LA VIOLENCIA INTRAFAMILIAR EN COLOMBIA: …
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LA VIOLENCIA INTRAFAMILIAR EN COLOMBIA:
DETERMINANTES Y CONSECUENCIAS PARA EL 2010.
Daniela Montoya Salazar
Universidad de los Andes
Asesor: Fabio Sánchez
Mayo de 2016
Resumen
La violencia intrafamiliar entendida como un acto que produce afecciones o sufrimiento físico,
sexual, psicológico, verbal o económico a una persona dentro del mismo hogar, no es un
fenómeno nuevo en la sociedad actual. Sin embargo, la atención que ha recibido es menor a la
que merece y solo recientemente se ha reconocido como un importante problema de salud
pública, donde las mujeres son las principales afectadas. Usando los datos de la Encuesta
Nacional de Demografía y Salud para el 2010, este artículo identifica los determinantes y
consecuencias de la violencia física y emocional que sufren las mujeres colombianas en edad
fértil. La evidencia sugiere que entre las principales causas de la violencia intrafamiliar está el
hecho de haber presenciado algún abuso o maltrato en el hogar materno. Contrario a lo que
podría pensarse, recientemente no se ha encontrado alguna relación significativa entre variables
socioeconómicas y la violencia intrafamiliar. Usando un modelo probit bivariado se evalúa la
probabilidad de existencia de violencia (física y emocional) dados factores socioeconómicos,
individuales y de la pareja; y mediante el uso de correlaciones se determina la incidencia de las
consecuencias. Los resultados indican que los principales determinantes de ambos tipos de
violencia recaen positivamente en el hecho de que la mujer haya vivido con su pareja y
negativamente en que compañero consuma alcohol o drogas de manera frecuente. La principal
consecuencia de la violencia emocional es la baja autoestima y de la violencia física los
moretones, y heridas o fracturas.
Palabras clave: Violencia Intrafamiliar, probit bivariado, ENDS
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DOMESTIC VIOLENCE IN COLOMBIA: DETERMINANTS AND
CONSEQUENCES FOR 2010.
Abstract
Domestic violence, understood as an act producing conditions or physical, sexual, psychological,
verbal or financial suffering on a person within the same household, is not a new phenomenon in
today's society. However, the attention it has received is less than it deserves and has only
recently been recognized as a major public health problem, where women are primarily affected.
Using data from the National Demographic and Health Survey 2010, this article identifies the
determinants of domestic violence and consequences of physical and emotional violence suffered
by Colombian women of childbearing age. The evidence suggests that the main cause of
domestic violence is the fact of having witnessed any abuse or mistreatment in the maternal
home. Contrary to what one might think, it has not been found any significant relationship
between socioeconomic variables and domestic violence. Using a bivariate probit model, I
evaluate the probability of existence of violence (physical and emotional) given socioeconomic,
individual and couples factors; and using correlations I determine the incidence of the
consequences. The results indicate that the main determinants for both types of violence fall
positively in the fact that the woman has lived with her partner and negatively in the alcohol or
drug abuse by her companion. The main consequence of emotional violence is low self-esteem
and of physical violence are bruises and wounds or fractures.
Key words: Domestic violence, bivariate probit, DHS
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1. INTRODUCCIÓN
La violencia intrafamiliar, y en especial contra la mujer, no es un fenómeno nuevo en la sociedad
actual. Sin embargo, la atención que ha recibido es menor a la que merece. En Colombia la
identificación de esta problemática se empezó a hacer de manera más exacta en la década de
1990, año en que inició la aplicación de la Encuesta Nacional de Demografía y Salud. Con la
nueva Constitución de 1991, se reconoció la violencia intrafamiliar como un importante
problema de salud pública y puso a disposición mecanismos de defensa para las mujeres que son
las principalmente afectadas. A pesar de contar con información sobre la violencia intrafamiliar
desde 1990, solo hasta el 2005 se empezaron a hacer análisis econométricos sobre su incidencia,
cronicidad, severidad, causas y consecuencias. El cambio demográfico y las mejoras que se han
tenido en aspectos como la salud, las diferencias de género y la reducción de las brechas
económicas y sociales durante las últimas décadas hacen necesario una revisión continua de la
información para evaluar los planes nacionales que se han venido ejecutando.
A pesar de dichas mejoras, la violencia intrafamiliar, manifestada en su mayor parte por el
maltrato femenino, aun es una constante en Colombia. Según la Presidencia de la Republica, el
15% de las mujeres sufre algún tipo de violencia, aunque se cree que estas cifras pueden ser
mayores debido a que las mujeres muchas veces no denuncian el caso o hay barreras de
información, haciendo que sea de difícil monitoreo. En encuestas que se han realizado en
diferentes países, se ha encontrado que entre 10-50% de las mujeres aseveran haber sufrido
violencia que no solo se limita al trato físico sino también al psicológico y sexual (USAID).
Muchos de estos casos generan afecciones en la salud y consecuentemente repercusiones en su
economía.
Así, el propósito de este trabajo consiste en identificar los determinantes de la violencia
intrafamiliar y posteriores consecuencias que sufren las mujeres colombianas en edad fértil para
el año 2010 a partir del módulo de violencia intrafamiliar de la Encuesta Nacional de
Demografía y Salud (ENDS).
Este artículo pretende contribuir al vacío existente, desde una perspectiva económica, relativo a
los estudios realizados sobre la violencia intrafamiliar para el caso Colombia y dar continuidad a
las investigaciones que se han llevado a cabo para años anteriores permitiendo ver la evolución
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del fenómeno. Además, se constituye como base para conceptualizar el problema, conducir
nueva investigación y sobretodo dar apoyo estadístico a los policy-makers en términos de las
causas reales de la problemática y los efectos y las posteriores consecuencias que surgen de la
violencia intrafamiliar. Se espera que la información aquí suministrada sea la base no solo para la
implementación de nuevas políticas, sino para la evaluación de proyectos dirigidos a disminuir la
violencia intrafamiliar por parte de la Dirección de Eliminación de Violencias contra las Mujeres
y Acceso a la Justicia, de la Secretaría de la Mujer.
La literatura sugiere que hay un factor de transmisión intergeneracional de la violencia, es decir
que personas que han sido víctimas o testigos de la violencia en sus hogares maternos están
expuestas a vivenciar lo mismo en su hogar dada la teoría social del aprendizaje (Bandura,
1977). De igual manera, Straus y Gelles (1986) demostraron que hay una relación entre el abuso
de alcohol y sustancias psicoactivas con la violencia intrafamiliar. Respecto a las variables
socioeconómicas como la educación, la edad y el nivel de riqueza, se encontraron posiciones
opuestas. Hay autores que defienden que dichas variables si tienen efecto sobre la probabilidad
de que exista violencia intrafamiliar (Tauchen et al, 1991; Friedmann-Sánchez y Lovaton, 2012)
mientras otros dicen que el efecto es marginal (Ribero y Sanchez, 2004) o no es significativo (Ju
Huang y Gunn, 2001).
Teniendo en cuenta las causas propuestas por la literatura, se estima un modelo probit bivariado
a partir de los datos con el que se encuentran los determinantes de la violencia intrafamiliar,
haciendo escogencia de variables socioeconómicas del hogar, características de la mujer y
características del esposo o compañero. Este modelo es una generalización del modelo probit
para estimar varios resultados binarios correlacionados en forma conjunta, en este caso mide la
probabilidad de co-ocurrencia de la violencia intrafamiliar física y emocional. El 34.14% de las
mujeres sufren de manera conjunta los dos tipos de violencia aquí evaluados. Este alto porcentaje
de co-ocurrencia es lo que motiva al uso del modelo probit bivariado.
