LA SEGlJ DA AUDIE A · la idea- más avanzadas que por ento ce~ 'e te nian, y consagraban su vida...

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LA SEGlJ DA AUDIE e A Por JOSE PORTILLO y WEBER P AR A apreciar o quc en la hi 'toria de la l' ueva Espajía y de 'pu ' en la de Méxi o, sigllificó la obra de la Segunda Audiencia, es preciso re- conlar brev mente la organización d la "ociedad india precortc iana, y la acción de la adminis- tradones que precedieron a Fuenleal, Salmerón,. Geynos y Quiroga. Sólo a í la trascendencia que tuvo. 19uien ha diclm, con evidente exageracion, que la historia indígena de Méx-ico ólo se sabe cn certeza que, a la llegada de los españoks, era obed ciclo en va tas extcn iones del país un ca- cique iudio llamado Motecuhzoma, uya cde se hallaba en 'l'enoshtitlán. . E verdad que sabemo un poco Il)á' pero tam- hién lo es que tal conocimiento carece a de precisión, debido al empleo de palabras que, despertando en nutl tra. mentes idea actuales, contribuyen a hacernos formar concepto erróneo de 1 que realmente venía a ser la ociedad indí- gena. •otre estos vocablo e llallan los de "Im- perio", "Emperador", "Tributo", "Ejército', étc. Traten10 de fijar lo anteced nte : El "Imperio Clllúa" e extendía por el Valle de y má- allá, hacia el Sur, principalmente, por dilatada región habitada por tribus di tintas, que hablaban diferentes idiomas, y que por 1110- tivos étnico, religiosos o de simple codicia, se de modo cordial y se hacían guerra en- carnizada la una a las otra . Pero la ujeción de esas tribus él la azteca no formaban en realidad un imperio. Veamo cómo era el mecanismo de esa -ituación entre los indios. Igllua de ta tribus-en esa época fue la azteca-se obreponía a las demás y las obligaba a que le pagaran tributo anual en especie y en servicio", qu se describia complicada y trabajo- samente en la grafía insegura de sus libros de cuentas. A todos los. pueblos tributarios de xico se les considera incluídos en el 'Imperio Mexicano"; esto sólo induce a error, pues la pa- labra "Imperio" presupone la existencia de una .5ociedad ordenada y regulada por leyes que rijan relaciones odales y económicas con obligadóne recíprocas entre el cacique que cobra y el sometj- do que paga, y nada de esto existía. . Si acaso; dentro de cada tribu el cacique man- tenía sombra de orden social complicado y atá- vic!), in pI' t nder j<:tm:¡ uj tar a las mi"lIla' Jcya' las tribu a la uya 'omctida. E ta· no 1" - cibian 'jamá beneficio efecti o alguno a cambio d . 11 'tado de umi ión, y la única ventaja qu derivaban era el prevenir, por medio del pago del tributo, los ataqll . que de otra u rte 11 d jaríarf de il1f1iúgirle.s los guerreros d la podero a iu- dad de los I,.agos. Es decir, el tributo compraba scmplemente la eguridad de 110 er molestado por el guerrero azteca. En nuestra sociedad moderna sólo podemo hallar un estado paralelo a este en la' ciudad s de Estados Unido- dominadas por los "gal1<Y ter" que imponen su "racket' a tímido co- merciantes. - Sin embargo, esto tributos, aunque se eleva- ban a veces al monto fantá tico del treinta y tres por cierto' de la percepción bruta. como eran exigidos por reyezuelos dotados de la misma cul- tura neolítica de los vencidos, e incapace de 011- cebir requerimientos mayores, no sobrepasaban ni en servicio ni en especie, del monto y volumen de aquello que los sumi os podian rendir dent-:o de su co tumbre habituales. La sociedad indígena e hallaba en e tado de franca decadencia al ocurrir la Conquista. Su e- micultura (cuyo valor real se ha exagerado), ten- día a desaparecer. Sea por invasiones de tribus nahws que destruyeron la vieja sociedad arcaica,. sea pOT lucha? civiles y religiosas nacidas en el seno de la mi l11a sociedad, es un hecho que la semicultura que halló Cortés era 111UY inferior a la que revelan decenas de restos en di tintos lu- gares del paí . La de la Ciudad de Teno htitlán, en el máximo e1plendor de u adelanto, no pue- de aspirar a comparar e con las a II modo ex- quisitas y aventajadí imas de 'I'eotihuacán, 'rula, El Tajín. Palenque y Chichén-ltzá, Por otro la- do 'esta serrucultura misma era de aspecto bri- , , liante sóló' en lo que se refería a ciertas rama de artes y ciencias, manejadas exclu ivam nte en forma esotérica y aristocrática para beneficio pro- pio, por un sacerdocio fanático y anguinario. Pa- recen hecho compmbados, en todo el país y en todos los culto, el rito e panto o de los sacrifi- cios humano ; y en punto a relaciones exuales. la existencia en algunos lugares de ciertas abe- rraciones asquerosas que sólo en épocas de abso- 33

