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    Estimados/as lectores/as:

    En este nmero de La tela encontrarn, entre las varias notas, una entrevista al periodista venezolanoModesto Emilio Guerrero, quien con sentidas palabras reexionaba sobre la gura de Hugo Chvez,escasos das antes del fatal desenlace. Deca el poeta Jos Mart: De una Patria, como de una madre,

    nacen hombres. Qu apariencia sencilla y cunto nos dice! Es la Patria tumultuosa la que rompe enllanto al despedir a sus hijos, en las calles, en las moradas, en los momentos y rincones menos espera-dos. Eso mismo ha ocurrido en nuestro suelo, en aquel tan lejano, pero tan presente, 26 de julio.

    Tiempo. Se dice de l que su paso ayuda a poner las cosas en perspectiva. Y es que con el correr de los

    das, de las ltimas palabras pblicas del hoy ex presidente venezolano, brotan aqu y all mltiples yvibrantes signicados. Solo dos quisiera traer a colacin en estas lneas, que -por casualidad o preme-ditadamente- correspondieron a los instantes nales de esa postrera alocucin: su evocacin de unatonada de los aos de la infancia, y su exhortacin a la Patria.

    Qu tendrn que ver estas palabras pronunciadas a tantos kilmetros con nuestra Universidad y sumodesta revista cultural? Esperamos que mucho, o al menos, en eso estamos empeados. De cara a lahora nal, un hombre pblico de la talla de Chvez, elige despedirse con una sencilla tonada con re-miniscencias de infancia y hace un llamado a la Patria Ser que nuestra ms ntima historia personal,y la de los pueblos, se nutre hundiendo all sus races? Estar el actual despertar poltico de nuestraAmrica hermanado con la creciente recuperacin de su cultura popular?

    Hemos intentado ensayar respuestas a estos interrogantes y compartir reexiones con ustedes a travsde diversos aportes, tanto en este nmero como en los que lo precedieron. El otro giro lingstico,ttulo de nuestra anterior edicin, se halla ntimamente ligado a estas cuestiones. Y tambin lo est elrecorrido que viene haciendo La tela por el cancionero popular, incluyendo en este nmero una notade la cantante y compositora Paula Ferr y una entrevista al conductor radial Sebastin Domnguez,quien lleva adelante desde hace 30 aos y por Radio Nacional, el programa De Segovia a Yupanqui.

    El para qu de nuestro proyecto es un interrogante pensamos que afortunadamente siempre enconstruccin. Sin embargo, al mirar nuestra pequea historia nos encontramos con tpicos que sereiteran: la preocupacin por compartir reexiones sobre ese fenmeno tantas veces abordado porlos ms diversos autores y tan esquivo a deniciones estancas: la cultura popular. A ella intentamosaproximarnos, a veces en trminos ensaysticos, otras, a travs de sus manifestaciones vertebradoras,como la cancin popular.

    Fue desde esa perspectiva que decidimos recuperar la palabra Cultura para nuestra Secretara, ahora

    de Cultura y Extensin Universitaria. Palabras. Palabras que son ladrillos en la construccin colectiva,puntos de encuentro y unin entre los pueblos, espadas para las batallas culturales. Porque si la historiade Amrica Latina es una sola, por qu no seran tambin comunes las palabras. Creemos encontrar allvaliosas claves para comprender la nueva gramtica latinoamericana, una gramtica que hace estallar losclaustros y las exclusividades, y abraza la impronta emotiva de las mayoras populares.

    La vida cultural en las Facultades Regionales, siempre protagonistas de estas pginas, nos propone unviaje por el Proyecto Musical UTN-Buenos Aires y, con la excusa de dos aniversarios (los sesenta aosde la Facultad Regional Santa Fe y los cincuenta de la Facultad Regional Resistencia), propone compartircon los lectores iniciativas de teatro, coro o artes visuales, que pueblan las aulas y pasillos de nuestraUniversidad. Pero no solamente los cumpleaos son motivo de festejo, tambin celebramos la presenciaen este nmero del Instituto del Profesorado Tcnico y de la Facultad Regional Concepcin del Uruguay.Y eso no es todo, Daniel Eduardo Galasso nos adelanta algunas lneas de su trabajo investigativo sobre

    uno de los hechos ms trgicos y absurdos de nuestra historia: el bombardeo a Plaza de Mayo.Los lectores que exprimen la revista de punta a punta, habrn de encontrarse, todava, con muchoms. Esperamos, como siempre, que el nmero que tienen entre manos sea de su agrado y que nodejen de hacernos llegar sus crticas y sugerencias.

    Lic. Sebastin E. PuigSecretario de Cultura y Extensin Universitaria

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    Informe: Luca Herrera

    Fotos: Juan Damiano

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    a cultura se hace un lugar ynos permite estas cosas: celebrarel sexto ao de una revista cultu-ral de una universidad pblicaargentina, comenz diciendo elLic. Carlos Zeta, primer oradorde la mesa. Es un caso singularporque hay decisiones singula-

    res que la respaldan, remarc,agradeciendo especialmente elapoyo del Lic. Puig y la labor detodos los que, desde sus distin-tas funciones, hacen posible lapublicacin de La tela. Se tratade un acontecimiento, y por esonecesitamos estos momentos deinterrupcin: para detenernos a re-flexionar sobre el significado quetiene, seal. Y preanunciandolo que luego sus compaeros de

    mesa desarrollaran en sus inter-venciones, sugiri: all donde lapalabra se pone imposible dijoparafraseando a Roland Barthes-escribamos pues. Escribamos como

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    escribe este tiempo, en las revistas,en las paredes, en los cuerpos. Es-cribamos, porque de esa escritura,probablemente nazcan los sueossoterrados.

    Por su parte, el director de nues-tra publicacin, el Lic. ClaudioVliz, enmarc las motivaciones

    del encuentro en la batalla culturalde la que estas pginas se ocupany a la que desean aportar: Los go-biernos populares, para enfrentara las corporaciones, necesitan con-sensos populares Y los consen-sos populares se logran mediantetransformaciones culturales, lin-gsticas; transformaciones en/dela palabra. Esta es una batalla coti-diana, interminable, y lo peor quepodemos hacer es bajar los brazoscreyendo que ya est ganada. Enese empeo est La tela de la ara-a, arm. Y agreg luego: Esta-mos viviendo aos muy intensos,complicados, aos de debates, de

    La tela de la araa celebr, en noviembre ltimo, su sexto aniver-sario en la Casa Nacional del Bicentenario, dependiente de la laSecretara de Cultura de la Nacin. Gracias a la invitacin de sudirectora ejecutiva, la Arq. Liliana Pieiro, y de acuerdo con elConvenio Marco de Cooperacin Mutua vigente entre ambasinstituciones, los responsables de la publicacin disertaron sobre

    medios y democracia en el siglo XXI, a propsito de lo que handenominado El otro giro lingstico, que da ttulo a la edicinN 17 de La tela. El panel estuvo presidido por el secretario deCultura y Extensin Universitaria, Lic. Sebastin Puig, quien fuesecundado por el director y el jefe de redaccin de la revista. La

    jornada se complet con la transmisin en directo de la Red deRadios de la UTN, y con un recital a cargo de la cantante y com-positora argentina Paula Ferr, quien supo compartir escenarioscon artistas de la talla de Mercedes Sosa, Len Gieco, VctorHeredia, Teresa Parodi y Silvio Rodrguez, entre otros.

    "L

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    crispaciones, de sinceramientos ytambin de sincericidios, de msca-ras que se han cado... aos por de-ms conflictivos, conflictivos enho-rabuena, por supuesto.

    Y expresamente con ese propsito,en su N 17, La tela retoma el concep-to degiro lingstico (formulado porla losofa europea hacia mediadosdel siglo XX), aunque ahora desdeun lugar distinto y para pensar una

    realidad completamente diferen-te. Este otro giro lingstico antici-pa, produce y traduce a la vez unaindita materialidad nuestroame-ricana: una revolucionaria trans-formacin de la lengua y la culturacon los pies embarrados de historia. Deesta manera, Claudio Vliz expresa-ba que entre la metfora hegelianadel bho de Minerva que desplie-ga sus alas al anochecer (es decir,de una lengua y una losofa que

    emergen slo cuando los hechos yahan ocurrido), y aquella pretensinapriorstica del lenguaje, es necesa-rio reponera la lengua y a la culturaen este campo de batalla en que losrelatos y las condiciones materia-les de existencia se construyen ydeconstruyen recprocamente. Noestamos totalmente en desacuerdocon la metfora hegeliana seal eldirector de La tela- hay momentos enque la lengua tiene serias dificulta-

    des para nombrar lo que ha ocurri-do. Pero tambin hay tiempos comoste, en los que ella se convierte envanguardia y consigue adelantarse alos hechos. Pensemos simplemente agreg en las leyes de 'identidad degnero', de 'femicidio', de 'matrimo-nio igualitario', o en el juzgamientode los responsables civiles de la dic-tadura". Estas conquistas sostieneVliz "suponen que, previamente,hemos logrado pensarlas y nombrar-

    las de ese modo. Tambin hemos re-valorizado algunas ideas que habanquedado en el cajn de los recuerdosdesde los aos 70:pueblo, nacin, re-

    lato, soberana.... Las hemos recupe-rado, recreado y resemantizado, y es-tamos produciendo algo nuevo conellas. Concebir a la dictadura comocvico-militar es lo que nos permi-ti juzgar a cientos de genocidas, ylo que ahora nos permite procesar alos Magnetto, a los Blaquier, entreotros tantos... La lengua no es inge-nua, y las transformaciones socialesy polticas no son posibles sin su de-

    cisiva contribucin. Este nuevo girolingstico, entonces, tiene los piesembarrados de historia, y es desdeaqu, desde La tela de la araa, queintentaremos estar a la altura de lascircunstancias, naliz.

    La mesa cerr con la intervencindel Lic. Sebastin Puig, quien recor-d los inicios de La tela, cuando llega sus manos el primer boceto de la

    revista: Hemos hablado de batallacultural, y cuando comenzamos con

    este proyecto, apareca el cuestiona-miento y la idea de que signifcaba un

    gasto; pero para nosotros, la cultura esuna inversin...Y que hoy nuestra uni-versidad, dedicada exclusivamente a latecnologa, est presente con este apor-te, este mensaje, estos pensamientos,tiene que ver con las construccionespolticas que tuvieron lugar a partir de2003: el aumento de presupuesto edu-cativo, el impulso al CONICET, el planRaces, la creacin del Ministerio de

    Ciencia y Tcnica, entre muchas otras.Nosotros nacimos como UniversidadObrera para darles herramientas a lostrabajadores, y sin embargo, durantelos aos 80 y 90 dejamos de pedir loscertifcados de trabajo a los estudian-

    tes, porque la mayora no conseguatrabajo. Y agreg poco despusPuig: Nuestra rea, la Extensin Uni-versitaria, se haba convertido en unespacio que generaba recursos parapagar los impuestos de la universidad.

    Hoy nuestro giro (lingstico) tieneque ver con refundar el extensionis-mo, recuperar su funcin de nexo conel medio, de promocin de la cultura.

