La palabra mítica y su traducción - cvc.cervantes.es · de los mecanismos subyacentes en el...

12
MARÍA JOSÉ RODRIGO MORA Università di Bologna La palabra mítica y su traducción La cuestión del mito ocupa un lugar periférico tanto en los estudios específicos de traductología como en los manuales que suelen consultar en las facultades universitarias los futuros profesionales. Sin embargo, paradóji- camente, desde los albores no tan lejanos de la reflexión sistemática acerca de los mecanismos subyacentes en el trasvase de la materia verbal de una len- gua a otra, el problema de la transferencia cultural por un lado, y el de la equivalencia lingüística por otro, han hecho correr ríos de tinta. En la tra- ducción de la palabra mítica coinciden ambos factores, puesto que si el mito desde un punto de vista ontològico es la síntesis de creencias que son patri- monio de un grupo social bien determinado, desde una perspectiva expresi- va le es suficiente una sola palabra para manifestarse. Pero, ¿qué entidad detenta en la actualidad el mito y con qué frecuencia e importancia impreg- na los textos susceptibles de traducirse? Uno de los máximos mitólogos, Jean-Pierre Vernant, ubica en el perio- do de entreguerras el momento crucial para el estudio y la moderna concep- ción del mito, afirmando que fue entonces cuando las diferentes ramas del saber humanístico comenzaron a tomárselo en serio y aceptarlo como una dimensión insoslayable de la experiencia humana. El mito dejó de ser per- cibido como un absurdo, como una pervertida desviación metafórica enquis- tada en el natural devenir del uso de la lengua, y pasó a ser considerado una especie de desafío a la lógica científica '. También George Steiner ve en la nueva vitalidad del mito que se viene dando a lo largo de todo el presente 1 J.-P. Vernant, Mito e società nell'antica Grecia, Torino, Einaudi, 1981, pp. 217 y 225. En este mismo ensayo el autor describe con minuciosidad la fractura entre el término griego mythos, que en la época homérica designaba la palabra pronunciada, y logos que se refería a las diferentes formas de decir. Con el paso de la tradición oral a la literatura escri-

Transcript of La palabra mítica y su traducción - cvc.cervantes.es · de los mecanismos subyacentes en el...

MARÍA JOSÉ RODRIGO MORA

Università di Bologna

La palabra mítica y su traducción

La cuestión del mito ocupa un lugar periférico tanto en los estudiosespecíficos de traductología como en los manuales que suelen consultar enlas facultades universitarias los futuros profesionales. Sin embargo, paradóji-camente, desde los albores no tan lejanos de la reflexión sistemática acercade los mecanismos subyacentes en el trasvase de la materia verbal de una len-gua a otra, el problema de la transferencia cultural por un lado, y el de laequivalencia lingüística por otro, han hecho correr ríos de tinta. En la tra-ducción de la palabra mítica coinciden ambos factores, puesto que si el mitodesde un punto de vista ontològico es la síntesis de creencias que son patri-monio de un grupo social bien determinado, desde una perspectiva expresi-va le es suficiente una sola palabra para manifestarse. Pero, ¿qué entidaddetenta en la actualidad el mito y con qué frecuencia e importancia impreg-na los textos susceptibles de traducirse?

Uno de los máximos mitólogos, Jean-Pierre Vernant, ubica en el perio-do de entreguerras el momento crucial para el estudio y la moderna concep-ción del mito, afirmando que fue entonces cuando las diferentes ramas delsaber humanístico comenzaron a tomárselo en serio y aceptarlo como unadimensión insoslayable de la experiencia humana. El mito dejó de ser per-cibido como un absurdo, como una pervertida desviación metafórica enquis-tada en el natural devenir del uso de la lengua, y pasó a ser considerado unaespecie de desafío a la lógica científica '. También George Steiner ve en lanueva vitalidad del mito que se viene dando a lo largo de todo el presente

1 J.-P. Vernant, Mito e società nell'antica Grecia, Torino, Einaudi, 1981, pp. 217 y225. En este mismo ensayo el autor describe con minuciosidad la fractura entre el términogriego mythos, que en la época homérica designaba la palabra pronunciada, y logos que serefería a las diferentes formas de decir. Con el paso de la tradición oral a la literatura escri-

82 María José Rodrigo Mora

siglo, un síntoma de la resistencia a aquellas teorías lingüísticas para las quela innovación desenfrenada es un axioma2. En los dos casos, tanto para elespecialista en los orígenes grecolatinos de la civilización occidental, comoen opinión del estudioso de la relación entre lenguaje y traducción, la vigen-cia del mito se asienta en un presupuesto polémico, su función sería la deobstaculizar la pérdida de los vestigios de la tradición cultural en la sociedadpostindustrial.

