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LA PROTECCIÓN DEL MEDIO AMBIENTE EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL EUROPEO DE DERECHOS HUMANOS A TRAVÉS DE LA CONSIDERACIÓN DEL DERECHO AL MEDIO AMBIENTE ADECUADO COMO PARTE DEL INTERÉS GENERAL EN UNA SOCIEDAD DEMOCRÁTICA Doctoranda Carmen María Mariscal Aguilar Universidad de Sevilla Facultad de Derecho Departamento de Derecho Administrativo y de Derecho Internaciona Público y de Relaciones Internacionales l. Introducción. El propósito del presente estudio es constatar, el estado actual de la protección del derecho al Medio Ambiente adecuado en la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, y establecer así la necesidad o no de la adopción de un Protocolo Adicional de carácter sustantivo, en el que se recoja dicho derecho. La finalidad de este trabajo de investigación que presentamos en el marco del Programa de Doctorado de Derecho Internacional (público y privado) parte de una premisa: la continua e incesante consideración del Medio Ambiente por parte del Derecho internacional es evolutiva –pasando, como veremos en el Epígrafe II, desde una dimensión estrictamente estatalista, ligada a la soberanía estatal durante el Derecho Internacional clásico a otra, mas reciente y novedosa, en el contexto de la protección internacional de los Derechos Humanos-. También aquí, en esta aproximación antropocéntrica desde el Derecho Internacional al Medio Ambiente se aprecia una evolución inacabada pues, de ser considerado el derecho al Medio Ambiente en su dimensión colectiva como parte de los llamados “derechos de la tercera generación” con un marcado carácter programático y de lege ferenda, ha pasado cada vez más a considerarse como un derecho individual, estrechamente conectado a los derechos clásicos como la salud, la inviolabilidad del domicilio, o la protección de la vida privada. La premisa desde la que partimos en nuestro estudio, el carácter evolutivo de la consideración del Medio Ambiente por parte del Derecho Internacional, nos lleva a interrogarnos, ya centrados en la perspectiva de la protección del derecho humano al Medio Ambiente, sino es posible constatar una evolución en la configuración jurisprudencial de este derecho, de tal modo que se esté asistiendo en la actualidad en la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, a tomar en consideración una nueva dimensión de este derecho: el derecho humano al Medio Ambiente adecuado – esto es distinta de la que ha venido reconociendo desde los años noventa este Tribunal al constatar en su sentencia de 1990 en el caso Powell y Rayner, que el efectivo disfrute de algunos de los derechos reconocidos en el Convenio podía resultar impedido si no se garantizaba unas debidas condiciones medioambientales. Lo que parece perfilarse en los últimos y más recientes pronunciamientos del Tribunal Europeo y constituye el núcleo duro de nuestra investigación (Epígrafe III) es la consideración del derecho a que el Medio Ambiente sea protegido como un fin necesario en una sociedad democrática. Cuando son las autoridades públicas de un Estado las que aprecian dicha necesidad nos movemos en el plano de las restricciones permitidas en el ejercicio de algunos derechos reconocidos en el Convenio en las condiciones previstas –por ejemplo artículos 8.2, 9.2, 10.2 y 11.2, del Convenio, o artículo 1.2 del Protocolo Adicional primero. Ahora bien, cuando la iniciativa no parte de las autoridades públicas de un Estado sino de un particular que invoca si derecho a un Medio Ambiente adecuado como parte del interés general en una sociedad democrática y pretende con ello denunciar la pasividad de las autoridades públicas frente a otros particulares que impiden ese derecho aún cuando, en puridad, no pueda hablarse de una víctima de violación de los derechos reconocidos en el Convenio, ni siquiera, víctima indirecta como ha venido constatando el Tribunal en relación con injerencias medioambientales en el disfrute de los derechos reconocidos en los artículos 8 a 10 del Convenio y en el artículo 1 del Protocolo Adicional primero. Sin olvidar que la actio popularis no está permitida en el sistema del Convenio, parece sin embargo, apreciarse una línea de progresiva consideración de las demandas en las que los particulares invocan un derecho al Medio Ambiente adecuado, en los términos que acaban de ser expuestos, que sin embargo, nos parece insuficiente por lo que proponemos la vía de su reconocimiento por vía de su inclusión en un Protocolo Adicional de carácter sustantivo (lo que trataremos en el Epígrafe IV). La sistemática que hemos desarrollado en este trabajo de investigación se adecúa al método lógico-deductivo y empírico- inductivo empleado para su elaboración. Así, partiendo de un análisis preliminar tridimensional desde una aproximación conceptual, filosófica y jurídica constatamos el carácter evolutivo de la consideración del Medio Ambiente por el Derecho Internacional desde un paradigma estatocéntrico (estrechamente ligado a la Soberanía Territorial del Estado) a otro paradigma antropocéntrico en el que el Medio Ambiente se entrelaza a la protección internacional de los Derechos Humanos, primero con un carácter desiderativo y programático (como un derecho colectivo de la tercera generación) y más tarde, con un contenido concreto y susceptible de ser protegido por vía judicial de un modo indirecto por su vinculación al efectivo disfrute de otros derechos expresamente reconocidos. LA PROTECCIÓN DEL MEDIO AMBIENTE EN LA JUR... http://huespedes.cica.es/aliens/gimadus/24/05.html 1 de 38 01/07/13 19:22

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LA PROTECCIÓN DEL MEDIO AMBIENTE EN LA JURISPRUDENCIADEL TRIBUNAL EUROPEO DE DERECHOS HUMANOS A TRAVÉS

DE LA CONSIDERACIÓN DEL DERECHO AL MEDIO AMBIENTE ADECUADOCOMO PARTE DEL INTERÉS GENERAL EN UNA SOCIEDAD DEMOCRÁTICA

Doctoranda Carmen María Mariscal AguilarUniversidad de SevillaFacultad de Derecho

Departamento de Derecho Administrativo y de Derecho Internaciona Públicoy de Relaciones Internacionales

l. Introducción.El propósito del presente estudio es constatar, el estado actual de la protección del derecho al Medio Ambiente adecuado enla jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, y establecer así la necesidad o no de la adopción de unProtocolo Adicional de carácter sustantivo, en el que se recoja dicho derecho. La finalidad de este trabajo de investigación que presentamos en el marco del Programa de Doctorado de DerechoInternacional (público y privado) parte de una premisa: la continua e incesante consideración del Medio Ambiente por partedel Derecho internacional es evolutiva –pasando, como veremos en el Epígrafe II, desde una dimensión estrictamenteestatalista, ligada a la soberanía estatal durante el Derecho Internacional clásico a otra, mas reciente y novedosa, en elcontexto de la protección internacional de los Derechos Humanos-. También aquí, en esta aproximación antropocéntrica desde el Derecho Internacional al Medio Ambiente se aprecia unaevolución inacabada pues, de ser considerado el derecho al Medio Ambiente en su dimensión colectiva como parte de losllamados “derechos de la tercera generación” con un marcado carácter programático y de lege ferenda, ha pasado cada vezmás a considerarse como un derecho individual, estrechamente conectado a los derechos clásicos como la salud, lainviolabilidad del domicilio, o la protección de la vida privada. La premisa desde la que partimos en nuestro estudio, el carácter evolutivo de la consideración del Medio Ambiente por partedel Derecho Internacional, nos lleva a interrogarnos, ya centrados en la perspectiva de la protección del derecho humano alMedio Ambiente, sino es posible constatar una evolución en la configuración jurisprudencial de este derecho, de tal modo quese esté asistiendo en la actualidad en la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, a tomar enconsideración una nueva dimensión de este derecho: el derecho humano al Medio Ambiente adecuado – esto es distinta dela que ha venido reconociendo desde los años noventa este Tribunal al constatar en su sentencia de 1990 en el caso Powelly Rayner, que el efectivo disfrute de algunos de los derechos reconocidos en el Convenio podía resultar impedido si no segarantizaba unas debidas condiciones medioambientales. Lo que parece perfilarse en los últimos y más recientespronunciamientos del Tribunal Europeo y constituye el núcleo duro de nuestra investigación (Epígrafe III) es la consideracióndel derecho a que el Medio Ambiente sea protegido como un fin necesario en una sociedad democrática. Cuando son lasautoridades públicas de un Estado las que aprecian dicha necesidad nos movemos en el plano de las restricciones permitidasen el ejercicio de algunos derechos reconocidos en el Convenio en las condiciones previstas –por ejemplo artículos 8.2, 9.2,10.2 y 11.2, del Convenio, o artículo 1.2 del Protocolo Adicional primero. Ahora bien, cuando la iniciativa no parte de las autoridades públicas de un Estado sino de un particular que invoca si derechoa un Medio Ambiente adecuado como parte del interés general en una sociedad democrática y pretende con ello denunciar lapasividad de las autoridades públicas frente a otros particulares que impiden ese derecho aún cuando, en puridad, no puedahablarse de una víctima de violación de los derechos reconocidos en el Convenio, ni siquiera, víctima indirecta como havenido constatando el Tribunal en relación con injerencias medioambientales en el disfrute de los derechos reconocidos enlos artículos 8 a 10 del Convenio y en el artículo 1 del Protocolo Adicional primero. Sin olvidar que la actio popularis no estápermitida en el sistema del Convenio, parece sin embargo, apreciarse una línea de progresiva consideración de lasdemandas en las que los particulares invocan un derecho al Medio Ambiente adecuado, en los términos que acaban de serexpuestos, que sin embargo, nos parece insuficiente por lo que proponemos la vía de su reconocimiento por vía de suinclusión en un Protocolo Adicional de carácter sustantivo (lo que trataremos en el Epígrafe IV). La sistemática que hemos desarrollado en este trabajo de investigación se adecúa al método lógico-deductivo y empírico-inductivo empleado para su elaboración. Así, partiendo de un análisis preliminar tridimensional desde una aproximación conceptual, filosófica y jurídica constatamos elcarácter evolutivo de la consideración del Medio Ambiente por el Derecho Internacional desde un paradigma estatocéntrico(estrechamente ligado a la Soberanía Territorial del Estado) a otro paradigma antropocéntrico en el que el Medio Ambiente seentrelaza a la protección internacional de los Derechos Humanos, primero con un carácter desiderativo y programático (comoun derecho colectivo de la tercera generación) y más tarde, con un contenido concreto y susceptible de ser protegido por víajudicial de un modo indirecto por su vinculación al efectivo disfrute de otros derechos expresamente reconocidos.

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Esta protección jurisprudencial, de modo especial la del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, es igualmente evolutiva ysentencia a sentencia, parece que se avanza en lo que denominamos el derecho humano a un Medio Ambiente adecuado,algo distinto del derecho humano al Medio Ambiente sano, objeto ya de amplia consideración en una consolidadajurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. La necesidad de responder a la cuestión de en qué medida esposible constatar este avance en el reconocimiento del derecho al Medio Ambiente adecuado en el sistema del Convenio nosha llevado a dedicar toda la parte III (y más extensa de nuestra investigación) al análisis crítico de la jurisprudencia delTribunal Europeo de Derechos Humanos que hemos considerado pertinente para nuestro estudio. Aún siendo relevante, lo insatisfactorio del resultado del análisis que de dicha jurisprudencia realizamos, nos llevará aproponer soluciones alternativas como la de su inclusión en el listado de derechos protegidos en el sistema del Convenio porvía de un Protocolo Adicional de carácter sustantivo. Al análisis crítico de esta posibilidad le dedicamos la cuarta y últimaparte de este trabajo que finaliza con unas conclusiones en las que recogemos los principales resultados de nuestro estudio ylas principales fuentes de conocimiento trabajadas. II. Análisis preliminar del concepto del derecho humano a un medio ambiente adecuadoII.1. La protección del medio ambiente: génesis y evolución conceptual, filosófica y jurídica desde una perspectivaestatocéntrica hasta otra antropocéntrica. En el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, el Medio Ambiente es definido como el conjunto decircunstancias culturales, económicas y sociales en que vive una persona; y también como el conjunto de circunstanciasexteriores a un ser vivo.[1] Nos encontramos por tanto, ante una definición strictu sensu del Medio Ambiente. Más allá del tenor literal de esta definiciónrecogida en el diccionario de la Real Academia, podemos aventurarnos a definir el Medio Ambiente como el conjunto defactores naturales y antropogénicos y aquellos elementos que afectan al equilibrio ecológico, a la calidad de la vida, a la saludhumana, al interés cultural e histórico y al paisaje.[2] En este sentido algunos autores entre los que destacamos a los profesores Alexander Kiss y Dinah Shelton; definen el MedioAmbiente como “las circunstancias, objetos o condiciones por las cuales uno está rodeado; El conjunto de actores físicos,químicos y biológicos (como el clima, el suelo, y los seres vivos), que actúa sobre un organismo o sobre una comunidad ydetermina en última instancia su forma y supervivencia. El agregado de condiciones sociales y culturales que influyen en lavida de un individuo o de una comunidad”.[3] En el mismo sentido, se manifiesta el Programa de la UNESCO El hombre y la Biosfera; en línea con la definición dada porlos profesores Kiss y Shelton, definiendo el Medio Ambiente como la totalidad de nuestro entorno, la parte del Universo en laque en tanto que conocemos, está concentrada toda la vida”.[4] Por tanto el Medio Ambiente Adecuado, como nos dice en su obra el profesor Demetrio Loperena Rota[5], es aquel en el queuna persona puede disfrutar de las circunstancias idóneas para su desarrollo y bienestar. Es aquel que se proyecta sobreunos parámetros físicos y biológicos que se dan en nuestro planeta en la actualidad y que han permitido nuestra expansión ydesarrollo como especie, por lo que su mantenimiento está vinculado a nuestra propia existencia. A partir de estas reflexiones conceptuales pensamos que sería posible sostener que toda persona tiene el derechofundamental a la libertad, igualdad y adecuadas condiciones de vida en un Medio Ambiente de una calidad tal que permitanuna vida de dignidad y bienestar. De forma correlativa, toda persona tendría la obligación de proteger y mejorar el medio paralas generaciones presentes y futuras. La preocupación relativamente novedosa por el Medio Ambiente, es fruto de las circunstancias sociales recientes, como unarespuesta al riesgo de destrucción ambiental. Esta nueva preocupación tiene una doble vertiente, filosófica y jurídica. Desde el punto de vista filosófico, esta nueva preocupación ha dado lugar a un nuevo modo de pensar: el paradigmaecológico. Desde antiguo, ha sido recogida la preocupación por el Medio Ambiente a lo largo de las distintas corrientesfilosóficas, destacando el periodo cosmológico de la filosofía griega, que supuso la proyección de las ideas de orden yregularidad de los fenómenos de la naturaleza, a la explicación del orden social humano. En una etapa posterior sin embargo,es cuando tenemos que destacar los planteamientos de Rousseau, que destaca en su obra que el progreso civilizatorioempuja a los hombres al envilecimiento si no persigue el objetivo de restablecer con sus medios la naturaleza para,albergados por ella, armónicamente reconciliados con ella, llevar una vida de concordia y de sentido común siemprepresente.[6] De entre las nuevas corrientes filosóficas centradas en esta nueva preocupación, podemos destacar a Herbert Marcuse [7],que critica el modelo tecnocrático dominante, ya que para este autor la civilización tecnocrática tiene el deterioro del medioambiente como efecto devastador. Tratan de establecer con las nuevas tecnologías una relación no dominativa de lanaturaleza que sirva de pauta para las relaciones humanas.

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También destacan entre otros, los ecofilósofos humanistas quienes también sostienen una visión crítica frente a lahegemonía tecnocrática y tratan de reinterpretar las relaciones del hombre con su entorno. Entre sus máximos exponentesdestacamos a George Perkins Marsh[8], que sostiene que la Tierra se le dio al hombre en usufructo, no para agotarla ymucho menos para desperdiciarla. Desde el punto de vista jurídico, el concepto de Medio Ambiente, es fruto de la evolución de la doctrina iusinternacionalista,especialmente a partir de la Declaración de Estocolmo, pero no podemos olvidar, que esta protección tiene su origen en ladoctrina de la Soberanía de los Estados, tal y como se recoge en el Laudo arbitral de la Isla de Palmas:

“La soberanía territorial implica el derecho exclusivo de ejercer las actividades estatales. Este derecho tienepor colorario un deber: la obligación de proteger; en el interior del territorio, los derechos de los demásEstados, en particular su derecho a la integridad e inviolabilidad en tiempo de paz y en tiempo de guerra, asícomo los derechos que cada Estado puede reclamar para sus nacionales en territorio extranjero. Este Estadono puede cumplir este deber si no manifiesta su soberanía territorial de forma adecuada a sus circunstancias.La soberanía territorial no puede limitarse sólo a su aspecto negativo; es decir, al hecho de excluir lasactividades de otros Estados, pues es ella la que sirve para repartir entre las naciones el espacio sobre el quese desenvuelven las actividades humanas, a fin de asegurarles en todos los lugares el mínimo de protecciónque el derecho internacional debe garantizar".[9]

Por tanto, de la letra del Laudo arbitral dictado por Max Huber, podemos concluir lo que para el Derecho Internacional clásico,esta idea de Soberanía Territorial es esencial puesto que en base a la misma encontramos el fundamento de las obligacionesen Derecho Internacional. Esto es, dichas obligaciones operan en base a una presunción: la de que el Estado dispone de losmedios necesarios para el cumplimiento de sus deberes internacionales. Las disposiciones del presente Laudo arbitral, son las que en origen, fundamenta la protección del Medio Ambiente,protección que en origen dependía de la Soberanía de los Estados, como también se pone de manifiesto en el Asunto de laFundición de Trail[10], al establecer la responsabilidad internacional por daños transfronterizos, por daños ocasionados alMedio Ambiente de otro estado. Se establece por tanto la obligación del Estado de velar por la realización de las actividadesprivadas conforme al Derecho Internacional, estableciéndose que el Estado tiene en todo momento el deber de proteger a losdemás estados contra actos lesivos cometidos por individuos que se encuentran bajo su jurisdicción. A medida que se ha ido produciendo la conceptualización de los derechos humanos ha ido erosionando el concepto clásicode Soberanía de los Estados, fenómeno que toma más relevancia partir de la Carta de las Naciones Unidas, tal y como ponede manifiesto el profesor Carrillo Salcedo en su libro Soberanía de los Estados y Derechos Humanos, al decir que “lasoberanía de los Estados sigue siendo un principio constitucional de derecho internacional, y que no ha sido desplazada deesta posición ni por el fenómeno de la Organización Internacional ni por el reconocimiento de la dignidad de la persona,símbolos de las transformaciones del orden internacional que habitualmente denominamos proceso de institucionalización yproceso de humanización del derecho internacional. Pero que sí ha quedado erosionada y relativizada por el desarrollonormativo que ha seguido a las disposiciones de la Carta de las Naciones Unidas en materia de derechos humanos, ya queen derecho Internacional Contemporáneo todos los Estados tienen la obligación jurídica, ómnium y erga omnes, de respetarlos derechos fundamentales de toda persona que se encuentre bajo su jurisdicción”.[11]

A lo largo de nuestra investigación, y más concretamente, en relación con el trato que desde la jurisprudencia del TribunalEuropeo de Derechos Humanos viene recibiendo la protección del Medio Ambiente, podremos observar la tensión existenteentre las posturas doctrinales y jurisprudenciales que defienden el Principio del Margen de Apreciación de los Estados,reminiscencia de la Soberanía Territorial de los Estados frente a la interpretación teleológica del Convenio Europeo deDerechos Humanos. Partiendo de las reflexiones expuestas en las páginas previas procederemos a la formulación del concepto de MedioAmbiente Adecuado, como una categoría jurídica a tutelar por el derecho internacional. El concepto de Medio Ambiente Adecuado, de reciente configuración, se formula por la doctrina tomando como base losprincipios extraídos de la Conferencia de Estocolmo y la Declaración de Río de Janeiro[12]; si bien podemos hablar de laexistencia de numerosos precedentes en materia de protección del Medio Ambiente en la esfera del continente europeo,destacando los siguientes: El Edicto Real de Eduardo I prohibiendo el uso del carbón en hornos abiertos en Londres; tambiénes destacable la Ley Forestal Finesa de 1734 [13]; si bien su punto máximo de eclosión llegó con posterioridad a laanteriormente mencionada Declaración de Estocolmo, a la que siguieron otras como la Carta de la Tierra, ya que comopodemos observar, los precedentes citados, se circunscriben dentro de la esfera de la Soberanía Territorial de los Estados,analizada previamente. En la mencionada Declaración de Estocolmo, se define el Medio como el sustento natural que brinda la oportunidad dedesarrollarse intelectual, moral social y espiritualmente; por lo que su protección afecta al bienestar de los pueblos y aldesarrollo económico del mundo entero. Es esta idea de que existe un valor que proteger, salvaguardar y compartir, la quedota de significación al Derecho a un Medio Ambiente Adecuado.

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Esta toma de conciencia se produce debido a que el Medio Ambiente Adecuado, no es fruto del desarrollo social, sino que esun prius para su existencia debido a que este derecho está vinculado a la propia vida humana. Por tanto se define el derecho al Medio Ambiente Adecuado como el derecho de todos los individuos y todas las personas aun Medio Ambiente de calidad tal que les permita vivir con dignidad y disfrutar de un estado de bienestar, como nos dice elprofesor Alston en su artículo Conjuring up new Human Rights: a proposal for quality control.[14]

En la misma línea se manifiesta el profesor Alexander Kiss al afirmar que “toda persona tiene derecho a disfrutar de un medioambiente adecuado para su desarrollo y bienestar”.[15] Finalmente, tenemos que decir que en la evolución del concepto de derecho a un Medio Ambiente Adecuado, ocupa un papeldestacado la opinión separada del Vice-Presidente juez Weeramantry, en el Asunto Gabcikovo-Nagymaros, quien sostieneque:

“la protección del Medio Ambiente es como una parte vital de la doctrina contemporánea de los derechoshumanos, por sí misma es un sine qua non para numerosos derechos tales como el derecho a la salud y a lavida en sí mismos. Apenas es necesario extenderse en esto; cómo el daño al Medio Ambiente puedeperjudicar y socavar todos los derechos humanos recogidos en la Declaración Universal y en otrosinstrumentos de derechos humanos”. [16]

A continuación, procederemos evaluar la situación de derecho al Medio Ambiente, dentro de las categorías de los derechoshumanos, para valorar posteriormente, si nos encontramos ante un derecho de los llamados de solidaridad, o si por elcontrario, estamos ante un derecho por cuya protección entra dentro de la esfera de los derechos de la primera y segundageneración. II.2. La configuración jurídica del derecho al medio ambiente adecuado desde el paradigma de las tres generacionesde derechos humanos: del derecho colectivo al medio ambiente sostenible al derecho a un medio ambienteadecuadoCon carácter previo al estudio de la relación entre el Derecho al Medio Ambiente Adecuado y los Derechos de la TerceraGeneración, será necesario referirse a las Generaciones de Derechos Humanos en cuanto a su configuración y a suevolución en el del Derecho Internacional contemporáneo. La clasificación de las Tres Generaciones de Derechos Humanos, es obra del profesor Karel Vasak[17] . A través de estaclasificación el autor, agrupa los Derechos Humanos en torno a tres categorías: Los derechos de primera generación, losderechos de segunda generación y los derechos de tercera generación. En este mismo sentido, también se han manifestado el profesor Uribe Vargas en su obra La Troisième Génération des droitsde l’homme. [18]

En relación con las Generaciones de Derechos Fundamentales, destacamos al hilo de la obra del profesor Karel Vasak y delprofesor Uribe Vargas, el artículo del profesor Pérez Luño [19], sobre Las Generaciones de Derechos Fundamentales, endonde sostiene que la mutación histórica de los derechos humanos ha determinado la aparición de sucesivas “generaciones”de derechos. Los derechos humanos nacen como es notorio, con marcada impronta individualista, como libertadesindividuales que configuran la primera fase o generación de derechos humanos. Estos derechos, se verán completados conuna segunda generación de derechos: los derechos económicos, sociales y culturales. Estos derechos alcanzan su paulatinaconsagración jurídica y jurídica en la sustitución del Estado Liberal de Derecho por el Estado Social de Derecho. La distinción, que no es necesariamente oposición, entre ambas generaciones de derechos, se hace patente cuando seconsidera que mientras en la primera los derechos humanos vienen como derechos de defensa (Abwehrrechte), de laslibertades del individuo, que exigen autolimitación y no injerencia de los poderes públicos en la esfera privada, y se tutelanpor su mera actitud pasiva y de vigilancia en términos de policía administrativa; en la segunda, correspondiente a losderechos económicos, sociales y culturales, se traduce en derechos de participación (Teilhaberrechte), que requiere unapolítica activa de los poderes públicos encaminada a garantizar su ejercicio, y se realiza a través de las técnicas jurídicas delas prestaciones y los servicios públicos. En relación con los Derechos Humanos de Tercera Generación, el Profesor Pérez Luño nos dice que nos hallamos ante unatercera generación, complementadora de las fases anteriores, referidas a las libertades de signo individual y a los derechoseconómicos, sociales y culturales. De este modo, los derechos y libertades de la tercera generación se presentan como unarespuesta al fenómeno de la denominada “contaminación de las libertades” (liberties’ pollution). Entre los derechos de tercera generación, coincide el Profesor Pérez Luño con otros autores en señalar que se encuentran elderecho a la paz y el derecho a la calidad de vida, en estrecha relación con el derecho a un Medio Ambiente Adecuado; y elderecho a la libertad informática.

