La Santidad - Andrew Murray

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  • Presentacin

    ndrew Murray (1828 1917) naci en Sudfrica y fue enviado a estudiar a Inglaterra a la edad de 10 aos. Cuando regres a Sudfrica como pastor y evangelista, lider un avivamiento que conmovi a todo el pas.

    Toda su vida de trabajo y esfuerzo para profundizar la vida espiritual de los creyentes en Cristo influenci a la iglesia en todo el mundo mediante el legado de sus profundos escritos, incluyendo los clsicos with Christ in the school of player (con Cristo en la escuela de la oracin), Abide in Christ (permanezca en Cristo), Raising Your Children for Christ (cmo criar a sus hijos para Cristo). Otras de sus actividades menos conocidas fueron los debates teologicos, su papel en las relaciones de la iglesia con el estado y la fundacin universidades. La solida teologa bblica y el fervor espiritual de Murray lo convirtieron en la fuerza que impulso los avivamientos de su poca, y un modelo de fidelidad para la nuestra.

    Las lecturas devocionales que contiene este libro han sido seleccionadas de su libro Holy in Christ (Santo en Cristo). En su prefacio leemos: Mi objetivo al escribir este libro ha sido descubrir el sentido que Dios le da a la palabra santidad, para que tambin nosotros podamos darle el mismo sentido. He rastreado la palabra buscando hacer claridad sobre este tema- a travs de los

    A

  • pasajes ms importantes de las Sagradas Escrituras donde se encuentra ella, para conocer lo que es la santidad de Dios, lo que debe ser la nuestra y cmo podemos lograrla. Me he preocupado especialmente por sealar la cantidad y variedad de los elementos que hacen de la verdadera santidad expresin divina de la vida cristiana en toda su plenitud y perfeccin. Me he esforzado tambin por mantener la maravillosa unidad y sencillez que hay en ella, cuando est centrada en la persona de Jess.

    Ha sido mi deseo ferviente poder ayudar a mis hermanos en la fe descubrir la maravillosa revelacin de la santidad de Dios a travs de todas las pocas, tal como est registrada en su bendita Palabra. He orado al altsimo pidindole que use lo que he escrito para aumentar en sus hijos la conviccin de que debemos ser santos, el conocimiento de cmo podemos ser santos, el gozo de ser santos, y la fe para poder ser santos. Quiera Dios conmovernos para que clamemos a l da y noche pidiendo una visitacin de su Espritu y el poder de su Santidad sobre todo su pueblo, para que las palabras cristiano y santo sean sinnimos, y cada creyente sea un vaso santo y listo para el uso del Maestro

  • DA 1

    El llamado de Dios a la santidad

    Ms bien, sean ustedes santos en todo lo que hagan, como tambin es santo quien los llam; pues est escrito: sean Santos porque yo soy santo.

    1 PEDRO 1: 15 16

    l llamado de Dios es la manifestacin en el tiempo del propsito de la eternidad: A los que predestino, tambin los llam (Romanos 8:30). Los creyentes son llamados de acuerdo con su

    propsito (Romanos 8:28). En su llamado l nos revela cules son sus pensamientos y su voluntad para nosotros, y la vida que nos invita a vivir. Nos hace ver con claridad cul es la esperanza a la cual somos llamados, y a medida que comprendemos y entramos en ella, nuestra vida en la tierra se convierte en un reflejo de su propsito eterno. La sagrada Escritura utiliza ms de un trmino para indicar el objetivo o la meta de nuestro llamamiento, pero ningn otro se usa con mayor frecuencia que el que el apstol Pedro menciona aqu: Dios nos ha llamado a ser santos, as como l es santo (Romanos 1:7;1 Corintios 1:2;1 Tesalonicenses 4:7). Cuando nos llama, el Padre descubre el propsito que desde la eternidad tena en su corazn: que seamos santos.

    Este llamamiento de Dios nos muestra el verdadero motivo para la santidad. sed santos porque yo soy santo. Es como si Dios dijera: la santidad es mi

    E

  • bendicin y mi gloria, sin ella ustedes no pueden verme disfrutar de m, teniendo en cuenta la naturaleza de las cosas, no hay nada superior que pueda concebirse. Te invito a compartir conmigo a travs de ella, te invito a ser como yo. No te conmueve la idea, la esperanza de ser participante conmigo de mi santidad? No tengo nada mejor que ofrecerte, yo mismo me ofrezco a ti. No clamaremos al Seor que nos muestre la gloria de santidad, y que nos ayude a estar dispuestos a entregarlo todo en respuesta a su maravilloso llamado?

    Cuando nos llama el Padre devela el propsito que desde la eternidad tena en su corazn: que seamos santos.

    Cuando escuchamos su llamamiento tambin nos muestra la naturaleza de la verdadera santidad. ser santo es ser como Dios es, es tener una disposicin, una voluntad, un carcter como el de Dios. La sola idea parece incluso blasfemia hasta que escuchamos con atencin la siguiente declaracin: Dios nos escogi en l desde antes de la creacin del mundo, para que seamos santos y sin mancha (Efesios 1:4). En Cristo, la santidad de Dios apareci en un ser humano. En su ejemplo, en su mente y su Espritu tenemos la santidad del Dios invisible, expresada en la vida y la conducta humana. Ser como Cristo es ser como Dios; y ser como Cristo es ser Santo como Dios es Santo.

    Padre. T me has llamado a la santidad, pero cmo puedo ser santo como T?

    Espritu Santo, mustrame lo que es la santidad. Tu santidad primero y luego la

    ma. Mustrame la indecible bendicin y gloria de ser partcipe de Cristo y su

    santidad . Amn.

  • DA 2

    La provisin de Dios para la santidad

    A los que han sido santificados en Cristo Jess y llamados a ser su santo pueblo.

    1 CORINTIOS 1:2

    Santos! En Cristo! En estas dos frases tenemos, tal vez, las palabras ms maravillosas de toda la Biblia. Santo, la palabra de insondable significado, que expresan los serafines con sus rostros

    cubiertos. Santo, la palabra en la cual se centran todas las perfecciones de Dios y de la que es manantial su gloria. Santo la palabra que revela el propsito que Dios tena en mente con respecto al hombre, y que habla de lo que ser la suprema gloria del mismo en la eternidad futura: ser participes de su santidad!

    En Cristo, las palabras en las que se descubren la sabidura y el amor de DIOS. El Padre que da al Hijo para que sea uno con nosotros! El Hijo que muere en la cruz para hacernos uno solo consigo mismo! El Espritu Santo que mora en nosotros para establecer y mantener esa unin! En Cristo, la leccin nica que tenemos que estudiar sobre esta tierra. La respuesta de Dios a todas nuestras necesidades. En Cristo, la garanta y la degustacin de la gloria eterna.

    Aqu est la provisin de Dios para nuestra santidad, su respuesta para nuestro interrogante: Cmo ser santo?

  • Qu riqueza de significado y de bendicin hay en las palabras combinadas: Santos en Cristo! Aqu esta la provisin de Dios para nuestra santidad, su respuesta para nuestro interrogante Cmo ser santo? Escuchamos el llamado a ser santos, pero parece existir un inmenso abismo entre la santidad de Dios y la del hombre. En Cristo, est el puente que cruza dicho abismo; mejor an, su plenitud lo ha llenado. En Cristo, Dios y el hombre se encuentran; la santidad de Dios nos ha hallado y nos ha hecho suyos. Aqu est la respuesta al ansioso clamor y a los anhelos del corazn de los millares de almas sedientas que han credo en Jess y todava no saben como ser santas. Aqu tienen la respuesta de Dios, usted es santo en Cristo Jess. Si usted recibe estas divinas palabras y las cree, la luz divina brillara en su corazn y lo llenar con gozo y el amor divino estar en capacidad decir: ahora lo veo claro. Soy santo en Cristo.

    Santo seor, que tu voz se escuche en las profundidades de m ser con un poder

    del cual no es posible escapar: S Santo, s santo. Revlame T santidad y mi

    pecaminosidad. Llvame a aceptar a Jess como mi santificacin, a morar en l

    como mi vida y mi poder para ser lo que t quieres que yo sea: santo en Cristo Jess. Amn.

  • DA 3

    La santidad y la creacin

    Dios bendijo el sptimo da, y lo santific, porque en ese da descanso de toda su obra creadora,

    GNESIS 2:3

    l Gnesis es el libro de los comienzos. Le debemos a sus tres primeros captulos la luz divina que arroja sobre los muchos interrogantes que trascienden la sabidura humana. Y ellos llegamos tambin en

    nuestra bsqueda de la santidad. En todo el libro de Gnesis la palabra santo aparece solo una vez. Pero esa sola vez nos abre el manantial secreto del cual fluye todo lo que La Biblia tiene para ensear acerca de esta bendicin celestial. Cuando Dios bendijo el da sptimo y lo santifico, lo exalt sobre los otros das y lo separ para una tarea y una revelacin de si mismo superando en gloria todo lo precedente. Aqu vemos el carcter de Dios como el santo que santifica, entrando y descansando; y el poder de bendicin con el cual va acompaada siempre la santificacin.

    En los seis das anteriores, la frase clave es: Dios cre. Pero ahora se nos dice que algo superior a la creacin, algo por lo cual existe la creacin, nos va a ser revelado. El Dios todopoderoso, el omnipotente, se da a conocer ahora como el santsimo, y revela su carcter como el

    E

  • santificador. Tanto santificar como crear, son exclusivamente obras suyas.

    Tanto santificar es exclusivamente obra suyas, como crear.

    Dios santific el sptimo da porque en l descans de toda su obra. l regresa de su trabajo creador a regocijarse en su amor por el hombre que ha creado. La presencia de Dios revelndose a s mismo, entrando y tomando posesin, es lo que constituye la verdadera santidad. Al morar en los cielos; en su templo sobre la tierra, en su amado Hijo, en la persona del creyente mediante el Espritu Santo, siempre encontramos que esa santidad no es algo que el ser humano es o hace, sino algo que est donde Dios est. Dicho de la mejor manera: al lugar donde Dios entra para descansar, ese lugar es santificado. Y as descubrimos que a medida que entramos en la quietud del sabbath (el sbado), de perfecta confianza en Dios, l viene para santificar su sbado; al alma en donde l hbita y descansa, y santifica.

    Bendito Seor y Dios, yo te adoro como el creador y el santificador. Aydame a

    comprender cmo puedo lograr la bendicin de la santidad. Que mi corazn sea

    tu lugar de descanso. En quietud, confianza y fe descansar en ti creyendo que t

    lo haces todo en mi vida. Amn.

  • DA 4

    La santidad y la revelacin

    Cuando el Seor vio que Moiss se acercaba a mirar, lo llam desde la zarza: -

    Moiss, Moiss! Aqu me tienes, respondi - No te acerques ms le dijo Dios-, qutate las sandalias porque ests pisando tierra santa.

    EXODO 3:4-5

    Y por qu era tierra santa? Porque Dios haba llegado all y la haba ocupado. Donde Dios

    est hay santidad; es la presencia de Dios la que santifica. Vimos esta realidad en el paraso cuando fue creado el ser humano. Y en este pasaje, donde la Escritura utiliza la palabra santo por segunda vez, este hecho se repite y enfatiza.