Cabe preguntarse entonces, en primer lugar, para encuadrar debida-mente el problema dentro de la traductología, si dicha labor de salvaguardiade estadios lingüísticos y culturales anteriores se manifiesta de forma exclu-siva, o preponderante, en las reelaboraciones de la tradición que con inter-mitencia aparecen en los textos literarios, o bien al contrario, el recurso a lapalabra mítica es una constante que afecta a las distintas tipologías en las quese manifiesta la comunicación verbal humana dentro de una comunidadconcreta.

No es necesario remontarse a épocas lejanas para detectar en el ámbitopoético de la lengua española un creciente interés por el tema, baste recor-dar a los novísimos y su exaltación, hasta transformarlos en estereotipos, delos mitos clásicos y decadentistas, o la difuminada apelación de algunos poe-tas de la última generación a presupuestos genuinamente enraizados en losestratos más profundos de la cultura hispánica. Es significativo, sin duda,que en un lapso de tiempo breve, desde los años sesenta hasta hoy, la poesíaespañola haya mostrado los dos aspectos sobresalientes del pensamientomítico contemporáneo: el esteticista, y en consecuencia conscientementecríptico, y el antropológico, cuya finalidad sería proponer un terreno comúnpara facilitar la recepción del mensaje poético3. Luego, si en el campo másexperimental de la lengua podemos verificar la presencia del mito, confi-

ta, y con el desarrollo de la filosofía, en la esfera semántica de mythos empezaron a prevale-cer los rasgos de irracionalidad, ficción y sacralidad, pp. 193-215.

2 G. Steiner, Dopo Babele. Il linguaggio e la traduzione. Firenze, Sansoni, 1984, pp.456-57.

3 Aludo, por un lado, a toda la mitología veneciana novísima esteticista cuya prime-ra manifestación fue "Oda a Vanecia ante el mar de los teatros" (Arde el mar, 1966) de PereGimferrer, y por otro, al rechazo implícito de instancias mitológicas ajenas a la tradición líri-ca española que se deriva de las declaraciones de García Montero en L. García Montero yA. Muñoz Molina, ¿Por qué no es útil la literatura?, Madrid, Hiperión, 1993.

La palabra mítica y su traducción 83

riendo por ahora toda la amplitud de significado a dicha palabra, es posiblesuponer, si se da por supuesto que el sentido de la obra literaria se constituyetambién a través de la recepción por parte del lector, que el fenómeno apa-rezca además en el registro estándar, en especial en su manifestación escrita,que es la que nos interesa para la traducción.

En efecto, en uno de los manuales más consultados, tanto en Italiacomo en España, Newmark después de admitir la existencia de "palabrasconvertidas en mitos", en símbolos de intraducibilidad y de conciencia cul-tural, aconseja el uso del análisis componencial no ya para llegar a la indivi-dualización de un término equivalente en la lengua de llegada, sino paraaportar, dentro del texto traducido, una explicación de las diferenciaspragmáticas, por medio de una nota o de una compensación.

Newmark tras señalar la imposibilidad de traslación de términos comotauromaquia o pasta, ejemplifica las diferentes concepciones culturales deuna palabra comparando las definiciones antagónicas de capitalismo quedaba el diccionario Oxford {Student's Dictionary ofCurrent English) en susediciones del Reino Unido y de la ex Unión Soviética, respectivamente "Basede un sistema social que da libertad para administrar la propiedad y obtenerbeneficios en condiciones competitivas" y "Base de la explotación del hom-bre por el hombre"4. Sin embargo, ante tal parangón, establecido tomandocomo paradigma un vocablo que define un moderno sistema económico quetiene, entre otros rasgos, el de la supranacionalidad, surge la duda de si elmito no es sino un término excesivamente justificado en un determinadocontexto, y si, en realidad, plantearse este problema es sólo una entelequianacida de disgresiones teóricas puntillosas, puesto que, si se siguen los con-sejos de Newmark, cualquier lexema autóctono relativo a la verbalización deluniverso de creencias, al menos en occidente, y con mayor razón entre doslenguas afines como el italiano y el español, hallará su traducción por mediode la explicación, cuando las implicaciones no se deduzcan del co-texto, o dela introducción de un préstamo en el caso contrario.

