La Organización Internacional del Trabajo (OIT reconoce ...

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La Organización Internacional del Trabajo (OIT) reconoce que la pandemia de la COVID-19 ha expuesto las deficiencias de los mercados laborales actuales. La doctora Pozos recuerda que “el mundo laboral se encuentra en una crisis que comenzó en los años 70. En esa época, los capitalistas, frente a la incapacidad para producir más plusvalor y obtener más ganancias, decidieron ‘reorganizar’ el proceso de trabajo, trasladando los costos a la clase trabajadora. Fue así que impulsaron medidas como los empleos precarios, la flexibilización laboral y el recorte de los derechos laborales que habían logrado los trabajadores, tales como pensiones, aguinaldo, vacaciones pagadas, servicios médicos, seguros de desempleo y estabilidad laboral”. Esa vulnerabilidad creciente quedó revelada por la pandemia. “La Organización de las Naciones Unidas reconoce que el problema del mercado laboral no sólo es la población sin empleo; también la que sí está empleada, pero que está en condiciones de subempleo y, por lo tanto, está dispuesta a emplearse en un segundo trabajo.” Se habla de subempleo cuando las personas, generalmente pobres, se ven obligadas a realizar acvidades económicas que no son muy producvas y proporcionan escasos ingresos. Puede ser que trabajen de empo completo, pero a cambio de un salario extremadamente bajo o que estén empleados por un empo (aunque deseen trabajar más), entre otras circunstancias. Frente a esta situación, la OIT recomienda a los países proteger a los trabajadores en sus espacios laborales; esmular la economía y el empleo; y sostener los puestos de trabajo y los ingresos. En crisis antes de la pandemia A ntes de la invención de la moneda y del surgimiento del comercio, los grupos humanos se organizaron para producir los insumos necesarios que garanzaran su supervivencia. Mediante el trueque se abastecían de aquello que no producían; por ejemplo, intercambiaban alimentos por vesdos o por instrumentos de trabajo. En la actualidad, la mayoría recurrimos a los mercados y a las endas para comprar todo lo que necesitamos. El sustento de millones de personas depende por completo de su salario; en parcular en las grandes ciudades, donde la población dicilmente podría culvar huertos para producir sus alimentos. En este escenario, “un desempleado es práccamente un condenado a muerte porque, sin salario, no tendrá acceso a los insumos básicos o por lo menos no de forma regular y no de la mejor calidad”, advierte la doctora Patricia Pozos, integrante del Centro de Análisis de Coyuntura Económica, Políca y Social de la Facultad de Economía de la UNAM. La vulnerabilidad de los trabajadores se incrementa en situaciones de emergencia, como la pandemia de la COVID-19, que ha implicado frenar la acvidad económica. En México 56.2 % de los trabajadores laboran en el sector informal y no enen forma de mantener un salario durante una conngencia sanitaria. Además, este grupo de personas no cuenta con servicios médicos. La pandemia “dejó ver la desprotección en la que se encuentra una gran parte de la clase trabajadora”, señala la especialista. “Según datos de marzo y abril de la Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo (ETOE, 2020) la población económicamente acva (43.4 millones) es menor que la población económicamente no acva (50.2 millones). Algo inédito en la historia del mercado laboral en México.” Países como Argentina, Brasil, Colombia y Estados Unidos pueden dar cobertura de desempleo a menos de un tercio de los desempleados, mientras que naciones como Canadá y Chile ofrecen un beneficio para dos terceras partes de las personas que pierden sus empleos. México es parte de un grupo de 105 países que no contemplan, a nivel federal, ninguna protección para sus desempleados. La Ciudad de México es la única del país que cuenta con un programa social para apoyarlos. Durante la emergencia sanitaria han surgido algunas estrategias para apoyar a personas que perdieron su empleo formal; pero se trata de programas temporales y sólo están disponibles en algunas ciudades. En 2019, había en el mundo aproximadamente 188 millones de desempleados. En ese mismo año se contabilizaban otros 165 millones de personas con empleo, pero que deseaban trabajar más horas pagadas. Además, había 120 millones de personas que, sin considerarse desempleados, estaban marginados del mercado laboral y esperaban encontrar empleo en el futuro. En total se trataba de 473 millones de personas sin los ingresos necesarios para sostener su vida. Estas cifras son previas a la pandemia. Sin embargo, la OIT estima un aumento de 13 millones (que podría llegar a 25 millones) de desempleados a causa de la COVID-19. La crisis del mundo laboral Director General: Dr. César A. Domínguez Pérez Tejada; edición: Andrés Fernández; coordinación de información: Claudia Juárez; coordinación de diseño: Jareni Ayala; distribución: Cristina Martínez y Liliana Morán; soporte web: Aram Pichardo © 2020 DGDC-UNAM Texto: Naix'ieli Castillo; diseño: Jareni Ayala; imágenes Shutterstock.com Escríbenos a [email protected] o llámanos en la CDMX al 55 5622 7303 Busca más información en www.ciencia.unam.mx La Prensa y la UNAM presentan el quehacer de los científicos al alcance de nuestros lectores www.unamiradaalaciencia.unam.mx AÑO XVI Núm. 785 TODOS LOS MARTES La UNAM presenta el quehacer de los científicos al alcance de nuestros lectores www.unamiradaalaciencia.unam.mx

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La Organización Internacional del Trabajo (OIT) reconoce que la pandemia de la COVID-19 ha expuesto

las de�ciencias de los mercados laborales actuales.

