La verdad y la memoria: Controversias en la imagen de Hildebrando Peréz Huarancca

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LA VERDAD Y LA MEMORIA: Controversias en la imagen de Hildebrando Pérez Huarancca Mark R. Cox www.pasacalle.pe

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Sobre la violencia interna del Perú, y la percepciones conflictivos del escritor y profesor HIldebrand con el gurpo terrorista los Senderos Luminosos.

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LA VERDAD Y LA MEMORIA:Controversias en la imagen de Hildebrando Pérez Huarancca

Mark R. Cox

www.pasacalle.pe

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I Edición: junio 2012

Tiraje: 500 ejemplares

© Mark R. Cox, 2012 [email protected] © Editorial Pasacalle EIRL RUC 20515674471 Jr. Bella Unión 672 SMP Lima 31 Telf. 955855206 [email protected] www.pasacalle.pe

Editor responsable: Javier GarvichPortada Pasacalle: Imagen digital de Marca

Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú Reg. Nº 2012-07337

Impreso en HV Editorial Gráfica SRL RUC 20513294493 Jr. Ica 386, Lima 1.

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Mark R. Cox

La Verdad y la Memoria:

Controversias en la imagen

de Hildebrando Pérez Huarancca

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The first casualty, when war comes, is truth.

La primera víctima, cuando llega una guerra, es la verdad.

Hiram Johnson (1866-1945), gobernador y senador de California, EEUU

Among the calamities of war may be justly numbered the diminution of the love of truth,by the falsehoods which interest dictates and credulity encourages.

Entre las calamidades de la guerra pueden justamente incluirse la disminución del amor a la verdad, por las falsedades que el interés dicta y la credulidad promueve.

Dr. Samuel Johnson (1709-1784)

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Introducción

Hildebrando Pérez Huarancca publicó poca obra narrativa, pero ocupa un lugar distinguido en el ca-non literario peruano. Igual que Manuel Scorza, su obra tuvo una influencia fundamental en la narrati-va peruana post-arguediana, a lo que hoy se llama la narrativa andina. A pesar de su impacto e impor-tancia literaria, para muchas personas es más cono-cido por su vida fuera del ámbito literario. Sin em-bargo, buena parte de este conocimiento se basa en información errónea.

Al igual que muchas personas, me he pregun-tado cómo el escritor y profesor universitario Hil-debrando Pérez Huarancca pudo convertirse en el cabecilla de la masacre de Lucanamarca. Sus ami-gos y familiares me han insistido que ese día no se encontraba en ese lugar y que no pudo ser capaz de cometer tal atrocidad. Sin embargo, como muchas personas, yo pensaba que las investigaciones ha-bían probado su culpabilidad. Se cita con frecuen-cia estos dos párrafos en la página 38 del tomo VII del informe final de la Comisión de la Verdad y Re-conciliación:

Con relación al responsable de ejecutar esta de-cisión del PCP-SL, los testimonios obtenidos sindican directamente a Hildebrando Pérez Huarancca como

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responsable del ataque del 3 de abril de 1983. Los testigos entrevistados por la CVR identifican con este nombre al líder senderista y lo describen de la siguiente manera: “[...] estaba uniformado de militar, llevaba dos pistolas, blanquiñoso, mestizo, de ojos vi-vos, pelo lacio, de 1.70 m de estatura aproximada, nariz aguileña, voz resonante como de mando mili-tar, agarrado, no era gordo, era un profesor”.37

Asimismo, estas mismas fuentes afirman que Hil-debrando Pérez Huarancca fue la persona que orga-nizó la masacre de Lucanamarca en las localidades de Totos y Espite,38 y que el día de la masacre fue reconocido a pesar de llevar pasamontañas: “[...] el que dirigía todo en general era Hildebrando Pérez Huarancca [...] es de Vilcanchos, es profesor que anda por aquí, la gente conoce, es alto, flaco, mesti-zo, estaba con pasamontañas”.39

Muchas personas citan estos dos párrafos y lue-go se preguntan cómo fue posible. Me di cuenta de un problema grave cuando miré en detalle las notas a pie 37 y 39. Hay una entrevista por la CVR y una por la COMISEDH, pero es con el mismo testi-go. En vez de varios testigos, la acusación de la CVR se basa en el testimonio de una sola persona. La descripción en el primer párrafo de Pérez Huaranc-ca como uniformado de militar no se refiere al día que ocurrió la masacre, sino meses antes. La cita en el segundo párrafo es del mismo testigo, pero en la entrevista él dice claramente que no estuvo en Lucanamarca el día de la masacre. La cita es lo que él había escuchado de otros. En un juicio con-tra un maestro acusado de pertenecer a Sendero Luminoso y de haber participado en la masacre, el

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único testimonio contra él es del mismo testigo y los jueces lo descartan. Es increíble que la CVR y el gobierno hayan acusado a Hildebrando Pérez Hua-rancca de encabezar la masacre basados solo en el testimonio de un hombre que ni se encontraba en Lucanamarca ese día.

Al hacer la investigación para este estudio, he encontrado errores, omisiones o pura especulación por parte de la CVR, los gobiernos, organizaciones de derechos humanos, militares, la prensa, críticos literarios, y en los documentos de Sendero Lumino-so para el Megaproceso solo lo mencionan como uno de los acusados. Este estudio es un esfuerzo por analizar las acusaciones y rumores acerca de Hildebrando Pérez Huarancca. Sin duda, hay per-sonas que conocen mayores detalles de su vida y su muerte, y espero que este libro sirva para con-vencerlos de dar sus testimonios. No niego su afi-liación al PCP-SL, pero sí creo que no hay pruebas contundentes de su participación en la masacre de Lucanamarca. Al publicar este libro espero 1) que el gobierno vuelva a investigar el caso y decida si hay evidencia o no, 2) que se proporcione la informa-ción a su familia de dónde está enterrado, 3) que los estudios sobre Hildebrando Pérez Huarancca dejen de difundir información errónea, 4) que los estudios acerca de ese período tan doloroso no se pierdan en rumores y falta de información, y 5) que se resuelvan los casos de los acusados tan pronto como sea posible.1

1 Por ejemplo, el general EP (r) Juan Rivero Lazo no ha sido sentenciado aunque se encuentra preso hace más de once años.

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Un resultado de la guerra interna que azotó al Perú en los años ochenta y noventa ha sido la creación de varias imágenes exageradas acerca de personas involucradas en la subversión. En el libro “Gonzalo”: el mito (1990), Julio Roldán ana-liza muchos de los mitos y rumores propagados por la prensa y el público sobre Abimael Guzmán Reinoso, el Presidente Gonzalo y el líder indiscutido del Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso (PCP-SL). Roldán señala que la prensa había anun-ciado su captura o que estaba herido por lo menos unas veinte veces. Y unas cincuenta veces que ha-bía muerto. Pero también hay historias que narran cómo Guzmán se había convertido en pájaro, ser-piente o piedra para escapar de las fuerzas del or-den. E incluso hubo testimonios que creían que era la realización del mito del Inkarrí (pp 112-13). La distribución del video “Zorba el griego” (apelativo popular del conocido video sobre una celebración de la cúpula maoísta donde Guzmán y otros danzan el célebre sirtaki) y su captura le quitaron mucho del misterio sobre Abimael Guzmán.

Edith Lagos es otro ejemplo de esta mitificación. Cuando miles de ayacuchanos asistieron a su fune-ral en 1982, surgió la idea de que era una de las principales líderes del PCP-SL, pero hoy ya es cono-cido que ella no tenía un rango muy alto.

Hildebrando Pérez Huarancca consiguió fama al publicar su libro de cuentos Los ilegítimos (1980) y recibir una recepción crítica favorable. Al ser arres-tado en enero de 1982 bajo la acusación de perte-necer al PCP-SL, llegó a tener más notoriedad aun, la cual aumentó cuando fue uno de los prisioneros

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que escapó del CRAS2 el 2 de marzo de 1982. Ade-más, terminó siendo acusado de encabezar la ma-tanza en el distrito de Santiago de Lucanamarca el 3 de abril de 1983. Según la fuente, allí murieron de 67 a más de 100 personas.3 Ahora, se le conoce como escritor y líder de la masacre de Lucanamar-ca. Sin embargo, en el llamado Megaproceso solo los autores intelectuales fueron enjuiciados y en-contrados culpables. Sin embargo, de las personas acusadas de participación directa en la matanza, un hombre fue absuelto, se retiró a una mujer de la lista de los acusados por confirmarse su muerte y ninguno de los otros acusados ha tenido un juicio.

Se afirma que la primera víctima en una guerra es la verdad. Al analizar diversos estudios, artículos e informes acerca de la guerra interna, es obvio que el caos de la guerra ha impedido que se llegue a la verdad completa y que haya muchos rumores sin fundamento. Propongo que no hay ninguna prueba de la participación de Hildebrando Pérez Huaranc-ca en la masacre de Lucanamarca y que su papel en la guerra interna fue mínimo. Él escribió todos los cuentos para Los ilegítimos antes de 1975, el año en que ganó el concurso “José María Arguedas”. Sin embargo, algunos lectores interpretan dichos cuentos como si fueran un comentario directo y anticipado sobre una guerra que apenas comenza-ría varios años después. En este estudio analizaré

2 CRAS significa Centro de Reclusión y Adaptación Social.3 Varían los números. La Comisión de la Verdad y Reconciliación pone el número a 69, pero con frecuencia aparece el número 67 también, mientras que Abimael Guzmán lo pone cerca de 80 y el General José Rolando Valdivia Dueñas estima 105.

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la vida de Hildebrando Pérez Huarancca y su aporte a la literatura peruana antes de enfocarme en las acusaciones y rumores acerca de su participación en el PCP-SL.

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Vida y muerte deHildebrando Pérez Huarancca

Hildebrando Pérez Huarancca nació en la comu- nidad de Espite, Ayacucho, en 1946, y, según nume-rosas fuentes, habría muerto en los años ochenta; algunas de ellas señalan su deceso en julio de 1984. Fue profesor de Lengua y Literatura en la Univer-sidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga y la Universidad Nacional Enrique Guzmán y Valle (La Cantuta). Colaboró con el grupo literario Narra-ción. En 1975 su colección de cuentos Los ilegítimos ganó el primer premio del concurso “José María Arguedas”, patrocinado por la Asociación Univer-sitaria Nisei del Perú (aunque solo se publicó muy posteriormente, en 1980). En febrero de 1978 fue a trabajar a China como profesor, y volvió en octubre de 1980 a Ayacucho para enseñar en la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga. En enero de 1982 fue arrestado con la acusación de pertene-cer al PCP-SL. Ya para mediados de febrero tenía el permiso legal para su liberación, pero, por demo-ras burocráticas, todavía estaba en la cárcel el 2 de marzo cuando las fuerzas subversivas atacaron el CRAS de Huamanga y él logró huir. No hay duda de que se unió a las fuerzas senderistas. Lo que está en debate serían sus motivos, por qué lo hizo, su posi-ción dentro del grupo subversivo y en qué acciones armadas participó.

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Diversas fuentes coinciden en que falleció antes de mediados de los años ochenta y, señaladamente algunas, en 1984. Tomás G. Escajadillo menciona algunos rumores que se encontraba en Francia en la época de su deceso, pero cree que murió en la guerra (“Hildebrando Pérez Huarancca” p. 87).4 En El cuento peruano: 1980-1989 Ricardo González Vi-gil también opina que murió en los años ochenta (p. 328). El narrador Roberto Reyes Tarazona, en su crónica “Testimonio”, relata cuando Hildebrando Pérez Huarancca lo visitó y se quedó con su familia. Mirando los detalles de aquel testimonio, es obvio que dicha visita ocurrió en 1983. Sobre su muerte, comenta:

No volví a verlo y poco después de un año me lle-gó la noticia de su muerte en combate, en la región donde operaba. Lo raro es que, a pesar de su nivel de mando, su caída no fue difundida en ninguno de los medios de comunicación de entonces, como era de esperar. Con los años, eso ha provocado más de una vez rumores acerca de su reaparición aquí y allá. Ru-mores a los que no presto la más mínima atención, porque la noticia de su muerte, en su momento, pro-vino de fuentes irreprochables, y los detalles de su caída en combate, si bien eran algo extraños, eran tan específicos que no dejaban lugar a dudas (p. 25).

Reyes Tarazona señala la muerte en 1984 y ese año coincide con otras fuentes. En el libro En honor a la verdad, un soldado afirma que lo vio muerto: “Cuando revisamos los cadáveres nos dimos con la sorpresa que uno de estos era el de Hildebrando

4 También, véase su La narrativa indigenista peruana, pp. 163-69.

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Pérez Huarancca, (c) Medina, el de la masacre de Lucanamarca” (84).5 Este testimonio viene de la se-gunda sección del libro que cubre las acciones de 1983-1985. Un preso senderista afirma que murió en julio de 1984, poco después de volver de un viaje a Lima. Hubo un enfrentamiento con los mi-litares, y una bala le alcanzó la cabeza, matándolo. Al retirarse los militares, sus compañeros lo ente-rraron en una tumba improvisada. Si se cree esta versión, quizá explique por qué no hubo ninguna noticia sobre su muerte.

