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    INTRODUCCIN

    LA TECNOLOGA ES POLTICA POR OTROS MEDIOS

    IGOR SDABA

    NGEL GORDO

    Hasta fechas muy recientes, la tecnologa se ha contemplado comoun hecho neutro, extrao, autnomo y monopolio exclusivo deingenieros y cientficos. Apenas se ha reparado en ella como unelemento intrnsecamente social hasta bien entrada la segundamitad del siglo XX. A pesar de reconocer y registrar las interaccio-

    nes que podan tener un invento o una innovacin en los mbitoscolectivos, siempre aparecan como fenmenos externos, ajenos,secundarios o independientes. Coincidiendo con algunas aporta-ciones tericas en los estudios sociales de la ciencia y la tecnologa(Bloor, 1991; Domnech y Tirado, 1998; Blanco 2002; Law

    y Hassard, 1999; Latour, 2005) y el reconocimiento ciudadano delpapel que la tecnociencia ha ido adquiriendo en nuestras vidas, seha ido produciendo un cambio de paradigma sociotcnico a granescala. A la par que la mirada acadmica recompona su enfoque, elrol social del lego se resituaba en su faceta de constructor, apropia-dor y utilizador de los sistemas tcnicos y expertos. Se ha recupera-do, en apenas dos o tres dcadas, un discurso sobre la tecnologaque reivindica su naturaleza poltica y su vnculo ntimo con laorganizacin social en muy diversos grados.

    En ese sentido, consideramos que todava, y especialmente ennuestro pas y en nuestras ciencias sociales, faltan trabajos e inves-tigaciones que se dediquen a perfilar esos nexos fuertes entre el

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    campo de lo tcnico y el universo poltico como elementos no slocolindantes sino mutuamente interrelacionados, evitando esa vieja

    y perversa separacin entre ambos que parece dotar de soberanae independencia a la ciencia y a la tecnologa.

    An prevalece la concepcin mitolgica y naturalizante quecoloca a la pareja ciencia-tcnica en un pedestal elevado, comodominio extrapoltico regulado por leyes naturales y asociales.Frente a ella, la mirada que aqu sugerimos intenta analizar tecnoscomo un mbito poltico, las ciencias aplicadas como un espacio

    donde se dirimen relaciones de poder y el conocimiento expertocomo un lugar conflictivo donde numerosos agentes pugnan, cons-truyen, deliberan e interaccionan.

    No obstante, para ms clarificaciones, no estamos diciendo quepoltica y tecnologa se puedan mezclar circunstancialmente encoyunturas especficas o coordenadas concretas, estamos apuntandoque son dos caras de la misma moneda social, que cada una de ellas escondicin de posibilidad de la otra. En nuestras sociedades, parafra-seando a Clausewitz, el hiperdesarrollo cientfico y de las ramas apli-cadas nos conduce a pensar que la tecnologa es poltica por otros medios.La vida social est tcnicamente mediada de manera constante e inin-

    terrumpida (algo que ya expusieron trabajos punteros como el deMumford (1936), y ms recientemente otros estudios desde la histo-ria de la tecnologa (Cardwell, 1996; White, 1973) y desde perspectivasinterdisciplinares (Gray, 2004; Gordo Lpez y Cleminson, 2004)), demanera que no puede ser comprendida al margen de esta mediacin.La tecnologa no es simplemente el control racional de la naturaleza enla produccin fabril o en el uso del armamento militar, sino que sudesarrollo e impacto permean todas las reas de actividad social.

    El corolario es inmediato, cualquier intervencin poltica(propuesta de cambio social) requiere la incorporacin de la tecno-loga como espacio de operaciones y como horizonte a transformar,en fin, como un espacio en pugna. Dicho ms claramente: Las for-mas modernas de hegemona estn basadas en la mediacin tcni-ca de una diversidad de prcticas sociales, sea la produccin o lamedicina, la educacin y el ejrcito, y en consecuencia, la demo-cratizacin de nuestra sociedad requiere un cambio radical tantotcnico como poltico (Feenberg, 1992).

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    Hay autores que han estirado esas reflexiones hasta sus lti-mas consecuencias. Nos referimos a pensadores como Langdon

    Winner para el que los artefactos y cachivaches tcnicos son en spoltica (Wienner, 1985). Los trastos, artilugios y mquinas quenuestra cultura confecciona y elabora sin cesar vehiculan relacio-nes de poder y autoridad en torno a las cuales se organizan las prc-ticas sociales cotidianas. No hay usos polticos de la tecnologa sinoque, parafraseando esta vez al feminismo, lo tcnico es poltico.