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LA SEGlJ DA AUDIE eAPor JOSE LOPE~ PORTILLO y WEBER

PAR A apreciar o quc en la hi 'toria de la l' uevaEspajía y de 'pu ' en la de Méxi o, sigllificó laobra de la Segunda Audiencia, es preciso re­conlar brev mente la organización d la "ociedadindia precortc iana, y la acción de la adminis­tradones que precedieron a Fuenleal, Salmerón,.Geynos y Quiroga. Sólo a í cOllll~renderá latrascendencia que tuvo.

19uien ha diclm, con evidente exageracion,que la historia indígena de Méx-ico ólo se sabec n certeza que, a la llegada de los españoks, eraobed ciclo en va tas extcn iones del país un ca­cique iudio llamado Motecuhzoma, uya cde sehallaba en 'l'enoshtitlán. .

E verdad que sabemo un poco Il)á' pero tam­hién lo es que tal conocimiento carece a n~lludo

de precisión, debido al empleo de palabras que,despertando en nutl tra. mentes idea actuales,contribuyen a hacernos formar concepto erróneode 1 que realmente venía a ser la ociedad indí­gena. •otre estos vocablo e llallan los de "Im­perio", "Emperador", "Tributo", "Ejército', étc.

Traten10 de fijar lo anteced nte :El "Imperio Clllúa" e extendía por el Valle de

~Iéxjco y má- allá, hacia el Sur, principalmente,por dilatada región habitada por tribus di tintas,que hablaban diferentes idiomas, y que por 1110­

tivos étnico, religiosos o de simple codicia, seodi~bal1 de modo cordial y se hacían guerra en­carnizada la una a las otra . Pero la ujeciónde esas tribus él la azteca no formaban en realidadun imperio. Veamo cómo era el mecanismo deesa -ituación entre los indios.

Igllua de ta tribus-en esa época fue laazteca-se obreponía a las demás y las obligabaa que le pagaran tributo anual en especie y enservicio", qu se describia complicada y trabajo­samente en la grafía insegura de sus libros decuentas. A todos los. pueblos tributarios de ~é­

xico se les considera incluídos en el 'ImperioMexicano"; esto sólo induce a error, pues la pa­labra "Imperio" presupone la existencia de una.5ociedad ordenada y regulada por leyes que rijanrelaciones odales y económicas con obligadónerecíprocas entre el cacique que cobra y el sometj­do que paga, y nada de esto existía. .

Si acaso; dentro de cada tribu el cacique man­tenía sombra de orden social complicado y atá-

vic!), in pI' t nder j<:tm:¡ uj tar a las mi"lIla'Jcya' las tribu a la uya 'omctida. E ta· no 1" ­

cibian 'jamá beneficio efecti o alguno a cambiod . 11 'tado de umi ión, y la única ventaja quderivaban era el prevenir, por medio del pago deltributo, los ataqll . que de otra u rte 11 d jaríarfde il1f1iúgirle.s los guerreros d la podero a iu­dad de los I,.agos. Es decir, el tributo comprabascmplemente la eguridad de 110 er molestado porel guerrero azteca. En nuestra sociedad modernasólo podemo hallar un estado paralelo a este enla' ciudad s de Estados Unido- dominadas por los"gal1<Y ter" que imponen su "racket ' a tímido co-merciantes. -

Sin embargo, esto tributos, aunque se eleva­ban a veces al monto fantá tico del treinta y trespor cierto' de la percepción bruta. como eranexigidos por reyezuelos dotados de la misma cul­tura neolítica de los vencidos, e incapace de 011­

cebir requerimientos mayores, no sobrepasaban nien servicio ni en especie, del monto y volumende aquello que los sumi os podian rendir dent-:ode su co tumbre habituales.

