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Segunda Semana Septiembre 2013 No. 116 LALUNA Publicación de arte, cultura y sociedad Crédito/ Archivo Nuestro Tiempo.

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Segunda Semana Septiembre 2013 No. 116

LALUNAPublicación de arte, cultura y sociedad

Crédito/ Archivo Nuestro Tiempo.

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En el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) se presenta la exposición El silue-tazo, en la que a través de una

serie de fotografías, Eduardo Gil mues-tra el movimiento artístico y social ho-mónimo de la exposición, que se llevó a cabo durante 1983 en Argentina, cuan-do iniciaron las Marchas de Resisten-cia, protagonizadas por las madres de la Plaza de Mayo, ante la desaparición de sus familiares durante el gobierno de Videla.

Eduardo Gil fue un participante activo durante la propuesta artística que hicie-ron Rodolfo Aguerreberry, Julio Flores y Guillermo Kexel. A través de su cámara pudo captar la participación de muchas personas simpatizantes de la causa, quienes prestaron sus cuerpos para re-crear las siluetas de los desaparecidos y con ello buscar una respuesta de las autoridades.

Este movimiento de fuerza artística y poética, considerado así por la curado-ra Bárbara Perea, representa el acer-camiento de las artes en un momento crucial para un país, cuando su situa-ción política-social está en una fase de preocupación, daños y futuros inciertos. Es entonces que El siluetazo ofrece una esperanza, pero también una ma-nifestación artística.

La Argentina de los desaparecidos

1983 fue el año en que Argentina decía adiós a la

dictadura militar, pero también el año en que se intensificaba la preocupación por las víctimas que dejaba ese periodo (1976-1983), de las cuales se descubrió más tarde el destino que tuvieron. Sin embargo, en esos momentos de tensión social, cuando las madres y familiares de los desaparecidos se organizaron para iniciar la Primera Marcha de Resistencia, aparece la tríada que difundió la silueta de los desaparecidos.

Rodolfo Aguerreberry, Julio Flores y Gui-llermo Kexel iniciaron el proyecto con la idea de participar en el Premio Objeto y Experiencias de la Fundación Esso en 1982. Así tuvieron la idea de representar a los desaparecidos por medio de silue-tas; huecos con formas humanas que re-presentan los vacíos de algunas familias víctimas de la dictadura.

Fue el 21 de septiembre de 1983, cuan-do se llevó a cabo de forma masiva en la Plaza de Mayo, de Buenos Aires, la manifestación con el proyecto. Ahí par-ticiparon los centros universitarios de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón, Ar-quitectura, Filosofía y Letras, Sociología y Farmacia, a los que se sumaron los transeúntes de la ciudad. Muchos pres-taron su cuerpo para hacer las siluetas que se usaron en la protesta.

El retorno a las siluetas

La exposición que en estos momentos alberga el MUAC resulta ser vigente para México, luego de un contexto pa-recido al que se vivió en Argentina. Aquí también hay desaparecidos, que mu-chos especialistas y politólogos relacio-

nan con el resultado de la administración de 2006-2012.

Dice Bárbara Perea: "En épocas en que el arte público en México incluye tan sonados monumentos al fracaso como la Estela de Luz o proyectos tan cues-tionables como las raíces de Rivelino, o que sufren la indolencia de las políticas públicas en materia cultural, como es el lamentable caso de la destrucción de la Ruta de la Amistad, vale la pena recor-dar acciones sociales de gran fuerza poética y política como El Siluetazo".

La exposición

Eduardo Gil fue un artista que se man-tuvo muy cerca al proyecto y participó de forma política y estética. El día de hoy sus fotografías dan cuenta de las heridas que tenía el país sudamericano.

Las imágenes de Gil permiten al espec-tador hacer una retrospectiva al hecho en sí, pero también una reflexión que puede llegar a tocar a varios por las similitudes entre las historias de distin-tos países, para al final del día, darnos cuenta de cómo lo que puede hacer di-ferente a una nación de otra no es más que el acento o el idioma. Las carencias, infortunios y políticas negativas son un mal que puede sufrir cualquier país o sociedad.

El siluetazo se exhibe del 27 de junio al 24 de noviembre en el Museo Univer-sitario Arte Contemporáneo. Centro Cultural Universitario, Insurgentes Sur 3000, CU. Más informes en: www.muac.unam.mx.

* Fue el 21 de septiembre de 1983, cuando se llevó a cabo de forma masiva en la Plaza de Mayo, de Buenos Aires, la mani-festación con el proyecto. Ahí participaron los centros uni-versitarios de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón, Arquitectura, Filosofía y Letras, Sociología y Farmacia, a los que se suma-ron los transeúntes de la ciudad. Muchos prestaron su cuerpo para hacer las siluetas que se usaron en la protesta.