    Frente al fatalismo del determinismo tecnolgico (Aibar, 2001)

    o del misticismo ciberntico que campa a sus anchas en la opininpblica moderna, Winner y otros autores (David Noble, sin ir mslejos) alertan y reivindican que la tecnologa es una eleccin socialque encarna y reproduce las bases de la vida poltica hoy en da (Gray,2005; Jijena, 2002; Noble, 1999; Plant, 1998). Visualizar estas opcio-nes es una tarea pendiente en las ciencias sociales. Hacer palpablesesos constructos histricos y las vas concretas que se han tomado a lahora de desarrollar, implementar y difundir los saberes tcnicos esuna labor an por completar y a la que este libro pretende sumarse.

    Por otro lado, frente a la imagen clsica y reducida de miras quepercibe la tecnologa como un coto exclusivo de multinacionales,

    capitales y gobiernos, nuestra apuesta apunta a visibilizar la relacincada vez ms estrecha entre los movimientos sociales y los dispositi-vos tecnolgicos. La gestin empresarial de lo tecnolgico vela perono esconde en su totalidad el hecho de que, desde tiempos remotos,los movimientos polticos y ciudadanos han encontrado en el espaciotcnico herramientas de lucha y posicionamiento. Ello no implicaasumir una mirada ingenua y tecnfila que vera en las innovacionestecnolgicas un instrumento de liberacin y bienestar mundial. Msbien soporta la idea de que el poder ejercido por los expertos de lossistemas tcnicos tiene su correlato en el contrapoder operado desdeotras geografas de lo social por los legos y las redes sociales.Rompemos, por tanto, con la representacin de una tecnologa alservicio nicamente de los amos del mundo (algo innegable pero noexclusivo) y asumimos una cierta ambivalencia poltica de la misma.

    El espacio de la ciencia y la tcnica se ha difuminado lo suficien-te como para no ser un ente monoltico, sino un complejo abanico dedispositivos y mecanismos cuya distribucin y utilizacin social

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    (eso s, desigual) tiene efectos inesperados y variables. Tanto losprocesos de cambio tecnolgico como los de cambio social y culturalguardan una estrecha pero enredada relacin de contornos sinuosos

    y nada evidentes. Uno de los objetivos de este libro es tambin deli-near esos lazos (visibles e invisibles) entre las representaciones cul-turales de la accin poltica y las de la accin tcnica.

    En esta lnea, los medios de comunicacin y ciertas herramientastcnicas han sido recursos frecuentemente movilizados para la accincolectiva (vase, por ejemplo, la teora de la movilizacin de recursos

    de los Oberschall, McAdam, McCarthy, Zald, Snow, etc.). Ms an, hoyen da nos atrevemos a aseverar la estrecha relacin entre ciertosmovimientos sociales y las nuevas tecnologas. Por un lado, movi-mientos de corte ms clsico que aprovechan o se apropian de faci-lidades y usos tecnolgicos en su actividad diaria (coordinarse,identificarse, comunicarse, organizarse o convocar). Un recurso quequeda incorporado al quehacer cotidiano. Por otro, florecen y emer-gen nuevos modos de actividad social y participacin poltica al calorde los ltimos ciclos tecnolgicos. Son grupos y acciones colectivas quebrotan o germinan en espacios mediados tecnolgicamente o alrede-dor de tpicos tcnicos o cientficos (por ejemplo, el software libre).

    Nos referimos a intervenciones polticas cuyos objetivos, metaso mtodos estn ligados directamente a temticas de ndole cientficao tecnolgica (afines a los as llamados novsimos movimientos socia-les, movimientos antiglobalizacin o valores posmaterialistas).

