La Iglesia crece no por proselitismo sino por ‘atracción’: como Cristo ‘a trae todo a sí’ con la fuerza de su amor. La Iglesia ‘atrae’ cuando vive en comunión, pues los discípulos de Jesús serán reconocidos si se aman los unos a los otros como Él nos amó (cf Rm 12, 4-13; Jn 13, 34)” (A 159).

3. Algunos posibles aportes de la Iglesia latinoamericana al Sinodo 2012 1. Una asamblea sinodal debe atender todos los escenarios geoculturales, en especial los más decisivos para el futuro de la fe cristiana, la Iglesia católica y la nueva evangelización.

Nombro cinco escenarios que conciernen directamente a América Latina en toda su unidad plural y que invitan a que nuestra Iglesia tenga rostro, voz y peso en la asamblea sinodal. a) El eje político-cultural del siglo XXI parece moverse del Atlántico hacia el Pacífico, donde se encuentran América y Asia; basta pensar en la reciente propuesta de una Asociación Transpacífica. b) El 65% del catolicismo mundial vive en América y casi un 45% en América Latina y el Caribe. c) El castellano es la primera lengua hablada en el catolicismo, la segunda en Occidente, la cuarta en el mundo. El orden de las lenguas vivas es: chino, indio, inglés, castellano, ruso, árabe, bengalí, portugués. Los latinoamericanos nos entendemos en español, portugués o portuñol. El 90% de los hispanohablantes vivimos en América, y casi un 95% de los lusohablantes viven solo en el Brasil. d) América Latina es la región con más alto índice de urbanización del planeta. Más de tres cuartas partes de sus habitantes viven en zonas urbanas (8 de cada 10), la mayoría en los barrios de suburbios. e) La comunión pastoral en nuestra Iglesia regional y los avances en la integración latinoamericana. 2. Los Lineamenta invitaban a los episcopados a examinar la situación de las iglesias particulares para implementar nuevas expresiones de la Buena Noticia y a preeguntarse: “¿Qué ejercicios de discernimiento histórico sería útil compartir en el seno de la catolicidad de la Iglesia?” (Lin 4). Seguramente, muchas respuestas están haciendo buenos aportes que deben ser asumidos en el iter sinodal. Lamentablemente, los Lineamenta privilegiaron el escenario de Europa occidental, que tiene un gran influjo en el resto de la Catholica por su peso histórico, su aporte evangelizador y su herencia cultural, pero que uno de los continentes directamente referidos a la nueva evanglización, junto con América. La fe es el don más grande que, en la primera evangelización, nos llegó a través de la Iglesia ibérica. Como católico latinoamericano agradecido, les pido a los hermanos europeos de hoy y de mañana, sobre todo a los españoles, que sigan viviendo con alegría la fe que ayer nos dieron. La herencia de la fe no es una reliquia del pasado, sino la fuerza de Dios que nos salva para construir el futuro. Al plantear nuevas figuras o modelos de ser Iglesia (Lin 9), nombraba a Occidente - Primer mundo y a las iglesias orientales, pero omitía a América Latina. Por otra parte, no hay en ese documento aportes de la Iglesia latinoamericana, como la piedad popular católica (salvo en un repaso de EN 48), la opción por los pobres, la evangelización liberadora, la pastoral urbana, la salida a los alejados, la descentralización y articulación de la pastoral parroquial, la participación de los laicos y laicas.

