La Paternidad Espiritual Libro

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LA PATERNIDAD ESPIRITUAL (LIBRO) Posted on mayo 17, 2011 Un enfoque de la importancia de la formación de vidas a través del discipulado en el diario vivir de la iglesia Mario E. Fumero Publicado en el 1996 por Editorial Unilit Autorizada su reproducción parcial solo para fines educativos y no mercantiles. Diseño de la potada del Libro Alicia Mejía PROLOGO Vivimos en un mundo en donde lo fácil, lo cómodo, lo rápido, lo barato domina. Nadie quiere pasar trabajo. Nadie tiene tiempo para ayudar a otro. El individualismo y el consumismo, junto a una sociedad cada vez mas materialista nos ha arropado, a tal grado, que hemos trasladado este espíritu del siglo XX a nuestro vivir como cristiano. Hoy día tenemos algunas iglesias que crecen locamente, cada cual por su lado. Las enseñanzas de la súper y mega iglesia nos han cautivado. La masificación, el “show”, la vida fácil, el acumular conocimientos y diplomas a través de seminarios

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Paternidad de G. Maldonado

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LA PATERNIDAD ESPIRITUAL (LIBRO)Posted on mayo 17, 2011 

Un enfoque de la importancia de la formación de vidas a través del

discipulado en el diario vivir de la iglesia

  Mario  E. Fumero

Publicado en el 1996 por Editorial Unilit

Autorizada su reproducción parcial solo para fines educativos y no

mercantiles.

Diseño de la potada del Libro  Alicia Mejía

PROLOGO

Vivimos en un mundo en donde lo fácil, lo cómodo, lo rápido, lo barato

domina. Nadie quiere pasar trabajo. Nadie tiene tiempo para ayudar a

otro. El individualismo y el consumismo, junto a una sociedad cada vez

mas materialista nos ha arropado, a tal grado, que hemos trasladado

este espíritu del siglo XX a nuestro vivir como cristiano.

Hoy día tenemos algunas iglesias que crecen  locamente, cada cual por

su lado. Las enseñanzas de la súper y mega iglesia nos han cautivado.

La masificación, el “show”, la vida fácil, el acumular conocimientos y

diplomas a través de seminarios se ha constituido en una de las metas

del evangelismo.  Como consecuencia, hemos perdido el sentido de relación, de

entrega a los demás, y la perspectiva bíblica del discipulado. Cada vez hay más

gente convertida pero sin cobertura, huérfanos de la ayuda humana, pero con

experiencias cristianas. Esto produce una iglesia deforme que no es un cuerpo, y

una vida cristiana de muy baja calidad. Esto hace que muchas personas tomen el

cristianismo como una moda, como una distracción, como una  religión, sin

entender que “tenemos que recibir para después dar, que tenemos que vivir para

después transmitir”.

Es por ello que me dispongo a presentarles en este material mi más

PROFUNDA CONVICCION  sobre lo que es predicar y hacer discípulos.

Sé que no es fácil, que la comodidad nos ha privado del espíritu de

sacrificio, pero no por ello debemos de dejar de afirmar lo que es un

hecho bíblico, aunque muchos no lo quieren practicar. Si queremos

vivir como cristianos debemos impregnarnos del espíritu del

cristianismo, que es “IR Y HACER DISCIPULOS” partiendo del modelo

que nos dejos Jesús y el cual establece esa paternidad espiritual en la

que se fundamenta la familia de Dios que es la Iglesia.

Con mis mejores deseos:

Mario E. Fumero

Tegucigalpa, 12 de junio de 1995

1

ASUMIENDO EL DISCIPULADO

No existe una ordenanza tan clara para la misión de la iglesia que

aquella en la cual el Señor Jesús dijo en Mateo 28:19; “Por tanto, id y hace

DISCIPULOS a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del

Hijo, y del Espíritu Santo”. Las prioridades se determinan por los mandatos.

Los mandatos son los que establecen el orden de prioridad en todo

nuestro que hacer, y es por ello que en el Nuevo Testamento se

menciona más de 70 veces la palabra DISCIPULOS, y si un término se

usa mucho, debemos buscar a fondo su sentido exegético y conceptuar,

para no desvirtuar aquello a lo cual el Señor nos ordeno, y poder

mantener vivo el espíritu del Evangelio.

El discipulado envuelve algo más que una clase, que un grupo, que una

reunión. Es toda una relación y actitud en la evangelización y

conservación de los perdidos que vienen a Cristo. Es una de las tantas

formas retoricas para exponer la relación personal que envuelve el

proceso de formación de un cristiano una vez nace de nuevo. Si somos

cuidadosos de este concepto, como de otros que hay a lo largo del

Nuevo Testamento, veremos que detrás de cada palabra se esconde una

actitud, un principio y un objetivo; fortalecer la relación entre los

nuevos convertidos con aquel que “lo toma” para darle lo que será el

principio de cobertura y protección en su crecimiento de la vida

cristiana. No puede haber formación sin relación, no puede haber

relación sin entrega, no puede haber entrega sin asumir

responsabilidades.

La forma de relación en el discipulado está definida por los conceptos

de:

Ser parte de un cuerpo.         1 Corintios 12:27, Colosenses 1:18.

1. 1.    Ser parte de un edificio.         Efesios 2:21, 1 Corintios

3:8.

2. 2.    Ser padre de un hijo.             1 Corintios 4:15, Tito 1:4.

3. 3.    Ser parte de una familia.       Efesios 2:19,  Gálatas 6:10.

Todos ellos nos llevan a la formación de una unidad individualizada, que

a su vez forma un conjunto de miembros que son los que forman la

iglesia.  Si nos adentramos a todos estos principios, y los razonamos de

forma natural, descubriremos que toda  relación  colectiva debe ir reforzada

por una relación individualizada, que es lo que nos va a dar una correcta calidad

de vida en nuestra forma de ser como cristianos. Cuando ignoramos estos, y en la

vida de la iglesia formamos muchos grupos sin asumir este principio, podremos

originar condiciones que predispongan a la independencia y división.  Quizás

algunos puedan pensar que una relación “individualizada” puede dar más

problemas que una relación de grupo, pero es que en la individualización del

discipulado no existe independencia, sino todo lo contrario, hay un fuerte vinculo,

detecta y descubre a tiempo cualquier problema personal o colectivo. Debemos

asumir que la “independencia” se puede convertir en un concepto anárquico

dentro del diario vivir de la iglesia, porque como cuerpo, la vida se manifiesta en

dependencia. De igual forma, el concepto de libertad es “relativo”.

Toda libertad debe estar enmarcada dentro de un parámetro moral y de

obediencia a Dios para que no se convierta en libertinaje. Notemos que

Pablo dijo: “Estad pues, firmes en la libertad con que Cristo os hizo libres, y no

estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud”. Gálatas 5:1. Y nos muestra una

libertad que se sujeta al amor, a la obediencia y sobre todo al

sometimiento absoluto al Señorío de Cristo. Además, después reafirma

que una libertad en Cristo está supeditada al servicio y al amor; “Porque

vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la

libertad como ocasión  para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros.

Gálatas” 5:13.

El discipulado respeta la libertad espiritual, la cual se manifiesta en

nuestra relación personal con Dios por medio de Jesús. Un maestro

puede formar, pero no puede determinar el trato de Dios con cada

discípulo ni determinar su voluntad hacia el futuro. Cuando no somos

sometidos a un discipulado, cuando la sujeción es colectiva y no

individual, cuando el espíritu de independencia predomina sobre el

espíritu de dependencia, la iglesia ha tomado un camino peligroso, en

donde perderemos el control de muchas situaciones difíciles en las

vidas de los que la forman.

El discipulado no anula ningún esquema operativo dentro del activismo

de una congregación, sino que potencia una relación que hará más

efectivo este trabajo. A través de el podremos entrar a áreas de la vida

del miembro que nos puede ayudar a profundizar actitudes y

comportamientos  traídos de la “vieja manera de vivir”, que podrían ser

modificados. Es bueno tener en claro que el discipulado fomenta la

formación del carácter mediante una relación personal profunda,

creando una cobertura espiritual que sale del índole normal de

actividad para dar lugar a la compenetración que nos lleva a lo que

podríamos definir como una verdadera comunión.

Quiero que veamos  a través del enfoque bíblico y lógico la importancia

de este trabajo de discipulado, partiendo de uno de los principios más

vitales en la relación cristiana; la paternidad espiritual que forma la

familia de Dios para hacer a la iglesia un cuerpo compacto, bien

distribuido  mediante una relación individualizada QUE FORMA UNA GRAN

UNIDAD DE FUNCION.

2

LA IMPORTANCIA DE LA PATERNIDAD

Es común encontrar en el Nuevo Testamento, y principalmente en las

epístolas expresiones como esta: “Así como también sabéis de qué modo,

como el padre a sus hijos, exhortábamos y consolábamos a cada uno de

vosotros”  1Tesalonicenceses 2:11. “No escribo esto para avergonzaros, sino para

amonestaros como a hijos míos amados”. 1 Corintios 4:14. Si observamos,

notaremos que se usa mucho el término “HIJO” para hacer referencia a una

relación de paternidad espiritual dentro de la relación en la formación de vida.

Quizás la cita que más me ha impactado, es aquella donde Pablo llama la

atención a los corintios a obedecer  sus ordenanzas cuando confrontaban serios

problemas de divisiones y contiendas, y les expresa afirmando su autoridad

espiritual: “Porque aunque tengáis diez mil años en Cristo, no tendréis muchos

padres; pues en Cristo Jesús yo os engendre por medio del evangelio”1 Corintios

4:15. El término “engendrar” hace referencia a una paternidad iniciada desde

antes de la conversión. Se emplea también en Filemón 10:“Te ruego por mi hijo

Onésimo, a quien engendre en mis prisiones….” Si analizamos este término de

acuerdo a la etimología gramatical, vemos que el término “ENGENDRAR”

significa: procrear, propagar la especie, tener un hijo. Si este término se usa junto

a las palabras “hijo” y “padre” ¿Qué se quiere decir con ello? Es bueno determinar

que un texto aislado no se puede manipular doctrinalmente.  Para afirmar o

ratificar algo con peso teológico, debemos apoyar nuestro enfoque en más de un

texto bíblico. La paternidad espiritual por lo tanto es uno de los elementos más

claros en la formación de vidas, de acuerdo al esquema bíblico, mayormente

dentro de las epístolas paulinas.

Casualmente, el término “DISCIPULO” que procede del griego

“MAZETES”, tiene una connotación similar a la relación de un padre

con un hijo. El discípulo se sujetaba a un maestro al cual servía y con el

cual andaba todo el tiempo para recibir de el sus enseñanzas, basada

no solo en una teoría, sino en todo un estilo de vida. Comía lo que su

maestro comía y vivía conforme a su maestro. Para el maestro, el

discípulo era como un hijo adoptivo, al cual tenía que legar toda la

herencia del conocimiento adquirido en toda su vida. El discípulo

incluso escribía las enseñanzas de su maestro y firmaba dando crédito

al mismo, definiéndose en su relación con su maestro como si fuera

para él un padre.  Aquí Pablo relaciona al discipular como criar a un

hijo, adoptando una serie de términos que envuelven este principio:

leche, vianda, hijo, padre, nodriza, engendrar. Si partimos de la

enseñanza de Jesús, tenemos que aceptar que la conversión es “nacer

de nuevo”: “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no

naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” Juan 3:3.