La doctora Pozos recuerda que “el mundo laboral se encuentra en una crisis que comenzó en los años 70. En esa época, los capitalistas, frente a la incapacidad para producir más plusvalor y obtener más ganancias, decidieron ‘reorganizar’ el proceso de trabajo, trasladando los costos a la clase trabajadora. Fue así que impulsaron medidas como los empleos precarios, la �exibilización laboral y el recorte de los derechos laborales que habían logrado los trabajadores, tales como pensiones, aguinaldo, vacaciones pagadas, servicios médicos, seguros de desempleo y estabilidad laboral”.

Esa vulnerabilidad creciente quedó revelada por la pandemia. “La Organización de las Naciones Unidas reconoce que el problema del mercado laboral no sólo es la población sin empleo; también la que sí está empleada, pero que está en condiciones de subempleo y, por lo tanto, está dispuesta a emplearse en un

segundo trabajo.”

Se habla de subempleo cuando las personas, generalmente pobres, se ven obligadas a

realizar ac�vidades económicas que no son muy produc�vas y proporcionan

escasos ingresos. Puede ser que trabajen de �empo completo, pero a cambio de un salario extremadamente bajo o que estén empleados por un

�empo (aunque deseen trabajar más), entre otras circunstancias.

Frente a esta situación, la OIT recomienda a los países proteger

a los trabajadores en sus espacios laborales; es�mular

la economía y el empleo; y sostener los puestos de trabajo y los ingresos.

En crisis antes de la pandemiaA ntes de la invención de la moneda y del surgimiento del comercio, los grupos humanos se organizaron

para producir los insumos necesarios que garan�zaran su supervivencia. Mediante el trueque se abastecían de aquello que no producían; por ejemplo, intercambiaban alimentos por ves�dos o por instrumentos de trabajo. En la actualidad, la mayoría recurrimos a los mercados y a las �endas para comprar todo lo que necesitamos.

El sustento de millones de personas depende por completo de su salario; en par�cular en las grandes ciudades, donde la población di�cilmente podría cul�var huertos para producir sus alimentos.

En este escenario, “un desempleado es prác�camente un condenado a muerte porque, sin salario, no tendrá acceso a los insumos básicos o por lo menos no de forma regular y no de la mejor calidad”, advierte la doctora Patricia Pozos, integrante del Centro de Análisis de Coyuntura Económica, Polí�ca y Social de la Facultad de Economía de la UNAM.

La vulnerabilidad de los trabajadores se incrementa en situaciones de emergencia, como la pandemia de la COVID-19, que ha implicado frenar la ac�vidad económica. En México 56.2 % de los trabajadores laboran en el sector informal y no �enen forma de mantener un salario durante una con�ngencia sanitaria. Además, este grupo de personas no cuenta con servicios médicos.

La pandemia “dejó ver la desprotección en la que se encuentra una gran parte de la clase trabajadora”, señala la especialista. “Según datos de marzo y abril de la Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo (ETOE, 2020) la población económicamente ac�va (43.4 millones) es menor que la población económicamente no ac�va (50.2 millones). Algo inédito en la historia del mercado laboral en México.”

Países como Argentina, Brasil, Colombia y Estados Unidos pueden dar cobertura de desempleo a menos de un tercio de los desempleados, mientras que naciones como Canadá y Chile ofrecen un bene�cio para dos terceras partes de las personas que pierden sus empleos.

México es parte de un grupo de 105 países que no contemplan, a nivel federal, ninguna protección para sus desempleados. La Ciudad de México es la única del país que cuenta con un programa social para apoyarlos.

Durante la emergencia sanitaria han surgido algunas estrategias para apoyar a personas que perdieron su empleo formal; pero se trata de programas temporales y sólo están disponibles en algunas ciudades.

En 2019, había en el mundo aproximadamente 188 millones de desempleados. En ese mismo año se contabilizaban otros 165 millones de personas con empleo, pero que deseaban trabajar más horas pagadas. Además, había 120 millones de personas que, sin considerarse desempleados, estaban marginados del mercado laboral y esperaban encontrar empleo en el futuro. En total se trataba de 473 millones de personas sin los ingresos necesarios para sostener su vida. Estas cifras son previas a la pandemia. Sin embargo, la OIT estima un aumento de 13 millones (que podría llegar a 25 millones) de desempleados a causa de la COVID-19.

La crisis del mundo laboral

Director General: Dr. César A. Domínguez Pérez Tejada; edición: Andrés Fernández; coordinación de información: Claudia Juárez; coordinación de diseño: Jareni Ayala; distribución: Cristina Martínez y Liliana Morán; soporte web: Aram Pichardo © 2020 DGDC-UNAM

Texto: Naix'ieli Castillo; diseño: Jareni Ayala; imágenes Shutterstock.com

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