La Verdadera Educacion Cristiana - Dietrich Von Hildebrand

23
LA VERDADERA EDUCACIÓN CRISTIANA Dietrich von Hildebrand Ninguna actitud hacia un objeto es, de suyo, positiva. El «no» predicado del error es tan positivo como el «sí» predicado de la verdad. Es solamente el reverso del «sí» dado a la verdad. Denota la misma objetividad, el mismo amor a la verdad, la misma reverencia ante la realidad, la misma trascendencia. Que debamos decir sí o no depende exclusivamente de la naturaleza del objeto. Decir «no» a la verdad y «sí» al error es la actitud realmente negativa. La posición verdaderamente positiva es la que viene dictada por la naturaleza del objeto. Lo que sucede en el campo de la verdad sucede también en el ámbito de lo moral. Decir «no» a un desvalor es tan positivo como decir «sí» a un valor. Así, la pretensión de tomar una actitud positiva hacia el error, especialmente cuando la Revelación divina está en juego, no tiene sentido. Esta supuesta actitud positiva es, en realidad, muy negativa. Si queremos exponer las verdaderas notas de la educación en materia religiosa es indispensable que incluyamos el desenmascaramiento de los errores actuales que llenan el ambiente; debemos rebatir los «slogans» que 1 de 14

description

Síntesis sobre el tema

Transcript of La Verdadera Educacion Cristiana - Dietrich Von Hildebrand

Page 1: La Verdadera Educacion Cristiana - Dietrich Von Hildebrand

LA VERDADERA EDUCACIÓN CRISTIANADietrich von Hildebrand

Ninguna actitud hacia un objeto es, de suyo, positiva. El «no» predicado del error es tan positivo como el «sí» predicado de la verdad. Es solamente el reverso del «sí» dado a la verdad. Denota la misma objetividad, el mismo amor a la verdad, la misma reverencia ante la realidad, la misma trascendencia.

Que debamos decir sí o no depende exclusivamente de la naturaleza del objeto.

Decir «no» a la verdad y «sí» al error es la actitud realmente negativa. La posición verdaderamente positiva es la que viene dictada por la naturaleza del objeto. Lo que sucede en el campo de la verdad sucede también en el ámbito de lo moral. Decir «no» a un desvalor es tan positivo como decir «sí» a un valor. Así, la pretensión de tomar una actitud positiva hacia el error, especialmente cuando la Revelación divina está en juego, no tiene sentido. Esta supuesta actitud positiva es, en realidad, muy negativa.

Si queremos exponer las verdaderas notas de la educación en materia religiosa es indispensable que incluyamos el desenmascaramiento de los errores actuales que llenan el ambiente; debemos rebatir los «slogans» que confunden a mucha gente fiel y piadosa, porque no alcanzan a comprender el carácter herético de estos «slogans» y su incompatibilidad con la verdadera fe cristiana. Hay cuatro errores básicos que están abriéndose camino en la supuesta «reforma» de la enseñanza de la religión. Vamos a examinar brevemente cada uno de ellos.

1 de 14

Page 2: La Verdadera Educacion Cristiana - Dietrich Von Hildebrand

LA VERDADERA EDUCACIÓN CRISTIANADietrich von Hildebrand

I. EL MITO DEL «HOMBRE MODERNO»

El primer error es el mito del «hombre moderno», proclama el cambio total de la naturaleza del hombre de nuestro tiempo. Se aduce que el hombre ha cambiado tan radicalmente que no podemos esperar tenga la misma forma de acercarse a la fe y a la Iglesia, que tuvo en los pasados dos mil años. Porque el hombre vive ahora en un mundo industrializado, se cree que ha sufrido un cambio total; cada vez puede dominar más al mundo a través del progreso tecnológico. Y esto, supuestamente, le hace una criatura diferente.

El mito del «hombre moderno» ha sido inventado por unos cuantos, sociólogos, pero ha sido, desgraciadamente, aceptado por muchos como una verdad sencilla e indudable. Ciertamente, la vida exterior ha cambiado mucho, pero el hombre mismo no ha cambiado. Los principios de su felicidad son los mismos que han sido siempre; el amor, el matrimonio, la familia, la amistad, la belleza, la verdad y, sobre todo, la paz del alma, una buena conciencia. Sus peligros morales son los mismos que lo fueron antes: la soberbia, la concupiscencia y sus frutos, las malas pasiones, la ambición desorbitada, la envidia, el deseo ciego de poder, la avaricia, la codicia, etc.