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En relación con el derecho a la calidad de vida, el Profesor Pérez Luño, sostiene que las cuestiones que más inquietudes handespertado a lo largo de los últimos años, son aquellas que se refieren a las relaciones del hombre con su medio ambiente,en el que se halla inmerso, que condiciona su existencia, y por el que incluso, puede llegar a destruirlo. Los resultados deeste planteamiento, constituyen hoy en día motivos de preocupación cotidiana. El expolio acelerado de las fuentes deenergía, así como la contaminación y degradación del medio ambiente, han tenido su puntual repercusión en el hábitathumano y en el propio equilibrio psicosomático de los individuos. Estas circunstancias, han hecho surgir en los ambientesmás sensibilizados hacia estaproblemática, el temor de que la humanidad pueda estar avocada al suicidio colectivo. De ahí qué como consecuencia lógicade la evolución de las categorías de los derechos humanos, junto con esta incipiente preocupación por nuestro entorno, seincluya el Derecho al Medio Ambiente, dentro de la Tercera Generación de los Derechos Humanos.[20] El profesor Uribe Vargas por su parte, en su obra La Tercera Generación de Derechos Humanos y la Paz[21], nos recuerdaque el Derecho al Medio Ambiente, se encontraban ya definido en el anteproyecto de la Fundación Internacional de losDerechos Humanos de la siguiente manera:

“Artículo 14: Todo hombre y todos los hombres tomados colectivamente, tienen derecho a un medio ambiente saco yecológicamente equilibrado, propicio a su desarrollo tanto económico como social, cultural, político y jurídico. Artículo 15: Los Estados Partes se comprometen a no aportar a las condiciones naturales de vida aquellasmodificaciones desfavorables, que puedan atentar contra la salud del hombre o al bienestar de la colectividad. Unatentado puede ser considerado como admisible si él es necesario al desarrollo de la colectividad y si no existen otrasmedidas que permitan evitarlo. Artículo 16: Los Estados Partes se comprometen a tomar toda medida útil para prohibir que las personas privadascometan atentados graves a las condiciones naturales de vida y, de una manera general, para reglamentar el uso de losbienes dentro del respeto del derecho de todo hombre y de todos los hombres a un medio ambiente sano yecológicamente equilibrado”.

Por tanto en opinión del profesor Uribe Vargas, el Derecho al Medio Ambiente, ha sido objeto de múltiples progresos en elcampo normativo, existiendo ya una vigorosa conciencia internacional que lo respalda, sobre todo a partir de la Declaraciónde Estocolmo, adoptada en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano de 1972. [22] En este mismo sentido, este autor ha sostenido que la inclusión en estas Declaraciones, así como en declaracionessucesivas como la Declaración de Nairobi de 1982, y en otras posteriores, como la Declaración de Río de Janeiro, sonfactores que determinan, que el Derecho al Medio Ambiente, sea considerado como un Derecho de Tercera Generación, yaque en palabras del propio Uribe, son numerosas las manifestaciones positivas a favor de la calificación del Derecho al MedioAmbiente como prerrogativa humana fundamental. [23] Continuando con el análisis de la naturaleza y de la concretización jurídica del Derecho al Medio Ambiente Adecuado, y surelación con los distintos cuerposnormativos, procederemos en páginas siguientes a determinar la relación existente entre elDerecho al Medio Ambiente Adecuado, y los Derechos de la Tercera Generación. Como hemos ido apuntando a lo largo de nuestro trabajo, el punto de arranque lo constituye, la Declaración de Estocolmosobe el Medio Humano, de 1972, donde en su Principio 1 establece que: El hombre tiene el derecho fundamental a lalibertad, la igualdad y el disfrute de condiciones de vida adecuadas en un medio de calidad tal que le permita llevar una vidadigna y gozar de bienestar y, tiene la solemne obligación de proteger y mejorar el medio para las generaciones presentes yfuturas. A esta Declaración, siguieron otras como la Carta de la Tierra de 1982, el Informe Bruntland o la Declaración de Río de 1992,ambas de carácter programático y no obligatorias, que per se, no poseen fuerza vinculante, pero que poco a poco vancristalizando en la opinio iuris del Derecho Internacional como se pone de manifiesto en la sentencia del Asunto Gabcikovo-Nagymaros. [24] En cuanto a su concretización, algunos autores como el profesor Juste Ruiz[25], destacan como fuente primigenia delDerecho Internacional del Medio Ambiente, el artículo 38 del Estatuto de la Corte Internacional del Justicia[26], ya quereconoce como fuente del Derecho los Principios Generales de derecho reconocidos por las naciones civilizadas y lasdecisiones judiciales y la doctrina de los publicistas de mayor competencia de las distintas naciones como medio auxiliar parala determinación de las reglas de derecho. Declaraciones y Recomendaciones, generalmente de carácter programático, que conectan con la esencia del mencionadoartículo 38 en relación con los Principios Generales del Derecho Internacional, también constituyen las fuentes del Derecho alMedio Ambiente Adecuado junto con los distintos Convenios Multilaterales. También hay que destacar, los múltiples tratados internacionales adoptados de forma bilateral o multilateral entre los distintos

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Estados; tratados con un considerable grado de flexibilidad que les hace proclives a adaptarse a las cambiantes necesidadesambientales y por tanto ofrecer las mejores respuestas a las necesidades de desarrollo del Derecho Ambiental. Entre los convenios de ámbito universal que tienen por objeto específico la protección de los Derechos Humanos, podemosdestacar las referencias relativas al Medio Ambiente que se realizan en el Pacto Internacional de los Derechos EconómicosSociales y Culturales. [27] También podemos mencionar las referencias relativas al Medio Ambiente recogidas en la Carta Africana de los DerechosHumanos y de los Pueblos[28], así como en el Protocolo de San Salvador.[29] Estas dos últimas referencias serán las más destacadas que en los ámbitos regionales de protección de Derechos Humanosse haga en relación con la protección del Medio Ambiente de forma expresa ya que en el otro gran Sistema Regional deProtección de los Derechos Humanos, el establecido en el seno del Consejo de Europa, no se hace referencia alguna alMedio Ambiente como bien jurídico a tutelar por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (en adelante “el TribunalEuropeo”). Teniendo en cuenta lo expuesto anteriormente, entraremos a cuestionar la naturaleza del Derecho al Medio AmbienteAdecuado según la clasificación tradicional de los Derechos Humanos. Tradicionalmente, se ha clasificado el Derecho al Medio Ambiente como un derecho de los de Tercera Generación o deSolidaridad; como hemos podido ver en el artículo del Profesor Pérez Luño [30] , anteriormente mencionado. Sin embargo,nos resulta pertinente reflexionar sobre la cuestión relativa a si realmente nos encontramos ante un derecho de tercerageneración o estamos simplemente ante la protección de derechos de primera y de segunda generación. Gran parte de la doctrina sostiene que el derecho a un Medio Ambiente Adecuado es un derecho humano de TerceraGeneración o de Solidaridad, destacando el profesor Pérez Luño, que entiende este derecho “como una aspiración o meta,cuyo logro exige importantes transformaciones culturales y socio-económicas”, siendo necesario un consenso general parasu cristalización a escala internacional. [31] Entre los partidarios de esta postura, de catalogar el derecho al Medio Ambiente Adecuado, como un derecho de TerceraGeneración, es argumento común el sostener que los derechos de Tercera Generación surgen como respuestas a nuevosvalores. Surgen como respuesta a una concepción de la vida en comunidad y sólo se pueden realizar por la conjunción de losesfuerzos de todos los que participan en la vida social. El valor último que los informa, es la Solidaridad. Por tanto siguiendoesta línea argumental, podríamos sostener que el derecho a un Medio Ambiente Adecuado, es un Derecho de losdenominados de Tercera Generación, por que surge como respuestas a preocupaciones anteriormente inexistentes oprácticamente inexistentes; como es elriesgo de destrucción ambiental, ya que los derechos no se positivizan mientras el disfrute de algo se realice sin necesidadde tutelas especiales como nos enuncia el aforismo latino opinio iuris sive necessitatis. [32] Algunos autores entre los que se encuentran el profesor Loperena Rota, disienten sobre si realmente estamos ante unDerecho de Tercera Generación, ya que sostienen que el Derecho al Medio Ambiente Adecuado, no se ajusta a loscaracteres de este tipo de derechos, manteniendo que la solidaridad es un elemento de la política ambiental, pero que elderecho en sí es perfectamente individualizable en cada ser humano. Por tanto, del estudio del concepto de Medio Ambiente, desde la perspectiva conceptual, filosófica y jurídica, concluimos queel derecho al Medio Ambiente, es un derecho de reciente configuración, encontrándose en los primeros estadios de suconcretización, ya que como bien es sabido, nos encontramos ante un concepto evolutivo y dinámico, en continuo cambio. Observamos que durante el breve lapso de tiempo transcurrido desde la configuración del derecho al Medio Ambiente, hapasado de considerarse como un Derecho de los llamados de Solidaridad, o de la Tercera Generación de los DerechosFundamentales, es decir un derecho colectivo, según la clasificación del profesor Vasak[33], a considerarse como underecho, cuya protección está vinculada a los derechos civiles, políticos, económicos y sociales. Es decir, su protección seencuentra íntimamente vinculada a la protección de los derechos de Primera y Segunda generación y por consiguiente,estrechamente vinculados a la esfera personal del individuo, por lo que es perfectamente individualizable. Por tanto, en una primera fase de la evolución de la configuración del derecho al Medio Ambiente, observamos como deforma paulatina, cambia su concretización como derecho de la Tercera generación para pasar a concretizarse como underecho de los de la Primera y Segunda generación, estando amparada la protección del derecho al Medio Ambiente, por suvinculación a los derechos reconocidos en estas generaciones, como son el derecho a la vida privada y familiar, el derecho arecibir información, el derecho a la vida, estrechamente vinculado con el derecho a la salud y el bienestar y el derecho a unmedio ambiente saludable, como podremos ver más adelante en el análisis de la jurisprudencia clásica del Tribunal Europeode Derechos Humanos. Consideramos que la protección del derecho al Medio Ambiente en su evolución, va más allá, hasta llegar a la configuración

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del Derecho a un Medio Ambiente Adecuado, buscándose no sólo la protección del Medio Ambiente, mediante su vinculacióncon los derechos del particular, o su protección a través del derecho a un Medio Ambiente Saludable, si no reivindicando laprotección de un Medio Ambiente Adecuado, donde se engloben las condiciones necesarias para el desarrollo de lapersonalidad humana en conjunción con disfrute pacífico del mismo. Abogamos por la protección del Medio Ambiente, perode un Medio Ambiente Adecuado, donde los particulares puedan disfrutar del Medio Ambiente per se, de su bellezapaisajística, y demás atributos medioambientales, garantizado por la protección directa del mismo, y no por efecto rebote, yaque por sus singulares características, la naturaleza necesita ser protegida por sí misma, de las lesiones de las queconstantemente es objeto como consecuencia del desarrollo industrial, tecnológico y social. Por tanto, apostamos por unaprotección de los valores estéticos y recreativos del Medio Ambiente, concibiendo el derecho al Medio Ambiente, como elderecho al disfrute del mismo[34]. De este modo, observamos que la evolución de la protección del Medio Ambiente en estos últimos treinta años, ha pasado deser una protección estatocéntrica, siendo esta la protección que se le daba al Medio Ambiente, antes de la Declaración deEstocolmo, como hemos podido ver a lo largo del desarrollo del apartado anterior, donde la protección del Medio Ambienteera un reflejo de la Soberanía Territorial de los Estados, a una protección antropocéntrica, donde se protege el MedioAmbiente, mediante la protección de los derechos de los individuos reconocidos en los distintos instrumentos de protecciónde derechos, y en especial en el Convenio Europeo de Derechos Humanos y Libertades Fundamentales; ( en adelante “elConvenio Europeo”) para llegar finalmente a una protección ecocéntrica del Medio Ambiente, donde este pueda ser objeto deprotección per se y no mediante la vinculación de su lesión a los derechos universalmente reconocidos, pudiéndose invocarante los tribunales, en este caso el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, por el simple hecho de producirse su lesión, yno por su conexión con los derechos reconocidos en el Sistema Europeo de Protección de los Derechos Humanos. Para valorar la factibilidad de este planteamiento, vamos a analizar en el siguiente Epígrafe que tratamiento tiene el derechoal Medio Ambiente Adecuado en el Consejo de Europa, y especialmente el estatus que ostenta este bien jurídico ante elTribunal Europeo. Al estudiar los mecanismos de protección del derecho al Medio Ambiente Adecuado, en el seno del Consejo de Europa, nosencontramos que su protección se realiza a través de una vía indirecta. Esto es, que los mecanismos de Protección searticulan a través de la lesión que se pueda producir de los derechos civiles y políticos reconocidos en el Convenio Europeode Derechos Humanos. Así visto, el Derecho a un Medio Ambiente Adecuado, perfectamente individualizable por la lesión a otros derechos comopueden ser el Derecho al respeto a la vida privada y familiar,[35] entre otros, como iremos viendo a lo largo del desarrollo denuestro trabajo; puede ser considerado como un derecho de segunda generación, y por tanto como un derecho cuyadefensa, irá en función de la afectación de los derechos reconocidos en el Convenio Europeo. Nuestros planteamientos van más allá y nos cuestionamos, si en un futuro no muy lejano podrá ser considerado como unDerecho autónomo e independiente, justiciable per se, sin necesidad de alegar la necesaria violación de cualquier otroderecho reconocido en el sistema del Convenio, al hilo de la tendencia seguida en otros ámbitos de protección de losDerechos Humanos tanto a nivel regional como universal. Centraremos la mayor parte de nuestro estudio en la jurisprudencia del Tribunal Europeo, debido a que el desarrollojurisprudencial en materia medioambiental en otros ámbitos de protección de los Derechos Humanos, como pueden ser elSistema Interamericano, se encuentra en su fase embrionaria, destacando entre otros, los casos Mayagna (Sumo) AwasTigni c. Nicaragua[36], y el Asunto Claude Reyes c. Chile[37] de reciente resolución. En relación al Asunto Mayagna (Sumo) Awas Tingni c. Nicaragua, tenemos que destacar el Voto Razonado Conjunto de losjueces A. A. Cançado Trindade, M. Pacheco Gómez y A. Abreu Burelli; en el que se recoge que “el hábitat forma parteintegrante de su cultura, transmitida de generación en generación”, en conexión otra de las ideas fundamentales recogidas enel mismo texto; “La preocupación por el elemento de la conservación refleja una manifestación cultural de la integración delser humano con la naturaleza y el mundo en que vive. Esta integración, creemos, se proyecta tanto en el espacio como en eltiempo, por cuanto nos relacionamos, en el espacio, con el sistema natural de que somos parte y que debemos tratar concuidado, y, en el tiempo, con otras generaciones (las pasadas y las futuras), en relación con las cuales tenemosobligaciones”[38], poniéndose de manifiesto el hecho de que en los países en vías de desarrollo, la defensa del Derecho alMedio Ambiente, es una manifestación del Derecho a la Supervivencia de los Pueblos. Como ejemplo del valor que el Derecho al Medio Ambiente, la reciente Resolución de Naciones Unidas sobre la Declaraciónde los Derechos Universal de los Pueblos Indígenas.[39] En la misma línea del Asunto Mayagna (Sumo) Awas Tigni, se encuentran otros casos como Yakye Axa c. Paraguay ySawhoyamaxa c. Paraguay.[40]

Destacado es también el Asunto Claude Reyes c. Chile[41] , en el cual la Corte Interamericana reconoce el derecho de losciudadanos a buscar, recibir y dar información del gobierno, en el contexto del artículo 13 de la Convención Americana deDerechos Humanos. [42]Nos encontramos ante un supuesto de protección indirecta del Medio Ambiente, a través delderecho de los ciudadanos a recibir información como se pretendía en el Caso Guerra y otras c. Italia ante el Tribunal

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Europeo, donde las demandantes reclamaban el derecho a ser informadas, de las consecuencias nocivas tanto para la saludcomo para el Medio ambiente tenían la emisión de residuos tóxicos de la Enichem Agricoltura; dejando escapar en nuestraopinión el Tribunal Europeo, una oportunidad de oro para la apertura de una nueva vía indirecta para la protección del MedioAmbiente a través de su jurisprudencia tal y como lo reclama el juez Thor Vilhjalmsson, en su Opinión ParcialmenteConcordante y Parcialmente Disidente en dicho caso. Como hemos señalado al margen de estos pronunciamientos adoptados en el seno del Sistema Interamericano deProtección de los Derechos Humanos, el grueso del Desarrollo jurisprudencial del derecho al Medio Ambiente, se haproducido en el sistema del Convenio Europeo, pese a la paradoja ya destacada, de que en su listado de derechos noaparece mención expresa al Medio Ambiente. Pasaremos a continuación, a analizar el tratamiento de este derecho en la jurisprudencia del Tribunal Europeo de DerechosHumanos, y su evolución posterior hasta culminar con el análisis de los casos más recientes. III. Estudio de la jurisprudencia del tribunal europeo de derechos humanos.A continuación, vamos a proceder al análisis de la jurisprudencia del Tribunal Europeo Humanos, y estudiaremos la evoluciónde la tendencia jurisprudencial del Tribunal desde los primeros casos, desestimados en su mayoría por la Comisión queactuaba como filtro en aquellos momentos, pasando por los casos pioneros en los que se reconoció la lesión “par ricochet” delos derechos reconocidos en el Convenio, hasta llegar al estado en el que se encuentra en la actualidad la evolución de lalínea jurisprudencial del Tribunal Europeo, para establecer, si nos encontramos en la antesala de un nivel superior en laprotección del derecho al Medio Ambiente Adecuado, donde este sea susceptible de invocarse per se, como un derechoautónomo, bien por la cristalización del mismo a través de la jurisprudencia, o bien, porque el dentro del Sistema Europeo deDerechos Humanos, se esté dispuesto a dar un paso más en lo que concierne a su protección, y se sienten las bases para laelaboración de un futuro Protocolo Adicional Sustantivo, que regule el derecho al Medio Ambiente, tal y como se recomiendaen la Recomendación 1614 (2003) de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa.[43] III.1. Los condicionantes previos: el no reconocimiento expreso en el convenio europeo de derechos humanos de underecho humano al medio ambiente.A priori, puede parecer que la protección del Medio Ambiente en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, no tiene mayorinterés, pero si atendemos al hecho de que en la letra del Convenio Europeo de 1950, no se recoge dicha protección demanera explícita, entonces entenderemos la importancia que tiene la jurisprudencia extensiva, en algunos casos, en otros nocomo tendremos la oportunidad de comprobar más adelante, del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Esta peculiaridad, se debe al hecho de que en el año 1950, fecha de la que data el Convenio Europeo, no existía lanecesidad de elevar el Medio Ambiente a la categoría de un derechos humano ya que como hemos visto con anterioridad,iuris sive necessitatis, si no que en este momento histórico la atención estaba centrada en la firme protección de los derechosde primera y segunda generación. Frente a la agravación de la situación de nuestra biosfera, creemos que el mejor medio de defensa es el de sureconocimiento como un Derecho Humano, el derecho individual al medio ambiente, como nos dice Antonio Vercher Nogueraen su artículo Derechos Humanos y Medio Ambiente[44] ; para lo que hay que recorrer un largo camino. Volviendo a los orígenes, el Consejo de Europa fue creado con la misión de cumplir entre otros fines, el de la “salvaguarda yel desarrollo de los derechos humanos y las libertades fundamentales”, pero en el tenor de su letra, no se reconocía de formaexplícita el derecho al Medio Ambiente Adecuado. La protección del Medio Ambiente no fue prevista por los redactores delConvenio, ya que se buscaba la contribución de los Estados signatarios del Convenio Europeo de Derechos Humanos a laconsolidación de una idea revolucionaria en Derecho internacional que, iniciada con la proclamación de la dignidad intrínsecade todo ser humano en la Carta de las Naciones Unidas había ido afirmándose progresivamente con la Declaración Universalde los Derechos Humanos, el Convenio para la prevención y la sanción delito de genocidio y las Convenciones de Ginebra deDerecho Internacional Humanitario: la convicción de que los Estados soberanos tienen la obligación jurídica de respetar losderechos humanos de las personas que se hallen bajo su jurisdicción, como nos dice el profesor Carillo Salcedo en su libro ElConvenio Europeo de Derechos Humanos. Por tanto debemos de considerar que la época histórica de su redacción es un momento anterior a la concienciación ypreocupación por la protección global del Medio Ambiente en el Derecho Internacional contemporáneo, tal como se recoge enla Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano de 1.972, y en la Declaración surgida de la misma. Esta deficiencia, en relación con el reconocimiento expreso de la protección del Medio Ambiente, resulta ampliamentecompensada por el establecimiento de un mecanismo de protección consistente en un sistema judicial internacional, al cual elindividuo tiene directo acceso bajo determinadas condiciones. Así pues a pesar de que el derecho humano al MedioAmbiente no está recogido de modo expreso en el sistema del Convenio, este derecho podría ser protegido por el Tribunal sidicho órgano considerase que se encuentra garantizado de forma implícita en algunos de los derechos enunciados en elsistema del Convenio, como nos dice el profesor García San José en su artículo El Derecho Humano al Medio Ambiente:Algunas Reflexiones en torno a su concretización, publicado en la Revista del Instituto Bartolomé de las Casas, Derechos yLibertades.[45]

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Como consecuencia de la evolución de esta vía de protección indirecta, surge una de las grandes líneas jurisprudenciales delTribunal Europeo de Derechos Humanos: La Protección del Derecho a un Medio Ambiente Adecuado, una de las más prolijasjunto con Extranjería y la consagrada jurisprudencia referente a la Doctrina del Margen de Apreciación de los Estados; deestrecha vinculación con la Protección del Medio Ambiente y con el Principio de Soberanía de los Estados, analizadopreviamente. A lo largo de este estudio tendremos la ocasión de comprobarlo mediante el análisis de determinados casos deespecial interés como Powell and Rayner, Baggs y Hatton y otros contra el Reino Unido.[46] A partir de la década de 1970, se ha estudiado la posibilidad de incorporar el derecho al Medio Ambiente, en variasocasiones, siendo la primera de ellas la Propuesta de la Confederación Europea sobre la Protección del a Naturaleza quepropuso un Protocolo al Convenio Europeo de Derechos Humanos para proteger el derecho de cada persona a un MedioAmbiente sano y no degradado. Finalmente ni esta propuesta inicial, ni otras posteriores que perseguían el mismo fin, hansido incluidas, sosteniendo la doctrina que las causas principales que obstaculizan este inclusión son las siguientes: laprimera de ellas el temor de deformar el Convenio Europeo de Derechos Humanos a través de las nuevas incorporaciones deDerechos Humanos, en segundo lugar la creencia de que el derecho al Medio Ambiente carece de justiciabilidad, y en tercerlugar, y siempre en palabras del profesor Antonio Vercher Noguera, el hecho de que la mayoría de losEstados miembros poseen serios problemas ambientales que podrían suponer importantes demandas de ser tal derechoincorporado. En nuestra opinión, discrepamos de la segunda de las razones argüidas por el profesor Vercher Noguera,[47] ya quepensamos, que alegar esta falta de justiciabilidad, entra en contradicción, con la protección que a través de la vía indirecta sele otorga al Derecho del Medio Ambiente, en la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Para aclarar este aspecto y analizar la evolución de la protección del Medio Ambiente en la jurisprudencia del TribunalEuropeo de Derechos Humanos, hemos elegido para nuestro estudio, aquellos casos que por su especial interés,consideramos que constituyen la piedra angular de esta línea jurisprudencial. Los primeros casos a los que se enfrenta la Comisión Europea de Derechos Humanos y el propio Tribunal Europeorelacionados con el Medio Ambiente, se remontan a comienzos de los setenta. Tenemos que decir que el nacimiento de lajurisprudencia Medioambiental de los orígenes garantes del sistema del Convenio no fue nada sencillo como se desprendedel análisis de los casos X. e Y. c. la República Federal de Alemania[48] y Dr. S. c. la República Federal de Alemania[49],entre otros. Del caso X. e Y. c. la República Federal de Alemania, podemos destacar que fue desestimado por la Comisión Europea deDerechos Humanos. En él, una asociación ecologista denunció las prácticas que se realizaban en unas zonas militares,cercanas a la localidad donde vivían los miembros de la asociación, alegando la vulneración de los derechos a la vida (art. 2),libertad (art. 5), así como la violación de la prohibición de la tortura (art. 3). La Comisión en aquel momento, inadmitió lademanda argumentando incompatibilidad Ratione Materiae es decir, que el Convenio no reconoce expresamente el derechoa la conservación de la naturaleza, por lo que el Tribunal no llegó a conocer sobre el fondo.[50] En el mismo sentido se pronunció en el caso Dr. S. c. la República Federal de Alemania. Observamos una jurisprudencia temprana, contraria a la admisibilidad de asuntos cuyo propósito no era otro que fomentaruna jurisprudencia tendente a la Protección del Medio Ambiente en el seno del Tribunal Europeo, auspiciada por las nuevastendencias y los nuevos cambios en la sociedad motivados por los movimientos jurídico- filosóficos que habían sido gestadosdurante la década de los sesenta,[51] y que posteriormente cobrarían más fuerza, gracias a la Declaración de Estocolmo,mencionada anteriormente. Esta protección jurisprudencial del Medio Ambiente, se produce debido a que en el texto del Convenio Europeo de DerechosHumanos, no se reconoce de manera explícita el derecho a un Medio Ambiente Adecuado, debido a que la redacción deltexto del Convenio se produjo en un contexto histórico en el que aun no había aflorado el interés por el Medio Ambiente, y enla medida en que los fines y los intereses imperantes en el momento no tenían como objetivo final la protección del mismo. ElConvenio respondía a unos objetivos más apremiantes; la creación de una Carta de Derechos Humanos que garantizara laslibertades de pensamiento, reunión y expresión, así como el libre ejercicio de la oposición política, y la creación de unTribunal de Justicia capaz de aplicar las sanciones necesarias para hacer respetar dicha Carta.[52] Ahora bien, las necesidades de la sociedad van evolucionando y cambiando a medida que se van conquistando los derechosCiviles y Políticos de ahí que surgían paulatinamente este tipo de reclamaciones ante el Tribunal Europeo de DerechosHumanos, conforme es necesaria una respuesta jurídica al riesgo de destrucción ambiental, ya que como mencionamos conanterioridad, los derechos no se positivizan mientras el disfrute de algo se realice sin necesidad de tutelas especiales. Portanto, el derecho surge de la necesidad. De forma paulatina, se irá precisando una mesurada evolución en la jurisprudencia del Tribunal Europeo de DerechosHumanos, hito que no se hubiese producido sin el empuje de la Declaración de Estocolmo, que marca un antes y un despuésen su jurisprudencia, evidencia palpable, de la permanente adaptación del Tribunal a la exigencias de los tiempos.