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3. ¿Cuál son los aportes específicos que puede hacer nuestra Iglesia a esta Asamblea sinodal? La Iglesia latinoamericana y caribeña tiene mucho que aportar al próximo Sínodo –como lo hizo en el Sínodo sobre la evangelización del mundo contemporáneo, en 1974- compartiendo su experiencia histórica, su reflexión pastoral y su espíritu misionero, volcados en el Documento de Aparecida. Nuestra figura eclesial es una auténtica novedad histórica. Surge de la primera evangelización y del del proceso de latinoamericanización realizado en la segunda mitad del siglo XX, animado por la Santa Sede y el CELAM. Este rasgo original muestra que nuestras iglesias y naciones están vinculadas por muchos factores comunes a nivel religioso, histórico, cultural, lingüístico, socioeconómico y geo-político. Puebla expresó esta fisonomía con una nueva autoconciencia histórica (DP 4-14, 232-237, 408-415). Casi 30 años después, Aparecida afianza el “rostro latinoamericano y caribeño de nuestra Iglesia” (A 100h) que, en 2007 formaba el 43% de los fieles del catolicismo actual (A 100a). Con sus luces y sombras, el Pueblo de Dios que peregrina en nuestro subcontinente está llamado a profundizar el arraigo cultural de su fe y la renovación evangélica de su/s cultura/s. Tiene una fuerte conciencia de su identidad y lo ha expresado en una incipiente reflexión teológica centrada en muchos temas, entre los que tuvieron mayor difusión las palabras Dios, Cristo, fe, vida, Pueblo de Dios, misión, pueblo, cultura, religión, pobres, liberación, amor y justicia, solidaridad. También lo manifiesta en sus valores pastorales propios, como son la riqueza de su piedad popular, el sentido de la liberación integral, la lucha por la dignidad humana, la fuerza de su opción por los pobres, la vitalidad de sus comunidades cristianas, su creatividad pastoral, el florecimiento de carismas, vocaciones y ministerios, su incipiente dinámica misionera, su promesa de salvaguardar la paz en la región. Sin embargo, debe avanzar mucho y siempre por el camino de la conversión y la renovación, reconociendo sus infidelidades al Evangelio y pidiendo la gracia de crecer en la santidad discipular y misionera. No me corresponde determinar todos los aportes, pero puedo compatir algunas aproximaciones. 4. El humanismo católico popular marca el núcleo religioso de la cultura latinoamericana. La persistencia de la piedad católica muestra que la forma de ser cristiano en el catolicismo popular es la más numerosa de América Latina y un componente de nuestra cultura suburbana (A 258-265).70 Dibuja, en gran medida, la fisonomía de nuestra mayor tradición cultural. En 2006, el catolicismo era la religión del 70% de la población de nuestros países. Cada año, casi el 80% de los católicos latinoamericanos peregrina a nuestros santuarios. Según Latinobarómetro, en 2010 la Iglesia católica ocupaba el segundo lugar en la credibilidad pública, después de los bomberos. En 2011, estaba en el primero. * La religión popular mayoritaria en América Latina es una expresión original de la fe católica. El rostro de la Virgen de Guadalupe y los rostros pacientes del Cristo de Esquipulas en Guatemala, el Señor de los Milagros de Lima y otros cristos simbolizan el mestizaje cultural y la evangelización inculturada. Para Benedicto XVI, “dos son las figuras que han hecho creer a los hombres en América Latina: por un lado, la Madre de Dios, y por el otro, el Dios que sufre, que sufre también en toda la violencia que ellos mismos han experimentado”.71 En 2011, el Papa volvió a destacar este tesoro escondido de la fe católica, por el que la fe se ha hecho carne y sangre. Entre sus valores destacó el sentido de pertenencia a la Iglesia. En su discurso a la plenaria de esta Comisión, dijo que ella “hace que nosotros mismos (los eclesiásticos) nos integremos plenamente en el Pueblo de Dios”.72

70 Sobre la “mística popular” cf. J. SEIBOLD, La mística popular, México, Buena Prensa, 2006. 71 BENEDICTO XVI, Luz del mundo. El Papa, la Iglesia y los signos de los tiempos, Barcelona, Herder, 2010, 172. 72 BENEDICTO XVI, “Piedad popular y nueva evangelización. Discurso a la asamblea plenaria de la Comisión

pontificia para América Latina”, L’Osservatore romano, 17/4/2011, 3; cf. PONTIFICIA COMISIÓN PARA AMÉRICA LATINA , La piedad popular en el proceso de evangelización de América Latina, Ciudad del Vaticano, LEV, 2011, 15.

