LA “REORGANIZACIÓN ESPIRITUAL” DEL REINO … · Artemio M. Martínez Tejera. Argutorio 34 - II...

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4 - Argutorio 34 - II semestre 2015 Te hallas en mi territorio y puedes elegir el lugar del mismo que tú desees para asentarte en él, junto con tu pueblo, pues nadie te lo disputará. [Con ese objeto] Obtendrás de mí cuanto desees y sea razonable 1 . Estas palabras del monarca Alfonso III (866-910) dirigidas al muladí Ibn Marwan al-Yilliqi (fundador de La Bañeza circa 876) para invitarle a establecerse en su reino reflejan una realidad que ya se intuía 2 : el proceso de reorganización politico-administrativa (y poblacional) del territorio astur se llevó a cabo con- tando, entre otros colectivos, con los muladíes (en una de sus acepciones, los cristianos convertidos a la religión de Mahoma, cristianos apóstatas), y proba- blemente desde la segunda mitad del siglo IX, pero especialmente en la décima centuria 3 . Una realidad difícil de percibir, aunque ya se había insinuado que fue la política de pactos establecida con el “infiel” la que posibilitó el proceso reorganizativo emprendido por la monarquía astur 4 . Y protagonistas de este pro- ceso fueron también los monjes, llegados desde al- Andalus al noroeste hispano -por lo conocido hasta ahora por la documentación escrita- a partir del siglo VIII (recordemos San Julián de Samos, en Lugo), y en ocasiones acompañados de personal laico (los que en la epigrafía aparecen como ‘socios’). En tercer lugar -aunque no en orden de importancia- podríamos señalar a la alta jerarquía eclesiástica, a los obispos, una pieza fundamental en el engranaje del proceso reorganizativo del regnum legionense a lo largo de la décima centuria. Y por último, hacer mención de otro protagonista activo, una comunidad poco cono- cida hasta ahora: la de los musulmanes convertidos al Cristianismo. Estos y no otros son los principales protagonistas de la reorganización política del reino de León; estos son los colectivos que habitaron una “sociedad de fron- tera” como fue la del reino leonés del siglo X 5 . Y si este es el componente humano de la sociedad leonesa de la décima centuria, no resulta difícil comprender que sus manifestaciones culturales reflejen, por un lado, una profunda raíz hispana, y por otro, una cierta “arabización”. Y esta “arabización” de la arquitectura cristiana se aprecia de manera evidente en los más de treinta restos o edificios conservados o conocidos hasta ahora, en su mayoría monásticos o cenobíticos, que a la vez que ejercieron de vehículo de cristia- nización lo hicieron también como centros produc- tivos: San Miguel de Escalada, Peñalba de Santiago, Palat de Rey, San Cebrián de Mazote, etc. 6 . Edificios erigidos por miembros de dos religiones insertas de una misma tradición cultural y, además, en un mismo territorio. Pero ya no caben dudas sobre la existencia de una intensa política de pactos y de la presencia conti- nua, desde el siglo VIII, de población no cristiana en te- rritorio astur-leonés; de hecho uno de los mártires de Córdoba, Félix (fallecido en el 853), fue un gétulo de origen, es decir, mauritano o ber- berisco, que abrazó el Cristianismo y se hizo monje en Asturias, a donde llegó desde Alcalá de Hena- res 7 . Además, te-nemos constancia de la existencia también -en tierras del reino de León y desde el último cuarto del siglo IX, pero especialmente ya dentro de la primera década del siglo X- de vil- las habitadas por “gente barbarica”, extranjeros, posiblemente bereberes (como la villa de Alkamin concedida por Alfonso III el año 909) 8 . Es decir, si la presencia de población musulmana en tierras cristianas del centro de la península en el siglo IX era ya incuestionable, ahora en el X lo es todavía más 9 . LA “REORGANIZACIÓN ESPIRITUAL” DEL REINO DE LEÓN EN LOS SIGLOS X-XI Y SU REFLEJO EN LA ARQUITECTURA Artemio M. Martínez Tejera

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Te hallas en mi territorio y puedes elegir el lugar del mismo que tú desees para asentarte en él, junto con tu pueblo, pues nadie te lo disputará. [Con ese objeto] Obtendrás de mí cuanto desees y sea razonable1.