Víctor García Esquivel/ cultura.unam.mx

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"revienta nuestras pupilas"

Christian Gómez/ cultura.unam.mx

* La propuesta abre un espectro en el que se reúnen obras producidas desde los setenta hasta las nuevas adquisiciones. Todo ello, desde una perspectiva que evi-dencia las implicaciones políticas de acciones y comportamientos como el consu-mo de ciertas sustancias, la desobediencia de género, la excitación, la exaltación y

el papel del cuerpo como termómetro social.

La muestra Pulso alterado. Intensidades en la co-lección del MUAC y sus colecciones asociadas está integrada por 40 obras de 37 artistas que cuestionan el status quo y el término de "norma-lidad" dentro de la cultura.

"¿Qué más desobediente e incorrecto que lanzar la pre-gunta sobre la posibilidad de hacer el amor con tu pa-dre o con un animal?", inquiere la curadora Sol Henaro. Con la intención de evidenciar la endeble condición del canon de la normalidad, el cuestionamiento fue lanza-do por la artista Mónica Mayer en 1978 en la serie Lo normal. Con esa desobediencia e incorrección, señala Henaro, la pieza sigue interpelando al espectador más de treinta años después de realizada.

Con la curaduría de Sol Henaro y Miguel A. López, Pul-so alterado resulta de una lectura de la colección del museo universitario (que asciende a 1,075 piezas) y sus cinco colecciones asociadas, entre las que se en-cuentran la Charpenel-Guadalajara, Corpus e Isabel y Agustín Coppel.

La propuesta abre un espectro en el que se reúnen obras producidas desde los setenta hasta las nuevas adquisiciones. Todo ello, desde una perspectiva que evidencia las implicaciones políticas de acciones y com-portamientos como el consumo de ciertas sustancias, la desobediencia de género, la excitación, la exaltación y el papel del cuerpo como termómetro social.

Largo diálogo

"Luego de muchas conversaciones, (la lectura de la colección) terminó de aterrizar en torno a la exploración de los signos del exceso, el frenesí y la euforia; la exal-tación, y cómo estos momentos de desborde desarticu-laban los modos tradicionales en los cuales el lenguaje, el cuerpo, la identidad, el espacio público estaban cons-tituidos. Era una manera también de pensar cómo estas situaciones podrían permitir abrir un campo de discusión política", explicó en entrevista Miguel A. López, miembro fundador de la Red de Conceptualismos del Sur.

Para Sol Henaro, curadora de colecciones artísticas del MUAC, la muestra debía tener tales implicaciones políticas, pero ir más allá de lo evidente. Tras el pasado periodo electoral, del que diversos ejercicios artísticos se ocuparon abiertamente, esta propuesta busca abrir cuestionamientos políticos desde otro lugar.

"Quería recordar que hay otras batallas que son muy importantes y tienen que ver con el deseo, con el cuer-po, la libertad, el goce, divertirse, el desborde; sentía también que era un momento en el que había que darle énfasis a esas otras realidades", dijo.

Así, seleccionaron obras que tratan la desobediencia sexual, la fiesta o la excitación que, vinculadas a cier-tos momentos sociales, podrían construir un vocabu-lario de intervención politizada no ortodoxa. Se trata de trabajos que abren la posibilidad de ensanchar las maneras en que tradicionalmente se entienden la rea-lidad y la identidad.

Así, en un recorrido que asimila el planteamiento de la exposición -saturado, desbordante, errático-, se abren las posibilidades de un diálogo entre obras de artistas de distintas latitudes y periodos de producción que van de la década de los setenta hasta hace algunos meses.

La dimensión política del delirio

La serie de exposiciones de la que forma parte Pulso alterado inicia una nueva política editorial del museo, que consiste en generar publicaciones que ofrecen al espectador, a precio accesible, información más profun-da sobre las muestras. En un punto intermedio entre los folletos y los catálogos, los Folios contienen material especializado de utilidad para ampliar la experiencia en sala.

"Lejos de fungir como sedantes visuales -escribe He-naro en el Folio de la exposición-, (en estas obras) la estética del exceso aparece como medio para reven-tar nuestra pupila (...) El conjunto de la muestra es, en sí mismo, un intento de generar una experiencia

de vértigo: obras por digerir que no se quedan en sus cualidades formales, y cuyas ramificaciones sociales y políticas interpelan a quien las lee en tanto ‘cuerpos permeables a impresiones no ordinarias'".

Así, la muestra reúne obras de artistas como Marina Abramovic, Nahum B. Zenil, Maris Bustamante, Arman-do Cristeto, Raimond Chaves, Iván Edeza, Melecio Galván, Daniel Lezama, Anri Sala, Fernando Ortega, Daniela Rosell, Cindy Sherman, Miguel Ventura y Fe-lipe Zúñiga.