Lo mismo puede decirse de las virtudes morales, cuya práctica se le exige: justicia, integridad, pureza, generosidad, humildad y caridad. El hombre tiene hoy la misma condición que tenía antes, las mismas capacidades de inteligencia, de conocimiento y de voluntad libre; el mismo corazón que puede alegrarse y sufrir, el mismo destino. Tiene tanta necesidad de redención como antes. Las palabras de San Agustín se le aplican tanto como antes: «Nos has creado, Señor, para Ti, y nuestros corazones están inquietos hasta que encuentren su descanso en Ti.»

En realidad, ¿cuál es la fuente de que se sirven los sociólogos para saber que el hombre de hoy ha cambiado totalmente? ¿En qué basan la existencia de este «hombre moderno»? ¿Han hecho, quizá, una encuesta y preguntado a cada hombre si él es un «hombre moderno», con necesidades completamente diferentes, a quien ya no se aplican las mismas normas morales? Indudablemente, no. ¿Y cómo pueden, aquellos que proclaman al mismo tiempo, que todo conocimiento está limitado por el tiempo, asumir que sus tesis sobre «hombre moderno» no serán objeto de risa dentro de cincuenta años?

a) La naturaleza del hombre no cambiaEn realidad, la naturaleza del hombre no ha cambiado a través de la historia.

Basta leer los diálogos de Platón o a Herodoto para ver que el hombre permanece siempre el mismo en su estructura básica. Hay un solo cambio radical en la historia: la

2 de 14

Page 3: La Verdadera Educacion Cristiana - Dietrich Von Hildebrand

LA VERDADERA EDUCACIÓN CRISTIANADietrich von Hildebrand

venida de Cristo, la Redención del hombre a través de su muerte en la cruz, el don de la vida de la gracia a través del bautismo. Así, por su vocación a la santidad, todo hombre está llamado a realizar este cambio dentro de sí mismo.

A pesar de la identidad de la naturaleza del hombre a través de todas las épocas de la historia, hay, naturalmente, grandes diferencias entre hombres y hombres, en su mentalidad, en sus criterios morales e intelectuales Pero estas diferencias se encuentran entre los hombres de cualquier época. La pretensión, por tanto, del cambio completo en el hombre es un mito, no únicamente porque la naturaleza del hombre no ha cambiado básicamente, sino también porque el mismo «hombre moderno» es un mito: ¡como si en una época todos los hombres tuvieran la misma mentalidad y estructura! Es ésta una pretensión completamente arbitraria sin ningún fundamento científico. De hecho, la diferencia de mentalidad entre los hombres de la misma época es aún más grande que el contraste entre las diferentes épocas.

b) Una influencia fatalEste mito del «hombre moderno» tiene una influencia fatal en la educación,

especialmente en la educación religiosa. Existen demasiados pedagogos de religión que creen que al niño de hoy debe dársele una dieta religiosa completamente distinta. Dan por supuesto que la educación (religiosa de tiempos pasados no puede ser provechosa hoy, y esto no porque tuviera defectos, sino porque iba dirigida a un joven que hoy ya no existe. Dan por supuesto que los métodos de enseñanza e incluso el contenido de la enseñanza, deben ser adaptados a este ser mítico, al «hombre moderno». Olvidan reconocer la igualdad básica de la naturaleza del hombre en todos los tiempos, incluso la identidad de la juventud. El hombre ha tenido siempre las mismas necesidades espirituales, los mismos peligros (tal como el engaño de sí mismo), la misma falta de madurez durante la pubertad, las mismas tentaciones de la carne, la misma sed esencial de Dios del ánima naturaliter christiana, del alma «naturalmente cristiana». La naturaleza del hombre está siempre propensa a la misma rebeldía contra la autoridad, por una parte; y es, por otra, el mismo ser fascinado por los falsos «maestros». El hombre siempre tiene en lo profundo de su alma la misma necesidad y la misma sed de dirección ejercida por una autoridad verdadera. En lugar de ver todo esto, esos pedagogos caen víctima del ilusorio concepto del «joven moderno» que, por lo visto, sólo puede ser alcanzado a través de un tipo de educación religiosa completamente nuevo. Pero el peor efecto de este mito es que estos pedagogos creen que no solamente los métodos deben ser cambiados, sino .también el contenido mismo de la educación religiosa Es decir, la misma verdad religiosa debe adaptarse a esta mente moderna. Tal actitud lleva claramente a la vacuidad de querer modificar la revelación divina confiada al Magisterium de la Santa Iglesia y de querer adaptarla al supuesto espíritu de una época, lo cual es una contradicción.