La sociedad indígena e hallaba en e tado defranca decadencia al ocurrir la Conquista. Su e­micultura (cuyo valor real se ha exagerado), ten­día a desaparecer. Sea por invasiones de tribusnahws que destruyeron la vieja sociedad arcaica,.sea pOT lucha? civiles y religiosas nacidas en elseno de la mi l11a sociedad, es un hecho que lasemicultura que halló Cortés era 111UY inferior ala que revelan decenas de restos en di tintos lu­gares del paí . La de la Ciudad de Teno htitlán,en el máximo e1plendor de u adelanto, no pue­de aspirar a comparar e con las a II modo ex­quisitas y aventajadí imas de 'I'eotihuacán, 'rula,El Tajín. Palenque y Chichén-ltzá, Por otro la­do 'esta serrucultura misma era de aspecto bri-, ,

liante sóló' en lo que se refería a ciertas rama deartes y ciencias, manejadas exclu ivam nte enforma esotérica y aristocrática para beneficio pro­pio, por un sacerdocio fanático y anguinario. Pa­recen hecho compmbados, en todo el país y entodos los culto, el rito e panto o de los sacrifi­cios humano ; y en punto a relaciones exuales.la existencia en algunos lugares de ciertas abe­rraciones asquerosas que sólo en épocas de abso-

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luta corrupClon 'e pre entan. La salvaje. ociedadIndia, era un mosaico human di ociado, )' can­cero'o.

I.a llegada de los españole- "ino a cambiar, 1 ­ro también a complicar 1 a -peCIo del problcma,ponjue E 'paii importó muchos ""uerreros mu­ch ' frailes. algun - arte ano y do pensamien­tos.

España acababa de cm ¡-gel' le largos iglo delucha que habían conducido a la unidad de losr<.'in >: cristiano: y a la expulsión de 10- 1I10l'OS.

Esa lucha habia ido re uelta gracia al mpujede una ca -la guerrera nacida espontáneamente enti curs de c ntenares de años: la de lo hídal­~(S. Esto' fueron 1 germen de toda la noblezay ]lcvaban en :í la preocupacione - y tendenciafeudales centrífuga propia de u ca tao Pero lacoordinación de lo e fuerzas anárquico de loshidalgos, el e 'fuerzo para lograr la unidad políticapu:,o frente a frente cn España. dos grupos deideas a solutamente opuc ·ta : el de tenelencia feu­dalistas que "ino a quedar integrado por la noble­za tudmknta y por lu hidalgo batalladore e in­disciplinado', resueltos a labrarse feuelo Con eliilo de su cspada y obtene¡- riqueza por el ólo es­iuerzo de su brazo; y el de tendencia unitaria.representado por 1 gista inspirados en el e tudiode ~abios y eb'ados filó 'of ., y cuyo ideal u­prclllO yellla a -('r ordenar para 'iempre el mUIl­do cn una doble jerarquía organizada a modo dem0ntaiia de cima gemela que compenetraran yfnndi ran sus falda : la n'ligio a, en el corona­miento de la cnal se encontra ría el Papa, y larivil. en cuya cÍl'pide estaría el Emperador yRey.

Lo' primeros, la nobleza orgullo.a y 10' hidal­go: batalladores, no admitían otra co.a que unamoderada sujeción de carácter más bien formu­li~ta, a esos do jefes reconocidos e indudables;y querían, r ivindicaban enérgicamente para íel derecho de di. poner de la' riqueza - y perso­nas de lo tIbditos y ha-ta el de regular sn con­ciencia al respe too E deci r, hu caban un de ­

arrollo de la idea feudal.Lo' legi ta , radicales de . u época, buscaban

una admini tración justa para todo dentro dela idea - más avanzadas que por ento ce~ 'e te­nian, y consagraban su vida al culto de un idealfrancamente humanitario y con tendencia extra­ñamente socialí-ticas, que crían admi. iblc aunen tiempo ultramoderno ; io-ualdac1 j¡ásica de ladistinta raza humanas. el d 'recho elel pobre pre­dominando sobre el del rico. del de la colectivi­dad obre el individuo. rcsponsahilida;1 del rey,repre.entante del Estado. I'\. 1110 al y 1:, il:,li.:ia.

