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LAS MUJERES Y LA PAZ EN LA HISTORIA 65. Recogido en LIDDINGTON, Jill (1983) «La campaña de las mujeres por la paz. Historia de una lucha olvidada», en Antes muertas. Mujeres contra el peligro nuclear, Barcelona, págs. 192-210. LA SOCIEDAD CIVIL POR LA PAZ MARIO LÓPEZ MARTÍNEZ Instituto de la Paz y los Conflictos Universidad de Granada Una Historia de la Paz o del reconocimiento de la paz -y su difícil y ardua construcción- en la época contemporánea es imposible de hacer sin recoger las más destacadas propuestas realizadas por la sociedad civil 1 en la edificación de aquélla: las formas organizativas adoptadas, el pen- samiento generado, los debates suscitados, las morfologías de las acciones colectivas, las enseñanzas producidas, los proyectos desdeñados o no conclusos, etc. Ésta es una reconstrucción difícil puesto que se aleja de la visión oficial sobre quiénes son los actores (habitualmente los Estados), dónde están los espacios (generalmente la política diplomática) y cuáles son los tiempos (períodos pre y posbélicos) que definen, determinan o concretan la construcción de la paz. Muy al contrario la presencia de una sociedad civil concienciada y activa con la elaboración de la paz en las sociedades contemporáneas permitió la entrada de nuevos actores, tales como los movimientos sociales, las organizaciones populares, las asocia- 1. Adopto, aquí, la definición suficientemente amplia de KEANE, John (1992): “un agregado de instituciones, cuyos miembros participan en un conjunto de actividades no estatales -producción económica y cultural, vida doméstica y asociaciones de ayuda mutua, y que aquí preservan y transforman su identidad ejerciendo toda clase de presiones o controles sobre las instituciones del Estado” (p. 33), en Democracia y sociedad civil. Madrid.

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LAS MUJERES Y LA PAZ EN LA HISTORIA

65. Recogido en LIDDINGTON, Jill (1983) «La campaña de las mujeres por la paz.Historia de una lucha olvidada», en Antes muertas. Mujeres contra el peligro nuclear,Barcelona, págs. 192-210.

LA SOCIEDAD CIVIL POR LA PAZ

MARIO LÓPEZ MARTÍNEZInstituto de la Paz y los Conflictos

Universidad de Granada

Una Historia de la Paz o del reconocimiento de la paz -y su difícily ardua construcción- en la época contemporánea es imposible de hacersin recoger las más destacadas propuestas realizadas por la sociedad civil1

en la edificación de aquélla: las formas organizativas adoptadas, el pen-samiento generado, los debates suscitados, las morfologías de las accionescolectivas, las enseñanzas producidas, los proyectos desdeñados o noconclusos, etc. Ésta es una reconstrucción difícil puesto que se aleja dela visión oficial sobre quiénes son los actores (habitualmente los Estados),dónde están los espacios (generalmente la política diplomática) y cuálesson los tiempos (períodos pre y posbélicos) que definen, determinan oconcretan la construcción de la paz. Muy al contrario la presencia de unasociedad civil concienciada y activa con la elaboración de la paz en lassociedades contemporáneas permitió la entrada de nuevos actores, talescomo los movimientos sociales, las organizaciones populares, las asocia-

1. Adopto, aquí, la definición suficientemente amplia de KEANE, John (1992): “unagregado de instituciones, cuyos miembros participan en un conjunto de actividades noestatales -producción económica y cultural, vida doméstica y asociaciones de ayuda mutua,y que aquí preservan y transforman su identidad ejerciendo toda clase de presiones ocontroles sobre las instituciones del Estado” (p. 33), en Democracia y sociedad civil. Madrid.

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ciones profesionales, las agencias alternativas y contraoficiales, las mujeres,etc. Todas ellas generaron también nuevos espacios, a modo de nichosecológicos de Paz, convivencia y no-violencia, pero a otra escala: enbarrios, escuelas, grupos étnicos y minorías..., en los intersticios (y nosólo) de la sociedad oficial, añadiendo otro tipo de diplomacia más cercanaa la gente y más alejada de las altas esferas; y, con una idea del tiempodiferente, mucho más amplia, más continuada y perenne, un tiempo dePaz que tiene como virtud el que se construye día a día, previniendoconflictos, sembrando conciliación, haciendo prospectiva sobre las ex-pectativas, deseos y necesidades de la gente que ansía vivir en Paz.

El paso histórico de la ilustración, del relativismo y del subjetivismodel mundo moderno permitió el desarrollo de sociedades más abiertas,plurales y tolerantes, donde se hicieron posibles unas formas más libresde expresión y asociación, de organización de la ciudadanía. Este propioconcepto, junto a otros como: autonomía, emancipación, fraternidad,igualdad, libertad y derechos acabaron conjugando -con avances y retro-cesos, con períodos de lucha y negociación, etc.- toda una galaxia ex-pansiva de fórmulas y símbolos emancipatorios, de derechos humanosy libertades democráticas. La perseverancia histórica en esta línea reafirmóla necesidad de la sociabilidad humana, de mantener un debate abiertoy permanente en el seno de las sociedades confirmando su naturaleza dehistóricas, cambiantes y dinámicas, donde las tensiones son tan perma-nentes como la capacidad para negociarlas, donde un desequilibrio puededar paso a nuevas formas de estabilidad. No es de extrañar, en este sentido,que la construcción de la paz y de la democracia vayan -de alguna forma-indisolublemente unidas en la época contemporánea, esto no resta quepor avances tecnológicos, por la evolución política de las relacionesinternacionales, por las formas de organización estatal o por el peculiardesarrollo del capitalismo, el peligro de la guerra, el fanatismo o cualquierotro tipo de manifestación violenta fuese siempre una amenaza a aquéllas,o que la forma de guerra definitiva (la nuclear) pudiera acabar con lapropia presencia humana sobre el Planeta. Ese tándem, paz y democracia,tiene la capacidad de alimentarse de una manera directa, de ser directa-mente proporcional, lo que no significa ausencia de tensiones y conflictos,antagonismos y desencuentros..., sin embargo, una verdadera construcciónde la Paz (positiva) ha pasado siempre por mayores niveles de democracia(participativa, activa, social). Y una democratización profunda e intensa,respaldada económica y culturalmente, -y no un mero barniz o sólo elejercicio de las consultas periódicas-, en conjunto se puede decir que ha

contribuido a crear o hacer perdurar actores, espacios y tiempos de y parala Paz.

A la profundización de las libertades y derechos, a la construcciónde una sociedad civil democrática, a la generación de un pensamientopor la paz han contribuido, poderosamente, los movimientos sociales porla paz (y las movilizaciones por la paz). Éstos han sido los principalesactores que han influido en la permanente edificación de la paz a pesarde que los libros de historia generalmente no los reconozcan como tales.Ellos han sido -siguiendo la metáfora bíblica- la sal de la tierra.2 Los quehan defendido y han extendido unos valores que merecen ser compartidosuniversalmente -a pesar de que muchas de sus actuaciones y proclamaspudieran parecer ingenuas y poco operativas-, los que han manifestadouna ética cuyas consecuencias pueden ser donadas a las generacionesfuturas. Ellos han pedido que todos los hombres sean considerados iguales(abolición del esclavismo); que la mitad de la humanidad pueda contribuircon su experiencia y valía a la construcción de la sociedad (feminismopacifista); que una persona no tenga que matar a sus semejantes, ni aúnen tiempos de guerra (objeción de conciencia); que los impuestos no sedestinen a bienes socialmente irrecuperables que se generan para destruira otros seres (antimilitarismo y antiarmamentismo); que la seguridadcolectiva no puede fundamentarse en la destrucción mutua asegurada yen el posible exterminismo humano (pacifismo antinuclear); que es factibleconstruir una sociedad sostenible y perdurable (ecopacifismo); que sepueden desactivar las tensiones y crear nichos ecológicos de paz en zonasde conflicto (pacifismo humanitario y solidario); que es concebible re-construir las sociedades castigadas y destruidas por la guerra, el odio étnicoo interracial, y hacerlo de una manera creativa, resolutiva y esperanzadora(pacifismo reconciliador y de los derechos humanos); o que -por tan sóloponer algunas prácticas y ejemplos- es verosímil responder a la violenciaciega con la fuerza del corazón, de la razón y de la convicción, o conel ejercicio continuado de una presión moral liberadora (pacifismo de lano-violencia).

En todos estos sentidos, la sociedad civil democrática por la paz hasido muy ambiciosa y notablemente eficaz a lo largo de estos últimosdoscientos años: queriendo influir en la agenda política de los gobiernos;

2. Víd. Johan Galtung «Il Sale della Terra», en SALIO, Giovanni (1991), Le Guerredel Golfo e le ragioni della nonviolenza.Torino, 5-10.

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solicitando cada vez más información sobre la defensa y la seguridad;manifestando su inquietud y molestia por lo que entendía un excesivointervencionismo estatal en el campo de la ciudadanía; por presentarproyectos, concepciones, discursos y símbolos alternativos a los modelosde sociedad y política dominantes; en fin, por su intrínseca capacidad pormantener viva la propia construcción de la paz. Ello significó, también,una pluralidad interna y la concurrencia de perspectivas y movimientosdiversos que convivieron entre sí, compartiendo en unos casos sólo losideales pero no las morfologías, y en otras ocasiones a la inversa.

En cualquier caso -aunque no analicemos todas las posibles corrientespacifistas durante la época contemporánea-3 hemos tratado de recoger losproyectos sociales por la paz que más influyeron en la construcción delas sociedades occidentales en los dos últimos siglos, tales como: elpacifismo liberal de base burguesa (creador de sociedades estables porla paz, de congresos para la construcción de ésta, generador de debatesde mucho interés sobre democracia y paz, etc.); el socialismo interna-cionalista de base obrerista, especialmente a caballo entre los siglos XIXy XX (antimilitarista y antiimperalista, que realizó interesantes propuestaspara la futura construcción de la Sociedad de Naciones, de una diplomaciamenos maquiavélica, y de un internacionalismo entendido como un repartomás equitativo y justo de los bienes y riquezas del mundo); aquellosactores sociales de entreguerras que protagonizaron la búsqueda de lapaz en este período (criticando los efectos de la Gran guerra, apoyandofórmulas típicas del denominado pacifismo jurídico y arbitral, que faci-litaron el reinicio de un diálogo interconfesional o interreligioso, o queabrieron una discusión -en toda Europa- sobre la legislación en materiade objeción de conciencia al servicio militar); las experiencias históricasy las propuestas políticas de la No-violencia (lucha contra la dominacióncolonial, liberación de los regímenes dictatoriales y totalitarios, reivin-dicación de derechos libertades o sostenimiento de políticas alternativas

y sustentables); el pacifismo antinuclear (como respuesta más singularal sistema bipolar y a los modelos de defensa amparados en la disuasióny aniquilación mutua asegurada); y, por último, unas reflexiones sobrelos posibles cauces que inspirarán los movimientos por la paz en el futuro(especialmente aquellas fórmulas que se han asociado al trabajo de lasorganizaciones no gubernamentales, o pacifismo humanitario, en su luchacontra la «violencia estructural», pero también a la defensa más concretade los derechos humanos y de la construcción de una sociedad civilinternacional con más presencia en las instancias supranacionales y entodos los foros que afectan a decisiones de carácter planetario.

Necesariamente, tantas temáticas y tantos pacifismos han de serabordados sólo de una manera sucinta y apretada, deteniéndonos enaquellas propuestas y programas más originales para la construcción deuna Historia de la Paz, haciendo mayor énfasis de contenidos en aquellosmovimientos u organizaciones que creemos son menos conocidos, yaportando más análisis en aquellos otros de los que se tienen más datos.

1. EL PACIFISMO LIBERAL DECIMONÓNICO

El pacifismo liberal-democrático de base social burguesa o pequeño-burguesa nació al calor y como primera respuesta a las consecuencias deldesarrollo de las sociedades industriales altamente urbanizadas, y a lanecesidad de extender las libertades contenidas en los programas de lospensadores, filósofos e innovadores de finales del siglo XVIII y principiosdel XIX.

La industrialización reveló manifiestas desigualdades sociales, generócambios en las políticas exteriores de muchos países con aspiracionesexpansionistas e hizo de la guerra un epifenómeno del poderío fabril. Encuanto a las libertades, su codificación y sus nuevas formas de expresión,fueron objeto de interesantes debates entre pensadores inquietos y sectoressociales que querían participar en la construcción de los modelos políticosque se estaban definiendo bajo el abrigo del Estado-nación. Si la guerra(aún a una escala pequeña y contenida) se fue haciendo consustancial alvigor imperialista y mercantil-industrial, y un peligro cada vez más cercanoy terrible, la paz no fue menos importante para estos pacifistas, sino todavíamás: ella debía convertirse en una construcción necesaria y legitimadorade un orden civilizatorio occidental, el cual, de alguna forma debíamanifestarse como superior y superador de otras violencias (primitivas,

3. Otros autores, ya clásicos como Rapoport, han preferido otro tipo de clasificaciones,mezcla de modelos y métodos. La que él aporta la divide en pacifismo personal (Tolstoy,Thoreau...), religioso (mennonitas...), político (lucha y resistencia), la lucha no violenta(entre ellas la lucha gandhiana), los movimientos de derechos civiles (indios, negros...),defensa civil y defensa defensiva (como alternativas a la defensa convencional y armada),abolicionismo y ‘pacifismo selectivo’ (antimilitaristas, antinuclear...), en RAPOPORT,Anatol (1995) The Origins of Violence. Approaches to the Study of Conflict. London, pp.443-488.

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indígenas, campesinas, etc.), a través de instrumentos como la razón, elderecho, etc. En esta cuestión como en otras, las controversias, la dis-paridad de ideas y la necesidad de discutir modelos se puso a la ordendel día, siendo ésta también una de las novedosas y sugestivas aportacionesdel pacifismo liberal-democrático: creación de centros permanentes dediscusión, una progresiva toma de conciencia, una siembra de iniciativassobre cómo construir la paz y edificar modelos sociales más justos, etc.Todos ellos serían los primeros pasos de minorías ilustradas y pseudo-científicas, que con sus polémicas, su producción literaria y sus movi-lizaciones serían el origen de los futuros movimientos de masas por lapaz y de la propia Investigación para la Paz como disciplina académicay de conocimiento.

Las primeras organizaciones pacifistas nacieron en los Estados Unidos(la New York Peace Society, fundada en 1815) y en Gran Bretaña (la Societyfor the promotion of Permanent and Universal Peace, constituida en elLondres de 1816) como respuesta al impacto de las guerras napoleónicas.El trabajo de ambas, se desarrolló a través de una importante labor depromoción y difusión del pensamiento pacifista (esencialmente anti-belicista) en la prensa, las escuelas, en conferencias, campañas publici-tarias, etc. La idea de las sociedades permanentes cuajó muy pronto, dadoque en algo más de una década, 1828, se creaba la American Associationof Peace Society’s que, ya, agrupaba a docenas de sociedades de amigosde la paz (como gustaba a ellos denominarse). Formadas por ciudadanosde clase media y pequeño burgueses del mundo industrial y comercial;mujeres de estas mismas extracciones sociales; religiosos pertenecientesa las pequeñas iglesias protestantes no-conformistas (especialmente cua-queros); y miembros de algunas profesiones liberales (abogados, maestros,médicos, etc.).

La originalidad de estas sociedades de amigos de la paz recayó enla discusión permanente, abierta e influyente sobre el resto de la sociedad.Especialmente, su preocupación por aportar nuevas ideas a la construcciónde la sociedad liberal burguesa nunca se detuvo en materias exclusivamentepacifistas, sino que alcanzaron a otras muchas áreas de la política, laeconomía, la cultura, la moral y las costumbres.4 Esto supuso, en realidad,poner en cuestión muchos de los fundamentos en los que se basaba la

realpolitik de entonces y las formas sociales y económicas imperantes.Fruto de ello fueron intensas campañas en favor de la abolición de laesclavitud (especialmente la supresión de su comercio, mercadeo y te-nencia); por la incorporación de formas más humanas de castigos y penasen las figuras delicuenciales (singularmente se solicitó la supresión de lapena de muerte, la reforma de los sistemas carcelarios y se desarrollaronen la literatura científica los planes para la reinserción social de losmalhechores); por la ampliación de todos los sistemas de libertades yderechos de los ciudadanos (opinión, prensa, cátedra, reunión, asociación,domicilio, etc.) que era, también, la limitación de la capacidad represorade los estados; por ampliar la construcción de la sociedad y la toma dedecisiones a la otra mitad de la humanidad, esto es, a las mujeres; y, porúltimo, por tan sólo citar algunos ejemplos de la importancia que tuvieronalgunos de sus preocupaciones y discusiones, la edificación de un diálogointerreligioso de carácter permanente, especialmente entre los feligresesde las iglesias cristianas -y más concretamente entre protestantes y ca-tólicos-, interlocución que se abrió, en un principio, al margen de lasjerarquías eclesiásticas, para favorecer el éxito del mismo.

Fuese en el campo del reformismo ilustrado, de los planes de mejorasocial, de crítica moral de los defectos políticos, etc., la consecución yéxito de muchas de las propuestas divulgadas se debió a un trabajo arduode humanitarismo, dilatado en el tiempo pero no por ello menos constante,fundamentado en la convicción moral, en la paciencia, la objetividad yen el deseo de llegar siempre a un acuerdo con sus interlocutores.

Al igual que se habían establecido en norteamérica las más prósperassociedades de amigos de la paz, en el continente europeo, estas mismasiniciativas fueron casi coetáneas (la primera sociedad es de 1829 y fuefundada por el ginebrino Jean Jacques Sellon), pero igualmente coinci-dentes en la programática: la paz debía ser la consecuencia más importantede la construcción de sociedades donde imperasen los derechos y laslibertades. En Suiza, Francia, Alemania e Italia, sociedades, asociaciones,agrupaciones y clubes difundirían aquellas ideas humanitaristas, filantró-picas y altruistas.

Algunas consecuencias políticas de estos debates se plasmaron en elconjunto de revoluciones liberales decimonónicas (de 1830 y 1848), enel socialismo utópico y en una notable (por su calidad y extensión) literaturademocrática que, aunque al principio, sólo influyó en pequeños círculoselitistas, acabó penetrando en más y más capas sociales. Los denomina-dores comunes a esta suerte de teoría y acción fueron las luchas por las

4. Víd. LINDEN, W. H. van der (1987) The International Peace Movement, 1815-1874. Amsterdam.

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libertades democráticas, la extensión del voto a más y más sectoresciudadanos o la búsqueda de la justicia social. La demostración de laconsiderable presencia de esta influencia se trasladó a las formas orga-nizativas del movimiento liberal por la paz. Al principio fueron los sistemasde congresos organizados, sucesivamente, en Londres (1843), Bruselas(1848), París (1949), y en los años consecutivos en Francfort, Londres,Manchester y Edimburgo; a los que se añadieron la creación de institu-ciones permanentes.

En esos congresos -a los que acudían desde hombres de negocios,estadistas, juristas, intelectuales, artistas, literatos, maestros, además demujeres, masones, librepensadores y hombres de las iglesias-, se expu-sieron no sólo los temas ya citados, sino muy especialmente las posibi-lidades de abolición de las guerras5 y de sus nefastas repercusioneshumanas (muy discutidas fueron las de Crimea6 , la civil norteamericana7

y las de unificación de Alemania e Italia8 ), así como las consecuenciasen el campo comercial y mercantil que tanto atrajeron a estos congresos

a economistas y hombres de empresa. En esta época nació, también, laidea de institucionalizar formas de arbitraje que fuesen un instrumentoalternativo para resolver los conflictos internacionales futuros. Asimismose atendió a la necesidad de difundir a través de la escuela, la cultura ylos jóvenes las ideas que fomentaran y consolidaran la paz entre los pueblosy las naciones. En este sentido, pedagogos (con nuevas metodologías deenseñanza y comunicación), sociólogos (que incorporan a su discurso lacomplejidad social), juristas reformadores (partidarios de potenciar lasleyes internacionales), médicos (preocupados por la higiene y el controlde las enfermedades epidémicas), lingüistas modernos (que difunden elidioma Esperanto), etc. elaboraron informes, hicieron recomendaciones,publicaron y difundieron sus ideas a través de la prensa pacifista (comoel Herald of Peace de Londres o La Paix des Deux Mondes de París)o como ponentes en los congresos de la paz.

Una segunda generación de liberales y demócratas pacifistas hicieroncuajar, en 1867, dos internacionales de la paz, es decir, dos grandesestructuras organizativas que agrupaban a la práctica totalidad de socie-dades y clubes del continente europeo. De una parte, la Liga Internacionaly Permanente de la Paz, creada por Frédéric Passy (premio nobel de lapaz en 1901) en París, de tendencia moderada, y formada por hombresde negocios, emprendedores, economistas y filósofos, todos ellos inte-resados en mantener el equilibrio continental entre Francia y Alemania,un equilibrio en todos los sentidos (comercial, político, bélico, etc.) quepreservara al continente de una posible guerra, nefasta entre otras cosaspara el potencial económico de Viejo continente frente a los EstadosUnidos de Norteamérica, y adversa para el entramado de intereses liberal-capitalistas europeos. Y, la Liga Internacional de la Paz y de la Libertad,nacida en Ginebra, que fue la primera en admitir mujeres como miembrosde pleno derecho, que agrupaba a viejos y nuevos líderes demócratas detodo el continente y que siempre fue sensible a las reivindicaciones yperspectivas obreras en materia de pacifismo (desde 1867, la AsociaciónInternacional de Trabajadores, fue siempre invitada a asistir a sus con-gresos y reuniones). Sus planteamientos fueron más radicales que laanterior, señalando que la paz sólo podría ser preservada entre gobiernosdemocráticos, con personas libres, unificadas bajo la bandera de unfederalismo europeo, asimismo esta Liga insistió en la necesaria separaciónentre iglesia y estado, la difusión de una escuela pública, gratuita yobligatoria (para la formación de ciudadanos) y la ampliación al derechointernacional de la defensa de los derechos humanos y de las libertades.