3 de 14

Page 4: La Verdadera Educacion Cristiana - Dietrich Von Hildebrand

LA VERDADERA EDUCACIÓN CRISTIANADietrich von Hildebrand

II. LA EXPERIMENTACIÓN

El segundo error básico de la creencia de que para hallar el camino más eficaz de guiar las almas de la gente joven a una vida religiosa no formalista sino vital, ha de recurrirse a la experimentación. La base de esta noción de experimentación es la fetichización de la ciencia natural, la ingenua creencia de que el único método de conseguir cualquier certeza en el conocimiento es el del laboratorio; de ahí el «ángulo de visión experimental». Se olvida que esto puede conducir a resultados sólo en ciertos campos, y que su uso en otros es la máxima expresión del método anticientífico. No tiene sentido—y es completamente imposible—usar el ángulo experimental en campos espirituales como la moralidad, religión, matrimonio, amor; y en materias intelectuales corno lógica, epistemología, metafísica, estética o ética. En todos estos objetos, la única forma de obtener resultados es a través de un método completamente diferente. Todos éstos son asuntos en los cuales puede y debe obtenerse un conocimiento intuitivo, una verdadera evidencia. Para todas estas cosas, los experimentos no tienen sentido. Nadie diría: debemos hacer experimentos para saber que 2 y 2 son 4, o para descubrir el principio de contradicción.

Pero la experimentación en algunos de estos campos no puede ser desechada solamente porque no tiene razón de ser, porque es inaplicable y estéril, es decir, por razones epistemológicas; en algunos casos debe ser desechada también porque es inmoral, incompatible con la reverencia que ciertas cosas exigen o con la misma naturaleza de un ser. La experimentación implica la posibilidad de un control y la repetición de un suceso bajo las mismas circunstancias. Ahora bien, hay muchos campos en los que las mismas circunstancias no pueden producirse en intentos sucesivos y en los que someter algo a prueba contradice, además, la misma naturaleza de ese algo. Supongamos un hombre que dice: «vamos a hacer experimentos sobre la contrición»; debes primero cometer un robo, luego adulterio y después observaremos si tu contrición tiene las mismas características en ambos casos. Lo absurdo e inmoral de tal proposición debe parecer evidente a cualquiera que está en su sano juicio. No se trata únicamente de que la gravedad de cualquier pecado prohíba tal investigación experimental, sino que, además, es imposible hacer del pecar un objeto de experimentación. Ni la observación por otra persona, ni la observación propia pueden conducir a ningún resultado digno de consideración, porque la verdadera contrición está dirigida hacia Dios y basada en el hecho de que nosotros le hemos ofendido. En cuanto hago de ella un «experimento» a base de verla con una actitud neutral de laboratorio, deja de ser contrición.

Esta clase de experimentación, terrible y vacía, no es sino una acción engañosa del tipo de las que se encuentran en el desafortunado libro de Masters y Johnson, donde la relación sexual se hace objeto de estudio de laboratorio.

4 de 14

Page 5: La Verdadera Educacion Cristiana - Dietrich Von Hildebrand

LA VERDADERA EDUCACIÓN CRISTIANADietrich von Hildebrand

Todos sabemos el entusiasmo con que muchos defienden la experimentación en los campos de la liturgia y de la educación religiosa. Se cree que la experimentación es el remedio para superar el convencionalismo en la educación, que indudablemente se ha difundido mucho en los últimos tiempos. La experimentación es aclamada como un método realista; nos pone en contacto vivo con la realidad, sustituye teorías por hechos, nos permite escuchar la realidad en su plenitud y variedad. Pero esta misma creencia de que la experimentación es la única forma de entrar en contacto vivo con la realidad, es teoría pura, abstracta y, además, errónea. Convierte la vida y la plenitud del ser, con todo su sabor, riqueza y belleza en un mero laboratorio. Para saber cuál es el mejor método de educación religiosa debemos ciertamente atender a la realidad. Pero este atender se opone, no sólo a teorías abstractas, sino también, en la misma medida, a la experimentación. Atender a la realidad, en este contexto, significa, por una parte, un profundo análisis de la naturaleza de la religión, y, por otra, un análisis de la forma adecuada de transmitir la verdad religiosa a las almas. Esta segunda tarea exige un análisis del alma humana en general, y de la naturaleza de cada joven en particular. Lo que aquí es esencial es una actitud reverente, una admiración que es la base de la verdadera filosofía. Supuesta esta actitud y también el deseo de comprender los elementos inteligibles del ser en su verdadera naturaleza, podemos esperar alcanzar un entendimiento más profundo de las verdaderas notas de la educación religiosa y descubrir las causas de fallos pasados. Tales verdades sólo se dejan captar por esta actitud (reverente, cooperativa, y nunca por aquel acceso neutral de laboratorio.