    Por todo ello, es posible afirmar que no es posible comprender niestudiar los movimientos sociales contemporneos sin entender suslazos de unin con el entorno tecnocientfico. Obviamente, cuandohablamos de movimientos sociales estamos cubriendo un rangoamplio, una gama de propuestas, proyectos y envites extensos, en elque pueden alistarse numerosos ejemplos y muestras: desde las redesP2P a las alternativas al transporte urbano contaminante, pasando porlas campaas de antipublicidad virtual, los hacklabs, las redes socialesdigitales o los medios de comunicacin alternativos. Ya no se puedeconsiderar nicamente el campo tcnico como un mero instrumentode control y dominacin sino tambin como un objeto reciclable, mol-deable y construible desde otros terrenos de lo social cuyas orientacio-nes son heterogneas y cuyas consecuencias son an indeterminadas

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    (y merecen ser exploradas en profundidad). Es decir, recuperandouna frase de G. Lovink (2004: 47): La tecnologa no es algo inevitable,sino algo diseado, que se puede criticar, cambiar, socavar, transfor-mar y, de vez en cuando, ignorar para subvertir sus tendencias limita-doras y totalitarias; ya estn provocadas por los estados o por losmercados. Este libro pretende asimismo sondear esas experimenta-ciones y subversiones de la tecnologa que estn en marcha.

    Igualmente, en contra de la idea de la tecnologa como cajanegra (black box) (Woolgar, 1991), este volumen presenta numero-

    sos ejemplos (los molinos de antao, los automviles, los telfonosmviles, elsoftware libre, los chats, la Web 2.0) en los que lejos deun monolito opaco, terminado y obstruido, lo tcnico es objetode tanteo y alteracin en el laboratorio social y es redefinidoconstantemente desde lo local y lo colectivo. Al calor fundamental-mente de las redes de comunicacin digital han surgido originalesmaneras de gestin de multitudes inteligentes (Rheingold, 2005)o vida cvica online (Bennet, 2007). Los casos que se exponen eneste libro demuestran esos nuevos fenmenos de politizacin de latecnologa y de tecnificacin de la poltica.

    Dando un paso ms, es necesario resear que, como hemos

    mencionado, en esta nueva hornada de movimientos sociales, latecnologa no es un mero recurso, un utensilio ms al que se acudesi la ocasin lo requiere. El dilogo persistente entre la mediacintcnica y la accin poltica moldea culturalmente a dichos movi-mientos, cuyas identidades colectivas (no exentas, paradjicamen-te, de asimetras de gnero y de procesos de individuacincamuflados en nuevas formas de creatividad o intelecto inmaterial)(Biglia, 2005) se nutren igualmente de lo tecnolgico y, por tanto,de sus condiciones sociohistricas y econmicas de posibilidad(Mumford, 1936).

    La teora de la movilizacin de recursos ha sido criticada pre-cisamente por eso, por no ser capaz (en sus primeras versiones) deincorporar la dimensin cultural e identitaria en la formacin

    y desarrollo de la accin colectiva (Melucci, 1989). La fuerza motrizde las transformaciones sociales en curso no es una simple acumu-lacin de hardware o su mayor eficacia y velocidad, sino su adecua-da combinacin con la cultura digital y los imaginarios vigentes.

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    Los episodios ms exitosos o llamativos de la hibridacin entre lotcnico y lo poltico demuestran, como puede verse en las pginasque siguen, todas estas intuiciones.

    Por lo tanto, y a modo de resumen, algunas de las pretensionesde este volumen son destruir el mito de una tecnologa asptica,cerrada y neutral, sortear los efectos colaterales del determinismotecnolgico, evitar la desintegracin ingenua de lo social y lo tcni-co y entender la emergencia de nuevas formas de intervencinpoltica y mediacin tecnosocial, al amparo de un proceso de glo-

    balizacin y de las galopantes asimetras sociales inherentes almismo.

    Antes de dar paso a la presentacin de las distintas partesy captulos del texto, es preciso sealar parte de su gnesis singu-lar, a medio camino entre los quehaceres acadmicos y las arenasdel activismo poltico. Los textos que incluye parten de la perse-

    verancia y el trabajo de un grupo de investigadores e investigado-ras y militantes que llevan tiempo colaborando alrededor de lostemas que suscita la conjuncin reciente entre tecnologa y pol-tica. Ms en concreto, de la actividad que viene desarrollndoseen el grupo de investigacin Cibersomosaguas: Cultura Digital

    y Movimientos Sociales (www.cibersomosaguas.com) ubicadoen la Facultad de Ciencias Polticas y Sociologa de la UniversidadComplutense de Madrid desde hace varios aos1. En l se produ-ce investigacin terica y aplicada en torno a las tecnologasdigitales y las nuevas modalidades de participacin, sociabilidad

    y movilizacin poltica. Desde sus inicios en el ao 2002, elgrupo ha tratado de fomentar la cooperacin entre estudiantes,investigadores y docentes, funcionando como un centro para eldesarrollo de investigaciones junto con otros colectivos extraa-cadmicos. Gran parte de los trabajos aqu incluidos son fruto deestas colaboraciones.

