La teoría de la evolución humana.

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INTRODUCCIÓN Gracias a la contribución de muchos hombres de ciencia, desde la antigüedad hasta nuestros tiempos, se han ido comprendiendo, poco a poco, los procesos evolutivos y la importancia que estos tienen para los seres vivos. En el siguiente trabajo analizaremos algunas evidencias de cambios evolutivos de la especie humana desde: los prosimios, hasta los primates superiores en la cual nos encontramos nosotros, también fundamentaremos los fósiles, el cráneo y los hombres primitivos desde el origen en Europa. DESARROLLO PRIMERAS IDEAS EVOLUTIVAS: Aristóteles (384-322 a.C), el primer gran naturalista de la historia, creía que a todos los seres vivos se los podía ordenar en forma jerárquica. Esta jerarquía vino a conocerse como escala de la naturaleza, en el que los seres más simples ocupaban el escalón inferior de clasificación y el hombre el más alto, de modo que todos los organismos estaban distribuidos en los escalones intermedios. Hasta el final del siglo XIX muchos biólogos creían en esta jerarquía natural; Los biólogos posteriores, como Carlos Linneo (1707-1778), en acuerdo con las enseñazas del antiguo testamento, opinaron que todos los seres vivos eran producto de una creación divina según la llamaron teoría creacionista o fijista. De acuerdo a esta teoría, cada tipo de ser viviente había comenzado a existir según su forma actual, tal como fue creado por Dios ¿De que otro modo podría explicarse el asombroso grado de adaptación de todos los seres vivos a su ambiente? Lo que confería tanta solidez al concepto de la creación no solo era la autoridad de la iglesia sino también, las evidencias que se tenían. Posteriormente. El descubrimiento de fósiles en las diferentes capas del suelo y la observación de mutaciones en cultivo de plantas, fomentaron el cambio de las anteriores ideas. El naturista francés Jorge Luis Buffon, en 1770, planteo en su libro “historia de la tierra”, que las capas de los suelos eran producto de la sedimentación de las areniscas y lodos que se encontraban en

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INTRODUCCIÓN

Gracias a la contribución de muchos hombres de ciencia, desde la antigüedad hasta nuestros tiempos, se han ido comprendiendo, poco a poco, los procesos evolutivos y la importancia que estos tienen para los seres vivos.

En el siguiente trabajo analizaremos algunas evidencias de cambios evolutivos de la especie humana desde: los prosimios, hasta los primates superiores en la cual nos encontramos nosotros, también fundamentaremos los fósiles, el cráneo y los hombres primitivos desde el origen en Europa.

DESARROLLO

PRIMERAS IDEAS EVOLUTIVAS:

Aristóteles (384-322 a.C), el primer gran naturalista de la historia, creía que a todos los seres vivos se los podía ordenar en forma jerárquica. Esta jerarquía vino a conocerse como escala de la naturaleza, en el que los seres más simples ocupaban el escalón inferior de clasificación y el hombre el más alto, de modo que todos los organismos estaban distribuidos en los escalones intermedios.

Hasta el final del siglo XIX muchos biólogos creían en esta jerarquía natural; Los biólogos posteriores, como Carlos Linneo (1707-1778), en acuerdo con las enseñazas del antiguo testamento, opinaron que todos los seres vivos eran producto de una creación divina según la llamaron teoría creacionista o fijista.

De acuerdo a esta teoría, cada tipo de ser viviente había comenzado a existir según su forma actual, tal como fue creado por Dios ¿De que otro modo podría explicarse el asombroso grado de adaptación de todos los seres vivos a su ambiente? Lo que confería tanta solidez al concepto de la creación no solo era la autoridad de la iglesia sino también, las evidencias que se tenían.

Posteriormente. El descubrimiento de fósiles en las diferentes capas del suelo y la observación de mutaciones en cultivo de plantas, fomentaron el cambio de las anteriores ideas.

El naturista francés Jorge Luis Buffon, en 1770, planteo en su libro “historia de la tierra”, que las capas de los suelos eran producto de la sedimentación de las areniscas y lodos que se encontraban en suspensión en las aguas de los antiguos mares. Y que los animales y plantas que vivían en esa época quedaron aprisionados con estos sedimentos, la cual produjo la transformación de estos en restos fósiles.

La evidencia de estos restos fósiles, pertenecientes a los organismos desaparecidos, hacían evidente que en el pasado existieron otros que ya no poblaban la tierra. Según esta evidencia, se comenzó admitir que los organismos habían cambiado en el tiempo.

Buffon reconoció la existencia de familias comunes, tales como la del perro, lobo y el zorro. Sostenía que las especies podían agruparse en toncos comunes, de los cuales es posible que se hayan originado. Este naturalista va más allá de sus afirmaciones y admite que todos los animales han sido de un solo animal (ancestro común) que, a través del tiempo, han perfeccionado, originando todas las razas de los animales. Todo este perfeccionamiento se lo atribuyó a las condiciones ambientes, como la temperatura, el clima, la alimentación, etc.

Luego del a muerte de Buffon, Erasmo Darwin (abuelo de Charles Darwin) publica una obra donde defiende las ideas de buffon. Erasmo Darwin planteó que las espacies tienen vínculos históricos entre si, que los animales pueden cambiar como respuesta a su ambiente y que su prole es capaz de adquirir estos

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cambios. Por ejemplo, sostenía que el oso polar es un oso “ordinario” que, por vivir en el Ártico, se modificó y se transmitió las modificaciones a sus cachorros.

TEORÍA DE LAMARK:

Lamarck fue el primer hombre de ciencia que elaboró una teoría sistemática de la evolución; sus trabajos fueron influenciados por las ideas de Buffon y Erasmo Darwin.

Utilizando como base sus conocimientos, Lamarck publicó dos leyes que explicaban las principales fuerzas que promovían el cambio en los seres vivos.

La primera es la llamada Ley del uso y desuso de los órganos; en esta ley Lamark planteaba que los órganos de los animales se tornan mas fuertes o mas débiles por el uso o desuso.

La segunda ley es la herencia de los caracteres adquiridos; en esta ley él planteó que, una vez producidos estos cambios, ellos eran transmitidos de padres a hijos. Según Lamark la jirafa moderna surgió de antepasados que estiraban el cuello para alcanzar las hojas de las ramas altas. Estos antepasados transmitieron el cuello más largo (adquirido mediante estiramiento) a su descendencia, que fueron alargando sus cuellos más todavía y, así sucesivamente.

Estas leyes Lamarckianas no excluían al hombre, ya que el proponía que el estado actual del hombre pudo haber sido adquirido, poco a poco, a través de mucho tiempo, con ayuda de circunstancias favorables.

A pesar de sus sistemáticas teorías, Lamarck no tuvo gran acogida, debido a que las ideas políticas de la época y el poder eclesiástico no lo permitieron.

OBJECIONES A LAS TEORIAS LAMARCKIANAS:

De las dos principales leyes lamarckianas, la segunda no ha sido posible de verificar. A raíz de las siguientes pruebas: el biólogo alemán August Weismann, procedió a cortarle la cola a un grupo de ratones durante varias generaciones, los hijos de los ratones sin cola, nacían con cola. Luego de este experimento, la idea de que el ambiente origina cambios en los individuos y estos son heredados y estos son originados por la descendencia, se vio claramente cuestionada con este experimento.

Todo lo contrario sucede con la primera ley la cual resulta especialmente convincente. Los órganos de los animales si cambian como resultado del uso y desuso; un claro ejemplo de esto es el gran desarrollo muscular de los atletas debido al continuo del entrenamiento

EL DARWINISMO Y LA TEORIA DE LA SELECCION NATURAL:

El fundador de la teoría moderna de la evolución es Charles Darwin (1809-1882). Hijo y nieto de médicos se inscribió como estudiante de medicina en la Universidad de Edimburgo. Después de tres años, abandonó estos estudios y se marchó a la Universidad de Cambridge con el fin de prepararse para ser clérigo. No fue un estudiante excepcional, pero estaba profundamente interesado en la historia natural. El 27 de diciembre de 1831 unos meses después de su graduación en la Universidad de Cambridge, como naturalista a bordo del HMS Bmgle para realizar un viaje alrededor del mundo que duró hasta octubre de 1835. Pasó gran parte del tiempo en las costas de Sudamérica y visitó también Australia y muchos archipiélagos del Pacífico, desembarcando con frecuencia para llevar a cabo viajes al interior con el fin de reunir especimenes de plantas y animales. El descubrimiento en Argentina de huesos fósiles de grandes mamíferos extintos y la observación de numerosas especies de pinzones en las islas de los Galápagos se incluyen entre los sucesos que llevaron a Darwin a interesarse en cómo se originan las especies.

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En 1859 publicó The Origin of Species (El origen de las especies), un tratado que expone la teoría de la evolución y, aún más importante, el papel de la selección natural en determinar su curso y explicar el diseño de los organismos. Publicó muchos otros libros en los años siguientes, entre ellos La descendencia humana y la selección en relación al sexo (1871), que extiende la teoría de la selección natural a la evolución humana.

Darwin es considerado como un gran científico, pero debe serle además como un revolucionario intelectual que inaugura una nueva era en la historia cultural de la humanidad. Darwin completa la revolución copernicana que empezó en los siglos XVI y XVII con los descubrimientos de Copérnico, Galileo y Newton que marcan los principios de la ciencia moderna.

Los descubrimientos en astronomía y física de estos grandes científicos trastocaron las concepciones tradicionales sobre el universo. La Tierra deja de ser el centro del universo, como la concebían los griegos o los filósofos cristianos, y pasa a convertirse en un pequeño planeta que gira alrededor del Sol, una más de las miríadas de estrellas que existen en el universo. Las estaciones, las lluvias y más particularidades del clima se convierten en procesos con causas naturales. Las rotaciones de los planetas son explicadas también por leyes naturales, las mismas que dan cuenta del movimiento de proyectiles y otros cuerpos en la Tierra.