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Dentro de esta línea evolutiva, destacan entre otros los siguientes casos pioneros; Arrondelle c. Reino Unido, G. e Y c.Noruega, Baggs c. Reino Unido.[53]

El caso Arrondelle c. Reino Unido, fue uno de los primeros casos en Tribunal Europeo. La demanda se fundamentaba en los ruidos causados por el Aeropuerto de Gatwick, ruidos que según el demandanteatentaban seriamente contra su vida privada y familiar. Sorprendentemente, la Comisión, adoptó una interpretación extensivade la noción de vida privada, estimando que esa noción no cubre solamente la esfera íntima de las relaciones personales sino también el derecho del individuo a desarrollar las relaciones con sus semejantes, aplicándose en consecuencia a lasactividades profesionales y comerciales, así como los locales en los que la misma se ejercen. Esta visión flexible y maleablede la vida privada permitió a la Comisión considerar aplicable el artículo 8 a la materia ambiental.[54] Se siguió la misma línea en el caso Baggs c. Reino Unido, haciéndose en este caso un balance entre los derechos deldemandante frente a los ruidos ocasionados por el Aeropuerto de Heathrow y las necesidades económicas que hacíanfavorable mantener el tráfico aéreo en este aeropuerto, junto con los esfuerzos del Estado para minorar las perturbaciones delos demandantes.[55]

En el caso Powell y Rayner[56] c. Reino Unido, los demandantes, el señor Powell y el señor Rayner junto con un tercerdemandante, cuya reclamación se resolvió mediante un acuerdo amistoso, denunciaban los niveles excesivos del ruidocausados por la explotación del aeropuerto de Heathrow. Invocaban la violación de los artículos 6.1, 8 y 13 del Convenio y el1 del Protocolo Adicional primero. La Comisión admitió a trámite las reclamaciones en relación con el artículo 14 delConvenio, pero las declaró inadmisible en todo lo demás[57]. A pesar de ser declaradas inadmisibles todas estasreclamaciones por evidente falta de fundamento, salvo la última deducida del artículo 13, los demandantes sostenían que elTribunal tiene competencia para examinar las violaciones alegadas de los artículos 8 y 6 con independencia del artículo 13.Después del periodo de admisibilidad, no mantuvieron su pretensión en cuanto al artículo 1 delProtocolo Adicional primero. El Tribunal Europeo, si bien no puede conocer del fondo de las reclamaciones rechazadas porevidente falta de fundamento, pero tiene competencia para tomar en consideración las que la Comisión declare admisibles.En este sentido, se valoró el hecho de que los demandantes,[58] debido al ruido excesivo causado por el tráfico aéreo delaeropuerto de Heathrow, se consideran víctimas de una intromisión injustificada del Reino Unido en el derecho que lesgarantiza el artículo 8, del Convenio. Estos además consideran inadmisible los límites sonoros permitidos por la regulación de la navegación aérea, e ineficaceslas medidas del Gobierno para reducir su exposición al ruido. En su decisión sobre la admisibilidad de la demanda en el caso del señor Powell, la Comisión no resolvió si los niveles deruido que este sufrió fueron una injerencia en el ejercicio de su derecho al respeto de su vida privada y de su domiciliogarantizado por el parágrafo 1 del artículo 8, debido a que, según explicó en su informe, entendió que el parágrafo 2justificaba ampliamente cualquier limitación de ese derecho que de ella resultara. En su opinión, los hechos del caso nodaban paso a una reclamación defendible en relación con el artículo 8 ni, por consiguiente, a la concesión de un recursocomo dispone el artículo 13. Los hechos en cuanto al señor Rayner eran, para la Comisión, muy diferentes. Pues apreció “clara injerencia” que implica laexistencia de “las obligaciones positivas del Gobierno a tenor del artículo 8”, si bien justificada en una sociedad democráticapor el interés del bienestar económico del país. Destaca en su informe que la casa y la finca del interesado se encontrabanen las inmediaciones y en la prolongación directa de una de las pistas más utilizadas de Heathrow, que estaba prohibiendocualquier desarrollo en esta zona, clasificada como zona de molestias por ruido muy elevadas, y que el demandante habíacomprado su vivienda antes de la gran expansión del aeropuerto. El cuidadoso estudio que dedicó, durante el período delexamen de la admisibilidad, a la queja deducida del artículo 8 por el señor Rayner y a los hechos subyacentes ha llevaron ala Comisión al convencimiento de que se trataba de una pretensión defendible a los efectos del artículo 13. Como, en suopinión, ninguno de los recursos disponibles podía proporcionar la adecuada reparación, ha llegado a la conclusión de que sehabía violado el artículo 13. En ambos casos, aunque en diferente grado, la calidad de vida privada de los demandantes y el disfrute a de las amenidadesdel hogar de los demandantes ha resultado negativamente afectados por el ruido generado por los aviones que utilizan elaeropuerto de Heathrow. En opinión del Tribunal, tanto si el caso era analizado en el ámbito de la obligación positiva del Estado de tomar medidasrazonables y adecuadas para proteger los derechos de los demandantes a tenor del parágrafo 1 del artículo 8, como si eraanalizado en términos de una “injerencia de una autoridad pública” que ha de justificarse con arreglo al parágrafo 2, losprincipios aplicables habían de ser muy parecidos. “En los dos casos hay que tener en cuenta el justo equilibrio que debeexistir entre los intereses concurrentes del individuo y del conjunto de la sociedad; y en los dos casos, el Estado goza dealgún margen de apreciación para determinar las disposiciones que deben tomarse con el fin de asegurar el cumplimiento delConvenio”.[59] Un número de medidas habían sido introducidas por las autoridades responsables para controlar, reducir y compensar elruido de los aviones en el Aeropuerto de Heathrow y en sus alrededores, incluyendo certificaciones de ruidos de los aviones,

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restricciones de los vuelos nocturnos, controles de ruido, la introducción de rutas preferentes desde el punto de vista delruido, alternativas de pista de despegue y de aterrizaje, la revocación de licencia para la conexión vía helicóptero entreHeathrow y Gatwick, un gran plan de ayudas a la insonorización y un plan para la compra de las propiedades más afectadaspor su cercanía al Aeropuerto de Heathrow.[60] Por tanto en opinión del Tribunal no había ningún serio fundamento para entender que la forma en que las autoridades delReino Unido abordaron el problema o el contenido de las medidas reglamentarias específicas que tomaron, hubiera violado elartículo 8, desde el punto de vista de las obligaciones positivas o desde la injerencia y añadió que:”No se puede pretenderrazonablemente que el Gobierno británico, al determinar el alcance de los medios para disminuir el ruido de las aeronavesque salen de Heathrow y allí toman tierra, haya sobrepasado su margen de apreciación o alterado el justo equilibrio que exigeel artículo 8, en relación a los intereses en juego. Esta conclusión es aplicable tanto al señor Rayner como al señor Powell,aunque aquél haya sufrido molestias mucho más fuertes que éste, y aunque la Comisión haya estudiado cuidadosamente sucaso en la fase de admisibilidad de la demanda”.[61] Por tanto no se sostenía ninguna queja de violación del artículo 8, y en consecuencia ningún recurso bajo el artículo 13 delConvenio Europeo ha sido vulnerado respecto de ambos demandantes, en cuanto a sus alegaciones de imposibilidad deacudir a los tribunales para quejarse de las molestias causadas por el ruido de aviones a una altura considerable y deconformidad con las disposiciones que regulan el tráfico aéreo. Al analizar el caso Powell y Rayner contra el Reino Unido, parece evidente que tribunal establece que no ha habido violaciónporque se entiende que el Estado ha tomado las medidas necesarias para mitigar las molestias. En este sentido, de laponderación de necesario para una sociedad democrática, se extrae, que ha habido una injerencia en el ejercicio del derechoreconocido por el artículo 8 del Convenio, pero, que esta injerencia, queda justificada por la limitación de derechos,establecida en el párrafo 2 del artículo 8, que dice que no podrá haber injerencia de la autoridad pública en el ejercicio deeste derecho, sino en tanto en cuanto esta injerencia esté prevista por la ley y constituya una medida que, en una sociedaddemocrática, sea necesaria para la seguridad nacional, la seguridad pública, el bienestar económico del país, la defensa delorden y la prevención del delito, la protección de la salud o de la moral, o la protección de los derechos y las libertades de losdemás. Así pues, vistas las circunstancias de este caso, observamos, que la injerencia estaba prevista por la Ley de Aviación Civildel año 1982, y que el Gobierno del Reino Unido, había tomado las medidas necesarias para evitar dicha injerencia, comohemos podido observar anteriormente. De ahí que aunque se reconozca la existencia de la contaminación acústica, con la injerencia que esta supone para elejercicio del derecho reconocido en el artículo 8 del Convenio, el Tribunal estimó que la misma injerencia era proporcionada,ya que el Gobierno había escogido el modo de actuar menos gravoso para los interesados y lo justificaba los intereseseconómicos en juego, en la medida en que la suspensión de los vuelos del aeropuerto de Heathrow, supondría unas pérdidasde inestimable valor económico, puesto que los ingresos que aportaban a la balanza de pagos inglesa que en la fecha depresentación de la demanda generaban ascendían a unos 200 millones de libras aproximadamente. Destacado es también el caso López Ostra c. España [62]que marcó, un antes y un después en la jurisprudencia del TribunalEuropeo de Derecho Humanos. En este asunto, López Ostra c. España, el Tribunal Europeo por primera vez enunció el principio según el cual los dañosambientales, aún cuando no sean graves a tal punto de poner en peligro la salud del individuo, pueden igualmente perjudicarsu bienestar y privarlo del disfrute del derecho a su domicilio, así como un daño a su vida privada y familiar. Este casto se fundamentaba en las quejas de la señora López y de los miembros de su familia, quienes habitaban en lascercanías de una planta de tratamiento de residuos sólidos y líquidos; construida con una subvención del Estado, la cualdesde su entrada en funcionamiento, sin los permisos requeridos, generó emisiones de gases y malos olores, queocasionaron a los miembros de las poblaciones cercanas problemas de salud, incluidos la demandante y su familia. Por lo anterior, la señora López Ostra presentó una serie de denuncias administrativas y penales en el ordenamiento jurídicointerno, sin embargo, estas fueron declaradas sin fundamento, por lo que una vez agotada la vía interna acudió al TribunalEuropeo de Derechos Humanos. Sólo después de algunos años, los miembros de la familia López obtuvieron el traslado a unapartamento situado en una zona diversa de la ciudad corriendo con los gastos el ayuntamiento de Lorca, y siendo ladepuradora temporalmente clausurada en 1993. En la demanda deducida ante la Comisión Europea, la señora López Ostra sostuvo que a pesar de su cierre parcial enseptiembre de 1988, la planta continuó despidiendo malos olores, que provocaron a los miembros de su familia problemas desalud en detrimento del derecho al domicilio y del derecho a la vida privada y familiar contenidos en el artículo 8 de laConvención. El Tribunal Europeo consideró que en el marco de la ponderación de derechos el Estado no se logró encontrar un equilibrioentre el interés de la comunidad, representado en la instalación de una planta de tratamiento de residuo, y el disfrute efectivo

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de la señora López Ostra de su derecho al respeto a al domicilio y su vida privada y familiar, estableciendo la responsabilidaddel Estado por su inactividad a la hora de hacer efectivos los derechos de la demandante conforme al Convenio Europeo. En la misma línea del asunto López Ostra, traemos a colación el asunto Guerra y otras c. Italia [63]. La importancia del presente caso, se enmarca en el hecho de que las recurrentes alegaban además de la violación delartículo 8, la existencia de un “derecho a lainformación en materia ambiental”, que se derivarían en su opinión, del contenidodel artículo 10 del Convenio Europeo de Derechos Humanos. Las recurrentes vivían en la ciudad de Manfredonia, situada a 1 kilómetro de distancia de una fábrica de productos químicos,específicamente, fertilizante y caprolactame; llamada Enichem Agricoltura. Dicha actividad fue calificada de alto riesgo y queprotagonizó varios incidentes de fugas de elementos peligrosos con anterioridad a la presentación de la demanda. Las demandantes, alegaba la vulneración del artículo 10 del Convenio, fundamentándose en la obligación del Estado italianoa informar sobre las actividades nocivas y peligrosas en base al DPR 175/1988, que preveía la obligación a cargo del alcaldey del prefecto competentes, de informar a la población afectada acerca de los riesgos relacionados con la actividad industrialen cuestión, las medidas de seguridad adoptadas, los planes de emergencia preparados y el procedimiento a seguir en casode accidente. En contra de la pretensión de las demandantes, Tribunal Europeo, señaló que la libertad de información mencionada en elartículo 10 del Convenio, no era de aplicación en el presente caso. Dicho artículo en opinión del Tribunal no impone al Estadouna obligación positiva de divulgación de la información de “motu propio”, como pretendían los recurrentes, sino más bienque el hecho de que la libertad de recibir información prohíbe que un gobierno impida a cualquiera recibir informaciones queotros aspiren o puedan consentir a facilitarles.[64] En relación con la vulneración del artículo 8, el Tribunal Europeo estimó que durante su ciclo productivo la industria habíaliberado grandes cantidades de gas inflamable, así como sustancias nocivas, como anhídrido de arsénico, y que por laubicación del establecimiento industrial, las emisiones de sustancias en la atmósfera eran canalizadas hacia el centro de laciudad, por lo que la incidencia directa de las emisiones nocivas sobre el derecho de las demandantes del respeto de su vidaprivada y familiar quedaba suficientemente demostrado, ya que en su opinión el Estadodemandado fracasó en su obligaciónde garantizar el derecho de las demandantes a suvida privada y familiar, ignorando el mencionado precepto. Como ya hemos tenido ocasión de mencionar en páginas previas de este trabajo, en nuestra opinión estamos ante unevidente caso de oportunidad perdida por el Tribunal Europeo para abrir una nueva vía de protección del Medio Ambiente, taly como lo reclama el juez Thor Vilhjalmsson, en su Opinión Parcialmente Concordante y Parcialmente Disidente, en la quepuso de manifiesto, su preferencia por el hecho de que el caso hubiese sido abordado también bajo el prisma del artículo 10del Convenio Europeo de Derechos Humanos. El caso Hatton y otros contra el Reino Unido[65]., tiene su origen en la demanda núm. 36022/97, deducida el 6 de mayo de1997 por ocho ciudadanos de nacionalidad británica contra el Reino Unido ante la Comisión Europea. En sus alegaciones losdemandantes se quejaban de una violación de los derechos al respeto de su vida privada y familiar, y al respeto del domicilioprotegidos en el artículo 8 del Convenio, de una parte, y del derecho a disponer de un recurso efectivo ante las jurisdiccionesinglesas contra una presunta violación de dichos derechos según preceptúa con carácter general al artículo 13 del Convenio.En relación con los derechos reconocidos en el artículo 8 del Convenio, la violación invocada por los demandantes tendría suorigen en el incremento de ruido provocado durante la noche, esto es, desde las 11.30 de la noche hasta las 6.30 de lamañana, causado por los aviones despegando y aterrizando en el aeropuerto de Heathrow, que como se indica en el propiotexto de la sentencia es el aeropuerto más ocupado en Europa y en el mundo. Es utilizado por cerca de noventa aerolíneas con conexión a ciento ochenta destinos de todo el mundo. Es el puerto líder delReino Unido en términos de comercio visible. Dicho incremento de ruido nocturno habría tenido lugar desde que el GobiernoBritánico introdujo un plan regulador de la aviación civil en 1993, basado en un sistema de cuotas de ruido, que modificabalas restricciones a los vuelos nocturnos hasta entonces en vigor. El Plan de 1993 se basaba en el sistema de cuota de ruido según el cual, a cada tipo de avión se le asignaba una porción decuota (“quota count” o “QC”) entre 0,5 QC (en el caso del más silencioso) y 16 QC (tratándose del más ruidoso). Seguidamente, al aeropuerto de Heathrow se le atribuyó un determinado número de puntos de cuota, según la época del añoy dependiendo de que se considerase período diurno o nocturno (el Plan de 1993 preveía el período nocturno desde las11.30 de la noche hasta las 6.30 de la mañana), de manera que los movimientos de aviones tenían que mantenerse dentrodel total de puntos de cuota permitida. El efecto del sistema de cuotas fue que, no estando especificado el número máximode movimientos individuales de aviones sino el ruido global permitido en un período de tiempo considerado, los operadoresaéreos podían elegir entre emplear un menor número de aeronaves ruidosas o, como sucedía en la práctica, hacer funcionarun mayor número de éstas más silenciosas.

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Los demandantes, todos ellos con residencia en las proximidades del aeropuerto de Heathrow, se quejaban del hecho de quetras la introducción del sistema de cuotas de ruido en virtud del Plan del Gobierno de 1993, el nivel de ruido que padecíandurante la noche, por el incesante despegue y aterrizaje de aviones, se incrementó considerablemente de manera que lesresultaba difícil dormir desde las cuatro de la madrugada y, del todo imposible, a partir de las 6 de la mañana, con nivelesacústicos superiores a 80 decibelios y, en un caso, superior a 90 decibelios, cuando según la Organización Mundial de laSalud, lo aconsejable es no superar el máximo de 60 decibelios. Al atribuir a dicho incremento de ruido nocturno en sushogares el retraso, experimentado por todos ellos, en conciliar el sueño y el que, una vez despertados en la madrugada, yano podían volver a quedar dormidos, sostenían en su demanda ser víctimas de una injerencia no justificada en sus derechosreconocidos en el artículo 8 del Convenio al respeto de su vida privada y familiar y al respeto del domicilio. Se quejaban, además, de no haber dispuesto de un recurso efectivo para hacer valer sus quejas en relación con estadisposición del Convenio, tal como preceptúa, con carácter general el artículo 13 del Convenio. En virtud del artículo 76 de laLey de Acción Civil de 1982, se excluían de entre los posibles motivos para las acciones judiciales de responsabilidad civil, alas molestias derivadas del ruido excesivo causado por los aviones durante le noche, con lo cual, en la práctica, sólodisponían del procedimiento de revisión judicial de la legalidad de dicho Plan. Esta vía, en opinión de los demandantes, nocumpliría el requisito de “efectividad” exigido por el artículo 13 del Convenio para la idoneidad de un recurso, dado que lascuestiones suscitadas en relación con el artículo 8 del Convenio caían fuera del poder de revisión de los tribunales ingleses,como lo prueba el hecho de que las diversas acciones planteadas por las autoridades locales por esta vía, en substanciacoincidentes con las que planteaban los demandantes en relación con el artículo 8 del Convenio, habían sido declaradasinadmisibles por incompatibilidad ratione materiae. El Gobierno del Reino Unido, parte demandada en el caso, reconocía que aun cuando la media de ruido por avión habíadecrecido tras la introducción del Plan de 1993, la porción de cuota de ruido nocturno —entre las 11.30 de la noche y las 6.30de la mañana— se incrementó con relación a la situación anterior a la introducción del Plan, debido a un mayor número demovimientos de aviones, despegando y aterrizando, durante esas horas. Sin embargo, sostenía el Gobierno Británico que talincremento de ruido nocturno no podía calificarse, tal como pretendían los demandantes, como una injerencia injustificada ensus derechos protegidos en el artículo 8 del Convenio dado que al decidir introducir el Plan de 1993 se respetó un justoequilibrio entre los intereses enfrentados: de un lado, los derechos de los particulares, de otro, el interés generalrepresentado en el valor económico de los vuelos nocturnos de aviones para las finanzas del Reino Unido. Dicho equilibrio nose habría roto cuando, a la luz de las circunstancias que se daban en la época de los hechos (en 1993)[66]. El Tribunal Europeo, comienza su razonamiento, resaltando las diferencias existentes entre el presente caso y los anterioresdecididos por él. En efecto el presente caso no está relacionado con las molestias sonoras provocadas a los residentes en lascercanías de los aeropuertos, esto es como una cuestión de ruido en general. El Tribunal Europeo se encuentra ante un casode tipo un tipo cualificado del mismo: el ruido nocturno, que empieza a molestar a los particulares demandantes en el aspectomás intimo del derecho a la vida privada-el derecho al descanso nocturno-desde que las autoridades británicas introducen unplan operativo de 1993 relativo al uso de aeropuertos. En el presente caso, el Tribunal Europeo, no evoca el principio de proporcionalidad, a pesar de referirse a pesar de referirse alos dos elementos implícitos en el mismo: de un lado el deber de respetar un justo equilibrio entre los intereses en juego(parágrafos 96 y 97 de la sentencia)[67]; de otro lado, el deber que pesa sobre los Estados, tratándose de injerencias en elejercicio de los derechos reconocidos en el sistema del Convenio, de no someter a los particulares a un perjuicio más allá delo estrictamente necesario, entendiendo por tal, el no optar por vías menos gravosas desde el punto de vista de los derechosde los particulares, para la consecución de los fines legítimos perseguidos con dicha injerencia.[68] En este caso, el Tribunal da por probado el elemento de ruido nocturno, y que dicha situación es el resultado de la aplicacióndel Plan de 1993. Por tanto en este caso su labor va a consistir en averiguar si el Gobierno demandado, respetó susobligaciones positivas para con los demandantes, al permitir el incremento de vuelos nocturnos de aviones, en cuanto a lasalvaguardia de los derechos reconocidos en el artículo 8 del Convenio: los derechos al respeto a la vida privada y familiar yal respeto del domicilio. Para establecer tales extremos, el Tribunal, procedió a aplicar el test del principio deproporcionalidad, preguntándose si se respetó por parte de las autoridades británicas un justo equilibrio entre los diversosintereses en juego y, en segundo lugar, si no se sometió a los particulares a un perjuicio innecesario desde el punto de vistade sus derechos garantizados en el Convenio. El Tribunal estableció que al poner el Plan de 1993, el Gobierno del Reino Unido no respetó el justo equilibrio entre losintereses en juego exigido por el artículo 8 del Convenio “en particular, en ausencia de ningún intento serio de evaluar elalcance o impacto de las injerencias (acústicas) en los hábito de sueño de los demandantes y, en general, en ausencia de uncompleto estudio previo con el fin de encontrar la solución menos gravosa con respecto a los derechos humanos (...)”. Deesta manera, por cinco votos contra dos, el Tribunal europeo decidió que el Reino Unido era responsable de una violación delartículo 8 del Convenio. Con relación a la queja planteada por los demandantes con respecto al artículo 13 del Convenio, el Tribunal europeoigualmente encontró, por seis votos contra uno, había habido violación de esta disposición, al entender que los demandantesno dispusieron a nivel nacional de un remedio judicial efectivo, como garantiza este artículo, pues no consideró como tal larevisión judicial por vía de control de legalidad. Por tanto en el caso Hatton y otros contra el Reino Unido, el Tribunal Europeo, estimó la violación del art. 8 y 13 del Convenio

