La Revolución del Gas de Esquisto

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Por Daniel Yergin A comienzos de los 80, George P. Mit- chell, un productor independiente de energía de Houston, se dio cuenta de que su empresa pronto se quedaría sin gas. Casi tres décadas después, los resultados de su esfuerzo por solucionar el proble- ma están cambiando el pa- norama de la energía en Es- tados Unidos —el principal consumidor global— y los cálculos de los analistas de todo el mundo. En esa época, Mitchell transportaba gas natu- ral desde Texas a Chicago. Pero las reservas de las que dependía se estaban agotan- do. Sin embargo, tenía una fuerte corazonada, derivada de un informe geológico que había leído por entonces. Tal vez el gas natural que estaba atrapado en esquisto (una densa roca sedimenta- ria) podría liberarse y fluir. Mitchell estaba preparado para invertir en ello. El labo- ratorio para su experimento fue una extensa formación geológica llamada Barnett Shale alrededor de Dallas y Fort Worth. Casi todas las personas con las que traba- jó se mostraron escépticas, pero él no tiró la toalla. La recompensa llegó una década y media después, a fi- nales de los 90. Con el uso de una versión especializada de la técnica llamada fractura- ción hidráulica, su equipo encontró una forma econó- mica de crear o expandir las fracturas en la roca y lograr que el gas atrapado fluyera. Hoy, en una era deses- perada por innovación en el sector energético, el avance de Mitchell propicia un cam- bio potencialmente profun- do en la energía global. Lo que se conoce como la “revolución del gas natural no convencional” ha con- vertido una escasez en un superávit y ha transforma- do el negocio del gas. En el 2000, el gas de es- quisto representaba apenas 1% del suministro de gas na- tural de EE.UU. Hoy es casi 25% y podría elevarse a 50% en dos décadas. Los estima- dos de los recursos base de gas natural, incluyendo el de esquisto, se ubican en 2.500 billones (millones de millo- nes) de pies cúbicos más otros 500 billones de pies cúbicos en Canadá. Esto equivale a más de 100 años de suministro de gas natu- ral, que es usado entre otras cosas para cocinar, generar electricidad y en procesos industriales. Según un infor- me del 2010 de la Agencia de Información de Energía de EE.UU., la demanda de gas en América Latina aumenta a una tasa promedio de 2,3% al año. La agencia prevé que el consumo se duplique de 4,6 billones de pies cúbicos en el 2007 a 8,6 billones de pies cúbicos en el 2035. La fracturación hidráu- lica usa la presión concen- trada del agua, arena y una pequeña cantidad de quími- cos para promover el flujo de crudo y gas en un yaci- miento. El acierto de Mit- chell Energy consistió en aplicar un enfoque particu- lar, “fracturación de arena ligera”, para entrar en lo que antes parecía impenetrable: roca de esquisto dura. Con esta técnica, la pro- ducción de gas de la empre- sa se disparó y en el 2002, Mitchell unió su empresa a una más grande e indepen- diente, Devon Energy. Devon tenía experiencia en una segunda tecnología que sería clave, la perfora- ción horizontal, que deja al descubierto más área del yacimiento y permite la re- cuperación de una cantidad mucho mayor de gas (o pe- tróleo). “En esa época”, dijo Larry Nichols, el presidente de la junta directiva de De- von, “absolutamente nadie creía que la perforación en esquisto funcionaría, aparte de Mitchell y nosotros”. Espada de doble filo Devon experimentó con la combinación de las dos tecnologías. En el 2003, la empresa perforó 55 pozos en Barnett Shale, lo que op- timizó la unión de la fractu- ración con la perforación ho- rizontal. Poco a poco, otras empresas empezaron a usar la técnica y para el 2008 y el 2009, la producción se dis- paró. A medida que el vo- lumen subió, pasó lo inevi- table, los precios bajaron sustancialmente. Hoy, el gas natural cuesta menos de la mitad que hace tres años. El gas de esquisto cambió la dirección estratégica de la industria. Compañías más grandes han mantenido sus compromisos multimillona- rios en proyectos de gas na- tural licuado alrededor del mundo, pero ahora quieren enviar ese gas a Europa y Asia, no a América del Norte. Al mismo tiempo, han hecho inversiones millonarias en la extracción de gas de esquis- to en EE.UU. y Canadá. Reservas potenciales de gas de esquisto han sido identificadas en países como México, Argentina y Argelia. El interés chino está rápi- damente cambiando hacia el gas de esquisto y hacia otra forma no convencional de gas natural, el metano de yacimientos carboníferos. Se cree que el potencial de Europa en gas no convencio- nal es tan grande como el de América del Norte. La abundancia y el bajo precio del gas lo convierten en una fuente alternativa de energía altamente competi- tiva frente a la energía eó- lica y nuclear, e incluso a la generación de electricidad con carbón. Y tiene la ven- taja extra de emitir menos contaminantes. Algunos ambientalistas aplauden el gas de esquisto como una fuente de electri- cidad con baja emisión de carbono. “Es una bendi- ción”, dijo Tim Wirth, pre- sidente de la Fundación de las Naciones Unidas. “Pero es un regalo que tiene que ser administrado de forma apropiada”, agregó. Wirth ha instado a la industria a establecer estándares y crear un acuerdo de opera- ción con los reguladores. A otros ecologistas, sin embargo, les preocupa la cantidad de agua usada en el proceso. Pero el año pa- sado, los 3.500 yacimientos de gas de esquisto perfora- dos en EE.UU. usaron solo 0,02% del total de agua usa- da en ese país. También ha habido te- mor ante la posibilidad de contaminación de acuíferos por parte de la fracturación hidráulica. Pero la fractura- ción ocurre por debajo de estas reservas de agua. Todos estos asuntos han surgido recientemente y se necesitará algún tiempo para solucionarlos. Pero no debemos perder de vista el panorama más amplio: el potencial de un siglo equi- valente de energía barata y ambientalmente atractiva. En una época de nerviosis- mo energético, la revolu- ción del gas de esquisto es tanto una innovación como una adición extraordinaria al suministro de energía. —Yergin es presidente del directorio de IHS Cam- bridge Energy Research Associates, una firma de investigación energética. Su libro ‘The Quest’ será publicado en EE.UU. en setiembre. Ganó el premio Pulitzer por su libro ‘La historia del petróleo’. LUNES, 11 DE ABRIL DEL 2011 wsjamericas.com Una torre de perforación en Pensilvania. Las reservas de gas de esquisto en EE.UU. y Canadá podrían ser suficientes para suplir la demanda en esos países por 100 años. La revolución del gas de esquisto Scott Goldsmith La explotación de yacimientos en EE.UU. tiene el potencial de cambiar radicalmente el panorama del sector energético global EL COMERCIO lunes 11 de abril del 2011 l l 29