En una de las adquisiciones más recientes de la colección del MUAC, Ximena Cuevas opone en una misma imagen el discurso melodramático del papel de la mujer con el ejercicio de su sexualidad. De igual manera, se exhiben trabajos de gráfica política que, al recuperar esta larga tradición, se ocupan se he-chos políticos recientes. Por otra parte, se exhiben las huellas de un performance en el que Guillermo Santamarina lanzó viniles en la sala de exposición durante varias horas.

La muestra representa una visita a los acervos del museo, que si bien están en constante estudio no siempre tienen oportunidad de salir a la luz. Durante la inauguración, Cuauhtémoc Medina, curador en jefe del MUAC, destacó su tarea de encarar el caótico, creativo y complejo campo de la cultura contemporánea.

Dijo entonces: "es una exposición que, como debe ser en la universidad, está hecha con la más amplia visión de lo que debe estar en el terreno público: la noción más alta de las libertades de conciencia. Es una exposición hecha bajo la lógica de lo que debe ser un museo: tratar al público como adulto porque esta es una sociedad compleja que demanda un amplio campo de reflexión y expresión".

Pulso alterado. Intensidades en la colección del MUAC y sus colecciones asociadas se presenta hasta el 13 de enero de 2014 en el Museo Univer-sitario Arte Contemporáneo. Centro Cultural Univer-sitario, Insurgentes Sur 3000, CU. Más informes en: www.muac.unam.mx.

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Hollywood yel crack financiero

* En medio del drama, la expansiva política monetaria impulsada por la administración Obama parece haber contribuido a diferir los efectos del crack. Y, quizá, ha fundamentado un ambiente de falsa normalidad solo enrarecido por periódicos precipicios

fiscales. Todo ello, a pesar de que la riqueza de las rentas medias estadounidenses cayó un 40% entre 2007 y 2010.

Ignasi Franch/ En Lucha

Aunque Hollywood no se ha mostrado espe-cialmente proclive a producir ficciones cen-tradas en un presente de crisis económica, el crítico cinematográfico Ignasi Franch repasa

algunos títulos que tratan el crack financiero y sus efectos. Si el cine estadounidense vivió casi una década marcado por los atentados del 11 de septiembre de 2001, no parece que el estallido de la burbuja crediticia haya recibido el mismo tratamiento preferencial. Ciertamente, las respuestas guberna-mentales al trauma, en forma de guerras, instrumen-talización del miedo y recortes de derechos civiles, facilitaron que el cine popular se empapase de esta realidad poliédrica de maneras diversas. Pero la crisis económica también podría haberse convertido en un macrotema. Al fin y al cabo, ha ido más allá de la quie-bra de Lehman Brothers o de la multimillonaria inyec-ción de liquidez a la banca. Ha implicado una nueva e intimidante concentración del sector bancario, diecio-cho meses de recesión y un aumento del desempleo que ha tardado más de cuatro años en superarse. Y ha comportado millones de ejecuciones hipotecarias anuales, en un drama multitudinario que apenas ha sido abordado por la gran industria audiovisual.

En medio del drama, la expansiva política monetaria impulsada por la administración Obama parece haber contribuido a diferir los efectos del crack. Y, quizá, ha fundamentado un ambiente de falsa normalidad solo enrarecido por periódicos precipicios fiscales. Todo ello, a pesar de que la riqueza de las rentas medias estadounidenses cayó un 40% entre 2007 y 2010. La misma naturaleza de los desafíos del presente parece inadecuada para una cinematografía poco proclive a tratar conflictos sociales, aunque producciones como In time demuestren que pueden inspirar exitosos es-pectáculos de acción. Sea como sea, tres ficciones han puesto en primer término el relato de la crisis. Aun con enfoques diversos, todas coinciden en pro-yectar un impulso crítico limitado: nunca se produce un choque frontal con los marcos conceptuales del neoliberalismo ni con la regulación (o, mejor dicho, desregulación) que se ha tejido alrededor de estos.

Instituciones sin respuestas

Malas noticias ha sido el primer intento del audiovisual estadounidense por hacer una crónica ficcionada del crack financiero. Producido por el prestigioso canal HBO (Los Soprano, The wire), este telefilme trata las medidas impulsadas por la secretaría del Tesoro, desde el rescate de dos antiguas agencias federales del ramo hipotecario hasta una multimillonaria inyección de liqui-dez en el sector bancario. Y pasando, claro está, por la caída de Lehman Brothers.

El planteamiento tiene algo de sesgo. El enfoque habi-tual en los thrillers de Wall Street ha sido emplear como protagonistas a veteranos con dudas morales, o a ad-venedizos que puedan servir de nexo entre la audien-cia general y el mundo de las finanzas. Pero en esta ocasión el protagonista es un supervisor: nada menos que el ex presidente de Goldman Sachs, y secretario del Tesoro en 2008, Henry Paulson. Él y su equipo son presentados como lo único que separa la economía es-tadounidense del caos, facilitando que el público empa-tice con estos héroes improbables venidos del mundo de la gran especulación. Todos ellos son presentados como outsiders por su pretensión de sostener el siste-ma con dinero público… mientras no osan pronunciar “la palabra que empieza por n” (nacionalización).