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La Iglesia latinoamericana aportó a la revalorización teórica y práctica de la piedad popular. El texto de ‘religiosidad popular’ de Puebla es ya un clásico de lo que puede aportar América Latina a la Iglesia universal. Por eso lo citaron, en 1992, la Conferencia de Santo Domingo (SD 36) y el Catecismo de la Iglesia Católica (CCE 1674-1676), luego el Directorio sobre Piedad Popular y Liturgia (2001). * ¿Tendrá eco en el próximo Sínodo el aporte de Aparecida sobre la espiritualidad o mística popular? 5. Todo el pueblo bautizado está convocado a la santidad discipular y misionera. Aparecida destacó la raíz mística que nutre la espiritualidad católica del pueblo más pobre (A 262). El catolicismo sigue siendo la figura religiosa y cultural más común, si bien crecieron el pluralismo religioso, el evangelismo pentecostal, la espiritualidad arreligiosa, los sincretismos simbólicos y la secularización institucional. La encrucijada cultural marca una situación de urgencia pastoral que requiere más ardor misionero y una amplia catequización. La piedad católica debe ser asumida, purificada y potenciada como una forma activa con la cual el pueblo cristiano se evangeliza a sí mismo y cumple, con su propia modalidad, la vocación misionera de la Iglesia (A 264). * Aquí noto una sugestiva expresión de Mons. Rino Fisichella en el encuentro sobre nuevos evangelizadores, cuando se refiere a un cambio de orientación pastoral si se pasa de la “misión al pueblo” a un “pueblo en misión”.73 Este enfoque coincide con un punto clave de la pastoral popular latinoamericana: reconocer el potencial misionero de todo el pueblo bautizado como protagonista y no sólo como destinatario de la nueva evangelización. Puebla decía que hay que asumir la religiosidad de nuestro pueblo, no sólo como objeto de evangelización sino también, por estar ya evangelizada en alguna medida, como una fuerza activamente evangelizadora” (DP 396; 450).

“En el ambiente de secularización que viven nuestros pueblos, (la piedad popular) sigue siendo una poderosa confesión del Dios vivo que actúa en la historia y un canal de transmisión de la fe. […] El participar en manifestaciones de la piedad popular […] es en sí mismo un gesto evangelizador por el cual el pueblo cristiano se evangeliza a sí mismo y cumple la vocación misionera de la Iglesia” (A 264).

6. La opción preferencial por los pobres es otro rasgo de la Iglesia latinoamericana. Nuestra fe proclama que Jesucristo es el rostro humano de Dios y el rostro divino del hombre, y que los rostros de los hombres, sobre todo débiles, son rostros sufrientes de Cristo. Aparecida renovó la opción por los pobres desde la fe en Cristo (A 380-430). Donde está el pobre, está Jesucristo. Aquí venimos haciendo un aporte a la Iglesia universal en el Sínodo desde hace cuatro décadas, que quedó grabado cuando Juan Pablo II en 1984, dijo ante la Curia romana: “la opción por los pobres es

73 “Un primo ambito che tocca ognuno di noi è quello del risvegliare la consapevolezza di ogni battezzato a

prendere sul serio il suo battesimo. Probabilmente, la prima e vera sfida della nuova evangelizzazione parte dalla cosiddetta “pastorale ordinaria” là dove i credenti vivono e si raccolgono in comunità. La Diocesi permane il luogo privilegiato perché primo evangelizzatore è sempre il vescovo, forte dell’unum presbyterium che vive della comunione. Nella pluralità delle iniziative che ogni Chiesa particolare sperimenta, si dovrà trovare la forma perché l’intera comunità riscopra il suo essere evangelizzatrice. Il passaggio dalla“missione al popolo” a il “popolo in missione” deve far comprendere il cambiamento di prospettiva che muove la nuova evangelizzazione. Non possiamo permanere in una situazione di passività, abbiamo bisogno di esprimere al meglio un progetto che consenta alla comunità parrocchiale di essere essa stessa missionaria in quanto comunità presente nel territorio. Casa tra le case, la parrocchia permane come la struttura fondamentale della pastorale ordinaria, dove la vita sacramentale e la formazione, la testimonianza della carità e la trasmissione della fede costituiscono un tutt’uno che deve essere sostenuto da una responsabilità condivisa e partecipata” (R. FISICHELLA, 15/10/2011, en: http://www.nuovaevangelizzazione.net/index.php/documenti/29-la-sfida-della-nuova-evangelizzazione; sobre este punto, desde la pastoral popular latinoamericana, cf. E. BIANCHI, “El Sínodo sobre la Nueva Evangelización y la Iglesia latinoamericana”, Vida Pastoral 304 (2012) 8-14, 10).

