La propiedad

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Un mundo de grandes desigualdades: pocos tienen mucho y muchos tienen poco.

Seguimos despojando al medio ambiente.

La economía moderna complica nuestro manejo de los recursos que nos rodean.

¿Cómo pensar de éstos? ¿Cómo usar las cosas y el dinero? ¿Cómo administrar éstos?

La Biblia ofrece reflexiones riquísimas a los que buscan respuestas a estos interrogantes.

LA PROPIEDAD EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

- Dios es el único propietario en sentido absoluto

- Ex 19,5; cfr Dt 10,14; Sal 50,10-12; 24,1-2; 89, 11;95,4-5; 1Cro 29,11-16; Is 66,1-2; Jb 41,3

- Los seres humanos, en cambio, son “forasteros” e inquilino en la tierra: “La tierra no puede venderse para siempre, porque la tierra es mía, ya que ustedes son para mí como forasteros y huéspedes” (Lv 25,23; cfr 1 Cro 29,15; Gn 2,15)

Dios ha dado la tierra para el beneficio de todos, para satisfacer las necesidades humanas básicas.

La abundancia (no la acumulación privada) es una bendición de Dios (Sal 112,3) –relatos patriarcales (Gn 12,1 – 13,4; 26,1-17; 28,13ss; 30,43).

En el principio en Israel, hay un repartimiento de tierras.

Se le otorga a cada familia, o clan, propiedad suficiente para satisfacer sus necesidades.

Luego en la época de los reyes, se abrió una gran brecha entre ricos y pobres.

Los profetas denuncian el acaparamiento de tierras.

Las leyes en Israel buscaban proteger a los pobres contra las pretensiones de los ricos y el Estado.

Hay preocupación de Yahvé (Dios) porque todos satisfagan sus necesidades y su preocupación especial por los desprotegidos.

Dios es el defensor de los pobres.

Se multiplican las denuncias de la opresión de los pobres.

Estas preocupaciones divinas y el destino original de la creación imponen límites estrictos en el derecho particular: las familias o los clanes mantenían sus tierras particulares con un fuerte sentido de responsabilidad para el bienestar de toda la comunidad.

Socorrer a los pobres era estricta obligación, y la medida del socorro era la necesidad de ellos.

Había que prestar al necesitado sin interés.

No era permitido beneficiarse de la pobreza ajena.

Se aplicaban medidas concretas de alivio: “cuando ustedes cosechen, no sieguen hasta la misma orilla del campo, ni recojan las espigas caídas. Tampoco rebusquen en sus viñas, ni recojan de sus huertos las frutas caídas. Las dejarán al pobre y al forastero (Lv19,9-10; cfr Dt 24,19-22)

a) EL AÑO SABÁTICO: se cancelaban todas las deudas. “Cada siete años ustedes perdonarán las deudas”. (Dt 15,1-6)

b) EL AÑO DE JUBILEO: (cada 50 años): se devuelven las tierras a sus propietarios anteriores. “Los que habían tenido que empeñar su propiedad, la recobrarán” (Lv 25,8-17).

c) Después de seis años, se liberan los “esclavos” hebreos (siervos endeudados, Dt. 15,12)

Jesús proclama el reino de Dios y señala y la respuesta humana: amar a Dios con todo el corazón y amar al prójimo como a uno mismo.

El reino es para los pobre y eliminará las grandes disparidades de la propiedad (Lc6,20-26; 1,52).

Los pobres recibirán la tierra en herencia (Mt 5,4; cfr Sal 37,11; Rm 4,13)

Participar en el reino exige libertad personal y compartir socialmente.

a) El amor total a Dios.

Jesús enseña a todos, incluso a los pobres, a vivir para el presente, sin esclavizarse por las preocupaciones del mañana, porque el Padre los cuidará.

El Evangelio enseña la renuncia a todas las posesiones (Lc 14,33)

No se prohíbe la propiedad personal.

Zaqueo reparte a los pobres sólo la mitad de sus pertenencias (más reparaciones, Lc 19,8)

En general los cristianos deben conformarse con lo necesario, evitando todo lujo.

b) El amor al prójimo. El amor a Dios y al prójimo se unen estrechamente, así también esta libertad interior ante las posesiones se vinculan en la práctica con el amor al prójimo, concretamente en el compartir.

La ética de la propiedad descrita en el Nuevo testamento se presenta como ética para la comunidad cristiana, y no para fuera.

La comunidad pretende anticipar la llegada del reino, el cual se supone muy cerca.