Voluntariamente o no, Malas noticias representa a unas instituciones sin respuestas, coartadas por un pensamiento único que loa la autorregulación. Paul-son y compañía emprenden una huida hacia adelante y ensayan esa perversión del liberalismo según la cual el estado cubre con dinero público los agujeros con-tables del lucro privado. Multiplicando, por el camino, el riesgo sistémico de cualquier quiebra al concentrar aún más el sector financiero.

El espectador menos avisado tendrá que remitirse a las imágenes de archivo iniciales para hallar nombres propios (Ronald Reagan, Bill Clinton, Allan Greens-pan…) y decisiones políticas que llevaron a esta in-defensión. Y los responsables de la función parecen limitarse a acompañar a unos personajes superados: “¿Casi derrumban la economía norteamericana tal y como la conocemos, pero no podemos poner restric-ciones sobre cómo utilizan los 125 mil millones que vamos a darles?”, se pregunta una frustrada asesora de Paulson. Con todo, el desenlace sugiere un impul-so irónico rotundo y difícil de digerir… pero incapaz de articular alternativas, más allá de un incremento de la regulación que los protagonistas insisten en descartar.

La crisis como revelación

Con una estética de colores fríos y escenarios gélidos, Margin call juega al docudrama mediante un dispositi-vo visual marcado por los encuadres oscilantes de sus filmaciones cámara en mano. El producto final puede considerarse sugerente e incluso emocionante. Pero difícilmente se puede asumir como un retrato vero-símil del crack, a pesar de que el banco sin nombre donde se sitúa la acción esté inspirado en Goldman Sachs. La premisa argumental ya tiene bastante de artificioso: un analista recién despedido deja en ma-nos de su joven ayudante un estudio parcialmente desarrollado; en unos minutos, este último tendrá ante sí alarmantes predicciones de una catástrofe crediticia inminente. El debutante J. C. Chandor viste lo previsi-ble, lo sabido y predicho (el estallido de la burbuja cre-diticia), con ropajes de revelación: rostro de sorpresa, llamada desesperada a los superiores, estupefacción general…

La exposición masiva a hipotecas de alto riesgo di-luidas en paquetes de deuda subordinada amenaza la supervivencia de toda la banca de inversión, pero nadie parecía haber reparado en ello. Y esa es la ex-cusa, con aires de macguffin hitchcockiano, para plan-tear un elegante y contenido thriller de interiores. Se incluyen, claro está, diálogos en los que altos ejecuti-vos se cruzan reproches sobre advertencias previas. Se alude también a salarios abultados, a indemniza-ciones millonarias que compran silencios o a decisio-nes conscientes que implicarán ruinas y caos. Incluso la narración tiene algo de escarnio, al caracterizar a mandos intermedios incapaces de interpretar gráficos o a un presidente que solicita a su interlocutor que le explique la situación “como si se dirigiese a un bebé o a un golden retrevier”.

Pero estas apelaciones a una ignorancia impúdica tienen algo de apología más o menos interesada. No se mencionan las connivencias entre la banca y las agencias de calificación de deuda, por ejemplo. La au-sencia de tipos humanos ajenos a Wall Street implica que la propuesta tenga bastante de autorretrato de un sector que se presenta y se disculpa a sí mismo. Y que la crítica planteada, además de superficial, pueda ser casi inaprensible para algunas audiencias.

Bianca Aguirre

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De lo familiar a lo abstracto

Al lado de Margin call, se muestra más mordiente incluso un Oliver Stone (JFK, Salvador) de encargo como el de Wall Street II: el dinero nunca duerme. El filme resulta menos sub-yugante en lo cinematográfico, probablemente lastrado por una duración excesiva y por una sorprendente orientación hacia el drama familiar. La crisis sirve de excusa para resu-citar al broker Gordon Gekko, un hijo de los años ‘80 y del elogio de la avaricia. De alguna manera, esta secuela traza una continuidad entre los reaganomics y la situación actual, que los autores presentan a través de una narrativa visual marcada por la posproducción digital.

Stone sí aprovecha para denunciar prácticas delictivas de la banca, más allá de lo planteado en Malas noticias o Margin call, aunque sea presentándolas como actos individuales de un financiero especialmente codicioso. En todo caso, buena parte del discurso crítico con la especulación lo sostiene un ladrón de cuello blanco como Gekko, con el efecto distancia-dor consiguiente. De alguna manera, las tensiones internas de este escorpión que no sabe vivir de otra manera que ata-cando, tienen algo de intento de comprender al enemigo. El resultado se acerca a lo shakesperiano, con sus historias de estirpes enfrentadas, sus hijas que quieren matar (simbólica-mente) al padre y sus conflictos palaciegos en la sede de la Reserva Federal.

