La Paz. Crítica y Perspectivas Sobre Transformación y Recreación de La Vida
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La Paz. Crítica y Perspectivas sobre Transformación y Recreación de la Vida
Mario Madroñero Morillo1
Los problemas sociales de la actualidad, generan una serie de reflexiones que desde hace ya
varios siglos han ocupado un lugar en las universidades, en la medida en la que éstas se
conciben como los lugares para transformar las reflexiones sobre la realidad en prácticas
susceptibles de provocar cambios, que hagan que esa realidad sufra remociones de todo
carácter; sean políticos, económicos, jurídicos, los cambios están dirigidos por una
preocupación constante: la presencia del ser humano en el mundo y el sentido de su
existencia.
La concepción de ser humano ha sufrido grandes transformaciones a lo largo de los últimos
siglos, desde el ser que concebían los griegos, hasta el ser concebido por los hebreos, desde
el ser concebido por el cristianismo y sus diferencias con los musulmanes, hasta la
formación tardía del concepto sobre humanidad que constituye la modernidad, sobre todo a
partir de los siglos XVI y XVII, debido a que son los siglos en que la concepción de
humanidad Occidental se consolida, pero entra a la vez, en confrontación con inéditas
formas de ser y otras concepciones de humanidad presentes, por ejemplo, en América.
En este sentido hablar de ser humano es una cuestión de comprensión de la historia del ser,
es decir de lo que en filosofía se ha propuesto como la ontología, concepto que se propone
como el estudio del ser en cuanto ser y que no solo ocupa a los filósofos de profesión, sino
a todo ser capaz de reflexionar sobre su vida y la relación de ésta con la libertad; pero
también de la geografía del ser, debido a que la concepción de humanidad cambia de
acuerdo a la región en la que nos encontremos, permitiendo que se hable de culturas
humanas, representadas por la forma en la que se piensan a sí mismas y que es lo que
permite que establezcan o no relaciones con otras.
1 Candidato a doctor en Antropología Contemporánea de la Universidad del Cauca. Magister en Etnoliteratura y Licenciado en Filosofía y Letras de la Universidad de Nariño. Docente interno del Centro de Formación Humanista de la Universidad Pontificia Bolivariana, seccional Montería. Integrante del Grupo de investigaciones COEDU de la misma universidad e integrante del Grupo Antropos de la Universidad del Cauca. En la actualidad adelanta estudios de doctorado en Filosofía en la Universidad Pontificia Bolivariana con sede en Medellín.
De esta manera la concepción de humanidad sería la que establecería las condiciones para
la generación o no de relaciones con otro, debido a que las condiciones de relación con otro
constituyen la dimensión política de los acuerdos o desacuerdos que pueden provocar
alianzas y comunidad o desacuerdos y guerra.
La posibilidad de la alianza es una cuestión que hace parte de la larga historia de la
humanidad, debido a que traza los principios de lo que se podría asumir como la política
premoderna, caracterizada por el valor de la palabra y el honor, que cimentan la posibilidad
de pensar un orden para las relaciones, fundamentada en la “regla de oro”, principio de
justicia de las relaciones con otro, que implica “no hacer a otro lo que no quieres que te
hagan” y que permite el desarrollo de posteriores normas y la creación de sistemas jurídicos
que permitan la vida en comunidad.
La política premoderna consciente del poder del otro, genera principios básicos de
convivencia, complejos en su trama política, pero simples en sus resoluciones prácticas.
En el caso de los griegos y posteriormente para los romanos, por ejemplo, se encuentra el
cuidado de sí como principio ético que tendrá una práctica política en el cuidado de los
otros; en el caso hebreo se presenta en la posibilidad de establecer relaciones justas con los
otros, buscando a la vez una relación justa con Dios, para de esta manera ser justo con
otros; en el caso cristiano, la posibilidad de ser justo con otro implica la compleja relación
entre amor y perdón, que hace del amor una dimensión ética, que sustentará posteriormente
la formación de los valores del ser humano moderno, quien los hace visibles en la relación
entre la libertad, la igualdad y la fraternidad, que dirigen la re-concepción de la política y la
justicia y por tanto de una humanidad nueva, capaz de equilibrar los cambios de las
sociedades modernas, más complejas debido a su carácter marcadamente económico y de
expansión, ante el que se hace más que necesaria la formación de unas Ciencias Humanas,
es decir una ciencias dedicadas a responder la preocupación de inicio: La presencia del ser
humano en el mundo y el sentido de su existencia.
