La Renovación de La Historiografía Contemporánea- Arostegui

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Córdoba, E. Matías La renovación historiográfica contemporánea – AROSTEGUI Julio 1 LA RENOVACIÓN DE LA HISTORIOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA LA ÉPOCA DE LOS GRANDES PARADIGMAS La historiografía experimentó un impresionante avance con posterioridad a la segunda guerra mundial. Las corrientes historiográficas del siglo XX coinciden en una cosa: dejar de considerar que la historia es una crónica basada en los testimonios que nos han trasmitido las generaciones anteriores para pasar a ser una investigación, para que justamente la palabra historia vuelva a tomar su significado que proviene del griego: investigación. En el siglo XIX aparece la preceptiva historiográfica, un nuevo tipo de reflexión sobre la historia, cuyo lugar central lo ocuparía la ciencia. La historiografía tradicional se centra en una concepción narrativa, episódica, descriptiva, fruto de una tradición erudita muy a lo siglo XIX. La historiografía positivista es la de los “hechos”, establecidos a través de los documentos, inductivista, narrativa, desde luego, pero sujeta a “MÉTODO”. La escuela positivista es también conocido como “escuela metódica” porque su preocupación es la de poseer un método de análisis sobre las fuentes, y de este modo lograr el progreso de la historiografía, y rechazaba todo tipo de teoría y de filosofía. La disciplina de la historiografía, en el sentido moderno de este término, fue fundada en el transcurso de los siglos XIX y XX, a través de un cuerpo de reglas y

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LA RENOVACIÓN DE LA HISTORIOGRAFÍA CONTEMPORÁNEA

LA ÉPOCA DE LOS GRANDES PARADIGMAS

La historiografía experimentó un impresionante avance con posterioridad a la segunda guerra mundial.

Las corrientes historiográficas del siglo XX coinciden en una cosa: dejar de considerar que la historia es una crónica basada en los testimonios que nos han trasmitido las generaciones anteriores para pasar a ser una investigación, para que justamente la palabra historia vuelva a tomar su significado que proviene del griego: investigación.

En el siglo XIX aparece la preceptiva historiográfica, un nuevo tipo de reflexión sobre la historia, cuyo lugar central lo ocuparía la ciencia.

La historiografía tradicional se centra en una concepción narrativa, episódica, descriptiva, fruto de una tradición erudita muy a lo siglo XIX.

La historiografía positivista es la de los “hechos”, establecidos a través de los documentos, inductivista, narrativa, desde luego, pero sujeta a “MÉTODO”.

La escuela positivista es también conocido como “escuela metódica” porque su preocupación es la de poseer un método de análisis sobre las fuentes, y de este modo lograr el progreso de la historiografía, y rechazaba todo tipo de teoría y de filosofía.

La disciplina de la historiografía, en el sentido moderno de este término, fue fundada en el transcurso de los siglos XIX y XX, a través de un cuerpo de reglas y preceptos metodológicos establecidos bajo la influencia del historicismo y el positivismo.

Los tres grandes núcleos de innovación historiográficas que han hegemonizado la época brillante de la segunda posguerra – la historiografía marxista, la escuela de los “Annales” y la historiografía cuantitativista- han surgido y se han aglutinado en torno a centros de interés bien diversos. La escuela de Annales es el primer movimiento historiográfico del siglo XX que nace en el campo mismo de la investigación histórica, mientras que los otros dos se los considera como núcleos paradigmáticos que llegaron a la historiografía. El marxismo ha sido la teoría de las ciencias humanas que ha dado a la historiografía una dimensión de mayor alcance en el campo teórico general de la realidad histórica.

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La influencia de Annales ha sido, sin dudas, extensa y profunda y ha contribuido a una revolución formal de la historiografía académica. Se han sucedido tres generaciones de historiadores que se han identificado comúnmente, la primera, con la época de los fundadores, Febvre y Bloch, la segunda representada por Braudel, y por otros nombres de su generación como Morazé, Mandrou, etc. La tercera resulta más difícil de identificar en sus aspectos generacionales y científico, porque en la descendencia de Braudel aparecen figuras como Le Roy Ladurie, Le Goff, Duby, entre otros.

Se trataba de recusar la historia superficial y simplista que se detiene en la superficie de los acontecimientos. Desde ahí se va a la crítica a fondo de “hecho histórico” que es una de las más importantes y perdurables de la escuela a la epistemología histórica.

EL historiador no encuentra “hechos” sino que tiene que analizar la realidad apoyado en su propio raciocinio, porque no hay realidad histórica ya hecha que se entregue espontáneamente al historiador. Ello es lo que lleva a los fundadores a enfatizar el adjetivo “social” para caracterizar el nuevo tipo de práctica que proponen.

“Historia-problema” frente a la “historia-relato”. La obra pasa a ser “temática” y no meramente descripción de secuencias cronológicas. El oficio del historiador es el de resolver problemas y ya no el de narrar episodios.