    Esta publicacin es responsable de quehayamos vuelto a instalar la palabracultura en el nombre de nuestra secre-tara. sta es, desde entonces, la Secre-tara de Cultura y Extensin Universi-taria, y no es casual. stos fueron seisaos continuos de demostrar que lostecnolgicos tambin podemos traba-jar en lo cultural, porque la cultura nosatraviesa a todos... Seguiremos redo-blando esta apuesta; se est avanzan-

    do en otras propuestas culturales msall de esta publicacin. Vamos frme-

    mente por este camino, porque ste estambin nuestro aporte como universi-dad pblica que se sostiene porque elpueblo, cotidianamente, trabaja y pagasus impuestos. Entonces, esto es partede nuestra devolucin a este pueblo:formar cuadros tcnicos pero tambinpolticos, y, sobre todo, formar perso-nas, porque eso es lo que intentamoshacer principalmente.

    Dicho esto, los oradores dieronlugar a la actuacin de Paula Ferr.La cantautora argentina deleit a lospresentes con su trova apasionada ycomprometida, para culminar en un

    brindis que celebr la vitalidad denuestra palabra, plasmada en este

    proyecto que sigue tejiendo, comouna araa, en el entramado de nues-tra cultura

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    Nos acompaaron en la jornada

    Ing. Carlos Alberto Castillo,Ing. Andrs Mendivil, Ing. taloCorradini, Ing. Eduardo Cossio,Ing. Jos Mara Valentini (UTN),Prof. Carlos Alberto Romano(APUTN), Lic. Liliana Elsewood(UNDAV), Lic. Silvia Paglieta(Ministerio de Educacin de laNacin).

    Presentadora: Vernica PrezGuidek

    Cierre musical a cargo de lacantante y compositora PaulaFerr, acompaada en guitarrapor Adrin Odriozola

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    l escenario no pudo ser ms propi-cio. La inauguracin de la nueva sedede la querida Universidad Nacionalde Avellaneda, ubicada en las calles

    Mario Bravo e Isleta, en la localidadde Pieyro de la ciudad de Avella-neda. Las instalaciones, inauguradasel pasado 14 de marzo, forman partede la primera etapa de las obras de

    remodelacin del edicio y abarcanuna supercie total de 3226 metros

    cuadrados. All fueron construidas 21aulas y laboratorios de informtica ydiseo, adems de las ocinas del de-partamento de Produccin y Trabajo,las secretaras de Investigacin e Inno-vacin Socio-productiva y de Bienes-tar Universitario, las reas de Audito-ra, Bedela y Recursos Humanos. La

    presidenta de la Nacin, CristinaFernndez de Kirchner,

    junto al inten-

    dente de esa ciudad, Jorge Ferraresi, elministro de Educacin de la Nacin,Alberto Sileoni; el jefe de Gabinete,Juan Manuel Abal Medina; el secre-tario general de la Presidencia, OscarParrilli; el vicegobernador bonaeren-se, Gabriel Mariotto; y el rector de laUNDAV, ingeniero Jorge Calzoni, en-tre otras autoridades, animaron el acto

    ocial. El marco era imponente: milesde jvenes, agrupaciones polticas y

    vecinos que quisieron ser testigos pri-vilegiados de un acontecimiento queviene a cambiar sus vidas. Y las vidasde miles de estudiantes que, ahora s,pueden ejercer el legtimo derecho deacceder a la educacin superior.

    "A este barrio del conurbano llegauna obra grandiosa. Avellaneda fueun polo industrial en los aos 40 perodespus del Golpe de 1976 y la dcadade los 90, nos quedamos sin sueos. Vi-vamos en una Argentina sin despegue

    hasta que en el 2003 volvimos a creer,a tener sueos y esperanzas con la

    asuncin de Nstor Kirchner",expres la primera man-

    dataria en un tramo

    de su discurso.

    El intendente Ferraresi sostuvo:"Esta Universidad se traduce en in-clusin social porque gener 800puestos de trabajo entre docentes yno docentes. Alberga 5000 estudian-tes de los cuales el 84 por ciento sonlos primeros universitarios de la fa-milia".

    "Del 2001 al 2010 la poblacinen general creci un 10 por ciento,mientras que la poblacin con es-

    tudios universitarios creci un 54,6por ciento. Estos son los nmeros dela dcada ganada", sostuvo la Presi-denta, quien adems resalt el creci-miento del 68 por ciento de egresosprofesionales. La jefa de Estado agre-g que desde el 2003 "el presupuestouniversitario pas de 0,50 por cientodel PBI al 1,02 actual".

    Para La tela de la araa se trat,adems, de un momento especial.

    Gracias al empuje y decisin de

    Guillermo Figueroa, responsablede Medios, Prensa y RelacionesPblicas, la presidenta de la Na-cin tiene en sus manos los lti-mos tres nmeros de La tela. Noslo nos satisface por el empeosostenido, durante ms de seis

    aos, en hacer de esta revista unapublicacin cultural digna, dandocuenta en sus pginas de los deba-tes fundamentales de este tiempo.

    La satisfaccin es doble porque

    nos reconocemos en esta dcadahistrica: en su potencia transfor-madora no menos que en sus desa-fos latentes. Y estamos, ahora, en

    las manos de una de sus artfices

    incuestionables. Buen motivopara felicitarnos y redoblar elcompromiso

    La telapres(id)ente

    La tela de la araa. UTN. 7

    E

    * Agradecemos al estudiante de periodismo de la Undav,

    Dante Rodrguez, por el envo de esta foto.

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    La Trova

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    Por Paula Ferr

    Canto de Todos Argentina

    ivimos categorizan-do cosas, en la sociedad

    y en nuestra propia vida, po-niendo rtulos que nos ayudena comprender mejor; aunque esosrtulos-prejuicios nos cierren la po-sibilidad de asomarnos a lo nuevo, a lo

    distinto, a lo que no cabe en nuestras cla-sicaciones porque no lo conocemos. Hayquienes preeren directamente negar todoaquello que no se adapte a sus etiquetas

    cayendo en el desprecio a lo desconocido.As sucede a veces con la Trova o Cancin

    Social. Muchos desconocen su existenciasencillamente porque no est en el circuito

    comercial. Hemos asistido al despliegue delrock, del tango, del folclore y de la cancinmeldica; participamos de festivales, cert-menes y programas de TV; pero la CancinSocial, por fuera de estos registros, existe,orece, denuncia, acompaa procesos socia-les, forma parte.

    La Trova forma al trovador/a y vicever-sa. El trovador es un cantor que con una

    guitarra y su voz recorre el camino de suvida comprometindose con el entorno.

    Vuelca el propio sentir en una cancinque guarda un estilo potico y esttico, lacual se funde generalmente a una guitarra,siempre arraigada a un momento y a un lu-gar, a una lucha, a un pueblo.

    Una cancin ligada a la idea de Unin La-tinoamericana, a los valores ms bsicos y ala vez los menos practicados de hermandady solidaridad; una cancin que denuncia,a su paso, con la misma pasin, injusticiasparticulares, sociales y existenciales. Unacancin que propone y cree en un mundomejor. En oposicin a la cancin que setelevisa en los canales comerciales, quereere a la idea de fama individual y es

    absolutamente supercial en su temticay su nalidad, resultado de los aos 90cuando el neoliberalismo intent arrasarla cancin con fundamento.

    V

    El trovador/a tiene una manera de pen-sar y de sentir el mundo. Su cancin, la Tro-

    va, es sencillamente la vivencia del mundoque ese trovador ha logrado transmitir, es susntesis fundamental y su devenir.

    Poco se sabe de esta cancin consciente,aguerrida, enamorada y soadora, transfor-madora y profunda, sembradora de maanas.Algunos entienden de qu se trata cuando nosreferimos a Silvio Rodrguez y a Pablo Milans,fundadores junto a Vicente Feli, Lzaro Gar-ca, Augusto Blanca y Noel Nicola de la Nue-va Trova Cubana. Pero desde aqu, talentososmsicos como Juan Carlos Baglietto, SilvinaGarr, Fito Pez, Jorge Fandermole, Lalo de losSantos, Adrian Abonizio y Enrique Llopis hanmarcado un estilo y un gnero llamado TrovaRosarina en los aos 80.

    Aqu estamos los trovadores para dejar anuestros hijos un humilde legado de sentires eincitarlos a creer y luchar por sus sueos msgenuinos. Los que venimos, los que traemosen la sangre la poesa de Atahualpa Yupan-qui, de Hamlet Lima Quintana, Tejada G-mez y la maravilla de Cuchi Leguizamn yManuel Castilla, por nombrar solo algunos.Aqu estamos los que escuchamos el tango ynos abrimos a la msica latinoamericana de

    Vctor Jara y Violeta Parra en Chile, de Cae-tano Veloso y Chico Buarque en Brasil, deAl Primera en Venezuela y de tantos otrosreferentes.

    Hoy desde Canto de Todos, Movimiento deTrovadores Latinoamericanos fundado por

    Vicente Feli en 1999, nos proponemos ha-cer conocer y reconocer al mundo la Trova,

    desde cada rincn de Latinoamrica con suscaractersticas particulares y sus anclajes lo-cales pero siempre: guerreando por la ma-ravilla.

    La Trova

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    e realizar en Buenos Aires, en el mes de sep-tiembre, el Encuentro MujerTrova, en el cual seotorgar un reconocimiento a quienes hayan reco-rrido el camino de la Cancin Social y persistido enel compromiso de la Trova, a guitarra y voz, dandovuelo a sus canciones desde diferentes destinos del

    pas, representndonos y llevando nuestros valoresgenuinos al mundo todo.

    Se seleccionarn 10 trovadoras para asistir al En-cuentro MujerTrova, mientras que el resto delas inscriptas pasarn a formar parte de nuestrabase de intercambio entre mujeres trovadoras detodo el pas, ayudndonos tambin al relevamientoy conocimiento de las diferentes artistas que confor-man nuestro espectro, dejando abierta la posibilidadde realizar un segundo encuentro el prximo ao.

    El cierre estar a cargo de Vicente Feli (fundadorde la Nueva Trova Cubana y del Movimiento Cantode Todos) quien dar un reconocimiento a las selec-cionadas.

    La trovadora, esa cantora que con su voz recorreel camino de su vida comprometindose con suentorno, esa militante cultural cuyo compromiso escantar para hacer saber lo que sucede. Vuelca el

    propio sentir en una cancin que guarda un estilopotico y esttico, la cual se funde generalmente auna guitarra, siempre arraigada a un momento y aun lugar, a una lucha, a un pueblo.

    Paula Ferr, trovadora

    Informacin:MUJERTROVA en FacebookPor mail: mujertrova@gmail.comwww.mujertrovaargentina.blogspot.com.arOrganiza: CANTO DE TODOS ARGENTINA

    Requisitos:

    1- Acompaarse con un instrumento.

    2- Ser compositora de la cancin que se presenta.

    3-Ser argentina, o vivir en Argentina.

    Se solicita enviar:

    -2 temas en mp3, que luego pueden ser pedidos enwav (audio) para la realizacin del disco de difusin.

    -Las letras de los 2 temas con una breve resea desu composicin (relato personal sobre el nacimientode esas canciones).

    -El formulario de inscripcin lleno y firmado (esca-near y enviar por mail).

    -2 fotos en alta calidad para la difusin en afiches,facebook y otras vas.

    -Currculum actualizado.

    -Links de videos en youtube (si se poseen) sobrelas mismas canciones presentadas, o bien si no setiene el material grabado y solo existe el video enyoutube.

    Una vez seleccionadas las diez mujeres trovado-ras, nos comunicaremos, en cada caso particular yevaluaremos las posibilidades y necesidades de cadauna para poder asistir al Encuentro MujerTrova.

    La organizacin ser realizada por Canto de TodosArgentina

    La seleccin estar a cargo de la organizacin.

    Se realizar un disco de difusin previo al Encuen-tro MujerTrova.