El significado global de estos descubrimientos no es simplemente que cambian ciertas concepciones particulares, tales como la noción de que la Tierra es el centro del universo. Más importante es que estos descubrimientos llevan a la concepción de que el universo es un sistema de materia en movimiento, gobernado por leyes inminentes. El funcionamiento del universo deja de ser atribuido a la inefable voluntad del Creador y pasa al dominio de la ciencia, que es una actividad intelectual que trata de explicar los fenómenos del universo por medio de causas naturales. Fenómenos como las marcas, los eclipses y la posición de los planetas pueden, pues, ser comprendidos como resultado de causas naturales y predecirse siempre que las causas sean conocidas de forma adecuada. La revolución copernicana consiste en la sustitución de una concepción animista del universo por una concepción causal, en el reemplazo de las explicaciones teológicas de los fenómenos naturales por las explicaciones científicas.

LA REVOLUCIÓN DARWINIANA:

Darwin demostró que los organismos evolucionan; que los seres vivientes, incluyendo al hombre descienden de antepasados muy diferentes de ellos; que las especies están relacionadas entre sí porque tienen antepasados comunes. Quien desee hacer el esfuerzo de estudiar la evidencia y de juzgarla sin prejuicios no puede dudar de que, por ejemplo, el hombre y los simios antropoides descienden de antepasados comunes que vivían hace unos 10 millones de años, o que los mamíferos del hombre al ratón y a la ballena, descienden de reptiles que vivían hace más de 200 millones de años.

Pero más importante que la evidencia de la evolución es el hecho de que Darwin proporcionara una explicación causal del origen de los organismos que constituye la teoría de la selección natural. Con ella Darwin extiende al mundo orgánico el concepto de naturaleza derivado de la astronomía, la física y la geología: la noción de que los fenómenos naturales pueden ser explicados como consecuencia de leyes inmanentes, sin necesidad de postular agentes sobrenaturales.

La revolución copernicana había dejado fuera de su alcance el origen de los seres vivos con sus adaptaciones maravillosas: el ojo exquisitamente diseñado para ver, la mano para asir, los riñones para regular la composición de la sangre. Darwin completa la revolución copernicana, y con ello el hombre occidental logra su madurez intelectual. Todos los fenómenos del mundo de la experiencia externa están ahora al alcance de las explicaciones científicas, que dependen exclusivamente de causas naturales.

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Las dificultades conceptuales superadas por Darwin no deben menospreciarse. Es de sentido común que los organismos proporcionan evidencia de diseño, y donde hay diseño, hay disecador, que el ojo del hombre está constituido para ver y el ala del pájaro para volar parece significar de manera irrefutable que alguien los ha diseñado específicamente para tales propósitos.

Antes de Darwin, las adaptaciones y la diversidad de los organismos se aceptaban como hechos sin explicación científica, eran atribuidas a la sabiduría omnisciente del Creador: Dios creó las aves, los peces, las plantas, los planetas y, sobre todo, creó al hombre a su imagen y semejanza. A él le dio ojos para que pudiera ver, y a los peces agallas para que pudieran respirar en el agua. De hecho, los teólogos del medievo y los posteriores argüían que el diseño funcional de los organismos manifiesta la existencia de un Creador sabio. En el siglo XIII Santo Tomás de Aquino había formulado tal argumento en su «quinta vía» para demostrar la existencia de Dios. En el mundo anglosajón del siglo XIX el teólogo inglés Wilham Paley había argüido en su Nalutal Theology que es absurdo suponer que la organización compleja y precisa del ojo humano es un resultado del azar.

Darwin acepta la siguiente premisa:- los organismos están adaptados para vivir en sus ambientes -el pez en el agua, la cebra en la pradera y la lombriz en el intestino- y tienen órganos específicamente diseñados para llevar a cabo ciertas funciones -las agallas para respirar en el agua, las patas para correr y las alas para volar-. Darwin acepta la organización funcional de los seres vivos pero pasa a dar una explicación natural de tal organización. Con ello reduce al dominio de la ciencia los únicos fenómenos naturales que todavía quedaban fuera de ella: la existencia y la organización de los seres vivos.

LA SELECCIÓN NATURAL:

Darwin resume el argumento central de la teoría de la evolución por medio de la selección natural de la manera siguiente.

“Dado que se producen más individuos que los que pueden sobrevivir, tiene que haber en cada caso una lucha por la existencia, ya sea de un individuo con otro de su misma especie o con individuos de especies distintas, ya sea con las condiciones físicas de la vida. Viendo que indudablemente se han presentado variaciones útiles al hombre. ¿Puede acaso dudarse de que de la misma manera aparezcan otras que sean útiles a los organismos mismos en su grande y compleja batalla por la vida, en el transcurso de las generaciones? Si esto ocurre, ¿podemos dudar recordando que nacen muchos más individuos de los que acaso pueden sobrevivir que los individuos que tienen ventaja, por ligera que sea, sobre otros tendrán más probabilidades de sobrevivir y reproducir su especie? Y al contrario, podemos estar seguros de que toda variación perjudicial por poco que lo sea, será rigurosamente eliminada. Esta conservación de las diferencias y variaciones favorables de los individuos y la destrucción de las que son perjudiciales es lo que yo he llamado selección natural”

Entre las muchas observaciones echas por Darwin, la que mas le llamo la atención fue la de los treces pinzones, los cuales presentan las mismas características en cuanto la forma morfológica y el tipo de plumaje, pero se diferenciaba en el tamaño y la forma del pico. El pensó que seria demasiada coincidencia que las trece especies habían sido creada por separado con tantas características tan comunes lo mas lógica eres deducir que todos precedían de una misma especie, o sea, de un antecesor común.

Lo que expone Darwin en el caso de la jirafa, en donde la contraposición a Lamarck, quien sostenía que en virtud de los continuos esfuerzos por alcanzar el follaje de los árboles se obtuvieron jirafas con cuello largo, el sostiene que las jirafas ancestrales presentaron una variación en la longitud del cuello factor que favorece la selección natural, la que permite que sobrevivan la que presentan el cuello largo y por lo tanto, pueden tomar el alimento del follaje de los árboles muy fácilmente; mientras que la de cuellos cortos por no estar capacitadas para satisfacer sus necesidades alimenticias, mueren.

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OBJECIONES A LA TEORIA DE DARWIN:

La explicación darwinista de la evolución de los organismos por medio de la selección natural es, como tantas otras proezas de la mente humana. Extremadamente simple, al mismo tiempo que poderosa. El punto de partida es la existencia de variaciones hereditarias, una observación que Darwin consideraba incontrovertible, aun cuando ignoraba los mecanismos de mutación que dan origen a la variación hereditaria. Otra observación es que sólo una fracción de los organismos sobrevive hasta su madurez y se reproduce, y la mayoría muere antes de dejar descendencia. Basándose en parte en la experiencia adquirida por los ganaderos y los agricultores que practican la selección artificial Darwin arguye que ciertas variantes hereditarias deben ser más ventajosas que otras para los organismos que las poseen; es decir, los que tienen variantes favorables tendrán una probabilidad mayor de sobrevivir y de reproducirse que los organismos carentes de ellas. Así pues, el proceso de la reproducción a través de las generaciones llevará al aumento gradual de las variantes hereditarias beneficiosas y a la eliminación de las desfavorables.

EL MUTACIONISMO:

A principios del siglo XX son reconsiderados los trabajos de Mendel y genetistas como Hugo De Vries, Bateson y Thomas Morgan, aportan un nuevo avance en la teoría de la evolución.

Hugo De Vries, con la ayuda de sus colaboradores plantea una nueva teoría llamada Mutacionismo, donde plantea que la evolución, además de ser gradual y continua, puede ser de manera rápida, brusca y discontinua, gracias a las continuaciones.

El sostenía que las mutaciones son precisamente las alteraciones que aparecen bruscamente en uno o varios individuos de una misma especie, que afectan al genotipo y que no obedecen a las normas de las variaciones; por lo cual, se los ha llamado también variaciones discontinuas. Y sostenía que las mutaciones que se producen son perjudiciales (que de echo ocurre en la mayoría de lo casos), los organismos menos actos son eliminados por selección natural. Si la mutación es útil (lo que es poco frecuente), la especies en forma inesperada y casual, seguirá un nuevo rumbo evolutivo.

Para sustentar su teoría, Hugo De Vries realizó sus investigaciones utilizando una planta denominada Oenothera lamarckiana, la cual cultivo en su jardín experimental, `pudiendo observan la obtención de 15 mutaciones que se diferenciaban entre si por ciertas características de las hojas, flores y semillas, etc., provocando la aparición bruscas de nuevas especies, hecho que aprovecha apara sustentar su teoría de las mutaciones.

TEORIA SINTETICA DE LA EVOLUCION:

Esta teoría moderna de la evolución, también llamada Neodarwinismo, nació durante los años 1930-1950, gracias a la contribución de tres disciplinas científicas como son: la genética, la sistemática y la paleontología; y además, consideraba el estudio de los seres vivos no de manera aislada, si no como miembros de poblaciones.

La fundación de esta teoría fue marcada por la aparición sucesiva de tres importantes libros y por un congreso. El primero de estos libros es el del genetista norteamericano Theodosius Dobzhansky, aparecido en 1937 titulado “Genética y el origen de las especies”. Él plantea, en su obra, la relación de la genética con la teoría de la evolución por selección natural y expone que las mutaciones son un cambio en el reservorio genético de una especie y que van siendo acumuladas hasta que dan origen a una nueva especie.

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En 1942 apareció en segundo gran libro fundamental para la teoría sistemática de la evolución, escrito por Ernst Mayr titulado “Sistemática y el origen de las especies”. En esta obra plantea la formación de nuevas especies como producto de mecanismos de aislamiento reproductivo, basándose en la acumulación de pequeñas variaciones favorecidas por la selección natural.

