cultura

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M.A.CFotos: Suso Betancort/ Archivo

Si hay un lugar en el mundoligado al arte y a la cultura, esesitio es Lanzarote, una isla que viosus atractivos naturales mejoradosarquitectónicamente por el artistaCésar Manrique, quién supo marcarlos límites para convertirla en unlugar único. Los escritores Saramagoy Vázquez Figueroa o el tenorAlfredo krauss convirtieron la isla

en su residencia o veraneo, atrayen-do a su vez a otros literatos yartistas a conocer y disfrutar la isladesde el punto de vista artístico.Leandro Betancort o Agustín de laHoz, que escribieron a lo largo desu dilatada trayectoria periodísticay literaria en las páginas deLancelot, son también prueba deque la cultura era estandarte ybandera para la isla. Con el pasode los años, ese liderazgo culturalse ha transformado en una carrera

por volver a ocupar el lugar que ensu día tuvo la isla en el panoramaartístico nacional. La constante ac-tividad de la Fundación CésarManrique y A Casa de José Saramagohan contribuido a ello. Antes, ahoray en los próximos años venideros,Lancelot ha reflejado esa actividadcultural, esa pasión por el arte, lamúsica, la literatura, la pintura y laarquitectura. Lanzarote emanabacultura por sus cuatro costados, yLancelot supo reflejarlo.

LANZAROTE, LACULTURA COMOESTANDARTELa isla, pionera desde el punto de vista artístico en 1981, lucha porvolver a encontrar su sitio en un panorama cultural en plena yconstante evolución

Leandro Perdomo, un literato único muy relacionado con Lancelot.

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Pioneros culturalesA comienzos de la década de

los ochenta, cuando nacía Lancelot,César Manrique seguía marcandolas tendencias culturales en la isla.lo señalaba en una entrevista paraLancelot el artista Ildefonso Aguilar,apuntando la relevancia culturalde la isla en los años setenta yochenta, décadas en las que fuepionera a nivel nacional e interna-cional. «Lanzarote podía presumirde contar con una cantera de artis-tas insulares de excepción y, aun-que es cierto que sigue habiendomuchos artistas en la isla, no sepotencia el arte y la cultura comoentonces», señalaba Aguilar. «Quela isla no tenga, a día de hoy, unauditorio en condiciones y que, conla salvedad del Teatro de Arrecifeque hace su función, nos tengamosque conformar con la carpa delrecinto ferial... no tiene nombre».

Para Aguilar, un hito culturalfue, por ejemplo, el Festival deMúsica Audiovisual que Aguilar pusoen marcha en la década de losnoventa.»Los músicos más impor-tantes de Europa participaron eneste festival y la gente se ibamaravillada del evento y de la isla.El hecho de que se dejara perderes, en mi opinión, inexplicable».

En aquellos primeros años ElAlmacén, que tras muchos añoscerrado ha vuelto a abrir sus puer-tas, era lugar de encuentro deartistas de toda condición y cate-

tores, escultores, arquitectos, músi-cos y literatos vivieron aquellosaños con la sensación de que la islano podía ir sino a mejor.

Ya lo dijeron en su día el perio-dista y escritor Juan Cruz , queescribía en la revista Triunfo en1974. «No tiene precedente en Ca-narias una experiencia cultural comola de El Almacén. Esta experienciaha sido emprendida por un grupode artistas cuyo principal estatutoparece ser quitarle al arte todo eseoropel que lo aleja de la plazapública. Ese grupo de artistas estéencabezado por dos pintores cana-rios bien conocidos: César Manrique

goría. Muchos llegados de diferen-tes partes del mundo con la inten-ción de tomarle el pulso a lasúltimas tendencias culturales. Pin-

“ Ya lo dijeron en su

día el periodista y escritor

Juan Cruz , que escribía

en la revista Triunfo en

1974. «No tiene prece-

dente en Canarias una

experiencia cultural

como la de El Almacén”➛

Ildefonso Aguilar. El actual consejero de Cultura, Óscar Pérez, junto a José Juan Ramírez,director de FCM.

El Almacén en su primera etapa.

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y Pepe Damaso», señalaba y conti-nuaba, «En Arrecife, la presencia deEl Almacén ha venido a poner so-bre la mesa la verdadera relacióndel pueblo con el arte: hay unasensibilidad, hay una necesidad derecibir el arte, la literatura, lapalaba o la imagen».