    La convocatoria comienza el 8 de Marzo Da Inter-

    nacional de la Mujer y termina el 9 de Julio Da dela Independencia

    Les rogamos difundir la existencia de esta convoca-toria a todas las trovadoras del pas.

    S

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    Dilogos

    Por Guillermo

    Figueroa

    y Claudio

    Vliz

    L

    Sebastin Domnguez es un msico santafesino, docente, disertante y conductor radial. Cre y conduce elreconocido programa De Segovia a Yupanqui, audicin guitarrstica que lleva 30 aos consecutivos en elaire de Radio Nacional. Por esta persistente tarea ha obtenido numerosos premios y distinciones. Ademsde sus viajes por nuestro territorio, ha desarrollado investigaciones en Chile, Per, Uruguay, Brasil, Fran-cia, Alemania, Espaa, Finlandia, Suecia, Noruega y Rusia. El ao pasado, present, en la 38 Feria Inter-nacional del Libro, su nuevo trabajo literario:Atahualpa Yupanqui. Asuntos del alma. En el mes de octubre,su libro fue muy bien recibido en la Casa de las Culturas Latinoamericanas de Berln, Alemania.

    La tela de la araa.UTN. 11

    a tela: Su programaradial que ya lleva 30

    aos en el aire se llamaDe Segovia a Yupanqui.

    Sabemos por su libro de-dicado a este ltimo, queud. conoci personal-mente a Don Atahualpa,tambin pudo compartiralguna charla o encuentrocon Andrs Segovia?Sebastin Domnguez: S,tengo el privilegio y el honor

    de haberlo conocido perso-nalmente cuando vino por l-tima vez a la Argentina. En eseentonces, agosto de 1979, tuvela oportunidad de estar con l

    en dos ocasiones, en el Hotel Plaza,donde se alojaba. En una de ellas, sinan tener el programa en Radio Na-cional, le pude hacer una nota de casi40 minutos. Realmente fue un hechohistrico porque tenamos la posibili-dad de que todo ese caudal de sabidu-

    ra que qued grabado en una cinta,pudiera ser difundido en un medioradiofnico y en un programa dedica-do a la guitarra (como instrumento),

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    Sebastin Domnguez junto a Don Atahualpa Yupanqui

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    que hasta ese momento no exista.As es que en mayo de 1982 comienzoen LRA5 Radio Nacional de Rosariocon la audicin musical de Tiempo deGuitarra. En el segundo y tercer pro-grama difundimos aquella entrevista se-goviana con una repercusin inesperada.Al maestro Segovia se lo escuchaba atravs de sus discos, pero su voz era

    totalmente desconocida para el oyen-

    te radiofnico, y muy especialmentepara los colegas guitarristas. Nuncaimagin que aquel encuentro con DonAndrs tuviera tanta trascendencia:

    nuestra audicin Tiempo de Guitarra,que era inicialmente quincenal (con uncontrato por tres meses para producir

    6 audiciones) pas a ser un programasemanal, y por tiempo ilimitado! Lue-go, aun con este espacio nacido en Ro-sario y trasladado a LRA1 de Capital,naci De Segovia a Yupanqui gracias alapoyo de la seora Bib Campos. Por

    entonces, ella diriga el Servicio Ocialde Radiodifusin y sus 37 emisoras re-petidoras. Noticada por los respecti-vos directores del interior sobre el xitode audiencia de Tiempo de Guitarra, nossolicit producir un programa especialpara el Da de la Tradicin, contandocon el aporte de alguna gura signi-cativa del folclore nacional, sugirindo-me, entre los posibles protagonistas, a

    Eduardo Fal, Atahualpa Yupanqui oCarlos Di Fulvio.

    Lt: As fue como conoci al maestroYupanqui?SD: Efectivamente. Fue al primeroque llam, y me atendi l mismo. Lacita me la concedi para las 11 hs. del7 de setiembre de 1984. Era un aode intensa actividad de nuestro grancreador. Al igual que la entrevistacon Segovia, sta fue muy intensa yemotiva. Para esta ocasin, Atahualpa

    poda brindarme apenas cinco minu-tos de su tiempo. Yo me conformabaigual: era nada menos que Yupan-qui!, un artista reacio a los requeri-mientos periodsticos. Justamente, en

    el libro transcribo con lujo de detallesla primera entrevista, que dur msde una hora y cuarto. En total, pudereportearlo en cinco oportunidades.

    Tres, personalmente, para audiciones

    especiales, y las restantes, por telfonodesde el estudio radial. De aquellas

    vivencias con Segovia y de stas conYupanqui nace De Segovia a Yupanqui.

    Lt: Sabemos de los muchos premiosobtenidos...SD: Con esta audicin, hemos logra-do, junto a mi colaborador que meacompaa hace ms de 20 aos, FabioCaputo Rey, premios y reconocimien-tos nacionales e internacionales. Reci-bimos el premio Santa Clara de Ass,

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    DE SEGOVIAA

    YUPANQUI30 AOS

    De Segovia a Yu-panquies un pro-yecto cultural delprofesor SebastinDomnguez, con elobjeto de promo-ver la educacin ydifusin pblica dela guitarra instrumental clsica y popu-lar, en todas sus expresiones; y de brin-dar informacin periodstica y tcnica atravs de los cultores ms destacadosdel instrumento, proveyendo estmulo alos jvenes intrpretes y compositores.

    El ao pasado, el programa cum-pli treinta aos de difusin semanalininterrumpida a travs de todas lasfrecuencias de Radio Nacional de Argen-tina, hecho que lo convierte en uno delos programas guitarrsticos de mayorpermanencia en un medio de comunica-cin radial a nivel mundial. Ha cosecha-do numerosos reconocimientos de lasms prestigiosas instituciones de todoel mundo, entre los que se destacan:Santa Clara de Ass (Liga de Madres deFamilia), Declaracin de Inters Cultural(Secretara de Cultura de la Nacin yLegislatura de la Ciudad Autnoma de

    Bs. As.), Medalla al Mrito (FundacinRmulo Raggio), invitacin de la RadioHessischer Rundfunk (Frankfurt amMain, Alemania), e inclusin en los Dic-cionarios Enciclopdicos guitarrsticos deInglaterra y Espaa.

    El micrfono de la audicin ha pro-palado las voces y el arte de los msencumbrados artistas de la guitarra,entre quienes se han destacado AndrsSegovia y Atahualpa Yupanqui; ytambin de los mximos referentes dela guitarra acadmica y popular, comoNarciso Yepes, John Williams, Maurice

    Summerfield, Mara Luisa Anido, PepeRomero, Abel Carlevaro, Ernesto Bitetti,Cecilia Rodrigo, Paco de Luca, PacoPea, Anbal Arias, Jorge Morel, EduardoFal, entre otros.

    En 1990 se incorpor a la audicin eldestacado columnista musical Fabio Ca-puto Rey, quien se encarga de comentarartculos de investigacin histrica ycrnicas relacionadas con el mundo dela guitarra, especializndose en el pano-rama internacional del instrumento.

    De Segovia a Yupanquipuede escu-charse todos los domingos a partir de

    las 18 hs. por FM Clsica 96,7.www.sebastiandominguez.com.arwww.radionacional.com.arsegopanqui@yahoo.com

    el Sol de Plata del Rotary Club deBuenos Aires, el reconocimiento comoPrograma de Inters Cultural de la Se-cretara de Cultura de la Nacin y dela Legislatura de la Ciudad Autnomade Buenos Aires; tenemos el honor degurar en la Enciclopedia Britnica dela Guitarra del prestigioso musiclogoMaurice Summereld, y en el Diccio-nario de la Guitarra Espaola de Fran-

    cisco Herrera. Tambin fui invitadode honor para realizar personalmente,en Frankfurt am Main, Alemania, unaaudicin especial dedicada a Yupan-qui en la prestigiosa Radio HessischerRundfunk.

    Lt: Tenemos entendido que el estiloy la dinmica de ambos programassorprendieron desde sus inicios.SD: Nunca antes nuestros colegas ha-ban sido entrevistados en el estudio.

    Simplemente ingresaban, interpreta-ban determinado repertorio, y luego ellocutor de turno anunciaba los temas o

    haca breves referencias sobre la obra oel compositor. Cuando me toc invitara los guitarristas, se sorprendan gran-demente de que pudieran expresar susideas o contar sus propias historias. Mepas, incluso, con el gran maestro es-paol Narciso Yepes, al coordinar portelfono una nota. Varias veces me pre-

    gunt: es un programa de actualidadmusical o especcamente dedicado ala guitarra?. Y nalmente nos felicitpor tan particular logro en un mediode comunicacin. Gracias a esta inicia-tiva, hemos compartido nuestro mi-crfono con grandes guras mundia-les como los ya mencionados maestrosAndrs Segovia y Narciso Yepes. Lue-go vinieron Mara Luisa Anido, JohnWilliams, Pepe Romero, Jorge Morel,Paco de Luca y su hermano Ramn de

    Algeciras, Abel Carlevaro, Ernesto Bi-tetti, Paco Pea, Eduardo Fal, CachoTirao, Mara Isabel Siewers, Ernesto

    Cordero, Carlos Barbosa-Lima, Edoar-

    do Catemario, por nombrar algunos delos cientos de colegas de 27 pases (ade-ms del nuestro) que han participado.Cuando festejamos los 25 aos en elPaseo La Plaza, y muy recientemente,nuestros 30 aos en Radio Nacional,nuestros oyentes nos agradecieronpor hacerles conocer el mapa musicalde la guitarra de todas las provinciasa las que siempre apoyamos con gran

    fervor.

    Lt: A qu atribuye la persistencia dela sociedad con Fabio Caputo Rey?SD:Para m es fundamental trabajar enequipo y con gente que se adapte a esteproyecto, que realice su labor con granentrega profesional y bsqueda de laexcelencia en cada produccin. Fabiorene estas cualidades, conjugadas consu gran cultura musical. Sus deseos deprogreso en nuestra vida radiofnicalo ubican, actualmente, entre los ms

    prestigiosos comentaristas internacio-nales. Por nombrar un solo ejemplo, enla pasada temporada 2012, fue invitadopara ser jurado en el 8 Concurso Ale-mn de Orquestas llevado a cabo enHildesheim, Alemania. Antes de par-ticipar del programa, Fabio era oyentede nuestra audicin y quiso conocer-la personalmente. Vino, me impactsu seriedad y se qued para siempre.

    Creo que, en su formacin, su paso porla Universidad Tecnolgica Nacionalcontribuy a desarrollar esa vocacinde excelencia que yo buscaba, y quedene a los grandes profesionales denuestra patria.

    Lt: Su libro sobre Atahualpa llevapor bello subttulo Asuntos delalma; usted considera que es elalma quien escribe cuando noso-tros nos sentamos frente a la hoja en

    blanco?SD: Le agradezco su buena pregun-ta. Todo ser humano, diariamente,est involucrado en sus ms diversos

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    Dilogos

    asuntos. Gabriel Garca Mrquez losintetiza muy bien: todos tenemostres tipos de conductas o maneras de

    ser: la pblica, la privada y la secreta.El libro se llamaAtahualpa Yupanqui /

    Asuntos del alma. No dud en ponerleeste subttulo porque era una de las

    expresiones ms usadas por nuestroautor. En reportajes, reuniones nti-mas, cartas a su esposa Nenette o asus amigos, siempre hablaba de estosasuntos del alma que se pueden

    comprender o no, que se pueden ex-presar o no, que se pueden confesar o

    no. El destinatario, como principio yn, es el hombre. Creo que la carta quele escribe al sacerdote Csar Ferreirapor la prdida de uno de sus herma-nos, resume lo que le estoy expresan-do y es oportuno rescatarla. Yupanquila escribe el 3 de octubre de 1979:

    Mi querido amigo:Acabo de recibir su carta, anoticindo-me de la ausencia de Bicho.Para qu decirle de ese silencio de golpeque pasa dentro de uno, si las palabrasno se inventaron para explicar ningunade esas cosas.Qu difcil es denir o explicar los asun-

    tos del alma, cuando en ella se ha insta-lado el gran silencio.Perdneme la ignorancia, pero a veces

    pienso que por tales razones los hombrescrearon el rezo.