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Europeo de Derechos Humanos. Este caso, es destacable, por una serie de razones entre las que podemos citar lassiguientes: amplía la protección del artículo 8 del Convenio Europeo de Derechos Humanos, enfatizando la obligaciónpositiva que incumbe a los Estados, a este respecto en segundo lugar resalta el interés del Medio Ambiente en el marco de laprotección internacional y regional de los derechos humanos, poniendo de manifiesto, la manera en la que los tratadospueden incidir en la protección del Medio Ambiente. Finalmente, y no por ello menos destacado, en el caso Hatton, seprocede a limitar el ámbito de actuación del Principio del Margen de Apreciación de los Estados. Por tanto, gracias a esta interpretación extensiva de la letra del artículo 8 del Convenio Europeo de Derechos Humanos, secontinua caso Powell and Rayner, donde se da prioridad, al disfrute del derecho a la vida privada y familiar, estableciendoque la contaminación acústica, infringe este derecho, reconocido por el Convenio Europeo de Derechos Humanos. Desafortunadamente, tenemos que decir que la Gran Sala, del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en Sentencia de 8de julio de 2.003,[69] aplicó el Principio del Margen de Apreciación de los Estados, de manera extensiva, dando por tanto larazón al Gobierno del Reino Unido, sosteniendo por 12 votos a 5, que no hubo violación del Artículo 8 del Convenio Europeode Derechos Humanos. La Gran Sala del Tribunal Europeo, llegó a esta conclusión al entender, que en este caso, no cabe dejar un margen deapreciación restringido al Estado aun cuando se trataba de un injerencia que incidía en el núcleo duro de un derechoreconocido en el Convenio,, como ocurrió en el caso Dudgeon, justificó dejar al Estado un margen de apreciaciónespecialmente restringido ya que el Plan de 1993, no atentaba contra un aspecto de la vida privada y familiar, en la mismamedida, que atentaban las medidas penales en el Caso Dudgeon.[70] Por tanto, observamos en este caso, que se vuelve a realizar una interpretación del Principio del Margen de Apreciación delos Estados, en el mismo sentido que ya se realizará en el caso Powell y Rayner contra Reino Unido, ya que considera elTribunal que la injerencia en del derecho reconocido en el artículo 8 es proporcionada, quedando justificada por los y losdemás intereses económicos en juego. Destacable en la decisión de la Gran Sala, es la Opinión Disidente Común de los Jueces señores Costa, Ress, Türmen,Zupancik y Señor Steiner. La Opinión Disidente de estos jueces , se basa principalmente en la interpretación de la jurisprudencia aplicable en el estadoactual de su evolución. Los magistrados sostienen en su Opinión Disidente que la estrecha relación entre la protección de losDerechos Humanos y la necesidad urgente de descontaminar el Medio Ambiente nos lleva a considerar la salud como lanecesidad humana fundamental y a considerarla preeminente. Entienden por tanto que la jurisprudencia es un instrumentovivo que debe ser leído a la luz de las condiciones de vida actuales, por lo que a juicio de los magistrados disidentes, la GranSala, debería de haber realizado una interpretación restrictiva del principio del Margen de Apreciación de los Estados,abordado de forma abierta la Protección del Medio Ambiente, a través de los derechos reconocidos en el artículo 8 delConvenio, como se había establecido en la jurisprudencia precedente del Tribunal; siguiéndose por tanto en la línea de unainterpretación evolutiva y progresista del Convenio Europeo de Derechos Humanos, ampliando gradualmente y elevando laprotección de los Derechos y Libertades garantizados en el Convenio para “seguir creando el orden público europeo enmateria de Derechos Humanos. Vista la necesidad, surgida en relación con la protección del Medio Ambiente, en relación a su evolución cambiante, al igualque ocurre con la jurisprudencia del Tribunal Europeo, procederemos a analizar de la evolución de la Protección del MedioAmbiente en el Tribunal Europeo a través del interés general, para ello, partiremos del análisis de la relevancia que elconcepto interés general, tiene para el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, para seguidamente, a través del análisis dela jurisprudencia del Tribunal, analizar, su vinculación con la Protección del Medio Ambiente, y establecer, si en algúnmomento de esta evolución, se produce la inflexión a favor de la Protección del Medio Ambiente a través del Interés Generaly las razones que fundamentan este cambio de tendencia, en el caso de que se lleve a cabo. III.2. .Más allá de la visión clásica de protección por parte del Tribunal Europeo de Derechos Humanos: la garantía desalvaguarda del Medio Ambiente a través de la protección del Medio Ambiente Adecuado como parte del interésgeneral en una sociedad democrática En el subepígrafe anterior, del Capítulo tercero, nos hemos centrado en el análisis, de la protección del derecho al MedioAmbiente, mediante la protección indirecta, conocida en la doctrina como “efecto rebote o par ricochet”, a través de la tutelade derechos que si se encuentran reconocidos en el Convenio Europeo de Protección de los Derechos Humanos yLibertades Fundamentales. (En adelante “el Convenio”). A continuación analizaremos si mediante la interpretación teleológica y expansiva que del Convenio y sus Protocolos realizael Tribunal en materia de Medio Ambiente. Se ha producido un cambio en la consideración del derecho al Medio Ambiente, analizando si se puede reclamar suprotección invocando a la salvaguardia del interés general, desvinculándose su protección de la necesidad de alegar la

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vulneración de cualquier otro derecho reconocido en el Convenio. Esto es superando la tradicional protección indirecta que elTribunal ha venido haciendo del Medio Ambiente como requisito para la efectiva protección de los derechos reconocidos en elsistema del Convenio, en especial, los derechos reconocidos en el art.8 del Convenio y en el art. 1. del Protocolo Adicionalnúmero 1. Con este fin vamos a partir de la clasificación de los derechos reconocidos en el Convenio Europeo de Derechos Humanos.Nos apoyaremos en la clasificación realizada por el Profesor Vincent Berger, recogida por el Profesor Carrillo Salcedo en suobra El Convenio Europeo de Derechos Humanos[71]. Así los derechos y libertades reconocidas en el Convenio Europeo deDerechos Humanos y sus Protocolos adicionales pueden ser clasificados en seis grandes grupos:

1) Derechos relativos a la libertad física, (el derecho a la vida, el derecho a no ser sometido a tortura, el derecho a noser sometido a esclavitud o trabajo forzado , el derecho a la libertad y seguridad, y a la libertad de circulación),2) Derechos procesales (el derecho a un proceso equitativo, el derecho a un recurso efectivo, y el derecho a no serjuzgado o penado dos veces);3) Derechos relativos a la vida personal, (derecho a contraer matrimonio, derecho al respeto de la vida de familia,derecho al respeto de la vida privada, derecho al respeto del domicilio y derecho al respeto de la correspondencia);4) Libertades del espíritu (libertad de religión, libertad de expresión y derecho a la instrucción);5) Libertades para la acción social y política (libertad de reunión, libertad de asociación y derecho a elecciones libres),6) La protección de la propiedad.

En base a esta clasificación, tenemos que decir que no todos los derechos reconocidos en el sistema del Convenio, gozan delas mismas garantías, ya que algunos de los derechos reconocidos en el Convenio Europeo de Derechos Humanos, puedenser objetos de limitaciones y restricciones, como es el caso de los derechos reconocidos del artículo 8 al 11 del Convenio,[72]vía a través de la cual, se está procediendo a la protección del Derecho al Medio Ambiente a través de la jurisprudencia delTribunal Europeo. Por tanto, observamos que los derechos reconocidos en el Convenio Europeo de Derechos Humanos,pueden ser objeto de tres niveles de protección:

1) Derechos de protección absoluta por cuanto no admiten ser objeto de restricciones ni de derogaciones; son losreconocidos en los artículos 2 y 3 del Convenio Europeo de Derechos Humanos.2) Derechos de protección reforzada en tanto en cuanto sólo son derogables bajo las circunstancias recogidas en elartículo 15 de Convenio Europeo de Derechos Humanos.3) Derechos de protección relativa, que son los reconocidos en los artículos 8, 9, 10 y 11 del Convenio Europeo deDerechos Humanos. Estos derechos, además de la derogación en circunstancias excepcionales, en las condicionesprevistas en el artículo 15 del Convenio, pueden ser objeto de restricciones en su ejercicio en condiciones normales deacuerdo con el parágrafo segundo similar a los artículos 8 a 11 del Convenio.

En este sentido, se manifiesta el profesor García San José en su obra Los derechos y libertades fundamentales en lasociedad europea del siglo XXI[73], siguiendo el magisterio de la profesora Delmas-Marty. Por tanto, ahondado en esta cuestión, observamos que la mayoría de los derechos reconocidos en el Convenio, son dederechos de protección relativa, tal y como nos recuerda en su obra el profesor García San José, y de la de la profesoraDelmas-Marty. Entre los derechos de protección relativa destacamos, los reconocidos en los artículos mencionadosanteriormente, del 8 a 11; derecho al respeto a la vida privada y familiar, libertad de pensamiento, conciencia y religión,libertad de expresión y libertad de reunión y asociación; el artículo 1 del Protocolo Adicional no 1, Protección de la propiedad,y el artículo 2 del Protocolo Adicional no 4, Libertad de circulación. Junto a estos derechos de protección relativa, se encuentran una serie de derechos de protección cuasi absoluta, derechosprotegidos sin excepciones, pero pudiendo ser derogados en caso de guerra, como es el caso del artículo 2 del ProtocoloAdicional no 6, o como es el caso del artículo 15 del Convenio, que recoge los supuestos de derogación en caso de urgencia,donde nos dice que la letra de este artículo no autoriza ninguna derogación al artículo 2.o, salvo para el caso de muertesresultantes de actos ilícitos de guerra, y a los artículos 3.º, 4.º (párrafo 1) y 7º. Por tanto de la lectura de la letra del artículo 15, se desprende que los derechos inderogables, que constituyen el núcleo durode derechos humanos, protegidos por normas imperativas, que dan testimonio de la existencia de un orden público europeoen materia de derechos humanos[74]. Estos derechos son los reconocidos en el artículo 2, Derecho a la vida, artículo 3,Prohibición de la tortura, artículo 4 párrafo 1; Nadie podrá ser sometido a esclavitud o servidumbre, y artículo 7, No hay penasin ley. Antes de entrar a conocer sobre la defensa de los derechos de la víctima al Medio Ambiente Adecuado como parte delinterés general, vamos a perfilar que es lo que entiende el Tribunal Europeo por interés general, analizando brevemente, suposicionamiento, en los primeros casos en los que hace referencia al interés general. Algunos de los casos pioneros en los que se hizo referencia al interés general, es el caso Marckx de 3 de junio de 1979, elcaso Sporrong Lönnroth de 23 de septiembre de 1982 y James y otros de 21 de febrero de 1986; donde el Tribunal se refiereal interés general, en relación con el equilibrio deseable entre el interés general y el del individuo, ya que nos dice el Tribunalque al buscar este equilibrio, los propósitos enumerados en el apartado 2 del artículo 8 pueden tener alguna importancia,

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aunque éste habla solamente de las “injerencias” en el ejercicio del derecho protegido por el primer apartado y se refiere, portanto, a las obligaciones negativas que se derivan del mismo. Por tanto, observamos la interpretación en el Tribunal, delinterés general, va a venir de la mano de los conceptos injerencia legítima, y proporcionalidad de los intereses en juego,como tendremos oportunidad de comprobar, a lo largo del siguiente apartado. III.2.1. La defensa de los derechos de la víctima como titular de una parte del interes general y no como derechoautónomo reconocido en el sistema del convenio europeo de derechos humanos.En tanto que se concibe el Derecho al Medio Ambiente como un derecho humano, se plantea su salvaguarda para evitar yprevenir daños que puedan incidir en el efectivo disfrute de los derechos reconocidos en el Convenio. Ahora bien el MedioAmbiente en su dimensión colectiva, ya sea paisajística, de ecosistema de gran valor ecológico, etc., que no está conectadodirectamente con el disfrute de alguno de los derechos reconocidos en el Convenio, más que muy incidentalmente, tambiénpuede ser objeto de progresiva consideración por pate del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Con este fin planteamossu protección a través del interés general, por el simple hecho de ser un bien que nos pertenece a todos, cuya defensa ysalvaguarda, compete a todos por igual, y de la que todos somos responsables. La consideración del Medio Ambiente como parte interés general, se fundamente principalmente en su vinculación con laexistencia del ser humano; como ya vimos al comienzo del estudio en el Epígrafe II, el Medio Ambiente constituye elfundamento existencial del ser humano. Entre otros fundamentos destacamos el hecho de que en tanto en cuantoprotegemos el Medio Ambiente, estamos protegiendo nuestra propia calidad de vida. Igualmente, al asumir la protección delMedio Ambiente, asumimos una responsabilidad de garantizar los recursos naturales frente a las generaciones futuras.Finalmente, el Medio Ambiente, por tanto es susceptible de protección por sí mismo, como parte del interés general, al existiren él un imperativo ético: La belleza de la naturaleza, entendiéndose como la capacidad de comprender aquello quequeremos proteger, y la capacidad de entender lo que nos rodea. Por tanto su protección como parte del interés general, no es más que la expresión de su necesidad de protección, alconsiderarse la naturaleza una víctima del desarrollo industrial, tecnológico y social como nos dice el profesor Eser.[75] Así, una vez recordado en el apartado anterior, el alcance que tiene el interés general en la jurisprudencia del Tribunal,observamos que podemos realizar una interpretación del interés general en un doble sentido:

1) En primer lugar, apelando al interés general como limitación de los derechos de carácter relativos, reconocidos en elSistema europeo de protección de los derechos humanos, para salvaguardar, un bien superior susceptible deprotección, en este caso el derecho al Medio Ambiente Adecuado. 2) En segundo lugar, invocando el derecho humano al Medio Ambiente Adecuado como parte del interés general, estoes cuando las autoridades públicas no hacen nada, el particular les denuncia por su inacción en la salvaguarda delMedio Ambiente que no les afecta directamente, si no como parte del interés general en una sociedad democrática, enel mantenimiento y en la protección del dicho Medio Ambiente.

Así a través de estas líneas, presentaremos de un modo crítico, la viabilidad de plantear la protección del Medio AmbienteAdecuado, superando la protección del Medio Ambiente a través del concepto de víctima potencial, ya que es indispensablela existencia de un nexo indubitado entre la violación del Convenio y los efectos que puede ocasionar al particular. Noscentraremos en la protección de este derecho en relación con el Principio de Precaución en el Sistema europeo deProtección de los Derechos Humanos, más acorde en nuestra opinión para justificar una acción individual de un particular endefensa de un Medio Ambiente Adecuado como parte del interés general en una sociedad democrática. Esto es sin poderinvocar un nexo directo entre la necesidad de proteger el Medio Ambiente Adecuado y alguno de los derechos reconocidosen el Convenio Europeo y en sus Protocolos Adicionales. Con este fin, a continuación vamos a analizar algunos casos de la jurisprudencia del Tribunal Europeo, en relación con lasideas expuestas anteriormente, para establecer, la línea jurisprudencial que está siguiendo el Tribunal Europeo en relacióncon la protección del Medio Ambiente y el Interés General. III.2.2. La necesidad en una sociedad democrática de la limitación de derechos reconocidos en el sistema delconvenio para la salvaguardia del medio ambiente. III.2.2.i. La adecuación de dicha limitación a la cláusula “necesario en una sociedad democrática”: proporcionalidadde la injerencia. Como hemos tenido ocasión de ver previamente, la cláusula necesario en una sociedad democrática, aparece recogida en elapartado segundo similar a los artículos 8 a 11 del Convenio Europeo. La esencia de la cláusula “necesario en una sociedad democrática”, reside en su doble vertiente interpretativa, desde laperspectiva del plano negativo, significa que el adjetivo “necesario”:

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“No es sinónimo de ‘indispensable’, ni tiene tampoco la flexibilidad de términos tales como ‘admisible’, ‘normal’, ‘útil’,‘razonable’ o ‘deseable’.[76] Desde la perspectiva positiva, implica una necesidad social imperiosa. Esto es la necesidad no puede ser establecida entérminos absolutos sino que requiere la valoración de varios factores, incluyendo la naturaleza del derecho afectado, lanaturaleza del interés público y el grado en que éste requería protección en las circunstancias del caso[77]. Corresponde alas autoridades nacionales evaluar en primer lugar, la “necesidad” de una injerencia. La razón la encuentra el TribunalEuropeo en que: “las autoridades nacionales por su directo y continuo contacto con las fuerzas vitales de sus países están en mejor posiciónque el juez internacional para dar una opinión sobre la “necesidad de una injerencia o sanción”.[78] Esta cláusula, implica que tiene que existir proporcionalidad entre las medidas adoptadas y los intereses en juego.(Proporcionalidad de la injerencia al fin perseguido). Por tanto, la “cláusula “necesario” en una sociedad democrática,determina que no se deben imponer restricciones más allá de los estrictamente necesario y que se debe de escoger el modode actuación de entre todos aquellos posibles, que resulte menos gravoso para el particular, actuando de modulador delpoder de apreciación de los Estados Partes sobre el Convenio. En consecuencia, con la entrada en juego de este principio,se pone de manifiesto la necesidad, de mantener un justo equilibrio entre el derecho reconocido en el Sistema, y el interéslegítimo perseguido por un Estado democrático.[79] III.2.2.ii. La base legal de la injerenciaEn relación con la base legal de la injerencia, tenemos que destacar, la exigencia, recogida en el Sistema del Convenio, deque la limitación de los derechos a favor del interés general, este prevista en la legislación nacional, tal y como dispone elapartado segundo muy similar de los artículos 8, 9, 10 y 11 del Convenio, y apartado segundo del artículo 1 del ProtocoloAdicional Primero:

“Artículo 8. 2. o: (...) sino en tanto en cuanto esta injerencia esté prevista por la ley y constituya una medidaque, en una sociedad democrática sea necesaria para la seguridad nacional, la seguridad pública, el bienestareconómico del país, la defensa del orden y la prevención del delito, la protección de la salud o de la moral, o laprotección de los derechos y las libertades de los demás.” “Artículo 9. 2. o: (...) no pueden ser objeto de más restricciones que las que, previstas por la Ley, constituyenmedidas necesarias, en una sociedad democrática, para la seguridad pública, la protección del orden, de lasaludo o de la moral públicas, o la protección de los derechos o las libertades de los demás.” “Artículo 10. 2. o: El ejercicio de estas libertades, que entrañan deberes y responsabilidades, podrá sersometido a ciertas formalidades, condiciones, restricciones o sanciones previstas por la ley, que constituyanmedidas necesarias, en una sociedad democrática, para la seguridad nacional, la integridad territorial o laseguridad pública, la defensa del orden y la prevención del delito, la protección de la saludo de la moral, laprotección de la reputación o de los derechos ajenos, para impedir la divulgación de informacionesconfidenciales o para garantizar la autoridad y la imparcialidad del poder judicial.” “Artículo 11.2. o: (...) no podrá ser objeto de otras restricciones que aquellas que, previstas por la ley,constituyan medidas necesarias, en una sociedad democrática, para la seguridad nacional, la seguridadpública, la defensa del orden y la prevención del delito, la protección de la salud o de la moral, o la protecciónde los derechos y libertades ajenos. El presente artículo no prohíbe que se impongan restricciones legítimas alejercicio de estos derechos para los miembros de las fuerzas armadas, de la policía o de la Administración delEstado.” “Artículo 1. o Del Protocolo Primero: (...) se entienden sin perjuicio del derecho que poseen los Estados deadoptar las leyes que estimen necesarias para la reglamentación del uso de los bienes de acuerdo con elinterés general, o para garantizar el pago de los impuestos, de otras contribuciones o de las multas.”