5. Víd. COOPER, Sandi E. (1991) Patriotic Pacifism. Waging War on War in Europe,1815-1914. Oxford.

6. Fue una de las llamadas guerras lejanas que, sin embargo se hicieron notar muchísimoentre la población civil europea, tanto desde el punto de vista económico, como moral.Cfr. PALMADE, Guy (1976) La época de la burguesía. Madrid, 232 y 244.

7. Discusiones, fundamentalmente, entre abolicionistas de la esclavitud, pero condiferencias entre los que defendían métodos como la guerra para luchar por causas justas(como el antiesclavismo) y los que subscribían sistemas alternativos como el arbitraje(especialmente si éste procedía de los británicos). Ahora bien, ambas resultaban serposiciones bastante moderadas, porque ambas defendían la preservación de la Union. Sinembargo, uno de los teóricos que mayor alcance llegaron a tener -trascendiendo las anterioresargumentaciones- fue la singular postura de Henry David Thoreau: contra la guerra y contrael esclavismo, -contra ambos a la vez-, para ello se basaba en un método de lucha no-violento como era la desobediencia civil, que acabaría teniendo una notable resonanciaen ambientes norteamericanos (especialmente entre las minorías religiosas y raciales), peroque también repercutirían en Europa a través del movimiento de objeción de conciencia,especialmente durante la primera guerra mundial. Víd. THOREAU, H.D. (1987) «Laesclavitud en Massachusetts», en Desobediencia civil y otros escritos. Madrid.

8. Precisamente de una lectura crítica de las consecuencias de la guerra para los soldadosfue la creación, en 1859, de la denominada ‘Cruz Roja’ (premio nóbel de la paz en 1917,1944 y 1963) por el ginebrino Henri Dunant (premio nóbel de la paz en 1901) Este nuevoorganismo fomentó la elaboración de la Convención de Ginebra (1864), según la cual erareconocido su estatuto y obligaba a los países en guerra a proteger a los heridos yproporcionarles la asistencia médica necesaria.

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El trabajo de las Ligas y el dinamismo de los grupos que trabajabanbajo su amparo hicieron de ejes de vertebración de una sociedad civilcada vez más interesada y exigente con la problemática de la paz. Frutode ese impulso por convertir la paz en una forma de entendimiento ycolaboración entre las naciones fue la creación, en 1889, de la UniónInterparlamentaria, formada por un elenco de diputados que represen-taban a las naciones europeas (y a las de otros continentes). Una orga-nización internacional informativa y consultiva, aunque no deliberativa,ni decisoria, que pretendía el mantenimiento de un foro semi estable derepresentantes de todos los parlamentos y cuyos temas de discusión eranmateria de alto interés para aquellos sectores de la sociedad civil másdinámicos, tales como: los esfuerzos por homogeneizar las legislacionesde los diferentes países para facilitar el entendimiento y el tránsito depersonas, capitales y mercancías; el fomento de la legislación interna-cional en estas materias; el mantenimiento e incremento del intercambiocultural entre los pueblos; la facilitación de acuerdos en materia decomunicaciones y transportes; pero sobre todo y, muy especialmente, laconsolidación de la idea de afianzar la figura del arbitraje en la jurisdiccióninternacional como fórmula de prevención y resolución de conflictos entrelos estados.

Dos años después, en 1891, al calor de la celebración de los CongresosUniversales de la Paz (continuadores de los congresos de la primera mitaddel XIX) se creó el Buró Internacional de la Paz (IPB),9 con sede en Berna(Suiza) cuya primera labor, con éxito, fue unir a las dos Ligas Interna-cionales de la Paz (la Permanente y la de la Libertad). La Oficina agrupabaa más de ciento treinta sociedades de veintiséis países -datos de 1905-(muchas de las cuales eran ligas y asociaciones de fomento del arbitrajeinternacional); tenía su propio boletín (con una tirada de más de tres milejemplares), un anuario y una biblioteca que adquiría todo lo concernientea temas de paz; sería la institución encargada de la convocatoria y or-ganización de los sucesivos congresos universales (que habrían de ce-lebrarse anualmente, desde 1891, en Berna, Budapest, Chicago, Boston,Milán, etc.); elaboraba sus informes y recomendaciones que elevaba alos países con litigios; influía en los trabajos de la Unión Interparlamen-taria; y, determinaba una parte no desdeñable de la agenda política quese iba a discutir en las relaciones internacionales y diplomáticas, así como

en la opinión pública (especialmente entre el obrerismo organizado bajoel socialismo de la segunda internacional), siendo a finales del siglo XIXla mayor institución creada hasta esa fecha por la sociedad civil inter-nacional.

Y, aunque el arbitraje y el control de armamentos fueron sus principalestemas de discusión no faltaron otros muchos que de manera directa oindirecta afectaban a la construcción de una cultura de la paz. Asuntoscomo la objeción de conciencia, la conscripción y la extinción del serviciomilitar de leva obligatoria (en la que tanto influirían las iglesias protestantesno-conformistas); el derecho a la desobediencia y la resistencia civil contralos gobiernos injustos o extranjeros (ya presentes en las luchas antico-loniales, especialmente en la Sudáfrica de Gandhi); el internacionalismoy el fraternalismo (frente a la aventura colonial y la dominación inmi-sericorde del hombre blanco en África); la defensa de minorías perseguidas(especialmente judíos, armenios, kurdos, fineses y zíngaros), o la toleranciapolítico-religiosa (su caso más célebre fue el asunto Dreyffus); todos ellosdarían una idea del dinamismo, complejidad y altura intelectual de unaparte destacada de la sociedad civil pacifista de entre dos siglos.

Pero fue en la cuestión del arbitraje donde el IPB hizo un trabajo másque notable y, sin embargo, poco conocido. Y, aunque no siempre estuvocoronado por el éxito de evitar los conflictos armados y los interesesimperialistas de las grandes potencias, sin él, las posibilidades de más ymayores litigios hubieran terminado en tragedia. Allí donde hubieronconflictos de intereses, falta de entendimiento y las primeras hostilidades,allí se hallaron los «amigos de la paz»: mediando en la guerra hispano-norteamericana; buscando soluciones a las disputas entre Argentina yChile; China y Japón, Rusia y Japón, o en las guerras balcánicas. Pero,no fue sólo tratando de evitar la guerra en sí, sino procurando -una vezque ésta se había iniciado- truncar la escalada hacia la extrema violenciaen estos conflictos: observando a los contendientes de la necesidad derespetar a las poblaciones civiles, advirtiendo de los derechos de lasminorías, exhortando al cumplimiento de los estatutos de neutralidad (eniglesias, colegios y hospitales), o considerando los límites en las meto-dologías de la guerra.

Por ejemplo, en 1896, en el Congreso de Budapest organizado porel IPB, se dio un paso importantísimo: la aprobación de la urdimbre deuna codificación de derecho internacional cuya finalidad consistía en laprevención de conflictos y en el peso del arbitraje: las relaciones interna-cionales debían estar gobernadas por los mismos principios legales y9. Recibiría el premio nobel de la paz de 1910.

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morales que regulaban las relaciones entre los individuos; ninguna nacióndebía ser juez y árbitro en las disputas con otra nación; el derecho desoberanía debía ser inviolable; no existían derechos de conquista; sóloera legítimo el derecho de defensa (y, por tanto, ilegítimo el de ataque);y, debían fomentarse todas las formas de solidaridad entre las naciones.Principios, algunos de ellos, sobre los que se ha garantizado la continuidaddel derecho internacional y la fundación de organismos supranacionales.10

Esta fue la red sobre la que debía trabajar el Tribunal Permanente deArbitraje, nacido en 1899, y, aunque oficialmente fue una creación deun conjunto de estados, tanto la idea,11 como los trabajos previos,12 asícomo la organización de la conferencia (celebrada en La Haya) estuvieronbajo la responsabilidad de los hombres y mujeres que habían trabajadobajo el paraguas del Buró Internacional de la Paz.

En la denominada Primera Conferencia de La Haya (1899) estuvieronrepresentados veintiséis estados de cuatro continentes, así como obser-vadores del campo del derecho, la economía, el mundo del trabajo y, porsupuesto, de la sociedad civil por la paz. Los temas fundamentales de suagenda se dividieron en tres subcomisiones: sobre desarme, leyes deguerra, y arbitraje. Sin embargo, no en todas estas materias se llegó a

acuerdos profundos y representativos. Mientras se avanzó en la definicióny limitaciones del derecho bélico acercándolo a posiciones humanitarias13

(ampliadas en la Segunda Conferencia de La Haya de 1907) y se prosperóen la cuestión del arbitraje con el Tribunal permanente o de los estatutosde neutralidad de algunas naciones, no se puede decir lo mismo del desarmeque tuvo un alcance mucho más limitado de las esperanzas que lospacifistas habían puesto en esta materia, puesto que la propuesta rusa sobrereducción, a la mitad, de todo el arsenal existente en un período de cincoaños, fue rechazada de plano por las otras potencias, ni tampoco se avanzóen la limitación tecnológica y científica de armamentos. En cuanto a latercera subcomisión: se rechazó el arbitraje obligatorio pero se estipulóun código de procedimiento arbitral y se establecieron un cuadro de árbitrosconocido como el Tribunal Permanente de Arbitraje.14

Junto a los logros en la mediación de conflictos, al menos hasta laGran Guerra, al concepto del arbitraje -buque insignia del IPB- se debela idea de que el arreglo judicial puede desempeñar un papel importanteen las relaciones de los Estados y que esta doctrina atempera las situacionesde fuerte emotividad y de sentimientos ultra nacionalistas (racistas yxenófobos) entre los pueblos facilitando la idea del internacionalismo. Sinembargo, la Guerra del Catorce demostró que el arbitraje no podía serpor sí mismo un remedio soberano de las disputas internacionales, sinoun elemento necesario para un intento más amplio de resolver el problemade la organización mundial.

El desencadenamiento de la Gran guerra demostró que la paz era unvalor y un proceso tan serio y determinante que no sólo podía involucrara minorías más o menos amplias de intelectuales, reformadores y cien-tíficos, sino que era tarea que implicaba a más capas sociales. En estesentido, no es de extrañar que la evolución del pacifismo liberal, demo-crático e internacionalista, durante los primeros años del siglo XX sedecantara en dos direcciones paralelas y muy vinculadas en la organizaciónde la paz (dos trayectorias que, no obstante, no siempre fueron plenamentecoincidentes y bien avenidas): de una parte el apoyo decisivo a la co-

10. SANTI, Rainer (1991) 100 years of peace making. A history of the InternationalPeace Bureau and other international peace movement organisations and networks,Ginebra, p. 16.

11. La idea del arbitraje permanente ya fue formulada en el Congreso de la Paz deParís en 1856: «el deseo de que los Estados..., antes de apelar a las armas, deberían recurrir,en la medida en que las circunstancias lo permitiesen, a los buenos oficios de una potenciaamiga». Desde, aproximadamente, esta fecha hasta 1899, el desarrollo del arbitraje fuegradual y virtualmente no tuvo interrupción, pero se aplicó principalmente a territoriosdistanciados entre sí y con ocasión de reclamaciones particulares; singularmente, desdeel éxito del arbitraje de Alabama, en 1872, aquél atrajo un gran interés y atención, tantofue así que «en ese tiempo tendió a convertirse en una panacea en la mente del movimientoorganizado de paz, [el cual] estaba empezando a ser un factor de importancia política afinales de siglo», en JENKS, C. Wilfred (1972) El mundo más allá de la Carta. Cuatroetapas de la Organización mundial, Madrid, p. 37.

12. Especialmente los desarrollados por la aristócrata austriaca Bertha von Suttner(vicepresidenta del IPB y premio Nobel de la Paz en 1905) en torno a los grandes mandatariosde la época, con la idea de limar asperezas y unir intereses. Posiblemente, sin su trabajode mediación, la Conferencia de La Haya no hubiera tenido lugar. Junto a ella figurascomo el británico Hodgson Pratt, el germano Christopher von Egidy, los suizos ElieDucommon y Albert Gobat, el italiano Ernesto Teodoro Moneta, el belga Henri La Fontaine,el sueco Klas P. Arnoldsson y el noruego Christian Lange. Cfr. SANTI, Rainer (1991)op. cit. p. 14.

13. La prohibición durante un período de cinco años de lanzar proyectiles desdeglobos (aún no se conocía el aeroplano); o de utilizar gases en la guerra o las balas dum-dum; así como la disposición de un mejor trato de los prisioneros de guerra y de losheridos, etc.

14. Que aún tiene importancia puesto que sirve como dispositivo para el nombramientode candidatos para la elección de jueces del Tribunal Internacional de Justicia.

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dificación del derecho internacional o la «paz por el derecho»,15 es decir,a vincular la responsabilidad de evitar las guerras en la construcción deun conjunto de normativas de carácter internacional, vinculantes y san-cionadoras; ideas que fueron fruto y campo de especialistas reputados enmateria de derecho internacional, así como de asesores gubernativos ydiplomáticos occidentales. Y, de otro, un enfoque más político y amplioque conduciría a la creación de una primera sociedad duradera de nacionescomo comunidad de intereses y de obligaciones, la cual implicaba un foropermanente, junto a una estructura mucho más compleja de instancias,agencias, secciones y delegaciones para el estudio de la cooperacióninternacional, el fomento de la confianza entre los estados, la reglamen-tación de normas vinculantes, etc.; es decir, el camino hacia la constituciónde un gobierno cosmopolita.

Sin embargo, ciertas limitaciones de una parte del pacifismo liberal enel período de entreguerras quedaron pronto patentes respecto del impor-tante papel que jugó en el siglo anterior (especialmente en temas como elanti-esclavismo), entre otras cosas, actores como el movimiento obrero,las mujeres, grupos étnicos o nacionales, junto a otros sectores mucho másminoritarios (objetores de conciencia) comenzaron a tener más presenciay más importancia en la determinación de la agenda para la construcciónde la paz. Asimismo, el desarrollo del derecho internacional o del enfoquejurídico-moral o normativo para abordar conflictos, por el que abogómucho el pacifismo liberal, pasó de un optimismo exagerado durante losaños veinte, a un excesivo realismo en la década de los treinta. En todocaso, el avance no resultó tan significativo -aunque no desdeñable-, almenos al ritmo que exigían algunos de los sectores sociales antes mencio-nados; igualmente, la confianza en aquel instrumento para mitigar o paliarconflictos dejó paso a situaciones de fuerza y poder, tanto por parte deciertos gobiernos, como por las masas fuertemente ideologizadas pordoctrinas totalitarias; ello no significaba que no fuera necesario el derecho,pero sí que no era suficiente. Y en cuanto a la construcción de una sociedadinternacional de naciones, para ellos, todavía el peso de los estados seguíasiendo muy importante, indispensable o determinante, mientras que nue-vos protagonistas seguían sin tener la atención requerida. Fue la aperturade los sectores más progresistas del pacifismo liberal a los nuevos actores

(feminismo, anti-resistentes a la guerra, etc.), a más enfoques y temáticaslo que le mantuvo vivo en lo que más adelante hemos llamado los bus-cadores de la paz en el periodo de entreguerras. Traspasado el siglo, habíanllegado a la conclusión de que la paz era un asunto demasiado serio paradejarlo en manos exclusivas de políticos, y excesivamente importantecomo para mantenerlo encerrado en foros de debate elitistas.

2. EL SOCIALISMO INTERNACIONALISTA, LA GUERRA Y LAPAZ

Para la tradición socialista -tanto para los calificados como utópicos,como para los denominados como científicos-, internacionalismo erasinónimo de pacifismo; o, al menos, el instrumento ineludible, sin el cual,jamás se podría alcanzar una paz universal. A partir de la primera mitaddel siglo XIX no hubo reformador social que -influido por teorías racio-nalistas, liberales o socialistas- no reflexionara sobre las fórmulas paraalcanzar los mejores niveles de concordia y paz entre los diversos interesessociales y políticos. Mientras unos (los socialistas utópicos como Fourier,Owen, Cabet, etc.) presentaron modelos de ingeniera social y experimentalque fuesen espacios de paz donde los conflictos de intereses materialesy/o espirituales pudieran ser resueltos sin violencias extremas;16 otrosconfiaron en la «paz por el progreso», o dicho de otra forma: la paz comomáxima expresión del progreso humano en todos los planos,17 entre ellos

15. Cfr. ARON, Raymond (1985) Paz y guerra entre las naciones. 2.- Historia ypraxeología, Madrid, 1985, 835 y ss.

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16. Pondremos tan sólo algunos ejemplos de esta preocupación. Charles Fourier (1772-1837) propuso su falansterio, cuya sociedad laboriosa y sabia daría lugar a una humanidadpacífica fundada en el trabajo satisfactorio (necesario, útil y agradable) y la armonía grupal.Robert Owen (1771-1858) presentó su ciudad-taller experimental la New Armony comouna superación de un desarrollo industrial fundamentado en la hipocresía y la violencia;su sistema social, su modelo educativo liberador y su optimismo antropológico le hicieronconcebir una sociedad con trabajadores cuyo carácter era la laboriosidad, la solidaridady el amor por la paz y la verdad. Etienne Cabet (1788-1856), su denominada Repúblicade Icaria, proyecto basado en la “pura persuasión ejemplar”, una república regida por elsaber, la laboriosidad ordenada, la moderación y la alegría de todos. Pierre-Joseph Proudhon(1809-1865) destaca la idea de paz mediante el “pacto directo”, es decir, el asumido porindividuos concretos que no supone transferencia o delegación ni del poder, ni de la libertad,ni de la responsabilidad, en un modelo social fundamentado en la reciprocidad y el equilibriode prestaciones.

17. Saint-Simon (1760-1825) presentó en El nuevo cristianismo la recuperación deuna rigurosa fraternidad universal, esta vez basada no en la corrompida religión sino en

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aquellos que afectaban a la construcción del derecho internacional ocosmopolita (cuyo precedente más significativo fue I. Kant);18 así comode las relaciones comerciales entre los países y los pueblos;19 por fin, otros,apostaron por el federalismo internacional como base política para laordenación de una sociedad universal, como claros precedentes de futurascomunidades de naciones basadas en intereses y deberes mutuos.20

En cualquier caso -una vez rebasada la primera mitad del sigloXIX-, la asimilación entre pacifismo e internacionalismo se hizo cada vez

más clara a medida que los diferentes proyectos burgueses adquirieronuna naturaleza más territorial. De manera que, para las diversas corrientesde pensamiento socialista, para muchas agrupaciones políticas obreristasy pequeño burguesas, así como para múltiples categorías de pensamientoo ideológicas (anarquismo, humanitarismo, etc.), el internacionalismoconstituía una «especie de antídoto a un nacionalismo que [encerraba]en sí mismo un terrible potencial belicista».21

El otro gran pilar que orientó el pacifismo socialista fue su condenade la guerra y su vocación antimilitarista (de la que se vería muy influen-ciado por las más diversas corrientes anarquistas). El origen del antimi-litarismo obrero no es demasiado bien conocido, ni tampoco tiene unaclara y coherente continuidad en el tiempo. Mientras se podría señalarque fue bastante persistente la vocación popular contra la leva forzosa-ya desde el Antiguo régimen-22 , la teorización, el análisis y, sobre todo,la respuesta del movimiento obrero organizado a la creación de los ejércitosmodernos y al servicio militar obligatorio (o impuesto de conscripción)fue, relativamente, tardía; y, en algunos casos, complementaria de la que

los ideales laicos. Creyó en la posibilidad del progreso material y moral fundado en larazón científica, y en la que la paz y la cooperación fuesen posibles si se asentaran sobrebases de justicia.

18. No nos referimos tanto a la propia construcción del derecho positivo internacionalpúblico, sino a la fuerza de la idea de una sociedad universal con un derecho cosmopolita.Esto se verá, especialmente, en Kant y su obra Proyecto de paz perpetua. Cfr. GALLIE,W. B. (1979) Filósofos de la paz y de la guerra. México, 1979, 50 y ss.; MARTÍNEZGUZMÁN, Vicent «Paz», en CORTINA, Adela (1998) 10 palabras claves en filosofíapolítica. Estella, 334-348; y TRUYOL, Antonio (1996) «A modo de introducción» LaPaz perpetua de Kant en la historia del derecho de gentes”, en ARAMAYO, Roberto-MUGERZA, Javier-ROLDÁN, Concha (eds.), La paz y el ideal cosmopolita de la Ilus-tración. A propósito del bicentenario de Hacia la paz perpetua de Kant. Madrid, 17-29.

19. Aunque en esta tendencia que vinculaba paz y comercio bajo la premisa esencialde que el libre comercio favorecía la paz universal, no fuesen todos ni mucho menossocialistas, sino liberales, demócratas, reformadores o filántropos de las más diversastendencias políticas, hay que señalar que muchos de ellos acabaron influyendo en elpensamiento socialista en su relación con el pacifismo y la teoría política. Entre ellos,el francés J.B. Say (1767-1832) señaló, en 1828, que la expansión comercial era la basede la “solidaridad de intereses” entre todos los implicados. Víctor Considerant (1808-1893)puso el acento en las ventajas que encontrarían los intercambios comerciales en unaorganización pacifista de las relaciones entre estados, sin prohibiciones, tarifas ni aduanasfronterizas. Constantin Pecqueur (1801-1887) consideró a la guerra, en De la paz, de suprincipio y de su realización (1842) como “ruinosa”: “hacen falta cincuenta años de paz-dijo- para restablecerse de algunos años de victoria”. El inglés, Richard Cobden (1804-1865), era partidario de la paz y de la no intervención, más claramente era hostil a cualquiertipo de aventura en ultramar. Fréderic Bastiat, en 1847, señaló que el espíritu del librecambio excluía el espíritu de guerra, conquista y dominación, porque la fortuna real dela industria se basaba: “no sobre monopolios perjudiciales para las masas, sino sobre laprosperidad de esas masas que constituyen su clientela”. Y, Joseph Garnier en su Traitèd’économie politique, de 1850, estimaba que la libertad de intercambios no establecíaúnicamente vínculos entre los intereses, sino que permitía “la penetración recíproca delas ideas” y despertaba los sentimientos de “estimación y confraternidad” entre los pueblos.Cfr. RENOUVIN, Pierre y DUROSELLE,Jean-Baptiste (1968) Introducción a la políticainternacional. Madrid, pp. 279, 281, 296 y 297.