    El paisano ora en silencio, porque sumemoria, en momentos dolorosos, ol-vida todos los catecismos aprendidos.Y los toma dictados por el aire, y porla congoja que lo acongoja escuchando,como legtimamente.La muerte se produce cuando el hombrese cae del alma. Y es por el alma que seora. No por la muerte en s.Creo que todo rezo, como el nombrede Dios, es impronunciable. Es la msesbelta mudez del misterio. Lo que es

    verdaderamente sagrado, habita tras ununiverso de silencio.Tata Cura, lo abrazo fraternalmente

    Atahualpa.

    Lt: De todos modos, no sera adecua-do pensar al libro como una sntesisdel pensamiento flosfco de Don

    Atahualpa...SD: Claro que no. Si bien es cier-to que hay unas doscientas citasdel maestro sobre los diferentes

    asuntos que hacan ruido en sualma, temas de profundo humanis-mo como la envidia, la esperanza,

    Dios, la libertad, la patria, la so-ledad, la educacin, la injusticia...he pensado este ensayo como untestimonio documental de mi ex-periencia personal con Yupanqui ysu esposa Nenette durante 10 aos,desde lo cotidiano, desde lo nti-mo, que es la faceta que nunca se

    menciona en los tratados sobre la

    vida de nuestro gran autor nacio-nal. Este libro es el resultado de un

    llamado interior, es mi propioasunto del alma. Lo que aparen-

    ta intrascendencia, no es tal, por-que Yupanqui, con su gran sabi-dura, saba tornar importante, con

    una sola palabra, hasta la ancdotams insignificante.

    Lt: Es ste su primer libro? Tienepensado escribir sobre Segovia?SD: Hace unos diez aos conoc,en Linares (Espaa), ciudad dondevivi Segovia, a Don Alberto L-pez Poveda. Este clido y profundo

    seor es el bigrafo ms completosobre la vida y obra del gran guita-rrista andaluz. Por medio del ayun-tamiento de esta ciudad y de la Uni-versidad de Jan, public dos tomosbiogrcos que suman 1553 pginas.Hace poco tiempo, tambin el gui-tarrista uruguayo Alfredo Escandeescribi sobre la vida de Segovia ensus aos de exilio en Montevideo. Latarea de ambos es muy completa. Se

    debera hacer algo tambin sobre larelacin de don Andrs con la Ar-gentina pero no me considero real-mente capaz de semejante tarea.

    Lt: Cuntenos cmo sigue esta historia...cules son sus proyectos para 2013?SD: Como dira Yupanqui: el hom-bre no es ms que un montn deanhelos que algunas veces se cum-plen. Tambin nos recuerda que lascondiciones bsicas del hombre sonla fe, el amor y la esperanza. Comoexpresin ntima, anhelo poder se-guir aportando mis conocimientosen la docencia. En Radio Nacional,

    continuar difundiendo la inmensariqueza histrica y artstica del arteguitarrstico universal. Siempre memotiva aquella frase de Emilio Pujol,cuando lleg de Espaa para realizaruna gira por nuestro pas, y le llamla atencin que siendo una poblacintan consustanciada con el instrumen-to, careca de una informacin mscompleta. Antes de su regreso confe-s: en la Argentina la guitarra es uninstrumento querido por todos pero

    mal conocido de muchos. Esto ha co-menzado a revertirse, pero hace faltatrabajar todava ms, si lo compara-mos con los fenmenos que se estnllevando a cabo en Brasil y Chile, pordar solamente dos ejemplos cercanos.Tambin tengo esperanzas de podercontinuar con mis conferencias que

    llevan el mismo ttulo del libro. Estos

    encuentros han sido apoyados por laSecretara de Cultura de la Nacin a

    travs del maestro Jos Luis Castieirade Dios y de Jos Cea, coordinador ycreador del prestigioso ciclo Yo tengotantos hermanos. Ojal que otros entesociales o privados puedan prestar in-ters a este trabajo, que intenta difun-dir con documentacin nica y exclu-siva el pensamiento losco de unode los ms grandes pensadores queha tenido Amrica Latina. Creo muyoportuno y acertado, para concluir,

    sumarme a las palabras del msico ro-sarino Juan Carlos Baglietto: Yupan-qui debera ser una parada obligatoriapara todos los argentinos

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    Por Carlos Zeta

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    ulio Cortzar sola molestarse

    mucho cuando, en la dcada que vade los aos sesenta a los aos seten-ta, se hablaba de boom latinoame-ricano. Prefera pensar que el asdenominado boom una manerade nombrarlo, dicho sea de paso,que expresaba ya una debilidad dela lengua propia responda msbien al azar, un azar que hace muybien las cosas en la historia; inclusomucho mejor que la lgica. En unmomento de la historia latinoameri-

    cana en que sus pases eran arrasa-dos por la impiedad de dictadurassangrientas apareca un puado deescritores excelentes que, con suslibros, contribuyeron de maneraparticularmente signicativa a crearun estado de conciencia en todo el

    continente. Cortzar retomaba estaidea, sealando que el boom habasido atacado como una original ocu-rrencia de los editores para promo-cionar los libros de estos escritores:

    nada ms alejado de la realidad. Lasobras de Carlos Fuentes, GabrielGarca Mrquez, Miguel ngel As-turias, Mario Vargas Llosa, con Cor-tzar incluido, fue tramndose en la

    soledad y la pobreza y, siempre, conla ms contundente indiferencia del

    mundo editorial. Las primeras edi-ciones de aquellos libros que todava

    nos estremecen, editadas de manera

    precaria y sin otro canal de distri-bucin que el asombro solidario de

    los lectores que se la pasaban, febril-mente, de mano en mano, fueron un

    alerta imposible de desatender para

    las casas editoriales. Cortzar lo re-mata de manera genial: Ellos nonos inventaron a nosotros; fuimos

    nosotros quienes los inventamos a

    ellos. Y lo hicieron, vaya parado-ja, lejos de Amrica Latina. As fueel caso de Gabriel Garca Mrquez,

    de Mario Vargas Llosa, de Miguelngel Asturias, del propio Cortzar.

    Todos ellos escribieron los libros quehabran de conmover, para siempre,a la patria latinoamericana, a miles

    de kilmetros de esta geografa.

    Aquel azar magnco trajo consi-go no pocas novedades. Entre ellas,dejar de leer solo mirando a Europa.La avidez de aquellos aos por las

    novelas de Graham Green, de PearlBuck, de Franois Mauriac, de ErnestHemingway, escritores inmensosque era necesario leer entonces (y quesigue siendo necesario leer ahora) co-menzaba a hacer lugar, adems, enuna dcada inolvidable, a los escri-tores latinoamericanos. Haba aqu,entonces, un germen revolucionario,la bsqueda de una identidad, el

    modo inapelable en que comenzaban

    a nombrarse y a cobrar vida lossueos de lo que fuimos, de lo que

    ramos, de lo que queramos ser.

    Comenzbamos a saber que somoslatinoamericanos. Y habramos de sa-berlo cada vez mejor.

    En julio de 1977, en una conver-sacin imperdible con Joaqun So-ler Serrano, periodista espaol que

    conduca el programa A fondo, Ma-nuel Scorza dara pistas preciosas

    para comprender la profundidad no

    contingente de la literatura latinoa-mericana. Una literatura delirante?Mgica? Scorza fue un novelista,poeta y editor peruano de la as de-

    nominada Generacin del 50. En lasnotas biogrcas sobre su obra, esfrecuente encontrar que se lo valora

    como uno de los ms altos narra-dores perteneciente al indigenismoo neoindigenismo peruano, juntocon sus compatriotas Ciro Alegra yJos Mara Arguedas. En esa mane-ra de nombrarlo se cifra buena parte

    de una mirada elitista, etnocntrica,

    pedante y subordinada: en efecto,Scorza es uno de los ms altos narra-

    dores para esta mirada desprecia-ble en tanto podamos ubicarlo en

    el acotado y marginal estante de unaliteratura indigenista o neoindige-

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    nista. Ms all de esa catalogacin

    que aqu rechazamos redondamen-te, este extraordinario escritor, fuetambin cultivador de eso que se

    diera en llamar realismo mgico,en otra denicin tpica y puramenteeuropea, que prefera leer y pensarde esa manera a una literatura que

    abra las puertas de un mundo des-conocido. Su primera novela, Redoble

    por Rancas (1970), forma parte de unciclo denominado La balada, lasCantatas o La guerra silenciosa.

    En ellas, desde una ptica eminen-temente potica que fusiona mitosancestrales e historia, Scorza muestrala antigua lucha de los campesinos delos andes centrales del Per para re-cuperar sus tierras, luchas en las queestuvo involucrado directamente.

    Las otras novelas que componen este

    ciclo, Historia de Garabombo el Invisible(1972), El jinete insomne (1977), Cantarde Agapito Robles (1977) y La tumbadel relmpago (1979), componen una

    pentaloga notable. Esta serie, tradu-cida a ms de cuarenta idiomas, se haconstituido en una de las ms difun-didas y reconocidas de la literaturaperuana en este siglo.

    En aquella conversacin con SolerSerrano, Manuel Scorza, entre otros

    muchos aspectos, se reere a aquellapentaloga comenzando, claro, porRancas, un pequesimo pueblo dela estepa de los Andes Centrales delPer, a 4500 m. de altura. All se su-

    cedi la primera de una larga seriede masacres que signaron la deno-minada ltima gran rebelin que-chua, entre los aos 1959 y 1960. Lasignicacin de esta obra continasiendo inagotable. De lo que lleg aconocerse como el plantea indiohay muy pocas noticias en la histo-ria, porque la historia ocial no locuenta. Y porque los indios no ha-blan. Manuel entonces decidi serprotagonista y, adems, contar la

    historia. Es de su pluma que pode-mos recoger ese ritmo tremendo demasacre, lucha, coraje y dignidad:una guerra callada de las comuni-

    dades indgenas contra el capital. El

    anclaje de esa historia narrada porScorza estremece: en Cerro de Pascose ven acometidos por un cerco que

    avanzaba cercando (y destruyendo)pueblos, cercando cerros, cercando

    lagunas, mientras una compaamultinacional elevaba las aguas deun lago mediante una presa.