El escritor Dante Castro Arrasco detalla una his- toria similar. Argumenta que Hildebrando Pérez Huarancca no pertenecía a SL antes de su arresto en enero de 1982, pero al ocurrir el asalto al CRAS de Huamanga tuvo que formar parte de él:

“(Hildebrando Pérez), como sabes, fue liberado por el ataque senderista al CRAS de Ayacucho. Desde allí, sólo tenía un camino viable para salvar el pelle-jo. Tuvo que guardarse sus discrepancias ideológicas con el fundamentalismo gonzalista y tomar por ese único camino de supervivencia. No podía dar marcha atrás, nuevamente a la sala de torturas o a la ejecu-ción extrajudicial. Se afilió a SL y se convirtió en uno de sus mejores cuadros de combate” (En Faverón, “El destino de Pérez Huarancca”).

En esta versión, su hijo había muerto en las filas de Sendero Luminoso e Hildebrando Pérez Hua-rancca comenzó a descuidarse:

5 La nota a pie dice que la entrevista O022 se realizó el 5 de agosto del 2009.

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Sucede que (Hildebrando) hizo todo lo posible para que su hijo de 15 años no fuese arrastrado por el torbellino de violencia, pero el muchacho se me-tió a SL y escaló posiciones hasta que lo mataron en un combate.6 Las semanas siguientes, (Hildebran-do) empezó a descuidar sus medidas de seguridad, a echarse unos tragos y a actuar como si buscase quien le diera muerte. Sentimientos de culpa, ganas de reunirse con su hijo, etc., son cosas que imagino han pasado por su cabeza. No tardó en caer en una emboscada. Murió sin ser hecho prisionero, según me cuentan” (En Faverón, “El destino de Pérez Hua-rancca”).

Sus familiares y algunos amigos cuentan una historia similar en la que huía de las fuerzas del or- den y le alcanzó una bala en la cabeza. Un misterio es el por qué no salió ninguna noticia de su muerte y por qué el PCP-SL nunca notificó a la familia de su muerte. Aunque hay y habrá rumores, lo más pro-bable es que haya muerto en combate en 1984.

6En las dedicatorias de Crónica de músicos y diablos (Lima: PEISA, 1999), Gregorio Martínez escribe sobre el hijo de HPH: “En memoria de Iván Pérez Vallejo”.

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Hildebrando Pérez Huarancca y el campo literario

La crítica literaria varía bastante. Tomás G. Es- cajadillo y Silvia Nagy lo ubican en la corriente neoindigenista. El artículo breve de José Iztueta da un panorama de su obra. En mi tesis doctoral, Violence and Relations of Power in Andean-Based Peruvian Narrative since 1980 (1995) (La violencia y las relaciones del poder en la narrativa peruana andina desde 1980), dedico un capítulo a La tumba del relámpago, de Manuel Scorza, y Los ilegítimos. Mi lectura de la novela de Scorza es la búsqueda de una nueva praxis revolucionaria, y de Los ilegíti-mos es la lucha fracasada del campesinado contra un sistema que lo oprime y un futuro posible para el campesinado. Tenemos también un artículo de Alexandra Hibbett enfocado en cómo el libro trata la injusticia.7

Pérez Huarancca ha sido también inspiración de personajes y debates literarios. En 1989, Luis Nieto Degregori publica el cuento, “Vísperas”,8 que

7En el apéndice se encuentra la bibliografía de estas obras.8El cuento se publica en su colección de cuentos Como cuando está-bamos vivos, Lima: El zorro de abajo ediciones, 1989, y en su libro Con los ojos para siempre abiertos, Lima: El zorro de abajo ediciones, 1990. Aparece en las siguientes antologías: El cuento peruano: 1980-1989, Ricardo González Vigil, Ed., Lima: Copé, 1997; El cuento peruano en los años de violencia, Mark R. Cox, Ed., Lima: Editorial San Marcos, 2000, y Toda la sangre: Antología de cuentos peruanos sobre la violencia políti-ca, Gustavo Faverón Patriau, Ed., Lima, Matalamanga, 2006.

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gira en torno a Amadeo, un profesor universitario y escritor frustrado. Le tiene celos a otro profesor universitario: el escritor ―publicado y premiado―Grimaldo Rojas Huarcaya, personaje notoriamente inspirado en la vida y los rumores acerca de Hil-debrando Pérez Huarancca. En 1990 dicho cuento suscitó un debate entre el autor y Dante Castro Arrasco.

Años más tarde, en 2004, Julián Pérez Huaranc-ca ―el hermano menor de Hildebrando Pérez Hua-rancca― ganó el premio de novela Federico Villa-rreal con su novela Retablo, en la cual un personaje se llama Grimaldo Medina Huarcaya, igualmente inspirado en su ya difunto hermano. En las páginas siguientes analizaremos los dos personajes inspira-dos por Hildebrando Pérez Huarancca.

En mayo de 1990 Luis Nieto Degregori responde en la revista Unicornio a un artículo de Dante Cas-tro de la misma publicación sobre la violencia y la narrativa.9 En “Los Andes en llamas” Dante Castro hace un análisis de esta narrativa y los desafíos:

Mención aparte merece la narrativa de Luis Nieto Degregori, no solamente por su calidad sino por el oscuro punto de vista en que sitúa la situación aya-cuchana. Lucho Nieto ha publicado Harta cerveza y harta bala (Lima, 1987) y La joven que subió al cielo (1988), pero donde penosamente incurre en asuntos de poca ética es en su colección de cuentos Como cuando estábamos vivos, con la narración testimo-

9 Dante Castro, “Los Andes en llamas”, Unicornio, mayo de 1990, y Luis Nieto Degregori, “Incendio en un vaso de agua”, Unicornio, 32 (28 de mayo de 1990): 16-17. Los mismos textos aparecen en Sasachakuy tiempo: memoria y pervivencia, Mark R. Cox, Ed., Lima: Pasacalle, 2010.

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nial “Vísperas”, hecha esta última con los mismos demonios de rencor que descalifican a Vargas Llosa, Luis Nieto pierde imagen al denigrar a otro narrador de mucha calidad, Hildebrando Pérez Huarancca, mediante el relato mencionado. No le fue necesario colocar el nombre del recordado Hildebrando, sino que fabricó un personaje: Grimaldo Rojas Huarcaya, en el cual el lector puede identificar al desaparecido cuentista ayacuchano (Sasachakuy tiempo p. 16).

Respondiendo al ensayo de Castro, Nieto Degre- gori escribe los siguientes párrafos:

En su recuento de autores que han abordado el tema de la violencia, Dante Castro señala que mi na-rrativa merece mención aparte, entre otras razones porque la embarro (“incurro en asuntos de poca éti-ca”, según sus propias palabras) cuando, en el cuento “Vísperas” toco el tema de la actitud del escritor y del intelectual ante Sendero. Aquí vienen al caso un par de aclaraciones: en primer lugar, no denigro a Hil-debrando Pérez Huarancca, de quien me hice amigo por el año 80, cuando trabajamos juntos en la Uni-versidad de Huamanga, aunque sí es cierto que este escritor es el prototipo de mi personaje. Me he visto muchas veces en el trance de aclarar a inexpertos lectores que el escritor crea sus personajes en base a personas de carne y hueso, generalmente de su en-torno, sin que esto signifique que esté retratando a estas personas con el solo cuidado de cambiarles de nombre. Es la primera vez que tengo que aclarar esto a un escritor.

En segundo lugar, lo poco ético al abordar el tema de Sendero es no tomar posición ante los actos de barbarie de este grupo armado (tan o más genoci-da que las fuerzas del orden cuando éstas cometen excesos) o decir que uno no comparte ni las ideas ni los métodos de lucha de los senderistas pero, al re-crearlos en la literatura, pintarlos de tal manera que

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el lector termina identificándose precisamente con ellos (Sasachakuy tiempo, p. 21).10

Mientras Castro cree que no es ético la forma como Nieto Degregori escribe sobre el personaje inspirado por Pérez Huarancca, Nieto Degregori cree que es una peor violación de la ética no tomar una posición en contra de Sendero. Sostiene que lo que hace es explorar “el tema de la actitud del escritor y del intelectual ante Sendero”.

Sostengo que una lectura cuidadosa del cuen- to “Vísperas” revela un análisis del campo de la producción literaria peruana y lo que años después se llamaría las divisiones entre escritores andinos y criollos. Amadeo es un profesor universitario de in-glés y un escritor frustrado. Es costeño, tiene víncu-los con Estados Unidos, cree en una literatura tra-dicional en español estándar, demuestra un desdén hacia la narrativa serrana, y es un fracaso como es-critor. El primer párrafo está lleno de descripciones de Amadeo y sus ideas: “El fracaso”, “frustrado”, “inutilidad”, “nos rendimos”, “nos dejamos arras-trar por la corriente” y “Abandonarse” (Nieto, Con los ojos abiertos para siempre 69). Solo, entregado al trago, resentido y con un desprecio por la na-rrativa andina, podría representar una perspectiva

10 Por otro lado, la idea de la necesidad de tomar una posición aparece en el artículo “La narrativa sobre la guerra: apuntes iniciales”, por la Asociación Literaria Nueva Crónica, compuesto por presos políticos y ex-presos. Describen tres clases de narrativa de este tipo, y la tercera es la literatura del “justo medio”, donde los escritores pretenden ser imparciales, pero no toman una “verdadera posición por el pueblo y su destino” (Sasachakuy tiempo 69). En mi ensayo “Dos perspectivas literarias opuestas: Dante Castro y el Grupo Literario Nueva Crónica”, entro en esta diferencia de opiniones en más detalle (Sasachakuy tiempo, pp. 118-133).

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literaria criolla. En contraste, Grimaldo Rojas Huar-caya, el personaje inspirado por Hildebrando Pérez Huarancca, tiene una trayectoria muy diferente: es de la sierra, ha vivido en China, escribe con un lenguaje poético que refleja la oralidad serrana. A diferencia de Amadeo, es un escritor exitoso. Mien-tras Amadeo critica la sintaxis y el lenguaje de na-rradores andinos, Grimaldo lo ve como una reno-vación de una tradición. Amadeo considera que su colega es un escritor de segunda o tercera catego-ría, y ha ganado reconocimiento por haberse unido a los subversivos. Sin embargo, contradice esta idea cuando dos críticos literarios de renombre, uno peruano y el otro alemán, conocen la obra de Gri-maldo y la tienen en buena estima. Durante todo el cuento la crítica y los insultos hacia Grimaldo vienen de Amadeo, un costeño influenciado por el mundo occidental, con un desprecio hacia la sierra y resentido por su fracaso como escritor. En cam-bio, siempre hay una respuesta en el cuento para contradecir las ideas negativas que tiene Amadeo hacia Grimaldo. En el contexto de las diferencias entre andinos y criollos, Grimaldo se ve como uno de los innovadores de la narrativa andina. Se puede cuestionar la ética de basar un personaje en una persona histórica, como hace Dante Castro, pero el cuento “Vísperas” pinta una imagen muy positiva de Grimaldo como escritor (y por extensión de la narrativa andina), mientras que Amadeo es un cos-teño con una perspectiva muy diferente de la lite-ratura, pero en la práctica es un escritor fracasado.

La otra obra que tiene un personaje inspirado por Hildebrando Pérez Huarancca es, como adelan-tamos, la novela Retablo, escrita por su hermano

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Julián Pérez, quien además es autor de tres colec-ciones de cuentos y cuatro novelas, casi todos ellos tratando el tema de la guerra interna.11 Como una reacción al personaje Grimaldo Rojas Huarcaya del cuento de Nieto Degregori, el personaje en Retablo se llama Grimaldo Medina Huarcaya (quizá el ape-llido Medina se refiera a uno de los noms de guerre atribuidos a Pérez Huarancca). Compleja y rica, la novela se encuentra entre las mejores acerca de la guerra interna.

La novela abarca generaciones de la familia Medina y su desafío de proteger Pumaranra, su pueblo, de una familia rica y sus aliados de Luca-namarca.12 Grimaldo Medina Huarcaya es un buen estudiante que llega a ser profesor, se vuelve mu-jeriego después de sufrir una humillación por una estudiante rica de Huamanga y es como un padre y madre para sus hermanos menores. Se convierte en un mando subversivo y considera que sigue la lucha de su padre y su abuelo contra los ricos que explotan a los pobres. A diferencia de Hildebrando Pérez Huarancca, quien pasó tiempo en la China y escapó del CRAS en 1982, estos detalles no figuran

11 Uno de los mejores y más prolíficos autores sobre la guerra inter-na, ha publicado las colecciones de cuentos Tikanka, Lima: Retama, 1989, Transeúntes, 2a ed. Lima: Labrusa, 1990; Papel de viento, Lima: Editorial San Marcos, 2000, y las novelas Fuego y ocaso, Lima: Edito-rial San Marcos, 1998, Retablo, Lima: UNFV, 2004, El fantasma que te desgarra, Lima: Altazor, 2007, y Resto que no cesa de insistir, Atalaya Editores, 2011.12 Varias fuentes en este estudio indican que parte de la barbarie en la masacre de Lucanamarca provino de represalias personales. Sin embargo, la novela no toca el tema de la masacre, ni menos alguna participación por parte del personaje Grimaldo.