20. El federalismo ya apareció como una fórmula superadora de los estados en Lapaz perpetua de Kant. El federalismo internacional (europeo o panamericano), se funda-

mentó en un conjunto de fuentes de carácter: religioso (ecumenismo cristiano); socialista(sant-simoniano); nacionalista o mazziniano; y librecambista (al que hemos hecho refe-rencia en una nota anterior). Por concretar con algunos ejemplos, el italiano Mazzini (1805-1872) prefigura, en 1832, la necesidad de una federación europea en el marco de unarepública internacional impregnada de ideas socialistas y reformadoras. Asimismo, Saint-Simon habla en su Nuevo Cristianismo de una organización de todos los pueblos en unestado de paz permanente, basándose en los modelos suizo y norteamericano, o sea, federal,para con ello sugerir la formación de un gobierno europeo. Referencia esta última quetambién aprobarán Pecqueur y Considérant en sus obras. También, en el congreso de Amigosde la Paz (París, 1867) se expresó la esperanza de una organización federal de nacionalidadesque daría como resultado la paz entre los estados.

21. En KRIEGEL,Annie «La Asociación Internacional de Trabajadores (1864-1876)»,en DROZ, Jacques (1984) Historia general del socialismo. De los orígenes a 1875.Barcelona, 820.

22. Los orígenes más recientes del reclutamiento militar forzoso están en el militarismoprusiano que, desde 1733, legisló un estricto sistema de levas regulares. Otras casas realeseuropeas siguieron esa misma línea, lo que abriría largos e intensos períodos de resistenciapopular a la leva. La revolución francesa aunque abolió, al principio, el servicio forzoso,acabó recurriendo a la leva masiva (agosto, 1793) para defender sus nuevas fronteras, nosin una gran oposición campesina en alguno de estos llamamientos. Durante todo el sigloXIX, y en la práctica totalidad de los países industriales que implantaron ejércitos regulares,el llamamiento a filas fue contestado con deserciones masivas, negativa a incorporarsea la conscripción y fraudes de todo tipo. Cfr. HERRERO-BRASAS, Juan A. (1991) «Informecrítico sobre el servicio militar», Claves de razón práctica, 17, pp. 74 y 75.

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ya mantenían otras fuerzas políticas y sociales republicanas y pequeño-burguesas, que no era otra que la abolición de la obligatoriedad y laadopción de sistemas de voluntarios retribuidos.23 Pero cuando se llegóa comprender el enorme potencial político y social que suponía respaldarlos deseos populares contra la prestación militar obligatoria, los debatessobre el particular se intensificaron especialmente tras la segunda mitaddel siglo XIX y se vislumbraron, incluso, las posibilidades de aprovecharla presencia dentro de los ejércitos con potenciales efectos revolucionarios,sobre todo a partir de 1870.24

En cualquier caso, la guerra se contempló como un instrumentovinculado a la evolución del capitalismo como sistema económico y socialcon tendencia al dominio de mercados (especialmente coloniales) y deacumulación de capitales.25 En consecuencia, el servicio militar obliga-torio y el militarismo eran un corolario más de aquello, importantísimoscomo herramientas de socialización y nacionalización de los jóvenesvarones de una nación que aprenderían valores de obediencia y respetoa las leyes y al orden establecido. Fuese mediante la doctrina de la naciónen armas, o la de la seguridad nacional, especialmente a partir de lageneralización de la conscripción obligatoria en el último tercio del sigloXIX, los peligros de la guerra y de la militarización de las sociedadesse hicieron enormes.26 Tanto el pacifismo liberal, como el socialista, losupieron ver, e hicieron todo lo posible por denunciarlo, combatirlo yremediarlo. Por primera vez en el Congreso celebrado en Lausana, en1867, la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) meditó sobre

la guerra, definida como: causa de las diferencias sociales y de losdesequilibrios económicos. También, no sólo la condenó porque su pesadacarga recaía «sobre la clase obrera», sino que apostó decididamente porla construcción de la paz como condición primera para el bienestargeneral. Ese mismo año, la AIT fue invitada a participar en el congresoorganizado, en Ginebra, por la Liga Internacional de la Paz y la Libertad,al que finalmente acudió, lo que abrió una interesante polémica internaentre los partidarios y los detractores de colaborar con el pacifismodemocrático (de base social burguesa). No obstante, la posición oficialresultó ser bastante rígida: no había conciliación posible con la burguesíapacifista, sino una «coordinación» en materia de ordenación de la pazy, sobre todo, una crítica y protesta común contra el «anacronismo» dela guerra.27 Aún así, la participación -en calidad de observadores-, tantooficialmente de la Asociación, como de destacados líderes del obrerismomás cercanos al democratismo (como el belga César de Paepe) no hizosino beneficiar y enriquecer al movimiento obrero en sus posicionesrespecto del fenómeno complejo de la organización de la paz en la eraindustrial.

Un año después, 1868, en el Congreso de la AIT en Bruselas, se afrontómás profundamente el problema de la guerra, siempre asociado a unexcesivo nacionalismo y a los intereses partidistas de las burguesíasterritoriales. En él se hizo famosa la consigna guerra a la guerra, motivadapor la sensibilidad ante la perspectiva de una guerra europea que se creíapróxima (como así sería en el enfrentamiento entre Francia y Prusia). Tantoel francés Tolain, como el belga Longuet encararon la difícil cuestión decómo contener la escalada bélica: el primero, confiaba en la presión quese podría ejercer desde la opinión pública (en la calle, la prensa, laresistencia, la educación, etc.), es decir, un trabajo de formación deconciencias; y, el segundo, en su informe aprobado por el congreso,recomendó el instrumento de la huelga general para paralizar cualquierestallido, mediante la no colaboración y la desobediencia a las llamadasde los gobiernos a respaldar la guerra. Esto es, en ambos casos se tratabade una muestra de que un nuevo antimilitarismo menos ingenuo estabafraguándose en el movimiento obrero. De esta forma, penetró en elmovimiento obrero la preocupación por evitar la guerra como «tarea

23. Efectivamente, tal y como habían prometido los republicanos europeos en susprogramas cuando llegaran al poder, acabarían aboliendo el sistema de quintas obligatorias.Así, tanto en la Comuna de París (1871), como en la Primera República española (1873),las primeras medidas normativas estuvieron orientadas en ese sentido. Cfr. C. HENESSY,Christian (1962) The Federal Republic in Spain. Oxford, 247.

24. Víd. ENGELS, F. (1978) Anti-Dühring o la revolución de la ciencia de EugenioDühring (Introducción al estudio del socialismo). Madrid, 190 y ss.

25. Cfr. GALLIE, W. B. (1979) op. cit. pp. 132-194.26. Un breve repaso sobre la generalización del servicio militar obligatorio, a partir

de 1870, nos permite afirmar que excepto países como Estados Unidos y Reino Unido,el resto del continente europeo (a los que habría que añadir Turquía y Japón) adoptaronla conscripción militar con servicios a filas que iban desde los 14 meses -como mínimo-(caso de Bélgica) hasta los 24 meses -como máximo- (caso de Japón), siendo lo generalizadounos 18 meses. Cfr. J. F. GARCÍA MORENO, J.F. (1987) El servicio militar en España(1913-1939). Madrid, 32 y ss.

27. Víd. PASTOR, Jaime (1990) Guerra, paz y sistema de Estados. Madrid, pp. 82-83, 130-131 y 261.

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específica», frente a la tendencia a disolverla dentro de la lucha por larevolución social.28

Sin embargo, como señala Kriegel, la cronología es concluyente: ladécada de los años sesenta, marcada por el nacimiento de la PrimeraInternacional, también lo es por la cuestión de las nacionalidades, llevadashasta sus últimas consecuencias con la guerra en Italia, la insurrecciónpolaca de 1863 y la guerra franco-prusiana de 1870. La Internacional naciódel problema de las nacionalidades, pero no supo resolverlas enzarzadaen debates sobre si apoyar o no las insurrecciones nacionales, sobre siluchar contra todas las formas de gobierno (y no sólo las despóticas), osobre la posibilidad de desarrollar su propia teoría de la «guerra justa»”.29

La vieja orientación basada en evitar la guerra a toda costa se acabódesarrollando, pero partiendo de análisis más reales de la situación y, sobretodo, de medidas previas que esquivasen llegar hasta las mismas puertasde los estallidos bélicos. Estos intentos de prevención fueron los que, ala postre, acabaron alimentando nuevas corrientes antimilitaristas apare-cidas en los primeros congresos de la Segunda Internacional, especial-mente representadas por Ferdinand Domela Nieuwenhuis (un pastorprotestante influido por Tolstoy) y Emile de Laveleye. Los cuales rei-vindicaron, entre otras cosas, la reforma de la enseñanza de las historiasnacionales en favor de una historia de la civilización universal, la creaciónde unos estados unidos de Europa, la huelga militar en caso de guerra,esto es, el negarse a ser soldado, y la huelga general para eclipsar cualquierestallido bélico, o sea, el paro generalizado empezando por reservistasy mujeres. Y, aunque, el fundamento de estas ideas acabaría siendorechazado por muchos socialistas ortodoxos, sin embargo, el pensamientode Domela sería de una gran influencia en la creación de asociacionescontra la guerra, como la War Resisters International, y de justificacióndel ideario contra la conscripción militar.30

En esta amalgama tan plural de ideas se fue configurando parte delpensamiento socialista en materia de pacifismo expresado en los diversoscongresos de la Segunda internacional: como el profundo rechazo a laguerra, a los ejércitos y al militarismo, la denuncia de la carrera colonialista

y el auge de los nacionalismos. Repasar las discusiones de todos loscongresos de la Internacional es hallar las denuncias y el análisis de aquellasrealidades, pero es también comprobar que constituyeron más bien unpensamiento residual en el conjunto de todos los debates, especialmente,frente a los que se consideraron más importantes, como las diferenciasdoctrinales entre las distintas corrientes socialistas. Sólo cuando se acercólo suficiente la amenaza real de la guerra, ésta fue el máximo centro deatención; sin embargo, ese carácter marginal en los debates no le restaronla capacidad de denuncia permanente ante la sociedad.

Ya desde el primer Congreso de París en 1889 se apuntaron comolesivas las políticas exteriores de las burguesías en la búsqueda agresivade nuevos mercados.

En Bruselas, en 1891, se volvió a plantear la guerra a la guerramediante la movilización popular y revolucionaria entendida como re-sistencia civil y militar a los intereses burgueses.

En Londres, 1896, se acordarían posiblemente el conjunto de propues-tas más interesantes hasta entonces: se solicitó la supresión simultáneade los ejércitos permanentes en favor de la composición de miliciasnacionales; se apoyó la creación de un tribunal arbitral internacionalencargado de solucionar pacíficamente, y sin apelar a las amenazas y lafuerza de las armas, los conflictos (propuesta recogida por algunas potenciaseuropeas para la constitución de este tribunal en 1899); se acudió a laconvocatoria de referéndums para la proclamación o el rechazo de la guerracontra otro país; y se denunció el sistema de tratados secretos en favorde un tipo de diplomacia abierta y pública.

A éstas, se añadirían las del Congreso de París (1900) en el que laInternacional solicitaba a los parlamentarios socialistas que votaran encontra de cualquier tipo de expediciones militares contra los paísescolonizados.

Al comenzar el siglo, los signos claros de una paz armada implicaronmucho más a los teóricos socialistas en la cuestión de cómo construir lapaz evitando el terrible fenómeno de la guerra consuntivo al desarrollodel capitalismo. En sendos congresos, Stuttgart (1907) y Copenhague(1910), así como en el congreso extraordinario de Basilea (1912), lacuestión de la escalada hacia la guerra entre las naciones europeas fuecentral. Todos coincidieron en el análisis de las causas pero seguía habiendodiferencias irreconciliables en las metodologías para favorecer la deses-calada. Asimismo, en los congresos se podía ver la incapacidad paratrascender las lógicas nacionales y coordinar respuestas internacionales

28. En PASTOR, Jaime op. cit. p. 84.29. Cfr. KRIEGEL, A. op. cit. p. 853 y ss.30. Cfr. PASTOR, Jaime (1991) «El antimilitarismo en los orígenes del movimiento

obrero. Domela Nieuwenhuis», en Archipiélago, 7, 40-44.

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unitarias y simétricas, sólo el método propuesto por Rosa Luxemburgo,la huelga general total, acabó con el suficiente consenso sobre cómo pararla guerra (ya ampliamente discutida en el Congreso de Amsterdam de1904). En este sentido, Basilea fue la última gran manifestación políticay social no violenta contra las crisis bélicas (balcánicas), un alegato dela sociedad civil en la que líderes socialistas junto a autoridades religiosas,asociaciones de mujeres, parlamentarios, sociedades filantrópicas, orga-nizaciones en defensa de los derechos y libertades ciudadanas, etc. seunieron para «llamar a los vivos y llorar a los muertos» de todas las guerrasy de todas las paces, recordando la propia traición que hacían las burguesíasa sus pensadores y precursores pacifistas (Goethe, Herder, Kant, etc.) ya sus ideas religioso-católicas (Paz de Dios y guerra justa).

Estallada la guerra mundial, las sucesivas conferencias celebradastuvieron un carácter de paliativas, pero no por ello dejaron de ser im-portantes para preparar el camino de reconstrucción de la paz: en Lugano(1914), socialistas italianos y suizos llamaron a la concordia y a lareconciliación de la hermandad de los trabajadores; en Amsterdam (1915),se estableció un comité permanente de paz teniendo como mediadoresa socialistas holandeses, suecos, noruegos y daneses, este comité habríade restablecer el diálogo entre los dos grandes socialismos europeos, elfrancés y el alemán.

Todavía en Zimmerwald (1915) y Kienthal (1916), entre los furoresde la guerra, se abordaron los problemas de la reconstrucción. En la primeraya estaban de manera oficiosa las delegaciones enfrentadas en la guerra,lo que resultaba un gran avance, aunque no se pudo evitar la entrada deItalia en la contienda. No obstante, lo más destacado pudo ser el corolariode consejos para construir la futura paz: se apeló al armisticio, se reco-mendó la paz sin anexiones territoriales, se defendió el derecho de au-todeterminación, se denunciaron los horrores de la guerra y se reclamaronlas negociaciones multilaterales a todos los niveles para desmenuzar elconflicto. Kienthal, por el contrario, fue más crítica y mucho más pesimistay, aunque siguió apelando a la reconstrucción, en esta ocasión haciendoun análisis más social de la futura Europa salida de la guerra, fue irre-conciliable en su análisis del capitalismo como partero de las guerras.

Terminada la contienda bélica, podríamos deducir un primer balancenegativo del socialismo internacionalista si lo redujéramos a sus intentospor evitar la gran guerra; y, aunque no hay que eludirle responsabilidades,parece claro que sus cálculos respecto del poder de convocatoria de losnacionalismos y de ciertos ideales patriotas calaron en muchos ciudadanos

más allá de ciertas consignas obreristas: ¡toda una lección para el futuro!.Sin embargo, el papel que jugó fue mucho más complejo y determinantede lo que parece. Especialmente influyó en la estructura, las institucionesy los debates de la nueva construcción internacional de la paz, singular-mente en la Sociedad de Naciones como foro estable de naciones (muchomenos en la propia Paz de Versalles), en las cuestiones de la diplomaciaabierta y no secreta, en las comisiones para el control del armamentismo,o en la Oficina Internacional del Trabajo para la consultoría y vigilanciade las legislaciones nacionales. Éstas son tan sólo algunos de los datosmás significativos en los que el reformismo planteado por los socialistasacabó teniendo un lugar en la agenda de la paz de entreguerras.

Pero, posiblemente, la lección más interesante que se deduce delsocialismo pacifista de postguerra es la ampliación no sólo de su discursosobre la paz (no entendida como una mera ausencia de guerra, sino unatarea jurídica, política y social) y cómo y con quiénes construirla (sonimportantes las propuestas sobre las medidas del estado del bienestar yel modelo democrático de los años treinta) sino, muy especialmente, quela paz no podía ser edificada desde un lenguaje y una perspectiva ex-clusivamente de clase, de clase obrera, ni siquiera de clase trabajadora,sino con miras más amplias: lo que le permitiría hacer causa común -en este terreno- con otros segmentos sociales, políticos e ideológicos dela sociedad civil (estudiantes, mujeres, campesinos, etc.). Si en la prácticase renunciaba a repetir, más o menos machaconamente, la relación causalentre capitalismo y guerra, algo hasta la fecha esencial en la doctrinasocialista al menos hasta el descubrimiento de la unión sagrada, la cualpretendía salvar ciertas contradicciones entre discurso y realidad; la víanueva era apostar y apoyar todo tipo de reformas jurídicas y políticas quetransformasen formas y contenidos en el sistema, ensanchando social eideológicamente la democracia mediante el arropo de otros discursos(aunque todavía bajo la hegemonía socialdemócrata); y, en definitiva,asimilando la construcción y fortalecimiento de la democracia con laedificación de la paz, implicando también con ello que no se renunciaríaa la guerra para defender precisamente a la democracia (burguesa) frentea nuevas amenazas (como el fascismo o el comunismo). La compleja etapade entreguerras haría que, en gran medida, fuesen las fuerzas de izquierdaquienes con más tesón defendieran el sistema de paz surgido de Versallesy de la Liga de Naciones (a todas luces nacido con fuertes carencias).La defensa de la paz fue asimilada al resguardo de las libertades demo-cráticas -y no tanto del capitalismo- frente a tendencias autoritarias y

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totalitarias, un camino no exento de fuertes contradicciones y errores quetampoco pudo evitar los excesos y miedos del capitalismo frente alsovietismo.

3. LOS BUSCADORES DE LA PAZ EN EL PERIODODE ENTREGUERRAS

La Primera Guerra Mundial se puede interpretar como una gravederrota para los movimientos por la paz, lo que no quiere decir que fueranni responsables únicos, ni actores pasivos en la misma, entre otras cosastanto la maquinaria de guerra de las grandes potencias, como el sistemade relaciones internacionales que legitimaba aquélla eran difíciles decontrolar o desactivar con el solo concurso de una sociedad civil que nohabía tenido tiempo, ni recursos, para contrarrestar las políticas hacia laguerra. La sociedad civil por la paz se había organizado en agrupacionescon continuidad temporal y capacidad de movilizar conciencias; estudióy analizó las situaciones que conducían a una negativa solución de losconflictos; expuso sus alternativas y soluciones para la organización dela paz y contribuyo con energías, dinero y gentes a evitar todos los malesde la guerra y de las injusticias. Sin embargo, aunque pudieron influiro presionar en algunas decisiones tomadas por los gobiernos europeosdurante la fase de paz armada, ciertamente, carecieron de capacidad realpara modificar las grandes decisiones que conducirían a la deflagración.No obstante, su contribución a la Historia de la Paz mundial se reflejóen su influencia en el derecho internacional, en la construcción de or-ganismos para la resolución pacífica y prevención de conflictos, en laarquitectura de una comunidad internacional de naciones de intereses ydeberes y, en las primeras reflexiones de naturaleza cientifista sobre laInvestigación para la Paz.

Tanto la influencia de ciertos sectores del pacifismo liberal-democrá-tico, como del pacifismo socialdemócrata obrerista, se vieron -comonunca- reflejados durante el curso de la guerra en un importante movi-miento de objeción de conciencia31 que fue, siempre, interpretado por los

gobiernos como un problema gravísimo que afectaba a la propia integridadnacionales y a los sentimientos patrióticos que debieran tener todos losciudadanos de un mismo estado.

Si bien los objetores fueron perseguidos y encarcelados nada máscomenzar la contienda, ocultando las autoridades las motivaciones éticas,morales, políticas o religiosas de su reclamación, no fueron los únicos.32

Muchos de los jóvenes movilizados para hacer la guerra acabaron rebe-lándose contra ésta, mediante viejas formas como la automutilación, elprofugismo o la deserción. En otros casos los amotinamientos se produ-jeron en las grandes concentraciones de tropas en las estaciones deferrocarril antes de ser enviadas a los frentes, eran actos de resistenciano tan aislados y esporádicos como podrían pensarse (bastante comunesen casi todas las campañas militares realizadas por las potencias, espe-cialmente en sus aventuras coloniales). También fueron frecuentes losactos de desobediencia militar hacia los superiores (jefes y oficiales)especialmente en las situaciones infrahumanas del combate, no sólo porcansancio de la guerra sino singularmente por ciertas formas de guerra.Una idea de la importancia de estas acciones se reflejaron -si tomamosde referencia el año 1917-, en el ejército francés. En éste, se produjeron

31. Para evitar la guerra o para reivindicar la paz hubieron muchas formas de objeciónde conciencia. Aquí nos vamos a referir a la relacionada con la conscripción militar; sinembargo, resulta interesante señalar que otras formas de objeción de conciencia -sin llegar

a hacerse ni tan numerosas, ni tan conocidas- se dieron durante la guerra: como la huelgade vientres planteada por las mujeres obreras berlinesas en el verano de 1913, declarandoque se negarían a parir, o a tener relaciones sexuales con sus compañeros, para así evitartener futuros soldados destinados a la defensa de intereses ajenos a los populares; o laobjeción de algunos profesionales médicos a alargar la vida artificialmente a combatientesque por sus heridas habían quedado completamente como vegetales; o la objeción deconciencia religiosa de algunos sacerdotes que se negaron a ejercer como capellanesmilitares en los ejércitos; etc.