El tercer libro se debe al paleontólogo Georges Simpson, titulado “Tiempo y modo de la evolución”, donde retorna las ideas propuestas de Dobzhansky en el en el sentido de que la evolución ocurría por la acumulación gradual de pequeñas variaciones en el interior de las poblaciones.

Esto dio origen a la teoría sintética de la evolución, que como su nombre lo indica, trata de resumir los principales aspectos de las ciencias antes mencionadas, así como de otras disciplinas como la estadística, la bioquímica y la zoología, para crear una teoría que explique la evolución, tomando como eje central la selección natural.

Como se puede observar, esta teoria se orienta a explicar la evolución biológica como resultado de la acción tres factores principales: la variabilidad genética que, a su vez, viene dada por las mutaciones, las recombinaciones, la selección natural y el aislamiento reproductivo.

Un punto que hay de destacar en esta teoria consiste en que, al igual que en la teoria original de Darwin, ella se fundamenta en el principio de la selección natural como causa de la evolución de las especies, pero se diferencia en varios aspecto: en primer lugar, rechaza el principio lamarckiano de la herencia de los caracteres adquiridos; como segundo aspecto, el neodarwinismo admite que las variaciones sobre las que actúa la selección natural se heredan según las leyes de Méndel, factor que nunca fue considerada por Darwin y el tercero, el considerar a la selección natural no como una fuerza negativa, sino como fuerza que de la direccionalidad al cambio evolutivo, maximizando la respuesta oportunista que se define modernamente como la reproducción diferencial de los genotipos más adaptados.

La reproducción diferencial puede aumentar la frecuencia de genes y es válido el equilibrio genético propuesto por Hardy-Weimberg. Cambios evolutivos resultantes de la reproducción diferencial son característicos de casi todas las poblaciones de organismos, incluyendo la humana.

TENDENCIAS ACTUALES

Actualmente se acepta el proceso evolutivo como el promotor de la gran diversidad de seres vivos, gracias a las siguientes características:

Cambios a través del tiempo:

Como se estudio anteriormente tenemos que la adaptación puede expresarse con cambios morfológicos y fisiológicos. Estos cambios van a permitir que los individuos de las diferentes especies puedan sobrevivir a un ambiente que se encuentra variando constantemente

Invasión de nuevos hábitat:

El estudio de los fósiles ha permitido evidenciar el continuo desplazamiento de los seres vivos a nuevos hábitat, favoreció la variación y la aparición de nuevos grupos de organismos.

Aumento en la complejidad de las estructuras:

Unido a la invasión de nuevos hábitat, se produce una adaptación que contribuye a la aparición de nuevas estructuras, las cuales hacen que los organismos se vuelvan mucho más complejos.

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CAMBIOS EVOLUTIVOS DE LA ESPECIE HUMANA

Características de la especie humana:

No hay duda, que la aparición del hombre actual se debió a las mismas fuerzas que operan en la evolución de los organismos en general. Pero no es menos evidente que el hombre es el resultado mas notable de esta evolución. A menudo se describe al hombre de una manera simplista, como si fuera “solo” otro animal. Otras veces, por el contrario se le considera tan radicalmente distinto que el nombre de animal adquiere el carácter de insulto. Ninguno de los dos puntos de vista es exacto.

El hombre es ciertamente un animal, pero un animal dotado de atributos exclusivos de él. El hombre camina totalmente erguido y tiene una columna vertebral de doble curvatura, un mentón prominente y unas extremidades posteriores adaptadas a caminar. Su organismo de tipo generalizado en muchos aspectos, ya que no está especializado ni en cuanto a la velocidad, la fuerza y tampoco está adaptado a medios ambientales estrechamente definidos. En cambio, posee un cerebro mucho más desarrollado y complejo, desde el punto funcional de cualquier otro animal.

La especie humana de acuerdo a sus características es clasificada de la siguiente manera:

Phylum: Chordata

Subphylum: Vertebrata. Tetrápodos

Clase: Mammalia

Subclase: Euterios o placentarios

Orden: Primate

Según esto tenemos que el hombre pertenece al grupo de los cordados, debido a la presencia de un cordón dorsal llamado notocordio. Se agrupa dentro de los vertebrados tetrápodos por exhibir cuatro extremidades y un esqueleto interno, con una columna vertebral que funciona como soporte para el cuerpo y de protección a la médula espinal.

Otra característica distintiva que se utiliza para agrupar a los humanos, dentro de la clase de mamíferos, se caracterizan por estar dotados de sistema para regular la temperatura interna de manera constante (homeotermos) y por parir a sus crías y alimentarla con leche producida por las glándulas mamarias.

Finalmente tenemos que el hombre es un mamífero euterio agrupado dentro de los primates. Es clasificado así debido a la formación de un tejido llamado: placenta que permite a la madre proporcionar al embrión, que se desarrolla dentro de ella, los alimentos, el oxígeno y eliminar desechos que el produce.

Este tipo de euterio es clasificado primate por el hecho de manifestar una posición erguida, por tener manos y, en ocasiones los pies preparados para aprehender. El cerebro es más grande que el de las otras especies, los ojos están en posición frontal y el sentido de la vista es más importante que el del olfato. Los dedos terminan en uñas aplanadas.

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TENDENCIA DE LA EVOLUCIÓN DE LOS PRIMATES

La evolución de los primates empezó cuando un grupo de pequeños animales, semejantes a musarañas, iniciaron la vida arbórea. La mayoría de las tendencias de la evolución de los primates se relacionan con las diversas adaptaciones a la vida arbórea. Entre las principales tendencias tenemos:

La mano en el primate:

En comparación con otros mamíferos, las extremidades en los primates conserva el patrón primitivo caracterizado por la presencia de cinco (5) dedos, los cuales en el curso de la evolución y por presiones de la selección se perfeccionaron dando origen a una extremidad formada por cinco dedos, de los cuales el pulgar es divergente, debido a que él puede oponerse a los demás dedos; esto permitió el desarrollo de la aprehensión y la capacidad de manipulación. Otra ventaja evolutiva es la presencia de uñas y no de zarpas, debido a que la uña deja libre a la superficie táctil del dedo permitiendo así el aumento de las sensibilidad en éstas zonas.

Agudeza visual:

Otra tendencia evolutiva fue el desarrollo de la agudeza visual, la cual sustituyó la dependencia olfatoria. Esto produjo modificaciones anatómicas, tales como la ubicación de los ojos en posición frontal y desarrollar una visión de profundidad (visión estereoscópica). Además de éstas modificaciones, tenemos que esta visión aguda se perfeccionó gracias a que la retina posee células llamadas conos y bastones, que permiten captar la luz y los colores, hecho que contribuye a que las imágenes visuales sean más nítidas.

Verticalidad:

Otra adaptación a la vida arbórea es la postura erguida. La consecuencia de ésta postura es que el cambio producido en la orientación de la cabeza, de modo de que el animal mira directamente al frente, cuando se haya en posición vertical.

Cuidado de la prole:

Otra tendencia primordial de la evolución de los primates es el mayor cuidado de la prole. Amamantar a sus crías, tienden a mantener relaciones materno infantiles mas duraderas y más fuertes que otros vertebrados. En los primates más grandes la prole madura con lentitud y pasa por largos períodos de dependencias y aprendizaje.

PRINCIPALES LÍNEAS DE LA EVOLUCIÓN DE LOS PRIMATES

Los primates se dividen en dos grupos principales, los prosimios y los primates superiores o antropoides:

Prosimios (pequeño lemur africano, lemures, traseros y loris): hace unos 38 a 65 millones de años una gran variedad de prosimios habitaron las selvas tropicales y subtropicales que se propagaban mucho más al norte y el sur de ecuador que en la actualidad. Los prosimios modernos son, en su mayoría, pequeños arborícolas, vegetarianos o insectívoros y de hábitos nocturnos.

Monos: junto con los antropomorfos y los humanos, los monos constituyen los primates superiores (monos, antropomorfos y humanos). Los monos suelen ser más grandes que los prosimios, tienen un cráneo más redondeado, y por lo general, son más inteligentes. Poseen una visión estereoscópica completa y también discriminan los colores.

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Entre los grupos principales, los monos del nuevo mundo, también conocidos como Platirrinos (de nariz aplanada), y los del viejo mundo, Catarrinos (nariz hacia abajo). La separación de éstos dos grupos tuvo lugar muy temprano en su historia, de modo que los platirrinos evolucionaron en América del Sur y los catarrinos en África.

Antropomorfos: de una rama de los catarrinos surgieron los Homínidos, grupo que en la actualidad, está representado por los antropomorfos y los humanos. Los hominoides fósiles más primitivos que se conocen son de una edad aproximada de 30 millones de años. A éstos fósiles se les asignó el nombre genérico de Dryopithecus, combinación de las palabras griegas “roble” y “simio”.

En algún momento los Driopitecinos divergieron y aparecieron varias ramas importantes, una de las cuales condujo al Gibón moderno. Otra línea se fraccionó en cuatro ramos, de modo que no sólo dio origen a los antepasados a los grandes monos antropomorfos (orangután, gorila y chimpancé) sino también a los predecesores del homo sapiens.

Los primeros homímidos: la postura erecta favoreció a la evolución del hombre con el perfeccionamiento y desarrollo del cerebro; debido a que ella permitió el aumento de la capacidad visual, liberación de las manos, la cual sería empleada para recoger los alimentos y a la fabricación de las herramientas.

De acuerdo al desarrollo y al perfeccionamiento de todas estas características tenemos que la evolución del hombre está dividida en:

Fase Prehumana: Representada por el Australophitecus y sus diversas especies.

Fase Protohumana: Representada por el Homo hábilis.

