LA Princesa y El Frijol

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    LA princesa y el frijol

    Había una vez...

    ...Un príncipe que quería casarse con una princesa, pero pretendía una princesa como la

    que él había imainado en sue!os. "or lo que se dedic# a buscarla por el mundo entero,aunque in$tilmente, ya que a todas las que le presentaban les hallaba al$n defecto.

    "rincesas había muchas, pero nunca podía estar seuro de que lo fuesen de veras% siempre

    había en ellas aluna cosa que le disustaba. Así que reres# a casa lamentando no haber

    encontrado la princesita que él andaba buscando, pues &deseaba tanto una verdadera

    princesa'

    Lle# una noche en que se desat# una tormenta muy fuerte, en que pululaban los rayos y

    los truenos y la lluvia caía a c(ntaros. )n medio de la terrible tempestad, tocaron a la

    puerta de la ciudad, y el viejo rey fue a abrir en persona.

    )n el umbral había una princesa. "ero, &santo cielo, c#mo se había puesto con el mal tiempoy la lluvia' )l aua le chorreaba por el pelo y las ropas, se le colaba en los zapatos y su

    estado era deplorable. A pesar de esto, ella insistía en que era una princesa real y

    verdadera.

    *+ueno, eso lo sabremos muy pronto*, pens# la vieja reina.

    , sin decir una palabra, se fue a su cuarto, quit# toda la ropa de la cama y puso un frijol

    sobre el bastidor- lueo coloc# veinte colchones sobre el frijol, y encima de ellos, veinte

    almohadones hechos con las plumas m(s suaves que uno pueda imainarse. Allí tendría que

    dormir toda la noche la princesa.

    A la ma!ana siuiente le preuntaron c#mo había dormido.

    &/h, terriblemente mal' dijo la princesa. Apenas pude cerrar los ojos en toda la noche.

    )staba muy inc#moda &0aya usted a saber lo que había en esa cama' 1e acosté sobre alo

    tan duro que amanecí llena de cardenales por todas partes. &2ue sencillamente horrible'

    /yendo esto, todos comprendieron enseuida que se trataba de una verdadera princesa, ya

    que había sentido el frijol nada menos que a través de los veinte colchones y los veinte

    almohadones. 3#lo una princesa podía tener una piel tan delicada.

    así el príncipe se cas# con ella, seuro de que la suya era toda una princesa verdadera. el frijol fue enviado a un museo, donde est( e4hibido todavía, salvo que aluien se lo haya

    robado.

    no pueden near que este fue un verdadero cuento, 50erdad6

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    El gigante egoísta

    7ada tarde, a la salida de la escuela, los ni!os se iban a juar al jardín del 8iante. )ra un jardín amplio y hermoso, con arbustos de flores y cubierto de césped verde y suave. "or

    aquí y por all(, entre la hierba, se abrían flores luminosas como estrellas, y había docealbaricoqueros que durante la "rimavera se cubrían con delicadas flores color rosa y n(car,y al llear el /to!o se caraban de ricos frutos aterciopelados. Los p(jaros se demorabanen el ramaje de los (rboles, y cantaban con tanta dulzura que los ni!os dejaban de juarpara escuchar sus trinos. 9&:ué felices somos aquí';, ieve y la )scarcha.La >ieve cubri# la tierra con su ran manto blanco y la )scarcha cubri# de plata los (rboles. en seuida invitaron a su triste amio el 0iento del >orte para que pasara con ellos el

    resto de la temporada. lle# el 0iento del >orte. 0enía envuelto en pieles y anduvoruiendo por el jardín durante todo el día, desanchando las plantas y derribando laschimeneas.

     9&:ué luar m(s aradable;, dijo. 9?enemos que decirle al 8ranizo que vena a estar connosotros también.;  vino el 8ranizo. ?odos los días se pasaba tres horas tamborileando en los tejados de lamansi#n, hasta que rompi# la mayor parte de las tejas. =espués se ponía a dar vueltasalrededor, corriendo lo m(s r(pido que podía. 3e vestía de ris y su aliento era como el

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    hielo. 9>o entiendo porqué la "rimavera tarda tanto en llear aquí;, decía el 8iante )oístacuando se asomaba a la ventana y veía su jardín cubierto de ris y blanco, 9espero quepronto cambie el tiempo.; "ero la "rimavera no lle# nunca, ni tampoco el 0erano. )l /to!o dio frutos dorados en

    todos los jardines, pero al jardín del 8iante no le dio ninuno. 9)s un iante demasiado eoísta; decían los frutales.=e esta manera, el jardín del 8iante qued# para siempre sumido en el nvierno, y el0iento del >orte, el 8ranizo, la )scarcha y la >ieve bailoteaban l$ubremente entre los(rboles.