    En la zarza ardiente Dios se hace conocer como el Dios que habita en medio del fuego, y esa relacin entre el fuego y la santidad divina se menciona frecuentemente en las Escrituras. La naturaleza del fuego es tanto benfica como destructiva. El sol puede dar vida y fruto, o puede abrasar hasta causar la muerte. Todo depende de ocupar la posicin correcta ante l. Lo mismo ocurre en todo el lugar cuando Dios el santsimo se revela a s mismo; encontramos que la santidad divina es juicio contra el pecado, destruyendo al pecador que permanece en l, y es misericordia, al liberar a su pueblo del pecado. El juicio y la misericordia siempre van juntos. El fuego es la energa ms espiritual y poderosa; lo que consume lo que transforma de acuerdo con su propia naturaleza

  • espiritual, desechando en la forma de humo y ceniza lo que no puede ser asimilado.

    Donde Dios est hay santidad; es la presencia de Dios la que santifica.

    Dios haba revelado su cercana y amistad con Abraham y los patriarcas. Luego fue dada la ley, el pecado se hizo manifiesto, y la distancia y lejana de Dios se hara sentir, para que el ser humano, al conocer su pecaminosidad, conociera tambin a Dios y anhelara ser santo como l. Dios se acerca a nosotros y no obstante se mantiene a distancia: el ser humano debe retroceder. La primera impresin que la santidad de Dios produce es de temor y asombro. El sentir de pecado, y su incompatibilidad con la presencia divina es el fundamento del verdadero conocimiento o de la adoracin a Dios. Las sandalias representan nuestra comunin y nuestro amor por el mundo. Para estar en terreno santo, todo esto tiene que desecharse. Es con pies desnudos, desprovistos de cualquier cobertura, que el ser humano debe postrarse ante Dios. La carencia de aptitud para acercanos o para tener cualquier trato con el Dios santo, es la primera leccin que tenemos que aprender si hemos de participar de su santidad.

    Dios santo, veo que T habitas en el fuego. Escucho tu voz dicindome que quite el

    calzado de mis pies. Y mi alma ha tenido temor de mirarte a ti, el Santo. No

    obstante, tengo que verte, Seor. Que el fuego consuma todo lo que no es santo

    en m! Amn.

  • DA 5

    La santidad y la redencin

    Consgrame todo primognito varn.

    EXODO 13:2

    n la zarza ardiendo vemos la inauguracin de un nuevo periodo en la revelacin de Dios: el periodo de la redencin en el capitulo 12 del libro de xodo tenemos la pascua, la primera

    manifestacin de lo que la redencin, y en este pasaje donde se comienza a usar con mas frecuencia la palabra santo. En la fiesta de los panes sin levadura tenemos el simbolismo de desechar lo viejo y acoger lo nuevo, a lo cual nos lleva la redencin mediante la sangre. Tan pronto como el pueblo fue redimido de Egipto, la primera palabra de Dios para ellos fue: Consgrame (santifcame) todo primognito varn. La palabra revela que la propiedad es una de las ideas centrales tanto en la redencin como en la santificacin, que es el vnculo que las une. Y aunque aqu la palabra se aplica solo a los primognitos, ellos se consideran como tipo de la totalidad del pueblo. Y as son santificados los primognitos, y despus los sacerdotes en su lugar, como tipo o modelo de lo que todo el pueblo debe ser como el especial tesoro de Dios y como una una nacin santa.

    En una serie de hechos prodigiosos Dios demostr ser, l mismo, el conquistador de los mismos enemigos de

    E

  • Israel, y luego, mediante la sangre del cordero en las puertas de sus casas, les ensea lo que es la redencin, no solamente de un opresor injusto aqu sobre la tierra, sino tambin del justo juicio que sus pecados merecan. La pascua tiene tambin el propsito de ser la transicin de lo visible y temporal, a lo invisible y espiritual, y de mostrarles a Dios liberndolos tanto de la casa de servidumbre como del ngel destructor. Y habindolos redimido les dice que ahora son su propiedad. Durante su estada en el Sina y en su travesa por el desierto se les enfatiza continuamente que ellos son el pueblo del Seor, que los santificar para s mismo por que l es santo. El propsito de la redencin es la posesin es hacerlos semejantes a l, quien es todo santidad.

    Si estoy procurando ser santo debo morar en la clara y total experiencia de un ser redimido, y de ser, como tal, propiedad y posesin de Dios.

    Solo la redencin lleva a la santidad. Si estoy procurando ser santo debo morar en la clara y total experiencia de ser un redimido, y de ser, como tal, propiedad y posesin de Dios. Se mira con frecuencia la redencin por el aspecto negativo de ser liberado de alguien y de algo. La gloria real es el elemento positivo de ser redimidos para Jess.

    Oh, Dios, me postro delante de ti y te adoro en profunda humildad. Confieso con

    vergenza que por mucho tiempo te busqu ms como el redentor que como el

    santo. Te alabo por el Seor Jess, mi redencin y santificacin, y por hacerme uno con l. Amn.

  • DA 6

    La santidad y la gloria

    Quin, Seor se te compara entre los dioses? Quin se te compara en grandeza

    y santidad? T, hacedor de maravillas, nos impresionas con tus portentos.

    Extendiste tu brazo derecho, y los trag la tierra! Por tu gran amor guas al pueblo que has rescatado; por tus fuerzas lo llevas a tu santa morada.

    EXODO 15:11-13

    n estas palabras tenemos otro paso en la progresiva revelacin de la santidad. Es la primera vez que se habla de la santidad de Dios

    mismo. l es glorioso en su santidad, y al lugar donde habita su santidad es que gua a su pueblo.

    Soy por naturaleza el egipcio condenado a la destruccin; pero por gracia soy el israelita escogido para la redencin.

    Las playas del mar rojo es el lugar donde Israel alaba a Dios a travs de esta declaracin. l es el Dios incomparable, no hay otro Dios como l. Con Moiss frente a la zarza en Horeb vimos la gloria de Dios en el doble aspecto de su salvacin y destruccin: consumiendo lo que no poda ser purificado, y purificando lo que no fue consumido. Lo vemos en el cntico de Moiss en el cual Israel canta del juicio y de la misericordia. La columna de fuego y la nube estaban entre el campo de los egipcios y el campo de Israel: era nube y tiniebla para los egipcios, pero provey luz en la

    E

  • noche a Israel. La gloria de la santidad se pudo ver en la destruccin del enemigo.

    Y la gloria de la santidad se ve en la misericordia y la redencin; santidad que no slo libera, sino que gua a la habitacin de la santidad donde el Dios Santo habita con y en su pueblo. En la inspiracin de la hora de triunfo se revela que el gran objetivo de la redencin, tal como el santo la forj, es ser medio para Dios habitar en sus redimidos.

    Majestuoso en tu santidad, asombroso en tu gloria. La cancin en s misma armoniza los elementos aparentemente contradictorios. S; yo cantar de su juicio y de su misericordia. Me regocijar con temor mientras alabo al santsimo. Al mirar los dos aspectos de su santidad, tal como se revelaron a los egipcios y a los Israelitas, recuerdo que lo que all estuvo separado, se ha unido en m. Soy por naturaleza el egipcio condenado a la destruccin; pero por gracia soy el israelita escogido para la redencin. Hay algo en m que el fuego debe consumir y destruir; solo en la medida en que el juicio hace su obra, puede la misericordia salvar plenamente. Solamente cuando tiemblo frente a la luz escudriadora y al fuego consumidor del santsimo, cuando rindo la naturaleza del egipcio para que sea juzgada y llevada a la muerte, solo entonces puede el israelita que soy, ser redimido para conocer al Dios de salvacin y para regocijarme en l.

    Oh, mi Dios, que tu Espritu, de quien proceden estas palabras de gozo y triunfo

    santos, revele en mi interior la gran redencin como una experiencia personal. Que toda mi vida sea una cancin de temerosa y maravillosa adoracin. Amn.

  • DA 7

    La santidad y la obediencia

    Ustedes son testigos de lo que hice con Egipto, y de que los he trado hacia m

    como sobre alas de guila. Si ahora ustedes me son del todo obedientes, y cumplen

    mi pacto, sern mi propiedad exclusiva entre todas las naciones, aunque toda la tierra me pertenece.

    EXODO 19:4-6

    srael ha llegado hasta Horeb. Es el momento en que la ley ha sido dada y se ha establecido el pacto, y Dios pronuncia las primeras palabras para el pueblo: esas palabras hablan de redencin y la

    bendicin que sta lleva consigo: la comunin con Dios mismo. Hablan de santidad como el propsito divino en la redencin. Y establece la obediencia como el vnculo entre la redencin y la santidad. La voluntad de Dios es la expresin de su santidad. A medida que hacemos su voluntad, entramos en contacto con su santidad.

    Obedecer su voz es seguirlo a medida que nos gua en el camino de la plena revelacin de s mismo.

    Esto nos lleva otra vez a lo que vimos en el paraso. Dios santific el sptimo da como el tiempo para santificar al hombre. Y qu fue lo primero que hizo con este propsito? Lo primero que hizo fue darle un mandamiento. La obediencia a este mandamiento le abrira la puerta a la santidad de Dios. La santidad es un

    I

  • atributo moral; y moral es lo que una voluntad libre elige y determina por si misma. Lo que Dios crea y da es, naturalmente, bueno. Lo que el hombre desea tener de Dios y de su voluntad, y realmente se apropia de ello, tiene valor moral y lleva a la santidad. En la creacin Dios manifest su sabidura y su buena voluntad. El Seor expresa su buena voluntad a travs de sus mandamientos. Cuando aquello que es santo entra en la voluntad del hombre, y cuando el hombre acepta y se une a s mismo con la voluntad de Dios, llega a ser santo. Despus de la creacin, en el sptimo da, Dios tom al hombre dentro de su obra de santificacin para hacerlo santo. La obediencia es la senda hacia la santidad porque es la senda que nos une con la santa voluntad de Dios. Para todos: para el hombre cuando no haba cado an, para el hombre despus de la cada, en la redencin aqu, y arriba en gloria, para todos los santos ngeles, para el mismo Cristo, el santo de Dios, la obediencia es el camino a la santidad. No hay tal cosa como santidad por s sola: cuando la voluntad humana se abre en si misma para hacer la voluntad divina, Dios se comunica a s mismo y comunica su santidad. Obedecer su voz es seguirlo a medida que nos gua en el camino de la plena revelacin de s mismo.

    Obediencia! No el conocimiento de la voluntad de Dios, no su aprobacin, ni siquiera la voluntad de obedecerla, sino hacer y cumplir esa voluntad. El conocimiento, la aprobacin y la voluntad deben llevar a la accin; la voluntad de Dios debe ser hecha. Lo que Dios pide de su pueblo cuando habla de santidad, no es fe, no es adoracin, ni es profesin: es obediencia.

  • Querido Padre celestial, que la obediencia, el or y hacer tu voluntad sean el gozo y

    la gloria de mi vida. Hazme un miembro de tu pueblo santo, una posesin tuya

    que t atesoras. Amn.

