La Teología del Canto en la iglesia de los primeros siglos

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LA TEOLOGÍA DEL CANTO EN LA IGLESIA DE LOS PRIMEROS SIGLOS Henry Roncancio Webb Chapel Church of Christ 13425 Webb Chapel Rd Dallas, TX, 75234

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Un breve ensayo sobre los temas que sobresalen en la literatura de los primeros siglos de la iglesia en relación con la música.

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LA TEOLOGÍA DEL CANTO EN LA IGLESIA DE LOS PRIMEROS SIGLOS

Henry Roncancio

Webb Chapel Church of Christ13425 Webb Chapel Rd

Dallas, TX, 75234

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LA TEOLOGÍA DEL CANTO EN LA IGLESIA DE LOS PRIMEROS SIGLOS

Escribo estos breves apuntes esperando contribuir a desarrollar una reflexión fructífera y edificante. Entiendo que el tema de la música en la adoración ha sido candentemente debatido por muchos exponentes en las iglesias de Cristo en estos tiempos modernos. Sin embargo, generalmente nuestras discusiones presentan tres problemas fundamentales.

En primer lugar, hay posturas extremas que generan amargos enfrentamientos. Unos afirman con vehemencia y absoluta seguridad que la música a capela es sencillamente un credo más de la doctrina apostólica y punto. ¿Pero cómo se relaciona este credo con el resto de la teología apostólica? ¿Cuáles son sus posibles implicaciones teológicas para nosotros hoy? Estas preguntas salen poco a la luz. Lo único que interesa es definir si la Biblia autoriza usar instrumentos o no en la adoración. Los argumentos se centran en la perspectiva legal del asunto.

Por otra parte, otros sostienen que cualquier discusión sobre el tema es estéril, legalista y sin importancia. El asunto de la música, afirman, es trivial e irrelevante. Los temas verdaderamente teológicos deben versar sobre doctrinas centrales respecto a Jesús y la salvación. Sólo importa lo que es absolutamente necesario para ir al cielo. La práctica de la música a capela en la liturgia es sólo una tradición extraña y obsoleta heredada de los misioneros que primero nos anunciaron el evangelio.

El segundo problema estriba en que las discusiones y los argumentos parten por lo general de experiencias y posturas recientes de las iglesias. ¿Qué están haciendo y qué no están haciendo las iglesias hoy día con o sin instrumentos? ¿Cómo se ve hoy la adoración en las iglesias con o sin instrumentos? ¿Qué efecto tiene la música en el crecimiento y desarrollo de las iglesias? ¿Qué sentido tiene el uso de los instrumentos o el canto a capela en el discurso cristiano (evangélico) de nuestros días? ¿Porque algunas iglesias de Cristo están optando por usar instrumentos? ¿Cuál es la postura correcta frente a esta tendencia? ¿Cómo se contradicen las posturas de los exponentes actuales? Estas son las preguntas que usualmente están detrás de nuestras discusiones.

El último problema radica en la poca referencia al contexto en el que la iglesia de los primeros siglos desarrolló sus conceptos litúrgicos. Probablemente esto se deba a nuestro desconocimiento del mismo. ¿Realmente qué pensaban los primeros cristianos respecto al canto y a la música? ¿Cómo entendieron las pocas referencias que sobre el tema contiene el Nuevo Testamento? ¿Qué intenciones motivaron sus prácticas? Estas preguntas pueden ser interesante y estimular entre nosotros una reflexión más amplia que nos permita encubar perspectivas de fe dinámicas, pertinentes y saludables para el desarrollo de nuestro espíritu y de nuestras iglesias.

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Esto es precisamente lo que quiero hacer en este corto ensayo. Aprovechando la obra del musicólogo James McKinnon1 quiero destacar las principales líneas del pensamiento de la iglesia primitiva en relación con el canto y la música. McKinnon reunió una colección de unos 400 pasajes relacionados con la música tanto del Nuevo Testamento como de la literatura cristiana temprana hasta el 450 DC. Estos pasajes hay sido recientemente traducidos al inglés del griego, latín y siriaco. De estas traducciones al inglés se han hecho las traducciones al español en este trabajo. Considero que el pensamiento de los primeros cristianos respecto a este tema fue muy fecundo y estimula positivamente nuestra reflexión respecto de la práctica de nuestra fe en estos tiempos actuales, particularmente críticos y cambiantes.

Los primeros cristianos y la música

Tal vez lo primero que conviene observar es que obviamente la música no fue nada extraña a la vida cotidiana de los primeros cristianos. El hombre es un ser musical y por consiguiente no nos extraña encontrar en los escritos cristianos hartas alusiones al tema. Ellos sabían de címbalos o campanillas2; de los sonidos claros y distintivos de flautas, arpas y trompetas3; de los músicos contratados para servicios fúnebres4; de los jóvenes que tocaban flauta en las plazas5; y hasta de música para bailar.6 Ellos habían leído de los panderos y otros instrumentos que acompañaron el recibimiento jubiloso de Saul y David después de que éste matara Goliat7. También sabían del festejo en torno al ingreso del arca del pacto a Jerusalén8 y, por supuesto, de la música en el templo9. Israel, la nación que vio nacer al cristianismo, era un pueblo muy musical que expresaba su alegría o su tristeza con danzas, canciones e instrumentos.

La iglesia pronto dejó su cuna y siguió el destino al que la había llamado el Maestro incursionando en tierras gentiles para llevar el evangelio por todo el mundo10. Allí también encontraron culturas musicales. Los nuevos convertidos apreciaron también el arte milenario de la música. Hipólito (c.170–c.236), por ejemplo, en su Refutación a los herejes, menciona el hecho de que Pitágoras en su investigación de la naturaleza

1 James McKinnon, Music in Early Christian Literature, Cambridge University Press, New York, NY, 1989

2 1 Corintios 13:1

3 1 Corintios 14:7-8, 15:51-52, Apocalípsis 5:8

4 Mateo 9:23

5 Lucas 7:32

6 Lucas 15:25

7 1 Samuel 18

8 2 Samuel 6:4-6, 1 Crónicas 15-16

9 Salmos 150, 2 Crónicas 5:12-14, 7:5-7, Hechos 2:46, 3:1, 5:21, 21:26

10 Hechos 1:8

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combinó la astronomía, la geometría y la música. Declaró que Dios es una unidad (mónada) y que el universo hace melodía y está hecho de armonía11.