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mi opción”. Los Lineamenta se referían a los pobres en del cuarto escenario, llamado económico (Lin 6), sin hacerse eco de que la mayor parte del catolicismo está en el sur del mundo. * Desde 1960 el producto bruto global creció 9 veces y la renta per capita promedio se triplicó, pero las desigualdades crecieron en forma escandalosa. El 20% más pobre percibe el 2% de la renta como, igual que en 1960, el 20% más rico duplicó su cuota del 30 al 60% del total. Si no me equivoco, en el último lustro, América Latina creció a un promedio de 4%. Disminuyó la pobreza del 44% en 2002 al 38% en 2007 y el 33% en 2009. Pero hay casi 200 millones de personas bajo la línea de la pobreza: 1 de 3 latinoamericanos es pobre y 1 de 8 sufre la pobreza extrema. Nuestra región no es la más pobre pero, en 2011, seguía siendo la más desigual del planeta, por debajo de Medio Oriente y el África subsahariana. En varios países, la mayoría de los chicos son pobres y la mayoría de los pobres son chicos. Según la UNICEF y CEPAL, en 2011 había 81 millones de chicos bajo la línea de pobreza. * Lo original de la Iglesia latinoamericana está en asumir que las cuestiones de la pobreza y la desigualdad no son sólo económicas sino éticas y teologales, porque tocan la fe en Jesucristo. El capítulo octavo de Aparecida confirma la opción preferencial e incluyente por los pobres y excluidos (A 380-430), cuyas raíces se remontan a Medellín, si bien la frase es una marca registrada de Puebla. Lo hace a partir de la opción amorosa del Dios que se hizo pobre en Jesucristo (2 Cor 8,9; A 392). Este fundamento fue expresado por Jesús al decir: “cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo” (Mt 25, 40). La presencia de Cristo entre los pobres permite profundizar en el misterio de Cristo débil y excluido. “A la luz del Evangelio reconocemos su inmensa dignidad y su valor sagrado a los ojos de Cristo, pobre como los pobres y excluido entre ellos” (A 398). * La cristología de Aparecida retoma las enseñanzas de Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI, porque “los rostros sufrientes de los pobres son rostros sufrientes de Cristo” (SD 178). Aquella expresión sintética arraiga en la parábola del juicio final (Mt 25,31-46) que, para Juan Pablo II es “una página de cristología” que “ilumina el misterio de Cristo” (NMI 49). Benedicto XVI enseñó que “Jesús se identifica con los pobres... en el más humilde encontramos a Jesús mismo y en Jesús encontramos a Dios” (DCE 15). Aparecida incluye, entre los “rostros sufrientes de Cristo que nos duelen”, a quienes viven en la calle, migrantes, enfermos, droga-dependientes, y encarcelados (A 407-430). 7. La Iglesia universal y latinoamericana llama a un nuevo entusiasmo evangelizador. Pablo VI presenta una espiritualidad evangelizadora, obra del Espíritu Santo (EN 75) que anima hábitos y sentimientos interiores que impulsan desde dentro la acción pastoral (EN 76-80).74 Entre esas actitudes evangélicas y evangelizadoras destaca el fervor del amor que nutre “la dulce alegría de evangelizar” (EN 80). Juan Pablo II alienta un nuevo ardor que anime a los nuevos evangelizadores. En 1992, en el Centro de Espiritualidad Santa Catalina de Siena de Buenos Aires, organicé el curso: Una nueva espiritualidad para la nueva evangelización. Expuse actitudes que dibujan el perfil del nuevo evangelizador: el testimonio de una experiencia de Dios; la espiritualidad de comunión, diálogo y solidaridad; la contemplación en la acción pastoral; el discernimiento orante de los signos de los tiempos; un nuevo ardor evangelizador; la sabiduría de la cruz; la misericordia pastoral. Sigo convencido que los nuevos tiempos requieren nuevos evangelizadores con nuevas actitudes en un proceso de conversión permanente y formación continuada. Esto compromete a los laicos (ChL 3, 64) y, sobre todo, a los presbíteros, porque es necesario que “la nueva evangelización tenga en los sacerdotes sus primeros ‘nuevos evangelizadores’” (PDV 2). Me alegró el hecho de que el nuevo Consejo Pontificio organizó en octubre pasado el encuentro: Nuevos evangelizadores para la nueva evangelización.

74 EN 74: “las actitudes interiores que deben animar a los obreros de la evangelización”; cf. G. RODRÍGUEZ

MELGAREJO, “¿Una mística de la evangelización?”, Teología 49 (1987) 59-93. En esa línea RMi 87-91, DP 1294-1310, LPNE 33-36.