  • DA 8

    La santidad y la presencia de Dios morando en nosotros

    Despus me harn un santuario (un lugar santo) para que yo habite entre ustedes.

    EXODO 25:8

    a presencia de Dios santifica, aun cuando ella descienda solo por un corto perodo de tiempo, como ocurri en Horeb en la zarza ardiendo. Cunto ms santificar esta presencia bendita el

    lugar donde habita, donde fija su residencia permanente! Esto es tan cierto que el lugar en donde la presencia de Dios habita lleg a ser conocido como el lugar santo. Todo alrededor del lugar donde Dios habitaba era santo: la santa ciudad, el monte de la santidad de Dios, su casa santa, hasta que traspasamos el velo al lugar santsimo, el santo de los santos. El Dios que habita es el que santifica su casa, el que nos hace santos tambin.

    Porque Dios es santo, la casa en la cual habita es santa. Este es el nico atributo de Dios que l puede comunicar a su casa. Es el nico que puede comunicar y la comunica en efecto. La santidad expresa no tanto un atributo como el mismo de ser de Dios en su infinita perfeccin, y su casa testifica que l es santo, que el lugar donde el habita debe tener santidad, que su

    L

  • presencia lo santifica. En su primer mandamiento a su pueblo, cuando les piden que le edifiquen un lugar santo, claramente les dijo que habitara en medio de ellos; ese fue el presagio de su habitacin permanente en medio de ellos. La casa con su santidad nos lleva a la santidad de su presencia en medio del pueblo de sus redimidos.

    El Seor es el Santificador en su condicin de Dios que habita en medio de su pueblo. Su sola presencia nos santifica.

    El lugar santo, el santuario de la santidad de Dios fue el centro de toda la obra divina para santificar a Israel. Todo lo que estaba relacionado con l el altar, los sacerdotes, los sacrificios, el aceite, el pan, los utensilios- era santo porque perteneca a Dios. Desde la casa el Seor habl a Israel un mensaje de doble contenido: el llamado a ser santos, y su promesa de que l mismo los santificara. La demanda de Dios se hizo manifiesta mediante su exigencia de limpieza, de expiacin y de santidad en todos los que se acercaran a l, ya fuera como sacerdotes o adoradores. Y la promesa divina brill en la casa del Seor en la provisin para la santificacin, en el poder santificador del sistema sacrificial.

    El Seor es el santificador en su condicin de Dios que habitaba en medio de su pueblo. Su sola presencia nos santifica. La santidad se mide por la cercana a Dios, y como no hay nadie santo, sino solo el Seor, la santidad se encuentra solo en l.

    Padre de nuestro Seor Jess, te pido nada menos que la presencia de mi Seor

    Jess morando en mi corazn por la fe. Anhelo esa consciente, bendita y permanente presencia de su Espritu Santo. Amn.

  • DA 9

    La santidad y la mediacin

    Haz una placa de oro puro, y graba en ella, a manera de sello: consagrado al

    Seor. Sujtala al turbante con un cordn prpura de modo que quede fija a ste

    por la parte delantera. Esta placa estar siempre sobre la frente de Aarn, para que el Seor acepte todas las ofrendas de los israelitas.

    EXODO 28:36 38

    a casa de Dios deba ser el lugar de habitacin de su santidad, en donde l se revelara como el santo, a quien no se deba acercar nadie excepto con

    temor y temblor. All se revelara tambin como el santificador, atrayendo hacia l a todos los que desearan participar de su santidad. El centro de esta revelacin era el sumo sacerdote, quien era el representante de Dios ante el hombre, y del hombre ante Dios. l es el smbolo de la santidad divina en forma humana, de la santidad humana como un regalo divino. En l DIOS se acerc para santificar y bendecir al pueblo se acerc a Dios cuanto le era posible. Sin embargo, el da de la expiacin en el cual deba entrar al lugar santsimo, era la prueba misma de cun impo es el hombre. Este sumo sacerdote era en s mismo la prueba de la impiedad de Israel, no obstante era el tipo y el retrato del Salvador que vendra, nuestro Seor Jess, una maravillosa demostracin de cmo participara su pueblo de la santidad de Dios.

    L

  • El sumo sacerdote es el smbolo de la santidad divina en forma humana, de la santidad humana como un regalo divino.

    Tal vez el hecho ms impactante en el cual el sumo sacerdote tipificaba a Cristo, en cuanto a nuestra santificacin, era la corona santa que llevaba en su frente. Todo a su alrededor deba ser santo. Los utensilios eran santos, sus vestiduras eran santas. Pero haba un elemento que hablaba de la manera ms expresiva de su santidad. Sobre su frente deba llevar siempre una placa de oro en la cual estaban grabadas las palabras: consagrado al Seor todos tenan que leer que el objetivo integral de su existencia era ser la representacin el portador y el mensajero- de la santidad divina, el elegido a travs del cual la santidad de DIOS fluira en bendicin sobre su pueblo.

    La corona santa, este emblema dedicatorio, expresaba la promesa y compromiso del Seor de que la santidad del sumo sacerdote garantizaba que el adorador era aceptado. El peticionario poda mirar al sumo sacerdote no solo a efecto de procurar la expiacin mediante el rociamiento de la sangre, sino tambin para asegurar una santidad que lo hiciera aceptable a l y a sus dones. Si esto fue cierto entonces, cunto ms ahora mediante el sacerdocio de Cristo. Tan grande como pueda ser nuestro pecado, cuando miramos al Seor Jess y leemos en su frente, consagrado al Seor levantamos nuestros rostros para recibir la sonrisa divina de aprobacin plena y perfecta aceptacin.

    Padre bendito, abre nuestros ojos para ver y nuestros corazones para comprender

    esta corona santa de nuestro bendito Jess. Me acerco a l como mi verdadero

  • sumo sacerdote y entro a su santidad hasta que ella tome posesin de m y sature todo mi ser. Amn.

  • DA 10

    La santidad y la separacin

    yo soy el Seor su Dios, que los he distinguido entre las dems naciones. Sean

    ustedes santos, por que yo, soy santo, y los he distinguido entre las dems naciones, para que sean mos.

    LEVTICO 20:24,26

    a separacin en s misma no es la santidad, pero es el camino hacia ella. Aunque no puede haber santidad sin separacin, s puede haber una

    separacin que no conduce a la santidad. Para cualquiera que procura la santidad es de vital importancia comprender tanto la diferencia como la relacin que existe entre ambas.

    Santidad no es lo que yo soy, hago, o doy, sino lo que Dios es, lo que l hace y lo que l meda.

    La palabra hebrea santidad se deriva de una raz que significa separa. Apartar para Dios, someterse a sus demandas, consagrarse a su servicio es intrnsecamente parte de la santidad, pero ello es solo el comienzo. La santidad es en si misma muchsimo ms. Santidad no es lo que soy yo, hago, o doy, sino lo que Dios es, lo que l hace y lo que l me da. Es el hecho de que Dios toma posesin de mi vida lo que me hace santo. Ocho veces encontramos esta demanda en el libro de levtico: santos seris porque santo soy yo el Seor vuestro

    L

  • Dios. La santidad es el mximo atributo de Dios, y es expresin no solo de su relacin con el pueblo de Israel, sino de su mismo ser y naturaleza. Y aunque es de manera lenta y gradual que l puede ensear a la mente carnal del hombre su verdadero significado, no obstante, desde el principio le ha dicho a su pueblo que su propsito es que sea como el mismo: santo. La separacin es solamente el poner aparte y tomar posesin de la vasija para limpiarla y utilizarla; la llenura de la misma con el precioso contenido que se le confa es lo que le confiere su verdadero valor.

    La separacin no es una demanda arbitraria de Dios, sino un requisito indispensable. Separar una cosa es liberarla de otros usos para un propsito especial, para que con un poder sin dividir cumpla la voluntad de quien la escogi y realice as su destino. Dios nos ha separado para l en el sentido ms amplio de la palabra, para entrar en nosotros y mostrase a s mismo en y a travs de nuestras vidas. A medida que el Seor logra y toma plena posesin de nosotros, cuando la vida eterna en Cristo ejerce pleno Seoro en todo nuestro ser, a medida que el Espritu Santo fluya plena y libremente a travs de nuestras vidas y habite en nosotros la presencia de Dios, esa separacin no ser un asunto de ordenanzas sino una realidad espiritual. El Seor en su divino amor desea hacernos suyos y con ese propsito nos atrae hacia l.

    Mi Padre celestial, t me has separado para ti. Perfecciona la separacin de mi ego.

    Decido desechar el egosmo, y liberarme del seoro de mi ego. Que tu presencia reinando en mi corazn baje a mi ego del trono. Amn.

  • DA 11

    El santo de Israel

    Yo soy el Seor que los sac de la tierra de Egipto, para ser su Dios. Sean, pues,

    santos, porque yo soy santo. Considralo santo, porque l ofrece el pan de tu DIOS. Santo ser para ti, porque santo soy yo, el Seor, que los santific a ustedes.

    LEVTICO 11:45; 21:8

    n el libro de xodo encontramos a Dios haciendo provisin para la santidad de su pueblo. Empez por ensearles que todo lo que lo rodeaba, todo el que quisiera acercrsele tena que ser santo. Que

    solo habitara en medio de la santidad, por lo tanto, ellos tendran que ser un pueblo santo. En el libro de Levtico se nos lleva un paso ms adelante. Tenemos aqu, en primer lugar, a Dios hablando de su propia santidad, haciendo una splica a los hijos de Israel para que sean santos, a la vez se compromete con ellos a darles el poder para lograrlo. Sin esta promesa La revelacin de la santidad sera incompleta, y el llamado a ser santos carecera de poder. La verdadera santidad se logra cuando aprendemos que solo Dios es santo, y que solo l puede santificar. Y que la santificacin ocurre cuando nos acercamos a l en con amor y obediencia para que su santidad nos sature y repose en nosotros.

    La santidad no solo descubre lo que es impuro y lo purifica, sino que es en s misma algo de infinita belleza.

    E

  • Siendo as es correcto que procuremos saber lo que es la santidad del Seor. La palabra en el hebreo original, ya sea en el sentido de separar o de brillar, expresa la idea de distinguir algo o a alguien de entre varios, por su superior excelencia. Dios es separado y diferente a todo lo creado; como el santo que guarda su divina gloria y perfeccin de cualquier cosa que interfiera con ellas. En su santidad l es ciertamente el incomparable; la santidad es suya y nada ms; no hay nadie como l en el cielo o en la tierra, excepto cuando l confiere o transmite sus atributos. Nuestra santidad no consiste en un intento por imitar a Dios, sino en entrar en un estado de separacin con l, pertenecindole por completo, apartados por l y para l.

    La santidad de Dios tambin se refiere a su divina pureza; no es solamente odiar el pecado sino un ms positivo elemento de perfecta belleza. La infinita pureza no puede mirar el pecado, y la justicia lo condena y lo castiga. Pero la santidad no slo descubre lo que es impuro y lo purifica, sino que es en s misma algo de infinita belleza. La pureza y la belleza perfectas son atributos de Dios. Y si su santidad ha de ser nuestra debe existir el permanente temor santo que tiembla ante La sola idea de agraviar la infinita sensibilidad del Dios santo con el pecado, y anhela la perfecta armona con l, la belleza del seor y la admiracin de su divina gloria, y un gozoso sometimiento a l solamente.