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en la novela, pero ―obviamente― hay que recor-dar que Grimaldo es un personaje de ficción.

Las dos obras que tienen personajes inspirados por Hildebrando Pérez Huarancca son similares en tener una perspectiva externa de él, describirlo como una persona que se preocupa por los otros, y, al fin y al cabo, un personaje desconocido y lleno de misterio. El hecho que Hildebrando se haya con-vertido en referencia literaria, además de su pro-pia obra, dice mucho de la influencia que definiti-vamente tiene cuando (no solamente) la literatura aborda el tema del conflicto armado interno.

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El fácil ejercicio de sindicar: Las acusaciones contra

Hildebrando Pérez Huarancca

Un ejemplo de la confusión reinante en los pri-meros años de la guerra es la declaración el 18 de agosto de 1983 por el ministro del Interior, Luis Pércovich Roca, que los ideólogos principales del Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso eran Abimael Guzmán, Luis Kawata, Osmán Moro-te, Hildebrando Pérez y Antonio Díaz Martínez (Ro-jas Samanez, p. 289). Como se sabe ahora, las tres personas principales eran Abimael Guzmán, Augus-ta de la Torre y Elena Iparraguirre. Proponer que Pérez Huarancca fuera una las personas principales de Sendero Luminoso y hasta uno de sus ideólogos principales no se sustenta en ninguna otra fuente. Tampoco la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) lo menciona como ideólogo.

Además, hay bastante documentación que Luis Kawata se alejó del grupo, aunque sufrió dos de- tenciones breves entre 1980 y 1988 (DESCO I, pp 68-83). Según un reportaje de la revista Caretas del 27 de junio de 1988, ubicaron a Luis Kawata en Ica, donde enseñaba (“El club de Kawata” 16-17, 74). Hay más información sobre su alejamiento del PCP- SL en “Shining Path’s Stalin and Troksky”, por Gus-tavo Gorriti.

Aunque Hildebrando Pérez Huarancca, al igual que casi todos los afiliados con la Universidad Na-

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cional de San Cristóbal de Huamanga, conocía a muchos de los que lucharían en la guerra interna, varias fuentes de familiares, amigos y participantes en la subversión han manifestado que en los años setenta se alejó de ese grupo, culminando así su estancia en China. En los años sesenta y setenta casi todas las personas viajaron a China por razones económicas, no por instrucción para la gue- rrilla. Miembros del grupo literario Narración que ense-ñaron en China incluyen a Miguel Gutiérrez (y su esposa Vilma Aguilar), Oswaldo Reynoso y Juan Mo-rillo. Hildebrando Pérez Huarancca se llevó a China a su esposa e hija y se quedó allí desde febrero de 1978 hasta octubre de 1980. Si, como postulan sus acusadores, fuera uno de los principales líderes del PCP-SL, ¿por qué habría ido a China justo cuando se planeaba el inicio de la lucha armada?

Como se verá, especialmente en los primeros años del conflicto, hay mucha información errónea y bastante confusión sobre quiénes estaban con el PCP-SL y qué papeles jugaban dentro de esa orga-nización.

El informe La masacre de Lucanamarca (Ayacu- cho 1983) de la Comisión de la Verdad y Reconci-liación contiene varias aseveraciones acerca de Hildebrando Pérez Huarancca que carecen tanto de fundamento como de fuente mencionada o incluso rigor. Por ejemplo, declara que “La violencia política en el departamento de Ayacucho se inició el día 18 de mayo del año 1980” (8). Como se sabe, no fue el 18 de mayo, sino el 17. Incluso acusan al propio Hil-debrando Pérez Huarancca de haber encabezado la quema de ánforas en Chuschi: “Ha sido sindicado como jefe de la columna senderista que realizó el

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atentado en Chuschi el 17 de mayo de 1980” (46). No cita ninguna fuente para esta acusación ni expli-ca cómo él pudiera haber liderado esa acción mien-tras se encontraba en China hasta octubre de 1980.

El mismo informe lo ubica en Madrid e incluso sostiene que desde 1992 vivía en París. Una ten- dencia por lo menos curiosa de la CVR es tomar una sola fuente o un solo testimonio y cambiarlo al plural. Por ejemplo, un artículo en la revista Sí propone que estuvo en Madrid, y la CVR convierte esta fuente en plural: “Algunas publicaciones afir-man que Hildebrando Pérez Huarancca fue visto en Madrid en 1986” (p. 46).13 No explica cómo un artículo en la revista Sí pasa a citarse como “algunas publicaciones”. Es más, la CVR sostiene que todavía vive y se encuentra en Europa:

El 3 de marzo de 1982 fugó del CRAS de Hua- manga y a partir de entonces se desempeñó como el responsable de Sendero Luminoso en el Comité Zo-nal Cangallo Víctor Fajardo hasta el año 1987. A par-tir de ese año se le conocería con el seudónimo de “Carlos”. La última información que posee la DINCO-TE es que a partir de 1992, Pérez Huarancca estaría trabajando en la ciudad de París (Francia) con Maxi-miliano Durán Araujo la organización de propaganda de Sendero Luminoso llamada “Sol Perú” (pp. 45-46)

Es probable que esta información haya venido de Executive Intelligence Review, una revista de la organización de Lyndon H. LaRouche, Jr., un nor- teamericano que encabeza un controvertido y po-

13 La nota a pie cita una sola fuente: “86 Revista Sí, Año 2, No 53, pági-nas 30, 31 y 32”.

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lémico grupo de la periferia política estadouniden-se. En el artículo “RIM: Narco-Terrorist Merchants of Death” (Movimiento Revolucionario Internacio-nalista: vendedores narcoterroristas de la muerte) postula que “Sendero Luminoso se integró en las operaciones terroristas basadas en Europa en no-viembre de 1985, cuando dos líderes senderistas, Maximiliano Durand Araujo e Hildebrando Pérez Huaranca (sic) viajaron a París, Bruselas, y Libia como parte de una delegación del RIM”.14 En el mis-mo número de la revista, el artículo “Shining Path: Core of the RIM Project” (Sendero Luminoso: Cen-tro del Proyecto RIM) lo ubica en Europa, haciendo “agitación y propaganda en los círculos culturales, por medio de varios grupos musicales de folklore y teatro, encabezado por Hildebrando Pérez Huaran-co (sic)”.

Sin embargo, este artículo está repleto de dis- torsiones y errores. Por ejemplo, manifiesta que Sendero Luminoso colgó un perro de una farola (nó-tese el singular), y Edith Lagos encabezó el ataque al CRAS en Huamanga en 1982 y murió en la batalla (era una prisionera dentro de la prisión, escapó y murió unos meses después). Entre las personas y organizaciones que apoyan o defienden a Sende-ro Luminoso, dicho artículo menciona al historia-dor Pablo Macera, a grupos de derechos humanos como Amnistía Internacional, al gobierno británico, al Instituto de Estudios Peruanos, al antropólogo Carlos Iván Degregori, al politólogo norteamerica-no David Scott Palmer (quien incluso trabajó para

14 Todas las traducciones del inglés al castellano son de mi autoría.

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el Departamento de Estado), y al periódico La Re-pública. Como se ve, con tantos errores es difícil tomar en serio los dos estudios del Executive Inte-lligence Review y mucho más difícil su insistencia que Hildebrando Pérez Huarancca esté en Europa, especialmente porque casi toda la información in-dica que murió en 1984.

Por desgracia, este tipo de errores y rumores comienza a transformarse en “verdades” que se repiten una y otra vez hasta que se sedimentan en la historia “oficial”. Pensándolo al revés, unos sos-tendrían que la historia “oficial” propala errores y rumores para modelar la opinión pública con sus “verdades”.

Cuando algunas personas encuentran informa- ción errónea y la citan, como en los dos artículos en el Executive Intelligence Review, dicha informa-ción errónea e incluso tendenciosa adquiere cier-ta credibilidad fortaleciendo en parte los rumores sin prueba sobre una persona. En su blog Lapicero Digital, el 24 de agosto del 2008, el economista y analista Silvio Rendón publica el ensayo “No estaba muerto. ¿Estaba en Francia?”. Cita los dos artícu-los mencionados en el párrafo anterior y termina el ensayo con esta preocupante conclusión: “La de EIR suena a una versión a tomarse en cuenta”. Así, sin una necesaria lectura crítica que uno supondría, apoya información errónea de un grupo con una credibilidad casi nula en Estados Unidos y, desgra-ciadamente, promueve muchos errores y distorsio-nes.

El 31 de agosto de 2008, el crítico literario y co-nocido bloguero Gustavo Faverón Patriau responde a Rendón con “¿Pérez Huarancca en París? Habría

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vivido en Francia después de Lucanamarca”. Termi-na su ensayo con estos dos párrafos:

Quien lea completos los artículos notará el ma-cartismo de algunas acusaciones (se habla del IEP, de Amnistía Internacional y hasta de Pablo Macera como mentores o defensores de Sendero Luminoso), pero también verá que los datos fácticos sobre la or-ganización y su accionar a nivel internacional están bastante ajustados a lo que se ha podido comprobar posteriormente.

Siendo esto así, cabe preguntarse: si es verdad que Hildebrando Pérez Huarancca emigró a París en 1985, y permaneció allí como agitador en los cuadros internacionales de Sendero Luminoso, ¿estará toda-vía en Francia o en algún lugar de Europa?

Aunque Faverón admite una falta de objetividad en los artículos, no le da la importancia debida a sus graves errores y más bien termina dándole una credibilidad que hemos evidenciado como inmere-cida. Como blogueros de referencia, dejan la puer-ta abierta a que se repitan los mismos errores y si-gan extendiendo lo que, en el menor de los casos, resulta abierta desinformación.

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Acápite kafkiano: La confusión de Hildebrando Pérez

Huarancca con otras personas

Hay dos escritores que se llaman Hildebrando Pérez. Hildebrando Pérez Grande nació en Lima en 1941, es profesor universitario y poeta, y ganador del Premio Casa de las Américas en 1978. Como mencionamos líneas arriba, Hildebrando Pérez Huarancca nació en Espite, Ayacucho, en 1946, y fue profesor universitario, cuentista y cronista. Para añadir al caos, a veces han usado los dos apellidos y a veces no. Por ejemplo, en la primera edición de Los ilegítimos se lee Hildebrando Pérez Huarancca en la tapa y la contratapa, pero en la espina del li-bro dice Hildebrando Pérez H., igual como aparece en el libro Luchas del magisterio: De Mariátegui al SUTEP. Se encuentra un ejemplo de esta confusión en la bibliografía anotada de John M. Bennett. La cita biográfica es así: “Pérez, Hildebrando, Aguar-diente y otros cuentos, La Habana: Casa de las Amé-ricas, 1978. 77 pp.” (207). Pues no, es un libro de poesía, y el título correcto es Aguardiente y otros cantares. La anotación es “Poetry by one of SL’s theoreticians” (Poesía por uno de los teóricos de SL) (p. 207). No solo confunde a los dos escritores, sino repite la acusación del ministro del Interior, Luis Pércovich Roca, que Hildebrando Pérez Hua-rancca fue uno de los cinco ideólogos de Sendero Luminoso.

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Hildebrando Pérez Grande pasó tiempo en Fran- cia y fue corresponsal de Cambio. El 16 de octubre de 1986 sale una entrevista suya con el crítico lite-rario francés Roland Forgues, con el título “Un mito muy cómodo: Sendero se ha convertido en la de-de-sesperación de la derecha y la mala conciencia de la izquierda”. Su pie de autor es “Hildebrando Pé- rez desde Francia” (18). Aunque el autor es Hilde- brando Pérez Grande, es fácil comprender por qué hay confusión entre los dos escritores Hildebrando Pérez y que unos creen que era el “Huarancca” que estaba en Europa en vez de el “Grande”.

Otro desafío es que en la guerra interna todos los participantes del movimiento subversivo usa-ban seudónimos (“nombres de masa”, como se conocía dentro de la organización), en muchos ca-sos más de uno, y era muy difícil saber la identidad verdadera de una persona. La estructura de célu-las de Sendero Luminoso era tal que los miembros sabían la identidad de muy pocas personas puesto que así era más fácil mantener la integridad de la organización y evitar infiltraciones (hay que recor-dar también que, en el otro bando, miembros de las fuerzas del orden también utilizaban seudóni-mos). Abimael Guzmán era Álvaro y Gonzalo. Los seudónimos atribuidos a Pérez Huarancca incluyen Horacio, Medina, y Carlos.