Hablando de las consecuencias, la ENDS no profundiza mucho sobre estas pero se indaga sobre
4 consecuencias de cada tipo de violencia. En varios casos, las mujeres pueden sufrir una o más
consecuencias de cualquiera de los dos ámbitos, en tanto un acto físico puede ocasionar
repercusiones en la parte emocional. Para medir de manera más exacta la relación que tiene cada
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uno de los aspectos de la violencia emocional y física con los dos tipos de consecuencias, se va a
hacer un análisis de correlación de Pearson con un nivel de confianza del 99% y de esta manera
identificar cuales actos están más relacionados con una u otra consecuencia.
Los resultados sugieren que entre los principales determinantes de la violencia intrafamiliar se
encuentra el hecho de que la mujer haya vivido con su pareja y el consumo de alcohol y drogas
por parte del compañero. Así, aquellas mujeres que han convivido bajo el mismo techo con su
pareja en algún momento de su vida tienen menor probabilidad de sufrir algún tipo de violencia;
en tanto aquellas cuyo compañero consume con frecuencia alcohol o drogas están más propensas
a verse afectadas. En cuanto a las consecuencias, se encuentra que si en un hogar existe violencia
emocional, la autoestima de la mujer es baja y la relación con sus hijos se afecta; para la
violencia física las principales consecuencias son los moretones y las heridas o fracturas
2. CONTEXTO COLOMBIANO
En Colombia, la violencia doméstica fue reconocida con un problema de salud pública con la
Constitución de 1991, donde el artículo 42, inciso 5, expone que “cualquier forma de violencia
en la familia se considera destructiva de su armonía y unidad y será sancionada conforme a la
ley”. Así, el Estado pone a disposición mecanismos de defensa para las mujeres que son las
principalmente afectadas.
Desde el reconocimiento formal del problema hasta el día de hoy, se han creado cuatro leyes que
apoyan la denuncia de este fenómeno y sanciona a los mal tratantes. Brevemente, las leyes se
enumeran a continuación:
- Ley 248 del 29 de diciembre de 1995 “por medio de la cual se aprueba la Convención
Internacional para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer”1
- Ley 294 de 1996 “por la cual se desarrolla el artículo 42 de la Constitución Política y se
dictan normas para prevenir, remediar y sancionar la violencia intrafamiliar”2,
asignándole el carácter de delito.
- Ley 599 de 2000 la cual reformó el Código Penal con la incorporación de los diferentes
tipos penales de la violencia intrafamiliar.
1 Recuperado el 27/02/2016 de http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?i=37821
2 Recuperado el 27/02/2016 de http://www.icbf.gov.co/cargues/avance/docs/ley_0294_1996.htm
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- Ley 882 de 2004 donde se aumenta la sanción penal por violencia física y psicológica,
estableciendo que “El que maltrate física o sicológicamente a cualquier miembro de su
núcleo familiar, incurrirá, siempre que la conducta no constituya delito sancionado con
pena mayor, en prisión de uno (1) a tres (3) años”3.
Según un reporte de la Presidencia de la República (2012), el 15% de las mujeres han sido
víctimas de alguna forma de violencia (física, psicológica, sexual). Sin embargo, este número
podría ser mayor. Igualmente, este reporte indica que la violencia intrafamiliar es un fenómeno
de difícil monitoreo debido a dos razones principales. La primera se debe a que las mujeres con
frecuencia prefieren no denunciar por miedo a lo que les pueda pasar. Únicamente el 69% de las
mujeres que fueron víctimas de la violencia le comentaron a alguien de la situación y el 62% de
ellas (mujeres víctimas de la violencia que comentaron a alguien) afirman haber sufrido
violencia física y el 71% violencia psicológica/ emocional.
La segunda razón expuesta en el reporte se refiere a las barreras de atención o que no conocen
los medios para realizar las denuncias pertinentes. El 52% de las mujeres víctimas acude ante
alguna entidad solicitando ayuda (71% a la policía, 5% a la fiscalía y 3% a comisarías de salud)
y 20% afirma haber recibido ayuda para denunciar. Esta baja proporción se debe a que entre las
barreras más comunes se encuentra que: las mandan a otra parte (38%), no le pusieron atención a
su caso (34%) y/o la hicieron ir múltiples veces sin tener una respuesta (32%).
3. REVISION DE LITERATURA
En la literatura es posible encontrar múltiples análisis empíricos sobre la violencia intrafamiliar,
debido a que este tema se puede mirar desde diferentes perspectivas como lo son la social y
psicológica. Esto permite varios punto de vista y de discusión a la hora de dar explicación a la
violencia domestica Sin embargo, cuando se piensa en esta problemática como un tema
económico, encontrar literatura al respecto en menos común debido a la dificultad de modelar la
totalidad de los factores que influyen en la existencia de la violencia doméstica y por qué solo
recientemente se ha considerado este tema como un factor que va en detrimento de la economía
individual y social. Para el propósito de este artículo se exponen a continuación investigaciones
3 Recuperado el 27/02/2016 de http://www.cepal.org/oig/doc/LeyesViolencia/COL/2004_COL_Ley882.pdf
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relevantes correspondientes a los determinantes y los costos económicos de la violencia
intrafamiliar.
Las investigaciones sugieren que la causa más común de la violencia intrafamiliar es que el
comportamiento se categoriza como un factor intergeneracional, es decir que el comportamiento
de los padres es “heredado” o aprendido por parte de sus hijos. Esta explicación se deriva de la
teoría del aprendizaje social propuesta por Bandura (1977) quien expone que el comportamiento
se primero se aprende mediante la imitación y se sostiene por contingencia social. Lo anterior
indica que el observar durante la infancia y adolescencia cómo se comportan los parientes
cercanos (en especial aquellos que comparten el mismo hogar) en sus relaciones íntimas, le
proveen al menor un aprendizaje comportamental y lo toman como acciones apropiadas para sus
futuras relaciones. Así, los menores expuestos a violencia en su hogar son más propensos a
imitar dichas conductas con su pareja (Widom 2000, Pollack 2002). De hecho, Ribero y Sánchez
(2004) encuentran que el haber experimentado maltrato psicológico o físico en el hogar materno
aumenta la probabilidad de violencia contra la mujer en un 10.75% y 8.2% respectivamente. De
igual manera ocurre cuando se tuvo experiencia de violencia del padre a la madre y maltrato a
esposo con una relación positiva de violencia contra la mujer en 7.5% y 9.8%.
Otro de los determinantes que influyen en la presencia de violencia doméstica es el consumo de
alcohol por parte del esposo o compañero o que este haya estado en la cárcel o participado en
riñas. Además, se ha encontrado que el estar en una relación estable como el matrimonio
disminuye el riesgo de presenciar violencia en el hogar. De acuerdo con Friedmann-Sánchez y
Lovaton (2012), las parejas casadas tienen una menor probabilidad en un 8.04% de ser víctimas
de violencia emocional y en un 5.77% de ser víctimas de violencia física que aquellas que no
tienen una relación formal.