Todo lo que nace, rece, y por lo tanto experimenta una evolución

determinada por un cuidado especifico de unos padres. Para  nacer se

tiene que ser engendrado, y esto se origina por medio del Espíritu y la

Palabra a través de una persona que dé el mensaje y adopte una actitud

de protección  hacia esa nueva criatura: “¿Cómo pues invocaran a aquel en el

cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo

oirán sin haber quien les predique?” Romanos 10:14. Es por ello que vemos a

Pablo escribiéndole a un sector de los corintios con los cuales tenía un vínculo

muy especial de relación, y les expresa la angustia y el dolor que sufrió por ellos

para formarlos en Cristo Jesús, y afirma: “Porque por la mucha tribulación y

angustia del corazón os escribí con muchas lágrimas, no para que fueseis

contristados, sino para que supieseis cuan grande es el amor que os tengo”  2

Corintios 2:4.El les revela además que los cuido y les dio leche para que

crecieran, pero que con su actitud reflejaban inmadurez, por lo que los

consideraba otra vez carnales y como niños: “Os di a beber leche, y no vianda;

porque aun no erais capaces, ni sois capaces todavía…..” 1Corintios

3:2. La “LECHE” es sinónimo del primer alimento espiritual que recibe un nuevo

convertido. Se menciona varias veces en la Palabra, (1 Corintios 3:2, 9:7, Hebreos

5:12, 1Pedro 2:2). Su sentido sigue el parámetro de la realidad natural. Cuando un

niño nace su primer alimento es la leche, no cualquier leche sino materna. Si a un

niño se la cambia de leche, o se le da más fuerte que la que debe recibir, de

acuerdo a su edad, puede sufrir diarrea, pero si por el contrario, al crecer no se le

da más pura, se desnutrirá. La adulteración de la leche puede causar cólicos y

trastornos estomacales. De igual forma, el nuevo convertido necesita de una leche

materna dada por un maestro que se debe convertir en madre y padre para su

vida.

Este maestro debe proporcionarle a ese nuevo convertido una

enseñanza adecuada a su necesidad específica, para que pueda crecer

sano, dijo San Pedro: “Desead como niños recién nacidos, la leche espiritual no

adulterada, para que por ella crezcáis para salvación…” 1 Pedro

2:2. Actualmente los nuevos convertidos reciben enseñanza de varias

personas. Muchas veces la misma no va con los elementos necesarios

para un sano crecimiento. A veces se trata de dar más conocimiento

que formación, y es entonces cuando estos nuevos convertidos padecen

de “diarrea espiritual”…

Esto es, una curiosidad que les lleva a buscar más el saber que el vivir,

evadiendo el ser confrontados con sus malas costumbres, que proceden

de un hombre viciado, el cual debe ser regenerado por medio de una

enseñanza que indique aquellos defectos o actitudes que no estén

conforme al nuevo estilo de vida que se debe forjar. Otros no reciben el

alimento adecuado, y son movidos mas a emociones y “mensajes de

ofertas” que a una vida profunda y comprometida con el Señorío de

Cristo, razón por lo cual se desnutren, no creciendo de forma

apropiada. Son similares a los corintios; carnales, sin madurez y con

actitudes de insujecion que los lleva a veces a refugiarse en una falsa

espiritualidad afirmando “el Espíritu les revela todas las cosas”, como

aquellos que por ser de Cristo, no se sujetan a nadie.

Estar bajo paternidad es estar bajo cuidado, con un alimento apropiado,

con un maestro que ejercerá las funciones de protector, formador,

corrector, consejero y guía hasta que alcancemos madurez. La elación

de paternidad espiritual es idéntica a la que un padre podría tener con

un hijo natural. El proceso de crecimiento es también similar; cuanto

más pequeño es el hijo, más indefenso, esta, por lo cual tendremos que

darle más protección y cuidado.  En la medida que el hijo crece, su

libertad aumenta y con ello su capacidad de discernir entre el bien y el

mal.

MADUREZ significa capacidad de criterio y aplicado a los seres

humanos se refiere a la capacidad que tiene para meditar en una idea o

proyecto. También puede referirse al crecimiento en edad y sensatez, o

cuando es prudente y juicioso. Ser maduro es saber ser sabio,

entendido. Así lo expresa Pablo: “Sin embargo, hablamos sabiduría entre los

que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo ni de los príncipes de

este siglo, que perecen” 1 Corintios 2:6. La madurez espiritual que se

adquiere por medio de un discipulado nos hace capaces de afrontar una

vida cristiana, que pese a los problemas y tormentas, nos mantiene

firmes.

Así que ser maduro en sentido espiritual, no es ser viejo en edad, sino

en formación dentro de un discipulado.  Un anciano, en el sentido

bíblico, y espiritual, no es un viejo en edad, sino una persona madura en

la Palabra. Ha sido enseñado bajo la autoridad y sujeción de un maestro

que a su vez le ha forjado el carácter, dándoles elementos tales como

exhortación, reprensión y disciplina. Debemos tener presente que al

crecer, recibimos “alimento sólido”, pues hemos sido adiestrados no

solo en el carácter, sino en la forma de buscar en Dios su voluntad. Por

eso la Palabra afirma: “Pero el alimento sólido es para los que han

alcanzado  madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el

discernimiento del bien y del mal”. Hebreos 5:14. Ejercer los sentidos es la meta

del crecimiento a través de la paternidad y reproducir en la vida los modelos de

conducta transmitidos por nuestros padres. Este patrón es un elemento muy

importante a lo largo de las enseñanzas paulinas, pues Pablo afirma:

“Hermanos, sed imitadores de mi, y mirad a los que así se conducen

según el ejemplo que tenéis en nosotros”. Filipenses 3:17.

3

EMBARAZO ESPIRITUAL

Pablo afirma en dos ocasiones que en su relación de ganar vidas para

Cristo sufrió un“embarazo”, usando el termino engendrar (1 Corintios

4:15,  Filemón 10). ¿Qué significa engendrar? Concebir, procrear, traer un hijo al

mundo. Así que el discipulado se inicia antes de la conversión, con el embarazo

espiritual, el cual consiste en tener cargar por una persona perdida con la cual

convivimos, y a la que nos proponemos presentarle las buenas nuevas del

evangelio para lograr que sea salvo. Este proceso tiene una similitud con un

embarazo físico, por los siguientes aspectos:

CONCEBIR

Para tener un hijo se necesita que sea concebido, esto es, que en el

ovulo de la mujer se introduzca esperma del hombre. La unidad de

estos dos elementos produce la concepción. En términos espirituales

seria llevar al corazón del hombre (ovulo) la semilla (el esperma) de la

Palabra, para que se inicie un proceso  que culminara con la conversión

(nacer de nuevo). Es tomar la carga por un pecador, orar por él, darle

testimonio, llevarle el evangelio de forma lenta pero solida hasta que la

Palabra produzca en él la convicción de arrepentimiento.

 ENGENDRAR

Es la formación de la criatura, que mediante un periodo determinado

por la naturaleza, se formara en el vientre de la madre hasta el tiempo

de su nacimiento. En los seres humanos nacerá a los nueve meses de

ser concebido. Esto representa el periodo previo a la conversión, en el

cual una persona es tratada y ministrada por aquel que lo concibió,

dándole la Palabra. Entre el momento en que una persona recibe el

mensaje, hasta que se convierte deberá pasar un tiempo prudencial

para que el Espíritu, por medio de la Palabra, le redarguya de pecado y

produzca en el el arrepentimiento, que desencadenara la conversión,

que a su vez producirá la nueva criatura. Pues afirma la Biblia que: “Así

que la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Dios”. Romanos 10:17

DAR A LUZ

Es el acto de nacer, salir del vientre y comenzar una vida de relación,

primero con sus padres, después con el mundo. Esto es en si la

conversión, el nuevo nacimiento en Cristo Jesús. Es ahí cuando

comienza la formación de la vida dentro del discipulado, pero

supuestamente la relación había comenzado desde antes de su

nacimiento. Si partimos de esta analogía debemos considerar que un

nacimiento es presidido por u tiempo de embarazo que dura nueve

meses. Si una criatura naciera antes de los siete meses se consideraría

un aborto, entre los siete y ocho meses seria un niño prematuro, si se

pasara del tiempo podría haber problemas en el parto. De igual forma

es necesario entender que una persona al recibir por primera vez el

evangelio necesita ser tratado por el Espíritu Santo, a fin de que la

palabra penetre al corazón y pueda producir “convicción de pecado”.

Toda conversión (nacimiento) debe ser precedido por un tiempo de

reflexión y trato personal de Dios con la persona. Cuando la gente son

impulsadas a aceptar a Cristo antes de que la Palabra produzca

convicción de pecado, ocurrirá un ABORTO espiritual, o sea, terminara

descarriándose o perdiéndose antes de experimentar la obra del nuevo

nacimiento. No podemos provocar una emoción de conversión, no

debemos empujar a las personas a aceptar a Cristo, sin entender bien el

mensaje del Señorío de Cristo. Debemos dejar al Espíritu obrar, para

que produzca el querer y el hacer en la vida de ese hijo que queremos

concebir por medio de la Palabra. El Espíritu, a través del conocimiento

de la Palabra escudriña e interior del hombre: “Pero Dios nos las revelo a

nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de

Dios”. 1 Corintios 2:10.Para así convencer el perdido de su pecado y

llevarle voluntariamente a someterse al Señorío de Jesús, proclamando

la realidad de la sangre de Cristo como medio de la redención.

Así que la “Palabra” entra, para convencernos de que necesitamos el

perdón: “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no

me fuere, el Consolador no vendría a vosotros, mas si me fuere, os lo enviaré. Y

cuando el venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De

pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por canto voy al Padre, y no me

veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.

Aun tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero

cuando venga el Espíritu de verdad, el os guiara a toda la verdad; porque no

hablara por su propia cuenta, sino que hablara todo lo que oyere, y os hará saber

las cosas que habrán de venir ” Juan 16:7-13. El pecador recibe por medio de

alguien que lo toma el mensaje del evangelio. Desde ese momento el

Espíritu Santo comienza a trabajar, engendrando en su corazón no solo

el sentirse pecador, sino el crecer en la fe, hasta que culmina la obra,

haciéndole hijo de Dios:  “Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros

corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres

esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo” Gálatas

4:6-7

Si estudiamos detenidamente la iglesia que se nos muestra en el libro

de los Hechos, notaremos que cada discípulo hacia discípulos de forma

directa y personal, asumiendo después la paternidad espiritual.

Embarazarse es sentir, tomar y hacer mía la carga de una persona

hasta traerla a Cristo. Cuando una persona que está siendo tratada en

la Palabra es impulsada a aceptar al Señor antes del tiempo debido

podría originarse un nacimiento “prematuro”, por lo que su crecimiento

será más conflictivo, teniendo altas  y bajas en su vida cristiana, porque

la fuerza de la convicción del arrepentimiento no está muy arraigada.