Sin enraizarse plenamente en lo cotidiano, la obra de Sto-ne se opone en parte a Cosmópolis, quizá la más abstracta aproximación a la crisis del capitalismo desregulado. El cana-diense David Cronenberg recuperó una novela preexistente de Don DeLillo, publicada originalmente en plena resaca de la burbuja bursátil generada alrededor de Internet. Sin duda, es la mirada más esquiva, filoexperimental y árida, a un futuro (o presente) de incomunicación, dependencia de lo tecnoló-gico y modelos matemáticos predictivos con aires de nueva religión. Una vez ha estallado la construcción de una teoría económica basada en falsas certezas, el planteamiento de DeLillo tiene algo de visionario.

Los costes humanos del crack

La conversión de David Mamet (Casa de juegos) al neocon-servadurismo ha dejado un vacío en Hollywood a la hora de explicar el contexto y los efectos de la crisis sistémica. Nadie había mostrado una dedicación tan constante a la hora de relatar los horrores del darwinismo aplicado al mercado la-boral. El dramaturgo y cineasta había patentado un modelo expositivo que diluía las fronteras entre el drama y el thriller, mostrando una realidad dinerocéntrica donde las lealtades son tan cambiantes como un balance empresarial. A falta de continuadores norteamericanos de esa pequeña tradición, filmes como The company men parecen meras adaptaciones del costumbrismo idealizado (y normalmente desplazado ha-cia lo romántico) del drama mainstream.

Aun así, esta obra muestra algunas tensiones interesantes. Sin llegar a los extremos de Up in the air y su protagonista de-dicado a comunicar despidos masivos, también se centra en un personaje antipático. En esta ocasión, se reflejan los reve-ses monetarios y anímicos de un altanero ejecutivo en paro y de algunos de sus compañeros. Sin ofuscarse en flirteos que endulcen la amargura de las situaciones planteadas, la propuesta tiene algo de conformismo neocapriano en la línea de Family man. No apela a la experiencia del working class man, con su aire a juego de rol de un privilegiado que descu-bre la vida sencilla, pero The company men destaca por tras-cender el lamento por las deslocalizaciones… proponiendo la

reindustrialización del país. Lo hace mediante la figura de un buen ejecutivo, ya veterano, que añora los viejos tiempos de la fabricación y venta de objetos tangibles.

De nuevo, la manera de plantear este debate evidencia una cosmovisión neoliberal. Los autores parecen confiar en un imposible estallido de conciencia corporativa, o en un goteo de grandes mecenazgos. Ni siquiera se contempla la posibi-lidad de una intervención gubernamental para revitalizar el tejido productivo. No hay respuestas estatales ni colectivas: sólo el empeño individual de un self made man deprimido que relanza un astillero abandonado.

Espejismos de prosperidad: la tierra prometida

De producción aún más reciente, Promised land muestra otra nostalgia: la de la América rural orgullosa y en parte ajena a la contaminación del mundo moderno. La obra se mueve en terrenos muy cómodos, al apostar por el mensaje de con-servación ecológica sin proponer alternativas económicas más o menos pragmáticas. Este proyecto personal de Matt Damon, finalmente dirigido por Gus Van Sant (Gerry), está protagonizado por un empleado de una empresa energética. Su cometido es persuadir a propietarios de terrenos para que vendan los derechos de explotación de su subsuelo.

El planteamiento tiene más de una inverosimilitud, pero en-saya un bello y apacible cuestionamiento del desarrollismo a cualquier precio. Sus responsables no responden al discurso defendido por el protagonista antes de su conversión final. Si este afirmaba que solo la explotación de recursos naturales puede salvar de la miseria a la América rural, acaba ensayan-do un simple y puro rechazo al fracking y sus terribles con-secuencias. Ante el cul-de-sac de un nuevo muro discursivo, de un nuevo “no hay alternativas”, esta vez se opta por la ruptura. Una ruptura, eso sí, fundamentada en una decisión individual nacida del ámbito afectivo. Anecdóticamente o no, la producción está parcialmente financiada por un fondo de inversión dubaití, hecho que fue aprovechado por el lobby del gas para calificar el resultado como propagandístico.

Aunque Promised land y otros estrenos futuros (caso de la ciencia ficción de Elysium) exploran escenarios de des-igualdad económica, el peso del crack financiero en el cine estadounidense sigue pareciendo exiguo en comparación a la magnitud de la tragedia real. Cada observador u obser-vadora podrá señalar múltiples factores que expliquen que no se haya forjado un nuevo ciclo temático que suceda al Hollywood de la guerra contra el terror, más allá de que el ma-lestar ciudadano haya inspirado un par de distopías futuristas (In time, Desafío total) o el traslado de Occupy Wall Street a la Gotham City de Batman. Pueden mencionarse la tendencia escapista de una industria que tiene como objetivo prioritario a la audiencia adolescente, o el dominio del sector por parte de grandes corporaciones. Incluso la victoria electoral demó-crata puede haber sedado al mainstream progresista. Quizá solo se vuelva a evidenciar la gran falla que separa la ficción global de la lucha cotidiana por una vida digna, afrontada por las mayorías asalariadas y desempleadas. ¿Cri-sis? What Crisis?