Con menor espíritu didáctico, pero quizá con mayor rigor crítico,Hatim y Masón, en su también muy consultado manual, abordan el temadel mito resumiendo las lúcidas reflexiones de Barthes, aunque parten de laampliación del significado llevada a cabo por Peirce, según la cual un signo

P. Newmark, Manual de traducción, Madrid, Cátedra, 1992, pp. 160-73.

84 María José Rodrigo Mora

es potencialmente asociativo y por lo tanto susceptible de cargarse de deter-minados significados nuevos, que con el tiempo, y auspiciados por un entor-no ideológico, tienen la capacidad de constituirse en términos míticos,siguiendo las conocidas cadenas de transformaciones que se vienen denomi-nando en su etapa conclusiva sistemas semiológicos de segundo orden.Ateniéndose a la interpretación de Hatim y Masón: "Un mito equivale a unreajuste cualitativo en virtud del cual el signo, entendido como una sumatotal de expresión y contenido, puede funcionar él mismo como expresiónpara un nuevo contenido. Así es como Barthes [...] nos lleva hasta detrás delescenario de nuestra construcción social del mundo"5.

Hay que precisar que para Barthes se engloban en el mito dos sistemassemiológicos: uno lingüístico, al que denomina lenguaje-objeto, y que es lamateria con la que se construye el mito, y otro, el mito mismo, cuyo rasgoesencial es que es metalingüístico, porque se limita a evidenciar los valoresañadidos al referente originario. Opina, asimismo, que el semiólogo no debeplantearse preguntas acerca de la composición verbal del lenguaje-objeto,puesto que también una imagen (una estatua, una fotografía) puede consti-tuirse en mito6. Es obvio que el traductor, en este caso, ha de adoptar unaactitud metodológica contrapuesta a la del semiólogo, si su finalidad es la deintentar hallar una equivalencia en la lengua de llegada de la palabra mítica.Según los traductólogos ingleses, las opciones formales ante este problemason en realidad sólo cuatro: trasliterar el término mítico, explicarlo exhaus-tivamente, transmitir su contenido informativo, o bien, por último, ofreceralguna indicación sobre el valor connotativo7.

Para ilustar el proceso de mitificación de un término podría servir demuestra la palabra italiana untore. Dice Manzoni de él en el capítulo XXXIIde I promessi sposi: "il vocabolo fu ben presto comune, solenne, tremendo".Carbonell, por ejemplo, lo traduce por untador, aunque se ve obligado a pre-cisar "Hist. individuo que, en el siglo XVII, se creía contagiase la peste a los

5 B. Hatim e I. Masón, Teoría de la traducción. Una aproximación al discurso. Bar-celona, Ariel, 1995, pp. 145-47. Es evidente que si se acepta tal definición la expresiónmítica se contrapone con nitidez a la poética, ya que mantiene inalterado el plano de laexpresión, y la flexibilidad de la lengua queda anulada, siendo sustituida por un proceso acu-mulativo del sentido cuyo referente es un objeto único.

6 R. Barthes, Miti d'oggi, Torino, Einaudi, 1994, p. 197.7 B. Hatim e I. Mason, op. cit., pp. 154-55.

La palabra mítica y su traducción 85

milaneses untándoles con un veneno". Gesualdo Bufalino abre su novelaDiceria dell'untore citando las definiciones que del primer vocablo da elTommaseo-Bellini y del segundo las Carte del processo de 16308. Pero la pre-sencia del término en el título de la obra, es decir en su síntesis máxima,anula en la práctica las cuatro opciones propuestas por Hatim y Masón; y eltraductor ante la imposibilidad de servirse de untador, tan pobre y tanextraño para el sistema de llegada, lo adapta libremente al español comoPerorata del apestado, manteniendo en las dos citas que encabezan la novela,las entradas en italiano y traduciendo las acepciones. El apoyo intertextualque proporciona la obra de Manzoni a la de Bufalino, con sus implicacionessocioculturales, se pierde en el título español, si bien está claro que la medi-da de dicha pérdida es relativa, puesto que la centralidad de I promessi sposien la literatura y en la lengua italianas es casi totalmente desconocida enEspaña, situación que no sufren con tanto rigor las traducciones de lasmayores obras de otras literaturas, como son la inglesa o la francesa.

