LA TIEND DAE AMOR, ESPEJO DE LA VIDA...

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LA TIENDA DE AMOR, ESPEJO DE LA VIDA HUMANA (LBA, estr. 12654301) Omnis mundi creatura Quasi líber et pictura Nobis est et speculum. Los célebres versos de Alaín de Lille resuenan casi espontánea- mente al terminar de leer la descripción de la tienda de don Amor en el famoso libro de Juan Ruiz. Toda criatura de este mundo es como un libro y una pintura que nos sirve de espejo (PL, t. 210, 579a). Esta imagen poética de la naturaleza como "espejo" es, tradi- cionalmente, una alusión explícita al hecho de mirarse el alma en el gran "libro" de la naturaleza, o sus representaciones en la obra de arte, "pintura" para contemplar su estado espiritual y comparar- lo con la obra del criador: "Si rectum cor tuum esset, tune omnis creatura speculum vitae, et liber sanctae doctrinae esset" (Imitatio Christi, II, 4) . Ajustarse a la naturaleza, que por carecer de libre albedrío no ha podido desviarse de la perfección original, es ajus- tarse a las leyes del creador. Y toda obra de arte, que no es más que un esfuerzo del hombre por representar la naturaleza despojada de sus limitaciones materiales, es esencialmente un espejo del alma. En este, sentido toda obra artística encierra un contenido didáctico, un mensaje. Casalduero lo ha expresado felizmente al escribir: " E l sen- timiento de la naturaleza, tanto en el Románico como en el Gótico, es específicamente simbólico y alegórico"; y por lo que se refiere concretamente al siglo xiv, en éste la naturalera era "símbolo de la vida moral" 1 J. CASALDUERO, " E l sentimiento de la naturaleza en la Edad Media espa ñola", Estudios de literatura española, 3? ed., Madrid, 1973, pp. 12 y 25. Er su último estudio sobre el Libro dice: "Para mí el Poema presenta la estructura moral del hombre según la doctrina de la Iglesia cristiana. .. a lo menos [éste es] el único sentido que yo puedo darle y que hace del Poema un significade

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L A T I E N D A D E A M O R , E S P E J O D E L A V I D A H U M A N A

(LBA, estr. 12654301)

Omnis mundi creatura Quasi líber et pictura Nobis est et speculum.

Los célebres versos de Alaín de Lille resuenan casi espontánea­mente al terminar de leer la descripción de la tienda de don Amor en el famoso libro de Juan Ruiz. Toda criatura de este mundo es como un libro y una pintura que nos sirve de espejo (PL, t. 210, 579a). Esta imagen poética de la naturaleza como "espejo" es, tradi-cionalmente, una alusión explícita al hecho de mirarse el alma en el gran "libro" de la naturaleza, o sus representaciones en la obra de arte, "pintura" para contemplar su estado espiritual y comparar­lo con la obra del criador: "Si rectum cor tuum esset, tune omnis creatura speculum vitae, et liber sanctae doctrinae esset" (Imitatio Christi, II, 4 ) . Ajustarse a la naturaleza, que por carecer de libre albedrío no ha podido desviarse de la perfección original, es ajus­tarse a las leyes del creador. Y toda obra de arte, que no es más que un esfuerzo del hombre por representar la naturaleza despojada de sus limitaciones materiales, es esencialmente un espejo del alma. En este, sentido toda obra artística encierra un contenido didáctico, un mensaje. Casalduero lo ha expresado felizmente al escribir: " E l sen­timiento de la naturaleza, tanto en el Románico como en el Gótico, es específicamente simbólico y alegórico"; y por lo que se refiere concretamente al siglo xiv, en éste la naturalera era "símbolo de la vida moral"

1 J . C A S A L D U E R O , " E l s e n t i m i e n t o de l a natura leza e n l a E d a d M e d i a espa ñ o l a " , Estudios de literatura española, 3? ed. , M a d r i d , 1973, p p . 12 y 25. E r su ú l t imo es tudio sobre e l Libro d i ce : " P a r a mí e l Poema presenta l a estructura m o r a l d e l h o m b r e según l a d o c t r i n a de l a Iglesia c r i s t i a n a . . . a lo menos [éste es] e l único sent ido q u e y o p u e d o dar le y q u e hace d e l Poema u n signif icade

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Es por esto que creemos que el pasaje de la tienda, como todo el material en el que está engastado, es una alegoría de la vida humana y, como se sabe, la alegoría en el Libro de buen amor es la clave para sostener o rechazar su carácter de obra didáctica. Se ha discutido ya tanto sobre la alegoría en el Libro de buen amor y su amplitud, que es difícil poner de acuerdo a los diversos con­trincantes. Pero me parece que Thomas R. Hart se salió por la tangente al querer ver intenciones alegóricas en episodios tan rea­listas como las aventuras en la sierra; otros han pecado por defecto al negar, o minimizar, toda intención alegórica.

Dejando aparte, por el momento, las razones por las que nues­tros eruditos creyeron en las intenciones didácticas de Juan Ruiz, deseo limitar mi investigación tan sólo a una sección del libro donde no podemos dudar de sus intenciones alegóricas: la que se abre con la batalla de don Carnal y doña Cuaresma y termina con la descripción de la tienda de Amor (estr. 1063-1314). La explica­ción de la alegoría de la tienda dada por el mismo poeta en las es­trofas 1298-1300 disipa cualquier género de duda 2 . Y por lo que se refiere a la disputa de don Carnal y doña Cuaresma, Juan Ruiz ni siquiera se detiene un instante en explicarnos su simbolismo, siendo tema de vieja raigambre medieval, que se remonta a la bien cono­cida Psycomachia de Prudencio.

Dice, pues, el arcipreste que al acercarse el santo tiempo de Cuaresma decidió abandonar sus aventuras serranas para regresar a su tierra "por folgar algúnd quanto" (1067b), ya que de allí en ocho días era Cuaresma. Es decir, que quería pasar la semana de carnaval alegremente entre gentes conocidas3. Estando en su casa

c o m p r e n s i b l e dentro de su época : e l Gót i co d e l p r i m e r tercio d e l siglo x r v " ("Sen­t i d o y f o r m a d e l Libro d e l A r c i p r e s t e de H i t a " , CAH(l), p . 2 5 ) .

2 Así l o h a n cons iderado t a m b i é n todos los críticos desde M e n é n d e z y Pe-l a y o ; cf. Antología de poetas líricos castellanos, Santander , 1944, t. 1, p p . 274-275. L a s citas d e l Libro de buen amor se h a c e n p o r la edición de J . C e j a d o r ( M a d r i d , 1913, 2 ts .) , a n o ser q u e l a l e c t u r a d e l pasaje e x i j a e l recurso a u n a

de las l l amadas edic iones críticas, e n cuyo caso se dirá de cuál de ellas pro­c e d e . — C u a n d o este trabajo estaba ya e n m a n o s d e l e d i t o r h a n l legado a m i co­n o c i m i e n t o los artículos de E D U A R D O F O R A S T I E R I B R A S C H I , " L a descripción de los meses e n e l Libro de buen amor", RFE, 55 (1972), 213-232; y de N I C O L Á S

E M I L I O Á L V A R E Z , " E l r e c i b i m i e n t o y l a t i e n d a de D o n A m o r e n e l Libro de buen amor a l a l u z d e l Libro de Alexandre", BHS, 53 (1976), 1-14. Estos es­t u d i o s sólo e n parte h a n p o d i d o ser tenidos e n cuenta .

8 E l tema de l a b a t a l l a entre d o n C a r n a l y d o ñ a C u a r e s m a h a sido t ratado, entre otros, p o r F . L E C O Y , Recherches sur le uLibro de buen amor", París , 1938, p p . 244-248; M . R . L I D A , TÍO O Spanish masierpieces: The "Book of good love" and (cThe Celestina", U r b a n a , I l l i n o i s , 1961, p p . 43-44; O . H . G R E E N ,

Spain in the Western iradition, M a d i s o n , W i s c o n s i n , 1968, t. 1, p p . 61-62; y, ú l t i m a m e n t e , p o r K . M . L A U R E N C E , " T h e bat t le b e t w e e n D o n C a r n a l a n d D o ñ a C u a r e s m a i n the l i g h t of m e d i e v a l t r a d i t i o n " , LBAS, 159-176.

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58 H . S A L V A D O R M A R T Í N E Z N R F H , X X V I

"con don Jueves Lardero" llegó un mensajero con dos cartas de doña Cuaresma; en la primera de ellas se anunciaba "á todo peca­dor, / Á todos los arciprestes é clérigos syn amor" (1069^-c) que de allí en una semana ella saldría con sus compañas a pelear contra don Carnal que ya hacía un año que andaba suelto "vertyendo muncha ssangre" (107(M). Esta carta estaba fechada en Castro Ur­díales, lugar donde Cuaresma tenía su sede, porque abundaba allí dor, / Á todos los arciprestes é clérigos syn amor" (\069b-c) que de safio entre Ayuno, emisario de Cuaresma, y don Carnal goloso 4 . La batalla duraría desde el miércoles siguiente (de ceniza) hasta el Sábado Santo (1075-76). Leídas las cartas, el arcipreste se dio por aludido: "Vy que veníe a mí el un fuerte mandado: / Ca non tenía amor nin era enamorado / A mí é mi huésped púsonos en cuydado" (1077 b-d) ; y no sin razón, ya que la primera de las cartas iba diri­

gida "a todos los aciprestes e clérigos syn amor". Juan Ruiz, como tal clérigo, no tenía amor divino, ni estaba enamorado de mujer alguna, así que, sin duda, el desafío de Cuaresma iba dirigido tam­bién a él. Obsérvese con cuánta habilidad el poeta mezcla, para tergiversar, los términos "tener amor" y "ser enamorado", como si Cuaresma viniese también a desafiar a los que no están enamora­dos. Es una más de las falacias de este hábil dialéctico. Su compa­ñero de mesa, Jueves Lardero, se levantó, le dio las gracias por el convite y le dijo: "Yo soy alférez de don Carnal y no te preocupes que me batiré con esta desdichada que todos los años me provoca". Juan Ruiz, al día siguiente, viernes, mandó aviso a don Carnal para informarle del desafío. No respondió al aviso, pero se presen­tó al martes siguiente con una gran mesnada. Lo que sigue (1082-1127) es bien conocido, porque representa en las letras españolas

4 E l esti lo de estas dos cartas, si b i e n adaptado a las exigencias de l a poesía, t iene u n a g r a n semejanza c o n e l esti lo epis to lar e m p l e a d o e n las cancillerías eclesiásticas d e l t i e m p o . P o r d o n d e podemos c o n c l u i r q u e J u a n R u i z está paro­d i a n d o algún d o c u m e n t o d i s c i p l i n a r de su época. E n este sent ido se pronunc ió ya M . R . L I D A , op. cit., p . 4 3 . L a s ! c a r t a s citadas p o r K . M . L a u r e n c e (art. cit. , p p . 1 6 2 - 1 6 3 ) reve lan , s in d u d a , u n a tradición e n l a p a r o d i a epis to lar m u y d i ­f u n d i d a e n toda E u r o p a , pero n o p u e d e n considerarse como modelos de l a p a r o d i a de J u a n R u i z . L a s " f ó r m u l a s " usadas p o r e l poeta castel lano están arrancadas de las cartas escritas e n las canci l lerías de T o l e d o , Sant iago y de a lgunos d o c u m e n t o s conci l iares españoles. E n este contexto será interesante ver los d o c u m e n t o s d e l A r c h i v o Secreto V a t i c a n o y d e l C o l e g i o de España e n B o l o n i a q u e nos p r o m e t e n los profesores E m i l i o Sáez y J o s é T r e n c h s , sobre los cuales h a n basado su ident i f i cac ión de J u a n R u i z c o n J u a n Rodr íguez de Cis -neros, personaje d e l a l to c lero q u e desempeñó i m p o r t a n t e s cargos e n e l sé­q u i t o d e l c a r d e n a l A l b o r n o z e n A v i ñ ó n y R o m a . Parece q u e nos estamos m o ­v i e n d o d e l "c lér igo n o c h e r n i e g o " a l a l to o f i c i a l de c u r i a . C f . E . S Á E Z y J . T R E N C H S , " J u a n R u i z de C i s n e r o s ( 1 2 9 5 / 1 2 9 6 - 1 3 5 1 / 1 3 5 2 ) a u t o r d e l Buen amor", CAH(l), 3 6 5 - 3 6 8 .

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tanto una parodia de l a épica como del tiempo más sagrado del año litúrgico, la Cuaresma. Don Carnal acaba "doliente e malfe-rido". U n fraile le confiesa y le impone una penitencia cuaresmal (1128-1172) 5 . Sigue la interesante sátira sobre el Miércoles de Ce­

niza y la fuga de don Carnal de la cárcel el Domingo de Ramos, después de haber engañado a don Ayuno con el pretexto de ir a la iglesia para oír misa (1181). Don Carnal se fue a refugiar a la judería donde se hartó de carne y pan "cenceño"; y al día siguien­te, lunes, el rabino Acelín le prestó su asno para huir de Toledo. (Preciosos detalles que nos ayudan a comprender la envidiable

condición de los judíos toledanos en la primera mitad del siglo x i v 6 ) . Una vez libre, don Carnal causó una gran carnicería en los alrededores de la ciudad hasta tal punto que "el rro^ín del rrabí con miedo byen andava" (1187¿£). Ahora es don Carnal el que desde su sede en Valdevacas, "nuestro lugar amado" (1197É£), de­safía a doña Cuaresma para el próximo domingo, o sea el día de Pascua. Ésta, muy debilitada, prefiere huir vestida de romero (1205-6). Y el arcipreste remacha, no sin sorna: "¡Vaya é Dios la guíe por montes é por valles!" (1209d).

Llegamos así a la víspera de Pascua. Mes de abril; primeros días llenos de sol y alegría; los árboles y las aves delatan este tiempo admirable y sobre todo los que atienden a Amor. Por el mundo corrió la voz de que dos emperadores habían llegado, don Amor y don Carnal. Aquel mismo día, según Juan Ruiz, carniceros, ra­bíes, triperas, pastores y zagales salen a recibir triunfalmente a don Carnal que, rodeado de vacas, toros, ovejas, carneros y cabritos, viene en su carro "cobierto de pellejos", llevando en su mano una amenazadora hoz con la que degüella a todos los animales que se le presentan al paso. Fue a posar a las carnicerías (matadero) donde continuó desollando reses a más no poder para desquitarse de cuanto había perdido en los meses anteriores (1224<¿). A l día siguiente, Pascua de Resurrección, es don Amor el que entra en medio de una apoteosis triunfal sobre hombres, animales y naturaleza. Juan Ruiz se ha desbordado en esta pintura báquica, que rezuma car-

5 C f . L E C O Y , op. cit., p p . 194-199; R . H A M I L T O N , " T h e digress ion o n con-fession i n the Libro de buen amor", LBAS, p p . 149-157.

6 Sobre e l r a b í A c e l í n véase e l e s tudio de J o s é L u i s L A C A V E , " E l rab í A c e -l y n y su pos ib le ident i f i cac ión" , CAH(l), 479-482; y sobre l a s i tuación de los judíos de H i t a véase F R A N C I S C O C A N T E R A B U R G O S , " L a j u d e r í a de H i t a e n e l c u a d r o de los núcleos judíos de G u a d a l a j a r a " , ibid., 439-446. M a r t í n de R i q u e r usó a lgunos detal les de l a estrofa 1183 p a r a s i tuar c ronológicamente estos acon­tec imientos e n 1327 ( ' T a C u a r e s m a d e l A r c i p r e s t e de H i t a y e l p r o b l e m a de l a d o b l e redacción d e l Libro de buen amor", Mélanges offerts a Rita Lejeune, t. 1, G e m b l o u x , 1969, p p . 517-518; véase, s i n embargo, l a o p i n i ó n de Jacques Joset e n su e d . d e l Libro de buen amor, M a d r i d , 1974, t. 2, p . 119 (Clás. cast.).

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nalidad y paganismo por los cuatro costados, y que es en la poesía castellana una de las más logradas parodias ("sacrilega e irreve­rente" la llamó Menéndez y Pelayo) de la alegría cristiana de la Resurrección 7 .

L a s fuentes de este pasaje h a n s ido y a e x p l o r a d a s ; s in embargo, e n vis ta de l o q u e d i remos más adelante sobre las de l a t i e n d a , m e parece que algo se p u e d e añadir también aquí . L a p r i m e r a parte d e l e p i s o d i o (estr. 1226-1234) parece tener g r a n semejanza c o n algunas estrofas d e l Libro de Alexandre 8, e n especia l las q u e descr iben e l ingreso de éste e n B a b i l o n i a . E l contexto con­f i r m a esta semejanza, s i n d u d a n o casual . E n l a estrofa 1215 J u a n R u i z m e n ­c i o n a a D a r í o y sus tesoros, descritos t a m b i é n e n e l Libro de Alexandre (802 ss.). Se m e n c i o n a t a m b i é n a D a r í o e n e l l i b r o de J u a n L o r e n z o de A s t o r g a i n m e d i a t a m e n t e antes d e l pasaje de l a e n t r a d a de A l e j a n d r o e n B a b i l o n i a (2369 ss.). Puesto q u e l a e n t r a d a de A l e j a n d r o precede i n m e d i a t a m e n t e a l a

descr ipción de l a t i enda , como l a de d o n A m o r precede a l a descripción de l a suya (descripción p a r a l a que , como se h a d i c h o , J u a n R u i z se inspiró e n e l

7 Según L e c o y (p. 261) , e l corte jo de A m o r q u e describe J u a n R u i z n o es u n corte jo t r i u n f a l s ino l a p a r o d i a de u n a procesión l i túrgica, p r o b a b l e m e n t e de l a más a n t i g u a de todas, l a procesión de los R a m o s . Es toy de acuerdo e n q u e se trata de l a p a r o d i a de u n a procesión, pero n o de l a d e l D o m i n g o de R a m o s ; recuérdese q u e A m o r e n t r a t r i u n f a l m e n t e e l D o m i n g o de Pascua (estr. 1225a) . E x i s t e todavía h o y e n m u c h o s pueblec i tos de C a s t i l l a y L e ó n u n a ant iqu í s ima tradic ión q u e l l a m a n el encuentro. E l D o m i n g o de Pascua, a l des­p u n t a r e l a lba , salen de l a iglesia p r i n c i p a l los h o m b r e s c o n l a i m a g e n de C r i s t o resuc i tado . M i e n t r a s tanto, e n u n l u g a r a las afueras d e l p u e b l o , se h a n r e u n i ­d o las mujeres y los n iños c o n l a i m a g e n de l a V i r g e n , todavía vest ida de l u t o . A l l l egar l a i m a g e n de C r i s t o q u i t a n a l a V i r g e n e l m a n t o negro y p r o r r u m p e n e n gr i tos y vítores a l resuci tado; e n seguida a c o m p a ñ a n su i m a g e n e n desor­d e n a d o t r o p e l hasta l a ig les ia . Es pos ib le q u e J u a n R u i z tenga presente u n a cos tumbre p a r e c i d a e n su p a r o d i a (cf. especia lmente estr. 1242-45). N a t u r a l ­mente , l a sustitución d e l C r i s t o resuci tado p o r A m o r raya e n l o blasfemo, pero ¿no t iene algo de b las femo toda esta sección? U n a vez más, e l texto de D u r a n ­d o , c i tado p o r K e m l i n L a u r e n c e (p. 172) , parece q u e t iene que ver más con l a l i t u r g i a de l a v i g i l i a q u e c o n las procesiones d e l día de Pascua. N . E . Ál-varez, p o r e l c o n t r a r i o , es d e l parecer q u e " J u a n R u i z tomó como p u n t o de p a r t i d a p a r a su p a r o d i a e l r e c i b i m i e n t o t r i u n f a l de A l e j a n d r o [. . . ] creando u n a atmósfera apoteósica e i r reverente e n contraste c o n l a s o l e m n i d a d de aque­l l a " (p. 2 ) . C o m o veremos, l a hipótesis de Álvarez, de q u e todo este pasaje d e l Libro de buen amor es u n a p a r o d i a d e l Alexandre, presenta n o pocas d i ­f i cu l tades .