    Una ma!ana, el 8iante estaba en la cama todavía cuando oy# que una m$sica muyhermosa lleaba desde afuera. 3onaba tan dulce en sus oídos, que pens# que tenía que serel rey de los elfos que pasaba por allí. )n realidad, era s#lo un jiluerito que estabacantando frente a su ventana, pero hacía tanto tiempo que el 8iante no escuchaba cantarni un p(jaro en su jardín, que le pareci# escuchar la m$sica m(s bella del mundo. )ntoncesel 8ranizo detuvo su danza, y el 0iento del >orte dej# de ruir y un perfume delicioso

    penetr# por entre las persianas abiertas. 9&:ué bien' "arece que por fin lle# la "rimavera; dijo el 8iante, y salt# de la cama paracorrer a la ventana.5 qué es lo que vio6

    Ante sus ojos había un espect(culo maravilloso. A través de una brecha del muro habíanentrado los ni!os, y habían trepado a los (rboles. )n cada (rbol había un ni!o, y los (rbolesestaban tan felices de tenerlos nuevamente con ellos, que se habían cubierto de flores ybalanceaban suavemente sus ramas sobre sus cabecitas infantiles. Los p(jarosrevoloteaban cantando alrededor de ellos, y los peque!os reían. )ra realmente unespect(culo muy bello. 3#lo en un rinc#n se mantenía el nvierno. )ra el rinc#n m(sapartado del jardín y en él se encontraba un ni!o, pero era tan peque!o que no lorabaalcanzar las ramas del (rbol, y el ni!o daba vueltas alrededor del viejo tronco llorando

    amaramente. )l pobre (rbol estaba todavía completamente cubierto de escarcha y nieve,y el 0iento del >orte soplaba y ruía sobre él, sacudiéndole las ramas, que parecían apunto de quebrarse. 9&3$bete a mí, ni!ito';, decía el (rbol, inclinando sus ramas todo lo que podía. "ero el ni!oera demasiado peque!o.

    )l 8iante sinti# que el coraz#n se le derretía. 9&7u(n eoísta he sido'; e4clam#. Ahora sé porqué la "rimavera no quería venir hasta aquí.3ubiré a ese pobre ni!ito al (rbol y después voy a tirar el muro. =esde hoy mi jardín ser(para siempre un luar de jueos para los ni!os.)staba realmente arrepentido por lo que había hecho.+aj# entonces la escalera, abri# cautelosamente la puerta de la casa, y entr# en el jardín.

    "ero en cuanto lo vieron los ni!os se aterrorizaron, salieron a escape y el jardín qued# ennvierno otra vez. 3#lo qued# aquel peque!ín del rinc#n m(s alejado, porque tenía los ojostan llenos de l(rimas que no vio venir al 8iante. )ntonces el 8iante se le acerc# pordetr(s, lo coi# suavemente entre sus manos y lo subi# al (rbol. el (rbol floreci# derepente, y los p(jaros vinieron a cantar en sus ramas, y el ni!o se abraz# al cuello del8iante y le bes#. los otros ni!os, cuando vieron que el 8iante ya no era malo, volvieroncorriendo aleremente. 7on ellos la "rimavera volvi# al jardín. 9=esde ahora el jardín ser( para vosotros, hijos míos;, dijo el 8iante, y asiendo un hacha

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    enorme, ech# abajo el muro.

    Al mediodía, cuando la ente se diriía al mercado, todos pudieron ver al 8iante juandocon los ni!os en el jardín m(s hermoso que habían visto jam(s.)stuvieron allí juando todo el día, y al llear la noche los ni!os fueron a despedirse del

    8iante. 9"ero, 5d#nde est( el m(s peque!ito6;, preunt# el 8iante, 95ese ni!o que subí al (rboldel rinc#n6; )l 8iante lo quería m(s que a los otros, porque el peque!o le había dado un beso. 9>o lo sabemos; respondieron los ni!os, 9se march# solito.;  9=ecidle que vuelva ma!ana; dijo el 8iante."ero los ni!os contestaron que no sabían d#nde vivía y que nunca lo habían visto antes. el 8iante se qued# muy triste.