Orígenes en su Carta a Gregorio I, anotó que así como los filósofos «hablan de la geometría, la gramática, la música, la retórica y la astronomía como ciencias auxiliares de la filosofía, así también nosotros podemos hablar de la filosofía respecto al cristianismo»12. Por último, Atanasio (c.296–c.337) en su exquisita apología Oratio contra gentes dice:

«Así como uno escucha de lejos una lira con sus diversas cuerdas y reflexiona sobre su armoniosa sinfonía, que no sólo la cuerda baja produce un sonido, ni sólo la cuerda alta, ni únicamente la cuerda media, sino que todas suenan al tiempo en una balanceada tensión; y uno concluye de todo esto que la lira no se toca sola, ni que son muchos los que la tocan, sino que más bien hay un músico que con su arte combina los sonidos de cada cuerda para hacer una sinfonía armoniosa –aunque no podamos verlo–; así también, puesto que hay un orden armonioso en todo el mundo, sin que las cosas de arriba desentonen con las de abajo, ni las de abajo con las de arriba, sino que están en un completo orden, concluimos que hay un líder y rey de toda reacción, no muchos, quien ilumina y mueve todo con su propia luz.»13

Los cristianos en los primeros siglos de la iglesia apreciaron la belleza, el ritmo, la melodía y la armonía de la música. Pero consideraron la música como un don proveniente de Dios mismo14 y jamás pensaron usarla para deleitar a Dios con ella15. Más bien buscaron en su música la edificación mutua y la comunión con su Salvador. De hecho, Clemente cita un pasaje de Menander que hace una sátira del efecto que puedan tener los címbalos contra el mal.

«Si en verdad el hombre dirige a un diosa donde el quiera mediante címbalos,

11 McKinnon, #87

12 McKinnon #63

13 McKinnon #107

14 En las Odas de Salomón leemos:

«Como el arado es la ocupación del labriegoy dirigir el barco la tarea del timonel,así mi ocupación son los salmos del Señor en sus himnos;Mi labor y mi arte son sus himnos,porque su amor ha nutrido mi corazón,y hasta en mis labios ha derramado sus frutos». McKinnon, # 35

15 Quentin Faulkner, Wiser Than Despair: The Evolution of Ideas in the Relationship of Music and the Christian Church, Greenwood Press, Westport CT, 1996, p. 50

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haciendo esto él es más grande que su dios.»16

El encuentro con la música pagana

Que no toda música es edificante fue algo obvio para los cristianos en los primeros años de la iglesia. Debido al contexto particular en el que vivieron, esto fue probablemente más claro para ellos que para muchas iglesias en tiempos modernos. Mateo y Marcos, por ejemplo, registran el suceso infame de la muerte de Juan el Bautista, resultado de la locura desatada en el festejo del cumpleaños del rey Herodes.17 La prosperidad económica, el deterioro de valores y alejamiento paulatino de Dios hacen que las gentes se enfoquen en lo agradable y placentero y que descuiden el desarrollo del espíritu, fundamento verdadero de la salud y de la vida.

Esto no fue un problema sólo de las sociedades gentiles. Los israelitas y los cristianos podían recordar la voz de alerta del profeta Isaías en su censura contra el relajamiento de las costumbres del Israel de antaño. Esto trajo como consecuencia la ruina del pueblo de Dios. Al escribirse el Nuevo Testamento, siete siglos más tarde, los judíos seguían oprimidos y sin poder alcanzar las promesas divinas. Isaías dijo:

En sus fiestas hay liras,    arpas, tambores, flautas y vino.Pero no prestan atención a lo que el SEÑOR ha hecho    ni a la obra de sus manos.18

Ciertamente la música puede disfrazar engañosamente la ruina moral y espiritual de un pueblo o de una cultura. Puede hacerlo incluso con la música sagrada.19 El entretenimiento distrae la atención. Tan grande fue el impacto de la crisis espiritual que vivieron los judíos frente la continua dominación extrajera en su tierra prometida, que siglos después el Rabi Johanan advertía a cualquiera que bebiera con el acompañamiento de estos cuatro instrumentos, que traería cinco castigos al mundo.20

Los escritores post apostólicos también fueron muy conscientes del poder de la música. Varios de ellos se habían convertido del mundo de banquetes, fiestas y melodías seductoras interpretadas por bellas mujeres en sus finas arpas y flautas. Es que se dieron cuenta de que en las culturas paganas la música servía para incitar pasiones y seducir a la idolatría. De hecho, esta aprehensión no resultó de un tipo de moralismo extremo en los primeros cristianos. Varios filósofos antiguos habían ya elevado su voz de alerta sobre el efecto embrutecedor que puede tener la música. Consideraban que

16 McKinnon, #48

17 Mateo 14:6-8, Marcos 6:22-25

18 Isaías 5:12

19 Amos 5:23

20 McKinnon, p. 2

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las arpistas en los banquetes eran uno de «esos lujos indeseables que Roma había introducido.»21

No nos extraña pues que en la literatura patrística desde muy temprano aparezca una vehemente oposición a cualquier tipo de música relacionada con inmoralidad o idolatría. Tatiano (c.160) expresó su abierta desaprobación de las cantantes licenciosas y sus extraños movimientos.22 Del mismo modo Clemente de Alejandría (c.150–c. 215) en su célebre capítulo IV del Pedagogo denunció la intemperancia de las fiestas y banquetes paganos. Contrastó las borracheras, las trasnochadas necias y la algarabía de las fiestas paganas con el entretenimiento «racional» de los cristianos. Calificó los salterios, címbalos, tímpanos y demás de «instrumentos de engaño». Asoció las flautas (aulos) con «gente supersticiosa obsesionada con la idolatría». Y resumió diciendo: «A decir verdad estos instrumentos deben prohibirse en cualquier simposio sobrio; no son aptos para la gente, sino para las bestias, y el componente bestial de la humanidad.»23

Todavía hablando acerca de la conducta apropiada en los banquetes, Clemente argumentó que el hombre es «instrumento de paz», mientras que estos instrumentos musicales lo son de agresión, «inflaman las pasiones, encienden la lascivia y estimulan la ira.» En contraste con esto los cristianos «usamos solo un instrumento, la palabra de paz únicamente, por medio de la cual honramos a Dios. Ya no usamos más el salterio antiguo, ni la trompeta, ni el tímpano, ni la flauta (aulos), como era costumbre de los expertos en la guerra y de aquellos desdeñosos del temor de Dios que empleaban instrumentos de cuerda en sus fiestas, como para despertar la pereza de sus espíritus por medio de sus ritmos.» Todo esto, según Clemente cumple la doble expectativa de la ley «puesto que si amamos primero al Señor nuestro Dios, y luego al prójimo, debemos mostrar genialidad, primero, para con Dios por medio de acciones de gracias y en segundo lugar, a nuestro prójimo en una amistad digna.»24