    El libro est estructurado en cuatro partes. Las dos primeras,dedicadas a las relaciones entre tecnologa y subjetividad en dife-rentes escenarios histricos (primera parte) y a cuestiones concep-tuales y epistemolgicas acerca del ciberespacio (segunda parte),dejan paso a estudios de caso de los nuevos medios de comunica-cin y las tecnologas sociales Web 2.0 y la blogosfera (tercera

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    parte), y al anlisis de las arquitecturas polticas y movilizacionesque surgen en estos espacios (cuarta parte).

    La primera parte, titulada Historia, tecnologa y subjetividad,indaga acerca de las formas de subjetividad que distintas materialida-des, tcnicas o tecnolgicas, legas o cultas, colectivas o individuales,contribuyen a forjar en escenarios histricos y sociales especficos.

    El primer captulo, a cargo de R. Cleminson y A. Gordo, con-sidera las tecnologas del transporte y sus connotaciones sexualesen el paisaje urbano moderno, para detenerse seguidamente en el

    anlisis de tcnicas y espacios propios de pocas pasadas altamen-te productivos, en parte debido a las relaciones sexuales y las dife-rencias y tensiones sociales inherentes a los mismos (los molinos,los monasterios dplices). El captulo concluye ilustrando la utili-dad de este tipo de miradas histricas en el anlisis de las tecnolo-gas sociales actuales.

    Los siguientes trabajos en esta primera parte retoman y pro-fundizan en algunas de las relaciones entre tecnologa y subjetividadreferidas en el captulo anterior. M. Domnguez, siguiendo los tra-bajos de M. Foucault, afirma que la flexibilidad y libertad que carac-terizan las comunicaciones chats son parte de dispositivos que

    sujetan a los individuos inevitablemente a su identidad y a sus auto-rrelatos. Dibuja este tipo de comunicaciones digitales como parteactiva de una continua esttica de transformacin del yo, que hundesus races en la filosofa griega y cristiana, en el concepto de cuida-do de s mismo y la posteriores tcnicas de confesin, que ensalzanel despliegue del yo individual a costa de otras posibles identidadesgrupales o subjetividades colectivas. Transformaciones que, lejos deser azarosas, segn el autor, resultan altamente productivas y ajusta-bles a lgicas socioeconmicas del capitalismo tardo.

    Fruto de una prolongada colaboracin durante los ltimos aosentre el grupo de investigacin Cibersomosaguas y FARAPI, una con-sultora de estudios antropolgicos aplicados, el siguiente captuloseala la centralidad del automvil en la sociedad y subjetividad con-temporneas. R. Heiber, B. Moral, B. Pecharroman y A. Gordo, a partirdel anlisis despots publicitarios, sugieren que la cultura de la auto-movilidad, al igual que otros espacios y dispositivos biopolticos,participan en la gestin y regulacin de la vida (y la muerte).

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    Los trabajos reunidos en Conceptualizacin y epistemologastecnosociales (segunda parte) encuentran un referente comn en laepistemologa ciborg de D. Haraway, aunque en diferentes grados

    y con distinto nfasis. J. Mayans, en su revisin conceptual, reconoceque el manifiesto ciborgde Haraway es altamente inspirador, precisa-mente por su esfuerzo nominalista y conceptualizador; C. H. Gray

    y S. Mentor radicalizan las propuestas materialistas e hbridas deHaraway cuando plantean que todo manifiesto en s es un ciborg,mientras que F. Garca Selgas toma como punto de partida el modelo

    de articulacin propuesto por esta epistemloga feminista en su crti-ca del paradigma cognitivo hegemnico basado en la representacin.

    J. Mayans clarifica las connotaciones polticas de los trminosempleados habitualmente para designar la realidad tecnolgica emer-gente. En contraposicin a la vaguedad y conservadurismo propio dela sociedad de la informacin o sociedad del conocimiento, y a las

    visiones esencialistas y elitistas que acompaan a la nocinde cibercultura entendida sta como una subcultura cualquierade unos pocos y pocas, bien sean freaks, pantalleros, geeks, nerdso generacin Einstein, afirma que la nocin de ciberespacio per-mite traer a primer plano la naturaleza profundamente social y mate-

    rial de las tecnologas, dejando a su vez al margen los determinismostecnolgicos o los esencialismos sociales. El captulo finalmenteidentifica las concepciones del ciberespacio actualmente en pugna.