8 C o m o n o existe u n a edic ión cr í t ica de esta o b r a q u e sea fáci lmente ase­q u i b l e a todos, las citas d e l Libro de Alexandre se h a r á n según e l s iguiente c r i t e r i o : 1) citas de u n o de los dos manuscr i tos (O y P) contenidos e n R . S. W I L L I S , El libro de Alexandre: Texts of the París and the Madrid manuscripts, P r i n c e t o n a n d Par i s , 1934; 2) citas q u e se r e f i e r e n a l c o n t e n i d o de a l g u n a es­t ro fa , e n cuyo caso l a estrofa v a p r e c e d i d a de u n a W, que se ref iere a l a n u ­m e r a c i ó n compues ta de l a edic ión de W i l l i s ; 3) las citas e n las q u e e l número de l a estrofa n o v a p r e c e d i d o de n i n g u n a le t ra , per tenecen a l a e d . de BAE, M a ­d r i d , 1952, t. 57, p p . 147-224.

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N R F H , X X V I L A T I E N D A D E A M O R ( " L B A " , E S T R . 1 2 6 5 - 1 3 0 1 ) 6 1

Alexandre), n o es dif íci l c o n c l u i r que se sirvió de esta o b r a p a r a l a idea d e l r e c i b i m i e n t o de A m o r . V e a m o s a lgunos detal les :

D i c e e l Alexandre:

2 3 6 9 Fue el rey uenido cerca de la ciudat, Saliólo recebir toda la uezindat. Llegáronse de yentes tan gran finidat, Semeiaua per poco al ual de Iosaphat.

2 3 7 0 Enchienle las carreras de ramos e de flores, De brancas, de uermeias e de otras colores, Muchos los cantos e muchos los cantores, Muchos estrumentos con muchos tannedores. [...].

2 3 7 3 Entró per la ciudat, fu pora la posada: Se entrando non fusse faseas non perdíra nada; Mas ante furon uiespras, la siesta bien quedada, Que toda la gent fusse a la uilla entrada.

2 3 7 4 Otro dia mannana fuera al mercadal, Mandó fazer el bon rey conceio general, Mandó poner la cadera en un alto poal, En un logar cerrado so un rico portal.

E n c u a n t o a los " m u c h o s estrumentos c o n m u c h o s t a n n e d o r e s " e l Libro de Alexandre, e n otro pasaje d e l todo semejante, l a e n t r a d a de A l e j a n d r o e n B a b i ­l o n i a , a c l a r a :

1 3 7 6 A l entrar de la uilla mugieres e barones Exieron recebirlo con diuersas cancones: Quales eran los cantos nen quales e los sones Non lo sabrien decir paraulas nen sermones. [...].

1 3 8 3 E l pleyto de ioglares era fiera nota, Auye hy simfonía, arba, giga, e rota, Albogues e salterio, citóla que mas trota, Qedra e uiola que las coy tas enbota.

E l arcipreste describe así l a e n t r a d a de d o n A m o r :

1225 Día era muy ssanto de la Pascua mayor: E l sol salya muy claro é de noble color; Los ornes é las aves é toda noble flor, Todos van rrescebir cantando al Amor.

1 2 2 6 Rresc.íbenle las aves, gayos é ruyseñores, Calandrias, papagayos mayores é menores, Dan cantos placenteros é de dulces ssabores: Más alegría fazen los que son más menores.

1227 Rres^íbenle los árboles con rramos é con flores De diviersas maneras, de fermosas colores, Rrescibenle los ornes é dueñas con amores: Con muchos instrumentes salen los atabores.

Las estrofas que s iguen ( 1 2 2 8 - 1 2 3 3 ) son u n e r u d i t o despl iegue de los cono­cimientos musicales de Juan Ruiz, que n o tienen precedente e n l a l i t e ra tura c a s t e l l a n a 9 . P e r o e n la estrofa 1 2 3 4 v u e l v e n las semejanzas c o n e l Alexandre

9 Véanse , sobre e l tema, R . M E N É N D E Z P I D A L , Poesía juglaresca, e d . 1 9 2 4 , p p . 6 4 - 7 2 ; F . L E C O Y , op. cit., p p . 2 5 5 - 2 6 1 ; D . D E V O T O , " L a e n u m e r a c i ó n de ins t ru-

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62 H . S A L V A D O R M A R T Í N E Z N R F H , X X V I

a l h a b l a r n o s d e l enorme concurso de juglares y clérigos. E n l a estrofa 1245 volverá a dec i r que e l concurso es t a l q u e resuena todo e l va l l e . E x p r e s i ó n q u e p u d i e r a a l u d i r a l va l l e de Josafat de q u e h a b l a e l Alexandre. Inc luso l a p a r o d i a de las órdenes rel igiosas q u e sigue t iene u n g r a n parec ido e s t r u c t u r a l c o n las estrofas 1381-82 d e l Alexandre i ° .

L a sátira a n t i c l e r i c a l de J u a n R u i z , a u n q u e m u y española e n c u a n t o a l c o n t e n i d o , p o r sus específicas a lusiones a ins t i tuc iones rel igiosas que exis t ían sólo e n l a Península , t iene, s i n embargo , antecedentes de s ingular p a r e c i d o f u e r a de España . U n o de ellos, a l q u e los estudiosos de l a l i t e r a t u r a castel lana h a n prestado poca a tenc ión hasta e l presente, es e l Speculum stultorum de N i g e l de L o n g c h a m p s , escrito entre 1179 y 1 1 8 0 1 1 . L a o b r a es u n p o e m a épico sobre animales centrado e n l a f i g u r a de u n asno, q u e representa a u n m o n j e deseoso de altos cargos 1 2 E n u n t o n o de i n v e c t i v a y b u r l a , N i g e l pasea

m e n t o s musicales e n l a poesía m e d i e v a l cas te l lana" , Mélanges H. Anglés, Bar ­ce lona , 1958, t. 1, p . 211 ss.; R A M Ó N P E R A L E S D E L A C A L , " O r g a n o g r a f í a medie ­v a l e n l a o b r a d e l A r c i p r e s t e " , CAH(l), 398-406.

1 0 L a semejanza en ambos textos se l i m i t a a l desfi le de personal idades ; p e r o t a m b i é n e n e l Alexandre se p o n e e l acento sobre l a presencia d e l e lemento fe­m e n i n o : " M a s en cabo las d u e n n a s u e n i e n tan aguisado / Q u e les auie e l rey A l e x a n d r e grant g r a d o " (1382 c-d). N a t u r a l m e n t e , e l Alexandre n o t iene e l t o n o de p a r o d i a d e l Libro de buen amor; pero tampoco f a l t a n e n aquél seve­ros reproches a l a corrupción d e l c lero y e l p u e b l o (cf. estr. 1652-1668), q u e p u d i e r o n d a r p i e a la sátira de J u a n R u i z , sobre todo a q u e l l a e n q u e fus t iga exp l í c i tamente los vic ios de clérigos, monjes y mon jas : "Clér igos e calonges, certas e las mongias , / N o n a n d a n a derechas palas ^apatas m i a s : / M a l pecado todos a n d a n en trauersias: / P o r ende a derechas n o n uerán las sus s e r m o n i a s " (1660) . E l texto tiene, como veremos más adelante , m u c h o e n c o m ú n c o n l o

q u e dice J u a n R u i z e n las estrofas 1283-4. L o s temas comunes e n estos dos auto­res, c u a n d o n o l a d e p e n d e n c i a , todavía n o h a n sido explorados d e l todo . E s t u ­d ios recientes h a n puesto de m a n i f i e s t o cómo J u a n R u i z depende d e l Libro de Alexandre e n los más impensados pasajes, como e l e p i t a f i o de T r o t a c o n v e n t o s que , según A . D . D e y e r m o n d , sería u n a p a r o d i a d e l de A q u i l e s , q u e se h a l l a e n e l Alexandre (cf. " S o m e aspects of p a r o d y i n the Libro de buen amor'* LBAS, p p . 66-67) . — N o cabe d u d a de q u e t o d a esta sección d e l Libro está p r e ñ a d a de s imbol ismos , metáforas, alegorías y, p o r supuesto, p a r o d i a . S i n embargo , e n cada u n o de los pasajes d o n d e se q u i e r a ver estas f iguras deberá demostrarse cu idadosamente , como l o h a hecho D e y e r m o n d p a r a e l e p i t a f i o de T r o t a c o n ­ventos . E n esto de l a p a r o d i a se h a n l l egado a dec i r cosas m u y d iver t idas . Y a e n e l art ículo de L E E A N N G R A C E , " M ú l t i p l e s y m b o l i s m i n the Libro de buen amor: T h e erot ic i n the forces o f D o n C a r n a l " , HR, 43 (1975), 371-380, m e parece q u e se f o r z a b a n u n poco los s ímbolos ; pero d o n d e se h a n sacado las cosas de q u i c i o h a sido e n e l es tudio de A N D R E M I C H A L S K I , " L a p a r o d i a hagio-gráf ica y e l d u a l i s m o eros-thanatos e n e l Libro de buen amor", CAH(l), 57-77, q u i e n pre tende demostrar q u e e l Libro de J u a n R u i z es u n a p a r o d i a de l a v i d a d e S a n Agust ín descrita p o r él e n sus Confesiones: t ra tando de establecer para­le l i smos entre S a n A g u s t í n - J u a n R u i z , S a n A m b r o s i o - D o n A m o r , Santa M ó n i c a -T r o t a c o n v e n t o s (cf. especialmente p p . 65 ss.).

1 1 N I G E L D E L O N G C H A M P S , Speculum stultorum, ed . J . H . M o z l e y a n d R . R . R a y m o , B e r k e l e y - L o s A n g e l e s , 1960; p a r a l a fecha de composic ión véase A . B o u -T E M Y , " S u r le «prologue e n prose» et l a date d u Speculum stultorum", RUB, 1 (1934), 67-90.

1 2 L a alegoría d e l Speculum stultorum fue e x p l i c a d a p o r e l m i s m o N i g e l a

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N R F H , X X V I L A T I E N D A D E A M O R ( " L B A " , E S T R . 1265-1301) 63

a su m o n j e p o r las diversas órdenes y congregaciones religiosas, a r t i f i c i o q u e le p e r m i t e señalar los v ic ios y las lacras mora les d e l monaca to , c o n e l m i s m o tono de p a r o d i a y sonsonete q u e e l Libro de buen amor13.

U n a vez l legado d o n A m o r e m p i e z a l a c o n t i e n d a entre sus admiradores p o r llevárselo a sus casas. Al l í porf ían los ordenados q u e le o f recen sus " g r a n ­des d o r m i t o r i o s de lechos b i e n p r o v a d o s " (1248<i); los clérigos, los caballeros, los escuderos y hasta las monjas que t r a t a n de convencer lo a p r o b a r su " c e l i -c i o " (!) (I255d). A m o r , p a r a n o manifestarse p a r t i d a r i o de n a d i e , r e n u n c i a a todas las i n v i t a c i o n e s ; como se q u e d a s in posada, e l arcipreste! se apresura a i n v i t a r l e a su casa. A m o r acepta, pero v i e n d o q u e e l aposento es pequeño p a r a r e c i b i r a tantos como le s iguen, después de de jar allí los m e d i o s (artes) de amor , o r d e n a que se p l a n t e su t i e n d a e n m e d i o de u n p r a d o , p a r a q u e de esta m a n e r a todo e l que l o necesite p u e d a l i b r e m e n t e acercarse a é l 1 4 .

H a s t a este p u n t o l a alegoría burlesca t iene u n c laro y preciso s i g n i f i c a d o : p o r u n l a d o , como d i j i m o s , l a p a r o d i a d e l más sagrado t i e m p o d e l año litúr­g ico ; y, p o r o tro , l a socarrona i n v e c t i v a c o n t r a todas las órdenes religiosas. L a s i n t e n c i o n e s mora l izantes de J u a n R u i z , n u n c a aquí expl í c i tamente con­fesadas, m e parecen más que evidentes. E x p o n i e n d o los defectos de u n a inst i ­tución, l a Iglesia, o de rel igiosos y laicos, cuya profesión es l a sant idad , el arcipreste n o hace más que dec i r a los h o m b r e s de su época c u a n lejos estaban de conseguir t a l perfección. D e l a m i s m a m a n e r a q u e l o h a b í a hecho N i g e l e n su Speculum, e l m o d o que escogió J u a n R u i z n o fue e l severo y senten­cioso d e l m o r a l i z a d o r de o f i c io , s ino e l descarado, alegre y de d e n u n c i a 1 5 .

W i l l i a m de L o n g c h a m p s en u n a carta que le escribió poco después de l a p u ­bl icac ión de su o b r a . Esta carta se h a l l a e n T . W R I G H T , Anglo-Latin satirical poets and epigrammattsts of the twelfth century, L o n d o n , 1872, t. 1, p p . 3-10.

1 3 N i g e l parodió e n su o b r a (vs. 2051-2464) sólo a las órdenes monást icas ; pero se h a h a l l a d o u n m a n u s c r i t o que c o n t i e n e l a sátira de las órdenes m e n ­dicantes . S i n d u d a e l poeta p r e p a r a b a u n a segunda versión de su l i b r o ; véase e d . cit . , Appendix A , p p . 183-188.

1 4 D a d o q u e J u a n R u i z nos describe todo esto como acontec ido mientras estaba e n su t ierra , tendremos que c o n c l u i r q u e e l poét ico ingreso de A m o r y l a construcción de l a t i e n d a t u v i e r o n l u g a r e n H i t a ; cf. M . R . , L I D A , " N u e v a s notas p a r a l a in terpretac ión d e l Libro de buen amor" e n Estudios de literatura española y comparada, B u e n o s A i r e s , 1966, p . 34, n o t a 27. S i n embargo, p o r e l contexto , parece lógico pensar q u e e l poeta n o tenía presente u n a l o c a l i d a d d e t e r m i n a d a , p o r lo menos d e l t amaño de H i t a , y a q u e allí n o ex i s t i e ron a l m i s m o t i e m p o todas las ins t i tuc iones que J u a n R u i z m e n c i o n a .

1 5 S u arte de enseñar b u r l a n d o nos l o e x p o n e e l poeta e n u n pasaje célebre d e l Libro: "Sy queredes, señores, o y r u n b u e n solaz, / A s c u c h a d e l r romanze , sosegadvos e n paz: / N o n vos diré m i n t i r a e n q u a n t o e n él íaz' ; / C a p o r todo e l m u n d o se usa é se faz' . // E p o r q u e m i j o r sea de todos escuchado, / R r a z ó n más p lazentera , f f a b l a r más apostado. / Es u n d e z i r fermoso é saber s in peca­d o , / R r a z ó n más plazentera , f f a b l a r más a p o s t a d o . . . // N o n cuydés que es l i b r o de nec io devaneo / N i n tengades p o r c h u f a algo q u e e n é l l e o : / C a segund b u e n d i n e r o yaze e n v i l correo, / A s y e n feo l i b r o yaze saber n o n f e o " (14-16) . — N o se trata, pues, de seguir p o n i e n d o e n te la de j u i c i o e l autobiogra-

f i s m o y e l d i d a c t i s m o d e l Libro de buen amor, q u e m e parecen más q u e evi­dentes; l o q u e debemos p o n e r de re l ieve es el modo e n q u e J u a n R u i z los rea­lizó e n su o b r a de arte, es dec i r a través d e l chiste, l a sut i leza , l a b u r l a , l a cha­r a d a , l a i ron ía y, e n genera l , l a p a r o d i a ; pero s i n o l v i d a r q u e p o r debajo de estos a r t i f i c i o s está su v e r d a d : " N i n creades q u e es c h u f a algo q u e e n él l e o "

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64 H . S A L V A D O R M A R T Í N E Z N R F H , X X V I

N a t u r a l m e n t e , también de este " f eo l i b r o " de J u a n R u i z ( " feo" n o e n e l sent ido artístico, ya que , como e l m i s m o a u t o r nos dice, su arte es " u n dez i r f e r m o s o " , u n a "rrazón más p l a z e n t e r a " , u n " f f a b l a r más apostado" , s ino e n el sent ido m o r a l , e n cuanto presenta l a d o c r i n a de u n a f o r m a c r u d a y provoca­t iva) , puede decirse l o q u e decía Santo T o m á s : " Q u i d q u i d r e c i p i t u r a d mo-d u m récipientis r e c i p i t u r " ; es dec ir , e l l i b r o es p a r a e l c r i s t iano deseoso de perfeccionarse u n espejo e n e l q u e p u e d e ver sus defectos; pero p a r a e l l i ­v i a n o , e l mensaje es l o que las palabras m a t e r i a l m e n t e suenan ; u n a fiesta b á q u i c a : " E n p e r o , p o r q u e es u m a n a l cosa e l pecar, si a lgunos (lo q u e n o n los conssejo) q u i s i e r a n usar d e l loco amor , aquí fal larán algunas maneras p a r a e l l o " (del Prólogo). Es l a constante a m b i v a l e n c i a de esta i n m o r t a l o b r a : " D e l a santidat m u c h a es m u y g r a n d l i c . ionar io ; / M a s de juego é de b u r l a es ch ico b r e v i a r i o " (1632a-fr). Y e n e l c i tado prólogo e l poeta ya hab ía de jado e n c laro que e l cuerdo puede h a l l a r e n su l i b r o l a m a n e r a de descubr i r las engañosas artes q u e usa e l m a l , a l m i s m o t i e m p o q u e e l vic ioso puede t a m b i é n h a l l a r en él l a m a n e r a de a p r e n d e r a o b r a r e l m a l ; a ambos les d ice : intellec-tum tibí dábo, yo te enseñaré. S i b i e n e l l i b r o se presente c o n este carácter a m b i v a l e n t e , que ya su m i s m o a u t o r reconoc ió y q u e h a l e v a n t a d o las más acerbas polémicas entre los comentaris tas m o d e r n o s , las in tenc iones d e l q u e l o compuso n o p u e d e n ser más claras n i más exentas de sent ido d o b l e : " E D i o s sabe que l a m i i n t e n c i ó n n o n fué de l o fazer p o r dar m a n e r a de pecar n i n p o r m a l dezir ; más fué p o r r e d u c i r á toda persona á m e m o r i a b u e n a de b i e n obrar é dar ens iempro de buenas costumbres é castigos de salvación, é p o r q u e sean todos apercebidos é se p u e d a n m e j o r g u a r d a r de tantas maestr ías c o m o algunos usan p o r e l loco a m o r " . C o m o e l a u t o r d e l Speculum stultorum, así t ambién J u a n R u i z se p r o p o n e escr ib i r u n a o b r a autobiográf ica c o n m i r a s a e d i f i c a r a l lector, exponiéndole los p r o p i o s yerros, verdaderos o inventados , y a l m i s m o t i e m p o d i v e r t i r l e : " Q u e los cuerpos alegre é á las almas preste" (l$d). D i f í c i l arte e l de predicar e l b i e n c o n t a n d o las picardías de los m a l o s 1 6 .