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Artículo WSJ Américas sobre gas de esquistos en USA.

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Por Daniel Yergin

Acomienzos de los 80, George P. Mit-chell, un productor

independiente de energía de Houston, se dio cuenta de que su empresa pronto se quedaría sin gas. Casi tres décadas después, los resultados de su esfuerzo por solucionar el proble-ma están cambiando el pa-norama de la energía en Es-tados Unidos —el principal consumidor global— y los cálculos de los analistas de todo el mundo.

En esa época, Mit chell transportaba gas natu-ral desde Texas a Chicago. Pero las reservas de las que dependía se estaban agotan-do. Sin embargo, tenía una fuerte corazonada, derivada de un informe geológico que había leído por entonces.

Tal vez el gas natural que estaba atrapado en esquisto (una densa roca sedimenta-ria) podría liberarse y fluir. Mitchell estaba preparado para invertir en ello. El labo-ratorio para su experimento fue una extensa formación geológica llamada Barnett Shale alrededor de Dallas y Fort Worth. Casi todas las personas con las que traba-jó se mostraron escépticas, pero él no tiró la toalla.

La recompensa llegó una década y media después, a fi-nales de los 90. Con el uso de una versión especializada de la técnica llamada fractura-ción hidráulica, su equipo encontró una forma econó-mica de crear o expandir las fracturas en la roca y lograr que el gas atrapado fluyera.

Hoy, en una era deses-perada por innovación en el sector energético, el avance de Mitchell propicia un cam-bio potencialmente profun-do en la energía global.

Lo que se conoce como la “revolución del gas natural no convencional” ha con-vertido una escasez en un superávit y ha transforma-

do el negocio del gas. En el 2000, el gas de es-

quisto representaba apenas 1% del suministro de gas na-tural de EE.UU. Hoy es casi 25% y podría elevarse a 50% en dos décadas. Los estima-dos de los recursos base de gas natural, incluyendo el de esquisto, se ubican en 2.500 billones (millones de millo-nes) de pies cúbicos más otros 500 billones de pies cúbicos en Canadá. Esto equivale a más de 100 años de suministro de gas natu-ral, que es usado entre otras cosas para cocinar, generar electricidad y en procesos industriales. Según un infor-me del 2010 de la Agencia de Información de Energía de EE.UU., la demanda de gas en América Latina aumenta a una tasa promedio de 2,3% al año. La agencia prevé que el consumo se duplique de 4,6 billones de pies cúbicos en el 2007 a 8,6 billones de

pies cúbicos en el 2035.La fracturación hidráu-

lica usa la presión concen-trada del agua, arena y una pequeña cantidad de quími-cos para promover el flujo de crudo y gas en un yaci-miento. El acierto de Mit- chell Energy consistió en aplicar un enfoque particu-lar, “fracturación de arena ligera”, para entrar en lo que antes parecía impenetrable: roca de esquisto dura.

