La Objetividad. Miquel Rodrigo Alsina

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Miquel Rodrigo Alsina La objetividad El concepto de la objetividad periodística, a pesar de las múltiples críticas que ha recibido, sigue siendo uno de los elementos clave para comprender la ideología que sostiene el modelo liberal de la prensa. Sin embargo, hay que apuntar que el concepto de objetividad no ha sido inmutable a lo largo de la historia de la prensa (véase, Schudson, M., 1978). Como observa Carey (1980, pág. 26), "el reportaje objetivo se convirtió en el fetiche del periodismo americano en el período de la rápida industrialización". Pero en los años sesenta, ya se empezó a criticar el concepto de objetividad basándose fundamentalmente en la manipulación de la información y en los condicionamientos diversos que la misma sufría. Este tipo de crítica ha durado hasta nuestros días. Básicamente se parte del principio de la objetividad como un bien alcanzable, un desideratum, pero de difícil acceso por una serie de causas. 1. Críticas a la objetividad periodística Por un lado están los que señalan que la ausencia de objetividad no es imputable a los periodistas o a los propios medios de comunicación, sino a otras razones: el acontecimiento excepcional oculta la regularidad y lo efímero se potencia sobre lo duradero; la fragmentación acentúa, exagerándola, la objetiva variedad y pluralidad de posiciones estableciendo una recomposición ficticia con la primacía del sistema político; l efecto de verdad de esta no verdad producida por los mass media es fuerte porque están encubiertos la mayoría de los mecanismos de producción. Así pues, para Bechelloni (1982, pág. 37-38), el problema de la objetividad periodística no está en que los medios de comunicación dan una versión subjetiva de la realidad, sino que es el propio modelo liberal-burgués de la prensa el que limita la objetividad. Por otro lado también se considera la falta de objetividad como causa, precisamente, no tanto del modelo en general del sistema informativo, como de la producción específica de la noticia, y en la actividad, en concreto, de los periodistas. Kline (1982), en un análisis que realiza de varios telediarios británicos, canadienses y norteamericanos, establece cuatro tipos de sesgos: El sesgo de contenido, en el que se viene a reflejar la orientación general de un medio de comunicación. Se puede apreciar cómo interpreta los acontecimientos, asignándoles valores y determinando la cantidad y cualidad de la cobertura y su prioridad. El sesgo de las fuentes. Se da en la elección de una fuente que se pronuncia y habla de un acontecimiento. Este sesgo se da fundamentalmente en la utilización de especialistas que interpretarán los acontecimientos. El sesgo temático. El periodista adopta un pattern narrativo, un ángulo para explicar el acontecimiento en los términos de un pattern cultural institucionalizado socialmente. Explicando un acontecimiento, para hacerlo comprensible, el periodista inscribe el acontecimiento en un pattern familiar del conocimiento humano. El sesgo retórico se da en la organización de los materiales brutos de una noticia por razonamientos por inferencia, o poniendo en relación distintos aspectos de un acontecimiento. En el contexto de un reportaje se dan conclusiones, predicciones sobre las consecuencias, análisis de las causas o motivaciones ofrecidas por los periodistas o por sus fuentes. En concreto, el sesgo retórico se da en la utilización de la opinión, el contexto emocional, la atribución de causas, el tono apreciativo, la coordinación de imagen-comentario. Una de las conclusiones a las que llega Kline (1982, pág. 155) en su estudio es especialmente relevante: "La tradición periodística de cada país parece poseer su propia versión de una

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Miquel Rodrigo Alsina

La objetividad

El concepto de la objetividad periodística, a pesar de las múltiples críticas que ha recibido, sigue

siendo uno de los elementos clave para comprender la ideología que sostiene el modelo liberal de

la prensa. Sin embargo, hay que apuntar que el concepto de objetividad no ha sido inmutable a lo

largo de la historia de la prensa (véase, Schudson, M., 1978).

Como observa Carey (1980, pág. 26), "el reportaje objetivo se convirtió en el fetiche del

periodismo americano en el período de la rápida industrialización". Pero en los años sesenta, ya se

empezó a criticar el concepto de objetividad basándose fundamentalmente en la manipulación de la

información y en los condicionamientos diversos que la misma sufría. Este tipo de crítica ha

durado hasta nuestros días. Básicamente se parte del principio de la objetividad como un bien

alcanzable, un desideratum, pero de difícil acceso por una serie de causas.

