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La oscura fuerza de esta novela deStephenKing es un «Plymouth» de1958llamadoChristine.Unsupervivientedeuntiempoenquelagasolinaerabaratayloscuentakilómetrossecalibrabanparaseñalarmásde200km/h; una época en la que el rock and roll dominaba Estados Unidos.Arnie Cunningham está determinado a conseguir Christine a cualquierprecio.Mientras trabajaen lacasidesesperanzadatareaderestaurarlo,el coche da muestras de una terrible vida propia. ¿O es sólo suimaginación? Dennis, su amigo, sigue creyéndolo así, pero la gentemuereenlasoscurascallesyavenidasdeLibertyville.YllegaelmomentoenqueDennisyanoniegalaaterradoraverdad:Christineestáviva…

StephenKing

Christine

ePUBv1.1Arma_X13.05.12

Títulooriginal:Christine

©1983,StephenKing

©1983,AdolfoMartín,porlatraducción

AGeorgeRomeroyChrisForrestRomeroYalBurg.

NOTADELAUTORLascancionescitadasenestelibrofiguranatribuidasalcantante(ocantantes,

ogrupo)máscomúnmenterelacionadosconellas.Talvezofendaestoalpurista,queconsideraquelaletradeunacanciónpertenecemásalautorquealcantante.Loqueustedhahecho,podríaalegarelpurista,escomoadscribir lasobrasdeMarkTwain aHalHolbrook.Noestoyde acuerdo.En elmundode la canciónpopular,escomodicenlos«RollingStones»:elcantante,nolacanción.Ylesdoylasgraciasa todosellos,muyespecialmenteaChuckBerry,BruceSpringsteen,BrianWilson…y JeanBerry, de «Jan andDean».Él sí venía de laCurva delMuerto.

Obtener el permiso legal necesario para utilizar letras de canciones no estareafácil,yquisieramanifestarmiagradecimientoaalgunasdelaspersonasquemeayudaronarecordarlascancionesymeaseguraronluegoquenohabíaningúninconvenienteenutilizarlas.Figuranentreellas:DaveMarsh,críticoehistoriadorde rock; JamesFeury,quemeceen sus ritmosamipequeñaciudada travésde«WACZ»; su hermano Pat Feury, que organiza festivales en Portland; DebbieGeller; PatriciaDunning y PeteBatchelder.Gracias a todos,muchachos, y quevuestros viejos discos de los Coasters nunca se comben tanto que no podáisponerlos.

S.K.

PRÓLOGOPodría decirse que esta es la historia de un triangulo de amantes, Arnie

Cunningham, Leigh Cabot y, naturalmente,Christine. Pero quede claro que fueChristinequienprimeroestuvoallí.FueelprimeramordeArnie,y,aunquenome atreviera a asegurarlo (ni aun desde las cumbres de sabiduría que healcanzadoenmisveintidósaños),creoquefuesuúnicoamorverdadero.Poresollamotragediaaloquesucedió.

Arnie y yo crecimos juntos en elmismo barrio, fuimos juntos a la EscuelaElementaldeAndrewsyalaEscuelaMediadeDerbyyjuntosestuvimosdespuésenlaEscuelaSuperiordeLibertyville.Supongoqueyofuilaprincipalrazóndeque a Arnie no lo destrozasen allí. Yo era un tío importante en la EscuelaSuperior: si, ya se que eso no sirve para nada; cinco años después de habertegraduadonisiquierapuedesconseguirqueteinvitenaunacervezaporhabersidocapitándelosequiposderugbyybaseballyhaberparticipadoenuncampeonatointerescolardenatación, perogracias a esoArnie se salvó almenosdeque lomataran.Fueobjetodemuchosinsultosyvejaciones,peronolomataron.

Yesqueeraunperdedor.Todaescuelasuperior tienepor lomenosdos,escomounaleynacional.Unchicoyunachica.Todoelmundobuscadesahogarse.¿Tevamaleldía?¿Hassuspendidounexamen importante?¿Has tenidobroncacon tus padres y te han castigado sin salir de fin de semana?No es problema.Buscaaunodeesospobresdiablosqueseescabullencomocriminalespor lospasillosantesdequesuenelacampanayempréndelaconel.

Y a veces losmatan, en todos los aspectos importantes salvo el puramentefísico, otras veces, encuentran algo a lo que aferrarse y sobreviven. Arniemeteníaamí.YluegotuvoaChristine.Leighvinomástarde.

Sóloqueríaqueseentendieraeso.Arnie se encontraba siempre desplazado. Se hallaba desplazado entre los

chicarronesporqueeraflacoyhuesudo,unmetrosetentaysieteysesentaytreskilos de peso flotando en sus flojas ropas y su par de botas de conductor decarromatos del desierto. Se encontraba desplazado entre los intelectuales de laescuelasuperior(grupobastantedesplazadoyaenunaciudadcomoLibertyville)porque no tenía la menor especialidad. Arnie era un chico despierto, pero suinteligenciasóloseaplicabadeformanaturalalamecánicadelautomóvil.Erauntíograndeeneso.Perosuspadres,queimpartíanclaseslosdosenlaUniversidaddeHorlicks,nopodíanverasuhijo,queensu«Stanford-Binet»habíafiguradoentre los componentes del selecto cinco por ciento, siguiendo los cursos detalleres.Tuvo suerte de que le dejaran seguir los tres cursos.Lo suyo le costóconseguirlo.Seencontrabadesplazadoentreloshabitualesdeladrogaporqueélno la consumía. Se encontraba desplazado entre el grupo de los jayanes deajustados pantalones vaqueros, porque él no bebía y, si se le pegaba consuficientefuerza,lloraba.

Oh,siyseencontrabafueradelugarentrelaschicas.Su maquinaria glandular estaba totalmente descompuesta. Quiero decir que

Arniesehallabacubiertodegranos.Selavabalacaraquizácincovecesaldía,seduchaba quizá doce veces a la semana y probaba todas las cremas y pomadasconocidaspor lacienciamoderna.Envano.LacaradeArnieparecíaunapizzacargada,y llevabacaminodequedarseparasiempreconunadeesascarasqueparecenpicadasdeviruelas.

De todosmodos, amimecaíabien.Teníaun sutil sentidodelhumoryunamentequenuncacesabadeformularpreguntas,jugaryexplorar.FueArniequienme enseño a hacer una granja de hormigas cuando yo tenía siete años, y nospasamos todo un verano observando a estos bichos, fascinados por sulaboriosidad y su absoluta seriedad.Cuando teníamos diez años, fue aArnie aquiense leocurrióque,unanoche,pusiéramosbajoelgrancaballodeplásticoqueadornabael jardíndel«LibertyvilleMotel»,enla lindedeMonroeville,unmontón de hormigas cogidas en las cuadras de la carretera 17. Arnie eramuy

bueno jugando al ajedrez y al póquer. EI me enseño a sacar el mayor partidoposibleamistanteos.Losdíasdelluvia,yhastaquemeenamoré(bueno,másomenos,ellaeraunamadrinadeequipoconuncuerpofantástico,yestoysegurodequemeenamorédeeso,aunquecuandoArnieseñalóquesumente tenía todalaprofundidadyresonanciadeun«ShaunCassidy»de1945,yonopuderealmentecontradecirle,porqueteníarazón),eraenArnieenquienprimeropensaba,porqueArnie sabia sacar elmayor partido posible a los días de lluvia, lomismo quesabiasacarelmayorpartidoposiblealostantosenelpóquer.Quizáseaeseunode los detalles por los que se reconoce a las personas realmente solitarias:siemprelespuedeunollamarporteléfono.Siempreestánencasa.Absolutamentesiempre.

Pormiparte,yoleenseñeanadar.Meesforcéconélylehicecomerverdurasparaquefortalecieseunpocosuhuesudocuerpo.ElañoanterioranuestroúltimocursoenlaEscuelaSuperiordeLibertyville,leconseguítrabajoenunacuadrillade reparacióndecarreteras,para locual tuvimosquebatirnoselcobreconsuspadres,queseconsiderabangrandesamigosdelosgañanesdeCaliforniaydelosobrerosdelasaceríasdelBurg,peroquesesentíanhorrorizadosantelaideadequesucapacitadohijo(entreelcincoporcientodedestacadosensu«Stanford-Binet», recordémoslo) anduviera manchándose las manos y despellejándose elcuelloalsol.

Luego, hacia el final de aquellas vacaciones veraniegas, Arnie vio porprimeravezaChristineyquedóperdidamenteenamorado.Yoestabaconélaqueldía—volvíamosacasadespuésdeltrabajo—ydaríatestimoniodeelloanteelTrono de Dios Todopoderoso si se me pidiera hacerlo. Amigos míos, fue unflechazo en toda regla. Podría haber sido divertido si no hubiera resultado tantristeysilascosasnosehubierandeterioradotanrápidamente.Podríahabersidodivertidosinohubierasidotanmalo.

¿Cómodemalofue?Fuemalodesdeelprincipio.Ynotardóenempeorar.

PrimeraParteCANCIONESDEAUTOMÓVILJUVENILES

1.Primervistazo

Hey,lookythere!Acrossthestreet!There'sacarmadejustforme,Toownthatcarwoutdbealuxury…Thatcar'slookin,man,That'ssomethingelse.

EDDIECOCHRAN

—¡Oh,Diosmío!—exclamódeprontomiamigoArnieCunningham.—¿Quéocurre?—pregunté.Tenía los ojos desorbitados tras sus gafas de montura de acero, se había

llevado lamano a la boca, tapándosela parcialmente con la palma, y su cuellopodríahaberestadomontadosobre rodamientosabolaspor la formaenque loestirabahaciaatrásporencimadelhombro.

—¡Paraelcoche,Dennis!¡Vuelve!—¿Quéestás…?—Vuelve,quieroverlaotravez.Depronto,comprendí.—Oh,vamos,olvídalo—dije—.Si te refieresa feacosaqueacabamosde

pasar…—¡Vuelve!—Estabacasigritando.

Volví, pensandoquequizá se trataradeunode los sutiles chistes deArnie.Peronoloera.Estabacompletamenteido.Arniesehabíaenamorado.

El objeto de su amor era unmal chiste, y nunca sabré que vioArnie en élaquel día. El lado izquierdo de su parabrisas era una retorcida telaraña deresquebrajaduras. El techo estaba hundido en su parte derecha, y ladescascarilladaabolladuraestabacubiertadeherrumbre.Elparachoquestraserose hallaba torcido, la puerta del maletero entreabierta y el tapizado de losasientos presentaba alargados desgarrones. Parecía como si alguien la hubieraemprendidoacuchilladasconlatapicería.Unneumáticoaparecíacompletamenteliso.Losotros,tandesgastadosquedejabanverelcañamazointerior.Lopeordetodo:habíaunoscurocharcodeaceitebajoelmotor.

Arnie se había enamorado de un «Plymouth Fury» de 1958, uno de esosalargadosycongrandesaletas.HabíaunviejoydescoloridoletreroSEVENDEapoyadoenelladoderechodelparabrisas,elladoquenoestabaagrietado.

—¡Miraquélíneas,Dennis!—susurróArnie.Estaba corriendo alrededor del coche como un poseso. Sus sudorosos

cabellosseagitabanalviento.Accionóelpicaportedelaportezuelatrasera,queseabrióconunchirrido.

—¿Arnie,meestástomandoelpelo,no?¿Esinsolación,verdad?Dimequeesinsolación.Te llevaréacasay tepondrébajoel acondicionadordeaire,ynosolvidamosdetodoesto,conformes?

Pero lo dije sin muchas esperanzas. El sabía gastar bromas, pero no teníaentonces cara de estar bromeando. Lucia más bien una especie de expresiónalucinadaquenomegustabanipizca.

Nisiquierase,molestóenresponder.Unacalidabocanadadeairerancioqueolíaavejez,agasolinayaputrefacciónavanzadasalióporlaabiertaportezuela.Arnie tampoco pareció reparar en eso. Entró y se sentó en el rasgado ydescolorido asiento trasero.En otro tiempo, veinte años atrás, había sido rojo.Ahorapresentabaunadesvaídatonalidadsonrosada.

Alarguelamanoycogíunashilachasdeltapizado,lasmiréylashicevolarsoplando.

—ParececomosielEjercitoRojohubierapasadosobrecaminodeBerlín—dije.

Finalmente,sediocuentadequeyocontinuabaallí.

—Si…, si. Pero seria posible arreglarlo. Podría…, podría quedar demaravilla.Unaunidadmóvil,Dennis.Unabelleza.Unaverdadera…

—¡Eh!¡Eh!¿Quéhacéisahí?Eraunviejoqueparecíacomosiestuviesedisfrutando—másomenos—sus

setentaprimaveras.Probablementemenos.Eltipomepareciólaclasedehombrequedisfrutabamuypoco.Teníaelpelo,lopocoquelequedaba,largoyáspero.Enlapartecalvadesucráneoseapreciabaunbuencasodesoriasis.

Llevabapantalonesverdesyzapatillasdedeporte.Ibasincamisa,ensulugar,teníaentornoalacinturaalgoqueparecíauncorsédeseñora.Cuandoseacercómás,viquesetratabadeunafajaortopédica.Porsuaspecto,dabalaimpresióndequeselahabíacambiadoporúltimavezaproximadamenteenlaépocaenquemurióLyndonJohnson.

—¿Quéhacéisahí?—suvozeraagudayestridente.—¿Essuyoestecoche,señor?—preguntóArnie.Lapreguntanodejabadeserunpocotonta.El«Plymouth»estabaaparcadoen

eljardíndelacasitadelaquehabíasalidoelviejo.Eljardínerahorrible,peroparecíaalgoconaquel«Plymouth»enprimerplanoparadarperspectiva.

—¿Yquésiloes?—preguntóelviejo.—Yo…—Arnietuvoquetragarsaliva—quierocomprarlo.Losojosdelviejocentellearon.Laairadaexpresióndesurostrofuesustituida

por un brillo furtivo en sus pupilas y un cierto rictus de avidez en los labios.Luegoaparecióunaforzadayresplandecientesonrisa.Creoquefueentonces—justo en ese momento— cuando sentí una especie de helado estremecimiento.Hubounmomento—justoentonces—enquemedieronganasdeaporrearaArniey llevármelo a rastras.Había algoen losojosdelviejo.No sólo el brillo, eraalgodetrásdelbrillo.

—Bueno, haberlo dicho—clamó el viejo.Le tendió lamano yArnie se laestrechó—.MellamoLeBay.RolandD.LeBay.RetiradodelEjército.

—ArnieCunningham.Eltipoleagitólamanoehizounvagoademánendirecciónamí.Yoquedaba

fueradeljuego,yateníasuprimo.EracomosiArnielehubieradadoaLeBaysucartera.

—¿Cuánto?—preguntóArnie, y, luego, se lanzó—Pida lo que pida, no esdemasiado.

Gemí,envezdesuspirar.Sutalonariodechequesacababadeseguirelmismocaminoquesucartera.

Por un momento, la sonrisa de LeBay titubeó levemente, y sus ojos seentornaron con suspicacia. Creo que estaba evaluando la posibilidad de serengañado.Observó el rostro ingenuo y anhelante deArnie en busca de señalesreveladoras de posibles argucias y, luego, formuló la pregunta venenosamenteperfecta:

—¿Hastenidouncochealgunavez,hijo?—Tiene un «Mustang Mach II» —respondí yo, rápidamente—. Se lo

compraron sus padres.Un autentico bólido capaz de hacer hervir el asfalto enprimera.Y…

—No—dijoArnie,envozbaja—.Acabodesacarelcarnéestaprimavera.LeBay me lanzó una breve pero socarrona mirada y dedicó luego toda su

atenciónasuobjetivoprincipal.Apoyólasmanosenlapartebajadelaespaldayseestiró.Mellegóunaacrebocanadadesudor.

—Tuve un problema en el Ejercito —dijo—. Incapacidad absoluta. Losmédicosnopudieronhacernadaporarreglarlo.Cuandoalguienospreguntequees loquehaydemaloenelmundo respondedleque trescosas,muchachos: losmédicos,loscomunistasylosradicalesnegros.Delastres,loscomunistassonlapeor, seguida de cerca por los médicos. Y si quieren saber quien os lo dijo,decidlequefueRolandD.LeBay.Si,señor.

Acaricióconarroboelviejoyraídocapódel«Plymouth».—Este es elmejor coche que he tenido jamás. Lo compré en setiembre de

1957.Porentonceseraensetiembrecuandosecomprabaunosunuevomodelo.Durante todo el verano te andaban enseñando fotos de coches bajo capotas ycochesdebajode lonas,hastaque temoríasdeganasdeverqueaspecto teníanpordentro.Nocomoahora—suvoz rezumabadespreciohacia los envilecidostiempos que había llegado a vivir—.Y era completamente flamante. Tenía eseoloracochenuevoqueeselmejorolordelmundo.

Reflexionó.—Exceptoeloloracoño,quizá.Miré a Arnie, mordiéndome desesperadamente la parte inferior de los

carrillosparanosoltarlacarcajada.Arniememirótambién,asombrado.Elviejono parecía reparar para nada en ninguno de nosotros dos, estaba en su propio

planeta.—Hacia treinta y cuatro años que llevaba el uniforme —nos dijo LeBay,

acariciando todavía el capo del coche—.Entre a los dieciséis, en 1923.ComípolvoenTexasyviladillastangrandescomolangostasenalgunasdelascasasdeputasdeNogales.Yohevistodurante laSegundaGuerraahombrescon lastripassaliéndolesporlasorejas.EnFrancialohevisto.Lessalíanlastripasporlasorejas.¿Locrees,hijo?

—Si,señor,—RespondióArnie.NocreoquehubieraoídounasolapalabradeloquedecíaLeBay.Estabaapoyándosealternativamenteenunpieyenotro,comosituvieraurgenciaporiralbaño—pero,acercadelcoche…

—¿VasalaUniversidad?—ladródeprontoLeBay—¿Allí,aHorlicks?—No,señor.VoyalasuperiordeLibertyville.—Estupendo—dijoLeBay,congestotorvo—.ApártatedelasUniversidades.

Están llenas de negrófilos que quieren entregar el Canal de Panamá«Intelectuales»,losllaman«Idiotas»,digoyo.

Miróafectuosamentealcoche,quereposabasobreunneumáticodeshinchadoy cuya pintura brillaba con una suave tonalidad herrumbrosa a la luz delatardecer.

—Me lesioné la espalda en la primavera del 57—dijo—. El Ejercito seestabaechandoaperderyaentonces.Mesalíatiempo.VolvíaLibertyville.Echeunvistazoaloquehabía,tomándometiempo.Luego,entréenelestablecimientodeNormaCobb,dondeahoraestá labolera,en lacalleMayor,yencarguéestecoche.Dije que lo quería en rojo y blanco, elmodelo del año siguiente. Rojocomo una bomba de incendios por dentro. Y lo hicieron. Cuandome lo llevé,teníauntotaldediezkilómetrosenelcuentakilómetros.Si,señor.

Escupió.MiréelcuentakilómetrosporencimadelhombrodeArnie.Elcristalestaba

sucio,peropudeleerlacifradetodosmodos:97.342.—Siletienetantoafectoalcoche,¿Porquélovende?—pregunté.Medirigióunagélidamirada.—¿Teestáshaciendoellistoconmigo,hijo?Norespondí,perotampocobajélavista.Alcabodeunosmomentosdeduelo

ocular(queArnieignoróporcompleto,estabaacariciandolentayamorosamenteunadelasaletastraseras),dijo:

—Nopuedoseguirconduciendo.Laespaldahaempeoradodemasiado.Ylosojosestánsiguiendoelmismocamino.

Depronto,comprendí…,ocreícomprender.Silosdatosquenoshabíadadoerancorrectos,teníasetentayunaños.YalossetentaañosesteEstadoobligaasometerseareconocimientomédicodelavistacadaañopararenovarelpermisode conducir. Y LeBay, o no había superado con éxito la prueba, o temía nosuperarla.Comoquieraquefuese,dabaigual.Antesquedoblegarseaesebaldón,había renunciado al «Plymouth». Y, después, el coche había envejecidorápidamente.

—¿Cuántoquiereporél?—volvióapreguntarArnie.Oh,estabaimpacienteporiralmatadero.LeBayvolvió la cara hacia el cielo, como si considerase la posibilidadde

queseecharaa llover.Luego,miródenuevoaArniey lededicóunaampliaybondadosasonrisaquemepareciótanfalsacomoladeantes.

—He estado pidiendo por el trescientos—dijo—.Pero tú pareces un buenchico.Telodejaréendoscientoscincuenta.

—Oh,Cristo—Exclamé.Peroélsabíaquieneraallíelprimo,ysabíaexactamentecómointroducirla

curiaentrenosotros.Comodecíamiabuelo,nosehabíacaídodeunguindo.—Muybien—dijo,bruscamente—.Comoqueráis.Tengoqueiraverlaserie

delascuatroymedia,Elfilodelanoche.Nuncamelopierdosipuedoevitarlo.Encantadodehabercharladoconvosotros.Hastalavista.

Arnie me dirigió tal mirada de consternación e ira que retrocedí un paso.Corriótraselviejoylecogiódelcodo.Hablaron.Nopudeoírlotodo,perofuemásquesuficiente.Elviejoestabaheridoensuamorpropio.Arniesedeshacíaansiosamente en excusas.El viejo esperaba solamente queArnie comprendiesequeélnopodíasoportarvercómoinsultabanalcochequelehabíallevadoporsusdoradosaños.Arnieestabadeacuerdo.Pocoapocoelviejosedejóllevarhaciadondeyoestaba.Ydenuevopercibíenélalgoconscientementeterrible…,era como si un frío viento de noviembre pudiera pensar. No puedo encontrarmejorformadeexpresarlo.

—Sivuelveadecirunapalabramás,medesentiendoporcompletodelasunto—dijoLeBay,apuntándomeconuncallosopulgar.

—No lo hará, no lo hará —se apresuró a exclamar Arnie—. ¿Ha dicho

trescientos,no?—Si,creoquefue…—Sehahabladodedoscientoscincuenta—dije,convozfuerte.Arnie pareció consternado, temeroso de que elViejo pudieramarcharse de

nuevo,peroLeBaynoquerríacorrerriesgos.Elpezestabayacasifueradelagua.—Con doscientos cincuenta bastará, supongo —admitió LeBay. Volvió a

mirarme, y noté que teníamos un punto en común, él nome gustaba amí, y yotampocolegustabaaél.

Paracrecientehorrorpormiparte,Arniesacólacarterayempezóarebuscarenella.Quedamoslostresensilencio.LeBaycontinuabamirándome.Yoapartélavistahaciaunchiquilloqueestaba intentandomatarseconuna tabladepatinajecolor verde vómito. En alguna parte, ladró un perro. Pasaron dos chicas queparecían colegialas de octavo o noveno grado, riendo y sosteniendo contra susincipientespechosbrazadasdelibrosdebiblioteca.

SólomequedabaunaesperanzadequeArniesalierabiendelasunto,era lavísperadeldíadepaga.Con tiemposuficiente, incluso sóloveinticuatrohoras,estaviolentafiebrepodríaesfumarse.

Cuandovolvídenuevo lavistahaciaellos,ArnieyLeBayestabanmirandodosbilletesdecincoyseisdeuno…aparentementetodoloquehabíacontenidolacartera.

—¿Quétaluncheque?—preguntóArnie.LeBaysonriósecamenteynodijonada.—Esunchequebueno—protestóArnie.Si que lo seria. Habíamos estado todo el verano trabajando para «Carson

Brothers» en la extensión I-376, la que los naturales de la zona de Pittsburghcreen firmementequenuncaacabarde terminarse.ArniedeclarabaavecesquePenn-DOT había empezado aceptando pujas sobre la obra de la I-376 pocodespués de finalizar laGuerraCivíl.No es queningunode los dos tuviéramosderechoaquejarnos,aquelveranohabíamuchoschicosqueoestabantrabajandoporsalariosdehambreonotrabajabanenabsoluto.Nosotrosestábamosganandobastante,inclusohaciendohorasextraordinarias.BradJeffries,elcapataz,habíavaciladoenaceptaraunchicocomoArnie,pero,finalmente,habíaconsentidoenutilizarlo como señalador, la muchacha que había pensado contratar habíaquedado embarazada y se había escapado para casarse.Así, pues,Arnie había

empezadoamanejarsubanderadeseñalesenjunio,pero,pocoapoco,habíaidoarrastrandotrabajosmásdurosabaseprincipalmentedeenergíaydecisión.

Eraelprimer trabajoautenticoque teníaynoqueríaecharloaperder.Bradquedó razonablemente impresionado, y el sol estival incluso había ayudado unpoco al cutis de Arnie, aliviando sus erupciones. Quizá fuesen los rayosultravioletas.

—Estoysegurodequeesunchequebueno,hijo—dijoLeBay—,peroquieroelpagoenmetálico.Yacomprendes.

NosesiArnielocomprendía,peroyoloentendíaalaperfección.Seríamuyfácilbloquearelpagodeunchequesiaquelherrumbroso«Plymouth»perdíaunejeoescupíaunpistóncaminoacasa.

—PuedellamaralBanco—dijoArnie,empezandoaparecerdesesperado.—Nihablar—replicóLeBay, rascándoseel sobaco sobre la áspera faja—.

Vanaserlascincoymedia.ElBancohacetiempoqueestácerrado.—Unaseña,entonces—dijoArnie,yletendiólosdieciséisdólares.Parecía

totalmenteenfebrecido.Quizásoscuestecreerqueunmuchachoqueerayacasilobastantemayorcomoparavotarhubierapodidoexcitarsedetalmaneraporaqueldestartalado cacharro en el espacio de quinceminutos.Amimismome estabacostandocreerlo.SóloRolandD.LeBayparecíanoencontrarningunadificultaden ello, y supuse que era porque a su edad había visto de todo. Sólo despuéslleguéa creerque suextraña seguridadpodríaprovenirdeotras fuentes.Comoquiera que fuese, si alguna vez había corrido por sus venas alguna especie delechedebondadhumana,selehabíaagriadohaciamuchotiempo.

—Tendríaqueserpor lomenoseldiezporciento—explicóLeBay.Elpezestabaya fueradel agua, dentrodeunosmomentosquedaría atrapado—.Simedieraseldiezporciento,teloreservaríaduranteveinticuatrohoras.

—Dennis—dijoArnie—.¿Puedesprestarmenueveduroshastamañana?Yoteníadoceenlacartera,yningúnsitioespecialalqueir.Díatrasdíade

esparcirarenaycavarzanjasparaalcantarillashabíanhechomaravillascuandose trataba de jugar al rugby, pero yo no tenía vida social en absoluto.Últimamente, ni siquiera había estado asaltando los baluartes del cuerpo demiatractiva amiga al estilo que ella se había acostumbrado. Yo era rico, perosolitario.

—Ven,vamosaver—dije.

ElrostrodeLeBayseensombreció,perosedabacuentadequedependíandemidinero,legustaraono.Susonduladoscabellosblancosseagitabanaimpulsosdelalevebrisa.Manteníaapoyadaunamanoconaireposesivosobreelcapodel«Plymouth».

Arnieyyoechamosaandarhaciaellugarenquemicoche,un«Duster»del75,estabaaparcadojuntoalacuneta.

Le pasé un brazo por los hombros a Arnie. Por alguna razón, recordé unlluviosodíadeotoñoenqueambos, connomásde seis años, estábamosen suhabitación, pintarrajeando con viejas «Crayolas» de una abollada lata de cafémientrasparpadeaban losdibujos animadosenunantiguo televisor enblancoynegro.Laimagenmehizosentirtristeyunpocoasustado.Yesquetengodíasenquemeparecequeseisañosesunaedadóptima,yporesoesporloquesóloduraunos7segundosentiemporeal.

—¿Lostienes,Dennis?Telosdevolverémañanaporlamañana.—Si,lostengo—respondí—.Pero,ennombredeDios,¿Quéestáshaciendo,

Arnie? Ese tío tiene incapacidad total.No necesita el dinero, y tú no eres unainstitucióndecaridad.

—Noentiendo.¿Dequéestáshablando?—Te está estafando. Te está estafando por el simple placer de hacerlo. Si

llevaraesecocheaDarnell,nosacaríanicincuentadólaresporél.Esunapurabasura.

—No.Noloes.Sinsucara llenadegranos,miamigoArniehabríaparecidocompletamente

corriente.PeroyocreoqueDiosdaatodoelmundoporlomenosunrasgobueno,y en Arnie se trataba de sus ojos. Detrás de las gafas que habitualmente lososcurecían presentaban una hermosa e inteligente tonalidad gris, del color delfirmamento en un nublado día de otoño. Podían ser casi desazonadoramentepenetrantesyescrutadorescuandoestabasucediendoalgoqueleinteresaba,peroahora,sinembargo,erandistantesysoñadores.

—Noesenabsolutounabasura—repitió.Fue entonces cuando, realmente, empecé a comprender que la cuestión era

algomás que la súbita decisión deArnie de comprarse un coche.Nunca habíamostradointerésenteneruno,seconformabaconmontarenelmíoycontribuiralpagodelagasolinaopedalearensubici.Ynoeraquenecesitaseuncochepara

salirconunachica,queyosupiera,Arnienohabíatenidounacitaensuvida.Estoeraalgodiferente.Eraamor,oalgoparecido.Dije:—Almenos,hazquetelopongaenmarcha,Arnie.Yquesubaelcapó.Hay

uncharcodeaceitedebajo.Yocreoquequizásestérajadoelbloquedelmotor.Enrealidad,creo…

—¿Puedesprestarmelosnueve?Teníalosojosfijosenlosmíos.Desistí.Saquélacarterayledilosnuevedólares.—Gracias,Dennis—dijo.—Allátú.Nome oyó.Uniómis nueve dólares a los dieciséis suyos y volvió adonde

LeBay permanecía junto al coche. Le entregó el dinero, y LeBay lo contócuidadosamentehumedeciéndoseelpulgar.

—Teloreservarésóloporveinticuatrohoras,quequedeclaro.—Sí,señor.Deacuerdo—dijoArnie.—Voy a entrar en la casa para hacerte un recibo. ¿Cómo has dicho que te

llamas,soldado?Arniesonriólevemente.—Cunningham.ArnoldCunningham.LeBay soltó un gruñido y se dirigió hacia la casa, cruzando el descuidado

césped. La puerta exterior era una de esas de aluminio reforzada con unahistoriadaletraenelcentro,unagranLenestecaso.

Lapuertasecerródegolpeasuespalda.—Esetíoesunfalso,Arnie.Laverdadesquecreoqueesta…PeroArnienoestabaallí.Sehallabasentadoalvolantedelcoche,ysurostro

mostrabalamismadeslumbranteexpresión.Di la vuelta por delante del vehículo y encontré el resorte del capo. Lo

accioné, y el capo se levantó con un herrumbroso chirrido queme recordó losefectos sonoros que se oyen en algunos de esos discos de casa encantada.Cayeron varias partículas de metal. La batería era una vieja «Allstate», y losbornesestaban tancubiertosdeverdosacorrosiónquenosepodíadistinguirelpositivodelnegativo.Accionéellimpiadorneumáticoycontemplésombríamenteuncarburadortannegrocomoelpozodeunamina.

Bajé el capoyvolví adondeArnie estaba sentadopasando lamanopor el

bordedelsalpicaderoysobreelvelocímetro,calibrandohastaunabsurdo totalde 120 millas por hora. ¿Realmente habían ido alguna vez los coches tan deprisa?

—Arnie, creo que el bloque del motor está resquebrajado. De veras. Estecocheesuncacharroinmundo.Siquieresruedas,podemosencontraralgomuchomejorqueestopordoscientoscincuentapavos.Enserio.Muchomejor.

—Tieneveinteaños—dijo—.¿Tedascuentadequeuncocheesoficialmenteunaantigüedadcuandotieneveinteaños?

—Sí —respondí—. La cacharrería de Darnell está llena de antigüedadesoficiales,¿Comprendesconestoloquequierodecir?

—Dennis…Se oyó un portazo. Regresaba LeBay. Menos mal, pues no habría tenido

sentido haber seguido hablando del asunto. Quizá no sea yo el hombre mássensitivo del mundo, pero cuando las señales son lo bastante intensas puedocaptarlas.EstoeraalgoqueArniesentíaquedebíatener,yyonoibaadisuadirledeello.Nocreíaquenadiefueseapoderdisuadirle.

LeBayleentregóelreciboconostentosoademán.Escritoenunasimplehojade papel con fina y levemente temblorosa letra de anciano, se leía:Recibo deArnoldCunningham,25dólarescomoseñapor24horassobre«Plymouth»1958,Christine.Ydebajosufirma.

—¿Qué es esaChristine?—preguntó, pensando que había leídomal o quequizásélsehabíaequivocadoenalgo.

Apretóloslabiosyseencogióligeramentedehombroscomosiesperasequefuésemosareírnosdeél…,ocomosimedesafiaseareírmedeél.

—Christine—dijo—escomosiemprelohellamado.—Christine—dijoArnie—.Megusta.¿Atino,Dennis?Ahora estaba hablando de ponerle nombre a la maldita cosa. Estaba

resultandoyademasiado.—¿Quéteparece,Dennis?¿Tegusta?—No—respondí—. Si tienes que bautizarlo,Arnie, ¿Por qué no lo llamas

Catástrofe?Pareciódolidopormispalabras,peroamiyanome importaba.Volvíami

cocheparaesperarle,deseandohabertomadouncaminodiferenteparairacasa.

2.Laprimeradiscusión

Justtellyourhoodlumfriendsoutside,Youain'tgottimetotakearide!(Yakety—yak)Don'ttalkback!

THECOASTERS

LlevéaArnieasucasayentréconélparatomaruntrozodepastelyunvasodelecheantesdeiralamía.Fueunadecisióndelaquenotardéenarrepentirme.

ArnievivíaenLaurelStreet,queestáenuntranquilobarrioresidencialenlaparte oeste de Libertyville. En realidad, casi todo Libertyville es tranquilo yresidencial.No es elegante, como el vecino suburbio deFoxChapel (donde lamayoríadelascasassoncomolasqueveíamostodaslassemanasenColombo),perotampocoescomoMonroeville,consuskilómetrosdesoportales,almacenesdeneumáticosusadosymercadillosdelibros.Notieneindustriapesada,esantetodounaciudaddormitorioparalacercanaUniversidad.Noelegante,perosideunciertoaireintelectual.

Arniesehabíamantenidosilenciosoycontemplativodurantetodoelcamino,yotratédeestirarledelalengua,peroenvano.Lepreguntéquéibaahacerconelcoche.

—Arreglarlo—explicóconaireausente,ysesumiódenuevoenelsilencio.Bueno, teníacapacidadparahacerlo,yonose lodiscutía.Erahábilcon las

herramientas,sabíaescuchar,sabíaaislarse.Susmanoseransensitivasyrápidascon la maquinaria, sólo cuando estaba con otras personas, en especial si eranchicas, se tornaba desmañado e inquieto, haciéndose crujir los nudillos ometiéndoselasmanosenlosbolsilloso,lopeordetodo,llevándoselasalacaray paseándolas por el calcinado paisaje de susmejillas, su frente y sumentón,atrayendoasítodalaatenciónhaciaella.

Podíaarreglarelcoche,peroeldineroquehabíaganadoaquelveranoestabadestinado a la Universidad. Nunca había tenido un coche, y yo no creía quetuvieselamenorideadelasiniestraformaenquepuedentragardineroloscochesviejos.Losorbencomosesuponequechupasangreunvampiro.Enlamayoríadelos casos podía ahorrarse lamano de obra haciendo élmismo el trabajo, perosólo la adquisiciónde laspiezas ledejaría sinunclavoantesdeque llegaraadarsecuenta.

Ledijealgunasdeestascosas,peroparecieronresbalarsobreél.Sus ojos continuaban distantes, soñadores.Me habría sido imposible decir

quépensaba.Michael y Regina Cunningham se encontraban en casa. Ella estaba

componiendounejemplardeunainterminableseriederompecabezas(eltemadeeste eran unas seismil ruedas dentadas y engranajes diferentes sobre un fondocompletamenteblanco,amimehabríavueltolocoenquinceminutos),yélestabaoyendoeltocadiscosensuhabitación.

Notardémuchoenempezaradesearhabermequedadosinelpastelylaleche.Arnie les dijo lo que había hecho, les enseñó el recibo, y, al instante, ellos sepusieronquesesubíanporlasparedes.

Hay que comprender que Michael y Regina eran universitarios hasta lamédula. Estaban entregados al bien y, para ellos, eso significaba participar enprotestas.Habían protestado en favor de la integración a comienzos de los 60,habían seguido con el Vietnam y, cuando eso terminó, pasaron a Nixon, elequilibrio racial en las escuelas (podían recitar de pe a pa todo el casoAlanBakke hasta que uno se quedaba dormido oyéndoles), brutalidad policíaca ybrutalidadparental.Estabanluegolasconferencias…,todaslasconferencias.Sededicaban a dar conferencias casi tanto como a protestar.Estaban dispuestos aparticipardurantetodaunanocheenunasesiónsobreelprogramaespacial,oadar un cursillo sobre elERA, o un seminario sobre posibles alternativas a los

combustiblesfósiles,yellosinlamásmínimavacilaciónnipreviapreparación.Habían trabajado en sólo Dios sabía cuantas «Líneas Calientes», casos de

violación, de drogas, aquellos otros en que chicos que se habían escapado decasapodíanhablaraunamigoyelclásicoteléfonodelaesperanzaalquegentesquepensabanensuicidarsepodíanllamaryescucharunavozcomprensivaquelesdecía: «No lo hagas, amigo, tienes un compromiso social con la nave espacialTierra».

Veinte o treinta años de enseñanza universitaria, y está uno preparado paramover la lengua, lo mismo que los perros de peleas estaban preparados parasegregar salivacuandosonaba la campana.Supongoque inclusopuede llegaragustarleauno.

Regina (insistían en que yo les llamara por sus nombres de pila) teníacuarentaycincoañosyposeíaunaeleganciafríaysemiaristocrática,esdecir,selasarreglabaparapareceraristocráticaaunquellevasepantalonesvaqueros,queeracasisiempre.Sucampoeraelinglés,pero,naturalmente,cuandoseenseñaanivel universitario eso nunca es suficiente, es como decir «Estados Unidos»cuandolepreguntanaunodedóndees.Ellalohabíarefinadoycalibradocomoundestelloenunapantalladeradar.SehabíaespecializadoenlospoetasinglesesprimitivosyhabíahechosutesissobreRobertHerrick.

Michaelsededicabaa laHistoria.Parecía tan tristeymelancólicocomo lamúsicaqueponíaensutocadiscos,aunquelatristezaylamelancolíanoformabannormalmentepartedesucarácter.Aveces,mehacíapensarenlarespuestaquesedecía había dadoRingo Star, en la primera visita de los «Beatles» aAméricacuandounperiodistalepreguntó,enunaconferenciadePrensa,sirealmenteeratan tristecomoparecía.«No—contestóRingo—essólomicara».Michaeleraasí.Además, su delgado rostro y las gruesas gafas que llevaba se combinabanpara darle aire de profesor de chiste. Tenía profundas entradas en el pelo yllevabaunapequeñaperilla.

—¡Hola,Arnie!—dijoReginacuandoentramos—¡Hola,Dennis!Fuecasilaúltimacosaagradablequenosdijoaambosaquellatarde.Saludamosycogimosnuestropastelynuestrovasodeleche.Nossentamosen

el rincón del desayuno. Se estaba preparando la cena en el horno, y, lamentodecirlo,peroelaromaqueexhalabaerabastantenauseabundo.ReginayMichaelllevabanalgúntiempoflirteandoconelvegetarianismo,yestanocheolíacomosi

Regina estuviera haciendo asado de algas o cosa parecida. Esperé que no meinvitasenaquedarme.

CesólamúsicadeltocadiscosyentróMichaelenlacocina.Llevabavaquerosyparecíacomosiacabarademorírselesumejoramigo.

—Llegáistarde,muchachos—saludó—.¿Algunadificultad?Abrióelfrigoríficoyempezóarebuscarensuinterior.Quizátampocoaélle

parecíatanmaravillosoelolordelasadodealgas.—Hecompradouncoche—explicóArnie,cortándoseotrotrozodepastel.—¿Hashechoqué?—exclamóalinstantesumadredesdelaotrahabitación.Selevantóconrapidez,yseoyóungolpealchocarsusmuslosconelborde

de lamesita enqueensamblaba sus rompecabezas.Elgolpe fue seguidoporelrápidotambaleodepiezascayendoalsuelo.

Fueentoncescuandoempecéadesearhabermeidoamicasa.MichaelCunninghamsehabíadadolavueltadesdeelfrigoríficoparamirara

suhijo,conunamanzanaenunamanoyunbotedeyogurnaturalenlaotra.—¿Estásbromeando?—dijoy,poralgunaabsurdarazón,mefijéporprimera

vez en que su perilla, que venia llevando desde 1970 o cosa así, estabaentreverada de hebras grises—Arnie, estás bromeando, ¿Verdad?Di que estásbromeando.

EntróRegina,alta,semiaristocráticayenfurecida.MirófijamenteaArniealacaraycomprendióquenoestababromeando.

—Tú no puedes comprar un coche —se sulfuró—. ¿De qué diablos estáshablando?Sólotienesdiecisieteaños.

Arnie pasó lentamente la vista desde supadre, junto al frigorífico, hasta sumadre, en el umbral de la puerta que conducía al cuarto de estar.Había en surostrounaexpresiónfirmeyobstinadaqueyonorecordabahaberlevistonunca.Si la tuviera más a menudo en la escuela —pensé— los demás chicos nomostraríantantainclinaciónameterseconél.

—En realidad, estás equivocada —dijo—. Puedo comprarlo sin ningunadificultad. No podría financiarlo pero pagándolo al contado no hay problema.Naturalmente,matricular un coche a los diecisiete años es otra cosa. Para esonecesitovuestropermiso.

Le estaban mirando con sorpresa, turbación y —como advertí con unasensación de vacío en el estómago— creciente ira. Pese a su forma liberal de

pensar y a su dedicación a los obreros agrícolas, esposas maltratadas madressolteras y todo lo demás manejaban demasiado a Arnie. Y Arnie se dejabamanejar.

—Creoquenotienesderechoahablarasíatumadre—dijoMichael.Volvióaguardarelyogury,conlamanzanaenlamano,cerró lentamente la

puertadelfrigorífico.—Eresdemasiadojovenparateneruncoche.—Dennistieneuno—seapresuróaresponderArnie.—¡Anda,quétardees!—exclamé—deberíaestaryaencasa.Debería…—LoquelospadresdeDennisquieranhaceryloquequieranhacerlostuyos

sondoscosasdistintas—siguióReginaCunningham.Nuncalehabíaoídohablarconvoz tangélida.Nunca—.Ytúno teníasderechoahacersemejantecosasinconsultarnosatupadreyami…

—¡Consultarles!—rugiódeprontoArnie.Derramósuleche.Gruesasvenasselemarcaronenelcuello.Reginaretrocedióunpaso,boquiabierta.Apostaríaaquesuhijonolehabía

gritadoentodasuvida.Michaelparecíaigualdeestupefacto.Estabanempezandoa captar lo que yo ya había percibido: por inexplicables razones, Arnie habíatopadoconalgoquerealmentedeseaba.

YqueDiosprotegieseaquientrataradeinterponerseensucamino.—¡Consultaros! ¡Os he consultado sobre cada maldita cosa que he hecho

jamás!Todoeracomounareunióndecomité,ysisetratabadealgoqueyoqueríahacer,lavotaciónsiempremeeradesfavorablepordosauno.Peroestonoesunareunióndecomité.Hecompradouncoche,yesoestodo.

—Nimuchomenos—dijoRegina.Tenía apretados los labios, y, curiosamente (o quizá no) había dejado de

parecer sólo semiaristocrática, ahoraparecía la reinade Inglaterraode algunaparte,convaquerosytodo.Michaelquedabaalmargenporelmomento.Parecíatanaturdidoydesventuradocomoyomesentíay,porunmomento,experimentéunaagudapiedadhaciaelhombre.

Élnisiquierapodíairseasucasaparazafarsedelasuntoestabayaenella.Seestabadesarrollandounadescarnada luchadepoder entre la vieja guardia y lajoven guardia, y acabaría siendo decidida como casi siempre se deciden estascosas,conunmonstruosodesbordamientodeamargurayacritud.Reginaparecía

estar dispuesta para ello, aunque Michael no lo estuviese. Pero yo no queríaparticipar.Melevantéymedirigíhacialapuerta.

—¿Ytúledejastehacerlo?—preguntóRegina.Memiróaltivamente,comosinunca hubiéramos reído juntos, preparado pasteles juntos ni hecho acampadasfamiliaresjuntos—MesorprendeDennis.

Esome irritó. Siempre había apreciado bastante a lamadre deArnie, peronunca había confiado completamente en ella, al menos desde algo que habíasucedidocuandoyoteníaunosochoaños.

Unsábadoporlatarde,Arnieyyonoshabíamosidoenbicialcentrodelaciudadparaverunapelícula.Alavuelta,Arniesehabíacaídodelabicialtratardesortearaunperroysehabíahechounaheridabastantegrandeenlapierna.Lollevéacasaen laparrillademibiciyRegina fueconéla lacasadesocorro,dondeunmédico lediomediadocenadepuntos.Yentonces,poralguna razón,cuando todo había terminado y estaba claro queArnie quedaría perfectamente,Regina se volvió hacia mí y la emprendió a improperios conmigo. Cuandoterminó,yotemblabadepiesacabezayestabacasillorando…Quédiablos,sóloteníaochoaños,yhabíahabidomuchasangre.Nopuedorecordartodoloquemesoltó,perolasensacióngeneralquemeprodujofueenextremoturbadora.Porloque recuerdo, empezóacusándomedenovigilarle lobastante estrechamente—comosiArniefuesemuchomáspequeñoqueyo,envezdetenercasiexactamentela misma edad— y acabó diciendo (o pareciendo decir) que debería habermeocurridoami.

Lacosaparecíarepetirseahora—Dennis,noleestabasvigilandolobastantedecerca—,ymeencolericé.MirecelohaciaReginaeraprobablementesólounapartedelasunto,y,parasersinceros,probablementesólolapartemáspequeña.Cuandoseesniño(y,despuésdetodo,¿Quésonlosdiecisieteañossinoellimiteextremodelaniñez?)tiendeunoaponersedelladodeotrosniños.Sesabeconfuerteeinfalibleinstintoquesinoderribaunascuantasvallasytiraabajoalgunaque otra puerta, sus padres —con la mejor de las intenciones— estaríanencantadosdemantenerloaunosiempreenelcorralito.

Meencolericé,peromecontuvelomejorquepude.—Yo no le he dejado hacer nada —expliqué—. Él lo quería, y lo ha

comprado.Antes,quizáleshubiesedichoquenohabíahechomásqueentregarunaseña,

peronopensabahacertalcosaahora.Estabairritado.—Enrealidad,tratédedisuadirle—manifesté.—Dudoquelointentarasconmuchoentusiasmo—replicóRegina.LomismopodríahabermedichoNomevengasconchorradas,Dennis,séque

hastenidoparteenesto.Teníalospómuloscongestionados,ysusojosdespedíanchispas.Estabaintentandohacerquemesintieracomosi tuviesedenuevoochoaños,ynolohaciamal.Peromeresistí.

—Mira, si conocieses todos los detalles verías que no hay motivos parasubirseporlasparedes.Lohacompradopordoscientoscincuenta,y…

—¡Doscientoscincuentadólares!—exclamóMichael—¿Quéclasedecochesepuedecomprarporesedinero?

Suanteriorincómododistanciamiento—siesquesehabíatratadodeesoynosólodelasorpresaanteelsonidodelavozdesusosegadohijolevantadaentonodeprotesta—habíadesaparecido.Eraelpreciodelcocheloquelehabíallegadoalalma.Ymiróasuhijoconunabiertodesprecioquemedesagradó.Megustaríatener hijos míos algún día y, si llego a tenerlos, espero dejar esa expresiónparticularfuerademirepertorio.

Medecíaamimismoqueprocurasemantenerlacalma,quetodoaquellonoeraasuntomío,queno teníamotivosparaacalorarme:peroelpastelquehabíacomidoreposabaenelcentrodemiestómago,convertidoenunabolagrandeypegajosayempezabaaardermelapiel.LosCunninghamhabíansidomisegundafamilia desde que yo era pequeño, y podía sentir en mi interior los penosossíntomasdeunadisputafamiliar.

—Se puede aprender mucho de coches arreglando uno viejo —dije,sintiéndomecomounaimitacióndeLeBay—.Yharáfaltamuchotrabajoantesdequepuedacircularporlascalles—«Sialgunavezpuedehacerlo»(pensé)—.Selopodríaconsiderarcomoun…unhobby.

—Yoloconsiderounalocura—dijoRegina.Sentí de pronto unos fuertes deseos de marcharme. Supongo que si las

vibracionesemocionalesquellenabanlahabitaciónnohubieransidotanintensas,podría haberlo encontrado divertido. Había llegado a adoptar la postura dedefenderelcochedeArnie,cuandopensabaquetodoelasuntoeraabsurdo.

—Digáisloquedigáis—murmuré—,dejadmeamíalmargen.Mevoyacasa.—Excelente—convinoRegina.

—Seacabó—estallóArnie, inexpresivamente.Sepusoenpie—.Mevoyahacerpuñetasdeaquí.

Regina contuvo una exclamación, yMichael parpadeó como si le hubierandadounabofetada.

—¿Quéhasdicho?—logrópreguntarRegina—¿Quéhas…?—No entiendo por qué os alborotáis tanto—les respondióArnie, con voz

graveycontrolada—,peronopiensoquedarmeaoírosdeciridiotecesaningunode losdos.Queríaisquefuesea loscursossuperiores,yallíestoy—miróasumadre—.Queríasqueingresaseenelclubdeajedrez,enlugardeenlabandadela escuela, muy bien ahí estoy también. He logrado vivir diecisiete años sincrearosunasituaciónembarazosaenelclubdebridgeniacabarenlacárcel.

Leestabanmirandoconojosdesorbitados,comosiaunadelasparedesdelacocinalehubiesensalidolabiosyhubieraempezadoahablar.

Arnielesmiróconojosextraños,fríosypeligrosos.—Oslodigo.Voyateneresto.Estaúnicacosa.—Arnie,elseguro…—empezóMichael.—¡Calla!—gritóRegina.Noqueríahablaracercadelosproblemasconcretosporqueeseeraelprimer

pasoparaunaposibleaceptación,simplemente,queríaaplastar larebeliónbajosucalcañal,rápidaycompletamente.Haymomentosenquelosadultosresultanaunoaborreciblesenformasqueellosnuncacomprenderían.Yotuveentoncesunode esos momentos, y ello sólo consiguió hacer que me sintiera peor. CuandoReginalegritóasumarido,lavicomounapersonavulgaryasustada,y,comolaamaba,nuncahabíaqueridoverlaasí.

Sin embargo, permanecí en la puerta, deseando marcharme, peromorbosamentefascinadoporloqueestabasucediendo:laprimeradiscusiónseriaenlafamiliaCunninghamqueyohabíavistojamás,quizálaprimeraquejamássehabíaproducido.Ysuintensidaderaenorme,porlomenosdelgradodiezenlaescaladeRichter.

—Dennis, va a ser mejor que te vayas mientras resolvemos esto —pidiósombríamenteRegina.

—Sí—repuse—.Pero,¿Nocomprendéis?,estáishaciendounamontañadeungrano de arena. Esta noche… Regina Michael…, si pudierais verlo:probablementevadeceroatreintaenveinteminutos,siesquellegaamoverse…

—¡Dennis!¡Vete!Mientras montaba en mi «Duster», Arnie salió por la puerta trasera,

aparentementeconlaintencióndecumplirsuamenazademarcharse.Suspadressalierontrasél,conairepreocupado,ademásdehumillado.Yopodíacomprenderun poco cómo se sentían. Todo había sido tan súbito como un ciclón quedescendieradeuncielodespejado.

Encendíelmotoryretrocedíporlatranquilacalle.Habíansucedidomuchascosasdesdequeamboshabíamosllegadoalascuatro,haciadoshoras.Entonces,yoteníatantahambrequehabríacomidocualquiercosa(exceptoasadodealgas).Ahora, sentía en el estómago una opresión tal que me parecía que devolveríacualquiercosaquetragase.

Cuando me marché, los tres permanecían ante su garaje de dos plazas (el«Porsche»deMichaely la furgoneta«Volvo»deReginaseacurrucabandentro:ellos tienen sus coches—recuerdoquepensé, unpoco innoblemente—, a ellosquélesimporta),todavíadiscutiendo.

«¡Seacabó!—pensé,sintiéndomeahoraunpocotriste,ademásdeturbado—.Ledominarán,yLeBaytendrásusveinticincodólares,yese«Plymouth»del58continuará allí duranteotrosmil añosmásomenos.»Ya le habíanhecho cosassimilares otras veces.Porque era unperdedor.Hasta sus padres lo sabían.Erainteligentey,siseatravesabalacapaexteriordetimidezycautela,erajocosoyconsideradoy…delicado,supongoqueeslapalabraqueestoybuscando.

Delicado,peroperdedor.Sus padres le conocían tan bien como losmatones que le gritaban por los

pasillosyletirabanlasgafas.Sabíanqueeraunperdedoryqueledominarían.Esoesloqueyopensaba.Peroestabaequivocado.

3.Alamañanasiguiente

Mipoppasaid«SonYou'regonnadrivemetodrinkIfyoudon'tquitdrivinthatHot-rodLincoln.»

CHARLIERYAN

AlasseisymediadelamañanadeldíasiguientefuihastalacasadeArnieyaparqué junto a la cuneta. Aunque sus padres estarían todavía en la cama, noqueríaentrarporquehabíahabidotantasmalasvibracionesenlacocinalanocheanterior,quenomeapetecíanelbolloyelcaféquehabitualmentetomabaantesdeiratrabajar.

PasaroncasicincominutossinqueArniesaliese,yempecéapreguntarmesinohabríacumplidosuamenazadelargarse.

Luego,seabriólapuertatraserayaparecióconlafiambreragolpeándoleenunapierna.

Subióalcoche,cerrólaportezuelaydijo:—Vamonos,Jeeves.EraunadelassalidasclásicasdeArniecuandoestabadebuenhumor.Arranqué,lomirécautelosamente,casidecididoadeciralgoyluegoresolví

queseríamejoresperaraqueempezaseél…siesqueteníaalgoquedecir.Duranteunrato,parecióquenolotenía.Recorrimoscasitodoeltrayectosin

que hubiera ninguna conversación entre nosotros, con sólo el sonido de«WMDY», la emisora local deRock-and-Soul.Arnie seguía el ritmo sobre supierna,conaireausente.

Alfin,dijo:—Sientoquetevierasmetidoanocheenelasunto.—Notepreocupes,Arnie.—¿Se tehaocurridoalgunavez—preguntó,depronto—que lospadresno

sonmásqueniñosgrandeshastaquesushijoslesfuerzanahacerseadultos?¿Loquegeneralmenteocurreentrelosgritosylospataleosdeéstos?

Meneélacabeza.—Voyadecirteloquecreo—continuó.Estábamos llegando ya al emplazamiento de las obras, el remolque de

«CarsonBrothers»estabaasólodospendientesmásarriba.Eltráficoaaquellashoraseraescasoysomnoliento.Elcielopresentabaunsuavecolordemelocotón.

—Creoqueunapartedeserpadreesintentarmataraloshijos.—Eso parecemuy racional—repuse—. Losmíos siempre están intentando

matarme.Anoche,fuemimadre,queentrósigilosamenteenmihabitaciónconunaalmohadaymelapusoencimadelacara.Lanocheanterior,fuemipadreelquenosestuvopersiguiendoamihermanayamíconundestornillador.

Bromeaba,naturalmente,peromepreguntéquépensaríanMichaelyReginasipudiesenoírmispalabras.

—Ya séquepareceunpoco idiota al principio—siguióArnie—,perohaymuchas cosas que lo parecen hasta que realmente reflexiona uno sobre ellas.Envidiadepene.Conflictosedipicos.El«Sudario»deTurin.

—Amímepareceunachorrada—respondí—.Anochetuvisteunadisputacontusviejos,yesoestodo.

—Peroyolocreorealmente—dijoArnie,contonopensativo—.Noesquesepanloqueestánhaciendo,esono.¿Ysabesporqué?

—Dímelotú.—Porque en cuanto tienes un hijo sabes con seguridad que vas a morir.

Cuandotienesunhijo,vestupropiatumba.—¿Sabesunacosa,Arnie?—¿Qué?—Creoqueesoesjodidamentehorrible—dije,yambosnosechamosareír.

—Nolodecíaenesesentido.Entramosen la zonadeaparcamientoy apaguéelmotor.Permanecimosallí

unosmomentos.—Lesdijequerenunciaríaaloscursosuniversitarios—continuó—.Lesdije

quemeapuntaríaaE.V.E.V.eraenseñanzavocacional.Lamismaclasedecosaquerecibenloschicos

delosreformatorios,salvo,naturalmente,queellosnosevanacasaporlanoche.Tienenloquepodríamosllamarunprogramaobligatorioenrégimendeinternado.

—Arnie—empecé, sin sabermuy bien cómo seguir. La forma en que todoaquellohabíabrotadodelanadacontinuabasorprendiéndome—.Arnie,eresaúnmenor.Ellostienenquefirmar,obligatoriamente,tuprograma.

—Sí,claro—respondióArnie.Sonriósinalegría,yalafríaluzdelamanecerparecíaalavezmuchomásviejoymucho,muchomásjoven:comounaespeciedeniñocínico—.Tienen la facultaddecancelar todomiprogramaduranteotroañosiquierenysustituirloporelsuyo.PodríanapuntarmeaEconomíaDomesticayMundo de laModa si les da la gana. La ley dice que pueden hacerlo. Peroningunaleydicequepuedenhacermeaprobarloqueelijan.

Esomehizocomprenderlagrandistanciaquehabíarecorrido.¿Cómopodíahaber llegadoa significar tantoparaél,y tansúbitamente,aquellaporqueríadecoche? En los días siguientes, esa pregunta continuó obsesionándome, comosiempre he imaginado que lo haría un disgusto serlo sufrido recientemente.CuandoArniedijoaMichaelyReginaquedeverasqueríatenerlo,desdeluegono había estado bromeando. Se había ido derecho al lugar en que con másintensidadvivíansusexpectativashaciaél,ylohabíahechoconunaimplacableresoluciónquemesorprendió.Noestoysegurodequeotra tácticamenos firmehubieradadoresultadocontraRegina,peromesorprendíaqueArniehubiesesidorealmentecapazdehacerlo.Dehechomedejabatotalmenteatónito.Lacuestiónera que, si Arnie pasaba su último curso en E.V., la Universidad quedabaeliminadaYparaMichaelyReginaesoeraimposible.

—Asíque,¿Sehanresignado?Eracasilahoradefichar,peroyonopodíadejarelasuntosinsaberlotodo.—No exactamente. Les dije que encontraría una plaza de garaje y que no

intentaríahacerlorevisarniinscribirhastatenersuaprobación.—¿Creesquelaconseguirás?

Me dirigió una sonrisa confiada y medrosa a la vez. Era la sonrisa de unconductor de explanadora bajando la pala de un «D-9 Cat» ante un obstáculoparticularmentedifícil

—Laconseguiré—dijo—.Cuandoestélisto,laconseguiré.¿Ysabéisunacosa?Quedéconvencidodequeloharía.

4.Arniesecasa

IrememberthedayWhenIchoseheroverallthoseotherjunkers,ThoughtIcouldtellUnderthecoatofrustshewasgold.Noclunker…

THEBEACHBOYS

Podríamoshaberhechodoshorasextraordinariasaquelviernesporlatarde,perorehusamos.Recogimosnuestroschequesenlaoficina,fuimosa lasucursalenLibertyvilledelaCajadeAhorrosdePittsburghyloscobramos.Yoingresélamayorparteenmilibreta,pusecincuentadólaresenmicuentacorriente(elsolohecho de tenerla me hacía sentirme inquietantemente adulto, sensación que,supongo,sevaesfumando)yretiréveinteenefectivo.

Arnieretirólatotalidaddesupaga.—Toma—dijo,tendiéndomeunbilletedediezdólares.—No—respondí—.Quédatelo,hombre.Necesitaráshastaelúltimocentavo

antesdequeacabesconesecacharro.—Cógelo—repitió—.Yopagomisdeudas,Dennis.—Quédatelo.Deveras.—Cógelo—seguíatendiendoinexorablementeelbillete.Locogí.Peroleobliguéaaceptareldólarquesobraba.Noqueríahacerlo.

Mientras cruzábamos la ciudad en dirección a la casa de LeBayArnie fueponiéndose cada vezmás nervioso. Subió demasiado el volumen de la radio yempezóallevarelritmodelamúsicaprimerosobrelosmuslosyluegosobreelsalpicadero.SalióForeignercantandoDirtyWhiteBoy.

—La historia de mi vida, Arnie —dije, y soltó una carcajada demasiadofuerteydemasiadolarga.

Seestabacomportandocomounhombrequeesperaaquesumujer tengaunhijo. Finalmente, adiviné que le asustaba la posibilidad de que LeBay hubieravendidoelcocheaotro.

—Tranquilo,Arnie—dije—.Estaráallí.—Estoy tranquilo, estoy tranquilo —, repuso, y me ofreció una amplia,

resplandecienteyforzadasonrisa.Su piel presentaba ese día el peor aspecto que yo había visto jamás, yme

pregunté (no por primera vez, ni por última) qué se sentiría siendo ArnieCunningham, atrapado tras aquel sudoroso rostro segundo tras segundo,minutotrasminuto.Y…

—Bueno, deja de sudar. Parece como si te fueses a hacer limonada en lospantalonesantesdequelleguemosallí.

—Notepreocupes—explicó,yvolvióatabalearrápidaynerviosamenteenelsalpicaderoparademostrarmelonerviosoquenoestaba.

DirtyBoy,deForeigner,diopasoaJukeboxHeroesdeForeigner.Eraviernespor la tarde, y en «FM-104» había empezado el programa de rock del fin desemana.Cuandorecuerdoaquelaño,eldemicursodegraduación,meparecequepodríamedirloenpiezasderock…yenunacadavezmásintensasensacióndeterror.

—¿Quéesexactamente?—pregunté—¿Quépasaconesecoche?Permaneció un ratomirando a lo largo de la LibertyVilleAvenue sin decir

nada y, luego, apagó la radio con gesto rápido, cortando en seco la voz deForeigner.

—Nolosémuybien—dijo—.Acasoseaporque,porprimeravezdesdelosonceaños,cuandomeempezaronasalirgranos,hevistoalgomásfeoqueyo.¿Esesoloquequieresquediga?¿Tepermiteesosituarloenunacategoríadefinida?

—Oh,vamos,Arnie—exclamé—.SoyDennis,¿recuerdas?—Recuerdo—respondió—.Yseguimossiendoamigos,¿verdad?

—Desdeluego.Pero,¿Quétieneesoquevercon…?—Yeso significaquenodebemosmentirnos el uno al otroo, almenos, yo

creo que eso es lo que tiene que significar. Así que tengo que decirte lo quesiento.Séloquesoy.Soyfeo.Nohagoamigosconfacilidad.Yo…,alejodemíalagente.Noquierohacerlo,peroesloquemeocurre.¿Tedascuenta?

Asentídemalagana.Comoéldecía‚éramosamigos,yesosignificabareduciralmínimotodoloqueresultasedesagradable.

Moviótambiénlacabeza.—Otraspersonas…—siguió,yluegoañadióconcuidado—tú,porejemplo,

Dennis, no siempre comprendes lo que eso significa. Miras al mundo de unamaneradistintacuandoeresfeoylagenteseríedeti.Resultadifícilconservarelsentidodelhumor.Teproduceunasensacióndebloqueoy,aveces, lecuestaaunomantenersecuerdo.

—Bueno,puedoentenderlo.Pero…—No—replicó él, sosegadamente—.No lo puedes entender.Tal vez creas

quesí,peronoloentiendes.Norealmente.Peromeagradas,Dennis…—Tetengocariño,hombre—dije—.Yalosabes.—Quizá—respondió—.Yloaprecio.Ytienequeserporquesabesquehay

algomás:algopordebajodelosgranosydemiestúpidacara…—Tucaranoesestúpida,Arnie.Unpocoraraacaso,peronoestúpida.—Vete al carajo—exclamó, sonriendo, y continuó—.De todosmodos, ese

coche es así. Tiene algo por debajo. Algo distinto. Algo mejor. Lo veo,simplemente.

—¿Sí?—Sí,Dermis.Loveo.TorcíporlacalleMayor.EstábamosacercándonosyaalacasadeLeBay.Y,

depronto,measaltóunaideahorrible.¿YsielpadredeArniehubieraenviadoacasadeLeBayaunode susamigoso susalumnosparacompraraquel cocheyquitárseloasíasuhijo?Untoquemaquiavélico,podríamosdecir,perolamentedeMichael Cunningham era más que un poco tortuosa. Su especialidad era lahistoriamilitar.

—Vi ese coche…, y sentí tanta atracción hacia él… Ni yo mismo puedoexplicármelomuybien,pero…

Dejólafraseenelaire,perdidaenelvacíolamiradadesusgrisesojos.

—Perocomprendíquepodíaconvertirloenalgomejor—concluyó.—¿Arreglarlo,quieresdecir?—Sí…,bueno,no.Esoesdemasiado impersonal.Searreglanmesas, sillas,

cosasasí.Lacortadoradecéspedcuandonofunciona.Ycochescorrientes.Quizá me vio enarcar las cejas. El caso es que se echó a reír: una risita

defensiva.—Sí,yasécómosuena—dijo—.Nomegustadecirlo,porquesécómosuena.

Perotúeresunamigo,Dennis.Yesosignificaunmínimodeconfianza.Creoquenoesuncochecorriente.Noséporquélocreo…,perolocreo.

Abrí la boca para decir algo que quizás hubiera lamentadomás tarde, algosobreprocurarmantenerlascosasenperspectivaoquizásinclusosobreevitaruncomportamiento obsesivo, pero justo en ese momento doblamos la esquina yenfilamoslacalledeLeBay.

Arniehizounaprofundayroncainspiración.EnelcéspeddeLeBayhabíaun rectángulodehierbaqueeramásamarilla,

másralaymásfeaqueelresto.Juntoaunextremodelrectánguloseveíaunamanchadeaceitequehabíaido

empapando el suelo, matando todo lo que antes creciera allí. Aquel trozorectangulardeterrenodestacabacontalintensidadquecasicreoquesequedaríaunociegosilomirabadurantedemasiadotiempo.

Eraallí dondeeldía anterior estabael«Plymouth»1958.El terreno seguíaallí,peroel«Plymouth»habíadesaparecido.

—Arnie —dije, mientras arrimaba el coche a la cuneta—. Tómatelo concalma.Nopierdaslosestribos.

Nomeprestóatención.Dudoquemehubieraoídosiquiera.Habíapalidecido.Las manchas que cubrían su rostro destacaban con purpúreo relieve. Abrió laportezuela demi «Duster» y estaba saltando del coche antes incluso de que sehubieraparadoporcompleto.

—Arnie…—Es mi padre—dijo, enfurecido y consternado—. Huelo la mano de ese

bastardoentodoesto.YechóacorrerporelcéspedendirecciónalapuertadeLeBay.SalídelcocheycorríIrasél,pensandoqueaquellalocuranoibaaterminar

nunca. Apenas si podía creer que acababa de oír a Arnie Cunningham llamar

bastardoaMichael.Arnieestabalevantandoelpuñoparaaporrearlapuerta,cuandoéstaseabrió.

EnelumbralsehallabaelpropioRolandD.LeBay.Estavezllevabaunacamisasobre su faja ortopédica. Miró el furioso rostro de Arnie con una sonrisaafablementecodiciosa.

—Hola,hijo—dijo.—¿Dóndeestá?—rugióArnie—¡Hicimosuntrato!¡Malditasea,hicimosun

trato!,¡Tengounrecibo!—Cálmate—repusoLeBay.Volvió la vista haciamí, que permanecía en el

escalón inferior, con las manos metidas en los bolsillos—. ¿Qué le pasa a tuamigo,hijo?

—Elcochehadesaparecido—respondí—.Esoesloquepasa.—¿Quiénlohacomprado?—gritóArnie.Nuncalehabíavistotanenfurecido.Creoque,sihubiesetenidounapistolaen

aquellosmomentos,selahabríaapoyadoenlasienaLeBay.Contramivoluntad,mesentífascinado.Eracomosiunconejosehubieravueltocarnívorodepronto.QueDiosmeperdone,perolleguéapensarporunmomentosinotendríauntumorcerebral

—¿Quién lo ha comprado? —repitió suavemente LeBay— Pues nadietodavía,hijo.Perotelotengoreservado,yporesolohemetidoenelgaraje.Hecolocado los repuestos y cambiado el aceite—se atusó el pelo y, luego, nosofrecióunasonrisaabsurdamentemagnánima.

—Esusteduntíoestupendo—dije.Arnie lemiró con aire de duda y, luego, volvió la cabeza hacia la cerrada

puertadelmodestogarajedeunasolaplazaqueestabaunidoa lacasaporunapistadeceniza.

La pista, como todo lo demás en la casa de LeBay, había conocido díasmejores.

—Además, no quería dejarlo afuera, ya que habías depositado una señal acuentadeél—dijo—.Hesolidotenerproblemasconunoodosdelostiposdeesta calle.Una noche, un chaval tiró una piedra contrami coche.Oh, sí, tengoalgunosvecinosalistadosenlaB.I.

—¿Quéeseso?—pregunté.

—LaBrigadadelosIdiotas,hijo.Paseó por la calle una sombría mirada de francotirador, posándola en los

cochesqueregresabanahoradeltrabajo,enlosniñosquejugabanenlasaceras,en las personas sentadas en sus porches y tomando bebidas al fresco delatardecer.

—Megustaríasaberquiéntiróaquellapiedra—comentóconsuavidad—.Sí,señor,megustaríasaberlo.

Arniecarraspeó.—Sientohabermeportadoasí.—No te preocupes—dijo alegremente LeBay—.Me gusta ver que alguien

defiendeloqueessuyo…ocasisuyo.¿Traeseldinero,muchacho?—Sí.—Bueno, vamos a la casa.Tu amigo también.Te firmaré la transferencia y

tomaremosunvasodecervezaparacelebrarlo.—No,gracias—dije—.Yomequedoaquí,sinoleimporta.—Comoquieras,hijodijoLeBay…yguiñóunojo.Hoyeseldíaenquetodavíanoséquéqueríadecirconeseguiño.Entraron,y

lapuertasecerródegolpetrasellos.Elpezhabíacaídoenlaredyestabaapuntodelimpiarlo.Sintiéndome deprimido, me dirigí por la pista de ceniza hasta el garaje y

empujé la puerta. Ésta se elevó con facilidad y exhaló losmismos olores quehabíapercibidocuandoabríeldíaanteriorlaportezueladel«Plymouth»:aceite,tapiceríavieja,elcaloracumuladodeunlargoverano.

A lo largo de una pared se alineaban rastrillos y unas cuantas viejasherramientasdejardinería.Enlaotraseveíaunamangueramuyvieja,unabombadebicicletayunsacodegolfllenodemohosasmazas.Enelcentro,conelmorrohacia fuera,estabaelcochedeArnie,Christine, con suairedesmesuradamentealargado en una época en que hasta los «Cadillac» parecían comprimirse. Latelarañadegrietasdelparabrisasbrillabaconreflejosdemercurioalrecibir laluz. Algún chaval con una piedra, como había dicho LeBay…, o quizás unpequeño accidente al volver a casa después de pasar la noche en el club deveteranosdeguerra,bebiendoycontandohistoriassobrelabatalladelaBolsaode lacolinadePorkChop.Losbuenosviejos tiemposenqueunhombrepodíacontemplarEuropa,elPacíficoyelmisteriosoOrienteporelpuntodemiradeun

bazuka. ¿Quién sabía…y qué importaba?En cualquier caso, no iba a ser fácilencontrarsustitutoparaunparabrisastangrandecomoaquél.

Nibarato.«Oh,Arnie—pensé—,teestásmetiendohastaelcuello».ElneumáticoqueLeBayhabíaquitadoreposabacontralapared.Meagaché,

apoyándome en las manos y las rodillas, y miré debajo del coche. Estabaempezandoaformarseunanuevamanchadeaceite,deunnegrointensosobreeloscurofantasmadeotramanchamayorymásantiguaquesehabíaidohundiendoenelcementoalo

largodelosaños.Elhechonohizonadaporaliviarmidepresión.Seguroqueelbloqueestabaagrietado.

Di la vuelta hasta el lado del conductor y,mientrasme disponía a abrir laportezuela,viuncubodebasuraenelotroextremodelgaraje.Unagranbotelladeplásticoemergíadeél.Lasletras«SAPPH»quedabanvisiblessobreelborde.

Gemí.Oh,habíacambiadoelaceite.Muygeneroso.Habíaquitadoelviejo,loquequedaba,yhabíaechadounoscuantoslitrosdeaceite«Sapphire»,éstaeslaclaseque

sepuedecomprarpor3,50dólareslalatadeveintelitrosdeaceiterecicladoenMammoth.RolandD.LeBayeraunautenticopríncipe.RolandD.LeBayeratodocorazón.

Abrílaportezuelaymesentéalvolante.Elolordelgarajenoparecíaahoratan intenso ni tan cargado de sentimientos de desuso y derrota. El volante delcocheeragrande

y rolo, un volante confiado y seguro de sí mismo. Miré de nuevo aquelsorprendentevelocímetro,aquelvelocímetrocalibradonopara70u80,sinonadamenosquehasta

120millas por hora.No había debajo unos pequeños números rojos con laequivalenciaenkilómetros.Cuandoestecacharrosaliódelacadenademontaje,aúnnoselehabía

ocurridoanadieenWashingtonlaideadepasaralsistemamétrico.Tampocohabíaningúngran55rojoenelvelocímetro.Porentonces,lagasolinasalíaa29,9centavos los cinco litros, quizámenos si estaba en vigor un precio de guerra.Faltabanaúnquinceañosparalosembargosárabesdelpetróleoyloslímitesdevelocidad.

«Losbuenosviejostiempos»,pensé,ynopudepormenosdesonreírunpoco.Busqué en el lado izquierdo del asiento y encontré la palanca que movía elasientoadelanteyatrás, arribayabajo (esdecir, si todavía funcionaba).Habíaaireacondicionado(eso,ciertamente,no funcionaba),ycontroldemarcha,yungranreceptorderadioconabundantescromados:sóloAM,comoesnatural.En1958,laFMeraprácticamenteundesierto.

Puselasmanossobreelvolantey,entonces,sucedióalgo.Aunahora,despuésdemuchopensarsobreello,noestoysegurodequéfue

exactamente.Unavisiónquizá,pero,silofue,nosetratódenadaextraordinario.Fue sólo que, por unmomento, pareció desvanecerse la rasgada tapicería. Lasfundasdelosasientosestabanenterasyolíanagradablementeavinilo…,oquizásaqueloloreradecueroauténticoLaspartesdesgastadashabíandesaparecidodelvolante, los cromados brillaban alegremente a la luz del atardecer estival quepenetrabaporlapuertadelgaraje.

Vamos a dar una vuelta, muchacho —pareció cuchichear Christine en elcalurososilenciodelgarajedeLeBay—.Vamos.

Y, por un instante, pareció que todo cambiaba. La maraña de grietas delparabrisasdesapareció…,oesafuealmenoslaimpresión.ElpequeñotrozodelcéspeddeLeBayqueyopodíavernoestabaamarillento,conabundantescalvasyásperashierbas,sinoquepresentabaunjugosocolorverdedetiernahierbareciéncortada.Laaceraqueseextendíamásalláestabaperfectamentepavimentada,sinunasolagrieta.Vi(ocreíver,osoñéqueveía)pasarpordelanteun«Cadillac»del 57. Aquel «GM» era de un color verde oscuro, sin una sola mota deherrumbre encima, gruesos neumáticos y tapacubos que reflejaban la luz comoespejos.Un«Cadillac»tangrandecomounbarco.¿Yporquéno?Lagasolinaeracasitanbaratacomoelaguadelgrifo.

Vamosadarunavuelta,muchacho…,vamos.Claro, ¿por qué no? Podía arrancar y enfilar hacia el centro de la ciudad,

hacialaviejaescuelasuperiorquetodavíasemanteníaenpie—noarderíahastaseisañosdespués,hasta1963,ypodíaponerlaradioysintonizaraChuckBerrycantandoMaybelline,oalosEverlysentonandoWakeUpLittleSusieoquizásaRobinLukegimiendoSusieDarling.Yentonces…

Yentonces salí del coche tan aprisa comopude.La puerta se abrió con unherrumbrosoe infernal chirrido, ymediungolpe en el codocontraunade las

paredesdelgaraje.Cerré laportezueladeunempujón(laverdadesquenomeatrevíarealmenteatocarlasiquiera)ymequedéallí,mirandoal«Plymouth»que,salvoqueintervinieseunmilagro,notardaríaenserdemiamigoArnie.Mefrotéelmagulladocodo.Elcorazónmelatíaaceleradamente.

Nada.Nicromadosnuevos,ninueva tapicería.Porelcontrario,abundanciadeabolladurasydeherrumbre,faltabaunfaro(nomehabíafijadoenelloeldíaanterior)

laantenaestabatorcida.Yaquelpolvorientoysuciooloraviejo…Enaquelmomento,decidíquenomegustabaelcochedemiamigoArnie.Salídelgaraje,mirandoconstantementehaciaatrásporencimadelhombro:

noséporqué,peronomegustabatenerloamiespalda.Séquepareceráestúpido,peroesoes

lo que sentí. Y allí estaba, con su abollada y herrumbrosa carrocería, enabsolutosiniestroniextraño,sóloun«PIymouth»muyviejo,conunapegatinaderevisión que había perdido validez el uno de junio de 1976…, hacía muchotiempo.

ArnieyLeBayestabansaliendodelacasa.Arniellevabaenlamanounahojadepapel:sucontratodeventasupuse.LasmanosdeLeBaysehallabanvacías,yahabíahechodesaparecereldinero.

—Esperoquelodisfrutes—estabadiciendoLeBayyporalgunarazón,penséenunviejoalcahueteanimandounchicomuyjoven.

Sentíunaccesoderepugnanciahaciaél…consusoriasisenelcráneoysusudorosafajaortopédica.

—Ycreoquedisfrutarás.Coneltiempo.Susojos, ligeramente lagrimosos,seposaronen losmíos,permanecieronen

ellosunosinstantesy,luego,volvieronaArnie.—Coneltiempo—repitió.—Si,señor.Estoysegurodeello—repusoArnie,conaireausente.Se dirigió hacia el garaje como un sonámbulo y se detuvo, mirando a su

coche.—Tiene las llaves puestas —dijo LeBay—. Tendrás que llevártelo. Lo

comprendes,¿verdad?—¿Arrancará?—Mehaarrancadoamíestamañana—respondióLeBay,perodesviólavista

haciaelhorizonte.Y,luego,coneltonodequiensehalavadolasmanosdetodoelasunto—.Supongoquetuamigotendráunjuegodecablesensumaletero.

Bien,laverdadesqueyoteníaunjuegodecablesenmimaletero,peronomeagradabaqueLeBaylosupusiera.

NomeagradabaqueLeBaylosupusieraporque…Suspirélevemente.Porquenoqueríaverme implicadoen la futura relacióndeArnieconelviejocacharroquehabíacomprado,peromedabacuentadequeestabasiendoarrastradoaellapasoapaso.

Arniehabíarenunciadoporcompletoalaconversación.Entró en el garaje y subió al coche. El sol del atardecer caía ahora

oblicuamentesobreélyvilanubecilladepolvoqueselevantóalsentarseArnie.Automáticamente,mesacudílatraseradelospantalones.Duranteunosmomentos,permaneciósentadoanteelvolante,agarrándoloflojamenteconlasmanos,ymesentí de nuevodesasosegado.En ciertomodo, era como si el coche lo hubiesedevorado.Medijeamímismoquedebíaserenarme,quenohabíaningunarazónparaquemecomportasecomounaestúpidacolegiala.

Entonces,Arnieseinclinóligeramentehaciadelante.Elmotorempezóagirar.Me volví y lancé a LeBay una mirada furiosa y acusadora, pero él estabaobservandodenuevoel

cielo,comositemieraquelloviese.Noibaaarrancar,nopodíaarrancar.Mi«Duster»estabaenbastantebuenas

condiciones, pero los dos que había tenido antes eran también unos cacharros,aunquenodelamismaclasequeChristine,ymehabía familiarizadoconaquelsonido en las frías mañanas de invierno, aquel lento y fatigado ronquido quesignificabaquelabateríaestabaarañandoelfondodelcilindro.

Rurr-rurr-rurrrurr…rurr…rurr…rurr…—Notemolestes,Arnie—dije—.Nosevaaencender.Ni siquiera levantó la cabeza.Accionó la llave enun sentidoy luegoen el

contrario.Elmotorroncóconpenosalentitud.MeacerquéaLeBay.—¿Nisiquierapodíadejarlofuncionandoeltiemposuficienteparacargarla

batería?—pregunté.LeBaymiró con sus pálidos y llorosos ojos y, sin decir palabra, volvió a

escrutarelcielo.—Oquizásesquenuncaarrancóenabsoluto.Quizásustedselimitóahacer

que un par de amigos le ayudasen a empujarlo hasta el garaje. Si es que unabasuracomousted

tieneamigos.Memiró.—Túnolosabestodo—explicó—.Nisiquierahassalidoaúndelcascarón.

Cuandohayaspasado,comoyo,porunpardeguerras…—Váyasealamierdaconsupardeguerras—dijepausadamenteymedirigí

haciaelgarajeenqueArniecontinuabaintentandoponerenmarchasucoche.LomismopodríaintentarsorberconunapajatodaelaguadelAtlánticooirse

aMarteenglobodeairecaliente,pensé.Rurr………,rurr……………rurr.Muypronto, elúltimoohmioyelúltimoergioabandonaríanaquellaviejay

corroída batería «Sears», y entonces sólo se oiría elmás fúnebre de todos lossonidosautomovilísticos,generalmenteescuchadoencarreterassecundariasbajolalluviayendesiertasautopistas:elsordoyestérilclicdelsolenoide,seguidodeunhorriblesonidosemejanteaunestertor.

Abrílaportezueladelladodelconductor.—Voyatraermiscables—dije.Levantólavista.—Creoquemearrancará—explicó.Sentíquemislabiosseestirabanenunaampliaypococonvincentesonrisa.—Bueno,lostraeréporsiacaso.—Comoquieras—dijo,conaireausente,y,luego,convozcasiinaudible—.

Vamos,Christine.¿Quédices?Enelmismoinstante,aquellavozdespertóenmicabezayhablódenuevo—

vamosadarunavuelta,muchacho…,vamos—,ymeestremecí.Hizogirardenuevo la llave.Y,en lugardel sordoclicdel solenoideydel

estertor, oí el lento ronquido delmotor acelerando de pronto.Al cabo de unosmomentos,separo.

Arnievolvióagirar la llave.Elmotorroncóconmayorrapidez.El tubodeescape soltó un estampido que sonó como una bomba demano en el reducidoespaciodelgaraje.Diunsalto.Arnie,no.Élestabaperdidoensupropiomundo.

Enestemomento,yolohabríamaldecidounpardeveces,sóloparaayudarleaarrancar:Venga,cabrón,siempreesbueno,vamosya,jodido,tienesusméritos,yavecesbastaconunsimpleyrotundo¡arranca,mierda!Lamayoríadelostiposqueconozcoharíanlomismo,yocreoqueesunadelascosasqueunoaprendedesupadre.

Loquetumadretedejasonprincipalmenteprudentesconsejosprácticos—sitecortaslasunasdelospiesdosvecesalmesnotendrástantosagujerosenloscalcetines, tira eso, no sabes dónde ha estado antes, cómete tus zanahorias sonbuenasparati—peroesdetupadredequienrecibeslamagia,lostalismanes,laspalabrasdepoder.

Si el coche no arranca, maldícelo. Si te remontas siete generaciones haciaatrás, probablemente encontrar s a uno de tus antepasados maldiciendo a unmalditoburroqueseparóenmediodelpuentedepeajedealgúnlugardeSussexoPraga.

PeroArnienoloinsultaba.Murmurabaporlobajo:—«Vamos,muñeca,¿Quédices?»Giró la llave. El motor respingó dos veces, petardeó de nuevo y, luego,

arrancó.Sonabahorrible,comosiquizá,cuatrodelosochopistonessehubierantomado vacaciones, pero Arnie lo tenía en funcionamiento. Apenas si podíacreerlo, peronoquería quedarmeahablar con él.El garaje se estaba llenandorápidamentedegasesyhumoazul.

—Ha resultadomuybien, después de todo, ¿Verdad?—dijoLeBay—Ynotendrásquearriesgartupropiaypreciosabatería—escupió.

No se me ocurrió nada que decir. A decir verdad, me sentía un pocodesconcertado.

Elcochesaliólentamentedelgaraje,pareciendotanabsurdamentelargoqueledabaaunoganasdereírollorarohaceralgo.Nopodíadarcréditoalolargoqueparecía.Eracomouna ilusiónóptica.YArnieparecíamuypequeño traselvolante.

Bajóelcristaldelaventanillaymellamóconungesto.Teníamos que levantar la voz para hacernos oír con claridad: ésa era otra

cosadelaChristinedeArnie,teníaunavozextremadamentereciayrugiente.Ibaa ser necesario colocar un silenciador en lo que quedara del tubo de escape.DesdequeArniesehabíasentadoalvolante,elpequeñocontabledelasección

automovilística de mi cerebro había totalizado gastos por valor de unosseiscientosdólares…,sinincluirelparabrisasrajado.Diossabíacuántopodríacostarremplazaréste.

—¡VoyallevarloaDarnell!—gritóArnie—Suanuncioenelperiódicodicequepuedoaparcarloenunodeloshuecostraserosporveintedólaresalasemana!

—¡Arnie,veintedólaresa lasemanaporunodeesoshuecosesdemasiado!—aullé.

Esteeraotrocasodeexpolioalosjóvenesinocentes.El«garajeDarnell»sehallabajuntoaunsolardedoshectáreasquellevabaelnombrefalsamentejovialde «Piezas de Automóviles Usados de Darnell». Yo había estado allí variasveces, una para comprar un estereo parami «Duster», otra para agenciarmeuncarburadorparael«Mercury»quehabíasidomiprimercoche.WillDarnelleraun tipogordoydeaireporcinoquebebíamuchoyfumaba largosymalolientescigarros, aunque se decía que padecía asma.Declaraba abiertamente su odio acasitodoslosadolescentespropietariosdecochesdeLibertyville…,peroesonoleimpedíaabastecerlesyexplotarles.

—Yalosé—gritóArnieporencimadelrugidodelmotor—.Peroessóloporunaodossemanashastaqueencuentreunsitiomásbarato.NopuedollevarloacasaasíDennis.Notequierodecircómosepondríanmispadres.

Eso era cierto. Abrí la boca para decir algo más, quizá para rogarle quepusiesefinaaquella locuraantesdequeescapaseporcompletoa todocontrol.Luego, volví a cerrarla. El trato estaba hecho. Además, no quería seguircompitiendoconaquelrugientesilenciador,nicontinuarllenándomelospulmonesdeanhídridocarbónico.

—Estábien—dije—.Teseguiré.—De acuerdo —dijo, sonriendo—. Iré por Walnut Street y Basin Drive.

Quieromantenermeapartadodelascallesprincipales.—Vale.—Gracias,Dennis.Volvió a conectar la transmisión hidráulica, y el «Plymouth» avanzómedio

metro y, luego, se detuvo casi. Arnie pisó un poco el acelerador, yChristinepetardeó. El «Plymouth» se arrastró por el sendero de LeBay hasta la calle.Cuando accionó el freno, sólo se encendió uno de los pilotos. Mi contableautomovilísticomentalanotóimplacablementeotroscincodólares.

Giróelvolantehacialaizquierdaysalióalacalle.Losrestosdelsilenciadordel tubode escape rascaron el pavimento.Arniediomásgas, y el coche rugiócomounrefugiadohuidodelderbydePhillyPlains.Alotroladodelacalle,lagenteseinclinabasobresusporchesosalíaalapuertaparaverquéocurría.

Bufandoyrugiendo,Christine avanzócalle arribaaunosquincekilómetrosporhora,despidiendograndesyapestosasnubesdehumoazuladoquequedabansuspendidasen

elaireyseibandiluyendoluegoenelcálidoatardecerdeagosto.Cuarentametrosmás allá, se detuvo ante la señal de stop. Pasó ante él un

chicoensu«Raleigh»,yllegóhastamísugritodescaradoeinsolente:—¡Mételoenunatrituradoradebasuras!El puño cerrado deArnie asomópor la ventanilla.Levantó el dedomedio,

haciéndole«FuckYou».Otraprimicia.NuncahabíavistoaArniehacerle«FuckYou»anadie.

Elmotorcarraspeó,tosióysepusoenmarcha.Estavez,hubotodaunaseriede tableteantes estampidos del tubo de escape. Era como si alguien hubieraabiertofuego

con una ametralladora sobre Laurel Drive, Libertyville, Estados Unidos.Gemí.

No tardaría alguien en llamar a los polis, denunciando una alteración delorden público, y detendrían a Arnie por conducir un vehículo desprovisto delicencia…y,probablemente, tambiénporalteracióndelorden.Esonoaliviaríaprecisamentelasituaciónencasa.

Sonóunestampidofinal—quereverberópor lacallecomolaexplosióndeunagranadademortero—,yluego,el«Plymouth»torcióalaizquierdaporMartinStreet,quedesembocabaenWalnutunpardekilómetrosmásallá.Elsolponientedoróporunosinstantessumaltratadocuerporojomientrasseperdíadevista.ViqueArnieteníaelcodoapoyadoenlaventanilla.

MevolvíhaciaLeBay,denuevoenfurecidoydispuestoaarremetercontraél.Lairritaciónmedominaba.Peroloquevimedetuvoenseco.

RolandD.LeBayestaballorando.Era horrible, era grotesco y, sobre todo, suscitaba compasión. Cuando yo

tenía nueve años, había en casa un gato llamado capitán Beefheart, y fueatropellado por un camión. Le llevamos al veterinario —mi madre tenía que

conducirdespacio,porqueestaballorandoyseleempañabanlosojos—,yyoibaenelasientotraseroconcapitánBeefheart.Lollevabaenunacajaylerepetíaqueelveterinariolesalvaría,quesepondríabien,peroinclusounchiquillodenueveaños como yo podía darse cuenta de que capitán Beefheart nunca volvería aponersebien,porque teníapartede los intestinosfuera,y lesalíasangreporelculo, y había mierda en la caja y en su piel, y se estaba muriendo. Traté deacariciarle,yélmemordióenlamano,justoenlasensiblezonaqueseextiendeentre el pulgar y el índice. El dolor fue malo, pero el terrible sentimiento decompasiónerapeor.Nohabíavueltoasentirnadaparecidodesdeentonces.Noesquemequejase,entiendase,nocreoque lagentedeba tener sentimientosasíconfrecuencia.Porque,cuandoesoocurre,supongoquele llevanaunoahacercestosdemimbre.

LeBayestabaenpie sobre su raídocésped,no lejosdel lugarenqueaquelgrancharcodeaceitehabíadefoliadotodo,yteníalacabezabaja,yelpañueloenla mano, y se estaba enjugando los ojos con él. Las lágrimas relucían condestellos grasientos en sus mejillas, más parecidas a gotas de sudor que averdaderaslágrimas.Lanuezlesubíaybajabaalolargodelagarganta.

Volvílacabezaparanoverlelloraryquedémirandoasugaraje.Antes,habíaparecido lleno…, lascosasa lo largode lasparedes,desde luego,pero, sobretodoaquelenormeyvetustococheconsusdoblesfarosysuamplioparabrisasysuextensocapó.Ahora,lascosasapiladasjuntoalasparedessóloservíanparaacentuarelvacíoesencialdelgaraje.Semejabaunabocaabiertaydesdentada.

Eso era casi tan malo como LeBay. Pero cuando volví a mirarle, el viejobastardohabíarecuperadoeldominiodesímismo:bueno,casi.Susojoshabíandejadoderezumar,ysehabíaguardadoelpañueloenelbolsilloposteriordesuspantalonesdepanadeanciano.Perosurostroseguíatriste.Muytriste.

—Bueno,seacabó—dijoroncamente—.Yamelahequitadodeencima,hijo.—Ojalá pudiera decir lo mismo mi amigo, señor LeBay—respondí—. Si

supieraelfollónenquesehametidoconsuspadresporculpadeesecacharro…—Largodeaquí—exclamó—.Hablascomounamalditaoveja.Sólobe,be,

be,esoestodoloqueoigosalirdetuboca.Creoquetuamigosabemásquetú.VeaverSinecesitaqueleechesunamano.

Echéaandarporelcéspedendirecciónamicoche.NoqueríaseguirjuntoaLeBayniunmomentomás.

—¡Nadamásquebe,be,be!—gritóirritadamenteamiespalda,haciéndomepensarenaquellaviejacancióndelosYoungbloods…Iamaone-noteman,IplayitallIcan—.¡Túnosabesnilamitaddeloquecreessaber!

Montéenmicocheymealejé.AltorcerporMartinStreet,miréhaciaatrásyleviallí,sobresucésped,reluciendoalsolsucalvacabeza.

Talcomoresultaronlascosas,teníarazón.Yonosabíanilamitaddeloquecreíasaber.

5.Cómollegamosa«Darnell's»

Igota'34wagonandwecallitawoodyYouknowshe’snotverycherry,She'sanoldybutagoody…

JANANDDEAN

BajéporMartinhastaWalnutytorcíaladerechaendirecciónaBasinDrive.NotardémuchoenalcanzaraArnie.Estabaparadojuntoalacuneta,ylatapadelmaleterodeChristinesehallabalevantada.Ungatodecochetanviejoquecasiparecíacomosienotrotiempohubierapodidoserutilizadoparacambiarruedasencoches«Conestoga»estabaapoyadosobreeltorcidoparachoquestrasero.Elneumáticoposteriorderechoestabadeshinchado.

Parédetrásdeél,y,nobienhabíabajadodelcochecuandounamujerjovenseacercóconpasovacilantehacianosotros,desdelacasa,sorteandounaseriedefigurasdeplásticocolocadasensujardín(dosflamencosrosados,cuatroocincopatosdepiedraen fila india trasunagranpatamadre,yunpozode losdeseosrealmente bueno con flores de plástico en el cubo de plástico). Tenía evidentenecesidaddeponersearégimen.

—Nopuedesdejaraquíesabasura—dijo,conlabocallenadechicle—.Nopuedesdejaresabasuraaparcadadelantedenuestracasa.Esperoquelosepas.

—Señora—repusoArnie—.Tengounaruedapinchadaesoestodo.Meirédeaquítanprontocomo…

—Nopuedesdejarloaquí,yesperoquelosepas—repitióellaobsesivamente—,mimarido vendrá pronto a casa. Él no quiere tener chatarra delante de lacasa.

—Noeschatarra—replicóArnie,yalgoensutonohizoretrocederunpasoalamujer.

—Nomelevantesasí lavoz,hijo—dijoaltivamente lamujer—.Hacefaltamuypocoparaenfureceramimarido.

—Escuche—empezóArnie,conlamismainexpresivayamenazadoravozquehabíaempleadocuandoMichaelyReginaempezaronameterseconél.

Lecogíconfuerzadelhombro.Nonecesitábamosmáslíos.—Gracias, señora—dije—. Nos lo llevamos en seguida. Nos lo vamos a

llevartanrápidamentequepensaráustedquehaimaginadoestecoche.—Más les vale —respondió ella, y luego apuntó con el pulgar hacia mi

«Duster»—.Ytucocheestáaparcadodelantedemipaso.Echéhaciaatrásmi«Duster».Ellasequedómirandoy,luego,regresóacasa,

encuyapuertaseapiñabanunniñoyunaniña.Estabanbastantegordostambién.Cadaunodeelloscomíaunbollo.

—¿Qué pasa, mami?—preguntó el niño— ¿Qué pasa con el coche de esehombre,mami?¿Quépasa?

—Cierraelpico—exclamólamujer,ehizoentraralosniños.Siempremegustaverpadresasídecultos,medaesperanzaenelfuturo.VolvíjuntoaArnie.—Bueno —dije, haciendo un esfuerzo por mostrarme jocoso—, sólo está

pinchadaporabajo,¿Verdad,Arnie?Sonriódébilmente.—Tengounpequeñoproblema,Dennis—dijo.Yo sabía cuál era su problema, no tenía rueda de repuesto. Arnie sacó de

nuevosucartera,medolíaverlehacerlo,ymiróensuinterior.—Tengoquecomprarunneumáticonuevo—explicó.—Sí,supongoquesí.Unodesegundamano…—Nadadeeso.Noquieroempezarasí.No dije nada, pero volví la vista hacia mi «Duster». Le había puesto dos

neumáticosdesegundamano,ymeibaperfectamente.—¿Cuántocreesquepuedencostarun«Goodyear»oun«Firestone»nuevos,

Dennis?Me encogí de hombros y consulté al pequeño contable automovilístico, que

supusoqueArnie podría conseguir uno sencillo por unos35dólares.Sacódosbilletesdeveinteymelosentregó.

—Siesmás,conlosimpuestosytodoeso,telopagaré.Lemirécontristeza.—Arnie,¿Cuántotequedadetupagadeestasemana?Entornólosojosyapartólavista.—Suficiente—replicó.Decidíintentarlounavezmás.Hayquerecordarquesóloteníadiecisieteaños

ytodavíaestababajolaimpresióndequeselepodíademostraralagentedóndeestabansusmejoresintereses.

—Nisiquierapodrásparticiparenunapartidadepóquerdeacincocentavos—dije—.Hasmetidocasitodalamalditapastaenesecoche.Sacarlacarteraseestá convirtiendo para ti en un gesto demasiado habitual, Arnie. Por favor,piénsalo,hombre.

Sumirada se endureció. Era una expresión que yo nunca había visto en surostroy,aunqueprobablementepensaréisqueeraeladolescentemásingenuodeAmérica, no podía recordar haberla visto jamás en ningún rostro. Experimentéunasensacióndesorpresaydesalientoalavez,comosihubiesedescubiertodeprontoqueestabaintentandosostenerunaconversaciónracionalconalguienqueestuvieseloco.Perodespuéshevueltoaveresaexpresión,imaginoquetambiénvosotros.Cierre total.Es la expresiónque sedibuja enel rostrodeunhombrecuandoledicenquelamujeraquienamaseestáprostituyendo.

—Nosigas,Dennis—dijo.Levantólasmanos,exasperado.—¡Estábien!¡Estábien!—Y tampoco tienes que ir a buscar elmaldito neumático.Si noquieres—

aquella expresión dura, terca y la verdad sea dicha, estúpidamente obstinada,continuabaensurostro—.Yamelasarreglaré.

Empecéaresponder,ypodríahaberledichoalgobastantefuerte,cuandomiréporcasualidadamiizquierda.Losdosgordoschiquillosestabanallí,albordedesu jardín. Montaban idénticos triciclos y tenían los dedos embadurnados dechocolate.Nosobservabanconairedesolemnidad.

—Notepreocupes,hombre—dije—.Traeréelneumático—Sólosiquieres,Dennis.Séqueseestáhaciendotarde.—Hacefresco—repliqué.—¿Señor?—preguntóelniño,lamiéndoseelchocolatedelosdedos.—¿Qué?—preguntóArnie—Mimadredicequeesecocheesunacaca.—Esverdad—corroborólaniña—.Caca-Pis.—Caca-Pis—convinoArnie—.Vaya,esoesmuyperceptivo,¿Eh,chavales?

¿Vuestramadreesfilósofa?—No—respondióelniño—.EsCapricornio.YosoyLibra.Mihermanaes…—Vuelvoenseguida—dijeturbado—.Estátetranquilo.—Notepreocupes.Nomemeteréconnadie.Trotéhaciamicoche.Cuandomesentabaalvolante,oíalaniñapreguntarlea

Arnie:—¿Porquétienelacaraasí,señor?RecorríunpardekilómetroshastaJFKDrive,que—segúnmimadre,quese

crió en Libertyville— por la época en que Kennedy fue asesinado en Dallasestabaenelcentrodeunodelosbarriosmásdeseablesdelaciudad.Quizáselrebautizarla BarnswallowDrive enmemoria del asesinado presidente le habíatraídomalasuerte,porque,desdeprincipiosde losaños1960,elbarrioqueseextendíaentornoalacallehabíadegeneradoenzonasuburbanaExistíauncinealairelibreparaautomóviles,un«McDonald's»,un«BurgerKing»,un«Arby's»ylos«BigTwentyLanes».Había tambiénochoodiez estacionesde servicio, yaqueJFKDrivellevaalaautopistadePensilvania.

ConseguirelneumáticodeArnie tendríaquehabersidocosafácil,pero lasdosprimerasestacionesaquefuierandeesosestablecimientosdeautoservicioquenisiquieravendenaceite,sólohaygasolinayunachicasentadaenelinteriorde una cabina de cristal a prueba de balas ante una consola de computadora,leyendounNationalEngutrerymascandounaboladechicle lobastantegrandecomoparaasfixiaraunamuladeMissouri.

La tercera era una de «Texaco» que vendía también neumáticos. Pudecomprarle a Arnie uno que le iría bien a su «Plymouth» (entonces no podíaresolvermeallamarleChristinenipensarenélconesenombre)porsólo28,50más impuestos, pero sólo había trabajando un fulano, y tenía que poner el

neumáticonuevoenlallantadelaruedadeArniealtiempoqueseguíasirviendogasolina. La operación se prolongó durante más de 45 minutos. Me ofrecí amanejarelsurtidordegasolinaensulugarmientrastanto,perodijoqueeljefeledespediríasiseenteraba.

Paracuandometíelneumáticomontadoenmimaleteroy lehubepagadoaltipodospavosporeltrabajo,habíaempezadoyaacaerelcrepúsculo.Alarojizaluzdelsolponiente,cadamatorralproyectabaunasombralargayaterciopeladay,mientrassubíalentamenteporlacalle,viquelaúltimaluzdeldíasetendíacasihorizontalmenteatravésdelespacioqueseextendíaentreel«Arby's»ylabolera.Aquellaluz,consusreflejosdorados,eracasiterribleensuextrañaeinesperadabelleza.

Quedésorprendidoporunsofocantepánicoquemeascendióporlagargantacomounchorrodefuego.Eralaprimeravezqueexperimentabaunasensaciónasíaquelaño—aquellargoyextrañoaño—peronoserialaúltima.Sinembargo,meresulta difícil explicarla, o aun definirla. Tenía algo que ver con el hecho decomprenderqueerael11deagostode1978,queelmessiguienteibaainiciarelultimocursodelaescuelasuperioryque,cuandolasclasessereanudaran,ellosignificaríaelfinaldeunalargaytranquilafasedemivida.Estabapreparándomepara ser adultoy loviporprimeravez enmediode aquella luzdoradaque sederramabaporlacalleja,entreunabolerayunrestaurante.Ycreoqueentoncescomprendíqueloquerealmenteasustaalagenteanteelhechodesermayor,esquedejaunodellevarunamáscaraparapasaraponerseotradistinta.Siserniñoesaprenderavivir,elseradultoesaprenderamorir.

Lasensaciónpasó,peromedejóturbadoymelancólico.Ningunadelasdoscosaserahabitualenmi.

CuandovolvíaBasinDrivemeestabasintiendosúbitamentealejadode losproblemasdeArniey tratandodeenfrentarmea losmíospropios.Pensarenmipaso al estado adulto había suscitado de modo natural ideas gigantescas (almenos,amímeloparecían)yuntantodesagradables,comolaUniversidadyelvivir fuera de casa y tratar de integrarme en el equipo de rugbymientras otrossesentachicosperfectamentecapacitadoscompetíanpormipuesto,envezdesersólo diez o doce. Así que quizás estéis diciendo: «Estupendo, Dennis, tengonoticiaspara ti: amilmillonesdechinos les importaunbledoqueentresenelequipo en tu primer año deUniversidad». Bien, cierto. Sólo estoy tratando de

decir que esas cosas me parecían entonces reales por primera vez, yverdaderamenteaterradoras.Aveces,lamentelellevaaunoaviajesdeestos:ysiunonoquiereir,lellevadetodosmodos.

VerqueelmaridodelaopulentadamahabíallegadoacasayqueélyArnieestaban casi nariz con nariz, aparentemente dispuestos a pegarse en cualquiermomento,nohizonadaporaliviarmiestadodeánimo.

Losdosniñoscontinuabansolemnementesentadosensustriciclos,volviendo,alternativamente,losojosdeArnieaPapáydenuevoaArnie,comoespectadoresdealgúnapocalípticopartidode tenisenqueelárbitro fusilaríaalegrementealperdedor. parecían estar esperando el momento de combustión en que Papáderribaríaamiflacoamigoypatearíasumaltrechocuerpo.

Detuverápidamenteelcocheymedirigícasicorriendohaciaellos.—¡Nolovoyarepetir!—rugióPapá—TehedichoqueteIolleves,yquiero

quetelollevesahoramismo.Tenía una nariz grande y aplastada, llena de hinchadas venas. Susmejillas

estabancongestionadas,concolordeladrilloynudosasvenasselemarcabanenelcuello,porencimadesucamisadetrabajo.

—Nopiensohacerlorodarsobrelallanta—respondióArnie—.Yaselohedicho.Ustednoloharíasifuesesuyo.

—Yotevoyahacerrodaratisobrelallanta,caradepizza—replicóPapá,deseoso, al parecer, demostrar a sus hijos cómo resuelven sus problemas losmayoresenelmundoreal—.Novasaaparcaresabasuradelantedemicasa.Nomeirrites,muchacho,oresultaráslastimado.

—Nadievaaresultarlastimado—dijeyo—.Vamos,señor.Dénosunpocodetiempo.

Losojos deArnie se volvieron agradecidamentehaciamí, y vi lo asustadoquehabíaestado: loasustadoque todavíaestaba.Siemprealmargen,sabíaquehabía enél algo—Dios sabíaqué—quedabaa cierta clasede tiposganasdemachacarlo. Debía de haber estado convencido de que eso iba a suceder denuevo…,peroestaveznoseamilanaba.

Losojosdelhombreseposaronenmí.—Otro—dijo,comosisemaravillasedequehubieratantossoplaculosenel

mundo—.¿Queréisqueosmatealosdos?¿Esesoloquequeréis?Puedohacerlo,creanme.

Sí,conocíaeltipo.Diezañosmásjoven,yhabríasidounodeloscompañerosdeescuelaqueconsiderabanterriblementedivertidotirarleaArnieloslibrosalsuelo cuando iba a clase ometerle vestido en la ducha después de la clase deeducación física. Nunca cambian esos fulanos. Sólo se hacen más viejos ydesarrollanuncáncerdepulmónpor fumardemasiados«Luckies»omuerendeunaemboliacerebralaloscincuentaytresañosocosasasí.

—No queremos pegarnos con usted—dije—. Por amor deDios,mi amigotieneunaruedapinchada.¿Austednoselehapinchadonuncaunarueda?

—¡Ralph,quieroquesevayan!Lagordaesposaestabaenelporche.Suvozeraagudayexcitada.Estoera

mejor que el Phil Donahue Show. Otros vecinos habían salido a observar losacontecimientos,ypensédenuevoquesialguiennohabíallamadoyalospolis,notardaríaenhacerloalguien.

—Nunca seme ha pinchado una rueda ni he dejado unmontón de chatarradelantedelacasadealguiendurantetreshoras—replicóRalph.

Teníacontraídosloslabios,ypudeverlasalivaquebrillabaensusdientesalaluzdelsolponiente.

—Hasidounahora—dijeconcalma—.Sillega.—Notehagaselgracioso—exclamóRalph—.Nomegustáisningunodelos

dos.Yotrabajoparaganarmelavida.Vuelvocansadoacasaynotengotiempoparadiscutir.Quieroqueoslollevéisdeaquí,yqueoslollevéisahora.

—Tengo un neumático de repuesto en elmaletero—dije—. Si pudiéramosponerlo…

—Ysituvieraustedunpocodedecencia…—empezóacaloradamenteArnie.Esofuecasidecisivo.SihabíaunacosaquenuestroamigoRalphnoestaba

dispuestoatolerarquefuesepuestaenteladejuiciodelantedesushijoserasudecencia.SelanzósobreArnie.Nosécómohabríaacabadolacosa—conArnieen la cárcel quizás, y su precioso coche confiscado—, pero logré extender lamanoyagarrarlamuñecadeRalph.Ambasprodujeronunlevechasquido.

Laniñaempezóagimotear.Elniñomirabaconfijezalaescena,conlamandíbulainferiorcolgándolecasi

sobreelpecho.Arnie, que siempre se había escabullido como una pieza de caza por la

seccióndefumadoresdelaescuela,noseinmutó.Enrealidad,parecíadesearque

sucediese.Ralphsevolvióhaciamí,conlosojosdesencajados.—Estábien—dijo—.Túprimero.Yoseguíasosteniéndoleconfuerzalamano.—Vamos,hombre—dijeenvozbaja—.Tengoelneumáticoenelmaletero.

Dénoscincominutosparacambiarloynoslargamos.Porfavor.Poco a poco fue disminuyendo la presión necesaria para sujetar su mano.

Miró a sus hijos, la niña lloriqueaba, el niño con los ojos desencajados, y esopareciódecidirle.

—Cincominutos—admitió.Miró aArnie—.Tienes suerte de que no hayallamado a la policía. Ese cacharro no ha sido revisado y tampoco tiene lalicencia.

Esperé por unmomento queArnie volviera a decir algo inflamatorio, peroquizánohabíaolvidadotodoloquesabiasobrediscreción.

—Gracias—dijo—.Lamentohabermeacalorado.Ralphsoltóungruñidoysemetiólosfaldonesdelacamisaporlacinturacon

violentosademanes.Volvióamirarasushijos.—¡Entradenlacasa!—rugió—¿Queréisqueosdéunapaliza?«Oh, Dios, qué familia tan onomatopéyica, —pensé— por los clavos de

Cristo,nolesdesungolpeopodríanhacerse«caca-pis»enlospantalones.»Losniñoshuyeronjuntoasumadre,abandonandosustriciclos.—Cincominutos—repitió,mirándonosamenazadoramente.Y más tarde cuando estuviera tomándose esa noche unas copas con los

amigos, podría decirles cómo había sabido mantenerse firme frente a lageneracióndelasdrogasyelsexo.—¡Sí,señor!,lesdijequequitarandedelantedemicasaaquelmalditocacharroantesdequelesdieraunasomanta.Yecharonacorrercomosituvieranfuegoenlospiesyselesestuvieraquemandoelculo…—Yluegoencenderíaun«Lucky»oun«Camel».

PusimoselgatodeArniebajoelparachoques.NohabíaaccionadoArnielapalancamásde tresveces,cuandoelgatosepartióendosconsecochasquido.Arniememiróconojoshumildesyconsternados.

—Noimporta—dije—.Utilizaremoselmío.Estabaempezandoyaaoscurecer.Elcorazónmelatíaaúndemasiadodeprisa

y tenía la boca seca a consecuencia de mi confrontación ante el 19 de BasinDrive.

—Losiento,Dennis—dijoenvozbaja—.Novolveréameterteennadadeesto.

—Olvídalo.Vamosaponerelneumático.Empleamosmigatoparalevantarel«Plymouth»(porunoshorriblesinstantes

pensé que el parachoques trasero se iba a rasgar con un metálico chirrido) yquitamos el neumático. Pusimos el nuevo, apretamos un poco las tuercas y lobajamos.Fueungranalivioverdenuevoelcocheapoyadoenelpavimento, laforma en que aquel podrido parachoques se doblaba sobre el gato me habíaaterrado.

—Ya está—dijo Arnie, colocando el viejo y dentado tapacubos sobre lastuercas.

Me quedé mirando al «Plymouth», y volví a experimentar súbitamente lasensación que ya había tenido en el garaje de LeBay. Ello fue debido a estarmirandoalnuevo«Firestone».Llevabapegadaaúnunadelasetiquetasdefábricay se apreciaban las amarillas marcas de tiza trazadas apresuradamente por elencargadodelaestacióndeservicio.

Meestremecí ligeramente…,peroseria imposibleexpresarconexactitud loquesentía.Eracomosihubieravistounaserpientecasidispuestaadespojarsedesuviejapielquepartedeesaviejapielsehubierayadesprendidorevelandolarelucientetersuradelinterior.

Ralph estaba de pie en su porche, mirándonos. Tenía en una mano unrezumante emparedado de hamburguesa. En la otra sujetaba una lata de «IronCity».

—Elegante,¿eh?—murmuréaArnie,mientrasechabasugatoenelmaleterodel«Plymouth».

—TodounRobertRedford—respondióArnietambiénenunmurmullo,yesonos hizo prorrumpir en contenidas risitas, como suele ocurrir al final de unasituaciónlargaytensa.

Arnietiróelneumáticopinchadoenelmaletero,encimadelgatoyempezóaresoplar, tapándose labocacon lasmanos.Parecíaunchiquilloqueacabaradeser sorprendidoentrandoa sacoenel tarrodemermelada.Elpensarlomehizosoltareltrapo.

—¿De qué se están riendo, pareja de vagos? —rugió Ralph. Bajó losescalonesdesuporche—¿Eh?¿Queréisqueosvuelvalarisadelrevés?¡Puedo

hacerlo,podéisestarseguros!—Vámonosrápidodeaquí—dijeaArnie,ysaltéami«Duster».Nadapodía impediryanuestras risas,quebrotabanahoraacarcajadas.Me

dejé caer en el asiento delantero y puse enmarcha elmotor, retorciéndome derisa.Delantedemí,el«Plymouth»arrancóconunrugidoyunaapestosanubedehumoazuldespedidaporeltubodeescape.Aunporencimadelestruendopudeoírsuindominablerisaunsonidopróximoalahisteria.

Ralphavanzabacorriendoporelcésped,sosteniendotodavíasuemparedadoysucerveza.

—¿Dequeosestáisriendoparejadevagos?¿Eh?—¡Mamón!—gritótriunfalmenteArnie,yarrancó,conunatableteanteráfaga

deestampidosdesutubodeescape.Yo apreté el pedal de mi coche y tuve que describir un rápido giro para

sortearaRalph,queparecíadispuestoaasesinarnos.Yoseguíariendo,peronoera ya una risa sana, si es que antes lo había sido, sino un agudo y jadeantesonido,quemásparecíaunchillido.

—¡Tevoyamatar,vagoasqueroso!—rugióRalph.PisédenuevoelaceleradoryestavezcasilepegoaArnieenlatrasera.Lehice«Fuckyou»aRalph.—¡Jódete!—grité.Echóacorrerdetrásdenosotros.Tratabadealcanzarnos,continuócorriendo

unosmomentosalolargodelaaceray,luego,sedetuvo,jadeandoybufando.—Menudodía—exclamé,unpocoasustadoporeltemblordemipropiavoz.

Volvíaasentirlabocaseca—.Menudodíamásloco.

El garaje de «Darnell» en Hampton Street era un edificio alargado, conparedes de oxidada chapa ondulada y tejado también de chapa onduladatotalmente herrumbrosa. En la fachada, un mugriento letrero decía: ¡AHORREDINERO!¡SUHABILIDADCONNUESTRASHERRAMIENTAS!

Debajo,otrocartel,decaracteresmáspequeños,decía:«Sealquilanplazasdegarajeporsemanas,mesesoaños».

Eldepósitodepiezasdeautomóvilestabadetrásdelgaraje.Eraunalargadoespacioencerradoentirasdedosmetrosdealturadelamismachapaondulada,el

apático asentimientodeWillDarnell a laComisióndeurbanismo.Ynoesqueexistiera formadeque lacomisiónfueraa llamaralordenaWillDarnell,ynosólo porque dos de los tres miembros del mismo eran amigos suyos. EnLibertyville,WillDarnellconocíaacasitodoelmundoquesignificabaalgoenlaciudad. Era uno de esos tipos que se encuentra uno en casi cualquier ciudad,grandeopequeña,moviéndoseensilencioentretodoslosbastidores.

YohabíaoídoquesehallabamezcladoenelactivotráficodedrogasquesedesarrollabaenlaescuelasuperiorymediadeLibertyville,ytambiénhabíaoídoquemanteníabuenasrelacionesconlasfigurasdelhampa,PittsburgyPhilly.Yono creía eso —al menos, creo que no lo creía—, pero sabía que, si queríascohetes,petardosotracasparaelCuatrodeJulio,WillDarnell te losvendería.TambiénlehabíaoídoamipadredecirqueWillhabíasidoprocesadodoceañosantes,cuandoyo teníacinco,comounode los implicadosenunareddecochesrobadosqueseextendíadesdenuestrapartedelmundohastaNuevaYorky,másallá, hastaBangor,Maine.Finalmente, la acusación fue retirada.PeromipadredecíaqueestabasegurodequeWillDarnellsehallabametidohastaelcuelloenotroschanchullos,desdeasaltosacamioneshastafalsificacióndeantigüedades.

Unbuenlugardelquemantenertealejado,Dennis,habíadichomipadre.Esohabía sido hacia un año, poco después de que yo comprasemi primer coche einvirtieraveintedólaresenalquilarunadelasplazasdegarajedelautoserviciodeDarnellparaintentarcambiarelcarburador,experimentoquehabíafinalizadoenlastimosofracaso.

Unbuen lugardelquemantenerse alejado,y aquí estabaahora, cruzando laverjadetrásdemiamigoArniealanochecer,cuandoyanoquedabadeldíamásqueundébil resplandor rojizoenelhorizonte.Mis faros iluminaron suficientespiezassueltasdeautomóvilychatarraengeneralcomoparahacerquemesintieramásdeprimidoyfatigadoquenunca.Medicuentadequenohabíallamadoacasay de que, probablemente,mis padres estarían preguntándose por dónde diablosandabayo.

Arnieavanzóhastaunagranpuertadegarajeconuncartelalladoquedecía:«TOQUEELCLAXONPARAENTRAR».

Unadébilluzsederramabaporunamugrientaventanajunto,lapuerta—habíaalguiendentro—,yaduraspenascontuveelimpulsodeasomarmealaventanillay decirle aArnie que llevara su coche ami casa por esa noche.Yameveía a

Arnie y yo encontrándonos con Will Darnell y sus compinches mientrasinventariaban televisores en color robados o pintaban «Cadillac» sustraídos enplenacalle.LosBravosMuchachoslleganaLibertyville.

Arniepermanecíaquieto,sintocarelclaxon,sinhacernada,y,medisponíaabajarparapreguntarlequepasabacuandovinoéladondeyoestabaaparcado.Aunaladesfallecienteluz,parecíaprofundamenteturbado.

—¿Te importa tocar tú el claxon, Dennis? —dijo con humildad—. El deChristineparecequenofunciona.

—Desdeluego.—Gracias.Toqué dos veces el claxon, y, tras una pausa, la puerta del garaje se elevó

ruidosamente,yaparecióelpropioWillDarnell,conelvientreprominentesobreelcinturón.Conunademándeimpaciencia,indicóaArniequeentrase.

Yohicegirarmicoche,lodejéaparcadodelanteyentrétambién.Elinterioreraenorme,abovedadoyterriblementesilenciosoalfinaldeldía

había hasta cinco docenas de plazas de apartamento, cada una con su caja deherramientassujetaalsueloconuncandadoparalosquenecesitabanrepararsuscochesynoteníanherramientas.Eltechoeraaltoysehallabacruzadoporvigasdesnudassemejantesabrazosdegrúa.

Había letreros por todas partes: «TODASLASHERRAMIENTASDEBENSERINSPECCIONADASANTESDELASALIDADELCLIENTE,YRESERVEHORACONANTELACIONPARAELUSODELELEVADOR,YMANUALESSOBRE MOTORES A DISPOSICIÓN DE LOS CLIENTES, Y PROHIBIDOJURAR Y BLASFEMAR». Había docenas más, adondequiera que uno sevolviese,un letreroparecía saltarleencima.WillDarnell eraungran«hombre-letrero».

—¡El compartimiento veinte! ¡El compartimiento veinte! —gritó Darnell aArnieconvozjadeanteeirritada—¡Veteallíyapagaelmotorantesdequenosasfixiemostodos!

«Todos» parecían ser un grupo de hombres sentados a una ampliamesa dejuego situada en un rincón. Fichas de póquer, naipes y botellas de cerveza sehallabanesparcidassobrelamesa.LoshombresmirabanlanuevaadquisicióndeArnieconvariadaexpresiónderepugnanciayregocijo.

Arniecondujoelcochehastaelespacionúmeroveinte,loaparcóyapagóel

motor.Unahumaredaazulnotabaenelenormeycavernosoespacio.Darnell se volvió hacia mi. Llevaba camisa blanca y pantalones de color

caqui.Grandesrollosdegrasaleabultabanenelcuelloylecolgabanenpapadasbajolabarbilla.

—Muchacho—dijo,conaquellamismavozacezante—,silehasvendidoesabasura,deberíasavergonzartedetimismo.

—Yo no se la he vendido —por alguna absurda razón, sentía que debíajustificarme ante aquel gordinflón de una forma que no habría hecho ante mipropiopadre—.Intentédisuadirle.

—Deberíashaberlointentadoconmásfuerza.SedirigióhaciadondeArnieestababajandodesucoche.Cerródegolpela

portezuela, y una nubecilla de herrumbroso polvo rojizo se desprendió de eseladodelacarrocería.

Apesardesuasma,Darnellcaminabaconlosmovimientosgraciososycasifemeninosdeunhombrequellevamuchotiemposiendogordoycontemplaantesiunprolongadofuturodeobesidad.Y,antes inclusodequeArniesevolviese, leestabagritandoyaconfuertesvoces.Supongoquepodríadecirsequeerahombrequenosedejabadominarporsusdolencias.

Como los chicos del fumadero de la escuela, comoRalph en BasinDrive,como Buddy Repperton (me temo que no tardaremos en hablar de él), habíacobradounainstantáneaaversiónaArnie:uncasodeodioaprimeravista.

—¡Es la última vez que metes aquí esa chatarra sin el tubo de escape encondiciones!—gritó—Comotecojahaciéndolo,teechoenelacto,¿Entiendes?

—Sí—Arnieparecíapequeño,cansadoyvapuleado.Susenergíaslehabíanabandonado.Mepartíaelcorazónverleconaquelaspecto—Yo…

Darnellnoledejóseguir.—Túquieresunempalmedetubodeescape—sondoscincuentaalahorasi

loreservasconantelación.Yvoyadecirteotracosa,mijovenamigo,quequieroquetemetasbienenlacabeza.Noadmitogaitasdevosotros.Nolonecesito.Esteestablecimientoesparatiposquetrabajanyquetienenquemantenersuscochesfuncionandoparapoder llevarpanasucasa,noparaseñoritosquequieren iraverloquepescanenelOrangeBelt.Nopermitofumaraquí.Siquiereshacerlo,tevasafuera.

—Yonofu…

—Nome interrumpas,hijo.Nome interrumpasni te lasdesde listo—dijoDarnell.

EstabaahoradelantedeArnie.Comoeramásaltoymásancho, tapabaporcompletoamiamigo.

Empecé a enfurecerme de nuevo. De hecho, podía sentir cómo mi cuerpovibraba de protesta al extremo del tenso cable en que habían estado misemociones desde que paramos ante la casa de LeBay y vimos que el malditocochenoestabayaallí.

Los jóvenes son una clase oprimida, al cabo de unos años, aprende uno supropia versión de una rutina tipo Tío Tom con gentes comoWill Darnell. Sí,señor,no,señor,deacuerdo,desdeluego.Pero,Cristo,élseestabapasando.

LoagarrédeprontoaDarnellporelbrazo.—¿Señor?Sevolvióhaciami.Encuentroquecuantomásmedesagradanlosadultosmás

meacostumbroallamarlesseñor.—¿Qué?—Esoshombresdeahíestánfumando.Serámejorquelesobligueaquenolo

hagan.Señaléalostipossentadosalamesadepóquer.Habíanempezadounanueva

mano.Unaneblinadehumoazuladoflotabasobrelamesa.Darnell lesmiróy, luego,memiró amí.Su rostro teníauna expresiónmuy

solemne..—¿Estástratandodeecharleunamanoatuamigo?—No—dije—,señor.—Entonces,cierraelpico.Se volvió de nuevo hacia Arnie y se apoyó las gordezuelas manos en sus

voluminosascaderas.—Conozcoauncabrónencuantoloveo—dijo—,ycreoqueestoymirandoa

unoenestosmomentos.Estásaprueba,muchacho.Hazmeunasolafaena,y,pormuchoquemehayaspagadoporadelantado,teechodeaquíapatadas.

Una sorda ira ascendió en mi interior desde el estómago hasta la cabeza,haciéndome palpitar las sienes. Rogué mentalmente a Arnie que le mandara ahacer puñetas a aquel gordinflón y echara acorrer a toda velocidad hacia sucoche.Claroqueentonces intervendrían loscompañerosde juegodeDarnelly,

probablemente, acabaríamos los dos en la sala de urgencias del HospitalMunicipaldeLibertyville,dondenospondríanvariospuntosenlacabeza…perocasivaldríalapena.

Arnie—roguémentalmente—,mándaloahacerpuñetasyvámonosdeaquí.Haztefrente,Arnie.Notedejesdominar.Noseasunperdedor,Arnie.Sipuedesenfrentarte a tumadre, puedes enfrentarte a estemamón. Sólo por esta vez, noseasunperdedor.Arniepermanecióensilenciolargorato,conlacabezabaja,yluegodijo:

—Sí,señor.Su voz era tan baja que resultaba casi inaudible. Parecía como si se le

atragantasenlaspalabras.—¿Quéhasdicho?Arnielevantólavista.Estabamortalmentepálido.Teníalosojosbañadosen

lágrimas.Yonopodíamiraraquello.Mehacíademasiadodaño.Apartélavista.Los jugadores de póquer habían interrumpido su partida para observar lo queocurríaantelaplazanúmeroveinte.

—Hedicho«sí,señor»—respondióArnie,convoztemblorosa.Eracomosiacabaradefirmarunaterribleconfesión.Mirédenuevoalcoche,

el«Plymouth»del58,allíplantado,cuandohubieradebidoestarenlacacharreríaconelrestodelaspiezassueltasde«Darnell»,yloodiéotravezporloqueleestabahaciendoaArnie.

—Muybien—dijoDarnell—.Pueslargodeaquí.Estácerrado.Arnie echó a andar tambaleándose, ciegamente. Habría tropezado con un

montóndeneumáticosviejos siyono lehubieracogidodelbrazoparaguiarle.Darnellsevolvióenlaotradirecciónhacialamesadepóquer.Cuandollegóallídijo algo a los otros con su voz acezante. Soltaron todos una estrepitosacarcajada.

—Estoy perfectamente, Dennis—explicó Arnie, como si yo se lo hubierapreguntado. Tenía los dientes apretados, su pecho se agitaba en inspiracionesrápidasysuperficiales—.Estoyperfectamente,suéltame,estoybien.

Lesoltéelbrazo.FuimoshastalapuertayDarnellnosgritó:—¡Yno traigáisporaquía losgamberrosdevuestrosamigos sinoqueréis

queospongadepatitasenlacalle!Unodelosotrosañadió:

—¡Yaversiosdejáislabasuraencasa!Arnie se encogió servilmente. Era mi amigo, pero yo lo odiaba cuando

adoptabaesaactitud.Escapamos a la fría oscuridad.La puerta descendió con estrépito a nuestra

espalda. Y así es como llevamos a Christine al garaje de Darnell. Un granmomento,¿Verdad?

6.Afuera

IgotmeacarandIgotmesomegasToldeverybodytheycouldkissmyass…

GLENFREY

Subimosamicocheyarranqué.Eranyamásdelasnueve.Hayquevercómovuelaeltiempocuandounosedivierte.Brillabaenelcielounamedialuna.Esoylaslucesanaranjadasdelaparcamientode«MonroevilleMall»anulabanlaluzdecualquierestrellaquehubierapodidohaber.

Recorrimosenabsolutosilenciolasdosotresmanzanas,y,depronto,Arnierompióenunfuriosollanto.Yohabíapensadoquepodríaecharseallorar,perolaviolenciaconquelohaciameaterró.Frenédeinmediato.

—Arnie…Desistí.Nopodíaimpedírselo.Laslágrimasylossollozosfluíanenamargoy

desesperadotorrentedeformaincontrolable,Arniehabíaagotadoyasucupodeautodominioparaeldía.Alprincipio,parecíasersólounefectodereacciónalosacontecimientos, tambiényo sentía lamisma clase de cosa pero amimehabíaatacadoalacabeza,haciéndomeladolercomounamuelacariada,yelestómago,enelquenotabaunaespeciedenudo.

Así pues, al principio pensé que se trataba sólo de una reacción, unaliberación espontánea, y quizá lo fuese al principio. Pero, al cabo de unosminutos,comprendíqueeraalgomásqueeso,teníaraícesmuchomásprofundas.

Yempecéadiscernirpalabrasenlossonidosqueestabaemitiendo,unaspocasalprincipio,ristrasdeellasluego.

—¡Me los cargaré!—gritaba convozpastosapor entre los sollozos—.Mecargaré a esos malditos hijos de puta, me los cargaré. Dennis, les haréarrepentirseaesoscabrones…

—Calla—dije,asustado—.Olvídalo,Arnie.Peroélnoqueríaolvidar.Empezóagolpearconsupuñoselalmohadillado

salpicaderodemi«Duster»conunafuerzatalquetemílodejaramarcado.—¡Meloscargaré,vasaverlo!A la débil luz de la luna y de una farola cercana, su rostro aparecía

atormentado y contorsionado. Me pareció entonces un desconocido. Estabavagandoporlosgélidos

parajesdelUniversoqueunDiosbromistareservaparapersonascomoél.Nole conocía. No quería conocerle. No podía hacer más que permanecer allí,desamparado,yesperarquevolvieraelArniequeyoconocía.Alcabodeunrato,lohizo.

Laspalabrashistéricas se fundierondenuevoen sollozos.Elodio sehabíaesfumado,yestabasólollorando.Eraunsonidoprofundo,hiriente,aturdido.

Permanecí sentado al volante de mi coche, sin saber muy bien que hacer,deseandoestarenotrolugar,encualquierotrolugar,probándomeunoszapatosenla tiendadeThomMcAn, rellenandounapeticiónde tarjetade crédito enunosgrandes almacenes, de pie ante unos retretes de pago, con diarrea y sin uncentavo. En cualquier lugar. No tenía que ser Montecarlo. Principalmente, meencontraba allí deseando ser más viejo. Deseando que ambos fuéramos másviejos.

Pero eso eran divagaciones. Sabía lo que debía hacer. De mala gana, sinquererhacerlo,medeslicé sobre el asiento, le dore‚ con losbrazosy le atrajehaciami.Podíasentirsurostro,ardienteyenfebrecido,apretadocontramipecho.Permanecimos así durante quizá cincominutos, y luego, le llevé a su casa y ledejéallí.Después,me fuia lamía.Ningunode losdoshablamosmás tardedecómolehabíaestadoyoabrazando.Nadiepasóporlaaceraynosvioaparcadosjuntoalacuneta.Supongoquesialguienlohubierahecholehabríamosparecidounpardemaricas.Permanecíaallíyleabracéyleamélomejorquepodíaymepregunté cómo había llegado a ser yo el único amigo de Arnie Cunningham,

porque,creedme,enaquellosmomentosnoqueríasersuamigo.Sin embargo—lo comprendí entonces, aunque sólo borrosamente—, quizá

Christineibaasertambiénsuamigoahora.Tampocoestabasegurodequemegustaseeso,aunqueporsuculpahabíamos

pasadoporlosmismosapurosduranteaquellargodía.Cuandonosdetuvimosdelantedesucasa,dije:—¿Estásbien?Forzóunasonrisa.—Estupendamente —me miró con tristeza—. ¿Sabes? Deberías buscarte

algunaotraobracaritativa.SociedadCardiológica.AsociacióndeLuchacontraelCáncer.Algo.

—Venga,largo.—Sabesloquequierodecir.—Simequieresdecirqueeresunblando,nomeestásdiciendonadaqueyo

nosepa.Seencendiólaluzdelporche,ysalieronapresuradamenteMichaelyRegina,

probablementeparaversiéramosnosotrosolapolicía,parainformarlesquesuúnicohijosehabíaestrelladoenlaautopista.

—¿Arnold?—llamóRegina,convozestridente.—Lárgate, Dennis—me pidió Arnie, sonriendo un poco más sinceramente

ahora—.Nonecesitaspasarporesto.Bajódelcocheydijoconsumisión:—Hola,mamá.Hola,papá.—¿Dóndehasestado?—preguntóMichael—¡Tumadreestabaterriblemente

preocupada!Arnie teníarazón.Podíaahorrarmelaescena.Echéunvistazoporelespejo

retrovisor, y le vi allí, con aire solitario y vulnerable, y luego los dos leabrazaron y le condujeron hacia el nido de sesentamil dólares, vertiendo, sinduda,sobreéltodalafuerzadesusúltimoscursosparentales.Eranperfectamenteracionales sobre el asunto, y ahí estaba la cosa.Habíandesempeñadounpapelmuy importante en lo que él era, y se mostraban demasiado parentalmenteracionalesparacomprenderlo.

Puse la radio en «FM-104», donde continuaba el Festival Fin deSemana ysintonicé a Bob Seger y la Silver Bullet Band cantando Still the same. El

descubrimiento era demasiado terriblemente perfecto, y pasé al partido de los«Phillies».

Los«Phillies»estabanperdiendo.Muybien.Esoequilibrabalacosa.

7.Malossueños

I'maroadrunner,honey,Andyoucan'tcatchme.Yes,I'maroadrunner,honey,Andyoucan'tkeepupwithme.Comeonoverhereandrace,Baby,baby,you'llsee.Moveover,honey!Standback!I'mgonnaputsomedirtinyoureye!

BODIDDLEY

Cuandolleguéacasa,mipadreymihermanaestabanenlacocina,comiendoemparedadosdeazúcarmorena.Empecéinmediatamenteasentirmehambrientoymedicuentadequenohabíacenadonada.

—¿Dóndehasestado,jefe?—preguntóElaine,sinlevantarapenaslavistadesu16,oCreamoTigerBeat,oloquefuese.

Llevaba llamándome jefe desde que descubrí a Bruce Springsteen el añoanteriorymeconvertíenfanáticosuyo.Todossuponíanqueloteníametidohastalostuétanos.

A sus catorce años, Elaine estaba empezando a dejar atrás su infancia yconvertirse en la completa belleza norteamericana que acabó siendo: alta, decabellos oscuros y ojos azules. Pero a finales de aquel verano de 1978 era el

adolescentegregariototal.HabíaempezadoalosnueveañosconDonnyyMarie,luego se había extasiado con John Travolta a los once (yo cometí el error dellamarleJohnRevoltaundía,ymearañócontalviolenciaquecasituvieronquedarmepuntosenlamejilla…,supongoquelomerecía).Alosdoceañossevolvióloca por Shaun. Después fue Andy Gibb. Y, últimamente, había desarrolladogustos más ominosos: rockeros famosos como Deep Purple y un nuevo grupo,Styx.

—Heestado ayudando aArnie a guardar su coche—dije, tanto amipadrecomoaEllie.Másenrealidad.

—Esegilipollas—suspiróEllie,yvolviólapáginadesurevista.Experimenté un súbito y sorprendente deseo de arrancarle la revista de las

manos,romperlaendosytirarlelospedazosalacara.Esomedemostrabamásqueningunaotracosalollenodetensionesquehabíaestadoeldía.Elainenocreerealmente que Arnie sea un gilipollas, simplemente aprovecha todas lasoportunidadesqueselepresentanparairritarme.PeroquizáshabíaoídoinsultaraArniedemasiadasvecesenlasúltimashoras.Suslágrimasseestabansecandotodavíaenlapecherademicamisa,yquizáyomismomesentíaunpocorastrero.

—¿Qué hace Kiss estos días, querida? —le pregunté dulcemente— ¿HasescritoúltimamentecartasdeamoraErikEstrada?«Oh,Erik,memoriríaporti,se me para el corazón cada vez que pienso en tus carnosos y gruesos labiosapretándosecontralosmíos…»

—Eresunanimal—dijoellafríamente—.Sólounanimal,esoesloqueeres.—Ynoconozconadamejor.—Tienesrazón.Cogiósurevistaysuemparedadoysefuealcuartodeestar.—Notiresmigasalsuelo,Ellie—leadvirtiópapá,estropeandounpocosu

salida.Fuialfrigoríficoyencontréunpocodebolognayuntomatequenoparecíaen

muybuenascondiciones.Habíatambiénmediopaquetedequesoprocesado,peromiexcesivaindulgenciaconaquellacríahabíadestruidoalparecermisganasdecomérmelo.MedecidíporuncuartillodelecheparaacompañarmiemparedadoyabríunalatadecarneenConserva«Campbell».

—¿Lohacomprado?—mepreguntópapá.Mipadreesasesorfiscalde«H&RBlock».Tambiéntrabajaporsucuentaen

asuntos tributarios. En los viejos tiempos era contable de la más importanteempresaarquitectónicadePittsburgh,perosufrióunataquealcorazónylodejó.Esunbuenhombre.

—Sí,lohacomprado.—¿Tesiguepareciendotanmalocomoantes?—Peor.¿Dóndeestámamá?—Enclase—respondió.Susojosseencontraronconlosmíos,ycasinosechamosareír.Apartamosal

instante la vista, avergonzados de nosotros mismos, pero ni aun el sentirsesinceramenteavergonzadoparecióayudarmucho.Mimadretienecuarentaytresaños y trabaja como higienista dental. Estuvo mucho tiempo sin ejercer suprofesión,perocuandopapátuvosuataquecardíacovolvióaella.

Hace cuatro años, decidió que era una escritora ignorada. Empezócomponiendo poemas sobre flores y relatos sobre bondadosos ancianos en elotoñodesuvida.Devezencuando,setornabavalerosamenterealistayescribíaun relato sobre una muchacha que se sentía tentada a «correr una aventura» ydecidía luegoque seríamuchísimomejor si la reservabaparael lechonupcial.Esteveranosehabíainscriptoenuncursodirigidoderedacciónen«Horlicks»—donde enseñabanMichael y Regina Cunningham, como recordaréis— y estaballevando todos sus temas y relatos a un libro que llamabaApuntes deAmor yBelleza.

Quizápenséisquenohaynadagraciosoenunamujerqueselashaarregladoparadesempeñaruntrabajoytambiéncriarasufamiliadecidiendoprobaralgonuevoampliarunpoco sushorizontes.Y,naturalmente, tendréis razón.Tambiénquizápenséisquemipadreyyoteníamosmotivossobradosparaavergonzarnosdenosotrosmismosquenoéramosmásqueunpardecerdosmachistasretozandoen lacocina,y también tendríais toda la razón.Nodiscutiréningunade lasdoscosas, pero sí diré que si se hubieran visto sometidos, como papá y yo —ytambiénElaine—afrecuenteslecturasdesusApuntesdeAmorBelleza,podríaiscomprenderunpocomejorlacausadenuestrasrisas.

Bueno,era,yes,unamadreestupenda,ysupongoquetambiénesunaesposaestupendaparamipadre—porlomenosnuncaleheoídoquejarse,ynuncasehapasadolanochefueradecasa,bebiendo—,ytodoloquepuedodecirennuestradefensaesqueningunodelosdosnosreímosjamásdeellaenlacara.Yaséque

esalgobastantepobre,peroesmejorquenada.Ningunodelosdoslahabríamosheridoasípornadadelmundo.

Me tapé la boca con lamano y traté de sofocar la risa. Papa parecía estaratragantándoseconsupan.Noséenqueestabapensando,peroloqueyoteníaenlacabezaeraunensayobastanterecientetitulado«¿TeníaJesúsunperro?»

Despuésdetodoslossucesosdeldía,eracasidemasiado.Medirigíalosarmariossuspendidossobreelfregaderoycogíunvasopara

mileche,y,cuandovolvílavistamipadrehabíalogradoyadominarse.Esomeayudóaconseguirloyotambién.

—Parecías un poco sombrío al entrar—dijo—. ¿Va todo bien con Arnie,Dennis?

—Sí—repuse,echandolasopaenunacacerolayponiéndolaenelfogón—.Sóloquesehacompradouncoche,yesunfollón,peroArnieestáperfectamente.

ClaroqueArnieno estabaperfectamente, perohay cosasquenopuedeunoresolverseadecírselasasupadre,pormuybienqueestédesempeñandosugranoficionorteamericanodepaternidad.

—Aveces, laspersonasnopuedencomprender las cosashastaque lasvenporsímismas—explicó.

—Bueno—dije—,esperoque loveapronto.Tieneelcocheen«Darnell's»porveintealasemana,porquesuspadresnoquierenqueloguardeencasa.

—¿Veintealasemana?¿Sólounhueco?¿Ounhuecoyherramientas?—Sóloellote.—Esoesunatracoamanoarmada.—Sí —repuse, observando que mi padre no agregaba a ese juicio el

ofrecimientodequeArniepodíaguardarloennuestrogaraje.—¿Echamosunapartidadecartas?—Anímate,Dennis.Nopuedescometerporellosloserroresdelosdemás.—Sí,esverdad.Jugamostresocuatropartidas,yélmelasganótodas,casisiempremegana,

anoserqueestémuycansadoosehayatomadounpardecopas.Peroaminomeimporta.

Lasvecesqueyoleganosignificanmás.Alcabodeunratoentrómimadre,encendido el rostro y brillantes los ojos, sujetando contra el pecho su libro deapuntesyrelatos.

Besóamipadre,nosuperficialmente,comodecostumbre,sinoconunbesoauténticoquemehizoexperimentardeprontolasensacióndequeyodeberíaestarenalgúnotrolugar.

Me preguntó lo mismo acerca de Arnie y su coche, cosa que se estabaconvirtiendoeneltemadeconversaciónmásimportantedelacasadesdequeelhermanodemimadre,Sid,sedeclaróenquiebraypidióunpréstamoamipadre.Volvíarepetirlahistoriay,luego,subíaacostarme.Medabalaimpresióndequemispadresteníanasuntospropiosqueatender,aunqueesetemanuncaentrómuyprofundamenteenmimente,comoestoyseguroquecomprenderéis.

Elaine estaba echada en su cama, escuchando la última serie de éxitosdiscográficos de K-Tel. Le pedí que apagase el tocadiscos porque iba aacostarme.Ellamesacólalengua.Noestabadispuestoapermitirtalcosa.Mefuihaciaellayempecéahacerlecosquillas,hastaquedijoqueibaavomitar.Ledijeadelante, vomita, es tu cama, y seguí haciéndole cosquillas. Luego, adoptó suexpresiónde«porfavornomeengañes,Dennis,porqueestoesalgoterriblementeimportante»,sepusosolemneymepreguntósirealmenteeraciertoquesepodíahacerqueardieranlospedos.Unadesusamigas,CarolynShambliss,decíaquesí,peroCarolynmentíaencasitodo.

Le dije que se lo preguntase aMiltonDodd, su amigo.Entonces,Elaine seenfureció de veras e intentó pegarme yme preguntó que por que tenía que sersiempre tanhorrible.Asíque ledijequesí,queeraverdadquesepodíahacerquelospedosardiesen,yleaconsejéquenolointentara,yluegolediunabrazo(cosaqueraramentehacíaya:mehacíasentirmeincómodo,yaqueseponíatiernaaligualqueconlascosquillas,adecirverdad)ymefuialacama.

Y,mientrasmedesnudaba,pensé:«Eldíanohaterminadotanmaldespuésdetodo.Aquíhaypersonasquepiensanquesoyunserhumano,yquetambiénloesArnie.Leinvitaréaveniracasamañanaoeldomingo,yestaremosharaganeando,viendoa los«Phillies»en la televisión,quizás,oechandounapartidadealgúnjuegodemesa,Profesiones,oVida,oquizáselclásicoPista,paralibrarnosdelasensacióndemisterio.Paravolverasentirnosdecentes».

Así,pues,memetíenlacamacontodoresueltoenmimente,yhubieradebidoquedarme dormido en seguida, pero no sucedió tal cosa. Porque no estabaresuelto,yyolosabía.Lascosasseponenenmarcha,yavecesnosabeunoqueinfiernosson.

Motores.Esaesotracosadeserunadolescente.Haytodosesosmotores,yacabaunoaplicandolallavedecontactoaalgunodeellos,ylosponeenmarcha,peronosabeunoquecarajosonniquetienenquehacer.Haypistas,peroesoestodo.Lodeladrogaesalgoparecido,ylodelabebida,ylodelsexo,yavecesotrascosastambién:untrabajodeveranoquegeneraunnuevointerés,unviajeuncursoenlaescuela.Motores.Tedanlasllavesyunascuantaspistasytedicen:Ponloenmarcha,averquehace,yavecesloquehaceesintroducirteenunavidaquees realmentebuenay satisfactoria,yaveces loquehacees llevartepor lacarreterahastaelinfiernoydejartedestrozadoyensangrentadoenlacuneta.

Motores.Grandes. Como los «382» que ponían en aquellos viejos coches. Como

Christine.Permanecíatendidoenlaoscuridad,agitándomeydandovueltas,hastaquela

sábanaquedósalidayarrugadayapelotonada,ypensabaenLeBaydiciendo:Sellama Christine. Y Arnie se lo había aprendido. Cuando éramos pequeños,teníamos patinetes, y luego bicis, y yo les ponía nombres, peroArnie nunca lohacíacon lossuyos,decíaque losnombreseranparaponérselosa losperrosylos gatos. Pero eso era entonces, y esto era ahora. Ahora llamabaChristine aaquel«Plymouth»,y,lopeor,eraqueloaludíasiempreenfemenino.

Nomegustaba,ynosabíaporqué.Einclusomipadrehabíahabladodeélcomosi,envezdecomprarunviejo

cacharro,Arniesehubieracasado.Peronoeraasí.Noloeraenabsoluto.¿Osí?Paraelcoche,Dennis.Vuelve…Quieroverlaotravez.Asídesencillo.Ni la más mínima reflexión, y eso no era propio de Arnie que tan

detenidamente solía pensarse las cosas: su vida le había hecho dolorosamenteconscientede loque lespasabaa tiposcomoélcuandose liaban lamantaa lacabezayhacíanalgoimpulsivamente.Peroestavezhabíasidocomounhombrequeconoceaunacorista,selanzaacortejarlayterminaconresacaycasadoellunesporlamañana.

—Habíasido…bueno…comounflechazo.No importa, pensé. Mañana empezaremos de nuevo. Y veremos esto con

perspectiva.Finalmente,medormí.Ysoñé.

Elgemebundogirardeunestárterenlaoscuridad.Silencio.El estárter, gimiendo otra vez. El motor se encendió, falló, prendió de

nuevo.Un motor ronroneando en la oscuridad. Luego se encendieron los faros,

potenteshacesgemelosdeluzatravesándomecomoaunchincheenuncristal.YoestabadepieenelumbraldelapuertadelgarajedeLeBay,yChristine

estaba dentro, una nueva Christine, sin una abolladura ni una mota deherrumbre encima. El impoluto parabrisas se oscurecía en la parte superiorcon una franja azul polarizada. De la radio brotaban los fuertes y rítmicossonidosdeDaleHawkinscantando«Susie»,unavozdeunaeramuerta, llenadeaterradoravitalidad.

El motor que murmuraba palabras de poder a través de silenciadoresdobles. Y, de alguna manera yo sabía que allí dentro había un desviador«Hurts», y cabezales «Feully», el aceite «Quaker State» acababa de sercambiado:eradeunlímpidocolorambarino,sangrevitaldelautomóvil.

Loslimpiaparabrisasempiezandeprontoafuncionaryesextraño,porquenohaynadiealvolante—elcocheestávacío.

—Vamosadarunavuelta,muchacho.Meneolacabeza.Noquieroentrarahí.Measustaentrarahí.Noquierodar

unavuelta.Y,depronto,elmotorempiezaafuncionaryapararse,funcionarypararse, es un sonido ávido, aterrador, y, cada vez que el motor ronronea,Christineparecemoverseunpocohaciadelante,comounperroalextremodeunacorreadébil…yyoquieroapartarme…peromispiesparecenclavadosalagrietadopavimentodelacalzada.

—Laúltimaoportunidad,muchacho.Y,antesdequepueda responder—nipensar siquieraenuna respuesta—,

suenaun terrible rechinardegomaque rueda sobre el asfalto yChristine selanza contra mí semejante su rejilla a una boca abierta llena de cromadosdientes,fulgurandosusfaros…

Desperté conungrito en la absolutaoscuridadde lasdosde lamañana.Elsonidodemipropiavozmeespantóyelapresuradogolpeteodepiesdescalzosquecorríanporelpasillomeespantómásaún.Misdosmanosagarrabansendospuñados de sábana. La estiré estaba toda apelotonada en el centro de la cama.Teníaelcuerpoempapadodesudor.

SonóenelpasillolavozaterrorizadadeEllie:—¿Quéhapasado?Seencendiólaluzdemicuarto,yallíestabamimadre,conuncortocamisón

quemostrabamásdeloqueellahabríapermitido,exceptoenlamásterribledelas emergencias, y detrás de ellami padre, anudándose el cinturón de su bata,cerradasobrenadaenabsoluto.

—¿Quéocurre,cariño?—mepreguntómimadre.Tenía unamirada asustada en sus desencajados ojos.No podía recordar la

últimavezquemehabíallamado«cariño»deesamanera…¿Aloscatorceaños?¿Alosdoce?

¿Alosdiez,quizá?Nolosé.—¿Dennis?—preguntómipadre.AparecióElainetrasellosyentreellos,temblorosa.—Volvedalacama—dije—.Hetenidounapesadilla.Nadamás.—Caray—comentóElaine,con tonorespetuosopor lahoray laocasión—.

Debedehabersidounaauténticapelículademiedo.¿Quéhasido,Dennis?—Soñaba que te casabas con Milton Dodd y que luego veníais a vivir

conmigo—respondí.—Notemetascontuhermana—dijomamá—.¿QuéhasidoDennis?—Nomeacuerdo—dije.Medicuenta,depronto,dequelasábanaestabacompletamentedesordenada

ydequeemergíadeellaunmechóndevellopubiano.Ordenéprecipitadamentelas cosas, con culpables pensamientos demasturbación, sueños húmedos. Diossabecuántascosascruzaronpormicabeza.

Dislocación total. Durante aquellos primeros vertiginosos momentos nisiquieraestabasegurodesiyoeragrandeopequeño:todolodominabaaquellaterribleeimpresionante

imagendel cochequeavanzabaunpococadavezqueelmotor ronroneaba,retrocediendo, lanzándose de nuevo hacia delante, vibrando el capó sobre el

bloquedelmotor,larejillacomodientesdeaceroLaúltimaoportunidad,muchacho.Luego, lamanodemimadre, fríayseca,estabasobremi frenteparaversi

teníafiebre.—Estoybien,mamá—dije—.Nohasidonada.Sólounapesadilla.—Pero,¿Norecuerdas…?—No.Yahapasado.—Estaba asustada—dijo, y soltó una temblorosa risita—. Supongo que no

sabeunaloqueesestarasustadahastaqueunodesushijosgritaenlaoscuridad.—Uf,nohablesdeeso—pidióElaine.—Vuelvealacama,pequeña—comentópapá,dándoleunapalmaditaenlas

nalgas.Ella se fue,nodemuybuenagana.Unavezpasado su terror inicial,quizás

esperaba queme derrumbase en un ataque de histeria. Eso le habría dado unaauténticaventajasobremíporlamañana.

—¿Deverdadestásbien,Dennis?—preguntómimadre—¿Cariño?Otravezaquellapalabra,quemetraíarecuerdoderodillasarañadasalcaer

demicocherojo,surostroinclinadosobremicamacomoenaquellasocasionesen que no yacía, presa de fiebre, en todas aquellas enfermedades infantiles:paperas, sarampión,unaccesodeescarlatina.Haciéndomesentirunosabsurdosdeseosdellorar.Yoteníaveintecentímetrosmásdeestaturaypesabatreintakilosmásqueella.

—Claro—dije.—Bueno.Dejalaluzencendida—mepidió—.Avecesayuda.Y,conunafinalydubitativamiradaamipadre,semarchó.Yoteníaalgodelo

que asombrarme la idea de que mi madre nunca había tenido una pesadilla.Supongoqueesunadeesas cosasquenunca se leocurrenauno.Fuera loquefuesenlaspesadillas,ningunadeellashabíaentradojamásenApuntesdeAmoryBelleza.

Mipadresesentóenelbordedelacama.—¿Deverasnorecuerdasloqueera?Meneélacabeza.—Debedehabersidoterribleparahacertegritardeesamanera,Dennis.Susojosestabanfijosenlosmíos,preguntandogravementesihabíaalgoque

éldebierasaber.Estuve a punto de decírselo: el coche, era el maldito coche de Arnie,

Christine, la reina de la herrumbre, de veinte años y horrible. Estuve a punto.Perolaspalabrasseatascaronenmigarganta,casicomosihablarhubierasidotraicionaramiamigo.ElbuenodeArnie,conquienhubieradecididoensañarseunDiosbromista.