    En una ambiciosa apuesta de renovacin postmaterialista delmodelo epistemolgico de la articulacin, inspirado en los trabajos deD. Haraway, F. Garca Selgas propone despojarse del modelo cogniti-

    vo de la representacin, y del orden liberal inherente al mismo, ascomo de cualquier legado, en el que el autor incluye no slo la uni-lateralidad (y el relativismo) de los constructivismos que hacendepender todo el conocimiento de las actividades e interesesestrictamente humanos [] sino tambin la pura simulacin osemiotizacin propias de las epistemologas postmodernas. Estedespojarse no cesa aqu. El autor sugiere a su vez un rechazo de lasrecientes iniciativas de modelos de ciencia participativa o mode-los hbridos (de las que nos hablan en mayor detalle Calln,Domnech y Tirado en este volumen) en la medida que contrapo-nen el conocimiento cientfico y el conocimiento lego. A cambio,

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    fiel a las enseanzas de Haraway y otras epistemlogas de la ciencia,propone sabernos efectos no inocentes de la tecnociencia y sumitologa y, sin embargo, empearnos en reconducir, desde dentro

    y manchados con sus impurezas, sus polticas ms intrnsecas,entre las que sobresale su pretensin de hablar la verdad.

    C. H. Gray y S. Mentor establecen un paralelismo ente el rece-lo que suscita la naturaleza hbrida del ciborg entre grupos progre-sistas y las susceptibilidades que instigan las ambigedades degnero. Los autores, lejos de limitarse a una ingeniosa defensa de

    los estudios crticos ciborgs, responden a sus detractores con unmodesto manifiesto donde se recogen, en su opinin, algunos delos principios para el conocimiento y el activismo ciborg.Inspirados en las experiencias de los movimientos sociales con laciberntica y otras formas de conocimientos esotricos, el cap-tulo termina con la tesis de que todos los manifiestos son ciborgs,en la medida que participan de la capacidad figurativa o realizado-ra del lenguaje y en la materialidad de las inscripciones en un pro-ceso de mutua reconfiguracin entre el sujeto y el objeto.

    La televisin enriquecida, multitudes inteligentes, medios partici-pativos, nueva arquitectura poltica, periodismo ciudadano, masas

    hbridas, son algunas de las nuevas realidades abordadas enContenidosy dispositivosde participacin/regulacin (tercera parte).Una consideracin comn a los captulos en esta seccin consiste enanalizar el papel que desempean actualmente los usuarios y usuarias delos nuevos medios y tecnologas sociales, en tanto que productores

    y consumidores (oprosumers) de contenidos e, incluso, dispositivos.M. Pascual, P. Parra y C. Sancho denuncian la inquietante pr-

    dida del vnculo entre lo meditico y lo social, con contenidos, en elcaso de la televisin, cada vez ms faltos de relevancia sociopoltica.Las autoras apuntan las nuevas posibilidades que atisban los mediosclsicos al amparo de las interactividad y participacin ciudadana,esto es, la posibilidad de dejar su tradicional papel de audienciapasiva para pasar a ser audiencia generadora de dichos contenidos.Hacen especial hincapi en la expansin y posibilidades de la tele-

    visin inteligente o enriquecida, y proponen un modelo demedios basado en la arquitectura de la participacin. Tambinsealan que recuperar el verdadero sentido de la comunicacin

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    supone recuperar el sentido de comunidad. Por ltimo, el captuloresalta el papel crucial desempeado por los blogs en la expansin dela Web 2.0, y en particular, el periodismo ciudadano, en especialaqullos cuyos contenidos estuvieron a cargo de personas que pre-senciaron en primera persona genocidios recientes (en la guerra deIraq o en el aplastamiento en Birmania).

    En un texto que simula el formato de las bitcoras o blogs, conopiniones y reflexiones cruzadas entre los propios autores, algunosde ellos avezados bloggeros, R. Arriazu, R. Blanco, G. Caro, A.