    Padre santo, tu santidad es mi nica esperanza, mi nica liberacin del pecado y

    del yo. T eres infinitamente exaltado en pureza, ms all de toda mi imaginacin. Acrcame a Jess. Amn.

  • DIA 12

    SANTO, SANTO, SANTO

    Vi al Seor excelso y sublime, sentado en un tronoPor encima de l haba

    serafinesY se decan el uno al otro: Santo, santo, santo es el SEOR

    todopoderoso; toda la tierra est llena de su gloria.

    ISAAS 6:1-3

    a santidad es el principal y el ms glorioso atributo de Dios, no solamente en la tierra sino tambin en el cielo. Los ms brillantes de los seres creados, quienes estn siempre adelante, alrededor y

    encima del trono divino, encuentran su gloria adorando y proclamando la santidad de Dios. Con toda seguridad no puede haber para nosotros algo superior, que adorar, proclamar y mostrar la gloria del Dios tri-uno y santo.

    Despus de Moiss, Isaas fue el principal mensajero de la santidad de Dios. Moiss vio al Dios nico en el fuego, escondi su rostro y tuvo temor de mirarlo, y as en santo temor fue preparado para ser su mensajero. Isaas oy el canto de los serafines, cuando vio el fuego en el altar y que la casa se llen de humo exclam: Pobre de m. Y fue solo cuando en su ser sinti una profunda necesidad de limpieza, y cuando recibi el toque de fuego purificador de sus pecados, que estuvo en capacidad de llevarle al pueblo de Israel el evangelio del Dios Santo,

    L

  • como su redentor. Ojal descubramos el mismo temor, la misma humilde adoracin y la limpieza con fuego mediante el mismo redentor.

    No puede haber algo superior para nosotros que adorar, proclamar y mostrar la gloria del Dios tri-uno y Santo.

    La iglesia, en todas las pocas, ha relacionado la triple expresin de la palabra santo con la trinidad. El canto de los seres vivientes alrededor del trono en Apocalipsis capitulo cuatro es prueba de esta verdad. Tras la solemne exclamacin triple: santo, santo, santo, los seres vivientes exaltan al que era, que es, y que ha de venir, al todopoderoso: la fuente eterna, la manifestacin presente del Hijo, el fruto perfeccionamiento de la revelacin de Dios mediante la obra de su Espritu en su iglesia. La trinidad nos ensea que Dios se ha revelado a s mismo en dos formas. El Hijo es la forma de Dios, es sus manifestaciones a medida que se muestra a s mismo al hombre, la imagen en la cual toma cuerpo su gloria invisible, a la cual el hombre debe conformarse. El Espritu es el poder de Dios, que obra en el ser humano y que lo lleva a ser conforme a esa imagen. En Jess se manifest literalmente la santidad divina en la forma de una vida humana, y su naturaleza se nos comunica a travs del Espritu Santo derramado el da de pentecosts para reproducir su vida y su santidad en nosotros.

    Santo y tri-uno Dios, te rindo adoracin como mi Dios. Que la perenne adoracin

    del cielo se realice tambin en las profundidades de mi corazn y sea el tema principal de mi vida. Hazme santo. Amn.

  • DA 13

    La santidad y la humildad

    Porque lo dice el excelso y sublime, el que vive para siempre cuyo nombre es santo:

    yo habito en un lugar santo y sublime, pero tambin con el contrito humilde

    espritu, para reanimar el espritu de los humildes y alentar el corazn de los quebrantados.

    ISAAS 57:15

    s maravillosa la revelacin que Dios le dio a Isaas al mostrarse como el santo, como el Salvador y redentor de su pueblo. Aqu revela una figura nueva y especialmente bella de la santidad divina

    en relacin con lo individual. El excelso y sublime mira al hombre de corazn contrito y humilde para habitar con l. La santidad de Dios es su amor condescendiente. As como es fuego consumidor contra el altivo que se exalta a s mismo en su presencia, tambin es como la luz brillante del sol, que vivifica y revitaliza el corazn.

    No existe nada ms atractivo para Dios, ninguna otra cosa que tenga tal afinidad con su santidad como un corazn contrito y quebrantado y un espritu humilde. La razn es evidente. En el hombre, si el ego tiene la posesin la voluntad propia tendr el dominio, y no queda, por lo tanto, lugar o espacio para Dios. Es imposible para Dios habitar en el ser humano si el ego est en el trono. Pero a medida que el Espritu de Dios revela el dominio del yo, y el alma puede ver que ha sido el ego el que la ha mantenido, an sin saberlo, alejada de Dios, con cunta vergenza se quebranta y cmo anhela

    E

  • librarse del yo para que Dios ocupe su lugar. Este quebrantamiento es el que expresa la palabra contrito. Entonces el alma se humilla a s misma en un auto abatimiento, con el nico deseo de ser nada y darle a Dios el lugar correcto que l le corresponde.

    No existe nada ms atractivo para Dios, ninguna otra cosa que tenga tal afinidad con su santidad como un corazn contrito y quebrantado y un espritu humilde.

    Tal quebrantamiento y humillacin son dolorosos, pero es el humilde el que encuentra al santo. Precisamente cuando la conciencia de pecado y debilidad, y el descubrimiento del dominio del ego nos hace temer que jams podremos llegar a ser santos, el Dios santo se da a s mismo. Cuando hemos llegado al punto de perder toda esperanza de ver en nosotros algo mejor que pecado, levantamos nuestros ojos hacia el Dios santo y nos damos cuenta que su promesa es nuestra nica esperanza. Mediante la fe el Dios santo se revela al alma contrita, se acerca a ella, toma posesin y le da nueva vida al corazn. Feliz el alma que est dispuesta a aprender la leccin de que son simultneas las experiencias de debilidad y de poder, de vaco y llenura, de profunda humillacin y del disfrute de la presencia del Dios santo morando en nuestro ser.

    Oh, Seor, excelso y sublime, mi alma se postra en un lugar bajo ante ti. Mi

    insignificancia como criatura me humilla y otro tanto hacen mis pecados y mi

    pecaminosidad. Me escondo tras de mi bendito Salvador. En l, en su Espritu y semejanza vivir delante de ti. Reavvame Seor. Amn.

  • DA 14

    El santo de Dios

    Y nosotros hemos credo, y sabemos que t eres el santo de Dios.

    JUAN 6:69

    n Jess podemos ver la incomparable excelencia de la naturaleza divina. Has amado la justicia y odiado la maldad; por eso Dios, tu Dios, te ha ungido con aceite de alegra (Hebreos 1:9).

    El infinito aborrecimiento que Dios tiene por el pecado y su inconmovible permanencia en lo recto podran parecer como de poco valor moral tratndose de algo inherente a su naturaleza. Sin embargo, en el Hijo vemos sometida a prueba la santidad divina. Jess fue tentado y probado. l tuvo que sufrir la tentacin, l demostr que la santidad tiene, ciertamente, un valor moral que estaba listo a hacer cualquier sacrificio, an a dar la vida y renunciar a la existencia en lugar de consentir al pecado. Que estaba dispuesto a morir para que el justo juicio del Padre fuera honrado. Jess demostr que la justicia es un elemento de la santidad divina, y que el Dios santo se santifica en la justicia.

    En Jess vemos que la santidad divina es la armona de la infinita justicia con el amor infinito.

    Pero este es solo un aspecto de la santidad. El fuego que consume tambin purifica: l hace partcipe de su clara y bella naturaleza todo lo que es susceptible de

    E

  • asimilacin. As, pues, la santidad divina no solo conserva su propia pureza, sino que tambin la transmite y comunica. La santidad de Jess demostr ser en s misma la encarnacin de quin habl de s como el excelso y sublime, el que habita con el de espritu contrito. En l podemos ver la afinidad que existe con todo lo que por su pecaminosidad est perdido y sin esperanza. Jess demostr que la santidad no solo es la energa que con enfado santo se separa a s misma de todo lo que es impuro, sino tambin la que en amor santo separa de s misma an lo que es ms pecaminoso para salvarlo y bendecirlo. En Jess vemos que la santidad divina es la armona de la justicia infinita con el amor eterno. Jess vino para ensearnos que nos es posible ser hombres, miembros de la raza humana, y tener la vida de Dios habitando en nosotros. Generalmente pensamos que la gloria y la infinita perfeccin de la deidad son el nico medio en donde la belleza de la santidad se puede ver. Pero Jess prob la perfecta adaptacin y conformidad de la naturaleza humana para mostrar lo que es la gloria substancial de la deidad. Al escoger y cumplir la voluntad de Dios y al hacerla suya, nos mostr que el ser humano realmente puede ser santo, as como Dios es santo.

    Santsimo Seor y Dios, te bendigo porque tu amado Hijo es ahora para m el

    Santo de Dios. Que mi vida interior sea iluminada por el Espritu para que yo

    pueda en fe conocer plenamente lo que ello significa. Que yo sepa lo que significa ser ubicado en Cristo y morar en l. Amn.

  • DA 15

    EL ESPRITU SANTO

    Con esto se refera al Espritu que habran de recibir ms tarde los que creyeran en

    l. Hasta ese momento el Espritu no haba sido dado, por que Jess no haba sido glorificado todava.

    JUAN 7:39

    e ha dicho que mientras en el Antiguo Testamento se destaca con ms prominencia la santidad de Dios, el Nuevo dio paso a la revelacin de su amor.

    Quienes as piensan pasan por alto el hecho de que el Espritu, que es Dios, toma para s el epteto de Santo como parte de su propio nombre, ensendonos que ahora la santidad de Dios es ms cercana que nunca, y que el Espritu Santo se revela de una manera especial como el poder que nos hace santos. A travs de su Espritu Santo, Dios, el Santo de Israel viene para cumplir la promesa de que nos har santos (Levtico 21:8). La invisible e inalcanzable santidad de Dios ha sido revelada en la vida de Jesucristo; todo estorbo que impeda que participramos de ella ha sido removido por su muerte. En el Espritu Santo, el Santo Dios viene para impartirnos su santidad y hacerla nuestra.

    A travs de su Espritu Santo, Dios, el Santo de Israel, viene para cumplir la promesa de que nos har santos.

    S

  • Hay algunas personas que oran pidiendo la llenura del Espritu porque anhelan tener su luz, su gozo y su fortaleza, pero no reciben respuesta. Y es porque no lo desean como el Espritu santo. Jams han pensado acerca de su consumidora pureza, de su luz escudriadora que produce conviccin de pecado; de cmo el Espritu hace morir las obras de la carne y desplaza al yo con su voluntad y su poder; de que su obra nos lleva a la comunin con Jess quien rindi su vida y su voluntad al Padre. A ninguno de estos aspectos les dan consideracin. Por lo tanto, el Espritu no puede venir con poder sobre quienes as oran porque no lo reciben como el Santo Espritu, mediante la santificacin por el Espritu (2 Tesalonicenses 2:13 RVR). en tiempos de avivamiento, como ocurri entre los Corintios, l ciertamente manifestar sus dones y sus obras poderosas, pero habr poca manifestacin de su santidad. Pero a menos que ese poder santificador sea reconocido y aceptado, sus dones se perdern. Ellos tienen el propsito de preparar el camino a su poder santificador en nosotros. Tenemos que aprender la leccin de que solo podemos tener tanto de su Espritu como estemos dispuestos a recibir de su santidad. Tener la plenitud del Espritu significa tener la plenitud de su santidad.