—Estábien—dijo,ymebesóenlamejilla.Sentísubarba,aquellaspequeñasy rígidaspúasque sólo salíanpor lanoche,olí su sudorypercibí suamor.Loabracéconfuerza,yélmedevolvióelabrazo.

Cuando todos se hubieron ido, permanecí con la lámpara de la mesillaencendida,conmiedodevolveradormirme.Cogíunlibroymeechédenuevo,sabiendoquemispadresyacíandespiertosabajo,ensuhabitación,preguntándosesi yomehabríametido en algún lío, o si habríametido en algún lío a alguien,quizásalamadrinadelequipodefantásticocuerpo.

Decidíqueera imposibledormir.Mequedaría leyendohastael amaneceryecharíaunasiestaporlatarde.Y,pensandoeneso,mequedédormidoydespertéporlamañana,conellibro,cerrado,caídoenelsuelojuntoalacama.

8.Primeroscambios

IfIhadmoneyIwilltellyouwhatI'ddoIwouldgodowntownandbuyaMercuryortwo,IwouldbuymeaMercury,Andcruiseupanddownthisroad.

THESTEVEMILLERBAND

PensabaqueArnieapareceríaaquelsábado,asíquemequedéencasa:cortéelcésped,limpiéelgaraje,inclusolavélostrescoches.Mimadrecontemplabaconciertoasombroesta laboriosidady,mientrastomábamosunosbocadillosdesalchicha y una ensalada, comentó que quizá debiera tener pesadillas más amenudo.

Yo no quería telefonear a la casa de Arnie después de las desagradablesescenas quehabía visto allí últimamente, pero, al ir pasando el tiempo sin queviniera,mearmédevaloryllamé.SepusoReginaalaparato,y,aunquehaciaunabuenaactuaciónde«nohacambiadonada»,creípercibirunanuevafrialdadensuvoz.Esohizoqueme sintiera triste.Suúnicohijohabía sido seducidoporunavieja zorra llamadaChristine, y su amigo Dennis debía de haber intervenidocomo cómplice. Quizás incluso había hecho de alcahuete en todo el asunto.«Arnienoestabaencasa—explicó—.Estabaenelgarajede«Darnell».Llevabaallídesdelasnuevedelamañana.»

—Oh—tartamudeé—.Oh, vaya.No lo sabía—sonaba amentiramás aún,

olíaamentira.—¿No?—dijoRegina,conaquellanuevafrialdad—.Adiós,Dennis.Se cortó la comunicación.Me quedé unosmomentosmirando el aparato y,

luego,colgué.Papá se había instalado delante de la televisión con sus bermudas color

púrpura, sus sandalias y una caja de cervezas en la nevera junto a él. Los«Phillies» estaban teniendo un buen día, haciendo sudar tinta a toda Atlanta.Mamásehabíaidoavisitaraunadesuscompañerasdeclase(creoqueseleíanmutuamentesusapuntesypoemasyseexaltabanjuntas).ElainehabíaidoacasadesuamigaDella.Reinabaelsilencioennuestracasa,afuera,elsoljugueteabaconunascuantasnubecillasblancas.Papámediounacerveza,cosaquesólohacecuandosesienteextraordinariamentetierno.

Pero el sábado seguía pareciendo insípido.Yo pensaba sin cesar enArnie,quenocontemplabaalos«Phillies»,nitomabaelsol,nisegabasiquieralahierbadesujardín.

Arnie, en las grasientas sombras del garaje de autoservicio de «Darnell»,jugando con aquel herrumbroso armatoste mientras gritaban los hombres yresonabanmetálicamentelasherramientascontraelsueloyrestallabaeltableteodelasdospistolasneumáticasaflojandoviejospernos,ylavoztartamudeanteylatosasmáticadeWillDarnell…

Y,malditasea,¿Estabayoceloso?¿Eraeso?Cuandocomenzóelséptimonúmero,melevantéyempecéasalir.—¿Adóndevas?—preguntómipadre.Sí, ¿adónde iba? ¿A observarle, cloquear con él, escuchar las peroratas de

WillDarnell?¿Abuscarmemáscomplicaciones?Mierda,Arnieyaeramayorcito.—Aningunaparte—dije.Encontréun«Twinkie»—cuidadosamenteescondidoenlaPanera—ylocogí

con cierto perverso regocijo, sabiendo lo que le fastidiaría aElaine cuando selevantaseduranteunode los intermediospublicitariosdeSaturdayNightLiveydescubriesequehabíadesaparecido.

—Aningunaparteenabsoluto.Volvíalcuartodeestarymesenté,mendiguéotracervezaamipadre,comíel

«Twinkie»deElainee,incluso,lamílacajitaenlaquehabíaestado.VimoscómoPhillyterminabasutrabajodedemoleraAtlanta(«Loshanaplastado,Denny—

meparecíaoírdeciramiabuelo,muertohacíacincoaños,consucoqueteantevozde viejo— los han aplastado por completo»), y yo no pensaba en ArnieCunningham.

Casi.

LlególatardesiguientemientrasElaineyyojugábamosalcróquetenlapartede atrás. Elaine me acusaba constantemente de hacer trampas. Estaba con losnerviosdepunta,comosiemprequeteníalaregla.Elaineestabamuyorgullosadesuregla.Veníateniéndolaregularmentedesdehaciacatorcemeses.

—Eh —dijo Arnie, dando la vuelta a la esquina de la casa—, o son elMonstruodelaLagunaNegraylaNoviadeFrankenstein,osonDennisyEllie.

—¿Quédices,hombre?—exclamé—.Cogeunmazo.—Yo no juego—repuso Elaine, tirando al suelo su mazo—. El hace más

trampastodavíaquetú.¡Hombres!Mientrassealejabataconeando,Arniedijo,convoztemblorosayafectada:—Eslaprimeravezquemellamahombre,Dennis.Cayóde rodillas,conunaexpresióndeexaltadaadoraciónenel rostro.Me

echéa reír.Arniesabíahacerlobiencuandoquería.Esaeraunade las razonespor las queme caía tan bien. Y se trataba de una especie de cosa secreta, yasabéis.Nocreoquenadiemásqueyolavierarealmente.Unavez,oíhablardeunmillonarioqueteníaunRembrandtrobadoensusótano,dondenadiemásqueélpodíaverlo.Yopodíacomprenderaesetipo.NoquierodecirqueArniefueseunRembrandt, ni siquiera un gran ingenio, pero podía comprender el atractivo deconocerlaexistenciadealgobueno…,algoqueerabuenoperoqueseguíasiendosecreto.

Estuvimosunrato jugandoalcróquet,aunquesinmuchointerés.Finalmente,unadelasbolasatravesóelsetoyfueapararalpatiodelosBlackford,y,cuandoyo la hube recuperado, se nos habían pasado ya las ganas de jugar. Nossentábamos en las sillas del jardín. Al poco rato, nuestro gato, Jay Hawkins,sucesor de Capitán Beefheart, se deslizó sigilosamente desde el porche,esperandoprobablementeencontraralgunapequeñaardillaalaquematarlentaypérfidamente. Sus ambarinos ojos relucían a la luz de la tarde, nublada ysilenciosa.

—Penséquevendríasaverelpartidoayer—dije—.Fuemuybueno.—Estuveen«Darnell's»—respondió—.Perolooíporlaradio—suvozse

elevó tres octavas e hizo una magnifica imitación de mi abuelo— ¡Los hanaplastado!,¡Loshanaplastado,Denny!

Me eché a reír y asentí.Había algo en él ese día—quizás era sólo la luzsuficientemente brillante pero un poco débil ymelancólica—, algo que parecíadiferente.Enprimerlugar,parecíacansado—teniaoscuroscercosbajolosojos—,pero,almismotiempo,sucutisparecíaunpocomejorqueúltimamente.Eneltrabajo había estado bebiendo muchas «Coca-Cola», sabiendo que no debía,naturalmente,peroera incapazdeno sucumbirdevezencuandoa la tentación.Susproblemascutáneos tendíanadesarrollarse enciclos, como lesocurre a lamayoríadelosadolescentes,segúnelestadodeánimoenqueseencuentran:sóloqueenelcasodeArnielosciclossolíanserdemaloapeor,yotravezamalo.

Oquizáserasólolaluz.—¿Quéhiciste?—Pocacosa.Cambiéelaceite.ReviséelbloquedelmotorNoestá rajado,

Dennis,yesoesalgo.LeBayoquienfueradejómalpuestoeltapón,nadamás.Sehabíafiltradogranpartedelaceiteviejo.Tuvesuertedenoquemarunpistónelviernesporlanoche.

—¿Cómoconseguisteutilizarelelevador?creíaquehabíaquereservarloconantelación.

Apartólavista.—Nohuboproblemas—dijo,perohabíauntonodedecepciónensuvoz—.

LehiceunparderecadosalseñorDarnell.Abrí labocaparapreguntarquérecadosyluegodecidíquenoqueríaoírlo.

Probablemente, elparde recados se reducíanaacercarsealbardeSchirmeryllevarlescaféaloshabitualesorecogerpiezasusadasdiversasparasuposteriorventa,peroyonoqueríavermemezcladoenlapartedelavidadeArnieenqueintervenía Christine, y eso incluía el cómo se las arreglaba (o no se lasarreglaba)enelgarajedeDarnell.

Y había algo más…, una sensación de alejamiento. Yo no podía entoncesdefinirmuybienesasensación,niqueríatampoco.Ahorasupongoquediríaqueesloqueunosientecuandounamigoseenamoraysecasaconunafulana.Aunonolegustalafulana,yen99casosdecienalafulananolegustauno,asíquevas

y te limitas a dar cerrojazo a ese periodo de tu amistad. Cuando la cosa estáhecha,oteolvidasdelasunto…,oelamigoseolvidadeti,generalmenteconlaentusiásticaaprobacióndelafulana.

—Vamosalcine—pidióArnie,condesasosiego.—¿Quépelículashay?—Bueno,enel«StateTwin»ponenunadeésasdeKung-Fu,¿Quéteparece?

¡Jii-yaa!FingióadministraraJayHawkinsunasalvajepatadadekarate,yJayHawkins

escapócomounabala.—Bastantebien.¿BruceLee?—No,otrotío.—¿Cómosetitula?—No sé. «Puños peligrosos». «Manos mortales». O quizá «Genitales

enfurecidos», no sé. ¿Quéme dices?A la vuelta podemos contarle a Ellie laspartesmásviolentasparahacerlavomitar.

—Deacuerdo—repliqué—.Siaúnpodemosentrarporunpavocadauno.—Si,podemoshastalastres.—Vamos.Fuimos. Resultó ser una película de Chuck Norris, nada mala. Y el lunes

volvimos a las obras del ensanche de la Interestatal, Olvidémi sueño. Poco apoco,comprendíquenoibaaveraArnieconlamismafrecuenciaqueantes,eralaformaenquepareceunoperdercontactoconunamigoqueseacabadecasar.Además,miligueconlamadrinadelequipoempezóaponersealrojovivoporentonces.Yyotambiénmeponíaalrojovivo:másdeunanochelallevéacasadesdeelcineparaautomovilistasconundolordehuevostalqueapenassipodíaandar.

Arnie,mientrastanto,sepasabacasitodaslastardesen«Darnell's».

9.BuddyRepperton

AndIknow,nomatterwhatthecost,Oooooh,thatdualexhaustMakesmymotorcry,Mybaby'sgottheCadillacWalk.

MOONMARTIN

NuestraúltimasemanacompletaantesdequeempezaraelcursoeralasemanaanterioraldíadelTrabajo.

Cuando aparqué ante la casa de Arnie aquella mañana para recogerle,aparecióconunojoalafuneralayunfeoarañazoenlacara.

—¿Quétehapasado?—No quiero hablar de ello —respondió, hoscamente—. He tenido que

hablarlesdeelloamispadreshastaquecreíquemeibaaquedarronco.Echósufiambreraenelasientotraseroysesumióenunsombríosilencioque

mantuvo durante todo el trayecto hasta el trabajo. Algunos de los otroscompañeroslegastaronbromasacuentadesuojomorado,peroArnienoleshizocaso.

Duranteelregresoacasa,noexpliquénadasobreelasunto.Melimitéaponerlaradioypermanecíensilencio.Ypodríanohabermeenteradodelahistoriadeno haberme tentado aquel gordo irlandés llamado Gino poco antes de quetorciéramosporlacalleMayor.

Porentonces,Ginomeestabasiempretentando:podíahacerloatravésdelacerrada ventanilla de un coche. El establecimiento de pizzas italianas deGinoestáenlaesquinadeMayoryBasinDrive,ycadavezqueveíaelletreroconlapizza elevándose en el aire y las íes punteadas con tréboles (se encendía yapagaba durante la noche)me acosaba de nuevo la tentación. Y esta nochemimadreestaríaenclase,loquesignificabaunaimprovisadacenafríaencasa.Laperspectiva nome llenaba precisamente de júbilo.Y tampocomi padre era ungrancocineroyElliequemaríahastaelagua.

—Vamosacomerunapizza—dije,entrandoenelaparcamientodeGino—.¿Quéteparece?Unabiengrandequehuelaasobaco.

—¡Cristo,Dennis,esoresultagrosero!—Sobacolimpio—rectifiqué—.Vamos.—No,yoandobastantemaldepasta—repusoArnie,condesasosiego.—Pagoyo.Puedesinclusotomaresashorriblesanchoas.¿Quémedices?—Dennis,realmenteno…—Yuna«Pepsi»—añadí.—La«Pepsi»mehacedañoenlapiel.Yalosabes.—Si,losé.Una«Pepsi»grande,Arnie.Susgrisesojosbrillaronporprimeravezesedía.—Una«Pepsi»grande—repitió—.Piensaeneso.Eresmezquino,Dennis.De

verdad.—Dos,siquieres—dije.Teníarazón,eracomoofrecerbarras«Hershey»alamujercañóndelcirco.—Dos—dijo,agarrándomedelhombro—¡Dos«Pepsis»,Dennis!Empezó a revolverse en el asiento, clavándose los dedos en la garganta y

gritando:—¡Dos!¡Rápido!¡Dos!¡Rápido!Yo me estaba riendo con tantas ganas que casi estrello el coche contra la

pared,y,mientrasbajábamos,pensé:«¿Porquénosevaatomarunpardesodas?Seguroquesehaestadoprivandodeellasúltimamente.Lalevemejoríadesupielqueyohabíaadvertidoaquelnubladodomingodehaciadossemanaseraevidenteahora.Todavíateníaabundantespromontoriosycráteres,peroeranmenoslosquedisculpadme,perodebodecirlo,lesudaban.

Tambiénenotrosaspectosparecíahabermejorado.Unveranodetrabajaral

airelibrelehabíabronceadointensamente,yentodasuvidanohabíapresentadounaspectomássaludable.Así,pues,penséquesemerecíasu«Pepsi».Elbotínesparaelvencedor.

«Gino's»estádirigidoporunitalianoestupendollamadoPatDonahue.TieneensucajaregistradoraunapegatinaquediceMAFIAIRLANDESA,sirvecervezaverdeeldíadeSanPatricio(el17demarzonopuedeunoacercarsesiquieraa«Gino's», y uno de los discos de la gramola automática es Cuando los ojosirlandeses sonríen, cantada por Rosemary Clooney) y usa un sombrero hongonegroquesuelellevarechadohacialanuca.

La gramola es un viejo aparato «Wurlitzer» de finales de los años 1940, ytodoslosdiscos—nosóloRosemaryClooney—tienenrangoprehistórico.QuizásealaúltimagramoladeEstadosUnidosenquesepuedenponertresdiscosporunamoneda de veinticinco centavos. Las raras veces en que fumo un poco demarihuana, «Gino's» es el tema de mis fantasías: entro allí y pido tres pizzascargadas, un litro de «Pepsi» y seis o siete de los dulces de chocolate defabricación casera de PatDonahue. Luego, imagino queme siento y lo engullotodo,mientrasbrotade lagramolauncontinuotorrentedeéxitosde los«BeachBoys»ylos«RollingStones».

Entramos,hiceelpedidoynosquedamosobservandocómolostrescocinerosechaban al aire la pasta de las pizzas y la volvían a coger. Intercambiabanagudezasitalianastanmordacescomo:«Anochetevienelbaile,Tovie,¿Quiéneraaquellafulanaqueestabacontuhermano?»,«Oh,¿Esa?Eratuhermana.»

Quierodecirque:¿CuántoViejoMundopuedeunosoportar?Entrabaysalíagente,entrelaqueabundabanchicosdelaescuela.Antesde

quepasaramuchotiempo,volveríaaverlosdenuevoenlospasillos,ysentídenuevo aquella intensa nostalgia anticipada y aquella sensación de terror. Meparecía oír mentalmente el sonido de la campana, pero su prolongado repiquesemejabaunaalarma:Aquíestamosdenuevo,Dennis,laúltimavez,despuésdeesteaño tienesqueaprenderaseradulto.podíaoír laspuertasde losarmarioscerrándose de golpe, podía oír el constante ka-honk, ka-honk, ka-honk de dosjugadores de rugby embistiendo a losmaniquíes de entrenamiento, podía oír aMarty Bellerman gritando exuberantemente: «¡Mi culo y tu cara, Pedersen!¡Recuérdalo!¡Miculoytucara!¡EsmásfácildistinguiralosgemelosBobbsey!»ElsecoolorapolvodetizaenlasaulasdelaseccióndeMatemáticas.Elsonido

delasmáquinasdeescribirdelasgrandesaulasdeSecretariadoexistentesenelsegundopiso.Mr.Meecham,eldirector,leyendolosavisosalfinaldeldíaconsuvozsecaynerviosa.Comidasalairelibreenlasgradasdelcampoderugbylosdías de buen tiempo. Una nueva hornada de alumnos de primero, con su aireconfuso y desorientado. Y, al término de todo, avanzas por el pasillo centralataviadoconelalbornozpúrpura,yyaestá.Laescuelasuperiorhafinalizado.Yquedaslanzadoaunmundoconfiado.

—Dennis, ¿Conoces a Buddy Repperton?—preguntó Arnie, sacándome demisensoñaciones.

Habíallegadonuestrapizza.—Buddy,¿Qué?—Repperton.Elnombremeerafamiliar.Ataquémipartedelapizzaytratéderecordar.Al

cabodeunrato,loconseguí.Habíatenidounencuentroconélcuandoyoeraunodelosinfelicesnovatos.Ocurrióduranteunbaile.Labandaseestabatomandoundescanso,yyomehallabaenlacolaparatomarunagaseosa.Reppertonmediounempujónymedijoquelosnovatos teníamosqueesperarhastaquetodoslosveteranoshubierancogidosubebida.Elestabaentoncesensegundoyerarobustoy corpulento. Tenía cara alargada, espesos y grasientos cabellos negros y ojospequeños y demasiado juntos. Pero esos ojos no eran del todo estúpidos, unadesagradableinteligenciaseescondíaenellos.Eraunodeesostiposquesepasantodalaescuelasuperiorpavoneándoseporlaseccióndefumadores.

Yohabíaexpuesto laheréticaopinióndeque laantigüedaden laescuelanosignificabanadaenlacoladelasbebidas.Reppertonmeinvitóasalirafueraconél.

Paraentonces, lacola sehabíadisgregadopara reordenarseenunodeesoscautosperoávidoscírculosquetanamenudopresagiabanunapelea.Unodelosvigilantes se acercóy lodisolvió.Reppertonprometió zurrarme, peronunca lohizo.Yésehabíasidomiúnicocontactoconél,exceptoversunombredevezencuanto en la lista de castigados que circulaba al final del día.Me parecía quehabíasidoexpulsadodelaescuelaunpardeveces,ycuandoesosucedíaeraunindicio bastante fiable de que el tipo no pertenecía a la Liga de JóvenesCristianos.

ContéaArniemiúnicaexperienciaconRepperton,yasintiócansadamente.Se

tocólamoraduradelojo,queestabaadquiriendoahoraunhorriblecolorlimón.—Fueél.—¿Reppertontehizopolvolacara?—Sí.Arnie me explicó que conocía a Repperton de los cursos demecánica del

automóvil.Unadelasironíasdelaacosaday,ciertamente,infelizvidaescolardeArnie era, que sus aficiones y capacidades le hacían entrar en contacto directoconlaclasedepersonasqueseconsideranenlaobligacióndehacerleslavidaimposiblealosArnieCunninghamdeestemundo.

Cuando Arnie estaba en segundo y seguía un curso llamado PrincipiosFundamentalesdelMotor(queeraelsimpleMecánicadelAutomóvilIantesdeque la escuela recibiera una importante subvención del Gobierno Federaldestinadaaenseñanzaprofesional),unchicollamadoRogerGilmanlearreóunapalizaquelodejómolido.LapalizafuetanseriaqueArniesetuvoquepasarunpar de días sin ir a la escuela, y Gilman fue obsequiado con una semana devacacionesporcortesíadeladirección.

Gilman estaba ahora en prisión, acusado de robo. Buddy Repperton habíaformadopartedelcírculodeamigosdeRogerGilmanyhabíaheredado,másomenos,lajefaturadelgrupodeGilman.

Para Arnie, ir a clase en la zona de mecánica era como visitar una zonadesmilitarizada.Luego,sivolvíavivo,seibahastaelotroextremodelaescuela,con su tablero y sus piezas de ajedrez bajo el brazo, para jugar una partida oreunirseconlosotrosmiembrosdelclubdeajedrez.

RecuerdoqueundíadelañoanteriorfuiauntorneoajedrecísticoenSquirrelHill y vi algo que, paramí, simbolizaba la esquizofrénica vida escolar demiamigo.Allíestaba,gravementeencorvadosobresutablero,enelespesosilencioque es lo más que puede oírse en tales ocasiones. Tras una pausa larga ypensativa,movíaunatorreconunamanoenlaquelagrasayelaceitedemotoresse habían incrustado tan profundamente que ni siquiera el «Boraxo» podíaeliminarlos.

Naturalmente,notodoslosconcurrentesalostalleresestabancontraél,habíanumerososbuenosmuchachos,peromuchosdeellospermanecíanencerradosensuspropioscírculosdeamigos.Estossolíanprocederdelosbarriosmáspobresde Libertyville (y no dejes que nadie te diga que los estudiantes de escuela

superiornosonclasificados según lapartede laciudaddequeproceden, sí loson) y eran tan serios y tan callados que podría cometerse el error deconsiderarlosestúpidos.Lamayoríadeellosparecíanresiduosde1968,consuslargoscabellosrecogidosatrásencolasdecaballo,suspantalonesvaquerosysuscamisetas, pero en 1978 ninguno de estos tipos quería derrocar al Gobierno,queríanllegaraserMr.Goodvrench.

Ylostalleressonelpuntofinaldellegadadetiposinadaptadosqueestán,notantoasistiendoalaescuela,comopermaneciendoencarceladosenella.Y,ahoraqueArniecitabaelnombredeRepperton,yorecordéavariostiposquegirabanentornoaélcomounsistemaplanetario.Lamayoríadeellosteníanveinteañosytodavía estaban forcejeando por salir de la escuela. Don Vanderberg, SandyGalton,MoochieWelch.ElverdaderonombredeMoochieeraPeter,perotodoslosmuchachos le llamabanMoochieporquesiemprese leveíavagandopor lasafuerasdelosconciertosderockenPittsburgh.

BuddyReppertonhabía adquiridoun«Camaro»azuldedos añosquehabíavolcadounpardevecesenlacarretera46cercadelParqueEstataldeSquanticHills.

Se lo había comprado a uno de los compañeros de póquer de Darnell—explicó Arnie—. El motor estaba perfectamente, pero la carrocería habíaquedadobastantemalparada.Reppertonlollevóa«Darnell's»aproximadamenteunasemanadespuésdequeArniellevaraaChristine,aunqueBuddyhabíaestadorodandoporallíantesaúndeeso.

Durantelosprimerosdías,ReppertonnoparecíahaberreparadoenArnie,yArnie,naturalmente,estabaencantadodequenosefijasenenél.PeroReppertonestabaenmuybuenasrelacionesconDarnell.Parecíanotenerningunadificultaden obtener herramientas muy solicitadas que, de ordinario, sólo se podíanconseguirreservándolasconantelación.

Luego,ReppertonhabíaempezadoadedicarseaArnie.Pasabajuntoaélalavueltadelamáquinade«Coca-Cola»odellavaboyletirabaalsuelounacajadepequeñasherramientasqueArnieestabautilizando.O,siArnieteníauncaféenelestante, Repperton se las arreglaba para golpearlo con el codo y derramarlo.Luego,tronaba:

«¡Vaya,per-dooooo…NA!»comoSteveMartin,conunahipócritasonrisaenla cara.Darnell le gritaba aArnieque recogiese las herramientas antes deque

algunaseescurrieraporlasgrietasdelsuelo.Después, Repperton daba un rodeo para asestarle a Arnie una burlona

palmadaenlaespalda,altiempoquerugía:«¿Cómoteva,Caracoño?»Arnie soportabaestasandadas inicialesconelestoicismodequienhavisto

todoesoantes,dequienhapasadoyaportodoello.Probablemente,esperabaunadedoscosas,oqueelhostigamientoalcanzaraunnivelconstanteysedetuvieraallí,oqueBuddyReppertonencontraseotravictimayledejaseaélenpaz.Habíatambién una tercera posibilidad, que era casi demasiado buena para esperarla.SiemprecabíaqueBuddyfuesejusticieramentedetenidoporalgoydesaparecieradelaescena,comosuviejoamigoRogerGilman.

Lacosahabíapasadoamayoreselanteriorsábadoporlatarde.Arnieestabaengrasandovariaspiezas,principalmenteporqueaúnnohabíaacumuladofondossuficientes para hacer ninguna de las cien otras cosas que el coche requería.Reppertonseacercó,silbandoalegremente,conuna«Coca-Cola»yunabolsadecacahuetes enunamanoyunmangodegato en la otra.Y, al pasar ante el loteveinte,volteóelmangodegatoyrompióunodelosfarosdeChristine.

—Lohizoañicos—medijoArnie.—¡Oh,Cristo,mira lo que he hecho!—había exclamadoBuddyRepperton,

conunaexageradaexpresióndetragediaenlacara—Vaya,per-dooooon…Nopudoseguir.ElataqueaChristineconsiguióloquelosataquesalpropio

Arnie no habían podido lograr. Le instigó a la represalia.Dio la vuelta por elladodel«Plymouth»,conlospuñosapretadosygolpeóciegamente.EnunanovelaoenunapelículalehabríadadoaReppertonjustamenteenelcentronerviosodelK.O.ylohabríaderribadoporlacuentadediez.

Lascosasraramentesalenasíenlavidareal.ArnienollegóalabarbilladeRepperton. En lugar de ello, golpeó la mano de Repperton, tiró la bolsa decacahuetesalsuelo

Yderramóla«Coca-Cola»porlacaraylacamisadeRepperton.—¡Vaya con el jodido mequetrefe! —exclamó Repperton. Parecía casi

cómicamentesorprendido—¡Vasaverloqueesbueno!YselanzóhaciaArnieblandiendolabarradelgato.Variosdelosotroshombrescorrieronhaciaellos,yunodijoaReppertonque

tirase la barra y luchara con limpieza. Repperton la tiró y se abalanzó contraArnie.

—¿Darnellnointentópararlacosa?—preguntéaArnie.—Noestabaallí,Dennis.Desaparecióquinceminutosomediahoraantesde

queempezase.Escomosisupieraloqueibaapasar.Arnie dijo que Repperton le causó la mayoría de las lesiones ya desde el

principio.Elojomoradofueelprimero,elarañazoenlacara(producidoporenanilloqueReppertonhabíacompradoduranteunodelosmuchosañosqueestuvoensegundocurso)llegóinmediatamentedespués.

—Yvariasotrasmagulladuras—dijo.—¿Quémagulladuras?Estábamossentadosenunodeloscompartimientostraseros.Arnievolvióla

vistaenderredorparacerciorarsedequenomirabanadiey,luego,selevantólacamisa.Contuveelalientoante loquevi.Unterroríficomapadecardenales—amarillos, rojos, purpúreos, negros— cubría el pecho y el estómago deArnie.Estabanempezandoapalidecer.Nopodíacomprendercómohabíasidocapazdeiratrabajardespuésderecibirsemejantepaliza.

—¿Estássegurodequenoterompióningunacostilla?—pregunté.Estaba realmente horrorizado. El moratón del ojo y el arañazo parecían

insignificantes al lado de aquella carnicería. Yo había visto peleas de escuelasuperior, naturalmente, incluso había participado en algunas, pero ahora estabaviendoporprimeravezenmividalosresultadosdeunaauténticapaliza.

—Bastanteseguro—dijo—.Hetenidosuerte.—Yalocreo.Arnienocomentómuchomás,peroallíhabíaestadotambiénunchicoqueyo

conocía,llamadoRandyTurner,ycuandosereanudaronlasclasesmecontóconmás detalle lo que había sucedido. Dijo queArnie podría haber salidomuchopeorparado,peroquereaccionóconmuchamásviolenciadelaqueBuddyhabíaesperado.

Dehecho,explicóRandy,ArnieselanzócontraBuddyReppertoncomosieldiablolehubierametidounaguindillaenelculo.Susbrazosgirabancomoaspasdemolino,suspuñosestabanentodaspartes.Gritaba,maldecía,babeaba.Tratédeimaginármeloynopude.Laimagenque,en lugardeello,acudíaamimenteera la de Arnie golpeando con los puños el salpicadero con fuerza suficientecomoparaabollarloygritandoqueseloscargaría.

HizoretrocederaReppertonhastaelcentrodelgaraje,lehizosangrarporla

nariz(másporsuertequeporpuntería)yleasestóenlagargantaunpuñetazoquelehizo tosery retorcersedenáuseasyperder interés en ajustarle las cuentas aArnieCunningham.

Buddysevolvió,agarrándoselagargantaeintentandovomitar,yArnieaplicócon fuerza sus recias botas de trabajo contra los forrados fondillos de losvaquerosdeRepperton,haciéndolecaersobreelvientreylosantebrazos.

Repperton estaba todavía retorciéndose a impulsos de las náuseas yagarrándose con una mano la garganta, la nariz le sangraba abundantemente, y(segúnRandyTurner)

Arnie se disponía a rematar a patadas a Buddy cuando reapareciómágicamenteWillDarnell,gritandoconsutartamudeantevozquesepusierafinatodoaquello.

—Arniepensabaque la pelea estabapreparada—dije aRandy—.Pensabaqueestabantodosconchabados.

Randyseencogiódehombros.—Quizá. Podría ser. Desde luego fue curiosa la forma en que apareció

DarnellcuandoReppertonempezórealmenteaperder.Unossiete individuosagarraronaArniey loapartaron.Alprincipio, se les

resistiócomoun loco,gritandoque ledejasen,gritandoque siReppertonno lepagaba el faro roto lo mataba. Luego, se calmó, aturdido y sin poder casiexplicarsecómoeraqueReppertonyacíaenelsueloyélestabaenpietodavía.

Repperton se levantó al final, con la camisa llena de grasa y suciedady lanariz todavía borboteando sangre. Se lanzó hacia Arnie. Randy dijo que másparecíaunmovimientodestinado aguardar las apariencias.Variosde losotrostipos lo sujetaron y se lo llevaron.Darnell se dirigió aArnie y le dijo que leentregaralallavedesucajadeherramientasyselargase.

—¡Cristo,Arnie!¿Porquénomellamasteelsábadoporlatarde?Suspiró.—Estabademasiadodeprimido.Terminamosnuestrapizza,einvitéaArnieaunatercera«Pepsi».Esemejunje

esmortalparalapiel,peroestupendoparaladepresión.—Nosésiqueríadecirquemelargasesóloporelsábadooparasiempre—

medijoArnie durante el camino de regreso—¿Qué te parece,Dennis? ¿Creesquemeechódeformadefinitiva?

—Hasdichoquetepidiólallavedetucajadeherramientas.—Sí.Si,lohizo.Nuncamehabíanechadodeningunaparte—parecíaapunto

deromperallorar.—Detodosmodos,eselugaresunantro,yWillDarnellunsoplaculos.—Supongo que seria estúpido intentar seguir guardándolo allí —dijo—.

AunqueDarnellmedejasevolver,Reppertonsigueenaquel sitio.Pelearíaotravezconél…

EmpecéatarareareltemadeRocky.Arniesonriólevemente.—Deverasquepelearíaconél.PeroReppertonpodríaemprenderladenuevo

conelcochecuandoyonoestuviese.NocreoqueDarnellfueraaimpedírselo.Norespondí,yquizásArniepensóqueesosignificabaqueestabadeacuerdo

conél,peronoeraasí.Yonocreíaquesudestartalado«PlymouthFury»fueseelobjetivo principal. Y, si Repperton consideraba que no podía conseguir por sisololademolicióndelobjetivoprincipal,loharía,simplemente,conlaayudadesusamigos:DonVandenberg,MoochieWelchyotros.

Seme ocurrió que podríanmatarle.No sólomatarle, real y auténticamentematarle,sinsentidosfigurados.Tiposcomoesoslohacíanaveces.Simplemente,las cosas iban un poco demasiado lejos, y alguno resultaba muerto. En elperiódicoseleenavecescasosasí.

—…guardarla?—¿Eh?—nolehabíaescuchado.AlfrenteseveíayalacasadeArnie.—Tepreguntabasiteníasalgunaideadedóndepodréguardarla.Elcoche,elcoche,elcoche,nosabíahablardeotracosa.Estabaempezando

aparecerundiscorayado.Ylopeordetodo,siempreloaludíaenfemenino.Eralobastanteinteligentecomoparapercibirsucrecienteobsesiónconella—conél,malditasea,conél—,comoparaentenderlo,peronoentendíanadaenabsoluto.

—Arnie—contesté—.Tienescosasmásimportantesenquepreocupartequeendóndeguardarelcoche.Yoquierosaberdóndevasaguardartetú.

—¿Eh?¿Dequéestáshablando?—Teestoypreguntandoquéharás siBuddyysuscompinchesdecidendarte

unalección.Su rostro adquirió súbitamente una expresión de lúcida perspicacia, tan

súbitamentequeasustabamirarlo.Era lúcido,desvalidoy llenode resignación.Eraun rostroqueyohabíavistoen losnoticiariosde la televisióncuandosóloteníaochoonueve años, el rostrode todos aquellos soldadosuniformados connegros pijamas que habían dado la gran paliza al ejército mejor equipado ysostenidodelmundo.

—Haréloquepueda,Dennis—dijo.

10.FalleceLeBay

Igotnocarandit'sbreakinmyheartButIgotadriver,andthat'sastart…

LENNONYMCCARTNEY

Acababa de estrenarse la versión cinematográfica de Grease, y esa nochellevéalamadrinadelequipoaverla.Amímeparecíaunaestupidez.Alachicale encantaba. Yo permanecía allí sentado, viendo cantar y bailar a aquellosadolescentestotalmenteirreales(siquieroadolescentesrealistas—bueno,másomenos— ir‚ a una reposición de La jungla de pizarra), y mi mente divagabadistraídamente.Y,depronto,unviolentotorbellinoagitómicerebro,comoocurreavecescuandonoestáunopensandoennadaconcreto.

Meexcuséysalíalvestíbuloparautilizarelteléfonopúblico.LlaméacasadeArnie,marcandorápidamentesunúmeroquemesabiadememoriadesdequeteníaochoaños.Podríahaberesperadoaqueterminaselapelícula,peroparecíaunaideacondenadamentebuena.

ContestóelpropioArnie.—¿Diga?—Arnie,soyDennis.Suvozsonabatanextrañaeinexpresivaquemeasustéunpoco.—¿Arnie?¿Estásbien?—¿Eh?Sí,claro.CreíaqueibasairalcineconRoseanne.

—Teestoyllamandodesdeelcine.—Nodebesertanbuenalapelícula—dijoArnie.Suvozseguíasiendoinexpresiva…,inexpresivaylúgubre.—ARoseannelepareceestupenda.Creíaqueesoleharíareír,perosólohubounpacientesilencio.—Escucha—dije—,semehaocurridolasolución.—¿Solución?—Claro—expliqué—.LeBayeslasolución.—Le…—dijoconvozextrañayaguda,yvolvióahacerseelsilencio.Estabaempezandoaasustarmedeverdad.Nuncalehabíaconocidoasí.—Si —continué, atropelladamente— LeBay tiene un garaje, y me da la

impresión de que se comería un emparedado de rata si el beneficio le parecíasuficientementealto.

Silehicierasunapropuestade,porejemplo,dieciséisodiecisietepavosalasemana…

—Muygracioso,Dennis.Suvozerafríayresentida.—Arnie,¿Qué…?Colgó. Me quedé allí, mirando el teléfono, preguntándome qué diablos

pasaba. ¿Alguna nueva acción de sus padres? ¿O quizás había vuelto a«Darnell's»ysehabíaencontradoalgúnnuevodañocausadoasucoche?¿O…?

Dejéel teléfonoen su soporte,medirigí al ambiguoypregunté si teníanelperiódicodeldía.Lachicadeloscaramelosylaspalomitasdemaízloencontrófinalmenteypermanecióallí,haciendochascarsuchicle,mientrasyopasabalaspáginas en busca de la que suele contener las esquelas. Supongo que la chicaquería cerciorarse de que no iba realizar con él ninguna extraña perversión, oquizásacomérmelo.

Nohabíanada…,esopenséalprincipio.Luego,volvílapáginayvieltitular.VETERANO DE LIBERTYVILLE MUERE A LOS SETENTA Y UN AÑOS.HabíaunafotografíadeRolandD.LeBayconsuuniformedelEjército,conveinteañosmenosyojosconsiderablementemásbrillantesqueenlasocasionesenqueArnieyyolehabíamosvisto.Lanotanecrológicaerabreve.LeBayhabíamuertode repente el sábado por la tarde. Le sobrevivían su hermano, George y suhermana,Marcia.Losfuneralessecelebraríanelmartesalasdos.

Derepente.En lasnotasnecrológicas, siemprees«tras largaenfermedad»,«tras rápida

enfermedad»o«de repente».De repentepuedesignificarcualquiercosa,desdeunaemboliacerebralhastaelectrocutarseenlabañera.Recordéalgoquelehabíahecho a Ellie cuando ella era pocomás que un bebé…, podría tener tres añosquizá. Le di un susto demuerte con unmuñeco de resorte. Lamano deDennisdaba vueltas a la manivela, haciendo sonar música.Muy bonito. Divertido. Y,luego… ¡ka-BONZO! Y salta el muñeco, con cara sonriente y nariz ganchuda,pegándolecasienelojo.Ellieechóacorrerconunchillidohaciasumadre,yyomequedéallí,mirandosombríamentealmuñeco,quesebalanceabadeunladoaotro, sabiendo que probablemente me iba a ganar una bronca, sabiendo que,probablemente,melamerecía:habíasabidoquelaibaaasustar,saliendoasídeentrelamúsica,conelmalévolochasquido.

Saliendoderepente.Devolví el periódico y me quedé allí, mirando sin ver los carteles que

anunciaban«PROXIMAFUNCIÓNYGRANESTRENO».Sábadoporlatarde.Derepente.Eracuriosocómosetorcíanaveceslascosas.Mehabíaasaltadolaideade

quequizásArniepudierallevaraChristineal lugardedondehabíasalido,quequizápudierapagarle aLeBayporque ledejaraguardarla allí.Ahora resultabaque LeBay había muerto. Había muerto el mismo día en que Buddy habíadestrozado el farodeChristine. Inmediatamente, tuve una irracional imagen deBuddy Repperton balanceando aquella barra de gato… y en el mismo precisoinstanteelojodeLeBayseinyectaensangre,ycaederodillas,y,derepente…

«Déjatedechorradas,Dennis,—meamonesté—déjatede…»Yentonces,enlasprofundidadesdemimente,enalgúnlugarcercadelcentro,

unavozsusurró:«Vamosadarunavuelta,muchacho»—ycalló.Lachicadelmostradorhizoungloboconsuchicleydijo:—Teestásperdiendoelfinaldelapelícula.Elfinaleslomejor.—Si,gracias.Echéaandarhacialapuertadelsalóny,luego,medesviéparabeberaguaen

lafuentedelvestíbulo.Teníalagargantaseca.Antes de que terminase, se abrieron las puertas y empezó a salir la gente.

Mirandoporencimadesusoscilantescabezas,pudeverenlapantallalalistadeactoresqueseestabaproyectando.LuegosalióRosseanne,buscándome.

Recibíamuchasyapreciativasmiradasylasdevolvíaconsuairesoñadorymesurado.

—Den-Den—dijo,cogiéndomedelbrazo.SerllamadoDen-Dennoeslopeorquelepuedeocurrirauno:probablemente

espeorqueteapliquenenlosojosunatizadoralrojooqueteamputenunapiernaconunasierra,peronuncamehagustado.

—¿Dóndeestabas?Tehasperdidoelfinal.Elfinales…—Lo mejor —me anticipé—. Lo siento. He tenido una llamada de la

Naturaleza.Semepresentóderepente.—Sime llevasun ratoalMalecón, te locuento—dijo, apretandomibrazo

contralaprominencialateraldesupecho—.Esdecir,siquieres.—¿Teníaunfinalfeliz?Me dirigió una sonrisa, mirándome con los ojos muy abiertos como hacía

siempre.Apretóaúnmáselbrazocontrasupecho.—Muyfeliz—dijo—.Amímegustanlosfinalesfelices,¿Atino,Den-Den?—Meencantan—respondí.Quizás hubiera debido estar pensando en la promesa de su pecho, pero, en

lugardeello,meencontrépensandoenArnie.

Aquellanoche,volvíatenerunsueño.SóloqueenésteChristineeravieja:no, no sólo vieja, era anciana, una horrible armazón de coche, algo que unoesperaríaverenunabarajadetarot:envezdelHombreAhorcado,elCochedelaMuerte.Algo que casi podía creerse que era tan viejo como las pirámides. Elmotorrugió,fallóydespidióunanubedehumosucioyazulado.

Noestabavacío.RolandD.LeBayseencontrabaechadotraselvolante.Teníalos ojos abiertos, pero estaban vidriosos ymuertos. Cada vez que elmotor seponía en marcha y vibraba la herrumbrosa carrocería de Christine, él sebalanceabacomounamuñecadetrapoysebamboleabasucalvacabeza.

Luego,rechinaronhorrorosamentelosneumáticos,el«Plymouth»seabalanzósobre mí desde el garaje y, al hacerlo, la herrumbre se disipó, el viejo yempañado cristal se aclaró, refulgieron los cromados con salvaje nitidez y los

viejosydesgastadosneumáticosflorecieronsúbitamenteenotrosflamantes,cadaunadecuyasentalladurasparecíatanprofundacomoelGranCañón.

Selanzócontramíconunalarido,proyectandosusfarosblancoscírculosdeodioy,mientraslevantabalasmanosenunestúpidoeinútilgestodeprotección,pensé:

Dios,suinfinitafuria…

Desperté.Nogrité.Esanoche,retuveelgritoenmigarganta.Pormuypoco.Meincorporéenlacama,encuyassábanasreposabaunfríocharcodeluna,y

pensé:Murióderepente.Esanochenomevolvíadormirtanpronto.

11.Elfuneral

Eldoradofins,whitewallsandskirts,Ridesjustlikealittlebitofheavenhereonearth,WellbuddywhenIdiethrowmybodyinthebackAnddrivemetothejunkyardinmyCadillac.

BRUCESPRINGSTEEN

Brad Jeffries, nuestro capataz, tenía unos cuarenta y tantos años, cuerporechoncho,calvicieincipienteyunatezpermanentementequemadaporelsol.Legustaba mucho vociferar, en especial cuando íbamos retrasados en nuestrotrabajo,peroeraunhombredecente.FuiaverleduranteelratodedescansoparaaveriguarsiArniehabíapedidolatarde,opartedeella,libre.

—Hapedidodoshorasdepermisoparairaunentierro—explicóBrad.Sequitó las gafas demontura de acero y se frotó lasmarcas rojas que le habíandejadoalosladosdelanariz—.Ynomepidastúlomismo,osvoyaperderalosdoscuandoterminelasemanaysólosequedanlosvagos.

—Tengoquepedirlo,Brad.—¿Porqué?¿Quiénesesetipo?Cunninghamdijoquelevendióuncoche,eso

estodo.Cristo,nocreíayoquefueranadiealfuneraldeunvendedordecochesusados,apartedesufamilia.

—Noeraunvendedordecochesusados,erasólountipo.Arnieestáteniendoalgunosproblemasacercadeesto,Brad.Creoquedeberíairconél.

Bradsuspiró.—Deacuerdo.Deacuerdo,deacuerdo,deacuerdo.Puedes librardeunaa

tres, igual que él. Si te comprometes a trabajar el jueves durante la hora de lacomidayquedarteluegohastalasseis.

—Desdeluego.Gracias,Brad.—Teficharécomodecostumbre—dijoBrad—.Y,sialguienen«Penn-DOT»

dePittsburghseenteradeesto,melacargo.—Nadieseenterará.—Voyasentirperderos—dijo.Cogióelperiódicoyloabrióporlaspáginasdedeportes.ViniendodeBrad,

esoeraungranelogio.—Paranosotrostambiénhasidounbuenverano.—Mealegraquepiensesasí,Dennis.Yahoralárgatedeaquíydéjameleerel

periódico.Melargué.A launa,medirigí al cobertizoprincipal.Arnieestabadentro, colgandoun

cascoamarilloyponiéndoseunacamisalimpia.Memiró,sorprendido.—¡Dennis!¿Quéhacesaquí?—Prepararmeparairaunfuneral—respondí—.Lomismoquetú.—No—dijodeinmediato.Y fuemásesapalabraqueningunaotracosa: los sábadosqueyanoestaba

allí,lafrialdaddeMichaelyReginaporelteléfono,sucomportamientocuandolellamé desde el cine, lo que me hizo comprender hasta qué punto me habíaexcluidodesuvida,ycómohabíasucedidoesodelamismaformaenquehabíamuertoLeBay.Derepente.

—Sí—repliqué—.Arnie, yo sueñoconese tipo. ¿Meoyes loque tedigo?Sueñoconél.Voyair.Podemosirjuntososeparados,perovoyair.

—Noestabasbromeando,¿verdad?—¿Qué?—Cuandome llamaste por teléfono desde aquel cine.Realmente, no sabías

queestabamuerto.—¡Cristo!¿Creesqueyoibaabromearconunacosaasí?—No—dijo,peronoenseguida.Selopensóprimero.Veíalaposibilidaddequetodossevolviesencontraél

ahora.WillDarnelllohabíaechadoyBuddyRepperton,ysupongoquetambiénsuspadres.

Peronose tratabasólodeellos,niprincipalmentedeellos,porqueningunoeralacausaprimera.Setratabadelcoche.

—Sueñasconél.—Sí.Permanecióconsucamisalimpiaenlamano,reflexionandosobreeso.—El periódico decía cementerio alto de Libertyville —dije finalmente—

¿Vasacogerelautobúsovienesconmigoencoche?—Irécontigo.—Deacuerdo.Estábamosenunacolinadesdelaquesedominabaelserviciofúnebrequese

estabadesarrollandojuntoa la tumba,sinatrevernosabajarparareunirnosconlosescasosasistentes,nideseoalgunodehacerlo.Habíaen totalmenosdeunadocena de personas, la mitad de las cuales eran vejestorios vestidos conuniformes de aspecto viejo y cuidadosamente conservados: casi se podían olerlas bolas de naftalina. El ataúd deLeBay se hallaba depositado en unas andassobre la tumba. Estaba cubierto por una bandera. Las palabras del predicadorllegabanhastanosotrostransportadasporlacálidabrisadeagosto:elhombreescomo la hierba que crece y luego es cortada, el hombre es como una flor quedespuntaenprimaveraysemarchitaenverano,elhombreviveenelamoryamaloquemuere.

Cuando concluyó el servicio, fue retirada la bandera y un hombre queaparentaba sesenta y tantos años arrojó un puñado de tierra sobre el ataúd. Seescurrieronpequeñaspartículasquecayeronluegoalafosa.Lanotanecrológicahabíadichoquelesobrevivíanunhermanoyunahermana.Esteteníaqueserelhermano,elparecidonoeramuygrande,peroexistía.Evidentemente,lahermananohabíaido,sóloseveíanhombresentornoaaquelhoyoabiertoenelsuelo.

Dos de los tipos de la Legión Americana doblaron desordenadamente labandera, y uno de ellos se la dio al hermano deLeBay. El predicador rogó alSeñorque losbendijeray losprotegiese,quehiciera resplandecer su faz sobreellos, que les consolaray lesdierapaz.Empezarona alejarse.BusquéaArniecon la vista, y Arnie ya no estaba a mi lado. Se había apartado un poco. Sehallabaenpiebajounárbol.Habíalágrimasensusmejillas.

—¿Estásbien,Arnie?—pregunté.Pensé de pronto quenohabía visto ni una sola lágrima allí abajo y que, si

RolandD.LeBayhubierasabidoqueArnieCunninghamibaaserlaúnicapersonaquederramaríaunalágrimaporél,ensuceremoniafúnebreenunodelosmenosconocidos cementerios del oeste de Pensilvania quizás hubiera rebajadocincuentapavoselpreciodesuporqueríadecoche.Despuésdetodo,Arnieaúnhabríapagado150másdeloquevalía.

Sefrotólacaraconlasmanosenungestocasisalvaje.—Muybien—dijoroncamente—.Vámonos.—Desdeluego.Yocreíaquesereferíaaquesenoshacíahorademarcharnos,peronoechóa

andarhaciadondehabíamosdejadoel«Duster»,sinoquecomenzóadescenderlacolina.

Empecé a preguntarle adónde iba y, luego, callé. Lo sabia perfectamente,queríahablarconelhermanodeLeBay.

El hermano estaba parado con dos de los legionarios, hablandososegadamente y con la bandera bajo el brazo. Iba vestido con el traje de unhombrequeseaproximabaalajubilaciónconunosingresosnomuyabundantes,era azul a rayitas blancas, y le brillaban los fondillos de los pantalones. Sucorbata estaba arrugada por abajo, y el cuello de la camisa presentaba unatonalidadamarillenta.

Volviólavistahacianosotros.—Perdone—dijoArnie—,peroesustedelhermanodeMr.LeBay,¿Verdad?—Sí,enefecto.MiróaArnieinquisitivamentey,mepareció,conciertaprevención.Arnieextendiólamano.—Me llamo Arnold Cunningham. Conocía ligeramente a su hermano. Le

compréuncochehacepoco.CuandoArnieextendiólamano,LeBayalargóautomáticamentelasuya:entre

losnorteamericanos,elúnicoademánquizámásarraigadoquecorresponderaunapretóndemanosescerciorarsedequesehacerradounolabraguetaalsalirdeunlavabopúblico.Pero,cuandoArniecontinuódiciendoquelehabíacompradouncocheaLe

Bay, la mano titubeó. Por un momento, pensé que el hombre no iba a

corresponderalsaludodespuésdetodo,queibaaretirarsumanoydejarladeArnieflotandoallí,enelozono.

Peronohizotalcosa…,almenosporcompleto.ApretódeformasuperficiallamanodeArnieylasoltó.

—Christine—dijo,convozinexpresiva.Sí,elparecidofamiliarestabaallí:enlaformaenquelafrenteseinclinaba

sobrelosojos,lacurvadesumandíbula,losclarosojosazules.Peroelrostrodeestehombreeramássuave,casiamable,yonopensabaquefueraatenernuncaelaspectoenjutoyvulpinoquehabíatenidoRolandD.LeBay.

—LaúltimanotaquerecibídeRolliedecíaquelahabíavendido.SantoDios, tambiénélestabautilizandoesemaldito renombrefemenino. ¡Y

Rollie!Resultabadifícil imaginaraLeBay,con supeladocráneoy supestíferafaja,conelnombredeRollie.Perosuhermanohabíapronunciadolaabreviaturaconaquellamisma inexpresivavoz.Nohabíadolor enaquellavoz,ninguno, almenos,queyopudieraver.

LeBaycontinuó:—Mi hermano no escribía con mucha frecuencia, pero tenía tendencia a

recrearseenelmalajeno,Mr.Cunningham.Quisierapoderemplearunaexpresiónmás suave pero no creo que exista. En su nota, Rollie le llamaba a usted «unprimo»ydecíaquelehabíametidoloqueélllamaba«unpufomagistral».

Contuveunaexclamación.MevolvíhaciaArnie,esperandocasiotroestallidodeira.Perosurostronohabíacambiadoenabsoluto.

—Un pufo magistral —repitió mansamente— está siempre en el ojo delespectador.¿Noleparece,Mr.LeBay?

LeBayriósinmuchasganas,mepareció.—Esteesmiamigo.Estabaconmigoeldíaenquecompréelcoche.FuipresentadoyestrechélamanodeGeorgeLeBay.Losmilitaressehabíanmarchado.LeBay,Arnieyyoquedamosmirándonos

incómodamenteunosaotros.LeBaysecambiólabanderadeunamanoaotra.—¿Puedohaceralgoporusted,Mr.Cunningham?—preguntóalfinLeBay.Arniecarraspeó.—Estabapensandoenelgaraje—dijoporúltimo—¿Sabe?Estoytrabajando

enelcoche,intentandoponerlodenuevoencondicionesdecircular.Mispadresnoloquierenencasa,yestabapensando…

—No.—…sipodríaalquilarleelgaraje…—No,nihablar,esrealmente…—Le pagaría veinte dólares a la semana —dijo Arnie—. Veinticinco, si

quiere.Parpadeé. Era como un niño que se ha metido en un atolladero y decide

hacerse cobrar ánimos comiendo unos cuantos bombones espolvoreados conarsénico.

—…imposible.LeBayparecíacadavezmásdesasosegado.—Sólo el garaje—dijoArnie, empezando a resentirse su calma—.Sólo el

garajedondeestabaoriginalmente.—No es posible—respondió LeBay—. Esta misma mañana he inscrito la

casaentresagencias.Estaránenseñándola…—Si,claro,perohastaque…—…y no les gustaría que anduviese usted por allí con sus arreglos. Lo

comprende, ¿Verdad? —se inclinó un poco hacia Arnie— Por favor, no meinterprete mal. No tengo nada contra los adolescentes en general. Si no,probablementeestaríayaenunmanicomio,porquellevocasicuarentaañosdandoclasesenlaEscuelaSuperiordeParadiseFalls,Ohio,yustedpareceunejemplarmuyinteligenteybieneducadodelgéneroadolescente.Peroloúnicoquequierohacer aquí, en Libertyville, es vender la casa y repartir lo que saque con mihermana,queviveenDenver.Quierodeshacermedelacasa,Mr.Cunningham,yquierodeshacermedelavidademihermano.

—Comprendo—replicóArnie—.¿Seriadistintosileprometiesecuidardelafinca?¿Segarlahierba?¿Pintarlavalla?¿Hacerpequeñasreparaciones?Puedosermuyhábileneso.

—Loesrealmente—intervine.«No vendría mal —pensé— que Arnie recordase más tarde que yo había

estadodesuparte…,aunquenoloestaba».—Yahecontratadoauntipoparaquelavigileyseocupedelmantenimiento

—explicó.Sonaba plausible, pero yo supe, súbitamente y con toda certeza, que era

mentira.YcreoqueArnielosabíatambién.

—Estábien.Sientolodesuhermano.Parecíaun…ungrantipo.Mientraslodecía,meencontréamimismorecordandocómomehabíavuelto

yhablavistoaLeBaycongrandesygrasientaslágrimasenlasmejillas.«Bueno,seacabó.Yamelahequitadodeencima,hijo.»

—¿Grantipo?—LeBaysonriócínicamente—Oh,sieraungranhijodeputa—pareció no advertir la sorprendida expresión de Arnie—. Disculpen,caballeros.Metemoqueelsolmeharevueltounpocoelestómago.

Empezóaalejarse.Estábamosnolejosdelatumba,ynosquedamosmirandocómoseiba.Y,depronto,sedetuvo,yseleiluminóelrostroaArnie,puespensóque LeBay había cambiado súbitamente de opinión. Por un momento, LeBaypermaneciósobrelahierba,conlacabezainclinadaenlaposturadeunhombresumidoenprofundareflexión.Luego,sevolvióhacianosotros.

—Leaconsejoqueseolvidedelcoche—dijoaArnie—.Véndala.Sinadiequiere comprarla entera, véndala por piezas. Si nadie quiere comprarla porpiezas,véndalacomochatarra.Hágalorápidaycompletamente.Hágaloigualquesequitaríaunamalacostumbre.Creoqueserámásfeliz.

Permaneció allí mirando a Arnie, esperando que Arnie dijese algo, peroArnienorespondió.SelimitóasostenerlamiradadeLeBay.Susojosteníanesepeculiar colorpizarrosoqueadquiríancuandohabía tomadounadecisióny suspies estaban bien plantados. LeBay leyó lamirada ymovió la cabeza. Parecíadesdichadoyunpocoenfermo.

—Caballeros,buenosdías.Arniesuspiró.—Supongoquenohaynadaquehacer—contemplóconciertoresentimiento

cómosealejabaLeBay.—No—dije,esperandoparecermáscontristadodeloqueestaba.Eraelsueño.NomeagradabalaideadeChristinedenuevoenaquelgaraje.

Separecíademasiadoamisueño.Ensilencio,empezarnosa regresarhaciamicoche.NomeagradabaLeBay.

NomeagradabaningunodelosdosLeBay.Deprontoimpulsivamente,toméunadecisión: sólo Dios sabe lo diferentes que habrían podido ser las cosas si nohubieraseguidoeseimpulso.

—Eh, oye—dije—.Voy a echar unameada. Espérame un par deminutos,¿eh?

—Vale—dijo,sinlevantarapenaslavista.Continuóandandoconlasmanosenlosbolsillosylosojosenelsuelo.Torcíhacialaizquierda,dondeunpequeñoydiscretoletreroyunaflechaaún

máspequeña indicabanelcaminoa los lavabos.Perocuandorebasé laprimeralomayquedéfueradelavistadeArnie,volvíaladerechayechéacorrerhaciael aparcamiento.AlcancéaGeorgeLeBaycuandose instalabaalvolantedeunpequeño«Chevette»quellevabaenelparabrisasunapegatinadeHertz.

—¡Mr. LeBay!—jadeé— ¡Mr. LeBay!—levantó la vista con curiosidad—Disculpe.Perdonequelemolesteotravez.

—No importa—dijo—.Perome temoque sigue enpie loque le dije a suamigo.Nopuedodejarlequeguardeelcocheallí.

—Estupendo—dije.Enarcólasespesascejas.—Elcoche—dije—.Ese«Fury».Nomegusta.Continuómirándomeensilencio.—Nocreoquehayasidobuenoparaél.Quizáformapartedeelloestar…,no

se…—¿Celoso?—mepreguntósuavemente—¿Sepasaahoraconellael tiempo

queantespasabacontigo?—Bueno, si, es cierto—dije—. Es amigo mío desde hace mucho tiempo.

Pero…,nocreoqueesoseatodo.—¿No?—No.VolvílavistaparaversiaparecíaArnie,y,mientrasteníaapartadoslosojos,

pudealfinpreguntarle:—¿Porquéledijoquelovendieracomochatarrayloolvidase?¿Porquédijo

queeracomounamalacostumbre?Norespondió,ytemíquenotuvieranadaquedecir,almenosamí.Yluego,

convozcasiinaudible,preguntó:—¿Estássegurodequeestoesasuntotuyo,hijo?—Nolosé.Depronto,mepareciómuyimportantemirarlealosojos.—Pero aprecio a Arnie. No quiero verle lastimado. Este coche ya le ha

creadobastantesproblemas.Noquieroverlemetidoenotrospeores.

—Venestanocheamimotel.EstáfrentealasalidadelaWesternAvenueporel376.¿Puedesencontrarlo?

—Yo hice las obras de contención del terraplén—expliqué, y levanté lasmanos—Todavíatengolasampollas.

Sonreí,peroélcontinuóserio.—«RainbowMotel».Haydosalpiedeesasalida.Elmíoeselbarato.—Gracias—dije,conazoramiento—.Escuche,realmente,el..—Quizánoseaasuntotuyo,nimío,nidenadie—concluyóLeBay,consuvoz

suave de maestro de escuela, era diferente (pero, en cierto modo, tanextrañamentesimilar)delásperograznidodesuhermano.

(queeselmejorolordelmundo…exceptoeloloracoño,quizá)—Peropuedodecirteyaunacosa.Mihermanonoeraunbuenhombre.Creo

queloúnicoquerealmenteamóentodasuvidafueese«PlymouthFury»quehacompradosuamigo.Asíqueelasuntopuedeserentreellos,y sóloentreellos,nosdigamostúyyoloquenosdigamos.

Me sonrió. Era una sonrisa agradable, y en ese instante me pareció ver aRonaldD.LeBaymirandoporsusojos,ymeestremecí.

—Mira,hijo,probablementeeresdemasiadojovenparabuscarsabiduríaenlas palabras de nadie que no seas túmismo, pero te voy a decir una cosa: elenemigo es el amor —asintió lentamente con la cabeza—. Sí. Los poetasconfunden continua y obstinadamente el amor. El amor es el viejo asesino. Elamornoesciego.Elamoresuncaníbaldevisiónextremadamenteaguda.Elamorescomouninsecto:estásiemprehambriento.

—¿Quécome?—pregunté,sinconcienciadeirapreguntarnadaenabsoluto.Latotalidaddemiser,exceptolaboca,pensabaqueaquellaconversaciónera

absurda.—Amistad —dijo George LeBay—. Devora la amistad. Yo, en tu lugar,

Dennis,meprepararíaahoraparalopeor.Cerrólaportezueladel«Chevette»conunsuave¡chuck!ypusoenmarchasu

motor de máquina de coser. Se alejó, dejándome al borde del aparcamiento.Recordé de pronto queArnie debía verme llegar desde la dirección en que seencontrabanloslavabosyechéaandarhaciaallílomásdeprisaquepude.

Mientras caminaba, se me ocurrió que los enterradores, o sepultureros, oingenieroseternosocomoquieraquese llamaranahoraasímismos,estaríanen

aquellosmomentosbajandoalinteriordelafosaelataúddeLeBay.LatierraqueGeorge LeBay había arrojado al final de la ceremonia se extendería sobre élcomounamanovencedora.

Traté de alejar la imagen, pero otra, peor aún, ocupó su lugar: Roland D.LeBayenelinteriordelféretroforradodeseda,vestidoconsumejortrajeysumejorropainterior:sinlahediondayamarillentafaja,naturalmente.

LeBayestababajo tierra.LeBayestabaen suataúdcon lasmanoscruzadassobreelpecho:¿Yporquémesentíayotansegurodequehabíaensurostrounaampliaysiniestrasonrisa?

12.Unpocodehistoriafamiliar

Can'tyouhearitoutinNeedhamRoute128downbythepowerlines…It'ssocoldhereinthedark,It'ssoexcitinginthedark…

JONATHANRICHMONDylosMODERNLOVERS

El«RainbowMotel»erabastantemalo,desde luego.Teníaunsolopiso,elsuelodelaparcamientoestabaagrietado,faltabandosdelasletrasdelrótulodeneón. Era exactamente la clase de lugar en que uno esperarla encontrar a unmaestroinglésdeedadavanzada.Sélodeprimentequeesosuena,peroesverdad.Ymañana se iría al aeropuerto en su coche alquilado y cogería el avión paraParadiseFalls,Ohio.

El«RainbowMotel»parecíaunhospitalgeriátrico.Habíagruposdeviejossentados delante de sus habitaciones en las sillas de mimbre que la direcciónproporcionaba con ese fin, cruzadas sus huesudas piernas y con sus calcetinesblancos estirados sobre las velludas espinillas. Todos los hombres parecíanalpinistas envejecidos, flacosy correosos.Lamayoría de lasmujeres florecíanconlablandagrasadeloscincuentaytantosaños.Heobservadodesdeentoncesque haymoteles que parecen llenarse sólo con personasmayores de cincuentaaños: es como si se enterasen de la existencia de tales lugares a través demisteriosas líneas de comunicación. «Traigan su histerectomía y su próstata

inflamadaal«RainbowMotel».Nohaytelevisiónporcable,perotenemosdedosmágicos.»Novianingúnjovendelantedelasunidades,yaunladopermanecíanvacíaslasinstalacionesdelcampodejuego,proyectandoloscolumpioslargaseinmóvilessombrassobreelsuelo.Arriba,unarcoirisdeneóncoronabaelrótulodelafachada.Zumbabacomounenjambredemoscasencerradasenunabotella.

LeBayestabasentadoantelaUnidad14conunvasoenlamano.Meacerquéyleestrechélamano.

—¿Quierestomarunrefresco?—preguntó—Enelvestíbulohayunamáquinaexpendedora.

Cogíunadelassillasquehabíaanteunaunidaddesocupadaymesentéjuntoaél.

—Entonces, permíteme decirte lo que pueda —dijo, con su voz suave ycultivada—.SoyonceañosmásjovenqueRollie,ytodavíaestoyaprendiendoaserviejo.

Meremovíazoradamenteenmisillaynodijenada.—Éramos cuatro hermanos—continuó—. Rollie era el mayor. Yo, el más

pequeño.NuestrohermanoDrewmurióenFranciaen1944.ElyRolliehicieroncarreraenelEjército.CrecimosaquíenLibertyville.SóloqueLibertyville eraentoncesmucho,muchomáspequeño,unpueblo.Lobastantepequeñocomoparatenergrandesdiferencias sociales.Nosotroséramospobres.Marginados.Comoquierasllamarlo.

Riósuavementeenladesfallecienteluzdelcrepúsculoyechómás«7-Up»ensuvaso.

—Enrealidad,sólorecuerdounaconstantedelainfanciadeRollie:despuésdetodo,élestabaenquintogradocuandoyonací,peroesolorecuerdomuybien.

—¿Quéera?—Su cólera—respondió LeBay—.Rollie siempre estaba encolerizado. Le

encolerizaba tener que ir a la escuela con ropasmuy usadas y remendadas, leencolerizaba que nuestro padre fuese un borracho que no podía conservar unempleoenningunade las aceras, le encolerizabaquenuestramadrenopudierahacerledejardebeberanuestropadre.Leencolerizabalaexistenciadesustreshermanospequeños,Drew,Marciayyo,quehacíaninsuperablelapobreza.

Extendió el brazo y se subió la manga de la camisa para mostrarme losresecosynudosostendonesquesemarcabanbajolasuperficiedesubrillantey

nudosapiel.Una cicatriz descendía desde el codo hasta la muñeca, donde finalmente

desaparecía.—Esto fue un regalo de Rollie—dijo—.Me lo hizo cuando yo tenía tres

años, y él catorce. Yo estaba jugando delante de la puerta principal con unosbloques demadera pintada que se suponía eran coches y camiones, cuando élsalióparairalaescuela.Yoestabaensucamino,supongo.Mediounempujón,continuóandandohastalaaceray,luego,volvióymelanzóporelaire.Alcaer,mibrazoseclavóenunode lospinchosde lacercaque rodeabaelmanojodehierbajosygirasolesquemimadreinsistíaenllamar«eljardín».Sangrétantoquetodosseecharonallorar,todosmenosRollie,quegritaba:«Apártatesiempredemicamino,malditomocoso,apártatedemicamino,¿Meoyes?»

Miré la vieja cicatriz, fascinado, comprendiendo que si parecía un rasguñoera porque aquel pequeño y rechoncho brazo de tres años se había idoconvirtiendoalolargodelosañosenelflacoybrillantebrazodeancianoqueyoestaba mirando ahora. Una herida que, en 1921, había sido un horrible surcoborboteando sangre se había ido alargando hasta convertirse en esta plateadaprogresióndemarcasquesemejaban lospeldañosdeunaescalerademano.Laheridasehabíacerradoperolacicatrizsehabía…extendido.

Un terrible estremecimiento recorrió mi cuerpo. Pensé en Arnie golpeandocon lospuñosel salpicaderodemicoche,Arniegritando roncamenteque se laibanacargar,acargar,acargar.

GeorgeLeBaymeestabamirando.Noséquévioenmicara,perovolvióabajarselentamentelamanga,ycuandolaabrochódenuevosobreaquellacicatriz,eracomosihubiesecorridolacortinasobreunpasadocasiinsoportable.

Tomóotrotragode«7-Up».—Mipadrevolvióacasaaquellanoche,sehabíapasadoeldíadedicadoalo

que él llamaba «pescar un trabajo» y cuando supo lo que Rollie había hechoempezóadarlelagranpaliza.PeroRollienomanifestabaningúnarrepentimiento.Lloraba,peronosearrepentía—LeBaysonrióligeramente—.Alfinal,mimadreseasustóylegritóamipadrequelodejaraantesdequelomatase.Laslágrimascorrían por el rostro de Rollie, pero seguía sin arrepentirse. «Estaba en micamino —decía Rollie entre sollozos—. Y si vuelvo a encontrármelo en micamino lo volveré a hacer, y tú no me lo podrás impedir, maldito borracho.»

Entonces,mipadre legolpeóen lacaray lehizosangrarpor lanariz,yRolliecayó al suelo, con la sangre escurriéndosele por entre los dedos. Mi madregritaba, Marcia lloraba. Drew permanecía encogido en un rincón y yo medesgañitabaachillidos,levantandomivendadobrazoenelaire.YRollieseguíadiciendo:«Lovolveréahacer,borracho,borracho,malditoyviejoborracho».

Sobrenosotros,habíanempezadoasalirlasestrellas.Unaviejasaliódeunaunidad,sacódeun«Ford»unadestartaladamaletayla

llevóasuunidad.Enalgúnlugarsonabaunaradio.Noestabasintonizadaenlossonidosderockdela«FM-104».

—Suinfinita furiaes loquemejor recuerdo—repitiósuavementeLeBay—.Enlaescuela,sepegabaconcualquieraqueseburlasedesusropasodelaformaenquellevabacortadoelpelo:sepegabainclusoconcualquieraquesospechasequeseburlabadeél.Fuesuspendidounayotravez.Finalmente,abandonóysealistóenelEjército.

No era ninguna bicoca estar en el Ejército en los años veinte. No habíadignidad,niascensos,niestandartesybanderasalviento.Nohabíanobleza.Fuerodandodebaseenbase,primeroenelSuryluegoenelSudoeste.Recibíamoscartasuyacadatresmesesoasí.Seguíaencolerizado.Estabaencolerizadocontralos que él llamaba «los cagones». Los cagones no le daban el ascenso quemerecía,loscagoneslehabíancanceladounpermiso,loscagoneseranincapacesdeencontrarelculocon lasdosmanosyunreflector.Endosocasiones,por lomenos,loscagoneslemetieronenelcalabozo.

ElEjército lo conservaba consigoporqueeraunmecánico excelente, podíamantener en funcionamiento los viejos y decrépitos vehículos que eran todo loqueelCongresopermitíaalEjército.

Conciertodesasosiego,meencontrépensandodenuevoenArnie,Arnie,quetanhábileraconsusmanos.

LeBayseinclinóhaciadelante.—Pero esa destreza era sólo otro manantial que alimentaba su cólera. Y

estuvopermanentementeencolerizadohastaquecompróesecochequeahoraesdetuamigo.

—¿Quéquieredecir?LeBayrióentredientes.—Arreglaba camiones de transporte militares, coches de Estado Mayor,

vehículosmilitaresdetransportedearmas.Arreglabaexcavadorasymanteníaenfuncionamientoloscochesdelosoficialesconsalivaycuerdadeembalar.Y,unavezenqueuncongresistafueavisitarFortArnold,eneloestedeTexas,yseleaverióelcoche,recibiódesuoficial,quedeseabadesesperadamentecausarunabuena impresión, una orden para que se arreglase el costoso «Bentley» delcongresista.Oh, sí,nos llegóunacartadecuatropáginas sobreese«cagón»…,una andanada en cuatro páginas de la cólera y el vitriolo de Rollie. Erasorprendentequelaspalabrasnohumeasenenelpapel.

—Todos aquellos vehículos: pero Rollie nunca tuvo coche propio hastadespuésdelaSegundaGuerraMundial.Aunentonces,loúnicoquepudocomprarfueunviejo«Chevrolet»quefuncionabamalyestabadevoradoporlaherrumbre.En los años veinte y treinta nunca había dinero suficiente, y durante los de laguerraestabademasiadoocupadointentandomantenersevivo.

—Estuvometidoentrecoches todosesosaños,yarreglómilesdevehículosparaloscagonesynuncatuvounoquefueraexclusivamentesuyo.EradenuevoLibertyville. Ni siquiera el viejo «Chevrolet» pudo mitigar eso, ni el viejo«HudsonHornet»quesecompróalañosiguientedecasarse.

—¿Casarse?—Notehablódeeso,¿Verdad?—dijoLeBay—Lehabríaencantadocontar

sus experiencias en el Ejército, sus experiencias de guerra y sus interminablesconfrontaciones con los cagones, siempre que tú y tu amigo le escucharais sindormiros:yélconlamanoentubolsillotodoeltiempo,buscandotucartera.PeronosehabríamolestadoenhablartedeVerónicaodeRita.

—¿Quiéneseran?—Verónica era su mujer —dijo LeBay—. Se casaron en mil novecientos

cincuentayuno,pocoantesdequeRolliefueseaCorea.PodríahabersequedadoenlosEstadosUnidos,¿Sabes?Estabacasado,sumujersehallabaembarazadayélmismoseibahaciendoyamayor.Peroeligióirse.

LeBay miró reflexivamente las abandonadas instalaciones del campo dejuegos.

—Erauncasodebigamia.Enmilnovecientoscincuentayunoteníacuarentaycuatroañosyyaestabacasado.EstabacasadoconelEjército.Yconloscagones.

Callódenuevo.Susilencioteníaunacalidadmorbosa.—¿Seencuentraustedbien?—pregunté,finalmente.

—Si—respondió—.Estoysólopensando.Pensandomaldelosmuertos—memiróserenamente…,perosusojoseranoscurosyacongojados—.Todoestomeresultadoloroso,joven…,¿Cómodijistequetellamabas?Noquieroestaraquí,cantándoleestasviejasytristescancionesaalguienaquiennopuedollamarporsunombredepila.

¿EraDonald?—Dennis—dije—.Mire,señorLeBay…—Me resulta más doloroso de lo que yo habría sospechado—continuó—.

Pero, ahora que he empezado, acabemos, ¿No te parece? Estuve con Verónicasólo dos veces. Era de la parte oeste deVirginia. Cerca deWheeling. Lo queentonces llamábamos sudista de alto copete, y no era demasiado inteligente.Rolliepodíadominarlaymanejarlaasuantojo,queeraloque,alparecer,quería.Pero ella le amaba, creo…, al menos hasta el desdichado asunto de Rita. EncuantoaRollie,nocreoquesecasararealmenteconunamujer.Secasóconunaespeciede…murodeloslamentos.

—Las cartas que nos mandaba: bueno, debes recordar que abandonó muypronto la escuela. Las cartas, incultas como eran representaban un tremendoesfuerzoparamihermano.Eransupuentecolgante,sunovela,susinfonía,sugranesfuerzo.Nocreoque lasescribiesepara librarsedelvenenoquealbergaba sucorazón.Yocreoquelasescribíaparadiseminarlo.

—UnavezquetuvoaVerónica,cesaronlascartas.Teníayasupardeoídoseternos,ynonecesitabamolestarsemásconnosotros.SupongoqueleescribiríacartasdurantelosdosañosqueestuvoenCorea.Eneseperiodo,yosolorecibíuna,ycreoqueMarciados.Nohuboningunasatisfacciónporelnacimientodesuhijaaprincipiosdelcincuentaydos,sólounagriolamentoporelhechodeteníaotrabocaquealimentarydequeloscagoneslesacabanunpocomás.

—¿Nuncafueascendido?—pregunté.Elañoanterior,yohabíavistopartedeunlargoserialdeTelevisión,unade

esasnovelastelevisadasquesetitulaba«Unavez,unáguila.»Aldíasiguiente,viellibroenediciónbarataylocompré,esperandoencontrarmeconunbuenrelatodeguerra.Allíobtuvealgunasnuevasideassobrelosserviciosarmados.Unadeellaseraqueelprocesodeascensosfuncionabarealmenteentiempodeguerra:MecostabaentendercómoLeBaypodíahabersealistadoacomienzosdelosaños1920, pasado por dos guerras y seguir de chusquero cuando Ike fue elegido

presidente.LeBayseechóareír.—Era como Prewitt en «De aquí a la eternidad.» Ascendía y, luego, era

degradado por algo…, insubordinación, o impertinencia, o embriaguez. ¿Te hedichoqueestuvovariasvecesenel calabozo?Unadeellas fuepormearen laponcheradel clubdeoficialesdeFortDixantesdeuna fiesta.Sólo le echarondiezdíasporeso,porqueescrutaroncreoyoenelfondodesuspropioscorazonesy pensaron que se trataba de una simple broma de borracho, como las que,probablemente, algunos de los propios oficiales habían gastado de jóvenes: noteníanni idea,nopodían tenerla,delodioyelmortalaborrecimientoqueyacíatrasesegesto.PeroimaginoqueVerónicapodríahaberleshabladoyadeelloparaentonces.

Mirémireloj.Eranlasnueveycuarto.LeBayllevabahablandocasiunahora.—MihermanovolviódeCoreaenelcincuentaytresparaconocerasuhija.

Tengo entendido que se la quedó mirando uno o dos minutos y, luego, se ladevolvióasumujerysefueaocuparsedesuviejo«Chevrolet»duranteelrestodeldía…¿Teaburres,Dennis?

—No—dije,sinmentir.—Durante todosaquellosaños, loúnicoqueRolliequería realmenteeraun

coche nuevo.No un «Cadillac» o un «Lincoln», no quería ingresar en la clasealta,losoficiales,loscagones.Queríaun«Plymouth»nuevo,oquizásun«Ford»oun«Dodge».

—Verónica escribía de vez en cuando, y decía que pasaba casi todos losdomingosvisitandolosestablecimientosdeventadecochesdeloslugaresenqueestabadestinado.Ellaylaniñasequedabanenelviejo«Hornet»queRollieteníaentonces,yVerónica le leíacuentosaRitamientrasRollieestabaconvendedortrasvendedor,hablandodecompresiónycaballosdevapor,culatasdecilindroycajasdecambio:avecespiensoenlaniñacreciendosobreelsonidodefondodeaquellasbanderolasdeplásticorestallandoalcálidovientodemediadocenaderecintosmilitares,ynosésireírollorar.

MispensamientosvolvierondenuevoaArnie.—¿Diríaustedqueestabaobsesionado?—Si. Yo diría que estaba obsesionado. Empezó a darle dinero a Verónica

para que lo guardase. Además de su incapacidad para ser ascendido tenía un

problema con la bebida. No era alcohólico, pero se entregaba a periódicasborracheras cada seis u ochomeses.Cuando la borrachera terminaba, se habíaquedadosinuncentavo.Nuncasupoconseguridadcuántogastaba.

SesuponíaqueVerónicateníaqueponerfinaeso.Eraunadelascosasporlas que se había casado. Cuando empezaban estos accesos de bebida, Rollieacudíaaellaparapedirledinero.Unavez,laamenazóconuncuchillo,selopusoen la garganta. Lo supe por su hermana, que a veces hablaba por teléfono conVerónica. Verónica se negó a darle el dinero, que entonces, en el cincuenta ycinco, ascendía a unos ochocientos dólares. «Recuerda el coche, cariño»—ledijo,conlapuntadelcuchilloenlagarganta—.Nuncatendrásesenuevocochesitegastaseldineroenemborracharte.

—Debíadeamarle—comenté.—Bueno,quizá.Pero,porfavor,noformuleslarománticasuposicióndeque

suamorcambióennadaaRollie.Elaguapuededesgastarlapiedra,perosóloalolargodecientosdeaños.Laspersonassonmortales.

Parecióreflexionarsobresideciralgomásenesesentidoydecidirluegonohacerlo.Lapausamesorprendió.

—Perotampocodebesculparaningunodeellos—siguió—.Yrecuerdaqueélestababorrachocuandolepusoelcuchilloenlagarganta.Ahorahayungranclamorcontralasdrogasenlaescuela,ynomeparecemal,porquecreoqueesobsceno pensar en niños de dieciséis y diecisiete años tambaleándose por ahícompletamentedrogados,perotambiéncreoqueelalcoholesladrogamásvulgarypeligrosajamásinventada…,yeslegal.

Cuando mi hermano salió, finalmente, del Ejército, en el cincuenta y unoVerónica teníaahorradospocomásdemildoscientosdólares.Aello seañadíaunasustancialpensiónporsulesióndeespalda…,luchócontraloscagonesporconseguirlayganó,decía.

Asíqueporfinteníandinero.Compraronlacasaquevisitasteistúytuamigo,pero,antesdequesepensarasiquieraenlacasa,llegóelcoche,naturalmente.Elcoche era siempre lo primero. Las visitas a los vendedores de automóvilesalcanzaronungradofebril.Y,al fin,sedecidióporChristine.Recibíuna largacartasobreella.Eraun«Fury»delcincuentayocho,cupé,yensucartamedabatodoslosdatosycifras.Nolasrecuerdo,peroapuestoaquetuamigopodríacitardepeapasusestadísticasvitales.

—Susmedidas—dije.LeBaysonriósinalegría.—Susmedidas,sí.Recuerdoqueescribióquesuprecio.Estabaunpocopor

debajodelostresmildólaresperoqueélconsiguióllevárselopordosmilcien.Pagóéldiezporcientoenelacto,ycuandoselaentregaron,abonóelresto,enbilletesdediezyveintedólares.

Alañosiguiente,Rita,queteníaentoncesseis,murióatragantada.Di un salto en la silla que casi la tiro. Su suave voz de profesor resultaba

arrulladora y yo estaba cansado, me había medio adormilado. Aquélla últimafrasehabíasidocomounjarrodeaguafríaenlacara.

—Si,enefecto—dijo,enrespuestaamiinterrogadoraysorprendidamirada—.Sehabíanidode«cochegira»paratodoeldía.Esoeraloquesustituíaalasexpedicionesenbuscadeuncoche.«Cochegira».Erasupalabraparadesignarlo.La tomó de una de aquellas canciones de rock and roll que siempre estabaescuchando.Losdomingoslostresseibande«cochegira».Habíabolsasparalabasura delante y detrás. La niña tenía prohibido tirar nada al suelo. Teníaprohibidodesordenarnada.Sesabíabienlalección.Ella…

Volvióacaerenaquelpeculiaryreflexivosilencio,yluego,pasóaotrotema.—Rolliemantenía limpios los ceniceros. Siempre. El era un gran fumador,

perosacabaelcigarrilloporlaventanillaenvezdesacudirloenelcenicero,y,cuando terminaba de fumar, lo tiraba a la carretera. Si alguien que iba con élusaba el cenicero lo vaciaba al terminar el viaje y lo limpiaba luego con unaservilletadepapel.Lavabaelcochedosvecesalasemanaylodesinfectabadosvecesalaño.Loatendíayreparabaélmismo,alquilandolasinstalacionesdeungarajelocal.

MepreguntésihabríasidoeldeDarnell.—Aqueldomingo,alavuelta,pararonenunpuestodehamburguesasjuntoa

lacarretera:enaquellostiemposnoexistíalacadena«McDonalds»,sólopuestosdecarretera.Yloquesucediófuebastantesencillo,supongo.

De nuevo aquel silencio, como si se preguntase cuánto debía contarme, ocómosepararloquesabiadesusespeculaciones.

—Se atragantó con un trozo de carne—replicó al fin—.Cuando empezó atenernáuseasy a llevarse lasmanosa lagarganta,Rollie la cogió, la sacódelcochey lepalmeólaespalda, tratandodehacerque loexpulsara.Ahora,desde

luego,hayunmétodo, lamaniobraHeimlich,quedabastantebuen resultadoensituacionesasí.Elañopasado,unachica,unaestudiantedemagisterio,salvóaunniño que se estaba atragantando en la cafetería demi escuela pormedio de lamaniobraHeimlich.Peroenaquellostiempos…

Misobrinamurióalbordedelacarretera.Imaginoquefueunaformaterribledemorir.

Suvozhabíarecuperadosusoñolientacadenciaprofesoral,peroyoyanomesentíasoñoliento.Enabsoluto.

—Intentósalvarla.Locreo.Ytratodecreerquefuesólomalasuerteelquemuriese.Había permanecidomucho tiempo en una actitud cruel, y no creo queamasemuyprofundamenteasuhija.Peroaveces,enasuntosmortales,lafaltadeamorpuedeserunagraciasalvadora.Aveces,loquesenecesitaescrueldad.

—Peronoestavez—dije.—Alfinal,lavolvióbocaabajoylasostuvoporlostobillos.Lagolpeóenel

vientre,esperandohacerlavomitar.Yocreoquehabríaintentadopracticarleunatraqueotomía con su navaja si hubiera tenido la más mínima idea de cómohacerlo.Pero,naturalmente,nolatenía.Laniñamurió.

—Marcia y su marido y la familia fueron al funeral. Yo fui también.Constituyónuestraúltimareuniónfamiliar.

Recuerdo que pensé: «Habrá vendido el coche, naturalmente». En ciertaextrañamanera, me sentía un poco decepcionado había ocupado tan destacadolugarenlascartasdeVerónicayenlaspocasescritasporRolliequemeparecíaeracasiunmiembrodesufamilia.PeronolohabíavendidoAcudieronenélalaiglesiametodistadeLibertivile.

Yestabaimpecableyreluciente…yodioso.Eraodioso—sevolvióparareírme—¿Locrees,Dennis?Tuvequetragarsalivaantesdecontestar.—Si—dije—.Locreo.LeBaymoviósombríamentelacabeza.—Verónicaibasentadaenelasientodeladerechacomounamuñecadecera.

Cualquiercosaqueellahubierasido,Cualquiercosaquehubieratenidodentro,sehabíaesfumado.Rolliehabíatenidoelcoche,ellahabíatenidolahijaynosequejaba.Ellahabíamuerto.

Permanecía allí sentado y traté de imaginarlo, traté de imaginar qué habría

hecho yo en su lugar.Mi hija empieza a atragantarse y asfixiarse en el asientotrasero demi coche y luegomuere al borde de la carretera. ¿Me desharía delcoche? ¿Por qué? No era el Coche lo que la había matado era el trozo dehamburguesa que le había obstruido la traquea. Entonces, ¿Por qué vender elcoche? Aparte del pequeño detalle de que no podría mirarlo, no podría nisiquierapensarenél,sinhorrorytristeza.¿Lovendería?

—¿Lepreguntóustedsobreeso?—Claro que le pregunté. Marcia estaba conmigo. Era después de la

ceremonia. El hermano de Verónica había venido desde Glory, Virginia, él lallevóacasadespuésdelentierro…,caminabacomounasonámbula.

LeabordamossolosMarciayyo.EsafuelaverdaderareuniónYolepreguntési tenía intención de vender el coche, estaba aparcado directamente detrás delfurgónfúnebrequehabíallevadoasuhijaalcementerio,elmismocementerioenquehoyhasidoenterradoelpropioRollie.

Era rojo y blanco…,Chrysler nunca ofreció el «Plymouth Fury» del 58 enesoscolores,RollielohabíahechopintarexpresamenteEstábamosaunosquincemetrosdeél,y tuve lamásextrañade lassensaciones…,elmásextrañode losimpulsos…,alejarmemáscomosipudieraoírnos.

—¿Quédijousted?—Le pregunté si iba a vender el coche. Apareció en su rostro aquella

expresión dura y obstinada, aquella expresión que recuerdo tan bien de miprimerainfancia.Era laexpresiónquehabíaestadoensurostrocuandometirócontra la cerca. La expresión que estaba en su rostro cuando seguía llamandoborrachoamipadre,aundespuésdequemipadrelehizosangrarporlanariz.Eldijo:«Seríaidiotavenderla,George,sólotieneunaño,ysóloharecorridoquincemilkilómetros.Túsabesquenuncaserecuperaeldinerohastaqueuncochetienetresaños.»

—Ledije:«Siestoescuestióndedineroparati,Rollie,alguienrobóloquequedabadetucorazónylosustituyóporunapiedra.¿Quieresquetumujerloestémirandotodoslosdías?¿Viajandoenél?¡SantoDios,hombre!»

Aquella expresiónno cambió.Nohastaquemiró al coche, estacionado allíbajoelsol,detrásdelfurgónfúnebre.Fueelúnicomomentoenquesesuavizósurostro.RecuerdoquemepreguntésialgunavezhabríamiradoasíaRita.Nocreoquelohicierajamás.

Guardósilenciounosinstantesy,luego,continuó:—Macialedijolomismo.EllasiempreletuvomiedoaRollie,peroesedía

estabamásenfurecidaqueasustada:habíarecibidocartasdeVerónica,recuerda,y sabía lomucho que amaba a su hijita. Le dijo que cuando alguienmuere sequemaelcolchónenquedurmió,seentregansusropasalEjércitodeSalvaciónuotroorganismoparecidoseponefina lavidaenlamaneraqueunopuedaparaquelosvivospuedanseguirconsusasuntos.Ledijequesumujernuncapodríaseguirconsusasuntosmientraselcocheenquemuriósuhijapermanecieseenelgaraje.

—Rollielepreguntóconaquelmalignoysarcásticotonodevozsiqueríaquerociasesucochecongasolinayleaplicaseunacerillasóloporquesuhijahabíamuertoatragantada.Mihermanaseechóa llorarydijoque leparecíauna ideaexcelente. Finalmente, la cogí del brazo yme la llevé de allí. De nada serviareprender a Rollie, ni entonces ni nunca. El coche era suyo, y él podía seguirhablandoyhablandodeconservaruncochedurantetresañosantesdevenderlo,podíahablardekilómetroshastaqueselesecaselaboca,peroelhechopuroysimpleeraqueloibaaconservarporquequeríaconservarlo.

MarciaysufamiliaregresaronaDenverenautobús,y,queyosepa,ellanovolvió a ver más a Rollie ni le escribió ninguna carta. No fue al funeral deVerónica.

Sumujer.Primero,laniña,luego,lamujer.Comprendídealgunamaneraquehabía sido simplemente así. Bang-bang. Una especie de entumecimiento meascendióporlaspiernashastalabocadelestómago.

—Ellamurióseismesesdespués.Enenerodel59.—Pero no tuvo nada que ver con el coche—dije—.Nada que ver con el

coche,¿Verdad?—Lotuvotodoqueverconelcoche—respondió,consuavidad.«Noquierooírlo»,pensé.Pero,naturalmentelooiría.Porquemiamigotenía

ahora ese coche y porque éste se había convertido en algo totalmentedesproporcionadoaloquedeberíahabersidoensuvida.

—DespuésdemorirRita,Verónicasufrióunadepresióndelaquenuncasalió.Había hecho algunos amigos en Libertyville, y ellos intentaron ayudarla…,ayudarla a encontrar de nuevo su camino, podríamos decir. Pero no pudoencontrarsucamino.Enabsoluto.Porlodemás,lascosasibandemaravilla.Por

primera vez en la vida de mi hermano, había dinero en abundancia. Tenía supensión delEjército, su pensión de invalidez, y había conseguidoun puesto devigilantenocturnoenlafábricadeneumáticosdelaparteoestedelaciudad.Heidoallídespuésdelfuneral,peroyanoexiste.

—Quebró hace doce años —dije—. Yo era pequeño. Ahora hay allí unrestaurantechinodecomidasrápidas.

—Estaban pagando la hipoteca a razón de dos plazos mensuales. Y,naturalmente, ya no tenían que ocuparse de ninguna niña. Pero no existía paraVerónicaningunaluzniningúnimpulsohacialarecuperación.

Porloquehepodidoaveriguar,planeósusuicidioconabsolutasangrefría.Sihubieralibrosdetextoparaaspirantesasuicidas,elsuyopodríaincluirsecomoejemplo a emular. Se fue a la tiendade «WesternAuto», aquí, en la ciudad, lamisma en que yo adquirí mi primera bicicleta hace muchos, muchos años, ycomprósietemetrosde tubodegoma.Acoplóunextremoal tubodeescapedeChristine e introdujo el otro por una de las ventanillas posteriores. No teníapermisodeconducirperosabíacómoponerenmarchaelmotordeuncoche.Enrealidad,eratodoloquenecesitabasaber.

Fruncíloslabios,meloshumedecíconlalenguayoímivoz,apenasmásqueunroncograznido.

—Creoquetomaréahoraeserefresco.—¿Teimportatraerotroparamí?—dijo—Meimpedirádormir,siemprelo

hace, pero sospecho que, de todos modos, me pasaría despierto casi toda lanoche.

Yosospechabaqueamí tambiénmepasaría lomismo.Fui alvestíbulodelmotel para coger los refrescos, y, a la vuelta, me detuve a mitad del camino.LeBay era sólo una sombramás intensa delante de su unidad, y sus calcetinesblancosrelucíancomopequeñosfantasmas.Pensé:«Quizáselcocheestámaldito.Quizásetratadeeso.Pareceuncuentodefantasmas,sí.Hayuncartelalfrente,próximaparada,¡LaZonadelCrepúsculo!»

Peroesoeraridículo,¿verdad?Claro que lo era. Eché a andar de nuevo. Los coches no contenían

maldiciones, como tampoco las personas, eso eran historias de películas demiedo, buenas para divertirse un sábado por la noche en el cine paraautomovilistas, pero muy alejadas de los hechos cotidianos que componen la

realidad.Ledisulatadegaseosayoíelrestodesurelato,quepodríaresumirseenuna

solalínea:Apartirdeentoncesfuesiempredesgraciado.RolandD.LeBayhabíaconservado su casita y había conservado su «Plymouth» 1958. En 1965 habíacolgado su gorra de vigilante nocturno y su reloj de control.Y hacia lamismaépoca había abandonado sus penosos esfuerzos por mantener a Christinefuncionandoyconaspectodenueva…,lahabíadejadoconsumirsecomosedejaqueaunrelojseleacabelacuerda.

—¿Quiere decir que ha permanecido allí fuera? —pregunté— ¿Desde elsesentaycinco?¿Durantetreceaños?

—No,lometióenelgaraje,naturalmente—respondióLeBay—.Losvecinosnuncahabríanpermitidoqueuncochepermanecierapudriéndoseenelcésped.Enelcampo,quizá,peronoenSuburbia,EstadosUnidos.

—Peroestabaallícuandonosotros…—Sí lo sé. Lo puso en el césped con un letrero de «SE VENDE» en la

ventanilla.Hicepreguntasacercadeeso.Teníacuriosidadasíquepregunté.EnlaLegión.LamayoríahabíanperdidoelcontactoconRollie,perounodeellosmedijoquecreíahabervistoelcocheallíafueraporprimeravezenmayo.

Empecéadeciralgoy,luego,guardésilencio.Semehabíaocurridounaideaterrible, y la idea era, simplemente ésta: Era demasiado oportuno. Sumamenteoportuno.Christine había permanecido en aquel oscuro garaje durante años…,cuatro, ocho, una docena, más. Luego, pocos meses antes de que Arnie y yopasáramosporallíyArnieloviera,RolandLeBaylohabíasacadodeprontoylehabíapuestoelcartelde«SEVENDE».

Más tarde —mucho más tarde— , revisé numerosos ejemplares de losperiódicosdePittsburghydeldiariodeLibertyville, elKeystone.Nuncahabíaanunciadoel«Fury»almenosnoenlosperiódicos,queesloquesesuelehacercuandosequierevenderuncoche.Selimitóasacarloasucallesuburbana—nisiquieraunavíamuytransitada—yaesperarqueaparecieseuncomprador.

Nocomprendíplenamenteentoncesel restodelpensamiento—almenos,nodeunaformalógica,intelectual—,peronotéqueretornabaaquellafríasensacióndeterror.Eracomosisupieraquesepresentaríauncomprador.Sinoenmayo,enjunio.Oenjulio.Oenagosto.Anotardarmucho.

No,noconcebílógicaniracionalmenteestaidea.Loque,ensulugar,acudióa

mi mente fue una imagen completamente visceral: un atrapamoscas venus a laorilla de un pantano, con sus verdes mandíbulas abiertas, esperando que seintrodujeseenellasuninsecto.

Elinsectoadecuado.—Recuerdo haber pensado que, si renunció al coche, fue porque no quería

correrel riesgodesuspenderenelexamenpara renovacióndelpermiso—dijefinalmente—.Cuando llegaunoaesasedades, lesometenaexamencadaunoodosaños.Lasrenovacionesseinterrumpenautomáticamente.

GeorgeLeBaymoviólacabeza.—EsoparecemuypropiodeRollie—dijo—.Pero…—Pero¿Qué?—Recuerdoque leíenalgunaparte,ynopuedo recordarquién lodijoo lo

escribió,quehay«épocas»enlaexistenciahumana.Quecuandollególa«épocade la máquina de vapor», una docena de hombres inventaron máquinas. Quizásólounhombreobtuvolapatente,olafamaenloslibrosdeHistoria,perotodosestaban allí a la vez, trabajando sobre esa única idea. ¿Cómo se explica?Simplemente, porque es la época de la máquina de vapor.—LeBay bebió unsorbodegaseosaymiróhaciaelcielo,«elacorazado»—Luegoesla«épocadelaametralladora».Losiguientequeseconocees la«épocade laelectricidad»,«laépocadeltelégrafo»y,finalmente,esla«épocadelabombaatómica».Comosi todas esas ideas no procediesen de individuos, sino de alguna gran ola deinteligencia que se mantiene siempre flotando…, alguna ola de inteligenciasituadafueradelaHumanidad.

Memiró.—Esaideameasustasipiensomuchoenella,Dennis.Parecehaberenella

algo…,bueno,decididamentepagano.—¿Yparasuhermanoerala«épocadevenderaChristine»?—Quizá. Dice el Eclesiastés que todo tiene su tiempo, que hay tiempo de

plantar y tiempo de cosechar, tiempo de herir y tiempo de curar, tiempo deesparcir laspiedrasy tiempodeamontonarlas.Unnegativoparacadapositivo.Así que si en la vida de Rollie hubo una «época deChristine» también pudohaberle llegado una época para deshacerse de ella. De ser así, él lo habríasabido.Eraunanimal,ylosanimalesescuchanmuybiensusinstintos.OQuizásesquesecansófinalmentedeella—terminóLeBay.

Hice un gesto de asentimiento, indicando que podría ser principalmenteporquedeseabadejar aquello cancelado,noporque lo explicara ami completasatisfacción.GeorgeLeBaynohabíavistoelcocheeldíaenqueArniemehabíagritadoquevolviese.Peroyosilohabíavisto.Noteníaelaspectodeuncocheque hubiera estado descansando pacíficamente en un garaje. Estaba sucio yabollado, con el parabrisas resquebrajado y un parachoques casi totalmentearrancado. Parecía un cadáver que hubiera sido desenterrado para dejarlodescomponersealsol.

PenséenVerónicaLeBayymeestremecí.Comosileyeramispensamientos—partedeellos,almenos—.LeBaydijo:—Sémuy poco de cómo viviómi hermano durante los últimos años de su

vida,nide loquesintió,perodeunacosaestoycompletamenteseguro,Dennis.Cuandoel65,o cuando fuese, sintióquehabía llegadoelmomentodedejar elcoche,lodejó.Ycuandosintióqueeraelmomentodeponerloenventa,lopusoenventa.

Hizounapausa.—Ycreoquenotengonadamásquedecir:salvoquecreo,realmente,quetu

amigoseriamásfelizsisedeshicieradeesecoche.Heobservadoconatenciónatuamigo.Noparecíaunjovenparticularmentefeliz.¿Meequivoco?

Reflexionéunpoco.No,lafelicidadnoeraconexactitudatributodeArnie,ynunca lo había sido. Pero, hasta que empezó el asunto del «Plymouth» habíaparecidoalmenoscontento…,comosihubierallegadoaunmodusvivendiconlavida.Nocompletamentefeliz,peroalmenosllevadero.

—No—dije—.Noseequivoca.—No creo que el coche demi hermano pueda hacerle feliz. En todo caso,

justamentelocontrario.Y,comosihubieraleídomispensamientosdehaciaunosminutos,continuó:—Yonocreoenmaldiciones.Nienfantasmasninadasobrenatural.Perosi

creo que las emociones y los acontecimientos tienen una cierta… resonanciasubsistente.Quizáseaque lasemocionespuedeninclusocomunicarseenciertascircunstancias, si las circunstancias son suficientemente peculiares…, al modocomounacajadelechepuedeadquirirelsabordeciertosalimentossazonadoenespeciasfuertessiseladejaabiertaenelfrigorífico.Oquizásetratasólodeunaridícula imaginación demi parte. Posiblemente, es sólo queme sentiríamejor

sabiendoqueelcocheenqueseasfixiómisobrinaysesuicidómicuñadahabíasidoprensadohastaquedarcomprimidoenuncubodemetal.Quizáloúnicoquesientoesunasensacióndepropiedadviolada.

—SeñorLeBay,usteddijoquehabíacontratadoaunapersonaparaquecuidelacasadesuhermanohastaqueseavendida.¿Escierto?

Serevolvióunpocoensusilla.—No.Mentíimpulsivamente.Nomeagradabalaideadeesecochedenuevo

enesegaraje…,comosihubieraconseguidoregresaracasa.Sihayemocionesysentimientosquesiguenviviendo,estaríanallíytambiénenella…Enelcoche—secorrigiórápidamente.

Pocodespués,medespedí y volví a casa siguiendo el caminoque trazabanmis faros y pensando en todo lo que me había dicho LeBay. Me pregunté sisupondríaalgunareferenciaparaArnieelqueyolecontasequeunapersonahabíasufridounaccidentemortalensucocheyotrahabíamuertorealmenteenél.Sabíaperfectamentequeno,asumanera,ArniesabíasertanobstinadocomoelpropioLeBay. La escena que había tenido con sus padres a cuenta del coche lodemostraba de modo concluyente. También lo demostraba el hecho de quesiguieratomandoclasesdemecánicaautomovilísticaenlaversióndelaDMZenlaescuelasuperiordeLibertyville.

PenséenLeBayaldecir:Nomeagradabalaideadeesecochedenuevoenelgaraje…comosihubieraconseguidoregresaracasa.

También había dicho que su hermano llevó el coche a algún lugar paratrabajarenél.YelúnicogarajedeautoservicioquehabíaenLibertyvilleeraeldeWillDarnell.Naturalmente,puedequehubieraotroenlosaños1950,peroyono lo creía.En el fondo demi corazón, estaba convencido de queArnie habíaestadotrabajandosobreChristineenunlugarenqueellahabíaestadoantes.

«Había estado», Esa era la frase clave. A causa de la pelea con BuddyRepperton,Arnietemíadejarlaallípormástiempo.AsíquequizásesecaminoderegresoalpasadodeChristineestuviesetambiénbloqueado.

Y, naturalmente, no había maldiciones. Incluso la idea de LeBay sobre lasubsistencia de las emociones era bastante disparatada. Yo dudada de querealmente la creyera él mismo.Me había enseñado una vieja cicatriz, y habíautilizadolapalabravenganza.Yesoestabaprobablementemuchomáscercadelaverdadquecualquierpavadasobrenatural.

No,yoteníadiecisieteaños,dentrodeunañoingresaríaenlaUniversidad,ynocreíaencosastalescomomaldicionesyemocionesquesubsistenysetornanrancias, la lechederramadade los sueños.Yonohabíaadmitidoqueelpasadopudieraextenderhorriblesmanosmuertashacialosvivos.

Peroahorasoyunpocomásviejo.

13.Horasdespués

AsIwasmotorvatingoverthehillIsawMaybellineinaCoupedeVille.Cadillacrollin'downtheopenroad,ButnothingoutrunmyV8Ford…

CHUCKBERRY

MimadreyElainesehabíanidoalacama,peromipadreestabalevantado,viendolasnoticiasdelasonceenlatelevisión.

—¿Dóndehasestado,Dennis?—preguntó.—En la bolera—dije, y la mentira acudió natural e instintivamente a mis

labios.Noqueríaquemipadresupieranadadetodoaquelasunto.Aunquesingular,

noloeratantocomoparapasardemoderadointerés.Oasíloracionalizabayo.—HallamadoArnie—dijo—.Hadejadodichoqueletelefoneessivolvías

antesdelasonceymediaoasí.Mirémireloj.Eransólolasonceyveinte.Pero¿Nohabíatenidoyabastante

deArnieydelosproblemasdeArnieparaunsolodía?—¿Ybien?—Ybien,¿Qué?—¿Vasallamarle?Suspiré.

—Si,supongoquesi.Entréenlacocina,mepreparéunemparedadodepollofrío,llenéunvasode

«Hawaiian Punch» —bebida muy poco fina, pero me encanta— y marqué elnúmero de la casa de Arnie. El mismo cogió el teléfono al segundo timbrazo.Parecíafelizyexcitado.

—¡Dennis!¿Dóndehasestado?—Enlabolera—dije.—Escucha,heidoa«Darnell's»estanoche,¿Sabes?Y…,estoesestupendo,

Dennis,¡LohanechadoaRepperton!¡Reppertonsehaido,yyopuedoquedarme!Otravezaquellasensacióndesueñoamorfoenmivientre.Dejéelbocadillo.

Depronto,yanomeapetecía.—Arnie,¿Creesquerealmenteesbuenaideavolverallí?—¿Quéquieresdecir?Reppertonsehaido¿Atinotepareceesounabuena

idea?PenséenDarnellordenandoaArniequeapagaraelmotordesucocheantes

dequecontaminasesugaraje,enDarnelldiciendoaArniequenoadmitíagaitasdetiposcomoél.PenséenlaavergonzadaexpresióndeArniecuandoapartósusojos de los míos para decirme que había conseguido que le dejara utilizar elelevadorparacambiarelaceitehaciendo«unparderecados».SemeocurrióqueaDarnellpodríaresultarledivertidoteneraArnieasuservicio.Esoregocijaríaasusclienteshabitualesyasuscompañerosdepóquer.Arnievaporcafé,Arnievaporbollos,Arniecambialosrollosdepapelhigiénico,Arniereponelaprovisiónde toallas de papel. ¿Eh, Will, quién es ese cuatro ojos que anda por loslavabos…? ¿Ese? Se llamaCuningham. Sus padres enseñan en laUniversidad.Estásiguiendoaquíuncursoenmierdologiaparaposgraduados.Ellossoltaríanlacarcajada.Arnieseconvertiríaenelhazmerreír localdelgarajedeDarnell,enHamptonStreet.

Penséenestascosas,peronolasdije.ImaginabaqueArniepodríatomarunadecisiónal respecto.Estonopodíacontinuareternamente,Arnieerademasiadolisto.Esoesperaba,almenos.Erafeo,peronoeratonto.

—El que Repperton se haya ido parece estupendo—comenté—. Sólo quecreía que lo de Darnell era una especie de solución temporal. Quiero decir,Arnie, que veinte semanales, además del alquiler de las herramientas y delelevadorytodolodemás,esbastantecaro.

—PoresomeparecióqueseríatanbuenaideaalquilarelgarajedeLeBay—explicóArnie—.Calculaba que aun pagándole veinticinco semanales resultaríamásbarato.

—Bueno,ahí lo tienes.Siponesunanuncioenelperiódico solicitandounaplazadegaraje,apuestoaque…

—No,no,déjameterminar—dijoArnie,estabatodavíaexcitado—.Cuandofuiallíestatarde,Darnellmellevóaunladoenseguida.DijoquelamentabalapalizaquemehabíadadoRepperton.Meexplicóquemehabíajuzgadomal.

—¿Dijoeso?—supongoquelocreíperonomegustaba.—Si.Mepreguntó simegustaría trabajarpara él a jornada reducida.Diez,

quizá veinte horas semanales durante el curso. Ordenar cosas, lubricar loselevadores, esa clase de tareas. Y puedo tener plaza para el coche por diez asemana,yalquilerdeherramientasyelevadoralamitad¿Quéteparece?

Penséqueparecíademasiadobuenoparaserverdad.—Ándateconojo,Arnie.—¿Qué?—Mipadredicequeesunbribón.—Nohevistoningunaseñaldeello.Yocreoquesonhabladurías,Dennis.Es

unbocazas,peronadamás.—Lo único que te digo es que no te comprometas a nada —me pasé el

teléfonoalotrooídoy toméun tragode«HawaiianPunch»—.Mantén losojosbienabiertosmárchateatodaprisasialgoempiezaaparecersospechoso.

—¿Estáshablandodealgoconcreto?Penséen lasvagashistoriasacercadedrogasyen lasmásconcretas,sobre

cochesrobados.—No—respondí—,sóloquenoconfíoenél.—Bueno—dijo,dubitativamente,yluegovolvióaltemaoriginal:Christine.Conél,siempreseacababavolviendoaChristine.—Pero es una oportunidad, una verdadera oportunidad Dennis, si da

resultado.Christine…estárealmentemal.Hepodidohacerlealgunascosas,peroporcadacosaquehagoparecehabercuatromás.Algunasnisiquieraséhacerlasperovoyaaprender.

—Si—repliqué,ydiunmordiscoamiemparedado.DespuésdemiconversaciónconGeorgeLeBay,mientusiasmoporeltemade

Christinehabíapasadodelceroyentradoenlonegativo.—Necesitauna alineaciónde lapartedelantera: diablos, necesitaunaparte

delanteranueva…,ynuevosdiscosdefrenos…,unrepasoalosbujes…Talvezintente pulir los pistones: pero no puedo hacer nada de eso con mi caja deherramientasde54pavos.¿Entiendesloquequierodecir,Dennis?

Parecía como si estuviese suplicandomi aprobación.Conuna sensacióndevacíoenelestómago,recordédeprontoauntipoconelquehabíamosidoa laescuela.FreddyDarlingtonsellamaba.Freddynoeranadadelotromundo,peroteníaungransentidodelhumor.Luego,setopóconunazorradePennHills:ymerefiero a una auténtica zorra, una golfa, una puta redomada, el peyorativo quequeráis. Tenía una cara vulgar y estúpida que me recordaba la trasera de uncamión«Mack»ysiempreestabamascandochicle.Elhedorafrutajugosaflotabaasualrededorenunaconstantenube.Sequedóembarazadahacialamismaépocaen que Freddy perdió la cabeza por ella. Siempre he pensado que perdió lacabezaporellaporquefuelaprimerachicaqueledejóllegarhastaelfinal.Yeltíovaysesaledelaescuela,consigueunempleoenunalmacén,laprincesatienelacriatura,yélsepresentaconellaenunafiestaestudiantilendiciembrepasado,queriendoquetodoparezcaigualcuandonadaesigual,Ellanosmiraatodosconsusojosfríosydespreciativos,mientrassusmandíbulassemuevenarribayabajocomodeunavaca rumiandounahierbaparticularmente sabrosa, y todoshemosoído las noticias: ha vuelto a la bodega, ha vuelto a «Gino's», sale a la buscamientrasFreddyestátrabajando,estádenuevoentregadaasuviejooficio.«¿Quedicen que una picha tiesa no tiene conciencia?», pero yo les digo que algunoscoñostieneny,cuandomirabaaFreddy,conairedeserdiezañosmayordeloqueera,medabanganasde llorar.Ycuandohablabadeella lohaciaconelmismotono suplicante que yo acababa ahora de oír en la voz de Arnie: Os gusta,¿Verdad,muchachos? Es estupenda, ¿Verdad?No elegímal, ¿eh?Quiero decirque, probablemente, es sólo unmal sueño y no tardaré en despertar, ¿Verdad?¿Verdad?¿Verdad?

—Claro—dije,alteléfono.TodoaquelestúpidoyhorribleasuntodeFreddyDarlingtonhabíacruzadopormimenteenQuizádossegundos—.EntiendoloquequieresdecirArnie.

—Bien—repuso,aliviado.—Peroándateconojo.Ymuchomáscuandovuelvasalaescuela.Mantente

alejadodeBuddyRepperton.—Si.Descuida.—¿Arnie…?—¿Qué?Hiceunapausa.QueríapreguntarlesiDarnelllehabíadichoalgosobreque

Christine ya había estado antes en su garaje, si la había reconocido.Más aún,queríacontarleloqueleshabíasucedidoaMrs.LeBayyasuhijaRita.Peronopodía. Sabría inmediatamente dónde había obtenido la información. Y, en lasusceptibilidadenqueseencontrabaconrespectoalmalditocoche,podríacreerquehabíaactuadoaespaldassuyas:yenciertomodoasíera.Peroeldecírselopodríamuybiensignificarelfindenuestraamistad.

Yahabía tenidobastanteconChristine,peroaúnapreciabaaArnie.Loquesignificabaqueesapuertadebía ser cerradademododefinitivo.Nomásandarhusmeandohaciendopreguntas.Nomássermones.

—Nada—dije—.Sóloibaadecirquesupongoquehasencontradounhogarparatuarmatoste.Enhorabuena.

—¿Estáscomiendoalgo,Dennis?—Si,unemparedadodepollo.¿Porqué?—Estásmasticandoenmimismaoreja.Suenarealmentehorrible.Empecéachascarlalengualomássonoramentequepude.Arniehizoruidos

comosifueseavomitar.Nosechamoslosdosareír,yerabueno…,eracomoenlosviejostiempos,antesdequesecasaraconaquelmalditocoche.

—Eresunsoplaculos,Dennis.—Cierto.Loaprendídeti.—Queteahorquen—dijo,ycolgó.

Terminémi bocadillo ymi «Hawaiian Punch», limpié el plato y el vaso yvolvíalcuartodeestar,listoparaducharmeeirmealacama.Estabamolido.

En algún momento durante nuestra conversación telefónica, había oídoapagarselatelevisión,yhabíasupuestoquemipadresehabíaidoarriba.Peronoeraasí.Estabarecostadoensusillón,conlacamisadesabrochada.Observéconciertodesasosiegoeltonogrisceoqueestabaadquiriendoelvellodesupechoylaformaenquelaluzdelalámparaquebrillabatrasélpenetrabaatravésdesus

cabellosyhaciavisiblesusonrosadocuerocabelludo.Empezabaaclarearleelpelo.Mipadreno era ningúnmuchacho.Con creciente desasosiego, comprendíque dentro de cinco años, cuando teóricamente acabaría yo mi carrera en laUniversidad, él tendría cincuenta años y estaría casi calvo: un contable típico.Cincuenta años dentro de otros cinco, si no se habíamuerto de otro ataque alcorazón.Elprimeronohabíasidomalo,nohabíadejadolesiónenelmiocardio,mehabíadicho laúnicavezque lepreguntésobreelparticular.Perono intentódecirmequenoeraprobableunsegundoataquecardiaco.Yosabíaqueloera,ylosabíamimadre,y tambiénlosabiaél.SóloElliecreíaqueera invulnerable,pero¿Nohabíavistoyounaodosvecesensusojosunamiradadubitativa?Meparecíaquesi.

Murióderepente.Sentíquesemeerizabanloscabellos.Derepente.Incorporándoseensumesa,

llevándoselamanoalpecho.Derepente.Dejandocaersuraquetaenlapistadetenis.Unonoquierepensarestascosasdesupadre,peroavecesocurre.

BiensabeDiosquesi.—Nohepodidopormenosdeoírtealgo—dijo.—¿Sí?—preguntécautamente.—¿HametidoArnieCunninghamelpieenuncuboalgomalolienteyoscuro,

Dennis?—No…,noloséconseguridad—respondíconlentitud.Porque,despuésdetodo,¿Quéeraloqueyotenía?Vapores,nadamás.—¿Quiereshablardeello?—Ahorano,papá,sinoteimporta.—De acuerdo—dijo—. Pero si…, si algo empieza a parecer sospechoso,

comohasdichoporelteléfono,¿Mecontarásloquepasa?—Si.—Muybien.Echéaandarendirecciónalaescalera,ycasihabíallegadoallí,cuandoél

medetuvo,diciéndome:—YolehellevadolacontabilidadaWillDarnelldurantecasiquinceaños,y

lehehecholasdeclaracionesderenta,yasabes.Mevolví,realmentesorprendido.—No.Nolosabía.

Mipadresonrió.Eraunasonrisaqueyono lehabíavistonunca,ysupongoquemimadresólounaspocasvecesymihermananinguna.Alprincipio,podíaparecerunasonrisasoñolienta,perosiselamirabaconmayoratenciónveíaquenoeraenabsolutosoñolienta…,eracínica,ypura,ycompletamentedespierta.

—¿Puedesmantenerlabocacerradasobrealgo,Dennis?—Sí—dije—.Creoquesi.—Nobastaconcreerlo.—Si.Puedo.—Asíestámejor.Yolellevélascuentashastaelsetentaycinco,yluegose

fueconBillUpshaw,deMonroeville.Mipadrememirófijamente.—NodiréqueBillUpshawesunbribón,perosidiréquesusescrúpulosson

tanpocosólidosquenosoporta ríanelpesodeunapluma.YelañopasadosecompróunacasaestiloTudorenSewickleyportrescientosmildólares.

Movió lentamente el brazo derecho para señalar a nuestra propia casa y,luego,lodejócaer.Elymimadrelahabíancompradoelañoantesdenaceryopor 2.000 dólares —ahora valdría 150.000— y sólo recientemente habíancancelado el préstamo del Banco. El verano pasado celebramos una pequeñafiestaenelpatiotrasero,papáencendiólabarbacoa,pusolasonrosadacélulaenla horquilla, y cada uno de nosotros tuvo oportunidad de sostenerla sobre lasbrasashastaqueseconsumió.

—NohayestiloTudoraquí,¿Eh,Denny?—dijo.—Amimegusta—repliqué.Volvíymesentéenelsofá.—Darnellyyonosseparamosamistosamente—prosiguiómipadre—,ynoes

quenuncaleapreciaramuchopersonalmente.Siempreleconsideréunmiserable.Asentíconunlevemovimientodecabeza,porqueesomegustaba,expresaba

missentimientosinstintivoshaciaDarnellmejordeloquehubierapodidohacerlocualquierobscenidad.

—Pero hay mucha diferencia entre una relación personal y una relaciónprofesional.Enestaprofesiónseaprendemuyrápidamente,o,sino,abandonasyteponesavenderaspiradorasdepuertaenpuerta.Nuestra relaciónprofesionalerabuena…,hastaciertopunto.Poreso,finalmente,lodejé.

—Noentiendo.

—Eldineroseguíaafluyendo—dijo—.Grandescantidadesdedinerosinunorigenclaro.PorordendeDarnell,invertíendosempresas,«PennsylvaniaSolarHeating» y «New York Ticketing», que parecían dos de las más ficticiascompañías ficticias de las que he oído hablar jamás. Finalmente, fui a verle,porque quería poner todas mis cartas sobre la mesa. Le dije que mi opiniónprofesionaleraque,silosinspectoresdeimpuestoslesometíanaunaauditoria,ibaatenerqueexplicarmuchascosas,yqueantesdemuchoyosabríademasiadoparaserleútil.

—¿Quédijoél?—Empezóadanzar—dijomipadre,todavíaconaquellasoñolientaycínica

sonrisa—.Enmiprofesión,para familiarizartecon lospasosde ladanza…,esdecir,sibuenoeneloficio.Yyonosoynadamalo.Ladanzaempiezaconeltíopreguntándotesieresfelizcontutrabajo,sitepagalosuficiente.Sidicesquetegustaeltrabajo,diráquepodríasganarmás,eltíoteanimaahablarsobrecargasquetienesquesoportar:tucasa,tucoche,elcolegiodeloschicos.Quizátienesuna esposa aficionada a vestidos mejores que los que se puede pagar…,¿Comprendes?

—¿Sondeándote?—Tanteándote, más bien —dijo, y se echó a reír—. La danza es tan

amaneradacomounminué.Haytodaclasedefrases,pausasypasos.Cuandoeltíoaveriguadequéclasedecargasfinancierasquerríasdesembarazarte,empiezaapreguntartequéclasedecosas tegustaría tener.Un«Cadillac»,unacasitadecampoenlasCastkillsoelPowells,quizásunyate.

Di un respingo al oír eso, porque sabia quemi padre deseaba un yate tanardientemente como deseaba cualquier cosa en los últimos tiempos, un par deveceshabíaidoconlasmarinasqueseextendíanalolargodellagoKingDargeydel Passeeonkee. Había observado los pequeños barcos, y yo había visto laanhelantemiradadesusojos.Perolaentendía.Estabanfueradesualcance.Quizási la vida hubiera tomado otro sesgo: si no tuviera hijos en que pensar y enpagarleslaUniversidad,porejemplo,nohabríanestado.

—¿Yledijistequeno?—pregunté.Seencogiódehombros.—Dejé perfectamente claro desde el principio que yo no quería danzar.En

primer lugar, ello habría significado comprometerme más con él a un nivel

personal,y,comotehedicho,loconsiderabaungranuja.Además,esostipossonfundamentalmenteestúpidosenloqueserefierealosnúmeros,yporesoesporloque tantos de ellos son condenados por delitos fiscales. Creen que se puedenocultarsusingresosilegales.Estánsegurosdeello—rió—.Todostienenlaideamística de que puede uno lavar el dinero como se lava la ropa, cuando, enrealidad, sóloesposiblehacermalabarismosconélhastaquecaeyseestrellaunoenlacabeza.

—¿Ésaseranlasrazones?—Dosdeellas—memiróalosojos—.Yonosoyunmalditobribón,Dennis.Hubounmomentodeeléctricacomunicaciónentrenosotros:aunahora,cuatro

añosdespués,semeponelacarnedegallinaalpensarenello,aunquenoestoyenabsolutosegurodequeoslopuedaexplicar.Noeraqueesanochemetrataseporprimeravezcomoaunigual,nisiquieraeraquesemeestuvieramostrandocomoel pensativo caballero andante escondido en el hombre sencillo que forcejeabaporganarselavidaenunmundosucioajetreado.Yocreoqueerapercibirlecomouna realidad, una persona que había existido desde mucho antes de que yoaparecieseenescena,unapersonaquehabíatragadosupartedefango.Creoqueen aquel momento podría haberle imaginado haciendo el amor con mi madre,ambossudorososyabsortos,ynohabermesentidoazorado.

Luego,bajólosojos,sonrióaladefensivaydijo,conlaroncavoznixonianaquetanbiensabíaimitar:

—Vosotrosmerecéissabersivuestropadreesunbribón.Bueno,puesnosoyunbribón.Podríahabercogidoeldinero,peroeso…,esohabríaestadomal.

Soltéunacarcajadademasiadofuerte,unaliberacióndelatensión:sentípasarelmomento,y,aunqueunapartedeminoqueríaquepasara,otrasiloquería,erademasiadointenso.Creoquequizásélsintieralomismo.

—Chist, vas a despertar a tu madre, y nos echará la bronca por estarlevantadostantarde.

—Sí,losiento.¿SabesenquéestámetidoDarnell?—Nolosabiaentonces,noqueríasaberlo,porque,sinoseriaunaespeciede

cómplice. Tenía mis ideas, y he oído unas cuantas cosas. Coches robados,imagino…,noesqueloslleveaesegarajedeHamptonStreet:noesunestúpido,ysólounidiotacagadondecome.Quizátambiénrobodemercancías.

—¿Armasyeso?—pregunté,convozunpocoronca.

—Nada tan romántico. Si tuviese que aventurar una suposición, diría quecigarrillos principalmente…, cigarrillos y whisky, los dos clásicos. Quizás uncargamentodehornosdemicroondasotelevisoresencolordevezencuandosielriesgoerapequeño.Lobastanteparamantenerleocupadotodosestosaños.

Memirógravemente.—Sabía hacer las cosas, pero también tuvo suerte. Durante mucho tiempo,

Dennis.O,quizáno lehahecho falta la suerteaquí,en laciudad: si sólo fueseLibertyville,supongoquepodríaseguirindefinidamente,o,almenoshastaquesequedarasecodeunataquealcorazón…PerolosinspectoresfiscalesdelEstadosontiburonesdearena,losfederalessontiburonesblancos.Hatenidosuerte,peroundíadeestosvanacaersobreélcomolaGranMurallaChina.

—¿Hasoído…,hasoídocosas?—Ni un susurro. Y tampoco estoy en condiciones de oírlas. Pero aprecio

muchoaArnieCunningham,yséqueestáspreocupadoporelasuntodeesecoche.—Si.Sucomportamientorespectoaélesinsano,papá.Todoeselcoche,el

coche,elcoche.—Losquenohantenidomuchascosastiendenahacerlo—dijo—.Unasveces

esuncoche,otras,unachica,orasesunacarrera,ouninstrumentomusicalounaobsesiónmorbosaporotrapersona.YofuialaUniversidadyuntipoaltoyfeoalquetodosllamábamosStork.ConStork,erasutrendejuguete,sehabíadedicadoa los trenes de juguete desde el tercer grado, y el suyo era casi la octavamaravilla del mundo. Fue expulsado de Brown en el segundo semestre de suprimer curso allí. Su carrera se estaba yendo al diablo, y, cuando llegó elmomentodeelegirentrelaUniversidadysus«Lionels»,StorkeligiólosLionels.

—¿Quéfuedeél?—Sesuicidóenelsetentayuno—explicómipadre,ysepusoenpie—.Lo

quequierodecirteesquehaygentebuenaqueavecesseciega,ynosiempreesculpasuya.ProbablementeDarnellseolvidaráporcompletodeél…Pasaráaserun tipomás que hace chapuzas con su coche. Pero siDarnell intenta utilizarle,vigilatúporél,Dennis.Nodejesquelemetaenladanza.

—Deacuerdo.Lointentaré.Peronohaymuchoqueyopuedahacer.—Yalosémuybien.¿Vamosaacostarnos?—Sí.

Subimosy,cansadocomoestaba,permanecílargoratodespierto.Habíasidoun día repleto de acontecimientos. Afuera, el viento nocturno golpeaba consuavidaduna ramacontra el costadode la casa, y lejos, hacia la ciudad, oí unestridentechirridodeneumáticos…,enlanoche,sonócomolarisadesesperadadeunamujerhistérica.

14.ChristineyDarnell

HesaidheheardaboutacouplelivingintheU.S.A.HesaidtheytradedintheirbabyforaChevroletLet'stalkaboutthefuturenow,We'veputthepartaway…

ELVISCOSTELLO

Entre trabajar en las obras de construcción durante el día y trabajar sobreChristine por la noche,Arnie nohabía estadoviendomucho a sus padres.Lasrelaciones allí se habían tornado bastante tensas y abrasivas. La casa de losCunningham,quesiemprehabíasidoagradableysosegada,eraahorauncampoarmado. Se trata de una situación quemuchas personas pueden recordar de suadolescencia,supongo,demasiadas,Quizás.Eljoveneslobastanteególatracomopara creer que es la primera persona del mundo que descubre alguna cosadeterminada(deordinario,se tratadeunachica,perononecesariamente),y lospadresestándemasiadoasustadosysondemasiadoestúpidosyposesivoscomoparaquereraflojarlasriendas.Pecadosporamboslados.Enalgúnlugarlacosase vuelve hiriente y cruel: ninguna guerra es tan sucia y encarnizada como unaguerracivil.YeraparticularmentehirienteydolorosoenelcasodeArnieporquela división había tardado mucho en producirse, y sus padres se habíanacostumbradoamanejarlemuchoasuantojo.Nosería injustodecirquehabíanplanificadosuvida.

Por eso, cuandoMichael y Regina propusieron pasar un fin de semana decuatrodíasensucasitaalaorilladeunlagoalnortedeNuevaYorkantesdequeempezaran de nuevo las clases, Arnie accedió, aunque deseaba disponer deaquellos cuatro últimos días para trabajar sobreChristine. Cada vez con másfrecuenciamehabíaestadodiciendoeneltrabajoqueibaa«enseñarles»,queibaa poner a Christine en perfectas condiciones y «enseñarles a todos». Habíaproyectado ya devolver al coche sus primitivos colores rojo brillante ymarfilcuandoquedaraterminadoeltrabajofundamental.

Perosefueconellos,decididoamostrarsecomplacienteyapasarlobien,enlamedidadeloposible,consuspadres.Yofuiasucasalanocheanteriorasumarcha,ymealiviódescubrirqueambosmehabíanabsueltodetodaculpaenelasuntodelcochedeArnie(queaúnnohabíanvisto).Alparecer,habíandecididoquesetratabadeunaobsesiónprivada.Pormí,estupendo.

Reginaestabaocupadaenhacerlasmaletas.Arnie,Michaelyyopusimossuvieja canoa «Oldtown» encima de su «Scout» y la sujetamos. Al terminar,Michael—conelairedeunpoderosoreyqueconfiereunfavorcasiincreíbleadosdesussúbditosfavoritos—sugirióasuhijoqueArnieentraseacogerunascervezas.

Arnie,afectandolaexpresiónyeltonodeunasorprendidagratitud,dijoqueleparecíaestupendo.Almarcharse,meguiñóunojo.

Michaelseapoyóenel«Scout»yencendióuncigarrillo.—¿Sevaacansardeeseasuntodelcoche,Denny?—Nolosé—dije.—¿Quiereshacermeunfavor?—Sipuedo,desdeluego—dijeconcautela.EstabasegurodequeibaapedirmequemedirigieseaArnie,hicieseelpapel

deltíoholandésytratarade«disuadirle».Pero,enlugardeello,dijo:—Sitienesoportunidad,vea«Darnell's»mientrasestamosfueraparaverqué

clasedeprogresosestárealizando.Estoyinteresado.—¿Por qué? —pregunté, pensando de inmediato que era una pregunta

condenadamentedescortés…,peroyalohabíasoltado.—Porque quiero que tenga éxito —dijo simplemente, y me miró—. Oh,

Reginasigueoponiéndoseenredondo.Sitieneuncoche,esosignificaqueseestá

haciendoadulto,esosignifica…todaclasedecosas—terminó,tartamudeando—.Pero yo no me opongo. Por lo menos, ya no. Oh, me cogió de sorpresa alprincipio…tendríavisionesdealgúnperromuertodelantedenuestracasahastaqueArniefuesealaUniversidad:eso,oqueseasfixiaracualquiernocheconeltubodeescape.

LaimagendeVerónicaLeBayacudióinstantáneamenteamimente.—Peroahora…Seencogiódehombros,miróalapuertaquehabíaentreelgarajeylacocina,

tiróalsueloelcigarrilloylopisó.—Es evidente que ha comprometido en ello su propia estima.Me gustaría

verlesaliradelante.Quizávioalgoenmicara,cuandocontinuó,parecíaestaraladefensiva.—Noheolvidadodeltodoloqueesserjoven—explicó—.Séqueuncoche

es importanteparaun chicode la edaddeArnie.Reginano lopuede entender.Ellasiemprehasidoescogida.Nuncasehaenfrentadoconlosproblemasdetenerqueelegir.Recuerdoqueuncochees importante…,siunchicoquiere tenersuscitas.

Demodoqueesoeraloquecreía.VeíaaChristinecomounmedioparaunfin,más que como el finmismo.Me pregunté qué pensaría si le dijese que nocreía queArnie hubiera considerado nunca otra posibilidad que la de poner el«Fury» en condiciones. Me pregunté si eso le haría sentirse más o menosdesasosegado.

Seoyóelgolpedelapuertadelacocinaalcerrarse.—¿Irásaecharunvistazo?—Supongoquesí—dije—.Siquieres.—Gracias.VolvióArnieconlascervezas.—¿Porquésonlasgracias?—preguntóaMichael.Suvozeraalegre,perosusojosnosescrutaroncondetenimiento.Observéde

nuevoquesupielestabamejorandoyquesurostroparecíahabersefortalecido.Porprimeravez,lasideasdeArnieycitasnoparecíanmutuamenteexcluyentes.Semeocurrióquesurostroeracasiatractivo:noalestilodeunvirilyagresivoreydelapromoción,sinoconunaireinteresante,reflexivo,pero…

—Porayudarconlacanoa—dijoMichael,contonodespreocupado.

—Oh.Bebimosnuestrascervezas,ymefuiacasa.Aldíasiguiente,elfelizterceto

salíaparaNuevaYork,presumiblementepararedescubrirlaunidadfamiliarquesehabíaperdidoduranteelúltimoterciodelverano.

EldíaanteriorasuregresomefuialgarajedeDarnell,tantoparasatisfacermipropiacuriosidadcomoladeMichaelCunningham.

Elgaraje,quesealzabaanteelespaciodestinadoacochesreservadosparachatarra,ofrecíaala luzdeldíademismoatractivoquepresentabalanocheenquellevamosaChristine…,teníatodoelencantodeunaratamuerta.

Aparqué en un hueco delante de la tienda que Darnell poseía también,abundantemente surtida de objetos tales como culatas «Feully», cambios demarcha «Hurst» y acumuladores «Riam-Jett» (para todos los trabajadores queteníanquemantener en funcionamiento sus viejos coches, a fin depoder seguirllevando pan a su casa, sin duda), por no mencionar una amplia selección deenormes neumáticos y gran variedad de tapacubos. Mirar el escaparate de latiendadeDarnelleracomomirarunaextravagante«Disneylandia»delautomóvil.

Salí y crucé la calzada hacia el garaje y hacia el estridente sonido deherramientas,gritosytableteosdedestornilladoresneumáticos.Untipodelgadoyvestido con una agrietada cazadora de cuero se afanaba con una vieja moto«BSA» junto a una de las ventanas del garaje, o quitándole el cambio oponiéndoselo.Teníaunaleveerupciónenlamejillaizquierda.Enlaespaldadesu cazadora figuraba una calavera tocada conuna boina verde, y el encantadorlema«MÁTALOSATODOSYQUEDIOSELIJA».

Dentro, el mundo estaba lleno del reverberante y evocador estruendo deherramientas y el sonido de hombres que trabajaban en los coches y gritabanobscenidadescontraelmetalenquetrabajaban.

Pase‚lavistaenderredor,enbuscadeDarnell,ynoloviporningunaparte.Nadiemeprestóespecialatención,asíquefuihastaellotenúmeroveinte,dondeestaba Christine, con el morro apuntando ahora fuera, como tenía perfectoderecho a estar. En el hueco de la derecha dos tipos gordos vestidos concamisetasdeportivasestabanponiendounenganchederemolqueenlatraseradeuna furgoneta que había conocido díasmejores. El hueco del otro lado estaba

vacío.AlacercarmeaChristine,sentídenuevoaquelescalofrío.Nohabíaninguna

razónparaello,peronopudeevitarlo,y,sinpensar,meapartéunpocohacialaizquierdahaciaelcompartimientovacío.Noqueríaestardelantedeella.

MiprimerpensamientofuequeelcutisdeArniehabíamejoradoalaparqueel de Christine. Mi segundo pensamiento fue que estaba realizando susreparaciones de forma extrañamente desordenada…, y Arnie solía ser muymetódico.

La rota y torcida antena había sido sustituida por una nueva y derecha querelucía bajo los tubos fluorescentes. La mitad de la rejilla del radiador del«Fury» había sido sustituida, la otra mitad continuaba veteada y picada deherrumbre.Yhabíaalgomás…

Con el ceño fruncido, caminé a lo largo de su costado derecho, hasta elparachoquesposterior.

«Bueno,estabaalotrolado,esoestodo»,pensé.Asíquedilavueltaalotrolado,ytampocoestabaallí.Medetuvejuntoalaparedtrasera,conelceñotodavíafruncido,tratandode

recordar. Estaba seguro de que la primera vez que la vimos en el césped deLeBay, con un letrero de «SE VENDE» apoyado en el parabrisas, había unaabolladuragrandeyoxidada,enunladooenotro,cercadelextremoposterior:laclasedeabolladuraquemiabuelollamabasiempre«cozdemulo».Íbamosporlacarretera,pasábamosjuntoauncocheconunagranabolladuraenalgunaparteymiabuelodecía:«¡Eh,Denny,mira!¡Elmulolehaarreadounacozaéste!»Miabuelosiempreteníaunaexpresiónfamiliarparatodo.

Empecéapensarquedebíadehaberloimaginadoyluego,sacudílacabeza.No. Había estado allí, lo recordaba con toda claridad. El hecho de que noestuviese ahora no significaba que no hubiese estado. Evidentemente, Arnie lahabíaalisado,yhabíahechounexcelentetrabajodecarrocero.

Salvoque…No había ninguna señal de que hubiese hecho nada. No había rastro de

imprimaciónnidepinturadescascarillada.SóloelrojooscuroyelblancosuciodeChristine.

¡Pero había estado allí, maldita sea! Una profunda abolladura llena deherrumbre,enunladooenotro.

Yhabíadesaparecido.Permanecíallí,entreelestruendodeherramientasymáquinas,ymesentímuy

soloymuyasustadodepronto.Era absurdo.Había remplazado la antenade laradio, cuando el tubo de escape estaba arrastrando prácticamente por el suelo.Había cambiado unamitad de la rejilla, pero no la otra.Me había hablado dearreglar la delantera, pero lo que había hecho era sustituir el rasgado ypolvorientotapizadodelasientoposteriorporotronuevodebrillantecolorrojo.El tapizado del asiento delantero era una polvorienta ruina, con un muelleasomandoenelladodelconductor.

Nomegustabanada.Eraabsurdo,ynoerapropiodeArnie.Acudióamimente la sombradeun recuerdoy, sinpensar siquieraenello,

retrocedíymirétodoelcoche,nosólounacosaaquíyotraallí,sinotodo.Yelescalofríovolvióarecorrermicuerpo.

La noche en que lo habíamos traído aquí. El neumático pinchado. El derepuesto.Yohabíamiradoaquelneumáticonuevoenaquelviejococheyhabíapensado que era como si un poco del coche viejo hubiera sido eliminado yestuvieraasomandoelcochenuevo…,flamante,resplandeciente,reciénsalidodelacadenademontajeenunañoenqueIkehabíasidopresidenteyBatistaestabatodavíaalfrentedeCuba.

Loqueestabaviendoahoraeraigual…,sóloqueenvezdeunsoloneumáticonuevo,habíatodaclasedecosas….laantena,uncentelleodecromadonuevoenlarejilla,unpilotodeintensofulgorrojo,aqueltapizadonuevodeatrás.

Asuvez,estoevocabaunrecuerdodeinfancia.Arnieyyohabíamosidoalaescuelabíblicadevacacionesdurantedossemanastodoslosveranos,ycadadíaelprofesorcontabaunrelatodelaBibliaylodejabasinterminar.Luego,dabaacadachicounahojaenblancode«papelmágico».Y,siselefrotabaconelcantode una moneda o con el lado de un lápiz, iba apareciendo gradualmente unaimagen…,lapalomallevandolaramitadeolivoalarcadeNoé,lasmurallasdeJericó derrumbándose, milagros así. A los dos nos fascinaba ver emergergradualmente las imágenes. Al principio, eran sólo líneas que flotaban en elvacío: luego las líneas conectaban con otras líneas, adquirían coherencia…,adquiríansignificado…

Miré con creciente horror a laChristine deArnie, tratando de combatir lasensación de que estaba viendo en ella algo terriblemente similar a aquellas

milagrosasimágenesmágicas.Quisemirarbajoelcapó.Depronto,parecíamuyimportantequeyomirasebajoelcapó.Di lavueltapordelantedelcoche(nomegustabaestardelantedeél…,sin

ningunarazónconcreta,simplementenomegustaba)ybusquéelresortedelcapó.Nopudeencontrarlo.Entoncescomprendíque,probablemente,estabadentro.

Empecéadarmelavuelta,yentoncesviotracosa,algoquemehelólasangreenlasvenas.Supongoquepodríahaberestadoequivocadorespectoalacozdemulo.Sabíaqueno,peroalmenostécnicamente…

Peroestoeracompletamentedistinto.Lareddeestríasdelparabrisaseramáspequeña.Estabasegurodequeeramáspequeña.Mimente voló a aquel día de hacia unmes en que yo había entrado en el

garaje de LeBay para echar un vistazo al cochemientrasArnie entraba con elviejoenlacasaparacerrareltrato.Todoelladoizquierdodelparabrisashabíasidounatelarañadeestríasqueirradiabandesdeunazigzagueanteroturacentral,causadaprobablementeporunapiedradespedida.

Ahora, la telaraña parecía más pequeña, más sencilla… se podía ver elinterior del coche por ese lado, cosa que no había sido posible antes, estabaseguro(essólounefectodelaluz,nadamás,susurrómimente)

Sinembargo,teníaqueestarequivocado,porqueeraimposible.Simplemente,imposible. Se podía cambiar un parabrisas, no había problema si se tenía eldineronecesario.Perohacerencogerseunareddeestrías…

Soltéunarisita.Eraunsonidotembloroso,yunodelostiposquetrabajabanenlafurgonetamemiróconcuriosidadydijoalgoasucompañero.Eraunsonidotembloroso,peroquizáseramejorqueningúnsonido.Claroquesedebíaalaluz,nadamás. La primera vez, yo había visto el coche con la luz del sol ponientedando de lleno en el agrietado parabrisas, y la segunda vez lo había visto lassombras del garaje de LeBay. Ahora lo estaba viendo bajo estos altos tubosfluorescentes.Tresclasesdiferentesdeluz,yellocontribuíaacrearunailusiónóptica.

Peroyoqueríaseguirmirandobajoelcapó.Másquenunca.Fui hasta la portezuela del lado del conductor y tiré, la puerta no se abrió.

Estabacerrada, loscuatropestillossehallabanbajados.Yera lógico,Arnieno

dejaría la puerta abierta para que cualquiera pudiese entrar a husmear. QuizáReppertonsehubieraido,peroabundabanlostiposcomoél.Reídenuevo,peroestavezmirisasonóaúnmásestridenteytemblorosa.Empecéasentirmeunpocomareado, como a veces me sentía a la mañana siguiente de haber fumadodemasiadosporros.

Cerrar las puertas del «Fury» era algo perfectamente natural, desde luego.Salvoque,aldarlavueltaalcocheprimeravez,creíahaberobservadoquetodoslospestillosestabanlevantados.

Retrocedíconlentitud,mirandoalcoche,quecontinuabaallí,apenasmásqueunherrumbrosoarmatoste.Yonopensabanadaconcreto—estoyseguro,excepto,quizá,queparecíacomosiélsupieraqueyoqueríaentraryalzarelcapó.

¿Yporquenoqueríaquelohiciesehabíacerradosuspuertas?Era realmente una idea graciosa. Tan graciosa que volví a reír (estaban

mirándomeyavariaspersonas,comomirasiemprelagentealosqueseríensinrazónaparentecuandoestánsolos).

Unapesadamanocayósobremihombroymehizovolverme.EraDarnell,conunacolilladepuroenlacomisuradeloslabios.Traslasgafasquellevaba,susojoseransabiamenteespeculativos.

—¿Quéestáshaciendo?—preguntó—Estonoestuyo.Lostiposdealladonosmirabanconinsistencia.Unodeellosledioalotro

conelcodoysusurróalgo.—Esdeunamigomío—respondí—.Lotrajeaquíconél.Quizáseacuerde

demí.Yoeraeldeltumorenlapuntadelanarizy…—Comosilohubierastraídoenunmonopatín—dijo—.Noestuyo.Guárdate

tusmaloschistesylárgate.Fuera.Mi padre tenía razón, era un miserable. Y yo habría estado encantado de

largarme,semeocurríanalmenosseismilsitiosenlosquepreferiríaestarenmipenúltimodíadevacacionesdeverano.InclusoelAgujeroNegro.

Calcuta habría sido mejor. No mucho, pero mejor de todos modos. Noobstante,elcochemepreocupaba.Eramuchaspequeñascosasqueseagregabanaunpicoqueeraprecisorascar.Vigilatúporél,habíadichomipadreyesosonababien.Elproblemaeraquenopodíadarcréditoaloqueestabaviendo.

—MellamoDennisGuilder—dije—.Mipadrelellevabaaustedloslibros,¿No?

Memiró largo rato, sin expresión alguna en sus porcinos ojillos, y tuve deprontolaseguridaddequeibaadecirmequeleimportabauncarajoquiéneramipadre que haría mejor en largarme de allí y dejar que aquellos hombrescontinuasen arreglando sus coches para poder seguir llevando pan a sus casas.Etcétera.

Luego,sonrió,perolasonrisanoafectóparanadaasusojos.—¿TúereselhijodeKennyGuilder?—Si.Dio una palmadita en el capó del coche de Arnie con una mano pálida y

gordezuela: había en ella dos anillos, y uno de ellos parecía un diamanteauténtico.Pero,¿Quésabeunchicocomoyo?

—SiereshijodeKenny,supongoquenohaynadaqueobjetar.Poruninstantecreíqueibaapedirmealgunaclasedeidentificación.Los dos tipos de al lado habían vuelto a su trabajo, habiendo decidido, al

parecer,quenoibaaocurrirnadainteresante.—Vamosacharlaralaoficina—dijo,y,volviéndose,echóaandarsinvolver

lavistahaciaatrás.Daba por hecho que yo le seguiría. Se movía como un barco a toda vela,

ondeándolelablancacamisayconundesmesuradocontornodecaderasynalgas.Laspersonasmuygordassiempremeproducenunaimpresióndeimprobabilidad,comosiestuvieraviendounaexcelenteilusiónópticaperoesqueenmifamiliatodos han sido siempre delgados. Para ellos, yo soy un peso pesado. Fuedeteniéndoseaquíyallácaminodesuoficina,queteníaunapareddecristalquedabaalgaraje.MerecordabanunpocoaMoloch,eldiosdelquenoshablabanenmiclasedeOrígenesde laLiteratura…,aquelquesesuponíapodíaverlo todocon su solitario ojo rojo. Darnell gritó a un tipo que pusiese la goma en laboquilla de la bomba antes de que lo echara de allí, aulló a otro una obscenabroma que provocó en ambos una feroz carcajada y vocirró a un tercero querecogieseaquellasmalditaslatasde«Pepsi-Cola»,¿Oesquehabíanacidoenunvertedero?Alparecer,WillDarnellnosabíanadade loquemimadresiemprellamaba«untonodevoznormal».

Trasuninstantedevacilación, leseguí.Lacuriosidaderademasiadofuerte,supongo.

Suoficinaerasemejanteatodaslasdelosgarajesdecostaacostadeunpaísqueruedasobreneumáticosysemáforos.Habíaungrasientocalendarioconunaespeciedediosarubia,enpantalóncortoyconunablusaabierta,encaramadaenunavalla campesina.Había placas ilegibles demedia docenade empresas quevendíanpiezasdeautomóvil.Librosdecontabilidad.Unaviejasumadora.Habíaunafotografía,Diosnosproteja,deWillDarnelltocadoconunfezymontadoenuna diminutamotocicleta que parecía a punto de desplomarse bajo sumole.Yhabíaoloracolillasyasudor.

Darnell se sentó enuna silla giratoria de brazos demadera.El cojín gimióbajoélcontonocansado,peroresignado.Serecostócontraelrespaldo.Sacóunacerillade lahuecacabezadeun jockeynegrodeporcelana, la rascósobreunatiradepapeldelijaadheridaaunbordedesumesayencendiólahúmedacolilla.Tosiófuertementelargorato.

—¿Quieresuna«Pepsi»,chico?—No,gracias—repuse,ymesentéenlasillasituadafrenteaél.Memiró—denuevoaquellafríamiradavalorativa—ymoviólacabeza.—¿Quétaltupadre,Dennis?¿Lepitabienelcorazón?—Estupendamente.Cuando ledijequeArnie teníasucocheaquí,seacordó

enseguidadeusted.DicequeBillUpshawlellevaahoralascuentas.—Sí.Buenhombre.Buenhombre.Notantocomotupadre,perobueno.Asentíconlacabeza.Sehizoelsilencioentrenosotrosyempecéasentirme

incómodo. Will Darnell no parecía incómodo, no parecía nada en absoluto.Aquellafríayvalorativamiradanocambiaba.

—¿Te ha enviado tu amigo para que averiguases si realmente se había idoRepperton?—mepreguntó,tansúbitamentequediunrespingo.

—No—respondí—.Enabsoluto.—Bueno,puesdilequesehaido—continuóDarnell,haciendocasoomisode

mi respuesta—. Es un gilipollas. Se lo digo bien claro cuando traen aquí suscacharros:o teportasbieno te largas.Trabajabaparamí,haciendounpocodeesto,otropocodeaquello,ysupongoquesefigurabaqueteníalallavedeorodelretreteoalgoparecido.Ungilipuertas.

Empezó a toser de nuevo, y tardó un rato en pasársele. Era un sonidodesagradable. Yo estaba empezando a experimentar una sensación declaustrofobiaenlaoficina,pesealaventanaquedabaalgaraje.

—Arnieesunbuenchico—siguióDarnell,midiéndometodavíaconlosojos.Niaunmientrastosíahabíacambiadoaquellaexpresión—.Sabehacercosas.

«¿Quécosas?»,quisepreguntar,peronomeatreví.Darnellme lodijode todosmodos.Aexcepciónde su fríamirada,parecía

sentirseexpansivo.—Barreelsuelo,sacalabasuraalterminareldía,llevaelinventariodelas

herramientas,juntamenteconJimmySykes.Aquíhayquetenermuchoojoconlasherramientas,Dennis.Encuantotedasmediavuelta,yatelashanbirlado—rió,yla risa se convirtió en un jadeo—. Y le he puesto también a desguazar en latrasera.Tienebuenasmanos.Buenasmanosymalgustopara loscoches.Haciaañosquenoveíauncacharrocomoese«58».

—Bueno,supongoqueélloconsideraunentretenimiento—dije.—Claro—asintió,expansivo,Darnell—.Seguro.Mientrasnoquierasalirpor

ahíconél,comoeseinútildeRepperton.Peronohaymuchasprobabilidadesdequepuedahacerloenbastantetiempo,¿Verdad?

—Supongoqueno.Parecebastantehechomigas.—¿Quécarajoleestáhaciendo?—preguntóDarnell.Seinclinódeprontohaciadelante,levantandoloshombros.Fruncióelceño,y

susojosdesaparecieroncasientrelosentornadosparpados.—¿Quécoñosepropone?Llevotodalavidaenestenegocio,ynuncahevisto

anadiequetratasedearreglaruncochecomoloestáhaciendoél.¿Esunabroma?¿Unjuego?

—Noentiendo—dije,aunqueleentendíaperfectamente.—Escucha—continuóDarnell—.Lometeaquí,yalprincipioseponeahacer

todaslascosasquesondeesperar.Nolesobraeldinero,¿Verdad?Silesobraranolotendríaaquí.Cambiaelaceite.Cambiaelfiltro.Engrasa, lubrica,unbuendíaveoque traedosnuevos«Firestones»para ladelantera, a juegocon losdeatrás.

¿Dosdeatrás?,pensé,yluegodecidíquesehabríacompradotresneumáticosnuevos para acompañar al que yo había comprado la noche en que lo trajimosaquí.

—Vengootrodía,yveoquemehacambiadoloslimpiaparabrisas.—continuóDarnell—Notienenadadeextrañoeso,salvoqueelcochenovaairaningunaparte,lluevaohagasol,durantemuchotiempo.Luegoesunaantenanuevaparala

radio,ypiensoqueescucharlaradiomientrastrabajayagotarlabatería.Ahoratiene un asiento recién tapizado ymedia rejilla de radiador. ¿Qué es eso? ¿Unjuego?

—Nolosé—dije—¿Lecompróaustedlosrepuestos?—No—respondióDarnell, con aire ofendido—.No sé de dónde los saca.

Esarejilla…,notieneniunamotadeóxido.Debedehaberlaencargadoenalgunaparte. En el servicio de «Chrysler», en New Jersey, o algún sitio así. Pero,¿Dóndeestá laotramitad?Nuncaheoídodeningunarejillaquevinieseendospiezas.

—Nolosé.Deveras.Meapuntóconuncigarro.—Pero no me digas que no tienes curiosidad. He visto la forma en que

mirabasaesecoche.Meencogídehombros.—Arnienohablamuchodeél.—No, apuesto a que no. Es muy poco comunicativo el tío. Pero es un

luchador.EseReppertonsecolóalmeterseconCunningham.Sitrabajabienesteotoño,talvezpuedaencontrarleunpuestofijoparaelinvierno.JimmySykesesun buen elemento, pero no tiene gran cosa dentro de la cabeza—sus ojosmeexaminaronponderativamente—.¿Creesqueesunbuentrabajador,Dennis?

—Sí.—Yotengomuchasactividades—explicó—.Muchas…Alquiloplataformas

a tipos que necesitan hacer transportes hasta Filadelfia. Remolco los bólidosdespués de las carreras. Siempre puedo utilizar ayuda. Ayuda buena, digna deconfianza.

Empecéatenerlahorriblesospechadequesemeestabainvitandoaentrareneljuego.Mepuseenpieprecipitadamenteycasitirolasillaalhacerlo.

—Tengoquemarcharme—dije—.Y…,Mr.Darnell…,leagradeceríaquenoledijeseaArniequeheestadoaquí.Es…unpocoquisquillosoconelcoche.Siquierequeledigalaverdad,supadreteníacuriosidadporsabercómoleiba.

—Tuvofollónencasa,¿Eh?—elojoderechodeDarnellsecerróconmaliciaenalgoquenoeradeltodounguiño—Lospadrescomieronunaslibrasde«Ex-Lax»y,luego,laemprendieronconél,¿Verdad?

—Sí,bueno,yasabe.

—Yalocreoquelosé.Sepusoenpieymedioen laespaldaunapalmadaquemehizo tambalear.