En consecuencia, será legítima, la limitación de derechos, en razón de la protección del Medio Ambiente cuando prevista porla ley, cumpla escrupulosamente lo dispuesto en el parágrafo segundo de los artículos 8 a 11 del Convenio y en el parágrafosegundo del artículo 1 del Protocolo Adicional primero, como tendremos ocasión de comprobar a continuación en los casosHakansson y Sturesson contra Suecia y Fredin contra Suecia, entre otros. III.2.2.iii. El fin legítimo de la injerenciaEn relación con el fin legítimo de la injerencia, esta exigencia está estrechamente relacionada con los dos requisitos vistosanteriormente, la proporcionalidad de las medidas adoptadas, y la existencia de base legal para la injerencia. Se pretende por tanto que la finalidad perseguida con la injerencia y la subsecuente limitación de los derechos reconocidosen el Sistema del Convenio, respondan a unos fines superiores que sólo porque son de una determinada relevancia justificala restricción de unos derechos de carácter subjetivo, cuya obtención han sido el fruto de un largo proceso, a lo largo de la

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historia del hombre. La operatividad de la cláusula “necesario en una sociedad democrática”; la base legal de la injerencia; y el fin legítimo de lainjerencia, entra en juego para defender el Medio Ambiente, mediante la limitación de los derechos reconocidos en elConvenio, bajo el amparo del interés general, en varios casos entre los que destacamos el caso Hakanson y Sturensoncontra Suecia, el caso Fredin contra Suecia, y el caso Pine Valley Development contra Irlanda, entre otros 80. En estos casos, como veremos a continuación, el interés general opera como limitación de los derechos de carácter relativos,reconocidos en el Sistema europeo de protección de los derechos humanos, para salvaguardar, un bien superior susceptiblede protección, el derecho al Medio Ambiente Adecuado. En el caso Hakansson y Sturesson contra Suecia, el asunto se sometió al Tribunal por la Comisión Europea de DerechosHumanos y el Gobierno del Reino de Suecia el 14 de diciembre de 1988 y el 27 de enero de 1989, respectivamente, dentrodel plazo de tres meses que establecían los antiguos artículos 32.1 y 47 del Convenio, en la actualidad artículo 35. Tiene suorigen en la demanda número 11855/1985, dirigida contra Suecia, y presentada en 1984 por los ciudadanos suecos, losseñores Gösta Hakansson y Sune Sturesson. En el origen de su demanda, se encuentra el hecho de que el 4 de diciembre de 1979, los demandantes compraron por240.000 coronas suecas (SEK) una finca rústica,Risböke 1:3, sita en el Municipio de Markaryd, y vendida en ejecuciónforzosa (“la venta de 1979”). Los principales postores, competidores en la subasta, los señores Bertil Bjarnhagen y MichaelBorg, habían ofrecido 235.000 y 220.000 SEK respectivamente. La finca fue embargada, en julio de 1979, para garantizar elpago de las deudas pendientes de los propietarios anteriores con tres bancos. Según la tasación dada a conocer antes de laventa, su valor ascendía a 140.000 SEK. [81] Según el acta redactada por el representante del Consejo administrativo del Condado de Kroneberg, con ocasión de la ventase dieron a conocer al público los artículos 2.10 y 16 de la Ley de 1979 sobre adquisiciones de tierras, “la Ley de 1979”.Disponían estos preceptos que el adquirente debía volver a vender la finca dentro de los dos años, salvo si en el intervalo laComisión regional de agricultura del mismo condado le permitía conservarla o si era aplicable alguna de las excepciones quese expresaban. En opinión de los demandantes, un representante del Consejo administrativo les había asegurado, durante una visita públicade la finca el 27 de noviembre de 1979, que en este caso se les concedería rápidamente la necesaria autorización, afirmaciónque el Consejo confirmó en el momento de la adjudicación. En apoyo de estas alegaciones, presentaron tres declaracionesescritas, firmada cada una por una persona que había estado presente en la venta en subasta o en la visita pública”.[82] Los demandantes entendían que la negativa a concederles el permiso necesario para conservar Risböke 1:3, la venta forzosaen pública subasta de la finca en 1985, y las circunstancias en que se vendió violaron gravemente el derecho que lesgarantiza el artículo 1 del Protocolo núm. 1.[83] El Gobierno y la Comisión no compartían la opinión de los demandantes pues entendían que la injerencia de que se tratabatenía la reconocida finalidad a que se refiere el artículo 4.1, párrafo 3 o, de la Ley de 1979; promover la racionalización de laagricultura. Es indudable que era legítima, al justificarse por ‘la utilidad pública’ a los efectos del artículo 1 del Protocolo núm.1, incluso en la medida en que podía traducirse en una transmisión forzosa de propiedad de una persona a otra.[84] Como recuerda el Tribunal en su sentencia, en este caso el artículo 1 del Protocolo Adicional Primero, exige una razonablerelación de proporcionalidad entre los medios empleados y la finalidad pretendida, requisito que no se cumplirá si la personade que se trate ha tenido que sufrir "una carga especial y excesiva"”.[85] Sin embargo añadió que en relación con este punto, los demandantes sostienen en primer lugar que el sistema de vigilanciade los precios, establecido por la Ley de 1979, por su propia naturaleza viola el principio de proporcionalidad. En su opinión,el que compra una finca agrícola en pública subasta no tiene ningún medio legal para protegerse contra la determinación delprecio de reventa por la Administración Pública en el supuesto de que se le deniegue el permiso necesario para conservar suinmueble; laguna agravada por el "doble lenguaje" alegado, y por el artículo 6 del Decreto de 1979, a cuyo tenor para lavaloración, a efectos de la reventa forzosa, ha de consultarse a la Comisión regional de agricultura.[86].Así pues, en el presente caso, el Tribunal estimó que no había habido violación del artículo 1 del Protocolo número 1, en lamedida en que la revocación del permiso de conservación de la explotación agrícola se justifica por razones de utilidadpública, al buscarse la de racionalización de la agricultura, mediante la agrupación de fincas. En este caso, observamos quela injerencia, estaba amparada bajo una base legal, y existía un fin legítimo para ella: la búsqueda de un uso racionalizado dela agricultura. En relación con la Proporcionalidad de la injerencia, el Tribunal sostuvo en relación con la letra del artículo 1 del ProtocoloPrimero, debido a que los demandantes conocían del riesgo que corrían al comprar su propiedad, por lo que no sufrieron unacarga especial y excesiva.

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Por tanto, en este caso pionero, se logra proteger, el Medio Ambiente, mediante la limitación de los derechos reconocidos enel Convenio, como consecuencia de la invocación del interés general en una sociedad democrática. Merece ser destacado también el caso Fredin contra Suecia[87], uno de los primeros pronunciamientos en los que el TribunalEuropeo sigue esta línea jurisprudencial y contribuye a consolidarla. En este caso, Fredin contra Suecia, se plantea una situación similar a la del asunto comentado anteriormente, Hakansson ySturesson contra Suecia. Los demandantes, el señor Fredin y su esposa, alegan que la retirada del permiso de explotación de una gravera, constituíanuna privación de la propiedad contraria al artículo 1 del Protocolo número 1. Los hechos del caso sucintamente expuestos son los siguientes: el señor Anders Fredin, ingeniero agrónomo y su esposa laseñora Maria Fredin eran propietarios de varias parcelas de tierra situadas en el municipio de Botkyrka, que incluían unagranja y una gravera. La parcela en la que se encentraba esta última tiene una extensión de 27 hectáreas y lleva ladenominación Ström 1:3. Fue específicamente constituida en 1969, por separación de las otras, con vistas a la utilización dela gravera.[88] En 1963, una modificación de la Ley de 1952 para la protección de la naturaleza (naturskyddslagen 1952:688) prohibióextraer grava sin autorización. El 11 de diciembre de 1963, la prefectura (länsstyrelsen) del condado de Estocolmo concedió alos padres del señor Fredin el permiso necesario. Preveía que la explotación debía conformarse a un plan elaborado en mayode 1962. Especialmente, debía llevarse a cabo en tres etapas de las que ninguna sobrepasaría los diez años; además,debían desarrollarse trabajos de restauración de manera continua en cada una de ellas y depositarse una garantía financierapara cubrir los gastos.[89] Con posterioridad, el señor Fredin, pasó a ser propietario de una quinta parte del terreno por una donación de su madre. El31 de julio de 1977 los demandantes compraron el resto de los bienes raíces que desde entonces les perteneció a razón dedos tercios al señor Fredin y de un tercio a su esposa. Previamente a la adquisición del terreno, en el año 1.973, una modificación de la Ley de 1.964 para la protección de lanaturaleza, que había mantenido la exigencia de un permiso de explotación, habilitó a la prefectura para retirar lasautorizaciones otorgadas más de diez años antes. Los demandantes comenzaron a explotar la gravera en 1.980. Fecha en la que la prefectura les propuso hacer la retrocesióndel permiso a un precio, que oscilaba alrededor de las 50.000 coronas suecas, a lo que ellos se negaron. Finalmente, el 25 de agosto de 1.983, la prefectura señaló a los demandantes que, en interés de la protección de lanaturaleza, pensaba modificar el permiso fijando para el 1 de junio el final de la extracción de grava, dando así origen a sudemanda ante los órganos del Convenio. En relación con este asunto, el Tribunal Europeo entendió que no ha habido violación del artículo 1 del Protocolo número 1.En su opinión la concesión del permiso era tendente a regular el uso de los bienes por parte de los demandante, por lo queno se había impedido todo uso sensato de los bienes por parte de la Administración, ya que los demandantes siguen siendopropietarios de los recursos, aunque reconoce que la retirada de los permisos hubiera reducido el rendimiento de laspropiedades en cuestión, así como su valor capital, en relación con el que hubiese tenido en virtud del permiso de 1.963. Junto al fallo del Tribunal, resulta destacable la Opinión concordante del juez Thor Vilhjalmsson, en la que defiende materiade protección del medio ambiente, las medidas de puesta en práctica revisten muchas formas y deben con frecuenciaescalonarse a lo largo de los años. Por su misma naturaleza, corren el riesgo de molestar a algunas personas ya que laigualdad de trato de todos los que se encuentran en situaciones comparables puede ser no solamente poco práctica, sinoimposible. En opinión de este juez, pertenece al Gobierno sueco, y no al Tribunal, decir si, para realizar el fin de la legislaciónprotectora del medio ambiente, hay que cerrar una o varias graveras o si debe abstenerse de hacerlo. En asuntos como este,los Estados gozan de un amplio margen de apreciación, ya que son los que mejor están situados para estimar lascircunstancias, poniéndose de manifiesto, la importancia que en determinados asuntos, tiene el principio de soberanía de losestados, continuamente en tensión con la interpretación teleológica del Convenio, por parte del Tribunal. Siguiendo esta misma línea, podemos destacar también los Caso Pine Valley Developments contra Irlanda, y el Caso Costercontra Reino Unido. El caso Pine Valley Developments contra Irlanda[90], tiene su origen en la demanda número12742/1987, interpuesta por Pine Valley y Healy Holdings que tenían como actividades principales la compra y la valorizaciónde terrenos. Pine Valley, había accedido a la propiedad de unos terrenos situad os en Clondalkin, en el condado de Dublín, por 550.000libras irlandesas (IRP). Se basaba en un certificado previo de urbanismo emitido el 10 de marzo de 1977, para la

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construcción de un almacén industrial y de oficinas en el lugar. Con posterioridad, el Consejo de condado de Dublín, decidióno concederle un certificado de urbanismo total, porque entre otras cosas, el terreno se encontraba en una zona agrícoladestinada a conservar un cinturón verde”.[91] Como ocurre en el asunto Fredin contra Suecia, el Tribunal entiende que no ha existido la violación alegada por losdemandantes del artículo 1 del Protocolo Adicional Primero, volviéndose a pronunciar de favor de la limitación de losderechos reconocidos en el Sistema Europeo de los Derechos Humanos, en beneficio de la protección del Medio Ambientecomo Interés General, ya que entiende el Tribunal, que las restricciones son proporcionadas, existiendo un justo equilibrioentre los intereses en juego, ya que quien compra unos terrenos sin certificado previo, con intención especulativa, debeasumir el riesgo de que posteriormente no se conceda el certificado de urbanismo. El propósito que se persigue con lanegativa de concesión del certificado, es legítimo y conforme al interés general, ya que la injerencia perseguía impedir que seconstruyese en una zona agrícola destinada a preservar un cinturón verde, siendo por tanto el medio, proporcional a los finesque se persiguen. En el caso Coster contra Reino Unido[92], caso más significativo del conjunto de cinco casos[93], en los que la cuestiónplanteada es similar, los demandantes ven en la negativa a concederles una licencia para estacionar una caravana en unterreno de su propiedad y las medidas de ejecución tomadas por el hecho de que ocupaban su terreno, una violación delartículo 8 del Convenio. Los demandantes alegan la especial protección de su modo de vida, en tanto en cuanto forman parte de una minoría gitana ybasan su petición en la protección de los derechos de las minorías, de reciente reconocimiento en el Convenio-macro para laProtección de Minorías, donde se recogen los problemas que afrontan grupos vulnerables como los gitanos, con vistas areducir el margen de apreciación concedido a los Estados.[94] El Tribunal, observó que se podía decir que se está produciendo un consenso internacional en el seno de los países delconsejo de Europa para proteger los derechos de las minorías y la obligación de proteger su seguridad, su identidad y sumodo de vida, no solamente con el fin de proteger los intereses de las mismas minorías sino también para conservar ladiversidad cultural que es beneficiosa para la sociedad en su conjunto. Sin embargo, el Tribunal no estaba convencido de quedicho consenso sea suficientemente concreto como para que se puedan obtener directrices en cuanto al comportamiento olas normas que los estados contratantes consideran como deseable en una situación dada. Por tanto, el Tribunal, estimó que al no existir un consenso homogéneo en el seno de los países miembros del Consejo deEuropa en cuanto a qué es lo que se entiende por protección de las minorías y específicamente, sobre cuáles son losaspectos, reconocidos en el Convenio-marco, declara que no ha existido violación del Convenio, y por tanto decidió que elEstado no se había extralimitado, en la toma de su decisión, de acuerdo con el margen de apreciación de los Estados, ya queen caso de vacío, son los tribunales nacionales los mejores posicionados para estimar las circunstancias de cada caso enparticular. Observamos que se realiza por parte del Tribunal, una interpretación extensiva a favor de la doctrina del margen deapreciación y de la limitación de derechos de los particulares, a favor del interés general. Del análisis de los casos anteriores, destacamos el hecho de que existe una jurisprudencia consolidada en el seno delTribunal, por la que en caso de invocarse el interés general por parte del Estado, para alegar la defensa del Medio Ambiente,como ocurre en los casos que nos ha ocupado en este apartado, el Tribunal, se pronuncia en la mayoría de los casos, a favorde la limitación de los derechos del particular, a favor del interés general. En cuanto a la Protección del Medio Ambiente, alegando la existencia de un interés general, de protección y salvaguarda delmismo, la jurisprudencia del Tribunal, no ha sido tan tajante como en los casos analizados anteriormente, en cuanto a laafirmación taxativa de la existencia de un interés general en la Protección del Medio Ambiente. Entre los casos destacados en los que se invoca la existencia de un interés general en la Protección del Medio Ambiente,podemos destacar el Asunto Kyrtatos contra Grecia y Taskin contra Turquía como los más destacados, aunque también sonde gran importancia, Gorraiz Lizárraga contra España, Zander contra Suecia, Balmer- Schafroth contra Suiza yAthanassoglou contra Suiza entre otros. En el caso Zander v. Suecia[95], la demanda fue interpuesta por el matrimonio sueco formado por el Sr. Lennhart y la Sra.Zander ante la Comisión. En dicha demanda los demandantes alegaron que se les había denegado recurso judicial ante laamenaza de daño ambiental por el mal funcionamiento de una planta de tratamiento y depósito de residuos, gestionada por lacompañía VAFAB. Los estudios del agua del lugar mostraron signos de contaminación por cianuro que provenía de la planta de depósito deresiduos. Las autoridades municipales, prohibieron el uso del agua y abasteció a la comunidad temporalmente de aguapotable. Finalmente se redujeron los niveles de cianuro a lo permitido y las autoridades cesaron de abastecer el agua.Cuando la empresa que mantenía el depósito de residuos solicitó la renovación del permiso, los demandantes alegaron quela amenaza de contaminación del agua era suficiente para obligar a la empresa a abastecer de manera gratuita agua potable

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en el caso de reincidir en la contaminación de la misma. Las autoridades, otorgaron el permiso pero denegaron a losdemandantes su solicitud. Los demandantes iniciaron una acción legal a nivel local pero se les negó la posibilidad de obtenerla revisión judicial de la decisión de las autoridades municipales. El Tribunal Europeo , entendió que se había violado elartículo 6 del Convenio y que según el derecho sueco era posible para los demandantes argumentar jurídicamente quegozaban de protección contra la contaminación de las aguas generada por las actividades de la empresa. El caso Zander, es interesante porque Tribunal Europeo, reconoce expresamente la obligación del Estado de proveer elrecurso judicial sobre decisiones administrativas en relación con la renovación del permiso a VAFAB. La singularidad de este fallo del Tribunal, Europeo estriba en que al reconocer la violación del artículo 6.1 del Convenio, yestablecer la obligación del Estado de promover los recursos judiciales adecuados, deja una puerta abierta, a que en futurosasuntos, entre a conocer sobre el fondo del asunto, a partir de una demanda que en principio, se funde en la alegación de laviolación de un bien en abstracto, como sucede en el presente caso, ya que el hecho de que los vertidos volviesen acontaminar el agua potable mediante el aumento del nivel de cianuro permitido, no deja de ser un hecho potencial, y sinembargo el Tribunal, a pesar de esta potencialidad, entró a conocer sobre el fondo del asunto. En el caso Balmer-Schafroth y otros v Suiza[96], los demandantes, argumentaron que tenían el derecho a revisión judicialsobre la decisión administrativa que renovaba el permiso a operar de una planta nuclear. El Tribunal decidió que losdemandantes no habían establecido la relación de causalidad entre las condiciones de operación de la planta nuclear y susderechos a la integridad física pues no demostraron que la operación de la planta los exponía personalmente a una amenazasería e inminente de sus derechos. Siete jueces disintieron pues entendieron que el Tribunal no especificó debidamente porqué la relación de causalidad era demasiado tenue y entendieron que debería otorgarse a los demandantes el derecho derevisión judicial de la decisión administrativa y que debía ser justamente el tribunal local quien debería determinar si existía ono está relación de causalidad. Los jueces disidentes fundaron su decisión en el principio precautorio reconocido por elderecho internacional ambiental, ya que sostienen que para declarar la violación del artículo 6.1, sólo era necesarioestablecer que existía un vínculo con el peligro potencial.[97] En el caso Athanassoglou contra Suiza[98], el Tribunal Europeo estima que los hechos, no permiten distinguir este caso delasunto Balmer-Schafroth. Los demandantes no se quejaba n tanto de una amenaza precisa e inminente que les concernierapersonalmente como del peligro general que presentan todas las centrales nucleares, refiriéndose un gran número de losargumentos invocados a aspectos inherentes a la utilización de la energía nuclear, como la seguridad, el Medio Ambiente y latécnica. (Parágrafo 52).[99]

Por tanto, al igual que ocurriera en el caso Balmer-Schafroth, el Tribunal Europeo, declara que no se podía alegar la violacióndel artículo 6.1 en abstracto, sino que era necesaria la conexión con los derechos reconocidos en el Sistema del Convenio. De gran interés resulta ser, el caso Gorraiz-Lizárraga contra España. Su relevancia reside en la delimitación del concepto devíctima, en relación con la lesión del Medio Ambiente, que analizaremos seguidamente. El presente caso, tiene su origen en una demanda interpuesta por cinco ciudadanos españoles y la asociación coordinadorade Itoiz contra España, ante la Comisión el 12 de septiembre de 2000. Los demandantes, constituidos en asociación, insistíanen el vínculo directo existente entre ellos y los perjuicios resultantes de la construcción de la presa.[100] Por su parte el Tribunal, recordó que, la noción de víctima debía interpretarse de forma autónoma e independiente denociones internas tales como las relativas al interés o a la condición para actuar.[101] Por tanto el Tribunal Europeo entiendeque en la medida en que la asociación fue parte en el proceso que entabló ante los tribunales internos para defender losintereses de sus miembros, puede considerarse víctima en el sentido del artículo 34 del Convenio[102]. En este caso, el Tribunal Europeo señaló que la asociación demandante se constituyó esencialmente para defender losintereses de sus miembros contra las repercusiones de la construcción de la presa en el Medio Ambiente y su ámbito de vida.La construcción del embalse implicaba la inundación de varios pueblos, entre ellos Itoiz donde los demandantes tenían susviviendas familiares; por tanto resultaba innegable que la construcción de la obra pública tenía consecuencias directas eimportantes tanto en los derechos patrimoniales de los demandantes, como en su modo de vida familiar. Finalmente, el Tribunal, estimó que no había habido violación del artículo 6.1 del Convenio, sobre la base de que siendo tanespecíficos los requisitos no se vulneró la sustancia misma del principio de la igualdad de armas, garantizado por el artículo6.1. A pesar de que en el presente caso, el Tribunal Europeo, consideró que no existió violación del artículo 6.1 del Convenio, ypor tanto no dio origen a la protección del Medio Ambiente, como hubiese sido deseable, sobre la base del interés general, esdecir de la alegación del interés general por parte de los particulares para promover la protección del mismo, consideramosque esa sentencia es de un gran interés por la interpretación que en la misma realiza el Tribunal del concepto de víctima, unainterpretación, que se encuentra estrechamente vinculada al concepto de víctima potencial, y que en cierto momento nospuede traer reminiscencia de una actio popularis, que como veremos a continuación, no se encuentra reconocida en elSistema del Convenio.

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En el caso Kyrtatos contra Grecia[103], es especialmente interesante, la Opinión parcialmente disidente del juez señorZagrebelsky, en la que sostiene que una degradación del Medio Ambiente, puede suponer una violación de un derechoespecífico reconocido en el Convenio. Según el juez Zagrebelsky, está claro que hubo un deterioro de la calidad del MedioAmbiente en el que estaba situada la casa de los demandantes. Por tanto, resulta indiscutible, que el nuevo desarrollourbano, causó un daño en el hábitat de la fauna que formaba la zona pantanosa cercana a la propiedad de los demandantesen la costa de Ayios Yanis, excepcionalmente interesante y agradable. Por tanto, en contra en contra de la opiniónmayoritaria del Tribunal, el juez Zagrebelsky, entiende que si bien, la injerencia no es importante, si hubo una injerencia en elderecho de los demandantes reconocido en el artículo 8 del Convenio.[104] Este caso, tiene su origen, en una demanda interpuesta por los señores Kyrtatos, en la que alegaba la violación del artículo 8del Convenio. Los demandantes, invocaban que el desarrollo urbanístico de la zona, había ocasionado la destrucción del Medio Ambientede la zona afectando a sus vidas. En primer lugar sostenían, que el desarrollo urbanístico, ha atentado contra el parajeadyacente a su casa, constituido por humerales y marismas, perdiendo por tanto su belleza paisajística, y en segundo lugar,esgrimían que la contaminación acústica y lumínica producida a consecuencia de las actividades empresariales,desarrolladas durante la noche, afectan a su vida privada y familiar. El Tribunal, consideró en este caso que no había existido violación del artículo 8 del Convenio, ya que a su juicio, losdemandantes no habían presentado ningún argumento convincente que demostrase que el supuesto daño a las aves y aotras especies protegidas que viven en la zona pantanosa era tal como para afectar directamente a sus propios derechos envirtud del artículo 8.1 del Convenio.[105] A este dato sumaba otro, en concreto al considerar, consideró que las molestiasacústicas y lumínicas no eran de la suficiente gravedad como para ser tenido en cuenta a efecto del artículo 8. Todo lo contrario ocurre en el caso Taskin contra Turquía,[106] caso que tiene su origen en la demanda interpuesta por diezciudadanos turcos contra la República de Turquía ante la Comisión Europea, por los riesgos a la salud, derivados de laconcesión de una licencia de explotación de una mina de oro por cianuración y por la falta de ejecución de la sentenciaanulando dicha concesión. El Gobierno, discutía la aplicabilidad del artículo 8 en el presente caso ya que en su opinión el riesgo al que hacen referencialos demandantes es hipotético, ya que no podía producirse sino en un periodo de veinte a treinta años. En su opinión no setrata de un riesgo eminente y serio y en ningún caso los demandados pueden citar ningún hecho concreto relativo a unincidente causado directamente por la mina de oro.[107] El Tribunal Europeo señala que los interesados residían en Dikili y en Çamköy y SüLeymaniye, lugares situados en losalrededores de la mina de oro de Ovacik, que recurre a la técnica de lavado al cianuro sódico para la explotación delyacimiento minero. Diversos estudios, evidenciaron los riesgos que presentaba la mina de oro y, basándose en los mismos, elConsejo de Estado concluyó, el 13 de mayo de 1997, que la concesión de una licencia no era conforme al interés público. Ensu opinión, debido a la situación geográfica de la mina de oro y a las características del suelo de la región, el uso de cianurosódico en la mina constituía una amenaza que podía poner en peligro el medio ambiente y el derecho a la vida de lapoblación cercana, y las medidas de seguridad a las que se había comprometido la sociedad explotadora no bastaban paraeliminar el riesgo que presentaba dicha actividad.[108] En relación con lo expuesto anteriormente, el Tribunal recordó que el artículo 8 es de aplicación en los supuestos de delitosgraves contra el medio Ambiente, que puedan afectar al bienestar de una persona y privarla del disfrute de su domicilio deforma que se perjudique su vida privada y familiar, sin por ello poner en peligro la salud de esa persona. A raíz de laconstatación hecha por el Consejo de Estado, el Tribunal concluye que es de aplicación el artículo 8 del Convenio (Parágrafo113 y 114).[109] Tras constatar que el Estado demandado, faltó a su obligación de garantizar el derecho de los demandantes al respeto de suvida privada y familiar, estima que hubo violación del artículo 8 del Convenio. Se declara el Tribunal, a favor de los demandantes, al considerar probada la existencia de un vínculo indubitado entre elriesgo real que supone el desarrollo de la actividad y derecho al disfrute pacífico de la vida familiar de los demandados,entrando en juego en este caso el concepto de victima potencial y el principio de precaución que pasaremos a analizar acontinuación. Observamos por tanto a través del análisis de los casos anteriores, que en el Sistema Europeo de Protección de losDerechos Humanos no está reconocida la Actio Popularis, mediante la cual, cualquier ciudadano que tenga un interéslegítimo puede invocar la violación de algunos de los derechos reconocidos en el Sistema; sino que es condición necesaria,que el demandante sea víctima de la violación que se invoca; es decir, el artículo 34 del Convenio exige que el particulardemandante se considere efectivamente lesionado por la violación que alega, por lo que no establece el Convenio unaespecie de actio popularis que les autorice a quejarse en abstracto[110]