Cuando por el contrario, el tiempo pasa, y por temor ciertas presiones

del entorno, la persona no toma la decisión de confesar a Cristo, podrá

caer en una lucha interior que le desgastara. Es entonces cuando

tenemos que ayudarlo  a que de ese paso de fe, que es confesar a Cristo, pero

debemos estar seguro de ya el Espíritu hizo la obra de redargüir, y la persona

debe de estar profundamente tocada por Dios. Forzar una conversión sin que

haya intervenido el Espíritu Santo es un grave error que origina que muchos estén

en las iglesias sin ser salvo, y aparentando una vida cristiana falsa, lo cual origina

escándalos al cuestionarnos  después como podría ser hijo de Dios, y vivir en

pecado, como que nada hubiese pasado. Es bueno entender que donde está el

Espíritu de Dios, hay sensibilidad, es por ello que la Biblia afirma: “Y no contristéis

al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”

Efesios 4:30. El hecho de contristarnos frente al pecado es un fruto del trato de

Dios en nuestra vida, es la evidencia de que tenemos al Espíritu Santo operando

en nosotros: “Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristado, sino porque

fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según

Dios, para que ninguna perdida padecieses por nuestra parte” 2 Corintios

7:9 . Este pasaje nos hace ver que cuando recibimos la verdad de Dios

descubrimos nuestros pecados, el cual se hace cada vez más grande, según

vamos conociendo la  Palabra, hasta llevarnos a una tristeza que precede al

arrepentimiento, siendo entonces cuando recibimos la gracia de Dios. Santiago

afirma que: “Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, este

es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él

se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida como era” Santiago 1:23-

24. Porque sigue en la misma vida, por lo cual no tiene esperanza, pero cuando

descubre sus defectos, y se enfrenta ellos para dejar al Espíritu que le ayude,

entonces se inicia el proceso de perfeccionamiento, a través del conocimiento de

la ley de amor que nos lleva a una plena libertad del pecado. “Mas el que mira

atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo

oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, este será bienaventurado en lo que

hace”  Santiago 1:25. Por lo tanto debemos ser sabios, y prudente a la hora de

llevar una vida a los pies de Cristo y producir una nueva criatura. Debemos

prepararnos para concebir y engendrar muchos hijos, y guiarlo por el camino

correcto para que sean “sanos en la fe” (Tito 2:2)

 

4

FORMANDO UNA GRAN FAMILIA

Todo en la vida sigue un proceso normal y biológico. Es maravilloso el

reloj invisible de la creación. Todo está perfectamente determinado,

incluso la forma de establecer una familia, el tiempo de engendrar hijos

y los elementos subsecuentes a este hecho, (leche materna, sensibilidad

maternal, entrega, sacrificio y compromiso).  De igual manera, el

principio del discipulado establece las bases para que de forma lenta,

pero precisa, se forme un cuerpo grande, que será la iglesia del Señor y

la gran familia de Dios, de la cual El es nuestro Padre y Jesús el

primogénito entre muchos hermanos. “Porque a los que antes conoció,

también los predestino para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo,

para que el sea el primogénito entre muchos hermanos” Romanos 8:29. A veces

confundimos los términos, y por desvirtuaciones teológicas establecemos

conceptos erróneos en lo que es la estructura de formación de la iglesia. Todo

comienzo parte de una realidad, “la madurez para tener hijos”, y el matrimonio,

como único medio de esa procreación, asumiéndose así una paternidad

responsable. Como hijo de Dios nos comprometemos con Jesús, nuestro amado.

De esa unión viene la obediencia a la procreación de hijos para el Padre, pues

Jesús dijo: “Por tanto id y hace discípulos a todas las naciones, bautizándolos en

el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo…” Mateo 28:19. ¿Y cómo

haríamos esta misión? Siguiendo el modelo que el mismo estableció; “Porque

ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis”.

Juan 13:15. Si somos entendidos en como formamos una gran familia natural,

podremos entender cómo se forma la familia de Dios.

Un padre se casa, de esa unión, que es producto de un pacto y

compromiso, nacen los hijos. Por ejemplo; tenemos 3 hijos que son

formados dentro de un hogar. Jesús  es el esposo o esposa, el pacto es

la entrega a él para servirle, los hijos son el fruto de la Palabra que hay

en nosotros y los hijos son los discípulos. Aquí tenemos el primer núcleo

familiar. Jesús y el hermano Pérez engendrando tres hijos (discípulos),

formando una célula familiar. Como fruto de esta relación los hijos

crecen, y llegado el tiempo de madurez se vuelven autónomos, y a su

vez cada uno forma una familia. El padre se hace abuelo, los hijos se

hacen padres y se forman tres familias que separadamente se

multiplican, pero con la cobertura del padre. Ambas familias son

autónomas. En un momento dado los hijos visitan a su padre, llevando

con ellos a sus nietos. Toda la familia Pérez se junta, naciendo así el

grupo familiar.

Con el tiempo los hijos de los hijos crecen. A su vez establecen hogares,

teniendo hijos. Ahora el padre es abuelo y el padre del abuelo es

bisabuelo. La familia se hace más grande y se forma un clan, o

comunidad familiar, o sea la Iglesia del Señor. La iglesia es producto de

las múltiples familias que han nacido dentro de una paternidad

espiritual, formándose así la congregación. Si observamos lo aquí

expuesto, y escudriñamos el modelo del libro de los Hechos, veremos

que hay tres dimensiones en el crecimiento de la Iglesia:

PRIMERO: La relación personal de padre a hijo, que llamamos

célula de discipulado.

SEGUNDO: La relación de los hijos mayores multiplicados por

familias, que forma un grupo familiar.

TERCERO: La unidad de todas las familias reunidas en un solo

lugar, llamada iglesia.

Los discipulados, y los grupos familiares o de crecimiento, funcionan en

los hogares. Aunque ambos son “grupos caseros”, los primeros

complementan a los segundos. Es bueno definir las funciones de cada

uno, así como la relación de la comunidad o iglesia en medio de ambas.

Para ello ilustraremos las bases de acción de cada uno, considerando

que cada cosa tiene su etapa, tiempo y lugar. Debemos de considerar

que en una congregación tenemos que aceptar el hecho de que hayan

tres grupos de hermanos con actitudes diferentes, ya que no podemos

obligarles a ser como desearíamos que fuesen, debiendo recordar que

Jesús mismo tuvo un grupo de discípulos que llego a los 70, otro de 12 y

entre estos doce tenía un grupo más intimo de 3, y  además había uno

en particular que siempre estuvo muy cerca de el, y le acompaño hasta

el pie de la cruz. Por lo tanto distingamos en la congregación estas tres

realidades:

LOS COMPROMETIDOS

Que están dispuestos a sacrificarse en su tiempo y entrega, para asumir

todas las demandas del reino, y hacer discípulos, trabajando hombro a

hombro con los ancianos, para formar un cuerpo, como dice la Palabra:

“…de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las

coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada

miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” Efesios 4:16. Estos

dan más de lo que se les pide, pues llevan a su cas la iglesia, y sienten carga por

hacer hijos espirituales. Además de hacer discípulos, apoyan los grupos familiares

y participan en todas las actividades de la iglesia.

LOS ACTIVOS

Los que no asumen más de lo que pueden o deben. Se limitan a apoyar

las actividades de la iglesia, desean evangelizar, pero no asumir

responsabilidades de paternidad espiritual. Deben ser integrados a

grupos de crecimiento, para que al menos trabajen dentro de n marco

en donde las demandas sean menores.

LOS INACTIVOS

Aquellos que asisten esporádicamente a la iglesia, diezman y viven una

vida más o menos normal, pero no se comprometen ni con el

discipulado, ni con los grupos familiares. Cumplen la rutina mínima de

las demandas eclesiásticas y ya está. Nosotros no podemos establecer

reglas rígidas. La iglesia debe ser pluralista (diversidad de actividades y

criterios en cuanto al trabajo) y a su vez buscar una homogeneidad en

cuanto a la visión global. Nadie debe ser forzado a hacer lo que no

siente, pero tampoco lo tomaremos en cuenta a la hora de delegar

autoridad. Debemos respetar los criterios y actitudes, pero abocarnos a

los que están dispuestos a dar más para el Señor, principalmente los

nuevos. Es preferible tener a un hermano calentando bancas, que en el

pecado, siempre y cuando no estorbe a aquellos que quieren trabajar.

Los estorbos, y los que causen división en el diario quehacer, deben ser

desechados para preservar la salud espiritual de la iglesia. “Al hombre

que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo” Tito 3:10.

Dentro de la congregación hay una variedad de dones y talentos que

tendremos que proyectar a través de actividades, pero nunca debemos

dejar que una absorba a otra, y es necesario definir bien hasta dónde

puede llegar cada cual en sus deseos de servir. Si el anarquismo

espiritual es un serio peligro para la unidad del cuerpo, la dictadura de

los santos es otro extremo que debemos evitar, porque ambos son

destructivos. Es necesaria la diversidad en la unidad, y para ello

debemos definir, de forma clara, las estrategias de cada grupo en su

trabajo.

5

FORMANDO EL CARÁCTER

Una de las tareas más duras en la formación de un hijo es establecer

una personalidad, forjando el carácter. El carácter se compone de una

serie de elementos determinados como por ejemplo; la herencia

pecaminosa latente en el “YO”, la herencia genética que es el

temperamento y la educación que se forja por patrones del entorno,

principalmente con el ejemplo de sus padres. Según sean los adres, así

será el hijo. El copiara el modelo latente en sus primogenitores, hablara

el idioma que ellos hablen, y muchos rasgos de reacciones y costumbres

obedecerán a la conducta de ellos. Es por ello que San Pablo dijo: … “Lo

que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mi, esto haced; y el Dios de paz

estará con vosotros” Filipenses 4:9

Noten que se aprende y se recibe unos principios, los cuales tienen que

penetrar en nosotros para ser trasladados a otros. Las normas de

conducta forjan una cadena repetitiva. Si nuestros padres fueron

machistas, los hijos reproducirán esa conducta como una maldición. Si

por el contrario fueron un modelo, ese modelo se repetirá, aunque no

podemos generalizar. Toda regla tiene sus excepciones, pero

generalmente los hechos una vez aprendidos, se repiten. El aprendizaje

se forja a través de dos patrones:

Oír: Que equivale a hablar, enseñar, mostrar con palabras.

Ver: Mostrar con el ejemplo, respaldar con la vida lo que hemos

proclamado con palabras.

Desde el punto de vista pedagógico, el medio de mas captación y de

mayor aprendizajes la vista. Se aprende, mas viendo que oyendo, y

cuando ambos sentidos se conjugan, entonces el grado de captación

aumenta. Los padres deben ser coherentes entre el dicho y el hecho,

solo así podrán tener  autoridad para formar vidas. De igual forma

ocurre en el discipulado, la autoridad espiritual dentro de la iglesia

debe de  estar basada más en el ejemplo, que en las enseñanzas teóricas.

Cuando los moldes de formación son correctos, y el discípulo es fiel a los mismos,

reproduciremos la calidad de vida original. La fidelidad de un hijo está en que sepa

recibir y transmitir ese patrimonio moral y cultural que sus padres le legaron como

herencia. Es por ello que se necesita que todo discípulo conserve estas dos

cualidades, imprescindible para que lo aprendido no se desvirtué: IDONEIDAD

CON EL MAESTRO, Y FIDELIDAD A LO ENSEÑADO EN LA PALABRA: “Lo que

has oído de mi ante muchos testigos, esto encarga a hombre fieles que sean

idóneos para enseñar también a otros” 2 Timoteo 2:2. En la relación paternal, o de

discipulado, se fomenta la comunión a su nivel más íntimo. Esto nos lleva a una

identificación en creer y hacer que  nos fusiona, para ser idóneos. Es por ello que

alcanzamos no solo “un mismo sentir” sino una unanimidad de criterios en la obra

de Dios. Cuando esto ocurre, la autoridad se convierte en una bendición, y las

distancias desaparecen, pues es un amor que brota del Espíritu, tiene un arraigo

tanto en lo “FILIO” como en lo “AGAPE”. Pero en esa relación íntima

encontramos  problemas de carácter, por lo que el discipular se vuelve a veces

difícil y frustrante.

Cuanto más íntima sea una relación, mas interioridades y defectos

descubrimos, por lo que se necesitara mucha paciencia y

compenetración a fin de poder confrontarnos por medio de la Palabra, a

esas realidades que tendremos que pulir en el devenir del tiempo. Un

padre para formar, debe estar formado, debe estar sujeto, y debe

cumplir  lo mismo que después el va a demandar. No debemos exigir a

otro lo que uno mismo no esa dispuesto a dar. Esta es la regla de oro de

un discipulado, la autoridad nace del ejemplo y la enseñanza de la

relación.