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Como ba.e - de la ocicdad re ponsabilidad dele 'pañol nacido de la pI' pia onquista, etc.

El pI' blrma y la pugna se tra-Iadar n al TU­

vo Continente, complicándo e y agudizándo- e nla introducción del factor indio, que ínvolucrabamúltiple fac ta y círcun tancias.

La conquí ta de América hizo por e fuerzoespontáneo e individual de hidalgo aventureroque querían hacer e de grand feud ríque­za. -tos hidalg trataron de admini trar la va­ta' superficie conqui tadas, en nombre, ólo ennombre, de aquella entidad vagamente l' peta­da por ello a que daban el nombre de "Rey deEspaña". y cuya benevolencia ncce itaban parahacer ,'enir ele la lejana Europa los elementoindispensables para mantener bajo u férreo do­minio la lila as vencidas. E taban conforme ntener al ~lonarca como árbitro del "Repartimien­to" que e habría de hacer; pero no le re<: na­cían. en el fondo, dere<:ho algullo obre lo quelIo' habían alcanzado con la fuerza de 11 braz

y las monedas ele tl escarcela. Generosamenteconsentian en cederle el quinto de u lucro gue­rreros: pero nada má .

El Rey toleró y fingió ignorar o de eleñar talestado de ca -as micntra la conqui tas se redu­jeron a las i la', de rela~iva poca extensión,nada opulentas: pero cuando el e fuerzo de or­tés sometió a las armas e pañolas inmen a r­gion " rica' y populo a , el Rey comprendió lanece'idad y la conveniencia de organizar sobreella - firmemente su dominio, y para hacerlo ten­dió en forma sistemática a desalojar a los primi­tívo- gobernadore', que eran conqui taelor conpujos feudali tas reemplazándolo por gente ve­nida de E-paña y e cogida por u lealtad al Rey,

Los primeros de ignado- por la Corona, nopudieron, no supieron o no qui ieron re pondera lo propósitos elel ~ronarca.

Cortés. arrebatado por su e píritu heroico y'oñando siempre ¡nagna- empresa, de lo que me­no se cuidaba era de organizar admini trativa­mente la regiones conquistadas, y por otra parteél mismo compr nelía e a organización para. supropio beneficio y se veía compelido a reconocerigual ca a para lo indómitos guerreros que asus órdet e- habían Ju hado.

De pué, quienes lo ucedieron, hallároll e encircunstancia tan peculiares. que nada pudieronhacer: Lui Ponce de J.eón murió antes de mpe­z:lr iquiera a darse cuenta de las cosa . Marcode Aguilar se halla ha en tal estado de senectud-tenía núdriza-, que de nada podia darse cuen­ta, y alazar y hirino ,. Alon o de Estada

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etc., eran simples expoliadores valid dél pue ­to que ocupaban in ¡>erada, accidental y tran i·t riamente.

Lo' con<lui tadores e 'Iglan de la re)l)a el"Repartimiento", es decir, que el país conquista­do se distribuyera en encomienda entr aquelloque, a fuego y a sangre, 10 habían domeñado, paraque pudieran exigir de lo míserQs vencidos ser­"icio personal y tributo, duro e ¡nhtilllan ,encambio de la problemática y siempre eludida ins­trucción religiosa.

Deseoso el R y de alterar aquel e tado de co­sa , envió la Primera Audiencia, de letrado, acuyo frente venia Nuño de Guzmán, de la nobi~

lísima casa de los Guzmane' de España, una dela tr s ouí linajuda, ari tocráti~l , re petadasy ric,as de la Península.

Nuño (qu PQl' aquel entonces era sólo segulJl­dón, pero que despué llegó a ser jefe de u ca­sa), no quiso comprender el papel qu el Rey iea ignó; sino que exactamente al revés y secun-'dado por los oidore , convirtió e en el má desen­frenado encomendero que pudo sufrir jamás lanié~ca conquistada. Su expoHaciones por otra

parte, alcanzaban a los mismo e paíiole que noeran sus paniaguados, y tal fue el oonjunto' atro­nador de queja elevada en ti contra, que el Reyvióse bien 'pronto ol..>Iigado a cambiarlo, sllbsli­tuyendo la Audiencia de Nuño por la Bencméri-ta Segunda Audiencia. . -

Ant s de iniciar el som' ro e tudio de la laborde esta Segunda Audiencia, veamos qué era loque ignificaba la palabra e1/COUlC111Iúo r pectoal indio ometído.