Una de las causales más discutidas en la literatura es si los ingresos del hogar tienen incidencia
en la existencia de la violencia intrafamiliar. Hay autores quienes apoyan esta idea como lo son
Tauchen et al (1991) quienes mediante el uso de la teoría de juegos, en un modelo de tipo
Stackelberg, donde el agresor maximiza la utilidad esperada sujeta a la función de reacción
estocástica de la víctima, demuestran que la existencia de la violencia depende de los ingresos de
los integrantes del hogar. Así, en los hogares con ingresos bajos, un mayor ingreso del hombre
aumenta la violencia mientras que un mayor ingreso de la mujer reduce la violencia; en cambio,
en los hogares con ingresos altos un mayor ingreso del hombre o de la mujer disminuye la
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violencia. De igual manera, Friedmann-Sanchez y Lovaton (2012) sostienen que a menor nivel
socioeconómico del hogar aumenta de manera significativa la probabilidad de presenciar
violencia física en un 1.6%, comparado con los hogares de mayor nivel socioeconómico.
Finalmente, Angelucci (2007) encuentra que un aumento de 20 dólares en el salario de la mujer
reduce en 21% los actos violentos hacia ella. Atribuye estos resultados a que la mujer hace creer
al hombre que hay una mayor amenaza de divorcio en caso de haber violencia debido a la mayor
estabilidad económica que ella presenta.
Sin embargo, autores como Ribero y Sánchez (2004) concluyen que “factores como la edad, la
educación o la riqueza del hogar influyen solo marginalmente en la presencia de violencia
intrafamiliar. Por ello es equivocado afirmar que la violencia en el hogar es causada por el
desempleo, la pobreza o la mala situación económica” (p.35). De manera análoga, Ju Huang y
Gunn (2001) demuestran que las variables de educación, ingreso personal e ingreso familiar no
presentan una correlación ni son significativas a la hora de explicar el abuso físico y
comportamental.
Según la Asociación Americana de Psicología, los resultados de la violencia familiar en lesiones
físicas y muertes, impacto psicológico y funcionamiento perjudicial, así como grandes costes
relacionados con el cuidado de la salud, la justicia penal, y la disminución de la productividad,
provoca lesiones graves acompañada de características nocivas y disfuncionales de la relación.
De ahí que algunos estudios incluyen la cuantificación de los costos provocados por la violencia
intrafamiliar.
Para el caso colombiano existen dos estudios que miden los costos que afrontan las mujeres
maltratadas y la sociedad monetariamente. El primero de ellos, elaborado por Londoño y
Guerrero (1999), se presenta con un primer acercamiento a los costos de la violencia en general
(incluida la violencia doméstica). Encuentran que los costos asociados a la salud y pérdidas
materiales corresponden al 11.4% del PIB (para ese año), mientras que los costos indirectos,
representados por la menor productividad de las mujeres, corresponden al 8.9% del PIB. A pesar
de que los números son elevados, los autores atribuyen entre una de sus limitaciones la dificultad
en la estimación debido a cantidad de datos disponibles.
Para el 2004, Ribero y Sánchez calculan los costos donde incluyen la pérdida de ingresos
laborales, el desempleo, la salud, el número de hospitalizaciones y costos directos del Estado
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(costos judiciales, de servicios sociales y atención médica). Estos ascienden al 3.93% del PIB y
atribuyen su diferencial con los estudios que se han realizado para otros países, donde el
promedio de la perdida es del 2% del PIB4, al hecho de que no solo miden la violencia contra la
mujer sino también el maltrato a menores.
Así las cosas, se pretende encontrar los determinantes de la violencia física y emocional,
identificar si hay factores que causen un tipo de violencia y no el otro y de la misma manera
poder comprar resultados con aquellos que provee la literatura. Gracias a los trabajos
anteriormente expuestos, se puede hacer una recopilación más completa sobre las variables que
se han intentado probar como causantes de violencia y obtener una visión más completa sobre
los que más incidencia tienen sobre la presencia de violencia intrafamiliar.
4. MARCO TEÓRICO
Las cifras publicadas por la Organización Mundial de la Salud, en su reporte de enero del 2016,
muestran que más de un tercio de las mujeres en el mundo han sufrido algún acto de violencia
cometido por su pareja y que el 38% de los asesinatos a mujeres son ocasionados por su
compañero o esposo. Como se comentó en la revisión de la literatura, entre los determinantes
más comunes de la violencia intrafamiliar se encuentra el hecho de haber sido víctima o haber
presenciado actos de violencia en el hogar materno y el que el esposo consuma bebidas
alcohólicas. No obstante, las variables socioeconómicas, que son las más debatidas dentro de la
literatura, no se pueden dejar de lado a la hora de la investigación debido a que es necesario tener
en cuenta no solo la perspectiva psicológica sino también la social y la del contexto. Es probable
que con el cambio demográfico que se ha tenido en las últimas décadas, estas variables tengan
alguna relevancia a la hora de explicar la presencia de violencia como lo podría ser el nivel
educativo, la zona en la que viven, las actividades económicas desempeñadas y la edad.
El estudio de las consecuencias de la violencia doméstica resulta relevante en materia económica
debido a la violencia tiene un efecto negativo sobre “la salud física, mental, sexual y
reproductiva de las mujeres y aumentar la vulnerabilidad del VIH”5. La sociedad y la economía
4 En el caso de Morrison y Orlando (1999) el costo económico de la violencia intrafamiliar en Nicaragua es del 1.6%
del PIB y para Chile el 2% 5 Recuperado el 28/02/2016 de http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs239/es/
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deben asumir costos muy elevados, que están representados en factores como el desempleo, la
baja productividad e incluso la inhabilidad de la mujer para volver a trabajar. Igualmente, el
Estado debe asumir costos de manera indirecta en aspectos como el gasto en salud, comisarías de
familia, atención judicial, ejecución de planes de protección, entre otros. Como lo afirma la Dra.
Gro Harlem Brundtland, directora general de la OMS, en el informe mundial sobre la violencia y
salud (2002) “una proporción considerable de los costos de la violencia corresponde a su
repercusión en la salud de las víctimas y a la carga que impone a las instituciones sanitarias, de
ahí que el sector de la salud esté especialmente interesado en la prevención y tenga un papel
clave que desempeñar al respecto”
Al momento de evaluar los costos económicos de la violencia en términos del PIB como lo
hicieron Londoño y Guerrero (1999), Morrison y Orlando (1999) y Ribero y Sánchez (2004), los
autores tuvieron en cuenta factores tales como la reducción de la productividad, los costos del
Estado, los gastos en salud, las pérdidas materiales, etc. Las consecuencias resultan un tema que
merecen mayor atención cuando se evalúa la veracidad sobre si lo que plantea la literatura sobre
la transmisión intergeneracionales cierto, pues esto implica que los costos no son solo los
evaluados en el presente, sino que realmente estos costos están siendo transferidos y con un
factor multiplicador. Es decir, dada la transmisión intergeneracional de la violencia, los costos
sobre la sociedad lo hace la misma manera. Los niños se ven sometidos a trastornos emocionales
y comportamentales que se asocian a la mayor probabilidad de ser víctimas o agresores,
dependiendo de la situación enfrentada. Esto permite vislumbrar la importancia e impacto
económico de la violencia doméstica, determinar sus causas y evaluar las consecuencias para así
evaluar detalladamente los planes de acción que se han ejecutado para reducir el impacto de esta
problemática.
5. METODOLOGIA
5.1. Los datos
Este estudio está basado en los datos de la ENDS para Colombia en el 2010, una encuesta
representativa a nivel nacional que hace uso de un muestreo probabilístico y por etapas de los
hogares seleccionados, evitando un problema de selección muestral. Los resultados de dicha
encuesta se publican en forma de documento cada cinco años por Profamilia desde 1990, el cual
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incluye información relacionada con la “dimensión, estructura, evolución, dinámicas y
características generales de la población colombiana en el ámbito de salud sexual y reproductiva
y otros temas relativos a la salud”6. Los datos son de tipo corte transversal, lo que implica que a
pesar que la ENDS se realiza de manera quinquenal no se tiene un seguimiento de las mismas
personas a lo largo del tiempo.