Fase Humana Antigua: Representada por el Homo erectus

Fase Moderna: Donde encontramos al Homo sapiens

El primer homínido aceptado universalmente, como miembro de la familia humana, es la forma que suele conocer como Australophitecus (antropomorfos del sur). Las evidencias de su condición de homínido comprendieron el aspecto redondeado del cráneo, el tamaño de aproximadamente 600c.c. y la redondez de la mandíbula. Además, el sitio de inserción de la columna vertebral en el cráneo indicaba que este homínido era bípedo.

En los años transcurridos desde el descubrimiento del primer Australophitecus, se encontraron restos de varias formas emparentadas con el. Entre las especies pertenecientes a este genero y, según su aparición tenemos: Australophitecus Africanus, Australophitecus robustus y Australophitecus boisei.

Contemporáneo al Australophitecus fue hallado otro homínido denominado Homo hábilis (hombre diestro y capaz de fabricar herramientas), el cual se diferencia del Australophitecus por presentar una capacidad craneal mayor (800c.c.) y por agrupar una serie de características por ejemplo, modificación de los huesos de la mandíbula, de los dientes, etc., que ubican a este homínido, como el miembro mas antiguo conocido de genero Homo.

Miles de años después surge una nueva especie perteneciente al genero Homo, llamada Homo erectus o Pithecanthropus. Este grupo de homínido era notablemente diferente a los Australophitecus. El Homo erectus presentaba esqueleto óseo muy semejante al nuestro, al igual que su tamaño y una capacidad

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craneal de 1100c.c. Además de esto, tenemos que ellos habían ocupado un territorio mucho más grande, pues se encontraron fósiles en diversas zonas de África, Java y China, a diferencia del que sólo fue hallado en África.

Este grupo de homínidos apareció aproximadamente hace 1,6 millones de años y se extinguieron hace unos 300.000 años atrás. Mientras que los Australophitecus aparecieron hace unos 2,3 millones de años y desaparecieron aproximadamente 1,3 millones de años.

Uno de los factores significativos en la evolución del Homo erectus había sido la tendencia a la vida social, la caza y la habilidad de fabricar instrumentos.

Tenemos que el factor taxonómico principal que se suele tener en cuenta para clasificar un fósil a la especie Homo sapiens es el incremento en el volumen encefálico. Si nos basamos en esta característica tenemos que la capacidad craneana de un homo erectus se ubica entre 600 y 1100 c.c. y el homo sapiens está por encima de los 1400 c.c.

Los primeros fósiles clasificados como homo sapiens fueron hallados en Inglaterra y Alemania y según algunos antropólogos, este nuevo grupo de homínidos de 400.000 años de antigüedad, se encuentra divididos en: Neandertal, Cro-Magnon y Moderno.

Estos primeros hombres arcaicos, llamados Neandertal, fueron encontrados en varias partes del antiguo Mundo. Hace tiempo se pensaba que este grupo de hombres primitivos se habían originado en Europa; esto es incorrecto, debido a que en nuestro continente se han hallado, en gran abundancia, los restos de este tipo humano.

Su antigüedad se estima entre los 150.000 y 35.000 años atrás.

Estructuralmente, estos hombres primitivos eran más corpulentos. Tenían una capacidad encefálica tan grande como la nuestra, un cráneo largo y bajo, una cara sobresaliente, frente baja y arcos superciliares gruesos.

Los neandertales usaban herramientas de piedra que eran poco más refinadas como las del homo erectus. Además de esto, hay indicios que ello sepultaban a sus muertos.

Aunque en la actualidad se discute si los Neanderthales hablaban o no, es difícil entender cómo una sociedad pudo tener conceptos tan abstractos sin algún medio para intercambiar ideas entre sus miembros.

Este grupo, después de un largo proceso, se extinguió sin una aparente causa. Aunque mucho científicos creen que fue debido a los cambios climáticos que sufría el planeta para aquel tiempo, no pudieron adaptarse y competir eficientemente por los alimentos y el espacio.

A raíz de esto, una forma mejor adaptada del homo sapiens y con un estilo de vida diferente reemplazó al hombre de Neanderthal desde hace unos 50.000 años, Estos hombres ocuparon rápidamente diversas regiones de Europa y Oriente medio. Físicamente eran más altos que los neanderthales y con una capacidad craneal de 1600 c.c. Sus acciones eran mas finas y su porte era tan erguido como el de cualquier hombre actual. A estos hombres se les denomina Cro-Magnon.

Después de la aparición de este homo sapiens, no hubo otros homínidos. Esta nueva variedad se propagó por todo el planeta y, según varias teorías, varias subespecies pertenecientes a este grupo progresaron independientemente hasta formar las diferentes razas humanas.

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El hombre moderno, básicamente conserva los mismos patrones de su antepasado el cro-magnon; es decir, el tamaño del cerebro, la postura y la organización física son similares. Todo esto no implica que el cuerpo humano sea incapaz de seguir evolucionando.

LA CULTURA EN LA EVOLUCION DEL HOMBRE

Conjuntamente a la historia que se registran los fósiles humanos, se encuentra la que posee la cultura humana. Esta historia ha sido reconstruida mediante los objetos fabricados y utilizados por el hombre.

En la evolución cultural del hombre, se distinguen tres periodos: Paleolítico, Mesolítico y Neolítico.

Durante el periodo Paleolítico Inferior se desarrolló una cultura denominada Achelense, caracterizada por el predominio de hachas de mano, flechas y lanzas constituidas con nódulos de pedernal pulidos toscamente y de manera imperfecta. Durante este periodo el homínido viviente era el Homo erectus.

El Paleolítico Medio aparecen utensilios de piedra mejor trabajados, más delgados y livianos. En Europa este periodo corresponde a la cultura Mousteriense, que está en relación con el hombre de Neanderthal.

El Paleolítico Superior fue el periodo en que el hombre de Cro-Magnon y sus contemporáneos consiguen una industria de piedra tallada de suma perfección, obteniendo hojas finas de silex, a modo de cuchillos.

El Periodo Mesolítico se extiende desde los comienzos de Holoceno (20.000años a.C. hasta año 5.000 a.C.). Se caracteriza porque los utensilios de pedernal y herramientas de hueso son más pequeños y trabajados en forma más ordinaria. En esta época, aunque el hombre sigue siendo cazador, ya ha domesticado el perro también parece ser que se reunían en grupos pequeños y aislados, con lo cual favorecían la formación de poblaciones genéticamente diferentes.

El Neolítico se extiende del año 5.000 a.C. al 3.000 a.C. Se caracteriza por la fina pulitura de la piedra. Encontramos, en este periodo, los primeros signos de domesticaron de los animales; además del perro se domesticaron cabras y ovejas, cerdos y vacas, algo mas tarde, el caballo. El hombre se hizo agricultor y comienza, por primera vez, el cultivo de plantas.

El hombre del Neolítico ya sabía fabricar objetos de cerámica y empleó la rueda y la piragua.

Al final de este periodo comienza la época histórica, con la aparicion de la escritura y el uso de los metales. La edad de bronce comenzó alrededor del año 3.000 a.C. y duró hasta el año 1.000 a.C., que señala el comienzo de la edad de hierro. Ambas forman la llamada Edad de los metales. El bronce fue constituido por el hierro y éste por el acero, base de las civilizaciones modernas.

Características de los diferentes grupos de homínidos

Australopithecus: Nómadas; vegetarianos y utilizaban herramientas sencillas.

Homo Habilis: Nómadas; cazadores; elaboraban herramientas de piedra; conocían el fuego.

Homo erectus: Algunos grupos vivían en cavernas; cazaban grandes animales; construían utensilios de piedra para ser sostenidos con la mano; usaban el fuego

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Hombre de Neandertal: vivían en cavernas; construían herramientas mas sofisticadas que el homo erectus; vivían en sociedad; se presume que hablaban; sepultaban a sus muertos; tenían creencias religiosas

Hombre de cro-magnon: vivían en cuevas, eran cazadores; utilizaban herramientas mas variadas; se alumbraban con antorchas; realizaban pinturas rupestres; tenían sentido religioso

CONCLUSION

Los primates se dividen en dos grupos principales, los prosimios (pequeño lemur africano, lemures, tarseros y loris) y los primates superiores o antropoides (monos, antropomorfos y humanos)

Podemos tomar en cuenta que los dos avances evolutivos conseguidos por el Homo erectus respecto a sus antecesores fue el aumento de la capacidad craneal (1400c.c.) y el esqueleto completamente adaptado a la posición bípeda. Estas tendencias evolutivas continuaron y se acentuaron en el perfeccionamiento del cráneo (con el consecuente desarrollo de la inteligencia), favoreciendo el cambio de Homo erectus a Homo Sapiens

Los seres vivos en un proceso al pasar el tiempo van evolucionando en cuanto hábitat, forma de pensar, alimentos, formas de vivir, herramientas para poder cazar, etc.