Estamos en el Domingo de Pascua; Amor, al parecer, se ha dig­nado yantar en casa de Juan Ruiz y, mientras celebraba la fiesta con su fiel seguidor, otros, que el arcipreste creía que eran ángeles, montaban la tienda (1265). Esta estrofa se enlaza conceptual y te­máticamente con la 1302, en la que el poeta cuenta cómo "Myo señor, desque fué su tyenda aparejada, / Vino dormir en ella. . ." Es decir, después del banquete del día de Pascua, la imperdonable siesta, que le costó cara a don Amor ya que, a pesar de haber sido breve, cuando se levantó "no vido su mesnada, / Los más con don Carnal fazían su morada" (1302¿>d) . Nos da claramente a entender que, para la mayor parte de sus seguidores, el banquete de Pascua duraba todavía, y acaso insinúa en tono de parodia, sus preferen­cias personales por Baco antes que por Venus.

Entre la estrofa de la comida (1265) y la de la siesta (1302),

(ed. J . Joset, t. 1, p . 17) , es d e c i r : n o os creáis q u e es u n a b r o m a l o q u e e n él os enseño.

1 6 Sobre e l e m p l e o de los m a l o s e jemplos c o n f ines didácticos véase e l estu­d i o de R . P . K I N K A D E , " I n t e l l e c t u m t i b i d a b o . . . : T h e f u n c t i o n o f free w i l l i n the Libro de buen amor", BHS, 47 (1970) , 296-315.

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N R F H , X X V I L A T I E N D A D E A M O R ( " L B A " , E S T R . 1265-1301) 65

Juan Ruiz ha introducido una digresión de treinta y seis estrofas en las que describe esmeradamente la tienda de A m o r 1 7 . Ya Lecoy, y recientemente Corominas, creyó que todo el episodio era una interpolación compuesta con anterioridad a la versión final del li­bro, aún en su primera redacción, la del manuscrito de Gayoso 1 8 . Es muy posible, pero como sucede en otros casos, para los que se admite una composición anterior a la forma que se les dio en el libro que conocemos19, Juan Ruiz ha sido sumamente hábil al en­garzarlo en el lugar más indicado de su obra y las suturas son tan perfectas, que es muy difícil hoy poder afirmar categóricamente que la descripción de la tienda tuvo una existencia separada.

A favor de la absoluta unidad del episodio están: a) la descrip­ción de la tienda, tema alegórico por antonomasia, se halla en la sección del libro en que las intenciones alegóricas del autor se dan por descontadas; y b) el pasaje de la tienda forma parte también de la fuente en la que, al parecer, se inspiró Juan Ruiz para la composición del cuadro de que estamos hablando (la entrada de Alejandro en Babilonia).

1 7 C o m o veremos, también e n e l Alexandre l a descripción de l a t i e n d a se presenta c o m o u n a digresión. E . F o r a s t i e r i B r a s c h i , art . cit. , nos recuerda opor­t u n a m e n t e q u e e l tema de l a alegoría de los meses parece h a b e r s ido u n o de los pre fer idos p o r los estetas y retóricos medievales c o m o e j e m p l o de lo q u e d e b í a ser l a digressio; ésta, según las poéticas medievales , era u n a descriptio, l a c u a l debía e n t r a r a f o r m a r parte in tegrante de l a amplificatio (p. 217 ) . D e hecho , tanto e n e l Alexandre como e n e l Libro de buen amor, l a alegoría de los meses n o es más que u n a descripción m u y a m p l i a d a de otras q u e y a exis­t ían .

1 8 L E C O Y , op. cit., p . 3 4 6 ss. Libro de buen amor, e d . de J . C o r o m i n a s , 1967, p p . 5 2 ss.; p e r o véase M . R . L I D A , art . cit . , p p . 1 5 ss. y G Y B B O N - M O N Y P E N N Y ,

" T h e two versions of the Libro de buen amor: the extent a n d n a t u r e of the author ' s revis ión" , BHS, 3 9 ( 1 9 6 2 ) , 2 0 5 - 2 2 1 . T a l vez l a presencia de este pasaje e n los dos manuscr i tos (G y T), q u e r e p r o d u c e n l a versión más a n t i g u a , n o obstante los visos de i n d e p e n d e n c i a , p u d i e r a ser u n b u e n a r g u m e n t o p a r a negar l a dob le redacción de la o b r a . Sobre l a cuest ión de l a d o b l e redacción véase a h o r a l a discusión de las dis t intas o p i n i o n e s e n l a e d . de J . Joset, t. 1, p p . x x x v - x l v .

1 9 Y , h o y e n día, son ya demasiados los episodios q u e los estudiosos consi­d e r a n escritos c o n a n t e r i o r i d a d a l a redacc ión d e l Libro. P o r e j e m p l o . R . L A -P E S A cree q u e l a i n v e c t i v a c o n t r a l a m u e r t e es u n o de el los (cf. " E l tema de l a m u e r t e e n e l Libro de buen amor", e n De la Edad Media a nuestros días, M a ­d r i d , 1 9 7 1 , p . 6 9 ) ; y G y b b o n - M o n y p e n n y o p i n a t a m b i é n que l a pe lea de d o n C a r n a l y d o ñ a C u a r e s m a t u v o exis tencia separada antes de ser i n j e r t a d a e n l a o b r a (cf. art . cit . , p . 2 1 7 ) . Es ev idente q u e u n a o b r a t a n a m p l i a como l a de J u a n R u i z n o nació e n u n día y, d a d o e l carácter juglaresco de muchas de sus partes, es m u y p r o b a b l e que u n a b u e n a porc ión de e l l a h a y a c i r c u l a d o c o n a n t e r i o r i d a d a l a fecha e n que e l poeta decidió recoger la y e d i t a r l a e n f o r m a de Libro de cantares, q u e zurció c o n los frágiles h i l o s de u n a autobiograf ía poét ica .

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66 H . S A L V A D O R M A R T Í N E Z N R F H , X X V I

Por otra parte, tampoco se puede negar con absoluta seguridad que la descripción de la tienda haya existido como composición aparte, ya que el pasaje tiene sentido perfecto si se lo toma separa­damente: las estrofas 1266 y 1301 podrían considerarse como el principio y el final de un poema. También el pedir vino como recompensa por la recitación, tal como se hace en la estrofa 1269, podría considerarse indicio de independencia. Sin embargo, debo poner una reserva a estas razones que parecen tan convincentes; y es que la independencia de que parece gozar el pasaje pudiera muy bien, una vez más, proceder de la fuente. En el Libro de Alexandre, donde, como observó Menéndez Pidal, el poeta se dirige pocas ve­ces al público 2 0 , al empezar la descripción de la tienda dice: "quie-rovos de la obra de la tienda desir" (P 2503&),, que sin duda co­rresponde al "La obra de la tyenda vos querría contar" (1266) de Juan Ruiz; y al concluir la descripción dice el Alexandre: "Non quiero de la tienda fer grant alegoría" (P 2559<z), que corresponde al "Non quiero de la tienda mayor prólogo fazer" (1301a) del arcipreste. Así es que las fórmulas de apertura y cierre, que parecen dar una cierta independencia al pasaje, podrían ser simplemente el resultado del influjo de la fuente y no de una composición anterior. Hay, sin embargo, otro pequeño detalle que para mí sería el ar­gumento de mayor fuerza para postular la existencia de un poema separado sobre la tienda de Amor, y es que el relato se halla, como hemos dicho, en medio de un contexto alegórico del que Juan Ruiz, como es su costumbre, no da interpretación alguna, pero sí ha de­jado su interpretación de las pinturas de la tienda (1300). Esto podría hacer pensar que se trata de una composición separada con su correspondiente aclaración para el público. En cuyo caso, dado que la interpretación del poema se pone en boca de Amor, habría que suponer que las estrofas de sutura, 1265-66 y 1301-2, fueron compuestas, o interpoladas, al momento de adaptar el episodio a la forma que ahora tiene en la obra.

No obstante las buenas razones para sostener la composición an­terior del pasaje de la tienda, soy del parecer que dicha descripción fue compuesta, o refundida, contemporáneamente y como parte integrante de toda esta sección del libro que se distingue por una clara tendencia a la alegoría, y que forma un todo bien definido, centrado sobre la parodia del período pascual del año litúrgico, em­pezando con la disputa de don Carnal y doña Cuaresma y cerrán­dose con el relato de la fuga de don Amor de T o l e d o 2 1 . Los dos

2 0 Poesía juglaresca y orígenes de las literaturas románicas, 6? ed . , M a d r i d , 1957, p . 278, n o t a 2.

2 1 A u n q u e p o r razones m u y dist intas , N . E . Álvarez es t a m b i é n p a r t i d a r i o de l a " u n i d a d tersa e i n f r a n g i b i e " (p. 11) d e l pasaje que comentamos . N o

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episodios siguientes, el de la viuda lozana (1315-20) y el de la due­ña que estaba haciendo oración (1321-1331), tienen lugar, el pri­mero, el domingo siguiente al de Pascua, Quasimodo; y el segundo, el día de San Marcos, 25 de abril. Estos dos relatos de aventuras sentimentales, aunque próximos en el tiempo, están ya fuera del calendario litúrgico de Juan Ruiz, como objeto de la parodia, y señalan el regreso del autor al tema central y constante del libro: las aventuras sentimentales engarzadas con festividades y temas religiosos.

La fuente inmediata de la descripción de la tienda de Amor, se ha dicho desde los primeros estudios, es el Libro de Alexandre22. Pero también aquí, como en la disputa de don Carnal y doña Cua­resma (que, se ha creído, procede de un poema francés del siglo xin, la Bataille de Cafesme et de Charnage23), la dependencia se limita sólo al tema en cuanto tal; la estructura del episodio y muchos de los detalles, aparte su incomparable arte de decir, son tan distintos que, podría afirmarse, Juan Ruiz es absolutamente original.

Para comprender mejor la estructura del texto de Juan Ruiz, detengámonos un instante en la descripción de la tienda en el Libro de Alexandre, el cual no tiene precedentes por lo que a originali­dad y riqueza de detalles se refiere. E l episodio de la tienda es una digresión introducida en medio de una sección para la que el autor se inspira en el poema latino Alexandreis de Gautier de Chátillon 2 4 .

sólo t o d a esta sección d e l Libro posee u n a " i n f r a n g i b i e " u n i d a d , s ino q u e esa u n i d a d sirve a Álvarez de base p a r a e l a b o r a r su teoría de que t a m b i é n l a descripción de los meses d e l A r c i p r e s t e es u n a p a r o d i a d e l a q u e se e n c u e n t r a e n e l Alexandre, de l a m i s m a m a n e r a q u e l o era l a e n t r a d a de d o n A m o r . — C o m o diré más adelante, n o veo cuál h a y a p o d i d o ser l a f i n a l i d a d de t a l pa­r o d i a . P e r o e n f i n , pros igue J u a n R u i z dic iéndonos que A m o r , disgustado, de ja T o l e d o y v a a " tener l a q u a r e s m a á l a v i l l a de C a s t r o " (131 Ib), q u e era, a l parecer, l a sede de C u a r e s m a ( 1 0 7 3 á ) . A l g u n o s estudiosos h a n tratado de i d e n ­t i f i c a r este Castro c o n u n a de las numerosas local idades d e l m i s m o n o m b r e ( C o r o m i n a s , p o r e jemplo , cree q u e se trata de Castro d e l R í o a u n o s 30 K m .

a l S E de Córdoba , p . 490) ; p a r a mí se trata de l a m i s m a l o c a l i d a d de d o n d e v i e n e n las cartas de C u a r e s m a , C a s t r o Urdía les . Y l a razón es o b v i a : hal lán­dose C u a r e s m a fuera de su sede d u r a n t e cuarenta días, A m o r aprovechó p a r a hacer de las suyas hartándose de pescado y h a c i e n d o las m i l fechorías e n a q u e l l u g a r d o n d e , dice, " M u y b y e n m e r r e s c i b i e r o n á m í é á m i rrastro ; / A l g u n o s y fallé, q u e me U a m a v a n p a d r a s t r o " (1311 c-d). Así l o cree también J . Joset, t. 2, p . 82.

2 2 L E C O Y , op. cit., p p . 272 ss.; C e j a d o r , p . 156; C h i a r i n i , e n su e d . d e l Libro de buen amor, M i l a n o - N a p o l i , 1964, p . 243; C O R O M I N A S , ed . cit. , p . 474; Joset, t. 2, p . 154.

2 3 L e c o y fue e l p r i m e r o e n p o n e r serios reparos a t a l creencia ; y, reciente­mente , l a h a negado c o m p l e t a m e n t e K E M L I N L A U R E N C E , art . cit . , p p . 160 ss.

2 4 M . P I I I L I P P I G U A L T H E R I , Alexandreis, e d . F . A . W . M u e l d e n e r , L i p s i a e , 1863. E s t a sección d e l p o e m a l a t i n o se abre c o n e l regreso de A l e j a n d r o a B a b i -

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El material, se ha dicho repetidamente, lo ha tomado Juan Lo­renzo de Astorga de un poema francés conocido con el nombre de Roman d'Alexandre25, pero no sin ponerle su sello personal, pues el poeta castellano ha desplazado la descripción, que en el texto francés se halla al principio, casi al final de su libro y además ha de­jado un claro indicio de que se estaba apartando, no sin un cierto recelo, de la fuente inmediata de inspiración, el Alexandreis:

Ante que a las parias entremos resçebir quierovos de la obra de la tienda desir según t que lo en tend y cuydolo departir qui meiorar pudiere avrel que gradear (P 2503).

Y al terminar la descripción de la tienda el poeta de nuevo in­dica que vuelve a su fuente principal:

Non quiero de la tienda fer grant alegoria non quiero detener en palabra el dia quanto podie valer presçiar non lo podria non lo podría conprar el aver de Almaria (P 2559).

Aparte estas diferencias de actitud (confianza en el texto latino y desconfianza en el Roman d'Alexandre), la descripción de la tien­da de Alejandro en el libro homónimo es mucho más amplia que en cualquier otro de los textos conocidos2 6. Se compone esencialmente

l o n i a y su e n t r a d a t r i u n f a l ( X , 2 1 6 - 2 4 8 ) , q u e e l poeta castel lano h a usado e n las estrofas W 2 5 1 5 - 3 8 . A l l legar a este p u n t o d e l p o e m a l a t i n o , e l castel lano i n ­tercala c i n c u e n t a y siete estrofas sobre l a t i e n d a d e A l e j a n d r o ( W 2 5 3 9 - 9 5 ) ; pero , u n a vez t e r m i n a d a esta larga digresión, J u a n L o r e n z o v u e l v e sobre la fuente l a t i n a p a r a c o m p o n e r su discurso de A l e j a n d r o ( W 2 5 9 6 - 2 6 0 1 ; cf. Alexan­dreis, X , 2 7 5 - 3 2 9 ) . C o m o h a sido y a a d v e r t i d o p o r los estudiosos d e l Libro de Alexandre, l a guía p r i n c i p a l que e l poeta castel lano tuvo casi constantemente delante p a r a c o m p o n e r su l i b r o , y n o sólo e l pasaje de l a t i e n d a , fue e l famoso p o e m a de G a u t i e r de Chât i l lon . C f . R . S . W I L L I S , The relationship of the Spa-nish "Libro de Alexandre" ío the "Alexandreis" of Gautier de Châtillon, P r i n ­ce ton a n d París, 1 9 3 4 , passim (en adelante Willis 1934). I. M I C H A E L , The treai-ment of classical material in the "Libro de Alexandre", M a n c h e s t e r , 1 9 7 0 , p p . 1 7 - 2 0 , y Appendix I, p p . 2 8 7 - 2 9 3 .

2 5 Véase l a edic ión de M I L A N S . L A D U , The medieval French "Roman d'Alexandre", t. I : Text of the Arsenal and Venice versions, P r i n c e t o n , 1 9 3 7 ; y e l es tudio clásico sobre l a l e y e n d a poética de A l e j a n d r o de P A U L M E Y E R ,

Alexandre le Grand dans la littérature française du moyen âge, Par i s , 1 8 8 6 , 2 ts. 2 6 D e las i n n u m e r a b l e s versiones y variantes d e l Roman d'Alexandre l a que

más se parece a l Libro de Alexandre es l a c o n o c i d a c o n l a s igla B (manuscr i to de V e n e c i a ) . E n esta versión (vs. 3 3 8 4 - 3 4 8 3 ) , l a descripción de la t i e n d a em­pieza c o n l a m e n c i ó n de los mater ia les de que estaba h e c h a y su a p a r i e n c i a exter ior , y pasa luego a sus cuatro paredes internas . E n l a p r i m e r a , estaban los doce símbolos de los meses, las horas y los m i n u t o s d e l día, e l c ie lo y los cuer­pos celestes; e n l a segunda, h a b í a u n mapamundi; e n l a tercera, l a h i s t o r i a de

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de dos partes: la primera, es la descripción del exterior y de los materiales de que estaba hecha (O 2376-83), la segunda es la des­cripción del interior (O 2384-2431), que se divide en cinco partes: 1) Techo, ángeles, historia bíblica hasta el Diluvio, Torre de Ba­bel y borrachera de Noé (O 2385-2389); 2) Panel primero, ale­goría de los meses (O 2390-2402); 3) Panel segundo, vida y hechos de Hércules, historia de Troya (O 2403-2411); 4) Panel tercero, mapamundi (O 2412-2423); 5) Panel cuarto, gestas de Alejandro (O 2424-2431).

De todo este material, digámoslo inmediatamente, Juan Ruiz tomó tan sólo lo contenido en el panel primero, la alegoría de los meses, y resumió en dos estrofas personalísimas la descrip­ción del exterior (1267-68), advirtiéndonos: " E n suma vos lo cuen­to por vos non detener, / Si tod'esto escriviese, en Toledo no* ay papel" (1269&-&). Su mira principal era el interior, por eso dice: " E n la obra de dentro ay tanto de fazer, / Que, si lo dezir puedo, meresgeré el bever" (1269c-d).

V o l v a m o s , s i q u i e r a u n instante , sobre e l p r o b l e m a de l a d e p e n d e n c i a d e l Libro de Alexandre d e l Román d* Alexandre. C o m o se sabe, e l poe ta de A s t o r -ga n o d a a e n t e n d e r q u e conociese e l Román y sí, por* e l c o n t r a r i o , m e n c i o n a expl í c i tamente y c o n g r a n admirac ión a G a u t i e r de Chát i l lon a l que , como se h a d i c h o , tomó p o r m o d e l o a l o largo de toda su o b r a s iguiéndolo m u y de cerca. A h o r a b i e n , como ins inuábamos más a r r i b a , e n e l Alexandreis n o hay ta l p i n t u r a de los meses n i n a d a q u e se le parezca, a pesar de los esfuerzos d e l a u t o r p o r re lac ionar , i n c l u s o este pasaje, c o n l a o b r a d e l poeta l a t i n o 2 7 , p o r l o c u a l los críticos h a n vis to s iempre e l Román como l a ú n i c a fuente pos ib le p a r a l a descripción de l a t i e n d a e n e l Libro de Alexandre. S i n em­bargo, c u a n d o c o m p a r a m o s d e t a l l a d a m e n t e e l pasaje de l a t i enda , e n lo q u e se ref iere concretamente a l a alegoría de los meses, c o n e l correspondiente d e l Román, nos asalta l a d u d a de si e l clérigo de A s t o r g a t iene presente el

Hércules ; y en l a cuarta , l a de T r o y a . E l p o e m a francés n o trae descripción a l g u n a d e l techo, e l i m i n a n d o así las escenas bíbl icas q u e tanta i m p o r t a n c i a tie­n e n e n e l p o e m a castel lano. W i l l i s observó y a q u e l o más parec ido a las escenas bíbl icas es l a descripción de las escenas p in tadas sobre los m u r o s de B a b i l o n i a , vs. 7854-7921 (cf. The debt of the Spanish "Libro de Alexandre" to the French "Román d'Alexandre", P r i n c e t o n , 1935, p . 43; e n adelante Willis 1935), pero se puede pensar, y c o n bastante f u n d a m e n t o , que , d a d o e l o r d e n e n q u e están descritas las escenas (creación, t entac ión de Adán, d i l u v i o , b o r r a c h e r a de N o é e h i s t o r i a de l a torre de B a b e l ) , ambos poetas se i n s p i r a r o n e n l a B i b l i a . Es ta m i s m a versión B, vs. 7653-7663, cont iene o t ra breve descripción de l a t i e n d a de A l e j a n d r o , pero las discrepancias c o n e l p o e m a castel lano son todavía mayores .