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8. Toda la pastoral ordinaria debe ser radicalmente misionera atravesada por lo primero y principal: proclamar y testimoniar a Dios-Amor y el amor corpóreo de Dios en la cruz de Cristo. Los Lineamenta invitaban a asumir el primer anuncio para formular nuevos discursos acerca de Dios desde el interior de la vida humana y urbana (Lin 7-8). La Iglesia existe para “dar testimonio, de una manera sencilla y directa, de Dios revelado por Jesucristo mediante el Espíritu Santo” (EN 26). La misión nunca podrá responder a todas las necesidades pero siempre tendrá que proclamar la feliz noticia de que Dios es la eterna comunión de amor entre el Padre, el Hijo y el Espíritu. Cristo y la Trinidad son el único y doble centro bipolar de la fe cristiana y la nueva evangelización. Para el Directorio Catequístico General, la fe cristiana se estructura como un cristocentrismo trinitario (DCG 99-100). El Pueblo de Dios expresa esta fe en la profesión litúrgica del Credo, el Símbolo de la Fe, cuyo contenido es trinitario y cristocéntrico. También la manifiesta de forma sencilla y profunda cuando se hace la señal de la cruz. En el momento en que la palabra invoca al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, el gesto confiesa a Cristo que nos salva en la cruz pascual. Sugiero una línea pastoral que me parece decisiva para la nueva evangelización europea y americana: enseñar a hacer el gesto y comunicar el contenido de la señal de la cruz como un acto religioso católico significativo y, también, como el símbolo cultural más expresivo del cristianismo.75 Esto implica asumir, potenciar y resignificar el valor religioso, sacramental y afectivo de hacer la señal de la cruz y pedir la bendición para las personas y objetos, lo que se está incorporando en la pastoral ordinaria. * La centralidad de Dios y el primado de la gracia en una pastoral misionera se pueden concentrar en esta consigna teologal: ayudar a hacer con fe en el corazón, y traducir con amor en la vida, la señal de la cruz, el centro simbólico del cristocentrismo trinitario, mariano y católico. Ave Crux spes unica. 9. El símbolo de la cruz del Dios-Hombre invita a pensar la cruz hermenéutica de la fecundación recíproca entre la fe teologal y la razón humana desde la sabiduría cristiana y católica. Hoy, la religiosidad irracional que cae en el fideísmo es la otra cara de la racionalidad irreligiosa que cae en el racionalismo. La separación entre fe y razón es el núcleo del divorcio entre Evangelio y cultura (EN 20). En la modernidad posmoderna, la increencia y la irracionalidad perjudican a la fe y la razón. La encíclica Fides et ratio trazó la génesis de la tragedia de la fe separada de la razón (seiunctae a ratione fidei tragoedia) con su correlato, una filosofía separada de la fe (FR 45-48). La teología debe revitalizar la razón iluminada por la fe y la fe en la razón ante los desafíos cruzados del fideísmo fundamentalista y el racionalismo secularista que llevan a una fe sin razón y una razón sin fe. Hay que pensar en armonía la razón y la fe, porque el vacío teológico y filosófico deja lugar a pietismos fundamentalistas y racionalismos laicistas. Hay que ejercitar la racionalidad de la fe y la teología –la ratio fidei- en la escucha y el diálogo con otras formas de ejercicio de la razón humana, en especial la racionalidad filosófica, histórica, jurídica, antropológica y política.76 La búsqueda de un reencuentro requiere la racionalidad sapiencial de la fe, abierta a una modernidad equilibrada, que respete tanto la gratuidad de lo teologal como la secularidad de lo creatural y lo cultural, justifique la capacidad de la razón en diálogo con la fe cristiana y con las religiones no cristianas. Hay que propugnar la apertura mental y el discernimiento espiritual para pensar en armonía la razón y la fe, porque el vacío teológico deja lugar a pietismos providencialistas y racionalismos inmanentistas. Una consigna es clara: “a la parresía de la fe debe corresponder la audacia de la razón” (FR 48).

75 Cf. GALLI , Dios vive en la ciudad, 308-331. 76

Cf. J. LADRIÈRE, La foi chrétienne et le destin de la raison, Paris, Cerf, 2004, 101, 134-135.

