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La Salvación - Textos controversiales (1ª Parte)

En las primeras partes de este estudio les compartí algunos versículos bíblicos que aseguran que la salvación no se puede perder, sí no los ha leído le sugiero que los analice. Ahora ¿qué pasa con esos textos que insinúan que la salvación SI se pierde?

A continuación escudriñaremos varios de estos textos. Antes, es importante recalcar que al estudiar la Biblia nunca debemos sacar un texto de su contexto, eso significa que no podemos estudiar un versículo sin tener en cuenta el capitulo de la Biblia donde está escrito, para darle la interpretación que queramos o más nos convenga. Al sacar un texto de su contexto, cambiamos la verdad y eso es crear una mentira.

Jacobo Arminio

Como nota curiosa, les comparto que el que introdujo en la Iglesia la enseñanza de que la salvación se pierde fue en teólogo holandés llamado Jacobus Arminius alrededor del año 1589. Antes de que surgiera la teología arminiana la Iglesia no creía que la salvación se pudiera perder. Hasta ese entonces en las iglesias se creía y enseñaba: “Una vez salvo, para siempre salvo”.

¿Cómo se pierde la salvación?

Lo primero que debemos preguntarnos es: ¿Cómo se pierde la salvación? La respuesta sostenida por muchos es: por el pecado. Pero esa simple respuesta nos llenaría de más interrogantes ya que según 1ª Juan 1:8 todos cometemos pecados: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no hay verdad en nosotros”.

Sí la salvación se perdiera por algún pecado, nuestra salvación sería muy frágil y la obra de Jesucristo en la cruz no tendría firmeza, ya que cualquier mentira, mal pensamiento o palabra mal dicha es pecado y podríamos perder la salvación con relativa facilidad. Sí la salvación se pierde por nuestros pecados, ninguno se salvaría.

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Entonces ¿con qué pecado se pierde? ¿con cuántos? ¿porqué? ¿uno solo? ¿cuán frágil fue el sacrificio de Cristo? La palabra de Dios nos dice que “si confesamos nuestros pecados, podemos confiar en que Dios, que es justo, nos perdonará nuestros pecados y nos limpiará de toda maldad” 1ª Juan 1:9 (DHH).

Sí nuestro arrepentimiento es sincero Dios perdona todos nuestros pecados. ¡Todos! Así que, la salvación no se pierde por nuestros pecados, ya que a pesar de ser salvos, en algún momento volveremos a pecar.

La Blasfemia contra el Espíritu Santo

Algunos son de la opinión que la salvación se pierde por un pecado imperdonable, al blasfemar contra el Espíritu.

Revisemos los versículos, está en Mateo 12:31-32 “Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero”.

Basados en esto, una gran mayoría dice que podemos perder la salvación al blasfemar contra el Espíritu Santo. Pero debemos preguntarnos ¿puede un creyente blasfemar contra el Espíritu?

El qué habla en estos versos es Jesucristo, ¿porqué dijo eso? Tome el tiempo de leer la conversación completa de Jesús, ver el texto en su contexto. Revisemos Mateo 12:24 “Mas los fariseos, al oírlo, decían: Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios”.

Antes que Jesús hiciera su declaración, había sanado a un endemoniado. Los fariseos, que no son creyentes nacidos de nuevos, sino gente religiosa que se creen salvas por sus obras, no aceptaban que él era el mesías. Y lo acusaban de que lo que él hacía era obra del mismo diablo. Por eso Jesús les contestó en Mateo 12:26 “Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino?”.

Al leer el texto completo, queda claro que los que blasfeman contra el Espíritu son los que rechazan a Cristo y la obra del Espíritu Santo que convence de pecado. Estos, no serán salvos jamás. Son los que dicen no me importa lo que veo, yo igual no creo en ÉL. Por eso, un creyente de verdad no puede jamás blasfemar contra el Espíritu Santo.

Judas Iscariote

Otros toman como ejemplo a Judas, que siendo uno de los apóstoles perdió su salvación por traicionar a Jesús. Los que apoyan esta teoría ignoran que Judas nunca fue salvo y por lo tanto no podía perder lo que nunca tuvo: La salvación.