1. Críticas a la objetividad periodística

Por un lado están los que señalan que la ausencia de objetividad no es imputable a los periodistas o

a los propios medios de comunicación, sino a otras razones:

el acontecimiento excepcional oculta la regularidad y lo efímero se potencia sobre lo duradero;

la fragmentación acentúa, exagerándola, la objetiva variedad y pluralidad de posiciones

estableciendo una recomposición ficticia con la primacía del sistema político;

l efecto de verdad de esta no verdad producida por los mass media es fuerte porque están

encubiertos la mayoría de los mecanismos de producción.

Así pues, para Bechelloni (1982, pág. 37-38), el problema de la objetividad periodística no está en

que los medios de comunicación dan una versión subjetiva de la realidad, sino que es el propio

modelo liberal-burgués de la prensa el que limita la objetividad.

Por otro lado también se considera la falta de objetividad como causa, precisamente, no tanto del

modelo en general del sistema informativo, como de la producción específica de la noticia, y en la

actividad, en concreto, de los periodistas. Kline (1982), en un análisis que realiza de varios

telediarios británicos, canadienses y norteamericanos, establece cuatro tipos de sesgos:

El sesgo de contenido, en el que se viene a reflejar la orientación general de un medio de

comunicación. Se puede apreciar cómo interpreta los acontecimientos, asignándoles valores y

determinando la cantidad y cualidad de la cobertura y su prioridad.

El sesgo de las fuentes. Se da en la elección de una fuente que se pronuncia y habla de un

acontecimiento. Este sesgo se da fundamentalmente en la utilización de especialistas que

interpretarán los acontecimientos.

El sesgo temático. El periodista adopta un pattern narrativo, un ángulo para explicar el

acontecimiento en los términos de un pattern cultural institucionalizado socialmente. Explicando

un acontecimiento, para hacerlo comprensible, el periodista inscribe el acontecimiento en un

pattern familiar del conocimiento humano.

El sesgo retórico se da en la organización de los materiales brutos de una noticia por

razonamientos por inferencia, o poniendo en relación distintos aspectos de un acontecimiento. En

el contexto de un reportaje se dan conclusiones, predicciones sobre las consecuencias, análisis de

las causas o motivaciones ofrecidas por los periodistas o por sus fuentes. En concreto, el sesgo

retórico se da en la utilización de la opinión, el contexto emocional, la atribución de causas, el tono

apreciativo, la coordinación de imagen-comentario.

Una de las conclusiones a las que llega Kline (1982, pág. 155) en su estudio es especialmente

relevante: "La tradición periodística de cada país parece poseer su propia versión de una

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imparcialidad que sostiene el ámbito de la expresión de las noticias y de la expresividad de sus

reportajes."

Es decir, que no sólo el concepto de objetividad sufre una variación temporal (en las distintas

épocas) sino también espacial (en los distintos países). Esto me inclina a puntualizar ya

anticipadamente la inexistencia de un único concepto de objetividad. La objetividad es un

concepto social distinto según sean las culturas estudiadas.

2. Crisis de la objetividad periodística

Un fenómeno periodístico genuinamente americano que ha puesto precisamente en crisis en los

años 70 el propio concepto de objetividad es el denominado "nuevo periodismo". Este es

periodismo mucho más subjetivo. En la estructura narrativa lo anecdótico se convierte en el

leitmotiv, se invierte la pirámide de la noticia. Aumenta el interés por los hechos pequeños en

lugar de los grandes acontecimientos. Lo cotidiano se abre camino en el objeto de interés

periodístico. La imaginación recobra importancia periodística. Hay utilización tanto de la realidad

como de la ficción. El producto final suelen ser reportajes fragmentados en su estructura, y con una

gran intencionalidad literaria.

Ante esta subjetivización narcisista de lo real, Marletti (1983, pág. 210) señala que no es fácil

establecer cuáles serán los contornos posibles del modelo de construcción de la realidad que a

través de los media, hoy en día, se está gestando. Apunta como hipótesis que el imperativo de una

mayor selectividad y diferenciación de la información impondrá criterios de relevancia mucho más

sofisticados y técnicas mucho más refinadas de valoración del producto comunicativo.

Pero no sólo la corriente del nuevo periodismo ha puesto en crisis la distinción entre ficción y

realidad. Los periodistas empiezan a contar hechos en los que no estuvieron presentes como si

asistieran a ellos. Un ejemplo ilustrativo de este fenómeno son los libros que de forma novelada

pretenden describir sucesos históricos. Por ejemplo, el libro Golpe mortal. Asesinato de Carrero y

agonía del f ranquismo realizado por un equipo de investigación del diario El País, formado por los

periodistas Ismael Fuentes, Javier García y Joaquín Prieto.