El encomendero, a cambio de la obligación eleimpartir instrucción religiosa, te¡1ía derecho, ornCÍ! bien, se había abrogado el derecho, de seña­lar a los indios que se le encomendaball, el tribu"to que habrían de pagarle y los servicios perso­nales que I deberían prestar.· MiembrQ. ~l mis­mo, de una sociedad de civilización ~normemente

adelantada re pecto a lo vencido, pedía a ,losindios tributos propord nadas a las exigenciasde una sociedad, basada ya en el trabajo COIl ins­trumentos de hierro, y de comercio y relacionessociales y económicas complej ísimas, que rec;ue­rían labores de minas, labranza de <;ampo, y trañs­portes comerdale ; intenso trabajos, todo faci­litados por el' acmreo en bestia domesticadas;muy por encima de lo que habitualmente e ta'banacostumbrado a rendir lo i ios, aUTI a su mil.tiránicos señore . A í, el resultado llIortíiero na­tural de e fa política, no tardó en prc entar e.

Siempre {)Curre lo mi mo en lo momentos decontacto de sociedade de culturas tan distintacomo las de e pañoles e illd i?s en el siglo XV1.

En cambio de los serViCiO t.xigido, ef eneo­mend ro adquiría el compromiso virtual de en e­ñar a lo v Ilcid . la reli i 'u cr' ian , e mpr ­mi-o <¡ti los encomendero- trataban de eludir n •:rando a 10 indio capacidad para recibir in' ruc­ción r ligiosa y con id rárl 01 c m im.pl r­ne explotabl : les llamaban gente be tial, y leachacal:xl11 todo mal instinto, todo icio. t d 1'1-

luen. A í ju tiricaban la dur za d l tr3t .

Es decir la ituación del indio tributari _ tre­menda ya bajo el yugo de us propio caciqueo,elllpe ró Ilonn mente, cuando, en la prim ra dé­cada de la Conqui ta, "to fu r n ul titllídpur l encomendero.

•En e tn condiciones arribó la Segunda Au­

diencia.o he de hacer aquí, por .quc no cabe en el

marco del tema que me propongo tr:itar, la bio­grafía de cada uno de lo eminentes legi ta que'el Hey eligió con toda seguridad después de ma­duro examen, para integrar la Segunda Audien­cia. Ba te decir que Fuenleal y Salmerón se des­tacaron siempre por su talento lucidísimo y por

ti recta intención; que don Vasco de Quiroga sedistinguió por u caridad incomparable, y queCeynos era apenas inferior en cualidades a suscompañeros. Un cuerpo selecto. e cogido, fue elque formaron. .

Fuellleal no arribó a la Nueva E-paña al mis­mo tiempo que lo Oidores; sino hasta ca i un añodespués, pero éstos, no obstante la inseguridadque sentían re pecto a la posible actitud dc sufutl~ro presidente, se pusieron desde luego a tra­bajar y lograron formarse un concepto de conjun­to- de .Ios problemas, que· presentaron al Obispode Santo Domingo, cuando 'ste llegó, mese mástarde, en forma que mucho debe haberle. rvidopara formular su programa y de arrollar despuésSllS labores. .

Los Oidores encontraban la siguient si tua-ión: la sociedad de la ueva Espa.ila se hallaba

dividida en do~ estratas obrepuestas, cada unacon característica y proólemas e peciales y cadauna de ellas requería atención prolija y ret)()sadapara ser re lIelta.

Formaban la primera estrata lo e pañoles; lasegunda 10- indios.