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De otro lado, la aplicación del concepto de víctima potencial, en aquellos asuntos en los que se ve lesionado el MedioAmbiente es especialmente complicado. Estas dificultades están ocasionadas por la necesidad de que exista un nexoindubitativo entre la violación de los derechos reconocidos por el Sistema del Convenio, y las consecuencias que estoconlleva para el particular en el ámbito del Sistema del Convenio. Esta necesidad de la existencia de un nexo indubitativo, entre la violación del Convenio y las consecuencias que estoconlleva para el particular, se ha puesto de manifiesto, en asuntos pioneros del Tribunal, como es Soering contra ReinoUnido[111] y Jabari contra Turquía.[112] Consideramos que a pesar de esta dificultad, el concepto de víctima potencial,puede entrar en juego en aquellos asuntos en los que quede probada la relación entre la violación del convenio, y lasconsecuencias que esto conlleva para el particular y por efecto rebote, para el Medio Ambiente. Por las razones expuestas anteriormente; el no reconocimiento de una Actio Popularis, ante el Tribunal, y las dificultades quepresenta la aplicación del concepto de víctima potencial, consideramos de de gran interés en los supuestos de lesión delMedio Ambiente Adecuado, la entrada en juego del Principio de Precaución dentro del Sistema Europeo de Protección de losDerechos Humanos para otorgar un plus de protección al Derecho al Medio Ambiente Adecuado. La entrada en juego de esteprincipio, nos brindaría la posibilidad de proteger el Medio Ambiente Adecuado, la prevención, invocándose ante el Tribunalpara que mediante una actuación a priori, se pueda evitar la lesión del Medio Ambiente. [113] Por tanto, tras el estudio de los casos más relevantes de la jurisprudencia del Tribunal Europeo, en materia de protección delMedio Ambiente, a través del interés general, concluimos que si bien, existe una jurisprudencia consolidada, en la que entraen juego la invocación del interés general, en aquellos casos en la que se invoca por parte del Estado, y actúa comolimitación de los derechos de los particulares reconocidos en el Sistema del Convenio, no podemos decir lo mismo deaquellos casos en los que el interés general, es invocado por los particulares con el objeto de recabar la protección del MedioAmbiente a través de esta vía. Sólo en aquellos casos en los que se logra probar, el nexo indubitativo entre la lesión al MedioAmbiente, y la violación de los derechos del particular, opera esta vía de protección. III.2.3. La reparación de la lesión del derecho al medio ambiente como parte del interés general en una sociedaddemocrática: el deber de la restitutio in integrum, frente a la obligación de indemnizar En el apartado anterior hemos podido analizar el tratamiento que se le da al Medio Amiente dentro del Sistema Europeo deProtección de Derechos Humanos. A continuación vamos a analizar cómo se efectúa la reparación de la lesión del MedioAmbiente dentro del Sistema Europeo de Protección de los Derechos Humanos: la ejecución de las sentencias conforme alas disposiciones del Sistema, y su adecuación e idoneidad para los casos de salvaguarda del Medio Ambiente. La letra del Convenio Europeo de Protección de los Derechos Humanos y Libertades Fundamentales, en relación con laejecución de las sentencias del Tribunal establece que las sentencias del Tribunal son obligatorias, porque en virtud del art.46.1[114] del Convenio, los Estados parte se han comprometido a acatarlas en los litigios en que sean partes, teniendoprincipalmente dos efectos: el de cosa juzgada, con respecto el Estado demandado, y en segundo lugar el de cosainterpretada, con efectos erga omnes, ya que el tribunal no sólo tiene competencias para aplicar el Convenio, sino parainterpretarlo, tal y como nos dice el Profesor Carrillo Salcedo en su obra el Convenio Europeo de Derechos Humanos .[115]

Conforme a lo expuesto anteriormente, se manifiesta un sector de la doctrina que opina que el hecho de que las sentenciasdel Tribunal tengan naturaleza declarativa no implica la carencia de efectos jurídicos internos.[116] A pesar de esto, el Tribunal no tiene competencia para declarar nula una norma de Derecho interno ni una decisión de lasautoridades administrativas del Estado demandado y declarado responsable de la violación del Convenio. Su competencia seextiende únicamente a la interpretación y aplicación del Convenio en un caso dado a fin de determinar si el Estadodemandado ha incumplido o no sus obligaciones y en consecuencia, si ha incurrido o no en responsabilidad internacional. Por tanto observamos que es el Estado a quien se le atribuye la violación del Convenio o de sus Protocolos Adicionalesnormativos, quien tiene la obligación de dar efectividad a la sentencia del Tribunal Europeo, conforme a su derecho interno,siendo por tanto los medios a utilizar, competencia exclusiva del Estado. La profesora Salado Osuna en su trabajo La responsabilidad internacional del estado por violaciones de derechos humanos:la obligación de reparar en los sistemas regionales de protección[117] nos dice que el Estado autor del hechointernacionalmente ilícito, tiene la obligación de reparar, relacionándose su planteamiento directamente con la letra delartículo 41 [118] del Convenio, objeto de nuestro análisis a lo largo de este apartado. El artículo 41 del Convenio, regula la competencia del Tribunal para decidir acerca de la indemnización compensatoria aldisponer que si el Tribunal declara que ha habido violación del Convenio y de sus Protocolos, y si el Derecho interno delEstado responsable solo permite de manera imperfecta reparar las consecuencias de dicha violación, concederá a la partelesionada si así procede compensación equitativa. De su lectura, se deduce que debido al carácter declarativo de lassentencias del Tribunal, el Estado infractor, tiene un amplio margen de discrecionalidad para decidir sobre las reparaciones.

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Este margen de discrecionalidad, no es absoluto, ya que el Tribunal Europeo, puede controlar si las reparaciones decididaspor el Estado se pueden considerar o no como una forma perfecta de reparación y ello sin perjuicio de la competencia delComité de Ministros del Consejo de Europa para velar por la ejecución de las sentencias definitivas dictadas por elTribunal.[119] Cuando el derecho violado, permite la restitutio in integrum, una de las medidas de reparación, puede ser la de retrotraer lasactuaciones al momento anterior al que se haya producido la violación del derecho, y ello sin perjuicio de la indemnizaciónpor los daños morales y materiales que pudiera corresponder a la víctima, procediéndose a la indemnización, para aquelloscasos en los que no es posible restablecer los derechos vulnerados, al estado anterior a la vulneración. El principal problema al que nos enfrentamos en relación con la reparación, en los casos en los que se declara la vulneraciónde la protección del Medio Ambiente por parte del Tribunal, es que materia de reparaciones, el Convenio, ha sido pocoexplícito, por lo que resulta difícil establecer, la idoneidad de la restitutio in integrum, en los supuestos en los que se produceuna lesión al Medio Ambiente. Esta situación, hubiese cambiado de haber prosperado el anteproyecto preparado a esterespecto, esto es, si se hubiese aceptado que el Tribunal, fuese el competente para decidir de forma originaria sobrereparaciones, teniendo por tanto en tribunal en estos momentos una competencia complementaria o sustitutivo de lacompetencia estatal en materia de reparaciones, competiendo la vigilancia del cumplimiento de las mismas al Comité deMinistros del Consejo de Europa, como hemos visto anteriormente. Por tanto, y siguiendo la línea de lo expuesto anteriormente, a lo largo del estudio y análisis de la jurisprudencia del TribunalEuropo en materia de protección del Medio Ambiente, hemos podido observar que es norma general en las decisiones delTribunal, establecer indemnizaciones por violación del Convenio y del derecho interno del Estado responsable, y noestablecer la restitutio in integrum, opción que a nuestro juicio, confiere un plus de garantía ya que en algunos supuestos seproduce la pérdida de efectividad de la protección de los derechos vulnerados en materia de Medio Ambiente, debido a lascaracterísticas particulares e idiosincráticas que presenta este derecho. En consecuencia, estimamos que en los casos en los que el Tribunal sostenga que se ha producido la violación del MedioAmbiente, siempre y cuando las circunstancias lo permitan, debería establecerse la restitutio in integrum. Debido a que elMedio Ambiente se trata de un bien altamente vulnerable, y cuya lesión, en algunos casos, se torna irreversible, al noestablecerse la restitutio in integrum, por lo que obtiene la cobertura que en principio le da la jurisprudencia extensiva delTribunal, ya que en su decisión sobre la reparación se limita sólo a estimar la cuantía de la indemnización, en relación con lasatisfacción de los intereses de los particulares. Por tanto, en los casos en los que está en juego la protección del Medio Ambiente, creemos que sería conveniente adoptar lavía de la restitutio in integrum, en la línea del principio de corrección de los atentados al Medio Ambiente, operativo en lajurisprudencia de Luxemburgo, volviendo a entrar en juego, la interacción entre ambos sistemas regionales. Como ejemplo destacamos el caso Saliba contra Malta,[120] donde el tribunal establece que los estados puedenpredeterminar con gran amplitud el régimen de propiedad. Si lo que quieren es que se construya sólo con licencia, la primeraconsecuencia cuando se ha construido ilegalmente, es que las cosas retornen a su estado primitivo, por lo que parece lógicoque lo que se ha edificado de una forma incorrecta sea derribado, resaltando el tribunal que la protección del MedioAmbiente, resulta decisiva en un medio turístico limitado, e incluso tan poblado como pueda ser la isla de Malta, formandoparte la protección del Medio Ambiente, de las limitaciones que el Estado puede introducir en el Sistema del derecho depropiedad.,[121] La aplicación de este principio, puede ser de gran efectividad, en aquellos asuntos en los que se producen depósitos deresiduos o fugas de residuales, atentando contra el Medio Ambiente Adecuado, como ocurre en los asuntos dilucidados anteel Tribunal, López Ostra contra España, Fadeyeva contra Rusia, Ledyayeva contra Rusia, Taskin contra Turquía, y Giacomellicontra Italia entre otros. IV. El futuro del derecho a un medio ambiente adecuado en el seno del consejo de europa: hacia un derechoautonomo.En el Epígrafe anterior, hemos analizado la importancia de que en la jurisprudencia del Tribunal Europeo de DerechosHumanos tiene el concepto de interés general, y cómo a través de este concepto se modula y se limita el disfrute de losderechos reconocidos en el Convenio. Asimismo se ha visto cómo mediante la invocación del interés general, se pretende irmás allá en la protección del Medio Ambiente, pasándose de su protección por vía indirecta, por la lesión de algunos de losDerechos reconocidos en el Convenio, a su protección, como interés general, susceptible de protección por sus singularescaracterísticas, y la relevancia de los intereses en juego; que en definitiva son la manifestación de la supervivencia humana. A continuación, vamos a analizar, sí a través de la evolución de la jurisprudencia del Tribunal Europeo, se puede pasar deforma progresiva a la protección del Medio Ambiente, como un Derecho Autónomo, por vía jurisprudencial, sin necesidad deinvocar la lesión preexistente de los derechos reconocidos en el Sistema.

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Para ello, nos centraremos en primer lugar en el análisis de aquellos casos que pueden presentar un especial interés enrelación con la evolución hacia un derecho autónomo en relación con la protección del Medio Ambiente, en el SistemaEuropeo de Derechos Humanos. Seguidamente pasaremos a revisar los casos más recientes del Tribunal en relación con laProtección del Medio Ambiente, para poder dibujar, cual va a ser a partir de ahora la línea jurisprudencial del Tribunal enmateria de Protección de Medio Ambiente, entrando a considerar si va a seguir en la línea de la interpretación teleológica afavor de una mayor protección de los intereses en juego, apostando por una línea clara de defensa pretoriana del MedioAmbiente, gracias a la interpretación teleológica y extensiva que del Sistema realiza el Tribunal, o si por el contrario, se va aproducir un cambio en la línea jurisprudencial de la Protección al Medio Ambiente. IV.1 La progresiva configuración por via jurisprudencial del derecho a un medio ambiente adecuado como underecho autónomo: análisis de la jurisprudencia mas vanguardista del tribunal europeo de derechos humanos El siguiente apartado, tiene como objetivo establecer si en los últimos casos de los que ha conocido el Tribunal, se haseguido la línea jurisprudencial, iniciada con el análisis de casos como Taskin contra Turquía, entre otros, o si por el contrario,se ha abandonado esta línea jurisprudencial, para volver a la defensa del Medio Ambiente a través de la vía indirecta o porefecto rebote. Entre los casos más recientes de los que ha conocido el Tribunal, podemos destacar, Moreno Gómez contra España,Ledyayeva y otros contra Rusia y Giacomelli contra Italia. El caso Moreno Gómez contra España,[122], tiene su origen en una demanda presentada por una ciudadana española, laSra. Moreno Gómez, tras interponer varias demandas ante los diferentes órganos internos del sistema jurídico español(comenzando por Ayuntamiento de Valencia, pasando por el Tribunal Superior de Justicia de Valencia para terminarfinalmente ante el Tribunal Constitucional), en virtud del artículo 34 del Convenio mediante demanda interpuesta el 22 denoviembre de 2001. Doña Pilar alegaba una agresión al derecho de respeto a su domicilio e invocaba el artículo 8, debido a las degradaciones yruidos que tenía que soportar desde 1980 ya que en barrio en el que residía había varios establecimientos nocturnos ylocales musicales, los cuales sobrepasaban el nivel máximo de decibelios permitidos durante la noche y hasta altas horas. Los fundamentos jurídicos alegados por la demandante son la violación del artículo 8 del Convenio Europeo de DerechosHumanos y la aplicación del artículo 41 del mencionado Convenio. Finalmente, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos dio la razón a la demandante por haber sido violado su el Artículo 8del Convenio Europeo de los Derechos Humanos, el derecho al respeto del domicilio y de la vida privada. En el caso Ledyayeva y otras contra Rusia, el Tribunal establece que hubo violación del artículo 8 del Convenio. Lasdenunciantes, son cuatro habitantes de Cherepovets, un centro importante de producción de acero, situado a 300 Km NE deMoscú. Desde 1970 se instrumentan planes para disminuir la contaminación, pero existe una gran concentración de ciertassustancias peligrosas en las zonas residenciales, por encima de los niveles de seguridad.,[123]. El Tribunal, sostiene que en este caso, la demanda de las particulares, se sostiene sobre la base de la obligación positiva delos Estados de tomar medidas razonables y adecuadas para asegurar los derechos de las demandantes, amparados en elartículo 8 del Convenio. Consideraba el Tribunal, dos alternativas para resolver la situación de las demandantes, de un lado, el realojo de lasdemandantes, fuera de la zona y de otro lado, la reducción de la emisión tóxica.,[124] Por tanto, el Tribunal, se pronunció en el presente caso, en el mismo sentido que en el caso Fadeyeva y otras contra Rusia,declarando la violación del artículo 8 , por el incumplimiento por parte del Estado de las obligaciones positivas tendentes aasegurar los derechos de los particulares. Finalmente, entraremos a conocer el Caso Giacomelli contra Italia,[125]. La demanda presentada en el presente caso, sesostiene en la infracción del derecho de la demandante al respeto de su domicilio y de su vida privada, amparado bajo la letradel artículo 8 del Convenio. La demandante, vive en las cercanías de n planta de procesado y tratamiento de residuos especiales, catalogados comopeligrosos y no peligrosos. Alega que las perturbaciones de su Medio Ambiente, constituyen un riesgo para su salud y suhogar. El Tribunal, sostuvo en el presente caso que el hogar, suele ser el lugar donde la vida privada y familiar se desenvuelve, porlo que debe garantizarse el disfrute pacífico del mismo,[126] y declaró la responsabilidad del Estado, por el fallo en la

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regulación de las actividades del sector privado de forma correcta.,[127] Vemos que en los casos más reciente de la jurisprudencia del Tribunal analizados en este apartado, se protege el MedioAmbiente, por su vinculación directa con la violación del artículo 8 del Convenio. Sin embargo, sostenemos, que ello no implica un cambio en la tendencia jurisprudencial del Tribunal, con respecto a loscasos analizados en el epígrafe anterior. Más bien si no que entendemos, que esa tendencia jurisprudencial, será deaplicación, en aquellos casos, en los que se invoque el interés general por parte del particular, y esta invocación, quedesuficientemente probada, como ocurriera en el caso Taskin contra Turquía. A pesar de la existencia, de estas vías de protección, al amparo de la jurisprudencia evolutiva y cambiante del Tribunal, cuyabase, se sienta en el hecho de no ser un sistema cerrado, sino que se trata de un sistema abierto, que se adapta a lasnecesidades cambiantes de los tiempos, consideramos, de gran interés, la redacción de un futuro Protocolo Adicional, en elque se regule explícitamente, la protección del Medio Ambiente Adecuado, en el seno del Sistema del Convenio Europeo deDerechos Humanos. Este, será el objeto de análisis, del apartado siguiente y último de este trabajo de investigación. IV.2. La deseable inclusión de un derecho autónomo a un medio ambiente adecuado en el sistema del convenio porvia de un protocolo adicional de carácter sustantivo En cuanto a la idoneidad de la inclusión de un Derecho Autónomo a un Medio Ambiente Adecuado, nos manifestamos acordecon lo dispuesto en la Recomendación1614,[128] de la Asamblea del Consejo de Europa donde determina que es elmomento de considerar las vías legales a través de las cuales el Sistema Europeo de Protección de los Derechos Humanos,puede contribuir a la protección del Medio Ambiente, para ello, la Asamblea se apoya en el Principio 1 de la Declaración deEstocolmo y en el hecho de que numerosos países europeos hayan incorporado el Principio de Protección Medio Ambientalen sus constituciones y hayan expresado el deseo de otorgar reconocimiento legal a los derechos Medioambientales. Paraello propone la realización de un Protocolo Adicional al Convenio Europeo de Derechos Humanos, concerniente alreconocimiento del procedimiento individual para la protección del Medio Ambiente, en la línea de la Convención de Aarhus,[129],firmada por la Comunidad Europea y sus estados miembros, poniéndose una vez más de relieve, la interacciónexistente entre ambos sistemas. Hasta el momento, no se ha procedido, a la realización de un proyecto de Protocolo Adicional Sustantivo al ConvenioEuropeo de Derechos Humanos, a través del cual se reconozca el Derecho al Medio Ambiente como un Derecho Autónomo,cuya protección se pueda invocar per se, sin necesidad de apelar a la lesión de cualesquiera de los derechos reconocidos enel Convenio, o apelando a su protección mediante la invocación del interés general, como hemos visto anteriormente, en lasegunda parte del Capítulo tercero. Nuestra propuesta pasa por la presentación de un proyecto de Protocolo Adicional, donde se reconozca el Derecho al MedioAmbiente Adecuado, partiendo de la Recomendación 1614, a la que nos hemos referido con anterioridad, a lo largo denuestro estudio. A continuación, pasamos a presentar el Proyecto de Protocolo Adicional, de Protección del Derecho al Medio Ambiente. “Proyecto de protocolo no 15 al convenio europeo para la protección de los derechos humanos y de las libertadesfundamentales relativo a la protección del medio ambienteSevilla, XX.XX.XXXX Los Gobiernos signatarios, Miembros del Consejo de Europa, Resueltos a tomar medidas adecuadas para asegurarla garantía colectiva de derechos y libertades distintos de los que ya figuran en el Título I del Convenio para laprotección de los Derechos Humanos y de las libertades fundamentales, firmado en Roma en 4 de noviembre de1950 (denominado en adelante "el Convenio"). Han convenido lo siguiente: Artículo 1. Protección del Medio Ambiente.Las políticas de las Altas Partes Contratantes, integrarán y garantizarán la protección y conservación de un entorno con lacalidad de vida adecuada, así como la mejora de la calidad del medio ambiente, y el disfrute pacífico de un Medio AmbienteAdecuado, con arreglo al principio de desarrollo sostenible. Artículo 2. Acceso de los Particulares a la información sobre el Medio Ambiente.El presente Protocolo contempla derechos y obligaciones específicos en cuanto al acceso a la información, en particular en loque se refiere a los plazos de transmisión de la misma y los motivos que pueden alegar las autoridades públicas para rehusar

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el acceso a determinado tipo de informaciones. La negativa a proporcionar información se admite en tres casos:

• si la autoridad pública no dispone de la información solicitada;• si la solicitud es claramente abusiva o está formulada en términos demasiado generales;• si la solicitud se refiere a documentos que estén elaborándose.

La denegación de una solicitud está igualmente prevista por razones de secreto de las deliberaciones de las autoridadespúblicas, de defensa nacional, de seguridad pública, o para permitir la buena marcha de la justicia, así como paraconformarse al secreto comercial o industrial, los derechos de propiedad intelectual, el carácter confidencial de los datos o losintereses de un tercero que haya facilitado voluntariamente la información: tales motivos de denegación deben interpretarsede manera restrictiva y teniendo en cuenta el interés público que puede representar la divulgación de la información. La decisión de denegación debe ser motivada e indicar al solicitante las vías de recurso de que dispone. Las autoridades públicas deben mantener al día las informaciones de que disponen, para lo cual elaborarán listas, registros oficheros accesibles al público. Habrá de favorecerse la utilización de bases de datos electrónicas que incluyan informes sobreel estado del medio ambiente, la legislación, los planes o políticas nacionales y los convenios internacionales. Artículo 3. Derecho de Participación de los particulares en cuestiones relacionadas con el Medio Ambiente.El presente Protocolo determina que la participación debe estar garantizada en el procedimiento de autorización dedeterminadas actividades. El resultado de la participación del público deberá ser tenido debidamente en cuenta para ladecisión final de autorización de la actividad. Desde el inicio del proceso de toma de decisiones los ciudadanos estarán informados de los elementos siguientes:

• el asunto sobre el cual deberá adoptarse la decisión;• la naturaleza de la decisión que se tiene que adoptar;• la autoridad encargada de tomar la decisión;• el procedimiento previsto, incluidos los detalles prácticos del procedimiento de consulta;• el procedimiento de evaluación del impacto sobre el Medio.

Los plazos del procedimiento deberán permitir la participación efectiva de los interesados. Para la elaboración de los planes y programas relativos al medio ambiente se prevé un procedimiento simplificado. El Convenio invita igualmente a las Partes a impulsar la participación del público en la elaboración de políticas relativas almedio ambiente, así como en las normas y la legislación que pueda tener una incidencia significativa en el medio ambiente. Artículo 4. Principio de Precaución.Las políticas de las Altas Partes Contratantes, en materia de Medio Ambiente, se basarán en el Principio de Cautela. Artículo 5. Principio de Reparación de Daños Ambientales.Las Altas Partes Contratantes, velarán por la reparación de los daños causados al Medio Ambiente, mediante la restitucióndel estado de las cosas, al momento anterior de producirse la lesión, acorde con el principio de corrección de los atentados alMedio Amiente preferentemente en el lugar de origen, sin perjuicio de que se puedan establecer cualesquiera otras medidasde carácter indemnizatorio, en relación con los particulares afectados. Artículo 6. Aplicación territorial.Toda Alta Parte Contratante podrá, en el momento de la firma o de la ratificación del presente Protocolo o en cualquiermomento posterior, presentar al Secretario General del Consejo de Europa una declaración indicando la medida en que secompromete a que las disposiciones del presente Protocolo se apliquen a los territorios que se designen en dicha declaracióny de cuyas relaciones internacionales sea responsable. Toda Alta Parte Contratante que haya presentado una declaración en virtud del párrafo anterior podrá, periódicamente,presentar una nueva declaración que modifique los términos de cualquier declaración anterior o que ponga fin a la aplicacióndel presente Protocolo en un territorio cualquiera. Una declaración formulada conforme al presente artículo será considerada como si hubiera sido hecha conforme al párrafo 1.o del artículo 56 del Convenio.

