LA PULSERA MÁGICA: LIBRO DECIMOSEGUNDO Ada y...

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LA PULSERA MÁGICA: LIBRO DECIMOSEGUNDO Amy Tree Ilustrado por Gwen Millward Ada y los hombres tojo

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LA PULSERA MÁGICA: LIBRO DECIMOSEGUNDO

Amy Tree

Ilustrado por Gwen Millward

Ada y los hombres

tojo

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PORTEROS

trol

runicornio

fénix

cíclope

hada

ogro

doncella de hielo

dragón

bruja de arena

sirena

monstruo

ermitaña

N MONTAÑAS C OPO DE NI EVE

Torre de Zorgan

LAS MON EDA S

BAHÍA DE LA HERRA DURA

COLINA DEL FARO L

EL PA ÍS DE HIELO

EL BO SQU EO SCU RO

MLA

Castillo de Morbrecia

Palacio de la reina Talismán

ISLA ESTRELLA

P LAYA DE LAS

CONCHAS

RÍO

DE

LA

SD

O

SLUNAS

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KARISMA

EPANTANO

DEL CORAZÓNCAMPOS

DE TRÉBOLES

PA NTANOS

MONTE DE LA FORTUNA

BAHÍ A D E LO S D ELFI NES

BAHÍA MA RIPOSA

SE LVA

PU NTA D E LA LLAVE

C A B O D E L GAT O

RO CA D E LA S I R ENA

Estanque Plateado

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Cuando Talismán se convirtió en reina de Karisma,la hermosa y sabia Orfebre le hizo un regalo precioso.Era una pulsera de la que colgaban trece amuletosde plata, que la Orfebre llamó «talismanes» enhonor a la nueva reina.

Era la ley de Karisma: cada vez que había unnuevo gobernante, la Orfebre le hacía un regaloespecial para ayudarlo a cuidar el mundo quehabía heredado. Y en este caso se trataba de unapulsera. La Orfebre explicó a la reina Talismánque la pulsera era mágica porque sus amuletostenían el poder de controlar las fuerzas de lanaturaleza y mantenerlas en equilibrio. Debíaprotegerlos con el máximo cuidado. Mientrasella, y solo ella, los tuviera en su poder, todoiría bien.

Y así fue hasta que la pulsera fue robada poruna araña y cayó en manos de Zorgan, el mago.¡Entonces llegó el caos!

Los trece talismanesde Karisma

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Uno

¡Ada estaba atrapada en latorre de Zorgan! La bruja

había cerrado la puerta de golpe yhabía echado la llave. Ada la vio porla ventana montada en una escoba,con sus andrajosos harapos negrosflotando al viento como las alas deun cuervo.

Ada no podía creer que la hubieraengañado con tanta facilidad y sehubiera separado de la pulsera delos talismanes mágicos. Paseandocerca del palacio de la reinaTalismán, se había topado conuna hermosa mujer de pelo largoy plateado y ojos deslumbrantes.La amable desconocida habíadicho ser la Orfebre y le había

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prometido devolverle la pulsera de plata a la reina.Ada la creyó, pero en cuanto se apoderó de la pulsera,¡la mujer se convirtió en una horrible bruja! Al mo -mento siguiente, Ada se encontró encerrada en latorre del mago, sin tener ni idea de cómo había llegadohasta allí. ¡Estaba muy, muy asustada!

De repente, la bruja voló hasta la ventana y Adamiró horrorizada su espantoso rostro, más arrugadoque una patata vieja. La arpía se rió de Ada a tra-vés del cristal. De un dedo huesudo, colgaba la pul-sera de los talismanes de plata...

–¡Devuélvemela! –gritó Ada–. ¡Déjame marchar!

–¡Ada, baja! ¡El desayuno está listo!Ada se despertó al oír a su padre, Nic, que la lla-

maba desde el piso de abajo. Se sentó en la cama,meneó la cabeza y se dio cuenta de que todo habíasido una horrible pesadilla Eran las nueve y diez dela mañana. Su despertador digital no dejaba de so-nar. Lo apagó y salió de la cama de un salto.