La ENDS se compone de cinco cuestionarios, de los cuales dos son relevantes para el estudio en
curso: información del hogar que es respondido por un miembro del hogar que sea mayor de
edad (51,447 hogares en total) y otro para las mujeres en edad fértil, es decir entre los 15-49
años, que pertenecen al hogar (53,521 mujeres en total). Al momento de restringir la muestra de
las mujeres que fueron seleccionadas para responder la encuesta de “Violencia Domestica” y que
aceptaron la privacidad asegurada se tiene un total de 49,004. Sin embargo, varias de ellas se
rehusaron a responder las preguntas relacionadas con los actos de violencia física y emocional,
razón por la cual hay 34,624 observaciones. Para el caso de las preguntas relacionadas con las
consecuencias la limitación es mayor y solo se cuenta con 12,732 observaciones.
El análisis de la presente investigación se va a dividir en el análisis tanto de los determinantes
como de las consecuencias para la violencia física y emocional. Así, se construyeron dos
variables dicótomas para cada uno de los tipos de violencia, donde 1 indica que ha sufrido
violencia y 0 de lo contrario.
La existencia de violencia emocional está determinada por uno o varios de los siguientes
comportamientos por parte del esposo/compañero hacia la mujer: se ha puesto celoso/bravo si
habla con otro hombre, la ha acusado de serle infiel, le ha impedido encontrarse con sus amigas,
ha tratado de limitarle su contacto con la familia, ha insistido en saber dónde está todo el tiempo,
ha vigilado la forma como gasta el dinero, la ha ignorado o no se dirige a ella, no ha contado con
ella para reuniones sociales o familiares y/o no le ha consultado las decisiones importantes para
la familia.
De manera similar, la violencia física está determinada por uno o varios de los siguientes
comportamientos por parte del esposo/compañero hacia la mujer: la ha empujado o zarandeado,
la ha golpeado con la mano, la ha golpeado con un objeto, la ha pateado o arrastrado, la ha
6 Definición recuperada el 03/02/2016 de http://profamilia.org.co/investigaciones/ends/
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amenazado/atacado con un cuchillo o arma de fuego, la ha tratado de estrangular o quemar, la ha
forzado físicamente a tener relaciones y/o la ha mordido.
La tabla 1 muestra la descripción de las variables (dependientes e independientes) que se tendrán
en cuenta a la hora de evaluar el modelo y determinar las causas de la violencia intrafamiliar.
Tabla 1: Definición de variables
Variables dependientes Definición
Emocional
Discreta, 1 si ha sufrido uno o varios
comportamientos de violencia emocional, 0 de lo
contrario
Física
Discreta, 1 si ha sufrido uno o varios
comportamientos de violencia física, 0 de lo
contrario
Variables independientes Definición
Características
de la mujer
Edad continua, 15-49 años
Educación continua, 0- 15 años
Hijos continua, número de hijos en el hogar
Trabajando discreta, 1-si está trabajando; 0-de lo contrario
Vivido en pareja discreta, 1-ha vivido o vive con la pareja; 0-de lo
contrario
Características
hogar
Violencia de padre a madre
en hogar materno discreta, 1-si hubo maltrato; 0-de lo contrario
Urbano discreta, 1-si vive en área urbana; 0-de lo contrario
Riqueza Múltiple categórica ordenada, definida por quintiles
Sexo jefe hogar discreta, 1-si es hombre; 0-de lo contrario
Características
esposo
/compañero
Educación del
esposo/compañero continua, 0-15 años
Consumo de alcohol discreta, 1-si consume; 0-de lo contrario
Consumo de drogas discreta, 1-si ha consumido/consume; 0-de lo
contrario
Todas las variables independientes están dentro de la base de datos exceptuando la variable
𝑣𝑖𝑣𝑖𝑟_𝑝𝑎𝑟𝑒𝑗𝑎, que indica si en algún momento la mujer ha tenido la experiencia de vivir bajo un
mismo techo con un compañero, se construyó como una dicótoma de la siguiente manera: 1 si la
mujer está casada, vive con la pareja, es divorciada, o viuda; y 0 si la mujer no está viviendo con
la pareja o no esta casada.
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La tabla 2 incluye las estadísticas descriptivas para cada una de las variables descritas en la tabla
anterior. Las estadísticas revelan que el rango de edades tomadas para el estudio es de 15-49
años donde cerca del 50% de la muestra es menor a los 30 años. Más de la mitad alcanzaron un
nivel educativo correspondiente a secundaria (entre 5 a 6 años) y un cuarto primaria (entre 2 y 3
años). En cuanto al número de hijos, cerca del 30% no tienen hijos y más de la mitad (55,17%)
tiene entre 1 a 3 hijos. El 52,13% de las mujeres trabaja. Sin embargo no se conoce si el empleo
es de carácter formal o informal. El 55% reportó estar viviendo con el esposo/compañero y cerca
de un tercio esta soltera.
En términos de las características del hogar, más de dos tercios de las mujeres viven en áreas
urbanas con una mayor concentración en la región Central y Atlántica. La riqueza, dividida por
quintiles, está repartida casi proporcionalmente entre los niveles muy bajo, bajo y medio con un
porcentaje entre en 20 y 25% cada uno. La proporción de sexo de jefe del hogar está
representado en casi dos tercios por los hombres y en un 34,5% por las mujeres. En cuanto a la
presencia de violencia en el hogar materno, un tercio de las mujeres afirmaron que en sus
hogares de infancia el padre maltrataba a la madre.
Finalmente, las variables de control sobre el esposo/compañero indican que es más frecuente que
el esposo consuma alcohol (67,9%) a que lo haga con drogas (3,76%). En términos del nivel de
educación alcanzado, más del 80% de los hombres tiene entre 2 y 3 años de educación, con una
desviación de 1.15 años.
Tabla 2. Estadísticas descriptivas de la muestra
` % n Media
Desv.
Estándar
Edad
30,42 10,187
15-19 18,99% 9308
20-24 15,68% 7686
25-29 14,89% 7299
30-34 13,59% 6662
35-39 12,62% 6182
40-44 12,67% 6209
45-49 11,55% 5658
Nivel educativo
4,007 1,733
0-3 38,92% 18644
14
4-7 60,93% 29185
8-11 0,14% 65
12-15 0,01% 3
Número de hijos
1,837 1,846
0 29,38% 14396
1 20,38% 9985
2 20,62% 10107
3 14,17% 6944
4 7,20% 3528
5 3,85% 1887
6+ 4,40% 2157
Trabaja
0,521 0,499
Si 52,13% 25545
No 47,87% 23459
Estado civil
0,5678 0,493
Ha vivido en pareja 56,78% 27828
No ha vivido en
pareja 43,21% 21176
Violencia padre a madre 0,615 1,509
Si 32,34% 15846
No 64,02% 31370
Zona
0,728 0,444
Urbana 72,90% 35723
Rural 27,10% 13281
Región
Atlántico 21,53% 10550
Oriental 15,81% 7746
Central 24,33% 11921
Pacifica 14,58% 7145
Bogotá 6,92% 3391
Territorios
nacionales 16,84% 8251
Nivel de riqueza
2,688 1,349
Muy bajo 24,20% 11857
Bajo 25,59% 12538
Medio 20,69% 10137
15
Alto 16,26% 7968
Muy alto 13,27% 6504
Sexo jefe del hogar
0,655 0,475
Hombre 65,50% 32100
Mujer 34,50% 16904
Consumo drogas esposo 0,376 0,19
Si 3,76% 1303
No 96,24% 33321
Consumo alcohol esposo 0,679 0,466
Si 67,90% 23510
No 32,10% 11114
5.2. Modelo probit bivariado
Al estimar un modelo cuya variable dependiente es dicótoma se hace uso de modelos binarios
con el fin de evaluar la probabilidad de ocurrencia de la variable en estudio y sus efectos
marginales. Trabajos anteriores que han modelado la violencia intrafamiliar se enfocan
únicamente en la violencia física y hacen uso de una regresión logística o probabilísticas básicas
como método de estimación. Tal es el caso de Sánchez y Ribero (2004) que sugieren una
estimación tipo probit y Gage (2005) que utiliza una estimación tipo logit. Diferente a dichos
trabajos, el presente propone una estimación probit bivariado debido a la co-ocurrencia de la
violencia física y emocional, donde los efectos se estiman de manera simultánea.