Estas palabras del monarca Alfonso III (866-910) dirigidas al muladí Ibn Marwan al-Yilliqi (fundador de La Bañeza circa 876) para invitarle a establecerse en su reino reflejan una realidad que ya se intuía2: el proceso de reorganización politico-administrativa (y poblacional) del territorio astur se llevó a cabo con-tando, entre otros colectivos, con los muladíes (en una de sus acepciones, los cristianos convertidos a la religión de Mahoma, cristianos apóstatas), y proba-blemente desde la segunda mitad del siglo IX, pero especialmente en la décima centuria3. Una realidad difícil de percibir, aunque ya se había insinuado que fue la política de pactos establecida con el “infiel” la que posibilitó el proceso reorganizativo emprendido por la monarquía astur4. Y protagonistas de este pro-ceso fueron también los monjes, llegados desde al-Andalus al noroeste hispano -por lo conocido hasta ahora por la documentación escrita- a partir del siglo VIII (recordemos San Julián de Samos, en Lugo), y en ocasiones acompañados de personal laico (los que en la epigrafía aparecen como ‘socios’). En tercer lugar -aunque no en orden de importancia- podríamos señalar a la alta jerarquía eclesiástica, a los obispos, una pieza fundamental en el engranaje del proceso reorganizativo del regnum legionense a lo largo de la décima centuria. Y por último, hacer mención de otro protagonista activo, una comunidad poco cono-cida hasta ahora: la de los musulmanes convertidos al Cristianismo.Estos y no otros son los principales protagonistas de la reorganización política del reino de León; estos son

los colectivos que habitaron una “sociedad de fron-tera” como fue la del reino leonés del siglo X5. Y si este es el componente humano de la sociedad leonesa de la décima centuria, no resulta difícil comprender que sus manifestaciones culturales reflejen, por un lado, una profunda raíz hispana, y por otro, una cierta “arabización”. Y esta “arabización” de la arquitectura cristiana se aprecia de manera evidente en los más de treinta restos o edificios conservados o conocidos hasta ahora, en su mayoría monásticos o cenobíticos, que a la vez que ejercieron de vehículo de cristia- nización lo hicieron también como centros produc-tivos: San Miguel de Escalada, Peñalba de Santiago, Palat de Rey, San Cebrián de Mazote, etc.6. Edificios erigidos por miembros de dos religiones insertas de una misma tradición cultural y, además, en un mismo territorio.Pero ya no caben dudas sobre la existencia de una intensa política de pactos y de la presencia conti-nua, desde el siglo VIII, de población no cristiana en te- rritorio astur-leonés; de hecho uno de los mártires de Córdoba, Félix (fallecido en el 853), fue un gétulo de origen, es decir, mauritano o ber-berisco, que abrazó el Cristianismo y se hizo monje en Asturias, a donde llegó desde Alcalá de Hena-res7. Además, te-nemos constancia de la existencia también -en tierras del reino de León y desde el último cuarto del siglo IX, pero especialmente ya dentro de la primera década del siglo X- de vil-las habitadas por “gente barbarica”, extranjeros, posiblemente bereberes (como la villa de Alkamin concedida por Alfonso III el año 909)8. Es decir, si la presencia de población musulmana en tierras cristianas del centro de la península en el siglo IX era ya incuestionable, ahora en el X lo es todavía más9.

LA “REORGANIZACIÓN ESPIRITUAL” DEL REINO DE LEÓN EN LOS SIGLOS X-XI Y SU REFLEJO EN LA ARQUITECTURA

Artemio M. Martínez Tejera

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Los argumentos llegan ahora de la mano de las fuen-tes o textos islámicos de época omeya. Que no es que sean mucho más fiables que los cristianos, pero ofre-cen interesantes aportaciones, novedades, y, además, en ocasiones permiten contrastar dichos datos con los aportados por la historiografía cristiana10. Pero, como hemos indicado, algo ya sabíamos al respec-to11. En primer lugar, que hay que hablar de proceso reorganizativo y no de reconquista, despoblación y repoblación. Si hubo despoblación territorial esta no vino inducida por un vaciamiento previo y premedita-do cristiano (que en algún caso, no obstante, también pudo ocurrir), sino por una trayectoria endémica: nunca fueron territorios con una gran densidad poblacional, y tampoco lo fueron en la Alta Edad Media. Solo su-perando el mito-motor de la Reconquista12 se puede abordar la edilicia de este periodo desde una pers-pectiva cultural y multireligiosa. Desde el s. VIII se fueron asentando en las tierras cristianas del noroeste de Hispania una serie de comunidades dirigidas por unos padres o abades supuestamente “dhimmíes” (los mal llamados “mozárabes”) de nombres nada arabi-zados, como ARGERIGUS o ADEFONSUS.