    Lo contrario es igualmente cierto. Podemos tener tanto como tengamos de su Espritu. Algunos creyentes procuran ser santos pero por sus propios esfuerzos. Finalmente deben darse cuenta que todo lo recibimos a travs del Espritu.

  • Padre bueno, vengo ahora a beber del rio de agua de vida que fluye de tu trono y

    del Cordero. Que yo sea fortalecido con poder por tu Espritu en m ser interior.

    Me someto a tu Espritu, Seor. Llname con tu presencia. Amn.

  • DA 16

    La santidad y la verdad

    Santifcalos en la verdad; tu palabra es la verdad.

    JUAN 17:17

    l medio primario o bsico que Dios utiliza para la santificacin es su palabra. Sin embargo, cuanta lectura, cunto estudio, cunta enseanza y predicacin de la palabra que no produce ningn

    efecto santificador en los creyentes! Es que no es la Palabra en s la que santifica; es Dios el nico que puede santificar. No es sencillamente a travs de la Palabra sino mediante la verdad que ella contiene. Como medio la palabra es incalculable valor como el vaso que contiene la verdad, si Dios la usa; como medio no tiene ningn valor si Dios no la usa. Esforcemos por conectar la Palabra de Dios con el Dios Santo. El Seor realiza la santificacin en la verdad a travs de su palabra.

    Sin duda es Dios mismo quien debe santificarnos a travs de su Palabra.

    Precisamente Jess dijo: Porque las palabras que me diste les he dado; y ellos la recibieron (1 Juan 17:8 RVR). Piensa en esta gran transaccin que ocurre en la eternidad: el Dios infinito a quien llamamos Dios, hablndole a su hijo; abriendo su corazn mediante sus palabras, comunicando su mente y su voluntad, revelndose a si mismo con todos sus propsitos y su amor. Superando toda concepcin humana Dios el Padre

    E

  • dio a Cristo sus palabras en poder y realidad divinas. Con el mismo poder vivificador Cristo se las comunic a sus discpulos, pletricas de la vida y la energa divina para obrar en sus corazones en la medida en que las recibieran. Y as como en las palabras de un hombre, aqu sobre la tierra, esperamos encontrar toda la sabidura y toda la bondad que hay en l, as la Palabra del Dios tres veces santo es la vida y la santidad suya. Todo su fuego santo, su celo consumidor y su amor moran en sus palabras.

    No obstante, los hombres se ocupan de estas palabras, las estudian, hablan de ellas, y an as permanecen ajenos a su santidad, o al poder santificador que hay en ellas. Sin duda alguna es Dios mismo quien debe santificarnos a travs de su Palabra. La Palabra de Dios puede realizar su obra santificadora solo donde existe un corazn en armona con la santidad de Dios, un corazn que la anhela y que se rinde a ella. Un corazn que no se contenta con la sola palabra sino que busca al Dios santo que se revela en ella. En esa Palabra que Cristo nos dio tal como l la recibi de Dios el Padre y que nosotros recibimos como si fuera l mismo, para gobernar y llenar nuestra vida, la cual tiene poder para hacernos santos.

    Padre Santo, santifcame en tu verdad, en la maravillosa revelacin de ti mismo en

    Cristo quien es la verdad. Que el Espritu Santo tome las palabras de verdad y les d vida dentro de mi ser. Santifcame en tu verdad. Amn.

  • DA 17

    La santidad y la crucifixin

    Y por ellos me santifico a m mismo, para que tambin ellos sean santificados en la verdad.

    JUAN 17:19

    n su oracin intercesora como sumo sacerdote, camino al Getseman, y al Calvario, Jess le habl al Padre: yo me santifico a mi mismo. Esta auto santificacin de nuestro Seor se pudo ver a travs

    de toda su vida pero tuvo su culminacin en la crucifixin. El escritor de la epstola a los Hebreos lo expresa con claridad: He aqu vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad en esa voluntad hemos sido santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados (Hebreos 10:9-10,14). La ofrenda del cuerpo de Cristo fue la voluntad de Dios; al cumplir esa voluntad Jess nos hizo santos. Al someter su voluntad a la voluntad de Dios en la agona del Getseman, y luego al cumplir la voluntad divina en obediencia hasta la muerte, Cristo se santific a s mismo.

    Para llevar a cabo su obra redentora sobre la tierra, en medio de las pruebas y tentaciones de la vida humana, Jess se mantuvo firme en el cumplimiento de la voluntad del Padre. En el Getseman, el conflicto entre la voluntad divina y la humana alcanza en Jess su punto

    E

  • mximo y se manifiesta en si mismo en un lenguaje que casi nos hace temblar por su impecabilidad, su ausencia de pecado, cuando l habla de su voluntad en anttesis a la voluntad de Dios el Padre. Pero el conflicto finaliza en victoria, porque en presencia de la mas clara conciencia de lo que significara hacer su propia voluntad, l la somete y le dice al Padre: No se haga mi voluntad sino la tuya. Para estar dentro de la voluntad de Dios Jess dio an su propia vida. En su crucifixin revela la ley de la santificacin. Ser santos es ajustar plenamente nuestra voluntad a la voluntad de Dios. O dicho de mejor manera, la santidad es la voluntad divina tomando control de la nuestra. Debemos ser finalmente liberados de nuestra voluntad y que ella muera bajo el justo juicio de Dios. Mediante la cruz, Cristo se santific as mismo y a nosotros, e hizo realidad su peticin al Padre: Santifcalos en tu verdad.

    Ser santo es ajustar plenamente nuestra voluntad a la voluntad de Dios.

    Ahora tenemos que apropirnosla. De ninguna manera, como no fuera mediante la crucifixin, pudo Cristo realizar o hacer suya la santificacin que tena del Padre. Y de ninguna otra manera podemos realizar la nuestra que tenemos en Jess. En Cristo, nuestro modelo, vemos que la senda hacia la perfecta santidad es la perfecta obediencia; una obediencia que lleva inevitablemente hacia la muerte en la cruz. Para ser santos debemos morir primero. No puede ser de otra manera. La crucifixin es el camino a la santificacin.

    Padre, dame la comprensin espiritual para entender que Jess se santifico a s

    mismo, que mi santificacin est organizada por la suya, que si mor en l su

  • poder cubrir toda mi vida. Me entrego a ti para que t me santifiques en la verdad. Amn.

  • DA 18

    La santidad y la fe

    Para que les abras los ojos y se convirtieran de las tinieblas a la luz, y del poder de

    satans a Dios, a fin de que, por la fe en m, reciban el perdn de los pecados y la herencia entre los santificados.

    HECHOS 26:18

    ientras ms avanzamos en la vida cristiana ms profunda llega a ser nuestra conviccin del papel central y nico que desempea la fe en plan de salvacin. Siendo que Dios es un ser

    espiritual invisible, cada revelacin de s mismo, ya sea a travs de sus obras, de su palabra o de su Hijo, requiere fe de nuestra parte. La fe es el sentido espiritual del alma, y es para ella lo que los sentidos son para cuerpo. Solamente a travs de ella entramos en comunicacin y en contacto con Dios.

    La fe es esa mansedumbre de alma que espera en silencio para or, para entender, para aceptar lo que Dios dice; y para recibir; poseer y retener lo que Dios da o hace. Por fe le permitimos a Dios entrar, le damos la bienvenida al Seor para que entre y habite en nosotros y se convierta en nuestra vida misma. La fe es lo primero, lo nico que agrada a Dios y que nos granjea su bendicin. Y porque la santidad es la mayor gloria del Seor y la mayor bendicin que l tiene para nosotros, es especialmente en el rea de la santidad en donde necesitamos vivir por la fe solamente.

    M

  • Nuestro Seor habla en el pasaje bblico anterior de quienes son santificados por fe en m. l es nuestra santificacin, y ambas se reciben solamente por fe. Cuando creemos en Cristo y lo recibimos en nuestra vida, lo recibimos completo y con l la justificacin y la santificacin. Dios nos considera santificados en Cristo. Solo a medida que se nos gua a ver lo que Dios ve y que nuestra fe acepta que la santidad en Cristo nos pertenece de manera real y que debe aceptarse y apropiarse en la vida diaria, solo cuando esto ocurre estamos en capacidad de vivir a la cual el Seor nos llama, como sus santificados en Cristo Jess.

    La fe se regocija en Cristo, nuestra completa santificacin, y la considera una posesin actual.

    Como la evidencia de las cosas que no se ven, la fe se regocija en Cristo nuestra completa santificacin, y la considera una posesin actual. Una obra completamente terminada y real. Como la certeza de las cosas que se esperan, esta fe se siente confiada y segura de la esperanza del futuro, de cosas que se esperan, esta fe se siente confiada y segura de la esperanza del futuro, de cosas que todava no vemos ni experimentamos, y da a da reclama de Cristo nuestra santificacin, apropindola en la experiencia personal, gradual pero permanente, confiando en la provisin que para cada momento ha sido atesorada en Cristo Jess.

    Bendito Seor Jess, creo en ti. Aydame a creer. Mi alma se abre para ver

    continuamente ms y ms que t eres m vida y mi santidad. No importa lo dbil

    y vacilante que pueda ser, Espritu Divino s mi fortaleza. Toma posesin y habita en m como un templo vivo. Amn.

  • DIA 19

    La Santidad y la resurreccin

    Este evangelio habla de su Hijo, que segn la naturaleza humana era descendiente

    de David, pero que segn el Espritu de santidad fue designado con poder Hijo de Dios por la resurreccin. l es Jesucristo nuestro Seor.

    ROMANOS 1:3-4

    egn su linaje humano Jess fue descendiente del rey David. De acuerdo con el orden espiritual fue el primognito de entre los muertos (Colosenses 1:18). Fue declarado el Hijo de Dios con poder por

    virtud de su resurreccin mediante el Espritu de santidad. Como la vida que recibi en su primer nacimiento era una vida en y por la carne, con todas sus debilidades, as la nueva vida que recibi en la resurreccin era vida en poder del Espritu de Santidad.

    La frase el Espritu de Santidad indica el hbito de santidad en accin, en otras palabras, santidad prctica. El Apstol Pablo enfatiz que la resurreccin de Cristo fue el resultado de esa vida y santidad, esa auto santificacin que culmin con su muerte. El mismo Espritu que haba dado poder a su vida, fue el que lo levant de entre los muertos. Esa vida y muerte de la auto-santificacin, en la cual nuestra santificacin tiene tambin su fundamento, fue la raz y la base de su resurreccin y por la cual fue declarado Hijo de Dios con poder. Y por ello la vida de santidad llega a ser posesin de todos los que son partcipes de la resurreccin.

    S

  • Es de la tumba de la carne y de la voluntad del yo, de donde el Espritu de Santidad emerge en poderosa resurreccin.

