La Responsabilidad Individual

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LA RESPONSABILIDAD INDIVIDUAL Todos los días nos encontramos con personas que andan por ahí culpando a los demás por sus desgracias. Pasan su vida siendo víctimas, lamentando su desventura y sus fracasos, casi siempre producidos por sus propias elecciones. Usted no podrá trascender con sus actos si antes no se libera de la peligrosa idea de que otros son los responsables de su felicidad, sus tristezas o sus fracasos. En las empresas se encuentran algunas personas que solo saben decir “yo solo hice lo q ue me jefe me pidió, así que hágale el reclamo a él” y todo, porque son como máquinas humanas que operan sin tener el coraje de hablar para decir “usted está equivocado o fui yo quien se equivocó”. Nuestro mundo demanda más seres humanos responsables de sus propias decisiones, líderes que sean capaces de despertar su responsabilidad personal y que lleven a su gente a gobernar sus acciones y a responder ante ellos mismos por sus resultados. Parece que son muchas las personas que se niegan a ver su realidad, la misma que les hace vulnerables; no desean ver como sus propios valores se han confundido con los valores de otros sus predadores- y aún así, siguen aferrados a esa manera comediante de vivir, de trabajar e incluso de amar. Hay algo que cambia en el aliento de los espíritus que un día deciden tomar el rumbo de su existencia, algo que les hace más fuertes y más felices, algo que les llena de pasión y brillo, algo en lo que aún miles de personas se niegan a creer: La visión fundamentada en la abundancia. Mientras las personas permanezcan habitando en el mundo de la escasez, abundarán las razones para no ser feliz y buscarán y encontrarán siempre a un responsable de su desdicha. ¿En dónde buscará usted la paz si no crea una visión de abundancia para su vida? La escasez no solo se refleja en la vida material; existe escasez de relaciones, de perdón, de expresión del amor y el agradecimiento, escasez de propósitos y retos, escasez de fe y de humildad. Siempre existirá la posibilidad de hacer un alto en el camino y con grandeza decidir vivir diferente, porque ahí radica la primera de las grandes responsabilidades personales, vivir en paz y permitir que quienes comparten los espacios de nuestra vida disfruten a nuestro lado. ¿Existe mejor recuerdo que aquel que nos hace de nuevo sonreír a pesar de ver nuestros ojos inundados de lágrimas? La responsabilidad personal comienza cuando dejamos de creer que nuestra paz nace afuera, en la manos de los demás. Si usted tiene algún comentario, será muy grato recibirlo en [email protected] o visite www.williamramos.org Hasta pronto,

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Todos los días nos encontramos con personas que andan por ahí culpando a los demás por sus desgracias. Pasan su vida siendo víctimas, lamentando su desventura y sus fracasos, casi siempre producidos por sus propias elecciones. Usted no podrá trascender con sus actos si antes no se libera de la peligrosa idea de que otros son los responsables de su felicidad, sus tristezas o sus fracasos.

En las empresas se encuentran algunas personas que solo saben decir “yo solo hice lo que me jefe me pidió, así que hágale el reclamo a él” y todo, porque son como máquinas humanas que operan sin tener el coraje de hablar para decir “usted está equivocado o fui yo quien se equivocó”.

Nuestro mundo demanda más seres humanos responsables de sus propias decisiones, líderes que sean capaces de despertar su responsabilidad personal y que lleven a su gente a gobernar sus acciones y a responder ante ellos mismos por sus resultados. Parece que son muchas las personas que se niegan a ver su realidad, la misma que les hace vulnerables; no desean ver como sus propios valores se han confundido con los valores de otros –sus predadores- y aún así, siguen aferrados a esa manera comediante de vivir, de trabajar e incluso de amar.

Hay algo que cambia en el aliento de los espíritus que un día deciden tomar el rumbo de su existencia, algo que les hace más fuertes y más felices, algo que les llena de pasión y brillo, algo en lo que aún miles de personas se niegan a creer: La visión fundamentada en la abundancia.

Mientras las personas permanezcan habitando en el mundo de la escasez, abundarán las razones para no ser feliz y buscarán y encontrarán siempre a un responsable de su desdicha.