BIBLIOGRAFÍA

http://html.rincondelvago.com/teoria-de-la-evolucion-humana.html

Darwin y la teoría de la evolución. Por Carlos A. Marmelada

Ninguna teoría científica ha hecho correr tanta tinta como la teoría de la evolución. Desde que en 1859 Charles Robert Darwin publicó su famoso libro titulado El origen de las especies la polémica en torno al alcance y los límites de esta teoría no ha dejado de ser objeto de airado debate. Dentro de la ciencia prácticamente nadie duda de la realidad del hecho evolutivo, lo que se discute es cómo se produce la evolución, cuáles son sus causas, de qué manera se ha ido desarrollando, si ha sido de forma lenta y gradual o a través de saltos bruscos que se han dado en momentos puntuales. Pero las discusiones más agrias se han producido más allá de la ciencia. No hay duda alguna de que en la actualidad uno de los debates más intensos entre ciencia y religión es el que hace referencia a la compatibilidad entre la teoría científica de la evolución y la doctrina religiosa de la creación. 150 años después de la publicación de la citada obra de Darwin los debates siguen tan abiertos como entonces; quizás, incluso, con mayor vigor y con una vitalidad renovada. Detrás de la obra está el autor. Pero ... ¿quién fue realmente Charles Darwin? Su teoría científica fue utilizada bien pronto como arma arrojadiza contra la religión. ¿Cuál fue su intención? ¿Sólo aspiraba a establecer una teoría científica alternativa al fijismo imperante o también pensaba que estaba aportando pruebas científicas a favor del ateísmo? En 1809 Jean Baptiste Pierre Antoine de Monet (1744-1829), más conocido como el Caballero de Lamarck, publicaba el libro en el expuso sus teorías evolucionistas: La philosophie zoologique. El 12 de febrero de ese mismo año nacía Charles Robert Darwin; y lo hacía en el seno de una familia acomodada

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de Shrewsbury, capital del condado de Shropshire, al oeste de Inglaterra y cerca del País de Gales. Fue el quinto de seis hermanos, cuatro chicas y dos chicos. Su padre, Robert Waring Darwin (1766-1848) era, un médico de gran prestigio, lo mismo que su abuelo paterno Erasmus Darwin (1731-1802), quien había escrito un poema en el que apostaba por una visión evolutiva de la vida. Su madre, Susannah Wedgwood (1765-1817), era hija de Josiah Wedgwood I, un ceramista famoso de Maer que había triunfado con el inicio de la revolución industrial. Por voluntad expresa de su madre, para realizar los primeros estudios ingresó en la escuela Unitaria del reverendo Case. Pero la muerte prematura de Susannah Wedgwood en 1817 llevó al señor Darwin a tomar la decisión de trasladar a su hijo al internado del Dr. Butler. Darwin nunca fue un alumno brillante. En la enseñanza básica sus notas fueron normales y en su paso por la universidad tampoco logró destacar académicamente. La realidad es que fue un estudiante normal y corriente. La ilusión del Sr. Darwin era que sus dos hijos fueran médicos, por eso los envió a estudiar medicina a la prestigiosa Universidad de Edimburgo. Charles se trasladó allí a finales de 1825, su hermano había ido antes. El joven Darwin se dio cuenta bien pronto que él no estaba hecho para eso. Las clases le resultaban extremadamente aburridas; pero lo peor era cuando tenía que asistir a alguna operación; no hay que olvidar que en aquella época se hacían sin anestesia. Tan solo asistió a dos, pero la segunda le marcó definitivamente, se trataba del a operación de un niño; esa experiencia le resultó tan traumatizante que descartó de forma definitiva esta profesión, aunque continuó en Edimburgo el resto del curso. Sin embargo, no todo fue malgastar el tiempo; allí conoció al naturalista Robert Edmond Grant (1793-1874), un evolucionista seguidor de Lamarck que le reavivó su pasión por la naturaleza introduciéndole en diversas sociedades científicas de Edimburgo. Fue por esas fechas cuando Darwin impartió su primera conferencia científica en los sótanos de la Sociedad Plineana. Grant le expuso a Darwin las doctrinas evolucionistas de Lamarck y le recordó que su abuelo Erasmus también había sido evolucionista. Pero a Darwin no le convencían los argumentos de ninguno de los dos. Por entonces Charles Darwin era fijista, es decir, opinaba que Dios había creado todas las especies tal como se conocían entonces y que las había distribuido por la Tierra de la forma más conveniente para ellas. Sin embargo, era una situación que no podía mantenerse por mucho tiempo. Sus hermanas le ayudaron explicándole al padre la falta de vocación del joven Darwin, principalmente debido a lo mal que lo pasaba en el quirófano. Aunque descontento el señor Robert Waring no tuvo más remedio que aceptar la situación. Preocupado por el futuro de su hijo, temía que se disipara en una vida disoluta, decidió que estudiara teología en Cambridge a fin de que se convirtiera en un párroco rural anglicano. Después de pensárselo Darwin aceptó; dos fueron las razones que le impulsaron a ello. Por una parte no le desagradaba dedicarse a atender las necesidades espirituales de la gente y por otra, esta profesión le dejaría tiempo más que suficiente como para poder cultivar su gran afición: ser un naturalista. Darwin estuvo tres años en Cambridge. En enero de 1828 ingresó en el Christ's College. Tampoco destacó allí por la brillantez de sus notas. Prefería cazar, montar a caballo o divertirse con el grupo de amigos que formaba el «Club de los Glotones» (el Glotton Club), antes que estudiar teología. A principios de 1831 aprobó el examen de graduación sacando una de las mejores calificaciones entre el grupo de alumnos que se presentaron a la prueba para los que no aspiraba a nota. Con la perspectiva que da el tiempo no deja de ser paradójico que Charles Darwin, el hombre cuyas teorías científicas serían utilizadas por algunos como base para fundamentar el ateísmo naturalista, tuviera como única titulación académica la licenciatura en teología; o, para ser más exactos, Bachiller en artes. El paso por Cambridge fue decisivo en la vida de Darwin. En esta ilustre ciudad universitaria conoció amistades que le marcarían profundamente; entre ellas destaca la de John Stevens Henslow (1796-1861),

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un pastor anglicano y profesor de botánica. Este eminente sacerdote científico le acogió en su círculo más íntimo. Los viernes celebraba en su casa una reunión de alumnos a los que invitaba a cenar y después establecían tertulias científicas. Henslow supo ver bien pronto las grandes cualidades que encerraba Darwin como naturalista y que en el futuro habrían de caracterizar la personalidad pública del eminente científico británico. Unas cualidades que hasta ese momento todavía no habían aflorado, y que permanecían ocultas incluso al propio Darwin. Durante el verano de 1838 estuvo haciendo una excursión geológica por el País de Gales con Grant. Cuando regresó a su casa a finales de agosto de 1831 se encontró con una carta que, a corto plazo, le cambiaría la vida y a la larga haría que cambiara la visión que la ciencia y la sociedad tenía del hombre. La Marina Real Británica había decidió enviar a uno de sus buques, el H. M. S. Beagle, a las aguas de Sudamérica y a la Tierra del Fuego, para cartografiar las costas, estudiar el calado de las aguas, medir la longitud de la Tierra y recopilar toda clase de información que permitiera elaborar cartas marinas mejores que las ya existentes. La expedición estaría bajo el mando del capitán Robert Fitz Roy y de hecho fueron las cartas marinas que elaboró las que se usaron en la Primera Guerra Mundial para que la flota británica buscara al crucero alemán Dresden, escondido en una ensenada de Tierra del Fuego. El segundo oficial al mando de dicho crucero era el teniente de navío Wilhelm Canaris, futuro almirante y jefe de los servicios de contraespionaje del III Reich, que acabaría siendo ejecutado por conspirar contra Hitler. En noviembre de de 1914 la división naval que comandaba el Almirante Graf Von Spee había derrotado a una flota naval británica frente a las costas de Coronel, en Chile. Durante su intento de alcanzar Alemania viniendo del Pacífico Spee necesitaba abastecerse de carbón, por lo que decidió apoderarse del que había en las Malvinas. Al llegar a Port Stanley se dio cuenta de que Churchill había reforzado la flota británica con dos acorazados recién entrados en servicio y mucho más poderosos de los que él podía oponer. Aunque Spee intentó huir le dieron caza hundiendo todas sus naves excepto el crucero Dresde que pudo escapar gracias a que era un poco más rápido que sus rivales, pero falto de carbón era impensable que pudiera llegar a Alemania, por lo que su capitán decidió refugiarse en Tierra del Fuego, ocultándose durante meses en los recovecos de sus ensenadas, acabó siendo hundido en 1915 frente a las costas de Chile. Hay una anécdota curiosa sobre esta cuestión: durante los meses de búsqueda en Tierra del Fuego unos lugareños informaron de la posición exacta del navío alemán con la finalidad de cobrar la recompensa; sin embargo el Almirantazgo británico desestimó esta información porque en sus cartas navales, elaboradas a partir de los datos recabados por Fitz Roy, el crucero debería de estar en lo alto de un montículo. ¿Cómo fue a parar Darwin al H. M. S. Beagle? Fitz Roy había pedido al Almirantazgo que le concediera la posibilidad de elegir un acompañante, debería de tratarse de una persona educada y agradable en el trato, pero también un científico que se dedicara a recoger información de carácter naturalista. Fitz Roy era un creyente ferviente y quería encontrar las pruebas empíricas del diluvio universal. Su idea era publicar, al regreso, la historia del viaje junto con el estudio científico de las muestras recogidas. Darwin no sería el naturalista oficial de la expedición, ese honor recaía sobre el médico, pero los celos acabaron por vencerle y decidió abandonar el barco a mediados de 1832, con lo que Darwin se quedó como único naturalista. ¿Cuál fue la razón por la que Fitz Roy solicitó poder embarcar un acompañante? Las normas de la Marina británica impedían que el oficial al mando pudiera entablar amistad con los oficiales bajo su mando; es más, el trato se debía reducir exclusivamente a despachar las cuestiones de gobierno de la nave y a todo aquello que estuviera relacionado con su misión, no podía haber ningún otro tipo de trato, ni siquiera podían mantener una conversación informal sobre temas intrascendentes y mucho menos intimar conversando sobre confidencias. El reglamento era muy estricto en este punto. Además, los viajes duraban

