La reina que dio calabazas al caballero de la armadura oxidada (resumen)

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LA REINA QUE DIO CALABAZAS AL CABALLERO DE LA ARMADURA OXIDADA” de Rosetta Forner (ideas a retener) Si de verdad buscas y aspiras a sentar a un verdadero rey en el trono de tu vida, olvídate de ser pasiva y reactiva. Sal al mundo y muéstraselo. A buen seguro que habrá un hombre maravilloso buscando o anhelando en su alma a alguien tan fantástica como tú, y ese hombre será muy afortunado por tener el amor de un ser tan especial: una reina con toda su corona. Puede que él nunca se haya planteado tener una relación con alguien como tú. Puede que no lo haya hecho porque, sencillamente, al no haber conocido nunca a nadie como tú no se pudo imaginar que existiese alguien así en carne y hueso, en el mundo mundial. Pero cuando te haya conocido no querrá pasar el resto de su vida sin ti. [...] Nunca te escondas de tu destino, pues si finges ser quien no eres, él pasará de largo porque pensará que eres una pasiva damisela ignorante de su propia valía y expectante de un caballero que la rescate de su olvido existencial y dé sentido a sus días. No te hagas eso. Nunca, ni por nada ni por nadie, traiciones tu integridad. Sé siempre tú misma y tu rey te hallará. [...] Amar a un rey no es cualquier cosa: no finge, no miente, no espera, no manipula, no engaña, no tergiversa, no te dice lo que quieres oír sino lo que piensa o siente; va a su aire pero cuenta contigo, te hace preguntas directas pues quiere saber si la relación tiene posibilidades... Igual deberías hacer tú. [...] Recuerda: sólo siendo tú, auténticamente tú, y mostrándoselo al mundo, podrás atraer a tu rey. Si quieres un rey, has de ser una reina con la corona bien puesta y plantar cara a los dragones que haga falta. Nunca hagas caso de esos miedicas que te dicen que las reglas del cortejo afirman que las mujeres nunca toman la iniciativa ni exhiben de buenas a primeras toda su luz y su fuerza para no asustar al caballero. En su lugar, actúan en función de lo que el caballero hace y no hace, procurando adaptarse a sus deseos para ver si así le cazan. ¡Manda a paseo todas esas falsas reglas de ese cortejo trasnochado! Pégale una patada a la palabrería barata que ha complicado la vida a tantas mujeres y a tantos hombres (no lo olvidemos) y pásate al club de las reinas que aprendieron a dar calabazas a los caballeros de armadura demasiado oxidada. [...] Las reinas buscamos reyes. Aspiramos a encontrarlos, por ello hemos de creer que existen. De otra manera nos tiraríamos de la corona y nos iríamos a las cruzadas sin remisión. Si existimos las reinas, han de existir los reyes. [...] Una reina tiene confianza, sabe que todo llega para el que sabe esperar y sigue buscando activamente. Una reina nunca se detiene. Una reina nunca tira la toalla ante ninguna dificultad. [...] Mientras haya mujeres que vayan por la vida de damiselas de diadema floja, habrá hombres que sólo serán caballeros de armadura demasiado oxidada.

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Algunas ideas a tener en cuenta :-)