La estimación conjunta de la violencia física y emocional produce errores correlacionados en las
dos ecuaciones, proporcionando errores estándar más precisos. Igualmente, la estimación
conjunta permite probar la existencia de factores no observados que influyen en los resultados a
través de la significancia estadística de dicha correlación (Friedmann-Sánchez y Lovaton, 2012).
Las ecuaciones a estimar son:
Educación del esposo 2,98 1,15
0-2 36,73% 12210
3-5 60,30% 20042
6-9 2,98% 988
16
(1)𝑒𝑚𝑜𝑐𝑖𝑜𝑛𝑎𝑙∗ = 𝛽𝑖′𝑋𝑖 + 𝜀 ; 𝑒𝑚𝑜𝑐𝑖𝑜𝑛𝑎𝑙 = 1 𝑠𝑖 (𝑒𝑚𝑜𝑐𝑖𝑜𝑛𝑎𝑙∗ > 0)
(2)𝑓𝑖𝑠𝑖𝑐𝑎∗ = 𝛽𝑖′𝑋𝑖 + 𝑢 ; 𝑓𝑖𝑠𝑖𝑐𝑎 = 1 𝑠𝑖 (𝑓𝑖𝑠𝑖𝑐𝑎∗ > 0)
donde 𝛽𝑖 es el coeficiente de cada una de las variables independientes expuestas en la tabla 1, 𝑋𝑖.
Debido a que la estimación de un probit bivariado es válida cuando la correlación entre los dos
términos de error de las ecuaciones es diferente de cero, se verifica que dicho coeficiente
(𝑎𝑡𝑟ℎ𝑜) sea diferente de cero. Cuando el coeficiente es significativo, indica que la estimación de
las dos ecuaciones se debe hacer de manera simultánea, pues las acciones están relacionadas
entre sí:
𝑎𝑡𝑟ℎ𝑜: 𝑐𝑜𝑟𝑟(𝜀, 𝑢) ≠ 0
En la tabla 3 es posible ver el número de casos en los que la mujer sufre únicamente violencia
física o emocional. También se observa que 11,820 mujeres correspondiente al 34.14% sufren de
manera conjunta los dos tipos de violencia aquí evaluados. Este alto porcentaje de co-ocurrencia
es lo que motiva al uso del modelo probit bivariado.
Tabla 3: Co-ocurrencia de violencia emocional y física
Física
Emocional 0 1 Total
0 25.5% 2.63% 28.13%
1 37.73% 34.14% 71.87%
Total 63.23% 36.77% 100%
De una manera más formal, la correlación que se presenta en la tabla 4 demuestra que los dos
tipos de violencia presentan una correlación media y positiva a un nivel de significancia del 95%.
Esto nos permite tener más certeza sobre el uso de un probit bivariado al pensar que al estimar
las dos ecuaciones conjuntamente se va a tener una correlación sobre el output.
Tabla 4: Correlación entre violencia emocional y física
Emocional Física
Emocional 1.00
Física 0.3557* 1.00
17
5.3 Correlación de las consecuencias con el tipo de violencia
La violencia intrafamiliar física y emocional contra las mujeres tiene múltiples efectos en el
ámbito psicológico y físico. Como se muestra en la Tabla 5, el 36.77% de las mujeres que
sufrieron violencia física en algún momento de sus vidas reportan que en el 13.96% de los casos
tuvieron lesiones o fracturas. La consecuencia más frecuentada de los actos físicos son los
moretones en un 57.69% de los casos. En general, el 73% de las mujeres reportan algún tipo de
problema de salud física como consecuencia de haber sido maltratadas.
El porcentaje de las mujeres que sufre violencia emocional se presenta en más casos
representando un 71.86% de los cosas. En cuanto a las consecuencias emocionales, a pesar de
que la ENDS proporciona pocas medidas respecto a la salud mental, los datos revelan que la
mitad (50.18%) de las mujeres que experimentan violencia intrafamiliar tienen menor autoestima
que aquellas que no sufren y poco menos de un cuarto (22.76%) de mujeres aseguran haber
tenido deseo de suicidarse. Adicionalmente, más de un quinto (22.32%) se aleja de sus relaciones
y deja de hablar con la gente que frecuentaba y en menos de un tercio (30.33%) se ha visto
afectada su relación con sus hijos.
Tabla 5: Consecuencias emocionales y físicas en porcentaje
Salud emocional
Deseo de suicidarse 22,76%
Baja autoestima 50,18%
Afección en relación hijos 30,33%
Dejo de hablar con gente 22,32%
Salud física
Moretones/ dolores 57,69%
Terminación de embarazo 2,25%
Perdida de órgano 2,24%
Herida/ fractura 13,96%
Los anteriores porcentajes indican que una consecuencia no es excluyente de la otra, es decir,
hay mujeres que pueden sufrir una o más consecuencias físicas al tiempo, y más aún se presentan
los casos donde las consecuencias físicas van acompañadas de otras físicas. Además, estos
porcentajes indican que la incidencia es alta. Por las razones anteriores, para medir de manera
más exacta la relación que tiene cada uno de los aspectos de la violencia emocional y física con
los dos tipos de consecuencias, se va a hacer un análisis de correlación de Pearson con un nivel
de confianza del 99% y de esta manera identificar cuales actos están más relacionados con una u
otra consecuencia.
18
6. RESULTADOS
6.1. Determinantes
Luego de realizar la regresión expuesta en la Tabla 6, se puede dar una mirada general a las
variables que son relevantes a la hora de explicar la violencia física y emocional. Recordemos
que al ser las variables dependientes dicótomas, los resultados precisos se muestran con los
efectos marginales para medir la probabilidad de que ocurra un tipo de violencia ante un cambio
en la variable independiente.
El primer término que se debe revisar antes de pasar a la interpretación de los datos, es la
significancia del athrho que es el coeficiente de correlación entre los términos de error de las dos
ecuaciones. En este caso, este coeficiente es significativo indicando que la estimación de las dos
ecuaciones se debe hacer de manera simultánea, pues las acciones están relacionadas entre sí.
Así, tenemos que las mujeres más propensas a sufrir tanto violencia física como emocional son
aquellas que son: más jóvenes, con menor nivel educativo, con un mayor número de hijos, que
trabajan, que no tienen una relación de pareja estable, que experimentaron violencia familiar en
el hogar materno, que viven en el contexto urbano, cuando la pareja tiene un alto nivel educativo
y que consume drogas o alcohol de manera frecuente.