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años, por lo que la situación del capitán de la nave no era envidiable. En estas circunstancias la petición de Fitz Roy era muy razonable. Henslow se enteró de todo esto y escribió a Darwin animándole a que aprovechara aquella oportunidad única, siendo él quien le escribió la carta que recibió a finales de agosto. En un primer momento el padre de Darwin se opuso, porque consideraba que este viaje era indigno de alguien que iba a ser un clérigo, pero su tío Josiah Wedgwood II le ayudó al convencer a su cuñado para que le dejara machar. A primeros de septiembre Darwin se entrevistó con Fitz Roy en la capital inglesa. Darwin le causó muy buena impresión por lo que Fitz Roy lo eleigió como acompañante. El 27 de diciembre de 1831 el Beagle abandonaba el puerto Plymouth rumbo a Brasil. Estaba prevista una escala en Santa Cruz de Tenerife, algo que le hacía muchísima ilusión a Darwin, pues era uno de sus sueños desde que había leído a Humboldt. Pero no pudo ser, ya que poco antes de partir se produjo un brote de peste en Londres, con lo que las autoridades españolas exigían una cuarentena de doce días a todos los embarcados en el Beagle antes de poder poner pie en tierra. Fitz Roy no aceptó y ordenó zarpar al día siguiente. Así es como terminó la aventura española de Darwin. Sin embargo sí que pudo desembarcar en Cabo Verde, donde pasó unos días recogiendo muestras. En San Salvador de Bahía y Río de Janeiro pudo apreciar la exuberancia de la fauna y la flora tropical, algo que recordaría con sumo agrado toda su vida, no en vano desde su casa en Río podía disfrutar de la majestuosidad del Corcovado. En Montevideo vivió un intento de revolución y tuvo que empuñar las armas para defender un fuerte cercano al puerto, aunque no necesitó utilizarlas. En Argentina conoció al General Rosas, por aquel entonces enfrascado en una campaña militar contra los indios de la Pampa. Pocos años después de conocer a Darwin Rosas llegaría a ser Presidente del país. Esta amistad le sacó de un buen apuro cuando estalló una guerra civil que le cogió entre dos fuegos a las puertas de Buenos Aires y que le impedía regresar al Beagle. Un salvoconducto expedido en nombre de Rosas le permitió entrar en la ciudad e incorporarse a su navío. Fue en Argentina donde descubrió esqueletos fosilizados de animales prehistóricos gigantes en la misma zona en la que existían otros similares pero de menor tamaño y que luego serían aducidos como pruebas a favor de su teoría de la evolución. Estos hallazgos realizados en Bahía Blanca fueron, a corto plazo, más importantes para su elaboración de la teoría de la evolución que la posterior recolección de pinzones y tortugas en las Galápagos. El viaje de Darwin alrededor del mundo duró casi cinco años. En Tierra del Fuego vivió un pequeño tsunami, y su comportamiento heroico al arriesgar la vida para salvar la barca que les permitiría salir de allí y retornar al Beagle le valió la admiración del capitán que, en agradecimiento, le puso su nombre a un monte cercano a aquella playa. En Chile presenció un terremoto espectacular que, junto a la expedición a los Andes, le ayudó a comprender las transformaciones geológicas que experimenta el relieve, algo que armonizaría con su teoría de la evolución. Durante el regreso pasaría por el archipiélago de las Galápagos, en un principio no reparó en la variedad de especies de pinzones y tortugas ubicadas cada una en islas diferentes, por lo que no las empaquetó en cajas distintas. Sin embargo, las diferencias entre los sinsontes sí que le llamaron la atención. Después de las Galápagos pasaron por numerosas islas del Pacífico. A partir de su estudio lograría elaborar una acertada teoría de la formación de los atolones de coral. Algunos de los puntos en los que hicieron escala fue Tahití, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, nuevamente Brasil y otra vez las Islas Azores. El destino del Beagle era Londres, pero Darwin se moría de ganas de ver a su familia lo más pronto posible; por lo que en cuanto tocaron la costa británica Darwin puso pie en tierra, algo que sucedió el 2 de octubre de 1836 (después de haber dado la vuelta al mundo recorriendo más de 40.000 millas en un

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viaje que había durado: cuatro años, nueve meses y seis días). Cuando Darwin zarpó de Plymouth era un joven de 22 que aspiraba a ser un científico respetable, ahora regresaba un hombre de 27 años que antes de poner pie en tierra ya se había ganado la fama y la admiración de la comunidad científica británica al considerarlo un geólogo reputado. Fue entonces cuando Darwin descubrió que Henslow había estado leyendo públicamente en diversas sociedades científicas las cartas que le mandaba, con lo que la comunidad científica ya estaba al corriente de sus descubrimientos en materia de geología y también respecto a la gran labor desarrollada a la hora de recomer miles de muestras de animales y plantas de todo tipo. Durante el viaje en el Beagle Darwin era fijista así como un creyente devoto. Entonces ... ¿qué es lo que le llevó a opinar que las especies se transformaban dando lugar a otras nuevas? Como dijimos anteriormente, durante su estancia en las Galápagos recogió tortugas y pinzones sin anotar la isla de procedencia, pensando que formaban grupos homogéneos; una vez llegados a Londres estudiaron las muestras especialistas como el ornitólogo John Gold o el paleontólogo y anatomista Richard Owen quienes, a principios de 1837, le aseguraron que en cada grupo había especies distintas. Fue en marzo de ese mismo año cuando empezó a poner por escrito sus ideas sobre la transmutación de las especies. Empezó por el cuaderno B, al que siguieron otros (C, D, E, etc...), el A trataba de geología. En septiembre del año siguiente cayó en sus manos el libro del economista político Thomas Malthus: Ensayo sobre el principio de la población, publicado por primera vez en 1798. En este ensayo Malthus exponía su convencimiento de que la humanidad estaba abocada a una gran crisis debido al aumento de la población; de seguir creciendo al ritmo que venía haciéndolo Malthus preveía que en el futuro no habría recursos alimenticios suficientes para todos y entonces comenzaría la competencia por la supervivencia. En opinión de Malthus los grandes responsables de todo esto eran las clases más humildes puesto que se reproducían de una forma incontrolada. Ahora bien, el libro también hablaba de poblaciones vegetales y animales, afirmándose que todas las especies tienen la tendencia a procrear más allá de los recursos disponibles, de forma que sólo una parte de la descendencia puede sobrevivir. Darwin acogió estas ideas con entusiasmo ya que encajaban perfectamente en la visión de la naturaleza que estaba naciendo en su mente. El libro de Malthus, junto con la observación del trabajo que hacían los ganaderos y los granjeros al seleccionar de un modo artificial los caracteres que querían transmitir a sus descendientes, le habían dado la clave para explicar el motor de la evolución, que según Darwin, no era otro que la selección natural de aquellas variaciones producidas al azar que favorecían la supervivencia a través de una mejor adaptación al medio. La lectura de Charles Lyell, el geólogo más afamado del momento, y sus propias experiencias a lo largo del viaje en el Beagle, le habían hecho comprender que en el mundo de los seres vivos podía suceder lo mismo que en la geología: podían existir cambios graduales que se desarrollarían a lo largo de grandes periodos de tiempo. Los ejemplares de las Galápagos eran una muestra de la transformación de las especies por adaptación al medio y la lectura de Malthus le había proporcionado la clave para explicar esa transformación: la selección natural sería el mecanismo propuesto por Darwin como causa explicativa de la evolución. Darwin ya tenía, pues, los elementos fundamentales que caracterizarían su pensamiento. Entonces ... ¿Por qué no publicó sus ideas en aquel momento? En 1839, veinte años antes de la aparición de El origen de las especies, Darwin ya tenía bien claro cuáles eran las bases de su teoría de la evolución; sin embargo no se quiso precipitar en la publicación de sus ideas. Era plenamente consciente de la hostilidad con la que serían recibidas y de lo mucho que podía perder. No le cabía ninguna duda, un solo desliz y su brillante y prometedora carrera como científico se iría al traste. No fue fácil para Darwin llevar en secreto su cambio de interpretación de la naturaleza y del

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lugar que ocupaba el hombre en ella. Sus dudas en materia de religión se iban haciendo cada vez mayores ¿cómo encajar el relato bíblico de la creación según el Génesis con la nueva teoría que estaba alumbrando? Su esposa Emma Wedgwood (prima hermana suya con la que se caso en Maer el 29 de enero de 1839, después de haber elaborado una lista de pros y contras del matrimonio) era una mujer profundamente religiosa y Darwin no quería herir sus sentimientos, aunque Emma estuvo al corriente en todo momento de la travesía intelectual que estaba emprendiendo su marido. La mayoría de los historiadores y biógrafos de Darwin concuerdan con la idea de que su convencimiento del rechazo que recibirían sus ideas por parte de la Iglesia anglicana y del establishment intelectual y político afín no sólo fue lo que frenó en aquel momento la publicación de sus ideas, sino que le generó una preocupación que acabaría desembocando en la enfermedad que le acompañaría hasta su muerte. En junio de 1842 había llegado al convencimiento de que su teoría estaba lo suficientemente elaborada como para escribir un breve esbozo de uso privado. En la primavera de 1844 el texto había crecido hasta convertirse en un ensayo, en donde, de una forma totalmente deliberada, Darwin evitó cualquier referencia al origen del hombre y a la acción del Creador. El libro se podría haber publicado, pero no quiso hacerlo. Se lo confió a su esposa Emma junto con una carta en la que le pedía que, en caso de fallecer, hiciera todo lo posible por publicarlo, convencido de que su contenido sería un gran bien para la ciencia. ¿Por qué no publicó Darwin su ensayo en 1844? Estaba totalmente convencido del rechazo social que experimentarían sus ideas evolucionistas. Prueba de ello era que ese mismo año se publicó un libro anónimo (luego se supo que el autor era Robert Chambers, un periodista escocés interesado en cuestiones científicas) titulado: Vestiges of the Natural History of Creation, en el que se hacía una apología del evolucionismo. Su contenido científico era flojo y algunos de los mecanismos propuestos para explicar el cambio evolutivo resultaban irrisorios. La geología y la zoología de Vestiges le decepcionaron profundamente a Darwin, aunque lo que más le sorprendió fue la virulencia con la que se atacó esta obra. En líneas generales las ideas expresadas en Vestiges eran parecidas a las que sostenía Darwin, pero las de Vestige adolecían de una base empírica sólida. Darwin pasaría los siguientes quine años, entre otras cosas, cultivando orquídeas y criando palomas para encontrar más pruebas a favor de su teoría de la transformación de las especies a través de la selección natural de las variaciones aleatorias surgidas en la descendencia con modificación. En septiembre de 1855, el joven naturalista Alfred Russel Wallace publicó un artículo en el que hablaba de la transformación de las especies. A Darwin no le inquietó. Pese a la insistencia de sus amigos Lyell (geólogo) y Hooker (botánico), Darwin continuaba siendo remiso a la publicación de un libro en el que expusiera sus ideas. La situación cambió radicalmente el 18 de junio de 1858. Ese día Darwin recibió un breve manuscrito de Wallace (que entonces estaba trabajando en Indonesia) acompañado de una carta. El manuscrito contenía la exposición de la teoría de la evolución por selección natural. Se le habían adelantado. La cuestión se solventó con la publicación conjunta de un artículo sobre el tema. A continuación Darwin se puso a escribir a toda prisa un libro en el que plasmó sus ideas aportando una gran cantidad de datos a su favor. Había nacido El origen de las especies. La obra tuvo buena acogida; pero levantó una fuerte polémica. Pese a que no hablaba del origen del hombre, a nadie se le escapó que éste no era una excepción en la naturaleza y que, según la teoría propuesta por Darwin, los seres humanos también deberían ser el fruto de la selección natural y no el resultado de una creación divina. En este sentido fue famoso el enfrentamiento que tuvieron en 1860 el obispo Wilberforce y Thomas Henry Huxley (popularmente conocido como el bulldog de Darwin). En 1871 Darwin publicó El origen del hombre. En este libro se deja de remilgos y aplica su idea de que la selección natural es la causa de la aparición del hombre, al igual que lo ha sido de los demás vivientes. También expone que los humanos no ocupan un lugar especial en la naturaleza y que las facultades

