La oración

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LA ORACION Dios nos habla a través de toda la Biblia sobre la importancia de la oración. La vida espiritual del creyente y su crecimiento en el Señor dependen en gran medida del hábito de la oración. Todo cristiano debe estar bien consciente de que "su vida está escondida con Cristo en Dios (Colosenses 3:3).

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LA ORACION

Dios nos habla a través de toda la Biblia sobre la importancia de la oración.

La vida espiritual del creyente y su crecimiento en el Señor dependen en gran medida del hábito de la oración. Todo cristiano debe estar bien consciente de que "su vida está escondida con Cristo en Dios (Colosenses 3:3).

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También debe saber que hay que pedir en oración y recibir de arriba cada día lo que necesita. Además tiene que aprender a renovar y fortalecer continuamente su comunión con el Padre y con el Señor Jesucristo.

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Sólo cuando se conserva esa relación y amistad personal con el Dios vivo se puede encontrar bendición genuina y abundante

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I. DEFINICIÓN DE LA ORACIÓN En primera instancia, orar es hablar con Dios.

Orar es pedir (Mateo 7:7). Es establecer comunión con el Padre por

medio de su Hijo Jesucristo Juan 14: 13-14). Es la forma que Dios ha provisto para que sus

hijos se comuniquen con El. Nuestra relación con Dios debe estar fundada

sobre las bases de una completa confianza y obediencia. Como hijos debemos acercamos a nuestro Padre celestial con amor y gratitud.

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I. DEFINICIÓN DE LA ORACIÓN☺ Nuestra oración

debe ser una expresión de absoluta confianza sabiendo que El nos oye (1 Juan 5: 14,15).

☺ La oración es más que palabras pronunciadas con la boca; es la actitud y expresión del corazón hacia Dios.

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II. El modelo bíblico de la oración Para bendición de todos los

creyentes y especialmente los recién convertidos. la Palabra de Dios presenta un claro y sencillo procedimiento para la oración eficaz. la oración que Jesús les enseñó a sus discípulos, mejor conocida como "El Padre Nuestro", es el mejor modelo (Mateo 6:9-13).

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II. El modelo bíblico de la oración l. la oración eficaz empieza siempre con

alabanza y adoración (Salmo 103: 1; Mateo 6:9).

En esta oración, Jesús indica que toda oración debe ser dirigida al Padre e iniciarse con una alabanza: "Santificado sea tu nombre". El Salmo 103 es un ejemplo: el salmista empieza su plegaria con la exclamación "bendice alma mía a Jehová y bendiga todo mi ser su santo nombre" (Salmo 103: 1).

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II. El modelo bíblico de la oración 2. En segundo lugar debe haber una

genuina confesión a Dios. Esta es la manera de ponemos a cuentas con Dios cuando alguna falta nuestra haya interrumpido nuestra relación con El (1 Juan 1:9).

3. En la tercera fase de la oración eficaz van nuestras peticiones delante de Dios (Mateo 7:7,8). Nuestra vida natural es una interminable cadena de necesidades. En la mayoría de los casos no sabemos ni podemos suplir esas necesidades por cuenta propia. Pero el Padre nuestro que está en los cielos sabe y puede ayudamos siempre. "porque todas las cosas son posibles para Dios" (Marcos 10:27). Dios sabe de qué cosas tenemos necesidad, pero se complace en escuchar nuestras peticiones

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II. El modelo bíblico de la oración 4. Un cuarto aspecto de la oración cristiana

es la intercesión. Interceder es rogar por otros. El cristiano no puede ser egoísta. En sus

oraciones igual que en los demás aspectos de su vida, debe primero pensar en los demás.

Todo buen creyente se interesa en las necesidades ajenas y las presenta ante el trono de la gracia. Sin duda, a nuestro derredor hay familiares y vecinos enfermos, pobres afligidos y sin Cristo en su corazón por quienes debemos interceder delante del Señor.

Es más, el cristiano también tiene que interceder con amor por sus enemigos, si los tuviera. El Señor dijo: "Orad por los que os ultrajan y os persiguen" (Mateo 5:44).

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II. El modelo bíblico de la oración5. El último paso

de la oración ejemplar es dar gracias a Dios por sus bendiciones, presentes y futuras (Efesios 5:20).

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III. Condiciones de la oración eficaz

Santiago afirma que "la oración eficaz del justo puede mucho" (Santiago 5: 16). Pero sus efectos poderosos sólo se dan cuando la misma reúne una serie de condiciones:

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III. Condiciones de la oración eficazo En primer lugar, la oración debe

ser definida y específica. Hay que orar a Dios por una cosa específica y esperar una respuesta definida. Pero dicha petición debe hacerse de acuerdo a su voluntad. Dios sabe lo que mejor nos conviene. El puede poner en nuestro corazón la necesidad de orar por una persona no salva. En tal caso, debemos mencionar el nombre de tal persona en nuestra oración. La oración definida e incesante por dicho individuo será escuchada y contestada por el Señor y lo salvará. Mt. 21:22 y 1 Juan 5: 16.

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III. Condiciones de la oración eficaz En segundo lugar, la oración

debe estar impregnada de fe y confianza. Hebreos 11:6 dice que "sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan". Jesús mismo prometió a los suyos: "Todo lo que pidieres en oración, creyendo, lo recibiréis" (Mateo 21:22).

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III. Condiciones de la oración eficaz La oración debe hacerse

con una actitud de humildad. Una forma de orar es de rodillas, con lo cual se demuestra humildad delante de Dios (Isaías 57: 15). Pero estar de rodillas no es el todo; es necesario que junto con esa postura haya también una actitud de humildad en el corazón. Un ejemplo de esto lo hallamos en el caso de la oración del fariseo y el publicano (Lucas 18:10-14; 2 Crónicas 7:14)

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III. Condiciones de la oración eficaz La oración debe ser hecha con

perseverancia. La perseverancia es una cualidad no muy común con relación a la oración. Por eso Jesús hizo énfasis en la necesidad de ella por lo menos en dos de sus parábolas (Lucas 11:5-8; 18:I-8). No hay otro aspecto en la vida cristiana en el cual se flaquee con tanta facilidad como en la oración.

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IV. Conclusión Nada mejor que concluir esta sección sobre la oración

con las alentadoras palabras que dicen: "Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura" (He 10: 19-22).

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