    En otra de sus novelas, El jinete in-somne, se alude a uno de esos hom-bres que Scorza juzga extraordina-rios, puesto que lo son en la medida

    en que realizan actos superiores.Dice el escritor peruano: la primeravez que o hablar del jinete insomnefue en uno de estos pueblos cuandome contaron que el presidente de estacomunidad haba salido a medir sustierras para demostrar la justicia de sucausa en un juicio que ya duraba dos-cientos cincuenta aos. Y lo que cuen-to no son exageraciones literarias. En elmes de junio de 1977 [] se ha publi-cado en el Per la solucin de un juicio

    de Charia que dura tambin doscien-tos cincuenta aos. Todo esto muestrala detencin del tiempo, que es lo queyo planteo en ese libro. Este hombre,por ejemplo, sali a medir esos lmitesy los midi perseguido por la polica,por los hacendados y sali ya enfermoy midi estas tierras, segn me contabaAgapito Robles, que es personaje deuno de mis libros [Cantar de Agapito Ro-bles]. Me dijo que estuvo veintin dassin dormir, a caballo delante de todos,

    diciendo: `tendremos justicia. Vein-tin das sin dormir da y noche. Yole dije: `Agapito, es imposible que unhombre est veintin das sin dormirporque se muere. Y dijo: `Se muri.Lleg a las seis al pueblo y se muria las siete. Me qued terriblementeimpactado por esta historia. Porquela historia de este hombre, despus loaverig, era exacta, era rigurosamen-te exacta. En el libro lo presento []como una cabalgata que dura 270 aos,

    que es lo que dura el juicio. Porque esun juicio que, desgraciadamente, estsin solucin [por eso] acabo de aadiral libro un eplogo que demuestra que

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    los hechos de 1705 siguen sin solucin.Y a m me parece importante mostrarque hay hombres que pueden tener

    ese coraje. Sobre todo hoy, que se hacetodo lo posible para demostrar que elhombre no vale nada. Yo creo lo con-trario, que el hombre vale mucho y quetiene una chispa grandiosa.

    Volvamos a la pregunta: es la li-teratura latinoamericana delirante?

    Scorza retoma la palabra: Es nuestrahistoria la que es excesiva. Por ejemplo,en algunos de mis libros, he contado unhecho que luego no ha sido rebatidoporque es exacto. Hablo de la historia

    del infarto colectivo. En una oportuni-dad, un patrn envenen a los quincemiembros de la Junta Directiva de unsindicato y pas eso por un infarto co-lectivo. Hasta ah sera literatura delpeor de los gustos, pero lo que empiezaa ser grave, y es histrico, es que la Cor-te de Justicia en el Per aprob el dicta-men emitido por la Corte del Cusco. En-tonces, cuando una Corte de Justicia enun pas admite que se ha podido pro-ducir un infarto colectivo donde hay un

    envenenamiento, entonces, ya el delirioest en la realidad. El delirio no est enel texto. En este sentido, estos librosparecen delirios imaginativos pero sonestrictamente histricos.

    Aquella Amrica latina sumida en

    una lgica trgica de masacres, lu-chas, victorias y derrotas, que zurcapenosamente sus esperanzas, traza-ba, sin embargo, la grafa trabajosade un futuro posible: A m me decanhace poco que por qu todas mis histo-

    rias acababan en derrotas y en masacre.Y yo no las acabo, las acaba la realidad.Y las masacres tampoco las hice yo, lashicieron las fuerzas de represin encada lugar. Pero, yo he intentado con-vertir eso tambin en un smbolo lumi-noso. [] Un comunero, por ejemplo,me dijo que cuando Agapito ve porcuarta vez que va a haber una cuartamasacre estaba tan furioso, tan deses-perado, que empez a bailar. Me decal que su poncho pareca un trompo de

    colores. Entonces se me ocurri la ima-gen del ltimo libro que es cuando lse incendia. Empieza a bailar y se in-cendia y quema todo. Quema las casas,

    seca el ro, destruye el pueblo, quemalos perros, los caballos. Pero todo eso lohe hecho, simplemente, porque me pa-

    reca que as yo le daba, o intentaba dar-le, perennidad a algo bello: al hecho deque un hombre desesperado se pongaa bailar cuando ve las fuerzas de repre-sin porque tiene la alegra del comba-te, sabe que despus de l van a haberotros que opondrn la sonrisa a la fuer-za. Y eso es importante para nosotros.

    Y he aqu tal vez lo decisivo: LaCerro de Pasco Corporation es unejemplo tpico de las compaas mul-tinacionales que han cometido toda

    clase de excesos agravados por la com-plicidad de las autoridades. Porquehay que decir, en un momento de au-tocrtica, que muchas cosas negativasque se han cometido en Amrica lati-na, que se han cometido en el Per, sedeben tambin a la complicidad y a laparticipacin de peruanos que se pu-sieron al servicio de estas malas artes.Yo he citado a las compaas por susnombres, he citado a los funcionariospor sus nombres y no me han podido

    desmentir. Todo lo que pudo ocurrires que mi libro estuviera silenciadoen los Estados Unidos. Hasta que mellamaron a m y me preguntaron si yoestaba dispuesto a afrontar un juicioen caso de que la Cerro de Pasco res-pondiera por sentirse atacada y yo ledije que deseaba el juicio. Ojal seproduzca un juicio para comparecerante un juicio de informacin y de-mostrar que las cosas son mucho msgraves. Y esto lo he hecho porque yo

    estimo que la novela es muy amplia,es fundamentalmente una mquinade soar, dira yo, porque es la dife-rencia entre la informacin y la nove-la. Pero, en Amrica latina la novelapara nosotros es algo as como un granTribunal, el Tribunal Supremo don-de se plantean lo que yo llamara lascausas perdidas. Por ejemplo, la causade los campesinos de Pasco se perdi,se acaba con las masacres, mandarona todos a las crceles, yo mismo fui

    enjuiciado por ataque a las FuerzasArmadas y tuve que irme a Europaporque arriesgaba cinco aos de pri-sin. Esto cambi con el gobierno re-

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    volucionario. Pero lo que yo quierodecir es que en Amrica, cuando lascausas se pierden totalmente, uno

    puede apelar a la literatura. Y, justa-mente, nuestra literatura, la literaturahispanoamericana, es el gran Tribu-nal de Apelacin donde se juzga loque pasa en Amrica latina. Lo que nopuede juzgarse en los pases, se juzgaall a travs de los libros, se reabre elexpediente, no muere. Por eso noso-tros, como escritores, le damos tantaimportancia a la literatura porque estica, tiene un fundamento tico. Esun Tribunal de ltima instancia. []

    Nosotros somos, vamos a ser pronto,trescientos millones de hombres quehablamos espaol. Y, adems, ya porfn la literatura latinoamericana se

    liber. Esto es una cosa muy curiosa.Sobre este tema quiero publicar unensayo: el primer territorio liberadode Amrica latina es su literatura. Laliteratura latinoamericana tiene yauna voz propia, tiene modelos que lapoltica no ha dado. Por ejemplo, nohay equivalente poltico de Cien aos

    de soledad, de Paradiso, de Pedro Pramo,de los libros de Sbato, ni de los li-bros de Borges. La lnea de domina-cin en una sociedad se da siempre avarios niveles. A nivel poltico, dondenunca se pueden producir vacos depoder porque un ejrcito sustituye aotro. A nivel religioso, donde no hayvaco de poder. Y, tambin, a nivellingstico. A nivel lingstico se dioun vaco de poder [] durante la Gue-rra Civil Espaola. Lo que es tragedia

    de unos es, a veces, posibles de otros.All, el castellano de la Amrica latinase libera y se crea su propio modelo.[] Y sentimos que esta comunidadde la lengua es la primera cosa quenosotros debemos defender frente aun momento en el que los imperialis-mos quisieran que hablramos ingls.Tantos millones de hombres hablare-mos ingls? No, hablaremos espaol.

    Otro gigante de nuestras letras,en ocasin de recibir el Premio

    Nobel, dijo: Me atrevo a pensar quees esta realidad descomunal, y no slosu expresin literaria, la que este aoha merecido la atencin de la Acade-

    mia Sueca de la Letras. Una realidadque no es la del papel, sino que vivecon nosotros y determina cada instan-

    te de nuestras incontables muertescotidianas, y que sustenta un manan-tial de creacin insaciable, pleno dedesdicha y de belleza, del cual estecolombiano errante y nostlgico no esms que una cifra ms sealada por lasuerte. Poetas y mendigos, msicos yprofetas, guerreros y malandrines, to-das las criaturas de aquella realidaddesaforada hemos tenido que pedirlemuy poco a la imaginacin, porque eldesafo mayor para nosotros ha sido

    la insufciencia de los recursos con-vencionales para hacer creble nuestravida. Este es, amigos, el nudo de nues-tra soledad. [] Pues si estas difcul-

    tades nos entorpecen a nosotros, quesomos de su esencia, no es difcil en-tender que los talentos racionales deeste lado del mundo, extasiados en lacontemplacin de sus propias cultu-ras, se hayan quedado sin un mtodovlido para interpretarnos. Es com-prensible que insistan en medirnos

    con la misma vara con que se midena s mismos, sin recordar que los es-tragos de la vida no son iguales paratodos, y que la bsqueda de la iden-tidad propia es tan ardua y sangrientapara nosotros como lo fue para ellos.La interpretacin de nuestra realidadcon esquemas ajenos slo contribuyea hacernos cada vez ms desconoci-dos, cada vez menos libres, cada vezms solitarios. Tal vez la Europa ve-nerable sera ms comprensiva si tra-

    tara de vernos en su propio pasado.Si recordara que Londres necesit 300aos para construir su primera mura-lla y otros 300 para tener un obispo,que Roma se debati en las tinieblasde incertidumbre durante 20 siglosantes de que un rey etrusco la im-plantara en la historia, y que an enel siglo XVI los pacfcos suizos de

    hoy, que nos deleitan con sus que-sos mansos y sus relojes impvidos,ensangrentaron a Europa con solda-

    dos de fortuna. An en el apogeo delRenacimiento, 12 mil lansquenetesa sueldo de los ejrcitos imperialessaquearon y devastaron a Roma, y

    pasaron a cuchillo a ocho mil de sushabitantes. [] Sin embargo, frente ala opresin, el saqueo y el abandono,

    nuestra respuesta es la vida. Ni losdiluvios ni las pestes, ni las hambru-nas ni los cataclismos, ni siquiera lasguerras eternas a travs de los siglosy los siglos han conseguido reducir laventaja tenaz de la vida sobre la muer-te. Una ventaja que aumenta y se ace-lera: cada ao hay 74 millones ms denacimientos que de defunciones, unacantidad de vivos nuevos como paraaumentar siete veces cada ao la po-blacin de Nueva York. La mayora de

    ellos nacen en los pases con menosrecursos, y entre stos, por supuesto,los de Amrica Latina. En cambio,los pases ms prsperos han logradoacumular sufciente poder de destruc-

    cin como para aniquilar cien vecesno slo a todos los seres humanos quehan existido hasta hoy, sino la totali-dad de los seres vivos que han pasadopor este planeta de infortunios. []En cada lnea que escribo trato siem-

    pre, con mayor o menor fortuna, deinvocar los espritus esquivos de lapoesa, y trato de dejar en cada pala-bra el testimonio de mi devocin porsus virtudes de adivinacin, y por supermanente victoria contra los sordospoderes de la muerte. El premio queacabo de recibir lo entiendo, con todahumildad, como la consoladora reve-lacin de que mi intento no ha sidoen vano. Es por eso que invito a todosustedes a brindar por lo que un gran

    poeta de nuestras Amricas, Luis Car-doza y Aragn, ha defnido como la

    nica prueba concreta de la existenciadel hombre: la poesa (La soledadde Amrica Latina, Gabriel GarcaMrquez, discurso en ocasin de re-cibir el Premio Nobel de Literatura,Suecia, 1982).