Dos variables independientes solo resultaron significativas para uno de los dos tipos de violencia.
Las mujeres que son jefes de hogar están más propensas a sufrir violencia emocional, mientras
que aquellas que están en un menor quintil de riqueza tienden a experimentar mayor violencia
física.
Tabla 6: Probit bivariado de violencia emocional y física
Variables dependientes
Variables independientes
Violencia
Emocional
Violencia
Física
Características de la mujer
Edad -0.017*** -0.008***
Educación -0.017*** -0.024***
Hijos 0.068*** 0.096***
Trabajando 0.086*** 0.098***
Vivido en pareja -0.548*** -0.598***
19
Características del hogar
Violencia de padre a madre en hogar
materno 0.043*** 0.061***
Urbano 0.086*** 0.107***
Riqueza 0.000 -0.019**
Sexo jefe hogar -0.123*** -0.029
Características del esposo/compañero
Educación del esposo/compañero -0.044*** -0.084***
Consumo de alcohol 0.386*** 0.409***
Consumo de drogas 0.636*** 0.734***
Atrho 0.656***
***p<0.01 ; **p<0.05 ; *p<0.1
La tabla 7 expone los efectos marginales de las probabilidades conjuntas. Para el caso particular
de la investigación, la columna de nuestro interés es la ultima la cual expone la probabilidad de
sufrir violencia física y emocional, 𝑃𝑟𝑜𝑏 (𝑒𝑚𝑜𝑐𝑖𝑜𝑛𝑎𝑙 = 1 , 𝑓í𝑠𝑖𝑐𝑎 = 1), dadas unas
características de la mujer, del hogar y del compañero. Es importante resaltar que el cambio de
probabilidad de cada una de las variables independientes está medida sobre las medias de cada
una de ellas (ver anexo 1).
De esta manera, las variables que mayor impacto tienen a la hora de explicar la violencia
intrafamiliar contra la mujer son: el haber vivido o vivir con la pareja, es decir, aquellas personas
con una relación más estable disminuyen la probabilidad de sufrir violencia en un 22.245%; el
que la pareja consuma con frecuencia alcohol o drogas aumenta la probabilidad de que incurran
en actos violentos contra la mujer en un 15.302% y 27.091% respectivamente.
Los efectos de las demás variables también son significativos pero el peso que tienen sobre la
determinación real de la probabilidad de existencia de violencia son más marginales. Así
tenemos los siguientes resultados:
- Cuando la mujer es mayor en un año, la probabilidad disminuye en 0.34%
- Cuando la mujer tiene un año más de educación, la probabilidad disminuye en 0.86%
- El tener un hijo más por encima de la media, aumenta la probabilidad en 3.46%
- Cuando la mujer trabaja, la probabilidad aumenta en 3.63%
20
- Cuando la mujer vivenció violencia en el hogar materno, la probabilidad de que ella sufra
violencia posteriormente aumenta en 2.18%
- Cuando viven en la zona urbana, la probabilidad aumenta en 3.92%. Esto es explicado por
Friedmann-Sanchez y Lovaton (2012) con el argumento de que en las zonas rurales se
mantienen estructuras de control social más tradicionales y hay menos tensiones que aquellas
que hay en la vida urbana.
- Si la pareja tiene un año más de educación, la probabilidad de que este vaya a cometer actos
violentos contra la mujer disminuye en 2.94%
Tabla 7: Efectos marginales
Prob
(emocional=0,
física=0)
Prob
(emocional=0,
física=1)
Prob
(emocional=1,
física=0)
Prob
(emocional=1,
física=1)
Edad 0.00491 0.0006 -0.0021 -0.0034
Educación 0.006 -0.00029 0.00295 -0.00866
Hijos -0.02363 0.0013 -0.0123 0.03463
Trabajando -0.02836 0.00035 -0.00832 0.03633
Vivido en pareja 0.17969 -0.00047 0.04322 -0.22245
Violencia de padre a madre -0.0149 0.00082 -0.00776 0.02184
Urbano -0.02906 0.00083 -0.01103 0.03927
Riqueza -0.00502 -0.00116 0.00511 -0.00107
Sexo jefe hogar 0.03441 0.00585 -0.0235 -0.01675
Educación pareja 0.01656 -0.00209 0.01494 -0.02942
Consumo de alcohol -0.12609 -0.00037 -0.02655 0.15302
Consumo de drogas -0.21104 0.00277 -0.06264 0.27091
Para las variables dicótomas, se muestra el cambio de la probabilidad ante un cambio de cero a uno
Con respecto a la interpretación de las otras probabilidades, el procedimiento se hace de manera
similar a los resultados que se expusieron anteriormente. Así, si lo que se quiere estudiar es como
cambia la probabilidad de la violencia física cuando hay violencia emocional se mira la columna
𝑃𝑟𝑜𝑏 (𝑒𝑚𝑜𝑐𝑖𝑜𝑛𝑎𝑙 = 1 , 𝑓í𝑠𝑖𝑐𝑎 = 0). Por ejemplo, cuando la edad aumenta en un año, la
probabilidad de que una mujer sufra violencia emocional pero no física disminuye en 0.21%.
Adicionalmente, dada la co-ocurrencia entre los dos tipos de violencia que se presentó en la tabla
3, es interesante observar los efectos marginales sobre la probabilidad de existencia de violencia
21
física dado que ya sufre de violencia emocional. Entre las variables significativas que mayor
efecto tienen se encuentran el número de hijos, donde una hijo más aumenta la probabilidad de
violencia física en un 3.41%, el que la mujer trabaje aumenta dicha probabilidad en 3.3%, el
haber vivido o estar viviendo con su pareja disminuye la probabilidad en un 19,4%, vivir en zona
urbana aumenta en un 3,5% la probabilidad de sufrir violencia física y el consumo de alcohol y
drogas que acrecientan la probabilidad de ocurrencia de violencia en un 12,4% y 25,1%
respectivamente (ver Tabla 8). Lo anterior, hace pensar en los factores (o determinantes) que dan
paso a la presencia de violencia física en contextos en los cuales ya existe algún caso de
violencia emocional.
Tabla 8: Probabilidad de sufrir violencia física dado que hay presencia de violencia emocional
` Prob de v. física dado
que emocional=1
Edad - 0.00126
Educación - 0.00805
Hijos 0.03414
Trabajando 0.03345
Vivido en pareja - 0.19466
Violencia de padre a madre 0.02108
Urbano 0.03572
Riqueza - 0.00102
Sexo jefe hogar 0.00233
Educación pareja - 0.03284
Consumo de alcohol 0.1248
Consumo de drogas 0.25109
Observaciones: 23376
Para las variables dicótomas, se muestra el cambio de la
probabilidad ante un cambio de cero a uno
6.2 Consecuencias
Para tener una mirada un poco más específica sobre las consecuencias de los actos violentos
tanto emocional como físicamente, se tomaron las variables dependientes de manera
desagregada. De esta manera, se puede conocer qué tipo de acción asociada a la violencia
emocional genera que consecuencia, ya sea física o emocional. Lo mismo se realizó para la
violencia emocional, ya que como vimos estos actos en múltiples ocasiones son co-ocurrentes y
pueden generar consecuencias en los dos ámbitos aquí estudiados.