La complejidad estructural del referente mítico hace que el concepto deequivalencia entre en crisis desde el momento que no sólo está determinadopor las condiciones históricas, sociales y situacionales en el extremo lingüís-tico de partida9, sino sobre todo por la falta de competencia del sistemareceptor respecto a un concreto conjunto de creencias. También fuera delámbito de la tipología literaria es constatable dicha dificultad, de maneraque, por ejemplo, cualquier posible traducción al italiano de vocablos de fre-cuente uso periodístico, como descamisados, campesinos o desaparecidos refe-ridos a la historia contemporánea de América, los vaciaría en parte de susignificado 10, aunque, desde luego, sería legítimo preguntarse si éstos sontérminos míticos, o sólo es que están fuertemente connotados.

8 Reproduzco sólo la cita pertinente. " Untore-. Dispensatore et fabbricatore delli ontipestiferi, sparsi per questa Città, ad estinzione del popolo...". La novela de Bufalino fuepublicada por Sellerio en 1981, y dos afios más tarde apareció la traducción española deJoaquín Jordá, en la editorial barcelonesa Anagrama.

9 Desde que Eugene A. Nida propusiera a mitad de los afios sesenta el concepto deequivalencia dinámica, han sido muy numerosos los estudios sobre el tema, en el ámbitoespañol es especialmente destacable el ensayo de R. Rabadán, Equivalencia y traducción,Universidad de León, 1991.

10 A tal propósito véase el artículo de CruzHilda López Castro, "Neologismos y prés-tamos lingüísticos del español americano en la prensa y en la lengua italiana contemporá-nea", Lo spagnolo d'oggi: forme della comunicazione. Roma, Bulzoni, 1996, pp. 61-78.

86 María José Rodrigo Mora

En consecuencia, y antes de adentrarnos en las posibilidades de traduc-ción, será necesario aclarar qué es lo que se entiende en la lengua por mito,pues como ha observado Pierre Brunel " hay pocos términos hoy en día quetengan más resonancia y menos sentido. Al igual que les ocurre también aotros con un significado incierto, se utiliza un poco sin ton ni son, en espe-cial en los medios de comunicación de masas, hasta el extremo que ha idoadquiriendo una cierta carga de engaño colectivo, consciente o no, irradia-do desde los centros generadores de poder cultural institucionales o alterna-tivos, siendo ésta otra razón, además de la meramente metodológica, paraconvertirlo en argumento de reflexión previo a la actividad traductiva n.

La distinción más urgente, con arreglo a la traducción del mito, es laestablecida ya por la crítica, que lo divide en dos apartados generales, el mitonominalizado y el mito narrado. Mientras que la nominalización del mito sepresenta en cualquier tipología textual, desde la filosófica hasta el anunciotelevisivo, con la sola excepción de los textos técnico-científicos, el mito na-rrado aparece en cambio con preponderancia en la literatura de ficción, fol-clòrica o individual, la cual es su auténtica conservadora13, aunque haya quematizar que al mismo tiempo puede ser también su creadora.

El mito de Dafne, cuya versión vulgata más relevante proviene de lasMetamorfosis de Ovidio, se dilata durante toda la Edad Media en Francia eItalia, alcanzando el punto álgido en el Canzoniere de Petrarca, y a través de élse extiende a toda Europa. En España se cultiva por parte de los petrarquistas,llegando hasta Quevedo, que en su A Dafne huyendo de Apolo, introduce el ele-mento paródico y burlesco. Este es un ejemplo modelo, sobre el que luegovolveremos, de conservación, pero, como se ha dicho, también la literaturagenera mitos, siendo uno de los más claros y afortunados el de Don Juan.