    Como creyente usted tiene parte en esta vida de resurreccin. Pero ella slo puede manifestarse en usted con poder si procura conocerla y entenderla, si se rinde a ella, si le permite tomar plena posesin de su ser. As como fue por virtud del Espritu de Santidad que Cristo fue levantado, as mismo el Espritu de la misma santidad debe ser en usted la seal y el poder de su vida. Nuestro sometimiento al Espritu de santidad, a Jess y al dominio de su vida santa, traer consigo el descubrimiento del pecado, y del seoro del ego, los cuales deben morir. Se abrir el entendimiento espiritual, y la ley escrita en el interior llegar a ser legible e inteligible. Seremos llevados de la tristeza del fracaso y el pecado, del reconocimiento de la desdicha personal, a la cancin gozosa de la liberacin mediante el Espritu. La ley del Espritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte (Romanos 8:2). Es de la tumba de la carne y de la voluntad del yo, de donde el Espritu de Santidad emerge en poderosa resurreccin.

    Espritu Santo, perfecciona tu obra en m. Habita y obra en m tal como lo hiciste en la vida de Jess. S en m el espritu de Santidad emerge en poderosa resurreccin.

    Espritu Santo, perfecciona tu obra en m. Habita y obra en m tal como lo hiciste

    en la vida de Jess. S en m el Espritu de vida. Brilla a travs de m y refleja la belleza de la santidad. Amn.

  • DA 20

    La santidad y la libertad

    En efecto, habiendo sido liberados del pecado, ahora son ustedes esclavos de la

    justicia. Ofrezcan ahora (Los miembros de su cuerpo) para servir a la justicia que

    lleva a la santidad. Ahora que han sido liberados del pecado y se han puesto al

    servicio de Dios, cosechan la santidad que conduce a la vida eterna.

    ROMANOS 6:18-19, 22

    o existe ninguna otra posesin ms preciosa o de mayor valor que la libertad; no hay nada ms inspirador o elevado. Por el contrario, no hay nada tan depresivo y degradante como la

    esclavitud. Ella le roba al ser humano el poder de auto-decidir, de actuar por s mismo, de ser y hacer lo que quiera.

    La vida de pecado es esclavitud; es la servidumbre a un poder extrao que ha logrado el dominio sobre nosotros y nos obliga al ms miserable servicio. Pero Cristo nos libera del poder del pecado y restaura nuestra libertad. Si hemos de vivir verdaderamente como redimidos, es necesario no solo que miremos la obra de Cristo para llevar a cabo nuestra redencin, sino aceptar y reconocer que la libertad con la cual l nos ha hecho libres es completa, segura y absoluta.

    El apstol Pablo nos dice que la libertad del poder del pecado y el sometimiento al servicio de la justicia no son en s mismos La santidad, pero s el nico camino seguro

    N

  • hacia ella. No debemos limitarla a una simple liberacin judicial del pecado. El contexto muestra que Pablo habla de una realidad espiritual, de ser unidos con Cristo en su muerte y su resurreccin, y ser puestos de esta manera completamente fuera del dominio del pecado. No habla de una experiencia mediante la cual sentimos que somos libres del poder del pecado. Habla del gran hecho objetivo de que Cristo nos ha liberado finalmente de ese poder que el pecado tena para obligarnos a hacer lo indeseado. Y nos exhorta para que con fe en este glorioso hecho, rehusemos con decisin y confianza cualquiera otra cosa que sea inferior a la plena libertad en Cristo, del poder y dominio del pecado.

    Satans hace el mximo esfuerzo por mantener a los creyentes en ignorancia de lo completa que ha sido su liberacin de la esclavitud.

    Satans hace el mximo esfuerzo por mantener a los creyentes en ignorancia de lo completa que ha sido su liberacin de la esclavitud. Esta libertad en Cristo debe llegar a ser nuestra en un acto de apropiacin personal mediante el Espritu Santo. Esto ltimo depende de lo anterior. Mientras mayor sea la fe, ms claro es el discernimiento, ms triunfante es el disfrute en Cristo Jess de la libertad con la cual nos ha hecho libres; ms rpida y completa nuestra entrada a la libertad gloriosa de los de Dios.

    Glorioso Seor, abre mis ojos para ver esta maravillosa libertad y al hecho de que

    el pecado ya no tiene dominio sobre m. No puedo subsistir separado de ti por un momento, pero en ti permanezco firme. Amn.

  • DA 21

    La santidad y la felicidad

    Porque el reino de Dios no es cuestin de comidas o bebidas, sino de justicia, paz y alegra en el Espritu Santo.

    ROMANOS 14:17

    s difcil comprender el profundo significado del gozo que se disfruta en la vida cristiana. Con demasiada frecuencia se le considera como algo

    secundario, aunque su presencia es esencial como la prueba de que Dios nos satisface ciertamente, y que servirle es nuestra delicia. En nuestra vida hogarea la satisfaccin no viene por que cada miembro haga una tarea determinada; el verdadero amor hace que la satisfaccin ilumine, brille y llene el hogar con su presencia. No es la mera obediencia a un mandato lo que los padres esperan. Es la buena voluntad y disposicin, la gozosa presteza con la cual se hacen las cosas, lo que causa el agrado.

    El peligro permanente en la vida cristiana es caer nuevamente bajo la ley con el mandato de hars. La ley no da ni vida ni fortaleza. Solo en la medida que permanecemos en el gozo de nuestro Seor, en el gozo de su amor y su presencia, logramos el poder para servir y obedecer. El gozo es la evidencia y la condicin de la presencia de Jess morando en nosotros.

    Si quiere tener gozo, un gozo pleno que habite en usted y que nada ni nadie le pueda quitar, sea santo, como Dios es santo.

    E

  • La santidad es esencial para la verdadera felicidad. Si quiere tener gozo, un gozo pleno que habite en usted y que nada ni nadie le pueda quitar, sea santo, como Dios es santo. La santidad es bienaventuranza y bendicin. Nada puede oscurecer o interrumpir el gozo si no es el pecado. El gozo de Jess, que es indecible, puede compensar y superar ampliamente cualquier prueba o tentacin que nos llegue. Si perdemos nuestro gozo, la causa es el pecado. Debe haber ocurrido una transgresin, o hemos seguido inconscientemente la voz del yo o del mundo; o puede haber incredulidad y estar viviendo por vista; sea lo que sea, nada puede robar nuestro gozo, aparte del pecado. Si hemos de vivir vidas gozosas, que demuestren a Dios y a los hombres que nuestro Seor es todo. O ms que todo para nosotros, seamos santos. Vivamos en el reino del gozo y la alegra, el reino del Espritu Santo.

    Y la felicidad es esencial para la verdadera santidad. Si ha de ser un cristiano santo, debe ser un cristiano feliz. Jess fue ungido por Dios con el Espritu de alegra para que pudiera darnos el aceite del gozo. Las ruedas de la carreta de la santidad se movern pesadamente a pesar de todos nuestros esfuerzos, si no tienen el aceite del gozo. Solo este divino aceite elimina toda la friccin y el esfuerzo y hace que el avance sea fcil y placentero. La verdadera felicidad se funde en una sola con el objeto de su alegra y gozo.

    Bendito Seor, revlame el secreto de regocijarme en ti. Que yo viva en Cristo para

    que su santidad sea mi gozo siempre creciente, y que pueda regocijarme en ti todo el da. Amn.

  • DA 22

    En Cristo nuestra santificacin

    Pero gracias a l estn unidos a Cristo Jess, a quien Dios ha hecho nuestra

    sabidura es decir, nuestra justificacin, santificacin y redencin- para que, como est escrito:

    si alguien ha de gloriarse, que se glore en el Seor.

    1 CORINTIOS 1:30-31

    stas palabras nos llevan al centro mismo de la revelacin de Dios acerca de la forma de lograr la santidad. Conocemos los pasos que nos traen

    hasta aqu. l es santo y la santidad es algo inherente a su persona. l santifica acercndose al ser humano. Su presencia es santidad. En la vida de Cristo, la santidad que haba sido revelada solo como promesa de cosas buenas que habran de venir, se hizo real y tom posesin de una voluntad humana y se hizo una con naturaleza humana. Su muerte elimin todos los obstculos que impedan que su naturaleza santa fuera nuestra. Cristo se convirti realmente en nuestra santificacin. A travs del Espritu Santo la verdadera comunicacin de esa santidad se hizo una realidad. Y ahora queremos entender cul es la obra que el Espritu Santo hace, y cmo nos comunica esa naturaleza santa, cual es nuestra relacin con Cristo como nuestro santificador, para que su plenitud y su poder puedan obrar en nosotros.

    E

  • La respuesta divina a estos interrogantes es: por l ustedes estn en Cristo Jess. Por un acto de la omnipotente gracia divina hemos sido plantados en Cristo, rodeados y circundados totalmente por el amor y el poder de quien llena todas las cosas, cuya plenitud habita especialmente en su cuerpo aqu en la tierra, que es su iglesia. Es una vida que es regalo del amor del Padre, y que l mismo revela a cada creyente que con confianza infantil se acerca a l. Una vida que en las diversas y cambiantes circunstancias y situaciones, nos har y nos conservar santos.

    Debemos recordar que la santidad es un asunto de fe y no de sentimientos.

    Debemos recordar que la santidad es un asunto de fe y no de sentimientos. Precisamente cuando menos santo me siento, y cuando no puedo hacer nada para ser santo es el momento preciso para dejar de lado mi ego y decir muy quedamente: soy de Cristo. Como la luz que brilla sobre m, aqu est mi Seor Jess conmigo, con su presencia invisible pero real. Cristo no es solo un tesoro y la plenitud de gracia y poder ha la cual nos lleva el Espritu. l es adems el Salvador viviente poseedor de un corazn que palpita con amor y ternura humanos sin dejar de ser divinos. En su amor tenemos la garanta de que su santidad llegar a nosotros. Y el Espritu Santo despierta en nuestro interior la devocin que nos hace completamente suyos.

    Seor Jess, con esta fe me rindo a ti para hacer tu voluntad solamente. En todo lo

    que haga, sea algo grande o pequeo, quiero actuar como un santificado en Cristo

    Jess. Padre bueno, mi fe clama a ti: puedo ser santo, bendito sea mi Seor Jess! Amn.

  • DA 23

    La santidad y el cuerpo

    No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espritu de Dios habita en ustedes?

    1 CORINTIOS 3:16

    ara venir a este mundo nuestro bendito Seor tuvo que encarnase en un cuerpo humano. Al partir de este mundo otra vez, lo hizo con el cuerpo sobre el cual llev nuestros pecados en la

    cruz. As pues, fue con su cuerpo, tanto como con su alma y su Espritu, que hizo la voluntad de Dios, santificndonos mediante la ofrenda de s mismo.

    Se ha dicho que el cuerpo es al alma y al espritu que habitan en l, lo que eran los muros para una ciudad de la antigedad. A travs de ellos entraban los enemigos. En tiempos de guerra todo el mundo se consagraba a la defensa de los muros. Y a menudo ocurre que el creyente no conoce la importancia de guardar y defender sus muros, manteniendo su cuerpo santificado, y por eso fracasa en el propsito de preservar irreprochables su alma y su espritu. El Apstol Pablo nos dice que Dios quiere santificarnos integralmente: espritu, alma y cuerpo (1 Tesalonicenses 5:23). An la preservacin y santificacin del cuerpo en todas sus partes tiene que ser una obra de fe mediante el ilimitado poder de Jess.