Vale destacar los temas de la «racionalidad» Vs. la pasión bruta, el abuso de la música en la alta sociedad alejandrina, y el cumplimiento «espiritual» de la antigua ley en las prácticas cristianas. De una u otra manera estos temas aparecen recurrentemente en las obras de Clemente y en otros escritos patrísticos. Son los argumentos en contra de la música pagana. Novaciano (c. 258) describe con cierto sarcasmo el arte de los músicos que tocan diversos instrumentos y concluye que «aún si estas cosas no fueran consagradas a los ídolos, los cristianos fieles no deberían frecuentarlas ni observarlas, porque aún si no hubiese nada malo en ellas, tienen en sí mismas una inutilidad tal, que difícilmente pueden ser aptas para los creyentes.»25 Tertuliano (c. 160) denunció

21 Ibid.

22 Ibid. #30-31

23 Ibid. #51

24 McKinnon, #53

25 Ibid. #92

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también la fusión de la religión pagana con el teatro, su pompa y su música..26 Evidentemente los cristianos primitivos, conscientes de lo que estaba en juego, se opusieron enérgicamente al uso de la música para cultos idólatras, insinuación sexual y lujo artificioso.27

La música en la liturgia cristiana

A pesar de la insuperable disparidad que existió entre la música popular y la nueva fe y de las posiciones radicales que asumieron los líderes cristianos frente al mal uso de la música, no hay una conexión directa entre este fenómeno y el constante silencio elusivo respecto a la música instrumental en los contextos litúrgicos de los escritos de los primeros siglos de la iglesia.

Tanto escritores del Nuevo Testamento como los padres de la iglesia y los apologistas (Pablo, Santiago, Clemente, Tertuliano, Justino, Crisóstomo, Orígenes, Ireneo, Basilio) hicieron numerosas referencias al canto de la iglesia, pero en ningún momento hicieron alusión al uso de instrumentos musicales para su acompañamiento.28 Según el profesor de critica Bíblica, Philip S. Esler, «la música eclesiástica cristiana ha sido, por la mayor parte de su historia temprana, un arte exclusivamente vocal, pero esto fue un asunto de circunstancias históricas, no el resultado de un edicto eclesiástico.»29 En otras palabras, las iglesias, paralela e independientemente de su polémica contra el mal uso de la música, prefirieron la música a capela para alabar a Dios. La iglesia ortodoxa griega hasta la fecha conserva esta práctica.

Según el profesor Egon Joseph Wellesz, compositor y musicólogo, el uso inicial del órgano en la iglesia occidental puede explicarse de la siguiente manera:

En el año 757 Constantigo Coprónimo le envió un órgano como regalo al rey Pippin. En el año 812 Miguel I le regaló a Carlomagno otro instrumento. El regalo iba acompañado de músicos que sabían tocar el órgano y quienes obviamente le enseñaron el arte a los músicos francos. También se dice que los artesanos francos copiaron el órgano e hicieron nuevos instrumentos que se usaron para enseñar los cánticos religiosos. Puesto que fueron los monjes los que hicieron toda esta obra, el órgano se introdujo gradualmente en las iglesias y se difundió por todo occidente como el instrumento de la iglesia.30

26 Quentin Faulkner, Wiser Than Despair: The Evolution of Ideas in the Relationship of Music and the Christian Church, Greenwood Press, Westport CT, 1996, p. 53

27 Ver la denuncia de Arnobio (c. 330) en McKinnon #95

28 F. W. Mallox, The Eternal Kingdom, A History Of The Church, Gospel Light Publishing Company, Delight, Arkansas, 1961, p. 154

29 Philip F. Esler, The Early Christian World - Vol. 2, Routledge, Londres, 2000, p. 777

30 Egon Wellesz, A History of Byzantine Music and Hymnography, Clarendon Press, Oxford, 1961, p. 108.

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¿Qué impulsó la música a capela en las iglesias primitivas? ¿Qué conceptos se asociaron desde el principio con el canto? Consideremos a continuación los diversos temas que se desprenden de la literatura con que contamos.

El canto expresa la vivencia y la genuinidad del cristiano verdadero

Esta puede ser quizá la asociación más inmediata y obvia. Frente al ritual del templo con toda su externalidad31 y al bullicio inútil de los cultos paganos, el canto debió ser para los primeros cristianos un verdadero oasis de espiritualidad auténtica. ¿Estaría pensando el apóstol Pablo en los instrumentos del templo cuando dijo: «Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe?»32

La música que acompañó al cristianismo en su nacimiento no fueron canciones de cuna para calmar almas de individuos cargados de culpas. Fueron más bien fervorosos cantos de esperanza que vislumbraban paz y victoria al amanecer de un mundo nuevo.33 Los primeros convertidos de entre los judíos no fueron simplemente un retoño del judaísmo decadente de su época. Fueron más bien la voz polémica y profética que lo denunció, redefiniendo el momento como «el tiempo de reformar las cosas»,34 de esperar «de la presencia del Señor tiempos de refrigerio»,35 «cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.»36

Seguramente, respirando aún ese mismo espíritu de renovación, buscando el sentido de los eventos iniciales de la fe, un discípulo de Orígenes en su Selecta in psalmos, explica su entendimiento de la música en los siguientes términos:

«La trompeta es la mente contemplativa, la mente que ha aceptado la enseñanza espiritual. La cítara es el alma práctica activada por los mandamientos de Cristo. El tímpano es la muerte de la avaricia por la bondad misma; las danzas, la sinfonía de las almas racionales37 hablando en unísono y evitando la disensión...»