    ?odas las tardes, al salir de la escuela, los ni!os iban a juar con el 8iante. "ero al m(speque!ito, a ese que el 8iante m(s quería, no lo volvieron a ver nunca m(s. )l 8ianteera muy bueno con todos los ni!os, pero echaba de menos a su primer amiuito y muy a

    menudo se acordaba de él. 9&7#mo me ustaría volverlo a ver'; repetía.2ueron pasando los a!os, y el 8iante envejeci# y sus fuerzas se debilitaron. a no podía juar- pero, sentado en un enorme sill#n, miraba juar a los ni!os y admiraba su jardín. 9?eno muchas flores hermosas;, decía, 9pero los ni!os son las flores m(s hermosas detodas.; Una ma!ana de nvierno, mir# por la ventana mientras se vestía. a no odiaba el nvierno,pues sabía que el nvierno era simplemente la "rimavera dormida, y que las flores estabandescansando.3in embaro, de pronto se restre# los ojos, maravillado, y mir#, mir#CLo que estaba viendo era realmente maravilloso. )n el rinc#n m(s alejado del jardín habíaun (rbol cubierto por completo de flores blancas. ?odas sus ramas eran doradas, y de ellascolaban frutos de plata. =ebajo del (rbol estaba parado el peque!ito a quien tanto había

    echado de menos.Lleno de alería, el 8iante baj# corriendo las escaleras y entr# en el jardín. "ero cuandolle# junto al ni!o, su rostro enrojeci# de ira, y dijo% 95:uién se ha atrevido a hacerte da!o6; "orque en la palma de las manos del ni!o habíahuellas de clavos, y también había huellas de clavos en sus pies. 95"ero, quién se atrevi# a herirte6;, rit# el 8iante. 9=ímelo, para coer mi espada ymatarlo.;  9&>o';, respondi# el ni!o. 9)stas son las heridas del Amor.;  95:uién eres t$, mi peque!o ni!ito6;, preunt# el 8iante, y un e4tra!o temor lo invadi#, ycay# de rodillas ante el peque!o.)ntonces el ni!o sonri# al 8iante, y le dijo% 9Una vez t$ me dejaste juar en tu jardín- hoy juar(s conmio en mi jardín, que es el

    "araíso.;  cuando los ni!os llearon esa tarde, encontraron al 8iante muerto debajo del (rbol."arecía dormir, y estaba enteramente cubierto de flores blancasC

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    La ratita presumida

    )rase una vez, una ratita que era muy presumida. Un día la ratita estaba barriendo sucasita, cuando de repente en el suelo ve alo que brilla... una moneda de oro. La ratita larecoi# del suelo y se puso a pensar qué se compraría con la moneda.

    < a sé me compraré caramelos... uy no que me doler(n los dientes. "ues me comprarepasteles... uy no que me doler( la barriuita. a lo sé me compraré un lacito de color rojopara mi rabito.<

    La ratita se uard# su moneda en el bolsillo y se fue al mercado. Una vez en el mercado lepidi# al tendero un trozo de su mejor cinta roja. La compr# y volvi# a su casita. Al díasiuiente cuando la ratita presumida se levant# se puso su lacito en la colita y sali# albalc#n de su casa. )n eso que aparece un allo y le dice%

    < @atita, ratita t$ que eres tan bonita, 5te quieres casar conmio6 < .

    la ratita le respondi#% < >o sé, no sé, 5t$ por las noches qué ruido haces6 <

    el allo le dice% < quiquiriquí< . < Ay no, contio no me casaré que no me usta el ruidoque haces< .

    3e fue el allo y apareci# un perro. < @atita, ratita t$ que eres tan bonita, 5te quieres casarconmio6 < . la ratita le dijo%

    < >o sé, no sé, 5t$ por las noches qué ruido haces6 < . < 8uau, uau< . < Ay no, contio nome casaré que ese ruido me asusta< .

    3e fue el perro y apareci# un cerdo. < @atita, ratita t$ que eres tan bonita, 5te quieres casarconmio6 < .

    la ratita le dijo% < >o sé, no sé, 5y t$ por las noches qué ruido haces6 < . < /inD, oinD< . <Ay no, contio no me casaré que ese ruido es muy ordinario< .

    )l cerdo desaparece por donde vino y llea un ato blanco, y le dice a la ratita% < @atita,ratita t$ que eres tan bonita 5te quieres casar conmio6 < . la ratita le dijo%

    < >o sé, no sé, 5y t$ qué ruido haces por las noches6 < . el atito con voz suave y dulce ledice% < 1iau, miau< . < Ay sí contio me casaré que tu voz es muy dulce.<

    así se casaron la ratita presumida y el ato blanco de dulce voz. Los dos juntos fueronfelices y comieron perdices y colorín colorado este cuento se ha acabado