2 7 Este esfuerzo aparece c laramente a l empezar l a digresión, c u a n d o e l poeta trata de presentar e l pasaje de l a t i e n d a como u n adecuado f o n d o artís­t ico (como si tratase de l l e n a r u n vacío de jado p o r e l poeta l a t i n o ) , e n e l q u e coloca i d e a l m e n t e e l t r o n o ( "cathedra") de A l e j a n d r o , d o n d e éste se sentará p a r a r e c i b i r a los embajadores de todas las naciones ( W 2538 y 2596) , tema que se h a l l a e n e l Alexandreis.

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7 0 H . S A L V A D O R M A R T Í N E Z N R F H , X X V I

Román o, p o r e l c o n t r a r i o , crea u n a visión plást ica de l a t i e n d a cuyos alcan­ces s u p e r a n c o n m u c h o c u a l q u i e r descripción l i t e r a r i a , i n c l u s o l a d e l m i s m o Román. D i c e éste :

E l premier pan davant f u pens l i mes d'esté, T o t si com l i vergier verdient e l i pré E tot s i com les vignes florissent e l i ble. L i doce mes de Tan i sunt tuit devisé. L i oisel e l i jor li signe ont nombré, L'ans i est devisez, pens en sa poésté. Per letres d'or escrites est tot ce devisé.

(vs. 3 4 3 4 - 3 4 4 0 )

E s o es t o d o l o q u e trae l a o b r a francesa, p o r l o q u e se ref iere específica­m e n t e a l a p i n t u r a de los meses.

E l Libro de Alexandre i n t r o d u c e e l t ema de l a s iguiente m a n e r a :

E l vno de los fastiales luego en la entrada l a natura de l año sedie toda pintada los meses con sus dias con su luna contada cada vno q u a l fasienda auie acomendada (P 2518).

S igue l a descripción d e t a l l a d a de los doce meses (P 2 5 1 9 - 3 0 ) , empezando c o n enero y acabando c o n d i c i e m b r e , de l a c u a l n o h a y rastros e n e l p o e m a francés. A l a v i s ta de este parangón p u d i e r a a d m i t i r s e q u e ta l vez l a idea de l a t i e n d a , a l m e n o s e n cuanto a l p l a n g e n e r a l y a lgunas de las descrip­ciones p u d i e r a h a b e r t e n i d o o r i g e n e n e l p o e m a f r a n c é s 2 ^ p e r o p Q r j 0 q u e

se ref iere concretamente a l a p i n t u r a de los meses m e parece q u e t iene m u y poco e n c o m ú n ; y, como se h a d i c h o ya , las escenas bíbl icas n o t i e n e n para le lo e n e l Román d3Alexandre (cf. Willis 1934, p . 4 3 , y Willis 1935, p . 5 9 ss.).

S i ins is to e n las re laciones entre e l Libro de Alexandre y e l Román, p a r a p o n e r de m a n i f i e s t o m i escepticismo p o r lo q u e se ref iere a l a supuesta depen­d e n c i a d e l e p i s o d i o de l a t i enda , es p o r q u e veo e n esta cuestión u n precedente m u y p a r e c i d o a l de l a d e p e n d e n c i a d e l m i s m o e p i s o d i o e n e l Libro de buen amor c o n respecto a l Alexandre. ¿Cuál fue, pues, l a p r i n c i p a l fuente de ins­p i rac ión d e l poeta d e l Alexandre}

E l tema de l a alegoría de los meses, c o m o es sabido, fue p o p u l a r e n l a l i t e r a t u r a a n t i g u a y m e d i e v a l 2 9 ; de ahí q u e c u a l q u i e r o b r a p u d o haber ins-

2 8 Así lo creyó A . M O R E L - F A T I O , " R e c h e r c h e s sur le texte et les sources d u Libro de Alexandre", Rom, 4 ( 1 8 7 5 ) , p . 8 0 . Willis 1935, p p . 4 2 , 4 4 - 4 5 , puso a lgunos reparos a esta teoría, pero e n g e n e r a l s iguió creyendo e n l a depen­d e n c i a . Según este cr í t ico, l a d i f e r e n c i a más n o t a b l e n o se h a l l a e n las des­c r ipc iones de l a t i e n d a s ino e n e l l u g a r d o n d e se h a l l a e l pasaje. H a y buenas razones p a r a creer, d ice W i l l i s , q u e e l p o e t a caste l lano h a b í a p l a n e a d o colocar­l o i n m e d i a t a m e n t e después de l a b o d a de A l e j a n d r o c o n R e x a n a ( W 1 9 6 3 ) , q u e es, más o menos , e l l u g a r q u e o c u p a e n B y n o casi a l f i n a l d e l p o e m a c o m o l o conocemos h o y ; pero , p o r l o visto, e l p o e t a de A s t o r g a t u v o sus buenos m o t i v o s p a r a p o s p o n e r l o . C f . t a m b i é n I . M I C H A E L , op. cit., p p . 2 6 6 - 2 6 7 .

2 9 E l tema aparece ya e n Hesíodo, H o m e r o y T e ó c r i t o , p e r o es e n V i r g i l i o d o n d e a d q u i e r e u n a extens ión y u n a i m p o r t a n c i a t a l q u e será m o d e l o p a r a todos los poetas d e O c c i d e n t e . N o es éste e l l u g a r p a r a descender a la búsqueda de para le l i smos , p e r o m e atrevería a d e c i r q u e e l e m b r i ó n de todos los temas q u e se r e l a c i o n a n c o n las estaciones, los meses y las faenas agrícolas q u e encon-

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N R F H , X X V I L A T I E N D A D E A M O R ( " L E A " , E S T R . 1265-1301) 71

p i r a d o a l clérigo de* A s t o r g a , como p o r e j e m p l o e l famoso d i sd ico de A u s o n i o , q u e p r o b a b l e m e n t e conocía, si hemos de creer a sus alardes de l e t rado :

Connosco bien gramática, sé b ien toda natura; B i e n dicto e versifico; connosco bien f igura; De cuer sé los actores; de l ivro non he cura.

A pesar de l a p o p u l a r i d a d d e l tema, hay q u e reconocer que e l d e t a l l a d o t ra tamiento q u e rec ib ió e n e l Libro de Alexandre n o t iene precedentes l i te­rarios, p o r l o que, como sugirió y a W i l l i s (1935, p . 4 3 ) , h a b r á q u e pensar e n l a p o s i b i l i d a d de u n a inspiración e n las p i n t u r a s de murales , retablos y l i b r o s de horas e n los q u e se reproducía c o n g r a n deta l le l a a legor ía de los meses. S i hemos de a d m i t i r l a ex is tenc ia de u n a fuente de inspirac ión e imitac ión, y n o u n a creación d e l a u t o r d e l Libro de Alexandre, t a m b i é n m e inc l inar ía a creer e n e l i n f l u j o de las artes plásticas; concretamente , e l poeta podría haber h a l l a d o su m o d e l o e n e l magní f i co c a l e n d a r i o de los meses y sus faenas que se e n c u e n t r a e n e l p a n t e ó n de los reyes de S a n I s idoro de L e ó n , q u e s i n d u d a c o n o c í a 3 0 . C u a n d o comparamos e l pasaje d e l Libro de Alexandre c o n

tramos e n e l Libro de Alexandre, y p o r ende e n e l Libro de buen amor, se h a l l a n y a e n t o d a l a p r i m e r a parte d e l l i b r o I de las Geórgicas, y a l f i n a l d e l l i ­b r o I I , especialmente e n los vs. 513-522. A V i r g i l i o siguió O v i d i o , q u e e n los p r i m e r o s versos d e l l i b r o I I de las Metamorfosis hizo, c o n e l p a l a c i o d e l S o l (vs. 25-30), l a p r i m e r a descripción l i t e r a r i a de l a t i e n d a . H a s t a entonces se

había h a b l a d o de los meses como ref le jo d e l quehacer h u m a n o ; e n O v i d i o te­nemos y a l a alegoría y e l tópico l i t e r a r i o que se repet i rá incesantemente a tra­vés de los siglos. A u s o n i o (309-393) h a s ido también c i tado c o n f recuenc ia entre los precursores d e l t e m a c o n los v ivos y alegres versos de su Praecatio q u e em­p i e z a n c o n e l c o n o c i d o h e x á m e t r o : Jane, veni [. . . ] . L a Anthologia latina, com­p i l a d a e n e l siglo v i , recoge también dos magníf icas composic iones dedicadas a los meses: Laus temporum quattuor y Laus omnium mensium (cf. l a e d . de E . Baehrens e n Poetae latini minores, L i p s i a e , 1882, p p . 290-291). E n t r e los españoles, ÌDraconcio nos legó también u n a breve composic ión De mensibus (cf. l a e d . de F . V o l l m e r e n M G H , Auctores antiquissimi, t. 14, p . 227 ) . W a n -

dalber t de P r ü m m ( f 813) , c o n su composic ión De mensium dodecim nomini-bus signis culturis aerisque qualitatibus, y e l a n ó n i m o Ydioma mensium singw-lorum (ambos edi tados p o r E . D u e m m l e r , M G H , Poetae latini aevi carolini, t. 2, B e r o l i n i , 1884, p p . 604-616 y 644-645), y P i e r de l a V i g n a (siglo X I I I ) con su r i t m o De XII mensibus anni (cf. l a ed . de A . M o n t e r v e r d i , Saggi neolatini, R o m a , 1945, p p . 130-131), son t a l vez los q u e más semejanzas y analogías con­servan c o n nuestros dos textos castellanos. E s t a ú l t ima composic ión sobre todo, como veremos, y l a o t r a p r o v e n i e n t e t a m b i é n de I ta l i a , l a Disputado mensium de B o n v e s i n d a l a R i v a (cf. l a e d . de G . C o n t i n i , Le opere volgari di Bonve-sin da la Riva, R o m a , 1941, t. 1, p p . 3-27), son las q u e más d i rec tamente se r e l a c i o n a n c o n los textos castellanos. P e r o véanse los estudios de L . P I S T O L E S I ,

" D e l posto che spetta a l Libro de Alexandro n e l l a s tor ia d e l l a le t tera tura spa-g n u o l a " , RLR, 46 (1903), 255-281; E . F A R A L , Recherches sur les sources latines des contes et romans courtois du moyen âge, Par i s , 1913, p p . 65-69, 338-399; L E C O Y , op. cit., p p . 270-286; L . B I A D E N E , "Carmina de mensibus d i B o n v e s i n d a l a R i v a " , Studi di Filologia Romanza, 19 (1913), 17 ss.; M . R . L I D A , e n su e d . d e l Libro de buen amor, 1941, c o m e n t a r i o a l a estr. 1266; y G . C h i a r i n i (en su e d . c i t . supra, n o t a 2 2 ) , p . 245 a l v . 5216 (estr. 1273 e).

3 0 E n e l p a n e l tercero de l a t i e n d a , dice e l poeta , se h a l l a b a p i n t a d o u n mapamundi; y, entre las pocas c iudades españolas q u e all í se podían contem­p l a r estaban L e ó n , j u n t o c o n S e v i l l a , T o l e d o y L i s b o a ( W 2581) .

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72 H . S A L V A D O R M A R T Í N E Z N R F H , X X V I

e l correspondiente d e l Román, o de los demás textos conocidos , nos conven­cemos a ú n más de q u e e l clérigo de A s t o r g a t iene presente, o crea, u n a visión plást ica de l a t i e n d a más b i e n que u n a descripción l i t e r a r i a de l a m i s m a 3 1 .

Y pasando ahora a las relaciones de dependencia entre el Libro de buen amor y el Alexandre, tenemos que decir que algo seme­jante sucede cuando tratamos de comparar la descripción de la tien­da de don Amor con la de Alejandro. No podemos dudar ni siquiera por un instante que Juan Ruiz fuese perfectamente consciente de la popularidad del tema de la tienda, tanto en los círculos cultos como en los populares: " L a obra de la tyenda vos querría contar, / Avérsevos há un poco á tardar la yantar. / Es una grand estoria, pero non de dexar: / Munchos dexan la c,ena por fermoso cantar" (1266). Tampoco debemos dudar de que el arcipreste conociese el Libro de Alexandre: sus alusiones a Alejandro y Darío en esta misma sección (1081 d y 1215 c) y otros numerosos detalles (com­párese, por ejemplo, la estrofa apenas citada con la 2384 del Ale-xandre), nos lo confirman satisfactoriamente82. Sin embargo, hay que poner de relieve lo independiente que era Juan Ruiz de sus fuentes; podría decirse que su imitación es una auténtica recrea­ción. Por lo cual, si la inspiración, por así decir, le vino al leer, o escuchar, el Libro de Alexandre, como a éste al "entender" los ro-mans franceses, los detalles descriptivos los sacó de otras fuentes y, una vez más, creo que éstas fueron, por un lado, el arte local; y, por otro, la vida campesina de la Alcarria, de la que el arcipreste fue observador atento.

Criado de Val ha insistido en la posibilidad de que Juan Ruiz se sirviese para sus pinturas de la tienda no tanto de las fuentes cultas cuanto del arte de las iglesias existentes en la región, a las que añadió sus experiencias de la vida de cada día que, como sabemos, transcurrió en contacto con una población agrícola 3 3 . Y es digno

3 1 E n este sent ido parece que puede interpretarse l a declaración d e l poeta e n l a estrofa i n i c i a l : " q u i e r o v o s de l a o b r a de l a t i e n d a desir / segunt que l o e n t e n d y c u y d o l o d e p a r t i r " (P 2503) , d o n d e entendy p u e d e s ign i f i car 'escuchar', ' c o m p r e n d e r ' , 'observar ' .

3 2 R e p r o d u z c o aquí los resultados estadísticos de las concordancias de am­bos textos encontrados p o r N . E . Álvarez (art. cit . , p . 1 0 ) : " . . . u n tercio de los versos (33%) de la descripción de los meses hecha p o r J u a n R u i z tuvo su inspirac ión e n e l Alexandre. E l porcenta je p o r estaciones es e l s iguiente : i n v i e r n o , e l 2 5 % ; p r i m a v e r a , e l 1 9 % ; verano , e l 3 9 % y o toño , e l 6 9 % " .

3 3 " S i n neces idad de r e c u r r i r , como hace L e c o y , a l a iconograf ía francesa o i t a l i a n a , q u e n o es n a d a p r o b a b l e q u e conoc iera J u a n R u i z , hay e n iglesias medievales españolas e jemplos de este m i s m o tema, m u y próximos a las loca­l idades alcarreñas d e l A r c i p r e s t e . E n l a p u e r t a de la ig les ia románica de Bele-ña, p u e b l o e n las i n m e d i a c i o n e s de H i t a , q u e e l A r c i p r e s t e i n d u d a b l e m e n t e conocía , y lógicamente sería su fuente más d i r e c t a ; e n e l fr iso de l a parro­q u i a de Campisábalos , de l a m i s m a p r o v i n c i a de G u a d a l a j a r a , y a aparecen las

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de recordar aquí que por aquellas mismas fechas en que Juan Ruiz llevaba a cabo su fusión poética, empleando materiales cultos y populares y amasándolos con su experiencia personal, otro artista en el norte de España estaba realizando la misma fusión en sentido inverso, al pintar los meses del año en un magnífico retablo, si­guiendo las costumbres campesinas locales, y poner por comentario debajo de cada uno de ellos, los versos correspondientes del Libro de Alexandre M . Esta interacción del arte en la poesía y de la poe­sía en el arte, al mismo tiempo que el influjo arrollador de la reali­dad circundante en la persona del artista, deberá tenerse muy en cuenta al tratar de exponer obras de urdimbre eminentemente po­pular como lo es el Libro de buen amor.

Si la independencia con respecto al uso de las fuentes cultas da al Libro de Alexandre y al Libro de buen amor una cierta nota común, las diferencias entre ambos se acentúan al considerar el tra­tamiento exclusivo que cada autor dio al tema clásico y tradicional de la tienda. La primera de estas diferencias la hallamos ya en el plan distinto que cada uno sigue en la pintura de los meses. E l Libro de Alexandre nos los presenta como dibujados en un único cuadro, o, si se prefiere, en una serie de medallones, pero uno a continuación de otro, empezando con enero y acabando con diciem­bre, casi como se hallan en el mencionado panteón de San Isidoro. Juan Ruiz, por el contrario, los divide en cuatro trípticos, a la ma­nera de los retablos y las tablas góticas, correspondientes a las cua­tro estaciones, y empieza con noviembre para terminar con octubre. Los estudiosos han propuesto diversas hipótesis para explicar las razones que pudieron impulsar a Juan Ruiz a empezar su descrip­ción de los meses con noviembre. Algunos han querido ver en esta original iniciación una coincidencia con la antigua tradición ibé­rica que, al parecer, principiaba el año con el solsticio de invierno S 5 . Otros, conscientes de que Hita se halla en la región toledana, donde

consabidas f iguras rúst icamente representadas d e l h o m b r e m a t a n d o u n cerdo ( E n e r o ) , ca lentándose a l fuego ( F e b r e r o ) , p o d a n d o ( M a r z o ) , l a m u c h a c h a c o n

u n r a m o de f lores ( A b r i l ) , e l cabal lero cazando c o n ha lcón ( M a y o ) , e l cam­pes ino escardando y cog iendo f r u t a ( J u n i o ) , segando ( J u l i o ) , t r i l l a n d o (Agos­to) , v e n d i m i a n d o ( S e p t i e m b r e ) , t r a n s p o r t a n d o v i n o o aceite ( O c t u b r e ) , comien­d o e n u n b a n q u e t e ( N o v i e m b r e ) " . (Teoría de Castilla la Nueva. La dualidad castellana en la lengua, la literatura y la historia, 2? ed. , M a d r i d , 1969, p . 219) . Desgrac iadamente n o a p o r t a n a d a n u e v o a l tema e l es tudio de I S A B E L M A T E O ,

" E l A r c i p r e s t e y e l arte de su t i e m p o " , CAH(l), 483-487. 3 4 U n a reproducc ión p a r c i a l de este re tab lo n a v a r r o de l a p r i m e r a m i t a d

d e l siglo x i v , p u e d e verse e n G . D Í A Z - P L A J A , Historia general de las literaturas hispánicas, B a r c e l o n a , , 1949, t. 1, p . 400.

3 5 C f . J . C A R O B A R O J A , Sobre la religión antigua y el calendario del pueblo vasco, T r a b a j o s d e l Inst . B e r n a r d i n o de Sahagún de A n t r o p o l o g í a y E t n o l o ­gía, 6, M a d r i d , 1948, p . 77.

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74 H . S A L V A D O R M A R T Í N E Z N R F H , X X V I

el rito mozárabe tuvo su sede y se practicó fielmente aún mucho después de haberse introducido el romano- en el resto de la Penín­sula, creyeron que había sido precisamente el influjo de la liturgia mozárabe, para la cual el año litúrgico empezaba el día de San Martín (11 de noviembre), lo que llevó al arcipreste a empezar su descripción con el mes de noviembre 3 6 . Siendo Juan Ruiz hom­bre de iglesia y con responsabilidades eclesiástico-administrativas, esta razón parece más que suficiente. Sin embargo, no debemos olvidar el otro aspecto de Juan Ruiz, su constante interés y sus profundos conocimientos de la vida del campo; como se sabe, es en otoño cuando inician las labores campesinas con la época de la sementera.