La aportación de Annales significó también un extraordinario desarrollo de nuevas temáticas y un interés por el uso de nuevos tipos de fuentes. La propuesta de una historiografía abierta a todos los conocimientos del hombre es otra de las grandes aportaciones de la escuela viva hasta el día de hoy. Braudel formula la primer idea de “historia total”

Esta nueva historia nació como una rebelión contra “la historia positivista del siglo XIX”. Provocaría una revolución en la concepción del documento histórico y, en consecuencia, en las formas de entender la crítica documental. Febvre había señalado que la historia se hacía con documentos, como quería la escuela metódica, pero también sin ellos y con otros muchos tipos de evidencias que no eran sólo las escrituras.

Desde el seno de la escuela nunca formuló nadie una aproximación suficiente a una teoría de la sociedad. Annales ha tenido una importante aportación a las cuestiones metodológicas de la historiografía, pero escasa en cuanto a la teoría tanto constitutiva como disciplinar.

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Annales significó en alguna medida el establecimiento de un “paradigma” historiográfico, una nueva “ortodoxia”, la que rechazaba la historiografía del “hecho histórico” pero no en el grado en que lo significó el marxismo o el estructuralismo-cuantitativismo. Así son tres los ámbitos en los que podían manifestarse las propuestas de la nueva historia: nuevos problemas a estudiar, nuevos métodos y nuevos campos de estudios. Los integrantes de Annales no has forjado una nueva “concepción de la historia”. Los hombres de la escuela renunciaron explícitamente a la “filosofía”.

Los más influyentes responsables del nacimiento de la escuela no se ponían de acuerdo sobre si la historiografía era o no una ciencia. Febvre hablaba de “estudio científicamente elaborado” y Bloch, sin embargo, de “ciencia de los hombres en el tiempo”. Al no estar clara la naturaleza de la ciencia ni haber una explicita reflexión sobre ello, no hablaban nunca de teoría.

La historia de las mentalidades ha dado lugar al estudio de un amplio espectro de cuestiones que han ido desde la actitud ante la muerte hasta la infancia, la brujería, las maneras de mesa, el sentimiento religioso y todo el amplio conjunto de actitudes e ideas colectivas reunidas bajo el rótulo de “l’imaginaire”.

La influencia del marxismo ha sido profunda en la historia de las ciencias sociales, particularmente desde los años treinta de nuestro siglo y , en especial, en los decenios posteriores a la segunda guerra mundial. A diferencia de la escuela de Annales de impronta casi exclusiva francesa, el marxismo posee una difusión y una importancia de naturaleza supranacional, que junto a unos principios obviamente comunes ligadas siempre al desarrollo general de la filosofía y la teoría social marxista en cada caso.

El materialismo histórico se perfila en la obra de Marx y Engels en la encrucijada hstórica de los años cuarenta del siglo XIX.

Pierre Vilar ha señalado que la obra de Marx “introdujo a la historia dentro de la ciencia”, pero que, al mismo tiempo, el “concepto de historia” en una exégesis marxista no estaba aún construido. Señaló también que Marx es “el primer estudioso que ha propuesto una teoría general de las sociedades en movimiento”.

El método de análisis marxista de todo proceso histórico tiene como eje la DIALÉCTICA. Pero no es sencillo explicar qué se quiere decir con dialéctico, más allá de la idea de las contradicciones inherente a toda realidad- tesis y antítesis- y su superación ene una nueva síntesis. Para el marxismo, estas contradicciones no se producen, como pretendía Hegel, en el movimiento de

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las ideas sino en las condiciones materiales básicas. Las “relaciones de producción” son la categoría absolutamente distintiva de cada estadio histórico. Pero en el plano de la realidad histórica concreta, los modos de producción no se presentan nunca de la manera que el modelo parece establecer, sino con peculiaridades específica que obligan a introducir el concepto de “formación social” específica.

J. Fontana ha caracterizado el desarrollo del materialismo histórico, desde la muerte de Friedrich Engels en 1895 hasta nuestros días, como “un doble proceso de desnaturalización y de recuperación”, de manera simultánea. A la muerte de Engels sobreviene una primera crisis en cuyo contexto se desenvuelve un revisionismo como el representado por Bernstein en Alemania.

La publicación de la obra de Maurice Dobb, Estudios sobre el desarrollo del capitalismo en 1946 puede tenerse por el momento de partida de un extraordinario desarrollo de la historiografía marxista en los países occidentales. La primera obra de gran influencia hecha desde una inspiración marxista en Francia es la Ernest Labrousse, que es el padre de la historia cuantificada en aquel país. Junto a Labrousse la otra figura del marxismo historiográfico francés es Pierre Vilar.

El marxismo ha sido determinante en la renovación de una historiografía británica anclada hasta la segunda guerra mundial en su sempiterna tradición liberal whig.

Lo más destacado de los marxistas británicos reside en lo que aportan de fundamentación conceptual. Han hecho una contribución importante en la investigación histórica y en la definición del proceso histórico y de los fundamentos de la disciplina. E. Hobsanwm es el miembro del grupo que ha tratado temas de la historia no británica, y E. Thompson ha escrito la obra más llamativa.