Es sencillamente inmoral hacer de las almas de los niños un objeto de experimentación con respecto a la única cosa necesaria, a la fundamental cuestión de la fe, de la unión con Cristo. Este enfoque socava ab ovo cualquier educación religiosa verdadera; es una especie de vivisección espiritual, una abominación a los ojos de Dios.

5 de 14

Page 6: La Verdadera Educacion Cristiana - Dietrich Von Hildebrand

LA VERDADERA EDUCACIÓN CRISTIANADietrich von Hildebrand

III. LA ACOMODACIÓN

El tercer error básico es el equívoco concepto de la «vitalización». Los nuevos pedagogos dicen que la religión no debería ser algo abstracto para el joven, algo separado de su vida diaria, algo sobre lo que él piensa en la iglesia, pero que olvida rápidamente cuando sale; algo que es tan extraño, que está tan en las nubes que nunca se siente cómodo en ello, algo a lo que nunca se acaba de acostumbrar. Por eso, continúan estos seudo reformadores, debemos presentar la religión de una manera que encaje en la vida diaria del joven, que se haga parte del mundo en el cual él normalmente se mueve y vive. Debemos adaptar el contenido de la religión al tiempo presente; debemos adaptarla a la mentalidad de nuestra época de forma tal que el joven la pueda aceptar con facilidad. Las lecciones de religión se deben combinar con cosas que le diviertan y atraigan.

Así también —siguen—el culto debe ser adaptado. La misa debe ser entremezclada con jazz y rock and roll para que el joven se encuentre como en casa. Verá entonces el culto religioso, no como una mera obligación aburrida, sino corno algo alegre y vivo. Como he señalado en mi libro El caballo de Troya en la ciudad de Dios, esta idea de una «religión viva» descubre una ignorancia completa de la naturaleza de la religión y de la revelación cristiana. Trae consigo, no la vivificación, sino el entierro de la religión. La verdadera vivificación de la religión consiste precisamente en lo opuesto.

Sin duda, el mal de una religión meramente «convencional» estaba muy extendido en los últimos cincuenta años antes del Concilio Vaticano II. Por religión convencional entiendo aquella en que el hombre considera su relación con Cristo y con su Iglesia como una simple legalidad, similar a la que tiene hacia el Estado del que es ciudadano. Es católico porque nació católico y pertenece a la Iglesia, igual que pertenece a su familia y a su país. Cumple las obligaciones derivadas de este hecho como algo que se espera de él: así va a misa los domingos, y al menos una vez al año se confiesa y comulga. Se casa en la Iglesia, y no se vuelve a casar si tiene la desgracia de separarse, etcétera.

De esta forma la religión se considera como una parte normal de la vida convencional del hombre, algo que encaja en su forma de vivir. Este hombre no tiene el más ligero deseo de inquirir sobre la religión en la que nació. Pero nunca realiza una confrontación real con Cristo. Nunca se da cuenta de la necesidad que el hombre tiene de redención; nunca llega a hacerse cargo de que Cristo nos ha redimido. Nunca siente el mundo de Dios, un mundo absoluto, nuevo y sagrado. No tiene ojos espirituales para la realidad sobrenatural que se nos ha revelado en la Santa Humanidad de Cristo. Este hombre religioso convencional nunca se ha asombrado ante el milagro que es la existencia misma de la Iglesia, ante el hecho de que ella ha engendrado innumerables santos, siendo cada uno de ellos una prueba inequívoca de la redención del mundo por

6 de 14

Page 7: La Verdadera Educacion Cristiana - Dietrich Von Hildebrand

LA VERDADERA EDUCACIÓN CRISTIANADietrich von Hildebrand

Cristo. Nunca ha visto en el santo un ejemplo luminoso del motivo mismo de nuestra vida, la mismísima razón de ser de nuestra existencia: glorificar a Dios a través de nuestra transformación en Cristo, llegar a ser una nueva criatura en Cristo.

Tan pronto como hemos comprendido la verdadera naturaleza de la religión viva, existencial, que es la antítesis genuina de una religión meramente convencional, vemos fácilmente que el intento de enturbiar la diferencia entre lo natural y lo sobrenatural es precisamente la forma de convencionalizar la religión, y de socavar la posibilidad de un verdadero cristianismo vivido. Los fallos del pasado tenían sus raíces en el hecho de que las verdades religiosas eran presentadas de una manera abstracta, conceptual. La sorprendente realidad de lo sobrenatural y su radical diferencia de lo natural, nunca fue elaborada de una forma y con estilo correcto; es decir, de manera que diera al estudiante una conciencia viva e intuitiva de las grandes cosas que tenía delante de sí.