Al igual que algunas personas lo han confundido con Hildebrando Pérez Grande, también ha existi- do una confusión entre Claudio Bellido Huaytalla, camarada Caszely, e Hildebrando Pérez Huarancca.

En el libro Ayacucho: testimonio de un soldado, el general Roberto Clemente Noel Moral culpa a Pérez Huarancca de la matanza de Lucanamarca:

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Desde la provincia de Lucanas el profesor de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga, Hedilbrando (sic) Pérez H., responsable militar del movimiento subversivo en la provincia de Cangallo, reinicia el 02 de abril de 1983 sus acostumbrados actos criminales, y esta vez contra la comunidad de Santiago de Lucanamarca, para cometer la masacre más grande que se registra en la historia de la vida andina del Perú (hecho descrito y divulgado por la revista Caretas) (66).

Se notará que no solamente se equivoca con la fecha (el 3 de abril en vez del 2 de abril), escribe mal el nombre Hildebrando, y nunca aclara cuá-les eran “sus acostumbrados actos criminales”. Un error más grave, como apunta el periodista Ricardo Uceda, es que el general Noel y muchos militares confundieron a Hildebrando Pérez Huarancca con otra persona:

Claudio Bellido Huaytalla era el principal jefe mi-litar de la zona central. Al comienzo, como se revela en el libro de Noel, los militares creyeron que Hil-debrando Pérez Huarancca conducía la guerrilla en Cangallo, y le atribuyeron el seudónimo de Caszelly. Pero después se centraron en Bellido, buscándolo incansablemente desde 1984 (Muerte en el Penta-gonito, p. 116).15

En la página web “Foro Militar General” hay una sección con el título “La guerra contra Sende-

15 Uceda afirma que en 1986 los militares mataron a Bellido (116). La Comisión Permanente de Historia del Ejército también escribe que cayó en un enfrentamiento en octubre de 1986 (121-22). De los once testimonios del sur central de Ayacucho de la Defensoría del Pueblo sobre Bellido, dos dicen que falleció en 1984 (201549 y 202706), dos en 1986 (201171 y 201443), y uno en 1988 (201289).

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ro Luminoso: Perú, 1980-¿2000?” donde un forista confunde a Hildebrando Pérez Huarancca con Clau-dio Bellido Huaytalla, camarada Caszely. El forista “Grumo” mezcla el nombre y los apellidos de los dos:

E[n] los años 80, existia en ayacucho un subversi-vo denominado Casely (Hildebrando bellido Huaran-ca, creo). Era una leyenda de la zona. Tenía sangre de pescado, y muchas veces llegaba a las bases hacién-dose pasar como soldado, asesinaba al centinela y se llevaba su fusil. Tenia tan[t]a osadía que cuenta la leyenda urbana que el JPM16 de Ayacucho, luego de una reunión, al recoger su gorra, encontró una rosa con la leyenda “Hay una corona que te espera....Ca-sely” (35).

Sobre su muerte, dice: “Faltó mencionar en la CVR la matanza del año 86. Luego que el camarada-Casely (Hildebrando Bellido Huaranca) fuera muer-to en un enfrentamiento con las Fuerzas Armadas, el mando militar fue descabezado” (10).17

Hay más testimonios del sur central de Ayacu-cho en los archivos de la Defensoría del Pueblo que mencionan a Bellido en lugar de Pérez Hua-rancca. Uceda, la Comisión Permanente de Historia del Ejército y dos testimonios de los archivos de la Defensoría afirman que Bellido murió en 1986, y otras fechas en testimonios indican 1988 y 1984.

16 Jefe político-militar.17 En una comunicación de correo electrónico del antropólogo Carlos Iván Degregori, en medio de su lucha con el cáncer, tuvo la gentileza de escribirme estas líneas el 16 de octubre del 2010: “Lo de Hildebrando Pérez fue siempre complicado, durante la CVR simplemente no hubo tiempo para llegar a descubrir el misterio. Tampoco lo hizo del todo Ricardo Uceda”.

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Otra fuente sostiene que Claudio Bellido Huaytalla falleció a finales de 1982. Con varias fuentes que insisten que murió en 1982, 1984, 1986 o 1988, es evidente que alguien (o varios) se equivocan y tienen mala información. Los ejemplos del general Noel y de la página de discusión militar indican, por lo menos, una confusión de dos personas y la difi-cultad que tenía el gobierno y otros de saber contra quiénes luchaba.

Otras fuentes muestran a Víctor Quispe Palo-mino, el líder subversivo actual en el VRAE (Valle de los Ríos Apurímac y Ene), como el responsable de la matanza. En la misma página web, bajo el foro “Fuerzas Armadas del Perú” (p.157) “Jandres” menciona el artículo “Un ejército de menores con-tra Sendero Luminoso”, del periódico español El Mundo. Propone en dicho artículo que el que en-cabezó la masacre fue “Víctor Quispe Palomino, alias ‘José’, ejecutor de la matanza de Lucanamarca (1983), en la que 69 campesinos fueron asesinados a machetazos por Sendero Luminoso”. El programa televisivo “Punto Final” lo entrevistó y admitió que en Lucanamarca fue “combatiente”, pero no “co-mando” (“Entrevista Camarada José dirigente VRAE 2da. parte”). En un artículo del 30 de junio de 2009, el diario La Voz de Huamanga dice que el ataque a Lucanamarca “fue comandado por Víctor Quis-pe Palomino, hoy conocido como camarada ‘José’” (“100 mil soles entregó PIRC para Sacsamarca y Lu-canamarca”).

Como se ha visto, hay mucha información erró- nea acerca de Hildebrando Pérez Huarancca. Se le confunde con Hildebrando Pérez Grande y Claudio Bellido Huaytalla, se le acusa de encabezar la que-

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ma de ánforas en Chuschi mientras él se encontra- ba en China y se sabe ahora que no fue uno de los ideólogos principales de Sendero Luminoso. Unas fuentes culpan a Víctor Quispe Palomino de la ma-tanza de Lucanamarca. Las fuentes que lo ubican en Europa son bastante dudosas o lo confunden con otra persona, mientras que las versiones de su muerte ―la más probable, que acaeció en 1984―tienen bastante más fundamento.

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En la guerra:Su arresto y escape del

CRAS de Huamanga

Entre enero y marzo de 1982, la vida cambió ra- dicalmente para Hildebrando Pérez Huarancca. En enero de 1982 se encontraron en su casa a Jimmy Rousell Wensjoe Mantilla y a Carlos Vidal Alcántara Chávez,18 acusados de pertenecer a Sendero Lumi- noso, y la policía arrestó tanto a Pérez Huarancca como a su esposa, Teófila Vallejo. Según Tomás G. Escajadillo, esto generó “una energética protesta” por los escritores que participaban en el I Simpo-sio Nacional de Narrativa Peruana, el cual tomaba lugar en Huamanga a fines de enero de 1982 (“Hil-debrando Pérez Huarancca” p. 87).

En el informe de la CVR Ejecuciones arbitrarias en el hospital de Ayacucho (Huamanga 1982) se en-cuentran un testimonio y una resolución legal que documentan que no había pruebas contra Pérez Huarancca y que, por tanto, se ordenó su libertad. En su entrevista con la CVR, Rosa María Villarán de la Puente, pareja de Jimmy Rousell Wensjoe Manti-lla y directora del movimiento ciudadano “Para que no se repita”, sostiene que él viajó a Huamanga por un asunto de artesanía (58). Ella le muestra al en-

18 Estos dos serían ejecutados por la Guardia Republicana en el hospital de Ayacucho después del ataque al CRAS, el 2 de marzo de 1982.

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trevistador un documento fechado el 15 de febrero de 1982 para que se dé libertad a su pareja, a Pérez Huarancca y a su esposa Teófila Vallejo (57). Dicho documento aparece al final del informe:

Que, habiéndose rendido sus declaraciones ins-tructivas los inculpados Rusell Wensjoe Mantilla, Hil-debrando Pérez Huarancca, Teófila Vallejo Rodríguez de Pérez, en la instrucción que se les sigue por deli-tos de Terrorismo y otros, fluye de todo lo actuado que contra los citados inculpados no existen (sic) nin-gún cargo concreto de responsabilidad en los delitos instruidos hecho que se manifiesta de la descripción fáctica del Atestado Policial, y actuados Judiciales ... LEVANTESE la orden de Detención Provisional de los inculpados Rusell Wensjoe Mantilla, Hildebrando Pé-rez Huarancca, Teófila Vallejo Rodríguez de Pérez y póngales en inmediata Libertad (192).

Si no fuera por demoras administrativas, Hil- debrando Pérez Huarancca no habría estado en el CRAS el 2 de marzo.

Aunque algunas personas seguramente saben cuál es la verdad, las opiniones varían sobre en qué momento se une a la subversión, si era simpatizan-te o militante, y si estaba de acuerdo o no con la política subversiva del PCP-SL. Lo que sí se sabe es que escapó del CRAS el 2 de marzo de 1982 y se unió a la subversión. Como ya se ha mencionado, el escritor Dante Castro opina que Pérez Huarancca no estaba con Sendero Luminoso, pero tuvo pocas opciones al encontrarse con la decisión de huir o quedarse en la cárcel:

Tuvo que guardarse sus discrepancias ideológicas con el fundamentalismo gonzalista y tomar por ese

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único camino de supervivencia. No podía dar marcha atrás, nuevamente a la sala de torturas o a la ejecu-ción extrajudicial. Se afilió a SL y se convirtió en uno de sus mejores cuadros de combate (En Faverón, “El destino de Pérez Huarancca”).

Lo esencial es que él terminó combatiendo en las filas del PCP- SL, pero aún hoy la confusión se sigue centrando en su papel, en su rango dentro de dicha organización y en las acciones que empren-dió.

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El caso Lucanamarca: ¿Dónde estaba Hildebrando

Pérez Huarancca el 3 de abril de 1983?

Existen diferentes versiones sobre el paradero de Hildebrando Pérez Huarancca el 3 de abril de 1983, e incluyen que se encontraba en Cangallo o en Lima, o simplemente no estaba en Lucanamarca ese día. En el testimonio que hizo Roberto Reyes Tarazona en el libro Pachaticray, ubica a Pérez Hua-rancca en Lima en 1983 para tener una operación a los ojos. Comienza su testimonio diciendo que ha-cía veinte años recibió una llamada telefónica. Ya que escribió el testimonio en 2003, se refiere al año 1983.19

Estaba en Lima para una operación a la vista (22). Reyes no recuerda el mes en que fue a Lima. Según otra fuente, Pérez Huarancca habría estado en Lima poco antes de su muerte en julio de 1984. En el cuento “Vísperas”, por Luis Nieto Degregori, el personaje Grimaldo se inspira en la figura de Hil-debrando Pérez Huarancca. Nieto Degregori ense-ñaba en Ayacucho con Pérez Huarancca y, aunque es una obra de ficción, algunas partes del cuento

19 Fui el editor de Pachaticray. Aunque es obvio que el visitante en el testimonio es Hildebrando Pérez Huarancca, Roberto Reyes Tarazona me ha confirmado que se trata de él.

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coinciden con información publicada y de conver-saciones. En el cuento se le describe cuando se en-contraba en la prisión: “Se quejó del estómago y de que le había recrudecido ―eso era evidente―una molestia crónica que tenía en los ojos” (Con los ojos para siempre 74). Si estuviera en Lima, Cangallo, u otro lugar, veremos que no hay ningún testigo pre-sente el día de la masacre que lo ubique en Luca-namarca.

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Lucanamarca: Los testimonios

Con pocas excepciones, casi todos los testimo- nios, estudios e informes sobre la guerra interna mencionan a Hildebrando Pérez Huarancca en dos contextos: su escape del CRAS el 2 de marzo de 1982 y su presunta participación y liderazgo en la matanza en el distrito de Santiago de Lucanamarca el 3 de abril de 1983. Hildebrando Pérez Huarancca aparece seis veces en los nueve tomos de la CVR: que él y otros habían sido capturados y estaban en el CRAS (Tomo II, p. 104), hay cuatro menciones de él como el mando en la matanza en el distrito de Santiago de Lucanamarca (Tomo VII, p. 38), y apa-rece con el seudónimo de Horacio como el mando en Lucanamarca (Tomo V, p. 64). Se lo halla una vez en Hatun Willakuy: Versión abreviada del informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación como preso en el CRAS (p. 117). Solo señala a Pérez Huarancca como preso en el CRAS de Huamanga en los dos volúmenes de DESCO, Violencia política en el Perú 1980-1988 (78). En el estudio de la Co-misión Permanente de Historia del Ejército, En ho-nor a la verdad (2010), nombran dos veces a Pérez Huarancca en el contexto del asalto al CRAS (58) y en un testimonio donde un soldado dice haberlo visto muerto y lo caracterizó como “el de la masa-cre de Lucanamarca” (84). Este testimonio es del 2009, años después de la publicación del informe

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final de la CVR. No figura en el estudio de dos vo-lúmenes del coronel (PNP) Benedicto Jiménez Bac-ca, y el general Noel lo menciona con el nombre de “Hedilbrando” en el contexto de mando militar en la masacre de Lucanamarca (66.) Se destaca que no hay más testimonios ni estudios sobre su papel en otras actividades subversivas.