31 Hebreos 9:1-11, 10:1, Colosenses 2:20-23

32 1 Corintios 13:1

33 Lucas 1:46-55, 68-79; 2:14, 29-32; I Timoteo 3:16

34 Hebreos 9:10

35 Hechos 3:19

36 2 Pedro 3:13

37 El énfasis es mío. ¿Es esta racionalidad y la de Clemente un eco de Romanos 12:1?

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«Las muchas cuerdas unidas en armonía, cada una musicalmente ordenada en su respectivo lugar, son los diversos mandamientos y doctrinas sobre varios temas, los cuales no presentan discordia entre ellos...»Respecto a todo esto, aquel que habla en lenguas humanas o angélicas, pero no tiene amor, no es un címbalo que suena bien.» 38

El canto refleja la armonía de la «ecclesía» de Dios

La asociación musical de la armonía con la unidad de las iglesias es un tema frecuente en la literatura patrística. Los escritores post apostólicos insistentemente hicieron eco de la recomendación apostólica respecto de la armonía que debe reinar en las iglesias. Leamos a Pablo:

«La paciencia y el ánimo vienen de Dios. Le pido a él que les conceda vivir en armonía unos con otros como quiere Jesucristo. Así, todos a una voz podrán unirse en alabanza al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.»39

¿Qué significa «todos a una voz podrán unirse en alabanza»? ¿Se refería el apóstol a la alabanza por medio del canto? Lo cierto es que la armonía era para los primeros cristianos el reflejo de su unión con Cristo. Además, por eso mismo, ellos se consideraban partícipes de la gran comunión y la alabanza cósmica40. Algunos años después de Pablo, Clemente de Roma (c. 96) escribía:

«Consideremos la multitud de ángeles, cómo al lado de ustedes ministran la voluntad de Dios. Porque la Escritura dice: diez mil por diez mil estaban en pie junto a él y mil por mil lo ministraban y decían: “Santo, Santo, Santo, Señor de Sabaoth, toda la creación está llena de su gloria”. Así, pues, unámonos todos en concordia por consciencia41 y elevemos fervientemente a él una sola voz, para poder venir y participar de sus grandes y gloriosas promesas.»42

También Orígenes en su apología contra Celso refleja la profunda espiritualidad de cantar con la consciencia de formar parte de una gran unidad cósmica. Leamos:

«Celso dice que podríamos honrar al gran dios mejor si cantáramos himnos al Sol y a Atenea. Pero nosotros sabemos que lo cierto es lo contrario. Porque

38 McKinnon, #69

39 Romanos 15:5-6 (PDT)

40 Ver Apocalípsis 5:8-9

41 Consciencia: Conocimiento de los actos y reflexiones propias. Tener conciencia de lo que uno piensa. Es interesante la relación entre la concordia y la consciencia. Donde no se toma consciencia clara del evangelio no hay concordia.

42 McKinnon, #20

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decimos (legomen)43 himnos a un Dios que es sobre todo y a la unigénita Palabra, quien también es Dios. Cantamos a Dios y a su unigénito como lo hacen el sol, las estrellas y todas las huestes espirituales.44 Porque todos forman un coro sagrado y cantan himnos al Dios de todo y a su Unigénito, junto con aquellos humanos que son justos.»45

En su comentario sobre Mateo 18:19, el pseudo Orígenes aprovecha la relación entre la palabra «symphonesosin» y la sinfonía musical para ilustrar la importancia del común acuerdo entre creyentes. «La discordia consume mientras la concordia unifica y abre espacio para que el Hijo de Dios se haga presente en medio de aquellos que están en armonía.»46

Por su parte, también Atanasio (c. 296-373) relaciona el canto de la iglesia con la expresión de su unidad y armonía. El dice:

«Así como damos a conocer y atribuimos significado a los pensamientos de nuestra alma por medio de las palabras que expresamos, así también el Señor quiere que la melodía de nuestras palabras sean signo de la armonía espiritual de nuestra alma y ordenó que se canten cánticos con melodía y se lean los salmos con canciones47... aquellos que no recitan las canciones sagradas de esta forma, no cantan con entendimiento,48 sino que se gratifican a sí mismos, e incurren en culpa... Pero aquellos que cantan de la manera descrita arriba –es decir, siendo la melodía de las palabras precedida por el ritmo del alma y su armonía con el espíritu– cantan con la lengua y cantan con la mente49, no solamente para ellos mismos, sino que son de gran beneficio a todos los que los oyen.»50

43 Efesios 5:19 –«hablen entre ustedes con salmos, himnos y cánticos espirituales...». Vale observar los verbos «decir» y «hablar» relacionados con los salmos y los himnos de iglesia.

44 El apóstol Pablo había hablado ya de la misión de Jesús como el cumplimiento del propósito divino para la unificación del cosmos. Efesios 1:10, Colosenses 1:15-20 (posiblemente un canto primitivo). Ver también Salmos 148.

45 McKinnon, # 66

46 McKinnon, #70

47 Probablemente encontramos eco de las palabras de Pablo: «llénense del Espíritu Santo. Anímense entre ustedes con salmos, himnos y cantos de alabanza. Canten de corazón melodías al Señor.» (Efesios 5:18-29)

48 O con «consciencia» diría quizá Clemente de Roma.

49 1 Corintios 14:15

50 McKinnon, #99 y 100

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Para estos antiguos escritores el canto fue no sólo un símbolo de la unidad de la iglesia, sino que también lo concibieron como una forma positiva para promoverla. Basilio (c. 330-379), por ejemplo, dice:

«Un salmo es tranquilidad al alma y árbitro de paz. Calma nuestros tumultuosos y bulliciosos pensamientos. Acalla la ira del alma y censura su terquedad. Un salmo crea amistades, une lo separado y reconcilia a los enemigos. Uno no puede seguir siendo enemigo de aquel con quien dice la misma oración a Dios. Así que la salmodia provee el más grande de todos los bienes, el amor, creando en el canto común un cierto vínculo de unidad y uniendo la gente en la concordia de un mismo coro.»51

Obviamente la unidad, el acuerdo, y la armonía de los cuales nos habla el Nuevo Testamento son un gran reto para la iglesia en todas las edades. La tendencia humana es a apartarse, enemistarse y distraerse de los propósitos de Dios. Por eso encontramos que ya Juan Crisóstomo (c. 347–407) compara el decoro enseñado por los apóstoles a la iglesia primitiva con el desorden de las reuniones de su tiempo. Dice, comentando 1 Corintios:

Todos se juntaban temprano y cantaban salmos en común. Eso también lo hacemos nosotros hoy, pero entonces había solo un corazón y un alma en todos ellos, mientras que ahora no podemos ver tal unidad de espíritu, sino mucha disputa en todas partes...52

Al leer las citas anteriores es difícil no darse cuenta del inmenso valor que los primeros cristianos le atribuyeron a las palabras que cantaban. Canto y palabra iban de la mano. Cantando expresaban lo que era más valioso para ellos y fortalecían su compromiso unos con otros, y con la misión de paz cósmica que habían recibido de Cristo. Unidad, armonía, concordia, eran aspectos de gran alcance para los «padres de la iglesia». En Clemente, por ejemplo, estar unido a Cristo es ser puro y libre del pecado que nos separa de Dios. Es haber nacido de nuevo a una vida de justicia y de paz eterna con Dios. Es servir a Dios con todo el ser en el mundo que él creó. Es cambiar la vida terrenal por la celestial. Es superar el dualismo con la completa armonía de cuerpo, alma y espíritu sometidos a Dios en su creación.53

