La Perpetua Adolescencia - Edición Impresa EL PAÍS

download La Perpetua Adolescencia - Edición Impresa EL PAÍS

of 3

Transcript of La Perpetua Adolescencia - Edición Impresa EL PAÍS

  • 7/24/2019 La Perpetua Adolescencia - Edicin Impresa EL PAS

    1/3

    21/2/2016 La perpetua adolescencia | Edicin impresa | EL PAS

    http://elpais.com/diario/2005/10/08/opinion/1128722408_850215.html

    FLIX OVEJERO 8 OCT 2005

    TRIBUNA:

    La perpetua adolescencia

    Archivado en: Poltica nacional Democracia Opinin Ciencias polticas Espaa Poltica

    Un verso del Infierno de Dante, "Che fece viltate il gran rifiuto"("(aquel) que hizo, por cobarda,

    la gran renuncia") sirvi a Kavafis para titular uno de sus ms hermosos y desoladores poemas:"A algunos hombres les llega un da / en que deben el gran S o el gran No pronunciar. / Prontose revela quien tena / listo el S: y al pronunciarlo avanza / en sus convicciones y en su honor.

    Quien dijo No, no se arrepiente. Si otra vez le preguntaran, / no, dira de nuevo. Y sin embargo,aquel no -legtimo- / le abate el resto de su vida".

    El poeta nos venaa recordar que hacernos mayores es saber decidir, tambin paraequivocarse. Porque hay que decidir. Bien lo sabemos. Con los aos y las despedidas todoshemos aprendido que la vida se parece muy poco a las discusiones escolares. En el colegiopodamos sentenciar sobre el aborto, la guerra o la eutanasia sin sombra de duda, con laseguridad de que nuestras opiniones no comprometan el curso de nuestros das por venir.

    Por supuesto, no tardamos en darnos cuenta de que la vida se pareca poco a la escuela. S,iba en serio. Nunca escogamos el guin y nada resultaba gratis. Las preguntas nos llegabansin avisar y, desprevenidos, apenas tenamos tiempo para meditar una respuesta que, aunque

    improvisada, nos precipitaba en biografas irreversibles. Al final, tambin ahora, sarmentososde historia acumulada, descubramos que, a tientas y sin mucho trazo, habamos sedimentadoeso que a veces se da en llamar un carcter. No sin angustia comenzbamos a preguntarnos sino estbamos del lado malo de aquella sutil distincin de Cernuda entre quienes imponen a lavida direccin y sentido y quienes dejan que la vida los viva. A esas alturas, con un poco desuerte, los ms afortunados ya empezbamos a saber decir que no, a entender que no todo essiempre posible.

    Sin embargo, en algn perdido recodo de nuestro cerebro sobrevive el adolescenteimprovisador de respuestas. Y lo que es peor, esa rea parece estar en conexin directa conotra que tiene que ver con las decisiones acerca de la vida de todos. En nuestro

    comportamiento poltico no parece regir el principio de consistencia. Pedimos subvenciones ynos quejamos de los impuestos, defendemos Kioto mientras, en verano, mantenemos nuestrascasas a temperaturas polares, nos proclamamos cosmopolitas pero miramos con desconfianzaal inmigrante convertido en vecino. Hemos descubierto la posibilidad de ser irresponsables.

    Cierto es que a veces la vida nos emplaza. En las sociedades opulentas, cimentadas en lasupersticin de que el bienestar es inevitable, de que el maana es como el ayer mejorado,pasa poco. Pero pasa. Por ejemplo, en el Pas Vasco, quienes creen en la ley que asegura lalibertad de todos tienen vetadas las opiniones escolares. Para ellos, mantener una opininpoltica equivale, inmediatamente, a elegir una vida en la que se renuncia a muchas cosas porno renunciar a la dignidad.

    SBADO, 8 de octubre de 2005

    ARCHIVOEDICIN

    IMPRESA

    http://elpais.com/tag/politica_nacional/a/http://elpais.com/tag/democracia/a/http://elpais.com/tag/opinion/a/http://elpais.com/tag/ciencias_politicas/a/http://elpais.com/tag/espana/a/http://elpais.com/tag/politica/a/http://elpais.com/diario/http://elpais.com/diario/http://elpais.com/tag/politica/a/http://elpais.com/tag/espana/a/http://elpais.com/tag/ciencias_politicas/a/http://elpais.com/tag/opinion/a/http://elpais.com/tag/democracia/a/http://elpais.com/tag/politica_nacional/a/http://aniversario.elpais.com/http://elpais.com/tag/fecha/20051008http://elpais.com/autor/felix_ovejero/a/
  • 7/24/2019 La Perpetua Adolescencia - Edicin Impresa EL PAS

    2/3

    21/2/2016 La perpetua adolescencia | Edicin impresa | EL PAS

    http://elpais.com/diario/2005/10/08/opinion/1128722408_850215.html

    Es la excepcin. Lo comn es otra cosa. La apata, el desinters, la cabeza bajo el ala, lareclamacin sin razones. Tan asumido lo tenemos, que hemos diseado nuestras institucionespolticas para funcionar con material humano de la peor calidad. Lo importante es que, con susvotos, los ciudadanos, mezquinos o ignorantes, puedan identificar "como gobernantes a loshombres de mayor sabidura y discernimiento y mayor virtud para perseguir el bien comn",para decirlo con las palabras de uno de los inspiradores de la democracia americana. A travsde las elecciones democrticas, el poder poltico, escriba Madison, acabara por recaer enaquellos ciudadanos ms excelentes, "que defienden a las gentes contra sus propios errores

    temporales y fantasas", "cuya sabidura mejor pueda discernir los verdaderos intereses de lanacin y cuyo patriotismo y amor a la justicia tenga menos probabilidades de ser sacrificado porconsideraciones temporales de justicia". Los ciudadanos sern criaturas; pero los polticos,ellos s , adultos.