Varían mucho los estimados del número de muertos en la matanza. La CVR estima sesenta y nueve, pero en los nueve tomos de su informe final no es consistente, con 67 muertos (Tomo I p. 88, Tomo IV p. 53, y Tomo V p. 63), en la misma pági-na citan 67 y 80 muertos (Tomo IV pp. 37 y 57), y 80 muertos (Tomo IV p. 337). En la “Entrevista del Siglo” Abimael Guzmán dice que fallecieron más de ochenta. Otros estimados incluyen “más de 40 campesinos” por un grupo militar (ADDCOT, El te- rrorismo en el Perú, 7), 105 campesinos por el ge- neral José Rolando Valdivia Dueñas (pp. 82 y 125), y 80 muertos por DESCO (Vol. I, 99-100). Preocupa que el estudio que debió haber sido el más serio, el de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, estima 67, 69 y 80 muertos. Le quita un poco de legitimidad la falta de consistencia y de rigor, pues se cuestiona la precisión y la confiabilidad de sus informes.

Después de las noticias de la masacre en Luca-namarca, a pesar de las protestas de otros perio-distas, solo se permitió ir al equipo periodístico de la revista Caretas. Mario Cueto Cárdenas cita un co- municado al respeto:

El Colegio de Periodistas denuncia ante la opi- nión pública, una vez más, las medidas discrimina-

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torias del jefe de la Zona de Emergencia. El general Noel negó las solicitudes de los medios de comuni-cación de Lima y Ayacucho para que les permitiera trasladarse en helicópteros a la comunidad de Luca-namarca. Sin embargo, autorizó que periodistas de la revista Caretas volaran en helicóptero a esa misma localidad, estableciendo nuevamente en Ayacucho una política de privilegio informativo inconstitucio-nal (Ayacucho: Prensa y violencia 65).

El estudio de DESCO también comenta la limi- tación a la prensa:

El 7 de abril, el Gral. Roberto Clemente Noel Mo-ral, jefe del Comando Político Militar en Ayacucho, prohíbe a periodistas de Associated Press el viaje a las comunidades de Lucanamarca y Huancasancos, a las cuales querían llegar para recabar información sobre los hechos relacionados con las acciones sen-deristas (Violencia política en el Perú 1980-1988 I, 99-100).

Así, siendo el único representante de la prensa al que habían permitido ir a Lucanamarca, llama la atención observar que en los dos números de Ca-retas después de la matanza en Lucanamarca, los números 743 y 744, no haya ninguna mención de Hildebrando Pérez Huarancca.

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Ayacucho 1983: El contexto de la guerra interna

Frente a la poca presencia del Estado peruano en Ayacucho hasta finales de diciembre de 1982, el PCP-SL desarrolló y expandió su área de influencia, quitándole espacio a las fuerzas policiales. Con la llegada de las Fuerzas Armadas, el gobierno modifi-có su política y cambió el curso y la naturaleza de la guerra. Además, los conflictos entre comunidades, así como las rivalidades e intrigas de individuos e instituciones que habían ejercido poder antes de la guerra interna, contribuyeron a elevar aun más el alto nivel de violencia en la zona (CVR Tomo VII 37). En cuanto a lo ocurrido el trágico día de la masacre, la Comisión de la Verdad y Reconciliación lo descri-be así:

La CVR ha podido determinar que desde las pri-meras horas del domingo 3 de abril de 1983, aproxi-madamente sesenta miembros del PCP-SL, armados con hachas, machetes, cuchillos y armas de fuego, iniciaron un ataque a lo largo de un trayecto que comprendió las zonas de Yanaccollpa, Ataccara, Lla-cchua, Muylacruz, culminando en el pueblo de Lu-canamarca, todas ellas pertenecientes al distrito de Santiago de Lucanamarca, provincia de Huancasan-cos, Ayacucho. Como consecuencia de la demencial incursión senderista, 69 campesinos fueron brutal-mente asesinados (Tomo VII 37).

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Dada la importancia de Lucanamarca como par- te de la guerra y su importancia en el Megaproce- so, han aparecido varios documentos que exploran este caso desde una perspectiva subversiva. Algo que llama la atención es que hay poca mención de Pérez Huarancca y de los otros acusados por su participación directa en la masacre. Su énfasis se centra en hacer una distinción entre el lideraz-go del PCP-SL y los participantes en la matanza, y poner un contexto más amplio de las acciones en la guerra. En la llamada “Entrevista del Siglo”, Abi- mael Guzmán trata de clarificar las acciones, y en el documento Breves notas aclaratorias acerca de los tergiversados hechos de Lucanamarca en la guerra popular en el Perú hay un análisis más detallado del caso.

En la “Entrevista del Siglo” (1988), Abimael Guz-mán destaca la acción de Lucanamarca, y afirma que la Dirección Central planificó la acción, pero echa la culpa a los participantes mismos por la crueldad y los excesos:

Frente al uso de mesnadas y la acción militar reaccionaria respondimos contundentemente con una acción: Lucanamarca, ni ellos ni nosotros la ol-vidamos, claro, porque ahí vieron una respuesta que no se imaginaron, ahí fueron aniquilados más de 80, eso es lo real; y lo decimos, ahí hubo exceso, como se analizara en el año 83, pero toda cosa en la vida tiene dos aspectos: nuestro problema era un golpe contundente para sofrenarlos, para hacerles com-prender que la cosa no era tan fácil; en algunas oca-siones, como en ésa, fue la propia Dirección Central la que planificó la acción y dispuso las cosas, así ha sido. Ahí lo principal es que les dimos un golpe con-tundente y los sofrenamos y entendieron que esta-

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ban con otro tipo de combatientes del pueblo, que no éramos los que ellos antes habían combatido, eso es lo que entendieron; el exceso es el aspecto negativo. Entendiendo la guerra y basándonos en lo que dice Lenin, teniendo en cuenta a Clausewitz, en la guerra la masa en el combate puede rebasar y expresar todo su odio, el profundo sentimiento de odio de clase, de repudio, de condena que tiene, ésa fue la raíz; esto ha sido explicado por Lenin, bien claramente explicado. Pueden cometerse excesos, el problema es llegar hasta un punto y no pasarlo por-que si lo sobrepasas te desvías; es como un ángulo, hasta cierto grado puede abrirse, más allá no. Si a las masas les vamos a dar un conjunto de restricciones, exigencias y prohibiciones, en el fondo no queremos que las aguas se desborden; y lo que necesitábamos era que las aguas se desbordaran, que el huayco en-trara, seguros de que cuando entra arrasa pero luego vuelve a su cauce. Reitero, esto está explicado por Lenin perfectamente; y así es como entendemos ese exceso. Pero, insisto, ahí lo principal fue hacerles en-tender que éramos un hueso duro de roer, y que es-tábamos dispuestos a todo, a todo (“Entrevista con el Presidente Gonzalo”).

Como se ve, el discurso es muy repetitivo y di-dáctico para poner énfasis en la importancia de la respuesta del PCP-SL. Se repiten muchas palabras y expresiones. En una oración trata de explicar de dos o tres maneras la misma idea de que fue una lección para el gobierno y que no eran como la guerrilla de los años sesenta: “respondimos con-tundentemente con una acción: Lucanamarca”, “vieron una respuesta que no se imaginaron”, “un golpe contundente para sofrenarlos”, “para hacer-les comprender que la cosa no era tan fácil”, “Ahí lo principal es que les dimos un golpe contundente

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y los sofrenamos”, “entendieron que estaban con otro tipo de combatientes del pueblo”, “no éra- mos los que ellos antes habían combatido”, “ahí lo principal fue hacerles entender que éramos un hueso duro de roer”, y “que estábamos dispuestos a todo, a todo”.

Entonces, la lección o el escarmiento es la razón principal para la acción. Subraya la importancia de la acción en declarar que la Dirección Central “pla- nificó” y “dispuso” cómo iba a ser. Con la excep- ción de la tercera persona singular para describir la Dirección Central, usa la primera persona plural para hablar del PCP-SL. Hay un contraste con los del partido (la primera persona plural) y los que ha- bían participado en la matanza (la tercera persona singular y plural). La primera oración es compleja, de varios renglones, e inserta en medio de ella que “hubo exceso”. La segunda oración reitera la im- portancia de la acción y termina con “el exceso es el aspecto negativo”. Luego, basándose en Lenin y Clausewitz, dice que las masas pueden excederse. En el párrafo usa “exceso” o “excesos” cuatro ve-ces. Ya explicado que existe la posibilidad de que las masas puedan sobrepasar lo pedido, dice que querían un impacto llamativo. Hecha esta distin-ción entre la dirección y las masas, vuelve a reiterar en la última oración, esta vez con la primera per-sona singular (“insisto”), que “lo principal” era dar el mensaje de ser “un hueso duro de roer”, y, con repetición “estábamos dispuestos a todo, a todo”. Cuando habla de las “mesnadas”, las fuerzas del or-den, y el gobierno peruano, usa la tercera persona plural. Querían enviarles el mensaje que eran gue-rrilleros diferentes.

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Es curioso que el análisis del 8 de abril de 1983 por la Embajada de Estados Unidos coincida con algunos de los puntos que hace Abimael Guzmán en la entrevista. En el cable se habla de varios factores para que la acción fuera tan cruenta. Se-ñalan la pasión, rivalidades entre comunidades, la justicia fuera de las instituciones del gobierno, las tensiones por la presencia y luego la falta de presencia de las fuerzas del orden, y problemas de comunicación entre la dirección y la gente que implementa las acciones. Concluyen que era posible que la acción ocurriera sin el control del liderazgo subversivo y que muchos de los subver-sivos, varios adolescentes, estaban motivados por la emoción, el miedo, y el oportunismo (State De-partment “Peruvian Terrorism Turns Bloodier, but not Necessarily According to Plan”, 8 de abril de abril.)

El documento Breves notas aclaratorias acerca de los tergiversados hechos de Lucanamarca en la guerra popular en el Perú. (Documento para en- tregarlo a la Sala Penal Nacional como parte de la Defensa Judicial en el “Megaproceso”), del 2006, agrega más detalle desde la perspectiva del PCP-SL. Varias veces insisten en la importancia de poner Lu- canamarca en un contexto mayor:

El problema de fondo, el hecho político y mili-tar que el Estado peruano y la llamada Comisión de la Verdad ocultan, tuercen y falsean de manera premeditada por interés y posición de clase contra-rrevolucionaria, es el proceso de restablecimiento del viejo poder que la fuerza armada ha preparado y desenvuelto a través de esos supuestos “levanta-mientos campesinos” que nos (sic) son sino la acción

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contrarrevolucionaria genocida de mesnadas enca-bezadas por la ralea de viejas autoridades, lacayos y otros ligados al gamonalismo derribados del poder, ya que la lucha de clases y fuerza de resistencia de los explotadores derrocados, ante el surgimiento del Nuevo Poder se hizo encarnizada en grado sumo, pues se sirven de las ventajas de la fuerza de la cos-tumbre y las tradiciones de la vieja sociedad, de la larga experiencia del Estado en el manejo militar, de la economía, el Poder. Y como contraparte, el PCP ha desenvuelto una respuesta para sofrenarlo, un con-trarrestablecimiento del Nuevo Poder perdido, a tra-vés de una heroica guerra popular del campesinado principalmente pobre, defendiendo, desarrollando y construyendo los Comités Populares y Bases de Apo-yo, proceso en el que como un aspecto negativo se han presentado limitaciones, errores y excesos como hechos aislados, pero jamás como política del Parti-do. Sólo viendo dentro de este marco histórico de la guerra se puede entender correctamente los hechos. Reducirlo a un conjunto de hechos de una supues-ta “rebelión” campesina contra la guerra popular es encubrir la verdad histórica para exculpar la política genocida del Estado y las Fuerzas Armadas (31-32).

Este contexto, según ellos, es que con la entra-da de las Fuerzas Armadas cambió la guerra. Antes, con solo el accionar de las varias ramas de la policía, el PCP-SL estaba ampliando su área de acción, pero con la llegada de las Fuerzas Armadas en diciem- bre de 1982 tuvieron que modificar su táctica.

Algunos líderes del PCP-SL se reunieron en las primeras semanas de 1983 y acordaron una acción en Lucanamarca (53-54). Describen la acción en Lucanamarca como defensiva, contra la política del gobierno y las Fuerzas Armadas de reestablecer el viejo orden (60).