    Estalella y E. Gmez Cruz, recuerdan que el despunte del fenme-no blog, y por ende, de la Web 2.0, coincide con la crisis de lasempresas puntocom a partir de 2000, y aaden que para que dichotrnsito fuera posible, result imprescindible invertir los trminosde la hasta entonces tradicional lgica capitalista: convertirse enproductor en lugar de mero consumidor (prosumer).As pues,cuando preguntan: qu significa exactamente situar al usuario enel centro de la Web 2.0?. Arriazu et al. resaltan el individualismoexpresivo que impregna a la red (por ejemplo, en la redes socialescomo MySpace) y la lgica de acumulacin que acompaa a sus dis-positivos estrella (Youtube, Flickr, Diggs, Fotolog). En palabras de

    los autores, ahora se trata de hacer circular ms y ms fotos, msy ms vdeos, ms y ms enlaces, ms y ms usuarios. Por lo tanto,coinciden con Pascual et al. en que el principal logro de la Web 2.0es haber convertido al usuario o usuaria en el centro; no obstante,consideran que desplazar al usuario o usuaria a dicho centro (deldiscurso y de las prcticas) no significa depositar en l o ella y suscomunidades las capacidades de control.

    Ante los argumentos escpticos que mantienen que a la hora dela verdad el uso de internet no marca ninguna diferencia poltica enlas campaas electorales, F. Seoane y S. Jones muestran lo contrario,por medio de un estudio de campo que analiza el uso novedoso delas nuevas tecnologas realizado en Estados Unidos por parte delcandidato a la Presidencia demcrata en las primarias de 2006.Este trabajo sugiere el impacto del uso de blogsy quedadas (mee-tups) en las fases iniciales de captacin de activistas voluntarios y delos buscadores como Google, en fases posteriores, para la identifi-cacin y asignacin de tareas por parte de los propios voluntarios.

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    Sealan a su vez que en el contexto estadounidense internet haconseguido que la totalidad de la esfera poltica, incluso la msregional, pase a ser de inters estatal y que las campaas con bajopresupuesto, como las de Howard Dean en las presidenciales de2004 puedan llegar a competir, con los grandes despliegues demarketingpoltico2. No obstante, el captulo concluye atemperandolecturas excesivamente triunfalistas y remarca que los resultadosde Howard Dean, al igual que el impacto poltico de las tecnologassociales en las campaas electorales analizadas deben evaluarse en

    un contexto social y poltico ms amplio, por ejemplo, en el de unpas en guerra con Iraq, lo que desplaz un gran nmero de votoshacia el candidato ms progresista.

    Si en la seccin pasada los debates se circunscriben a la rele-vancia social y poltica de convertir a los usuarios y usuarias en pro-ductores y no slo consumidores de contenidos3, los siguientescaptulos muestran las tecnologas sociales llevan igualmente aso-ciadas un cambio en la magnitud y naturaleza de los colectivos quese construyen a la par de los contenidos y aplicaciones. Otras(in)propiedades: tecnoactivismo y capital cultural inmaterial(cuarta parte) incluye estudios de casos dedicados al anlisis de las

    movilizaciones, activismo y disputas legales vinculadas a la confi-guracin y usos colectivos de las tecnologas sociales que formanigualmente parte del paisaje poltico y social contemporneo.

    A. Lasn e I. Martnez de Albniz, en lnea con algunos de los an-lisis anteriores, profundizan en la arquitectura sociopoltica que emer-ge de la mano de las tecnologas sociales. Analizan otras modalidades deaccin y movilizacin mediadas por los mviles y los blogs: smart-mobs(por ejemplo, batallas de almohadas en plena ciudad) yflash-mobs (lasmovilizaciones previas a las elecciones generales espaolas de 2004).Estas mobidas o masas hbridas politizadas, a diferencia de la lgicaidentitaria e instrumental de la poltica que prevalece en los estudios demovimientos sociales, no generan ni identidades colectivas duraderasni formas de organizacin estables. As pues, el captulo invita a lasciencias polticas y sociales a considerar un problema de estructuracinprofunda de lo poltico, adems de hacer patente que estamos asistien-do a un cambio de paradigma en la movilizacin colectiva, eso es, dela movilizacin colectiva a la movilizacin de un colectivo.