Aparecen también reportajes falsos. El 28 de septiembre de 1980 apareció publicado en el

Washington Post la historia de la vida de un niño negro drogadicto: "Jimmy's World". La historia

tuvo una fuerte repercusión en la sociedad americana, llegando a conmover a la opinión pública.

Finalmente, obtuvo el premio Pulitzer de periodismo. La historia era inventada como se

dedemostró posteriormente.

Como es de suponer, este hecho rompió la relación fiduciaria establecida con los lectores; la

credibilidad de la prensa sufrió enormemente. El New York Times escribió con relación al affaire:

"Cuando un periódico de prestigio miente, envenena la colectividad, porque los artículos de los

otros periódicos se tornan sospechosos. El lector que se siente impresionado por lo extraordinario

de la noticia se siente autorizado a valorarla como sospechosa."

Sin embargo, y esto es importante a la hora de contextualizar socialmente la construcción de la

realidad, Marletti (1983, pág. 217) señala que en Italia no se dio la misma reacción que en EE.UU.

En Italia algo se valoriza, aunque sea falso, si existen condiciones difíciles de falsificación. Como

dice un conocido proverbio italiano, "si non é vero é bene trovato". Hay que tener en cuenta, por

consiguiente, que la construcción social de la realidad difícilmente será universal.

3. La objetividad como ritual estratégico

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En lo que atañe a la producción de la información, Marletti (1983, pág. 218) recoge la paradoja

funcional que se construye sobre el rol de la profesión periodística: por un lado, ésta es una

profesión cognoscitiva que requiere la máxima especialidad en la narración directa y sin

mediaciones de lo que se considera la "realidad", los acontecimientos, etc. Pero, por otra parte, la

organización misma de esta especialidad, orientada a la "realidad", inevitablemente conduce a la

creación de un ambiente funcional, "artificial" y "separado": el pequeño mundo de las redacciones

(newsroom), la relación con los colegas...

De hecho, en todas las profesiones organizadas se da este fenómeno, que la sociología

funcionalista lo describe como goal displacement y que puede analizarse en términos de

retroalimentación y de funcionamiento autorreflexivo. Así, esta relación entre el microambiente

muy seleccionado con sus reglas y el mundo exterior puede producir un efecto de abstracción y de

irrealidad constante. Se crea una especie de "idealismo periodístico" (Marletti, C., 1983, pág. 220).

Empero, el discurso del objetivismo va a tomar unas características de singular importancia.

Tuchman (1980b) analiza el concepto de la objetividad periodística como ritual estratégico. Es

curioso constatar cómo se da cierta mala conciencia (Demers, F., 1982) entre los periodistas sobre

su propio trabajo y la posible falta de objetividad en el mismo.

Tuchman reconoce la existencia de tres factores que condicionan el concepto de objetividad que

tiene el periodista: a) la forma de la noticia, b) las relaciones en el interior de la organización, c)

los contenidos de las noticias.

Hay multitud de acontecimientos que ponen en dificultades a los periodistas: "el periodista debe

dudar de los hechos comprobando las fuentes, pero algunos de los hechos deben ser simplemente

aceptados como "verdaderos"" (Tuchman, G., 1980b, pág. 188). Ante esta situación los periodistas

establecen una serie de estrategias para sostener la objetividad de su narración y también contra la

censura y la crítica de los jefes. Las estrategias se concretan en cuatro procedimientos (Tuchman,

G., 1980b, pág. 188 y sigs.):

Presentar la posibilidad de contrastar la pretendida verdad, señalando claramente las fuentes.

Presentación de pruebas suplementarias ulteriores que reafirmen un hecho. Se puede hacer un

acopio de afirmaciones por el periodista sobre unos hechos comprobados.

El uso de las comillas. Se pone el texto en boca de otro. Supone un distanciamiento del periodista,

con lo que no es el periodista el que está haciendo una afirmación de la verdad. Por otro lado se

puede afirmar que se da el uso de la cita para apoyar hipótesis personales, presentándolas como

sacadas de la lógica "natural" de los acontecimientos.

Estructuración de la información de una forma adecuada. Es decir, se presentan en primer lugar los

hechos esenciales.