LOS PADRES DE LA IGLESIA Y LA PROPIEDAD

- Enfatizaron que la propiedad privada es una invención artificial humana: Dios (o la naturaleza) les da todo a todos.

- Los Padres recalcaron dos principios respecto al domino y al uso de los bienes:

1. Debe de haber comunión real (koinonía)

1. Cada familia debe gozar de cierta independencia o libertad.

La naturaleza ha derramado todas las cosas para todos para el uso común.

Dios ha mandado que se produzcan todas las cosas, de manera que haya alimentos en común para todos, y que la tierra sea una posesión común para todos.

Si ustedes reconocen en ellos (los bienes temporales) algo que viene de Dios, ¿es que El es injusto porque no los reparte con equidad? ¿Por qué estás rico, mientras otro está pobre, si no es para que tú tengas el mérito de una administración buena y él tenga la recompensa de la paciencia.

Es el pan del hambriento que tú tienes guardado, es el abrigo del desnudo que tú almacenas, es el zapato del descalzo que has dejado a podrir, el dinero del necesitado que has escondido bajo la tierra. Y así haces daño a tantos cuantos podrías ayudar.

¿Por medio de qué derecho tienen todas las personas lo que poseen? ¿No será por medio del derecho humano? Pues, por el derecho divino “La tierra es del Señor y todo lo que contiene” (Sal 24)

Dios ha hecho a los pobres y a los ricos de un solo barro; es la misma tierra que sostiene tanto a pobres como a ricos.

Sin embargo, por el derecho humano, uno dice “Esta propiedad es mía, esta casa es mía, este sirviente es mío” el derecho humano, pues, es por el derecho de los emperadores. ¿Por qué? Porque Dios ha distribuido estos mismos derechos humanos a la humanidad por medio de los emperadores y los reyes de este mundo.

Cabe notar que Agustín considera que la institución de la propiedad no viene de Dios, ni tampoco de la naturaleza. Viene del emperador, del gobierno. Dios ha instituido los gobiernos humanos debido a la Caída, es decir, el egoísmo humano.

Los gobernantes instituyeron la propiedad para mantener cierto orden entre los seres humanos egoístas. No es lo ideal pero sí es necesario

Sólo Dios es propietario en sentido absoluto.

Dios ha destinado todos los bienes creados para satisfacer las necesidades de todo ser humano.

PRIMER PRINCIPIO: El uso tiene que ser en común, es decir, de

parte de todos: destino universal de los bienes---principio fundamental de la ley natural y divina.

SEGUNDO PRINCIPIO

Tiene que con el dominio, o administración de las cosas

Todos tienen derecho a cierto dominio particular de las cosas. (La propiedad privada es sólo una forma entre otras posibles de este dominio)

Se trata de la posesión en el sentido de mayordomía, administración.

TERCER PRINCIPIO

Ninguna ley positiva (arreglo legal humano) sobre el dominio o la propiedad debe frustrar el principio de uso común.

CUARTO PRINCIPIO

Es lícito el “hurto” de parte de los muy necesitados, si las demás medidas son insuficientes.

QUINTO PRINCIPIO

Estamos estrictamente obligados sólo a socorrer a los que no serían socorridos si nosotros no los socorremos

“Los bienes temporales que Dios nos proporciona son nuestros en cuanto a su dominio (mayordomía). Pero, en cuanto al uso, pertenecen no a nosotros solos, sino también a tales personas cuales podamos socorrer de lo que nosotros tenemos más allá de nuestras necesidades (Summa TheologicaII-II 32, 5 ad 2)

En la encíclica Rerum novarum (1891) se recalca el derecho a la propiedad privada.

Introduce en la tradición de la doctrina oficial la idea (promovida por el jesuita Taparelli d Angelio, ca. 1840) que la propiedad privada es un derecho estrictamente natural.

León aplicó este principio tanto a los propietarios de las fábricas como a los obreros, sin hacer mucha distinción.

En la Quadragesimo anno (1931), el Papa Pi XI recalca el principio de que la propiedad (capital) tiene un carácter tanto social como individual.

El Papa Pío XII enfatiza que el derecho a la propiedad privada implica el derecho del trabajador a un patrimonio que puede transmitir a su familia.

Con el Papa Juan XXIII se regresa a la doctrina más tradicional de santo Tomás de Aquino y por eso se enfatiza de manera novedosa el principio del uso común, al cual se subordina el derecho a la propiedad privada.

El Papa recalca la necesidad de que muchos, o todos, en la sociedad tengan acceso al dominio de la propiedad productiva.