El canto expresa la racionalidad de la fe

Según Clemente a Dios lo adoramos con el cuerpo, la voluntad (ética) y la mente (racionalidad).54 Ya el apóstol Pablo había dicho: «Oraré no sólo con el espíritu, sino

51 Ibid. #131

52 Ibid. #184

53 E. F. Osborn, The Philosophy of Clement of Alexandria, University Press, Cambridge, England, 1957, p. 47-49

54 Ibid.

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también con el entendimiento, y cantaré no sólo con el espíritu sino también con el entendimiento.»55

Haciendo eco de esta enseñanza y hablando probablemente de las reuniones de la iglesia Basilio (c. 330–379) escribió:

«Hay un salmo, hay profecía, hay preceptos del evangelio y pronunciamientos de los apóstoles. Mientras cantan con la lengua, que su mente busque el significado de las palabras, para que puedan cantar con el espíritu y cantar también con el entendimiento.»56

Muy en consonancia con esta afirmación Atanasio (c. 296-337) también declaró: «...recitar salmos con melodía no es por el deseo de un sonido placentero sino la manifestación de la armonía de los pensamientos57 del alma.»58

En otro lugar, comentando Salmos 81:3-4, también dijo:

«Toquen trompeta cuando llegue la luna nueva. Así como Israel en tiempos pasados tomó trompetas físicas y las tocó en la luna nueva... así también el nuevo pueblo, tocando la trompeta del evangelio59, cuyo sonido ha ido por el mundo entero, es llamado una vez más a tocar la trompeta en la luna nueva, esto es la renovación de la mente, confesando y dando testimonio que ha sido rescatado del Egipto figurativo, es decir, del poder de las tinieblas.»60

La fe cristiana primitiva no se centró en las experiencias religiosas subjetivas de los individuos. No era una forma en que, en su interioridad aislada, cada quien vivía horas o minutos de emotiva espiritualidad intensa. Más bien la fe fue un llamado a la consciencia que invitaba a los creyentes a replantearse en comunidad el tema de la historia y el destino de la humanidad. Durante siglos Israel había formulado su propio

55 1 Corintios 14:15 (Ver también Romanos 12:1)

56 McKinnon, #13457 El canto es una forma de recibir y comunicar la palabra de Dios que forma y transforma nuestra mente (Colosenses 3:16-17, Efesios 4:23, Romanos 12:1-2

58 McKinnon, #100

59 Los «padres de la iglesia», particularmente en el círculo Alejandrino recurrieron con frecuencia a la alegorización para explicar los textos del AT que hacen referencia a los instrumentos musicales en el culto judío. Así por ejemplo Clemente identifica la trompeta con la resurrección, el salterio con la lengua, la cítara con la boca, etc. McKinnon, #52

60 McKinnon, #101

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sentido nacional histórico, pero con frecuencia había perdido el rumbo. Ahora, con Jesús, había llegado el momento de descubrir el significado del «telos» del tiempo.61

Por esta razón, temas como el conocimiento, la consciencia, la racionalidad y la verdad eran cruciales en la fe primitiva.62 Clemente de Alejandría (c. 150-215) escribió: «No tenemos ninguna excusa si no encontramos la secuencia de la verdad y asentimos con ella respecto a las cosas que debemos creer, si no distinguimos lo que es contradictorio, improbable, contrario a la naturaleza y falso de lo que es consistente, probable y acorde con la naturaleza»63. Además «La verdad es al error como el trigo a la paja, como la fruta verdadera a la imitación de cera, como la vía del rey a las veredas peligrosas, como los vegetales a la maleza.»64

En un contexto individualista como el de la sociedad occidental post moderna la búsqueda colectiva del sentido verdadero resulta inaceptable. ¡Que cada quien haga lo que quiera y crea lo que quiera! ¡Viva la diversidad! Al fin y al cabo ¿quién sabe cual historia es verdadera? Solo importa el presente y la satisfacción hedonista del momento. Solo son verdad el dinero y el poder. Pero el estudiante de la Biblia debe recordar que este definitivamente no fue el mundo de los primeros cristianos. Para ellos era importante decir la verdad, enseñar la verdad y cantar la verdad. El canto no era sólo ocasión para sentir la belleza del arte o retirarse a la intimidad de la experiencia religiosa subjetiva, sino más bien una forma más de declarar en comunidad aquella verdad revolucionaria recién descubierta que transforma el mundo.65 Ellos afirmaron su fe como la alternativa única a todas las demás propuestas y por eso insistieron también en la racionalidad del culto.

En su célebre metáfora del jardín, Clemente insistía en que aquel que conoce al Señor debe ser primero transplantado del otro lugar. No se puede ser cristiano y seguir plantado en algún jardín del mundo. Hay que ser arrancado de raíz y plantado

61 La finalidad de los tiempos. I Corintios 10:11 (τὰ τέλη τῶν αἰώνων). Ver también Gálatas 4:4, Marcos 1:14-15, Hechos 1:6-8, Hebreos 1:1-2)

62 En las Odas de Salomón, por ejemplo, leemos:

«Enséñame las palabras de tu verdad,para que yo pueda dar frutos en ti;Y abre para mí la cítara de su Espíritu Santo,para que con dada nota pueda alabarte, Oh Señor. McKinnon, #34

63 Citado por E. F. Osborn, The Philosophy of Clement of Alexandria, University Press, Cambridge, England, 1957, p. 114

64 Ibid. 117

65 Theodoret de Ciro, cuenta la historia de una respetable viuda de Antioquía, Julia, quien junto con otras mujeres retaba al idólatra Emperador Julian, cantando Salmos alusivos a la idolatría, McKinnon, #225

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«juntamente con Cristo».66 Hay que dejar atrás «la vieja manera de vivir, abandonar las opiniones impías, y convertirse a la verdad». 67

El canto comunica Palabra de Dios

Por esta razón, seguramente desde el comienzo, tanto los apóstoles como los escritores post apostólicos relacionaron el canto y la alabanza con la Palabra. Empecemos leyendo dos textos bíblicos muy citados. Estos son un ejemplo de cómo la literatura en los primeros siglos de la iglesia elude la mención de instrumentos musicales en los contextos de adoración cristiana y asocia el canto con la comunicación de la Palabra.