    P

  • Someter cada deseo de la carne al seoro y control del Espritu Santo parece demasiado difcil. No obstante, as debe ser.

    Para comprender a plenitud el significado de lo anterior recordemos que fue a travs del cuerpo que entr el pecado. Cuando Eva vio que el rbol era bueno para comer (Gnesis 3:6 RVR) la tentacin de la carne abri la puerta del alma y del espritu. An en el caso del Hijo de Dios, la primera tentacin en el desierto fue dirigida al apetito de la carne, el deseo de satisfacer la necesidad natural de alimento y calmar su hambre. Someter cada deseo de la carne al seoro y control del Espritu Santo parece innecesario para algunos, y a otros les parece demasiado difcil. No obstante, as debe ser si el cuerpo ha de ser santo como templo de Dios, y si hemos de glorificar al Seor con nuestro espritu.

    Pablo declara especficamente que los pecados de la carne contaminan el templo de Dios, y que es mediante el poder del Espritu Santo obrando en el cuerpo como glorificamos al Seor. No solo debe el Espritu Santo ejercer una influencia que controle y regule los deseos del cuerpo y su gratificacin para que ella sea moderada, sino que debe existir un elemento espiritual positivo que convierte el ejercicio de las funciones naturales en un servicio de alegra y libertad santa para la gloria de Dios; que estos deseos ya no sean un estorbo que amenaza la vida de obediencia y comunin, sino medios de gracia y una ayuda real para la vida espiritual.

    Bendito Seor que diste tu cuerpo para llevar nuestros cuerpos en la cruz, revlame

    cmo puede mi cuerpo experimentar el poder de tu maravillosa redencin. Deseo

  • de veras ser santo en cuerpo y alma para el Seor, y honrar el templo del Espritu Santo. Amn.

  • DA 24

    La santidad y la limpieza

    Como tenemos estas promesas, queridas hermanos, purifiqumonos de todo lo

    que contamina el cuerpo y el espritu, para completar en el temor de Dios la obra de nuestra santificacin.

    2 CORINTIOS 7:1

    ue la santidad es ms que la mera limpieza, y que esta ltima precede a la primera, lo ensean varios pasajes del Nuevo Testamento (Efesios

    5:26; 2 Timoteo 2:21). La limpieza es el lado negativo, la separacin, la remocin de la impureza; el positivo es la santificacin, la unin y compaerismo con Dios y la participacin de las gracias de la vida y la santidad divina (2 Corintios 6:17-18).

    El apstol Pablo de una doble corrupcin de cuerpo y del espritu de la cual debemos limpiar. La relacin entre los dos estn estrecha que en cada pecado ambos participan. La forma ms carnal de pecado entra en el espritu y lo corrompe. As mismo la contaminacin de espritu, con el paso del tiempo muestra su poder en la carne. No obstante hablaremos de las dos clases de pecado y de sus orgenes.

    Purifiqumonos de todo lo que contamina el cuerpo. Los pecados de la carne son numerosos: desde los placeres del comer y beber, hasta los apetitos pecaminosos y vergonzosos, la ira y la contienda. El

    Q

  • cristiano tiene que ser determinante en su decisin de limpiarse de todos ellos. Debe someterse al escrutinio del Espritu de Dios, a que se le muestre qu hay en su carne que no est en armona con el auto control que es la ley del Espritu. El Espritu Santo habita por la fe en el cuerpo; Pablo nos exhorta a limpiarnos de toda contaminacin.

    As como la fuente de toda contaminacin de la carne es la auto-gratificacin, la satisfaccin del yo es la raz de toda contaminacin del espritu.

    .y el espritu. As como la fuente de toda contaminacin de la carne es la auto-gratificacin, as la satisfaccin del yo es la raz de toda contaminacin del espritu. En relacin con Dios se manifiesta como idolatra, ya sea como adoracin de otros dioses en nuestro corazn, como amor al mundo, o haciendo nuestra propia voluntad. En relacin con los dems se revela como envidia, rencor, falta de amor, o en juzgar a otros con dureza. En relacin con nosotros mismos es visto como orgullo y ambicin, hacer del yo el centro alrededor del cual debe girar todo, y por el cual todo debe ser juzgado. El creyente debe pedir que la luz del Espritu Santo lo escudrie y le revele tal contaminacin, para que toda inmundicia sea limpiada y desechada para siempre.

    Bendito Seor, revlame con tu gracia todo lo que est contaminando en mi vida,

    an lo ms secreto. Lmpiame completamente cuerpo y espritu- con tu sangre aplicada por el Espritu Santo, bajo el poder vivificador de tu palabra. amn.

  • DA 25

    Santos e irreprochables

    Dios y ustedes me son testigos de que nos comportamos con ustedes los creyentes

    en una forma santa, justa e irreprochable. que Dios los fortalezca interiormente

    para que, cuando nuestro Seor Jess venga con todos sus santos, la santidad de ustedes sea intachable delante de nuestro Dios y Padre.

    1 TESALONICENCES 2:10; 3:13

    ay dos palabras griegas que se utilizan frecuentemente junto con la palabra santo, y cuando la siguen expresan lo que es el resultado y efecto de la santidad manifestado en la vida

    invisible. Una de ellas se traduce como Sin mancha, inmaculado y se utiliza tambin al hablar de nuestro Seor y su sacrificio (Hebreos 9:14; 1 Pedro 1:19). Tambin se usa en referencia a los hijos de Dios cuando Pablo habla del propsito de Dios de que seamos santos y sin mancha, cuando se refiere a la iglesia que Cristo espera santa y sin mancha y al hablar de los creyentes que deben ser irreprochables y sin mancha (Efesios 1:4; 5:27; Colosenses 1:22; Filipenses 2:15). Las otras son sin culpa, intachables (Lucas 1:6; Filipenses2:1; 3:6), y tambin las encontramos con el adjetivo santo en (1 Tesalonicenses 2:20; 3:13; 5:23).

    Qu nos ensea esta adicin a la palabra santo? En la bsqueda de la santidad el creyente est en peligro de buscar con demasiada exclusividad del lado divino de la bendicin. Quiz no haya aprendido todava que

    H

  • la nica condicin para que la santidad de Dios se revele plenamente a nosotros y en nosotros, es no solamente la obediencia a la voluntad de Dios, en la medida que la conocemos, sino una actitud dcil y de disposicin a ser enseados para recibir todo lo que el Espritu tiene que mostrarnos en cuanto a nuestras imperfecciones y a la perfecta voluntad del Padre en relacin con nuestra vida. Procurando vivir una vida santa quiz est tolerando faltas que todos los que le rodean pueden ver. Ignora las gracias y las bellezas de la santidad con las cuales el Padre adornara en l la doctrina de la santidad ante los hombres.

    Por amor abundante es por lo que el apstol Pablo ora como condicin de la santidad intachable

    Ha habido creyentes que son santos pero duros y speros, santos pero distantes, santos pero como lo dicen quienes tienen trato con ellos- faltos de amor y egostas. Al relacionar tan estrechamente la palabra santo con la frase adjetiva sin mancha (o intachable), el Espritu Santo procura que la santidad tome cuerpo como un poder espiritual en la intachabilidad de nuestra vida diaria. Ella debe establecer por s misma en nosotros un amor abundante y que fluya de manera permanente. La verdadera santidad es la muerte del egosmo. Ella toma posesin del corazn y de la vida para que sean ministros de ese fuego de amor que se consume a s mismo por alcanzar, purificar y salvar a otros. Por amor abundante es por lo que el apstol Pablo ora como condicin de la santidad intachable. Ella nos debe llevar

  • a ser muy amables, pacientes, perdonadores, y humildes, como nuestro Seor Jesucristo.

    Espritu Santo, guame en los pasos de tu amor sin egosmo; que me consuma

    amando a otros. Con tu poder establece mi corazn para que sea intachable en

    santidad. Que quienes me rodean sientan la amabilidad, la paciencia y la humildad

    del Salvador. Amn.

  • DA 26

    La santidad y la voluntad de Dios

    La voluntad de Dios es que ustedes sean santificados.

    1 TESALONICENSES 4:3

    n la voluntad de Dios su sabidura y su poder van juntos. Su sabidura decide y declara lo que debe ser: su poder garantiza que as ser. Cuando

    miramos la voluntad divina solo como una ley que hay cumplir, se constituye en una carga por cuanto no tenemos el poder para cumplirla; ella es demasiado alta para nosotros. Pero cuando la fe mira el poder que obra en la voluntad del Seor y la pone en accin, encuentra el valor para aceptarla y cumplirla porque sabe que Dios mismo est obrando su cumplimiento.

    Segn el pasaje que tenemos al comienzo, Dios de manera inequvoca y determinante ha deseado su santificacin: por lo tanto, el fundamento de ella es que es la voluntad de Dios. El Seor desea su santificacin y la llevar a cabo en todos los que no se resistan a ella, en quienes se sometan a su poder. Procrela no solo como la voluntad divina, como una declaracin de lo que l quiere que usted sea, sino tambin como una revelacin de lo que l mismo obrar en usted.

    Si nuestra santificacin es la voluntad de Dios, si ese es su pensamiento central y su satisfaccin, cada parte o aspecto de esa voluntad tendr estas dos caractersticas,

    E

  • y la entrada segura a ella ser la aceptacin de corazn de toda la voluntad divina. Ser uno con la voluntad de Dios es ser Santo. Que cada quien que desea ser santificado ocupe su lugar y permanezca en la voluntad del Seor. All encontrar a Dios mismo y ser partcipe de su santidad, porque su voluntad realiza con poder su propsito en cada uno que se somete a ella. En la vida de santidad todo depende de estar en la correcta relacin con la voluntad de Dios.

    Procure su santificacin no solocomo una declaracin de lo que l quiere que

    usted sea, sino tambin como una revelacin de lo que l mismo obrar en usted.

    Permtame insinuarle a usted, que lee estas pginas, que le pregunte al Seor si usted ha aceptado y ha entrado a vivir en la buena y perfecta voluntad de Dios. Y la pregunta no es si cuando la afliccin lo visita a usted acepta lo inevitable y se somete a una voluntad que no puede resistir, sino si a elegido la voluntad divina como su principal bien, y a tomado para s los principios como su principal bien, y tomado para s los principios y la norma de vida de Cristo segn la cual El hacer tu voluntad, oh Dios, me ha agradado. Esta fue la santidad de Cristo con la cual se santific a s mismo y nos santific a nosotros: el cumplimiento de la voluntad de Dios. Usted ha elegido al Seor como su Dios. Ha escogido tambin su voluntad y la ha hecho suya? Tenga temor de someterse a esa bendita voluntad sin reservas. La voluntad divina es, en cada una de sus partes, su santificacin.

    Bendito Padre, concdeme por tu Espritu la gloria de tu voluntad y que la

    bendicin de morar en ti me sea revelada plenamente. Entro a ella con todo mi

  • corazn para ser uno con ella para siempre. Que la luz de tu voluntad brille siempre en mi corazn y en mi camino. Amn.