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    Ante el protagonismo que en el da a da han adquirido las tec-nologas sociales, B. Calln, M. Domnech y F. Tirado preguntancmo repolitizar lo cotidiano a partir de otras formas de conoci-miento, colaboraciones y desarrollos tecnolgicos. A travs de unainvestigacin accin participativa en un taller tecnolgico barcelo-ns, Riereta, indican que la principal diferencia en la lgica de pro-duccin de conocimiento entre este tipo de espacios tecnoactivistas

    y las redes oficiales de conocimiento tecnocientfico radica en ladivisin entre conocimientos expertos y legos que mantiene los

    circuitos oficiales. La segunda parte del captulo presenta una seriede iniciativas novedosas que procuran articular el conocimientoexperto y el lego en el mbito de los estudios de la ciencia y la tec-nologa (por ejemplo, mediante la colaboracin entre investigado-res y asociaciones de enfermos y otros grupos de presin alrededordel sida o de enfermedades genticas poco habituales). El captuloremarca que a pesar de que el tecnoactivismo se asemeja a las pro-puestas de democratizacin de la ciencia y la tecnologa que estnasociadas a la implementacin de foros hbridos, no obstante, elprimero radicaliza las operaciones de los segundos.

    El libro llega a su fin con un captulo a cargo de A. Garca e I.

    Sdaba, quienes se adentran en el debate candente en torno a lapropiedad de un objeto jurdicamente indeterminado y de dif-cil patente, como es el software. A travs de un estudio de caso, laDirectiva Europea sobre Patentes de Software, los autores traen ala palestra el debate sobre la patentabilidad y mercantilizacin deun conocimiento tcnico esencial para la vida diaria, como el soft-ware, piedra de toque de la industria informtica, arquetipo de laproduccin industrial e intelectual en el capitalismo global4. Losautores sealan que el principal atractivo del movimiento de soft-ware libre reside en poner en duda el mismo modelo de mercado ysus leyes de PI para la produccin y distribucin de software. Msan si el mismo movimiento supone una alternativa real (Linuxa la cabeza pero tambin OpenOffice, Mozilla y otros) a los mode-los hegemnicos que reclaman y defienden la patente individualdel software. El captulo concluye recordando, al igual que lamayora de los trabajos recogidos en este volumen, que la tecno-loga no es mera cuestin de expertos que deciden desde sus

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    torres de marfil, sino objeto de deliberacin pblica y elementoconsustancial para la vida poltica contempornea, y que de losantagonismos y tensiones emergen nuevas formas de vincularpoltica y tecnologa, una suerte de movimientos sociales denuevo cuo.

    Por ltimo, queremos agradecer la confianza que Los Libros dela Catarata tuvo en este proyecto representativo de las inquietudes

    y colaboraciones que constituyen el trabajo de Cibersomosaguas.Igualmente desearamos mencionar el excelente hacer editorial de

    Olga Absolo, su apuesta y vocacin en el nada fcil mundo editorial.

    NOTAS

    1. La publicacin de este volumen y las investigaciones que fundamentan alguno desus captulos han sido posibles gracias a los fondos de investigacin recibidos porCibersomosaguas: Grupo de Investigacin de la Cibercultura y los Movimientos Socialesen la convocatoria 2007 para la financiacin del Programa de Creacin

    y Consolidacin de Grupos de Investig acin Universidad Complutense-Comunidad de Madrid, adscrito al Contrato Programa en el marco del IV PlanRegional de Investigacin (solicitud CCG07-UCM/HUM-2600).

    2. En las generales espaolas de marzo de 2008 hubo gabinetes de demoscopiaque recurrieron a un programa informtico especializado en el sondeo de opi-

    nin a travs de la blogosfera. Este tipo de programas y sondeos novedosos fue-ron de gran vala frente a eventos trgicos preelectorales y sus posiblescondicionamiento del voto, tras el asesinato de Iaki Dubrueil en el Pas Vasco,afiliado del PSOE, dos das antes de las votaciones.

    3. El informe eESPAA (2007: 28) se suma a este tipo de consideraciones al afir-mar que los principales desarrollos de la sociedad de la informacin nosurge(n) de la actividad premeditada de los ingenieros, sino como propiedademergente de la propia red de redes. Y lo hace(n) para reflejar que tal comose viene afirmando en numerosos foros desde principios de siglo la verdade-ra killer-app (aplicacin ms exitosa) de internet son/somos las personas.

    4. Caracterizada por la inmaterialidad del producto, trabajadores intelectua-les, conexiones mundializadas, trabajo en red, valorizacin de l o intangiblefrente a los modelos de produccin clsicos (basados en la industria delautomvil).

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  • 8/2/2019 la tecnologa es poltica por otros medios-igor sdaba

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