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Como se ha visto en la “Entrevista del Siglo” y las citas del párrafo anterior, hay una insistencia en la necesidad de un golpe contra Lucanamarca y, a su vez, un distanciamiento del liderazgo del PCP-SL con quienes perpetraron la masacre, llamando ex-cesos a dichas acciones y negándolas como política del Partido:

Los combatientes de la guerrilla eran esencial-mente campesinos pobres, constituían las fuerzas or-ganizadas del Comité Cangallo-Fajardo que el Partido dispuso convergieran para dar un golpe contundente a las mesnadas de Lucanamarca, las más activas y agresivas de la zona que servían al plan genocida que las Fuerzas Armadas y mesnadas perpetraban impu-nemente y con total carta blanca, actuando con una crueldad inaudita y entre cuyas víctimas figuraban los propios familiares de algunos combatientes, que fueron quemados vivos, otros destrozados, molidos a hachazos, pedradas, etc., entonces se puede enten-der el profundo odio que sentían hacia las mesnadas y sería la causa objetiva de por qué se presentó como un hecho aislado y exceso al extremismo militarista (Breves notas 61).

Como dijo la Embajada de EEUU, el PCP-SL dice que los “excesos” se deben a emociones y pasiones en vez de ser una política del Partido. Sin embar-go, la dirigencia repite que solo ordenó la acción pero no la ejecutó: “La manera de dirigir de la Di-rección Central del PCP, ubicada a cientos de kiló-metros de distancia, era estableciendo la política, los planes estratégicos-operativos, es lo que se hizo en el CCA2520 del 83, cómo se plasme escapaba a

20 Comité Central Ampliado.

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la Dirección, porque atañía a la responsabilidad es-pecífica de quienes aplicaron” (Breves notas P. 54). La crítica ante la insistencia de la Dirección de que ellos decidieron la acción pero no son responsables por los “excesos” es que crea una separación entre el liderazgo del Partido y los campesinos pobres; pone en duda la capacidad de la Dirección de dirigir y ser parte de las masas; y expresa el deseo de dar un escarmiento contundente pero no excesivo, una línea casi imposible de separar.

Otra fuerte crítica en este documento se dirige a las actuaciones del Estado peruano y la Comisión de la Verdad y Reconciliación para construir su ver-sión de los hechos.

En el caso específico de Lucanamarca [la CVR] recogió sólo los testimonios de la parte de la mes-nada y los familiares de los fallecidos el 3 de abril, los editó de acuerdo a cómo le convenía, e ignoró los de la parte contraria, silenciando todo el genocidio que las Fuerzas Armadas y mesnadas hacían desde comienzos del año 83 en la zona y luego continuaron (72-73).

Como se ha visto, el informe de la CVR sobre Lu-canamarca sí tiene limitaciones. Pero por otro lado, el mencionado documento del PCP-SL ―con sus ciento veinte páginas― no tiene ninguna mención de Hildebrando Pérez Huarancca, sino el énfasis está en la defensa de los líderes.

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El Megaproceso y la CVR: Acusaciones y hechos

La base de la acusación de la participación de Hildebrando Pérez Huarancca como líder de la ma- sacre de Lucanamarca viene principalmente de las investigaciones y los informes de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, pero jamás ha llegado a un juicio y jamás lo han encontrado culpable. Sin em-bargo, muchas personas han aceptado las conclu-siones de la CVR sobre el caso sin investigar a fondo el caso y su evolución. Solo una persona acusada de participación directa en la masacre de Lucana-marca, Rómulo Misaico Evanan, llegó a un juicio y fue absuelto en el Megaproceso. Como se verá, el testigo que acusó a Pérez Huarancca de participar directamente en la masacre es el mismo que acusó a Rómulo Misaico Evanan de pertenecer al PCP-SL, y en el caso de este, los jueces escribieron que no hubo ninguna evidencia para respaldar su testimo-nio. También en esta sección veremos cómo hubo una transformación de testimonios y resúmenes para llegar a la discutible acusación hecha por una sola persona que establece que Hildebrando Pérez Huarancca fuera culpable de encabezar la masacre.

El informe más detallado de la CVR se llama La Masacre de Lucanamarca (Ayacucho, 1983) y en él se plantea el caso usado contra Hildebrando Pérez Huarancca en el informe final de nueve tomos de la CVR y en el Megaproceso.

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Sigamos los pasos que usaron para construir la acusación. Primero, plantean que Hildebran-do Pérez Huarancca encabezó la matanza: “Según la información obtenida, este ataque de Sendero Luminoso estuvo liderado por Hildebrando Pérez Huarancca, natural de Espite, formado en las aulas de la Universidad San Cristóbal de Huamanga, ex profesor del Colegio los Andes en Huancasancos y uno de los primeros líderes senderistas en la zona” (7). Sin embargo, no provee ninguna fuente ni nin-gún testimonio que fue profesor en el Colegio los Andes, y no aparece en los informes finales.21

La acusación del mismo estudio de la CVR con- tra Pérez Huarancca depende casi exclusivamente de dos entrevistas con Teófanes Allccahuamán Víl- chez, quien se sabe que no estuvo en Lucanamarca el día de la matanza. En la primera entrevista habla de cómo conoció a Hildebrando Pérez Huarancca en 1982 y en la segunda cuenta lo que le dicen otros. De la primera entrevista escriben esto:

Con relación al responsable de ejecutar esta de-cisión de Sendero Luminoso, los testimonios obte-nidos sindican directamente a la persona de Hilde-brando Pérez Huarancca como líder del ataque del 3 de abril de 1983. En ese sentido, la Comisión de la Verdad y Reconciliación recogió el testimonio de Teófanes Allccahuamán Vílchez, quien afirmó que en octubre de 1982 lo conoció personalmente, en circunstancias en que los senderistas se encontraban en Lucanamarca y preguntó por el nombre del líder del grupo subversivo a Rómulo Misaico Evanan ―

21 Otro error se encuentra cuando dicen que la guerra comenzó en Chuschi el 18 de mayo de 1980. Se sabe que fue el 17 de mayo.

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miembro de Sendero Luminoso cuyo paradero se desconoce actualmente―, quien le refirió que se trataba de Hildebrando Pérez Huarancca. El testigo describió al líder senderista de la siguiente manera:

“...estaba uniformado de militar, llevaba dos pistolas, blanquiñoso, mestizo, de ojos vivos, pelo lacio, de 1.70 m de estatura aproximada, nariz aguileña, voz resonante como de mando militar, agarrado, no era gordo, era un profe-sor...” (16-17). (Subrayado mío)

Como veremos, “los testimonios obtenidos” que ubican a Hildebrando Pérez Huarancca en Lucanamarca el 3 de abril son las dos entrevistas con Teófanes Allccahuamán Vílchez. Este preguntó quién era ese hombre y Rómulo Misaico Evanan le respondió que era Hildebrando Pérez Huaranc- ca. La CVR describe este intercambio de palabras como que Teófanes Allccahuamán Vílchez conocía personalmente a Pérez Huarancca. Además acusa a Rómulo Misaico Evanan de “miembro de Sendero Luminoso”. En el Megaproceso absolvieron a Ró- mulo Misaico Evanan de participación en la matan-za. La descripción física se refiere a la persona que dice que conoció en octubre de 1982, no en el día de la matanza.

Veamos el caso en el Megaproceso ―donde ab-solvieron a Rómulo Misaico Evanan― y luego las acusaciones en el informe detallado de la CVR. Los abogados de la defensa de Rómulo Misaico Evanan critican a la CVR por recoger testimonios sin tener presente un intérprete quechua, “lo que ha tergi-versado dichas versiones” (“Abimael Guzmán Rei-noso y otros” 228). Sostienen que no hay pruebas

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que estuviera con Sendero o que participara en la matanza, añadiendo que, en vez de ser participante, fue víctima, perdiendo a familiares y forzado a vivir en la clandestinidad. Otras pruebas y testimonios afirman que él se quedó en la comunidad después de la matanza. Aparece en fotos de la revista Care-tas cuando llega el general Clemente Noel, y otras fotos después de la masacre y durante los funera-les (228-30). La acusación del testimonio del mismo Teófanes Allccahuamán Vílchez dice: “Respecto de Rómulo Misaico indicó que obligó a muchos jóve-nes a integrarse a las filas de Sendero Luminoso tratando también de obligar al deponente, agregó que los familiares del acusado fueron asesinados en venganza porque éste traicionó a Sendero Lu-minoso” (230). La conclusión en el Megaproceso es que la única acusación de su pertenencia a la sub-versión viene de Teófanes Allccahuamán Vílchez y que no hay ninguna evidencia que haya participado en la masacre. Por eso dicen que no existen prue-bas suficientes y lo absuelven:

Ante la única sindicación del testigo Teófanes Allcahuamán Vílchez en cuanto a que el procesado fuera militante de Sendero Luminoso, no existiendo otro medio de prueba o indicio relacionado con su participación en los hechos que se le imputan, nos encontramos frente a una insuficiencia probatoria, pues con solo ese elemento de cargo no se logra desvirtuar la presunción de inocencia que constitu-cionalmente le asiste al procesado Rómulo Misaico Evanan, por lo que es del caso absolverlo de la acu-sación fiscal (231).

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Como resultado, en el Megaproceso el testimo-nio de Teófanes Allcahuamán Vílchez es insuficiente para encontrar culpable a Rómulo Misaico Evanan.

En la apelación de las sentencias del Megaproce- so, el único testigo contra él es Teófanes Allcahua- mán Vílchez: “La Sala Superior considera que con relación al encausado Misaico Evanan, sólo existe la sindicación directa de Teófanes Allcahuamán Vil- chez en relación a su pertenencia a la agrupación Sendero Luminoso, más (sic) no a su participación en los homicidios perpetrados” (Corte Suprema de Justicia 131). Luego mencionan a dos testigos más que sólo saben de su supuesta afiliación con los subversivos por otros: “se advierte que sólo saben por referencias de la presunta vinculación del sen-tenciado Misaico Evanan con la organización terro-rista PCP-SL” (133). La conclusión de la Sala Supre-ma es que no hay evidencia:

La Sala Suprema considera que no existen prue-bas suficientes que enerven la presunción de ino-cencia del encausado Misaico Evanan. El dicho in-criminatorio de un testigo debe corroborarse con otros elementos indiciarios para crear convicción de responsabilidad. En el presente caso, el dicho de un poblador sobre la pertenencia del encausado a la or-ganización terrorista Sendero Luminoso, no aparece complementado con otros medios probatorios, por lo que la sentencia absolutoria se encuentra arregla-da a ley (133).

Igual que en el caso contra Rómulo Misaico Eva- nan, veremos que el único testimonio contra Hilde- brando Pérez Huarancca viene del mismo testigo, Teófanes Allcahuamán Vílchez.

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Volviendo a la acusación original que aparece en La Masacre de Lucanamarca (Ayacucho, 1983) se notan muchos errores:

Existen varios testimonios que sindican a Ró-mulo Misaico Evanan como uno de los militantes de Sendero Luminoso en Lucanamarca que trabajaba directamente con el líder local Olegario Curitomay y que incluso conocía personalmente al líder del Comité Zonal Cangallo-Fajardo Hildebrando Pérez Huarancca. Al igual que Gilber Curitomay, Rómulo Misaico Evanan huyó después del enfrentamien-to con el Ejército en febrero de 1983 y la posterior persecución a los líderes locales en Lucanamarca. Al momento de los hechos, Misaico Evanan ya no tenía presencia pública entre los pobladores (49) (subra-yado mío).

Como señalamos antes, nuevamente notamos cómo en unos textos de la CVR un solo testimonio se convierte en plural. En el Megaproceso solo hay un testigo, Teófanes Allcahuamán Vílchez, que lo acusa de ser senderista. Cuando escriben “conocía personalmente” se refiere a que le respondió a la pregunta de quién era ese hombre diciendo que era Hildebrando Pérez Huarancca. El Megaproce-so dice claramente que Rómulo Misaico Evanan no huyó. Dado que la CVR basa su caso contra Pérez Huarancca en los testimonios de Teófanes Allca-huamán Vílchez, cuyo testimonio fue descartado por el Megaproceso y la apelación, la acusación ha de ser puesta razonablemente en duda e incluso sugiere la dificultad de un juicio contra Hildebrando Pérez Huarancca por el caso de Lucanamarca.

Ahora, miremos los cambios de los párrafos originales citados arriba de La Masacre de Luca-

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namarca (Ayacucho, 1983) de la CVR y veamos su transformación en el informe final en el Tomo VII. Lo tachado con una línea indica palabras borradas y entre paréntesis se pone cambios de palabras.

Con relación al responsable de ejecutar esta deci-sión de Sendero Luminoso [del PCP-SL], los testimo-nios obtenidos sindican directamente a la persona de Hildebrando Pérez Huarancca como líder [respon-sable] del ataque del 3 de abril de 1983. En ese senti-do, la Comisión de la Verdad y Reconciliación recogió el testimonio de Teófanes Allcca- huamán Vílchez, quien afirmó que en octubre de 1982 lo conoció per-sonalmente, en circunstancias en que los senderistas se encontraban en Lucanamarca y preguntó por el nombre del líder del grupo subversivo a Rómulo Mi-saico Evanan ―miembro de Sendero Luminoso cuyo paradero se desconoce actualmente―, quien le refi-rió que se trataba de Hildebrando Pérez Huarancca. El testigo describió al líder senderista [Los testigos entrevistados por la CVR identifican con este nom-bre al líder senderista y lo describen] de la siguiente manera:

“... estaba uniformado de militar, llevaba dos pis-tolas, blanquiñoso, mestizo, de ojos vivos, pelo lacio, de 1.70 m de estatura aproximada, nariz aguileña, voz resonante como de mando militar, agarrado, no era gordo, era un profesor...” (16-17).