El área más fácil de formar en un convertido es la intelectual. Muchos,

al convertirse, ya tienen conocimiento  de la Palabra. Algunos incluso

tienen conocimientos profundos en la doctrina, pero esto no dice nada.

Nicodemo era un erudito en las Escrituras, sin embargo, en su pregunta

a Jesús reflejaba una ignorancia espiritual respecto al plan divino:

“Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso

entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?” Juan 3:4. Jesús no les

hablaba de un conocimiento, religión o doctrina, sino de un estilo de vida que se

iniciaba mediante un proceso de crecimiento, dentro de una relación personal, en

una dimensión espiritual: “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que

no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” Juan 3:5.

Cuando Jesús llamo  a sus doce discípulos, lo hizo para que estuvieran

con el “todo el tiempo”. Su propósito no era enseñarles la escuela

rabínica del Talmud, ni hacerlos expertos en la ley mosaica. El quería

vivir con ellos para formarles una conducta, y que aprendieran de el un

nuevo estilo de vida: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mi, que

soy manso y humilde de corazón;  y hallareis descansó para vuestras almas;

porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” Mateo 11:29-30. El quería por medio de

sus propias acciones, poner las bases de lo que sería no solo un principio, sino un

distintivo por medio del cual conocerían a sus discípulos. Antes de decirles a los

seguidores de  Jesús “cristianos”, se les llamaba “DISCIPULOS”; esto envuelve

las implicaciones que el discipulado producía en su estilo de vida. “… y a los

discípulos se les llamo cristianos por primera vez en Antioquia” Hechos 11:26. En

todas sus enseñanzas  Jesús  se ponía como ejemplo, y ordenaba a sus

discípulos que hicieran lo mismo que él hacía. “Porque ejemplo os he dado, para

que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.” Juan 13:15.

Ellos debían copiar ese modelo, para reproducirlo, a esto llamamos

discipular. Sé que no es fácil  el repetir un modelo de conducta en una

época tan diferente como la nuestra, pero hasta donde nos sea posible,

y permitido, debemos ejecutar ese patrón, aceptando que hay

limitaciones. No podemos perder el espíritu esencial de la vida

cristiana, que es la relación en comunión y ejemplo para forjar el

carácter.

Si estudiamos detenidamente los evangelios, veremos que el mayor

anhelo del Maestro era que sus seguidores copiaran toda su

metodología de enseñanza, para después reproducirla con otros. El

deseaba que sus postulados fuesen mas una forma de ser, que un

decálogo de normas y principios.  Tal es así, que apenas encontramos

normas y mandamientos como los que tenían los judíos. Tenían que

aprender a vivir lo enseñado, el saber no era suficiente para ser un

discípulo, notemos lo que ordeno: …”enseñándoles que guarden todas las

cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta

el fin del mundo. Amén” Mateo 28:20. La expresión “que guarden todas las

cosas” significa que pongan por obra, que vivan, que ejecuten las órdenes dadas.

Así que no es suficiente saber, creer o conocer, hay que vivir, hay que

ejecutar los patrones de conducta recibidos. Él le dio tanta importancia

a la forma de ser de sus discípulos, y a sus defectos, que usaba sus

errores como los patrones de enseñanza. Creaba situaciones difíciles

para que por medio de la confrontación sus seguidores vieran sus

defectos. Estos serian los estorbos más grandes en la búsqueda de ese

estilo de vida que quería forjar. Jesús repudiaba la religiosidad

farisaica, la superficialidad, la falsa apariencia del creyente, el estilo de

vida espiritualista y desposeída de un carácter recto. Fue por ello que

en Mateo 23:14-15 exclamo: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!

Porque devoráis las casas de las viudas y como pretexto hacéis largas oraciones;

por esto recibiréis mayor condenación. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos,

hipócritas! Porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho,

le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros”.

El reclamo mayor que hizo a los escribas y fariseos era su hipocresía,

sus “largas oraciones”, que más que un acto de constricción, era una

forma de sacar beneficios de las pobres mujeres adoloridas. El orar

para Jesús no era una liturgia, ni una imposición dogmatica, ni una

forma de atraer la atención y el culto a su persona. Para Él, el orar era

hablar con su padre de forma natural y espontanea. Notemos por

ejemplo la siguiente observación: El evangelio más cronológico, y el

escritor más histórico de todo el Nuevo Testamento era Lucas. Su

evangelio es el más ordenado en hechos y acontecimientos, en esto

están de acuerdo todos los exegetas de las Escrituras. Partiendo de

esto, pregunto: ¿Cuándo enseño Jesús a orar a sus discípulos? Veamos.

Si analizamos el orden de hechos en el evangelio de San Lucas

notaremos que en el capitulo 9:1-6 Jesús envía a sus discípulos a

predicar por las ciudades y aldeas. Después en el capitulo 10:1-12 no

solo envía a los doce, sino a otros mas, un total de setenta discípulos, y

ellos salen con las instrucciones de predicar, sanar y echar fuera

demonios. Notemos que se les envía a predicar, ¿pero les había

enseñado a  orar? Parece que no, pues no fue hasta el capitulo 11

cuando se relata este hecho: “Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar,

y cuando termino, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como

también Juan enseño a sus discípulos” Lucas 11:1

Uno de sus discípulos le pide que le enseñe a orar. ¿Y cómo los envió a

predicar sin haberles enseñado a orar? Es bueno observar que Jesús

enseñaba con el ejemplo. El orar no es un mandato, no es una liturgia,

es todo un estilo de vida que se aprende con la vivencia y el ejemplo.

Todo lo impuesto no es espontaneo, por lo tanto no nace del corazón. El

maestro quería formar a sus discípulos con base en un modelo diferente

al existente en esos momentos – el dogmatismo de los fariseos y

saduceos-, para ello debía vivir primero en sí mismo, lo que después sus

discípulos iban a copiar. Muchas veces he observado la metodología de

Jesús, y creedme, me he sentido confundido, pues su estilo de formar

vidas no se basaba en la escuela dogmatica de la enseñanza

predeterminada por patrones establecidos, sino que El sacaba sus

lecciones de las realidades del diario vivir, de acuerdo a las necesidades

y no a una programación prefijada que llevara consigo.

En resumen, para formar el carácter tenemos que vivir, tratar y forjar

las áreas deficientes en nuestra forma de ser. Esto solo se puede lograr

por medio del modelo dejado por el mismo Señor. 

6

LA HERENCIA DEL ORGULLO

Traemos dentro de nuestra naturaleza una herencia pecaminosa que

arrastramos desde el Edén que se llama “EGOISMO”. Es por ello que

siempre tendemos ir contra el orden establecido, imponiendo nuestro

capricho, y adoptando actitudes orgullosas y dominantes, razón por o

que se descadenan muchos sentimientos carnales que anula la vida

espiritual. Es bueno entender el mensaje de que:

“Por tanto, como el pecado entro en el mundo por un hombre, (Adán) y

por el pecado la muerte, así la muerte paso a todos los hombres, por

cuanto todos pecaron. Romanos”  5:12. Al entrar la muerte por la

desobediencia, se opero en todos los seres humanos una mutación genética,

incubándose el “egoísmo”. Fue por ello, que por consecuencia del pecado, Adán

dejo de ver a Dios, y a su esposa, para verse a sí mismo, “descubriendo que

estaba desnudo” (Génesis 3:7). Al venir el Mesías este anularía de la naturaleza

humana la desobediencia, que trajo el pecado, asumiendo la obediencia, y

forjando en sus seguidores este principio básico para un correcto discipulado:

“Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron

constituidos pecadores, así también, por la obediencia de uno, los muchos serán

constituidos justos”  Romanos 5:19. Para ello, Jesús apelaba a negación del “YO”

como primera condición para ser discípulo: “Entonces Jesús dujo a sus discípulos:

Si alguno quiere venir en pos de mi, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y

sígame”. Mateo 16:24. No podemos negar que este egoísmo innato nacido del

“YO”, será una de las barreras más grandes que tendremos que afrontar para

poder moldear las vidas, ya que Jesús tuvo que luchar arduamente con sus

discípulos en esta área. El “YO” genera la presunción, el orgullo, la búsqueda de

protagonismo, la envidia, la vanidad, el deseo de poder, el querer ser mas

etecetera. Este fenómeno, my proliferad en nuestros días, también estuvo

presente en las relaciones de los primeros discípulos. Sería bueno aprender a

ver como el Maestro manejo estas realidades para atenuarlas, y hacer que sus

seguidores sojuzgaran el “YO” a su Señorío. Si no se lograba atenuar la negación,

los frutos del egoísmo generarían la soberbia, la cual es una mezcla de todos los

deseos carnales del “YO” y que conduce al rechazo total de Dios a nuestras vidas.

“Pero el da mayor gracia. Por esto dice: dios resiste a los soberbios, y da gracia a

los humildes”  Santiago 4:6

A cada paso encontramos actitudes incorrectas en los discípulos de

Jesús. Por ejemplo, en ellos había un grado “EGOISMO ESPIRITUAL” el

cual consistía en no compartir con otros las bendiciones que recibían.

siempre los seres humanos desean quedarse con lo mejor, ignorando a

los demás, o como fruto del “YO” se desarrolla una soberbia espiritual

que no es otra cosa que un orgullo espiritual manifestado en actitudes

hostiles, como por ejemplo; aquella vez cuando Jesús llevo a Pedro, Juan

y Jacobo aparte para mostrarles su gloria en la transfiguración:

Y sucedió que apartándose ellos de él, Pedro dijo a Jesús: Maestro,

bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres enramadas,

una para ti., una para Moisés, y una para Elías; no sabiendo lo que

decía” Lucas 9:33.Noten que el texto afirma que “nosabían lo que decían”.

Tenían el egoísmo a flor de piel. Mas después se encontraron a alguien

que no era parte de los discípulos haciendo milagros y echando

demonios en el nombre del Señor. Mostrando una soberbia inaudita, se

lo prohibieron, per, ¿Qué hizo Jesús frene a tal actitud? “Jesús le dijo: no

se lo prohibáis; porque el que no es contra nosotros, por nosotros es” Lucas 9:50.

Después los vemos con actitudes altivas y violentas, como producto del

EGO, o como fruto de un temperamento impetuoso, pero siempre

actuando de forma carnal. Fueron a Samaria para hacer preparativos

para la visita del Maestro, pero no les recibieron, entonces, indignados,

Jacobo y Juan le dijeron al Señor: “Viendo eso sus discípulos Jacobo y Juan,

dijeron: Señor ¿quieres  que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo

Elías,  y los consuma? Entonces volviéndose el, los reprendió, diciendo: vosotros

no sabéis de que espíritu sois; porque el Hijo del Hombre no ha venido para

perder las almas de los hombres, sino para salvarlas. Y se fueron a otra aldea”.

Lucas 9:54-56. La dinámica típica de Jesús consistía en dejar que ellos

cometieran errores, y después tratarles en esa área. En otra palabra, dejaba que

fuesen las situaciones del diario vivir las que determinaran sus enseñanzas. Había

veces en que El creaba las condiciones para que  aquellos discípulos más

difíciles, confrontaran problemas que les hicieran ver sus errores. Muchas veces

tenemos que caer, para comprender que nuestra arrogancia  y soberbia le impide

a Dios hacer su obra perfecta en nosotros. Así fue Pedro, siempre impulsivo,

presuntuoso, soberbio, y jactándose de ser muy valiente.