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10. La elevación del hombre a la dignidad filial se revela en la relación entre pensamiento y amor. La vinculación entre el Logos y el Ágape tiene una larga historia en el pensamiento de Joseph Ratzinger y reaparece en su magisterio pontificio desde la encíclica Deus caritas est hasta la enseñanza social de Caritas in veritate. La centralidad, unidad y novedad del amor destacada en su primera encíclica, junto con la dimensión social de la caridad en la verdad desarrollada en la tercera, muestran la profunda conexión, arraigada en las tradiciones joánica y paulina, entre el Verbum y la Caritas. El cristianismo es la fe en el Dios que es Logos (Jn 1,1) y Ágape (1 Jn 4,16), la religión del Verbo que se hizo carne en Cristo (Jn 1,14) y derrama el Espíritu de Amor en el corazón (Rm 5,5). El Dios revelado en Jesucristo es el Pensamiento amoroso y el Amor inteligente, ho Logos ho agapôn y Agape logiké, un Pensar que incluye el amor y un Amar fundado en la razón. El Principio buscado por la filosofía teológica y el Dios encarnado pensado por la teología cristiana convergen en el Logos que es Ágape. Si bien he estudiado este tema,77 pronto volveré a dirigir la mirada a Cristo como el Verbo que se hizo historia, nos amó con un corazón humano hasta la cruz y dignificó nuestra humanidad con su resurrección. El despliegue de las dimensiones trinitarias, cristológicas y antropológicas del nexo Logos - Ágape lleva a concebir al hombre como un ser personal que piensa amando y ama pensando. 11. Intensificar una nueva espiritualidad pastoral centrada en los lenguajes de la esperanza, la belleza y la alegría del Evangelio. Aparecida invita a una renovada mística misionera que comparta el don del encuentro con Cristo “por un desborde de alegría y gratitud” (A 14). Una pastoral misionera simboliza la belleza de la comunión con la Trinidad y la alegría de la vida teologal, porque el encuentro con Cristo “es lo mejor que nos ha ocurrido en la vida” (A 29). La pastoral misionera para la nueva evangelización comparte el Evangelio como un feliz sí de Dios al hombre y muestra que la fe en Jesús, Dios con rostro humano y urbano, genera alegría desde adentro y es el mejor antídoto contra el cansancio de creer, esperar y amar.78 El anteúltimo número de Aparecida recita la invitación a la alegría de evangelizar que hizo Pablo VI.

“Recobremos el fervor espiritual. Conservemos la dulce y confortadora alegría de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lágrimas. Hagámoslo con un ímpetu interior que nadie ni nada pueda extinguir. Sea ésta la mayor alegría de nuestras vidas entregadas… la alegría de Cristo (EN 80). Recobremos el valor y la audacia apostólicos” (A 552).

12. La conciencia histórica vive el pasado como espacio de experiencia y memoria, el presente como ámbito de iniciativa y acción, y el futuro como horizonte de esperanza y proyecto. Hay que imaginar el futuro con una hermenéutica de la esperanza y, en el caso del teólogo, con un pensar testimonial, argumentativo y dialogal dispuesto a dar razón de la esperanza en Dios-Amor (cf. 1 Pe 3,15; 1 Jn 4,8), bajo la forma de una interpretativa spei en Dios y en el hombre. * Los discípulos misioneros de Cristo tenemos la misión de comunicar la feliz noticia del Dios-Amor que nos salva en la cruz pascual. Apostar por comunicar ese bien, difícil pero posible, requiere el don de la esperanza. La santidad y la evangelización sólo pueden ser alcanzadas por la unión del libre esfuerzo del hombre con y bajo la gracia del Dios providente y redentor. ¿Cómo podía un pequeño barquito llegar a buen puerto, recorriendo largas distancias y atravesando mares embravecidos por el viento y las olas? Un adagio latino dice: velis remisque. Con las velas y los remos. La Iglesia es la

77 Cf. C. M. GALLI , “Dios como Logos y Agape en Joseph Ratzinger - Benedicto XVI, en diálogo con Juan Pablo II”,

en: V. M. FERNÁNDEZ; C. M. GALLI (dirs.), Eros y Agape. Comentario a “Dios es amor”, San Pablo, Buenos Aires, 2008, 9-43.

78 BENEDICTO XVI, “Un nuevo modo de ser cristiano. Discurso a la Curia Romana”, 22/12/2011, L’Osservatore romano 25/12/2011, 3-4; cf. también la Carta Apostólica Porta fidei, Buenos Aires, Ágape Libros, 2011, ns. 2, 4, 13.