Los españoles e hallaban divididos en dos gru­lOS; "cconqui tadore ",a quiene Corté hahíadotado de ric'!s encomiendas, y quc"s610 pedíancontinuar en u ituación de privJegio, y "pobla­~I()r ~", o sea aventurero' ávido, Ilegado<; <.1 <'s­pu' de la Conqui ta y de eo'o de enriquecerse.tanto y tan pronto," como u. afortunados precle-

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cesare'. Lo' primero', en 10 general, formaban elgrupo de fiero 'ecuace' de Corté, mientra quelo' 'eglludo' 'e reunieron ald Hedor de I ' ofi­ciale' reales, o sea <klontador, d I ;resorero, delVeedor, del Factor, y e ·taban listos, como lo hi­cier n alguna' veces, para arrojarse obre lo'primero: y de 'pojarlo d cllanto tuvieran. .ólo('n una c sa se hallaban el acuerdo lUlO' y otros:e~l la explotación immxlerada. lespia lada y ago­llladora del indi vencido,

D(' aquí nació un hervor en' la e:trata eSDaíio­la, Ull estado de recelo contínuo, de in:.eguri~la1 rde agitación agudizada, de choques y uspicacia:.que se traducía en enorme elevación de precios.tendcncia' al acaparamiento de objetos valiosos,i{¡ciles de ocultar. escaso respeto al g lbierl10 y ala .r(.!igión. y carencia de t<xlo freno moral )':ocla!.

Lo frailes, e' verdad, repre entaban un ele­mento moralizador en el s no de este conglomera­lo; pero ni iquiera eltos e capaban a la agita­

ción apasionada que dividía al grupo e 'pañol dela • 'ueva España de 1520 a 1530. Ha ta llton­tTS habían venido sólo franciscanos)' rl minico ,y en tanto que lo' franci canos. aunque incultos,a menudo. y a vece'i hasta rudos. a l1mieron decontínuo una actitud de radical defen'a del indio.los dOl1lin icos en lo' primeros tiempo' manifesta­ron veleidades favorables a 1 s encomenderos, l\e­gando al extremo de justificar te do abuso v exac-t:ión que a éstos se hicieren. .

1'01' 'u parte. h)' indio' continuaron parceladosen los mismos elementos de mosaico incolllpati­1,1e:. )' en('migos entre í. en que los encontró laConqui~ta. pero cumplicando su en n-do la intro­ducción de los llnevos proulenla' de evangeliza­riún, tributo:" excesilO , trabajo en las minas, ynecesidad <]c intensificar relacione~ COl11{'I'('ialc.,ank raquíti 'O', a que los c )Ildujo la bru.;ca am­pliaciúlI el 1 ambiente ~')l'ial, dc.

La 1\ udiel cia. prinll'ro. se: concretó :1 did:11' dis­posiciOlH's gc'ncralcs y a iniciar d e~tudi del paísy dt' sw:; recursos; a hu~car la baja de prt:cios, quealcanzaban a vece~ hasta el décuplo)' más todavía.de los precios de Jo: raiía : a prevenir el Injo cxce­sivo. y a humanizar la. re1::l.cioncs de ('ncomeu­(h:ro~ ('un I:llcol11('lI<lados por nledius de persua­

ciún.A la v{'nida de Fm'nleal, el ('studio cobró am­

plitud. Sl' tomó t·! pan'Cl'r 110 sólo de los oid res,,inll de cuantos fraik, cultos hahía en la \'uev:lE,p, I-Ia. para 11:1(' -\' al :\[IJIl:trca la "el<:-scripeicJlI"de la tierra. (!<-hienclo l'ntl'ndt:'rsc ('"ta descripcióntll d sentido mús alto. pues no ..ólo era la pura­111 nte físit'a. sino t~piritual y moral. incluyén­d<¡>e en (,]Ia intangihles, t, les ('omo relacione: deconqui"taclos ~ C"II'1l1i'otatiorl's y <1e ad:t IIn:1

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de ta ategoría dentro de í mismo, tratárt­do de oponer valladare al inhumano i temaque en 1 '0- añ 'dc pobló la Antilla .

El 11I0mcnto era deci ivo. La vida de toda unaraza e hallaba en juego, y yo qui iera tra mitira ustede la impre ión de a i tir a un her r fe­('\111 lo que experimenté al .estudiar lo d umen­tOo'i cOlltempol'áneo·.

En tanto q tl en la :\Tu va E 'paña, oidore,irail' )' nc mendcros se trataban en pugna tra '­cendental, los hecho de aquí repercutían)' cau­sahan las idea c1e allá. En la Corte pugnaban porimponer 'u criterio los encomendi ta rabi o ylos regalistas encarnizados. De triunfar lo pri­mero.. . urgi ría en la •n('va E'páña una noble­za turhulenta y n:voltosa. que no tendría pararegular SlI' rc1:lciones con el indio, más limitaciónque la que a cada un de u mie.mbr imjlusi raSil elástica conciencia. Y 11 P lítica, las tíe.rraconqui lacia' t nc1erian a la agregación de la P ­nínsula.