Aunque muchos de los cambios son menores, llama la atención que se borre que la descripción de un supuesto Hildebrando Pérez Huarancca viene de octubre de 1982, y no del 3 de abril de 1983.

Como en el caso anterior, el testigo se convierte en los testigos. A lo mejor es mala redacción, pero muchos lectores van a entender esta redacción como la descripción de Pérez Huarancca el 3 de

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abril de 1983. El lector no sabe que la descripción es de un año anterior, que solo hay un testigo, y que el testigo ni estaba en Lucanamarca ese trágico día.

Al comparar el próximo testimonio en La Masa- cre de Lucanamarca (Ayacucho, 1983) de la CVR y su informe final en el Tomo VII, se notan muchas diferencias. Aquí se encuentra lo publicado en el primer informe:

Este mismo testigo manifestó ante COMISEDH, que el día de la masacre Hildebrando Pérez Huaranc-ca fue reconocido a pesar de llevar pasamontañas:

“... el que dirigía todo en general era Hildebrando Pérez Huarancca... es de Vilcanchos, es profesor que ando (sic) por aquí, la gente conoce, es alto, flaco, mestizo, estaba con pasamontañas y era medio na-rizoncito...” (17)

En el Tomo VII se escribe así:

Asimismo, estas mismas fuentes afirman que Hil-debrando Pérez Huarancca fue la persona que orga-nizó la masacre de Lucanamarca en las localidades de Totos y Espite, y que el día de la masacre fue recono-cido a pesar de llevar pasamontañas: “[...] el que diri-gía todo en general era Hildebrando Pérez Huarancca [...] es de Vilcanchos, es profesor que anda por aquí, la gente conoce, es alto, flaco, mestizo, estaba con pasamontañas” (38).

“Este mismo testigo” se convierte en “estas mis-mas fuentes”, otra vez cambiando del singular al plural. En vez del pasivo “fue reconocido” se pone el verbo activo “afirma”. También se quita “era me-dio narizoncito” quizá porque no tiene lógica si usa-ba pasamontañas.

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La descripción física de los dos párrafos del Tomo VII varía mucho, pero no es la peor equivoca- ción. Se notan muchas diferencias entre los dos tes- timonios: “blanquiñoso, mestizo” a “mestizo”, “de 1.70 m de estatura aproximada” a “alto”, y “agarra-do, no era gordo” a “flaco”. Sin duda, el error ga-rrafal es que no mencionan que Teófanes Allcahua-mán Vílchez no estuvo en Lucanamarca el día de la masacre. No estuvo. Peor aun es que La Masacre de Lucanamarca (Ayacucho, 1983) deja pensar que el testigo estaba el mismo día de la masacre aun-que el testimonio mismo se incluye en el informe.

En la entrevista en La Masacre de Lucanamarca (Ayacucho, 1983), él dice claramente que no estu- vo, pero, a pesar de no haber estado, el entrevis- tador le pide que provea información, y luego se pone esta información en el informe como si fuera de un testigo directo. Teófanes Allcahuamán Víl- chez dice que “yo regreso plenamente ya cuando esta (sic) en marcha, en Cangallo ocurre la masacre de 03 de abril de 1983 (03-04-83), al día siguien-te llego cuando ya había ocurrido todo” (118). El en- trevistador le pregunta, “¿Usted no ha estado el día de la masacre?”, y él responde: “No, no, no estu- ve” (La Masacre de Lucanamarca 118). Luego el entrevistador le dice: “Si bien usted no estuvo acá, tal vez nos puede confirmar algunos datos que la gente pudo haberlo contado” (123). Al usar esta información de lo que dijo una persona y presentar esta información como si fuera de un testigo direc-to y sin ninguna corroboración es, al menos, una indicación de falta de seriedad.

Esta es la interacción que citan como “las mis-mas fuentes”:

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P. ¿lo que dirigía todo?R. El que dirigía todo en general era Gildebrando

Pérez huaranccaP. ¿de donde era Totos, Paras?R. es de Vilcanchos, pero es profesor que ando

por aquí, la gente conoce, es alto, flaco mestizo esta-ba con pasamontaña y era medio narizoncito (124).

Como se nota con la evolución de estos dos pá- rrafos, muchos lectores creen que hay más de un testigo directo ese día, pero, incluso con estos cam- bios, hay contradicciones entre los dos testimonios en cuanto a su estado físico.

El escritor Dante Castro, quien además estudió Derecho en la Pontificia Universidad Católica del Perú, analiza los dos párrafos del Tomo VII, p. 38, y emplea la misma lógica jurídica que llevó a la abso-lución del caso contra Rómulo Misaico Evanan. En los dos casos es el mismo testigo, Teófanes Allca-huamán Vílchez.

Como puede notar cualquier lector, se repite dos veces que el supuesto Hildebrando Pérez Huarancca, en Lucanamarca, durante la masacre, estaba con pa-samontañas. Admiro realmente a los Superman an-dinos, quienes tienen supervisión y no les hace daño la kriptonita.

Uno describe su contextura física como “agarra-do” y otro dice que era flaco.

¿En qué quedamos?Con esta falta de solidez de los testimonios, Hil-

debrando Pérez Huarancca se habría salvado de sen-tencias usando a un simple abogado de oficio.

Dudo mucho que Hildebrando Pérez Huarancca sea el responsable de la muerte de niños, quienes aparentemente fueron asesinados por la turba o mes-nada (En Faverón, “El destino de Pérez Huarancca”).

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Respondiendo a una crítica de la lógica, Castro explica que, según la ley,

NO me baso en la lógica en abstracto, sino en la lógica jurídica y en la hermenéutica del Derecho. In-dudablemente no se trata de demostrar la inocencia de Hildebrando Pérez Huarancca, sino la fragilidad de los testimonios de la CVR en su caso. Eso, para quienes venimos de la profesión llamada Derecho, es significativo a nivel judicial. En síntesis, cualquier abogado, incluso uno de oficio, puede impugnar la acusación basándose en la fragilidad de testimonios inverosímiles y contradictorios. Es suficiente para lle-var a un supuesto reo en cárcel Hildebrando Pérez Huarancca afuera del penal. Pero Hildebrando ya no está entre los vivos (En Faverón, “El destino de Pérez Huarancca”).

Lamentablemente, el análisis de Dante Castro es la excepción y suele ser más habitual la repetición de lo que dice la CVR, como en el artículo publica-do en La República por Enrique Patriau, “Sendero, Misterio: El escritor de Sendero”. Cita el párrafo que describe a Pérez Huarancca uniformado como militar y escribe: “Así lo recuerdan varios testigos de la matanza de Lucanamarca, entrevistados por la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR)”. Como se ve, una interpretación normal es pensar, como dice en el informe, que hubo “varios testi-gos”, aunque, en realidad, hay uno. Entonces, en su artículo, la cita de una descripción de un supuesto Hildebrando Pérez Huarancca en octubre de 1982 por la CVR para muchos lo condena. En el octavo párrafo hace un resumen de una versión del escri-tor Dante Castro Arrasco, pero no resiste añadir algo más:

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Cuenta Castro que Pérez Huarancca, para salvar su vida, debió “guardarse” sus discrepancias ideoló-gicas con Sendero, convirtiéndose así en uno de sus mejores cuadros de combate. Y Lucanamarca fue su prueba de fuego. (Énfasis mío).

La primera oración es un buen resumen de lo que escribe Castro, pero en ningún momento dice lo que aparece en la segunda oración. Es una buena retórica, pero pone palabras en la boca de Dante Castro que él no dijo nunca.

Otro artículo de La República, “Lucanamarca despierta y habla contra Sendero; Abimael calla”, por Flor Huilca el 9 de enero del 2005, también re-pite lo que dice la CVR y está plagado de errores. Como en el otro artículo, ella cita, de los dos párra-fos de los supuestos testigos, una descripción sin pasamontañas y otra con pasamontañas. Incluso, al mencionar que unos miembros del grupo literario Narración son “Oswaldo Reinoso y Roberto Reyes Retamar” la periodista equivoca el apellido del au-tor de En Octubre no hay milagros (normalmente se escribe su apellido con “y”, Reynoso) y además confunde al escritor Roberto Reyes Tarazona (y efectivamente miembro del grupo Narración) con un desconocido Roberto Reyes Retamar. Al final del artículo escribe que “matan al alcalde Gualberto Tocas”. Fue atacado, pero sobrevivió y fue uno de los testigos contra Abimael Guzmán en el Mega-proceso. Su apellido paterno es “Tacas” en vez de “Tocas”.

Volvamos al estudio La Masacre de Lucanamar- ca (Ayacucho, 1983) para ver los otros testimonios recogidos. Después de citar los dos testimonios de

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Teófanes Allcahuamán Vílchez, mencionan el testi- monio de otro que tampoco estuvo ese día: “Del mismo modo, el testigo Demetrio Quincho Huan- cahuari manifestó ante COMISEDH que los comu- neros tienen conocimiento que Hildebrando Pérez Huarancca fue la persona que organizó la masacre de Lucanamarca en las localidades de Totos y Espi- te, lugar este último donde residía habitualmente el líder senderista” (17). (Énfasis mío). Nótese que usan “tienen conocimiento” y “organizó” pero no mencionan su ausencia de Lucanamarca ese día. En su entrevista, incluida en el mismo documento, él fue con otros a Huancasancos a pedir ayuda (110). En el intercambio de palabras que sigue, no lo pue-de ubicar en Lucanamarca y especula:

P. Los senderistas como han reaccionado.R. Justamente por eso pues, viene la amenaza o

sea la venganza que se han organizado en Totos, en Espite, en Espite estaba el líder de Sendero luminoso, Hildebrando Pérez Huarancca, Hildebrando según dice que se ha fugado del Perú al extranjero o se ha-brá venido

P. El ha venido alguna vez.R. Él seguramente ha encabezado la masacreP. Más antes ha venido élR. Bueno como yo no frecuentaba, yo pasaba es-

quivándome, yo no era partido del sendero, yo me quitaba el cuerpo (106). (Subrayados míos).

Como se ha notado en varias ocasiones, el tes-tigo basa su testimonio en la información de otras personas ―“según dice” y “seguramente ha en-cabezado” ―, pero no puede ubicarlo en Lucana-marca ese día y tiene que recurrir a información de otros.

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Otros dos testimonios ubican a Hildebrando Pérez Huarancca en Espite, la comunidad donde nació, pero no son testigos de su presencia en Lu-canamarca:

Sobre la presencia de Hildebrando Pérez Hua- rancca en Espite, el testigo César Gutiérrez Araujo ha declarado ante la Comisión de la Verdad y Reconci-liación que en esta localidad había un catedrático lla-mado Hildebrando Pérez Huarancca, oriundo del lu-gar, que era de Sendero Luminoso y que movilizaba a los senderistas en la zona. Respecto a la matanza de Lucanamarca, refirió que las huellas de los subversi-vos se dirigían hacia Espite. En igual sentido, Paulina Gálvez Licas refirió que en el año 1982 miembros de Sendero Luminoso al mando de Félix Huarancca in-gresaron al distrito de Paras y la obligaron a caminar cargando a su pequeña hija hasta el anexo de Espite. Una vez en esta localidad, fue presentada ante Hilde-brando Pérez Huarancca, quien la condenó a muerte, pero un vecino de Paras intervino ante el líder sende-rista y evitó que le dieran muerte (44). (Énfasis mío).

Mientras nadie niega su pertenencia a Sendero Luminoso, eso en sí no es ninguna prueba de su participación y su presencia en la masacre de Luca-namarca. Nótese que las huellas iban a Espite, pero no hay ninguna mención de la participación de Pé- rez Huarancca.

Con estos testimonios la CVR llega a la conclu-sión que Hildebrando Pérez Huarancca encabezó la matanza de Lucanamarca. Luego, el informe vuelve al testimonio de Teófanes Allccahuamán Vílchez:

Durante la visita a Lucanamarca realizada por la Comisión de la Verdad y Reconciliación el 10 de mar-zo del 2003, el testigo Teófanes Allccahuamán Víl-

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chez declaró haber estado en presencia del líder de la Fuerza Principal de Sendero Luminoso en la zona, a quien identificó como Hildebrando Pérez Huaranc-ca por indicación de un vecino de Lucanamarca in-tegrado a la organización subversiva. Asimismo, el citado testigo reconoció al final de la entrevista la fo-tografía de Hildebrando Pérez Huarancca que le fue-ra mostrada, la que indicó corresponde a la misma persona que conoció en Lucanamarca como líder de Sendero Luminoso (La Masacre de Lucanamarca 45). (Subrayas mías).