    Quizs a esto hemos querido re-ferirnos en estas parrafadas: a la

    poesa. O mejor: a la necesidad deno detener el pensamiento acerca de

    nuestra manera de decirnos, en estetiempo en que otra gramtica buscadesde y con la lengua y la culturahacer cierto otro porvenir

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    Roland Barthes.A sesenta aos de

    El grado cerode la escritura

    Por Claudio Vliz (Director)

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    Avisos de fuegoCon uno de sus textos ms tem-

    pranos, El grado cero de la escritura(1953), Roland Barthes conmociona la crtica acadmica francesa y des-pert la ira de los distinguidos profe-sores de la Sorbona. El texto deniti-vo editado por Seuil, es la conclusinde una reexin iniciada por unaserie de artculos publicados en el

    peridico Combat hacia mediados delos aos 40, a instancias de MauriceNadeau. All, Barthes deconstruye lasliaciones literarias consagradas porla crtica, al tiempo que insina otras

    anidades, revela parentescos insos-pechados, rompe con el estilo delcriticismo literario, y hace estallar las

    c o n s a b i -

    das relacionesentre historia y crea-cin. La escritura sostiene en El

    grado cero... situada entre la lengua(componente social que establece ellmite de lo decible) y el estilo (sedi-mento de cada historia individual,expresin de cada mitologa perso-nal), es el nico espacio posible parala eleccin y el compromiso. Y a par-tir de este privilegio que le permiteembarrarse con el lodo de la historia,

    ella logra estrechar el vnculo entrecreacin y sociedad. La escriturase empea en la tarea imposible de

    nombrar lo real asumiendo de ante-mano el seguro fracaso de su empre-sa. Y quiz esa misma imposibilidadconstituya la condicin de su voca-cin redentora. En las antpodas dela palabra comunicante, los signos-metforas de la escritura logran ele-varse ms all de la lengua, y sortearla frrea estructura fascista de su

    gramtica.Son las violencias de la historia las

    que interpelan al escritor y lo obligana asumir una decisin responsable;

    La tela de la araa. UTN. 21

    aunque no siempre los destinatariosde esta alerta estn dispuestos a es-cucharsus avisos de fuego. De todasmaneras, para Barthes, las ideas deresponsabilidad y compromiso (con-ceptos que aluden, explcitamente aluniverso sartreano, ese horizonteineludible por entonces) deben ser(re)pensadas de otro modo: no ya envirtud de una estructura totalizante

    y nalista, sino a partir de la apertu-ra innita que evite una recada en el

    relato mtico de las teleologas.Tras la experiencia clsica de una

    escritura al servicio de la triunfante

    ideologa burguesa; al cabo de losesfuerzos por pensar la literatura

    como ardua y renada tarea artesa-nal; y luego de la revolucin mallar-meana que hizo estallar el lenguaje ylas formas literarias; Barthes advier-te sobre un verdadero callejn sinsalida para las letras francesas: o se

    contentan con una escritura que, al

    hacer del lenguaje un n (signicati-vo) en s mismo se divorcia de la his-toria para perderse, absurdamente,

    en las convenciones de la forma; o se

    sumergen, a la inversa, en los labe-rintos de un presente imposible de

    ser nombrado por una lengua muer-ta. He aqu, no slo el diagnsticosombro de un tiempo de comple-jas encrucijadas, sino el inadvertido(por entonces) descubrimiento delcarcter trgico de la escritura.

    La escritura de grado cero habraintentado escapar de este dilema yliberarse de las trampas de la len-gua. Una escritura indicativa, amo-dal, inocente, ajena al lenguaje li-terario, libre de sujeciones; a la vezuna ausencia de estilo y un estilo dela ausencia. Escritura que niega y va-ca las formas establecidas, y, en esemismo gesto, denuncia su sedimen-to ideolgico. Neutra, equidistantede gritos y de juicios; una escritura

    en la cual, de un modo paradojal, elescritor asume su mxima respon-sabilidad. Y sin embargo, esta re-volucionaria modalidad que habra

    inaugurado El extranjero de AlbertCamus, tambin termina aprisio-nando al escritor en las redes de sus

    mitos formales. Cada aplazamientoque el escritor le otorga a la literatu-ra, sta lo utiliza para reconquistarlo

    y reintegrarlo en sus redes. A cada

    intento de crear un lenguaje libre, laliteratura responde con una fbrica

    de automatismos.

    Tenderle trampas a la lenguaLa relacin entre mito y escritura

    ser recurrente en la obra de Barthesy nunca cesar de ser reformulada.Si el mito opera como estrategiade ocultamiento que se despliegaen la supercial visibilidad de suapariencia, la escritura desmitica,transgrede, incomoda, hace estallarla prisin de su estructura opresiva.Por su parte, las nociones de ecrivanty ecrivain, que dan nombre a un ar-tculo de 1960, aluden a esa diferen-cia entre aquellos que escriben algoy, por consiguiente, entienden a lalengua y a la escritura como instru-mentos para conjurar el mundo; yquienes, simplemente, consideran

    intransitivo al verbo escribir. Para

    estos ltimos, la escritura deja de seruna herramienta para expresar algo, yse convierte en una forma de inter-vencin en s misma. El escritor (ecri-vain) es aquel para quien el lengua-je crea un problema, que siente suprofundidad, no su instrumentali-dad o su belleza (Barthes, 2010: 48).

    Si trazramos un recorrido crono-lgico por los textos barthesianos,advertiramos que resulta absurdo

    ponderar (tal como el propio Barthes

    nos propuso) la existencia de tresmomentos claramente diferenciados

    en su obra (lenguaje-estructura-tex-to). Ms all de que, efectivamente,

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    22/60

    los intereses y los acentos del crticofrancs han ido variando a lo largo

    de su vida, no creemos adecuadosostener un pasaje de la escrituracomo funcin social, al relato comoobjeto estructurado, para concluir enel texto como goce. Sin embargo, nodeja de ser cierto que en sus textosms decididamente estructuralistas,

    queda eclipsado un inters por la es-critura, que ser retomado con mu-cho vigor desde nes de la dcadadel 60. La revuelta del Mayo francsno es ajena, en absoluto, a este nue-

    vo giro escritural. El cuestionadoanlisis estructuralista (las estruc-turas no salen a la calle, rezaba unode aquellos geniales graftis parisi-nos) comenzaba a ceder su lugar ala prctica deconstructiva (propuestapor Jacques Derrida).

    Ya no se trataba, entonces, de pen-sar en el cdigo sino en la descodi-cacin; ya no caba resignarse alfascismo de la lengua sino que eramenester postular la necesidad de

    tenderle trampas; ya no era mo-mento de detenerse a analizar el pro-ceso de naturalizacin del lengua-je, sino de auscultar el componenteideolgico de los textos/discursos.Este Barthes deconstructor volve-r sobre la idea de que el lenguajeno slo se muestra impotente paranombrar lo real, sino que, adems,le impone las condiciones de su gra-mtica. Y como no existe la posibi-lidad de trascender al lenguaje (no

    hay fuera de texto, dir Derrida),la tarea que tiene por delante toda

    escritura-lectura-crtica es mostrarsu vaco, denunciar su insustancia-lidad (detrs del lenguaje no hayverdad-sustancia-sujeto), suspenderel sentido, forzar la sintaxis, crearnuevos nombres, inventar frmulasnovedosas.

    He aqu el nudo problemticoque despliega Barthes, de un modomagistral, durante su memorable

    alocucin con la que inaugura la c-tedra de semiologa literaria en elCollge de France, apenas unos aosantes de su partida denitiva. Por

    entonces, la obsesin de este rebelde(y tardo) catedrtico fue convocar a

    sus estudiantes para pensar las con-diciones y operaciones que deberarealizar un discurso, para liberarse

    de las relaciones de poder, para des-prenderse de ese querer asir quese inltra, imperceptiblemente, enlos discursos, en las instituciones,

    en las clases sociales, en la prctica

    pedaggica, en las modas, en lasopiniones, en los juegos, en los es-pectculos. El poder siempre reapa-rece cuando se lo expulsa; persiste,

    revive, rebrota all donde creemosque hemos logrado deshacernos del. Y esta extraa ubicuidad, esta fe-roz resistencia ante cada intento de

    desbaratar su estrategia, slo pue-den entenderse si conseguimos ad-vertir que es la lengua, el mbito porexcelencia en que se inscribe esta li-bido dominandi. Como toda clasica-cin, como todo orden, la lengua esopresiva: reparte y conmina, dirige,cataloga y obliga a decir. All donde

    decidimos hablar con el deseo de co-municar, no hacemos ms que suje-tarnos a la lengua, que convertirnosen sujetos de sus designios. Es ella laque habla cuando nosotros creemoshablar.

    Escribir para escapar delvaco. La revolucin

    permanenteDe este modo, Barthes retoma

    aquella temprana nocin de escritu-ra de grado cero, para demostrar queslo una escritura blanca conseguirproducir un mensaje fuera de c-digo, un suplemento, un rodeo entorno al vaco de un lenguaje que di-ere eternamente el instante en quelo nombrado se (nos) presenta en suplenitud. Lapresencia en tanto voz dela conciencia y origen del sentido, serevela ahora, como mera ilusin dellenguaje. Esta escritura desnuda nointentar producir sentidos ltimossino, a la inversa, diseminarlos. Yas lograr demostrar que no existensentidos ni sujetos anteriores al acto

    mismo de la escritura, ya que es enella donde ambos se constituyen. En

    ella emergen los sujetos (determina-dos por el deseo o el goce de escri-bir) y se debaten los signicados deuna existencia (que ahora adverti-mos como) vaca. La suspensin delsentido procura burlar el poder que

    se ha ido cristalizando en la palabrahasta obligarla a exhibir su vaco,su inocencia, su transparencia, su

    blancura. Escribires la apuesta bar-thesiana para escapar del vaco, dela ausencia de sentido, del nihilismo

    existencial, de la angustia aterradorade un devenir sin origen ni funda-mento, ni nalidad.

    Tenderle trampas a la estructura

    fascista de la lengua; burlarla paraor sus voces, por n, liberadas delas relaciones de poder que la habi-tan irremediablemente; tramar un

    engao que nos permita escucharlaen el esplendor de una revolucinpermanente del lenguaje (Barthes,1998: 22). Esto no signica que Bar-

    thes haya vuelto su mirada hacia lagura del organizador del EjrcitoRojo (incansable defensor de la ideade Revolucin permanente, ademsde autor de notables escritos sobre

    literatura y revolucin) sino que, aligual que Trotsky, el crtico francsno entenda a la revolucin ni comoinstancia clausurada (que necesa-riamente deviene burocrtica), nicomo perpetuo movimiento liberta-rio que en su ingenuo afn redentor,

    acaba huyendo denitivamente delcampo de batalla (del escenario realdel conicto, del litigio, de la irre-nunciable confrontacin). As, fren-te al peligro de un caos de sentidospromovido por la semiosis innita,

    Barthes ponderaba la necesidad deanclajes, es decir, de perspectivas yrelatos organizadores de un signi-cado siempre en disputa. La trage-dia de la lengua-escritura consista,entonces, en esta (derridiana) inde-

    cibilidad entre la innitud y el ancla-je, entre el relato y la crtica, entre lacomunidad y su posibilidad eterna-mente diferida.