El problemático contexto descrito anteriormente, conlleva en el caso que nos ocupa en este
momento, a reflexionar sobre la relación crítica que se propone en el título de esta
conferencia, la de la Paz, como Crítica y Perspectiva sobre Transformación y Recreación de
la Vida. En este sentido tenemos entonces que:
1.La Paz, no puede concebirse como el resultado de un proceso corto, sino que tiene una
historia, unas particularidades y que por tanto no puede reducirse a un estado simple del ser
pleno y satisfecho por la aparente resolución de unos deseos, relacionados con posibles
conflictos; lo que conlleva comprender que la Paz como complejidad implica de esta
manera, que es necesario un camino, es decir un método que permita asumirla y
transformarla en una ciencia, es decir en una forma de conocimiento.
¿Qué implicaría entonces el conocimiento de la paz o la ciencia de la paz?, ¿hasta dónde es
posible pensar sus presupuestos? Y ¿Cómo se relaciona con las Ciencias Humanas, en la
crisis de la universidad actual?
Trataremos de responder a estas preguntas de manera breve diciendo, que si se trata de
historia, podríamos relacionar al ser-en-paz, con un viejo concepto griego: el de la eú-noia
o ‘benevolencia’ pero que podemos traducir como el buen-saber, es decir con el saber que
se relaciona con el bien, entendido como la verdad y que hace de quien lo tiene, un ser
virtuoso y verdadero. Encontrando de esta forma que se trata de una dimensión ética que
atraviesa las concepciones éticas, con las particularidades de contexto, de los romanos, los
cristianos, los judíos, los musulmanes, y que en medio de tal pluralidad provocó la
emergencia del ser humano moderno.
Podríamos concluir entonces que, la eú-noia como forma de saber, como ciencia-del-buen –
saber-del-ser-en paz, era un concepto complejo de ser humano, debido a que pretendía que
el ser humano tuviera igual pericia técnica y virtud ética, cuestión que las Ciencias
Humanas ya en la modernidad, pretendían como principio del humanismo.
La concepción de ser humano desde esta perspectiva entra en un cuestionamiento
particular, lo que hace de la paz, de su ciencia y saber un principio de crítica.
De esta manera tenemos que:
2. Crítica, sería la asunción de una paz, susceptible de cuestionar el valor de los deseos y la
satisfacción, debido a que la paz genera un cuestionamiento continuo del bienestar humano
en relación con los otros. De esta forma el principio crítico de la paz permite pensar el
bienestar en comunidad a partir de la conciencia del estar bien con otros; lo que la hace un
principio ético y crítico pues compartir la paz, implica una política, no solo de
reconciliación sino sobre todo de comprensión de lo que el otro con el que nos
relacionamos es.
Estar en una relación de paz con otro conlleva asumir a ese otro como alguien que nos
afecta y de quien podemos esperar hostilidad u hospitalidad, en la medida en la que en las
relaciones humanas se trata de una relación entre poderes relacionados con subjetividades,
no solo de la vulgarización aparentemente científica de “la ley del más fuerte”, sino del
cuestionamiento de tal ley a partir de la ciencia crítica de la paz, asumida como el principio
por el cual se puede cuestionar el ejercicio de la fuerza, sea de un Estado, un lugar, una
persona o nosotros mismos.
En tal sentido se podría comprender que las Ciencias de la Paz, sus principios críticos,
conllevan la generación de otra perspectiva sobre lo político; de esta manera, mirarnos y
mirar a otros en relación a un horizonte crítico de bienestar que desbordara la aparente
plenitud del deseo satisfecho, permitiría comprender que:
3. Perspectivas de paz, no serían las fórmulas para satisfacer los deseos de generaciones
cuyas represiones y duelos se transfieren a los más jóvenes, en aras de delegar el futuro,
sino técnicas y metodologías de un pensamiento que permita mirar más allá del bienestar
aparente que propicia la ciencia, degradada en el mero comercio de productos que
aparentan la satisfacción de necesidades inmediatas, para rebasar el aparente principio de
realidad que suspende la mirada en una sola y única forma de ver la vida.