22
La significancia de correlación se tomó con un nivel del 99% de confianza y como se muestra en
la Tabla 9, la violencia emocional puede ser causante de todos los tipos de consecuencias, tanto
físicas como emocionales exceptuando el fin de embarazo en cinco de los nueve tipos de
afección emocional y en la perdida de órganos en uno de los casos de violencia emocional. A
pesar de la marginalidad de algunas de las correlaciones porque son muy cercanas a cero, estas
fueron significativas y además positivas indicando que el acto violento si tiene repercusiones.
La baja autoestima, entendida como la dificultad que tiene una persona para sentirse valorada
mostrándose insegura y desconfiando de sus capacidades, es la consecuencia emocional con
mayor grado de correlación siendo especialmente alta cuando la pareja acusa a la mujer de
haberle sido infiel, le impide encontrarse con sus amigas, le limita el contacto con la familia,
vigila la forma en como gasta el dinero, la ignora, no cuenta con ella para reuniones sociales o
familiares y no le consulta para decisiones importantes.
De igual manera, en cuatro casos de violencia emocional, la relación con los hijos se ve afectada
y en tres de ellos se muestra que está acompañado del hecho de que la madre tiene baja
autoestima. Similarmente ocurre el deseo de suicidarse, que se presenta en 3 casos los cuales a
su vez presentan alta correlación con la baja autoestima, que como se mencionó anteriormente es
la principal consecuencia de la violencia emocional.
Tabla 9: Correlación para consecuencias de la violencia emocional
Celoso Infidelidad
No
amigas
Limita
familia
Donde
esta
No confía
dinero Ignora
No eventos
sociales
No
decisiones
Deseo suicidarse 0.0431* 0.0967* 0.1307* 0.1655* 0.1001* 0.1149* 0.1272* 0.1150* 0.1409*
Baja autoestima 0.0457* 0.1169* 0.1335* 0.1838* 0.1072* 0.1490* 0.1656* 0.1319* 0.1548*
Afectarelacionhijo 0.0481* 0.0969* 0.1146* 0.1540* 0.1178* 0.1478* 0.1257* 0.1212* 0.1375*
No habla gente 0.0349* 0.0682* 0.1095* 0.1406* 0.0853* 0.0915* 0.0954* 0.0877* 0.1129*
Moretones 0.0746* 0.1268* 0.1466* 0.1609* 0.1271* 0.1268* 0.1155* 0.1159* 0.1344*
Fin embarazo 0.0044 0.0135 0.0232* 0.0328* 0.0227 0.0220 0.0217 0.0283* 0.0287*
Perdida órgano 0.0215 0.0380* 0.0345* 0.0345* 0.0300* 0.0302* 0.0419* 0.0444* 0.473*
Fractura 0.0506* 0.0757* 0.1082* 0.1405* 0.0924* 0.1151* 0.0881* 0.1055* 0.1232*
Ahora bien, a pesar de que hay correlaciones significativas entre la violencia emocional y las
consecuencias físicas, es difícil pensar que por ejemplo el hecho de que el esposo ignore a la
23
mujer vaya a ocasionar moretones, una fractura o la pérdida de un órgano; lo mismo sucede con
el hecho de que la pareja no le confíe el manejo de los recursos económicos, que no la invite a
eventos sociales o que no la tome en cuenta para decisiones importantes. Por el contrario, el que
estas correlaciones hayan sido significativas se explica más bien por la correlación existente
entre los dos tipos de violencia.
Las correlaciones de las consecuencias de la violencia física, como se muestran en la Tabla 10, al
igual que las consecuencias de la violencia emocional, son positivas y presentan un mayor grado
de magnitud, varias de las cuales se acercan a un nivel de correlación media.
Así, se evidencia que la principal consecuencia manifestada por heridas, fractura de huesos y
dientes rotos se da cuando hay violencia física en actos por parte del esposo tales como golpes
con la mano, golpes con un objeto, patadas o arrastrada, estrangulación o quemaduras, amenaza
o ataque con cuchillo o arma de fuego.
Asimismo, otra de las consecuencias con igual nivel de manifestación es la de moretones o
contusiones que ocurren en los casos donde el esposo la ha empujado o zarandeado, la ha
golpeado con la mano, la ha golpeado con un objeto, la ha pateado o arrastrado y la ha
amenazado/atacado con un cuchillo o arma de fuego.
Para el caso de las relaciones sexuales forzosas, es interesante ver que este es el acto de violencia
física que no solo ocasiona consecuencias físicas (heridas, fractura de huesos y dientes rotos)
sino prioritariamente ocasiona consecuencias emocionales tales como el deseo por parte de la
mujer de suicidarse y una baja autoestima.
Tabla 10: Correlación para consecuencias de la violencia física
Empujado
Golpe
mano
Golpe
objeto Pateado Estrangular Amenazado Atacado
Relaciones
sexuales
Deseo suicidarse 0.0010 0.0910* 0.1729* 0.2104* 0.2078* 0.1821* 0.1630* 0.2022*
Baja autoestima 0.0166 0.1279* 0.1784* 0.2330* 0.1759* 0.1614* 0.1240* 0.2004*
Afectarelacionhijo 0.0045 0.0871* 0.1594* 0.1729* 0.1637* 0.1641* 0.1369* 0.1595*
No habla gente 0.0119 0.0660* 0.1224* 0.1232* 0.1198* 0.1118* 0.883* 0.1396*
Moretones 0.0548* 0.3205* 0.3033* 0.3678* 0.2247 0.2153* 0.1721* 0.1552*
Fin embarazo 0.0124 0.0321* 0.0407* 0.0571* 0.0507* 0.0493* 0.0340* 0.0444*
Perdida órgano 0.0169 0.0363* 0.0664* 0.0787* 0.0737* 0.0684* 0.0717* 0.0677*
Fractura 0.0111 0.1239* 0.2887* 0.2704* 0.2399* 0.2487 0.2804* 0.1749*
24
Contrario a lo expuesto sobre el hecho de que es difícil pensar que la violencia emocional pueda
ocasionar una consecuencia física, esto no pasa para el caso de la violencia física, pues es más
factible el hecho de que por ejemplo hayan deseos de cometer suicidio en caso de que la mujer
haya vivenciado relaciones sexuales forzadas por su pareja. Es por esto que resulta interesante
observar el porcentaje de mujeres que reportan violencia física pero no emocional, y dentro de
ese grupo, ver cuántas reportan consecuencias de tipo emocional, como se expone en la Tabla 11.
Tabla 11: Correlación para consecuencias de la violencia física
Empujado
Golpe
mano
Golpe
objeto Pateado Estrangular Amenazado Atacado
Relaciones
sexuales
Deseo suicidarse 7,79% 7,21% 3,52% 4,60% 2,46% 3,06% 1,59% 3,83%
Baja autoestima 16,90% 14,90% 6,21% 8,15% 3,80% 5,07% 2,24% 6,57%
Afectarelacionhijo 10,28% 9,14% 4,19% 5,29% 2,64% 3,56% 1,77% 4,37%
No habla gente 7,56% 6,76% 3,17% 3,90% 2% 2,62% 1,33% 3,30%
Es importante resaltar el hecho de que la mayoría de las consecuencias tanto de la violencia
física como emocional son significativas, demostrado por los resultados expuestos en las tablas 8
y 9. Para resaltar las de mayor impacto se seleccionaron las dos consecuencias con mayor
correlación para cada uno de los actos, pero eso no quiere decir que otras consecuencias no
tienen relación con el acción violenta.