Separación de la información de la opinión, los hechos de los comentarios.

"Parece que los procedimientos periodísticos que se manifiestan como características formales de

los periódicos son, en realidad, la estrategia a través de la cual los periodistas se protegen de las

críticas y reivindican el carácter objetivo de su profesión", así pues Tuchman (1980b, pág. 200)

señala también que "no hay una clara relación entre los fines perseguidos (objetividad) y los

medios empleados (el procedimiento periodístico)", ya que mediante los procedimientos antes

señalados:

invitan a una recepción selectiva,

refuerzan erróneamente la convicción de que los "hechos hablan por sí mismos",

estos procedimientos están desacreditados y son un modo de introducir la opinión del periodista,

dependen de la línea política de una particular organización periodística,

despistan a los lectores haciéndoles creer que el "análisis de la noticia" es importante y definitorio.

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En definitiva, para Tuchman (1980b, pág. 202), "la objetividad está referida a los procedimientos

de rutina que pueden ser considerados como características formales [...] que protegen a los

profesionales de errores y críticas. Destaca el hecho de que el término "objetividad" se utiliza

como ritual estratégico de defensa".

Esta concepción de la objetividad, o mejor de su funcionalidad en el seno de las organizaciones

informativas, si bien es interesante, quizá no dé cuenta de todos los elementos que intervienen. En

este sentido Trinchieri (1977b, pág. 94) señala que Tuchman no intenta dar cuenta de las relaciones

entre el sentido común y la concepción que el periodista tiene del propio público, de las específicas

demandas de la organización, de las relaciones que se establecen con las fuentes y de la posición

del periodista en la jerarquía redaccional, su status y rol.

Por su parte, Grossi (1981, pág. 80 y sigs.) a partir del estudio de los casos excepcionales critica

las conclusiones establecidas por Tuchman: la profesión periodística no puede ser descrita

simplemente como rituales estratégicos que sirven para reafirmar lo existente, el status quo, por los

motivos siguientes:

Es tautológico y aporético al mismo tiempo ver en los esquemas colectivos de socialización un

factor de integración, y por eso de dominio. Esta equivalencia entre integración y dominio es poco

probable, aunque tanto en la concepción del trabajo periodístico y, en general en la concepción

cultural del determinismo socioeconómico, se asuma frente a la teoría de la construcción social. La

diferencia fundamental entre estas dos concepciones consiste, en primer lugar, en el peso asignado

al componente subjetivo-pasivo en el primer caso, y socialmente reflexivo en el segundo, todo ello,

por otro lado, en la diversa concepción de la linearidad o complejidad de los procesos sociales de

producción simbólica.

Estoy de acuerdo con Grossi en que se puede estudiar el concepto de objetividad y de

profesionalidad periodística no sólo como legitimante de la actuación. Pero hay que convenir que

ésta es, sin ningún género de dudas, una faceta de singular importancia.

4. Propuestas para una objetividad periodística

Podemos señalar la existencia de cierto discurso marxista sobre la objetividad (Taufic, C., 1976,

págs. 202-205). Se parte del principio de que la realidad existe de forma objetiva, independiente

del sujeto. Pero no siempre el reflejo de la realidad que recoge la prensa es verdadero o fiel.

Además hay que distinguir entre objetividad y neutralidad. Mientras la primera es deseable, la

segunda no es ni tan siquiera posible.

El concepto capitalista es que la objetividad propugna la descripción de los principales hechos

desconectados de las relaciones de clase en que se dan. Una objetividad así concebida no es

objetiva. "Pero aquí reside uno de los grandes trucos de la prensa capitalista: aislando

determinados hechos reales en sus noticias, cortando las raíces que los afirman en toda la realidad,

prohibiéndoles a sus reporteros pronunciarse sobre ellos, la dirección del diario puede después

darles la interpretación subjetiva que quiera en la página editorial, amparada por la bandera pirata

de que "los hechos son sagrados; el comentario es libre"" (Taufic, C., 1976, pág. 203). Se da un

reflejo falseado de la realidad. Además, la auténtica objetividad no es ni neutral ni imparcial.