Las perspectivas de la ciencia de la paz, estarían dirigidas por tanto a lo otro que humano,
permite pensar más allá del resultado inmediato, para inaugurar un saber diferente
relacionado con el bien y la verdad de unas ciencias que podrían desarrollar tecnologías del
yo, del estar-con-otro-en comunidad, no supeditadas a la producción de masas humanas
insensibles por exceso de realidad a los cambios urgentes del presente, sino capaces de
ofrecer conocimientos sobre el sí mismo y el otro en las comunidades contemporáneas, lo
que haría visible el principio de transformación que ha dirigido las Ciencias Humanas,
asumidas como la herencia de las Ciencias de la Paz y por tanto de las Ciencias Humanas
del Mañana.
La Paz como espacio y tiempo de una crítica a la humanidad y de ahí como un lugar desde
el que se puedan generar perspectivas de una política del bienestar en común, sería el
espacio de transformación, en la medida en la que se asuma tal proceso. De esta manera:
4. Transformación sería la consecuencia del proceso de crítica y perspectiva abierta, del
nuevo pensamiento sobre el ser humano que harían posible las ciencias de la paz, en tanto
ciencias humanas del mañana. Las ciencias humanas del mañana como formas de
comprensión del lugar del ser humano en el mundo y el sentido de su existencia,
permitirían el rebasamiento del sobrevalorado principio de realidad y los realismos
aparentes a los que apelan, quienes asumen que las ciencias humanas no sirven para nada.
Las Ciencias Humanas, podríamos aclarar, no le sirven a la nada, debido a que si algún
servicio aceptan y ofrecen es a la creación y a la vida, por tanto, ante la ausencia de sentido
del lugar del ser humano en el mundo y al sentido de su existencia, ofrecen la posibilidad
de la escucha y el diálogo crítico que no consuela sino confronta la crisis, para
transformarla en perspectiva y mirada abierta sobre la realidad, asumida como el campo de
acción de los diversos saberes del ser humano, lo que hace de las ciencias humanas, el
espacio y el tiempo para la creación y recreación del sentido. De esta forma:
5. Recreación, será la forma en la que la política del saber de las ciencias de la paz, permita
la asunción del poder que como seres humanos tenemos.
El poder del ser humano es la forma de ejercer el don de la vida, pues la vida no tiene
límites, no por una concepción aparentemente romántica de la misma, sino por el principio
de verdad que la constituye.
El poder constituyente de la humanidad se ejerce cuando se generan procesos de
transformación de la realidad singular o comunitaria, en esta medida, la paz como crítica y
apertura de perspectivas sobre la transformación y recreación, se dirigirá a la renovación de
la Vida, en la medida en la que:
6. Vida, es la palabra que permite el encuentro entre los diferentes y dispares poderes y
saberes que componen una realidad, pues es la vida singular y comunitaria la que entra en
relación de formas muchas veces inauditas, lo que permite proponer que las ciencias
humanas del mañana y las ciencias de la paz, no tienen un objeto de estudio privilegiado,
pues todo lo que sea vida es parte de sus intereses, objetivos, metodologías y proyectos; que
tendrán un lugar en la Universidad, asumida como el sitio en el que estudiantes y
profesores, privilegiados, pueden pensarla y comprenderla, transformarla y recrearla.
Es en este sentido que la universidad es humanista, en la medida en la que asume el buen-
saber como un buen vivir en transformación continua, no como un consuelo ante las
problemáticas actuales, sino como la forma crítica de la confrontación con una realidad que
se revela insuficiente, ante las exigencias de la humanidad contemporánea; lo que hace de
la universidad el lugar propicio para la generación de la relación, sea en perspectiva
interdisciplinaria o transdisciplinaria, entre las diferentes formas de conocimiento
ocupadas en responder a la pregunta sobre el lugar del ser humano en el mundo o el sentido
de su existencia.
Montería, Octubre 27 de 2015
*Texto presentado en el I Encuentro Estudiantil de Pensamiento Humanista. Universidad Pontificia Bolivariana. Seccional Montería.