En general, la opini ne fueron adversa a laencomi mla. aUllque no faltaron defen 'ores debuena fe, que so tenían la tesis de que, 1 enco·Jllencl~ro, por egoísmo, defendería como cosa su­ya. a lo' indios encomendado . otros, en cambío.se pronunciaron vigorosamente por Ilna expan ióndel poder real. Fucnleal y almerón, principal­mente, se contaron entre éstos, el primero e n es­critos macizos )' metódico ; el gundo, c n estu­dius profundos ' finamente irónico' ambo' 0-, ,tentando plena 'ompren. ión del problema poJíti­'!l, .'e propuso que 11 se admiti ra la aparición,

en lo' dominios recient mente conquístado'>,. deseíiores feudales que naturalmente t nc\ieran a ale­jars' cspiritualmente y a independerse de E pañaa medida que se fortalecieran. Sin embarg, 0111

la . udiencia cal' cía de ejército, nO podía iulpO­l1('r Sil vuluntad de otro modo que por medio dela per. u ción y dt' la iuerza moral, y por esa all­~a no ~e proplls suprimir la encomi ocia, ifl0 tansólo aplazar el "I'epartimi nt ¡" para el pué! dprnli jo' )' dilatadus cstudio . Con habilidad ti­

ma. fue lograclo impon l' -u pre tigi entr logrupos opue:.t '. ir de trozando las bandería<.'xistcnte.. Fue una lab~r de zapa y talento man­t nida pacientemeute p r largo aiio', y cuyo pr ­gre~() se evidencia en cada carta. De pués de diezaiíos, Cortés, que a la llegada de • alm rón eraUl la l\'ueva España IIn I ihle rival del Rey.hahía qucdado redu . lo al papel de ríca hón n

ulla sociedad tran luib.

El extrclI1eño, machucho 'a 'tut , c mpl'aba

sistemáticamente I 'servicio de cuanto abogadIle~aha a la . ueva España, para quitar po. ihleapoyo a pkitos iniciarlos en:u perjui io; p rl~

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e la misma habilidad revela cuán decadente sehallaba su potencia.

Después se hizo pr ciso estructurar bre nue­vas bases la administración real, y hacerla res­petable hasta los e tremo más alejados del pai .

Lo encomendero designándose a sí mismos,representantes del Rey, se habran distribuido porla Nue a E pafia. Para sustituirlo la Audien iad arrolló la idea original de la Península de eroor"corregidores", arUculacione nueva. funciona­rio' nuevos, cuya flméÍón era la 'de "corregir"vicios y defectos.. El corregidor, a diferencia delencomendero, recibía ueldo d la caja l'c<lle'.i hi n se tomaba éste del tributo del pueblo que

admini traba. y tenía derecho, ademá , para exi­gir de los indios servicios personale y aJil\1 n­tos; e dotaba a cada corrégidor de un alguacil.

Sucedió, . in embargo, ~ue como venían, a sercorregidol'e precisamente aquéllo lllisn,\QS suje­to que habían solicitado,. pero 110 habían podIdoalcanzar la encomienda, aplicaban en sus Il1tev-afunciones criteri.o y conducta iguaJe a las que hu­hien~n seguido como encomenderos, y 1 l' algúntiempo se creyó fracasado el corregil1lie~to, etlán­do lo que sucedía era que la persona venían aer las que necesita~J'l substitución.

La Audiencia se quejaba al Rey· de los pro­hlemas que aquellos hidalgo turbulento 1 pro­vocaPan. Todos ~igían encOIniendas o a lo me­llO corregimientos y todo lo creían rico crey~n­

do merettr tanto CQtno el mismo extremeño. Al­gunos amenazahan, arrufaban. y daban a entencLerque ecundarian cualquier esfuerzo de Corté ode otro cuaJquiera para independer la ¡ueva Es­paña. tros apelaban al recurso uplicante y llo­raban en pre encia de los Oidores, importunán­dolo y contáll(tole sus pélla$. La Alldien ia, quese negaha a repartir encomiendas, dotaba de 0­

rregifi1i~ntos a algullos de aquellos conquistado­r" '. ro no todo' lo ace(>*Qban, pues babí~ a!gu­no que l' ían 1I1er r rIllldlO más y rechazabanaltival11ente la pobr merced. Ciertos de ellos, yquizá de los más descontentos, no alcanzaban nisiquiera las c<.lificaciolte precisas para l1brir U1l

mocle to alguacilazgo, y a dura pena lo metíaen alguno, la Audiencia, pr vacando su eternode' ontcnto. y _tremenda herida en u amor propio.