Por lo que se refiere a la división de la descripción en cuatro trípticos, si Juan Ruiz no se inspiró en las artes plásticas contem­poráneas 3 7 , habrá que pensar en la división cuadripartita de los tiempos litúrgicos (Adviento, Septuagésima, Cuaresma y Pascua), así como en las cuatro estaciones naturales del año (Invierno, Pri­mavera, Verano y Otoño) . En relación con esta última posibilidad, deseo añadir (siguiendo siempre la línea de posibles relaciones del Libro de buen amor con el de Alexandre), que a Juan Ruiz no le faltaban indicios y sugerencias en el material contenido en la obra del clérigo de Astorga. A l describir éste las armas de Aquiles dice que en su escudo podían verse: "cuerno son en el año i i i j 0 tiempos cabdales" (O 61 l e í ) 3 8 . Y hallándose la descripción de la tienda en aquella sección del libro en la que la alegoría campea de una ma­nera eminente, no debemos excluir tampoco la posibilidad de que

8 6 C f . L E C O Y op. cit., p . 2 8 3 . Según N . E . Álvarez (art. cit., p . 7 ) , J u a n R u i z h a b r í a empezado su descripción c o n n o v i e m b r e p o r u n a "razón es té t ica" , es dec ir , p a r a p o d e r colocar a l mes de m a r z o "cas i justamente a m i t a d d e l a ñ o " , cen t rando así l a alegoría de los meses sobre e l m i s m o tema d e l l i b r o , e l a m o r ; a l hacer esto e l A r c i p r e s t e mostró " u n a maestr ía es t ruc tura l asombrosa" . E l hecho es q u e n i m a r z o es e l centro d e l a ñ o e n J u a n R u i z n i las estrofas dedicadas a marzo cons t i tuyen e l centro d e l pasaje.

8 7 Sobre e l tema de los meses e n l a p i n t u r a y l a escul tura medievales , véase F . L A Y N A S E R R A N O , ha arquitectura románica en la provincia de Guadalajara, M a d r i d , 1 9 3 5 ; J . C A R O B A R O J A , " L a v i d a agrar ia t r a d i c i o n a l re f le jada e n e l arte español " , Estudios de historia social de España, M a d r i d , 1 9 4 9 , t. 1 ; y " R e ­presentaciones y n o m b r e s d e meses (a propósi to d e l m o n o l o g i o de l a catedra l de P a m p l o n a ) " , PV, n ú m . 2 5 . P a r a F r a n c i a e I t a l i a , véase E M I L E M A L E , L'art retigieux du xiiie siécle en France, 6 ? ed . , París , 1 9 2 5 , p p . 6 3 - 7 5 ; P . D ' A N C O N A ,

Uuomo e le sue opere nelle figurazioni italiane del medioevo, F i r e n z e , 1 9 2 3 , p p . 9 4 ss.

S 8 Nótese q u e p a r a toda esta descripción de las armas de A q u i l e s e l poeta castel lano sigue l a tradic ión clásica de l a litas latina, y n o e l Román d'Ale-xandre, n i su guía f a v o r i t o , e l Alexandreis. Q u e J u a n R u i z sacase l a i d e a de l a división c u a d r i p a r t i t a d e l Alexandre n o debe sorprendernos (cf. supra, n o t a 1 0 ) .

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la división de la tienda y del panel de los meses en cuatro partes tenga algo que ver con el simbolismo del número cuatro. Según los principios de la aritmología de Hugo de San Víctor, el número cuatro es, al mismo tiempo, símbolo del año (cuatro estaciones, cuatro fases de la luna, que, como los astros, tan miserioso papel desempeñan en la vida del hombre medieval; recuérdese, en el Libro de buen amor, el juicio del hijo del rey de Alcaraz), y del hombre (cuatro es el número de los elementos que lo componen, de los humores y de las complexiones; recuérdese el Arcipreste de Talayera, tercera parte). Pero, sobre todo, el número cuatro es, no sólo para los teólogos sino también para los filósofos, el símbolo de la perfección moral del hombre: " E l hombre virtuoso, dice Aris­tóteles, soportará lo mejor posible su suerte si en toda circunstan­cia se conduce prudentemente, si verdaderamente es bueno y cuadra­do, irreprochable"; es la famosa teoría del homo quadratus39'. Y no cabe duda de que el tema de la perfección moral del hombre cons­tituye una de las preocupaciones de Juan Ruiz y uno de los argu­mentos principales de esta sección del Libro de buen amor.

No deberá además pasarse por alto, al hablar de las diferencias entre ambas obras, otro importante elemento estructural que da una nota personalísima a la pintura de los meses en el Libro de buen amor; nos referimos al carácter de adivinanza popular con que se abre cada una de las cuatro estaciones (est. 1271, 1278, 1287, 1294). Sin duda, Juan Ruiz conocía bien los resortes psicológicos para man­tener viva la atención del público. Los partidarios de la existencia separada y anterior de este pasaje deberían explotar este aspecto.

La extensión de la descripción de la tienda también es muy di­versa en ambos textos. E l Libro de Alexandre le dedica 52 versos, mientras que el Libro de buen amor emplea 144. Por cada una de las estrofas del primero, el segundo trae dos, a excepción de los meses de abril, agosto, septiembre y octubre a los que también Juan

8 9 Sobre, esta teoría, y sus apl icac iones e n e l a legor ismo m e d i e v a l , véase E . de B R U Y N E , Estudios de estética medieval, M a d r i d , 1 9 5 8 , t. 2 , p p . 3 5 7 - 3 8 4 . Se­g ú n N . E . Álvarez, p o r e l c o n t r a r i o , " e l A r c i p r e s t e t u v o e l f i r m e propósi to de presentar las estaciones p o r q u e él deseaba bur larse de l a e n u m e r a c i ó n cansona, mes p o r mes, d e l Alexandre y p o r q u e , además, q u e r í a p a r o d i a r e l c o n j u n t o de d i c h a descripción, destacando l a estación p r i m a v e r a l q u e es l a estación d e l a m o r y éste es e l t ema de su o b r a " (art. cit . , p . 6 ) . T e n g o m i s d u d a s sobre las i n t e n ­ciones paródicas de J u a n R u i z e n este pasaje, pero estoy seguro de q u e l a d i v i ­sión c u a d r i p a r t i t a d e l a ñ o tenía ya m u c h o s precedentes l i t e r a r i o s ; u n o de ellos es O v i d i o , p o r e l q u e J u a n R u i z sentía u n a g r a n admirac ión . P e r o creo q u e n o necesitamos i r t a n le jos; e l A r c i p r e s t e p r o b a b l e m e n t e se e n c u e n t r a e n l a l ínea d e l s i m b o l i s m o cr i s t iano europeo de l a época, según e l c u a l " A n n u s est general is C h r i s t u s , cu jus m e m b r a sunt q u a t u o r témpora , sci l icet q u a t u o r E v a n -gelistae. D u o d e c i m menses sunt A p o s t o l i . . ( c i t . p o r E . M A L E , Uart religieux, p . 6 6 ) .

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76 H . S A L V A D O R M A R T Í N E Z N R F H , X X V I

Ruiz dedica sólo una estrofa; pero a marzo le dedica cinco y ade­más hay una estrofa introductoria delante de los meses de noviem­bre, febrero, mayo y agosto, que corresponden a las cuatro estaciones (invierno, primavera, verano y o t o ñ o ) 4 0 .

En cuanto a la descripción externa de la tienda, que Juan Ruiz dice contar "en suma", sólo el tema del mástil y el de las cuerdas "de seda" parecen ser comunes a ambos poetas4 1. La descripción del interior es mucho más compleja y merece un análisis más detallado; como ya se ha dicho, está proyectada sobre cuatro paneles que con­tienen tres representaciones, o figuras, cada uno. Para la composi­ción de estos paneles, no cabe duda, Juan Ruiz se ha servido de algunos materiales del Libro de Alexandre 4 2 ; pero veamos cuáles son esos materiales y cómo los ha dispuesto en sus cuatro trípticos.

T R Í P T I C O D E I N V I E R N O (1270-77; cf. Libro de Alexandre, W 2565-66, 2555). Su símbolo es el "tablero" y los meses que lo componen se hallan representados por tres "caballeros". E l primero de ellos, noviembre, come chirivías y echa zanahorias y harina a las bestias del establo. Los días son cortos y las mañanas frías. E l Libro de Ale­xandre lo representa vareando bellotas para los cerdos y cayendo de un roble; hace también notar, conforme a sus inclinaciones as­tronómicas, que las noches son largas y los días muy cortos. Este detalle sobre la brevedad de los días y el de dar de comer a los animales, en general, es lo único que ambos poetas tienen en común. Juan Ruiz, empero, no se detiene ahí sino que prosigue en la se­gunda estrofa enumerando los quehaceres típicos de noviembre: co­mer las primeras pinas, asar castañas, sembrar el trigo, talar el mon­te, matar el cerdo y deshacer la cabana 4 3 . De todos estos particu-

4 0 C r i a d o de V a l (op. cit., p . 220) a p u n t a a o t ra d i f e r e n c i a f u n d a m e n t a l , q u e n o deberemos o l v i d a r e n todo es tudio c o m p a r a d o de las dos obras : ambos textos, dice, se a p a r t a n e n e l deta l le de las labores correspondientes a cada mes. L a estampa campes ina de J u a n R u i z es re f le jo de l a M e s e t a to ledana, a l sur d e l a C o r d i l l e r a C e n t r a l , p o r d o n d e corre l a g r a n f r o n t e r a d i v i s o r i a d e l o l i v o ; l a d e l Libro de Alexandre es representat iva de u n a región más a l N o r t e ; se advier te u n m a y o r retraso de las labores y l a ausencia de referencias a otros cul t ivos , c o m o e l de l a m i e l , etc.

4 1 Según L e c o y (op. cit., p . 274 ) , sería e n l a descripción d e l ex ter ior de l a t i e n d a , d o n d e se t ransparenta e l c o n o c i m i e n t o q u e J u a n R u i z tenía de otras descr ipciones , como l a q u e se h a l l a e n e l Román de Thébes, vs. 4025-4030.

4 2 N o parece que J u a n R u i z e l i m i n a s e l a descripción d e l techo, o cúpula , q u e aparecía e n e l Libro de Alexandre, p o r q u e re f le jaba l a visión teocéntr ica m e d i e v a l q u e él quer ía descartar, como sostiene Álvarez (p. 4 ) , s ino p o r q u e esa descripción, como las de los paneles segundo, tercero y cuarto, q u e tam­b i é n s u p r i m e (cf. supra, p . 6 9 ) , n o tenía c a b i d a e n su o b r a , centrada e n e l s im­b o l i s m o de los meses. P o r l o demás, l a visión d e l m u n d o de J u a n R u i z es t a n m e d i e v a l c o m o l a d e l a u t o r d e l Alexandre.

4 3 E n a lgunos textos de l a t radic ión l a t i n a (cf. supra, n o t a 29) aparecen detal les q u e se e n c u e n t r a n t a m b i é n en nuestros dos poetas. Así, e n re lac ión

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N R F H , X X V I L A T I E N D A D E A M O R ( " L B A " , E S T R . 1265-1301) 77

lares hay uno, matar el cerdo, que, como se sabe, es típico de diciem­bre y no de noviembre; y en diciembre lo pone el Libro de Ale-xandre. Sin embargo, no faltan obras anteriores en las que, como hicieron ya notar, entre otros, Lecoy y Chiarini, se ponía la matan­za del cerdo en el mes de noviembre 4 4 . También pudiera explicarse esta transposición con el hecho de que, según el arcipreste, las cua­tro estaciones empiezan un mes antes que para nosotros.

E l segundo caballero, diciembre, comía carne curada y su lugar en la mesa se hallaba cubierto de niebla; hacía aceite nuevo y se soplaba las uñas por el frío; pero comía berzas con tocino y acla­raba el vino nuevo. Alexandre nos lo presenta matando el cerdo, almorzando hígados y, como Juan Ruiz, siempre con niebla por las mañanas. Ambos caballeros, noviembre y diciembre, visten zamarras y buscan mantos calientes4 5.

E l tercer caballero, enero, según ambos autores, miraba a dos

c o n l a s iembra , dice D r a c o n c i o : " P i g r a r e d u x torpescit h i e m s ; mitesci t o l i ­v a , / et f r u m e n t a capi t quae faenore térra r e f u n d a t " (ed. cit . , p . 2 2 7 ) ; y l a c i t a d a Laus omnium mensium añade : " A r v a N o v e m b e r arans fecundo vomere v e r t i t . . . " (ed. cit. , p . 291) . W a n d a l b e r t de P r ü m m es m u c h o más deta l lado e n este tema, así como e n e l de d a r de comer a los an imales (cf. ed . cit., p . 6 1 4 ) . P o r l o q u e se ref iere a l tópico de l a composic ión de l u g a r : " L u e g o a l a e n t r a d a , a l a m a n o d e r e c h a " (1270 o) , ya O v i d i o h a b í a d i c h o a l empezar l a des­cr ipc ión d e l pa lac io d e l S o l : " a d e x t r a laevaque D i e s et M e n s i s et A n n u s " (v. 2 5 ) . Y sobre e l tema de calentarse, q u e aparece e n las dos estrofas in ic ia les

d e J u a n R u i z , W a n d a l b e r t d ice : " T u m dulces l u d i t u m q u e est grat issimus i g n i s " (p. 6 1 5 ) ; y P i e r de l a V i g n a añade ref ir iéndose a l descanso después d e l t raba jo de v e r a n o : " E x p l e n t e n i m r u s t i c i labores a g r o r u m , / M o r a n -t u r i n d o m i b u s m o r e d o m i n o r u m " (ed. cit . , p . 131) . L a in terpre tac ión de C o -r o m i n a s (p. 474 ) , p a r a q u i e n " c o r t a r las m o n t a ñ a s " s ignif icaría " c o r t a r l a o t o ñ a d a " , m e parece c o n t r a i n d i c a d a , pues n o es e l Libro de buen amor u n a o b r a ca ta lana o aragonesa p a r a revelar prácticas de estas dos regiones. O t r o tanto vale p a r a l a in terpretac ión de "desfazer las cabanas" .

4 4 L E C O Y , op. cit., p . 282; C H I A R I N I , n o t a a l a estr. 1273 c, p . 245. L o s textos e n cuestión son los siguientes: " E s t n o u e m b e r u e n i e n s occisor p o r c h o r u m " de P i e r de l a V i g n a (p. 131) y " C a r n i f i c i s c u l t r u m capiens N o v e m b e r a c u t u m q u i porcos i u g u l a t [•••]" de B o n v e s i n d a l a R i v a (cf. l a e d . de L . B i a d e n e , p . 6 8 ) . Este detal le , q u e a lgunos críticos h a n creído procede de u n a " t radic ión l o c a l " (cf. Joset, p . 157) , parece más b i e n p r o c e d e r de u n a tradic ión l i tera­r i a , especia lmente si tenemos e n cuenta q u e e l p o e m a a t r i b u i d o a P i e r de la V i g n a t a l vez fue compuesto e n España . E n este m i s m o p o e m a aparece e l tema d e l c u l t i v o d e l arroz, p r o d u c t o q u e n o se h a l l a e n l a a g r i c u l t u r a i t a l i a n a hasta e n t r a d o e l s iglo x v y que fue l l e v a d o all í p o r los españoles. E l arroz, como veremos, hace su apar ic ión t a m b i é n e n J u a n R u i z , s i n q u e h a y a p r u e b a a l g u n a de q u e este p r o d u c t o se h a y a c u l t i v a d o j amás e n l a región e n q u e vivió e l poeta l a m a y o r parte de su v i d a . P o r l o tanto, podr ía pensarse q u e l a m a t a n z a d e l cerdo e n n o v i e m b r e , p o r u n l a d o , y, p o r otro , e l c u l t i v o d e l arroz p o s t u l a n u n a inspirac ión l i t e r a r i a más b i e n q u e u n ref le jo de l a r e a l i d a d c i r c u n d a n t e .

4 5 T o d o s estos temas aparecen, de u n a f o r m a u otra , e n l a tradic ión l a t i n a anter ior , a veces hasta c o n raras semejanzas e n l a expres ión m i s m a .

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78 H . S A L V A D O R M A R T Í N E Z N R F H , X X V I

(todas) partes; expresión que debe enlazarse con la imagen clásica de Jano bifronte. Los latinos llamaron al primer mes del año Janua-rius (<janua> puerta > portero), y conforme a esta nomencla­tura, el decorador del retablo navarro de que hablábamos más arri­ba, al querer ilustrar este pasaje del Libra de Alexandre, lo pintó sentado en un alto poyo (mesa o altar), mirando a todas partes y con una llave en cada mano, sin duda para significar el oficio de cerrar el año viejo y abrir el nuevo 4 6 . Hay otro pequeño particu­lar en el que coinciden los dos poetas: el comer gordas gallinas. En los demás, se apartan completamente el uno del otro. Según Juan Ruiz, el tercer caballero mandaba cerrar las cubas, después de ha­berlas rellenado con el embudo de la merma que habían tenido durante la fermentación y haberles echado saúco para preservar y mejorar la calidad del vino; mandaba reparar los valladares a los criados; rehacer los pesebres; limpiar los albañares; llenar los silos de grano y los pajares de paja. Este caballero, concluye el arcipreste, prefiere ir cubierto de pieles antes que llevar armadura en los lu­jares. Alexandre, por el contrario, nos dice que estaba rodeado de cecina, acarreaba cepos y tiraba las longanizas de los varales.

Y aunque Amor fuera letrado (1299a) y se prestara a descifrar la alegoría, no explica lo más difícil de ella, es decir, por qué los tres meses de invierno se representan como "caballeros" y aún más, por qué el invierno es visto como un "tablero". Hay sólo un de­talle, y no muy claro, en las seis estrofas dedicadas al invierno, en el que se da a entender que éstos pueden ser caballeros: "Más que­ría traer peña, que loriga en yjares" (1277a); en todos los demás particulares se podría pensar, perfectamente, que el autor está des­cribiendo campesinos (dar de comer a las bestias, echar harina en los pesebres de los bueyes de labranza, sembrar trigo, cortar la leña, matar el cerdo, hacer aceite nuevo, deshacer la cabana), o incluso pastores ("amos visten ^amarras", dice de noviembre y diciem­bre) 4 7 . Así es que no sabemos por qué los llamó "caballeros", y

4 6 E l s ímbolo de las dos caras, c o m o e l de las dos llaves, p r o b a b l e m e n t e d e r i v a d e l t e m p l o de J a n o e n R o m a , e l c u a l consistía e n u n c o r r e d o r c o n dos puertas ; e n m e d i o estaba l a estatua c o n dos caras, u n a j o v e n y o t r a v ie ja , las puer tas se cerraban e n t i e m p o de paz y se abr ían e n t i e m p o de g u e r r a . Y a S a n I s i d o r o escribió: " B i f r o n s i d e m J a n u s p i n g i t u r , u t i n t r o i t u s a n n i et ex i tus d e m o n s t r e t u r " (Etimol., V , 3 3 ) . C o m o se sabe, e n los pr imeros t i empos d e l I m ­p e r i o r o m a n o , e l año tenía sólo 10 meses, empezaba e n m a r z o y t e r m i n a b a e n d i c i e m b r e ; pero e n e l a ñ o 45 a. C , J u l i o César, s igu ie nd o los p r i n c i p i o s de los egipcios , instauró e l año solar q u e e m p e z a b a e n enero. A esta t radic ión se en­laza e l texto de San I s idoro d e l c u a l d e p e n d e n todos los escritores q u e t r a t a r o n e n l a E d a d M e d i a d e l a ñ o y sus d i v i s i o n e s .

