La página viva El tirador galante - Revista de la … · temen te ofreció la mano a su querida,...

1
100 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO Cuando en coche atravesaban el bosque or- denó detenerse cerca de una barraca de tiro y dijo que sería agradable hacer unos cuantos disparos para matar el tiempo. ¿Acaso matar el tiempo no es la ocupación más ordinaria, la más legítima para cualquiera? Y galan- temente ofreció la mano a su querida, deli- ciosa y execrable esposa, a esa misteriosa mujer a la cual debe tantos placeres, tantos dolores y quizá también una parte de su genio. Algunas balas dieron fuera del blanco y una se hundió en el cielorraso de tablas. Y como la encantadora criatura reía como loca, mofándose de la torpeza de su esposo, éste se volvió bruscamente hacia ella y le dijo: —Mira allí, a la derecha, esa muñeca que alza la nariz con un gesto tan altanero. Y bien, mi ángel querido, estoy imaginando que eres tú. Entrecerró los ojos, apuntó y accionó el ga- tillo. La muñeca fue limpiamente decapitada. Entonces, inclinándose hacia su querida, su deliciosa, su execrable esposa, su inevita- ble e implacable musa, añadió tras galanta- mente besarle la mano: —¡Ah, ángel mío, cuánto te agradezco mi buena puntería! Charles Baudelaire, Le spleen de Paris. Versión de J. de la C. * * * Charles Baudelaire dudó entre por lo me- nos cuatro títulos: Poèmes nocturnes, Petits poèmes en prose, La lueur et la fumée, Le spleen de Paris, antes de elegir este último para un libro que no llegaría a ver editado y en el que había reunido cincuenta textos publicados durante diez años de periodis- mo literario en La presse y L’artiste, y en el que intentaba, dice en el prólogo, “el mila- gro de una prosa poética, musical, sin rit- mo ni rima, lo suficientemente flexible para adaptarse a los movimientos líricos del al- ma, a las ondulaciones de la ensoñación, a los sobresaltos de la conciencia”. Finalmen- te eligió el cuarto de los títulos arriba men- cionados, pero las ediciones en español sue- len preferir el segundo, Pequeños poemas en prosa, que designa con precisión de qué clase de nueva escritura se trata. En ellos el autor de Les fleurs du mal, bautizando un tipo de textos ya existentes desde quizá los comienzos de la literatura, aunque frecuen- temente sin forma específica y como frag- mentos de obras de cualesquiera géneros, inventaba, en cierto modo, el género del poema en prosa. Imitando, según confe- sión suya, el Gaspard de la nuit, pero pin- tando “la vida moderna” y muy urbana, la de París en la segunda mitad del siglo XIX, en lugar de “la vida antigua”, la de una pro- vinciana y pintoresca ciudad, Dijon, pin- tada por Aloysius Bertrand en su hermoso y solitario libro. Son de muy diversa índole esos textos de El spleen de París: van desde el ensayo lírico y la divagación filosofante a la confe- sión íntima o a la anéctota narrada en un formato prosístico como el del hoy llama- do minicuento. Y un perfecto minicuento es esta irónica narración acerca del “tirador galante” en el que se descubre una faceta poco percibida, poco comentada del genio baudelairiano: su humour noir, su “humo- rismo negro” en pequeños textos inquie- tantes que, precedidos por algunos de Swift, Sade, Lichtenberg, De Quincey o Pétrus Borel, se continuarían, bajo formas narra- tivas precisas o no, en las obras de Villiers de L’Isle-Adam, de Charles Cros, de Ambrose Bierce, de Mark Twain o de Alberto Savinio y otros, e incluso se degradarían en la cha- bacana boga de los “chistes crueles” reite- rados en fatigantes sobremesas y tertulias de mediados del siglo XX. Que yo sepa, Baudelaire “brilla por su ausencia” en las dos acaso más famosas an- tologías de humor negro y de minicuen- tos. No está en la quizá fundadora Antho- logie de l’humour noir de André Breton, quien no desdeñó recoger —e hizo bien— textos de autores menores y de segundo pla- no como Pétrus Borel, Xavier Forneret, Alphonse Allais, etcétera; y no está entre los Cuentos breves y extraordinarios, de Bor- ges y Bioy Casares, que incluyen muy bre- ves trozos de prosa más o menos imagina- tiva tomados de muy diversas fuentes, no siempre de índole literaria, o bien inventa- dos por los mismos antólogos y amparados con un ficticio ficherío bibliográfico. Pero “Le tireur galant” es una sutil “brevería” na- rrativa, un minicuento de humor negro que vive en el mero trazo de la anécdota y nos deja entrever la sonrisa lateral de Baudelaire, el dandy dizque “satánico” pero sobre to- do “humano, demasiado humano” (puesto que irónico). La página viva El tirador galante José de la Colina Charles Baudelaire por Émile Deroy, 1844

Transcript of La página viva El tirador galante - Revista de la … · temen te ofreció la mano a su querida,...