32. La objeción de conciencia y la anticonscripción fueron, histórica y notablementeimportantes en Gran Bretaña por la práctica de aislacionismo político respecto de losproblemas continentales y por la tradicional buena acogida de las minorías religiosascristianas de cultura anglosajona (sobre todo menonitas y cuáqueros). Aunque perseguiday reprimida durante la guerra, hubo una cierta tolerancia y hasta comprensión gubernativa,al menos hasta que la conscripción fue introducida en la legislación inglesa en 1915 paradar respuesta a las necesidades de la guerra. Fue, precisamente, para contrarrestar estamedida legal por lo que muchos jóvenes activistas (Fenner Brockway, Bertrand Russello Clifford Allen) decidieron crear la No Conscription Fellowship que acabaría teniendouna notable influencia entre los estudiantes del sistema oxfordbridge y entre los liberalescercanos a posiciones laboristas. Cfr. YOUNG, Nigel (1987) Peace Movements in History,en MENDLOVITZ, Saul H. y WALKER, R.B.J. Towards a Just World Peace. Perspectivefrom Social Movements. Kent, 147; y, el propio RUSSELL (1995) Pacifism and Revolution,1916-18, London-New York.

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más de 38.000 condenas en consejos de guerra, y entre 1914-18 fueronfusilados, tras juicios sumarios, 1.637 soldados. Sin embargo, de estahistoria contra la guerra sabemos muy poco porque la «censura prohibíaque se hiciera la menor mención del drama de las sediciones».33

Tanto por la dureza y extensión temporal de la guerra, como por laeconomía de subsistencia y escasez, así como por los acontecimientosinternacionales ocurridos en la Europa del Este (con la revolución defebrero de 1917 en Rusia), el giro de los acontecimientos demostró lafragilidad de los gobiernos para seguir manteniendo la moral de las tropas,el convencimiento de las orientaciones de la lucha y los postulados quecada una de las naciones combatientes mantenía. Resulta insólito, hoydía, pensar que la cadena de motines y abandono masivo de las tropasdel frente, especialmente en los campos de batalla orientales, llegó aextremos de pensar que la guerra se terminaría en cuestión de días;34 enparte, sería ese rechazo visceral y popular a la guerra, tras su nefastaexperiencia, la que marcaría los pasos a muchos jóvenes a integrar untipo de pacifismo durante el período de entreguerras.

A pesar de no haberse podido evitar la guerra, hay que señalar quela misma no hizo sino fortalecer y renacer los sentimientos antibelicistasentre pacifistas, socialistas, demócratas, jóvenes estudiantes, mujeres(feministas o no), religiosos, etc. Si la guerra -bien por los esfuerzosnacionales que se hubieron de hacer, bien por las legislaciones represivasque los países beligerantes mantuvieron durante toda la contienda-, conservócallada o amordazada a la sociedad civil por la paz, cuando se produjoel armisticio y comenzaron las primeras conversaciones para los acuerdosfirmados de paz, el primer resultado fue la eclosión de muchas organi-zaciones y asociaciones pacifistas cuyo denominador común fue ¡No másguerras!. Pero, incluso, más allá de los sentimientos e ideales, se fueronfraguando elementos teóricos y reflexivos, de orden político, económicoy social, que permitieron avanzar muy sensiblemente en la construccióndel pacifismo como filosofía, pensamiento y forma de organizar la vida.

La idea principal de estas nuevas agrupaciones35 era influir -una vezmás- en la organización de la paz, máxime cuando parte del proceso dereconstrucción y reconciliación europeo pasaba por un sistema jurídicode comunidad de naciones. Tanto las viejas agrupaciones renovadas, comolas nuevas corporaciones por la paz abrieron un profundo debate en muchosterrenos: sobre los porqués y el sentido de las guerras (y su desarrollotecnológico); sobre los medios y fines para la edificación de la paz; sobreel papel integrador que debían jugar las religiones en favor del enten-dimiento universal; sobre la concepción nociva de la relación amigo-enemigo; sobre la construcción social de las nuevas democracias, o sobreel papel que habían de ejercer instituciones como la familia, la escuela,el ejército, etc. en la edificación de sociedades menos angustiadas porel odio, el rencor y el revanchismo.36

No resulta casual que tras cada uno de estos contenidos (nuevas formasde defensa, psicoanálisis de la violencia, ecumenismo pastoral, univer-salismo fraternal, renovación pedagógico-social y metodologías de no-

33. Cfr. FERRO, Marc (1970) La Gran Guerra (1914-1918), Madrid, 315.34. Las huelgas por la carestía de vida y por la falta de alimentos motivó importantes

movilizaciones durante el final de 1916 y principios de 1917. Junto al calor de estosdesajustes de la economía de guerra resultaron sorprendentes los motines de tipo militaren todos los frentes de la guerra: en febrero las tropas rusas desobedecieron las consignasgubernamentales de reprimir a los ciudadanos que solicitaban alimentos para evitar elhambre, asimismo los acontecimientos en las grandes ciudades provocaron las desercionesen masa de soldados del frente que volvieron a sus hogares para vivir de cerca los cambiose, incluso para protagonizarlos. En abril y mayo de ese año de 1917, miles de tropas serebelaron contra el mariscal francés Neville, por su incompetencia militar. En esa primavera,en Italia y Alemania se produjeron actos de indisciplina e incluso parte de la marina alemanase negó a zarpar a la mar. En septiembre, dos compañías del ejército británico -destacadasen Bolonia, Italia- se indisciplinaron solicitando la retirada de Gran Bretaña de la guerra.Y, en 1918, en febrero, la flota austriaca fondeada en la bahía de Cattaro se sublevó bajola petición de terminar la guerra de manera inmediata. Igualmente, en Bulgaria, Turquíay Hungría, una parte considerable de las tropas abandonaron los frentes para recoger lascosechas y otros regimientos se negaron a atacar. Éstos -que son los datos más destacadosy conocidos, de un número indeterminado de acontecimientos similares, pero no sufi-cientemente conocidos- indican: no sólo el hartazgo por la guerra, sino también el sustratode una mentalidad antibelicista entre los ciudadanos movilizados. Cfr. CRAMPTON, R.J.(1994) Eastern Europe in the Twentieth Century, London; REGAN, Geoffrey (1989)Historia de la incompetencia militar en el siglo XX, Barcelona, pp. 64 y ss.; y. MAIER,Charles S. (1988) La refundación de la Europa burguesa, Madrid.

35. El profesor BAER ha realizado un trabajo recopilatorio que permite relacionarla construcción de la sociedad internacional con la organización de nuevas asociacionessurgidas de la sociedad civil de entreguerras, en BAER, George W. (1981) (comp. y ed.)International Organizations, 1918-1945. A Guide to Research and Research Materials.Delaware.

36. Víd. D’ORSI, Angelo (1977), «Introduzione al pacifismo», en Trimestre, 1977,pp. 125-35, CAPITINI, Aldo (1949) Italia nonviolenta. Bologna y MAYER, Peter (1996)The Pacifist Conscience. London.

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violencia, entre otras) se desarrollaran toda una urdimbre de asociacionespor la paz, así como desplegaran parte de su potencial creativo algunaspersonalidades de prestigio universal en algunos de estos campos, como:A. Einstein, M. Gandhi, Laura Jane Addams, J. Dewey, etc. Así comociertos temperamentos políticos dotados para la paz encontraron justoreconocimiento en esta época (Dawes, Briand, Stresemann, Kellogg,etc.),37 Haciendo unos y otros, así como muchas organizaciones y per-sonajes anónimos, del periodo de entreguerras uno de los más ricos yreflexivos en ideas pacifistas.

Una de esas asociaciones fue la Women’s International League forPeace and Freedom (WILPF), cuyo origen se remonta a la formaciónde la «Alianza Internacional para el Sufragio», una organización que adquirióun notable prestigio durante los últimos años del siglo XIX. Formadapor feministas, pacifistas y socialistas que tenían bastante influencia entrelos círculos liberales y democráticos del IPB, su programa alimentó nosólo las reivindicaciones de las mujeres en su lucha por conseguir la igualdadpolítica y jurídica con los hombres, sino que se convirtieron en referenciaobligada por sus fuertes convicciones, su capacidad de convocatoria ysu particular lenguaje político cargado de simbolismo. Ya durante la con-tienda demostraron su considerable energía cuando convocaron un con-greso extraordinario de protesta contra la guerra. La reunión fue un éxitode llamamiento, puesto que reunió en La Haya, en abril de 1915, a casi1.200 mujeres de casi todos los países industrializados del mundo. Elresultado fue que delegaciones de mujeres fueron enviadas a catorcegobiernos europeos, además de a Estados Unidos y Rusia para que con-vocaran una conferencia de naciones neutrales para mediar entre los paísesbeligerantes.38 Además, en ese mismo congreso se adoptó el acto fun-dacional de creación de la Women’s International League. Así, con elauxilio financiero del millonario norteamericano Henry Ford, una con-ferencia oficiosa de neutrales se celebró en Estocolmo, en 1916. Sin embargo,

la conferencia zozobró cuando Alemania reanudó, sin restricciones, suguerra submarina y cuando los Estados Unidos de Norteamérica entraronen la guerra en abril de 1917. Tras la guerra, el congreso de Zurich, en1919, sirvió para dar el espaldarazo a la fundación de la Liga Internacionalde mujeres, acordando trasladar su sede central de Amsterdam a Ginebrapara estar más cerca de las oficinas de la recién creada Sociedad de Naciones.Desde esas fechas sus actividades estarían íntimamente ligadas a todaslas iniciativas institucionales o no, destinadas a la prevención de la guerray los conflictos. En el haber de esta organización estuvo, en aquellos años,su capacidad de presión sobre los mandatarios para que discutieran eldesarme, se aboliera la guerra de agresión y se aprobaran formas de arbitrajeobligatorio. Sus persistentes metodologías no violentas (sentadas, con-centraciones, recogida de firmas, etc.) y su constante trabajo en el terrenodiplomático serían referentes por muchas décadas.39

Otro de los grandes movimientos por la paz que alcanzaría influenciay protagonismo en el mundo de entreguerras fue el representado por elecumenismo religioso. Su origen más inmediato estuvo en la SegundaConferencia de La Haya, en 1907, en la que los participantes de las iglesiasinglesa y alemana discutieron cómo disminuir la tensión entre ambasnaciones. Tras seis años de contactos e intercambios entre ambas dele-gaciones cristianas (y con el apoyo financiero de la Church Peace Unionof America, fundada en 1910 con los auspicios del magnate AndrewCarnegie) decidieron crear, en 1914, la «Alianza Mundial para la Pro-moción Internacional de la Amistad entre las Iglesias», bajo el liderazgodel pastor cuáquero Allen Baker. La reunión inaugural había de celebrarseen Constanza (Alemania), en los primeros días de agosto de ese año, esdecir, justo cuando se declararon el comienzo de las hostilidades bélicas.La consecuencia fue que los participantes de doce países fueron repatriadosa sus respectivos estados de origen en vagones sellados, aplazándose lamencionada constitución. Durante la guerra, una fracción de aquellosparticipantes decidieron fundar una alianza interconfesional que comen-zaron a llamar Fellowships of Reconciliation.40 Tanto sus actividades

37. Algunos de estos personajes recibieron el reconocimiento oficial del parlamentonoruego, mediante el Premio Nobel de la Paz, que más que una consideración a la persona,era a todos los que con ellas trabajaron por la paz. Víd. HABERMAN, Frederick W. (1972)(ed.) Peace, 1901-1925. Nobel Lectures Including Presentation Speechs and Laureates’Biographies. London, 3 vols. (interesan sobre todo el volúmen I y II para entreguerras).

38. Víd. LIDDINGTON, Jill La campaña de las mujeres por la paz. Historia de unalucha olvidada, en THOMPSON, Dorothy (coord.) (1983), Antes muertas. Mujeres contrael peligro nuclear. Barcelona, 192-210.

39. Cfr. NASH, Mary y TAVERA, Susanna (1994) Experiencias desiguales. Conflictossociales y respuestas colectivas (siglo XIX). Madrid, 147-49.

40. La escisión estuvo protagonizada por grupos cuáqueros, menonitas y dukovores“radicales”, que habían recibido una considerable influencia del novelista ruso LeónTolstoy, cuya interpretación de los evangelios de Jésus, especialmente del Sermón de la

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antibélicas (su denuncia de la guerra y sus esfuerzos por buscar el ar-misticio), como su programa político (la utilización de métodos no vio-lentos y la lectura «revolucionaria» del Evangelio de Jesús) les granjearonuna gran cantidad de adeptos, no sólo en Europa y América, sino tambiénen Sudáfrica y la India. El éxito de la experiencia hizo que, en Bilthoven(Holanda), en 1919, activistas procedentes de cuarenta países de los cincocontinentes fundaran el IFOR (International Fellowship of Reconciliation)que aún hoy existe.

Su programa hacía causa común con otros movimientos en temas como:desarme, desmilitarización de la sociedad, resolución pacífica de conflic-tos, humanización de la guerra,41 etc.; pero, su singularidad estuvo en lapotenciación del ecumenismo entre 1919 y 1939, fundamentado en queun diálogo interreligioso sería capaz de frenar las escaladas de violenciaque conducían hacia la guerra. Sus principales logros se podrían abreviaren la apertura de un profundo debate sobre el sentido de la guerra y dela violencia entre cristianos; en los esfuerzos por desmitificar muchos delos símbolos de la imperante cultura burguesa, como el nacionalismo yel racismo; y en la apertura de una interlocución con otras religiones noprotestantes. En sendas conferencias, Estocolmo (1925) y Oxford (1937),promocionadas -entre otros- por el IFOR, se analizaron todos estos as-pectos, que acabaron influyendo en las discusiones de la Sociedad deNaciones (especialmente en el Pacto Briand-Kellogs sobre la extinciónjurídica y la condena de la guerra como método político).

Pero, si en el plano diplomático y de las relaciones internacionalesel IFOR jugó un papel moderadamente destacable (especialmente si setiene en cuenta que era una forma de delegación paralela relativamente

nueva en las costumbres diplomáticas), resultó mucho más interesante einfluyente en otros aspectos. La adopción de sistemas y filosofías no-violentas le condujo a la creación de escuelas interconfesionales (dondeconvivían escolares de todas las religiones, razas y étnias), a centros deentrenamiento (en métodos de desobediencia y resistencia civil no-vio-lenta), en cursos de capacitación para la resolución pacífica de conflictosy sobre modernas formas de negociación, en la constitución de comunasestables (donde convivirían miembros de todas las religiones), así comoen la creación de cooperativas de distribución, solidaridad y ayuda mutua.42

Otra de las asociaciones que más contribuyeron a la historia de la pazen estas décadas fue la Internacional de Resistentes a la Guerra (WarResisters International). Su historia se puede remontar a 1904, en uncongreso antimilitarista celebrado en Holanda. Aquella convención acabócreando la «Asociación Internacional Anti-militarista», cuya sede prin-cipal siempre estuvo en los Países Bajos. El ideario de la asociación semovía entre el pacifismo democrático liberal de muchos de sus miembros,y un fuerte criticismo económico de influencia socialista. Durante la guerrala asociación languideció para volver a recobrar fuerzas una vez terminadaésta. En 1919, la Asociación se volvió a reunir con carácter constituyentey, en ella, se definieron las cuatro grandes motivaciones de sus miembros:el rechazo a las limitaciones personales y morales impuestas por elmilitarismo; el desprecio de todas las formas de violencia; la crítica a todaslas actividades militares de los estados como guardianes de intereses pococlaros; y, el repudio del estado capitalista. Durante el tercer congreso, en1921, la Asociación se escindió. Por iniciativa de cuatro organizacionesnacionales antimilitaristas y no-violentas acabaron creando el Paco (queen idioma Esperanto significa Paz), que un año después cambiaría sunombre por el de War Resisters International. Mientras la «AsociaciónInternacional Anti-militarista» acabaría desapareciendo en 1940, la In-ternacional de Resistentes a la Guerra fue aumentando sus filas, especial-mente, durante las décadas de los veinte y los treinta, para estar formada,en 1933, por veinticuatro países que concentraban casi todos los jóvenesdeclarados objetores de conciencia para el servicio militar.

No cabe duda que la década de los años veinte fue una auténtica olaque ensanchó la organización de la paz. No sólo fue el nacimiento y

Montaña y de la no colaboración con el mal; así como sus escritos sobre la guerra y lavida comunitaria habían calado entre muchos de aquéllos (particularmente entre losdukovores a los que había defendido de la represión zarista). Cfr. BROCK, Peter (1981)The Roots of War Resistance. Pacifism from the Early Church to Tolstoy. New York, pp.72 y ss.; TOLSTOY, Leon (1995) El reino de los Cielos está en nosotros, en ARIAS, GonzaloProyecto político de la noviolencia. Madrid, pp. 23-45 y pp. 47-49; y TROYAT, Henri(1984) Tolstoi. Barcelona, (la séptima parte: «El apóstol de la no violencia», pp. 131-213).

41. El IFOR intentó mediar, en varias ocasiones, en el conflicto civil nicaragüense(1926, 1928 y 1933) entrevistándose con el líder guerrillero, el general Augusto Sandino,con los diversos gobiernos conservadores y liberales de ese país, así como con el presidentede los Estados Unidos (1933), con el fin de dulcificar los aspectos más crueles de la guerra.

42. No cabe duda que las experiencias de Tolstoy en la comuna Yásnaia Poliana,y las Ashrams de Gandhi en Sudáfrica fueron los más claros ejemplos a imitar.

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crecimiento de organizaciones, sino también la audacia de ciertas cam-pañas cívicas para modificar las agendas de los gobiernos, paralizar leyeso llamar la atención de la opinión pública sobre ciertos climas belicistas.Así, en Holanda, se recogieron un millón y medio de firmas contra laLey Naval de 1924; en Suecia, las campañas del General Blanco (marchasy mítines con banderas, estandartes y coches en ese color) consiguieronen pocos años crear casi 1.500 locales y 50.000 afiliados con un programaen favor de la neutralidad de ese país y contra el gasto de armamento;o, señalar que, tras cada una de las reuniones sobre desarme internacionalestuvo un trabajo precedente de recogida de firmas, marchas y ocupacionespacíficas de oficinas de la Sociedad de Naciones, toda una labor concien-zudamente realizada por las organizaciones feministas.

Para coordinar todas estas acciones y dar más fuerza al trabajo de cadauna de las organizaciones, el IPB propuso la creación de un Comité queagrupara al mayor número de asociaciones. En 1923, en Basilea, sereunieron algunas de las corporaciones más importantes de todo el pla-neta43 para formar el International Committee for the Co-ordination ofPacifist Forces (aún vigente) que, estatutariamente, comenzaría a trabajardesde 1927. Sin embargo, esta macro organización tuvo una actuaciónmás funcional que operativa, puesto que no fue capaz de aunar criteriosrespecto de las conferencias sobre desarme, ni ejerció toda la presión quela cualidad de sus organizaciones y el número total de sus miembros lehubiera podido otorgar. Asimismo, acabó desgajándose por la izquierdadando lugar al Joint Peace Council, con un programa más radical sobrela objeción de conciencia y la anti-conscripción, programa que acabaríansuscribiendo personajes tan importantes como Jane Addams, SigmundFreud, Thomas Mann, Upton Sinclair, Bertrand Russell o H.G. Wells.

Quizá la única organización que siguió teniendo una mayor continuidady fuerza histórica, así como un reconocimiento institucional y guberna-mental, más allá del propio periodo de entreguerras, fue el IPB. Él fueel responsable de la organización de varias conferencias, entre 1930 y1934, con la cuestión monográfica de los Balcanes, lo que permitióreconstruir -de una forma esmerada- las distantes y enfrentadas percep-ciones e intereses de los diferentes países de la zona. El resultado fue queGrecia, Turquía, Yugoslavia y Rumanía acabaron suscribiendo un pacto,en 1934 (la Pequeña Entente), no sólo de defensa mutua (algo impensableantes de la Primera guerra mundial), sino que abarcaban la intensificaciónde relaciones políticas, económicas, culturales y religiosas. Este fue, unavez más, un claro y exitoso ejemplo de acciones diplomáticas paralelasy de construcción de entramado por la paz llevadas a cabo por la sociedadcivil organizada.

Pero, quizá, uno de sus trabajos más conocidos estuvo en difundir entrela opinión pública el alcance de la declaración formal de «renuncia a laguerra para la solución de las controversias internacionales», el llamadoPacto Briand-Kellogg (o Tratado General para la Renuncia a la Guerra),suscrito por 61 países en 1928. El cual, aunque no prohibía la guerra,marcaba unos filtros y obligaciones a los firmantes -que cumpliéndose-difícilmente se llegaría a una conflagración.44 Y, también, jugó un papelmuy destacado el IPB en el ejercicio de concienciar y presionar a lasautoridades políticas de su responsabilidad ante la cuestión del desarme.Junto a las organizaciones feministas, el Buró desplegó una campaña decartas a más de 15.000 parlamentarios de todos los países europeosllamando la atención sobre las demandas del pacifismo. Asimismo, lacuestión del desarme fue monográfica en los dos Congresos Universalesde la Paz de los años 1932 y 1933, o sea, los celebrados de forma paralelaa las sendas conferencias gubernamentales en esta materia, con el fin depresionar desde la sociedad civil organizada a la alejada sociedad política.En sus peticiones se encontraban la no fabricación de las armas bacte-riológicas, químicas e incendiarias; la creación de unas fuerzas armadasbajo exclusiva autoridad de la Liga de Naciones;45 la eliminación de todas

43. Entre ellas estaban, asociaciones propiamente pacifistas, como el ya nombradoInternational Peace Bureau (IPB), la Women’s International League for Peace andFreedom (WILPF), la World Alliance for Promoting International Friendship through theChurches, y la International Freemasons Association; sindicatos de trabajadores comola International Association of Trade Unions; macro entidades federativas como: la WorldFederation of organizations for the League of Nacions y la Union of InternationalAssociations; y corporaciones que representaban estamentos sociales o profesionistas: elInstitute for International Law, el International Democratic Action Committee, el Inter-national Women’s Council, el International Education Bureau,, el International TeachersUnion, la Union of the Leagues for Human Rights, y la World Youth League. En SANTI,Rainer(1991) 100 Years of Peace Making. A history of the International Peace Bureau and otherinternational peace movement organisations and networks. Ginebra, p. 29.