7. LIMITACIONES
A pesar de hacer un estudio minucioso de los determinantes y las consecuencias de la violencia
intrafamiliar, la investigación presenta unas limitantes. La primera de ellas y la más relevante es
el bajo índice de reporte y/o denuncias que hay respecto a estos casos de violencia, haciendo que
los casos que se presentan sean de difícil monitoreo. Solo el 62% de las mujeres dan a conocer su
caso. En términos de la ENDS, este índice de no reporte se puede hacer evidente en el tamaño
final de la muestra: la base de datos contenía información referente a 49004 mujeres, pero
25
únicamente 34624 aceptaron responder el módulo de violencia aceptando los términos de
privacidad y confidencialidad de la información. No se puede atribuir con certeza que las 14380
mujeres que se abstuvieron a responder hayan sido por el hecho de que no quería dar a conocer
su caso, pero si permite vislumbrar casos que no quieren ser reportados.
Las otras dos limitaciones del trabajo se atribuyen a la forma en la que la ENDS está diseñada.
La primera de ellas es la limitación del análisis del abuso doméstico a un segmento de la
población. Esto porque el objetivo de la ENDS es preguntarse por la salud reproductiva de la
mujer, lo que excluye a mujeres menores de 15 años y mayores de 50 años. Con el fin de superar
esta barrera, sería necesario un estudio que investigue más allá de los años reproductivos de la
mujer. La segunda hace referencia a la medición y contabilización de los actos de violencia
emocional. A pesar de que es la violencia que se presenta con mayor frecuencia, es la más difícil
de demostrar y sobre la cual se pregunta poco sobre los efectos de la salud mental derivados del
acto violento.
Finalmente, las estimaciones pueden presentar problemas por variable omitida. Lo anterior, dado
que existe la posibilidad de que hayan características no observables de las mujeres, de su
entorno, de sus parejas, entre otros, que pueden están asociadas con la violencia y
consecuentemente con los determinantes de la misma.
8. CONCLUSIONES
La violencia intrafamiliar es un fenómeno que solo hasta hace unas décadas se le ha dado la
relevancia que merece. Según la OMS más de un tercio de las mujeres en el mundo han sufrido
algún acto de violencia cometido por su pareja. La sociedad, la economía y la persona en sí,
deben asumir costos que se reflejan en factores como el desempleo, la baja productividad e
incluso la inhabilidad de la mujer para volver a trabajar. Así, la presente investigación pretendió
identificar los determinantes de la violencia intrafamiliar y posteriores consecuencias que sufren
las mujeres colombianas en edad fértil para el año 2010. Es de esta manera como se pretende
proveer una herramienta a entidades públicas como la Secretaria de la Mujer para tomar acciones
frente a los hechos de violencia contra la mujer dentro del hogar.
26
Luego de haber aplicado una metodología de probit bivariado, se encontró que entre los
principales determinantes de la violencia intrafamiliar, tanto física como emocional, contra las
mujeres en edad fértil basado en los datos de la Encuesta Nacional de Demografía y Salud para
Colombia en el 2010, fueron el estado de la relación entre la mujer y la pareja (si la mujer ha
compartido techo con su pareja) y el consumo frecuente de alcohol y drogas por parte de la
pareja. Otros determinantes tales como la edad, la educación, el número de hijos, el estado
laboral de la mujer y la presencia de violencia en el hogar materno, resultaron significativos pero
en una menor medida.
Habiendo visto que múltiples autores respaldan y demuestran que el haber presenciado violencia
en el hogar materno es uno de los principales determinantes para que posteriormente hayan actos
violentos en el hogar propio, se esperaba que esta variable tuviera un mayor efecto sobre la
probabilidad de existencia de la misma. A pesar de que el efecto de esta fue de 2.18%, una
probabilidad mayor que muchas otras variables, pero con un efecto muy inferior al de las
variables de tener una relación estable o el del consumo de drogas y alcohol por parte de la
pareja, esta probabilidad resulto significativa. Esta probabilidad es del 17% en el estudio de
Ribero y Sánchez (2004), del 5.85% en el de Friedmann-Sanchez y Lovaton (2012) y con una
correlación significativa de 0.551 en el caso de Huang y Gunn (2001).
Con respecto a los otros determinantes principales para que exista violencia emocional y/o física
se encontró el hecho de que el esposo o compañero consuma de manera frecuente (al menos una
vez al mes) alcohol o drogas. Estas sustancias hacen que la probabilidad de violencia contra la
mujer aumente en un 15.302% y 27.091% para alcohol y drogas respectivamente.
Se podría pensar que las mujeres que trabajan están menos propensas a la violencia tal como lo
proponen Tauchen (1992) y Angelucci (2007) debido a que estas tienen mayor poder de decisión
y demuestran fortaleza en la relación con su independencia económica. Sin embargo, los
resultados aquí obtenidos demuestran que si una mujer trabaja la probabilidad de estar
involucrada en un acto violento aumenta en un 3.6%. Este resultado se puede apoyar en las
relaciones entre poder y genero expuestas por Montes-Berges (2008) en donde se demuestra que
“en nuestra sociedad, el poder del hombre sobre la mujer se manifiesta tanto en la esfera privada
de las relaciones de pareja mediante la dominancia interpersonal, como en una esfera pública
mediante la dominancia social”. Siendo esto cierto, se podría pensar que al estar empleada la
mujer, su pareja intenta demostrar su dominancia a través de la violencia contra ella.
27
Adicionalmente, en términos de las variables socioeconómicas (edad, educación y riqueza) los
resultados siguen la línea de lo expuesto por Ribero y Sánchez (2004) debido a que resultan
variables significativas pero cuyas probabilidades de aumentar la violencia intrafamiliar tienen
un efecto marginal. Así, hay más violencia en un 0.34% cuando la mujer es más joven, en un
0.86% cuando tiene un año menos de educación y en un 0.1% cuando están en un menor quintil
de riqueza (variable que solo fue significativa para la violencia física).
Dando paso a las consecuencias, se observó que en su mayoría las consecuencias tanto físicas
como emocionales de la violencia correspondientes a estos dos tipos, fueron significativas
indicando que tanto un acto de violencia emocional o física puede traer consigo repercusiones
tales como el deseo de suicidarse, una baja autoestima, desmejoramiento en la relación con los
hijos, alejarse de las personas, tener heridas, fracturas moretones y contusiones e incluso
presentar perdida de un órgano o la terminación del embarazo.
No se puede determinar cuál de todas las consecuencias representa una mayor gravedad y a pesar
de la marginalidad de algunas correlaciones (cercanas a cero), el hecho de que estas hayan sido
significativas indican la prevalencia. De la violencia emocional, se obtuvo que las mujeres
presentan posteriormente baja autoestima y afección en la relación con el hijo como principales
repercusiones, y en un tercio de los casos deseo de terminar con su vida. Con respecto a la
violencia física, se encontró que los principales efectos son heridas, fractura de huesos, dientes
rotos, moretones y contusiones.
En conclusión, los resultados de esta investigación indican que la violencia intrafamiliar se debe
conceptualizar como un eje central para el desarrollo no solo económico sino también social de
la comunidad. Es necesario hacer intervenciones que van desde programas de prevención que
busquen disminuir la prevalencia de la violencia intrafamiliar, hasta programas intensivos para
tratar casos severos, crónicos y/o repetitivos.
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ANEXOS
Anexo 1. Media de las variables independientes
Variable Independiente Media
Edad 30.42
Educación 4.007
Hijos 1.837
Trabajando 0.521
Vivido en pareja 0.567
Violencia de padre a madre 0.615
Urbano 0.728
Riqueza 2.688
Sexo jefe hogar 0.655
Educación pareja 2.98
Consumo de alcohol 0.679
Consumo de drogas 0.037