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Artículo 7. Relaciones con el ConvenioLas Altas Partes Contratantes considerarán los artículos 1, 2 y 3 del presente Protocolo como artículos adicionales alConvenio y todas las disposiciones del Convenio se aplicarán en consecuencia. Artículo 8. Firma y ratificaciónEl presente Protocolo está abierto a la firma de los Miembros del Consejo de Europa, signatarios del Convenio; será ratificadoal mismo tiempo que el Convenio o después de la ratificación de éste. Entrará en vigor después del depósito de diezinstrumentos de ratificación. Para todo signatario que lo ratifique ulteriormente, el Protocolo entrará en vigor desde elmomento del depósito del instrumento de ratificación. Los instrumentos de ratificación serán depositados ante el Secretario General del Consejo de Europa, quien notificará a todoslos Miembros los nombres de aquellos que lo hubieran ratificado. Hecho en Sevilla, el xx de xxxxxx de xxxx, en francés e inglés, siendo ambos textos igualmente auténticos, en un soloejemplar, que será depositado en los archivos del Consejo de Europa. El Secretario General remitirá copia certificada a cadauno de los Gobiernos signatarios. ” Para la redacción del Presente Protocolo Adicional, tendente a la Protección del Medio Ambiente en el Sistema del ConvenioEuropeo de Derechos Humanos, nos hemos inspirado en la letra del artículo 37 ,[130] de la Carta de DerechosFundamentales de la Unión Europea,[131] a la que se le reconoce el mismo valor jurídico que a los tratados. La letra del artículo 37, se ha inspirado en los artículos 2 132, 6[133], 174, 175 y 176 [134] del Tratado de la ComunidadEuropea, así como el la letra del Convenio de Aarhus. Este vuelve a ser un claro ejemplo de interacción entre ambos Sistemas: El Sistema Europeo de Protección de DerechosHumanos y el Sistema Europeo de Integración Económica. Es un ejemplo de sinergia e interacción de carácter bidireccional,por un lado, hemos tenido la oportunidad de comprobar que el texto de la Carta de Derechos Fundamentales de la UE, estáfuertemente influido por la letra del Convenio Europeo de Derechos Humanos, como ejemplo, de ello hacemos referencia a laletra del artículo 2, donde se recoge el Derecho a la vida, y cuya letra está inspirada en la letra del artículo del artículo 1 delConvenio Europeo de Derechos Humanos, por lo que hemos considerado factible, utilizar la letra del artículo 37 de la Cartade Derechos Fundamentales de la UE, como inspiración para la redacción de nuestra propuesta de Protocolo Adicional alConvenio Europeo de Derechos Humanos. Somos conscientes, de las dificultades que presenta la firma por parte de los Estados del presente Protocolo propuesto, yaque entendemos que su entrada en vigor y consiguiente aplicación, puede conllevar una carga de tipo económico quemuchos de los Estados no estén dispuestos a afrontar. A pesar de ser conscientes de estas limitaciones, que exponemos en las conclusiones finales de nuestro estudio, no dejamosde defender el hecho de que este proyecto, por su interés e importancia, y por el tratamiento que recibe en el Convenio laprotección del Medio Ambiente adecuado, sea susceptible de estudio, para su posible inclusión en el sistema del Convenio. V. ConclusionesAl finalizar el presente trabajo de investigación podemos presentar las siguientes ideas –ejes de lo expuesto en páginasprecedentes:

1. Si tenemos en cuenta, otros mecanismos de protección de los Derechos Humanos, como los anteriormentemencionados (la Declaración de Estocolmo, la Declaración de Río, la Carta Africana y el Protocolo de San Salvador,entre otros), llegamos a la conclusión, de que el Derecho a un Medio Ambiente Adecuado, es un Derecho HumanoAutónomo, y como tal debería ser tratado en el Consejo de Europa y en sus instrumentos de Protección de losDerechos Humanos. 2. Por tanto sostenemos que debería de adoptarse un Protocolo Adicional en el marco del Consejo de Europa parareforzar la protección del Medio Ambiente, yendo más allá de la protección ofrecida por la jurisprudencia del TribunalEuropeo de Derechos Humanos, adaptándose a las circunstancias sociales existentes; y en el que no sea necesarioproteger el Medio Ambiente, hasta que este se encontró en peligro. 3. Su cristalización es necesaria ya que entendemos que la necesidad de conservar el Medio Ambiente es un prius parael desarrollo humano. 4. Como hemos tenido la oportunidad de comprobar a lo largo del presente estudio, el Medio Ambiente Adecuado, seprotege de forma indirecta a través de la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, y entendemos que

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se debe ir más allá y se debe proteger per se, como se expone en la Recomendación 1614 de la AsambleaParlamentaria del Consejo de Europa. 5. Hasta el momento, lo que realmente, se tutelan son los Derechos Civiles y Políticos reconocidos en el ConvenioEuropeo de Derechos Humanos y el Medio Ambiente se protege “par ricochet”, siendo inminente la necesidad delreconocimiento del Derecho a un Medio Ambiente Adecuado, como un derecho autónomo, respondiendo a la demandade los tiempos. 6. Las principales objeciones que podemos encontrar por parte de los Estados miembros a la adopción de este nuevoprotocolo adicional, serían fundamentalmente de carácter económico, preocupados por la excesiva carga económicaque puede ocasionar el aluvión de demandas por lesión al Medio Ambiente. 7. Esto se podría solucionar, minimizando el número de demandas por lesiones al Medio Ambiente, mediante laprofilaxis ambiental, es decir, destinando los medios necesarios para evitar que se produzcan atentados contra el MedioAmbiente. 8. Para los supuestos en los que esta alternativa no resultare efectiva, y los daños producidos, sean comoconsecuencia de una actividad empresarial negligente, los particulares, podrían exigir responsabilidades a dichasempresas, por mediación de los estados, operando así el efecto horizontal de dicho Protocolo Adicional y por extensióndel Convenio Europeo de Derechos Humanos. Entendemos que el “efecto horizontal” del Convenio y en este caso desu protocolo adicional, tiene cabida perfectamente en el marco de la jurisprudencia del Tribunal Europeo de DerechosHumanos, ya que la doctrina del Dritwirkung, entró en la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos dela mano del asunto Young, James y Webster, por el que el Convenio y sus protocolos particulares son aplicables a lasrelaciones entre particulares, y no sólo en las relaciones entre los poderes públicos y los particulares.

VI. Fuentes de conocimiento.VI.1. Documentos oficiales.1. Carta de la Tierra. Adoptada por la Asamblea de Naciones Unidas en 1982.2. Carta de los Derechos Fundamentales en la UE. DOCE, 18 de diciembre de 2000, C 364/3.3. Carta Africana sobre los Derechos Humanos y de los Pueblos. (Aprobada el 27 de julio de 1981, durante la XVIII Asamblea de Jefes deEstado y Gobierno de la Organización de la Unidad Africana, reunida en Nairobi, Kenia).4. Carta Social Europea. (Revisada). Estrasburgo, 3 de mayo de 1996.5. Convención de Aarhus. Adoptada en la Conferencia Ministerial “Medio Ambiente para Europa” celebrada en Aarhus, Dinamarca, el 25de junio de 1998. Ratificada el 29 de diciembre de 2004. 6. Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y LibertadesFundamentales. Roma 4 de noviembre de 1950.7. Declaración de Estocolmo, Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, Estocolmo del 5 al 16 de junio de 1972.(A/Conf. 48/14 (Rev. 1)).8. Declaración de Rio sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y elDesarrollo, Río De Janeiro del 3 al 14 de junio de 1992. (A/Conf. 151/26 (Vol. I)).9. Estatuto del Tribunal Internacional de Justicia, Anexo a la Carta de laOrganización de las Naciones Unidas. Adopción: 26 de junio de 1945. DO 17 de octubre de 1945.10. Informe Bruntland, 4 de agosto de 1987. (A/42/427).11. Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Adoptado y abierto a la firma, ratificación y adhesión por laAsamblea General en su resolución 2200 A (XXI), de 16 de diciembre de 1966. Entrada en vigor: 3 de enero de 1976, de conformidad conel artículo 27.12. Programa de la UNESCO El Hombre y la Biosfera. El hombre pertenece a la Tierra. UNESCO 1988.13. Recomendación 1614 de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa. 27 de junio de 2003.14. Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea (en la versión dada por el Tratado de Maastricht de 7 de febrero de 1992 y el Tratadode Ámsterdam de 2 de octubre de 1997) y modificado por el Tratado de Niza firmado el día 26 de febrero de 2001 (ley orgánica 3/2001, de6 de noviembre, por la que se autoriza la ratificación por España del Tratado de Niza día 26 de febrero de 2001. modificado por acta de 23de septiembre de 2003 (DO no L 236). VI. 2. Jurisprudencia manejada.VI.2.1. Casos del tribunal europeo de derechos humanos.1. Arrondelle contra Reino Unido. Decisión de la Comisión de 15 de julio de 1980.2. Athanassoglou y otros contra Suiza. Sentencia de 6 de abril de 200,3. Baggs contra Reino Unido. Sentencia de 1 de octubre de 1989.4. Balmer-Schafroth y otros contra Suiza. Sentencia de 26 de agosto de 19975. Coster contra Reino Unido. Sentencia de 18 de enero de 2001,6. Fredin contra Suecia. Sentencia de 18 de febrero de 1.9917. G. e Y. contra Noruega.8. Gorraiz Lizárraga contra España. Sentencia de 27 de abril de 2004.9. Guerra y otras contra Italia. Sentencia de 19 de febrero de 1998.10. Giacomelli contra Italia. Sentencia de 2 de noviembre de 2006.11. Hakanson y Sturesson contra Suecia. Sentencia de 21 de febrero de 1990.12. Hatton contra el Reino Unido. Sentencia de 2 de octubre de 2001 (Sala), y sentencia de 8 de julio de 2003 (Gran Sala).13. Kyrtatos contra Grecia. Sentencia de 22 de Mayo de 2003.

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14. Ledyayeva contra Rusia. Sentencia de 26 de octubre de 2006.15. López Ostras contra España. Sentencia de 9 de diciembre de 199416. Moreno Gómez contra España. Sentencia de 16 de noviembre de 200417. Pine Valley Developments Ltd. y otros contra Irlanda. Sentencia de 29 de noviembre de 1991,18. Powell y Rayner contra Reino Unido. Sentencia de 21 de febrero de 1991.19. Saliba contra Malta. Sentencia de 8 de noviembre de 2005. Taskin contra Turquía. Sentencia de 10 de noviembre de 200420. X. e Y. c. la República Federal de Alemania. Decisión de inadmisibilidad de 13 de Mayo de 1976.21. Zander contra Suecia. Sentencia de 25 de noviembre de 1994. VI.2.2. Casos de la corte interamericana de derechoshumanos.1. Claude Reyes contra Chile. Sentencia de 19 de septiembre de 2006. Serie C No. 1512. Comunidad Indígena Sawhoyamaxa contra Paraguay. Sentencia de 29 de marzo de 2006. Serie C No. 146.3. Comunidad Indígena Yakye Axa contra Paraguay. Sentencia de 17 de junio de 2005.Serie C No. 125.4. Mayagna Sumo Awas Tigni contra Nicaragua. Sentencia de 31 de agosto de 2001.5. Comunidad Indígena Sawhoyamaxa contra Paraguay. Sentencia de 29 de marzo de 2006. Serie C No. 79. VI.2.3. Casos del tribunal internacional de justicia1. Asunto Hungría contra Eslovaquia, conocido como Gabcikovo-Nagymaros. Sentencia de 25 de septiembre de 1997.2. Acuerdo Arbitral de 15 de abril de 1935. Recueil des Sentences Arbitrales, (RSA), Nations Unies vol.III Pp. : 1906-1982.3. Decisión de 16 de abril de 1938. Recueil des Sentences Arbitrales, (RSA), Nations Unies vol.III Pp. : 1906-1982. VI.2.4. Laudos1. Laudo Arbitral de 11 de marzo de 1941. Recueil des Sentences Arbitrales, (RSA), Nations Unies vol..III Pp. : 1906-1982.2. Laudo Arbitral Isla de Palmas. Sentencia de 4 de abril de 1928. Recueil des Sentences Arbitrales, (RSA), Nations Unies vol. II. Pp.: s.829 y ss. VI.3. Bibliografía consultada-ACEVEDO, Mariana T.: “The Intersection of Human Rights and Environmental Protection in the European Court of Human Rights”. Enlínea: New York University Environmental Law Journal. Volume 8, pp. 437-496. Issue 2. Students Articles. 1999/2000. Formato html,Disponibleen Internet: http://www.law.nyu.edu/journals/envtllaw/issues/vol8/2/v8n2a1.pdf .Consultado el 8 de julio de 2007. -ARA PINILLA, Ignacio: Las Transformaciones de los Derechos Humanos. Madrid. Editorial Tecnos. 1990- ALSTON, Philip: "Conjuring up new Human Rights: a proposal for quality control". American Journal of International Law. Vol. 78, No3, Julio, 1984, pp. 607-621. - BELL, Stuart & MCGILLIWAY, Donald: Environmental Law. Blackstone. London. 2000. 5th Edition. - BELLVER CAPELLA, Vicente: Ecología: de las razones a los derechos. Editorial Comares. Granada, 1994. -BETANCOR RODRIGUEZ, Andrés: Instituciones de Derecho Ambiental. Las Rozas. Madrid. Editorial D.L. 2001. - BOUAZZA ARIÑO, Omar: “Respeto a la vida privada y protección del medio ambiente en la jurisprudencia del Tribunal Europeo deDerechos Humanos”. Revista de la Administración Pública. 2003, 160 Página(s): 167-213 -BOYLE, A. E. / BIRNIE, P. W.: International Law & the Environment. Second Edition. Oxford University Press. 2002. -BOYLE, A.E. /FREESTONE, D.:International Law and Sustainable Development: Past achievements and future challenges. 2001. N.Y. OUP. - CARRILLO DONAIRE, Juan y GALÁN, Roberto: “¿Hacia un derecho fundamental a un medio ambiente adecuado? Comentarioentorno al Asunto López Ostra c. España, resuelto por la Sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de 9 de diciembre de1994)”. Civitas Revista de Derecho Administrativo. Abril-junio, 1995, No 86 p. 271-286. -CARRILLO SALCEDO, Juan Antonio: “El Convenio Europeo de Derechos Humanos”. La protección internacional de los derechoshumanos en los albores del siglo XXI. Coordinadores: Gómez Isa, Felipe, Pureza, José Manuel. 2004. Ed. Universidad Deusto. Pp.:395-440. -El Convenio Europeo de Derechos Humano. Editorial Tecnos, Madrid, Edición de2003. -Soberanía de los Estados y Derechos Humanos en Derecho Internacional Contemporáneo. Editorial Tecnos, Madrid Primera Edición de1.995, Reimpresión de 1996. -CATALA BAS, Alejandro H.: “La calidad de vida como elemento integrante de los derechos a la integridad física y moral y a laintimidad”. Revista General de Derecho. 2000. Vol. 670- 671. Pp.: 9157- 9182.

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-URIBE VARGAS, Diego: La Tercera Generación de los Derechos Humanos y la Paz. Plaza & Janes, Bogotá 1983. -« La troisième génération des droits de l'homme ». Recueil des Cours de l’Académie de droit Internationale de la Haya.. Vol. 184(1984-I). Pp.: 355-376. -VASAK, Karel: « Revisiter la troisième génération des droits de l'homme avant leur codification » Héctor Gross Espiell amicorum liber:persona humana y derecho internacional. Vol.2. 1997. Pp. : 1649-1679. -VELASCO CABALLERO, Francisco: “La Protección del Medio Ambiente ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. (Comentarioa la Sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en el caso “López Ostra contra España””. Revista Española de DerechoConstitucional. Año 15. Núm. 45. Septiembre-Diciembre 1995. Pp.:305-324. -VERCHER, Antonio: “Derechos humanos y medio ambiente”. Claves de razón práctica. Año 1998, Núm. 84.Pp. 14-21.

NOTAS

[1] Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, Vol. 2, pp.:1478. 22ª Edición. 2001[2] Confer KISS A.C. Y SHELTON D.: Manual of European Environmental Law, Cambridge Grotius. 1993. 1ª Edición.[3] Confer KISS A.C. Y SHELTON D.: Manual of European Environmental Law, Cambridge Grotius. 1993. 1ª Edición.[4] Programa de la UNESCO El Hombre y la Biosfera. El Hombre Pertenece a la Tierra. UNESCO 1988.[5]Confer LOPERENA ROTA D.: Los principios del derecho ambiental. IVAP. Organismo Autonómico del Gobierno Vasco. MonografíasCivitas. 1998 1ª Edición.[6] Confer Rousseau, J.J.: Discurso sobre las ciencias y las artes. Editorial Libsa SA, 2000.[7] Confer Marcuse, H.: El hombre unidimensional. Editorial Sex Barral. Barcelona. 1968.[8] Confer Perkins Marsh, G.: Man and Nature. Texto completo disponible en : http://memory.loc.gov/cgi- bin/query/r?ammem/consrvbib:@FIELD(NUMBER(vg07))|.[9]Laudo Arbitral Isla de Palmas. Sentencia de 4 de abril de 1928. Recueil des Sentences Arbitrales, (RSA), Nations Unies vol. II. Pp.:829y ss.[10] Acuerdo Arbitral de 15 de abril de 1935. Decisión de 16 de abril de 1.938. Laudo Arbitral de 11 de marzo de 1941. Recueil desSentences Arbitrales, (RSA), Nations Unies vol. III Pp. : 1906-1982.[11] Confer CARRILLO SALCEDO J.A.: Soberanía de los Estados y Derechos Humanos en Derecho Internacional Contemporáneo.Editorial Tecnos. Madrid. 1995. 1o Edición. Reimpresión 1996.[12] Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Humano, 5-16 de Junio de1972. (A/CONF.48/14/Rev.1). Declaración de Río deJaneiro sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de 1992. (A/CONF.151/26/Vol.1).[13]Confer KISS A.C. Y SHELTON D.: Manual of European Environmental Law, Cambridge Grotius. 1993. 1a Edición.[14] ALSTON, PH.: “Conjuring up New Human Rights: A Proposal for Quality Control”. American Journal of International Law. Vol. 78,No 3, Julio, 1984, pp. 607-621.[15] Confer KISS A.C. Y SHELTON D.: Manual of European Environmental Law, Cambridge Grotius. 1993. 1a Edición.[16] Sentencia de la CIJ de 25 de septiembre de 1997en el asunto Hungría contra Eslovaquia, conocido como Asunto Gabcikovo-Nagymaros. Opinión separada del juez Weeramantry.[17] VASAK, K.: Héctor Gross Espiell amicorum liber: persona humana y derecho internacional. « Revisiter la troisième génération desdroits de l'homme avant leur codification » Vol.2. 1997. Pp. : 1649-1679.[18] URIBE VARGAS, D.: Recueil des Cours. « La troisième génération des droits de l'homme ». Vol. 184 (1984-I). Pp.: 355-376.[19] PÉREZ LUÑO, A.E.: Las Generaciones de Derechos Fundamentales. “Revista del Centro de Estudios Constitucionales”. Núm.10,Septiembre-Diciembre 1.991. Pp.: 203-217.[20] PÉREZ LUÑO, A.E.: “Las Generaciones de Derechos Fundamentales”, op.cit. Pp.: 203-217.[21] Confer URIBE VARGAS, D.: La Tercera Generación de los Derechos Humanos y la Paz. Plaza & Janes, Bogotá 1983.[22] Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Humano, 5-16 de Junio de1972. (A/CONF.48/14/Rev.1).[23] Confer Uribe Vargas D.: La Tercera Generación de los Derechos Humanos y la Paz. Op.cit.[24] Sentencia de la CIJ de 25 de septiembre de 1997en el asunto Hungría contra Eslovaquia, conocido como Asunto Gabcikovo-Nagymaros.[25]USTE RUIZ, J.: Derecho Internacional del Medio Ambiente. Internacional del Medio Ambiente” Madrid McGraw-HillInteramericana de España, 1999. Madrid. Pp. 3-87.[26]Artículo 38.1. La Corte, cuya función es decidir conforme al derecho internacional las controversias que le sean sometidas, deberá aplicar:a. las convenciones internacionales, sean generales o particulares, que establecen reglas expresamente reconocidas por los Estadoslitigantes;b. la costumbre internacional como prueba de una práctica generalmente aceptada como derecho;c. los principios generales de derecho reconocidos por las naciones civilizadas;d. las decisiones judiciales y las doctrinas de los publicistas de mayor competencia de las distintas naciones, como medio auxiliar para ladeterminación de las reglas de derecho, sin perjuicio de lo dispuesto en el Artículo 59.2. La presente disposición no restringe la facultad de la Corte para decidir un litigio ex aequo et bono, si las partes así lo convinieren.[27] Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Adoptado y abierto a la firma, ratificación y adhesión por laAsamblea General en su resolución 2200 A (XXI), de 16 de diciembre de 1966. Entrada en vigor: 3 de enero de 1976, de conformidad con

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el artículo 27. Artículo 12:1. Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud física ymental.2. Entre las medidas que deberán adoptar los Estados Partes en el Pacto a fin de asegurar la plena efectividad de este derecho, figurarán lasnecesarias para:a) La reducción de la mortinatalidad y de la mortalidad infantil, y el sano desarrollo de los niños;b) El mejoramiento en todos sus aspectos de la higiene del trabajo y del medio ambiente;c) La prevención y el tratamiento de las enfermedades epidémicas, endémicas, profesionales y de otra índole, y la lucha contra ellas;d) La creación de condiciones que aseguren a todos asistencia médica y servicios médicos en caso de enfermedad.[28] Carta Africana sobre los Derechos Humanos y de los Pueblos. (Aprobada el 27 de julio de 1981, durante la XVIII Asamblea de Jefesde Estado y Gobierno de la Organización de la Unidad Africana, reunida en Nairobi, Kenia). Artículo 24: Todos los pueblos tendránderecho a un entorno general satisfactorio favorable a su desarrollo.[29] Protocolo de San Salvador. (Protocolo Adicional a la Convención Americana Sobre Derechos Humanos en materia de DerechosEconómicos, Sociales y Culturales). (Aprobado en San Salvador el 17 de noviembre de 1988).Artículo 11: Derecho a un Medio Ambiente Sano1. Toda persona tiene derecho a vivir en un medio ambiente sano y a contar con servicios públicos básicos.2. Los Estados partes promoverán la protección, preservación y mejoramiento del medio ambiente.[30] APEREZ LUÑO A.E.: “Las Generaciones de Derechos Fundamentales”. Op.cit. Pp.203-217[31] PEREZ LUÑO A.E.: “Las Generaciones de Derechos Fundamentales”. Op.cit. Pp.203-217[32] LOPERENA ROTA, D.: Los Principios del Derecho Ambiental. IVAP. Organismo Autonómico del Gobierno Vasco. MonografíasCivitas. 1a Edición.[33] VASAK, K.: “Revisiter la troisième Génération des ... ». op.cit. Pp.: 1649-1679.[34] ORDANO FRAGA, J.: La Protección del Derecho a un Medio Ambiente Adecuado. “Capítulo III. El derecho ambiental”. Cuadernosde Derecho Privado, 59. José María Bosch Editor, S.A. 1995. Pp. 140-146.[35] Artículo 8: Derecho al respeto a la vida íntima y familiar.1. Toda persona tiene derecho al respeto de su vida privada y familiar, de su domicilio y de su correspondencia.2. No podrá haber injerencia de la autoridad pública en el ejercicio de este derecho, sino en tanto en cuanto esta injerencia esté prevista porla ley y constituya una medida que, en una sociedad democrática sea necesaria para la seguridad nacional, la seguridad pública, el bienestareconómico del país, la defensa del orden y la prevención del delito, la protección de la salud o de la moral, o la protección de los derechosy libertades de los demás.[36] Asunto Mayagna (Sumo) Awas Tingni c. Nicaragua, Sentencia de 31 de Agosto de 2001. Serie C No.79.[37] Claude Reyes contra Chile. Sentencia de 19 de septiembre de 2006. Serie C No. 151[38] Ver parágrafos 6 y 10 del Voto Razonado Conjunto del Asunto Mayagna (Sumo) Awas Tigni c. Nicaragua, Sentencia de 31 de Agostode 2001. Serie C No. 79.[39] Resolución aprobada por la Asamblea General, 13 de septiembre de 2007.[40] Caso Comunidad Indígena Yakye Axa Vs. Paraguay. Sentencia 17 de junio de 2005. Serie C No. 125, Caso Comunidad IndígenaSawhoyamaxa Vs. Paraguay. Sentencia de 29 de marzo de 2006. Serie C No.146.[41] Caso Claude Reyes y otros Vs. Chile. Sentencia de 19 de septiembre de 2006. Serie C No. 151[42]Artículo 13. Libertad de Pensamiento y de Expresión1. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundirinformaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o porcualquier otro procedimiento de su elección.2. El ejercicio del derecho previsto en el inciso precedente no puede estar sujeto a previa censura sino a responsabilidades ulteriores, lasque deben estar expresamente fijadas por la ley y ser necesarias para asegurar:a) el respeto a los derechos o a la reputación de los demás, ob) la protección de la seguridad nacional, el orden público o la salud o la moral públicas.3. No se puede restringir el derecho de expresión por vías o medios indirectos, tales como el abuso de controles oficiales o particulares depapel para periódicos, de frecuencias radioeléctricas, o de enseres y aparatos usados en la difusión de información o por cualesquiera otrosmedios encaminados a impedir la comunicación y la circulación de ideas y opiniones. 4. Los espectáculos públicos pueden ser sometidospor la ley a censura previa con el exclusivo objeto de regular el acceso a ellos para la protección moral de la infancia y la adolescencia, sinperjuicio de lo establecido en el inciso 2.5. Estará prohibida por la ley toda propaganda en favor de la guerra y toda apología del odio nacional, racial o religioso que constituyanincitaciones a la violencia o cualquier otra acción ilegal similar contra cualquier persona o grupo de personas, por ningún motivo, inclusivelos de raza, color, religión, idioma u origen nacional.[43] Recomendación 1614(2003) de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa. 27 de junio de 2003.[44] Vercher Noguera, A.: Claves de la Razón Práctica. “Derechos Humanos y Medio Ambiente”. Julio/Agosto 1.998. Núm. 84. Pp.:14-21.[45] García San José, D..: Derechos y Libertades: Revista del Instituto Bartolomé de las Casas; “El Derecho Humano al Medio Ambiente:Algunas Reflexiones en torno a su concretización”. 1999, Año 4, No. 7, pp. 233-251. ISSN: 1133 0937.[46] Caso de Baggs c. Reino Unido. Sentencia de 1de Octubre de 1985. Caso de Powell y Rayner c. Reino Unido. Sentencia de 21 deFebrero de 1990. Caso de Hatton y otros c. Reino Unido. Sentencia de 2 de Octubre de 2001 y de 28 de julio de 2003.[47] Vercher Noguera, A.: «Derechos Humanos y Medio Ambiente »op. cit. pp. : 8-21[48] X. e Y. c. la República Federal de Alemania. Demanda no 7407/76. Decisión de inadmisibilidad de 13 de Mayo de 1976.[49] García San José, D. I.: Enforcing the Human Right to Environment in Europe. A Critical Overview of the European Court of HumanRights Case-Law. “Chapter 3: The creative approach to a human right to environment by the European Bodies”. Editorial Kronos SA.2004. Pp. 29. (Dr. S. c. la República Federal de Alemania. Demanda no 715/60. Decisión de inadmisibilidad de 5 de agosto de 1969 nopublicada).[50] Bouazza Ariño, O.: Revista de la Administración Pública. “Respeto a la vida privada y protección del Medio Ambiente en lajurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos”. 2003, 160, pp. 167.