Pablo escribió a los Efesios:

 No se emborrachen con vino, lo cual lleva al desenfreno; más bien, llénense del Espíritu. Hablen68 entre ustedes con salmos, himnos y cánticos espirituales; canten y alaben69 al Señor con el corazón, y den siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.70

Pablo escribió a los Colosenses:

La palabra de Cristo habite ricamente en ustedes. Instrúyanse71 y exhórtense72 unos a otros con toda sabiduría; canten al Señor salmos, himnos y cánticos espirituales, con gratitud de corazón.73

66 Romanos 6:5

67 Clemente Citado por E. F. Osborn, The Philosophy of Clement of Alexandria, University Press, Cambridge, England, 1957, p. 158

68 gr. λαλοῦντες

69 gr. ψάλλοντες – alaben con salmos, canten salmos. ψάλλω (psallo) se traduce en otros contextos como «cantar», pero obviamente aquí esta traducción daría lugar a una repetición indeseable. Por eso se ha traducido como «alabar» o «hacer melodía». Psallo es sencillamente cantar, como ᾄδω (ado), y ὑµνέω (hymneo).

70 Efesios 5:18-18 (RVC)

71 διδάσκοντες –Basilio (c. 330-379) decía: «e nuestros cantos aprendemos lo que es provechoso...» McKinnon, #132

72 νουθετοῦντες –Las palabras de Eusebio de Cesarea (c. 260-340) seguramente hacen eco de esta verdad: «La Palabra de Dios, toda sabiduría y toda armonía aplicando toda clase de remedios a los hombres afligidos por toda clase de vicios toma su sabiduría y su naturaleza humana en sus manos como si fuera un instrumento musical y con él toca odas y versos para seres racionales, no bestias sin inteligencia, y así, con el medicamento de su doctrina inspirada, cura toda clase de salvajes, griegos no menos que bárbaros, de sus pasiones salvajes y de la bestialidad de su alma.» Ibib. #216

73 Colosenses 3:16 (RVC)

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Los cristianos primitivos se dedicaron a comunicar constantemente la Palabra de Dios. La misma existencia de sus comunidades se debió a dicha Palabra. Había un mensaje y era necesario expresarlo, proclamarlo y aprenderlo. La unidad y el progreso de la iglesia dependía de eso. Como había sucedido antes, si la gente no escuchaba la Palabra, perdían la orientación y estaban condenados a repetir la historia catastrófica del viejo Israel en el desierto74. Los antiguos discípulos vivían admirados y agradecidos por la Palabra que les fue dada75. Un contemporáneo de Justino (c. 100-165) lo expresaba así:

“Ni por naturaleza ni por entendimiento humano es posible que los hombres conozcan cosas tan grandes y divinas76, sólo por el don que descendió a su tiempo desde arriba sobre aquellos santos hombres, para quienes no fue necesario ningún artificio verbal, ni saber decir las cosas de manera contenciosa o querellosa, sino presentarse a sí mismo puros para la obra del Espíritu Santo, para que la Divinidad misma, bajando del cielo como pluma y usando estos hombres justos como instrumentos, como la cítara o la lira, nos revelara el conocimiento de estas cosas divinas y celestiales. Así que, como viniendo de una misma boca y de una misma lengua, en conformidad y armonía (symponos) unos con otros, nos han enseñado acerca de Dios, la creación del mundo, y la formación del hombre...»77

La Palabra no son simplemente palabras. Es la revelación de Dios mismo, su esencia y su voluntad. Hablando de David, valiéndose de los instrumentos que el antiguo profeta usó78, Clemente (c. 150-215) evoca en la mente de sus lectores la imagen impresionante de un nuevo canto para un nuevo pueblo. Él dijo:

El Señor hizo para el hombre, a su propia imagen, un bello instrumento que respira; en verdad él mismo es un instrumento armónico de Dios, bien afinado y santo, la sabiduría trascendental, la Palabra celestial... Este es el Nuevo Canto, la manifestación brillante de la Palabra entre nosotros, quien era al principio y antes del principio.»79

74 Hebreos 3:1-19, 1 Corintios 10:1-22

75 Judas 1:3, Gálatas 1:6-9

76 Ver 1 Corintios 2:6-14

77 McKinnon, #28

78 Clemente interpretó el uso el uso de instrumentos en el Antiguo Testamento alegóricamente, como era usual en su contexto alejandrino. De este modo captó el sentir y la práctica de la iglesia primitiva con su música vocal. En Stromata escribió: «La cítara, usada alegóricamente por el salmista, sería según su primer sentido El Señor y en su segundo sentido aquellos que continuamente tocan (chrouontes) sus almas bajo la dirección musical del Señor. Y si se dice que los salvos que son la cítara, es porque se les oye dar honor musicalmente mediante la inspiración de la Palabra y el conocimiento de Dios, a medida que son tocados para fe por la Palabra». McKinnon, #59

79 Ibid, #45 –Ver 1 Timoteo 3:16 muy seguramente un canto de la iglesia apostólica.

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Mediante el canto uno se presenta a sí mismo como sacrificio agradable a Dios

Los cristianos hicieron una completa relectura del Antiguo Testamento. Jesús, su mensaje y sus eventos proyectaron frescura y nueva luz sobre las antiguas Escrituras hebreas. Súbitamente la historia de sus páginas dio un giro inesperado. Las promesas y las expectativas se cumplieron. El problema que planteó al principio la historia de Génesis se resolvió. Pero el cumplimiento que se reveló en los sucesos de Jesús fue radicalmente novedoso. El rey apreció literalmente montado en asno80, triunfó literalmente mediante la humillación y el sacrificio,81 y propuso salvación para todas las naciones82. Los moldes de interpretación antiguos tuvieron que romperse y una nueva visión empezó a gestarse.