Responderé a esta concepción de la objetividad con palabras de Gouldner (1978, pág. 73): "El

objetivismo es un discurso que carece de carácter reflexivo; enfoca unilateralmente el "objeto",

pero oculta al "sujeto" hablante para quien es un objeto; así, el objetivismo ignora el modo en que

el objeto mencionado depende, en parte, del lenguaje en que es mencionado, y varía de carácter

según el lenguaje o la teoría usados." Asimismo distingue (ibíd., pág. 73) dos formas de

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objetivismo que vienen a corresponder a dos tipos de ideología: "Uno de ellos es el "objetivismo

idealista", que subraya las bases lógicas, intelectuales o lingüísticas del discurso, y

simultáneamente da por sentado el fundamento "material" o sociológico del hablante. La segunda

es el "objetivismo materialista", cuya atención se concentra en el basamento sociológico del

hablante, pero oculta la naturaleza del discurso como fundado en el lenguaje, o teoría, y

dependiente de él."

En definitiva, "el objetivismo es una patología de la cognición que supone el silencio sobre el

hablante, sobre sus intereses y sus deseos, y sobre cómo se sitúan éstos socialmente y se mantienen

estructuralmente" (Gouldner, A. W., 1978, pág. 78).

A pesar de las críticas que se han hecho al concepto de "objetividad", sin embargo muchos autores

buscan aún en el campo de la comunicación de masas una salida a la situación que provoca la

crisis del concepto. Se trata de una especie de búsqueda de la "buena" objetividad para su

aplicación a la producción de la realidad informativa. Veamos algunas de estas posturas.

Umberto Eco en un importante artículo: "Obbiettivitá dell'informazione: il dibattuto teorico e la

trasformazione della societá italiana" reduce la problemática de la objetividad a dos afirmaciones

aparentemente contradictorias: i. La objetividad es una ilusión, ii. Se puede ser objetivo.

El umbral mínimo de la objetividad sería distinguir y separar la noticia del comentario; recordemos

que la máxima fundamental del periódico liberal es "la noticia es sagrada, el comentario es libre".

Eco (1979, pág. 19 y sigs.) recoge 4 factores que han incidido en el tema de la objetividad en los

años setenta. Hay que tener en cuenta que Umberto Eco hace explícita referencia al caso italiano.

Sin embargo, algunos de los factores son extrapolables a otros países. Los 4 factores son:

La presión de las masas. En los años setenta se da. un gran crecimiento de la participación popular

y una inimaginable transformación de las costumbres. A pesar de su localización geográfica en

Francia, el mayo del 68 supuso grandes cambios (Morin, E., 1975) en la sociedad europea. En este

contexto la audiencia se torna más exigente con relación a los mismos medios que deben adaptarse

a estas nuevas exigencias. Eco (1979, pág. 19) dice que "de la práctica real de la lectura del

periódico en la escuela (si no en todas, sí en muchas) ha nacido un público más exigente". En

España, recientemente, se empieza a generalizar la utilización del periódico en la escuela como

instrumento didáctico.

La concurrencia de la información alternativa. Aparecen periódicos alternativos en medio de la

industria de la información. Esta circunstancia es determinante, ya que la competitividad entre los

distintos medios hace que si uno no da la información, la dé el otro con el posible aumento de

audiencia por su parte. Esto se puede apreciar con bastante claridad en la problemática del black

out. En el campo de la comunicación aparece como un tema determinante: el de la

contrainformación. Recordemos que en el primer número de la revista Versus (septiembre, 1971)

el tema de discusión del mismo fue "Contre-information et communication de masse".

La toma de conciencia de los periodistas. El propio Eco señala que este factor no tiene paralelo en

otros países. De esta toma de conciencia se aclarará al público que un periódico no es un lugar

monolítico donde una sola voluntad administra una sola verdad. Hay que señalar que en Italia la

discusión sobre el papel del periodista ha sido muy amplia (Wolf, M., 1985).

La producción del hecho-noticia. Para Eco éste es un problema que ha madurado en los últimos

tiempos, pero que ha cambiado la ideología del periodismo y de la noticia. Nos encontramos ante

la producción de mensajes por medio de mensajes. "Con el nacimiento de los grandes circuitos de

información, gesto simbólico y transmisión de la noticia se han convertido en hermanos gemelos:

la industria de la noticia necesita gestos excepcionales y los publica, y los productores de gestos

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excepcionales tienen necesidad de la industria de la noticia para dar sentido a su acción" (Eco, U.,

1979, pág. 23).

Pero en la propia industria de la información se sigue manteniendo la ideología tradicional según la

cual "existe una fuente de la noticia, que es un dato de la realidad independiente; después la

información, que está al servicio fiel de la realidad objetiva, transforma los hechos, a los que

accedió a través de la fuente, en mensajes y los distribuye a los destinatarios" (Eco, U., 1979, pág.