11 P. Brunel (ed.), Dizionario dei miti letterari, Milano, Bompiani, 1995, p. VI.12 Todo texto, cualquiera que sea el momento sincrónico de su producción, está

somentido, como ha notado Rosa Rabadán, op. cit., p. 99, al influjo de una serie de indi-cadores que lo ubican en un determinado estado diacrònico que la traducción ha de teneren cuenta; a lo que habría que añadir que un texto de partida con un cierto grado de expre-sividad podría, en hipótesis, sufrir las interferencias del actual renacimiento de la culturamítica, dado que el universo de creencias envuelve y determina no sólo la materia traducti-va, sino al traductor mismo, tanto en la interpretación del componente semántico y delpragmático como en la restitución.

13 P. Brunel, op. cit. p. IX.

La palabra mítica y su traducción 87

De esta manera, con el análisis del mito narrado, se entra en el campode la intertextualidad, aunque, sin embargo, el problema de la traducción delmito no se agota en la individualización del elemento discursivo que remitea un pre-texto literario, puesto que si por un lado la apertura hacia otros tex-tos y su entorno sociocultural dota de movilidad al proceso de traducción, lareferencia a una instancia mitológica lo ancla en una única posible interpre-tación. Formulado el problema con palabras de Greimas "la lectura del mitono debe ser sintagmática, no se tiene que adherir a la línea de la narración"14,es decir, desde la perspectiva de la lingüística aplicada, un elemento inter-textual puede someterse en el proceso traductivo a las leyes de la correferen-cialidad, en cambio un signo mítico no es susceptible de sustitución por unequivalente. Si el escollo fundamental de la traducción de la poesía es la poli-semia creada por la repetición de algunos elementos como son el metro, larima y el ritmo implícito en determinados recursos sintácticos, el problemade la traducción de una palabra mítica nace precisamente de su monorrefe-rencialidad, la cual está a salvo de cualquier influencia formal.

Retomemos el ejemplo del mito dafneo. Uno de los parónimos petrar-quistas, tan productivo para las literaturas italiana y española, es aurora, queen ningún caso, ni siquiera por razones métricas, se podría traducir comoalba o amanecer, sin perder su carga mítica, ya que no sólo evoca el nombrede la amada Laura, sino que además tiene que remitir al lauro, planta que enla reelaboración cristiana del mito pasa de servir para la adivinación del futu-ro y la verificación de los sueños a significar la gloria poética15. El mito, porlo tanto, no se identifica con la estructura narrativa que lo desarrolla dentrode un determinado texto, es siempre nominal, y en realidad se concentra enuna única palabra que es la que mantiene un significado estable, y cuyasemántica implica un proceso hacia lo que Gilbert Durand denomina laapertura en profundidad 16.

14 AJ. Greimas, Del senso. Milano, Bompiani, 1996, p. 124.15 Es necesario distinguir aquí dos aspectos: a) Petrarca conserva, reelaborándolo en

lo narrado, el mito dafneo y se une de esta manera a la tradición literaria; 2) cambia el nom-bre de la protagonista personificando un objeto, el laurel, y con ello constituye un mito per-sonal e intraducibie, rompiendo la ligazón con el mito originario. Acerca de las traduccio-nes del Canzoniere véase mi artículo "Laura traducida al español contemporáneo" en Lo spa-gnolo d'oggi: forme della comunicazione, Roma, Bulzoni, 1996, pp. 141-53.

16 G. Durand, De la mitocritica al mitoandlisis. Barcelona, Antrophos, 1993, p. 64.

88 María José Rodrigo Mora

La consideración el nombre propio como núcleo constituyente de laconciencia mitológica es la idea central en la que se afianzan Lotman yUspenskij para afirmar que el mito es intraducibie, ya que el significadogeneral del nombre propio es fundamentalmente tautológico, y carece derasgos distintivos, puesto que se aplica a un objeto único 17. A pesar de lasobjeciones que se puedan oponer a tal aseveración, en especial por la antiguacontroversia respecto a la definición de esta categoría gramatical, como en sudía puso en evidencia Coseriu18, la traducción de los nombres propios, esuno de los argumentos que han interesado desde siempre a los teóricos de latraducción, y ya Juan Luis Vives en De ratione dicendi abordó el tema y esta-bleció una serie de principios que se siguen aceptando en la actualidad, cuyopunto de partida es que no se deben traducir ni los antropónimos ni lostopónimos, salvo las excepciones incorporadas a la lengua a lo largo de suhistoria. Esteban Torre recuerda a tal propósito que en el Esbozo de unanueva Gramática de la Lengua Española de la Real Academia se reconoce quees difícil la distinción entre el nombre propio y el común, porque es algo queno está en directa relación con la gramática; puntualiza además el estudiosode la traducción que es, más bien, una cuestión en conexión con las lenguas,con las posibilidades de intercomunicación y de transferencia lingüísticas19.