¿En dónde buscará usted la paz si no crea una visión de abundancia para su vida? La escasez no solo se refleja en la vida material; existe escasez de relaciones, de perdón, de expresión del amor y el agradecimiento, escasez de propósitos y retos, escasez de fe y de humildad. Siempre existirá la posibilidad de hacer un alto en el camino y con grandeza decidir vivir diferente, porque ahí radica la primera de las grandes responsabilidades personales, vivir en paz y permitir que quienes comparten los espacios de nuestra vida disfruten a nuestro lado.

¿Existe mejor recuerdo que aquel que nos hace de nuevo sonreír a pesar de ver nuestros ojos inundados de lágrimas? La responsabilidad personal comienza cuando dejamos de creer que nuestra paz nace afuera, en la manos de los demás.

Si usted tiene algún comentario, será muy grato recibirlo en [email protected] o visite www.williamramos.org

Hasta pronto,

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27/01/2008 por Dr. Amauri Castillo Rincón -MsC

A diario conocemos de padres que abandonan sus hijos; jóvenes casi niños que ejercen prostitución, roban, asesinan o mueren en enfrentamientos violentos; carreteras y puentes que se derrumban sin justificación técnica; una rampante corrupción administrativa y otros males que siembran dolor y destrucción.

¿De quién es la responsabilidad y quienes los afectados?

Lo somos todos; por acción u omisión, pero es una responsabilidad y efectos compartidos, que erróneamente estimamos lo son del Gobierno, dirigentes políticos, comunales, administradores o policías.

Pareciera que la visión de que “…a mí no me puede suceder eso” o “…ese no es mi problema” se constituye en trinchera donde nos refugiamos viendo las cosas pasar, desde nuestra supuesta seguridad personal. En mucho, allí reside la fuente de tan graves daños, a veces mayores que cualquier enfermedad epidémica.

Frente a este panorama, nos corresponde asumir la responsabilidad individual, porque el daño será proporcional a la indiferencia, que nos hará cómplices. La criminología demuestra científicamente, que el más alto índice delincuencial y violencia a la sana convivencia, como la prostitución, robos, homicidios y tráfico de drogas, se originan en niños desatendidos que hacen de su hogar la calle, frente a una sociedad conformista, con derechos que no exige y deberes que no hace cumplir.

Esa realidad no es nueva sino que ha crecido. La masificación, la competencia indiscriminada, el consumismo, la promoción a la riqueza fácil y poder desmesurado frente a los valores tradicionales de la honestidad, respeto por las personas, caridad, compasión y espiritualidad, horadan nuestra sensibilidad y solidaridad humanas, disminuyendo nuestra capacidad de protesta frente a Instituciones que, a su vez, ya no tienen capacidad de respuesta ante los problemas sociales.

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Pero ese panorama sórdido no es irreversible. En cada uno de nosotros reside la solución para regresar a donde debemos estar: un mundo con recursos suficientes para todos que como una gran familia podríamos utilizar equitativamente.

Se requiere reencontrarnos como sociedad, asumiendo plenamente nuestra corresponsabilidad, porque nadie va a venir de otro planeta a ayudarnos, ni existen soluciones mágicas. No podemos esperar que sean los Gobiernos u Organizaciones sociales colectivas quienes arreglen el problema. Los males nos afectan a todos sin distinciones y por eso todos estamos obligados a su arreglo.

Se trata del padre y la madre ejerciendo su sagrada función, no sólo para mantener la especie, sino guiándolos hacia una vida útil y feliz; los niños y jóvenes estudiando bajo la guía de maestros honestos y calificados; los empresarios manteniendo las estructuras económico-financieras, en función de los mejores intereses colectivos; y de los funcionarios públicos, asumiendo su condición de administradores del caudal colectivo y no dilapidadores de lo ajeno.

Necesitamos respetar los derechos y bienes de los demás como condición fundamental de convivencia. Requerimos meditar y pensar en las consecuencias de cada una de nuestras actuaciones, porque no estamos solos sino que integramos el conjunto social.