También el escritor lanzaroteñoFélix Hormiga, que fue director delcentro durante años, publicó en lamisma revista que por El Almacén,«pasó lo más granado del momen-to, al soco de la amistad conManrique, Damaso, Luis Ibáñez yYayo Fontes, una sutil mezcolanzade espíritus divertidos, profunda-mente vitalistas y enemigos jura-dos de lo gris. El Almacén era unescaparate novelero, donde nacíael arte nacía cada día como unritual antiguo. El arte de la palabrabrotaba en cualquier lugar del edi-ficio, en la barra del bar, el patio,la terraza... y en el viejo aljibe,convertido en vientre fecundo decreativos, nacían nuevas interpreta-ciones del mundo al calor de lapasión de la plástica», y añade másadelante. «La vida diaria de ElAlmacén era un continuo despertara distintas y diversas posibilidadesexpositivas, de encuentros, de char-las, conferencias, que se iban des-granando de la capacidad deManrique para poner en orden supasión por fabricar momentos cul-turales».

A tenor de lo vivido, el listón sesitúa muy alto, sin lugar a dudaspara que la oferta cultural, 35 añosdespués, esté a la altura de aque-llos años.

Rufina Santana, a la vanguardia dela cultura insular

La artista Rufina Santana tienemucho que decir en este sentido.Sus recuerdos se remontan justa-mente a aquellos años de oro.«Hace treinta años en Lanzarote, esdecir, en los 80, César Manrique aúnvivía. El Almacén, bajo la direcciónde Cipriano Fierro constituía el fococultural de la isla. Era el lugardonde la gente del mundo de lacultura solíamos encontrarnos yreunirnos. Sin duda era el espacioque generaba mayor actividad.

Posteriormente, hubo un tiempo enque se realizaba la gestión desdeel Cabildo. Hacíamos cultura en-tonces, como se sigue haciendoahora, aprovechando los espaciosque teníamos a nuestra disposición,el ya citado Almacén, y la Casa dela Cultura Agustín de la Hoz», ex-plica, convencida de que la isla aúntiene mucho que decir en este sen-tido. «Al mismo tiempo, se estabagestando la creación de la Funda-ción y los Centros Socioculturales.En la Villa de Teguise, la residenciade una artista internacional comoHeidi Bucher, era otro punto deencuentro entre personalidades delmundo del arte. Ella invitaba aartistas extranjeros a venir a la islay organizaba encuentros en su casa»,explica. «Algo muy parecido hacía-mos, y seguimos haciendo, mi mari-do Paco Curbelo y yo, en nuestracasa de San Bartolomé. En ella,desde entonces y hasta hoy, residi-mos, creamos y compartimos expe-riencias con otros artistas y perso-nas interesadas por el Arte. Tam-

bién desde los centros educativos,en especial la Escuela de ArtePancho Lasso, se realizaba una im-portante labor. Los profesores es-tábamos muy comprometidos conla profesión y con la cultura», ase-gura, añadiendo que seguramentehubo más lugares, privados o pú-blicos, que no recuerda.

En cualquier caso, para Santanafue «un momento espléndido, quecon los posteriores cambios depolítica y sobre todo, de intereses,fue decayendo».

Años noventa«Santana recuerda que fue «du-

rante los 90, con el boom económi-co, cuando se generaron nuevosespacios privados. Espacios que semantienen con los ingresos genera-dos por el mercado del arte, comola galería Punto de encuentro en elCharco de San Ginés y la galería dePuerto Calero en los 2000. Estagalería tuvo un papel muy relevan-te en los años que estuvo abierta,pues acogió a un gran número deartistas canarios que se encontra-ban en activo durante aquellosaños. Y lo mismo sucedió con laGalería de arte de Puerto Calero,en la que se hicieron 22 exposicio-nes en cuatro años, todas de artis-tas locales», rememora la artista,explicando que esta galería, con laque colaboró, fue un gran apoyopara los creadores, ya que colabo-raba con ellos haciendo difusión delas exposiciones, editando un pe-queño catálogo y comprando obra.

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“ Santana recuerda

que fue «durante los 90,

con el boom económi-

co, cuando se genera-

ron nuevos espacios

privados”

El escritor Vázquez Figueroa eligió la isla como lugar de residencia.

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«Eventualmente la Sociedad Demo-cracia también realizaba exposicio-nes y actividades que daban unimpulso a la cultura, pero estabamás limitado, al igual que el Náu-tico, a sus socios y amigos, y teníanun aforo más reducido», y añade.«Sin duda alguna, el papel de lasgalerías privadas fue fundamentalpara mantener el status artístico enLanzarote. Ayudaron a que no seperdieran esas generaciones de ar-tistas que seguían trabajando aúncuando los espacios públicos ante-riormente comentados se habíancerrado. Fue la alternativa al va-cío».