* Ignasi Franch es crítico cinematográfico.

* Artículo publicado en la revista anticapitalista La hiedra

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Hollywood yel crack financiero

* En medio del drama, la expansiva política monetaria impulsada por la administración Obama parece haber contribuido a diferir los efectos del crack. Y, quizá, ha fundamentado un ambiente de falsa normalidad solo enrarecido por periódicos precipicios

fiscales. Todo ello, a pesar de que la riqueza de las rentas medias estadounidenses cayó un 40% entre 2007 y 2010.

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5 90 67 69 , I.D. 72*1004318*3 & 5 90 61 70 I.D. 72*1004318*2

Christian Gómez/ cultura.unam.mx/

Con una dramaturgia a partir del texto de Eurípides, el actor y director David Hevia propone una mirada contemporánea del mito en Beauty Free Helena, obra que plantea cuestionamientos sobre tópicos

como los roles actuales de las mujeres o la condición de la belleza. La obra se presenta hasta el 27 de octubre en el Teatro Santa Catarina.

En el mito más conocido, la bella Helena, reina de Esparta, abandona a su esposo, el rey Menelao, para fugarse con el príncipe troyano Paris, lo cual detona la sangrienta Guerra de Troya. Así lo cuenta Homero, sin embargo, en la obra de Eurípides se plantea una versión distinta: Helena no es raptada sino una mujer de polvo de nube, una ilusión; fue en cambio recogida por Hermes y llevada a Egipto, donde, inesperadamente, el hijo del rey la busca para casarse. En tal caso, queda libre de culpa por la Guerra de Troya.

El nombre de la obra plantea un juego de palabras que per-mite cuestionar el texto desde la actualidad. Si fue su belleza lo que otorgó finalmente la libertad a Helena, ¿hoy podría esa propiedad ofrecer libertad?; y, si fuera el caso, ¿de qué tipo de libertad se habla?

Como parte de este juego de palabras, la historia sucede en una suerte de duty-free shop, esas tiendas donde se comer-cializan productos libres de impuestos en las zonas interna-cionales de los aeropuertos. En la escenografía, diseñada por Sergio Villegas, se refleja el desplazamiento de la idea de belleza (que libera a Helena de la muerte) hacia la actual idea de belleza mercantil que representan los cosméticos.

Para Hevia, ahora quizá ya no nos mataríamos por una mujer, como se mataron miles de hombres por Helena, mito fundacional de occidente, la mujer más hermosa del mundo, pero sí por una industria que pudiera vender miles de cosmé-ticos. "En ese juego de palabras está el título".Escalar una gran montaña

¿Por qué volver a los clásicos?, se cuestionó a quien fuera colaborador de Juan José Gurrola. "¿Y por qué no?, diría yo. Como en la geografía hay grandes montañas, así en el tea-tro universal hay montañas enormes que se antoja escalar: estando aquéllas, para qué conformarse con pequeños mon-tículos. Más que traer a un clásico, tal cual, es hacerle una dramaturgia y un pensamiento desde mi tiempo y mi lugar".

Así, en esta dramaturgia que considera una suerte de remix, explora también el choque de culturas y civilizaciones. Por ejemplo, el que se da entre Egipto y Grecia: el de Oriente y Occidente.

"Los griegos para mí inventaron la humanidad como la con-cebimos occidentalmente... Ellos ya tenían un concepto de mundo, aunque reducido, y nos dieron lo que somos ahora. Donde hay una cama y una mesa es Occidente, y por lo tanto es griego. Y seguimos basándonos en esa estructura cultural y mental".

En tal sentido, indaga la concepción que se ha tenido de la mujer occidentalmente.

"Aún cuando ha habido grandes avances y concientización,

hay algo en la mujer como objeto mercantil desde una visión absolutamente controladora y comercial. Así lo veo, como en el papel de las mujeres en las telenovelas: cómo las peinan, cómo salen, son totalmente disfuncionales. Si son malas, son malas-malas y si son idiotas, son idiotas-idiotas (...). Eso fun-damentalmente siempre me ha llamado la atención. La mujer como una forma de pensar".

Explorar los mitos En una obra que lleva buena parte de "su cosecha", Hevia revisa temas como la tensión entre las deidades y la razón, además de reconsiderar el peso de los distintos personajes.