Consurespiraciónasmáticaysutos—eltíoerafuerte—.—Nolomencionaré—dijo,acompañándomehacialapuerta.Su mano continuaba sobre mi hombro, y eso me hacía sentir también

nervioso…yunpocoasqueado.—Otracosatevoyadecir—añadió—.Enestegarajedebodevercienmil

coches al año: bueno no tantos, pero va me entiendes, y no se me despintaninguno.¿Sabes?Juraríaquehevistoésteantesdeahora.Cuandonoestabatandesastrado.¿Dóndelocompró?

—AunhombrellamadoRolandLeBay—dijerecordandoqueelhermanodeLeBay me había dicho qué él mismo cuidaba el coche en algún garaje deautoservicio—.Yahamuerto.

Darnellsedetuvoenseco.—¿LeBay?¿RollieLeBay?—Elmismo.—¿Militar?¿Retirado?—Si.—¡SantoCristo,claro!Loestuvotrayendoaquíconlaregularidaddeunreloj

duranteseis,Quizáochoaños,yllegodejódevenir.Hacemuchotiempo.Menudobastardoeraeltío.Silehubieranechadoaguahirviendoporlagarganta,habríacagadocubitosdehielo.Nosellevababienconnadie—meapretóconfuerzaelhombro—.¿SabetuamigoCunninghamquelamujerdeLeBaysesuicidóenesecoche?

—¿Qué?—exclamé,fingiendosorpresa.No quería que supiese que había estado lo bastante interesado como para

hablarconelhermanodeLeBaydespuésdelfuneral.TemíaqueDarnellpudierarepetirleaArnielainformación…,juntamenteconsufuente.

Darnellmecontótodalahistoria.Primero,lahija,luego,lamadre.—No—dijecuandohuboterminado—.EstoysegurodequeArnienolosabe.

¿Vaadecírselousted?Losojos,denuevovalorativos.—¿Ytú?—No—respondí—.Noveoningunarazónparahacerlo.

—Entonces,tampocoyo.Abrió la puerta, y el grasiento aire del garaje parecía fragante después del

humodecigarroquellenabalahabitación.—EsehijodeputadeLeBay.Esperoqueseestépudriendoenelinfierno.Sus labios se curvaron malignamente por un instante, y, luego, miró hacia

dondeestabaChristineenellotenúmeroveinte,consuviejayoxidadapintura,ysunuevaantenaderadio,ysuflamantemitadderejilla.

—Esazorraotravez—dijo,yvolvióluegolavistahaciamí—.Bueno,dicenquelamalamonedasiemprevuelve.

—Si—repuse—.Supongoquesí.—Hasta lavista,muchacho—siguió,metiéndoseotrocigarroen laboca—.

Saludaatupadredemiparte.—Loharé.—YdileaCunninghamquetengaojoconeseRepperton.Medalaimpresión

dequeesuntíovengativo.—Amítambién.Salí del garaje y, una vez fuera, volví la vista hacia atrás. Pero almirarlo

desdelaluzapenassieramásqueunasombraentresombras.Lamonedasiemprevuelve,habíadichoDarnell.Esafrasemesiguióhastacasa.

15.Penasderugby

Learntoworkthesaxophone,IplayjustwhatIfeel,DrinkScotchwhiskeyAllnightlong,Anddiebehindthewheel…

STEELYDAN

Empezaron las clases, y durante una o dos semanas no sucedió nada departicular.Arnienoseenteródequeyohabíaidoalgaraje,locualmealegraba.No creo que se hubiese tomadomuy bien la noticia. Darnellmantenía la bocacerrada, como había prometido (probablemente por sus propias razones). Unatarde, fui a ver aMichael después de clase, sabiendo que Arnie estaría en elgaraje.LedijequeArniehabíahechoalgunosarreglosenelcoche,peroqueaúnle faltaba mucho para que pudiese tener licencia de circulación. Le dije que,según mi impresión, Arnie estaba sólo entreteniéndose. Michael recibió estanoticiaconunamezcladealivioysorpresa,yahí terminó lacosa…,poralgúntiempo.

YodivisabafugazmenteaArniedevezencuando,comoalgoqueseveporelrabillodelojo.Solíaandarpor lospasillos,y teníamos tresclases juntosy,enocasiones,veniaacasaalatardeceroenlosfinesdesemana.Habíavecesenqueparecía realmente que nada hubiera cambiado. Pero pasaba en el garaje de

Darnellmuchomástiempoqueenmicasa,ylosviernesporlanocheibaaPhillyPlains—eldepósitodeautomóviles—conelayudantedeDarnell,JimmySykes.Cogíancochesdeportivosybólidoscontodosloscristalesrotosysustituidosporbarras.

LosllevabanenelremolquedeDarnellyvolvíanconnuevachatarraparaelcementeriodecoches.

FueporentoncescuandoArnieselesionólaespalda.Noeranadagrave—así lo afirmabaél, almenos—,peromimadre sedio

cuentacasienseguidadequealgolepasaba.Undomingo,vinoacasaaveralos«Phillies»,queseestabanlabrandounamoderadagloriaaquelañoy,durantelaterceraparte,se levantóaservirnosunvasode jugodenaranjaacadauno.Mimadreestabasentadaenelsofáconmipadre,leyendounlibro.LevantólavistaalvolverArnieydijo:

—Estáscojeando,Arnie.Poruninstantecreíverunasorprendenteeinesperadapresiónenelrostrode

Arnie:unamirada furtiva, casi culpable.Talvezmeequivocara.Si estabaallí,desaparecióunsegundodespués.

—CreoquesufríunesguinceenlaespaldaanocheenPlains—dijo,dándomemivaso—.AJimmySykesseleresbalóelmotorconelúltimodeloscacharrosqueestábamoscargandojustocuandocasiestabayaenlacajadelunión.Vicómorodabahaciaatrás,ynospasamoslosdoscasiunpardehorasintentandohacerloarrancarotravez.Asíquemepuseaempujar.Supongoquenodebíhacerlo.

Parecíaunaexplicaciónmuycomplicadaparaunasimpleylevecojera,peroquizámeequivocasetambiéneneso.

—Debestenermáscuidadocontuespalda—explicóconseveridadmimadre—.ElSeñor…

—Mamá,¿Podemosverelpartidoahora?—pregunté.—…sólotedauna—terminó.—Si,señoraGuilder—replicósumisamenteArnie.Elaineentróenlahabitación.—¿Quedaalgodejugo,uoslohabéisbebidotodo?—¡Largodeaquí!—grité.Se había producido una disputada jugada, y me la había perdido por

completo.

—No le grites a tu hermana, Dennis —murmuró mi padre desde lasprofundidadesdelarevistaTheHobbyistqueestabaleyendo.

—Quedamucho,Ellie—lecontestóArnie.—Aveces,Arnie,meparecescasihumano—ledijoElaine,ysefuehaciala

cocina.—¡Casi humano, Dennis!—me cuchicheó Arnie, aparentemente a punto de

echarseallorardeagradecimiento¿Lohasoído?Casihuuuuuumano.YQuizá también es sólo retrospección—o imaginación— lo queme hace

pensar que su humor era forzado e irreal, mera fachada. Recuerdo falso overdadero el tema de su espalda quedó abandonado aunque aquella cojeracontinuóapareciendoydesapareciendointermitentementedurantetodoelotoño.

Yo estaba bastante ocupado. La madrina y yo habíamos roto, pero,generalmente,solíaencontraralguienconquiensalirlossábadosporlanoche:sinoestabademasiadocansadoaconsecuenciadelosentrenamientosrugby.

ElentrenadorPuffernoerauntipodelestilodeDarnell,peronoeraningunamalva, como lamitad de los entrenadores de escuela superior de las pequeñasciudadesnorteamericanas,habíacalcadosustécnicasdeentrenamientosobrelasdeldifuntoVinceLombardi,cuyolemaeraqueganarnoloeratodo,eraloúnico.Ossorprenderíasaberlacantidaddepersonasquedeberíantenermejorcriterioyquecreíanesaestupidez.

Unveranodetrabajarpara«CarsonBrothers»mehabíadejadohechopolvo,ycreoquehabríapodidopasearmedurantetodalatemporada…,sihubierasidouna temporada de victorias.Más, para cuando Arnie y yo tuvimos el horribleenfrentamiento cerca del fumadero, detrás del taller, conBuddyRepperton—ycreoqueeso fuedurante la tercerasemanadeclase—,estabayabastanteclaroqueno íbamosa teneruna temporadadevictorias.Esohacesumamentedura lavidaconPuffer,pues,ensusdiezañosenlasuperiordeLibertyville,nuncahabíatenidounatemporadadederrotas.EsefueelañoenquePuffertuvoqueaprenderunaamargahumildad.Fueunadura lecciónparael…,y tampocofuenadafácilparanosotros.

Nuestroprimerpartido,contralos«Tigres»deLuneburgyensucampo,fueel9desetiembre.Luneburgnoesmásqueunadestartaladaescuelasuperior rural

situada en el extremo oeste de nuestro distrito, y durante los años que pasé enLibertyvilleelhabitualgritodeguerracuandolatorpedefensadeLuneburghabíapermitido mal otro tanto más, era: «¡ADELANTE Y QUE LOS JODAN!».Seguidaunagrandeysarcásticaovación:«¡RAAAAYYYYLUUUUNEBURG!»

LuneburgnoganabaaLibertyvilledesdehaciamásdesieteañosperoestavezse crecieron y nos aplastaron con todas las de la ley. Yo jugaba de extremoizquierdo,hacialamitaddelpartidoestabamoralmentesegurodequeibaatenerla espalda cubierta de cicatrices durante el resto de mi vida. El tanteo eraentonces de 17-3. Los hinchas de Luneburg estaban delirando entusiasmo,arrancaron los postes de la portería, como si hubiera sido el partido delcampeonatoregional,cargarondelcampoahombrosasusjugadores.

Nuestroshinchas,quehabíanacudidoenautobúsespecialmentecontratados,permanecían, confusos, en las gradas de visitantes bajo el ardiente calor desetiembre. En los vestuarios, Puffer, estupefacto y pálido, sugirió que nosperdiésemos e implorásemos ayuda para las semanas siguientes. Comprendíentoncesquelosdescalabrosnohabíanhechomásqueempezar.

Nos pusimos de rodillas, doloridos, magullados, hechos polvo, deseandosolamente meternos en la ducha y empezar a lavarnos aquel olor a derrota, yescuchamos cómo le indicabaPuffer la situación aDios en una perorata de 10minutosquefinalizóconlapromesadequenosotrosharíamosnuestrapartesiélhacialasuya.

La semana siguiente nos entrenamos durante tres horas al día (en vez de lahoraymediaodoshabituales)deardientesol.Porlanoche,medesplomabaenlacamaysoñabaconsurugientevoz:a¡Daleaesemamón!¡Dale!¡Dale!Yocorríaatodavelocidadhastaqueempezabaasentircomosimispiernasfueranasufriruna descomposición espontánea (al mismo tiempo, se me reventabanprobablementelospulmones).LennyBarongg,unodenuestrosdefensas,padecióunaleveinsolacióny,afortunadamente—almenosparaél—,fuedispensadoparaelrestodelasemana.

Arnieacudíaacasaacenarconmispadres,Ellieyyojuevesyviernesporlanoche,yechabaunaodospartidasconnosotroslosdomingosporlatarde,pero,aparte de eso le perdí de vista casi por completo. Estaba demasiado ocupadollevandomis dolores ymagulladuras a clase, al entrenamiento y, luego, a casaparahacerlosdeberesenmihabitación.

Volviendoamisafliccionesdelrugby,yocreoquelopeoreralaformaenquenosmirabanamí,aLennyyarestodelequipoporlospasillos.Todaesahistoriadel «espíritu de escuela» es puro invento de los administradora escolares, querecuerdanhabérselopasadoengrandedurantesujuventudenlospartidosdelossábados por la tarde, pero que han olvidado que gran parte de ello eraconsecuenciadeestarborrachoode jugara losalvajeodeambascosas.Sisehubieraconvocadounamanifestaciónafavordelegalizarlamarihuana,sehabríavistoalgúnespíritudeescuela.Peroalamayoríadelosestudianteslesimportabaun rábano el rugby, el baloncesto y los torneos deportivos. Estaban demasiadoocupadosintentandoentrarenlaUniversidad,odesplazaraalguien,ometiéndoseenlíos.

De todosmodos, uno se acostumbra a ser un ganador, empieza a darlo porsentado.Libertyvillellevabamuchotiempoarrollandoenloscamposderugby,laúltimavezenque laescuelahabíaquedadoperdedora—almenos, antesdemiúltimocurso—habíasidodoceañosantes,en1966.Poreso,durantelasemanasiguiente a la derrota ante Luneburg, si bien no había aún llanto y crujir dedientes, si había miradas dolidas y desconcertadas y algunos abucheos en lahabitual reunión del viernes al final de la séptima clase. El rostro de Pufferadquirióuna tonalidadpurpúreaaloír losabucheos,e invitóaaquellos«malosdeportistasyamigossólocuandovienenbiendadas»apresenciarelsábadoporlatardeeldesquitedelsiglo.

Nosésilosmalosdeportistasyamigosdeconvenienciaacudieronono,peroyo estaba allí. Jugábamos en casa, y nuestros adversarios eran los «Osos» deRidgeRock.Ahorabien,RidgeRockesunaciudadminera,y losque ibana laescuelasuperiordeRidgeRockeranunostiposrealmenteduros.Elañoanterior,el equipo de rugby de Libertyville los había derrotado por muy poco en laconquistadeltituloregional,yunodeloscomentaristasdeportivoslocaleshabíadichoquenoeraporqueLibertyvilletuviesemejorequipo,sinoporqueteníamásdondeelegir.EstotambiénlehizoaPuffersubirseporlasparedes,osloaseguro.

Pero éste era el año de los «Osos». Nos barrieron. Fred Dann salióconmocionadodelcampoenelprimerperiodo.Yenelsegundo,NormanAleppofueapararalhospitalmunicipaldeLibertyvilleconunbrazoroto.Yenelúltimo,los «Osos» consiguieron tres tantos consecutivos, dos de ellos de puntapié. Elresultadofinalfue40-6.Sinfalsamodestia,osdiréqueyomarquélosseis.Pero,

tambiénconrealismo,hedereconocerquetuvesuerte.Así,pues,otrasemanadeinfiernoenelcampodeentrenamiento.Otrasemana

de Puffer gritandoDale a esemamón.Un día estuvimos entrenándonos durantecasi cuatro horas, y, cuándoLenny sugirió a Puffer que nos dejara tiempoparahacerlosdeberesdecasa,creí—sóloporuninstante—queelentrenadoribaapegarle. Había tomado la costumbre de pasarse constantemente las llaves demano enmano, lo queme recordaba al capitán Queeg de El motín del Caine.Estoy convencido de que la forma que uno tiene de perder revela su caráctermuchomejorquelaformadeganar.Puffer,queentodasucarreradeentrenadornunca había estado 0-2, reaccionó con absurda y desconcertada furia, como untigreenjauladoalquehostigabanunosniñoscrueles.

Elviernessiguienteporlatarde,—seriael22desetiembre—fuecanceladalahabitualreunióndurantelosquinceúltimosminutosdelaclaseséptima.Noséqueleimportaraaningunodelosjugadores,estarallídepieyserpresentadopordocegrácilesyondulantesmajoretteseraunapelmada.Detodosmodos,aquelloconstituíaunaominosa señal.EsanochePuffernos invitóavolveralgimnasio,donde nos pasamos dos horas en el cine, contemplando nuestra humillación amanosdelos«Tigres»ydelos«Osos»enlaspelículasdelospartidos.Quizáseesperabaqueestonosenardecieraperoamisólomedeprimió.

Aquellanocheantesdenuestrosegundopartidodelañoencampopropio,tuveunsueñoextraño.Noeraexactamenteunapesadilla,ciertamentenocomoaquellaenquedespertéatodalacasaconmisgritos,peroera…inquietante.Estábamosjugando contra los «Dragones» de Filadelfia, y soplaba un fuerte viento. Elsonidodelosaplausos,ladistorsionadaymetálicavozdeChubbyMcCarthyporlos altavoces, incluso el sordo ruido de los jugadores al chocar con otrosjugadores,todoelloteníaresonanciasfantasmalesenaquelprofundoyconstanteviento.

Las caras de los espectadores parecían amarillas y extrañamenteensombrecidas,comorostrosdemáscaraschinas.Lasanimadorasdanzabanysecontorsionabancomoespasmódicasautómatas.Elcieloestabagrisyencapotado.Íbamos perdiendo. Puffer gritaba en las jugadas, pero nadie podía oírle. Los«Dragones» nos adelantaban por mucho. La pelota era siempre suya. LennyBarongg parecía estar jugando con terribles dolores, sus labios se tensaban entemblorosoarco,comounamáscaratrágica.

Fuigolpeado,derribado,pisoteado.Yacíatendidoenelcampodejuego,muypor detrás de la línea en que estaba jugando, retorciéndome y tratando derecuperar el aliento. Levanté la vista, y allí, aparcada tras las gradas de losvisitantes,estabaChristine.Unavezmás,aparecíaflamanteyrelucientecomosihubierasalidohaciasólounahoradelasaladeexposición.

Arnie se hallaba sentado en el techo, con las piernas cruzadas a lo Buda,mirándomeinexpresivamente.Megritóalgo,peroelconstanteaullidodelvientoocultócasisuspalabras.Sonabacomosihubieradicho:Notepreocupes,Dennis.Nosotrosnosocuparemosdetodo.Notepreocupes.Todovabien.

¿Ocuparsedequé?,mepreguntémientrasyacía tendidoeneloníricocampode juego, forcejeando por cobrar aliento y con la cincha hundiéndosemecruelmenteenlaunióndelosmuslos,justodebajodelostestículos.¿Ocuparsedequé?

¿Dequé?Ninguna respuesta. Sólo el brillo siniestro de los amarillentos faros de

Christine,yArniesentadoserenamenteconlaspiernascruzadassobresutecho,enmediodeaquelconstanteypoderosoviento.

Al día siguiente salimos a luchar de nuevo por la escuela superior deLibertyville.Nofue tanmalocomolohabíasidoenmisueño:aquelsábadonoresultó lesionado nadie y, por unosmomentos, durante la tercera parte pareciócomo si tal vez pudiéramos tener la oportunidad, pero luego el zaguero deFiladelfiatuvosuerteconunpardepaseslargos—cuandolascosasempiezanairmal,todovamal—,yperdimosotravez.

Cuandoelpartidoterminó,Puffercontinuósentadoenelbanco.Nonosmiróaninguno de nosotros. Nos quedaban once partidos por jugar, pero él era ya unhombrederrotado.

16.EntraLeigh,saleBuddy

I'mnotbraggin,babe,sodon'tputmedown,ButI'vegotthefastestsetofwheelsintown,Whensomeonecomesuptomehedon'teventryCauseifshehadasetofwings,man,Iknowshecouldfly,She'smylitledeucecoupe,Youdon'tknowwhatIgot…

THEBEACHBOYS

Fue,estoyseguro,elmartessiguienteanuestraderrotaante los«Dragones»de Filadelfia cuando las cosas empezaron amoverse de nuevo. Sería el 26 desetiembre.

Arnieyyoteníamostresclasesjuntos,yunadeellasera«TemasdeHistoriaAmericana», en la clase cuarta. Las nueve primeras semanas impartía laslecciones Mr. Thompson, el jefe del departamento. El tema de esas nueveprimerassemanasera«DoscientosAñosenAugeyProgreso».Arnielallamabaunaclaseborboteante,porqueerajustoantesdelahoradecomer,ylosestómagosdetodosparecíanestarhaciendoalgointeresante.

Cuando terminó la clase ese día, se le acercó a Arnie una chica, que lepreguntósi tenía las tareasde inglés.Las tenía.Lassacócuidadosamentedesucuaderno y, mientras lo hacía, la chica le miraba con gravedad con sus ojos

oscurosyazules,sinapartarlosdesucara.Teníacabellorubiooscuro,delcolorde lamiel fresca—no la refinada, sino lamiel tal como saledelpanal—y losujetaba con la cinta azul que hacia juego con sus ojos. Al mirarla, sentí unaespeciedeestremecimientoenelestómago.Mientrasellacopiabalatarea,Arnielamiraba.

Naturalmente,noeraesalaprimeravezqueyoveíaaLeighCabot,sehabíatrasladadoaLibertyvilledesdeunaciudaddeMassachusettshacíatressemanas,asíqueselahabíavistoporallí.Alguienmehabíadichoquesupadretrabajabapara«3M»,losquehacíancintaadhesivatransparente.

NisiquieraeralaprimeravezquemefijabaenellaporqueLeighCabotera,para decirlo sencillamente, una hermosa muchacha. He observado que, en lasobrasdeficción,losautoresinventansiempreunaimperfecciónaquíoallíenlasmujeres que presentan. Quizá porque creen que la auténtica belleza es unestereotipo, o porque creen que algún que otro defecto damayor realismo a eldama.Así,pues,ellaseráhermosanoobstantetenerunlabioinferiordemasiadolargo, o una nariz demasiado afilada, o quizá tenga el pecho liso. Siempre hayalgo.

Pero Leigh Cabot era simplemente hermosa, sin atenuaciones. Su piel eraclara y perfecta, de ordinario con un toque de color perfectamente natural.Tendría alrededor de 1,70 de estatura, bastante para una mujer, pero nodemasiado,ysufiguraerapreciosa:pechosaltosyfirmesunacinturatanpequeñaqueparecíacasicomosipudieraunorodearlaconlasmanos(encualquiercaso,dabanganasde intentarlo),bellas caderas,piernasmagnificas.Rostrohermoso,figuraarmoniosaeincitante:artísticamentedesprovistadeinterés,supongo,sinunlabio inferior demasiado alargado, o una nariz afilada, o un abultamientoprominenciaenalgunaparte(nisiquieraunatractivodiente torcido…,debíadetener también un gran ortodoncistista), pero, ciertamente, no carecía de interésmirarla.

Varios chicos habían intentado salir con ella y habían sido cortésmenterechazados.Sesuponíaque,probablemente,guardabalaausenciaaalgúntipodeAndover, o Braintree, o de dondequiera que fuese, y que se le pasara con eltiempo. Dos de las clases que yo tenía con Arnie las compartía también conLeigh, y sólo había estado esperandomi oportunidad antes de tomarmi propiainiciativa.

Ahora, viéndolesmirarsemientrasArniebuscaba la tareay ella la copiabacon atención, me pregunté si llegaría a tener oportunidad de alguna iniciativa.Luego me sonreí para mis adentros. Arnie Curmingham, el cara-pizza y LeighCabot.Eratotalmenteridículo.Era…

Y, de pronto, la sonrisa interior se esfumó. Observé por tercera vez —ladefinitiva— que el cutis de Arnie estaba mejorando con casi sorprendenterapidez. Las manchas habían desaparecido. Algunas de ellas habían dejadodiminutascicatricesensusmejillas,cierto,perosiuntipotienerostroenérgico,esonopareceimportarmucho,enciertomodo,puedeinclusodarpersonalidad.

LeighyArnieseobservaronsubrepticiamente,yyoobservédereojoaArnie,preguntándomecuándoycómoexactamentehabíatenidolugarestemilagro.Laluzdel sol penetraba oblicuamente por las ventanas del aula de Thompson,delineando con toda claridad las facciones demi amigo. Parecía…más viejo.Comosihubieravencidoalasmanchasyalacnénosóloconunlavadoregularyla aplicación de alguna crema especial, sino adelantando de alguna manera elrelojtresaños.Supelohabíavariadotambién:ahoralollevabamáscorto,ylaspatillas sehabíadejadodesdeque le fueposible (unosdieciochomeses antes)habíandesaparecido.

RememoréaquellanubladatardeenquefuimosaverlapelículadeKung-fude Chuck Norris. Decidí que esa fue la primera vez que había advertido unamejora. Por la época en que se había comprado el coche. Quizás era«Adolescentesdelmundo,regocijaos.Resolvedparasiemprelosproblemasdelaacné.Compraduncocheviejo».Lasonrisainterior,quehabíaestadoemergiendodenuevo,seesfumódesopetón.

Compraruncocheviejo,¿Yquéconseguiráeso?¿Tecambiarálacabeza,laforma de pensar, mudando así tu metabolismo? ¿Liberará tu verdaderapersonalidad?MeparecióoíraStukeyJames,nuestroprofesordematemáticasdelaescuelasuperior,susurrandoenmicabezasurepetidoestribillo:Siseguimoshasta el final esta línea de razonamiento, señoras y caballeros, ¿Adónde noslleva?,¿Adónderealmente?

—Gracias, Arnie—dijo Leigh, con su voz clara y suave. Había guardado,dobladaensucuaderno,latareacopiada.

—Nohaydequé—respondióél.Se encontraron sus ojos —hasta entonces sólo se habían dirigido furtivas

miradaselunoalotro—,yhastayopudesentirsaltarlachispa.—Te veré en la sexta clase —explicó ella, y se alejo haciendo ondular

suavemente las caderas bajo la verde falda de punto,mientras sus cabellos sebalanceabansobresuespalda.

—¿Quétienestúqueverconsusextaclase?—pregunté.Yoteníaestudioenesaclase,unestudiovigiladopor formidableMissRaypach,aquien loschicosllamabanMissRataPaca…peronuncaalacara,comoesnatural.

—Cálculo—dijo,conunavozsoñadorayalmibaradatanimpropiadeélquemeechéareír.Memiró,frunciendoelceño—.¿Dequéteríes,Dennis?

—Caaalculo—repetí.Hicerodarlosojos,agitélasmanosyreíconmásfuerza.Meamenazóconelpuno.—Ándateconojo,Guilder—exclamó.—Déjatedegaitas,caradepatata.—Temeten en la Universidad, y mira lo que le pasa al jodido equipo de

rugby.Mr.Hodder,queenseñaaloschicosdeprimerolascuestionesmásescogidas

degramática,acertóapasaraquelmomentoydirigióunaseveramiradaaArnie.—Cuida tu lenguaje en la escuela— dijo, y continuó su camino, con una

carteraenunamanoyunahamburguesaenlaotra.Arniesehabíapuestorojocomolagrana,siempreocurrecuandounprofesor

ledirigelapalabra(eraunareaccióntanautomáticaquecuandoestábamosenlaescuelaelementalacababasiendocastigadoporcosasquenohabíahecho,sóloporqueparecíaculpable).Probablemente,estodicealgo respectoa la formaenquelehabíaneducadoMichaelyRegina:yosoybueno,túeresbuenoyosoyunapersona, tú eresunapersona, losdosnos respetamos totalmente,y siemprequealguien haga algo raro tú tendrás una especie de reacción alérgica deculpabilidad.TodolocualformapartedecreceraloliberaldeEstadosUnidos,supongo.

—Cuida tu lenguaje, Cunningham —dije—. O te meteré en un follón decarajo.

Se echó a reír él también. Continuamos andando por el ruidoso pasillo.Pasaban chicos en todas direcciones, otros permanecían apoyados en susarmarios, comiendo. Estaba prohibido comer en los pasillos, pero muchos lo

hacían.—¿Hastraídotualmuerzo?—pregunté.—Sí.—Vamosacomerenlasgradas.—¿No estás harto ya de ese campo de rugby? —preguntó Arnie— Si el

sábadopasadohubieraspermanecidomástiempotiradoporlossuelos,creoquealgunodelosvigilanteshabríaacabadoplantándote.

—Notepreocupes.Estasemanajugamosfuera.Yquierolargarmedeaquí.—Deacuerdo,nosveremosallí.Se alejó y yo acudí a mi taquilla para coger mi almuerzo. Tenía cuatro

bocadillos. Desde que Puffer había comenzado sus maratonianas sesiones deentrenamiento,parecíaencontrarmesiemprehambriento.

Recorrí el pasillo, pensandoenLeighCaboty en lopendientede ellosqueestaría todo el mundo si empezaran a salir juntos. La sociedad de la escuelasuperior esmuy observadora. Las chicas van todas vestidas a la última ymásextravagantemoda,lamayoríadeloschicostienenpelolargo,yelquemásyelque menos fuma algún porro que otro, pero eso es sólo la pátina exterior, ladefensa queuno erigemientras trata de averiguar qué es exactamente lo que leestáocurriendoasuvida.Escomounespejo…queutilizaunoparareflejarlaluzdel sol sobre los ojos depadres y profesores, esperando confundirlos antes dequeellospuedanconfundirleaunomásdeloqueyaestá.Enelfondo,lamayoríadeloschicosdeescuelasuperiorsontanlanzadoseinnovadorescomoungrupode banqueros republicanos en una reunión social de iglesia. Hay chicas quepueden tener todos los álbumes editados por Black Sabbath, pero si OzzyOsbournefueseasuescuelaylespidieseunacita,lachicasolicitada(ylassusamigas)soltaríaneltrapoalreírseantesemejanteidea.

Desaparecidos su acné y sus granos, Arnie tenía buen aspecto…, más quebuenoenrealidad.Peroyosuponíaqueningunachicaquehubieraidoconélalaescuela en temporadas en que peor estaba su cara querría salir con él. Enrealidad, no le veían como era ahora veían un recuerdo de él. Pero Leigh eradiferente.Comoveníadeotraescuela,noteníani ideadelohorriblequehabíasido Arnie durante sus tres primeros años en la superior de Libertyville. Latendría,desdeluego,sicogieseelLibertoniandelañoanterioryecharaunvistazoa la fotografía del club de ajedrez, pero, curiosamente, esa misma tendencia

republicanaleinduciría,casicontodaseguridad,aprescindirdeella.Loqueesahora es para siempre: preguntadle a cualquier banquero republicano y os diréqueasíescomodeberíafuncionarelmundo.

Loschicosdeescuelasuperiorylosbanquerosrepublicanos:cuandounoespequeñodaporsentadoquetodocambiaconstantemente.Cuandounoesadulto,daporsentadoquelascosasvanacambiarpormuchoqueunointentemantenerelestatutoque(hastalosbanquerosrepublicanoslosaben,quizánolesguste,perolo saben). Sólo cuando es uno adolescente habla constantemente del cambio ycreeenelfondodesucorazónquenollegaaproducirsenunca.

Salí con mi gigantesca bolsa del almuerzo en una mano y, cruzando elaparcamiento,medirigíhaciaeledificiodetalleres.Esunaestructuraparecidaaun granero, alargada con costados de chapa ondulada pintada de azul: nomuydiferenteporsudiseñodelgarajedeWillDarnell,peromuchomáslimpia.Allíestánlacarpintería,eltallerautomovilísticoyeldepartamentodeartesgráficas.Supuestamente, lazonareservadaparafumarestáalotro lado,pero losdíasdebuentiempoalahoradecomer,suelehabermuchosalumnosdelostalleresalolargo del edificio, con sus botas de motorista o sus afilados zapatos cubanosapoyadoscontralapared,fumandoyhablandoconsusamigas.Otocándolas.

Hoynohabíaabsolutamentenadiealolargodelladoderechodeledificio,yeso debería haberme indicado que algo pasaba, pero no reparé en ello.EstabaabsortoenmispropiospensamientosacercadeArnieyLeighydelapsicologíadelmodernoestudiantenorteamericanodeescuelasuperior.

La zona destinada a fumar —la «oficialmente» destinada a fumar— seencuentra en un pequeño callejón sin salida situado detrás del tallerautomovilístico.Ymásalládelostalleres,cincuentaosesentametrosmáslejos,estáelcampoderugby,dominadoporelgranmarcadorelectrónicosobreelquefigurabanlaspalabrasESTADIOTERRIERS.

Habíaungrupodeestudiantespocomásalládelasalareservadaafumadero,unosveinteotreintadeellosenapretadocírculo.Esosignificadeordinarioqueestá teniendo lugarunapeleao, lamayoríade lasveces, la clásicapamemaenquedostiposquenoestánlobastantefuriososcomoparapegarseandandándoseempujonesygolpeándoseen loshombros, tratandodeprotegersusreputacionesdemachos.

Echéunvistazohaciaallí,perosinverdadero interés.Noqueríapresenciar

unapelea,queríaalmorzaryaveriguarsihabíaalgoentreArnieyLeighCabot.Sihabíaalgo,aunquefuesepoco,QuizásellopudieradistraerledesuobsesiónconChristine.Unacosaerasegura:LeighCabotnoteníaherrumbreensucarrocería.

Entonces,unachicalanzóunchillido,yalguiengritó:«¡Eh, no! ¡Tira eso, hombre!» La cosa me dio mala espina. Cambié de

direcciónparaverquéestabaocurriendo.MeabrípasoentreelgrupoyviaArnieenelcentrodelcorro,conlasmanos

ligeramente extendidas hacia delante a la altura del pecho. Parecía pálido yasustado,peronoaterrorizado.Apocadistanciaasu izquierda,estabasubolsadelalmuerzo,conunagranzapatilladeportivadibujadaenella.Delantedeél,conpantalones vaqueros y una camiseta blanca de «Hanes» en la que semarcabantodos los músculos de su pecho, se hallaba Buddy Repperton, empuñaba unanavajademuellesenlamanoderechaylamovíalentamenteaunladoyotroantesurostro,comounmagohaciendopasesmísticos.

Eraaltoycorpulento.Supeloeralargoynegro,ylollevabarecogidoencolade caballo con una tira de cuero. Su rostro parecía estúpido y vil y sonreíaligeramente.Sentíunamezcladedesalientoydemiedo.Nosóloparecíaestúpidoyvil,parecíaenloquecido.

—Tedijequeteibaaescarmentar—explicóconsuavidadaArnie.LadeólanavajaylablandióenelaireendirecciónaArnie.Esteretrocedió

unpoco.Lanavajateníacachasdemarfil,conunbotóncromadoqueaccionabaelresorte.Lahojapresentabaunosveintecentímetrosdelongitud,nolaunanavaja,sinounaauténticabayoneta.

—¡Eh,Buddy,endíñale!—gritójubilosamenteDonVadenberg,ysentíquesemesecabalaboca.

Miré al chico que estaba ami lado, un novato que yo no conocía. Parecíaabsolutamentehipnotizado,todoojos.

—Eh—exclamé, y, como no reaccionara, le di un codazo en el costado—¡Eh!

Diounrespingoymemiró,aterrorizado.—Vete a buscar al señor Casey. Suele almorzar en la carpintería. Ve a

llamarleenseguida.Reppertonmemiróy,luego,miróaArnie.—Vamos,Cunningham—dijo—.¿Vasapelearono?

—Tiraesanavaja,yloharé,cagón—replicóArnie.Su voz era completamente tranquila. Cagón: ¿Dónde había oído antes esa

palabra? ¿No había sido a George LeBay? Claro. Era la palabra que habíautilizadosuhermano.

Alparecer,noeralapalabraquelegustaseaRepperton.Enrojecióydiounpaso más hacia Arnie. Arnie se desplazó lateralmente. Pensé que algo iba asucedermuypronto:Quizásunadeesascosasque requierenpuntosdesuturaydejancicatriz.

—VeteyaallamaraCasey—dijealnovato,ysefue.Pero pensé que, probablemente, todo habría terminado antes de que llegase

Mr.Casey:amenos,quizá,queyopudieseretardarlascosasunpoco.Así,pues,dije:—Tiralanavaja,Repperton.Volviódenuevolavistahaciamí.—Vaya—exclamó—.Eselamigodecaracoño.¿Quieresobligarmeatirarla?—Tútienesunanavaja,yélno.Esoesdecobardes.Enrojeció con mayor intensidad. Se había roto su concentración. Volvió la

vista hacia Arnie y luego otra vez hacia mí. Arnie me dirigió una mirada deagradecimiento…yseacercóunpocomásaRepperton.Nomegustabaeso.

—Tírala—legritóalguienaRepperton.Otromásrepitiósugrito,y,luego,todosempezaronacorear:—¡Tírala,tírala,tírala!AReppertonnolegustabaesto.Noleimportabaserelcentrodelaatención,

peronoeraéstalaatenciónquequería.Sumiradavolvióaoscilarnerviosamente,primeroaArnie,luegohaciamí,acontinuaciónalosotros.Unmechóndepelolecayósobrelafrenteyseloechóhaciaatrás.

Cuandovolvióamirarhaciami,yohiceunademáncomosifueseaatacarle.LanavajagiróhaciadondeyoestabayArniesemovió:semovióconmásrapidezde la leyohubieracreídoposible.Conelcantodesumanoderecha,asestóundefectuosoperoeficazgolpedekárate.LedioaReppertonenlamuñecaehizocaer la navaja de La mano. El arma chocó metálicamente contra el suelo.Reppertonseagachóparacogerla.Arniecalculósusmovimientosconfulminanteprecisión y, cuando lamano de Repperton se alargó sobre el asfalto, Arnie lapisó.Confuerza.Reppertonlanzóungrito.

DonVandenberg intervinoentoncesconrapidez,empujoaArniey le tiróalsuelo.Sinsabermuybienloqueibahacer,meadelantéy,contodalafuerzaquepudereunir,diaVandenbergunapatadaenelculo,leasestéconpuntera,comosigolpeaseunapelotaderugby.

Vandenberg,un tipoaltoydelgadoque tendríaentoncesdiecinueveoveinteaños, empezó a gritar y saltar, agarrandose el trasero. Olvidó su intención deayudaraBudyydejódeserunfactoratenerencuenta.Mesorprendequenoledejaraparalizado.Nunca lehedadoanadienianadaunpuntapié tanfuerte,y,amigosmíos,elresultadofueestupendo.

Justoentonces,unbrazosecerróentornoamitráqueaunamanoseintrodujoentre mis piernas. Comprendí lo me iba a suceder una fracción de segundodemasiadotardeparaimpedirlo.Recibíenloshuevosunpoderosoestrujónqueenvió oleadas de dolor desde mi ingle al estómago y por las piernas,dejándomelastanflojasque,cuandoelbrazomesoltólagarganta,medesplomé,simplemente,elsuelo.

—¿Quétehaparecidoeso,carapicha?—mepreguntóuntipocorpulentoydedentaduracariada.

Llevabaunasgafaspequeñasydelicadasdemonturametálicaqueresultabanabsurdasensucaraanchayestúpida.EraMoochieWelch,otrodelosamigosdeBuddy.

Depronto,elcírculodeespectadoresempezóadisgregarseyoíunavozdehombrequegritaba:

—¡Fuera!¡Fueradeaquíinmediatamente!¡Marchaos!¡Fuera,malditasea!EraMr.Casey.Porfin,Mr.Casey.BuddyReppertoncogiórápidamentesunavaja.Plególahojayselaguardóen

elbolsilloposteriordelpantalónteníalamanoensangrentadayparecíacomosifuerahinchársele.Elmiserablehijodeputa…Esperabaquelehinchasehastaqueparecieseunodeesosguantesqueel«PatoDonald»llevaenlashistorietas.

MoochieWelchseapartódemí,miróhaciadondesonabalavozdeMr.Caseyyseacariciólacomisuradeloslabiosconelpulgar.

—Mástarde,carapicha—explicóDonVandenbergsemovíaconmayorlentitudahoraperoseguíafrotándosela

parteafectada.Lágrimasdedolorlecorríanporlacara.Arnieseacercóamíymeayudóalevantarme.Teníalacamisamanchadaa

consecuencia de la caída, y algunas colillas aplastadas en las rodillas de suspantalones.

—¿Estásbien,Dennis?¿Quétehahecho?—Mehaapretadoloshuevos.Noesnada.Esoesperaba,almenos.Sieresunhombreytehanpegadoalgunavezenlos

huevos (y a quién no), ya sabes lo que es. Si eres unamujer, no lo sabes, nopuedes saberlo.Eldolor inicial es sóloelprincipio, sevadesvaneciendoparasersustituidoporunasordaypalpitantesensacióndepresiónqueseenroscaenlabocadelestómago.Yloqueesasensacióndicees:¡Eh,seestábienaquíatadaenlabocadetuestómago,haciéndotepensarquevasavomitary,almismotiempo,cagarteenlospantalones!Creoquemequedaréunratito,¿Eh?¿Quétepareceunamedia hora o así? ¡Estupendo! Que le estrujen a uno huevos no es una de lasgrandesemocionesdelavida.

Mr.Casey se abrió paso por entre el grupo de espectadores, que ya se ibadisolviendo y se hizo cargo de la situación. Era de estatura y edad medias yestabaempezandoaquedarsecalvo.Llevabagrandesgafasdemonturadeconcha.Teníapredilecciónporlascamisasblancascorrientes—sincorbata—,yllevabaunaahora.Noeracorpulento,peroMr.Caseyimponíarespeto.Nadieseandabaconbromasconél,porquenoteníaaloschicosenel ladoquelestienentantosotrosprofesores.Loschicoslosabían.Buddy,DonyMoochielosabíantambién,bajaronlosojosyarrastraronnerviosamentelospies.

—Largo —exclamó vivamente Mr. Casey a los pocos espectadores quequedabanyqueempezaronaalejarse.MoochieWelch tratódeescabullirseconellos—Tú,no.Peter—dijoMr.Casey.

—Eh,yonohehechonada,Mr.Casey—replicóMoochie.—Yotampoco—tercióDon—.¿Porquésemetesiempreconnosotros?Mr.Caseyseacercóamí,quecontinuabaapoyándomeenArnie.—¿Estásbien,Dennis?Estabaempezandofinalmentearecuperarme…,nomehabríasidoposiblesi

uno de mis muslos no hubiera obstaculizado parcialmente la mano de Welch.Asentí.

Mr. Casey volvió adonde Buddy Repperton, Moochie Welch y DonVandenbergpermanecíansilenciososyazorados.Donnohabíaestadobromeando,habíahabladoporlostres.Sesentíanrealmenteatacados.

—Muybonito,¿Eh?—dijofinalmenteMr.Casey—Trescontrados.¿Asíescomotegustahacerlascosas,Buddy?Laventajanoparecesuficienteparati.

Buddylevantólavista,mirótorvamenteaCaseyyvolvióabajarla.—Ellosempezaron.—Noesverdad…—musitóArnie.—Cierraelpicocaracoño—exclamóBuddy.Ibaaañadiralgo,pero,antesdequepudiesehacerlo,Mr.Caseyleagarróyle

empujó contra la pared trasera del taller.Había allí un letrero de hojalata quedecíaPERMISODEFUMARSOLOAQUI.Mr.CaseyempezóagolpearcontraélaBuddyRepperton,ycadavezquelohacíaelletreroresonabaendramáticapuntuación.Manejaba a Repperton como cualquiera de nosotros habría podidomanejaraunamuñecadetrapo.Supongoqueteníamúsculosenalgunaparte.

—Tútienesquecerrarlaboca—dijo,yvolvióagolpearaBuddycontraelletrero—.Debescerrarlabocaolimpiarla.Porquenoquierooírteesaclasedecosas,Buddy.SoltólacamisadeRepperton.Selahabíasacadodelospantalonesdejandoaldescubiertosublancovientre.VolviólavistahaciaArnie.

—¿Quédecías?—Yopasabapordelantedelfumaderoparairaalmorzaralcampoderugby

—explicóArnie—.Reppertonestabafumandoallíconsusamigos.Semeacercó,tiróalsuelomibolsadecomidaylapisoteó—parecióqueibaadeciralgomás,titubeóysóloañadió—.Esoempezólapela.

Peroyonopensabadejar así las cosas.Encircunstanciasnormales, no soyningún chivato, peroReppertonhabíadecidido, al parecer, quehacía falta algomás que una buena paliza para vengarse de haber sido expulsado de«Darnell's»…PodríahaberrajadoaArnie,Quizásinclusohaberlematado.

—Mr.Casey—dije.Me miró. Detrás de él, los verdes ojos de Buddy Repperton fulguraron

venenosamenteenmidirección:unaadvertencia.Manténcerradalaboca,estoesentre nosotros.Un año antes, un torcido sentimiento de orgullo podría habermeforzadoacallaryseguireljuego,peroahorano.

—¿Quéhay,Dennis?—Se la tiene jurada a Arnie desde el verano. Lleva una navaja y parecía

dispuestoaclavársela.Arnie me estaba mirando, con ojos opacos e indescifrables. Pensé en él

llamándolecagónaRepperton—lapalabradeLeBay—,ysentícarnedegallinaenlaespalda.

—¡Malditomentiroso!—exclamódramáticamenteRepperton—¡Yonotengoningunanavaja!

Mr. Casey le miró sin decir nada. Vandenberg y Welch parecían ahorasumamente inquietos… asustados. Su posible castigo por esta pelea habíaprogresado más allá de la retención después de clase, a lo que estabanacostumbrados,ydelasuspensión,queyahabíanexperimentado,hastaloslímitesmáximosdelaexpulsión.

Tenía que añadir algo. Reflexioné y estuve a punto de no hacerlo. Pero sehabía tratadodeArnie,yArnieeramiamigo,y,enel fondo,nocreíasóloquehubieratenidointencióndeclavarleaArnieaquellanavaja,losabía.Continué.

—Esunanavajademuelles.Ahora, los ojos de Repperton no sólo fulguraron, ardieron, fulminando en

silenciotodaclasedeamenazas.—Esoesfalso,Mr.Casey—dijoroncamente—.Estámintiendo.Selojuro.Mr.Caseynoabriólaboca.MiróconlentitudaArnie.—Cunningham—dijo—.¿HaesgrimidoReppertonunanavajacontrati?Arnie no respondió en seguida. Luego, con voz que era apenasmás que un

suspiro,dijo:—Sí.LallameantemiradadeReppertonsedirigióahoraalosdos.Casey se volvió haciaMoochieWelch yDonVandenverg.Me di cuenta al

instantedequehabíacambiadosu formademanejarelasunto,habíaempezadoactuandolentaycuidadosamente,comositantearaelterrenoantesdeavanzar.Mr.Caseyhabíacaptadoyalasconsecuencias.

—¿Habíaunanavajapormedio?—lespreguntó.MoochieyVandenbergsemiraronlospiesynorespondieron.Erasuficiente.—Vuélvetedelrevéslosbolsillos,Buddy—pidióMr.Casey—¡Y un carajo! —exclamó Buddy. Su voz era estridente— ¡No puede

obligarme!—Si quieres decir que no tengo autoridad para ello, te equivocas —dijo

Casey—.Siquieresdecirqueyonopuedovolvertepormímismolosbolsillossidecidohacerlo,tambiénteequivocas.Pero…

—¡Inténtelo, inténtelo! —gritó Buddy— ¡Y lo estrello contra esa pared,jodidocalvo!

Se me estaba revolviendo el estómago. Yo detestaba estas escenas deconfrontación,yestaeralapeorenquejamásmehabíavistoenvuelto.

PeroMr.Casey tenía lascosasbajocontrolynunca sedesviabadel rumboquesehabíatrazado.

—Peronovoyahacerlo—terminó—.Vasavolvertelosbolsillostúmismo.—Porloscojones—replicóBuddy.Estabadeespaldasalaparedposteriordeltallerparaquenoselenotaseel

bulto del bolsillo trasero. El faldón de la camisa le colgaba en dos arrugadospicossobre labraguetade lospantalones.Susojossevolvíanaun ladoyotrocomolosdeunanimalacosado.

Mr.CaseymiróaMoochieyDonVandenberg.—Vosotrosdos,subidaldespachoyquedaosallíhastaqueyovaya—explicó

—.Novayáisaningúnotrositio,yatenemosbastantesproblemassinnecesidaddeello.

Sealejaronlentamente,muyjuntos,comosibuscaranprotecciónelunoenelotro. Moochie volvió la vista hacia atrás. En el edificio principal sonó lacampana. Los alumnos empezaron a entrar con lentitud, algunos de elloslanzándonosmiradasdecuriosidad.Noshabíamosquedadosinalmuerzo,peronoimportaba.Yoyanoteníahambre.

Mr.CaseyvolviódenuevosuatenciónhaciaBuddy.—Estásenterrenosdelaescuelaenestosmomentos—dijo—.Deberíasdar

graciasaDiosporello,porque tienesunanavaja,ysi lahasesgrimido,esoesagresiónconunarmahomicida.Lemandanaunoalacárcelporeso.

—¡Demuéstrelo,demuéstrelo!—gritóBuddy.Lellameabanlasmejillas,yrespirabanerviosayentrecortadamente.—Si no te vuelves del revés los bolsillos ahoramismo firmaré tu hoja de

expulsión.Luego, llamaré a la policía y, en cuanto pongas los pies fuera de laverja,serásdetenido.Comprendeslasituación,¿Verdad?

MiróceñudamenteaBuddy.—Nosotrosgobernamosaquínuestrapropiacasa—explicó—.Pero,sitengo

quefirmartuexpulsión,Buddy,entoncespasasadependerdeellos.Naturalmente,si no tienes una navaja, no tienes nada que temer. Pero, si la tienes, y te la

encuentran…Hubounmomentodesilencio.Estábamosinmóvilesloscuatro.Yonopensaba

quefueseahacerlo,cogeríasuhojadeexpulsiónytrataríadeesconderlanavajaen alguna parte. Luego, debió de comprender que los polis la buscarían y,probablemente,laencontrarían,porquesacólanavajadesubolsilloposterioryla tiró sobre el asfalto.Al caer, golpeó con el botón que accionaba el resorte.Emergió la hoja, que brilló malignamente bajo el sol de la tarde, veintecentímetrosdeacerocromado.

Arnielamiróysefrotóloslabiosconeldorsodelamano.—Subealdespacho,Buddy—dijoreposadamenteMr.Casey—.Esperaallí

hastaqueyovaya.—¡Mierdaparaeldespacho!—exclamóBuddy.Suvozeraagudaehistérica.Lehabíavueltoacaerunmechóndepelosobre

lafrenteyseloechóhaciaatrás.—Melargodeestajodidapocilga.—Sí,muybien,deacuerdo—replicóelseñorCasey,conelmismotonode

vozquesiBuddylehubieraofrecidounatazadecafé.Comprendí entonces que Buddy estaba totalmente acabado en la escuela

superior de Libertyville. Ni retención, ni vacación de tres días, sus padresrecibirían por correo la hoja de expulsión, en la que se explicaría por qué eraexpulsado su hijo y se les haría saber sus derechos y opciones legales en lamateria.

BuddynosmiróaArnieyamí…ysonrió.—Vas a arreglar‚ las cuentas —dijo—. Me vengaré. Deseareis no haber

nacido.Dio una patada a la navaja, que salió despedida, girando sobre símismay

reluciendoalsol.Luego,Buddysealejó,haciendosonarlaschapasdesusbotasdemotorista.Mr.Caseynosmiró,teníaunaexpresióntristeyfatigada.—Losiento—dijo.—Noesnada—respondióArnie.—¿Queréishojasdesalida?Oslaspuedofirmarsiqueréisirosacasadurante

elrestodeldía.—MiréaArnie,queseestabasacudiendolacamisa.Meneólacabeza.

—No,nohacefalta—repliqué.—Muybien.Entonces,unashojasdeautorizaciónparallegartarde.Fuimos a la habitación deMr. Casey y nos entregó las hojas para nuestra

próxima clase, que casualmente compartíamos: Física Superior.Al entrar en ellaboratoriodefísica,muchoscompañerosnosmiraronconcuriosidadyseoyeronmurmullos.

Alfinaldelaclasesextacirculólahojadeausenciasproducidasporlatarde.Laexaminéyvi losnombresdeRepperton,VandenbergyWelch,seguidoscadaunodeellosporuna(R).PensabaqueArnieyyoseríamosllamadosaldespachoal terminar las clases para contar lo que había sucedido a Mr. Lothrop, elencargadodeladisciplinaescolar.Peronofueasí.

BusquéaArniedespuésdelasclases,pensandoqueiríamosjuntosacasayhablaríamos un poco de lo ocurrido, pero también en eso me equivocaba. SehabíaidoalgarajedeDarnellparatrabajarsobreChristine.

17.Christinedenuevoenlacalle

Igota1966cherry-redMustangFordShegota380horsepoweroverload,Youknowshe'swaytoopowerfulTobecrawlingontheseinterstateroads.

CHUCKBERRY

NotuveoportunidaddehablarrealmenteconArniehastaelsábadosiguiente,después del partido de rugby. Y esa fue también la primera vez desde que lacompró,enqueChristinesalióalacalle.

ElequipofueaHiddenHills,aunos25kilómetrosdedistancia,enelviajeescolar en autobúsmás silenciosoqueyohe realizado jamás.Podríamoshaberestadoyendoalaguillotinaenvezdeaunpartidoderugby.Niaunelhechodequesupalmarés,1-2, fuesesólo ligeramentemejorqueelnuestroanimabagrancosa a nadie. El entrenador, Puffer, iba en el asiento situado tras el conductor,pálidoysilencioso,comosituvieraunafuerteresaca.

De ordinario, un viaje para asistir a un partido fuera de casa era unacombinación de caravana y circo. Un segundo autobús, cargado con lasmajorettes, la banda y todos los alumnos que se habían apuntado, seguía alautobús del equipo. Detrás de los dos autobuses, había una cola de quince oveinte coches, la mayoría de ellos llenos de adolescentes, y con pegatinas deAPLASTADLOS, TERRIERS, tocando el claxon, encendiendo y apagando las

luces, todasesascosasque,probablemente,recordáisdevuestrostiemposenlaescuelasuperior.

Pero en este viaje sólo iba el autobús de la banda y las majorettes (y nisiquieraiballeno,enunañodevictorias,siparaelmartesnoteapuntabanparaelsegundo autobús, te quedabas sin ir) y tres o cuatro coches detrás de él. Losamigosdelosbuenostiempossehabíanesfumadoya.Yyoestabasentadoenelautobús del equipo junto a Lenny Barongg, preguntándome sombríamente siresultaríalesionadoesatarde,ignorantedeltododequeunodelospocoscochesqueseguíanhoyalautobúseraChristine.

EnelaparcamientodeHiddenHills.Subandaestabayaenelcampo,seoíacontodaclaridadelgolpeteodelgrantambor,extrañamentemagnificadobajoelnublado firmamento. Iba a ser el primer sábado realmente bueno para jugar alrugby,fresco,nubladoyotoñal.

Ver a Christine aparcado junto al autobús de la banda era ya bastantesorprendente,perocuandoArnieseapeóporunladoyLeighCabotlohizoporelotro,quedétotalmenteestupefacto…,yuntantoceloso.Lachicallevabaunpardeajustados pantalones de lanamarrón y un jersey blanco de punto, sobre cuyoshombrossederramabanencascadasusrubioscabellos.

—Arnie—saludé—.¿Quéhay?—Hola,Dennis—respondióconciertatimidez.Medicuentadequealgunosdelosjugadoresquebajabandelautobúsestaban

mirando también sorprendidos, allí estaba Cara-Pizza Cunningham con laimponentenuevadeMassachusetts.¿Cómohabíasucedidoeso?

—¿Quétalestás?—Muybien—respondió—¿ConocesaLeighCabot?—Declase—dije—.Hola,Leigh.—Hola,Dennis.¿Vaisaganarhoy?Bajélavozhastaconvertirlaenunroncosusurro.—Tenemosqueganar.Porhuevos.Arnieenrojecióligeramente,peroLeighsellevólamanoalabocaysoltóuna

risita.—Vamosaintentarlo,peronolosé—acabé.—Nosotrososanimaremos—siguióArnie—.Mepareceestarviendoyael

titulardelperiódico:Enunagranactuación,GuildermáximogoleadordelaLiga.

—Guilderingresaenelhospitalconfracturadecráneo:esoesmásprobable—dije—.¿Cuántoshanvenido?¿Diez?¿Quince?

—Asítendremosmássitioenlasgradas—explicóLeigh.LecogióaArniedelbrazo,sorprendiéndoleycomplaciéndole,creo.Yame

caíabien.Podríahaber sidounazorraounaestúpida—meparecequemuchaschicasrealmenteguapassonunacosaolaotra—,peroellanoeraningunadelasdos.

—¿Quétalvaelcacharro?—pregunté,dirigiéndomehaciaelcoche.—Bastantebien.Mesiguió,procurandonosonreírdemasiadoampliamente.El trabajohabíaprogresado,y sehabíanhechoen el «Fury» las suficientes

reparacionescomoparaquenopareciesetandestartalado.Habíasidosustituidalaotramitaddelaviejayherrumbrosarejilladelradiadoryhabíadesaparecidoporcompletolatelarañadeestríasdelparabrisas.

—Hascambiadoelparabrisas.—comenté.Arnieasintióconlacabeza.—Yelcapó.Elcapóestabalimpio,nuevoyflamante,enagudocontrasteconloscostados

moteados de herrumbre. Era de un intenso color rojo de coche de bomberos.Arnielatocóposesivamenteyelgestoseconvirtióenunacaricia.

—Sí.Lohepuestoyomismo.Estomechocó.Todolohabíahechoélmismo,¿No?—Dijiste que lo ibas a convertir en una pieza de exposición—comenté—.

Estoyempezandoacreerte.Dilavueltahastaelladodelconductor.Eltapizadodelaspuertasyelsuelo

continuabasucioydesastrado,perolatapiceríadelasientodelanterohabíasidosustituidayaasícomoladeltrasero.

—Va a quedar estupendo —explicó Leigh, pero había una ciertainexpresividadensuvoz.

No era tan naturalmente animada y efervescente como cuando estábamoshablando del partido, y eso me hizo mirarla. Un vistazo fue suficiente. No legustaba Christine. Lo comprendí completa y absolutamente, como si hubieracaptado una de sus ondas cerebrales. Ella intentaría que le gustase el cocheporquelegustabaArnie.Pero…,nuncaloconseguiríarealmente.

—Asíqueyatienescubiertoslosrequisitosparapodercircular—dije.—Bueno…—Arniepareciódesasosegado—Nodeltodo.—¿Quéquieresdecir?—Elclaxonnofunciona,yavecesseapaganlospilotoscuandopisoelfreno.

Creoquehayuncortocircuitoenalgunaparte,peroaúnnohepodidoarreglarlo.Miréelnuevoparabrisas:teníapegadaunaviñetadeinspección.Arniesiguió

mimiradayadoptóunaexpresiónturbadayunpocotruculentaalmismotiempo.«Yademás—pensé—,teníasestacita,¿Verdad?»—Noespeligroso,¿Noescierto?—preguntóLeigh,dirigiendolapreguntaa

algúnlugarsituadoentreArnieyyo.Suceñosehabíafruncidolevemente…,creoquequizáshabíapercibidouna

súbitacorrientefríaentreArnieyyo.—No—respondí—.Nocreo.CuandovasconArnie,estasyendoconunas

delvolante.Estorompióunpocolaextrañatensiónquesehabíaacumulado.Delcampode

rugbyllegóundiscordanteestruendodeinstrumentosdemetaly,luego,lavozdeldirectordelabanda,débil,peroperfectamenteclarabajoelnubladocielo:¡Otravez,porfavor!¡EstoesRodgersyHammerstein,norockandro-ool! ¡Otravez,porfavor!

Nos miramos los tres. Arnie y yo nos echamos a reír y, al cabo de unmomento, se nos unió Leigh. Mirándola, volví a sentirme celoso por unosinstantes.YonoqueríanadamásquelomejorparamiamigoArnie,peroellaerarealmente algo: diecisiete años, casi dieciocho, exuberante, perfecta, saludable,abierta a todo.Roseanne era bella en su estilo, peroLeigh la hacía parecer unperezosoechandolasiesta.

¿Fue entonces cuando empecé a desearla? ¿Cuando empecé a desear a lachicademimejoramigo?Sí,supongoquesí.Peroosjuroquenuncahabríadadounpasohaciaellasilascosashubieranrodadodeotramanera.Sóloquenocreoquepudieranrodardeotromodo.OQuizásesquetengoquecreerlo.

—Serámejorquenosvayamos,Arnie, siqueremosencontrarasientoen lasgradasvisitantes—dijoLeigh,conseñorialsarcasmo.

Arniesonrió.Lachicaseguíacogiéndolelevementedelbrazoyélparecíauntantodesconcertado.¿Porquéno?ensulugar,conmiprimeraexperienciaconunachica, encima tan guapa como Leigh, habría estado ya a punto de enamorarme

perdidamente.Sólodeseabaquetodolefuesebienconella.Supongoquequieroque me creáis aunque no creáis ninguna otra cosa de las que os diga en losucesivo.Sialguienmerecíaunpocodefelicidad,éseeraArnie.

Elrestodelequipohabíaentradoenlosvestuariosdevisitantes,situadosenlaparteposteriordelgimnasio.

Elentrenadorasomóahoralacabeza.—¿Podría hacer el favor de honrarnos con su presencia, señorGuilder?—

llamó— Sé que es mucho pedir espero que me perdone si tiene algo másimportantequehacer.Pero,encasocontrario,¿Querríaveniraestosvestuarios?

MurmuréaArnieyLeigh:—Esto es Rodgers y Hammerstein, no rock and roool —troté hacia el

edificio.Medirigíalosvestuarios—elentrenadorhabíavueltoameterse—,yArniey

Leigh echaron a andar hacia las gradas.Amitadde camino,medetuveyvolvíjunto Christine. Al acercarme, lo hice describiendo un círculo, continuabasubsistiendoaquelabsurdoprejuiciocontradirigirmedefrentehaciaella.

En la parte de atrás vi una placa de Pensilvania sujeta con un muelle. Lalevanté un poco y vi una cinta pegada en su cara interior: ESTA PLACA ESPROPIEDADDELGARAGEDARNELL,LIBERTYVILLE,PA.

Soltélaplacaymeincorporé,conelceñofruncido.Darnelllehabíadadounaviñeta cuando su coche distaba aún mucho de poseer licencia de circulación;DarnellhabíaprestadounaplacaparaquepudierallevaraLeighenelcochealpartido. Y había dejado de ser «Darnell» para Arnie, ahora, le había llamado«Will».Interesanteperonomuyalentador.

MepreguntésiArnieseríalobastanteestúpidocomoparacreerquelosWillDarnelldeestemundohacíanmásfavoresporpurabondaddecorazón.Esperabaqueno,peronoestaba seguro.Yanoestaba segurodemuchascosasacercadeArnie.Habíacambiadounabarbaridadlasúltimassemanas.

Para sorpresa nuestra, ganamos el partido, en realidad fue uno de los dosúnicos que ganamos en toda aquella temporada, y no es que yo estuviera en elequipocuandolatemporadaacabó.

No teníamos derecho a ganar, salimos al terreno de juego con espíritu de

derrota, y perdimos en la cara y al elegir campo. Los «Hillmen» (un nombreestúpidoparaunequipo,pero¿Quétienedeinteligentellamarselos«Terriers»sivamosaeso?)hicieroncuarentayardasensusdosprimerasjugadas,atravesandonuestras líneas defensivas como un cuchillo caliente una barra de mantequillaluego, en la tercera jugada—su tercerunoydiez seguido—, sudefensa lateralsoltólapelota.GaryTardifflacogióycorriósesentayardasparamarcar,conunaampliasonrisaenlacara.

Los «Hillmen» y su preparador se desgañitaban protestando que la pelotahabíaquedadomuertaenlalínea,perolosárbitroslorechazaron,ynospusimos6-0.Desdemisitioenelbanco,yopodíaverlasgradasdevisitantesyobservéquelospocoshinchasdeLibertyvilleestabanlocosdeentusiasmo.Supongoqueteníanderechodeestarlo,eralaprimeravezentodalatemporadaqueestábamospordelanteenunpartido.ArnieyLeighagitabanbanderinesde los«Terriers».Lessaludéconlamano.Leighviocorrespondióalsaludoy,luego,ledioconelcodo aArnie.Esteme saludó también.Parecía como si se estuvieranhaciendomuyamigosallí,locualmehizosonreír.

Encuantoalpartido,novolvimosaquedarnosatrásdespuésdeaquelprimertantode suerte.Teníamosdenuestro ladoesacosamítica, ímpetu…,Quizáporúnicavezenelaño.Nomehabíaconvertidoenelmáximogoleador,comohabríapredichoArnie,peromarqué tresveces,unadeellasenunacarreradenoventayardas, lamás larga que he hecho jamás. En elmedio tiempo íbamos 17, y elentrenador era un hombre nuevo. Veía frente a nosotros una recuperacióncompleta,lamásrotundaentodalahistoriadelaLiga.Porsupuesto,esonopasódeserunsueño,peroestabaexcitadoesedía,ymealegréporél,lomismoquemehabía alegrado el queArnie yLeigh llegaran a conocerse tan provechosayfácilmente.

Lasegundamitadnofuetanbuena,nuestradefensamudóelairepostradoquehabía mantenido predominante en nuestros tres primeros partidos, pero nuncaestuvimosrealmenteenpeligro.Ganamos27-18.

Puffermehabía sustituidoen laúltimacuartaparteporBrianMcNally,quemeremplazaríaelañosiguiente:luegoresultóqueantesaúnqueeso.Meduchéymecambie,ysalíjustoenelmomentoenquesonabalacampanaanunciadoradequefaltabandosminutos.

El aparcamiento estaba lleno de coches, pero vacío de gente. Llegaban del

campofuertesaclamacionesygritosdeloshinchasdeHiddenHillsurgiendoasuequipoahacerloimposibleenlosdosúltimosminutosdepartido.

Desde aquella distancia, todo parecía tan desprovisto de importancia comoindudablementeera.

MedirigíhaciaChristine.Allí estaba, con sus costadosmoteados de herrumbre su capó nuevo y sus

aletasposterioresqueparecíantenermilkilómetrosdelongitud.Undinosauriodelos felices años 1950, en que todos losmillonarios del petróleo deTexas y eldólaryanquisemerendabaalyenjaponésenvezdeseralrevés.EnlostiemposenqueCarlHopkinscantabasobrebicicletasrosadas,JohnnyHortonsobrebailartodalanocheenunapistademaderayellíderdelosadolescentesdelpaíseraEdd«Kokie»Byrnes.

Toqué a Christine. Intenté acariciarla como había hecho Arnie, tomarlesimpatía por consideración a Arnie, como había hecho Leigh. Seguramente, sialguienpodíaesforzarseaello,ésteteníaqueseryo.LeighconocíaaArniedesdehaciaunmes.Yoleconocíadetodalavida.

Deslicélamanoporlaherrumbrosasuperficie,ypenséenGeorgeLeBay,yenVerónicayRitaLeBay,yenalgúnmomentoalolargodelprocesolamanoquesesuponía estaba acariciando se cerró, y ladescargué con todas fuerzas contra elflanco de Christine: con fuerza suficiente como para lastimarme la mano yproferir una risita inofensiva y preguntarme qué diablos creía que estabahaciendo.

Se percibió el sonido de la herrumbre, que caía al suelo, desmenuzada enpequeñoscopos.

Elsonidodeunbombodesdeelcampoderugby,conloslatidosdelcorazóndeungigante.

Elsonidodemipropiocorazón.Intentéabrirlapuertadelantera.Estabacerrada.Mepasélalenguaporloslabiosyadvertíqueestabaasustado.Eracasicomosi—resultabagracioso,resultabahilarante—,eracasicomosi

yonoleagradaraalcoche,comosisospechasequeyoqueríainterponermeentreélyArnie,quesiyonoqueríaponermedelantedeéleraporque…

Reíotravez,yluegorecordémisueñoydejédereír.Seleparecíademasiado

como para sentirse tranquilo. Era Chubby McCarthy tocando la trompeta,naturalmente no en Hidden Hills, pero el resto aportaba una onírica y agriasensación de deja vu: el sonido de las ovaciones, salido de los choques entrecuerposalmohadillados,elvientosilbandoporentre losárbolesquesealzabanhaciaelnubladocielo.

Roncaríaelmotor.Elcochese lanzaríahaciadelante,pararía,avanzaría,separaría.Y, luego, losneumáticos rechinaríanal abalanzarsedirectamentecontramí.

Desechélaidea.Yaerahoradequedejasedepensartalesidioteces.Erahoramás que sobrada de que domine mi imaginación. Esto era un coche, nada deChristine,osóloun«PlymouthFury»de1958quehabíasalidodeunacadenademontajedeDetroitjuntamenteconotroscuatrocientosmilmás.

Dioresultado…almenostemporalmente.Sóloparademostrarelpocomiedoqueletenía,mearrodilléymirébajoél.Loquevieramásextraordinarioaúnquela desordenada forma en que el coche estaba siendo reconstruido por arriba.Había tres amortiguadores nuevos «Pleasurer», pero el cuarto era una oscuraruina embadurnada grasa seca que parecía cómo si hubiese estado allí desdesiempre. El tubo de escape era tan nuevo que todavía estaba plateado, pero elsilenciadorparecíabastantevetusoysucabezalseencontrabaenmuymalestado.Mirando, pensando en las emanaciones que podían filtrarse al salir desde allí,acudió de nuevo a mi mente la imagen de Verónica LeBay. Porque lasemanacionesdeltubodeescapepuedenmatar.Pueden…

—¿Quéestáshaciendo,Dennis?Supongoqueestabamás intranquiloaúnde loquecreía,porquemepuseen

piedeunsalto,conelcorazónenlagarganta.EraArnie.Teníaunaexpresiónfríae irritada. ¿Porque estabamirando su coche? ¿Tenía que enfadarle eso?Buenapregunta.Peroestabaenfadado,eraevidente.

—Estabamirandotucacharro—dije,tratandodemostrardespreocupación—.¿DóndeestáLeigh?

—Teníaqueirallavabo—respondió.Susgrisesojosseapartabandemicara—.Dennis,ereselmejoramigoquetengo,elmejoramigoquehetenidojamás.Elotro día, cuando Repperton sacó aquella navaja, tal vez me salvaras de ir alhospital,ylosé.Peronoandesaescondidasmías,Dennis.Nuncahagaseso.

Desde el campo de rugby llegó una tremenda ovación: los «Hillmeneg»

acababan de conseguir el tanto final del partido, cuando quedaban menos detreintasegundosdejuego.

—Nosédequédiabloshablas,Arnie—dije,peromesentíaculpable.Me sentía culpable, igual que como había pasado al haberme presentado a

Leigh,valorándola,deseándolaunpoco:deseandoalachicaque,evidentemente,deseaba élmismo. Pero…, ¿Andar a escondidas suyas? ¿Era eso lo que habíaestadohaciendo?

Supongoqueélpodríahaberloconsideradoasí.Yosabíaquesuirracional…interés,obsesión,comoquieran llamarlo,su irracionalcosaporelcocheera lahabitacióncerradadelacasadenuestraamistad,ellugarenelqueyonopodíaentrarsinprovocartodaclasedeproblemas.Y,aunquenomehabíasorprendidotratandode echar abajo la puerta, simehabía encontrado tratandode observarporelojodelacerradura.

—Creo que sabes exactamente de qué estoy hablando —dijo, y vi confatigadodesalientoquenoestabasólounpocoenfadado,sinofurioso—.Túymispadresme están espiando «pormi propio bien». ¿Verdad? Ellos te enviaron ahusmearalgarajedeDarnell,¿No?

—Eh,Arnie,esperaun…—¿Creías que no me enteraría? No dije nada entonces… porque somos

amigos. Pero no sé, Dennis. Tiene que haber una línea, y creo que la estoytrazando.¿Porquénodejasenpazamicocheydejasdemeterlanarizdondenoteimporta?

—Enprimerlugar—repliqué—,nofuerontuspadres.Fuesólotupadrequienmepidióqueecharaunvistazoa loqueestabashaciendoconelcoche.Ledijequeloharía.Tambiényosentíacuriosidad.Tupadresiempremehacaídobien.¿Quéesloqueteníaquedecir?

—Teníasquehaberlerespondidoqueno.—No lo entiendes. El está de tu parte. Tu madre todavía espera que no

consigas nada: eso es lo que deduje pero Michael espera, realmente, que losaquesadelante.Asílodijo.

—Claro,éltediríaeso—contestócondesprecio—.Enrealidad,loúnicoqueleinteresaescerciorarsedequecontinúomaniatado.Esoesloquerealmentelesinteresaalosdos.Noquierenverquemehagoadulto,porqueentoncestendríanqueenfrentarsealhechodequeellosenvejecen.

—Esoesdemasiadoduro,hombre.—Quizálocreasasí.Quizáselhechodeperteneceraunafamilianormalteha

reblandecidoelcerebro,Dennis.¿Sabiasquemeofrecieronuncochenuevoparami graduación en la escuela superior?No teníamás que renunciar aChristine,sacar sobresaliente en todo y acceder a ir Horlicks…, donde podrían tenermesometidoavigilanciaduranteotroscuatroaños.

Nosupequédecir.Eraunaauténticatorpeza,desdeluego.—Asíqueno temetasenesto,Dennis.Es loúnicoque tepido.Serámejor

paralosdos.—De todos modos, no le dije nada—aduje—. Sólo que estabas haciendo

unascuantascosasaquíyallí.Parecióaliviado.—Si,losupongo.—Yono teníani ideade locercaqueestabadehallarseencondicionesde

circular.Peroaúnlefaltabancosas.Hemiradodebajo,yesecabezaldeltubodeescapeestáhechoundesastre.Esperoqueconduzcasconlasventanillasabiertas.

—¡Nome digas cómo tengo que conducir! ¡Entiendo de cochesmuchomásquetú!

Fueentoncescuandoempecéasentirmeirritadoconél.Nomegustaba—noqueríatenerunadiscusiónconelespecialmenteahoraqueLeighsereuniríadeunmomento a otro con nosotros—, pero pude sentir que algo en mi cerebrocomenzabaaaccionarunoaunotodoslosconmutadoresrojos.

—Estoesprobablementecierto—repuse,dominandolavoz—.Peronoestoyseguro de que sepas gran cosa acerca de las personas.WillDarnell te dio unaviñeta inadecuada: si te cogen, él podría perder su certificado de inspecciónestatal.Tediounaplacadevendedor.¿Porquéhizoesascosas,Arnie?

Porprimeravez,Arnieparecióponersealadefensiva.—Yatelohedicho.Sabequeestoyhaciendoeltrabajo.—Noseastonto.Esetiponoledaríaunamuletaauninválidosinopensara

queibaasacaralgo,ytúlosabes.—Dennis,¿Querrásdejarloenpaz,poramordeDios?—Escucha—dije,dandounpasohaciaél—.Meimportauncarajoquetengas

coche.Loúnicoquequieroesquenotemetasenunlíoporeso.Deveras.Memiró,conairedubitativo.—Quierodecirque,¿Porquéestamosdiscutiendo?¿Porquehemiradodebajo

detucocheyhevistoqueestácolgandoeltubodeescape?Peronoeraesotodoloqueyohabíaestadohaciendo.Ycreoqueamboslosabíamos.Enelcampo,sonólaseñaldefinaldelpartido.Habíaempezadoacaeruna

ligera lloviznaycomenzabaa refrescar.Nosvolvimoshacia el campoyvimoscómo Leigh se acercaba a nosotros, llevando su banderín y el de Arnie. Nossaludóconlamano,yrespondimosalsaludo.

—Dennis,puedocuidarmedemímismo—dijo.—Deacuerdo.Esperoqueseaasí.Sentíprontodeseosdepreguntarlehastaquépuntoestabacomprometidocon

Darnell.Yesaeraunapreguntaqueyonopodíaformular,noharíasinosuscitarunadiscusiónmásagria.SediríancosasqueQuizánuncapudieranremediarse.

—Puedohacerlo—repitió.Tocósucoche,ysesuavizóladuraexpresiónrostro.Experimenteunamezcladealivioydesaliento:vioporque,despuésdetodo,

noíbamosapelearnos,habíamosconseguidoevitardecirnadairreparable,perotambién me parecía que no se había cerrado sólo una habitación de nuestraamistad,sinotodaunaladeledificio.Elhabíarechazadototalyabsolutamenteloque yo tenía que decir y había establecido las condiciones para que nuestraamistadsemantuviera:todoirábienmientrasobrescomoyoquiero.

Que era también la actitud de sus padres, si hubieran podido verla. Perosupongoquetendríaqueaprenderloenalgunaparte.

LlegóLeigh,salpicadosloscabellosderelucientesgotasdelluvia.Teníaelcolorvivo,ylosojoscentelleantesdebuenasaludydeexcitación.Exudabaunaingenuayespontáneasexualidadquemehizosentirmeunpocoaturdido.Ynoesquefueseyoelobjetoprincipaldesuatención,sinoArnie.

—¿Cómohaterminado?—preguntóArnie.—Loshemosaplastado¿Dóndeestabais?—Hablando de coches —repliqué, y Arnie me dirigió una regocijada

mirada…,almenos su sentidodelhumornohabíadesaparecidoconsu sentidocomún.

Y en la forma en que miraba a Leigh pensé que había ciertos motivos deesperanza.Seestabaenamorandodeellahastalascachas.Lacosaibadespacioporelmomento,peronohabíadudadequeacelerarían si lascosasmarchaban

bien.Yyo sentía verdadera curiosidad por saber cómo era que los dos habíanacabado saliendo juntos. El cutis de Arnie había mejorado y su aspecto erabastantebueno,peroconsuaire intelectualysusgafasnoera laclasedechicocon el que uno habría esperado que Leigh Cabot quisiera salir, uno esperaríaverlacolgadadelbrazodelaversiónenescuelasuperiordelpropioApolo.

Estaba saliendo ya la gente del campo, nuestros jugadores y los suyos,nuestroshinchasylossuyos.

—Hablandodecoches—repitióLeigh,contonoburlón.LevantólacarahaciaArnieysonrió.Elcorrespondióconunadébilytierna

sonrisaquemealegró.Consólomirarle,podíaasegurarquesiemprequeLeighlesonrieseasí,Christinequedaríarelegadaalúltimorincóndesumente,convertidaenloquerealmenteera:unmediodetransporte.

Yesomeparecíaestupendo.

18.Enlasgradas

OLord,won'tyoubuymeaMercedes-Benz?MyfriendsalldrivePorsches,Imustmakeamends…

JANISJOPLIN

Durante las dos primeras semanas de octubre vi muchas veces a Arnie yLeigh,primeroapoyadosenelarmariodeéloeldeella,hablandoantesdesonarel timbre, luego, cogidosde lamanoo saliendode la escuela enlazadospor lacintura. Había sucedido. En la jerga de escuela superior, estaban «saliendojuntos». Yo pensaba que era algo más que eso. Yo pensaba que estabanenamorados.

NohabíavistoaChristinedesdeeldíaenqueganamosa«HiddenHills».Alparecer, había vuelto al garaje deDarnell para nuevasmejoras: quizás eso erapartedelacuerdoaqueArniehabía llegadoconDarnellcuandoeste le facilitóaquel día la placa con la viñeta ilegal.No veía al «Fury», pero veíamucho aLeighyArnie…yoíahablarmuchodeellos.Constituíanel temade todos.Loscotilleosenlaescuela.Laschicasqueríansaberquéveíaellaenél,poramordeDios, los chicos, siempremás prácticos y prosaicos, sólo querían saber si miamigohabíaconseguidotirarsela.Amímetraíansincuidadoningunadelasdoscosas,pero,devezencuando,mepreguntabaquepensaríanReginayMichaeldelcasoextremadodelprimeramordesuhijo.

Unlunesdemediadosdeoctubre,Arnieyyoalmorzamosjuntosenlasgradasdel campo de rugby, como habíamos tenido intención de hacer el día en queBuddyReppertonsacólanavaja:efectivamente,Reppertonhabíasidoexpulsadopor eso.AMoochie yDon les habían dado tres días de vacaciones.Ahora seestaban portando bastante bien. Y, entretanto, el equipo de rugby había sidoderrotadodosvecesmás.

Nuestropalmaréseraahorade1-5yPufferhabíavueltoasumirseenunhoscosilencio.

Mi bolsa del almuerzo no estaba tan llena como el día de Repperton y lanavaja, la única virtud que yo podía ver en ir 1-5 era que nos hallábamos tandistanciados de los «Osos de Ridge Rock» (ellos iban 5-0-1) que nos seríaimposiblehacernadaenlaLigaamenosqueelautobúsdesuequiposecayeraporunprecipicio.

Nos sentamos al suave sol de octubre—la época de los fantasmas con sussábanasymáscarasdegomayvestidurasdeWoolworth'sDarthVadernoestabalejos—, mascando y sin hablar gran cosa. Arnie tenía un huevo cocido conespeciasyme lo cambióporunodemisbocadillosde carne.Supongoque lospadressabenmuypocoacercadelasvidassecretasdesushijos.Todosloslunesdesde el primer grado, Regina Cunningham le había puesto a Arnie un huevococidoenlabolsadelalmuerzo,y,aldíasiguientedequeenmicasasehubieracenadocarnefría(loquesolíaocurrirlosdomingos),yosolíatenerunbocadillode carne en lamía.Ahora bien, yo siemprehe detestado la carne fría, yArniesiemprehadetestadoloshuevoscocidosconespecias,aunquenuncalehevistorechazarunohechodecualquierotramanera.Yamenudomehepreguntadoquépensarían nuestras madres si supiesen qué pocos de los centenares de huevoscocidosconespeciasydelasdocenasdebocadillosdecarnefría,quefueronanuestras respectivas bolsas de almuerzo, habían sido realmente comidos poraquelaquienibandestinados.

CogímispastasyArnie cogió suspastillasdepandehigos.Memiróparacerciorarsedequeleestabaobservandoy,luego,semetióseisdeellasalavezenlabocaylasmasticó.Susmejillassehincharongrotescamente.

—Oh,Cristo,¡Québestia!—exclamé.—Ung-ung-guz-ung—respondióArnie.Empecé a hurgarle con los dedos en los costados, donde siempreha tenido

muchascosquillas,gritando:—¡Tiqui-tiqui!¡Mira,Arnie,teestoyhaciendotiqui-tiqui!Arnie se echó a reír, expulsando bolitas de pan de higomasticado. Sé que

debedeparecerrepugnante,peroerarealmentedivertido.—¡Basta,Dennis!—dijoArnie,conlabocatodavíallenadepandehigos.—¿Quéhasdicho?Noentiendotubárbaroidioma.Y seguí hurgándole con los dedos, haciéndole lo que, por alguna razón

perdidaya en la nochede los tiempos, llamábamosdeniños «tiqui-tiqui», y élsiguiócontorsionándose,retorciéndoseyriendo.

Tragoloqueteníaenlabocay,luego,eructó.—Eresunjodidomarrano,Cunningham—expliqué.—Yalosé.Parecía de veras complacido por ello. Probablemente lo estaba —que yo

sepa, nunca se habíametido seis pastillas de pan de higos a la vez delante denadie. Si lo hubiera hecho delante de sus padres,me imagino que a Regina lehabríadadounsoponcioyaMichael,posiblemente,unahemorragiacerebral.

—¿Cuántoeslomásquehashecho?—lepregunté—Unavez,hicedoce—respondió—.Perocreíquemás.

—¿SelohashechoyaaLeigh?—Lo estoy reservando para el concierto-baile—dijo—.Y le haré también

tiqui-tiqui.Reímoslosdos,ycomprendílomuchoqueechabademenosaArnieaveces.

Tenía el rugby, el consejo de estudiantes, una nueva amiga que (esperaba)consentiría ahacermeun trabajitomanual antesdeque terminase la temporada.Teníapocas esperanzasde conseguirquehicieramuchomás, estabademasiadoembelesadaconsigomisma.Sinembargo,eradivertidointentarlo.Y,peseatodo,habíaechadodemenosaArnie.PrimerohabíaestadoChristine;ahora,LeighyChristine.Esperabaqueporeseorden.

—¿Dóndeestáhoy?—pregunté.—Indispuesta—dijo—.Estáconlareglaysupongoqueduelerealmente.Enarqué mentalmente las cejas. Si ella le comentaba sus problemas

femeninos,laverdadesqueestabanadquiriendounagrancamaradería.—¿Cómoesquelainvitasteairalpartidoderugbyaqueldía?—pregunté—

¿EldíaenquejugamosenHidden?

Seechóareír.—Elúnicopartidoderugbyquehevistodesdemisegundocurso.Tedimos

suerte,Dennis.—¿Simplementelallamasteylainvitasteair?—Casino lohago.Era laprimera citaquehe tenido jamás—memiró con

timidez—.Creoquenodormiríamásdedoshoras lanocheanterior.Cuandolallaméyellamedijoque iríaconmigo,empecéasentirmemortalmenteasustadode comportarme como un imbécil, o de que apareciese Buddy Repperton conganasdepeleaoquesucedieraalgunaotracosa.

—Parecíasdominarperfectamentelasituación—¿Sí?—aquello le gustó— Bueno, me alegro. Pero estaba asustado. Ella

hablaba conmigo en los pasillos, ya sabes: me pedía apuntes y cosas así. Seapuntóalclubdeajedrez,aunquenoeramuybuena…,peroestámejorando.Yoleenseño.

«Apuesto a que sí, granuja» pensé, pero no me atreví a decirlo: todavíarecordabalaformaenquehabíareaccionadoaquelmismodíaenHiddenHills.Además, quería oír esto. Sentía bastante curiosidad, cautivar a una chica tanestupendahabíasidounaverdaderahazaña.

—Asíque,alcabodealgúntiempo,empecéapensarquequizásellaestabainteresadaenmí—continuóArnie—.Probablementetardéencaerencuentamásdeloquehabríantardadootros:tiposcomotú,Dennis.

—Claro —repuse—. Yo soy lo que James Brown llamaba «una máquinasexual».

—No,noeresunamáquinasexual,perosabesdechicas—explicócontodaseriedad—.Lasentiendes.Amísiempremehanasustado.Nuncasabíaquédecir.Y sigo sin saberlo, supongo. Leigh es diferente. Me daba miedo invitarla —pareció reflexionar sobre esto—. Quiero decir que es una chica hermosa,realmentehermosa.¿Noteparece,Dennis?

—Sí.Enmiopinión,eslamáshermosadetodalaescuela.Sonrió,complacido.—Amítambiénmeloparece…,perocreíaquetalvezfueseporquelaquiero.Miré ami amigo, esperandoqueno fuera ameterse enmás líosde losque

podíaresolver.Enaquelmomento,desdeluego,noteníaniideadeloquepodíasuponerellío.

—ElcasoesqueundíalesoíhablaraLennyBaronggyNedStroughamenellaboratoriodeQuímica,yNedleestabacontandoaLennyquelahabíainvitadoasalir,yellahabíarehusado,peroamablemente…,comositalvezaceptaraenotraocasiónsivolvieseapedírselo.YmelaimaginésaliendoconNedenprimaverayempecéasentirmedeverasceloso.Esridículo:ellalerechaza,yyomesientoceloso.¿Entiendesloquequierodecir?

Sonreí y asentí.En el campo, lasmajorettes ensayabannuevas evoluciones.Nocreíaqueayudaranmuchoanuestroequipo,peroeraagradableverlas.Enelradiantemediodíasussombrasseencharcabanjuntoasustalonessobrelaverdehierba.

—LaotracosaquemellamólaatenciónfuequeNednoparecíahumillado,niavergonzado…,nirechazado,ninadadeeso.Intentóunacita,lesaliómal,yesofuetodo.Decidíqueyotambiénpodíahacerlo.Perocuandolallaméporteléfonoestaba sudando a chorros.Me la imaginaba riéndosedemíydiciendo algo asícomo: ¿Salir yo contigo mequetrefe? ¡Debes de estar soñando! ¡No estoy tanaparadatodavía!

—Sí—convine—.Nopuedoimaginarporquénolohizo.Mediounjuguetónpuñetazoenelestómago.—¡Ojo,Dennis!¡Teharévomitar!—Noimporta—dije—.Cuéntameelresto.Seencogiódehombros.—Nohaymuchomásquecontar.Cogióelteléfonosumadreydijoqueibaa

llamarla.Oíelruidodelaparatoalserdejadosobrelamesa,yestuveapuntodecolgar—Arnielevantódosdedosapenasseparadospormediocentímetro—.Nomefaltóniesto.Palabra.

—Conozcolasensación—dije,yeracierto.Esoespor loque temeuno la risa, imaginaeldesprecioenmayoromenor

grado,seauno jugadorde rugbyouncuatroojos llenodegranos,peronocreoquepuedacomprenderelgradoenqueArniedebiódesentirla.Loqueélhabíahechohabíarequeridounvalorextraordinario.Unacitaesunacosamínima,peroennuestrasociedadhaytodaunaseriedefuerzasarremolinadastrasesesimpleconcepto:quierodecirquehaychicosquepasanportodalaescuelasuperiorsinreunirnuncaelvalorsuficienteparapedirleunacitaaunachica.Nunca,niunasola vez, en los cuatro años. Y eso no uno ni dos,montones de chicos. Y hay

montonesdechicastristesquenosoninvitadasnunca.Esunapiojosamaneradedirigirlascosas,siseparaunoapensarenello.Resultalastimadamuchagente.Podía imaginar oscuramente el puro terror que debía de haber sentido Arniemientras esperaba a que Leigh se pusiera al teléfono, la sensación de aterradoasombro ante la idea de que no se proponía invitar sólo a una chica, sino a lachicamásguapadelaescuela.

—Por fin se puso—continuóArnie—.Dijo: «¿Qué hay?», y, oye, no pudearticularpalabra.Lointenté,ynomesaliómásqueunsoplodeaire.Asíqueelladijo:«¿Quéhay?¿Quiénes?»,Comosi se tratasedealgunabroma,yasabes,ypensé:«Estoesridículo.Sipuedohablarconellaenelpasillo,puedohablarletambiénenelmaldito teléfono, todo loquepuededeciresqueno,quierodecirquenopuedematarmeninadasilepidounacita.Asíelladijo,hola,ybla-bla-bla,yestoy lootroyaquelloyentoncesmedicuentadequenisiquierasabíaadóndediablosqueríainvitarlaynosestábamosquedandosincosasquedecir,ynotardaríaencolgar.Asíquelainvitéaloprimeroquesemeocurrióyledijeaver si querría ir el sábado al partidode rugby.Ella dijo que le encantaría, asícomosuena,comosihubieseestadoesperandoquelainvitase,¿Sabes?

—Probablementeloestaba.—Sí,quizá.Arniereflexionósobreello,admirado.Sonóel timbre, loquesignificabaque faltabancincominutospara laquinta

clase. Arnie y yo nos levantamos. Lasmajorettes salieron trotando del campo,haciendoondearairosamentesusfalditas.

Bajamos de las gradas, tiramos nuestras bolsas de almuerzo a uno de loscubos de basura pintados con los colores de la escuela—naranja y negro—yechamosaandarhacialaescuela.

Arnie continuaba sonriendo, recordando cómo había resultado aquellaprimeravezconLeigh.

—Silainvitéairalpartidofueporpuradesesperación.—Muchas gracias —repliqué—. ESO es lo que saco con volcar todo mi

esfuerzolossábadosporlatarde,¿Eh?—Yasabesloquequierodecir.Luego,cuandoelladijoquesí,quevendría,

tuveesahorribleideaytellamé…¿Recuerdas?Recordédepronto.Mehabía llamadoparapreguntarmesielpartidoeraen

casaofuerayhabíaparecidoabsurdamenteconsternadocuandoledijequeeraenHiddenHills.

—Demodoqueasíestabanlascosas.Tengounacitaconlachicamásguapade la escuela, estoy loco por ella, y resulta que el partido se juega fuera ymicocheestáenelgarajedeWill.

—Podíashaberidoenelautobús.—Esoloséahora,peronolosabíaentonces.Nosabíaquedejaríadeirtanta

gentealospartidossielequipoempezabaaperder.—Nomelorecuerdes—manifesté.—AsíquerecurríaWill.SabíaqueChristinepodíahacerelviaje,perono

habíamaneradeconseguirlalicenciadecirculación.Estabadesesperado.¿Hastaquépuntodesesperado?—mepreguntéfríaysúbitamente.—Yélmeechóunamano.Dijoquecomprendíaloimportantequeera,ysi…Hizounapausa,yparecióreflexionar.—Yesaeslahistoria—terminódesganadamente.—Ysi…Peroesonoeracosamía.Vigílale,habíadichomipadre.Estábamoscruzandoahoraelfumadero,desiertoaexcepcióndetreschicosy

dos chicas que terminaban apresuradamente un porro. El evocador olor de lamarihuanatansimilaralaromadehojasdeotoñoquemándoselentamente,semeintrodujoenlanariz.

—¿HasvistoaBuddyRepperton?—pregunté.—No—repuso—.Niganas.¿Ytú?Yolehabíavistounavez,rondandoporla«HappyGas»deVandenberg,una

estacióndeservicioenlacarretera22,enMonroeville.ErapropiedaddelpadredeDonVandenberg,yhabíaestadoapuntodequebrardespuésdelembargoárabesobreelpetróleoen1973.Buddymehabíavisto,yopasabadelargo.

—Peronocomoparahablarconél.—¿Quieresdecirquepuedehablar?—exclamóArnieconundesdénqueno

erapropiodeél—¿Esecagón?Mesobresalté.Otravezaquellapalabra.Penséenello,mearmédevaloryle

preguntédedóndehabíasacadoesaexpresión.Me miró pensativo. Sonó de pronto el segundo timbre emergiendo

estrepitosamentedelcostadodeledificio.Íbamosallegartardeaclase,peroenaquellosmomentosnomeimportabalomásmínimo.

—¿Recuerdaseldíaenquecompréelcoche?—preguntó—Noeldíaenquedepositélaseña,sinoeldíaenquelocomprérealmente.

—Claro.—EntréconLeBayenlacasamientrastútequedabasafuera.Teníaunacocina

pequeñita,conunmantelacuadrosrojosyblancosenlamesa.Nossentamosymeofrecióunacerveza.Penséqueseríamejorquelatomase.Ydeseabarealmenteelcoche y no quería ofenderle, ya sabes. Así que nos tomamos cada uno unacerveza,yélcontinuódivagando:desvariandoacercadecómotodosloscagonesestabancontraél.Erasupalabra,Dennis.Loscagones.Dijoqueeranloscagonesquienesleobligabanavendersucoche.

—¿Aquéserefería?—Supongoquesereferíaaqueerademasiadoviejoparaconducir,peroélno

lodijoasí.Todoeraculpade los.De loscagones.Loscagonesqueríanquesesometieseaunexamendeconducircadadosañosyaunreconocimientomédicodelavistacadaaño.Eraestereconocimientoloquelepreocupaba.Ydijoquenoqueríanquecirculase…,nadiequería.Asíquealguien tiróunapiedracontraelcoche.Todoesoloentiendo.Peronoentiendoporqué…

Arnie se detuvo en el umbral, olvidando que ya íbamos retrasados para elcomienzodelaclase.Teníalasmanosmetidasenlosbolsillosposterioresdesuspantalonesvaquerosyhabíafruncidoelceño.

—NoentiendoporquédejóqueChristine seecharaaperderdeesemodo,Dennis. El estado en que se encontraba cuando yo la compré.Hablaba de ellacomosirealmentelaamase:yaséquetúpensabasqueerasólopartesutácticaparavender,peronoesciertoy,casialfinal,cuandoestabacontandoeldinero,gruñó:«Esejodidocoche.Quemeahorquensiséporquéloquieres,muchacho.Eselasdeespadas.»Yyodijequecreíaquepodíaarreglarloydejarlobastantebien.Yélreplicó:«Todoesoymás.Siloscagonestedejan.»

Entramos. Mr. Leheureux, el profesor de francés, iba apresuradamente aalgunaparte,reluciendosucalvabajolaslucesfluorescentes.

—Vaisretrasadosya—explicó,convozpreocupada,elmerecordóalconejoblancodeAliciaenelPaísdelasMaravillas.

Aceleramoselpasohastaqueseperdiódevistayluegovolvimosaaflojarlo.

Arniesiguió:—Cuando Buddy Repperton me atacó de aquella manera, estaba realmente

asustado—bajólavoz,sonrienteperoserio—.Casimemeoenlospantalones,siquieres que te diga la verdad. De todos modos, supongo que he utilizado sindarme cuenta la palabra deLeBay. En caso deRepperton es adecuada, ¿No teparece?

—Sí.—Tengo que irme —concluyó Arnie—. Cálculo y, luego, Mecánica del

AutomóvilIII.Detodasformas,creoqueconChristineheaprendidoyatodoelcurso.

Se alejó apresuradamente y yo permanecí unos momentos en el pasillo,mirándole.Los lunes, teníaestudioconMissRataPacadurante laclasesextaypensaba que podría escabullirme por la trasera sin ser advertido, ya lo habíahechoenotrasocasiones.Además, losveteranos suelen salir conbien en estoscasos,comoestabaaprendiendoconrapidez.

Permanecí allí, tratando de ahuyentar una sensación de pánico que nuncavolvería a ser tan amorfa o inconcreta. Algo marchaba mal, había algodiscordante,algoquenoencajaba.Sentíunescalofríoquenielbrillantesoldeoctubre que se derramabapor todas las ventanas de las escuelas superiores detodoelmundopodíaaliviar.Lascosaserancomolohabíansidosiempre,peroestabandisponiéndoseacambiar:Losentía.

Permanecíallí tratandoderecuperarme, intentandodecirmeamímismoqueel escalofrío no era más que mi temor por mi propio futuro y que ese era elcambioquemeinquietaba.Quizásesofuerapartedelacosa.Peronoeratodalacosa.Esejodidocoche.«Quemeahorquensiséporquéloquieres,muchacho.Esel as de espadas.» Vi a Mr. Leheureux que volvía del despacho y empecé amoverme.

Yo creo que todo el mundo tiene en la cabeza una especie de pala, y enmomentosdetensiónodeinquietudpuedeaccionarlay,simplemente,arrojartodoporlagrangrietaqueseabreenelsuelodesumenteconsciente.Deshacersedeello. Enterrarlo. Salvo que esa grieta va a dar al subconsciente y, a veces, ensueños, los cadáveres se levantan y andan. Esa noche, volví a soñar con

Christine,estavezconArniesentadoalvolante,balanceándoseobscenamenteelcadáverputrefactodeRolandD.LeBayenelasientoderechomientraselcocheseabalanzabacontramídesdeelgaraje,prendiéndomeen lossalvajescírculosdesusfaros.

Despertéconlaalmohadaapretadacontralabocaparasofocarmisgritos.

19.Elaccidente

Tachitup,tachitup,Buddy,gonnashutyoudown.

THEBEACHBOYS

Esa fue la última vez que hablé conArnie—que realmente hablé con él—hastaelDíadeAccióndeGracias,porqueelsábadosiguientefueeldíaquemelesioné.Eraeldíaenquejugábamosdenuevocontralos«Osos»deRidgeRock,y esta vez perdimospor el tanteo, verdaderamente espectacular, de 40-3.Pero,haciaelfinaldelpartido,yoyanoestabaenelcampo.Cuandofaltabanunossieteminutosparaterminarlaprimeramitad,meadelanté,recibíunpase,echéacorreryfuisimultáneamenteembestidoportresdefensasdelos«Osos».Fueuninstantededolorterrible:unacegadorallamarada,comosihubierasidosorprendidoenelpuntocerodeunaexplosiónnuclear.Luego,todofuerontinieblas.

Lastinieblassemantuvierondurantelargotiempo,aunqueamínomepareciómuylargo.Estuveinconscienteduranteunascincuentahorasy,cuandodesperté,alatardecer del lunes, 23 de octubre,me encontraba en elHospitalMunicipal deLibertyville. Mis padres estaban allí. También Ellie, pálida y fatigada. teníaprofundasojeras,ymesentíabsurdamenteconmovido,habíaencontradomotivosparallorarpormípeseatodosloscaramelosqueyolehabíabirladodespuésdehaberseidoalacama,peseaaquellavez,cuandoteníadoceaños,enquelehabíadado una bolsita de «Vigoro» después de que se hubiera pasado una semana

mirándosedecostadoenelespejoconsucamisetamásajustadaparapoderversile aumentaba el volumen de los pechos (se había echado a llorar, ymimadrehabíaestadomuyenfadadaconmigodurantecasidossemanas),peseatodaslasbromasyfaenasquelehabíaestadohaciendoennuestrosjuegos.

Arnienoestabaallícuandodesperté,peronotardóenunirseamifamilia,élyLeighhabíanpermanecidoenlasaladeespera.EsanocheaparecieronmistíosdeAlbarneyelrestodelasemanafueuncontinuodesfiledefamiliaresyamigos:sepresentótodoelequipoderugby,incluidoelentrenadorPuffer,queparecíahaberenvejecidounosveinte años.Supongoquehabíadescubiertoque existían cosaspeoresqueunatemporadadederrotas.Pufferfueelquemediolanoticiadequenopodríavolverajugaralrugby,ynoséquéesperaba,porlatensaexpresióndesurostro,algoasícomoquemeechaseallorar,oquizáquemedieseunataquedehisteria.Peronotuveningunareacciónespecial,niinteriorniexteriormente.Mebastabaconestarvivoysaberqueacabaríavolviendoaandar.

Si hubiese sido golpeado sólo una vez, lo más seguro es que me hubieraincorporadodeunsaltoyhubieseseguidojugando.Peroelcuerpohumanonoestáhechopara ser embestidodesde tres ángulosdiferentes almismo tiempo.Teníalasdospiernasrotas,laizquierdapordossitios.Elbrazosemehabíaquedadodoblado a la espalda al caer, yme había fracturado parcialmente el antebrazo.Perotodoesonoeraenrealidadmásquelaguindadelpastel.Tambiénmehabíafracturado el cráneo y sufrido lo que el médico encargado de mi caso seguíallamando «un accidente espinal inferior», lo que parecía significar que habíaestadoenuntrisdequedarmeparalíticodecinturaparaabajoduranteelrestodemivida.

Recibímuchasvisitas,muchasflores,muchastarjetas.Todoelloera, enalgunosaspectos,muyagradable…,comoestarvivopara

ayudaracelebrarelpropiovelatorio.Perotambiéntuvemuchodolorymuchasnochesdenopoderdormir,teníaun

brazosuspendidosobreelcuerpopormediodepesasypoleas,aligualqueunapierna (ambosmiembrosparecíanpicarmecontinuamentebajo lasescayolas),yunmoldetemporal—quesellama«moldedepresión»—entornoalapartebajade la espalda.También,naturalmente, tenía antemí laperspectivadeuna largaestanciaenelhospitalydecontinuosviajesensilladeruedasaesacámaradeloshorrorestaninocentementedenominadaSaladeRehabilitación.

Oh,yotracosa:teníamuchotiempo.Leíaelperiódico,hacíapreguntasamisvisitantes,y,enmásdeunaocasión,

segúnpasabaeltiempoymissospechascomenzabanadesbocarse,mepreguntéamímismosinoestaríaperdiendolarazón.

Estuve en el hospital hasta Navidad y, para cuando volví a casa, missospechashabíanadquiridocasisuformafinal.Encontrabacadavezmásdifícilnegaresamonstruosaforma,ysabíaperfectamentebienquenoestabaperdiendola razón. En cierto modo, habría sido mejor—más confortable— que hubierapodido creerlo. Para entonces, estaba terriblemente asustado, ymás quemedioenamoradotambiéndelachicademimejoramigo.

Tiempoparapensar…,demasiadotiempo.Tiempo para llamarme amímismo cien cosas por lo que estaba pensando

respectoaLeigh.TiempoparamiraraltechodemihabitaciónydesearnohaberconocidojamásaArnieCunningham,niaLeighCabot,niaChristine.

SegundaParteARNIE,CANCIONESDEAMORADOLESCENTE

20.Lasegundadiscusión

TheDealercametomeandsaid,«TradeinyourFo'd,AndI'llputyouinacarthat'llEatuptheroad!JustteltmewhatyouwantandSignthatline,I'llhaveitbroughtdowntoyouInanhour'stime.»I'mgonnagetmeacarAndI'llbeheadedondowntheroadThenIwon'thavetoworryaboutThatbroken-down,raggedFord.

CHUCKBERRY

El«Plymouth»1958deArnieCunninghamobtuvolicenciadecirculaciónenla tarde del uno de noviembre de 1978 El muchacho culminó el proceso, quehabíaempezadorealmentelanocheenqueélyDennisGuildercambiaronaquelprimer neumático pinchado, pagando un impuesto de 8,50 dólares, una tasamunicipal de circulación de dos dólares (que le permitía también elestacionamientogratuitoenlosparquímetrosdelcentrourbano)yunosderechosdematriculacióndequincedólares.En laOficinadeTráficodeMonroeville le

fueentregadalaplacadematriculadePensilvaniaHY-6241-J.RegresódelaOficinadeTráficoenuncochequehabíaprestadoWillDarnell

ysaliódelgarajedeautoservicio«Darnell's»alvolantedeChristine.Arnie lallevócasa.

SuspadresregresarondelaUniversidadHorlickscosadeunahoradespués.Lapeleacomenzócasienseguida.—¿Lohabéisvisto?—preguntóArnie,dirigiéndosealosdos,peroquizásun

pocomásasupadre—.Lohematriculadoestamismatarde.Estaba orgulloso, tenía razones para estarlo.Christine había sido lavada y

pulida,y relucíaa ladébil luzdeatardecerotoñal.Aún lequedabaunpocodeherrumbre,peropresentabaunaspectomilvecesmejorqueeldíaenqueArnielahabíacomprado.Lacarroceríay lacapotaestabanimpecables.El interior teníaunaspectoflamante.Relucíanloscristalesyloscromados.

—Sí,yo…—empezóMichael.—Claro que lo hemos visto —exclamó Regina. Estaba revolviendo una

bebida enunvaso«Waterford» con furiosos círculos en sentido contrario a lasagujas del reloj—.Casi nos chocamos con él.No quiero verlo aparcado aquí.Estopareceundepósitodecochesusados.

—¡Mamá!—exclamóArnie,atónitoydolido.MiróaMichael,peroMichaelhabíasalidodelahabitaciónparaprepararse

éltambiénunabebida.Quizáshabíadecididoquelaibaanecesitar.—Asíes—dijoReginaCunningham.Tenía lacaraunpocomáspálidaquedecostumbre,el rojodesusmejillas

destacabacasicomoelmaquillajedeunpayaso.Ingiriólamitaddesutónicaconginebra,haciendounamuecacomositomaraunamedicinadesagradable.

—Llévaloadondelotenías.Noquieroqueestéaquí,ynotoleraréqueestéaquí,Arnie.Esdefinitivo.

—¿Llevarlo? —exclamó Arnie, furioso ahora, además de dolido—Estupendo,¿No?¡Meestácostandoveintepavossemanales!

—Teestácostandomuchomásqueeso—repusoRegina.Apurósubebidaydejóelvasosobrelamesa.Sevolvióparamirarle—.Elotrodíaechéunvistazoatulibretadeahorros…

—¿Quéhiciste?AArnieseledesorbitaronlosojos.

Sumadreenrojecióunpoco,peronobajólavista.VolvióMichaelysedetuvoenelumbral,mirandoconconsternaciónasumujeryasuhijo.

—Queríasabercuántohabíasestadogastandoenesemalditocoche—explicó—.¿Quétienedeextraño?ElañoquevienetienesqueiralaUniversidad.Queyosepa,laUniversidadnoesgratuitaenPensilvania.

—¿Asíqueentrasteenmihabitaciónytepusistearebuscarhastaencontrarmilibreta de ahorros? —preguntó Arnie. Sus grises ojos tenían una expresiónencolerizada—Quizá buscabas tambiénmarihuana. O novelas verdes. O quizámanchasdecorridasenlassábanas.

Reginalemiróboquiabierta.Talvezesperabaverledolidoeirritado,peronotanabsolutaeinconteniblementefurioso.

—¡Arnie!—rugióMichael.—Bueno,¿Porquéno?—replicóArnie—¡Creíaqueeraasuntomío! ¡Bien

sabe Dios cuánto tiempo os habáis pasado diciéndome los dos que eraresponsabilidadexclusivamía!

—Mesientomuydecepcionadaaloírtedecireso,Arnold—repusoRegina—.Decepcionadaydolida.Teestáscomportandocomo…

—¡Nome digas cómome estoy comportando! ¿Cómo crees queme siento?Mematoatrabajarparaponeraestecocheencondiciones…,másdedosmesesymedioheestado trabajandoenél,ycuando lo traigoacasa loprimeroquemedicesesquemelollevedeaquí.¿Cómoquieresquemesienta?¿Contento?

—Nodebeshablara tumadreenese tono—pidióMichael.Apesarde laspalabras, el tono era de desmanada conciliación—. Ni utilizar esa clase delenguaje.

Reginaalargóelvasoasumarido.—Prepárameotro.Hayunabotelladeginebraenteraenladespensa.—Quédate,papá—dijoArnie—.Porfavor.Aclaremosesto.MichaelCunninghammiróasumujer, luegoasuhijoyotravezasumujer.

VioenambosunaimplacabledurezaSeretiróalacocina,conelvasodesumujerenlamano.

Reginasevolvióceñudamentehaciasuhijo.Lacuñaestabaenlapuertadesdeelverano,Quizáveíaahoralaúltimaoportunidaddeeliminarla.

—EnjulioteníascasicuatromildólaresenelBanco—dijo—.Casilastrescuartaspartesdetodoeldineroquehasganadodesdeelnovenogrado,máslos

intereses…—Oh, le has estado siguiendo la pista, ¿Eh?—exclamóArnie. Se sentó de

pronto,mirandoasumadre.Sutonoeradedisgustadasorpresa—Mamá…,¿Porquénocogistetodoelmalditodineroylopusisteenunacuentaatunombre?

—Porquehastahacepoco—siguióella—parecíascomprenderparaquéeraeldinero.Durantelosdosúltimosmesestodohasidocoche,coche,coche,y,másrecientemente, chica, chica, chica. Es como si hubieras perdido la razón porambascosas.

—Bueno, gracias. Siempre puede serme útil una opinión desprovista deprejuiciossobrelaformaenqueconduzcomipropiavida.

—En julio tenías casi cuatromil dólares.Para tu educación,Arnie.Para tueducación. Ahora tienes poco más de dos mil ochocientos. Puedes seguirderrochando todo lo que quieras, y reconozco que duele un poco, pero es unhecho.Hasgastadomildoscientosdólaresendosmeses.Quizáporesonoquieroniveresecoche.Deberíascomprenderlo.Amímeparececomo…

—Escucha…—…comoungranbilletededólarvolandoporlosaires.—¿Puedodecirteunpardecosas?—No,creoqueno,Arnie—dijo,contonoterminante—.Realmente,creoque

no.Michaelhabíavueltoconsuvaso,mediollenodeginebra.Agregótónicaenel

ybebió,haciendodenuevoaquellamuecadedisgusto.Arniesehallabasentadoenlasillapróximaaltelevisor,mirándolapensativamente.

—¿Tú das clases en la Universidad? —preguntó— ¿Das clases en laUniversidad y es esa tu actitud? «He dicho. Los demás podéis callaros.»Estupendo.Losientoportusalumnos.

—Andateconojo,Arnie—amenazó,apuntándoleconeldedo—.ándateconojo.

—¿Puedodecirteunpardecosas,ono?—Adelante.Peroseráigual.Michaelcarraspeó.—Reg,creoqueArnietienerazón,esanoesunaactitudconstructi…Reginasevolvióhaciaélcomounatigresa.—¡Cállatetútambién!

Michaelretrocedió.—Laprimeracosaesesta—empezóArnie—.Siexaminasteconunpocode

atenciónmilibretadeahorros,yestoysegurodequelohiciste,tedaríascuentadequemi saldo llegóa supuntomásbajodedosmildoscientosdólaresen laprimera semana de setiembre. Tuve que reponer toda la parte delantera deChristine.

—Hablascomosiestuvierasorgullosodeello—replicóella,airadamente.—Loestoy—lamiróconfijezaalosojos—.Hiceesetrabajoyomismo,sin

ayudadenadie.Ylohicerealmentebien.No…—selequebrómomentáneamentelavozyluegorecobrósufirmeza—nopodríasdistinguirlodeloriginal.Peroloque quiero decir es que el saldo ha vuelto a subir seiscientos dólares desdeentonces. Porque aWillDarnell le ha gustadomi trabajo ymeha tomado a suservicio. Si puedo añadir seiscientos dólares más cada dos meses…, y quizálogreahorrarmássimeempleaenlacompradecochesusadosenAlbany,habrácuatromilseiscientosdólaresenmi libretaparacuandoacabeelcurso.Ysielveranoqueviene trabajoa jornadacompleta,empezaré laUniversidadconcasisietemildólares.Ytodoesograciasalcochequetantoodias.

—Eso no te servirá de nada si no puedes entrar en una buena escuela—replicó ella, cambiando hábilmente de terreno, como hacía en las reuniones decomité de su departamento cuando alguien se atrevía a disentir de susopiniones…, lo cual no era frecuente. No admitía el argumento, simplemente,pasabaaotrascosas—.Tusnotashanbajado.

—Nolobastantecomoparaqueimporte—repusoArnie.—¿Quéquieresdecir conno lobastante?, ¡TienesundeficienteenCálculo!

¡Lasemanapasadarecibimosunatarjetaroja!Las tarjetas rojas, conocidas a veces como «tarjetas de rescate» por los

estudiantes, eran entregadas hacia la mitad del período de evaluación a losalumnos que habían sacado una nota media de 75 o menos durante las cincoprimerassemanasdeltrimestre.

—Eso fue por un solo examen —explicó con calma Arnie—. El señorFenderson es famoso por poner tan pocos exámenes en la primeramitad de untrimestrequepuedeunosacarunatarjetarojaconunsuspensosólopornohaberentendido un concepto básico, y acabar con un sobresaliente por toda laevaluación. Cosa que te habría explicado sime lo hubieses preguntado.No lo

hiciste. Además, es sólo la tercera tarjeta roja que saco desde que empecé laescuelasuperior.Mipromediosiguesiendo93,ytúsabeslobuenoqueeseso…

—Bajar—exclamóellaconvozestridente,yavanzóunpasohaciaél—.¡Esesa maldita obsesión con el coche! Tiene una amiga, me parece estupendo,maravilloso,soberbio.¡Peroesodelcocheesabsurdo!HastaDennisdice…

Arnie se puso en pie, tan rápidamente y tan cerca de ella, que Reginaretrocedióunpaso,sorprendida,momentáneamentealmenos,porsucólera.

—DejaaDennisfueradetodoesto—pidió,convozsuaveperonoporesomenosamenazadora—.Estoesunasuntoentrenosotros.

—Estábien—convinoella,cambiandonuevamentedetercio—.Elhechoesque tus notas van bajando. Yo lo sé, y lo sabe tu padre, y esa tarjeta roja enMatemáticasesunindicio.

ArniesonrióconfiadoyReginaparecióponersealadefensiva.—Bien—siguió—.Vamosahacerunacosa.Déjametenerelcocheaquíhasta

queterminelaevaluación.Sisacounasolanotamásbajadenotable,selovendoaDarnell. El lo comprará sabe que podría conseguir uno de los grandes en elestadoenqueseencuentraahora.Suvalornopuededejardesubir.

Arniereflexionóunosmomentos.—Tepropongoalgomejor.Sinofiguroenelcuadrodehonordelsemestre,

medeshagotambiéndeél.EsosignificaquemeapuestoelcocheaquesacocasisobresalienteenCálculo,nosóloeneltrimestre,sinoenelsemestreentero.¿Quédices?

—No—respondiódeinmediatoRegina.Lanzó unamirada de advertencia a sumarido: Quédate al margen de esto.

Michael,quehabíaabiertolaboca,lacerróalinstante.—¿Porquéno?—preguntóArnie,conengañosasuavidad.—¡Porqueesunatrampa,ytúlosabes!—gritóRegina,totalmentedesbocada

su furia— ¡Y no pienso seguir aguantando tus insolencias! ¡Yo…, yo te hecambiadolospañales!Tehedichoquelosaquesdeaquí,quelollevesadondequieras,peronolodejesdondeyotengaqueverlo.¡Ynosehablemás!

—¿Quéopinastú,papá?—preguntóArnie,desplazandosumirada.Michaelabriódenuevolabocaparahablar.—Elopinalomismoqueyo—interrumpióRegina.Arnie le miró de nuevo. Sus ojos, con la misma tonalidad de gris, se

encontraron.—Noimportaloqueyodiga,¿Verdad?—Creoquelacosahaidoyademasiadolejos…Empezó a volverse, con expresión todavía resuelta y ojos extrañamente

confusos.Arnielacogiódelbrazo.—Noimporta,¿Verdad?Porquecuandohastomadounadecisiónsobrealgo,

noves,nooyes,nopiensas.—¡Basta,Arnie!gritóMichael.ArnieobservóaRegina,yReginaleobservóaél.Susojoserangélidos.—Tediréporquénoquieresverlo—dijoél,conaquellamismavozsuave—.

Noeseldinero,porqueelcochemeponeencontactoconuntrabajoenelquesoybuenoyacabaráhaciéndomeganardinero.Túlosabes.Tampocosonmisnotas.No son peores que antes. También lo sabes, es porque no puedes soportar notenermedominado,comotienesa tudepartamento,comole tienesaél—señalóconelpulgaraMichael,queselasarreglóparaparecerencolerizadoyculpableydesdichadoalmismotiempo—.Comosiempremehastenidoamí.

Arnie presentaba ahora un rostro congestionado y los puños cerrados a loscostados.

—Todas esas historias sobre que la familia decidía en común las cosas,discutíaencomúnlascosas,realizabaencomúnlascosas.Peroelhechoesquesiempre fuiste tú quien elegía mis ropas para la escuela, mis zapatos para laescuela,conquiéndebíajugaryconquiénnopodíahacerlo,túdecidíasadóndeíbamosairdevacaciones,túdecidíascuándocambiardecocheycuálcomprar.Yestaeslaúnicacosaquenopuedesmanejar,ytejode,¿Verdad?

Reginaleabofeteóenlacara.Sonócomounpistoletazoenelcuartodeestar.Ahora,habíacaídoelcrepúsculoypasaban,borrosos,loscoches,susencendidosfarossemejantesaamarillentosojos.ChristineestabaenelasfaltadocaminodelosCunninghamcomoanteshabíaestadoenelcéspeddeRolandD.LeBay,peroofreciendounaspectoconsiderablementemejor:parecíafría,indiferente,muyporencimadeaquelladesagradablepeleafamiliar.

Quizáshabíaprogresadoenstatussocial.Bruscamente, sorprendentemente, Regina Cunningham se echó a llorar. Era

esteunfenómenoanálogoaldelalluviaeneldesierto,queArniesólohabíavisto

cuatroocincovecesentodasuvida…,yenningunadelasotrasocasioneshabíasidoéllacausadelaslágrimas.

Suslágrimaseranaterradoras,dijomástardeaDennis,porelsimplehechode que estaban allí. Eso era suficiente, pero habíamás: las lágrimas la hacíanparecerviejadegolpe,comosiencuestióndesegundoshubierapasadode loscuarentaycincoalossesentaaños.Elpenetrantebrillogrisdesumiradasetornóborrosoydébily,depronto,laslágrimaslecorríanporlasmejillas,surcandosumaquillaje.

Extendiólamanosobrelarepisadelachimeneaparacogerelvaso,pero,enlugardeello,loempujóconlasyemasdelosdedos.Cayóenelhogarysehizoañicos.Cayóunaespeciedeincrédulosilencio,unaestupefacciónporelhechodequelascosashubieranpodidollegartanlejos.Yaunatravésdeladebilidaddelaslágrimas,consiguiódecir:

—Noquierotenerloennuestrogarajenidelantedeestacasa,Arnie.—Tampocoyoquierotenerloaquí,madre—respondióél,confrialdad.Echóaandarhacialapuerta,sevolvióylesmiróalosdos.—Gracias.Porsertancomprensivos.Muchasgraciasalosdos.Salió.

21.ArnieyMichael

Eversinceyou'vebeengoneIwalkaroundwithsunglassesonButIknowIwillbejustfineAslongasIcanmakemyjetblackCaddyshine.

MOONMARTIN

Michael alcanzó aArnie cuando ya estaba junto aChristine. Le apoyó unamanoenelhombro.Arniesesoltóycontinuóbuscandolasllaves.

—Arnie.Porfavor.Arniesevolvióconrapidez.Porunmomento,parecióapuntodehacermás

intensa laoscuridadde lanochegolpeandoa supadre.Luego, la tensiónde sucuerposerelajóunpocoyseapoyóenelcoche,tocándoloconlamanoizquierda,acariciándolo,pareciendoextraerfuerzadeél.

—Estábien—dijo—.¿Quéquieres?Michaelabriólabocay,luego,pareciónosaberquédecir.Unaexpresiónde

desvalimiento—habría resultado graciosa si no hubiera sido tan terrible— seextendióporsucara.Parecíahaberenvejecido,habersevueltogrisymacilento.

—Arnie—empezó,comosiforzaralaspalabrasasalir,venciendoelpesodeunaresistenteinercia—.Arnie,losientomucho.

—Ya—repusoArnie;sevolvióyabriólapuertadelladodelconductor.Se

extendió un agradable olor a coche bien cuidado—.Me he dado cuenta por laformaenquemehasapoyado.

—Porfavor.Estoesduroparami,másdurodeloqueimaginas.Algo en su voz le hizo a Arnie volverse. Los ojos de su padre tenían una

miradadedesesperacióneinfelicidad.—Nohedichoquequisieraapoyarte—explicóMichael—.Tambiénaellala

comprendo.Hevistocómolapresionabas,decididoasalirtecon la tuyaa todacosta…

Arnierióroncamente.—Enotraspalabras,igualqueella.—Tu madre, Arnie, está atravesando la menopausia —dijo, en voz baja,

Michael—.Leestáresultandoenextremodifícil.Arnieparpadeó,nomuyseguroalprincipiodeloquehabíaoído.Eracomosi

supadre lehubieradichodeprontoalgoenchino,parecíadel todo irrelevanteconloqueestabahablando.

—¿Qué?—Laretirada.Estáasustada,ybebemucho,yavecestienedolores.Nocon

frecuencia—dijo,alverlaalarmadaexpresióndeArnie—.Yahaidoalmédico,ysóloeslamenopausia.Peroseencuentramuyagitadaemocionalmente.Túeressuúnicohijo,y,talcomoestá,loúnicoqueveesquequierequelascosasruedenbienparati,cuesteloquecueste.

—Loquequiereesquelascosasruedenasumanera.Yesonoesnadanuevo.Siemprelohaquerido.

—Es evidente que ella piensa que lo bueno para ti es aquello que ellaconsidera bueno—siguió Michael—. Pero, ¿Qué te hace suponer que tú eresdiferente?¿Omejor?Haceunosmomentos,queríasimponerte,yellalosabía.Yyotambién.

—Ellaloempezó…—No, loempezaste túal traerelcocheacasa.Sabías loqueellasentía.Y

tienerazónenotracosa.Hascambiado.Desdeaquelprimerdíaenquevinisteacasa conDennis y dijiste que habías comprado un coche, entonces fue cuandoempezó. ¿Crees que eso no la ha trastornado? ¿Y amí también? ¿Ver a tu hijoexhibiendorasgosdepersonalidadquenisiquierasabíasqueexistían?

—¡Eh,vamos,papá!Esoesunpoco…

—Apenas si te vemos, siempre estás trabajando en tu coche, o por ahí conLeigh.

—Estásempezandoahablarcomoella.Michaelsonriódepronto,peroeraunasonrisatriste.—Te equivocas en eso. Te equivocas tanto como puedes equivocarte. Ella

hablacomoellamisma,y túhablascomoella,perosóloyohablocomoel tipoencargadodealgunaestúpidafuerzapacificadoradelaONUqueestáapuntodeirseapique.

Arnie se aplacó un poco, su mano había encontrado de nuevo el coche yempezóaacariciarlo,acariciarlo.

—Estábien—repuso—.Creoqueentiendo loquequieresdecir.Noséporquétienesquedejarlaquetemanejeasí,perodeacuerdo.

Subsistió la tristeyhumilladasonrisa,unpococomolasonrisadeunperroquehaperseguidolargoratoaunamarmotaenuncalurosodíadeverano.

—Quizás algunas cosas llegan a ser una forma de vida. Y quizás haycompensacionesquetúnopuedescomprenderyyonopuedoexplicar.Como…,bueno,yolaquiero,¿Sabes?

Arnieseencogiódehombros.—Bien,¿y…?—¿Podemosiradarunavuelta?Arniepareciósorprendidoy,luego,complacido.—Claro.Sube.¿Algúnsitioenparticular?—Alaeropuerto.Arnieenarcólascejas.—¿Alaeropuerto?¿Porqué?—Telodiréporelcamino.—¿YRegina?—Tumadresehaidoalacama—explicóMichaelenvozbaja.Arnietuvoladecenciaderuborizarseunpoco.

Arnieconducíabienyconseguridad.LosnuevosfarosdeChristineabríanenla oscuridad de la noche un profundo túnel de luz. Pasó ante la casa de losGuilder,torcióluegoalaizquierdaporElmStreetalaalturadelStopyenfilóla

JFKDrive.LaI-376lesllevóalaI-278,yluegohaciaelaeropuerto.Eltráficoera escaso. El motor zumbaba con suavidad. El panel de instrumentos delsalpicaderorelucíaconunmísticocolorverde.

Arnie conectó la radio y sintonizó «WDIL», la emisora de onda media dePittsburgh que solamente pone piezas antiguas. Gene Chandler estaba cantando«TheDukeofEarl».

—Funcionademaravilla—dijoMichaelCunningham.Parecíaimpresionado.—Gracias—replicóArnie,sonriendo.Michaelhizounaprofundainspiración.—Hueleanuevo.—Muchas cosas son nuevas. El tapizado de los asientos me costó ochenta

pavos.PartedeldineroporelquerezongabaRegina.Fuialabibliotecaycogíunmontóndelibros,y tratédecopiar todolomejorquepude.Peronohasidotanfácilcomopodríapensarlagente.

—¿Porquéno?—Bueno,enprimerlugar,el«PlymouthFury58»noeralaideadenadiede

uncocheclásico,asíquenadieescribiógrancosasobreél,niaunenloslibrosdetiporetrospectivo…,Elautomóvilamericano,Clásicosamericanos,Automóvilesdelosaños50,cosasasí.El«Pontiac58»eraunclásico,sóloqueelsegundoaño«Pontiac»hizoelmodelo«Bonneville»,yel«T-Bird58»consusaletasdeorejadeconejo,creóque‚sefueelúltimo«Thunderbird»realmentebueno,y…

—No tenía ni idea de que supieses tanto sobre coches antiguos—comentóMichael—.¿Cuántotiempohacequetienesestaafición,Arnie?

Seencogiólevementedehombros.—De todas formas, el otro problema era que LeBay adaptó a su gusto el

modelooriginaldeDetroit:«Plymouth»jamásofrecióun«Fury»enrojoyblanco,porejemplo,yheestadotratandoderestaurarelcochemásenlaformaenqueélloteníaquecomoDetroitqueríaquefuese.Asíqueheandadomuyocupado.

—¿PorquéquieresrestaurarlotalcomoloteníaLeBay?Elmismoleveencogimientodehombros.—Nosé.Simplemente,parecelomásadecuado.—Bueno,creoquehashechountrabajosoberbio.—Gracias.

Supadreseinclinóhaciaél,mirandoelpaneldeinstrumentos.—¿Quémiras?—preguntóArnie,conciertaaspereza—Quemeahorquen—dijoMichael—.Nuncahevistocosaigual.—¿Qué?—Arniebajólavista—Oh.Elcuentamillas.—Estágirandohaciaatrás,¿No?El cuentamillas, en efecto, estaba moviéndose hacia atrás, en aquellos

momentos, en la noche del uno de noviembre, marcaba 79.500 millas y pico.Mientras Michael miraba, el indicador de décimas de milla pasó de 2 a 1 y,luego,a0.Alvolvera9,elnúmerodemillasdisminuyóenuno.

Michaelseechóareír.—Esoesalgoquesetehapasadoporalto,hijo.Arniesonrió:unalevesonrisa.—Si—explicó—.Will dice que hay un cable cruzado en alguna parte.No

creoquemeponga a enredar con él.Resulta curioso tener un cuentamillas quecorrehaciaatrás.

—¿Esexacto?—¿Cómo?—Bueno, ¿Si vas de nuestra casa a la plaza de la Estación, restará cinco

millasdeltotal?—Ah—dijoArnie—.Yateentiendo.No,noesexactoenabsoluto.Retrocede

dos o tres millas por cada milla realmente recorrida. A veces, más. Tarde otemprano se romperá el cabledelvelocímetro, y, cuando lo cambie, la cosa seresolverásola.

Michael, a quien en sus tiempos se le habían roto uno o dos cables delvelocímetro, miró la aguja para ver la característica vibración indicadora dealgúnproblemaensufuncionamiento.Perolaagujasemanteníainmóviljustoporencima de cuarenta. El velocímetro parecía estar perfectamente, era sólo elcuentamillas el que se había trastornado. ¿Y creía realmente Arnie que elvelocímetroyelcuentamillasfuncionabanconlosmismoscables?Seguramente,no.

Seechóareírydijo:—Esfantástico,hijo.—¿Porquéelaeropuerto?—preguntóArnie.—Voy a regalarte un abono de treinta días de aparcamiento —respondió

Michael—.Cincodólares.MásbaratoqueelgarajedeDarnell.Ypuedessacartucochesiemprequequieras.Hayunaparadaregulardeautobúsenelaeropuerto.Finaldetrayecto,enrealidad.

—¡Cristo,es lacosamásdisparatadaqueheoído jamás!—exclamóArnie.Searrimóalborde,anteunatintorería,ydetuvoelcoche—¿Tengoquerecorrertreintakilómetrosenautobúsparairalaeropuertoacogermicochecadavezquelonecesite?¡EsoparecesalidodeTrampa-22!¡No!¡Nihablar!

Ibaadeciralgomás,cuandosesintiósúbitamenteagarradodelcuello.—Escucha—dijo Michael—. Soy tu padre, así que escúchame. Tu madre

teníarazón,Arnie.Tehasvueltoirrazonable…,másqueirrazonable,enlosdosúltimosmeses.Tehasvueltosumamentepeculiar.

—Suéltame—dijoArnie,forcejeandoparadesasirse.Michaelnolesoltó,peroaflojólapresión.—Voyaponérteloenperspectiva—dijo—.Si,elaeropuertoestálejos,pero

el autobús cuesta lomismoque el que te llevaría aDarnell's.Haygarajesmáscercanos pero en la ciudad se dan más casos de robo y vandalismo. Elaeropuerto,porelcontrario,escompletamenteseguro.

—Ningúnaparcamientopúblicoesseguro.—Ensegundolugar,esmásbaratoqueungarajeenelcentrodelaciudady

muchomásbaratoqueeldeDarnell.—¡Esenoeselmotivoytúlosabes!—Talveztengasrazón,Arnie—dijoMichael—.Peroestáspasandoporalto

algo.Estáspasandoporaltoelverdaderomotivo.—Bueno,supónquemedicescuáleselverdaderomotivo.—Muybien,loharé.Michaelhizounapausa,mirandofijamenteasuhijo.Cuandohabló,suvozfue

bajayserena,casitanmusicalcomosugrabadora.—Juntamente con el sentido de lo razonable, pareces haber perdido por

completo tu sentidode la perspectiva.Tienes casi dieciocho añosy estás en tuúltimo curso en la escuela pública.Creoquehas decididono ir aHorlicks, hevistolosfolletosdeUniversidadesquehastraídoacasa…

—No,novoyairaHorlicks—repusoArnie.Parecíaunpocomástranquiloahora—. No después de todo esto. No tienes ni idea de lo ardientemente quedeseomarcharme.Oquizási.

—Losé.Yquizáseamejor.Mejorqueestaconstantefricciónentretumadreytú.Loúnicoquetepidoesquenoselodigasaún,esperaelmomentodepresentarlahojadesolicitud.

Arnieseencogiódehombros,sinprometernada.—LlévatetucochealaFacultad,esdecir,sitodavíafunciona…—Funcionar.—…ysiesunaFacultadquepermitealosnuevosalumnosllevarcochesal

campus.Arniesevolvióhaciasupadre,sorprendidoporsusordaira…,sorprendidoe

inquieto.Eraéstaunaposibilidadquenuncaselehabíaocurrido.—NoiréaunaFacultadquedigaqueyonopuedotenercoche—dijo.Sutonoeradepacienteinstrucción,laclasedevozqueutilizaríaunmaestro

enunaclasedeniñosretrasadosmentales.—¿Loves?—preguntóMichael—Ellatienerazón.Basartueleccióndeuna

Facultad en las normas que practique con respecto a los nuevos alumnos y loscochesestotalmenteirracional.Estásobsesionadoconestecoche.

—Noesperabaquecomprendieses.Michaelapretóloslabiosduranteunosinstantes.—De todosmodos, ¿Qué importa ir en autobús al aeropuerto para coger tu

cochesiquieresllevaraLeigh?Esunengorro,loadmito,peronomuygrande.Enprimer lugar, significaqueno loutilizarásamenosque lonecesites,y,además,ahorrarseldinerodelagasolina.Tumadrepuedetenersupequeñavictoria,notendráqueverlo.

Michaelhizounapausayvolvióasonreírtristemente.—Ella no lo considera una forma de perder dinero, ambos lo sabemos. Lo

considera como tu primer paso decisivo para alejarte de ella…, de nosotros.Supongoqueella…,oh,mierda,nosé.

Sedetuvoymiróasuhijo.Arnielesostuvopensativamentelamirada.—Llévalo a la Universidad contigo, aunque elijas una Facultad que no

permitaalosalumnosdeprimerotenercocheenelcampus,siemprehayformasdearreglarse…

—¿Comoaparcarenelpuerto?—Si. Como esa. Cuando vengas los fines de semana, Regina estará tan

contentadevertequenomencionaráelcoche.Quédiablos,probablementesaldrá

aayudartea lavarloycuidarlosóloparaaveriguar loqueestáshaciendo.Diezmeses. Luego, se habrá terminado. Podremos tener paz de nuevo en la familia.Vamos,Arnie.Arranca.

Arniepusoelmotorenmarchayseincorporóaltráfico.—¿Tienesaseguradoelcoche?—preguntódeprontoMichael.Arnieseechóareír.—¿Estásbromeando?EnesteEstado,sinotienesseguroindividualyteves

metido en un accidente, te la cargas. Sin seguro individual, la culpa será tuya,aunqueelotrosetehayacaídoencimadesdeelcielo.EsunadelasformasquetienenloscagonesdeexcluirdelascarreterasdePensilvaniaalosjóvenes.

MichaelpensódeciraArniequeundesproporcionadonúmerodeaccidentesmortalesenPensilvania—el41porciento—afectabaaconductoresdemenosdeveinteaños(Regina lehabía leído laestadística, reproducidaenunarticulodelsuplemento dominical, pronunciando la cifra con tono lento y apocalíptico:«¡Cua-ren-tayunoporciento!»,pocodespuésdequeArniecomprarasucoche),y decidió que no era cosa queArnie quisiera oír…, no en su actual estado deánimo.

—¿Sóloindividual?Estaban pasando bajo una señal reflectante que decía «AEROPUERTO»

Arnieencendióel intermitenteycambiódecarril.Michaelpareció relajarseunpoco.

—No se puede tener seguro a terceros hasta cumplir los veintiún años.Deveras,esasjodidascompañíasdesegurossontodastanricascomoCreso,peronotecubrenamenosquetodaslasventajasesténdescaradamenteasufavor.

Habíaen lavozdeArnieunanota amarga, levemente irritada,queMichaelnuncalehabíaoídoantes,y,aunquenodijonada,quedósorprendidoyunpococonsternado por el lenguaje que utilizaba su hijo: había supuesto que Arnieempleabaesaclasedelenguajeconsusamigos(asíselodijomástardeDennisGuilder,alparecer totalmentedesconocedordequehastasuúltimocursoArnienohabíatenidorealmentemásamigosqueGuilder),peronuncalohabíautilizadodelantedeReginanideél.

—Tuhistorialcomoconductorysihasrecibidoonoclasesdeconducir,notienennadaqueverconello—continuóArnie—.Larazónporlaquenopuedesobtener seguro a terceros es que sus puñeteras tablas actuariales dicen que no

puedestenerlo.Puedessuscribirloalosveintiunosólosiestásdispuestoagastarunafortuna:generalmente,lasprimasacabanvaliendomásqueelcochehastalosveintitrés añoso así, amenosqueestés casado.Oh, los cagones lo tienen todocalculado.Sabencómojorobarte,yalocreo.

Delante brillaban las luces del aeropuerto, señaladas las pistas conmíticaslíneasparalelasdeluzazulada.

—Si alguien me pregunta alguna vez cuál es la forma más baja de vidahumana,lediréqueunagentedeseguros.

—Hasestudiadoafondoelasunto—comentóMichael.Noseatrevióadecirnadamás,Arnieparecíaapuntodeestallardecólera.—Meherecorridocincocompañíasdiferentes.Pesealoquehadichomamá,

nomeapetecetirareldinero.—¿Yelseguroindividualeslomejorquehaspodidoencontrar?—Si.Seiscientoscincuentadólaresalaño.Michaellanzóunsilbido.—Enefecto—asintióArnie.Otra señaldestellante, advirtiendoque losdoscarrilesde la izquierdaeran

para aparcar, y los de la derecha para el aeropuerto propiamente dicho. A laentradadelaparcamiento,lacarreterasedividíaotravez.Aladerechahabíaunabarreraautomáticaenlaquesecogíaunboletoparaestacionamientoporhoras.Ala izquierda se encontraba la cabina de cristal en cuyo interior se hallaba elempleadodelaparcamiento,mirandounpequeñoreceptordetelevisiónenblancoynegroyfumandouncigarrillo.

Arniesuspiró.—Quizátengasrazón.Quizáseaesalamejorsolucióndespuésdetodo.—Claroqueloes—dijoMichael,aliviado.Arnievolvíaaparecerahorael

mismodesiempreyladuraexpresióndesusojoshabíadesaparecidoporfin—.Diezmeses,esoestodo.

—Si.Condujo hasta la cabina, y el empleado, con un jersey negro y naranja que

llevaba el anagrama de Libertyville en los bolsillos, descorrió la divisoria decristalyseasomó.

—¿Quéhay?—Quisieraunabonoparatreintadías—dijoArnie,cogiendosucartera.

MichaelpusomanosobreladeArnie.—Esobsequiomío—dijo.Arnieleapartólamano,suaveperofirmemente,ysacósucartera.—Esmicoche—dijo—.Pagaréyo.—Sóloquería…—empezóMichael.—Yasé—respondióArnie—.Perolodigodeveras.Michaelsuspiró.—Sí,claro.Túytumadre.Todoirábiensilohacesamimanera.Arnieapretóporuninstanteloslabiosy,luego,sonrió.—Bueno…,sí—dijo.Semiraronyrompieronareírlosdos.Enesemismomomento,elmotordeChristineseparó.Hastaentonceshabía

estadolatiendocontodaperfección.Ahora,separó,simplemente,seencendieronlaslucesdelaceiteydeposición.

Michaelenarcólascejas.—¿Quépasa?—Nolosé—respondióArnie,frunciendoelceño—.Eslaprimeravezque

ocurre.Hizogirarlallave,yelmotorcomenzóafuncionarenseguida.—Nada,supongo—dijoMichael.—Tendréquerevisarlaregulación—murmuróArnie.Aceleróelmotoryescucharonconatención.YeneseinstanteMichaelpensó

queArnieparecíamuydistinto.Parecíaotrapersona,alguienmuchomásviejoyenérgico.Sintióunabreveperosumamentedesagradablepunzadadetemorenelpecho.

—Eh,¿Quieresesteboleto,otevasapasarahítodalanochehablandodeturegulación?—preguntóelempleadodelaparcamiento.

AArnieleresultabavagamentefamiliarcomoocurreconlostiposqueveunoporlospasillosdelaescuelaperoconlosquenotieneningunaotrarelación.

—Oh,si.Losiento.Arnielediounbilletedecincodólares,yelempleadoleentregóunboleto.—Alfondo—dijo—.Ynoolvidesrenovarlocincodíasantesdefindemessi

quieresseguirteniendolamismaplaza.—Vale.

Arnie condujo hacia el fondo del aparcamiento.La sombra deChristine sealargabayencogíaalpasarbajolaslucesdesodio.Encontróunaplazavacíay,haciendomarchaatrás,situóaChristineenella.Alsacarlallave,hizounamuecaysellevólamanoalaalturadelosriñones.

—¿Todavíatemolesta?—preguntóMichael.—Sólo un poco—respondióArnie—.Casi seme había pasado y ayerme

volviódepronto.Debídehaceralgúnesfuerzo.Noolvidescerrarlapuerta.Salieron y cerraron las puertas.Una vez fuera del coche,Michael se sintió

mejor: se sentíamáscercade suhijoy,quizá tan importante, sentía conmenosintensidadlaimpresióndehaberdesempeñadoelpapeldebufónimpotente,consu gorro de cascabeles, en la discusión que había tenido lugar antes. Una vezfueradelcoche,notabaquetalvezhubierasalvadoalgo—acasomucho—delanoche.

—Vamos a ver lo rápido que es realmente ese autobús—explicó Arnie, yempezaronacaminarporelaparcamientoendirecciónalaterminal,enamistosacamaradería.

Duranteelviajehastael aeropuerto,Michael sehabía formadounaopiniónacerca de Christine. Estaba impresionado por el trabajo de restauración queArnie había hecho, pero le desagradaba el coche, le desagradaba intensamente.Suponíaqueera ridículoalbergar tales sentimientoshaciaunobjeto inanimado,perolaaversióncontinuabaallí,fuerteeinequívoca,comounnudoenlagarganta.

Eraimposibleidentificarelorigendeesaaversión.Habíacausadounagravedisensiónenlafamilia,ysuponíaqueesaeralaverdaderarazón…,peronoeratodo.No lehabíagustado el aspectoqueArnie tenía cuando estaba al volante:arroganteypetulantealmismotiempo,comounreydébil.Eltonodeimpotenciacon que había despotricado contra las compañías de seguros, su utilización deaquellahorribleysorprendentepalabrade«cagones»…,inclusolaformaenquesehabíaparadoelmotordelcochecuandoambossehabíanreído.

Yelolorquetenía.Nosenotabaalinstanteperoestabaallí.Noelolordelatapiceríanueva,eseerabastanteagradable,esteeraunolorsubterráneo,acrecasi(perono totalmente) secreto.Eraunolorviejo.Bueno—sedijoMichael—, elcoche es viejo, ¿Por qué demonios esperas que huela a nuevo?Y eso no teníavueltadehoja.Peseal trabajo realmente fantásticoqueArniehabíahechopararestaurarlo,el«Fury»teníaveinteaños.Aqueloloracreymohosopodríavenir

del viejo alfombrado del maletero, o, de las viejas esterillas del suelo quesubsistíanbajolasnuevas,quizáprocedíadeltapizadooriginalexistentebajolasnuevasfundasdelosasientos.Erasólounoloraviejo.

Y, sin embargo, ese olor subyacente, leve y vagamente nauseabundo, lepreocupaba.Parecíairyvenirenoleadas,avecesmuyostensible,enocasionespor completo imperceptible.Parecía carecer de fuente concreta.En los peores,momentos,olíacomoel cadáverenputrefaccióndealgúnpequeñoanimal—ungato,unamarmota,quizásunaardilla—quesehubieraintroducidoenelmaleteroobajolacarroceríayhubiesemuertoallí.

Michael estaba orgulloso de lo que su hijo había conseguido; pero tambiénmuycontentodesalirdelcoche.

22.Sandy

FirstIwalkerpasttheStopandShop,ThenIdrovepasttheStopandShop.IlikedthatmuchbetterwenIdrovepasttheStopandShop,'CauseIhadtheradioon.

JONATHANRICHMONDylosMODERNLOVERS

Elempleadodelaparcamientoaquellanoche—todaslasnoches,enrealidad,desdelasseishastalasdiez—eraunjovenllamadoSandyGalton,elúnicodelcírculodeamigosdeBuddyReppertonquenohabíaestadoenelfumaderoeldíaenqueReppertonfueexpulsadodelaescuela.Arnienolereconoció,peroGaltonreconocióaArnie.

BuddyRepperton,expulsadodelaescuelaysinningúninterésporiniciarlostrámitesquepodríanhaberculminadoensureadmisiónacomienzosdelsemestredeprimavera,enenero,habíaidoatrabajaralaestacióndeserviciodelpadredeDon Vandenberg. En las pocas semanas que llevaba allí había realizado yabastantesdelastípicasestafas:sisarenelcambioalosclientesqueparecíaquetuviesendemasiadaprisacomoparacontarlosbilletesquelesdaba,practicarlajugadade lacubierta (queconsisteencobrarleal clienteunneumáticonuevoy

ponerleenrealidadunacubiertanueva,embolsándose ladiferenciadequinceasesenta dólares), la similar jugada de las piezas usadas y el vender viñetas deinspección a chicos de la escuela superior y de la cercana Horlicks: chicosansiososdemantenerenlacarreterasustrampasmortales.

La estación de servicio estaba abierta veinticuatro horas al día, y Buddytrabajaba en el último turno, desde las nuevede la nochehasta las cincode lamañana.Hacialasonce,MoochieWelchySandyGaltonsolíandejarsecaerporallíenelviejoyabollado«Mustang»deSandy,RichieTrelawneypodíairensu«Firebird»,y,naturalmente,Donentrabaysalíacasicontinuamente…,cuandonoestaba holgazaneando en la escuela. A medianoche de cualquier día laborablesolíahaberseisuochochicossentadosenlaoficina,bebiendocervezaensuciastazasdeté,pasándoseunabotellade«TexasDrive»deBuddy,fumandounporro,o quizás un poco de hachís, echándose pedos, contando chistes verdes,intercambiando embustes sobre las chicas que se estaban jodiendo y acasoayudandoaBuddyaarreglaralgúncoche.

Durante una de estas reuniones nocturnas a primeros de noviembre, Sandymencionó casualmente que Arnie Cunningham guardaba su coche en elaparcamientodelaeropuerto.Habíaadquiridounabonoparatreintadías.

Buddy,quehabitualmentesemanteníaretraídoyhoscoduranteestassesionesnocturnas,echóhaciaatrásbruscamentesubaratasilladeplásticoydejódegolpelabotellade«Driver»enelarmariodeloslimpiaparabrisas.

—¿Quéhasdicho?—preguntó—¿Cunningham?,¿Caracoño?—Sí—respondióSandy,sorprendidoyunpocoinquieto—.Elmismo.—¿Estásseguro?¿Eltipoquehizoquemeecharandelaescuela?Sandylemiró,concrecientealarma.—Si.¿Porqué?—¿Ytieneunabonoparatreintadías,loquesignificaquetieneelcocheenel

aparcamientodemodopermanente?—Si.Quizásuspadresnoqueríanquelotuvieseen…Sandynoterminólafrase.BuddyReppertonhabíaempezadoasonreír.Noera

una sonrisa agradable, y no sólo porque los dientes que dejaba al descubiertoestabancariándoseya.Eracomosi, enalgunaparte, alguna terriblemaquinariaacabase de ponerse en movimiento y estuviese empezando a girar a todavelocidad.

Buddy paseó la vista de Sandy a Don, y a Moochie Welch, y a RichieTrelawney.Elloslemirarontambién,interesadosyunpocoasustados.

—Caracoño—dijo,convozsuaveymaravillada—.Caracoñohaconseguidolicenciadecirculaciónparasucacharroysuspadreslehanobligadoaaparcarloenelaeropuerto.

Seechóareír.MoochieyDonintercambiaronunamirada,intranquilayávidaalavez.Buddyseinclinóhaciaellos,conloscodosapoyadosenlasrodillerasdesus

pantalonesvaqueros.—Escuchad—dijo.

23.ArnieyLeigh

Ridinalonginmyautomobile,Mybabybesidemeatthewheel,Istoleakissattheturnofamile,

MycuriosityrunningwildCruisinandplayintheradio,Withnoparticularplacetogo.

CHUCKBERRY

La radio del coche estaba sintonizada con «WDIL», y Dion cantaba«Runaround Sue» con su voz áspera y callejera, pero ninguno de los dos leescuchaba.

Habíadeslizadolamanobajoeljerseyqueellallevabayhabíaencontradoelmórbido esplendor de sus pechos, coronado por pezones tensos y duros deexcitación.Lamuchacharespirabaentrecortadayaceleradamente.Y,porprimeravez, su mano había ido adonde él quería, adonde él la necesitaba, a suentrepierna, donde apretaba, y giraba ymovía, sin experiencia, pero condeseosuficientecomoparacompensarlacarencia.

Ellabesó,ylabocadelachicaseabrió,ysulenguaestabaallí,yelbesofuecomoinhalarellímpidoaroma/sabordeunbosquebajolalluvia.Podíasentirlaexcitaciónquerebosabasucuerpo.

Se inclinó hacia ella, se tensó hacia ella y, por unmomento, pudo sentirlaresponderconpuraylimpiapasión.

Yentoncesellaseapartó.Arnie quedó allí, ofuscadoy estupefacto, unpoco a la derechadel volante,

mientras se encendía la luz interior deChristine. Fue un instante, la puerta secerródegolpe,ylaluzvolvióaapagarse.

Permaneció sentado unos momentos más, sin saber muy bien qué habíasucedido,sinsabersiquieramuybienporunosinstantesdóndeseencontraba.Lehervíaelcuerpoenunabigarradodesplieguedeemocionesyerráticasreaccionesfísicasqueeranmediomaravillosas,medioterribles.Ledolíanlasglándulas,supeneeraunabarradehierro,loshuevoslepalpitabansordamente.Podíasentirlaadrenalinacorriéndolevelozmenteporsucorrientesanguínea.

Apretó el puñoy se golpeó con fuerza la pierna.Luego se deslizó sobre elasiento,abriólapuertayfuetrasella.

Leigh estaba de pie en el borde mismo del Embankment, mirando a laoscuridadqueseextendíaasuspies.Dentrodeunbrillanterectánguloenmediodeesaoscuridad,SylvesterStalloneatravesabalanochevestidocomounjovendirigentesindicaldelosañostreinta.

Arnietuvodenuevolasensacióndeestarviviendounsueñomaravillosoqueen cualquiermomento podía derivar en pesadilla, quizás había empezado ya asuceder.

Ella estaba demasiado cerca del borde…, la cogió del brazo y tirósuavementehaciaatrás.Elterrenoerasecoydesmoronadizo.Nohabíapretilanibarandilla. Si se derrumbaba la tierra del borde, Leigh caería e iría a parar aalguna parte del distrito suburbano que se extendía en torno a la carretera deLibertyHill.

El Embankment había sido desde tiempo inmemorial el rincón local de losenamorados. Se encontraba al final de Stanson Road, una larga y serpenteantecarreteradedosdireccionesquesecurvabaprimerohacia fuerade laciudadyluego se volvía hacia ella, terminando en Libertyville Heights, donde en otrotiempohabíahabidounagranja.

Erael4denoviembre,ylalluviaquehabíaempezadoaprimerahoradelanochedeaquelsábadosehabíaconvertidoenunalevenevisca.Teníanparaellossolos el Embankment y la vista gratuita (aunque silenciosa) del cine para

automovilistas. La llevó hacia el coche—ella no opuso ninguna resistencia—pensandoquelaneviscahabíahumedecidosusmejillas.Sólodentro,alverdosoyfantasmal resplandor de las luces del salpicadero, se dio cuenta de que estaballorando.

—¿Quéocurre?—preguntó—¿Quéhapasado?Lachicameneólacabezaylloróconmásfuerza.—¿Hehecho…?,¿Eraalgoquenoqueríashacer?Ellavolvióamenearlacabeza,peroArnienoestabasegurodeloquequería

decir.Laabrazó,preocupado.Yenelfondodesumentepensabaenlanevisca,enel viaje de vuelta y en el hecho de que aún no le había puesto a Christineneumáticosparalanieve.

—Nunca le había hecho eso a ningún chico—explicó ella, apoyada en suhombro—. Es la primera vez que toco…ya sabes. Lo hice porque lo deseaba.Porquelodeseaba,esoestodo.

—¿Quépasa,entonces?—Nopuedo…aquí.Las palabras salían lenta y trabajosamente, de una en una, con una casi

terriblerenuencia.—¿ElEmbankment?—dijoArnie,pensandoestúpidamentequequizácreyera

ellaquerealmentelahabíallevadoahíparapodervergratisFIST.—¡Enestecoche!—gritóella,depronto—¡Nopuedohacerelamorcontigo

enestecoche!—¿Qué?—selaquedómirando,estupefacto—¿Dequéestáshablando?¿Por

quéno?—Porque…,porque…¡Nolosé!Tratódedeciralgomásy,luego,rompióallorardenuevo.Arnielamantuvo

abrazadahastaquesecalmó.—Essóloquenoséaquiéndelosdosamasmás—dijoLeighcuandopudo

hablarotravez.—Eso es… —Arnie se interrumpió, meneó la cabeza y sonrió— Eso es

absurdoLeigh.—¿Si?—preguntóella,mirándoleescrutadoramente—¿Concuáldenosotras

pasasmástiempo?¿Conmigo…oconella?—¿TerefieresaChristine?

Miró a su alrededor, con aquella desconcertada sonrisa que ella podíaencontraradorableoterriblementeodiosa…oambascosasalavez.

—Si—siguióella,inexpresivamente.Se miró las manos, que yacían desmadejadamente sobre sus pantalones de

lanaazul.Supongoqueesestúpido.—Paso mucho más tiempo contigo—explicó Arnie, y meneó la cabeza—.

Estoesabsurdo.Oquizáseanormal,amimepareceabsurdosóloporquenuncahetenidounachica.

AlargólamanoyleacaricióloscabellosquesederramabanencataratasobreelhombrodesudesabrochadoabrigosujerseyllevabaelletreroLIBERTIVILLEOMUERTEysuspezonessemarcabancontrael fino tejidodealgodóndeunamaneraqueArnieencontrabaseductorayexcitante.