4 7 E l R o m a n c e r o , s i n embargo , c o n f i r m a l a n o m e n c l a t u r a de J u a n R u i z : " e l mes de enero es como u n b u e n c a b a l l e r o " ( H e r n á n Núñez y Correas) ; " e n e r o es b u e n cabal lero s ino es v e n t o l e r a " ( R . M a r í n ) ; "enero es e l mes p r i -

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N R F H , X X V I L A T I E N D A D E A M O R ( " L B A " , E S T R . 1265-1301) 79

cabe sólo pensar que fue por la pobreza de estos meses y su seme­janza con la proverbial miseria del caballero medieval durante los meses de invierno 4 8 . Todavía más difícil es conjeturar el signifi­cado de "tablero" 4 9 . Si no es una variante de "tabla" (mesa), como parecería desprenderse de las estrofas 12706 y 12746: "Estava en­turbiada con la niebla su mesa" (cf. también 1254a y 1278a "otra tabla"), habrá que pensar en una posible relación con la visión de estos meses como tres caballeros que se entrenan bofardando al "tablero" (recuérdese la leyenda de los Infantes de Lara), pero esto me parece muy remoto. Acaso la explicación, tanto de "caba­lleros" como de "tablero", la obtengamos de la combinación de ambos términos, como expresiones de la única actividad invernal del caballero medieval: el juego y la vagancia. Juan Ruiz podría asistirnos en esta interpretación cuando nos relata cómo caballeros y escuderos porfiaban por llevarse a don Amor:

"Señor, sey nuestro uéspet", dizen los cavalleros; "Non lo fagas, señor", dizen los escuderos. "Darte han dados plomados, perderás tus dineros, " A l tomar vienen prestos, á la lid tardineros.

"Tyenden grandes alfamares, ponen luego tableros, "Pyntados de jalde tas como los tablajeros; " A l tomar las soldadas ellos vienen primeros, "Para yr en frontera mucho son costumeros" (1253-54)

Es evidente que aquí tableros indica una forma de mesa de juego que se ponía sobre la alfombra y alrededor de la cual los ociosos caballeros pasaban los meses de invierno ya jugando ya comiendo, como parece desprenderse también de 1270c,, 1271a y 1274a. Y, en todo caso, llamar al invierno "tablero", por ser la época en que más se usaba; y a los tres meses que lo componen "caballeros", por ser los que más lo usaban, parece bastante a tono con las costumbres de la época. Probablemente, el tono sutil de parodia de la pro-m e r o ; si v i e n e frío es b u e n c a b a l l e r o " ( R . M a r í n ) ; c i tados p o r C r i a d o de V a l ,

op. cit, p . 225. 4 8 Recuérdese e l debate Elena y Marta; y los desarrol los posteriores d e l tema,

c o m o l a p a r o d i a d e l cabal lero t o l e d a n o e n e l Lazarillo, o e l discurso de las armas y las letras, o l a v i o l e n t a discusión d e l h i d a l g o manchego y e l capel lán de los d u q u e s en e l Quijote.

4 9 " C o n f i e s o , escribe M . M o r r e a l e , q u e n o c o m p r e n d o b i e n e l sent ido espe­cí f ico q u e a q u í t iene tablero [ . . . ] ; e n todos los textos medievales q u e recuerdo , aparece c o n l a acepción técnica d e 'mesa d e juego ' , pero aquí , p o r l o q u e se d e d u c e d e l contexto [..-.], parece ser s inónimo de tabla, c o m o ' m e s a ' " ( " A p u n ­tes p a r a u n c o m e n t a r i o l i t e r a l d e l Libro de buen amor", BRAE, 159 (1963), p . 335.

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80 H . S A L V A D O R M A R T Í N E Z N R F H , X X V I

fesión de caballero que estos versos tienen, era fácilmente enten­dido por los contemporáneos de Juan Ruiz, aunque a nosotros hoy nos resulte un tanto oscuro 5 0 .

T R Í P T I C O D E P R I M A V E R A (1278-86; cf. Libro de Alexandre, W 2556-58). Su símbolo es la "tabla"; y los meses que lo componen se hallan representados por "tres fijosdalgo" sentados alrededor de una mesa, que están muy apretados pero no se hablan. E l primero, fe­brero, es enano y ora aparece alegre ora se enfurruña; crece la hier­ba nueva en el prado viejo y con él acaba el invierno para dar paso a la primavera. E l Libro de Alexandre, aparte el detalle de calen­tarse las manos, contenía ya esencialmente estos mismos temas ( W 2556). Pero Juan Ruiz añade en la segunda estrofa las labores del campo que se realizaban durante este mes: podar las viñas, hacer injertos, atar los sarmientos cortados en manojos 5 1 y plantar nuevas viñas para que en los años sucesivos no se quede el jarro vacío. Parece raro que Juan Ruiz centre toda su atención sobre el cultivo de la vid habiendo vivido en una región donde nunca abundó el vino; los trabajos descritos son, por el contrario, comunes y bien conocidos por los campesinos de las dos Castillas, y especialmente de la Rio ja, que salen todas las mañanas de febrero bajo un cielo gris con sus azadones al hombro a plantar la nueva viña o a amu-

5 < ) D e esta o s c u r i d a d h a n sido conscientes, como vimos , ]os mayores exposito­res d e l texto (véase a h o r a F o r a s t i e r i B r a s c h i , p . 225; y N . E . Álvarez, p p . 4-5) . T a l vez nuestra d i f i c u l t a d es m u y p a r e c i d a a l a que debió h a l l a r e l a u t o r a l q u e r e r descr ibir , a m a n e r a de ins tantánea , u n cuadro q u e p r o b a b l e m e n t e se c o m p o n í a de diversas partes, o escenas (pienso e n a lgo semejante a l que se h a l l a r e p r o d u c i d o e n J . C A R O B A R O J A , El Carnaval. Análisis histórico-cultural, M a d r i d , 1965, p . 16 ) . S u visión sintética, su presentación e n f o r m a de trípticos, causó u n a cierta superposic ión de p l a n o s (tablero-mesa, juego-comida , caba­l leros-campesinos) , y de ahí l a i n t r i g a y e l interés q u e despertar ía e n e l a u d i ­t o r i o . J u a n R u i z fue maestro e n e l arte de y u x t a p o n e r p l a n o s p a r a darnos l o q u e D o r o t h y C . C l a r k e h a l l a m a d o certeramente: "tr ie A r c h p r i e s t ' s weight-pressure composi te des ign to be c o m p r e h e n d e d i n a s ingle v i e w " ( " J u a n R u i z a n d A n d r e a s C a p e l l a n u s " , HR, 40, 1972, 4 0 9 ) .

5 1 Innecesar ia corrección (amondar p o r añudar), e h iper in terpre tac ión de C h i a r i n i (p. 247) y C o r o m i n a s (p. 4 7 8 ) . L a s dos labores q u e e l p o e t a m e n c i o n a i n m e d i a t a m e n t e antes ( p o d a r e in jer tar ) c o m p o r t a n e l corte de sarmientos ; luego parece lógico q u e a c o n t i n u a c i ó n m e n c i o n e e l hecho de recogerlos y atar­los (añudar) e n m a n o j o s (gaviellas) . — E l tema de l a separación d e l i n v i e r n o de l a p r i m a v e r a , c o n l a l l egada d e l mes de febrero, aparece y a e n D r a c o n c i o (p. 227) , pero d o n d e h a l l a m o s u n a v e r d a d e r a c o n c o r d a n c i a de detalles des­

cr ipt ivos , tanto e n este tema c o m o e n e l de los trabajos q u e se l l e v a n a cabo d u r a n t e e l mes de febrero , es e n l a c i tada o b r a de W a n d a l b e r t de P r ü m m ( p p . 605-606): " H u n c h i e m i s ver i sque tenent con f i n i a mensem, / F r i g o r e n u ñe­

q u e riget , n u n c aere m u l c e t a m i c o , / T u m tempus tractis t e r r a m prosc indere aratris , / S e m i n a et h i n c sulcis prodest m a n d a r e secundis. / H o r d e a t u m campis ser imus p e r e g r i n a per agros. / P o s t q u a m cadet avis pietat is n o m i n e praestans, / Sarment isque novas gemmas p r o f e r r e recisis . . . "

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N R F H , X X V I L A T I E N D A D E A M O R ( " L B A " , E S T R . 1265-1301) 81

gronar la vieja, teniendo primero que romper la corteza helada de la dura tierra.

E l segundo fijodalgo, marzo, sigue también ocupado con las la­bores de la vid, mandando a ella expertos cavadores, amugronado-res e injertadores que de la vid blanca hagan negra. Alexandre contenía ya estos mismos elementos y, atento siempre al cambio de las estaciones, añade el de la igualdad del día y de la noche. Donde el Libro de Alexandre decía simplemente: "fasie aves e bes­tias ya en celos andar" (P 2521c), Juan Ruiz introduce una larga digresión sobre el efecto que produce la llegada de la primavera en todas las criaturas 5 2.

E l mes de marzo, pues, según el arcipreste, tiene encadenados junto a sí tres diablos y se apresta a ponerlos en libertad y envía al primero de ellos a molestar a las mujeres atormentándolas en "aquel lugar" en el que la mujer es buena. Por entonces, dice Juan Ruiz, empieza a despuntar la avena. Esta observación no correspon­de a un hecho real, ya que la avena no crece en el mes de marzo; es lógico pensar por lo tanto, que el picaro arcipreste está aludien­do al crecimiento de 'otra avena' de características fisiológicas, si bien no parece que Juan Ruiz se interese mucho en las adolescen­tes. Envía al segundo diablo a soliviantar a los abades. Éstos y las dueñas, por obra de este diablo, se enzarzan, con ocasión de las obla­das 5 3 , en coloquios amorosos y otras libertades; antes se volverá el

5 2 A u s o n i o , después de recordar que , según los p r i m e r o s la t inos , m a r z o era e l p r i m e r mes d e l año ( " M a r t i u s a n t i q u i p r i m o r d i a p r o t u l i t a n n i " , Égloga, I X , 3 ) , hace h incapié e n q u e este mes v a seguido d e l mes d e d i c a d o a A f r o d i t a V que ambos se hacen b u e n a c o m p a ñ í a ("est M a r t i n a m q u e A p h r o d i t a comes" , Égloga, X , 8 ) . S a n I s idoro es u n o de los p r i m e r o s q u e r e l a c i o n a e l mes de m a r z o c o n e l despertar d e l i n s t i n t o de procreac ión: " M a r t i u s a p p e l l a t u s p r o p t e r M a r t e m R o m a n a e gentis auc torem, v e l q u o d e o d e m tempore cuneta a n i m a n t i a a g a n t u r a d mares et ad c o n c u m b e n d i v o l u p t a t e m . . . " ; Etimol., V , 33, 5 ) . Y a p a r t i r de S a n I s idoro r a r o es e l a u t o r que trata de los meses que n o establezca l a m i s m a re lac ión. E n e l m e n c i o n a d o p o e m a Ydioma mensium se d i c e : " M a r t i u s a M a r t e R o m a n o auctore vocatus, / V e l tune q u o d q u e a n i m a l m a r e coire c u p i t " (ed. cit., p . 644) ; y W a n d a l b e r t de P r ü m m : " T u m cervas, capreas, lepores lus­

trare v o l u p t a s / I m p e r a t ; h i n c a p i b u s sedes stat ione parandae , / V e r é suo c u m i a m stabulis ex i re reclusis / Inv i tâ t s t i m u l a n s p r o l i s m e l l i s q u e c u p i d o " ( p p . 606-607) ; f i n a l m e n t e , P i e r de l a V i g n a dice lacónicamente , a l a m a n e r a d e l Libro de Alexandre: " D i c a m u s de m a r c i o , q u i est f u r i b u n d u s / E t c o n t u r b a t m a r i a ipse i r a c u n d u s " (ed. cit . , p . 130) . Sobre las fiestas r i tua les q u e se c e l e b r a b a n e n E s p a ñ a a l a l l egada de m a r z o , e l canto de las marias y su s i g n i f i c a d o , véase J . C A R O B A R O J A , El Carnaval, p p . 152 ss.

5 3 Oblada = ofer ta ( < offerre — oblatum -a-), me parece s i g n i f i c a d o más q u e evidente . Así lo u s a r o n los clásicos (Lazarillo, 2 ) , y se usa h o y e n los pue­blos castellanos y leoneses, d o n d e aún existe l a costumbre de q u e h a b l a Ce ja -d o r (t. 2, 161-162) de ofrecer l a m u j e r , a l o f e r t o r i o de< l a m i s a de d i f u n t o s , u n p a n , u n a j a r r a de v i n o y u n a v e l a .

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82 H . S A L V A D O R M A R T Í N E Z N R F H , X X V I

cuervo blanco que ellos y ellas dejen de "asnear" y salgan de la mo­dorra (según el poeta, la pasión crea en ambos una especie de ato­londramiento, o modorra, semejante a la de las ovejas y los asnos bajo el sol). Los diablos, prosigue, donde quiera que haya curas y mujeres hacen mil travesuras y truhanerías. Suelta marzo el tercer diablo para enviarlo a los asnos (entiéndase: hombres laicos), el cual se sitúa en la cabeza y en "aquel otro lugar" (paralelismo con lo que dijo más arriba de la mujer, 1282c), y hasta que no pasa el mes de agosto no dejan de rebuznar. E l hecho de que tanto a los hombres como a las mujeres entre el diablo en el mismo lugar y a los hombres, además, en la cabeza, puede implicar que las mujeres (recuérdese el antifeminismo de Juan Ruiz) actúan movidas por

instinto natural, o inducidas por un agente externo (como el diablo o los astros). Son, por ello, menos responsables, mientras que el hombre consciente y premeditadamente obra mal, y de esta manera se hace plenamente responsable de sus acciones 5 4 .

E l tercer fijodalgo que se sienta a la mesa es abril, está cubier­to de flores y con los aires que hace crecen rápidamente el trigo y el centeno; manda plantar olivos y empieza a tronar. Alexandre dice que abril hacía crecer las mieses y las hierbas, plantaba viñas y sobre todo sacaba las huestes a guerrear; y concluye observando que los días eran ya más largos 5 5 . E l detalle de plantar viñas lo

5 4 E l e j e m p l o d e l asno y " M á n c h e t e " n^Ol-^OS") m e parece bastante i lus­t ra t i vo d e l h o m b r e q u e consciente, a u n q u e e r róneamente , p l a n e a sus acciones: " E l asno de m a l seso pensó é tovo m i e n t e s " (1403 a) ; cf. l a m o r a l e j a en las estrofas 1407-1408. E l asno, como símbolo de l a aberrac ión sexual y de l celo agresivo, t iene u n a a b u n d a n t e y u n á n i m e expres ión r e f r a n e r a (cf. C R I A D O D E

V A L , op. cit, p . 2 2 9 ) . 5 5 O v i d i o , e n su descripción d e l pa lac io d e l So l , ya h a b í a visto a l a p r i m a ­

v e r a c o r o n a d a de f lores: " V e r q u e n o v u m stabat c i n c t u m f lorente c o r o n a " (v. 27) ; y A u s o n i o c a n t ó a a b r i l como e l mes de V e n u s y de l a f e r t i l i d a d : " fe t i -

f e r u m A p r i l e m v i n d i c a t a l m a V e n u s " (Égloga, I X , 4) ; m i e n t r a s D r a c o n c i o se f i jó y a e n e l deta l le de los días, que h a l l a m o s e n e l Libro de Alexandre: " tém­p o r a p e n s a n t u r noct is c u m luce d i e i " (p. 2 2 7 ) . P e r o e l q u e presenta l a síntesis más e q u i l i b r a d a de toda l a tradición l i t e r a r i a a n t e r i o r y s ienta u n ext raordi ­n a r i o precedente p a r a nuestros dos poetas castellanos e n sus descripciones fue W a n d a l b e r t : " Q u e m V e n e r i sacrum et p r o p r i u m d i x e r e pr iores / M e n s e m , hoc q u o d vigeat demulcens cuneta v o l u p t a s [•••]• / H u i c laetos crines i u c u n d a q u e témpora P h o a e b u s / F l o r i b u s ac v i r i d i p r i m u n de f r o n d e venustat . / H o c n a m cuneta suos e r u m p u n t g e r m i n a partus, / H o c c a m p i s i lvaeque et pra ta recent ia mense / G r a m i n e , f r o n d e satis var i i s v e r n a n t q u e frutect is / A d pas tumque greges m i t t u n t praesepia cunctos. / T u m P h i l o m e l a suos exerci tat i m p i g r a can­t i l s, / A r g u t a et tectis n i d u m suspendit h i r u n d o , / T u m s t u r n i , merulae , t u r d i s i lv i sque volucres / Suetae m u l t i s o n o p e r m u l c e n t aera c a n t u , / T u r t u r c u m g e m i t u p a r i t e r raucaeque p a l u m b e s / R u r a l i ob lec tant fessos s tudio atque la­b o r e " (p. 6 0 7 ) . L a breve pero s i g n i f i c a t i v a presentac ión d e l mes de a b r i l q u e h a l l a m o s e n P i e r de l a V i g n a n o deberá o lv idarse e n todo estudio de los tó­picos re lac ionados c o n l a l l egada de l a p r i m a v e r a : " S e d a p r i l i s p u l c r i o r f l o r i b u s

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N R F H , X X V I L A T I E N D A D E A M O R ( " L B A " , E S T R . 1265-1301) 83

colocó Juan Ruiz en la segunda estrofa del mes de febrero (Cor. 1280c), que es donde debe ir ya que en abril, como confirma el Romancero, no se plantan viñas. Creo que el "meter las viñas" del Libro de Alexandre (W 2558c) se refiere a la operación del alum­bramiento, por la cual se desembaraza la cepa de la tierra con que se la había abrigado, y no a plantar nuevas viñas.

Por qué llama a la primavera "tabla" y a los respectivos meses "fijosdalgo", es una adivinanza que queda todavía por descifrar. Se ha dicho que lo de fijosdalgo podría referirse al hecho de que estos meses, aunque pobres, dan, o producen, algo; pero el caso es que Juan Ruiz no menciona ni un solo fruto que se recoja en estos meses. En el Romancero, sin embargo, también hallamos dice Cria­do de Val, una curiosa repercusión de la idea de hidalguía apli­cada a estos meses (p. 228).

T R Í P T I C O D E V E R A N O (1287-93; cf. Libro de Alexandre W 2558-61). Su símbolo es la "danza"; y los meses que lo componen están representados por tres "ricos hombres". Juan Ruiz abre el tema del verano con una especie de adivinanza, como había hecho ya en las dos estaciones que preceden y hará con el otoño. Esta adivinanza popular consiste en la presentación de los meses que danzan en corro: y se nos dice que entre el primero (mayo) y el segundo (junio) "hay una gran labranza"; entre el segundo y el tercero (julio) la distancia se hace tan grande que no se alcanza con nada

y, sin embargo, entre ambos no cabe la punta de una lanza. Lo que probablemente quiere decir es que, a pesar de que sean meses tan largos, los quehaceres del campo son tan febriles que no dejan lugar al descanso.