    22. UTN. La tela de la araa

    Nueva gramtica

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    De todas maneras, no habr queesperar hasta el Barthes de la Leccin

    inaugural, para advertir los snto-mas de esta tensin irresoluble. Yaen aquel clebre y polmico artculojuvenil, conclua que el callejn sinsalida de la escritura es la tragediade la sociedad misma, y que, porconsiguiente, el desgarramiento delos lenguajes (es) inseparable deldesgarramiento de las clases (1999:88-89). Algo muy similar insina enotro de sus textos de juventud: Latragedia no es tributaria de la vida;

    es el sentimiento trgico de la vidalo que es tributario de la tragedia(1986: 2). El arte trgico nos enseamenos a representar el drama hu-mano que a interpretarlo; menos

    a sufrirlo que a merecerlo. Con latragedia, no es el teatro el que imitla vida sino contina Barthes- lavida la que recibi del teatro unadignidad y un estilo verdaderamen-te grande (ibd.). Al igual que enla historia, en la tragedia, el enigma

    humano se maniesta en su pobre-za esencial, desnudo de mscaras y

    articios. Pensar, por consiguiente,al mundo como texto (tal como sugie-

    re Derrida, y consiente Barthes), nosupone, en absoluto, proclamar laingenua textualidad de la escritura,ni disimular las (innombrables) vio-lencias del mundo. Incluso, estamos

    tentados de interpretar dicho girotextualista como el intento de leerdichas violencias en las siempre vio-lentadas formas escriturales.

    El dilema barthesiano entre la in-nita semiosis y la tambin perpetuanecesidad de efmeros anclajes, po-

    dra, as, ser abordado como el con-icto entre la fuerza inquietante, si-niestra e innombrable de lo real, y elalivio simblico del lenguaje; o bien,entre la arcaica violencia sacricialy el ritual salvco que inaugura yconsolida la comunidad. O podra,incluso, ser pensado para decirlo deotro modo (poltico), como el com-bate entre la tragedia de lo indecidibley la dialctica de la decisin; entre lapotencia libertaria de la multitud y

    la consagracin del orden instituido;entre la justicia y el derecho, el acon-

    tecimiento y el Estado, la revoluciny el gobierno (revolucionario).

    Habremos llevado demasiadolejos las persistentes tensiones bar-thesianas?, habremos quedadopresos de aquella propuesta (ben-jaminiana) de politizar la estticacomo respuesta urgente a la este-tizacin de la poltica? Dejemosque sea el autor de La cmara lcidaquien responda a estos interrogan-tes, ya que el vnculo entre lenguay poltica nunca hubo dejado deobsesionarlo. El problema de la

    lengua afirmaba Barthes es unproblema decididamente poltico,e incluso, en algunos pases (quehan sido colonizados), la lengua seconstituye como una cuestin deEstado. As lo explicaba en un ar-tculo de 1971: hace falta una teorapoltica del lenguaje, una metodolo-ga que permitira sacar a la luz losprocesos de apropiacin de la lenguay estudiar la propiedad de los me-dios de enunciacin, algo as como

    El Capital de la ciencia lingstica(por mi parte, creo que esa teora se

    Barthes: Hace falta una teora poltica del lenguaje"

    La tela de la araa. UTN. 23

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    elaborar poco a poco a partir de losbalbuceos actuales de la semiologa,cuyo sentido histrico constituir enparte); esta teora (poltica) de la len-gua se encargar especialmente dedecidir dnde se detiene la lenguay si es que se detiene en algn sitio;(...) desgraciadamente, no existe nin-gn umbral de la lengua, no se puededetener la lengua; se puede, en rigor,

    cerrar, aislar la gramtica (y ensear-la entonces cannicamente), pero noel lxico, y an menos el campo aso-ciativo, connotativo; (...) La lenguaes infnita (sin fn) y hay que sacar

    las consecuencias de ello; la lenguacomienza antes de la lengua (2009:109-110).

    La lengua de la poltica deber,entonces, disear, con urgencia, unapoltica de la lengua, menos para

    orientarla hacia una meta denidapor un proyecto poltico determina-do, que para poner en evidencia los

    procesos de colonizacin y de apro-piacin que la habitan: esa impercep-tible trama de poderes que la lenguaguarda entre sus pliegues como se-creto inconfesable. Una poltica dela lengua (o quiz debiramos decir,de la escritura) que procure abrir un

    surco, una grieta en su inconmovi-ble fachada colonial-patriarcal-logo-cntrica, que desgarre aquellas redesde poder tejidas celosa y silenciosa-mente durante siglos; una poltica/vigilancia gramatical que logre con-moverla, hacerla temblar, decons-truirla, liberarla de sus temibles yatvicos apropiadores, desnudarla,

    obligarla a exhibir su grado cero. Yslo entonces, asumir por n la (de-

    Barthes: Desgraciadamente, no existe ningn umbral de la lengua, no se puede detener la lengua"

    rridiana) decisin (siempre imposi-ble) de producir, desde esas grietas,desde ese vaco, y en tanto articula-cin contingente (Laclau), una nueva

    gramtica descolonizadora, desmo-nopolizadora, libertaria, plural, de-mocrtica, plebeya

    Bibliografa citadaBarthes, Roland (1986). Cultura y tra-gedia, Suplemento Cultura y nacindel diario Clarn, Bs. As.Barthes, Roland (1998): Leccin inau-gural, en El placer del texto y leccin in-augural, Siglo XXI, Mxico.Barthes, Roland (1999): El grado cero dela escritura, Siglo XXI, Mxico.Barthes, Roland (2009): Digresiones,en El susurro del lenguaje. Ms all de lapalabra y la escritura, Paids, Barcelona.Barthes, Roland (2010): Crtica y verdad,Siglo XXI, Mxico.

    24. UTN. La tela de la araa

    Nueva gramtica

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    Por Claudio Vliz

    Fotos: Guillermo Figueroa

    Pginas latinoamericanas

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    Existe algo as como el espritu del pueblo o se trata, simplemente, de una argucia de la razn hegeliana?Acaso el huracn avasallador de la razn occidental no ocasion catstrofes reales? Acaso no estamoshablando y resistiendo desde esas ruinas humeantes del terror civilizatorio liberal? Quiz las rebeldaspopulares irrumpan siempre, en el cielo de la historia, como repentinos fulgores, como efmeros relmpagos

    justicieros, como interrupciones salvcas que abren un surco en los recintos clausurados del pasado. La

    exigencia persistente de los clamores plebeyos siempre ha preferido la modalidad del asedio. Ya lo habananticipado aquellos inolvidables barbados del siglo XIX, en los primeros trazos del ms famoso de los mani-estos: de lo nico que no podemos dudar es de la irreductible materialidad de los fantasmas. Aun en lasantpodas de eurocntricas obsesiones, no creemos demasiado pretencioso ni desatinado preguntarnos si eltan temidopopulismo de este tiempo (nunca tan nuestro), no tendr un rostro semejante al de aquel espectroque asediaba el mundo en la Europa decimonnica. Aunque lejos de consentir absurdos parangones, nosasaltan algunas fantasmticas anidades: el espanto de la pacatera bienpensante, los ademanes horroriza-dos de los distinguidos vecinos frente a la amenaza de esa sombra terrible, frente al avance de la negritudprepotente, frente a la turbadora potencia del disparate, el desacuerdo, la discordia. Y precisamente de estasanidades, de estos espectros que han vuelto para asediar la geografa sudamericana, estuvimoscharlando largamente con el escritor y periodista venezolano Modesto Emilio Guerrero, autor,

    adems, de una notable semblanza biogrca de Hugo Chvez. An el nombre y la guradel comandante no se haban inmortalizado en el alma de millones de latinoamericanos

    y, por consiguiente, an nuestro invitado no se haba convertido en el periodista msrequerido y valorado de toda la regin. El jueves 28 de febrero, Modesto lleg a lasocinas de La tela a la hora convenida, y durante ms de dos horas se dispuso,muy amablemente, a regalarnos sus recuerdos ms preciados.Es tiempo de dejar, entonces, a nuestros lectores, ante su

    grata compaa.

    Pginas latinoamericanas

    26. UTN. La tela de la araa

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    La tela: Por qu no nos contscmo decidiste venir a vivir anuestro pas?Modesto E. Guerrero: Yo vine aquen 1990 porque me haba ganadoun premio que otorgaba el centrocultural de la Cancillera venezola-na, por un libro sobre la invasin a

    Panam. Desde los aos 60, este or-ganismo tuvo un tinte socialdem-crata, se vesta un poco de izquierda

    y entregaba premios a la gente de iz-quierda. Este premio, en la categoraensayo, inclua un seminario, y yovine a la Argentina a participar deese seminario. A ti te acabo de dar la

    respuesta que le negu a Lanata (1)en virtud de su interrogatorio po-licial.

    Lt: Claro, l te estaba preguntandopor qu no te vuelves a Venezue-la si se vive tan bien all?MEG: Pero s, l me desaaba:quin eres t?, qu haces ac?Cuando yo llegu aqu, no funcio-naba nada, todava haba hiperin-acin, caos econmico, malestar...Al cabo de tres clases abandon el

    Seminario y me dediqu a la bo-hemia y a la poltica. Yo tena una

    beca en dlares y, por entonces, eramucha plata. Recuerdo que alquilun departamento en Acassuso por

    120 dlares, que no era nada. Enton-ces me qued. Luego descubr queno me qued slo por eso. Habauna memoria, como dicen ustedes,

    algo que me tiraba. Yo era unode los pocos venezolanos nunca

    cont esto que los domingos a lasonce de la noche escuchaba un pro-grama llamado Cinco minutos de

    tango; el tango es una cosa extra-a all. Era por Radio Rumbos, unafamosa emisora muy popular. Yosuelo ser nostlgico, introspectivo,

    y guardo muchos recuerdos de lainfancia. Te cuento una ancdota: a

    los 11 aos le el libro de Julio Ver-ne, El faro del n del mundo, sobre la

    Isla de los Estados, y me haba que-dado muy preocupado. A esa edadestaba en pleno proceso de identi-cacin y tena muchos los: haba

    sido monaguillo, luego renunci aDios, me encerr en el bao para

    desaarlo... y entonces lea a Verney me preguntaba: existe un lugaras, a espaldas de Dios que est

    arriba? Los argentinos pensabayo- no se caen porque estn pega-dos pero en realidad estn cabeza

    abajo, fantasas de nio, ignorantede la ley de la gravedad, y conven-cido de que Dios est arriba y uste-des estn mirando para abajo...

    Lt: Y s, aqu en el Sur estaramoslejos de Dios...MEG: Estn muy lejos de Dios, y loscanadienses estarn parados miran-do a Dios (risas). Te deca que cuan-do me qued aqu, me enamor de

    una gallega y nos fuimos juntosa Brasil. All, empec a militar enel PT, en los sindicatos de Brasil, enSan Jos de los Campos, en los gi-

    gantescos sindicatos metalrgicos.All qued embarazada y entoncesnos vinimos. Un hijo es una razpara m. Naci ac en Argentina, enSan Fernando, provincia de BuenosAires. Volvimos a Venezuela con el

    golpe del 92, la rebelin militar deChvez. Yo diriga all un diario mi-litante de izquierda, y me pidieronque fuera para eso. Es en este mar-co que envo la carta que incluyo enla biografa, donde le propongo a

    Chvez que estaba preso publi-car un semanario llamado Por ahora.A mediados del 93, mi compaera sesenta muy incmoda, ella es muy

    portea y no se adapt a Venezuela,a sus ritmos en n, nos vinimosya con Nicols de un ao y listo, mequed. Vivamos en Acassuso, y sufamilia en Olivos, de clase mediaalta; y de ah nos mudamos a Cha-carita. Desde entonces, comparto

    Venezuela y Argentina, siempre

    voy y vengo, sobre todo despus delgolpe de Estado de 2002. Volv a sercorresponsal de organizaciones deall, y del diarioAporrea. Esto me haconvertido en binacional. El aopasado estuve viviendo siete meses

    en Venezuela, pero casi siempre via-j como invitado por movimientos,por el gobierno, por instituciones, apresentar libros, o a dar conferencias

    sobre el Mercosur o el Alca, etc.