—Yocreíaquelaschicasteníancelosdeotraschicas.Nodecoches.Leighrióbrevemente.—Tienesrazón.Debeserporquenuncahastenidounachica,Loscochesson

chicas.¿Nolosabias?—Oh,vamos…—Entonces,¿PorquénolellamasaesteChristopher?Y,depronto,golpeófuertementeelasientoconlapalmadelamano.Arniese

sobresaltó.—Vamos,Leigh.Nohagaseso.—¿No te gusta que le pegue a tu chica?—preguntó ella, con tono hiriente.

Luego,violadolidaexpresióndesusojos—Losiento,Arnie.—¿Sí?—preguntóél,mirándolaconfrialdad—Parecequeúltimamentenole

gusta a nadiemi coche: tú,mi padre,mimadre, hastaDennis.Mehematado atrabajarenél,yesonosignificanadaparanadie.

—Para mí significa algo —repuso Leigh suavemente—. El esfuerzo querequirió.

—Ya—dijoArnie, conaspereza.Lapasión, el ardor,habíandesaparecido.Teníafríoysentíaunaslevesnáuseas—.Mira,serámejorquenosvayamos.Notengoneumáticosparalanieve.NolesharíaningunagraciaatuspadresquenosdiéramoslatortaenStansonRoad.Lamuchachasoltóunarisita.

—EllosnosabendóndeterminaStansonRoad.

Arnielamiróenarcandounacejayrecuperandounpocodesubuenhumor.—Esoesloquetúcrees—concluyó.

Condujoconlentitudduranteeldescensoalaciudad,yChristinerecorrióconfirmeza el pendiente y serpenteante trayecto. El conglomerado de estrellas queeran Libertyville yMonroeville fue creciendo y acercándose, y luego dejó detenerunaformadefinida.Leighlocontemplabaconunpocodetristeza,sintiendoquesehabíaesfumadolamejorpartedeunanochepotencialmentemaravillosa.Se sentía irritada, enojada, malhumorada consigo misma…, frustrada, suponía.Habíaunsordodolorensuspechos.Nosabiasihabíatenidointencióndedejarlellegarhastaloqueeraeufemísticamenteconocidocomo«elfinal»ono,pero,unavezllegadaslascosasaciertopunto,nadahabíasidocomoellahabíaesperado:todoporquehabíatenidoqueabrirlabocaza.

Su cuerpo estaba sumido en una caótica confusión y también suspensamientos.Unayotravezduranteelsilenciosoviajeabriólabocaparatratarde aclarar lo que sentía… Pero luego la cerró de nuevo, temerosa de no serentendida,porquetampocoellamismaentendíaloquesentía.

NosesentíacelosadeChristine…,y,sinembargo,teníacelosdeella.Arnienohabíadicholaverdadsobreeso.Ellateníabastantebuenaideadeltiempoqueélpasaba trabajandoconel coche,pero¿Quéhabíademaloeneso?Arnieeramuyhábilconsusmanos,legustabatrabajarenelcocheyestefuncionabacomounreloj…,salvoeldetalledelosnúmerosdelcuentamillascorriendohaciaatrás.

Loscochessonchicas,habíadicho.Nohabíapensadoloquedecía,lehabíasalidode formaautomáticade laboca.Ciertamente,noera siempreverdad,nocreíaqueelSedandesufamiliatuvieseungénerodeterminado,simplemente,eraun«Ford».Pero…

Olvídalo,alejadetitodasesasengañosasfalacias.Laverdaderamuchomásbrutale,incluso,absurda,¿No?Nopodíahacerelamorconélnopodíatocarledeaquellamaneraintima,ymuchomenospensarenllevarleaunclímaxdeesamanera(nidelaotra, laverdad…,habíaestadodándolevueltasyvueltasenlacabezamientrasyacíatendidaensuestrechacama,sintiéndosedominadaporunanuevaycasisorprendenteexcitación),enelcoche.

Enelcoche,no.

Porque lo verdaderamente absurdo era que sentía queChristine les estabamirando.Queestabacelosa,desaprobabaloquehacían,quizálesodiaba.Porquehabíaveces(comoestanoche,enqueArniedeslizabatansuaveydelicadamenteel«PIymouth»sobrelasfinascapasdenieve)enquesentíaquelosdos—ArnieyChristine—estabanunidosenuna turbadoraparodiadelactodelamor.PorqueLeighnosentíaqueibasobreChristinecuando ibaaalgunaparteconArniesesentíaengullidadentrodeChristine.Yelactodebesarle,dehacerelamorconél, parecía una perversión peor que el voyerismo o el exhibicionismo…, eracomohacerelamordentrodesurival.

LoverdaderamenteabsurdoeraqueodiabaaChristine.La odiaba y la temía. Había desarrollado una vaga aversión a pasar por

delante de la nueva rejilla del radiador, o muy cerca del maletero, por detráspensaba vagamente que el freno de mano se soltaba o que saltaba la caja decambios y se ponía, por alguna razón, en puntomuerto.Cosas que nunca habíapensadodelsedánfamiliar.

Pero, principalmente, era noquerer hacer nada en el coche: ni ir a ningunaparteenelcoche,sipodíaevitarlo.Arnieparecíaotrodistintoenelcoche,unapersonaalaqueellanoconocíaenrealidad.Legustabasentirsusmanossobresucuerpo…, sus pechos, sus muslos (aún no le había permitido tocar su mismocentro,perodeseabaquesusmanosestuviesenallí,pensabaque,silatocabaallí,probablementesederretiría).Suscariciasllevabansiempreuncobrizosabordeexcitación a su boca, la sensación de que todos sus sentidos estaban vivos ydeliciosamentearmonizados.Peroenel cocheesa sensaciónparecía embotada:QuizáporqueenelcocheArnieparecíasiempremenossinceramenteapasionadoyunpocomáslujurioso.

Abriódenuevo labocacuandoenfilaronsucalle,deseandoexplicarestoytampocopudodecirnada.¿Porquéhabíadehacerlo?Nohabía realmentenadaqueexplicar….todoeranvapores.Nadamásquevagoshumores.Bueno….habíauna cosa. Pero no podía decirle eso, le heriría demasiado. No quería herirle,porquepensabaqueestabaempezandoaamarle.

Peroestabaallí.Elolor,unespesoypútridoolorbajolosaromasdelanuevatapiceríadelos

asientos y el líquido limpiador que había utilizado en las alfombrillas. Estabaallí,débil,peroterriblementedesagradable.Casinauseabundo.

Como si, en algún tiempo, algo hubiera penetrado en el coche y hubieramuertoallí.

Le dio un beso de despedida a la puerta de su casa, resplandeciendo lanevisca con reflejos plateados en el cono de luz proyectado por la lámparaexistente al pie de los escalones del porche. Las gotas de aguanieve brillabancomojoyasensuscabellos.Lehabríagustadobesarlarealmente,peroelhechode que sus padres podrían estar mirando desde el cuarto de estar —y,probablemente,asíera—leobligóabesarlacomopodríabesarseaunaprima.

—Losiento—dijo—.Meheportadocomounaestúpida.—No—dijoArniequeriendo,evidentemente,decirsí.—Es sólo que—y sumente le sugirió algo que era un curioso híbrido de

verdadymentira—,quenoparecebienenelcoche.Enningúncoche.Quieroqueestemos juntos,peronoaparcadosen laoscuridad,al finaldeunacarreterasinsalida.¿Comprendes?

—Si—repusoél.Allíarriba,enelEmbankment,enelcoche,sehabíasentidounpocoirritado

conella:bueno,parasersincerosehabíasentidocompletamentehumillado.Peroahora,delantedelacasa,pensóquepodíacomprender…ymaravillarsedequepudieraquerernegarlealgoocontrariarsuvoluntaddecualquiermanera.

—Entiendoperfectamenteloquequieresdecir.Leigh leechó losbrazosalcuello.Suabrigocontinuabadesabrochado,yél

pudosentirlasuaveyenloquecedorapresióndesuspechos.—Tequiero—dijoellaporprimeravez,yentróenlacasayledejóallí,enel

porche, agradablemente sorprendido y mucho más caliente de lo que hubieradebidoestarbajolasuaveneviscadefinaldeotoño.

LaideadequealosCabotpodríaextrañarlesquepermaneciesetantotiempoenelporcheybajolaneviscapenetróporfinensuaturdidocerebro.Arnieechóaandarhaciaelcoche,haciendochascarlosdedosysonriendo.

Sedetuvocercadelpuntoenqueelcaminodecementoconfluíaenlaacera,ylasonrisasedesvaneciódesurostro.Christinesehallabajuntoalacuneta,ylasgotas de aguanievequeperlaban sus cristales tornabanborroso el brillo de laslucesrojasdelsalpicadero.Cayóenlacuentadeprontodequehabíadejadoel

motordeChristineenmarchayahoraestabaparado.Eralasegundavez.—Sehanmojadoloscables—murmuró—.Esoestodo.Nopodíanserlasbujías,habíapuestounjuegonuevoanteayermismo,enel

garajedeWill.Ocho«Champions»nuevasy…«¿Concuáldenosotraspasasmástiempo?¿Conmigo…oconella?»Reapareciólasonrisa,peroestavezeradedesasosiego.Bueno,pasabamás

tiempoconloscochesengeneral,naturalmente.EraconsecuenciadetrabajarparaWill.Peroresultabaridículopensarque…

Lehasmentido.Esaeslaverdad,¿No?No—serespondióasimismoinquieto—.No,nocreoquesepuedadecirque

lehementidorealmente…¿No?¿Cómolollamarías,entonces?Porprimerayúnicavezdesdequela llevaraalpartidoderugbyenHidden

Hillslehabíadichounamentira.PorquelaverdaderaquepasabamástiempoconChristine, y detestaba tenerla estacionada en la sección de treinta días delaparcamiento del aeropuerto, expuesta al viento y la lluvia, que no tardaría enconvertirseennieve…

Lehabíamentido.PasabamástiempoconChristine.Yesoestaba…Estaba…—Mal—gruñó,ylapalabraseperdiócasienelsuaveymisteriososonidode

lanevisca.Permaneció parado, contemplando su coche, viajero del tiempo,

maravillosamenteresucitado,de laeradeBuddyHolly,yKruschev,yLaika, laperraespacial,ydepronto loodió.Lehabíahechoalgo,noestabaseguroqué.Algo.

Las luces del salpicadero, que la humedad de la ventanilla convertía enborrosos ojos rojos de forma de balón de rugby, parecían burlarse de él eincreparlealmismotiempo.

Abriólapuertadelladodelconductor,sesentóalvolanteyvolvióacerrarlapuerta. Cerró los ojos. Se sintió invadido de una inmensa paz, y las cosasparecieron armonizarse de nuevo. Le había mentido, si, pero era una mentirapequeña.Unamentiramuypocoimportante.No,unamentiracarenteporcompleto

deimportancia.Alargó la mano sin abrir los ojos y tocó el rectángulo de cuero al que se

hallabanunidaslasllaves:unrectánguloviejoyáspero,conlasinicialesR.D.L.grabadas a fuego en él.No le había parecidonecesario hacerse conun llaveronuevo,ountrozodecueroconsuspropiasiniciales.

Perohabíaalgoextrañoeneltrozodecueroalqueestabanunidaslasllaves,¿no?Si.Muyextrañorealmente.

CuandohabíacontadoeldinerosobrelamesadelacocinadeLeBay,yestelepasólasllavesporencimadelmantelrojoyblanco,elrectánguloestabaáspero,melladoporlosbordes,oscurecidoporlosaños,casiborradaslasinicialesporelpasodel tiempoy laconstante friccióncontra lasmonedasenelbolsillodelancianoylatelamismadelbolsillo.

Las iniciales destacaban nuevamente ahora con toda nitidez. Habían sidorestauradas.

Pero, como lamentira, esocarecía realmentede importancia.Sentadoenelinterior del metálico cuerpo de Christine, sintió con intensidad que eso eraverdad.

Losabía.Todoaquellonoteníaimportancia.Hizo girar la llave. Zumbó el arranque, pero elmotor no agarraba. Cables

mojados.Eraeso,naturalmente.—Porfavor—murmuró—.Todovabien,notepreocupes,todosigueigual.Elmotorseencendió,seapagó.Elarranqueseguíazumbando.Elaguanieve

golpeaba suavemente el cristal. Se estaba bien aquí, había calor, y todo estabaseco.Sielmotorquisieraarrancar…

—Vamos—susurróArnie—.Vamos,Christine.Vamos,cariño.Elmotorseencendiódenuevoyagarró.Laslucecitasrojasdelsalpicadero

parpadearon y se apagaron. La luz señalada con GEN parpadeó débilmentemientraselmotortosíayseestabilizabafinalmenteenunsuavezumbido.

Lacalefacciónproyectóairecalientesobresuspiernas,desmintiendoelfríoexterior.

LeparecíaquehabíacosasqueLeighnopodíacomprender,cosasqueellanopodríacomprendernunca.Porqueellanohabíaestadoallí.Losgranos.Losgritosde, ¡Eh,Cara Pizza! El deseo de hablar, el deseo de comunicarse con otros laimposibilidad de hacerlo. La impotencia. Le parecía que ella no podía

comprenderelsimplehechodequedenohabersidoporChristine,nuncahabríatenidovalorparallamarlaporteléfono,aunquehubieraidoportodaspartesconlaspalabrasQUIEROSALIRCONARNIECUNNINGHAMtatuadasenlafrente.Ellanopodíacomprenderqueavecessentíacomosituviesetreintaañosmás—¡No! ¡Cincuenta!— y no era ya unmuchacho sino algún veterano terriblementeheridodeunaguerranodeclarada.

Acarició elvolante.Losverdesojosde los instrumentosdel salpicadero lemirabanconbrilloconfortante.

—Muybien—dijo.Casisuspiró.Accionólapalancadecambiosyencendiólaradio.DeeDeeSharpcantando

«MashedPotatoTime»; necedadmística en las ondas de radio surgiendo de laoscuridad.

Arrancó, con la idea de ir al aeropuerto, donde estacionaria el coche ycogeríaelautobúsque le llevaríadenuevoa laciudad.Y lohizo,peronocontiempopara coger el autobús de las once, comohabía proyectado.En lugar deellotomóelautobúsdelasdoce,yhastaquenoestuvoenlacama,recordandoloscálidosbesosdeLeighenvezdelaformaenqueChristineseresistíaaarrancar,no se leocurrióqueenalgunaparte aquellanoche,despuésde separarsede lacasadelosCabotyantesdellegaralaeropuerto,habíaperdidounahora.Eratanevidentequesesintiócomounhombrequehaestadorevolviendodearribaabajola casa en busca de una carta de vital importancia, sólo para descubrir que,durante todo el tiempo, la ha estado teniendoen laotramano.Evidente…yunpocointimidante.

¿Dóndehabíaestado?Tenía un borroso recuerdo de haberse separado de la cuneta delante de la

casadeLeighyluego……paseandonadamás.Si.Paseando.Esoeratodo.Nograncosa.Paseandoporentrelaneviscaqueibaespesando,atravesandocallesdesiertas

yplateadasporlanieve,rodandosinlosneumáticosapropiados(y,sinembargo,Christine,conincreíbleseguridad,nuncaperdía ladirecciónnipatinabaenunacurva,Christine parecía encontrar como por arte de magia el camino menospeligroso,moviéndose tanfirmementecomosiavanzarasobreraíles),paseando

conlaradioencendida,quederramabaunconstantetorrentedeviejascancionesqueparecíanconsistirdemodoexclusivoennombresdemujer:PeggySue,Carol,Barbara-Ann,SusieDarlin.

Leparecíaque,enalgúnmomento,sehabíaasustadounpocoyhabíapulsadounodeloscromadosbotonesdelconvertidorqueélhabíainstalado,pero,envezde«FM»yelFestivalFindeSemana,sintonizóotravez«WDIL»,sóloqueahoraelpresentadorseparecíaextrañamenteaAlanFredylavozquelesiguióeralade Screamin' JayHawkins, cantando roncamente: «Te lanzo un sortilegioooo…porqueeresmííííía…»

Y, al fin, había estado el aeropuerto, con sus luces de mal tiempoparpadeando,alternativamente,comounvisiblelatidodecorazón.Elsonidodelaradio seconvirtióenuncaosde interferenciasy lahabíaapagado.Al salirdelcoche,habíasentidounasudorosaeincomprensiblesensacióndealivio.

Yacíaahoratendidoenlacama,necesitandodormirperosinpoderconciliarelsueño.Laneviscasehabíaespesadoycaíangruesoscoposdenieve.

Algomarchabamal.Algohabíacomenzado,algoestabapasando.Nopodíamentirseasímismoy

decirquenosabíanada.ElcocheChristine,variaspersonashabíancomentadolomagníficamente que la había restaurado. Lo había llevado a la escuela, y sehabíanagolpadoloschicosdeltallerautomovilístico,sehabíanarrastradobajoélparaexaminarelnuevosistemadeescape,losnuevosparachoques,lacarrocería.Se habían introducido hasta la cintura en el compartimiento del motor,comprobando las correas y el radiador, que estabamilagrosamente libre de lacorrosión y verde sedimento que es el residuo de años de anticongelante,comprobandoelgeneradory los relucientespistonesencajadosensusválvulas.Hastaelpurificadordeaireeranuevo,conlosnúmeros318pintadosenlapartesuperior,inclinadohaciaatrásparaindicarlavelocidad.

Si,sehabíaconvertidoenunaespeciedehéroeparasuscompañerosyhabíarecibido todos loscomentariosy lasfelicitacionescon lasonrisaadecuadaa laocasión.Pero,aunentonces,¿Nohabíaestadoconfusoenlomásintimodesuser?Sinduda.

Porquenopodía recordarqué lehabíahechoaChristine yquéno lehabíahecho.

Eltiempopasadotrabajandosobreellaen«Darnell's»noeraahoramásque

unamancha borrosa, como lo había sido su viaje al aeropuerto de esta noche.Podía recordarhaber empezadoa trabajar sobre el abolladoextremoposterior,peronopodíarecordarhaberloterminado.Podíarecordarhaberpintadoelcapó—cubriendoelparabrisasylosguardabarrosconcintaprotectoraycolocandolamáscara blanca en el taller de pintura de la parte de atrás—, pero no podíarecordar exactamente cuándo había remplazado los flejes. Ni tampoco podíarecordardóndeloshabíaconseguido.Todoloquepodíarecordarconseguridadera el haber permanecido sentado durante largos periodos ante el volante,deslumbrado de felicidad…, sintiendo algo parecido a lo que había sentidocuando Leigh murmuró «te quiero» antes de entrar en su casa. Allí sentadodespués de que la mayoría de los tipos que trabajaban sobre sus coches en«Darnell's»sehubieranidoacasaacenar.Allísentadoy,aveces,poniendolaradioparaescucharviejascancionesen«WDIL».

Quizáselparabrisaseralopeor.NohabíacompradounnuevoparabrisasparaChristine,deesoestabaseguro.

Sulibretadeahorroshabríabajadomuchomássilohubierahecho.¿Ynotendríaunrecibo?InclusohabíabuscadoesereciboenlacarpetaconelletreroCOSASDELCOCHEqueteníaensuhabitación.Peronohabíaencontradoninguno,ylaverdaderaquelohabíabuscadosinmuchoentusiasmo.

Dennishabíadichoalgo:que la reddeestríashabíaparecidomáspequeña,menosgrave.Luego,aqueldíaenHiddenHills,había…,bueno,desaparecido.Elparabrisasestabaenteroylimpio.

Pero,¿Cuándohabíasucedido?¿Cómohabíasucedido?Nolosabía.Cayóalfindormidoysoñóagitadamente,desordenandolassábanas,mientras

se abría el velo de nubes que ocultaba el firmamento y brillaban fríamente lasestrellasotoñales.

24.Vistoenlanoche

Takeyouforarideinmycar-car,Takeyouforarideinmycar-carTakeyouforaride,Takeyouforaride,Takeyouforarideinmycar-car.

WOODYGUTHRIE

Eraunsueño:estabasegura,casihastaelmismofinal,dequedebíadeserunsueño.

Enelsueño,despertódeunsueñoconArnie,haciendoelamorconArnie,noen el coche, sino en una habitación azul muy fría, que estaba completamentedesamueblada, a excepción de una alfombra azul oscuro y numerosos cojinesforrados de raso azul claro: despertó de este sueño con su habitación en lamadrugadadeldomingo.

Oyóuncocheafuera.Fuehastalaventanaymiróhaciaabajo.Christineestabaparadajuntoalacuneta.Sumotorestabaenmarcha—Leigh

podíaverelhumoquesalíaporeltubodeescape—,perosehallabavacía.Enelsueño,pensóqueArniedebíadeestarantelapuerta,aunquenohabíasonadoaúnningunallamada.Debíabajar,yaprisa.

Si su padre despertaba y se encontraba con Arnie aquí, a las cuatro de lamañana,sepondríafurioso.

Peronosemovió.Miróalcocheypensóencuántoloodiaba…,ylotemía.Yelcocheleodiabatambiénaella.Rivales, pensó, y el pensamiento —en este sueño— no era sombrío y

ardientemente celoso, sinomás bien desesperado y asustado.Allí estaba, en lacuneta, aparcadoante su casa en layertamadrugada, esperándola.EsperandoaLeigh. «Baja, cariño.Daremosunavuelta yhablaremos sobrequién le necesitamás, quién le quieremás y quién serámejor para él a la larga.Vamos…, ¿Noestarásasustada?»

Estabaaterrorizada.«Noesjusto,ellaesmásvieja,conocelosardides,leengañará…»—Vete—murmuróimpetuosamenteLeighenelsueño,ygolpeósuavementeel

cristalconlosnudillos.Elcristalestabafríoaltacto,pudoverlaspequeñasmarcasdejadasporsus

nudillosenlaescarcha.Erasorprendentelorealesquepodíanseralgunossueños.Peroteníaqueserunsueño.Teníaqueserlo,porqueelcochelaoyó.Nobien

habían salido de su boca las palabras cuando los limpiaparabrisas empezaronsúbitamenteamoverse,barriendolahúmedanieveconunascuantassacudidas.Y,luego,seseparóconsuavidaddelacunetaydesapareciócallearriba…

Sinquelocondujeranadie.Estabaseguradeeso:tanseguracomosepuedeestardealgoenunsueño.La

ventanilla del lado derecho había estado cubierta de nieve, pero se manteníatransparente.Habíapodidoverelinteriorynohabíanadiealvolante.Oseaque,naturalmente,teníaqueserunsueño.

Volvióalacama(alaquenuncahabíallevadounamante,comoArnie,ellanunca había tenido ningún amante), pensando en una Navidad de hacia muchotiempo, de hacia doce, quizás, incluso, catorce años. Seguramente que ella nopodía haber tenido más de cuatro años por entonces. Ella y su madre habíanestadoenunadelasgrandesgaleríascomercialesdeBoston,«Filene's»,quizás…

Apoyó la cabeza en la almohada y se durmió (en su sueño) con los ojosabiertos,mirandoeldébilresplandordelaprimeraluzdelamañana,yluego—en sueños puede suceder cualquier cosa—, vio al otro lado de la ventana laseccióndejugueteríade«Filene's»:oropeles,brillos,luces.

EstabanbuscandoalgoparaBruce,sobrinoúnicodepapáymamá.Enalgunapartedelestablecimiento,unSantaClausreíaporlosaltavoces,yelamplificado

sonido no era alegre, sino un tanto ominoso, la risa de un maníaco que habíallegadoenlanoche,noconregalos,sinoconunacuchilladecarnicero.

Ella había extendido lamano hacia uno de los juguetes expuestos, lo habíaseñaladoyhabíadichoasumadrequequeríaqueSantaClausselotrajeseaella.

—No,cariño,Santanopuedetraerteeso.Esoesunjuguetedechico.—¡Peroyoloquiero!—Santatetraeráunapreciosamuñeca,QuizásinclusounaBarbie…—¡Quieroeso!Esos los hacen los duendes niños, Lee-Lee. Para niños. Las duendes niñas

hacenpreciosasmuñecas…—¡YonoquierounaMUÑECA!,¡YonoquierounaBARBIE!,¡Yo…quiero…

eso!—Sivasacogerunapataleta,tendréquellevarteacasa,Leigh.Ahoramismo.Así que había desistido, y Navidad le había traído no sólo a «Malibú

Barbie»,sinotambién«MalibúKen»,yhabíadisfrutadoconellas(suponía),perotodavía recordaba el coche de carreras «Remco» en su verde superficie decolinaspintadas,corriendosoloa lo largodeunacarreterapintada tanperfectaque tenía hasta diminutas barandillas de metal…, una carretera cuya ilusiónesencial sólo quedaba traicionada por su insulsa circularidad. Ah, pero aquelcochecorríaagranvelocidad,¿Yeradeunbrillantecolormágicoensuojoyensumente?Loera.Ylailusiónesencialdelcocheeratambiénmágica.Esailusiónresultabatanfascinadoraquelerobabaelcorazón.Lailusión,naturalmente,eraqueelcochesemovíaporsimismo.Ellasabiaqueunempleadoestabadeverascontrolándolo desde una cabina situada a la derecha, pulsando botones en uncuadrodemandos.Sumadreledijoqueasíeracomofuncionaba,yasídebíadeser,porlotanto,perosusojoslonegaban.

Sucorazónlonegaba.Permaneció, fascinada, con sus enguantadas manecitas sobre la barandilla,

viéndolodarvueltasyvueltas,atodavelocidad,moviéndoseporsimismo,hastaquesumadrelaapartóconsuavidaddeallí.

Y,porencimadetodo,pareciendohacerquevibraraeloropelextendidoporeltecholaominosacarcajadadelSantaClausdelestablecimiento.

Leigh durmió más profundamente, desvaneciéndose poco a poco sueños yrecuerdos, y afuera la luz del alba fue reptando como leche derramada,iluminando una calle con todo el silencio y el vacío del domingo. La primeranevadadelatemporadasemanteníaintactaenelsuelo,aexcepcióndelashuellasdeneumáticosquetorcíanhacialacuneta,delantedelacasadelosCabot,ysealejabanluegohaciaelcrucealfinaldeestebarriosuburbano.

Ellanoselevantóhastacasilasdiez(sumadre,aquiennolegustabaqueseholgazaneaseenlacama,lallamóalfinparaquebajaseadesayunarantesdequellegaralahoradelalmuerzo),yparaentonceslatemperaturahabíasubidoyacasia quince grados…, en el oeste de Pensilvania los primeros días de noviembresuelen ser tan caprichosos como los primeros días de abril.Así que, hacia lasdiez,lanievesehabíaderretido.Yhabíandesaparecidolashuellas.

25.Buddyvisitaelaeropuerto

Weshut'emupandthenweshut'emdown.

BRUCESPRINGSTEEN

Unanoche,unosdiezdíasdespués,cuandopavosdecartulinaycornucopiasdepapelestabanempezandoaaparecerenlasventanasdelaescuelaelemental,un«Camaro»azul,tanradicalmentelevantadoporlatraseraquesumorroparecíarozar casi la carretera, enfiló el acceso al aparcamiento permanente delaeropuerto.

Sandy Galton se asomó nervioso desde su cabina de cristal. Desde laventanilla del lado del conductor del «Ford», el sonriente rostro de BuddyReppertonse inclinóhaciaél.El rostrodeBuddy teníabarbadeunasemana,ysusojosposeíanunbrillomaníacoqueeradebidomásalacocaínaquealjúbilodelDíadeAccióndeGracias:élylosdemássehabíanatizadounabuenadosisesanoche.Enconjunto,BuddyparecíaundepravadoClintEastwood.

—¿Quétalsevigila,Sandy?—preguntóBuddy.Unacarcajadadel«Camaro»saludóestaocurrencia.DonVandenberg,MoochieWelchyRichieTrelawneyestabanconBuddy,y,

entreelgramodecocaínaylasseisbotellasde«TexasDriver»queBuddyhabíafacilitadoparalaocasión,sesentíananimososydispuestos.Habíanacudidoparahaceruntrabajitoenel«Plymouth»deArnieCunningham.

—Escuchad,sioscogenperderémiempleo—dijoSandyconnerviosismo.

Era el único que estaba sereno y lamentaba haber mencionado queCunninghamaparcabaallísucacharro.Afortunadamente,noseleocurriólaideadequeademáspodríairalacárcel.

—Si tú o alguno de los demás participantes en tu Misión Imposible soisapresados,elSecretarionegaráhabertenidoelmásmínimocontactoconvosotros—explicóMoochiedesdeelasientoposterior,ylosotrosvolvieronareír.

Sandypaseólavistaenderredorporsiseacercabanotroscoches—testigos—,peronoestabaprevista la llegadadeningúnaviónenmásdeunahora,y lazona del aparcamiento estaba tan desierta como las montañas de la Luna. Eltiempohabíaenfriadomucho,yunvientotancortantecomounanavajadeafeitargemíasobre laspistasyululabaentre las filasdecochesvacíos.Arribaya suizquierda,elcartelde«Apco»sebalanceabadecontinuoaunladoyotro.

—Podéisreíros,idiotas—dijoSandy—.Yonooshevisto,esoestodo.Sioscogen,diréqueestabaenelretrete.

—Jesús, qué crío—comentóBuddy. Parecía contristado—.Nunca creí quefuesestancrío,Sandy.Deveras.

—¡Arf! ¡Arf! —ladró Richie, y sonaron más risas— ¡Lárgate y hazte elmuerto,Sandy!

Sandyenrojeció.—Nomeimporta—dijo—.Tenedcuidado.—Lo tendremos, hombre—dijo Buddy, sinceramente. Había reservado una

séptima botella de «TexasDriver» y una ración bastante aceptable de cocaína.AhoraentregóambascosasaSandy—.Toma.Diviértete.

Sandysonrió,aunasupesar.—Deacuerdo—dijo,yañadió,paraquevieranquenoerauncalzonazos—.

Hacedunbuentrabajo.LasonrisadeBuddyseendureció,sehizometálica.Desaparecióelbrillode

susojos,quesetornaronopacos,fríosyamenazadores.—Oh,loharemos—dijo—.Loharemos.El«Camaro»entróenelaparcamiento.Duranteunrato,Sandypudoseguirsu

avancehacialapartetraseraporlaluzdesuspilotos,y,luego,Buddylosapagó.El sonido del motor, borboteando a través de los silenciadores, llegó unosmomentos,impulsadoporelviento,yluegoseextinguió.

Sandy echó la cocaína en el mostrador, junto a su receptor portátil de

televisiónylaintrodujoenunbilletededólarenrollado.Luego,cogiólabotella.Sabiaqueselacargaríatambiénsiledescubríanborrachoensupuesto,peronoleimportabamucho.Estarborrachoeramejorqueestarenvilo,mirandoaversiaparecíaunodelosdoscochesgrisesdelserviciodeseguridaddelaeropuerto.

Elvientosoplabaensudirección,ypudooír,pudooírmucho.Untintineodecristalesrotos,risasahogadas,ungolpefuerteymetálico.

Máscristalesrotos.Unapausa.Voces bajas transportadas hasta él por el frío viento. Le era imposible

distinguirlaspalabras,llegabandeformadas.Sonódeprontounacerradadescargadegolpes,Sandydiounrespingo.Más

cristalesenlaoscuridad,yuntintineodemetalquecaíaalpavimento.DeseóqueBuddy le hubiera traídomás coca. La coca era estimulante, y ahora necesitabaalgo que le reanimase. Parecía como si al otro extremo del aparcamientoestuvieraocurriendoalgobastantegrave.

Y,luego,unavozmásalta,apremianteeimperiosa,ladeBuddysinduda:—¡Hazloahí!Unmurmullodeprotesta.Buddydenuevo:—¡Noimporta!¡Enelsalpicaderohedicho!Otromurmullo.Buddy:—¡Meimportauncarajo!Y,poralgunarazón,unarisasofocada.Sudoroso a pesar del cortante frío Sandy cerró de pronto su ventanilla y

encendiólatelevisión.Bebiólargamentehaciendounamuecaanteelfuertesabordelamezcladezumodefrutasyvinobarato.Nolegustaba,pero«TexasDriver»eraloquetodosellosbebíancuandonoestabanbebiendocerveza«IronCity».¿Yqueibaahacerél?¿Demostrarqueeramejorqueellos?Esodaríaaltrasteconél.ABuddynolegustabanlosfinolis.

Bebió,yempezóasentirseunpocomejor:o,almenos,unpocomásborracho.Cuandopasóunodeloscochesdeseguridaddelaeropuerto,apenasseinmutó.Elpolicía levantó la mano hacia Sandy. Sandy respondió con el mismo ademán,serenoyfrío.

Unos quince minutos después de haber enfilado hacia el fondo del

aparcamiento, reapareció el «Camaro» azul, esta vez por el carril de salida.Buddyibaserenoyrelajadoalvolante,conunabotellasemi-vacíade«Driver»entrelosmuslos.Estabasonriendo,ySandyobservóconinquietudquesusojossehallaban inyectados en sangre. No era sólo por el vino o la cocaína. BuddyReppertonnoeraunapersonaalaquesepudiesehumillar,comoibaaaveriguarCunningham.

—Misióncumplida,muchacho—dijoBuddy.—Estupendo—explicóSandy,ytratódesonreír.No tenía nada a favor ni en contra de Cunningham y no era una persona

particularmente imaginativa,peropodíasuponer loque ibaasentirCunninghamcuandovieseenquéhabíaidoaparartodosucuidadosotrabajoderestauracióndeaquel«Plymouth»rojoyblanco.PeroesoeracosadeBuddy,nosuya.

—Estupendo—repitió.—Noabandonestupuesto—pidióRichie,yrió.—Descuida—dijoSandy.Lealegrabaque se fueran.Quizánovolviesen conmucha frecuenciapor la

estacióndeserviciodeVandenberg.Estoeracosaseria.Demasiadoseria,quizás.Ytalvezseapuntaraaunpardecursosnocturnostambiéntendríaqueabandonarsuempleo,peroquizásesonofueratanto…,eltrabajonopodíasermásaburrido.

Buddyleestabamirandotodavía,conaquellasonrisararaymetálica,ySandybebióunlargotragode«TexasDriver».Casiledionáuseas.Poruninstante,seimaginóvomitandoenlacaradeBuddy,vueltahaciaarribaysudesasosiegoseconvirtióenterror.

—Sivienenlospolis—explicóBuddy—,túnosabesnada,nohasvistonada.Comohasdichoantes,tuvistequeiralretreteaesodelasnueveymedia.

—Descuida,Buddy.—Todos llevábamos puestos nuestros mitones. No hemos dejado ninguna

huella.—Claro.—Tranquilo,Sandy—concluyóconsuavidadBuddy.—Si,vale.El«Camaro»empezóarodardenuevo.Sandylevantólabarreraconelbotón

manual.Elcocheenfilóhacia lacarreteradesalidadelaeropuertoconpausadamarcha.

Alguien exclamó «¡Arf! ¡Arf!». El sonido llegó hasta Sandy en direccióncontrariaaladelviento.

Turbado,sesentóaverlatelevisión.Pocoantesdequeseprodujeraelaluvióndeclientesquehabíanllegadode

Clevelandenelavióndelas10:40,tiróporlaventanillaelrestodel«Driver»…Noqueríamás.

26.Christinemartirizada

Transfusion,transfusion,OhI'mnever-never-nevergonnaspeedagain.Passthebloodtome,Bud.

«NERVOUS»NORVUS

Eldíasiguiente,ArnieyLeighfueron juntosalaeropuertodespuésdeclasepara recoger a Christine. Proyectaban viajar a Pittsburgh para hacer algunascompras anticipadas de Navidad, y les ilusionaba hacerlo juntos parecíaterriblementeadulto.

Arnieestabademuybuenhumorenelautobús,sacandodivertidosparecidosa losdemásviajerosyhaciéndola reír, apesardequeestabacon la regla,quegeneralmenteleproducíadepresiónysiempreeradolorosa.Laseñoragordaconzapatos de hombre era una monja renegada dijo. El chico del sombrero decowboyeraunbuscavidas.Yasísucesivamente.Ellaentrótambiéneneljuego,peronoeratanbuenacomoél.Erasorprendentelaformaenquehabíasalidodesuconcha:laformaenquehabíaflorecido.Esaeralapalabra.Experimentabalacomplacidasatisfaccióndeunprospectorquehasospechadolapresenciadeoroapartirdeciertasseñalesyhaacertado.Leamaba,yhabíaacertadoenamarle.

Bajarondelautobúsenlaterminalyecharonaandarcogidosdelamano,porlacarreteradeaccesoalaparcamiento.

—No está mal —convino Leigh. Era la primera vez que iba con él para

recogeraChristine—.Veinticincominutosdesdelaescuela.—Si —dijo Arnie—. Mantiene la paz familiar, que es lo importante. Te

aseguroquecuandomimadrevinoacasaaquellanocheyvioaChristinesepusocompletamentefuriosa.

Leighrió,yelvientoagitósuscabellos.Latemperaturahabíatempladodesdela noche, pero seguía siendo fría. Lo prefería. A las compras de Navidad lessentaba bien un poco de frío en el aire. Una pena que las decoraciones dePittsburgh no estuviesen puestas todavía. Pero, no; era mejor. Y de pronto sesintiócontentadetodo,sobretodocontentadevivir.Ydeestarenamorada.

Habíapensadoenello,en la formaenque leamaba.Había tenidoyaalgúnque otro devaneo, y una vez, en Massachusetts, había pensado que quizásestuvieraenamoradaperoconArnienoteníaningunaduda.Ellaturbabaaveces—su interés por el coche parecía casi obsesivo—, pero incluso su ocasionaldesasosiegodesempeñabaunpapelensus sentimientos,queeranmás ricosquecuandohabíaconocidoantes.Ypartedeello,seconfesabaasímisma,teníaalgodeegoísmo:ensólounassemanashabíaempezadoaformarle…acompletarle.

Caminaban entre los coches, en dirección a la sección permanente delaparcamiento.Enloalto,unreactorsedisponíaatomarpista,yelrugidodesusmotoressedesplegabaengrandesoleadasdesonido.Arnieestabadiciendoesoperoelaviónborrócompletamentesuvozdespués,lasprimeraspalabras—algoacerca de la cena del día de Acción de Gracias—, ella se volvió a mirarle,secretamenteregocijadaporsubocamoviéndoseensilencio.

Y, entonces, de pronto, su boca dejó demoverse. Se detuvo en seco. Se ledilataron los ojos… y parecieron salírsele de las órbitas. Su boca empezó aretorcerse, y la mano que sostenía la de Leigh se cerró súbita y cruelmente,oprimiéndoledolorosamenteloshuesos.

—Arnie…Elrugidodelreactorseestabadesvaneciendo,peroélparecióoírle.Sumano

secerróconmásfuerza.Subocasehabíacerradoyestabacontorsionadaenunahorriblemuecadesorpresaydeterror.Leighpensó:Leestádandounataquealcorazón…,algo.

—Arnie,¿Quéocurre?—exclamó—Arnie…,¡Ayyyyyyy,mehacesdaño!Durante un insoportablemomento, la presión sobre lamano que tan leve y

amorosamentehabíaestadososteniendounmomentoantesaumentóhastaparecer

queibanaromperseloshuesos.Elvivocolordesusmejillashabíadesaparecidoysupielsemejabalasuperficiedeunaplacafuneraria.

Pronunció una sola palabra—¡Christine!—, y soltó de momento a Leigh.Echó a correr, golpeándose la rodilla contra el parachoques de un «Cadillac»,tambaleándose, cayendo casi al suelo, recuperándose y echando a correr denuevo.

Leighcomprendióalfinquesetratabadealgoreferentealcoche—elcoche,elcoche,siempreelmalditocoche—,yunaintensaira,totalydesolada,seelevóensuinterior.Porprimeravez,sepreguntósiseriaposible«ganarle»siArnielopermitiría.

Suiraseextinguióenelinstanteenquerealmentemiró…yvio.Arniecorrióhacialoquequedabadesucoche,conlasmanosextendidas,yse

detuvo tan bruscamente delante de él que el gesto pareció casi un horrorizadoademán de proporción, el clásico ademán de la victima atropellada un instanteantesdelacolisiónmortal.

Permanecióasíunosmomentos,comosiquisieradetenerelcoche,oalmundoentero. Luego, bajó los brazos. Su nuez subió y bajó dos veces mientrasforcejeabapor tragaralgo—ungemido,ungrito—,y luegosugargantaparecióhincharse, destacando en ella con perfecto relieve cada músculo, cada tendón,incluso lasmismasvenas.Era lagargantadeunhombre tratandode levantarunpiano.

Leighcaminólentamentehaciaél.Todavíaledolíalamano,ymañanaestaríahinchada y virtualmente inservible, pero se había olvidado de ella por elmomento. Su corazón fue hacia él y pareció encontrarlo, sentía su tristeza y lacompartía…,oasíseloparecía.SólomástardecomprendióhastaquépuntolahabíaexcluidoArnieaqueldía:cuántodesusufrimientodecidióasumirsóloparasí,cuántodesuodioocultó.

—Arnie,¿Quiénlohahecho?—preguntó,convozdesgarrada.No, no le había gustado el coche, pero verlo reducido a esto le hacía

comprenderplenamentelossentimientosdeArnie,yyanopodíaodiarlo:oasílocreía.

Arnie no respondió. Estaba mirando aChristine, con ojos llameantes y lacabezaunpocoinclinada.

Elparabrisashabíasidodestrozadopordossitiospuñadosdefragmentosde

cristal aparecían esparcidos por la rajada tapicería de los asientos comodiamantes falsos. La mitad del parachoques delantero había sido arrancado yreposaba ahora sobre el pavimento, junto a una maraña de cables negrossemejantesalostentáculosdeunpulpo.Tresdelascuatroventanillashabíansidorotas también. La carrocería había sido agujereada con algún instrumentoaguzado, y las perforaciones, a la altura de la cintura, formaban una líneaondulada.Lapuertade laderechacolgaba,abierta,yvioquehabíansido rotostodosloscristalesdelsalpicadero.Habíaportodaspartesrestosdelrellenodelos tapizados.La agujadel velocímetroyacía sobre la alfombrilladel ladodelconductor.

Arnie caminó con lentitud alrededor de su coche, observando todos losdetalles.Leighlehablódosveces.

No le respondióningunade lasdos.Elcolorplomizodesucarasehallabaahora quebrado por dos ardientes rosetones en los pómulos. Cogió la cosaparecidaaunpulpoquereposabaenelpavimento,yLeighvioqueeralacápsuladistribuidora:supadreselahabíamostradounavezenquehabíaestadohaciendounosarreglosensucoche.

La miró un momento, como si examinara un exótico ejemplar zoológico, yluegolatiró.Loscristalesrotosrechinabanbajosuspies.Ellalehablódenuevo.Nohubocontestación,yahora,ademásdeuna terriblepiedadporél, empezóasentir también miedo. Dijo más tarde a Dennis Guilder que parecía del todoposible—almenosenelmomento—quehubieraperdidolarazón.

Arnieapartódeunpuntapiéunembellecedor,quegolpeócontralavallaconmetálicosonido.Lospilotoshabíansidodestrozados,másgemasfalsas,estavezrubíes,yenelpavimentoenlugardelasiento.

—Arnie…—intentódenuevo.Seinterrumpió.Elestabamirandoporelagujerodelaventanilladelladodel

conductor.Unterriblesonidoempezóabrotardesupecho,unsonidoselvático.Ella miró por encima de su hombro, vio, y sintió de pronto una insensatanecesidaddereírygritarydesmayarse,todoalmismotiempo.Enelsalpicadero:nolohabíavistoalprincipio,enmediodeladestruccióngeneral,nohabíavistoloquehabíaenelsalpicadero.Y,conunvómitoascendiéndolesúbitamentealagarganta, se preguntó quién podía ser tan vil, tan por completo vil, como parahacersemejantecosa,para…

—¡Cagones!—gritóArnie,ysuvoznoerasuya.Eraaguda,estridente,quebradaporlaira.Leigh se volvió y vomitó, apoyándose ciegamente en el coche contiguo a

Christine, viendo ante sus ojos unasmanchitas blancas que se hinchaban comogranosdearroz.Deformaborrosa,pensóenlaferiadelCondado:todoslosañoscolocabanuncocheviejoydestartaladoenunaplataformademaderayponíanasu lado un pesado mazo, y por veinticinco centavos se le podían asestar tresgolpes.

Laideaeradestrozarelcoche.Perono…,no…—¡Malditoscagones!—gritóArnie—¡Oscogeré!¡Oscogeréaunqueseala

últimacosaquehaga!¡Aunquesealaúltimajodidacosaquehagajamás!Leighseincorporóy,porunterriblemomento,seencontródeseandonohaber

conocidoaArnieCunningham.

27.ArnieyRegina

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THEMEDAILLONS

Aquellanocheentróenlacasaalasdocemenoscuarto.Laropaquesehabíapuesto pensando en el viaje a Pittsburgh estabamanchada de grasa y de sudor.Teníalasmanosennegrecidas,yeldorsodelaizquierdaestabasurcadoporunasuperficial herida de tirabuzón que semejaba unamarca al fuego. Se le veía elrostromacilentoy conuna expresión aturdida.Habíaoscuros círculosbajo susojos.

Su madre se hallaba sentada a la mesa, con las cartas de un solitarioextendidasanteella.Habíaestadoesperandoquevolvieseacasaytemiéndoloalmismotiempo.Leighhabíallamadoporteléfonoylehabíacontadolosucedido.Lamuchacha,que leparecíaaReginabastantebuenachica(aunquequizáno lobastantebuenaparasuhijo),dabalaimpresióndehaberestadollorando.

Alarmada, Regina había colgado lo más rápidamente que pudo y habíamarcadoelnúmerodelgarajedeDarnell.LeighlehabíadichoqueArniehabía

pedido allí una grúa y se había ido en ella con el conductor. A ella la habíamandadoenuntaxi,venciendosusprotestas.Elteléfonohabíasonadodosvecesy,luego,unavozjadeantehabíadicho:«Aquí,Darnell's».

Había colgado, comprendiendo que sería un error hablar con él allí…, yparecíaqueellayMikehabíancometidoyasuficienteserroresrespectoaArnieysucoche.Esperaríahastaquevolvieseacasa.Loqueteníaquedecirselodiríamirándolealacara.

Lodijoahora.—Losiento,Arnie.Habría sido mejor si Mike pudiera estar también aquí. Se encontraba en

KansasCity, asistiendoaunsimposio sobreel comercioy loscomienzosde laempresalibreenlaEdadMedia.Noregresaríahastaeldomingo.Comprendía—nosinciertopesar—quetalvezestuvieraperdiendoahoratodalagravedaddelasituación.

—Losiento—repitiócomounecoArnie,convoztonadaexpresiva.—Sí,yo,esdecir,nosotros…Nopudocontinuar.Habíaalgoterribleensuyertaexpresión.Susojostenían

una mirada vaga, perdida. Sólo al mirarle y menear la cabeza, con los ojosbrillantesyaborreciblesabordelaslágrimasenlanarizylagarganta.Detestaballorar.Devoluntadenérgica,unade lashijasdeunafamiliacatólicacompuestaporsupadre,obrerodelaconstrucción,sumadreysietehermanos,rectaaentrarenlaUniversidad,pesealacreenciadesupadredequeloúnicoquelaschicasaprendíanallíeraadejardeservírgenesyaabandonarlaiglesia,yahabíatenidosobradamentesuracióndelágrimasymás.Y,sisupropiafamiliapensabaqueeraduraaveces,eraporquenocomprendíanquecuandoatraviesaunoelinfiernodeélendurecidoporelfuego.Y,cuandounohatenidoqueabrasarseparahacersuvoluntad,teníaquehacerlosiempre.

—¿Sabesalgo?—preguntóArnie.Ellameneó lacabeza,sintiendo todavía laardienteyparalizantequemadura

delaslágrimasbajosuspárpados.—Meharíasreírsinoestuvieratancansadoqueapenassipuedotenermeen

pie.Podríashaberestadoallí,manejandolasbarrasdehierroylosmartillosconlostiposquelohicieron.Probablementeestásmáscontentaqueéldeloocurrido.

—¡Arnie,esonoesjusto!

—¡Claroqueloes!—rugió,fulgurantesdeprontosusojossevieronconunfuegohorrible.Porprimeravezensuvida,Reginaleteníamiedoasuhijo—¡Fueideatuyaquemelollevasedecasa!,¡Fueideadeél llevarloalaeropuerto!¿Aquiéncreesquehayqueecharlelaculpa?¿Aquién?¿Creesquehabríaocurridosihubieseestadoaquí?¿Eh?

Avanzóunpasohaciaella,conlospuñosapretadosaloscostadosyellatuvoquehacerunesfuerzoparanoretroceder.

—Arnie, ¿No podemos hablar sobre esto?—preguntó— ¿Como dos seresracionales?

—Unodeellossecagóenelsalpicaderodemicoche—dijoconfrialdad—.¿Tepareceesoracional,mamá?

Ella había creído sinceramente que tenía dominadas las lágrimas, pero estanoticia—noticia de una furia tan estúpida e irracional—, le hizo verterlas denuevo. Lloró. Lloró de dolor por lo que su hijo había visto. Bajó la cabeza ylloró,aturdida,dolidayatemorizada.

Durante toda suvidademadre sehabía sentido secretamente superiora lasmujeresquelerodeabanyqueteníanhijosmayoresqueArnie.Cuandoélteníaunañoesasotrasmadreshabíanmeneadocon tristeza la cabezay lehabíandichoque esperase a que tuviera cinco años: era entonces cuando empezaban losproblemas, cuando tenían edad suficiente para decir «mierda» delante de susabuelasyjugarconcerillascuandoestabansolos.PeroArnold,tanbuenocomoelorocuandoteníaunaño,habíaseguidosiendotanbuenocomoelorocuandoteníacinco. Entonces, las otras madres habían hecho rodar sus ojos y habían dichoesperaaquetengadiez,yluegohabíasidoquince,entonceseracuandolascosasseponíanrealmentedesagradables,entreladroga,ylosconciertosderock,ylaschicas capaces de hacer cualquier cosa, y —Dios no lo quiera— robandotapacubos,yesas,bueno,enfermedades.

Y durante todo el tiempo ella había continuado sonriendo interiormenteporque todoestaba resultandoconformea suplan, todoestaba resultandocomoellapensabaquedebíahabersidosupropia infancia.Suhijo teníaunospadrescariñosos que le querían y le ayudaban, que le mandarían encantados a laUniversidad que él eligiese (siempre que fuese una buena), culminando así eljuego/tarea/vocacióndeserpadres.SilehubieranindicadoqueArnieteníapocosamigosyeraamenudoobjetodelasburlasyamenazasdelosotros,ellahabría

observado con tono estirado que ella había ido a una escuela parroquial de unbarriodesuburbio,en laque lasmediasdealgodónde laschicaseranavecesarrancadasporjuegoyquemadasluegosirviéndosedeencendedores«Zippo»quellevabangrabadoelcuerpocrucificadodeJesús.Y,siselehubierasugeridoquesus propias actitudes hacia la educación de los niños diferían sólo en términosobjetivosmateriales de las actitudes de su odiado padre, ella se habría puestofuriosayseñaladoasubuenhijocomosuvindicaciónfinal.

Peroahorasubuenhijoestabaanteella,pálido,exhausto,congrasahastaloscodos,pareciendo latircon lamismaclasedemal refrenada iraquehabíasidocaracterística de su abuelo, incluso pareciéndose a él. Todo parecía habersedesmoronado.

—Arnie,hablaremosporlamañanadeloquepuedehacerse—dijo,tratandoderecobrarseydetenerlaslágrimas—.Hablaremosdeelloporlamañana.

—Tendrásquemadrugar—respondióél,pareciendoperderinterés—.Voyaecharmeadormirunascuatrohoras,luegovolveré.

—¿Paraqué?Lanzóunaferozcarcajadayagitólosbrazosbajolostubosfluorescentesdela

cocinacomosiquisieravolar.—¿Para qué crees? ¡Tengo mucho trabajo que hacer! ¡Más de lo que te

imaginas!—No…Tienesclasemañana…Yo…yoteloprohíbo,terminantemente…Sevolvióparamirarla,paraobservarlayellavolvióainmutarse.Eracomo

unapesadillaqueparecíaseguir.Seguir.—Iréaclase—manifestó—.Meteré ropa limpiaenunabolsae inclusome

ducharéparaquemiolornoofendaanadie.Luego,cuandolasclases terminen,volveréa«Darnell's».Haymuchotrabajoquehacer,peropuedohacerlo,séquepuedo…, aunque me llevará una buena parte de mis ahorros.Más, tendré queañadirloaloqueestoyhaciendoparaWill.

—¡Tusdeberes…,tusestudios!—Ah.Eso—sonrióconlamecánicasonrisadeunafigurillaaccionadaporun

mecanismo de relojería—. Sufrirán, claro. No puedo engañarte acerca de eso.Tampocopuedoprometerteyaunanotamediade93.Peropasaré.Puedo sacaraprobado.Quizáshastaalgúnnotable.

—¡No!¡TienesquepensarenlaUniversidad!Arnie regresó hacia la mesa, cojeando acusadamente de nuevo. Apoyó las

manossobrelamesa,delantedeella,yseinclinó.Ellapensó:Undesconocido…,mihijoesundesconocidoparamí.¿Esrealmenteculpamía?¿Loes?¿Porqueyoquería lomejorparaél?¿Puedeser?Porfavor,Diosmío,hazqueestoseaunapesadilladelaquedespertar‚conlágrimasenlosojosporsurealismo.

—En estos momentos —dijo con suavidad, sosteniendo su mirada—, lasúnicascosasqueme importansonChristine yLeigh,yestar abuenasconWillDarnellparapoderdejarlacomonueva.MeimportauncarajolaUniversidad.Y,si me pones obstáculos, abandonaré la escuela superior. Eso debería hacertecallar.

—No puedes —dijo ella, sosteniendo su mirada—. Tú lo comprendes,Arnold.Quizámerezcayotu…,tucrueldadperocombatirécontodasmisfuerzascontra esa vena tuya de autodestrucción. Así que no hables de abandonar laescuelasuperior.

—Peroesciertoqueloharé—respondióél—.Noquieroinducirteapensarquenovayaahacerlo.Enfebrerocumplirélosdieciochoaños,yloharésinotemantienesalmargendeestoenlosucesivo.¿Mecomprendes?

—Vetealacama—dijoella,llorosa—.Vetealacamameestásdestrozandoelcorazón

—¿Sí?—sorprendentemente,seechóareír—Duele,¿Verdad?,Losé.Semarchóentonces,caminandoconlentitud,inclinandoligeramenteelcuerpo

alaizquierdaacausadelacojera.Pocodespués,ellaoyóelpesadoyfatigadogolpeteo de sus zapatos en la escalera…, un sonido terriblemente reminiscentetambiéndesuinfancia,cuandohabíapensado:Elogrosevaalacama.

Leinvadióunnuevoespasmodellanto,seincorporópesadamenteysedirigióalapuertatraseraparallorarenprivado.Semanteníafirme—pequeñoconsuelo,peromejor que nada—, y levantó la vista hacia una cornuda luna que quedabacuadruplicadaa travésdelvelodesus lágrimas.Todohabíacambiado,yhabíasucedido con la rapidez de un ciclón. Su hijo la odiaba, lo había visto en surostro: no era una pataleta, un enfado temporal, un pasajero berrinche deadolescencia.Laodiaba,ynoeraesa laformaenqueesperaba llevarseconsubuenhijo.

Enabsoluto.

Sedetuvoenelporcheylloróhastaquelaslágrimasempezaronaagotarseylossollozosseconvirtieronenocasionaleshiposysuspiros.Elfríolemordíalostobillos,desnudossobrelaszapatillasyleatravesabalabata.

Entróysubiólaescalera.SedetuvoantelapuertadelcuartodeArnie,dondepermanecióindecisacasiunminutoantesdeentrar.

Se había quedado dormido sobre la colcha. Tenía los pantalones puestos.Parecíamásinconscientequedormidoysucarasemejabahorriblementevieja.Unefecto de la luz que llegaba del pasillo y caía en la habitación encima de suhombroledioporunmomentolaimpresióndequeleestabaclareandoelpelo,deque su entreabierta boca carecía de dientes. Llevándose la mano a la boca,contuvoungritodehorrorysedirigióapresuradamentehaciaél.

Susombra,quesehabíaproyectadosobrelacama,semovióconella,yvioqueerasóloArnieyquelaimpresióndevejezerasimpleconsecuenciadelaluzydesupropiaconfusión.

Miró el radio reloj de lamesilla y vio que estaba puesto para sonar a lascuatro y media. Pensó en desconectar la alarma, incluso alargó la mano parahacerlo.Finalmente,encontróconquenopodía.

En lugar de ello fue a su propio dormitorio, se sentó ante el teléfono y lodescolgó.Losostuvounosmomentosenlamano,vacilando.SillamabaaMikeenplenanoche,pensaríaque…

¿Quehabíasucedidoalgoterrible?Rióentredientes.Bueno,¿Nohabíasucedido?Sindudaquesí.Ycontinuaba

sucediendo.Marcóelnúmerodel«RamadaInn»,enKansasCity,dondesehospedabasu

marido, vagamente consciente de que era la primera vez, desde que veintisieteañosantessalieradelasombríaymugrientacasadetrespisosdePitsburgparairalaUniversidad,enquesedisponíaapedirayuda.

28.Leighhaceunavisita

Idon'twanttocausenofuss,ButcanIbuyyourmagicbus?Idon'tcarehowmuchIpay,

I'mgonnadrivethatbustomybay-by.Iwantit…Iwantit…Iwantit…(Youcan'thaveit…)

THEWHO

Cruzósincontratiemposelpisoy se sentóenunade las sillasparavisitas,conlasrodillasjuntasylostobilloscruzados,pulcramentevestidaconunjerseydelanamulticoloryunafaldadepanamarrón.Sóloalfinalseechoallorar,ynopudoencontrarunpañuelo.DennisGuilder ledio la cajadepañuelosdepapelqueteníaenlamano.

—Cálmate,Leigh—dijo.—¡No pu-pu-puedo! No ha ido a verme…, y en la escuela parece tan

cansado…,ytúdicesquenohaestadoaquí.—Vendrásimenecesita—explicóDennis.—¡Estás lleno de chulería m-m-machista! —exclamó, luego, pareció

cómicamenteasombradadeloquehabíadicho.Laslágrimashabíandejadosurastroenellevemaquillajequellevaba.Ellay

Dennissemiraronunosinstantes,yseecharonareír.Perofueunarisabreveynobuenarealmente.

—¿LehavistoMotormouth?—preguntóDennis—Motormouth. Así es como Lenny Barongh llama al señor Vickers. El

consejerodeorientación.—¡Oh!Sí, creoque sí.Le llamaronaldespachodeorientaciónanteayer: el

lunes.Peronodijonada.Yyonomeatrevíapreguntarlenada.Noquierehablar.Sehavueltomuyextraño.

Dennis asintió. Aunque no creía que Leigh se diera cuenta —se hallabasumidaensupropiaconfusión—,élexperimentabaunasensacióndeimpotenciayun creciente temor por Arnie. Por las noticias que se habían filtrado en suhabitación durante los últimos días, Arnie parecía estar al borde de underrumbamientonervioso.ElinformedeLeigherasóloelmásrecienteyelmásgráfico. Nunca había deseado estar al margen con más intensidad que ahora.Naturalmente,podíallamarleaVickersypreguntarlesihabíaalgoqueélpudierahacer.Ypodíallamara…,salvoque,porloquehabíadichoLeigh,Arnieestabaahorasiempreenlaescuela,en«Darnell's»odurmiendo.Supadrehabíavueltoenseguidadeaquellaescueladeconvención,yLeighlehabíadichoquesehabíaproducidootrapelea.AunqueArnienolohabíadichodeesaforma,LeighdijoaDennisquecreíaquehabíaestadoapuntodemarcharsedecasa.

DennisnoqueríahablarconArnieen«Darnell's».—¿Quépuedohacer?—lepreguntóLeigh—¿Quéharíastúenmilugar?—Esperar—repusoDennis—.Noséquéotracosapuedashacer.—Peroesoes lomásdifícil—respondióella, envoz tanbajaqueeracasi

inaudible. Sus manos estrujaban el «Kleenex», desgarrándolo y moteándose lafalda con trocitos de él—. Mis padres quieren que deje de verle…, que leabandone.Temen…queReppertonyesosotroslehaganalgomás.

—EstásseguradequefueronBuddyysusamigos.—Sí.Todoelmundoloestá.ElseñorCunninghamllamóalapolicía,aunque

Arnie ledijoqueno lohiciese.Quearreglaríaelasuntoasumanera,yeso lesasustoalosdos.Amítambiénmeasusta.LapolicíacogióaBuddyReppertonyaunodesusamigos,elquellamanMoochie:¿Sabesaquiénmerefiero?

—Sí.—Y al chico que trabaja por la noche en el aparcamiento del aeropuerto

tambiénlocogieron.Galtonsellama…—Sandy.—Pensabanquedebíadehaberparticipado,quequizálosdejóentrar.—Sueleirconellos,sí—explicóDennis—,peronoesundegeneradocomo

losdemás.Oye,Leigh…,siArnienohahabladocontigo,seguramentelohahechoalgúnotro.

—Primero,laseñoraCunningham,yluegosupadre.Nocreoqueningunodeellossupieraqueelotrohabíahabladoconmigo.Están…

—Turbados—sugirióDennis.Ellameneólacabeza.—Esmásque eso—dijo—.Losdosparecían… trastornadoso algo así.A

ellanopuedorealmentecomprenderla:loúnicoquequiereessalirseconlasuya,creo,peropodríallorarporelseñorCunningham.Parecetan…tan…

Dejólafraseenelaireyluegoempezódenuevo.—Cuando llegué allí ayer por la tarde, después de clase, la señora

Cunningham,mepidióquelallamaraRegina,pero,simplemente,nopuedo…Dennissonrió.—¿Túpuedes?—preguntóLeigh.—Bueno,sí…perotengomuchamáspráctica.Ellasonrió,laprimerasonrisabuenadesuvisita.—Quizás eso hiciera diferentes las cosas. El caso es que cuando fui ella

estabaallí,peroelseñorCunninghamseencontrabatodavíaenlaescuela…,enlaUniversidadquierodecir.

—Ya.—Ella se ha tomado vacaciones para toda la semana. Dijo que no podría

volverniaunparalostresdíasdeAccióndeGracias.—¿Cómoestá?—Destrozada —explicó Leigh, y cogió un nuevo «Kleenex». Empezó a

desgarrarlo—.Aparentadiezañosmásquecuandolaconocí,haceunmes.—¿Yél?¿Michael?—Másviejo,peromásduro—comentóLeigh,contonovacilante—.Comosi

esto,nosé…,lehubierainyectadoenergía.Dennis guardó silencio. Conocía a Michael Cunningham desde hacía trece

añosynuncarecordabahaberlevistodotadodeenergía,asíquenosabía.Regina

había sido siempre la enérgica,Michael se limitabaa seguirlayapreparar lasbebidas en las fiestas (generalmente fiestas de Facultad) que ofrecían losCunninghamPoníasumagnetófono,parecíamelancólico,peroningúnesfuerzodeimaginación podría hacerle a Dennis decir que le había visto nunca desplegarenergía.

«El triunfo final»,habíadichounavezelpadredeDennis,viendodesde laventanacómoReginallevabadelamanoaArnieporelcaminodesujardínhastael lugarenqueMichaelesperabaalvolantedelcoche.ArnieyDennis tendríanentonces unos siete años. «Maternalismo supremo. Me pregunto si le hará alpobreinfelizesperarenelcocheeldíaenqueArniesecase.Oquizápueda…»

LamadredeDennishabíamiradoasumaridoconelseñofruncidoylehabíahechocallar,mirandoaDennisconunademánde«loscríoslooyentodo».Nuncaolvidóestoniloquesupadrehabíadicho,alossieteañosnosabíadeltodo,peroaunalossieteañossabíaclaramenteloqueeraun«pobreinfeliz».Yaunalossiete años comprendía vagamente por qué podía pensar su padre queMichaelCunningham lo era. Había sentido compasión por Michael Cunningham, y esesentimientosehabíamantenidohastaelpresente.

—Llegó cuando ella estaba terminando su historia —contó Leigh—. Mepidieron queme quedara a cenar….Arnie ha estado comiendo en «Darnell's»,peroyo les dije que tenía que irme.Así que el señorCunningham se ofreció allevarme,yenelcoche,duranteelviajederegresoacasa,acabóponiéndomeasulado.

—¿Estánenladosdistintos?—No exactamente, pero… El señor Cunningham fue el que acudió a la

policía,porejemplo.ArnienoqueríahacerloylaseñoraCunningham…Regina,nopodíaresolverseahacerlo.

Dennispreguntóconcautela:—Estátratandorealmentedearreglarelcoche,¿eh?—Sí—murmuróella,y,luego,exclamó,convozestridente—.¡Peroesonoes

todo!EstáempeñadohastaelcuelloconeseDarnell,séqueloestá.Ayer,enelestudio, período tres, me dijo que esta tarde y esta noche le iba a poner unatraseranuevaalcoche,yyoledijequeseríaterriblementecaro,yéldijoquenomepreocupe,quesucréditoerabueno…

—Cálmate.

Leighestaballorandodenuevo.—Sucrédito erabuenoporque él y alguien llamado JimmySykes le iban a

hacervariosencargosaWillellunesyelsábado.Esoesloquedijo.¡Y…yonocreoenlosencargosquelehaceaesehijodeperraseanlegales!

—¿QuédijoalapolicíacuandofueapreguntarlesobreChristine?—Contócómolahabíaencontrado…deesamanera,preguntaronsiteníaidea

dequiénpodríahaberlohechoyArniedijoqueno.Lepreguntaronsinoeraciertoque había tenido una pelea conBuddyRepperton, queRepperton había sacadouna navaja y había sido expulsado de la escuela por ello. Arnie explicó queRepperton lehabía tiradoalsuelo labolsadelalmuerzoy lahabíapisoteadoyque, luego, apareció el señorCasey y puso fin al asunto. Le preguntaron si nohabía dicho Repperton que le ajustaría las cuentas, y Arnie dijo que quizáshubieradichoalgoasí,peroquemuchasvecessehablabaporhablar.

Dennis permaneció en silencio,mirando el encapotado cielo de noviembrequeseveíaporlaventanayreflexionandoenloqueacababadeoír.Leresultabaominoso.Leighhabíanarradoconexactitudlaentrevistaconlapolicía,Arnienohabía dicho una solamentira: pero había presentado las cosas demodoque losucedidoenelfumaderoparecieseunavulgarescaramuzaentreestudiantes.

Dennisencontrabaaquellosumamenteominoso.—¿Sabes qué puede estar haciendo Arnie para ese Darnell? —preguntó

Leigh.—No—respondióDennis,peroteníaalgunaidea.Unacintamagnetofónicasepusoenmarchaenelinteriordesucabeza,yoyó

a su padre diciendo: «He oído unas cuantas cosas…, coches robados…,cigarrillos ywhisky…, contrabando…Ha tenido suerte durantemucho tiempo,Dennis.»

MiróelrostrodeLeigh,demasiadopálido,estropeadoporlaslágrimasensumaquillaje. Estaba poniéndose de parte de Arnie, defendiéndole lo mejor quepodía. Quizás estaba aprendiendo sobre dureza de carácter algo que, con suaspecto, no habría aprendido, en otro caso, en otros diez años. Pero eso nofacilitabaenabsolutolascosas.Seleocurriódepronto,casiporcasualidad,quelaprimeravezqueobservólamejoraexperimentadaporlacaradeArniehabíasidomás de unmes antes de que Arnie y Leigh ligasen: pero después de quehubieranligadoArnieyChristine.

—Hablaréconél—prometió.—Bueno—replicóella.Sepusoenpie—.Yo…,yoquieroquelascosassean

comoantes,Dennis. Sé quenada lo es nunca.Pero todavía le amo, y…y sóloquieroquetúselodigas.

—Sí.Descuida.Estabanlosdosazorados,y,duranteunoslargosminutos,ningunodelosdos

pudo decir nada. Dennis estaba pensando que, en una canción, ese sería elmomentoquehacesuapariciónelMejorAmigo.Yunapartesecretaymezquinadeélnoloveríaconmalosojos.Enabsoluto.Sesentía todavíapoderosamenteatraído hacia ella,más atraído de lo que se había sentido jamás hacia ningunachica.QueArniecontinuasesusgestionesenBurtonypaseándoseporahíensucoche. El y Leigh podían llegar a conocersemejormientras tanto.Un poco deayudayconsuelo.Yasesabe.

Y, durante unos embarazososmomentos, después de la confesiónde amor aArnie por parte de Leigh, tuvo la impresión de que podría hacerlo, ella eravulnerable.Quizáestabaaprendiendoaserdura,peronoesesaunaescuelaalaquenadieasistadebuengrado.Podríadecirlacosaadecuada,quizávenaquí,yella iría, se sentaría en el borde de la cama, hablarían un pocomás, quizá decosasmásagradables,yquizálabesaría.Subocaencantadorayjugosa,sensual,hechaparabesaryserbesada.Unavez,porconsolarla.Dosveces,poramistad,tres veces, por todo. Sí, con un instinto que hasta el momento nunca le habíafallado,comprendióquepodríahacerse.

Peronodijoningunadelascosasquehabríanpodidoenmarchadetodoesto,y tampoco las dijo Leigh.Arnie estaba entre ellos, y, casi con toda seguridad,seguiría estando siempre. Arnie y su dama. Si no hubiera sido tanespectacularmentehorrible,podríahaberseechadoareír.

—¿Cuándotevanadejarsalir?—preguntóella.—¿Paracaersobreunpúblicodesprevenido?—preguntoyempezóareír.Alcabodeunosmomentosseunióellaasurisa.—Sí,algoasí—dijoLeigh,yvolvióareír—.Losiento.—Notepreocupes—dijoDennis—.Lagentesehaestadoriendodemítoda

mi vida. Estoy acostumbrado.Dicen que tengo que quedarme aquí hasta enero,perolesvoyadejarconunpalmodenarices.Mevoyacasaparanavidad.Estoyarreglándomemuybienenlacámaraderehabilitación.Miespaldavamuybien.

Losotroshuesossevansoldando:elpicoresterribleaveces.Estoyengullendoescaramujosencantidadesindustriales.EldoctorArrowaydicequeesonopasadeserunacreenciapopularsinfundamento,peroelentrenadorPuffertienemuchafeenellosysiemprequevieneavisitarmevigilacómovalabotella.

—¿Vieneamenudoelentrenador?—Sí.Ahoraestáhaciéndomecreercasiqueesodelosescaramujoshaceque

los huesos se suelden con mayor rigidez —Dennis hizo una pausa—.Naturalmente,nopodrévolverajugarnuncaalrugby.Andaréconmuletasdurantealgún tiempoy, luego, conunpocode suerte, pasaré ausarbastón.El animosodoctorArrowaymedicequecojearédurantequizásunpardeaños.Oquizámequedecojoparasiempre.

—Losiento—replicóella,envozbaja—.Sientoquetuvieraquepasarleaunchicotanbuenocomotú,Dennis,peroenellohaytambiénalgodeegoísmo.MepreguntositodoestodeArniehabríaocurridositúhubierasestadolevantadoycercadeél.

—Muy bien —dijo Dennis, haciendo girar dramáticamente los ojos—.Échamelaculpaamí.

Peroellanosonrió.—Heempezadoasentirmepreocupadaporsucordura,¿Losabías?Esoeslo

únicoquenoleshedichoamispadres,nialosdeél.Perocreoquesumadre…,que ella podría…, no sé qué le dijo él aquella noche, después de encontrar elcochedestrozado,pero…creoque laescenaentreellosdebiódeserrealmentehorrible.

Dennisasintióconunademán.—¡Pero es todo tan… tan absurdo! Sus padres le ofrecieron comprarle un

buen coche usado para remplazar a Christine, y él se negó. Luego el señorCunninghammedijo,cuandomellevabaacasa,queofrecióaArniecompraruncochenuevo…,apagarconunosbonosqueél tienedesdeelcincuentaycinco.Arnie dijo que no, que no podía aceptar un regalo así.Y el señorCunninghamexplicóquepodíacomprenderloyquenoteníaqueserunregalo,queArniepodíadevolverleeldinero,que incluso lecobraríaun interés sieraeso loqueArniequería…¿Comprendesloqueestoydiciendo,Dennis?

—Sí—replicóelchico—.Nopuedesercualquiercoche.Tienequeseresecoche.Christine.

—Peroesomepareceobsesivo.Haencontradounobjetoyhaefectuadounafijaciónenél.¿Noesesounaobsesión?Estoyasustada,yavecesmesientollenadeodio….peronoestoyasustadadeél.Noesaélaquienodio.Esaesemald…,no,aesejodidocoche.AesazorradeChristine.

Se le colorearon intensamente las mejillas. Sus ojos se entornaron. Securvaronhaciaabajolascomisurasdesuslabios.Depronto,surostronoerayahermoso, ni siquiera bonito, la luz que brillaba en él era implacable,convirtiéndoloenalgoqueerafeopero,almismotiempo,noble,impresionante.Denniscomprendióporprimeravezporqué lo llamabanmonstruo,elmonstruodelosojosverdes.

—Voyadecirte loquequisieraquesucediese—dijoLeigh—.QuisieraquealguiensellevaraunanocheporerrorasupreciosayjodidaChristineal lugardondejuntanlachatarradePhillyPlains—susojoscentellearonvenenosamente—. Y que al día siguiente esa grúa del enorme imán redondo la cogiera y lapusieraeneltriturador,yquealguienapretaseelbotónyquedaraconvertidaenunpequeñocubodetresportresportres.Esopondríafinalasunto,¿No?

Dennisnorespondió,y,alcabodeunosinstantes,pudocasiveralmonstruovolverse, enroscar en torno a simismo su escamosa cola y desaparecer de surostro.LoshombrosdeLeighseencorvaronhaciadelante.

—Supongo que suena horrible, ¿Verdad? Como decir que ojalá hubieranrematadosutrabajoesostipos.

—Comprendoloquesientes.—¿Deverdad?DennispensóenlaexpresióndeArniecuandohabíagolpeadoconsuspuños

elsalpicadero.Laespeciedemaniacobrilloquedestellabaensusojoscuandoélestabacerca.RecordólaocasiónenquesehabíasentadoalvolanteenelgarajedeLeBayyenlaespeciedevisiónquehabíatenido.

Y,porúltimo,pensóensusueño:losfarosproyectadossobreélentreelagudochirriardeneumáticos.

—Sí—dijo—.Creoquesi.Semiraronunaaotroenaquellahabitacióndehospital.

29.ElDíadeAccióndeGracias

Two-threehourspassedusby,Altitudedropedto505,Fuelconsumptionwaytoothin,Let'sgethomebeforewerundoutofgas.Nowyoucan'tcatchme…No,baby,youcan'tcachme…'Causeifyougettooclose,I'mgonelikeacoooolbreeze.

CHUCKBERRY

En el hospital servían la comida del Día de Acción de Gracias en turnosdistribuidosdesdelasoncedelamañanahastalaunadelatarde.Dennisrecibióla suya a las docemenos cuarto: tres lonchas de blanca pechuga de pavo, unacucharadadesalsa,unaboladepurédepatatas,conlaformayeltamañoexactosdeunapelotadebéisbol(«sólolefaltabanlaspuntadasrojas»,pensóconhoscoregocijo),untrozodecalabazacongeladaqueteníaunarrogantecoloranaranjadofluorescenteyunpequeñorecipientedeplásticoqueconteníajaleadearándanos.De postre, había helado. En una esquina de su bandeja reposaba una pequeñatarjetaazul.

Conocedoryadelascostumbresdelhospital—Dennishabíadescubiertoque,unavezquelehantratadoaunolasprimerasúlcerasdedecúbito,seconocelas

costumbresdel hospitalmejorde loqueunoquerría—,preguntó a la camareraque vino a llevarse su bandeja qué comida deAcción deGracias recibían lastarjetasamarillasyrojas.Resultóquelastarjetasamarillasrecibíandostrozosdepavo,nadade salsa, patatani calabazay«Jell-O»depostre.Las tarjetas rojasrecibíanunasolalonchadecarneblanca,conpuréypatata.

Dennis lo encontraba todo bastante deprimente. Le era fácil imaginar a sumadrellevandoalamesadelcomedorungrandeycrujientecapónaesodelascuatro de la tarde, a su padre afilando su cuchillo de trinchar, a su hermana,ruborizándosepor laexcitacióny la importanciadelmomento,conunacintadeterciopelorojoenelpelo,sirviéndolesacadaunounvasodebuenvinotinto.Leeratambiénfácilimaginarlosagradablesaromas,lasrisas,mientrassesentaban.

Fácildeimaginar…,peroprobablementeunerror.Dehecho, fue elDía deAcción deGraciasmás deprimente de su vida. Se

echó una desacostumbrada siesta a primera hora de la tarde (no habíarehabilitación, debido a la fiesta) y tuvo un agitado sueño en el que variascamareras cruzaban la sala de vigilancia intensiva y tiraban despojos de pavocontralamaquinariadeconservaciónvital.

Sus padres y su hermana habían estado visitándole durante una hora por lamañana y, por primera vez, había notado que Ellie tenía prisa por marcharse.Habían sido invitados a casade losCallisonpara tomarunalmuerzo ligerodeAcción de Gracias, y Lou Callison, uno de los tres hijos de la familia, teníacatorceañosyera«mono».

Sudescalabradohermanosehabíavueltoaburrido.Nolehabíandescubiertounararay trágicaformadecánceren loshuesos.Nose ibaaquedarparalíticoparaelrestodesuvida.Nohabíanadasensacionalenél.

Hacia las doce y media, habían llamado desde casa de los Callison, y supadre parecía un poco borracho,Dennis supuso que quizás iba por su segundocóctely,seguramente,estabarecibiendodesaprobadorasmiradasdesumadre.ElpropioDennisacababadeterminarsudietéticacomidadetarjetaazuldeAccióndeGracias—laúnicacomidadeAccióndeGraciasquejamáshabíasidocapazdeterminarenquinceminutos—,yselasarreglóparapareceralegreycontento,noqueriendoecharlesaperdereldía.Elliesepusounosmomentosalteléfono,ysuvozsonabarisueñayunpocoexcitada.QuizáshabíasidohablarconEllieloquelehabíafatigadohastaelpuntodenecesitarunasiesta.

Sehabíaquedadodormido (y tenido su turbador sueño)hacia lasdosde latarde.Elhospitalsehallaba insólitamentesilenciosohoy, reducidoasumínimaexpresiónelpersonaldeservicio.Elhabitualmurmullodeaparatosdetelevisiónyradiosdelasotrashabitacioneshabíaenmudecido.Lacamareraquesellevósubandeja sonrió radianteydijoqueesperabaque lehubiesegustadosu«comidaespecial».Dennis le aseguróque sí.Después de todo, tambiénpara ella era elDíadeAccióndeGracias.

Y soñó, y el sueño se interrumpió, y durmió profundamente y, cuandodespertó,erancasilascincodelatardeyArnieCunninghamsehallabasentadoenladurasilladeplásticoenquesunoviasehabíaacomodadoeldíaanterior.

Dennis no se sorprendió en absoluto al verle allí, simplemente, supuso queeraotrosueño.

—Hola,Arnie—dijo—.¿Cómova?—Bien—repusoArnie—,perotúparecesaúndormidoDennis.¿Quieresque

tehagacosquillas?Esotedespertará.Tenía una bolsa marrón sobre las piernas y la soñolienta mente de Dennis

pensó: Se ha traído su comida después de todo. Quizá Repperton no se ladespachurró tantocomopensábamos. Intentó incorporarse, ledolió laespaldayaccionó elmecanismo de la cama para situarse en lo que era casi posición desentado.Elmotorzumbó.

—Cristo,¿Erestúrealmente?—¿Esperabas a Ghidrah, el monstruo de tres cabezas? —preguntó

cariñosamenteArnie.—Estabadurmiendo.Supongoquecreíaquecontinuabaensueños—Dennis

se frotó la frente, como para despejarse—. Feliz Día de Acción de Gracias.Arnie.

—Lomismotedigo.¿Tehandadoelpavoytodolodemás?Dennisrió.—Mehandadoalgoqueparecíaaquellascomidasdelacocinadejuguetede

Elliecuandoteníasieteaños.¿Teacuerdas?Arniesellevólasmanosalabocaehizocomosifueraavomitar.—Meacuerdo.Vayaporquería.—Mealegradeverasquehayasvenido—siguióDennis,yporunmomento

estuvopeligrosamentecercadelaslágrimas.

Quizánosehabíadadocuentadelodeprimidoquehabíaestado.ReafirmósudeterminacióndeestarencasaporNavidad.SieldíadeNavidadcontinuabaenelhospital,probablementesesuicidaría.

—¿Nohavenidotufamilia?—Sí,claro—respondióDennis—,yvolveránotravezestanoche,almenos

mispadres,peronoeslomismo.Yasabes.—Si.Bueno,hetraídounascosillas.Lehedichoalaseñoradelaentradaque

tetraíatualbornoz.Arnierióentredientes.—¿Quéeseso?—preguntóDennis,moviendolacabezadirecciónalabolsa.Noeraunabolsadealmuerzo,segúnvioahora,eraunabolsadecompra.—Heentradoasacoenelfrigorífico—explicóArnie—.Mispadressehan

idoavisitara susamigosde laUniversidad, lohacen todos losañoseldíadeAccióndeGraciasporlatarde.Novolveránhastalasochoocosaasí.

Mientras hablaba, iba sacando cosas de la bolsa. Dennis le miraba,estupefacto. Dos palmatorias de estaño. Dos velas. Insertó las velas en laspalmatorias, las encendió con una cerilla de una caja que anunciaba el garaje«Darnell's»yapagó la luzdearriba.Luego, cuatrobocadillosdesmañadamenteenvueltosenpapelimpermeable.

—Por lo que recuerdo —dijo Arnie—, siempre has dicho que un par debocadillos depavo a las onceymediade la nochedel jueves esmejor que lacomidadeAccióndeGracias.Porqueyahadesaparecidolapresión.

—Si—convino Dennis—. Unos bocadillos viendo la televisión. Carson oalgunapelículaantigua.Pero,deveras,Arnie,noteníasque…

—Déjate de leches. No he venido a verte en casi tres semanas. He tenidosuertedequeestuvierasdurmiendocuandohellegado,sino,mehabríasechado,probablemente.—LedioaDennisdosbocadillos—.Tusfavoritos,creo.Carneblancaconmayonesaypanblanco.

Dennis se echó a reír suavementey, luego, soltó la carcajada.Arnie sediocuentadequeesohaciaqueledolieralaespalda,peronopodíapararsurisa.Elpan blanco había sido uno de los grandes secretos comunes deArnie yDenniscuandoeranpequeños.Susmadreseran inflexiblescon respectoalpan,Reginacomprabapandietéticodemolde,conocasionalesconcesionesalpandecenteno.LamadredeDennisse inclinabapor losbollosdepanmoreno.ArnieyDennis

comíanloquelesdaban,peroamboseranentusiastassecretosdelpanblancoy,másdeunavez,habíanjuntadosudineroysehabíancompradounabarradepanblanco y un bote demostaza. Luego, semetían en el garaje de Arnie (o en lacabañade troncosdeDennis, lamentablementedestruidapor unvendaval haciacasinueveaños)yengullíanbocadillosdemostazayleíanhistorietasdeRichieRichhastaqueterminabancontodalabarra.

Arnie se sumó a su risa, y para Dennis esa fue la mejor parte del día deAccióndeGracias.

Dennishabíatenidocompañerosdehabitacióndurantecasidiezdías,asíqueahoralahabitaciónhabíaquedadoparaélsolo.Arniecerrólapuertaysacóunacajadeseisbotellasdecerveza«Busch»delabolsamarrón.

—Lasmaravillasnocesan—dijoDennis,yriódenuevo.—No—repusoArnie—.Nicreoquecesennunca—brindóhaciaDennispor

encimadelasvelasconunabotelladecerveza—.Prosit.—Largavida—respondióDennis,ybebieron.Cuandohubieronterminadolosbocadillosdepavo,Arniesacódesubolsa,

aparentementesinfondodosrecipientesde«Tupperware»ylevantólastapas.Ensuinteriorhabíadospedazosdetartademanzanadeconfeccióncasera.

—No, hombre, no puedo —dijo Dennis—. Voy a reventarme —ordenó aArnie—.Deverasquenopuedo—replicóDennis, cogiendoel recipienteyuntenedordeplástico.

Terminóeltrozodetartaencuatrograndesbocadosy,luego,eructó.Apuróelrestodesusegundacervezayvolvióaeructar.

—EnPortugal,esoesuncumplidoparalacocinera—explicó.Lacabezalezumbabaagradablementeaconsecuenciadelacerveza.—Loquetúdigas—respondióArnie,conunasonrisa.Se levantó, encendió las luces fluorescentes del techo y apagó las velas.

Afuera, una intensa lluvia había empezado a azotar las ventanas, daba unasensacióndefríoexterior.YparaDennis,pareciódesvanecerseconlaluzdelasvelas parte del cálido espíritu de amistad y de Verdadero día de Acción deGracias.

—Mañanateestaréodiando—dijoDennis—.Probablementemepasaréuna

horasentadoeneseretrete.Ymeduelelaespalda.—¿Te acuerdas cuando Elaine tuvo la pedorrera? —preguntó Arnie, y se

echaron a reír los dos— Le estuvimos tomando el pelo hasta que tumadre laemprendióconnosotros.

—Noolían,perosieranruidosos—dijoDennis,sonriendo.—Comocañonazos—corroboróArnie,yvolvieronareír.Peroeraunarisatriste,siesqueexistetalcosa.Habíallovidomuchodesde

entonces.LaideadequelapedorreradeElliehabíatenidolugarhaciasieteañosera más turbadora que regocijante. Había un hálito de mortalidad en lacomprensióndequesieteañospodíanpasarcontansuaveydiscretafacilidad.

La conversación decayó un poco, sumidos ambos en sus propiospensamientos.

Alfin,Dennisdijo:—Leighvinoayerporaquí.MecontólodeChristine.Losiento.Arnielevantólavista,ysuexpresióndereflexivamelancolíasetrocóenuna

alegresonrisaqueaDennisnolepareciórealmentesincera.—Si—dijo—.Fueduro.Peroyalohesuperado.—Cualquiera lo haría —dijo Dennis, consciente de que se había tornado

súbitamentevigilante,irritadoporello,perosinpoderevitarlo.La parte de la amistad había terminado, había estado allí, caldeando la

habitaciónyllenándolayahorasehabíadesvanecidosimplemente,comolacosadelicada y efímera que era.Ahora estaban sólo danzando. Los alegres ojos deArniesehabíanvueltoopacosy—lohabríajurado—vigilantes.

—Claro.Lehicepasarunmalratoamimadre.ALeightambiénsupongo.Fuesóloelchoquedevertodoaqueltrabajo…,todoaqueltrabajoechadoaperder—meneólacabeza—.Malacosa.

—¿Podráshaceralgoconél?Arnieseanimódeinmediato,estavezdeverdad,leparecióaDennis.—¡Desdeluego!Yalohehecho.Notelocreerías,Dennis,sihubierasvistoel

aspecto que ofrecía en aquel aparcamiento. Los hacían fuertes de veras enaquellos tiempos, no como ahora, que todo lo que parecemetal no esmás queplásticobrillante.Esecocheesunautenticotanque.Loscristalesfueronlopeor.Ylosneumáticos,claro.Rajaronlosneumáticos.

—¿Yelmotor?

—No le hicieron nada—respondió al instante Arnie, y esa fue la primeramentira.

Claro que se lo habían hecho. Cuando Arnie y Leigh vieron a Christineaquella mañana, la cápsula de distribución estaba en el suelo. Leigh la habíareconocido y se lo había contado a Dennis. «¿Qué más habían hecho bajo elcapó?», sepreguntóDennis.¿El radiador?Sialguien ibaautilizarunaaguzadabarra de hierro para agujerear la carrocería, ¿No podrían emplear el mismoinstrumento para horadar por varios sitios el radiador? ¿Y las bujías? ¿Y elreguladordevoltaje?¿Yelcarburador?

Arnie,¿Porquémeestásmintiendo?—¿Yquévasahacerahoraconelcoche?—preguntóDennis.—Gastar dinero en él, ¿Qué si no?—respondióArnie y volvió a lanzar su

casiauténticacarcajada.Dennispodríainclusohaberlaaceptadocomoauténticasinohubieraoídouna

odosvecesladeverdadmientrascomíanlascosasquehabíatraídoArnie.—Nuevos neumáticos, nuevos cristales. Unas cuantas reparaciones en la

carrocería,yquedarácomonuevo.Comonuevo.PeroLeighhabíadichoqueloquehabíanencontradoerapoco

másqueunmontóndechatarra,unapuraruinacomolasqueseofrecíanenlaferiaaveinticincocentavoslostresmartillazos.

¿Porquéestásmintiendo?Poruninstante,seencontrópreguntándosesinohabríaenloquecidoArnieun

poco: pero no, no era esa la impresión que daba. A Dennis le producía unasensación de… furtividad.De clandestinidad. Entonces, por primera vez, se leocurriólaabsurdaideadequeArnieestabasólomintiendoamedias,tratandodesentar una base de plausibilidad para…, ¿Para qué? ¿Para un caso deregeneraciónespontánea?Esoeraabsurdo.

¿No?«Realmente lo era—pensóDennis—, amenos que uno hubiera visto cómo

unamasadeestríasenunparabrisasparecíaencogersedeunavezparaotra.»Sólounefectodeluz.Esoesloquepensasteentonces,yteníasrazón.Pero un efecto de luz no explicaba la caótica forma en que Arnie había

reconstruido aChristine, lamezcla de partes viejas y nuevas.No explicaba laextraña sensación que Dennis había experimentado sentado al volante de

Christine en el garaje de LeBay, ni la impresión, después de haber puesto elneumáticonuevoycaminode«Darnell's»,dequeestabamirandounafotografíadeuncocheviejoque teníadebajo la fotografíadeuncochenuevoyqueen laprimeradeellashabíasidopracticadounagujeroenellugarenquehabíaestadounodelosneumáticosdelcocheviejo.

Ynada explicaba ahora lamentira deArnie: ni la formapensativa conqueestabamirandoaDennisparaversisumentiraeraaceptada.Asíquesonrió…,conunasonrisaampliayaliviada.

—Bueno,esoesestupendo—dijo.La escrutadora expresión deArnie semantuvo unosmomentomás y, luego,

sonrióyseencogiódehombros.—He tenido suerte —explicó—. Cuando pienso en las cosas que podían

haberhecho:azúcareneldepósitodegasolina,melazaenelcarburador…Fueronestúpidos.Unasuerte.

—¿Reppertonysupandilla?—preguntóenvozbajaDennis.La suspicaz mirada, tan impropia de Arnie, apareció de nuevo y, luego,

desapareció.LaexpresióndeArnieeraahorasombría.Sombríaytriste.Parecióqueibaadeciralgo,peroselimitóasuspirar.

—Si—dijo—.¿Quiénsino?—Perotúnolodenunciaste.—Mipadrelohizo.—EsoesloquedijoLeigh.—¿Quémástecontó?—preguntóArnieconaspereza.—Nada, ni yo se lo pregunté—repusoDennis, extendiendo lamano—. Es

asuntotuyoArnie.Paz.—Claro—sonriólevementey,luego,sepasólamanoporlacara—.Aúnno

lo he superado. Ni creo que pueda superarlo nunca, Dennis. Entrar en aquelaparcamientoconLeigh,sintiéndomeenlacumbredelmundo,yver…

—¿Novolveránahacerlosilaarreglas?ElrostrodeArnieseendureció.—Nolovolveránahacer—dijo.Susgrisesojoshabíanadquirido la frialdaddelhielo,yDennisseencontró

alegrándosedeprontodenoserBuddyRepperton.—¿Quéquieresdecir?

—Tendréelcocheaparcadoencasa,esoesloquequierodecir—respondió,ydenuevosedibujóensurostroaquellasonrisaamplia,animosaypoconatural—.¿Quécreíasquequeríadecir?

—Nada—respondióDennis.Subsistía la imagen del hielo. Ahora era una sensación de hielo delgado,

crujiendoinquietantementebajosuspies.Y,debajo,aguasfríasynegras.—Peronosé,Arnie.ParecesmuysegurodequeBuddyquieradarestopor

zanjado.—Esperoqueloconsiderecomounpuntofinal—explicóconsosiegoArnie

—.Nosotroshicimosqueloexpulsarandelaescuela…—¡Se expulsó él mismo! —exclamó acaloradamente Dennis— Sacó una

navaja:¡Diablos,másqueunanavajaerauncuchillodecarnicero!—Sóloteestoydiciendocómoloveráél—explicóArnie,y,luego,extendió

lamanoyrió—.Paz.—Si,vale.—Hicimos que lo expulsaran, o para sermás exactos lo hice yo y él y su

pandillasehanvengadoenChristine.Estamosenpaz.Seacabó.—Si,siélloveasí.—Creoquesi—siguióArnie—.Lospolisleinterrogaronaél,yaMoochie

WelchyaRichieTrelavney.Losasustaron.YsupongoqueestuvieronapuntodehacerleconfesaraSandyGalton—Arniefruncióloslabios—.Críodemierda.

EstoeratanimpropiodeArnie—delviejoArnie—,queDennisseincorporóen la cama sin pensarlo y, luego, dio un respingopor el dolor de su espalda yvolvióaecharseconrapidez.

—Cristo,hombre,parececomosiquisierasqueélloobstruyese.—Nomeimportaloquehaganélniningunodeesoscagones—dijoArnie,y,

luego,convozextrañamentedespreocupada,añadió—.Yanoimporta.Dennispreguntó:—Arnie,¿Estásbien?Y,porunmomento,unaexpresióndedesesperadatristezapasóporelrostro

de Arnie… Era algo más que tristeza. Parecía acosado y obsesionado. Era elrostro, pensó más tarde Dennis (resulta muy fácil ver estas cosas más tarde,demasiado tarde)dealguien tanaturdidoydesorientadoycansadode forcejearqueapenassisabeyaloqueestáhaciendo.

Luego,esaexpresión,comolaotra,desombríasuspicacia,sedesvaneció.—Claro—dijo—.Salvoquenoeres túelúnicoalque leduele laespalda.

¿RecuerdaseldíaenquemelastiméenPhillyPlains?Dennisasintió.—Mira.Sepusoenpieysesacólacamisadelospantalones.Algoparecióbailarante

susojos.Algoquegirabavertiginosamenteenunaprofundatiniebla.Selevantólacamisa.Noeraanticuada,comoladeLeBay,estabamáslimpia

también: una pulcra y aparentemente ininterrumpida banda de unos treintacentímetros de anchura. Pero, pensó Dennis, una faja era una faja. ResultabademasiadosemejanteaLeBay.

—VolvíalastimármelacuandoayudabaallevaraChristinealgarajedeWill—adujo Arnie—. Ni siquiera recuerdo cómo me lo hice, de trastornado queestaba. Supongo que seria al engancharle a la grúa, pero no estoy seguro. Alprincipio no fue demasiado malo, pero luego empeoró. El doctor Masciaprescribió…Dennis,¿Estásbien?

Conloqueleparecióunfantásticoesfuerzo,Dennismantuvounavozserena.Moldeósusfaccionesenunaexpresiónqueconsiderócomodecortésinterés…,ytodavíaalgodanzandoenlosojosdeArnie,danzandoydanzando.

—Seguroqueacabarásnonecesitándola—convinoDennis.—Si,meloimagino—dijoArnie,volviéndoseabajarlacamisaentornoala

faja—.Supongoqueenlosucesivotendréquetenercuidadoconloquelevanto.SonrióaDennis.—Sivuelveahaberunalistamiento,estomelibrarádelEjército—explicó.DenuevoDennisseabstuvodecualquiermovimientoquehubierapodidoser

interpretado como de sorpresa, pero metió los brazos bajo la sábana. Al veraquellafaja,tanparecidaaladeLeBay,selehabíapuestocarnedegallina.

LosojosdeArnie:comoaguasnegrasbajounafinacapadehielo.Aguanegray júbilo danzando en el fondo como el contorsionado cuerpo putrefacto de unhombreahogado.

—Oye—dijo vivamente Arnie—. Tengo que irme. No creerás que puedopasarmetodalanocheenunsitiopiojosocomoéste.

—Tú siempre tan solicitado —repuso Dennis—. En serio gracias. Hasalegradoundíasombrío.

Porunextrañoinstante,creyóqueArnieibaaecharseallorar.Aquellacosaquedanzabaenel fondodesusojoshabíadesaparecidoysuamigoestabaallí,«realmenteallí».

Luego,Arniesonriósinceramente.—Recuerdaunacosa,Dennis:nadieteechademenos.Nadieenabsoluto.—Quetedenmorcilla—replicóconsolemnidadDennis.Arnielealargóundedo.Se habían cumplido las formalidades, Arnie podía marcharse. Recogió su

bolsa de compra, considerablemente fláccida, tintineando en su interior laspalmatoriasylasbotellasdecervezavacías.

Dennistuvounasúbitainspiración.Segolpeóconlosnudilloslaescayoladelapiernaizquierda.

—Fírmameesto,¿Quieres,Arnie?—Yalohice,¿No?—Sí,perosehaborrado.¿Melafirmasotravez?Arnieseencogiódehombros—Simedasunapluma…Dennissacóunadelcajóndelamesilladenoche.Sonriendo,Arnieseinclinó

sobrelaescayola,mantenidaenángulosobrelacamamedianteunaseriedepesasy poleas, encontró un espacio en blanco entre el acumulamiento de nombres ydedicatoriasygarabateó:

ADennisGuilder,elgranujamásgrandedelmundo.ARNIECUNNINGHAN

DiounapalmadaenlaescayolacuandoterminóydevolviólaplumaaDennis.—¿Vale?—Si—repusoDennis—.Gracias.Cuídate,Arnie.—Descuida.FelizdíadeAccióndeGracias.—Igualmente.Arnie semarchó.Horasmás tarde, llegaron los padres deDennis,Ellie, al

pareceragotadaporlaexcitacióndeldía,sehabíaidoacasaaacostarse.Durante

el camino de regreso, los Guilder comentaron lo retraído que había parecidoDennis.

—Estaba un poco triste, si—convino Guilder—. Los días de fiesta en elhospitalnosonnadadivertidos.

En cuanto aDennis, se pasó largo rato examinando pensativamente las dosfirmas.Arnielehabíafirmado,enefecto,enlaescayola,perolohabíahechoenuna época en que las dos piernas deDennis estaban completamente enyesadas.Aquella primera vez, había estampado su firma en la escayola de la piernaderecha, que era la que estaba suspendida en el aire cuando llegóArnie. Estanoche,habíafirmadoenlaizquierda.

Dennistocóeltimbreparallamaraunaenfermerayderrochótodosuencantopersonal para persuadirla a que le bajase la pierna izquierda, a fin de podercompararlasdosfirmas,unaalladodelaotra.Laescayoladelapiernaderechahabíasidocortada,yselaquitaríandentrodeunasemanaodiezdías.

LafirmadeArnienosehabíaborrado—esahabíasidounadelasmentirasdeDennis—,perohabíaestadoapuntodesercortada.

Enlapiernaderecha,Arnienohabíaescritounmensaje,sólosufirma.Conciertoesfuerzo(yunpocodedolor),Dennisylaenfermeralograronponerambaspiernaslosuficientementejuntascomoparapodercompararlasdosfirmas.

Con la voz seca y quebrada que apenas si pudo reconocer como la suya,preguntóalaenfermera:

—¿Lepareceniguales?—No —respondió la enfermera—. He oído hablar de falsificar cheques,

pero,laverdad,nuncadeescayolas.¿Esunabroma?—Claro—dijo Dennis, sintiendo elevársele un helado escalofrío desde el

estómagohastaelpecho—.Esunabroma.Miró las firmas, las miró, una debajo de la otra, y sintió el escalofrío

recorrerle todo el cuerpo, haciéndole descender la temperatura y erizándole elvellodelaespaldayelcuello:

Noseparecíanennada.

Esanoche, se levantóunheladovientoprimero a ráfagas, y luego en soplofirme y constante Fueron arrancadas de los árboles las últimas oscuras ymarchitas hojas del otoño, y arrastradas luego por las cunetas. Producían unsonidosemejantealdehuesosrodandoyentrechocándose.

ElinviernohabíallegadoaLibertyville.

30.MoochieWelch

Thenightwasdark,theskywasblue,anddownthealleyanice-wagonflew.Doorbangedopen,Somebodyscreamed,YouaughttaheardjustwhatIseen.

BOBDIDDLEY

El jueves siguiente al deAccióndeGracias fue el últimodenoviembre, lanocheenqueJacksonBrowneactuóenel«PittsburghCivicCenter»anteunagranmultitud.MoochieWelchfueconRichieTrelawneyyNickeyBillingham,peroseseparódeellosantesinclusodequeempezaselafunción.Sededicóapedirlosvueltos a los que iban sacando las entradas, y, ya fueseporque el concierto deBrowne que iba a celebrarse había creado vibraciones sumamente propicias oporque se estaba convirtiendo en un tipo atractivo (Moochie, un romántico,preferíacreerestoúltimo),habíatenidounanocheexcelente.Habíareunidocasitreinta dólares en calderilla. La llevaba distribuida por todos los bolsillos;Moochie tintineaba como una hucha. Volver a Libertyville haciendo autostophabíasidotambiénmuyfácil,contodoeltráficoquesalíadel«CivicCenter».Elconcierto terminó a las docemenos veinte, y estaba de regreso enLibertyvillepocodespuésdelaunaycuarto.

Su última etapa fue con un tipo joven que se dirigía a Prestonville en la

carretera63.Eltipoledejóenlasalida376delaJFKDrive.Moochiedecidióirseandandohasta laestacióndeserviciodeVandenbergaveraBuddy.Buddyteníauncoche,locualsignificabaqueMoochie,quevivíaenKingsfieldPike,abastantedistancia,noseveríaobligadoaregresaracasaandando.Noresultabafácil encontrar quien le llevara a uno en la ciudad. Eso quería decir que nollegaríaacasahastabastantedespuésdeamanecer,peroconelfríoquehacianoeradedespreciarhacerelviajeencoche.YquizáBuddytuvieseunabotella.

Había recorrido medio kilómetro desde la rampa de salida 376 bajo elintensofrío,resonandolaschapasdesustaconesenladesiertaacera,alargándoseyencogiéndosesusombrabajolasfantasmaleslucesanaranjadas,ylefaltaríaaúnunkilómetroymediopara llegarcuandovioelcocheestacionadoen lacuneta,delantedeél.Unanubecilladehumobrotabadesustubosdeescapeypermanecíasuspendida en el aire inmóvil, velándolo, antes de alejarse perezosamente. Larejilla del radiador, de brillantes cromados punteados por alfilerazos de luzanaranjada,lemirabacomolabocasonrientedeunidiota.Moochiereconocióelcoche.Eraun«Plymouth»dedos colores.A la luzde los focosdel alumbradopúblico,losdoscoloresparecíanmarfilysangreseca.EraChristine.Moochiesedetuvo,yunaespeciedeestúpidasorpresaleinvadió:noeramiedo,almenosnoporelmomento.NopodíaserChristine,eraimposible…,habíanpracticadounadocena de agujeros en el radiador del coche de Caracoño habían echado unabotellacasienterade«TexasDriver»enelcarburador,yBuddyhabíasacadounabolsadecinco librasdeazúcar«Domino»,quehabíavertidoeneldepósitodegasolinamientrasMoochiehacíaembudoconlasmanos.Ytodoesoerasóloparaempezar.Buddyhabíademostradounaespeciedefuriosainvencióncuandollegóel momento de destruir el coche de Caracoño; le había dejado a Moochiecomplacido e inquieto a la vez. Habida cuenta de todo, el coche no hubieradebidopodermoverseenseismeses,siesquellegabaaconseguirlo.AsíquenopodíaserChristine.Teníaqueserotro«Fury58».

SalvoqueeraChristine.Losabía.Moochie permanecía allí, en la desierta acera, con las entumecidas orejas

asomándolebajosuslargoscabellosyelalientocondensándoseleenelaire.El coche se hallaba junto a la cuneta, frente a él, gruñendo suavemente su

motor.Resultabaimposibledecirquiénestabaalvolante,siesquehabíaalguien;seencontrabaaparcadodirectamentedebajodeunodelosfocosdelalumbrado,y

el anaranjado globo brillaba sobre el impoluto parabrisas como un fuego fatuosobreaguasoscurasyprofundas.

Moochieempezóatenermiedo.Sepasólalenguaporlosresecoslabiosymiróasualrededor.Asuizquierda

estabalaJFKDrive,deseiscarrilesysemejanteal lechosecodeunríoaestahora de la mañana. A su derecha había una tienda de fotografía sobre cuyoescaparatefigurabalapalabraKODAKenletrasanaranjadasribeteadasderojo.

Volvióamiraralcoche.Continuabaallí,inmóvil.Abriólabocaparahablar,ynoemitióningúnsonido.Lointentódenuevo,yle

salióungraznido.—Eh,Cunningham.Elcochepermanecíaquieto,pareciendoreflexionar.Ascendíalanubecillade

humodeltubodeescape.Elmotorronroneabaociosamente.—¿Erestú,Cunningham?Dio un paso más. Una chapa arañó el cemento. Le latía el corazón en el

cuello.Volvió amirar a su alrededor, seguramente, vendría otro coche, la JFKDrive no podía estar realmente desierta, ni aun a la una y veinticinco de lamañana,¿No?Peronohabíaningúncoche,sóloelanaranjadoresplandordelaslámparaseléctricas.

Moochiecarraspeó.—Noestásenfadado,¿Verdad?Los faros de Christine se encendieron de repente, envolviéndole en una

intensa luz blanca. El «Fury» se abalanzó hacia él con un violento rechinar deneumáticos sobre el pavimento. Lo hizo con tan súbita potencia que la parteposteriorpareciódescender,comolasancasdeunperrodisponiéndoseasaltar:unperroounaloba.Lasruedasinterioresmontaronsobrelaacera,ycorrióasíhaciaMoochie,lasruedasexterioresabajo,lasruedasinferioressobrelaacera,inclinadoenángulo.Laparteinferiordelcocherozó,chirriante,contralacunetaydespidióunalluviadechispas.

Moochielanzóungritoytratódeecharseaunlado.ElbordedelparachoquesdeChristine le rozó la pantorrilla izquierda y se llevó un trozo de carne.Unacálidahumedadlecorrióporlapiernayseencharcóensuzapato.Elcalordesupropiasangrelehizoadvertirconfusamentelofríaqueeralanoche.

Tropezóconlacaderacontralapuertadelatiendadefotografía,aunpalmo

delescaparate.Unpocomásalaizquierda,ylohabríaatravesado,cayendosobreunlechode«Nikon»y«Polaroid».

Oyó el motor del coche, acelerando de nuevo. Otra vez aquel horriblechirrido de la parte inferior del coche contra el cemento. Moochie se volvió,jadeandopenosamente.Christineestabadandolavueltaenlacuneta,y,alpasaranteél,vio.Vio.

Nohabíanadiealvolante.Empezóadominarleelpánico.Moochieechóacorrer.Corrióhacia laJFK

Drive,tratandodecruzaralotrolado.Habíaallíuncallejón,entreunmercadoyunatintorería.Demasiadoestrechoparaelcoche.Siconseguíallegar…

LasmonedastintineabanfuriosamenteenlosbolsillosdesupantalónyenloscincooseisbolsillosdesuchaquetóndelEjército.Lasrodillaslepegabancasienlabarbillaalcorrer.Laschapasdesusbotasdemecánicotamborileabansobreelpavimento.Susombraleperseguía.

Enalgúnlugardetrásdeél,elmotordelcocheaceleróseamortiguóy,luego,rugióatodapotencia.Rechinaronlosneumáticos,yChristineselanzócontralaespalda de Moochie Welch, cruzando en ángulo recto los carriles de la JFKDrive.Moochie profirió un grito, y no pudo oírse a símismo porque el cocheseguía rechinando sobre la calzada, el coche seguía aullando como una mujerheridadelocuraasesinayaquelaullidollenabaporcompletoelmundo.

Su sombra ya no le perseguía.Ahora le precedía y se iba alargando.En elescaparatedelatintoreríavioflorecerunosgrandesojosamarillos.

Nisiquieraestabacerca.En el último instante, Moochie trató de desviarse a la izquierda, pero

Christine se desvió con él, como si hubiera leído su desesperado pensamientofinal. El «Plymouth» le alcanzó de lleno, todavía acelerando, partiendo lacolumnavertebraldeMoochieWelchydespojándoledesusbotasdemecánico.Fuelanzadoadocemetrosdedistanciacontralafachadadeladrillodelpequeñomercado, faltándole también muy poco esta vez para estrellarse contra unescaparate.

Lafuerzadelgolpefuelobastantegrandecomoparahacerlerebotardenuevoalacalle,dejandoenelladrillounamanchadesangrequesemejabaunborróndetintaroja.

Unafotografíadeestamanchacongrandestitularesapareceríaaldíasiguiente

enlaprimeraplanadelKeystonedeLibertyville.Christine diomarcha atrás, patinando sus ruedas con estridente chirrido al

detenerse y volvió a lanzarse hacia adelante. Moochie yacía tendido junto albordillo,intentandolevantarse.Nopodíahacerlo.Nadaparecíafuncionar.Todaslasseñalesestabantrastocadas.

Unaluzblancaybrillantesederramósobreél—No—murmuróporentresudestrozadadentadura—.N…Elcochelepasóporencima.Volaronmonedasportodaspartes.Moochiefue

arrollado, primero en un sentido y luego en el otro, al hacerChristinemarchaatrásdenuevohacialacalzada.Elcochepermanecióallí,mientraselruidodelmotorseconvertíaenunleveronroneoyacelerabaluegootravez.

Permanecióallí,comopensando.Luego,embistiódenuevo.Lealcanzó,saltólacunetapatinóyvolvióahacer

marchaatrás,bajandoelbordilloconunsordogolpe.Avanzó.Yretrocedió.Yavanzó.Relumbrabansusfaros.Sustubosdeescapevomitabanunardientehumoazul.Lacosatendidaenlacalleyanoparecíaunserhumano:sólounmontónde

andrajosdesparramados.El coche retrocedió una vez más, describió, patinando, un semicírculo y

aceleró,pasandosobrelaensangrentadapiltrafadenuevoalacalle.AlcanzóJFKDrive,mientrasel rugidode sumotor rebotabaen lasparedesde losdormidosedificios…,queyanoestabancompletamentedormidos,comenzabanailuminarsesusventanasmientraslasgentesquevivíanencimadesustiendasacudíanaverquéhabíasidotodoaquelestruendoysisehabíaproducidounaccidente.

Uno de los faros de Christine se había echo añicos. Otro parpadeabaintermitentemente, cubierto por la sangre de Moochie Welch. La rejilla delradiadorestabacurvadahaciadentro,ysuabolladuraseajustabaalaformayeltamañodel torsodeMoochiecontodalahorribleperfeccióndeunamascarilla.Sobreelcapóhabíasangrequeseextendíaenabanicosalaumentarlavelocidad.Eltubodeescapeproducíaunruidoestruendoso,unodelosdossilenciadoresdeChristinesehabíaroto.

Dentro,enelsalpicadero,elcuentamillascontinuabamoviéndosehaciaatrás,

comosiChristineestuvieraretrocediendoeneltiempo,dejandoatrásnosóloelescenariodelatropello,sinoelhechomismodelatropello.

Elsilenciadorfueloprimero.De pronto, aquel fuerte y estruendoso ruido disminuyo y se convirtió en un

zumbido.Losabanicosdesangreextendidossobreelcapóempezaronadeslizarsede

nuevohacialapartedelanteradelcoche,pesealvientoproducidoporlamarcha,comoenunapelículaproyectadaalrevés.

Elparpadeantefaropasósúbitamenteabrillardeformaapagada.Conleveytintineante sonido—no más fuerte que el ruido de la bota de un chiquillo alquebrarladelgadacapadehielodeuncharco—,elcristalserecompusosolo.

Sonó un ¡punk! ¡punk! ¡punk! en la parte delantera, el sonido de metalabollándose, el sonido que a veces se produce al estrujar una lata de cerveza.Pero, en lugar de abollarse, la rejilla del radiador de Christine se estabaenderezando:unveteranocarroceroconcincuentaañosdeexperienciaenalisarguardabarrosnohabríapodidohacerlomejor.

Christine torcióporHamptonStreetantesaúndeque lasprimeraspersonasdespertadas por el rechinar de neumáticos hubiera llegado hasta los restos deMoochie.Lasangrehabíadesaparecido.Habíallegadohastaelmorrodelcapóyse había esfumado.Los rasguños en la pintura se habían volatilizado.Mientrasrodaba con suavidad hacia la puerta del garaje, con su cartel de TOQUE ELCLAXONseoyóun¡punk!finalalenderezarselaúltimaabolladuraladel ladoizquierdo del parachoques, el lado con el que Christine había golpeado lapantorrilladeMoochie.

Christineparecíacomonueva.El coche se detuvo ante la gran puerta del garaje, situada en el centro del

oscuroysilenciosoedificio.Habíaunacajitadeplásticosujetaaun ladode lavisera del conductor. Era un regalo que Will Darnell le había hecho a ArniecuandoesteempezóatransportarporcuentasuyacigarrillosylicoresalEstadodeNuevaYork.

Elabrepuertaszumbóbrevementeenelaireinmóvil,ylapuertadelgarajeseelevó obediente. Quedó conectado otro circuito al ascender la puerta, y seencendieronunascuantasdébileslucesenelinterior.

Enelsalpicadero,elbotóndelaslucessehundiósúbitamente,yseapagaron

los farosdeChristine.Franqueó lapuerta rodócon suavidad sobreel cementomanchadodegrasahastaelhueconúmeroveinte.Trasella,lapuerta,conectadaconunautomáticodetreintasegundos,volvióabajarse.

Seinterrumpióelcircuitoyelgarajequedódenuevoaoscuras.EnelconmutadordeignicióndeChristine, las llavesgiraronsúbitamente,a

laizquierda.Elmotorseapagó.UntrozodecueroconlasinicialesgrabadasR.D.L.oscilóaunladoyotroen

arcos decrecientes y quedó finalmente inmóvil. Christine permaneció en laoscuridady,enelgarajeautoservicio«Darnell's»,elúnicosonidoerael suaveruidodesumotoralenfriarse.

31.Eldíasiguiente

Igota'69Chevywitha396.FeullyheadsandaHurstonthefloor,She'swaitingtonightDownintheparkink-lotOutsidethe7-11store…

BRUCESPRINGSTEEN

ArnieCunninghamnofuealaescuelaeldíasiguiente.Dijoqueleparecíaqueestabacogiendolagripe.Peroaquellanocheexplicóasuspadresquesesentíalobastantemejorcomoparaira«Darnell's»ytrabajarunpocosobreChristine.

Reginaprotestó,aunquenolodijo:pensabaqueArnieteníamuymalaspecto.Lehabíandesaparecidodelacaralaacnéylasmanchas,peroestabademasiadopálido y había círculos oscuros bajo sus ojos, como si no hubiera dormido.Además, todavía cojeaba. Se preguntó con inquietud si su hijo estaría tomandoalgunaclasededroga,sinosehabríalastimadolaespaldamásgravementedeloquehabíadichoyhabríaempezadoatomarpíldorasparacontinuartrabajandoenelmalditocoche.Luego,desechóla idea.Porobsesionadoqueestuvieseconelcoche,Arnienoseríatanestúpido.

—Deverasqueestoybien,mamá—explicó.—Notienesbuenaspecto.Yapenassihastocadotucena.—Tomaréunbocadillodespués.

—¿Quétaltuespalda?Noestaráslevantandocosaspesadasallí,¿Verdad?—No,mamá.Esoeramentira.Ylaespaldalehabíaestadodoliendoterriblementetodoel

día.NuncalehabíadolidotantodesdequeseprodujeralalesiónenPhillyPlains(Oh, ¿Fue allí donde empezó? —cuchicheó su mente—, ¿De verdad? ¿Estásseguro?). Se había quitado la faja un rato, y la espalda le había dolidoterriblemente. Había vuelto a ponérsela al cabo de sólo quince minutos,apretándolaconmásfuerzaquenunca.

Ahora tenía laespaldaunpocomejor.Ysabíaporqué ibaaestarconella.Poreso.

Regina lemiró, preocupadaydesorientada.Por primeravez en suvida, nosabía, simplemente cómo actuar. Arnie estaba ya fuera de control. Saberlo leproducíaunhorrible sentimientodedesesperaciónqueaveces ascendíapor suinterior y le llenaba el cerebro. En esas ocasiones se apoderaba de ella unadepresióntanabsolutaqueapenassipodíadarlecrédito,haciéndolapreguntarseparaquéhabíavivido:¿Paraquesuhijoseenamorasealmismotiempodeunachica y de un coche? ¿Era eso? ¿Para poder ver lo aborrecible que se habíavueltoparaélcuandolemirabaasusgrisesojos?¿Eraeso?Y,naturalmente,todoaquellono teníanadaquevercon lachica¿Verdad?No.Mentalmente, siemprevolvía al coche. Le costaba dormir, y, por primera vez desde su aborto, casiveinte años antes, se había encontrado pensando en concertar una cita con eldoctorMasciaparaversiledabaalgunapíldoraparalafatigayladepresiónyelconsiguiente insomnio. En sus largas noches insomnes, pensaba en Arnie y enerrores que ya no podían ser rectificados, pensaba en cómo el tiempo hacíaoscilarsobresueje labalanzadelpoderyencómolavejezsemejabaaveces,vistaenunespejodetocador,lamanodeuncadáveremergiendodeunmontóndetierraremovida.

—¿Volveráspronto?—preguntó,sabiendoqueesteeraelúltimorefugiodelpadreverdaderamenteimpotente,odiándoloeincapaz,ahora,decambiarlo.

—Claro—respondióArnie,peroellanoconfiabamuchoenlaformaenquelohabíadicho.

—Arnie, quisiera que te quedases en casa. Realmente no tienes muy buenaspecto.

—Estarébien—explicó—.Tengoqueestarlo.Mañanadebo llevarleaWill

variaspiezasdeautomóvilaJamesburg.—Siestásenfermo,no—replicóella—.Esoestáacasidoscientoscincuenta

kilómetros.—Notepreocupes.Ylabesóenlamejilla,elfríobesoenlamejillaquesedaalosconocidosen

uncóctel.Estabaabriendolapuertadelacocinaparasalir,cuandoReginapreguntó:—¿ConocíasalmuchachoquefueatropelladoanocheenlaKennedyDrive?Elsevolvióylamiróconrostroinexpresivo.—¿Qué?—ElperiódicodicequeibaaLibertyville.—Oh,elatropello…,esesodeloqueestáshablando.—Tuve una clase con él en primero —explicó Arnie—. Creo. No, no le

conocíarealmente,mamá.—Oh—ellaasintió,complacida—.Mealegro.Elperiódicodicequehabía

restosdedrogasensusangre.Túnuncatomaríasdrogas,¿Verdad,Arnie?—No,mamá—dijo.—Y,siteempezaraadolerlaespalda…,quierodecirsiteempezaraadoler

realmente,iríasaveraldoctorMascia,¿Verdad?Nolecompraríasnadaaun…,untraficantededrogas,¿Verdad?

—No,mamá—repitió,ysalió.

Habíavueltoanevar.Otrasubidadetemperaturahabíaderretidocasitodalanieve,peronolahabíahechodesaparecerporcompleto,sólosehabíaretiradoalas sombras, donde formaba una helada capa sobre los setos, las bases de losárboleselalerodelgaraje.Pero,pesealanievequesubsistíaenlosbordes—oquizás a causa de ella—, el césped parecía extrañamente verde cuando Arniesalióalamedialuzdelcrepúsculo,ysupadresemejabaunextrañorefugiadodelveranomientrasrecogíalasúltimashojasdelotoño.

Arnie saludó con un leve ademán de lamano a su padre y fue a seguir sindecirlenada.Michel le llamo.Arnieacudiódemalagana.Noqueríaperderelautobús.

Supadrehabíaenvejecidotambiénenlastormentasquehabíansopladosobre

Christine, aunque otras cosas habían ejercido, indudablemente, su influencia.Había presentado a finales de verano una solicitud para optar a la cátedra delDepartamentodeHistoriade«Horlicks»,y se lahabían rechazadodeplano.Ydurante su anual chequeo de octubre, el médico había detectado un incipienteproblemadeflebitis:flebitis,quecasihabíallevadoalatumbaaNixon,flebitis,problemade losviejos.Amedidaqueelotoñosedisponíaadejarpasoaotrogris invierno de la Pensilvania occidental, Michael Cunningham parecía mássombríoquenunca.

—Hola,papá.Mira,tengoquedarmeprisasiquierocoger…Michaellevantólavistadelmontoncitodehojasoscurasyheladasquehabía

logradoreunir,elsolponienteiluminódellenosurostro,haciendoparecercomosi sangrase involuntariamente, Arnie retrocedió un paso. El rostro de su padreestabamacilento.

—Arnold—empezó—¿Dóndeestuvisteanoche?—¿Qué…?—exclamóArnie,boquiabierto,y,luego,cerrólentamentelaboca

—Puesaquí.Estuveaquí,papá.Túlosabes.—¿Todalanoche?—Claro.Mefuialacamaalasdiez.Estabareventado.¿Porqué?—Porqueayerrecibíunallamadatelefónicadelapolicía—explicóMichael

—.AcercadelchicoquefueatropelladoanocheenlaJFKDrive.—MoochieWelch—dijoArnie.Miró a su padre con ojos serenos, profundamente hundidos pese a su

serenidad. Si el hijo se había sentido sorprendido por el aspecto del padre,tambiénelpadresehallabasorprendidoporeldesuhijo:aMichael,lascuencasde los ojos del muchacho le parecían las vacías órbitas de una calavera enaquelladesfallecienteluz.

—SeapellidabaWelch,sí.—Tendríaalgoqueverconlapolicía,supongo.¿Mamánosabe…quepodría

habersidounodelostiposqueatacaronaChristine?—Pormí,no—convinoArnie.—Acabaráenterándose—siguióMichael—.Casicontodaseguridad.Esuna

mujermuyinteligente,porsinotehasdadocuenta.Peronoseenterarápormí.Arnieasintióy,luego,sonriócontristeza.—«¿Dóndeestuvisteanoche?»Tuconfianzaesconmovedora,papá.

Michaelenrojeció,peronobajólavista.—Quizá si no hubieras cambiado tanto estos dos últimos meses—dijo—,

comprenderíasporquélohepreguntado.—¿Quédiablosquieresdecir?—Losabesperfectamente.Novalelapenahablarmásdeello.Todatuvida

seestádesmoronandoymepreguntasdequéestoyhablando.Arnieseechóareír.Eraunsonidoásperoydespreciativo.Michaelpareció

encogerseunpocoanteél.—Mamámehapreguntadositomabadrogas—dijoArnie—.Quizátúquieres

comprobar eso también —Arnie hizo ademán de levantarse las mangas de lachaqueta—.¿Quieresversihaypinchazosdejeringuilla?

—Nonecesitopreguntartesiteentregasaladroga—exclamóMichael—.Teentregassolamenteaunacosaqueyosé,yessuficiente.Esesemalditocoche.

Arnievolviócomoparamarcharse,yMichaelleagarró.—Quitalamanodemibrazo.Michaeldejócaerlamano.—Queríaquetuviesescuidado—explicó—.Nocreoquetúfuerascapazde

mataraalguienmásdeloquecreoquefuerascapazdecaminarsobrelapiscinadelosSynond.Perolapolicíatevaainterrogar,Arnie,ylagentesesorprendecuando la policía se presenta de pronto. Y la sorpresa puede parecerleculpabilidadalapolicía.

—¿TodoestoporquealgúnborrachoatropellóaesecagóndeWelch?—Nofueasí—dijoMichael—.LohesabidoporesetalJunkinsquemeha

llamadoporteléfono.QuienquieraquemataseaWelchlohizopasandosobreélconelcoche,yvolviendoapasarenmarchaatrás,yotravezhaciadelante,yotravez,yotra,y…

—Basta—dijoArnie.Pareciódeprontoasqueadoyasustado,yMichael tuvo lamisma impresión

quehabíatenidoDenniselDíadeaccióndeGracias:queenestafatigayenestadesventuraelverdaderoArnieestabadeprontomuycercadelasuperficie,quizásasequibledenuevo.

—Fue…increíblementebrutal—dijoMichael—.EsoesloquedijoJunkins.Noparecequefueseunaccidente.Pareceunasesinato.

—Asesinato—repitióArnie,aturdido—.No,yonunca…

—¿Qué?—preguntó ásperamenteMichael. Le agarró de nuevo del brazo—¿Quéhasdicho?

Arniemiróasupadre.Surostrovolvíaaserunamascara.—Yonuncapenséquepudierasereso—dijo—.Estodoloqueibaadecir.—Sóloqueríaquelosupieras.Estaránbuscandoaalguienconunmotivo,por

levequesea.SabenloquelepasóatucocheyqueeseWelchpodríahaberestadoimplicado,enello,oquetúpodríascreerqueestabaimplicado.EsmuyposiblequeJunkinsvayaahablarcontigo.

—Notengonadaqueocultar.—No,claroqueno—convinoMichael—.Vasaperderelautobús.—Sí—repusoArnie—.Tengoqueirme.Perosequedóunmomentomás,mirandoasupadre.Depronto,MichaelseencontrópensandoenelnovenocumpleañosdeArnie.

ElysuhijohabíanidoalpequeñozoodePhillyPlains,habíanalmorzadoalairelibreyhabíanterminadoeldíahaciendodieciochohoyosenelcampodegolfenminiaturasituadoenelinteriordeunedificiojuntoaBasinDrive.Aqueledificiohabía quedado destruido por un incendio en 1975. Regina no había podido ir,estaba en cama con bronquitis. Se lo habían pasado en grande los dos. ParaMichaelaquélhabíasidoelmejorcumpleañosdesuhijo,elque,porencimadetodoslosdemás,simbolizabaparaél laplácidayfeliz infancianorteamericana.Habíanidoalzoo,yhabíanvuelto,ynohabíasucedidograncosa,salvoquelohabían pasado bien: Michael y su hijo, al que tanto había querido y seguíaqueriendo.

Sehumedecióloslabiosydijo:—Véndela, Arnie, ¿Por qué no lo haces? Cuando esté completamente

restaurada,véndela.Podríasconseguirmuchodinero.Dosmil…,tresmilquizá.Aquella expresión fatigada y asustada pareció extenderse de nuevo por el

rostrodeArnie,peroMichaelnopodríadecirloconseguridad.El sol sehabíapuestoya,dejandounalíneaanaranjadaenelhorizonteoccidental,yelpequeñopatio estaba oscuro. Luego, la expresión, si realmente había estado allí, seesfumó.

—No,nopodríahacereso,papá—repusoArniesuavemente,comosihablaseaunniño—.Nopodríahacerloahorahepuestodemasiadoenella.Demasiado.

Ysemarchó,cruzandoelpatioendirecciónalaacera,uniéndosealasotras

sombras,ysóloquedóelsonidodesuspisadas,quenotardóendesaparecer.¿Puestodemasiadoenella?¿Sí?¿Quéexactamente,Arnie?¿Quéhaspuesto

enella?Michaelmirólashojasapiladasasuspiesyvolvióluegolavistaporelpatio.

Bajo el seto y sobre el alero del garaje, relucía en la oscuridad la fría nieve.Esperando,lividayobstinadamente,refuerzos.Esperandoalinvierno.

32.ReginayMichael

She’srealfine,my409Myfour-speed,dualquad,Positraction409.

THEBEACHBOYS

Reginaestabacansada—parecíacansarseconmásfacilidadúltimamente—,yse fueron juntos a la cama alrededor de las nueve,mucho antes de que llegaseArnie.Hicieronelamor,rutinariamenteysinalegría(últimamentehacíanmuchoelamoreracasisiemprerutinarioycarentedealegría,yMichaelhabíaempezadoa tener la desagradable sensación de que su esposa estaba utilizando su penecomo somnífero) y, mientras yacían después tendidos en sus camas gemelas,Michaelpreguntó,contonocasual:

—¿Quétaldormisteanoche?—Muy bien —repuso cándidamente Regina, y Michael supo que estaba

mintiendo—.Estupendo.—Yome levantéaesode lasonce,yArnieparecíaunpocoagitado—dijo

Michael,conservandoeltonoindiferentedesuvoz.Sesentíaprofundamenteintranquilo:estanochehabíahabidoalgoenelrostro

deArnie, algo que no le había sido posible descifrar por culpa de lamalditaoscuridad.Probablementenoeranada,nadaenabsoluto,peroresplandecíaensumentecomounfunestoletrerodeneónqueseresistíaaapagarse.¿Habíaparecidosuhijoculpableyasustado?¿Ohabíasidosólo la luz?Amenosqueresolviera

eso,elsueñotardabamuchoenllegarestanoche…siesquellegaba.—Yomelevantéaesodelauna—explicóRegina,yseapresuróaañadir—.

Sólo para ir al baño.De paso, fui a ver cómo estaba—rió pensativamente—.Cuestaperderlasviejascostumbres,¿Verdad?

—Sí—dijoMichael—.Supongoquesí.—Dormía profundamente entonces. Ojalá pudiese conseguir que se pusiera

pijamacuandohacefrío.—¿Estabaenropainterior?—Sí.Se tranquilizó, inconmensurablemente aliviada y un tanto avergonzadode si

mismo.Peroeramejorsaber…conseguridad.EstabamuybiendecirleaArniequesabiaqueelmuchachopodíacometerunasesinatotantocomopodíacaminarsobre el agua. Pero la mente, ese mono perverso… la mente puede imaginarcualquiercosa,ypareceencontrarunperversoplacerenhacerlo.Quizá—pensóMichael,entrelazandolasmanosdetrásdelacabezaymirandoaloscurotecho—,quizásesasea lapeculiarcondenadelosvivos.Enlamente,unaesposapuedeencelarse,riendo,conelmejoramigo,elmejoramigopuedeconspirarcontraunoy planear puñaladas por la espalda, un hijo puede asesinar valiéndose de unautomóvil.Esmejoravergonzarseyhacerdormiralmono.

Arnie había estado aquí a la una. No era probable que Regina se hubieseconfundido respecto a la hora, ya que el radio reloj digital de su escritorioseñalaba la hora en números grandes, azules e inconfundibles. Su hijo habíaestadoaquíalauna,yWelchhabíasidoatropelladocincokilómetrosmáslejosyveinticincominutosdespués.ImposiblecreerqueArniehubierapodidovestirse,salir (sin que le oyese Regina, que seguramente se encontraba despierta), ir a«Darnell's», coger a Christine y dirigirse hasta donde Moochie Welch habíahalladolamuerte.Físicamenteimposible.

Ynoesquelohubieracreídoniporunmomento.La mente-mono estaba satisfecha. Michael se volvió sobre el costado

derecho,quedódormidoysoñóqueélysuhijodenueveañosjugabanalgolfdesalónenunainterminableseriedecamposenlosquegirabanmolinosdevientoyacechabanpequeños charcosde agua:y soñóque estaban solos, completamentesolosenelmundo,porquelamadredesuhijohabíamuertodeparto—esoeramuy triste—, la gente aún comentaba lo inconsolable que se había quedado

Michael,perocuandosuhijoyélfuesenacasaestalatendríanenteraparaellossolos, comerían spaguettisdirectamentedelpuchero, comounparde solterosydespués de lavar los platos, se sentarían a unamesa de la cocina cubierta depapeles de periódico y construirían automóviles en miniatura con inofensivosmotoresdeplástico.

Ensusueño,MichaelCunninighamsonrió.Juntoaél,enlaotracama,Reginano sonreía. Permanecía despierta, esperando el sonido de la puerta que leindicaríaquesuhijohabíaregresadodesdeelmundoexterior.

Cuando oyese la puerta abrirse y cerrarse, cuando oyese sus pisadas en laescalera…,entoncespodríadormir.

Quizá.

33.Junkins

Ithinkyoubetterslowdownanddrivewithme,baby…Yousaywhat?Hushupandmindmyownbidness?ButBaby,youaremybidness!Yougooodbidness!WhatkindofcaramIdrivin?I'mdrivea'48CadillacWithThunderbirdwings,Itellyou,baby,she’samovinthing,Rideon,Josephine,rideon…

ELLASMCDANIEL

Junkinssepresentóen«Darnell's»hacialasnuevemenoscuartodeesanoche.ArnieacababadedarporterminadosutrabajosobreChristineporesedía.HabíasustituidoporotranuevalaantenaquehabíaarrancadolapandilladeReppertony, durante los últimos quince minutos, había estado sentado ante el volante,escuchandolaCabalgatadeOrodelviernesporlanocheenla«WDIL».

Suintenciónhabíasidosóloencenderlaradioyrecorrereldialunavezparaasegurarse de que había colocado correctamente la antena y de que no habíainterferencias.Perocaptólaseñalde«WDIL»clarayfuerte,ysehabíaquedadoallí,conlamiradaperdidaatravésdelparabrisas,mientrasBobyFullercantaba

«Lucha contra la ley»,mientrasFrankieLymony losTeenagers cantaban«¿Porquéseenamoranlostontos?»,mientrasEddieCochrancantaba«Vamos,todos»yBuddyHollycantaba«Siguesoñando».Nohabíaanunciosen«WDIL»lasnochesdelosviernes.Sólomúsica.Devezencuando,unaacariciadoravozfemeninaseabría paso para decirle lo que ya sabia, que estaba escuchando «WDIL-Pittsburgh»,elsonidode«BIueSuedeRadio».

Arnie permanecía sentado ante el volante, tamborileando levemente con losdedosmientrasrelucíanlaslucesrojasdelsalpicadero.Laantenafuncionabademaravilla. Sí. Había hecho un buen trabajo. Era como decíaWill, tenía buenamano. Mira a Christine, Christine lo demostraba. Había sido un montón dechatarra en el césped de LeBay, y él la había remozado, luego, había sido unmontóndechatarraenelaparcamientodelaeropuerto,yéllahabíaremozadootravez.Había…

Siguesoñando…,soñando,ydime…Dime…quenoestésolo…

Había,¿Qué?Sustituidolaantena,si.Yhabíaalisadoalgunasdelasabolladuras,esopodía

recordarlo. Pero no había encargado ningún cristal (aunque todos había sidorepuestos),nohabíaencargado tapiceríasnuevaspara losasientos (perohabíansidocambiadastodastambién)ysólounavezhabíamiradoconatenciónbajoelcapó,antesdevolverloacerrar,horrorizado,losdañoscausadosenelinteriordeChristine.

Peroahoraelradiadorestabaentero,elbloquedelmotorlimpioyreluciente,los pistones moviéndose con toda libertad y facilidad. Y ronroneaba como ungato.Perohubosueños.

HabíasoñadoenLeBaysentadoalvolantedeChristine,LeBayvestidoconununiformedelEjércitomoteadopormanchasgrisazuladasdemohodesepulcro.La carne de LeBay se había desprendido y caído.Asomaban huesos blancos yrelucientes.LascuencasenqueantañoestuvieranlosojosdeLeBaysehallabanvacíasyoscuras(peroalgoseretorcíaallídentro,ah,sí,algo).YluegolosfarosdeChristine se habían encendido y alguien había quedado prendido en su luz,prendidocomounachincheenunacartulinablanca.Alguienconocido.

¿MoochieWelch?

Quizá. Pero, cuandoChristine se había lanzado súbitamente hacia delante,con un aullante chirriar de neumáticos, le había parecido a Arnie que elaterrorizadorostroqueseencontrabaenlacallesefundíacomosifueradesebo,cambiando mientras el «Plymouth» avanzaba hacia él, ahora era el rostro deRepperton,oeldeSandyGalton,ahoralacaradelunallenadeWillDarnell.

Quienquiera que fuese, había saltado a un lado, pero LeBay había dadomarcha atrás a Christine, accionando la palanca del cambio con negros yputrefactos dedos—colgaba un anillo en torno a uno de ellos, tan flojamentecomoun aro tirado a la ramade un árbolmuerto—y, luego, aceleró de nuevomientras la figura corría hacia el otro lado de la calle. Y, mientrasChristineavanzaba,lacabezasehabíavuelto,lanzandounaaterrorizadamiradahaciaatrás,yArniehabíavistolacaradesumadre…,lacaradeDennisGuilder…,lacaradeLeigh, todaojosbajouna flotantenubedecabellos rubios.Y, finalmente, supropiacara,enlaquelacontorsionadabocaformabalaspalabras¡No!¡No!¡No!

Dominándolotodo,inclusoelrugidodeltubodeescape(algodelapartebajahabía resultado dañado, indudablemente), sonaba la triunfante voz de LeBaysurgiendodeunacorroídalaringe,pasandoporentreunoslabiosretraídosyadelos dientes y tatuados con una delicada red de moho verdoso oscuro, la voztriunfanteyestridentedeLeBay:

—¡Ahítienes,cagón!¡Averquéteparece!Se había producido el sordo y mortal golpe del parachoques deChristine

contralacarne,eldestellodeunpar,degafasqueseelevabanenelairenocturno,girando sobre sí mismas y, luego, Arnie había despertado en su habitación,encogido, temblorosoyaferrandolaalmohada.Eranlasdosmenoscuartodelamañana,ysuprimersentimientofuedeungrandeyterriblealivio,alivioporelhecho de continuar todavía con vida. El estaba vivo, LeBay estaba muerto yChristinesehallabaasalvo.Lastresúnicascosasdelmundoqueimportaban.

Oh,pero,Arnie,¿Cómotelastimastelaespalda?Una voz interior, insidiosa e insinuante, formulando una pregunta a la que

teníamiedoderesponder.MelalastiméenPhillyPlains—habíadichoatodoelmundo—.Unodelos

cacharros empezó a resbalar por la rampa de la caja del camión de Will, yempujéparacontenerlo…,lohicesinpensar,simplemente,lohice.Ymelastiméalgodentroaconsecuenciadelesfuerzo.Esohabíadicho.Yunodeloscacharros

habíaempezadoaresbalar,yéllohabíaempujado,peronoeraasícomosehabíalastimadolaespalda,¿Verdad?No.

Aquellanoche,despuésdequeélyLeighencontraranaChristinedestrozadaenelaparcamiento,posadasobrecuatroneumáticosrajados…,aquellanocheen«Darnell's»,despuésdequesehubomarchadotodoelmundo…,enlaoficinadeWill había sintonizado la radio con las viejas canciones de «WDIL». Willconfiaba en él ahora, ¿Por qué no? Le llevaba cigarrillos a Nueva York,transportaba licores a Burlington, y dos veces había llevado algo envuelto enpapel de estraza a Wheeling, donde un joven que conducía un «DodgeChallenger» le entregaba a cambio otro paquete ligeramente mayor. Arniepensaba que quizás estaba intercambiando cocaína por dinero, pero no queríasaberloconseguridad.

EnestosviajesconduciríaelcocheparticulardeWill,un«Imperial»de1966tan negro como unamedianoche en Persia. Tenía unmotor extraordinariamentesilencioso,yposeíaundoblefondoenelsuelo.Sinorebasabaunoellímitedevelocidadnohabíaproblemas. ¿Porqué ibaahaberlos?Lo importante eraqueahora tenía las llaves del garaje. Podía entrar después de que se hubieranmarchado todos losdemás.Comohabíahechoaquellanoche.Yhabíapuesto la«WDIL»…,yhabía…había…

Sehabíalastimadolaespaldadealgunamanera.¿Quéhabíaestadohaciendoparalastimarselaespalda?Una frase extraña acudió a él como respuesta, elevándose, lentamente, del

subconsciente:Esuncuriosolapso.¿Quería realmente saberlo?No.Dehecho,habíaveces enquenoquería en

absoluto al coche. Había veces en que pensaba que seria mejor…, bueno,mandarloalachatarra.

No es que fuera a hacerlo, ni que pudiera. Era sólo que, a veces (en lossudorososyagitadosmomentosquesiguieronalsueñodelanocheanterior,porejemplo),sentíaquesisedeshacíadeél,seria…másfeliz.

Laradioescupiódeprontounaexplosióncasifelinadeestática.—Notepreocupes—susurróArnie.Sumano se deslizó lentamente sobre el salpicadero, complaciéndose en el

contacto.Si, el coche le asustaba a veces.Y suponía que supadre tenía razón,habíacambiadoenciertogradosuvida.Peronopodíallevarloalachatarra,lo

mismoquenopodíasuicidarse.La estática desapareció. Las «Marvelettes» estaban cantando «Por favor,

señorcartero».Yentoncesunavozdijoensumismooído.—¿ArnoldCunningham?Dio un respingo y apagó la radio. Se volvió. Un hombrecillo menudo y

apuestosehallabaapoyadoenlaventanilladeChristine.Susojoserandecolorcastaño oscuro, y tenía arreboladas las mejillas…, a consecuencia del fríoexterior,suponíaArnie.

—¿Sí?—RudolphJunkins.PolicíadelEstado,DepartamentodeInvestigación.Junkinsintrodujosumanoporlaabiertaventanilla.Arnieselaquedómirandounmomento.Asíquesupadreteníarazón.Le dirigió sumás atractiva sonrisa, tomó lamano, la estrechó con fuerza y

dijo:—Nodispare,polizonte,tirarélapistola.Junkinssonriótambién,peroArnieadvirtióquelasonrisaapenassirozósus

ojos,queestabanexplorandoelcochedeunamanerarápidayconcienzudaqueaArnienolegustó.Enabsoluto.

—¡Vaya!Por loquemehadicholapolicía local,creíaquelos tiposquelaemprendieron con tu cacharro lo habían tatuado realmente. Desde luego, no loparece.

Arnieseencogiódehombrosysaliódelcoche.Losviernesporlanocheelgarajeestabamuypococoncurrido.Willraramenteibaynoestabaestanoche.Alotro lado, en el hueco número diez, un tal «Habbs» estaba poniendo unsilenciador nuevo a su viejo «Valiant» y, al fondo del garaje, sonabaperiódicamente el zumbido de una herramienta neumática mientras alguiencolocabaneumáticosespecialesparalanieve.Porlodemás,élyJunkinsteníantodoelgarajeparaellossolos.

—Noresultósertanmalocomoparecía—dijoArnie.Pensó que este sonriente y apuesto hombrecillo podría ser sumamente

inteligente.Y,comoconsecuencianaturaldeestepensamiento,apoyólamanoeneltechodeChristineysesintióinmediatamentemejor.Podíahabérselasconestehombre,inteligenteono.Despuésdetodo,¿Quémotivosteníaparapreocuparse?

—Noseprodujerondañosestructurales.—¿Oh?Tenía entendido que le habían practicado agujeros en la carrocería

conalgúninstrumentoaguzado—explicóJunkins,mirandoconatenciónellateraldeChristine—.Queme ahorquen si puedo ver la reparación.Debes de ser ungenio carrocero,Arnie.Dada la formade conducir que tienemimujer, deberíacontratarteparalosarreglos.

Ledirigióunadesarmadorasonrisa,perosusojoscontinuaronexaminandoelcoche.SeposabanuninstanteenlacaradeArniey, luego,volvíandenuevoalcoche.AArnieleestabagustandoaquellocadavezmenos.

—Soybueno,peronosoyDios—dijoArnie—.Si se fija realmente,puedevereltrabajorealizadoenlacarrocería—señalóunadiminutaondulaciónenlaparteposteriordeChristine—.Yahí—señalóotra—.Tuvesuertedeencontraren «Ruggles» algunas piezas originales de carrocería de «Plymouth». En estelado,sustituítodalapuertatrasera.¿Vecómonocasaexactamentelapintura?

Ydiounosgolpecitosenlapuertaconlosnudillos.—No—repusoJunkins—.Quizápuedaverloconunmicroscopio,peroamí

meparecequeencajaalaperfección.Dio también unos golpecitos en la puerta con los nudillos.Arnie frunció el

ceño.—Untrabajo formidable—siguióJunkins.Caminó lentamentehasta laparte

delanteradelcoche—.Formidable,Arnie.Tefelicito.—Gracias.Observó cómo Junkins, fingiendo sincera admiración, utilizaba sus

perspicaces ojos castaños para buscar abolladuras sospechosas, pinturadescascarillada, quizás unamancha de sangre o unmechón de pelo. BuscandoseñalesdeMoochieWelch.Arniesesintiósegurodeprontodequeeraesoloqueelcagónestababuscando.

—¿Enquépuedoservirleexactamente,detectiveJunkins?Junkinsseechóareír.—¡Hombre, eso esdemasiadoceremonioso! ¡Nopuedoaceptarlo!Llámame

Rudy,¿eh?—Deacuerdo—dijoArnie,sonriendo—.¿Enquépuedoservirle,Rudy?—¿Sabes?,Escurioso—dijoJunkins,poniéndoseencuclillasparamirarel

faroizquierdo.

Le dio unos golpecitos reflexivamente y, luego, aparentemente con airedistraído,pasóeldedoíndicealolargodesusemicircularsuperficiedemetal.Suabrigoseposóunosinstantessobreelsuelodecemento,luego,seincorporó.

—Cuandorecibimosdenunciasdeestetipo…,eldestrozodetucoche,quierodecir…

—Oh,realmentenolodestrozaron—replicóArnie.Estabaempezandoasentircomosicaminarapor lacuerdafloja,yvolvióa

tocaraChristine.Susolidez,surealidad,parecieronconfortarleunavezmás.—Lointentaron,sí,peronohicieronuntrabajomuybueno.—Bueno, supongoquenoestoyal tantode la terminología—rióJunkins—.

Detodosmodos,cuandomepresentaronelcaso,¿Quécreesquedije?«¿Dóndeestánlasfotografías?»Esoesloquedije.Creíqueeraunolvido,yasabes.AsíquellaméalapolicíadeLibertyvilleymedijeronquenohabíafotografías.

—No—repusoArnie—.Unchicodemiedadnopuedeconseguirnadamásqueseguropersonal,comoyasabrá.Yaunesoconunadeduccióndesetecientosdólareshubieratenidoseguroatodoriesgo,habríatomadomontóndefotos.Pero,comonolotengo,¿Paraquéibaahacerlo?Seguroquenoquerríapegarlasenmiálbum.

—No, supongo que no—dijo Junkins, y se dirigió hacía trasera del coche,buscandocristalesrotos,arañazos,culpabilidad—.Pero,¿Sabesquéotracosamehaparecidocuriosa?¡Nisiquieradenunciasteeldelito!

Levantó hacia Arnie sus oscuros e inquisitivos ojos, miró atentamente y,luego,sonrió.

—Nisiquieralodenunciaste.«Bueno—mepregunté—¿Quiénlodenunció?»Elpadredelfulano,vanymedicen—Junkinsmeneólacabeza—.Noloentiendo,Arnie,nomeimportadecírtelo.Untiposeparteellomopararestauraruncochehasta que vale dos mil, quizá cinco mil dólares, luego unos fulanos se lodestrozan…

—Yalehedicho…Rudy Junkins levantó la mano y sonrió desanadoramente. Por un extraño

momento,Arniecreyóqueibaadecir:«Paz»,comohacíaavecesDenniscuandolascosassetornabanopresivas.

—Selodañan.Perdona.—Vale—replicóArnie.

—De todosmodos, según dijo tu amiga, uno de los atacantes…, bueno, sedefecóenelsalpicadero.Yohubierapensadoquetehabríaspuestofurioso.Quelohabríasdenunciado.

LasonrisasedesvanecióahorayJunkinsmiróaArniegravemente,casiconseveridad.

LosojosfríosygrisesdeArnieseencontraronconlocastañosdeJunkins.—Lamierdaselimpia—dijoalfinal—.¿Quieresaberunacosa,Mr…Rudy?

¿Quierequeledigaunacosa?—Claro,hijo.—Cuandoyo teníaañoymedio,cogíun tenedorymarquéconélunamesa-

escritorioantiguaquemimadrehabíacompradoconlosahorrosdequizácincoaños.Consuspequeñosahorros,esoesloquedijoSupongoquelodejéhechoundesastreenmuypocotiempo.Naturalmente,nolorecuerdo,peroelladicequesequedóallísentadayseechóallorar—Arniesonriólevemente—.Hastaesteaño,no podía imaginarme a mi madre llorando. Ahora, si quizás es que me estoyhaciendomayor,¿Noleparece?

Junkinsencendióuncigarrillo.—Nosémuybienadóndequieresiraparar,Arnie.—Dijoquepreferiríatenerqueestarcambiándomelospañaleshastalostres

años, antes de que hiciera esas cosas. Porque, explicó, lamierda se limpia—Arniesonrió—.Seleechaagua,ydesaparece.

—¿ComodesaparecióMoochieWelch?—preguntóJunkins.—Nosénadadeeso.—¿No?—No.—¿Palabradeboy-scout?—preguntóJunkins.Lapreguntaera jocosa,pero losojos,no,escrutabanaArnie,alacechodel

másmínimoquiebrodevoz,deunacrucialvacilación.Alotroladodelgaraje,eltipoquehabíaestadoponiendosusneumáticospara

la nieve dejó caer una herramienta sobre el cemento y el tipo entonó, casiritualmente:

—Oh,mierdajodida.JunkinsyArniemiraronbrevementeensudirección,ylatensióncedió.—Claro,lapalabradeboy-scout—repusoArnie—.Mire,supongoquetiene

ustedquehacereso,essutrabajo…—Claroqueesmi trabajo—convinocon suavidad Junkins—.Elmuchacho

fue atropellado tres veces en cada dirección. Quedó convertido en una masasanguinolenta.Lorecogieronconpala.

—¡Yono tuvenadaqueverconello!—gritóArnie,yelhombredel fondo,quehabíaestadotrabajandoconsusilenciadorlevantólavista,sobresaltado.

Arniebajólavoz.—Losiento.Sóloquieroquemedejeenpaz.Sabeperfectamentequeyono

tuvenadaqueverconello.Yahavistoelcoche.SiChristinehubieragolpeadoaWelchtantasvecesycontantafuerza,estaríacompletamenteabollada.Loséporlas películas de la televisión. Y, cuando estaba en primero de Mecánica delAutomóvil,Mr.Smolnackdijoquelasdosformasmejoresdedestruirtotalmenteladelanteradeuncocheeraatropellaraunciervooaunapersona.Bromeabaunpoco,perohablabaenserio…sientiendeloquequierodecir.

Arnietragósalivayoyóunchasquidoensugarganta,queestabamuyseca.—Desde luego—convino Junkins—. Tu coche tiene un aspecto excelente.

Perotú,no,muchacho.Túparecesunsonámbulo.Parecesabsolutamentejodido,yperdonamifrancés—tirósucigarrillo—¿Sabesunacosa,Arnie?

—¿Qué?—Creoqueestásmintiendoamásvelocidaddelaquepuedetrotaruncaballo

—dio una palmada sobre el capó deChristine—. O quizá deba decir a másvelocidaddelaquepuedacorrerun«Plymouth».

Arnielemiró,conlamanoapoyadaenelespejoretrovisor.Noreplicó.—NocreoqueestésmintiendosobrelamuertedeWelch.Perocreoqueestás

mintiendo sobre lo que le hicieron a tu coche, tu amiga dijo que lo habíandestrozado, y ella es mucho más convincente que tu. Lloraba mientras me locontaba,dijoquehabíacristalesrotosportodaspartes…

—Apropósito,¿Dóndecomprasteloscristalesnuevos?—En«McConnell's»—respondióArnie,sinvacilar—.EnelBurg.—¿Tieneselrecibo?—Lotiré.—Peroallíseacordarándeunpedidotangrandecomoese.—Puede—dijoArnie—,peroyonoestaríamuyseguro,Rudy.Son losmás

importantesespecialistasencristalesparaautomóvilesquehayaloestedeNueva

YorkyalestedeChicago.Esocubremuchoterreno.Trabajanmuchoy,engranparte,esconcochesusados.

—Perotendránlospapeles.—Paguéalcontado.—Perotunombrefiguraráenlafactura.—No —dijo Arnie, y sonrió fríamente—, figurará el de «Garaje de

AutoservicioDarnell's».Asíconsigoundiezporcientodedescuento.—Lotienestodoprevisto,¿eh?—TenienteJunkins…—Estásmintiendotambiénsobreloscristales,aunquemalditosiséporqué.—UstedpensaríaqueCristoestabamintiendoenelCalvario,mepareceamí

—replicó, airado, Arnie—. ¿Desde cuándo es delito comprar cristales derepuesto si alguien rompe a uno las ventanillas? ¿O pagar al contado? ¿Oconseguirundescuento?

—Desdenunca—dijoJunkins.—Entonces,déjemeenpaz.—Másimportante,creoquemientesaldecirquenosabesnadasobreloque

lesucedióaWelch.Sabesalgoyquierosaberque.—Nosenada—dijoArnie.—¿Quéhayde…?—Notengonadamásquedecirle—leinterrumpióArnie—.Losiento.—Muybien—replicóJunkins,desistiendotanprontoqueArniesesintióde

inmediatoreceloso.Rebuscóen la chaquetaque llevababajoel abrigoy sacó sucartera.Arnie

vioqueJunkinsteníaunapistolaenunafundasobaquera,ysospechóqueJunkinshabíaqueridoquelaviese.SacóunatarjetayseladioaArnie.

—Puedes encontrarme en cualquiera de estos números. Si quieres hablarsobrealgo.Sobreloquesea.