La fe, entonces, se hizo convencional, porque nadie preparaba suficientemente las almas de los niños para un conocimiento de la belleza y gloria infinitas de la Revelación de Cristo; nadie desarrolló suficientemente su sentido hacia lo sagrado, la belleza intrínseca de la santidad, para percibir el abismo que separa la santidad de la simple eficiencia; nadie le descubrió suficientemente la diferencia entre cualquier felicidad humana y la felicidad última que sólo Jesús puede derramar en el alma de todo el que cree en Él y le ama, una felicidad que puede estar presente y ser saboreada ya en esta vida terrena.

Una amarga ironía¡Y qué amarga es la ironía con que ahora nos enfrentamos ! Lo que antes se

omitía como una especie de modorra burocrática es aquello a lo que algunos de hoy apuntan de una forma sistemática, explícita y consciente: el oscurecimiento de la diferencia entre lo sagrado y lo profano, la supresión del sentido de lo, sobrenatural. Y esto se hace a guisa de desconvencionalizar la fe y de hacerla viva. Es una cura singular que intenta combatir la enfermedad a base de producir una mayor abundancia de la misma enfermedad. Y conste que no es éste un caso de inmunizar por inoculación. La «cura» del secularismo es prescrita por esos pedagogos que han perdido la verdadera fe. Ya no entienden los planos radicalmente diferentes en el alma del hombre: aquél al que Dios llama y donde el hombre es atraído hacia El, y aquél al que llaman los placeres mundanos, el espíritu del mundo. Están satisfechos con que la gente joven se sienta atraída a la enseñanza religiosa. Nunca preguntan por qué los jóvenes son atraídos: ¿están atraídos por auténtico mundo de Cristo? ¿o es que lo que se les ofrece ha sido adaptado al ambiente y al espíritu que les rodea, en un mundo desacralizado y deshumanizado que, naturalmente, tiene un atractivo propio hasta tal punto que el contenido de la religión está completamente falsificado?

7 de 14

Page 8: La Verdadera Educacion Cristiana - Dietrich Von Hildebrand

LA VERDADERA EDUCACIÓN CRISTIANADietrich von Hildebrand

IV. UN CREDO SECULARIZADO

Y esto me lleva a la consideración de un cuarto error. En su afán por hacer que la enseñanza de la religión tenga éxito, los «nuevos pedagogos» olvidan la naturaleza del verdadero éxito, que es lo único que interesa. Están satisfechos si un medio tiene éxito, aunque este éxito sea completamente antitético a su fin genuino. Socavan el significado auténtico y la raison d'étre de la educación religiosa, que es exclusivamente transmitir a la gente la enseñanza de la Iglesia, plantar en sus almas una fe profunda, viva, inconmovible y promover en ellos el amor a Cristo, un deseo pleno de seguirle y de vivir de acuerdo con los mandamientos de Dios.

Estos pedagogos se felicitan por el brillante éxito de su «nuevo enfoque» en la enseñanza religiosa; no parecen darse cuenta de que el atractivo de su método se compró a base de repudiar, por su parte, las mismas verdades y realidades sobrenaturales que supuestamente trataban de impartir. Su «éxito», entonces, es comparable al del cirujano que se jacta: «La operación ha sido un éxito brillante, pero el paciente ha muerto». Así, el fin al que tienden y que da su sentido a la operación se sacrifica por la brillantez de la operación. La fe de cualquier joven que ha sufrido este tratamiento desgraciado no es ya la verdadera fe cristiana. Un credo secularizado y humanitario que carece de las características básicas de la Revelación de Cristo, ha sido inculcado en su mente. No cree ya en el pecado original, en la necesidad de redención, en el hecho de que hemos sido redimidos por la muerte de Cristo en la Cruz. No cree ya en la única cosa necesaria: nuestra transformación en Cristo, nuestra amorosa relación personal con Cristo. Ignoran completamente la verdadera caridad que puede nacer exclusivamente en el corazón del que ama a Dios sobre todas las cosas; a Dios tal y como se ha revelado a Sí mismo en Cristo. El conocimiento de la fe que tienen no incluye el papel de la contrición, el horror al pecado, la gloriosa unión sobrenatural de todos los miembros en el Cuerpo Místico de Cristo.

¿Qué sentido, qué significación tiene una enseñanza religiosa, qué derecho tiene a existir si lleva a un credo que tiene más afinidad con el New York Times que con el Evangelio y el depósito de la fe? ¿Qué importa que muchos jóvenes sean atraídos a esta enseñanza seudo religiosa? ¿Por qué la gente es atraída a esta enseñanza seudo religiosa?

¿Qué tiene de particular que este seudo catolicismo sea fácil y alegremente aceptado por la juventud; que «coopere» con el maestro sin dificultad? Este éxito es, en realidad, un éxito falso. Puede quizá, satisfacer la vanidad del maestro, pero es el sepelio de la fe verdadera y la traición de la verdadera vocación del maestro. Esta operación de enseñar ha sido realmente un «éxito»: ¡la fe de los estudiantes está muerta!