Para Rufina la actividad culturalfunciona de manera cíclica en laisla. «Es cierto que durante los 80se dio una actividad frenética, unrenacer de la cultura, con muchagente implicada, porque la culturala hacen las personas, no las insti-tuciones. Y también es cierto queluego hubo una especie de letargo.Todo es cíclico», señala. «La cultu-ra no ha dejado de desarrollarse entodos estos años. Simplemente hahabido momentos punteros en losque hemos aunado fuerzas y hemosido todos a una y ha habido mo-mentos de disgregación, oscuridad,ninguneo... y casi siempre tiene quever mucho esto la economía, lapolítica o el egoísmo de algunasentidades culturales, sean perso-nas o instituciones». «Afortunada-mente, en la actualidad, parece queestamos en un nuevo renacer deesa movida cultural. Por ley vitaleso tenía que suceder. Teníamos

que volver arriba», concluye. «Yprobablemente eso es lo que estésucediendo. Volvemos a encontrargente joven que se compromete arecoger el testigo y seguir traba-jando. Desde mi posición como pin-tora, como artista y como profesio-nal del ámbito cultural, agradezcoque en Lanzarote el propósito sea

seguir evolucionando, en la cons-ciencia que sumando se gana, y quela unión hace la fuerza».

Jóvenes artistas, el futuro de lacultura insular

Por su parte, Óscar Pérez, con-sejero de Cultura del Cabildo deLanzarote, ha querido dejar patentesu visión de los cambios experi-mentados. «Debido a mi edad nocuento con una visión completa dela transformación en el ámbito dela cultura que ha experimentadoLanzarote en estos 35 años, ya quesoy incapaz de recordar los maticesque componen el espectro culturalde nuestra isla más allá de laúltima década y media», señala.«Tengo la impresión de que com-parativamente el tejido y la oferta

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“ Y probablemente

eso es lo que esté suce-

diendo. Volvemos a

encontrar gente joven

que se compromete a

recoger el testigo y

seguir trabajando”

Rufina Santana.

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cultural de Lanzarote gozaba deuna gran viveza que se intuía através de iniciativas elementalescomo los certámenes artísticos paranuevos talentos, y que quedó certi-ficada en las propuestas de primernivel que recalaron en los Centrosde Arte Cultura y Turismo». «Des-graciadamente esa realidad no seaupó a la par que la bonanzaeconómica que se disfrutaba ennuestra isla, por el contrario fuedescendiendo de manera sorpresivallegando incluso al abandono delas políticas culturales de primeranecesidad, como el apoyo a laescena local, o de propuestas tansignificativas para la isla como elFestival de Música Visual», añade.«Después estalló la economía, y alabandono le siguió el desplome delo que nos quedaba, asistimos a laextinción del sector privado y delos pocos locales que apostabanpor la cultura de base, desaparecióel Costa de Músicas, y El Almacén,símbolo de la contemporaneidadinsular, echó definitivamente el cie-rre», explica. «Por suerte hoy en díase palpa el optimismo, tenemosnuevos referentes como el SonidosLíquidos o el Arrecife en Vivo, elsector privado está realizando untrabajo serio, existe una oferta másdiversa y descentralizada, El Alma-cén está de vuelta, y las políticasculturales vuelven a centrarse en laestimulación de los creadores lo-cales con vocación universal. Elmomento es excitante y es evidenteque vamos a más».

Una visión también a posterioritiene el fotógrafo Rubén Acosta,destacado artista insular a partir definales los años noventa y el iniciodel nuevo siglo. «No puedo valorarla primera época ya que no tuve lasuerte de vivirla, me pilló muyjoven pero si es verdad que elempuje de esos años fue mucho,según cuentan», corrobora. «EnLanzarote la cultura se mueve anivel de calle ya que nunca haexistido una política cultural esta-ble. Eso ha hecho que los momen-tos de máximo dinamismo culturalhayan coincidido, la mayor parte delas veces, con el empuje de colec-tivos o agentes culturales indepen-dientes», afirma. «En cuanto a espa-

cios, la situación era penosa hastahace muy poco con los principalesespacios culturales cerrados y losque permanecían abiertos con muypoca actividad. De referente de lamodernidad de Canarias se pasó auna época negra donde lo único quefue destacable fueron las iniciativasprivadas», señala. «En la actualidadhay buenas noticias: proyectos cul-turales de referencia como los rela-cionados con la música, reaperturade espacios vitales para la culturacomo son El Almacén y la Casa de laJuventud (falta la Casa de la Culturade Arrecife), un público que deman-da actividad y llena eventos, y unageneración de creadores muy acti-va y conectada.

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Lanzarote gozaba de

una gran viveza que se

intuía a través de iniciati-

vas elementales como los

certámenes artísticos

para nuevos talentos, y

que quedó certificada en

las propuestas de primer

nivel que recalaron en los

Centros de Arte Cultura y

Turismo”

César Manrique supo convertir Lanzarote en su mayor obra de arte.

José Saramago, Premio Nobel deLiteratura, estuvo siempre muyunido a Lanzarote.

Rubén Acosta forma parte de unanueva generación de artistaslanzaroteños.

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