Arnieseguardólatarjetaenelbolsillosuperior.JunkinsvolvióapasearlentamenteentornoaChristine.—Untrabajoderestauraciónformidable—repitió.MirófijamenteaArnie—.

¿Porquénolodenunciaste?Arnieexhalóuntemblorososuspiro.—Porquepenséqueseríaelfinal—dijo—.Queabandonarían.

—Sí—dijoJunkins—.Esomeparecía.Buenasnoches,hijo.—Buenasnoches.Junkinsempezóaalejarse,sevolvióyregresójuntoaél.—Piénsalo—dijo—. Realmente, tienes mal aspecto, ¿Sabes lo que quiero

decir?Tienesunanoviapreciosa.Estápreocupadaporti,ysienteloquelepasóatucoche.Tupadreestápreocupadoportitambién.Medicuentahablandoconélporteléfono.Piénsaloyllámame,hijo.Dormirásmejor.

Arniesintióquealgoletemblabadetrásdeloslabios,algopequeñoylloroso,algoquedolía.LoscastañosojosdeJunkinseranbondadosos.Abriólaboca—sóloDiossabíaloquehabríapodidosalirdeella—,yentoncesunamonstruosapunzada de dolor le recorrió la espalda, haciéndole enderezarse súbitamente.Tuvotambiénelefectodeunabofetadaenunataquedehisterismo.Sesintiómástranquiloconlacabezadespejadadenuevo.

—Buenasnoches—repitió—.Buenasnoches,Rudy.Junkinslemiróunosmomentosmásturbadoysemarchó.Arnieempezóaestremecerse.Eltemblorcomenzóasubirporsusmanos,se

leextendióporlosantebrazosyloscodosyluego,leagitótodoelcuerpo.Buscóaciegaslamanilladelapuerta,laencontróporfinysedeslizóenelinteriordeChristine,enlosconfortantesoloresacocheytapiceríanueva.Girólallavedeposición ACC, se encendieron las luces rojas del salpicadero y buscó elconmutadordelaradio.

Alhacerlo,susojosseposaroneneloscilanterectángulodecueromarcadoconlasinicialesR.D.L.,ysusueñoretornóconterribleintensidad:elputrefactocuerposentadodondeélseencontrabasentadoahora,lasvacíascuencasmirandoa través del parabrisas, los huesos de los dedos aferrando el volante, la vacuasonrisa de los dientes de la calavera mientras Christine se lanzaba sobreMoochieWelch,mientras la radio, sintonizada con «WDIL», emitía «El últimobeso»,interpretadoporJ.FrankWilsonylos«Cavaliers».

Sintió de pronto ganas de vomitar.Una poderosa náusea se elevó desde suestómagohastalagarganta.Arniesaliótrabajosamentedelcocheycorrióhaciaellavabo,mientrassuspisadasresonabanextrañamenteensusoídos.Llegójustoatiempo. Vomitó una y otra vez, hasta que no le quedó más que agria saliva.Bailabanlaslucesdelantedesusojos.Lezumbabanlosoídosylosmúsculosdesugargantapalpitabancansadamente.

Enelespejollenodemanchas,mirósupálidoymacilentorostro,lososcuroscírculosbajo susojosy elmechóndepeloque le caía sobre la frente. Junkinsteníarazón.Suaspectoerahorrible.

Perosusgranoshabíandesaparecido.Lanzóunaenloquecidacarcajada.NorenunciaríaaChristine,pasara loque

pasase.Esoeraloúnicoquenoharía.Y, de pronto, tuvo que hacerlo de nuevo, sólo que no le quedaba nada que

vomitar, sólo una serie de desgarradores espasmos, y aquel eléctrico gusto asalivaenlaboca.

TeníaquehablarconLeigh.Súbitamente,teníaquehablarconLeigh.

Entró en la oficina deWill, donde el único sonido era el latido del relojregistradorquemarcabalosminutos.MarcódememoriaelnúmerodelosCabot,peroseequivocódosveces,acausadelviolentotemblordesusdedos.

ContestólamismaLeigh,convozsoñolienta.—¿Arnie?—Tengoquehablarcontigo,Leigh.Tengoqueverte.—Arnie, son casi las diez. Acababa de salir de la ducha meterme en la

cama…Estabacasidormida…—Porfavor—dijo,ycerrólosojos.—Mañana —repuso ella—. No puede ser esta noche, mis padres no me

dejaríansalirtantarde…—Sólosonlasdiez.Yesviernes.—La verdad es que no quieren que te veamucho,Arnie. Al principio, les

gustabas,yamipadretodavíalegustas:perolosdospiensanquetehasvueltounpocoraro.

Hubounalargapausa.—Yotambiénlopienso—dijoalfinalLeigh.—¿Significaesoqueyanoquieresvermemás?—preguntósordamenteArnie.Ledolíaelestómago,ledolíalaespalda,ledolíatodo.—No —había ahora en su voz un levísimo tono de reproche—. Estaba

haciéndomealaideadequetúnoqueríasvermeamí,noenlaescuela,yporlasnochessiempreestabasenelgaraje.Trabajandoentucoche.

—Yaheterminado—replicóél.Y,luego,conunmonstruosoesfuerzo—.Esdelcochedeloquequería…,¡Ayyy,malditasea!

Seagarrólaespalda,dondehabíasentidootroferozlatigazodedolor,ysóloencontrólafaja.

—¿Arnie?—suvozsonóalarmada—¿Estásbien?—Sí,mehadadounapunzadaenlaespalda.—¿Quéibasadecir?—Mañana —respondió él—. Iremos a «Baskin-Robbins», tomaremos un

helado,haremosquizásunascuantascomprasdeNavidad,cenaremosytedejaréencasaparalassiete.Ynomeportarédeformarara.Teloprometo.

EllarióyArniesintióungranalivio.Eracomounbálsamo.—Tonto.—¿Significaesoqueestásdeacuerdo?—Sí, significa que estoy de acuerdo —Leigh hizo una pausa y dijo,

dulcemente—:Tehedichoantesquemispadresnoqueríanqueteviesemucho.Nohedichoquenoquierayo.

—Gracias —dijo él, esforzándose por mantener la firmeza de su voz—.Graciasporeso.

—¿Dequéquiereshablarme?«DeChristine.Quierohablartedeella…ydemissueños.Ydeporquétengo

unaspectohorrible.Ydeporquéahorasiemprequieroescucharla«WDIL»,ydeloquehiceaquellanoche,cuandotodoelmundosehubomarchado:lanocheenquemelastimélaespalda.Oh,Leigh,quiero…»

Otrapunzadadedolorenlaespalda,comoelzarpazodeuntigre.—Creoqueacabamosdehablardeello—dijo.—Oh—unapequeñaycálidapausa—.Bueno.—¿Leigh?—Hum…—Habrámástiempoahora,teloprometo.Todoelquequieras.Ypensó: «Porque ahora, conDennis en el hospital, tú eres todo lo queme

queda,todoloquequedaentremí…entremíy…»—Esoesestupendo—exclamóLeigh.—Tequiero.—Adiós,Arnie.

«¡Dilo tú también!»—deseó gritar de pronto—«¡Dilo tú también, necesitoquelodigas!»

Peroensuoídosólosonóelchasquidodelteléfonoalsercolgado.Permaneció largo tiempo sentado a la mesa de Will, con la cabeza baja,

tratandoderecuperareldominiodesímismo.Ellanonecesitabarepetirlocadavez que él se lo decía, ¿Verdad? El no necesitaba tan desesperadamente oírlo¿No?¿No?

Arnieselevantóyfuehacialapuerta.Leighibaasalirconélmañana,esoeraimportante.HaríanlascomprasdeNavidadquehabíanproyectadohacereldíaenque aquellos cagones destrozaron a Christine, pasearían y charlarían, sedivertirían.Elladiríaquelequería.

—Lodiré—murmuró,depieenelumbral,peroalaizquierda,hacialamitaddelgaraje,Christinesealzabacomounamudayestúpidanegación,proyectandohaciadelantelarejilladesuradiador,comosibuscasealgo.

Y, desde su subconsciente, la oscura e inquisitiva voz susurró: «¿Cómo telastimastelaespalda?¿Cómotelastimastelaespalda,Arnie?»

Eraunapreguntaquenoseatrevíaacontestar.

34.LeighyChristine

Mybabydroveupinabrand-newCadillac,Shesaid«Hey,comehere,Daddy,Iain'tnevercominback!»Baby,babywon'tyouhearmyplea?Comeon,sugar,comeonbacktome!Shesaid,«Ballstoyou,bigDaddy,Iain'tnevercominback!»

THECLASH

El día era gris y amenazaba nieve, pero Arnie acertó en dos cosas: sedivirtieronyélnoerauntiporaro.LaseñoraCabotestabaencasacuandollegóArnie, y su recibimiento fue frío. Pero pasó bastante tiempo—tal vez veinteminutos—antesdequebajaseLeigh, luciendoun suéterdecolorcarameloqueceñíadeliciosamente subustoyunnuevopardepantalones colorde arandano,quetambiénseajustabandeliciosamenteasuscaderas.Elinexplicableretrasoenuna muchacha que era casi siempre exactamente puntual pudo ser deliberado.ArnieselopreguntómástardeyLeighlonegóconunainocenciaqueeratalvezunpocoexagerada,pero,entodocaso,lademoraresultóeficaz.

Arnie podía ser encantador cuando se lo proponía, y empezó a camelarresueltamente aMrs. Cabot. Antes de que Leigh bajase saltando la escalera yrecogiéndose los cabellos en cola de caballo,Mrs. Cabot se había ablandado.

Había obsequiado a Arnie con una «Pepsi-Cola» y escuchaba arrobada losrelatosqueéllehacíasobreelclubdeajedrez.

—Eslaúnicaactividadcivilizadaqueconozcoalmargendelosestudios—dijoaLeighysonrióaArnieconaprobación.

—EsunaLATA—gritóLeigh,rodeandolacinturadeArnieconunabrazoyestampandounbesosonoroensumejilla.

—¡LeighCabot!—Perdona,mamá, pero estámonísimo conunpoco carmín, ¿No te parece?

Esperaunmomento,Arnie,tedaréun«Kleenex».Notearañeslacara.Hurgóensubolsobuscandoelpañolito.ArniemirólaseñoraCabotponiendo

los ojos, en blanco. Natalia Cabot se tapó la boca con una mano y rió entredientes.ElraprochemententreellayArnieeracompleto.

Arnie y Leigh fueron a Baskin-Robbins, donde la tirantez inicial,consecuencia de la conversación telefónica de noche anterior, acabó pordesaparecer.Arniehabíasentidounvago temordequeChristine no funcionasebien de que Leigh dijese algo desagradable acerca del coche nunca le habíagustado montar en su automóvil. Pero ambas preocupaciones habían resultadoinjustificadas.Christine funcionócomounrelojsuizo,y losúnicoscomentariosdeLeighacercadelcochehabíanreveladosatisfacciónyasombro.

—Nunca lohabríacreído—explicócuandosalieronde lapequeñazonadeaparcamientodelaheladeríayseunieronalacorrientedetráficoendirecciónaMontroevileMall—.Debesdehabertrabajadocomounburro.

—No fue tandifícil como,probablemente, teparezca—contóArnie—.¿Teimportaquepongamúsica?

—Noclaroqueno.Arnie encendió la radio. The Silhouettes tocaban estruendosamente «Get a

job».Leighhizounamueca.—Horrible.¿Puedocambiarlo?—Eresmiinvitada.Leigh conectó con una emisora de rock de Pittsburg donde estaba actuando

BillyJoel.«Talveztengasrazón—decíaalegrementeBilly—,puedequeyoestéloco.»Acontinuación,BillydijoasunoviaVirginiaquelasmuchachascatólicasempezaban demasiado tarde, era el BlockWeekend. «Ahora—pensó Arnie—.

Ahora empezaras…, a recular…a hacer alguna tontería.»PeroChristine siguiórodandoconnormalidad.

ElMallestaballenodegentenerviosaperoensumayoríabonachona,queibadecompras,laúltimafrenéticayavecesdesagradableaglomeracióndeantesdelaNavidad,mejor que hacía dos semanas. El espíritu navideño era todavía lobastantenuevoparaserllamativo,yeraposiblecontemplarlosadornoscolgadossobre los amplios pasillos delMall sin sentirse malhumorado comoEbenezerScroogey[1].ElcampanilleodelosSantaClausdelEjércitodeSalvacióntodavíanosehabíahechoirritante,aúnpregonabanbienandanzasybuenavoluntadenvezdelmonótonoymetálicocanturreode«LospobresnotienenNavidad,lospobresnotienenNavidad,lospobresnotienennavidad»,queArnieparecíaoírsiemprecuandoseacercabaeldía,ytantolasdependientasdelastiendascomolosSantaClaus del Ejército de Salvación se hacían más monótonos y parecían másmacilentos.

Anduvieronasidosdelamanohastaqueseloimpidiólacantidaddepaquetesque llevaban, y Arnie se lamentó, posiblemente, de que ella le estabaconvirtiendo en una bestia de carga. Cuando bajaron al piso inferior y a B.Dalton,ArniequeríabuscarunlibrosobreconfeccióndejuguetesparaelpadredeDennisGuilder,Leighadvirtióquehabíaempezadoanevar.Permanecieronunmomentojuntoalaventanadelaescaleraflanqueadadecristales,mirandocomoniños hacia el exterior.Arnie tomó lamanoLeigh y esta lemiró sonriendo.Elpodíaolersupiel,ylapropiayconciertoaromadejabón,asícomolafraganciadesuscabellos.Acercóunpocolacabeza,ylachicaaproximóunpocolasuya.Sebesaronligeramenteyellaleapretólamano.

Mástarde,despuésdehaberpermanecidoenlalibrería,sequedaronunratosobrelapistadelcentrodelMall,observandolaspiruetasylossaltosdelosquepatinabanalsondelosvillancicos.

FueundíaestupendohastaelmomentoenqueLeighCabotestuvoapuntodemorir.

Casicontodaseguridadhabríamuerto,denohabersidoporelautostopista.Estabanensucaminoderegreso,yeltempranerocrepúsculodediciembrehacíarato que se había convertido en oscuridad nevada.Christine, con su seguridad

acostumbrada, zumbaba tranquilamente Sobre diez centímetros de reciente yblandanieve.

Arnie había reservado una mesa para comer temprano en la «British LionSteackHouse»,únicorestauranterealmentebuenodeLibertyville,peroeltiempohabíapasamásdeprisadeloprevistoyconvinieronencompraruntentempiéen«McDonald's»,enlaJFKDrive.Leighhabíaprometidoasumadrequeestaríaencasaalasochoymedia,porquelosCabot«recibíanaunosamigos»,yeranyalasochomenoscuartocuandosalierondelMall.

—Tantomejor—dijoArnie—.Estoycasiarruinado.Losfarosiluminaronalautostopistaplantadoenlainterseccióndelacarretera

17ylaJFKDrive,todavíaaochokilómetrosdeLibertyville.Susnegroscabellosle llegaban a los hombros. Estaban salpicados de nieve, y tenía una bolsa demuletónentrelospies.Cuandoseacercaronalautostopistaalzóunrótulopintadocon letras resplandecientes. Decía así: LIBERTYVILLE. PA. Le dio la vueltaacercarseellosmás.Elotroladodecía:ESTUDIANTENOPSICÓTICO.

Leighseechóareír.—Llevémosle,Arnie.Arniereplicó:—Cuandosetomaneltrabajodeavisarquenoestánlocosescuandohayque

tenermáscuidado.Peroseacomotúquieres.Detuvoelcoche.Aquellatardehabríasidocapazdeintentarcazarlalunacon

uncestosiLeighselohubierapedido.Christinerodóconsuavidadhastalaorilladelacarretera,resbalandoapenas

susneumáticos.Perocuandosedetuvieron,retumbaronunosparásitosenlaradio,quehabíaestadotocandounaestridentepiezaderocky,cuandohubieroncesadoaquéllos,oyeronaBigBoppercantando«ChantillyLace».

—¿Qué ha sido del Block Party Weekend? —pregunto Leigh, mientras elautostopistacorríahaciaellos.

—Nolosé—dijoArnie,perolosabía.Habíaocurridootrasveces.Enocasiones,laradiodeChristinesólopillaba

laemisora«WDIL».Noimportabanlosbotonesqueapretasenniqueaccionaselapalancafrecuenciamoduladadebajodeltablero,era«WDIL»onada.

Depronto,tuvolaimpresióndequehabíacometidounerroraldetenersepararecogeralviajero.

Peroerademasiadotardeparavolverseatrás,elmuchachohabíaabiertounade las portezuelas traseras deChristine, arrojado su bolsa al interior y subidodetrásdeella.Unaráfagadeairefríoyuntorbellinodenieveentraronconél.

—Gracias, hombre —dijo, suspirando, el muchacho—. Los dedos de mismanosydemispiessalieronparaMiamiBeachhaceunosveinteminutos.Debendehaberidoaalgunaparte,afindecuentas,porqueyanopuedosentirlos.

—Agradézcaloamidama—explicóconcisoArnie.—Gracias,señora—dijoelmuchacho,llevándosecortésmentelamanoaun

invisiblesombrero.—Nohaydequé—repusoLeigh,ysonrió—.FelizNavidad.—Lomismolesdeseo—dijoelviajero—,aunquenodiríanqueestuviésemos

enNavidadsihubiesenestadosentadosahíesperandoquealguienlesrecogiese.Lagentepasabaatodavelocidadydesaparecía.¡Zas!—miróconasombroasualrededor—Bonitocoche,hombre.Esmagnifico.

—Gracias—replicóArnie.—¿Loharestauradoustedmismo?—Sí.LeighestabamirandoaArnieysesentíaconfusa.Suinteriorhumorexpansivo

habíasidosustituidoporunasequedadimpropiadeél.Enlaradio,terminóBigBopperyempezóRichieValenscon«LaBamba».

Elautostopistameneólacabezayrió.—PrimeroBigBopper,ydespuésRichieValens.Debeserunaveladafúnebre

enesavieja«WDIL».—¿Quéquieredecir?—preguntóLeigh.Arnieapagólaradio.—Murieronenunaccidentedeaviación.ConBuddyHolly.—¡Oh!—exclamóLeigh,convozmuydébil.QuizáselviajeropercibiótambiénelcambiodehumordeArnie;permaneció

silenciosoymeditabundo en el asientode atrás.Fuera, la nieve empezó a caermásdeprisayespesa.Eralaprimeratormentafueradetemporada.

Porfincentellearonlaslucesamarillassobrelanieve—¿Quieresquevayayo,Arnie?—preguntóLeigh.Arnie se había quedado casi tan mudo como una piedra respondiendo con

simplesgruñidosasusanimadosintentosdeentablarconversación.

—Iréyo—dijo,deteniendoelcoche—.¿Quéquieres?—Sólounahamburguesaypatatasfritas,porfavor.Anteshabíapensadodarseunbanquete—«BigMac»,yunbatidoe incluso

bollitosdulces—,peroparecíahaberperdidoelapetito.Arnieaparcó.Bajolafuerteluzamarillaquebrotabadelafachadadelbajo

edificio de ladrillos, su cara parecía eléctrica y en cierto modo enferma. Sevolvió,apoyandobrazoenelrespaldodelasiento.

—¿Quierequeletraigaalgo?—No, gracias—repuso el desconocido—.Mis padresme esperan para la

cena.Nopuedodisgustaramamá.Mataelterneromásgordocadavezquevuelvoac…

Elchasquidodelaportezuelaalcerrarseinterrumpiósuúltimapalabra.Arniesehabíaapeadoysedirigíaconrapidezalapuertadeentrada,levantandoconlasbotaspequeñosgrumosdenievereciéncaída.

—¿Está siempre tanalegre?—preguntóelviajero—¿Osevuelve taciturnoalgunasveces?

—Esmuyamable—dijoconfirmezaLeigh.Sehabíapuestosúbitamentenerviosa.Arniehabíaparadoelmotorysehabía

llevadolasllaves,dejándolasolaconeldesconocidodelasientodeatrás.Podíaverle por el espejo retrovisor y, de pronto, sus largos cabellos negrosenmarañadosporelviento,subarbadescuidadaysusojososcuros ledabanunaspectosalvajealoManson.

—¿Dóndeestudia?—preguntópellizcándoseelpantalónydejandoenseguidadehacerlo.

—EnPitt—explicóelviajero,ynoañadiómás.Susojosseencontraronconlosdeellaenelespejo,Leighbajórápidamente

los suyos sobre el regazo. Pantalones de color rojo de arándano. Se los habíapuesto porqueArnie le había dicho una vez que le gustaban…, probablementeporqueeraelparmásajustadoqueposeía,másajustadoinclusoquesus«Levi's».Deprontolamentónohabersepuestoalgodistinto,algoquenielmayoresfuerzode la imaginaciónpudieseconsiderarprovocativo: talvezunsacodearpillera.Trató de sonreír —era una idea graciosa, sí, un saco de arpillera hasta lasrodillas—,peronoloconsiguió.Nopodíadejardereconocerunacosa:Arnielahabía dejado sola con el desconocido (¿Como castigo?, la idea de recogerle

habíasidosuya),yahoraestabaasustada.—¡Quémala sensación!—exclamódeprontoeldesconocido,haciendoque

ellacontuvieseelaliento.Las palabras habían sido claras y rotundas. Podía ver aArnie a través del

cristalde laventana, enelquintoo sextopuestode la fila.Tardaríaun ratoenllegar al mostrador. Se imaginó que el viajero cerraba de repente las manosenguantadasalrededordesucuello.Desde luego,podía tocarelclaxon…,pero¿Sonaríaeste?Lodudósintenerunmotivológicoparaello.Pensóquesipodíatocarelclaxonnoventaynuevevecessonaríaalfinsatisfactoriamente.Perosi,lacentésimavez,laestrangulabaeldesconocidoencuyofavorhabíaintercedido,elclaxonguardaríasilencio.Porque…,porqueChristinenolaquería.Enrealidad,creíaqueChristineodiabasuvalor.Asíeradesencillo.Absurdo,perosencillo.

—¿Co…Cómohadicho?Miróporelespejoretrovisorysesintióinmensamentealiviadaalverqueel

autostopistanolamiraba,contemplabaasualrededor.Tocólafundadelasientoconlapalmadelamano,despuésrozóligeramentelatapiceríadeltechoconlaspuntasdelosdedos.

—Unamalasensación—dijo,meneandolacabeza—.Estecoche,noséporqué,meponenervioso.

—¿Deveras?—preguntóella,confiandoenquesuvozsonasediferente.—Sí. Una vez, cuando era pequeño, me quedé encerrado en un ascensor.

Desdeentoncessufroataquesdeclaustrofobia.Nuncaloshabíatenidodentrodeunautomóvil,pero,¡Caray!,ahoraestoysufriendouno.Delospeores.Creoquepodríaencenderseunacerillasobremilengua,tansecatengolaboca.

Lanzóunabreveyconfusacarcajada.—Sinomehubieseretrasadotanto,creoquemeapearíayseguiríaandando.

Sinquererofenderlaaustednialcochedesuamigo—añadióapresuradamente,ycuando Leigh volvió a mirar el espejo, sus ojos no parecían en modo algunosalvajes,sinosólonerviosos.

Porlovisto,nobromeabaenlotocantealaclaustrofobiayyanoseparecíaen nada a Charlie Manson. Leigh se preguntó cómo había podido ser tanestúpida…,aunqueahorasabíaelcómoyelporqué.Losabíaperfectamente.

Era el coche. Durante todo el día se había sentido todo bien viajando enChristine, pero ahora habían vuelto sus anteriores nerviosismo y repugnancia.

Habíaproyectado,simplemente,sussentimientossobreelautostopistaporque…,bueno, porque podía sentirse asustada y nerviosa por causa de un tipo queacabasederecogerenlacarretera,peroerainsensatoasustarsedeunautomóvil,unaestructurainanimadadeacero,cristal,plásticoymetalcromado.Noerasólounpocoextraño,eraunainsensatez.

—¿Nohueleustedalgo?—preguntóderepenteelestudiante.—¿Sihueloalgo?—Unmalolor.—No,nohuelonada—ahorapellizcabaconlosdedoselbordedesusuéter,

arrancando hebras de lana. Su corazón palpitaba desagradablemente dentro deltecho—.Debedeserpartedesusaccesosdeclaustrofobia.

—Supongoquesí.Peroellapodíaolerlotambién.Confundiéndoseconlosricosyfrescosolores

delcueroydelatapicería,sepercibíaundébilhedor,comoahuevospodridos.Unapequeñavaharada…,queseresistíaamarcharse.

—¿Leimportaqueabraunpocolaventanilla?—Comoquiera—repusoLeigh,ydescubrióqueteníaqueesforzarseunpoco

paramantenerlavozfirmeytranquila.Depronto,losojosdesumentelemostraronelretratoquehabíaaparecidoen

el periódico de la mañana de ayer, el retrato de Moochie Welch, tomadoprobablementedelanuario.Elpiede la foto rezaba:PeterWelchvíctimadeunfatalatropello,cuyoautorsedioalafuga,yquelapolicíacreequepudoserunasesinato.

El autostopista bajó unos centímetros el cristal de la ventanilla y entró unaráfagade aire claroy fríoque se llevóelmalolor.Dentrode«McDonald's»,Arniehabíallegadoalmostradoryestabahaciendosupedido.Almirarle,Leighexperimentóuntorbellinotanrarodeamorydemiedoquesesintiómareadaporlamezcla, por segundao terceravez en losúltimosdías, lamentónohabérselodichoprimeroaDennis,Dennis,queparecíatansensatoytansensible…

Tratódeapartarestospensamientos.—Si tienefrío,dígamelo—dijoelviajero,ensondeculpa—.Soyunpoco

raro, lo sé—suspiró—.Aveces piensoquenohubiese debidodejar la droga,¿Sabe?

Leighsonrió.

Arniesaliódelestablecimientoconunabolsagrande,resbalóunpocosobrelanieve,subióysesentódetrásdelvolante.

—Estopareceunanevera—gruñó.—Losiento,hombre—dijoelautostopistadesdeatrás, levantandoelcristal

delaventanilla.Leighesperóaversivolvíaaquelmalolor,peroahorapercibíaeldelcueroy

eldelatapicería,yeldébilaromadelalociónqueusabaArnieparadespuésdelafeitado.

—Aquítienes,Leigh.Lediounahamburguesa,patatasfritasyunalatade«Coca-Cola».Elsehabía

compradoun«BigMac».—Gracias de nuevo por llevarme, hombre—dijo el autostopista—. Puede

dejarmeenlaesquinadeJFKyCenter,sinoespedirdemasiado.—Muybien—replicóconbrevedadArnie,yarrancó.Lanievecaíaahoraaúnmásespesa,yelvientohabíaempezadoasoplarcon

fuerza.Porprimeravez,LeighsintióqueChristinepatinabaunpocoaltratardeagarrarseen laanchacalle,queestabaahoracasidesierta.Tardaríanmenosdequinceminutosenllegaracasa.

Aldesapareceraquelolor,Leighdescubrióquehabíarecuperadoelapetito.Devorólamitaddesuhamburguesa,tomóunpocode«Coca-Cola»ysofocóuneructo con el peso de la mano. La esquina de Center y JFK, marcada con unmonumentoconmemorativodelaguerra,aparecióalaizquierda,yArniedetuvoelcoche,pisandosuavementeelfrenoparaqueChristinenoresbalase.

—Quetengaunbuenfindesemana—dijoArnie.Ahoravolvíaasereldesiempre.Talvezsólonecesitabaunpocodecomida,

pensó,divertida,Leigh.—Lomismolesdeseo—respondióelautostopista—.YfelizNavidad.—Igualdigo—convinoLeigh.Dio otro bocado a su hamburguesa, lo masticó, lo tragó… y sintió que se

atragantabaconél.Depronto,nopudorespirar.Elautostopistaseestabaapeando.Laportezuelahaciamuchoruidoalabrirse.

ElchasquidodelpestilloalcerrarsesonócomounvasoquecayeseenlacámaraacorazadeunBanco.Elzumbidodelvientoeracomolasirenadeunafábrica.

(«Estoesestúpido,losé,peronopuedorespirar,Arnienopuedorespirar.»)

«¡Meestoyahogando!»,tratódedecir,perosólopudoemitirunsonidodébily confuso que estuvo segura de que seria acallado por el rumor del viento. Sellevólasmanosalcuelloyloencontróhinchadoypalpitante.Quisochillar.Peronoteníaalientoparachillar

(«nopuedo,Arnie»)y sintió aquello allí, una cálida bola de pany hamburguesa.Trató de toser,

peronopudo.Laslucesdeltablero,unverdebrillante,circulares(«como los ojos de un gatoDiosmío y no puedoRESPIRAR») la estaban

observando…(«DiosmíonopuedoRESPIRAR,nopuedoRESPIRAR,nopuedo»)Elpechoempezóahincharseparaaspiraraire.Denuevotratódeexpulsarel

trozodehamburguesaydepanamediomasticar,peronoquiso salir.Ahoraelruidodelvientoeramásfuerte,másfuertequecualquierruidoquehubieseoídohastaentonces,yArniedesviabaalfinlamiradadeldesconocidoparamirarlaaella, se volvía enmovimiento retardado, abriendo casi cómicamente los ojos eincluso su voz parecía demasiado fuerte como un tono, como la voz de Zeushablando a algún pobre mortal desde detrás de una gran masa de nubes detormenta:

—¡LEIGH…!¿ESTAS…?¿QUEDIABLOSTE…?¡SEESTÁAHOGANDO!¡DIOSMÍO,SEESTÁ…!

Alargólamanoconlentomovimiento,yentoncesseretiró,inmovilizadoporelpánico

(«Oh,ayúdameporelamordeDios,hazalgo,meestoymuriendo,Diosmío,meestoyahogandoconunahamburguesade«McDonald's»,Arnie,¿PorquénomeAYUDAS?»)

y, desde luego, ella supo la razón; él retiró lasmanos porqueChristine noqueríaquenadie laayudase;Christinehabía libradode lamismamanerade laotramujer, encompetencia,yahora los instrumentosdel tableroeran realmenteojos,grandesyredondosojosimpetérritosqueobservabansumuerteporasfixia,unos ojos que sólo podían ver a través de una creciente multitud de puntitosnegros,unospuntitosqueestallabanysedesperdigabanmientras

(«mamá,ohDiosmío,meestoymuriendoyESOMEVE,ESOESTAVIVOVIVOVIVO,OHMAMÁ,DIOSMÍOChristineESTAVIVA»)Arniealargabadenuevo los brazos en su dirección.Ahora empezó a retorcerse sobre el asiento,

levantandoespasmódicamenteelpechoyclavándolelosdedosenelcuello.Losojos le salían de las órbitas. Los labios empezaban a tomar un color azulado.Arniegolpeaba inútilmente laespaldaygritabaalgo.Leagarró loshombros,alparecer para sacarla del coche, y entonces retrocedió y se irguió, llevándoseinvoluntariamentelasmanosalaespalda.

Leighseguíaagitándoseyretorciéndose.Elobstáculolecerrabasugargantaparecía enorme, cálido y palpitante.Trató de nuevode escupirlo pero esta vezmás débilmente. El bulto no se movió. Y empezó a menguar el zumbido delviento,todoempezóadesvanecerse,peroahoralanecesidaddeairenoparecíatanhorrible.Talvezseestabamuriendo,perodeprontonolepareciótanmalo.Nadaeratanmalo,salvoaquellosojosverdesquelamirabandesdeeltablerodelosinstrumentos.Yanoeranunosojosfríos.Ahorabrillabandeodioydetriunfo.

(«Oh, Dios mío, me pesa de todo corazón haberos ofendido, si os heofendido,esteesmiactode…»)

Arnie había vuelto a alargar los brazos desde el asiento del conductor.Depronto,laportezueladeLeighseabriógolpeyellacayódeladobajounaráfagafríaycortante.Elairelareanimóenparte,laluchaporelairevolvióaparecerleimportante,peroelobstáculonoqueríamoverse…,noqueríamoverse.

Muylejos,tronólavozirritadadeArnie,lavozdeZeus:—¿QUÉESTÁHACIENDO?¡QUÍTELELASMANOSDEENCIMA!La rodearonunos brazos.Brazos vigorosos.El viento sobre su cara.Nieve

girandodelantedesusojos.(«Óyeme,Diosmío,esteesmiactodecontrición,mepesadetodocorazón

haberteofendido, ¡OH!¡HUYYY!,¿QuéestánHACIENDOamiscostillas?meduelen,qué…estánhaciendo»)

y,depronto,laciñeronunosbrazos,aplastándola,ydosmanossecruzaronenunnudodebajodesus senos,enelhuecodelplexosolar.Ydeprontoundedopulgar se levantó,como lo levantan losautostopistasparapedirque los lleven,sóloqueestavezapretódolorosamenteelesternón.Almismotiempo,losbrazosoprimieronbrutalmentesupresa.Sesintiócogida

(«oh,meestánrompiendolasCOSTILLAS»)enungigantescoabrazo,comodeoso.Todosudiafragmaparecióascender,y

algo salió disparado de su boca con la fuerza de un proyectil. Cayó sobre lanieve,unbolodecarneypan.

—¡Suéltala!—gritóArnie,apeándoseypasandopordetrásdeChristinehastael sitio donde el autostopista sostenía el cuerpo fláccido de Leigh como unamarionetatamañonatural—¡Suéltala!¡Lavasamatar!

Leigh empezó a respirar con fuertes y roncos jadeando. Su garganta y suspulmonesparecíanarderenríosdefuegoacadainspiracióndeaquelairefresco,maravilloso.Sediovagamentecuentadequeestaballorando.

Elbrutalabrazoseaflojóylasmanoslasoltaron.—¿Estábien,muchacha?¿Está…?Arnie había pasado por detrás de ella y agarraba al autostopista. Este se

volvió hacia Arnie, flotando al viento sus cabellos negros, y Arnie le dio unpuñetazoenlaboca.Elotrose tambaleó,resbalandosusbotassobre lanieveycayódeespaldas.Lanievereciente,finaysecacomoazúcardepastelería,saltóasualrededor.

Arnieavanzó,levantadoslospuños,fruncidoslosparpados.Leigh aspiró más aire, convulsivamente—y cómo le dolía, parecía que le

clavasencuchillos—,ygritó:—¿Quéestáshaciendo,Arnie?¡Deténte!Élsevolvió,ofuscado.—¿Qué,Leigh?—¡Mehasalvadolavida!¿Porquélepegas?El esfuerzo era excesivo y los puntitos negros volvieron a girar en espiral

delantedesusojos.Podíahaberseapoyadoenelcoche,peronoqueríaacercarseaél,noqueríatocarlo.Losinstrumentosdeltablero.Algoleshabíaocurridoalosinstrumentosdeltablero.Algo.

(ojosquemirabanalosojos)enloquenoqueríapensar.Envezdeesto,seacercótambaleándoseaunafarolayseagarróaellacomo

un borracho, gacha la cabeza, jadeando.Un brazo suave, indeciso, le rodeó lacintura.

—Leigh…querida,¿Estásbien?Ellavolvióligeramentelacabezayviolacaraafligída,asustada.Rompióa

llorar.El autostopista se acercó a ellos con precaución, enjugándose la boca

ensangrentadaconlamangadelachaqueta.

—Gracias—dijoLeigh,entreroncosyrápidosjadeos.Eldolorempezabaamenguar un poco, y el viento seco y frío producía un efecto sedante en suacaloradorostro—.Meestabaahogando.Creo…,creoquehabríamuertosiustednohubiese…

Era demasiado. Reaparecieron los puntitos negros, y todos los ruidos seapagabanenun túnel fantásticobatidoporelviento.Bajó la cabezayesperóaquepasara.

—Esla«OperaciónHeimlich»—explicóelviajero—.Tienenqueaprenderlalosquevana trabajaren lacafetería.Ladelcolegio.Hayquepracticarconunmaniquídecaucho.LellamanDaisyMae.Yunolohace,peronotieneideadesidaráresultado…,yasabe…,conunapersonareal.

Suvozeratemblorosa,pasandodelosgravesalosagudosyviceversa,comolavozdeunchiquilloalentrarenlapubertad.Parecíaquererreírollorar,nosesabíaqué,inclusobajolaluzinciertaylaespesanevada,Leighpodíaverquesucaraestabamuypálida.

—Jamáspenséquetendríaqueutilizarlo.Funcionabastantebien.¿Viocómosalíavolandoaquelmalditotrozodecarne?

El autostopista se enjugó la boca y miró inexpresivamente la fina capa desangrecongeladaenlapalmadesumano.

—Siento haberle golpeado—dijo Arnie, que parecía a punto de llorar—.Estaba…estaba…

—Claro,hombre,losé—dijoelotro,dandounaspalmadasenelhombrodeArnie—.Nohasidonada.¿Seencuentrabien,muchacha?

—Sí—repusoLeigh.Su respiración era ahora regular. El corazón latía más despacio. Sólo las

piernas le flaqueaban, como si fuesen de goma. «Dios mío—pensó—. Ahorapodría estar muerta. Si no hubiésemos recogido a ese muchacho, y a puntoestuvimosdenohacerlo…

Pensóqueeraunasuertequesiguieseviva.Yestetópicoseimpusoconunafuerzaestúpidae innegablequehizoquesesintiesemuydébil.Empezóa llorarmás fuerte. Cuando Arnie la condujo de nuevo al coche, caminó a su ladoapoyandolacabezaensuhombro.

—Bueno—dijoelautostopistaconvozvacilante—,tengoqueirme.—Espere —dijo Leigh—. ¿Cómo se llama? Me ha salvado la vida, me

gustaríasabersunombre.—BarryGottfried—replicóelhombre—.Amandar.Denuevosetocóelimaginariosombrero.—YosoyLeighCabot—dijoella—.YesteesArnieCuningham.Graciasuna

vezmás.—Gracias—repitióArnie,peroLeighnopercibiósinceridadensuvoz,sólo

aquelnerviosismo.Ellaayudóasubiralcochey,depronto,aquelolorllegóhastaella,laatacó,

peroestaveznoerasuave,sinomásbiencomounaráfagaquebrotasededebajodelatierra.Unolorapodredumbreydescomposición,fuerteynocivo.Sintióqueunmiedoinsensatoinvadíasucerebro,ypensó:Eselolordesufuria…

Elmundooscilódelantedeella.Seasomóalaventanillayvomitó.Entoncestodosevolviógrisduranteunrato.

—¿Seguro que estás bien?—preguntóArnie, pensó ella que por centésimavez.

«Peropodríaserunadelasúltimas»,sedijoLeighconciertoalivio.Sesentíamuy,muycansada.Undolorsordolatíaensupecho,yotroensussienes.

—Ahoraestoyperfectamente.—Bien.Bien.Se movía indeciso, como si quisiera marcharse y estuviese seguro de que

fueseelmomentoadecuado;talvezdebíahacerleunavezmáslaqueparecíasueternapregunta.EstabandepiedelantedelacasadelosCabot.

Rectángulos de luz amarilla proyectados por las ventanas, pintabansuavemente la reciente e inmaculada nieve.Christine estaba junto al bordillo,inmóvil,encendidaslaslucesdeposición.

—Meespantécuandotedesmayastedeaquelmodo—explicóArnie.—Nomedesmayé…sólosemeenturbiólacabezaunosminutos.—Bueno,peromeasustaste.Teamo,¿Sabes?Ellalemirógravemente.—¿Deveras?—¡Claroquesi!¡Túsabesqueteamo,Leigh!Ella lanzó un profundo suspiro. Estaba cansada, pero tenía que decirlo, y

decirlo ahora. Porque si no lo decía ahora, lo que había ocurrido pareceríaabsolutamenteridículoalaluzdelamañana,otalvezmásridículo,alaluzdelamañana,laidea,seguramente,pareceríainsensata.¿Unolorquellegabayseibacomoel«hedorapodrido»deunafantásticanoveladehorror?¿Instrumentosdeltablero que se convertían en ojos? Y, sobre todo, la loca impresión de que elcochehabíatratado,realmente,dematarla.

Mañana,inclusoelhechodequehubieseestadoapuntodemorirasfixiadanoseriamásqueunvagodolorenelpechoy laconviccióndequeenrealidadnohabíapasadonada,nohabíaestadoenpeligroinminente.Perotodoeraverdad,yArnie lo sabía…, si, alguna parte de él lo sabía…, y ella tenía que decírseloahora.

—Si,creoquemeamas—repusopausadamente,mirándoleconfijeza—.Peronovolveréairaningunapartecontigoenesecoche.Y,sirealmentemequieres,tedesprenderásdeél.

EnelsemblantedeArniesepintóunaexpresióntansorprendidaytansúbitacomosiellalehubieseabofeteado.

—¿Dequé…dequéestáshablando,Leigh?¿Eralasorpresaloquecausabasuexpresiónaturdida?¿Osedebíaenpartea

unsentimientodeculpa?—Ya has oído lo que he dicho.No creo que te desprendas de él, no sé si

podráshacerloalgunavez,perosiquieresiraalgúnsitioconmigo,Arnie,iremosenautobús.Oenautoestop.Ovolando.Peronuncavolveréaviajarentucoche.Esunatrampamortal.

Yaestaba.Lohabíadicho,habíadesembuchado.Ahoralasorpresaseestabaconvirtiendoenirritaciónenelsemblantedeél,

la ciega y obstinada irritación que con tanta frecuencia había sorprendidoúltimamenteasurostro.Nosóloporcosasimportantes,sinotambiénporlasmássutiles—unamujercruzandoanteunsemáforoenámbar,unguardiaquedeteníaeltráfico cuandoellos ibanapasar—,y ahora comprendió, con toda la fuerzadeuna revelación que aquella ira, corrosiva y tan impropia del resto de lapersonalidaddeArnie,estabasiempreasociadaconelcoche.ConChristine.

—«Si me amas, despréndete de él» —repitió Arnie—. ¿Sabes a quién tepareces?

—No,Arnie.

—Amimadre;hablasigualqueella.—Losiento.No se dejaría dominar, ni se defendería con palabras, ni pondría fin a la

cuestiónmetiéndoseencasa.Habríapodidohacerlo si nohubiese sentidonadaporél,peroestenoeraelcaso.Susprimeras impresionesdeque,detrásdesureserva,Arnie Cunningham era unmuchacho bueno y decente (y quizá tambiénsexy) no habían cambiado mucho. Era el coche, y nada más. En él estaba elcambio. Era como observar una mente sana que, poco a poco, cedía a lainfluenciadealgunadrogamaligna,corrosivaeimposiblededejar.

Arnie pasó las manos por los cabellos salpicados de nieve, ademáncaracterísticodeasombroydeenojo.

—Pasasteunratomuymaloenelcoche,si,ypuedocomprendertodoloquesientes.Perofue lahamburguesa,Leigh,esto fue todo.Oquizánisiquieraesto.Tal vez trataste de hablar mientras estabas comiendo o aspiraste aire en elmomentomásinoportuno.TambiénpodríasecharlelaculpaaRonaldMcDonald.Todoelmundoseatragantaalgunavez.Enocasionesmueren.Estenofuetucaso.DalegraciasaDiosporello.¡Peronoculpesamicoche!

Si, todo esto parecía muy plausible. Y lo era. Salvo que algo pasaba pordetrásde losojosgrisesdeArnie.Algo frenéticoqueno eraprecisamenteunamentira,sino…¿Unareservamental?¿Undeliberadoapartamientodelaverdad?

—Arnie—siguió—,estoycansada,medueleelpecho,tengodolordecabezay pienso que sólo me quedan fuerzas para decirte esto una vez. ¿Quieresescucharme?

—SisetratadeChristine,malgastarástualiento—dijoél,denuevoconsuexpresiónobstinadaytercaenelsemblante—.Esunalocuraecharlelaculpa,ytúlosabes.

—Si,séqueesunalocurayséqueestoymalgastandomialiento—convinoLeigh—.Perotepidoquemeescuches.

—Teescucho.Ella respiró hondo, haciendo caso omiso del dolor de pecho. Miró a

Christine, lanzando una nubecilla de vapor blanco a la nieve que caía ahoracopiosamente, y aparto con rapidez la mirada. Ahora eran las luces delaparcamientolasqueparecíanojos:losojosamarillosdeunlince.

—Cuandomeatraganté…,cuandomeestabaahogando…,cambiaronlasluces

deltablerodeinstrumentos.Cambiaron.Eran…,no,nodirétanto,peroparecíanojos.

Él rió, y su risa fue comoun breve ladrido en el aire frío.En la casa, unacortinafueapartadahaciaunlado,alguienmiróalexteriory,después,lacortinacayódenuevo.

—Si aquel autostopista…, el muchacho llamado Gottfried…, no hubieseestadoallí,mehabríamuerto,Arnie.Habríamuerto—escrutólosojosdeélconlamirada,antesdeproseguir.«Unavez—sedijo—,sólotengoquedecirestounavez.»—, túme dijiste que habías trabajado en la cafetería del colegio los tresprimeros años.Yo vi el rotulo de la «OperaciónHeimlich» en la puerta de lacocina.Tútambiéndebisteverla.Peronotratastedeefectuarlaconmigo,Arnie.Sólo estabas dispuesto a golpearme la espalda. Y esto no sirve. Yo estuveempleada en un restaurante, en Massachusetts, y lo primero que te enseñan,inclusoantesquela«OperaciónHeimlich»esquedarpalmadasenlaespaldadelapersonaqueseahoganosirveparanada.

—¿Qué estás diciendo? —preguntó él, con voz sofocada. Ella no lerespondió,sólolemiró.

El sostuvo lamiradaunbreve instante, y después apartó la suya a un lado,asustado,confuso,casicomoacorralado.

—Hay cosas que se olvidan, Leigh. Tienes razón, hubiese debido emplearaquelprocedimiento.Perosi te lohabíanenseñado,podíasemplearlo túmisma—Arniecruzóconfuerza lasdosmanos, levantóunpulgary loapretósobresudiafragmaparahacerleunademostración—.Loqueocurreesque,enlaangustiadelmomento,lagenteolvida…

—Si,olvida.Ytúparecesolvidarmuchascosascuandoestásenestecoche.Porejemplo,cómoeselverdaderoArnieCunningham.

Arniesacudiólacabeza.—Necesitastiempoparareflexionar,Leigh.Necesitas…—¡Estoesprecisamenteloquenonecesito!—siguióella,conunaenergíaque

le parecía imposible— Jamás había tenido una experiencia sobrenatural enmivida,nuncahabíacreídoenestascosas,peroahoramepreguntoloquepasayloquetepasaati.Parecíanojos,Arnie.Ydespués…mástarde…habíaaquelolor.Unolorhorrible,apodrido.

Elreculó.

—Sabesdequéestoyhablando.—No.Notengolamenoridea.—Hasdadounsaltocomosieldiablotehubiesetiradodeunaoreja.—Teimaginascosas—repusoacaloradoArnie—.Muchascosas.—Elolorestabaallí.Yhaytambiénotrascosas.Aveceslaradiosólocapta

aquellaemisoraanticuada…Lamirada de él vaciló de nuevo y la comisura izquierda de sus labios se

fruncióligeramente.—Yavecescuandosalimos,sequedaatascado,comosinolegustase.Como

sialcochenolegustase,Arnie.—Estástrastornada—dijoélconominosallaneza.—Sí,estoytrastornada—convinoella,empezandoallorar—.¿Ynoloestás

tú?Laslágrimassedeslizabanlentamenteporsusmejillas—Creoqueestoeselfinparanosotros,Arnie,teamabaperocreoqueestose

acabó.Locreo,realmente,ymesientomuytriste,muytriste.Tusrelacionescontus padres se han convertido en un campo de batalla, llevas Dios sabe que aNueva York y a Vermont para ese cerdo de Will Darnell, y ese coche… esecoche…

Nopudodecirmás.Suvozseextinguió.Dejócaerlospaquetesyseinclinóaciegas para recogerlos. Agotada llorosa, sólo consiguió esparcirlos a sualrededor.Elseagachóparaayudarlaylachicalerechazóconbrusquedad.

—¡Déjalosenpaz!¡Déjalos!Elseirguió,pálidoycontraídoelsemblante.Teníaunaexpresióndehelado

furor,perosusojos…,¡Oh!,Leighpensóqueparecíanperdidos.—Está bien —concluyó Arnie, y ahora su voz enronqueció debido a sus

propias lágrimas—.Muy bien. Reúnete con el resto de ellos si así lo quieres.Montaycabalgacontodosestosotroscagones.¡Amimeimportaunamierda!

Aspiró temblorosamente el aire, y de su garganta brotó un solo y dolientesollozo antes de que pudiese taparse bruscamente la boca con una manoenguantada.

Retrocedióde espaldas endirecciónal coche, alargóciegamente lasmanospordetrásdeél,buscandoel«Plymouth»,yChristineestabaallí.

—Hastaquetedescuentadequeestásloca.¡Dequehasperdidolacabeza!

¡Veysiguecontujuego!¡Yonotenecesito!¡Nonecesitoaningunodevosotros!Suvozseelevóenunestridentechillido,endiabólicaarmoníaconelviento:—¡Notenecesito,conquepuedesirtealdiablo!Corrióhacia el ladodel conductor, resbalóy se agarró aChristine. Estaba

allí,ynosecayó.Subió,roncóelmotor,seencendieronlosfarosconblancoyfuerte resplandor, y la Furia arrancó, levantando una nube de nieve con losneumáticosdeatrás.

Las lágrimasbrotaban ahoravelozy copiosamente,mientras ella observabacómolaslucesdeatrásdelautomóvilmenguabanhastaconvertirseenpequeñosdiscosrojosydesaparecíanaldoblarelautomóvillaesquina.

Lospaquetesyacíandesparramadosasuspies.Y entonces, de pronto, apareció su madre, absurdamente vestida con un

impermeableabierto,botasverdesdecauchoysucamisóndefranelaazul.—¿Quéteocurre,querida?—Nada—sollozóLeigh.«Estuveapuntodemorirasfixiada,olíalgoqueparecíabrotardeunatumba

reciénabierta,ycreo…,sícreoquedealgunamanera,aquelcocheestávivo…cada día más vivo. Pienso que es una especie de horrible vampiro, que seapoderadelamentedeArnieparaalimentarse.Desumenteydesuespíritu».

—Nada, no me pasa nada; he tenido una disputa con Arnie, esto es todo.Ayúdamearecogermiscosas,¿Quieres?

RecogieronlospaquetesdeLeighyentraronencasa.Lapuertasecerródetrásdeellasylanochequedóamerceddelvientoydela

nieve que seguía cayendo con rapidez. Por la mañana habría más de treintacentímetros.

Arniecondujosucochehastapasadalamedianoche,ydespuésloolvidótodo.La nieve había cubierto las calles, estas estaban desiertas y tenían un aspectofantástico.Noeraunanocheadecuadaparaelgranautomóvilnorteamericano.Sinembargo, Christine rodaba en medio de la creciente tormenta con tranquilaseguridad, incluso sin neumáticos claveteados. De vez en cuando, la formaprehistóricadeunamáquinaquitanievesasomabaydesaparecía.

La radio no paraba. Conectaba siempre con «WDIL», fuese cual fuese la

posición del disco. Dieron las noticias. Eisenhower había predicho, en laConvención de «AFL/FIO» que el trabajo y la empresa marcharían juntosarmoniosamente en el futuro. Dave Beck había negado que el Sindicato deCamionerosfueseunfrentedeturbulenciasocial.ElastrodeRockn’RollEddieCochran, habíamuerto a causa de un choque de vehículos cuando se dirigía alaeropuerto londinensedeHeathrow, treshorasdecirugíadeurgencianohabíanpodido salvarle la vida. Los rusos alborotaban con sus «ICBM». «WDIL»radiaba cosas antiguas durante toda la semana, pero en los fines de semana sepasabadelaraya.Emisionesdenoticiasdelosañoscincuenta.Era

(nuncahabíaoídonadaparecido)unaidearealmentecuriosa.Era(totalmenteinsensata)muycuriosa.Elserviciometeorológicoanunciabamásnieve.Otra vez música: Bobby Darin cantando «Splish-Splash», Ernie K-Doe

cantando «Mother-in-Law», los gemelos Kalin cantando «When». Loslimpiaparabrisasmarcabanelcompás.

Miróasuderecha,yRolandD.LeBayleacompañabaRoland D. LeBay estaba sentado allí, con sus pantalones verdes y su

descoloridacamisamilitar,mirandodesdeelfondodeunascuencasoscuras.Unescarabajoselimpiabalasalasdentrodeunadeaquéllas.

«Tienes que hacerles pagar —dijo Roland D. LeBay—. Tienes que hacerpagaraesoscagones,Cunningham.Atodosycadaunodeellos.»

—Si—murmuró Arnie.Christine zumbó en la noche, surcando la nieve ydejandoenellahuellasnuevasyfirmes—.Si,loharé.

Yloslimpiaparabrisasasintieronmoviéndosearribayabajo.

35.Ahoraunbreveintermedio

DrivethatoldChryslertoMexico,boy.

Z.Z.TOP

En laescuela superiordeLibertyville, el entrenadorPufferhabíacedido supuestoalentrenadorJones,yel rugbyhabíacedidoel suyoalbaloncesto.Peronadahabíacambiadorealmente:losencestadoresdelaESLnolohacíanmuchomejorque losguerrerosdel campode rugby, el únicoquedestacaba eraLennyBarongg,hombrequepracticabatresdeportes,delosqueelbaloncestoeraelmásimportante.LennyseesforzabatenazmenteenconseguirloséxitosquenecesitabaparaqueleotorgasenlabecadeportivaparaMarquettequeambicionaba.

SandyGaltonse largósúbitamentede laciudad.Hoyestabaaquí,ymañanahabía desaparecido. Su madre, una borracha de cuarenta y cinco años que noaparentaba menos de sesenta, no pareció excesivamente preocupada. Comotampocosuhermanomenor,quesedrogabamásquecualquierotromuchachodelaescuelasuperiordeGornick.PorladeLibertyvillecirculóelrománticorumorde que se había largado a México. Pero circuló también otro rumor menosromántico:queBuddyReppertonsehabíaenfadadoconSandyporalgunarazónyestehabía creídomásprudentenodejarsever.Se acercaban lasvacacionesdeNavidadyelambientedelaescuelasehizomásinquietoymásrevoltoso,comoocurría siempre antes de una larga vacación. El índice general deaprovechamientodelcuerpoestudiantilexperimentóeldescensohabitualantesde

laNavidad.Lostrabajossobrelibroseranentregadosconretrasoymostrabanamenudounparecidosospechosoconlosresúmenesquefigurabanenlascubiertas(a fin de cuentas, ¿Cuántos estudiantes de Inglés son capaces de calificar de«vehementeclásicodelaadolescenciadeposguerra»aTheCatcherintheRye?).Losejerciciosescolaresquedabanhechosamediasoporhacer,elporcentajedelos periodos de descanso para besuqueos y caricias en los pasillos aumentóvertiginosamente, y el consumo de marihuana aumentó también al tratar losestudiantesdelaescuelasuperiordeLibertyvilledeanimarseunpocomásparalasfiestasnavideñas.Así,muchosestudiantesestabanenlagloria,prevalecíaelabsentismodelosprofesoresenlospasillosyenlashabitaciones,brillabanlosadornosnavideños.

LeighCabotnobrillaba.Habíasuspendidounexamenporprimeravezensucarreraescolarysuejerciciodemecanografíahabíasidoconsideradodeficiente.No podía estudiar, su mente volvía una y otra vez a Christine, a los verdesinstrumentosdel tableroquesehabíanconvertidoenodiososyvoracesojosdegato,ansiososdeobservarsumuerteporasfixia.

Pero,paralamayoría,laúltimasemanadecolegioantesdelasvacacionesdeNavidadfueunplácidoperiodoenelquesedisculpabanlasfaltasqueenotrasocasiones habrían merecido severos castigos, en que los duros profesorescerrabanlosojosanteunexamenenquetodossehabíanportadomalísimamente,enquemuchachasfuriosamenteenemistadashacíanlaspaces,yenquemuchachosque habían peleado repetidamente por ofensas reales o imaginarias hacían lopropio.TalvezlomássignificativodelaapacibletemporadaeraqueMissRat-Pack, laGorgona delAula 23, había sido vista sonriendo…, no sólo una, sinovariasveces.

En el hospital, Dennis Guilder había mejorado algo: había cambiado lasescayolas bajo tracción de la cama por otras que le permitían andar. Lafisioterapia no era ya la tortura que había sido para él. Paseaba por pasillosadornados conoropeles y decorados conpinturas de primero, segundoy tercergrados, y hacia repicar sus muletas, a veces al compás de los villancicosalegrementedifundidosporlosaltavoces.

Eraunacensura,unatregua,uninterludio,unperiododecalma.Durantesusalparecerinterminablespaseosarribayabajoporlospasillosdelhospital,Dennisreflexionabaysedecíaquelascosaspodíanserpeores…,muchopeores.

Yantesdemuchotiempo,lofueron.

36.BuddyyChristine

Wellit'soutthereinthedistanceAndit'screepinguponmeIain'tgotnoresistanceAin'tnothinggonnasetmefree.EvenamanwithoneeyecouldseeSomethingbadisgonnahappentome…

THEINMATES

Elmartes 12 de diciembre, los «Terriers» perdieron con los «Buccaneers»por54a48enelgimnasiodelaescuelasuperiordeLibertyville.Lamayoríadelos hinchas salieron a la noche callada, negra y fría, no excesivamentecontrariados: todos los periodistas deportivos de la zona de Pittsburgh habíanpronosticado que los «Terriers» perderían otra vez. No podía decirse que elresultado fuese desalentador. Y los hinchas de los «Terriers» podían sentirseorgullososdeLennyBarongg:habíamarcado34puntos,estableciendounnuevorécorddelaescuela.

Sinembargo,BuddyReppertonestabacontrariado.Y como él lo estaba, también se esforzaba en estarlo Richie Trelawney.Y

tambiénBobbyStanton,enelasientodeatrás.En los pocos meses transcurridos desde que le habían echado de la ESL,

Buddyparecía haber envejecido.Ello se debía enparte a la barba.Se parecía

menosaClintEastwoodymásalaencarnacióndelCapitánAhadporalgúnjovenactoraficionadoalalcohol.Buddyhabíabebidomuchoen lasúltimassemanas.Había tenido sueños tan terribles que apenas podía recordarlos. Se despertabasudandoytemblorosoconlaimpresióndequeacababadelibrarseporlospelosdeunhadofatídicoqueacechabaenlasombrayelsilencio.

Peroel licordestruíaaquellossueños.Lospartíapor lamitad.Vayaquesi.Trabajardenocheydormirdedía:heaquíelremedio.

Bajóelcristaldelaventanilladesumaltrechoymellado«Camaro»,dejandoentraruna ráfagadeaire fríoyarrojóunabotellavacía.Alargóunbrazohaciaatrás,porencimadelhombroydijo:

—Otrocóctelmolotov,follonerodemierda.—Está bien, Buddy —dijo respetuosamente Bobby Stanton, poniendo otra

botellade«TexasDriver»enlamanodeBuddy.Buddy leshabíaobsequiadoconunacajadeestematerial—suficientepara

paralizaratodalaArmadaEgipcia,habíadichodespuésdelpartido.Desenroscóeltapón,conduciendoentretantoconloscodos,yengullólamitad

delabotella.DespuéslatendióaRichieyeructólargamentecomounarana.Losfaros del «Camaro» enfilaron la carretera 46, que discurría hacia elNordeste,rectacomouncordel,atravésdelaPensilvaniarural.Camposcubiertosdenieveyacían dormidos a ambos lados de la carretera, con millones de centelleantespuntosdeluzqueimitabanlatitilacióndelasestrellasenelnegrocieloinvernal.Buddy se dirigía —a la manera casual del hombre medio embriagado— aSquantic Hills. Era posible que cambiase caprichosamente de idea durante eltrayecto, pero los Hills eran un lugar agradable y reservado para acabar deemborracharseenpaz.

RichiepasódenuevolabotellaaBobby,elcualechóunbuentragoapesarde que le repugnaba el sabor del «Texas Driver». Presumía que, cuando seemborrachaseunpocomás,elsabordejaríadeimportarle.Posiblementemañanatendríaresaca,peromañanadistabamilañosdehoy.Bobbyestabaencantadodehallarse con ellos, era un novato y Buddy Repperton, con su casi míticareputacióndevigorydemaldad,eraunpersonajealquemirabaconunamezclademiedoyveneración.

—Unos jodidos payasos —dijo agriamente Buddy—. Son una pandilla dejodidospayasos.¿Llamáisaesojugaralbaloncesto?

—Un hatajo de retrasados mentales —convino Richie—. A excepción deBarongg.Treintaycuatropuntosnosonunodeanís.

—Odioaesemalditoeunuco—comentóBuddy,dirigiendoaRichieunalargaycalculadoramiradadeborracho—.¿Leestástomandosimpatíaaeseconejodelaescuela?

—Noeseso,Buddy—seapresuróadecirRichie.—Asíestámejor.LeajustarélascuentasaeseBarongg.—¿Quéqueréis queosdigaprimero?—preguntóde súbitoBobbydesde el

asientodeatrás—¿Lasbuenasnoticiasolasmalasnoticias?—Lasmalasnoticias—repusoBuddy.Estabaensutercerabotellade«Driver»ynosentíadolorsólounairritación

agraviada.Habíaolvidado—almenosdemomento—que lehabíanexpulsado,ahora sólo preocupaba que el viejo equipo del colegio, aquella pandilla dejodidosretrasadosmentales,lehubieseabandonado.

—Siemprehayquedecirprimerolasmalasnoticias.El«Camaro» rodabahaciaelNordesteaochentaycincoporhora sobre la

carreteraasfaltadadedoscarrilesqueeracomounbrochazonegrosobreelsueloblancomontañoso.El terrenohabíaempezadoaelevarse ligeramentecuandoseacercabanaSquanticHills.

—Bueno,lamalanoticiaesqueunmillóndemarcianosacabandeaterrizarenNuevaYork—explicóBobby—.¿Queréissaberahoralabuena?

—No hay buenas noticias —replicó Buddy, con voz grave, ronca yapesadumbrada.

RichiehabíaqueridodeciralmuchachoquenohabíaquetratardealegraraBuddycuandoestabadeesteestado,estonohaciamásqueempeorarlascosas.Eramejordejarquesiguiesensucurso.

Buddy estaba de este humor desde que Moochie Welch, aquel pequeñomendigodecuatroojos,habíasidoatropelladoporalgúnlocoenJFKDrive.

—Labuenanoticia esque secomena losnegrosquemeangasolina—dijoBobby,desternillándosederisa.

Estuvoriendounbuenrato,hastaquesediocuentadequereíasolo.Entoncesse calló con rapidez.Levantó lamiradayvio losojos inyectados en sangredeBuddyquelemirabanporencimadelashebrassuperioresdesubarba,yaquellamirada roja dehurón, flotando en el espejo retrovisor le dabaundesagradable

aspectoamenazador,BobbyStantonpensóquehabríatenidoquecerrarlabocaunpardeminutosantes.

Detrás de ellos, quizás a una distancia de cinco kilómetros, titilaron unosfarosgemeloscomoinsignificantespuntosdeluzamarillaenlanoche.

—¿Piensas que esto es divertido? —preguntó Buddy— ¿Dices un malditochisteracistacomoesteyteimaginasqueesgracioso?Eresunmalditofanático,¿Losabias?

Bobbysequedóboquiabierto.—Perotúdijiste…—YodijequenomegustabaBarongg.Engeneral,piensoqueesoseunucos

sontanbuenoscomolosblancos—Buddyreflexionó—.Bueno,casitanbuenos.—Pero…—Ándateconcuidadootendrásquevolveracasaapie—rezongóBuddy—.

Yherniadoporañadidura.EntoncespodrásescribirODIOALOSNEGROSentubraguero.

—¡Oh!—exclamó Bobby con vocecilla asustada— Tengo la impresión dehaberidoaencenderunaluzyrecibirunadescargaeléctrica.Losiento.

—Dameaquellabotellaycierraelpico.Bobbylealargóel«Driver»conpremura.Letemblabalamano.Buddy apuró la botella. Pasaron frente a un rótulo en el que se leía:

SQUANTICHILLSSTATEPARK,5Km.Eldel centrodel parquepúblico eraunazonadebañosmáspopularenverano,peroelparqueestabacerradodesdenoviembre hasta abril. Sin embargo, la carretera que serpenteaba a través delparque hasta Squantic Lake se mantenida en condiciones para las periódicasmaniobras de la Guardia Nacional y para las excursiones de invierno de losExplorers Scouts, y Buddy había descubierto una entrada lateral que pasabaalrededor de la verja principal y desembocaba en la carretera del parque. ABuddylegustabaentrarenelsilenciosoyventosoparque,yrecorrerloybeberenél.

Detrás de ellos, las dos lejanas luces gemelas se habían convertido encírculos,endosfarosqueahorabrillabanaesodeunkilómetroymedio.

—Pásameotrocóctelmolotov,malditocerdoracista.Bobbytendióotrabotellade«Driver»,guardandounprudentesilencio.

Buddybebióunlargotrago,eructóydespuésofreciólabotellaaRichie.—No,gracias,hombre.—Bebe,sinoquieresquetedéunalavativaconesto.—Si, claro—exclamóRichie, lamentandonohabersequedadoencasaesta

noche.Bebió.El «Camaro» aumentó su velocidad, perforando la noche con la luz de sus

faros.Buddymiróelespejoretrovisoryvioelotrocoche.Seacercabarápidamente.

Echóunamiradaalvelocímetroyvioquerodabaaochentaycincoporhora.Elcochequelesseguíadebíamarcharcasianoventa.Buddysintióalgoraro…,unaespecie de vuelta a unos sueños que no podía recordar del todo.Un dedo fríoparecíaapretarleligeramenteelcorazón.

Delantedeellos,lacarreterasedividíaendos:la46queseguíahaciaelEsteendirecciónaNewStanton,yotraquellevabahaciaelNorteyalSquanticHillStatePark.Ungranrótulodecolornaranjaadvertía:CERRADODURANTELOSMESESDEINVIERNO.

Reduciendoapenaslavelocidad,Buddytomóalaizquierdayempezóasubircon rapidez la cuesta. La carretera que llevaba al parque no estaba tan biencuidada,loscopudosárboleshabíanimpedidoqueelsoldelatardefundieselacapa de nieve.El «Camaro» patinó un poco antes de afirmarse de nuevo en lacalzada.Enelasientodeatrás,BobbyStantonmurmuróalgoenvozbajainquieta.

Buddyobservóelespejoretrovisor,esperandoverqueelotrocochetomabalacarretera46—afindecuentaselqueseguíanelloseracomouncallejónsinsalida para la mayoría de los conductores—, pero, en vez de esto, dobló elrecodoaúnamayorvelocidadqueBuddyy les siguióahoraamenosdemediokilómetrodedistancia.

Sus faroserancuatrocírculosblancosy resplandecientesque iluminabanelinteriordel«Camaro».

BobbyyRichiesevolvieronamirar.—¿Quédiablos…?—farfullóRichie.Pero Buddy lo sabía. Lo había sabido de pronto. Era el coche que había

atropellado aMoochie.Vaya si lo era. El loco que había pringado aMoochieestabadetrásdelvolantedeaquelcocheyahoraleperseguíaaél.

Pisó el acelerador, y el «Camaro» pareció volar. La aguja del velocímetrosaltóanoventayseacercógradualmenteacienypico.Losárbolessedeslizabanaambosladoscomomanchasnegrasenlanoche.Laslucesnosealejabandetrásdeellos,enrealidad,seguíanganandoterreno.Losfarosdoblesseconfundíanendosgrandesojosblancos.

—No vayas tan de prisa, hombre—dijo Richie. Buscando su cinturón deseguridad,ahorafrancamenteasustado—.Siseguimosaestavelocidad…

Buddy no respondió. Se inclinó sobre el volante, lanzando miradasalternativasalacarreterayalespejoretrovisor,dondeaquellaslucesaumentabanmásymás.

—Ahora viene una curva —dijo Bobby con voz ronca, y al acercarse lacurva, con su valla de protección reflejando la luz de los faros del «Camaro»gritó—:¡Buddy!¡Lacurva!¡Lacurva!

Buddycambióasegundayelmotordel«Camaro»rugióprotestando.Laagujamarcó6.000revolucionesporminuto,oscilóbrevementeen la línearojade las7.000y volvió a unaposiciónmás normal.Los tubos de escapedel «Camaro»restallaroncomoametralladoras.Buddyhizogirarelvolante,yelcocheentróenla pronunciada curva. Las ruedas de atrás se deslizaron sobre la nieveendurecida.Enelúltimoinstanteposibleenderezóelcoche,pisóelaceleradorydejóquesucuerpooscilara librementealchocar laparte izquierdadeatrásdel«Camaro»contralanieveamontonadaenlaorilla,dejandoenellaunsurcodeltamañodeunataúdyrebotando.Elcochepatinóen laotradirección.Buddysedejóllevarporelimpulsoyapretódenuevoelacelerador.Poruninstante,pensóque el motor no respondería y que seguirían patinando de costado carreteraarriba,acienypicodekilómetrosporhora,hastaquetropezasenconuntrechosinnieveydiesenlavueltadecampana.Peroel«Camaro»seenderezó.

—Diosmío,Buddy,vemásdespacio—chillóRichie.Buddy se inclinó sobre el volante, sonriendo a través de la barba y

desorbitadoslosojosinyectadosensangre.Teníalabotellade«Driver»apretadaentre laspiernas.«¡Toma!¡Toma, locoyasesinohijodeperra!¡Veamossierescapazdehacerestosinvolcar!»

Unmomentodespuésreaparecieronlosfaros,máscercaquenunca.LasonrisadeBuddyvacilóyseextinguió.Porprimeravezsintióuncosquilleoenfermizoypoco varonil que subía por sus piernas hacia las ingles. Elmiedo—unmiedo

verdadero—seapoderódeél.Bobby, que estaba mirando hacia atrás cuando el coche que les perseguía

tomólacurva,sevolvióenredondo,fláccidoypálidoelsemblante.—Nisiquierahapatinado—comentó—¡Esimposible!Es…—¿Quiénes,Buddy?—preguntóRichie.AlargóunbrazoparatocarelcododeBuddy,yeste leempujólamanocon

tantafuerzaquelosnudilloschocaroncontraelcristaldelaventanilla.—Nometoques—silbóBuddy.Lacarreteraaparecíaahorarectadelantedeél,noconlanegruradelasfalto,

sino con la blancura de la nieve, endurecida y traidora. El «Camaro» rodabasobrelaresbaladizasuperficieamásdecientotreintakilómetrosporhora,ysólosu techo y la bolita de color naranja de la punta de la antena de la radio eranvisiblesporencimadelosaltosmárgenes.

—Nometoques,Richie.No,aestavelocidad.—Esél…LavozdeRichiesequebróynopudocontinuar.Buddy ledirigióunamiraday,alverpintadoelmiedoensusojillos rojos,

Richiesintióasuvezqueel terrorsubíaasugargantacomounaceitecálidoypegajoso.

—Si—dijoBuddy—.Creoqueloes.Allínohabíacasas,estabanyaenterrenopúblico.Nohabíanada,salvolos

altostaludesdenieveylososcurosárbolesqueentrelazabansusramas.—¡Vaaembestirnos!—chillóBobbyenelasientodeatrás.Su voz era estridente como la de una vieja. Entre sus pies, las botellas

restantesde«TexasDriver»repicabanfuriosamenteensuestuche.—¡Buddy!,¡Vaaembestirnos!El coche que les perseguía había llegado a dos metros del parachoques

trasero del «Camaro». Sus faros iluminaban el coche con tal brillo que habríapodidoleersealgoimpresoenletramenudadentrodeél.Seacercóaúnmás.

Unmomentomástarde,hubounchoque.El «Camaro» se ladeó sobre la carretera,mientras el coche perseguidor se

separaba un poco, Buddy tuvo la impresión de que flotaba bruscamente ycomprendióqueestabaapuntodeperderladirecciónydarunfuriosoresbalón,lasruedasdedelanteydeatrástrocaronsusposicioneshastaquepisarontierra

firmeyrodarondenuevo.Unagotadesudor,cálidaypunzantecomounalágrima,seintrodujoenunode

susojos.Gradualmente,el«Camaro»enderezósuposición.Cuandosintióquepodíadominarlo,Buddypisó suavementeelaceleradora

fondoconelpiederecho.SieraCunninghamquienconducíaaquelviejocacharrodel 58—¿Nohabía sido estopartede los sueñosque apenas recordaba?—, el«Camaro»lodejaríaatrás.

Elmotorroncabaahorafuriosamente.Laagujavolvíaaestaralbordedelalínearojadelas7.000revolucionesporminuto.Rodabanamásdecientosesenta,y los muros de nieve se deslizaban a ambos lados en fantástico silencio. Lacarretera parecía, delante de ellos, como una vista panorámica de películalocamenteacelerada.

—¡Oh, Dios mío!—farfulló Bobby— ¡Oh, Dios mío, no permitas que memate,porfavor!¡Oh,mierda…!

«ElnoestabaallílanocheenquehicimosañicoselcochedeCaradeCoño—pensóBuddy—.Nosabeloqueestápasando.Esunpobreydesdichadohijodeputa».EnrealidadnocompadecíaaBobby,perosihubierapodidocompadeceraalguien, habría sido al pequeñonovato.A suderecha,RichieTrelawney estabaerguidoensuasientoypálidocomounalápidasepulcral,desorbitadoslosojos.

Richieconocíaperfectamentelasituación.El coche se les acercó zumbando, agrandándose sus faros en el espejo

retrovisor.—¡No puede ser que nos gane terreno! —gritó mentalmente Buddy— ¡No

puedeser!Peroelcocheperseguidorloestabaganando,yBuddysintióquesepreparaba

para lamatanza.Sumentecorriódeun ladoaotrocomouna rataenuna jaula,buscando lamanera de escapar, pero no había ninguna. El hueco en lamargenizquierdaque indicaba el camino lateral que él solía emplear para entrar en elparquecuandoestabacerradalaverja,habíaquedadoatrás.Seestabanagotandoeltiempo,elespacioylasposibilidades.

Hubo otro ligero golpe y de nuevo patinó el «Camaro», esta vez a unavelocidadsuperioraloscientoochentakilómetrosporhora.«Nohayesperanza,hombre», pensó Buddy rindiéndose a la fatalidad. Soltó el volante y agarró el

cinturóndeseguridad.Porprimeravezensuvida,selociñóalacintura.Almismotiempo,BobbyStantonchillóenelasientodeatrás,enunestridente

éxtasisdemiedo:—¡Lapuertadelaverjahombre!,¡Jesús,Buddy,eselgaaayyy…!El «Camaro» había subido la última y empinada cuesta.Ahora la carretera

descendíahaciaunlugardondesebifurcabaenlaentradaylasalidadelparquepúblico.Entrelasdosvíasselevantabaunacasillaenunaisladehormigón,y,enverano,unaseñorasentadaenunrústicosillóncobrabaunpavoporcadacochequeentrabaenelparque.

Ahora la casilla quedó fantásticamente iluminada al acercarse los dosautomóviles, escorando el «Camaro» a babor al hacerse más pronunciada lapendiente.

—¡Jódete, Cara de Coño! —gritó Buddy— ¡Jodeos tú y el caballo quemontas!

Diounavueltacompletaalvolante,torciéndoloconeltiradorquesosteníaunoscilantedadorojoenalcohol.

Bobby chilló de nuevo. Richie Trelawney se tapó la cara con las manos,repitiendo mentalmente su último pensamiento en el mundo: «Cuidado con loscristalesrotos,cuidadoconloscristalesrotos,cuidadoconloscristalesrotos…»

El«Camaro»diomediavuelta,y ahora los farosdel cocheperseguidor lesenfocaron directamente, y Buddy empezó a chillar porque era, sí, el coche deCara deCoño, era imposible confundir su radiador, que ahora parecía tener almenosunkilómetrodeanchura.Sóloqueahoranohabíanadiedetrásdelvolante.Elcocheestabacompletamentevacío.

En los dos últimos segundos antes del choque, los faros de Christine sedesviaronhacialaqueeraahoraizquierdadeBuddy.LaFuriaentródisparadaenlavíadeaccesoconlalimpiezaylaexactitudconqueunabalapasaporelcañóndeunfusil.Hizosaltar lavallademaderay la lanzóvolandoa lanegranoche,lanzandodestellossusredondosreflectoresamarillos.

El«Camaro»deBuddyReppertonembistiódeespaldaelislotedehormigóndondesealzabalacasilla.Elbordillodeveintecentímetrosarrancótodoloqueestaba fijado debajo del chasis, dejando los restos retorcidos de los tubos deescape y los silenciadores sobre la nieve, como una estrafalaria escultura. Laparte de atrás del «Camaro» se encogió primero como un acordeón y quedó

después completamente destrozada. Bobby Stanton quedo también destrozado.Buddy tuvo la vaga impresión de que algo que parecía agua caliente se vertíasobresuespalda.

ErasangredeBobbyStanton.El «Camaro» saltó en el aire comoun chafadoproyectil, entreunanubede

astillas volantes y tablas destrozadas, con uno de los faros brillando todavíalocamente.Diounavueltacompletadecampana,volvióacaerconunchasquidodecristalesyse tumbódecostado.Laplancharefractariaserompióyelmotorsalióimpulsadohaciaatrás,aplastandoaRichieTrelawneydecinturaparaabajo.Alinmovilizarseel«Camaro»seoyeroncomounosdisparosenelrotodepósitodelagasolina.

BuddyReppertonestabavivo.Loscristalesrotoslehabíanproducidovariasheridas y le habían cortado una oreja con la limpieza propia de un cirujano,dejando un agujero rojo en el lado izquierdo de la cabeza. También tenía unapierna rota, pero estaba vivo. El cinturón le había salvado. Pulsó el resorte ysoltóaquél.Elfuegoproducíaunoschasquidoscomodepapelalquemarse.Sintióuncalorabrasador.

Tratódeabrirlaportezuela,peroestanocedió.Jadeando roncamente, se arrojó por el hueco que había dejado el

parabrisas……yallíestabaChristine.A cuarentametros de distancia, enfrentándose a él al final de una ondulada

marcadedeslizamientosobrelanieve.Elzumbidodesumotoreracomoellentojadeodeunanimalgigantesco.

Buddyselamióloslabios.Algotirabaylepunzabaenelcostadoizquierdoacadainhalación.Algosehabíarotoallítambién.Lascostillas.

El motor de Christine roncaba y callaba, roncaba y callaba. Débilmente,comosurgiendodelapesadilladeunlunático,BuddypodíaoíraElvisPresleycantando«JailhouseRock».

Puntos de luz de un rosa anaranjado sobre la nieve.El sibilante rugido delfuego.Aquelloibaaestallar.Ibayestalló.Eldepósitodegasolinadel«Camaro»saltó con un ruido seco y estruendoso.Buddy sintió como si unamano ruda legolpease la espalda, y voló por el aire y cayó sobre la nieve de lado, por elcostadoherido.Suchaquetaestabaardiendo.Gruñóyrodósobrelanieve,para

apagarelfuego.Despuéstratódeponersederodillas.Detrásdeél,el«Camaro»eraunapiraardienteenlanoche.

ElmotordeChristinerugíaycallaba,rugíaycallaba,enunasucesióncadavezmásrápida,másapremiante.

Porfin,Buddyconsiguióincorporarsesobrelasmanosylasrodillas.Miróel«Plymouth»,deCunninghamentrelossudadosmechonesdecabellosquependíanantesusojos.Elcapósehabíalevantadoalromperel«Plymouth»labarrera,yelradiadorvertíaunamezcladeaguayliquidoanticongelantequehumeabasobrelanievecomoorinarecientedeanimal.

Buddyselamiódenuevoloslabios.Estabansecoscomolapieldeunlagarto.Sentíaunfuertecalorenlaespalda,comoligeramentequemadaporelsol,olíaaropa chamuscada, pero estaba tan impresionado que no se daba cuenta de quetanto su chaqueta como su camisa y su camiseta habían sido devoradas por elfuego.

—Escucha—dijo,casisindarsecuenta—.Escucha,tú…ElmotordeChristine rugió,yelautomóvilse lanzócontraél,meneando la

partedeatrásalgirarsusneumáticossobreaquellanievequeparecíaazúcar.Elcapólevantadoeracomounabocainmovilizadaenunamueca.

Buddy esperó sobre las manos y las rodillas, resistiendo el abrumadorimpulso de saltar y apartarse al momento, resistiendo—en la medida de susfuerzas—elpánicofrenéticoquehaciaqueperdiesesudominio.Nohabíanadieenelcoche.Untipomásimaginativohabríapensadoque,quizá,sehabíavueltoloco.

En el último segundo, rodó hacia la izquierda, gritando al juntarse losextremosastilladosdesuhuesoroto.Sintióquealgocomounproyectilpasabaapocoscentímetrosdeél,ysintióporuninstanteelolordeltubodeescapeenlacara,ylanievesetiñóderojoalpasarlaslucesdeatrásdeChristine.

Elautomóvilgiró,resbalando,yvolviócontraél.—¡No!—gritóBuddy,ysintióundolorenelpechocomosilehubiesendado

unalanzada—¡No!¡No!¡No…Saltó, obedeciendo a un ciego reflejo, y esta vez aquello pasó más cerca,

arrancando un pedazo de cuero de uno de sus zapatos e insensibilizandoinmediatamenteelpie.Giróconrapidezsobresusrodillas,comounchiquilloquejugaseapolicíasyladronesenunafiestadecumpleaños.

Lasangredelabocasemezclóahoraconlosmocosquefluíancopiososdesunarizunadelascostillasrotaslehabíapinchadounpulmón.Ymanabasangredelagujerodondehabíaestadolaoreja,yresbalabaporlasmejillas.Unanubecilladeaireheladobrotabadelanariz.Yexhalabaelalientoensollozossibilantes.

Christinesedetuvo.Unvaporblancosurgíadeltubodeescapeelmotorzumbabayronroneaba.El

parabrisas aparecía negro y vacío. Detrás de Buddy, los restos del «Camaro»lanzaban llamas grasientas al cielo. El viento cortante las agitaba y aventaba.BobbyStantonestabasentadoenelinfiernodeatrás,ladeadalacabeza,conunamuecafijaenlacaraqueseestabaennegreciendo.

«Jugar conmigo»—pensó Buddy—. «Jugar conmigo, esto es lo que hace.Comoungatoconunratón.»

—Porfavor—graznó.La luz de los faros era cegadora y hacía que la sangre que corría por sus

mejillasobrotabade lascomisurasde los labiossevolviesenegracomoladelosinsectos.

—Porfavor…,yo…yolepediréperdón…Mearrastraréacuatropatassiesestoloquequieres…Peroporfavor,por…

Elmotor roncó.Christine saltó contra él como el viejo hado de una edadoscura.Buddyaullóysetiródenuevohaciaunlado,yestavezelparachoquesledio en la espinilla, le rompió la otra piernay lo arrojó contra elmargende lacarreteradelparque.Quedódespatarradoyfláccidocomounsacodegrano.

Christineretrocedióensudirección,peroBuddyhabíavistounaoportunidad,suúnicaoportunidad.Empezóatreparfuriosamenteporeltalud,clavandoenlanieve las manos desnudas y ya insensibles, hincando los pies, haciendo casoomisodelterribledolordesuspiernasdestrozadas.Ahorasualientobrotabaendébilesquejidos,mientraslaluzdelosfarossehaciamásfuerteyelmotormásruidoso,cadamasadenievelevantadaproyectabaunamelladasombra,yBuddysentíadetrásdeélaquellacosa,queeracomountigrevoraz…

Sonó un golpe y un chasquido metálico, y Buddy chilló al sentir que elguardabarrosdeChristinehundíaunodesuspiesenlanieve.Tiródeél,dejandoelzapatoprofundamenteembutidoallí.

Riendo,farfullando, llorando,alcanzólacimadel taludlevantadodíasatrásporalgunamáquinaquitanievesdelaGuardiaNacional,setambaleóenelborde,

moviendolosbrazoscomoaspasdemolino,yapuntoestuvoderodardenuevohaciaabajo.

Se volvió para encararse conChristine. El «Plymouth» había dadomarchaatrásen la carreterayembestíadenuevo,girandoy resbalandoen lanieve losneumáticos de atrás. Se estrelló contra el talud a medio metro por debajo dedondesehabíaencaramadoBuddy,haciendoquese tambaleaseyprovocaseunpequeño aluddenieve.El choquehizoque el capó se levantase aúnmás, peroBuddynofueestavezalcanzado.Elautomóvilretrocediódenuevoentreunanubedenievebatida,yelmotorparecióaullarconlafuriadelfracaso.

Buddylanzóungritotriunfalylehizounademánlevantandoeldedomediodeunamano.

—¡Jódete!¡Jódete!¡Jódete!Una rociadade sangrey salivabrotóde sus labios.A cada jadeo, el dolor

parecía clavarse más hondo en su costado izquierdo, insensibilizándole yparalizándole.

Christine avanzó rugiendo y golpeó de nuevo el talud. Esta vez, un granpedazo de éste, aflojado por la primera embestida del coche, se derrumbó,enterrandoelmorroarrugadoyburlóndeChristine,yBuddyapuntoestuvodecaer también. Lo evitó echándose rápidamente atrás resbalando sobre lasposaderasyclavandolosdedosenlanievecomosifuesenunosmalditosgarfios.Ahora las piernas le dolían de una manera atroz, y se tumbó de costado,boqueandocomounpezarrojadosobrelaarenadeunaplaya.

Christineatacódenuevo.—¡Vetedeaquí!—gritóBuddy—¡Vetedeaquí,PUTAloca!Elcocheembistióunavezmás,yahoracayónievesuficienteparacubrirsu

capóhastaelparabrisas.Lasvarillaslimpiadorasempezaronamoverseadelanteyatrásexpulsandolanievemediolicuada.

RetrocedióotravezyBuddycomprendióqueelsiguientegolpeleharíacaerconlanievesobreelcapódeChristine.Sedeslizóatrásybajórodandoporelotroladodel talud,gritandocadavezquesuscostillasrotaschocabancontraelsuelo.Quedóinmóvilsobrelanieveenpolvomirandoelcielonegroylasfríasestrellas. Sus dientes empezaron a castañetear irremisiblemente. Corrieronescalofríosportodosucuerpo.

Christinenovolvió,peroseoíaelsuavemurmullodelmotor.Noveniapero

esperaba.Miró hacia el talud de nieve que se recortaba contra el cielo.Más allá, el

resplandordel«Camaro»incendiadohabíaempezadoamenguar.¿Cuántotiempohabíapasadodesdeelchoque?Nolosabía.¿Veríaalguienelfuegoyvendríaensuauxilio?Tampocolosabía.

Buddyadvirtiósimultáneamentedoscosas:quefluíasangredesuboca—engran cantidad— y que tenía mucho frío. Si no venia alguien, moriría porcongelación.

Espantado de nuevo, rebulló y forcejeó hasta quedar sentado. Trataba dedecidirsipodríasubirporlapendienteparaobservarelautomóvil—lopeoreranopoderverlo—yentoncesmiróaltalud.Selecortólarespiración.

Unhombreestabaplantadoallí.Sólo que no era un hombre, era un cadáver. Un cadáver en estado de

descomposiciónyqueluciaunospantalonesverdes.Nollevabacamisa,perounchaleco ortopédico manchado de moho gris ceñía su torso ennegrecido. Loshuesosblancossetraslucíanbajolapieltirantedelacara.

—Llegótuhora,cagón—murmurólaapariciónalaluzdelasestrellas.Buddy acabó de perder el dominio y empezó a chillar histéricamente,

desorbitados los ojos, formando los largos cabellos una especie de cascogrotescosobresucaraheladayensangrentada,alatiesarse las raícesyponersepuntacadapelo.Lasangrebrotabaenriachuelosdebocayempapabaelcuellodesuchaqueta.Tratódedeslizarsehaciaatrás,clavandodenuevo losdedosen lanieveyarrastrándosesobrelasnalgasalavanzaraquellacosahaciaél.Noteníaojos.Losojoshabíandesaparecido,por sabeDiosquéserpenteantesbichos.Ypodíaolerlo,¡Oh,Dios!,podíaolerlo,yeraunoloratomatespodridoselolordelamuerte.

El cadáver de Roland D. LeBay tendió las corrompidas manos a BuddyReppertonysonrió.

Buddychilló.Buddyaulló.Y,depronto, sequedó rígido, formandocon loslabiosunaOdefinitiva,comosiquisierabesaraaquelhorrorqueavanzabaensudirecciónarrastrandolospies.Susmanosrascaronlaropayescarbaronelladoizquierdo de la quemada chaqueta, sobre el corazón, que al fin había sidopinchado por el hueso afilado de una costilla rota. Cayó hacia atrás, abriendozurcosenlanieveconlospies,yelúltimoalientobrotó lafláccidabocaenun

largosilbido…,comodeuntuboescapedeunautomóvil.Enel talud, la cosaquehabíavisto sedesvanecióydesapareció.Sindejar

rastro.Al otro lado, elmotor deChristine se animóy lanzó rugido de triunfo que

sacudiólastierrasaltasycubiertasdenievedeSquanticHillsyfuerepetidoporelcadáver.

EnlaorillamáslejanadeSquanticLake,aunosquincekilómetrosdeallíavuelodepájaro,unjovenquehabíasalidoparaesquiaracampotraviesaalaluzdelalunaoyóelruidoysedetuvodepronto,apoyándoseenlospalosyladeandolacabeza.

Bruscamente,selepusolapieldegallina,comoanteunavisióndeultratumbay,aunquesabiaquesólosetratabadeuncocheenalgunapartealaotraorilladellago el sonido se oía a gran distancia en este lugar en las calidas noches deinvierno,suprimeraideafuedequeunanimalprehistóricosehabíadespertadoyatacadosupresa:unloboenormeotalvezuntigredecolmillosdesable.

Elruidonoserepitióyelhombresiguiósucamino.

37.Darnellsacaconclusiones

Baby,lemmerideinyourautomobile,Hey,babe,lemmerideinyourautomobile!Tellme,sweetbaby,Tellme:Justhowdoyoufeel?

CHESTERBURNETT

LanocheenqueBuddyReppertonysusamigosseencontraronconChristineenSquanticHills,WillDarnellestuvoenelgarajehastadespuésdemedianoche.Su enfisema le había molestado bastante aquel día. Cuando ocurría esto, teníamiedodeacostarse,aunque,generalmentedormíabien.

Elmédicolehabíadichoqueeramuyimprobablequeseasfixiaseduranteelsueño,peroalhacerseviejoyaumentarlentamentelapresióndelenfisemasobresuspulmones,lotemíacadadíamás.Elhechodequesumiedofueseirracionalno cambiaba en absoluto aquella intuición. Aunque no había entrado en unaiglesiadesdeque teníadoceaños—¡hacíaahoracuarentaynueve!—,sentíauninterésmorboso por las circunstancias que habían rodeado lamuerte del PapaJuan Pablo I diez semanas atrás. Juan Pablo I había muerto en la cama y fueencontrado allí por la mañana. Probablemente, rígido ya. Esto era lo queinquietabaaWilly:Probablemente,rígidoya.

Entróenelgarajea lasnueveymedia,conduciendosu«ChryslerImperial»1966,queeraelúltimocochepropioquepensabaquetendría.Aproximadamente

alamismahoraenqueBuddyReppertonadvertíaelreflejodeunosfaroslejanosensuespejoretrovisor.

Will teníamásdedosmillonesdedólares,peroeldinerono lecausabayagran satisfacción, si es que se la había causado alguna vez. El dinero no leparecía siquiera completamente real. Nada le parecía real, salvo el enfisema.Este si que era terriblemente real, yWill recibíadebuengrado cualquier cosaquedistrajesedeellosuatención.

AhorahabíasidoelproblemadeArnieCunninghanelquehabíadistraídosuatención del enfisema. Suponía que por esto había dejado que Cunninghamrondaseporelgarajecuandosufuerteinstintoledecíaqueloechasedeallí,que,enciertomodo,erapeligroso.AlgolesocurríaaCunninghamyasureconstruido1958.Algomuypeculiar.

Elmuchachonoestabaallíestanoche,élytodoelclubdeajedrezdelcolegiosehallabanenFiladelfiapor tresdías,paraelTorneodeOtoñode losEstadosdelNorte.Cunninghamsehabíareídodeesto;erayamuydiferentedelchiquillogranujientoydeojosgrandesquehabíasidogolpeadoporBuddyRepperton,delchiquillo calificado inmediata (y erróneamente) por Will como un niño pocollorónyquizábastantemaricaporañadidura.

Entreotrascosas,sehabíavueltocínico.Ayerporlatarde,mientrasfumabansendoscigarrosenlaoficinadeWill(el

muchachosehabíaaficionadotambiéna loscigarros,yWilldudabadequesuspadreslosupiesen),habíadichoquehabíafaltadoatantasreunionesdelclubdeajedrezque,segúnelreglamento,habíadejadodesermiembrodeél.Slawson,elasesor de la institución, lo sabia, pero cerraba deliberadamente los ojos hastadespuésdelTorneodelosEstadosdelNorte.

—Hefaltadoamásreunionesquenadie,perosedaelcasodeque tambiénjuegomejorquenadie,yelmuycarbónlosabe…

Arnie dio un respingo y se llevó ambas manos a la región lumbar por uninstante.

—Deberíashacerqueunmédicoleechaseunvistazoaeso—dijoWill.Arnie le hizo un guiño y pareció tener de pronto muchomás de dieciocho

años.—Nohaynadacomounbuenrevolcónparaestirarlasvértebras.—Entonces,¿VasairaFiladelfia?

EstocontrariabaaWill,aunqueseacercabanlasvacacionesdeCunninghamsignificaba que tendría que encargar su función a Jimmy Sykes las dos nochessiguientesyJimmyeraincapazdedistinguirsuculodeunhelado.

—Claro. No voy a despreciar tres días espléndidos —dijo Arnie. Vio elrostro enfurruñado de Will y sonrió—. No te preocupes, hombre. Estamos envísperas deNavidad todos tus parroquianos están comprando juguetes para losniñosenvezdebujíasycarburadores.Estoestarádesiertohastaelañopróximo,ytúlosabes.

Aquello erabastante cierto,peroaWill no legustabaqueunmocoso se lorecordase.

—¿QuerrásiraAlbanypormicuentacuandoregreses?—habíapreguntado.Arnielehabíamiradofijamente.—¿Cuándo?—Estefindesemana.—¿Elsábado?—Si.—¿Cuáleselnegocio?—Llevarás mi «Chrysler» a Albany, este es el negocio: Henry Buck tiene

catorcecochesusadosenbuenestadode losquedeseadesprenderse.Dicequeestán en buen estado. Échales un vistazo. Te daré un cheque en blanco. Si teparecenlegítimos,cierraeltrato.Sivesenellosalgoilegal,dilequesevayaalcarajo.

—¿Yquéllevaréconmigo?Willlemiróduranteunlargorato.—¿Tienesmiedo,Cunningham?—No—Arnieaplastósucigarroamediofumar.MirodefensivamenteaWill

—.Sólo tengo la impresióndequeelpeligroaumentaunpococadavezque lohago.¿Setratadecocaína?

—HaréquelohagaJimmy—explicóbruscamenteWill—Dimesólodequésetrata.—Doscientoscartonesde«Winston».—Muybien.—¿Estásseguro?¿Notienesmásqueañadir?Arnieseechóareír.

—Asímedistraerédelajedrez.

Willaparcóel«Chrysler»en laplazamáspróximaasudespacho,entre lasrayas figuraba esta inscripciónMR.DARNELL. ¡NOCIERRENEL PASO! Seapeóycerródegolpelaportezuela,bufandoyrespirandotrabajosamente.Parecíaqueelenfisemaquesehabíaapoderadodesupechohabíatraídorefuerzosestanoche.No,noseacostaría,dijeseloquedijeseelestúpidodelmédico.

JimmySykesestababarriendoperezosamenteconunagranescoba.Jimmyeraunmuchachoaltoydelgadodeveinticincoaños.Su ligero retrasomentalhacíaquepareciesetalvezochoañosmásjoven.Habíaempezadoapeinarsealestilode los años cincuenta, imitando aCunningham, a quien Jimmy casi adoraba.Aexcepción del rasgado susurro de la escoba sobre el hormigón manchado deaceite,ellugarestabaensilencio.Yvacío.

—Estoestámuyanimadoestanoche,¿Verdad,Jimmy?—silbóWill.Jimmymiróasualrededor.—No, señorDarnell, nadiehaestadoaquídesdequeel señorHatchvinoa

buscarsu«Fairlane»,ydeestohacemediahora.—Eraunabroma—replicóWill,lamentandounavezmásqueCunninghamno

estuvieseallí.NosepodíahablarconJimmysalvoenunsentidoabsolutamenteliteral.Sin

embargo,talvezleinvitaríaaunatazadecaféconunchorritode«Courvoisier»para colmar la medida. Café para tres. El, Jimmy y el enfisema, o quizá paracuatro,dadoqueelenfisemahabíatraídoestanochecomponía.

—¿Quédicesacercade…?Seinterrumpióbruscamentealadvertirquelaplazanúmero20estabavacía.

Christinesehabíaido.—¿HavenidoArnie?—dijo.—¿Arnie?—repitióJimmy,pestañeandoestúpidamente.—Arnie, Arnie Cunningham —dijo Will con impaciencia—. ¿A cuántos

Arniesconoces?Sucochenoestáaquí.Jimmysevolvióamirarlaplazanúmero20yfruncióelceño.—¡Ah!Si.Willsonrió.

—Elmaestrohabrásidoeliminadodesugrantorneodeajedrez,¿eh?—¿Deveras?—preguntóJimmy—¡Caray,quémalasuerte!WillresistiólatentacióndeagarraraJimmyysacudirloydarleunatunda.No

quería enfadarse esto sólohacia que le costasemás respirar, y quizás acabaríavomitandosuspulmonesllenosdeporqueríamaloliente.

—Bueno,¿Quédijo,Jimmy?¿Quédijocuandoleviste?PeroWiilsupodepronto,ycontodaseguridad,queélnohabíavistoaArnie.PorfinJimmycomprendiólaintencióndeWill.—¡Oh, no le vi! Sólo vi aChristine que salía por la puerta, ¿Sabe?Es un

cochemuybonito,¿No?Loarreglocomoporartedemagia.—Si—repusoWill—.Comoporartedemagia.Era una expresión que se le había ocurrido antes entonces en relación con

Christine.Deprontocambióde ideasobre invitara Jimmyacaféycoñac.Sindejardemirarlaplazanúmero20,dijo:

—Puedesirteacasa,Jimmy.—Caramba, señorDarnell, usted dijo que esta navidad podría trabajar seis

horas.Noacabanhastalasdiez.—Tepagaréhastalasdiez.LosojosturbiosdeJimmyseiluminaronanteestainesperadaycasiinaudita

muestradelargueza.—¿Deveras?—Si,deveras,deveras.NohagasremilgosylargoJimmy.¿Deacuerdo?—Claro—dijo Jimmy, pensando que, en los cinco o seis años que llevaba

trabajandoparaWilly(lecostabarecordarcuántoseran,aunquesumadrellevabalacuentadeello,comollevabaladesuspapelesfiscales),eralaprimeravezqueelviejogruñónmostrabaunespíritunavideño,comoenaquellapelículasobrelostresfantasmas.

Apelandoasupropioespíritunavideño,Jimmygritó—¡Estoesunbuenregalo,amigo!Will dio un respingo y semetió en su despacho. Encendió la cafetera y se

sentódetrásdesumesa,observabacómoJimmyguardabalaescoba,apagabalamayoríalaslámparasfluorescentesyseponíaelgruesoabrigo.

Despuésseechóatrásypensó.A fin de cuentas, gracias a su cerebro se habíamantenido vivo todos estos

añosyhabíaprosperado,nuncahabíasidoguapo,habíaestadogordodurantetodasuviday su saludhabía sido siempre fatal.Unbrote infantil de escarlatina, enprimavera,habíaidoseguidodeundébilaccesodepolio,elbrazoderechosólooperabaconun setentapor cientode su capacidad.De jovenhabía sufridounaplaga de forúnculos. Cuando tenía cuarenta y tres años, su médico habíadescubiertounbultograndeyesponjosodebajodeunbrazo.Noeramaligno,perosuextirpaciónquirúrgicalehabíaretenidoencamalamayorpartedeunverano,y,comoresultadodeello,selehabíanproducidollagas.Unañomástardehabíaestadoapuntodemorirdepulmoníadoble.Ahorapadecíaunadiabetesincipienteyunenfisema.Perosucerebrohabíaestadosiempresanoydespierto,ygraciasaélhabíaprosperado.

Se retrepóensusillónypensóenArnie.Presumíaqueunade lascosasdeCunningham que le habían impresionado favorablemente, después de plantarlecara aquel día a Repperton, era cierta similitud con el ya lejanoWill Darnelladolescente.Desde luego,Cunninghamno estabadelicadode salud, perohabíasido un muchacho granujiento, poco apreciado y solitario. Todas estas cosashabríanpodidodecirsetambiéndeljovenWillDarnell.

Cunninghamteníatambiéninteligencia.Inteligenciayaquelcoche.Aquelcocheextraño.—Buenasnoches,señorDarnell—gritóJimmy.Sedetuvounmomentoenla

puertayañadióconvozinsegura—.FelizNavidad.Will levantó la mano a modo de saludo. Jimmy salió. Will se levantó

trabajosamente del sillón, sacó la botella de «Courvoisier» del mueblearchivador y la dejó junto a la cafetera. Entonces volvió a sentarse. Unacronologíaaproximadasedesgranóensumente.

Agosto:Cunningham traeun«Plymouth»del 1958,que esun cacharro, y loaparca en la plaza número 20. Parece conocido, y no es de extrañar. Es el«Plymouth»deRolieLeBay.YArnienolosabe—notienenecesidaddesaberlo—pero, hace tiempo,RollieLeBayhizo también algún encargoocasional paraWillDarnellenAlbanyoLurlingtonoPortmouth…Sóloqueenaquelloslejanosyoscurosdías,Willteníaun«Cadillac»de1954.Diferentescochesdetransporte,pero con el mismo portaequipajes de doble fondo para fuegos de artificio,cigarrillos, licoresymarihuana.Enaquellostiempos,Willnohabíaoídohablaraúndecocaína.Suponíaquenadielausaba,salvolosmúsicosdejazzdeNueva

York.Finalesdeagosto:ReppertonyCunninghamsemetenenelasunto,yDarnell

ledalapatadaaRepperton.Estácansadodeél.Desuconstantebravuconeríadegallito del lugar.No se atiene a la costumbre, y, si bien está dispuesto a hacercuantoleencargaWillenNuevaYorkyNuevaInglaterra,esmuydescuidado,yeldescuidoespeligroso.Tiene tendenciaa superarel límitedevelocidadyya lehan puesto varias multas por esta infracción. Si un polizonte se mostrasedemasiadocurioso,seríanllevadostodosellosanteeltribunal.Darnellnotienemiedodelacárcel—noenLibertyville—,peropareceríamal.Hubountiempoenqueleimportabapocoloqueparecieselascosas,peroahoraesmásviejo.

Will se levantó, se sirvió café y vertió en él un poco de coñac. Hizo unapausa, lopensómejory añadióun segundochorritode licor.Se sentó, sacóuncigarrodelbolsillodelpecho,lomiróyloencendió.Alcarajocontigoenfisema.Tomaesto.

Envueltoenelhumoaromático,conbuencafémezcladoconcoñacdelantedeél,Darnellcontemplósusombraysilenciosogarajeypensóunpocomás:

Setiembre:Elmuchacholepidequeledéunboletodeinspecciónylepresteunaplacadevendedorparapoderllevarasuchicaaunpartidoderugby.Darnellaccede,¡Quécaray!,hubountiempoenquesolíavenderleboletosdeinspecciónporsietedólaresysinfijarsesiquieraenelcochealquelopegaba.Además,elautomóvil del chico tienebuen aspecto.Unpoco tosco, quizámásqueunpocoruidoso, peromuy bueno a fin de cuentas. Elmuchacho está haciendo un buentrabajoderestauración.

Ylomásextrañoes,pensándolobien,quenadiehavistotrabajarafondoenel automóvil. Pequeñas cosas, si. Sustituir las bombillas de las luces deaparcamiento. Cambiar neumáticos. El muchacho entiende de coches. Un día,desde este mismo sillón, Will había visto cambiar la tapicería del asiento deatrás. Pero nadie le ha visto trabajar en el sistema de escape, que estabacompletamente destrozado cuando trajo por primera vez el 1958 el veranopasado.Ytampocolehavistonadietrabajarenlacarrocería,apesardequeesta,quepadecíadecánceravanzadocuandoelmuchachotrajoelcochetieneahoraelbrilloyelcolordelascerezas.

DarnellsabíaloquepensabaJimmySykes,porqueselohabíapreguntadounavez.JimmypensabaqueArnietrabajabadefirmeporlanoche,cuandotodosse

habíanmarchado.—Demasiado trabajo para hacerlo de noche—dijo Darnell en voz alta, y

sintióunsúbitoescalofríoquenisiquieraelcaféconcoñacpodíadisipar.Mucho trabajo nocturno, si. Pero tenía que ser eso, porque lo único que

parecíahacerelchicoduranteeldíaeraescucharlapegadizamúsicade«WILD».Esto,ytonteardeunladoaotro.

—Supongoquehaceeltrabajoimportanteporlanoche—habíadichoJimmy,con la fe ingenua del chiquillo que explica cómo baja Santa Claus por lachimeneaocómoponeelratoncitoPérezlamonedadebajodelaalmohada.

Will no creía en SantaClaus ni en el ratoncito Pérez, y tampoco creía queArniehubieserestauradoChristineporlanoche.

Otros dos hechos rondaban inquietos por su mente, como bolas de billarbuscandounrincóndondemeterseadescansar.

SabíaqueCunninghamhabíaestadoconduciendoelcocheenlapartedeatrásdelgarajeantesdequepudiesecircularlegalmenteporlacalle.Rodandoarribayabajoporlosestrechospasillosentrelosmilesdecochesarruinadosenelpatioposterior, que abarcaba toda unamanzana.Conduciendo a ocho kilómetros porhora,dandovueltasymásvueltasdespuésdeanochecer,cuandotodossehabíanido a casa, alrededor de la enorme grúa con el redondo electroimán y el granbloquedelatrituradoradeautomóviles.Conduciendo.LaúnicavezqueDarnelllehabíapreguntadoacercadeesto,Arnielehabíadichoqueestabacomprobandouna vibración anormal en las ruedas delanteras. Pero el muchacho no sabíamentir.Nadiecompruebaestasvibracionesatanpocoskilómetrosporhora.

Esto era lo que hacia Cunningham cuando todos los demás se habíanmarchado.Su trabajonocturno.Conducirenelpatiodeatrás,yendoyviniendoentrelachatarra,conlosfarosfluctuandoensusherrumbrososcasquillos.

Después estaba lo del odómetro del «Plymouth». Contaba hacia atrás.Cunningham se lo había hecho observar con una taimada sonrisa. Corría haciaatrásconunarapidezextraordinaria.DijoaWillquecalculabaquecontabadiezkilómetros hacia atrás por cada uno que avanzaba. Esto había asombradofrancamente a Will. En el negocio de coches usados era frecuente retrasar elkilometraje,yélmismolohabíahechomásdeunavez(asícomometeraserrínenlastransmisionesparaahogarsuschirridosdeagoníaoverterharinadeavenaenlosradiadoresgravementeenfermosparatapartemporalmentesusrendijas),pero

jamáshabíavistounoquecontaseespontáneamentehaciaatrás.Habríajuradoqueera imposible. Pero Arnie se había limitado a sonreír ligeramente y de modoextraño,yhabíadichoqueeraunabroma.

Loera,desdeluego—pensóWill—.Unabromadiabólica.Los dos pensamientos se desprendieron perezosamente el uno del otro y

tomaronrumbosdiferentes.Esuncochemuybonito,¿No?Loarreglócomoporartedemagia.WillnocreíaenSantaClausnienelratoncitoPérezperoreconocíadebuen

grado que ocurrían cosas extrañas en el mundo. Lo reconocía como hombrepráctico que era y lo utilizaba cuando podía.Un amigo suyo que vivía en LosAngelesafirmabahabervistoelfantasmadesuesposaantesdelgranterremotode1967,yWillno teníaningúnmotivoparticularparaponerloenduda(aunque lohabríadudadodeltodosielamigohubiesetenidoalgoqueganarconello).KentYoungerman, otro amigo, sostenía que había visto a su padre, muerto haciatiempo,alpiedesucamadehospital,cuandoKent,montadordeacero,sehabíacaídodelcuartopisodeunedificioenconstruccióndeWoodStreet.

Willhabíaoídodevezencuandohistoriasdeestaclasedurantetodasuvida,comolashanoídosindudalamayoríadelaspersonas.Y,comolamayoríadelagente,lasguardabaenunaespeciedearchivadorabierto,sincreerlasnidejarlasde creer, a menos que el narrador fuese un chiflado. Las guardaba en aquelarchivadorporquenadiesabiadedóndeveníanlaspersonasalnacerniadóndeiban al morir, y ni todos los ministros unitarios y heraldos del SegundoAdvenimientoypapasycientificistasdelmundohabríanpodidoconvenceraWilldelocontrario.Elhechodequealgunossevolviesenlocosconeltemanoqueríadecirquesupiesenalgo.Guardabaesashistoriasenelarchivoabierto,porqueaélnolehabíaocurridonadarealmenteextraordinario.

Salvo,talvez,loqueocurríaahora.Noviembre:Reppertony sus buenos camaradas se ensañan con el cochede

Cuninghamenelaeropuerto.Cuando lo traeelcamiónremolque,diríasequeelGigante Verde se ha cagado en él. Darnell lomira y piensa: Nunca volverá arodar.«Nohaynadaquehacer;novolveráarodarunsolopalmo.»Alterminarelmes,élchicoWelchesatropelladoymuertoenJFKDrive.

Diciembre:UndetectivedelapolicíadelEstadovieneahusmear.SellamaJunkins.VieneundíaahusmearyhablaconCunningham,despuésvieneotrodíaa

husmear, cuando Cunningham está ausente, y quiere saber por qué miente elmuchachosobrelosdañoscausadosporReppertonysusturbulentosamigos(unode los cuales era el difunto y no malogrado Peter «Moochie» Welch) a su«Plymouth». «¿Por qué me lo pregunta a mí? Le dice Darnell, respirando condificultadytosiendoenmediodeunanubedehumodecigarro.Hableconél,esemaldito «Plymouth» es suyo, no mío. Yo sólo estoy aquí para que los chicoslaboriosospuedanrepararsuscochesyseguiralimentandoasusfamilias.»

Junkinsescuchaconpacienciasudiscurso.SabequeWillDarnellhacemuchomásquedirigir un taller donde los clientes reparan sus propios vehículos y unnegociodechatarra,peroDarnellsabequelosabe,yasíquedanenpaz.

Junkinsenciendeuncigarrilloydice:«Habloconustedporqueyahehabladoconelchicoynoquieredecírmelo.Duranteunrato,penséquehablaría, tuvelaimpresióndequeestabaaterrorizadoporalgo.Peroentoncessepusotiesoysenegórotundamenteahablar.»

Darnelldice:«SipiensaqueArnieatropellóaljovenWelch,dígalo.»Junkins dice: «No lo pienso. Sus padres afirman que estaba en casa,

durmiendo,ynomeparecequemintiesenparaencubrirle.PeroWelchfueunodeloschicosquedestrozaronsucoche,deestoestamosseguros,comoestoysegurodequemienteenlotocantealosdaños,ynoséporquélohace,yestomeestávolviendoloco.»

«Losiento.»—diceDarnell,sincompadecerleenabsoluto.Junkins le pregunta: «¿Cuáles fueron los daños, señor Darnell? Dígamelo

usted.»YDarnelldicesuprimerayúnicamentiradurantesuentrevistaconJunkins:«Enrealidad,nomefijé.»Lociertoesquesehabíafijado,ysabeporquémienteArnieacercadeello,

tratando de quitarle importancia, y este polizonte lo sabría también si no seanduviese con tantos rodeos y se limitase a mirar. Cunningham está mintiendoporquelosdanosfueronhorribles,losdañosfueronmuchomásgravesdeloquepuedeimaginarseelpolicíadelEstado.Losgamberrosnoselimitaronaaporrearel 1958 de Cunningham, sino que lo asesinaron. Cunningham miente porque,aunque nadie le viomucho durante la semana después de que la grúa trajese aChristine a la plaza número 20, el coche vuelve a estar como nuevo, inclusomejorqueantes.

Cunninghammintióalpolicíaporquelaverdaderaincreíble.—Increíble.—exclamóDarnellenvozaltayapuróelrestodesucafé.Miróelteléfonoyalargóunamano,perovolvióaretirarla.Teníaquehacer

unallamada,peroseriamejorqueacabaseprimerodereflexionarsobreesto,quepusiesetodassusideasenorden.

El era el único (aparte del propio Cunningham) que podía apreciar lainverosimilituddeloocurrido:lacompletaytotalregeneracióndelcoche.Jimmyeradurodemollera,ylosotrosmuchachosentrabanysalían,noconstituíanunaclientela regular. Sin embargo, habían hecho comentarios sobre el fantásticotrabajo realizado por Cunningham, muchos de los chicos que habían estadoreparando su material rodante durante aquella semana de noviembre habíanempleado el término increíble y algunos de ellos habían parecido inquietos.Johnny Pomberton, que compraba y vendía camiones usados, había tratadoaquellasemanadeponerenestadodefuncionamientounviejovolquetequehabíaadquirido.JohnnysabiadecochesydecamionesmásquenadieenLibertyvilleyquizámásquenadieenPensilvania.Dijo lisay llanamenteaWillquenopodíacreerlo.«Escomovudú»—habíadichoJohnnyPombertonyhabíareídodespuésdemalagana.Willhabíamostradosolamenteuncortés interésy,alcabodeunpardesegundos,elviejohabíameneadolacabezaysehabíamarchado.

Sentado en su oficina y mirando al garaje, anormalmente silencioso comotodos los años en las semanas anteriores a la Navidad, Will pensó (no porprimeravez)que lamayoríade lagenteaceptaríacualquiercosaquesucedieseante sus ojos. En realidad no existía lo sobrenatural ni lo anormal, las cosasocurrían,yestoeratodo.

JimmySykes:«Comoporartedemagia.»Junkins:«Estámintiendosobreesto,peroquemeapenasiséporqué.»Willabrióelcajóndesuescritorio,encogiendolapanza,ybuscósuagenda

de1978.Lahojeóyencontróunanotagarabateadaporélmismo:Cunningham.Torneodeajedrez.«Sheraton»deFiladelfia,11-13Dic.

LlamóaInformación,ledieronelnúmerodelhotelehizolallamada.Nosesorprendiódemasiadocuandosintióqueloslatidosdesucorazónseacelerabanalsonarelteléfonoylevantarelaparatoeloperador.

«Comoporartedemagia.»—Aquí,«Sheraton»Filadelfia.—Oiga —dijo Will—. Tengo entendido que se celebra ahí un torneo de

ajedrez…—Sí, señor, el campeonato de los Estados del Norte —le interrumpió el

telefonista.Parecíatenerprisaysercasiintolerablementejoven.—LlamodesdeLibertyville,Pensilvania—replicóWill—.Creoquesealoja

enesehotelunestudiantellamadoArnoldCunningham.Esunodeloschicosdeltorneodeajedrez.Siestáahí,quisierahablarconél.

—Unmomentoseñor,voyaver.Clanc.Willestabaenascuas.Seretrepóensusillóngiratorioypermaneció

así durante lo que le pareció un tiempo interminable, aunque la segundera delrelojdesudespachosólodioungirocompleto.Noestará,ysiestávoya…

—¡Diga!La voz era joven, cautamente curiosa, la voz inconfundible deCunningham.

WillDarnellsintióunencogimientopeculiarenelvientre,peronoloreflejóensuvoz,erademasiadoviejoparaesto.

—Hola,Cunningham—saludó—.SoyDarnell.—¿Will?—Sí.—¿Quéseteofrece,Will?—¿Cómoteva,muchacho?—Ayerganéyhoyhehecho tablas.Unaporqueríade juego.Parecíaqueno

podíaconcentrarme.¿Quéquieres?SíeraCunningham;nocabíalamenorduda.Will,queera tan incapazde llamaraalguien sinun falsopretextocomode

saliralacallesincamiseta,dijoconsuavidad:—¿Tienesunlápiz,muchacho?—Claro.—Hay un establecimiento en North Broad Street, llamado «United Auto

Parts».¿Creesquepodríasllegarteallíverquéclasedeneumáticostienen?—¿Recauchutados?—preguntóArnie.—Nuevos.

—Si,puedohacerlo.Mañanaporlatardeestarélibredesdelasdocehastalastres.

—Estupendo.PreguntaporRoyMustungerra,ydilequevasdemiparte.—Deletréalo.Willdeletreóelapellido.—¿Esestotodo?—Si…salvoqueconfíoenquetedenunapaliza.—Muyprobable—dijoCunningham,echándoseareír.Willsedespidióycolgó.NohabíadudadequeeraCunningham.CunninghamestabaenFiladelfiaesta

noche,yFiladelfiasehallabaacasiquinientoskilómetros.¿Aquiénpodíahaberdadounjuegodellaves?AljovenGuilder.—¡Claro!PeroeljovenGuilderestabaenelhospital.Asuchica.Peroestanoteníapermisodeconducción.Arnielohabíadicho.Aalgúnotro.Peronohabíaningúnotro.Cunninghamnoeraamigodenadiemás,salvodel

propioWill,yWillsabíamuybienqueCunninghamnolehabríadadonuncaunduplicadodesusllaves.

Comoporartedemagia—¡Mierda!Will se retrepó de nuevo en su sillón y encendió otro cigarro, después de

cortar limpiamente la punta sobre el cenicero. Dio unas chupadas, levantó losojos para mirar la columna de humo y reflexionó de nuevo. Sin resultado.CunninghamestabaenFiladelfiayhabíaidoallíenelautocardelcolegio,perosucochehabíadesaparecido.JimmySykeslohabíavistosalir,peronohabíavistoquiénloconducía.¿Quésignificabatodoesto?¿Quéconclusiónhabíaquesacar?

Gradualmente,sumentesiguióotrosderroteros.Pensóensuspropiosdíasenla escuela superior, cuando había asumido el primer papel en la comediarepresentada por losmayores.El papel delministro que es llevado al suicidioporsupasiónporSadieThompson,lamuchachaalaquesehabíaempeñadoensalvar.Losaplausoshabíansidoensordecedores.Habíasidosuúnicomomentodegloriaenunacarreraescolarsintriunfosdeportivosniacadémicos,yquizásel

puntoculminantedesu juventud(supadrehabíasidounborracho,sumadre,unburro de carga, y su único hermano, un inútil que también había tenido un solomomentodegloriaenalgunapartedeAlemania,sinmásaplausosqueelcontinuoretumbardeloscañonesalemanesdel«88»).

Pensóensuúnicaamiguita,unapálida rubia llamadaWandaHaskins,cuyasblancas mejillas estaban salpicadas de pecas que se hacían lamentablementecopiosasbajoelsoldeagosto.Habíanestadoapuntodecasarse,Wandaeraunade las cuatro chicas conquienes sehabía acostado realmenteWillDarnell (sincontar las rameras).Era de fijo la única a quien había amado (suponiendo queexistieseelamor,cuyaexistenciaponíaendudaperonorechazaba,asemejanzade los sucesos sobrenaturales de los que había oído hablar pero nunca habíapresenciado),perosupadreestabaenelEjércitoyWandaeraunachicacriadaenelambientemilitar.Alosquinceaños—talvezunañoantesdelmísticopasodelpoder de las manos de los viejos a las de los jóvenes— ella y su familia sehabíantrasladadoaWichitayestehabíasidoelfindesusamores.

Ella había usado cierto lápiz de labios, y, en el remoto verano de 1934 lehabíasabidoaframbuesastiernasaunWillDarnellquetodavíateníaesbeltoelcuerpoyclaros losojosyeraambiciosoy joven.Habíasidoestesaborelquehabíahechoquesumanoizquierdatocaseelpeneerectoenmitaddelanoche…,e incluso antes de queWandaHaskins diese su consentimiento, habían bailadoaqueldulcebaileespecialen lossueñosdeWillDarnell.Habíanbailadoensuestrecha cama infantil que era demasiado corta para sus piernas cada díamáslargas.

Y,pensandoahoraenaquelbaile,Willdejódepensaryempezóasoñary,aldejardesoñar,empezóabailardenuevo.

Unas tres horas más tarde, despertó de un sueño que nunca había sidorealmente profundo, le despertó el ruido de la puerta grande del garaje allevantarseylaluzinteriordeencimadelapuerta—nountubofluorescente,sinounaresplandecientebombillade200vatios—alencenderse.

Willechósusillónrápidamenteatrás.Suszapatoschocaronconlaesterilladedebajodelamesa(conlainscripciónBARDHALenletrasdecauchoenrelieve)ylosalfilerazosquesintióenlospiesacabarondedespertarle.

Christineavanzódespacioporelgarajeendirecciónalaplazanúmero20yseintrodujoenella.

Will,sinacabardeconvencersedequeestabadespierto loobservóconesacuriosafaltadeemociónquequizásóloespropiadequienesacabandesalirdeun sueño.Enderezó el cuerpodetrás de sumesa, con los brazos como jamonesapoyadosenelsucioygastadopapelsecante,yobservó.

Elmotorzumbóunpardeveces.Elnuevoybrillantetubodeescapelanzóunchorrodehumoazul.

Entoncesseparóelmotor.Willsiguiósentado,sinmoverse.La puerta del despacho estaba cerrada pero había un intercomunicador,

siempreconectado,entréeldespachoyellargogarajeparecidoaunalmacén.PorélhabíaescuchadoelcomienzodelapeleaentreCunninghamyReppertonenelpasadomes de agosto. Y a través de él oyó ahora los chasquidos demetal alenfriarseelmotor.Nooyónadamás.

NadieseapeódeChristine,porquenohabíaallínadiequepudieseapearse.Metió estas cosas en un archivador porque nunca le había ocurrido nada

realmenteinexplicable…,salvo,talvezloquesucedíaahora.Lohabía visto rodar sobre el suelo de hormigónhacia la plaza número20,

mientras la puerta automática se cerraba detrás de él en la fría noche dediciembre. Y los expertos, al estudiar más tarde el caso, pudieron decir: Eltestigoreconocequehabíaestadodandocabezadasydespuéssehabíadormido,yqueestabasoñando…,loquedicequeviofueevidentementeunaprolongacióndeaquelsueño,alproducirunestímuloexteriorunaseriedefantasíasespontáneas,orientadasporelsueño.

Sí,podíandeciresto,lomismoqueWillpodíasoñarquebailabaconlachicadequinceañosqueeraWandaHaskins…Peroenrealidad,éleraunhombredesesentayunañosydécabezaclara,quehacia tiempoquehabía echadopor labordasusúltimasnocionesrománticas.

Yhabíavistoel1958deCunninghamcruzarelgarajevacíoycolocarseensuplazaacostumbradasinquenadiemanejaseelvolante.HabíavistoapagarselosfarosyhabíaoídopararseelmotordeochocilindrosenV.

Ahora, sintiendoclaquearextrañamente sushuesos,WillDarnell se levantó,vaciló,sedirigióalapuertadesudespacho,vacilódenuevoyporfinlaabrió.

Salióypasópordelantede lahilerade coches aparcadosendiagonalhasta laplaza número 20. Sus pisadas resonaron detrás de él y se extinguieronmisteriosamente.

Se plantó junto a la brillante carrocería roja y blanca del automóvil. Lapinturaerafuerteyclarayperfecta,sinelmenordesconchadonilamenormanchadeherrumbre.Loscristalesestabanlimpiosyenteros,nisiquieramelladosporelimpactodeunachinacasual.

Ahoraelúnicoruidoeraellentogoteodelanievefundidaenlosparachoquesdedelanteydeatrás.

Willtocóelcapó.Estabacaliente.Probó la portezuela del lado del conductor y ésta se abrió sin dificultad.

Brotódel interioruncálidooloracueronuevoaplásticonuevo,ametalreciéncromado….aunqueparecíamezclarseconélotroolormásdesagradable.Unolorcomode tierra.Willaspiróprofundamenteperonopudo identificarlo.Pensóunmomento en los nabos podridos que había a veces entre las verduras queguardabasupadreenelsótano,yfrunciólanariz.

Se asomó al interior. No había ninguna llave en el contacto El odómetromarcaba52.107,8.

Depronto,laranuravacíadelcontactogirósobresimismaponiéndoseporsupropia voluntad en la posición de arranque. El caliente motor se pusoinmediatamente enmarchay roncó con firmeza, llenode carburante demáximooctanaje.

ElcorazóndeWillflaqueóensupecho.Selecortólarespiración.Jadeandoyboqueando ruidosamente, volvió corriendo a su oficina en busca del aspiradorqueguardabaenunodeloscajonesdelescritorio.Sualiento,débileimpotente,sonaba como el viento invernal pasando por la rendija de una puerta. Su carateníaelcolordelaceravieja.

Sus dedos pellizcaron la carne blanda del cuello y tiraron furiosamente deella.

ElmotordeChristineseparódenuevo.Ahoranoseoíanada,salvoloschasquidosdemetalalenfriarse.Willencontrósuaspirador,lointrodujoenlabocahastalagarganta,apretóel

resortee inhaló.Pocoapoco, la impresióndequeunacarretadadebloquesdehormigónhabíasidodescargadasobresupechofuedesapareciendo.Sesentóen

el sillón basculante y escuchó complacido el normal y esperado crujido deprotestadesusmuelles.Setapóunmomentolacaraconsusgordasmanos.

«Nadarealmenteinexplicable…hastaahora.»Ahoralohabíavisto.«Nadieconducíaaquelcoche.Habíallegadovacío,yolíaaalgoqueparecía

nabospodridos.»E incluso entonces, a pesar de su espanto,Will empezó a darle vueltas al

asuntoyapreguntarsesipodíahaceralgoparaqueloquesabíaredundaseensupropiobeneficio.

38.Roturaderelaciones

Well,mister,Iwantayellowconvertible,FourdoorDeVille,WithaContinentalspareandwire-chromewheels.Iwantpowersteering,Andpowerbrakes;Iwantapowerfulmotorwithajetofftake…Iwantashortwaveradio,IwantTVandphone,YouknowIgottatalktomybabyWhenI'mridingalong.

CHUCKBERRY

Laruinaretorcidaporelfuegodel«Camaro»deBuddyReppertonfuehalladaaúltimahoradelatardeporunguardadelparque.UnaancianaquevivíaconsumaridoenlapequeñaciudadUpperSquantichabíallamadoalacomisaríadelosguardassituadaaunladodelparque.Lamujersufríamuchodeartritisyalgunasnoches no podía dormir.Durante la última noche creyó haber visto llamas queprocedían de algún lugar cerca de la entrada sur del parque. ¿A qué hora?Supongo que seria un cuarto de hora después de las diez porque había estadoviendo el programa «Cine Martes noche», en la «CBS» y todavía no habíallegadonialamitad.

El jueves, en la página frontal del Keystone de Libertyville, apareció unafotografíadelcocheincendiadobajounostitularesquedecían:TRESMUERTOSEN UN ACCIDENTE DE COCHE EN LAS COLINAS SQUANTIC EN ELPARQUE ESTATAL. Se citaba a un policía diciendo que, «probablemente, ellicor había sido un factor»,manera oficialmente opaca de decir que, entre losrestosretorcidos,sehabíanencontradosloscascosdestrozadosdemásdemediadocena de botellas de una combinación de vino y jugo, que se vendía bajo elnombrecomercialde«TexasDriver».

Las noticias causaron un impacto especialmente duro en el Instituto deLibertyville, los jóvenes siempre han tenido una gran dificultad en aceptar elhecho de su propia mortalidad. Es posible que la temporada de vacacioneshicieraesehechomuchomásdifícildeaceptar.

Arnie Cunningham se sintió terriblemente deprimido por las noticias.Deprimido y asustado. Primero Moochie, ahora Buddy, Richie Trelawney yBobby Stanton. Bobby Stanton, Bobby Stanton, uno de los cagones nuevos queArnienuncahabíaoídomencionar,y,de todosmodos,¿QuéestabahaciendounchiquillocagóncomoesecontiposcomoBuddyReppertonyRichieTrelavney?¿Esquenosabíaqueestabametiéndoseenunajauladetigressinotraprotecciónque una pistola de agua? Arnie encontraba tremendamente difícil aceptar laversión corriente, que era sencillamente que Buddy y sus amigos estuvieronfumando droga durante el partido de baloncesto, y después pasearon en auto ybebieronhastallegaraesemalfin.

Arnienopodíaliberarsedeciertopresentimiento,comosidealgunamaneraestuvierainvolucradoenloocurrido.

Leighnolehabíahabladomásdesdeladiscusión.Arnienolallamó:enpartepororgulloy,enparte,porvergüenza,y también,enparte,porquedeseabaqueellalellamaseprimeroylascosasvolvieranaloquehabíansido…antes.

«¿Antesdequé?—lesusurrabalamente—.Bueno,antesdequeellacasiseahogaseymurieseentuauto,porunbocado.Antesdequetúintentasesaporrearaltipoquelesalvólavida.»

Pero ella quería que él vendiese a Christine. Y eso era sencillamenteimposible…,¿Noescierto?¿Cómopodíahaceresodespuésdehaberdedicadotanto tiempoyesfuerzoysangre,y—si,eraverdad—, incluso lágrimas,enesevehículo?

Eraunviejoargumento,yélnoqueríanitansiquierapensarenello.SonóelúltimotimbredeloqueparecíauninterminablemartesyArniesalió,dirigiéndosealaparcamientodelosestudiantes—casicorrióhastaallí—yentróenChristinecasicomoenunazambullida.

Sesentóallí,traselvolanteyaspirótemblorosaylargamente,contemplandolos primeros copos de nieve de la tarde agitándose, bailoteando y girando porencimadel relucientecapó.Buscó las llaves, lasextrajodelbolsilloypusoenmarcha aChristine. El motor ronroneó confiadamente y Arnie partió, con uncrujido al rodar los neumáticos por encima de la apretada nieve. Algún díatendría que colocar neumáticos para la nieve, supuso, pero la verdad era queChristine no parecía necesitarlos. Poseía lamejor tracción de cualquier cochequeArniehubieraconducidoconanterioridad.

Buscó el botón de la radio y lo colocó en «WDIL». ShebWooley estabacantando«ThePurplePeopleEater».Esolearrancófinalmenteunasonrisa.

ElhechosimpledeencontrarsedetrásdelvolantedeChristine,asumando,le hacia sentir que todo era mejor. Le hacia sentir que podía manejarlo todo.Saber de Repperton y Trelawney y ese pequeño comemierdas acabando deaquella manera había sido, naturalmente, un terrible golpe y, después de losresentimientosdelpasadoveranoydeesteotoño,probablementeeramuynaturalquesesintieraunpococulpable.PerolapuraverdaderaqueélhabíaestadoenPhilly.Noteníanadaqueverconelasunto,eraimposible.

Simplementeesquehabíaestadosintiéndosedeprimidoportodoengeneral.Dennisestabaenelhospital.Leighsecomportabadeformaestúpida,comosisuauto, suChristine, hubiera poseídomanos y hubiera embutido aquel pedazodehamburguesaensugarganta,porelamordeDios…Yhoyhabíaabandonadoelclubdeajedrez.

QuizálopeordetodohabíasidolamaneraenqueMr.Slawson,elasesordelaFacultad,habíaaceptadosudecisiónsintansólotratardehacerlecambiardeopinión.

Arnie lehabíaexplicadoampliamentequeestosdíasdisponíademuypocotiempo, y de que, sencillamente, se veía obligado a reducir algunas de susactividades,yMr.Slawson,consencillez,habíaasentidodiciendo:«Deacuerdo,Arnieaquímeencontrarásenelaula30sicambiasdeopinión.»Mr.Slawsonlehabíamiradoconsusojosazuldescolorido,quesusgruesoslentesagrandabana

la medida de unos repulsivos huevos hervidos, y en ellos había algo: ¿Erareproche?

Quizá lohabía sido.Peroel tiponi tansiquierahabía intentadopersuadirleparaquesequedase,esaeralacuestión.Porlomenos,hubieradebidointentarlo,porque Arnie era el mejor jugador que el club de ajedrez que «LHS» podíaofrecer y Slawson lo sabía. Si lo hubiera intentado, a lo mejor Arnie hubieracambiado de parecer. La verdad era…Ahora disponía de un poco de tiempo,ahoraqueChristineestaba…estaba…

¿Qué?…bueno,compuestaotravez.SiMr.SlawsonhubieradichoalgocomoEh,

Arnie, no te precipites, consideremos la cuestión nosotros te necesitamosrealmente…,siMr.Slawsonhubieradichoalgoparecidoaeso,bueno,élquizálohubierareconsiderado.PeronoSlawson.Aquímeencontrarásenelaulatreintasicambiasdeopinión,ybla-blayyak-yak,asquerosojodedor,justocomotodos.Noera por culpa suya que la ESL hubiera perdido durante la vuelta semifinal, élhabía ganado antes cuatro partidas y hubiera ganado en los finales si hubieratenido una oportunidad. Eran esos dos comemierdas de BarryQualson yMikeHicks que habían perdido para el club, los dos jugaban al ajedrez como sicreyeranqueRuyLópezeraunaespeciederefrescooalgoparecido…

Rompióel envoltorioyelpapeldeestañodeunagomademascarplegó labarrita que se metió en la boca, hizo una bola con el envoltorio y la arrojócerteramentealabolsadedesperdiciosquecolgabadelcenicerodeChristine.

—Justoenelcoñodeesaputita—murmuró,ehizounamueca.Fue unamueca dura,maliciosa. Sus ojos semovían inquietos de un lado a

otro, contemplando desconfiadamente unmundo repleto de conductores locos ypeatonesimbécilesyalaidiotezgeneral.

ArnierodósinmetaporLibertyville,dejandoquesuspensamientossiguieranporesoscaminos suavemente faraónicosyamargamenteconsoladores.La radioemitía una continua difusión de viejas canciones famosas, y hoy todas ellasparecían instrumentales: Rebel Rouser, Wild Weeken, Telstar, Teen Beat, deSandyNelsonyRumpledeLilyWray,elmejordetodosellos.Ledolíaunpocola espalda. Muy pronto, la ligera nevada se había convertido en un oscuronubarróndenieve.Encendiólosfarosy,casialmismotiempo,lanievecesóyseapartaron las nubes, dejando pasar los rayos de un sol invernal crepuscular,

remotofríamentehermoso.Arnieseguíacirculando.Concentró sus pensamientos —que ahora se centraron en que Repperton

quizás había obtenido un final perfectamente merecido después de todo y seasombróaldarsecuentadequecasieranlasseismenoscuartoyyaeraoscuro.«Gino's Pizza» estaba cerca, a la izquierda, y los pequeños tréboles de neónverdebrillabantemblorososenlaoscuridad.Arnieseacercóalbordilloysalió.Comenzabaacruzar lacalle,cuando recordóquehabíadejadosus llavesenelcontactodeChristine.

Seagachóparacogerlas…y,depronto,lellegóaqueloloralolfato,elolorsobreelqueLeighlehabíahablado,elolorqueélhabíanegado.

Aquíestabaahora,comosihubierasalidocuandoélabandonóelcoche:unfuerteolorhediondoacarnepodridaquelehizohumedecerlosojosyleobturólagarganta.Quitólasllavesyseechóhaciaatrás,tembloroso,mirandoaChristinedeunmodoparecidoalhorror.

«Arnie,habíaunapeste.Unapestehorrible,podrida….túyasabesdeloqueestoyhablando.»

«No,notengonilamásligeraidea…Estasimaginandocosas.»Perosiellaestabaimaginandocosas,tambiénestabahaciéndoloél.Arnie se volvió repentinamente y cruzó corriendo la calle hasta «Gino's»

comosilepersiguieraeldiablo.Dentro del local, encargó una pizza que, realmente, no deseaba, cambió

algunas monedas de veinticinco centavos, y se metió en la cabina de teléfonojuntoaltocadiscos.EstabaemitiendounatonadillacorrientequeArnienohabíaescuchadoconanterioridad.

Primero llamó a su casa. Le respondió su padre, con un tono de vozextrañamenteneutra,ysuinquietudseacrecentó.ArnienuncahabíaoídolavozdeMichaelconaqueltono.SupadrehablabacomoanteriormenteMr.Slawson.Estatarde y atardecer del martes estaban adquiriendo los tonos lúgubres de unapesadilla.Másalládelasparedesdecristaldelacabina,pasabancarasextrañasy confusas, como globos desligados sobre los que alguien había dibujadocrudamenterostroshumanos.DiosafanándoseconunRotuladorMágico.

«Mierdosos —pensó incoherentemente—. Todos ellos un puñado demierdosos.»

—Hola, papá—dijo inseguro—. Oye, yo… eh… Creo que he perdido lanocióndeltiempo.Losiento.

—Noimporta—dijoMichael.SuvozeracasiunzumbidoyArniesintióquesu inquietud se convertía en algo parecido al espanto—. ¿Dónde estás, en elgaraje?

—No…, en «Gino's Pizza».En «Gino's Pizza». Papá, ¿Estás bien?Parecesalgoraro.

—Estoy bien —replicó Michael—. Acabo de tirar tu cena al cubo de labasuratumadreestáarriballorandootravezytúteestáscomiendounapizza.Yoestoybien.¿Estásdisfrutandocontucoche,Arnie?

Arnieforzósugarganta,peronosalióningúnsonido.—Papá—consiguiópronunciaralfin—.Nocreoqueesoseamuyjusto.—Creoqueyahedejadodeinteresarmeenloquetúcreasjustooinjusto—

siguióMichael—.Tenías alguna justificaciónpor tu comportamiento, quizás, alprincipio.Peroduranteelúltimomes,másomenos,tehasconvertidoenalguienquenoentiendoenabsoluto,yestáocurriendoalgoqueentiendoaúnmenos.Tumadretampocolocomprende,perolopresienteyestáhaciéndolemuchodaño.Yaséque tienepartedeculpaeneldañoquesiente,perodudoqueesocambie laintensidaddesupena.

—Papá,¡Nomehedadocuentadeltiempoquepasaba!—gritóArnie—¡Nosigasdándoletantaimportancia!

—¿Estabasconduciendotucoche?—Si,pero…—He notado que así suele suceder—comentóMichael— ¿Vendrás a casa

estanoche?—Si,muypronto—dijoArnie.Semojóloslabios—.Sóloquieroacercarme

algaraje.TengoqueinformaraWillydealgoquemepidiópreguntasemientrasestabaen…

—Tampocoesomeinteresamucho,perdóname—replicóMichael.Suvozseguíasiendocortés,fríamentedesconectada.—Ah—respondióArnieconunhilodevozAhoraestabamuyasustado,casitemblando.—¿Arnie?—¿Qué?

Arniecasihablabasusurrando.—¿Quéestásucediendo?—Noentiendoloquequieresdecir.—Por favor.Esedetectivevinoavermea laoficinay tambiénanduvo tras

Regina.Laalterómucho.Yonocreoqueéltuvieraintencióndehacerlo,pero…—¿Y qué es lo que ocurrió esta vez?—preguntó Arnie ferozmente— Ese

jodedor,¿Paraquévinoestavez?Yo…—¿Túqué?—Nada—tragóalgoqueseparecíaaunaboladepolvo—.¿Paraquévino

estavez?—Repperton—respondiósupadre—.Reppertonyesosdosmuchachos.¿Qué

creíasquepodíaser?¿LasituacióngeopolíticadelBrasil?—Loque le sucedió aRepperton fueun accidente—explicóArnie—. ¿Por

qué quería hablar contigo y conmamá sobre algo que fue un accidente, por elamordeDios?

—Nolosé—MichaelCunninghamhizounapausa—.¿Losabestú?—¿Cómo podría saberlo?—gritó Arnie—Yo estaba en Filadelfia. ¿Cómo

podríasabernadadelasunto?Yoestabajugandoalajedrez,ynada…nada,nadamás—acabómansamente.

—Unavezmás—dijoMichaelCunningham—.¿Estásucediendoalgo,Arnie?Arnie se acordó del hedor, aquel fuerte hedor a podrido. Pensó en Leigh

ahogándose,cogiéndoselagargantaponiéndosemorada.Élhabíaintentadodarlegolpes en la espalda porque eso es lo que uno hacía cuando alguien seatragantaba,noexistíanadasemejantealaManiobraHeimlichporqueesonosehabía inventado todavía.Y, además, así era comose suponíaquedebía acabar,sóloque,noenelauto…,juntoalacarretera…ensusbrazos…

Cerró los ojos y le pareció que todo el mundo se inclinaba y girabavertiginosamente.

—¿Arnie?—Noestásucediendonada—exclamócon losdientesapretadosysinabrir

losojos—.Noocurrenadasinoquehayunmontóndegentequeseocupandemíporque,alfinal,obtuvealgoqueesmíoylohicedeltodosolito.

—Muybien—convino su padre. Su voz sin lustre le recordó terriblementeuna vez más la voz de Mr. Slawson—. Si quieres hablar de ello, aquí estoy.

Siempreheestadoaquí,aunquenuncalohedemostradocomodebía.Nodejesdedarunbesoatumadrecuandollegues,Arnie.

—Sí,loharé.Oye,Mi…Clic.Se quedó de pie en la cabina, escuchando estúpidamente el sonido de

absolutamente nada. Su padre se había marchado. Ni tan siquiera quedaba elruidodelalíneaporqueestabaenunacabinatelefónica…estúpida…,jodida.

Hurgóensubolsilloyesparcióelcambioenelpequeñoestantemetálicoendonde podía verlo. Cogió una monedita, casi la dejó caer y, finalmente, laintrodujopor la ranura.Sesentíamareadoycalenturiento.Sesentíacomosi lehubieranrepudiadoconmuchaeficiencia.

MarcódememoriaelnúmerodeLeigh.Mrs. Cabot cogió el teléfono y reconoció inmediatamente su voz usual por

teléfono, agradable e invitante, aunque adquirió dureza. Arnie había tenido suúltimaoportunidadconella,ledijoesavoz,yéllahabíaestropeado.

—Noquierehablarcontigoytampocoquiereverte—respondiólamujer.—SeñoraCabot,porfavor,sipudieranadamás…—Creoqueyahashechobastante—replicófríamenteMrs.Cabot—.Laotra

noche llegó a casa llorando, y sigue llorando de vez en cuando. Tuvo algunaespeciede…experienciacontigolaúltimavezquetúyellasalisteis,yrezosóloparaquenosealoqueyocreíquehabíasido.Yo…

Arniesintióqueunarisahistéricaseleibahinchandodentrodeél.Leighcasihabía muerto ahogada por una hamburguesa y su madre temía que él hubieraintentadoviolarla.

—SeñoraCabot,tengoquehablarconella.—Creoquenoloconseguirás.Arnieintentópensarenalgunaotracosaquepudieradecir,algunamanerade

conseguircruzarporesapuertaguardadaporeldragón.Sesintióunpococomounvendedordeaspiradorasintentandoveraladueñadelacasa.Lalenguaselehabía paralizado. Ahora iba a producirse ese duro clic y, después, seguiríanuevamenteelsuavesilencio.

Entonces oyó que el teléfono cambiaba de manos Mrs. Cabot dijo algoprotestando,yLeigh le replicó, resultabademasiadosofocadoparaquepudieraentenderlo.EntoncesllególavozdeLeigh:

—¿Arnie?—Hola —replicó él—. Leigh, sólo quería llamarte para decirte cuánto

lamentoloque…—Sí—convinoLeigh—.Yaséquelolamentas,yaceptotusexcusas,Arnie.

Peroyono…,novoyasalircontigonuncamás.Amenosquelascosascambien.—Pídemealgoqueseafácil—murmuróelmuchacho.—Esoestodoloqueyo…—seleendureciólavoz,alejadaligeramentedel

teléfono— ¡Mamá, deja de estar ahí encima de mí!—sumadre dijo algo queparecíaungruñido,hubounapausa,ydenuevoseoyó lavozdeLeighen tonobajo—Esoestodoloquepuedodecir,Arnie.Yaséqueparecedemencial,perosigopensandoquetucocheintentómatarmelaotranoche.Nosécómoesposibleque ocurra algo así, pero no importa cómo lo enfoque en mi mente, siempreresultaquelacosaocurriódeesamanera.Yoséqueesasícomofue.Teposee,¿Noesverdad?

—Leigh, si puedes excusarmi lenguaje vulgar eso es una solemney jodidaestupidez.¡Esuncoche!¿Sabesdeletrearlo?Nohaynadamás…

—Sí—replicóLeigh,yahora lavoz le temblabapróximaa las lágrimas—.Se ha apoderado de ti, ella se ha apoderado de ti y supongo que nadie puedelibrarteexceptotúmismo.

De pronto, la espalda se le despertó y comenzó a palpitarle, enviándoledoloresenunaenfermizaradiación,queparecíaencontrarecoyamplificaciónensucabeza

—¿Noesesalaverdad,Arnie?Arnienorespondió,nopodíaresponder.—Líbratede ese coche—prosiguióLeigh—.Por favor.En el periódicode

estamañanaheleídoloocurridoconesechico,Repperton,y…—¿Quétieneesoqueverconmiauto?—cloqueóArnie.Yporsegundavez

—:Esofueunaccidente.—Yonoséloquepudoser.Quizánoquierosaberlo.Peroyanomepreocupo

ahorapornosotros.Esporti,Arnie.Estoyasustadaporti.Túdeberías…No,túdebesliberartedeeso.

Arniemurmuró:—Dimesóloquenomeabandonarás,Leigh.¿Deacuerdo?Ahora Leigh estaba mucho más cerca todavía del llanto, quizá ya estaba

llorando.—Prométemelo, Arnie. Tienes que prometérmelo y después debes hacerlo.

Entoncesnosotros…,yaveremos.Prométemequetedesharásdeeseauto.Estodoloquequierodeti,nadamás.

Arniecerró losojosyvioaLeighcaminandode sucasaal instituto.Yunamanzanamásabajo, esperando junto albordillo, estabaChristine.Esperando aLeigh.

Abrióenseguidalosojos,comosihubieravistounafieraenuncuartooscuro.—Nopuedohacerlo—manifestó.—Entoncesnotenemosmásquehablar,¿Noescierto?—¡Si!,Sitenemosquehablar.Nosotros…—No.Adiós,Arnie.Teveréenelinstituto.—¡Leigh,espera!Clic.Yunsuavesilenciomortal.Porunmomentosesintióllenodeunarabiatotal.Notóunsúbitoimpulsode

hacer rodar el auricular del teléfonopor encimade su cabeza, dandovueltas ymásvueltascomolasboleadorasargentinas,destrozandoelcristaldeesacámarade torturasqueera lacabina telefónica.Lehabíanabandonado, todos lehabíanabandonado.Lasratasqueabandonanunbuquequesehunde.

«Hasdeestardispuestoaayudarteantesdequenadiemáspuedahacerlo.»«¡Alamierdaesagilipollez!Todoseranratasqueabandonanunbuquequese

hunde. Ninguno de ellos, desde ese comemierdas de Slawson, con sus lentesgruesos de concha Y sus ojos extraños como huevos escalfados, hasta esehediondoviejocascadotanjodidamenteaferradoalcoñodesumujer,quehubieradebidodarleaunanavajaparaqueselocortara,hastaesabrujabarataensucasade fantasía, consuspiernascruzadas,probablemente,porque teníaelperíodoypor eso se ahogaba con la maldita hamburguesa, y esos mierdosos con susmalditos coches de fantasía, con losmaleteros llenos de palos de golf, y esosmalditos policías quemegustaría doblegar sobre este estantemismoy jugar algolf con ellos, si pudiera encontrar el agujero adecuado, para meter esaspequeñaspelotasblancas,apuestoaquetuculoestaríamuybien,perocuandoyosalgadeaquínadievaadecirmeloquetengoquehacer,voyahacerloquemedéla gana, a mi manera, mi manera, mi manera, mi manera, mi manera, MIMANERA…»

Arnievolviódeprontoensi,asustadoyconlosojosmuyabiertos,jadeante.¿Qué le había sucedido? Le había parecido como si fuese otra persona por unmomento,alguiendemencialmentedolidocontralaHumanidadengeneral…

Nootrapersonacualquiera.EraLeBay.¡No!¡Esonopodíasercierto!LavozdeLeigh:«¿TúcreesqueesonoesciertoArnie?»Deprontoensumenteconfusaycansada,seprodujoalgocomounavisión.

Estabaoyendolavozdeunsacerdote:

—«Arnold,aceptasaestamujerparaqueseatuamante…»Pero no era una iglesia, estaba en un sitio de coches de segundamano, en

donde ondeaban banderolas de plástico brillantes ymulticolor al soplo de unafuertebrisa.Sehabíaninstaladotumbonas.EraelsitiodeWillDarnellyWillsehallabadepieasuladocomopadrinodelnoviojuntoaélnohabíaningunachica.Christine era quien se encontraba estacionada a su lado, reluciente al solprimaveral,einclusosusparedesblancasparecíanbrillar.

Lavozdesupadre:«¿Quéestásucediendo?»Lavozdelsacerdote:«¿Quiénentregaestamujeraestehombre?»Roland D. LeBay se levantó de una de las tumbonas como la proa de un

esqueléticobuquefantasmadelosHades.Sonreíaburlonamente.Porprimeravez,Arnie vio quién estaba sentado a su alrededor: Buddy Repperton, RichieTrelawney,MoochieWelch.RichieTrelawneyestabaoscurecidoychamuscado,yse le había quemado la mayor parte del cabello. Por la barbilla de BuddyReppertonhabíabrotado la sangre acartonadaen su camisa comounasquerosovómito.PeroMoochieWelcheraelpeor,MoochieWelchhabíaquedadorasgadocomounabolsaderopasucia.Todossonreían.Todosestabansonriendo.

«Yoentrego»,habíacroadoRolandD.LeBay.Hizounamuecaydelhediondoagujero que era su boca se deslizó una lengua resbaladiza con el moho de latumba.«Yolaentrego,yéltienesureciboparademostrar.Ellaestodadeél.Labrujaeselasdepicas…yestodadeél.»

Arnie se dio cuenta de que estaba gimiendo dentro de la cabina telefónica,agarrando fuertemente el auricular apretado contra su pecho. Con un tremendoesfuerzoconsiguiósalirlentamentedelaniebla—visión,loqueaquellofuese—ytratódedominarse.

Esta vez, cuando recogió el cambio del estante, esparció la mitad de lasmonedas por el suelo. Introdujo unamonedita en la ranura y buscó en el listíntelefónicohastaqueencontróelnúmerodelhospital.Dennis.Dennisestaríaallí,Dennissiemprehabíaestadoallí.Dennisnoleabandonaría.Dennisleayudaría.

—Habitacióndoscuarenta,porfavor.Sehizo la conexión.Comenzó a sonar el teléfono.Sonó…y sonó…y sonó.

Cuandoyaestabaapuntoderenunciar,unajovialvozfemeninaledijo:—Segundopiso,AlaC.¿Conquiénquiereustedhablar?—Guilder—dijoArnie—.DennisGuilder.—El señorGuilderestáenTerapiaFísicaenestemomento—le informó la

vozfemenina—.Podráustedhablarconélalasocho.Arnie pensó contarle que era importante —muy importante— pero,

repentinamente, se sintió abrumado por una necesidad de salir de la cabinatelefónica.Laclaustrofobiaeracomounamanogigantehundiéndoseensupecho.Podíaolersupropiosudor.Eraunoloramargo,ácido.

—¿Oiga?—Si,deacuerdo,yavolveréallamar—replicóArnie.Cortólaconexiónysaliócasideestampidadelacabinadejandosucambio

esparcidoporelestanteyelsuelo.Algunaspersonassevolvieronparamirarle,ligeramenteinteresadosy,después,siguierondedicándoseasucomida

—Lapizzaestálista—leinformóelcamarerodelbar.Arnieechóunaojeadaalrelojyvioquehabíapermanecidoenlacabinacasi

unosveinteminutos.Tenía todo el rostro cubierto de sudor.Sentía los sobacoscomounaselva.Le temblaban laspiernas: losmúsculosdesuscaderasparecíaqueestabanapuntodeestallaryesparcirseporelsuelo.

Pagólapizza,casidejandocaerlacarteraalmeterenellalostresdólaresdecambio.

—¿Estáustedbien?—lepreguntóelcamarero—Parecealgopálido.—Estoybien—repusoArnie.Ahora se sentía como si fuera a vomitar.Agarró la pizza dentro de su caja

blanca con la palabra «GINO'S»marcada en la parte superior y huyó a la fríaclaridad aguda de la noche. Había desaparecido la última de las nubes, y lasestrellascentelleabancomodiamantestallados.Sequedóunmomentoenlaaceramirandoprimeramentea lasestrellasydespuésaChristine,estacionadaalotroladodelacalle,esperándolefielmente.