Fig.1. Fragmento (¿de modillón o de estela?) que muestra cincelado el nombre de ADEFONSUS. Este resto, que dimos a conocer en 1999 en el marco de la obra Hispania Antiqua y que volvimos a reproducir en 2005, muestra un nombre que, curiosamente, coincide con el del primer abad que “refundó” San Miguel de Escalada. Un nombre, como apreciamos, nada “arabizado” (Fot. Artemio M. Martínez Tejera).

Se trata de comunidades -procedentes en su mayoría de la zona de Córdoba, Granada y Málaga- compues-tas por cristianos que o bien abandonaron su estatuto de “cristianos del pacto” y emigraron a territorios cris-tianos por razones eminentemente económicas (y no tan religiosas como se nos ha querido hacer ver desde el siglo XIX); o bien se trató de cristianos rebeldes (incluso pudo tratarse de musulmanes cristianizados, como hemos comprobado con el monje Félix), que suelen habitar lejos de las ciudades. En ningún caso podemos pensar que los dhimmíes fueron “cristianos arabizados”, puesto que para conservar su religión y sus costumbres soportaron fuertes tributos económi-cos. El problema llegó cuando esa prisión fiscal se hizo insostenible, lo que sabemos que ocurrió a me-diados del siglo IX en Córdoba; será entonces cuando

tengan que decidir entre convertirse en muladíes o en cristianos rebeldes y huir a las montañas, o bien en perder el estatus de cristiano protegido y emigrar a los reinos cristianos del norte. Sin abandonar el cris-tianismo, para los monjes esta última fue la opción con más visos de éxito y de futuro, también gracias a una política de capitulaciones, pactos y donaciones de tierras. Afortunadamente, han pervivido restos ma-teriales y documentales de esta presencia monástica cordobesa en el reino de León ya en las primeras décadas del s. X, como los epígrafes de San Martín de Castañeda y San Miguel de Escalada.

Fig. 2. Epígrafe fundacional de San Martín de Castañeda, provincia de Zamora, un edificio surgido en el primer cuarto del siglo X gracias a la colaboración de colectivos cristianos y musulmanes, potenciada por sus respectivas autoridades, y a la intensa participación en el proceso del es-tamento monástico (Fot. Ángela Crespo Espinel).

Y en segundo lugar, que muchos de los campesinos, presbíteros, diáconos, abades, prepósitos, monjes, etc., que aparecen en la documentación leonesa po-seen una clara onomástica árabe, incluso un nombre árabe seguido de un cognomento latino, o bien un nombre latino seguido del cognomento o sobrenom-bre árabe. En la mayoría de los casos no se trataba de “mozárabes”, como se había interpretado, sino de árabes cristianizados, bautizados (incluso había presbíteros y diáconos entre ellos), aunque en algún caso también pudo tratarse de siervos moros, si bien estos último suelen incorporar sobrenombres que in-diquen su procedencia geográfica13. La nueva lectura e interpretación de las fuentes islámicas muestran claramente que la reorganización política del reino de León fue cosa de dos, de cristianos y musulmanes; y sus manifestaciones culturales, también. Hasta qué punto y de qué manera se implicó tan hete-rogénea población en el proceso constructivo de estos edificios -uno de ellos, el de Peñalba, erigido en un territorio, el de Astorga, gobernado por un conde de nombre SARRACINO (897-925)-, se ve muy bien re-flejado en dos relevantes edificios del efímero “estilo leonés” de los siglos X-XI: las iglesias de San Miguel