"Algo que definitivamente preocupaba a los griegos era de dónde venían y para mí Eurípides es el primer griego trágico-existencialista porque él involucra a los dioses (...). Y en esta obra hay algo muy extraño: Helena no decide. Ahí parece que ya empieza a formarse esta idea de moral del matrimo-nio. (...) Para mí es una mujer libre sea cual sea el mito, pero a quien recordamos es a Helena de Troya, por la que se pe-learon los griegos con los troyanos. Si lo analizas hay todo un asunto político, pero ahora Helena es una bomba química que nunca estuvo".

De acuerdo con el director, actualmente hay un problema con los mitos occidentales y las razones por las que se afirman. En un contexto multicultural, abierto y global, ciertos mitos se reafirman, pero la gran pregunta, considera, es qué identidad defienden.

Qué pasa, cuestiona, con la mujer contemporánea que, a diferencia de Helena, puede decidir con quién irse. Por ello explora en la historia tres tipos de mujeres: la intelectual pero subordinada; Helena, la bella, rica y poderosa; y la mujer sin salida. Además, se pregunta por el papel del hombre roto, que encuentra el fracaso y pierde el amor.

Con estos planteamientos, el director busca ocuparse de la neurosis occidental a partir de sus mitos fundacionales. ¿Es que la belleza podría ser la salvación ante aquello?

"Eso lo dijo Dostoievski y yo lo me lo robé y contestaría: ¿cuándo? Con la belleza como algo ideal, parece ser que nos podría salvar un mundo bello, pero ¿qué es eso? No lo sé, no sé si me salve Lancome. No sé si me salve una Hugo Boss. ¿Por eso voy a ser bello y obtener algo? Eso es lo que nos vende el capitalismo. Y es una nube, nos vamos a pelear por una nube, por una forma, y al final no hay nada. Y la verdadera belleza está hecha un desastre guardando luto por la verdadera persona".

En la puesta actúan Marina de Tavira, Miguel Cooper, Carlos Orozco, Miguel Ángel López, Pedro de Tavira Egurrola, Diana Sedano, Silvia Carusillo. Con la dramaturgia y dirección de David Hevia, Beauty Free Helena se presenta hasta el 27 de octubre en el Teatro Santa Catarina. Jueves y viernes a las 19:30 hrs., sábados a las 19:00 hrs. y domingos a las 18:00 hrs. $150 con los descuentos habituales. Informes: www.tea-tro.unam.mx.

* Como parte de este juego de pala-bras, la historia sucede en una suerte

de duty-free shop, esas tiendas donde se comercializan productos libres de

impuestos en las zonas internacionales de los aeropuertos. En la escenografía, di-

señada por Sergio Villegas, se refleja el des-plazamiento de la idea de belleza (que libera

a Helena de la muerte) hacia la actual idea de belleza mercantil que representan los cosméticos.

Bianca Aguirre

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DISEÑO, PRODUCCIÓN & ILUSTRACIÓN

5 90 67 69 , I.D. 72*1004318*3 & 5 90 61 70 I.D. 72*1004318*2

LINEAMIENTOS:

I. Todos los trabajos deberán ser enviados al correo [email protected]. Serán recibidos a partir de la publicación de esta convocatoria y hasta el día 1 de octubre del año en curso.

II. La Rueda de Ixión es una revista enfocada a fomentar el diálogo entre las cinco licenciaturas de la Facultad de Humanidades, por lo que solicita evitar tecnicismos o temáticas especializadas.

III. Los textos se incluirán en las siguientes secciones:a. Daimen: Sección de filosofía.b. Antrophos: Sección de ciencias sociales.c. Poiesis: Sección de arte.d. Creación libre.IV. Sus trabajos deberán venir acompañados por una imagen adjunta al archivo en formato JPG y resolución mínima de 300 ppp, de otro modo, la Revista se reserva el derecho de colocar una imagen acorde a la temática.

ARTÍCULOS

Los trabajos deberán ser creaciones originales y no estar sujetos a otras publicaciones.La extensión tendrá un mínimo de dos cuartillas, máximo 4 cuartillas en formato Garamond a 12 puntos, con interlineado sencillo.Los escritos deberán sostener un argumento de pertinencia, funda-mentado crítica y sintéticamente con una conclusión lógica.La citación habrá de realizase en estilo Harvard: primer apellido del autor, año de edición y número de página, todo entre paréntesis; por ejemplo, (Poniatowska, 1998:30).La bibliografía debe corresponder a las citas en el cuerpo del texto de acuerdo al siguiente ejemplo: Poniatowska, Elena (1988), La noche de Tlatelolco, Era: México.

CREACIÓN LIBRE

Extensión de 2 a 4 cuartillas.

RESEÑAS

Extensión de 5 renglones a media cuartilla.

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La fotografía irá acompañada de una breve descripción (técnica, loca-ción, intención de la imagen). Su formato será JPG con una resolución mínima de 300 ppp.