«Ella nunca discutiría ni se quejaría—pensóArnie—. Ella nunca exigiría.Podías entrar en ella en cualquier momento y descansar en su aterciopeladatapicería,descansarensutibieza.Nuncasenegaría.Ella…ella…»

«Ellaleamaba.»Sí,élpresentíaqueesoeraverdad.De lamismamaneraquealgunasveces

sentíaqueLeBaynolahubieravendidoanadiemás,nipordoscientoscincuenta,nipordosmil.Ellahabíaestadoallíesperandoalcompradoradecuado.Alguienquepudiera…

«Alguienquelaamaraporellamisma»—lesusurróaquellavozinterior.Si.Esoera:eraexactamenteeso.Arnie seguía allí de pie, con la pizza olvidada en sus manos, mientras un

vaporcillo blanco perezoso se alzaba de la caja manchada de grasa. Miró aChristine,ysintiódentrodeélunremolinodeemocionestanconfusoquehubierapodido contener un ciclón dentro de su cuerpo recomponiendo todo lo quesimplementenodestruía.Ohsi,éllaamabayladetestaba,laodiabaylaadoraba,lanecesitabaynecesitabahuirdeella,ellaeradeélyéleradeellay…

(«Yoos declaro ahoramarido ymujer, unidos y sellados partir de este díaparasiempreenelfuturo,hastaquelamuerteossepare.»)

Pero lo peor de todo era el horror, el terrible horror paralizante al darsecuentadeque…,deque…

«¿Cómo te hiciste daño en la espalda aquella noche, Arnie? ¿Después queRepperton —el difunto Clarence «Buddy» Repperton— y sus compañeros ladestrozaran?¿Cómotehicisteesedañoenlaespalda,queahoratevesobligadollevaresahediondafajatodoeltiempo?¿Cómotehicistedañoenlaespalda?»

Surgió la respuesta… Y Arnie comenzó a correr, intentando dominar larealización,intentandollegaraChristineantesdequesedieracuentadetodoelasuntoysevolvieraloco.

CorrióhaciaChristine,desafiandoensucarreraasusemocionesconfusasyaesaauroraderealización,corrióhaciaelladelamismamaneraqueunalcohólico

correhaciaunconsuelo,cuandolostembloresylosestremecimientoslleganatalpuntoqueyanopuedepensarennadamásvinoensualivio,corriódelamaneraqueloscondenadoscorrenhaciasudestinofatalcorriócomounreciéncasadoseapresurahaciaellugarendondeleesperasunovia.

Corrióporque,unavezdentrodeChristine,ningunadeestascosasimportaba:ni sumadre, ni supadre, niLeigh, niDennis, ni lo que se había hecho aquellanocheenlaespaldacuandotodossehabíanmarchado,aquellanocheenquehabíatomado su «Plymouth» casi totalmente destrozado del aeropuerto y lo llevó allocaldeDarnelly,unavezellugarestuvosolitario,habíapuestoenpuntoneutrola transmisión deChristine y la empujó, la empujó hasta que comenzó a rodarsobresusneumáticosdeshinchados,laempujóhastaquehubosalidoporlapuertayelpodíaoír elvientodenoviembre,queaullabaagudamenteenvolviendo lasruinasylosbultosabandonadosconsuscristalesestrellados,ysusdepósitosdecombustible reventados, la había empujado hasta que el sudor le cayócopiosamenteyelcorazónlepalpitóenelpechocomouncaballodesbocadoylaespalda le suplicaba compasión a gritos, la había empujado, con el cuerpopalpitante como en una consumación infernal, la había empujado, y dentroretrocedía,lentamente,elodómetroy,aunosquincemetrosmásalládelapuerta,la espalda comenzó a palpitar de verdad, y siguió empujando, y entonces suespaldagritóenseñaldeprotesta,ysiguióempujando,esforzandosusmúsculossobre losneumáticosplanos, rasgadosy lasmanos se ledurmieron, su espaldagritaba,gritaba,gritaba.

Yentonces…HabíallegadojuntoaChristineysearrojódentro,temblorosoyjadeante.La

pizzaselecayóalsuelo.Larecogióyladejóenelasiento,ysintióquelacalmaseibaapoderando,lentamente,deélcomounbálsamosuavizante.

Tocóelvolante,dejóquesusmanossedeslizaranasualrededor,recorriendosudeliciosacurvatura.Sequitóunguanteybuscó las llavesensubolsillo.LasllavesdeLeBay.

Todavíapodía recordar loquehabíasucedidoaquellanoche,peroahorayano le parecía horrible, ahora, sentado detrás del volante deChristine, casi leparecíamaravilloso.Habíasidounmilagro.

Recordócómo,repentinamente,habíasidomásfácilempujarelcocheporquelosneumáticosestabancurándosemágicamenteporsísolosrecomponiéndosesin

unacicatrizeinflándosedespués.Elcristalrotohabíacomenzadoareunirsedelanada, tejiéndose en ascenso con pequeños ruidos rasgantes y cristalinos. Lasabolladurascomenzaronasalirhaciafuera.

Simplemente,estuvoempujándolahastaquesehalló losuficientementebienparapoderrodar,ydespuéshabíamontadoenella,cruzandoporentrelashilerashastaqueelodómetroretrocediómásalláenel tiempo,decuandoReppertonysusamigoslahabíandañado.YentoncesChristineestababien.

¿Quépodíahaberdehorribleentodoeso?—Nada—ledijounavoz.Miró a un lado, Roland D. LeBay estaba sentado en el lado del pasajero

dentrodelcoche,luciendountrajecruzadonegro,camisablanca,corbataazul.Enunadelassolapasdesutrajeexhibíaunahilerademedallas:eraeltrajeconelque se le había enterrado. Arnie lo supo aunque nunca lo había visto en larealidad.SóloqueLeBayparecíamásjovenymásrudo.Unhombreconelquenoteatreveríasajugar.

—Ponlaenmarcha—dijoLeBay—.Ponlacalefacciónenmarchayvayamosapasear.

—Claro—respondióArnie,ydiovueltaalallave.Christinepartióylosneumáticoscrujieronenlaapretadanieve.Habíaestado

empujándola aquella noche hasta que todo el daño quedó reparado. No, noreparado:negado.Negadoeralapalabraexactaparaloquehabíasucedido.

Entonces la había colocado en el compartimiento número veinte dejando elrestodelareparaciónparaél.

—Oigamosunpocodemúsica—dijolavozasulado.Arnieconectólaradio.Dioncantaba«DonnathePrimaDonna».—¿Tecomerásesapizza,oqué?Lavozparecíaalgocambiada.—Seguro—respondióArnie—¿Quiereustedunpedazo?—Yonuncadigoquenoaningunaclasedepizza.Arnieabriólacajadelapizzaconunamanoytiródeunpedazo.—Aquítieneust…Se le agrandaron los ojos. El pedazo de pizza comenzó estremecerse, los

hililloslargosdelquesosebalancearoncomoloshilosdeunatelarañarotaporelviento.

AllíyanoestabasentadoLeBay.Eraélmismoelquesehallabaallí.EraArnie Cunningham de unos cincuenta años de edad, no tan viejo como

LeBayhabíasidocuandoélyDennisleencontraronporprimeravezenaqueldíade agosto, no tanviejo comoLeBaypero llegando, amigosyvecinos, llegandohasta allí.Suotroyoenvejecido llevabaunacamiseta claramente amarillentaysucia,ypantalonesvaquerosazulesmanchadosdegrasa.Susgafasteníanarmazónde concha, envueltas con cinta en una patilla. Llevaba el pelo corto y conentradas.Losojosgriseseranvagosyconvenillasrojas.Subocahabíaadquiridotodoslossignosdelaamargasoledad.Porqueestacosa,aparición,loquefuese,estabasola.Arnielopresintió.

Sola,exceptoconChristine.EstaversióndeélmismoyRolandLeBaypodíahabersidoladepadreehijo:

tangrandeeraelparecidoentreambos.—¿Vasaconducir?,¿Otequedaráscontemplándome?—lepreguntóesacosa.Y, de pronto, comenzó a envejecer ante los ojos asombrados de Arnie. El

cabello color de herrumbre se hizo blanco, la camiseta ondeó y se afinó, elcuerpoqueconteníaseretorcíaporlaedad.Lasarrugascorreteabanporsurostroy quedaban hundidas como líneas de acidez. Los ojos estaban hundidos en suscuencasylascórneasamarilleaban.Ahora,sólolanarizsobresalíahaciadelante,eran los rasgosdeunviejo carroñero, pero seguían siendo todavía suspropiosrasgos,oh,si,todavíasusrasgos.

—¿Hasvistoalgoverde?—dijoestesept…,nooctonarioArnieCunningham,ysucuerposetorcíayretorcíaysedegenerabaenelasientorojodeChristine—¿Hasvistoalgoverde?,¿Hasvistoalgoverde?,¿Hasvisto?

Lavozsequebróyseelevóygimióenuntrémulogritosenil,yahoralapielserasgóenllagasytumoresexterioresy,detrásdelasgafas,catarataslechosascubrieron ambos ojos como persianas que se hubieran bajado. Estabapudriéndosedelantede suspropiosojosy el hedorquedespedía era elmismohedorqueélhabíaolidoantesenChristine, elqueLeighhabíaolido, sóloqueahoraerapeor,eraelolorfuerte,sofocante,asfixiantedelaputrefacción,elhedordesupropiamuerte,yArniecomenzóagemirmientrasLittleRichardsurgíaporla radio cantando «Tutti Frutti», y el cabello de la cosa comenzó a caerrevoloteandocomoplumonesblancosyloshuesosdesucuellosurgíana través

delapieltiranteyrelucienteporencimadeldesfallecientecuelloredondodelacamiseta,sobreellaatravéscomogrotescoslápicesblancos.Suslabiosencogíanseparándosedelosúltimosdientessupervivientesqueseinclinabanaunoyotroladocomolápidasmortuorias,esoeraél,esoestabamuerto.YsinembargovivíacomoChristine:esovivía.

—¿Vesalgoverde?—farfullóaquello—¿Vesalgoverde?Arniecomenzóachillar.

39.Junkinsdenuevo

Thefenderswereclickintheguard-railposts,Theguysbesidemewerejustaswhiteasghosts.Onesays:«Slowdown,Iseespots,Thelinesintheroadjustlooklikedots.»

CHARLIERYAN

ArnieentrabaenelgarajedeDarnell,aproximadamente,unahoradespués.Supasajero—si es que realmente había habido un pasajero— hacía rato que sehabíadesvanecido.Tambiénhabíadesaparecidoelhedor,seguroquetodohasidosólounailusión.«Siunoestabaeltiemposuficienteconlosmierdosos—sedijoArnie—, todo comenzaba a oler a mierda. Y eso, naturalmente, les hacía muyfelices.»

Will estaba sentado a su escritorio dentro de su oficina con mamparas decristal,comiéndoseungranemparedadoounamanochorreante,peronosaliódeallí.Arniehizosonarlabocinayaparcó.

Todohabíasidounaespeciedesueño.Sencillamente.Unaespeciedemencialdesueño.Llamaracasa, llamaraLeigh,el intentodellamaraDennisparaqueesaenfermera ledijesequeDennisestabaenFisioterapia:eracomohabersidonegado tres veces antes de que el gallo cante o algo así. Se había alterado unpoco.Cualquierasehubieraalterado,despuésdelatemporadademierdaporqueestabapasandodesdeagosto.Todoeraunacuestiónperspectivadespuésdetodo:

¿Noescierto?Durantetodasuvida,élhabíasidoalgodeterminadoparalagente,ahoraélestabasaliendodesuconcha,convirtiéndoseenunapersonacorrienteynormal,conlaspreocupacionescorrientesynormales.Noeranadasorprendentequelagenteseresintieraporello,porquecuandoalguiencambiaba

(«paramejoropeor,enlariquezayenlapobreza»)esnaturalquelagentesecomportasealgoraramentealrespecto.Lesjodíala

perspectiva.Leighhabíahabladocomosicreyesequeélestabalocoyesonoeranadasino

mierdadelapeorclase.Elhabíaestadobajounatensión,naturalmentequehabíasido así, pero la tensión era una parte natural de la vida. SiMissLeighCabotpensabadeotramanera,esaseñoritaeracandidataparaunajodidaabismalalasmanosdeunvioladorcampeóndetodoslostiempos:LaVida.Probablemente,loharíatomandoestimulantesparaconseguirponerseenmarchaporlasmañanas,ysoporíferosparadescansarporlanoche.

Ah,peroél ladeseaba inclusoahora,pensandoenella,Arnie sintióqueundeseo inconmensurable, enorme, innombrable le invadía todo el ser como unviento frío, haciéndole apretar ferozmente el volante de Christine entre lasmanos.Eraunardientedeseodemasiadogrande,demasiadoelementalparatenernombre.Erasupropiafuerza.

Peroahoraestababien.Sentíaquehabía…cruzadounúltimopuente,oalgoparecido.

Sehabíarecuperadosentadoenmediodeunaestrechaentradaalacarretera,másalládelosúltimosaparcamientosdelMontroevilleMall,loquesignificabaquesehallabamásomenos,amediocaminodeCalifornia.Alsalirdelcocheymirardetrás,habíavistounagujeroabiertoenunbancodenieveyenelcapódeChristinesederretíalanieveesparcida.Porlovisto,habíaperdidoelcontrolyhabía patinado a través del sitio (que, estando en su apogeo temporada decompras de Navidad, estaba afortunadamente vacía a esta distancia), y habíachocado con el banco. Había sido muy afortunado al evitar un accidente.Malditamenteafortunado.

Permaneció allí sentado un rato, escuchando la radiomirando a través delparabrisasalamedialunaqueflotabaarriba.BobbyHelmscantaba«JingleBeltRock»,unSonidodelaTemporada,comosolíandecirlosdiscjockeys.

Arnie sonrióunpoco, sintiéndosemejor.Nopodía recordar qué era lo que

había visto exactamente (o creía haber visto) y, realmente, no quería saberlo.Fueseloquefueseeralaprimeraylaúltimavez.Estabamuysegurodeello.

La gente había conseguido que él imaginase cosas. Probablemente, estaríanencantadosdesaberlo…,peroélnoibaproporcionarlesesasatisfacción.

Lascosasibanaandarmejorentodoslosaspectos.Elarreglaríalascosasdecasa,dehecho,aquellamismanocheempezaríaviendounpocodetelevisiónconsuspadresjustocomoenlosviejostiempos.YseganaríadenuevoaLeigh.Siaellanolegustabaelcoche,apesardeloextrañasqueresultaransusrazones,alomejor se compraría otro coche muy pronto y le diría que había cambiado aChristine.PodíaconservaraquíaChristine,alquilarunespacio.LoqueLeighnosupieranoleharíadaño.YestaibaaserlaúltimavezquehicierarecadosparaWill, este próximo fin de semana.Ese fanfarrónya había ido lo bastante lejos,Arnielosentíadentrodeél.QueWillcreyesequeArnieerauncobardesiesoesloquequeríacreer.Unarrestoportransporteinterestataldealcoholycigarrillos,sinpermiso,noseríanmuyagradableensusolicitudparalauniversidad,¿Noesasí?Unarrestooinfracciónfederal.No.Noseríabonito.

Rióunpoco.Sesentíamejor.Purgado.Ensucaminoderegresoalgarajesecomió la pizza aunque estaba fría.Estaba hambriento.Le pareció un poco raroquefaltaseunpedazo,dehecho,leinquietóunpoco,peroloolvidó.

Probablemente, lohabría comidoduranteeseextrañomomentoenblanco,oquizálohabíaarrojadoporlaventana.Esohabíasidofantasmal,Nomásdeesamierda.Yseriódenuevo,estavezyamenostembloroso.

Salió entonces del vehículo, cerró de un portazo y se encaminó hacia laoficinadeWillparasaberquéesloqueharíaestanocheparaél.Depronto,seleocurrióqueeldíasiguienteeraelúltimodíadeclaseantesdelasvacacionesynavidad,yesopusomayorelasticidadensupaso.

Coincidió en el momento en que la puerta lateral, aquella junto a la granpuertaparavehículos,seabríayentrabaunhombre.EraJunkins.Otravez.

VioqueArnielemirabayalzóunamano.—Hola,Arnie.Arnie echó una ojeada a Will. A través del cristal, Will se encogió de

hombrosycontinuócomiéndosesugranemparedado.—Hola—replicóArnie—.¿Enquépuedoservirle?—Bueno,nosé…—respondióJunkins.Sonrióydespuéssusojosseclavaron

másalládeArniehastaChristine, evaluando,buscandoalgúndaño—¿Quiereshaceralgopormí?

—Malditaslasganasquetengodehacerlo—replicóArnie.Sentíaquelacabezalepalpitabanuevamenteinvadidaderabia.BudyJunkinssonrió,alparecersinsentirseofendido.—Sencillamente,heentradoalpasar.¿Cómoestás?Alargó lamano.Arniese limitóamirársela.Sinsentirseavergonzadoen lo

más mínimo, Junkins dejó caer la mano y anduvo alrededor de Christine,comenzando a examinarla de nuevo. Arnie le vigilaba, con los labios tanapretados que parecían blancos. Sentía una nueva oleada de ira cada vez queJunkinsdejabacaerunadesusmanossobreChristine.

—Oiga,creoquedeberíaustedcomprarunbilleteparalatemporadaoalgoparecido—explicóArnie—.Porejemploparalospartidosdelos«Steelers».

Junkinssevolvióylemiródeformainterrogante.—Noimporta—dijoArniemalhumorado.Junkinscontinuóobservandoelcoche.—Sabes—ledijo—,esalgodiabólicoloquelesucedióaBuddyRepperton

yaesoschicos,¿Nocrees?«Jódete—pensóArnie—.Novoyaseguirleeljuegoaestecomemierda»—YoestabaenFiladelfia.Torneodeajedrez.—Losé—respondióJunkins.—¡Jesús!Realmenteestáustedvigilándome.JunkinsregresódenuevojuntoaArnie.Ahoranohuboningunasonrisaensu

cara.—Sí,esoescierto—explicó—.Estoyvigilándote.Esunodelosmuchachos

involucrados, creo yo, en los destrozos de tu coche, tres están ahora muertos,juntoconuncuartochicoque,aparentemente,sólohabíasalidoapasearconelloselmartes por la noche. Esa es una coincidencia demasiado extraña. Algomuyexageradoparamí.Yapuedesapostarqueestoyvigilándote.

Arnielemiróconfijeza,tansorprendidoqueolvidoelenfado,insegurodesímismo.

—Creía que había sido un accidente…, que estaban borrachos y a todavelocidady…

—Entodoesohayotrocochedepormedio—explicóJunkins.

—¿Cómolosabeusted?—Habíahuellasen lanieve,porunaparte.Desgraciadamente,elviento las

habíaborradodemasiadoparaquepudiéramosconseguirunafotodecente.Perouna de las barreras de la entrada al Parque Squantic estaba rota, encontramosrestosdepinturarojapegada.El«Camaro»deBuddynoerarojo.Eraazul.

MidióaArnieconlamirada.—También encontramos huellas de pintura roja incrustada en la piel de

MoochieWelch,Arnie.¿Comprendeseso?¿Sabestúlofuertementequeunautohadegolpearaunindividuoparaincrustarpinturaensupiel?

—Debería usted salir por ahí y comenzar a contar coches rojos—replicóArniefríamente—.AntesdellegaraBlueDrivehabrállegadoalaveintena,selogarantizo.

—Puedes apostar por ello —siguió Junkins—. Pero enviamos muestras allaboratoriodelFBI,enWashington,dondetienenmuestrasdetodaslasramasderojo que han utilizado en Detroit. Hoy hemos recibido los resultados. ¿Tienesalgunaideadeloqueeran?¿Quiereshacerunasuposición?

El corazón de Arnie le latía con fuerza en el pecho, y tenía suscorrespondientespalpitacionesenlassienes.

—Yaque está usted aquí, supondría que era «Rojo deOtoño».El color deChristine.

—Esechicosehaganadounamuñequita—bromeóJunkins.EncendióuncigarrilloymiróaArnieatravésdelhumo.Habíaabandonado

cualquierfingimientodebuenhumor,sumiradaresultabapétrea.Arniesellevólasmanosalacabezaenungestoexageradodeexasperación.—«RojodeOtoño»,fantástico.Christinesepintóporencargo,perodesdeel

cincuentaynueveal sesentay treshabía«Fords»pintados«RojodeOtoño»,ytambién«Thunderrbirds»ylacasa«Chevrolet»ofrecióesetonodesdeelsesentaydosalsesentaycuatroy,duranteunatemporada,enlamitaddeloscincuenta,cualquiera hubiera podido comprar un «Rambler» pintado de color «Rojo deOtoño».Heestadotrabajandoenmicincuentayochoyahacemásdemedioaño,puescomprolosfolletosdelosautos,unonopuedetrabajarenuncocheviejosinotienefolletos,oseestácondenadoalfracasoantesdecomenzar.Yolosé—mirófijamenteaJunkins—,yustedlosabetambién.¿Noescierto?

Junkins no respondió, sólo continuó mirando a Arnie con esa mirada fija,

implacable, inquietante. Arnie nunca había recibido una mirada semejante denadie,perolareconoció.Suponíaquecualquieralareconocería.Eraunamiradadepoderosayfirmesospecha.Leasustó.Algunosmesesantes—inclusoalgunassemanas antes— eso es lo que probablemente le hubiera hecho. Pero ahoraademásdeesosepusofurioso.

—Realmente, usted va de pesca. Dígame, de todosmodos, ¿Qué es lo quedemoniostienecontramí,señorJunkins?¿Porquéencimademí?

Junkinsseechóareírycaminóenungransemicírculo.EllugarestabatotalmentevacíoconexcepcióndeellosdosahífuerayWill

dentrodesuoficina,acabándosedecomersuemparedadoylamiendoelaceitedeolivadesusmanos,almismotiempoqueleobservaba,atentamente.

—¿Qué es lo que tengo contra ti? —preguntó Junkins— ¿Cómo te suenaasesinatoenprimergrado,Arnie?¿Teproduceesoalgunaimpresión?

Arniequedómuysilencioso.—No te preocupes —prosiguió Junkins caminando todavía—. No habrá

ningunaimpresionanteescenaconunpolicía.Nadadeamenazastremendassobrellevarte conmigo a comisaría…, excepto que, en este caso, la comisaría seriaHarrisburg.Nadadetarjetas«Miranda».Todosiguebienporahoraparanuestrohéroe,ArnieCunningham.

—Noentiendonadadeloqueusted…—Tú…loentiendes…¡PERFECTAMENTE!—rugióJunkins.Sehabíadetenidojuntoalgigantescobultodeuncamión:otradelascarracas

enmarchadeJohnnyPombeton.JunkinsclavósusojosenArnie.—Tres de los chicos que le atizaron a tu auto están muertos. En ambos

escenariosdel crimen se tomaronmuestrasdepintura«RojodeOtoño», loquenosinduceacreerqueelvehículoqueelatacanteutilizóenamboscasosera,porlomenosenparte,delcolor«RojodeOtoño»¡Ymisteriosobremisterio!Resultaque el coche que esos chicos destrozaron está pintado, en sumayor parte, concolor«RojodeOtoño».Ytúestásahípasmado,subiéndotelasgafasenlanarizydiciéndomequenosabesdequetehablo.

—Yo estaba en Filadelfia cuando sucedió todo eso—repusoArnie en vozbaja—.¿Esqueustednolocomprende?¿Esquenopuedecomprenderlo?

—Chico—dijoJunkinsarrojandoa lo lejossucigarrillo—.Esaes lapartepeordelasunto.Esaeslapartequerealmente,apesta.

—Megustaríaquesemarchaseusteddeaquíoquemearrestara,oloquesea.Porquesesuponequedebotrabajarunpoco.

—Porahora—dijoJunkins—,todoloquehemosconseguidosonpalabras.Laprimera vez, cuandomataron aWelch, se supone que estabas en tu casa, en lacama.

—Nomuy sólido, lo sé—repuso Arnie—. Créame, si hubiera sabido quetodaestamierdameibaacaerencimahubieracontratadoaalgúnamigoenfermoparaquemehicieracompañía.

—Oh, no, eso ha sido bueno—convino Junkins—.Tumadre y tu padre notienenningunarazónparadudardetuhistoria.Esopuedoasegurarlodespuésdehablarconellos.Todaslascoartadas,lasbuenascoartadas,normalmente,tienenmás agujeros que un traje del Ejército de Salvación. Es cuando comienzan aparecerseatrajestipoarmaduracuandomepongonervioso.

—¡Por el sagrado nombre de Jesús!—casi gritó Arnie— ¡Fue una jodidapartidadeajedrez!¡Haceyacuatroañosqueestoyenelclubdeajedrez!

—Hastahoy—repusoJunkins,yArniesequedódenuevosilencioso.Junkinsasintió—. Oh, si, hablé con el asesor del club, Herbert Slawson. Dice que,durantelostresprimerosaños,nuncadejastedeasistirniaunencuentro,inclusotepresentasteenunpardeellos teniendounpocodegripe.Túeras su jugadorestrella.Pero,esteaño,desdeelprincipio,tehassaltadoalgunospartidos…

—Teníaquetrabajarenmicoche…,ysalíaconunachica…—ElseñorSlawsonmedijoquehabíasestadoausentede los tresprimeros

torneos,ysesorprendiómuchocuando tunombreaparecióen lahojadeviajesdel encuentro en losEstadosdelNorte.El creíaqueyahabíasperdido todoelinterésenelclub.

—Yalehedichoausted…—Sí,me lohasdicho…Demasiadoocupado.Cochesychicas, todo loque

hacequeloschicosandenatareados.PerorecuperasteelinteréssuficienteparairaFiladelfiay,después,dejasteelclub.Esomeparecemuyraro.

—Yo no veo nada extraño en ello —replicó Arnie, pero su voz parecíadistante,casiperdidaenelrugidodelaafluenciadesangreensusoídos.

—Bobadas.Parececomosisupierasloqueibaaocurrirytepreparasteparatenerunacoartadaatodaprueba.

Elrugidodentrodesucabezasehabíaconvertidoenunosgolpesconstantesy

ondeantes,comounoleaje,cadapalpitaciónacompañadadeunaembestidasordadedolor.Empezabaasentirdolordecabeza:¿Porquéestehombremonstruosoconsusinquisitivosojososcurosnosemarchabadeunavez?Nadadeaquelloeraverdad, nada en absoluto. El no había preparado nada de antemano, ni unacoartada,ninadaenabsoluto.Sehabíaquedadotansorprendidocomocualquierotroalleerenelperiódicoloquehabíasucedido.Naturalmentequeeraasí.Noestabaocurriendonadararo,amenosquefueselaparanoiadeestelunáticoy

(«¿Cómo te hiciste daño en la espalda Arnie? Y a propósito, ¿Ves algoverde?vesalgo»)

cerrólosojosy,porunmomento,elmundoparecíaquesesalíadesuórbitayvioaquelrostroquesepudría,verdoso,burlón,delantedeél,diciendo:«Ponlaenmarcha.Ponlacalefacciónyvayamosadarunpaseo.Ymientrasestamosenello carguémonos a los mierdosos que destrozaron nuestro coche. Vamos aengrasar a esos pequeños gilipollas, ¿Qué te parece? Vamos a darles tanjodidamente fuerteque ese cortacadáveresdel hospital de la ciudad tendráquesacarles con pinzas los pedacitos de pintura incrustados en la piel. ¿Qué teparece?Oigamosalgunamúsicaalegreenlaradioyrodemos.Vamosa…»

Tanteó detrás de él, tocó a Christine… Su superficie dura, fría,tranquilizadora…Lascosasvolvieronaponerseensusitio.Abriólosojos.

—Queda solamente una cosa, en verdad —siguió Junkins—, y es muysubjetiva.Nadaquepudieraescribirseenuninforme.Estaveztúeresdiferente,Arnie.Másduro,dealgunamanera.Escasicomosihubierasenvejecidoveinteaños.

Arnieseechóareír,ysintióalivioalescucharquesonabamuynatural.—Mr.Junkins,alparecertieneuntornilloflojo.Junkinsnoseleunióenlarisa.—Ya,ya.Losé.Todoesteasuntoesunalocura…,muchomásdemencialque

cualquier otra cosa que haya investigado durante los diez años que llevo dedetective.Laúltimavezmeparecióquepodía atraparte,Arnie.Presentí que tueras…, no sabría decirlo. Perdido, infeliz, que tanteabas a tu alrededor, queintentabas salir…Ahora ya no lo siento en absoluto.Ahorame siento como siestuvierahablandoconotrapersona.Ynoconunapersonamuyagradable.

—Heterminadodehablarconusted—dijoArniebruscamente,ycomenzóa

caminarendireccióndelaoficina.—Quiero saber lo que sucedió —le gritó Junkins—, voy a descubrirlo.

Créeme.—Hágameunfavorynovengaporaquí—lerespondióArnie—.Estáusted

loco.Entróenlaoficina,cerrólapuertadetrásdeélyobservóquesusmanosno

temblabanenabsoluto.Lahabitaciónestabacargadaconlosoloresdeaceitepurode oliva y de ajo. Cruzó por delante deWill sin pronunciar palabra, cogió sutarjeta del estante, y la taladró. Entonces miró a través de la ventana y vio aJunkinsdepiefuera,mirandoaChristine.Willnodijonada.Arniepodíaoírelruidoso motor de la respiración del hombretón. Un par de minutos más tarde,Junkinssemarchó.

—Un«poli»—dijoWill,ysoltóunfuerteeructo.Sonócomounasierradecadena.—Si.—Repperton.—Sí.Creequeyotuvealgoqueverconello.—¿AunqueestuvierasenFiladelfia?Arniesacudiólacabeza.—Alparecer,esonoleimportamucho.«Entonces,eseesunpolilisto—pensóWill—.Esesabequeloshechosestán

falseados, y su intuición le dice que todavía hay algo más falseado que loshechos, demodo que ha idomás lejos en el asunto de lo quemuchos policíashabrían llegado, pero ese podría emplear un millón de años en buscar, y nollegaríahastaelfinaldelaverdad.»

Seacordódelcochevacíoautoconduciéndoseasulugarenelgarajecomounextraño juguete de cuerda. La ranura de ignición vacía dando la vuelta hastaSTART.Elmotorgirandounavez,comoenungruñidodeadvertenciay,después,apagándose.

Ypensandoenestascosas,WillnoconfiabaensimismoparamiraraArniedirectamentealacara,aunquesupropiaexperienciarutinariaparaelengañoteníacasitodaunavida.

—NoquieroenviarteaAlbanysilos«polis»teestánvigilando.—No me importa que me envíes o no a Albany, pero no tienes que

preocupartepornadamás.Eseeselúnico«poli»quehevisto,yestáloco.Noseinteresaenotracosasinoendoscasosdeatropelloyfuga.

Los ojos deWill ahora se toparon con los deArnie: los deArnie grises ydistantes, losdeWilldeunavagaausenciadecolor, en lacórneadeunpálidoamarillo, eran los ojos de un viejo gato callejero que había visto las entrañasabiertasdeunmillarderatones.

—Estáinteresadoporti—explicóaArnie—.EsmejorqueenvíeaJimmy.—TegustacómoconduceJimmy,¿Verdad?—WillmiróunmomentoaArnie,

ydespuéssuspiró.—Deacuerdohijo.Perosivesaese«poli»retrocede.Ysi tepillanconel

saco,Cunningham,elsacoestuyo.¿Loentiendesbien?—Si—dijoArnie—.¿Quieresqueestanochehagaalgúntrabajillo,oqué?—Hayun«Buick»delsetentaysieteenelcuarentaynueve.Sacaelmotorde

arranque.Compruebaelsolenoide.Siteparecebien,sácalotambién.Arnieasintióysalió.LosojospensativosdeWillsedesviarondesuespalda

hastaChristine.EstasemananoeraconvenienteenviarleaAlbany,yéllosabia.Yelchicolosabíatambién,peroseguiríaadelantedetodosmodos.Habíadichoqueiría,yahoraloharíapeseatodo.Ysialgosucedía,elchicoaguantaría.Willestabasegurodeello.Hubountiempoenque,seguramente,nolohabríahecho,peroesosdíasyahabíanquedadomuylejos.

Lohabíaescuchadotodoporelintercomunicador.Junkinsteníarazón.Elchicoeramuchomásduroahora.Will comenzó a mirar otra vez el modelo de 1958. Arnie llevaría el

«Chrysler» de Will a Nueva York. Mientras estuviese fuera, Will vigilaría aChristine.VigilaríaaChristineyveríaloquesucedía.

40.Arniemetidoenproblemas

WithNaugahydebucketseatsinfrontandback,Everythingischrome,man,evenmyjackSteponthegas,shegoesWaaaahhh—I'llletyoulookButdon'ttouchmycustommachine.

THEBEACHBOYS

Rudolph Junkins y Rick Mercer, de la policía del Estado de Pensilvania,departamentodedetectives,estabansentados tomandocafé la tardesiguienteenuna pequeña oficina deprimente, cuyas paredes estaban medio despintadas.Afuera,caíaunatristemezcladeaguanieveyhelada.

—Estoy seguro que éste va a ser el fin de semana—dijo Junkins—. Ese«Chrysler» ha estado rodando cada cuatro o cinco semanas durante los últimosochomeses.

—EntiendequeatraparaDarnellnotienenadaqueverconesaobsesióntuyasobreelchico.Sondoscasosdiferentes.

—Para mí son la misma cosa—replicó Junkins—. El chico sabe algo. Siconsigoqueabraelpico,alomejordescubroloquees.

—¿Opinasqueteníauncómplice?¿Alguienqueutilizóelcocheymatóaesoschicosmientrasélestabaeneltorneodeajedrez?

Junkinsmoviólacabezaenademánnegativo.

—No,malditasea.Elchicosólotieneunbuenamigo,estáenelhospital.Noséquépensar,exceptoqueelcocheestabaimplicadodealgunamanerayelchicotambién.

Junkins dejó su vaso de plástico y alzó el dedo apuntando al hombre queestabaalotroladodelamesa.

—Cuandoconsigamoscerrareselugar,quierounequipodeseispersonasdellaboratorio, técnicos, que lo examinenmilímetro amilímetro, por dentro y porfuera.Loquieroenunelevador,quieroquebusquenabolladuras,repintadas…ysangre.Esoesloquerealmentedeseo.Sólounagotadesangre.

—Esechiconoteesnadasimpático,¿Verdad?—preguntóRick.Junkinssoltóunarisitaturbada.—Mira,laprimeravezsimecayóbien.Simpaticéconélyhastamediopena.

Tuvelaimpresióndequequizásestabaprotegiendoaalgunaotrapersonaqueleteníaatraídodealgunamanera.Peroestavez,nomehagustado.

Estuvopensándolo.—Ytampocomegustóesecoche.Lamaneraenquetocabaelautocadavez

queyocreíaqueyaleteníacogido.Esalgosiniestro.Rickmanifestó:—MientrasnoteolvidesdequeesDarnelleltipoquetenemosqueatrapar…

NadiemásenHarrisburgsientemenorinterésporesechicotuyo.—Lorecordaré—convinoJunkins.TomódenuevosucaféymiróaRickcon

gravedad—.Porqueese chicoes el caminohasta el final.Voya crucificar a lapersonaquematóaesoschicosaunquesealaúltimacosaquehaga.

—Alomejorestasemananosaldrá—dijoRick.Perosalió.

Dos policías de la brigada criminal del Estado de Pensilvania estabansentadosenunafurgoneta«Datsun»decuatroañosenlamañanadelsábado,16de diciembre, vigilando al «Chrysler» negro de Darnell mientras salía por elportalón a la calle. Caía una suave llovizna no era lo bastante fría para seraguanieve.Eraunodeesosdíasnubladosenqueresultaimposibledecirendóndeterminan las nubes bajas y en dónde comienza la niebla. El «Chrysler»,adecuadamente,teníaencendidaslaslucesdeposición.ArnieCunninghameraun

conductoreficiente.Unodelospolicíasalzóunreceptor-transmisorhastasuslabiosyhabló:—ElchicoacabadesalirenelautodeDarnell.Esténatentosypreparados.Siguieronal«Chrysler»hastala76.CuandovieronqueArniesemetíaenla

rampa en dirección este, indicando el camino hacia Harrisburg, giraron por larampaoestehaciaOhio,einformaron.Abandonaríanesacarreterahaciala76porunasalidaquehabíacerca,yvolveríanasuposiciónoriginalcercadelgarajedeDarnell.

—De acuerdo—llegó hasta ellos la voz de Junkins—.Vamos a hacer unatortilla.

Veinte minutos después, mientras Arnie se dirigía a este, rodando a unaprudenteylegalvelocidadde80kilómetros,trespolicíascontodoslospapeleslegalesenreglallamaronalapuertadeWilliamUpshaw,quevivíaenelelegantesuburbiodeSewickley.Upshawabriólapuertacubiertoconunalbornoz.Desdeel interior, a su espalda llegaban los chillidos de una película de dibujosanimadosdelprogramatelevisivodeldomingoporlamañana.

—¿Quiénes,cariño?—gritósuesposadesdelacocina.Upshawmiró lospapeles,queeranórdenesdel tribunal.ÉIsintióque ibaa

desmayarse. Uno de los documentos ordenaba que todos los registros deimpuestosdeWillDarnell(comopersonafísica)yWillDarnell(comoempresa)quedasenbajocustodia.LosdocumentosllevabanlafirmadelfiscalGeneraldePensilvaniaydelmagistradodelTribunalSupremo.

—¿Quiénes,amor?—preguntódenuevosuesposa,yunodesushijossalióparamira,todoojos.

Upshawintentóhablarperosóloprodujounconfusosonido.Yahabíallegado.Había estado soñando en eso y, finalmente, se había presentado. La casa enSewickley no había podido protegerle de ello; la mujer que mantenía a unadistanciaprudencialenKingofPrussianolehabíaprotegidodeello;aquíestaba:lo leyó en los suaves rostros de estos policías con sus trajes de confección«Anderson-Little».Ylopeortodavía,unodeelloseraFederal:Alcohol,TabacoyArmasdefuego.ExhibióunasegundatarjetadeidentidaddeclarándoleagentedealgollamadoFuerzaPolicialFederalparaelControldelaDroga.

—Tenemos información de que tiene una oficina en su casa —explicó el«poli»federal.

Tenía aspecto de…, ¿Qué? ¿Veintiséis? ¿Treinta? ¿Habría tenido quepreocuparsealgunavezdeloqueibaahacercuandoteníatreshijosyunaesposaalaquelegustabanquizádemasiadolascosasbonitas?BillUpshawnolocreíaasí.Cuandounoteníaquepensarenesascosas,noteníaunacaratanserena.Unosólo ponía la cara tan serena cuando podía permitirse el lujo de pensamientosgrandiosos:leyyorden,bienymal,buenoschicosymaloschicos.

Abrió la boca para responder a la pregunta del «poli» federal y sóloconsiguióemitirotroconfusogruñido.

—¿Es correcta nuestra información? —preguntó el policía federal conpaciencia.

—Sí—gruñóBillUpshaw.—¿Yotraoficinaeselnúmero100deFrankstownRoad,alMontroeville?—Si.—Cariño, ¿Quiénes?—preguntóAmber,y salió,vioa los treshombresde

pieenelumbralysecerróelcuellodelabata.Losdibujosanimadosnodejabandebramar.

Upshawpensódepronto,casiconalivio:«Eselfinaldetodo.»Elchicoquehabíasalidoaverquiénhabíavenidodevisitatantempranouna

mañanadesábado, rompiódeprontoen llantoyhuyóenbuscadeseguridadenlos«SuperAmigosdelcanal4».

CuandoRudyJunkinsrecibiólanoticiadequeUpshawhabíasidorequeridoyde que todos los documentos pertenecientes a Darnell, tanto en la casa deUpshaw,enSewickley,comoenlaoficinadeMontroevillehabíanquedadobajocustodia, se puso a la cabeza de una docena de policías estatales en lo que élcreíahubierasidollamadounabatidaenotrostiempos.Inclusoenlatemporadade vacaciones, el garaje tenía bastante trabajo en sábado (aunque, de ningunamanera, era el lugar atareado en que se convertía durante los fines de semanaveraniegos),ycuandoJunkinsalzóunmegáfonoaccionadoporbateríashastaloslabios,ycomenzóautilizarlo,unasdosdocenasdecabezasasomaronportodaspartes.Tendríansuficientetemadeconversaciónparadurarleshastaelañonuevo.

—¡AquílapolicíadelEstadodePensilvania!—gritóJunkinsporelaltavoz.Suspalabrashallaronecoyresonaban.Junkinsdescubrióque,inclusoeneste

momento, sus ojos se sentían atraídos hacia el «Plymouth» rojo y blanco,esperando, vacío, en la plaza número veinte.Durante su oficio habíamanejadomásdemediadocenadearmascriminales,algunasvecesenlamismaescenadelcrimeny,másfrecuentemente,enelbanquillode los testigos,perosólomiraraesecochelehaciasentirescalofríos.

Gitney, el tipo de los Impuestos que había venido especialmente para estaincursión,estabafrunciendoelentrecejoindicándolequecontinuase.«Ningunodevosotrossabedequévaelasunto.Ningunodevosotros.»Peroalzódenuevoelmegáfonohastasuslabios.

—¡Este local queda cerrado! Repito, ¡Este negocio queda cerrado! Podéisllevarosvuestrosvehículossiestánencondicionesderodar…Sino,porfavor,salidrápidaysilenciosamente…¡Estelugarquedaclausurado!

Elmegáfonohizounclicampliandolodesconectó.Miró hacia la oficina y vio que Will Darnell hablaba por teléfono,

sosteniendoentreloslabiosunpurosinencender.JimmySykesestabajuntoalamáquina de la «Coca-Cola», con expresión de confuso desmayo en su rostrosimplón:noparecíamuydistintodelhijodeBillUpshawenelmomentoenqueseechóallorar.

—¿Haentendidoustedsusderechostalcomolehansidoleídos?ElpolicíaalmandoeraRickMercer.Detrásdeél,elgarajeestabavacíocon

excepcióndelospolicíasuniformados,querellenabanimpresossobreloscochesquehabíanquedadobajocustodiacuandosecerróelgaraje.

—Sí—dijoWill.Teníaelrostrodominado,laúnicaseñaldesupreocupaciónerasuprofunda

respiración, el movimiento ansioso del gran torso bajo su camisa blancadesabrochada, y la manera en que sostenía continuamente un aspirador en unamano.

—¿Tieneustedalgoquedecirnosenestemomento?—lepreguntóMercer.—No,hastaquelleguemiabogado.—SuabogadopuedereunirseconnosotrosenHarrisburg—explicóJunkins.

Will dirigió unamirada de desprecio a Junkins y no respondió. Fueramáspolicías uniformados habían terminado de fijar sellos en todas las puertas yventanasdelgarajeexceptoenlapuertecillalateral.Hastaquecesaralacustodiaestatal,todoeltránsitoserealizaríaatravésdeaquellapequeñapuerta.

—Eslacosamásdemencialdelaquejamásheoídohablar—dijoDarnellalfin.

—Pues lo serámás todavía—explicóMercer, sonriendo con sinceridad—.Estarásalejadodeaquíunalargatemporada,Will.Quizásalgúndíatepermitirásencargartedelasapuestassobremotoresdelaprisión…

—Yoleconozcoausted—dijoWill,mirándoledehitoenhito—.UstedsellamaMercer.Conocíasupadre.EraelpolicíamáscorrompidoqueyoconocíenKing'sCountry.

RickMercersepusopálidoyalzóunamano.—Cuidado,Rick—leadvirtióJunkins.—Claro—replicó Will—. Divertíos ahora, tíos. Bromead sobre apuestas,

motoresylaprisión.Peroyoestaréaquídevueltadentrodedosotressemanas.Ysinosabéiseso,esquesoistodavíamásestúpidosdeloqueparecéis.

Pasóunamiradaportodosellos,susojosinteligentessarcásticosyatrapados.Bruscamentealzóelaspirador,hastasuboca,yaspiróprofundamente.

—Llevaosestesacodemierda—dijoMercer.Seguíalívido

—¿Estásbien?—lepreguntóJunkins.Mediahoradespuésestabansentadosenun«Ford»delujosinmarcas.Elsol

sehabíadecididoasalirybrillabacegadorsobrelanievequesederretía,conlascalleshúmedas.Elgaraje«Darnell»estabasilencioso.LoslibrosdeDarnellyel«Plymouth»deCunninghamestabandentroabuenrecaudo.

—Esa chulada que dijo sobremi padre—dijoMercer pesadamente—.Mipadre se mató de un disparo, Rudy, se hizo estallar la cabeza. Y yo siemprecreía…, en la Universidad leí…—se encogió de hombros—Muchos policíasacabande undisparo.MelvinPurvis lo hizo, sabes…Era el tipo que atrapó aDellinger.Perounonodejadepensar…

Mercer encendió un cigarrillo y aspiró el humo con fuerza, larga y

estremecedoramente.—Esenosabíanada—explicóJunkins.—Eljodidonolosabía—explicóMercer.Bajólaventanillayarrojófueraelcigarrillo.Cogióelmicrodedebajodel

panel.—Central,aquíMóvilDos.—Diez-Cuatro,MóvilDos.—¿Quésucedeconnuestrapalomamensajera?—EstáenlaInterestatalOchentaycuatro,llegandoaPortJervis.PortJerviseraelpuntodecruceentrePensilvaniayNuevaYork.—¿EstáispreparadosenNuevaYork?—Afirmativo.—Advertidles otra vez que quiero que haya llegado al lado este de

Middletownantesdequeleagarrenyselecojaelticketdepeajecomoprueba.—Diez-Cuatro.Mercerdevolvióelmicroasulugarysonriódébilmente.—Cuando pase a Nueva York, el asunto será ya sin duda federal… Pero

todavíahemosconseguidolosprimeroslacarnada.¿Noesunamaravilla?Junkins no respondió. En todo ello no había ninguna cosa maravillosa…

DesdeDarnellconsuaspiradoralpadredeMercermetiéndose lapistolaen laboca, no había nada maravilloso en todo ello. Junkins experimentaba unsentimiento vago de inevitabilidad, el presentimiento de que las cosas feas nosólo no estaban terminándose, sino que únicamente acababan de comenzar. Sesentía a medio camino de una historia tenebrosa que acabaría terriblemente.Exceptoqueélteníaqueacabarlaahora,¿Noeracierto?Sí.

Elterriblesentimiento,laterribleimagenpersistió:laprimeravezquehabíahablado con Arnie Cunningham había estado dirigiéndose a un hombre que seahogaba. Pero la segunda vez, esemuchacho ya se había ahogado…y hablabasóloconuncadáver.

Lacoberturadenubes sobreeloestedeNuevaYorkestaba rompiéndose,ylos ánimos de Arnie comenzaron a elevarse. Siempre era bueno alejarse deLibertyville,lejosde…detodo.Nitansiquieraelsaberquellevabacontrabando

enelmaleteropodíaahogaraquelsentimientodeexaltación.Y,porlomenos,estaveznoeradroga.Muyenloprofundodesumente—casinireconocido,peroallíigualmente—,era lavagaespeculacióndequeahora las cosas cambiaríany suvida cambiaria también si dejaba el asunto de los cigarrillos y continuabaadelante.Sidejabadetrásdeéltodoesedeprimenteenredo.

Pero, naturalmente, no podía hacerlo. Abandonar a Christine después dehaberpuestotantoenella,naturalmenteeraimposible.

Conectó la radio y canturreó siguiendo alguna tonadilla corriente. El sol,debilitadoporelmesdediciembre,pero intentando todavía sostenerse, rompiódeltodolosnubarronesyArniesonriócontento.

Seguía aún con su sonrisa, cuando un coche de la policía estatal deNuevaYork seacercó juntoal suyoenelotrocarrily se acomodóa suvelocidad.Elaltavozdeltechocomenzóagritar:

—¡Mensajeparael«Chrysler»!¡Párese,«Chrysler»écheseaunlado!Arnielesmiró,ylasonrisasedesvaneciódesuslabios.Contemplabaunpar

degafasdesoldecolornegro.Gafasdepolicía.Elterrorqueleinvadióeramásintenso de lo que él creía podía llegar a ser cualquier emoción: y no por élmismo.Labocaselesecódeltodo.Lamenteseledesbocó.Sevioapretandoelpedaldelgas,haciendounacarrera.AlomejorlohabríahechosihubieraestadoconduciendoaChristine…,peronoeraasí.VeíaaWillDarnelldiciéndolequesileatrapabanconunsaco,esesacoeradeArnie.Y,principalmente,veíaaJunkins,Junkinsconsusagudosojoscastaños,ysabiaqueestoeraobradeJunkins.

DeseóqueRudolphJunkinsestuvieramuerto.—¡Échateaun lado,«Chryster»! ¡Noestoyhablandoporelgustodeoírmi

propiavoz!¡Detenteinmediatamente!«Nopuedodecirnada»,pensóArnie incoherentementemientrassedirigíaa

una zona de estacionamiento lateral. Sentía hormigueo en las pelotas y elestómagoalocadamenterevuelto.Podíacontemplarsuspropiosojosenelvisor,cubiertosporunmurodetemordetrásdelasgafas:ynoporél.Christine.SentíamiedoporChristine.PorloquepudieranhacerleaChristine.

Su mente invadida por el miedo le mostró un caleidoscopio de imágenesmezcladas. Las solicitudes de ingreso en la Universidad con las palabrasRECHAZADO — CONDENADO CRIMINALMENTE estampadas al través.Rejasdeprisión,aceroazulado.Unjuezqueseinclinabahaciaéldesdesualto

asiento,elrostropálidoyacusador.Mariquitasfanfarronesdentrodelaprisión,en busca de carne fresca. Christine en el elevador, llevada al compresor devehículosenelpatiodedetrásdelgaraje.

Yentonces,mientrasdeteníael«Chrysler»ylosituabaenelaparcamiento,yelautodelapolicíaestatalsecolocabadetrásdeél,yotro(aparecidocomoporencantamiento se situaba delante de él), surgió de alguna parte un pensamientoquelellenódeunfríoconsuelo:Christinepuedecuidardesímisma.

Otropensamientosurgiótambiéndealgunaparte,mientraslospolicíassalíandesuvehículoyseacercabanaél,deellossosteniendounaordenderegistroenlamano.Laspalabrasresonaronconlavozdeunhombreviejo,lavozdeRolandD.LeBay:

«Yellacuidaradetimuchacho.Todoloquedebeshaceresseguircreyendoenellayellacuidarádeti.»

Arnieabriólapuertadelcocheysalióunmomentodespuésdequeunodelospolicíaspudieraabrirla.

—¿ArnoldRichardCunningham?—preguntóunodelosdos.—Si, yo soy —respondió Arnie con tranquilidad—. ¿Iba a demasiada

velocidad?—No, hijo—le dijo uno de los otros—. Pero, a pesar de ello estás en un

valledelágrimas.ElprimerpolicíaavanzóunpasotanformalmentecomooficialdelEjército.—Tengoaquíundocumentodebidamentelegalizadoquepermiteelregistrode

este«ChryslerImperial»1966ennombredelPueblodelEstadodeNuevaYorkydelacomunidaddePensilvaniaydelosEstadosUnidosdeAmérica.Además…

—Bueno,conesosecubretodoeljodidoterreno,¿Verdad?—replicóArnie.Ledolíafuertementelaespalda,ysellevóaellalasmanos.Losojos del policía se agrandaronunpoco al oír la vozde esemuchacho,

perocontinuó:—Además,mepermitedecomisarcualquiercontrabandoencontradodurante

elcursodeesteregistro,ennombredelPueblodelEstadodeNuevaYorkydelacomunidaddePensilvaniaydelosEstadosUnidosdeAmérica…

—Espléndido—replicóArnie.Nada de todo aquello parecía real. Había confusión de coches azules. La

gente que pasaba dentro de sus coches se volvían para mirarle, pero Arnie

descubrióquenoteníaningúndeseodeesconderse,deocultarsurostroyesolehaciasentirsealiviado.

—Damelasllaves,chico—lepidióunodelospolicías.—¿Yporquénolasbuscas,comemierdas?—ledijoArnie.—Noteestáshaciendoningúnfavor,muchacho—prosiguióelpolicía,pero

parecíaalgosorprendidoytemerosoalmismotiempo.Por unmomento la voz del chico se había hechomás profunda y áspera, y

parecía que tuviera cuarenta años más, y fuese un tipo endurecido…, nadaparecidoalmuchachitoendeblequeveíadelantedeél.

Se inclinó, cogió las llaves, y tres de los policías, inmediatamente, sedirigieronalportaequipajes.«Losaben»,pensóArnie,resignado.Porlomenos,esto no tenía nada que ver con la obsesión de Junkins conBuddyRepperton yMoochie Welch y los otros, por lo menos no directamente rectificócautelosamenteestoparecíamásbienunaoperaciónbienplaneadaycoordinadacontra las operaciones de contrabando deWill deLibertyville aNuevaYork yNuevaInglaterra.

—Chico—prosiguió uno de los policías—, ¿Quieres responder a algunaspreguntasorealizarunadeclaración?Sicreesquetegustaría,inmediatamenteteleerélosderechos«Miranda».

—No—replicóArniecontranquilidad—.Notengonadaquedecir.—Lascosaspodríanseralgomásfácilesparati.—Esoescoerción—siguióArnie,sonriendounpoco—.Vigiladoharéisun

granagujeroenvuestropropiocaso.Elpolicíaenrojeció.—Siquieresportartecomounimbécil,esoesasuntotuyo.Abrieronelportaequipajesdel«Chrysler».Tuvieronquesacarelneumático

de recambio, el gato y varias cajas pequeñas de recambio: muelles, tuercas,tornillosycosasparecidas.Unodelospolicíasestabacasideltodometidoenelportaequipajes;únicamente le sobresalían laspiernas cubiertasdegris azulado.Por un momento, Arnie confió, vagamente, en que no encontrarían el doblecompartimiento,despuésrechazóelpensamiento:esaeralaparteinfantilenél,lapartequeahoradeseabarechazar,porqueesaparte,últimamente,estabaquedandodel todo dañada. Lo encontrarían. Y cuanto antes lo encontrasen, más prontoterminaríaestadesagradableescenaalladodelacarretera.

Como si algún dios hubiera escuchado su deseo y hubiera decididocomplacerle apresuradamente, el policía dentro del portaequipajes gritótriunfalmente:

—¡Cigarrillos!—Muybien—convinoelpolicíaque lehabía leído laordende registro—.

Cierra eso —se dirigió hacia Arnie. Le hizo la advertencia «Miranda»—.¿Entiendestusderechostalcomotelosheenunciado?

—Si—dijoArnie.—¿Quiereshacerunadeclaración?—No.—Entraenelauto,hijo.Quedasarrestado.«Estoy arrestado», pensó Arnie, y casi soltó una carcajada pues ese

pensamientoera tandisparatado…Todoesoeraun sueñoyprontodespertaría.Arrestado.Presoenunvagóndelapolicíaestatal.Lagentequelemiraba…

Desesperado,unaslágrimasinfantiles,fuertementesanas,lehicieronunnudoenlagarganta.Leoprimíaelpecho:una,dosveces.

El policía que le había leído sus derechos, le tocó en el hombro con unademándesesperado.Presentíaquesiconseguíametersedentrodesimismoconlarapidezsuficiente,todoiríabien…Sinembargo,lacompasiónpodíavolverleloco.

—¡Nometoques!—Hazloatumanera,hijo—lerespondióelpolicía,sacandolamano.AbriólapuertatraseradelfurgónparaqueArnieentrase.«¿Selloraenlossueños?»Naturalmentequepodíallorarseensueños…¿No

habíaleídoenalgunapartesobregentequesedespertabandesuspesadillasconlágrimasenlosojos?Pero,sueñoonosueño,élnoibaallorar.

EnvezdellorarpensaríaenChristine.Noensumadre,niensupadre,noenLeighni enWillDarnellni enSlawson…,en todosesosmiserablesmierdososquelehabíantraicionado.

PensaríaenChristine.Arniecerrólosojoseinclinósucarapálida,desencajada,haciasusmanose

hizoaquellomismo.YcomosiemprealpensarenChristinelascosasmejoraron.Despuésdeunratopudoenderezarseymirarfueraalpaisajeyreaccionarsobresusituación.

Michael Cunningham depositó lentamente el auricular del teléfono en susoporte—con infinito cuidado—, como si hacermenosque esopudiera causarunaexplosiónyexpandirporsuestudiocortantespedazosdemetralla.Sesentónuevamenteenlabutacagiratoriadelescritorio,encimadelcualteníasumáquinadeescribir«SelectricCorrectorIBMII»,unceniceroconlaspalabrasenazulydorado HORLICS UNIVERSSITY casi ilegibles en el fondo sucio, y elmanuscritodesutercerlibro,unestudiodelosblindados«MonitoryMerrimac».Estabaenmitaddeunapáginacuandohabíasonadoelteléfono.Ahoraaflojóelsujetador de papel a la derecha de lamáquina y sacó la página de debajo delrollo, observando minuciosamente curva. La puso boca abajo encima delmanuscrito,queahoraerapocomásqueunenredodecorreccionesalápiz.

Fueraunvientofríogemíaalrededordelacasa.Latibiezadelasnubesdelamañana había dado lugar a una velada fría y clara de diciembre. La derretidanieve se había helado y su hijo estaba detenido en Albany acusado esto queparecíasercontrabando:«No,Mr.Cunningham,noesmarihuana;soncigarrillos,doscientoscartonesdecigarrillos«Winston»sinlosprecintosfiscales.»

Desde abajo llegaba el zumbido de lamáquina de coser deRegina.Ahoratendría que levantarse, ir hacia la puerta y abrirla, cruzar el vestíbulo hasta laescalera,bajarporella,entrarenelcomedorydespuésenelcuartoconplantasalrededor que, en otros tiempos, había sido el lavadero, pero que ahora era elcuartodecosturaquedarseallídepiemientrasReginaalzabalamiradahaciaél(ellallevaríasusmediasgafasparaeltrabajocerca)ydecir:

—Regina,ArniehasidoarrestadoporlapolicíadelEstadodeNuevaYork.Michael intentó comenzar este proceso levantándose de su butaca giratoria,

peroestaparecíapresentirqueelhombreestabatemporalmentedistraído.Giróyrodóhaciaatrássobresusruedecillasenunmismoinstante,yMichaeltuvoqueagarrarse al borde de su escritorio para no caer. Se retrepó pesadamente en labutacaotravez,yelcorazónlelatióconunarapidezdolorosadentrodelpecho.

Depronto,leinvadióunaoleadacomplejadedesesperaciónypena,gimióenvozaltaysecogiólafrente,apretandoenlassienes.Losantiguospensamientosbullerondentrodesucabezadenuevo,tanseguroscomolosmosquitosenverano,e igualmente enloquecedores. Seismeses antes, las cosas habían idomuybien.Ahora suhijo estaba encerrado enuna cárcel, en algún sitio. ¿Enquémomento

habíancambiadolascosas?¿Cómohabíapodidoél,Michael,cambiarlas?¿Cuáleraexactamentelahistoriadeloocurrido?¿Cuándohabíacomenzadoainfiltrarseladolencia?

—Jesús…Apretó con mayor fuerza, escuchando el gemido invernal fuera de las

ventanas. Él y Arnie habían colocado las protecciones exactamente el mespasado.Aquélhabíasidounbuendía,¿Noescierto?Primero,Arniequesosteníalaescaleraymirandohaciaarriba,yélabajoyArniealláarriba,yélgritándoleaArniequetuvieracuidado,yelvientoqueleagitabaelpeloylashojasmuertascolorcastañorevoloteabanporencimadesuszapatos,perdidosucolor.Seguroque aquel día había sido un buen día. Incluso después de haberse introducidoentreellosaquelcochebestial,aquelautoqueparecíaarrojarunasombrasobretodalavidadesuhijo,comounaenfermedadfatal,inclusodespuéshuboalgunosdíasbuenos.¿Noescierto?

—Jesús —dijo de nuevo con una voz débil, lacrimosa, la voz que éldespreciaba.

Se alzaron ante sus ojos imágenes no deseadas.Colegas que lemiraban dereojo,quequizámurmurasenenelclubdelafacultad.Discusionesencócteles,endondesunombresurgíaysebandeabacomouncuerpoanegadoenagua.Arnienocumpliría los dieciocho hasta dentro de casi dosmeses, y esto suponía que sunombrenosaldríaenlosperiódicos,pero,noobstante,todoelmundolosabría.Elrumorseesparcíaconrapidez.

Depronto,demencialmente,vioaArniealoscuatroaños,acarcajadasenuntriciclorojoqueélyReginahabíanadquiridoenunaventaderebajas(Arnie,aloscuatroaños,lasllamaba«lasventasderebajasdemamá»)lapinturarojadeltricicloteníaunasescamillasdemoho,losneumáticosestabandesgastados,peroArnie se entusiasmó con el triciclo se lo hubiera llevado con él a la cama dehaberpodido.MichaelcerrólosojosyvioaArniedeunladoaotroenlaacera,con sumono azul de carga, el cabello que caía sobre los ojos, y entonces, enfrente,elojodebióparpadearohizoalgoyel tricicloestaocasiónenmohecidoeraChristine, su pintura roja cubierta de herrumbre, y sus ventanillas de unblancolechosoporlaedad.

Apretóconfuerza losdientes.Sialguien lehubieraestadomirando,hubieracreído que sonreía como loco. Esperó hasta tener un poco de dominio de si

mismo, y entonces se levantó y bajó la escalera para decirle a Regina lo quehabía sucedido. Se lo diría y ella pensaría en lo que debían hacer, tal comosiemprehabíasido,ellalerobaríaelmovimientosiguienteasumiendoelbálsamotristequepudieraproporcionar el hacerse cargode las cosasy le dejaría a él,únicamente,conlapenaenfermizayelconocimientodequeahorasuhijoeraotrapersona.

41.Lallegadadelatempestad

ShetookthekeystomyCadillaccar,Jumpedinmykittyanddroveherfar.

BOBSEGER

La primera de las grandes tempestades invernales del nordeste llegó aLibertyvilleenlavísperadeNavidadavanzandoimpetuosaporelterciosuperiorde los Estados Unidos, en un recorrido tempestuoso, amplio y fácilmentepredecible. El día comenzó bajo un sol brillante de cero grados, pero lospronósticos de la mañana ya estaban anunciando, alegremente, el mal tiempo,aconsejandoa losquenohabían terminado suscomprasdeúltimahoraque lashicieranantesdemedia tarde.Paraaquellosquehabíanproyectadoviajesa lascasas familiares para una Navidad a la antigua, siguió el consejo de quereconsiderasensusplanessielviajenopodíahacersedentrodelascuatrooseishorassiguientes.

—SinoqueréispasareldíadeNavidadenunaáreadeaparcamientodelaI-76,enalgúnpuntoentreBedfordyCarlisle,yomemarcharíainmediatamente,omequedaríaencasa—dijoel tipode la«FM-104»asupúblicooyente (buenaparte del cual estaba demasiado cargado para ni tan siquiera considerar laposibilidaddeirapartealguna)y,después,reanudóelprogramadeNavidadconlaversióndeSpringsteende«SantaClausisComingtoTown».

Aproximadamente a las once de la mañana, cuando Dennis Guilder,finalmente,saliódelHospitaldeLibertyville(segúnlasnormasdelhospital,nopudo utilizar sus muletas hasta que hubo salido del edificio, siendo empujadohastaesemomentoensusilladeruedasporElaine),elcielohabíacomenzadoacubrirseyalrededordelsolsehabíaformadouncirculoespectral.Denniscruzócuidadosamente con susmuletas la zona de estacionamiento, flanqueado por supadrey sumadre,muynerviosos, apesardelhechodequeel lugarhabía sidoescrupulosamentebarridodecualquier restodenieveyhielo.Dennissedetuvojuntoalcochefamiliar,alzandoligeramenteelrostropararecibirlafrescabrisa.Hallarsefueraeracomounaresurrección.Sentíaquehubierapodidoseguirallídepiedurantemuchashoras,sinsaciarse.

Aproximadamente a la una de aquella tarde, la furgoneta de la familiaCunningham había llegado a las afueras de Ligonier, a 150 Km. al este deLibertyville.Poraquelentonces, el cieloestabacargado,entoldadosuavementeenuntonogrispizarraylatemperaturahabíadescendidoseisgrados.

Había sido idea de Arnie el que no cancelaran la Navidad tradicional devisitar a tía Vicky y a tío Steve, la hermana de Regina y su marido. Las dosfamilias habían establecido un rito casual, libre, con los años, algunos de loscualesVickyySteveacudíanasucasa,yotroseranlosCunninghamlosqueibanacasadelosLigonier.Elviajedeesteañosehabíaconcertadoaprincipiosdediciembre.

Había sido cancelado después de ocurrir lo que Regina calificaba,tozudamente,de«problemadeArnie»,peroainiciosdelasemanaanterior,Arniehabíacomenzadoainsistirincesantementeparaqueelviajesellevaseacabo.

Finalmente,despuésdeunalargaconversaciónconsuhermana,elmiércoles,ReginacedióaldeseodeArnie:principalmente,porqueVickyparecíasosegadaycomprensiva y, principalmente, sin nada de curiosidad sobre lo que habíasucedido.EstoeraimportanteparaRegina:másimportantedeloqueellahubierasidocapazdedecir.Leparecíaque,enlosochodías,desdequeArniehabíasidoarrestado en Nueva York, había tenido que enfrentarse con una interminablecorriente de curiosidad rancia disfrazada de comprensión.Al hablar conVickyporteléfono,alfinsehabíaderrumbadoyseechóallorar.Eralaprimera,ylaúnicavezdesdequeArniehabíasidoarrestadoenNuevaYork,queellasehabíapermitidoeseamargolujo.Arnieestabadormidoensucama,Michaelquebebía

demasiado,excusándoseenel«espíritudelaNavidad»,habíasalidoparatomaruna o dos cervezas en «O'Malley» con Paul Strickland, otro marginado en eljuego de la política de la facultad. Probablemente, acabaría bebiendo seiscervezas, u ocho, o diez. Y si ella subía después al estudio de Michael, leencontraría sentado muy erguido, ante su escritorio, la mirada fija hacia laoscuridad,losojossecosperoinyectadosensangre.Siellaintentasehablarconél,élleresponderíamuyconfusamenteydemasiadocentradoenelpasado.Ellasuponía que sumarido debía estar sufriendo un ligero trastornomental. No sepermitiríasemejantelujo(yaqueasílocalificabaensupropioestadopersonaldeangustiayenfado)y,cadanoche,girabaybullíaconplanesyproyectoshastalastres o las cuatro de la madrugada. Todos estos pensamientos y planes estabandirigidos a un solo objetivo: «Que podamos salir de este atolladero» Las dosúnicas vías por las que dejaba acercar su mente a lo ocurrido eran,deliberadamente,vagas.Pensabaen«elproblemadeArnie»yen«quepodamossalirdeesteatolladero.»

Pero, hablando con Vicky algunos días después del arresto de Arnie, elcontrolférreodeReginasehabíaresquebrajadounpoco.Lloró,alargadistancia,sobre el hombro deVicky, y ésta la había consolado con cariño, haciendo queReginaseodiaraportodaslaspullasmaliciosasquehabíadirigidoaVickyenlosaños pasados. Vicky cuya única hija había abandonado la Universidad paracasarse y convertirse en una ama de casa, y cuyo único hijo se había sentidosatisfechoconunaescueladeformaciónprofesional(¡Nadadeesoparaelhijodeella!).Vicky, cuyomarido se ocupaba del ridículo trabajo de hacer seguros devida.YVicky, lacosacadavezeramásdivertida,vendíabotes«Tupperware».Pero fue con Vicky con quién pudo llorar, fue a Vicky a quien había podido,finalmente,elpesarpartedesu torturadosentidodedesilusiónyde terrorydepena,sí,ylaterriblevergüenzadetodoello,sabiendoquelagentehablaba,yquelagentequeduranteañoshabíaestadodeseándoleelmal,ahoraestabasatisfecha.Fue Vicky, y quizá siempre había sido Vicky, y Regina decidió que si estemiserable año llegaban a celebrar aNavidad, la celebrarían en la vulgar casa-ranchosuburbanadeVickyySteve,eneldivertidosuburbiodeclasemediadeLigonier, en donde la mayoría de las personas seguían utilizando cochesnorteamericanos y al referirse a una escapada a «Mc Donald's» decían que«comíanfuera».

Mike,naturalmente,sencillamente,sesometióaladecisióndeRegina.Ellanoesperabamásynohubieratoleradonadamenos.

ParaReginaCunningham,lostresdíassiguientesalasnoticiasdequeArnie«tenía problemas» habían sido un ejercicio en el puro control, una durazambullidaparasobrevivir.Susupervivencia, lade lafamilia, lasupervivenciadeArnie:élquizáno locreería,peroReginadescubrióqueno tenía tiempodepreocuparse.EldolordeMikenuncahabíaentradoenlasecuacionesdeella,ensumente nunca cruzó el pensamiento especulativo de que podían consolarse eluno al otro. Sosegadamente, había puesto la cubierta a su máquina de coserdespuésdequeMikebajaseparadarlelanoticia.Hizoeso,yentonceshabíaidoalteléfonoycomenzadolatarea.Laslágrimasquemástardederramaríamientrashablabaconsuhermana,estabanaunmillardeañosdedistancia.Habíapasadorozando anteMichael como si él fuese una pieza delmobiliario, y él la habíaseguidovacilandocomohabíahechodurantetodasuvidamatrimonial.

Llamó a Tomás Sprague, su abogado, enterándose de que su problema erapenal,yrecomendándoleenseguidaauncolega,JimWarberg.LlamóaWarbergyle respondióel serviciode recadosquenoquisodarle elnúmeroparticulardeWarberg. Permaneció un momento sentada junto al teléfono, tamborileandoligeramente susdedos en los labiosy, después, llamódenuevopor teléfono elabogado Sprague no podía darle el número del domicilio de Warberg, pero,finalmente,cedió.CuandoReginadejódehablarconél,Spragueparecíaconfuso,casi en trance. Cuando se lanzaba de lleno, Regina solía causar a menudoreaccionessemejantes.

Llamó aWarberg, quien le respondió que él no podía en absoluto hacersecargo del caso. Regina había atacado nuevamente de firme.Warberg acabó nosólo aceptando el caso, sino que estuvo de acuerdo en ir inmediatamente aAlbany,endondeArnieestabadetenido,paraverquésepodíahacer.Warberg,hablando con la voz asombrada y débil de un hombre lleno de novocaínaatropelladodespuésporuntractor,protestódiciendoqueélconocíaaunhombreperfectamentecapazenAlbanyquesedesenvolveríamejoreneseEstado.Reginafue implacable.Warberg partió en avión particular y pasaba su informe cuatrohorasdespués.

Arnie, explicó había sido detenido bajo una acusación abierta. Al díasiguiente le llevarían en extradición a Pensilvania. Pensilvania y Nueva York

habían coordinado la detención junto con tres agencias federales: La FuerzaFederalparaelControldeDrogas,elIRSylaOficinaFederalAlcohol,TabacoyArmasdeFuego.ElobjetivoprincipalnoeraArnie,unpezpequeño,sinoWillDarnell,DarnellyaquelconquienDarnellestuvierahaciendonegocio.

«Esostipos—dijoWarberg—,consusconexionessospechosasconelcrimenorganizadoyel contrabandodesorganizadodedrogasenelnuevoSur, eran lospecesgordos.»

—Retener a alguien en un caso de acusación abierta es ilegal —habíareplicadoinmediatamenteRegina,echandomanodeunprofundoalmacenamientodedatosadquiridosviendolasmúltiplespelículasdecrímenesdelatelevisión.

Warberg,noprecisamente entusiasmadoenestardondeestabacuandohabíaplaneado pasar una velada tranquila en casa leyendo un libro, respondió conprontitud:

—YoyamehabríapuestoderodillasagradeciendoaDiosqueseaesotodoloquehanrealizado.Leatraparonconunportamaletasllenodecigarrillossinsellofiscal, y si les presiono un poco se sentirán más que satisfechos en acusarle,señoraCunningham.YolesaconsejoaustedyasumaridoquevenganaAlbany.Rápidamente.

—Creíhaberentendidoquemañanadecretaríansuextradición…—Ah,sí,todoesoyahaquedadoarreglado.Perosivamosajugardurocon

estos tipos, deberíamos sentirnos satisfechos de que el juego tenga lugar ennuestrotribunal.Enestecaso,elproblemanoeslaextradición.

—¿Quéesentonces?—Estagentequierejugaralossoldaditosconlasfichasdedominó.Quieren

arrojarasuhijoencimadeWillDarnell.Arnoldnohabla.Deseoqueacudanaquíyleconvenzandequeleconvienemáshablar.

—¿Realmente?—preguntóelladudosa.—¡Demonios, claro que sí!—replicó la voz deWarberg— Estos tipos no

quierenmeterasuhijoenlacárcel.Esunmenoryprovienedeunabuenafamiliasinningúnantecedentepenal,nitansiquieraunmalinformeescolaroproblemasde disciplina. Podrá salir de esto sin tener ni que encararse con un juez. Perodebehablar.

Demodo que se habían ido aAlbany, y Regina había descendido hasta unpasillocortoyestrecho,conbaldosinesblancos,iluminadoconbombillasdealto

voltajeempotradasenunoshuecosdeltechoycubiertascontejidodealambre.Ellugar olía vagamente a «Lysol» y a orina, y ella intentó convencerse,repetidamente, de que su hijo estaba detenido aquí, su hijo. Pero llegar a esaconvicción resultómuy duro.No parecía posible que fuese verdad. Eramuchomásprobablequetodofueseunaalucinación.

AlveraArnie,laposibilidadsedesvanecióconrapidez.Tambiénsedespojóenseguidadelachaquetaprotectoradeltrauma,yellaexperimentóuntemorfrío,destructor.

Fue en este momento cuando se agarró, en principio, a la idea de «quepodamossalirdeesteatolladero»,delamismamaneraqueunapersonaentrancedeahogarseseagarraraaunsalvavidas.EraArnie,erasuhijo,noenunaceldadecárcel(esofueloúnicoqueseleevitóaella,peroellasesintióagradecidainclusoporlospequeñosfavores),sinoenunapequeñahabitacióncuadradacuyoúnicomobiliario consistía endos sillasyunamesa conmuchasquemadurasdecigarrillo.

Arnie la había mirado con fijeza, y su rostro parecía terriblementeenflaquecido,comounacalavera.Hacíasólounasemanaquehabíaidoalbarberoylehabíancortadoelpelosorprendentementecorto(despuésdemuchosañosdellevarlolargo,imitandoaDennis)yahoralaluzdeltechobrillabaconcrueldadsobre lo que le quedaba de pelo, haciéndole parecer momentáneamente calvo,comosilehubieranafeitadolacabezaparahacerlehablar.

—Arnie—ledijosumadre,yfuehaciaél,amediocaminosolamente.Arnievolviólacabezarehusandomirarlaconloslabiosmuyapretados.Ella

sedetuvo.Unamujermásdébilsehubieraechadoallorar,peroReginanoeraunamujerdébil.Dejóqueretornaralafrialdadyseapoderasedeella.

Lafrialdaderatodoloqueahoralasostendría.Envezdeabrazarle—algoque,obviamente,Arnienodeseaba—,Reginase

sentóy ledijo loquehabíaquehacer.Elrehusó.Leordenóquehablaseconlapolicía.Serehusódenuevo.Razonóconél.Elsenegó.Lesermoneo.Yrehusó.Lesuplicó.Senegó.Finalmente,sequedóallítristemente,conundolordecabezaapretándoleenlassienesylepreguntóaArnieelporqué.Elrehusóaclarárselo.

—¡Creíaquetúeraslisto!—gritósumadrealfin.Estaba casi enloquecida por la frustración: la cosa quemás odiaba era no

salirseconlasuya,cuandodeseabaabsolutamentehacerlo,necesitabasalirsecon

lasuyaestodehecho,nohabíasucedidonuncadesdequesaliódesucasa.Hastaahora.Eraenfurecedorencontrarsedesbaratada,tansuaveeimplacablementeporestechicoquehabíamamadoensuspechos.

—¡Yocreíaqueeraslisto,peroeresunimbécil!¡Eres…,eresungilipollas!¡Tellevaránalacárcel!¿QuieresiralacárcelporcausadeeseDarnell?¿Esesoloquequieres?¡Sereirádeti!¡Sereirádeti!

Reginanopodíaimaginarnadapeor,ylaaparentefaltadeinterésdesuhijo,encuantoaqueseburlaranonodeél,laenfurecíaaúnmás.

Se levantó de la silla y se apartó los cabellos de las cejas y los ojos, elademán inconscientedeunapersonaqueestádispuestaapelear.Respirabaconrapidez,conelrostroenrojecido.AArnieleparecióquesumadreparecíamuchomásjoven,ymucho,muchomásviejadeloquenuncalahabíavisto.

—NolohagoporDarnell—replicóconsuavidad—ynovoyairalacárcel.—¿Y quién eres tú, OliverWendell Holmes?—le replicó ella ferozmente,

pero su enojo estaba dominado de algunamanera por un sentimiento de alivio.Por lomenos podía decir algo— ¡Te pillaron en tu coche con el portamaletasllenodecigarrillos!¡Cigarrillosilegales!

Calmosamente,Arnierespondió:—Noestabanenelportamaletas.YeraelcochedeWill,Willmedijoqueme

llevarasucoche.Ellalemiró.—¿Estásdiciéndomequenosabíasqueestabanallí?Arnielamiróconunaexpresiónqueella,sencillamente,nopodíaaceptar,era

tanajenaalcarácterdesuhijo:desprecio.«Buenocomoeloro,mihijoesbuenocomoeloro»,pensódemencialmente.

—YolosabíayWilllosabíatambién.Peroelloshandedemostrareso,¿Noescierto?

Sumadresóloconseguíamirarle,pasmada.—Sime hacen cargar con la culpa de algunamanera—prosiguióArnie—,

tendréunasuspensióndesentencia.—Arnie—ledijo—,noestáspensandosensatamente.Quizátupadre…—Si—interrumpióelchico—.Piensodeformacorrecta.Noséloqueestás

haciendo,perosípiensobienlascosas.Y lamiró, con sus ojos grises terriblemente vacíos, tanto, que sumadre no

pudoresistirloytuvoquemarcharse.En el pequeño recibidor verde caminó a ciegas hacia sumarido, que había

permanecidosentadoenunbancoenWarberg.—Veahoratú—ledijoRegina—.Aversilehacesentrarenrazón.Sealejósinesperarsurespuestasindetenersehastaqueestuvofuerayelaire

fríodediciembreleacariciólasrosasmejillas.Michaelentróperonotuvomejorsuerte,saliósinnadamásqueunagarganta

secayunacaraqueparecíadiezañosmásviejaquealentrar.En el motel, Regina le dijo aWarberg lo que Arnie había declarado y le

preguntósihabíaalgunaposibilidaddequeelchicotuvierarazón.Warbergsequedópensativo.—Sí, esa es una defensa posible—manifestó—.Pero seriamuchísimomás

posiblesiArniefueselaprimerafichadedominódelahilera.Noloes.Hayunvendedordecochesusadosaquí,enAlbany,llamadoHenryBuck.Eseeselqueloescondió.Tambiénhasidoarrestado.

—¿Yquéhadicho?—preguntóMichael—Notengomaneradesaberlo.Perocuandointentéhablarconsuabogado,él

noquisohablarconmigo.Yoencuentroesoofensivo.SiBuckhabla,leecharálaculpa a Arnie. Me apuesto con ustedes mi casa y todo lo demás que Buckdeclararáquesuhijoconocíaqueesedoblecompartimentoestabaahí,yesoesalgomalo.

Warberglesmiróconatención.—Sabenustedes, loqueArniehadichoasumadreessóloastutoamedias,

señoraCunningham.Hablaré con élmañana, antes de que le lleven de vuelta aPensilvania.Asíqueconfíopoderhacerleveresquehayunaposibilidaddequetodoelasuntocaigasobresucabeza.

Delcieloencapotadocomenzaronarevolotearlosprimeroscoposdenieve,mientras entraban en la calle de Steve y Vicky. «¿Estará también nevando enLibertyville?,pensóArnie,ytocólasllavesensuestuchedepielquellevabaenelbolsillo.Probablementetambién.

ChristineseguíaenelgarajedeDarnell,bajocustodia.Esoestababien.Porlomenos, estaba protegida de las inclemencias. El la recogería otra vez.A su

tiempo.Elpasadofindesemanahabíasidocomounaconfusapesadilla.Suspadres,

sermoneándoleenaquellapequeñahabitaciónblanca,parecíanexhibir lascarasdesconectadas de los forasteros; eran cabezas que hablaban un lenguajeincomprensible. El abogado que habían contratado,Warley oWarmly o lo quefuese,hablabasincesardealgoqueelllamabalateoríadeldominó,ysobrelanecesidaddesalirdel«condenadoedificioantesdequetodosederrumbesobretu cabeza,muchacho: hay dosEstados y tres agencias federalesmetidas en eseembrollo.»

PeroArnieestabamáspreocupadoporChristine.Cada vez le parecía más evidente que Roland D. LeBay estaba con él, o

acechandoenalgúnlugarcercadeél:estaba,a lomejor, incorporadodentrodeél. Esta idea no asustaba a Arnie, le consolaba. Pero tenía que andarse concuidado.NoporJunkins,presentíaqueJunkinssóloteníasospechas,yquetodasiban en direcciones equivocadas irradiando desde Christine, en vez deconcentrarsehaciaella.PeroDarnell…ConWillsíquepodríahaberproblemas.Si,problemasauténticos.

Aquella primera noche en Albany, después de que su madre y su padreregresasen a su motel, Arnie había sido llevado a una celda de detención endonde se había dormido con una velocidad y facilidad sorprendentes. Y habíatenido un sueño: no precisamente una pesadilla, sino algo que parecíatremendamenteinquietante.Sehabíadespertadodesveladoenmediodelanoche,bañadoensudor.

Había sonado que Christine había quedado reducida de escala,convirtiéndose en un «Plymouth» de 1958 no mayor a la mano de un hombre.Estaba en una pista con repleta de cochesminiatura, rodeado por un paisaje aescalasorprendentementeacertado:aquíhabíaunacalledeplásticoquepodíaserBasin Drive, aquí otra que podía ser JFK Drive, en donde habían matado aMoochieWelch.Unaconstruccióndepiezas«Lego»queseparecía,exactamente,a Libertyville High. Casas de plástico, árboles de papel, un voluminoso,gigantescoWillDarnell,queestabaalosladosydecidíaloaprisaolodespacioqueeldiminuto«Fury»corríaatravésdetodoaquello.Respirabaruidosamente,aspirandoyespirando,entrandoelaireensusmaltrechospulmonesconunsonidotempestuoso.

«No te conviene abrir la boca,muchachito»—había dichoWill.Dominabaeste modelo de mundo a escala como el Asombroso Hombre Coloso—. «Noquerrásjugarconmigoporqueyoestoyalcontrol;puedohaceresto…»

Y,lentamente,Willcomenzóahacergirarelbotóndelcontrol.Rápido.—¡No!—tratódegritarArnie—¡No,nohagaseso,porfavor!¡Yolaquiero!

¡Porfavor,vasamatarla!En la pista, la pequeñaChristine corría hacia la pequeñaLibertyville cada

vezmásdeprisa,ysuparteposteriorsedesviabaenlascurvasconmovimientotembloroso,albordemásextremodelafuerzacentrífuga,esemisterioenformadeplato.Ahoraelvehículoerasimplementeunaconfusióndeblancosobrerojo,ysumotoremitíaunaespeciedechirridoagudo,irritado.

—¡Porfavor!—gritóArnie—¡Porfavoooooooooor!Finalmente, Will había comenzado a girar el control, con aspecto

maliciosamentecomplacido.Elpequeñococheempezóareducirlavelocidad.«Si comienzas a tener ideas, sólo has de recordar dónde tienes tu coche,

muchachito.Conservacerrada labocayambosviviremosparaseguir luchando.Yoyaheestadoenaprietosmuchopeoresqueeste…»

Arniehabíaalargadolamanoparacogereldiminutobulto,pararescatarlodelapista.ElWilldesusueñolehabíagolpeadoenlamano.

—¿Dequiéneselsaco,muchachito?—Will,porfavor…—Vamos,queyolooiga.—Elsacoesmío.—Ynoloolvides,muchachito.YArniesehabíadespertadoconesaspalabrasenlosoídos.Aquellanocheya

nopudodormirmás.¿Era tan improbable que Will supiera…, bueno, que supiera algo sobre

Christine…?No.Willveíamuchascosasdesdedetrásdeesaventana,perosabiacómo mantener cerrada la boca: por lo menos hasta que llegara el momentoadecuado de abrirla. Quizá Will sabía lo que Junkins ignoraba, que laregeneración deChristine, en noviembre, no era sólo extraña, sino totalmenteimposible.Willsabríaqueunmontóndereparacionesnuncasehabíanrealizado,porlomenosnoporArnie.

¿QuémássabríaWill?Con un frío que subió hormigueante por las piernas hasta las raíces de sus

entrañas,Arniesediocuenta,finalmente,dequeWillpudoestarenelgarajelanocheenqueReppertonylosotroshabíanmuerto.Dehecho,eramásqueposible.Eraprobable.JimmySykeseraunsimplón,Willnoconfiabaendejarlesolo.

«No te conviene abrir la boca.No querrás jugar conmigo porque yo puedohaceresto…»

Pero incluso suponiendo que Will lo supiera, ¿Quién le creería? Ya erademasiado tarde para creer en un autoengaño yArnie no podía alejar de si elimpensablepensamiento…,ytampocolodeseaba.¿QuiéncreeríaaWill,siWillse decidía a contar a alguien queChristine, algunas veces, corría por sí sola?¿Que ella había salido autoconduciéndose la noche en quemataron aMoochieWelch también la noche en que aquellos otros gamberros fueron muertos?¿Creeríaesolapolicía?Semoriríanderisa.¿Junkins?Acalorándose,peroArnienocreíaqueJunkinspudieraaceptartalcosaaunqueloestuvieradeseando.Arniehabíavistosusojos.Asíque,aunqueWilllosupiera,¿Quéprovechopodíasacardesuconocimiento?

Entonces, con un creciente horror, Arnie se dio cuenta de que eso noimportaba. Will saldría al día siguiente a fianza, o al otro día, y entoncesChristineseriaunrecuerdopodríaquemarla:habíaincendiadomuchoscochesensu vida, yArnie lo sabia por haber estado sentado en la oficina escuchándolecontarloydespuésquelahuboquemadoconlaantorcha,unbultoachicharrado,inútil en el patio de atrás, esperaba la trituradora. Ahí va el incinerado deChristine en la cinta transportadora, por donde sale un cubo comprimido demetal.

Los«polis»habíanselladoelgaraje.Peroesotampocoimportabamucho.WillDarnelleraunviejo,ysemantenía

preparadoparacualquier consecuencia.SiWillqueríaentraryquemarconunaantorchaaChristine,loharía…Aunqueeramuchomásprobable—pensóArnie—quecontrataseaunespecialistaenelloparaquehicieraeltrabajo:algúntipoquearrojepequeñospuñadosdebolasdeprenderfuegodentrodelautodespuésle echaría una cerilla encendida. En su imaginación, Arnie podía ver lascrecientes llamas podía oler la tapicería al quemarse. Estaba tendido en elcamastro de la celda, con la boca y el corazón latiéndole alocadamente en el

pecho.«Noteconvieneabrirlaboca.Noquerrásjugarconmigo»Naturalmente, si Will intentaba hacer algo y se descuidaba —si su

concentración se relajaba aunque sólo fuese un momento—, Christine ledestruiría.Pero,dealgunamaneraArnienocreíaqueWillpudiera.

Aldíasiguiente,ArniefuellevadodevueltaaPensilvaniaacusado,ydespuésliberadobajofianzaporunasumademetal.Habríaunjuiciopreliminarenenero,y sehablabadelgran jurado.Elarresto fueasuntodeprimeraplanaen todoelEstado, aunque Arnie fuese sólo identificado como «un joven cuyo nombre semantenía en secreto por el Estado y las autoridades federales a causa de sucondición de menor.» Sin embargo, el nombre de Arnie era suficientementeconocido en Libertyville. A pesar de sus nuevos autocines modernos, susemporios de comidas preparadas y boleras, siendo una ciudad universitaria endondelasvidasdemuchoserandeldominiopúblico.Estaspersonas,ensuparteasociadasconlaUniversidadHorlicks,sabíanquehabíaestadoconduciendoparaWillDarnell,yquiénhabíasidoarrestadoenlalíneafronterizaconelEstadodeNuevaYorkconunmaleterollenodecigarrillosdecontrabando.EralapesadilladeRegina.

Arnieregresóacasayquedóbajolacustodiadesuspadres—porunafianzade mil dólares—, después de una estancia en la cárcel. Todo ello no era,realmente, una grande y jodida partida de «Monopoly». Sus padres se habíanpresentadoconlatarjetade«SalLibredeLaCárcel».Comoeradesuponer.

—¿Dequésonríes,Arnie?—lepreguntóRegina.Michaelestabaconduciendola«rubia»cautelosamentemirandoporentrelos

remolinosdenievecaminodecasa-ranchodeSteveydeVicky.—¿Estabasonriendo?—Sí—replicóella,yletocóelcabello.—Nome acuerdomuybien—respondióMichael valientemente, y sumujer

apartólamano.

Habían llegado a casa en domingo y sus padres le habían dejado solo, ya

fueseporquenosabíancómoconversarconéloporqueestabanmuydisgustados,oquizáunacombinacióndeambascosas.Aélnoleimportóunpimientoloquepudieraser,yesoeralapuraverdad.

Sesentíaagotado,exhausto,unasombradesímismo.Sumadresehabíaidoalacamaydurmiótodaaquellatardedespuésdedejardescolgadoelteléfono.Supadre trababa distraídamente en su taller, conectando su planeador eléctrico ydesconectándolodespués.

Arniesequedósentadoenlasaladeestarcontemplandounpartidoderugby,nosabiendoquiéneseranlosquejugaban,ynoimportándole,satisfechodeestarmirando a los jugadores que corrían de un lado para otro, primero bajo el soltibioybrillantedeCalifornia,ydespuésbajounamezcladelluviayaguanieve,queconvirtióelterrenodejuegoenuncampodebarrorevueltoqueborrabatodaslaslíneas.

Alrededordelasseisdelatardesequedódormido.Ysoñó.Aquella noche soñó de nuevo y, a la siguiente, en la cama en donde había

dormido desde su más temprana edad, con el olmo que arrojaba su sombrafamiliar(eseesqueletoque,milagrosamente,ganabacarnenuevatodoslosmesesdemayo).EstossueñosnofueroncomoelsueñodeWillelgigante,inclinándosepoderososobrelapiladecochesminiatura.Alcabodeunosmomentosdehaberdespertado, ya no podía recordar estos sueños.Y quizás eramejor.Una figurajuntoalacarretera,undedodescarnadoquedabagolpecitosenunapalmadelamanopodridaenunaparodialunáticadeinstrucción:unasensacióninquietantedelibertady…¿Escape?Sí,escape.Nadamás,siescapabadeestossueñosyvolvíaa la realidad una imagen repetida: se hallaba detrás del volante deChristine,conduciendoconlentitudatravésdeunafuerteventisca,tanespesaconlanieveque, literalmente, Arnie no podía ver más allá del capó de su auto. El vientosilbaba,másbieneraunruidodebajo,unsonidomásymássiniestro.Entonces,la imagenhabíacambiado.Lanievedejabadesernieve:eracintaadhesiva.ElrugidodelvientoeraelrugidodeunagranmultitudalineadaaambosladosdelaQuintaAvenida.Leaclamaban.AclamabanaChristine.LesvitoreabanporqueélyChristinehabían…,habían…

Escapado.Cadavezqueestesueñoconfusosedesvanecía,Arniepensaba:Cuandoesto

terminememarcharé.Seguroquemeiré.MeiréencocheaMéxico.YMéxico,mientrasélloimaginabaconsusolardienteysuquietudirreal,parecíairrealenlossueños.

Poco después de haber despertado del último de estos sueños, la idea depasarlaNavidadconlatíaVickyytíoSteve,comoenlosviejostiempos,selehabíapresentado.Despertóconella,yresonabaensucabezaconunainsistenciasingular.Laideaparecíaterriblementebuena,unaideamuyimportante.SalirdeLibertyvilleantesde…

BuenoantesdeNavidad.¿Quéotracosa?Demodoquecomenzóahablardeelloconsupadreysumadre insistiendo

especialmenteconRegina.Elmiércolesellasédecidióbruscamenteyestuvodeacuerdo.ArniesabíaquesumadrehabíahabladoconVicky,yVickynosehabíamostradoinclinadaaculparladelosucedido,detodoquetodoibabien.

AhoraenlavísperadeNavidad,Arniesabíaquetodoestaríaperfectamentebienmuypronto.

—Esahí,Mike—dijoRegina—.yahorapasarásdelargo,justocomohacescadavezquevenimosaquí.

Michaelgruñóydoblóporlaavenida.—Ya la había visto —explicó con el tono perpetuamente defensivo que

siempreparecíausarcuandoestabaconsumujer.«Esunasno—pensóArnie—.Ellalehablacomoaunasno,ellaleconduce

comoaunasno,yélrebuznacomounasno.»—Estássonriendootravez—comentóRegina.—Estabapensandoencuántolosquieroalosdos—replicóArnie.Supadrelemiró,sorprendidoyconmovidoy,enlosojosdesumadre,había

unsuavebrilloquebienpodíaseracausadelaslágrimas.Realmente,lecreyeron.Mierdosos.Hacia las tres en punto de la víspera de Navidad, la nieve todavía era

únicamente ráfagas aisladas, aunque comenzaban a fundirse unas con otras. Lademoraenlallegadadelatempestadnoeranbuenasnoticias,pronosticabanlosmeteorólogos. Se había acumulado y vuelto todavía más viciosa. Las

prediccionesdeposiblesacumulacionesdenievehabíanpasadodelos30cm.aunosprobablemente20cm.,congravescomplicacionesdefuertesvientos.

Leigh Cabot estaba sentada en la sala de su casa, frente al pequeño árbolnaturaldeNavidad,queyacomenzabaaperderlasagujas(ensucasa,ellaeralavozdeltradicionalismoy,durantecuatroaños,habíaconseguidoevitareldeseodesupadredeinstalarunárbolsintético,yeldeseodesumadredecelebrarlafiestaconungansoouncapónenvezdeltradicionalpavodelDíadeAccióndeGracias).Estaba sola en casa.Sumadrey supadrehabían ido al hogarde losStewartparalasbebidastradicionalesdeNavidad.Mr.Stewarteraelnuevojefedesupadre,simpatizabanmutuamente.Mrs.Cabotestabaansiosaporconsolidaraquella amistad. Durante los últimos diez años habían cambiado de casa seisveces,deun lugaraotrode lacostaEstey,de todos los lugaresenquehabíanpermanecido,elquemásgustabaasumadreeraLibertyville.

Deseabaquedarseaquí,ylaamistaddesumaridoconMr.Stewartpodíaserunlargocaminoparaasegurarsudeseo.

«Solitaytodavíavirgen»—pensóLeigh—.Eraunacosaextraordinariamenteestúpidadepensar, pero, a pesar de ello depronto se levantó como si hubierarecibido un pinchazo. Fue a la cocina, sobradamente consciente de aquellospequeños sonidos de servicio de una tierra de maravillas de fórmica: relojeléctrico,elhornoendondeseestabacocinandoun jamón(desconectarlosinohan regresado a las cinco se recordó), un helado frió del frigorífico cuando eldispositivodehacercubitossoltóunodeellos.

Leigh abrió el frigorífico, vio un paquete con seis «Coca-Colas» junto a lacervezadesupadreypensó:«Veteamiespalda,Satán.»Detodosmodos,cogióuna lata.Aldiablo loquehiciera con su cutis.Ahorano salía connadie.Si lepasabaalgo,bueno,¿Yqué?

Lacasavacíalecausabainquietud.Nuncalehabíaocurridoconanterioridad,siempre se había sentido complacida y absurdamente competente cuando suspadres la dejaban sola: una reminiscencia de sus días de infancia, sin dudaalguna.Lacasasiemprelehabíaparecidoacogedora.Peroahoralossonidosdelacocina,delcrecientevientodefuera,inclusoelarrastredesuszapatillasporellinóleo, todos aquellos ruidosparecían siniestros, incluso amenazadores.Si lascosas hubieran ido por otro camino,Arnie podría haber estado ahora con ella.Sus padres, especialmente sumadre, simpatizaban con él.Al principio.Ahora,

naturalmente, después de lo que había sucedido, su madre, probablemente lelavaríalabocaconjabónsisupieraqueLeighestabapensandoenél.PeroellasípensabaenArnie.Lamayorpartedeltiempo,demasiado.Preguntándoseporquehabía cambiado. Preguntándose cómo afrontaba su ruptura. Preguntándose si seencontraríabien.

Elvientocrecióyseconvirtióenunchillidoy,después,seredujounpoco,haciéndole recordar sin motivo alguno, claro estar en un motor de coche quegirabayseparabadespués.

«No regresaremos de la Curva del Hombre Muerto» —susurrabaextrañamente su mente—. Y sin ninguna razón (naturalmente) se acercó alfregaderoyvertiósu«Coca-Cola»poreldesagüe,preguntándosesiibaallorar,ovomitar,oqué.

Comenzó a darse cuenta, sorprendida, de que se hallaba en un estado deprofundoterror.

Sinningunarazón.Naturalmente.Porlomenossuspadreshabíandejadoelcocheenelgaraje(autos,ellatenía

autosenelcerebro).Nolegustabaimaginarasupadreintentandoacudirencochea casa desde el domicilio de los Stewart, medio aturdido por tres o cuatromartinis(exceptoqueélsiemprelosllamabamartunisconeseempeñoinfantildelosadultos).Sólo sehallabana tresmanzanas,y losdoshabían salidodecasaabrigadosyriendodivertidos.Parecíanunpardechiquilloscrecidosdispuestosaformarunmuñecodenieve.Elpaseohastacasalesserenaría.Seríabuenoparaellos.Seríabuenoparaellossi…

Elviento se alzódenuevo arremolinándose en las alturasydespuéspor lacalle,atravésdenubesdeagitadas,nieve,apoyándoseelunocontraelotroparano caerse sobre sus adorables e inseguros traseros, y riéndose. Papá,seguramente,sobaríamaliciosamenteamamáatravésdesuspantalonesdenieve.Delmismomodoquelohacía,cuandoleinspirabaeldeseo,eraalgoquesiemprehabíairritadoaLeighporqueleparecíaqueeraunacosademasiadojuvenilparaunhombreadulto.Pero,naturalmentelesamabaaambos.Sucariñoformabapartedeaquelenojo,ysuexasperaciónocasionalconelloserabuenapartedesuamor.

Caminaban juntos a través de una nieve tan espesa como humo pesado yentonces,enelblancodetrásdeellos,seabrierondosenormesojosverdes,que

parecían flotar….ojos que se parecían terriblemente a los círculos de losinstrumentosdelpanelqueellahabíavistomientrasseahogaba…,ydirigiéndosehaciasuspadres,inocentes,vacilantesysonrientes.

Leighaspiróhondoyvolvióalasalitadeestar.Seacercóalteléfono,casilotocóy,entonces,retrocedióyseacercódenuevoalaventana,mirandoafuera,alablancura,apoyandoloscodosenlaspalmasdelasmanos.

¿Quéhabíaestadoapuntodehacer?¿Llamarles?¿DecirlesqueestabasolaenlacasayquehabíaempezadoapensarenelescurridizoyviejocochedeArnie,su amigadel almade aceroChristine, y que ella quería que regresaran a casaporquetemíaporellosyporellamisma?¿Quéibaahacer?

Agudo,Leigh.Agudo.La calzada hollada y sucia de la calle estaba desapareciendobajo la nieve

reciéncaída,pero lentamente, sóloahorahabíaempezadoanevardeverasconfuerza,yelviento,esporádicamente,intentabaaclararlacalleconfuertesráfagasquehacíarevolotearmembranasdepolvilloquesealzabanparaconfundirseconel cielo blancogrís de la tarde tempestuosa, como fantasmas de humo que seretorcieranlentamente…

Oh, pero el terror estaba ahí era real, y algo iba a suceder. Ella lo sabía.LeighsehabíaquedadoasombradaalsaberqueArniehabíasidoarrestadoporpracticarelcontrabando,peroesareacciónnohabíasidotanfuertecomoeltemorenfermizo que había sentido al abrir el periódico el día anterior, al ver lo quehabía sucedido a Buddy Repperton y a esos otros dos muchachos, aquel díacuando su primer pensamiento, en cierto modo seguro, demencial, y terrible,habíasido:Christine.

Y ahora la agobiaba, terriblemente, el presentimiento de algún nuevo plansiniestro,ynopodíaliberarse,yeraunalocura.ArniehabíaestadoenFiladelfia,asistiendoauntorneodeajedrez,ellalohabíapreguntadoaquelmismodíaynodebería pensarmás en este asunto. Encendería todas las radios y la televisiónpara llenar lacasaderuidos,paranopensarenaquelcochequeolíacomounatumba,aquelautoquehabíaintentadomatarla,asesinarla.

—Oh,malditasea—murmuró—.¿Nopuedesdejarme?Ysusbrazosseesculpieron,rígidamente,encarnedegallina.Bruscamente, se dirigió de nuevo al teléfono, encontró el listín y, tal como

Arnie había hecho dos semanas antes, llamó al hospital de Libertyville. Una

recepcionista de agradable voz le dijo que Mr. Guilder había salido aquellamañana.Leighlediolasgraciasycolgó.

Sequedópensativaen la saladeestarvacía,mirandoelpequeñoárbol losregalos, el belén en el rincón. Buscó entonces el número de los Guilder en ellistíntelefónicoylomarcó.

—Leigh—exclamóDennis,felizmentecomplacido.Ellasentíalafrialdaddelteléfonoensumano.—Dennis,¿Podríaacercarmehastatucasayhablarcontigo?—¿Hoy?—preguntóél,sorprendido.PorlamentedeLeighrodabanpensamientosconfusos.Eljamónenelhorno.

Teníaqueapagarelhornoalascinco.Suspadresestaríanencasa.EralavísperadeNavidad.Lanieve.Y…ellanocreíaquefuesesensatosalirestanoche.Ahífuera, caminandopor las aceras, cuando cualquier cosapodría estar acechandodesdelanieve.

Cualquiercosa.No esta noche, esto era lo peor. Ella no creía que fuese seguro salir esta

noche.—¿Leigh?—No esta noche—replicó—. Estoy cuidando de la casa. Mis padres han

acudidoauncóctel.—Sí, también los míos —comentó Dennis, divertido—. Mi hermana y yo

estamosjugandoalparchís.Ellahacetrampas.Débilmente:—¡Noesverdad!Encualquierotromomentohubierasidodivertido.Peronoahora.—DespuésdeNavidad.Elmartesquizás.Elveintiséis.¿Teparecebien?—Claro—repusoél—.Leigh,¿SetratadeArnie?—No—dijoella,apretandotantoelteléfonoquesumanoquedóadormecida.

Tuvo que esforzarse con su voz—. No… no de Arnie. Quiero hablarte deChristine.

42.Estallalatormenta

Well,she'sahotsteppinhemiwithafouronthefloorShe'saRoadrunnnerengineina'38Ford,Yeah,lateatnightwhenI'mdeadontheline,IswearIthinkofyourprettyfacewhenIletherwind.Welllookoveryonder,seethosecitylights?Comeon,littledarlin,goramroddintonight.

BRUCESPRINGSTEEN

AlascincodeaquellatardeeltemporalhabíacubiertodeblancoPensilvania,la tempestad rugíapor todoelEstado,deuna fronteraaotra, llenadenieve sugargantarugiente.NoseprodujeronlasúltimascomprasapresuradasdeNavidad,ylamayoríadelosdependientesycomerciantessentíanagradecimientohacialamadreNaturalezaapesardenopoderhacerhorasextras.Unosaotros,con lasbebidasnavideñasen lamano,delantedeun fuegoreavivado,sedecíanqueyahabría tiempo de sobras para eso el próximo martes cuando comenzaran losretoños.

La madre Naturaleza no parecía muy maternal aquella noche, cuando elcrepúsculoseconvirtiórápidamenteenoscuridadtotaly,después,enunanochedeventisca.Aquellanocheeraunapagana,una temerariabrujavieja,unaarpíarencorosaquecabalgabaenelviento,ylaNavidadnosignificabanadaparaella,arrancó los papeles plateados de la Cámara de Comercio y los hizo volar en

ráfagasporeloscurocielo,derribóunagranescenadelaactividaddelantedelacomisaríadepolicíayloscorderos,ycabras,laSantaMadreyelNiñotodossehundieron en un banco de nieve y no fueron hallados hasta que el hielo losdescubrió a últimos de enero. Y como un escupitajo final en el ojo de latemporadainvernal,latempestadderribóelárboldequincemetrosalzadofrentealedificioMunicipaldeLibertyville,lohizocaer,rompióunaventanayentróenla oficina delAsesor de Impuestos de la ciudad.Un buen lugar para el árbol,comentaronmuchosdespués.

A las siete de la tarde, los vehículos quitanieves habían amenazado aretirarse.Untrolebúshabíaavanzado,esforzadamente,porlacalleprincipalalassieteycuarto, conunacomitivadecoches siguiéndole lapista tras suplateadoposteriorcomocachorrosdetrásdelamadre,lacallequedóvacíadespués,conexcepción de los pocos coches estacionados en batería, enterrados hasta losparachoquesporlalabordelasquitanieves.Alamañanasiguiente,lamayoríadeellosestaríandeltodoenterrados.EnelcrucedelacalleprincipalyBasinDrive,unaluzintermitentequenodirigíaanadie,girabaydanzabaalvientocolgandodesucableeléctrico.Seprodujounsúbitosiseoeléctricoylaluzseapagó.Dosotrespasajerosdelúltimoautobúsdelaciudadestabancruzandolacalleenaquelmomento,echaronunaojeadahaciaarribayapresuraronelpaso.

Alasochodelanoche,cuandoMr.yMrs.Cabot,finalmente,regresaronasucasa(congran,aunquesilenciado,aliviodeLeigh)lasemisoraslocalesderadioestabanemitiendounruegodelacomisaríadepolicíadelEstadodePensilvaniasolicitandoquelagentesemantuvieraalejadadelascarreteras.

A las nueve de la noche, cuando Michael, Regina y Arnie Cunningham,aprovisionados conponchesde ron (la «Especialidadde laTemporada»de tíoSteve)seagrupabanentornoalatelevisióncontíoSteveytíaVickyparaveraAlastairSimen«AChristsmasCarol»,había sidocerradoun trechodesesentakilómetrosdelPensilvaniaTurnpikeacausadelanieve.Amedianoche,casitodaellaquedaríacerrada.

A las nueve y media, cuando los faros de Christine se encendieron,repentinamente, en el garaje abandonadodeWillDarnell, cortandoun brillantearco en la negrura interior, Libertyville estaba totalmente silenciosa, conexcepcióndelasocasionalesquitanieves.

Enelsilenciosogaraje,elmotordeChristinesedisparóysesilenció.

Sedisparóysesilenció.En el asiento frontal vacío, la palanca de las velocidades señaló EN

MARCHA.Christinecomenzóamoverse.Eldispositivodeojoeléctricoenganchadoalparasoldelconductorzumbóun

momento.Susonidobajoseperdióenelaullidodelviento.Perolapuertalooyó,ysealzóobedientemente.Elvientosoplónievehaciaadentro,quesearremolinóimpetuosamente.

Christinesalió,comounespectroenlanieve.Giróhacialaderechayavanzóporlacalle,consusneumáticoscortandolimpiayfirmementelanieve,singiros,patinazosovacilaciones.

Alfrentehabíaunintermitente,unsemáforoenámbar,queparpadeabaenlanieve.Christinegiróhacialaizquierda,hacialaAvenidaJFK.

DonVanderbergestabasentadoasuescritorioenlaoficinadelaestacióndegasolinadesupadre.Ambos,suspiesysupajarito,estabanenloalto.Leíaunodeloslibrospornodesupadre,unaobritaprofundamenteincisivayestimulantede la imaginación, titulada «Enróscate en Pammie». Pammie ya había sidoenroscada casi por todos menos por el lechero y el perro, y el lechero seacercaba por el caminoy el perro yacía a los pies de la chica cuando sonó eltimbre,indicandouncliente.

Don alzó la cabeza impaciente.Había llamado a su padre a las seis, haciacuatro horas, preguntándole si debía cerrar el negocio: aquella noche habríaescaso movimiento y resultaría insuficiente para pagar ni la electricidad quegastaríaneniluminarelletrero.Supadre,sentadoencasa,calentito,confortableysintenerquedarsumierdosacara,habíadichoqueabriesehastamedianoche.«Sihabía existido alguna vez un Scrooge —había pensado rencorosamente Doncuandocolgabaelteléfono—,eseerasindudasupadre.»

El hecho simple era que a él ya no le gustaba quedarse solo de noche. Enotrostiempos,ynohacíatantodeello,hubieratenidocompañíasuficiente.Buddyhubieraestadoaquíconél,yBuddyeraunimánqueatraíaalosdeliriosconsualcohol, su gramo ocasional de cocaína, pero, principalmente, con la sencillafuerzadesupersonalidad.

Peroahoraestabanmuertos.Todosmuertos.Excepto que algunas veces le parecía a Don que no se habían marchado.

Algunasveces,creía(cuandoestabasolo,comoocurríaestanoche)quealzaríalacabezaylesveríaallísentados:RichiTrelawneyaunlado,MoochieWelchenelotro,yBuddyentre losdosconunabotellade«TexasDriver»en lamanoyunporrodetrásdelaoreja.Horriblementepálidos,lostres,comovampiros,conlosojostanvidriososycomolosojosdeunpezmuerto.YBuddyalzaríalabotellaymurmuraría:Anda,tomauntrago,gilipollas:muyprontoestarástanmuertocomonosotros.

Estasfantasíaseranaveceslobastanterealescomoparadejarleconlabocasecaylasmanostemblorosas.

YelmotivonoeradesconocidoparaDon.Nuncahubiesendebidodestrozarel viejo auto de Caradecoño aquella noche. Cada uno de los tipos queparticiparon en aquella pequeña broma habían muerto de una forma horrible.Todos ellos, es decir, exceptuándose a él y a SandyGalton, y Sandy se habíametidoenaquelviejoydestartalado«Mustang»suyoysehabíalargadoaalgunaparte.Duranteestaslargasnochesdeservicio,Donpensabaconfrecuenciaqueaéllegustaríahacerlomismo.

Fuera,elclientehizosonarlabocina.Don dejó el libro sobre el escritorio, malhumorado, junto a la máquina

grasienta de tarjetas de crédito, y se puso en marcha, mirando afuera paradistinguirelcocheypreguntándosequiénestaríalobastantelococomoparasalircon una mierda de tempestad como aquélla. En el torbellino de nieve eraimposible distinguir nada ni del coche ni del cliente, no podía divisarse formaalguna,exceptolosfarosylaformadelvehículo,queerademasiadolargoparatratarsedeuncochenuevo.

«Algúndía—pensó,mientrasseponíalosguantesysedespedíademalaganade su erección—, su padre pondría bombas de autoservicio y se acabaría todaestamierda.Si lagenteera lobastante locaparasalirenunanochecomoesta,tendríanqueservirsetambiénsupropiagasolina.»

Lapuerta casi se le escapóde lasmanos.La cogió con fuerza para quenodieraunportazocontraelcostadodeladrillodecenizasdeledificioyrompiesealomejor los cristales, casi se cayó de espaldas con sus esfuerzos. En vez delcontinuorugidodelviento(quehabíaestadotratandodenooír)habíacalculado

muymal la fuerza del temporal. La propia altura de la nieve—más de veintecentímetros— le ayudaba amantenerse de pie. «Ese jodido coche debe llevarneumáticosparalanieve»—pensóconresentimiento—.«Siesetipomedaunatarjetadecréditoleromperéelespinazo.»

Caminócondificultadpor lanieve,acercándosealprimerconjuntode islasde seguridad. Ese jodido había aparcado junto a la instalación más alejada.Naturalmente, Don intentó alzar una vez la mirada pero el viento le arrojó lanievealacaraenunimpulsodoloroso,ytuvoquebajarrápidamentelacabeza,dejandoquelapartesuperiordesuparkaparaseelgolpe.

Cruzódelantedelcoche,bañadoporunmomentoenlaluzbrillanteperosincalor,desusdosfaros.Avanzóhastaelladodelconductor.Losfluorescentesdelasbombasdeaquellapartedabanalcocheunvagocolorextravagante,unblancosobrepúrpuradevinodeBorgoña.Yasentíaentumecidas lasmejillas.«Siestetipopideporvalordeundólarymepidequelecompruebeelaceite,lediréquese lometa donde le quepa», pensó y alzó la cabeza a la punzada de la nievemientraslaventanilladescendía.

—¿Puedo…—comenzó,ylapalabraabortadaseconvirtióenungritoagudo,siseanteysinfuerza—:Aaaaaaaaaaaaay…

Inclinándose por la ventanilla, amenos de quince centímetros de su propiorostro,habíauncadáverenestadodedescomposición.Susojoseranunascuencasvacías,grandes,susmomificadoslabiosestabanencogidosalrededordealgunosdientesamarillentos,retorcidos.Unamanoseapoyabasobreelvolante.Laotra,conunhorriblepiqueteo,sealargabaparatocarle.

Donseechóhaciaatrás,elcorazóncomounamáquinaruidosaensupecho,suterrorunamonstruosapiedraardienteenlagarganta.Aquellacosamuertalehizounaseñalparaqueseacercase,conunamuecamaliciosay,depronto,elmotordelcochecobróvida,aumentandosusrevoluciones.

—Llénalo—lesusurróelcadávery,apesardesupasmoydesuhorror,Donvioque llevaba los harapos rasgadosy cubiertos demusgode ununiformedelEjército—.Llénalocomemierdas.

Los dientes de la calavera sonrieron a la luz del fluorescente. En lasprofundidadesdeaquellabocacentelleóunpicodeoro.

—Anda,tómateuntrago,gilipollas—murmuróroncamenteotravoz,yBuddyRepperton se inclinó hacia delante desde el asiento posterior, alargando una

botellade«TexasDriver»haciaDon.Los gusanos se retorcían y salían por entre sumuñeca. Los escarabajos se

arrastrabanmetiéndoseenloquelequedabadepelo.—Creoquenecesitasuntrago.Don dio un chillido, un grito alto e intenso.Giró rápidamente, corriendo a

través de la nieve, dando grandes bocanadas, como en los dibujos animados.Gritódenuevocuandoelmotordelcochechirrióconsufuerzaymiróporencimadel hombro y vio aChristine junto a las bombas. LaChristine de Arnie, queahorasemovía,agitandolanievedetrásdesusneumáticosposterioresylascosasquehabíavistohabíandesaparecido:esoeratodavíapeor,nosabíaporqué.Lascosashabíandesaparecido.Elautosemovíaporsísolo.

Don se había dirigido hacia la calle, y ahora trepó por elmargen de nievearrojadoporlosvehículosquitanievesbajóporelotrolado.Aquíelvientohabíadejadolimpioelpavimentodetodomenosdezonasocasionalesdehielo.

Donresbalóconunadeellas.Lospiessealzaronpordebajodeél.Cayódeespaldasconunpesadogolpe.

Pocodespués,lacallequedóinundadadeluzblanca.Dondiolavueltayalzólamirada,conlosojossaliéndosedelasórbitas,atiempoparaverlosgrandescírculos blancos de los faros deChristine, cuando el vehículo chocó contra lanieveacumulada,lacruzóycayósobreélcomounalocomotora.

ComolasGalias,lasalturasdeLibertyvilleestabandivididasentrespartes.Elsemicírculomáscercanodelaciudadenelgrupobajodecolinas,quehabíasidoconocidocomoelMiradordeLibertyvillehastamediadosdelsigloXIXunaPlaca Bicentenaria en la esquina de las calles Rogers y Tacklin (así lorecordaba), era actualmente el único distrito realmente pobre de la ciudad.Aquelloeraunviveromiserabledeapartamentosyedificiosdemadera.

Los tendederos de ropa abundaban en los desmoronados patios posteriores,que en las estaciones más benignas estaban llenos de chiquillos y de juguetesbaratos: en demasiados casos, tanto los niños como los juguetes estaban muymaltrechos. Esta vecindad, en otro tiempo de la clase media, se había idodegenerando desde que los empleos de guerra se habían agotado en 1945. Eldecliveavanzócon lentitudalprincipioy,después,ganóvelocidaden losaños

sesenta y a principios de los setenta. Ahora ya había llegado lo peor, aunquenadiesaldríadirectamentealacalleparadecirlo,porlomenosnoenpúblico,endondeéloellapodíansercitados.Ahora losnegrosse iban instalandoallí.Enprivado, se contabaen lasmejorespartesde la ciudaden lasbarbacoasy anteunas copas. Los negros, que Dios nos asista, los negros están descubriendoLibertyville.Lazonahabía inclusoganadosupropionombre:noelMiradordeLiberty sino las Colinas Bajas. Era un nombre que muchos encontrabanhorriblementedeghetto.Eldirectordel«Keystone»habíarecibidoavisodiscretopor parte de sus más importantes anunciantes de que utilizar aquella frase enimpreso, y de este modo hacerla legítima, les causaría mucho disgusto. Eldirector,cuyamadrenohabíacriadohijostontos,nuncallegóaimprimirlo.

LaAvenidadelasAlturaspartíadeBasinDrive,enelpropioLibertyville,ydespuéscomenzabaasubir.PasabacortandoporelcentrodelasColinasBajasydespués las dejaba atrás. La carretera subía luego y cruzaba una zona verde,entrandoenunárearesidencial.EstedistritodelaciudadseconocíasimplementecomolasAlturas.Todoestopodríaparecerconfusoacualquiera—AlturasestoyAlturas lo otro—, pero los residentes de Libertyville sabían de que hablaban.Cuando uno mencionaba las Colinas Bajas (Alturas Bajas) se quería decirpobreza,decualquiercarácter.

Cuandosedejabademencionar«bajas»unoqueríadecirladirecciónopuestade la pobreza. Aquí estaban las casas elegantes, la mayor parte de ellasconstruidasconcementoalejadasdelacarretera,algunasdelasmejoresdetrásdeespesos setos vivos. Aquí vivían aquellos que manejaban los hilos deLibertyville:eldirectordelperiódico,cuatromédicos,lanietaricayexcéntricadelhombrequehabíainventadoeldisparorápidoparalaspistolasautomáticas.Lamayoríadelosotroseranabogados.

Más allá de esta zona respetable de los ricos de una pequeña ciudad, laAvenidadelasAlturaspasabaporunacolinaboscosaqueerademasiadoespesaparaserllamadaCinturónverde.Durantemásdecincokilómetroslosbosquessealineaban a ambos lados de la carretera. En el canto más alto de las Alturas,StansonRoadsebifurcabahacialaderecha,muriendoenelEmbankment,decaraalaciudadyalautocinedeLibertyville.

Alotroladodeestamontañabaja(peroconocidatambiéncomolasAlturas),existíaunbarriobastanteviejodeclasemedia,endondelascasasdecuarentay

cincuentaañossederrumbabanlentamente.Amedidaqueestazonacomenzabaaconvertirse en zona de campo, la Avenida de las Alturas llegaba a ser laCarreteradelCondadonúmeroseis.

A lasdiez treintadeaquellaNochebuena,un«Plymouth»del1958,bicolor,ascendíapor laAvenidade lasalturas,cortandosus luces la rabiosaoscuridadsofocadaporlanieve.LosantiguoshabitantesdelasAlturashubierandichoquenada—conlaexcepciónquizádeuncochecontransmisiónenlascuatroruedas— hubiera podido subir por la Avenida de las Alturas aquella noche, peroChristine avanzaba a cincuenta kilómetros por hora con seguridad, los farosinquisidores, los limpiaparabrisasmoviéndoserítmicamentedeun ladoaotroysuinteriortotalmentevacío.Susrodadasreciénhechaseranúnicasy,enalgunoslugares casi tenían 30 cm. de profundidad. El incesante viento las llenaba conrapidez.De vez en cuando, su parachoques frontal y el capó hacían estallar lanieve arremolinada por una ráfaga y echaban con facilidad el polvo de nievehaciaunlado.

ChristinepasólacurvadeStansonRoadyelEmbankmentallídondeunavezsehabíandadocitaArnieyLeigh.

LlegóalacimadelasAlturasdeLibertyybajóporelotrolado,alprincipiocruzando oscuros bosques sólomanchados por la cinta blanca quemarcaba lacarretera,ydespuéspasóporlascasassuburbanasconsusconfortablessalasdeestariluminadas,y,enalgunoscasos,laalegreguirnaldadelucesnavideñas.Enunade estasmoradas unhombre jovenque acababade representar el papel dePapáNoelyquesetomabauntragoconsuesposa,miróporcasualidadafuerayviolaslucesdelosfarosdelcochequepasaba.Seloseñalóalamujer.

—Si ese tipo ha subido esta noche por las Alturas—dijo el hombre a suesposaconunguiño—.Seguroqueeseldiabloelqueloconduce.

—Bueno,esonoimporta—lerespondióella—.Ahoraqueloschicosyahantenidosudiversión,¿Quévoyarecibiryo,PapáNoel?

Ellehizounamuecaburlona.—Yapensaremosenalgo.

Másadelante,enlacarretera,casienelpuntoenquelasAlturasdejabandeserAlturas,WillDarnellestabasentadoenlasaladeestardelasencillacasade

dospisosdelaqueerapropietariodesdehacíatreintaaños.Llevabaunalbornozdescoloridoypeladosobrelospantalonesdesupijama,porencimadeloscualessobresalía su panza voluminosa cual una luna llena. Estaba contemplando laconversión final de Ebenezer Scrooge hacia el lado de la Bondad y laGenerosidad,pero realmenteno loveía.Denuevo,sumente,estabacambiandolaspiezasdeunrompecabezasquecadavez leresultabamásfascinante:Arnie,Welch, Repperton, Christine. Will había envejecido una década durante lasemana pasada desde la incursión.Le había dicho a aquel «poli»,Mercer, queestaría de regreso cuidando de su negocio en el mismo lugar al cabo de dossemanas,pero,ensucorazón,dudabaquefueseasí.Leparecíaqueúltimamenteteníasiemprelagargantaviscosaporelsabordeaquelmalditoaspirador.

Arnie,Welch,Repperton…Christine.—¡Chico!Scroogesehabíaasomadoalaventana,unacaricaturadelEspíritunavideño

consucamisónyelgorro.—¿Estátodavíaenelescaparatedelcarniceroesepavoesplendido?—¿Cuál?—preguntóelmuchacho—¿Esetangrandecomoyo?—Sí, sí—respondió Scrooge, con una risita salvaje. Era como si los tres

espíritus,envezdesalvarle,lehubieranvueltoloco—.¡Esequeestangrandotecomotú!

Arnie,Welch,Repperton…¿LeBay?Algunasveces,Willpensabaquenoeralaincursiónloquehabíaagotadoyle

hacíasentirtanconstantementedoloridoytemeroso.QueinclusonoeraelhechodequelohabíanarrestadoasucontablepreferidoodequelaAgenciaFederaldeImpuestosestuvieronsobreelasuntoy,obviamente,cargadosparacaerestavezcon toda su fuerza.Los impuestos no eran elmotivo por el que él escudriñabacallearribayabajoantesdesalirporlasmañanas,laOficinadelFiscalGeneraldel Estado no tenía nada que ver con las miraditas repentinas que habíacomenzadoalanzarhaciaatrás,cuandovolvíaacasaensucocheporlasnochesprocedentedelgaraje.

Habíarepasadoensumenteloquehabíavistoaquellanoche—oloquecreíahabervisto—unayotravez,intentoconvencerseasímismodequenoerarealenabsoluto…odeque loerade todas todas.Porprimeravezenmuchosaños,seencontródudandodesuspropiossentidos.

Amedidaqueelacontecimientose ibasepultandoenelpasado,se lehacíamásfácilcreerquesehabíaquedadodormidoy,sencillamente,habíasoñadotodoaquello.

NohabíavistoaArniedesdesuarresto,niintentadollamarleporteléfono.Alprincipio, pensó que podía utilizar su conocimiento sobreChristine como unapalancaparamantenercerrada labocadeArnie si el chicoseacobardabay leveníala ideadehablar…Diossabíaqueelchicopodíaayudarmuchoaqueélterminaseenlacárcelsicolaborabaconlos«polis».Hastaquelapolicíahabíaaterrizado por todas partes, Will no se dio cuenta de cuánto sabía Arnieexperimentó algunos momentos de pánico al pensarlo (otra cosa que erainquietante porque era tan extraña a su naturaleza). ¿Habían sabido todos ellostantocomoArnie?¿ReppertonytodoslososcurosclonesReppertonalolargodelospasadosaños?¿Podíahabersidotanestúpidorealmente?

No,decidió.SólohabíasidoCunningham.PorqueCunninghameradiferente.Parecíaentender lascosascaside forma intuitiva.Elnoerasólo fanfarronería,bebida y baratas. De un modo extraño, Will casi se sentía paterno hacia elmuchacho: y no es que hubiera dudado en cortarle las alas al chico si hubieraparecidoqueArnieibaahacernaufragarlabarca.Nohubieradudadoenhacerlo—sedijoconvencido.

En la televisión, un escuálido Scrooge en blanco y negro estaba con losCratchets.Lapelículacasihabíaterminado.Todosellosparecíanlunáticos,yesoeraverdad,peroScrooge,sindudaalguna,eraelpeordetodos.

La expresión de alegría demencial de sus ojos no era tan diferente de laexpresiónenlosojosdeunhombrequeWillhabíaconocidohacíaveinteaños,untipollamadoEverettDinglequeunanochesehabíaidoacasatrassalirdelgarajeyhabíamatadoatodalafamilia.

Willencendióuncigarrohabano.Cualquiercosaparaeliminarel sabordelaspiradordesuboca,esegustohediondo.Despuésleresultómásduroquenuncainclusomantener la respiración.Losmalditos cigarros no ayudaban, pero él yaerademasiadoviejoparacambiar.

Elchiconohabíahablado:porlomenos,hastaelmomentonohabíahablado.HabíansoltadoaHenryBuckeso lehabíadichoaWillelabogado,Henry,quetenía sesenta y tres años y era abuelo, hubiera negado tres veces aCristo si, acambio,lehubieranprometidolalibertadoinclusounasuspensióndesentencia.

ElviejoHenryBuckestabavomitandotodoloquesabíaque,afortunadamente,noeramucho.Conocíalodelosfuegosdeartificioyloscigarrillos,peroesoeransólodospistasdeloquehabíasido,enciertomomento,uncircodeseisosietepistas, incluyendo alcohol, coches robados, armas de fuego (hasta algunasametralladoras vendidas amaniáticos de las armas y cazadores homicidas, quequeríancomprobarsiuno«podíarealmentecortarunvenadocomoheoídodecir»yantigüedadesrobadasdeNuevaInglaterra.Y,enlosdosúltimosaños,cocaína.Esohabíasidounerror,ahoralosabía.EsoscolombianosalláabajoenMiami,eran tan locos como ratas de cloaca. Es decir pensándolo bien, eran ratas decloaca.GraciasaDiosquenohabíanatrapadoalchicoconunalibradecocaína.

Bueno,estavezibanaperjudicarlo:cuántodependía,engranparte,deaquelchicorarodediecisieteaños,ytambiéndesuextrañovehículo.Lascosasestabandelicadamenteequilibradascomouncastillodenaipes.

Willdudabaenhacerodeciralgo, temiendoquepudieracambiar lascosasempeorándolas.YsiemprequedabalaposibilidaddequeCunninghamseecharaareírenlacaraylellamaseloco.

Willselevantó,conelcigarropegadoaloslabiosyelaparatodetelevisión.Se iría a la cama, pero…, pero quizá se tomase un coñac. Ahora, siempre sesentíacansado,peroelsueñotardabaenvenir.

Volvió hacia la cocina… Y entonces fue cuando la cosa comenzó a sonarafuera.Elsonido le llegóporencimadelaullidodelvientoen llamadascortas,autoritarias.

Will se detuvo de súbito en el umbral de la cocina y desenvolviómejor elalbornozalrededordesugranbarriga.Surostroestabaatentovivoyextasiado;derepentevioelrostrodeunhombremuchomásjoven.Sequedóallíunpoco.

Tresbocinazosmáscortos,bruscos.Sediolavuelta,quitándoseelhabanodelaboca,yvolvióconlentitudlasala

de estar. Un sentido de «deja vu» invadió como un baño de agua caliente.Mezcladoconélhabíaunsentimientodefatalismo.ElsabíaqueallíafueraestabaChristine, aun antes de echar la cortina a un lado y mirar afuera. Ella habíavenidoabuscarle,comosesuponíaqueharía.

El coche estaba al final de su avenida como para dormir, algomás que unfantasma entre las membranas de la tempestuosa nieve. Sus piezas brillantesrelucían en amplios conos que, finalmente, se desvanecían en la tempestad.

Duranteunmomento,aWillleparecióquehabíaalguiendetrásdelvolante,peroparpadeó de nuevo y vio que el coche estaba vacío. Tan vacío como cuandoregresóaquellanochealgaraje.

Honc.Honc.Honc-honc.Casicomosiestuvierahablando.El corazón de Will le golpeaba pesadamente en el pecho. Se volvió

bruscamentehaciaelteléfono.HabíallegadoelmomentodellamaraCunninghamdespuésdetodo.Llamarleydecirlequepusieracotoaesedemoniofavoritosuyo.

Estaba a medio camino del teléfono cuando oyó el chillido del motor delcoche. El sonido fue como el grito de unamujer que sospecha la traición. Unmomentodespués se oyóunpesado crujido.Will volvió a la ventanay llegó atiempodeveral coche retrocediendopordelantedelaltomargendenievequeestabaalfinaldelaavenida.

ElcapódeChristine, salpicadoconcoágulosdenievehabíaencrespadounpoco. Elmotor cogió arranque de nuevo. Las ruedas posteriores giraron en lanievepolvorientaydespuésseagarraron.Elcochesaltóporelcaminonevadoychocódenuevoconelbancodenieve.

Estallómásnievehaciaarribaquesealejórevoloteandoenelvientocomoelhumodeuncigarrosopladodelantedeunventilador.

«No lo conseguirás —pensó Will—. Y aunque consiguieras meterte en elcamino¿Qué?¿Creesacasoqueyovoyasalirahífueraparajugar?

Respirandoconmásdificultadquenunca,volvióalteléfono,buscóelnúmerode la casa de Cunningham y comenzó a marcarlo. Los dedos le temblaban, seequivoco,lanzóunjuramento,apretólahorquilla,ycomenzóotravez.

Fuera,elmotordeChristinesepusoenmarcha.Unmomentodespuésseoyóelcrujidoalchocarcontraelbancopor terceravez.Elvientogimióy lanievegolpeólagranventanacomouncuadrocomosifuesearenaseca.Willsepasólalengua por los labios e intentó respirar con lentitud. Pero la garganta se lecerraba,podíasentirlo.

Elteléfonocomenzóasonaralotroextremo.Tresveces.Cuatro.ElmotordeChristineaulló.Seoyóentonceselpesadogolpealchocarcontra

el banco de nieve que las quitanieves habían acumulado a ambos lados de laavenidasemicirculardeWill.

Seistimbrazos.Siete.Nadieencasa.

—Mierdaparaellos—susurróWill,ydejóelauriculardeungolpeviolento.Tenía la carapálida, lasvenasde lanariz ampliadas como las aletasde la

nariz de un animal que olisquea algún incendio contra el viento. Se le habíaapagadoelpuro.Loarrojóa la alfombraybuscóa tientas enelbolsillode sualbornoz mientras volvía apresuradamente a la ventana. Su mano encontró laformaconsoladorade su aspirador, y losdedos se curvaron sobre su culata depistola.

La luz de los faros brilló momentáneamente en su cara, casi le cegó.Willlevantósumanolibreparaprotegerselosojos.Christinehabíachocadootravezconelbancodenieve.Pocoapoco,ibaabriéndosecaminohacialaavenida.Willlacontemplómientrasellaretrocedíacruzandolacarreteraydeseó,salvajemente,queenaquelmomentollegaseunvehículoquitanievesquegolpearaalamalditacosaporelcostado.

No llegó ninguna quitanieves. Fue Christine quien lo hizo, con el motorrugiendo, las luces cegadoras y relucientes, por un momento, Will creyó queChristineibaaprecipitarsedirectamentepasandoporencimadeloquequedabadel banco helado y endurecido. Entonces, las ruedas posteriores perdierontracciónyrodaronfrenéticamente.

Christineretrocedió.LagargantadeWillparecíahaberseencogidohastalaaberturadeunacabeza

dealfiler.Lospulmonesseesforzabanporalcanzaraire.Sacóelaspiradoryloutilizó.

La policía. Tendría que llamar a la policía. Ellos vendrían. El 1958 deCunninghamnopodríaatraparle.Estabasegurodentrodesucasa.Elestaba…

Christine se acercó de nuevo acelerando al cruzar la carretera y esta vezchocó contra el banco y lo pasó por encima con facilidad, su parte frontal alprincipioinclinadahaciaarribabañandolapartedelanteradesucasaconluz,ydespuéscayendosobreelsuelofirme.Yaestabaenlaavenida.Bien,sí,peronopodríaavanzarmás,élcreía…,eso…

Christine no redujo la velocidad. Todavía acelerando, cruzó la avenida ensemicírculohaciendounatangente,surcólanievemenosprofunda,mássuelta,delpatiolateral,yrugiódirectamentehacialaventanaendondeWillDarnellestabadepiemirandoafuera.

Willretrocedióvacilante,jadeandofuerteytropezóconsupropiosillón.

Christine chocó contra la casa.Laventana estalló, dejando entrar el vientoaullador. Los cristales volaron formando mortíferas saetas, cada una de ellasreflejando los faros de Christine. La nieve voló adentro y danzó sobre laalfombra en erráticos tirabuzones. Los faros iluminaron momentáneamente elcuartoconelresplandornonaturaldeunestudiodetelevisión,ydespuésseretirócon el parachoques colgando, el capó alzado, y su rejilla rompió la ventada,convertidaenunamuecadecolgajosdecromollenadecolmillos.

Will estaba a cuatro patas, ahogándose, intentando respirar, con el pechoagitado.Sedabacuentavagamentedequesinohubieratropezadoporencimadeun sillón probablemente hubiera quedado cortado a tiras por los cristalesdisparados.Selehabíadeshecholabataqueondeabadetrásdeélcuandosepusode pie. El viento que entraba a raudales por la ventana levantó la Guía deTelevisiónqueestabaenlamesillajuntoasusillón,ylarevistacruzóvolandolahabitación hasta el pie de la escalera, pasando vertiginosas sus páginas. Willcogióelteléfonoconambasmanosymarcóel0.

Christine retrocediósobresuspropiashuellasenlanieve.Recorriótodoelcamino hasta el banco aplastado a la entrada de la avenida. Entonces avanzóacelerando con rapidez y, mientras se acercaba, el capó comenzó,inmediatamente,aalisarse,larejillaaregenerarseporsísola.

Golpeónuevamente contra el costadode la casa, por debajode la ventana.Volaronmáscristales,lamaderaseastilló,gruñóycrujió.Elmarcoinferiordelagranventanasepartióendosy,duranteunmomento,elparabrisasdeChristine,ahora resquebrajadoy lechoso, pareció respirar dentro comoungigantescoojoextraño.

—Policía—ledijoWillaloperador.Casino teníavoz, todoeraestertorysilbido.Sualbornozseagitabaconel

fríovientotempestuosoqueentrabaporladestrozadaventana.Vioquelapareddebajo de la ventana estaba casi toda en ruinas. Sobresalían pedazos rotos delistones,comohuesosfracturados.Nopodríaentraraquídentro.¿Podría?¿Podríaesoentrar?

—Losiento, señor, tendríaquehablarmásalto—ledijoeloperador—.Alparecer,tenemosunamalaconexión.

—Policía —dijo Will, pero esta vez ni tan siquiera fue un murmullo,únicamenteunsiseodeaire.Diosmío,estabadebatiéndose,supechoeralacaja

fuertefortificadadeunBanco.¿Dóndeestabasuaspirador?—¿Oiga?—preguntóconvozdudosaeloperador.Allíestaba,enelsuelo.Willdejócaerelteléfonoparacogerlo.Christine se acercó de nuevo, rugiendo a través del céspedy golpeando el

costadode lacasa.Estavez, todoelmurocedióenunestallidodemetralladecristalesylistonese,increíblemente,comoenunapesadilla,elcapóaplastadoyabolladodeChristineestabaensusaladeestar,estabadentro,yWillpodíaolerelmotorcalienteyloshumosdeescape.

LaparteinferiordeChristineseenganchóenalgo,yretrocediódenuevoporelagujerodesigualconunenormeruidodetablonesarrancados,supartefrontaleraunaruinadestrozadacubiertadeyesoynieve.Pero,alcabodeunossegundos,insistiódenuevo,yestavezquizápodría…,sencillamentepodría…

Willagarrósuaspiradorycorrióaciegashacialaescalera.Sehallaba sóloamediocaminoarriba, cuandoelgemidode lamarchadel

cochesereanudódenuevoyélsevolvióparamirar,inclinándoseporencimadelabarandillamásqueagarrándoseaella.

Laalturadelpozode laescaleradabaciertaperspectivadepesadilla.WillcontemplócómoChristinecruzabaelcéspednevado,vioquesucapóvolabatanaltoqueparecíalabocadeunenormecocodrilorojoyblanco.Entoncessecerródegolpeotravez,algolpear lacasa,estavezamásdesetenta.Arrancóloquequedabadelmarcodelaventanayesparciómástablonesastilladosatravésdesusaladeestar.Susfarosseinclinaronhaciaarriba,furiosamenteresplandecientes,yentoncesellaestabadentro,estabadentrodesucasa,dejandodetrásunenormeagujerodesgarradoenlaparedconuncableeléctricocolgandoporencimadelaalfombracomounaarteriagravementecercenada.Pequeñasnubesdelaislamientode fibradevidriodanzabanempujadasporel finoviento, como las esporasdeunacriptógama.

WillchillóynopudooírseporencimadelrugidoensordecedordelmotordeChristine.Elsilenciador«Sears»,queArnielehabíapuesto—unadelaspocascosas que él había puesto realmente, pensóWill como loco—, había quedadocolgadoenelumbraldelacasa,juntoconlamayorpartedeltubodecola.

El«Fury» rugió,cruzó la saladeestar,derribandoel sillón«La-Z-Boy»deWill de lado, en donde se quedó como un pony muerto. El piso debajo deChristine crujía inquieto y una parte de la mente de Will le gritaba: ¡Si!

¡Rómpete!¡Ábrete!¡Envíaesamalditacosaalsótano!¡Vamos a ver cómo se las arregla para salir de allí! Pero esta imagen fue

remplazadaporladeuntigreenunpozocavadoydisimuladoporastutosnativos.Peroelpisoresistió,almenosenaquelmomento,semantuvofirme.Christinerugióycruzólasaladeestarendirecciónhaciaél.Detrás,dejaba

undibujoenzigzagdehuellasdeneumáticoconnieveen laalfombra.Se lanzóhacialaescalera.Willfuearrojadocontralapared.Elaspiradorlecayódelasmanosyseprecipitó,escalóntrasescalón,hastaabajo.

Christine retrocedióen la sala,haciendocrujir los tablonesdebajodeella.Su parte posterior chocó contra la televisión «Sony», y el aparato explotó.Christineselanzódenuevorugiendoygolpeóotravezelcostadodelaescalera,astillandolistonesyarrancandoyeso.Willpodíasentircómolaestructuraenterase debilitaba debajo de él. Tenía una terrible sensación de inclinación. Por unmomento,Christine estaba directamente debajo de él, podía ver las grasientasentrañasdelcompartimientodesumotor,podíasentirelcalordesuscilindrosenV. El coche retrocedió de nuevo, y Will subió a empujones los escalones,jadeando, agarrándose a la salchicha gruesa de su garganta, con los ojosdesorbitados.

Llegó al descansillo un instante antes de que Christine chocara de nuevocontra la pared, convirtiendo el centro de la escalera en una mezcla deescombros.Una larga astilla demadera semetió en sumotor. El ventilador latrituróylaescupióconvertidaenaserríngruesoypequeñasastillas.Todalacasaolíaagasolinayhumodeescape.LosoídosdeWillresonabanconelatronadorruidodeaquelmotorimplacable.

Elcocheretrocedióotravez.Ahorasusneumáticoshabíanmarcadoásperasrodadas en la alfombra. «Por el pasillo—pensóWill—.Por el ático.El áticoseráseguro.Sí,elát…ohDiosmío…ohDiosmío…ohDiosmío…»

Eldolor final lesobrevinoconunarapidezaguda,punzante.Eracomosi lehubieran pinchado en el corazón con un carámbano. El brazo izquierdo se leencogió con dolor. Sin embargo, no había respiración, su pecho se agitabainútilmente.Retrocediótambaleándose.Unpiesaliódanzandoalaireyentoncescayó dando dos grandes trombos por la escalera, con las piernas volando porencima de la cabeza, los brazos agitados y su albornoz azul entreabriéndose yagitándose.

CayócomounguiñapoalpiedelaescalerayChristineseabalanzóhaciaél:legolpeó,retrocedióylegolpeónuevamente,partiendoelmelladopilaralpiedelaescalera,comosifueseunaramita,retrocedióyselanzódenuevohaciaél.

Dedebajodelpisollegabaelcrecientemurmullodelacurvaturayastilladodelossoportes.Christinesedetuvoenmediodelahabitaciónunmomento,comosiescuchara.Dosdesusneumáticosestabanreventados,untercerocasisehabíasalidodelarueda.Elcostadoizquierdodelcocheestabaaplastadohaciadentro,peladodepinturaengrandesporcionesrascadas.

Depronto,lapalancasecolocóenmarchaatrás.Chillóelmotor,yChristineretrocedióconrapidez,cruzandolahabitaciónysaliendoporelagujeroabiertoen el lateral de la casa de Will Darnell, cayendo su parte trasera varioscentímetrosyhundiéndoseenlanieve.Losneumáticosgiraron,encontraronalgúnapoyo,ylaarrancarondeallí.

Volvió cojeando hacia la carretera, con el motor maltrecho y hendido,empañandoconunhumoazulelaireasualrededorgoteandoysalpicandoconelaceite.

Yaenlacarretera,sedirigióhaciaLibertyville.Lapalancadecambiosesituóenconducción,pero,alprincipio,latransmisiónestropeadanoencajó,cuandolohizo,Christinerodóconlentitudalejándosedelacasa.Detrásdeella,desdelacasadeWill,unaampliabarradeluzbrillóhaciafuera,porencimadelanieverevuelta en una forma que no se parecía en nada al rectángulo concreto de luzarrojadoporunaventana.Laformadeluzsobrelanieveerainsensatayextraña.

Christine avanzaba con lentitud, vacilante de un lado a otro sobre susneumáticosreventados,comounborrachomuyviejoavanzandoporuncallejón.Lanievecaíaespesa,formandolíneasoblicuasporcausadelviento.

Uno de sus faros, destrozado en su última carga aplastante, parpadeó y seencendió.Unodelosneumáticoscomenzóahincharsey,despuéselotro.

Lanotaquebradadelmotorsesuavizó.Reaparecióelcapóquefaltaba,desdeelextremo,elparabrisashaciaabajo,

con el aspecto raro de un chal o un jersey que estuvieran tejiendo agujasinvisibles,elfrontalsecompusoporsísolo,relucióensugrisacerodespués,seoscurecióhastaelrojocomosisellenaradesangre.Lasgrietasenelparabrisascomenzaronacorreralainversa,dejandodetrásunasuavidadsinmácula.

Lasotras luces surgieron,unadetrásdeotra,Christine semovía ahora con

rápida seguridad a través de la noche tormentosa, tras el limpio haz de susbrillantesfaros.

Suodómetrogirabasuavementehaciaatrás.

Cuarenta y cincominutos después,Christine reposaba en la oscuridad delgarajede«Hágalo-Usted-Mismo»deldifuntoWillDarnell,plazanúmeroveinte.El viento aullaba y gemía en los montones de ruinas en el patio posterior,enmoheciendo bultos que quizá contenían sus propios fantasmas y recuerdosdolientes,mientras la nieve los espolvoreaba y revoloteaba por encima de losdestrozadosasientosysusdesgastadasalfombrillas.

Sumotorpalpitabalentamente,enfriándose.

TerceraParteCHRISTINE:CANCIONESDEMUERTEDEADOLESCENTES

43.Leighvadevisita

JamesDeaninthatMercury'49,JuniorJohnsonBonnerthroughthewoodo'Caroline,EvenBurtReynboldsinthatblackTrans-Am.AllgonnameetdownattheCadillachRanch.

BRUCESPRINGSTEEN

Unos quince minutos antes de que Leigh debiera llegar, me apoyé en mismuletasymedirigíalasillamáscercanaalapuerta,paraasegurarmedequeellame oyera cuando gritase que entrara. Entonces cogí otra vez mi ejemplar deEsquireydenuevounartículotitulado«ElpróximoVietnam»,queformabapartedeuntrabajoescolar.Notuvemiedo.Estabanerviosoyasustado,ypartedeello—suponíaquemuchapartedeello—erasimpleansiedad.Queríaverlaotravez.

La casa estaba vacía. No mucho después de que Leigh me llamase enNochebuena,habléconmipadreylepedísiqueríaquizállevaramamáyElaineaalgúnlugarlatardedelveintiséis.

—¿Porquéno?—mereplicóamablemente.—Gracias,padre.—Claro.Peromedeberásuna,Dennis.—¡Padre!Meguiñósolemnementeelojo.—Yoterascaréatilaespaldasitúluegomerascaslaespalda.

—Untipoagradable—convine.—Unauténticopríncipe—afirmó.Mipadre,quenoestonto,mepreguntósi

teníaalgoqueverconArnie.—Ellaessunovia,¿Noesverdad?—Bueno —respondí, no estando seguro de cómo estaba situación y me

hallabainquietoporrazonespersonales—.Lohasido.Peroahoranosé.—¿Problemas?—Nohicemuybuentrabajovigilandoporél,¿Nocierto?—Esdifícilvigilardesdeunacamadehospital,Dennis.Yameaseguraréde

que tu madre y Ellie estén fuera el martes por la tarde. Pero, sobre todo, tenmuchocuidado¿Deacuerdo?

Desde aquelmomento he estado pensando, exactamente que quería decirmeconeso;nocreoquelepreocupequesaltaseencimadeLeighenunarrebatoconlaparte superiordeunapiernaenyesadaymedioescayoladoen laespalda.Yocreoquemásbientemíaquealgosehubieradesequilibradoterriblementeconmiviejoamigodelainfancia,convertidorepentinamenteenunextrañoy,además,unextrañosalidodelacárcelbajofianza.

Eraseguroqueyosípensabaquealgoandabafueradetino,yesomeasustabaloindecible.El«Keystone»nosaleporNavidad,perolostresafiliadosalaredde televisión de Pittsburgh y los dos canales independientes, todos contaron lahistoria de lo sucedido a Will Darnell, mostrando extrañas y aterradorasfotografíasdesucasa.Elladoencaradoalacallehabíasidoderrumbado.Eralaúnicapalabraque lodescribía.Esapartede lacasaparecíacomosialgúnnazilocolahubieraembestidoconunPanzer.

Elartículohabía sido realzadoen los titularesdeestamañana: se sospechajuegosucioenlaextrañaMUERTEDEUNATURBIAFIGURADELCRIMEN.Esoyaerabastantemalo,inclusosinotroretratodelacasadeWillDarnellconeseenormeagujeroensucostado.Peroteníasquebuscarlapáginatresparaleerelrestodelartículo.

Elsiguienteeramásbreve,porqueWillDarnellhabíasidouna«turbiafiguradel crimen»yDonVandenberg solamente había sidoun ayudante de gasolineraconmierdahastaelcuello.

AYUDANTE DE ESTACIÓN DE GASOLINA MUERTO ENNOCHEBUENA.CASODEATROPELLOYFUGA,decíaeltitular.Seguíauna

simple columna. La historia terminaba con la teoría del jefe de policía deLibertyville,indicandoqueelconductordebíadeestarborrachoodrogado.NiélnielKeystoneharíanningúnintentoderelacionarlasmuertes,separadasporcasiquincekilómetrosenlanochedeunagrantempestadquehabíadetenidotodoeltráfico enOhio y el oeste de Pensilvania. Pero yo sí las relacioné. No queríahacerlo, pero no pude evitarlo. ¿Y no era cierto que mi padre había estadocontemplándomedeunmodorarovariasvecesdurantelamañana?Sí.Enunaodosocasionesparecióapuntodedeciralgo…Noteníaideadeloquelediríasilohacía,lamuertedeWillDarnell,porextrañaquefuese,deningunamaneraeratan extraña como mis propias sospechas. Pero cerró la boca sin pronunciarpalabra.Eso,envezdetenerqueenfrentarmeconello,meprodujociertoalivio.

Alasdosydosminutossonólacampanilla.—¡Entra!—grité,detodosmodos,incorporándomesobremismuletas.—¿Dennis?—Sí.Entra.Asílohizo,muybonitaconsuparkadeesquírojobrillanteysuspantalones

azuloscuro.Seechóatráslacapuchabordeadadepiel.—Siéntate—me dijo ella, bajándose la cremallera de la parka—. Vamos,

ahoramismo,esoesunaorden.Parecesunagrancigüeñaatontadaahísobreesascosas.

—Sigue,sigue—lealenté,sentándomeconundesmanadomovimiento.Cuando uno está metido en yeso nunca es como en las películas, nunca te

sientes como Cary Grant preparándose para ir a tomar cócteles al «Ritz» conIngridBergman.Todosucedealmismotiempo,ysielcojínsobreelqueaterrizasno tehahechoperder laconfianza,yapuedesconsiderarte fuerade juego.Estaveztuvesuerte.

—Soytandébilparaloselogios,queyomismomeatasco.—¿Cómoestás,Dennis?—Voycomponiéndomepocoapoco—repliqué—.¿Ycómoestástú?—Heestadomejor—confesóenvozbaja,ysemordióellabioinferior.Estopuederesultarungestoseductorporpartedeunachica,peroestavezno

fueasí.—Cuelgalachaquetaysiéntatetútambién.—Deacuerdo.

Susojosseprendieronenlosmíos,ymirarlosfuedemasiado.Yomiréaotrolugar,pensandoenArnie.Lachicacolgólaparkayvolviódespacioalasaladeestar.

—¿Tuspadres…?—Heconseguidoquemipadresellevaraatodoelmundo—ledije—.Creí

quea lomejor…—meencogídehombros—Quedeberíamoshablarsoloscontranquilidad.

La chica se quedó de pie junto al sofá,mirando a través de la habitación.Nuevamentequedéimpresionadoporlasimplicidaddesumagníficoaspecto:suadorable figura de adolescente subrayada por sus pantalones azul oscuro y unsuéter azulmás claro, un conjunto queme hizo pensar en el esquí. Llevaba elcabellosujetoenunatrenzasueltaqueseapoyabasobresuhombroizquierdo.Susojos tenían el color del suéter, quizás algo más oscuros. Una bellezanorteamericanacriadaconcereales,podíadecirseexceptoporsuspómulosaltosque parecían algo arrogantes descubriendo una herencia algomás antigua,másexcéntrica.Quizásunasquinceoveintegeneracionesanterioreshubounvikingoenlaleñera.

O a lo mejor eso no era precisamente lo que yo estaba pensando. Se diocuentadequelamirabademasiadorato,yseruborizó.Yodesviélamirada.

—Dennis,¿Estáspreocupadoporél?—¿Preocupado?,Creoqueasustadoseríaunapalabramejor.—¿Quésabesdeesecoche?¿QuétehadichoArnie?—¿Quieresalgo?Algunacosaenlanevera…Busquémismuletas.—Quédateahíquieto—meordenó—.Megustaríaalgo,yomismalocogeré.

¿Ytú,quéquieres?—Metomaréunacerveza,siquedaalguna.Sefuealacocinayyoestuvemirandosusombraenlapared,moviéndosecon

ligereza, como una bailarina. Sentí su peso momentáneo en mi estómago, casicomounaimposición.Hayunnombreparaesaespeciededolencia.

Sequesellamaenamorarsedelanoviadetumejoramigo.—Tenéis un cubetero de hielo automático —su voz llegó hasta mí como

flotando—.Nosotrostambiénlotenemos—dijoentusiasmada.—Algunasvecessevuelvelocoyesparcecubosdehieloentodoelsuelo—

dijeyo—.EscomoJamesCagneyen«Alrojovivo»:«Tomadeso,suciasratas.»Mimadresevuelveloca.

Estabacharlandoporcharlar.Ellaseechóareír.Seoyóelsonidodeloscubitosenlosvasos.Regresóen

seguidacondosvasosdehieloydoslatasde«CanadáDry».—Gracias—ledije,cogiendoelmío.—No,graciasati—replicó,yahorasusojosazuleseranoscurosysobrios

—.Graciasporestaramilado.Siyotuvieraquetratardeesteasuntosola,creoque…,bueno,nosé.

—Vamos—laanimé—,noestanmalo.—¿Noloes?¿SabeslosucedidoconDarnell?Asentí.—¿Yconeseotro?¿DonVandenberg?Demodoqueellatambiénhabíahecholaconexión.Asentínuevamente.—Yalovi.Leigh,¿QuéteinquietadeChristine?Duranteunlargoratonosupesi ibaaresponderme.Nopodíaresponderme.