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de Escalada y Peñalba de Santiago, ambas en la pro-vincia de León14, dos espacios monásticos surgidos a la sombra de la reorganización política del reino rea-lizada entre los años 910 y 940.Un “territorio de frontera” que, como tal, es cultural-mente absorbente y políticamente (y también religio-samente) refractario y beligerante (no en vano dicho territorio recibió en las fuentes la denominación de la “Casa de la Guerra”)15; un territorio que desde finales del siglo IX y a lo largo del siglo X fue reorganizado con la participación de muladíes (que gozaron de una amplia libertad religiosa)16 y musulmanes converti-dos; en el XI la reorganización será espiritual y se logró mediante la imposición de la liturgia promovi-da por el pontífice Gregorio VII. Dos edificios de un mismo territorio -reorganizado políticamente por las mismas fechas (850-860)-, que se alzan en dos espa-cios con distintos grados de romanización (más inten-sa en la zona occidental del reino que en la oriental)17 y de cristianización. ¿Influyó ese sustrato hispano an-terior al siglo octavo en la imagen de la arquitectura erigida en el territorio del reino de León? Si tenemos en cuenta que los poderes locales a mediados del siglo IX alcanzaron gran protagonismo en espacios como el astorgano, en el que se encuentra la localidad de Peñalba de Santiago, es casi seguro que sí. Y en ocasiones con tanto poder que llegaron a incomodar a la monarquía, como fue el caso del conde Gatón18. Y precisamente la relación entre estos señores laicos y las fundaciones eclesiásticas (especialmente las monásticas o cenobíticas), fueron, como ya señaló hace mucho tiempo el Prof. García de Cortazar, muy íntimas19. La reorganización política y espiritual del reino de León fue posible gracias a la importante par-ticipación de la nobleza local (iniciativa privada) en connivencia o alianza con la Iglesia. Una iniciativa privada ahora mucho más controlada que en la Anti-güedad Tardía, que vio nacer -en tierras de la Gallae-cia y de manera poco ortodoxa- infinidad de iglesias y monasterios en propiedades privadas20.Era la ausencia de noticias de esta índole en la docu-mentación cristiana lo que nos impedía argumentar con mayor garantía -y desde la Historia del Arte- que la realidad de la arquitectura altomedieval del reino de León en el siglo X era muy distinta a la dibujada hasta ahora y que no se podía reducir a su exclusiva ligazón con el colectivo “mozárabe”. Todo apuntaba -decíamos entonces- a que nos encontrábamos ante algo más que unos meros “guiños califales”, ante una “arquitectura de fusión” surgida como resultado de la colaboración, a lo largo de todo el proceso cons-tructivo21, de artífices cristianos arabizados (muladies o “cristianos ocultos”), dhimmíes e, incluso, musul-manes y musulmanes convertidos al Cristianismo

(recordemos, en las montañas malacitanas, al caudi-llo rebelde Omar Ben Hafsún). En definitiva, que la arquitectura altomedieval del reino de León fue una manifestación artística sincrética surgida al calor de un proceso singular que refleja la heterogénea as-cendencia religiosa (que no cultural) y geográfica de la población que tan activamente participó en dicho proceso. Un sincretismo que dio como resultado una serie de edificios singulares, únicos, dotados de sus propias señas de identidad, que en ningún caso son “mozárabes”22 (ni D. Manuel Gómez-Moreno llegó a creerse completamente su teoría)23.Para muchos investigadores la arquitectura leonesa del siglo X era una “arquitectura cristiana arabizada” en el sentido de que dichas construcciones habían sido erigidas -en el marco histórico de la Despoblación/Repoblación- por ‘cristianos arabizados’ renegados llegados desde tierras musulmanas, los “mozárabes”. Sin embargo, para otros la evidente arabización de los edificios cristianos leoneses (en ocasiones mucho más allá de lo meramente epidérmico y decorativo) no podía proceder de estos cristianos, que pagaron fuertes impuestos (la dhimma) durante siglos por conservar sus iglesias, que no eran otras - en mu-chas ocasiones - que las conocidas como “paleocris-tianas” y de “época goda” (ss. VI-VII), pues según las palabras de un notable miembro de los mártires cordobeses de mediados del siglo IX (San Eulogio de Córdoba), muchos de estos edificios tenían más de trescientos años de antigüedad. Los “cristianos del pacto” fueron excelentes restauradores de edi-ficios tardoantiguos; de hecho esa fue su principal actividad en el sur de la península durante siglos. Restauraciones que en ocasiones se vieron obligados a hacer reutilizando los materiales procedentes del propio edificio: es decir en el siglo IX se construía reutilizando materiales y técnicas de la Hispania de época goda24.Una arquitectura cristiana arabizada que podríamos llamar “Arquitectura Leonesa” por haberse construi-do en un territorio único y singular de la Hispania altomedieval, el del reino de León de la décima cen-turia, y por una monarquía, la leonesa (de la misma manera que está consensuada la denominación de “Arquitectura Asturiana” para la ejecutada en el rei-no de Asturias en el marco de la monarquía asturia-na), pero que nosotros preferimos denominar “arqui-tectura de fusión” para superar así posibles “localis-mos” mal interpretados, ya que lo realmente singular de todas estas construcciones cristianas arabizadas, más allá de su imagen arquitectónica y localización geográfica, es su génesis histórica. Tan singular que no encontraremos otras construcciones semejantes en todo el arte occidental altomedieval.