Page 8: LALUNA - Publicación de Nologo Grupo Toluca · PDF fileFue el 21 de septiembre de 1983, ... do por la artista Mónica Mayer en 1978 en la serie Lo ... misma imagen el discurso melodramático

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* Meterse con ella, con Rayuela digo, es meterse con la histo-

ria, a pulmón. Pero con la historia cuando es contada en su frag-mentación, desde los individuos, que viven como si afuera no se estuviera acabando el mundo, o como si ellos no se hubieran

enterado.

Ernesto Pérez Castillo/ La Jiribilla

Mundo para armarEn aquel año, si se mira bien, el horno no estaba para pastelitos. Aunque el número 1963 como que no suena, y pareciera ser una cifra vana, aburrida, de esas sin eco que no llaman a nada, fue todo lo contrario. Ese resultó ser un año muy movido, te viraras para donde te viraras.

Para decir poco, el mundo acaba de salvarse por los pelos y las barbas, sobre todo las barbas, de una conflagración nuclear que hubiera sido la pri-mera y sin dudas la última, ya que el hongo ató-mico no borraría del mapa solo a la islita rebelde, sino que borraría al mapa en sí, todo, completico, sin dejar títere con cabeza que lo pudiera contar.

Muy, muy lejos del Caribe, en el mismísimo epi-centro europeo, visitaría Kennedy apenas unos meses después el Checkpoint Charlie del Antifas-chistischer Schutzwall (el Muro de Berlín, según los que al final escribieron la historia), soltando luego su famosa frasecita: “Ich bin ein Berliner”, queriendo decir “yo soy un berlinés”, aunque para otros que sí conocen de a de veras el alemán (a mí no me crean) lo que eso realmente quiere decir no es sino: “yo soy una dona cremosa”.

Haya dicho o querido decir lo que fuera que fuese, de todas maneras antes de terminar el año moriría baleado por solo un par de proyectiles, que si he-mos de creer el cuento que de eso se ha contado oficialmente, tienen que haber sido disparados por Billy “el Niño” o por “Bufallo Bill”, pues nunca antes ni después nadie logró hacer tan buena diana, a tanta distancia y produciendo tantos estragos en el cuerpo del asesinado.

En tanto, otra frase cruzaba el planeta, mucho más profunda y contundente. La sembró Martin Luther King ante más de un cuarto de millón de personas, y hablaba para ellos y por todos ellos y los que vendrían después: “I still have a dream”, y es el mismo sueño que tenemos todavía.

En ese mismo sesenta y tres, Tito –Josip Broz según su acta de nacimiento– se declaró Presi-dente Vitalicio en Yugoslavia, también se fundó la Organización de la Unidad Africana y, para colmo, a bordo de la Vostok 6, la cosmonauta soviética Valentina Tereshkova se convertía en la primera mujer en orbitar varias veces la Tierra desde el espacio exterior.

Así las cosas, quien quiera más es un goloso. Pero hubo más: comenzando el verano, una nove-la rara, muy rara, saldría de la imprenta. Su título hasta última hora fue “Mandala”, pero finalmente su autor decidió cambiarlo por Rayuela.

Esa novela, y todo lo demás, están cumpliendo ahora sus cincuenta años.

Cortázar la escribió queriendo dejar en ella “la ex-periencia de toda una vida y la tentativa de llevarla a la escritura”. Y por impreso dejaba recomenda-ciones que no había que seguir al pie de la letra, sobre cómo debía, o podía, ser leída su obra: de atrás para adelante, a saltos, al azar, solo algunos fragmentos, o de la manera convencional si el lec-tor se arriesgaba.

Yo nunca corrí el riesgo. Más de veinte años des-pués de escrita fue que supe de ella, y conozco más de uno que aún no se ha enterado, ni falta que le hace. Yo llevo otros veinte años más leyen-da, a cómo puedo, a raticos, a como se me ocurre, disfrutando algunas partes mucho muchísimo, y aburriéndome soberanamente con otras.

Pero, pero, pero: es la novela de ese año, de 1963, y probablemente, de muchos de los años que siguieron, porque es enciclopédica y al tiempo es banal, contando desde el origen y surgimiento de las tijeras, con pelos y señales, hasta el sufrir de una madre por el hijo que muere.

Meterse con ella, con Rayuela digo, es meterse con la historia, a pulmón. Pero con la historia cuando es contada en su fragmentación, desde los individuos, que viven como si afuera no se es-tuviera acabando el mundo, o como si ellos no se hubieran enterado.

Y de hecho, no se ha acabado, ni el mundo, ni Rayuela.

Ya pasaran otros cincuenta años, ya veremos qué se escribe entre tanto, si aún se sigue escribiendo, y si alguien habrá podido para entonces desentra-ñar todos los misterios allí atrapados.

* Fuente: http://www.lajiribilla.cu/articulo/5493/1963-rayuela-mundo-para-armar

Bianca Aguir

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