Cuando Jesús anuncio su muerte, le hizo ver a Pedro que sufrirá una

sacudida por parte de Satanás, la cual usaría para enseñare la

humillación y llevarle a la humildad: “Dijo también el Señor: Simón, Simón,

he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado

por tu, que tu fe o falte; y tu, una vez vuelto, confirma a tus hermanos” Lucas

22:31-32. Pero  Pedro seguía su camino, dejando que su autosuficiencia y

arrogancia saliera, pese a las duras palabras del Maestro, por lo que el Señor fue

mucho más claro y directo: “Él le dijo: Señor dispuesto estoy a ir contigo no solo a

la cárcel, sino también a la muerte. Y él dijo: Pedro, te digo que el gallo no cantara

hoy antes que tu niegues tres veces que me conoces” Lucas 22:33-34. Y ocurrió lo

anunciado, Pedro sufrió los golpes de su arrogancia, tuvo que llegar hasta la

negación de su Maestro para comprender que “nadie será fuerte por su propia

fuerza” (1 Samuel 2:9). Entonces cuando vio a Jesús pasar por su lado,

comprendió las consecuencias funestas del orgullo:”Entonces, vuelto el Señor,

miro a Pedro; y pedo se acordó de la palabra del señor, que le había dicho: antes

que el gallo cante, me negaras tres veces. Y Pedro, saliendo fuera, lloro

amargamente” Lucas 22:61-62.

Para formar el carácter hay que destruir el EGOISMO. Para ello se

necesita ser tratado duramente, y a veces tropezar. Pedro tuvo que

enfrentarse a su error, y comprender que había llegado muy lejos por

su arrogancia, y termino “llorando amargamente”. ¿Cómo es posible

que después de andar con Jesús tres años, Pedro cometiera estos

errores, incluso el de la violencia, al cortar la oreja del soldado? (Juan

18:10-11). Solo hay una explicación; es fácil seguir a Jesús, pero difícil

moldear el carácter. Sin embargo el Espíritu Santo usa los fracasos y

las circunstancias adversas para forjar en nosotros esas cualidades

básicas de la vida cristiana.

La conducta de Jesús seria la referencia para que sus discípulos

imitaran su ejemplo. El cuido, de forma muy especial, revelarles las

virtudes básicas para vencer el “YO” enquistado por medio d sus

acciones y enseñanzas. Comió con los pecadores, socorrió al

necesitado, evito el protagonismo y repudio la hipocresia religiosa de

los fariseos. Lavo los pies a sus discípulos, vivió errante y sin ningún

bien, soporto los vituperios y los desprecios con estoicismo, y basado en

ello revelo la grandeza de la humildad, usando los términos de “siervo”,

“servidor”, “postrero”: “Y llego a Capernaum; y cuando estuvo en casa,

(Jesús) les pregunto: ¿Qué disputabais entre vosotros en el camino? Más ellos

callaron; porque en el camino habían disputado entre si, quien había de ser el

mayor. Entonces el se seto y llamo a los doce, y les dijo: si alguno quiere ser el

primero, será el ostrero de todos, y el servidor de todos. Y tomó a un niño, y lo

puso en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les dijo: el que reciben en mi

nombre a un niño como este, me recibe a mí, y el que a mí me recibe, no me

recibe a mi sino al que me envió” Marcos 9:33-37.

Su lucha más ardua estuvo en esta área, la de la negación. En muchas

ocasiones les explico y les mostro con hechos, la importancia de ser

mansos y humildes. La humildad no es una cualidad que se recibe con

la gracia, ni se aprende en una escuela. Esta nace de la enunciación, de

una actitud de humillación que nos capacita para la obediencia. Cuando

se es humilde, se alcanza la paciencia. Entonces nace la mansedumbre.

Pero esta cualidad nace en la medida en que nos sometemos

voluntariamente a ser formados en el carácter. No es cuestión de

querer, sino de luchar y esperar. Cuando Jesús nos llama, no desea tan

solo que seamos salvos,  y ya está. El desea que al descansar del

pecado, asumamos la perfección mediante una actitud de formación

que crucifique el “YO”. “Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados,

y yo os hare descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mi, que soy

manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;…” Mateo

11:28-29.

Debemos aprender de Él, no ser egoístas, y entender el amor se

manifiesta en la entrega. Que el mayor amor es el que da su vida por

otro (Juan 15:13), y  esto se tiene que enseñar, pues son las verdades

básicas del vivir como cristiano. Cada acción de Jesús era una dinámica

para atenuar el “YO” impulsivo de sus  discípulos y moldea su

temperamento. El deseaba ayer lo mismo que desea hoy, que aprendamos de Él,

que implantemos su modelo de vida como una norma en el vivir, por ello nos

ordena hacer discípulos, a ir mas allá de una simple enseñanza, a ser más que un

creyente. ¿Entendemos lo que esto representa?

 

7

MECANISMO DE FORMACIÓN

La formación de una vida es una ardua labor que se inicia; desde su

nacimiento, hasta que alcanza madurez y aprende a valerse por sí

mismo. Ya sea en lo natural o espiritual, la metodología a seguir es

idéntica. Si sabemos darle una buena enseñanza fundamentada en el

buen ejemplo, y cubierta con amor, tendremos hijos estables, seguros, y

con valores eternos.  Si fallamos, nada podríamos hacer después, ya

que el daño aparecerá en el transcurso del tiempo. Es por ello que

debemos considerar que existen dos factores en la formación de los

hijos; los factores fondo  y los factores de forma. Los factores de fondo son

aquellos que tienen que ver con los principios propios del padre o la madre:

1. 1.    El ser un hijo deseado, y que durante el embarazo se le ame,

cuide, y se anhele. Cuando el niño se sienta rechazado, aun estando

en el vientre de la madre, asimila ese rechazo. Se ha comprobado

que el hijo antes de nacer, necesita sentir la aceptación, e incluso el

cariño de sus padres, a través de ese contacto lejano al tocar el

vientre. De igual forma, necesitamos desear tener discípulo, y que el

sienta desde antes de convertirse que su vida y su futuro me

interesa. Este involucramiento de un embarazo deseado nos

compromete con la evangelización.

2. 2.    Darle como fundamento, de todo lo que pueda venir

después, mucho amor. El amor es la base de la autoridad, la

disciplina y la entrega mutua. En él se fundamenta y arraiga toda

relación de formación: … para que habite Cristo por la fe en vuestros

corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor… Efesios

3:17

3. 3.    Apoyar toda enseñanza y autoridad con nuestro  propio

ejemplo, como modelo de conducta. Esto implica examinar en mi

vida lo que voy a demandar de otros. Es la base de una relación

correcta, que impide el abuso, maltrato y exceso de autoridad, para

dar cumplimiento al mandato de Pablo: Hermanos, sed imitadores de mi,

y mirad a los que así se conducen, según el ejemplo que tenéis en nosotros.

Filipenses 3:17, (ver 1 Corintios 4:16).

Para ello necesitamos tener un modelo correcto de conducta y romper

con la maldición de herencias incorrectas que hemos heredado de

nuestros padres, para ser formados bajo el modelo en el cual vamos a

formar a otros. Recordemos que nadie puede dar lo que no tiene.

Después necesitamos proyectar los factores de forma, para llevar a

cabo nuestra misión de capacitar vidas y estos se encuentran en Tito

2:15 y Hebreos 12:11: Esto habla, y exhorta y reprende con oda autoridad.

Nadie te menosprecie. Es verdad que ninguna disciplina al presente paree se

causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los

que en ella han sido ejercitados.

HABLA, EXHORTA, REPRENDE, DISCIPLINA: Cuatro elementos

básicos que se usaran a lo largo de la formación, y los cuales debemos

analizar, usa y conocer.

HABLAR: Equivale a enseñar. Toda demanda se ejerce basada en un

conocimiento. Este se aprende a través de la repetición y de un modelo

de vida adoptado. El método judaico de enseñanza consistía en la

proclamación de la ley de Dios, a través de un diario vivir, y mediante

una repetición continua:

“Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las

repetirás a tus hijos, y  hablaras de ellas estando en tu casa, y andando

por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes”. Deuteronomio 6:6-

7. No podemos ejerce los demás elementos si este no figura como base.

Se enseña, y sobre lo enseñado, se exhorta y reprende. Mientras la

Palabra no se forme en discípulo, nuestras demandas no podrán ser

ejercidas. Solo el conocimiento y la implantación de la ley determinan el

delito, es por ello que Santiago exclama: “Y al que sabe hacer lo bueno, y

no lo hace, le es pecado”. Santiago 4:17.

En la medida en que el conocimiento del hijo de Dios crece en nosotros,

se hace necesario el uso de los demás elementos. Es de vital

importancia que estemos conscientes de esta realidad, pues ignorar

esto, y actuar con lo que sigue después, nos llevara no a la corrección,

sino a la reprensión.

EXHORTAR: La palaba exhortar significa; llamar, animar, instar a

aquel que recibió una enseñanza, ya sea practica o teórica, para que la

implante en su vida. Podemos aprender, pero a lo mejor no vivimos lo

aprendido, es ahí cuando la exhortación entra en escena, para advertir

al discípulo que debe vivir lo aprendido.

Se puede ejercer dando palabras de ánimo o aviso. No se debe seguir

adelante con otras enseñanzas mientras no vivamos la primera. Se

necesita tiempo, paciencia y relación para que la misma sea parte de

nuestra forma de ser y no tan solo de nuestra forma de creer: “…que

prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende,

exhorta con toda paciencia y doctrina” 2 Timoteo 4:2.

REPRENDE:   Después de haber exhortado, se da el segundo paso,

reprender. “Reprende” es dar un llamado de atención de forma más

dura y fuerte. Aquí no se anima, sino se reclama frente a una acción

errónea. Debe de haber un margen de error humano admisible, del cual

debemos estar conscientes. Podemos errar por omisión, ignorancia o

por descuido. Es por ello que se hace necesario no actuar

drásticamente, si primero no hemos usado la amonestación una y otra

vez:”No os escribo esto para avergonzaros, sino para amonestaros como a hijos

míos amados” 1 Corintios 4:14. La amonestación es en si el proceso de

exhortar y reprender antes de aplicar medidas correctivas más fuerte,

como la disciplina. Se puede reprender de forma privada, advirtiendo

las consecuencias que puede traer una repetición de una mala acción

sobre la cual se ha enseñado. ¿Qué se busca con la reprensión? Hacerlo

sano en la fe, dar una oportunidad, antes de usar el castigo. Prevenir el

mal, antes de que este produzca juicio.”Este testimonio es verdadero; por

tanto, repréndelos duramente, para que sean sanos en la fe…” Tito 1:13. “La

reprensión aprovecha al entendido, más que cien azotes al necio” Proverbios

17:10

Esta acción se puede ejercer de forma privada, o en medio del grupo o

familia, dependiendo del tipo de falta cometida. Pablo recomienda  en

algunos casos hacerse públicamente:”A los que persisten en pecar,

repréndelos delante de todos, para que los demás también teman” 1 Timoteo 5:20

DISCIPLINAR :   Es la última etapa en la formación. Este término tiene

una doble implicación; por un lado significa poner en orden, establecer

una norma de conducta y proceder, y por otro lado se usa para referirse

a la corrección, al mecanismo de de castigo que usamos para disciplinar

y formar a un hijo la Biblia establece que “el padre que ama disciplina

los hijos” y expone esta realidad al afirmar: “Pero si se os deja sin

disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no

hijos. Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que no disciplinaban, y

los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los

espíritus y viviremos? Y aquellos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban

como a ellos les parecía, pero  este para lo que nos es provechoso, para que

participemos de su santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece

ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a

los que en ella han sido ejercitados” Hebreos 12:8-11.

Se disciplina como última instancia, usando para ellos los mecanismos

disponibles, siempre y cuando el discípulo se sujete a la autoridad del

maestro y anteriormente se haya exhortado y reprendido. La diferencia

entre la disciplina paternal, de índole natural, y la disciplina espiritual,

radica en que la primera es imperativa, la segunda optativa. Nuestra

autoridad, por lo tanto, no es absoluta, y los mecanismos obedecen a la

actitud del discípulo. Cuando aplicamos la disciplina debemos

considerar nuestras limitaciones, y usarlas en aquellas que sirven para

formar el carácter, dejando a los ancianos o pastores de la iglesia el

ejercer la misma en casos de pecados graves. ¿Cómo disciplinar?