100 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO

Cuando en coche atravesaban el bosque or -de nó detenerse cerca de una barraca de tiro ydijo que sería agradable hacer unos cuantosdisparos para matar el tiempo. ¿Acaso matarel tiempo no es la ocupación más ordinaria,la más legítima para cualquiera? Y ga lan -temen te ofreció la mano a su querida, deli-ciosa y execrable esposa, a esa misteriosa mujera la cual debe tantos placeres, tantos doloresy qui zá también una parte de su genio.

Algunas balas dieron fuera del blanco yuna se hundió en el cielorraso de tablas. Ycomo la encantadora criatura reía como loca,mofán dose de la torpeza de su esposo, éste sevolvió bruscamente hacia ella y le dijo:

—Mira allí, a la derecha, esa muñeca quealza la nariz con un gesto tan altanero. Ybien, mi ángel querido, estoy imaginandoque eres tú.

Entrecerró los ojos, apuntó y accionó el ga - tillo. La muñeca fue limpiamente decapitada.

Entonces, inclinándose hacia su querida,su deliciosa, su execrable esposa, su inevita-ble e implacable musa, añadió tras galanta-mente besarle la mano:

—¡Ah, ángel mío, cuánto te agradezco mibuena puntería!

Charles Baudelaire, Le spleen de Paris.Versión de J. de la C.

* * *

Charles Baudelaire dudó entre por lo me -nos cuatro títulos: Poèmes nocturnes, Petitspoèmes en prose, La lueur et la fumée, Lespleen de Paris, antes de elegir este últimopara un libro que no llegaría a ver editadoy en el que había reunido cincuenta textospublicados durante diez años de periodis-mo literario en La presse y L’artiste, y en elque intentaba, dice en el prólogo, “el mila-

gro de una prosa poética, musical, sin rit -mo ni rima, lo suficientemente flexible paraadaptarse a los movimientos líricos del al -ma, a las ondulaciones de la ensoñación, alos sobresaltos de la conciencia”. Finalmen -te eligió el cuarto de los títulos arriba men -cionados, pero las ediciones en español sue -len preferir el segundo, Pequeños poe masen prosa, que designa con precisión de quéclase de nueva escritura se trata. En ellos elautor de Les fleurs du mal, bautizando untipo de textos ya existentes desde quizá loscomienzos de la literatura, aunque frecuen - temente sin forma específica y como frag-mentos de obras de cualesquiera géneros,inventaba, en cierto modo, el género delpoema en prosa. Imitando, según confe-sión suya, el Gaspard de la nuit, pero pin-tando “la vida moderna” y muy urbana, lade París en la segunda mitad del siglo XIX,en lugar de “la vida antigua”, la de una pro - vinciana y pintoresca ciudad, Dijon, pin-tada por Aloysius Bertrand en su hermosoy solitario libro.

Son de muy diversa índole esos textosde El spleen de París: van desde el ensayo

lírico y la divagación filosofante a la confe-sión íntima o a la anéctota narrada en unformato prosístico como el del hoy llama-do minicuento. Y un perfecto minicuentoes esta irónica narración acerca del “tiradorgalante” en el que se descubre una facetapoco percibida, poco comentada del geniobaudelairiano: su humour noir, su “humo-rismo negro” en pequeños textos inquie-tantes que, precedidos por algunos de Swift,Sade, Lichtenberg, De Quincey o PétrusBorel, se continuarían, bajo formas narra-tivas precisas o no, en las obras de Villiers deL’Isle-Adam, de Charles Cros, de AmbroseBierce, de Mark Twain o de Alberto Savinioy otros, e incluso se degradarían en la cha-bacana boga de los “chistes crueles” reite-rados en fatigantes sobremesas y tertuliasde mediados del siglo XX.

Que yo sepa, Baudelaire “brilla por suausencia” en las dos acaso más famosas an -tologías de humor negro y de minicuen-tos. No está en la quizá fundadora Antho-logie de l’humour noir de André Breton,quien no desdeñó recoger —e hizo bien—textos de autores menores y de segundo pla -no como Pétrus Borel, Xavier Forneret,Alphonse Allais, etcétera; y no está entrelos Cuentos breves y extraordinarios, de Bor -ges y Bioy Casares, que incluyen muy bre-ves trozos de prosa más o menos imagina-tiva tomados de muy diversas fuentes, nosiempre de índole literaria, o bien inventa-dos por los mismos antólogos y amparadoscon un ficticio ficherío bibliográfico. Pero“Le tireur galant” es una sutil “brevería” na -rrativa, un minicuento de humor negro quevive en el mero trazo de la anécdota y nosdeja entrever la sonrisa lateral de Baudelaire,el dandy dizque “satánico” pero sobre to -do “humano, demasiado humano” (puestoque irónico).

La página vivaEl tirador galanteJosé de la Colina

Charles Baudelaire por Émile Deroy, 1844