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Y decíamos supra que los monasterios fueron un principio activo en el proceso reorganizativo del terri-torio leonés. En efecto, y este quedó reflejado en los abundantes restos materiales conocidos hasta ahora (y no digamos ya en los documentales, magistralmen-te analizados por D. Antonio Linage Conde)25, en su mayoría adscritos a conjuntos monásticos y cenobíti-cos. Como el templo de San Miguel de Escalada y la iglesia de Peñalba de Santiago, el primero consagrado el año 913 por el obispo astorgano Genadio en la ri-bera del Esla y el segundo en el año 937 por el obis-po, también astorgano, Salomón en el berciano valle del Silentium; el primero un edificio basilical dotado posteriormente de pórtico y el segundo un edificio cruciforme surgido ex novo. Dos iglesias monásticas, cierto, pero muy diferentes en cuanto a su planifica-ción, construcción y decoración; tanto, que lo único que las une -al menos en su estado actual- es su inten-sa “imagen arabizada”, que se logra reinterpretando y reutilizando elementos del mundo romano pagano, de la cultura clásica: el la moldura, cerrada en sus extremos, que aparece enmarcando el arco (alfiz); el de las bóvedas aveneradas (bóvedas gallonadas); el arco de herradura sobre columna (presente en estelas funerarias); el capitel corintio, ahora “corintizante”; etc., . Todos ellos patrimonio de una cultura o tradi-ción artística pero no de una religión. Los muladíes son cristianos arabizados como consecuencia de su conversión religiosa, mientras que los dhimmíes son cristianos que vivían entre árabes y que pagaban un tributo por no arabizarse. Y muchos de los primeros renegaron de Mahoma por la misma cuestión que les había “obligado” a hacer apostasía de su fe cristiana: económica. En el siglo X muchos volvieron a la re-ligión cristiana, ¿pero abandonaron también su “ara-bización”?Escalada y Peñalba son dos ejemplos que no supe-raron esa “selección de especies” monástica de la que hablaba el Prof. García de Cortazar26. El prime-ro, como cenobio propiamente hispano -hispano en cuanto que allí se practicaban unos usos y costumbres monásticas (y litúrgicas) específicamente peninsula-res- desapareció circa 1088, y el segundo unos años después, en 1105; un cambio que quedó recogido en sendas reconsagraciones. Un fenómeno, el de la re-consagración de iglesias en el reino de León de los siglos X y XI (incluso en el XII, como muestra Pe-ñalba), que no es ni mucho menos nuevo, ya que otro proceso similar tuvo lugar mucho tiempo antes, a fi-nales del siglo VI, cuando las iglesias arrianas fueron consagradas “in catholico”27.Afirmó Vauchez hace bastantes años que en la Edad Media hubo lugar para diversas maneras de interpre-tar y vivir el mensaje cristiano, es decir, había lugar

para diferentes espiritualidades28. Y la espiritualidad propiamente hispana (aquella que se nutría de una li-turgia y de unas costumbres propias consolidadas en el s. VII y practicadas en el X) va a ir languideciendo lentamente a partir de mediados del siglo XI. El pro-ceso de regularización o unificación litúrgica, llevado a cabo por el papa Gregorio y la orden de Cluny a partir de 1050 en el reino de León fue, insistimos, muy lento, debido a la resistencia de la Iglesia his-pana a abandonar su particularismo, su tradición, el llamado “oficio toledano”. Como indicamos ya hace más de una década, la transición de la espiritualidad hispana a la romano-benedictina fue traumática en al-gunos monasterios del reino (como los de San Pedro de Montes y San Benito de Sahagún) y dio paso, en el siglo XII, a una espiritualidad mucho más uniforme y reglada y menos individualista y, por tanto también, a una nueva estética constructiva; a una nueva “car-tografía monástica”, a un nuevo paisaje cenobítico y a nuevas concepciones espaciales. En definitiva a una espiritualidad que facilitará al nacimiento de las gran-des fábricas benedictinas y de canónigos o la profun-da transformación de los viejos edificios hispanos29.