Precisamente la presencia del nombre común utilizado como propiounida, a su vez, a la mimesis del pensamiento mítico para crear una ficcio-nalidad atemporal, se halla con frecuencia en uno de los géneros literariosconsiderados por unanimidad bastante complicados de traducir, quizá elmás difícil si se tienen en cuenta las características del receptor, esto es, en laliteratura infantil.

Ello es notorio en la recopilación de cuentos de Moravia Storie dellapreistoria, publicados en colecciones dirigidas a los más jóvenes, en donde elautor crea juegos constantes con los nombres de los animales transformán-dolos en propios: Cocco Drillo, Bronto Sauro, Barba Gianni, etc.. En la cui-dadísima edición española del libro Laura Cepeda, la traductora, se ve obli-gada a introducir notas para explicar los mecanismos lingüísticos que evocan

17 J. M. Lotman y B.A. Uspenskij. "Mito - nome - cultura", en Tipologia della cultu-

ra, Milano, Bompiani, 1995, pp. 83-109.18 E. Coseriu, "El plural de los nombres propios", en Teoría del lenguaje y lingüística

general. Madrid, Gredos, 1962, pp. 261-81.19 E. Torre, Teoría de la traducción literaria. Madrid, Síntesis, 1994, pp. 99-111.

La palabra mítica y su traducción 89

estos nombres, basados en el texto original en el apelativo cariñoso, en elverbo brontolare, en la polisemia de barba, y que en la traducción inevita-blemente se pierden {Coco Drilo, Bronto Saurio, Donjuán Buho)20.

A grandes rasgos se podrían resumir las dificultades suscitadas por lapalabra mítica en tres puntos esenciales de reflexión previos a su traducción:

1. Un elemento mítico en el texto de partida remite a un discurso y noestrictamente a otro texto, y dado que la manifestación verbal del mito esuna única palabra, puede ser mito todo lo que es posible someter a las leyesde un discurso21, en este sentido una palabra mítica podrá estar presente endiferentes idiomas con una cultura común. Donde más evidente es este fenó-meno en la actualidad es en los medios audiovisuales, por su tendencia aexplotar el patrimonio ideológico de sus áreas de influencia. Almodóvar haparodiado muy bien tal manipulación en Mujeres al borde de un ataque denervios, en el anuncio televisivo de un detergente {Ecce Orno, parece mentiraI Ecce Orno, vedere per credere), desconsagrando la verdad publicitaria, la feen ella, con la utilización de la expresión evangélica de San Juan (19, 5) Eccehomo. Se ha puesto de relieve el curioso proceso de mitización de esta expre-sión, que en arameo significaba sólo he aquí (él), pero que a través de las tra-ducciones empezó a ser interpretada como he aquí el Hombre (nombre pro-pio) 22. El elemento mítico de la película no establece el nexo principal conel Nuevo Testamento, sino con las creencias sacras difundidas, también oral-mente, a lo largo de la historia.

2. El discurso en el que se asienta el mito refleja sistemas culturales está-ticos y particulares. Dicha estaticidad se debe a que una determinada cultu-ra ha hallado una respuesta colectiva no racional a una pregunta arquetípi-

20 Estos cuentos de Alberto Moravia se empezaron a publicar en el "Corriere dellaSera" en diciembre de 1977, y se recopilaron en un volumen en 1982. La edición que heconsultado con Appendice didattica, publicada por Bompiani en la colección Per la scuolamedia, es de 1995. En España, con la traducción y las notas a cargo de Laura Cepeda y conun interesante apéndice de Isabel Prieto, aparecieron con el título de Historias de la prehi-storia, en la colección juvenil Tus libros de la editoral Anaya, en 1986.