Las instituciones y ordenanzas cultuales del Antiguo Testamento aparecieron como una sombra de lo verdadero, una prefigura de la realidad.83 Había llegado el momento en que los lugares y elementos físicos y simbólicos, característicos del viejo pacto, dieran lugar al espíritu y la verdad.84 El templo ahora es la congregación de cristianos.85El verdadero sacrificio expiatorio fue sido ofrecido por Cristo mismo en el calvario, con su propia sangre, una vez y para siempre.86 Las ofrendas de olor fragante a Dios ya no son víctimas quemadas, sino vidas consagradas a Dios.87 Dios reemplazó la vieja casta sacerdotal88 por un nuevo sacerdocio real,89 presidido por un nuevo Sumo Sacerdote, «según el orden de Melquisedec»90, Cristo Jesús. Los cristianos ahora, como nuevo sacerdocio, ofrecemos «siempre a Dios, por medio de él (Jesucristo), sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.91

80 Mateo 21:1-11

81 Filipenses 2:5-11

82 Mateo 28:18-20

83 Hebreos 9:8-10

84 Juan 4:24

85 1 Corintios 3:16

86 Hebreos 10:8-15

87 Romanos 12:1

88 Hebreos 7:1-28

89 1 Pedro 1:9, Apocalípsis 1:6

90 Hebreos 7:15-17

91 Hebreos 13:15

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¿Cuál es ese «fruto de labios» que vino a reemplazar los antiguos sacrificios y ofrendas materiales? ¿Es acaso el canto armónico de la iglesia, reflejo de su unidad en Cristo y su consagración integral a Dios? ¿Qué mejor manera de expresar la transición de lo externo y perecedero a lo espiritual y permanente que la música a capela? Justino Martir (c. 100-165) en su Aplología I escribió:

«Se nos instruyó que solamente la siguiente adoración es digna de él, no el fuego ni las cosas que el creó para nuestra nutrición, sino el uso de estas cosas para nosotros mismos y para los que tienen necesidad, mientras con gratitud le ofrecemos oraciones e himnos por su creación y por todas las cosas que conducen a una buena salud.»92

La literatura cristiana post apostólica insiste con frecuencia en poner de relieve la diferencia entre lo prefigurado del Antiguo Pacto93 y la realidad del Nuevo. Eusebio, por ejemplo, en su comentario a Los Salmos escribió:

Ya que antiguamente la gente de la circuncisión adoró mediante tipos y símbolos, no es incomprensible que hayan elevado himnos a Dios con salterios y cítaras, y que hicieron esto en el día Sábado, violando así el descanso requerido, y transgrediendo la ley del Sábado. Nosotros, sin embargo, mantenemos la ley judía internamente, de acuerdo al dicho apostólico: “Uno no se es judío por tener una marca exterior en el cuerpo porque la verdadera circuncisión no es la del exterior del cuerpo. Uno es verdaderamente judío cuando lo es en su interior. La verdadera circuncisión está en el corazón y se hace por el Espíritu, y no por lo que está escrito. El que tiene la circuncisión de corazón, por el Espíritu recibe la aprobación de Dios y no la de los demás;”94 y es con un salterio vivo, con una cítara animada y con un canto espiritual que rendimos el himno. Y tanto más agradable a Dios que cualquier instrumento musical será la sinfonía del pueblo de Dios, mediante la cual, en cada iglesia de Dios, con un mismo espíritu e igual disposición, con una mente y unanimidad de fe y de piedad, elevamos melodías en unísono en nuestras salmodias.»95

92 McKinnon, #24 –Tertuliano habla de traer «salmos e himnos al altar de Dios». McKinnon, #79

93 Además de otros ejemplos citados y de varios más no incluidos aquí, vale destacar el comentario de Pseudo-Orígenes en su obra Selecta in Psalmos. «Los instrumentos del Antiguo Testamento no son aptos para nosotros, si los hemos de entender espiritualmente. Figurativamente el cuerpo puede considerarse una cítara y el alma un salterio, unidos musicalmente en un hombre sabio quien apropiadamente emplea los miembros del cuerpo y los poderes del alma como cuerdas. Dulcemente canta aquel que canta con la mente, expresando canciones espirituales, cantando en el corazón a Dios.» McKinnon, #68. Ver también #187

94 Romanos 2: 28-29

95 McKinnon, #206

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Así incluso en los Oráculos Sibilinos96 leemos:

«No derraman sangre en altares como sacrificios de libaciónNo suenan ni tímpanos, ni címbalos,Ni tampoco la muy perforada flauta (aulos) con su voz frenética,Ni la zampoña, con su aspecto de serpiente enroscada,Ni la trompeta, sonido bárbaro, heraldo de guerras,No hay borrachos, en fiestas y bailes desordenadosNi el sonido de la cítara, ni argucia malévola;No hay pleitos, ni iras múltiples, ni espadaentre los muertos, sino una nueva era para todos......regocijo con corazón puro y espíritu alegrecon amor abundante y manos generosas,con salmos y cánticos apropiados, adecuados para Dios.Somos llamados a cantarte himnos a ti, inmortal y fielDios creador de todo, quien lo entiende todo.97

Clemente y otros escritores influidos por la escuela alejandrina recurrieron a la alegorización para explicar la mención de instrumentos musicales en el Antiguo Testamento. Pero en la escuela de Antioquía los «padres» lo explicaron de otra manera. Por ejemplo Juan Crisóstomo (c. 347-407), tal vez uno de los más brillantes predicadores de la época, por lo cual recibió el sobrenombre de «la boca de oro»98, escribió en su explicación del Salmo 149:2:

«Algunos entienden el significado de estos instrumentos en forma alegórica y dicen que el tímpano es la muerte de la carne y que el salterio representa el cielo. Y ciertamente este instrumento se activa desde arriba, no como la cítara que se activa de abajo. Pero yo digo esto: que en otros tiempos a ellos se les dirigió por medio de estos instrumentos debido a la lentitud de su entendimiento, y así se les alejó gradualmente de la idolatría. Por consiguiente, así como Dios permitió los sacrificios, así también permitió los instrumentos, haciendo una concesión debida a la debilidad de ellos.»99

Con relación al Salmo 150, escribió:

«El permitió estos instrumentos por esta razón: por su debilidad, y porque quiso atemperarlos en amor y armonía, elevando su entendimiento

96 Los Oráculos Sibilinos son una colección de 15 libros compuestos por judíos y cristianos entre los siglos II y V. Mediante un artificio literario los escritores ponen en boca de Sibila, reconocida profetiza de la antigüedad, diversos oráculos para refutar el paganismo.