44. Consultar el tipo de cláusulas en WILFRED JENKS, C. (1972) El mundo másallá de la Carta. Cuatro etapas de la Organización mundial. Madrid, pp. 51-52.

45. La experiencia de la interposición y mantenimiento de la paz mediante fuerzasarmadas bajo bandera de la Liga de Naciones (peacekeeping) fue muy apoyado por el

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las armas que no fueran de defensa; así como sistemas para el controly verificación de estas acciones. Habría que esperar, aún, algunas décadaspara que parte de este corolario fuese aceptado.

La política agresiva y fascista italiana (en Etiopía), la retirada de Japónde la Sociedad de Naciones (por sus intereses en Corea), la llegada deHitler al poder en Alemania, la internacionalización de la guerra civilespañola y los procesos de fascistización en algunos países europeos dieronal traste con muchos de los logros institucionales conseguidos por lasociedad civil para organizar la paz. En muchos de estos países lospacifistas fueron perseguidos, enjuiciados (como conspiradores, espías oantipatriotas), encarcelados e, incluso, eliminados. La última apelacióndel IPB para la organización de una conferencia mundial sobre la paz,a celebrar tras los acuerdos de Munich de 1939, fueron desoídas. Unavez más, los movimientos por la paz -como veinte años atrás- hubieronde trabajar en condiciones precarias y contracorriente dentro de la guerra,bien en organizaciones sanitarias, en la verificación del cumplimiento detratados que afectaban al derecho bélico, en la acogida de refugiados o,tratando de mitigar los efectos de la escalada de violencia.

Sin embargo, lo que significó para el pacifismo la etapa que hemosdenominado de los Buscadores de la Paz resultó muy importante por variasrazones. Una de ellas fue que tanto desde el obrerismo social, como desdela burguesía progresista, acabaron entendiendo que sólo era posible construirla paz desde la alianza de intereses y con el decisivo y sincero apoyo alos ideales de libertad y democracia; para aquellos sectores que confiaronmás en ideales liberticidas o totalitarios, fueran obreros o burgueses, laspolíticas dictadas por sus ideologías llevaron a fórmulas de enfrentamientoe, incluso, de lucha y eliminación antagónica, las cuales condujeron a laguerra; asimismo, para aquellos elementos demasiado neutros la cons-trucción de la paz se erigió bajo el miedo y la transacción hacia losviolentos, no pudiendo parar la escalada hacia el belicismo y la guerra,entre otras razones por recelo a apoyarse en los sectores que, verdade-ramente, respaldaban la paz y el ensanchamiento democrático desde lasociedad civil. Asimismo, si construir la paz era también edificar lademocracia, ello significaba contar con otros sectores tradicionalmente

arrinconados como las mujeres, las cuales habrían de demostrar su di-namismo político y social, así como su capacidad organizativa y movi-lizadora de recursos en sus campañas en este periodo. Este fue, quizá,uno de los avances más significativos.

Otra de las cuestiones fue que el pacifismo acabó articulándose deuna manera organizativa mucho más coherente, uniendo fuerzas mediantela creación de macro asociaciones estables, con importantes infraestruc-turas y número de seguidores; trabajando a modo de lobbies, de gruposde presión, ante las nuevas instituciones supranacionales como la Sociedadde Naciones, o ante sus propios gobiernos nacionales; pero, sobre todo,llevando a cabo una iniciativa diplomática que cosechó algunos éxitosnotables y, particularmente, demostró la potencialidad y la esperanza quepodía suponer este tipo de iniciativas en el futuro. Igualmente esa presiónse ejerció sobre algunos de los temas que habrían de controlar las escaladasmilitaristas: desarme, control de la fabricación y venta, reducción de losejércitos, etc., o en el más decisorio trabajo preparatorio del Pacto Briand-Kellogg, al que le debe mucho las acciones calladas de tantos activistaspor la paz. Asimismo, se avanzó en lo que se refería a motivar un debateen la sociedad en torno al necesario reconocimiento y respeto por laobjeción de conciencia (por los motivos que fuesen), reconocimiento nosólo social, sino sobre todo jurídico. En este campo se avanzó algo enlos países anglosajones y nórdicos, pero no tuvieron el mismo reflejo enlas naciones latinas y eslavas.

Por último, y aunque no hemos hablado aún de ello (lo haremos conbrevedad más adelante) algunas de las experiencias históricas más inte-resantes para el pacifismo contemporáneo se dieron en este periodo deentreguerras, me refiero especialmente a la utilización de técnicas de luchano-violenta para la reivindicación de derechos y libertades (como los casosde los indios en Sudáfrica o la India), o a formas de defensa popular no-violenta contra ejércitos de ocupación o normativas dictadas por éstos(casos de la sociedad civil en Dinamarca, Noruega u Holanda frente alas tropas alemanas). Pero, más allá de estas acciones colectivas, laimportancia no sólo radicó aquí en la notable efectividad de la no-violenciasino, muy especialmente, en la renovación teórica e ideológica que in-trodujo la no-violencia en el pensamiento pacifista.

IPB, siendo uno de sus elementos más fuertes como lobby por la paz. Víd. JAMES, Alan(1990) Peacekeeping in International Politics. London (especialmente los primeros ca-pítulos relativos al mundo de entreguerras).

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4. EL PACIFISMO DE LA NO-VIOLENCIA

La incorporación de la no-violencia como filosofía y modelo de vidaal pensamiento pacifista es muy antigua, «tan antigua como la montaña»-diría Gandhi-.46 Metáfora aceptada por todo el pacifismo por cuantoaquélla se había manifestado en las grandes religiones como el taoísmo(y su amor universal), el hinduísmo (y su concepto de ahimsa), el budismo(y su unidad y piedad de todos los seres vivientes), el cristianismo (y suamor a los enemigos)..., en el confucionismo, el jainismo, el bahá’ísmo,etc.; también había aparecido en algunas corrientes filosóficas como elcinismo, el estoicismo o la teosofía;47 o, fue puesta en práctica por muchascomunidades de la Tierra como forma esencial de vida.48

Sin embargo, entendida como un método de lucha o de acción colectiva,así como una alternativa clara a las formas de poder convencional y alejercicio tradicional del mismo es relativamente reciente y se ha convertidoen una opción -que podríamos denominar como revolucionaria- parafacilitar los cambios sociales y mentales. Tanto es así que el siglo XX(que ha sido considerado: el siglo más violento de la historia49 ) no se puedeentender sin la irrupción -de una manera muy clara en todos los órdenes-de la no-violencia en todas las grandes luchas emancipatorias de lahumanidad contemporánea: desde los movimientos de liberación de lamujer, pasando por la extensión de los derechos humanos a los sectoresmás desprotegidos y marginales, junto a las conquistas anticoloniales, la

edificación de la conciencia ecológica o los esfuerzos por la construcciónde sociedades más pacíficas y tolerantes, entre otros. Esta universalidadde la no-violencia es testimonio de su extraordinaria compatibilidad,ductilidad y adaptabilidad a todas las exigencias políticas y sociales, almargen de las geografías, las culturas o los grupos que la utilicen.

Pero, también hay que señalar que, aunque, en la Historia de la Paz,la No-violencia ha jugado un papel central, el conocimiento que se tienede ésta es aún muy parcial e insatisfactorio. La elaboración historiográficaal respecto, la atención que se le ha prestado como fenómeno de cons-trucción social o su propia difusión como teoría política constituyen unauténtico puzzle para el científico social, es decir, un sinfín de piezas quehay todavía que clasificar, ordenar y colocar para la construcción no sólode la No-violencia como hito y proceso histórico, sino para encuadrarlaen una particular Historia de la Paz, o en una Historia más general dela humanidad. El sentido metafórico de puzzle indica, por tanto, quetenemos bastantes fuentes, material y hechos para pensar que es posibleabordar el montaje de una Historia de la No-violencia (esto al menos seríaseguro en la época contemporánea), pero aún nos faltan datos para darlela continuidad espacial y temporal que intuimos que tiene, como asimismo,necesitamos más esfuerzo historiográfico tanto para descubrir la no-violencia dentro de los epifenómenos y procesos de la violencia, comoun tratamiento más especializado para abordar las problemáticas espe-cíficas derivadas del estudio, análisis y alcance de la no-violencia en lahistoria.

Sí podemos decir abiertamente que existe un claro déficit historiográ-fico, también podemos señalar que aunque la no-violencia es, hoy porhoy, muy conocida, entre otras cosas por ser sus técnicas muy utilizadaspor los nuevos movimientos sociales (entre ellos el pacifismo), sin embargo,suele ser confundida demasiado habitualmente con formas políticas ysociales que indican o manifiestan altos grados de pasividad, debilidado reformismo. Esto es, existen un buen número de tópicos y falseamientosen torno al concepto, su historia, su significación, qué actores la hanutilizado, cuáles son sus limitaciones, etc., todo ello directamente asociadoal proceso de banalización o, simplemente, de ignorancia intencionadaque la hegemonía de ciertas escuelas sociales y políticas de conocimientola han asociado con aquellos términos de pasividad, debilidad o refor-mismo.

Nada más lejos de la realidad. La no-violencia ha implicado, siempre,un nivel de concienciación muy alto, un compromiso moral y ético muy

46. Víd. GANDHI, Mahatma (1979) Todos los hombres son hermanos. Madrid, 126y ss.

47. La bibliografía sobre las religiones y las corrientes filosóficas es muy abundante,pero véanse como referencia SALBIDEGOITIA, José María (1994) El esfuerzo humanopor vivir en paz. Bilbao, 11-30; GARCIA, Víctor (1988) La sabiduría oriental. Madrid;o, PANIKKAR, Raimon (1993) Paz y desarme cultural. Santander.

48. La bibliografía en este aspecto está necesitada de más investigaciones empíricas,antropológicas, etnológicas e históricas, pero existen suficientes ejemplos en la literaturacientífica -víd. McCARTHY, Ronald y SHARP, Gene (1997) Nonviolent Action. A ResearchGuide. New York & London-, para pensar que muchos pueblos de la Tierra (como losZo’é en el Amazonas o los Baya en Centroáfrica) practicaron y practican la no-violenciacomo sistema de vida y de relaciones de poder -cfr. también el concepto en este sentidode «sociedades pacíficas», en MELKO, Matthew (1984) Peaceful Societies, en LASZOL,Ervin y YOO, Jong Youl (eds.) World Encyclopedia of Peace, II, 268-270-.

49. Cfr.HOBSBAWN, Eric (1994) Age of Extremes. The Short Twentieth Century,1914-1991. London [traducción como Historia del siglo XX. Barcelona, 1995].

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fuerte por la justicia, la renuncia expresa a la violencia para facilitar elentendimiento y la negociación, está considerada por quienes la utilizancomo un arma de los fuertes de convicción y, apuesta por cambiosrevolucionarios, por giros significativos, pero no sólo en los sistemas yestructuras, sino muy especialmente en la mentalidad y la conciencia delos seres humanos.

Por tanto, sea considerada como la «búsqueda de la verdad» (Gandhi);como la «fuerza de amar» (Luther King); como una «presión moralliberadora» (Helder Cámara); como una «manera activa de combatir elmal» (Lanza del Vasto); como una fuerza «más subversiva que los fusiles»(León Tolstoy); como «una forma de rebeldía permanente» (Aldo Ca-pitini); como la «voluntad consciente de los hombres que han renunciadoal empleo de la violencia para resolver los conflictos» (Norberto Bobbio);etc.;50 la no-violencia no sólo ha sido y es un método (cada vez mássofisticado y eficiente) de lucha activa y dinámica para transformar losconflictos, denunciar los niveles existentes de violencia o abordar cambiosrepresentativos en las sociedades;51 sino, también, una doctrina que estárenovando -en ciertas escalas y niveles- filosófica y metodológicamentea otras disciplinas de conocimiento, tales como la historia, la teoría política,la sociología, la antropología o la religión, y también las llamadas cienciasexperimentales.52 Esto implica, en definitiva, una manera de abordar laconstrucción social y del conocimiento desde otras metodologías y pers-pectivas diferentes a las hegemónicas fundamentadas en la violencia, lasupremacía o la imposición; y, por tanto, una apuesta por formas decooperación, compromiso y negociación. Las cuales implican una visiónde mayor confianza en el género humano; una concepción del conflictomás abierta, participativa y alternativa; la capacidad de compromisorenovado con la justicia; y la construcción de unas relaciones fundamen-

tadas en la cultura de la paz, la redención y la reconciliación. Difícilmente,este elenco programático puede contemplarse como reglas para pasivosy pusilánimes.

Por todo ello, lejos de identificarse con la debilidad, la apatía o elmiedo frente a la violencia, el ejercicio de la no-violencia implica in-tervenir de una manera activa e imaginativa en los conflictos, envolversey mezclarse con la violencia para contrarrestarla, y presentar alternativaspacíficas para resolver dificultades y controversias. Así, para los no-violentos, se trata de una parte, de una decisión ética y racional, en laque los grupos o los individuos renuncian expresamente a la violencia,porque están convencidos de ello o porque en su análisis de las ventajasy desventajas llegan a la conclusión de que la no-violencia acarreará másbeneficios para evitar una escalada negativa del conflicto. En el caso dela primera opción, se trata de una ética de la convicción (gandhiana)asentada sobre fuertes certezas, seguridades y convicciones, muy firme,estable y duradera; en el segundo caso, se trata de una opción racionaly pragmática que podría verse torcida si cambian las circunstancias departida. Adoptada la decisión, la acción no-violenta debe estar siempreorientada a la optimización de todos los medios disponibles y vinculadaa formas creativas y sugestivas de movilización de recursos, en cuyoamplísimo abanico de posibilidades está desde la negociación, el arbitraje,la agitación, la demostración, el ultimátum, la huelga, el boicot o el ayuno;hasta la objeción fiscal, la no colaboración, la desobediencia civil, elgobierno paralelo, etc.

La posibilidad real y la potencialidad política de estas formas de accióncolectiva dan un fuerte protagonismo a sectores y grupos sociales ge-neralmente marginados (mujeres, indígenas, harijans, pacifistas, etc.) dela actividad pública y de las formas tradicionales del poder, pero tambiénhan reforzado las acciones de los ciudadanos de clase media en las luchasurbanas o en la extensión de la ciudadanía. Se ha sugerido, no sin razón,que la no-violencia ha generado nuevas formas de poder popular.53 Nose trata sin embargo, de un arma de los débiles, sino de demostracionesde fuerza diferentes a las tradicionales. Unas formas de poder positivocon capacidad de obtener de los otros el comportamiento deseable, detransformar la voluntad de los adversarios sin necesidad de recurrir a laviolencia, aunque sí a muchas formas de fuerza y energía que obtienen

50. Se pueden consultar más definiciones en LARSON, Jeanne & MICHEELS-CYRUS,Madge (compiled) (1987) Nonviolence, en Seed of Peace. A Catalogue of Quotations.Philadelphia, 159-177.

51 Víd. PATFOORT, Pat (1992) Construire la nonviolenza. Per una pedagogia deiconflitti. Molfetta (BA).

52. La bibliografía es muy extensa, pero valga como botón de muestra dos libros encampos bien diversos: sobre las repercusiones «revolucionarias» de la no-violencia en lasociología se puede consultar a L’ABATE, Alberto (1990) Consenso, conflitto e mutamentosociale. Introduzione a una sociologia della nonviolenza. Milano; y en materia de filosofíade la ciencia (experimental) la visión de conjunto realizada por DRAGO, Antonino (1991)Le due opzioni. Una storia populare della scienza. Molfetta (BA). 53. Cfr. SHARP, Gene (1973) Politics of non-violent action,, Boston, 3 vols.

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resultados positivos gracias a la persistencia de las acciones, al valor delnúmero o la espectacularidad de aquéllas.

Tanto porque son actos fundamentados en comportamientos éticos yracionales, así como porque requieren de una importante disciplina yautocontrol, la no-violencia suele ser un proceso individual y colectivomuy interiorizado, al que se llega tras un largo debate interno y social,y no por un transcurso espontáneo o más o menos natural. Debate (for-mación, aprendizaje, experimentación, etc.) al que suele ayudar a decan-tarse, especialmente para muchos ciudadanos, si existe un fuerte liderazgo,un modelo a seguir, una persona o personas que hacen de influenciadoreso facilitadores,54 o también existen grupos, partidos, sindicatos o comunasque hacen esa función.55 Los cuales, unos u otros, puede marcar el caminoante las dudas y vacilaciones. Pero, al contrario que la violencia, no valesólo su capacidad mimética, sino un aprendizaje y un entrenamiento previoque, históricamente considerado, nunca ha resultado infranqueable allídonde se ha pretendido utilizar.

En cuanto a su historia más reciente, muchas de las formas de pacifismode las que hemos hablado se han alimentado de las doctrinas de la no-violencia: diálogo y persuasión, coherencia entre medios y fines, absten-ción unilateral de la violencia, sentimientos y valores de paz y concordia,etc. Pero ha sido, especialmente, durante el siglo XX en el que se haproducido un auténtico despertar de la no-violencia, porque no ha existido

hecho destacable de cambio y transformación social y política (decisivopara la humanidad) en el que no haya estado presente. Bien sea en la luchapor la emancipación colonial, en la pugna contra los regímenes dictatorialesy totalitarios, en la apuesta por la expansión de los derechos y libertadesdemocráticas, o en la adopción de nuevos paradigmas y políticas alter-nativas a las dominantes. Cuatro áreas o campos muy interconectados quehan tenido como elemento común el hilo conductor de la no-violenciacomo instrumento de soberanía de la voluntad humana.

Veamos: en cuanto a su presencia en la lucha contra la dominacióncolonial:56 el caso más paradigmático ha sido el de la comunidad indiana,en primer lugar en Sudáfrica (1906-1914) y posteriormente por la inde-pendencia de la India del dominio británico (1915-1947).57 Y, aunque deambos fue protagonista e iniciador el Mahatma Gandhi, no cabe dudaque la respuesta masiva a sus llamamientos implicaba toda una urdimbrepolítica en torno a la no-violencia y todas sus técnicas en un país espe-cialmente complejo por su variedad de castas, lenguas, culturas, religionesy etnias. Las formas de desobediencia civil organizada y de no-colabo-ración específica en grado de masas marcaría ejemplarmente para el futurolas enormes posibilidades de la política de la no-violencia en este campode la emancipación.58

Si bien es cierto que en otros procesos de descolonización la no-violencia convivió con acciones violentas o grupos guerrilleros revolu-cionarios, no es menos cierto que en cualquiera de los casos que se ilustre

54. Los casos más notorios son los del Mahatma Gandhi y Martin Luther King, perono son ni mucho menos los únicos, cabe añadir a: Badshan Khan, Dorothy Day, NelsonMandela, Aldo Capitini, César Chávez, Petra Kelly, Aung San Suu Kyi, Chico Mendes,etc. En este sentido para una teoría del liderazgo amoldada a lo que señalamos nos hemosbasado en GADNER, Howard y LASKIN, Emma (1998) Martin Luther King, hijo: ejercerel liderazgo en un entorno en rápido cambio, en Mentes líderes. Una anatomía del liderazgo.Barcelona, 267-289; GADNER, Howard (1998) Mahatma Gandhi: un dominio sobre losdemás, en Mentes creativas. Una anatomía de la creatividad. Barcelona, 333-376; y, delmismo autor (1999) El influenciador: el caso de Gandhi, en Mentes extraordinarias. Cuatroretratos para descubrir nuestra propia excepcionalidad. Barcelona, 132-154.

55. Estos son los casos de la Comunidad del Arca para la realización de un trabajoa pequeña escala; o el Die Grünen (partido de los verdes alemanes) para prácticas y accionesde masas. Víd. LANZA DEL VASTO (1988) El Arca tenía por vela una viña. Salamanca,o DRAGO, Tonino (1997) Atti di vita interiore ovvero l’approfondimento nonviolento delnostro patrimonio di fede. Torre dei Nolfi, ambos para el primer caso; y, KELLY, PetraK. (1992) Pensar con el corazón. Textos para una política sincera. Barcelona, para elsegundo.

56. No conviene olvidar que el primer proceso importante de emancipación colonial-en la época contemporánea-, correspondió a las Trece Colonias norteamericanas, en cuyosacontecimientos jugó un papel muy destacado las formas de resistencia y desobedienciano-violentas. Asimismo, se puede decir lo mismo de los movimientos nacionalistas comoel húngaro o el italiano a caballo entre la primera y la segunda mitad del siglo XIX, taly como ha podido demostrar SHARP, Gene (1973) Politics of Non-violent Action. Boston,volumen I.

57. La bibliografía sobre la experiencia india de emancipación colonial es abundan-tísima, pero una obrita que sabe recoger y combinar la importancia de descolonizacióny no-violencia se puede ver en PUCHEPADASS, Jacques (1976) La India del siglo XX.Madrid, 114-145.

58. Como demuestra Giuliano PONTARA, en un magnífico trabajo introductorio sobrela producción gandhiana, y no sólo la no-violencia liberaba del dominio colonial, sinoque tenía mayores proyecciones -no sólo políticas-,sino sociales y culturales, en «Il pensieroetico-politico di Gandhi», en GANDHI, M.K. (1996) Teoria e pratica della non-violenza.Torino. Para las repercusiones económicas de los postulados gandhianos en DIWAN,Romesh y LUTZ, Mark (1985) Essays in Gandhian Economics. New Delhi.