El primero de estos hombres hace madurar los cereales y las frutas; almuerza hígados de carnero con ruibarbo, come pollos a mediodía y a menudo cena barbos y truchas; busca el fresco de la casa y huye del sol postmeridiano; el calor del verano le da dolor de cabeza y por eso va en busca de la hierba y los aires frescos a la alta sierra y anda más lozano que un pavo real en el bosque. Esta descripción, que pone el énfasis en la buena mesa y la vida regala­da, tiene un tono más poético en el Libro de Alexandre donde se presenta a mayo coronado de flores (Juan Ruiz lo dijo de abril), adornando los campos de colores, tocando mayas y cantando al amor, al mismo tiempo que haciendo crecer las espigas. Es evidente que el poeta de Astorga tiene presente la bellísima composición al mes de mayo que había colocado antes del matrimonio de Alejandro. Y pa­rece que tanto a un poeta como a otro, naturalmente por motivos

ornatus , / Q u i i m p e l l i t uo lucres a d a m o r u m actus: / D u k i t e r p e r f i c i u n t p h y l o -mene cantus: / E t i n d u c i t n o m i n e s a d dulcores c o r d i s " (p. 130) .

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84 H . S A L V A D O R M A R T Í N E Z N R F H , X X V I

diversos, se les olvidó decirnos cuáles eran las labores típicas de este mes.

E l segundo hombre, junio, tiene una hoz en la mano con la que siega la cebada del valle, come las primeras brevas y recoge el arroz (en la Alcarria no hay arroz, así es que probablemente lo puso para concordar la rima) ; por comer uvas agraces se queda afónico; injerta los árboles, come la miel nueva, suda sin hacer nada, bebe el agua fresca que queda en las fuentes del campo y tiene las manos teñidas por las cerezas. Juan Ruiz, como se habrá notado, va alter­nando en sendos versos los quehaceres del campo durante el mes de junio con la comida y la bebida; mientras que Alexandre men­ciona sólo la siega, los cerezos cargados de fruto y, cosa que no podía escapársele, el hecho de que los días han llegado ya a su máxi­ma duración 5 e .

E l tercer hombre que se sienta a la mesa es julio, el cual tiende la trilla en la era, sacude la fruta de los árboles, come perdices chiquitas y saca el barril del pozo helado (qué bien lo saben los campesinos de Tierra de Campos que antes de comer sacan su barril del pozo de la casa, donde lo han puesto antes a refrescar, lleno de agudo clarete); las moscas se posan en las narices de las bestias y para quitárselas de encima las arrastran por el suelo (ob­servación vivísima que puede comprobarse hoy en día recorriendo los caminos polvorientos de Castilla durante los días de la siega y acarreo). E l Libro de Alexandre presenta a julio todavía segando (un mes atrasado) y corriéndole el sudor por la cara; las bestias

5 6 A c e r c a d e l n o m b r e de m a y o va d i j o San I s i d o r o : " M a i u s dictus a M a i a , m a t r e M e r c u r i i . . ( E t i m o L , V , 33, 8 ) . E n re lac ión c o n m a y o , e l tema d e l c a l o r y l a búsqueda d e l fresco, así c o m o e l de l a música, las flores y e l a m o r son tópicos q u e aparecen e n todos los textos l a t i n o s q u e hemos v e n i d o c i t a n d o . A s i m i s m o , e n estos textos j u n i o se presenta segando y r o d e a d o de a b u n d a n t e c o m i d a . E l tema d e l arroz, como y a se d i j o (nota 4 4 ) , se h a l l a e n P i e r de l a V i g n a ; y e l de las cerezas, presente* e n los dos poetas castellanos, aparece tam­b i é n e n textos l a t inos anteriores . C o m o e j e m p l o representat ivo de las descrip­c iones d e l mes de j u n i o v u e l v o a c i tar a W a n d a l b e r t de P r ü m m : "So ls t i t io h i c r e l i q u o s superat long isque d iebus / Menses , a d summos cael i q u i p e r v e n i t orbes. / T ó r r i d a et hoc aestas segetes fovet [. . . ] / M o x v i o l a s atque i n d e rosas et l i l i a t empus / C a r p e r e , et i n calathis y a c h i n t i i u n g e r e f l o r e m . / H i n c mos l a c t u c a ceanas c o m p o n e r e dulces / S u a v i b u s a tque hervís v a l i d o s relevare sapo-res. / A l l i a , caepe suis tune sunt grat i ss ima sucis, / T u m q u o q u e m e n t a placet, t u m q u e est satureia salubris , / C u m n e e d u m v a l i d a s concrevi t su cus i n hervas. / T u n e et dulcís aquae sa l ientem quaerere v e n a m / l e i u n i s placet atque h a u s t u v i t a r e calores. / H i n c e t i a m cerasa a r b o r i b u s decerpere t empus : / P u n i c e i s cera-sis succedunt cérea p r u n a , [•••]" ( p p . 609-610). S i n o supiésemos q u e estos versos f u e r o n escritos e n e l siglo i x e n u n l u g a r m u y r e m o t o de España, y q u e n o tenemos n i n g ú n i n d i c i o p a r a pensar q u e h a y a n sido conocidos e n l a Penín­sula , dir íamos q u e nuestros dos poetas castellanos d e p e n d e n d i rec tamente de e l los .

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N R F H , X X V I L A T I E N D A D E A M O R ( " L B A " , E S T R . 1265-1301) 85

se sacuden las moscas y el vino, por causa del calor, se vuelve áci­do, es decir, se pica 5 T .

Una vez más, no sabemos por qué Juan Ruiz representó a los meses de verano a la manera de tres ricos hombres; sólo nos queda conjeturar que lo hizo porque éstos son los meses más ricos del año, cuando la naturaleza se desborda en generosidad produciendo toda clase de frutos. Por conjetura tenemos que ir también, cuando tratamos de saber cuál fue la razón para llamar al verano "danza". Es muy probable que lo haya hecho porque ésta es una de las diver­siones sociales más comunes durante estos alegres meses, cuando el buen tiempo invita a todo el mundo a la calle para celebrar las fiestas, que abundan en este período, con bailes y danzas 5 8. No olvidemos que mayo era la estación de las nupcias que en la antigüe­dad se celebraban con cantos y danzas. E l libro de Alexandre, en muchos sentidos fuente de inspiración para Juan Ruiz, coloca una preciosa composición de mayo antes de pasar a describir el ma­trimonio de Alejandro con Rexana 5 9 . Y por mayo era, cuando el

5 7 A l g u n o s trabajos q u e J u a n R u i z coloca e n j u n i o , e n los textos la t inos aparecen e n j u l i o ; así, p o r e j emplo , e l tema de l a siega y e l de representar a este mes c o n u n a hoz (estr. 1290 a), se h a l l a ya e n e l a n ó n i m o Ydioma mensium de los Carmina Salisburgensia: " Q u o falce i n c i p i t u r f o e n u m p e r p r a t a secar i " (p. 645) , y " Q u i n t i l i s f a l cem eol io d u m vectat a c u t a m " (p. 6 4 6 ) . L o s poetas m e n ­

c i o n a n t a m b i é n e l acarreo y l a t r i l l a c u a n d o h a b l a n d e l mes d e j u l i o : " S e q u i t u r et i u l l i u s , q u i est i n calore, / Q u e m expectant h o m i n e s m a g n o c u m tremore, / Segetes et c o l l i g u n t g r a n d i c u m sudore / E t t r a h u n t i n aréis m a g n o [cum] la­b o r e " , d ice P i e r de l a V i g n a (p. 131) , observaciones q u e se r e l a c i o n a n más d i rec tamente c o n e l Libro de Alexandre.

5 8 E r a l a segunda m i t a d d e l siglo x n c u a n d o u n m o n j e de R i p o l l , probable ­m e n t e A r n a l d o de M o n t e , cantó c o n cálida sensua l idad l a resurrección vegetal , los t r inos d e l ruiseñor, las danzas de las muchachas p o r las plazoletas c iudada­nas y los retozos lascivos de los amantes : " R e d i t estas cunct is grata , / v i r e t h e r b a i a m p e r p r a t a [ . . . ] / P h i l o m e n a c a n t i l e n a / rep le t n e m o r i s a m e n a / et p u e l l e per plateas / in t r i ca tas d a n t choreas. / O m n i s ergo adolescens / i n amore sit fervescens [•••]"• T e x t o y paráfrasis de E . A S E N S I O , Poética y realidad en el Cancionero peninsular de la Edad Media, 2? ed. , M a d r i d , 1970, p . 243, según l a edición d e L . N i c o l a u d ' O l w e r , La escola poética de Ripoll en els segles x-xiii, B a r c e l o n a , 1920, p . 53.

5 9 L a i n c o m p a r a b l e be l leza de esta composic ión, cons iderada o r i g i n a l d e l clérigo d e A s t o r g a , presenta los temas esenciales d e u n a i n i n t e r r u m p i d a t rad i ­c ión sobre las mayas: " E l mes era de m a y o u n t i e m p o g lor ioso / Q u a n d o fazen las aues u n solaz deleytoso, / S o n uest idos los prados de ues t ido fremoso, / D e sospiros l a d u e n n a l a q u e n o n h a esposo. / T i e m p o do lee e sabroso p o r bast ir casamientos, / C a l o t e m p r a n las f lores e los sabrosos u ientos , / C a n t a n las donzel letas , son m u c h a s h a conuientos / F a z e n unas a otras b u e n o s p r o n u n ­c iamientos . / / C a e n e n e l v e r a n o las buenas rociadas , / E n t r a n e n f l o r las miesses ca son y a espigadas, / E n t o n casan a lgunos q u e pues messan las uaruas, / F a z e n las d u e n n a s triscas e n camisas delgadas. // A n d a n mocas e u ie ias co-biertas e n amores, / V a n coger p o r l a siesta a los prados las f lores, / D i z e n unas a otras : b o n o s son los amores, / Y aque l los p l u s t i e rnos t ienense p o r

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8 6 H . S A L V A D O R M A R T Í N E Z N R F H , X X V I

rey García de Navarra, según la Crónica de 1344, contemporánea de Juan Ruiz, fue hecho prisionero y llevado a Portugal; desde el carro en que lo llevaban enjaulado el triste rey veía a los jóvenes enamorados cantar las mayas y celebrar el amor con cantos y bai­les 6 0 . Así es que bien podríamos pensar que, al representar el ve­rano bajo el símbolo de la "danza", Juan Ruiz, tan amigo de la alegría, quiso reflejar, una vez más, el aspecto más importante de la vida social durante estos meses, de la misma manera que el "tablero" lo había sido de los meses de invierno.

T R Í P T I C O D E OTOÑO (1294-97; cf. Libro de Alexandre, W 2562-64). Su símbolo es la "carrera" y los meses se hallan representados por tres "labradores". E l tríptico de otoño, como los anteriores, se abre también con una adivinanza, al igual que las otras bastante difícil de desenredar. Dice el poeta que por un mismo camino vienen tres labradores; el segundo, es decir septiembre, espera al que va delante, agosto, y el tercero, octubre, ya en el límite (evidentemente de la estación del otoño) , espera al segundo; el que va delante, sin em­bargo, no alcanza al que espera. No es fácil entender cómo el que espera pueda, a un mismo tiempo, esperar y pretender dar alcance al que va delante; pero por lo visto ahí está toda la fuerza, con­tradictoria, de la adivinanza. Por el contexto parece que el signifi­cado tiene que ver con lo febril de los últimos trabajos de reco­lección antes de que el invierno se eche encima. Estamos en otoño, los días son cada vez más cortos y el campesino tiene que trabajar sin descanso para que no se le eche a perder lo poco que le queda en los campos; un mes espera con ansia al otro y éste parece no llegar nunca.

E l primero, pues, de los tres campesinos, dice Juan Ruiz, come ya uvas e higos maduros, trilla y belda; pero con él llega otoño con dolencias y preocupaciones. ¡Qué bien lo ha dicho el poeta!: los fríos atardeceres de otoño de la meseta castellano-leonesa obligan al campesino que recoge los últimos granos de las eras a arroparse para no caer víctima del traidor cierzo 6 1 . Alexandre presenta a

meiores . / / L o s dias son grandes, los campos reuerdidos , / S o n los passariel los d e l m a l pe lo exidos, / L a s táuanos q u e m u e r d e n n o n son a u n uenidos , / L u ­c h a n los monagones e n bragas sen u e s t i d o s " ( 1 7 8 8 - 1 7 9 2 ) . C f . F . H A N S S E N , " L a s coplas 1 7 8 8 - 1 7 9 2 d e l Libro de Alexandre, RFE, 2 ( 1 9 1 5 ) , p p . 2 1 ss.; A . G O N Z Á ­

L E Z P A L E N C I A y E . M E L É , La maya, M a d r i d , 1 9 4 3 ; D . A L O N S O , Poesía española. Antología (Edad Media), M a d r i d , 1 9 3 5 , p . 8 2 . O t r a preciosa canción de m a y o se h a l l a e n e l Poema de Alfonso XI, estr. 4 0 6 - 4 1 3 .

6 0 Véase e l texto e n l a Crónica geral de Espanha de 1344, e d . L . F . L i n d l e y C i n t r a , L i s b o a , 1 9 5 1 , p . c c x l i x .

6 1 E l r o m a n c e r o t a m b i é n amonesta sobre los pe l igros d e l p r e m a t u r o o t o ñ o : " ca lenturas otoñales , m u y benignas o m o r t a l e s " ( H . Núñez, C o r r e a s ) ; "agosto, fr ío e n e l r o s t r o " (Correas, R . M a r í n ) ; c i t . p o r C R I A D O D E V A L , op. cit., p . 2 3 2 .

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N R F H , X X V I L A T I E N D A D E A M O R ( " L B A " , E S T R . 1265-1301) 87

agosto trillando y aparvando (quehaceres de julio, según el Libro de buen amor) y convirtiendo las uvas de agraces en maduras; y también observa, no faltaría más, que con él el otoño se deja ya sentir 6 2 .

E l segundo labrador, septiembre, limpia las carrales y aprieta los aros, escombra los rastrojose3, cerca los corrales, saca el abono para esparcirlo en los barbechos que sembrará de allí a poco, sacude los nogales y empieza a vendimiar las parras. E l Libro de Alexandre tiene casi los mismos motivos: sacudir los nogales, apretar las cubas (en el retablo navarro se ve a un artesano en el acto de apretar los

aros y debajo aparece la inscripción "Septembrio [...] apretaua las cubas"), podar las mimbreras y espantar los pájaros de las higueras.

E l tercer labrador, octubre, pisa la uva, llena las cubas, y siem­bra; he aquí, de nuevo el invierno. E l Alexandre, que en esta es­trofa está muy corrompido, dice que octubre estaba haciendo sus "missiegos" (en el retablo navarro aparece un labrador con un par de muías que ara sus campos, probablemente siembra), cataba los

6 2 L o s quehaceres y los temas poéticos q u e h a l l a m o s esparcidos e n los dos poetas castel lanos t u v i e r o n ya su cantor e n W a n d a l b e r t : " A c C e r e m f l a v a m ma­turas s tr ingere aristas / C o g u n t , agrícola a d messem c u m c i n g i t u r o m n i s / C u n e t a sudantes p r o d u c u n t a rva co lonos [. . . ] / U n d e v i r i s s u m m o et celer i cu-r a n d a l a b o r e est / Messis , et i n segetem cuneta exercenda i u v e n t u s [ . . . ] / H u n c q u o q u e per m e n s e m m a t u r o s carpere r a m i s / F r u c t u s atque e p u l i s fas est superaddere sumptis , / A c d u l c i f i c u p r u n i s q u e p i r i s q u e vo lemis , / P l u r i b u s et n u c l e i s gratos miscere sapores; / S a c r a n d o s q u a aris módicos de v i te racemos / Sumere et a u t u m n i f o e c u n d u m poseeré B a c h u m [ . . . ] " ( p p . 611 y 612) . P i e r de l a V i g n a ya de f ine a agosto "mes de los l a b r a d o r e s " y p i n t a a los n iños c o m o insaciables devoradores de las f rutas de l a estación (recuérdense " los higos y las uvas t e m p r a n i l l a s " de nuestros textos cas te l lanos) : " N a m augustus veniens mensis r u s t i c o r u m , / Q u e m m u l t u m desyderant uentres p u e r o r u m , / E t i m p l e t c o t i d i e c o r p o r a e o r u m : / T o t a d i e c o m m e d u n t m o r i b u s p o r c h o r u m " (p. 131) . Y e n relación c o n los fríos p r e m a t u r o s d e l mes de agosto, B o n v e s i n

d a l a R i v a describía a este mes como u n e n f e r m o e n c l e n q u e q u e tiene q u e apoyarse a u n bastón p a r a tenerse e n p ie (cf. E d . B i a d e n e , p . 68, v . 257) .

6 3 " R a s t r o j o " s ign i f i ca , tanto e n las dos Cas t i l l a s c o m o e n L e ó n , l o q u e q u e d a e n t i e r r a de las cañas después de segada l a mies , y n o los " res iduos de p a j a q u e q u e d a n después de t r i l l a r " , c o m o cree C o r o m i n a s (p. 4 8 4 ) . L a c i ta d e l verso 953d n o le a y u d a p a r a c o n f i r m a r su sent ido, a l cont rar io , ya q u e t a m b i é n e n este verso t r i l l a r rastrojo s i g n i f i c a t r i l l a r las pajas q u e antes se de­j a r o n e n e l campo, q u e es e l e q u i v a l e n t e a q u e r e r sacar de d o n d e n o hay, o a p u r a r las cosas más de l o q u e d a n de sí. E x i s t e , s i n embargo , e n esas regiones u n a expres ión, p o r así dec i r , técnica : escombrar la era, c o n l a q u e los campe­sinos i n d i c a n l a acción de b a r r e r los escombros de p a j a y g r a n o q u e q u e d a r o n después d e h e c h a l a recolección, cosa q u e se hace a ratos p e r d i d o s d u r a n t e los p r i m e r o s días de o t o ñ o . J u a n R u i z p u e d e referirse tan to a esta labor , c o m o a l a de l i m p i a r los rastrojos p r o p i a m e n t e dichos , p o r e j e m p l o , q u e m a n d o las pajas, c o m o todavía se hace e n m u c h a s partes .

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88 I I . S A L V A D O R M A R T Í N E Z N R F H , X X V I

vinos que ya habían terminado de fermentar y sembraba; también advertía que el invierno había llegado 6 4 .

E l haber querido representar a los meses de otoño como tres campesinos o labradores es relativamente más fácil de entender que las representaciones de los meses anteriores. Otoño es la última estación de la recolección y con ella se abre la estación siguiente con las faenas de la sementera. Se puede decir que todo el ciclo del año agrícola empieza y acaba con el otoño; por lo tanto, Juan Ruiz no podía escoger mejor símbolo para representar a los tres meses otoñales que el del labrador, figura central de esta estación. Y por lo que se refiere a "carrera" creo que también le cuadra bien a otoño por ser la estación más fugaz; fugacidad que el poeta tal vez ha querido expresar hasta en la extensión de sus versos, dedicando tan sólo una estrofa a cada uno de los meses que com­ponen este tríptico.