–¡Ya voy, papá! ¡Bajo en cinco minutos!¡La pesadilla había sido tan real! Ada sabía que no

tenía ningún sentido, pero, por si acaso, abrió su jo-yero especial para comprobar que la pulsera y los ta-lismanes seguían en su interior. Así era. Ahí estaban,a salvo, los once talismanes resplandecientes, engan-chados en la cadena de plata. Contenta, cerró la tapa

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y se dirigió a la ventana. Era una soleada mañana desábado y en el cielo no se veía ninguna bruja, solouna esponjosa nube blanca que a Ada le recordó a untrébol de cuatro hojas. Un signo de la suerte. Y, enmenos de una hora, iba a montar a Plata, su poni favo-rito, en el picadero de Carla.

–¡Estoy deseando montar! –le dijo a su osito Alfi.Corrió al cuarto de baño. Mientras se acicalaba, se

dijo así misma que debía dejar de pensar en lo queZorgan le dijo sobre la Orfebre.Pero, desde su últimaaventura en Karisma,no podía quitárselo de lacabeza. ¿Sería la Orfebre,en realidad, una bruja?«No me extraña que tenga pesadillas», pensó.Se lavó y se cepilló losdientes, y luego se detuvoa mirarse en el espejo.

–Nada me detendrá en mi búsqueda de lostalismanes –dijo–. Solome quedan dos. ¡Y losvoy a encontrar!

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¿Recuerdas lo que ocurrió? Encontrarás la últimaaventura de Ada en Karisma en el libro decimoprimero: El espejo del engaño.

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Minutos más tarde, se vistió con la camisa, lospantalones y las botas de montar en un tiempo ré-cord. Luego, tras colgarse el relicario con las fotosde sus padres, bajó corriendo a la cocina.

Después de desayunar, su padre la llevó en coche alpicadero. De camino, fueron hablando sobre la bar-bacoa que Nic había planeado para esa tarde.

–He mandado un mensaje a Madi,Gemma y Eli –dijo Ada–. Pue-

den venir.–¡Estupendo! –dijo Nic–.

Yo he invitado aunos amigos. Están

deseando conocera Carla. ¡Me pa-

rece increíbleque llevemos casiun año saliendo!

–¡Genial! –dijo Ada.Tenía mucho cariño a su pro-

fesora de equitación; se preguntaba cómo se sentiríasi su padre y Carla decidían casarse. Sentada en elasiento trasero del coche, Ada se puso a soñar des-pierta. Su madre, Pola, había muerto cuando ella eraun bebé, pero seguía sintiendo lealtad hacia ella. Leparecería raro tener una nueva madre. De todas for-

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mas, esperaba que a Pola no le importara lo de Car-la, porque era muy simpática...

Al poco tiempo, Nic dejó la transitada carretera ytomó el camino de tierra que llevaba al picadero. Elrecorrido estaba flanqueado por prados con vallasmuy pulcras. Mientras aparcaba, Ada vio a Olivia,una chica a la que conocía del colegio, que tenía supropio poni, Bruma, en la cuadra de Carla. Olivia eramuy pija y a Ada no le caía bien en absoluto. Su ma-dre estaba hablando con Carla y, por la expresión deesta, Ada se dio cuenta de que algo no le parecía bien.

Tras una breveconversación, Carla se acercóa ellos con sus dulces ojosazules llameando furiosos.

–¿Problemas? –preguntóNic. Carla le parecía inclusomás atractiva cuando estabaenfadada.

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–La madre insiste en que hahabido alguna confusión con la

clase de Olivia –dijo Carla–.Dice que habíamos quedadoa las diez. Lo he comprobado.¡Era a las once! Pero me ha

amenazado con llevarse a Brumaa otra caballeriza si no la

cambio...–¡La vieja bruja! –murmuró Ada.–¡Adi! –le advirtió Nic–. ¡No

seas maleducada!–Ya lo he arreglado –dijo Carla–,

pero me temo que esta mañana tendrás que esperarun poco, Ada.

–No pasa nada –dijo Ada; estaba desilusionada,pero sabía que no era culpa de Carla–. Mientras es-pero, echaré una mano en los establos.

–Bien –dijo Nic–. Hasta luego, entonces. No lle-gues tarde a la barbacoa. ¡Cocino yo!

Carla le dio un beso fugaz.–Yo llevaré a Ada a casa –le dijo–. No te preocu-

pes. ¡Llegaremos con tiempo de sobra!

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