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el uso de sus técnicas fueron una condición sine qua non para culminarcon éxito los procesos emprendidos. Tanto en África, como en Asia,durante las décadas del sesenta y setenta los movimientos populares,nacionales y descolonizadores se fundamentaron en morfologías de laprotesta no-violenta, otra cuestión es que la hegemonía y liderazgo delos partidos únicos o de los frentes de liberación (de ideología marxistao populista) desdibujaran completamente este origen y el fundamentoteórico sobre el que se basaba la naturaleza de la resistencia y la des-obediencia a las autoridades coloniales. Desde la India (1947), hasta TimorOriental (1999), pasando por la más polémica Intifada palestina,59 todalucha de liberación nacional ha tenido que beber de la fuente doctrinalde la teoría política de la no-violencia.60

También ha destacado la no-violencia por la lucha contra los regímenesdictatoriales y totalitarios: éstas son, posiblemente y con diferencia,algunas de las etapas más duras y dolorosas de la acción no-violenta, pueseste tipo de gobiernos no suelen tener escrúpulos a la hora de cometertodo tipo de desmanes, atropellos y atrocidades contra los que se atrevena desobedecer, resistirse o solicitar la restitución de las libertades yderechos democráticos. Y, aunque, las metodologías de la «presión moralliberadora» no cambian sustancialmente con respecto a otras situaciones,no es menos cierto que se hacen necesarias ciertas variaciones como eltrabajo en pequeñas células o grupos, una innegable clandestinidad, lamáxima de las atenciones para evitar sistemas de represalias inútiles, obarajar con la mayor de las cautelas una acción de masas porque un fracasopuede conducir a una situación manifiestamente más violenta que la departida.

Una de las etapas más interesantes, en este sentido, se desarrolló durantela ocupación militar de Europa por los regímenes nazi y fascista deAlemania e Italia. Son conocidos los esfuerzos de los enseñantes noruegoscontra la nazificación emprendida en las escuelas por su gobierno cola-boracionista (1942). La no-cooperación de los daneses con los funcionariosnazis para hacer más dificultosa la persecución de la comunidad de judíos(1943). Esto mismo ocurrió en Bulgaria (1942-44). O, los actos de rebeldíade los universitarios dirigidos por Aldo Capitini en Italia (1944).61

Tras la guerra mundial, especialmente en la Europa del Este, la Europacomunista, los casos de la República Democrática de Alemania (1953),Hungría (1956-57) y Checoslovaquia (1968) marcaron hitos importantespara el futuro, fueron las primeras huelgas generales y boicots en unrégimen de socialismo real en el que no sólo se movilizaron obreros, sinoestudiantes, amas de casa e, incluso, funcionarios descontentos con lasformas esclerotizadas y sovietizadas alcanzadas. También resultó de vitalimportancia para estos movimientos de masas no-violentos el difícil juegode los equilibrios de la guerra fría, así como la presión de la opinión públicainternacional, lo que hizo fracasar políticamente los levantamientos, peroa cambio de demostrar la gran debilidad ideológica del estalinismo sobreel que se sustentaba el poder soviético.62

Años después, en la Polonia de la década de los ochenta el sindicalismolibre de Solidarnosc supo combinar la acción de masas sindical, con lamovilización espiritual católica y el descontento de otros sectores urbanos.Un movimiento que, aunque surgió mal organizado, pronto adquirió unagran fuerza no sólo por las robustas convicciones religiosas de sus líderes(como Lech Walesa), sino muy especialmente por el eco y el apoyointernacional occidental recibido desde el primer momento. Pero, indu-dablemente, la estrategia no-violenta no hubiera tenido tanto éxito si nose hubiera sabido combinar con apelaciones históricas nostálgicas y unprograma suficientemente amplio de ideales democráticos y nacionalistas

59. La he señalado con el calificativo de «polémica» por cuanto no existe unanimidadentre los especialistas al calificar la Intifada como una campaña típicamente no-violenta,aunque sí tiene algunos rasgos comunes a ésta: resistencia al «mal», desobediencia civil,no-cooperación, boicot, etc. Precisamente, llegamos a la conclusión de que su estudio teóricoes de mucho interés, porque se mueve en un terreno ambiguo y movedizo en la práctica:mediante el uso de la violencia de una forma moderada, limitada y calculada; y, porque estabaprotagonizada por actores muy singulares: fundamentalmente niños. Cfr. GALTUNG, Johan(1989) Palestina-Israele. Una solucione nonviolenta?, Milano y AWAD, Mubarak E. (1989)Resistenza nonviolenta: una strategia per i territori palestinesi occupati, en SALIO, GiovanniI movimenti per la pace III. Una prospettiva mondiale. Torino, 165-176.

60. Víd. sobre las fuentes y la naturaleza de estas luchas no-violentas a RANDLE,Michael (1998) Resistencia civil. La ciudadanía ante las arbitrariedades de losgobiernos.Barcelona.

61. Víd. SKODVIN, Magne (1979) Resistenza nonviolenta in Norvegia sottol’occupazione Tedesca, Torino; BENNET, J. (1979) La resistenza contro l’occupazioneTedesca in Dinamarca.Torino y CAPITINI, Aldo (1966) Antifascismo fra i giovani. Trapani.Y la obra más general, abarcando más experiencias y países en SÉMELIN, Jaques (1993)Senz’armi di fronte a Hitler. La Resistenza civile in Europa, 1939-1943. Torino.

62. Víd. EBERT, T. (1984) Resistenza nonviolenta contro regimi stalinisti?, en Ladifesa popolare nonviolenta: un alternativa democratica alla difesa militare. Torino, 96-126 y SHARP, Gene, op. cit.

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(o antisoviéticos). La cuestión polaca ayudó a precipitar el derrumbe delos regímenes comunistas, porque tal experiencia alimentó esperanzas enviejos grupos políticos de disidentes y jóvenes generaciones ansiosas decambios sociales. El año 1989, supuso el mayor despliegue de masas quede una manera más o menos espontánea ocupó embajadas extranjerasbuscando un visado; cruzó las fronteras en dirección a Occidente; o,simplemente, comenzó a resistirse o a desobedecer órdenes de sus go-biernos. El desconcierto generalizado, posiblemente, podría haberse res-tituido con medidas de fuerte represión, pero ello no hubiera hecho sinodeslegitimar aún más las reformas emprendidas (glasnost y perestroika)por Moscú. Sin duda jugó un papel importante la experiencia organizativade la disidencia, la creciente resonancia de los derechos humanos en lapoblación civil, la presión de Occidente y la ineficacia gubernamental.El resultado fue que la caída del telón de acero se hizo de la manera menosesperada: con actos de desobediencia, de resistencia, de no-colaboracióny de boicot, es decir, mediante acciones no-violentas.63

Al calor de los acontecimientos europeos, importantes y dinámicossectores de la disidencia china intentaron minar las bases del podertotalitario y desafiar a las autoridades del comunismo chino. Tian’an Men,sin embargo, no contó con los suficientes apoyos internacionales, ni lossectores sociales e intelectuales que sostuvieron las concentraciones deestudiantes habían hecho un trabajo previo de concienciación en la no-violencia y los derechos humanos. Y, aunque esto implicó algunos erroresde cálculo, ello no significó improvisación; sin embargo la responsabilidad(criminal) sólo compitió al gobierno que, desconcertado, hubo de cambiara las tropas que se habían negado a disparar contra la multitud, por otrasprocedentes de origen mongol. La abyecta represión que se abrió, tras1989, ha acabado demostrando que Tian’an Men se ha convertido en unhito insustituible en la defensa de los valores democráticos, no sólo enChina, sino en todo el mundo.64

En otras geografías y dictaduras, como en Latinoamérica, los movi-mientos sociales que se han apoyado en metodologías no-violentas hancausado una destacada solidaridad internacional. Su trabajo se ha sostenido

en la reivindicación de las libertades y en la defensa de los derechoshumanos, una labor en muchas ocasiones callada, concienzuda y constante.La cuestión de los desaparecidos, entendida desde la no-violencia comouna lucha por la recuperación de la memoria de las víctimas, por labúsqueda de la verdad y de la justicia, por evitar la impunidad ética ypolítica y por construir una reconciliación sobre bases duraderas y sos-tenibles ha centrado buena parte del quehacer de asociaciones como el«Servicio de Paz y Justicia», la agrupación de «Madres y Abuelas de laPlaza de Mayo» o las «Brigadas Internacionales para la Paz».65 Asimismo,el caso de Filipinas ha constituido un ejemplo histórico de activismo no-violento contra la dictadura de Ferdinand Marcos. Tanto las accionesprevias desde el exilio de Benigno Aquino, como posteriormente elliderazgo ejercido por su viuda, Corazón Aquino, atrajeron hacia la no-violencia a grandes masas que demostraron una gran capacidad de dis-ciplina para derribar ordenadamente una dictadura con varias décadas devida. Este hecho modélico se ha denominado por la historiografía de lano-violencia como el poder del pueblo, es decir, la transformación políticaradical de unas masas que, durante la dictadura, estaban habituadas acomportamientos pasivos, obedientes y desmovilizados. Ese proceso dederribo de la dictadura y de andadura hacia la democratización del paísse hizo a través de las consignas y acciones no-violentas, así como delas actividades de los agentes sociales (asociaciones políticas, agrupacio-nes de vecinos, iglesias católica y protestante, etc.) que apostaron por unadirección no-violenta del cambio.66

Otra de las manifestaciones de la no-violencia de masas fue la rei-vindicación de derechos y libertades: la lucha por el reconocimiento dederechos civiles y políticos se manifestó, ya, durante la etapa gandhianaen el programa de apoyo a los Harijan (Hijos de Dios), aunque existieronprecedentes importantes entre los grupos de cuáqueros que lideraron laabolición de la tenencia y mercado de esclavos; entre los movimientosfeministas en su lucha por la obtención del voto y la igualdad civil; entrefiguras como Tolstoy en su apoyo por la libertad religiosa de los dukjovoresen la Rusia zarista; la de los grupos de objeción de conciencia contra la

63. Cfr. AA.VV. (1987) «Rivolte operaie, colpo di stato e resistenza nonviolenta inPolonia. Dalle lotte di Danzica ad oggi», en I Quaderni della Difesa Popolare Nonviolenta,13, Padova.

64. Cfr. AA.VV. (1997) Il puzzle della nonviolenza.Padova, 73-79.

65. Víd. SALIO, Giovanni (1989) I movimenti per la pace. III Una prospettivamondiale.Torino, 203-225.

66. Cfr. GOSS-MAYR, Jean e Hildegard (1997) Come i nemici diventano amici. Insiemeper la nonviolenza, la giustizia e la reconciliazione. Bologna, 174-204.

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guerra y su flagelo; o años más tarde, con grupos católicos liderados porDorothy Day o grupos sindicales de origen chicano por César Chávez.67

Sin embargo, las más conocidas campañas por la obtención de losderechos civiles se fraguaron en Estados Unidos en los años 50 y 60, bajoel liderazgo del ministro baptista Martin Luther King y de una serie deorganizaciones muy activas (la Asociación Nacional para la Promociónde la Gente de Color, el Congreso para la Igualdad Racial o el ComitéEstudiantil de Coordinación No violenta) entroncadas con movimientosreligiosos (La Conferencia de Líderes Cristianos del Sur o la Alianza deMinistros Baptistas) y ramificaciones y expresiones muy singulares dela cultura afroamericana.

Desde el boicot a los autobuses de Montgomery en Alabama, a lascampañas en otros estados del Sur por la integración en el sistema escolar,la obtención del voto, las políticas de incorporación de la comunidad negraa servicios sociales y asistenciales, etc. consiguieron en sólo una décadamás que los cien años que habían transcurrido desde el final de la guerracivil. Y, aunque en estas acciones no dejó de haber violencia institucional,racial y revolucionaria, y ciertos grupos basados en éstas nacieron o seconsolidaron (p.e. el Black Power o el Ku-Klus-Klan), resultan innegableslos efectos políticos y psicológicos conmovedores que cada una de lascampañas realizadas por las cohortes de activistas no-violentos acabaronproduciendo entre la población. La propia Marcha sobre Washington(agosto de 1963) marcaría el punto simbólico e histórico de no retornodel pacifismo no-violento, un hito que como la Marcha de la Sal de Gandhi,la Plaza de Tian’an Men, o la Caída del Muro de Berlín son contribucionesde la historia de la no-violencia a la historia general de la humanidad.Son signos, figuras e imágenes asociadas a grandes cambios y paradigmas,

son escenarios que sintetizan importantes puntos de inflexión del devenirhumano, en los que las expresiones de voluntad, racionalidad, libre al-bedrío y libertad apuestan por una construcción pacífica del futuro.

La virtud del trabajo no-violento en los Estados Unidos, por parte dela población de color, resultó más efectiva de lo esperado: el problemanegro se dio a conocer en todo el Planeta, los medios de comunicacióntransmitieron muchas de las consignas y discursos que dejaron ver contoda nitidez la violencia estructural y física que sufría una comunidadminoritaria en el país que se sentía orgulloso de ser una de las democraciasmás viejas del globo. Pero, sobre todo, se vislumbraba la realización -o su comienzo- del objeto central de la no-violencia como estrategiapolítica: el principio de la liberación comenzaba por la participacióndemocrática, por la toma de conciencia y por el ejercicio del poderciudadano, ese había sido uno de los grandes logros, porque la políticaalimentaría el resto de los espacios de poder.68

Como en los Estados Unidos de los años sesenta, en otros muchospaíses se han realizado campañas de reivindicación de derechos y liber-tades. Una de las más significativas en las últimas décadas han sido lasluchas masivas y exitosas de naturaleza no-violenta en Sudáfrica. Elesfuerzo contra el sistema del apartheid requirió una mayor movilizacióny continuidad, además de un apoyo firme y presión de las opinionespúblicas y las ciudadanías de terceros países -especialmente de Europaoccidental y de los Estados Unidos de Norteamérica-, pero con resultadosfrancamente positivos. Pero, si esta forma de liberación política ha sidomuy clara para la ampliación de libertades y reconocimientos de minorías-o mayorías- marginadas por cuestiones de raza, también lo está siendo-desde hace tiempo- para otros colectivos o grupos sociales cuyas rei-vindicaciones están siempre en la ampliación de las fronteras limitativasde conceptos como la ciudadanía, la igualdad y la justicia: grupos étnicos,indígenas, campesinos, homosexuales, discapacitados, mujeres, insumi-sos, etc. Es en estos campos donde la filosofía de la no-violencia seentrecruza con la teoría de los derechos humanos, y donde las acciones

67. Víd. para el caso de los quáqueros a BROCK, Peter (1981) The Roots of WarResistance. Pacifism from the Early Church to Tolstoy. New York, pp. 72 y ss.; para losmovimientos feministas a McALLISTER, Pam (ed.) (1982) Reweaving The Web of Live.Feminism and Nonviolence. Baltimore; acerca de Tolstoy y este grupo religioso enTOLSTOY, León (1998) Doukhobors, en Objeciones contra la guerra y el militarismo.Murcia,17-23; sobre la objeción de conciencia en FRONSAC, H.- CLÉMENT, M.- RÉGAMEY,P. (1964) No-violencia y objeción de conciencia. Barcelona, y LEMKE-SANTANGELO,Gretchen (1989) The Radical Conscientious Objectors of World War II: Wartime Expe-rience and Postwar Activism, en Radical History Review, 45, 5-29; y, en cuanto a loslíderes sindicales puede consultarse McNEAL, Patricia (1992) Harder than War. CatholicPeacemaking in Twentieth-Century America. New Jersey.

68. La bibliografía resulta amplísima, pero para las cuestiones que hemos mantenidocomo ideas fuerza se puede ver BLUMBERG, Rhoda Lois (1988) Los derechos civiles.La lucha por la libertad en la década de 1960. Buenos Aires; LENZ, R. (1990) Symbols,the News Magazines, and Martin Luther King, Baton Rouge; GARROW, D. (1986) Bearingthe Cross: Martin Luther King, Jr., and the Southern Christian Leadership Conference.New York.

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y campañas de desobediencia, boicot o desaprobación a los sistemaspolíticos, económicos y sociales imperantes buscan -en una lucha desdedentro de los mismos- ensanchar la capacidad y potencialidad de lademocracia; el reparto equitativo de recursos, bienes y riquezas; el re-conocimiento de la diferencia, etc. Actúan como auténticos grupos depresión, desigualmente organizados y no siempre coincidentes en sus finesprogramáticos.

Por último, otro de los ámbitos donde las acciones y las conductas dela no-violencia se han desarrollado, en los últimos tiempos, han sido enel sostenimiento de políticas alternativas: tales como una nueva culturapara la construcción de la paz; una educación fundamentada en un sistemade valores democráticos y sostenibles; en la crítica a modelos energéticosno renovables o altamente peligrosos para las generaciones presentes yfuturas (incluida la energía nuclear); en una defensa del medio ambiente;en un uso más racional de nuestra relación con la naturaleza (entre otrascon formas como el vegetarianismo); en la incorporación de la ética a laexperimentación con animales; en modelos de defensa completamentediferentes a los actuales (defensa popular no-violenta); así como a todaslas campañas humanitarias que se han basado en una extensión seria y realde los derechos humanos (contra la tortura y la pena de muerte; por larestitución de la justicia en situaciones de violaciones sistemáticas; por elapoyo a las mujeres en zonas de conflictos; por el amparo a los refugiados;por las campañas sanitarias y alimentarias en países necesitados, etc.).

Algunas de estas reivindicaciones son viejas y tienen años de maestríay experiencia sobre las espaldas de muchos activistas y teóricos de lano-violencia. Tan sólo expondré algunos ejemplos para ilustrar cómodesde muchos campos y geografías ha existido y existe un trabajoconstante de difusión, cimentación y experimentación: la lucha por laintegración de los marginados, por restarle terreno a las mafias de la droga,por cargar de orgullo a grupos de desheredados comenzó, allá por losaños 50, en Sicilia a cargo de Danilo Dolci. Asimismo, la dedicaciónsindical y el trabajo no-violento en los barrios de trabajadores, en Turín,se debió al abogado Domenico Sereno Regis. La lucha por la modificaciónde las leyes sobre la objeción de conciencia al servicio militar y contraun modelo de defensa basado en el despliegue del armamentismo nuclearse dio, en esa misma década, con Aldo Capitini y su grupo de Perugia.La cuestión de la defensa popular no-violenta (con antecedentes seriosen los años treinta) se revitalizó con profesores muy comprometidos quehan dedicado décadas a demostrar la sostenibilidad y eficiencia de la

misma, tales son Ebert, Drago, Sémelin, por citar sólo algunos. El estudioy resonancia dado a la cultura de la paz y la difusión de la no-violenciase han acabado popularizado por personas como los matrimonios Boul-ding o Goss-Mayr, o por profesores como Galtung, Lederach, Pontara,Salio, Martirani o L’Abate; los cuales han permitido ensanchar progre-sivamente el campo teórico de la no-violencia: a la resolución pacíficade conflictos, a la psicología, la sociología, la ética, la geografía, lapedagogía, etc.

Igualmente, la difusión de formas organizativas de base, con técnicasde lucha no-violenta o con modelos de gestión democráticos y muyparticipativos, permitieron la difusión de las organizaciones no guberna-mentales en el terreno de la ecología, los derechos humanos y la acciónhumanitaria. Muchas de las cuales han sido reconocidas institucionalmentepor Naciones Unidas para el trabajo de sus comisiones, para la elaboraciónde informes o para la difusión de campañas de la propia organización.69

En algunos casos, el prestigio adquirido en las últimas décadas ha estadorecompensado internacionalmente.70

Pues bien, estas nuevas formas de diplomacia popular no-violenta ode presencia real y física de las Ong’s en los lugares de conflicto, paliando,gestionando o resolviendo las primeras necesidades de poblaciones des-plazadas, perseguidas o sufrientes en catástrofes naturales o en conflictosbélicos han acabado por tener un peso específico y un poder de trans-formación de realidades, todavía, difícil de evaluar y con un enormepotencial si se sabe encauzar convenientemente esa capacidad. También,en este terreno de la diplomacia, la no-violencia, está aportando nuevasmetas para la resolución de conflictos o para la reconstrucción de tejidossociales destrozados por guerras: el trabajo de los peacemakers y pea-cebuilder (los nuevos satyagrahi de la sociedad civil internacional) enel campo de la reconciliación son sólo una muestra de su potencialidad.71

Cabe pensar que, la no-violencia seguirá teniendo un gran podercultural y social en las próximas décadas. Su capacidad para desenmascarar

69. Víd. RIDDELL-DIXON, Elizabeth (1995) Los movimientos sociales y las NacionesUnidas, en Revista Internacional de Ciencias Sociales, 144, Paris, 321-335.

70. Casos de Amnistía Internacional (1977), Campaña contra las minas antipersonales(1997) y Médicos Sin Fronteras (1998) con la concesión del Premio Nobel de la Paz.

71. Víd SHARONI, Simona (1997) La Logica della pace. La transformazione deiconflitti dal basso. Torino, 47 y ss.

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las más diversas formas de violencia, para resaltar las injusticias y paralevantar simpatías han estado demostradas como realidades históricas.Asimismo, para todas las formas y expresiones del pacifismo, la no-violencia ha supuesto una renovación teórica, metodológica y epistemo-lógica muy considerable. También, ha permitido legar una importantecontribución a la permanente construcción de la ciudadanía, no sólo ala teorización, sino muy singularmente a su ejercicio. Igualmente hamantenido viva la teoría política más elemental sobre los cimientos enlos que se sostiene todo poder, arrinconada por el realismo maquiavélicoy hobbesiano, sin caer en falsos idealismos o utopismos, ha vuelvo a poneren su sitio a los teóricos que antaño u hogaño han hablado del empo-deramiento de los ciudadanos frente a las tiranías y malos gobiernos.