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Para entender esto debemos saber que Judas, a pesar de ser llamado como los demás apóstoles, siguió a Cristo a su manera y por sus propios intereses, además que no fue renovado. En Juan 17:12 Jesucristo lo identifica como el hijo de perdición. También la Biblia revela que era un hombre avaro. Por ejemplo, en Juan 12:6 se menciona que se robaba parte de las ofrendas de los pobres y en Mateo 26:14-16 la conocida historia cuando vendió a Jesús por 30 monedas de plata. Dios conociendo la naturaleza corrompida de Judas sabía de antemano que lo iba a traicionar y por eso permitió que formara parte de los doce.

Otro detalle interesante se encuentra en Juan 13:30 durante la última cena de Jesús, mientras todos comen y participan del cuerpo y de la sangre de Cristo, Judas solo toma un bocado y sale apresurado a vender y traicionar a Cristo.

Estos textos nos hacen entender que aunque Judas siguió a Jesús, vio sus obras y milagros, en realidad se perdió porque no creyó en el ministerio de Jesús ni valoró su sacrificio. Y luego de la traición no se arrepintió de verdad, ni pidió perdón a Dios. Por lo tanto la traición de Judas es un mal ejemplo para sostener que la salvación se pierde ya que él nunca fue salvo.

Es cierto que Judas traicionó a Jesús, pero también Pedro lo hizo al negarlo. A pesar de la traición, Pedro si se salvó. Nosotros los creyentes también somos tentados a traicionar a Jesús y lo hacemos cada vez que pecamos. Al pecar no le damos valor a la obra de la cruz. Vendemos a Cristo por un momento de placer, por un pecado, por una moneda de plomo. Nuestro llamado es vivir en obediencia total y en santidad.

Los Iluminados

Otro texto muy usado para decir que la salvación se pierde es Hebreos 6:4-6 “Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio”. (RV60)

Al leer este texto de manera superficial, pareciera decir que los que participan del Espíritu Santo (creyentes salvos) y caen (se apartan) es imposible que vuelvan a ser renovados (obtener el perdón de Dios). Entonces se pierden y por lo tanto pierden su salvación.

¿De verdad dice eso? Pues este texto más que leerlo, hay que analizarlo profundamente. Como dice la Biblia: “escudriñarlo”. Para entender al autor de Hebreos debemos revisar las palabras claves en su idioma original, en este caso el griego antiguo. Personalmente les recomiendo adquirir la Nueva Concordancia Strong Exhaustiva y Vine, Diccionario Expositivo de palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento, son los diccionarios más usados para estudiar las palabras de la Biblia.

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Analicemos las palabras que marqué en negritas:

Iluminados, traducción de la palabra fotízo, que significa: sacar a la luz, aclarar, prender una antorcha para iluminar. En el sentido original de la palabra los iluminados son personas que, al igual que Judas, han visto a Dios obrando, posiblemente han visto milagros y sanidades, han escuchado enseñanzas, escuchado la verdad de Dios. Pero todo esto no significa que sean salvos. Iluminados no significa ser salvo tiene que ver con haber visto.

Gustaron, traducción de la palabra geúomai, que significa: saborear, probar un poco, experimentar. Tiene que ver con conocer el sabor pero no implica tragarse el bocado.

A diferencia de los iluminados, los que gustaron no solo vieron, sino que tuvieron la oportunidad de experimentar personalmente del don celestial, la Palabra de Dios y los poderes del siglo venidero. Son los que probaron al Espíritu Santo pero no recibieron a Cristo como Señor y Salvador. Fueron tras la bendición pero no tras el dador de esa bendición.

Un ejemplo es la historia de los diez leprosos en Lucas 17:11-19, los diez gustaron el poder de Dios y fueron sanados pero solo uno se salvó. Otro ejemplo es Judas, mojó el pan en el plato. Jesús lo partió y dijo a los discípulos, coman. Los verdaderos discípulos comieron el pan. Lo que comió Judas fue un bocado de pan remojado, no participó del cuerpo de Cristo.

Luego están los que fueron hechos participes. Aquí el problema está en la traducción y no en el texto original. La palabra participe es traducción de la palabra métojos, que significa: que tiene parte, es un asociado, un compañero. Según el diccionario Vine: participante en, participante de.

En una reunión todos participan, salvos y no salvos. Unos oyen, otros ven, todos participan. ¡Incluso los incrédulos! Judas participó de la cena, era compañero del grupo. Judas participó en las sanidades y milagros que hizo Jesús pero no fue salvo. Todos participaron de lo que el Espíritu Santo hacía en la iglesia.