Fig. 3. Tras abandonar el monasterio de Compludo, el godo Fructuoso se retiró a las soledades del castro ruphianense y fundó allí un oratorio dedicado a San Pedro. Un oratorium que se acabará convirtiendo en el monasterio de San Pedro de Montes, un cenobio que superó la “selección natural” del siglo XI pero que fue destruido en su mayor parte por un incendio acaecido en 1842. Recientemente ha sido sometido a limpieza y obras de restauración, pero por el momento seguimos sin conocer el pasado tardo-antiguo y alto-medieval de uno de los más importantes mo-nasterios del reino de León (Fot. Ángela Crespo Espinel).

La internacionalización o regularización de los ordi-nes y costumbres hispanas daba al traste con siglos de singularidad -en todos los campos, no solo en el cons-tructivo- y hacía añicos esas “señas de identidad” que durante varios siglos reflejaron las manifestaciones artísticas hispanas. En este caso la ‘romanización’ es-piritual supuso el final de varios siglos de creatividad y el principio de la estandarización de la producción

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artística del reino; supuso un giro radical, un punto y aparte en la historia del arte hispano30. De ahí que habláramos anteriormente de la arquitectura leonesa altomedieval como de una arquitectura efímera, tan-to ideológica como temporalmente hablando. ¿Qué hubiera pasado si esa “regularización” o “reorganiza-ción” espiritual no se hubiera llevado a cabo? ¿Cómo habría evolucionado la arquitectura cristiana del reino de León en los siglos XI y XII? Son preguntas para las que no tenemos respuesta. Lo único que podemos decir es que antes de la “occidentalización” ideoló-gico-religiosa del reino de León, todas sus manifes-taciones artísticas mostraban un claro “orientalismo” (arabización). Un orientalismo que en la Península Ibérica viene de lejos, tanto en el tiempo como en el espacio, pero esa es ya otra cuestión.Las fuentes islámicas permiten afirmar -con muy po-cas dudas- que la reorganización político-territorial del reino de León en los siglos X-XI se llevó a cabo con la indispensable participación de población mula-dí y musulmana, en algunos casos asentada allí desde el siglo VIII, además de por dhimmíes y cristianos re-beldes. Fue una reorganización compartida por distin-tos colectivos que se venían presentando hasta ahora como irreconciliables, y la “arquitectura de fusión” del reino de León -y no “mozárabe”- es una muestra más de esa reorganización, que dibuja un ambiente histórico-artístico muy distinto al consensuado y que abre caminos insospechados hasta ahora para com-prender e interpretar la singular arquitectura del reino de León. La arquitectura de una sociedad en la que las conversiones religiosas o las profesiones monásticas en pocas ocasiones tuvieron como origen los ideales religiosos, sino la búsqueda de beneficios económicos y la necesidad de supervivencia (exención de impues-tos). Desgraciadamente apenas sabemos qué ocurría con los que renegaban de la fe islámica, pero puede que no sucediera nada. Todo depende de cómo se in-terpreten las palabras del Corán (Sura 39, párrafo 42):

Te hemos enviado ¡oh Mahoma! El Libro para la salvación de los hombres y con un objeto serio. El que sigue el camino recto lo hace en provecho suyo; todo el que se extravía, se extravía en detrimento suyo. Tú no estás encargado de su causa31.

Artemio M. Martínez Tejera es Historiador del Arte

* Este texto reproduce y actualiza parte del publicado por la Universidad de Cantabria en: Mundos medievales. Espacios, so-ciedades y poder, (Homenaje al Profesor José Ángel García de Cortázar y Ruiz de Aguirre), 2012, T. II:747-758.1 Ibn Hayyan, Al-Muqtabis II-2, Makki (ed.), 1973: 383.2 Martínez Tejera, A.M., “La arquitectura cristiana hispánica de los siglos IX y X: ¿mozárabe y “de repoblación”?”, Argutorio