21 R. Barthes, op. cit., p. 191.22 J.M. Lotman y B.A. Uspenskij, op. cit., p. 87, n. 3. La parodia almodovariana no

encuentra obstáculos culturales en el doblaje al italiano, ya que la marca del detergente erala misma en los dos países. Por lo que respecta a la mitología religiosa en los medios audi-visuales véase A. López García, "Mitologías de fin de siglo". "Eutopías", voi. 93, Universitatde Valencia, 1995.

90 María José Rodrigo Mora

ca, la cual pasa a formar parte de la idiosincrasia del grupo que la ha formu-lado, sin cambios sustanciales en su diacronia. Así, Chi propaga la peste?L'untore. Sin embargo, aquí sería pertinente recordar la distinción estableci-da por Kerényi entre el mito genuino, que surge espontáneamente de losestratos profundos de la conciencia y la cultura colectivas, y el mito tecnifi-cado, es decir el evocado a propósito por el hombre para alcanzar un findeterminado, sobre todo en el área lingüística de la política23. Esta dobleevaluación del mito en la sociedad contemporánea introduce una serie dematices en la idea barthesiana a la que se aludía antes, ya que en el mito tec-nificado la intención pragmática prevalecerá sobre la comunicativa; o media-tizará la intención poética en el caso de que se halle insertado en un textoartístico. La publicidad más sofisticada, ya sea escrita o visual, suele conju-gar con gran maestría la estética mítica y la finalidad comercial.

3. De lo dicho hasta ahora parece derivarse que el elemento mítico esexplicable, pero es intraducibie. Sin embargo, la imposibilidad de traducciónno es lingüística, al menos en la conclusión del proceso, sino cultural.Asimismo, se ha teorizado sobre la intraducibilidad del mito de un sistemasemiótico a otro24, y si es cierto que el mito es asemiótico la traductologíatendría que resaltar, centrándose en la materia verbal, las implicacionespragmáticas suscitadas por la aparición de un elemento mítico en un deter-minado texto.

Ya Ortega y Gasset en Miseria y esplendor de la traducción aseveraba que:"Las lenguas nos separan e incomunican, no porque sean, en cuanto lenguas,distintas, sino porque proceden de cuadros mentales diferentes, de sistemasintelectuales dispares - en última instancia - , de filosofías divergentes. Nosólo hablamos en una lengua determinada, sino que pensamos deslizándo-nos intelectualmente por carriles preestablecidos a los cuales nos adscribenuestro destino verbal"25.

La cuestión de la traducibilidad del mito reafirma y desmiente al mismo

23 La distinción aludida está en Károly Kerényi, "Dal mito genuino al mito tecniciz-zato", en Atti del colloquio internazionale su "Tecnica e casistica", Roma, 1964, pp. 153-68,citado y comentado por Furio Jesi en el artículo "Mito e linguaggio della collettività",incluido en su volumen Letteratura e mito, Torino Einaudi, 1968, pp. 33-44.

24 J. M. Lotman y B.A. Uspenskij, op. cit., pp. 83 y ss.25 J. Ortega y Gasset, "Miseria y esplendor de la traducción", Obras completas, voi 5,

Madrid, Revista de Occidente, pp. 431-52, cit. p. 447.

La palabra mítica y su traducción 91

tiempo las palabras de Ortega. En efecto, son los cuadros mentales los quedeterminan las posibilidades de recepción de una creencia o idea convertidaen forma fija, o sea, de un mito. Pero en cuanto a los universos mentales quegiran en torno a una lengua, algunos pensadores contemporáneos dirían quese están ampliando más cada día o que se están homogeneizando, y otros,menos optimistas, constatarían simplemente que están desapareciendo. Enambos casos la imposibilidad de la traducción no surge de los supuestos lími-tes expresivos de una lengua26, los cuales pueden superarse, si sincrónica-mente ésta se halla en una fase de apertura, con la introducción de présta-mos, de calcos, con la creación de neologismos, ya que la palabra mítica unavez comprendida es diáfana, su referente es único. El verdadero problema esla impermeabilidad de una determinada cultura, o de un conjunto de recep-tores a ella pertenecientes, para recibir un texto traducido en un momentodado.

26 Puesto que no se traduce de lengua a lengua, sino de texto a texto, como señaló E.Coseriu en "Lo erróneo y lo acertado en la teoría de la traducción", El hombre y su lenguaje:

Estudios de teoría y metodología lingüística, Madrid, Gredos, 1977, pp. 214-39.