    Lt: Y cmo fue que comenzaste aescribir?MEG: Yo comenc por la literaturano poltica. Escriba poesa, cuentos,

    relatos... Como cualquier muchachobuscador... a los cinco aos se reve-l mi vocacin por las artes plsti-cas, en la primaria, me impuls unamaestra y me hice pintor. Fui a la es-cuela de arte, gan un premio regio-nal de pintura y luego me dediqu

    al teatro y la declamacin. Fui para-lelamente actor y pintor. Fui actor dela Escuela Estable de Teatro de mi

    ciudad, Maracay. Y al mismo tiempoescriba literatura; lea muchsimoporque sa era la mejor manera deescribir. Y as fui encontrando, sinproponrmelo, el periodismo, por

    una va no acadmica.

    Lt: Conservaste tus pinturas?MEG: Tengo algunas pinturas ac,

    y all en Venezuela regal unas dos-cientas. Pero pronto ingres a la po-ltica de manera tan apasionada que

    romp con la pintura y el teatro. As

    La tela de la araa.UTN. 27

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    empec a descubrir que eran pasio-nes que sustituan a otras pasiones,

    esa fue la conclusin psicoanalti-ca que le cont a una psicloga, yella me dijo: bueno, si eso te confor-ma no hay problema (risas).

    Lt: Podramos decir, entonces,

    que la pintura fue tu primera granpasin.MEG: La primera pasin fuerte, elprimer sueo... Deseaba profun-damente ser un pintor y dediquenormes esfuerzos de estudio para

    ello. Luego el teatro, en el caminodel teatro, la poltica como activi-dad militante; yo hice la formacinpara guerrillero, me iba a ir a lasguerrillas a los 17 o 18... estoy ac decasualidad: la polica se adelant y

    revent al grupo en el que me ibaa enrolar, Punto Cero, y los liquid atodos porque estaban inltrados dearriba, el segundo comandante eraagente doble: Manuel Tirado Tirado.Sali en la prensa, nunca lo olvidar.sa fue mi segunda pasin. Los queambamos la revolucin cubana,nos comprometamos fsicamente,

    entonces yo quise participar, juntomi amigo Ronald Snchez, hoy unimportante psiquiatra en Venezue-

    la. Luego me involucr en el movi-miento obrero, constru sindicatos

    y corrientes antiburocrticas, dirighuelgas obreras, ocupaciones y mstarde, me dediqu al periodismo.

    Con Ronald, inventamos un sema-nario mimeograado llamado Con-ciencia, era un semanario barrial deizquierda, en un momento de des-pertar bolivariano, de despertar cul-tural. Yo soy de la misma generacinque Chvez, no somos bolivarianospor casualidad. La diferencia es quenosotros nos formbamos en una

    corriente marxista. Pertenecemos auna generacin que rompi con el

    estalinismo que prohiba valorar aBolvar. S que ac el PC hizo locu-ras pero no s si a este nivel. All, a

    varios miembros del Partido entre

    ellos, al famoso guerrillero DouglasBravo los expulsaron por ser boli-varianos. As, esta generacin ante-rior a la ma, tras romper con el PC,

    se hizo bolivariana sin dejar de sermarxista. Y volviendo a Conciencia,comenzamos haciendo 330 ejempla-res y llegamos a imprimir 3.000 cadasemana. Un semanario de barrio,mimeograado... eso es equivalen-te a un peridico impreso de 30.000diarios. Era un momento de des-pertar poltico en Venezuela, no fue

    una casualidad, logramos organizarun movimiento barrial importante,

    cultural, reivindicativo; nuestras

    madres militaban con nosotros, te-namos soporte social, fueron cosas

    que nos ayudaron.

    Lt: Y qu pas con tus otras pa-siones?MEG: Es que nunca abandon la li-teratura. A los 17 aos elArchipilagoGulag de Alexander Solzhenitsyn mehizo vivir un corte abrupto. A quie-nes ramos tributarios de esa ideo-loga, de ese paradigma, se nos pro-

    dujo un quiebre de conciencia: esohizo Lenin?, nos preguntbamos.Para cuando aparece el fenmenoSolzhenitsyn, nace, en Venezuela,una movida poltica, social y cultu-ral impulsada por una amplia capa

    de la juventud estudiantil, barrial yobrera Miles y miles de jvenes sedinamizaron y entraron en accinpero por una va muy culturosa: losintelectuales ms importantes del

    pas eran de izquierda. Era la heren-

    cia que nos haba dejado la izquierdade los 60, la izquierda posdictadurade Prez Jimnez, eran los grandespoetas, los grandes novelistas, los

    grandes historiadores, los mejo-res economistas. Domingo AlbertoRangel fue el pensador mas impor-tante que tuvo Venezuela desde

    la segunda posguerra, muri hacepocos aos. Era jefe de Accin De-mocrtica por la izquierda, se hizopro-cubano e impuls las guerrillas

    del MIR. Salvo un intelectual llama-do Carlos Rangel y su mujer, SofaImbert, que era museloga, no hubograndes intelectuales de derecha enVenezuela. Hoy es ms factible en-contrarlos porque muchos llegarondesde la izquierda y se pasaron a laderecha, otros se vendieron direc-tamente al Estado, incluso algunosa Estados Unidos como TeodoroPetkoff. Tanto Chvez como mu-chos jvenes como yo, somos hijos

    de aquel clima de efervescencia re-volucionaria, de este socialismo

    petrolero de clase media que suporecoger los benecios de la prospe-ridad econmica. Una clase mediainquieta, que soaba, iba a la univer-sidad, se formaba Yo provengo dela clase obrera, pero culturalmente

    ms bien fui tallado por la clase me-dia, esa misma que aliment a trecepartidos de izquierda y a notablesgrupos culturales. Causa R, como

    antes el MAS y el MIR ocuparonms de veinte aos de la poltica ve-nezolana de izquierda. Causa R eraun partido laborista similar al PT,

    aunque sus dirigentes venan dela guerrilla, que a su vez vena delPC. Causa R tuvo el ms importantemovimiento cultural barrial de Ve-nezuela en los aos 80, en el barrioms radical de izquierda de Caracas,el 23 de Enero, que fue el foco de lacada de la dictadura, y donde la iz-

    quierda guerrillera y no guerrillerase asent masivamente. Hoy es unbarrio chavista, no es casualidad, esherencia cultural. Yo me formo y me

    Pginas latinoamericanas

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    alimento de este quiebre cultural, yvoy dejando el arte por la poltica.En el ao 76 yo haca ms polticaque arte, el arte era casi de n de se-mana, la poltica era diaria

    Lt: Pero eso no signifca que hayas

    dejado de disfrutar del arte.

    MEG: En absoluto, yo segu leyen-do mucho: novelas, cuentos, poe-sas... Lo que ocurre es que cuando

    no tomas a la poltica como una

    carrera de ascenso burocrtico sinocomo una pasin, una noble pasindedicada a una causa social, eso te

    impide dedicarte a otra cosa. Me

    fui convirtiendo en un ensayistade temas polticos sin dejar, en nin-gn momento, de leer literatura yde escribir poesa. Cuando en Su-

    dfrica asesinaron al lder del par-tido de Mandela, Stephen Biko, leescrib un poema, uno de los me-

    jores poemas que escrib. Lo hicepor el impacto que me caus quelo hayan matado como lo hicieron.Yo creo que fui cultivando la lite-ratura sin dedicarme a ella como

    literato, y a la vez me desarroll enel ensayo por la va de la polticay el periodismo. En el 76 me fui a

    Colombia y milit con muchos ar-gentinos exiliados, muchos de elloseran de las corrientes trotskistas yMontoneros en el exilio, y all par-ticip del Paro Nacional que fuecomo una gran insurreccin. Meenamor de Bogot, que junto conBarranquilla, fueron dos ciudadesde gran nivel cultural En Vene-zuela hubo cierto rezago cultural...siempre pongo este ejemplo paraque se comprenda bien: las dicta-

    duras argentinas hicieron desas-tres sociales en este pas, pero no

    se cerraron las universidades, se

    seguan formando profesionales;en Venezuela, directamente las ce-rraron; solamente dejaban abiertasaquellas en que se estudiaba Dere-cho Cannico

    Lt: Qu increble!, no tena esedato. Pero entonces debieron im-portar profesionales...MEG: Claro, por eso hay un retrasoacumulado de profesionales en Ve-nezuela. El contraste con el gobiernode Chvez es impresionante: pro-porcionalmente, Venezuela es hoy elpas que ms profesionales terciarios

    y universitarios produce en todo elhemisferio. Adems, se han creado17 nuevas universidades, que hayque multiplicar por no s cuntas que

    se llaman aldeas universitarias en elcampo, en la zona indgena, en las zo-nas barriales, la universidad obrera...

    Claudio Vliz, director deLa tela, entrevistando a Guerrero

    La tela de la araa.UTN. 29

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    (...) el proceso de

    produccin deprofesionales

    universitarios[en Venezuela] ser lento

    comparado con Argentina,por ejemplo, que tiene

    140 aos de

    escuela pblica...

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    Lt: Como nuestra Tecnolgica...MEG: Claro, all se sigue llamandoUniversidad Obrera. Pero el proce-so de produccin de profesionalesuniversitarios ser lento comparado

    con Argentina, por ejemplo, que tie-ne 140 aos de escuela pblica, y esoes algo que ninguna dictadura pue-

    de erradicar. Por eso yo vuelvo deBogot a Venezuela de otra manera,con otra visin, muy ledo en teo-ras polticas, en historia... me juntcon gente de otra generacin quesaba mucho, y as fue como en dosaos en Colombia, me form muchoms que en los ocho anteriores enVenezuela. Bogot para m es unamarca o matriz de cambio muy im-portante. En el 78, volv a Venezue-la y empec a organizar sindicatos,

    corrientes sindicales clasistas, habamucho movimiento. Yo participabaen un partido poltico de izquierda

    llamado PST dedicado al movimien-to obrero, tenamos mucho trabajopoltico en esta petrodemocraciaconsumista. En la Venezuela de hoyhasta las piedras hablan de poltica,pero en aquel momento, la poltica

    era para especialistas, de izquierda o

    de derecha, pero para especialistas.

    Lt: Pero adems, eran especialistasque haban tenido que importar,ya que all no los formabanMEG: S, por supuesto.

    Lt: Volvamos a tus primeras lectu-ras, qu textos leas?, cules erantus autores preferidos?MEG: A los nueve aos, comencleyendo cuentos fantsticos. Desgra-ciadamente, en Venezuela no existala difusin de obras de cuentistas

    fantsticos como en Argentina. Poresta razn, llegu un poco tarde aBorges, y a la corriente fantsticaborgiana. Le mucho a Julio Ver-

    ne, muchos cuentos juveniles rusos,y tambin cuentos de autores vene-zolanos, por supuesto. Me impac-taba esa capacidad de Julio Verne

    para imaginar mundos que slo hayque imaginarlos para que existan. Yluego me golpe Garca Mrquez.En Venezuela sigue siendo muy po-

    pular. La literatura y los imaginariosde Garca Mrquez se viven de un

    modo muy particular en el Caribe,algo muy distinto de lo que ocurreaqu. Yo, a los once aos, por ejem-plo, crea que los hombres podanparir. Es cierto que en todo el mundo

    se creen cosas