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barca de Pedro conducida por el Salvador del mundo para salir con audacia, no el arca de Noé para salvarse del mundo en actitud temerosa. Como Pedro, confiando en su Señor (Lc 5,5), se lanza a navegar mar adentro en el océano de la ciudad para echar las redes en la evangelización de los barrios, procurar una pesca abundante para el Reino y llegar al puerto escatológico por la unión del esfuerzo de los brazos, que mueven los remos, y la fuerza del Soplo de Dios, que empuja las velas. Juan Pablo II actualizó la consigna de Jesús a Simón y sus compañeros (Lc 5,6): ¡Navega mar adentro! Esta metáfora también fue empleada por Aparecida al convocar al estado permanente de misión:

“Llevemos nuestras naves mar adentro, con el soplo potente del Espíritu Santo, sin miedo a las tormentas, seguros de que la Providencia de Dios nos deparará grandes sorpresas” (A 551).

Conclusión: la nueva evangelización misionera en y desde un continente esencialmente mariano. * El Espíritu Santo y María están unidos en el comienzo del Evangelio en la Encarnación y en el inicio de la evangelización en Pentecostés. El Espíritu fue llamado por Pablo VI “el agente principal de la evangelización” (EN 75) y por Juan Pablo II “el agente principal de la nueva evangelización” (TMA 45). María fue nombrada por Pablo VI “la estrella de la evangelización siempre renovada” (EN 82) y por Juan Pablo II “la estrella de la primera y de la nueva evangelización” (DISD 31). Con Pablo VI, Puebla reconoció a la Virgen de Guadalupe (DP 282, 446) como “estrella de la evangelización” (DP 303); con Juan Pablo II, Santo Domingo llamó a la madre de nuestro Continente “estrella de la primera y de la nueva evangelización” (SD 15); con el Sínodo de Obispos para América, Juan Pablo II la invocó como “Patrona de toda América y estrella de la primera y de la nueva evangelización” (EIA 11). * Aparecida interpretó la historia pastoral pasada, presente y futura desde el acontecimiento/ símbolo de Pentecostés y la acción del Espíritu en María de Guadalupe para gestar un pueblo nuevo en Cristo.

“María es la gran misionera, continuadora de la misión de su Hijo y formadora de misioneros. Ella, así como dio a luz al Salvador del mundo, trajo el Evangelio a nuestra América. En el acontecimiento guadalupano presidió, junto al humilde Juan Diego, el Pentecostés que nos abrió a los dones del Espíritu. Desde entonces, son incontables las comunidades que encontraron en ella la inspiración más cercana para aprender cómo ser discípulos y misioneros de Jesús. Con gozo constatamos que se ha hecho parte del caminar de cada uno de nuestros pueblos, entrando profundamente en el tejido de su historia y acogiendo los rasgos más nobles y significativos de su gente (A 269).

* En 1717, unos humildes pescadores estuvieron días sin pescar en el río Paraíba, en el centro – sur del Brasil. Amenazados por el hambre y el temor, lanzaron sus redes día y noche, sin éxito. De repente, en una de las redes apareció la pequeña imagen de una Virgen negra. Luego se produjo una abundante pesca milagrosa que dio de comer a sus pobres familias y a toda la comunidad. La fe del pueblo percibió un signo de la providencia de Dios y de la protección de Nuestra Señora Aparecida. La ternura, la belleza y la alegría del amor de Dios en Cristo se muestran en el rostro de María, Madre de Dios. Desde 1530, en la colina del Tepeyac en México, el rostro mestizo y aindiado de la Virgen de Guadalupe lleva a su pueblo en la pupila de sus ojos y lo cobija en el hueco maternal de su manto. Desde el río Paraíba, el rostro negro de la Señora Aparecida invita a echar las redes para acercar a Jesús, “el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14,6), quien nos da “Vida en abundancia” (Jn 10,10).

“(Nuestros pueblos)... también encuentran la ternura y el amor de Dios en el rostro de María. En ella ven reflejado el mensaje esencial del Evangelio. Nuestra Madre

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querida, desde el santuario de Guadalupe, hace sentir a sus hijos más pequeños que ellos están en el hueco de su manto. Ahora, desde Aparecida, los invita a echar las redes en el mundo, para sacar del anonimato a los que están sumergidos en el olvido y acercarlos a la luz de la fe. Ella, reuniendo a los hijos, integra a nuestros pueblos en torno a Jesucristo” (A 265).

La nueva evangelización debe inspirar una pastoral misionera en y para todos los pueblos en el nuevo milenio. Que el Espíritu Santo y la Virgen Madre de Guadalupe nos ayuden para que el Verbo de Dios, Jesucristo, se haga corazón, carne y sangre en la vida de nuestros pueblos. ¡Muchas gracias!