La vida es bella...

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Estimado Carlos: Hoy mis reflexiones tienen relación con una de tus parcelas: el seguro de vida. Ya sabes que hace poco hemos tenido en la familia la desagradable visita de la vieja embajadora del mundo de las sombras. Y esta siempre inoportuna visitante, te obliga a reflexiones que en el día a día, no nos hacemos casi nunca, a menos que seamos masoquistas, lo cual me consta que no es ni tu caso, ni el mío. Algunas civilizaciones tienen a la muerte como una continuación, como una parte más de la vida, mientras otras sostienen que la muerte es… lo contrario a la vida. Eso hace que las distintas culturas miren la llegada de la dama, con diferente sensibilidad, y aunque sospecho que nadie la recibe con afecto, unos le muestran más respeto que otros. Unas veces se presenta sin avisar, como en el caso de Chuchi Aranguren, el que fuera gran defensa del Athletic, y en otras nos va enviando heraldos anunciando su llegada: Un bulto sospechoso, una mancha en el escáner, un análisis alarmante… Y lo que quería hoy ponerte de manifiesto, es el instinto de supervivencia, esa capacidad innata que tenemos los humanos y los no humanos, para pelear y resistirnos a ese viaje a lo desconocido. Lo vemos todos los días. Cabe no obstante destacar, esa filosofía estoica, del periodo Helenístico, que acepta con entereza los reveses de la vida, porque el ser humano, al formar parte de un proyecto cósmico y racional, no debe temer al destino. Me vienen a la cabeza los versos que Jorge Manrique pone en boca de su padre : Y consiento en mi morir, con voluntad placentera, clara y pura, que querer hombre vivir, cuando Dios quiere que muera… es locura. Parafraseando al maestro Jardiel Poncela, que decía aquello de “ Muero feliz, porque muero sin pagar al sastre” hoy lo podríamos actualizar con un : “Muero feliz porque le hago la puñeta a la compañía de seguros”. De todas formas el sentido de la supervivencia, está presente en nuestros genes y las más de las veces, de una manera inconsciente, activan en nosotros el mecanismo de autodefensa.

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una rflexión sobre la vida y la muerte

Transcript of La vida es bella...

Estimado Carlos: Hoy mis reflexiones tienen relación con una de tus parcelas: el seguro

de vida.

Ya sabes que hace poco hemos tenido en la familia la desagradable visita de la vieja

embajadora del mundo de las sombras.

Y esta siempre inoportuna visitante, te obliga a reflexiones que en el día a día, no nos

hacemos casi nunca, a menos que seamos masoquistas, lo cual me consta que no es ni tu

caso, ni el mío.

Algunas civilizaciones tienen a la muerte

como una continuación, como una parte

más de la vida, mientras otras sostienen

que la muerte es… lo contrario a la vida.

Eso hace que las distintas culturas miren

la llegada de la dama, con diferente

sensibilidad, y aunque sospecho que nadie

la recibe con afecto, unos le muestran

más respeto que otros.

Unas veces se presenta sin avisar, como

en el caso de Chuchi Aranguren, el que

fuera gran defensa del Athletic, y en otras nos va enviando heraldos anunciando su

llegada: Un bulto sospechoso, una mancha en el escáner, un análisis alarmante…

Y lo que quería hoy ponerte de manifiesto, es el

instinto de supervivencia, esa capacidad innata

que tenemos los humanos y los no humanos, para

pelear y resistirnos a ese viaje a lo desconocido.

Lo vemos todos los días.

Cabe no obstante destacar, esa filosofía estoica,

del periodo Helenístico, que acepta con entereza los

reveses de la vida, porque el ser humano, al formar

parte de un proyecto cósmico y racional, no debe

temer al destino.

Me vienen a la cabeza los versos que Jorge Manrique

pone en boca de su padre : Y consiento en mi morir, con voluntad placentera, clara y pura, que querer hombre vivir, cuando Dios quiere que muera… es locura. Parafraseando al maestro Jardiel Poncela,

que decía aquello de “ Muero feliz, porque

muero sin pagar al sastre” hoy lo podríamos

actualizar con un : “Muero feliz porque le

hago la puñeta a la compañía de seguros”.

De todas formas el sentido de la

supervivencia, está presente en nuestros

genes y las más de las veces, de una

manera inconsciente, activan en nosotros

el mecanismo de autodefensa.

Al final, el hilo que separa un ser vivo,

de uno muerto, es muy sutil. El cuerpo, hace

un momento, pensaba, sufría se alegraba y

un poco más tarde, ya no siente nada

El muerto lo tiene todo, todos sus órganos,

pero ya no le funcionan. Le falta eso que

hemos dado en llamar: El aliento vital .

Los artistas lo han venido representando

de muchas maneras, como un soplo divino,

o como un rayo de luz, pero yo he elegido

como símbolo de ese aliento, la lucha y el

triunfo de las plantas para crecer donde

parece imposible que prosperen.

Así que he comenzado a recoger una variada

tipología de situaciones curiosas, donde

es notorio el triunfo de la “Vida”.

Al final las plantas crecen en lugares

donde aparentemente no hay tierra que

las sustente y aparecen enraizadas en la

misma roca desnuda o en paredes y tapias.

Las podemos encontrar en todos los

ambientes: rurales, urbanos, el desierto o la

montaña, incluso en el asfalto de las

carreteras más concurridas.

Lo que sorprende es la aparente sencillez con que llevan a cabo esa operación de

sobrevivir, lo que tiene que hacernos pensar, que en el fondo, no puede ser muy difícil.

Lo más probable es que seamos nosotros los que nos empeñamos en hacerlo más difícil

todavía.

En esa dura tarea, los helechos parecen ser unos maestros.

Pero las plantas crasas, las crasuláceas de hojas suculentas, no les van a la zaga y

parecen arraigar directamente sobre la roca.

Otras veces es el lugar el que pone las dificultades, por ejemplo la lava de un volcán, que

parece un sustrato inerte, imposible de colonizar, pero transcurrida le erupción, a los

pocos años, comienza a ser invadida por la vida, de manera irrefrenable.

Y sin ir muy lejos, las tapias de cierre de las fincas, son el refugio en el que prosperan

las más variadas supervivientes.

En fin, Carlos, que la vida no debe ser muy desagradable, cuando nos aferramos a ella de

esta manera tan enconada.

También podemos sacar la conclusión, observando estas sencillas plantas, que aunque las

condiciones no sean las óptimas, se puede sobrevivir, y aún progresar, en el mercado, en

el mundo empresarial, en la familia, en todos los retos que nos propongamos, aunque nos

parezcan muy duros.

Ellas han podido y nos dan una sencilla lección.

Espero que nuestros seguidores del blog, tengan nuevas

oportunidades de practicar la fotografía divertida, a través

de esta nueva tipología de lo que podíamos llamar, casi “Milagros”.

Bueno amigo, me despido hasta otro día,

no sin antes desear que tarden mucho en cobrar,

nuestros seguros de vida.

Un fuerte abrazo de tu amigo

Javier