5. EL PACIFISMO ANTINUCLEAR

La utilización de la energía atómica con fines bélicos señaló el puntode inflexión más importante y grave para la inseguridad de la Humanidad.Fue el acontecimiento que marcaría no sólo el eje del enfrentamientobipolar en las relaciones internacionales (ocultando muchas otras proble-máticas y tendencias), sino que acabaría impregnando el grueso de lasacciones, el debate y la construcción teórica de los pacifismos en el períododenominado de guerra fría. Sobre esta nueva realidad estructurante, elpacifismo de postguerra articuló sus dos pilares de acción en torno aldesarme nuclear y la suspensión de los experimentos nucleares. Esto noquiere decir que otros muchos temas, conflictos y problemas (guerra deCorea y, sobre todo, del Vietnam; emancipación colonial y guerrasnacionales; relaciones Norte-Sur; expansión de los derechos humanos;armamentismo convencional; etc.) no fuesen debidamente abordados, sinoque la propia naturaleza del poder nuclear y la posibilidad potencial desu utilización empeñarían todas las energías de los movimientos socialesy organizaciones del pacifismo postbélico.72

Este tipo de pacifismo de masas se desarrolló, especialmente, en losEstados Unidos de América, algunos países de la Commonwealth (espe-

cialmente, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, además del Reino Unido),la Europa continental y el Japón, con grandes especificidades y peculia-ridades nacionales: unas ligadas a la posición geopolítica del país, otraspor su pertenencia a una alianza militar, otras a su condición de liderazgo,en otras, en fin, por su nueva disposición pacifista tras experimentar elholocausto atómico. Pero también existieron elementos comunes, desdesus propios inicios: impedir el constante rearme nuclear (abundaron losmovimientos de congelación, freeze) y denunciar la estrategia defensivabasada en la disuasión nuclear que podría llevar, en la práctica, a unadestrucción mutua asegurada. Quizá en ningún momento histórico comoaquellos años de la guerra fría, los fundamentos sobre los que se construyóla paz y la seguridad internacionales rozaron el más puro de los absurdos.Dado que no sólo fue necesario un gasto descomunal por parte de ambosbandos, política, ideológica y económicamente, enfrentados; gastos enproyectos tecnológicos destructivos, en sistemas de espionaje y contra-espionaje complejísimos y costosísimos, en mantener zonas de conflictopara su control geopolítico, etc.; sino la construcción, almacenaje yposterior destrucción de aquellas armas fabricadas acabó constituyendoun problema ecológico que afectará a muchas generaciones en el futuro.

Durante el largo período de la guerra fría se podrían distinguir, almenos, tres etapas en el pacifismo antinuclear: la fase de «tensión cre-ciente» entre las superpotencias, entre 1945 y 1963; el lapso posteriorde «coexistencia pacífica» en las relaciones internacionales y de abati-miento temporal del movimiento antinuclear entre 1963 y 1974; y, porúltimo, la etapa de «renacimiento» nuclear con la modernización de laflota de euromisiles y la política de la Iniciativa de Defensa Estratégica,entre 1975 y 1988, en la que el pacifismo adquiere sus mayores cotasde debate y acción.73

La primera época estuvo protagonizada, especialmente, por la tomade conciencia de muchos científicos, intelectuales y profesionales sobrelos enormes peligros de la utilización de la energía nuclear con finesbélicos. Los cuales, desde los ámbitos académicos, públicos o privados,denunciaron las políticas gubernativas e iniciaron una labor de contes-tación que pronto dio sus frutos en movilizaciones de masas. Desde fines

72. Víd. RODRÍGUEZ MOJÓN, Marisa (1987) La movilización pacifista en Europaoccidental a partir de 1945: rasgos principales, en Revista Internacional de Sociología,Madrid, 45, 369-376.

73. Puede haber alguna variación en las fechas elegidas para marcar las diferentesetapas, aunque la mayor parte de los autores coinciden. Hemos tomado las mismas deDIODATO, Roberto (1995) Pacifismo. Storia dei Movimenti e delle Idee. Milano.

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de los años 40, hasta toda la década del 50, la cuestión nuclear estuvocentrada en el conocimiento de la verdad nuclear, una discordia prota-gonizada por las agencias gubernamentales de energía que negaban,ocultaban o tergiversaban la información a la opinión pública sobre losriesgos, los accidentes o las consecuencias de la utilización de esa energía.Frente a estas agencias (como la Atomic Energy Commission), científicosy asociaciones profesionales (sobre todo médicas) independientes, ela-boraron contrainformes, emitieron comunicados de alarma y denuncia odescubrieron asignaciones presupuestarias, actividades fraudulentas oexperimentos peligrosos que, sistemáticamente, quedaban bajo la agendaoculta de los gobiernos. Enormes partidas presupuestarias (desde el propioProyecto Manhattan), así como pruebas nucleares secretas no siempreculminadas con éxito (Los Álamos, 1950; Nevada, 1951; Yucca Flats,1952; islas Marshall, 1954; Troya, Albany, Windscale, etc.) estaban siendoocultadas o negadas a los ciudadanos, por mor, de la seguridad nacional.74

Pues bien, esta primera labor de las agencias (como la British Asso-ciation for the Advancement of Science, la European Physical Society,etc.), y las publicaciones independientes (como el Bulletin of the AtomicScientists), así como de campañas de concienciación y de movimientosprofesionales (la Medical Campaign Against Nuclear Weapons, The Unionof Concerned Scientists o el movimiento Pugwash75 ), tuvo una granimportancia a medio y largo plazo para legitimar y abalar el trabajo querealizarían los movimientos sociales por la paz en Occidente. Las tímidasacciones ciudadanas de principios de los años 50 culminaron con grandescampañas perfectamente organizadas de redes de cooperantes, asociacio-nes con conexiones transnacionales y un notable grado de concienciaciónsobre la envergadura del problema. Las protestas de la Peace Pledge Union,la incorporación y protagonismo de las mujeres en las reivindicacionesorganizadas por la National Council for Abolition of Weapon Tests, o lasmás tardías (a partir de 1958) empresas inglesas de la Campaign forNuclear Desarmament (que planteó con toda seriedad el desarme unila-teral), sería el principio de una retícula tupida de movimientos que adquiriríanun gran protagonismo social en los años setenta y, sobre todo, ochenta.

Durante la denominada etapa de la coexistencia pacífica, comenzadatras la crisis de los misiles cubanos (1963) y hasta la instalación de los‘euromisiles’ Cruise y Persing II (1979), la tensión bipolar se vioconsiderablemente reducida. Durante esa fase se desarrollaron algunosacuerdos parciales sobre limitación de pruebas nucleares estipuladosentre la URSS, Gran Bretaña y Estados Unidos (1963); ese mismo añose creó el teléfono rojo o la «hot line»; se firmó el Tratado del EspacioExterior (1963); o el Acuerdo de Tlatelolco (sobre prohibición de armasnucleares en América Latina, 1967); y el más representativo Tratadode No Proliferación Nuclear (1968);76 asimismo, se prohibió la insta-lación o destrucción masiva de armas de esta naturaleza en suelo osubsuelo oceánico (1971) y se iniciaron (1969) y se culminaron losacuerdos SALT I (1972) sobre la limitación de armas estratégicas (singular-mente los proyectiles lanzados desde submarinos) que acabarían pro-longándose hasta 1985.77

En realidad, aunque fueron avances significativos en sí mismospuesto que permitieron distender ciertas coyunturas y mantener vivaslas conversaciones y el diálogo, resultaron insuficientes y, hasta, esper-pénticas78 para la nueva sociedad civil concienciada con el peligronuclear. Máxime cuando -junto a este proceso de distensión-, en otrosescenarios las superpotencias o sus aliados se disputaban costosísimasbatallas humanas, estratégicas y materiales, como en Vietnam, las guerrillasen América Latina y África, etc. Esta doble moral acabó por ser inso-

74. Víd. más detalles en GRASA, Rafael (1984) Los movimientos pacifistas en la eranuclear: en pie de paz por la supervivencia, en Mientras Tanto, 18, 21-48 (especialmentepp. 25-36).

75. El movimiento Pugwash recibiría el Premio Nobel de la Paz en 1995.

76. Este Tratado venía, sin embargo, a reafirmar el poderío de las superpotenciasporque de alguna forma se juramentaban a no proporcionar a otros países la ayuda paraque éstos nunca se convirtieran en potencias nucleares. Era como crear un club jerarquizadoal que se invitaban a adherirse a todos los demás países. La polémica estuvo servida:Francia y China se negaron a firmarlo, y otros países solicitaron de las superpotenciasotro sistema de seguridad internacional más serio y riguroso que el proyectado hasta lafecha. Asimismo, países como Sudáfrica, Israel, Pakistán o India siguieron su carreranuclear particular; y aunque hacia 1980 lo habían firmado 114 países, también es ciertoque por esas mismas fechas existían más de 300 reactores nucleares en el mundo, algunosde ellos capaces de producir el plutonio suficiente para fabricar bombas. Cfr. CALVO-CORESI, Peter (1987) Historia política del mundo contemporáneo. Madrid, 47.

77. SALT (Strategic Arms Limitation Talks), véanse más detalles en MYRDAL, Alva(1984) El juego del desarme. Madrid, 140-144.

78. El psicoanalista Franco FORNARI (1972) ha caracterizado diversas patologíaspsiquiátricas relacionadas con el desarrollo del armamentismo nuclear en Psicoanálisisde la guerra. México, especialmente pp. 1-27.

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portable para los ciudadanos concienciados en la construcción de unaauténtica paz mundial. Y, aunque, las movilizaciones bajaron en númeroe intensidad de manera significativa durante la década de los 60 y 70fue, sin embargo, el período más propicio para crear o, en su caso,consolidar fundaciones, asociaciones y academias de análisis, estudioy difusión de la Investigación para la Paz. Lo sembrado en añosanteriores permitió afianzar la batalla por la veracidad informativa quesólo podían ofrecer instancias independientes, serias y estables de in-vestigación. Así en Suecia, Alemania, Gran Bretaña o los EstadosUnidos79 en una primera etapa y, posteriormente, en otros países latinos80

o en países de Tercer Mundo81 se acabó por establecer una columnaesencial, de naturaleza científica, que reforzaría el pensamiento y laacción pacifistas por el cambio social.

Sin esas primeras décadas, entre los años 50 y 70, de contestacióny denuncia de la verdad oficial; sin la destrucción del monolitismocorporativista y cientifista -anterior a la segunda guerra mundial- en favorde la incorporación de la ética al proceso intelectual; sin la lucha por laveracidad informativa y política; sin la contestación al sistema de alianzasmilitares y a la creciente autonomía del complejo militar-industrial; sinla crítica a la teoría de la disuasión; sin la acusación moral del potencialholocausto de la humanidad fomentado por la carrera nuclear; etc., sintodo ello, no se pueden comprender las grandes movilizaciones por lapaz y la magnitud que llegaron a adquirir, en los años 80, algunasorganizaciones pacifistas nacionales, a pesar de que -todos los autores-valoran esta segunda etapa como de franco declive, tanto de las movi-lizaciones, como de los movimientos por la paz.82

En la tercera etapa, irrumpió con fuerza la cuestión objetiva de lainstalación de una nueva generación de armas nucleares en la Europaoccidental (los denominados «euromisiles»), pero ciertamente a la alturade los años 80, la aportación temática de los movimientos nacionales porla paz era ya muy superior: se había producido una toma de concienciamás globalizadora que abarcaba desde la preocupación por el apartheiden Sudáfrica, hasta la denuncia de los desaparecidos en las Repúblicaslatinoamericanas; desde el interés por las transformaciones relativas enla Europa del Este, hasta la incriminación de las dictaduras en el sudesteasiático; o desde la incorporación al programa pacifista de otros discursoshermanos como ciertos feminismos y ecologismos, hasta la adopción denítidas estrategias de acción colectiva no-violenta. Todo un universo que,en gran medida, quedó eclipsado por la cuestión del enfrentamiento bipolaren torno a los euromisiles y la hollywoodiense terminología de guerrade las galaxias (Iniciativa de Defensa Estratégica). En este período, lospacifismos de base nacional se consolidaron especialmente en Holanda,Alemania, Gran Bretaña y; en otros, irrumpieron con una gran fuerza comoen España.

En los Países Bajos, el trabajo previo realizado por el InternationalFellowship of Reconciliation y por el War Resisters International resul-taron esenciales para la creación del Consejo Intereclesiástico de la Paz(IKV), de carácter interconfesional. El Consejo se encargó de la convo-catoria de las campañas, la constitución de redes locales, la movilizaciónciudadana y la coordinación con otros grupos europeos, especialmentecon el Mouvement Chrétien pour la Paix belga.

En la República Federal Alemana, la cuestión nuclear, el desarmey la construcción de la paz europea resultaban esenciales en una geo-grafía que estaba en los límites entre los dos bloques. También, aquí,las Iglesias protestantes se organizaron para hacer propuestas concretassobre seguridad, especialmente, la Iglesia Evangélica (las Tesis deHeildelberg, 1959). En el espectro político, tanto los pequeños gruposdisidentes de la socialdemocracia, como el activísimo partido verde,Die Grünen, fueron los que más recursos humanos y energías desple-garon, especialmente los segundos que estaban organizados con lastécnicas más eficaces y modernas de acción no-violenta. Los Verdescombinaban el discurso parlamentario, con movilizaciones espectacu-lares en la calle, tratando de trascender el limitado abanico de posi-bilidades que ofrecía la política oficial y adoptando estrategias deasimilación social (evitando la confrontación innecesaria y el aislamien-

79. Cfr. D’ORSI, Angelo (1977) Introduzione al pacifismo, Trimestre, Roma, 113-151.

80. Para el caso de Italia se puede ver: BONANATE, Luigi (introd.) (1991), La pacein cammino. Acireale. Para el caso de España y sobre las potencialidades de la investigaciónpara la paz, víd. MUÑOZ, Fco. A. & RODRÍGUEZ ALCÁZAR, Javier (1997) Horizontesde la Investigación sobre la Paz, en CANO, María José y MUÑOZ, Fco. A. (eds.), Haciaun Mediterráneo pacífico. Granada, 58-75, y ENRÍQUEZ DEL ÁRBOL, Eduardo (1993)La Historia Actual y la Investigación sobre la Paz, en RUBIO, Ana (ed.), Presupuestosteóricos y éticos sobre la Paz. Granada, 111-129.

81. Cfr. FOSSATI, Fabio (1986) Peace Research. La Peace Research (Ricerche sullaPace) nel Sud, en Testimonianze, 288-89, pp. 67-86.

82. Cfr. WITTNER, Lawrence S. (1997) Resisting the Bomb. A History of the WorldNuclear Desarmament Movement. California, 442-462 (vol. II).

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to).83 Otra de las novedades extendidas por los grupos verdes alemanesfue su colaboración con las administraciones locales en una políticade defensa civil y defensa pasiva alternativa a la oficialista. Asimismo,se utilizaron estas administraciones para lanzar campañas de todo tipoo para facilitar el trabajo de estas u otras asociaciones pacifistas:jornadas de refugios antinucleares; concesión de subvenciones a gruposantinucleares; transporte gratuito para las concentraciones; programaslocales de cultura de paz en escuelas, asociaciones vecinales y ferias;el hermanamiento con otras ciudades que rechazaban campos de tiromilitares o la instalación en sus términos municipales de bases demisiles,84 etc.

En el Reino Unido, las movilizaciones de masas se concentraron enuna gran plataforma que reunía a grupos sindicales, laboristas, organi-zaciones humanitarias no gubernamentales, colectivos de gays y lesbia-nas, pequeños grupos ecologistas, algunos sectores de la iglesia anglicana,otras confesiones protestantes, organizaciones de consumidores, corpo-raciones profesionales, asociaciones de amas de casa, o grupos de mujeres,85

entre otros; esta plataforma fue la Campaign for Nuclear Disarmament(CND) que partiendo con unos 3.000 miembros, en 1979, consiguió enmenos de dos años multiplicar por cien esa cifra. Sus formas de trabajoen pequeños grupos y con decisiones democráticas; sus campañas apequeña y gran escala; sus métodos de persuasión y de protesta; sustécnicas de no-colaboración social y económica; las acciones directas yde intervención no-violentas cargadas de simbolismo y representación;etc.; se convirtieron en un ejemplo a imitar en otras geografías y porotros movimientos. Bien es cierto que a todo esto ayudó, significativa-mente, la política gubernamental de Margaret Thatcher en materia nuclear,

que, por acción o por omisión, fue un despropósito continuo.86 Sinembargo, la preparación de la CND fue tan significativa que arrastró aotros países a realizar una campaña europea (European Nuclear Disar-mament, END) como hasta esas fechas no se había producido en el viejocontinente.87 Esta gran plataforma consiguió asociar a centenares deagrupación y docenas de secciones nacionales que unificaron posiciones,intercambiaron experiencias y crearon un Comité de Enlace que seencargaría de organizar, anualmente, las Convenciones de todos losgrupos pacifistas de la Europa occidental.88 Congresos a los que se llegaríaa invitar -por ese carácter abierto que tenía la construcción de la paz paralos grupos de la END- a los movimientos estadounidenses de Freeze,a la socialdemocracia europea e, incluso, al Consejo Mundial de la Paz(sovietizado).

En España, entre 1981 (entrada en la Alianza Atlántica) y 1986(celebración del referéndum sobre la permanencia), las movilizacionespacifistas y las organizaciones antialiancistas resultaron -por su númeroy contribución- extraordinarias para un país que acababa de salir de unalarga dictadura y que estaba realizando aún su transición política haciauna democracia. De hecho la relación entre el pacifismo español y el delresto de Europa era, aún, tímida y escasa, consecuencia de la pobreintegración de ese país con la política, las instituciones y las corrientessociales y culturales del resto de la Europa occidental. Sin embargo, ladenominada cuestión del referéndum, acabó por hacer -de alguna manera-protagonista a la España de 1986 en las movilizaciones pacifistas y a fijar

83. Víd. KELLY, Petra K. (1993) La no violencia es más fuerte que la violencia, enPensar con el corazón. Textos para una política sincera. Barcelona, 305 y ss.

84. Cfr. FISAS ARMENGOL, Vicenç (1985) Una alternativa a la política de defensaen España. Barcelona, 52 y ss.

85. Las mujeres también hallaron una base feminista para participar en el movimiento,explicando su activa participación contra las armas nucleares como un desafío a la «políticamasculina». Algunos de estos colectivos fueron: Las Madres de Oxford en favor del DesarmeNuclear, Women Against the Bomb, Cambridge Women’s Peace Collective, etc., véaseROCHON, Thomas R. (1992), El movimiento por la paz de Europa occidental y la teoríade los nuevos movimientos sociales, en DALTON, Russell J. & KUECHLER, Manfred,Los nuevos movimientos sociales. Valencia, 158.

86. Un significativo libro del historiador y pacifista THOMPSON, Edward P. (1980)bajo el título irónico de Protest and Survive, Harmondsworth. En él venía a dar la respuestamás eficaz, mordaz y punzante a un folleto publicado por el gobierno (Protégete y sobrevive)sobre cuáles deberían ser las medidas en caso de una deflagración nuclear.

87. En las movilizaciones de octubre de 1983 más de tres millones de personas semanifestaron en ciudades como La Haya, Bonn, Hamburgo, Londres, etc. O se hicieroncadenas humanas de más de 100.000 personas, durante la Semana de la Paz (en abril deese mismo año), que unieron las bases militares de Aldermaston, Greenham Common yBurghfield. O se desplegó toda una ciudad-campamento, de manera permanente, por partede las mujeres frente a la base militar nuclear norteamericana en suelo británico, GreenhamCommon, nada menos que entre 1983 y 1991, que fue todo un alarde de poder y fuerzapolítica no-violenta. Cfr. CARTER, April (1992) Peace Movements. International Protestand World Politics Since 1945. New York, 129-132.

88. La primera fue en Bruselas (1982), posteriormente en Berlín (1983), y en añossucesivos en Peruggia, Amsterdam, Evry (París), Coventry, etc.

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la mirada del END y del internacionalismo pacifista en ese país. La cuestiónde la salida o permanencia de España en la estructura de la OTAN, resultabaun reto muy apetecible para el movimiento pacifista, en una situacióninternacional especialmente tensa por la guerra de las galaxias y por loscambios producidos en las sociedades soviéticas con la llegada de Gor-bachov a la dirección de la URSS.89 El resultado final de la convocatoriano era, sin embargo, tan trascendental como el propio proceso: en el quela ciudadanía de un país se planteaba, con una notable profundidad, susistema de defensa, sus compromisos y su posición estratégica; y, elmovimiento pacifista antinuclear encontraba una oportunidad para poneren tela de juicio el sistema de seguridad europeo, el permanente enfren-tamiento por el equilibrio bipolar y las maniobras y presiones guberna-mentales e internacionales sobre una sociedad civil que debía decidir porsí misma.

Volviendo al conjunto de las campañas europeas del END, en ningunaocasión como aquélla de la instalación de los euromisiles, la ciudadaníaoccidental se empeñó tanto en la paz a escala internacional. En aquellasmovilizaciones y debates se apostó, esencialmente, por la adopción deldesarme unilateral que condujera a la que se denominó opción cero; labúsqueda desde las bases sociales de un diálogo con las ciudadanías delotro lado del «telón de acero»; la generación de una discusión internacionalsobre la adopción de políticas de seguridad y paz no fundamentadas enla defensa nuclear y en la carrera de armamentos (como crear espaciosdesnuclearizados); la denuncia de las políticas gubernamentales de fal-sedades en materia de seguridad y la devolución, a los parlamentos y alos ciudadanos, de las garantías necesarias en la toma de decisiones desuficiente importancia y envergadura como era la instalación de misilesde largo alcance, manifestando a los cuatro vientos que, en la Europacapitalista en materia de defensa, no había un pretendido consenso sobrela seguridad.90

Si bien es cierto que, ni las campañas, ni las muchas movilizacionescambiaron el hecho de la instalación de los euromisiles, del desarrollode la Iniciativa de Defensa Estratégica, o de la incorporación de nuevospaíses al sistema de Alianzas militares, no es menos cierto que el retoy el desafío, hacia sus respectivos gobiernos, de la sociedad civil pacifistaconcienciada con la construcción de otra forma de paz internacional nofundamentada sobre el miedo nuclear, hizo -como poco- ampliar sig-nificativamente los niveles de democracia participativa y real en Europa:opinar sobre la defensa era un derecho democrático de todos los ciudadanosy fomentar una opinión pública activa era salud política y social para lasdemocracias. De este complejo fermento resurgieron viejos valores his-tóricos europeos fundamentados en la tolerancia, la justicia y las libertades,y prosperaron nuevos valores internacionalistas enmarcados en la culturade los derechos humanos, la paz y la ciudadanía universal. Al diálogoy las negociaciones entre el Este y el Oeste, aunque en muchas ocasionesparecía agotarse en la reducción o equilibrio de armas estratégicas yconvencionales, acabaron por incorporarse otros temas a su agenda, perono por interés propio, sino por la acción y la presión de una opinión públicaque había ampliado su concepción sobre los términos en los que debíadefinirse la paz en Europa: sistemas de libertades, pluralismo, respeto yprotección a las minorías, derechos humanos, etc. Todos ellos temas quetanta influencia tendrían en las revoluciones de 1989.