Debemos ejercer  aquel mecanismo que produzca en el discípulo

tristeza y arrepentimiento. Se le puede quitar losprivilegios, someterlo al

silencio, suspenderles cualquier responsabilidad que tenga, o cualquier otra acción

que moralmente le pueda causar dolor. Si hay arrepentimiento y cambio de

actitud, entonces procederemos a la restauración debemos considerar que cuando

hay arrepentimiento y confesión es necesario aplicar más la misericordia que el

juicio: “El que encubre sus pecados no prosperara; mas el que los confiesa y se

aparta alcanzara misericordia” Proverbios 28:13. ¿Qué podemos hacer cuando el

discípulo no acepta la disciplina? Debemos pasar el asunto a los ancianos o

lideres superiores, para evaluar las causas de su rebeldía. Si su conducta rompe

el orden establecido, y mantiene una actitud hostil y negativa, deberá ser

confrontado, y en último caso ser desechado, pues su comportamiento puede

afectar la unidad del cuerpo: Si hay pecados que Dios aborrece, estos son el de la

rebeldía y engaño, por lo cual muchos fueron cortados por la intervención directa

de Dios. “Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación

deséchalo” Tito 3:10.

La acción de disciplinar, ejercida por los ancianos de la iglesia, podrá

ser más drástica, lo cual será determinado por el tipo de pecado

cometido, pues aunque todos los pecados son iguales, existen algunos

que no se pueden tolerar dentro de la iglesia del Señor: “Más bien os

escribí  que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario,

o avaro o idolatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis” 1

Corintios 5:11. “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza,

pasiones desordenadas, a los deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las

cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia….” Colosenses 3:5-

6. Si aplicamos estos procedimientos, podremos cumplir nuestra misión. Es

imposible ejercer una autoridad de formación si no tenemos as herramientas para

implantar la Palabra en los corazones de discípulos: “Por lo cual, desechando toda

inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra

implantada, la cual puede salvar nuestras almas” Santiago 1:2.1

Es triste ver que e muchos marcos no se puede ejercer estos principios,

porque los creyentes han sido mal formados, insujetos y sobre todo,

huérfanos de un hogar estable, razón por lo cual la rebeldía y

autosuficiencia impide corregir muchos defectos de carácter. Pero

nosotros, hasta donde nos sea posible, debemos reconocer que estas

armas son bibilicas justas e importantes para poder ejecutar un

correcto discipulado.

 

8

DINÁMICA DE LA FORMACIÓN

Hemos hablado de la metodología que debemos usar en la formación de

vidas, sin embargo debemos añadir a esto la importancia que tiene

otras acciones dinámicas para poder enseñarles a nuestros hijos

algunas “cualidades”, que son vitales para un crecimiento integral. Las

cualidades son virtudes, o normas de conductas, que obedecen a un

entrenamiento que va más allá de las palabras. Es fácil ser creyente,

piadoso, espiritual, pero ¿será lo mismo a la hora de ser paciente,

constante, obediente, integro, fiel y humilde? Una de las primeras

virtudes que tenemos que desarrollar en los discípulos es la capacidad a

obedecer “en la Palabra”. Y enfatizo “en la Palabra”, para no dar lugar

a que algunos, usando mal esta obediencia, cometa abusos, en el

ejercicio de autoridad. Si la obediencia es básica en la dinámica de

formación, la misma requiere que el discípulo tenga un espíritu

impregnado de confianza hacia su maestro, junto a una humildad que

nazca de su humillación. Hay que diferenciar entre la humildad que

obedece a un temor, como las que se usa en el ejército, y la que

obedece a una entrega y negación Pablo compara la formación del

cristiano con la del soldado en relación al sufrimiento que experimenta

en la misión encomendada cuando le dice a su hijo Timoteo: “Tu pues,

sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo” 2 Timoteo 2:3. Haciendo la

observación de que la autoridad y sometimiento que apliquemos en el

ejercicio de la formación debe estar revestida de amor lo cual difiere

con la disciplina militar, en donde predomina el despotismo. “Todas

vuestras cosas sean hechas con amor” 1 Corintios 16:14. Un soldado es

entrenado para obedecer, por lo que se le somete a una disciplina. Partiendo de

este hecho, nosotros estamos consientes que de la actitud del discípulo hacia la

obediencia absoluta a la Palabra dependerá su crecimiento.

Fue por ello que Jesús dio órdenes y contraordenes a sus discípulos

para probarles y enseñarles la obediencia. Si observamos algunos

pasajes, descubriremos esta metodología. En Lucas 9:3 el Señor envía a

sus discípulos a predicar y les ordena: “Y les dijo: No toméis nada para el

camino, ni bordón, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni llevéis dos túnicas”. En otra

palabra, los envía sin nada. La actitud de ellos fue obedecer sin

demandar explicaciones, porque ninguno discutió las órdenes de su

Maestro, ni reclamo el porqué de ir sin nada. En otra ocasión, los envía

de nuevo, junto a otros más, un total de setenta, y les dice: “No llevéis

bolsa, ni alforja, ni calzado; y a nadie saludéis por el camino” Lucas 10:4.

Ahora podían llevar pan y túnicas, pero no calzado ni alforjas. No

debían saludar a nadie por el camino, además de otras instrucciones

más. Ellos obedecieron, aceptaron las reglas del juego como buenos

soldados y cumplieron lo ordenado. Pero ahí no queda todo, tiempo

después, Jesús culmina esta mecanismo de órdenes y contraordenes al

hablarles de nuevo y  decirle: “Y a ellos dijo: Cuando os envié sin bolsa, sin

alforja, y sin calzado, ¿os falto algo? Ellos dijeron: Nada. Y les dijo: Pues ahora, el

que tiene bolsa, tómela y también la alforja; y el que no tiene espada, venda su

capa y compre una” Lucas 22:35-36.

Después de analizar los hechos anteriores y evaluar sus acciones de

obediencia, les da una contraorden, y no solo los envía con todo, sino

que les ordena vender la capa para comprarse una espada. ¿Una

espada? ¿Y para qué?  El Señor estaba preparando a sus discípulos para

su partida, además el tenía que pasar a Pedro por otro entrenamiento, y

le había proporcionado la espada para que cortara una oreja, a fin de

enseñarle el peligro de la violencia y agresividad. Entrenar  no es otra

cosa que someter a prueba a los soldados. Para poder ejecutar esta misión,

necesitamos tener autoridad, y saberla usar, para forjar cualidades positivas en

nuestros hijos. Jesús fue duro, directo y poco diplomático: “Otro de sus discípulos

le dijo: Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre. Jesús le dijo:

Sígueme; deja que los muertos  entierren   a sus muertos” Mateo 8:21-22

“Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya n

andaban con él. Dijo entones Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros

también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos?

Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y

conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” Juan 6:66-69.

No se puede ejercer una formación para obediencia, si no sabemos usar

la autoridad correctamente. Hay que ser duro, pero no áspero. La

dureza equivale a firmeza, la aspereza es igual a grosería, malos tratos,

vejación. Es necesario aprender a afrontar la realidad con valentía, por

lo tanto, hay que someter al discípulo a un régimen de disciplina

formativa en estas áreas. Hay otras cualidades que están ligadas a la

obediencia, como por ejemplo la paciencia, constancia y la persistencia.

Aprender a obedecer es aprender a ejecutar la misión encomendada, es

no dar lugar a mis deseos, sino a los deseos del Señor, es ir mas allá de

nuestro estado anímico. Los soldados son formados para vencer muchas

adversidades, y enfrentar el combate sin abandonar su puesto. Se les

presiona para enseñarles a sufrir, y poder medir su capacidad en los

momentos difíciles del combate. No podemos negar que la vida

cristiana es una continua batalla, nuestra lucha va más allá de lo

humano: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra

principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este

siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” Efesios

6:12. “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera he guardado la fe” 2

Timoteo 4:7. Y que tenemos una serie de armas espirituales para poder

ejecutar esta batalla: “…porque las armas de nuestra milicia no son carnales,

sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas” 2 Corintios 10:4. Y es

por ello que necesitamos un buen entrenamiento, acompañado de una dinámica

que nos confronte con nuestros defectos en relación a nuestras acciones. El

desarrollo del dominio propio en momentos difíciles es una ardua tarea, que apela

más a la relación que a la teoría, y es una parte el entrenamiento cristiano.

Es necesario ser probado, no solo por Dios, sino también por el

maestro. Saber hasta dónde un discípulo es apto para una determinada

labor. Medir sus fuerzas espirituales y psíquicas, no vaya a ser que le

dé una misión para la cual no está capacitado  y termine derrotado. La

confianza, el valor y la capacidad de aguante se miden. Jesús sometió a

prueba a sus discípulos, y con ello determino no solo el grado de orgullo

que llevaban, sino también el temperamento que tenían. Uno de los

errores más graves que podemos cometer en la formación de vidas y

capacitación de líderes es el no medir el aguante de estos en algunas

áreas del diario vivir. Necesitamos hombres “fieles” e “idóneos”, y la

fidelidad se prueba para dar lugar a la confianza. ¿Pero cómo puedo

probar la confianza? A través del sometimiento a la obediencia.

Siempre que he pensado en delegarle a un discípulo una

responsabilidad en el cuerpo, le he pedido a Dios sabiduría para poder

probar su integridad, a fin de saber que espíritu  lo mueve. Debemos

saber distinguir los espíritus, y detectar quienes tienen ambiciones,

quienes buscan lo suyo, quienes se someten sinceramente al Señorío de

Cristo y  quienes lo hacen fingidamente. Es necesario saber quiénes son Pedros,

o Judas o Juanes. ¿Es posible esto? Si hay relación, si. Hay muchos pequeños

detalles que revelan las cualidades del discípulo. Si es fiel en las cosas naturales,

lo será también en las espirituales: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo

mas es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo mas es injusto”

Lucas 16:10. Si supo respetar a sus padres, te sabrá respetar a ti. Si acepta

órdenes duras, también aceptara pruebas duras. Si es obediente en lo práctico, lo

será en lo espiritual, si sabe cuidar lo suyo, sabrá cuidar lo de otro. En muchas

ocasiones he tenido duda sobre la fidelidad espiritual de un discípulo, entonces el

Señor me ha iluminado para probarles. No creo que debamos establecer

mecanismos de pruebas continuas, ni programas de este tipo, pero a veces el

Señor nos ilumina para probar los espíritus y someter a prueba a algunos

discípulos, antes de darles una misión especial. Es bueno aceptar que incluso al

nombrar diáconos, se nos recomienda someterlos a prueba por un tiempo: “Y

estos también sean sometidos a prueba primero, y entonces ejercerán el

diaconado, si son irreprensibles” 1 Timoteo 3:10. Si se prueban a los diáconos

cuanto más aquellos que quieren alcanzar un ministerio. Es esencial considerar

este aspecto en la formación de los discípulos, pues sin sometimiento y confianza

no será posible una relación profunda y de delegación que produzca una

capacitación integral en la vida del discípulo.

 

9

CONFRONTANDO NUESTROS ERRORES

No podemos pasar por alto la necesidad de aceptar nuestros errores

como un medio de descubrir nuestro efecto, y conocernos a nosotros

mismos. Esta actitud de autoevaluación nos llevara a rectificar muchas

acciones negativas que pueden rebotar contra nosotros mismos. Si nos

examinásemos, evitarnos muchos escándalos, comentarios y juicios,

además esto es lo que recomienda Pablo antes de participar de la cena

del señor: “Si pues nos examinásemos a nosotros mismos, no seriamos

juzgados; mas siendo juzgados, somos castigados por el señor, para que

no seamos condenado con el mundo” 1 Corintios 11:31-32. Para poder

adquirir esta capacidad, es necesario ser formado  dentro de un marco de

sinceridad y ayuda mutua.”Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os no os

olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios” Hebreos 13:16.