Lo que Thompson ha destacado siempre es el proceso de creación de una cultura específica de clase a través de las luchas sociales. La clase no es una estructura sino una cultura.

De la crisis general del marxismo empezó a hablarse en los años finales de la década de los setenta. El marxismo de los años ochenta se ha abierto a un gran número de corrientes que transitan por las teorías de las ciencias sociales y de la historiografía apta para todo tipo de renovaciones.

El movimiento cuantificador se introdujo en la historia económica y ha seguido siendo esencial hasta el día de hoy, al menos desde los años treinta. Simon

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Kuznets es el referente de mayor influencia con su análisis del crecimiento económico. En la actualidad son ciertamente escasos los sectores de la investigación cuyo horizonte sea la cuantificación, y menos aún el cuantitativismo, aunque el caso de la historia de la economía es particular. Es por ello que en la historiografía llamada cuantitativista conviene hablar de dos grandes grupos de proyectos. Uno, el representado por la CLIOMETRIA que es el verdadero proyecto cuantitativista, y el otro, el de una historia ESTRUCTURAL-CUANTITATIVISTA que ha hecho un amplio uso también de la medida, de la estadística, del modelo informático inclusive, de la cuantificación en definitiva.

Medir los valores de las variables que intervienen en un determinado proceso histórico, económico o no, y hacer con ellos manipulaciones estadísticas no es todavía una historia cuantitativa, sino cuantificada. La historia “cuantitativa” es aquella que se construye sobre un modelo general explicativo de un fenómeno de suficiente alcance, un modelo que no tiene otra lectura sino la matemática, porque está construido matemáticamente y que adquiere el rango epistemológico de una explicación. En la historia “cuantificada” la explicación puede estar basada en modelos igualmente pero no matematizados. El primero fue el intento de la historia económica americana(New Economic History) y el segundo, representado por una parte de la historiografía de los Annales, y por representantes no ligados a esta escuela.

La época de la historiografía cuantitativista fue la de los años setenta.

LA CRISIS DE LOS GRANDES PARADIGMAS

La época de las grandes propuestas paradigmáticas, las del marxismo, de Annales, del estructural-cuantitativismo, a la que se ha asistido entre los años cuarenta y ochenta, ha dado paso a una época de CRISIS DE PARADIGMAS y de búsqueda de formas nuevas de investigación y de expresión. La idea de una historiografía-ciencia ha perdido, a fines del siglo XX, gran parte de su fuerza y su atractivo.

Aparición de los REVISIONISMOS.

Tres pueden ser las perspectivas que logren dar solución a esa crisis: una es la microhistoria, cuyo objetivo a representado la vuelta al sujeto individual de lo histórico. Otra, la “nueva historia cultural”, más cercana ahora de los problemas de la representación, de la mediación de los lenguajes en las formas de captación del mundo por el sujeto individual o colectivo. La tercera, una forma

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de resurgimiento de la historia de inspiración social-estructural, heredera tanto de la historia social como de la sociología histórica, a la que se podría denominar “ciencia histórica socio-estructural”

El último cuarto de nuestro siglo se presenta como época de cambio tanto en la historiografía como en la concepción general del conocimiento científico del hombre y, en consecuencia, de la orientación particular de las ciencias sociales. La gran historiografía de la segunda posguerra fue desembocando en la dispersión y algo de narcisismo mostrados por la escuela de Annales, en la caída en el escolasticismo dogmático de la concepción marxista, que había inspirado no solo a la historiografía sino al conjunto de las ciencias sociales, y la falta de verdaderas aportaciones indiscutibles del cuantitativismo, presenta también en otras disciplinas sociales.

Las ciencias sociales se encuentran hoy en un estado de confusión metodológica y teórica enmascarada como pluralismo.

La historiografía parece haber buscado el acercamiento a movimientos y perspectivas como la antropológica, la lingüística, la microsociológica, la de las historias de vida y de la vida cotidiana todo lo cual parece apuntar a un evidente cansancio de la investigación globalizadora, despersonificadora, sin duda, que buscaba las condiciones abstractas de la acción y resultados de lo histórico.

Bajo el influjo del “postmodernismo”, la concepción de la vieja disciplina historiográfica parece ser arrastrada hacia la creación literaria, el análisis semiótico, la exploración microantropológica y hacia un relativismo general que rechaza las anteriores pretensiones de encontrar explicaciones apoyada en la teoría del movimiento histórico. La nueva forma apropiada para el discurso histórico sería la narración, en su expresión más simple de relato.

La crisis ha producido en la historiografía dos tipos de realidades: una de ellas es la devaluación de los anteriores fundamentos de la práctica del historiador en función de la cual se han producido búsquedas por caminos externos a la propia historiografía: la recepción de la problemática postmodernista en general se encuentra en este orden de reacciones. Otra es la respuesta a la crisis desde el propio seno de la historiografía, y con sus propios instrumentos, que ha sido obra de historiadores menos influenciables, y que ha procurado la aparición de propuestas de nuevas concepciones y campos de estudio historiográficos ante el agotamiento de los antiguos.