8 de 14

Page 9: La Verdadera Educacion Cristiana - Dietrich Von Hildebrand

LA VERDADERA EDUCACIÓN CRISTIANADietrich von Hildebrand

9 de 14

Page 10: La Verdadera Educacion Cristiana - Dietrich Von Hildebrand

LA VERDADERA EDUCACIÓN CRISTIANADietrich von Hildebrand

Hay que presentar la fe auténtica

La verdadera antítesis de un cristianismo convencional es la vitalidad enraizada en la auténtica fe católica, la fe inconmovible en el Credo que nuestro Santo Padre el Papa Pablo VI proclamó solemnemente al final del año de la fe. Es el profundo amor a Cristo, la decisión de seguirle, el anhelo por El, el amor a su Iglesia, el alcance y la posesión de su belleza y esplendor, la honda gratitud a Dios por todos sus dones.

Si entendemos lo que antecede, podemos más claramente elaborar las notas de una verdadera educación religiosa y los requisitos para que sea realmente fructífera. En primer lugar, el contenido de nuestra fe no puede presentarse como un terna más del saber, a la manera de la historia o de las matemáticas. Debe presentarse en su absoluta singularidad, en el espíritu de la misa del Sábado de Pascua: Annutio vobis gaudium magnum, os anuncio un gran mensaje de alegría. Las verdades fundamentales deben presentarse a los jóvenes oyentes de tal forma que les sea transmitida la atmósfera inefablemente santa de la revelación. Un aura sobrenatural debe rodear estas verdades: la creación del mundo y del hombre, la caída de Adán, el pecado original, la Revelación del Antiguo Testamento, Dios que habla a Abrahám y a Moisés, la formidable Revelación del Decálogo y la voz solemne, abrumadora de todos los profetas, especialmente de Jeremías e Isaías, y luego el inefable misterio de la Encarnación, la Epifanía de Dios en Cristo, la revelación del mismo Dios en la Santa Humanidad de Cristo, los milagros de Cristo. Sus palabras eternas, su muerte en la cruz, su gloriosa Resurrección .y Ascensión, y Pentecostés, el nacimiento de la Santa Iglesia.

10 de 14

Page 11: La Verdadera Educacion Cristiana - Dietrich Von Hildebrand

LA VERDADERA EDUCACIÓN CRISTIANADietrich von Hildebrand

V. EL MAESTRO

Todo esto requiere una fe profunda por parte del maestro. Nunca podemos sobreestimar la importancia de la irradiación de la personalidad del maestro, su propio acercamiento reverente a estos misterios y su delicadeza por evitar cualquier impresión de dejadez, autocomplacencia y vulgaridad en su estilo. No solamente debe estar hondamente enraizado en la fe cristiana—en su amor y fidelidad a la Iglesia—, sino que debe también emanarlo en su manera de enseñar, en su diálogo con los estudiantes. Su profundo sentido de lo sobrenatural y su amor a Cristo deben empapar su enseñanza. Y en ese momento el estudiante no debe ser para él un chiquillo que va a la escuela, un alumno corriente como en las otras asignaturas, sino más bien un alma infinitamente amada por Cristo.

El maestro de religión que quiera tener verdadero éxito ha de evitar una falta que se ha cometido con frecuencia en el pasado: el abuso de autoridad. La autoridad dura, pedante, burocrática impuesta a los niños y jóvenes es, en sí misma, algo desafortunado, y lo es especialmente dentro del contexto de la educación religiosa. Sin embargo, debemos insistir enérgicamente en que una ausencia completa de autoridad es todavía mucho peor: un débil ceder a los caprichos de los jóvenes o una familiaridad afectada, un tono de camaradería, el usar un tono, con expresión francesa, de frere et cochon.

Al acercarse al muchacho de una manera recatada, en la que una noble reserva se entrelaza con un gran amor, el maestro deberá actuar con una auténtica autoridad. Debe también tratar de mostrar a la gente joven la belleza y dignidad de la verdadera autoridad y su diferencia de la, seudo autoridad que tan fácilmente se apodera de la juventud. Me refiero a la seudo autoridad de aquellos que tienen la habilidad de impresionar a los jóvenes con sus slogans, con su supuesta independencia y a base de presentarse como los pioneros del futuro, como los oráculos modernos, de moda. Una tarea grande e importante, especialmente hoy, es estimular en la gente joven una actitud escéptica hacia esos profetas modernos, pero falsos. Estos profetas han de ser desenmascarados y reconocidos como lo que son: hombres superficiales. Sus teorías, en su mayor parte contradictorias, han de ser puestas al descubierto. Y ellos mismos han de ser estigmatizados, dada su condición pasajera, como moscas efímeras.