Lo conqui tadores rico, amenazado con lad daración de en oniellda temporal, ran lo qneintegraban oJ'gani mo que dí frutaban entollccSde rÍ1ucho prestigio y respeto: los Cabildos oAyuntami ntos, fonnacLos por aqu Ilo <le -miC'l1lpuje, lo cuaJe constituían la principal fu .rzael' ataque obre la Audiencia.

La lldiencia sostuvo que la Nueva E paíi(lería •~iempre país bá icamente indio. y no quc­

ríá qu ví,~kran españoles a: nuestra playa' CJ!

número crecido. Con ideraba qu , de v nir JnU­

ellO', h-abria e vi t bligada a dar de c mer avari "l1lillar~' de 10 ,pue apella mpezab!lna arribar al Nuevo e ntinentc il1dividuo apacde h¡u¡tar e a 'í mismo por medi de trabajproductivo.

La co tumbres de los pañol' e halLal '1l1 en.gl'av e tado el r lajaci6n. En nlle riqu za ad­quirida como despoj de guerra. habían quitadotodo escrúpulo ('i e que alguno ant t n ían) alo hidalgo~ conqui tad r y I d pilíarr c n-.¡glli llte a la riqueza adquirida C011 rapid z, traía

COn igo liS habituales consecuencia : abundabanen la ciudad joy r vendedor d t 1 pr­ciosas, tahurc:- y mujerzuelas' pero lo' des rdc­nadas hídalgos no se conformaban con la moza'il11po;·tafla y bu cahan variedad, azonand {ti'>

e parcimieotos ('011 canela. Nlliío de llzmán yDelgadill0 habían llegado a mandar sacar, delconvento en qll studiaban, a la doncella - no­hle" azteca, y la all'tera sala de e-ione de laPril~ler-a . udicl1cia pre enció muy singulares es·celias.

La Segunda per 'íguió el lujo exre ivo, el jue­go, )' empezó"a exigir implacablcmente et m:ltri­monio a encomenderos y corregidores. Quien re­cibiera algún benefi io el'" encomienda o corregi­miento, debería residir en el país. ser ca aelo. ysi era soltero, casal-se lentro de plazo fijo, seila­rál'~dose, p::t.ra que fuera a huscar cónyuge a EspJ.ña, el de año y Illedio, eglul propuso la A ud ienciJ..la:pso que el l<.ey, considerando que eso del matri­J\1onio es co~ eria, elevó a tre años. Como conse­cuencia .natural, s.e notó luego con iderahlo afluj 1

de doncella nobles, aW1quc pobre'. que traían a la.Nueva España padres llenos de c peranza de ca-

o sarlas ventaj amente. con a}.gl1na ellcomi n<1a ocorl'eginliento. En una de su' carta Fucnleal diócuenta al Rey, con mucha formalidad, de la lle­gada de d ce doncella "honrada-" (de las otrasno hay aviso de recibo). n la uales podríanunirse en matrimoni encomendero o corregido.res, y prote ·tó e ntra los permiso que. se c n­cedían a alguno para que "vayan" a buscar 110­

via a España. pudiendo hacerlo ad, con lo cual.según él decía, no defraudarían a los esperanza­d . pariente. Ademá había la india. El Ca­bildo acusaba a la udiencia d favor cer a 1 squ n india' c ca~aban.

Para la tributación de I indino . Fuenleal pro­ce(]ió con ríeclad. Analizó la forma en que pa­gaban ante sus t,'ibutos. y encontró embrollo tre­mendo: ca.da pueblo pagaha a us caciques. cadatribu a la vC1!cedora, y é ta a una tercera: la cual,a u vez y con freeu ncia. a una cuarta y a í u­cesivamente.

(e0111¡miará) .

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