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espirituales procedían de la materia por evolución gradual. Paradójicamente este libro no causó tanto revuelo como el de 1859. La noción de una evolución en el reino viviente se había ido imponiendo. Aunque Darwin creía que todo lo que hay en nosotros tiene un origen biológico evolutivo otros evolucionistas, y muy buenos amigos suyos, como Henslow, Asa Gray o Wallace, opinaban que la inteligencia humana respondía a un acto creativo de Dios. Desde la muerte de Darwin, acaecida el 19 de abril de 1882, hasta principios del siglo XX el darwinismo fue apagándose lentamente. El no poder explicar los mecanismos de la herencia parecía que condenaban a la teoría a su propia extinción intelectual. Sin embargo el redescubrimiento de los trabajos de Mendel, por parte de tres investigadores que trabajaban independientemente: Hugo de Vries, Carl Correns y Erich von Tschermak permitió crear la Genética moderna, posibilitó a medio plazo, la resurrección del darwinismo (aunque en un primer término pareció que apoyaba al fijismo). Hugo de Vries propuso una nueva teoría de la evolución, conocida como mutacionismo, que esencialmente elimina a la selección natural como el proceso principal en la evolución. El mutacionismo propuesto por de Vries fue rechazado por muchos naturalistas contemporáneos y también por los llamados biometristas. Según éstos, la selección natural es la causa principal de la evolución, a través de los efectos acumulativos de variaciones pequeñas y continuas. Mutacionistas y biometristas se enzarzaron, durante las dos primeras décadas del siglo XX, en una agria polémica, centrada en la cuestión de si las especies aparecen de forma repentina por mutaciones importantes (cualitativas), o de manera gradual por acumulación de variaciones pequeñas (cuantitativas). Hubo que esperar hasta la década de los treinta para que se elaborara una teoría de la evolución que integrara la aportación esencial de Darwin, la selección natural como motor de la evolución, con la recién descubierta herencia mendeliana. Los principales científicos que llevaron a cabo la teoría sintética de la evolución fueron: Theodosius Dobzhansky, George G. Simpson y Ernst Mayr. En la teoría sintética, también conocida como neodarwinismo, la interrelación de la mutación, la recombinación genética del ADN, la deriva genética, la migración y la selección natural eran los factores que daban pie a los cambios evolutivos en los seres vivos. Pero la teoría sintética tendría que hacer frente a ciertas objeciones; por un lado, en los años sesenta, algunos matemáticos objetaban que no había habido tiempo suficiente para que la evolución se hubiera producido siguiendo los mecanismos descritos por Darwin, y, por otro, el registro fósil presentaba unas discontinuidades que no podían ser explicadas desde el gradualismo, por ello en los años setenta del siglo pasado John Eldredge y Stephen Jay Gould propusieron la teoría del equilibrio puntuado. Según estos autores la evolución se caracterizaría por largos periodos de tiempo estables, estasis, alternados por breves lapsos (unos pocos milenios) en los que los cambios se producirían de forma abrupta. Según ellos esto casaría más con el registro fósil. En la actualidad el debate entre el gradualismo neodarwinista y el saltacionismo de Gould y Eldredge sigue siendo objeto de discusión. 150 años después de su propuesta la teoría de Darwin se ha convertido en el gran pilar de las ciencias de la vida. Actualmente, y tal como decía Theodosius Dobzhansky, en biología no hay nada que tenga sentido si no es a la luz de la evolución. Algo que podría extenderse a las ciencias biomédicas. Hoy en día la evolución como hecho es aceptada por la inmensa mayoría de los científicos. Lo que se cuestiona es si la selección natural darwiniana tiene tanta incidencia en el hecho evolutivo como suponía el naturalista inglés, hay quienes no están de acuerdo en que la selección natural tenga un papel tan determinante en el proceso evolutivo. Por esto, algunos piden una nueva teoría de la evolución, una nueva síntesis, que vaya más allá de la propuesta por los neodarwinistas. Otros aducen que la bioquímica presenta retos insalvables al darwinismo y abogan por la existencia de un diseño inteligente en la naturaleza capaz de ser descrito por los métodos de la ciencia, una propuesta que está levantando debates muy acalorados. La idea de que

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la vida se ha desplegado a lo largo del tiempo a través de un proceso evolutivo es una conquista de la ciencia que ya no tiene marcha atrás, como sucede con el big bang en cosmología y el heliocentrismo en astronomía. El mérito de Darwin consistió en ser el principal artífice de que esta idea se impusiera con tanto vigor. De todos modos la teoría de la evolución continúa teniendo grandes retos que resolver. Aún no sabemos cómo se originó la vida, cómo se pasó de la célula procariota a la eucariota, El origen de los reinos continúa siendo hipotético, y el que se hayan desarrollado a partir de formas determinadas de vida primitiva no pasa de ser una suposición más o menos coherente. Lo mismo sucede al nivel siguiente, el de los filum. Los orígenes de estos planes básicos de organización de la vida son oscuros, y no vienen garantizados por el registro fósil tal como lo entiende el gradualismo.

Charles Darwin nació en Sherewsbury, Inglaterra, en 1809. Era hijo y nieto de médicos. Su abuelo, Erasmus Darwin fue un célebre médico y poeta del siglo XVIII, precursor de sus teorías y al que no llegó a conocer.

Su madre, Susannah Wedgewood murió cuando él tenía ocho años y la hermana mayor (de los seis hermanos, cuatro eran chicas) asumió la tarea de educarlo.

Después de estudiar medicina en Edimburgo durante dos años, ingresó en Cambridge para estudiar teología. Uno de sus profesores, el botánico Dr. Henslow le hizo recuperar su interés por las ciencias naturales, y en especial por la geología, botánica y entomología

Durante cinco años recorrió América del Sur y las islas del Pacífico y el joven Darwin fue recogiendo observaciones sobre las que basaría toda su posterior obra de investigación.

Al regreso de su viaje se casó y recopiló las notas del viaje, que publicó entre 1840 y 1843 con el título "Zoología del viaje del Beagle". En 1851 publicó también un valioso estudio sobre los cirrípedos (una subclase de crustáceos marinos).

Pero no fue hasta 1859 que publicó el libro en que había estado trabajando desde su regreso, hacía casi veinte años: "El origen de las especies".

El libro contiene una teoría explicativa de la evolución, llamada darwinismo, basada en numerosas observaciones, y que desde el mismo momento de su publicación supuso la inmersión de Charles Darwin en los continuos debates, críticas y enfrentamientos con muchos científicos.

En "El Origen del Hombre", publicado en 1871, defendió la teoría de que la evolución del hombre parte de un animal similar al mono. Las autoridades religiosas lo calificaron de ateo y blasfemo.

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El geólogo escocés Sir Charles Lyell desarrolló un sistema para fijar la fecha de las rocas según los fósiles que contuvieran en su interior, sistema que Darwin utilizó posteriormente.

Defensor de que las especies se habían mantenido inalteradas desde su aparición, admitió su error al contrastar sus estudios con los de Darwin, y se convirtió en un fiel defensor de sus aportaciones

Pero fue el anatomista y antropólogo británico Thomas Henry Huxley quien de una forma más enconada hizo defensa de las teorías evolucionistas.

Profesor del Real Colegio de Médicos y Presidente de la Royal Society, Huxley recabó pruebas que apoyaran las teorías de Darwin, hasta el punto de ser apodado "el Bulldog de Darwin.

El examen de la fauna de las islas Galápago hizo dudar a Darwin de que realmente las especies fueran estables en el tiempo. Su explicación se basa en dos puntos fundamentales:

Factores como las modificaciones del medio y los cambios en la alimentación pueden provocar, en los individuos de una especie, variaciones que pueden dar lugar a modificaciones en la morfología o incluso en sus elementos reproductores. Darwin distinguió las variaciones definidas, idénticas siempre que aparecen, de las no definidas, que pueden presentar características muy diferentes al aparecer en diferentes individuos.