Es la misma explicación para Mateo 7:22 (RV60) “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?”. Son aquellos que gustaron los poderes del siglo venidero (eterno, perpetuo), pero no son salvos. Por eso Jesús les responde en Mateo 7:23 (RV60) “Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.”

Ese “… nunca os conocí...” es la palabra ginósko y se refiere a conocer íntimamente. La misma palabra se usa en Mateo 1:27 para decir que José conoció a María íntimamente (sexualmente).

A estos que en Hebreos se les llama participes, no son salvos, no tienen una verdadera intimidad con el Señor a pesar de haberle experimentado de alguna forma.

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¿Quién puede ser renovado?

Ahora analicemos estas dos palabras en Hebreos 6:6. Recayeron traducción de la palabra parapípto que significa caer al lado, apostatar. El diccionario Vine también lo traduce como: caer en el propio camino. Y Renovados traducción de la palabra, Anakainízo , que significa: restaurar a, restaurar en, una repetición.

Es lógico que si estas personas nunca se decidieron por Cristo a pesar de ser iluminados, participar de la Palabra, gustar los poderes y a pesar de todas sus experiencias no se convirtieron. Viene la pregunta ¿cómo pueden ser renovados?

En nuestras congregaciones también encontramos personas así. Han visto el obrar de Dios, han gustado de SU poder y participado de muchas cosas con los creyentes verdaderos. Tienen apariencia de creyentes redimidos pero en realidad su conversión nunca fue sincera, es solo religiosidad. Sí estos recaen a su antigua forma de vivir ¿cómo pueden volver a ser restaurados sí nunca pertenecieron a Cristo? Solo se puede renovar (restaurar) a alguien que si pertenece.

Algunos ejemplos de la Biblia son Judas, los fariseos, nueve de los diez leprosos. Sí nunca se arrepintieron ¿de qué se va arrepentir?

También debemos tener en cuenta el contexto de la carta que fue escrita a los hebreos, a los judios convertidos a Cristo. Algunos de ellos, a pesar de conocer la verdad querían volver a sus prácticas judaicas. Por eso el diccionario Vine explica el texto de Hebreos así: la imposibilidad de renovar para arrepentimiento aquellos judios que profesaban el cristianismo si después de su experiencia apostatarán volviendo a su antiguo judaismo.

Debemos recordar las palabras de Proverbios 24:16 acerca del justo “Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse”.

Al final de Hebreos 6:6 la frase "crucificando de nuevo para sí mismos" es el término Anastauró: se usa para los apostata judios que como cristianos nominales (nominales: solo son cristianos de nombre, de la boca para afuera) prefirieron quedarse con el judaísmo. Que a pesar de haber saboreado a Dios y su poder, decidieron volverse a su viejas creencias. Por ello, al no creer en Cristo a pesar de lo vivido, estarían volviendo a clavarlo en la cruz y burlándose de él ante todo el mundo.

Permaneciendo en el contexto debemos tener en cuenta Hebreos 6:9 “Pero en cuanto a vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecen a la salvación, aunque hablamos así.”

Aquí el autor hace un contraste. El autor le dice a los Hebreos en los versos del 4 al 6 que en la congregación hay aquellos

que ven, conocen, experimentan y participan pero al final le dan las espaldas a Jesucristo. Pero, en el verso 9 le habla a quienes les escribe esta carta “en cuanto a vosotros … que pertenecen a la salvación”. Recién allí le está hablando a los salvos.

Así que, analizando con profundidad Hebreos 6:4-6 podemos ver que este texto no se refiere a perder la salvación.

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Los apostatas, los que se salen del camino, los que no han nacido de nuevo son la cizaña en la congregación. Gente que participa en nuestras congragaciones, estudian la Palabra, sirven, ofrendan, experimentan a Dios de diversas formas, con aparentes frutos y dones. Pero no se han entregado a ÉL. Viven en pecado. No hay cambios radicales y sinceros en sus vidas. No hay fruto verdadero.

Sí conocemos alguien así, no dejemos de orar por ellos y compartirles las Buenas Nuevas. Para que puedan arrepentirse y conocer íntimamente al Dios verdadero.

En la próxima parte analizaremos más textos que insinúan que la salvación SI se pierde. Mientras tanto, creas que se pierda o no, sigue viviendo para glorificar a Dios y cultiva tu relación con ÉL.

Que Dios te bendiga.

Miguel Ángel