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“LA REINA QUE DIO CALABAZAS AL CABALLERO DE LA ARMADURA OXIDADA” de Rosetta Forner (ideas a retener) Si de verdad buscas y aspiras a sentar a un verdadero rey en el trono de tu vida, olvídate de ser pasiva y reactiva. Sal al mundo y muéstraselo. A buen seguro que habrá un hombre maravilloso buscando o anhelando en su alma a alguien tan fantástica como tú, y ese hombre será muy afortunado por tener el amor de un ser tan especial: una reina con toda su corona. Puede que él nunca se haya planteado tener una relación con alguien como tú. Puede que no lo haya hecho porque, sencillamente, al no haber conocido nunca a nadie como tú no se pudo imaginar que existiese alguien así en carne y hueso, en el mundo mundial. Pero cuando te haya conocido no querrá pasar el resto de su vida sin ti. [...] Nunca te escondas de tu destino, pues si finges ser quien no eres, él pasará de largo porque pensará que eres una pasiva damisela ignorante de su propia valía y expectante de un caballero que la rescate de su olvido existencial y dé sentido a sus días. No te hagas eso. Nunca, ni por nada ni por nadie, traiciones tu integridad. Sé siempre tú misma y tu rey te hallará. [...] Amar a un rey no es cualquier cosa: no finge, no miente, no espera, no manipula, no engaña, no tergiversa, no te dice lo que quieres oír sino lo que piensa o siente; va a su aire pero cuenta contigo, te hace preguntas directas pues quiere saber si la relación tiene posibilidades... Igual deberías hacer tú. [...] Recuerda: sólo siendo tú, auténticamente tú, y mostrándoselo al mundo, podrás atraer a tu rey. Si quieres un rey, has de ser una reina con la corona bien puesta y plantar cara a los dragones que haga falta. Nunca hagas caso de esos miedicas que te dicen que las reglas del cortejo afirman que las mujeres nunca toman la iniciativa ni exhiben de buenas a primeras toda su luz y su fuerza para no asustar al caballero. En su lugar, actúan en función de lo que el caballero hace y no hace, procurando adaptarse a sus deseos para ver si así le cazan. ¡Manda a paseo todas esas falsas reglas de ese cortejo trasnochado! Pégale una patada a la palabrería barata que ha complicado la vida a tantas mujeres y a tantos hombres (no lo olvidemos) y pásate al club de las reinas que aprendieron a dar calabazas a los caballeros de armadura demasiado oxidada. [...] Las reinas buscamos reyes. Aspiramos a encontrarlos, por ello hemos de creer que existen. De otra manera nos tiraríamos de la corona y nos iríamos a las cruzadas sin remisión. Si existimos las reinas, han de existir los reyes. [...] Una reina tiene confianza, sabe que todo llega para el que sabe esperar y sigue buscando activamente. Una reina nunca se detiene. Una reina nunca tira la toalla ante ninguna dificultad. [...] Mientras haya mujeres que vayan por la vida de damiselas de diadema floja, habrá hombres que sólo serán caballeros de armadura demasiado oxidada.

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[...] Una reina, como tiene dignidad, no se rebaja a comer las migajas que le ofrece un caballero que, pensando que está muerta de hambre, le aceptará cualquier cosa con tal de no estar sola. Una reina se merece a alguien que no sólo sepa amarla sino, sobre todo y ante todo, que esté dispuesto a hacerlo. Harta de besar armaduras frías e inertes, quiere ser abrazada por unos brazos reales, tanto por su característica de regios como de veraces, auténticos... No aceptará más abrazos en los que el sentimiento es alimentado por la frialdad de la armadura y su óxido, asqueada de tener que usar disolvente para eliminar las manchas de óxido que dicho tipo de armaduras deja en sus reales ropajes. [...] Dicen que expandirnos todo aquello que creemos. Que lo que vemos fuera no es sino un reflejo de lo que tenemos dentro. La Vida nos trata según nos tratamos a nosotros mismos. Por tanto, si crees que no hay hombres buenos, reyes en su alma, no los hallarás. Si piensas que todos los hombres son inmaduros, huyen del compromiso, no saben amar, gustan de mujeres damiselas de diademas flojas, así será. Eso será lo que hallarás a tu paso vital. Pregúntate si no serás tú la que no está preparada para un rey. Quizá seas tú la que no se sienta reina en su alma. A veces, la solución está más cerca y es más simple de lo que pensamos. Si quieres atraer a un rey, deberás ser una reina. [...] Nunca aguantes a un caballero de armadura demasiado oxidada... Mándale a cultivar calabazas y que demuestre que es digno de una reina. Sólo un joyero es capaz de reconocer una piedra preciosa. Sólo un rey de verdad, aunque esté en fase de caballero envuelto en armadura oxidada, es capaz de rescatarse a sí mismo si quiere hacerlo. Tú, dale calabazas. Y si es él quien te las da a ti, pues... plántalas y ¡haz un negocio de ello!"