Libertad o esclavitudNunca será bastante todo lo que el maestro haga para mostrar que ser

fascinado por la seudo autoridad de los falsos profetas es la mayor esclavitud intelectual y una abdicación de la propia libertad. Por el contrario, someternos a la sagrada autoridad de Dios y de su Santa Iglesia, nos hace libres. Nos da la

11 de 14

Page 12: La Verdadera Educacion Cristiana - Dietrich Von Hildebrand

LA VERDADERA EDUCACIÓN CRISTIANADietrich von Hildebrand

posibilidad de verlo todo en su verdadera luz, de descubrir la verdadera jerarquía de bienes, de ser liberados de los instintos gregarios y, sobre todo, de la esclavitud a nuestra propia soberbia.

En este contexto debe mencionarse un gran fallo de la educación religiosa del pasado: la omisión de mostrar la belleza y profundidad de los bienes naturales nobles como el amor humano, la amistad, el matrimonio y la belleza en la naturaleza y en el arte. Esto fue una gran equivocación. Cuando el maestro despierta en el muchacho su sentido por los bienes naturales nobles y muestra la diferencia entre éstos y los bienes meramente pasajeros o bienes mundanos está preparando el alma de su alumno para la ascensión a bienes incomparablemente más altos, a los bienes sobrenaturales. Estos bienes naturales nobles son un reflejo de la gloria infinita de Dios, un gran regalo de su bondad. Tienen la capacidad de evocar la nostalgia por el Absoluto, a quien reflejan de una manera natural. San Agustín subraya esto admirablemente en sus Confesiones.

Ciertamente los bienes creados pueden separarnos de Dios si nos apegamos demasiado a ellos, si los convertimos en ídolos. Pero, por otra parte, también tienen esta gran misión positiva: arrastrar nuestras mentes hacia arriba y preparar nuestras almas para el mensaje sobrenatural de Dios. Y cuando hemos encontrado a Cristo, cuando nuestro corazón ha sido tocado por el bien sobrenatural, cuando legamos a aprehender la incomparable superioridad de lo sobrenatural sobre lo natural, entonces los verdaderos bienes naturales no se descartan. Antes bien, son transfigurados por Cristo y somos incluso capaces de comprender su valor más hondamente. «En la luz vemos la luz», dice el salmista.

Una de las tareas más urgentes de la educación religiosa hoy día es desarrollar el sentido moral de los alumnos, despertar en sus almas el sentido de la fascinadora belleza y esplendor de los valores morales y un profundo horror al pecado. El amoralismo es hoy uno de los síntomas más catastróficos de decadencia espiritual y una amenaza singular para una relación verdadera con Cristo. Y también aquí debemos decir que, con frecuencia, el mundo de la moralidad ha sido presentado de una manera demasiado abstracta, demasiado negativa. Afirmaciones sobre la bondad y maldad de un acto se han basado sobre argumentos débiles. Esto tiene que ser corregido. Hay que exponer la importancia última de las categorías del bien y del mal moral. Hay que insistir en la primacía de los valores morales sobre todos los demás valores. Solamente los valores morales tienen proyección eterna. Ya Sócrates veía esta primacía de una manera grandiosa cuando dijo: «Es mejor para el hombre sufrir la injusticia que cometerla.»

Pero también debemos inmunizar a nuestra gente joven contra la desdichada Nueva Moralidad, que ni es nueva ni es moralidad. No es más que la

12 de 14

Page 13: La Verdadera Educacion Cristiana - Dietrich Von Hildebrand

LA VERDADERA EDUCACIÓN CRISTIANADietrich von Hildebrand

exhumación del mediocre utilitarismo burgués de Jeremías Bentham. Y, como la ética de Bentham, extravía la verdadera existencia de los valores morales, está dirigida únicamente hacia objetos extramorales.

La belleza de la pureza y de otras virtudesCon frecuencia se oye hoy día que, hasta hace poco tiempo, se ha puesto

demasiado énfasis en el sexto mandamiento. Esto es cierto. Pero el defecto estuvo, no en exagerar la importancia de la pureza, sino en no recalcar bastante las demás virtudes, como la humildad, la generosidad, la magnanimidad y la caridad. Caer en este error significa volverse ciego para apreciar tanto la gravedad del pecado de impureza como la profunda nobleza y hermosura de la pureza. La actual ceguera acerca de la pureza no es más que un ejemplo de la supuesta manera nueva de aplicar las palabras del Evangelio: «La situación última del hombre es peor que la primera.»