Es necesario velar por las necesidades integrales del discípulo, tato

en  el arte material, como emocional buscando modificar no solo sus

actividades espirituales, sino también aquellas otras áreas que siendo

humanas y naturales, determina muchas veces su conducta social.

Tenemos que entrar en todas las ares desordenadas del discípulo, no

solo en su vida espiritual. ¿Es bueno hijo, padre, esposo? ¿Practica la

hospitalidad? ¿Administre bien sus bienes? ¿Es aseado en orden en su

persona o cosa? ¿Cómo es su testimonio a nivel de su relación

personal  con lo que no son de la iglesia? Todo esto es parte de su vida cristiana,

y no podemos pasarlo por alto. Descuidar lo que otros piensan de mi es

menoscabar credibilidad como hijo de Dios: “Y perseverando unánimes cada día

en el templo, y partiendo el pan en la casa, comían juntos con alegría y sencillez

de corazón, ablando a Dio, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el señor añadía

cada día a la iglesia los que habían de ser salvos” Hechos 2:46-47. “También es

necesario que tenga buen testimonio de las de afuera, para que no caiga en

descredito y en laso del diablo” 1 Timoteo 3:7. La credibilidad de3l cristiano ante el

mundo tiene mucha importancia. Para dejar “sabor en la boca”  aquellos que nos

ven, debemos recordar que: “Por  tanto, nosotros también, teniendo en derredor

nuestro tan grade nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que

nos asedia, y corramos con paciencia que tenemos por delante…” Hebreos 12:1.

Esto nos lleva a reconocer que, de forma continua, tenemos que ser

confrontados dentro del discipulado con todas las áreas de nuestro

diario vivir. Ay que ir mas allá de lo espiritual, de lo natural e incluso de

lo ceremonial, y hacer hincapié en todo lo que somos hacemos. Para

ellos es necesario entrar en una relación íntima, que nos ayude a

resolver los problemas de hábitos y costumbres que aunque sean

normales y aceptables en el entorno social, no son valederas para los

hijos de Dios. Debemos tener presente que somos diferente a los

demás, que ay otros valore que deben determinar nuestra conducta, y

que el señor desea que seamos un pueblo peculiar, por lo que la palabra

proclama que: “Sabiendo que fuiste recatado de vuestra vana manera de vivir,

la cual recibisteis de vuestro padre, no con cosas corruptibles, como oro o plata,

sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin manchas y sin

contaminasion” 1 Pedro 1:18-19.  Y es por ello de que somos: “…linajes

escogidos, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido, para que anuncies

loas virtudes de aquel que os llamo de las tinieblas a su luz admirable” 1 Pedro

2:9. Esto nos obliga a desarrollar una dinámica, que además de todo lo expuesto,

nos lleve de ves en cuando a enfoques y confrontaciones con hechos y acciones

que se salen del marco bíblico, para llevarnos a la vida practica. Lo primero que

debemos considerar es la importancia de “desnudarnos” (no en el sitio físico),

como persona delante de los demás para ser “transparente”, y aceptar la critica y

los comentarios sobre nuestra forma de ser y actuar. La transparencia es

equivalente a dar en luz, no esconder ni disimular los errores: “Pero si andamos en

luz, como el está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de

Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” 1 Juan 1:7. Para ello debemos imitar

la conducta de Jesús. Este se confronta primero así mimo, mediantes unas

preguntas que tienen grandes implicaciones en sus analices:   

9

CONFRONTANDO NUESTROS ERRORES

O podemos pasar por alto la necesidad de aceptar nuestros errores

como un medio de de descubrir nuestros defectos, y conocernos a

nosotros mismos. Esta actitud de autoevaluación nos llevara a realizar

muchas acciones negativas que pueden rebotar contra nosotros

mismos. Si nos examinásemos, evitaríamos muchos escándalos,

comentarios y juicios, además esto es lo que recomienda pablo antes de

participar de la cena del Señor: “Si, pues, nos examinásemos a nosotros

mismos, no seriamos juzgados, somos castigados por el señor, para que no

seamos condenados con el mundo “1 corintios 11:31-32. Para poder

adquirir esta capacidad, se necesita ser formado dentro de un marco de

sinceridad y ayuda mutua. “Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os

olvidéis; porque de tale sacrificios se agrada a Dios” Hebreo 13:16.

Es necesario valer por las necesidades integrales de discípulo, tanto en

el era material, como emocional, buscando modificar no solo sus

actitudes espirituales, sino también aquellas otras áreas que siendo

humanas y naturales, determinada muchas veces su conducta social.

Tenemos que entrar en todas las áreas desordenadas de discípulo, no

solo en su vida espiritual. ¿Es buen hijo, padre, esposo? ¿Practica la

hospitalidad? ¿Administra bien sus bienes? ¿Es aseado y ordenado en

su persona o cosa? ¿Cómo es su testimonio a nivel de su relación

personal con los que no son de la iglesia? Todo esto es parte de su vida

cristiana, y no podemos pasar por alto. Descuidar lo que otros piensan

de mí es menoscabar mi credibilidad como hijo de Dios. “Y perseverando

unánimes cada día en el tiempo, y partiendo el pan de las casas, comían juntos

con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el

pueblo. Y el señor añadía cada día a la iglesia los que había de ser

salvos” Hechos 2:46-47 “También es necesario que tengan buen

testimonio de los de afuera, para que no caiga en descredito y en los

lasos del diablo” 1 Timoteo 3:7. La credibilidad del cristiano ante el

mundo tiene mucha importancia. Para dejar buen “sabor de boca” a

aquellos que nos ven, debemos recordar que: “Por tato, nosotros también,

teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo

peso y del pecado que no asedia, y corramos con paciencia la carrera que

tenemos por delante. . .” Hebreos 12:1.

Esto no lleva a reconocer que, de forma continua, tenemos que ser

confrontados dentro de discipulado con todas las aéreas de nuestro

diario vivir. Hay que ir más allá de lo espiritual, de lo natural e incluso

de lo ceremonial, y hacer hincapié en todo lo que somos y hacemos.

Para ello se necesita entra en una relación intima, que nos ayude a

resolver los problemas de hábitos y costumbres que aunque sean

normales y aceptable en el entorno social, no son valederas para los

hijos de Dios. Debemos tener presente que somos diferentes a los

demás, que ay otros valore que debemos determinar nuestra conducta,

y el señor desea que seamos un pueblo peculiar, por lo que la palabra

proclama que: “Sabiendo que fuiste recatado de nuestra vana manera de vivir,

el cual recibiste de nuestros padres, no son cosas corruptibles, como oro o plata,

si no con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin manchas y sin

contaminasion” 1 Pedro 1:18-19. Y es por ello que somos: “…linaje escogido,

real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido, para que anuncies las virtudes de

aquel que os llamo de las tinieblas a su luz admirable” 1 Pedro 2:9. Esto nos

obliga a desarrollar una dinámica, que además de todo lo expuesto, nos lleva de

vez en cuando a enfoques y confrontaciones con hechos y acciones que se salen

del marco bíblico, para llevarnos a la vida practica. Lo primero que debemos

considerar es la importancia de “desnudarnos”  (no como el sentido físico), como

personas delante de los demás para ser “transparentes”, y aceptar las críticas y

comentarios sobre nuestra forma de ser y actuar. La transparencia es equivalente

a dar a luz, no esconder ni disimular los errores. “Pero si andamos en luz, como el

estar en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Cristo su hijo nos

limpio de todo pecado” 1 Juan 1:7. Para ello debemos imitar la conducta de Jesús.

Este se confronta primero así mismo, una pregunta que tiene grandes

implicaciones en su análisis:

“Aconteció que mientras Jesús oraba aparte, estaban con él los discípulos; y les

pregunto diciendo: ¿Quién dice la gente que soy yo? Ellos respondieron: Unos,

Juan el Bautista; otros, Elías; y otro9s que algún profeta de los antiguos a

resucitado. El les dijo: ¿Y vosotros quien decís que soy? Entonces respondiendo

Pedro, dijo: El Cristo de Dios”Lucas 9:18-20.      

La primera pregunta se relaciona con la opinión externa  que la gente

tenía de Él, ¿Quien dice la gente que soy yo? ¿Estarías tú dispuesto

como maestro o padre a plantearte lo que la gente de afuera de tu

círculo piensa de ti? La respuesta nos podría dar mucha luz de nuestra

calidad de vida cristiana.

La segunda pregunta era mucho mas intima y directa: “y vosotros

¿Quién decís que soy, o que pensáis de mi?” Si aceptamos la crítica

constructiva, si nos conformamos con nuestra realidad  de conducta,

seremos capases de convertirnos en modelos para otros y demandarle a

los demás el planteamiento de estas preguntas. Muchas veces

necesitamos hacer reuniones de “conformación”, para poder llevar a

realidades prácticas de nuestra vida. La psicología le llama a esto

“terapias de grupo”, yo le llamo simplemente confrontación. Jesús, por

medio de preguntas, trataba de buscar actitudes escondidas en sus

discípulos. El formular interrogantes, para destapar defecto, es el

mediación, y reconocer nuestras arias débiles y (2 Corintios 7:1). No

podemos eludir el hecho de que muchas personas vienen al Señor

dañadas emocional mente, con trastornos de personalidad y hábitos

dañinos, que deben ser depurados, una vez identificados. El padre

espiritual no solo es un guía espiritual, sino también es un consejero, un

sacerdote y un educador, las beses de padre, madre, pastor y amigo, de

aquella vida que temo bajo su cobertura. Así que potenciamos esta

relación en confrontación, para sanar, restaurar y corregir: Lo contrario

sería el chisme, la hipocresía, la doble cara y la superficialidad, cosas

que además de afectar la unidad del cuerpo, nos llevara a un tremendo

fracaso espiritual y social.

                                                         10

                                LA SALUD DE UN DISCÍPULO

La salud física de un hijo dependerá del cuidado y la alimentación que

le proporcione sus padres cuando el niño es un bebe, se encuentra des

protegido del todo, por lo que deberá ser cuidado de forma muy

especial. De igual manera ocurre cuando un hijo al nacer confronta

alguna enfermedad, deficiencia o incapacidad. Esté cuidado primario es

vital para el crecimiento de nuestros hijos. De la misma manera el

convertido debe de ser cuidado y protegido de muchos peligros

existentes en nuestro entorno, pues esta desconocido de un

conocimiento profundo que le ayude a discernir la verdad de Dios, y

además esta des protegido de defensa para vencer los ataques

diabólicos. Cuando el nuevo convertido viene de un mundo muy

pecaminoso, requiere una mayor atención, no es lo mismo a aquel

convertido que viene de una vida normal, que uno que procede del vicio

de las drogas, o de un hogar desintegrado por el divorcio. Esto hace

que muchas nuevas criaturas corran el riesgo de “enfermarse”

espiritual mente sino son atendidos adecuada mente. Así que la salud

de un niño depende del cuidado; protección de los ataques diabólicos.

De la higiene; protección del contagio de infecciones y

contaminaciones. De la alimentación; una dieta compuesta de vitaminas

y minerales que es el conocimiento de la palabra y la piedad.

¿Cómo nutrir un hijo espiritual cuando nace de nuevo? Lo primero que

tenemos que hacer es prepararle una leche apropiada a su

necesidad.  (1 Pedro 2:2).