Vique estaba luchandoconel asunto,mirando suvasoque sostenía conambasmanos.Finalmente,enuntonomuybajodevoz,dijo:

—CreoqueChristineintentómatarme.Yonoséloqueyoesperaría,perodesdeluegonoeraeso.—¿Quéquieresdecir?Comenzóahablar,alprincipioconvacilacióny,después,másaprisa,hasta

que se desató yme lo contó todo. Es una historia que usted ya habrá oído, demodo que no voy a repetirla aquí, baste decir que intenté contarla de modoparecido a como ella me la contó. No había exagerado al decir que estabaasustada.Seveíaenlapalidezdesucara,enlosbalbuceosdesuvoz,enelmodoenquesusmanosacariciabanincesantementesusbrazos,comosisintierafríoapesardelsuétery,cuantomáshablaba,tantomásasustadomeponíayo.

Acabódiciéndomeque, amedidaqueperdía el conocimiento, las lucesdelpanel parecían convertirse en ojos brillantes. Se echó a reír nerviosamente aldecir estomismo, como si tratarade eliminar lamaldiciónde algoobviamenteabsurdo, pero yo no le seguí la risa.Recordaba la seca voz deGeorgeLeBaymientras estábamos sentados en las sillas baratas del patio delante del «MotelRainbow» y su vozme contaba la historia deRoland,Verónica yRita. Estaba

recordando esas cosas y mi mente hacía unas relaciones inexplicables. Ibanencendiéndoselaslucecitas.Ynomegustóloquemerevelaban.Elcorazónmecomenzóapalpitarpesadamenteenelpechoynohubierapodidounirmeasurisa,aunqueenellomehubieraidolavida.

Me habló del ultimátum que le había dado aArnie: ella o el coche.YmehablódelafuriosareaccióndeArnie.AquéllahabíasidolaúltimavezqueLeighCabothabíasalidoconél.

—Cuandolearrestaron—siguió—.Yocomencéapensar…apensarenloquehabíasucedidoaBuddyReppertonyaesosotrosdoschicos…yMoochieWelch.

—YahoraVandenbergyDarnell.—Sí. Pero no es eso todo— Bebió un poco de su cerveza de jengibre y

despuéssesirviómás.Elbordedelalatasonóbrevementealchocarconlaorilladelvaso—.EnNochebuena,cuandotellamé,mimadreymipadrehabíansalidopara ir a beber algo a casa del jefe de mi padre. Y yo comencé a ponermenerviosa.Estabapensandoen…Oh,nosabríadecirteexactamenteenquéestabapensando.

—Creoquesí.Estabaempezandoatenerdolordecabeza.—Supongoquesílosé.Estabapensandoenesecochequehabíasalido.Ella.

Enquehabíasalidoeibadetrásdeellos.PerosisalióenNochebuena,supongoqueyatuvomuchoquehacersinpreocuparseademáspormispa…—depositóelvasoenlamesaconviolenciaymesobresaltó—¿Yporquéhablodeesecochecomosisetrataradeunapersona?—gritó.Habíancomenzadoarodarlelágrimasporlasmejillas—¿Porquéinsistoenhacereso?

Aquella noche vi demasiado claramente adónde podía conducirnos elconsolarla.Arnieestabaentrenosotros….tambiénpartedemíloestaba.Lohabíaconocidoduranteunlargotiempo.Untiempolargoybueno.

Peroesohabíasidoantes,yahoraeraahora.Mecoloquélasmuletasenlossobacos,crucéelcaminosaltandohastaelsofá,ymedejécaeral ladodeella.Loscojinessuspiraron.Nofueunpedorreo,perocasi.

Mi madre guarda una caja de «Kleenex» en el cajón de la pequeña mesa.Saquéunpañuelodepapelylamiré.Selodiyellamediolasgracias.

Entonces, y aunque despreciándome un poquito, le pasé un brazo por laespaldaylamantuveabrazada.

Se quedó tensa por un momento… Pero después permitió que la acercarahaciamihombro.Estabatemblando.

Nos quedamos así sentados, ambos temerosos del menor del movimientonuestro,meparecióamí.Temiendoexplotar.Oalgoparecido.Alotroladodelahabitaciónenlarepisadelachimeneaelrelojpalpitabaconuntictácimponente.La luz brillante del invierno se filtraba por las ventanas arqueadasproporcionando tres perspectivas diferentes de la calle La tempestad habíacesadoalmediodíadeNavidadyahoraelcieloazul,firmeysinnubes,parecíanegar qué allí tan siquiera existiera algo llamado nieve: pero los montoncitoscomodunas,arrastradosa travésde lospequeñospradosaunladoyotrode lacalle,comolomosdegrandesbestiasenterradas,loconfirmaban.

—Elhedor—dijefinalmente—.¿Hastadóndeestásseguradelhedor?—¡Estaba allí!—replicó, apartándose demí y sentándosemuy erguida.Yo

repleguénuevamentemibrazo,conunasensaciónmezcladealivioydesilusión—Allíestaba,deverdad…,unhedorhorrible,depodredumbre—memiró—.¿Porqué?¿Lohaspercibidotútambién?

Neguéconlacabeza.Nuncalohabíaolido.Realmente,no.—¿Qué sabes entonces sobre ese coche?—me preguntó Leigh—Tú sabes

algo.Loveoentucara.Mehabía llegadoel turnodepensar largayconcentradamente,y loque,de

unaformaextrañamevinoalamente,fueunaimagendefusiónnucleardealgúnlibro de texto científico. Un dibujo de historieta. Uno no espera encontrarhistorietasenlibrosdeciencia,pero,comoalguienmedijounavez,haymuchosgirostortuososalolargodelcaminodelaeducaciónpública…Sialguienponíalascosasen supuntoexacto, esealguienhabía sidoelpropioArnie.Eldibujomostraba dos átomos de auto trucado abalanzándose el uno contra el otro ychocando.Rápido, en lugar de unmontón de ruinas (y ambulancias-átomoparallevarselosmuertosylosneutronesheridos),masacrítica,reacciónencadenayuncaosformidable.

Entonces decidí que el recuerdo de esa historia no era nada extraño.Leightenía cierta información que yo antes no había poseído. Y también era locontrario. En ambos casos, la mayor parte era suposición, la mayor parte erapresentimientoycircunstancia…Pero,enbuenaparte,era informaciónconcretaparaasustarsedeveras.Estuvepensandobrevementequeharíalapolicíasiellos

supieranloquenosotrossabíamos.Podíasuponerlo:nada.¿Cabíallevaranteeltribunalaunfantasma?¿Oauncoche?

—¿Dennis?—Estoypensando—ledije—.¿Nooyesoloraquemado?—¿Quéesloquetúsabes?—mepreguntódenuevo.Colisión.Masacrítica.Reacciónencadena.Lacuestiónera,pensabayo,quesinosotros juntásemosnuestra información

tendríamosquehaceralgoocontarloaalgunapersona.Emprenderalgunaacción.Nosotros…

Recordémisueño:elautodepositadoenelgarajedeLeBay,elmotorqueseconectaba y después se paraba, se ponía, otra vez en marcha, con los farosencendiéndose,elchirridodelosneumáticos.

Lecogílasmanosentrelasmías.—Deacuerdo—ledije—.Escucha.ArniecompróaChristineauntipoque

ahoraestámuerto.UntipollamadoRonaldD.LeBay.NosotrosvimosaChristineensupatioundía,cuandovolvíamosacasadeltrabajoy…

—Tútambiénestáshaciéndolo—medijoconsuavidad.—¿Haciendoqué?—Llamandoellaalauto.Asentísinsoltarlelasmanos.—Sí,losé.Esdifícilnohacerlo.Lacuestiónes,queéllaquisoaella,oalo

que sea ese auto, desde el primer momento que puso en ella sus ojos. Y yoahora…nolocreíaantes,peroahorasí…,queLeBaypensabaqueArnietuvieraaChristinetantocomoArniequería;creoqueLeBayselahubieradadoaArniesihubiéramosllegadoaeso.EscomosiArnievieraaChristineylosupiera,yentoncesLeBayvioaArnieylosupotambién…

Leighliberósusmanosdelasmíasycomenzóafrotarseloscodos,otravezinquieta.

—Arniecontóquehabíapagado…—Sípagó,deacuerdo.Ytodavíaestápagando.Esdecir,sigueenello.—Noentiendoquequieresdecir.—Te lo demostraré—le dije— en pocosminutos. Primero, deja que te dé

algunosantecedentes.—Bien.

—LeBay teníaunaesposayunahija.Esosucedióen losañoscincuenta.Suhijamuriójuntoalacarretera.Semurióasfixiada.Conunahamburguesa.

ElrostrodeLeighsepusocadavezmáspálido.Porunmomentosevio tanblanquecinoytranslúcidocomovidrioempañado.

—¡Leigh!—ledijeansioso—¿Estásbien?—Sí—merespondióconunaplacidezescalofriante.Sucolornomejoró.La

boca se le torció en una horrible mueca que quizás intentaba ser una sonrisatranquilizadora.

—Estoybien—selevanto—.¿Dóndeestáelbaño,porfavor?—Hayunoalfinaldelpasillo—leexpliqué—.Leigh,tienesmuymalaspecto.—Voyavomitar—merespondióconaquellamismaplácida,ysealejó.Ahora caminaba a sacudidas, como un títere, se había desvanecido toda

aquellagraciadebailarinaquehabíavistoensusombra.Saliódelahabitaciónconlentitud,perocuandoseperdiódemivistaelritmodesupasoseavivó.Vicómoabría violentamente la puerta del cuarto debañoy, después, los sonidos.Meinclinéapoyadoenelsofáymecubrílosojosconlasmanos.

CuandoLeigh volvió todavía estaba pálida, pero había recuperado algo decolor.Sehabíalavadolacaraytodavíaconservabaalgunasgotasdeaguaenlasmejillas.

—Lo siento—me dijo—. No importa. Sólo es que… me asustaste—ellasonrióvagamente—.Supongoqueesoesdecirpoco—trabósumiradaconlamía—. Dime sólo una cosa, Dennis. Sobre lo que has dicho. ¿Es verdad? ¿Esrealmenteverdad?

—Sí —le respondí—. Es verdad. Y hay más todavía Pero, ¿Quieres deverdadescucharelresto?

—No—mereplicó—.Perocuéntamelo,detodasmaneras.—Podríamosdejarlo—ledije,pococonvencido.Susojosgraves,preocupados,estabanfijosenlosmíos—Seríamás…seguro…sinolohiciéramos—dijo.—Suesposasesuicidópocodespuésdequemurierasuhija.—Elcoche…—…estuvoinvolucrado.

—¿Cómo?—Leigh…—¿Cómo?Demodoque se lo conté: yno sólo lode la niñitay sumadre, sino lodel

propio LeBay, como su hermano George me lo había contado. Su reserva sinfondodeira.Loschicosquesehabíanburladodesusropasydesucortedepelo.Su escapada al Ejército en donde todos los cortes de pelo y las ropas eraniguales. El parque de vehículos. Las injurias constantes a los cagones,especialmenteesoloscagonesqueletraíansuslujososautosparaserreparadosaexpensas del Gobierno. La Segunda Guerra Mundial. El hermano. Alistado,muertoenFrancia.Elviejo«Chevrolet».Elviejo«HudsonHornet».Y,atravésdetodoello,ensulatidoconstanteeinalterable,laira.

—Esapalabra—murmuróLeigh.—¿Quépalabra?—Cagones.Tuvo que esforzarse para pronunciarla, arrugando la nariz en un gesto casi

inconscientedeascoyrepulsión.—Ellausaahora,Arnie.—Losé.Nosmiramos,ysusmanosseencontraronotravezconlasmías.—Estásfría—ledije.Otraobservaciónbrillantedeesafuentedesabiduría,DennisGuilder.Tengo

unmillóndeellas.—Sí,mesientocomosinuncamáspudierasentircalor.Yodeseabaynodeseabarodearlaconmisbrazos.Teníamiedo.Arnieestaba

todavíademasiadomezcladoconlascosas.Lacosamásterrible—yeraterrible—esqueahoraparecíacadavezmásqueArnieestabamuerto…,muerto,obajounencantamientoextraño.

—¿Dijoalgomássuhermano?—Nadaqueparezcaencajar.Perounrecuerdosurgiócomounaburbujaenaguamansayestalló:«Estaba

obsesionadoyairadoperonoeraunmonstruo—mehabíadichoGeorgeLeBay—.Por lomenos…,yonocreoque lo fuese.»Yparecíaque,perdidoenaquelpasadolejano,habíaestadoapuntodedeciralgomás,yentoncessehubieradado

cuentadedóndeestaba,dequehablabaconunextraño.¿Quéhabíaestadoapuntodedecir?

De pronto, tuve una idea realmente monstruosa. La alejé de mí.Desapareció…,perofuedifícilrechazaraquellaidea.Comoempujarunpiano.Ytodavíaveíasuscontornosenlassombras.

Me di cuenta de que Leigh estaba observándome con gran atención, y mepreguntécuántodeloquehabíaestadopensandoseadivinaríapormicara.

—¿AnotasteladireccióndelseñorLeBay?—preguntóLeigh.—No—penséunmomento,yentoncesrecordéelfuneral,queahoraparecía

muy, muy lejos en el tiempo—. Pero supongo que la Oficina de la LegiónAmericanadeLibertyville la tendrá.EllosenterraronaLeBayy sepusieronencontactoconelhermano.¿Porqué?

Leighselimitóasacudirlacabezayseacercóalaventana,endondeestuvomirandohaciafuera,eldíallegadoaFinaldelaño,penséalazar.

Ella se volvió a mirarme y yo, una vez más, me quedé asombrado por subelleza, calmada y sosegada, con excepción de aquellos pómulos altos yarrogantes: el tipo de pómulos que uno esperaba encontrar en una dama que,probablemente,llevaseuncuchilloenelcinturón.

—Mehasdichoquemeenseñaríasalgo—medijo—.¿Quées?Asentí.Ahorayanohabíamododedetenerse.Lacadenaen reacciónhabía

comenzado.Nohabíamaneradecerrarla.—Subealpiso—ledije—.Mihabitacióneslasegundapuertaalaizquierda.

Mira en el tercer cajón demi cómoda. Tendrás que buscar debajo demi ropainterior,peronotemorderá.

Ellasonrió…,sólounpoco,peroinclusoesofueunamejora.—¿Yquéencontraréallí?¿Unsaquitodedroga?—Renunciéaesoelañopasado—ledije,devolviéndole lasonrisa—.Este

añotocadeporte.Hagofrenteamiviciovendiendoheroínaentrelosdesegundocurso.

—¿Quées?Deverdad…—ElautógrafodeArnie—ledijeyo—.Inmortalizadoenyeso.—¿Suautógrafo?—Porduplicado.Ella los encontró y, cinco minutos después, estábamos en el sofá otra vez

mirando los cuadrados de molde de yeso. Estaban uno al lado del otro en lamesilla de café con cubierta de vidrio, algo averiados en los bordes, algoestropeadosporeldesgaste.Otrosnombresdanzaronperdiéndoseenellimboenunodelospedazos.Yohabíaconservadolaescayola,einclusolehabíaindicadoa la enfermerapor dónde cortar.Más tardehabía recortado los dos cuadrados,unodelapiernaderechayotrodelaizquierda.

Loscontemplamossilenciosamente:

Leighmemiró,asombradaeinterrogativa.—Esassonpiezasdetu…—Demiescayola,sí.—¿Esquesetratadeunabroma…,oqué?—Noesbroma.Estuvecontemplándolemientraslosfirmaba.Ahora que ya lo había soltado experimenté un sentimiento de alivio, de

liberación. Era bueno poder compartir esto.Había estado enmimente durantelargotiempo,apretanteeinsistente.

—Peronoparecennadaiguales.—Dímeloamí—ledije—.PerotampocoArnieesigual.Arniequesolíaser.

Ytodovuelveaesemalditocoche—golpeé‚salvajementeelcuadradodeyesodelaizquierda—.Esanoessufirma.HeconocidoaArniecasitodamivida.Hevistosusapuntes, lehevistoenviandonotas, lehevistoendosarsuscheques,yestanoes su firma.Lade laderecha, sí.Peroesta,no. ¿Quieresmañanahaceralgopormí,Leigh?

—¿Qué?Selodije.Ellaasintiólentamente.—Pornosotros.—¿Cómo?—Loharépornosotros.Porquehemosdehaceralgo,¿Noesverdad?—Sí—ledije—.Supongoquesí.¿Teimportasitepreguntoalgopersonal?Ellasacudiólacabeza,sinalejarlamiradadesusesplendidosojosazulesde

losmíos.—¿Cómohasdormidoúltimamente?—Nomuybien—medijo—.Pesadillas.¿Ytú?

—No.Nomuybien.Yentonces,porqueyanopodíacontenermepusemismanosensushombrosy

labesé.Hubounmomentodevacilaciónycreíqueseseparaba…Entoncesalzólabarbillaymedevolvióelbeso,firmeyplenamente.Quizáshabíaunpocodesuerte en que, de momento, estuviese inmovilizado. Cuando acabamos debesarnos,memiróalosojos,interrogadora.

—Contra los sueños—le dije, pensando queme saldría rápidamente y quesonaríaafalso,talcomopareceimpreso,peronofueasí,sonótemblorosoycasidolorosamenteintenso.

Yestavezinclinólacabezahaciamíynosbesamosotravezfrenteaaquellosdoscuadrosdeyesoquenosmirabanconsusojosblancosvacíosyconelnombrede Arnie escrito en ellos. Nos besamos por el simple consuelo animal queproduceel contactoanimal—claroestá, aquelloyalgomás, comenzandoa seralgo más—, y entonces estuvimos abrazados sin hablarnos, y creo que no nosestábamosengañandosobreloqueestabasucediendo:porlomenosdeltodo.Eraun consuelo, pero era también buen sexo, grávido, maduro y cachondo, conhormonasde adolescente.Yquizá teníaunaoportunidadde convertirse en algomásplenoymásamablequeelsimplesexo.

Pero en aquellos besos hubo algo más: yo lo sabía, ella lo sabía yprobablemente, usted lo sabe también.Laotra cosa erauna especiede traiciónvergonzosa.Yosentíadieciochoañosderecuerdosquellorabanagritos:lagrancajadehormigas, laspartidasdeajedrez, laspelículas, lascosasqueArniemehabía enseñado, las veces que yo había evitado que le matasen. Excepto que,finalmentequizánolohabíahecho.Quizálehabíavistoporúltimavezy,además,conunfinalpobreybastantevulgar:lanochedeAccióndeGracias,cuandometrajolosbocadillosdepavoylacerveza.

Creoqueaningunode losdossenosocurrióque,hastaaquelmomento,nohabíamos hecho nada imperdonable para Arnie: nada que pudiera enojar aChristine.Peroahora,naturalmente,sílohabíamoshecho.

44.Trabajodetectivesco

Well,whenthepipelinegetsbrokenAndI'mlostontheriver-bridge,I'mallcrackedonthehighwayAndinthewater'sedge,MedicscomedowntheThruway,Readytosewmeupwiththethread.AndifIfalldowndyinY'knowshe'sboundtoputablanketonmybed.

BOBDYLAN

Lo que ocurrió durante las tres semanas siguientes, más o menos, era queLeighyyojugamosaserdetectivesynosenamoramos.

EllafuealasOficinasMunicipalesaldíasiguiente,ypagócincuentacentavospara que le fotografiaran dos documentos: aquellos documentos que van aHarrisburg,peroqueHarrisburgdevuelveunacopiaalaciudad.

Esta vez mi familia estaba en casa cuando llegó Leigh. Ellie asomaba lacabezaencuantoteníaoportunidad.EstabafascinadaporLeighymehizoreírporlo bajo cuando, transcurrida una semana del nuevo año comenzó a peinarse elpeloatándolodetráscomoLeighsolíahacer.Estuvetentadodemetermeconellaporeso…peroresistílatentación.Quizásestabacreciendounpoco(peronolosuficiente para resistir quitarle una de sus golosinas, que descubrí escondida

detrásdelascajas«Tupperware»conrestosdecomidaenelfrigorífico).ConexcepcióndelasojeadasocasionalesdeEllie,tuvimoslasaladeestar,

principalmente,paranosotrosalatardesiguiente,al26dediciembre,despuésdehabercumplidoconlascortesíassociales.

Presenté Leigh a mi madre y a mi padre, mi madre sirvió café y todoshablamos.Elaineesquienhablómás:charlandosobresuescuelayhaciéndoleaLeigh toda clase de preguntas sobre la nuestra. Al principio me molestó y,después,mesentíagradecido.Mispadressonelespíritudelacortesíadelaclasemedia(siamimadrelaestuvieranllevandoalasillaeléctricaytropezaraconelcapellán,seguroqueseexcusaría),yyosentíclaramentequeLeighlesgustó,perotambiéneraobvio—porlomenosparamí—queestabanpreguntándose,unpocoansiosos,dóndeencajabaArnieentodoesteasunto.

Que era, precisamente, lo que Leigh y yo nos preguntábamos también,supongo. Finalmente, hicieron lo que hacen los padres cuando dudan ensemejantessituaciones:seolvidarondeello,considerándolocuestióndechicos,ysepreocuparondesuspropiosasuntos.Papáseexcusóprimero,diciendoquesutallerenelsótanoteníaeldesordennormalposnavideñoyquedeberíacomenzarahaceralgoalrespecto.Mamádijoqueteníaqueescribiralgo.

Elliememiróconsolemnidadymanifestó:—Dennis,¿SabessiJesústuvounperro?YomeechéareíracarcajadasylomismohizoEllieyLeighsiguiósentada,

contemplando cómo nos reíamos y sonriendo cortésmente, de lamanera que lohacenlosforasterosenunchistefamiliar.

—Lárgate,Ellie—leordené.—¿Y qué me harás si no me voy? —preguntó ella, pero sólo era una

fanfarroneríaderutina:yaseestabalevantandoparamarcharse.—Puedeslavarmelaropainterior—ledije—¡Yuncuernomelaharáslavar!—declaróElliealtivamente,ysaliódela

habitación.—Mihermanita—comentéyo.Leighsonreía.—Esformidable.—Si tuvieras que vivir con ella todo el tiempo, seguro que cambiarías de

parecer.Veamosloquetenemosya.

Leighsacóunadelasfotocopias,quecolocóenlamesilla,allídondeeldíaanteriorhabíanestadomispedazosdeyeso.

Eraelnuevoregistrodeunautousado,un«Plymouth»sedan1958(4puertas),rojoyblanco.Llevaba la fechade10denoviembrede1978,yestaba firmadoArnoldCunningham.LafirmadesupadreestabajuntoaladeArnie.

PROPIETARIO:

FIRMATUTOR:

—¿Quétepareceesto?—lepregunté.—Unade las firmas está enunode los cuadrados queme enseñaste—dijo

ella—¿Cuáldeellas?—AsíescomofirmabaArniejustodespuésqueyomecasquéenRidgeRock

—ledijeyo—.Asíescomoerasiempresufirma.Ahoraveamoslaotra.Lapusoen lamesa juntoa laprimera.Se tratabadeunalbaránde registro

para un coche nuevo, un sedan «Plymouth» 1958 (4 puertas), rojo y blanco.Llevaba fecha de noviembre de 1957: sentí un desagradable sobresalto ante lasimilitudexacta,yunaojeadaal rostrodeLeighme indicóque tambiénella sehabíadadocuenta.

—Miralafirma—dijoellaenvozbaja.Lohice.

PROPIEIARIO:

Este era el tipo de letra que Arnie había usado la víspera de Acción deGracias, no era necesario ser un genio o un experto en caligrafía para darsecuenta.Losnombreserandiferentes,perolaescrituraeraexactamentelamisma.

Leighalargósumano,queyocogíentrelasmías.

Loquemipadrehacíaensutallerdelsótanoeranjuguetessupongoqueeso

lespareceráalgoextraño,perotalvezessupasatiempo.Oquizásesmásqueunpasatiempo:creoquepudohaberensuvidaunmomentoenquetuvoquetomarunadifícildecisiónentreiralaUniversidadosalirporsucuentayconvertirseenfabricante de juguetes. Si eso es cierto, creo que escogió el camino seguro.Algunasveces, opinoque loveoen susojos, comounviejo fantasma inquieto,pero, probablemente, eso está en mi imaginación, que solía ser mucho menosactivadeloqueesahora.

Ellie y yo éramos los principales beneficiarios, pero también Arnie habíaencontradoalgunosdelosjuguetesdemipadrebajodiversosárbolesdeNavidadyjuntoavariospastelesdeaniversario,comohabíaocurridoconlamejoramigadeinfanciadeEllie,AimeeCarruthers(quehacíamuchotiempoquesehabíaidoaviviraNevadayahorasehablabadeellaenlostonostristesreservadosparaaquellosquemuerenjóvenesysinsentido)yconotrasamiguitas.

AhoramipadredabalamayoríadecosasquehacíaalEjércitodeSalvación,Fondo400y,antesdeNavidad,elsótanosiempremerecordabaeltallerdePapáNoel: justo hasta antes deNavidad rebosaba de cajas de cartón ordenadas quecontenían trenes de madera, pequeñas cómodas, relojes de construcción quedabanlahora,animalesrellenos,unoodospequeñosteatrosdetíteres.Suinterésprincipalestabaenlosjuguetesdemadera(hastaquesurgiólodeVietnamhabíaestadoconstruyendobatallonesdesaldadosdejuguete,pero,enlosúltimoscincoaños, más o menos, habían sido eliminados silenciosamente, incluso ahora noestoy seguro de que ni él se diese cuenta de que estaba suprimiéndolos), perocomo buen investigador de éxitos, mi padre se dedicaba a todos los campos.Durante lasemanadespuésdeNavidadseproducíaunapausa.El tallerparecíaterriblemente vacío, y únicamente quedaba el olor dulzón del aserrín pararecordarnosquelosjugueteshabíanestadoallí.

Aquella semanamipadrebarrería, limpiaría, engrasaría sumaquinariay seprepararía para el año siguiente. Entonces, a medida que el invierno avanzarapara enero y febrero, pronto comenzarían a aparecer juguetes y pedazos demadera que serían piezas de algún juguete: trenes y danzarinas demadera, concírculosdecolor rojoen lasmejillas,unacajade relleno recuperadodelviejosofá de alguien que más tarde acabaría en la barriga de algún oso (mi padrellamabaa todos susososOwenuOlive;yohabíadestrozadocincoososOwenentre la infanciayel segundogradoyElliehabíadestrozadounacifra igualde

ososOlive),pequeñosfragmentosdealambre,botonesyojoslisos,sinsucuerpo,esparcidosporsubancodetrabajocomoalgoextraídodeuncuentosangrientodehorror. Finalmente, aparecían las cajas de los almacenes de licores y,nuevamente,losjuguetescomenzaríanaserdepositadosenellas.

Enlosúltimostresaños,mipadrehabíarecibidotresdiplomasdelEjércitodeSalvación,perolosguardabaocultosenuncajón,comosiseavergonzaradeellos.Yonolocomprendíentoncesytampocoahora—nocompletamente—,peropor lo menos sé que no era por vergüenza. Mi padre no tenía por quéavergonzarsedenada.

Aquellanochedespuésdelacenabajépenosamente,agarradoalabarandillacontodasmisfuerzas,utilizandolaotramuletacomounpalodeesquí.

—Dennis—medijoél,complacidoperoligeramenteaprensivo—.¿Necesitasayuda?

—No,yalatengo.Mipadredejó laescobaaun lado, juntoaunpequeñomontóndevirutas,y

estuvocontemplándomeparaversi,realmente,ibaaconseguirlo.—¿Quétepareceríaunempujoncitoentonces?—Ja,ja,muygracioso.Lleguéabajo,yalapatacojameacerquéalagranbutacaquemipadretiene

enelrincónjuntoanuestravieja«Motorola»negrayblanca,ymesenté.Plonc.—¿Cómotevanlascosas?—mepreguntó—Muybien.Recogió un puñado de virutas de madera que arrojó a su barril de

desperdicios,yrecogióalgunamás.—¿Noteduele?—No.Bueno…,unpoco.—Has de tener cuidado con la escalera. Si tu madre hubiera visto lo que

acabasdehacer…Yohiceunamueca—Seecharíaagritar,seguro.—¿Dóndeestátumadre?—EllayEllie se fuerona casade losRenneke.DinahRenneke recibiópor

Navidad una librería completa de los álbumes de Shaum Cassidy. Ellie está

verde.—YocreíaqueShaumhabíapasadodemoda—explicómipadre.—YocreoqueellatienemiedodequelamodalatraicioneMipadreseechóareír.Siguióunsilenciodecamaraderíaduranteunrato,yo

sentadoyélbarriendo.Yosabiaqueélledabavueltasalasuntoy,finalmente,loabordó.

—Leigh—medijo—.¿VerdadquesolíasalirconArnie?—Si—respondí.Tendió una ojeada y, después, se aplicó de nuevo a su tarea.Yo creía que

ahoramepreguntaríasiyocreíaqueerasensato,o,alomejor,mencionaríaqueun tipo que le quitara a otro la novia no estaba haciendo lo adecuado paraperpetuarlaamistad,etcétera.Peronodijonadadetodoello.

—YanovemosmuchoaArnieporaquí.¿Creesqueestaráavergonzadoporellíoenquesehametido?

Yo tenía el presentimiento de quemi padre no creía absolutamente en eso,que,simplemente,estabaprobandodedóndeveniaelviento.

—Nolosé—lerespondí.—Nocreoque tengaquepreocuparsedemasiado.ConDarnellmuerto…—

inclinóelrecogedorenelbarrily lasvirutassedeslizarondentroconunsuaveruido.Dudoquenitansiquieraleacusen.

—¿No?—No.NoaArnie.Nopornadaserioentodocaso.Puedeserquelemulten,y

eljuez,probablemente,leecharáunsermón,peronadiequiereponerunamarcaindelebleenlahistoriadeunbuenmuchachitoblancosuburbanoquehadeiralaUniversidadyestádestinadoaocuparunbuenlugarenlasociedad.

Melanzóunamiradainterrogadora,yyomeremovísúbitamenteincómodoenmiasiento.

—Si,claro,supongoquesi.—Exceptoqueyahadejadodesereso,¿NoesverdadDennis?—Si.Hacambiado.—¿Cuándofuelaúltimavezqueleviste?—EldíadeAccióndeGracias.—¿Yestababienaqueldía?Sacudí lentamente la cabeza, con ganas de pronto de llorar y descargarme

contándoselotodo.Enotraocasiónhabíasentidolomismoynolohice,tampocolohiceestavez,peroporrazonesdistintas.RecordéloqueLeighmehabíadichorespecto a sentirse nerviosa por sus padres enNavidady amimeparecía quecuantasmenos personas supieran de nuestras sospechas, tantomás seguro paraellas.

—¿Quéesloquepasa?—Nolosé.—¿LosabeLeigh?—No.Noestásegura.Tenemos…algunassospechas—¿Deseashablardeello?—Si. En cierto modo tengo ganas. Pero creo que sería mejor que no lo

hiciera.—Deacuerdo—merespondió—.Porahora.Barrióelsuelo.Elruidodelascerdasdurasenelpisodecementocasiera

hipnótico.—YquizáseriamejorhablarconArnieantesdequepasemuchotiempo.—Sí.Yalohepensado.Pero no era una entrevista que yo desearamucho. Siguió otromomento de

silencio.Papáacabódebarrerdespuésechóunamiradaalrededor.—Parecequeestábastantelimpio,¿Verdad?—Espléndido,papá.Sonrióalgotristementeyencendióun«Winston».Desdequetuvoelataqueal

corazón,casihabíadejadodefumarporcompleto,perosiempreteníaunpaquetecercay,devezencuando, se fumabaunpitillo.Solíahacerlo cuando se sentíabajoalgunatensión.

—Bobadas.Estátanvacíoquedamiedo.—Bueno…,si.—¿Quieresqueteecheunamanoparasubir,Dennis?Mecoloquélasmuletasdebajodelossobacos.—Nocreoquedebarechazaresaayuda.Memiróysoltóunarisita.—JohnSilverelLargo.Todoloquetehacefaltaesunloro.—¿Vasaquedarteahíburlándotedemiovasaecharmeunamano?—Supongoqueteecharéunamano.

Yocolguéunbrazoporencimadesuhombro,sintiéndome,enciertamanera,denuevocomounchico:metrajorecuerdoscasiolvidadosdemipadrecargandoconmigoyllevándomearriba,alacama,lasnochesdeldomingo,despuésdequeyahabíaempezadoadormitaralamitaddelShowdeEdSullivan.Elolordesulocióndespuésdelafeitado,seguíasiendoelmismo.

Unavezarriba,meexplicó:—No te enfades si te parezco demasiado inquisitivo,Denny. Pero, ¿Verdad

queLeighyanosaleconArnie?—No,papá.—¿Esqueahorasalecontigo?—Yo…,bueno,realmentenopodríadecirlo.Supongoqueno.—Quieresdecirtodavíano.—Bueno…,si,supongoqueeseso.Comenzaba a sentirme incómodo y él debió verlo, pero siguió adelante de

todosmodos.—¿SeriaaventuradosuponerqueellarompióconArnieporqueélyanoerael

mismodeantes?—Sí.Supongoqueesoserialocierto.—¿SabeArnieyalotuyoconLeigh?—Padre,nohaynadaquesaber…porlomenos,todavíano.Mipadreseaclarólagarganta,parecióreflexionarynoañadiónadamás.Le

soltéymeesforcéporcolocarambasmuletaspordebajodemí.Seguramente,meafanéalgomásdelonecesario.

—Tedaréunconsejogratuito—medijo,finalmente,mipadre—.Noledigaslo que sucede entre tú yLeigh….Ydeja a un lado las protestas de que no estásucediendonada.Estásintentandoayudarledealgunamanera,¿Noesverdad?

—Nosésinosotros,Leighyyo,podremoshacernadaporArnie,padre.—Lehevistodosotresveces—dijomipadre.—¿Lehasvisto?—lepregunté,asombrado—¿Dónde?Mipadreseencogiódehombros.—En la calle.En el centro. ¿Sabes?,Libertyville no es tangrande,Dennis.

El…—¿Qué…?—Casi nome reconoció. Y parecemás viejo. Ahora qué está más pálido,

parece mucho más viejo. Antes creía que Arnie se parecía a su padre, peroahora…

Seinterrumpióderepente.—Dennis, ¿Se tehaocurridopensarqueArniequizás esté sufriendoalguna

crisisnerviosa?—Sí —repuse, y sólo deseaba haberle podido contar que había otras

posibilidadestambién.Peores.Posibilidadesquehubieranhechopensaramipadresieraélmismo

elquesufríaunacrisisnerviosa.—Tencuidado—concluyóy,aunquenomencionóloquelehabíasucedidoa

WillDarnell,deprontosentí,confuerza,queenesoestabapensandomipadre—.Tencuidado,Dennis.

LeighmellamóporteléfonoaldíasiguienteymedijoquesupadreteníaqueiraLosAngelespornegociosdedeaño,yquehabíapropuesto,degolpe,quetodosfuesenconél,alejándosedelfríoylanieve.

—Mimadre se entusiasmó con la idea y no pude encontrar ninguna excusaplausibleparadecirqueno—meexplicó—.Sóloserándiezdías,ylaescuelanoempezaráhastael8deenero.

—Pareceespléndido—repliqué—.Diviértete.—¿Creesquedeberíair?—Sinovas,serámejorquetehagasexaminarlacabeza.—¿Dennis?—¿Qué?Bajóunpocolavoz.—Tendrás cuidado, ¿Verdad? Yo…, bueno, yo últimamente he estado

pensandomuchoenti…Colgóentonceselteléfono,dejándomesorprendidoyalgodetibieza.Peroel

sentimientodeculpapermaneció,desvaneciéndoseahoraunpoco,quizá,peroahítodavía.

Mi padre me había preguntado si estaba intentando ayudar a Arnie. ¿Loestaba? ¿O estaría yo sólometiéndomeuna parte de su vida en donde él habíamarcadounosapuntes…?¿Y,además,robándolelanoviaenelproceso?¿QuéesloqueexactamentediríaArniesilodescubría?

Lacabezamedolíacontantaspreguntas,ypenséquequizáserialomejorque

Leighseausentaraporunosdías.Comoellamismahabíadichosobrenuestrospadres,parecíamásseguro.

Elviernesdía29,elúltimodíalaboraldelañoviejo,llaméporteléfonoalaOficinadelaLegiónAmericanadeLibertyvilleypreguntéporelsecretario.Medieron su nombre, Richard McCandless, y el conserje me facilitó, además unnúmero de teléfono. El número resultó ser el de David Emerson, la «mejor»tiendademueblesdeLibertylle.MedijeronqueesperaseunmomentoyentonceshablóMcCandless,conunavozprofunda,grave,quesonabacomodeunsesentón:comosiquizáPattonyelpropietariodeaquellavozsehubieranabiertocaminoatravés de Alemania hasta Berlín, hombro contra hombro, probablementemordiendobalasdelenemigoenelaireconlosdientesamedidaqueavanzaban.

—McCandless—replicó.—Señor McCandless, me llamo Dennis Guilder. El pasado mes de agosto

organizóustedunfuneral,estilomilitar,parauntipollamadoRolandLeBay…—¿Eraamigosuyo?—No,sólounconocido,pero…—En ese caso, no tengo que ofenderle en sus sentimientos —dijo

McCandless,yensugargantaresonabanestertores.ParecíacomounAndyDevinecruzadoconBroderickCrawford—.LeBaynoerasinounpurohijodeperra,ysiyomehubierasalidoconlamía, laLegiónnohubieratenidonadaqueverparameterloenelhoyo.Dejólaorganizaciónen1970.Sinosehubieramarchado,lehubiéramosechadonosotros.EltipoeseeraelbastardomáspendencieroquehahabidoenlaTierra.

—¿Loera?—Yapuedeustedapostaralgo.Primerodiscutíacontigo,yentonces,sipodía,

pasabaaunapelea.Nosepodíajugaralpóquerconesehijodeputay,claroestá,quenosepodíabeberuntragoconél.Unonopodíaseguirleporunaparte,y,porotro lado, se comportabamalévolamente.Y no es que tuviera que irmuy lejosparamostrarsemaligno.Eraunbastardoloco,yesperoqueustedmeperdonelafranqueza.¿Quiéneres,chico?

PorunmomentodemencialestuvoapuntodecitaraEmilyDickinson:«¡Yonosoynadie!¿Quiénesusted?»

—UnamigomíocompróunautoaLeBayjustoantesdequemuriese…—¡Mierda!¿Noseriaesecincuentaysiete?—Bueno,realmenteerauncincuentayocho…—Ya,ya,cincuentaysieteocincuentayocho,rojoyblanco.Esaeralaúnica

malditacosaporlaquesepreocupaba.Lotratabacomosifueseunamujer.FueporeseautoqueabandonólaLegión,¿Losabiausted?

—No—ledijeyo—.¿Quésucedió?—Ah, mierda…Una historia antigua, muchacho, estoy llenándote de rollo.

Pero,cadavezquemeacuerdodeesehijodeperra,eseLeBay,loveotodorojo.Todavíatengocicatricesenlasmanos.ElTíoSamgozódetresañosdemividadurantelaSegundaGuerraMundialynosaquéellomásqueunCorazónPúrpura,aunqueestuveencombatecasitodoeltiempo.LuchéavanzandoporlamierdadelasislitasdemierdadelsurdelPacifico.Yoyunoscincuentatiposhicimosfrentea una carga banzai en Guadalcanal…, dos jodidos millones de japonesesembistiéndonosdrogadoshastalasorejasyblandiendoesossablesqueconstruíancon botes de café de «MaxwellHouse»…, y ni tan siquiera una cicatriz enmicuerpo.Sentí unpar debalas queme rozarony, antes deque rompiéramos esacarga,eltipoqueestabaamiladoquedóconlastripasdesordenadasporcortesíadelEmperadordelJapón,perolaúnicavezquevielcolordemisangreallí,fueenelPacifico,fuecuandomecortéalafeitarme.Entonces…

McCandlessseechóareír.—Mierdaymásmierda,ahívoyotravez.Mimujerdicequealgúndíaabriré

demasiadolabocaymecaeráotro.¿Cómomehasdichoquetellamabas?—DennisGuilder.—Muy bien, Dennis, te he llenado el oído, ahora tú debes decirme cosas.

¿Quéquerías?—Bueno,miamigocompróeseautoy loarregló…,comounbrazodemar,

supongoquediríausted.Unapiezademuseo.—Si, justo como LeBay—convino McCandless, y se mojó la boca—. El

adoraba ese jodido auto, todo hay que oírlo. Su mujer no le importaba unamierda…¿Sabesquelesucedióaella?

—Si—repuse.—La empujó a ese fin—siguió McCandless con gravedad—. Después de

morirsuhija,ellanoobtuvoningúnconsueloenLeBay.Ninguno.Nocreoquesu

hija le importara ni una mierda tampoco. Lo siento, Dennis. Nunca he sabidocerrar la boca. Hablo y hablo. Siempre he sido así.Mi madre solía decirme:«Dickie,tulenguaestácolgadaenmedioycorreporlosdoscostados.»¿Quémehasdichoquequerías?

—MiamigoyyofuimosalfuneraldeLeBay—leexpliqué—y,despuésquehuboterminado,mepresentéalhermanodeLeBay…

—Meparecióuntipomuysensato—interrumpióMcCandless—.Maestrodeescuela,Ohio.

—Cierto.Habléunratoconél,yamimeparecióuntipoagradable.LecontéqueibaaprepararmiexamendeingléssuperiorsobreEzraPound…

—¿Ezracómo?—Pound.—¿Yquiéndemoniosesese?¿EstabaenelfuneraldeLeBay?—No,señor.Pounderaunpoeta.—¿Unqué?—Poeta.Tambiénestámuerto.—Vaya.McCandlessparecíadudoso.—Bueno, puesLeBay, es decirGeorgeLeBay,me dijo queme enviaría un

puñadoderevistassobreEzraPoundparamiinforme,siesquemeinteresaban.Bueno, pues resulta queme serianmuy útiles, perome olvidé de apuntarme sudirección.Yhecreídoque,alomejor,ustedlatendría.

—Seguro,estaráenlosregistros,todoesofiguraaldorso.Estoymáshartodeser unmaldito secretario, peromi cargo en el puesto acaba el próximo julio ynunca más me atraparán. ¿Entiendes lo que quiero decir? No volverán ajoderme…

—Confíoenquenolehabrémolestadomucho.—No,demonios,no.Quierodecir,queparaestoeslaLegiónAmericana,¿No

esasí?Paraayudaralagente.Dametudirección,Dennis,yteenviaréunatarjetacontodalainformación.

Lefacilitéminombreymidirecciónymedisculpeotravezpormolestarleensutrabajo.

—Nada, no tiene ninguna importancia—me dijo—. Ahora estoy, de todosmodos,enmimalditodescansoparatomarcafé.

Tuve unmomento para estar pensando qué haría él en «David Emerson's»,que, realmente, era en donde compraba la gente fina deLibertyville. ¿Seria unvendedor? Me imaginaba acompañando a alguna joven dama por el almacén,diciéndole:«Aquítieneustedunjodidosofámuyagradable,señora,yfíjeseusteden esta maldita butaca seguro que nosotros no teníamos nada como eso enGuardalcanal cuando esos jodidos japoneses drogados se lanzaban contranosotrosconsussablesdeMaxwellHouse».

Hiceunamediamueca,peroloquedijoacontinuaciónmeserenódegolpe.—YofuiconLeBayenesecocheunparadeveces,ynuncamegustó.Queme

aspensiséelporqué,peroesasí.Jamásmemetíenesecochedespuésdequesumujer….yasabes.Jesús,medabaescalofríos.

—Seguroquesi—convine,ymivozparecíavenirdemuylejos—.Escuche,¿QuésucediócuandodejólaLegión?¿Ustedhadichoquetuvoalgoqueverconelauto?

Elhombreseechóareíryparecióunpococomplacido.—Realmente,noestásmuyinteresadoenhistoriasantiguas,¿Verdad?—Bueno,si,loestoy.Miamigocompróesecoche,recuérdelo.—Bueno, entonces te lo diré. Además, fue una cosa realmente divertida, a

decirverdad.Algunosdelosnuestroslomencionanalgunavez,cuandotodosnoshemos tomadounos tragos.Yono soy el único con cicatrices enmismanos.Sivamosalfondodelacuestión,resultaalgoescalofriante.

—¿Quéocurrió?—Bueno, fue un truco demuchacho. Pero, realmente, ese bastardo no caía

bienanadie,¿Sabes…?Eraunmarginado,unsolitario…ComoArnie,penséyo.—…y todos habíamos estado bebiendo —terminó McCandless—. Ocurrió

despuésdelareuniónyLeBayhabíasidomásquisquillosoquedecostumbre.Asíque un grupo de nosotros estaba en el bar, ¿Sabes?, y veíamos que LeBay sedisponía a volver a su casa. Estaba poniéndose la chaqueta y discutiendo conPoochieAnderson sobre alguna cuestión de béisbol.CuandoLeBay semarchó,siemprese ibaporelmismocamino,chico.Entrabaenaquel«Plymouth»suyo,retrocedíaydespuésadelante.Esacosasalíadelaparcamientocomouncohete,esparciendogravillaportodaspartes.Demodoque,fueideadeSonnyBellerlan,salimos cuatro de nosotros por la puerta de atrás hasta el estacionamiento

mientras LeBay le gritaba a Poochie. Todos nos situamos en el rincón másapartado del edificio, porque sabíamos que allí es donde él acabaría haciendoretrocederelcocheantesdesalirdisparado.Llamabasiempreasucocheconunnombredechica.Yatehedichoqueeracomosiestuvieracasadoconesamalditacosa.

—«Mantenedlosojosabiertosylascabezasgachas,onosverá—dijoSony—.Ynoosmováishastaqueyoosdélaseñal.»

—Todosestábamosalgoalegres,¿Sabes?Asíqueelhombresaleunosdiezminutos después, borracho como una cuba y buscando las llaves en suspantalones. Sonny nos dijo: «¡Preparados, chicos, y manteneos agachados!»LeBay se metió en el auto y retrocedió. Era perfecto, porque se detuvo paraencender un cigarrillo.Mientras lo hacia, nosotros alzamos las ruedas de atrásseparadas del suelo, de modo que cuando él intentara arrancar, esparciendogravillaportodoeledificiocomodecostumbre,¿Sabes?,loúnicoqueharíaseriahacergirarlasruedasynoiraningunaparte.¿Comprendesloquequierodecir?

—Si—lerespondí.Erauntrucodechico,nosotroshabíamoshecholomismodevezencuandoen

bailesdelinstituto,yunavez,comobroma,habíamosbloqueadoel«Dodge»delentrenadorPufferdemodoquelasruedasmotricesestabanalzadasdelsuelo.

—Pero, sinembargo,nosdiounaespeciedesusto.Enciendeelcigarrilloyentoncesponelaradio.Esaeraotracosaquenosponíafrenéticos,lamaneraenque siempre escuchaba aquella música de rock and roll como si fuese unmuchachoenvezdeseruntipoapuntoparalajodidaSeguridadSocial.Entoncesempieza a conducir el cacharro. Nosotros no nos percatamos porque todosestábamos agachados para que no nos viera. Recuerdo que Sonny Bellermanestaba riéndose y, justo antes de que la cosa ocurriera, nos murmuró: «¿Estánalzadas, chicos?» Yo le murmuré como respuesta: «Tu picha está arriba,Bellerman»Elfueelúnicoquerealmente,sehizodaño,¿Sabes…?Acausadesuanillo de boda. Pero juro ante Dios que aquellas ruedas estaban levantadas.Teníamos laparte traseradeaquel«Plymouth»por lomenosadiezcentímetrosdelsuelo.

—¿Quésucedió?—pregunté.Porelmodoenqueibalahistoria,meparecíaquepodíaadivinarlo.—¿Quésucedió?Esetiposaliócomosiempre¡Estoesloquesucedió!Justo

como si las cuatro ruedas tocasen el suelo. Esparció gravilla y arrancó elparachoquesdenuestrasmanosy,almismotiempo,nosarrancótambiénunapartedeldedomediodeSonnyBellerman,suanillodebodaquedóenganchadodebajodel parachoques, y ese dedo salió disparado como un corcho al salir de unabotella.Y todosvimos aLeBay riéndose,mientras se alejaba, como si hubierasabidotodoelratoqueestábamosallí.Hubierapodidosaberlo,dehabervueltoausarellavabodespuésdeterminardedargritosaPoochie,hubierapodidomirarpor la ventanilla mientras meaba y nos hubiera visto de detrás del edificio,esperándole.Bueno,esofueel finalparaély laLegión.Leenviamosunacartadiciéndolequenovolviera,ynosdejó.Yparaqueveas lodivertidoquees elmundo,fueSonnyBellermanelqueselevantóennuestrareunión,cuandoLeBaymurió, y dijo que tendríamos que cumplir con él delmismomodo. «Claro estádijoSonnyese tipoeraunasquerosohijodeperra,pero luchóenlaguerracontodos nosotros. Así que, ¿Por qué no lemandamos al otromundo como es derigor?»

—Lohicimosdeesemodo.Nosé…SupongoqueSonnyBellermanesmuchomáscristianodeloqueyonuncaseré.

—Seguramentenoalzaríanustedes lasruedasdelsuelo—dijeyo,pensandoenloquehabíasucedidoalostiposquehabíanestadometiéndoseconChristineennoviembre.

Elloshabíanperdidobastantemásquelapieldelosdedos.—Sinembargo,lohicimos—concluyóMcCandless—.Cuandonossalpicóla

gravilla, lo hizo desde las ruedas delanteras. No he podido comprender hastaahoracómopudohaceresetruco.Esunpocomisteriosoyescalofriante,comotehedichoantes.GerryBarlow,eseesunodelosquelohizo,siempredeclaróqueLeBaymetióenChristinedealgunamaneralatransmisiónenlascuatroruedas,peroyonocreoquehayaningunaposibilidadparaeso,¿Noteparece?

—No—lerespondí—.Nocreoquepudierahacerse.—No,noesposible—estuvodeacuerdoMcCandless—.Nosepuedehacer.

Bueno…Casihedevoradotodomitiempodetomarmeelcafé,muchacho.QuierovolveratomarmeOtroantesdeterminarmidescanso.Teenviaréesadirecciónsilatenemos.Creoquesi.

—Gracias,señorMcCandless.—Conmuchogusto,Dennis.Cuídate.

—Seguro.Usarperonoabusar,¿Noesasí?Seechóareír.—Esoesloque,detodosmodos,solíamosdecirenelQuintoBatallón.Colgóelteléfono.Yocolgué lentamenteypensé en los cochesque siguenmoviéndose incluso

cuandouno leshaalzadodelsuelo las ruedasmotrices.Algoescalofriante.Eraescalofriante, si, señor, y McCandless todavía tenía cicatrices que lo demostraban.EsomehizorecordaralgoqueGeorgeLeBaymehabíadicho.Teníatambién una cicatriz como resultado de su asociación con Roland LeBay. Y amedidaqueenvejecía,sucicatrizseguíaagrandándose.

45.VísperadeAñoNuevo

Forthisdaringyoungstarmethisdeathwhileinhiscar.Nooneknowsthereasonwhy—Screamingtires,flashingfire,andgonewasthisyoungstar.Ohowcouldtheylethimdie?Still,ayoungmanisgone,buthislegendlingeron,Forhediedwithoutacause…

BOBDYLAN

LlaméaArnielavísperadeAñoNuevo.Habíaestadodosdíaspensandoenelloy,enrealidad,noqueríahacerlo,peroteníaqueverle.Habíallegadoacreerque nada podría decidir hasta que volviese a verle conmis ojos. Y hasta quehubiesevisto unavezmás aChristine.Habíamencionado el coche ami padreduranteeldesayuno,casualmente,comodepasada,yélmehabíadichoquecreíaque todos los coches que habían sido retenidos en el garaje deDarnell habíansidoahorafotografiadosydevueltos.

ReginaCunninghamrespondióalteléfonoconvozsecaynormal.—AquílacasaCunningham.—Hola,Regina,soyDennis.—¡Dennis!Parecía agradablemente sorprendida. Por unmomento escuché la voz de la

viejaRegina,laquenosdabaaArnieymibocadillosuntadosconmantequillade

cacahueteypalitosdetocinoentreelpan(pandecenteno,naturalmente).—¿Cómoestás?Oímosdecirquetehabíandadodealtadelhospital.—Estoybien—repliqué—.¿Ytú?Hubounabrevepausa,ydespuésañadió:—Bueno,yasabescómohanidolascosasporaquí.—Problemas—dije—.Si.—Todoslosproblemasquenotuvimosenañosanteriores—siguióRegina—.

Supongoqueseamontonaronenunrincón,esperándonos.Carraspeéunpocoynodijenada.—¿QuiereshablarconArnie?—Siestáahí…Despuésdeotrapausa,Reginaprosiguió:—Recuerdoque,enlosviejostiempos,túyélsolíaisestarenlavísperade

AñoNuevoparaverlaentradadeéste.¿Hasllamadoporeso,Dennis?Parecíacasitímida,muydiferentedelaantiguayemprendedoraRegina.—Puessi—ledije—.Cosadeniños,losé,pero…—¡No!—replicó,rápidayvivamente—¡Enabsoluto!Arnietehanecesitado

algunavez,Dennis…,sihanecesitadounamigoalgunavez…,nuncacomoahora.Esta…arriba,durmiendo.Duermedemasiado.Ynoes…,noes…,noha…

—¿Nohaqué,Regina?—¡No ha hecho ninguna petición de ingreso en la Universidad!—gritó, e

inmediatamente bajó la voz, como si Arnie pudiese oírla— ¡Ni una! El señorVickers, el monitor de la escuela, me llamó y me lo dijo. En la escuela haobtenido las mejores notas y podía aspirar a ingresar a casi cualquierUniversidaddelpaís…Almenoshabríapodidohacerloantesdeeste…,deestecontratiempo…

Suvoztembló,comosifueseallorar,peroenseguidaserehizo—Habla con él, Dennis. Si pudieses pasar habla con él…, tomar unas

cervezasjuntosysólo…hablarconél…Se interrumpió, pero estuve seguro de que habíamás. Algo que necesitaba

decirynopodía.—Regina—exclamé.Nunca me había gustado la vieja Regina, la compulsiva y dominante que

parecíagobernarlastierrasdesumaridoydesuhijosegúnsuspropiosdesignios

perotodavíamegustabamenosestamujerdesorientadayllorosa.—Vamos,tranquilízate,¿Deacuerdo?—Tengo miedo de hablar con él—siguió al fin—. YMichael también lo

tiene. Arnie… parece estallar si se le contradice en ciertas cuestiones. Alprincipiosóloeraelcoche,ahoratambiéneslaUniversidad.Háblale,Dennisporfavor—hubo otra corta pausa y después, casi sin darle importancia, reveló laverdaderacausadesutemor—.Creoqueloestamosperdiendo.

—No,Regina,escucha…—Lellamaré—dijobruscamenteella,yelteléfonoemitióunchasquido.Laesperaparecióeternizarse.Sujetéelteléfonoenlamandíbulainferioryel

hombroyrepiquéconlosnudillossobrelaescayolaquetodavíaenvolvíalapartesuperior de mi pierna izquierda. Tuve que hacer un terrible esfuerzo para nosoltarelteléfonoydarporterminadoelasunto.

Entoncesvolvieronalevantarelaparatoenelotroextremo.—¿Hola? —dijo una voz cautelosa, y una idea cruzó por mi mente con

absolutaseguridad:EsenoesArnie.—¿Arnie?—ParecequeesDennisGuilder,labocaconpatas—dijolavoz,yahorasi

queparecíaArnie,si…,peroalmismotiempo,noloparecía.En realidad, su voz no eramás grave, pero parecíamás ronca, como si la

hubiese gastado de tanto gritar. Era extraño, tenía la impresión de que estabahablandoconundesconocidoqueimitabamuybienamiamigoArnie.

—Cuidadoconloquedices,chico—dije,sonriendo,peromismanosestabanfríascomoelmármol.

—¿No sabes?—prosiguió, en tono confidencial— Tu y mi culo tienen unparecidoalarmante.

—Mehabíadadocuentadelparecido,pero,recientemente,penséqueeraalrevés—manifesté,ysehizounsilencioentrenosotros.Noshabíamosdedicadouno de nuestros piropos habituales—. Bueno, ¿Qué haces esta noche? —lepregunté.

—Nograncosa—replicó—.Notengoningunacita.—Yo, si. Estoy en forma. —dije— Recogeré a Roseanne y la llevaré al

«Studio 2000». Si quieres, puedes venir con nosotros y guardarme lasmuletasmientrasbailamos.

Elserióunpoco.—Pensaba irabuscarte—comenté—.Talvezpodríamosver laentradadel

AñoNuevocomosolíamoshacer,sabes.—¡Sí!—exclamóArnie.Pareciócomplacidoporlaidea,perotodavíanoera

deltodoél—PodríamosiraveraLombardoytodassusalegresgansadas.Seriaestupendo.

Calléunmomento,nomuysegurodeloqueteníaquedecir.Porfinrespondíprecavidamente:

—Bueno,talvezDickClarkoalgúnotro.GuyLombardomurió,Arnie.—¿De veras?—Arnie pareció aturrullado, perplejo— ¡Ah, si, creo que si!

PeroDickClarkandaporahí,¿Verdad?—Verdad—repliqué.—Dicksemereceunapuntuacióndeochentaycinco,Tieneunbuenritmoyse

puede bailar bien con él—explicó Arnie, pero no era en absoluto la voz deArnie.

Sementehizounasúbitayespantosamente inesperadavisión (elmejorolordel mundo… salvo tal vez el de coño) y mi mano apretó convulsivamente elteléfono.Creoqueestuveapuntodegritar.NoestabahablandoconArnieestabahablandoconRolandLeBay.Estabahablandoconunmuerto.

—Dickestabamuybien—meoídecir,comodesdelejos.—¿Cómovendrás,Dennis?¿Puedesconducir?—No, todavíano.Habíapensadopedirleapapáquemellevase—hiceuna

pausa momentánea y proseguí—. Tal vez tú podrías traerme de regreso, sicogiesestucoche.¿Teparecebien?

—¡Claro! —parecía sinceramente entusiasmado— ¡Eso seria estupendo,Dennis!, ¡Realmente estupendo! Nos veríamos un poco. Como en los viejostiempos.

—Sí—convine.Ydespués(juroquesinproponérmeloañadí)—.Comoenlaagenciadeautomóviles.

—Sí, ¡Tienes razón!—respondió, riendo,Arnie—¡Muchísima razón!Hastapronto,Dennis.

—Bien—dijeautomáticamente—.Hastapronto.Colgué, me quedé mirando el teléfono y, ahora, me eché a temblar. Nunca

habíaestadotanespantadoenmivida.

El tiempo pasa: la mente reconstruye sus defensas. Pienso que una de lasrazonesdequehayatanpocaspruebasconvincentesdelosfenómenospsíquicosesquelamenteempiezaafuncionaryreestructuralaspruebas.Unpocodetrampaesmejorquemuchademencia.MástardeponíaenteladejuicioloquehabíaoídoomeempeñéencreerqueArniehabía interpretadomalmicomentario,perounmomentodespuésdecolgarelteléfonolacosamehabíaparecidosegura:LeBaysehabíametidoenél.Dealgunamanera,muertoovivo,LeBayestabaenél.

YLeBayeraquienmandaba.

LanochedeAñoNuevoerafríayclaracomoelcristal.PapámedejófrentealacasadelosCunninghamalassieteycuartoymeayudóallegaralapuertadeatrás, pero las muletas no se hicieron para el invierno ni para los senderosnevados.

La furgoneta de los Cunningham se había ido, peroChristine estaba en elpaseo, con su brillante carrocería roja y blanca revestida de cristales de hielocondensados. Estamisma semana lo habían soltado con el resto de los cochesretenidos.Consólomirarlo,measaltóunsentimientodesordotemor,parecidoaun dolor de cabeza. No quería volver a casa en aquel coche, ni esta noche ninunca.Queríamivulgar«Duster»producidoenserie,consusasientostapizadosdeviniloysugranpegatinaenlaqueseleía:ESTADOMAYORDELAMAFIA.

Se encendió la luz del porche de atrás y vimos la silueta de Arnieacercándosea lapuerta.NisiquieraparecíaArnie.Tenía loshombroscaídosysusmovimientosparecíandeunviejo.Medijequeeramiimaginación,quemiscelosmedominabanyqueestaballenodemanías…,ydesdeluegolosabía.

El abrió la puerta y se asomó, vestía una vieja camisa de franela y unosvaqueros.

—¡Dennis!—exclamó—¡Hombre!—Hola,Arnie—ledije.—¿Quétal,Mr.Guilder?—Hola,Arnie—dijomi papá, tendiéndole unamano enguantada—. ¿Cómo

vatodo?—Bueno,nodemasiadobien,ya sabe.Peroestovaa cambiar.AñoNuevo,

vidanueva,hayquetirarlacamisaviejayponerselanueva,¿Noescierto?

—Supongo que si—dijomi padre, un poco desconcertado—.Dennis, ¿Deverasnoquieresquevuelvaabuscarte?

Yoloqueríamásquenadaenelmundo,peroArniemeestabamirandoysubocanodejabadesonreír,aunquelosojoseranfríosyestabanalerta.

—No,Arniemellevaráacasa…,esdecir,siesecacharropuedeponerseenmarcha.

—¡Oh!Cuidadocon loque ledicesamicoche—bromeóArnie—.Esmuysusceptible.

—¿Deveras?—pregunté.—Deveras—repusoArnie,sonriendo.Volvílacabezaygrité:—Perdóname,Christine.—Asíestámejor.Porunmomentopermanecimosplantadoslostres,mipadreyyoalpiedela

escalerade la cocina, yArnie en la puerta, por encimadenosotros, y como sininguno supiesequedecir.Sentíunaespeciedepánico: alguien teníaquedeciralgo,pues,enotrocaso,todalaridículaficcióndequenadahabíacambiadosederrumbaríaporsupropiopeso.

—Bueno—comentóal finpapá—.Nobebáisdemasiado.Si tomáismásdedoscervezas,llámame,Arnie.

—Nosepreocupe,señorGuilder.—Nosportaremosbien—exclamé,conunasonrisablandayfalsa—.Vetea

casayduermebien,papá.Tuhermosacaralonecesita.—¡Oh,oh!—bromeómipadre—Cuidadoconloqueledicesamicara.Es

muysusceptible.Volvióalcoche.Yomequedéquieto,observándole,lasmuletasembutidasen

mis axilas.Le observémierda pasaba con el coche por detrás deChristine. Ycuandosaliódelpaseodeentradaytorcióendirecciónacasa,mesentíunpocomejor.

Sacudícuidadosamente lanievede lapuntade lamuletaenelumbralde lapuerta. La cocina de los Cunningham estaba pavimentada con azulejos. Dostropezoneshabíanenseñadoqueunpardemuletasconnieveenconteraspueden

convertirseenunpardepatinessobreunasuperficielisa.—Realmente, sabes cómo manejar esas pequeñas —dijo Arnie,

observándomealcruzarlacocina.Sacóun paquete de «Tiparillos» del bolsillo de su camisa de franela, sacó

uno,mordiólaboquilladeplásticoyloencendiódoblandoaunladolacabeza.Lallamade lacerilla trazóuninstanteensusmejillas loqueparecíanrayasdepinturaamarilla.

—Esunahabilidadquemegustaríaperder.—ledije—¿Cuándoempezasteafumarcigarros?

—EncasadeDarnell—explicó—.Nolosfumodelantedemimadre.Elolorlasacadequicio.

Nofumabacomoelmuchachoquesóloempiezaacontraerhábito,sinocomounhombrequellevasevariosañoshaciéndolo.

—Pensabahacerpalomitasdemaíz—comentó—.¿Teparecebien?—Claroquesi.¿Tienescerveza?—Respuesta afirmativa.Hay un paquete de seis botellas en el frigorífico y

otrosdosabajo.—Magnífico—mesentéconmuchocuidadoalamesadelacocinayestiréla

piernaizquierda—.¿Dóndeestánlostuyos?—Han idoacelebrar laNocheviejaencasade losFassenbach.¿Cuándo te

quitaránelyeso?—Conunpocodesuerte,talvezafinalesdeenero—agitélasmuletasenel

aire y exclamé con acento neutral—. ¡El pequeñoTimyavuelve a andar! ¡QueDioslosbendigaatodos!

Arnie,quesedirigíaalfogónconunacacerolaconunabolsademaízyunabotelladeaceite«Wesson»,seechóareírymeneólacabeza.

—ElviejoDennisdesiempre.Notehancambiadomuchachón.—Ytúnomeabrumastecontusvisitasenelhospital.—TellevélacenaelDíadeAccióndeGracias.¿Quédiablosqueríasmás?

¿Sangre?Meencogídehombros.Arniesuspiró.—Avecespiensoquefuistemiamuleto,Dennis.—Nolopienses,cabezota.—Enserio.Heestadoenaguahirviendodesdequetepusisteloshuesosdela

pechuga,ysigoestándolo.Esextrañoquenoparezcaunalangosta.Rióamandíbulabatiente.Noeralarisaquecabíaesperardeunmuchachoen

apuros,eramásbienladeunhombre—si, ladeunhombre—queseestuviesedivirtiendo de lo lindo. Puso la cacerola sobre el fogón y vertió el aceite«Wesson»enella.Loscabellos,máscortosquedecostumbreypeinadoshaciaatrásenunestiloquemeresultabanuevo,cayeronsobresufrente.Losechóatráscon rapidez la cabeza y echó maíz en el aceite y puso la tapadera sobre lacacerola.Sedirigióalfrigorífico.

Sacóunpaquetedebotesdecerveza.Lodejóenelsuelodelantedemí,sacódoslatasylasabrió.Mediouna.Levantólaotra.Yohicelopropio.

—Un brindis —pidió Arnie—. ¡Mueran todos los cagones del mundo en1979!—luegobajódespacioelbote.

—Nopuedobeberporesto,hombre.Vi un destello de irritación en sus ojos grises. Pareció flotar en ellos un

destellodebuenhumor,yseextinguió.—Bueno,¿Porquépuedesbeber…,hombre?—¿QuizáporlaUniversidad?—preguntétranquilamente.Memiróenfurruñadoysuanteriorbuenhumorsedesvaneciócomoporarte

demagia.—Teníaquehabermefiguradoqueellatellenabalacabezaconestabasura.

Mimadreesunamujercapazdearrastrarseporelsuelocontaldeconseguirloque quiera. Tú lo sabes, Dennis. Besaría el culo del diablo en caso de sernecesario

Dejéelbotedecerveza,todavíalleno.—Bueno, ella no me besó el culo. Sólo me dijo que no hacías nada para

ingresaryqueestolateníapreocupada.—Se tratademivida—explicóArnie.Torció los labiosysucaracambió,

tornándosehorriblementefea—.Hagoloquequiero.—¿YesnoiralaUniversidad?—Sí, iré. Pero ami tiempo.Díselo, si te pregunta.A tiempo.No este año.

Resueltamente,no.Sipiensaquevoyaira«Pitt»oa«Horlicks»oa«Rutgers»,parasufrirnovatadasydargritosenlospartidosderugbydelequipodecasa,esque ha perdido la chaveta.No lo haré después del temporal demierda que hetenidoqueaguantaresteaño.Nohaynadaquehacer,hombre.

—¿Yquévasahacer?—Largarme—manifestó—.MontaréenChristineysaldremospitandodeesta

inflexibleciudad.¿Comprendes?Su voz empezaba a elevarse, a volverse estridente, sentí que de nuevo se

apoderabaelpánicodemí.Era impotenteparadominarloy sólopodíaesperarquenosetraslucieseenmisemblante.PorqueahoranoerasólolavozdeLeBay,ahoraeratambiénlacaradeLeBay,deslizándosedebajodeladeArniecomounacosamuertaconservadaenformol.

—No ha sido más que un temporal de mierda, y pienso que ese malditoJunkins anda aún detrás de mí a todo vapor, pero le conviene andarse concuidado,oalguienpodríahacerlepapillaaél…

—¿QuiénesJunkins?—lepregunté.—No te preocupes—dijo—. Esto no importa—el aceite empezó a sisear

detrásde él.Ungranodemaíz saltóy ¡Bang!, contra la tapadera—.Tengoqueresolvereso,Dennis.

—¿Quieresbrindar,ono?Amímedaigual.—Estábien—dijo—.¿Brindamospornosotros?Sonrióymenguóunpocolaopresiónqueyosentíaenelpecho.—Pornosotros, si, esto esbuenacosa,Dennis.Pornosotros.Teníamosque

hacerlo,¿eh?—Así es—convine, ymi voz enronqueció ligeramente—. Sí, así tenía que

ser.Hicimoschocarlosbotesdecervezaybebimos.Arnie se acercó al fogón y empezó a sacudir la cacerola, donde el maíz

saltabaconcrecienterapidez.Dejéqueunpardetragosdecervezasedeslizasenpormigargantayentonceslacervezaeratodavíaparamíalgobastantenuevo,ynunca me había emborrachado con ella porque me gustaba mucho su sabor yalgunosamigos—conLennyBaronggalacabeza—mehabíandichoquesiunoempezaba a caerse, a levantarse y ensuciarse la camisa con cerveza, no podíasiquieramirarladurantesemanas.Pordesgracia,descubrímástardequeestonoescompletamentecierto.

PeroArniebebía como si fuesen a reinstaurar laprohibición el primerodeenero,habíaterminadosulataantesdequeelmaízacabasedesaltar.Aplastóelrecipientevacío,mehizounguiñoydijo:

—Miracómolametoenelculodeesepequeñovagabundo,Dennis.Nocomprendílaalusiónysonreídistraídamentealarrojarélelbotealcubo

delabasura.Chocóconlaparedycayódentrodeaquél.—Dospuntos—dije.—Estábien—repuso—.Dameotra,¿Quieres?Se ladi,pensandoqueno importaba:mifamiliapensabaesperarencasa la

entradadelAñoNuevo,ysiArnieseemborrachabadeverasyperdíaelsentido,siemprepodríatelefonearapapá.Cuandoestababorracho,Arniedecíacosasquenuncahabríadichoestandosereno,y,detodosmodos,yonoqueríavolveracasaenChristine.

Perolacervezanoparecíaafectarle.Acabódetostarelmaíz,loechóenungrancuencodeplástico,fundiómediapastillademargarina,lavertióencimadelmaíz,leechósalydijo:

—Vayamosalcuartodeestaryveamoslatele.¿Quéteparece?—Muybien.Cogímismuletas,lasencajéenmissobacos—últimamenteteníalaimpresión

dequelessalíancallos—ymedispuseacogerlastrescervezasquequedabandeencimadelamesa.

—Yo iré a buscarlas—dijoArnie—.Ven, antes de quevuelvas a hacer unestropicio.

Mesonrióy,enaquelmomento,volvíaaserenteramenteArnieCunningham,hastaelpuntodequemeconmovíunpocoalmirarle.

EstabandandounprogramaespecialdeNochevieja.CantabanDonnyyMarieOsmond y ambosmostraban sus enormes dientes en una sonrisa amistosa, peroque en cierto modo, parecía la de un tiburón. Dejamos la tele conectada ycharlamos.HabléaArniedelassesionesdefisioterapia,leexpliquécómohabíahechoejercicioconlaspesasy,despuésdelasegundacerveza,leconfeséqueavecesteníamiedodequenuncavolveríaaandarbien.Elhechodenopoderjugara rugby en la Universidad nada me preocupaba, pero sí aquello. Mientrashablaba,élasentíaconlacabezaserenamenteyconmuestrasdesimpatía

Con esto podría terminar y decirles que nunca he pasado en mi vida unaveladatanextraña.Meesperabancosaspeores,peronadatanrarocomoaquello,tan…desquiciado.Eracomoestarsentadoenuncineviendounapelículasólounpocodesenfocada.AvecesélparecíaArnieperootrasnoloparecíaenabsoluto.

Realizabamovimientosamaneradosquenuncahabíaadvertidoenél:hacergirarnerviosamente las llaves del coche en el rectángulo, de cuero al que estabansujetas,hacercrujirlosnudillos,morderseocasionalmentelayemadelpulgarconlos dientes superiores. Y aquel comentario sobre meterlo en el culito de unvagabundocuandoarrojó subotede cerveza.Pero, aunquehabía consumidoyacincocervezas sindarseunmomentode reposo, cuandoyo terminé la segunda,todavíanoparecíaestarborracho.

Y había actitudes que yo había asociado siempre con Arnie que parecíanhaberdesaparecidoporcompleto:losrápidosynerviosostironesdellóbulodelaorejacuandohablaba,lasúbitamaneradeestirarlaslargaspiernasycruzarporun instante los tobillos, su costumbre de expresar regocijo silbando entre loslabiosapretadosenvezdereírsencillamente.Estoúltimolohizounpardeveces,pero lamayoríadeellasmanifestósudiversiónconrisitasagudasentredientesquemerecordabanaLeBay.

Elprogramaespecialterminóalasonce,yArniehizogirareldiscohastaqueencontró un festival de baile en un hotel de Nueva York, donde las cámarasenfocabanalternativamenteTimesSquare,enlaquesehabíareunidoyaunagranmultitud.NoeraGuyLombardo,peroseloparecía.

—¿DeverasnovasairalaUniversidad?—lepregunté.—Esteaño,no.ChristineyyoiremosaCaliforniaencuantohayaaprobado

losexámenes.Laplayadeoro.—¿Losabenlostuyos?Pareciósorprenderlelaidea.—¡Diablos,no!Ynovayasadecírselo. ¡Lonecesito tantocomounpitode

caucho!—¿Quévasahacerallí?Seencogiódehombros.—Buscar‚unempleoenuntallerdereparacióndeautomóviles.Soytanbueno

enestocomoen todo—yentoncesmeasombróaldecircasualmente—.EsperopoderconvenceraLeighdequevengaconmigo.

Se me atragantó la cerveza y empecé a toser, rociándome los pantalones.Arniemegolpeóconfuerzalaespalda.

—¿Estásbien?—Sí—conseguídecir—.Semefueporelotrositio.Arnie…,sipiensasque

ellaseirácontigo,esquevivesenunmundodesueño.Estápreparandoahorasuingreso en la Universidad. Ha redactado ya unmontón de instancias. Se lo hapropuestoenserio.

Frunció inmediatamente los párpados, y tuve la desagradable impresión dequelacervezamehabíajugadounamalapasadahaciéndomedecirmásdeloquehubieradebido.

—¿Cómosabestantoacercademichica?De pronto sentí como si hubiese caído en un largo campo de minas

explosivas.—Nohabladeotracosa,Arnie.Encuanto laemprendeconel tema,nohay

maneradehacerlacallar.—Muy gracioso.No vas a entrometerte, ¿Verdad,Dennis?—me observaba

confijeza,fruncidoslosojosrecelosos—Noharíasunacosaasí,¿eh?—No—dije,mintiendodescaradamente—.Nodebesdeciresto.—Entonces,¿Cómosabestantosobreloquehaceella?—Laveoalgunasveces—expliqué—.Hablamosdeti.—¿Hablaellademi?—Unpoco—repuse sindarle importancia—.Medijoquehabíasdiscutido

acercadeChristine.Fuelarespuestaadecuada.Setranquilizó.—Lacosanotuvoimportancia.Sólounapequeñariña.Yaselepasará.Ysi

quiere estudiar, en California hay buenas escuelas. Vamos a casarnos, Dennis.Tendremoshijosytodaesamierda.

Meesforcéenmantenermicaradepóquer.—¿Losabeella?Seechóareír.—¡Qué va! Todavía no. Pero lo sabrá. Muy pronto. La amo y nada va a

interponerseenmicamino—larisaseextinguió—.¿QuédijodeChristine?Otramina.—Dijoquenolegustaba.Piensoque…talvezestáunpococelosa.Denuevohabíaacertado.Setranquilizóaúnmás—Sí,seguroquefueesto.Peroselepasará,Denniselcaminodelverdadero

amornunca es llano, pero sepuedepasar, no tepreocupes.Si vuelves averla,dilequelallamaré.Oquehablaréconellacuandosereanudeelcurso.

Pensé en decirle que Leigh estaba precisamente ahora en California, peroresolvínohacerlo.YmepreguntéqueharíaelnuevoyrecelosoArniesisupieraqueyohabíabesadoalachicaconquienpensabacasarse,lahabíaabrazadoy…meestabaenamorandodeella.

—¡Mira,Dennis!—gritóArnie,señalandoeltelevisión.HabíanvueltoaenfocarTimesSquare.Lamultitudyaeraenorme,peroseguía

creciendo.Eraunpocomásdelasonceymedia.Elañoviejoseestabaagotando.—¡Miraesoscagones!Soltó de nuevo una risa estridente y excitada, apuró su cerveza y bajó en

busca de otro paquete de seis botellas. Yo permanecí sentado en mi sillón,pensandoenWelch,Repperton,Trelawney,Stanton,Vandenberg,Darnell.YpenséencómopodíacreerArnie—oaquelenquienArniesehabíaconvertido—quesólohabíatenidounapequeñariñadeenamoradosconLeighyquesecasaríanalterminarelcurso,comoenlasdulzonasbaladasdeamordelostontoscincuenta.

Ysentíunfuertehormigueoentodoelcuerpo.

InauguramoselAñoNuevoencasa.Arniesacóunpardecarracasyunosfuegosdeartificiodesalón,deesosque

estallanysueltanunanubedepequeñasbanderolasdepapeldeseda.Brindamospor 1979 y hablamos un poco más de temas intrascendentes, tales como eltremendo fracasode los «Phillis» en el campamentoy las posibilidadesde los«Steelers»dellegaraganarlacopa,LaSupercopa.

Laspalomitasdemaízestaban tocandoasu fincuandohice lapreguntaquetantohabíaestadoevitando:

—¡Arnie!¿QuécreesqueleocurrióaDarnell?Memiróvivamenteydespuésvolvióamirareltelevisor,dondebailabanlas

parejasconconfetideAñoNuevoenloscabellos.Bebióunpocomásdecerveza.—Lagente conquienhacía negocios le cerró la boca antes de quepudiese

hablardemasiado.Creoqueestofueloqueocurrió.—¿Lagenteparalaquetrabajaba?—SiempredecíamosquelachusmadelSureramala—explicóArnie—,pero

queloscolombianoseranaúnpeores.—¿Quiénessonlos…?

—¿Los colombianos? —Arnie rió cínicamente— Vaqueros de la cocaína,estossonloscolombianos.Willsolíadecirquetemataríansimirabasaunadesusmujeresconmalosojos,yavecesinclusosilasmirabasdebuenamanera.Talvezfueronloscolombianos.Losuciodelasuntopareceasíindicarlo.

—¿VendíascocaínaparaDarnell?Seencogiódehombros.—VendíamaterialesparaWill.Sólotoquélacocaínaunpardevecesydoy

graciasaDiosdequesólollevabacigarrillosdecontrabandocuandomepillaron.Me cogieron con las manos en la masa.Mal asunto. Pero si me hallase en lamismasituación,probablementevolveríaahacerloWilleraunsucio,groseroyviejohijodeperra, pero en algunos aspectos erabueno—susojos sehicieronopacos, extraños—. Sí, en algunos aspectos era bueno. Pero sabía demasiado.Estafuesuperdición.Sabíademasiado…y,másprontoomástarde,sehabríaidodelalengua.Probablementefueronloscolombianos.Unoslocosjodidos.

—Noteentiendo.Perosupongoqueestonoesdemiincumbencia.Memiró,sonrióymehizounguiño.—Eralateoríadeldominó.Almenos,asísepresumió.Habíauntipollamado

HenryBuck.Sesupusoquemedelató,sepresumióqueyohabíadelatadoaWill.Yentonces«elgrancasino»sepensóqueWillhabíadelatadoalagentedelSurquelevendíaladrogaylosfuegosartificialesyloscigarrillosyellicor.Eraaellos a quienes en realidad buscaban los polizontes. En especial, loscolombianos.

—¿Ypiensasqueestoslemataron?Memirófríamente.—EllosolachusmadelSur,estoesseguro.¿Quiénmáspodíahacerlo?Sacudílacabeza.—Bueno—siguióél—.Tomemosotracervezaydespués, te llevaréacasa.

Lohepasadomuybien,Dennis.Deveras.Había un tono de sinceridad en sus palabras, pero Arnie no habría hecho

nunca un comentario tonto como este: «Lo he pasado muy bien, Dennis. Deveras.»ElviejoArnienolohabríadicho.

—Yotambién,hombre.Noqueríamáscerveza,perotoméunaapesardetodo.Deseabademorarel

momentoinevitabledemontarenChristine.Porlatardehabíaparecidounpaso

necesarioparaprobaryomismolaatmósferadeaquellanoche…,sihabíaalgunaatmósfera que probar. Ahora parecía una idea loca y espantosa. Sentía que elsecretodeloqueLeighyyoempezábamosaserelunoparaelotropesabasobremicabezacomounhuevoenormeyquebradizo.

Dime,Christine,¿Puedestúleerenlasmentes?Sentíqueunarisalocasubíaamigargantaylaahoguéconcerveza.—Escucha—dije—,puedollamarapapáparaquevengaabuscarme,Arnie.

Todavíaestarálevantado.—Nohacefalta.—replicó—Podríaandartreskilómetrosenlínearecta,no

tepreocupes.—Sólopensabaque…—Apuestoaqueestásansiosoporconducirdenuevo,¿eh?—Sí,loestoy.—Nohaynadamejorqueestardetrásdelvolantedeuncochepropio—dijo

Arnie,yentonceshizounodesusantiguosguiñospicarescosconelojoizquierdo—.Salvo,talvez,uncoño.

Llegó la hora. Arnie apagó la tele y yo crucé la cocina conmismuletas yempecéaponermemiviejoanorak,confiandoenqueMichaelyReginavolviesende su fiesta y demorasen un poco más las cosas… Tal vez Michael olería lacervezaenelalientodeArnieyseofreceríaallevarme.

EI recuerdo de la tarde en que me había deslizado detrás del volante deChristine,mientrasArnieestabaencasadeLeBay,regateandoconelviejohijode perra, estaba demasiado claro en mi mente. Arnie había cogido un par decervezasdelfrigorífico.

«Para el camino», dijo. Pensé en decirle que si le pillaban en estando enlibertadbajofianza,probablementelemeteríanenlacárcelsindarletiempoadarlavuelta.Peroresolvíqueeramejortenercerradoelpico.Salimos.

La primeramadrugada de 1979 hacía un frío seco y cortante, ese frío queconsiguequelahumedaddelanarizsehieleencuestióndesegundos.Losbancosde nieve que flanqueaban el paseo resplandecían como miles de millones decristales de diamantes. Y allí estaba Christine, con las oscuras ventanillasrevestidasdeescarcha.Lomiréfijamente.Lachusma—habíadichoArnie—.La

chusma del Sur o los colombianos. Sonabamelodramático pero posible…, sinmás:sonabaplausible.Perolachusmadisparabacontralagente,laarrojabaporla ventana, la estrangulaba. Según la leyenda, Al Capone había liquidado a unpobreinfelizconunbatedebéisbolqueteníaelnúcleodeplomo.Peroconduciruncochesobreeljardínnevadodealguienylanzarlocontraunladodesucasaymeterloenelcuartodeestar…

Los colombianos, tal vezArnie ha dicho que los colombianos están locos.Pero,¿Puedenestarlotanto?Yonolocreía.

Elcocheresplandecíaalaluzdelacasaydelasestrellas.¿Yqué,sifueseél?¿Yqué,sidescubríaqueLeighyyosospechábamosalgo?¿Yqué—yestoeralopeor—,sidescubríaquehabíamosestadotonteando?

—¿Necesitasque te ayudeabajar la escalera,Dennis?—preguntóArnie,ymesobresalté.

—No, puedo bajarla solo—dije—. Pero podrías echarme unamano en elsendero.

—Descuida,hombre.Bajédeladolaescaleradelacocina,agarrandolabarandillaconunamanoy

lasmuletasconlaotra.Yaenelsenderomepoyéenellas,didospasosyresbalé.Undolorsordosubiópormipiernaizquierda,laqueaúnestabamedioinválida.Arniemeagarró.

—Gracias—dije,aprovechandolaoportunidaddemostrarmeinquieto.—Denada.LlegamosalcocheyArniemepreguntósipodíasubir,yosolo.Ledijequesí.

MedejóypasópordelantedelcapódeChristine.Agarréel tiradorde laportezuelaconmimanoenguantadayme invadióun

sentimientodemiedoyrepugnancia.Hastaentoncesnohabíaempezadoacreer,profundamente,quehaycosasenlasquepuedevivirunapersona.Porqueaqueltiradorparecíavivobajomimano.Lotocabacomosifueseunanimalvivoqueestuviese durmiendo. Aquel tirador no parecía de acero cromado, sino, ¡Diosmío!, como de piel. Tenía la impresión de que, si lo apretaba, el animal sedespertaría,rugiendo.

¿Elanimal?Sí,pero,¿Quéanimal?¿Qué era aquello? ¿Algún geniomaligno? ¿Un coche vulgar que, de alguna

manera,sehabíaconvertidoenunapeligrosayapestosamoradadeundemonio?¿Una fantástica manifestación de la persona de LeBay, que se resistía amarcharse? ¿Una diabólica casa encantada que rodaba sobre neumáticos«Goodyear»? Lo ignoraba. Lo único que sabía era que estaba asustado,aterrorizado.Penséquenopodríasoportarlo.

—¡Eh!¿Estásbien?—preguntóArnie—¿Puedes?—Puedo—contesté,convozronca,yapretéconelpulgarelbotóndedebajo

deltirador.Abrílaportezuela,mepusedeespaldasalasientoymedejécaerhaciaatrás,

con la pierna izquierda rígidamente extendida. La agarré y la metí dentro delcoche.Eracomositrasladaseunmueble.Elcorazónpalpitabaenmipecho.Cerrélaportezuela.

Arniehizogirar la llaveyelcochezumbóalcobrarvida,comosielmotorestuviesecalienteynofríocomolamuerte.Ymeinvadióelolor,parecíasalirdetodas partes, pero sobre todo de la tapicería, elmareante, fuerte y corrompidoolordelamuerteylaputrefacción.

Nosécómocontaraquelviajehastamicasa,aqueltrayectodetresmillasqueno duró más de diez o doce minutos, sin parecer un lunático escapado de unmanicomio.Nopuedoserobjetivoaesterespecto,elmerohechodeestarsentadoallí hacía que sintiese frío y calor al mismo tiempo, que me sintiese febril yenfermo.Notengomaneradedistinguirloquefuerealyloquepudoserobrademimente,nohabíauna líneadivisoriaentre loobjetivoy lo subjetivo,entre laverdadyunaespantosaalucinación.

Pero no era embriaguez, si algo puedo jurar, es esto. Cualquier vapor quehubiesepodidoretenerde lacervezaseevaporó inmediatamente.Loquesiguiófuecomoelviajedeunhombresobrioporelpaísdeloscondenados.

Entreotrascosas,retrocedimoseneltiempo.

Durante un rato, no fue Arnie quien conducía el coche, era LeBay,pudriéndose y apestando a tumba,medio esqueleto ymedio carne corrompida,esponjosa,llenademanchasverdes.Salíangusanosquesearrastrabandedebajo

delcuellode sucamisa.Oíunzumbidogravey, alprincipio,penséqueerauncortocircuitoenunodelosfaros.Sólomástardeempecéapensarquepodíaserelzumbidodelasmoscasquesecebabanensucarne.Desdeluego,estábamoseninvierno,pero…

Avecesparecíahaberotraspersonasenelcoche.Enunaocasiónmiréporelespejoretrovisoryvielmaniquídeceradeunamujerquememirabaconlosojosbrillantesychispeantesdeuntrofeodecazadisecado.Ibapeinadaalestilopajedelosañoscincuenta.Susmejillasparecíanhabersidotoscamentepintadasconcarmín, y recordé que decían que el envenenamiento pormonóxido de carbonodabaunaimpresióndevidayderubicundez.Mástarde,volvíamirarelespejoyme pareció ver en él una niña con el rostro ennegrecido de los muertos porestrangulación y los ojos desorbitados de un animal disecado y cruelmenteaplastado.Cerrélosojosconfuerzay,cuandolosabrí,BudyReppertonyRichieTrelavmeyestabanenelespejoretrovisor.Lasangrecoaguladasehabíasecadoenlaboca,enlabarbilla,enelcuelloyenlacamisadeBuddy.Richieeracomouncaparazóntostado….perosusojosestabanvivosyalerta.

Poco a poco, Buddy extendió un brazo. La mano ennegrecida sostenía unabotellade«TexasDriver».

Cerréunavezmáslosojos.Ydespuésdeesto,novolvíamirarelretrovisor.Recuerdoquetocabanrockandrollenlaradio:DionylosMelmont,ErnieK-

Doe,losRoyalTeens,BobbyRyder(¡Oh,Bobby,oh…,todoestáfresco…,suertequefuistealaescueladeswing…).

Recuerdoqueduranteunratounosdadosrojosdeplásticoparecieronpenderdelespejoretrovisor,duranteunrato,fueronunoszapatosdeniño,ydespuésyanohubonada.

Sobre todo recuerdo haber captado la idea de que aquellas cosas, como eloloracarnepodridayamohosatapicería,estabansóloenmimente,yqueerancomolosespejismosqueinvadenlaconcienciadeunconsumidordeopio.

Eracomosialguienqueestuviesemaldelacabezaytratasedesostenerunaconversación racional con una persona cuerda. Porque Arnie y yo hablamos,recuerdoesto,peronode loquehablamos.Yo representabamipapel.Hablabacon voz normal. Respondía. Y aquellos diez o doce minutos parecieron durarhoras.Yahedichoqueesimposiblerelatarconobjetividadaquelviaje,sihubounaprogresiónlógicadesucesos,nolarecuerdo,quedóborrada.Aqueltrayecto

bajolafríaynegranochefueenrealidadcomounaexcursióncallejeraatravésdelinfierno.Nopuedorecordartodoloquepasóperosímásdeloquequisiera.Pasamosdelpaseodeentradadesucasaaunmundolocoyencantadodondetodoloquemeestremecíaerareal.

He dicho que volvimos a tiempo, pero, ¿Fue realmente así? Las calles deLibertyvilleestabanaúnallíperoerancomounafinareddepelícula,comosilaLibertyvilledefinalesde losañossetentahubiesesidoenvueltaenunacapadeplástico transparente y llevada a un tiempo que era un pocomás real, y pudesentir que este tiempo alargaba sus manosmuertas hacia nosotros, tratando deagarrarnos y engullirnos para siempre. Arnie se detenía en los cruces dondeteníamos preferencia de paso, y en otros donde los semáforos estaban en rojo,obligaba aChristine a pasar tranquilamente sin siquiera reducir la marcha EnMainStreetvi la joyeríade«Shipstad»yel«StrandTheater»,quehabían sidoderribadosen1972paralevantarallíelnuevo«PennsylvaniaMerchantsBank».Loscochesaparcadosalolargodelacalle—agrupadosaquíyallíenracimos,dondesecelebrabanfiestasdelAñoNuevo—parecíansertodosellosdeantesde1960…o de antes e 1958. «Buick» de grandes ventanillas.Una furgoneta «DeSoto Fidelite» con una franja azul incrustada a lo largo de la carrocería y queparecía una marca distintiva. Un «Dodge Lancer» de 1957 de cuatro puertas.«FordFairlane»consuscaracterísticaslucesdecola,cadaunadeellascomounenormesignodedospuntosdecostado.Un«Pontiac»conlosradiadorestodavíade una pieza. «Rambler», «Packard». Unos pocos «Studebacker» de morroalargado,yunsolo«Edsel»fantásticoynuevo.

—Sí,esteañoserámejor.—manifestóArnie.Lemiré.Sellevóelbotedecervezaaloslabiosy,antesdetocarlosconél,su

caraseconvirtióen ladeLeBay,uncorrompidopersonajedeunahistorietadehorror.Losdedosquesosteníanelbotedecervezanoeranmásquehuesos,ylospantalonesdelconductoryacíanplanossobreelasiento,comosisólohubiesedospalosdeescobadentrodeellos.

—¿Deveras?—dije,respirandolosaromashediondosysofocantesdelcochelomássuperficialmenteposibleytratandodenoahogarme.

—De veras —exclamó LeBay, aunque ahora volvía a ser Arnie, y al

detenernosanteunaseñaldestop,vipasarun«Camaro»1977atodavelocidad—.Loúnicoquepidoesquemeapoyesunpoco,Dennis.Nodejesquemimadremearrastreaestaporquería.Lascosasvanamejorar.

Volvía a ser LeBay, sonriendo con su boca eternamente descarnada ante laidea de que las cosas iban a mejorar. Sentí que mi cerebro empezaba a darvueltas.Seguramentenotardaríaenchillar.

ApartélamiradadeaquellaterriblemediacarayviloqueLeighhabíavisto:instrumentoseneltableroquenoerantalesinstrumentos,sinounosojosverdesyfosforescentesquememirabandesorbitados.

Porfincesólapesadilla.Nosdetuvimosjuntoalbordilloenunsectordelaciudadquenisiquierareconocí,unsectorquehabríajuradoqueveíaporprimeravez. Las casas estaban a oscuras en todas partes, algunas de ellas a medioterminar,yotrasconsóloelarmazón.Amediamanzana,iluminadoporlosfarosdeChristine,habíaunrótuloquedecía:

FINCASMAPLEWAYAGENTESDEVENTASENLIBERTYVILLE

UnbuenlugarparacriaraSUShijos.¡Píenselo!

—¡Bueno,yahemosllegado!—explicóArnie—¿Podrás?Miréconojosvacilanteseldesiertolugarcubiertodenieveydespuésasentí

con la cabeza. Mejor estar aquí solo y con muletas, que en aquel terribleautomóvil.Sentíqueunaampliasonrisaplásticasepintabaenmicara

—Desdeluego.Gracias.—Nosudesmás—dijoArnie.ApurósucervezayLeBayarrojóelboteaun

cubodedesperdicios—.Otrosoldadomuerto.—Sí—convine—.FelizAñoNuevoArnie.Busquéatientaseltiradordelaportezuelayabríesta.Mepreguntésipodría

apearme, simis brazos temblorosos sujetarían lasmuletas.LeBaymemiraba y

sonreía.—Tienesqueestardemiparte,Dennis—pidió—.Sabesloquelesocurrea

loscagonesquenolohacen.—Sí—murmuré,pueslosabíaperfectamente.Saquémismuletasymeincorporéyapoyéenellassinrepararenelhieloque

podíahaberdebajo.Mesostuvieron.Yencuantoestuvefueradelcocheelmundosufrió un cambio violento y mareante. Se encendieron las luces…pero, desdeluego, siempre habían estado encendidas.Mi familia se había trasladado a las«Fincas Mapleway en Junio de 1959, el año de mi nacimiento. Seguíamosviviendoallí,perolaurbanizaciónhabíadejadodellamarse«FincasMapleway»en1963o1964lomástarde.

Ahora,fueradelcoche,veíamipropiacasaenmipropiacalleperfectamentenormal: sólo una residencia de Libertyville, Pensilvania. Volví la cabeza paramiraraArnie,casiesperandocontemplardenuevoaLeBay,taxistadelinfiernoconsulúgubrecargademuertos.

Pero sólo era Arnie, vistiendo la chaqueta de la escuela superior con sunombrebordadoenelladoizquierdodelpecho,unArniequeparecíademasiadopálido.

—Buenasnoches,hombre.—Buenasnoches—contesté—.Tencuidadoalvolveracasa.Noquerrásque

tepillen,¿eh?—No—dijo—.Cuídatetú,Dennis.—Loharé.Cerrélaportezuela.Mihorrorsehabíatransformadoenundolorprofundoy

terrible…,comosiArniehubiesesidoenterrado.Enterradovivo.ObservécómoChristineseapartabadelaaceraysealejabacalleabajo.Loobservéhastaquedobló la esquina y se perdió de vista.Entonces eché a andar hacia la casa.Elcaminoestabadespejado.Papáhabíaechadosobreéllamayorpartedeunabolsadediezlibrasde«Halite»,sindudapensandoenmí.

Había recorrido tres cuartas partes del camino hacia la puerta cuando unamasagrisparecióenvolvermecomohumoytuvequedetenermeybajarlacabezay tratar de reponerme. Pensé que podía desmayarme allí y morir congeladodelantedemicasa,dondeantañosolíamosjugar.Arnieyyoacoxcojilla,abolosyalescondite.

Al fin, poco a poco, la niebla gris empezó a aclararse. Sentí que un brazorodeabamicintura.Erapapá,enalbornozyzapatillas.

—Dennis,¿Estásbien?¿Podríadecirqueestababien?Habíasidotraídoacasaporuncadáver.—Sí—repuse—.Tevasahelar.Subióconmigohastalospasillos,sinsoltarmicintura.Estomegustó.—¿Estámamátodavíalevantada?—pregunté.—No.EsperoquellegaseelañoNuevo,ydespuésellayElliesefueronala

cama.¿Estásborracho,Dennis?—No.Mehemareadounpoco.Entremos.—Notienesbuenaspectoexplicó,cerrandolapuertaanuestraespalda.Lancéunarisita tontayestridente,y todovolvióahacersegris…,peroesta

vezporbrevetiempo.Cuandovolvíenmí,élmemirabaconhondapreocupación.—¿Quéhapasado?—Papá…—¡Dímelo,Dennis!—Nopuedo,papá.—¿Quélepasa?¿LeocurrealgomaloaArnie,Dennis?Sólosacudí lacabezaynofuesimplementeporla locuradelasituación,ni

por miedo a lo que pudiese ocurrirme. Ahora temía por todos ellos…, papá,mamá,Elaine,lafamiliadeLeigh.Untemorfríoycuerdo.

Debesestardemiparte,Dennis.Yasabesloqueleocurrealoscagonesquenolohacen.

¿Habíaoídorealmenteesto?¿Ohabíasidocosademimente?Mipadreseguíamirándome.—Nopuedo.—Estábien—contestó—.Porahora.Supongo.Peronecesitosaberunacosa,

Dennis, y quiero que me la digas ¿Tienes alguna razón para creer que Arnieestuvo de algún modo complicado en la muerte de Darnell y de aquellosmuchachos?

PenséenlacaracorrompidaysonrientedeLeBay,enlospantalonesplanosysostenidosporalgoquesóloparecíahabersidohueso.

—No—dije,yeracasiverdad—.NoArnie.

—Estábien—repuso—¿Quieresqueteayudeasubirlaescalera?—Puedohacerloyosolo.Veaacostarte,papá.—Sí. Voy a hacerlo. Feliz Año Nuevo, Dennis… Pero si tienes algo que

decirme,todavíaestoyaquí.—Notengonadaquedecir—lerespondí.Nadaquepudiesedecirle.—Noséporqué,perolodudo—concluyó.

Subíymemetíen lacama,ydejé la luzencendidaynodormíenabsoluto.Fue la nochemás larga demi vida y varias veces pensé en levantarme e ir alencuentrodemamáypapá,comosolíahacercuandoerapequeño.Enunaocasiónlleguéalevantarmedelacamaybuscaratientasmismuletas.Perometumbédenuevo.Temíapor todosellos, sí,estoesverdad.Peronoera lopeor.Yano loera.

Temívolvermeloco.Estoeralopeor.El sol empezaba a asomar sobre el horizonte cuando al fin,me sumí en un

sueñoinquietodurantetresocuatrohoras.Aldespertarme,mimentehabíaempezadoyaatratardereconciliarseconlo

irreal. Mi problema era que ya no podía permitirme, simplemente, escucharaquellaarrulladoracanción.Laletrasehabíaborradoparabien.

46.OtravezGeorgeLeBay

ThatfatefulnightthecarwasstalledUpontherailroadtrack,Ipulledyououtandyouweresafe,Butyouwentrunningback…

MARKDINNING

Elviernes5deenerorecibíunapostaldeRichardMcCandless,secretariodela Libertyville American Legion Post. Escrita en el dorso con un lápiz toscoestabaladireccióndeGeorgeLeBayenParadiseFalls,Ohio.Llevélatarjetaenel bolsillo de la cadera lamayor parte del día sacándola ocasionalmente paramirarla. No quería llamarle, no quería hablar de nuevo con él sobre su locohermanóRoland,noqueríaqueestelocoasuntosiguieseadelante.

AquellatardemipadreymimadrefueronalMontroevilleHallconElliequequeríagastarunapartedesudinerodeNavidadenunpardeesquíes.Mediahoradespuésdequesehubieranmarchado,descolguéelteléfonoycoloquélapostaldeMcCandlessdelantedemí.Llaméalaoperadorayestamedioelnúmerodelaoficina de información de Paradise Falls, Ohio occidental, que era el 513.Despuésdeunapausa,parareflexionar, llaméal513ymedieronelnúmerodeLeBay.Loanotéenlatarjeta,yrealiceunanuevapausa—estavezmáslarga—parapensar,ydescolguéelteléfonoporterceravez.Marquélamitaddelnúmerode LeBay, y colgué. «¡Al diablo con ello! —pensé lleno de un resentimiento

nervioso como no recordaba haber experimentado nunca—: Ya es bastante, aldiabloconello.Novoyallamarle.Noquierosabernadamásdeesto,melavolas manos de todo este sucio follón. Que se vaya al infierno en su propiacarretilla.Quesejoda.»

—Quesejoda—murmuré,ysalídeallíantesdequemiconcienciapudieseempezaraincordiarmedenuevo.

Subí al piso alto, tomé un baño y me metí en mi habitación. QuedéprofundamentedormidoantesdequevolviesenEllieymispadres,ydormímuchoybienaquellanoche.Buenacosa,yaqueteníaquepasarmuchotiempoantesdequevolvieseadormirtanbien.Muchísimotiempo,

Mientrasdormía,alguien—algo—matóaRudolphJunkinsdelapolicíadelEstadodePensilvania.Lanoticiaestabaenelperiódicocuandomelevantéporlamañana:ELINVESTIGADORDELCASODARNELLASESINADOCERCADEBLAIRSEVILLE,anunciabaeltitular.

Mi padre estaba arriba tomando una ducha, Ellie y un par de amigas seencontrabanenelporche,riendoygritandomientrasjugabanal«Monopoly»,mimadretrabajabaenunodesuscuentosenelcuartodecoser.Yoestaba…sentadosoloalamesa,aturdidoyespantado.SemeocurriópensarqueLeighysufamiliavolvíanmañana de California, que las clases se reanudarían al día siguiente yque, a menos de que Arnie (o LeBay) cambiasen de idea la chica se veríaactivamenteperseguida.

Aparté despacio a un lado los huevos revueltos que yo mismo habíapreparado.Ya nome apetecían.La noche pasadame había parecido imposibleapartartodoelominosoeinexplicableasuntodeChristineconlamismafacilidadconqueacababaderechazarmidesayuno.Ahoramepreguntécómohabíapodidosertaningenuo.

JunkinseraelhombrequeArniehabíamencionadolavísperadeAñoNuevo.Nopodíaengañarmealrespecto.Elperiódicodecíaquehabíasidoelencargadode la investigación del caso de Will Darnell en Pensilvania e insinuaba quealgunatenebrosaorganizacióncriminaleraresponsabledelasesinato.«LachusmadelSur»,habríadichoArnie.Oloslocoscolombianos.

Yopensabademododiferente.

El coche de Junkins había sido sacado de un solitario camino vecinal yconvertidoenchatarra…

(«EsemalditoJunkinsandaaúndetrásdemia todovapor,peroleconvieneandarse con cuidado o alguien podría hacerle papilla a él…Debes estar demiparte,Dennis.Yasabesloquelesocurrealoscagonesquenoloestán…»)

…estandotodavíaJunkinsdentrodeél.CuandomataronaReppertonyasusamigos,ArnieestabaenFiladelfiaconel

club de ajedrez.Cuandomataron aDarnell, estaba enLigonier con sus padres,visitando a unos parientes. Coartadas solidísimas. Pensé que tendría una paraJunkins. Siete…, siete muertes ya, y todas ellas armaban un anillo mortalalrededordeArnieCunninghamydeChristine.Sinduda,lapolicíalovería,nisiquieraunciegopodíadejardeadvertirunacadena tanclarademotivaciones.Peroelperiódiconodecíaquealguienestuviese«ayudandoa lapolicíaensusinvestigaciones»,comoafirmandelicadamentelosingleses.

Desdeluego,lapolicíanotieneporcostumbrecomunicartodoloquesabealosperiódicos.Yoconocíatodoesto,peromiinstintomedecíaquelospolizontesdelEstadonoestudiabanseriamenteaArnieenrelaciónconesteúltimoasesinatoautomovilístico.

Estabaasalvo.¿Qué había visto Junkins tras de sí en aquella carretera secundaria de las

afueras de Blairsville? Un coche rojo y blanco, pensé. Quizá vacío, quizáconducidoporuncadáver.

Unpato corrió graznando sobremi tumbaymis brazos se llenaronde fríasampollas.

Sietepersonasmuertas.Eso tenía que terminar. Si no por otra razón, porque quizá matar puede

convertirse en hábito. Si Michael y Regina no aceptaban los locos planescalifornianosdeArnie,unodelosdosoambospodíanserlossiguientes.

Supongamos que se acercase a Leigh en la sala de estudio a las tres delpróximo juevesy lepidieseque se casara conely ella ledijesequeno. ¿Quépodríaverellaparadojuntoalaaceracuandovolvieseacasaporlatarde?

¡Jesús!Estabaespantado.Mimadredijo:—Nocomes,Dennis.

Levantélacabeza.—Estoyleyendoelperiódico.Creoquenotengoapetito,mamá.—Tienes que comermucho, o no vas a reponerte. ¿Quieres que te prepare

unasgachas?Miestómagoseencogióantelaidea,perosonreíysacudílacabeza.—No…,perodespuésmetomaréunbuenalmuerzo.—¿Loprometes?—Loprometo.—¿Teencuentrasbien,Denny?Últimamente,parecesmuycansado,enfermizo.—Estoybien,mamá.Exageré mi sonrisa para mostrarle lo bien queme sentía, y entonces la vi

apeándosedesu«Reliant»azulenelMontroevilleMall,ydoshilerasmásatrásuncocheblancoyrojo,parado.Conlosojosdemimentelavipasarpordelantedeél, con labolsabajoelbrazo,yvique lapalancadeChristine seponía ensituacióndeARRANCAR…

—¿Seguro?¿Notemolestalapierna?—No.—¿Hastomadolasvitaminas?—Sí.—¿Yescaramujo?Meechéareír.Ellapareciódemomentoirritada,perodespuéssonrió.—Eresunbotarate,DennisGuilder—dijo,consumejoracentoirlandés(que

esmuybueno,puesmamáeraderanciaestirpeirlandesayenestonohayquienleiguale).

Volvió al cuarto de costura y, al cabo de unmomento, empezó de nuevo elrepiqueteoirregulardelamáquinadeescribir.

CogíelperiódicoymirélafotodeldestrozadocochedeJunkins.ELCOCHEDELAMUERTE,seleíaalpiedeaquélla.

«Mira—pensé—Junkins estaba interesado enmuchomásque endescubrirquiénvendiófuegosdeartificioycigarrillosilegalesaWillDarnell.JunkinseradetectivedelEstado,y losdetectivesdelEstado trabajanenmásdeuncasoalmismotiempo.PudohabertratadodeaveriguarquiénmatóaMoochieWelch.Opudohaberestado…»

Medirigíconmismuletasalcuartodecosturayllaméalapuerta.

—¿Sí?—Perdonaquetemoleste,mamá…—Noseastonto,Dennis.—¿Vasabajaralaciudad?—Puedequesí.¿Porqué?—Megustaríairalabiblioteca.

Alastresdelatardedeaquelsábadohabíaempezadoanevardenuevo.Medolía un poco la cabeza de mirar con fijeza el microfilme, pero tenía lo quequería.Miolfatomehabíallevadoapensareneldinero,aunqueestonoeraunagranhazañaintuitiva.

Junkinshabía sidoencargadode investigarelatropello seguidode fugaquehabíacostadolavidaaMoochieWelch,sí…,ytambiénhabíaestadoasucargola investigación de lo que les había ocurrido aRepperton,Trelawney yBobbyStanton.HubiesedebidoestarciegoparanoleerelnombredeArnieentrelíneasdeloqueestabasucediendo.

Me eché atrás en el sillón, apagué el aparato y cerré los ojos. Traté deponerme en el lugar de Junkins durante un momento. Sospecha que Arnie estécomplicado en los asesinatos. No como autor, pero sí de alguna manera.¿Sospecha de Christine? Tal vez sí. En las películas de detectives de laTelevisión, es formidable cómo se identifican las pistolas, las máquinas deescribir empleadaspara redactarnotasde rescate,y los automóvilesquehuyendespuésdeunatropello.Hojuelasyescamasdepintura,talvez…

EntoncesseproduceeldesastredeDarnell.ParaJunkins,esalgomagnífico.Elgarajeserácerrado,ysecuestradocuantohayenél.QuizáJunkinssospecha…

¿Qué?Forcé mi imaginación. Ahora soy un policía. Creo en las deducciones

legítimas en las deducciones sensatas, en las deducciones de rutina. Porconsiguiente,¿Quésospecho?Larespuestallegóalcabodeunmomento.

Uncómplice,desdeluego.Sospechoqueexisteuncómplice.Tienequehaberuncómplice.Nadiequeestuvieseensusanojuiciopensaríaqueelcocheactuósolo¿Entonces…?

Entonces, cuando se ha cerrado el garaje, Junkins lleva allí a los mejores

técnicos y hombres de laboratorio de quienes puede echar mano. RevisanChristinedecaboarabo,enbuscadepruebasdelosucedido.RazonandocomohabríarazonadoJunkins—oalmenostratandodehacerlo—,piensoquetienequehaberalgúnindicio.Golpearuncuerpohumanonoescomogolpearunaalmohadadeplumas.ChocarcontraunabarreraenSquanticMilltampocoeslomismoquechocarcontrauncojíndeplumas.

¿Yquéencuentranlosexpertosenhomicidiosporvehículosamotor?Nada.Noencuentranmelladuras,niretoquesenlapinturanimanchasdesangre.No

encuentran huellas de pintura castaña de la barrera rota en la carretera deSquanticHills.Dichoenpocaspalabras,JunkinsnoencuentralamenorpruebadequeChristinefueseempleadaenningunodeaquelloscrímenes.Ahorapasemosalasesinato de Darnell. ¿Va Junkins al garaje el día siguiente para examinar aChristine?Yolohabríahecho,dehaberestadoensulugar.Elladodeunacasatampocoesunaalmohadadeplumas,yuncochequelaatraviesetienequesufrirdañosimportantes,dañosquenopuedenrepararsesencillamenteenunanoche.Ycuandollegaallí,¿Quéencuentra?

SóloaChristine,sinunasolaabolladuraenelparachoques.Estollevabaaotradeducción,queexplicabaporquéJunkinsnohabíasellado

el coche. Era algo que yo no había podido comprender, ya que él tuvo quesospecharqueChristineestabacomplicado.Pero,endefinitiva,sehabíadejadollevarporlalógica…,ytalvezestalehabíamatado.JunkinsnohabíaselladoelcocheporquelacoartadadeChristine,aunquemuda,era tansólidacomotodaslas de su dueño. Si había examinado aChristine inmediatamente después delasesinatodeWillDarnell,Junkinsdebiósacarlaconclusióndequeelcochenopodía haber intervenido, por muy convincentes que pareciesen los indicios encontrario.

Ni un arañazo. ¿Ypor qué tenía que haberlo? Junkins no conocía todos loshechos.Penséenelodómetroquecontabahaciaatrás,yenArniediciendo:Noesmás que una avería. Pensé en la red de grietas en el parabrisas, que habíaparecido empequeñecerse y encogerse hacia dentro…, como si tambiénretrocediese en el tiempo.Pensé en la casual sustituciónde piezas sin ritmonirazón aparente. Por último, pensé en el viaje de pesadilla al volver a casa eldomingopor lanoche:viejoscochesqueparecíannuevos,detenidosjuntoa lasacerasdelantedecasasdondesecelebrabanfiestas,el«StrandTheater»denuevo

intactocontodalasolidezdesusladrillosamarilloselsectoramedioconstruirque había sido terminado y ocupado por habitantes de los suburbios deLibertyvilleveinteañosatrás.

Sólounaavería.Penséqueelhechodeignorarestaaveríaeraloqueenrealidadhabíamatado

aRudolphJunkins.Porque,obsérvesebien: si se tieneuncochemucho tiempo,sedesgastapor

grancuidadoquesetengaconély,generalmente,seportademodoimprevisible.Elcochesaledelafábricacomounniñoreciénnacido,ycomounreciénnacidoempieza a rodar enuna competiciónquedura años.Lashondasy flechasde lacruel fortuna rompen aquí unabatería, quiebran allí una varilla, inmovilizan enotraparteuncojinete.Se introducen impurezasenel carburador, se revientaunneumático,hayuncortocircuitoeléctrico,empiezaagastarselatapicería.

Escomounapelícula.Ysisepuedeproyectarlapelículahaciaatrás…—¿Deseaalgomás,señor?—preguntóelarchiverodetrásdemí,yestuvea

puntodegritar.

Mamáme esperaba en el vestíbulo principal, y durante lamayor parte deltrayectodevueltaacasaestuvocharlandosobresusescritosysunuevaclase,queeradedanza.Yoasentíaconlacabezayrespondíaadecuadamentelamayoríadelasveces.YpensabaquesiJunkinshubiesetraídodeHarrisburgasustécnicos,asuscompetentesespecialistasenautomóviles,probablementenohabríavistounelefantemientrasbuscabanunaaguja,ytampocohubiesepodidocensurarlesporello.Los coches no corren hacia atrás, comopuede hacerlo una película.Ynoexisten cosas tales como fantasmas o aparecidos o demonios conservados enaceitelubricante.

«Creeunacosaycreerásentodas»,pensé,ymeestremecí.—¿Quieresquepongalacalefacción,Denny?—preguntóvivamentemamá.—¿Loquierestú,mamá?Pensé en Leigh, que debía regresar mañana. Leigh, con su cara adorable

(todavíamejorada por los salientes y casi crueles pómulos), su figura joven ydulcementeseductora,todavíanoperjudicadaporlasfuerzasdeltiempoydelagravedad, como aquel antiguo «Plymouth» que había salido de Detroit en un

camiónde transporteen1958yestaba,enciertosentido, todavíabajogarantía.DespuéspenséenLeBay,queestabamuertoy,sinembargonoloestaba,ypenséensuafán(pero,¿Eraafánosólounanecesidaddeestropearlascosas?).PenséenArnie,cuandodijocon tranquiloaplomoque ibanacasarse.Yentoncesconfatalclaridad,visunochedebodas.ViqueLeighmirabaenlaoscuridaddeunahabitacióndemotelyveuncadáverputrefactoysonrienteinclinadosobreelladasus gritos mientrasChristine, todavía adornado con tiras de papel de seda yrótulosdeRECIENCASADOSesperaba fielmentedelantede lapuertacerradaconllave.Christine—olaterriblefuerzafemeninaqueloanimaba—sabríaqueLeighnoduraríamucho…yqueélseguiríaallícuandoLeighsehubieseido.

Cerrélosojosparaborraraquellasimágenes,perosólologréintensificarlas.La cosa había empezado con Leigh deseando a Arnie había progresado,

lógicamente, lo bastante para que Arnie la desease a ella. Pero no habíaterminado aquí, ¿Verdad? Porque ahora LeBay tenía a Arnie… y era él quiendeseabaaLeigh.

Peronolatendría.No,siyopodíaevitarlo.AquellanochetelefoneéaGeorgeLeBay.

—Sí,señorGuilder—dijo.Parecíamásviejo,máscansado—.Lerecuerdomuybien.Habléconusteddelantedemicuarto,enelquepiensoquedebíaserelmotelmásdeprimentedetodoeluniverso.¿Quépuedohacerporusted?

Lodijocomosiconfiaseenquenolepediríademasiado.Vacilé.¿Lediríaquesuhermanohabíavueltodeentrelosmuertos?¿Queni

siquiera la tumba había sido capaz de extinguir su odio por los que llamabacagones?¿Lediríaquesuhermanohabíaposeídoamiamigo,sehabíaapoderadode él con la misma firmeza con que Arnie se había apoderado deChristine?¿Hablaríamosdemortalidad,deltiempoydelamorrancio?

—SeñorGuilder,¿Estáustedahí?—Tengounproblema,señorLeBay.Ynoséexactamentecómodecírselo.Se

refiereasuhermano.Algonuevosereflejóentoncesensuvoz,algotensoyanimado.—Noséquéclasedeproblemapuedetenerustedenrelaciónconél.Rollie

estámuerto

—Precisamente se tratadeesto—ahoraera incapazdedominarmipropiavoz.Estasubíatemblorosamenteunaoctavayvolvíaabajar—.Nocreoqueestémuerto.

—¿Qué está diciendo?—su voz era seca, acusadora…y temerosa— Si loconsideraustedunabroma,leaseguroqueesdemuymalgusto.

—Noesbroma.Permitasolamentequelecuentealgunasdelascosasquehanocurridodesdequemuriósuhermano.

—SeñorGuilder,tengounmontóndepapelesparacorregiryunanovelaquequieroterminary,realmente,notengotiempoqueperderen…

—Porfavor—dije—.Porfavor,señorLeBay,ayúdeme,ayudeamiamigo.Siguióunapausalarga,muylarga,ydespuésLeBaysuspiró.—Cuentesuhistoria—concedió,ydespuésdeunabreveinterrupciónañadió

—:¡Malditosea!

Lecontélahistoriagraciasalamodernacomunicaciónalargadistancia,meimaginabamivozpasandoatravésdeaparatosregidosporcomputadorasyllenosdecircuitosminiaturizados,poruncabletendidobajotrigalescubiertosdenieve,hastallegaralfinaloídodeaquelhombre.

Le conté la disputa deArnie conRepperton, la expulsión y la venganza deBuddy,lecontélamuertedeMoochieWelch,loquehabíaocurridoenSquanticHills y lo que había pasado durante la tormenta de la víspera deNavidad. Lehablédelasgrietasdelparabrisasqueparecíanencogerseydeunodómetroquemarchabahaciaatráscontodaseguridad.Lehablédelaradioqueparecíacaptarúnicamente«WDIL»,laemisoramásantigua,conindependenciadelafrecuenciaquesebuscase…,yestoarrancóunsuavegruñidodesorpresaaGeorgeLeBay.

Lehablédelacaligrafíaenmisescayolas,ydecómolafirmaestampadaporArnielanochedelDíadeAccióndeGraciaseraigualqueladesuhermanoenlalicenciadecirculaciónprimitivadeChristine.LehablédelconstanteempleoporArnie de la palabra «cagones», de cómo había empezado a peinarse al estilofabianouotrodelosañoscincuenta.Enrealidad,selocontétodo,aexcepcióndeloquemehabíaocurridoalvolveracasaenelcocheenlamadrugadadelAñoNuevo.Pretendíhacerloperonopude.Nuncameatrevíarevelarlo,hastaqueloescribítodocuatroañosmástarde.

Cuandoterminé,sehizounsilencioenlalínea.—¿SeñorLeBay?¿Estátodavíaahí?—Sí—dijoalfin—.SeñorGuilder…,Dennis…noquisieraofenderte,pero

debes comprender que lo que sugieres vamuchomás allá de cualquier posiblefenómenopsíquicoyentraenelcampo…

Noterminólafrase.—¿Delalocura?—Noesestalapalabraquehabríaempleado.Segúnmehasdicho,sufristeun

terribleaccidentejugandoalrugbyEstuvistedosmesesenelhospital,confuertesdoloresduranteuntiempo.¿Noesposiblequetuimaginación…?

—Señor LeBay —continué—. ¿Empleó alguna vez su hermano una frasealudiendoaunpequeñovagabundo?

—¿Qué?—Elpequeñovagabundo.Comocuandosearrojaunaboladepapelauncubo

de desperdicios y se acierta, y uno dice: «Dos puntos». Pero ponga en vez deesto: «Mira cómo lameto en el culo del pequeño vagabundo». ¿Lo había oídodeciralgunavezasuhermano?

—¿Cómolosabes?….—ydespués,sindarmetiempoacontestar—Empleóestafraseenunadelasocasionesenqueleviste,¿Noescierto?

—No.—SeñorGuilder,esustedunembustero.Nodijenada.Estabatemblandoymeflaqueabanlasrodillas.Ningúnadulto

mehabíadichounacosaasíentodamivida.—Perdona,Dennis.Peromihermanoestámuerto.Eraunserdesagradabley

posiblementemalo,peroestámuertoytodasesasmorbosasfantasías…—¿Quiéneraelpequeñovagabundo?—conseguídecir.Silencio.—¿EraCharlieChaplin?Penséquenomecontestaría,peroalfin,pesadamente.SólodeRebote:—Se refería a Hitler. Había cierto parecido entre Hitler y el pequeño

vagabundo Chaplin. Este hizo una película titulada «El Gran Dictador».Probablemente, no la habrás visto. De todos modos, le dio bastante renombredurante laguerra.Eresdemasiado jovenpara recordarlo.Peroestonosignificanada.

Ahorafuiyoquienguardósilencio.—¡No significa nada! —gritó— ¡Nada! ¡Cosas insustanciales y meras

sugestiones!¡Debescomprenderlo!—Sietepersonasmurieronaquí,enPensilvaniaoccidental—ledije—.Esto

no es insustancial. Están las firmas. Y esto tampoco es sugestión. Las guardé,señorLeBay.Permitaqueselasenvié.Mírelasydígamesihayunasolaquenoseadepuñoyletradesuhermano.

—Podríaserunafalsificación,deliberadaono.—Silocreeasí,busqueunperitocalígrafo.Yolopagaré.—Podríashacerlotúmismo.—SeñorLeBay—ledije—,yononecesitoquenadiemeconvenza.—Pero ¿Qué quieres de mí? ¿Que comparta tus fantasías? No lo haré.Mi

hermanomurió.Sucochenoesmásqueuncoche.Estabamintiendo.Losentí.Losentíinclusoporteléfono.—Quisiera que me explicase algo que me dijo aquella noche en que

conversamos.—¿Quées?Parecíareceloso.Mehumedecíloslabios.—Dijoustedquesuhermanoestabaobsesionadoeirritado,peroquenoera

un monstruo. Al menos, dijo, no creía que lo fuese. Después pareció cambiarcompletamentedetema…,perocuantomáspiensoenello,másmeparecequenocambiódetemaenabsoluto.Loquedijoentoncesfuequeélnuncahabíamarcadoaningunodeellos.

—Yaestábien,Dennis.Yo…—¡Mire,siibaadecirmealgo,porelamordeDios,dígaloahora!—grité.Se

mequebrólavoz.Meenjuguélafrenteyretirélamanopegajosadesudor—Estonoesmásfácilparamíqueparausted.Arnieestáobsesionadoporestachica,porLeighCabot,sóloquenocreoqueseaArnieelobsesionado,sinosuhermano,suhermanomuerto.¡Ahora,hábleme,porfavor!

Suspiró.—¿Qué te hable? —preguntó— ¿Que te hable? Hablaré de estos viejos

sucesos…, no, de esas viejas sospechas. Seria casi como sacudir a un diablodormido,Dennis.Porfavor,yonosénada.

Podríahaberledichoqueeldiabloestabayadespierto,peroélyalosabía.—Dígameloquesospecha.—Tellamarémástarde.—SeñorLeBay…,porfavor…—Te llamaré más tarde —repitió—. Tengo que hablar con mi hermana

MarciaenColorado.—Siloprefiere,yolallamaré.—No,ellanoquerríahablarcontigo.Conmigosólohahabladodeestounpar

de veces. Confío en que tengas tranquila la conciencia en este asunto, Dennis.Porquenosestáspidiendoqueabramosviejasheridasylashagamossangrardenuevo.Porconsiguiente,tepreguntaréunavezmás:¿Deverasestásseguro?

—Deveras—murmuré.—Tellamarémástarde—dijo,ycolgó.Pasaronquinceminutos,veinte.Yopaseabaporlahabitaciónconmismuletas,

incapazdeestarmequieto.Miré por la ventana la calle barrida por el viento un estudio en blanco y

negro.Dosvecesmeacerquéalteléfonoperonolodescolgué,temerosodequeéltratasedeestablecercomunicaciónalmismo tiempoy todavíamás temerosodequenomellamase.Laterceravez,enel instanteenqueponíalamanosobreelaparato,sonóeltimbre.

Saltéhaciaatrás,comosihubieserecibidounapunzadaydespuéslevantéelauricular.

—¡Diga!—dijolavozsofocadadeElliedesdeelaparatodelaplantabaja—¿Donna?

—¿EstáDennisGuilder…?—empezó a decir la voz deLeBay, pareciendomáscansadayquebradaquenunca.

—Estoyalaparato,Ellie—dije.—Bueno,¿Quémásda?—comentócondescaroEllie.—Hable,señorLeBay—pedí,latiéndomeconfuerzaelcorazón.—Hehabladoconella—dijolentamente—.Mehadichoqueactúesegúnmi

criterio. Pero está espantada. Tú y yo hemos conspirado para espantar a unaancianaquenuncahizodañoanadieyquenadatienequeverconesto.

—Esporunabuenacausa—dije.—¿Sí?

—Sinolocreyese,nolehabríatelefoneado—concluí—.¿Vaustedahablarconmigoono,señorLeBay?

—Sí—dijo—.Tehablaré,peroanadiemás.Silodijesesaotrapersona,yolonegaría.¿Comprendes?

—Si.—Muybien—suspiró—.Ennuestraconversacióndelveranopasado,Dennis,

tementísobreloquepasóysobreloqueyo…,loqueMarcyyyo…sentíamosacercadeello.Nosmentíamosanosotrosmismos.

Denohabersidoporti,creoquehabríamoscontinuadoengañándonossobreaquel…accidentedelacarretera,duranteelrestodenuestrasvidas.

—¿Laniña?¿LahijadeLeBay?—pregunté,apretandoconfuerzaelteléfono,estrujándolo.

—Sí—dijopesadamente—.Rita.—¿Quéocurrió,realmente,cuandoseasfixió?—Mimadresolíadecirque lehabíancambiadoaRita—dijoLeBay—¿Te

habíadichoesto?—No.—No,claroqueno.Tedijequepensabaquetuamigoseriamásdichososise

desprendíadel coche,perono sepuedendecirmuchas cosas endefensade laspropiascreencias,porqueloirracional…seintroduceahurtadillas…

Hizounapausa.Noleapremié.Hablaríaonohablaría.Asídesencillaeralacosa.—Mi madre decía que era un bebe buenísimo hasta que cumplió los seis

meses.Yentonces…,decíaquehabía llegadoPuck.HablabaquePucksehabíallevadoalniñobueno,enunadesusbromas,ylohabíasustituidoporotro.Reíaal decirlo. Pero nunca lo decía cuandoRollie podía oírlo, y sus ojos no reíannunca, Dennis. Creo… que era su única manera de explicar cómo era él, susterriblesataquesdefuror…,suterquedadensusmássimplesantojos.

—Había un chico (he olvidado su nombre), un chico más corpulento, quezurróaRollietresocuatroveces.Unbruto.EmpezabametiéndoseconlaropadeRollie,lepreguntabasihacíaunmesodosquenosecambiabaloscalzoncillos.Rollieselanzabacontraél,lemaldecíayamenazaba,yelbrutosereíadeél,lemanteníaadistanciaconsus largosbrazosy ledabapuñetazoshastacansarseohastaquelanarizdeRollieempezabaasangrar.YentoncesRolliesesentabaen

un rincón, fumando un cigarrillo y llorando,mientras la sangre y losmocos sesecabanensucara.YsiDrewoyonosacercábamosaélnosatizabaconpeligroparanuestrasvidas.

—Unanoche,lacasadeaquelbrutoseincendió,Dennis.Elbrutoyelpadredelbrutoyelhermanitodelbrutoresultaronmuertos.Lahermanadelbrutosufrióterriblesquemaduras.Sepresumióqueelincendiohabíaempezadoenelhornodelacocina,yesposiblequeasífuese.Perolassirenasdelosbomberosmehabíandespertado, Y todavía estaba despierto cuando Rollie subió por el enrejadocubiertodehiedraysemetióenlahabitaciónquecompartíamoslosdos.Teníalafrentetiznadayolíaagasolina.Meviotumbadoconlosojosabiertosymedijo:«Sitechivas,Georgie,temataré.»Ydesdeaquellanoche,Dennis,hetratadodeconvencerme de que sólo quiso decir que no contase que había estado fuera,mirandoelfuego.Ytalveznohubomásqueesto.

Yoteníalabocaseca.Meparecíatenerunaboladelomoenelestómago.Ylospelosdelcogotemedabanlaimpresióndesecaspúas.

—¿Quéedadteníaentoncessuhermano?—pregunteconvozronca.—Menosde treceaños—repusoLeBay,con tranquilidad terribley falsa—.

Undíadeinvierno,cosadeunañomástarde,hubounapeleaduranteunpartidodehockey,yuntipollamadoRandyThrogmortonleabriólacabezaaRollieconsupalo.Ledejósinsentido.NosotroslellevamosalviejodoctorFarmer(Rolliehabía recobrado el conocimiento, pero todavía estaba grogui) y Farmer le diodoce puntos de sutura en el cuero cabelludo. Una semana más tarde, RandyThrogmorton se cayó al romperse el hielo en Palme Pond y se ahogó. HabíaestadopatinandoenunazonaclaramentemarcadaconrótulosdeHIELOFRAGIL.Almenos,asíparece.

—¿Me está usted diciendo que su hermano mató a aquella gente? ¿QuieredarmeaentenderqueLeBaymatósupropiahija?

—Noquelamatase,Dennis…,nuncalopensé.Ellaseasfixió.Loquesugieroesquequizáladejómorir.

—Dijoqueéllavolvióbocaabajo,lagolpeó,tratódehacerquevomitase…—EstofueloqueRolliemedijoenelentierro—convinoGeorge.—Entonces,¿Qué?—Marciayyohablamosdeaquellomástarde.Sólounavez,¿Sabes?Aquella

noche,despuésdecenar,Rolliemehabíadicho:«Lalevantécogiéndolaporsus

«BusterBrowns»ytratédesacudirlaylibrarladeaquellamalditacosa,Georgie.Pero estaba pegada demasiado hondo». Y Verónica le había dicho a Marcia:«Rollielaalzóporlospiesytratódesacudirlaylibrarladeaquello,peroestabapegadodemasiadohondo:Habíancontadoexactamentelomismo,conlasmismaspalabras.¿Ysabesenquémehizopensaraquello?

—No.—MehizopensarenRollie,cuandotrepóalaventanadenuestrahabitacióny

medijo:«Sitechivas,Georgie,temataré».—Pero…,¿Porqué?¿Porquéibaéla…?—Más tarde, Verónica escribió una carta a Marcia dando a entender que

Rollienosehabíaesforzadorealmenteensalvarasuhija.Yque,porfin,lahabíametido de nuevo en el coche. Para resguardarla del sol, había dicho. PeroVerónica decía, en su carta, que pensaba que Rollie quería que muriese en elcoche.

Noqueríadecirlo,perotuvequehacerlo.—¿Sugiere que su hermano ofreció su hija como una especie de sacrificio

humano?Hubounalarga,reflexivayterriblepausa.—No de una manera consciente, no —repuso LeBay—. Como tampoco

sugieroque lamatóconscientemente.Sihubieseconocidoamihermano,sabríaque es ridículo acusarle de brujería o de hechicería o de tener tratos con eldemonioNocreíaennadaquenofuesesuspropiossentidossalvo;supongoensupropia voluntad. Sugiero que pudo haber tenido alguna…, alguna intuición…,alguienpudoinducirloahacerloquehizo.Medecíaqueesolo,habíacambiado.

—¿YVerónica?—Nolosé—manifestó—.Eldictamendelapolicíafuedesuicidio,aunque

nodejóningunanota.Esposiblequelofuese.Perolapobrehabíahechoalgunasamistadesenlaciudad,yamenudomehepreguntadosinoincestaríaaalgunadeellas, como lo había insinuado aMarcia, ya que lamuerte deRita no se habíaproducido exactamente como ella y Rollie habían declarado. «Si te chivas,Georgie,temataré».Desdeluego,noexistenpruebasenunouotrosentido.Peromeextrañaquelohiciesedeaquellamaneraqueunamujerquenosabíanadadeautomóviles sujete una manguera al tubo de escape y la introdujese por laventanilla.Aunqueprefieronopensarenestascosas.Metienendespiertotodala

noche.Penséenloquehabíadichoyenloquenohabíadicho…,enlascosasque

había dejado entre líneas. Intuitivamente—había explicado—.Su terquedad ensusmássimplesantojoshabíadicho.¿YsiRolandLeBayhubiesecomprendido,dealgunamaneraquenoseatrevíaaconfesarsesímismo,queestabainfundiendoalguna fuerza sobrenatural a su «Plymouth»? Supongamos que hubiese estadoesperandoaquellegaseellegítimoheredero…yqueahora…

—¿Hecontestadoconestoatuspreguntas,Dennis?—Creoquesí—respondídespacio.—¿Quévasahacer?—Creoqueyalosabe.—¿Destruirelcoche?—Lo intentaré —expliqué, y miré mis muletas apoyadas en la pared, mis

malditasmuletas.—Puedequedestruyastambiénatuamigo.—Oquelesalve—dije.GeorgieLeBayconcluyóamediavoz:—Mepreguntosiestoesaúnposible.

47.Latraición

Therewasbloodandglassallover,Andtherewasnobodytherebutme.Astheraintumbleddownhardandcold,Iseenayoungmanlyinbythesideoftheroad,Hecried,«Mister,won'tyouhelpme,please?»

BRUCESPRINGSTEEN

Labesé.Susbrazosrodearonmicuello.Unadesusfrescasmanosapretósuavemente

mi nuca. Ya no tuve ninguna duda sobre lo que nos ocurría, y cuando ella seapartó ligeramentedemí,conlosojosmediocerrados,comprendíque tampocoellalatenía.

—Dennis—murmuró,yvolvíabesarla.Nuestras lenguas se tocaron suavemente. Por un instante, su beso se

intensificó, pude sentir la pasión que pronunciaban aquellos pómulos salientes.Entoncesjadeóunpocoyseechóatrás.

—Basta—dijo—.Nosdetendránporescándalopúblicooalgoparecido.Erael18deenero.Aparcamosdetrásdel«Kentucky»,local,conlosrestosde

unaexcelentecomidaabasedepolloesparcidosanuestroalrededor.Estábamosenmi«Duster»,yestoerayaunacontecimientoparami,eralaprimeravezqueestaba detrás del volante desde el accidente. Precisamente aquella mañana, el

médicomehabíaquitadolaescayolademipierna izquierda,sustituyendolaporunvendaje.Meadvirtióseveramentequenomeloquitaraperoestuvesegurodeque se sentía satisfecho demi estado.Mi recuperación se había adelantado unmesaloprevisto.Elloatribuíaaunatécnicasuperior;mimadre,alpensamientopositivoyalcaldodepollo;elentrenadorPuffer,alescaramujo.

YopensabaqueLeighCabothabíainfluidomuchoenello.—Tenemosquehablar—dijoella.—No,averigüemosunpocomás.—Hablemosahora.Yaaveriguaremosdespués.—¿Haempezadodenuevo?Leighasintióconlacabeza.Enlascasidossemanastranscurridasdesdemi

conversación telefónica con LeBay, las dos primeras semanas del curso deinvierno, Arnie se había esforzado en lograr un approchement con Leigh, y elesfuerzo había sido tan intenso que nos había asustado a los dos. Yo habíareferido a Leigh mi conversación con LeBay (pero no, como ya he dicho, miterriblevueltaacasaenlamañanadeAñoNuevo)yhabíadejadobienclaroqueen modo alguno, podía romper simplemente con él. Esto le pondrá furioso, yahora, cuando Arnie se enfurecía con alguien cosas desagradables podíanocurrirleaeste.

—Parecequeleestemosengañando—dijoella.—Lo sé—repliqué conmayor viveza de lo que pretendía—.Nome gusta,

peronoquieroqueaquelcochevuelvaacircular.—¿Ybien?Meneélacabeza.Enverdad,empezabaasentirmecomoelpríncipeHamlet,

buscandodilaciones una y otra vez.Desde luego, sabía que había que hacerlo:habíaquedestruirChristine.Leighyyohabíamosconsideradovariasmanerasdehacerlo.

La primera idea había sido de Leigh: cócteles molotov. Llenaríamos unasbotellasdevinocongasolina,dijo,lasllevaríamosalacasadelosCunninghamde madrugada y encenderíamos las mechas («¿Mechas? ¿Qué mechas?», lepregunté.«De«Kotex»daríanresultado,respondióalpunto,asombrándomeunavez más con su desfachatez) y las arrojaríamos a través de las ventanillas deChristine.

—¿Y si los cristales de las ventanillas estuvieran subidos y las puertas

cerradas?—lepregunté—Estoseríalomásprobable.Memirócomosifueseunimbéciltotal.—¿Vasadecirme—preguntó—queteparecebienlaideadevolarelcoche

deArnie,perotienesescrúpulosmoralesderomperunoscristales?—No—repliqué—, pero, ¿Quién se acercará lo suficiente para romper el

cristalconunmartillo,Leigh?¿Tú?Memiró,mordiéndoseelsuavelabioinferior.Nodijonada.Laideasiguiente

habíasidomía.Dinamita.Leighlopensóysacudiólacabeza.—Creoquepodríaconseguirlasingrandesdificultades—expliqué.SeguíaviendodevezencuandoaBradJeffries,yBradtrabajabatodavíapara

«Penn-DOT», y «Penn-DOT» tenía dinamita bastante para lanzar a la Luna el«ThreeRiversStadium».Penséque talvezpodría tomarledeprestado la llaveadecuadasinqueBradseenterase, tanabsortosequedabacuandoobservabaeljuego de los «Penguins» por televisión. «Tomaré la llave del almacén de losexplosivosduranteeltercerperíododeunpartido—pensé—,yladevolveréasusitioduranteeltercerperiododeotro.»

La probabilidad de que tuviese que utilizar explosivos en enero y se diesecuentadelafaltadelallaveerasumamentepequeña.Eraunamalapasada,otratraición…,perounamaneradeterminarelasunto.

—No—dijoella.—¿Porquéno?Para mí, la dinamita parecía ofrecer todas las garantías que exigía la

situación.—PorqueArnie lo aparca ahora en el paseode entrada a la casa. ¿Quieres

realmenteametrallaratodoelvecindariosuburbano?¿Arriesgarteaqueuntrozodevidriocorteelcuellodealgúnchiquillo?

Me estremecí. No había pensado en esto, pero ahora que ella lo habíamencionado, la imagenme pareció verosímil y clara y odiosa.Y estome hizopensar en otras cosas. Encender un cartucho de dinamita con el cigarrillo yarrojarlocontraelobjetoquesequieredestruir…esalgoquepuedequedarmuybien en loswesterns del sábado por la tarde proyectados en el segundo canal,peroenlavidarealhayquepensarenlosfulminantesyenlospuntosdecontacto.Sinembargo,meaferréalaideatodoloquepude.

—¿Ysilohiciésemosporlanoche?—Todavíaseriamuypeligroso—dijoella—.Ytútambiénlosabes.Lotienes

pintadoenelsemblante.Unapausalarga,muylarga.—¿QuétepareceríalamáquinatrituradoradeDarnell?—preguntóellaalfin.—Lamismaobjeciónbásicadeantes—dije—.¿Quiénllevaríaelcocheallí

abajo?,¿Tú,yooArnie?Yasíquedólacosa.—¿Quéhapasadohoy?—preguntéaLeigh.—Queríaquesalieseconélestanoche—meexplicó—.Estavezparairala

bolera.Endíasanterioreslehabíapropuestoelcine,ircenar,omirarlatelevisiónen

sucasa,celebrarreunióndeestudio.YsiempreaparecíaChristinecomomediodetransporte.

—Se está poniendo terriblemente pesado y se me acaban las excusas. Sitenemosquehaceralgo,deberíamoshacerlopronto.

Asentí con la cabeza. Una de las cosas que lo habían impedido era laimposibilidaddeencontrarunmodosatisfactorio.Otrahabíasidoelestadodemipierna.Ahoraquemehabíanquitado laescayola,yaunqueelmédicomehabíaordenadoseveramentequeemplearalasmuletas,habíapuestoapruebamipiernaizquierdasinellas.Medolíaunpoco,peronotantocomohabíadolido.

Estascosas,sí…,peroelobstáculohabíaestadomásennosotrosmismos.Eldescubrimiento mutuo. Aunque parezca repugnante, creo que debo añadir algomás para que mi relato sea exacto (cuando lo empecé me prometí que lointerrumpiría si no podía referirlo todo con exactitud). El aspecto picante delpeligrohabíaañadidoalgoaloqueyosentíaporLeigh…y,segúncreo,aloqueellasentíapormí.Arnieeramimejoramigo,perolaideadequenosveíamosasusespaldastenía,empero,unatractivomalignoeinsensato.Losentíacadavezquelatomaenbrazos,cadavezquemimanosedeslizabasobrelacurvafirmedesupecho.Hacerlotodoaescondidas.¿Puedenustedesdecirmeporquéteníaqueseratractivo?Peroloera.Porprimeravezenmividamehabíaenamoradodeunachica.Había tenidoamoríosconanterioridadperoestavezmehabíadadomuyfuerte.Ymegustaba.Laamaba.Peroelconstantesentimientodetraición…

Eraalgosinuoso,quecausabavergüenzayaguijoneabalo lamentealmismo

tiempo. Podíamos decirnos (y lo hacíamos) quemanteníamos cerradas nuestrasbocasparaprotegeranuestrasfamiliasyanosotrosmismos.

Estoeraverdad.Peronotodalaverdad,¿Eh,Leigh?No.Noeratodalaverdad.

En cierto modo, no podía haber ocurrido nada peor. EI amor retrasa lareacción, apaga el sentido de peligro. Hacía doce días que había hablado conGeorgeLeBayy,cuandopensabaenlascosasquemehabíadicho—ypeoren,enlasquemehabíasugerido—,yanosemeerizabanloscabellosdelanuca.

Lopropiocabíadecir—otalvezno—delaspocasvecesquehabíahabladoconArnieolehabíaatisbadoenalgúnsitio.Curiosamente,parecíaquehabíamosvueltoalosmesesdesetiembreyoctubre,cuandonoshabíamosapartadoporlasencilla razón de que Arnie estaba muy ocupado. Cuando hablábamos, él semostraba bastante agradable, aunque sus ojos grises eran fríos detrás de losespejuelos. Yo esperaba que una gimiente Regina o un rígido Michael mellamasenporteléfonoparadarmelanoticiadequeArniehabíadejadoalfindejugar conellos renunciado,definitivamente, a la ideade ir a laUniversidadenotoño.

Esto no sucedió, y fue el propioMotormouth—nuestromentor—quienmedijo que Arnie se había llevado a casa un montón de literatura sobre laUniversidaddePensilvania,la«DrewUniversity»y«PennState».Estoseranloscentros docentes que interesaban más a Leigh. Yo lo sabía y Arnie lo sabíatambién.

Dosnochesatrás,habíaoídoyoamimadreyamihermanaElliehablandoenlacocina.

—¿Por qué ha dejado Arnie de venir, mamá? —preguntó Ellie— ¿Se hapeleadoconDennis?

—No,querida—respondiómimadre—.Nolocreo.Perocuandolosamigossehacenmayores…,avecesseseparan.

—Aminomeocurriránunca—manifestóEllieconlaseriaconviccióndelosquinceañosreciéncumplidos.

Me senté en la habitación contigua, preguntándome si realmente seria estotodo: una alucinación fruto de mi amarga estancia en el hospital, como había

sugeridoLeBay,unsimpledistanciamientoentredosamigosdelainfancia.Me pareció que había en ello cierta lógica, incluso en lo tocante a mi

obsesiónporChristine,queeralacuñaquesehabíaintroducidoentrenosotros.Prescindíadeloshechospalpables,peroresultabacómodo.Creyendodeesta

suerte,Leighyyopodríamosseguirnuestrasvidasordinarias,entregarnosa lasactividadesescolares,hacerunrepasoextraordinarioparalosexámenesdemarzoy, desde luego, abrazarnos en cuanto sus padres o losmíos nos dejaban solos.Besuquearnoscomoloqueéramos,comounaparejadealborotadosadolescentestotalymutuamenteenamorados.

Estas cosasme seducían…, nos seducían a los dos. Hasta ahora habíamostenidomuchocuidado—comosifuésemosunpardeadúlterosenvezdeunpardechiquillos—,perohoymehabíanquitadolaescayola,yhabíapodidoemplearlas llaves de mi «Duster» en vez de quedarme mirándolas, y, cediendo a unimpulso,habíatelefoneadoaLeighylehabíapreguntadosilegustaríairconmigoal mundialmente famoso «Colonel's» para catar su mundialmente famoso«CrunchyStile».Estolehabíaentusiasmado.

Así se comprende que descuidásemos nuestra preocupación y fuésemos unpoquitín indiscretos. Permaneciendo sentados en el coche, en la zona deaparcamiento,conelmotorenmarchaparatenerunpocodecalor,yhablamosdelamanerade terminarconaquelviejoe infinitamenteastutomonstruo,comounpardechiquillosjugandoaservaqueros.

NovimosaChristinecuandosedetuvodetrásdenosotros.

—Seestápreparandoparaunlargoasedio,encasodesernecesario—dije.—¿Qué?—Me refiero a las Universidades que ha elegido. ¿No te ha llamado la

atención?—Creoqueno—replicóconfusa.—Sonlasqueteinteresanmásati—expliquépacientemente.Ellamemiró,lamiréamivezytratédesonreír,sinconseguirlo.—Está bien—proseguí—. Pensémoslo una vez más. Los cócteles molotov

hanquedadodescartados.Ladinamitaparecepeligrosa,peroenpocacantidad…MeinterrumpíensecoalsentirelfuerteapretóndelamanodeLeighyveren

su rostro una expresión de sorpresa y horror. Estaba mirando a través delparabrisas, desorbitados los ojos y abierta la boca. Me volví en aquelladirección,yloquevieratanabrumadorque,poruninstante,permanecítambiéninmóvil.

Arnieestabaplantadodelantedemi«Duster».Habíaaparcadoexactamentedetrásdenosotrosyentradoacomprarsuración

depollo sin fijarseenquiéneséramos. ¿Porquéhabíadehacerlo?EracasidenocheyunDusterdecuatroañosymanchadodebarroesprácticamenteigualqueotro cualquiera. Había entrado en el establecimiento, adquirido su comida ysalidodenuevo…

No nos había visto a través del parabrisas, a Leigh y a mí, sentados muyjuntos,abrazadosymirándonosarrobadosconlosojos,comodicenlospoetasNohabíasidomásqueunacoincidencia,unaterribleyodiosacoincidencia.AunqueinclusoahoraunapartedemimenteestáfríamenteconvencidadequefuecosadeChristine…,dequefueChristinequienlecondujoallí.

Transcurrióunlargomomento,comopetrificado.Undébilgemidobrotódelagarganta de Leigh. Arnie estaba a menos de la mitad de la pequeña zona deaparcamiento, vistiendo su chaqueta de la escuela superior, con unos vaquerosdescoloridos y botas. Llevaba una bufanda a cuadros alrededor del cuello. Sehabíalevantadoelcuellodelachaqueta,ylasnegrassolapasservíandemarcoaunsemblantequepasabaconlentituddeunaexpresióndeaturdidaincredulidadaunapálidamuecadeodio.Labolsaarayasrojasyblancas,conlasonrientecaradel«Colonel’s»enellaresbalódeunadesusmanosenguantadasycayósobrelanieveapisonadadelaparcamiento.

—Dennis—murmuróLeigh—.¡Dennis,oh,Diosmio!El empezó a correr. Pensé que venia hacia el coche, probablemente para

sacarmedeélydarmeunapaliza.Meveíasaltandodébilmentedeunladoaotrosobre mi pierna no demasiado sana, bajo las luces del aparcamiento, queacababandeencenderse,mientrasArnie,cuyavidahabíayosalvadoduranteunosañosqueseremontabanaljardíndeinfancia,mehaciatrizas.Corrió,torcidalabocaenunamuecaqueyohabíavistoyaantesdeentonces…,peronoensucara.AhoraeralacaradeLeBay.

Peronosedetuvoalllegaramicoche,sinoquesiguiócorriendo.MevolvíenredondoyentoncesviaChristine.

Abrílaportezuelayempecéasalircongranesfuerzoagarrándomealbordedeltechodemiautomóvil.Elfríoentumeciócasiinmediatamentemisdedos.

—¡Dennis,no!—gritóLeigh.MepuseenpieenelinstanteenqueArnieabríafuriosamentelaportezuelade

Christine.—¡Arnie!—grité—¡Eh,hombre!Erguiólacabeza.Echabachispasporlosojosfríosydesorbitados.Unhilode

babafluíadeunadelascomisurasdesuboca.ElradiadordeChristineparecíatambiénhacermuecas.

Levantóambospuñosylossacudióenmidirección.—¡Cagón!—suvozerafuerteycascada—¡Llévatela!¡Telamereces!¡Esuna

mierda!¡Ambossoisunamierda!¡Quedaosjuntos!¡Noserápormuchotiempo!Variaspersonassehabíanacercadoalasventanasdecristalesdel«Kentucky

FriedChicken»yalcontiguo«KowloonExpress»paraverloquepasaba.—¡Arnie!Hablemos,hombre…Elsaltódentrodelcocheycerrólaportezueladegolpe.Zumbóelmotorde

Christineyseencendieronlosfaros,aquellosojosblancosydeslumbradoresdemisueñoclavándomecomouninsectosobreuncartón.Ymásarriba,detrásdelcristal,estabalacaraterribledeArnielacaradeundemonioávidodepecado.Aquella cara odiosa y atormentada ha vivido en mis sueños desde entonces.Despuéslacaradesaparecióyfuesustituidaporunacalavera,porunacabezademuertoquehaciamuecas.

Leighlanzóunfuerteyestridentechillido.Sehabíavueltoamirar,ysupequeaquellonohabíasidocosademiimaginación.Ellalohabíavistotambién.

Christineavanzórugiendo,levantandonieveconlosneumáticosdeatrás.Noveniaporel«Duster»,sinopormí.CreoquelaintencióndeArnieerahacermepapillaentresucocheyelmío.Fuemipiernaenfermalaquemesalvó,sedoblóycaídentrodemi«Duster»,golpeandoelvolanteconlacaderaderechayhaciendosonarelclaxon.

Una fría ráfaga de viento me azotó la cara. El rojo y brillante flanco deChristinepasóaunmetrodemí.Bajótemblandoporelcaminodesalidayentróenlavíaprincipalsinreducir lamarcha,dandocoletazos.Despuéssealejósindejardeacelerar.

Miré lanieveypudever las recienteshuellasenzigzagsusneumáticos.No

habíapasadoamásdeveintecentímetrosdemiportezuelaabierta.Leighestaballorando.Tirédemipiernaizquierdaconlasmanosparameterla

enelcoche,cerrélaportezueladegolpeyabracéalamuchacha.Susbrazosmebuscaronaciegasy,después,jadeó,rígidaacausadelpánico.

—No…,noera…—Calla,Leigh.Notepreocupes.Nopiensesenello.—¡NoeraArniequienconducíaelcoche!¡Eraunapersonamuerta!¡Erauna

personamuerta!—EraLeBay—expliqué.Ahoraquehabíaocurridosentíunaespeciedetranquilidadirrealenvezdela

reacción temblorosa y excitada que hubiese debido experimentar y de unsentimientodeculpaporhabersidoalfindescubiertoconlachicademimejoramigo.

—Eraél,Leigh.AcabasdeconoceraRolandD.LeBay.Leigh siguió llorando, desahogando su miedo y su impresión y su horror,

apretándoseamí.Yoestabacontentodetenerlaasí.Sentíaundolorsordoenlapiernaizquierda.MiréporelespejoretrovisorellugarvacíodondehabíaestadoChristine.Ahoraquehabía sucedido,meparecíaquecualquierotra conclusiónhabríasidoimposible.

Lapazde lasdosúltimassemanas, lasencillaalegríade teneraLeighamilado, todoestoparecía serahora lo irreal, lo falso…, tan falsocomo laguerraespuria entre la conquista de Polonia por Hitler y el arrollador ataque de laWehrmachtcontraFrancia.

Yempezabaaverelfinaldelascosas,talcomodebíaser.Memiró,yteníahúmedaslasmejillas.—¿Yahoraqué,Dennis?¿Quévamosahacerahora?—Terminarconello.—¿Cómo?¿Quéquieresdecir?Hablandomásparamiqueparaella,dije:—Élnecesitaunacoartada.Tenemosqueestardispuestoscuandosevaya.El

garaje.EldeDarnell.Atraparéesoallí.Tratarédedestruirlo.—¿Dequéestáshablando,Dennis?—Élsaldrádelaciudad—dije—.¿Noloves?Todaslaspersonasaquienes

Christinemató…,formanuncírculoalrededordeArnie.Ellosabrá.Elharáque

Arniesalgadenuevodelaciudad.—¿TerefieresaLeBay?AsentíconlacabezayLeighseestremeció.—Tenemosquematarlo.Túlosabes.—Pero,¿Cómo?Yalfinsemeocurrióunaidea.