(Revista de la Asociación Cultural Monte Irago” Año VI, nº 13, 2º Semestre (Astorga), 2004: 16-19.3 Turienzo Veiga, G., “Algunas observaciones en torno al cambio de uso de las estructuras arquitectónicas durante la Reconquista y su relación con la percepción del otro”, Studium Medievale nº 3 (“Percepció i experiència de l’espai a l’Edat Mitjana”), 2010a: 157-177 (especialmente 162 y 174).4 García de Cortazar y Ruíz de Aguirre, J.A., “Del Cantábrico al Duero”, en: Organización social del espacio en la España medieval. La corona de Castilla en los siglos VIII al XV, Edit. Ariel, Barcelona, 1985: 43-83. Idem., “La repoblación del valle del Duero en el siglo IX: del yermo estratégico a la organización social del espacio”, Coloquio de la V Asamblea General de la Sociedad Española de Estudios Medievales, “La Reconquista y Repoblación de los reinos hispánicos. Estado de la cuestión de los últimos cuarenta años” (Jaca 1988) Zaragoza 1991: 15-39. Idem., “Organización del espacio, organización del poder entre el Can-tábrico y el Duero en los siglos VIII a XIII”, en Del Cantábrico al Duero. Trece estudios sobre organización del espacio en los s. VIII a XIII, Editor José Ángel García de Cortazar, Universidad de Cantabria-Parlamento de Cantabria, Santander, 1999: 15-48.5 Díez Herrera, C., “Sociedad de frontera y monasterios familiares en la meseta del Duero en el siglo X”, en Actas del XIX Seminario de Historia del Monacato de (“Monjes y monasterios hispanos en la Alta Edad Media”), (Aguilar de Campoo, 2005), Palencia 2006: 35-57.6 Martínez Tejera, A.M., “Espiritualidad. Anacoretas, monjes, obispos”, en: 910-1230 Reino de León. Hombres, mujeres, pode-res e ideas, Dir. Gerardo Boto Varela, Edit. Edilesa, León, Cap. VII, 2010a: 179-199.7 Idem., “La arquitectura de la comunidad dimmiyyun (siglos IX-X): ‘arquitectura del pacto’ y ‘arquitectura de resistencia’”, Codex Aquilarensis (Cuadernos de Investigación del Monasterio de Santa María la Real) (Aguilar de Campoo, Palencia) nº 19, 2003: 48-72.8 Mínguez Fernández, J.Mª., Colección diplomática del monaste-rio de Sahagún (siglos IX y X), Colección “Fuentes y Estudios de Historia Leonesa” nº 17, Centro de Estudios e Investigación “San Isidoro”, León, 1976: doc. nº 9. Idem., “Innovación y pervivencia en la colonización del valle del Duero”, Actas del IV Congreso de Estudios Medievales de la Fundación Sánchez Albornoz (“Des-población y colonización del valle del Duero. Siglos VIII-XX”), (León 1993) Ávila 1995: 45-79 (especialmente, 78-79).9 Turienzo Veiga, G., “Población islámica en el reino de León”, en: 910-1230 Reino de León. Hombres,…, Cap. VI, 2010b: 145-177, especialmente 151 y ss.10 Ibidem., 146-148.11 Toda la bibliografía en: Martínez Tejera, A.M., “ La arquitectura cristiana del siglo X en el reino de León (910-1037): de ‘mozá-rabe’ a ‘arquitectura de fusión’ ”, en: “MOZÁRABES. Identidad y continuidad de su historia”, Antigüedad y Cristianismo nº XX-VIII, Murcia 2011, 165-231.12 López Quiroga, J., “El ‘mito-motor’ de la Reconquista como proceso de etnogénesis socio-política”, in: Actes du Colloque internacional “Guerre, pouvoirs et idéologies dans l’Espagne chrétienne aux alentours de l’an mil”, organisé par le Centre d’Etudes Supérieures de Civilisation Médiévale, sous la direc-tion de Thomas Deswarte et Philippe Sénac, Poitier-Angoulême, 2002: 113-121.13 Carriedo Tejedo, M., “Andalusíes en la Gallaecia” (756-1009)”, Yalliqiyya (Revista de cultura medieval) nº 2, 2004: 37-65. Idem., “¿Tres embajadores califales recibidos en Astorga por Ramiro II en el año 937?”, Astórica nº 24, 2005: 67-98. 14 Martínez Tejera, A.M., El templo del monasterium de San Mi-guel de Escalada: “arquitectura de fusión” en el antiguo reino de León (siglos X-XI), Ed. Asociación Española para el Estudio y Di-