En la medida que crese, la leche deberá de ser mas entera. La

adulteración de la leche, de la cual habla San Pedro, puede ser la

mezcla de esta con otros componentes ajenos a la misma, o su falta de

pureza, si es muy aguado o muy concentrada, ambos problemas

repercuten en la salud del niño, y esto le desnutre, ole producirá

diarrea.

La Palabra sana es la leche adecuada. Debemos de evitar toda

influencia extraña y dañina a la doctrina, pues los nuevos convertidos

pueden ser afectados por su buena fe, de ideas exóticas que dañan la

verdad de Dios:  “…palabra sana e irreprochable, de modo que el adversario se

avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros”  (Tito 2:8). “Desecha la

fabulas profanas y de viejas. Ejercítate para la piedad (1 Timoteo 4:8).  Reten la

forma de las sanas palabras que de mi oísteis, en la fe y el amor que esen Cristo

Jesús”  (2 Timoteo 1:13).

Es por ello que debemos evitar que el discípulos tenga muchos

maestros, que las primeras cosas sean enseñadas  por aquel que ejerce

la paternidad espiritual, e incluso no permitirle ciertas lecturas y

enseñanzas,  que aunque sean correctas, a lo mejor no son a apropiadas para su

edad espiritual. Pero siempre los bebes tienen riesgos para contraer muchas

enfermedades, y claro, de vemos determinar cuáles son los riesgos de estas, para

tratarlas a tiempo. Que remos establecer un parámetro comparativo entre las

enfermedades físicas de un niño, y des pues espiritualizarlas, para buscar la

enseñanza apropiada para la formación del discípulo:

LA VACUNA

Es el medio de preservar al niño para que no sea víctima de ciertas

enfermedades comunes y contagiosas. Se inocula “virus vivos o

aletargados” para hacer que el cuerpo fabrique defensas. En la vida

espiritual tenemos que vacunar a nuestros discípulos del virus de la

apatía, la crítica y el “yo” exaltado.

DIARREA

Es un trastorno intestinal producido por contagio o parásitos o por

alimentación contaminada. En la vida cristiana el recibir mucha

alimentación, sin digerirla nos puede llevar a una diarrea espiritual, que

producirá inestabilidad en la vida cristiana y el fluir de ideas y

conceptos de forma descabellada.

DESNUTRICION    

Esla falta de una alimentación adecuada, o una descompensación

vitamínica. Este mal hace que las personas enfermas se vean

inflamadas, demacradas y sin fuerza. Hay cristiano que llevan muchos

años aprendiendo, pero no han recibido las vitaminas espirituales

necesarias y se desnutren. Aunque parecen muy espirituales y gordos,

están hinchados, enfermos y sus vidas son volubles e inconstantes No

crecen como es debido, se quedan como niños, y adoptan actitudes de

niños. Por lo general reciben un alimento inadecuado para su edad:

“Os di a bebe leche, y no vianda; porque aun no erais capases, ni sois

capaces todavía” (1 Corintios 3:2).

RAQUITISMO

Es similar a la desnutrición, pero su origen es endémico, pues comenzó

desde que nació, y por lo tanto es débil, esquelético y carente de

fuerzas. Así son muchos cristianos que no son cuidados

adecuadamente, ni reciben el alimento correcto. Su raquitismo

espiritual les lleva a nacer en Cristo, pero al poco tiempo mueren, por

no tener una correcta alimentación espiritual. O si viven, presentan un

cuadro complicado, incapaces de analizar la vida cristiana.

ATROFIA  

Es la incapacidad de ciertos músculos o miembros del cuerpo, los

cuales no pueden realizar su función correcta. Así ay muchos hermanos

en la iglesia, atrofiados. Saben realizar la función de miembros del

cuerpo, pero carecen de vitalidad, compromiso y sobretodo de

funcionalidad en el que hacer de la iglesia.

 

COLERA    

Es un virus sumamente contagioso que produce una disentería violenta

que lleva a la persona a morir en poco tiempo por deshidratación. Se

asemeja al otro cólera, aquel que viene del ojo, es que también surge

violenta mente y si no se domina a tiempo puede producir daños

irreversibles. Los cristianos coléricos no solo afectan su vida, sino que

contagian y dañan la vida de los que les rodean.

MIOPIA     

Es una enfermedad de la vista que no permite ver a distancias largas

los objetos, al no poderlos enfocar claramente. Así ocurre en muchos

cristianos, no puede ver clara mente la voluntad de Dios para sus vidas.

Tiene ceguera espiritual y vive una vida mediocre, pues carecen de

visión espiritual (Lc 8:10).

SORDERA

Es la perdida de la capacidad auditiva. En las iglesias ay gente con

comezón de oír, no captan la vos deDios. Oyen pero no entienden,

reciben la palabra, pero no viven la misma. Son como dijo Jesús:

¿Teniendo ojos no veis y teniendo oídos no oís? ¿Y no recordáis?

(Marcos 8:18).

ARTROSIS  

Enfermedad que afecta las coyunturas del cuerpo, no permitiendo la

movilidad. Hay muchos hermanos que por no estar sujetos al cuerpo,

como ordena la palabra, vive una vida sin capacidad de movilidad para

hacer la voluntad del señor. Están des protegidos, no pueden dar ni

andar, porque carecen de la capacidad de funcionar bien en el cuerpo:

“…de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido por todas las coyunturas que

se ayudan mutua mente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su

crecimiento  para ir edificándose en amor” Efesios4:16.

AMNESIA 

Perdida de la memoria. Por lo general ocurren en enfermedades que

tienen que ver con la vejes, pero se puede manifestar por otras razones

en cualquier etapa de la vida. Muchos cristianos padecen de esta

enfermedad, al olvidar los principios recibidos y vivir una vida

mediocre, no reconociendo todas las cosas que el Señor hizo en ellos.

Pude ser un oidor olvidadizo como dice Santiago: “Porque él se considera

a sí mismo y se va, y luego olvida como era” (Santiago 1:24), o un apostata

que no solo olvida, sino que reniega de aquella gracia y sangre que

recibió y con la cual fue santificado.

ESTERILIDAD  

Es la falta de capacidad de procrear o tener un hijo. De estos estamos

llenos en la iglesia. La gran mayoría de los hermanos no están

dispuestos a tener hijos espirituales, a reproducir en otros la vida que

Cristo les dio. Se olvidan de aquel mandamiento que dice: “Dad, y se os

dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo;

porque con la misma medida con que midáis, os volverán a medir”  (Lucas 6:38).

Muchos lo toman por el lado material, para enfocar el hecho de dar una

ofrenda, pero no es así, no solo debemos de dar delo que tenemos, sino

a nosotros mismos, y darle a otros esa gracia que hemos recibido de

Dios y esa enseñanza y cuidado que nos dieron. Todos somos llamados a

tener hijos, a reproducir espiritual mente hablando, lo contrario no es

normal.

PARTO PREMATURO

Es cuando un bebe nace antes de tiempo y fuera del periodo en que

pueda sobre vivir. Existen muchos que son empujados a aceptar a

Cristo sin haber experimentado un trato profundo del Espíritu santo en

sus vidas, por lo que no reciben una correcta convicción de pecado,

pues no tuvieron tiempo de arrepentirse a fondo, rasan por la cual se

mueren antes de nacer, malográndose en su vida cristiana.

CANCER

Es una degeneración de las células del cuerpo, las cuales se vuelve loca

y se empiezan a destruir unas a otras, multiplicándose de forma

incontrolada. Hay muchas cosas que como cáncer nos carcome por

dentro, afectando nuestra vida espiritual:”Por ejemplo la raíz de la

amargura: Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; os

estorbe, y por ella muchos sean contaminados…  (Hebreos 12:15). Y también la

ambición la dinero: “…porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual

codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos

dolores”  (1 Timoteo 6:10). Y otras tantas cosas tantas más que como la levadura,

una vez que entran a nuestra vida cristiana, terminan matándonos, como el

cáncer. No podemos negar que muchas que muchas realidades naturales están

correlacionadas con lo espiritual, es por ello que tenemos en 1 de Corintios 12:14-

27 una similitud entre la función de los cristianos como miembros del cuerpo y la

función de un cuerpo físico. Creo que podríamos relacionar otra muchas

enfermedades más y sus síntomas, con actitudes espirituales que tienen similitud

con la mismas, pero solo usare estas para enfatizar la importancia que tiene el

cuidado de una vida en Cristo para que sea sano en la fe en sus relaciones con

sus hermanos: “Este testimonio es verdadero; por tanto, repréndelos

duramente,  para que sean sanos en la fe”(Tito 1:13). “Sano en el ministerio: Que

los ancianos sean sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la

paciencia” (Tito 2:2). “Sano en palabra: palabra sana e irreprochable, de modo que

el adversario se avergüence, y no tenga nada malo que decir de vosotros” (Tito

2:8).

Y todo esto es para que tenga autoridad a la hora de enseñar y formar

vidas, pues de nuestra salud de pende la salud de los demás: “retenedor

de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con

sana enseñanza y convencer a los que le contradicen” (Tito 1:9).Todo nuevo

convertido es tan delicado en su vida espiritual como lo puede ser un

hijo físico, por lo tanto, es necesario estar preparado para asumir

nuestra paternidad espiritual y criarlo sano en la fe, para que el que

cree pueda alcanzar madurez y tener una vida victoriosa.

                                                       RESUMEN

Resumiendo todo el expuesto, podemos simplificar la labor de la iglesia

de forma clara y bíblica de la siguiente forma: La iglesia comienza

cuando uno gana a otro y lo hace hijo, para formarlo en la palabra y

mediante un discipulado: La unidad de dos o tres hace que Jesús se

manifieste en medio, naciendo así la iglesia: “porque donde están dos o

tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”  (Mateo 18:20).

Esta labor se hace en el diario vivir, en cualquier lugar, y se inicia con

un embarazo espiritual. En caso de que se conviertan por medio de

otro, o en una campaña evangelistica, deberá buscarse quienes adopten

esta nueva criatura. La adopción es la sustitución a la falta de hijos

propios, tomando a aquel que ha sido abandonado de los padres que lo

parieron. Esto ocurre comúnmente en las iglesias que carecen de una

mano de la iglesia en su crecimiento para conservar la calidad de la

misma atreves de una profunda relación de la comunidad en la

estructura del cuerpo según 1 de Corintios (12:13-28).

EDIFICACION: Es la conclusión final de un proceso de crecimiento. La

formación de una gran familia que cada primer día de la semana se

juntan en un solo lugar para compartir la dirección de los ministerios, y

fortalecer el principio de unidad de cuerpo, cumpliéndose así la

palabra: “Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte

algo, según haya prosperado, guardándolo para que cuando yo llegue no se

recojan entonces ofrendas”  (1 de Corintios 16:2).

También en esas reuniones se ministrara los dones espirituales,

principalmente los que tienen que ver con “HABLAR”, (LENGUA,

INTERPRETACION O PROFECIA). Ver 1 de Corintios 14:26-32. Y por

último, debemos entender que dentro de la relación de un discipulado

existen diferentes dimensiones de relaciones. Hemos visto que Jesús

tuvo diferentes discípulos, per ejemplo veamos esto:

EL GRUPO DE LOS SETENTA: Lucas 10:1

LOS DOCE DICIPULOS: Marcos 3:14

LOS DICIPULOS MAS CERCANOS: Pedro, Jacobo, y Juan: Marcos

9:2

DICIPULO AMADO: el evangelista Juan, en San Juan 13:23

De igual forma debemos asumir que en las relaciones dentro de la

iglesia existe una dimensión de intimidad y compenetración. También

dentro del cuerpo, hay miembros más afines unos que otros, por lo que

hay diversidad de relación de un mismo que hacer.

Meditemos estos principios, y que el Señor nos ayude a practicar una

paternidad espiritual correcta y responsable.

                                             EL SEÑOR NOS AYUDE