97 McKinnon, 39-40

98 http://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Crisóstomo

99 McKinnon, #173

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mediante el gusto para aquello que se acumula en su beneficio y para dirigirlos a un gran celo por medio de este atractivo.» 100

También hablando del Salmo 150, Theodoret de Ciro (c.393-466) anotó:

«Mucho tiempo atrás los levitas emplearon estos instrumentos al cantar himnos a Dios en su santo templo, no porque Dios se deleitara con el sonido, sino porque aceptó la intención de ellos.»101

La nueva adoración ahora es «en espíritu y en verdad». Por consiguiente el cristiano adora a todas horas y en cualquier lugar. Las catacumbas, se vuelven «capillas», o la casa de uno se convierte en un santuario. En cualquier lugar, a cualquier hora y en cualquier ocasión se pueden ofrendar a Dios los verdaderos sacrificios que a él le agradan. Por eso, en La Stromata de Clemente (c. 150–215) leemos respecto al cristiano con conocimiento:

«Su vida es una fiesta sagrada. Sus sacrificios son oraciones y alabanza. Conversa con Las Escrituras antes del banquete, con salmos e himnos en los banquetes y antes de dormir, y de nuevo ora durante la noche. Así se une al coro sagrado...»102

El canto a Dios no es sólo un ritual «de capilla». Es una forma de vida, soporte de alma en la tribulación, expresión de gratitud en la alegría y vínculo que une y fortifica tanto la iglesia como la familia. Desde el principio los cristianos alabaron a Dios.103 Pablo y Silas se fortalecieron en la cárcel orando y cantando.104 Y Santiago nos exhorta a cantar cuantas veces estemos alegres.105 Tertuliano (c. 170-215) habla también del esposo y la esposa cristianos que cantan entre ellos salmos e himnos y que «se animan el uno al otro para ver quien canta mejor al Señor. Viendo esto, Cristo se regocija y les manda paz. Cuando dos se reúnen, Él también está presente, y donde Él está, no puede estar el mal.»106

100 Ibid, #174

101 Ibid, #229. Ver también #230, 231, 232

102 McKinnon, #51

103 Hechos 2:47

104 Hechos 16:25-26

105 Santiago 5:13

106 McKinnon, #80

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La casa es el primer lugar de la iglesia. Familiares y amigos se reúnen en las casas para comer juntos con sencillez y alegría;107 Y cualquier reunión es una ocasión ideal para alabar a Dios. Cipriano (c. 252) recomendó:

«...a medida que se mete el sol en la tarde, pasemos lo que resta del día con alegría y no dejemos que se pase la hora sin el toque de gracia celestial. Que se escuche un salmo en el banquete sobrio y mientras tengan memoria y voz cantora, retengan esta costumbre. Atenderán mejor a sus amigos, proveyéndonos un recital espiritual (spiritialis auditio) con dulces versos religiosos.»108

De suerte que la liturgia cristiana no se limita a ciertas ceremonias particulares. El cristiano verdadero no simplemente adora ciertos días, durante ciertas horas, y en ciertos lugares; es más bien un adorador. Su ofrenda musical no requiere de ninguna ayuda externa, ni de excelencia artística. Solamente se necesita un corazón puro y una mente totalmente dispuesta a ponerse en las manos del Señor, el músico por excelencia, para que Él se deleite interpretando en el alma de sus creyentes fieles sus propias melodías.

CONCLUSIÓN

Al leer estas cuantas citas del extenso acervo de literatura cristiana durante los primeros siglos de cristianismo, varios temas se nos presentan teológicamente retadores. En primer lugar notamos que la teología cristiana no está reñida con el arte. Hay que descubrir permanentemente, en cada tiempo y cultura, el arte musical como una expresión de la multiforme gracia de Dios. Hay que reconocer diversos talentos en nuestras comunidades y promover la excelencia de nuestra música. Pero en ese proceso hay que ser cautelosos para no caer en dos tremendos hoyos.

No hay que suponer que la eficacia de la adoración depende de la excelencia artística. Tampoco hay que incorporar al repertorio cristiano, sin criterio alguno, cualquier tipo de música. En nuestras sociedades obsesionadas con los temas de la prosperidad y la excelencia humana es tanto más urgente y crítico mantener la perspectiva de sencillez y espiritualidad que caracterizó la música de la iglesia primitiva. Como en aquellos tiempos, la música también hoy es un poderoso vehículo de expresión y formación cultural. ¿Cuáles son las tendencias en la música actual? ¿Cuál debe ser la postura de la iglesia frente a ellas? ¿Cómo puede nuestra música hoy formar la cultura espiritual que nuestras iglesias necesitan en estos tiempos?

107 Hechos 2:46

108 McKinnon, #94

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Por otra parte, los primeros cristianos tuvieron un gran acierto al insistir en que su música fuera una expresión de su autenticidad y espiritualidad. ¿Qué tendencias religiosas actuales divergen de estas virtudes? ¿Por usar música a capela las fomentamos automáticamente? ¿Porqué debe nuestra música elevar la espiritualidad frente a la mente del hombre post moderno? ¿Cómo podemos hacerlo? ¿Cómo puede nuestra música expresar hoy nuestro compromiso con la misión de Jesús?

Otro gran acierto en los primeros siglos de la iglesia fue la insistencia en que su música fuera signo de su armonía. Frente a las muchas divisiones de la cristiandad hoy, ¿cómo puede la iglesia captar de nuevo ese sentido? ¿Cómo puede la iglesia misma ser signo de paz cósmica y expresarlo musicalmente? ¿Cómo puede el mensaje de nuestra canción hoy generar vínculos de unión y compromiso? ¿Qué le ha sucedido al contenido de nuestras canciones que no promueven unidad? ¿Cómo puede nuestra música actualmente ser portadora de la Palabra verdadera en medio del pluralismo que caracteriza nuestro mundo? ¿Cómo comunicar esa verdad dentro y fuera de la iglesia?

Finalmente un exquisito tema para nuestra reflexión es la vivencia de la religiosidad auténtica. Cansados de las instituciones, los ritos y los credos sin fondo, muchos hoy quieren renunciar a la religión y buscar la espiritualidad en alguna experiencia mística y subjetiva. No es extraño hoy oír gente que reniegan de la iglesia y quieren creer en Jesús sin practicar la religión. Sin embargo, hablar de Dios es hablar de religión. Acercarse a Jesús es acercarse a un profundo religioso. Al fin y al cabo, el Nuevo Testamento lo describe como un Gran Sumo Sacerdote. ¿Cómo puede la iglesia hoy retomar el sentido de la liturgia cotidiana por todos los creyentes? ¿Como puede nuestra música convertirse en verdadera ofrenda agradable a Dios, ofrecida continuamente en el santuario celestial? ¿Cómo hacer que el hombre secularizado, incrédulo y materialista de hoy perciba la riqueza espiritual de nuestros sacrificios espirituales?

Espero que estas cortas líneas nos sirvan de punto de partida para una consideración más amplia, integral y profunda del tema de la música en la iglesia. Le pido a Dios que no únicamente enriquezcamos nuestro discurso, sino que la riqueza espiritual del contenido bíblico y de su alcance en el desarrollo de la iglesia primitiva se refleje también en la práctica de nuestra música.