La solución amerita del cambio de actitud de las amas de casa, que son la estructura e indispensable de hijos y cónyuge, pero también como formadoras de ciudadanos; de los profesionales ejerciendo su ministerio con suficiente ética, anteponiendo a sus pretensiones económicas la salud, libertad o interés de sus patrocinados; los trabajadores, conscientes de que más allá de su salario, el suministro de los bienes y servicios indispensables, depende de su eficiencia; y los dirigentes religiosos, enseñando con sinceridad el mensaje de Dios de amar al prójimo como a sí mismo.

Un solo árbol no hace montaña, pero muchos sí. Somos millones, tenemos inteligencia y decisión suficientes para enderezar el barco. No es tan difícil, depende de un cambio de esquema mental y aumento de la sensibilidad y solidaridad humanas.

¿Qué esperamos para comenzar? Hay millones de niños, ancianos, enfermos y un ambiente a punto del colapso que amerita esa urgente revisión.

Los invito a pensar, a meditar sobre las consecuencias y… actuar.

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Cuando hablamos de que nuestras actuaciones individuales nos generan responsabilidades individuales o, al contrario, que nuestra responsabilidad individual est{a demarcada por nuestras propias decisiones hablamos de 2 grantes formas de Responsabilidad: La responsabilidad moral que se presenta cuando violamos o infringimos normas morales o religiosas y cuyo resultado no se exterioriza pues es interno, es decir, queda inmersa en la conciencia de cada persona, no genera consecuencias jurídicas, no afecta la vida en sociedad y tampoco daña o lesiona el patrimonio de otras personas. “La responsabilidad moral es la que proviene de infringir los mandatos de la moral o de la religión. Es moralmente responsable el que ejecuta un hecho o incurre en una omisión contraria a la moral o a su religión… La responsabilidad moral suscita un mero problema de conciencia, que se plantea en el fuero interno del individuo y como las acciones y omisiones que la generan no causan daño a la persona o propiedad del otro, ni perturban el orden social, quedan fuera del dominio del derecho que solo regula actos humanos que se exteriorizan” (Arturo Fortunato Alessandri Palma. Chile .1868 - 1950)

“La responsabilidad moral es una noción puramente subjetiva; para saber si una persona es moralmente responsable, hay que examinar su estado espiritual… Desde el instante en que la conciencia de un individuo reprueba su actitud, es moralmente responsable, poco importa el resultado: un perjuicio no constituye un requisito necesario de la responsabilidad moral” Al contrario, la responsabilidad jurídica surge cuando como consecuencia de una acción o de una omisión se genera un perjuicio a otra persona o cuando el resultado de esos hechos es contrario al orden social, el resultado de dicha violación es la causación de un perjuicio que trasciende la esfera íntima del ser humano, viola la Constitución, la ley en cualquiera de sus manifestaciones, afecta la vida en sociedad y sus efectos pasan al mundo jurídico generando una carga en cabeza del autor del daño que puede consistir en una sanción o una reparación.

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LLAA RREESSPPOONNSSAABBIILLIIDDAADD DDEE QQUUIIEENN RREEPPRREESSEENNTTAA AALL EESSTTAADDOO

El Estado tiene una función propia que desarrollar que ha sido señalada claramente por la Constitución Política, razón por la cual cada una de las Ramas del Poder Público y los demás órganos desarrollan actividades que constituyen el ejercicio de sus propias competencias. En ejercicio de esas actividades y aunque siempre aparezca a la base EL ESTADO debemos tener claro que como ficción jurídica el Estado no tiene una caracterización espacial o física distinta de los FUNCIONARIOS PUBLICOS que en nombre del Estado representan los órganos estatales, fijan las políticas y planes, ejercen atribuciones, competencias y funciones y, finalmente, son quienes actúan o dejan de actuar como titulares de esas funciones. El ejercicio del Poder Público por parte de esas personas naturales denominadas servidores públicos acarrea responsabilidad individual por violación de las normas constitucionales, legales y reglamentarias que rigen la Función Administrativa del Estado, siendo múltiples las causas de dicha violación y diversas las formas de incurrir en ella, siendo claro que cuando causen daños a terceros o al Estado mismo surge el PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD que a través de la historia y, como sucedió con el Concepto de Estado, ha tenido una interesante evolución que va desde la irresponsabilidad total y pasando por la responsabilidad parcial ha llegado a la Responsabilidad del Estado consagrada constitucionalmente.