26). Sin embargo, sigue Eco, la fuente no está hecha de realidad objetiva independiente, sino que

se hace siempre de otros mensajes. El periodista que parece que explique un hecho, en realidad lo

que hace es explicar el testimonio de un presunto hecho. Nos podemos encontrar pues ante la

producción de noticias por medio de noticias, que producirá, según Eco (1979, pág. 27), una

"situación de idealismo objetivo". Nos encontramos ante una serie de hechos que son producidos

precisamente para ser noticias, por ejemplo ciertos actos terroristas. Ante estos hechos la prensa

debe tomar partido, buscar las motivaciones, desvelar lo oculto, interpretar el valor simbólico...

Ante los mismos la noción de objetividad entra en crisis. "Frente a un hecho-noticia la objetividad

consiste en asumir la responsabilidad de no ser objetivos, de manifestar la propia posición. Cosa

que se hace también con las noticias "tranquilas", pero sin decirlo" (Eco, U., 1979, pág. 28).

En este mismo sentido Bechelloni propugna un nuevo modelo de información que gire en torno a

la interpretación. "Por interpretación se debe entender la capacidad de distinguir entre los hechos

relevantes desde el punto de vista no de la ideología de la noticia sino del desarrollo objetivo"

(Bechelloni, G., 1978, pág. 178). Se trata pues de contextualizar la información en una cadena de

acontecimientos precedentes y paralelos. Es decir, se trata de construir una nueva "objetividad" ya

que como sigue afirmando Bechelloni (1978, pág. 177), "renunciar a la posibilidad de un

periodismo objetivo significa negar los fundamentos del mismo periodismo que, a pesar de todas

sus deformaciones, ha tenido del principio al final una saludable tensión hacia la verdad, la

objetividad". Es decir, para Bechelloni la objetividad no existe como tal, pero sí se da una

tendencia hacia ella. "La objetividad es un concepto ideal-típico, como tal no existe, pero su

presencia es reconocible: una tensión permanente hacia la verdad" (ibíd., pág. 178).

Esto nos llevaría a situar prácticamente la objetividad como un problema de voluntad del

individuo. Como afirma Marletti (1982, pág. 190) la objetividad "es el resultado que sólo se puede

conseguir gracias a un preciso empeño profesional, a la comprensión de los hechos y a la

evolución tendencial de los mismos, en la relación entre la experiencia y la memoria colectiva".

Marletti se aproxima más a la postura que sostengo ya que recoge el carácter cultural y social de lo

que se denomina objetividad.

Por su parte, Umberto Eco propone como solución transitoria a la problemática de la objetividad

"saber construir por la información un continuo discurso crítico sobre la propia modalidad,

reflexión sobre las condiciones ficticias y reales de la objetividad, análisis de la noticia en cuanto

tal, reconocimiento explícito de los casos en que la noticia previene de hechos y en aquellos en que

ésta habla de otras noticias". Postula Eco la necesidad de una información objetiva y completa.

"Completa no significa dar todos los hechos, sino dar todos los hechos y todos los comentarios,

comprendidos aquellos que desenmascaran la falsa naturaleza del hecho, de muchos hechos

aparentes" (Eco, U., 1979, pág. 32-33). ¿Nos encontramos, acaso, ante la objetividad por

acumulación?

Llegados a este punto me parece interesante distinguir, por un lado, lo que es la objetividad y, por

otro, qué función social cumple. Respecto al primer punto, me sumo a la afirmación de Bechelloni

(1978, pág. 178): "La objetividad, en su versión liberal-burguesa, es un mito, una mentira subjetiva

travestida". Pero en esta misma sociedad "los medios informativos son el lugar donde las

sociedades industriales producen nuestra verdad" (Veron, E., 1981, pág. 8). Aunque los mass

media no son los únicos aparatos productores de verdad en nuestra sociedad, sí son el más

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importante. Así el periodista se convierte en "una de las principales figuras sociales encargadas de

aquello que podríamos llamar "la certificación institucional de la verdad"" (Marletti, C., 1982, pág.

196).

Me parece muy esclarecedor al respecto la postura de Edgar Morin: "No hay una receta para la

objetividad, el único recurso es la toma de conciencia permanente de la relación

observadorfenómeno, es decir la autocrítica permanente", porque no hay que olvidar que no sólo el

observador modifica con su mirada lo observado sino que también "la mirada del investigador es

modificada por el fenómeno observado" (Morin, E., 1975, pág. 36). "El discurso nace de la

cooperación, de la combinación entre ecosistema y perceptor" (Morin, E., 1975, pág. 248).