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[51] Ver Supra: Epígrafe II.1.[52] Confer CARRILLO SALCEDO, J.A.: El Convenio Europeo de los Derechos Humanos. Editorial Tecnos. 2003. Madrid.(Mensaje a los Europeos del Congreso Europeo celebrado en la Haya del 8 al 10 de mayo de 1948. Extraído de El ConvenioEuropeo de Derechos Humanos).[53] Caso Arrondelle c. Reino Unido. Decisión de la Comisión de 15 de Julio de 1980.[54] VERCHER NOGUERA, A.: Claves de la Razón Práctica. “Derechos Humanos y Medio Ambiente”. Julio/Agosto 1.998. Núm. 84.Pp. 18-19.[55] VERCHER NOGUERA, A.: Claves de la Razón Práctica. “Derechos Humanos y Medio Ambiente”. Julio/Agosto 1.998. Núm. 84.Pp. 19.[56] Caso Powell y Rayner contra Reino Unido. Sentencia de 21 de febrero de 1.990.[57] Caso Powell y Rayner contra Reino Unido. Sentencia de 21 de febrero de 1.990. Parágrafo25.[58] Caso Powell y Rayner contra Reino Unido. Sentencia de 21 de febrero de 1.990. Parágrafo37.[59] Caso Powell y Rayner contra Reino Unido. Sentencia de 21 de febrero de 1.990. Parágrafo 41.[60] Caso Powell y Rayner contra Reino Unido. Sentencia de 21 de febrero de 1.990.Parágrafo 43.[61] Caso Powell y Rayner contra Reino Unido. Sentencia de 21 de febrero de 1.990. Parágrafo 45.[62] Caso López Ostra contra España. Sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de 9 de Diciembre de 1994.[63] Caso Guerra y otras contra Italia. Sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de 19 de febrero de 1998.[64] Caso Leander contra Suecia. Sentencia de 26 de Marzo de 1987, Parágrafo 74.[65]Caso Hatton c. Reino Unido, Sentencia de 2 de octubre de 2001.[66] GARCÍA SAN JOSÉ, D.:. “Ruido Nocturno e Insomnio: Los derechos a la vida privada y familiar y al respeto del domicilio frente alinterés general de los vuelos de aviones durante la noche”. Revista Española de Derecho Constitucional Año 22. Núm. 64. Enero-Abril2.002. Pp.: 239-260.[67] Caso Hatton c. Reino Unido, STEDH de 2 de octubre de 2001.Parágrafo 96 y 97.[68] Caso Hatton c. Reino Unido, STEDH de 2 de octubre de 2001. Parágrafo97.[69] Caso Hatton contra Reino Unido. Sentencia de 8 de julio de 2003. Decisión de la Gran Sala.[70] Caso Dudgeon contra Reino Unido. Sentencia de 22 de octubre de 1981.[71] CARRILLO SALCEDO, J. A.: El Convenio Europeo de Derechos Humanos, Capitulo primero: “El Convenio Europeo de DerechosHumanos y sus Protocolos Adicionales Normativos”. Editorial Tecnos, Madrid, 2003. Pp.: 17-37.[72] Artículo 8. Derecho al respeto a la vida privada y familiar.1. Toda persona tiene derecho al respeto de su vida privada y familiar, de su domicilio y de su correspondencia.2. No podrá haber injerencia de la autoridad pública en el ejercicio de este derecho, sino en tanto en cuanto esta injerencia esté prevista porla ley y constituya una medida que, en una sociedad democrática, sea necesaria para la seguridad nacional, la seguridad pública, elbienestar económico del país, la defensa del orden y la prevención del delito, la protección de la salud o de la moral, o la protección de losderechos y las libertades de los demás.Artículo 9. Libertad de pensamiento, de conciencia y de religión.1. Toda persona tiene derecho a la libertad del pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho implica la libertad de cambiar dereligión o de convicciones, así como la libertad de manifestar su religión o sus convicciones individual o colectivamente, en público o enprivado, por medio del culto, la enseñanza, las prácticas y la observación de los ritos.2. La libertad de manifestar su religión o sus convicciones no pueden ser objeto de más restricciones que las que, previstas por la Ley,constituyen medidas necesarias, en una sociedad democrática, para la seguridad pública, la protección del orden, de la saludo o de la moralpúblicas, o la protección de los derechos o las libertades de los demás.Artículo 10. Libertad de expresión.1. Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o decomunicar informaciones o ideas, sin que pueda haber injerencia de autoridades públicas y sin consideración de fronteras. El presenteartículo no impide que los Estados sometan a las empresas de radiodifusión, de cinematografía o de televisión, a un régimen deautorización previa.2. El ejercicio de estas libertades, que entrañan deberes y responsabilidades, podrá ser sometido a ciertas formalidades, condiciones,restricciones o sanciones previstas por la ley, que constituyan medidas necesarias, en una sociedad democrática, para la seguridad nacional,la integridad territorial o la seguridad pública, la defensa del orden y la prevención del delito, la protección de la saludo de la moral, laprotección de la reputación o de los derechos ajenos, para impedir la divulgación de informaciones confidenciales o para garantizar laautoridad y la imparcialidad del poder judicial.Artículo 11. Libertad de reunión y de asociación.1. Toda persona tiene derecho a la libertad de reunión pacífica y a la libertad de asociación, incluido el derecho de fundar, con otras,sindicatos y de afiliarse a los mismos para la defensa de sus intereses.2. El ejercicio de estos derechos no podrá ser objeto de otras restricciones que aquellas que, previstas por la ley, constituyan medidasnecesarias, en una sociedad democrática, para la seguridad nacional, la seguridad pública, la defensa del orden y la prevención del delito, laprotección de la salud o de la moral, o la protección de los derechos y libertades ajenos. El presente artículo no prohíbe que se imponganrestricciones legítimas al ejercicio de estos derechos para los miembros de las fuerzas armadas, de la policía o de la Administración delEstado.[73] GARCÍA SAN JOSÉ, D.I.: Los derechos y libertades fundamentales en la sociedad europea del siglo XXI, “Introducción General”,Secretariado de Publicaciones. Universidad de Sevilla, Sevilla, 2.001. Pp.:17-28.[74] CARRILLO SALCEDO, J.A.: El Convenio Europeo...op.cit. Pp.: 31-32.[75] Confer ESER, A.: “Delito Ecológico”, Revista de Derecho Público, núm. 100-101, julio-diciembre, 1985.[76] Caso Handyside c. Reino Unido. Sentencia de 7 de diciembre de1976.[77] Sobre esta cuestión puede verse Los derechos y libertades fundamentales en la sociedad europea del siglo XXI. Op. cit., pp. 67-74.[78] Caso Buckley c. Reino Unido. Sentencia de 25 de septiembre de 1996.[79] GARCÍA SAN JOSÉ, D.I.: Los derechos y libertades fundamentales en la sociedad europea del siglo XXI, op.cit. Pp.: 74-78.[80] Caso Hakanson y Sturesson contra Suecia. Sentencia de 21 de febrero de 1990. Caso Fredin contra Suecia. Sentencia de 18 de febrerode 1990. Caso Pine Valley Development contra Irlanda. Sentencia de 21 de noviembre de 1991.

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[81] Caso Hakansson y Sturesson contra Suecia. Sentencia de 21 de febrero de 1990. Parágrafo 8.[82] Caso Hakansson y Sturesson contra Suecia. Sentencia de 21 de febrero de 1990. Parágrafo 9.[83]"Toda persona física o moral tiene derecho al respeto de sus bienes. Nadie podrá ser privado de su propiedad, sino por causa deutilidad pública y en las condiciones previstas por la Ley y los principios Generales del Derecho internacional. Las disposicionesprecedentes se entienden sin perjuicio del derecho de los Estados de poner en vigor las leyes que consideren necesarias para lareglamentación del uso de los bienes de acuerdo con el interés General o para garantizar el pago de los bienes de los impuestos u otrascontribuciones o de las multas".[84] Caso Hakansson y Sturesson contra Suecia. Sentencia de 21 de febrero de 1990. Parágrafo 44.[85] Caso Hakansson y Sturesson contra Suecia. Sentencia de 21 de febrero de 1990. Parágrafo 51.[86] Caso Hakansson y Sturesson contra Suecia. Sentencia de 21 de febrero de 1990. Parágrafo 52.[87] Caso Fredin contra Suecia. Sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de 18 de febrero de 1.991.[88] Caso Fredin contra Suecia. Sentencia de 18 de febrero de 1991. Parágrafo 8.[89] Sentencia Fredin contra Suecia. Sentencia de 18 de febrero de 1991. Parágrafo 10.[90] Caso Pine Valley Developments contra Irlanda. Sentencia de 21 de Noviembre de 1991.[91] Caso Pine Valley Developments contra Irlanda. Sentencia de 21 de Noviembre de 1991.Parágrafo 9.[92] Caso Coster contra Reino Unido. Sentencia de 18 de enero de 2001. Decisión de la Gran Sala.[93] Véase también los casos Beard contra Reino Unido, sentencia de 18 de enero de 2001; Chapman contra Reino Unido, sentencia de 18de enero de 2001Lee contra Reino Unido, sentencia de 18 de enero de 2001 y Jane Smith contra Reino Unido, sentencia de 18 de enero de2001.[94] Caso Coster contra Reino Unido. Sentencia de 18 de enero de 2001. Decisión de la Gran Sala. Parágrafo 107.[95] Caso Zander Contra Suecia. Sentencia de 25 de noviembre de 1993.[96] Caso Balmer-Schafroth contra Suiza. Sentencia de 26 de agosto de 1997.[97] Caso Balmer-Schafroth contra Suiza. Sentencia de 26 de Agosto de 1997. Voto disidente del juez Pettiti seguida por los juecesGölcüklü, Walsh. Russo, Valticos, Lopes Rocha, y Jambrek.[98] Caso Athanassoglou contra Suiza. Sentencia de 6 de abril de 2000.[99] Caso Athanassoglou contra Suiza. Sentencia de 6 de abril de 200. Parágrafo 52.[100] Caso Gorraiz-Lizárraga contra España. Sentencia de 27 de abril de 2004. Parágrafo 34.[101] Caso Gorraiz-Lizárraga contra España. Sentencia de 27 de abril de 2004. Parágrafo 35.[102] Caso Gorraiz-Lizárraga contra España. Sentencia de 27 de abril de 2004. Parágrafo 36.[103]Caso Kyrtatos contra Grecia. Sentencia de 22 de mayo de 2003.[104] Caso Kyrtatos contra Grecia. Sentencia de 22 de mayo de 2003. Opinión parcialmente disidente del señor juez Zagrebelsky.[105] Caso Kyrtatos contra Grecia. Sentencia de 22 de mayo de 2003. Parágrafo 53.[106] Caso Taskin contra Turquía. Sentencia de 10 de noviembre de 2004.[107] Caso Taskin contra Turquía. Sentencia de 10 de noviembre de 2004. Parágrafo 107.[108] Caso Taskin contra Turquía. Sentencia de 10 de noviembre de 2004. Parágrafo 111 y 112.[109] Caso Taskin contra Turquía. Sentencia de 10 de noviembre de 2004. Parágrafo 113 y 114.[110] Caso SEGI y Gestoras Pro-Amnistía contra los Estados miembros de la Unión Europea. Sentencia de 23 de mayo de 2002. VerCARRILLO SALCEDO J.A.: El Convenio Europeo de Derechos Humanos. “Capítulo tercero: El tribunal Europeo de DerechosHumanos”. 2003. Madrid. Editorial Tecnos Pp.: 50- 59.[111] Caso Soering contra Reino Unido. Sentencia de 7 de julio de 1989.[112] Caso Jabari contra Turquía. Sentencia de 11 de julio de 2000.[113] Confer JORDANO FRAGA, Jesús: La Protección del Derecho a un Medio Ambiente Adecuado. 1995. Barcelona. José María BoschEditores S.A.[114] Artículo 46. Fuerza obligatoria y ejecución de las sentencias. 1. Las Altas Partes Contratantes se comprometen a acatar lassentencias definitivas del Tribunal en los litigios en que sean partes. 2. La sentencia definitiva del Tribunal será transmitida al Comité deministros, que velará por su ejecución.[115] CARRILLO SALCEDO, J.A.: El Convenio Europeo de Derechos Humanos, Capitulo primero: “El Convenio Europeo de DerechosHumanos y sus Protocolos Adicionales Normativos”. Editorial Tecnos, Madrid, 2.003. Pp.: 63-72.[116] SALADO OSUNA, A.: “Efecto y ejecución de las Sentencias del Tribunal de Estrasburgo” Derecho Constitucional para el sigloXXI: actas del VIII Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional. Editorial Aranzadi.Vol.1, 2006, pp.1833-1850.[117] SALADO OSUNA, A.: “La responsabilidad internacional del estado por violaciones de derechos humanos: la obligación de repararen los sistemas regionales de protección” Soberanía del Estado y derecho internacional: homenaje al profesor Juan Antonio CarrilloSalcedo. Coordinadores Marina Vargas Gómez-Urrutia, Ana Salinas de Frías, “La responsabilidad Editado por la los Secretariados dePublicaciones de las Universidades de Málaga, Córdoba y de Sevilla. Vol. 2, 2005, pp. 1251-1271.[118] Artículo 41. Satisfacción equitativa. Si el Tribunal declara que ha habido violación del Convenio o de sus Protocolos, y si el derechointerno de la Alta Parte Contratante sólo permite de manera imperfecta reparar las consecuencias de dicha violación, el Tribunal concederáa la parte perjudicada, si así procede, una satisfacción equitativa.[119] SALADO OSUNA, A.: “La responsabilidad internacional del estado por violaciones de derechos humanos: la obligación de repararen los sistemas regionales de protección” op.cit. pp. 1256. 120 Caso Saliba contra Malta. Sentencia de 8 de noviembre de 2004.[120] Caso Saliba contra Malta. Sentencia de 8 de noviembre de 2004.[121] MARTIN RETORTILLO BAQUER, L.: “La defensa cruzada de los derechos: La protección del medio ambiente en laJurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humano”. Anuario Jurídico de la Rioja. No 10, 2005.[122] Caso Moreno Gómez contra España. Sentencia de 16 de noviembre de 2004.[123] Caso Ledyayeva y otras contra Rusia. Sentencia de 26 de octubre de 2004. (Parágrafo 10).[124] Caso Ledyayeva y otras contra Rusia. Sentencia de 26 de Octubre de 2006. (Parágrafo 103).[125] Caso Giacomelli contra Italia. Sentencia de 2 de noviembre de 2006.[126] Caso Giacomelli contra Italia. Sentencia de 2 de noviembre de 2006. Parágrafo 76.[127] Caso Giacomelli contra Italia. Sentencia de 2 de noviembre de 2006. Parágrafo 78.[128] Recomendación 1614(2003) de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa. 27 de junio de 2003.

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[129] Convención de Aarhus. Adoptada en la Conferencia Ministerial “Medio Ambiente para Europa” celebrada en Aarhus, Dinamarca, el25 de junio de 1998. Ratificada el 29 de diciembre de 2004.[130] Artículo 37: Protección del medio ambiente. Las políticas de la Unión integrarán y garantizarán con arreglo al principio dedesarrollo sostenible un alto nivel de protección del medio ambiente y la mejora de su calidad.[131] En junio de 1999, con el fin de destacar su importancia, el Consejo Europeo de Colonia consideró oportuno recoger en una Carta losderechos fundamentales vigentes en la UE. De acuerdo con las expectativas de los Jefes de Estado o de Gobierno, esta Carta debíacontener los principios generales recogidos en el Convenio del Consejo de Europa de 1950, los derivados de las tradicionesconstitucionales comunes de los Estados miembros, los derechos fundamentales reservados a los ciudadanos de la Unión y los derechoseconómicos y sociales enunciados en la Carta social europea y en la Carta comunitaria de los derechos sociales y fundamentales de lostrabajadores, así como los principios que se derivan de la jurisprudencia del Tribunal de Justicia y del Tribunal Europeo de DerechosHumanos. La Carta fue elaborada por una convención compuesta por representantes de los Jefes de Estado o de Gobierno de los Estadosmiembros, un representante del Presidente de la Comisión Europea, y miembros del Parlamento Europeo y de los Parlamentos nacionales.Formalmente adoptada en Niza en diciembre de 2000 por los Presidentes del Parlamento Europeo, el Consejo y la Comisión, representa uncompromiso político sin efecto jurídico obligatorio. En el Tratado de Lisboa por el que se modifican los tratados, actualmente en curso deratificación, la Carta adquirirá un carácter vinculante mediante la inserción de una mención por la que se le reconoce el mismo valorjurídico que los Tratados. A tal efecto, la Carta fue proclamada una segunda vez en diciembre de 2007.[132] Artículo 2. La Comunidad tendrá por misión promover, mediante el establecimiento de un mercado común y de una unióneconómica y monetaria y mediante la realización de las políticas o acciones comunes contempladas en los artículos 3 y 4, un desarrolloarmonioso, equilibrado y sostenible de las actividades económicas en el conjunto de la Comunidad, un alto nivel de empleo y deprotección social, la igualdad entre el hombre y la mujer, un crecimiento sostenible y no inflacionista, un alto grado de competitividad y deconvergencia de los resultados económicos, un alto nivel de protección y de mejora de la calidad del medio ambiente, la elevación delnivel y de la calidad de vida, la cohesión económica y social y la solidaridad entre los Estados miembros.[133] Artículo 6. Las exigencias de la protección del medio ambiente deberán integrarse en la definición y en la realización de las políticasy acciones de la Comunidad a que se refiere el artículo 3, en particular con objeto de omentar un desarrollo sostenible.[134] Artículo 174.1. La política de la Comunidad en el ámbito del medio ambiente contribuirá a alcanzar los siguientes objetivos:La conservación, la protección y la mejora de la calidad del medio ambiente;La protección de la salud de las personas;La utilización prudente y racional de los recursos naturales;El fomento de medidas a escala internacional destinadas a hacer frente a los problemas regionales o mundiales del medio ambiente.2. La política de la Comunidad en el ámbito del medio ambiente tendrá como objetivo alcanzar un nivel de protección elevado, teniendopresente la diversidad de situaciones existentes en las distintas regiones de la Comunidad. Se basará en los principios de cautela y deacción preventiva, en el principio de corrección de los atentados al medio ambiente, preferentemente en la fuente misma, y en el principiode quien contamina paga. En este contexto, las medidas de armonización necesarias para responder a exigencias de la protección del medioambiente incluirán, en los casos apropiados, una cláusula de salvaguardia que autorice a los Estados miembros a adoptar, por motivosmedioambientales no económicos, medidas provisionales sometidas a un procedimiento comunitario de control.3. En la elaboración de su política en el área del medio ambiente, la Comunidad tendrá en cuenta:Los datos científicos y técnicos disponibles;Las condiciones del medio ambiente en las diversas regiones de la Comunidad;Las ventajas y las cargas que puedan resultar de la acción o de la falta de acción;El desarrollo económico y social de la Comunidad en su conjunto y el desarrollo equilibrado de sus regiones.4. En el marco de sus respectivas competencias, la Comunidad y los Estados miembros cooperarán con los terceros países y lasorganizaciones internacionales competentes. Las modalidades de la cooperación de la Comunidad podrán ser objeto de acuerdos entre éstay las terceras partes interesadas, que serán negociados y concluidos con arreglo al artículo 300. El párrafo precedente se entenderá sinperjuicio de la competencia de los Estados miembros para negociar en las instituciones internacionales y para concluir acuerdosinternacionales.Artículo 175.1. El Consejo, con arreglo al procedimiento previsto en el artículo 251 y previa consulta al Comité Económico y Social y al Comité de lasRegiones, decidirá las acciones que deba emprender la Comunidad para la realización de los objetivos fijados en el artículo 174.2. No obstante el procedimiento de toma de decisiones contemplado en el apartado 1, y sin perjuicio del artículo 95, el Consejo, porunanimidad, a propuesta de la Comisión y previa consulta al Parlamento Europeo, al Comité Económico y Social y al Comité de lasRegiones, adoptará:a. Disposiciones esencialmente de carácter fiscal;b. Las medidas que afecten a:• La ordenación territorial;• La gestión cuantitativa de los recursos hídricos o que afecten directa o indirectamente a la disponibilidad de dichos recursos;• La utilización del suelo, con excepción de la gestión de los residuos;c. Las medidas que afecten de forma significativa a la elección por un Estado miembro entre diferentes fuentes de energía y a la estructurageneral de su abastecimiento energético.El Consejo, en las condiciones previstas en el párrafo primero, podrá definir las materias mencionadas en el presente apartado sobre lascuales las decisiones deban ser tomadas por mayoría cualificada. Disposiciones esencialmente de carácter fiscal; Medidas de ordenaciónterritorial y de utilización del suelo con excepción de la gestión de los residuos y las medidas de carácter general, así como medidasrelativas a la gestión de los recursos hídricos; Medidas que afecten de forma significativa a la elección por un Estado miembro entrediferentes fuentes de energía y a la estructura general de su abastecimiento energético. El Consejo, en las condiciones previstas en elprimer párrafo, podrá definir las materias mencionadas en el presente apartado sobre las cuales las decisiones deban ser tomadas pormayoría cualificada.3. En otros ámbitos, el Consejo adoptará, con arreglo al procedimiento previsto en el artículo 251 y previa consulta al Comité Económico ySocial y al Comité de las Regiones, programas de acción de carácter general que fijen los objetivos prioritarios que hayan de alcanzarse. ElConsejo adoptará, en las condiciones previstas en el apartado 1 o en el apartado 2, según el caso, las medidas necesarias para la ejecución

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de dichos programas.4. Sin perjuicio de determinadas medidas de carácter comunitario, los Estados miembros tendrán a su argo la financiación y la ejecución dela política en materia de medio ambiente.5. Sin perjuicio del principio de quien contamina paga, cuando una medida adoptada con arreglo a lo dispuesto en el apartado 1 impliquecostes que se consideren desproporcionados para las autoridades públicas de un Estado miembro, el Consejo establecerá, en el propio actode adopción de dicha medida, las disposiciones adecuadas en forma de: Excepciones de carácter temporal, Apoyo financiero con cargo alFondo de Cohesión creado de conformidad con lo dispuesto en el artículo 161, o ambas posibilidades.Artículo 176.Las medidas de protección adoptadas en virtud del artículo 175 no serán obstáculo para el mantenimiento y la adopción, por parte de cadaEstado miembro, de medidas de mayor protección. Dichas medidas deberán ser compatibles con el presente Tratado y se notificarán a laComisión.

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