48.Preparativos

There'sakillerontheroad,Hisbrainissquirminglikeatoad…

THEDOORS

DejéaLeighensucasayledijequemellamasesiveíaaChristinerondandoporallí.

—¿Yquéharías?,¿Venirconunlanzallamas?—Conunabazooka—dije,ylosdosnosechamosareírhistéricamente.—¡Duro con el cincuenta y ocho! ¡Duro con el cincuenta y ocho! —gritó

Leigh,yambosreímosdenuevo,peromientrasreíamos,sentíamosunpánicoquenosenloquecíaamedias…,oquizámásqueamedias.

Ymientrasreíamos,sentíanáuseasacausadeArnie,porloqueélhabíavistoyporloqueyohabíahecho.

YcreoqueLeighsentíalomismo.Esqueavecesunotienequereír.Sinmásnimás.Ycuandovienelarisa,nadasepuedehacerporsofocarla.Vieneyhacesutrabajo.

—¿Qué les diré a los míos? —preguntó ella, cuando al fin empezó arecobrarseunpoco—¡Tengoquedecirlesalgo,Dennis!¡Nopuedodejarqueseexponganaseratropelladosenlacalle!

—Nada—leexpliqué—.Nolesdigasabsolutamentenada.—Pero…

—Enprimerlugarnotecreerían.Además,nadavaaocurrirmientrasArnieestéenLibertyville.Apostaríamividaenello.

—Loestáshaciendo,tonto—murmuró.—Losé.Mivida,lademimadre,lademipadre,lademihermana.—¿Cómosabremossisemarcha?—Yomeencargarédeesto.Mañana,tepondrásenferma.Noirásalaescuela.—Ahora estoy enferma —convino, con voz grave—. ¿Qué va a suceder,

Dennis?¿Quéestástramando?—Tellamarémástarde,estanoche—ledije,ylabesé.Suslabiosestabanfríos.

Cuando llegué a casa, Eliane se estaba poniendo el Anorak y lanzabaimprecaciones en voz baja contra los que enviaban a otros a casa de Tom enbuscade lecheydepan, precisamente cuando iban a dar «DanceFever» en latelevisión. Ibaaemprenderla tambiénconmigo,perosealegrócuando leofrecíllevarlaenmicochealmercadoenviajedeidayvuelta.Tambiénmedirigióunamirada recelosa, como si esta inesperada gentileza para con la hermanamenorpudiesesignificarelprincipiodealgunadolencia.Herpes,talvez.Mepreguntósimesentíabien.Melimitéasonreírconindiferenciayadecirlequesedecidieseantes de que cambiase de idea, aunque ahora me dolía la pierna derecha yempezabaasentirunosfuriososlatidosenlaizquierda.Podíadecirleunayotravez a Leigh queChristine no haría de las suyas mientras Arnie estuviese enLibertyville,ysabíaquelógicamentedebíaserasí…Peroestonoimpedíaqueseme revolviesen instintivamente las tripas al pensar en Ellie caminando dosmanzanashastaelestablecimientodeTomycruzandolascallejassuburbanasensubrillanteanorakamarillo.

Veía a Christine aparcado en una de aquellas calles, agazapada en laoscuridadcomounaperraviejaqueacechaseaunperro.

Cuandollegamosa«Tom's»,lediunpavo.—Compraun«Yodel»yuna«Coca-Cola»paracadauno—leordené.—Dennis,¿Deverasteencuentrasbien?—Si. Y si te gastas el cambio en el juego de «Asteroides» te romperé un

brazo.

Esto pareció tranquilizarla. Entró y yo me hundí en mi asiento detrás delvolantedemi«Duster»,pensandoenelterriblelíoenquenoshabíamosmetido.No podíamos hablar con nadie, esto era lo peor. Y aquí estaba la fuerza deChristine.¿PodíairaveramipadreensutiendadejuguetesydecirlequeloqueElliellamaba«elrepelenteviejococherojodeArnieCunningham»corríaahorapor si solo? ¿Podía llamar a la policía y explicarle que un muerto queríamatarnos, a mi amiguita y a mi? No. Lo único que teníamos a nuestro favor,ademásdequeelcochenopodíamoversehastaqueArnietuvieseunacoartada,era el hecho de que no quería que hubiese testigos: Moochie Welch, DonVandenberg y Will Darnell habían sido muertos cuando estaban solos, a altashorasdelanoche,BuddyReppertonysusdosamigoshabíansidomuertosenlasafueras.

Elainevolvióconunabolsaapretadasobresupecho incipiente, subióymediomi«Coca-Cola»ymi«Yodel».

—Elcambio—ledije.—Eres un tacaño —contestó, y depositó veintipico centavos en mi mano

extendida.—Losé,peroapesardetodotequiero—ledije.Echésucapuchaatrás,lerevolvíloscabellosylabeséenunaoreja.Pareció

sorprendidayrecelosa,ydespuéssonrió.MihermanaEllienoeramala.Laideade que la atropellasen en la calle por elmero hecho de queme enamorase deLeighCabotdespuésdequeArniesehubiesevueltolocoylahubiesedejado…No,nodejaríaqueocurriese.

Yaenmicasa,subílaescaleradespuésdedecirle«hola»amamá.Estaqueríasaber cómo estabami pierna, y le contesté quemuy bien. Pero, cuando estuvearriba,hicemiprimeraparadaanteelbotiquíndelcuartodebaño.Metraguéunpardeaspirinasporelbiendemispiernas,quesequejabanahoraavozengrito.Despuésbajéaldormitoriodemispadresymesentéen lamecedorademamálanzandounsuspiro.

Descolguéelteléfonoehicemiprimerallamada.—Dennis Guilder, azote del proyecto de prolongación de autopista—dijo

efusivamente Brad Jeffries—. Me alegro de saber de ti, muchacho. ¿Cuándo

vendrásparaqueveamosjuntosalos«Penguins?—Nolosé—repuse—.Mecansoprontodeveragentedisminuidaquejuega

ahockey.Siteinteresaseunbuenequipo,comolos«Fleyers»…—¡Jesús! ¿Tengo que escuchar una cosa así de un chico que ni siquiera es

mío?—preguntóBrad—Sospechoqueelmundosevaalinfierno.Charlamos un poco más de nimiedades y después le dije el motivo de mi

llamada.Seechóareír.—¿Quédemoniosesesto,Dennis?¿Tevasameterennegociosportucuenta?—Podríamos llamarloasí—penséenChristine—.Perosóloporun tiempo

limitado.—¿Noquiereshablardeello?—Bueno, todavíano.¿Sabesdealguienquepudiesetenerunacosaasípara

alquilar?—Tediré,Dennis.Sóloconozcoauntipoquepodríahacer tratoscontigoa

esterespecto.JohnnyPomberton.TrabajaenlaRidgeRoad.TienemásmaterialrodantequepíldorasparaelhígadotieneCarter.

—Muybien—convine—.Gracias,Brad.—¿CómoestáArnie?—Supongoquebien.Noleveotantocomoantes.—Es un tipo raro,Dennis.Cuando le conocí pensé que ni en sueños podía

esperarquedurasetodoelverano.Perotieneunadeterminaciónendiablada.—Si—dije—.Estoyalgomás.—Dalerecuerdoscuandoleveas.—Loharé,Brad.Quédatetranquilo.—Lomismotedigo,Denny.Venunanocheytomaremosunaslatasdecerveza.—Loharé.Buenasnoches.—Buenasnoches.Colguéyvacilédelantedelteléfonoduranteunminutoodosnodeseandoen

realidadhacerlaotrallamada.Peroteníaquehacerlo,eraesencialentodoaqueltristeyestúpidoasunto.Levantéel teléfonoymarquédememoriaelnúmerodelosCunningham.SicontestabaArnie,colgaríasimplementesindecirnada.PerotuvesuerteyfueMichaelquiencontestó.

—¡Diga!—suvozsonabacansadayunpococonfusa.—Michael,soyDennis.

—¡Hola!—exclamó,visiblementecomplacido.—¿EstáArnie?—Se encuentra arriba. Llegó de no sé dónde y se fue directamente a su

habitación.Parecíabastantemalhumorado,peroestonoesexcepcionalenestosdías.¿Quieresquelellame?

—No —dije—. Así está bien. En realidad, era contigo con quien queríahablar.Necesitoquemehagasunfavor.

—Desdeluego.Dimedequésetrata—medicuentadequesuvoz,unpocoestropajosa, se debía a que Michael Cunningham estaba, al menos, medioborracho—.TúnoshicisteungranfavoralhacerleentrarenrazónenlotocantealaUniversidad.

—Michael,nocreoquemeescuchaseenabsoluto.—Entonces,tienequehaberocurridoalgo.Estemeshapresentadoinstancias

atresuniversidades.Reginapiensaquecaminasobreagua,Dennis.Y,sóloentretúyyotediréqueestábastanteavergonzadadelamaneraenquetetratócuandoArnienoshablóporprimeravezdesucoche.PeroyaconocesaRegina.Nuncahasidocapazdedecir«losiento».

Losabíamuybien.YmepreguntabaloquepensaríaReginasisupiesequeaArnie—oaloquecontrolabaaArnie—laUniversidadle importabaunbledo.QueloúnicoquehaciaeraseguirlaspisadasdeLeigh,acosarlaobsesionadoporella. Era un cúmulo de perversiones. LeBay, Leigh yChristine, es un odiosomanageatrois.

—Escucha,Michael—ledije—.Quisieraqueme llamases siArniedecidesalir de la ciudad por alguna razón.Especialmente en los dos próximos días oparaelfindesemana.Dedíaodenoche.TengoquesabersiArniesemarchadeLibertyville.Ytengoquesaberloantesdequelohaga.Esmuyimportante.

—¿Porqué?—Demomentopreferiríanoentrarenesto.Escomplicadoypodría…,bueno,

podríaparecerunalocura.Hubo un largo, larguísimo silencio, y cuando el padre de Arnie volvió a

hablar,lohizocasienunmurmullo.—Esesemalditocoche,¿Verdad?¿Quésospechaba?¿Cuántosabia?Sieracomolamayoríadelagentequeyo

conocía, probablemente sospechaba un poco más cuando estaba borracho que

cuando estaba sereno. ¿Cuánto?Ni siquiera ahora lo sé de fijo. Pero creo quesospechabamásquenadie,talvezaexcepcióndeWillDarnell.

—Sí—dije—.Setratadelcoche.—Losabía—dijoconlentitud—.Losabía.¿Quésucede,Dennis?¿Quéestá

haciendoél?¿Losabestú?—Nopuedo decir nadamás,Michael. ¿Me dirás si proyecta una excursión

paramañanaopasado?—Sí—respondió—.Si,deacuerdo.—Gracias.—Dennis—siguió—,¿Piensasquelorecuperaréalgúndía?Merecía que le dijese la verdad. Aquel pobre diablo era acreedor a la

verdad.—No lo sé—repuse, y me mordí el labio inferior hasta hacerme daño—.

Pienso…quelacosapuedehaberidodemasiadolejos.—Dennis—casigimió—.¿Quées?¿Drogas?¿Algunaclasededroga?—Telodirécuandopueda—lerespondí—.Escuantopuedoprometerte, lo

siento.Telodirécuandopueda.MeresultómásfácilhablarconJohnnyPomberton.Eraunhombreanimado,

parlanchín, y pronto desapareció mi temor de que no quisiera tratar con unmuchacho.Tuve la impresióndeque JohnnyPombertonhabríahecho tratosconSatanás recién salido del infierno y oliendo todavía a brea, si este le hubiesehechounaproposiciónilegal.

—Claro—decíaunayotravez—.Claro,claro.BastabaconqueseiniciasealgunaproposiciónparaqueJohnnyPombertonse

mostrase de acuerdo con uno. Era un poco enervante. Yo había preparado unahistoria, pero no creo que le prestase lamenor atención. Se limitó a darme unprecio,unprecioporcierto,muyrazonable.

—Meparecebien—repliqué.—Claro—convinoél—.¿Aquéhoravendrásabuscarlo?—Bueno,¿Quéleparecemañanaalasnueveymedia…?—Claro—repitió—.Hastaentonces.—Otrapregunta,señorPomberton.—Claro.YllámameJohnny.—Estábien,Johnny.¿Quémedicesdeuncambiodemarchasautomático?

Johnny Pomberton rió con fuerza, con tanta fuerza, que aparté un poco elauricular,conmalhumor.Aquellarisabastabayacomorespuesta.

—¿Enunadeestaspequeñas?Estásdebroma.¿Porqué?¿Nopuedesmanejarunapalancacorriente?

—Si,estomeloenseñaron—dije.—¡Claro!Nohayproblema,¿eh?—Supongoqueno—contesté,pensandoenmipiernaizquierda,quecuidaría

delembrague…otrataríadehacerlo.Elmerohechodedoblarlaunpocoestanochemehabíaproducidoundolor

infernal.Confié en queArnie esperase unos días a salir de la ciudad. Pero nocreíaque esto estuvieseprefijado.Podría sermañanao el finde semana comomáximo, ymi pierna izquierda tendría sencillamente que aguantar lomejor quepudiese.

—Bueno,buenasnoches,señorPomberton.Hastamañana.—Claro. Gracias por llamar, muchacho. He comprendido perfectamente lo

quequieres.Ellategustará,yaloverás.YsinoempiezasallamarmeJohnny,tedoblaréelprecio.

—Claro—dije,ycolguésinesperaraqueacabasedereír.«Ellategustará,yaloverás.»

Otravezella…Empezabaadarmemorbosamentecuentadeestaformacasualdereferencia…ymeponíarealmenteenfermo.

Entonceshicemiúltima llamadapreparatoriaHabíacuatroSykesen laguíatelefónica.Encontréelquebuscabaamisegundointento,elpropioJimmysepusoalaparato.MepresentécomoamigodeArnieCunninghamylavozdeJimmyseanimó.ApreciabaaArnie,quecasinuncaleincordiabaynuncaleatizaba,comohabíahechoBuddyReppertoncuandoestetrabajabaparaWill.MepreguntócomoestabaArnie,y,mintiendounavezmás,ledijequeArnieestababien.

—Me alegro—contestó—.Realmente, lo pasó allí bastantemal durante untiempo.Yosabiaquelasdrogasyloscigarrillosnoeranbuenosparaél.

—Precisamente te llamo en interés de Arnie —le expliqué—. ¿RecuerdascuandodetuvieronaWillyprecintaronelgaraje,Jimmy?

—Claroquelorecuerdo—suspiróJimmy—.AhoraelpobreviejoWillestá

muertoyyomehequedadosintrabajo.Mimadrenoparadedecirmequetendríaqueiralaescueladeformaciónprofesional,peronocreoquesirvieseparaesto.Creoquetratarédequemedenuncargodebedeloalgoparecido.MitíoFredesbedel de la Universidad y dice que existe una oportunidad, porque el otro eldesapareció,sellevóalgoy…

—Arniedicequecuandocerraronelgarajeperdiósucajadeherramientas—leinterrumpí—.Estabadetrásdeunodeaquellosviejosneumáticos,yasabes,enlosestantesdearriba,lahabíapuestoallíparaquenadieselarobase.

—¿Ysigueallí?—preguntóJimmy.—Supongoquesi.—¡Queimbecilidad!—Bueno,aqueljuegodeherramientasvalíauncentenardedólares.—¡SantoDios!Apuestoaqueyahadesaparecido.Apuestoaquealgunode

lospolizontessequedaríaconél.—Arnie piensa que pueden estar todavía allí. Pero no puede acercarse al

garajedebidoalasituaciónenqueseencuentra.Estoeraunamentira,peronopenséqueJimmyloadvirtiera,ynoloadvirtió.

Sin embargo, el hecho de engañar a un tipo a quien le faltaba poco para serretrasadomentalnoañadiógrancosaalrespetoquesentíapormimismo.

—¡Vayaunamierda!Bueno,escucha, iréalláabajoy lassacaré. ¡Si, señor!Seráloprimeroquehagamañanaporlamañana.Todavíaconservolasllaves.

Lancé un suspiro de alivio. Lo que yo quería no era el mítico juego deherramientasdeArnie,sinolasllavesdeJimmy.

—Quisieracogeryo lasherramientas, Jimmy.Paradarleunasorpresa.Yséexactamentedónde laspuso.Túestaríasquizá todoeldía rondandoporallí sinencontrarlas.

—¡Oh,si,desdeluego!Willdecíaquenuncaencontrabanada.Decíaqueeraincapazdeencontrarmipropiotraseroconambasmanosyunalinterna.

—Bueno, hombre, esto lo decía sólo para rebajarte. Pero, en realidad, megustaríahacerestoyomismo.

—Estábien.—Pensé que podría ir a verte mañana para que me dieses las llaves. Así

podríacogerlasherramientasydevolvertelasllavesantesdelanochecer.—Pues…,nosé.Willdecíaquenodebíaprestarnuncamisllaves…

—Claro, pero esto era antes, ahora no hay nada en el lugar, salvo lasherramientasdeArnieyunmontóndechatarra enel fondodel local.Este serámuy pronto buscado a pública subasta, con todo su contenido, y si tomase lasherramientasdespuésdeesto,podríanacusarmedehurto.

—¡Oh!Bueno,supongoquenohayinconvenientesimedevuelveslasllaves—yentoncesdijoalgoabsurdamenteconmovedor—:Mira,eselúnicorecuerdoquemequedadeWill.

—Teloprometo.—Estábien—contestó—.SiesporArnie,supongoqueestabien.

Antesdeacostarmehiceunaúltima llamada, ahoradesdede laplantabaja.LlaméaLeigh,queparecíasoñolienta.

—Unadelasnochespróximaspondremosfinalasunto¿Meayudarás?—Sí—dijoella—.Creoquesi.¿QuéhasproyectadoDennis?Se lo dije, paso a paso, casi esperando que ella encontrara una docena de

pegasenmiproyecto.Pero,cuandohubeterminado,dijosimplemente:—¿Quépasarásinofunciona?—Puedes empezar a tocar el tambor. No creo que haga falta que te lo

describa.—No—dijo—.Supongoqueno.—Temantendríafueradeestosipudiese—ledije—.PeroLeBaysospechará

unatrampa,portanto,elcebotienequesermuybueno.—Nopermitiríaquehiciesesnadasinmí—dijoella,convozfirme—.Esto

tambiénmeatañe.Yolequise.Lequisedeveras.Ycuandoseempiezaaquereraalguien….creoquenuncaseolvidarealmentedeltodo.¿Noopinasasí,Dennis?

Penséenaquellosaños.Enlosveranosdelecturaydenataciónydejugaracosas: «Monopoly», «Scrabble», ajedrez chino. Las granjas de hormigas. Lasvecesquehabíaevitadoquelematase,enunadelasmuchasmanerasconquelosniñossuelenmataraladvenedizo,alqueesunextraño,queestáunpocofueradelugar.Habíahabidoveces enquemehartébastantedevelarpor él, enquemehabíapreguntadosimividanoseriamásfácilomejorsisoltabaaArnieydejabaqueseahogase.Peronohabríasidomejor.HabíanecesitadoaArnieparaquesemejorase, y él lo había hecho.Nos habíamos portado lealmente a lo largo del

camino,y,¡Caray!,estoeramuyamargo,malditamenteamargo.—No—dije,ydeprontotuvequetaparmelosojosconlamano—.Nocreo

quepudieses.Yotambiénlequise.Quizánoseaaúndemasiadotardeparaél.Así es como habría yo rezado:Diosmío, haz que impida una vezmás que

Arniemuera.Telopidoporúltimavez.—Noeséllapersonaaquienodio—contestóella,convozgrave—.Esaquel

hombre, LeBay… ¿Vimos, realmente, aquella cosa esta tarde, Dennis? En elcoche…

—Si—dije—.Creoquelavimos.—ÉlyelmalditoChristine—convinoella—.¿Serápronto?—Pronto,si.Creoquesi.—Estábien.Teamo,Dennis.—Yotambiénteamo.Enrealidad,terminóeldíasiguiente,viernes19deEnero.

49.Arnie

IwascruisinginmyStingraylateonenightWhenanXKEpulledupontheright,HerolleddownthewindowofhisshinynewJagAndchallengedmethenandtheretoadrag.Isaid«You'reon,buddy,mymill'srunninfine,LetscomeoffthelineatSunsetandVine,ButI'llgoyouonebetter(ifyougoththenerve):Let'sracealltheway…toDeadman'sCurve.»

JANANDDEAN

EmpecélalargayterriblejornadadirigiéndomealacasadeJimmySykesenmi«Duster».Habíaesperadoquesurgiesealgunadificultadporpartedelamadrede Jimmypero todomarchóbien.Lamujer era, incluso,mentalmentemás lentaquesuhijo.Meinvitóahuevoscontocino(querehusé,puesteníaunnudoenelestómago)ymecompadeciópormismuletas,mientrasJimmybuscabaelllaveroensuhabitación.Charlédecosas insustancialescon laseñoraSykes,que tenía,aproximadamente, el tamaño del monte Etna, mientras pasaba el tiempo y meinvadíaunaterriblecertidumbre:Jimmyhabíaperdidosusllavesytodoseiríaalgareteantesdeempezar.

Volviósacudiendolacabeza.

—Nopuedo encontrarlas—explicó—. ¡Caray! Supongo que debí perderlasenalgunaparte.¡Quéestupidez!

YlaseñoraSykes,consuscasitrescientaslibrasdepeso,subatadescoloriday sus cabellos enrollados en gruesos rulos de color de rosa, dijo en un tonoprácticoquemesupoagloria:

—¿Hasmiradoentusbolsillos,Jim?Una expresión sorprendida se pintó en el semblante de Jimmy. Metió una

mano en el bolsillo de su pantalón verde de trabajo. Después, con un guiñodescarado,sacóunmanojodellaves.Pendíandeunllaverodelosquevendíanenla tiendadenovedadesdelMontroevilleMall:ungranhuevo fritodegoma.Elhuevoestabasuciodegrasa.

—Aquíestáis,mamonas—dijo.—Cuidatulenguaje,jovencito—pidiólaseñoraSykes—.EnséñaleaDennis

lallavequeabrelapuertayguardatusuciolenguajeenlacabeza.Jimmyacabóportendermetresllaves«Schlage»,porquenoestabanrotuladas

ynosabíacuáldeellasserviaparaqué.Unaabríalapuertaprincipal,laotra,lapuertadeatrás,quedabaalalarganavedondeestabanloscochesarruinados,yotra,lapuertadeldespachodeWill.

—Gracias—ledije—.Telasdevolveréloantesquepueda,Jimmy.—Estupendo—repusoJimmy—.SaludaaArniedemipartecuandoleveas.—Loharé—convine.—¿Seguro que no quieres huevos con tocino,Dennis?—preguntó la señora

Sykes—Haydesobra.—Gracias—contesté—.perotengoquemarcharme.Eranlasochoycuarto,laclaseempezabaalasnueve.Leighmehabíadicho

queArniesolíallegaraesodelasnuevemenoscuarto.Teníaeltiempojusto.Meapoyéenmismuletasymepuseenpie.

—Ayúdale a salir, Jim —ordenó la señora Sykes—. No te quedes mayplantado.

Ibaaprotestar,peroellameatajóconunademán.—Noquisieraquetecayesesalvolveralcoche,Dennis.Podríasrompertede

nuevolapierna.Soltó una fuerte carcajada, y Jimmy, que era la obediencia en persona,me

llevó,prácticamente,acuestashastami«Duster»

Aquel día el cielo estaba espumoso, de un gris quebradizo y la radioanunciaba más nieve para última hora de la tarde. Crucé la ciudad haciaLibertyvilleHigh,tomeelpaseoqueconducíaalazonadeaparcamientodelosestudiantes y aparqué en primera fila. No necesitaba que Leighme dijese queArniesolíahacerloenlafiladeatrás.

Teníaqueverle,teníaqueponerleelcebodelantedelasnarices,peroqueríaque, cuando lo hiciese, él estuviera lomás lejos posible deChristine. Parecíaque,lejosdelcoche,LeBayteníamenospoder.

Permanecísentado,conlallaveconectadaenACCESORIOS,parapoderoírlaradio,ycontempléelcampoderugby.

Parecía imposible que hubiese vendido bocadillos con Arnie en aquellasgradascubiertasdenieve.Imposiblecreerquehabíacorridoyhechocabriolasenaquel campo, con suéter almohadillado, casco y pantalones ajustados,estúpidamenteconvencidodemi invulnerabilidadfísica…o incluso, talvez,demiinmortalidad.

Peroyanosentíanadadeesto,siesquelohabíasentidoalgunavez.Llegaban estudiantes, aparcaban sus coches y se dirigían al edificio,

charlando y riendo y haciendo el ganso.Me hundímás enmi asiento, pues noquería que me reconociesen. Un autocar se detuvo ante la puerta en el paseoprincipalyvomitósucargadechiquillos.UngrupitodetemblorososmuchachosymuchachassereunióenelhumeantesectordondeReppertonlahabíaemprendidocon Arnie aquel día del pasado otoño. Aquel día me parecía tambiéninverosímilmentelejano.

Elcorazónpalpitabaenmipechoymesentíalamentablementetenso.Mipartemás pusilánime confiaba en que Arnie no se presentaría. Y entonces vi elconocidobultorojoyblancodeChristinellegandodeSchoolStreetyenfilandoelpaseodelosestudiantes,aunamarcharegulardetreintaporhorayexpulsandounapequeñavolutadehumoblancoporeltubodeescape.Arnieestabadetrásdelvolante,vistiendosuchaquetadecolegial.Nomemiró, se limitóaconducirelcochehastasulugaracostumbradoenlazonayaparcó.

«Quédateagazapadoynisiquierateverá—murmuróaquellapartepusilánimeytaimadademimente—Pasaráportulado,comotodostosdemás.»

Pero,envezdeesto,abrílaportezuelaysaquémismuletas.Apoyándomeen

ellas, salí a mi vez y me quedé plantado sobre la nieve apisonada delaparcamiento sintiéndome un poco como Fred McMurray en la vieja películaPerdición. Sonó en el colegio el tañido de la primera campanada, debilitado yempequeñecido por la distancia. Arnie llegaba más tarde que en los viejostiempos.MimadrehabíadichoqueArnieeradeunapuntualidadcasirepelente.TalvezLeBaynolohabíasido.

Avanzó en mi dirección, con los libros bajo el brazo, gacha la cabeza,serpenteando entre los coches. Pasó por detrás de una furgoneta, ocultándosemomentáneamenteamivistayapareciendodenuevoenmicampovisual.

Entonceslevantólacabezaymemiróalosojos.Abriómucho los suyos y dio automáticamentemedia vuelta en dirección a

Christine.—¿Tieneslaimpresióndeestardesnudocuandonoestásdetrásdelvolante?

—lepregunte.Volvió amirarme.Sus labios se torcieron ligeramentehacia abajo, como si

hubiesegustadoalgodesaborsalado.—¿Cómoestátucoño,Dennis?—mepreguntó.GeorgeLeBaynolohabíadicho,perohabíadadoaentenderquesuhermano

teníaunahabilidadextraordinariaenencontrarelpuntoflacodelagente.Di dos pasos vacilantes con ayuda demismuletas,mientras él permanecía

plantadoallí,conunasonrisaenlascomisurasdesuslabiostorcidoshaciaabajo.—¿Te gustó cuando Repperton te llamó Cara de Coño? —le pregunté—

¿Tantotegustóquequieresdedicarlamismaexpresiónaotrapersona?Unapartedeélparecióflaquearaloíresto—algoquequizásestabasóloen

sus ojos—pero la sonrisa desdeñosa y alerta permaneció en sus labios.Haciafrío.Nomehabíapuestolosguantes,ymismanos,apoyadasenlostravesañosdelasmuletas,seestabanentumeciendo.Nuestroalientoseconvertíaennubecillasdevapor.

—¿Ocuando,enelquintocurso,TommyDeckingersolíallamarteAlientodePedo? —pregunté, alzando la voz. Enfadarme con él no había estado en miproyecto,peroahorasentíaesteenfado,bullendoenmi interior—¿Tegustaba?¿Y te acuerdas de cuandoLadd Smythe estaba de vigilancia y te empujó en lacalle, y yo le quité la gorra y lametí en sus pantalones? ¿Estás en las nubes,Arnie?LeBaysiemprellegatarde.Yo,yoestabasiempreatulado.

Vacilódenuevo.Estavezsevolvióamedias,extinguidasusonrisa,buscandoaChristine con los ojos, como se busca a la persona amada en una atestadaterminaloenunaparadadeautobús.Ocomobuscaundrogadictoasuproveedor.

—¿TantonecesitasaChristine?—lepregunté—.Caísteenlamalditatrampa,¿No?

—No sé de qué estás hablando—replicó con voz ronca—.Me quitaste lanovia. Esto nada puede cambiarlo. Maniobraste a espaldas mías…, meengañaste…,noeresmásqueuncagón,comotodoslosdemás—ahoramemirabaconlosojosmuyabiertos,dolidosyechandochispasdefuror—.Penséquepodíaconfiarenti,¡YresultóqueeraspeorqueReppertonoquecualquieradeellos!—dio un paso adelante y gritó con la furia de los perdedores— ¡Me la robaste,cagón!

Yoavancé tambiénotropasoconmismuletas,unadeestasresbalóunpocosobrelanievecompacta.Éramoscomodospistolerosrenuentes,acercándoseelunoalotro.

—Nosepuederobarloquesehatirado—dije—¿Dequéestáshablando?—Delanocheenqueellaestuvoapuntodeahogarseentucoche.Lanocheen

queChristinetratódematarla.Túlamandastealdiablo.—¡Nolohice!¡Esmentira!¡Unaasquerosamentira!—¿Conquiénestoyhablando?—lepregunté.—¡Déjalo! —Sus ojos grises parecían enormes detrás de las gafas— ¡No

importaconquiénestéshablando!¡Estonoesmásqueunasuciamentira!¡Loquepodíaesperardeesaperraapestosa!

Se acercó otro paso. Su pálido semblante estaba ahora teñido de fuertesmanchasrojas.

—Cuandoescribestunombre,yanoparecetufirma,Arnie.—Cállate,Dennis.—Tupadredicequeescomosituvieseunextrañoensucasa.—Cuidadoconloquedices,hombre.—Notepreocupes—dije,conbrutalidad—.Séloquevaapasar.Ytambién

losabeLeigh.Lomismoque lespasoaBuddyReppertonyaWillDarnellyatodoslosdemás.PorquetúyanoeresArnie.¿Estásahí,LeBay?Salydejaquetevea.Tehevistootrasveces.TevienlavísperadeAñoNuevo,teviayerenla

pollería.Séqueestásahí.¿Porquénodejasdehacerel imbécilysalesdeunavez?

Ylohizo…,peroestavezenlacaradeArnie,yfuemásterriblequetodaslascalaverasy todos los esqueletosy todos loshorroresdehistorietas terroríficasquejamáshabríapodidoimaginar.LacaradeArniecambió.Unasonrisaburlonase pintó en sus labios, como una rosa mustia. Y le vi como debió haber sidotiempo atrás, cuando elmundo era joven y un coche era todo lo que un jovennecesitabatener,todolodemásvendríaautomáticamentedespués.VialhermanomayordeGeorgeLeBay.

«Sólo recuerdounacosaacercadeél,pero la recuerdomuybien.Su furia.Siempreestabafurioso.»

Vinohaciamí,acortandoladistanciaentreelsitiodondehabíaestadoyaquelen que me hallaba yo apoyado en mis muletas. Tenía los ojos nublados einalcanzables.La sonrisaburlona seguía en su cara comounamarca estampadaconunhierroalrojo.

Tuve tiempo de pensar en la cicatriz del antebrazo de George LeBay, quellegabadelcodoalamuñeca«Meempujóydespuésvolvióymetiróalsuelo.»Me pareció oír a aquel LeBay de catorce anos que gritaba: «Apártate de micaminodeahoraenadelante,malditomocoso,apártatedemicamino,¿Looyes?»

Ahorame enfrentaba con LeBay, y este no era un hombre que se resignasefácilmenteaperder.Adviertanesto:noseresignabaenabsolutoaperder.

—Luchacontraél,Arnie—dije—.Llevademasiadotiempohaciendoloquequiere.Lucha,mátale,hazquesigam…

Lanzóunapatadaamimuletaderechaylahizocaeralsuelo.Hiceunesfuerzopormantenermeenpie,vacilé,casiloconseguí…,yentoncesmequitólamuletaizquierdadeotrapatada.Caísobrelafríanievecomprimida.Diootropasoyseirguióencimademi,duroyextrañoelsemblante.

—Telobuscasteylotendrás—dijoconvozremota.—Si,yasé—jadeé—.¿Recuerdaslasgranjasdehormigas,Arnie?¿Estásahí,

enalgunaparte?Estesuciomamónnuncatuvounamalditagranjadehormigasensuvida.Nuncatuvounamigoensuvida.

Ydeprontoserompióaquelladurezaquieta.Sucara….sucaraempezóadarvueltas.NosédescribirlodeotramaneraLeBayestabaallí,furiosoportenerquedominar una especie de motín interno. Después estaba allí Arnie, macilento,

cansado, avergonzado, pero, sobre todo, desesperadamente afligido. DespuésapareciódenuevoLeBayyechóunpieatrásparagolpearmemientrasyoyacíasobre la nievebuscando a tientasmismuletas y sintiéndome impotente, inútil ypasmado.YdespuésvolvióaserArnie,miamigoArnie,apartándoseloscabellosdelafrenteconaquelconocidoydistraídoademán,volvióaserArniequedecía:

—Oh,Dennis…,Dennis…,losiento…,losiento.—Demasiadotardeparasentirlo,hombre—dije.Cogíunamuletaydespués laotra.Me levantépocoapoco resbalandodos

vecesantesdepoderapoyarmeaaquéllas.Ahoramismanosparecíandemadera.Arnie no hizo el menor movimiento para ayudarme, permaneció apoyado deespaldasenelcarromato,muyabiertosyaturdidoslosojos.

—Nopuedoimpedirlo,Dennis—murmuró—.Avecestengolaimpresióndenoestarenmí.Ayúdame,Dennis.Ayúdame.

—¿EstáLeBay?—lepregunté.—Siempreestáaquí—gimióArnie—.¡Diosmío,siempre!Salvo…—¿Elcoche?—CuandoChristine…, cuandoChristine rueda, entonces está allí. Son los

únicosmomentosenqueél…,él…Arniecalló.Sucabezasedoblóaunlado.Subarbillarodósobresupecho,

blandamente.Suscabellospendieroncomoatraídosporlanieve.Brotaronbabasde su boca salpicándole las botas. Y entonces empezó a gritar débilmente y agolpearconlospuñosenguantadoslafurgonetaqueteníadetrás:

—¡Vete!,¡Vete!,¡Veteeeee!Después no ocurrió nada durante unos cinco segundos nada, salvo el

estremecimientodesucuerpo,comosiunacestadeserpientessehubiesevertidodentrodesuropa:nada,salvoaquel lentoyhorriblemovimientodesubarbillasobreelpecho.

Pensé que tal vez estaba triunfando, que estaba derrotando al viejo y suciohijodeperra.Perocuando levantó lacabeza,Arniesehabía ido.LeBayestabaallí.

—Todo ocurrirá como yo dije —me explicó LeBay—. Déjalo correr,muchacho.Talveznoteatropellaré.

—Ven esta noche al garaje de Darnell —le dije. Mi voz era ronca y migarganta estaba seca como arena—. Jugaremos. Llevaré a Leigh. Lleva tú a

Christine.—Yo escogeré la hora y el lugar—siguió LeBay, y sonrió con la boca de

Arnie,mostrando losdientesdeArniequeeran jóvenesyfuertes,unabocaquetodavíatardaríaañosennecesitardientespostizos—.Nosabrásdóndenicuándo.Perolosabrás…cuandollegueelmomento.

—Piénsalobien—proseguí,comosindarleimportancia—.VenestanochealgarajedeDarnell,oellayyoempezaremosahablarmañana.

Seechóareír,entonocruelydesdeñoso.—¿Yquésacaréisconeso?¿QueosllevenalmanicomiodeReedCity?—Bueno,alprincipiononostomaránenserio—dije—,loadmito.Peroeso

de que te metan en el manicomio en cuanto empiezas a hablar de fantasmas ydemonios…¡Bah!Talvezentustiempossi,LeBay,antesdelosplatillosvolantesy de «El exorcista» y de la casa de Amityville[2]. Actualmente muchísimaspersonascreenenestascosas.

Elseguíasonriendo,perosusojosmemirabanconreceloYcreoqueconalgomás,yqueestealgomáseraunprimerdestellodemiedo.

—Parecesnodartecuentadecuántaspersonassabenquealgoandamal.Susonrisavaciló.Desde luego teníaquehabersedadocuentadeestoy, sin

duda, le había preocupado. Pero tal vez la acción de matar llega a ser unaobsesión,quizá,despuésdeuntiempo,unoessencillamenteincapazdedejardehacerloydecalcularelcoste.

—Todoloquequedadetufantásticayasquerosavidaestáintegradoenaquelcoche —expliqué—. Tú lo sabias, y proyectaste valerte de Arnie desde elprincipio…, aunque la palabra «proyectaste» es inadecuada, pues, en realidad,nuncaproyectastenada,¿Verdad?,Sóloseguistetuintuición.

Lanzóungruñidoysevolvióparamarcharse.—Enrealidad,noquierespensarenello—legrité—.ElpadredeArniesabe

quealgohueleapodrido.Ytambiénelmío.SupongoquehabráenalgunaparteunpolicíadispuestoaescucharcualquiercosareferentealamaneraenquemuriósuamigoJunkins.YtodollevaaChristine,Christine,Christine.Másprontoomástarde,alguienlallevaráalamáquinatrituradoradedetrásdelgarajedeDarnellaunquesóloseaporcuestióndeprincipio.

Elsehabíavueltodenuevoymeestabamirandoconunaclaramezcladeodioymiedoensusojos.

—Seguiremoshablandoymuchagentesereirádenosotros,losé.PerotengodosmuestrasconlafirmadeArnieenellas.Perounadeellasnoessuya.Estuya.LasllevaréalospolicíasdelEstadoylesincordiaréhastaquellameaunperitocalígrafoparaqueloconfirme.EntoncesempezaránavigilaraArnie.YtambiénempezaránavigilaraChristine.¿Teloimaginas?

—Nomeinquietasenabsolutohijito.Perosusojosdecíanalgodiferente.Meestabahaciendoconél.—Ocurrirá—ledije—.Lagentesóloessuperficialmente racional.Todavía

arrojansalporencimadelhombro izquierdosivuelcanel salero,nopasanpordebajodeescaleras,creenenlasupervivenciadespuésdelamuertemásprontoomástarde…,probablementemáspronto,conelalborotoquearmaremosLeighyyo…, alguien convertirá tu automóvil en una lata de sardinas. Y apuesto quecuandoacabenconélacabarántambiéncontigo.

—¡Notehagasilusiones!—seburló.—NosotrosestaremosestanocheenelgarajedeDarnell—ledije—.Sieres

inteligente,podrás librartede losdos.Estonoseriasuficiente,pero tedaríaunrespiro…,eltiemponecesarioparasalirdelaciudad.Peronocreoqueseaslobastantelisto,amigo.Estohaduradodemasiado.Vamosaacabarcontigo.

Volvíami«Duster»ysubíaél.Empleélasmuletasconmástorpezadeloquesolía,tratandodeaparecermásimpedidodeloqueenrealidadestaba.Lehabíahechovacilaralmencionar lode lasfirmas,pero teníaquemarcharmeantesdepasarmede la raya. Sin embargo, aún faltaba una cosa.Una cosa que con todaseguridadpondríafrenéticoaLeBay.

Metílapiernaizquierdaenelcocheconayudadelasmanos,cerrédegolpelaportezuelaymeasoméalexterior.

Lemiréalosojosysonreí.—Ellaesmagnificaenlacama—dije—.Lástimaquenuncapodrássaberlo.Lanzóunfuriosorugidoyseabalanzóhaciamí.Cerrélaventanillaycoloqué

el seguro de la portezuela. Después, tranquilamente, puse el motor en marchamientras él golpeaba el cristal con sus puños enguantados. Su rostro estabacontraídoporunamuecaterrible.NadahabíadeArnieenél.Nadaenabsoluto.Mi amigo había desaparecido. Sentí un lúgubre pesar más profundo que laslágrimasoelmiedo,peroconservéaquellalenta,insultanteycruelsonrisaenmisemblante.Después,muydespacio,apliquéeldedomediosobreelcristal.

—Jódete,LeBay—dije,yarranqué,dejándoleplantadocasi, temblandoconaquellafuriaelementaleimplacablequemehabíahabladosuhermano.

Eraesto,másquecualquierotracosa,loqueconfiabaqueleharíavenirporlanoche.

Yaveríamos.

50.Petunia

SomethingwarmwasrunninginmyeyesButIfoundmybabysomehowthatnight,Iheldhertight,Ikissedheroutlastkiss…

J.FRANKWILSONANDTHECAVALIERS

Recorrí unas cuatro manzanas antes de que se produjese la reacción, yentonces tuve que detenerme. Sentía fuertes escalofríos. Ni siquiera lacalefacción, puesta almáximo, podíamitigarlos.Respiraba en roncos y brevesjadeosApretaba los brazos cruzados sobre el pecho para entrar en calor, perotenía la impresión de que este no volvería nunca, nunca.Aquella cara, aquellacara horrible, y Arnie enterrado allí, en alguna parte, «él siempre está aquí»,habíadichoArnie,siempre,salvocuando…¿Qué?CuandoChristinerodabaporsi solo, desde luego.LeBay no podía estar en dos sitios almismo tiempo. Susfacultadesnollegabanatanto.

Por fin pude conducir de nuevo, y no me di cuenta de que había estadollorandohastaquememiréenelespejoretrovisoryvicírculoshúmedosdebajodemisojos.

Eran las nuevey cuarto cuando llegué a la casa, de JohnnyPomberton.Eraesteunhombrealtoydeanchoshombros,vestíaunagruesacazadoraacuadrosrojosynegros,ybotasverdesdecaucho.Habíaechadoatráselviejosombrerodealaennegrecidaporlagrasasobreuntantocalvacabeza,paracontemplarel

cielogris.—Laradiodicequevolveráanevar.Nosé loque teproponesenrealidad,

muchacho,perolohetraídoporsiacaso.¿Quéteparece?Me apoyé una vez más en mis muletas y salí de mi coche. La sal de la

carreteracrujióbajo lasconterasdegomade lasmuletas,peropudeandarconseguridad.DelantedelmontóndeleñadeJohnnyPombertonsehallabaunodelosvehículosmásextrañosquehabíavistoenmivida.Undébilperopenetranteolor,noexactamenteagradable,flotabaasualrededor.

Enunostiempossindudalejanoshabíasidoproducidopor«GM»,oalmenosasíloindicabalamarcaestampadaenelmorrogigantesco.Ahorapodíatenerunpocode todo.Perouna cosa era segura: eramuygrande.La cimadel radiadorestabaalaalturadelacabezadeunhombrealto.Detrásyporencimadeél, lacabinaparecíaungrancascocuadrado.Ydetrásdeella,sostenidopordosjuegosderuedasdoblesacadalado,veíaseunlargocuerpotubular,parecidoaldeuncamión-cubadegasolina.

Aunquenuncahabíavistounodeestoscamionespintadoderojobrillante.Lapalabra Petunia aparecía pintada en el costado con letras góticas de más demediometrodealtura.

—Noséquépensardeél—expliqué—.¿Quées?Pombertonsellevóuncigarrillo«Camel»alabocayloencendiódespuésde

rascarconladurauñadelpulgarlacabezadeunfósforodemadera.—Unchupadordecaca—dijo.—¿Qué?Elotrosonrió.—Ochentaypicomil litrosdecapacidad—dijo—.Petunianoseandacon

chiquitas.—Nocomprendo.Peroempezabaacomprender.Habíaenellounaabsurdayterribleironíaque

Arnie,elviejoArnie,habríaapreciado.Yo había preguntado por teléfono a Pomberton si tenía un camión grande y

pesadopara alquilar, este era elmayor que tenía ahora en su patio. Sus cuatrocamiones volquetes estaban trabajando, dos en Libertyville y los otros dos enPhilly Hill. Tenía una apisonadora, me explicó, pero se había averiadoprecisamentedespuésdeNavidad.

Dijoque le costabaDiosyayudamantener suscamionesen funcionamientodesdeelcierredelgarajedeDarnell.

Petuniaeraesencialmenteuncamión-cuba,nimásnimenos.Su funciónerabombearlasfosassépticas.

—¿Cuántopesa?—preguntéaPomberton.Arrojósucigarrillo.—¿Vacío,ocargadodemierda?Traguésaliva.—¿Cómoestáahora?Echólacabezaatrásyprorrumpióenunacarcajada.—¿Creesquealquilaríauncamióncargado?—pronuncióuncamióncagado

—.No,no,está limpioysecocomounhueso, limpiadotodoélamanguerazos.Claroquesí.Aunquetodavíahueleunpoco,¿No?

Olí.Todavíaapestababastante.—Podríasermuchopeor—convine—.Supongo.—Claro—dijoPomberton—.Puedesjugarteenellolacabeza.Losdatosde

origendePetunia seperdieronhace tiempo,peroactualmenteconsta registradoconunpesodecuatromilkilosdetara.

—¿Quésignificaesto?—El peso bruto del vehículo —explicó—. Si te pillan en una carretera

nacional,pesamásdenuevemil,losdelaComisiónInterestatalpuedenponersenerviosos. Descargado supongo que pesará, no sé…, cuatro o cincomil kilos.Tiene cinco velocidades con un diferencial de dos, lo cual te da un total dediez…,siesquepuedesconelembrague.

Echóunamiradadudosaamismuletasyencendióotrocigarrillo.—¿Puedesaccionarelembrague?—Desdeluego—dije,poniendocaradepalo—.Sinoesmuyduro.Pero,¿Porcuántotiempo?Estaeralacuestión.—Bueno,estoesasuntotuyoynovoyaentretenerme—memirófijamente—.

Teharéundescuentodeldiezporcientosimepagasenmetálico,habidacuentadequenosueloinformaramiqueridotíodelastransaccionesencontado.

Busquéenmicarterayencontrécuatrobilletesdeveintedólaresycuatrodediez.

—¿Cuántodijistequeeraelalquilerdeundía?

—¿Teparecebiennoventapavos?Selosdi.Estabadispuestoapagarcientoveinte.—¿Quévasahacercontu«Duster»?Nisiquierahabíapensadoenello.—¿Podríadejarloaquí?Sóloporundía.—Claro—repuso Pomberton—. Por mí, me da igual que lo dejes toda la

semana.Ponloenlapartedeatrásydejalasllavesporsitengoquecambiarlodesitio.

Llevé el coche a la parte de atrás, donde trozos de camiones destrozadosasomabanenlagruesacapadenievecomoloshuesosenarenablanca.Tardécasidiezminutos en volver conmismuletas.Hubiese podido hacerlomás de prisaforzando un poco la pierna izquierda, pero esto no me convenía. QueríareservarlaparaelembraguedePetunia.

MeacerquéaPetunia,sintiendoqueelmiedosecondensabaenmiestómagocomo una negra nubecilla. No tenía la menor duda de que detendría aChristine…,siaparecíarealmenteestanocheenelgarajedeDarnellyyopodíamanejarelmalditocamión.Enmividahabíaconducidoalgotangrande,aunqueel verano pasado había estado unas horas manejando una excavadora y BradJeffriesmehabíadejadoprobarconelcamiónpesadounpardeveces,despuésdeterminadalajornada.

Pomberton estaba plantado allí con su chaqueta a cuadros, embutidas lasmanos en los bolsillos de su pantalón de trabajo y observándome con ojos deexperto.Meacerquéalaportezueladelconductor,agarréeltiradoryresbaléunpoco.Eldiodospasosenmidirección.

—¿Puedo?—ledije.—Claro—replicóél.Afirmé de nuevo la muleta debajo del sobaco, respirando de prisa y

helándosemialiento,yabrílaportezuela.Asiendolamanijainteriorconlamanoizquierda y apoyándome en la pierna izquierda como una cigüeña, arrojé lasmuletas dentro de la cabina y las seguí. Las llaves estaban en el contacto y ladisposicióndelasmarchasaparecíangrabadasenlapalanca.Cerrédegolpelaportezuela, apreté el pedal del embrague con el pie izquierdo—no me doliómucho,aDiosgracias—ypuseenmarchaelmotor.

EstesonócomounamanadadebueyesmugidoresenPhillyPlains.

Pombertonseacercó.—Unpocoruidoso,¿No?—gritó.—¡Enefecto!—chilléyo.—Mira —vociferó—, dudo mucho de que lleves una I en tu permiso de

conducir.UnaIenelpermisodeconducirsignificaqueelEstadolehabíaexaminadoa

unoyautorizadoaconducirgrandescamiones.Yo teníaunaAquemepermitíaconducirmotocicletas(paraespantodemimadre),peronounaI.

Lehiceunguiño—Nolocomprobasteporqueteparecídignodeconfianza.Sonrió.—Claro.Aceleréunpocoelmotor.Petuniasoltóunpardeestampidosporeltubode

escape,casitanfuertescomodetonacionesdemortero.—¿Te importaque tepregunteparaquéquieres este camión?Aunqueya sé

quenoesdemiincumbencia.—Precisamenteparaloqueestádestinado—dije.—¿Cómo?—Paraquitarunpocodemierda—concluí.

Estabaunpocoasustadoal rodarcuestaabajodesde lacasadePomberton,aunestandovacío,aquelcacharromarchababien.Yoparecíaestarincreíblementealto, capaz de mirar desde arriba los techos de los coches con quienes mecruzaba. Conduciendo a través de la parte baja de Livertyville, me sentía tanconspicuocomounballenato enunestanquede jardín conpecesde colores.Aesto contribuía también el brillante color rosado del camión séptico dePomberton.Algunosmemirabandivertidos.

La pierna izquierda había empezado a dolerme un poco, pero el hecho detenerqueconducirunvehículo tanextrañocomoPetuniaentreel tráficoqueseinterrumpíacontinuamenteenlaciudadbaja,haciaquemimentenoreparaseenaquello. Un dolor; se debía simplemente a la conducción dePetunia en aqueltráfico. El camión estaba mal equipado y había que hacer mucha fuerza paramanejarelvolante.

PasédeMainaWalnut,ydeallía lazonadeaparcamientodedetrásde laWesternAuto.Bajé cuidadosamentede la cabinadePetunia, cerré degolpe laportezuela (mi nariz se había acostumbrado ya al débil olor que desprendía elvehículo),meapoyéenlasmuletasymedirigíalaentradadeatrás.

Saqué del llavero de Jimmy las tres llaves del garaje y las llevé aldepartamentode confecciónde llaves. Por undólar y ochenta centavos, obtuvedoscopiasdecadauna.

Me metí las nuevas llaves en un bolsillo, y el llavero de Jimmy, con lasoriginales, en el otro. Salí por la puerta principal de Main Street y bajé al«LibertyvilleLunch»,dondehabíaunteléfonodepago.Elcieloestabamásgrisyparecíamásbajoquenunca.Pombertonteníarazón.

Tendríamosnieve.Entréenelestablecimiento,pedíuncaféyunbollo,medieroncambioparala

cabinatelefónica.Entréenesta,cerrétorpementelapuertaamiespaldayllaméaLeigh.Respondióalaprimeraseñal.

—¡Dennis!¿Dóndeestás?—Enel«LibertyvilleLunch».¿Teencuentrassola?—Si.Papáhaidoatrabajarymamáhasalidoahacerlacompra.Dennis,yo

casiselodijetodo.Empecéapensarenqueéltendríaqueaparcarenel«A&P»ycruzar lazonadeaparcamiento,y…nosé, loque túmedijisteacercadequeArniesaldríadelaciudadmeparecióquenoimportaba.Teníasentido,peronoparecíaimportar.¿Sabesloquequierodecir?

—Si—repliqué,pensandoenquehabíallevadoaElliealacasadeTomlanocheanteriorapesardequelapiernamedolíaentoncesdeunmodoespantoso—Séexactamenteloquequieresdecir.

—Estonopuedecontinuar,Dennis.Mevolveréloca¿Siguesresueltoallevaradelantetuidea?

—Si—ledije—.Dejaunanota a tumamá,Leigh.Dileque estarásun ratoausente. No le expliques más. Cuando no estés en casa a la hora de cenar,probablementetuspadresllamaránalosmíos.Yquizádecidiránquenoshemosescapado.

—Quizánoseriaunamala idea—bromeó,y riódeunamaneraquemedioescalofríos—.Hastaahora.

—Espera,hayotracosa.¿Tienesalgúnanalgésicoencasa?¿«Darvon»,oalgo

parecido?—Hayunpocode«Darvon»,decuandopapásedeslomó—mecontó—.¿Es

portupierna,Dennis?—Medueleunpoco.—¿Cuántoesunpoco?—Enrealidadestoybien.—¿Nomeengañas?—No te engaño. Y después de esta noche le daré un largo descanso, ¿De

acuerdo?—Deacuerdo.—Venlomásdeprisaquepuedas.

Entrócuandoyopedíalasegundatazadecafé,llevabaunachaquetadeabrigoribeteada de piel y unos vaqueros descoloridos y embutidos en unas gastadasbotas «Frye». Tenía un aspecto a la vez sexy y práctico. Muchas cabezas sevolvieron.

—Estásmuyguapa—lasaludémientraslabesabaenlasien.Mepasóunfrasquitodecápsulasgrisesyrosadas.—Noparecesestarfebril,Dennis.Toma.La camarera, de unos cincuenta años y cabellos grises como el acero, se

acercóconmicafé.Latazadescansóplácidamenteenelplatillo,comounaislaenunpequeñoestanquepardo.

—¿Cómonoestáisenelcolegio,muchachos?—preguntó.—Tenemosunpermisoespecial—le respondíconseriedad,yellamemiró

confijeza.—Café, por favor —pidió Leigh, quitándose los guantes. Al volver la

camareraalmostradorconunaudiblebufido,Leighseinclinóhaciamíydijo—:Seriagraciosoquenospillaseelcelador,¿Nocrees?

—Muygracioso—convine,pensandoque,apesardeloscoloresquelehabíadadoelfrío,Leighnoparecíatenertanbuenaspecto.

Enrealidad,pensabaqueningunodelosdoslotendríamoshastaquehubieseterminado aquel asunto. Ella tenía unas arrugas de cansancio alrededor de losojos,comosinohubiesedormidomallanochepasada.

—Bueno,¿Quévamosahacer?—Acabarconello—dije—.Espereaversucarrozaseñora.

—¡Dios mío! exclamó Leigh, contemplando con ojos muy abiertos lamagnificenciadelvivocolorrojodePetunia.

EsteseerguíaensilencioenelaparcamientodeWesternAuto,haciendoquepareciesenpequeñosel«Chevrolet»que teníaaun ladoyel«Volkswagen»queteníaalotro.

—¿Quées?—Unchupadordecaca—ledijeconseriedad.Memiróintrigada…yrompióenhistéricascarcajadas.Estonomedisgustó.CuandolehabíacontadomienfrentamientoconArnieen

el aparcamiento del colegio aquella mañana, las arrugas de su cara se habíanacentuadomásysuslabioshabíanpalidecidoalapretarse.

—Yaséquepareceunpocoridículo…—manifesté.—Esuncalificativomuysuave—replicó,sindejardereírydehipar.—…peroharáeltrabajo,siesquealgopuedehacerlo.—Si.Si,supongoqueloharás.Y…noestátanmal¿Verdad?Asentíconlacabeza.—Lomismopenséyo.—Bueno,subamos—merogó—.Tengofrió.Subióalacabinadelantedemíyfrunciólanariz.—¡Uf!—exclamó.Sonreí.—Yateacostumbrarás.Le tendímismuletas, subí trabajosamenteyme senté detrás del volante.El

dolordemipiernaizquierdahabíacedido,yanoeranfuertespunzadas,sinolassordaspulsacionesdeantes.Habíatomadodos«Darvon»enelrestaurante.

—¿Estarábientupierna,Dennis?—Tendráqueestarlo—manifesté,cerrandodegolpelaportezuela.

51.Christine

AsIsdtomyfriend,becauseIamalwaystalking,—JohnIsd,whichwasnothisname,thedarknesssurroundsus,whatcanwedoagainstit,orelse,shallweandwhynot,buyagoddamnbigcar,drive,hesd,forChrist'ssake,lookoutwhereyou’regoing.

ROBERTCREELEY

Eranaproximadamente lasonceymediacuandosalimosdelapartamentodeWestern Auto. Empezaban a caer los primeros copos de nieve. Conduje elvehículoa travésde laciudadhacia lacasade losSykes,cambiandoahora lasmarchasconmásfacilidadalhacerefectoel«Darvon».

Lacasaestabacerradayaoscuras:laseñoraSykesdebíaestarensutrabajo,y Jimmy habría salido a cobrar su subsidio de paro o algo parecido. Leighencontró un sobre arrugado en su bolso, borró su propia dirección y escribióJimmySykesen lapartedelantera,consu inclinaday lindacaligrafía.MetióelllaverodeJimmyenelsobrecerróesteylointrodujoenlarendijadelbuzóndelapuertadeentrada.Mientras lohacia,yomantuveaPetunia enpuntomuerto,

dandodescansoamipierna.—¿Yahoraqué?—preguntóella,subiendodenuevoalacabina.—Otrallamadaporteléfono—leexpliqué.

Cerca del cruce de JFK Drive y Crescent Avenue, encontré una cabinatelefónica.Bajé con cuidadodel camión, agarrándome a él hasta queLeighmetendiólasmuletas.Entoncescaminéconprecauciónsobrelanievecadavezmásespesa,hasta llegar a la cabina.Vistoa travésdel suciocristaldeestayde lanievequecaíaenremolinos,Petuniaparecíaunextrañodinosauriocolorado

Llaméala«HorlicksUniversity»ypedíalencargadodelacentralitaquemepusieraconeldespachodeMichael.Arniemehabíadichounavezquesupadreera un verdadero zángano de oficina y que se quedaba en ella a la hora delalmuerzo.Ahora, al responder al teléfono a la segunda llamada, le bendije porello.

—¡Dennis!,¡Tellaméatucasa!,Tumamádijoque…—¿Adóndevaél?Tenía frío el estómago. Hasta entonces, hasta aquel momento exacto, no

empezó todo a parecerme completamente real, ni comencé a pensar que iba arealizarseellocoenfrentamiento.

—¿Cómosabiasqueibaamarcharse?Tienesquedecirme…—Notengotiempoparapreguntas,y,detodosmodosnopodríacontestarlas.

¿Adóndeva?Muydespacio,respondió:—El y Regina irán a «Penn State» esta tarde inmediatamente después del

colegio.Arnieletelefoneóestamañanaylepreguntósiqueríairconél.Dijo…—hizounapausa,pensando—.Dijoque tenía la impresióndehaber recobradosúbitamentesucordura.Dijoquecuandoibaalcolegioestamañana,seleocurrióde pronto que si no se decidía en lo de la Universidad, podía perder laoportunidad.Dijoquehabíaresueltoque«PennState»eraelmejorylepreguntósi le gustaría acompañarle y hablar con el decano de la Facultad de Artes yCiencias,yconalguiendelasseccionesdeHistoriaydeFilosofía.

En la cabina hacia frió. Mis manos empezaban a entumecerse. Leigh meobservaba ansiosamente desde lo alto de aquella casa con ruedas que era

Petunia.«¡Québienarreglastelascosas,Arnie!—pensé—.Siguesentupapeldejugadordeajedrez».Estabamanipulandoa sumadre, tirandode los cordelesyhaciéndola bailar.Me compadecí de ella, pero no tanto como hubiese querido,¿CuántasveceshabíasidoReginalamanipuladora,haciendobailaralosdemásensuescenariocomootrostantosPunchyJudys?

Ahora,queestabamedioaturrulladademiedoydevergüenza,LeBayhabíapuesto delante de sus ojos lo único que la haría venir corriendo con todaseguridad:laposibilidaddequelascosasvolviesenalanormalidad.

—¿Yteparecióverdad?—preguntéaMichael.—¡Claro que no! —gritó— ¡Y tampoco se lo habría parecido a ella, si

pensara como es debido! Tal como están actualmente los ingresos en lasUniversidades, «Penn State» le admitiría en julio, si él tuviese dinero para laenseñanzaylasmatriculas,yArnielotiene.¡Hablócomosiestuviésemosenlosañoscincuentaynoenlossetenta!

—¿Cuándosemarchan?—Ellatienequeencontrarseconélenlaescuelasuperiordespuésdelasexta

clase,asímelodijocuandometelefoneó.Aélledaránpermiso.Esto significa que saldrían de Libertyville antes de una hora y media. Por

consiguiente,lehicelaúltimapregunta,aunqueyasabíalarespuesta.—NoiránenChristine,¿Verdad?—No,sellevaránlafurgoneta.EllaestabalocadealegríaDennis.Loca.La

invitación a ir con el chico a «Penn State»… fue toda una inspiración.Ni unamanadadecaballossalvajeslehabríaimpedidoaprovecharlaoportunidad.¿Quépasa,Dennis?Dímelo,porfavor.

—Mañana —le dije—. Te lo prometo. Palabra. Mientras tanto tienes quehaceralgopormí.EscuestióndevidaomuerteparamifamiliayparaladeLeighCabot.Tú…

—¡Oh,Diosmío!—dijoconvozronca.Lavozdelhombrequeacabadeverlaluz—Elestabasiemprefuera…salvolavezenquefuemuertoeljovenWelch,yesavezestaba…,Reginavioqueestabadurmiendo,yestoysegurodequenomentía…¿Quiénconduceesecoche,Dennis?¿QuiénestáempleandoaChristineparamatar,cuandoArnienoestáaquí?

Estuveapuntodedecírselo,perohaciafríoenlacabinatelefónicaylapiernaempezabaadolermedenuevo,ylarespuestahabríallevadoaotraspreguntas,a

docenas de ellas. E incluso entonces, el único resultado final habría sido unarotundanegativaacreerlo.

—Escucha, Michael —dije, con todo el aplomo de que fui capaz. Por unfantásticomomentomesentícomoMisterRogersenlatelevisión.Ungrancochede los años cincuenta viene para devoraros, chicos y chicas… ¿Podéis decirChristine? ¡Sabía que podíais!—, tienes que llamar a mi padre y al padre deLeigh.HazquelasdosfamiliassereúnanencasadeLeigh—estabapensandoenladrillos, en ladrillos sólidos y de primera calidad—. Pienso que también túdeberíasir,Michael.PermanecedtodosjuntoshastaqueLeighyyovayamosallíohastaqueyotelefonee.Perodilesdenuestraparte:nodebensalirdespués…—hiceun rápidocálculo: siArnieyReginasalíandelcolegioa lasdos, ¿Cuántotiemponecesitaríaélparatenerunasólidacoartada—despuésdelascuatrodelatarde ninguno de vosotros debe estar en la calle después de las cuatro. Encualquiercalle.Bajoningunacircunstancia.

—Dennis,nopuedo…—Espreciso—leconminé—.Túpodrásengatusaramiviejo,yentrelosdos

convenceralseñoryalaseñoraCabot.YnoteacerquesaChristine,Michael.—Saldrándirectamentedelcolegio—siguióMichael—.Éldijoqueelcoche

estaríaperfectamenteenaquelaparcamiento.Lo sorprendí una vez más en su voz se había dado cuenta del embuste.

Despuésdeloquehabíaocurridoelotoñopasado,ArnieeratanincapazdedejaraChristineenunaparcamientopúblicocomodepresentarsedesnudoenlaclasedeCálculo.

—Ya—dije—. Pero si te asomas a la ventana y lo ves en el paseo, no teacerquesaél.¿Comprendido?

—Si,pero…—Llamaantetodoamipadre.Prométemequeloharás.—Estábien,teloprometo.Pero,Dennis…—Gracias,Michael.Colgué. Tenía lasmanos y los pies entumecidos por el frío, peromi frente

estabahúmedadesudor.EmpujélapuertadelacabinatelefónicaconlapuntadeunamuletayvolvítrabajosamentehaciaPetunia.

—¿Quétehadicho?—preguntóLeigh—¿Telohaprometido?—Si —respondí—. Me lo ha prometido, y papá cuidará de que todos se

reúnan.Estoyseguro.SiChristinelaemprendeconalguienestanoche,tendráqueserconnosotros.

—Bien—convinoella—.Muybien.Puse a Petunia en marcha y nos alejamos de alli. El escenario estaba

preparado—almenos,amimododever—yahoranadapodíamoshacer,salvoesperaryverloquepasaba.

Cruzamos la ciudad hacia el garaje de Darnell, bajo la ligera y continuanevada, y entré en la zona de aparcamientomuy poco después de la una de latarde.Ellargoydestartaladoedificioconsuscostadosdehierroonduladoestabatotalmentedesierto,ylasaltasruedasdePetuniasurcaronlagruesaeinmaculadacapa de nieve y se detuvieron ante la puerta principal. Pegados en esta puertaestaban losmismos rótulosde laya lejananochedeagostoenqueArniehabíallevado por primera vez alli a Christine: ¡AHORRE DINERO! ¡TRABAJEUSTEDMISMO,CONNUESTRASHERRAMIENTAS!SeAlquilan Plazas deGaraje por Semanas,Meses oAños yTOQUEELCLAXONPARAENTRAR.Pero el único que realmente significaba algo era nuevo y estaba adherido a laoscuraventanilladelaoficina:CERRADOHASTANUEVOAVISO.Enunrincóndelnevadopatiodelanteroseveíaunviejoymaltrecho«Mustang»,modelovelozdelosañossesenta.Ahorapermanecíacalladoycomoempotradobajounsudariodenieve.

—Estáabandonado—dijoLeighenvozbaja.—Si.Esverdad—Ledilasllavesquehabíaconfeccionadoporlamañanaen

WesternAuto—.Unadeestasabrirá.Ellatomólasllaves,seapeóysedirigióalapuerta.Yonoperdíadevistalos

espejos retrovisores mientras ella manipulaba en la cerradura, pero noparecíamosllamardemasiadolaatención.Supongoquelavistadeunvehículotanenorme y llamativo hacia difícil, por motivos psicológicos, sospechar unaoperaciónclandestinaoilegal.

De pronto, Leigh tiró con fuerza de la puerta, se levantó, tiró de nuevo yvolviódespuésalcamión.

—Lallavehagirado,peronopuedolevantarlapuerta—explicó—Creoqueelhielolahapegadoalsuelo,oalgoparecido.

«Muybien—pensé—.Magnifico.Nadavaaresultarfácil.»—Losiento,Dennis—siguióLeigh,leyendoenmisemblante.—No,estábien—manifesté.Abrílaportezueladelconductoryrealicéotrademiscómicasydeslizantes

salidas.—Ten cuidado —me dijo, ansiosa, caminando a mi lado y ciñéndome la

cinturaconunbrazo,mientrasyoavanzabaconatenciónconmismuletassobrelanieveendirecciónalapuerta—Recuerdatupierna.

—Si,mamá—bromeé,sonriendounpoco.Mepusedeladoalllegaralapuerta,parapoderinclinarmehacialaderecha

y no cargar el peso sobre la pierna enferma. Doblado sobre la nieve, con lapierna izquierda levantada, sosteniendo las muletas con la mano izquierda yalargando la derecha para asir la manija de la puerta a ras del suelo, debíaparecer un contorsionista de circo. Tiré y sentí que la puerta cedía un poco…peronolosuficiente.Leighteníarazón,habíabastantehieloalolargodelbordeinferior.Podíanoírsesuscrujidos.

—Ayúdame—dije.Leighcolocóambasmanossobremiderechayambostiramosalunísono.Los

chasquidossehicieronunpocomás fuertes,peroelhielose resistíaasoltarelpiedelapuerta.

—Casilohemosconseguido—expliqué.Volvía a sentir desagradables pulsaciones, ahora en la pierna derecha, y el

sudorresbalabapormismejillas.—Contaré.Cuandodigatres,tiracontodastusfuerzas.¿Deacuerdo?—Sí—dijo.—Una…,Dos…,¡Tres!Entoncessucedióque lapuertasedesprendió inmediatamentedelhielo,con

absurdayterriblefacilidad.Saliódisparadahaciaarribasobrelasranuras,yyometambaleéhaciaatrássoltandolasmuletas.Lapiernaizquierdasedoblódebajodemíycaísobreella.Laespesanieveamortiguóuntantolacaída,perosentíeldolorcomounaespeciederelámpagoplateadoquesubiódesdeelmuslohastalassienesparabajardenuevo.Apretélosdientesparanogritaryloconseguíaduraspenas,peroyaestabaLeighde rodillasen lanieve,ami lado, rodeándome loshombrosconunbrazo.

—¡Dennis!¿Estásbien?—Ayúdamealevantarme.Tuvo que hacer el esfuerzo mayor, y ambos jadeábamos como agotados

corredores atléticos cuando logré ponerme en pie y apoyarme en las muletas.Ahorasíquelasnecesitaba.Lapiernaizquierdamedolíadeformahorrible.

—Dennis,ahoranopodrásapretarelpedaldelembraguedelcamión…—Si,podré.Ayúdameavolveraél,Leigh.—Estásblancocomounfantasma.Creoquedeberíallevarteaunmédico.—No.Ayúdameavolver.—Dennis…—¡Ayúdameavolver,Leigh!Regresamos lentamente a Petunia sobre la nieve, dejando en esta huellas

largas e inseguras. Estiré los brazos, agarré el volante e hice contracción parasubir, apoyándome débilmente en el estribo con la pierna derecha… pero, endefinitiva, Leigh tuvo que ponerse detrás de mí, apoyar ambas manos en misposaderas y empujar. Por fin me hallé detrás del volante dePetunia, febril ytemblandodedolor.Teníalacamisaempapadaennieveysudor.Hastaaqueldíadeenerode1979nohabíasabidolomuchoqueeldolorpuedehacersudar.

Tratédeapretarelpedaldelembragueconelpie izquierdoyvolvíasentiraquel relámpago de dolor, queme obligó a echar la cabeza atrás y apretar losdienteshastaquemenguóunpoco.

—Dennis buscaré una cabina telefónica y llamaré a un médico —estabapálidayasustada—.Telarompistedenuevoalcaer,¿Noescierto?

—Nolosé—confesé—.Peronopuedeshacereso,Leigh.Sinoterminamosahora, será el fin para los tuyos o losmíos. Lo sabesmuy bien. LeBay no sedetendrá. Tiene un sentido muy desarrollado de la venganza. No podemosrenunciar.

—¡Peronopuedesconducir!—gimió.Levantó la cabeza y me miró, estaba llorando. La capucha de su chaqueta

había caído hacia atrás en sus esfuerzos por ayudarme a subir al asiento delconductor, dondeme hallaba ahora sentado enmagnifica impotencia. Pude verunoscoposdenievesobresuscabellosrubios.

—Entraenelgaraje—ledije—.Mirasipuedesencontrarunaescobaounpalolargo.

—¿Dequéteservirá?—preguntó,llorandomásfuerte.—Hazloquetedigo,yyaveremos.Entró,pues,enlasoscurasfaucesdelapuertaabiertayseperdiódevista.Me

agarrélapierna,retorciéndomedeterror.Sirealmentemelahabíarotodenuevo,lomás probable era que tuviese que llevar una suelamás gruesa en el zapatoizquierdo para el resto demi vida. Pero podía quedarmemuy poco tiempo devida,sinolográbamosdeteneraChristine.Unpensamientomuyconsolador

Leighvolvióconunaescoba.—¿Serviráesto?—preguntó.—Para entrar, si. Después tendremos que ver si podemos encontrar algo

mejor.Elmangoeradeesosquesedesenroscan.Loagarrélodesenrosquéytirélo

demás.Sujetándoloconlamanóizquierdajuntoalcostado—comosifueseotramuleta— empujé con él el pedal del embrague. Aguantó un momento, peroresbaló.Elpedalsaltóhaciaatrás.Lapuntadelmangocasimedioen laboca.«SiqueeresbuenoGuilder.»Peroteníaquehacerlo.

—Vamos,sube—dije.—¿Estásseguro,Dennis?—Enlamedidadeloposible—confesé.Memiróunmomentoy,después,asintióconlacabeza.—Estábien.Pasóalotroladoysubió.Cerrémiportezuela,apretéelpedaldelembrague

dePetuniaconelmangodelaescobaypuselaprimeramarcha.Habíasoltadoamedias el pedal yPetunia empezaba a avanzar cuando elmango de la escobaresbalóunavezmás.Elcamión—cubapenetróenelgarajedeDarnell conunaseriedesacudidascapacesderompermeelcuello,ycuandopiséelfrenoconelpiederecho,elvehículosedetuvo.Habíamosentradocasideltodo.

—Leigh,necesitamosalgoque tenga lapuntamásancha—expliqué—.Estemangodeescobanoessuficiente.

—Veréquéencuentro.Seapeóyechóaandarporelbordedelsuelodelgaraje,buscando.Miréami

alrededor.EstáabandonadohabíadichoLeigh,y teníarazón.Losúnicoscochesquequedabanallíerancuatroocincoviejossoldadostangravementeheridosquenadie se había tomado el trabajo de reclamarlos. Las plazas restantes, con sus

númerosmarcadosconpinturablanca,estabanvacías.Mirélaplazanúmero20ydesviélamirada.

Losestantesparaneumáticosestabanigualmentecasivacíos.Quedabanunascuantas cubiertasmuy gastadas, amontonadas unas sobre otras como rosquillasgigantesennegrecidasal fuego,peroestoera todo.Unode losdosmontacargasestaba un poco elevado, con una llanta sujeta debajo de él. La pantalla pararegulación de las luces brillaba débilmente, roja y blanca, sobre la pared deizquierdaaderecha,ylosdoscírculoscorrespondientesalosfarosparecíanojosinyectados en sangre. Y sombras, sombras en todas partes. Arriba, grandesaparatos de calefacción en forma de caja tenían las rejillas abiertas en todasdireccionesyparecíanposadosallícomofantásticosmurciélagos.

Aquelloparecíaunamoradadelamuerte.Leigh había empleado otra de las llaves de Jimmy para abrir la oficina de

Will.Pudeverqueandabadeunladoaotro,atravésdelaventanillaquesolíautilizarWillparaobservarasusparroquianosyalostrabajadoresquemanteníanlos coches en marcha para que no se oyese su parloteo. Leigh pulsó unosinterruptores y las lámparas fluorescentes del techo se encendieron en hilerasfríascomolanieve.Porlovisto,lacompañíadeelectricidadnohabíacortadoelsuministro. Tendríamos que apagar de nuevo las luces, pues no podíamosexponernosallamarlaatenciónpero,almenos,noscalentaríamosunpoco.

Abrióotrapuertaydesapareció temporalmente.Mirémi reloj.Era launaymedia.

Leighvolvió,yviquellevabaenlamanounafregona«O’Cedar»,deesasquetienenunaanchaesponjaamarillaenlaparteinferior.

—¿Serviráesto?—Deperlas—repuse—.Sube,pequeña,ypongamosmanosalaobra.Volvióasubir,yyoempujéelpedaldelembragueconlafregona.—Estoesmuchomejor—manifesté—.¿Dóndeloencontraste?—Enelcuartodebaño—meexplicó,frunciendolanariz.—¿Tanmalestá?—Está sucio, apesta a cigarros y hay un montón de libros mohosos en un

rincón,deesosquevendenentenduchosdemalamuerte.ConqueestoeratodoloquehabíadejadoDarnell,pensé:ungarajevacío,un

montónde librosguarrosyunpodridooloracigarros.Sentí fríodenuevoy si

hubiesedependidodemi, habríahechoque asolasenel lugary lo cubriesendeasfalto.Nopodíalibrarmedelaimpresióndequeeraunaespeciedetumbasinlápida,ellugardondeLeBayyChristinehabíanmatadolamentedemiamigoysehabíanapoderadodesuvida.

—Noquisiera tenerqueestarmucho tiempoaquí—confesóLeigh,mirandonerviosamenteasualrededor.

—¿De veras? A mi casi me gusta. Estaba pensando en instalarme —leacariciéelhombroylamiréprofundamentealosojos—.Podríamosfundarunafamilia—suspiré.

Meamenazóconelpuño.—¿Quieresqueteaplastelanariz?—No, tienes razón. Por lo que vale, también yo deseo salir de aquí cuanto

antes.Acabé de entrar el camión. Descubrí que podía manejar bastante bien el

embrague con la fregona «O'Cedar»…, al menos en primera. El mango teníatendencia a doblarse, y habría preferido algo más grueso, pero tendría queresignarmeconélamenosquepudiésemosencontraralgomejor.

—Debemosapagarlasluces—expliqué,parandoelmotor—.Podríanllamarlaatencióndealguienquenoconvienequelasvea.

Seapeóylasapagó,mientrasyohaciadescribirunampliocirculoaPetuniaydabamarchaatráshastacasitocarconsupartetraseralaventanaentreelgarajeylaoficinadeDarnell.Ahoraelenormemorrodelcamiónapuntabadirectamentealapuertaabiertaporlaquehabíamosentrado.

Alapagarselasluces,cayerondenuevolassombras.Laluzqueentrabaporlapuertaabiertaeradébil,mitigadaporlanieve,blancaysinfuerza.Sedeslizabacomounacuñablandasobreelsuelodecementoagrietadoymanchadodeaceite,yseextinguíaamediocaminodentrodellocal.

—Tengo frío, Dennis —gritó Leigh desde la oficina de Darnell—. Estánmarcadoslosinterruptoresdelacalefacción.¿Puedodarla?

—Adelante—legriteamivez.Unmomentodespuéssonóenelgarajeelzumbidodelacalefacción.Meeché

atrásenelasiento,pasandosuavementelasmanossobremipiernaizquierda.Latela de los vaqueros estaba tirante sobre elmuslo, tirante y sin una arruga. Lamalditapiernaseestabahinchando.Ymedolía.¡Jesús,cómomedolía!

Leighvolvió,subióysesentóamilado.Medijounavezmásquemiaspectoeraterrible,yporalgunarazónmimentevolvióatrásypensóenlatardeenqueArniehabíatraídoaquíaChristine,enelvociferantepersonajequehabíagritadoaArniequesellevaseaquelmontóndechatarradedelantedesucasa,yenArniediciéndomequeaqueltipoeraunRobertRedforddetomoylomo.Yencómonoshabíamosreídolosdos.Cerrélosojosparanollorar.

Sinnadaquehacer salvoesperar, el tiempo transcurría lentamente.Lasdosmenoscuarto,lasdos.Fuera,lanievesehabíaespesadounpoco,peronomucho.Leigh bajó del camión y pulsó el botón que cerraba la puerta. Esto hizo queaumentaselaoscuridadenelinterior.Volvió,subióydijo:

—Hayuncuriosoaparatoaunladodelapuerta,¿Loves?Pareceigualqueelabridor electrónico que teníamos en la puerta del garaje cuando vivíamos enWeston.

Meerguísúbitamente.Miré.—¡Oh!—dije—¡Oh,Jesús!—¿Quésucede?—Sóloesto,unaparatoparaabrirlapuertadelgaraje.Yhayuntransmisoren

Christine.ArniemelomencionólanochedelDíadeAccióndeGracias.Tienesqueromperlo,Leigh.Empleaelmangodelafregona.

Se apeódenuevo, cogió elmangode la escobay seplantódebajodel ojoelectrónico,mirandohaciaarribaygolpeándoloconelpalo.Parecíaunamujerque tratase de matar una chinche cerca del techo. Al fin su esfuerzo se viorecompensadoconunchasquidodeplásticoyunretintíndecristal.

Volviódespacioarrojandoaunladoelmangodelaescoba,subióyvolvióasentarseamilado.

—Dennis, ¿Nocreesqueyaeshoradequemedigasexactamente loque tepropones?

—¿Quéquieresdecir?—Sabesbienquéquierodecir—medijo,señalandola,puertacerrada.Cinco

ventanas cuadradas alineadas a tres cuartos de su altura dejaban entrar unadebilísima luz a través de los sucios cristales—. Cuando oscurezca, piensasvolveraabrirlapuerta,¿Verdad?

Asentíconlacabeza.Lapuertaerademadera,peroestabareforzadacontirasdeacero,comolaspuertasinterioresdelosascensoresantiguos.YodejaríaentraraChristine, pero, una vez cerrada la puerta, no podría retroceder y salir. Almenos así lo esperaba. Sentí escalofríos al pensar en lo cerca que habíamosestadodenoadvertirelojoelectrónico.

Abrir la puerta cuando se hiciese de noche si.Dejar entrar aChristine, si.Cerrardenuevolapuerta.DespuésmevaldríadePetuniaparaaplastarla.

—Estábien—dijoella—,estaes la trampa.Perocuandoél…,ello…hayaentrado,¿Cómovasacerrardenuevolapuertaparaquenopuedasalir?TalvezhayaunbotónenlaoficinadeDarnellparahacerlo,peronolovi.

—Queyosepa,nohayninguno—repliqué—.Porconsiguiente, tecolocarásalli, junto al botón que cierra la puerta.—señalé el botónmanual situado a laderechadelapuerta,mediometroporencimadeldestrozadoaparatoelectrónico— Estarás adosada a la pared, para no ser vista. Cuando entre Christine,presumiendo que lo haga, pulsarás el botón que hace bajar la puerta y saldrásrápidamente antes de que acabe de cerrarse. Cuando acabe de bajar, ¡pam!, latrampaquedarácerrada.

Sucaraseensombreció—También tú quedarás preso en ella. Según la expresión del inmortal

Wordsworth,estotedejaempantanado.—EsdeColeridge,nodeWordsworth.Peronohayotramaneradehacerlo,

Leigh. Si te quedases dentro al cerrarse la puerta,Christine te atropellaría. Yaunque hubiese un botón en la oficina de Darnell…, bueno, ya viste en elperiódicoloqueocurrióalaparedlateraldesucasa.

LaexpresióndeLeighsemantuvoterca.—Aparcajuntoalinterruptor.YcuandoentreChristine,sacaréunbrazopor

laventanilla,pulsaréelbotónybajarélapuerta.—Siaparcaseallí,estaríaalavista,ysiveestetanque,Christinenoentrará.—¡Nomegusta!—gritó—¡Nomegustadejarte solo aquí! ¡Es como sime

hubierasengañado!En cierto modo esto era precisamente lo que había hecho, y si he de ser

sincero,hoynoloharíadelamismamanera,peroentoncesteníadieciochoañosynohaymachotemáschovinistaqueunmachotechovinistadedieciochoaños.Lerodeéloshombrosconunbrazo.Seresistióunmomento,rígidamente,ydespués

seacercóamí.—Nohayotramanera—ledije—.Sinofuesepormipierna,ositúpudieses

conducirunodeestoscacharros…Meencogídehombros.—Tengomiedoporti,Dennis.Quieroayudarte.—Ya me has ayudado bastante. Tú eres quien está realmente en peligro,

Leigh… Cuando entre estarás al descubierto, mientras que yo sólo tendré queestarsentadoenestacabinayhacerañicosaesaperra.

—Confíoenquetodosalgabien—replicó,yapoyólacabezaenmipecho.Acariciésuscabellos.

Esperamos.Con los ojos de mi mente vi a Arnie que salía de la escuela superior de

Libertyville con los libros bajo el brazo. Vi a Regina que le esperaba en lafurgoneta de los Cunningham radiante de felicidad. Y a Arnie sonriendovagamentey sometiéndose a su abrazo. «Hashecho lo quedebías,Arnie…,nosabes lo aliviados, lo dichosos, que nos sentimos tu padre y yo». «Si,mamá».«¿Quieresconducir,querido?»«No,conducetú,mamừMuybien».

Ypartirlosdosendireccióna«PennState»bajolaligeranevada,conReginaal volante y Arnie sentado en la banqueta plegable, cruzadas rígidamente lasmanossobreelregazo,pálidoyserioelrostrolimpiodebarros.

Y en el aparcamiento de los estudiantes,Christine inmóvil en la calzada.Esperandoqueseespesaralanieve.Esperandoquesehiciesedenoche.

Aesode las tresymedia,Leighvolvióa laoficinadeDarnellparausarelcuartodebaño,ymientrasestabaalli,metoméasecasotrosdos«Darvon».Mipiernaerauntormentocontinuo,abrumador.

Pocodespués,perdílanocióncoherentedeltiempo.Supongoqueladrogamehabíaemborrachado.Todoempezóaparecermeunsueño:lassombrascadavezmásdensas,laluzblancaqueentrabaporlasventanasycambiabadespacioaungrisceniciento,elzumbidodelacalefacciónalláarriba.

CreoqueLeighyyohicimoselamor…,nodelamaneraordinaria,talcomotenía yo la pierna, pero si por medio de algún dulce sucedáneo. Me parecerecordarsualientoenmioídohastahacersecasijadeante,meparecerecordarsus

murmullosdequetuviesecuidado,dequeporfavortuviesecuidado,dequehabíaperdidoaArnieynopodríasoportarperdermeamitambién.Meparecerecordaruna explosión de placer que hizo desaparecer el dolor de unmodo breve perototal,comonohabríanpodidoconseguir todos los«Darvon»delmundo…Pero«breve»eslapalabraadecuada.Todofuedemasiadobreve.Ycreoqueentoncesmeadormecí.

Después,loprimeroquerecuerdocontodaseguridadesqueLeighmesacudíaparadespertarmeymurmurabaunayotravezminombrealoído.Y….

—¿Eh?,¿Qué?Estabacomoenotromundo,ysentíaenlapiernaundolorvidrioso,comosi

fueseaestallar.Tambiénmedolíanlassienesymedabalaimpresióndequemisojosnocabíanenlascuencas.PestañeéymiréaLeigh,comounbúhoenormeyestúpido.

—Yaesdenoche—dijo—.Meparecióoíralgo.Pestañeédenuevoyviqueparecíaencogidaycansada.Despuésmiréhaciala

puertayviqueestabacompletamenteabierta.—¿Cómodiablosha…?—Hesidoyo—dijo—.Yolaheabierto.—¡Maldición! —exclamé, irguiéndome un poco y estremeciéndome por el

dolordemipierna—.Hasidounalocura,Leigh.Sihubiesevenido…—Nolohahecho—replicólachica—.Empezóaoscurecer,estoestodo,ya

nevar con más fuerza. Por consiguiente, bajé, abrí la puerta y volví. Pensabadespertarte en seguida…, peromurmurabas…, y yomedecía: «Esperaré a queseanochecerrada,esperaréaqueseanochecerrada,yentoncesmedicuentadequemeestabaengañando,porquehabíaanochecidoalmenoshacíamediahoraysólome imaginabaqueaúnpodíaveralguna luz.Porquequeríaverla, supongo.Y…precisamenteahora…meparecióoíralgo.

Suslabiosempezaronatemblarylosapretó.Miréelrelojyviqueeranlasseismenoscuarto.Sitodohabíaidobien,mis

padresymihermanaestaríanahoraconMichaelyconlafamiliadeLeigh.Miréatravés del parabrisas de Petunia el cuadrado de la oscuridad nevada dondeestaba la entrada del garaje. Oí silbar el viento. Una fina capa de nieve seextendíayasobreelcemento.

—Sólo has oído el viento —expliqué—, como que sopla y rumorea ahí

afuera.—Talvez.Pero…Asentídemalagana.Noqueríaqueabandonaselaseguridaddelaaltacabina

dePetunia,pero, sinobajabaahora talveznunca loharía.Yono ladejaría,yLeigh permitiría que no la dejase. Y entonces, cuando llegase Christine, sillegaba,loúnicoquepodríahacerseríaecharseatrás.Yesperarunmomentomásoportuno.

—Estábien—manifesté—.Perorecuerdaesto:tienesquepermanecerocultaenaquelpequeñohuecoa laderechade lapuerta.Siviene, sequedaráun ratofuera—«Husmeandocomounanimal»,pensé—.Noteasustes,notemuevas.Nodejesqueteobligueadelatarte.Permaneceserenayesperaaqueentre.Entoncesaprietaaquelbotónycorrecomoalmaquellevaeldiablo.¿Hascomprendido?

—Si—murmuró—.Dennis,¿Creesqueestosaldrábien?—Tienequesalirbien,siviene.—Quisieraquetodohubieseterminado.—Tambiényo.Seinclinó,apoyóligeramentelamanoenelladodemicuelloymebesóenla

boca.—Tencuidado,Dennis—dijo—.Peromátalo.Noesunser…,esunacosa.

Mátala—Loharé—dije.Memiróalosojosyasintióconlacabeza.—HazloporArnie—dijo—.Libérale.Leapretélamanoyellaapretólamía.Sedeslizósobreelasiento.Golpeósu

pequeño bolso con la rodilla, y este cayó al suelo de la cabina. Se detuvo,irguiendolacabeza,yunaexpresiónsobresaltadayreflexivasepintóensusojos.Despuéssonrió,seagachó,recogióelbolsoyempezóahurgarenseguidaenél.

—Dennis—preguntó—,¿RecuerdasMorteD'Arthur?—Unpoco.Una de las clases que habíamos compartidoLeigh,Arnie y yo, antes demi

lesiónjugandoalrugby,habíasidolade«ClásicosdelaLiteraturaInglesa»,deFudgy Bowen, y una de las primeras obras con las que habíamos tenido quebatallarhabíasidoMorteD'Arthur,deMalory.Porquéme lopreguntabaahoraLeigh,eraunmisterioparamí.

Habíaencontradoloquebuscaba.Unfinopañuelodenailondecolorrosa,deesosquesuelenllevarlaschicassobrelacabezaendíaslluviosos.Loatósobreelantebrazoizquierdodemichaqueta.

—¿Quédiablos…?—pregunté,sonriendounpoco.—Sémicaballero,Dennis—explicó,devolviendomisonrisa,perosusojos

estabanserios—.Sémicaballero,Dennis.Cogí laescobaquehabíaencontradoenelcuartodebañodeWilly saludé

torpementeconella.—Claroquesí—dije—.Perotienesquellamarme«SirCedar»—Tómaloabroma,siquieres—concluyó—.Peronobromeesrealmentecon

esto.¿Deacuerdo?—Está bien—dije—. Si así lo quieres, seré tu perfecto ymaldito y gentil

caballero.Serióunpoco,yestomepareciómejor.—Recuerdaaquelbotón,pequeña.Apriétaloconfuerza.Noqueremosquela

puertadéunasacudidaysequedeinmóvil.Nodebehaberescape,¿Deacuerdo?—Deacuerdo.Se apeó de Petunia y, si cierro ahora los ojos, puedo verla como era

entonces,enaquelclaroysilenciosomomento,antesdequetodosetorciesedeunmodo terrible: unamuchacha alta y bonita, de largos cabellos rubios color demiel, caderas esbeltas, piernas largas y aquellos chocantes pómulos nórdicos,vestidaahoraconunanorakyunosdescoloridos«LeeRiders»,ymoviéndoseconlagraciadeunabailarina.Todavíapuedoimaginarlaescenaytodavíasueñoconella, porquemientras nosotros estábamos atareadosmontando la trampa contraChristine, el viejo e infinitamente astuto monstruo la estaba montando contranosotros. ¿Pensábamos realmente que podríamos vencerlo con tanta facilidad?Sospechoquesí.

Mis sueños discurren en un terrible movimiento retardado. Veo el suave yadorablemovimientode lascaderasdeLeighalandar,oigoelsordochasquidodesusbotas«Fraye»sobreelsuelodecementomanchadodeaceite,oigoinclusoelsuavefrufrúdelcierredesuanorakalrozarsublusa.Caminadespacioyconlacabeza erguida… como un animal, pero no de presa, camina con la graciacautelosadeunacebraacercándoseaunmanantialalanochecer.Eslaandaduradelanimalquepresienteelpeligro.

Trato de gritarle a través del parabrisas dePetunia. ¡Vuelve atrás, Leigh,vuelveatrásenseguida,teníasrazón,oístealgo,ahoraestáallísobrelanieveyconlaslucesapagadas,agazapado,vuelve,Leigh!

Se detuvo de pronto, cerrando los puños, y entonces, súbitamente, brillaronunosfuriososcírculosdeluzenlanevadaoscuridadexterior.Erancomodosojosblancosqueseabriesen.

Leigh se quedó inmóvil, terriblemente expuesta, sobre el suelo despejado.Estabaadiezmetrosdelapuertayligeramentehacialaderechadesucentro.Sevolvió hacia los faros y pude ver la expresión ofuscada e incierta de susemblante.

Yoestaba igualmenteaturdido,yaquelprimermomentovital transcurriósinquepasaranada.Entonceslosfarosavanzaronrápidamente,ypudeverlaoscuraybajaformadeChristinedetrásdeellos,pudeoírelcrecienteyfuriosoronquidodesumotorallanzarsehacianosotrosdesdeelotroladodelacalledondehabíaestadoesperando…,quizádesdeantesqueoscureciese.Lanieveresbalabadesutecho y formaba sobre el parabrisas finas redes que eran casi instantáneamentefundidas por el descongelador. Christine rodó sobre la rampa asfaltada queconducíaalaentrada,aumentandolavelocidad.SumotordeochocilindrosenVroncabafurioso.

—¡Leigh!—grité,yagarrélallavedecontactodePetunia.Leigh saltó hacia la derecha y corrió en busca del botón de la pared.

Christineentrórugiendoenelmomentoenqueellaloalcanzabayloapretaba.Oíelruidoestruendosodelapuertaalbajarsobresusranuras.

Christine torció hacia la derecha, acometiendo a Leigh. Arrancó un granpedazo de madera seca y astillas de la pared. Se oyó un chirrido metálico alsoltarse una parte de su parachoques derecho: un ruido parecido a la chillonacarcajadadeunborracho.SaltaronchispasdelsueloaldescribirChristine unalarga curva asesina.No alcanzó a Leigh, pero la alcanzaría cuando atacase denuevo, Leigh estaba atrapada en aquel rincón de la derecha, sin tener un sitiodondeocultarse.Quizápodríasaliralexterior,perotemíquelapuertanobajaselobastantedeprisaparacerrarleelpasoaChristine.Quizálapuertarozaríasutecho,perosabíamuybienqueestonodetendríaalautomóvil.

RugióelmotordePetuniaypulséelbotóndemisfaros.LaluzsederramósobrelapuertaqueseestabacerrandoysobreLeigh.Estasehallabadeespaldas

a la pared, desorbitados los ojos. Su chaqueta adquirió un fantástico y casieléctricocolorazulalaluzdelosfaros,ypensé,conmorbosayclínicaexactitud,quesusangretendríaunbrillopurpúreo.

Vi que miraba un momento hacia arriba y volvía después a contemplar aChristine.

Los neumáticos de la Furia chirriaron violentamente al saltar esta contraLeigh.Brotóhumodelasnegrashuellassobreelhormigón.TuveeltiempojustodeadvertirquehabíagentedentrodeChristine,muchagente.En el instante enqueChristine se lanzaba rugiendo sobre Leigh, esta dio un salto hacia arribacomoungranmuñecodisparadoporunmuelle.Mimente,queparecíacorrerauna velocidad próxima a la de la luz, se preguntó por un instante si Leighpretendía saltar sobre el«Plymouth», comosi, envezde«Fryes», llevaseunasbotasdesieteleguas.

Pero, en vez de esto, se agarró a los enmohecidos soportes de metal quesosteníanunestanteacasitresmetrosdelsueloyamásdeunmetroporencimadesucabeza.Aquelestantediscurríaalolargodelascuatroparedes.Lanocheen queArnie había traído allí aChristine por primera vez, todo aquel estanteestaballenodeneumáticosrecauchutadosydeotrosqueesperabanserreparados,y,aunqueparezcaextraño,mehabíahechopensarenunestantedebibliotecabienabastecida Ahora estaba casi vacío. Agarrada a aquellos soportes inclinados,Leigh levantó las piernas enfundadas en los tejanos como un chiquillo quepretendiesehacerlaspasarporencimadeloshombros,loquenosotrossolíamosllamardesollarelgatoenlaescueladeprimeraenseñanza.ElmorrodeChristinechocócontralaparedexactamentedebajodeella.Sihubiesetardadounpocomásenlevantarlaspiernas,estashabríansidoaplastadashastalasrodillas.Saltóuntrozodemetalcromado.Dosdelosneumáticosabandonadoscayerondelestanteysaltaronlocamentesobreelcemento,comorosquillasgigantesdecaucho.

LacabezadeLeighchocóconfuerzaterribleyaturdidoracontralaparedaldarChristinemarchaatrás,conloscuatroneumáticospintandorayasdecauchoenelsueloydesprendiendohumoazul.

Ustedessepreguntaránquéestabahaciendoyodurantetodoaqueltiempo.Lesresponderéqueeltérmino«todoaqueltiempo»esinadecuado.Cuandoempleéla«O’Cedar»paraapretarelpedaldelembraguedePetuniayponerlaprimera,lapuertasóloempezabaabajar.Todohabíaocurridoenunossegundos.

Leighseguíaagarradaalossoportesdelestantedelosneumáticos,peroahorasólopendíadeellos,cabezaabajoaturdida.

Aflojé el pedal, y la parte más serena de mi mente me dijo: Cuidado,hombre…,silosueltasdegolpeyestecacharrosepara,puedesdarlapormuerta.

Petunia arrancó. Forcé elmotor almáximo y acabé de soltar el embrague.ChristineroncódenuevoallanzarsecontraLeigh,casidobladoporlamitadelcapóacausadelaprimeraembestida,mostrandobrillantestrozosdemetalenlospuntos donde había saltado la pintura. Parecía que al capó y al radiador leshabíansalidodientesdetiburón.

Alcancé a Christine en el costado, cerca del morro, y giró en redondo,saltandounodesusneumáticosdelallanta.Elcincuentayochofueadarcontraun montón de viejos parachoques y accesorios en un rincón, se oyó un granestruendo cuando chocó contra la pared, y después, el ronco ruido del motor,subiendoybajando,subiendoybajando.Todalapartedelanteraizquierdaestabaaplastada,peroelcocheseguíafuncionando.

PiséelfrenodePetuniaconelpiederechoyevitéporlospelosaplastaryomismoaLeigh.ElmotordePetuniaseparó.AhoraelúnicoruidoenelgarajeeraeldelmotorrugientedeChristine.

—¡Leigh!—gritéconfuerza—¡Corre,Leigh!Me miró aturdida, y ahora pude ver unos mechones pegajosos y

ensangrentadosensuscabellos…ylasangreerapúrpura,comohabíapresumido.Soltólossoportes,cayósobresuspies,setambaleóydoblóunarodillasobreelsuelo.

Christine avanzó hacia ella. Leigh se levantó, dio dos, pasos vacilantes,colocándoseensuladooscurecido,detrásdePetunia.Christinegiróyembistióla parte delantera del camión. Salí despedido brutalmente hacia la derecha. Eldolorsecebóenmipiernaizquierda.

—¡Levántate!—gritéaLeigh,tratandodeacercarmeaúnmásalaportezuelaydeabrirla—¡Levántate!

Christineretrocedióy,cuandoseacercódenuevo,sedesviódeprontohaciala derecha y salió demi campo visual, detrás dePetunia. Sólo pude verlo unmomento en el espejo retrovisor fijado junto a la ventanilla del lado delconductor.Despuésúnicamenteoíelchirridodesusneumáticos.

Casi inconsciente, Leigh se limitó a apartarse, manteniendo ambas manos

cruzadas sobre la nuca. Goteaba sangre entre sus dedos. Pasó por delante delradiadordePetunia,viniendoenmidirección,ysedetuvo.

Noteníaqueverloparasaberloqueocurriríaahora.Christinecambiarlaunavezmásdedirección,pasaríapormiladoylaaplastaríacontralapared.

Desesperadamente, empujé el pedal del embrague con la «O’Cedar» yaccionédenuevo la llavedelcontacto.Elmotorarrancó, tosióyseparó.Pudeolergasolinaenelaire,unolorfuerteyespeso.Habíainundadoelcarburador.

Christine reapareció en el espejo retrovisor. Avanzó sobre Leigh, queconsiguió,tambaleándose,ponersefueradesualcance.Christinechocódemorrocontralapared,conterriblefuerza.Seabriólaportezueladelpasajeroyloquevicolmómiespanto,mellevéalabocalamanoquenoagarrabalafregonaychilléentrelosdedos.

EnelasientodelpasajerosehallabaMichaelCunningham,comoungrotescomuñeco de tamaño natural. Su cabeza, oscilando flojamente sobre el cuello, sedobló hacia un lado al hacerChristinemarcha atrás para embestir de nuevo aLeigh,yviquesucarateníaelvivocolorrosadopropiodelenvenenamientopormonóxido de carbono.No había seguidomi consejo.Christine había ido, antetodo,alacasadelosCunningham,talcomoyohabíasospechadovagamentequeharía.Michaelhabíavueltodelcolegioacasa,yallí,paradoenlacalzada,estabael«Plymouth»1958restauradoporsuhijo.Sehabíaacercadoy,dealgúnmodo,Christine sehabía…apoderadodeél.¿Habíasubidoalcocheparasentarseunmomento detrás del volante, como había hecho yo aquel día en el garaje deLeBay?

Tal vez sí. Sólo para ver qué vibraciones podía captar. En tal caso, debiócaptaralgunasciertamentemuyterriblesdurantesusúltimosminutosenelmundo.¿HabíaChristinearrancadoymarchadoalgarajeporsísolo?Talvez.¿Yhabíadescubierto Michael que no podía parar aquel loco motor o salir del coche?¿Había vuelto la cabeza y visto, quizás, el verdadero espíritu conductor del«Fury»1958deArnie,enelasientodeatrás,ysehabíadesmayadodeterror?

Ahoranoimportaba.LoúnicoqueimportabaeraLeigh.También ella lo había visto.Susgritos, agudos, desesperadosy estridentes,

flotaron en el aire que apestaba a humo de los tubos de escape como globoshistéricamentebrillantes.Peroalmenoshabíasalidodesuestupor.

Se volvió y corrió hacia la oficina deWillDarnell, dejando detrás de ella

goterones de sangre del tamaño de monedas de diez centavos. También habíasangreenelcuellodesuchaqueta,demasiadasangre.

Christinehizomarchaatrás,gastandocauchoydejandocristalesrotosdetrás.AlgirarconrapidezparaperseguiraLeigh,lafuerzacentrífugacerródenuevolaportezueladelviajero,peronoantesdequeyopudieseverlacabezadeMichaeldoblándosehaciaelotrolado.

Christinequedóunmomentoinmóvil,apuntandoconelmorroendirecciónaLeigh, mientras zumbaba su motor. Quizá LeBay saboreaba el instante queprecedealamatanza.Sifueasí,mealegrodeello,porquesiChristinesehubieselanzado de inmediato sobre ella, la habría matado con toda seguridad. Peroaquellomediounpocodetiempo.Hicegirardenuevolallave,farfullandoalgoenvozalta—creoquefueunaoración—,yestavezelmotordePetuniacobróvida. Solté el embrague y pisé con fuerza el acelerador en elmomento en queChristine avanzaba de nuevo.Esta vez golpeé el coche en el costado derecho.Sonó un ruido estridente de metal desgarrado al penetrar el parachoques dePetuniaenelguardabarrodeChristineestesaltóyfueachocarcontralapared.Se rompieron varios cristales. Su motor rugió con furia. Detrás del volante,LeBaysevolvióenmidirección,conunamuecadeodio.

Petuniaseparódenuevo.Soltétodaslasmaldicionesquesabíaalagarrarlallaveunavezmás.Deno

habersidoPormimalditapierna,denohabersidopormicaídasobrelanieve,todo habría terminado ahora, me habría bastado con acorralar a Christine yhacerloañicoscontraelbloquequecerrabaelhorno.

PeromientrasponíaenmarchaelmotordePetunia teniendocuidadoennopisardemasiadofuerteelaceleradorparaquenoseparasedenuevo,Christineempezó a moverse con un ensordecedor crujido de metal. Retrocedió entre elradiadordePetuniay lapared,dejandodetrásdeélunpedazoretorcidodesurojacarroceríayperdiendoelneumáticodelanterodeladerecha.

Conseguí que Petunia arrancase e hiciese marcha atrás Christine habíaretrocedidohastaelfondodelgaraje.Todassuslucesestabanahoraapagadas.Elparabrisassehabíarotoenunagalaxiadegrietas.Elcapódobladoparecíareír,burlón.

Su radio atronaba el aire. Pude oír a Ricky Nelson cantando «Waitin inSchool».

BusquéconlamiradaaLeighyviqueestabaenlaoficinadeWill,mirandohaciaelgaraje.Suscabellosrubiosaparecíanensangrentados.Fluíamássangreporel lado izquierdodesucara,empapandosuchaqueta.Sangrademasiado—pensétontamente—.Sangrademasiado,inclusoporunaheridaenlacabeza.

Susojossedesorbitaronyseñalódetrásdemí,moviendoloslabiossinruidodetrásdelcristal.

Christineavanzabarugiendosobreelsuelodespejadoyganabavelocidad.Yelcapósedesarrugaba,seestirabahaciafuerayhaciaabajoparacubrirde

nuevolacavidaddelmotor.Dosdelosfaroscentellearonyvolvierondespuésabrillarconintensidad.Elguardabarroyelladoderechodelacarrocería—sóloloviderefilón,perojuroqueesverdad—seestaban…recomponiendosolos,ysurgíametal rojodeningunaparte,que resbalabahacia abajoen suavescurvasautomotricesparacubrirelneumáticodelanterodeladerechayelladoderechodel compartimiento del motor. Las grietas del parabrisas se encogían ydesaparecían.Yelneumáticoquehabíasidoarrancadode la llantaaparecíadenuevo.

«Todoparecenuevo—pensé—¡QueDiosnosayude!»Marchaba directamente hacia la pared que separaba la oficina del garaje.

Solté rápidamenteelpedaldel embrague, confiandoen interponer la carroceríadel camión-cuba en su carrera, peroChristine pasó.Petunia sólo tropezó conaire fluido. ¡Síque lo estabahaciendobien!Crucé todoel localy fui a chocarcontralosmelladosarmariosdeherramientasalineadosallí.Cayeronalsueloconsordoruidometálico.Atravésdelparabrisas,viqueChristinegolpeabalaparedentre el garaje y el despacho deWilI. No había reducido la marcha, antes alcontrario,sehabíalanzadoatodavelocidad.

Nunca olvidaré los momentos que siguieron: permanecen hipnóticamenteclarosenmimemoria,comovistosa travésdeuncristaldeaumento.LeighvioveniraChristineyseechóatrás.Suscabellosensangrentadosestabanpegadosasu cabeza. Cayó sobre el sillón basculante de Will y, después al suelo,perdiéndosedevistadetrásdelamesa.Uninstantedespués—yquierodecirunmero instante—,Christine chocó con la pared.LagranventanaqueWill habíautilizadoparaobservarloquepasabaenelgarajesaltóhechaañicos.Trozosdecristalcayeronalinteriorcomounhazdemortíferospuñales.LapartedelanteradeChristine se abolló con el impacto. El capó se levantó y se desprendió,

saltandohaciaeltechodelvehículoyaterrizandosobreelpavimentodehormigónconunruidometálicomuyparecidoalquehabíanrealizadolosarmariosdelasherramientasalcaer.

Elparabrisasserompió,yelcuerpodeMichaelCunninghamsaliódespedidoatravésdelamelladaabertura,arrastrandolaspiernasyconlacabezacomounagrotesca pelota de rugby desinflada. Pasó a través de la ventana deWill, cayósobrelamesadeWillconunsordochasquidoyresbalóhastaelsuelo,consóloloszapatossobresaliendodelamesa.

Leighempezóachillar.Probablemente,supropiacaídalahabíasalvadodesergravementelesionada

omuertaporloscristalesvoladoresperocuandoselevantódetrásdelamesa,sucaraestabacontraídadeespantoyunhisterismototalsehabíaapoderadodeella.MichaelhabíaresbaladodesdelamesaysusbrazossehabíancruzadosobreloshombrosdeellayalponerseLeightrabajosamenteenpie,parecióestarbailandocon el cadáver. Sus gritos eran estridentes como una sirena de coche debomberos.Susangre,queseguíamanando,lanzabarojosdestellosmortales.DejócaeraMichaelycorrióhacialapuerta.

—¡No,Leigh!—grité,yempujédenuevoelpedalconlaescoba.Elmangosepartióporlamitad,dejándomeconunpalodequincecentímetrosenlamano—¡Ohhhh!¡MIERDA!

Christineseapartódelaventanarota,dejandoenelsuelouncharcodeagua,anticongelanteyaceite.

Piséahoraelpedalconelpieizquierdo,sinsentirapenaseldolor,sujetandolarodillaconlamanoizquierdamientrasmetíalamarchaconladerecha.

Leighabriólapuertadeldespachoysaliócorriendo.Christine se volvió hacia ella, apuntándola con su morro destrozado y

gruñidor.ForcéelmotordePetuniayavancérugiendoy,alaumentarenelparabrisas

la imagen de aquel coche infernal, vi la cara enrojecida e hinchada de unchiquilloapretadacontralaventanilladeatrás,mirándome,pareciendopedirmequemedetuviese.

Elgolpefuebrutal.Elcapódelcamiónselevantóyseabriócomounaboca.Lapartedeatrásgiróenredondo,yChristineresbalódelado,másalládeLeigh,que huyó con ojos desorbitados que parecían engullir su cara. Recuerdo las

salpicadurasdesangreenelribetedepieldelacapuchadesuchaqueta,menudasgotitasderocíoinfernal.

Yoestabaresuelto.Estabalanzado.Aunquetuviesenqueamputarmedespuéslapiernaporlaingle,conduciría.

Christinegolpeólaparedyrebotóhaciaatrás.Piséelembrague,pusemarchaatrás,retrocedítresmetros,pisédenuevoelembragueypuselaprimera.Conelmotorroncando,Christinetratódealejarseydeslizarsejuntoalapared.Giréalaizquierda y lo embestí de nuevo, aplastándole en su mitad casi en cintura deavispa. Las portezuelas de delante y de atrás saltaron de sus marcos. LeBayestaba detrás del volante, ahora como una calavera, como un camafeo humanopodridoyhediondo,ahoracomounhombre sanoy robustodecincuentaañosycabellosgrisescortadosacepillo.Memiróconsudiabólicasonrisa,apoyadaunamanoenelvolanteyamenazándomeconelpuñolibre.

Ysumotorsenegabaamorir.Denuevohicemarchaatrás,yahoramipiernaardíacomounhierroalrojo

blanco y el dolor subía hasta la axila. Algo infernal. El dolor estaba en todaspartes.Podíasentirlo

(¡JesúsMichael!¿Porquénotequedasteencasa?)enelcuello,enlamandíbula,en(¿Arnie?Hombre,losientotantoquequisiera…)lassienes.El«Plymouth»—loquequedabadeél—rodócomoborrachopor

elladodelgaraje,haciendosaltarherramientasytrozosdechatarra,arrancandosoportesyhaciendocaerlosestantesdearriba.Estoschocaronconelhormigónproduciendounruidosecoyrepetidoquesonócomoaplausosdeldemonio.

Pisé de nuevo el embrague y después el acelerador a fondo. El motor dePetunia rugió, y yo me agarré al volante como el hombre que se esfuerza enpermanecer montado en un caballo salvaje. Golpeé a Christine en el ladoderecho, arrancando la carrocería del eje posterior y empujándola contra lapuerta,queseestremecióycrujió.Medoblésobreelvolante,quemegolpeóelvientre,mecortólarespiraciónymelanzódenuevosobremiasiento,jadeando.

AhoraviaLeighacurrucadaenelrincónmáslejano,conlasmanosapretadassobrelacara,alaquedabanelaspectodeunamáscaradebruja.

ElmotordeChristineseguíafuncionando.Se arrastró lentamentehaciaLeigh, comounanimalque sehubiese roto las

patas de atrás en una trampa. Pero incluso entonces pude ver que se estabaregenerando,reparando:unneumáticoquevolvíadeprontoallenarsedeaire,laantena de la radio que se desplegaba sola con una vibración argentina, laaparicióndenuevometalalrededordelacoladestrozada.

—¡Muérete!—legrité.Estaba llorando y no paraba de jadear. Mi pierna se negaba a seguir

trabajando.Lasujetéconambasmanosylaempujésobreelpedaldelembrague.Mi visión se hizo confusa y gris con aquella angustia terrible. Casi podía

sentirrechinarloshuesos.Aceleré elmotor, puse de nuevo primera y ataqué al hacerlo, oí la voz de

LeBayporprimerayúltimavez,estridenteydesesperadayllenadefuriaterribleeimplacable:

—¡Tú,CAGON!¡Vetealdiablo,miserableCAGON!¡DEJAMEENPAZ!«Eres tú quien debía dejar en paz a mi amigo», quise gritar, pero sólo un

jadeoásperoydolientesaliódemigarganta.Legolpeédellenoenlapartedeatrás,yeldepósitodelagasolinaestalló,al

encogerseaquéllacomounacordeónhaciadentroyhaciaarribaenunaespeciede hongo de metal. Surgió una llamarada amarilla. Me tapé la cara con lasmanos… Pero se extinguió en seguida. Christine se quedó inmóvil, comoapartadadeunderbydedemolición.Sumotortosió,sedetuvo,sepusoenmarchadenuevoyseparódefinitivamente.

Ellugarquedóensilencio,salvoporelgravezumbidodelmotordePetunia.Entonces Leigh se acercó corriendo, gritando mi nombre una y otra vez,

llorando.Depronto, tontamente,medicuentadequellevabasurosadopañuelodenailonalrededordelamangademichaqueta.

Lomiré,ytodosevolviódenuevogris.Pude sentir el contacto de sus manos, después, todo se oscureció y me

desmayé.

Recobréelsentidounosquinceminutosmástarde,húmedaydeliciosamentefresca la cara. Leigh estaba de pie sobre el estribo del lado del conductor,aplicandountrapomojadoamirostro.Agarréeltrapo,tratédechuparelagua,yescupí.Sabíafuertementeaaceite.

—Notemas,Dennis—dijoLeigh—.Salícorriendoalacalle…,detuveaunamáquinaquitanieve…,lediunsustodemuertealconductor…Todaesasangre…,dijo…,unaambulancia…,dijo,¿Sabes…?,¿Estásbien,Dennis?

—¿Parezcoestarlo?—murmuré.—No—confesóyseechóallorar.—Entonces no…—tragué saliva para aliviar la seca garganta—No hagas

preguntastontas.Tequiero.Meabrazócontorpeza.—Tambiéndijoquellamaríaalapolicía—explicó.Casinolaoí.Misojoshabíantropezadoconelretorcidoysilenciosobulto

delosrestosdeChristine.Bultoeralapalabraadecuada,difícilmentepodíasertomado por un coche. Pero, ¿Por qué no había ardido? El plato de una ruedaestabatiradoaunladocomoundiscodentadodeplata.

—¿Cuántotiempohacequedetuvistealamáquinaquitanieve?—preguntéconvozronca.

—Tal vez cincominutos. Entonces cogí el trapo y lo mojé en aquel cubo.Dennis…,graciasaDiosquehaterminadotodo.

¡Punk!¡Punk!¡Punk!Yoseguíamirandoelplato.Susdientessealargaban.De pronto se alzó sobre el borde y rodó en dirección al coche como una

enormemoneda.Leigh también lo vio. Su rostro se quedó helado. Sus ojos empezaron a

desorbitarse.Suslabiospronunciaronunapalabra.Noperoningúnsonidobrotódeellos.

—Subeamilado—dijeenvozbaja,comosiaquellopudieseoírnos.¿Quiénsabe?Talvezpodía—.Ponteenelasientodelpasajero.Apretaráselaceleradormientrasyopisoelpedaldelembragueconelpiederecho.

—No… —gritó ella, en un susurro sibilante. Su respiración era breve,quejumbrosa—No…,no…

Elcochearruinadotemblabaentodassuspartes.Eralacosamásfantásticaymásterriblequehubiesevistomivida.Temblaba,seestremecíacomounanimalqueestuviesecompletamente…muerto.Elmetalchocabanerviosamentecontraelmetal.Varillasdesujecióntocabanritmosdejazzsobrelosconectores.Mientras

observaba, un pasador doblado que yacía en el suelo se enderezó, dio unoscuantossaltosyfueacaersobrelachatarra.

—Sube—pedí.—No puedo, Dennis —sus labios temblaban sin poderse dominar—. No

puedo…,ya no puedo…Aquel cuerpo…era el del padre deArnie.Nopuedomás,porfavor.

—Tienesquepoder—ledije.Memiró, se volvió asustada hacia los restos obscenamente temblorosos de

aquellaviejarameraquehabíancompartidoLeBayyArnie,ydespuéspasópordelante del morro de Petunia. Un trozo de metal cromado saltó y le arañóprofundamente una pierna. Ella chilló y corrió. Subió a la cabina y se apretócontramí.

—¿Qué…quétengoquehacer?Meabalancéamediasfueradelacabina,sujetándomeeneltecho,yempujé

el pedal del embrague con el pie derecho. El motor de Petunia seguíafuncionando.

—Aprietaelaceleradorynolosueltes—dije—.Paseloquepase.Conduciendo con lamano derecha y sujetándome con la izquierda, solté el

pedal, rodamos hacia delante y nos lanzamos sobre el coche arruinado,aplastándolo,dispersandosuspedazos.Ycreíoírotrogritodefuria.

Leighseapretólacabezaconlasmanos.—¡Nopuedo,Dennis!¡Nopuedohacerlo!¡Está,estágritando!—Tienesquehacerlo—ordené.Supiesehabíalevantadodelaceleradoryahorapudeoírsirenasenlanoche,

subiendoybajandodetono.AgarréaLeighdeunhombroyunaterriblepunzadadedolorsubiópormipierna.

—Nadahacambiado,Leigh.Tienesquehacerlo.—¡Mehagritado!—Senosacabaeltiempoytodavíanohemosterminado.Peroyafaltapoco.—Lointentaré—murmuró,yvolvióapisarelacelerador.Puse marcha atrás. Petunia retrocedió unos seis metros Desembragué de

nuevo,puselaprimera…,yLeighgritódepronto:—¡No,Dennis!¡Nolohagas!¡Mira!Lamadreylaniña,VerónicayRita,estabanplantadasdelantedelaplastadoy

melladobultodeChristine,cogidasdelamanosolemnesytristeslossemblantes.—Noestánahí—dije—.Ysiestuviesen,tendríanquevolveralsitioqueles

corresponde—aumentóeldolordemipiernaytodosevolviógris—.Manténelpieapretado.

Solté el embrague y Petunia rodó de nuevo hacia delante, adquiriendovelocidad.Lasdosfigurasnodesaparecieroncomohacenlosfantasmasenelciney la televisión, semejaron extenderse en todas direcciones palideciendo losbrillantescoloresenvagosrosasyazules…hastadesvanecersedeltodo.

ChocamosdenuevocontraChristine, desparramando loquequedabadeél.Elmetalcrujíaysedesgarraba.

—Noestán—murmuróLeigh—.Nosonreales.Estábien.Estábien,Dennis.Su voz parecía venir de un pasillo lejano y oscuro. Puse marcha atrás y

retrocedimos.Despuésavanzamos.Golpeamosaquello, logolpeamosdenuevo.¿Cuántasveces?No lo sé.Sólo séque logolpeábamosyque, cadavezque lohacíamos,otrapunzadadedolorsubíapormipiernaytodoseoscurecíaunpocomás.

Al finalcé la turbiamiradayviqueelaireexteriorparecíaensangrentado.Peronoerasangre,eraunaluzrojaquesereflejabaenlanievequecaía.Alguienestabagolpeandolapuertadesdefuera.

—¿Esyasuficiente?—mepreguntóLeigh.MiréaChristine,aunqueyanoeraChristine.Eraundesparramadomontón

demetalesrotosyretorcidos,jironesdetapiceríaybrillantestrozosdecristal.—Tienequeserlo—manifesté—.Hazlesentrar,Leigh.Ymientrasellaserelajaba,medesmayédenuevo.Entonces vi una serie de imágenes, confusas, cosas que podía enfocar unos

momentos y, después, palidecían o desaparecían por completo. Recuerdo unacamilla que era sacada de la parte de atrás de una ambulancia, recuerdo quedoblaronsuscostadosyquelaluzfluorescentedeltechoarrancófríosdestellosde sumetal cromado, recuerdoque alguiendijo: «Cortadlo, tenéis que cortarloparaquealmenospodamosverlo»;recuerdoqueotrapersona—supongoqueeraLeigh—dijo:«Nolehagandaño,porfavor,nolehagandañosipuedenevitarlo»,recuerdoeltechodeunaambulancia…,teníaqueserunaambulancia,porqueenlaperiferiademicampovisualhabíasuspendidosdosfrascosdesuero;recuerdounfríoalgodónconantisépticoydespuéselpinchazodeunaaguja.

Despuésdeesto lascosassehicieronsumamenteconfusas;sabía,enlomáshondo de mi cerebro, que no estaba soñando: el dolor lo demostraba y, sinembargo,todoparecíaunsueño.Estabafuertementedrogado,yestocontribuíaenparte a aquella sensación; pero también contribuía el shock. No sonimaginaciones, Jack. Mi madre estaba allí, llorando, en una habitación queparecíadesoladoramenteigualqueladelhospitalenquehabíapasadoyotodoelotoño.DespuésestabaallímipadreencompañíadeldeLeigh,ylossemblantesdeamboserantantensosylúgubresqueparecíanindividualmenteindistinguibles,comohabríapodidodecirFranzKafka.Mipadreseinclinósobremíydijo,conunavozqueparecíauntruenovibrandoentrecapasdealgodón:

—¿CómofueMichaelapararallí,Dennis?Esto era en realidad loquequerían saber: cómoMichaelhabía ido aparar

allí.«¡Oh!—pensé—.Amigosmíos,podríacontarosunascosas.»Entonces,Mr.Cabotdijo:—¿Enquélíometisteamihija,chico?Meparecequelerespondí:—No la metí en ningún lío, sino que fue ella quien los sacó de un lío a

vosotros.Ypiensoquefueunarespuestabastanteinteligente,dadaslascircunstancias,

conlodrogadoqueestabaytodolodemás.Elaineestuvobrevementeallíyparecíasostenerburlonamenteun«Yodel»o

un«Twinkie»oalgoparecidofuerademialcance.YLeighsepresentótambién,sequitóelfinopañuelodenailonymepidióquelevantaseelbrazoparapoderatarloaeste.Peronopudehacerlo,mepesabacomounabarradeplomo.

DespuésestuvoArnie,yestosíqueteníaqueserunsueño.—Gracias,hombre—dijo,yadvertíaterrorizadoqueelcristal izquierdode

susgafasestabaroto.Sucaraeranormal,peroaquelcristalroto…meespantaba—.Gracias.Lohicistemuybien.Ahoramesientomejor.Creoquetodomarcharáperfectamente.

—Notemas,Arnie—dije,otratédedecir,peroélsehabíamarchadoya.El día siguiente —no el 20, sino el domingo, 21 de enero— empecé a

recobrarme un poco.Mi pierna izquierda estaba escayolada y levantada en laantigua y acostumbrada posición, entre pesas y poleas. Sentado al lado de micamayleyendounanovelaenrústicadeJohnD.MacDonald,habíaunhombreal

quenohabíavistonunca.Observóquelemirabaybajóellibro.—Bienvenidoalmundodelosvivos,Dennis—saludócondulzura,cerrando

ellibrodespuésdemarcar,deliberadamente,lapáginaconlatapadeunestuchedecerillas.

Pusoellibrosobresuregazoycruzólasmanossobreél.—¿Esustedmédico?—lepregunté.Desdeluego,noeraeldoctorArroway,quemehabíatratadolaotravez,este

eraveinteañosmásjovenypesabaalmenosveinticincokilosmenosqueaquél.Parecíarudo.

—Inspector de policía del Estado—explicó—.Me llamoRichardMercer,Rick,siloprefieres.

Metendiólamano,yyolatoqué,estirandotorpeycuidadosamenteelbrazo.Nopodíaestrechársela.Ademásmedolíalacabezayteníased.

—Mire —dije—, no me importa hablar con usted y contestar‚ todas suspreguntas, peroquisieraver aunmédico—tragué saliva.Elmemiró, conairepreocupado,ybalbuceé—.Necesitosabersipodrévolveraandar.

—Si loquedice eseArrowayesverdad—repusoMercer—,podrás andardentrodecuatrooseissemanas.Notehasrotodenuevoelhueso,Dennis.Sóloforzastemucho la pierna, segúndijo.Se te hinchó comounamorcilla.Tambiéndijoquehabíastenidosuertedequetesaliesetanbarato.

—¿QuéhasidodeArnie?—lepregunté—ArnieCunningham,¿Sabeusted…?Elhombrepestañeó.—¿Quépasa?—pregunté—¿QuélehapasadoaArnie?—Dennis—dijo,yvaciló—.Nosesieselmomento…—Porfavor.¿Ha…,hamuertoArnie?Mercersuspiró.—Sí, ha muerto. El y su madre sufrieron un accidente en la autopista de

Pensilvania,acausadelanieve.Sifueunaccidente.Traté de hablar y no pude. Señalé la jarra de agua encima de lamesita de

noche,pensandoenlohorriblequeeraestarenunahabitacióndehospitalysaber,exactamente,dóndesehallaba todo.Mercer llenóunvasoymetióenél lapajadoblada.Bebíymesentíunpocomejor.Merefieroamigarganta.Todolodemásnomejoróenabsoluto.

—¿Quéquieredecirconesodesifueunaccidente?

Mercerrespondió:—Ocurrióelviernesporlanoche,ylanievenoeramuyespesa.Elanuncio

de la autopista indicaba piso mojado y visibilidad reducida, y ordenaba laprecaución adecuada.Suponemos, por la fuerza del impacto, que no rodarían amuchomásdesesenta.Elcochegiró,saltósobreladivisoriaychocócontraunremolque.Ibanenlafurgoneta«Volvo»delaseñoraCunningham.Estalló.

Cerrélosojos.—¿Regina?—Muriótambién.Sitesirvedeconsuelo,probablementeno…—Sufrieron —dije terminando la frase—. ¡Mierda! Sufrieron mucho —

ahoguéunsollozo.Mercernodijonada—.Lostres—murmuré—.¡Oh,Jesús,lostres!

—Elconductordelcamiónserompióunbrazo.Nosufriómayordaño.Dijoqueibantrespersonasenelcoche,Dennis.

—¡Tres!—Sí. Y explicó que parecían pelearse —Mercer me miró francamente—.

Estamos estudiando la teoría de que recogieron a un autostopista desaprensivoqueescapódespuésdelaccidenteyantesdequellegasenlosagentes.

«Si conociese a Regina Cunningham, esto le parecería ridículo», pensé.RecogeraunautostopistaeratanimpropiodeellacomopresentarseenpantalóndetrabajoenuntédelaFacultad.ReginaCunninghamteníaideasfijassobreloquesepodíayloquenosepodíahacer.

Ideasdehormigón,podríamosdecir.Había sidoLeBay. Pero la cuestión era que no podía estar en dos sitios al

mismotiempo.Porlovisto,cuandosediocuentadecómoandabanlascosasenelgarajedeDarnell,abandonóaChristineytratódevolverjuntoaArnie.Loqueocurrióentoncesnadiepuedesaberlo.Peroyopresumí—ysigopensándoloahora—queArnieluchócontraél…yconsiguióalmenosunpremio.

—Muerto—dije,yahoranopudecontenerlaslágrimas.Estaba demasiado débil para detenerlas.A fin de cuentas, no había podido

impedirquelematasen.Noestaúltimavez,queeracuandorealmenteimportaba.Talvezhabíasalvadoaotros,peronoaArnie.

—Dimeloquepasó—pidióMercer.Dejóellibrosobrelamesitadenocheyse inclinó hacia delante—. Cuéntame todo lo que sepas, Dennis, desde el

principiohastaelfinal.—¿QuéhadichoLeigh?—lepregunté—¿Ycómoestá?—Pasó la noche del viernes aquí, bajo observación—me dijo Mercer—.

Estabaconmocionadayteníaunaheridaenelcuerocabelludoquerequiriódocepuntosde sutura.Ninguna lesiónen la cara.Afortunadamente.Esunamuchachamuybonita.

—Esmásqueeso—dije—.Eshermosa.—Noquisodecirnada—explicóMercer,yunasonrisaforzadacreoquede

admiración,torciósusemblantehacialaizquierda—.Niamíniasupadre.Esteestá, digamos,muy cabreado con todo este asunto. Ella dijo que eras tú quiendebía decidir lo que había que contar y cuándo debía hacerse —me miróreflexivo—.Porque,dice,erestúquienpusofinalacosa.

—Nofueunagranhazaña—murmuré.Todavía trataba de luchar contra la idea de que Arnie estuviese realmente

muerto.Eraimposible,¿No?HabíamosidojuntosaCampWinnesko,enVermont,cuando teníamosdoceaños,yyomeañoréy ledijeque ibaa telefonear amispadresydecirlesqueviniesenabuscarme.Arnieexplicóque,silohacia,diríaatodoelmundoenelcolegioquelarazóndemiprecipitadavueltaacasaeraquemehabíanpilladocomiendogolosinasenmiliteradespuésdeapagarlaslucesyquemehabíanexpulsado.

Unavezsubimosalomásaltodelárbolquehabíaenelpatiodeatrásdemicasaygrabamosenélnuestrasiniciales.Elsequedabaamenudoadormirenmicasa,yestábamoslevantadoshastamuytardeviendoShrockTheater,acurrucadossobre el sofá y cubiertos con una vieja colcha. Comíamos aquellos bocadillosclandestinos «Wonder Bread». Cuando tenía catorce años, Arnie acudió a mí,asustado y avergonzado, porque tenía sueños libidinosos y pensaba que hacíanquesemeaseenlacama.Peroloquemásrecordabaeranlasgranjasdehormigas.¿Cómo podía estar muerto, después de haber hecho juntos aquellas granjas dehormigas? ¡Jesús!Parecíaqueestohabíapasado sólounaodos semanasatrás.¿Cómopodíaestarmuerto?AbrílabocaparadeciraMercerqueArnienopodíaestar muerto, que aquellas granjas de hormigas hacían que esta idea fueseabsurda.Perovolvíacerrarla.

Nopodíacontarleesto.Elnoeramásqueuntipocomootrocualquiera.«Arnie —pensé—. Bueno, hombre, esto no es verdad ¿Eh? ¡Jesús!, Aún

tenemosmuchascosasquehacer.Todavíanohemos tenidounadoblecitaenelcinealairelibre».

—¿Quépasó?—preguntódenuevoMercer—DímeloDennis.—Nolocreería—repliquéfarfullando.—Quizátesorprenderíaloquesoycapazdecreer—manifestó—.Yquizáte

sorprendería lo que ya sabemos. Un compañero llamado Junkins dirigió lainvestigacióndeestecaso.Lemataronnolejosdeaquí.Eraamigomío.Unbuenamigo.Unasemanaantesdesumuerte,medijoquepensabaquealgoocurríaenLibertyville que nadie podría creer. Entonces le mataron. Para mí, es algopersonal.

Cambiécuidadosamentedeposición.—¿Noledijonadamás?—Me explicó que creía que había descubierto un antiguo asesinato—dijo

Mercer,sinapartarlosojosdelosmíos—.Peroqueimportabapoco,porqueelasesinoestabamuerto.

—LeBay—murmuré,ypenséquesiJunkinssabíaaquello,noeradeextrañarqueChristine le hubiese matado. Porque, si lo sabía, había estado demasiadocercadetodalaverdad.

Mercersiguió:—LeBayfueelnombrequemencionó—seacercómásamí—.Ytediréalgo

más,Dennis:Junkinseraunconductor formidable.Cuandoeramás joven,antesde casarse, solía correr enPhillyPlainsyhabíaganadomásdeunavez.En lacarretera,corríaamásdecientosetentaenun«Dodge»deturismo.Quienquieraquelepersiguiese,ysabemosquealguienlepersiguió,teníaqueserunconductorendiablado.

—Sí—convine—.Loera.—Hevenidoporpropiainiciativa.Heestadoaquídoshoras,esperandoque

tedespertases.Ylanochepasadaestuvehastaquemeecharonapatadas.Nohetraído ningún taquígrafo, ni ninguna cinta magnetofónica, ni ningún micrófono.Cuandohagasunadeclaraciónformal,siesquellegasahacerla,seráotracosa,pero,demomento,sóloesalgoentretúyyo.Tengoquesaberlo.PorqueveoalaesposayaloshijosdeRudyJunkinsdevezencuando.¿Comprendes?

Lopensé.Reflexionédurantelargorato…,casicincominutos.Elpermaneciósentado,sininterrumpirmispensamientos.Alfinasentíconlacabeza.

—Estábien.Peronomecreerá.—Yaloveremos—dijo.Abrílabocasintenerideadeloquesaldríadeella.—El era un perdedor, ¿Sabe? —dije— En todo colegio superior hay al

menos,dosdeellos,comosiloexigieseunaleydelanación.Todoelmundolospisotea. Sólo que a veces…, a veces encuentran algo a lo que agarrarse ysobreviven.Arniemetuvoamí.YdespuéstuvoaChristine.

Lemiré,ysihubiesevistoelmásligeropestañeodedesconfianzaenaquellosojos grises que eran tan turbadores como los de Arnie… bueno, si lo hubiesevisto,creoquehabríacerradoelpicoylehabríadichoquepusieseensuinformeloquelepareciesemásplausibleydijesealoshijosdeRudyJunkinsloquelevinieseengana.Peroselimitóaasentirconlacabeza,mirándomeconatención.

—Sóloqueríaquecomprendieseesto—proseguí,ysemehizounnudoenlagargantaynopudedecirloquetalvezhubiesedebidoañadir:LeighCabotvinodespués.

Bebíunpocomásdeaguayengullíconfuerza.Yhablédurantedoshoras.

Al fin terminé.Sin arrebatos.Agoté, simplemente, el caudal, doliéndome lagarganta de tanto hablar. No le pregunté si me creía, no le pregunté si iba aencerrarmeenunmanicomiooadarmelamedalladelosembusteros.Sabíaquecreía buena parte de ello, porque coincidía demasiado con lo que él sabía. Encuantoalodemás—ChristineyLeBay,yelpasadoalargandolasmanoshaciaelpresente—, no sabía lo que en realidad pensaba. Ni lo sé siquiera hoy.Realmente,nolosé.

Sehizounbrevesilencioentrenosotros.Alfinsediounaspalmadasenlosmuslosyselevantó.

—Bueno—manifestó—.Lostuyosdebendeestaresperandoparavisitarte.—Probablemente,si.Sacólacarteraymeentregóunablancatarjetitadevisita,consunombreysu

númerodeteléfono.—Generalmentemeencontraréisaquí,sinoestoy,alguienmedaráelrecado.

Cuando vuelvas a hablar con Leigh Cabot, ¿Querrás decirle lo que me hascontadoypedirlequesepongaalhablaconmigo?

—Loharé,silodesea.—¿Confirmarátuversión?Memiróconfijeza.—Sí.—Tediréunacosa,Dennis—musitó—.Simientes,lohacessinsaberlo.Semarchó.Sóloleviotravez,yfueenlastriplesexequiasdeArnieydesus

padres. Los periódicos informaron de la trágica y fantástica historia: el padremuerto en un accidente de tráfico mientras la madre y el hijo morían en laautopistadePensilvania.PaulHarveyloincluyóensuprograma.

NadasedijosobrelaestanciadeChristineenelgarajedeDarnell.

Mi familia acudió a visitarme aquella noche, y entonces me sentía ya mástranquilo,debido,enparte,segúncreía,ahaberdescargadomipechoconMercer(era lo que mis profesores de psicología del colegio llamaban «un forasterointeresado»,conlosquesiempreresultamásfácilhablar).PeromiactualmaneradesentirsedebíasobretodoaunarápidavisitadeldoctorArrowayaúltimahorade la tarde. Se mostró destemplado e irascible conmigo, sugiriendo que lapróximavezselimitaríaaagarrarunasierraycortarmelamalditapierna,conloquenosahorraríamosmuchaspenasyfatigas…Perotambiénmedijo(creoquearegañadientes)quenohabíasufridoningúndañoirreparable,segúncreía.AñadióquenohabíanmejoradomisprobabilidadesdecorrerenelmaratóndeBoston,ysefue.

Lavisitadelafamiliafue,pues,bastantealegre,graciassobre todoaEllie,quecharlóporloscodosacercadeuninminentecataclismo:suPrimeraCita.Unrapazgranujientoycabezota, llamadoBrandonHurling, lahabía invitadoa irapatinar.Papálesllevaríaenelcoche.¡Quéfrescura!

Mimadre ymi padre terciaron en la conversación, peromamá no dejó delanzaransiosasmiradasderecordatorioapapá,yestesequedócuandomamásehubollevadoaElaine.

—¿Quépasó?—mepreguntó—Leigh le contó a supadreuna locahistoriasobreautomóvilesquemarchabansolosyniñasqueestabanmuertasynoséquéotrasbarbaridades.Elhombreseencuentrafueradesi.

Asentícon lacabeza.Estabacansado,peronoqueríaqueLeigh tuvieseque

aguantarlasdiatribasdesuspadres,oqueestoslatuviesenporlocaoembustera.SiellaibaaavalarmedelantedeMercer,yolaavalaríadelantedesupadreydesumadre.

—Estábien—dije—.Esunalargahistoria.¿QuieresenviaramamáyaEllieatomarunrefrescooalgoparecido?Oquizápodríasdecirlesquefuesenalcine.

—¿Tanlargaes?—Sí.Tanlarga.Memiróconojosinquietos.—Estábien—dijo.Pocodespués,contémihistoriaporsegundavez.Ahora,alescribirla,es la

tercera.Ylaterceravaleportodas,segúndicen.Descansaenpaz,Arnie.Tequiero,hombre.

EPÍLOGOSupongoquesiestofueseunrelatoinventado, lo terminaríadiciendoqueel

caballerode lapierna rotadelgarajedeDarnell cortejóyconquistóa labelladama…,ladelpañuelorosadenailonylosarrogantespómulosnórdicos.Peronosucedióasí.LeighCabotesahoraLeighAckerman,viveenTaos,NuevoMéxico,casada con un representante de «IBM». Vende «Amway» en sus ratos libres.Tienedoshijaspequeñas,gemelas,porloquesupongoquesusratoslibresnosonmuchos.Sigoenciertomodosusandanzas,miafectoporladamanoseextinguiónunca,enrealidad.IntercambiamospostalesporNavidadylemandounatarjetaeldíadesucumpleaños,porqueellanuncaseolvidadelmío.Estascosas.Hayvecesenquemeparecequehanpasadomuchomásdecuatroaños.

¿Quénosocurrió?Enrealidad,nolosé.Salimosjuntosdosaños,dormimosjuntos (satisfactoriamente), estudiamos juntos (en «Drew») y fuimos buenosamigos. Su padre guardó secreto sobre nuestra loca historia después de que elmíohubiesehabladoconél,aunquesiemprememiró,despuésdeaquello,comoauna persona dudosa. Creo que tanto él como la señora Cabot se sintieronaliviadoscuandoLeighyyoemprendimoscaminosseparados.

Pude sentir cuándo empezamos a distanciarnos, y me dolió…, me doliómucho. La añoraba como se añoran las sustancias de las que uno ha llegado adepender físicamente… los caramelos, el tabaco, la «Coca-Cola».Llevabaunaantorchaencendidaparaella,pero temoque la llevabapensandodemasiadoenmí,ylaapaguéconunaprisacasidescarada.

Y creo saber lo que pasó. Lo que ocurrió aquella noche en el garaje deDarnellfueunsecretoentrenosotrosy,desdeluego,losamantesnecesitantener

algúnsecreto…peroesteeramalode tener.Eraalgo fríoyantinaturalunacosaqueolíaalocurayaalgopeor,olíaatumba.

Había noches en que después de amarnos, yacíamos juntos en la cama,desnudos,pegadoslosvientres,yunacosaseinterponíaentrenosotros:lacaradeRoland D. LeBay. Yo besaba la boca de Leigh o sus senos o su vientre, concreciente pasión, y de pronto sentía la voz de él: «Es el olor más bueno delmundo…salvoeldelcoño.»Ymequedabahelado,convertidaenhumoycenizamipasión.

Habíaveces,bienlosabeDios,enquepodíaverlotambiénensucara.Losamantesnosiempreviveneternamente felices, inclusocuandohanhecho loqueparecía justo a la medida de sus posibilidades. Aunque tardé cuatro años enaprenderlo.

Asípues,nosseparamos.Unsecretonecesitadoscarasparasaltarentreellas,unsecretonecesitamirarseenotropardeojos.Yaunqueyolaamaba,todoslosbesostodas lasexpresionesdeamor, todos lospaseosdelbrazoentre lashojascaídas de octubre…, ninguna de estas cosas podía compararse con el actomagníficamentesencillodeatarsupañueloalrededordemibrazo.

Leigh abandonó laUniversidad para casarse, y fue el adiós a «Drew»y elholaaTaos.Fui a suboda sin sentirgrandesescrúpulos.El eraunbuenchico.Conducíaun«HondaCivic».Aquínohabíaproblema.

Notuvequepreocuparmeporingresarenelequipoderugby.«Drew»notienesiquieraequipoderugby.Encompensación,hiceunaclaseextracadasemestreyasistí a laescueladeveranodurantedosaños, aprovechandoel tiempoque,enotrascircunstancias,habríapasadosudandobajoelsoldeagostoyejercitándomeenlosplacajesconmuñecos.Comoresultadodeello,megraduémuypronto,enrealidad,tressemestresantesdelocorriente.

Simeviesenustedesporlacalle,noadvertiríanningunaseñaldecojera,perosianduviesenconmigounosochokilómetros(hagoalmenostresmillastodoslosdíascomocosanormal,yaquesigoobservandoestaterapéuticafísica),sedaríancuentadequemeapoyounpocomássobrelapiernaderecha.

Lapiernaizquierdameduelelosdíaslluviosos,ylasnochesdenieve.Yaveces,cuandotengopesadillas—ahoranotanfrecuentes—,medespierto

sudando y apretando con las manos aquella pierna, donde todavía subsiste unbulto duro de carne sobre la rodilla. Pero todos mis temores sobre sillas deruedas,aparatosortopédicosysuelasgruesasresultaron,afortunadamente,vanos.Y,endefinitiva,nuncahabíasidounfanáticodelrugby.

Michael,ReginayArnieCunninghamfueronenterradosenunatumbafamiliaren el cementerio de LibertyvilleHeights, y sólo asistieron losmiembros de lafamilia: parientesdeReginavenidosdeLigonier, algunosparientesdeMichaelllegadosdeNewHampshireydeNuevaYork,yunospocosmás.

El entierro se celebró cinco días después de aquella infernal escena en elgaraje.Cerrarontodoslosataúdes.Yelmerohechodeveraquellastrescajasdemadera alineadas como soldados sobre el triple túmulo cayó sobremi corazóncomounapaladadetierrafría.Elrecuerdodelasgranjasdehormigasnadapodíacontraelmudotestimoniodeaquellascajas.Lloréunpoco.

Despuésmedeslicé a lo largodel pasillo endirección a ellasy apoyéunamanoinseguraenladelcentro,sinsabersieraonoladeArnie,ysinimportarmedemasiado.Permanecídeestemododuranteunrato,gachalacabeza,yentoncesdijounavozdetrásdemí:

—¿Quieresveniralasacristía,Dennis?Volvílacabeza.EraMercer,atildadoyformalensutrajeoscurodelana.—Claro—repliqué—.Démesólounpardesegundos.—Muybien.Vaciléydespuésseguí:—LosperiódicosdicenqueMichaelfuemuertoensucasa.Queelcochele

pasóporencimaalresbalarélenelhielooalgoparecido.—Sí—replicóél.—¿Dioustedestaversión?Mercervaciló.—Esto simplifica las cosas —Miró hacia donde se hallaba Leigh con mi

familia.Ellahablabaconmimadreperomirabaenmidirección—.Bonitachica—comentó,repitiendoloquemehabíadichoenelhospital.

—Algúndíamecasaréconella—leconfesé.—Nomesorprenderíaque lohicieses—respondióMercer—.¿Tehadicho

alguienalgunavezquetieneslaspelotasdeuntigre?—CreoquemelodijoelentrenadorPuffer—convine—.Unavez.

Seechóareír.—¿Nosvamos,Dennis?Hasestadoaquídemasiadotiempo.Nopiensesmás.—Esmásfácildecirloquehacerlo.Asintióconlacabeza.—Sí.Supongoquesi.—¿Quieredecirmeunacosa?Tengoquesaberla.—Loharé,sipuedo.—¿Qué hizo…? —tuve que interrumpirme y carraspear— ¿Qué hizo con

los…,lospedazos?—Cuidé personalmente de esto —explicó Mercer. Su voz era ligera, casi

burlona,perosurostroestabamuy,muyserio—.HicequedoscompañerosdelapolicíalocalllevasentodasaquellaspiezasalamáquinaaplastadoradelapartedeatrásdelgarajedeDarnell.Deellassalióunpequeñocubodeestetamaño.—mantuvolasmanosconunmetrodeseparación—Unodeellossehizouncorteprofundo.Tuvieronquedarlevariospuntosdesutura.

Mercersonriódepronto,yfuelasonrisamásamargaymásfríaquehevistoenmivida.

—Dijoqueaquellolehabíamordido.Entoncesmeempujóporelpasillohastaelsitiodondemifamiliaymichica

meesperaban.

Estaesmihistoria.Apartedelossueños.Ahoratengocuatroañosmás,ylacaradeArniesehahechoborrosaparamí,

como una fotografía amarillenta de un álbum antiguo.Nunca habría creído queaquello pudiese ocurrir, pero ocurrió. Salí de ello, hice de alguna manera latransición de la adolescencia al estado adulto, sea este lo que fuere, tengo untítulouniversitariocuyatintacasisehasecado,yheestadoenseñandoHistoriaalosmásjóvenes.Empecéelañopasado,ydosdemisprimerosalumnos—ambosdeltipoBuddyRepperton—eranmayoresqueyo.Sigosoltero,perohayalgunasdamasinteresantesenmivida,yapenaspiensoyaenArnie.

Salvoenmissueños.Lossueñosnoson laúnicarazóndequerelate todoesto—hayotraque les

dirédentrodeunmomento—,peromentiríasidijesequelossueñosnotuvieron

mucho que ver con aquella razón. Quizás es un esfuerzo por abrir la herida ylimpiarla.Otalvezesquenosoylobastantericoparairaunpsiquiatra.

Enunodemissueñosmeveodenuevoenlaceremoniadelentierro.Lostresataúdesestánsobreeltripletúmulo,perolaiglesiaestávacíasalvopormí.Enelsueñovuelvoausarmuletasy estoyplantadoen el extremodelpasillo central,juntoydeespaldasalapuerta.Noquieroavanzar,perolasmuletasmeempujan,moviéndoseporsísolas.Tocoelataúddeenmedio.Seabreamicontacto,ynoyaceArnieensuinterior,sinoRolandD.LeBay,cadáverputrefactovestidoconuniformedelEjército.

Mientrasmeenvuelveelpegajosoolor apodredumbre, el cadáver abre losojos, lasmanoscorrompidas,negrasyviscosasyconexcrecenciasfungosas,sealzan y agarran mi camisa antes de que pueda echarme atrás, y el cuerpo selevanta hasta que su furiosa y apestosa cara está sólo a unos centímetros de lamía.Yempiezaagraznarunayotravez:«Nopuedessuperareseolor,¿Verdad?Nada huele tan bien…, salvo el coño…, salvo el coño…, salvo el coño…»Quierogritarperonopuedo,porquelasmanosdeLeBaysehancerradoenunahorribleyapretadaargollaalrededordemicuello.

Enelotrosueño—yesteespeorenciertomodo—,heterminadounaclaseounavigilanciaenlasaladeestudiodelaescuelasuperiorparajóvenesenNorton,dondeenseño.Metomislibrosymispapelesenlacarteraysalgodelaestanciahacialaclasesiguiente.Yallí,enelpasillo,embutidoentrelosgrisesarmariosadosadosalasparedes,estáChristine,nuevoyresplandeciente,reposandosobrecuatroflamantesyblancosneumáticos,conunaVictoriaAladademetalcromadosobreelradiador,inclinadaenmidirección.Elcocheestávacío,peroelmotorseenciende y se apaga…, se enciende y se apaga…, se enciende y se apaga. Enalgunossueños,lavozdelaradioesladeRichieValens,muertohacetiempoenun accidente de aviación conBuddyHolly y J. P. Richardson, TheBigBoper.Richie canta a gritos «La bamba», con ritmo latino, y, al lanzarse de prontoChristine sobre mí, dejando marcas de caucho sobre el suelo del pasillo yarrancandolaspuertasdelosarmariosconsustiradoresaambosladosdeaquél,veo un escudo en su parte delantera: una burlona calavera blanca sobre camponegro. Impresa sobre la calavera figura la leyenda: EL ROCK AND ROLLNUNCAMORIRA.

Entoncesmedespierto,avecesgritandoysiempreagarrándomelapierna.

Pero ahora sueño menos. Según algo que leí en una de mis clases dePsicología—asistí amuchas de ellas tal vez esperando entender cosas que nopuedocomprender—, laspersonassueñanmenosamedidaquesehacenviejas.Creoqueprontoestarébien.EnlasúltimasvacacionesdeNavidad,cuandoenviéa Leigh la tarjeta anual, añadí una línea a mi acostumbrada nota en el dorso.Debajodelafirmagarabateé,cediendoaunimpulso:«¿Haspodidovencerlo?»Cerréelsobreyloechéalcorreoantesdequepudiesecambiardeidea.Recibíuna postal de respuesta un mes más tarde. Se veía en ella el Centro de ArteDramáticodeTaos.Eneldorso,midirecciónyunasolalínea:

«Sihepodidovencer,¿Qué?L.»Creo que, de algunamanera, siempre encontramos las cosas que hemos de

saber.Aproximadamente al mismo tiempo—parece como si mis ideas volviesen

másamenudosobreestoenlosdíasdeNavidad—,enviéunanotaaRickMercer,porqueeraalgoquecadavezmeroíamáspordentro.LepreguntabaquéhabíasidodelbloquedemetalenquesehabíaconvertidoChristine.

Norecibírespuesta.Peroeltiempomeestáenseñandoavencertambiénestacuestión.Cadavezpiensomenosenello.Palabra.

Con esto he llegado al final de todo el asunto, recogidos en unmontón dehojastodoslosviejosrecuerdosylasviejaspesadillas.Prontolasmeteréenunacarpeta,introduciréestaenmiarchivador,locerraréyseráelfin.

Perolesdijequehabíaalgomás,¿No?Otrarazónparaescribirlotodo.Suobstinadadeterminación.Sufuriaimplacable.Loleíenelperiódicohacepocassemanas:Nounanoticiatransmitidaporla

«A.P.» porque era chocante, según creo. Sé honrado, Guilder, y voy a serlo,porquemepareceestaroyendoaArniecuandome lodijo.Fueesteartículo loquemeimpulsó,másquetodoslossueñosylosviejosrecuerdos.

La noticia se refería a un muchacho llamado Sander Galton, cuyo apodo,segúncabíapresumirlógicamente,debiódehabersidoSandy.

EltalSanderGaltonresultómuertoenCalifornia,cuandotrabajabaenuncinealairelibredeLosAngeles.Porlovistoestabasolo,cerrandoelrecintodespués

determinarlapelículadelanoche.Seencontrabaenelsnack-bar.Unautomóvilderribó una de las paredes, aplastó el mostrador, destruyó la máquina depalomitas demaíz y se le echó encima cuando trataba de abrir la puerta de lacabinadeproyección.Lapolicíasupoqueestabahaciendoestocuandoelcocheleatropelló,porqueencontrólallaveensumano.Leíaquelartículo,encabezadoconestetitular:EXTRAÑOASESINATOPORUNCOCHEENLOSANGELES,y pensé en la última cosa que me había dicho Mercer: «Dijo que le habíamordido.»

Desdeluegoesimposible,perotodofueimposibledesdeelprincipio.

SigopensandoenGeorgeLeBay,queestáenOhio.Ensuhermana,queestáenColorado.EnLeigh,queestáenNuevoMéxico.¿Ysihubieseempezadodenuevo?¿YsiavanzasehaciaelEste,paraterminarsuobra?¿Reservándomeamíparaelfinal?

Suobstinadadeterminación.Sufuriaimplacable.

FIN

StephenKingeselmaestroindiscutibledelanarrativadeterrorcontemporánea,conmásdetreintalibrospublicados.En2003fuegalardonadoconlaMedalladelaNationalBookFoundationporsucontribuciónalasletrasestadounidenses,yen 2007 recibió el Grand Master Award, que otorga la asociación MysteryWritersofAmerica.EntresustítulosmáscélebrescabedestacarElmisteriodeSalem’sLot,El resplandor,La zonamuerta,Ojos de fuego, It,Maleficio,LamillaverdeylassietenovelasquecomponenelcicloLaTorreOscura.SuúltimolibropublicadoennuestroidiomaesTodooscurosinestrellas.

Notas

[1]PersonajedelcuentoAChristmasCarol,deCharlesDickens.(N.delT.)<<

[2]AlusiónallibroElhorrorvuelveaAmityville(N.delT.)<<