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fusión del Arte Tardoantiguo y Medieval, Madrid 2005. Idem., La ecclesia de Santiago de Peñalba (El Bierzo, León). Arquitectura de Fusión del siglo X en el antiguo reino de León, Ed. Asociación Española para el Estudio y Difusión del Arte Tardoantiguo y Me-dieval, Madrid 2010b. 15 Turienzo Veiga, 2010b, 147.16 Ibidem., 163-164.17 García de Cortazar, 1985.18 Idem., “Crecimiento económico y síntomas de transformación en las estructuras de la sociedad y del hábitat en el reino de Alfon-so III de Asturias”, en: La época de Alfonso III y San Salvador de Valdediós, (Villaviciosa 1993) Oviedo 1994: 27-53.19 Ibidem., 35 y 37. 20 Martínez Tejera, A.M., “El hábitat ‘cenobítico’ en Hispania: or-ganización y dependencias de un espacio elitista en la Antigüedad Tardía y Alta Edad Media (siglos V-X)”, in: Actas del II Congreso Internacional de Arqueología, Arte e Historia de la Antiguüedad Tardía y Alta Edad Media peninsular (Monasteria et Territoria. Elites, edilicia y territorio en el mediterráneo medieval (siglos V-XI) ), Archaeological Studies on Late Antiquity and Early Me-dieval Europe (400-100 A. D.) Series Editors: Sauro Gelichi, Jor-ge López Quiroga, Patrick Perin. Conference Proccedings II. J. LOPEZ QUIROGA – A.M MARTÍNEZ TEJERA – J. MORÍN DE PABLOS (Eds.), British Archaeological Reports (BAR), In-ternacional Series S1719 (Madrid 2006) Oxford 2007: 19-76.21 Siguiendo a San Isidoro, y este a Vitrubio, articulado en Pla-nificatio, Constructio, Venustas, esto es: Planificación, Construc-ción y Decoración: Isidoro de Sevilla, Etimologías, Texto latino, versión española, notas e índices por José Oroz Reta y Manuel A. Marcos Casquero, Biblioteca de Autores Cristianos, nºs 433-434. T. I (libros I-X), T. II (libros XI-XX), Madrid (2ª Edic. Madrid 1993-1994).22 Martínez Tejera, A.M., 2004. Idem., 2011.23 Solo hay que leer detenidamente su obra para observar las muchas dudas al respecto, que en modo alguno ocultó. Ha sido la historio-grafía posterior, y por otras cuestiones, la que ha “radicalizado” sus hipótesis y las ha transformado en “norma”. Será especialmente en la “Historia de España” redactada a finales del siglo XIX y con posterioridad a 1939, en la que términos como “neovisigotismo”, “reconquista”, “mozárabe”, “mártires de la fe” y un largo etcétera encuentran su verdadero sentido historiográfico y su significado in-trahistórico: Martínez Tejera, A.M., “La arquitectura alto-medieval del reino astur desde Alfonso II el Casto (791-842): ¿una edilicia neogoda?”, en: Cruce de Culturas/Im Schnittpunkt der Kulturen (Universität Heidelberg, 29. Octubre - 01. Noviembre 2009), e.p. .24 Martínez Tejera, A.M., 2003: 54 y ss.25 Iniciada hace ya muchos años: Linage Conde, A., Los oríge-nes del monacato benedictino en la Península Ibérica, Colección “Fuentes y Estudios de Historia Leonesa”, 3 Vols., nºs 9-11, Cen-tro de Estudios e Investigación “San Isidoro”, León 1973.26 García de Cortázar y Ruiz de Aguirre, J.Á., “Los monasterios del reino de León y Castilla a mediados del siglo XI: un ejemplo de selección de especies”, Actas del XIX Seminario de Historia del Monacato…, : 255-288.27 Martínez Tejera, A.M., “Cenobios leoneses altomedievales ante la europeización: San Pedro y San Pablo de Montes, Santiago y San Martín de Peñalba y San Miguel de Escalada ”, Hispania Sacra Vol. LIV nº 109 (Madrid), 2002: 87-108.28 VAUCHEZ, A., La Espiritualidad del Occidente Medieval (si-glos VIII-XII), Edit., Cátedra, Madrid 1985: 10.29 Martínez Tejera, 2010a.30 Como también se ha subrayado recientemente: Arbeiter, A., “A la espera de lo novedoso fascinador. La agonía del arte hispa-nocristiano altomedieval”, en Internationale Tagung, Hispaniens norden im 11. Jahrhundert. Christliche Kunst im Umbruch (“El norte hispánico en el siglo XI. Un cambio radical en el arte cris-

tiano”), herausgegeben von Achim Arbeiter, Christiane Kothe und Bettina Marten, bearbeitet von Barbara Winterstein, (Göttin-gen 2004) Michael Imhof Verlag, 2009: 40-47.31 El Corán, Distribuciones Mateos, Barcelona 1987, 328.