  • DA 27

    La santidad y el servicio

    Si alguien se mantiene limpio, llegar a ser un vaso noble, santificado, til para el

    Seor y preparado para para toda obra buena. 2 TIMOTEO 2:21

    travs de toda la Escritura hemos visto que lo que el Seor santifica es para ser utilizado en el servicio de su santidad. Su santidad es una

    energa infinita que solo encuentra descanso santificado. Es un fuego consumidor que se expande por s mismo, que busca consumir lo que es impuro y comunicar su santidad a todo el que la reciba. La santidad, de un lado, y el egosmo, la pasividad y la pereza, del otro, son expresamente incompatibles e irreconciliables. Todo lo que leemos que es santo, fue tomado para el servicio de la santidad de Dios: el sptimo da, el tabernculo, el altar, los sacerdotes y sus vestiduras, los sacrificios, los ngeles, los santos profetas y apstoles, las santas Escrituras, todos fueron santificados para el servicio de Dios.

    Procuremos asimilar esta relacin mutua: somos santificados solo para servir; solo podemos servir si somos santificados. La santidad es esencial para realizar un servicio eficaz. Mientras mayor sea la santidad, mayor ser la aptitud para el servicio; a medida que nuestra santidad es ms real, tenemos ms de Dios en nosotros, y ms real y profunda es su penetracin en el alma.

    A

  • Procuremos asimilar esta relacin mutua: somos santificados solo para servir; solo podemos servir; si somos santificados.

    En la iglesia del Seor se hace una enorme cantidad de trabajo que rinde poco fruto. Muchos se entregan a s mismos al trabajo, pero hay en ellos muy poca santidad verdadera, muy poco del Espritu Santo. Y es comn verlos trabajar diligentemente, y externamente parecen exitosos. Sin embargo, los resultados espirituales en cuanto a la edificacin de un templo santo para el Seor son muy pocos. El Seor no puede obrar en ellos porque no tiene el gobierno de su vida interior.

    Escuche bien, si usted quiere ser un instrumento para honra y deleite del Seor, debe ser limpiado de toda contaminacin. Debemos ser santificados, posedos y habitados por el Espritu de Dios; rendidos en las manos del Maestro, preparados para toda buena obra. Debemos ponernos bajo el poder de Dios; permitir que su santa voluntad habite en nosotros; vivir en obediencia a ella, como alguien que nos tiene poder para disponer de s mismo; que el Espritu Santo revele al santo en su trono. Que cada pensamiento de santidad, cada acto de fe u oracin, cada esfuerzo por lograrla sea animado por nuestro sometimiento a al santidad de Dios para ser utilizado en su servicio.

    Bendito Seor, escribe la leccin de tu Palabra en lo profundo de mi corazn.

    Santifcame para tu servicio, no importa cual puede ser. Yo desecho toda

    contaminacin en mi vida y procur habitar en ti solamente. Llevar fruto en y a

    travs de mi vida por toda la eternidad. Amn.

  • DA 28

    El camino a lo santsimo

    As que, hermanos, mediante la sangre de Jess tenemos plena libertad para

    entrar en el lugar Santsimo, por el camino nuevo y vivo que l nos abierto a

    travs de la cortina (el velo), es decir, a travs de su cuerpo; y tenemos adems un

    gran sacerdote al frente de la familia de Dios. Acerqumonos, pues, a Dios con

    corazn sincero y con la plena seguridad que da la fe, interiormente purificados de una conciencia culpable y exteriormente lavados con agua pura.

    HEBREOS 10:19-22

    uando el sumo sacerdote entraba al lugar santsimo significaba que el camino haca a l no estaba todava expedito. Excepto en este da especial del ao, los sacerdotes estaban excluidos

    de la presencia de Dios. Pero cuando Cristo muri en la cruz, el velo que impeda al paso fue rasgado, y todos los que servan en el lugar santo tuvieron entonces libre acceso al lugar santsimo. El camino directo hacia el santsimo se abri para todos.

    El lugar de acceso. El velo roto proclam libertad de acceso a la presencia de Dios para todos los creyentes. Podemos acercarnos, habitar siempre, vivir nuestra vida y hacer nuestra vida y hacer nuestra obra en la inmediata presencia de Dios en Cristo. No existe un solo momento, ni un solo ambiente en el cual no podamos habitar en el altsimo y morar bajo su sombra.

    C

  • Podemos acercarnos habitar siempre, vivir nuestra vida y hacer nuestra obra en la inmediata presencia de Dios en Cristo.

    El derecho de acceso. Ahora que la sangre de Cristo ha sido derramada -Ah, qu divino poder, qu intensa realidad, qu eficacia eterna!- tenemos acceso a lo ms santo de todo, a lo santsimo del corazn de Dios y a su amor. Tenemos confianza para entrar por medio de la sangre. La sangre de Cristo nos limpia de pecado y nunca cesa de limpiarnos.

    El camino de acceso. Jess abri para nosotros un

    camino nuevo y vivo a travs del velo, es decir, a travs de su cuerpo. Y el propsito de Dios es que andemos el mismo camino que Jess recorri. Entendemos que seguir a Jess siempre, significa ajustarnos a su voluntad sometiendo nuestro propio cuerpo. El camino de la cruz, el camino de la santidad es siempre el camino a travs del velo rasgado.

    El poder de acceso. tenemos dudas de que podamos cargar la cruz? Recuerde que tenemos no solo al lugar santsimo invitndonos, y la sangre dndonos, confianza, y abierto el camino mediante el velo rasgado, sino al gran sumo sacerdote sobre la casa de Dios, para acercarnos, para ayudarnos y para darnos la bienvenida. En el poder de su amor y de su Espritu, en el poder del Santo, con el gozo de estar cerca del Seor, aceptamos gustosos y caminamos en sus pasos de auto-negacin y sacrificio. Con todo lo anterior no tenemos porque temer.

    Gran sacerdote sobre la casa de Dios, yo te alabo por la libertad de entrar en tu

    presencia por el camino nuevo y vivo a travs del velo del cuerpo de Jess. Me

  • acerco a ti y entro estoy ahora en el lugar santsimo. Y aqu habitar siempre con Jess. Amn.

  • Da 29

    La santidad y la disciplina

    En efecto, nuestros padres nos disciplinaban por un breve tiempo, como mejor les

    pareca; pero Dios lo hace para nuestro bien, a fin de que participemos de su santidad. Busquen la santidad, sin la cual nadie ver al Seor.

    HEBREOS 12: 10 Y 14

    al vez otra pate de la Palabra de Dios arroja tanta luz sobre el sufrimiento como la carta a los Hebreos. Y lo hace enseando que el sufrimiento

    de Cristo perfecciono su humanidad. El sufrimiento lo capacito para su ministerio como el compasivo sumo sacerdote. Demostr que l, que cumpli la voluntad de Dios mediante sufrida obediencia, era digno de ejecutar esa voluntad divina en gloria.

    Lo que Cristo fue y lo que gan, fue todo para nosotros. El poder perfeccionador que el sufrimiento demostr tener en la vida de Cristo, el poder que l mismo le confiri santificndose a s mismo mediante el sufrimiento, es el poder de la nueva vida que proviene de l hacia nosotros. A la luz de su ejemplo podemos ver que el sufrimiento es para el hijo de Dios la semejanza del amor del Padre y el canal de su ms rica bendicin. Para una fe tal, el sufrimiento se ve entonces como una necesidad divina, como una leve tribulacin momentnea que produceun cada vez ms excelente y eterno peso de gloria (2 Corintios 4: 17).

    T

  • De todas las preciosas palabras que las santas Escrituras tienen para el afligido, difcilmente hay otra que nos lleve ms directamente y con mayor profundidad a la plenitud de la bendicin que el sufrimiento debe producir. Ella es su santidad. Somos hechos partcipes de su propia santidad. En vista de todo lo que hay en nosotros que est en discrepancia con la voluntad de Dios, y que debe ser descubierto y quebrantado antes de que comprendamos lo que es rendir nuestra voluntad al Seor; al compartir el compaerismo en el sufrimiento, lo cual nos lleva a apreciar en plenitud lo que Jess carg e hizo por nosotros; en vista, tambin, de que nos sentimos personalmente satisfechos con el amor de Dios como nuestra porcin suficiente, la disciplina y el sufrimiento son elementos indispensables en la obra de Dios para santificarnos. Si el hijo de Dios tuvo necesidad de ellos, sin duda alguna lo mismo se aplica tambin a nuestras vidas.

    La disciplina y el sufrimiento son elementos indispensables en la obra de Dios para santificarnos.

    Cuando quiera que Dios nos visita con la disciplina o el sufrimiento, el primer objetivo que tiene en mente es pedir y obrar en nosotros una unin con su propia y bendita voluntad, para que as estemos unidos tambin consigo mismo y con su amor. l llega un punto determinado en donde su voluntad se cruza con nuestros ms caros deseos, y pide el sometimiento de nuestra voluntad a la suya. Bendita es el alma que al ser probada aprueba la buena y perfecta voluntad de Dios.

  • Santsimo Seor, cmo te alabo por el hecho de que no hay una afliccin perdida,

    ningn dolor o cuidado, ninguna tentacin o prueba, sino que tu amor hace que

    todas ellas ayuden en la santificacin de mi vida. Que yo vea todas las dificultades que tengo en mi vida en tu luz. Amn.

  • DA 30

    La uncin del Santo

    Todos ustedes han recibido uncin del Santo, de manera que conocen la verdad.

    En cuanto a ustedes, la uncin que de l recibieron permanece en ustedes, y no

    necesitan que nadie les ensee. Esa uncin es autntica no es falsa- y les ensea todas las cosas. Permanezcan en l, y tal y como l les ense.

    1 JUAN 2:20 Y 27

    n la revelacin de la santidad de Dios a Moiss, los sacerdotes fueron la expresin bsica de esa santidad en el hombre. Y en los sacerdotes el

    aceite de la santa uncin fue la gran expresin de la gracia que los santificaba (xodo 29:21; 30:25-32). Con este aceite deban ser ungidos y consagrados (Levtico 21: 10, 12). En la vida de nuestro Seor Jess, su uncin fue el Espritu Santo (Hechos 10:38). Y esta es la uncin de la cual habla el apstol Juan en el pasaje arriba citado. El Espritu Santo es la uncin santa que recibe cada creyente.

    Como el Dios Santo, el Padre nos da su uncin, el aceite de la santidad, el Espritu Santo. La santidad es, ciertamente, una uncin divina. As como no hay nada ms penetrante que el olor con que la uncin llena una casa, as mismo la santidad es un indescriptible y penetrante aliento de lo celestial que satura al ser sobre el cual reposa la uncin. La santidad es la presencia invisible pero manifiesta del Dios Santo que reposa sobre su ungido.

    E

  • Y quin es el que recibe? Solo quien se ha dado enteramente a s mismo para ser santo como Dios es santo. Es solo en la intensidad de un alma conmovida y rendida al reino y a la obra de Dios puede la santidad hacerse realidad. Las vestiduras santas fueron prepar