5. La función cognoscitiva del periodista

Hay que distinguir el concepto de objetividad entre los periodistas y los científicos sociales. Me

parece imprescindible el deslindar claramente las dos funciones cognoscitivas. Sin embargo, en

ocasiones se equipara el periodista a un intelectual. Evidentemente, como apunta Grossi (1981,

págs. 83-84), los periodistas deben poseer un bagaje cultural que les permita recontextualizar la

información recibida. En los casos excepcionales esta competencia se concreta en la cultura

política que le permite atribuir el valor político al hecho.

En cualquier caso puede aceptarse que un periodista debe tener una amplia base cultural.

Recordemos que el problema de la identidad de los intelectuales nace del paso del antiguo régimen

a la sociedad industrial burguesa. En la sociedad postindustrial se empieza a dibujar el paso del

ideólogo al especialista. Frente a esta especialización se mantendría todavía el carácter universal

del saber periodístico. Es lo que Foucault (1981, pág. 138 y sigs.) distinguía entre "intelectual

específico" (sería el especialista) y el "intelectual universal".

Pero una cosa es el background, y otra es su actividad cognoscitiva. Es en esta última donde se

debe apreciar la objetividad que el propio discurso periodístico suele reclamar de forma insistente.

La mayoría de los periodistas definen su actividad a partir de la objetividad. En una interesante

investigación, Phillips (1977) sugiere que los periodistas tienen hábitos mentales, actitudes y

características personales que están estructurados alrededor del ideal de la objetividad periodística.

Por otro lado, como nos recuerdan Weaver y Mc Combs (1980), en la tradición intelectual del

periodismo y de las ciencias sociales hay desde un punto de vista histórico similitudes y

diferencias.

Evidentemente ambos intentan describir la realidad, pero sus actividades son distintas. En primer

lugar, podríamos describir toda actividad cognoscitiva como la relación entre un sujeto

cognoscente y el objeto conocido. Esta relación cognoscitiva se basa en la propiedad de las cosas

del mundo exterior de ser inteligibles y la capacidad de su conocimiento por el hombre. A este

nivel, indudablemente se pueden equiparar ambos comportamientos cognoscitivos.

Pero la función periodística se basa, en principio, en la selección de acontecimientos que se

consideran periodísticamente importantes. El científico pretende descubrir nuevos conocimientos,

leyes hasta cierto punto universales. La ciencia busca lo general, el periodismo lo singular. Por

ejemplo, en el estudio de la violencia los mass media centrarían su interés en experiencias

individuales con las que el público pudiera identificarse rápidamente. La ciencia toma las

experiencias individuales como casos. El periodista ve un número muy pequeño de casos que

describe en los mínimos detalles. Casos en ocasiones poco significativos pero curiosos. Si el

periodista toma un número mayor de actos de violencia, sería lo que se denomina una "ola de

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violencia", y suele generalizar a través de estadísticas e incluso interpretar, a través de editoriales,

estos datos. Nos encontraríamos así ante el montaje de una ola de violencia (Fishman, M., 1983).

En cierta medida podríamos ver la similitud entre el periodismo y los métodos científicos. Ambos

pretenden describir la realidad, parten de una base empírica y manifiestan profesar una actitud de

objetividad. Pero ¿hasta qué punto el propio conocimiento científico es objetivo?

Para Sierra Bravo (1984, págs. 64-70) la objetividad no sólo depende del objeto y del sujeto, sino

también del proceso de producción del conocimiento. Reflexión que me parece esencial para

diferenciar la ciencia del periodismo, ya que se da un proceso de producción distinto.

Volviendo al conocimiento científico, por lo que respecta a las ciencias sociales, Sierra Bravo

(1984), recoge los siguientes obstáculos epistemológicos, según afecten el objeto, el sujeto y el

proceso de conocimiento. Con relación al objeto hay que señalar que lo social es una realidad muy

diversa, compleja, cambiante y sensible. El sujeto cognoscente, por su parte, forma parte del objeto

conocido, porque es parte integrante del mismo. De forma que el distanciamiento necesario en la

investigación científica se hace más difícil. Por lo que respecta al proceso de conocimiento

debemos señalar varias circunstancias de interés. En primer lugar es precisamente en este

procedimiento, como ya he dicho, donde se da la diferencia fundamental entre periodismo y

ciencia. En segundo lugar, hay que recordar lo que señalaba Piaget (1979, pág. 71):

"Recíprocamente, el sociólogo modifica los hechos que observa", al igual que Edgar Morin (1975),

pág. 36). En tercer lugar, tampoco el procedimiento científico garantiza la objetividad absoluta.