Además, como influencia de las teorías del economista Malthus en lo referente al desequilibrio entre el incremento de la población y el de los alimentos, Darwin supuso la necesidad de los seres vivos de competir para obtener suficiente alimento que les garantice la mejor situación posible en el entorno.

De aquí surgió el concepto darwinista de lucha por la vida, en que la victoria ha de corresponder siempre a quien posea una ventaja respecto a los competidores. Estas

ventajas distinguen sólo a algunos individuos y pueden parecer de poca importancia hasta el momento en que al ser necesarias determinan la selección natural y la supervivencia de los más aptos. El resultado es un proceso continuo de mejora y adaptación, así como la aparición de especies nuevas

Progresivamente a lo largo de su vida, Darwin fue aportando al medio ambiente una importancia mayor en la evolución de los animales, que en un principio consideraba principalmente debida a la capacidad de una especie de desarrollar variaciones en el mayor número posible de individuos.

También desarrolló una teoría que denominó "selección sexual" según la cual los individuos machos luchan por conseguir a la hembra de forma que los más sanos y mejor dotados asumen la tarea de continuar la especie. Del mismo modo, las hembras seleccionan a los más fuertes, vigorosos y mejor dotados

Las principales críticas a las teorías de Darwin provienen del dudoso carácter hereditario de las modificaciones individuales, que sólo ha podido demostrarse cuando constituyen mutaciones.

Asimismo, Darwin suponía que la muerte respetaba en mayor grado a los individuos con modificaciones, mientras que en realidad parece más tendente a eliminar a los individuos que se salen de los valores medios, de la normalidad de una especie, al presentar malformaciones o enfermedades.

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Un joven naturalista y viajero británico, Alfred Russell Wallace, remitió a Darwin sus teorías sobre selección natural, y por recomendación de Sir Charles Lyell ambos presentaron sus estudios a la vez en la Sociedad Linneana de Londres.

Las teorías de Wallace, concebidas durante un viaje por Australia fueron publicadas en 1870 como "Contribuciones a la teoría de la selección natural", pero sus diferencias con Darwin lo llevaron a dedicarle en 1889 una de sus obras: "El darwinismo".

Darwin sistematizó la teoría, pero el evolucionismo como tal no fue, en contra de lo que suele pensarse, un concepto de creación propia.

Como oposición a la teoría del fijismo, según la cual todos los seres permanecen inmutables desde su creación, los antiguos griegos formularon el evolucionismo, según el cual todas las especies partirían de un tronco común del que se separan al desarrollar transformaciones y divergencias. Anaximandro de Mileto y Empédocles de Agrigento son quizá los principales predecesores de estos estudios.

El conocimiento de estas teorías ayudó a los humanistas del Renacimiento a tener una idea bastante precisa de los mecanismos de la evolución, pero no fueron analizados de una forma científica sino únicamente intuitiva.

El naturalista francés Georges Louis Buffon (1707-1788) está considerado el primer evolucionista en sentido estricto, aunque no llegó a manifestar su pensamiento en este campo por miedo a la reacción de sus contemporáneos.

El siglo XVIII fue decisivo en la evolución de estas ideas, favorecidas por los enciclopedistas y la mayor apertura del conocimiento científico. Maupertuis, Maillet, Robinet y el propio Erasmus Darwin destacaron entre los científicos que se ocuparon de la cuestión.

Pero fue necesario esperar a que el también francés Jean-Baptiste de Lamarck, discípulo de Buffon, expusiera en 1809 sus conclusiones acerca de la necesidad de que las

especies descendieran unas de otras, aunque los postulados en que las basaba están hoy completamente desfasados, especialmente la herencia de los caracteres adquiridos.

Su principal adversario fue el antievolucionista George de Cuvier. Se dice que fue el creador de la anatomía comparada y la paleontología, con las que llegó a determinar especies desconocidas partiendo de algunos huesos rotos. Curiosamente, sus investigaciones en estas ciencias y en sistemática aportaron sólidos argumentos a las teorías evolucionistas.

Los trabajos de Darwin y de Wallace cristalizaron y dieron solidez al evolucionismo, pero dando origen también a los mayores debates y enfrentamientos contra los detractores de algo tan denigrante como que el hombre descienda del mono.

Como reacción a las críticas sufridas por los postulados de Darwin, sus discípulos han desarrollado una segunda teoría, llamada neodarvinismo y que viene a unirse al lamarckismo, el mutacionismo y el propio darvinismo en la defensa de la teoría evolucionista.

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Los principios del evolucionismo no se discuten en la actualidad, pero todas estas teorías acusan una falta de explicaciones definitivas sobre las transformaciones de los seres vivos y todas ellas dejan sin solución numerosos problemas.

La evolución dista mucho aún de ser un capítulo cerrado.

La historia de la ciencia cuenta que en su trayectoria moderna, el hombre sufrió un triple descentramiento respecto de su posición privilegiada como centro del Universo, de la biología y de sí mismo. El primer responsable de esta transformación fue Copérnico cuando rompió con el geocentrismo que regía el sistema del Universo. A principios del siglo XX, fue Freud quién golpeó al presumido espíritu humano, enseñando que había una porción importante de su psiquismo que no podía controlar: el inconsciente. El descentramiento respecto de la biología fue obra de Charles Darwin, quien demostró que no hay status especial en la condición humana, que somos un eslabón más de la extensa, inacabable y ciega obra de la evolución biológica.

La obra científica de Darwin tiene muchos puntos de contacto con la Argentina. Su viaje, como naturalista de a bordo, en el Beagle, en 1831, cumplió con un rol protagónico en la gestación de la teoría de la evolución. Recorrió una considerable porción de nuestro país, se entrevistó con científicos y gobernantes de la Argentina y estableció relaciones con los más grandes hombres de ciencia de la Nación, que luego fortalecería con un intercambio epistolar fluido. Muñiz, por ejemplo, fue uno de sus interlocutores científicos.

Darwin integró la expedición del Capitán Fitz Roy en el Beagle, que durante 5 años recorrió vastas geografías del globo. El viaje comenzó el 27 de diciembre de 1831 y tuvo un primer descanso en Brasil. Luego de visitar Uruguay, la expedición llegó a la desembocadura del Río Negro, donde se hallaban las localidades más meridionales de América, como Carmen de Patagones. Una vez desembarcado, Darwin se dirigió al Río Colorado, donde se entrevistó con Rozas, para luego seguir hasta Bahía Blanca. En el camino, pudo observar curiosas costumbres indígenas y gauchas, analizar las características geológicas, botánicas y faunísticas de la región, y realizar breves estudios paleontológicos, ornitológicos y zoológicos. Recorrió la Sierra de la Ventana, descubrió el yacimiento fosilífero de Punta Alta, que encerraba a grandes mamíferos extinguidos como el Megaterio, el Glyptodon, el Megalonyx, el Macrauchenia, el Toxodon, el Mylodon y el caballo fósil de la Pampa. Llegó a Buenos Aires en un clima político crítico, cuando las tropas rosistas sitiaban la ciudad. Entonces, volvió a embarcarse para dirigirse a Santa Cruz, donde remontó el río del mismo nombre hasta sus fuentes. Por fin, llegó hasta Tierra del Fuego, pasó a Chile y se internó en la Cordillera de los Andes. Regresó a Inglaterra en 1836, luego de visitar otras regiones igualmente interesantes, donde maduró su teoría fundamental. Viaje de un naturalista alrededor del mundo (1840) sería la obra en la que perpetuaría las impresiones del viaje a bordo del Beagle.

En las Islas Galápagos, observando la distribución de varias especies de pinzones en las distintas islas, que presentaban ambientes diferenciados a pesar de la cercanía, imaginó un mecanismo para la variación de las especies, que sería el fundamento de la teoría de la evolución.

Darwin observó 14 especies de pinzones cada una ocupando una isla de las que forman las Galápagos. Cada isla ofrecía un nicho ecológico particular, con una flora específica y con ciertas particularidades de suelo e hidrografía. Observó que cada especie de pinzón se diferenciaba ligeramente de la otra, en especial, por la presencia de un rasgo distintivo, ya fuera el tamaño o la forma del pico, la altura de las patas, el largo de las alas, etc. Y observó también que era este rasgo el que le ofrecía al ave la oportunidad de desenvolverse con soltura en la búsqueda de comida y la supervivencia, en el marco de las condiciones que el ambiente le imponía. Así, Darwin estimó acertadamente que el rasgo distintivo de la especie de pinzón era fruto de una adaptación al nicho ecológico, dada a través de un lapso considerable de tiempo, medido en centenas y miles de años: el pico más largo servía precisamente para romper los frutos duros, las patas más altas para caminar en el barro, las alas más largas para soportar vientos más fuertes, etc. Fue así como imaginó una larga cadena evolutiva que se remontaba a las formas más simples de la vida y que terminaban en las formas más evolucionadas. En este esquema, el hombre no era fruto de una creación a imagen y semejanza de un creador, sino un producto más de la ciega evolución. La tesis, publicada en 1859 en El origen de las especies provocó una revolución del pensamiento y monumentales debates y discusiones que perduraron por más de un siglo. Revitalizó la biología, también, originando interpretaciones evolucionistas en las distintas disciplinas, como la zoología, la botánica y la paleontología. En la Argentina, fue Florentino Ameghino uno de los partidarios más convencidos de la Teoría de la Evolución (o "transformismo" como también se la denominaba), aplicando el enfoque darwinista a la paleontología.

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Darwin murió en 1882, cuando gozaba ya de un prestigio pocas veces alcanzado por un científico. Las discusiones acerca del darwinismo perduraron por varias décadas, en especial, las que trataban una consecuencia directa de la hipótesis evolucionista: el mono como ancestro remoto del hombre.