Supuesto que la pureza ha sido presentada a la juventud de manera inadecuada en el pasado y que la corrupción de la impureza ha sido débilmente puesta de relieve con argumentos que, además, acentuaban sólo lo negativo, la tarea urgente hoy es presentar tanto la belleza de la pureza como la corrupción de la impureza con argumentos mejores, y mostrar que toda impureza es una profanación del alto destino del sexo, que es servir a la mutua donación de sí mismo en la unión matrimonial. Se debe hablar, no de un aspecto neutral, científico, del sexo—como se hace hoy incluso en escuelas católicas, como educación del sexo, rozando con frecuencia la pornografía—, sino del misterio del sexo, de la relación de éste con la vida conyugal, del deseo de todos los que aman, de alcanzar una unión íntima con la persona amada en esta profunda donación mutua.

Visión cristiana del sexoDesde 1923, la primera vez en mi libro En defensa de la Pureza, he tratado

de exponer la verdadera visión cristiana acerca del matrimonio y del sexo. El sexo no es un mero instinto, no es una mera realidad biológica. Toda tentativa de explicación del sexo basada en normas de las ciencias naturales es fundamentalmente incapaz de alcanzar la verdadera naturaleza del sexo. El sexo es algo que, en su aspecto humano, sólo se puede comprender en su relación con la vida conyugal. Hay que acercársele con profunda reverencia; y también debe ser una preocupación de los maestros el suscitar reverencia en el alma de los jóvenes ante el misterio del sexo. Hay que evitar las alternativas extremas: o el sexo es tabú, o es algo neutro que se ha de discutir en actitud propia de un laboratorio. No, el sexo humano es un misterio grande, algo profundamente entrañable. Debe ser preocupación del maestro enseñar, con gran discreción, la hermosura de este misterio cuando se realiza de acuerdo con el designio divino. Al mismo tiempo debe

13 de 14

Page 14: La Verdadera Educacion Cristiana - Dietrich Von Hildebrand

LA VERDADERA EDUCACIÓN CRISTIANADietrich von Hildebrand

enseñar el horror de cualquier profanación, es decir la gravedad del pecado de impureza.

La clave para comprender el sexoEl amor conyugal es la clave para la verdadera comprensión del sexo. Y,

repetirnos, el sexo sólo se puede comprender considerando que está al servicio de una mutua e irrevocable donación de sí mismo a la persona amada en el matrimonio, y que constituye la unión suprema del matrimonio. Es desde esta perspectiva como debe ser enseñado este gran misterio, y especialmente que Dios ha confiado a esta unión de amor el origen de una nueva vida. El sexo humano es una cooperación con el acto creativo de Dios.

Una responsabilidad graveLa responsabilidad del educador religioso en el momento presente es

grande. En medio de las olas de apostasía entre los católicos, en medio de la deplorable desintegración que está ocurriendo en la Iglesia es una tarea difícil pero hermosa remar contra corriente y ayudar a establecer una fe católica firme e inconmovible en las almas de los jóvenes. Es bella la tarea de despertar en los jóvenes el verdadero amor a Cristo, el deseo fuerte de una mayor unión con El, la decisión firme de seguir los mandamientos de Dios y el propósito de acercarse a todos los bienes naturales nobles con la luz de Cristo y con profunda gratitud a Dios. Para cumplir esta tarea a conciencia, el educador religioso tendrá que enfrentarse con muchas persecuciones provenientes no sólo del mundo, sino también, y especialmente, de los falsos hermanos. Pero tales persecuciones nunca le seducirán hasta el punto de llevarle a hacer componendas. Las palabras de Nuestro Señor deberán estar siempre en la mente del maestro: «Al que escandalizare a uno de estos pequeñuelos que creen en mi, más le valiera que le colgasen al cuello una piedra de molino de asno y le hundieran en el fondo del mar.»

Estas palabras tienen hoy una especial fuerza a causa de los disparates de la actual educación sexual y de la «nueva moralidad». Y también tienen aplicación en todos los casos en que se origina un grave daño a las almas inmortales de los jóvenes por causa de los maestros de falsas doctrinas. De hecho, el mayor daño que se puede infligir a un alma es hacerle perder la fe en la Revelación de Cristo y en la enseñanza infalible de Su Iglesia.

Como en todas las tareas difíciles, sin embargo, podemos sacar gran consuelo de las palabras de San Pablo: «Nada puede separarnos del amor a Cristo.» Que los fieles maestros de religión emprendan su tarea, grande y noble, llenos de esperanza y de ardor ferviente. Que recuerden que Nuestro Señor dijo:

«El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.»

14 de 14