6. LOS PACIFISMOS (TRAS LA CAÍDA DEL MURO Y) PARA ELPRÓXIMO SIGLO

Pocos movimientos sociales como el pacifismo están siendo, perma-nentemente, examinados y evaluados desde todas las perspectivas einstancias; y, en ocasiones con una mirada que, o es excesivamente crítica,o incluso malintencionada; todavía más, a medida que aquél ha idoadquiriendo más y mayor protagonismo en la construcción internacionalde la paz, o al haber sido considerado como el mentor en la tarea decontener, protestar o persuadir contra las guerras, las políticas militaristaso la cultura de la violencia; sin embargo, se olvida con demasiada facilidadque esta tarea ni es exclusiva del pacifismo, ni responsabilidad de unaminoría o vanguardia, más o menos concienciada o comprometida.

En ese sentido, las ampliaciones de nuevas conceptualizaciones ycategorías de análisis por parte de la Investigación para la Paz, las teorías

89. Cfr. GOMÁRIZ MORAGA, Enrique (1986) El movimiento por la paz en España,en Revista Internacional de Sociología, Madrid, 3, 549-566.

90. Muchas de estas cuestiones se pueden ver en la literatura de THOMPSON, EdwardP. especialmente, Opción cero (Barcelona, 1983), La guerra de las galaxias (éste con BenTHOMPSON, Barcelona, 1986) y Nuestras libertades y nuestras vidas (Barcelona, 1987).Una posición mucho más moderada en HELLER, Agnes y FEHER, Ferenc (1985) Sobreel pacifismo. Madrid, 125 y ss.

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sobre la cultura del conflicto, las ramificaciones doctrinales de la No-violencia, las adaptaciones de los sistemas democráticos a las nuevasdemandas sociales y políticas o la socialización de determinadas tecnolo-gías han permitido ampliar considerablemente -y presumiblemente muchomás en un futuro mediato- las formas de actuación y la responsabilidadde todos y todas en la construcción de la paz. Si bien puede ser cierto queel marchamo de pacifista o de activista por la paz, estuvo ligado en el pasadoa determinadas propuestas, programas y acciones, y presumiblemente loseguirán estando en el futuro -al menos algunas de ellas-, tampoco resultamenos cierto que muchos de los epifenómenos y consecuencias de ladenominada globalización han acabado devolviendo a los propios ciuda-danos -donde quiera que estén- la responsabilidad sobre cómo se va aconstruir la paz, porque al saberse que ésta es mucho más que la ausenciade guerra, sus implicaciones culturales, económicas, sociales y políticasvan a acabar afectando a todos. Asimismo, en este inevitable proceso, elpacifismo no caminará solo, y por extensión, la construcción de la paztampoco se podrá abordar sin un diálogo permanente entre muchos actoresy actrices políticos y sociales, cercanos y lejanos, viejos y nuevos, insti-tucionales o no, públicos o privados, etc. Igualmente, en el campo de losnuevos movimientos sociales, tanto por sus análisis de la construcciónsocial, por sus teorizaciones y soluciones a las múltiples y nuevas proble-máticas, como por sus formas de acción colectiva, en ellos están y estaránlos perfiles cambiantes de la construcción de la paz: feminismos, ecolo-gismos (de los pobres y de los ricos), ciudadanía universal, humanitarismo,etc. caminarán junto al pacifismo desde diversos niveles y escalas.

Históricamente, en la última década, los cambios producidos en lageopolítica mundial han abierto una etapa de transición hacia un nuevomodelo de relaciones aún no claramente definido,91 en el que -a nuestrojuicio- tendrán mucho que decir los nuevos lobbies sociales internacio-nalistas (pacifismo, ecologismo, feminismo, etc.), pero para optimizar ypotenciar esa realidad en ciernes habrán de modificarse algunas estructuraspolíticas e institucionales supranacionales, habrá que permitir y fomentarla apertura de nuevos instrumentos de información, diálogo y presióninternacionales, habrán de continuarse labores de influencia y propagación

cultural y educativa entre las ciudadanías, etc. Estos son algunos retos,que más que metas son formas de caminar y actuar.

¿Qué nos deparará el futuro en este sentido?, quizá buscando unamezcla entre optimismo (el deseo de un futuro mejor) y esperanza (laexpectativa más racional que puede darse),92 la construcción de la pazes una tarea demasiado seria y necesaria como para dejarla en manos deunos pocos gobiernos, de élites directoras de pensamiento político oeconómico o de defensores y custodios de fronteras, intereses o status.El fenómeno de la globalización ha acabado por crear -todavía en un estadoprimigenio- unas redes cada vez más tupidas de interrelaciones pacíficasque están fortaleciendo la paz estructural. Hoy día el pacifismo estáampliando sus fronteras no sólo territoriales -se podría hablar de unageopolítica de la paz-, sino muy especialmente sus límites de reflexión,concienciación, pensamiento y acción. Esta construcción de la paz estruc-tural fundamentada en el desarrollo de los derechos humanos, en elfomento de la cultura de la paz, de las más diversas formas de solidaridadtransnacional, de instancias de consulta y vigilancia de escenarios dereconstrucción de paz en antiguas zonas de conflicto armado, etc. estánconformando una urdimbre que, asociada a las nuevas tecnologías, estándando nuevas dimensiones y posibilidades a los actores y actrices socialesque apuestan por formas más racionales y éticas en la edificación de lasrelaciones de paz.

Formas, métodos y justificaciones viejas y nuevas continuarán con-viviendo por bastante tiempo, como es propio en todas las etapas detransición. Si las denominadas revoluciones de 1989 nos sorprendierona todos, no lo fue menos la guerra del golfo de 1991, o las llamadasintervenciones del humanitarismo bélico, bien fuesen las realizadas porprogramas de Naciones Unidas, o bien por intervenciones de la OTAN(guerras de Yugoslavia). Si algunos analistas hablan ya de nuevo desordenmundial, del nacimiento de nuevos enemigos tras la caída del comunismo,o de la necesaria intervención militar en todas las zonas que puedan servitales para la inestabilidad mundial, no conviene precipitarse en hacerprospectivas -al menos por parte del pacifismo- porque los pilares aúnvigentes del orden hegemónico, antes y después de la caída del Muro,siguen fundamentándose en alimentar la imagen de un enemigo, en lapresencia de una cultura militarista y de la violencia para resolver conflictos

91. Sobre estos cambios y su relación con el pacifismo consúltese AGUIRRE, Mariano(1996) Pacifismo, en MARDONES, J.M. 10 Palabras clave sobre movimientos sociales.Tafalla, 45-70.

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92. Definiciones del Premio Nobel de Literatura y poeta irlandés Seamus Heany.

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y en la necesidad de mantener fuerzas militares, alianzas y ejércitos a modo,no de auténtica policía para la seguridad de todos, sino de salvaguardiade los intereses de unos pocos, muy poderosos, los cuales han mantenidoy mantienen aún escalas políticas y económicas para asegurarse su poder.

La mejor prospectiva que puede realizar el pacifismo es aquella quepermita cambiar estos paradigmas, porque ni el viejo orden bipolar eraun orden de paz, ni el nuevo supuesto desorden permite augurar una pazestable y sostenible. Una vez más, la metáfora gandhiana sirve para ilustrarel orden pacífico por construir: el único camino hacia la paz no está enun lugar concreto, sino en la forma de actuar y sembrar para crear unmundo más justo, equilibrado y sostenible, según el cual no se puedeedificar bajo la seguridad que nos pueden ofrecer enormes gastos enarmamento, con la construcción y estigmatización de potenciales o realesenemigos, o sobre intercambios y formas de producción que siguencreando múltiples exclusiones. Por el contrario, un nuevo orden mundialhabrá de fundamentarse en una cultura de la paz, del conflicto y de lano-violencia, las cuales permitirán no sólo paliar y aliviar heridas yenfrentamientos, sino generar esperanzas de solución, especialmente cuandoel futuro señala un mayor grado de interdependencia planetaria. Esta esla única política realista, a medio y largo plazo, lo demás sólo alimentarámiedos, inseguridades y tensiones de las que se pueden seguir beneficiandounos pocos, pero que sólo crearán problemas a los muchos. En tal situación,curiosamente, la verdadera y mejor realpolitik (cabe decir que convieneapropiarse de ciertos conceptos) es la cultura respaldada por el pacifismo,porque permite crear escenarios de futuro en donde se puedan gestionary negociar con más posibilidades de éxito las situaciones de tensión que,con toda seguridad, van a seguir existiendo.

Las revoluciones de 1989, nos han enseñado que son posibles loscambios profundos mediante las acciones no-violentas, y que éstas sonpotenciadoras y generadoras de muchas expectativas, pero también hemosaprendido que las reconstrucciones políticas en países con débiles socie-dades civiles resultan mucho más arduan y complejan que la aplicaciónde simples recetas,93 que los largos periodos de totalitarismo no hacen

sino aplazar problemas que emergen en cuanto existen las más elementaleslibertades, o que la evolución hacia formas de economía de mercado nose pueden abordar de una forma acrítica y desmesurada. La paz ha debasarse en el mantenimiento de la justicia y ésta encuentra muchasdificultades cuando a las ciudadanías no se les garantiza sus necesidadesbásicas.

La guerra del golfo o guerra del petróleo contra Irak permitió com-probar cómo en el mundo occidental el pacifismo antibelicista y antimi-litarista (generalmente muy asimilado a valores antiimperialistas) gozabaaún de una moderada buena salud, aunque se mostró en algunos aspectoslimitado y dubitativo en ciertas de sus acciones, por ejemplo el apoyomostrado hacia las funciones diplomáticas de las Naciones Unidas fuesiempre muy restringido y, en todo caso, aunque la opinión pública semostró descontenta con una guerra de antemano manipulada informati-vamente y burdamente orquestada, nunca consiguió convocar las grandesconcentraciones de masas de la época del END. La guerra que fue másuna lógica continuación de situaciones políticas anteriores que de un nuevoorden mundial amenazado por un país con una cuota considerable demercado energético, permitió a los grupos pacifistas repensar su programade contenidos y acciones. Y aunque no hubo, ni hay unanimidad a esterespecto, surgió la idea de que la seguridad colectiva había de asegurarseincentivando el intervencionismo bélico, pero con carácter humanitario,y sin restricciones de geografías y casos. Esta cuestión ya apuntada endécadas anteriores se abrió paso no sólo para evitar colapsos en la pro-ducción, sino que se extendió a otros muchos temas de las agendas delos movimientos por la paz: persecución del genocidio y de la violaciónde derechos humanos (Ruanda); guerras civiles crueles y persistentes enel tiempo (Somalia y ex-Yugoslavia); procesos de liberación nacional enmarcha (Timor); etc.

A esta cuestión del intervencionismo bélico humanitario, que hafomentado un debate muy controvertido dentro del pacifismo -y fuera deél-, se deben algunas de las últimas intervenciones militares realizadas porfuerzas de interposición e intermediación de Naciones Unidas, algunasacciones de los Estados Unidos de América como principal responsabley garante de la paz mundial, o de alianzas como la OTAN. Pero laexperiencia señala que este tipo de intervenciones pueden llevar encubier-tas -si no se mantienen unas garantías claras dentro del derecho interna-cional o de resoluciones de Naciones Unidas- formas nuevas de neoim-perialismo, o ser campo de pruebas de ejércitos en zonas de conflicto, etc.

93. Un buen ejemplo de las múltiples dificultades de reconstrucción (cultura de lacoerción y la fuerza, dependencias, desigualdades, etc.) tras varios análisis de casos enMIALL, Hugh-RAMSBOTHAM, Oliver-WOODHOUSE, Tom (1999) ContemporaryConflict Resolution. The prevention, management and transformation of deadly conflicts.Cambridge.

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Igualmente, los múltiples conflictos que existen en el mundo no puedenestar reparándose con el envío constante de ejércitos que se interponganentre los combatientes -con los enormes peligros que ello entraña-, o queen su labor de gestión de la violencia la ejerzan ésta con toda la poten-cialidad al modo de un nuevo leviatán, causando más daño que el quepretende evitar. También, como de hecho se está haciendo, puede ocurrirque se acaben jerarquizando el número y lugar de las intervenciones enfunción de intereses estratégicos, logísticos, geopolíticos, etc., lo que dehecho implica una suerte nueva de reparto de influencias de las potenciasque tienen más peso político y económico dentro del concierto interna-cional. Como se puede ver, son demasiadas dudas y puntos obscuros losque hay como para admitir sin notables objeciones que ésta sea la fórmulamás oportuna para evitar, mediar o gestionar conflictos.

Si bien resolver conflictos mediante intervenciones militares acarreamúltiples dudas a muchos activistas por la paz y no es aún materiaconsensuada en una agenda común pacifista, sin embargo, sí existeunanimidad y conformidad en el denominado intervencionismo humani-tario, una forma muy activa de acción directa en los lugares donde seproducen conflictos. Han sido las organizaciones no gubernamentales(Ong’s) con su trabajo cívico, diplomático, paliativo, mediador y recon-ciliador las que han reactivado los programas y las acciones del pacifismo.Como ha señalado Welling Hall, las Ong’s han acabado dando eficaciaa los movimientos por la paz: más alto grado de legitimidad (por suincorporación por ejemplo al Consejo Económico y Social de NacionesUnidas); más concienciación e innovación (aportando nuevas necesidadesa la agenda); por la construcción de alianzas (el trabajo voluntario permitecolaborar a muchos niveles y no exige ningún tipo de marchamos de origenideológico, etc.); nuevas y más movilizaciones (con aportaciones de mássectores sociales de otros grupos).94

Este pacifismo humanitario nace del compromiso de una parte im-portante de la sociedad civil que siente la necesidad de implicarse desdesu trabajo en pequeños equipos, con decisiones autónomas, medianteapoyo a programas concretos, con acciones «micro», etc. a involucrarse

en la construcción de la paz (entendida fundamentalmente como pazpositiva), es decir, hacer desde sus posibilidades y su espacio de actuacióntodo lo posible por influir en lo global, lo internacional, lo «macro».

Por tanto, a través de la denuncia y la crítica de las lacras y causasque motivan los conflictos -más allá de las simples guerras- internacio-nales, regionales o locales, que implican cuestiones muy directas deviolencia estructural: subdesarrollo, hambre, pandemias, armamentismo,miseria, dependencia, etc.; y, sobre todo, con sus formas de trabajo másdemocráticas, flexibles, conocedoras y experimentadas, así como gene-radoras de redes de conexión informativa, formativa, solidaria, etc., puedenllegar con más prontitud y rapidez a las zonas más necesitadas. Esta suertede nuevo y numeroso voluntariado extendido por todo el mundo, dadoal altruismo, la generosidad y el sacrificio está cargado de buenas inten-ciones y valores, pero en muchos casos sin embargo carece de formaciónadecuada o adolece de perspectivas para comprender la situación generalen la que debe actuar. En este sentido, también el trabajo de las Ong’sesta mejorando sensiblemente mediante acciones de formación, capaci-tación y especialización de su personal para adecuarlo a sus necesidadesy, sobre todo, a una labor constante y comprometida.95

También al pacifismo humanitario se le ha denominado una formade diplomacia popular96 porque ofrece un grado de cobertura de lasnecesidades y muestra un rostro diferente a la diplomacia convencional,apostando por el acercamiento solidario entre los pueblos y las gentes.En su trabajo funciona como una forma más de ejercicio de la no-violencia,porque no sólo pone en marcha -allí donde actúa- medidas paliativas opreviene potenciales conflictos, sino que se constituye en un agente difusorde la denuncia de los sistemas injustos y corruptos, de la crítica de laviolencia física y estructural, porque ayuda a encauzar las acciones delas poblaciones mermadas o asoladas por un conflicto, les da confianza,autoestima y les apoya para reconstruir sus capacidades organizativas.

Asimismo, también, en el ejercicio de este nuevo compromiso, la ayudaprestada a Naciones Unidas por la diplomacia popular no-violenta ha sido

94. Aunque se refiere especialmente a la relación Ong’s y movimientos antinucleares,su trabajo de campo está vigente para extenderlo al pacifismo humanitario, víd.WELLINGHALL, B. (1986) Il movimento per la pace antinucleare: verso una valutazione della suaefficacia, en I movimenti per la pace I. Le ragioni e il futuro. Torino, 60-94.

95. Cfr. DOMINGO MORATALLA, Agustín (1997) Ética y voluntariado. Unasolidaridad sin fronteras.Madrid.

96. Víd. SHARONI, Simona (1997) La logica della pace. La trasformazione dei conflittidal basso. Torino y RUPESINGHE, Kumar (1998) Civil Wars, Civil Peace. An Introductionto Conflict Resolution. London, 96 y ss.

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y es inestimable97 , especialmente muchos de los programas de ayuda contrael hambre, de vacunaciones masivas, de proyectos de desarrollo, depolíticas para la igualdad de las mujeres, de apoyo a los refugiados, etc.serían imposibles de realizar si no fuera con el respaldo humano y materialde los voluntarios de las Ong’s que trabajan dentro del pacifismo huma-nitario. La imagen de Naciones Unidas en muchas ocasiones son ellos,un personal muy técnico, que no porta armas, con un mandato expresode solidaridad humana, con fuertes convicciones éticas, por lo generalrespetado por todas las partes en conflicto, ayudados por la fe que de ellosdan los reporteros de los mass media, etc. Otro tanto igual sucede conlos activistas que trabajan dentro del campo de la enseñanza y la culturade la paz, en su difusión y cimentación.98 Igualmente, para los másespecializados, su trabajo se ha acabado ampliando a los campos de laresolución (de conflictos), de la reconstrucción (de los tejidos socialesdestruidos por la guerra) y de la reconciliación (enseñando la cultura dela paz).99

Esta labor a la que nos referimos, se ha multiplicado en los últimostiempos, siendo a través del término peacemaking: como diplomaciaparalela en un proceso de negociación para mediar, acercar posiciones,hacer de arbitro, reconducir el conflicto, etc., o en situaciones más avan-zadas permitir la firma de una paz. Los ejemplos de Mozambique, OrientePróximo, Irlanda del Norte son suficientes para comprobar cómo la acciónmediadora de las Ong’s está siendo cada vez más importante en laculminación de conflictos bélicos en acuerdos de paz. El otro término esel de peacebuilding, esto es, auténticos constructores de paz, un procesomucho más largo que requiere reconstrucciones sociales, económicas,culturales y políticas bajo el amparo de escenarios, planificación y teoríade paz; y, también, la reconciliación que deberá desarrollar una relacióndiferente entre las partes en conflicto que evite volver a repetir situacionesque condujeron a la violencia.

Este presente consideramos que marcará las lineas para el futuro. Estasmodernas formas de organización (de redes transnacionales y agentescolectivos) y de metodologías de acción (especialmente no-violentas) dedifusión del pensamiento pacifista y de la construcción de la paz nosignifican la definitiva solución a los retos humanos, sino un salto im-portante en la superación de una etapa histórica marcada por el bipolarismoideológico y geopolítico que fue contestado por el pacifismo antinuclear.A nuevos retos, nuevas respuestas. Y esa capacidad de adaptación y deflexibilidad de la sociedad civil constructora de paz a lo largo de los últimosdoscientos años vuelve a reflejarse adaptando los fundamentos solidarios,humanitarios y universalistas de su pensamiento profundo a los nuevosretos y necesidades.

Viejos y nuevos pacifismos se siguen dando la mano, a través de laexperiencia acumulada, juntando reivindicaciones comunes y deseables,aportando alternativas a nuestras sociedades, en un ejercicio legítimo depermanente insatisfacción con la realidad. Porque el pacifismo cree,esencialmente, en el género humano, en el ejercicio consciente de trans-formación de realidades injustas, indeseables y abyectas. Sin ese, nece-sario, aire que va del optimismo a la esperanza, la paz nunca se haríaposible y realizable. Porque quién puede dudar que la paz es el mejorregalo que la propia humanidad se puede otorgar a sí misma, pero la pazno es real sin una auténtica y constante construcción democrática, sin irde la mano de valores como la justicia, la equidad y la sostenibilidad.Esa seguirá siendo la principal tarea de los pacifismos: recordarnos nuestrapermanente insatisfacción y advertirnos del compromiso ineludible contoda la humanidad.

97. Víd. LOTTI, Flavio e GIANDOMENICO, Nicola (a cura di) (1996) L’Onu deipopoli. Progetti, idee e movimenti per riformare e democratizzare le Nazioni Unite. Torino.

98 Víd. UNESCO (1996) From a Culture of Violence to a Culture of Peace. Paris.99. Víd sobre esta cuestión a FISAS, Vicenç (1998) Cultura de paz y gestión de

conflictos. Barcelona; LEDERACH, J.P. (1998) Construyendo la paz. Reconciliaciónsostenible en sociedades divididas. Bilbao; y GALTUNG, J. (1998) Tras la violencia,3R: reconstrucción, reconciliación, resolución. Afrontando los efectos visibles e invisiblesde la guerra y la violencia. Bilbao.

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