Cuando ponemos en perspectiva las semejanzas y diferencias en­tre el Libro de Alexandre y el Libro de buen amor vemos algo más clara la medida de la dependencia y sus relaciones. Mientras el Libro de Alexandre puede, en muchos sentidos, llamarse original en cuanto al contenido, la técnica de Juan Ruiz consiste en reco­ger de varias fuentes eruditas —entre las cuales el Libro de Alexan­dre es la más importante— así como de su propia experiencia. Por lo que al plan se refiere, el poeta del Alexandre ha estructurado la descripción de la tienda en torno a los doce meses, sin implicar ningún otro elemento alegórico; mientras que la estructura en Juan Ruiz es un poco más complicada porque procede en torno a las cuatro estaciones a las que también simboliza. E l Libro de Alexan­dre termina la descripción diciéndonos: "Non quiero de la cadera fer grant allegoría" (243la), pero no desciende a detalladas expo­siciones de la misma. Es evidente, sin embargo, por la oración final puesta en boca de Alejandro, que la tienda y sus representaciones tienen un contenido alegórico-moral en el que se recalca la esen­cial dependencia del hombre con respecto a Dios: "Rey de los Reyes que non connotes par, / En cuya mano yaz el toller, e el dar" (2434a-&). Juan Ruiz, por el contrario, nos ofrece, caso único en todo el libro, la interpretación de la alegoría apoyándose en la

6 4 E n relación c o n sept iembre y o c t u b r e los textos lat inos , s i n d u d a gu iados p o r e l verso de O v i d i o e n las Metamorfosis: "s tabat et A u t u m n u s calcatis sor-d i d u s u v i s " (v. 2 9 ) , p o n e n t o d o su interés e n l a descripción de l a v e n d i m i a y e l proceso de e laborac ión d e l v i n o . T a m b i é n f i j a n su a tenc ión e n l a l l e g a d a d e l i n v i e r n o y los trabajos de l a sementera a los que , f i n a l m e n t e , sigue e l des­canso ante e l fuego, l a mesa y e l v i n o n u e v o : " u n d e b ibens saepe l a e t i f i c a t u r h o m o " (Ydioma mensium, p . 645, 4 0 ) ; o como dice D r a c o n c i o : " P r o m i t u r agri -col is sa l tant ibus ebr ius i m b e r / rus t i c i tasque decet gaudens p l u s sórdida m u s t o " (p . 2 2 7 ) .

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autoridad de Amor, artificio poético que, como el de la visión oní­rica, aquí también insinuado, le permite darnos a entender sin ambages sus propósitos didáctico-morales. Don Amor, dice el poeta, como era "orne letrado" en una sola copla le expuso todo lo que había visto en la tienda:

E l tablero, l a tabla, l a danca, l a carrera son quatro temporadas del año del espera; los omnes son los meses, cosa es verdadera: andan e non se alcancan, atiéndense en ribera (Cor. 1300).

Como ya hemos visto, la respuesta de don Amor explicó sólo una parte de la alegoría, por cierto no la más difícil, es decir, la identificación de los doce meses con los hombres, así como de las cuatro estaciones con el tablero, la tabla, la danga y la carrera, pero no nos indicó el por qué de cada uno de estos símbolos 6 5 .

Sea cual fuere el posible simbolismo de cada una de las partes de la alegoría, el mensaje de las pinturas de la tienda de Amor me parece bastante claro y creo que se halla explícitamente enun­ciado en el verso 1300d cuando se dice que los hombres son como los meses que "andan e non se alcancan, atiéndense en ribera". Los hombres, las generaciones, como los meses y las estaciones, se suceden rápidamente, pero no pueden alcanzarse unos a otros, como los tres campesinos del otoño, porque el tiempo es irreversi­ble. L o único que detiene al hombre es la muerte (la otra orilla, ribera), donde los que han pasado antes esperan (atienden [se]) a los que vendrán. E l tema "sic transit gloria mundi" (tal vez deba­mos decir "miseria mundi", pues hacia ese tópico apunta una buena parte del Libro de buen amor), parece ser el hilo conductor de toda esta sección que empieza con el ingreso triunfal de don Amor entre cantos y alabanzas y acaba con el total abandono por parte de sus seguidores y la expulsión de la ciudad. E l mensaje moral de la tienda, como el de una buena parte del Libro, es el que llevó al poe­ta a concluir después de su primera derrota amorosa:

Como dize Salamo é dize la verdat: que las cosas del mundo todas son vanidat, todas son pasaderas, vanse con la hedat, ssaluo amor de Dios, todas sson lyuiandat . . . (105).

Del contenido, fuentes y significado de cada uno de los trípti­cos, pasemos ahora al de la tienda y su valor alegórico en cuanto tal.

6 5 N . E . Álvarez sugiere l a p o s i b i l i d a d de q u e " l a metá fora s e m i n a l " , c o m ú n a todas estas paradojas , charadas o a d i v i n a n z a s p o p u l a r e s , t a l vez se l a i n s p i r a ­se a J u a n R u i z l a c o p l a W 2 5 4 6 d e l Libro de Alexandre. A m i parecer, l a di fe ­r e n c i a q u e h a y entre esta estrofa y las re la t ivas d e l A r c i p r e s t e es m u y seme­jante a l a q u e h a y entre l a comparación y l a alegoría.

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Juan Ruiz, con su alegoría de los meses o, mejor dicho, de las estaciones, se coloca en la tradición clásica medieval de los grandes poetas alegoristas que, a través de los chartrianos, asciende a Pru­dencio. No carece de significado, en este sentido, el hecho de que en esta misma sección del Libro el Arcipreste dé su versión de la Psychomachia, en la disputa de don Carnal y doña Cuaresma. Tam­bién nuestro poeta se entendía de involucrum e integumentum, base de la alegoría de Chames y de los Victorinos. Y es precisa­mente el integumentum lo que nos ayuda a desentrañar el sentido verídico en la creación literaria de alcance alegórico.

La alegoría y su significado, el sensus allegoricus, en la Edad Media fue, ante todo, una noción teológica. "Una verdad, escribe Santo Tomás, puede manifestarse de dos maneras: por palabras o por realidades. La palabra significa siempre una cosa; la realidad puede ser el signo o la figura de otra realidad. Los hombres sólo pueden fabricar palabras, que se adaptan, más o menos, a sus obje­tos; no siendo dueños de la naturaleza de los seres no pueden, por consiguiente, disponer de ella para significar otras realidades'' (QuodL, VII, art. 15). La Sagrada Escritura, como obra de Dios, encierra este doble sentido, el literal y el espiritual o alegórico, pero las demás obras humanas sólo pueden encerrar el alegórico, por el que se componen palabras e imágenes que se adaptan o significan otras realidades.

H a sido esta aparente estructura alegórica de las obras medie­vales la que nos ha llevado a creer que la Edad Media fue la "época de los símbolos", y muchos autores modernos no han visto en las obras medievales más que el carácter simbólico y la técnica de la alegoría abstracta, así como la del enigma y la metáfora. Si quere­mos ser objetivos y miramos a la alegoría desde el punto de vista de su origen y cómo la aplicaron sus primeros creadores, tendremos que concluir que nada hay más falso que esa creencia de algunos estudiosos modernos. "Creaturas possunt consideran ut res vel ut signa", dice San Buenaventura (7 Sent., 3, 3 ad 2 u m). Lo cual quiere decir que las criaturas, antes de ser símbolos, son realidades con su propia y objetiva estructura. Y así también la Biblia, desde sus primeros comentaristas, vale, ante todo, por el sentido histórico e inmediato de las realidades narradas y, sólo en segundo lugar, por lo que esas realidades o esos preceptos significan en un mundo invisible.

Traigo aquí estas observaciones de carácter general porque creo que son pertinentes, si no queremos caer en el excesivo simbolismo en la interpretación del Libro de buen amor. Ciertos episodios del Libro, como por ejemplo las correrías por la sierra, o la prisión del arcipreste, son, ante todo, el relato de acontecimientos históricos

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o fingidos, pero desde el punto de vista del narrador verídicos y, por tanto, exentos de todo posible "significado alegórico , , , a no ser que el autor explícitamente lo confirme; lo cual, desde luego, no quiere decir que deberá hacerlo con palabras. La disputa de don Carnal y doña Cuaresma, o el episodio que estamos comentando, son buenos ejemplos de esta intención alegórica del poeta. E l prin­cipio que nos guía en este caso es el enunciado, hace ya unos años, por N . Frye: "Genuine allegory is a structural element in litera-ture: it has to be there, and cannot be added by critical inter-pretation alone" 6 6 . E l criterio para saber si nos hallamos ante este "elemento estructural", o no, creo que es doble: la tradicionalidad del tema, como sería, por ejemplo, el de la tienda; o la declaración explícita del autor, como en el caso del prado en el prólogo a Los milagros de Nuestra Señora de Berceo. Todos los demás casos, tanto las supuestas intenciones alegóricas del autor como las inter­pretaciones del crítico, no pasarán de meras hipótesis carentes de todo valor objetivo hasta que no se demuestren.

La interpretación alegórica, por lo tanto, se debe basar en la realidad del texto; y todos los autores de la Edad Media coinciden en afirmar que lo que determina el primer significado de un pasaje bíblico, por ejemplo, no es el sentido alegórico sino el literal: "ex quo solo potest trahi argumentum" (Santo Tomás, I, q . l , a. 10, ad l u m ) . E l creador del alegorismo medieval, Ricardo de San Víctor, hablando del método en la composición y la interpretación del ale­gorismo, dice que la belleza de las cosas, por ejemplo, hay que considerarla primero en las "res" y luego en las "opera". Hay que examinar la "res" en su materia, en su forma aparente y en su natu­raleza profunda (de aquí la importancia de que el comentarista maneje a perfección las siete artes). Hay que considerar las "ope­ra" como meta de una actividad humana, natural o artificial. Todo verdadero alegorismo debe seguir este orden y método, ya se trate de su composición ya de su interpretación.

A la luz de estas consideraciones, podemos concluir que la in­tención primordial, el sentido literal-histórico, de Juan Ruiz en la pintura de los meses fue la descripción de las faenas agrícolas tal como se realizaban en su tiempo; y, en segundo lugar, sentido ale­górico, presentarnos una especie de iconología de los días sobre la tierra; pero esta superestructura literaria, la alegoría, no tiene razón de ser, ni en su creación ni en su interpretación, si eliminamos el significado histórico y primordial que es la armadura básica del texto 6 7 .

6 6 Anatomy of criticism: Four essays, P r i n c e t o n , 1957, p . 54; véanse t a m b i é n p p . 90-91.

6 7 A l a c lar i f icación de este sent ido histórico-l i teral , p r i n c i p a l m e n t e , h a de-

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Sin embargo, hay que reconocer que el hombre medieval acep­tó en todas las cosas (res), como realidades creadas, la existencia de una revelación de realidades superiores. Esta revelación de lo real sobrenatural, revestido de la realidad sensible, constituye el sensus allegoricus de las cosas, que los medievales con tanta ansia trataron de penetrar. Entre las opera, que desde un principio fue­ron objeto de interpretaciones alegóricas, destacan la escultura y la pintura (en las catacumbas aparecen esculturas y pinturas del buen pastor, el pez, la vid, el fénix) . Y esto, sin duda, por el valor didáctico-moral que se les atribuía.

E l valor didáctico de la pintura fue puesto ya de relieve por los Padres de la Iglesia. San Gregorio escribe: "Quod de legentibus scriptura, hoc de idiotis pictura", lo que los sabios aprenden le­yendo un texto, lo aprenden los iletrados contemplando una pin­tura. Durante el renacimiento carolingio, sin embargo, se nota una cierta reacción contra el valor didáctico de las pinturas, especial­mente las que representaban seres que ni existen ni han existido y que aún los más iletrados saben que son opuestas a la realidad, como son las representaciones bajo formas humanas del Caos, la Tierra, los Ríos, el Sol y la Luna con cabelleras radiantes, los vien­tos, los meses, las estaciones dibujadas desnudas o vestidas 6 8 . Pero ya el gran Teodulfo de Orleans no dudó en pintar escenas alegó-rico-mitológicas en el refectorio de su palacio, en admirar las pin­turas de la leyenda de Hércules en un vaso que poseía, y en com­placerse en dar una interpretación simbólica a los poemas antiguos cantando al Amor alado, desnudo y armado de una antorcha o un arco. T a l vez el mismo Alcuino no fue tan enemigo de las pinturas como pudiera parecer a primera vista. Antes bien se opuso a ellas porque las creyó causa de confusión entre los rústicos: "Represen­taos, dice, una mujer con un niño en su regazo. Si no hay inscrip­ción, ¿cómo se puede saber si representa a la Virgen con Cristo o a Venus con Eneas, Alcmena con Hércules o a Andrómaca con As-tiánax? (Libri Carolini, c. 1230).

E l carácter didáctico del arte, en especial de la pintura, aparece en su plenitud en el siglo xn. Honorio de Autum escribe: " O b tres autem causas fit pictura: primo, quia est laicorum litteratura; se­cundo, ut domus tali decore ornetur; tertio, ut priorum vita in me­d i c a d o C r i a d o de V a l su c o m e n t a r i o , f recuentemente c i tado e n estas páginas.

C o m o c o m p l e m e n t o d e este es tudio histórico-l i teral de carácter l o c a l , hemos

q u e r i d o señalar l a ex i s tenc ia de u n a r iquís ima tradic ión l i t e r a r i a l a t i n a q u e

s u p e r a b a las barreras l ingüísticas y nac ionales . E s esta t radic ión l i t e r a r i a l a q u e

e x p l i c a l a presencia de ciertas observaciones hechas p o r nuestros poetas q u e

n o c o r r e s p o n d e n a las c o n d i c i o n e s c l imáticas locales o a los usos de l a región. 6 8 T e x t o s d e S a n G r e g o r i o , A l c u i n o y R á b a n o M a u r o citados p o r E . de

B R U Y N E , Estudios de estética medieval, M a d r i d , 1 9 5 8 , t. 1 , p p . 2 9 4 ss.

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moriam revocetur" (De gemma animae, en PL, t. 172, 586). San Buenaventura, siguiendo su conocida tendencia a la división tripar­tita, describe elocuentemente la función de la pintura: "propter sim-plicium ruditatem, propter memoriae labilitatem, propter effectus tarditatem" (727 Sent., d. 9, a.l, q.2): la pintura instruye la inteli­gencia, alimenta la memoria, y emociona el corazón del iletrado. Y Durando, ya en abierto contraste con la opinión de Alcuino, sostie­ne: "Pictura plus videtur moveré animum quam scriptura. Per pic-turam quidem res gesta ante oculos ponitur quasi in praesenti geri videatur, sed per scripturam res gesta quasi per auditum, qui minus animum movet ad memoriam revocatur. Hinc etiam est quod in ecclesia non tantam reverentiam exhibemus libris quantam imagi-nibus et picturis" (Rationale, I, cap. 2. De picturis et imaginibus). Juan Ruiz, sin pretender discurrir sobre la función de la pintura, pero buen conocedor de los textos canónicos, coincide con estos tratadistas al decirnos en el prólogo de su libro: "Otrosí fueron la pintura é la escriptura é las ymágenes primeramente falladas por rrazón que la memoria del orne desleznadera es: esto dize el Decreto'\

Los textos podrían multiplicarse, pero será suficiente con recor­dar aquí la historia de la difusión del arte románico y el gótico, con sus sublimes murales y sus conmovedores ábsides, en una época que se considera oscura en libros y letras en general.

No cabe duda de que Juan Ruiz, en su pintura de los meses, está reproduciendo (o por lo menos tiene presente) unos retablos plásticos más bien que imitando una fuente literaria, si bien no podrá negarse que conocía diversas obras en las que se trataba el tema, y muy especialmente el Libro de Alexandre. Pero es evidente, al mismo tiempo, que Juan Ruiz quiere recordar algo a sus escu­chas, o lectores. A l incorporar en su libro un tema favorito del arte popular, el arcipreste, creemos, se propone también impartir una lección moral: la brevedad y caducidad de las cosas creadas; es un aspecto del "breves dies hominis sunt" de que habló en el prólogo. Las imágenes, que los hombres de su tiempo habían visto en tantas iglesias, eran como una predicación muda, y ahora, por obra del arte de Juan Ruiz, se convierten en pinturas parlantes, realizando así el precepto horaciano: "Ut pictura poesis", o más bien el de la Retórica a Herennio: "Poema loquens pictura, pictura tacitum poe­ma" (IV, 39). También aquí, como en tantos otros aspectos de su libro, Juan Ruiz ha sabido fundir magistralmente la estabilidad y el inmovilismo del arte plástico con la fluidez y la volatilidad de las voces poéticas. Es así como el fin didáctico de las pinturas pasa de los murales a su reproducción en las páginas de la obra

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94 H . S A L V A D O R M A R T Í N E Z N R F H , X X V I

literaria; y de allí a las plazas, convirtiéndose no sólo en speculum videntis sino también en speculum audientis™.

Si por un lado, pues, el exegeta de la obra literaria debe apo­yarse en el sentido histórico y literal del texto, antes de pasar a la explicación alegórica del mismo, por otro, como el mismo Juan Ruiz dice, "sobre toda fabla s' entyende otra cosa" (est. 1631c), no deberá perder de vista la posible intención alegórica del autor, que en la pintura de los meses parece más que evidente. Es más, en Juan Ruiz, como insinuábamos más arriba, llegamos a la fusión total de la pintura y el discurso poético, a través de los cua­les se penetra el significado total de las criaturas, según el cri­terio de Alain de Lille:

Omnis mundi creatura quasi liber et pictura nobis est in speculum; nostrae vitae, nostrae mortis, nostri status, nostrae sortis fidele signaculum. [. . .].

Sic aetatis ver humanae iuventutis primo mane reflorescit paululum. mane tamen hoc excludit vitae vesper, dum concludit vitale crepusculum.

Cuius decor dum perorat eius decus mox deflorat aetas, in qua defluii, fit flos fenum, gemma lutum, homo cinis, dum tributum huic morti tribuit.

(PL, t. 210, 579)

E l texto de este gran poeta de Chartres parece ilustrar el sen­tido de todo el pasaje del poeta castellano. La descripción de los meses, además, nos revela los verdaderos intereses artísticos de Juan Ruiz e, indirectamente, su carácter. Se puede decir aquí también

6 9 C o n v e n d r á recordar a este propósi to l a sugerencia hecha p o r a lgunos es­tudiosos contemporáneos , los cuales sost ienen l a p o s i b i l i d a d de q u e e l Libro de buen amor fuese usado como exemplario e n e l uso homi lé t i co m e d i e v a l . C f . R . P . K I N K A D E , " l o c u l a t o r e s D e i : e l Libro de buen amor y l a r i v a l i d a d entre juglares y pred icadores " , CAH(l), p p . 115-128; véase también A . D . D E Y E R M O N D ,

"Juglafs r eper to i re o r sermón notebook? T h e Libro de buen amor a n d a m a -ñuscript m i s c e l l a n y " , BHS, 51 (1974), 217-227,

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que el autor es su obra. Y ésta apunta sin titubear al hecho de que el paso de los meses, o las estaciones, es, parafraseando a Alain de Lille, como el de la vida del hombre: cuando se siembra (invier­no) , se empieza la vida; cuando se crece (primavera), ha llegado la juventud ("Sic aetatis ver humanae / iuventutis . . . " ) ; en la madurez (verano), se recogen los frutos; y con el otoño llega la ve­jez y la muerte. De todas estas etapas el Libro de Juan Ruiz pone el acento en la primavera, por los amores que despierta ("En este signo atal creo que yo nascí", 153 a), así como en la comida y la bebida que los alientan. A esta jerarquía de intereses, sexo y co­mida, hay que añadir sus preocupaciones didáctico-morales que también aquí, como en el resto de la obra en general, saltan a cada paso.

He aquí, cómo la tienda de Amor, con sus representaciones plás­ticas ("pictura"), y el libro (" l íber") , con la detallada descripción del cambio y la decadencia en la naturaleza, son como un espejo de la vida, la muerte y el más allá en el que puede mirarse el hom­bre y contemplar su verdadera imagen; imagen que, como los meses y las estaciones, huye hacia "el crepúsculo vital". La estrofa 1300 d es una clara alusión a esta carrera del tiempo que nadie puede detener: "andan e non se alcanzan"; y, como dice Alain de Lille, sólo cuando el hombre ha pagado su tributo a la muerte se detiene esa carrera del tiempo en la inmóvil eternidad, "atiéndense en ri­bera", de que habla Juan Ruiz. Cada uno de estos dos grandes poetas nos da así su versión del tiempo terrestre sub specie aeter-riüatis.

H . S A L V A D O R M A R T Í N E Z N e w Y o r k U n i v e r s i t y .