Con esta técnica, la pro-ducción de gas de la empre-sa se disparó y en el 2002, Mit chell unió su empresa a una más grande e indepen-diente, Devon Energy.

Devon tenía experiencia en una segunda tecnología que sería clave, la perfora-ción horizontal, que deja al descubierto más área del yacimiento y permite la re-cuperación de una cantidad mucho mayor de gas (o pe-tróleo). “En esa época”, dijo

Larry Nichols, el presidente de la junta directiva de De-von, “absolutamente nadie creía que la perforación en esquisto funcionaría, aparte de Mitchell y nosotros”.

Espada de doble filoDevon experimentó con

la combinación de las dos tecnologías. En el 2003, la empresa perforó 55 pozos en Barnett Shale, lo que op-timizó la unión de la fractu-ración con la perforación ho-rizontal. Poco a poco, otras empresas empezaron a usar la técnica y para el 2008 y el 2009, la producción se dis-paró. A medida que el vo-lumen subió, pasó lo inevi-table, los precios bajaron sustancialmente. Hoy, el gas natural cuesta menos de la mitad que hace tres años.

El gas de esquisto cambió la dirección estratégica de la industria. Compañías más grandes han mantenido sus

compromisos multimillona-rios en proyectos de gas na-tural licuado alrededor del mundo, pero ahora quieren enviar ese gas a Europa y Asia, no a América del Norte. Al mismo tiempo, han hecho inversiones millonarias en la extracción de gas de esquis-to en EE.UU. y Canadá.

Reservas potenciales de gas de esquisto han sido identificadas en países como México, Argentina y Argelia. El interés chino está rápi-damente cambiando hacia el gas de esquisto y hacia otra forma no convencional de gas natural, el metano de yacimientos carboníferos. Se cree que el potencial de Europa en gas no convencio-nal es tan grande como el de América del Norte.

La abundancia y el bajo precio del gas lo convierten en una fuente alternativa de energía altamente competi-tiva frente a la energía eó-

lica y nuclear, e incluso a la generación de electricidad con carbón. Y tiene la ven-taja extra de emitir menos contaminantes.

Algunos ambientalistas aplauden el gas de esquisto como una fuente de electri-cidad con baja emisión de carbono. “Es una bendi-ción”, dijo Tim Wirth, pre-sidente de la Fundación de las Naciones Unidas. “Pero es un regalo que tiene que ser administrado de forma apropiada”, agregó. Wirth ha instado a la industria a establecer estándares y crear un acuerdo de opera-ción con los reguladores.

A otros ecologistas, sin embargo, les preocupa la cantidad de agua usada en el proceso. Pero el año pa-sado, los 3.500 yacimientos de gas de esquisto perfora-dos en EE.UU. usaron solo 0,02% del total de agua usa-da en ese país.

También ha habido te-mor ante la posibilidad de contaminación de acuíferos por parte de la fracturación hidráulica. Pero la fractura-ción ocurre por debajo de estas reservas de agua.

Todos estos asuntos han surgido recientemente y se necesitará algún tiempo para solucionarlos. Pero no debemos perder de vista el panorama más amplio: el potencial de un siglo equi-valente de energía barata y ambientalmente atractiva. En una época de nerviosis-mo energético, la revolu-ción del gas de esquisto es tanto una innovación como una adición extraordinaria al suministro de energía.

—Yergin es presidente del directorio de IHS Cam-

bridge Energy Research Associates, una firma de

investigación energética. Su libro ‘The Quest’ será

publicado en EE.UU. en setiembre. Ganó el premio

Pulitzer por su libro ‘La historia del petróleo’.

LU N ES, 1 1 D E A B R I L D E L 2 0 1 1 wsjamericas.com

Una torre de perforación en Pensilvania. Las reservas de gas de esquisto en EE.UU. y Canadá podrían ser suficientes para suplir la demanda en esos países por 100 años.

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La explotación de yacimientos en EE.UU. tiene el potencial de cambiar radicalmente el panorama del sector energético global

EL COMERCIO lunes 11 de abril del 2011 l l 29