Nótese que se repite la historia de que Rómulo Misaico Evanan (“un vecino”) es la persona, según el testimonio, quien le dijo en octubre de 1982 que el líder era Hildebrando Pérez Huarancca. El testi-go acusa a Rómulo Misaico Evanan de pertenecer a Sendero, pero en el Megaproceso y en la apelación descartan el testimonio y absuelven al acusado. El testigo afirma haber conocido a Pérez Huarancca, pero no dice en ningún momento que él estuvo el día de la masacre. No se niega la afiliación de Hil-debrando Pérez Huarancca a SL, pero el informe es sobre su supuesta participación en la masacre.

El próximo párrafo del informe contiene muchos errores y no hay ninguna documentación para res- paldar sus acusaciones:

La Dirección Nacional Contra el Terrorismo de la Policía Nacional del Perú (DINCOTE) tiene registrado a Hildebrando Pérez Huarancca como uno de los lí-deres de Sendero Luminoso. Los datos refieren que Pérez Huarancca era profesor de Lengua y Literatura en la Universidad San Cristóbal de Huamanga hasta 1982, año en que fue detenido por delito de terro-rismo. El 3 de marzo de 1982 fugó del CRAS de Hua-manga y a partir de entonces se desempeñó como

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el responsable de Sendero Luminoso en el Comité Zonal Cangallo Víctor Fajardo hasta el año 1987. A partir de ese año se le conocería con el seudónimo de “Carlos”. La última información que posee la DIN-COTE es que a partir de 1992 Pérez Huarancca es-taría trabajando en la ciudad de París (Francia) con Maximiliano Duran Arauja la organización de propa-ganda de Sendero Luminoso llamada “Sol Perú” (45-46). (Subrayas mías).

La fecha con la cual la CVR normalmente aso-cia el ataque al CRAS es el 2 de marzo, no el 3 de marzo. Según varias fuentes ya citadas, Hildebran-do Pérez Huarancca habría muerto en 1984. Como se ha discutido antes, es sumamente difícil ubicar a personas, las de las FFAA o del PCP-SL por seudó-nimos, porque, especialmente en el último caso, la organización se basaba en el conocimiento limita-do de los participantes del grupo. La sugerencia de que Pérez Huarancca está en Francia desde 1992 quizá venga de los informes ya citados de la revista de Lyndon LaRouche. A menos que haya informa-ción mucho más clara que sustente la aserción que estuvo como jefe hasta 1987 y que después se fue a Francia, todo esto es pura especulación y, franca-mente, debilita el informe. Pero además el informe cita más especulaciones que han aparecido en pe-riódicos y revistas:

De acuerdo con la información periodística dis-ponible, Hildebrando Pérez Huarancca es natural del distrito de Espite, provincia de Víctor Fajardo (Aya-cucho) y se formó como profesor y escritor en la Universidad San Cristóbal de Huamanga. Ha sido sin-dicado como jefe de la columna senderista que rea-lizó el atentado en Chuschi el 17 de mayo de 1980,

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fue apresado y luego fugó del CRAS de Huamanga en 1982 junto a Edith Lagos. Asimismo, se le señala como líder de la masacre de Lucanamarca. Algunas publicaciones afirman que Hildebrando Pérez Hua-rancca fue visto en Madrid en 1986 (46).

Repetimos, la acusación de su participación en la quema de ánforas en Chuschi no tiene ninguna fuente e ignora que estuvo en China hasta octubre de 1980. La fuente de su participación como líder de la masacre en Lucanamarca viene del semana-rio Domingo del periódico La República, del 11 de agosto del 2002. “Algunas publicaciones”, según la nota a pie, es de la revista Sí. Nuevamente, preocu-pa cómo con frecuencia el singular cambia al plural en los textos de la CVR. Según la cronología de los dos últimos párrafos citados, Pérez Huarancca ha-bría viajado a Madrid en 1986. Luego habría vuelto para ser jefe del Comité Zonal Cangallo Víctor Fajar-do en 1987. Posteriormente se habría ido a París, donde dicen que aún permanece. Todo esto, por supuesto, ocurrió después de su fallecimiento en 1984.

En un estudio posterior, Lucanamarca: memo- rias de nuestro pueblo (2007), de Carola Falconí, Edilberto Jiménez y Giovanni Alfaro, hay mencio- nes de Hildebrando Pérez Huarancca, pero, como se ha visto, los testimonios normalmente o son de personas que no estaban el día de la matanza o mencionan información proporcionada por otras personas. Un ejemplo es este testimonio de una persona que no lo conocía:

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Mencionan que entre 1981, 1982 habría venido Hildebrando Pérez Huarancca, nosotros no lo cono-cíamos, de repente vendría. Pero nos enteramos que Pérez Huarancca, era comando de este sector. A Hildebrando lo conocíamos sólo por nombre no más, hablaban que era responsable de acá, con otro nombre le decían, venía de un sitio especialmente y tenía que ver con los policías, él era responsable de esta zona (Entrevista a poblador de Santiago de Lucanamarca, 57 años). (Énfasis mío).

Hay una mezcla de la tercera persona plural y la primera persona plural. La información viene de ellos: “Mencionan”, “hablaban” y “con otro nombre le decían”. En el “nosotros” pone énfasis el testigo en la falta de conocimiento de los lugareños: “no-sotros no lo conocíamos”, “nos enteramos” (otra vez por otros), y “lo conocíamos sólo por nombre no más”. A pesar de solo tener información de otros, y poniendo énfasis en su desconocimiento de Hildebrando Pérez Huarancca, el testigo llega a la conclusión de que “él era responsable de esta zona”. Falta lógica reconocer un desconocimiento, agregar información suministrada por otros y llegar a la conclusión que era el responsable. ¿Puede sos-tenerse esta afirmación? Por último, este testimo-nio no dice nada de su participación en la matanza.

En otro testimonio, nótese el uso del verbo “de-cir” tres veces en la tercera persona: “Dicen que Hildebrando estuvo en la casa de su papá (en Es-pite); ‘Curacha’ desapareció desde entonces, dice que estuvo junto con Hildebrando, era el brazo derecho de él. El día de la matanza dicen que vino Hildebrando, ‘Curacha’ y Echaqaya, esos eran ca- bezas” (poblador 52 años) (120).

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Otro declarante fue herido en la masacre, y se enteró de la información acerca de Hildebrando Pé- rez Huarancca después de regresar del hospital, es decir, información proveniente de otras personas:

Hildebrando Pérez Huarancca hizo la venganza por la muerte de Olegario, por los senderistas muer-tos hicieron la matanza en Lucanamarca. Huarancca es de Espite, algo de eso me habló acá cuando ha venido como jefe... Todo eso me enteré cuando re-gresé, yo estaba en el hospital porque me hirieron, no he muerto en la masacre del 3 de abril. Por eso los militares también han ido a Espite en busca de los terroristas; una familia de Espite que conocía pobre-citos aparecieron de luto llorando y decían que los militares habían hecho muertes en Espite. Dijeron que el líder era un gringo, el que ha dirigido la ma-sacre. Yo no he visto nada, como estuve herido en el hospital en Ayacucho, ya después me enteré que habían bombardeado a Espite, eso dijeron. Después de la masacre, han ido desde Ayacucho mismo, todo dice que han estado rebuscando (Entrevista a po-blador de Santiago de Lucanamarca, 65 años) (124). (Énfasis míos).

En Lucanamarca: memorias de nuestro pueblo, al igual que otros estudios, hemos visto que casi toda la evidencia es de segunda o tercera mano y no hay ningún testigo directo que estuviera ese día y viera a Hildebrando Pérez Huarancca.

Y sin embargo, los medios siguen repitiendo hasta la saciedad que Hildebrando Pérez Huarancca será recordado como el verdugo de Lucanamarca, el perpetrador de una de las peores matanzas de la historia republicana.

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Conclusiones

La vida de Hildebrando Pérez Huarancca fas- cina a muchas personas porque no se sabe si esta- ba involucrado en Sendero Luminoso antes de su arresto, por qué fugó de la cárcel de Huamanga, qué habría hecho después, y qué papel ejerció en el PCP-SL. Espero que este estudio sea un aporte para que las autoridades vuelvan a examinar el caso contra Hildebrando Pérez Huarancca. Si hay eviden- cia contra él, que se demuestre. Es mi esperanza ferviente que las personas que hayan conocido o que sepan algo de Hildebrando Pérez Huarancca se animen a contar los sucesos. Aun más importante es que la familia se entere dónde está enterrado para darle cristiana sepultura. Ya con el pasar del tiempo es posible tener un poco más de claridad de una época muy caótica y violenta y aclarar una historia que todavía se escribe.

La memoria y la reconciliación necesitan de la verdad. ¿Habrá verdad, memoria y reconciliación con Hildebrando Pérez Huarancca?

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Agradecimientos

Este libro no habría sido posible sin la ayuda de mu-chas personas. Hay demasiadas para nombrarlas indivi-dualmente, pero me han ayudado mucho en aprender y tener una mejor perspectiva del Perú. Además de ser un buen amigo, Ricardo Vírhuez ha jugado un papel muy importante en la publicación de mis últimos cuatro li-bros. Mis padres John y Catherine Selby, y mi hermano Tony Cox, siempre me han respaldado y mucho de lo que soy se debe a ellos. Agradezco el apoyo y el cariño de mis suegros Mauro Álvarez Portocarrero y Flor Higashi de Álvarez, y de mi cuñado Alan Álvarez. Una especial mención para mi esposa Silvia, quien me apoya en todo. Mis hijos Michael y Jeremy me dan mucha alegría y me recuerdan cuán buena y preciosa es la vida. A pesar de tanta ayuda, debo recalcar que cualquier error recae en mi persona.

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Obras citadas

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Apéndice

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Estudios sobre Hildebrando Pérez Huarancca

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Antologías y revistas que incluyen a Hildebrando Pérez Huarancca

Baquerizo, Manuel Jesús. El cuento contemporáneo en la sierra central del Perú. Huancayo: Caja Municipal de Ahorro y Crédito de Huancayo, 2000. (“Mientras dor-mía se contaban” y “Ya nos iremos, señor”).

Cornejo Polar, Antonio, y Luis Fernando Vidal, Eds. Nuevo cuento peruano. Lima: Mosca Azul, 1984. (“Cuan-do eso dicen”).

Cox, Mark R. Ed. Cincuenta años de narrativa andina: antología: desde los años 50 hasta el presente. Lima: Edi-torial San Marcos, 2004. (“Cuando eso dicen”).

Faverón Patriau, Gustavo, Ed. Toda la sangre: Antolo-gía de cuentos peruanos sobre la violencia política. Lima: Matalamanga, 2006. (“La oración de la tarde”).

Fondo Editorial EDUCAP y Escuela Pedagógica La-tinoamericana EPLA. Perú. Mural de palabras. Lima: EDUCAP-EPLA, 2008. “Los hijos de Marcelino Medina”.

González Vigil, Ricardo, ed. El cuento peruano, 1980-1989. Lima: PETROPERU, 1997. (“Somos de Chukara”).

Pérez Huarancca, Hildebrando. “Día de mucho tra-jín”. Márgenes 3.5-6 (1989): 86-92.

Ramos-García, Luis, y Luis Fernando Vidal, Eds. From the Threshold: Contemporary Peruvian Fiction in Trans-lation = Desde el umbral. Austin: Studia Hispánica Edi-tors, Prickly Pear Press, 1987. (“Cuando eso dicen”).

Reyes Tarazona, Roberto, Ed. Nueva Crónica. Cuento social peruano 1950-1990 (Selección y prólogo de Ro-berto Reyes Tarazona). Lima: Editorial Colmillo Blanco, 1990. (“Pascual Gutiérez ha muerto”)

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Datos del Autor

Mark R. Cox es profesor principal de literatura latinoamericana y de literatura peruana en Presby-terian College, Carolina del Sur, Estados Unidos. Es jefe del depar-tamento de Lenguas ExtranjerasModernas y director del pro-grama de Estudios Latinamerica-nos. Sus áreas de interés incluyen las expresiones culturales acerca de la guerra interna armada de los años ochenta y noventa, y la narrativa andina peruana pu-pu-blicada desde 1980. Ha editado cuatro libros sobre este tema: las dos antologías El cuento peruano en los años de violencia (2000), y Cincuenta años de narrativa andina: desde los años 50 hasta el presente (2004); Pachaticray: Testimonios y ensayos sobre la violencia política y la cultura peruana desde 1980 (2004), y Sasachakuy Tiempo (2010). En 2008 publicó “Bibliografía anotada de la ficción narrativa peruana sobre la guerra interna de los años ochenta y noventa (Con un estudio previo)” con 306 cuentos y 68 novelas por 165 escritores en el número 68 de la Revista de Crítica Literaria Latino-americana.

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