Tengamos en cuenta que difícilmente los investigadores dan cuenta de todas las dimensiones de un

fenómeno. Normalmente se centran en un aspecto del mismo que se considera de interés. Es decir,

que el conocimiento científico es selectivo. Hay que asumir también la posibilidad de errores en

los análisis científicos. En definitiva, hay que asumir que el procedimiento científico no asegura

tampoco la objetividad absoluta.

Por último, con pretensión simplemente comprobatoria, quiero recordar la problemática que se da

en las ciencias sociales en la conflictiva relación entre la ciencia y la ideología, con especial

incidencia en el papel del lenguaje (véase Adam Schaff [1969] y [1976], Clifford Geertz [1976] y

Olivier Resoul [1980]).

Así pues, si en el propio conocimiento científico se descubren obstáculos para conseguir la

objetividad, en el ámbito del periodismo estos obstáculos deberían reconocerse como aún mayores.

Sin embargo el periodismo se reclama a sí mismo como un modo de conocimiento objetivo,

utilizando una serie de falacias periodísticas, como apunta Tankard (1976, pág. 51), en su

aproximación a la realidad social. Estas falacias son:

Generalizar a partir de una muestra no representativa.

Abuso o mal uso del concepto "fortuito", del azar, cuando, de hecho, estamos ante una realidad

seleccionada.

Utilización de encuestas hechas al "hombre de la calle".

Se hacen inferencias causales no válidas.

Se asume el hecho de que porque algunos casos preceden al acontecimiento son causa del

acontecimiento. El post hoc, ergo propter hoc es una falacia.

Además, hay que tener en cuenta que la comparación entre sociólogos y periodistas es engañosa,

porque llevan a cabo actividades diferentes. El sociólogo es un pensador que puede plantearse los

problemas epistemológicos de su propio trabajo. El periodista se podría decir que es un hombre de

acción que debe producir un discurso con las limitaciones del sistema productivo en el que está

inserto.

Page 9: La Objetividad. Miquel Rodrigo Alsina

Con relación al periodista, Tuchman (1980b) señala: "Este último debe tomar decisiones

inmediatas a propósito de la validez, de la importancia y de la "verdad", para afrontar los

problemas que le pone la propia naturaleza de su trabajo, es decir elaborar la información

denominada noticia: producto de consumo deteriorable construido cada día. La elaboración de la

noticia no deja tiempo para hacer una reflexión epistemológica."

Sin embargo, también hay que constatar que los periodistas suelen interpretar la descripción de su

elaboración productiva como un ataque a su profesionalidad, cuando en realidad simplemente es la

descripción de su comportamiento.

Además hay que señalar que periodistas y sociólogos tienen una perspectiva distinta ante las

noticias. Golding (1981, págs. 66-67) nos recuerda que los periodistas están interesados por los

acontecimientos a corto plazo, por toda la problemática de la manipulación deliberada de las

noticias y por el efecto inmediato de la información en el público. El sociólogo está más interesado

por los acontecimientos a largo plazo, por las rutinas informativas y la producción de la noticia y

por la influencia acumulativa de la información.

Golding (1981, pág. 67) establece el siguiente cuadro:

A corto término A largo término

Deliberada A. Sesgo campañas B. Política

propaganda

No deliberada C. Sesgo inconsciente

estructuras inferenciales

efectos voluntarios D. Ideología

conocimiento de la audiencia

Los periodistas están interesados por el punto A y ocasionalmente por el B. Los sociólogos se

interesan por el C y más recientemente por el D.

Como puede apreciarse, periodistas y sociólogos tienen perspectivas distintas, por ello tiene poco

sentido comparar las dos actividades que implican procesos de conocimientos distintos.

Sin embargo, no está de más insistir en el rol social que cumple el. periodismo como transmisor de

un cierto tipo de saber. El periodista es el enlace del conocimiento de políticos, filósofos y

científicos con el ciudadano. El periodista tiene un rol social institucionalizado y legitimado en la

transmisión del saber cotidiano y como traductor del saber de los especialistas para el gran público.