    Al menos eso crean los fundadores de las modernas democracias. Desde entonces para achemos podido comprobar que mecanismos electorales razonablemente pulcros y engrasadosno impiden la seleccin de energmenos, sinvergenzas o lunticos. Incluso disponemos deteoras que explican por qu son as las cosas, por qu nuestras elecciones no aseguran elgobierno de los mejores. Y es que con los polticos nos pasa como con los mecnicos, losabogados o los mdicos, que no tenemos modo de asegurarnos que no nos dan gato por

    liebre. Si las cosas funcionan, no sabemos si es mrito suyo o el curso normal de losacontecimientos. Una poltica antiterrorista eficaz, que evita los atentados antes de que seproduzcan, no hay modo de darla a conocer, de distinguirla de una dejadez afortunada. Elpoltico deshonesto alardear de lo que es pura chiripa. Y el honrado no podr exhibir su buenhacer. Los ciudadanos no se fan de quienes anticipan problemas, de quienes reclamancambios para evitar las dificultades del porvenir. Los polticos, que lo saben, prefieren callarse:quienes sealan los problemas parece que los crean. Mejor ignorarlos, disimular, ir tirando.Todo antes que encararlos, que hacer propuestas que apunten a la raz de los problemas, lasque molestan a los poderosos, las que se interrogan sobre los tpicos polticos, las quereclaman modificaciones en el comportamiento de los votantes. Mejor marear la perdiz ycompartir adolescencia con los ciudadanos.

    Bien, hasta aqu la experiencia de todos. Pero me temo que en nuestro pas hay un plus deadolescencia poltica. En algn lugar, Vzquez Montalbn se refera a una generacin, la suya,que a los veinte aos cumpli cuarenta y tard otros veinte en cumplir cuarenta y uno. Saba dequ hablaba. Por circunstancias diversas, relacionadas en su mayora con los requerimientospsicolgicos de la lucha contra la dictadura, esa generacin, hurfana de experiencia poltica,se forj intelectualmente en una elemental mitologa saturada de grandes palabras que nadadecan. La experiencia lleg ms tarde, pero para entonces muchos ya no estaban a tiempo deaprovecharla. Cuesta apearse de la propia biografa. No slo eso. La semilla estaba esparciday germin entre sus herederos.

    Un trasiego de tpicos, de alegre trapicheo con palabras vacas de sentido, de chatarra retrica

    sin hueso argumental ha acabado por vetar los debates sobre los problemas de losciudadanos, los de ahora y los que han de llegar. Esa vaguedad no guarda ninguna relacin conla inevitable abstraccin de los principios, de los ideales. En realidad, lo que se da en llamarideario poltico es poco ms que un pensamiento inercial sostenido en unas cuantasimprecisas intuiciones forjadas a los veinte aos, que jams se han vuelto a pensar, a mirar conlimpieza. Al revs, la mayor parte del tiempo lo han empleado en parchearlo con otrosremiendos no menos necesitados de zurcidos. Una vida consagrada a justificar la supuestalucidez de la adolescencia. Y es que ya se sabe, lo dej escrito Mallarm: "Le sens trop prcis

    rature/ ta vague literature".La precisin estropea los smbolos.

    Esas disposiciones, cuando afectan a la vida propia, nunca llevan a nada bueno. Y aunque en

  • 7/24/2019 La Perpetua Adolescencia - Edicin Impresa EL PAS

    3/3

    21/2/2016 La perpetua adolescencia | Edicin impresa | EL PAS

    http://elpais.com/diario/2005/10/08/opinion/1128722408_850215.html

    ocasiones puedan ser divertidas, casi siempre resultan patticas. En el peor de los casos,conducen a diversos trastornos que, normalmente, slo pagan a los que tienen la desgracia depasar por all. Las cosas por lo comn acaban ah y no causan males mayores. Resulta otrocantar cuando la adolescencia perpetua afecta a la vida de todos. La experiencia del nuevoEstatuto de Catalua es una muestra ejemplar de cmo jugando, jugando, las clases polticasnos enfilan en veredas con mal destino. Lo que comenz, sin esperanza ni convencimiento,como un simple farol para romper alianzas polticas, desat un "y yo ms que t" hastaplasmarse en una suerte de carta a los reyes magos, en donde cada cual aspiraba a colgar sus

    buenos deseos, desde cmo se deben etiquetar los productos hasta la promocin de lanatalidad. Despus, cuando se mira el resultado final, incluso los protagonistas se espantan.Pero ya no hay retorno: tienen la vida empeada y se la tienen que creer. Y as, algo que nuncaha interesado a nadie, nos deja, supuestamente, a las puertas del drama. Lo dijo bien tempranoMaragall y lo han repetido una y otra vez varios de sus consellers,cada vez con palabras ms

    cargadas. Una clase poltica encelada en el eco de su voz confunde su biografa con la historia.Lo malo es que est en sus manos la historia, la biografa de todos. Cabe entoncespreguntarse si vale todo, si podemos digerir tan alegremente la irresponsabilidad poltica, esaque se disculpa con un "ya se sabe, maragalladas", como quien dice, "djalo, son cosas demuchachos".

    Qu hacer? No puede madurarse a golpes de voluntad. O al menos no de un modo sencillo.Desde luego, no en cosa de das. Entretanto, quiz no sea malo empezar por estrategias msmodestas y accesibles. Por ejemplo, desinflar las palabras. Frente a Mallarm, la dignidad delas palabras sencillas, que deca otro poeta.

    Flix Ovejero Lucases profesor de tica y Economa de la Universidad de Barcelona.

    EDICIONES EL PAS S.L.

    http://elpais.com/corporativos/